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Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 Primer15
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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

Mensaje por LuckyQ Jue Feb 07, 2013 1:18 am

estoy en shock este capitulo es demasiado impatante pobre britt y san, no me quiero ni imaginar como se habra sentido santana y a quien llamo Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 3287304868
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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

Mensaje por MarLovesGlee<3 Jue Feb 07, 2013 1:47 am

Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 3287304868 Sin duda este ha sido el capitulo mas sorprendente que he leido . Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 4065562827 !Me encanta este FF cada vez mas! Pobre Britt, se hizo adicta a esas pastillas que la estan dañando Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 2236703817 pero por lo menos San la descubrió y espero que la ayude Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 2824147739

Actualiza pronto!! Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 2145353087
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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

Mensaje por Hilary24 Jue Feb 07, 2013 4:23 pm

oh por Dios no se que sentir me rompio el corazon este cap estan triste , san y britt pobre
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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

Mensaje por mary04 Dom Feb 10, 2013 3:03 pm

Influence (Influencia)|Brittana| Capitulo 22: Todos esos que deambulan (Parte 1)

Santana se movió lentamente alrededor de mí, limpiando la habitación donde ella había dejado mis ropas y las toallas mojadas. Entraba y salía del pasillo llevando bultos con ella, y haciendo pausas a mitad del camino para pasar sus dedos contra mi mejilla o frente. Era como si supiera como esas caricias me calmaban, incluso cuando era incapaz de decírselo.

El sueño no llegaba a mí. En su lugar, me mantuve en lo que podría ser descrito como un estado semi-comatoso, una experiencia extracorpórea. Me sentía alerta, muy consciente de sus movimientos y de la forma en que desaparecía de la habitación de mi madre para hacer frente al vomito que había dejado en la mía, pero no había manera de que yo la llamara, rogándole que no fuera. La debilidad se esparció por todo mi cuerpo, pesando como plomo hasta que deje de intentarlo. El esfuerzo que dedicaba a otra cosa que no fuera respirar era inútil, y me preocupo que, si trataba, incluso detendría eso también.

Así que yací inmóvil en la cama, desnuda y respirando. La yema de su dedo rozó el borde de mi frente limpiando el sudor febril acumulado ahí. Hizo una pausa, inclinándose, y presionando sus labios en la línea de mi cabello para medir mi temperatura. Se quedó rígida, enderezándose, y puso la manta alrededor de mi cuello. Mire a través de parpados pesados cuando ella camino hacia el pasillo una vez más. Obstruida por la obscuridad y la entrada, solo escuche.

Mis sentidos estaban, aún, tan en sintonía con ella. De hecho podía sentir como sus hombros temblaban al apoyarse contra la pared afuera de la habitación. Podía ver el teléfono iluminando el área alrededor de ella cuando lo saco de su bolsillo y marco el mismo número que había marcado antes. Escuche, la voz en la otra terminal respondiendo después del segundo timbre.

"¿Dónde estás?" siseo. La desesperación anclada en cada palabra individual era gruesa y pesada.
Sonidos amortiguados a través del teléfono respondieron su pregunta, y ella dejo salir el aire en sus pulmones rápidamente entre sus dientes.
"Mira, sé que no pediste esto, pero no puedo hacer esto sola. Necesito ayuda. Así que por favor. Ayúdala."
Otra pausa se hizo, como si dejara que su respiración trabajosa y angustiada se regularizara. Una fuerte inhalación por su nariz, seguida de una lenta exhalación por su boca, precedida de una charla más calmada.
"Gracias." Alivio atado a su lengua. "Solo apresúrate. No puede esperar mucho más."

Su teléfono se cerró con un ligero clic, y por unos momentos hubo un silencio total. Ella estaba sosteniendo su aliento, contando hasta diez, preparándose para volver a entrar en la habitación. Su pecho se contrajo y el aire escapo una vez más antes de surgiera de la esquina con una débil sonrisa en su rostro.

"Hey," susurro, sentándose en el borde de la cama. Su mano encontró mi mejilla, dibujándola con sus dedos gentilmente, justo como había hecho cientos de veces previamente durante la noche. Si hubiera tenido la capacidad, hubiera gemido.

"Alguien viene en camino," continúo, hablándome como si tuviéramos una conversación recíproca. "Necesitamos ayuda, B. Te amo, pero no sé qué hacer. No puedo hacer esto sola."

Santana bajo la mirada hacía mi, sus ojos deslizándose por mi cuerpo. Yo estaba acurrucada en posición fetal debajo del edredón de mi madre. Si la mía era una agonía física, la suya era la contraparte emocional. Se había puesto pálida poco no mucho después de haber tirado las pastillas en el baño, y su color no había regresado. Dejándole un blanco fantasmal. Parecía cansada, sus ojos hundidos reteniendo todo lo que no había sido capaz de decir.

"Estarás bien, ¿no es así?" pregunto, sin esperar respuesta. "¿Si me voy, solo por una hora? Juro que volveré por ti, Britt. Solo una hora. Eso es todo…"

Ella subió sus largas piernas en la cama y se recostó firme mientras se enroscaba al bulto que era mi cuerpo debajo de la sabana. Ella se movió contra mí, su cabeza reposando encima de la mía juntando nuestras mejillas. Sus labios se movieron en mi oreja, susurrando cosas que ella creía que no podía escuchar.

"Lo siento," ella empezó, tan suavemente que podría haberlo soñado. "No debí haberte dejado tomar esta carga. No debí haberte dejado ser la que se sacrificara por mí. Todo lo que has hecho es sacrificarte, Brittany. Por mi, por tu mamá, por Sue… todas te fallamos."

Su mano se acercó una vez más, su palma tomo la parte de atrás de mi cuello con una gentil ferocidad. Pequeños besos en disculpa fueron esparcidos en mi oreja mientras sus dedos se en redaban en mi cabello.

"¿Recuerdas la tarea del Sr. Schue sobre la balada?"

No podía responder, pero en mi mente, le estaba sonriendo.
"Por supuesto que sí," se reprendió con reproche. "¿Como pude creer que lo habrías olvidado?"
Yo estaba inmóvil en sus brazos, en medio del silencio, sintiendo una nueva ola de insuperable de agonía sobre mí. Ella me apretó más firmemente, como si sintiera el cambio en el aire.

"En la tarea de la balada… tenía dos canciones. Me preguntaste cual era la segunda y te ignore. Porque no estaba lista para cantarla entonces. Pero te dije que te la cantaría algún día. Ahora estoy lista, B. Estoy lista para cantártela. Pero tienes que hacerme una promesa. Si hago esto, si te canto esta canción, no podrás dejarme nunca."

Hizo una pausa, como si esperara una respuesta. Nada vendría, y ella lo sabía, pero espero igual.

"Estás atrapada conmigo, B,” susurro al fin, una pesada respiración dejando sus pulmones. "Por siempre. ¿Tú y yo? Eso somos. Fred y Ginger. Bonnie y Clyde. Nosotras conseguimos eso. Conseguimos un amor épico, Britt. Ni siquiera esto puede detenernos. Si canto para ti, eso seré yo diciendo 'por siempre'. ¿Bien, B? ¿Ok?"

El lento goteo de agua al final de su nariz me dejo saber que estaba llorando, incluso a pesar de que su voz apenas y tambaleaba. El líquido salado se deslizo por su mejilla, formando un delta en el rio de mis propias lágrimas, que no me había dado cuenta que estaban cayendo.

"Te amo," murmuro, aferrándose desesperadamente. "No soy nada sin ti. Por favor, B. di algo."

Intente. Quería abrir mi boca y que las palabras emergieran, calmándola, pero nada paso. Mi cuerpo se había revelado, y no había nada que surgiera de él. No hasta que los años de abuso hubieran dejado mi sistema y mi cuerpo se regenerara. El dolor – el insoportable, inconsolable dolor de la abstinencia – continuaría hasta que mi cuerpo estuviera preparado para vivir sin medicamentos. Así que me acosté junto a ella, inmóvil y medio en coma, escuchándola ahogarse en sollozos cuando no – no podía – respondí.

"Te odio por mentirme," lloro, sus hombros temblaban contra mí. "Yo nunca te mentí. ¿Cómo pudiste? Todo este tiempo…"

Se estremeció violentamente, una combinación de frio y desesperación mandando calosfríos a lo largo de sus extremidades. Se envolvió alrededor de mí, el edredón aún entre nosotras, en un vano intento de mantenerse firme.

"Pero realmente no puedo odiarte, ¿sabes? Y creo que odio eso más. Que te amo tanto que ni siquiera esto puede hacerme odiarte. Te amo más que mi propia vida, Britt. Si pudiera tomar esto por ti, si pudiera sentir todo lo que estás sintiendo para que tu no tuvieras que sentirlo, lo haría. Pero no puedo. No puedo detener esto, y no puedo ayudarte sola. Soy inútil. Me has hecho impotente. Te odio por eso, también. Así que voy a cantarte la canción. Porque incluso cuando odio lo que me estás haciendo a mí, y a ti misma, te amo tanto como para dejarte ir. Estoy lista ahora. Necesito que estés lista, también. No sobreviviré si tú no lo haces; si me dejas. Dime que no me dejaras. ¿Por favor?"

Santana se desmorono, sosteniéndome tan firmemente a ella que podía sentir sus brazos por encima de la palpitación ardiente de mi propia sangre en mis venas. Ella sollozo en mi cuello, desesperada y sola. Como si yo no estuviera ahí en absoluto. No era aceptable. No podía dejarla así, pensando que la dejaría, cuando la única razón por la que estaba luchando por permanecer era porque ella me necesitaba. Así que luche con más fuerza, sintiendo como las palabras subían como bilis desde mi estómago. Subieron por mi garganta como vómito, las náuseas haciendo que mis labios se separaran, el esfuerzo de la misma como si corriera un maratón en la carretera. Mi lengua seca se aferró a mi paladar, pero la aparte, dejando que todo – palabras, nauseas, cansancio – cayera de mis labios.

"Te… amo…"

Ella se sacudió y me miro, aunque yo no podía devolverle la mirada. Dos palabras me habían tomado más esfuerzo que cualquier baile que hubiera hecho, así que quede recostada, los ojos medio cerrados, mirando la pared.

Se atraganto otra vez, esta vez por una risa. Tomo mi rostro en sus manos y me beso, la presión de sus palmas ardiendo como un tornillo al calor de las brazas. Por dentro, hice una mueca de dolor. Ella no lo noto, salpicando besos con sus labios y susurrando en mi oído.

"Podemos hacer esto," dijo, calmándose y colocándose junto a mi nuevamente, su cabeza metida debajo de mi barbilla. "Podemos vencer esto. Eres tan fuerte B. Mucho más fuerte que yo. Pero voy a ayudarte. Lo juro, lo lograremos."

Respiro profundamente, absorbiendo la fuerza que vio claramente en mi que yo no había notado. Liberándola, apoderándose de mi, y tome lo que pude de ella mientras empezaba a tararear, la familiar canción haciendo ruido por mis huesos.

When the rain is blowing in your face (Cuando la lluvia esta soplando en tu cara)
And the whole world is on your case (Y todo el mundo esta en tu caso)
I can offer you a warm embrace (Puedo ofrecerte un cálido abrazo)
To make you feel my love (Para hacerte sentir mi amor)
Se levanto, moviéndose así su espalda estaba contra el respaldo de la cama. Metiendo las piernas bajo el edredón, ella guio mi cabeza en su regazo y acaricio mi cabello.

When the evening shadows and the stars appear (Cuando las sombras del atardecer y las estrellas aparecen)
And there is no one there to dry your tears (Y no hay nadie ahí para secar tus lagrimas)
I could hold you for a million years (Podría sostenerte por un millón de años)
To make you feel my love (Para hacerte sentir mi amor)
Aunque no podía sentirlas, mis ojos soltaban lágrimas saladas. Sobre el constante ardor del acido en mi sangre, las lagrimas eran de lo menos a lo que mi cuerpo reaccionaba. Pero su mano encontró mi mejilla y las limpio con su pulgar. Eso – el movimiento en cámara lenta de su dedo limpiando mi piel – me quemo de una forma que hubiera rogado por sentir miles de veces.

I know you haven't made your mind up yet (Se que aún no has decidido)
But I will never do you wrong (Pero nunca te hare mal)
I've known it from the moment that we met (Lo supe desde el momento en que nos encontramos)
No doubt in my mind where you belong (No hay duda en mi mente donde perteneces)
Sus propias lágrimas se habían secado, y su voz sostenía una sonrisa secreta. Recordé ese día en el salón de coro, como le costó decidir la canción que iba a cantar. Ahora cantaba esta canción con una confianza que supe que no tuvo entonces. Estaba agradecida por su espera. Si la hubiera cantado entonces, sin la fuerza para decirlo como lo hizo ahora, solo me hubiera destrozado aún más.

I'd go hungry, I'd go black and blue (He pasado hambre, he pasado de negro a azul)
I'd go crawling down the avenue (He ido arrastrándome por la avenida)
No there's nothing that I wouldn't do (No hay nada que no haría)
To make you feel my love (Para hacerte sentir mi amor)
The storms are raging on the rolling sea (Las tormentas se han desencadenado en el mar agitado)
And on the highway of regret (Y sobre la carretera del remordimiento)
The winds of change are blowing wild and free (Los vientos de cambio están soplando salvajes y libres)
You ain't seen nothing like me yet (No has visto nada como yo aún)
Inhalo, ensanchándose, su suave voz haciendo eco por solo un momento en la casa vacía, como si quisiera llenarla con la canción, para asumir la inmensidad aplastante. Me atrajo a ella más firme, calmándose, y la escuche mientras su canción se volvía un vez más un susurro.

I could make you happy, make your dreams come true (Podría hacerte feliz, hacer tus sueños realidad)
Nothing that I wouldn't do (No hay nada que no haría)
Go to the ends of the earth for you (Ir al final de la tierra por ti)
To make you feel my love (Para hacerte sentir mi amor)
To make you feel my love (Para hacerte sentir mi amor)
"Te amo," murmuró en el silencio, dejándolo colgado en el aire entre nosotras y permitiéndole permanecer sobre nosotras como una sábana. Su mano deshaciendo los nudos de mi cabello y escuche su respiración en la quietud de una casa demasiado vacía.

"Hey."

Sentí movimiento desde el otro lado de la habitación, y las piernas de Santana se tensaron bajando mi cabeza.

"Viniste." Sonó sorprendida.

"Estoy aquí por ella," la voz dijo, tensa y suave.

Santana cuidadosamente levanto mi cabeza y la acomodo en una almohada al levantarse. Se movió como un gato hacia la puerta y empujo al cuerpo nuevo hacia el pasillo, donde pensó que su ira silenciosa estaba segura.

"¿Crees que me gusta esto?" pregunto, indignada. "¿Crees que quería llamarte? Hice esto por ella. Confía en ti, por alguna razón. Y en este momento como me siento no importa. Ayudarla es todo lo que importa. ¿Esto? Yo ¿llamándote? No cambia nada entre nosotros."

La otra persona inhalo, y podía escuchar el sonido de su ropa siendo alisada.

"Necesito verla," la voz dijo, y antes de que Santana pudiera protestar, un nuevo, mayor cuerpo estaba a mi lado.

"Hey cariño," Kurt trato de tranquilizarme, gentilmente arrodillándose en la orilla de la cama y colocando su mano sobre la mía. "¿Mal día?"

Quería reír. Internamente, lo estaba. Pero cuando tu cuerpo se revela, la risa es lo último en que asignar energía.

Él busco en mi rostro, la sonrisa por su broma vacilante en mis vidriosos, mano febril y el temblor en mi cuerpo. Él estiro su cuello, girándose hacía Santana, quien permaneció parada en la puerta.

"Me mentiste," afirmo, la furia subía por su garganta. "Ella no solo está enferma. Esta en abstinencia, ¿no es así?"

Era el turno de Santana de enojarse. "¿Sabías?"

"Tú lo dijiste," siseo, su mano apretando la mía fuertemente. "Confía en mí. Me dijo mucho, de hecho."

Este hecho paso desapercibido cuando Santana lo jalo por su cuello de prístino, poniendo a Kurt de pie. "¿Sabías y no hiciste nada?"

"No pretendas que nunca sospechaste," escupió, golpeando su mano. "Ella te amaba más que a la vida misma. Tú le hiciste esto. Ella se estaba ahogando a si misma para que tu constante rechazo dejara de lastimarla. ¿Quién era yo para detenerla?"

No fui capaz de seguir su pelea desde el otro lado de la habitación, pero cuando un fuerte golpe resonó, seguido por un gruñido y un manchón color purpura cuando Kurt cayó al suelo. Me di cuenta de que Santana lo había golpeado. Él se arrodillo sobre una rodilla en mi línea de visión, agarrándose la nariz y la boca mientras manchaba de rojo sobre sus labios y cruzando la camisa violeta que usaba. Con más agallas de las que creí que él tenía, se levanto, limpiando la sangre con el envés de su mano y escupiendo escarlata sin contemplaciones en la alfombra de mi madre.

"Bien," arrastró, su labio abierto sangrando tanto como su nariz. "Puedes arreglártelas sin mi entonces." Lo mire mover sus ojos hacia mí, brillantes con su amenaza vacía, y entonces dio la vuelta para irse. Empujo a Santana al pasar ásperamente, pero la mano de ella lo alcanzo. Tomo su brazo, clavando sus dedos.

"No te vayas." Estaba desesperada, rogándole.

"¿Por qué no?" contesto, alejando su bíceps. "¿Por qué te preocupas por ella, después de todo este tiempo?"

"No sabes nada sobre mí," gruño ella, su voz baja y depredadora. "Sobre nosotras."

"Entonces explícalo." Kurt se giro hacia ella, sin miedo de ella en la obscura habitación. "¿Por qué debería ayudarte? ¿Qué te hace tan malditamente especial para ella ahora, cuando no has hecho nada más que causar dolor?"

"La amo." Salió de su boca en un suspiro, persistió como una fina niebla sobre nosotros tres. "La amo, Kurt. ¿Es lo que querías escuchar? Está enferma, y soy inútil porque ella es la fuerte. Mi novia podría morir y no puedo dejarla. No sabía que mas hacer, así que te llame. Porque confía en ti. No la hagas ser una mentirosa."

Él la miro de arriba a abajo, midiendo su habilidad de mentirle en esta situación. Luego me miro, recostada, temblando con fiebre en la cama. Paso sus palmas ensangrentadas por el frente de su ya sucia camisa y asintiendo rápidamente.

"¿Qué necesitas que haga?"

Santana dejo caer sus hombros y se incline hacia él. Por primera vez, me di cuenta de lo pequeña que era. Él era un par de pulgadas sobre ella cuando se para descalza junto a él, erguida. Cuando ella cayo contra su pecho, él lucho por un momento tratando de responder apropiadamente. Sus brazos temblaban a los costados antes de que él los levantara alrededor de los hombros de ella, dejándola desmoronarse. La sostuvo mientras lloraba, unidos tanto por lo que todos estábamos luchando y por el gesto que él había hecho al preguntarle como podía ayudar. Ella no estaba acostumbrada a eso, tener a alguien en quien pudiera confiar. Todos constantemente la habían defraudado. Incluso yo.

"Quédate con ella," dijo ella, las palabras ahogas por sus fosas nasales congestionadas. "Voy a conseguir más ayuda. Solo cuídala. Llámame si se pone peor."

"¿Qué podría ser peor que esto?" él pregunto, apuntando hacia mi mientras ella daba un paso atrás.

"Ella es fuerte," Santana decretó, como si su voluntad lo volviera realidad. "Si algo cambia, solo llámame. Y bajo ninguna circunstancia llames a su mamá."

"¿Por qué no?" Era una pregunta suficientemente razonable, y yo también me lo pregunte.
"Maggie tiene por que lidiar con esto, por encima de todo," contesto. "Yo cuidare de Britt. Ella es mi responsabilidad. Puedo arreglarlo. Yo puedo."

Sonaba tan determinada que Kurt no dijo nada en respuesta. Ella paso junto a él y se arrodillo junto a mí, encontrando mi mirada y pasando sus dedos por mi cabello.

"Volveré enseguida." Fue todo lo que dijo, y presiono sus labios en mi frente, aferrándose ahí antes de alejarse y dirigirse a la puerta.

Kurt la miro irse, con los hombros pesados, y giro hacia mí con una mueca de dolor cuando ambos escuchamos la puerta ser azotada. Él suspiro, sentándose gentilmente en el borde de la cama y apoyando su mano en mi espalda para revisar mi respiración y pulso.

"¿En qué te has metido, cariño?" pregunto simpáticamente, quitando mechones de cabello de mi frente. "Te lo advertí, ¿no es así? Te dije que esta relación no era saludable. Mira a donde te ha llevado."
Quería gritarle, gritarle que la única razón por la que no me había matado meses antes era por ella. Ya no era por ahogarme para salvar mi corazón de romperse. Era una adicción. Santana ya tenía poco que ver con ello. Eso es la naturaleza de la adicción. La causa o raíz no es otra persona o un evento en el tiempo. Es una decisión consciente y continua de elegir una droga sobre una realidad. Yo tome esa decisión, no Santana. Tome esas pastillas, seguí tomándolas, mucho después de que sus efectos siguieran su curso.

Santana no tuvo la culpa. Fui yo. Pero no podía decirle eso, y si no hubiera estado ya temblando, hubiera temblado de rabia. Mi fiebre subía y bajo mis pesados parpados vi la boca, el origen de la voz que por tanto tiempo me atormentaba con alucinaciones. No podía huir de eso, las visiones inducidas por la abstinencia y los susurros en mi oreja. Pero luche lo más que pude, parpadeando una y otra vez, gastando mi energía bloqueándolas para que Kurt no las escuchara, incluso cuando sabia, realísticamente, que él no podía escuchar nada.

Los minutos pasaron. Kurt no era consciente de la batalla interna que peleaba mientras él estaba sentado junto a mí con una mano en mi columna. Tenía un libro en una mano y tarareó melódicamente mientras la rabia hervía en silencio. La fiebre hizo las visiones más reales, y reviví la primera vez.

El reflejo guiñando un ojo.

Las simpáticas voces.

Era demasiado. Demasiado calor. Demasiado tiempo sin una pastilla.

Mis ojos rodaron hacia dentro de mi cabeza y mi cuerpo se puso rígido contra la pierna de Kurt. Él salto, mirando cómo me convulsionaba violentamente en la cama. Al no tener ningún conocimiento medico, él no podía hacer nada más que estar ahí, y grito.

Recuerdo esto claramente, incluso ahora. Lo alto que grito, lo agudo que sonaba más allá del correr de la sangre en mi cerebro. Lo completamente idiota que sonaba, chillando como un niño mientras mis extremidades se agitaban y golpeaban a mis costados, sujete mi lengua hasta hacerla sangrar entre mis dientes. Nada más quedo registrado, solo ese grito. Y entonces, por primera vez en lo que sentí como días, salude a la obscuridad como a un amigo.
Me desperté exaltada por una pulsada en mi brazo. Mis ojos nublados no podían distinguir el rostro flotando tan cerca que podría alejar a la persona, para hacer que el punzante dolor y el correr de líquido a través de mis venas cesaran.
"¿Qué le estás dando?" La voz de Kurt sonaba distante.

"Ativan." Santana se inclino sobre mí, revisando mis pupilas, jalando gentilmente mis parpados. "Un anti convulsionante. No puedo darle nada más. Metadona sería mejor, pero conseguir esto ya fue muy difícil."

Era como si mi cabeza estuviera bajo el agua. A penas y podía escucharlos pero discutían por mí, sobre mi fiebre, sobre un moretón que había aparecido en la mejilla de Santana entre el momento en que se fue y su regreso, sobre el medicamento que cursaba a través de mí que me dejo más mareada que antes y débil ante sus fuertes brazos. Fui levantada, los dos me cargaban dentro del baño de mi madre. Agua real me golpeo entonces, el frio contrarrestando la fiebre. Santana, aún en sus ropas, me sostuvo bajo el chorro helado y le ordeno a Kurt que le consiguiera algo. Ella se estremeció pero se sostuvo firme a mí, susurrando en mi oreja cosas que no entendía. Presiono una taza en mis labios, un vaso de jugo que Kurt había traído.

"Bebe," ordeno, y me di cuenta que estaba gritando. Trate de abrir mi boca lentamente mientras la fría regadera iba bajando mi fiebre lo suficiente para darme unos cuantos pensamientos coherentes. Sin embargo la convulsión y el medicamento me dejaron débil, mientras ella vertía el líquido en mi boca que chorreaba inútilmente por mi barbilla.

Santana se puso rígida de repente, escuchando cosas que yo no podía, y sobre mi cabeza escuche sus gritos amortiguados.

"¿Qué hiciste?"

"¡Entre en pánico! ¡Te habías ido, lo siento!" Kurt salió de la ducha, luego se movió hacia la puerta cuando una tercera figura entro en el baño.

"¿Brittany?" Otra voz familiar llamándome. Levante mi cabeza desesperada, una reacción instintiva.

"Mm... Mamá…"

Santana me sostuvo firmemente, pero mi madre se deslizo junto a nosotras, el agua haciéndola jadear.

"¿Qué paso?" Levantando las manos de Santana que estaban sosteniendo mis muñecas alrededor de mi pecho desnudo, y ella resistió valientemente, llorando cuando mi madre le grito otra vez.

"¡Santana! Mírame. Que. Paso."

Ella estaba temblando, helada hasta la medula mientras mi fiebre apenas cedía. Me soltó, sus manos liberándome a los expectantes brazos de mi madre, quien me acuno como un niño.

"Está enferma, Maggie," Santana sollozo mientras Kurt la envolvía en una toalla y la sostenía para calentarla. "Esta enferman. No lo sabía. Nunca me dijo."

Ellos discutieron sobre mi cabeza, mi madre meciéndome bajo el ondear del agua. Parpadee por la cegadora luz del tocador, pensando que tal vez así es como se siente morir. Luz, sonido fracturado. Olas de frio para lavar tus pecados mientras que los que te aman deben guiarte hacia algo que podría ser el cielo, o el nirvana.

Una bofetada en mi rostro me despertó, llevándome deambulando de un lugar a otro, más etéreo. Mamá me sacudió, llamándome, y de nuevo parpadee.

"M-mamá…"

Era una niña nuevamente, mi lenguaje se limitaba solo lloriquear gemidos de, "Mamá, mamá…" mientras que mi amante lloraba a un pie de distancia, estirando sus brazos débilmente en desesperación.

Sobre el torrente de agua escuche la mitad de su explicación. Amor. Drogas. Mentiras. Los conceptos iban surgiendo sin que yo pudiera explicarlos completamente.
No quise mentir.
No pretendía que esto pasara.
Los amo. A todos ustedes. Por favor, solo escuchen.

Excepto que no había nada para que ellos escucharan más que los patéticos quejidos que escapaban de mi garganta.
"¿Por cuánto tiempo?" La pregunta dejo la lengua de mi madre en un débil graznido.

"Años."
Unos brazos me levantaron, la pequeña figura de mi madre cargando mi peso con una inimaginable facilidad. Mis brazos se dejaron caer sin vida mientras ella me cargaba del baño, denuda y empapada, pero de alguna manera aun caliente al tacto. Kurt le alcanzo una toalla y me envolvió en ella mientras sus dientes titiritaban por el frio.

"Maggie, yo-"

"Cállate, Santana."

Mi madre no era del tipo de enojarse. Incluso durante el divorcio, nunca le levanto la voz a mi padre o perdió los estribos conmigo por mi llanto y confusión. Pero entonces, mientras se cernía sobre mí, aterrorizada y confundida, grito. Tomo a Santana por sorpresa y chillo como un cachorro golpeado, rodando de nuevo hacia los brazos de Kurt.
Sin la ayuda del agua fría, mi sangre una vez más estaba ardiendo bajo mi piel. Me sacudí bajo las cuidadosas manos de mi madre, la toalla secándome y su edredón envolviéndome firme, como lo hacía cuando era una bebé.

"Shh…" callo los gemidos que ahora podía escuchar provenientes de mi. "Mamá está aquí. Estoy aquí, nena. Todo estará bien."

Ni siquiera las palabras tranquilizadoras de mi madre podían mitigar el terror subiendo por mi pecho, y la idea de que este dolor no tendría fin. Que moriría en agonía después de días de sufrimiento. Mis dedos ganaron agarre contra su camisa mojada y ahí me aferre, desesperada por algo en lo que me mantuviera alejada del negro abismo. Podía parpadear otra vez, y fije la mirada en la luz del techo, abrazándola y esperando que me envolviera, ayudándome a no perderme nuevamente.

"Brittany, nena, estoy aquí."
Santana estaba a mi lado. La llame, suplicando por la persona que sabía que vendría cuando la llamara. Ella tomo mi mano en la de ella y la llevo a sus labios, haciendo cada conexión física posible mientras Kurt la jalaba y mi madre la empujaba.

"Sal de aquí," grito sobre las suplicas de Santana y mis quejidos. "Solo llévala a casa."
"E-ella no tiene casa," Kurt respondió, sus ojos se abrieron mientras él trataba de entender todo lo que estaba pasando tan rápido alrededor de él. Él dejo que su agarre sobre Santana vacilara y ella subió a la cama conmigo, alejándome de mi madre mientras yo temblaba.
"Ellos la echaron," él siguió, explicando la historia que no yo no había sido capaz de entender antes. "Fue con su padre buscando ayuda. Entonces la echo."

Parpadee con fuerza, mirando el rostro de la chica que amaba, quien había quedado sin hogar por mi culpa; cuyas mejillas mostraban la furiosa mancha violeta obtenida por una mano llena de vergüenza, el resultado por admitir que me amaba.

"San…"
Solo tenía suficiente energía para una palabra, pero ella entendió el tono. "Estaré bien," susurro, acariciando mi cabello mientras trataba de calmarme. "Nos preocuparemos por ti ahora, ¿bien? Necesitas ponerte mejor."

Mi mamá se sentó a mi lado, consciente de que sus siguientes acciones determinarían el futuro de dos personas en lugar del de solo una. La mire, mis ojos moviéndose entre ellas mientras el enojo que mi madre albergaba hacia Santana desaparecía. Ella puede que la haya culpado por mi estado por un momento, pero le dio un segundo vistazo a Santana.

Vio el moretón en su mejilla, la forma en que su ojo izquierdo se hinchaba ligeramente, apenas mirando por él. Vio la forma en que ella me acuno, meciéndome y usando la toalla para limpiar el sudor febril de mi frente. Ella vio amor en ese momento. Un amor que ella nunca encontró con mi padre o con ninguno de sus subsecuentes novios. Lo vio, y no podía permitirse mandarla lejos molesta.

"Kurt." Mire mientras le indicaba a mi amigo que se acercara, y él lo hizo, tímidamente. "Llévala afuera. Ahora, por favor."

Fue gentil pero firme, y Santana dudo antes de permitirse un último beso en mi frente antes de que Kurt la pusiera de pie y medio la arrastrara, medio la cargara desde la habitación.

"Tienes una elección," dijo cuando Santana estuvo fuera. "Puedes venir conmigo en silencio y despedirla, o puedes hacer esto difícil y pelear conmigo. De cualquier forma, te llevaremos al hospital, y ella no vendrá con nosotras."

La idea de un hospital, con tubos esterilizados y cables y maquinas me dio calosfríos. La idea de que tal vez fuéramos al hospital más cercano, donde el Dr. López trabajaba, era incluso más aterrador. Pero el mero dolor era agobiante, y estaba segura que no aguantaría sin ayuda. Santana lo había intentado, pero era demasiado, incluso para ella. Hizo lo que pudo, y sufrió consecuencias extremas. Pero esto estaba fuera de sus manos.

Me entregue a mi madre, usando la última de mi energía acumulada para asentir, antes de colapsar sobre mi costado y respirar pesadamente por mi boca.

Fui cargada hasta el auto, mi rostro enterrado en el fuerte hombro de mi madre. Santana iba rezagada, la expectativa de unirnos no se menciono. Kurt me ayudo a recostarme en el asiento trasero y sostuvo mi mano mientras Santana sollozaba. Ser dejada tras no era algo para lo que estuviera lista o dispuesta a aceptar.

"No puedes ayudarla ahora, San," mamá dijo calmada, pero su decisión se estaba desvaneciendo. Estaba tan asustada como Santana, pero ella era un adulto. Necesitaba ser lo suficientemente fuerte por todos nosotros. Necesitaba poner los pies en la tierra, para alejar a Santana por el bien de ambas.

"Puedo ayudar," insistió, apretando la mano de mamá y mirándome sobre su hombro, asegurándose de que estuviera bien. "Conozco a los doctores, puedo asegurarme de que consiga a los mejores-"

"Los tendrá." Un firme agarre en los brazos de Santana la forzó a mirar a mi madre. "Tendrá lo mejor de todo. Pero es media noche. No puedes hacer nada por ella ahora. Deja que Kurt te lleve a casa."

Kurt me dejo ir a petición de mi mamá, yendo a sostener a Santana mientras mamá entraba en el auto.

"¡Brittany!" grito, cuando la vieja camioneta retumbo de penosamente a la vida. "¡Regresare! ¡Estaré justo detrás de ti!"
Pero el agarre de Kurt en ella se apretó y susurro en su oreja con un movimiento de cabeza. No nos seguirían.

"Vendrás a casa conmigo," dijo, lo suficientemente alto para que yo lo escuchara. Su último acto de amabilidad antes de que el auto saliera a la carretera y los dejáramos desvanecerse en la obscuridad.
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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

Mensaje por mary04 Dom Feb 10, 2013 3:06 pm

Influence (Influencia)| Brittana | Capitulo 22 > Todos esos que deambulan (Parte 2)

Espere. Tres largos días de vomitar dentro de un bote de plástico mientras las enfermeras monitoreaban mis signos vitales y me pinchaban con agujas conectadas a bolsas llenas de solución salina, la única cosa que podían darme con seguridad. Espere, pero Santana nunca vino. Las enfermeras entraban y salían, cambiaban mi ropa de cama y me ayudaban a levantarme para ducharme. Eran amables, silenciosamente prejuiciosas. Pero una mujer, un joven chica en sus veintes, de rostro fresco e inocente, se apiado de mí. Sostuvo mi mano cuando no estaba en turno, y me dejo llorar son preguntar por qué.

"Uno de los cirujanos vino hoy," dijo, hablando suavemente mientras me sonaba. "Pregunto por ti. Dr. López, creo. ¿Lo conoces?"

Si, lo conocí. Y me pregunte silenciosamente si estaba genuinamente preocupado o si tenía curiosidad de saber si la chica que había corrompido a su hija iba a morir, y la liberaría de su pecaminosa homosexualidad. De cualquier forma, me dio la esperanza de que tal vez – solo tal vez – Santana pudiera ir a casa.

En la soledad de la noche, cuando los pasillos esterilizados estaban llenos de nada más que el sonido de los pitidos de los monitores de frecuencia cardiaca y suaves ronquidos, trate de llamarla a su celular. Había estado desconectado. Llame a Kurt, y no recibí respuesta. Llore hasta dormirme, porque por tres días no hubo nada más que dolor, enfermedad y agujas. Nada de píldoras que me confortaran. Ni siquiera las voces surgieron para distraerme del pensamiento de que me había vuelto demasiado. Era una carga que Santana ya no estaba dispuesta a soportar.

Me mandaron a casa con el número para una junta de Narcóticos Anónimos local una advertencia de que una posible recaída me mataría. No había nada más que hacer. Mi cuerpo está arreglado lo más que pudieron, pero mi alma seguía necesitando ser curada. Solo el tiempo me diría como pagaría.

Mamá había pasado sus horas despiertas a mi lado, solo diciendo, "Todo estará bien." Pero su expresión cuando volvíamos a casa decía una historia totalmente diferente. Sus labios estaban presionados cuando me ayudaba a subir las escaleras a mi habitación. Frunciendo su ceño con enojo me puso en mi cama. Sus manos estaban tiesas mientras colocaba la sabana sobre mis hombros.
"Duerme," ordeno, y lo hice, sin sueño.

Podrían haber sido días, pero desperté en la obscuridad, sola en mi cama. Mis manos se deslizaron en el frio espacio vacante a mi izquierda, donde Santana usualmente dormía, y sentí un inmediato sentido de soledad tomando lugar. ¿Habrá tratado de llamarme? ¿Acaso le importara?

Mi celular se fue. Probablemente me lo había quitado como parte del inevitable castigo que sabía que tendría que afrontar después de que la verdad saliera a la luz. Tocar fondo no era realmente un castigo apropiado para un drogadicto, sin embargo. Trate de que se me ocurrieran alternativas, pero nada realmente encajaba con el crimen. La alienación habría hecho las cosas peor, los doctores habían dicho. "Necesitas apoyo en tus horas más obscuras."

Habían escupido cada adagio inspiraciones o religioso a su disposición para decirme como vivir sin las drogas, pero ni una vez me dijeron como vivir sin Santana.

Me levante sobre mis temblorosas piernas, no había comido nada en días, incapaz de mantenerlo dentro, y sin la solución salina para mantenerme con vida del hospital, una vez más me sentí débil. Di pasos cuidadosos al baño, apoyándome contra las paredes para guiarme. Mi mano encontró el interruptor después de que mis dedos de los pies golpearan el azulejo, y parpadeo otra vez contra la luz cegadora antes de encarar el espejo.

La extraña devolviéndome la mirada no era el reflejo que había llegado a reconocer. Estaba delgada; hasta los huesos. Mis mejillas hundidas, con profundos círculos debajo de mis ojos enfatizando los huesos bajo de ellos. No había color en mi piel, y mis iris habían perdido el lustro azul que alguna vez tuvieron. Ahora estaban grises, nublados con la experiencia y la inocencia perdida. Mi clavícula sobresalía brutalmente fuera de mi pecho, jalando la piel firme alrededor de ella. Podía ver la silueta de mi esternón, en la holgada camisa que cubría mi cuerpo.

¿Cuánto tiempo llevo viéndome así? Una versión encogida de mi misma, esquelética y fantasmal. Lucia como lo haría el villano de una película de horror. Una versión zombi. Envió un atisbo de ira por mi espalda y desvié la mirada, abriendo la llave de agua fría con un tirón rápido y molesto antes de salpicar mi cara.

"Bienvenida de vuelta," una voz dijo, y por un momento creí que había sido en mi cabeza. Pero me gire lentamente, presionando una toalla en mi rostro para secarla, y mi madre estaba en la puerta. Con sus brazos cruzados sobre su pecho y en su pijama, se veía andrajosa. No tan enferma como yo, pero ciertamente anémica y pálida. Ella estaba exhausta, y al instante la culpa mastico mis intestinos.

"Hola," susurre, mirando el suelo. "Em… estoy realmente hambrienta."

Sabía que había más que decir. Había miles de disculpas que hacer, preguntas que responder, pero no podía verla a los ojos. No aún. Ella dio un resoplido con desdén y desdoblo sus brazos, abriéndose con cautela hacia mí. Di un cuidadoso paso hacia ella, dudando sobre las puntas de mis pies. Estaba sobria. Estaba sufriendo. Pero mi cabeza estaba en blanco, y no podía recordar la última vez que ella me había tocado. Y como si hubiera sentido mis dudas, tomo la iniciativa y entro al baño, colocando su brazo alrededor de mis hombros y rígida, me sostuvo de lado a lado.

Tal vez fue la proximidad de un cuerpo cálido, o el esfuerzo que hice para cruzar el pasillo hasta el baño, pero me abrace a ella. Instintivamente, giro, envolviendo su otro brazo alrededor de me. Ella no había querido. Ella quería estar molesta conmigo. Quería gritar y maldecir y preguntarme porque, pero no pudo. Solo podía ser mi madre y sostenerme, de la forma que una madre debería cuando su hija está herida. La razón de mi dolor no importaba. Resolverlo, ese era el problema.

Ella presiono su cara en mi cabello, apretándome fuerte en su pecho y respirando profundamente, tomando mi aroma como si lo hubiera olvidado. Me tambalee, mareada. El dolor constante de la abstinencia no se había ido después de tres días, y a cada momento estaba despierto el anhelo de satisfacción – de una solución – y se hacía más fuerte. Ella sintió eso en mis extremidades rígidas y me sostuvo firme, su silencioso agarre asegurándome que podía hacer esto.

"Vamos a conseguirte algo que comer, entonces," dijo, y cuidadosamente me guio para bajar las escaleras. El reloj del microondas parpadeaba justo pasando las tres de la mañana, y ella me sentó antes de ir a la cocina en una silenciosa y ensayada danza. Plato, agua, avena. Ella hirvió agua mientras yo miraba, mezclo la avena, y la agito. Me estaba dando tiempo para prepararme, porque ambas sabíamos que esto – que ella me preparara avena a las tres de la mañana – no era enteramente sobre la comida. Esta fue una conversación en proceso, y ambas necesitábamos estos preciosos momentos de silencio para fortalecernos tanto para las preguntas como para las respuestas.

El plato tintineo ligeramente contra la mesa de plástico y baje la mirada. Ella hizo una cara sonriente de mermelada de fresa, justo como solía hacer cuando yo era pequeña. Subí la mirada hacia ella, esperando alguna clase de sonrisa, una expresión que recordara los días más felices cuando nuestra familia seguía siendo una familia completa. Pero sus ojos estaban bordeados de rojo y en ese momento evocaba más el año entorno a su divorcio que los momentos antes de el. Se sentó, alcanzándome una cuchara, y espero.

A pesar de que había perdido mi apetito, comí. Me alimente lentamente para asi no molestar a mi aún delicado estómago, primero comiendo los ojos de fresa y luego mezclando la boca con el resto del plato. Era un ritual que había hecho miles de veces antes, pero se sintió tan ajeno en la ansiedad entre nosotras. Me miro, asegurándose de que terminara, luego coloco los platos a un lado y espero otra vez.

Suspire. Estaba tan cansada de esperar. Por Santana, para sentirme mejor, porque algo fuera bien. Así que cerré mis ojos y me moví en mi asiento. ¿Cómo te disculpas por ser una adicta?

"No digas que lo sientes," dijo calmada, como si leyera mi expresión pero hablando sin ninguna malicia en su voz. "Por qué el pasado es pasado. Sé que lo sientes. Te perdono. Pero no es eso por lo que estamos sentadas aquí."

"¿Entonces, por qué?" Si no iba a disculparme, arrepentirme, dar una explicación, ¿qué iba a hacer? ¿Qué más había?
Estiro el brazo cruzando la mesa y tomo mi mano en la de ella. Estaba cálida y húmeda de sudor nervioso. Me aferré a ella, nuestros nervios compartidos parecían tener un efecto tranquilizante.

"Por que necesitas mejorar," respondió, acariciando mis dedos y forzando una sonrisa. "Y estarte culpando no es el lugar para empezar."

No creí que fuera posible. "Mejorar" se sentía más como estarme preparando para una batalla en lugar de simplemente dejar de poner un puñado píldoras en mi boca. Me dolía de la cabeza a los pies, y la avena, tan suave como era, no le cayó bien a mi estómago. Subí los pies en el borde de la silla y doble mis rodillas hacia mi pecho, tratando de hacerme lo más pequeña posible.

"He llamado a tu papá," continuo, moviéndose alrededor de su asiento para acercarse a mí. "Estará aquí en la mañana. Vamos a hablar sobre nuestras opciones. Tus opciones. Queremos que tengas algo que opinar en esto. Pero somos tus padres y nosotros tomaremos la decisión final. ¿Entendido?"

Trague saliva y asentí, mirando mis pies desnudos, mis dedos se curvaron alrededor del borde de la silla. Agarre sus dedos más fuerte y ella lo respondió, su otra mano subió a mi rostro para hacer a un lado mi cabello.

"Hemos estado hablando." Dijo esto como si fuera una sorpresa. Honestamente, lo era. Mis padres raramente hablaban más que para organizar las visitas de fin de semana. "Tu papá cree que podría ser buena idea que fueras a vivir con él un tiempo. Podrás hacer tu terapia en Akron." La mueca que cruzo mi cara fue visible, y ella suspiro. "Es lo mejor, nena."
Sacudí la cabeza y aleje mi mano, muy consciente de que esto significaba alejarme de Lima, lejos de ella, y lejos de. "¿Lo es?"

"Eso creo. Eso espero."

"Son dos afirmaciones muy diferentes con dos muy diferentes significados," respondí, y ella se encogió de hombros.
"No importa lo que signifique." Tomo mi mano de nuevo y se la arrebate. "Lo que importa es que, por ahora, no puedes estar aquí."

Así que eso era. Yo era demasiado para ella. Ella no podía hacer nada más, así que enviaría lejos. Si no podía pensar en un castigo que encajara con mis crímenes antes, ciertamente supe cuál era en ese momento. "¿Por qué no puedo estar aquí? Todos los que quiero están aquí. Este es mi hogar. Necesito a mis amigos, a ti. Necesito a Santana. ¿Por qué no ha llamado? Necesito hablar con ella."

Mamá negó con la cabeza y se acercó aún más a mí; tan cerca que alejarla ya no era una opción, y tomo cada una de mis muñecas en sus manos. Sus dedos presionaron ligeramente en mi punto de pulso, contando los latidos de mi corazón mientras ella hablaba. "No puedes verla otra vez, Britt. No lo permitiré."

Mi estomago cayo tan abruptamente que la avena casi subió para salir por mi garganta. Pelee contra ella, la rabia de que me prohibieran ver a Santana me llevo hasta la furia. "¡No puedes hacer eso! ¡No te dejare! ¡La necesito! ¡No puedo hacer esto sola!"

Me sostuvo firmemente, sus dedos envolviendo mis brazos, sosteniéndome en mi lugar. "Puedes, Brittany. Tienes que. Es por eso que iras lejos. Para aprender que no debes depender de nada – o nadie – de esta forma otra vez. Tienes que amarte lo suficiente para ser capaz de hacerlo por ti misma."

"Así que realmente mi opinión no cuenta después de todo," hice un mala cara, tratando de arrancar mis muñecas de su agarre. "Me voy a ir lejos. Te estás deshaciendo de mi."

Sus manos nunca temblaron mientras yo luchaba, jalando y moviéndome solo para que volviera a agarrarme, manteniéndome en mi lugar. "¿Crees que quiero hacer esto? Si pensara que te sería de ayuda, nunca te alejarías de mi vista otra vez. Pero ni tú ni Santana pueden seguir sobreviviendo así por más tiempo. No es saludable, Brittany, y necesito que estés saludable más de lo que te necesito conmigo. Así que si, te irás a las casa de tu papá. Y vas a aprender cómo vivir otra vez. ¿Porque lo que has estado hacienda? Eso no es vivir."

Su voz se quebró y deje de pelear, bajando mis brazos para mirar mientras ella empezaba a llorar. Ella me jalo de nuevo hacia ella, y esta vez no la aleje. Me sostuvo contra su hombro, ambas sentadas incómodamente en nuestras sillas e inclinándonos una hacia la otra mientras ella sollozaba.

"Pase tanto tiempo asegurándome de que tú te ocuparas de eso que realmente nunca cuide de ti," ella siseo a través de sus dientes, amarga y enojada consigo misma. "Nunca vi esto. Nunca vi lo que estaba pasando. Te falle. Lo siento. Nena, lo siento tanto."

Hay pocas personas en el mundo, creo, que pueden ver a su madre llorar y no reaccionar a ello. Psicópatas, tal vez. Asesinos seriales. Pensé en esto, entre todas las cosas, cuando mi garganta se cerró y me arrodille en el piso, presionando mi cuerpo en su regazo y dejando que sostuviera mis hombros mientras envolvía mis brazos alrededor de su cintura.

"Esto no es tu culpa, Mamá," dije. "Yo hice esto. Yo escogí esto. Pude haberme detenido. Yo lo hice, no tú."

"No te fallare otra vez." Ella estaba determinada, firmemente presionando sus manos en mi espalda como una promesa. "No lo hare. Así que iras con tu padre. Empezaras de nuevo. Dejaras de ver a Santana."

Me había convencido hasta que menciono a Santana. Hubiera hecho cualquier cosa que me pidiera, si solo lo hubiera dicho ese nombre.

"No puedo," Retrocedí, llevando mi cuerpo lejos del de ella. "No puedo dejar a Santana. Me necesita. La necesito. ¿Dónde está? ¿Por qué no me dices?"

Mi pánico resonó por la cocina, hacienda eco en cada pared, y ella sabía que había preguntas que necesitaban respuestas si es que iba a escuchar, si iba a irme sin pelear. "Se fue a la casa de Kurt. Sigue quedándose ahí."

"¿Vino a verme?" pregunte, rezando ansiosamente porque lo hubiera intentado. "¿Llamo?"

Sus ojos fueron de un lado a otro, mirando abajo y a la izquierda, la segura señal de una mentira inminente. Ella abrió su boca para hablar, luego la cerro sacudiendo la cabeza.

"Ha estado aquí cada día," dijo, encontrando mi mirada. "No te dije porque la mantuve alejada. Ella no está bien, Brittany. No está mejor que tú."

Me puse de pie, tambaleándome por el movimiento repentino y ella se levanto para atraparme. Impacte mi puño ligeramente en su hombro. "¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué alejarla de mí? Me necesita. Especialmente ahora. Soy todo lo que tiene."

Ella me guio hasta la sala y me recostó en el sofá, alisando su cabello mientras se sentaba en la mesita y hablaba francamente. "No está sola, nena. Tú sabes que la quiero. Ella cuido de ti cuando yo no podía. Pero es una niña, justo como tú. Se le ha dado tanta responsabilidad, y creo que eso la destrozo. No puede vivir sin ti de la misma manera que tú no podías vivir sin las drogas. Ambas son adictas. Solo se mejoraran si se alejan de la cosa a la que son adictas. Cortarlo de su vida. Ella necesita eso. Y incluso si sus padres no lo hacen, yo haré lo imposible para asegurarme de que consiga la ayuda que necesita."

Su mano se abrió paso en la mía, y esta vez no la aleje. En su lugar la agarre, mis uñas clavándose, sabiendo que ella tenía razón. Pase años dependiendo de Santana, necesitándola, basando mi felicidad en ella. Asegurándome que ella fuera la que me cuidara. Y ella estaba haciendo lo mismo. Yo era su droga. Peor que cualquier licor, polvo, o píldora, ella era adicta a mi amor. A un grado poco saludable y obsesivo.

"¿Quieres mejorar, Brittany?"
Hizo la pregunta como si hubiera una opción en el asunto. Como si pudiera decir 'no' y ella me permitiría tomar una píldora y me dejaría a mi suerte. Pero también sabía cuál sería mi respuesta.

"Si," susurre, enterrando mi rostro en una de las almohadas del sofá bajo mi cabeza. "Solo quiero ser normal otra vez. Quiero que deje de doler."

Ella asintió simpáticamente y limpio las lágrimas del puente de mi nariz. "Y quieres que Santana deje de sufrir también, ¿cierto?"

Me puse rígida. Por supuesto que sí. ¿Pero mi partida haría las cosas mejor, o peor?

No había nada más que decir aunque tratara. Así que asentí. Fue la cosa más difícil que he tenido que hacer. Más difícil que salir del closet, más difícil que soportar a Karofsky, más difícil que la abstinencia. Estaba dejando ir a Santana. Por ambas.

"Necesito hablar con ella," dije, acurrucándome, sonando como una niña al rogar.

Mamá suspiro pesadamente y negó con la cabeza. "Brittany, no puede solo-"

"No la dejare sin decirle adiós."

No discutiría con ella este punto. Me iría, y me iría tranquila. Pero solo si Santana entendía porque me estaba yendo. Porque tenía que dejarla. Después de que le prometí que no lo haría.

Cuando la lluvia está soplando en tu rostro…

Podía escuchar su canción sonando en mis oídos mientras mi madre se levantaba y se dirigía hacia la ventana, mirando hacia afuera en la obscuridad. Levante la cabeza para ver donde caí su mirada, y ahí, estacionado del otro lado de la calle, estaba el Mustang de Santana.

"A estado ahí por dos días," mi madre dijo, sin despegar sus ojos del auto. "Le dije que se fuera, así que durmió en el pórtico. La amenace con llamar a la policía, y fue a dormir en el auto. Pero a estado ahí por dos días seguidos. Esperando."

Trate de ponerme de pie, queriendo nada más que salir a la calle y correr hacia ella, para decirle que la espere, también. Para besarla y decirle que la amaba. Pero una fuerte mano me sostuvo. Mamá sacudió la cabeza, forzándome a sentarme de nuevo en el sofá. "No. Iré por ella. Tendrán diez minutos. Y luego ella se ira."

Diez minutos eran más de lo que podía haber pedido, así que no discutí. Ella se puso su abrigo y zapatos, luego abrió la puerta del frente y salió. Mire por la ventana del frente como cruzaba la calle y se dirigía al auto. Golpeo la ventana, y en la obscuridad, Vi sombras moviéndose desde adentro. Una farola parpadeante emitió la luz suficiente para distinguir los labios de mi madre.

"Esta despierta. No puedes quedarte por mucho tiempo."

Y un segundo después Santana estaba ahí, sollozando y ya en lágrimas mientras se arrojaba sobre mí, arrodillándose entre mis piernas en el piso y presionando su oreja en mí estómago. Sus brazos dolían a mí alrededor, y por un momento pensé en huir. Ella tenía un auto, tenía las llaves. Podíamos simplemente irnos, ella y yo. Dejar esta casa, dejar a mi madre. Conseguiríamos trabajos, un apartamento, y estaríamos juntas. Por siempre.

Pero luego sentí el doloroso remordimiento en mi dañado estómago, y recordé.

Soy una adicta. Y ella también.
Ella había estado hablando en mi torso, sus palabras inteligibles. Levente su barbilla y la bese, esperando que un beso la calmara. Atrapo mis labios en su boca y no los dejo ir. Subió por mi cuerpo y se puso a horcajadas sobre mí, tomando mi rostro con sus manos mientras me besaba entre lágrimas, aun murmurando incoherentemente mientras seguía. Me perdí en ella, secretamente contando los preciosos segundos que me quedaban.

"San…" susurre en su garganta cuando sus labios dejaron mis labios y esparcía besos en mis mejillas, y luego a mis ojos cerrados. "San, détente. Escucha."

"Estás bien," dijo, asegurándose eso a si misma más que a mí. "Estás bien, vas a estar bien…"

"Santana, tengo que irme." No había otra manera de decirlo, y estábamos perdiendo mucho tiempo. Se sentó hacia atrás en mis piernas y me miro, probando mi seriedad. Dio una mirada y supo que no estaba mintiendo.

"A donde sea que vayas, iré también." Era insistente, dando la última palabra en el asunto. "¿Rehabilitación? Bien. Soy una alcohólica. Soy una cocainómana. Demonios, soy adicta al sexo. Podemos hacer esto."

Presione mi frente en su clavícula, respirando profundamente y negando con mi cabeza. "No puedes venir conmigo esta vez, San. Tengo que hacer esto por mi cuenta. Tengo que mejorarme. No puedo hacer eso cuando tú estás cerca."

"Si, puedes. Tú puedes hacer cualquier cosa, B. Puedo ayudarte. Déjame ayudarte."

No lo estaba entendiendo. Nunca antes le había dicho 'no'. Yo no quería esto – dejarla – en primer lugar. No sabía cómo decirlo. Así que empecé por el inicio, acomodándolo en mi cabeza de principio a fin. "Te he amado desde que teníamos ocho años, Santana."

"Entonces sigue amándome," ella resoplo, sintiendo el cambio en mi tono como si tratara de convencerla de lo inevitable. "No es tan difícil. Eso no ha cambiado."

"No, no ha cambiado," dije, mis dedos envueltos alrededor de su cintura y presionando delicadamente la suave piel ahí, usando una ligera presión como mi manera de pedirle perdón. "Pero en los ocho años que te he amado, solo has conocido la mitad de mi, y yo la mitad de ti. Ni siquiera yo sé quién soy, Santana. ¿Cómo podrías conocerme?"
Su rostro se contorsiono, como si la hubiera abofeteado. Sus mejillas se hincharon, con molestia, ofendida por la acusación. "Si hay alguien que te conoce, soy yo. He estado contigo en todo. No te atrevas a decirme que no te conozco."

Mi piel ardió con su mirada, sus ojos presionaban con la rabia de que pensara que ella no me conocía, después de todo este tiempo y todo lo que hemos pasado. Pero la verdad era que no me conocía. No he sido más que una mentirosa por años, y si yo misma no me conocía, ¿Cómo podía ella?

"Santana, por favor," rogué, apretando una vez más su cintura, tratando de entrar en ella para que entendiera. "Te amo. Sabes que sí. Pero no puedo mejorar aquí. No con toda esta historia. Los doctores les llaman detonadores. Cosas que te hacen recordar, haciéndome querer volver a como era."

Hizo mis manos a un lado, obstaculizando la sensación de mis palmas sudorosas en su fría piel. Se tambaleo hacia atrás, casi cayendo al ponerse de pie. Trate de alcanzarla, pero ella golpeo mi mano. "No me toques. Soy un detonador. Puedo hacerte querer que te hagas daño otra vez."

"No hagas eso." La seguí, levantándome, tratando de calmarla, estirando una débil mano solo para que la golpeara de nuevo. "No hagas esto sobre ti. No estoy haciendo esto para castigarte. Te amo. Pero no puedo mejorar – o ser yo misma – mientras esté aquí. Hay demasiado que me empuja de vuelta a donde estaba antes."

Escupió su ira en palabras, con una mueca de dolor en su rostro y exponiendo sus dientes como una pantera, siseando mientras las palabras pasaban por sus agrietados labios. "Pero esto es sobre mí, ¿no es así? Yo te hice esto. Porque no pude decirte como me sentía antes. Y para cuando lo hice era demasiado tarde. Tú ya estabas dañada."

Parpadee y me tambalee, sus palabras dolieron como un cuchillo en mi estómago. Sus ojos destellaron por un momento mientras caía hacia atrás, y ese estremeció, evitando atraparme antes de que terminara en el sofá. Mantuvo la mueca en su lugar, tratando de ocultar la preocupación que vi cuando caí, pero supe que ella estaba herida.

"Te amo," repetí, ignorando los azotes de una molesta adicta y dejándole saber que sus palabras, aunque dolorosas, no cambiaban como me sentía. "Ámame lo suficiente para dejarme ir."

Santana vacilo, su tensado labio superior relajándose y su mano yendo a su pecho como si le hubiera disparado en el corazón. Sus ojos se humedecieron, lágrimas de furia cayeron antes de que pudiera decir algo para detenerlas. Me dio la espalda, no queriendo que la viera desmoronarse, incluso aunque había visto cosas mucho peores. Esto era diferente. Esto no era una disculpa solamente. Esta era yo, la persona que con la que ella siempre había contado, arrancando su corazón de su pecho.

"No tengo nada más que a ti." Sus hombros se estremecieron, su voz quebrándose y sus manos apretándose en puños a sus costados. "Por favor, no me quite eso. Por favor."

Di un profundo respire, escuchando mi propio corazón gritar contra mis costillas, maltratando mis huesos y rogando ser liberado. No tenía la fuerza para levantarme, y supe que si iba hacia ella no tendría la fuerza para alejarla. Así que me senté en el sofá, rompiéndonos a ambas con dos palabras.

"Lo siento."

Santana ahogo su sollozo en su mano, encorvando la espalda y sus rodillas doblándose, mientras mis palabras arrebataban el aire de sus pulmones. Ella asintió solo una vez y, sin voltear hacia mí, se dirigió a la puerta, pasando a mi madre que había estado esperando paciente en el pasillo. Mire como aparto la preocupada mano de mi mamá y se detuvo con sus dedos en la manija. Una última vez, ella me miro. Levanto su barbilla, desafiante, diciéndome que no dejaría que esto la lastimara, incluso cuando ambas sabíamos que era una mentira. Limpio su nariz con el envés de su mano y habló, antes de adentrarse en la noche.

"Prometiste que nunca me dejarías."
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HOLa a todas q pena por no act tan seguido es q he estado algo ocupada por eso les dejo las 2 partes de este cap , gracias por comentar y leer . espero les guste BESOS
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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

Mensaje por Hilary24 Dom Feb 10, 2013 3:29 pm

No se q decir si los capitulos papsado me dejaron en shock este me dejo sin aliento es demasiado impactante entiendo a britt pero siempre hasta en los fics san sufre :(
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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

Mensaje por Dreamer=) Dom Feb 10, 2013 4:29 pm

Estos últimos capítulos me han matado emocionalmente. Ha sido todo tan fuerte que aun no me atrevo a ponerme a evaluar cada cosa. Como todo se les va de las manos, la desesperación de aferrarse o no a dos adicciones tan fuertes, y por segunda "adiccion" me refiero al amor. a la necesidad urgente de tenerse la una a la otra, amarse más alla de los impedimentos propios, y la lucha por no seguir lastimándose... Todo es de un nivel pasmoso pero a la vez tan palpable, no puedo más por hoy. Aun así me parece fascinante, triste, pero no hay más que un gran respeto por este fic.
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Clun Quinn Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 X


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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

Mensaje por Danicampos1694 Dom Feb 10, 2013 7:24 pm

Oh por dios como hiciste llorar T_T
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Mensaje por Invitado Lun Feb 11, 2013 9:50 am

Me encantaron estos capitulos, de verdad son buenisimos, que se descubra por fin lo de Brittany, comprendo a la madre de Britt, no es facil y mucho menos después de ver a su hija en esas condiciones, y tienen mucha razon Santana es tan adicta a Brittany como ella a alas drogas y esa clase de amor no es sano para ninguna de la dos, espero el siguiente capitulo, saludos.
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Mensaje por MarLovesGlee<3 Lun Feb 11, 2013 1:57 pm

Wow! Cuanto drama Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 2236703817 pero tienen toda la razón, cada una necesita tiempo y espacio para poder curarse y cuando esten bien y listas, pues que esten juntas...
Actualiza pronto por faa! Me encanta este FF! :3
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Mensaje por mary04 Miér Feb 13, 2013 8:14 pm

Influence (Influencia)|Brittana| Capitulo 23 > Sublevación (Parte 1)

Paso 1: Admitimos que no tenemos poder sobre nuestra adicción, que nuestras vidas se han vuelto inmanejables.
"Mi nombre es Brittany, y soy una adicta."

En Narcóticos Anónimos, dicen que es importante aceptar tus pecados. Las cosas que has hecho en el pasado guían tu camino en el futuro. Aprendes de tus errores por lo que no estás destinado a repetirlos. Así que cuando vas a una reunión, te paras frente a un grupo de personas con problemas que son tanto trágicamente similares a los tuyos como gravemente diferentes, y dices en alto que la cagaste. El programa de los 12-pasos es sobre encontrar a Dios en tu búsqueda por una absolución por las cosas que hiciste cuando estabas drogado.

Parecía como un montón de mierda para mí.

"Hola, Brittany." Un coro de voces, jóvenes y viejas, regresaron mi saludo. En sótano de la rectoría de una iglesia, la reunión era tan anónima como una fiesta de la cuadra en Lima. Sentado en el exterior del círculo estaba un hombre que trabajaba para mi padre, corpulento y resistente y sin afeitar mientras seguía usando sus botas de trabajo. Junto a mi estaba una roquera de treinta y tantos años que embolsaba el mandado de Sharon e iba a clases nocturnas cuando no estaba en las reuniones. Golpeando sus botas Doc Marten impacientemente contra el piso de azulejo mientras me miraba expectante.

A mis dieciséis, yo era la más joven del grupo. La más joven que habían visto desde hace un tiempo, supe por los susurros en la habitación. Entre en la reunión ese primer día, escuchando con una expresión sepulcral cuando cada uno de ellos se callaron y miraron cuando tome asiento en el círculo. Fui invitada a presentarme por un visiblemente nervioso hombre de mediana edad que dirigía el grupo, considerando que era mi primer día. Así que me levante, mis manos temblaban a mis costados y mis rodillas chocaban entre ellas.

"Mi nombre es Brittany…"

Después de sus agradecimientos, volví a sentarme, incapaz de decir nada más con mi voz temblando. Nadie esperaba que escupiera mi historia el primer día. Pero la mujer detrás de mi refunfuño sus condescendencias al ciclista vestido de cuero a su izquierda.

"Se vuelven más jóvenes cada año," siseo entre sus dientes teñidos por café y cigarro. "¿Qué, ahora les ponen esa mierda en el almuerzo?"

Salir de mi primera reunión de NA en lágrimas no es una señal general de un buen comienzo. Pero lo hice, mis manos formaron puños sobre mis ojos y mis mejillas se sonrojaron de humillación. Era una intrusa en cada forma posible. Ni siquiera los otros adictos me aceptarían. Nadie intentó seguirme cuando abrí la pesada puerta doble y salí corriendo al pasillo, solo para jadear cuando me golpee con fuerza con el amplio tronco de un árbol secoya.

Sus extremidades se envolvieron a mí alrededor, sosteniéndome en sus garras inquebrantables. Pelee contra ello, pensando en todas esas películas de terror donde los arboles cobraban vida y atacaban, pero se mantuvo firme.

"Whoa, whoa," dijo, y subí la mirada encontrando, unos preocupados ojos verdes de un no tan mítico árbol caminante, sino de un hombre. "¿Donde está el incendio?"

No era mucho más grande que yo, cuando lo compare con el resto del confundido grupo dentro del santuario de la reunión. Tal vez entre sus veintes, con una mandíbula sin afeitar a propósito, que le daba un aspecto desaliñado, a pesar de la camisa y corbata que usaba. Algo sobre él – tal vez la yuxtaposición de su despeinado cabello castaño y su traje perfectamente planchado, o tal vez la genuina mirada de preocupación en sus ojos – me hizo detenerme. Hice un juicio rápido, al no encontrar error en la lógica de que los arboles realmente no pueden lastimarte, y caí sobre él. Los gruesos brazos de roble envolviéndome instintivamente, y la inmediata sensación de seguridad se soltó un sollozo atrapado en mi garganta.

"Francine, lo apuesto," dijo con suspiro de entendimiento mientras pasaba su enorme mano de arriba a abajo de mi espalda. "Dijo algo odioso, ¿no es así? A esa arpía amargada le gusta desquitarse con los nuevos. A ver quién aguanta… hey."

Sus brazos se movieron y sus dedos – los cuales se aferraron completamente alrededor de mis aún huesudos brazos – me alejaron con un leve empujón. Él me sostuvo a un brazo de distancia, mirándome de arriba abajo seriamente por primera vez. Hubo un destello de comprensión cuando vio lo joven que yo era, haciendo que sus dedos se alejaran rápidamente de mi como si mi piel estuviera muy caliente. Se sonrojo y aclaro su garganta, dando un apenado paso hacia atrás y llevando sus manos a lo profundo de sus bolsillos.

"Perdón," dijo, mirando el suelo. "No me di cuenta que eras… um…"

"¿Un maldito desastre?" complete su frase amargamente, deslice el envés de mi mano por mi goteante nariz como un niño. "¿Una adolecente? ¿Tu también me vas a despedazar? Necesito salir de aquí…"

Trate de zafarme de él, viendo la salida y el estacionamiento justo detrás de su hombro, pero dio un paso a un lado y se interpuso en mi camino. Su velocidad era sorprendente, considerando su estatura, y a pesar de que continuaba mirando el suelo a nuestros pues, él no me dejaba pasar.

"Mira," empezó lentamente, dejando salir el aire por sus dientes y rascando la parte de atrás de su cabeza, despeinando más su cabello. "Sé que Francine es un poco odiosa, pero es tu primer día. Dale una oportunidad. Estás aquí por una razón, ¿cierto?"

"¿Por qué?" pregunte, sollozando y sacando mi labio inferior. "¿Por qué, cuando es así como la gente me mira? Incluso las personas que saben como es. Soy un bicho raro."

Él dejo salir un pequeño bufido burlón y se encogió de hombros. "Si. Lo eres."

Las palabras me sorprendieron, pero su tono – lleno de júbilo, casi riendo – me hizo crisparme de enojo. Quede boquiabierta, mi quijada chirriando en sus bisagras.

"¿Quien te crees que eres?"

Se encogió de hombros otra vez. "¿Qué? Lo eres." La sonrisa descarada en su rostro no se desvaneció, y eleve mi barbilla indignada.

"Tú no sabes nada sobre mí," respondí, formando puños a mis costados mientras mis hombros se ponían rígidos y lo miraba desafiante. "¿Qué te da el derecho de-"

"Bien," interrumpió, aún sonriendo. "Moléstate. Lo necesitas."

"Tienes toda la puta razón, me molestare," grite, dando un paso ofensivo hacia el frente, con ganas de abofetearlo. "¿Primero vienes aquí todo amable y comprensivo, y luego me llamas bicho raro?"

"No," corrigió, apoyándose hacia atrás en sus talones casualmente. "Tú te llamaste un bicho raro. Yo simplemente estuve de acuerdo contigo."

Tartamudeé tontamente por un minuto, abriendo la boca y cerrándola como una trucha. "Eso no te da el derecho de-"
"¿Cuántos años tienes?" pregunto, entrecerrando eso inquisitivos ojos verdes. "¿dieciséis? ¿Diecisiete? Mira dónde estás, cariño. Esto es Narcóticos Anónimos, no la reunión de las niñas exploradoras. Tú eres un bicho raro. También yo. También lo es cada persona al otro lado de esas puertas. Para lo que importa, también lo es cada persona que no está en Narcóticos Anónimos. Todos tienen un poco de bichos raros en ellos. Cuanto más pronto te encargues de eso, mejor serás."

Él no estaba enojado, o fue cruel, y su voz cargada de confianza me decía que ya había dado ese discurso antes. Me detuve, la tarde llevándose mi respiración e intercalando mi mirada entre él y las puertas que guiaban de nuevo a la reunión, y esa que guiaban a la libertad del estacionamiento.
"¿Quién eres?" pregunte cautelosa, sentándome y preguntando a través de ojos entrecerrados.

"Solo otro bicho raro," sonrió, y dio un paso ágil hacia las puertas interiores. "¿Vienes?"

Me gire y lo mire entonces, incrédula, aún con la boca abierta. Él estaba sosteniendo la puerta por mí, el regocijo se había ido y había sido remplazado con esperanzada buena conciencia.

Él me confundía, este chico – hombre – que era a la vez exasperante y tranquilizador. Con su actitud de sábelo todo, el era pretencioso. Él sabía que lo que decía era verdad, y sabía que yo escucharía, lo cual solo me molesto más. Pero sus brazos se ajustaban perfectamente a mi alrededor, y su voz tenía la cualidad… firme, rasposa, pero calmante Al igual que el sonido del motor de un auto viejo Mantuve unida nuestras miradas por un momento más, como dejándole saber que un podía decirle que no, si yo quería. Entonces bufé y levante mi barbilla altiva, golpeándolo con mi hombro al pasar y caminando de regreso a la junta con mi frente muy en alto.

"Llegas tarde, Charlie," el mismo hombre de mediana edad de antes llamo cálidamente al hombre detrás de mí. "Y veo que encontraste a nuestra extraviada."

"No hubiera necesitado que la encontrara si Francine pudiera mantener su maldita boca cerrada," Charlie bromeo con una sonrisa afable y totalmente encantadora.

"¿Por qué tienes que asumir que fui yo?" Francine se movió indignada en su silla.

"Bueno, fuiste tú, ¿no?" el mayor de ellos respondió, ladeando su cabeza hacia mi disculpándose.

"Sí, bueno." Se encogió de hombros y cruzo sus brazos sobre su pecho, como si pensara que su resignación fuese algún tipo de disculpa.

Atrape la mirada de Charlie desde donde se sentó al otro lado del circulo y me guiño un ojo, la cereza de su adorable rutina. Me odie por responderle sonriendo, pero no pude evitarlo, y me sonroje estúpidamente por el resto de la reunión.

Él me encontró después, sentada en la banca afuera de la rectoría mientras esperaba que mi padre pasara a recogerme. Se dejo caer sobre el asiento de plástico duro junto a mí, inhalando ruidosamente, como si el temblor que mando por la banca no fuera suficiente para captar mi atención.

"Mal día," él observo burlándose solemnemente. "No me vendría mal una copa después de eso."

Le mande una mirada penetrante, levantando las cejas escrupulosamente. "No se suponía que tampoco debíamos beber en el programa."

Él sonrió arrogante y tamborileo su dedo al costado de su nariz. Alcanzando el bolsillo de su abrigo, saco un paquete de cigarrillos, abriéndolo y jalando uno con sus dientes. Sosteniéndolo ahí, él me ofreció la cajetilla. Moví mi mirado de un lado a otro entre él y la cajetilla.

"No tengo 18," le recordé, y él encogió sus hombros.

"Muchos adictos sustituyen las drogas por los cigarros cuando están limpios," ofreció antes de cerrar el paquete y alejarlo. "Algo que hacer con tus manos para que no estén inquietas, pensando en lo que no puedes tener. Pero tienes razón. Ninguno para ti."

Abrió su Zippo, inhalando profundamente y exhalando un momento después. Lo mire, el humo saliendo de sus pulmones en una larga corriente que se fundía con su aliento, condensándose en vapor en el aire frio de la noche.

"Tú eres la persona más joven que he visto en el grupo desde hace un tiempo," afirmo después de unos minutos de silencio. "Ellos te temen."

Escuchaba como el papel alrededor del tabaco ardía cerca del filtro, siseando cerca de sus labios. "¿Porque tendrían que tenerme miedo?" pregunte, sin despegar mis ojos de las brasas al rojo vivo. "Salí llorando. Difícil tenerme miedo."

Dio otra chupada profunda y tiró la colilla entre su pulgar y dedo índice, lanzándolo veinte pies lejos. "No es en ti, en sí. La idea de ti, tal vez. Que alguien tan joven pueda cometer los mismos errores que ellos. Les recuerdas su mortalidad."
Pensé en eso por un momento mientras él sacaba y prendía otro cigarro. "¿Qué hay de ti, entonces? No eres mucho mayor que yo."

Negó con la cabeza y incinerando el cigarro. "Yo era mayor que tu cuando llegue aquí. Lo suficientemente mayor para saber mejor. Ellos no estaban asustados de mí. Solo los molestaba. Un niño rico con problemas de cocaína, con necesidad de un ajuste de actitud."

"Aún necesitas un ajuste de actitud," afirme sin una pizca de tacto, mirando mientras él asentía con pesar.

"Es un diferente tipo de actitud." Él termino su segundo cigarro y estaba a punto de sacar el tercero cuando la camioneta de mi padre rodeo la esquina entrando al estacionamiento, deteniéndose enfrente de nosotros. Su envejecido rostro colgando en la ventana, un cigarro colgando de sus labios.

"¿Te está molestando?" dijo con voz áspera, escupiendo la colilla.

"No, él solo-"

"No me atrevería ni a pensarlo, señor." Charlie se puso de pie y camino hacia la ventana de la camioneta, extendiendo su mano gentilmente a mi padre. "Mi nombre es Charlie McNamara. Soy uno de los líderes del grupo para esta reunión."
Él giro su cabeza para mirarme sobre su hombro, luego me guiño un ojo. "También soy el nuevo consejero de Brittany."

Mi papá saco su mano lentamente, tomando la mano de Charlie para saludarlo mientras observaba al hombre joven frente a él.

"Estaba bajo la impresión de que tomaría algunas reuniones para que ella encontrara a alguien," él tosió, aún mirando cautelosamente entre nosotros dos. "Y estaba esperando a alguien un poco… mayor."

Charlie sonrió, ignorando el pinchazo pasivo-agresivo. "Brittany tuvo una difícil primer reunión, pero sentí que hicimos una conexión. Le prometo, señor, que su hija está en buenas manos."

"Hmm," Papá murmuro, entrecerrando los ojos con cansancio. "Ya veremos. Súbete a la camioneta, Britt. Vámonos a casa."

Hogar, en Akron, era un concepto risible. En la semana que he vivido en la casa de mi padre, la atmosfera había cambiado de terror desde mi llegada hasta una abierta hostilidad. Era obvio que el que yo estuviera ahí, y la razón por la que estuviera ahí, había sido sorpresivo. Cada quien estaba lidiando con ello diferentemente.

"¿Cómo están los otros enfermos?" Courtney pregunto inocentemente cuando mi padre y yo regresamos y nos sentamos en la mesa para la cena. "¿Vomitaban y eran asquerosos?"

Sonreí tristemente hacia ella, a punto de explicarle, cuando Sharon aclaro su garganta y negó con la cabeza. Atrape su mirada y suspire, una vez más resignada a ocultarle cosas a mi hermana.

"No, Court," dije, empujando mi comida alrededor de mi plato con mi tenedor. "Los enfermos están mejorando."

"¿Tú también?" Ella sonó preocupada, como si no estuviera segura de que le estaba diciendo la verdad. Me dolía, saber lo astuta que era, a pesar de que nunca cuestionaría abiertamente. Asentí tan entusiasta como pude.

"Estoy tratando."

Comimos en silencio, Courtney sintiendo la tensión que había estado flotando desde que llegue la semana anterior, pálida como un fantasma y delgada como un popote. Sus preguntas habían ido constantemente sin ser respondidas por nuestro padre y Sharon, quienes me habían permitido dormir los tres primeros días. Solo era interrumpida para que me llevaran a la clínica en Akron que administraba tratamientos de metadona para adictos en recuperación.

Una pequeña dosis de metadona al día protegía tu sistema de un colapso. Evitando que tu cuerpo rechace la idea de vivir sin drogas. Como si se diera cuenta de que nunca fueras a alimentarlo con lo que realmente quería y se sublevara.

Se desprendería de ti, si lo hacías bien. Ayudaba con las náuseas, las fiebres, las convulsiones, las alucinaciones… todas las cosas que experimente cuando intente hacerlo por mi cuenta. Mi cuerpo intentó reaprender como funcionar sin las píldoras, fallando, y rindiéndose.

Sublevación.

Había despertado el cuarto día con Courtney acurrucada a mí alrededor y con pequeños recuerdos de mis viajes a la clínica. Ella dormía profundamente a mi lado, aferrada a mi playera con su pequeño puño. La mire respirando profundamente.

Recordé ese día, no mucho antes, cuando Santana había despertado conmigo en la cama. Cuando ella había perseguido a Wes Brody por la cancha de futbol, peleando por mi honor. Cuando ella me había dicho que no creía en las almas gemelas y como, ahora, yo no creía eso ni por un segundo.

Atrape mi aliento en mi garganta, sosteniendo un sollozo a favor de no despertar al delicado cuerpo junto a mí. Ella ya estaba lo suficientemente preocupada sin que tuviera que despertarla con mi histeria.

Me arrastre por la cama en la mañana, sin saber qué día o qué hora era. Entre en la cocina, mi estómago gruñía y se retorcía pidiendo alimento. Ahí, en la mesa, estaban mi padre y Sharon. Por primera vez desde que llegue, estaba lo suficientemente despejada para reconocerlos y encontrarme con sus ojos.

Sharon estaba horrorizada, la mirada de miedo en su cara permanecía sin inmutarse, no por mí, sino por Courney y ella misma. Ella no me había dicho nada desde que llegue, e incluso entonces, entendí exactamente como ella y yo interactuaríamos de ahora en adelante. Ella me odiaba por arruinar su hogar. Por mancillarlo con mis pecados, mis problemas, mi adicción. Probablemente le habían contado de Santana, lo cual solo hacia las cosas peores.

Mi padre, por otra parte, parecía destrozado. Sus ojos cayeron con pesadez cuando entré en la habitación, y volvieron al plato de tocino y huevos sobre la mesa frente a él. Él ni siquiera podía mirarme, a su hija mayor, el desastre. Tenía esa mirada que decía "¿En qué me equivoque?" y eso me mataba. Me pare en el marco de la puerta por un rato, sin que ninguno de los tres hablara.

"Solo necesito comer," dije después de que el silencio se volviera insoportable. "Luego los dejare en paz."

"No," mi padre replico, sin levantar la mirada. "Siéntate. Sharon, ¿Le prepararías el desayuno?"

La petición no era tanto una petición, sino una orden, y me sentía aliviada por un momento. Tome el asiento que ella desocupo, sentándome frente a mi papá mientras él jugaba con su comida.

"Tu mama me explico mucho de lo que ha estado pasando," murmuro, dejando sus manos en su regazo e inquieto mientras Sharon golpeaba molesta las cacerolas en la estufa. "Pero creo que también merezco saberlo. De ti."

Asentí y mordí mi labio, sin saber por dónde empezar. No quería darle los detalles sucios; el cómo me había enamorado de Santana, como ella me había dejado una y otra vez. No quería que la culparan por lo que yo me había hecho. Parecía inevitable, considerando lo mucho que ya le desagradaba.

Paso 4: Hacemos una búsqueda y un audaz inventario moral de nosotros mismos.

"Tengo un problemas," Admití en alto, y Papá se movió incomodo en su silla. "Se salió de control porque estaba tratando de ocultar mis sentimientos. Las píldoras hacían que doliera menos."

Sharon rompió un huevo contra un tazón para mezclar y resoplo en burla. "Bueno, no es eso encantador."<

"Cállate, Sharon." Las repentinas palabras saliendo de los labios de mi padre hicieron que el dolor en mi pecho se hinchara con orgullo mientras ella nos miraba, herida. "Lo está intentando. Dale un maldito minuto."

Él necesitaba más de lo que quería darle. Más de lo que podía darle. Él quería que le diera razones, concretas y exactas. Fechas y momentos que le dijeran cuando y porque había hecho lo que hice. ¿Pero cómo podría decirle todo eso, cuando ni siquiera yo sabía?

"Papi…" necesitaba darle algo para calmarlo, pero había tan poco en mi aún nublado cerebro que pudiera satisfacer su curiosidad. Nada que él ya supiera. "Se que lo arruine. Lo siento mucho…"
La frustración subió a mi pecho y mis hombros se hundieron. Puse mis codos en la mesa, apoyando mi frente contra mi puño y reteniendo ese nudo que seguía azotando mi garganta. El golpeteo de cacerolas de Sharon continuaba y todo lo que quería era gritarle, pero sentí unas cálidas y ásperas manos en mis muñecas. Levante la mirada, y mi padre me devolvió la mirada, sus ojos azules que igualaban los míos permanecieron firmes, su inquebrantable mirada me decía que estaba bien llorar si lo necesitaba. Así que lo hice. Él sostuvo mis manos en las suyas a través de la mesa mientras sollozaba, asfixiándome en mi humillación.

"Papi, soy gay."

Era todo lo que podía decir, y lo suficiente de una admisión para que él no pidiera más. Sus puños se apretaron alrededor de los míos y sus ojos azules se nublaron de tristeza. Él lo sabía, pero escucharlo lo lastimaba tanto como lo había hecho la presencia de Santana. No lo gustaba, pero no podía dejar de amarme, tampoco. No entonces, cuando lo necesitaba más.

"¿Eso fue lo que hizo esto?" pregunto calmado, sin soltar mis manos. "¿Tratabas de ocultar esos sentimientos?"
Ofreció como una explicación general, como si el ser gay fuera la única cosa que él necesitara oír para tener un cierre del cómo y por qué me sumergí en las drogas. Tal vez sus siguientes pensamientos fueron el cómo y por qué ser gay. Pero si lo fueron, él no lo exteriorizo. Era otro problema para otro día.

"Tenía miedo," esplique, dejándole creer lo que necesitaba con el fin de evitar poner la culpa en alguien más que no fuera yo. "No sabía por qué era diferente. Necesitaba no sentir eso porque pensé que estaba mal. No quería salir lastimada. Se me salió de control, papi. Solo perdí el control."

Se levantó y rodeo hasta llegar a mi lado de la mesa, las piernas de la silla chillaron por lo rápido que se movió a mi lado. Él no dijo ni una palabra mientras me ponía de pie y me sostenía, apretándome a pesar de que yo sabía que él pensaba que me podía romper. Me aferre rápido a su pecho, empuñando la tela de su suéter y sosteniéndolo, rezando porque nunca me soltara.

"Está bien," dijo en mi cabello. "Superaremos esto. Todo ello. Estarás bien."

Atrás de él, Sharon deslizo un plato de huevo por la mesa de la cocina y salió hecha una furia hacia la sala, deteniéndose solo lo suficiente para permanecer en la puerta.

"Courtney no escucho una palabra de este pecado, ¿entendiste?" siseo. "Es una niña. No ella no escucho una palabra."
Las mentiras, al parecer, continuarían.
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El día después de mi primera reunión, mi tutor llego.

Resulto que los adictos en recuperación no eran exactamente bienvenidos en el sistema de la escuela pública de Akron. Papá pensó que sería una mejor idea pasar el resto del semestre poniéndome al corriente sin la presión de una nueva escuela, de nuevas personas, de nuevas tentaciones.

Yo no creía poder soportar la escuela sin Santana, de cualquier forma.

Mi cuero no era el única cosa reaprendiendo como funcionar sin píldoras. La tutora – una maestra retirada de la iglesia de Sharon – hizo un balance de conocimientos básicos con una serie de pruebas durante nuestra primera sección. Las palabras y los números se mezclaban juntos en las páginas como si fueran líquidos, fusionándose y desvaneciéndose de manera incomprensible. Sabía que me había saltado mis clases por Sue y las porristas, pero el examen, con sus teoremas de Pitágoras y preguntas sobre el yacente ADN, estaba más allá de cualquier cosa que recordara haber aprendido.

Baje el lápiz al final, las lágrimas bajando por mi rostro mientras la mujer mayor se sentaba en la mesa frente a mí.

"¿Qué he hecho?" murmure, dejando caer mi cabeza en la mesa y ciegamente aventando los papeles. Ella los tomo, pero coloco su dubitativa mano sobre la mía y la sostuvo hasta que levante la mirada.

"Estás viva," comento, como si yo no lo supiera, como si no estuviera sufriendo lo suficiente. "Mejor eso, y un poco atrasada en tus cursos, que estar muerta sin oportunidad de remediarlo. Un paso a la vez, cariño. Un paso a la vez."

Ella sonrió cálidamente, con eso júbilo de abuela, forzando las lágrimas a detenerse. Palmeo el envés de mi mano y tomo la pila de papeles, bajando sus lentes por el puente de su nariz antes de escoger una pluma roja y empezar su trabajo.

De: Kurt E. Hummel [kurtelizabethhummel por gmail punto com]
Para: BrittBritt Pierce [bsp1994 por gmail punto com]
Asunto: Hey

Hola Britt,

Solo quería asegurarme de que estás bien. Nadie ha escuchado de ti en dos semana, y todos nos estamos preocupando. He tratado de llamar a tu celular, pero creo que ha sido desconectado. Santana sigue llamando aun así, solo esperando escuchar tu voz. Ella está un tanto en ruinas, Britt. Papá yo estamos tratando de ayudarla lo mejor que podemos, pero las cosas con sus padre no van muy bien.

Se mudó de vuelta con ellos, después de que se enteraron de que te habías ido. Pensé que te gustaría saberlo. Ella realmente no está hablando con ninguno de nosotros. Bueno, a excepción de Sue. La hizo capitana. Sé que ambas estaban muy emocionadas por eso, cuando estabas aquí. Ella renuncio al club glee, también. Pasa mucho tiempo en la oficina de Sue cuando no estamos practicando. Pero Britt no sé si sea necesario que sepas esto, ahora la veo mejor solo la veo con sue , el otro día la vi con un chico en Lima Bean se estaba riendo no creo que estén saliendo , el chico no estudia en mckenley tenía uniforme creo que se llama Dalton la escuela , es moreno, ojos avellanos, y cabello rizado , ya no parece zombie aun asi Mercedes y yo no unimos a los Cheerios para echarle un ojo por ti. Le dije lo que paso. Espero que no te importe. Es solo que estaba realmente preocupada.

Sé que estás fuera poniéndote mejor, Britt. Realmente quiero que mejores. Pero solo déjanos saber que estás bien. Sé que a Santana le gustaría oír de ti, especialmente.

Llámanos, si puedes. ¿Por favor?

Con amor,

Kurt

De: BrittBritt Pierce [bsp1994 por gmail punto com]
Para: Kurt E. Hummel [kurtelizabethhummel por gmail punto com]
Asunto: RE: Hey

Hey Kurt,

Estoy bien. Estoy en casa de papa en Akron. Estoy en tratamiento y tengo una tutora. Voy a reuniones. El nombre de mi consejero es Charlie. Es un chico realmente bueno.

Mis padres desconectaron mi teléfono. Creen que será mejor si empezaba aquí desde cero.

Está bien que le hayas dicho a Mercedes. Ella siempre fue realmente buena conmigo No dejen que Sue se meta bajo su piel, pero mantengan un ojos sobre Santana por mí. Dile que la felicito por ser capitana.

Con amor,

Britt

Le di enviar y cerré la laptop prestada cuidadosamente, alzando mis ojos buscando a mi padre, quien me observaba cuidadosamente desde el otro lado de la mesa.

"Termine," dije, deslizándola de vuelta a él. "No creo que vuelvan a contactarme. No hasta que esté lista."

Él asintió una vez, con sus ojos tristes. "No quiero esto para ti, pequeña. Quiero a tus amigos en tu vida. Pero necesitas ponerte mejor para ser una mejor amiga. ¿Lo entiendes?"

Le conteste asintiendo. "Voy a llamar a Charlie."
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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

Mensaje por mary04 Miér Feb 13, 2013 8:18 pm

nfluence (Influencia)|Brittana| Capitulo 23: Sublevación (Parte 2)

Nos sentamos en el parque para niños en el centro de la ciudad, rodeados de rascacielos y bocinazos mientras comíamos nuestro almuerzo directo de la bolsa de papel. Él no dijo nada, en cambio chupaba sus dedos, limpiando la grasa de ellos y frotándolos en los muslos de sus pantalones vaqueros. Fuera del traje, parecía un leñador, grande e imponente. Por un breve momento fruncí el ceño, recordando a Finn en su camisa de franela y esponjados chalecos.

Había llamado por necesidad, en serio. Necesitaba salir de la casa, y no había nadie más que viniera por mí. Tome el teléfono de la casa e instintivamente empecé a teclear con fuerza los números del teléfono de Santana, solo para detenerme a unos cuantos números y parpadear, recordando que no podía llamarla.

Pero lo deseaba tanto.

Así que en cambio saque la tarjeta de presentación de Charlie de mi mochila, la que él me había dado antes de que mi padre me recogiera de mi primera reunión, y llame. Él no estaba sorprendido de oír de mi, pero feliz igualmente.

Una vez que pasamos la esquina, después de un breve encuentro con papá para asegurarle que no íbamos a marcar, pasamos el camino en auto en silencio. Recogió la comida, escogiendo mi orden correctamente a pesar de que nunca le había dicho lo que quería, luego salimos del estacionamiento. Lo seguí silenciosamente subiendo una colina llena de pasto y nos sentamos en una banca junto a un árbol mientras comíamos, callados todo el tiempo.

Así siguió como por media hora, él masticando ruidosamente y limpiando sus manos mientras mirábamos a los niños y a sus padre jugar en los toboganes de brillantes colores y en el parque de juegos, riendo y disfrutando su ignorancia. Mastique un papa frita, pero tenía poco apetito, sabiendo que el mundo en el que estos niños están creciendo era el mismo que me había producido.

"Ellos estarán bien, sabes," Charlie dijo después de notar la manera tan triste en que veía a los niños.

"¿Quiénes?" pregunte, como si no supiera a quienes se refería.

Él ladeo su cabeza hacía los niños que gritaban jugando al escondite sobre la grava a pocos metros. "Ellos. Pareces preocupada. No deberías."

Entrecerré mis ojos hacía el, molesta de que pudiera leerme tan bien. Primero la comida, luego los niños. Me pregunte que más había discernido de solo unas pocas interacciones casuales.

"No estoy preocupada."

Encogió los hombros y tomo la olvidada hamburguesa de mi bolsa, mordiéndola e inclinándose hacia delante para apoyar sus codos en sus rodillas. "Si, lo estás. Tal vez no totalmente por esos niños, pero hay un montón de mierda sobre ti. Es mejor que te deshagas de ella ahora. Trabaja en los demonios que llevas resistiendo sobre tus hombros para que estos no te muerdan en el trasero cuando realmente llegues a un punto bajo en tu recuperación. Es todo parte de los Pasos."

Los Pasos, si. Esas doce, reglas siempre presentes para la recuperación que parecían que, molestaban a Charlie y al mismo tiempo lo impulsaban hacían delante.

"Viniendo de ti, es algo interesante que decir," Observe, tomando otra papa frita de mi bolsa, masticándola, incluso aunque no tuviera hambre. "¿Qué dijiste durante mi primera visita sobre los Pasos?"

Él sonrió arrogante, empujando la comida hacía un lado de su boca, haciendo que su mejilla se inflara como la de una ardilla. "Son triviales y autoritarios. Pero trabajables. No creí que lo hubieras escuchando."

Pero había estado escuchando. Había escuchado todo lo que cada uno había dicho en la reunión, y todo lo que Charlie había dicho después en la banca. Porque ellos sabían más sobre la recuperación y depurarse, y yo estaba perdida.

Incluso entonces, en esa banca con Charlie, yo estaba a la deriva. Dirección era algo que añoraba, y los Pasos parecían ser la única cosa en que las personas de esas reuniones se mantenían aferradas. Todos, así es, a excepción de Charlie, quien había argumentado amablemente sobre la necesidad de necesitar un Dios en un lugar donde era obvio que no había ninguno. Dios, se existía, tenía mejores cosas que hacer que asistir las cagadas que había en la tierra. No, Charlie no estaba trabajando en los Pasos por Dios. Él los estaba trabajando por sí mismo.

Eso había molestado a unas cuantas personas, pero otras habían concordado simpáticamente. Yo incluida. ¿Por qué creer en Dios? Santana lo hacía, y mira a donde la había llevado. A donde nos había llevado.

"Podría parecer que no lo hago mucho," Ofrecí mientras hacía bolita la bolsa de papel y la lanzaba en el cesto de basura al lado de la banca. "Pero escucho. Y entiendo de donde viene lo que dices. Sobre lo de Dios… lo entiendo."

Trago su comida y tiro su basura, limpiando sus manos en sus pantalones una última vez. Se inclinó hacia atrás, extendiendo sus brazos por la banca con un suspiro.

"Los Pasos están ahí para ayudar a las personas a encontrar su camino a casa," dijo, mirando a los niños a través de ojos apretados cuando el sol salió de detrás de una perezosa nube. "Las personas que se presentan a estas reuniones están perdidas. Necesitan un mapa de ruta, y a veces parece ser que Dios o la religión son los únicos caminos sin espinas. Pero no puedes substituir una dependencia a las drogas por una dependencia a una religión. Es por eso que te dicen que no debes tener una relación en el primer año de recuperación. La urgencia de volverse dependiente de una persona es muy fuerte. Una vez un adicto, siempre un adicto, sin importar la droga de tu elección."

No había manera de ocultar la forma en que mi rostro se transformó en una mueca amarga, así que voltee hacia al otro lado lejos de él, limpiando mi nariz y esperando que no lo notara. Pero Charlie, siempre siendo la astuta persona que era, pico el hombro más cercano a él y trato de que volviera mi atención a él.

"Hey," dijo suavemente. "¿Algo que dije?"

Negué con la cabeza y me levante. "No. ¿Puedo ir a casa ahora?"

Se encogió de hombros y se levanto, sacando el ya familiar cigarro de su empaque y encendiéndolo antes de bajar la colina por delante de mí. El humo salía de sobre su hombro al exhalar y yo esquive la nube todo el camino de vuelta a su auto, donde se detuvo en seco, mirándome mientras yo trataba de abrir la puerta asegurada.

"Explícame algo," dijo, el cigarrillo atrapado entre sus labios. "¿Por qué te molestaste tanto, volviendo a nuestra conversación, cuando hable sobre Dios? Dijiste que entendías, pero luego te pusiste, como… realmente enojada. ¿Qué paso?"

Mis hombros se hundieron y le di la espalda, apoyándome contra la puerta del copiloto y petulantemente cruzando mis brazos sobre mi pecho. No quería hablar de Santana. Especialmente no a Charlie, quien probablemente lo volvería una broma.

"Por nada," me queje, pero él vagó por la parte frontal del coche para apoyarse a mi lado, imitando mi posición con sus brazos sobre su pecho. Él era probablemente un poco menos de un pie más alto que yo, lo cual era aterrador. Se inclinó sobre mí sin pretenderlo, y me estremecí.

"Estás mintiendo," afirmó simplemente sin hacerlo sonar como una acusación. "Eso es lo primero que necesitas detener, y ahora mismo. Porque pasaste mucho tiempo haciendo eso, ¿no es así? Mintiéndole a la gente haciéndoles creer que estabas bien."

Alcé mi mirada hacía él, pero él tenía la vista fija en el estacionamiento, no a mí. Creo que si hubiera estado mirándome, no hubiera sido capaz de concordar con él. Estaba haciendo las cosas más fáciles al no mirarme hacía abajo, y estaba agradecida por eso. Asentí, aceptando su observación de que había pasado muchos de los últimos años siendo nada más que una mentirosa.

"Hmm," reconoció con una pequeña sonrisa triste. "Sucede. Mentir es solo otra adicción. Viene con el territorio, cuando intentas proteger este mundo que construyes para ti. Para que nadie pueda quitarte las cosas a las que te has vuelto dependiente. Le mientes a las personas que amas, y quienes te aman, porque necesitas evitar que vean la forma en que estás viviendo, porque a pesar de que lo necesitas, sabes que está mal."

Mi instinto de proteger a Santana sucumbió entonces, pensando en la forma en que habíamos mentido para protegernos de su familia, de los abusivos de la escuela. No había forma de que lo que teníamos estuviera mal. Tal vez no siempre estuvo bien, o fue saludable, pero ¿cómo podía ser que todo lo que habíamos compartido – todo, desde el primer beso en el trampolín, hasta su devoción por mi cuando estaba muriendo – estuviera mal?

"No siempre es así," dije, con el ceño fruncido. "A veces mientes para protegerte, y por lo que mientes no está mal. A veces todos los demás están equivocados, y tú eres el único que está en lo correcto."

Él se alejó del auto y doblo sus rodillas de manera que su cabeza estuviera por debajo de la mía, y él tuviera que levantar la mirada para encontrarse con la mía. Me miro escrupuloso, tratando de descifrarme.

"Ya no estamos hablando de drogas, ¿cierto?" pregunte, y negué con la cabeza.

"No," concorde, y no fue mentira, sino simplemente una omisión del resto de la historia. "Ya no."

Se enderezó en su lugar y sonrió, haciendo sonar las llaves en su mano antes de encogerse de hombros, quitándole el seguro a las puertas y caminando de regreso al asiento del conductor. Me deslice dentro del auto y espere pacientemente a que iniciara la marcha.

"Fue un buen comienzo," dijo jubiloso mientras manejaba de regreso a la casa de mi padre. "Pero tendrás que hacerlo mejor si quieres que te aconseje. Puedo que juegue rápido y a la ligera con los Pasos, pero la ‘Verdad’ es la única regla que es inquebrantable. ¿Entendido?"

La verdad iba a ser probablemente más difícil que mantenerse limpio. Pero él era optimista, y muy preparado para recibir todo lo que le lanzara con una estúpida sonrisa y una ingeniosa respuesta. Así que asentí.

"Sí. Entendido."
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"Mi nombre es Charlie, y soy un adicto."

Charlie abrió la siguiente reunión saludando al grupo con sus largos brazos extendidos acogedoramente. El hombre viejo estaba ausente, así que él los dirigió, primero tomando lista y felicitándolos por sus nuevas metas (Obtuve una papa frita por estar dos semanas sobria) y luego prosiguió a contar su historia. Algo que no había oído antes.

"Hasta ahora llevo sobrio ya tres años," empezó, levantándose en su lado del círculo, recibiendo las miradas de cada persona al mirar alrededor de la habitación. "Era un niño estúpido, que creía que podía tenerlo todo. Dinero, amigos, drogas… hasta que mi adicción a la cocaína se salió de control.

"Cuando tenía 21 años, me coloque detrás del volante de un coche sin estar en mis cinco sentidos. Era tarde, y no había nadie dispuesto a llevarme a casa. Todos mis amigos – o las personas a las que creían mis amigos – optaron por quedarse en la fiesta donde el alcohol y la coca fluían libres como el agua. Así que maneje a casa. Y en algún lugar entre la fiesta y mi casa, golpee el auto de otro hombre. Tuve suerte esa noche. Nadie murió. Pero el daño fue suficiente para mandarlo a él al hospital, y a mí tras las rejas. Ninguna de esas personas que habían proveído y apoyado mi hábito durante todos los años que estuve en mi lujoso colegio vino a mi rescate. Mis padres me repudiaban, y me quede solo."

Se detuvo y miro alrededor de la habitación, su normalmente jovial expresión cayó a una más seria, una auto reflexiva. Sus ojos cayeron en mí y se sentó, sin apartar la mirada.

"El juez me dio una opción: la prisión, o rehabilitación. Honestamente fue una difícil, porque yo no quería depurarme. Quería mi vida de vuelta, la vida que disfrutaba, donde era libre y nadie me decía que podía y que no podía hacer. Pero luego mire alrededor de la corte. No había nadie a mi lado, y supe que era mi culpa. Así que escogí rehabilitarme."

La historia, por lo que entendí, era una que muchas personas en la habitación ya habían escuchado antes. El que la haya contado otra vez fue mayoritariamente para mi beneficio, así que varias de las miradas en la habitación estaban sobre mí, esperando una reacción. No sabía que pensar, además de cuanto él había cambiado desde esos días sin preocupaciones cuando estaba bajo la influencia de las drogas. Como transformo su vida completamente. Estaba orgullosa de él, a pesar de que apenas y lo conocía.

"Después de la rehabilitación, seguí por mi cuenta. Termine la escuela en el estado de Ohio el año pasado, y ahora estoy trabajando en mi Maestría de Negocios. Tengo un trabajo con una empresa de consultoría en el centro, y me mantengo solo. Pero principalmente, vivo limpio, con un estilo de vida sobrio con amigos con los que sé que puedo contar cuando las cosas se ponen difíciles. Sé que muchos de ustedes saben lo que pienso de los Pasos, pero agradezco cada día de que los tuve para guiarme. Yo me sostengo rindiéndome cuentas a mi mismo, y cuando caigo, no hay nadie a quien culpar más que a mí. Y creo, al final del día, que decepcionarme a mi mismo es la peor cosa que puedo hacer. Otra que decepcionarlos a todos ustedes."

La chica punk-rock lo golpeó ligeramente en el hombro y él le sonrió. La siguiente persona se levantó y empezó su historia, pero yo no estaba escuchando. En cambio mire a Charlie, quien en su lugar me miraba. Las miradas que intercambiamos fueron silenciosos acuerdos de que él esperaba eso de mi, pronto. Que me levantara como él lo había hecho y sostuviera mi alma, y admitiera mis equivocaciones, a este grupo de personas. Porque él confiaba en ellos, y por asociación, también podía yo.

Eso no lo hacía más fácil. La confianza era algo difícil de dar. Solo necesitaba más tiempo.
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Sharon azotó la tapa en la olla de estofado caliente sobre la estufa, asegurándose de que todos nosotros supiéramos lo infeliz que estaba con la situación. Papá cerró su periódico y rodó sus ojos mientras yo hacía mi tarea en la mesa de la cocina con toda la calma que posible.

"No me gusta esto," dijo en voz alta, vocalizando su frustración. "No me gusta para nada."

"Si," Papá sonrió y suspiró. "Podemos verlo."

"¿Por qué él tiene que venir aquí?" Se movió alrededor de la cocina con una bien practicada precisión, tomando todo lo que necesitaba sin un segundo de duda y colocando los utensilios para su tarea sobre el pretil para después usarlos. "No quiero que Courtney haga preguntas. No quiero que ella se inmiscuya en este pecaminoso asunto."

Hice una mueca visible, pero mi padre apenas y lo noto. Cuando se refería a Sharon y a sus constantes ataques contra mis "pecados", él tenía muy poco que decir además de, "Cálmate, Sharon." Lo cual dijo entonces, sin quitar la mirada de su periódico, o de mí, mientras yo garabateaba con más fuerza contra la hoja de problemas de matemáticas enfrente de mí. Desquite mi enojo en la calculadora, apretando los números cruelmente hasta que él aclaro su garganta, y yo me sonroje.

"Es solo la cena, Sharon," le aseguro. "Es importante para la recuperación de Britt que lo conozcamos. Es su concejero, necesitamos saber quién entra y sale de su vida, y si esa gente son buenas influencias."

Lo irónico de esa afirmación era que Charlie había sugerido conocer a mi familia para así asegurarse de que ellos fueran buenas influencias, no de la otra forma. La tercera semana de reuniones había pasado volando, y él empezó a recogerme para dar paseos por el parque como costumbre diaria. Nos sentábamos en silencio mientras él esperaba que me abriera, mientras yo miraba a los niños jugando, preocupada. Fue durante uno de esos largos silencios que el sugirió la cena.

"Sigue sin gustarme," Sharon respondió, levantando la tapa de la olla y añadiendo maicena, mientras ella lo batía. "Él tenía que habernos preguntado, no ella."

"'Ella' está sentada justo ahí, querida," Papá gruñó sacudiendo el periódico y doblándolo antes de pellizcar el puente de su nariz entre dos dedos callosos. "Puedes hablar con ella, no conmigo. Voy a ducharme antes de la cena. No quiero que nuestro invitado piense que somos un montón de patanes."

Él salió de la cocina, y por unos incómodos momentos Sharon y yo nos fulminamos con la mirada la una a la otra. Ella parpadeo una vez, con sus ojos grandes y confundidos, como si mi padre la hubiera dejado sola en la habitación con un animal salvaje. Si ella se movía muy rápido, saltaría sobre ella y le desgarraría la garganta.

"Él no hablara de tu situación hasta que-"

"Hasta que Courtney vaya a la cama," termine por ella, ceñuda. "Entendido, Sharon. Quieres que siga mintiéndole a mi hermana para que ella viva en una burbuja toda su vida. Bien. Lo haremos a tu manera."

Azoto la sartén de hierro en la estufa con suficiente fuerza para hacer saltar la tapa de porcelana y siseo una maldición antes de cubrir su boca y recuperar el aliento, cerrando sus ojos y contando hasta diez. Una vez que su cara enrojecida regreso a su color normal, me miró, furiosa.

"No te atrevas a tratar de poner culpa de este lio sobre mí," espetó con frialdad. "Tu trajiste el pecado a mi casa, y no tendré a mi hija expuesta a ti o a tu estilo de vida."

Ladee mi cabeza a un costado, preguntándome si ella seguía hablando sobre Charlie y los Narcóticos Anónimos. "¿Estamos hablando de drogas, Sharon? ¿O hay algo más que quieras sacar de tu pecho?"

"Ya basta," siseo, dándome la espalda. "Yo amo a todas las creaturas de Dios. Incluso a los paganos que fornican contra sus mandamientos. Ahora ve a poner la mesa. Tu amigo estará aquí pronto."

Me puse de pie, cerrando el libro de matemáticas con un golpe que la hizo saltar.

"Lo que sea que te haga sentir cómoda, Sharon," dije, con una sonrisa de gato Cheshire cruzando mis labios.
La velada tuvo un comienzo interesante.
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"El guiso esta delicioso, Sra. Pierce," Charlie comento, llevando otra cucharada llena a sus labios antes de reclinarse y acariciar su barriga exageradamente. Me reí al ver los botones de su camisa estirarse, luchando contra su estómago distendido. Se sonrojo y aliso su camisa, haciendo que mi padre se burlara un poco.

"El chico tiene un buen apetito," dijo, tomando un trago de cerveza frente a él. "Eso me gusta. ¿A qué te dedicas, Charlie? Te vistes muy elegante para ser un consejero de recup-"

Sharon dio una fuerte patada bajo la mesa, dando un golpe seco y decisivo a la espinilla de papá. Él hizo una mueca de dolor, frotando su herida y aclarando su garganta mientras Courtney seguía comiendo sin la menor idea de que algo había pasado.

"Estás vestido muy elegante," corrigió, y termino la sopa de su plato con sus mejillas enrojecidas.

Charlie miró de un lado a otro entre Sharon y mi padre, luego hacía Courtney, confundido. Tomo un sorbo del agua frente a él, ignorando la cerveza que Sharon había colocado, a pesar de que él se había negado la primera vez que ella la ofreció. Él me miraba cuidadosamente mientras hablaba, parpadeando mientras trataba de juntar las piezas del rompecabezas sin mirar la fotografía original.

"Soy un consultor," respondió, colocando sus codos sobre la mesa y mirando a Sharon intencionalmente, quien palideció visiblemente. "Trabajo para una pequeña empresa que asiste a otros negocios en el centro a aprovechar al máximo sus recursos. Básicamente tomamos un negocio y hacemos que funciones mejor."

Parecía haber impresionado a mi padre lo suficiente para que siguiera haciendo preguntas, tratando de discernir si algo como el negocio de Charlie podría ser de gran ayuda en la industria de la construcción. Mientras hablaban de negocios, di un vistazo alrededor de la mesa. Sharon estaba sentada rígida frente a mi padre, mientras Charlie se sentó en un extreme de la mesa, y yo al final de ella. Courtney estaba entre su madre y yo, ajena.

"Hey pequeñita," susurre, inclinándome para capturar su atención. "¿Qué tal si Charlie y yo te llevamos por un helado después de la cena?"

Sus oídos se agudizaron y sonrió ampliamente, la perspectiva de un helado hacia más atractivo terminar su cena. Pero Sharon, con sus orejas como de águila, giro su cabeza y empuño la servilleta de tela en su mano.

"No harán tal cosa," gritó, y todos nosotros dimos un salto. El labio inferior de Courtney sobresalió, haciendo un puchero, y Sharon me fulmino con la mirada. "Ahora mira lo que has hecho."

"¿Yo?" pregunte, cruzando mis brazos sobre mi pecho y sentándome derecha en mi silla. "Tú eres la que le negó el helado, no yo."

Podía ver la sangre hirviendo en su cerebro, sus ojos mostraban hastió mientras intentaba controlar su temperamento. "Sabes muy bien que yo no le negaría nada. Pero no la dejare salir de esta casa con un par de-"

"¿Un par de que, Sharon?" Charlie preguntó desde el extreme de la mesa. Él estaba calmado, ubicado, pero su pregunta fue directa. Quería saber que era exactamente lo que Sharon pensaba de él, y por asociación, lo que pensaba de mí. Él sabía, estaba segura. Pero quería escucharla decirlo.

Ella se ruborizo, atrapada en su propio juego. Ella no quería que Courtney oyera, pero ella lo trajo a colación, así que estaba atrapada. En lugar de contestar, se levantó y empezó a limpiar la mesa, recogiendo el plato frente a Charlie, a pesar de que no había terminado.

"Ayúdame con los platos, Courtney," ordeno, tratando de cargar todos los que podía para así no tener que regresar a la mesa. "Y luego yo te llevare por ese helado."

"Pero yo quiero que Brittany me lleve," lloriqueo, clavándose en su lugar sin levantarse. "Nunca hago nada con ella. Quiero ir con Brittany."

No pude evitar sonreír.

"No es gran cosa, Sharon," Charlie dijo, aun esperando la respuesta a su pregunta. "Estaré encantado de llevar a Courtney por un helado. Dos bolas. ¿Cómo suena eso, pequeñita?"

Uso el apodo que yo usaba para ella, y ella se estremeció de emoción, asintiendo con entusiasmo.

"¡Dije que no!" Sharon gritó, soltando los platos en su brazo, destrozándose a sus pies. Fragmentos de cerámica y guiso salieron volando y mi papá se puso de pie.

"Brittany, lleva a Courtney a su cuarto," exigió, inseguro de con quién debía estar enojado. "Ahora. Luego ve a tu habitación."

Mientras levantaba a Courtney de su silla, sosteniéndola mientras limpiábamos los vidrios rotos, escuche como Charlie les hablaba suavemente a los dos adultos en la habitación.

"Lo que le está haciendo a ella, alejándola de esa manera, es contraproducente para su recuperación, Sharon. No puedes hacerla sentir como si fuera menos que un miembro pleno de esta familia si esperan que se deshaga de esta adicción. Está haciendo las cosas peor de lo que deberían ser, y en mi opinión…"

Mientras subía a Courtney a su habitación, su voz se desvanecía y perdí lo último de su discurso. Pero el hecho de que él estuviera ahí abajo, defendiéndome de las personas que deberían ser las que me ofrecieran apoyo, cuando él apenas me conocía fue suficiente para darme la fuerza de no llorar frente a Courtney. La deje en su habitación y silenciosamente la ayude a alistarse para la cama. La arrope, le leí su cuento de "Hop on Pop", y cerré la puerta tras de mi dirigiéndome a las escaleras. Podía oír a Charlie en el piso de abajo y me quede inmóvil, escuchando como él y mi padre intercambiaban palabras susurradas. La luz del cuarto de costura Sharon cruzando la habitación de Courtney estaba encendida, así que me senté quieta, cuidadosamente para no molestar a nadie.

"Ella es mi pequeña," mi padre susurro, él y Charlie a solo unos pies de distancia de la puerta de la casa. "No sé que puedo… no sé cómo ayudarla, Charlie. Dime qué debo hacer, y lo hare."

Escuche como crujían las tablas del peso bajo el peso de Charlie, el peso de sus músculos haciéndolas gruñir por el esfuerzo. Vi como se acercaba a mi padre, colocando su mano sobre su hombro.

"Tiene que detener a su esposa de que siga haciendo lo que hizo esta noche, para empezar," dijo, inclinándose un poco para encontrarse con los ojos de papá. "Tu hija es la persona más importante del mundo en este momento. Sé que usted tiene una familia, pero hay que reordenar sus prioridades hacia ella. Porque si no lo hace, la perderá. Tal vez no lo parezca, pero ella es frágil. Demasiado frágil. No lo dejara entrar a menos que esté dispuesto a escuchar lo que ella tiene que decir y dejar de juzgarla. Ha cometido errores, ¿pero usted nunca los cometió? Ella la judío un poco más temprano en la vida que la mayoría de las personas. Pero ahora tiene la oportunidad de arreglarlo, y ella lo necesita, señor. Más que a nada, ella necesita a su papá."

Los hombros de mi padre, normalmente fuertes y firmes, cedió bajo el peso de la mano de Charlie. Él lloró. Por primera vez en mi vida, mire a mi padre sollozar como un niño, doblándose para que sus manos estuvieran sobre sus rodillas para mantenerlo de pie. La mano de Charlie le dio palmaditas en la espalda, evadiendo el gesto muy poco masculino de abrazar, porque estaba al tanto que mi padre nunca lo hubiera aceptado. Se enderezo, limpiando su nariz en su manga y palmeando el hombro de Charlie solo una vez al sonreír.

"Eres un buen hombre, Charlie," él suavemente hipó. "Eres mejor hombre que yo."

"No, no lo soy, señor." Charlie negó con la cabeza y estiro su brazo hacia la puerta. "Solo una clase diferente de hombre."

Mi padre abrió la puerta y lo encamino hacia fuera, pero desde el porche lo escuche decir, "De la mejor clase. Y por favor, llámame Daniel."
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"No soy frágil, sabes."

Me deslice en el asiento del pasajero de su auto para nuestro viaje semanal al parque, y continuo manejando con una sonrisa en su rostro.

"Estabas escuchando."

Asentí. "Crees que soy esta pequeña flor delicada, que me voy a romper. Pero no lo soy."

Pasó el usual restaurant de hamburguesas, nos detuvimos por nuestro almuerzo y fue directamente al parque, estacionando el coche en la acera. Puso el freno de emergencia y desabrocho su cinturón de seguridad para girarse hacia mí, esperando.

"Bien," concordó. "No eres frágil. Dime tu historia, entonces."

Lo había logrado. Realmente lo había hecho, después de la noche anterior con mi padre y Sharon. Pero mordí mi labio, volteándome a mirar afuera de la ventana, deseando que la colina no estuviera en el camino para así poder observar a los niños jugando justo más allá. Podía confiar en él, lo sabía. Pero no sabía si confiaba en mi misma.

"Soy gay."

Cayó de mis labios mucho más fácil de lo que lo habían hecho cuando se lo dije a mi padre, o incluso con Santana. Mastique la expectativa mientras los escuchaba tararear un suave acuerdo.

"Hmm. ¿No fue tan difícil, o si?"

Me gire hacia él, mirándolo a los ojos. "Lo dices como si fueran tan obvio como que dijera, 'Mi cabello es rubio.'"

Se encogió de hombros, recostándose en el asiento deportivo y sonriendo. "He tenido un poco de experiencia con chicas gay en mi momento," ofreció sin explicación. "Solo digamos que no estabas ocultando mucho, exactamente."

Suspire y hundí mi cara entre mis manos, murmurando incoherentemente en ella como intentando explicar las cosas sin que realmente él tuviera que escucharme. Tenía razón. El estaba haciendo bromas.

"Vas a tener que ser más clara," presiono, picando mi hombro.

Aleje su mano con un manotazo, frustrada y con la cara roja. No quería que el convirtiera mi relación con Santana en un remate para uno de sus chistes. Él levantó sus manos defensivamente y se reclino, apoyándose contra la puerta del conductor para esperar pacientemente.

"Mi mejor amiga… Santana… me enamore de ella," dije lentamente, dejando que las palabras se marinaran en mi boca mientras las dejaba caer. Nadie había escuchado la historia completa antes. Apenas y alguien sabía que había pasado. Sabiendo que estaba ahí afuera, que nuestra historia estaba siendo repetida como una vieja leyenda popular – esta historia de amor épico, como Santana lo había puesto – era confortante. Alguien sabría de nosotras. Alguien sabría, y no sería ya un secreto. Así que la deje salir. Cada pequeño detalle. Desde el primer día que ella me recogió del lodo, hasta el día en que le dije adiós en Lima, y ella me dejo en lágrimas.

"Prometiste que nunca me dejarías…"
Aún podía sentir el eco de su dolor en mi resquebrajada caja torácica.

Él se mantuvo en silencio todo el tiempo, escuchando y asintiendo cuando era apropiado. Nunca me apresuro, hizo preguntas o trato de llenar los espacios en blanco. Solo me dejo contar la historia, y se sentó atento todo el tiempo. Cuando llegue al final, dio una larga respiración, luego exhalo lentamente por su nariz. Espere, anticipando un ingenioso comentario. En cambio me miró, sus ojos pesados por todo lo que le había dicho.

"Hiciste lo correcto," dijo suavemente. "Por ambas."

Me jalo hacia un firme abrazo cuando empecé a llorar.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------
Cuando él me encontró en la banca antes de la reunión, no estaba sentado y fumando, como usualmente estaba. En lugar de eso estaba de pie, con sus brazos cruzando su pecho, melancólico.

"Hoy es el día," dijo cuándo mi padre se fue manejando. Hasta ese momento había sido complaciente, si un poco sarcástico. Pero la forma en que lo dijo no dejo espacio para discusión. No estaba tirando ningún golpe.

"No," dije de cualquier forma, débilmente. "No estoy lista."

Escupio en el suelo, sacudiendo su cabeza. "Si, lo estás. Lo has estado desde el primer día, cuando volviste a la reunión con la cabeza en alto. Te he consentido lo suficiente. Es hora de madurar. No te acobardes ahora. Levanta el culo y prueba que quieres mejorarte."

Él había sido grosero antes. Sarcástico, burlón, incluso condescendiente. Pero nunca se enojaba conmigo, o se mostraba frio. Trague saliva, tratando de ocultar una ondeada nueva de lágrimas inconsolables.

"Yo… No puedo," lloriquee, deteniéndome a mitad de la acera, a solo a un brazo de distancia.

"Viviste tu vida en un estado constante de mentiras cuando estabas en las drogas," dijo sin compasión. "Te saltaste la verdad conmigo desde que empezaste estas reuniones. Tu familia te ha forzado a seguir mintiendo sobre tu recuperación para mantener su estilo de vida. Ha pasado un mes, Brittany. Estás limpia. Estás sobria. Ahora es tiempo de que en verdad te mejores. Da el paso."

"Pero tu odias los pasos," me queje a través de mis lagrimas, sabiendo que solo lo molestaría más.

"¡Ese no es el maldito punto!" grito, lanzando sus manos al cielo. "Los pasos son un plan. No tienes que seguirlos al pie de la letra pero son la mejor guía que tenemos para sacarte de donde estás y llevarte a donde puedes estar. Dame un poco de soltura, aquí, Britt. Dame lo que puedes y entra ahí y cuenta tu maldita historia. Porque dios sabes que es una buena."

"Charlie…" empecé, pero no puede terminar la frase cuando ni siquiera yo sabía lo que quería decir.

"No," dijo en seco. "Basta de poner excusas. Puedes hacerlo. Puedes hacer cualquier cosa. No dejare que te convenzas de lo contrario."

No proferí ningún sonido de protesta, en cambio rogué con mis ojos. Había pasado un mes, solo unas cortas semanas. Él esperaba mucho más de lo que yo misma esperaba de mi, y el apenas me conocía. La presión se formo en mi pecho, una mano envolvía mi corazón y lo apretaba. Mi respiración se acelero y sentí algo como uno de los ataques de pánico que tenía cuando estaba Mitad Fuera. Quería estar calmada, y no estar ahí, y estar con Santana. Quería que sus brazos me sostuvieran, como lo habían hecho cuando teníamos catorce en el trampolín. Quería ese primer beso. Quería mi inocencia de nuevo. Más que nada, sin embargo, quería una píldora, dejar Akron y encontrarla. No había hecho nada de lo que me había pedido – nada – si la promesa de una mejora era el resultado.

Pero con ese pensar, sabía que él tenía razón. Era tiempo.

"Bien," asentí, limpiando mis ojos con el envés de mi mano. "Bien."

Su dura expresión se derritió y me estiro su mano hacia mí. La tome tentativamente, mis dedos tentando su gran pero cuidadosa mano. Él envolvió su mano alrededor de la mía, estabilizándome. Mire mi muñeca la cual desapareció en su palma, luego lentamente levantar mi mirada para encontrarme con la de él. La mirada que encontré ahí me mando una sacudida más fuerte de la que jamás hubiera recibido – buena o mala – desde que me depure.

Orgullo. Él estaba orgulloso de mí.

"Ven," dijo calmado, jalando mi brazo con una sonrisa. "Vamos a confrontar esos demonios."

Paso 5: Admitimos antes Dios, y ante nosotros mismos, y antes otro ser humano la naturaleza exacta de nuestros males.
Salimos caminando de la reunión, su mano sobre la parte de atrás de mi cuello como un protector hermano mayor. Paso sus nudillos sobre mi cabeza con fuerza, tanto orgulloso como juguetón mientras salíamos del edificio hacia el aire nocturno.

"Estoy orgulloso de ti, niña," dijo mientras encendía un cigarrillo. "Sabía que podías hacerlo."

Asentí, ruborizándome, a pesar de que él no podía ver a través de la obscuridad donde estaba parada. "Bueno, tengo que agradecerte por el-"

"¡Charlie!"

Una voz desde el otro lado del estacionamiento lo llamo, y giro entusiasta. Una mujer joven corrió hacia él y se lanzó a sus brazos. Di un paso hacia atrás, enmascarándome entre las sombras mientras él la levantaba y le daba vueltas, riendo. Asumí que era su novia, pero él nunca la había mencionado una antes.

La bajo, y ella aterrizo ágilmente sobre sus pies. Era una cabeza y media más bajita que él, pero en la luz de la farola pude ver la similitud de sus rasgos. Tenía sus mismos ojos verdes y pelo revuelto. Su cabello era corto, un desordenado montón de curvas que lucían estilizadas y modernas en ella, cuando lo combinabas con los jeans pegados y la chamarra de cuero que estaba usando. Él la giro, luego me señalo en las sombras.

"¡Britt!" él me llamo, ondeando su mano. "Britt, me gustaría que conocieras a mi hermana. Érica, esta es Brittany."

La joven mujer extendió su mano hacia mí y la tome. Sacudió mi mano con firmeza, y observe como ella me miraba de arriba a abajo, con una ceja levantada y una arrogante sonrisa en su rostro.

"Un placer conocerte, Brittany. Charlie tenía razón. Eres linda."
------------------------------------------------------------------------------------Hellooooooo everybody como estan? gracias por leer y comentar les dejo las dos partes de este cap .... spero q les guste Besos
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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

Mensaje por LuckyQ Miér Feb 13, 2013 10:39 pm

Esa madrastra de Britt es una total perra Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 210293833 y esa chica??
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Mensaje por Avrilita_LopezPierce Jue Feb 14, 2013 12:02 am

este fic es impresionante y tan triste pero es maravilloso !
la mama de britt tenia razon pero eso no quita que le duela a las chicas
pobre de mi Santana
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Mensaje por MarLovesGlee<3 Jue Feb 14, 2013 12:11 am

Geniaal! Britt se esta recuperando Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 2145353087 Que bueno! la verdad que no se merecía morir por una adicción Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 4065562827 Por cierto, odio a su madrastra Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 2113258990 es una arpía egoista e ignorante Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 210293833

Espero que actualices prontoo! Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 1206646864
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Mensaje por Heather_Rivera Vie Feb 15, 2013 2:10 pm

Que bueno que Britt se esta recuperando pero odio a la madrastra!!!!! Que arpia que es esa loca!!!!! y pobre San tambien!!!! Espero la actu!!!! Kiss!!!!
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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

Mensaje por Claru! Sáb Feb 16, 2013 11:21 pm

Hola! Leo el fic desde el momento que empezaste a publicarlo sólo que no podía comentar pero siempre estoy atenta a cada actualización que hagas. Amo este Fic, es el primero que leí, o sea, ya lo leí antes y eso trae recuerdos, primero, porque me ayudó bastante en cuestiones amorosas y hoy volver a leerlo desde otro punto de vista pues aún me hace reflexionar y tomar decisiones importantes.

Por otro lado, fue mi primer Fic, recuerdo que me llamó la atención el capítulo 25, lo leí y no entendía nada (lo leí desde una página del face), luego me di cuenta que era una historia diferente a la de la serie y naaaaa ahí conocí la maravilla que es este fic y a partir de ese instante no he dejado de leer FanFics. A pesar de que es una historia triste ayuda bastante, si bien sé cómo termina la historia, no puedo controlar las ansias de esperar cada capítulo y volver a deleitarme con cada frase que voy "releyendo".

En fin, estaré siempre atenta y aunque no comente pues acuérdate que tienes una lectora fiel. BESOS!
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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

Mensaje por Invitado Dom Feb 17, 2013 9:27 am

holaaaaa....... no podia comentar antes porq he estado utilizandoi solo mi telefono pero aqui estoy..... wow, tantas cosas q les pasan a ese par :(... espero q Britt se recupere pronto pronto y q todo se arregle..... q los padres de San la entiendan, y q la madrasta de Britt pues no se q se pierda jajaja okno-.-..
tu fic es genial, sig escribiend espero actu pronto
chao (o.o)//
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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

Mensaje por mary04 Dom Feb 17, 2013 2:42 pm

Influence (Influencia)|Brittana| Capitulo 24
Seis meses después – Septiembre
Caminamos de la mano hacia las pesadas puerta dobles de la escuela secundaria, sus gruesas botas de combate hacían un ruido sordo contra la acera mientras mis zapatos de piso se arrastraban torpemente junto a ellas. Mi agarre en ella se afirmó cuando la gente pasó junto a nosotras. Espere un facial de granizado, una burla, algo.
Pero nada paso.

"¿Ves?" Érica susurro, apoyando su hombro en el mío y empujando mi cadera con la de ella. "Te dije que estaba bien. A nadie le importa lo suficiente. Es el primer día, están demasiado ocupados tratando de averiguar donde serán sus clases."
Me relaje, mis hombros cayeron y mi agarre en su mano se aflojo. Érica dejo que sus dedos cubrieran los míos, balanceando nuestros brazos entre nosotras. Ladeo su cabeza hacia la escuela y sonrió.

"Vamos entonces, novata," bromeo. "Vamos por nuestros horarios, y luego te ayudare a encontrar tus clases."

Me estremecí, por un momento recordando cada primer día de escuela que había tenido en los últimos ocho años. Una mano en la mía. La pluma que había escrito mis clases dentro de mi muñeca. Ya estábamos frente a las puertas, Érica guiando a través de ella, y me detuve en seco. Mi espalda se enderezo violentamente, y me congele.

"No."
Ella se volvió, desconcertada, y espero pacientemente. "Bien." Ella soltó mi mano, su expresión fue suave, sin ofenderse. "Puedes encontrarlas tu misma. Estarás bien."

Me perdí dentro de la confianza en sus ojos, la simple afirmación, y la forma en que no pregunto el porqué. Le sonreí, aliviada, y estire el brazo para tomar su mano otra vez. Ella devolvió la sonrisa, su cabello desordenado cayendo en sus ojos. Se acomodó su mochila sobre su hombro y trato de ocultar la tímida sonrisa cuando la jale hacia mí. Confiada, me incline hacia abajo, cerrando la brecha de seis pulgas de altura entre nosotras mientras presionaba mis labios en los de ella a mitad de un casi abarrotada entrada principal de mi nueva escuela secundaria.

Ella sonrió, tratando de ocultar la sorpresa en su rostro, cuando me aleje. "¿Por qué fue eso?"

"Por nada," me encogí de hombros. "Solo gracias. Por todo."

"Tú hiciste el trabajo," me recordó, conduciéndome por el pasillo hacia la oficina principal, donde recogeríamos nuestros horarios. "Yo solo soy el escuadrón de apoyo."

"Hey." La apreté contra un grupo de casilleros, no diferentes a los que había en McKinley, y tome su otra mano para que tuviera que encararme. "No digas eso. Eres más que un escuadrón de apoyo. Sé que sigo trabajando en cosas y que llevaríamos las cosas lento, pero significas más que eso para mí."

Érica sonrió ampliamente, sus mejillas se sonrojaron. "Lo sé," murmuro, deslizando sus manos fuera de las mía y agarrando las presillas para el cinturón de mis jeans, atrayendo nuestras caderas juntas. "Y lo agradezco. Mucho, de hecho. Las cosas no pueden ser fáciles para ti, y yo solo estoy siendo de apoyo. Sé que tienes bastante historia con-"
Puse mi dedo índice en sus labios, deteniéndola antes de que dijera ese nombre.

Ese nombre nos arruinaría.

"No," le rogué, y lo dejo. "Solo hay que disfrutar el día, ¿Bien?"

Ella asintió y aleje mi dedo. Doblándome para presionar mis labios una vez más en los de ella, sentí mi horario arrugado en mi bolsillo. Sonreí, tratando de olvidar todos esos primeros días, y di un paso atrás, lista para ir por mi cuenta.

"Te veré en el almuerzo, ¿no? ¿Almuerzo A?"

Una flota de estudiantes nos separó, empujándonos para llegar a sus casilleros, y ondee mi mano sobre sus cabezas antes de desaparecer entre la multitud. Me moví entre ellos, esquivando y caminando contra la masa de cuerpos hasta que llegue al número de la puerta.

Salón 213. Inglés.

Trague saliva con dificultad, mordiendo mi labio inferior y cerrando mis ojos, los delicados dedos de una mano fantasmal manteniendo mi muñeca quieta mientras una pluma invisible escribía esos mismos números un año antes. El garabato borrado se convirtió en un recuerdo moteado, desvaneciéndose dentro y fuera de foco, justo como acostumbraba hacer la mayoría de los días cuando estaba Mitad Dentro. Recordar los pequeños detalles – como ella hacia los puntos de las “i” o el color de su esmalte de uñas ese día – fue más difícil de lo que debería haber sido. Así que salí de ese rumbo, no recordándolos en absoluto.

Hasta ese momento, frente a la puerta, eso es todo. Inglés, salón 213. Cosas como esa encuentran la forma de acercarse sigilosamente a ti, forzándote a pensar en ellas cuando preferirías no hacerlo. Por qué pensar en ellas te hace recordar todo lo demás, y por un momento te olvidas de las grandes cosas que tienes ahora. Empiezas a vivir en el pasado, y lentamente se va comiendo tu futuro.

No puedes retroceder. Solo seguir hacia delante.

Envolví mi mano alrededor de la fría manija de la puerta, y la abrí.
------------------------------------------------------------------------------------------------------
Seis meses antes – Marzo
"Un placer conocerte, Brittany. Charlie tenía razón. Eres linda."

Ella no soltó mi mano de inmediato, sino que la sostuvo y me anclo en mi lugar donde pudiera estudiarme. Sus inquisitivos ojos verdes me barrieron de arriba a abajo, escaneándome de una forma que era en parte lasciva, y en parte evaluación. No podía asegurar si estaba tratando de determinar si era lo suficientemente buena para salir con Charlie, o si me estaba coqueteando.

Si no me hubiera sorprendido tanto, tal vez me hubiera reído.

"Britt compartió su historia hoy," Charlie dijo con una tos no muy sutil, y nos lanzamos la mirada el uno al otro. "Estaba pensando en celebrarlo. ‘Steak n' Shake’ está abierto. ¿Quieres venir con nosotros?"

Érica separó su mano de la mía para girarse hacia Charlie con un guiño igual de poco sutil. "Claro Charlie, suena genial. ¿Los veo allá?" Charlie asintió y ella tintineo sus llaves en su bolsillo. "Felicidades, Brittany. Compartir tu historia es un gran paso."

Ella me miró de pies a cabeza con una sonrisa antes lanzarse a lo que parecía su nuevo Mini Cooper al otro lado del estacionamiento, dejándonos a Charlie y a mí, parados en la luz del farol.

"¿Acaso ella acaba de…?" Mi mano aún seguía tendida, mis dedos ahora contorsionados apuntando hacia ella, la confusión de lo que había pasado corría por mis extremidades, los cuales fallaron a responder mis órdenes.

Charlie sonrió – la misma sonrisa que Érica me dio – y rodo sus ojos. "Si, lo hizo. Ignóralo. Es un poco… bueno, ella es coqueta. ¿Recuerdas cuando dije que tenía experiencia con chicas gay?" Asentí y él extendió su brazo, haciendo un gesto hacia la figura que se alejaba de su hermana. "Ahí lo tienes. Y ella ha sido una gran experiencia. Salió del vientre citando a Betty Freidan y sosteniendo una papelera de demandante. Es una chica increíble, pero puede parecer poco ante ti algunas veces. Pero llega a agradarte. Con el tiempo."

Mientras indicaba el camino a su auto, mordí mi labio, los nervios se apoderaban de mí. Charlie había dicho que no debería involucrarme en una relación en el primer año de recuperación. Pero aquí estaba Érica, pendida frente a mí a solo un mes, y Charlie era probablemente el instigador.

"Ella fue la única de mi familia que se mantuvo en contacto cuando fui a rehabilitación," Charlie comentó cuando prendió el coche. "Ella solo tenía 14, pero tenía más fe en mí que todos los demás combinados. Estuvo conmigo durante los momentos más duros de mi vida."

Trate de imaginar a Charlie, este gran hombre, pequeño, destrozado y llorando como yo lo había estado. En abstinencia, sufriendo, enfermo y muriendo. Imagine lo que debió haber sido estar solo durante eso, como él había tenido el pensamiento de su hermanita para motivarlo. Al menos yo tenía-

"No estoy tratando de que salgas con ella, lo sabes, ¿cierto?" Charlie parecía preocupado. Él estaba deshaciendo mis propios nervios, y trate de calmarme. "No es por eso que la invite. Quería que la conocieras porque es tutora en su escuela para los chicos en la AHG. La Alianza Hetero-Gay. Es muy buena escuchando, y sé que realmente no has tenido a alguien con quien puedas hablar sobre quién eres sin miedo. Así que solo… ignora la primera impresión. Le diré que se calme. Realmente quiero que tengas a alguien como ella en tu vida."

"¿Qué hay de ti?" pregunte, mirando por la ventana mientras él manejaba.

Sonrió y negó con la cabeza. "Me alegra que creas que puedo ayudarte, pero ella es realmente tu mejor recurso. Solo habla con ella. ¿Por mí?" Entramos al estacionamiento de ‘Steak n' Shake’ antes de que pudiera responder, y él me lanzo su teléfono. "Llama a tus padres, déjales saber dónde estas."

Sharon estaba feliz por no tenerme en la casa para la cena, así que no hubo discusión desde la otra terminal mientras nos sentábamos en la cabina que Érica había apartado para nosotros. Ella ya tenía una malteada enfrente, y estaban tecleando un mensaje en su teléfono mientras nosotros tomábamos nuestros menús.

"Charlie conduce como un anciano, ¿no?" pregunto con una risita, jalando la canasta frente a ella. "Les tomo años llegar aquí."

Los mire pelearse con buen humor de un lado a otro a través de la mesa, de la forma que un hermano y hermana debieran. Él se burló de sus largas orejas y ella de su barba de vagabundo. Parecía que habían olvidado que existía hasta que la camarera llego a la mesa y se dirigió a mi primero.

"¿Puedo atenderles esta noche?"

Estaba en sus cuarentas, pero sus ojos eran mucho más viejos. Sus manos mostraban unas venas muy marcadas, sus nudillos hinchados por horas de server a la gente que tomaban y tomaban ingratamente para luego dejarla con solo unas míseras propinas.

Me recordó a mi madre.

Cuando no dije nada y simplemente me quede mirando, Charlie aclaro su garganta y ordeno por ambos, seguido de una confundida Érica.

"¿Estás bien, niña?" preguntó cuándo la camarera se había ido, y deje de seguirla con mis ojos.

"Sí, estoy bien," respondí, volviendo mi atención con la mayor sonrisa que pude reunir. "Y no me llames niña, anciano."
Érica succiono lo último de su malteada con un ruidoso sorbo y una sonrisa.

"Creo que me va a gustar, Charlie," sonrió, guiñándome un ojo. Sentí que el cuerpo de Charlie se sacudió junto a mí, y Érica se sobresaltó justo después. "¡Ow! Maldita sea, Charlie, ¡Estoy bromeando! Respecta los pasos."

Ella levanto las manos en señal de rendición y me sonrió. Esta vez fue menos lujuriosa y más amistosa, y volví a relajarme en la cabina del restaurant. No estaba preparada para que el coqueteo fuera enserio.

"Bien," Charlie dijo, sintiendo firmemente, entrecerrando sus ojos hacia ella. "Hablo enserio, Érica. Te invite para que tu y Brittany pudieran conversar, no coquetear."

Érica hizo sobresalir su labio inferior haciendo un puchero, cruzando sus brazos sobre su pecho como una niña y pateando el suelo bajo la mesa. "Charlie divertirme, Brittany. ¿Cómo lo aguantas?"

Mordí mi lengua, indecisa en si reírme con Érica o ponerme del lado de Charlie. Ella era muy coqueta, eso era seguro, pero parecía bastante inofensiva. La clase de persona que hace amigos al ser demasiado extrovertida, y asume que te agrada cuando apenas y conoces su nombre. Probablemente le guste abrazar mucho también.

"Tiene buenas intenciones," dije, empujando a Charlie con mi hombro y viendo sonreír de satisfacción. "Y él sabe lo que es mejor para mí en este momento."

Su cuerpo se relajó y apoyo los codos en la mesa encogiéndose de hombros. Toda su energía de conquista drenándose al sostenerse sobre su vaso vacio. "Si tú lo dices. Así que, dime entonces de que necesitamos conversar, Charlie. ¿O tengo que adivinar?"

Charlie se encogió de hombros y se hizo a un lado cuando la camarera coloco su comida frente a él, luego paso los pasos al resto de nosotros. "Necesita otro amigo además de mí, y tú eres de su edad, más o menos. Britt, creo que tienen mucho en común. Ahora si me disculpan."

Se levantó de la mesa y se dirigió hacia la parte trasera del restaurant donde un cartel de baños colgaba. Lo mire girar la esquina, saliendo de vista, y gire tímidamente hacia Érica. Ella me estaba mirando, intimidándome. Me sonroje y mire a otro lado, y ella suspiro sacudiendo la cabeza.

"Lo siento," dijo, echándose hacia atrás en su asiento. "Yo… yo puede llegar a ser algo intimidante. Charlie me dijo que eras gay, solo es como una reacción instintiva. No pretendía incomodarte."

Encogí mis hombros, mirando mis manos. "Está bien… enserio. No estoy acostumbrada a alguien sea tan…"
"¿Abierto?" pregunto esto curiosamente, con una genuina preocupación. "No sé cómo eran las cosas en tu Antigua escuela, o con tu familia, pero no hay secretos alrededor de mí. Especialmente después de Charlie. Si lo que él ha tenido que pasar me ha enseñado algo, es que las mentiras arruinan tu vida. Así que yo no vivo así, y todos los demás pueden irse a la mierda, ¿cierto?"

Fue muy franca, para estar segura. Pero no me estaba sermoneando. Era su forma inicial de decirme que entendía de donde venía. La mire rápidamente, para luego desviar mi vista otra vez y asentir.

"Si, supongo," concorde, pero no estaba muy segura que fuera tan fácil como eso. "Yo solo… sigo acostumbrándome a todo esto. Honestamente no fue muy fácil salir del closet en Lima. Para nadie, en realidad."

Mordí el interior de mi mejilla para no decirle nada. Quería derramar mi coraje a alguien que entendiera. Charlie tenía razón. Era fácil hablar con ella, alguien con la que me pudiera relacionar. Pero no estaba lista para descargar más de mí pasado a un extraño. No cuando todo era todavía una herida abierta, y arrancar la costra solo haría la curación más lenta. Contarle a Charlie había sido lo suficientemente duro. ¿Contárselo a esta chica? Sería infinitamente más difícil.

Especialmente cuando ella me miraba como lo hacía en ese preciso momento, con una increíble simpatía y ojos conocedores. Ella sabía lo que era estar como, inseguro de ti mismo. Ella puede que incluso conociera el tipo de amor que yo había conocido. Pero no estaba lista para darle la oportunidad de que me lo dijera.

"Honestidad es todo lo que tienes ahora, Britt," dijo suavemente, ladeando su cabeza simpáticamente. "Sé que es difícil, y no espero que confíes en mi de inmediato, pero Charlie cree que podemos ser amigas. Y si hay algo de lo Charlie sabe, es sobre las personas. Confió en él, él confía en ti. Así que supongo que yo confío en ti, también. Pero tomate todo el tiempo que necesites."

Se enfocó en la enorme hamburguesa frente a ella mientras Charlie se deslizaba de nuevo dentro de la cabina con una gran sonrisa.

"Hora del espectáculo."

Charlie me dejo en mi casa dándome un abrazo y otro comentario tranquilizador sobre Érica. Asentí, dándole las gracias y camine hacia la casa. Era tarde, bueno, pasando la hora en que Courtney y Sharon se van a la cama, pero mi padre espero despierto en la sala, en la televisión tenían al aire un programa con los momentos más destacados del partido de basquetbol de esa noche. Él se puso de pie cuando entre, asegurando la puerta tras de mí, y estirándose torpemente.
"Yo, uh, solo quería asegurarme de que llegaras con bien," dijo, rascando su barriga. "Y… felicidades. Un mes, es un gran logro."

Él trataba desesperadamente decir lo correcto. Desde su charla con Charlie, ha estado diferente. Más calmado, claro, pero más defensivo conmigo. Protegiéndome contra los comentarios despreciativos de Sharon, mostrando curiosidad en mi recuperación y su proceso. Había pasado más tiempo en el teléfono con mi madre, de lo que había hecho en todo el lapso de su divorcio. Estaba invirtiendo su tiempo, y eso me ayudo, el saber que él estaba ahí.

"Si," sonreí, cansina. "Fue una gran noche. Charlie me invito una hamburguesa para celebrar. Me presentó a su hermana, Érica. Está en su tercer año en la escuela Akron del Sur."

"Bien, bien." Se estiro otra vez y se acercó y me di un cariñoso, aunque inepto, abrazo de lado. "Podrías necesitar un amigo de tu edad. No te desveles demasiado. Buenas noches, nena."

El apodo se quedó en mi garganta mientras subía su peso fatigadamente por las escaleras, dejándome sola en la sala. Que el siguiera llamándome así, después de todo, me hizo creer más que nunca que me amaba. Incluso si lo lastima, me amaba.

Me deslice silenciosa a mi habitación y abrí la laptop de repuesto que me habían dado permiso de usar, me puse mi pijama mientras lentamente la computadora volvía a la vida. Estaba esperando otro email de Kurt, pero la primera cosa en mi bandeja de entrada cuando entre a mi cuenta fue lo último que esperaba.

Para: BrittBritt Pierce [bsp1994 at gmail punto com]
De: [ por gmail punto com]
Asunto: (sin asunto)
Adjunto: para_britt punto mp3
Mi corazón latió fuera de sincronía con el parpadeo rápido de mis ojos y me sentí mareada. Mi palmas empezaron a sudar y torpemente hice doble clic en el archive adjunto sin siquiera leer el cuerpo del email. La canción tardo lo que yo sentí como horas en cargarse en la anciana laptop, finalmente, poniéndose en marcha en la antigua versión de iTunes que contenía un gran total de cuatro canciones. La quinta, la nueva enviada por ella, completando la banda sonora de nuestra relación. Ahí, junto a Erin McCarley, Pink, Rosi Golan, y Adele, estaba Missy Higgins.

I don't know what I've done (No sé lo que he hecho)
Or if I like what I've begun (O si me gusta lo que he empezado)
But something told me to run (Pero algo me dijo que corriera)
And honey you know me, it's all or none (Y cariño me conoces, es todo o nada)
Pensé que tal vez podría haberlo grabado ella misma. Esperaba que así fuera. Quería oír su voz, casi al punto de necesitarlo, casi tanto como lo había hecho el día después de navidad. En cambio oí la voz del artista original, la voz más triste en el mundo, cantándome suavemente desde las averiadas bocinas de la computadora. Conocía la canción, pero por un momento olvide las palabras y solo me senté ahí, escuchando, esperando su mensaje.

There were sounds in my head (Había sonidos en mi cabeza)
A little voice is whispering (Una pequeña voz esta susurrando)
That I should go and this should end (Que debería irme y que esto debería terminar)
Oh and I found myself listening (Oh y me encuentro escuchando)
No me había dado cuenta que estaba jadeando, mi pecho se expandía fuerte y rápido mientras esperaba, aspiraba aire fuertemente por mi nariz y lo dejaba salir como un toro, ensanchando mis fosas nasales, solo para tomar otra profunda respiración hasta que mi cabeza giro. Me estabilice sobre el escritorio, apoyando mis palmas, mirando los segundos haciendo tic en el buro.

'Cause I don't know who I am, who I am without you (Porque no sé quién soy, quien soy sin ti)
All I know is that I should (Todo lo que sé es que debería)
And I don't know if I could stand another hand upon you (Y no sé si pueda soportar otra mano sobre ti)
All I know is that I should (Todo lo que sé es que debería) '
Cause she will love you more than I could (Porque ella te amara más de lo que yo podría)
She who dares to stand where I stood (Ella quien se atreve a estar donde yo estuve)
El coro de la canción comenzó y luche contra el impulso de cerrar la computadora de golpe. Sostuve mis manos en mi regazo, escuchando no al músico, sino a ella. La forma en que su voz se había roto ese día en la habitación de mi madre. La forma en que lloro. Lo escuche, a pesar de que ella no estaba ahí para cantármela.

See I thought love was black and white (Veras creí que el amor era blanco y negro)
That it was wrong or it was right (Que estaba mal o estaba bien)
But you ain't leaving without a fight (Pero no te irás sin luchar)
And I think I am just as torn inside (Y creo que estoy tan desgarrada por dentro)
Los recuerdos de muchas canciones que nos habíamos cantado la una a la otra burbujearon a la superficie mientras la letra de esta canción me decía todas las cosas que ella no podía decir en persona. Ella no quería dejarme ir, pero lo haría de cualquier forma. Sin importar lo doloroso – para ambas – tomaría una decisión.

'Cause I don't know who I am, who I am without you (Porque no sé quién soy, quien soy sin ti)
All I know is that I should (Todo lo que sé es que debería)
And I don't know if I could stand another hand upon you (Y no sé si pueda soportar otra mano sobre ti)
All I know is that I should (Todo lo que sé es que debería)
'Cause she will love you more than I could (Porque ella te amara más de lo que yo podría)
She who dares to stand where I stood (Ella quien se atreve a estar donde yo estuve)
Otra ronda del coro hizo que mi quijada doliera por la tensión de apretar los dientes. Ella podía decir, incluso a cien millas de distancia, lo que había estado haciendo yo esa noche, y con quien había estado. Podía oír el desafío en las palabras, a pesar de que ella no conocía a Érica. Las palabras la llamaban, retando a la nueva chica a tratar y tomar su lugar.

And I won't be far from where you are if ever you should call (Y no estaré lejos de donde estas si alguna vez debieras llamar)
You meant more to me than anyone I ever loved at all (Significaste más para mí que cualquiera que haya amado)
But you taught me how to trust myself and so I say to you (Pero me enseñaste como confiar en mí y así poderte decir) This is what I have to do (Esto es lo que tengo que hacer)
Mi pecho colapso por el esfuerzo de respirar, y levante mis rodillas para asegurarme de que siguieran unidas a mi torso. Yo había sido la que la destrozo así. Esto no debió haber sido tan difícil de oír. Yo lo había hecho primero, después de todo. Me fui. Y aún así la idea de que ella se rindiera lo hizo real.

'Cause I don't know who I am, who I am without you (Porque no sé quién soy, quien soy sin ti)
All I know is that I should (Todo lo que sé es que debería)
And I don't know if I could stand another hand upon you (Y no sé si pueda soportar otra mano sobre ti)
All I know is that I should (Todo lo que sé es que debería)
'Cause she will love you more than I could (Porque ella te amara más de lo que yo podría)
She who dares to stand where I stood (Ella quien se atreve a estar donde yo estuve)
La canción se fue desvaneciendo, el piano iba atenuándose suavemente hacia la nada, y apague el reproductor antes de que la canción se repitiera. Me senté ahí, mirando fijamente en la obscuridad, la iluminada pantalla cegándome.

Respirando con dificultad, lentamente nivelando mis inhalaciones de aire, me levante y me deslice dentro de la cama, aún vestida. Me acurruque formando una bola, presionando mi espalda contra la pared y mis puños contra mis ojos. No podía llorar. No lo haría. No tenía permitido estar molesta por esto, no cuando yo la había lastimado tanto. Lo merecía. Y ella merecía seguir adelante, como yo estaba intentándolo. Tal vez yo había creído que podía mejorar, regresar a Lima, y estaríamos juntas otra vez. Realmente nunca había considerado como ella se sentiría en el proceso. Todo lo que sabía era que ella me había amado, y yo la había destrozado. Nunca creí que yo no sería la que la arreglaría también.

La computadora zumbo resonando en la pequeña habitación, el vejestorio estaba sobre calentado porque deje el navegador de internet abierto. Me arrastre hacia ella, alcanzándola para cerrar la laptop, cuando note la única frase en el cuerpo del correo electrónico.

Tabula rasa, Britt.
*N/T: Tabula rasa: iguala a la expresión “borrón y cuenta nueva”… es el concepto de que todo ser humano nace con la mente en blanco una “tabla rasa o en blanco”, y que los acontecimientos y las experiencias en la vida, es lo que moldea a una persona, la identidad de uno es creada a través de la experiencia.
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Cinco meses antes – Abril
De: Kurt E. Hummel
Para: BrittBritt Pierce
Asunto: RE: RE: Hey
Hola Britt,
Sé que probablemente no quieras saber de mí. Me quedo muy claro tu mensaje en el último email, pero solo quería recordarte que te amamos, todos nosotros. Y queremos que te mejores y vuelvas a casa. Las cosas no son lo mismo sin ti. Todos simplemente se ven un poco… tristes. Tú eras el pequeño haz de luz que muchos de nosotros teníamos para afrontar el día, Britt. No sé si eso fue por la forma en que reaccionabas a las drogas, pero quiero creer que sabías como hacer feliz a la gente porque es así como eres. Quiero esa felicidad para ti, como no tienes idea. Incluso si eso significa que todos nosotros tengamos que ir sin ella mientras tú la encuentras.
No sé si pueda soportar a las Cheerios por mucho más tiempo, ¿Cómo lo hacías? Apenas y he comido en días. Mercedes ya se retiro después de que Sue pasara dos semanas criticando su peso. Ella dice que lo siente, pero que no lo valía. Estoy empezando a estar de acuerdo con ella.
Sé que no quieres hablar de ella, pero creo que necesitas saber. Ella no me habla, pero puedo verlo en sus ojos. Ella solo sigue las formalidades sin ti. Por mucho que ella y yo no nos llevemos bien, nadie debería estar así de infeliz. Y nadie debería jamás recurrir a Sue Sylvester y a ese wabler asi se llama el coro de Dalton , pero parece que está mejor cuando la vemos con el o con Sue para olvidar esa infelicidad. Si no está en el campo o en clase, está en la oficina de Sue, o el Lima y siempre se va luciendo como si hubiera llorado.
Por favor vuelva a casa pronto, Britt. Estoy haciendo lo que puedo por ella, pero se me están acabando las ideas.
Te quiero,
Kurt
De: BrittBritt Pierce [bsp1994 por gmail punto com]
Para: Kurt E. Hummel [kurtelizabethhummel por gmail punto com]
Asunto: RE:RE:RE: Hey
Ambas hemos tomado nuestras decisiones, Kurt. La amo, pero no podemos seguir así por más tiempo.
Te quiero también,
Britt
PS. El entrenador Tanaka mantiene un botín de barras energéticas en el cobertizo donde guardan el equipo deportivo bajo las gradas. Come algo, por favor.
La viruta fue un gran peso en mi mano, el plástico grueso adornado con las palabras AYUDA, DIOS, SOCIEDAD, SERVICIO, LIBERTAD, BUENA VOLUNTAD desde mis '60 Días' en el centro. La sostuve con orgullo, pero mire alrededor de la aún hostil habitación, viendo las otras ignorándome completamente o observándome desde la distancia. Aún me seguían asustando, después de dos meses, no las culpaba. Cada día estaba aterrorizada de mi vida. De recaer, de volver a lo que era. Pero Charlie, sentado junto a mí, puso una pesada mano sobre mi hombro y lo apretó. Subí la mirada hacia él y su sonrisa me tranquilizo, solo por un momento. Y fue lo suficientemente bueno.

"¿Esta noche hamburguesas?" preguntó mientras caminábamos hacia la salida de la rectoría. "Podríamos hacerlo una tradición. Sabes, para celebrar. Un incentivo para seguir adelante. Y por lo que a mí concierne, no hay mejor motivador que una hamburguesa con queso y una malteada."

Me reí, con mi estómago gruñendo. "Si, por favor. ¿Crees que Érica quiera venir también?"

Charlie giro sus llaves en su dedo índice, frunciendo el ceño mientras quitaba el seguro de su auto y entraba en él, moviéndose todo bajo su peso. "¿Recuerdas lo que te dije sobre engancharse, cierto? Tú recuperación es sobre ti, especialmente tan pronto."

Suspiré y rodé mis ojos, a pesar de que se hizo un nudo en mi estómago por la culpa. Si, entendí las consecuencias de tratar de iniciar una relación con alguien tan pronto en el proceso. Pero la canción asentada en mi casa en mi computadora se burlaba de mi diariamente, recordándome que ella se había ido, y para siempre. La chica que ame no me iba a esperar, ni siquiera debí esperar que lo hiciera. Ella merecía más que eso. Así que estaba tomando su señal, y tratar de seguir adelante. Mirar hacia el futuro, en lugar de al pasado.

Era mucho más difícil en la práctica que en la teoría.

"Si, Charlie," conteste, recordándome no mirarla si es que ella decidía venir a cenar. "Lo recuerdo. Solo me gustaría tener a alguien además de ti con quien hablar. Eres grandioso y todo pero… bueno, eres un chico."

Él bufó y saco su celular, disparando un mensaje de texto a Érica mientras intentaba parecer ofendido. "¿Qué, no soy suficiente? ¿Mi ingenio y encanto sin medida no me suman puntos para ser genial?"

Reí otra vez y lancé mi cabello a un lado dramáticamente. "Es solo que eres, como, tan poco genial, Charlie."

Trató de alborotar mi cabello y aleje su mano con un golpe juguetón antes que él me asignara mis tareas escolares.

Hablamos sobre mi agradable-aunque-exasperante tutora y mi próximo examen de camino a la cena, lo cual me distrajo de la tensión nerviosa formándose en mi estomago cuando vi el Mini Cooper de Érica en el estacionamiento cuando llegamos ahí.

"Nunca se negaría a una hamburguesa con queso," señalo con arrepentimiento, guiando el camino hacia el restaurant.
Érica se sentó en la misma cabina en que lo habíamos hecho la primera noche en que la conocí, aferrando una taza de café en su mano y mirando el menú. Se levantó cuando nos vio caminando hacia ella, lanzando un abrazo alrededor de los enormes hombros de Charlie antes de darme la mano. La tome, las mariposas se disiparon cuando me di cuenta que era ella la que estaba sonrojada, no yo.

"Hey, Britt," sonrió, sus mejillas se sonrojaron profundamente. "No creí que Charlie fuera a dejarme suelta con su nueva ahijada otra vez, después de mi miserable primera impresión."

Charlie negó y tomo su taza de café antes de que ella pudiera arrebatársela. "Ella pregunto si estarías disponible hoy. Estamos celebrando otra vez."

Como si fuera posible, ella se puso más roja, bajando su barbilla hacia su pecho antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo. Sonreí, sintiéndome un poco arrogante por tener ese efecto. Pero al mismo tiempo, las mariposas en mi estomago empezaron a aletear más rápido. Supongo yo solo tenía una mejor cara de póker que ella.

"Es bueno saber que alguien quiere verme," bromeo, deslizándose de regreso a la cabina. "Has estado monopolizando mi tiempo con mi hermano, Britt. Creo que si alguna vez quiero verlo otra vez, tendré que verlo cuando estés por aquí."

Fue sutil, como mínimo. Pero Charlie no era idiota. Justo como la última vez, él pateo por debajo de la mesa y ella gritó.
"¡Dios! ¡Ella sabe que estoy bromeando!" Lo fulmino con la mirada y luego rogo silenciosamente algo de simpatía de mi parte. Yo simplemente me encogí de hombros.

"Cálmate, Charlie," dije, golpeándolo con mi hombro en su costado. "Es inofensiva."

"Inofensiva," se bufó, rodando sus ojos exageradamente, pero conteniendo su propia lengua afilada con una sonrisa provocadora. "Si, como una serpiente de cascabel."

"Me gusta considerarme más una constrictor que una serpiente venenosa," suspiró, tomado su broma con calma. "Te aplastare con mi amor."

De ahí pasaron a hablar sobre el lagarto que Charlie tenía de mascota cuando era niño, y desde ahí Érica se había rehusado a tener mascotas por la manera en que ese lagarto había muerto.

"El gato de mama lo destrozo," gimió, cubriendo sus ojos con sus manos. "Fue repugnante."

"Ese gato trataba de comerse cualquier cosa que callera en sus garras," Charlie puntualizo, con una mirada ligeramente nostálgica. "Lo culpe por comerse mi tarea una vez, y Papá de hecho me creyó. Hey, blando de tarea, nunca terminaste de hablarme sobre tu examen."

"¿Examen?" Érica preguntó, y alce la mirada. Ambos estaban mirándome, y me di cuenta que había sido de vuelta a la conversación.

"Si," dije ruborizándome. "Tengo un examen esta semana. Biología. Probablemente lo repruebe."

Érica pareció animarse con la simple mención de trabajo escolar, y yo internamente me queje. Ella era una de esas personas, a quienes les gustaba la escuela y trabajar duro y tener buenas notas. Pensé en como solíamos reírnos de gente como esa. Como Rachel Berry, que se esforzaba tanto. Luego recordé lo mucho que me gustaban las estrellas doradas sobre mis exámenes justo como las que Rachel tenía, cuando era más joven. Antes de todo esto. Antes de ella. Y me pregunte si – tal vez – Érica sabía algo que yo no.

"Me encanta la biología." Ella estaba emocionada, apoyándose sobre sus manos mientras sus codos descansaban en la mesa. "Algo acerca de ver la vida en sus niveles más básicos realmente pone las cosas en perspectiva. ¿En qué escuela vas?"

Charlie aclaro su garganta e interfirió cuando me vio sonrojarme, apenada.

"Britt tiene una tutora en esos momentos," dijo, tratando de sonar casual, como si mantenerse fuera de la escuela por un vergonzoso habito de drogas fuera común en Akron. "Hasta que pueda ponerse al día."

Lo mire agradecida, luego asentí hacia Érica, confirmando la historia de Charlie. "Mi papá y mi madrastra están en la zona de Akron del Sur. Si paso la equivalencia, estaré en tercero ahí el próximo año."

"No suenas tan segura de que pasaras."

Me encogí de hombros, tratando de ignorar su comentario. Honestamente, estaba aterrorizada. Tenía dos meses para prepararme para el examen que determinaría si pasaría o no un año extra en la preparatoria, un año extra soportando el tormento de mis compañeros homofóbicos, y molestas y vengativas madrastras. Akron del Sur era el destino, llegaría Septiembre, pero mi supervivencia se resumía a pasar un simple examen. Y por mucho que mi tutora intentara, estaba fallando en encontrar el gusto de aprender que tenía cuando era niña.

Ella trago un enorme bocado de su hamburguesa con queso con dificultad, dejando el resto en su plato antes de indagar en su bolsa y sacar un marcador Sharpie. Estiro si brazo a través de la mesa y tomo mi muñeca, atrayéndola hacia ella y presionando el marcador en el envés de mi mano. Sacó la punta de su lengua por una de las comisuras de su boca mientras garabateaba, luego me soltó. Jale mi brazo de vuelta y mire la serie de números en mi piel, justo abajo un garabato casi ilegible de su nombre.

"Ese es mi celular," dijo, tanto satisfecha como insistente. "Yo voy ahí. Estoy segura que puedo ayudarte con ese examen. Además, no hay manera de que sea amiga de una de segundo cuando yo estoy en tercero. Eso es inaceptable."

Me guiño un ojo y le dio otra mordida a su hamburguesa. Me enrojecí hasta la punta de mis orejas, pero esta vez no estaba avergonzada.

Tenía una amiga.
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Cuatro meses antes – Mayo
De: Kurt E. Hummel [kurtelizabethhummel por gmail punto com]
Para: BrittBritt Pierce [bsp1994 por gmail punto com]
Asunto: Novedades, así las quieras o no
Perdimos las regionales contra Adrenalina Vocal. Pensé que querrías saberlo. Creo que Schuester estaba un poco entusiasta al pensar que podríamos vencerlos sin un nivel similar en la coreografía, y le dije cientos de veces que tus servicios serían esenciales para la victoria, pero él no escucho. Así que perdimos. Luego Quinn prácticamente parió a su hija en la sala verde y las cosas se pusieron interesantes por un momento, pero mayoritariamente fue tranquilo.
Sue debió haberse sentido particularmente benevolente después de que las Cheerios ganaran las Nacionales, porque consiguió que Figgins le diera a Glee un año más. Seguiremos aquí cuando regreses.
Espero que regreses.
Ella se ha mejorado, sabes. Ya no llora, pero sigue pasando mucho tiempo con Sue, y ese chico a pesar de que la temporada de las porristas ha terminado. Casi creo que ir con Sue puede ser bueno para ella. Probablemente le esté diciendo que se ponga sus bragas de Niña Grande y se sobreponga. Ella usa ese uniforme como una armadura, pero ha mejorado.
Te extraño,
Kurt
De: BrittBritt Pierce [bsp1994 por gmail punto com]
Para: Kurt E. Hummel [kurtelizabethhummel por gmail punto com]
Asunto: RE: Novedades, así las quieras o no
Lamento lo de las Regionales, pero me alegra que estuvieras con las Cheerios en las Nacionales. Fue grandioso el año pasado, estar ahí arriba, sabiendo que fuimos los mejores. Me alegra que lograras sentir eso también. Porque lo mereces, Kurt.
Y gracias por contármelo.
También te extraño,
Britt
Un hilo de sudor frío resbalo por la parte de atrás de mi cuello. Mi estómago se revolvió de rabia, y me acurruque formando una bola en la silla, envolviendo mis brazos alrededor de mi rodillas mientras las llevaba a mi pecho. El pánico se apodero de mí, y me encogí.

"Por favor," rogué. "Sácame de mi miseria."

Érica sacudió su cabeza y empujo el libro hacia mi otra vez. "No lo estás intentando. Deja de comportarte como un bebé." Me paso un lápiz, alzando las cejas con expectación. "Es solo un poco de geometría. No va a matarte."

Trague saliva con dificultad, mirando el mar de números, letras y símbolos que nadaban a través de la página. Me frustre, tratando de tragar el nudo en mi garganta. 'Intentar' era mucho más difícil de lo que ella estaba haciéndolo ver, y por mucho que Érica afirmaba saber de lo que estaba hablando, no me lo estaba dejando más fácil para que yo la entendiera.

"Estoy intentándolo," gemí, fulminando con la mirada el lápiz que trataba de poner en mi mano.

"No, no lo haces. Ahora deja de lloriquear y solo observa. Todo lo que quiero que hagas es que encuentres la pendiente de la línea." Cuando solo parpadee, ella rodo sus ojos y volvió a dibujar la grafica en la parte de arriba de una hoja blanca suelta. "Solo elige dos puntos de la línea, y divide sus coordenadas, así-"

Sin importar cuantas veces me explicara, sin importar de cuantas formas diferentes lo hiciera, nada de esto tenía sentido. Pasar cuatro años en varios estados de cualquier otro lado habían hecho difícil que me concentrara en cosas como las matemáticas. Había muchas variables, muchas cosas sucediendo en un mismo instante. Demasiadas formulas que memorizar y reglas que recordar. Echaba de menos bailar. Extrañaba el ritmo fácil, la forma en que me podía mover de un lado a otro y nunca estar equivocada. Extrañaba al club glee. Extrañaba la forma en que se apoyaban el uno al otro cuando las cosas se ponían mal. Extrañaba… bueno, extrañaba muchas cosas.

Entraba y salida de concentración, solo medio escuchando mientras ella trataba de explicarme otra vez. Me complicaba aún más al solo captar la primera y la última cosa que ella decía, luego perdía los pasos en el proceso de tratar de replica su método. Podía escuchar la frustración en su voz mientras ella arrugaba una hoja con ejemplos tras otra y las lanzaba a un lado. Podía sentirlo, juntándose abajo en mi vientre y trepando a mí pecho. Ella lo estaba intentando, yo no. Ella lo sabía, yo lo sabía. Pero ninguna cantidad de soluciones de x podía darme lo que realmente quería.

"Solo detente," escupí mientras trataba inútilmente de llevar mi atención a la ahora resulta ecuación en la mesa frente a mí. "Esto no tiene sentido. Soy estúpida. Acéptalo y sigamos adelante."

Ella frunció el ceño, bajando el lápiz y tomando mano. A pesar de mi ira y frustración, la deje que la tomara.

"No," respondió secamente, puntualizando con un apretón en mis dedos. "Tú detente. No eres estúpida, no eres tonta. Puedes hacerlo, solo necesitas relajarte. Tomate tu tiempo. Sé que probablemente pienses que simplemente puedes volver a como las cosas eran antes, que estás libre de drogas y que las cosas de inmediato serán normales, pero no es así como funciona. No hay camino rápido para una adicción, y todo lo que viene con la recuperación. Trabajo escolar incluido."

Sus palabras habrían sido tranquilizadoras, pero empezaban a disiparse cuando su mano sobre la mía empezaba a moverse. Su pulgar vino a reposar contra los nudillos de mi mano izquierda, y mientras ella hablaba sobre la recuperación, el pulgar se deslizaba cuidadosamente – protectoramente – de ida y vuelta por mi piel.

Ese gesto de frotar que ella sabía que no podía resistir…
Arrebate mi mano de la de ella y la impulse con suficiente fuerza como para derribar la silla del comedor por accidente. Donde había estado su pulgar seguía habiendo una quemadura al rojo vivo, arrastrándose hacia afuera hasta el punto de querer arrancarme el brazo entero. La sensación de hormigueo que había sentido una vez mientras salía de mi estado de estupor que irradiaba de mi pecho ahora llegaba a mis extremidades. Se movía con la lentitud deliberada de lava fluyendo: imparable y terrorífica. Observe la palma de mi mano, ahora siendo la de un extraño y no la mía. No había sentido eso – la inutilidad de mis extremidades traicionandome – desde que deje Lima.

La fuerza de retracción hizo que Érica saliera de su silla, con sus ojos muy abiertos y levantando las manos, de forma defensiva y conciliadora. No vi nada más que la quemadura, las cosas brillaban en un tono blanquecino al apartarme de ella llena de terror, agarrando la alienada mano por mi muñeca y sosteniéndola lejos de mí, sin dejar lugar a otra sensación más que a esa. Esa que me recordaba tan vívidamente lo que había dejado atrás. Lo que había perdido.

"Brittany, yo-" Ella estiro su brazo hacia mí, el miedo mezclado con confusión cruzo sus suaves facciones. Hice su mano a un lado y di otro paso hacia atrás, dejando la silla volcada entre nosotras.

"No," dije, el cortante siseo en mi voz reveló una ira de la que no estaba consciente que tenía. Ira hacia ella, por ser de la clase de gente que no se da cuenta de nada. Ira hacia mí, por una montón de otras cosas, no menos de las que le permitieran acercarse los suficiente para hacerme quemar así para empezar.

Solo quemaba cuando me importaba.

"Por favor," rogué, ahora congelada en su lugar. "Por favor, no entiendo. ¿Qué paso? ¿Qué hice?"

Nada, pensé. No has hecho nada malo. Soy yo. Yo estoy mal. Todo está mal.
"No puedo…" murmure. "No puedes…"

Ella noto como sostenía mi brazo, ligeramente alejado de mí, como si estuviera infectado. Mi mano colgaba inerte de mi muñeca, y ella paso saliva con dificultad.

"¿Esto es por qué…" Ella movió sus ojos entre mi mano y yo. "No pretendía molestarte. Sé que has-"

"¡No lo sabes!"

Exploto de mi pecho como una bala, fuerte y rápido y con una precisión letal. La golpeo en el corazón y se tambaleo.
"¡No sabes un carajo! No puedes venir aquí y creer que entiendes. Tu jamás… no puedes."

Ella no se movió, con sus ojos en el piso, tomando su desmerecido ataque como una silenciosa mártir. "Estaba tratando de-"

"Bueno, no lo hagas entonces." Ella hizo una mueca de dolor y me grite a mi misma que me detuviera, ella no tenía la culpa. Pero había pasado meses evadiendo esto. Evadiendo hablar sobre ello porque dolía demasiado, incluso después de dejar Lima. No había escapatoria, no podía escapar de ella. Había crecido, el dolor de abandonar y ser abandonada. Necesitaba un respiro, y Érica era la única persona en la mira.

Esperaba que llorara, que tomara las punzantes palabras y huyera. Pensé que nunca la vería de nuevo, y que sería tanto una bendición como una maldición. Pero ella se mantuvo firme y dejo que las palabras hicieran eco en las paredes, respirando profundamente por su nariz.

"Si crees que esto hará que salga huyendo," dijo calmada, ninguna viendo a la otra. "Seriamente necesitas reevaluar tu estrategia."

Fue un reto envuelto en tal gentileza que casi sonreí. Replique sintiendo expandirse mis fosas nasales, mi cerebro peleaba consigo mismo mientras traba de decidir si quería que se quedara o que se fuera. Ella estaba tan abrumada ahí, enfrentándome, tan calmada y sin dar un paso atrás. Ella nunca tenía miedo. Ella era todo lo que yo no era.

"No podrías ni empezar a imaginar las cosas que Charlie me dijo los primeros meses que estuvo manteniéndose limpio," dijo con un gesto más confiado, como si estuviera acostumbrada al abuso. Mi corazón se sacudió con el pensamiento de que estuviera tan indiferente al respecto, sabiendo que yo estaba infringiendo el mismo dolor. Ella no merecía eso.

"Así que esta pequeña rabieta que estás teniendo no hará que me vaya. No se dé que se trata, pero estoy aquí si alguna vez estás de humor para contármelo."

Se volvió a sentar en la mesa del comedor y ordeno las páginas llenas de problemas de matemáticas, colocándolas en el espacio donde yo había estado antes de haber deslizado el lápiz hacia mí. Era una silenciosa invitación, y mientras ella se movía, sentí que mi acelerado pulso se calmaba.

La mire, y ella, en cambio, me miró. No había ninguna expectación ahí. Ella no sabía como yo iba a responder, y eso no la asusto. Solo espero, paciente como siempre, y observó.

"Lo siento," dije, parada junto a la silla volcada. "N-no eres tú."

Ella asintió, concordando, pero no dijo nada. Era exasperante por todas las razones equivocadas.

"Tal vez debas irte." Fue todo lo que se me ocurrió decir, a pesar de que era lo último que quería.

"Si es eso lo que realmente quieres." Ella no se levantó, retándome una vez más. Pensé en lo que ella me había dicho antes, sobre las mentiras. Pensé en Charlie. Realmente no quería que se fuera, y eso – la confianza que estaba construyendo – era aterradora. Mordí mi labio y mire al suelo.

"¿Quieres hablar de sobre eso?"

Negue con la cabeza, una reacción instintiva. "No… Si. No lo sé. No sabría por dónde empezar."

Érica se levantó lentamente, aproximándose con precaución y acomodando la silla que se cayó en su lugar. "¿Qué tal si te sientas," dijo. " y empezamos desde ahí?"

Esperando hasta que ella regresara segura a su asiento, yo tome el mío y mire las páginas en blanco frente a mí. Tome el lápiz y empecé a garabatear, nunca mirándola mientras los suaves remolinos del grafito se convertían en una pobre versión de unos ojos que no había mirado en meses. El recuerdo de ellos estaba fallando, y presione un poco más fuerte, esperando que la fuerza creara una imagen más exacta de la que mi inexperta mano pudiera producir. No funciono.

"Ella solía hacer eso," dije a los ojos trazados en la hoja, mirándome. "Ese gesto que hiciste con mi mano. Me lo recordaste, y creí que lo había olvidado."

Hubo algunos momentos de silencio antes de que hablara. Podía oír la forma en que su voz se quebraba, tratando de ocultar la herida ahí. "¿Quien fue ella?"

"Mi mejor amiga. La amaba."

La amo, corregí, pero no en voz alta. Nunca en voz alta.

"Pero lo echamos a perder." Ella no respondió, subí la mirada para encontrarme con ella ya no estaba observándome. Mi pecho dolía. "¿Crees que sea posible amar a alguien demasiado?"

Ella mordió su labio inferior, jugando con la esquina de una de las páginas mientras pensaba. "Si," respondió, doblando y desdoblando el papel. "Si tú misma te pierdes de vista con el fin de estar con alguien más, es demasiado."

No entendí como podía poner todo tan simple aún así abarcando toda la amplitud de mi relación. Ella no sabía nada, pero al mismo tiempo tenía más perspectiva sobre ello de la que yo tenía después de de ocho años de trabajo emocional sin fin. Me tomo por sorpresa, pero mis mejillas ardían y me di cuenta que estaba llorando.

"¿Ella te amaba, también?" Fue una pregunta inocente, pero la forma en que la preguntó fue con recelo, como si no quisiera saber la respuesta.

"Si," dije, tragando el espesor en mi boca al estarse secando. "Demasiado." Pase el envés de mi mano por mis ojos. Nunca encontramos el balance. Nos perdimos en nosotras mismas. En la otra, en las drogas, en mentiras.

Su mano se movió, queriendo alcanzarme, pero se detuvo. La mire, colgando ahí, desesperada por ser usada, y sentí un tirón. Deslice mis dedos entre los de ella y lo único que resultó herido fue mi pecho con una dolorosa necesidad de afecto, de comodidad. Ella agradeció el gesto, apretando gentilmente mientras alzaba la mirada.

"¿Cuál era su nombre?"

Ella siguió usando el tiempo pasado, como si creyera que ayudaría el proceso de seguir adelante al referirse a ella como si estuviera muerta. Pero no lo estaba, y tal vez eso dolía más que si lo estuviera. Saber que ella seguía ahí afuera, y que yo no estaba con ella.

"Santana," dije, cada silaba dando la bienvenida a un pequeño desafío en la punta de mi lengua. "Su nombre es Santana."
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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

Mensaje por mary04 Dom Feb 17, 2013 2:47 pm

Influence (Influencia)|Brittana| Capitulo 24: Aquí está el secreto más profundo que nadie conoce (Parte 2)
Tres meses antes – Junio
De: Kurt E. Hummel [kurtelizabethhummel por gmail punto com]
Para: BrittBritt Pierce [bsp1994 por gmail punto com]
Asunto: Pensé que te gustaría saber…
Ella sonrió hoy. Fue nuestro último día de clases, y ella sonrió y me dio un abrazo.
Vuelve a casa.
De: BrittBritt Pierce [bsp1994 por gmail punto com]
Para: Kurt E. Hummel [kurtelizabethhummel por gmail punto com]
Asunto: RE: Pensé que te gustaría saber…
Por favor, Kurt. Necesito que te detengas.
Siguiendo las cinco horas del examen de equivalencia a principios de Junio, pasé entre semana me relajaba en la piscina comunitaria con Érica mientras esperaba los resultados, y en la tarde iba con Charlie a las reuniones y al parque. Los fines de semana, en cambio, eran días familiares. Una vez que Courney estuvo libre de escuela, nuestro padre nos llevaba a cualquier lado que se le ocurriera para ocupar su tiempo, y a su vez, el mío. Ella rogó ir al parque de diversiones, así que pasamos tres días en Sandusky. Pidió ir a ver a los monos, así que manejo hasta Cincinnati.

Yo no podía pedir lo que yo quería, así que me mantuve contenta tomando la felicidad de Courtney y la convertí en la mía. Al menos papá estaba ahí, pasando tiempo con nosotras, confiando en mí. O tratando, como sea.

"¿A dónde iremos hoy?" Courtney llegó gritando a la cocina un caluroso sábado por la mañana, llena de energía sin límites. La envidie.

Sharon levantó la mirada de su periódico y sonrió felizmente. Ella no había dejado de odiarme, pero para ese momento había tomado un papel pasivo al respecto. Nos ignorábamos la una a la otra y papa era lo suficientemente complaciente como para dejarlo pasar.

"Tú y yo llevaremos a Wes al museo para niños," dijo, de forma empalagosa con un pequeño toque de desprecio con el que me decía que yo no estaba invitada.

Courtney, siempre astuta, entrecerró sus ojos. "¿Y qué hay de Brittany?"

"Si," intervine, haciéndome la ofendida, llevando a Courtney en mi regazo. "¿Qué hay de mi?" No podrían pagarme para que pasara todo el día a solas con Sharon.

Mi madrastra sonrió falsamente, mirando a Courtney y sacudiendo la cabeza. "Brittany está esperando visita el día de hoy. Ella se queda en casa."

"Espera, ¿qué?" pregunte, dándome cuenta de que se habían hecho planes sin mi conocimiento. "¿Desde cuándo?"
Los platos hicieron un furioso estrepito en el fregadero y ella cerro la llave del agua, levantándolos antes de empezar a apilar cosas en el lavavajillas. "Habla con tu padre."

Ellos dos se habían salido con la suya al asegurarse de que quien sea que fuera de visita lo hiciera inesperadamente, y eso solo podría significar una de dos cosas: era alguien a quien no quería ver, o alguien a quien desesperadamente quería ver.

De cualquier forma, salí de la cocina aterrorizada.

Encontré a mi padre en la ruinosa cochera a 20 metros detrás de la casa, rascando su cabeza con la oxidada hoja de la cortadora de césped. Me vio llegar y sus mejillas se colorearon.

"¿Quién vendrá aquí?" No tenía la paciencia para complacencias. Estaba preparada para llamar a Érica o a Charlie para escaparme si lo necesitaba.

Dejó escapar un largo suspiro, los botones de su camisa forzándose mientras él se estiraba. "Llamo la semana pasada. Preguntó si estaría bien pasar de vista. No vi el problema."

"¿Pero quién vendrá?" Estaba siendo vago, llegando a ser irritante, y lo fulmine con la mirada.

"Ella es-" empezó, pero una voz detrás de nosotros lo interrumpió, y ambos nos volteamos.

"Aquí." De pie en la entrada de la cochera, con sus ojos protegidos por unos lentes de sol y su traje deportivo inmaculado como siempre, estaba Sue Sylvester. "Sr. Pierce, me gustaría hablar con Brittany a solas."

Fue directa, casi llegando al punto de ser grosera. Ella ni siquiera había dicho hola, y estaba parada ahí, ordenándole que se fuera. Él no había estado en Lima como para saber cómo es que Sue manejaba las cosas, por lo que frunció el ceño, cruzando sus brazos, determinado a decir algo. Puse mi mano en su bíceps y negué con la cabeza, mirándola cuidadosamente mientras ella esperaba. Él bajo la mirada para verme, luego volvió a Sue, arqueando una ceja suspicazmente.

"Estaré adentro," murmuro, amargamente por haber sido echado de su propio patio trasero. "Grita si me necesitas." Mis ojos siguieron su camino a casa por la puerta trasera, dejando sus zapatos en el patio de cemento. Una vez que él se había ido, me quede de pie incómodamente, esperando que Sue hablara.

"No te pareces a él," señalo sin emoción. "Con un padre así, hubiera asumido que serías un poco regordeta."

Me burle con desprecio y ella deslizo sus lentes de sol por el Puente de su nariz. "¿Exactamente que es lo que quiere, Sue?"

"No hay necesidad de usar ese tono," se encogió de hombros, una sarcástica sonrisa subió por su rostro. "Estaba tratando de hacerte un cumplido. Y para Sue Sylvester, eso es el equivalente al toque de Midas. Aprécialo."

Rodando mis ojos, me dirigí a la casa, empujándola al pasar. Lo último que necesitaba es que esta mujer – el catalizador de muchos de los más incidentes problemas de mi vida – me insultara. Ella no trato de detenerme cuando le di un rudo codazo quitándola de mi camino, pero el pesado suspiro que oí salir de sus pulmones me detuvo. Sue Sylvester no suspira. Ella ni siquiera respira. Una vez nos dijo que la respiración era para los débiles, y alertaba a tus enemigos de tu paradero, así que ella se entrenó para no hacerlo.

Yo le había creído. Entonces, con ella estando de pie tan sorpresivamente en mi patio trasero en Akron, no creí nada de lo que alguna vez hubiera creído verdad sobre ella.

"¿Por qué esta aquí?" pregunte, dándome la vuelta sobre el césped, aún húmedo por la fría niebla matutina. "¿Qué es lo que quiere?"

Sue se enderezó más de lo usual, su espalda rígida y sus hombros en alto. No estaba segura, sus ojos mostraban la aprehensión que estaba tratando de ocultar. Casi lucía vulnerable. Recordé ese día en su oficina, cuando ella había visto a través de mí, y suavicé la mirada fulminante que le di.

"Te quiero de vuelta en las Cheerios," dijo, la exigencia impasible en su tono se rompió por un destello en sus ojos. "Viene Septiembre, espero que estés de vuelta en mi equipo. Te necesito para las Nacionales."

Esto no era sobre las Cheerios, y ambas lo sabíamos. Era una excusa, en el mejor de los casos, y una muy pobre. "Parece que le ha ido bien sin mí. Aun así se llevó el título."

"Con Santana liderando el equipo, era un hecho," encogió sus hombros, sus palabras iban en picada de una forma casi dolorosamente incomoda, como si estuviera tratando de sujetar su habitual tono despectivo. "Debí haberle dado el puesto de capitana desde el inicio del año. Ella es una bestia de carga, eso."

Algo dentro de mí se rompió. Ahora se daba cuenta de lo que Santana era capaz. Ahora apreciaba todo el trabajo que ella había hecho. Ahora es cuando reconocía su esfuerzo. Podíamos haberlo evadido. Lo de Finn, Santana, todo eso. Hubiéramos podido seguir como habíamos estado y hubiera estado bien. Tal vez no por mucho tiempo, pero al menos hubiéramos estado juntas.

La rabia subió lentamente y me lance hacia ella, solo para que sus fuertes y fibrosas manos atraparan mis muñecas antes de que pudiera golpearla. Ella no se inmuto. No mientras me agitaba contra ella, y no cuando mi padre salió corriendo, alejándome de ella.

"Creo que debe irse," siseó a Sue mientras me lamentaba y arremetía. Ella apretó sus delgados labios, mirando el suelo.
"Eso no es lo que vine a hacer aquí," dijo, sin moverse mientras yo bullía en los brazos de mi padre. "No vine aquí a molestarte."

"Bueno, de cualquier modo hizo muy buen trabajo," Papá contestó, sus fuertes brazos alrededor de mi torso, sosteniéndome en su pecho. Sentí su pulso constante contra mi espalda y me calme, la rabia iba cediendo pero la ira seguía ahí, el odio hacia esta mujer era lo único en mi cabeza.

"Solo quería decirte que…" hizo una pausa, apretando sus manos a sus costados y pensando cuidadosamente sus palabras. "Que estuvo mal pedirles las cosas que les pedí que hicieran."

"Así que ha venido a limpiar su conciencia," escupí, relajándome en los brazos de mi papá. Él aflojo su agarre, bajándome, pero mantuvo una mano firme en mi hombro, sosteniéndome en mi lugar.

Sue negó con la cabeza, pellizcando el Puente de su nariz. "No, vine aquí a limpiar la tuya. Lo que paso entre Santana y tú fue mi culpa, y me siento responsable. Quiero que entiendas que debí haber hecho más para ayudarte. A ambas. Yo falle, no tu."

La mano sobre mi hombro sujeto con fuerza cuando yo me tense, era lo único que me impedía que me lanzara a Sue una vez más. Mi labio se frunció en una mueca y sentí que gruñí como un perro salvaje.

"¿Qué carajo sabe usted sobre lo que paso entre nosotras?"

Otra vez, sus labios se apretaron, como si tuviera un secreto que guardar. Ella no quería decirme, pero otro rugido de mi garganta la hizo cambiar de parecer.

"Después de que te fuiste, Santana estaba sola," explicó. "Por alguna razón, vino a mí. Al principio le dije que superara su pequeño romance sáfico, que había otros tontos peces rubios en el mar."

A esto mi padre quedo estoico, poniéndose a la defensiva en mi nombre. Sue levantó una mano, pidiéndole otro momento para terminar la historia, pero é se colocó detrás de mí, en guardia y preparado.

"Pero ella me contó de tu… tu problema, Brittany." Se detuvo y coloco sus hombros hacia atrás rígidamente, reafirmando su resolución. "Yo te pregunte sobre eso mucho antes de que te fueras, y nunca dijiste una palabra. Así que seguí escuchando. Y luego, después de un tiempo, realmente no podía dejar de escuchar."

Ella ajusto sus pies al césped y trato de ser casual al limpiar las lentes de sus gafas de sol con un pañuelo de su bolsillo.

"Sé lo que debes pensar de mí," continuo, mirando fijamente los espacio reflejantes, viéndose a sí misma en ellos y haciendo una mueca casi indiscernible. "Probablemente creas que soy un monstruo por lo que les pedí que hicieran. Pero me preocupaba – me preocupo – por ti. Y Santana. Especialmente Santana. Le conseguí ayuda, después de que te fueras. Lo poco que pudiera darle no era suficiente. Supongo que es por eso que estoy aquí. Para hacerte saber que ella está recibiendo ayuda tiene buenas personas en su vida, corrigió tienen a una gran persona en su vida y que está mejor. Y que lo siento."

Estuve agradecida cuando ella dejo de hablar. Cuando había silencio, podía pensar. No había más rabia, o ira. Estaba más ligera, el peso en mis brazos se aflojo porque sabía que Santana se estaba sanando, como yo me estaba sanando.

Pero al mismo tiempo, no había perdón para Sue Sylvester. Empatía, tal vez. No podía odiarla, pero tampoco quería invertir suficiente energía para convencerla de que sus pecados estaban en el pasado. Solo quería que se fuera.

"Que tenga un buen viaje de regreso a Lima, Sue," dije, y mi padre me dejo ir. La roce al pasar, sintiéndola ponerse rígida, y camine dentro de la casa sin mirar hacia atrás. Mi cuerpo me movió instintivamente hacia el teléfono, y marque un número muy familiar.

"¿Érica?" Le suplique al receptor. "¿Podrías venir a recogerme?"
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Dos meses antes – Julio
De: Kurt E. Hummel [kurtelizabethhummel por gmail punto com]
Para: BrittBritt Pierce [bsp1994 por gmail punto com]
Asunto: (sin asunto)
La Santana mamá de santa se fue. Creí que deberías saber.
Desearía que respondieras mis correos. Detesto no saber si estás bien.

Los fuegos artificiales hacía tiempo que habían desaparecido, dejando solo la menor huella de humo fosfórico persistente en el aire. Se mezcló con el humo de la leña de la fogata, creando una delgada Cortina gris entre Érica y yo. Nos sentamos juntas en el patio de mi casa, con los pies apoyados sobre los troncos mientras nos reclinábamos en nuestras sillas de jardín. Era mucho más tarde de lo que planeábamos mantenernos despiertas, pero el claro cielo nocturno nos había mantenido a ambas afuera, mirando.

"¿Cual es esa?" pregunte, apuntando el cielo y guiando su mirada a un grupo particularmente denso de estrellas en la parte norte del cielo.

"Casiopea," dijo confiada, levantando su brazo junto al mío y trazando una "W" en las estrellas. "La Reina al revés."

Sonreí, imaginando una imponente mujer de la realeza suspendida patas arriba por siempre en el cielo, con la cara roja y aferrada a su corona. "¿Qué hay de esa?" Mi brazo se dirigió al sur, y una vez más ella siguió mi dedo con sus ojos.

"Lupus, el lobo." Se recostó en su silla estremeciéndose por el frio que se había establecido mientras el fuego se apagaba. Instintivamente, me levante y jale mi silla más cerca a la de ella, cubriendo con una manta nuestros regazos. Patee sus pies para hacer espacio, apoyando mi hombro en el suyo. Ella se apoyó también y sonrió. "Gracias."

"¿Dónde aprendiste todo esto?" pregunte, sintiendo como se movía para acomodarse junto a mí.

"La escuela Akron del Sur tiene un club de astronomía," dijo, como si eso fuera lo más normal del mundo estar en un club de astronomía. "En primer año me gustaba esta chica que estaba en el, así que…"

Solté un bufido y rodé mis ojos, y ella me golpeo bajo la manta, indignada. "¡Se hacen cosas extrañas cuando te gusta alguien, ni siquiera trates de negármelo!"

"¿Cómo hacerte adicta a las drogas?" Puse en mi rostro una expresión solemne, sola demasiado dispuesta a hacerla estremecer.

Incluso en la blanca luz de la luna, la vi palidecer. "Yo no- eso no es lo que quise decir."

Patee su pie otra vez juguetonamente. "Lo sé. Estoy bromeando. Está bien reírse de eso, sabes. El Paso 7 es sobre remover nuestros defectos. Uno de los míos es tomarme el pasado demasiado enserio. Así que estoy bromeando. Relájate."

El color regreso a su rostro e incline su cabeza contra el respaldo de su silla y se giró para darme un gran sonrisa de alivio. "Charlie realmente debería estar orgulloso de ti," comentó distraída, y bajo la gruesa manta de lana sentí un roce de su mano contra la mía. Reí nerviosa y envolví mis dedos firmemente alrededor del brazo de platico de la silla.

"Más le vale que este orgulloso." Trate de ocultar el quiebre de mi voz mientras mi estómago se revolvía, su dedo índice rosando el costado de mi mano una vez más. "Me partí el culo por él."

"Yo también estoy orgullosa de ti, sabes." Ambas nos quedamos en silencio, escuchando el zumbido de los insectos alrededor de nosotras. Me ruborice intensamente y espere que fuera enmascarado por la obscuridad.

"¿Si?"

Ella asintió y sonrió. "Si. E incluso si decides regresar a Lima en otoño, quiero que sepas que estoy aquí para ti."

Mordí el interior de mi mejilla, volteando hacia las brasas humeantes de la fogata frente a nosotras. "No sé lo que quiero hacer todavía." Me senté hacia delante, los ligeros toques de sus dedos contra mi mano siendo un vago recuerdo cuando me incline y arroje un manojo de leña a las brasas, viéndola iluminarse con el calor. Ella reflexionó mientras las llamas devoraban las ramas secas, luego hizo una pelota con el periódico a sus pues y lo lanzo también.

"Tu entrenadora te ofreció devolverte tu lugar en el equipo de porristas," me recordó, copiando la forma en que yo incline mis codos sobre mis rodillas, nuestros rostros comenzaban a calentarse por la creciente flama. "Todos tus amigos están en Lima. Podrías bailar otra vez."

"Tengo amigos aquí," conteste, estirando el brazo para apretar su rodilla. Note solo un momento después que tal vez hubiera sido demasiado. Ella llevo su barbilla hacia su pecho y agitó sus pestañas tímidamente. "Y también puedo bailar aquí."

"Solo estoy diciendo que hay un montón de razones por las cuales regresar." Érica tomo mi gesto original y lo modifico, descansando su mano en mi pierna y dejándola ahí.

"También hay una gran razón por la cual no volver," Replique, evadiendo usar el nombre de Santana, como si fuera un tema delicado para Érica. Realmente, era un tema delicado para mí.

Se encogió de hombros, como desinflándose. "Bueno, si necesitas una razón para quedarte, en lugar de solo una razón para no regresar…"

Ella dudo, mordiendo su labio inferior, su mano estaba cálida contra la piel desnuda bajo el borde de mis shorts.

"¿Qué?" pregunté, golpeando su rodilla con la mía. Su mano se reafirmo cuando me moví, y me sentí quieta congelar con eso. "¿Por qué quedarme aquí?"

Érica levantó su barbilla, esos grandes ojos verdes parpadearon hasta abrirse por completo y brillaban por el vacilante fuego. Su mano se movió de mi pierna para llegar donde la mía colgaba inútil. Ella envolvió sus dedos alrededor de la mía, jalando ambas manos a su regazo. Recorrió con su pulgar la línea en el centro de mi palma, trazando la línea de la vida antes de inclinarse y arquearse. La parte superior de su cuerpo salió de su silla, presionando su torso en el mío, nuestras manos unidas entre nosotras mientras su mano vacía subió a mi mejilla, acariciándola.

Mi acelerado corazón era lo único que no se paralizo cuando ella hizo una pausa, nuestras narices se tocaron, nuestras bocas abiertas y respirando profundamente. Lamí mis labios, mis ojos buscando los de ella.

"¿Por qué quedarme?" pregunte otra vez, el calor de mi propio aliento permaneció en el espacio entre nosotras.

Ella trago saliva, parpadeando lentamente, así que sus parpados se mantuvieron cerrados por un segundo completo antes de abrirlos, más claros que antes. Su rostro fue hacia adelante y entonces hubo una sacudida cuando su boca conecto con la mía, tibia, firme y húmeda. Su lengua salió, separando mis labios. Me fundí en el, y el único calor que sentí fue el calor del fuego.

"Por mí," ella susurro en mi boca. "Quédate por mí."
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Un mes antes – Agosto
De: Kurt E. Hummel [kurtelizabethhummel por gmail punto com]
Para: BrittBritt Pierce [bsp1994 por gmail punto com]
Asunto: (sin asunto)
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Los talones de sus manos presionaban insistentemente contra los huesos que sobre salían de mis caderas. Sus dedos se hundieron en mis costados, guiándome de espaldas a mi cama. Ella se deslizó hacia adelante sobre sus dedos mientras me inclinaba para que nuestros labios pudieran encontrarse. Reí cuando ambas tropezamos y ella cayó encima de mí, de espaldas en las sabanas arrugadas.

"Shhhh," susurre cuando dejó salir una carcajada. "Shhh, mis padres están en casa..."

Nos silenció a ambas con su boca, presionando sus labios toscamente y subiendo sus rodillas para quedar en horcajadas sobre mis caderas. Sus manos encontraron las mías y entrelazo nuestros dedos antes de empujarlos sobre mi cabeza y fijándome en mi lugar. Sacudí mis caderas hacia arriba encontrándose con su calor y ella gimió en mi lengua.

"Joder," murmuró, separándonos y haciendo su cabello a un lado – ahora juntándose alrededor de su barbilla – se incorporó, meciéndose suavemente sobre mí. "Traes demasiada ropa."

"Tú también," Sonreí arrogante, las puntas de mis dedos rozando sus sensibles costados. La mire retorcerse bajo mi toque un momento antes de empujar su camisa sobre su cabeza y tirar de ella hacia abajo para que me besara otra vez. Desabroche su sujetador, el broche cediendo fácilmente por mis años de práctica. Se libro del el y lo lanzó a un lado, e inmediatamente engancho mis manos a su pecho. Sus senos eran pequeños, apenas alcanzaban a llenar mi mano, y sus pezones estaban erectos y rosados bajo mis pulgares mientras los pellizcaba. Gruño en mi boca y retrocedió, jalando el borde de mi playera hasta que me senté y ella pudiera quitármela. Envolví mi mano alrededor de la parte de atrás de su cuello, empuñando el cabello ahí y estrellando nuestros labios juntos mientras retozaba sus caderas sobre mí.

Mi brazo se enrollo alrededor de la parte baja de su espalda, llevando nuestros estómagos desnudos juntos, nuestros pechos rozándose antes de cambiarnos de posición. Ella aterrizo en su espalda y mi pelvis se anido entre sus muslos.

"Quien diría que eras activa," rió, sus dientes chocaron con mis labios. "Como que me gusta..."

"Hay muchas cosas que no sabes sobre mí," me burlé, arrodillándome y jugando con el botón de sus pantalones.
Ella empujo sus caderas a mis manos y fue soltando sus pantalones. "Entonces enséñame." Mordió su labio inferior, sus parpados pesados. Mientras el confinamiento de mezclilla se deslizaba sobre su trasero levantado, deje salir un leve, ansioso suspiro.

"Eres tan..." dude, sin estar segura de que era lo que se me estaba permitido decir. Habíamos establecido reglas, después de todo. No compromisos. No apodos. No enlaces emocionales. No sexo.

Bueno, esa era flexible.

Tenía un programa en que pensar. La recuperación era un proceso merecidamente egoísta. Había una razón por la que te decía que no deberías tener una relación en el primer año. No puedes ser devoto a alguien más si a penas puedes ser devoto a ti mismo a tu propio bienestar. Éramos amigas. Ambas queríamos más, pero era demasiado pronto.

Necesitábamos límites. Las reglas se suponían que nos ayudarían a mantenerlos. Parecía que nos había dejado de importar tanto las reglas.

"Podemos detenernos..." murmuró, pero la forma en que lo dijo me aseguraba que no debería tomar enserio su oferta. Había pasado tanto tiempo, y creí que lo necesitaba.

"No." Levante sus piernas por sus tobillos y arranque sus pantalones, dejando que sus pantorrillas cayeran sobre mis hombros. Mis manos descansaban en sus muslos y recorrí con la punta de mis dedos el interior, haciéndola estremecer.

"Britt..." gimió, presione un beso en el interior de su rodilla derecha. Me incline, deslizándome hacia abajo y trazando con mis labios la aterciopelada piel del interior de su muslo, mis manos temblaban mientras me hacia camino más cerca a-
"¿Britt, estás aquí?"

La puerta de la habitación se abrió y en su lugar estaba de pie mi padre, en sus pijamas y con la boca abierta.

"¡Mierda!" Maldije y rodé fuera de Érica antes lanzando una delgada sabana sobre ella. Yo tome lo único que pude encontrar para cubrirme, su sostén. La cara de él se sonrojo e inmediatamente se dio la vuelta, sus gruesos dedos clavándose en la manija de la puerta.

"¿Papá, que no tocas?"

"Esta es mi casa," espeto, tosiendo las palabras como si su garganta trataba de pasar saliva. "Y tú no te has ganado el derecho de mantener la puerta cerrada."

"Sr. Pierce, lo siento," Érica empezó, sosteniendo la sabana fuertemente alrededor de su pecho, con un rubor rosa en sus mejillas.

"Guárdatelo, Érica. Vístete, ambas."

Salió hacia el obscuro pasillo, dejándonos hurgando en nuestra humillación. Le lance el sostén que aún tenía aferrado a mi mano y ella gruñido, tirándose en mis almohadas.

"Soy tan estúpida," murmuró, deslizándose dentro de sus ropas. "Debí haber escuchado a Charlie."

"Guarda silencio," la reprendí. "Tú no me forzaste a esto. Vamos. Prepárate para un sermón."

Afuera en la sala, Papá se mecía en su sillón reclinable en silencio. Nos sentamos frente a él, lado a lado en el sofá, nuestras manos sobre nuestros regazos, llenas de culpa. Esperamos que los gritos comenzaran, pero entrelazó sus dedos y apretó sus labios fuertes. Érica y yo intercambiamos unas confundidas miradas de lado, con la cabeza abajo, y desde la silla mi padre suspiro.

"No es mi lugar gritarte, Érica," dijo, sentándose recto y revisando su reloj. "Y no estoy equipado para lidiar con lo que acabo de ver. Así que Charlie estará aquí en diez minutos. Hasta que él llegue, quiero que ambas piensen en todas las formas en que han roto nuestra confianza esta noche."

Mientras Érica hundía su rostro en sus manos en anticipación a la llegada de Charlie, yo solo estaba sorprendida. Mi padre estaba, por primera vez y en el momento más inoportuno, actuando como un padre. Molestándose sobre eso, cuando él finalmente estaba haciendo su trabajo, parecía fuera de lugar. Así que me senté en silencio hasta que la puerta de enfrente se abrió abruptamente y una ráfaga de aire cálido de la noche, seguido por Charlie, entró en la sala.

"¿Qué demonios?" No fue la mejor entrada que pudiera haber hecho, pero cumplía su cometido, y Érica hizo una mueca.

"Charlie, yo-"

Me resto importancia y miró a Érica, quien jugaba con el puño de su camisa y se rehusaba a levantar la cabeza. "¿Érica? Enserio, ahora no es el mejor momento para estar toda pasiva."

"Solo quería-"

"¿Qué?" le gritó, una vez más sin esperar que ninguna de las dos terminara una oración. "Es una adicta, Érica. Una adicta en recuperación. Tú de toda la gente deberías entender las ramificaciones de involucrarse con alguien en su condición."

Papá se sentó tranquilamente en su silla, observando, parpadeando. No hizo ningún movimiento para interceder. Me levante en representación de Érica y me pare entre ella y su hermano, cuyo rostro esta en un tono purpura que yo no había visto en un ser humano antes.

"¿Podrías por favor dejar de hablar de mi como si no estuviera aquí?" pregunte, y él dio un paso atrás, para pasar su mano a través de su pelo enmarañado en frustración. "No es toda su culpa, Charlie."

"¡Ella sabe más!" bramó. "Ella entiende como es, cuales son las limitaciones de un adicto. Se que crees que te sientes de lo mejor en este momento. Has llegado hasta aquí y crees que eres invencible. Pero el mayor numero número de recaídas sucede en el primer año de recuperación. Y no necesitas una razón más para volver a eso."

"Lo siento," dijo Érica, amortiguado por sus manos sobre su rostro, y Charlie resopló con fuerza.

"Ve a casa, Érica." Él fue firme, casi de forma parental. "Te llamare mañana para hablar sobre esto."

Ella se disponía a levantarse y yo estire mi brazo, tomando su muñeca y sosteniéndola. "Espera un segundo." Fulmine a Charlie con la mirada y él respondió mi mirada con igual fervor. "Tú eres un consejero, Charlie, no el guardián de una prisión. Y eres mi consejero, no el de ella. No tienes la última palabra en como cualquiera de nosotras vive su vida."

"Pero lo respetas lo suficiente como para escuchar su opinión." Papá finalmente habló desde su sillón, y todos volteamos a verlo, sus brazos cruzados en contemplación. "Entiendes que él sabe este proceso mejor que tú y que es lo que funciona y lo que no. Confías que él te diga la verdad para ayudarte, y no porque quiera herirte."

Nadie dijo nada, pero Charlie le dio a papá un agradecido asentimiento con la cabeza. No era algo fácil que decir para mi padre, sabiendo que Charlie entendía mejor a su hija de lo que él lo hacía. Debió ser una decisión difícil de hacer. Él puso a un lado su orgullo para entregar el poder a otra persona, alguien quien pudiera manejar la situación con una mano más familiar. No es que no le agradara Charlie, pero a ningún padre les gusta saber que no es capaz de ayudar a sus hijos. Él estaba herido, más que nada, mis problemas estaban más allá de su control.

"¿Bueno?" solicitó, y miré al piso.

"Si," dije. "Confió en él."

Papá se quejó mientras se ponía de pie. "Entonces tal vez deberías de dejar de pelear con él y te ayudara." Dejo la habitación sin decir otra palabra, dirigiéndose a subir las escaleras sobre articulaciones chirriantes.

"Tal vez deba irme." Érica deslizo su muñeca de mi agarre y puso su sudadera sobre sus brazos, obviamente infeliz con la situación. Hubo una punzada en mi pecho que, me di cuenta, era porque estaba de acuerdo con ella.

Charlie permaneció de pie en silencio, observándonos a Érica y a mí. Ella parecía en conflicto, insegura si debería irse o no. Aparentaba para ambas que Charlie iba a tener esta conversación aún si ella estaba en la habitación o no, y a pesar de que ninguna de nosotras estaba cómoda con lo que él iba a decir.

"Quédate," murmuré acariciando su muñeca con mis dedos, y ella permaneció en su lugar.

"Bien." Charlie se sentó en la silla que mi padre había dejado vacante y yo regrese al sofá, jalando a Érica conmigo. "¿Ambas entienden por qué Daniel estaba molesto esta noche?"

Asentí, Érica solo se encogió de hombros. Ella sabía perfectamente bien porque Papá estaba molesto, pero aparentando que ella no lidiaba con el conflicto muy bien.

"Tal vez no debimos hacer esto aquí," ofrecí, pero Charlie rodó sus ojos.

"No debieron hacer eso en absoluto. ¿En que estaban pensando? ¿Cuánto tiempo lleva esto?"

De nuevo, Érica solo se encogió. "Esta noche fue – pudiera haber sido – la primera vez. Pero la bese después de la fiesta del Cuatro de Julio."

Charlie dejo escapar un suave silbido y sacudió la cabeza. "Cuando la jodes, la jodes a lo grande, Er."

"No pongas todo esto en ella," dije indignada, inadvertidamente apretando su mano en el proceso. "Pase mi examen de equivalencia, y nos dejamos llevar un poco. Quería esto tanto como ella. Pensé que..."

¿Qué? ¿Qué había pensado? ¿Qué la necesitaba? ¿Estaba de relleno? ¿Algún tipo de remplazo o premio de consolación? Me gustaba Érica. Mucho, de hecho. Pero su mano en la mía no se sentía como el complemento perfecto al que me había acostumbrado. No se sentía mal, pero tampoco enteramente bien. Como si alguien más se hubiera puesto mi blusa favorita y la hubiera estirado en el proceso. Seguía siendo mi favorita, pero de alguna manera no era lo mismo.

"Soy feliz, Charlie," dije cuando no pude pensar en nada más que pudiera explicar porque había hecho lo que había hecho. "Por primera vez en meses, soy feliz. ¿Qué clase de regla es si me dejar peor de lo que estaba antes?"

"De la clase que te mantiene sobria," respondió. "Eres vulnerable a muchas cosas cuando estas aprendiendo como ser tú otra vez. Con alguien más dentro del cuadro, especialmente alguien tan fuerte como Érica, te arriesgas a perder piezas de ti misma por su influencia."

Moví mis ojos hacia Érica, pero ella estaba mirando nuestras manos, jugando con sus cutículas.

"Lo último que quiero para ti es que seas infeliz." Él miró fijamente a Érica, inclinándose para tocar su rodilla, llamando su atención. "Va para ambas. Y no voy a decirles que no pueden hacer esto. Pero quiero que pienses muy bien lo que quieres sacar de tu recuperación. ¿Quién serás en un año? Lo que decidas en este momento podría ser un gran factor en esa persona. Así que... piénsalo. Vamos, Érica. Tenemos que irnos."

Ella levantó su barbilla y me miró, esperando. La decisión de que ella se fuera no era de Charlie, y ella estaba confiando en que yo lo hiciera en su lugar. Me estaba dando la salida, si la necesitaba, si la quería. No estaba segura de que la quisiera. Todo lo que sabía era que Érica me hacía sonreír cuando nada en los últimos seis meses podía, y no era algo que estuviera dispuesta a dejar ir.

¿Pero cómo podría, en conciencia, ignorar las advertencies de Charlie?

"Deberías irte," dije suavemente, mirándola directamente a los ojos. "Pero te llamare mañana, ¿bien?"

El miedo que cruzó su rostro por un instante se disolvió, y ella entendió. Estaba comprometida. No podíamos hacer esto – sexo, intimidad, etcétera – cuando yo aún estaba intentando entenderme a mí misma. Pero no iba simplemente a dejar que lo que teníamos se fuera, tampoco. Apretó mi mano ofreciéndome una pequeña sonrisa, y se levantó.

"Bueno," dijo. "Te hablare mañana."

Saco sus llaves de su bolsillo mientras acompañaba a ambos a la puerta de enfrente. Se paro ligeramente de puntillas y me dio un pequeño beso en la mejilla, haciéndome sonrojar frente a Charlie. Ella le tiro una mirada desafiante al salir al pórtico y dirigirse a su auto, dejándome con mi consejero en la entrada.

"Lo siento, Charlie." La mire alejarse, despidiéndose con la mano al irse, y hubo más que remordimiento colocado en mi pecho. "Solo pasó. No sé que podría haber hecho diferente para prevenirlo. ¿Qué podía haber hecho?"

Se encogió, dejando caer los hombros en resignación. El había entendido mi compromiso bien, pero él había estado esperando que simplemente me rindiera y admitiera que él tenía razón. No estaba muy segura de que lo estuviera, por el momento, llamar a Érica el día siguiente era lo más que él podía pedir de mí, y lo sabía. "No me preguntes que es lo que hiciste mal entonces. Pregúntate a ti misma que puedes hacer bien ahora."

Charlie envolvió uno de sus enormes brazos alrededor de mis hombros y me llevo a un sofocante abrazo, su mano en la parte de atrás de mi cabeza, revolviendo mi cabello. Me sostuvo más tiempo de lo usual y entonces, para mi sorpresa, plantó un rápido beso en mi frente.

"Eres una niña maravillosa, Britt," dijo, una punzada de remordimiento estaba enlazada a su tono. "Pero me pregunto si caes en patrones porque estás más cómoda dejando que alguien más te diga quien necesitas ser que averiguarlo por ti misma."

Me soltó y camino pesadamente por la acera, dejándome para que me preguntara a mi misma si alguna vez supe quien era.
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Día de hoy – Septiembre
La campana final sonó al cuarto para las tres, y salí corriendo al pasillo, deslizando mi mochila sobre mi hombro. Me precipite hacia el nuevo casillero que me habían asignado. Al nunca haber cargado libros a clase antes, no había estado preparada para el peso que añadían a mi mochila, y mis hombros dolían mientras me empujaba a través de multitudes ansiosas hacia el estacionamiento, donde Érica estaba de pie junto a su auto.

"Un día menos," gritó mientras trotaba hacia ella, sonriendo estúpidamente. "Solo 179 más."

"Si cada día va como el de hoy, ni siquiera me importa." Deje salir un suspiro de felicidad y me deslice en el asiento del copiloto. Encendió el auto con un silencioso estruendo y me miró mientras ajustaba los espejos.

"¿Te fue bien, huh? Bueno, me alegra que alguien haya tenido un buen comienzo. Calculo será un dolor en el culo."
"Si puedes enseñarme geometría sin hacer combustión espontánea," le recordé, colocando mi mano encima de la de ella sobre la palanca de cambios. "Entonces puedes pasar calculo."

Ella sonrió ampliamente, sonrojándose por el cumplido, y salió del estacionamiento, esquivando el tráfico peatonal al hacerlo.

"El maestro ya nos dio tarea." Dio la vuelta a la derecha en la carretera principal de la ciudad, dirigiéndose a mi casa en lugar de a la de ella. "Lo que significa que solo te dejare en tu casa. Luego volveré a mi baticueva para resolver el hambre del mundo a través de avanzados problemas matemáticos. O algo."

Reí cuando ella dio otro giro a la derecha, seguido de uno a la izquierda, luego se detuvo frente a mi casa. Sonreí y me incline sobre la consola central, con la intención de darle un beso de despedida. Por afuera de la ventanilla del lado del conductor, algo capturo mi atención y me detuve. El tipo de coche que sin duda no pertenecía a esta clase de vecindario estaba estacionado al otro lado de la calle. Mientras miraba fuera de la ventana, Érica estaba ocupado mirando sobre mi hombro y mirando fuera de mi ventana.

"Britt…" su voz salió en un susurro horrorizado. No quería voltear, pero ella toco mi hombro y apunto. Me regrese a mi asiento y mire, mis manos temblaban.

Ahí frente a mi puerta, sonriendo, estaba sentada Santana
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HOLA a todas gracias por leer y comentar en vdd me gusta saber como les parece la historia les agradezco en serio todos sus comentarios, les tengo una noticia , el prox cap es el ultimo y terminamos con esta historia es una lastima la vdd ya me habia acostumbrado a traducir pero bno. espero les guste Muak Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 1206646864
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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

Mensaje por MarLovesGlee<3 Dom Feb 17, 2013 7:04 pm

Aww no puedo creer que ya se vaya a terminar Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 2824147739 este fic me ha encantado desde un principio y da como nostalgia que se acabe Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 3718790499 Pero bueno. voy por el capítulo... estoy en shock! no puedo creer lo de Britt y Erica Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 3287304868 no la odio porque Britt tiene derecho a querer superar a San pero no me lo esperaba para nada! Y el final me dejó mas en shock!! O sea !San en Akron! Ahora si se desató el drama!

Actualiza prontoo por faa! Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 1206646864
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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

Mensaje por jazline Dom Feb 17, 2013 7:16 pm

wow este capitulo fue genial pfffff no quiero que termine no ma
esta de poca... es una britt nueva e impactante
inmsisto no quiero que termine u.u
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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

Mensaje por mary04 Sáb Feb 23, 2013 12:59 am

nfluence (Influencia)|Brittana| Capitulo 25: Y esta es la maravilla que mantiene a las estrellas separadas (Parte 1)

Me tomo por sorpresa. No que ella estuviera ahí, o que ella se viera bien, saludable incluso. Era esa sonrisa.

Santana estaba sentada en el escalón, vestida muy arreglada con una de esas faldas ajustadas que usaba cuando no llevamos uniformes. Sus botas de tacón alto enfatizaban lo largas que eran sus piernas, deteniéndose en su rodilla. A pesar de su atuendo, no parecía incomoda en el pórtico, apoyado sobre las cimas de su manos. No se levantó. Solo estaba sentada, con las pierna extendidas frente a ella y cruzando los tobillos, y sonriendo.

"¿Es ella…?" La voz de Érica tembló.

"Si. Ella es Santana."

Sus dedos acariciaron mi muñeca, queriéndome retener, evitando que saliera del coche, pero ya estaba a mitad del camino. Ignore el cosquilleo de culpa en mi intestino. No note lo rápido que fue tras de mí, pero mientras mis pies me cargaban ligeramente por la entrada de enfrente, Sentí su presencia no muy lejos de mí. Me detuve lo suficientemente lejos de Santana que Érica maniobro a mi lado, la mitad de su cuerpo delante de mi protectoramente, toque su brazo y camine alrededor de ella sin esperar a ver lo que sería una mirada de dolor.

Y aun así, Santana no hacía otra cosa más que sonreír.

Ella sonreía cuando se levantó, sonrió cuando sacudió la parte de atrás de su vestido, sonrió cuando limpio sus manos sobre sus muslos. Sonrió cuando extendió su mano, y sonrió cuando ladeo su cabeza con amabilidad y dijo, "Hola, soy Santana. Encantada de conocerte."

Y fue extraño, porque cuando lo dijo, no estaba mirando a Érica. Estaba mirándome a mí.

Fruncí mi frente, observando entre Santana, su mano extendida y Érica. "San, ¿qué estas-"

"Hola," repitió, acercando su mano abierta. "Mi nombre es Santana. Encantada de conocerte."

Fue paciente, esperando, observando. Ni siquiera había notado a Érica, parada justo detrás de mí y no precisamente fulminándola con la mirada, pero ciertamente no estaba feliz con la persona para ahí con su mano estirada, a la expectativa. Se veía tan extraña, esa sonrisa en su rostro, la oración que repetía antes de que hubiera me hubiera dicho otra palabra. Después de siete meses, y lo primero que hacía era actuar como si nunca nos hubiéramos conocido.

Pero Santana siempre tenía una razón. Así que confié en ella. Alcé mi mano y lo coloque en la de ella.

El ardor que anticipe nunca llego. En vez de una herida punzante, hubo una corriente eléctrica. Corría por su esbelta muñeca, bajando por su palma hasta las puntas de sus dedos, acariciando tan delicadamente los míos que casi no note lo mucho que ella temblaba. Surgió por mi mano, subiendo el largo de mí brazo, mandando un hormigueo contra cada nervio de mi cuerpo. Ella atrapó mi mirada y la sostuve ahí, la sonrisa rompiéndose solo por un momento. La tome con más firmeza, tratando de calmar sus temblores mientras trataba de hacer tierra luchando contra la corriente. Así es como evitas ser golpeado por un rayo, ¿cierto? ¿Haciendo tierra? Me habían dicho que no pasaba dos veces, no en el mismo lugar, no a la misma persona. Pero aquí estaba ella, su mano en la mía, y me impactó.

¿Cómo pude haber pensado que alguien más existía?

"No entiendo," dije, alejando mi mano arrepentida. La corriente estaba nublando mis pensamientos.

Bajo la mirada, observando la palma que una alguna vez había sostenido la mía y la sacudió, sintiendo las ondas de electricidad, también. Pero aún así, sonrió.

"Borrón y cuenta nueva, B," dijo, formando con su temblorosa mano un puño a su costado. "Tabula rasa, ¿recuerdas?"
Érica se movió hacía adelante, una vez más colocando su cuerpo entre Santana y yo. Los ojos de Santana se enfocaron en ella por primera vez, y la sonrisa vaciló. Todo su labio superior se puso rígido casi instantáneamente, pero sus ojos aún parpadeaban, tratando de ocultar eso que yo interpreté como miedo. Vi a mi antigua Santana ahí, cabizbaja y esperando que la fachada se agrietara lo suficiente para poder deslizarse por ella. La antigua Santana que estaba demasiado asustada como para hablar de sus sentimientos, que quería aceptación y normalidad, que ciertamente no era gay. Pero la antigua Santana que me amaba.

Demasiado.

"San…" no sabía lo que quería decir, pero su nombre en mi lengua se sentía poco familiar. Se trabó en mi lengua, me detuve y mire, esperando que ella llenara los confusos espacios en blanco. Me encogí, permitiéndome tener miedo mientras Santana trataba de ser fuerte.

"Kurt me dijo que te escribió," dijo, apretando y soltando la mano que había sujetado. "Pero pareces sorprendida de verme. Pensé que quizá él te había advertido que vendría."

Recordé el email que elimine sin leer, insegura de sí que él me hubiera dicho o no hubiera cambiado las cosas. ¿Le hubiera dicho que le pidiera que no viniera? ¿La advertencia me hubiera preparado para verla sentada en mi pórtico? ¿Cómo te preparas para ser golpeado por un rayo?

Todavía podía sentir el cosquilleo en mis nervios, algo parecido a la piel de gallina, pero dentro de mi cuerpo. Eso, y la forma en que me miraba – como si estuviera atrapada en el fondo de un pozo, y yo fuera la escalera – me aseguro una cosa. Hubiera dado cualquier cosa por verla otra vez, incluso si fuera solo una vez, para decir adiós.

"Él escribió," confirme, sin mencionar que había eliminado el email. "Pero no dijo nada de sobre tu visita en los correos que leí." No era una mentira, pero no era la verdad completa. Érica me empujo con su cadera e inmediatamente me sentí culpable.

Haciendo a un lado las cortesías, no teníamos nada más que decir. Nada que no fuera te extraño. Te amo. Regresa a mí.
Así que no dijimos nada, balanceándonos sobre nuestros pies.

Érica, no siendo quien para soportar un incómodo silencio, se interpuso totalmente entre yo y Santana. Ella estiro la mano, imitando lo que Santana había hecho un momento antes.

"No nos hemos presentado," dijo forzadamente. "Soy Érica. Soy la… amiga de Brittany." Apropósito enfatizando 'amiga' como tratando de implicar algo, y la reacción que recibió fue la apropiada. Santana hizo una mueca, mirándome, pidiendo permiso para tomar la mano que le había sido ofrecida, o para confirmar si la implicación era verdad. No hice nada, me sonroje y di pequeños golpes con mi pie, lo cual ella tomo como vergüenza; vergüenza de que el énfasis que Érica hizo significara exactamente lo que ella creía.

"Santana López," respondió, tomando la mano de Érica pero sin despegar su mirada de la mía, su voz cargada de remordimiento fúnebre de una viuda. "La… Brittany."

Se detuvo ahí. Solo eso, fue una refutación para el sutil golpe de Érica. Fue lo suficientemente efectivo y ambas pelearon una silenciosa guerra mental, sus ojos causando heridas mutiladoras antes de que pudiera interceder.

"Brittany me ha contado sobre ti." Érica juzgó a Santana, mirándola con recelo. A pesar del hecho de que Santana era tres pulgadas más alta que ella, la amenazante confianza de Érica impresiono a Santana notablemente. "¿Qué estás haciendo aquí?"

Santana entrecerró sus ojos, moviéndolos entre yo y Érica con un mirada de ¿Habla enserio esta chica? En su cara. No podía culpar a Érica por hacerle la pregunta que había estado en mi cabeza desde que vi a Santana sobre el pórtico.

"Borrón y cuenta nueva, B," dijo otra vez, mirando sobre la cabeza de Érica, reuniendo algo de su valor perdido. "Por favor, ¿podemos hablar? ¿En privado?"

Si, quise decir. Pero antes de hacerlo, Érica se interpuso.

"No creo que eso sea una buena idea."

Tire de su brazo con fuerza, girándola sobre sus tobillos para encararme, lívida ante su intrusión. "No tienes por qué tomar esa decisión, Érica."

Dejando caer su brazo de mi mano, trató de no parecer lastimada. "Piénsalo, Brittany. Me contaste como era estar con ella. Sigues en recuperación. Tal vez yo no deba tomar esta decisión, pero estoy muy segura de que no me quedare aquí sentada mientras haces lo equivocado."

Santana no se movió, observando atentamente. De la chica que conocí en Lima, hubiera esperado ira hacía Érica, quien probablemente le recordaba a una versión gay de Rachel Berry. Pero la única emoción que encontré en su rostro fue esperanza. Ella quería hablar, no pelear, y por mucho que Érica pensara que estaba haciendo lo incorrecta, necesitaba oír lo que Santana tenía que decir.

"Ve adentro, San," dije suavemente, y el alivio que se transformó en su sonrisa envió un estallido de calor a mi pecho. "Estaré ahí en un minuto." Le lancé la llave de mi casa y entró, dejándonos a Érica y a mi solas en el jardín.

"Sabes que me preocupo por ti, ¿cierto?"

Asentí, mirando hacia la puerta cerrada y a todo el potencial tras de ella. "Si, lo sé."

"Entonces sabes porque voy a llamar a Charlie."

Otra vez, asentí, siguiéndolo con un suspiro. "Siento haberte decepcionado."

Tomo mi mano, apretándola con fuerza y acercándose. "Creo que ella nubla tu juicio, Britt. Quiero que estés saludable, y creo que ella podría interferir en ese camino."

Se detuvo, con su boca abierta, perdiendo el hilo de su pensamiento. Sacudió la cabeza y mordió ansiosamente el interior de su mejilla.

"Tal vez yo también estoy interfiriendo."

Ladee mi cabeza, curiosa. Ella no había sido otra cosa que comprensiva desde el día uno.

"Claramente sigues trabajando en los pasos," explico. "Eres demasiado nueva en esto de estar sobria, demasiado insegura de quien eres como para tomar decisiones que te ayuden a seguir adelante. Quieres volver a cómo eran antes las cosas. Pero mira a lo que te estás metiendo, Britt. Mira con quien te estás metiendo. Tu misma dijiste que ella no era estable. Ella –"

"Nunca dije eso," Intervine, repentinamente a la defensiva de Santana, recordando el día en el comedor y como había regado la historia de Santana y yo a Érica con un ardor constante en el envés de mi mano. "Dije que necesitaba tiempo lejos de mí, tanto como yo lo necesitaba de ella."

"Bien, mírala," dijo, apuntando a la casa y a la chica esperando dentro. "¿Parece que ha tenido suficiente tiempo? ¿Tú has tenido suficiente tiempo?"

Mordí mi labio y clave la mirada al suelo.

"Yo no lo creo." Suspiro, suavizando su voz. "Saltaste directo de ella hacia mí y no fue como si yo hubiera tratado de detenerte. Se suponía que sería tu amiga, que te ayudaría a ser independiente de todo eso. Todo esto. En cambio solo fui otra muleta."

Trate de objetar, pero ella apretó mi mano otra vez, silenciándome.

"No estás más preparada para estar conmigo de lo que ella lo está para estar contigo. Esto—" hizo un gesto entre nosotras dos "—fue una mala idea. Debimos haber escuchado a Charlie."

No había nada más que discutir. Incluso si lo hubiera, no sería justo para Érica tratar de que se quedara conmigo. No cuando vio la resignación en mis hombros caídos y supo que ahí no había lugar para ella. No entonces, cuando solo llevaba siete meses sobria, cuando Santana estaba esperándome adentro y yo había tomado mi decisión.

"Lo dije enserio, sabes."

Levante la mirada del suelo, llena de culpa. "¿Qué?"

"Lo que dije esa noche, que seguiría aquí para ti." Ella cerró el espacio entre nosotras y se paró de puntillas. A pesar de eso, ella tuvo que apoyar su mano en mi hombro para jalarme y colocar un beso en mi mejilla. "Eres grandiosa Brittany. Y preferiría ser tu amiga y verte feliz que no ser nada para ti."

Se coloco de vuelta en sus talones y miro nerviosa a la casa.

"Pero piénsalo, ¿bien? Lo que podrías haber pensado que era felicidad en aquel entonces no siempre iguala a la felicidad ahora."

Érica apretó su mano alrededor de la mía una última vez antes de darse la vuelta y dirigirse de nuevo a su auto. En el camino saco su teléfono de su bolsillo y llamo a Charlie. Antes de empezar a manejar se despidió ondeando su mano, su brazo penosamente levantado y su expresión solemne. Tal vez ella pensó que sabía lo que pasaría cuando entrara.

Ni siquiera yo lo sabía.

Ella se sentó en el sofá con sus manos metidas entre sus rodillas, rebotando de los nervios. Me acurruque en el sillón reclinable de papá al otro lado de la mesita de café, con los pies debajo de mí. No podría resistir nada si tomaba el asiento vacante al lado de ella.

Sus ojos me siguieron, estudiándome, todos mis movimientos. Cuando mi mano fue a mi frente a alejar los mechones de cabello suelto, lo miró, observándome, esperando pistas de cambio. Y yo, en respuesta, la miraba. Sin Érica ahí, ella tenía mi completa atención. Pude disfrutar de las pequeñas cosas que habían pasado desapercibidas al primer encuentro en el pórtico. Como sus mejillas habían embarnecido un poco, su rostro casi angelical por su resplandor. Tenía un saludable rubor en sus mejillas y su cabello creció unas cuantas pulgadas. La forma en que caía sobre sus hombros (era poco común verlo suelto) fue extrañamente reconfortante. Suelto, me recordaba todas esas noches que pasaba en mi cama, su cuerpo envuelto firmemente – protectoramente – alrededor del mío.

"Te ves bien."

Hablamos al unisonó, e igualmente ambas nos sonrojamos simultáneamente. Trate de ocultar mi sonrisa metiendo mi barbilla a mi pecho, pero ella chasqueo la lengua en tono de reproche. Levante mis ojos para encontrar los de ella.

"Te ves bien," repitió, añadiendo énfasis y sonriendo. "Genial, incluso."

Mis mejillas ardieron. Ella no detuvo su silenciosa evaluación, estudiando la forma en que yo me acurrucaba en mi misma cuando habló. Ella me desarmó, exponiéndome, haciéndome sentir desnuda bajo sus ojos. No era una sensación desagradable. Pero al mismo tiempo quería encogerme y escaparme de ella, protegerme de esos ojos que podían desvestirme en un instante y derrumbar cada pared que tenía sin siquiera intentar. Necesitaba distancia. Al menos por el momento.

"Tú también te ves bien, San," dijo, y ella sonrió nerviosa. "Pero…"

"¿Pero qué?"

Mire mis manos, concentrándome en mis cutículas, tratando de encontrar la manera correcta de preguntarle. No habías tal manera de hacerlo.

"¿Pero por qué estás aquí?"

Dio un único asentimiento rígido y se enderezó un poco en su asiento. Sus rodillas oscilaban rápidamente arriba y abajo, inquietamente. Trataba de estar cómoda en su ceñido vestido y botas altas, pero la relajada apariencia que había tenido en el pórtico se había ido. En su lugar estaba la ansiedad y el malestar.

"El ‘porque’ es la parte fácil," dijo, finalmente volviendo a su posición inicial, encorvando sus codos sobre sus muslos y metiendo sus manos entre sus rodillas. "Pregúntame algo más difícil."

Tal vez era obvio para ella, pero el 'porque' seguía siendo elusivo para mí. '¿Por qué ahora?' era totalmente otra cosa. '¿Cómo?' guiaba a '¿qué?' y a '¿Quién?'. Había tantas preguntas. Pensé que '¿por qué?' hubiera sido la forma más fácil de empezar. Tal vez interrogar no era la táctica para iniciar de cualquier forma.

"Kurt dijo que te saliste de glee," ofrecí en su lugar, sin hacer la pregunta que estaba implicada en la declaración.
"Demasiados recordatorios," respondió. "Demasiada gente diciéndome que estaría bien sin ti."

"¿Lo estabas?"

Santana hizo una pausa, considerando su respuesta antes de hablar. Incluso entonces, ella escogió cada palabra cuidadosamente, delicadamente formando una versión más sensible de, "No, morí cuando te fuiste."
"No al principio," dijo, mirando sus rodillas desnudas. "Maneje sin rumbo hasta que no pude ver nada más. Burt fue al que ellos llamaron para remolcar mi auto después de que los policías lo encontraran enfrente de la escuela. Resulta que la única refaccionaria en Lima sería propiedad del papá de Kurt… Los Hummel me acogieron, supongo. Me quede con ellos por una semana, hasta que mi papá me dejo volver casa."

Arquee una ceja inquisitiva y ella se encogió de hombros, tratando de no darle importancia a lo que obviamente era una sorpresa para ambas.

"Burt habló con él. Realmente nunca nos sentamos hablar sobre el asunto. Un día estaba en la habitación de Kurt, acurrucada en ese ridículamente incomodo sofá, y al siguiente estaba en casa. Las cosas… seguían su rumbo, quisiera o no. La vida continuaba. Sentí como si estuviera ahí mirándola pasar."

Aclaró su garganta y apoyo su espalda en el sofá, cruzando sus brazos sobre su pecho, defensiva, el recuerdo de eso afectándola más de lo que ella hubiera permitido.

"¿Pero qué hay de ti, B?" cambio de tema sigilosamente, su voz no se rendía a la incomodidad que su lenguaje corporal traicionaba. "Has estado…ocupada."

A las dos nos tomó un segundo procesar esa palabra, evaluando su significado. Ella quería saber de Érica, pero yo quería contarle todo lo demás. Sobre Charlie y el programa y la forma en que Sharon desconfiaba tanto de mí que prefería no tenerme de niñera después de la escuela, así que mandó Courtney a un programa de latchkey hasta que ella volviera de trabajar. No quería herirla con detalles de una vida amorosa que ni siquiera yo estaba segura de que existiera.

"Ocupada se escucha como una palabra fuerte," murmuré. "No creo haber hecho nada en los últimos seis meses además de estudiar e ir a las reuniones del grupo."

Ella espero, silenciosa, esperando más. ‘Quid pro quo’, le debía eso.

"Érica…" hice una pausa cuando ella hizo una mueca al escuchar el nombre, tratando de suavizar el golpe. "Ella me ayudo a ponerme al día. Me voy a graduar a tiempo gracias a ella."

"Me perdonaras si no caigo agradecida a sus pies." Las defensas de Santana se alzaron abruptamente, sus brazos se aferraron con más firmeza alrededor su pecho. No era ira, pero el disgusto en su lengua era notable. "Parece que también te puso al día en algo más que en trabajo escolar. ¿Te dio también lecciones en Gay 101?"

"No hagas eso," rogué, oyendo el impulso de atacar. "No la conoces."

Santana " bajó la mirada, avergonzada. Pero como un Rottweiler, que no sabía cuándo dejar de lado un hueso. ¿Y tú? Te has ido por unos meses y ya estás muy cómoda."

"Siete," corregí. "Siete meses, Santana. Y si recuerdo correctamente, tú me enviaste un mensaje bastante claro de que tu también estabas siguiendo adelante."

"Yo no me refería a…" empezó, pero hizo una pausa, y casi pude verla tocando la canción una y otra vez en su cabeza. Suspiro. "Tú y yo estábamos enfocadas en diferentes partes de la canción, supongo. Tal vez ese ha sido siempre nuestro problema."

Apreté un poco más las piernas bajo mi cuerpo y entrecerré mis ojos. Ella tenía algo que decir que merecía el haber recorrido todo el camino hacia Akron, y ella decidía permanecer pasiva agresiva en cambio. El dolor agudo por la falta de sinceridad y el miedo broto de mi pecho, recordándome todo lo que había dejado atrás en Lima. Rechace el fuerte deseo de llamar a Charlie y pedirle que estuviera ahí. Lo necesitaba.

"No puedes hacer esto, San," susurre, seria y asustada. "No puedes venir aquí y sacar a relucir el pasado sin decirme porque."

"Sabes porque—"

"No," respondí, más grosera de lo que pretendí, y me detuve para dar una respiración para calmarme. "No. No se porque. ¿Por qué ahora? ¿Por qué esperar siete meses? ¿Qué ha cambiado para ti, Santana, que puedes venir aquí y juzgar como he decidido recuperarme y a las personas con las que me he rodeado? La última vez que revisé, Sue Sylvester no exactamente el modelo de salud mental." Y ese chico que menciona Kurt que es Wabler es el nuevo Reemplazo de puck para estar en lo alto de la pirámide? Ya te cansaste de revolcarte con él y corres a mí’?

No hables mal de Blaine así se llama y no tiene nada que ver en esto , su semblante cambio estaba furiosa, vine aquí porque quería ponerle punto final , y ya no soy la misma que tu conocías

Con esa frase quede en el limbo tal vez Blaine era el verdadero amor de santana y yo fui solo la confusión en todo esto- sentí una gran punzada de dolor cuando estaba defendiéndolo ese brillo en los ojos cuando pronuncio su nombre, Blaine odie ese nombre de inmediato – tal vez después de todo no fui mas que un romance esa idea hizo que sintiera el peor dolor en mi pecho
La expresión ofendida en su rostro me decía que había tocado una fibra sensible. Avergonzada y apenada, mordió su labio y miro al piso. "Nunca pretendí… yo no juzgaría… tienes razón. Lo siento."

La disculpa fue un susurro tan sincero que lamente haber contestado de esa manera. Estábamos sentadas ahí, quietas, esperando a que la otra tomara la iniciativa. Pensé que había preguntado lo que tenía que preguntar. Podría responder mis preguntas, o la conversación terminaría. No quería que fuese así, pero no podía estar sentada en la misma habitación con ella y no saber que ella estaba ahí por la razón correcta.

"Te he extrañado," murmuró, y podía oír las lágrimas que se rehusaban a caer. "Cada día, te he extrañado."

Suspire y cerré mis ojos. Ella no había cambiado. Seguía siendo un dolor de cabeza conseguir una respuesta real, honesta.

"Eso no es suficiente, Santana," dije, clavando mis uñas en los brazos del sillón reclinable. "¿Crees que yo no te extrañe también? ¿Crees que estar aquí – sola – fue fácil? No fue así. Trabaje jodidamente duro cada maldito día, ¿y sabes lo que estaba pensando todo el tiempo? 'Me pregunto si Santana está trabajando igual de duro.'"

Ella trago con dificultad y rehusaba mirarme. Quería que me explicara, que me dijera todo en gratuitos y asquerosos detalles. Quería que se levantara y gritara que estaba bien, que había trabajado tanto como yo lo había hecho. Que había pensado en mí como yo pensé en ella; siempre presente, pero suficientemente distante para haber aprendido lo que significaba estar sola.

Pero no dijo nada, sentada con sus brazos apretados fuertemente alrededor de ella, escudándose, aún atemorizada de los sentimientos después de tantos meses. Ni siquiera estaba enojada con ella. Obtuve lo que quise: verla una última vez, para decirle adiós.

"Gracias por venir, San," dije, batallando con el bulto que se formaba en mi garganta. "Salúdame a Kurt."

"Espera."

Había comenzado a levantarme, pero ella ya estaba de pie. La fuerza en su petición me envió de vuelta al reclinable y alcé la mirada hacia ella. Ella se cernía junto al sofá, sorprendida de su propia reacción. Con los ojos muy abiertos rodeo la mesa y se sentó sobre ella frente a mí. Ella me observó, silenciosamente pidiéndome un minuto, antes de que una temblorosa mano se estirara para descansar sobre la mía.

"Espera."

Su mano y la palabra rogaban por paciencia, y a pesar de todo lo que en mí me gritaba que la dejara ir, asentí. Ella me sostuvo, su agarre alrededor de mis dedos fue firme y afianzado. Sus ojos, en cambio, eran inseguros.

"Solo háblame, San," urgí, tan gentilmente como pude. "Empieza por el principio. No iré a ninguna parte."

Tomó un profundo respiro y lo dejo salir lentamente, presionando sus rodillas y levantando de sus talones.

"Cuando te fuiste, yo…" quedo trabada, tropezando con sus palabras. Soltó mi mano para calmar su propio pulso, presionando su palma a su pecho. "Cuando te fuiste pensé que mi vida había terminado. No tenía un hogar, no tenía una familia, no tenía ningún amigo. No tenía nada. ¿Sin ti? Nada."

La culpa que me envolvió batallo con la lógica a la que me había aferrado desde que deje Lima. Era lo mejor para ambas. Deja de culparte. Hiciste lo correcto. Pero lo peleé, especialmente ahora, viéndola frente a mí, reviviendo esos primeros días de soledad. Yo tenía el lujo de haber estado inconsciente las mayor parte de eso momento. Ella había sufrido, y por mi bien.

"Kurt… me dejo quedarme con él," continúo, tratando de no mirarme directamente a los ojos, como si el haber estado sin hogar fuera una vergüenza. "Burt fue un mejor padre para mí en una semana de lo que lo fue el mío en toda mi vida, pero de alguna forma… de alguna forma termine de vuelta allá. Era más silencioso. Misterioso, en realidad. Entre por la puerta con Kurt y mi maleta y fue como si nunca hubiera sido echada. Papá dijo hola y fue a trabajar, como siempre.

Mamá… ella no dijo nada. Nada había cambiado realmente."

La mención de su madre envió un riachuelo por su mejilla. A pesar del hecho de que ellas realmente nunca se llevaron bien, supe porque. Ella ya había sido enfática al respecto una vez. La mujer era su madre, después de todo, y la única que tenía. Pero también era la mujer que había decidido que era más fácil irse que quedarse y luchar. Estire la mano, el viejo instinto de confortarla apoderándose de mí, y limpie la lagrima de su rostro. Ella se estremeció cuando mi pulgar estaba bajo su ojo y lo retiré.

"Lo lamento," dije, alejando mi mano, pensando que me había sobrepasado. Ella me detuvo, su palma encontrando la mía y sosteniéndola en el aire, sintiendo la oleada otra vez. La revitalizaba, e igual de rápido como las lágrimas habían llegado, se habían ido.

"No digas eso," dijo, llevando nuestras manos abajo, colgando entre nosotras. "No has hecho nada por lo cual lamentarte."

"Lamento lo de tu mamá." No era la intención original en la afirmación, pero lo lamentaba, así que l dije de todos modos. Odie a su madre y como había tratado a Santana, pero sabía cómo se sentía Santana. Lo sentí también; la ausencia de alguien que deseabas tan desesperadamente que te amara.

Sonrió tristemente y sacudió su cabeza. "Ella ni se fue sino hasta mucho después de que Sue me iniciara en terapia. ¿Sabes que asigna algo del presupuesto de las Cheerios para consulta emocional? Aparentemente la escuela fue demandada hace algunos años después de que una de sus porristas tuviera una crisis. Estuvo forzada a usar algo del dinero de los patrocinios para conseguirle ayuda a las chicas si comenzaban a desmoronarse porque ella es una tirana."
No pude suprimir la risa en mi garganta y escapo. La escuchó, y su sonrisa se amplió.

"Extrañe eso también," dijo, acercándose. "Tu risa."

"No cambies el tema," bromee, sonrojándome. "¿Estabas en terapia?"

Asintió, sin soltar mi mano. Se acomodó en su lugar en la mesita, y nuestras rodillas rozaron. La conexión de nuestra piel mando un escalofrió por mi columna, y me hice hacia adelante, queriendo sentirlo otra vez. Ella se inclinó, acercándose, atenta.

"Sabes, la confianza es algo muy curioso," hizo una observación, mirando nuestras piernas. "Es voluble. Viene y se va tan rápido. Y una vez que alguien te la quita, realmente no puedes recuperarla sin trabajar en ello. No me presente a las prácticas por una semana después de que te fuiste, y cuando lo hice, Sue parecía que podría tener un infarto. Dos de sus mejores porristas simplemente desaparecieron. ¿Pero qué más podía hacer yo, si no estar en las Cheerios? Así que volví, y tuve que explicar. Fue como arrancarme mi propio corazón y ofrecerlo a un león hambriento. Pensé que me comerían viva por mostrar debilidad. Pero por alguna estúpida razón, confié en ella."

"Y te ayudo," ofrecí, y repentinamente la visita de Sue en mi casa no pareció tan al azar.

"Si," sonrió ampliamente. "Sue Sylvester, la mujer sin alma, se apartó de su camino para ayudar a otro ser humano. ¿Qué tan liado esta eso?"

Ella está obteniendo ayuda, Sue había dicho. Lo siento. Tal vez la había juzgado muy rápido. Todas sus palabras habían caído a oídos sordos, pero aquí estaba Santana, la prueba viviente de que esa mujer era más que una dictadora en traje deportivo.

"No es un lio. Creo que ella nos necesita tanto como nosotras la necesitábamos. Es solo que tiene una forma muy rara de demostrarlo."

Santana rodo sus ojos, pero sonrió. "Comparándola con todos sus gritos en las practicas, podría decirse que fue casi amable cuando solo éramos nosotras dos. Ella fue un poco brusca al principio. Dijo algo como 'hay más tontos peces rubios en el mar'. Pero me llevo con la terapeuta y ella estuvo sentada en la sala de espera durante mi primera cita y cuando salí envuelta en lágrimas, ella me alcanzó un pañuelo y dijo, 'Componte, López. Las Nacionales serán en unas semanas. No quiero que mi capitana tenga los ojos hinchados para el montón de camarógrafos.'"

Su imitación de Sue hizo que enderezara y mandara sus hombros hacia atrás. Apretó mis dedos con los de ella y nos reímos juntas de la mujer que había causado y remediado algunos de nuestros más grandes problemas.

"¿Sigues odiándola?" pregunte curiosa.

Ella negó con la cabeza. "No. No es mi mejor amiga, pero realmente no puedo estar anclada al pasado, ¿sabes? Ya paso. Me ofreció una disculpa. ¿Quién soy para no aceptarla?"

Un rayo de esperanza surgió de mis entrañas. Tal vez todo por lo que había pasado le había ayudado. Tal vez la terapia había sido para ella lo que las reuniones y Charlie habían sido para mí. Un consuelo, un disipador de la confusión. Tal vez ella estaba lista después de todo.

La idea de que podría tener sus asuntos resueltos presiono tanto mi abdomen que casi hice una mueca de dolor. La advertencia de Charlie resonaba en mis orejas. Tragué saliva y estreche su mano.

"¿De qué hablabas?" pregunte suavemente, cuidadosamente pisando en aguas profundas. "En terapia, quiero decir. ¿Cómo fue?"

Ella escondió su sonrisa con una tos y lanzo su cabello a un lado. "De ti, sobre todo. Y sobre mis padres. Y… aprendí a ser honesta. Realmente nunca me di cuenta de cuantas mentiras me decía a mi misma en un día hasta que alguien me pidió que dijera la verdad. Fue bueno, por un tiempo. No cambio las cosas en casa, pero ayudo."
Alli cono ci a Blaine quieres verlo

Saco su celular y mostro una fotografía

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Es el mejor chico del mundo te caería bien Britt
Cuando vi esas fotos los celos se apoderaron de mi la manera en que el la veía estaba enamorado de ella al igual que yo, por más que quisiera ocultarlo existía un mínimo interés de ella hacia él, pero si el la hacía feliz aunque me doliera no me interpondría.
Es mi consejero Britt me ha ayudado tal vez un pequeño crush pero siempre seras tu
Con esas palabras me devolvió el alma

"¿Por qué volviste?"

Dejó salir un superficial respire, lamiendo sus labios como si necesitaran prepararse. "¿Lógicamente? Soy una menor. Tenía que. Mis padres podían meter a Burt en muchos problemas por secuestro o alguna otra basura si me hubiera quedado con ellos después de que papá dijo que podía volver. ¿Honestamente? Esperaba que ellos realmente me quisieran ahí. Esperaba que estuvieran arrepentidos."

Ella tocó su mejilla, ausente, y recordé el moretón que había estado ahí la noche que había sido descubierta. Levante mi mano y acune su barbilla, recorriendo la almohadilla de mi pulgar en ese sitio. Ella inclinó su rostro en mi mano y sonrió, sabiendo que recordaría y encontraría confort en esa caricia.

"Fue ella, sabes. Mamá. Ella me golpeo, no él."

"¿Por qué?"

Los ojos de Santana cayeron a nuestras manos. En algún momento de la conversación ella había enlazado nuestros meñiques. "Le conté de ti. Que te amaba, y que necesitabas ayuda. Ella me dijo que me iba a ir al infierno y me pego. Luego me echo de la casa."

"No tenías que hacer eso," discutí, a pesar de saber que cualquier cosa que dijera ahora era inútil.

"Si tenía," replico ella con vehemencia, tomando mi mano de su rostro y bajándola para así estrechar ambas manos en su regazo. "Hubieras muerto, Britt. No sabes lo horroroso que fue, verte así. A penas y podías… hice lo que tenía que hacer. Valió la pena."

Revivir esa noche a través de sus ojos fue horrible. Ni siquiera podía imaginar mi aspecto en ese momento, que habrá pensado ella, o los extremos a los que tuvo que llegar mara asegurarse de que yo sobreviviera. Fue una experiencia vergonzosa, y trate de alejarme. Ella me mantuvo en mi lugar.

"Mi padre me dio las medicinas que necesitabas," continuó. "Ni siquiera me cuestiono. Es por eso que regrese. Porque necesitaba saber porque había hecho eso, incluso después de que mi madre me había dicho que me fuera."

"¿Por qué, entonces?" pregunte, la amargura en mi voz filtrándose en la pregunta. Él nunca había sido amable conmigo.

"No lo sé," se encogió de hombros, jalando mis manos hasta ser forzada a sentarme más cerca. "Mami estaba enojada porque se me había permitido regresar, y nadie hablaba con nadie. Lo rodee, fui a las sesiones de terapia, me enfoque en la escuela y en las Cheerios e hice todo lo que pude para olvidar que te habías ido. Entonces un día, llegue a casa y ella no estaba ahí. Papi estaba en el sofá, sosteniendo una nota, y estaba llorando. Por Dios, mi padre estaba llorando."
Trate de imaginar el muro de ladrillo que era el Dr. López en lágrimas. No podía imaginar a ese hombre destrozado.

Tampoco podía imaginarlo dándole las medicinas que ella le había pedido, pero supongo que tenía el habito de mal juzgar a la gente.

"¿Puedes creerlo?" preguntó, casi leyendo mi mente, sus ojos abriéndose por la felicidad que el recuerdo le traía. "Estaba como… sollozando, B. Se había resquebrajado en millones de pedazos y cuando me vi ni siquiera hizo una pausa. Se levantó y lanzo sus brazos a mi alrededor y me abrazo. Juro por dios, él nunca me había abrazado así en toda mi vida. Como si importara. Por primera vez no me sentí como una carga. Me sentí como un pilar."

Mordí mi labio y luche contra en impulse de interrumpir. Tú siempre fuiste mi pilar.
"Él perdió a Martin, luego a Mami. Creo que se dio cuenta de que yo era todo lo que le quedaba. Y repentinamente todo era diferente. Me hablaba. Cenábamos juntos y me preguntaba como estuvo mi día… me preguntaba por ti."

Mis mejillas ardieron y me arrepentí, una vez más, de creer que entendía la dinámica de la relación de Santana con su familia.

"Aunque no tenía mucho que decirle." Choco mis rodillas con las de ella y se inclinó más cerca, dejando su rostro un pie del mío. "Solo lo que le respondías a Kurt. Luego dejaste de hacerlo, y pensé… pensé que habías seguido adelante. Así que junte todas mis cosas y le dije a Blaine lo que quería hacer."

"¿Qué era eso?" levanté mis ojos y encontré lo de ella, y encontré que estaba sonriendo ampliamente.

"Venir aquí y recuperar a mi chica," respondió, con sus ojos brillando. "Mostrarte que a pesar de que cruzamos el infierno y regresamos, que siempre te amare. Britt, quiero estar contigo."

La corriente eléctrica pasando entre nosotras surgió y ella fue cerrando la distancia entre nosotras. Mi pecho se contrajo al mirar sus labios acercándose poco a poco. No cerré mis ojos cuando acariciaron primero mi mejilla, para luego ir dejando pequeños besos hacía mis labios. Ahí permanecieron, suaves y delicados, probándome. Y seguí mirándola, mi pulso retumbando como un terremoto entre nosotras mientras mi cabeza peleaba contra mi corazón.

Bésala.
No, no la beses.
¡Maldita sea bésala!
Presione mis labios hambrientos con los de ella, y el sacudión en mi espalda fue la cosa más excitante que había sentido en mi vida. Ella canturreo feliz en mi boca y la jale, atrayéndola hacia a mí, ansiosamente buscando a tientas su manos y jalándola hacia mi regazo para así poder sentirla contra mí. Sus brazos se envolvieron alrededor de mi cuello y cuando su pecho presiono el mío, pude sentir su propio corazón latiendo tan erráticamente. Sus manos encontraron mi cabello, aferrándose a el en mi nuca, sosteniéndome y marcándome y por un instante olvide todas las razones que había tenido para alejarla.

"Creí que te había perdido," murmuró en mi boca, clavándome contra el respaldo del reclinable. "Cuando te vi con ella. Pensé que era demasiado tarde."

"Shhh…" Tome su mandíbula con mis manos y aleje su rostro, dejando que solo nuestras frentes se tocaran. Inhale profundamente, recuperando mi aliento y mirando fijamente a sus expresivos ojos. "No—"

Por el rabillo de mi ojo vi algo moverse. Eche un vistazo, y Charlie estaba parado en la puerta, furioso, con sus brazos cruzados sobre su pecho. Me aleje de Santana, y ella volteo a ver lo que estaba mirando. Cruzo su mirada con la de Charlie, el gigantesco oso enojado en la sala, y ella saltó fuera de mi regazo ,acomodando su falda en el proceso.

"No me dejen interrumpirlas," dijo con sorna, mirándome fijamente.
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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

Mensaje por mary04 Sáb Feb 23, 2013 1:02 am

Influence (Influencia)|Brittana| Capitulo 25: Y esta es la maravilla que mantiene a las estrellas separadas (Parte 2)

"Charlie, yo…" Abrí mi boca para dar una excusa y el levantó una ceja, pidiéndome que saliera antes de que dijera una palabra. Suspire y me levantar, acercándome a Santana y jalando su meñique con el mío. La codee y gentilmente la presente. "Él es Charlie. Es mi consejero… ¿Charlie? Ella es Santana."

"Eso lo deduje con la llamada de Érica," dijo, cada palabra rebosante de amargura. "Es un gusto conocerte, Santana. He escuchado mucho de ti. Ahora, creo que debes irte."

"Espera un min—"

Santana había estado observando, asustada, a Charlie. Jaló mi meñique y sacudió su cabeza. "Creo que tiene razón," susurró. "Llegue sin anunciarme. Te sorprendí. Deberías hablar con él. Me iré."

Estaba indecisa entre gritarle por rendirse ante el abuso de Charlie y abrazarla. Esta chica no era la misma que había dejado en Lima. Esta chica era madura y con mente clara, aunque un poco nerviosa y demasiado ansiosa. Me conforme con darle una suave sonrisa y apretar fuertemente su meñique.

"Te llamare luego, ¿bien?"

Ella asintió y se paró de puntitas para darme un rápido beso en la mejilla. "Me estoy quedando en un motel en el centro. Solo por la noche."

Charlie nos miró mientras ella se alejaba de mi de mala gana, nuestras manos colgando entrelazadas en el espacio entre nosotras. La solté, mi brazo cayendo inútil a mi costado, y ella se dirigió a la puerta pasando muy cerca de Charlie.

"Gracias por cuidar de ella, Charlie," dijo, y cautelosa extendió su mano. Él la tomó, y por un momento pensé que quizá dejaría atrás su enojo. Pero la tensión en su brazo disminuyó y la sacudió cortésmente antes de soltarla.

"De nada."

Ella volteo a verme una última vez antes de dirigirse a salir por la puerta delantera.

Ambos la miramos salir, la puerta hizo un pequeño sonido al cerrarse mientras nosotros permanecimos de pie incómodos. Charlie inquietamente molesto, erizándose audiblemente. Finalmente volteo, mirándome y frunciendo sus labios.

"No estoy molesto porque tu básicamente rompiste el corazón de mi hermana," empezó, y levantó su mano cuando trate de protestar. "Porque ella ya esta grandecita y sabía exactamente a lo que se estaba metiendo. Sin importar que les dijera a ambas que era una mala idea, para empezar. Sin importar que se lo advertí. Estoy molesto porque, después de todo este tiempo, sigues dando un paso adelante, y dos pasos atrás."

Cayó en el sofá y este crujió bajo su peso. Presiono sus manos en su cara, cepillando su barba y luego recorriéndolas por su cabello. Las quito de sus ojos y pude ver lo molesto que estaba. Ira había sido lo único que veía, pero ahí en el rabillo de sus ojos había también decepción. Me volví a sentar en el reclinable, y a pesar que la decepción de Charlie colgara sobre mí, desee que Santana siguiera ahí, con sus manos en mi cabello.

"Ella no es la misma persona que era antes," dije, argumentando débilmente contra algo que no se había dicho en voz alta. "Es diferente. Ha mejorado."

Él levantó la mirada. "¿Y tú?"

"Por supuesto." Fue una respuesta automática, demasiado rápida, y vi la curvatura escéptica de su ceja. "Estoy mejor.
Estoy en el programa. Estoy sobria. Estoy al corriente en la escuela."

Charlie dejo salir un suspiro y negó con a cabeza, pesado con arrepentimiento. "Si eso es lo que crees, entonces no he sido muy buen consejero para ti."

"¡Charlie, tú has sido grandioso!" Me levante y fui a sentarme junto a él en el sofá, golpeándolo juguetona en el hombro y sacudiendo mi mano cuando reboto en él. "¿Cómo puedes decir eso?"

"¿Por el hecho de que crees que estas mejor, que ya has vencido esto? Significa que no te he enseñado lo que necesitas saber. Esto no es una infección, Britt. No puedes tomar unos cuantos antibióticos y decir que estás curada. La adicción es peor que un cáncer. Puedes luchar con todo lo que tienes, y pensar que se ha ido, pero aún puede volver a surgir en ti, años después. Vivirás con esto el resto de tu vida. ¿Por qué quieres complicarte las cosas cuando sigues a mitad del camino?"

Baje la mirada hacia mis manos, agonizando por sus palabras. "No creo que ella lo haya complicado."

Envolvió su brazo alrededor de mis hombros y me jaló hacia él. Me apoye contra su costado, mi cabeza en su pecho, y desee haber tenido un hermano mayor como él. Desee poder ser así para Courtney. Un sólido y constante confort.

"Tal vez no, pero no va ha hacer la cosas más fáciles, ¿o sí?"

"Tú ni lo sabes."

"No," concedió. "No lo sé. Pero si sé que cuando estás en el programa, tienes una responsabilidad hacia ti misma que no puedes cumplir si estás siendo responsable de otra persona. Tienes que ser completamente egoísta en este momento, Brittany. ¿Crees que sea posible ser egoísta con Santana alrededor?"

Permanecí sentada, silenciosa, contra él, escuchando su respiración constante. No dije nada, pero él supo cual era mi respuesta.

"Hmm." Él sonrió y apretó mi brazo. "No estoy diciendo que jamás debas dejarla entrar en tu vida. Solo digo que quizá debas esperar un poco más. Toma el tiempo que tú necesitas para ser alguien diferente. No la dejes que determine como te recuperaras. Se tu propia influencia, ¿sabes? Decide por ti como quieres vivir, luego ve si ella encaja en ese rompecabezas."

La imagen mental de mi vida como un gigante rompecabezas emergió antes de que pudiera detenerla. Reacomode las piezas en mi cabeza. La escuela, el baile, mamá, papá, Courtney… Pero ahí en medio estaba un gran espacio con la forma de Santana. ¿Podría terminar el rompecabezas sin esa pieza?

"Es duro imaginar un vida sin ella, Charlie."

"Pero has pasado los últimos siete meses sin ella," respondió. "Sí, estoy seguro de que fue difícil, pero lo hiciste. Tal vez te desviaste un poco con el desastre de Érica, pero ahora puedes ver el camino correcto, ¿cierto?"

No estaba segura de ello. Todo parecía brumoso, como si estuviera tratando de encontrar ese camino a mitad de la tormenta. Todos los demás trataban de decirme a donde caminar, gritándose los unos a los otros, y yo luchaba por deducir quien realmente sabía a dónde tenía que ir. Quería a Santana. Más que cualquier cosa, la quería. La quería en mi vida, y la quería ahí mientras yo me mejoraba para que lo viera y estuviera orgullosa de mí. Pero supe que lo que Charlie decía tenía sentido, que no me podía concentrar en mi cuando ella estaba ahí. La advertencia de Érica permaneció conmigo. Tal vez yo estaba tan atascada en lo que había sentido por ella en el pasado que no estaba mirando lo que tal vez podríamos tener en el futuro. Tal vez nuestro amor no había sido tan real como yo lo había creído. Tal vez no podríamos ser felices juntas, como habíamos creído serlo.

"Tienes una vida, Britt," Charlie dijo, interrumpiendo mis pensamientos. "Tendrás un montón de segundas oportunidades para arreglar tus errores, pero las terceras oportunidades son aves raras. Piensa eso antes de tomar cualquier decisión."

Sus palabras pesaban en mi pecho. Estuvimos sentados ahí por un rato más, ambos pensando en el otro pero sin decirlo en alto. Él había dicho todo lo que podría empujarme a la dirección que él creía que era la correcta. Dependía de mí ahora.

"¿Podrías prestarme tu teléfono?"

Él me lo alcanzo y lo tome agradecida, caminando hacia el vestíbulo mientras tecleaba el numero que siempre había debido de corazón. El segundo ring fue cortado, y ella contestó.

"¿Hola?" Podía oír la televisión por cable de la habitación del hotel sonando en el fondo, una risa fue disminuyendo lentamente cuando ella fue bajando el volumen.

"San, soy yo. ¿Podríamos vernos?"

Le escuche un tono de felicidad al respirar y escuche un crujido cuando ella se acercaba una pluma. "Donde sea."

Suspire, preguntándome otra vez si estaba haciendo lo correcto. "Mañana, después de que salga de la escuela. Tres-treinta. En el parque donde llevamos a Courtney y a Wes. ¿Lo recuerdas?"

La sonrisa en su rostro se reflejó por el teléfono. "Si, B. Lo recuerdo. Te veré mañana."

Agarre el teléfono con más firmeza, mordiendo mi labio y asintiendo, a pesar de que ella no podía verme. "Te veo mañana, San."

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Ajuste la correa de mi pesada mochila sobre mi hombro cuando Salí del auto de Érica. Ella bajo su ventanilla mientras yo me dirigía a subir la inclinada colina cubierta de hierba, hacia el parque y me llamó.

"Buena suerte, Britt."

Me gire y la mire, esperando un comentario mordaz o un indicio de sarcasmo. Pero ella me sonrió, genuina en sus buenos deseos. Me lancé de nuevo hacia ella y abrí la puerta que acaba de cerrar, me incline dentro del auto para envolver un brazo alrededor de su hombro. Sorprendida, dudo por un momento antes de regresar el abrazo.

"Eres buena amiga, Érica," dije, enderezándome y cerrando la puerta otra vez, hablando a través de la ventana abierta.

Ella se encogió de hombros y giro la llaves en el arranque. "Es un don y una maldición. Llámame si necesitas que te lleve a casa."

Ella se marchó, dejándome en la loma. Subí nerviosa por la colina cruzando mi camino a través de los senderos. Al final de la cuerva, los arboles se abrían en el campo de futbol y al otro lado de la extensa llanura estaban las bancas donde nos habíamos sentado, Santana ya estaba ahí, mirando a un par de niños pateando una pelota de un lado a otro. Ella no me vio ahí, oculta por la arboleda, y la mire desde lejos.

Sus piernas rebotaban ligeramente, cruzadas por las rodillas. Ella estaba tan calmada, relajada y apoyandose con los codos sobre el respaldo de la banca. Sus ojos seguían la pelota de un lado al otro por la cancha, los niños pateándola, perdidos en su juego e ignorando su presencia. En la verdadera forma de Santana, ella se rio cuando ellos tropezaron entre ellos y pelearon molestos en el suelo. Sonreí, contenta de que algunas cosas no hubieran cambiado.

Pasando lo arbustos, camine a través de la cancha, con mis músculos tensos. Ella me vio llegar y se levantó, sonriendo ampliamente y estirando su mano hacia mí mientras me aproximaba, la tome y ella la apretó.

"Tus manos están sudorosas," observo. "¿Nerviosa? ¿Debería estar preocupada?"

Me senté en la banca, mis rodillas estaban débiles por el esfuerzo de sostenerlo todo. Ella me siguió y doblo una pierna debajo de ella para girarse y encararme, su mano aún en la mía.

"Gracias por venir." Ignore su pregunta, esperando no molestarla innecesariamente. "Quería hablar más ayer, pero creo que estuvimos algo… distraídas."

Santana se sonrojo y cubrió su boca con su mano, avergonzada. "Si, lamento eso."

"No es que yo me estuviera defendiendo con un palo," me encogí de hombros, apoyando mi espalda en la banca. "Fue lindo."

"¿Lindo?" levantó sus cejas. "¿Eso es todo?"

"Si," la provoque. "Lindo. Lindo sentirse querida otra vez. Pensarías que estar en un programa donde todos saben que era una adicta me haría menos tensa. No es así."

Ella pasó sus dedos por el velo de mi pelo, empujándolo detrás de mi oreja para que así ella pudiera verme. "Cuéntame sobre eso. Tú programa. Yo hable mucho ayer, ni siquiera tuve la oportunidad de escuchar sobre ti."

Su cabeza se apoyo contra su puño, incorporado desde detrás de la banca. Me observe, trazando el contorno de mi perfil con sus ojos. Fue realmente sorprendente lo fácil que ella podía exponerme.

"Soy la más joven que jamás han tenido en el grupo," empecé, mirando a los niños en el campo, sintiendo sus ojos sobre mí. "Charlie dice que los asuste, así que ellos como que… bueno, ellos realmente no me hablan. Desde que me mude aquí, hemos sido solo él y yo."

"Y Érica." No hubo acusación en su voz. Tristeza, tal vez, de que deje que alguien más tomara el lugar que ella creía que solo de su pertenencia.

Cerré mis ojos, mortificada. "Y Érica. Fue una buena amiga. Es una buena amiga. No creo que podría haber sido más que eso. No en realidad."

Suaves dedos encontraron mi cabello otra vez y le tiró suavemente sobre mi oreja. "Nadie te está culpando por necesitar a alguien en quien apoyarte."

"Pero no debí haberme apoyado en ella," respondí. "No así. Creí que la necesitaba. Estaba equivocada."

"¿Qué es lo que necesitas, B?"

Fue una pregunta bastante justa, algo que yo me había preguntado una y otra vez en los meses que he vivido en Akron. Al principio, la respuesta había sido píldoras. Pero después de un tiempo, con Charlie a mis espaldas, la respuesta cambio. En lugar de píldoras, me encontré necesitando tras cosas. Aceptación. Felicidad. Balance.

"A Charlie, principalmente," fue lo que salió de mis propios labios sorprendido. "A sido el único que está aquí que nunca me miró como si estuviera rota."

"Parece un chico realmente genial."

Sonreí. "El mejor."

"A él no le agrado mucho, ¿cierto?"

"No es eso," dije, sacudiendo mi cabeza. "Está preocupado por mí, eso es todo."

Santana asintió y golpeo su pierna contra mi muslo. Deslizo su meñique por el mío, sin esfuerzo. "Yo también estoy preocupada por ti, B. Creo que has venido aquí a decirme algo que te da miedo decir. Y no quiero que temas a eso que necesitas decir."

Me volví hacia ella, siguiendo la curva de su quijada hasta su barbilla, subiendo por sus labios, donde el labio superior se curvó en una sonrisa mientras ella miró a los niños jugar. El puente de su perfecta nariz dio paso a sus esculpidas cejas, las cuales ensombrecían sus ilegibles ojos. Parecían tristes y esperanzados a la vez. Sin resignarse, como si ella pensara que sabía lo que estaba por venir, pero no era lo que se esperaban.

"Eres mi mejor amiga," dije, y su sonrisa subió un poco más. "Desde que teníamos ocho años, has sido lo mejor que he tenido en mi vida."

"Eso va para ambos lados, B." Ella me miró y busque en sus obscuros ojos algo que me guiara en esto, que lo hiciera más fácil. Pero sabía que no le correspondía a ella resolver esto. Solo podía esperar que aceptara mi decisión y la entendiera.

"Eres mi mejor amiga," repetí, enfatizándolo, esperando que ella se aferrara a eso. "Y después fuiste más, y entre las dos, las cosas se arruinaron. Tome la vía fácil para salir de nuestros problemas y aquí es donde termine. Soy una adicta, San. En recuperación, claro, pero aun así una adicta."

Se sujetó con más fuerza a mi pulgar, dejando caer un poco su sonrisa, pero no por completo. "Ambas tenemos cosas en la que trabajar. Seré la primera en admitir que mi estupidez fue lo que causo el dolor que pensaste que necesitabas esconder. Te lastime, y tú reaccionaste. Nadie jamás te culparía por eso."

"No." Me acerque, necesitando sentir el calor de su cuerpo contra mi muslo, para fortalecerme. "Muchas personas son lastimadas todos los días, Santana. Ninguno de ellos ahoga su dolor en pastillas. Lo que hice, me lo hice yo misma. Y me ha tomado mucho tiempo entender como necesito vivir sin eso como una muleta."

Me detuve, lamiendo mis labios y mirando nuestras manos. Su meñique ligado con tanta facilidad al mío, tan completamente y con tal finalidad. Como si esto fuera lo único que su meñique fuera a hacer. Trague con dificultad, mi otra mano bajando y levantando nuestros dedos entrelazados a mi boca. Besé su nudillo delicadamente, sin romper nuestra mirada. Las esquinas de sus ojos se arrugaron con su sonrisa y me aferre a su mano y le coloque de nuevo en mi regazo.

"Hay doce pasos en Narcóticos Anónimos," le dije, trazando las líneas en sus palmas. "Solo he completado un puñado de ellos. Todo el daño que me cause sigue fresco, San. Soy una adicta, y tengo que tratarme como una. Charlie dice que necesito ser egoísta, pensar en mi y en mi recuperación como un rompecabezas. Tengo que acomodar las piezas importantes primero, y luego cuando todo lo demás se haya asentado, encontrar el lugar donde tú encajas."

Una respiración lenta salió de sus labios y se dio cuenta de que lo estaba conteniendo. Nuestras manos se había agarrado con más fuerza, así que ninguna de las dos había notado lo fuerte que nos estábamos sujetando hasta que ella dejo salir su aliento. Libere la presión en ella, pero ella permaneció sujeta, temerosa de dejarme ir.

"¿Tengo un lugar en tu rompecabezas, Britt?"

La pregunta permaneció suspendida entre nosotras dos, electricidad surgió de a través de nuestras manos, levantándola en el aire y dejándome sin aliento. Mis opciones pesaban en mis hombros.

"Tengo que ser egoísta," dije "Eso es lo que todos siguen diciéndome. Que piense en mi misma, y como quiero vivir mi vida. Así que voy a ser egoísta, Santana. Voy a ser egoísta y pedirte un favor."

"Lo que sea." Fue dicho en un susurro, sincero y perfecto.

"Tiempo. Seis meses, para terminar un año de sobriedad. Dame eso, para poder saber con seguridad que estoy en el camino correcto. Seis meses, y soy tuya. Siempre."

Me atrajo a ella y me abrazo, su mano sobre mi espalda. Se aferró ahí, sosteniéndose recta mientras respiraba profundamente en mi cabello.

"Te daría seis años, si me lo pidieras."

La inflamación en mi pecho me traiciono y ahogue un sollozo. La aparte y presione mis labios en los de ella, Mis manos sujetando su mandíbula y sosteniéndola de ahí hasta que tuvimos que separarnos a tomar aire. Inhale, tomando la familiar esencia de ella mientras apoyaba mi frente en la de ella. Sus lágrimas corrieron en gruesos ríos por sus mejillas, cayendo en los hoyuelos de su sonrisa más feliz. Las limpie con mis pulgares y bese cada hoyuelo antes de regresar a sus labios y permanecer ahí, sintiendo su aliento contra ellos mientras ella susurraba una y otra vez, "Te amo, te amo…"

"Una vez me dijiste que encontraría a alguien quien pudiera darme todo lo que merecía." La jale hacia mí – esta chica que ame desde que tenía ocho años, mi alma gemela – y la bese. Ella sonrió y entretejió sus dedos a través de los míos, llevando mis manos a sus labios y presionándolos en mis nudillos, recordándolo.

"Creo que ahora nos hemos encontrado."


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#Fin#
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HI hemos llegado al cap final de esta historia aunq falta el epilogo alli si agradezco como es jeje gracias por leer y comentar espero sea de su agrado
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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

Mensaje por Hilary24 Sáb Feb 23, 2013 11:40 am

No puedo creer q ya se acabo Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 2824147739
que final tan hermoso toda la historia fue muy linda y se acabo Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 2236703817
espero el epilogo Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón) - Página 6 4061796348
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Finalizado Re: Influence (Influencia)Brittana Epilogo: Llevo tu corazón (Lo llevo en mi corazón)

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