[Resuelto]FIC BRITTANA: Yo Estaré Contigo - Final

CAPÍTULO 9: MI VIDA MEJOR CONTIGO

– Y el ganador es... Vocal Adrenaline.
Todos los alumnos del Carmel saltaron, gritaron y se abrazaron. Santana, desde su asiento, aplaudía cómo si fuera ella quien había ganado. Por otro lado, los New Directions estaban tristes y decepcionados. Aún así, todos se acercaron a Brittany y la felicitaron por la victoria, además de hacerlo con el resto de los ganadores. Para la rubia, fue una victoria agridulce, ya que se alegraba por Vocal Adrenaline y por ella misma, pero le entristecía la derrota de sus amigos. Para cuando los chicos del Carmel llegaron al camerino, Santana estaba esperándolos. Se acercó a Brittany y la abrazó pasando sus brazos alrededor del cuello de la ojiazul. La rubia tardó unos segundos en reaccionar y rodear la cintura de la menor con sus brazos.
– ¿Y eso? – Preguntó la ojiazul.
– No se... ¿Te ha molestado? – Dijo avergonzada la morena.
– Claro que no. Eres mi amiga. – Animó la mayor.
– Lo único que te puedo decir es que mi vida es mejor desde que tu formas parte de ella. La palabra “amigas” no creo que refleje lo que siento... ¡que no es amor ni nada parecido! – se apresuró a decir al darse cuenta de lo que podía parecer – No se... Tal vez como ¿hermanas?.
– Me gusta como suena eso. – Dijo Brittany volviendo a abrazar a Santana.
Cuando se separaron, se volvió y miró a Rachel y Quinn.
– Siento si alguna vez os hice sentir incómodas. No era mi intención. Puede que algún día encuentre el valor para contaros los motivos de mi comportamiento.
– No hay nada que perdonar. Quizá exageramos un poco. – Dijo la castaña.
– ¿Sólo un poco? – Añadió Thad con sarcasmo.
Santana fue la primera en reírse del comentario. Todos los demás la siguieron. Nadie se podía creer que esa chica que estaba con ellos era Lopez, esa persona fría que apenas se relacionaba con los demás. Habían visto más sonrisas de la morena en una semana de las que habían visto desde que llegó al Carmel hace más de un año. Estaba claro que Brittany era alguien especial, capaz de sacar lo mejor de las personas.

Por su lado, Finn estaba frustrado. Los New Directions habían perdido los Sectionals. Al menos, el año anterior llegaron a los regionales. Volvió al McKinley con el objetivo de descargar su furia haciendo algo de deporte. Al entrar a los vestuarios de los chicos, se encontró con Bree y Kitty.
– ¿No tenías hoy que bailar con Tu-tú delante de otros maricones como tú? – Se mofó la rubia mientras le lanzaba un Slushie.
– Cierra la boca. – Contestó Finn, claramente enfadado. Sin embargo, no pudo contenerse más. Descargó toda su rabia en un empujón que le dio a la morena, llevándola contra los casilleros y golpeando el casillero a escasos centímetros de la cara de la chica. Puso toda su fuerza en ese golpe, por cada Slushie que tanto él como sus amigos habían recibido, por todos los empujones y burlas que su hermana había sufrido, por cada lágrima y dolor que alguna vez les causaron. Sin embargo, Beiste vio la escena y entró a los vestuarios, las chicas se fueron de allí.
– No tolero la violencia. Y tú menos que nadie debería hacerlo. – Dijo la mujer muy seria.
– Lo se... Pero hace tiempo que quiero hacerlas sufrir parte de lo que mi hermana sufrió. Y hoy simplemente no era el mejor día para que se metieran conmigo.
– Yo no voy a hablar con el director de lo ocurrido, pero si Bree lo hace, no tendré más remedio que darle la razón. – Dijo ella muy seria.
– Gracias... Afrontaré las consecuencias de mis actos. Aunque sea injusto... Tal vez debería considerar la opción de irme de este instituto. Empiezo a pensar que estaría mejor con Brittany. – Dijo el joven.
– Claro que estarías mejor con tu hermana... pero aquí en el McKinley. Lo que tienes que hacer es trabajar duro para conseguir de éste instituto un lugar seguro para Brittany.
– ¿Cómo? – quiso saber Finn.
– Ya encontraremos una idea... – dijo la entrenadora con un tono pensativo.

Por su parte, Bree y Kitty estaban más que enfadadas. No pensaban denunciar a Finn puesto que si lo hacían, no podrían vengarse de él. Tenían que trazar un plan para hacerle sufrir, pero no iba a ser un sufrimiento físico. Necesitaban una idea brillante, algo que no dejara huella. Mientras pensaban vieron a lo lejos como un grupo de chicos paseaban por las calles muy animados. Entre ellos, reconocieron a una. Esa era la clave, si querían hacer sufrir al líder del club glee, tenían que utilizar su talón de Aquíles, que en este caso tenía forma de chica rubia, alta, con pecas en las mejillas y ojos claros. ¿Quién sería la morena que iba cogida de su mano? ¿Una novia quizá? Ya lo averiguarían. Necesitaban tiempo, su venganza no sería inmediata, debían planearla cuidadosamente.







CAPÍTULO 10: AMANDA LOPEZ

Brittany y Santana estaban tumbadas cada una en su cama días después de la victoria de Vocal Adrenaline en los Sectionals. La rubia estaba chateando con Mercedes y Tina en su ordenador y la morena leía una y otra vez los inventos e industrias que lideraron la Primera Revolución Industrial ya que tenía examen el lunes y, aunque era todavía miércoles, no tenía nada mejor que hacer.

Alguien llamó a la puerta y la ojiazul se levantó a abrirla puesto que nadie visitaba a la morena. La mujer que se encontraba tras ella no era conocida por Brittany, bueno, sí, pero no en persona. Era Amanda Lopez, protagonista de unos comerciales en Internet... Espera, ¿Lopez?.

– ¡Hola! Tu debes ser la compañera de San. Soy Mandy, su hermana. Seguro que te ha hablado mucho de mí. – Saludó la mayor.
– Si, claro. Soy Brittany – Ambas se estrecharon la mano. – Pasa.
Amanda pasó a la habitación mientras la rubia se tumbaba en su cama otra vez. Sin embargo la mayor se quedó petrificado ante lo que vio.
– ¿Por qué habéis cambiado de sitio? – Parecía confusa.
Al ver que Santana no contestaba, Pierce preguntó:
– ¿A qué te refieres?
– En esa estantería hay películas románticas, revistas de moda y de cantantes. No es algo propio de mi hermanita.
– Cierra la boca Amanda – Dijo la menor de muy mal humor. Brittany, sin embargo, estaba intrigada y sorprendida por el comentario de la actriz.
– ¿Desde cuándo eres tan borde? – Quiso saber la mayor.
– Desde que tú te fuiste a cumplir tu sueño de super estrella de Hollywood y decidiste ser La Hija Perfecta. – Grito Santana.
– No sabía que entre tus defectos estaba la envidia. – Amanda trataba de aparentar una calma que no tenía. No entendía que le pasaba a su hermana. Siempre había sido algo dura con las personas que no conocía, pero muy fiel con las personas que amaba. Nunca la había visto tan agresiva con ella y mucho menos, tan fría y cruel. Algo no iba bien y estaba decidida a averiguarlo.
– Claro – Contestó la pequeña con malicia – No todas podemos ser perfectas como tú. No... Tú no... – No sabía si contarle o no sus problemas. La última vez que Santana se sinceró con su hermana, ésta se fue a Los Ángeles y dejó de hablarle. No estaba segura de que en este momento fuera a ser diferente, ya que llevaba más de 2 años sin ver a su hermana y mucho más tiempo sin tener una conversación real con ella. La última vez fue cuando Santana le contó que era lesbiana. La mayor tenía 18 años y ella 11.
– Suéltalo Tana. Sabes que te mueres por echarme en cara lo que supuestamente he hecho. – El tono de la mayor era muy serio. Su hermana simplemente se puso de pie, ¿en serio tenía que contarle el motivo?.
– Te dije que era lesbiana y tardaste 9 días en desaparecer de mi vida, ¡¡¡¡¡¡¡nueve!!!!!!!. Que decir tiene que ni papá ni mamá me apoyaron en eso. Cuando salí del armario en el instituto, me empezaron a acosar. Fui al baile de Sadie Hawkins con una amiga, la única chica lesbiana que había, a parte de mi, claro. Las dos acabamos en el hospital. Cuando nuestros padres entraron a visitarme, empezaron a hablar de que tenía una enfermedad y que me curaría. Empecé a ver a diferentes Psicólogos y Psiquiatras y me alejaron de Marley. Josh convenció a nuestros padres de que me trajeran aquí, que él me cuidaría. Veo a mis padres dos veces al año, ambas en verano y porque estoy en casa cuando ellos llegan. A mi hermana... ¿Cuándo fue la última vez que nos vimos o hablamos Mandy? Y mis amigos... No he podido hablar con ninguno desde la noche del baile. Siento mucho si te tengo envidia, pero mi vida es una mierda. Me habéis hecho mucho daño y hay heridas que no sé si podrán sanar alguna vez. Te necesité, necesité a mi hermana mayor, a la que siempre idolatré, la que yo pensaba que tenía la solución a todos los problemas del mundo... pero no estabas. Nadie estaba. – Santana estaba al borde de las lágrimas.
En la habitación sólo se escuchaba la respiración de las chicas. Nadie decía nada, nadie se atrevía siquiera a moverse.
– Sanny, lo siento tanto. – Amanda estaba realmente arrepentida. Nunca pensó que la vida de su hermana fuera así. – Ojalá algún día puedas perdonarme.
Santana se tumbó en la cama de espaldas a su hermana y a Brittany. Amanda se dio media vuelta y mirando a Brittany movió sus labios articulando un “cuida de ella” a lo que la rubia asintió con la cabeza antes de que la mayor saliera de la habitación.

Cuando la puerta se cerró, la morena comenzó a llorar sonoramente. Brittany se levantó de su cama y se tumbó junto a la latina. La ojiazul pegó su pecho a la espalda de su compañera, pasó su brazo sobre ella y agarró su mano. Le dio un beso en el cuello y comenzó a dedicarle palabras de consuelo. Por fin entendía a Santana. Brittany siempre pensó que su vida no había sido fácil, pero siempre contó con su padre y para cuando salió del armario, ya tenía amigos que la amaban incondicionalmente y que, aunque a veces se haya sentido sola, en el fondo sabía que podía contar con ellas. Sin embargo, la morena no había tenido esa suerte. ¿Cómo podría ayudarla? ¿Qué podía hacer? ¿Cómo conseguir que confiara en ella?

Horas después las dos adolescentes seguían en la misma postura, ambas dormidas y con su ropa todavía puesta. ¿Será Santana capaz de superar el pasado? ¿Podrá Brittany romper ese muro que ha creado la morena?

CAPÍTULO 11: UNA FAMILIA

Los pocos avances que había hecho Santana en sus relaciones sociales se vieron truncados por su encuentro con Amanda. Otra vez pasaba la mayor parte del tiempo sola y no hablaba con nadie. Todos los chicos la notaban rara pero no sabían el motivo. Tampoco se atrevían a preguntar, se había comprobado que con la morena era mejor dejar que fuera ella quien se lo contase. Brittany había guardado el secreto. La rubia estaba desesperada, así que consideró que ya era hora de pedir ayuda a alguien en quien confiaba mucho. Cuando llegó la hora de la cena de los viernes, les contó a Brenda, Finn y Fred todo lo acontecido, sin omitir ninguna información.
– Esa chica lo que necesita es amor. ¿No tiene a nadie que le de cariño? – Quiso saber Brenda.
– Creo que no. – Respondió la menor.
– Entonces lo que necesita es una familia. – Comentó su hermanastro.
– Genial... No lo había pensado. ¿Dónde puedo comprar una? – Dijo la ojiazul inocentemente.
– Lo que quería decir, es que quizá pueda formar parte de la nuestra. Al fin y al cabo, nosotros la hemos formado hace poco y de la nada. – Dijo el más alto.
– No es mala idea. ¿Está ahora en el Carmel? – Quiso saber Fred.
– Si. – Dijo Brittany.
– Mañana vais los dos y la ayudáis a preparar las cosas para venir aquí el fin de semana. Haced planes para integrarla con vosotros. No la dejéis sola en ningún momento. Sacaré del garaje los sacos de dormir y los colchones. Podríais invitar a Mercedes... Fin tendrá que acostumbrarse a hacer cosas más “femeninas” con vosotras, pero espero que se adapte.
– Gracias Papá. – Su hija le sonrió sinceramente. El padre se alegró de que su pequeña tuviera un corazón tan grande, exactamente igual que su madre.

Al día siguiente, Finn y Brittany llamaron a la puerta de la habitación que compartía la rubia con Santana. Ésta abrió la puerta y se sorprendió al ver a los dos hemanos. La morena estaba en pijama y tenía los ojos hinchados, dejando ver que había estado llorando.
– ¿No tendrías que estar en casa? – Quiso saber la latina.
– Vine a buscarte, tú te vienes con nosotros a pasar el fin de semana. – Dijo la ojiazul alegremente.

Antes de que Santana se diera cuenta, los otros dos chicos habían entrado a la habitación. Finn cogió una bolsa y se fue al baño para llenarla de los productos de aseo de la morena. Brittany abrió el armario y rebuscó entre la ropa lo que le parecía más adecuado y lo fue metiendo en una maleta. La menor se resignó y empezó a recoger su portátil, móvil y libros de texto para hacer los deberes. Cuando todo estuvo listo, los tres se dirigieron al coche para ir a la casa de la familia Pierce-Hudson.

Al llegar, Brenda les recibió dándoles un beso y un abrazo a los tres. Santana parecía un poco incómoda ante esa muestra de cariño, pero todos decidieron ignorar el gesto. Fred por su lado le estrechó la mano. Poco después llegó Mercedes y anunció:
– Hoy hay tarde de New Directions. No es una reunión del Glee Club, es de amigos que les apetece salir juntos a divertirse. No haremos nada raro. Bolera, cine y helados en el centro comercial. No os pregunto a ninguno de los tres si venís, es obligatorio.
– Ok. ¿Qué hacemos hasta entonces? – Preguntó la ojiazul.
– ¡¡¡Películas de terror!!! – Gritó Jones con una sonrisa.

Dos horas después...
– Pero... ¿Va a venir ese monstruo y nos va a comer? – Quiso saber aturdida la rubia mientras acariciaba a Lord Tubbington.
– No, tranquila. Sólo es una película. Ese monstruo no existe. – La tranquilizó con paciencia Finn.
– La comida casi está. Poned la mesa. – Pidió Brenda desde la cocina. En menos de un minuto, los chicos apagaron la televisión y se fueron al comedor.

Cuando todos estuvieron sentados a la mesa, la mujer comenzó a servir la comida en los platos y comenzaron a comer.
– ¿Te gusta Santana? Si no puedo cocinar cualquier otra cosa para ti... – Dijo la mujer cariñosamente.
– Está riquísimo, de verdad. Hacía mucho que no comía comida casera... – Respondió la joven.
– Aquí, siempre que lo necesites, tendrás un plato y una cama. – Añadió Fred.
– Muchas gracias, por todo. – Dijo la latina sinceramente.

Ya en la tarde, los cuatro se dirigieron al centro comercial. Cuando llegaron la mayoría de sus amigos ya estaban allí. Mercedes agarró los hombros de la menor y dijo:
– Chicos, ésta es Santana. Ellos son Mike, Tina, Puck, Kurt, Blaine, Sugar, Joe, Lauren y Sam. – Señaló a los aludidos. – Son buenos chicos, aunque están como una cabra...
– Le dijo la sartén al cazo. – Hummel bromeó mientras tendía su mano a la morena. Luego los demás la saludaron de la misma manera.
– Artie se retrasará un poco. Su madre no lo puede traer antes. – Informó Anderson.
– ¿Lo esperamos comiendo helado? – Sugirió Finn.
– ¿Siempre piensas en comer? – Quiso saber Kurt.
– ¿Votos a favor del helado? – Preguntó Puck. Todos los chicos menos el castaño, y Brittany levantaron la mano. Como eran mayoría se fueron allí.

Una vez se sentaron y tenían todos sus helados, comenzaron a charlar sobre temas triviales y cotilleos del McKinley. Después de un rato, la conversación se centró en la morena.
– Santana... Todos aquí cantamos y bailamos... Bueno, más o menos. – Dijo Sam dirigiendo su mirada a Mike y Finn. – Pero no sabemos de lo que tú eres capaz. ¿Te enfrentarías a nosotros en una batalla de baile en las recreativas?
– Yo ni lo intento. – Añadió Hudson.
– ¿Por qué no? – Preguntó la morena.
– Soy malísimo bailando.
– Quizá yo soy peor, eso no lo sabes. – Añadió Lopez
Finn le dedicó una mirada incrédula a la latina hasta que ésta confesó.
– Vale, no soy tan mala. Pero te aseguro que Mike y Britt me ganan, los vi en los Sectionals.
–  ¿Estuviste allí? No te vi cantar ni bailar. – Dijo el rubio desconcertado.
– Estaba en el público. – Matizó Brittany. – No está en Vocal Adrenaline, aunque sea nuestra amiga.

Después se fueron a las recreativas y realizaron la batalla de baile. Finn quedó el último y ganó Mike. Santana no quedó en mal lugar. Cuando Artie llegó, se fueron al cine a ver una película de fantasía. La morena se integraba poco a poco con los chicos y, para felicidad de la rubia, parecía tener una gran conexión con Kurt y Mercedes.

CAPÍTULO 12: NO ESTÁS SOLA

Cuando Artie llegó, se fueron al cine a ver una película de fantasía. La morena se integraba poco a poco con los chicos y, para felicidad de la rubia, parecía tener una gran conexión con Kurt y Mercedes.

A la salida del cine, todos comentaban la película. De repente, Santana se quedó paralizada y miraba asustada en una dirección. Allí había cuatro chicos que parecían pertenecer a algún equipo deportivo por las chaquetas que llevaban.
– ¿Son de tu antiguo instituto? – Preguntó Brittany. La latina sólo atinó a asentir. – Son los que te agredieron. – A pesar de que Brittany lo afirmó, la morena asintió otra vez. Automáticamente el resto de los chicos rodearon a los estudiantes del Carmel. Puck, Sam, Finn, Mike y Blaine se pusieron en frente, preparados a presentar batalla.
– Mira lo que tenemos aquí... SanTimo. – Dijo uno de ellos.
– No queremos problemas. – Informó Mercedes.
– Que pena, nosotros sí. – Respondió otro.
– Largo de aquí. – Todos se volvieron hacia el lugar de donde venía la voz. Brittany se tensó, la reconocería en cualquier lugar. Ahora sus problemas se habían multiplicado. Allí estaban Kitty y Bree. Sin embargo, se pusieron de tal manera que actuaban de escudo protector de las dos chicas lesbianas. – ¿Estáis sordos? Ya os podéis marchar por donde habéis venido. – Los cuatro chicos se marcharon porque estaban en minoría, aunque se notaba que no estaban contentos con eso.
– ¿Estáis bien? – Quiso saber Bree.
– Si, gracias chicas. – Dijo Finn sinceramente.
Las dos cheerios se despidieron y marcharon dejando a los otros jóvenes sorprendidos por su actitud. Decidieron irse a casa de los Pierce-Hudson y seguir con la diversión en un lugar más seguro. Pidieron unas pizzas, Sam y Puck sacaron sus guitarras, Blaine ocupó el piano y Finn se sentó a la batería. Mientras ellos tocaban, Santana se sentó en un sillón, Mike, Sugar y Brittany bailaban y los demás cantaban. La ojiazul se acercó a la menor y la animó a bailar. La latina se sintió como hacía mucho tiempo que no se sentía.

El resto del fin de semana pasó sin sobresaltos, Kurt, Blaine y Mercedes visitaron a las estudiantes del Carmel antes de que éstas volvieran a su instituto. Brittany estaba encantada. La morena y el castaño parecían amigos de toda la vida. Después de una gran tarde se despidieron de todos y comenzaron su viaje de regreso.

Santana le pidió hacer una parada antes de volver. Cuando llegaron a la enorme casa de los Lopez, la morena bajó y le pidió que la esperara en el coche. Minutos más tarde, la joven apareció con un hombre y una mujer vestidos con uniforme, ambos rondaban los 40 años. Cada uno llevaba una caja de color marrón que metieron en el maletero y la latina se sentó en el asiento del coche. La rubia arrancó y siguieron su camino hacia el Carmel. Brittany ayudó a subir las cajas a la habitación.
– Muchas gracias, por todo lo que has hecho por mí. ¿Puedo pedirte un último favor? – Dijo Santana
– Puedes pedirme lo que quieras, yo decidiré si lo hago o no. – Sonrió la ojiazul.
– Quiero contarles a Rachel y Quinn los motivos por los que las traté mal. – Dijo la morena.
– ¿Qué tiene que ver eso conmigo? – Quiso saber la rubia.
– Necesito tu apoyo. – Santana dijo avergonzada.
– Ok, ¿Vamos ahora o prefieres esperar?
– Ahora

Rachel y Quinn se encontraban en su habitación haciendo una guerra de almohadas cuando alguien llamó a la puerta.
– Hola – Dijo Brittany. – Creo que va siendo hora de que las cuatro mantengamos una conversación.
– ¿Sobre qué? – Preguntó la castaña.
– Mi pasado. – Respondió la morena. – Dije que os contaría el motivo por el que me porte mal con vosotras. Ese motivo es la envidia. Os explico. Yo soy lesbiana, pero mi vida no ha sido fácil. Fui una cobarde y decidí volver al armario. Mis padres me trajeron aquí y me lo tomé como una oportunidad para pretender ser alguien que no era. Cuando os veía juntas, riendo, siendo vosotras mismas sin que os importara nada el que dirán, me sentía peor. Proyecté todo el odio que siento hacia las personas que me han hecho daño sobre vosotras.
Rachel abrazó a la menor. Se sentía mal, la había juzgado sin conocerla. Había dejado que los prejuicios guiaran su comportamiento, en vez de intentar averiguar lo que realmente había pasado. Cuando se separaron, Quinn habló:
– ¿Eres una de las agredidas en el Washington?
– Si. Fui al baile con mi amiga Marley, también es lesbiana. – Respondió Santana.
– ¿Qué fue de ella? – Preguntó la ojiverde.
– Realmente, no lo sé. Mis padres no me dejaron ponerme en contacto con ella y nos cambiaron a las dos de colegio. Me quitaron el móvil y perdí su número. No sé cómo localizarla. – Dijo la latina.
– Nosotras te ayudaremos. – Dijo la castaña.
– ¿Cómo? – Quiso saber la menor.
– Ya encontraremos una solución. – Dijo Brittany.
El resto de la noche la pasaron viendo películas de terror. Ésto provocó que la rubia tuviera pesadillas. A las 3 de la mañana se despertó empapada en sudor y lágrimas. Santana, al notarlo, pasó a la cama de la ojiazul y la abrazó para tranquilizarla. Se durmieron sin soltarse, dejando muy poco espacio entre ellas, fundidas en un abrazo reconfortante.




CAPÍTULO 13: LA NUEVA SANTANA

A la mañana siguiente, todos los miembros de Vocal Adrenaline se quedaron boquiabiertos ante el abrazo que Rachel y Santana se dieron a modo de saludo, a parte de que la morena se sentó entre la castaña y Brittany a la mesa. Sin embargo, sólo Wendy, Drew, Thad y Sebastian fueron informados de lo sucedido cuando el resto de los chicos se fueron.
– Lo sabía, os lo dije. – Dijo Sebastian.
– Eres muy buen observador. – Añadió Wendy.
– ¿Cómo lo sabías? – Quiso saber Santana.
– Mejor que no lo sepas. – Dijo el castaño evitando la mirada de la morena.
El resto de la mañana, la pasaron en las clases. Después de comer, tenían ensayo de Vocal Adrenaline, por lo que se despidieron de la latina, ya que ésta se iba a su habitación. El ensayo fue bien, se dedicaron a dar ideas para los regionales y cuando acabó la sesión, Brittany, Rachel y Quinn se fueron a buscar a Santana. Al entrar a la habitación, se encontraron con que la decoración había cambiado. La ropa que antes había por el suelo ahora estaba en su lugar. A las películas típicas de gusto femenino le acompañaban otras como de super héroes o de fantasía. Algunas sagas habían desaparecido de sus libros y había nuevos títulos de novelas eróticas. Las revistas sobre grupos de música comerciales ya no estaban, aunque quedaba alguna de moda. Entre los nuevos CDs, algunos de grupos de chicas.
– Bueno... Creo que ya no necesito esconderme más, ¿no? – Dijo la morena con la mirada baja.
– Por supuesto que no. – La castaña se lanzó a sus brazos.
– No es que me queje, pero ¿no te has vuelto un poco pegajosa desde que te conté la verdad? – Bromeó la latina.
Todas rieron y Rachel le dio un empujón amistoso en el hombro en respuesta. Después de eso, las cuatro salieron a tomar un café. Aprovecharon para recabar toda la información que tenían sobre Marley para empezar su búsqueda. Sin embargo, la morena no era muy optimista, aunque lo deseaba con todas sus fuerzas. Todas la animaban, tenían que encontrarla. Costara el tiempo que costase.

Así pasaron los días, descubriendo a la nueva Santana, una chica que podía iluminar una sala cuando sonreía (algo que se había vuelto más habitual). Alegre, divertida y sarcástica, aunque, a veces, aún se mostraba esquiva y triste. Sin embargo, confiaba en sus nuevos amigos. Todos se esforzaban por mostrarle que no estaba sola, que eran sus amigos. Pasaban todo su tiempo juntos y poco a poco conocieron mejor a la menor, sobre todo su pasión por la música de Amy Winehouse y su nueva forma de vestir, extremadamente sexy.

Los fines de semana, Santana y Brittany iban a la casa de la rubia. Quedaban con los New Directions o disfrutaban de tiempo solas o con Finn. La relación de las dos chicas se iba estrechando cada vez más y su complicidad aumentaba por momentos.

Cuando estaban junto al grupo del McKinley, pasaba más tiempo con Mercedes y Kurt porque había congeniado muy bien con ellos. Sus personalidades encajaban muy bien y, aunque a simple vista parecía que no se llevaban bien, sus “discusiones” eran algo más propio de una gran confianza que de incompatibilidad entre ellos.

Finn, Brittany y Santana compartían habitación, aunque era todo un caos. Apenas tenían espacio y a los tres les daba vergüenza cambiarse delante de los otros, por lo que ocupaban por horas el baño. Las peleas por ver quien entraba primero a cambiarse o ducharse, las noches de insomnio porque se quedaban hablando en la habitación, las bromas y los chistes formaban parte de su rutina de fin de semana.

Dos semanas antes de navidad, Santana entraba al salón de los Vocal Adrenaline para encontrarse con Brittany.
– Hola – Dijo la morena.
– Hola – Respondió con una sonrisa la rubia.
– ¿Puedo pedirte un favor? – Preguntó la latina.
– Dime – Dijo la ojiazul.
– ¿Podrías cantar conmigo? – La menor bajó la mirada.
– ¿Cantas? – Quiso saber la mayor.
– Cantaba, hace mucho que no lo hago... ¿Qué mejor manera de volver a los viejos hábitos que cantando contigo? – Dijo la más bajo.
– Ok.
Santana se apresuró a poner la melodía en el reproductor y comenzaron los primeros acordes de Last Christmas. Las chicas se dirigían miradas cómplices, coqueteaban y se movían durante la canción. Cualquiera que las hubiese visto, habría pensado que eran pareja. Al finalizar la canción, ambas estaban sentadas en un sillón mirándose a los ojos. En ese momento, Santana no pudo resistirlo y juntó sus labios con los de la rubia.

CAPÍTULO 14: EL PLAN DE VOCAL ADRENALINE

En ese momento, Santana no pudo resistirlo y juntó sus labios con los de la rubia mientras cerraba los ojos para poder disfrutar del momento. Los labios de Brittany eran suaves y dulces. Para la menor ese beso era algo que había esperado por días. Sin embargo, la ojiazul no acompañó en el beso. Cuando la morena se separó, se quedó mirando expectante a la más alta.
– Santana, yo... – Brittany no sabía que decir.
– No sientes lo mismo, ¿verdad? – La latina quiso saber.
– Lo siento. – La rubia vio como la menor salió corriendo del salón, dejándola sola. Le daba pena que Santana tuviera que añadir un nuevo sufrimiento a su vida. Pero debía ser sincera. No podía darle falsas esperanzas.

Por su lado, Sebastian vio a la latina salir de la sala y la siguió. Cuando Lopez entró en una de las aulas, el chico no lo dudó y la imitó.
– ¿Qué sucede? – Quiso saber el castaño.
– He besado a Brittany. – Respondió Santana.
– Y eso es malo porque... – Intentó que su amiga hablara.
– Si me correspondiera no habría sido malo. Pero ella no siente lo mismo que yo. No tengo suerte en el amor. He estado enamorada dos veces y ninguna de las dos he conseguido ser correspondida. – Se sinceró la joven.
– ¿Marley? – Quiso saber el ojiverde.
– No. Quinn. Me gustaba mucho... Hasta que conocí a Brittany. – Contestó la joven.

Por su parte, Wendy encontró a Brittany al borde de las lágrimas en la sala de Vocal Adrenaline.
– ¿Estás bien? – Quiso saber la mayor.
– Santana me ha besado, le he dicho que no le correspondo y se ha marchado sin decir nada. – Soltó la rubia sin pausa, como si tuviera prisa en sacar esas palabras, como si con ello consiguiera sacar el dolor que le producía la situación.
– Yo pensaba que te gustaba... – Insinuó la morena.
– No... La verdad es que me gusta Rachel. – Se confesó la ojiazul.

En las habitaciones, Drew buscaba a Quinn. Después de conseguir que Rachel le confesara que le gustaba la rubia, quería saber los sentimientos de la otra chica.
– Hola. – Dijo la mayor cuando la encontró.
– Hey.
– Voy a ir directa al grano, ya me conoces, no sé dar rodeos. ¿Te gusta alguien? – Preguntó Drew.
– Yo... Esto... Si, me gusta Santana. – Quinn estaba ruborizada. Estaba tan nerviosa que no se dio cuenta de la cara de la otra chica.
– ¿Santana? – Se sorprendió su amiga.
– Si, es tan sexy y misteriosa... Y además, cuando se muestra como realmente es, sin máscaras... – No terminó la frase, simplemente mostraba una sonrisa que indicaba que le gustaba.

Una hora más tarde, todos los miembros de Vocal Adrenaline heterosexuales se encontraban en el salón del club glee.
– He convocado esta reunión para tratar un tema importante. – Dijo Wendy.
– ¿Por qué no están Quinn, Rachel y Brittany? – Quiso saber un chico llamado Dean.
– Vamos a hablar sobre ellas. Sabemos que a Brittany le gusta Rachel, pero ésta siente algo por Quinn y a esta le gusta Santana, quien siente algo por Brittany. Tenemos un cuadrado amoroso entre manos. El problema es que puede traer muchos corazones rotos. De momento, tenemos uno, el de Santana. – Respondió la líder del grupo.
– Con todo lo que ha pasado... – Dice Thad visiblemente triste.
– Lo que tenemos que hacer es juntarlas dos a dos y que sean felices – Dice Drew.
– ¿Y qué hacemos, Brittana y Faberry o Quinntana y Brittberry? – Preguntó Wendy en tono de burla.
– ¿Por qué no Pezberry y Quinntany? – Añadió Thad con tono sarcástico.
– A Santana al principio le gustaba Quinn... – Dijo Sebastian.
– Entonces, sólo tenemos que recordarle su antiguo amor y conseguir que Rachel se enamore. – Comentó ilusionada Drew.
– Como si eso fuera fácil. – Dijo Thomas, otro miembro del Glee Club.
– Señoras, señores, creo que tenemos Plan Vocal Adrenaline. – Añadió Wendy.
– ¿Votos a favor? – Preguntó Drew.
Para sorpresa de Thad y Sebastian, todos los demás levantaron la mano.
– Decidido, Operación Quinntana y Brittberry en marcha. – La lider del grupo confirmó.
Estuvieron casi dos horas haciendo un plan para juntar a las dos parejas.
Al salir, Sebastian se detuvo a hablar con Thad.
– ¿Crees que sea buena idea? – Preguntó el menor.
– No, pero ya conocemos a Drew y Wendy... Si se les mete una idea en la cabeza no hay nadie que se la quite. – Dijo el mayor.
– ¿Vas a cumplir con tu parte del plan?
– ¿Que otra cosa podemos hacer?





CAPÍTULO 15: ESO NO LO ESPERABA

Al día siguiente, en el descanso entre clases, Brittany vio a todos sus amigos de New Directions hablando con el director Lance, Mr Schue, Bree y Kitty. ¿Qué estaría sucediendo?
– Señorita Pierce. – La llamó el Señor Lance. – ¿Podrías llamar a las Señoritas Lopez, Fabray y Berry y venir las cuatro a mi despacho?
– Si, claro – Respondió la rubia, sorprendida.

Cuando las cuatro jóvenes entraron al despacho, vieron que todos los visitantes estaban allí.
– Los estudiantes del McKinley han tenido la idea de hacer una campaña a favor de la tolerancia en su instituto y quieren que algún estudiante del Carmel hable sobre la convivencia en este instituto. Había pensado que quizá quisierais ser vosotras. – Dijo el mayor de todos.
Todos los chicos sonrieron hacia las estudiantes del Carmel, esperando la aprobación de esa idea.
– Conmigo no contéis. – Dijo Santana, levantándose y yendo hacia la salida.
– Tú eres la que tiene el testimonio más importante, tú eres la que más ha sufrido el abuso y la que más beneficiada ha salido de la política del Carmel. – Dijo el director
– No lo voy a hacer. – La morena salió de la sala sin dar oportunidad a nadie de convencerla. Rachel miró a Brittany y Quinn y, al recibir un gesto de ambas dijo:
– Nosotras sí lo haremos, e intentaremos convencer a Santana.
– ¿Puedo saber qué tienen que ver con ésto Kitty y Bree? – Quiso saber la rubia.
– Fue su idea. – Dijo Will.
– ¿Qué? – Los ojos de la ex alumna del McKinley se abrieron reflejando su sorpresa. Una cosa era que hace unos días asustaran a unos tipos en un centro comercial y otra muy distinta era que dieran un paso al frente y propusieran ideas para evitar el abuso.
– Brittany, sabemos que te hicimos daño... Créenos, lo sentimos muchísimo. Queremos hacer las cosas bien a partir de ahora. – Dijo Kitty.
– Es nuestra manera de pedirte perdón. – Añadió Bree.
– ¿Esperáis que con eso os perdone? – Preguntó Quinn enfadada.
– Esperamos que sea el primer paso. – Respondió Wilde.
– De todos modos, no soy rencorosa, si se arrepienten y están dispuestas a enmendar su error, yo las perdono. – Dijo la ojiazul.
– Eso significa que vuelves al McKinley – Gritó Sam.
– No, Sammy. Soy muy feliz aquí.
– Es una pena. Te echamos de menos. – Dijo Finn.
– Y yo a vosotros. Pero si me voy echaré de menos a mis amigos de aquí.
– ¿Podemos al menos tener un abrazo grupal? – Quiso saber Mercedes.
– Claro. – Dijo Pierce.
– Sólo si nosotras somos incluidas. – Añadió Rachel, lo que hizo reír al resto mientras todos los jóvenes excepto Kitty y Bree se abrazaban.

El resto del día no fue para nada normal, la rubia y la morena tenían problemas para hablar a solas por lo sucedido el día anterior. Rachel se sorprendió al comprobar que Thad se las había ingeniado para cambiar las parejas de laboratorio, de manera que Quinn había quedado con él y la castaña con Brittany, pero no le dio más importancia. Santana y la ojiverde se quedaron encerradas en una sala, pero nunca llegaron a saber que había sucedido. Berry sufrió un discurso por parte de Wendy sobre las cualidades de Pierce, alabando todas sus virtudes. Y la más joven aguantó todo lo que le dijo Sebastian sobre Fabray. Y las cosas no cambiaron mucho los días siguientes...

El día de la conferencia sobre tolerancia en el McKinley llegó, por lo que las cuatro chicas se encontraban en el instituto público, ya que al final habían convencido a Santana. Primero Rachel dio un discurso sobre todas las diferencias que pueden generar discriminación y abuso, como la raza, la religión o la orientación sexual. Luego Brittany habló sobre las consecuencias que dicho abuso tenía, desde la ansiedad hasta el suicidio. Quinn por su parte, contó las medidas que tenía el Carmel que lo hacía un instituto seguro y Santana contó como había sido su vida en el instituto Washington y en el Carmel. Por último, Kitty y Bree hablaron, de manera muy coloquial y menos seria que los demás. Contaron como se arrepentían de todo lo que le habían hecho a Brittany.

Cuando terminaron, las chicas acudieron a la sala del club glee para reunirse con los New Directions.
– Habéis estado geniales. – Dijo Will sinceramente.
– Gracias. – Respondieron las cuatro.
– ¿Podemos abusar un poco más de vuestra generosidad? – Preguntó Blaine.
– ¿Qué quieres? – Le preguntó Brittany.
– ¡Cantar con vosotras! – El moreno hizo un gesto hacia los músicos.
La banda comenzó a tocar We Go Together del musical Grease. El ojimiel comenzó a cantar y Finn lo siguió. Todos cantaron una parte de la canción y bailaron. Sam, Mike, Blaine, Brittany, Rachel y Santana hicieron una pequeña coreografía improvisada. Todo era risas y diversión. Nadie esperaba lo que iba a ocurrir a continuación...