[Fic Brittana] You Drive Me Wild | Capítulo 29: I can't lie

Hola! :DD Estoy aqui de vuelta, con una edicion mas de este fic (?) Ayer no pude actualizar porque estaba sin internet, y solo me conecte desde el celular para comentar en los fics que leo jejeje :D

Este capitulo es un poco mas largo de lo usual, pero no queria cortarlo porque es uno de mis favoritos y no podia dejarles con la intriga ;) Los cambios de actitud de Santana se estan haciendo algo mas visibles a partir de aqui, aunque le falta mucho para mejorar aun. Paciencia por sobre todas las cosas :D

Una vez mas, gracias por sus comentarios. Mi amiga por poco no llora de la emocion por la buena recepcion del fic. Estamos muy contentas!

Sin nada mas que decir, disfrutenlo!




Capítulo 9: High speed

Una nueva mañana comenzaba para la movida ciudad de Los Ángeles. Como siempre, Brittany despertó temprano y bajó a desayunar. Sus padres ya habían salido para una reunión importante de la que tenían que participar, por lo que la casa se quedó a manos de ella y de Jenny.

J: ¡Buenos días hermanita! ­­­–saludó– ¿Cómo te encuentras para este día tan especial en que tendrás tu segunda cita con Santana Lopez?

B: Yo creía que sólo Rachel hacía ese tipo de comentarios –rió– Estoy bien, ¿cómo se supone que debería estar?

J: Yo que tú estaría muy nerviosa por impresionar a Santana.

B: Primero que nada, yo no busco impresionarla ­­­–se sirvió café y se sentó frente a Jenny– Segundo, ella me chantajeó para que acepte.

J: Y a ti te gustó que lo hiciera –rió de nuevo– Lo veo en tus ojos Britt, esa chica te encanta.

B: Sólo tengo curiosidad, quizás una pequeña atracción… Y ahora déjame desayunar en paz.

Jenny sonrió por lo bajo y cumplió los deseos de su hermana. Pero seguía pensando que no dejaría de escuchar el nombre de Santana Lopez de la boca de su hermanita nunca más.




Entre tanto, en el departamento Quinntana, la rubia preparó un magnífico desayuno y despertó a la morena para que lo disfrutaran juntas. Santana estaba muy sorprendida por lo que había hecho Quinn, pero sabía que su amiga se traía algo entre manos.

S: ¿Qué quieres, Fabray? –decía mientras se sentaba– Te conozco lo suficiente como para adivinar lo que tramas.

Q: Swowo qwiewo swer amabwe –respondió.

S: No entiendo si hablas con la boca llena –dijo tranquilamente.

Q: Lo siento –se limpió la boca– Decía que sólo quiero ser amable.

S: Sí claaaaaaro –ironizó– Dime qué quieres o te lo saco a golpes.

Quinn suspiró molesta. Odiaba que su mejor amiga destruyera todos sus planes al conocerla tan bien.

Q: ¿Cómo te fue todo con Brittany anoche? –sonrió– Y quiero detalles.

S: ¿Eso querías? –rió– Lo hubieras preguntado sin problemas.

Q: Pensé que te enojarías…

S: Nah –sonrió– Me fue… normal. Hoy saldré de nuevo con ella.

Q: ¿ENSERIO? Me alegra que por fin hayas encontrado el amor.

S: ¡No exageres! –gritó horrorizada– Sólo quiero divertirme un poco con ella, en el buen sentido –agregó al ver la expresión de enfado de la rubia– Sabes que yo no creo en el amor.

Q: Nunca cambiarás –resopló– Yo también saldré de nuevo con Rachel hoy –sonrió– ¿Sabes qué? Anoche la besé.


Flashback

Quinn había juntado todos los ahorros que tenía para su cita con Rachel. Primero, la llevó al cine a ver una película romántica, pero la rubia se durmió. Para su suerte, la judía estaba tan concentrada que no se percató de nada.

Luego recorrieron el centro comercial y Quinn le regaló a su cita un bonito peluche con forma de gatito, al que Rachel nombró Faberry en honor a ellas.

Cuando anocheció, fueron a un restaurante que le costó un ojo de la cara a Quinn, pero valía la pena darlo todo por Rachel. Pasaron una velada increíble, contando anécdotas y conociéndose más. Y de paso, el amor iba naciendo entre ellas.

Y para finalizar la estupenda jornada, a la rubia no se le ocurrió mejor idea que llevar a Rachel a ver las carreras clandestinas. La judía quedó encantada, definitivamente ese oscuro mundo le empezaba a gustar.

Casi a las 2 de la madrugada, Quinn regresó a Rachel a su casa. Los padres de esta no estaban, así que no hubo problemas con esa parte. Usualmente, la rubia intentaría aprovecharse de esa situación para llevarla a la cama, pero considerando que empezaba una nueva vida y quería hacer las cosas bien, decidió ir paso por paso.

R: Gracias por un día hermoso, Quinny –la abrazó– Me encantó conocerte mejor.

Q: El placer es mío –sonrió– ¿Puedo darte un beso?

Rachel supuso que se refería a un beso en la mejilla, así que asintió animadamente. Quinn no lo pensó dos veces y la besó en los labios dulcemente.

Q: Me gustas... –dijo, separándose del beso.

R: Y tú a mí –respondió sonrojándose.

Fin flashback


S: No puedo creer que hayas besado a ese duende. Seguro tuvo que conseguirse una escalera para alcanzarte –rió, mientras su amiga la miraba con reproche.

Q: Eres malvada, Lopez.

S: Lo sé –recordó algo– ¿Sabes qué hice ayer?

Q: ¿Qué?

S: Hice que Brittany se pusiera celosa.

Q: ¿Cómo? –preguntó sorprendida.

S: Me enrollé con Marissa –respondió como si nada.

Q: Creí que ya no querías nada con ella…

S: Y sigo sosteniendo lo mismo. Anoche fue… la despedida –sonrió.

Q: Eres una cabeza dura.

S: Cállate –le arrojó una servilleta– Y déjame desayunar.




Nuevamente el día pasó bastante rápido y llegó la noche. Brittany y Jenny ya tenían absolutamente planeada la forma de escape de la bailarina.

B: Espero que mamá y papá no nos descubran –decía mientras se terminaba de arreglar– ¿Qué hora es?

J: 10:43 pm. ¿Ansiosa?

B: Para nada –mintió.

Sí que lo estaba. Se moría por ver de nuevo a Santana, tanto que contaba los minutos. No podía esperar a mirarla de nuevo y apreciar su belleza. Le gustaba, sí, y mucho.

J: ¿Por qué no le envías un mensaje de texto?

B: Por dos razones –miró hacia la ventana disimuladamente esperando ver a la morena– Uno, no quiero parecer desesperada. Dos, no tengo su número.

J: ¿No? Pues fracasaste como persona al no pedírselo –se burló.

B: Te respondería, pero creo que ya llegó –dijo señalando hacia la calle, donde una motocicleta estacionaba frente a la casa.

J: ¡Plan en marcha!

Las hermanas bajaron silenciosamente las escaleras, para no llamar la atención de sus padres que estaban en su respectiva habitación.

B: Te aviso cuando estoy llegando –se despidió.

J: Okay –abrió la puerta– Adiós, y disfruta de ese bombón –rió.

Santana estaba de espaldas a la casa, recostada por la moto, así que no vio cuando la rubia salió y se colocó detrás de ella.

B: Hola Santana –dijo suavemente, pero bastó para sobresaltar a la morena.

Santana lanzó un pequeño grito y se llevó las manos al pecho, causando que Brittany empezara a reír incontrolablemente. La latina no soportaba ser la burla de nadie, pero no podía enojarse con la rubia, así que solamente fingió estar enfadada.

B: L-lo siento –se secó unas lágrimas de risa– No pude aguantarme.

S: No tiene nada de gracioso –luchaba por no reír también– Quiero que sepas que estoy muy molesta.

B: ¡Oh, vamos! No puedes enojarte por eso –protestó– Si vamos a pelear, mejor me regreso…

S: ¡No! –la detuvo– Te perdono.

Brittany abrió la boca en señal de sorpresa.

B: Muy graciosa –se subió a la moto, esta vez sin ayuda– ¿Nos vamos o no?

S: Como tú quieras, preciosa –se acomodó delante de la rubia, quien puso las manos en la cintura de la morena– Veo que ya aprendiste las reglas, ¿lista?

B: Sí, lo estoy…

Santana arrancó la moto y aceleró a fondo. Brittany se pegaba más al cuerpo de la latina, porque estaba que moría de miedo. La morena en cambio, estaba más que contenta con todo esto. Sin intercambiar palabras durante el viaje, que duró un poco
más de diez minutos, llegaron a destino.

Una multitud estaba aglomerada en una calle desierta, la mayoría tenía una motocicleta y tenían la misma apariencia rebelde y aventurera que Santana.

B: ¿Qué es esto?

S: Carreras clandestinas –respondió– Te traje para que veas una, son de lo mejor.

B: ¿Estás enferma? Podrían arrestarnos por estar aquí –exclamó asustada.

S: No te preocupes bonita –señaló detrás de la rubia– Mira quién viene ahí.

Brittany volteó y vio a Rachel acercarse a ellas, seguida por Quinn. Ambas venían con una sonrisa más grande que su propio rostro.

R: ¡Britt! –abrazó a su amiga– Quinny me dijo que vendrías esta noche…

B: ¿Así que todos sabían de esto y yo no? –preguntó ofendida a Santana– Te odio.

Santana, Quinn y Rachel soltaron varias carcajadas, mientras Brittany se cruzaba de brazos y fruncía el ceño, enojada.

R: ¡Te vas a divertir! Yo vine anoche y es de lo más maravilloso del mundo.

B: ¿Estás corrompiendo a mi amiga? –acusó a Quinn– Te juro que te mato.

Q: Tranquila Brittany –sonrió– Si a Rach le gustó, capaz a ti también te guste.

Mientras Brittany seguía discutiendo con Quinn y la judía, una persona se acercó a Santana y la saludó efusivamente.

¡Saaaan! –gritó, mientras la abrazaba.

S: Hey, Marissa –respondió fríamente.

M: ¿Por qué tan agresiva? –escuchó los gritos de Brittany y miró a la rubia– Ya veo por qué.

S: Si no te importa, voy a prepararme para competir –hizo el amague de escapar, pero la pelirroja la detuvo.

M: ¿Puedo ser tu acompañante? Por favor, por última vez…

Santana iba a decirle que no, que ese honor sería de Brittany, cuando escucharon a la rubia estallar en gritos.

B: ¡NI LOCA ME SUBO A UNA DE ESAS MOTOS, RACH!

Marissa se acercó a la morena y le acarició la espalda, produciendo un escalofrío en ella.

M: ¿Ves? Ella no lo hará y necesitas una acompañante.

Santana suspiró molesta y asintió, para alegría de la pelirroja. La morena se apartó de ella por un instante y se acercó a Brittany, quien ya se había calmado un poco.

S: Escuché que no subirás a la moto conmigo –la rubia negó con la cabeza– En ese caso, iré con ella –señaló a Marissa– Pero necesito esto… –desprendió la cinta que estaba por el pelo de la rubia y se la ató a la muñeca– Es para la suerte –guiñó un ojo– Nos vemos.

Santana se acercó a Marissa nuevamente, dejando a Brittany con la boca abierta. No podía creer que esa estúpida pelirroja le arruinara una vez más la noche con la latina, metiéndose en el medio. Así que decidió mostrar a la morena que ella no se dejaría vencer.

B: ¡Hey, tú! –gritó a un chico– ¿Tienes acompañante?

El muchacho negó con la cabeza, y la rubia se acercó a él. Sin mediar palabra, se subió a la motocicleta detrás de él, dando a entender que ella cumpliría ese papel. Se agarró fuertemente al cuerpo del chico, pero no había punto de comparación con estar agarrada al cuerpo de Santana.

Para sorpresa de la latina y de Marissa, el chico fue aubicarse justo al lado de ellas. Brittany dirigió una sonrisa burlona a la morena, y luego otra a la pelirroja.

B: Suerte –dijo secamente.

M: Ganaremos rubita –abrazó más fuerte a Santana y le dejó un beso en el cuello– ¿no es cierto?

Santana se estremeció ante ese contacto, y se limitó a asentir sin mirar a ninguna de las dos. Escucharon la señal para estar preparados, luego la luz que indicaba que estén listos para acelerar, y por último, una bandera se agitó dando la señal de que podían partir.

El chico y Santana aceleraron hasta el fondo. Él tomó la delantera rápidamente, dejando a la morena atrás. Los otros competidores eran igual de buenos, y la competencia se estaba poniendo dura.

Las curvas cerradas hicieron que más de uno perdiera el control y cayera. De a poco, la cantidad iba disminuyendo, hasta quedar sólo dos parejas: Santana y Marissa, y el chico que iba con Brittany.

Aún quedaban unas cuantas cuadras más. El muchacho llevaba una leve delantera, pero un obstáculo en el camino hizo que Santana se apoderara del primer lugar. Marissa y Brittany gritaban a todo pulmón, apoyando a su pareja. A falta de unas diez cuadras, el chico volvió a posicionarse primero, para enojo de la morena. Ella no se rendía, y aceleró hasta lo último. Con mucho esfuerzo, y a tan sólo dos cuadras de la meta, recuperó su puesto, llevándose así la victoria.

Los cuatro se bajaron de las motocicletas. El chico estaba muy frustrado, tanto que se puso a patear el aire con furia. En cambio, para la pelirroja y la morena era todo festejos.

M: ¡Ganamos! –abrazó a Santana y la besó.

Brittany, que en ese momento se acercaba a las chicas para felicitarlas, se encontró con la imagen de Marissa besando a la latina.

B: ¡Felicidades! –exclamó irónicamente, interrumpiendo el momento.

La pelirroja la miró con odio, mientras Santana permanecía con una expresión de sorpresa.

S: G-gracias –dijo por fin– Ya vuelvo…

La morena se acercó a Quinn y Rachel, quienes también compitieron, para verificar cómo estaban ya que cayeron en una de las tantas curvas. Por suerte, las dos estaban bien.

Mientras, Brittany y Marissa quedaron solas e intercambiaban miradas furiosas.

M: Aléjate de Santana –exigió– Ella es mi chica.

B: Tú no me dices que hacer –respondió calmadamente– Y si Santana me trajo a mí esta noche será por algo, ¿no?

M: ¡Eres una zorra!

La pelirroja se abalanzó sobre la bailarina e iniciaron una cruel lucha. Ambas impartían sendos golpes a la otra. La gente se aglomeraba a su alrededor, alentando la pelea.

Brittany era mucho más hábil que Marissa, y eso se notaba a kilómetros. La pelirroja se cansó pronto y la rubia aprovechó para golpearla salvajemente. Tanta era su rabia, que para cuando la separaron de la de ojos verdes, esta tenía la cara llena de sangre.

S: ¡¿Qué rayos sucede?! –gritaba sosteniendo a Brittany para que no saltara de nuevo sobre Marissa.

B: ¡Esta idiota empezó! –se defendió.

M: ¡Yo sólo te dije que dejaras en paz a Santana! –gritó como pudo.

S: ¡Te dije mil veces que no soy nada de ti! –gritó a Marissa.

Marissa empezó a llorar, y a Santana le dio mucha pena.

S: Entiéndeme Marissa –dijo agachándose frente a la pelirroja– Eres muy bonita y me caes bien, pero no quiero nada contigo.

M: Te odio –cacheteó a la morena tan fuerte, que esta pensó que se le había caído la cara.

Marissa se levantó como pudo y abandonó el lugar resoplando furiosamente. Santana miró a Brittany, quien apenas tenía unos rasguños y leves golpes, y sonrió.

S: Te defiendes bien, eh.

B: Hago lo que puedo –sonrió– ¿estás bien?

S: Sep –se frotó la mejilla– Ya me han dado golpes peores.

Ambas se quedaron en silencio, sonriendo y admirándose la una a la otra, hasta que el grito de Quinn las sacó de su fantasía.

Q: ¡LA POLICÍA! ¡VIENE LA POLICÍA!

Quinn agarró de la mano a Rachel, y lo mismo hizo Santana con Brittany. Las más jóvenes estaban muertas de miedo, sobre todo porque tenían que ir a buscar las motocicletas y la policía, acompañada de la prensa, estaban colmando el lugar.

Corrieron como si no hubiera mañana, y consiguieron llegar hasta las motos. Quinn y Santana, con sus respectivas acompañantes, abandonaron el lugar a toda velocidad y sin mirar atrás.

En cierto momento, ambas parejas se separaron, para no levantar sospechas. Santana y Brittany se dirigieron a un descampado hasta que la zona se liberara un poco más, ya que era muy probable que la policía siguiera rodeando el lugar.

Era una zona muy oscura, con apenas un poste de luz como iluminación. Tanta era la oscuridad que cuando Brittany descendió de la moto para descansar, pisó un desnivel y cayó en un charco muy sucio. Sus ropas se empaparon completamente y Santana no pudo evitar reír.

B: ¡No te rías! –se levantó– Estoy hecha un asco…

S. Tú lo has dicho, y ni creas que subirás a mi bebé así –rió burlonamente.

Brittany abrió muy grande los ojos, sorprendida. No podía creer que la morena estaba insinuando dejarla ahí.

B: ¿Me vas a dejar? –preguntó casi llorando– No sé cómo llegar a mi casa…

A Santana le enterneció mucho la imagen de la rubia haciendo pucheros y esas cosas, así que se le ocurrió una muy buena idea para que motocicleta no fuera ensuciada, sin tener que abandonar a la rubia ahí.

S: Sácate la ropa.

B: ¡¿QUÉ?! –gritó– No quiero hacer nada contigo, te lo advierto.

S: No me estaba refiriendo a que te la saques para eso, –rió– si no para que no manches a mi bebé y yo pueda llevarte a tu casita.

B: ¿Y piensas que iré semi desnuda? Ni de broma.

S: Puedes ponerte esto –se desprendió la chaqueta de cuero que traía encima, revelando que sólo traía un sujetador abajo– Te la presto por esta noche.

La rubia se quedó sin palabras admirando el abdomen tonificado de la morena. Subió la vista y se encontró con unos hermosos pechos. Santana no podía dejar de sonreír ante la reacción de la bailarina.

S: ¿Te gusta lo que ves?

B: Yo… eh… –agarró la chaqueta que la otra le tendía, mientras se sonrojaba– Date la vuelta.

Santana obedeció, pero acomodó el espejo retrovisor para poder apreciar el espectáculo que sería Brittany sacándose la ropa.

S: Nadie dijo que los espejos estaban prohibidos –susurró.

Minutos después, gloriosos minutos para la latina, Brittany se acercó a la motocicleta en ropa interior, apenas cubierta con la chaqueta de la morena.

B: No me mires –se sonrojó de nuevo– Esto es lo más vergonzoso que he hecho en mi vida.

S: Está bien, no lo haré –miró las ropas sucias de la rubia, que esta traía en sus brazos– No subirás a mi moto con eso.

Para sorpresa de la bailarina, Santana le arrebató sus ropas mojadas y las arrojó lejos.

S: Listo –sonrió– Volvamos a casa.

Brittany se subió a la moto y se abrazó a Santana. La latina estaba sin chaqueta, por lo que la rubia podía sentir la suave piel de color caramelo entre sus brazos.

Minutos después, llegaron a la casa Pierce.

S: Aquí nos despedimos –besó la mejilla de la rubia suavemente– Espero que te hayas divertido, a pesar de todo…

B: Y lo hice –sonrió y recordó algo– ¿Me das tu número?

La morena sonrió y asintió lentamente, mientras acercaba su mano a los pechos de Brittany.

B: ¿Qué haces?

S: Voy a sacar un bolígrafo –rió ante la paranoia de la rubia– Está en el bolsillo de mi chaqueta.

B: Espera yo lo saco –hizo lo que dijo y le ofreció el bolígrafo a Santana, quien anotó su número en la mano de la bailarina.

S: Llámame –dijo cuando terminó de escribir.

B: Quizás lo haga –sonrió– Adiós.

Brittany estaba a punto de entrar a la casa, cuando un silbido de Santana la detuvo.

S: ¿Piensas llevarte mi chaqueta? Porque es mi favorita y no se regalaría a nadie.

Brittany se acercó a la morena, una vez más completamente roja, y se sacó la prenda de vestir, descubriendo su maravilloso cuerpo. Los ojos de Santana casi salen de órbita ante la espectacular visión que tenía delante.

B: ¿Te gusta lo que ves?

S: ¡No uses mis frases! –agarró su chaqueta y se la puso, visiblemente avergonzada– Adiós.

Santana aceleró a fondo y se alejó de ahí, entre tanto Brittany se escondía detrás de un árbol y enviaba un mensaje de texto a su hermana.

B: Estoy abajo, ábreme.

J: Pensé que jamás llegarías, ¿tienes idea de la hora? Me muero de sueño.

Apenas terminó de leer el mensaje, y Jenny estaba ahí abriendo la puerta. No pudo evitar carcajearse cuando vio a su hermanita saliendo de su escondite en ropa interior, y totalmente roja de vergüenza.

J: ¿Qué te pasó? –risas– ¿Acaso tuviste una noche de pasión con Santanita?

B: Cállate –exigió– Mañana te lo explico. Ahora sólo quiero darme una ducha y dormir.

J: Y más vale. Son casi las 6 de la mañana.

B: ¿Qué? –preguntó sorprendida– Sí que pasa rápido el tiempo.

J: ¿Tanto te divertiste que ni miraste el reloj? –rió de nuevo.

B: No molestes –dijo mientras entraban a la casa silenciosamente, y cerraban la puerta tras ellas.

Aloha! Primero que nada, quiero disculparme por no haber actualizado ayer. Lo que pasó fue que no estuve en casa toda la tarde y parte de la noche, así que se me hizo imposible conectarme porque mi hermana tenía que usar la pc cuando volvimos a la casa. Iba a actualizar esta mañana, pero fui al dentista por mis brackets y tardé mucho. Luego pospuse la actualización para la tarde, pero me quedé viendo la maratón de Glee. Y ahora que acabé de ver 5 horas seguidas de Glee, aquí me tienen con un capítulo más.

Muchas gracias de nuevo por sus comentarios, son las mejores! Y tengan un poquito de paciencia con las Brittana, ya se acerca lo que todas quieren que suceda :D

Sin mas que decir, aqui les dejo el capitulo 10. Disfrutenlo!


Capítulo 10: Don’t keep me waiting

Santana no podía aguantar las ganas de ver a Brittany de nuevo. Habían pasado dos días desde su último encuentro y estaba muy ansiosa por que se repitiera. Pero había un pequeño problema: la rubia no volvió a ponerse en contacto con ella.

Q: Tranquila amiga, ya te llamará –dijo a la morena– Nadie se resiste a los encantos de Santana Lopez.

S: ¿Y quién dijo que quiero que me llame? –espetó en el intento de esconder sus sentimientos.

Q: Se te nota en la cara de ansiedad que traes desde hace un par de días –rió– Parece que a alguien le picó el bichito del amor…

Santana arrojó un almohadón a su amiga y salió, prácticamente huyendo, de la sala. Fue a la habitación que compartía con la rubia, se tiró a su cama y se tapó la cara con las sábanas.

POV Santana

Soy una malísima actriz. ¿En qué momento dejé que Quinn se enterara de lo que me pasa? No, esto no puede estar pasando. ¿Y ahora qué hago? Tengo orgullo y una reputación que mantener. Nadie, ni siquiera mi mejor amiga, puede saber que tengo… ¿cómo decirlo sin que afecte a mi imagen ruda? Esto apesta. Bien, volviendo a lo que estaba… Nadie tiene que saber que me pasan 'cosas' con esa rubia. ¿Qué demonios se supone que hago ahora? Y para colmo, le di mi número de celular para que me llamara y no lo hace. ¿Acaso se estaba burlando de mí? Al parecer sí. Tengo que pensar en algo, tengo que hacerlo…

Fin POV Santana

S: ¡En qué líos me he metido! –gritó, pensando que estaba sola.

Q: ¿De qué hablas? –dijo, saliendo de detrás del armario.

Santana se ruborizó completamente y no supo qué decir. Por primera vez, Quinn la había atrapado quejándose por culpa del amor.

Q: Estoy esperando una respuesta… –dijo sentándose frente a la morena.

S: ¿Me creerías si te digo que es algo sin importancia?

Q: Por tu cara creo que tiene demasiada importancia, y deduzco que es sobre Brittany.

Santana suspiró largamente y empezó a hilar ideas en su mente para poder explicarse ante su mejor amiga.

S: ¿Qué me dirías si te confieso que me gusta Brittany?

Q: ¿Enserio? –sonrió– ¡Es genial, amiga!

S: Sólo era un caso hipotético para ver cómo reaccionabas…

Q: Sí, ¿y qué me dirías tú si te digo que la mentira se huele hasta por tus orejas?

S: Soy una idiota… –suspiró– Hace dos días espero una bendita llamada, o aunque sea un mensaje de texto diciendo ‘Hola’, y nada…

Q: Quizás se está haciendo la difícil –hizo una pausa– Deberías ir a verla al McKinley, de nuevo.

S: ¿Estás loca? Yo no voy a rogarle a nadie –se cruzó de brazos.

Q: ¿Y si tan sólo me acompañaras a ver a Rach y de paso, le das una ojeada a la rubia? No hace falta que le hables, únicamente esperas y si ella se acerca a saludar, entonces es tuya.

A Santana le pareció una genial idea. Últimamente Quinn estaba con los sentidos al máximo, y eso le gustaba porque dos mentes piensan mejor que una.

S: Acepto –sonrió– Espero que al menos me sonría, no quiero me deje esperado aún más tiempo.

Q: ¿Eso significa que sí te gusta?

S: Digamos que… me atrae mucho.

Q: Eso me suena a sí.

Santana sólo sonrío, porque en realidad no quería admitirlo aún. Pero sí, estaba loca por Brittany.


Era lunes, y Brittany estaba en su aburrida clase de español. Para su suerte, la compartía con Rachel y no se sentía tan sola allí.

A la rubia le iba muy bien en esa materia, pero la odiaba por la simple razón de que su profesora era una persona muy amargada y soberbia. A Rachel, en cambio, le iba pésimo y la rubia era su salvación en los exámenes. Aunque cuando la tomaban de sorpresa, la desesperación se apoderaba de ella.

Ese día la profesora Sue Sylvester estaba de un mal humor insoportable. En el pasillo la habían visto gritar a un par de chicas de primer año despiadadamente. Y justamente ese día, las chicas tenían clases con ella.

Sy: ¡Hoy tomaré un examen oral sorpresa! –dijo apenas pasaba por el umbral de la puerta.

Toda la clase estalló en murmuraciones, que Sue calló con tan solo levantar la mano abierta.

Sy: La primera en pasar al frente será… –miró a cada uno de los alumnos, hasta que detuvo su vista cuando encontró su objetivo– ¡Berry!

Rachel palideció al instante. Sabía que si sus notas no mejoraban le esperaba un castigo en casa.

B: Rach… –susurró mientras Sue escribía en la pizarra– Lleva tu celular y te ayudaré.

R: ¿Sabes cuánto te adoro? –respondió también en un susurro, mientras escondía su teléfono en su bolsillo.

B: Más que a Quinn no…

Sy: ¿Esperas que te de una invitación, Berry? ¡Adelante, ahora! –gritó.

Rachel se levantó muy despacio y caminó hasta el frente. Sue, mientras tanto, se sentó frente a su escritorio y empezó a hojear algunos libros.

Sy: Señale los elementos en esa oración y diga qué clase es –ordenó, sin mirar a Rachel.

Brittany tecleó rápidamente la respuesta y se la envió a la judía, quien la leyó disimuladamente, para luego anotarla en el pizarrón.

R: Listo señorita Sylvester –dijo tímidamente.

Sue se levantó y se dirigió inmediatamente a Rachel. La pequeña diva temblaba de miedo, porque sabía que algo no estaba bien.

Sy: No puedo creer que seas tan descarada –tendió la mano– Dame el celular.

Los ojos de Rachel casi salen de órbita. Intentó decir algo, pero las palabras huyeron de su boca y se quedó en silencio. En un lento movimiento entregó su teléfono, mientras unas lágrimas amenazaban con salir de sus ojos. Para su suerte, el número de la rubia estaba registrado bajo el nombre ‘Unicornia’ (el apodo que usaban de niñas), así que Sue no podía saber quién le había dado la respuesta.

Sy: La persona que haya escrito esto tiene cinco segundos para confesar, sino me encargaré de descubrirla por mí misma y las consecuencias no serán bonitas.

La habitación se sumió en un profundo silencio. Nadie se movía, nadie decía nada. Los nervios de Brittany estaban a flor de piel, y temía dar un movimiento en falso.

Sy: Ustedes lo pidieron…

Sue empezó a manipular el celular, y unos segundos después, el celular de la bailarina empezó a sonar. Por un descuido, Brittany olvidó poner en silencio su teléfono y ahora, la verdad estaba a punto de descubrirse por su culpa.

Sy: Creo que ya sé de dónde viene el sonido –se acercó a la ojiazul y le tendió la mano, como hizo con Rachel– Su celular, ahora.

Brittany agachó la cabeza y sin mirarla a los ojos, se lo entregó. Sue sonrió satisfactoriamente.

Sy: Las dos están fuera de mi clase –señaló la puerta– Apenas termine esta hora, llamaré a sus familias para notificarles este hecho. Está de más decir que están reprobadas en mi materia por el momento, y si quieren pasar de año, deberán rendir un examen global y mucho más difícil. Ahora, afuera.

Brittany y Rachel, ambas con lágrimas en los ojos, salieron de la clase y fueron a sentarse en unos bancos frente a la dirección.

R: Lo siento Britt, es mi culpa por ser una burra –dijo suavemente.

B: No digas eso. Si yo no hubiera sido tan descuidada, ahora no estaríamos aquí…

Rachel sólo atinó a abrazar a su amiga, mientras la rubia pensaba en la reprimenda que se llevaría.


De nuevo Santana y Quinn se encontraban esperando frente al McKinley. Ya eran casi las 3 de la tarde, y la ansiedad se apoderaba de ambas a cada minuto que pasaba.

Q: ¿Siempre el tiempo pasa tan lento? –bufó– ¡Qué molestia!

S: Sí, esto es odioso…

Siguieron hablando de cosas sin importancia, hasta que escucharon el timbre de salida y se acercaron más para que las otras chicas pudieran verlas. Pasados varios minutos, la mayoría de los alumnos ya habían salido, pero no había ni rastro de Rachel y Brittany.

S: ¿Será que vinieron hoy? –preguntó extrañada– Porque no las veo por ningún sitio.

Q: Sí, yo hablé con Rach esta mañana y me dijo que estaba de camino al McKinley. ¡Qué raro!

Como si sus súplicas fueran escuchadas, por fin las vieron salir. Pero no iban solas, las dos estaban acompañadas por adultos. Brittany caminaba con la cabeza gacha detrás de una mujer, probablemente su madre por el parecido; mientras que Rachel iba en medio de dos hombres, que Quinn supuso serían sus padres por lo que la judía le había contado.

S: ¿Qué habrá pasado?

Q: No tengo idea. Pero por las dudas, no me acercaría…

Santana, lanzada como siempre, tomó valor y se acercó un poco más a la bailarina, mientras subía a un auto acompañada de su madre. La señora notó la presencia de la latina, y le dirigió una mirada asesina, que congeló a Santana en ese lugar. Ese fue el momento en que la rubia la vio, pero no hizo más que mirarla a los ojos por unos breves segundos. El auto de los Pierce arrancó y rápidamente se fue.

Q: ¡Rachel apenas me miró! –gritó acercándose a su amiga– ¿Qué rayos pasa aquí?

S: Hay alguna clase de grave problema –respondió– Tengo que irme, adiós.

Apenas dijo esto y salió disparada hacia su moto, sin darle tiempo a Quinn para que la siguiera. La morena aceleró a fondo e intentó localizar el auto de los Pierce en la avenida, pero era casi imposible debido a la cantidad de automóviles que circulaban. Pero como dicen, la esperanza es lo último que se pierde, y Santana pudo visualizar su objetivo al fin. Así que se dirigió hacia él.


Brittany miraba por la ventanilla del auto, distraída en sus pensamientos. Apenas escuchaba los regaños de su madre, lo único que estaba en su mente era la mirada que Santana le dirigió. Ella estaba ahí, la estaba esperando y fue todo en vano. Era casi imposible adivinar cómo las cosas se habían complicado hasta ese punto, era simplemente increíble.

Su: ¡Cabe aclarar que estás castigada por un mes! –gritó– Y olvídate de invitar a Rachel a la casa por un buen tiempo. No sé en qué momento esa chiquilla se volvió tan rebelde. Seguro es por la influencia de sus padres gays. Nunca debí dejar que te juntes con ella…

B: ¡Basta mamá! –gritó también– ¡Es estúpido pensar que los homosexuales tienen la culpa de todo!

Su: ¿Y desde cuándo te volviste defensora de sus derechos? –la miró por el retrovisor, mientras esperaban frente a un semáforo– Ah, ya recuerdo. Supongo que desde te juntas con esa criminal.

B: ¡Santana no es una criminal! –lágrimas brotaban de sus ojos– Y aparte sólo la vi dos veces…

Su: Más que suficiente para que te envenene la mente. También te prohíbo que vuelvas a verla.

Brittany no pudo aguantar más y empezó a sollozar. Lo único que necesitaba en esos momentos, es ver sonreír a Santana... Y como si fuera un espejismo, ahí apareció ella. Estaba justo al otro lado de su ventana, dirigiéndole la mirada más tranquilizadora del mundo y haciéndole señas para que la llamara. La rubia se limpió las lágrimas y asintió animadamente. Para su suerte, Susan no se percató de nada, y para cuando el semáforo cambió a verde, la morena ya había desaparecido rápidamente de allí.



Como creen que Susan sabe de Santana? Britt se lo dijo? Descubranlo en el proximo capitulo! (?)