|
Estreno Glee 5x17
"Opening Night" en:
"Opening Night" en:
Últimos temas
Los posteadores más activos de la semana
No hay usuarios |
Publicidad
BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
+62
Linda23
PAOFEXR
verodiver
LucíaS.pierce
PaiLopez
Anomi
3:)
LinaCriss13
Avrilita_LopezPierce
Vio_Snixx
NayaPerfectRivera
karla ruiz
_Nerea_11
amy lopez
facot
lichi zabantoni
juli-gnzls
CamilaFrancisca.-
lexis17
iFannyGleek
neniirivera
yo_mera
Fran_ci
kaorip0
jas2602
cvlbrittana
Maitehd
AudraMcDonaldIwish
Jane0_o
UnaGabyMas
LilianaM.
adi-santybritt
♫♥Anny Hummel♥♫
Dai15
Alisseth
bslyforever27
GabyLopez
janytorresrieramorris
Cami Rivera
Ali_Pearce
caariitooj
Kristen Rivera
saibelli
Nayelovesbritt
micky morales
naty_LOVE_GLEE
itzel7
kimberly_wanky
Floracing
Hemonay Rivera
monica.santander
Beverly_87
Lorena_Glee
nayistica
javavera
Camila18
aria
LunaHummel
victoria555
LittleShipper
Anddy Rivera Morris
O_o
66 participantes
Página 4 de 16.
Página 4 de 16. • 1, 2, 3, 4, 5 ... 10 ... 16
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
hola soy nueva/vieja .... siempre leo ff pero jamas he comentado, sin duda este es uno de los mejores ff qe he leido ... lo tenia hace mucho tiempo en favitos pero jamas me llamo la atencion su titulo, ya que no me interesaba y no me interesa leer 50 sombras de grey ... Dios mio este ff es la raja (exajeradamente bueno) y de verdad hace una semana creo qe termine de ponerme al dia con la historia y cada dia veo si haz actualizada y nada , me hisiste tan dependiente de el , como a britt de santana , porfa necesito mas ... he dejado de lado otros ff solo para concentrarme 100% en esta increible y ardiente historia ... y eso nada mas porfa se buena y actualiza :c ... saludos desde chile <3
janytorresrieramorris* - Mensajes : 6
Fecha de inscripción : 18/08/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Holaa, bueno he estado leyendo el fic y esta muy bueno no quería comentar hasta ponerme al mismo ritmo de la historia me encanta siempre quise leer el libro y bueno adoro brittana y tu has combinado esas dos cosas que tengo me gustan *---* Es el mejor Fic Brittana que he leido
P.D.: Se te quiere un monton y Actualiza pronto :c
P.D.: Se te quiere un monton y Actualiza pronto :c
GabyLopez*** - Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 26/06/2013
Edad : 28
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
POR FAVOR... ACTUALIZA
Cami Rivera** - Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Edad : 31
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
ahora si te desapareciste muchoooo
actualiza xfaaaa llevas creo k una semana
sin capituloo :8
actualiza xfaaaa llevas creo k una semana
sin capituloo :8
itzel7** - Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 10/03/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
me encanta la historia!<3
actualiza porfa!!!)
actualiza porfa!!!)
bslyforever27* - Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 06/07/2013
Edad : 27
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Please, actualiza prontooo :(
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
manifiestate :C porfiiiiii
javavera** - Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 13/05/2012
Edad : 34
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Esperando actualización en 3....................2..................1......................................................
Dios necesito la actualización por fis!!
Esperemos estes bien
Saludos!
Dios necesito la actualización por fis!!
Esperemos estes bien
Saludos!
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
...Es verdad, más que mi desesperación por el siguiente capítulo,
estoy sumamente preocupada por ti, hace ya más de una semana que no sabemos que pasa contigo...
Espero que estés de lo mejor!!
estoy sumamente preocupada por ti, hace ya más de una semana que no sabemos que pasa contigo...
Espero que estés de lo mejor!!
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
espero estes bien y puedas actualizar pronto bella
saibelli** - Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 06/03/2013
Edad : 33
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Actualiza, xfis.
Hemonay Rivera*** - Mensajes : 145
Fecha de inscripción : 24/02/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
todasssssss desesperadaaa ya tnes mas de una semna
donde estas????????? actualizaaaaaaa xfaaa
donde estas????????? actualizaaaaaaa xfaaa
itzel7** - Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 10/03/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Actualiza pronto porfavor que me mueroooo :'( porfaaaa
LunaHummel* - Mensajes : 4
Fecha de inscripción : 05/08/2012
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Hola que tal!!! que ha pasado contigo? Te has olvidado de nosotras??
Nos esta matando la ansiedad!!!
Actualiza por favor!!!!
Nos esta matando la ansiedad!!!
Actualiza por favor!!!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Holaa a todos mis lectores APARECI Y RESUCITE!! hahahaha:lol:
De verdad mil disculpas ¡Dios! primera vez que tardo tanto en actualizar y me disculpo por eso, pero esta semana no eh parado que si la uni, que si trabajos y examenes y tambien el trabajo ocupa todo mi tiempo pero hoy decidi volver ya esta bueno es mucho tiempo y no quiero dejarles la intriga
Mañana tratare de actualizar otro capitulo todo depende de como este el dia si con seguridad el juevez.
P.D: lei todos sus comentarios de verdad gracias x siempre estar pendiente de esta historia son personas maravillosas, y gracias a las nuevas lectora q veo q algunas crearon cuenta en el foro solo para comentar mi fic y eso me llena de felicidad xq demuestra que el fic esta obteniendo el exito que esperaba.
Sin ninguna otra acotacion les dejo el siguiente cap disfruten!!
Creía que habías nacido en Seattle —le digo. Mi mente no para. ¿Y qué tiene que ver eso con Marley?
Santana levanta el brazo con el que se estaba tapando la cara, lo estira detrás de ella y coge una de las almohadas. Se la pone bajo la cabeza, se acomoda y me mira con expresión cautelosa. Un segundo después niega con la cabeza.
— No. A Sam y a mí nos adoptaron en Detroit. Nos mudamos poco después de mi adopción. Grace quería venir a la costa Oeste, lejos de la expansión urbana descontrolada, y consiguió un trabajo en el Northwest Hospital. Yo tengo apenas recuerdos de entonces. A Rachel la adoptaron aquí.
— ¿Y Marley es de Detroit?
— Sí.
Oh…
— ¿Cómo lo sabes?
— La investigué cuando tú empezaste a trabajar para ella.
Claro, cómo no…
— ¿También tienes una carpeta de color marrón con información suya? —Sonrío.
Santana tuerce la boca pero consigue ocultar su diversión.
— Creo que es azul claro, de hecho. —Sigue peinándome el pelo con los dedos y eso me resulta muy tranquilizador.
— ¿Y qué pone en lo que hay dentro de su carpeta?
Santana parpadea. Después baja la mano para acariciarme la mejilla.
— ¿Seguro que quieres saberlo?
— ¿Es malo?
Se encoje de hombros.
— Me he enterado de cosas peores —dice.
¡No! ¿Es algo sobre ella? Vuelve a mi mente la imagen de la niña sucia, asustada y perdida que fue Santana. Me acurruco un poco más contra ella y la abrazo más fuerte, cubriéndola con la sábana y apoyando mi mejilla contra sus pechos.
— ¿Qué pasa? —pregunta desconcertada por mi reacción.
— Nada —le respondo.
— No, no, esto tiene que funcionar en las dos direcciones, Britt. ¿Qué te pasa?
Levanto la cabeza y estudio su expresión aprensiva. Vuelvo a poner la mejilla sobre sus pechos y decido que tengo que decírselo.
— A veces te imagino como la niña que fuiste… antes de venir a vivir con los López.
Santana se tensa.
— No hablaba de mí. No quiero que sientas lástima por mí, Brittany. Esa parte de mi vida ya no está. Se acabó.
— No siento lástima —le aclaro consternada.
— Es compasión y dolor. Dolor de que alguien haya podido hacerle eso a una niña.
Inspiro hondo porque noto que me da un vuelco el estómago y que vuelven a llenárseme los ojos de lágrimas.
— Y esa parte de tu vida sí que está, Santana, ¿cómo puedes decir eso?
Vives con tu pasado todos los días. Tú misma me lo has dicho, las cincuenta sombras más, ¿recuerdas?
Le digo con voz apenas audible.
Santana ríe burlona y se pasa la mano libre por el pelo, pero sigue en silencio y tensa debajo de mí.
— Sé que por eso necesitas controlarme. Mantenerme segura.
— Pero tú eliges desafiarme —dice frustrada y su mano para de acariciarme el pelo.
Frunzo el ceño. Demonios… ¿lo estará haciendo deliberadamente? Mi subconsciente se quita las gafas y muerde una patilla. Después frunce los labios y asiente. La ignoro. Qué confuso es todo: soy su mujer, no su sumisa. Tampoco soy como una empresa que ha comprado. No soy la puta adicta al crack que fue su madre… Joder. Solo de pensarlo me pongo enferma. Recuerdo las palabras del doctor Flynn:
«Limítate a seguir haciendo lo que estás haciendo, Santana está perdidamente enamorada. Es una delicia verla».
Y eso es lo que hago. Estoy haciendo lo que he hecho siempre. ¿No es eso lo que le gustó de mí en un primer momento?
Oh, esta mujer es tan confusa…
— El doctor Flynn me dijo que debía darte el beneficio de la duda. Y creo que lo he hecho, aunque no estoy segura. Tal vez es mi manera de traerte al aquí y al ahora, de mantener las distancias con tu pasado —le susurro.
— No lo sé. Pero parece que no puedo calibrar si vas a reaccionar exageradamente y cuánto.
Se queda callada un momento.
— Joder con Flynn —dice para sí.
— Me dijo que debía seguir comportándome de la misma forma que siempre contigo.
— ¿Eso te dijo? —pregunta Santana con sequedad.
Vale, ahí vamos.
— Santana, sé que querías a tu madre y no pudiste salvarla. Pero eso no era responsabilidad tuya. Y yo no soy tu madre.
Ella se pone tensa otra vez.
— No sigas por ahí —me advierte.
— No, escúchame, por favor. —Levanto la cabeza para mirarla a los ojos llenos de miedo. Está conteniendo la respiración. Oh, Santana… Se me encoge el corazón.
— Yo no soy ella. Soy más fuerte que ella. Y te tengo a ti, que eres mucho más fuerte ahora, y sé que me quieres. Y yo también te quiero —le susurro.
Arruga la frente porque no son las palabras que esperaba.
— ¿Todavía me quieres? —me pregunta.
— Claro que te quiero. Santana, te querré siempre. No importa lo que me hagas.
¿Es esta seguridad lo que quiere oír?
Deja escapar el aire y cierra los ojos, tapándose la cara con el brazo de nuevo y abrazándome más fuerte.
— No te escondas de mí. —Levanto la mano y le cojo la suya. Después tiro para que aparte el brazo de su cara.
— Llevas toda tu vida escondiéndote. No lo hagas ahora, no te escondas de mí.
Me mira con incredulidad y frunce el ceño.
— ¿Me escondo?
— Sí.
Cambia de postura de repente, se pone de lado y me obliga a moverme para que quede tumbada a su lado sobre la cama. Acerca la mano, me aparta el pelo de la cara y me lo coloca detrás de la oreja.
— Antes me has preguntado si te odiaba. No entendí entonces por qué, pero ahora…
Ella se detiene y me mira como si yo fuera un enigma.
— ¿Todavía crees que te odio? —pregunto con voz incrédula.
— No —dice negando a la vez con la cabeza.
— Ahora no. —Parece aliviada.
— Pero necesito saber algo… ¿Por qué has dicho la palabra de seguridad, Britt?
Palidezco. ¿Qué puedo decirle? Que me ha asustado. Que no sabía si iba a parar. Que le supliqué y no paró. Que no quería que las cosas fueran subiendo de intensidad como… como aquella vez en esta misma habitación. Me estremezco al recordar cómo me azotó con el cinturón.
Trago saliva.
— Porque… Porque estabas tan enfadada y tan distante y tan… fría. No sabía lo lejos que podías llegar. Su expresión no revela nada.
— ¿Ibas a dejarme llegar al orgasmo? —pregunto con la voz apenas un susurro y siento que me sonrojo, pero le sostengo la mirada.
— No —confiesa por fin.
Maldita sea.
— Eso es… cruel.
Me roza la mejilla suavemente con los nudillos.
— Pero efectivo —murmura. Me mira como si intentara ver mi alma y los ojos se le oscurecen.
Después de una eternidad dice.
— Me alegro de que lo hicieras.
— ¿Ah, sí?
Sus labios forman una sonrisa triste.
— Sí. No quiero hacerte daño. Me dejé llevar. —Se acerca y me da un beso.
— Me perdí en el momento.
Vuelve a besarme.
— Me pasa mucho contigo.
¿Oh? Y por alguna extraña razón la idea me gusta… Sonrío. ¿Por qué me hace feliz eso? Ella también sonríe.
— No sé por qué sonríe, señora López.
— Yo tampoco.
Me envuelve con su cuerpo y apoya la cabeza en mi pecho. Ahora somos una maraña de extremidades desnudas, con vaqueros y seda de la sábana. Le acaricio la espalda con una mano y el pelo con la otra. Suspira y se relaja en mis brazos.
— Eso significa que puedo confiar en ti, en que me detendrás. Nunca he querido hacerte daño — murmura.
— Necesito… —dice, pero se detiene.
— ¿Qué necesitas?
— Necesito control, Britt. Igual que te necesito a ti. Solo puedo funcionar así. No puedo dejarme llevar. No puedo. Lo he intentado… Y bueno, contigo… —Sacude la cabeza por la exasperación.
Trago saliva. Ese es el núcleo de nuestro dilema: su necesidad de control y su necesidad de mí. Me niego a creer que son mutuamente excluyentes.
— Yo también te necesito —le susurro, abrazándola más fuerte
— Lo intentaré, Santana. Intentaré tener más consideración contigo.
— Quiero que me necesites —susurra.
¡Dios!
— ¡Pero si te necesito! —digo con mucha pasión. La necesito tanto… La quiero tanto.
— Quiero cuidarte.
— Y lo haces. Siempre. Te he echado mucho de menos cuando estabas fuera…
— ¿Ah, sí? —Suena sorprendida.
— Sí, claro. Odio que te vayas y me dejes sola.
Noto su sonrisa.
— Podrías haber venido conmigo.
— Santana, por favor. No resucitemos esa discusión. Quiero trabajar.
Suspira y yo la peino suavemente con los dedos.
— Te quiero, Britt.
— Yo también te quiero, Santana. Siempre te querré.
Y las dos nos quedamos tumbadas, disfrutando de la calma tras la tormenta. Y escuchando el latido rítmico de su corazón, me dejo llevar por el sueño, exhausta.
Me despierto sobresaltada y desorientada. ¿Dónde estoy? En el cuarto de juegos. Las luces todavía están encendidas e iluminan tenuemente las paredes rojo sangre. Santana gime otra vez y me doy cuenta de que eso es lo que me ha despertado.
— No —lloriquea. Está tumbada a mi lado, con la cabeza hacia atrás, los párpados apretados y la cara crispada por la angustia.
Maldita sea, está teniendo una pesadilla.
— ¡No! —grita.
— Santana, despierta. —Me incorporo con dificultad, apartando la sábana de una patada. Me pongo de rodillas a su lado, la cojo por los hombros y la sacudo. Se me saltan las lágrimas.
— Santana, por favor, ¡despierta!
Abre los ojos de golpe, marrones y salvajes, las pupilas dilatadas por el miedo. Me mira con los ojos vacíos.
— Santana, era una pesadilla. Estás en casa. Estás segura.
Parpadea, mira a su alrededor muy nerviosa y frunce el ceño al ver dónde está. Sus ojos vuelven a encontrarse con los míos.
— Britt —jadea y sin más preámbulos me coge la cara con las dos manos, me acerca y besa con pasión. Su lengua me invade la boca y sabe a desesperación y a necesidad. Sin darme apenas un momento para respirar, rueda sin separar sus labios de los míos hasta quedar encima de mí, apretándome contra el duro colchón de la cama de cuatro postes. Con una de las manos me agarra la mandíbula mientras con la otra me sujeta la cabeza para mantenerme quieta. Me separa las piernas con la rodilla y se recuesta, todavía con los vaqueros puestos, entre mis muslos.
— Britt —repite como si no pudiera creerse que estoy allí con ella. Me mira durante una fracción de segundo, lo que me da un momento para respirar, pero de nuevo sus labios se fusionan con los míos, saqueándome la boca y quedándose con todo lo que tengo para dar. Gime fuerte y flexiona la cadera para acercarla a la mía. Sus vaqueros presionan mi carne suave. Oh… Gimo y toda la tensión sexual reprimida durante los anteriores intentos fallidos resurge con fuerza, llenando mi sistema de deseo y necesidad. Todavía controlado por sus demonios, Santana me besa con pasión la cara, los ojos, las mejillas y la línea de la mandíbula.
— Estoy aquí —le susurro intentando calmarla mientras nuestros jadeos calientes se mezclan. Me agarro a sus hombros y muevo la pelvis contra la suya para animarla.
— Oh, Britt —jadea con la voz baja y ronca.
— Te necesito.
— Yo también te necesito —le susurro con urgencia, con el cuerpo desesperado por sentir su contacto.
La deseo. La deseo ahora. Quiero curarla. Quiero curarme a mí… la necesito. Bajo la mano y me ocupo de los botones de la bragueta. Los desabrocho en un segundo en introduzco dos dedos en su sexo.
Madre mía está completamente humeda. Y eso que hace menos de un minuto estaba dormida…
— ¡Dios mío Britt! — Grita cuando la penetro más fuerte,
Me mira fijamente durante un segundo estando sobre mí y me acaricia el muslo izquierdo, mientras yo sigo penetrándola y moviendo mis caderas.
— Sí. Por favor —le pido con la voz ronca y llena de necesidad.
Y con un movimiento rápido entra en mi sexo.
— ¡Ah! —grito de sorpresa por su rapidez.
Gruñe y vuelve a pegar sus labios a los míos mientras arremetemos las caderas en un vaivén desenfrenado una y otra vez, su lengua poseyéndome con la misma intensidad. Sus movimientos son frenéticos por culpa del miedo, la lujuria, el deseo y… ¿el amor? No lo sé, pero yo voy a su encuentro en todas las embestidas, una tras otra, recibiéndola agradecida, al mismo tiempo que nos penetramos.
— Britt —dice con dificultad y alcanza el orgasmo con mucha fuerza, derramándo su humedad en mi mano, con la cara tensa y el cuerpo rígido antes de caer con todo su peso sobre mí jadeando, ambas sacamos nuestros dedos… y me deja a mí muy cerca… otra vez.
Maldita sea. Esta no es mi noche, definitivamente. La abrazo y respiro todo lo hondo que puedo, casi retorciéndome por la necesidad debajo de su cuerpo. Me abraza durante unos minutos… demasiados. Finalmente sacude la cabeza y se apoya sobre los codos, quitándome de encima parte de su peso. Me mira como si me estuviera viendo por primera vez.
— Oh, Britt. Por Dios… —Se acerca y me da un beso tierno.
— ¿Estás bien? —le pregunto acariciándole su adorable rostro. Asiente, pero parece agitada y muy asustada. Mi pobre niña perdida. Frunce el ceño y me mira intensamente a los ojos como si acabara de registrar por fin dónde está.
— ¿Y tú? —me pregunta con voz preocupada.
— Mmm… —Me retuerzo un poco debajo de ella y un segundo después sonríe, una sonrisa lenta y carnal.
— Señora López, veo que tiene necesidades —murmura. Me da un beso rápido y se baja de la cama.
Se arrodilla en el suelo al borde de la cama y extiende las manos, me coge justo por encima de las rodillas y tira de mí hacia ella hasta que mi culo queda justo al borde de la cama.
— Siéntate. —Me esfuerzo para hacerlo y el pelo me rodea como un velo, cayéndome hasta los pechos.
Sus ojos no se apartan de los míos mientras me separa las piernas todo lo posible. Yo me apoyo en las manos porque sé muy bien lo que va a hacer. Pero… ella solo… mmm…
— Eres tan preciosa, Britt —me dice y veo como baja la cabeza con su melena revuelta y empieza a subir por mi muslo derecho sin dejar de darme besos.
Todo mi cuerpo se tensa por la anticipación. Levanta la vista para mirarme y advierto que los ojos se le oscurecen detrás de las largas pestañas.
— Mírame —dice y al segundo siguiente noto su boca sobre mi carne.
Oh, Dios mío. Grito y siento que todo el mundo se concentra en el punto donde se unen mis muslos.
Joder, y es tan erótico mirarla, ver su lengua acariciando lo que parece la parte más sensible de mi cuerpo. No tiene clemencia a la hora de provocarme, excitarme y adorarme. Noto que mi cuerpo se tensa y los brazos empiezan a temblarme por el esfuerzo de mantenerme erguida.
— No… ¡Ah! —Es lo único que puedo decir. Santana introduce lentamente el dedo corazón en mi interior y ya no puedo aguantar más; me dejo caer sobre la cama y disfruto del contacto de su dedo y de su boca por dentro y por fuera de mi cuerpo. Empieza a masajearme ese punto tan dulce de mi interior lenta, suavemente. Y un segundo después, me atrapa el orgasmo. Exploto gritando su nombre en una rendición incoherente cuando el intenso orgasmo me hace arquearme tanto que me separo de la cama.
Creo que llego incluso a ver las estrellas. Es una sensación tan primitiva, tan visceral… Soy vagamente consciente de que me está acariciando el vientre con la nariz y dándome besos suaves. Extiendo la mano y le acaricio el pelo.
— No he acabado contigo todavía —me asegura. Y antes de que me dé tiempo a volver del todo a Seattle, planeta tierra, se quita los vaqueros y las bragas, me agarra por las caderas y tira de mí hasta sacarme de la cama, arrastrarme hasta donde ella está arrodillada, y colocándome en su regazo sobre su sexo que me espera.
Doy un respingo cuando noto que esta empapada y abro mas mis piernas para sentir mucho mas el roce de nuestros sexos. Por Dios…
— Oh, bella… —jadea a la vez que me rodea con los brazos y se queda quieta. Me acaricia la cabeza y me besa la cara. Mueve la cadera y noto relámpagos de placer calientes y poderosos que surgen de lo más profundo de mí. Ella me agarra del culo y me levanta. Después proyecta su sexo hacia arriba.
— Ah —gimo y siento sus labios sobre los míos otra vez mientras arremete muy despacio, oh, tan despacio… La abrazo y me rindo al ritmo cadencioso. Me dejo llevar a donde quiera que ella me lleve. Abro mas las piernas y me muevo sobre ella… Me hace sentir tan bien. Me echo hacia atrás y dejo caer la cabeza. Abro la boca todo lo que puedo en una expresión silenciosa de mi placer y disfruto de esa forma tan dulce que tiene de hacer el amor.
— Britt —dice en un jadeo y se acerca para besarme la garganta. Me agarra con fuerza y sigue moviéndose lentamente, acercándome… cada vez más y más… con ese ritmo tan exquisito; una fuerza carnal fluida. Un placer delicioso irradia desde lo más profundo mientras ella me abraza tan íntimamente.
—Te quiero, Britt —me susurra al oído con voz baja y ronca y vuelve a levantarme….
Le rodeo la nuca con una mano y deslizo los dedos entre su pelo.
— Yo también te quiero, Santana. —Abro los ojos y la encuentro mirándome y todo lo que veo es su amor que brilla con fuerza en la tenue luz del cuarto de juegos. Parece que su pesadilla ha quedado olvidada. Y cuando empiezo a sentir que mi cuerpo se está acercando a la liberación, me doy cuenta de que esto es lo que quería: esta conexión, esta demostración de nuestro amor.
— Córrete para mí, bella —me pide en voz muy baja. Cierro los párpados con fuerza y mi cuerpo se tensa al oír el sonido de su voz. Entonces me dejo llevar por el clímax y me corro en una espiral poderosa e intensa. Ella se queda quieta con la frente apoyada contra la mía y susurra mi nombre muy bajito, me abraza y también se abandona al orgasmo.
Me levanta con cuidado y me tumbo en la cama. Me quedo tumbada en sus brazos, agotada y al fin satisfecha. Santana me acaricia el cuello con la nariz.
— ¿Mejor ahora? —me pregunta en un susurro.
— Mmm.
— ¿Nos vamos a la cama o quieres dormir aquí?
— Mmm.
— Señora López, hábleme —pide divertida.
— Mmm.
— ¿Eso es todo lo que puedes articular?
— Mmm.
— Vamos, te voy a llevar a la cama. No me gusta dormir aquí.
Me muevo a regañadientes y me giro para mirarla.
— Espera —le digo. Me mira y parpadea, los ojos muy abiertos e inocentes. Se le ve satisfecha.
— ¿Estás bien? —le pregunto.
Asiente sonriendo traviesa como un adolescente.
— Ahora sí.
— Oh, Santana. —Frunzo el ceño y le acaricio su preciosa cara.
— Te preguntaba por la pesadilla.
Su expresión se tensa un instante y después cierra los ojos y me abraza con más fuerza, escondiendo la cara en mi cuello.
— No —dice en un susurro ronco.
Me da un vuelco el corazón y yo también la abrazo fuerte y le acaricio la espalda y el pelo.
— Lo siento —digo alarmada por su reacción. Maldita sea, ¿cómo puedo saber cómo va a reaccionar con estos cambios de humor? ¿De qué iba la pesadilla? No quiero causarle más dolor haciéndole revivir los detalles.
— No pasa nada —murmuro suavemente, deseando que vuelva a ser la niña juguetona de hace un momento.
— No pasa nada —repito tranquilizadora.
— Vamos a la cama —me dice en voz baja un momento después.
Se aparta de mí, dejándome vacía y necesitada de su contacto, se levanta de la cama y se coloca de nuevo las bragas y los vaqueros. Yo también me levanto, envuelta en la sábana de seda, y me agacho para recoger mi ropa.
— Déjala —me dice, y antes de que me dé cuenta me coge en brazos.
— No quiero que tropieces con esa sábana y te rompas el cuello. —La rodeo con los brazos, asombrada de que ya haya recobrado la compostura, y la acaricio con la nariz mientras me lleva al dormitorio en el piso de abajo.
Abro los ojos de par en par. Algo no está bien. Santana no está en la cama, aunque aún es de noche. Miro el despertador y veo que son las tres y veinte de la madrugada. ¿Dónde está Santana?
Entonces oigo el piano.
Salgo rápidamente de la cama, cojo la bata y corro por el pasillo hasta el salón. La melodía que está tocando es muy triste, un lamento acongojado que ya he le oído tocar antes. Me paro en el umbral y la contemplo en medio del círculo de luz mientras la música dolorosamente lastimera llena la habitación.
Termina de tocar y vuelve a empezar la misma pieza. ¿Por qué una melodía tan triste? Me abrazo el cuerpo y escucho lo que toca embelesada. Santana, ¿por qué algo tan triste? ¿Es por mí? ¿Yo te he provocado esto? Cuando termina y va a empezarla una tercera vez, ya no puedo soportarlo más. No levanta la cabeza cuando me acerco al piano, pero se aparta un poco para que pueda sentarme a su lado en la banqueta. Sigue tocando y yo apoyo mi cabeza en su hombro. Me da un beso en el pelo, pero no deja de tocar hasta que termina la pieza. La miro y descubro que ella también me está mirando cautelosa.
— ¿Te he despertado? —me pregunta.
— Me ha despertado que no estuvieras. ¿Cómo se llama esa pieza?
— Es Chopin. Es uno de sus preludios en mi menor —Santana se detiene un momento.
— Se llama Asfixia…
Estiro el brazo y le cojo la mano.
— Te ha alterado mucho todo esto, ¿eh?
Ríe burlonamente.
— Una puta trastornada ha entrado en mi piso para secuestrar a mi mujer. Ella no hace nunca lo que le dicen. Me vuelve loca. Utiliza la palabra de seguridad conmigo. —Cierra los ojos brevemente y cuando vuelve a abrirlos su mirada es dura y salvaje.
— Sí, todo esto me tiene un poco alterada.
Le aprieto la mano.
— Lo siento.
Ella apoya su frente contra la mía.
— He soñado que estabas muerta —me susurra.
— ¿Qué?
— Tirada en el suelo, muy fría, y no te despertabas.
Oh, Cincuenta…
— Oye… Solo ha sido un mal sueño. —Le rodeo la cabeza con las manos. Sus ojos arden cuando la miro y la angustia que hay en ellos es terrible.
— Estoy aquí y solo estoy fría cuando no estás conmigo en la cama. Vamos a la cama, por favor. —Le cojo la mano y me pongo de pie. Espero un momento para ver si me sigue. Por fin se pone de pie también. Lleva solo un camisón de seda, de esa forma ceñida que hace que tenga unas ganas tremendas de quitársela… Pero me resisto y la llevo de nuevo al dormitorio.
Cuando me despierto, Santana está acurrucada junto a mí, durmiendo plácidamente. Me relajo y disfruto de su calor que me envuelve, piel contra piel. Me quedo muy quieta porque no quiero perturbar su sueño.
Dios, qué noche. Siento como si me hubiera arrollado un tren; el tren de mercancías que es mi esposa. Es difícil de creer que la mujer que está tumbada a mi lado y que parece tan serena y tan joven cuando duerme, era anoche una persona profundamente torturada… y profundamente torturadora por mí.
Miro al techo y se me ocurre que siempre he pensado en Santana como alguien muy fuerte y muy dominante, cuando en realidad es tan frágil, mi pobre niña perdida… Y lo más irónico es que ella me ve a mí como alguien frágil (y yo no creo que lo sea). Yo soy la fuerte en comparación con ella.
Pero ¿tengo suficiente fuerza para las dos? ¿Suficiente para hacer lo que me dice y proporcionarle así un poco de serenidad mental? Suspiro. No me está pidiendo tanto. Repaso nuestra conversación de anoche. ¿Hemos decidido algo aparte de que ambas vamos a intentarlo con más ahínco? Lo importante de todo es que quiero a esta mujer y necesito establecer un rumbo que nos sirva a ambos. Uno que me permita mantener mi integridad y mi independencia y a la vez seguir siendo lo que soy para ella. Soy su más y ella es mía. Decido hacer un esfuerzo especial este fin de semana para no darle ninguna causa de preocupación.
Santana se revuelve, levanta la cabeza de mi pecho y me mira adormilada.
— Buenos días, señora López —le digo sonriendo.
— Buenos días, señora López. ¿Ha dormido bien? —Se estira a mi lado.
— Una vez que mi esposa dejó de aporrear el piano, sí.
Me dedica esa sonrisa tímida y yo me derrito.
— ¿Aporrear? Tengo que escribirle un correo a la señorita Kathie para decirle eso que me has dicho.
— ¿La señorita Kathie?
— Mi profesora de piano.
Suelto una risita.
— Me encanta ese sonido —me dice
— ¿Vamos a ver si hoy tenemos un día mejor?
— Vale —le digo.
— ¿Qué quieres hacer?
— Después de hacerle el amor a mi esposa y que ella me prepare el desayuno, quiero llevarte a Aspen.
La miro boquiabierta.
— ¿Aspen?
— Sí.
— ¿Aspen, Colorado?
— El mismo. A menos que lo hayan movido. Después de todo, pagaste veinticuatro mil dólares por la experiencia de pasar un fin de semana allí.
Le sonrío.
— Los pagué, pero era tu dinero.
— Nuestro dinero.
— Era solo tu dinero cuando hice la puja. —Pongo los ojos en blanco.
— Oh, señora López… Usted y su manía de poner los ojos en blanco —me susurra mientras su mano recorre mi muslo.
— ¿No hacen falta muchas horas para llegar a Colorado? —pregunto para distraerla.
— En jet no —dice dulcemente cuando su mano llega a mi culo.
Claro, mi esposa tiene un jet, ¿cómo puedo haberlo olvidado? Su mano sigue ascendiendo por mi cuerpo, subiéndome el camisón en su camino, y pronto se me olvida todo.
Taylor nos lleva en coche hasta la pista de aterrizaje del aeropuerto de Seattle y después hasta el sitio justo donde nos espera el jet de López Enterprises Holdings, Inc. Es un día gris en Seattle, pero me niego a dejar que el tiempo me estropee el buen humor. Santana también está de mejor humor. Está entusiasmada por algo: se le ve tan ansiosa como en Navidad y a punto de explotar, como una niña con un gran secreto. Me pregunto qué habrá preparado. Se le ve risueña con el pelo suelto alborotado, la camisa blanca, los vaqueros negros ceñidos y sandalias bajas a juego. Hoy no parece en absoluto la presidenta de la empresa que es. Me coge la mano cuando Taylor se detiene al pie de la escalerilla del jet.
— Tengo una sorpresa para ti —me susurra y me da un beso en los nudillos.
Le sonrío.
— ¿Una sorpresa buena?
— Eso espero. —Me sonríe tiernamente.
Mmm, ¿qué puede ser?
Sawyer salta del asiento delantero y me abre la puerta. Taylor abre la de Santana y después saca nuestras maletas del maletero. Encontramos a Stephan al final de la escalerilla cuando entramos al avión.
Miro al puente de mando y veo a la primera oficial Beighley accionando interruptores en el impresionante panel de mando.
Santana y Stephan se dan la mano.
— Buenos días, señora. —Stephan sonríe.
— Gracias por hacer esto avisándote con tan poca antelación. —Santana le responde también con una sonrisa.
— ¿Han llegado nuestros invitados?
— Sí, señora.
¿Invitados? Me vuelvo y me quedo con la boca abierta. Quinn, Sam, Rachel y Blaine me sonríen desde los asientos color crema. ¡Uau! Me vuelvo para mirar a Santana.
— ¡Sorpresa! —exclama.
— ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Quién? —murmuro incoherente, intentando contener el placer y el júbilo que siento.
— Me has dicho que no ves a tus amigos todo lo que querrías. —Se encoge de hombros y me dedica una media sonrisa de disculpa.
— Oh, Santana, gracias. —Le rodeo el cuello con los brazos y le doy un buen beso delante de todos.
Ella me pone las manos en las caderas, engancha los pulgares en las trabillas para el cinturón de mis vaqueros y hace el beso más profundo.
Oh, madre mía…
— Sigue así y acabaré arrastrándote al dormitorio —me avisa Santana.
— No te atreverás —le susurro junto a los labios.
— Oh, Brittany… —Sonríe y niega con la cabeza. Me suelta sin previo aviso, se agacha, me agarra los muslos y me levanta en el aire para colgarme después de uno de sus hombros.
— ¡Santana, bájame! —le digo dándole un azote en el culo.
Veo la sonrisa de Stephan un instante antes de que se vuelva para entrar en el puente de mando.
Taylor está de pie en el umbral intentando ocultar su sonrisa. Ignorando mis súplicas y mis forcejeos, Santana cruza la estrecha cabina pasando junto a Blaine y Rachel, que están sentados uno frente a otro, y después junto a Quinn y Sam, que está chillando como un mono enloquecido.
— Si me disculpan —dice dirigiéndose a nuestros cuatro invitados.
— Tengo que hablar de algo con mi mujer en privado.
— ¡Santana! —grito de nuevo.
— ¡Bájame!
— Todo a su tiempo, bella.
Veo un segundo a Rachel, Quinn y Sam riéndose. ¡Maldición! Esto no es divertido, es embarazoso.
Blaine nos mira fijamente con la boca abierta y totalmente asombrado mientras desaparecemos por la puerta del dormitorio.
Santana cierra la puerta detrás de ella, me suelta y me baja pegada a su cuerpo lentamente de forma que puedo sentir todos sus músculos y sus pechos. Me sonríe con esa sonrisa de adolescente, muy orgullosa de sí misma.
— Menudo espectáculo, señora López. —Cruzo los brazos y la miro con fingida indignación.
— Ha sido divertido, señora López. —Su sonrisa se amplia. Oh, mi niña. Se ve tan joven…
— ¿Y piensas seguir con esto? —le pregunto arqueando una ceja, no muy segura de cómo me hace sentir eso; los otros nos van a oír, por todos los santos… De repente me siento tímida. Miro nerviosa la cama y siento que me ruborizo al recordar nuestra noche de bodas. Hablamos tanto ayer e hicimos tantas cosas… Siento como si hubiera superado un obstáculo desconocido. Pero ese es precisamente el problema: que es desconocido. Mis ojos encuentran la intensa pero divertida mirada de Santana y no soy capaz de mantener la expresión seria. Su sonrisa es demasiado contagiosa.
— Creo que sería muy maleducado dejar a los invitados esperando —me dice dulcemente acercándose a mí. ¿Cuándo ha empezado a importarle lo que piense la gente? Doy un paso atrás y me encuentro con la pared del dormitorio. Me tiene aprisionada y el calor de su cuerpo me mantiene en el sitio. Se inclina y me acaricia la nariz con la suya.
— ¿Ha sido una sorpresa buena? —me pregunta con un punto de ansiedad en la voz.
— Oh, Santana, ha sido fantástica. — entrelazo las manos en su nuca y le doy otro beso.
— ¿Cuándo has organizado esto? —le pregunto separándome de ella y acariciándole el pelo.
— Anoche, cuando no podía dormir. Le escribí correos a Sam y a Rachel y aquí están.
— Ha sido muy considerado por tu parte. Gracias. Seguro que nos lo vamos a pasar bien.
— Eso espero. He pensado que sería más fácil evitar a la prensa en Aspen que en casa.
¡Los paparazzi! Claro, tiene razón. Si nos hubiéramos quedado en el Escala, tendríamos que estar encerradas. Un estremecimiento me recorre la espalda al recordar los disparos de las cámaras y los fogonazos de los flashes de los fotógrafos que Taylor ha conseguido esquivar esta mañana.
— Vamos. Será mejor que nos sentemos. Stephan va a despegar dentro de poco. —Me tiende la mano y las dos volvemos a la cabina.
Sam nos vitorea al entrar.
— Eso sí que es un servicio aéreo rápido —bromea.
Santana lo ignora.
— Señoras y caballeros, por favor, ocupen sus asientos porque en breves momentos vamos a comenzar la maniobra de despegue. —La voz de Stephan resuena, tranquila y autoritaria, a través de los altavoces de la cabina.
La mujer de pelo rubio (mmm… ¿Natalie?) que nos atendió durante el vuelo en nuestra noche de bodas aparece por el pasillo y recoge las tazas de café vacías. ¡Natalia! Se llama Natalia.
— Buenos días, señoras López —dice con voz melosa. ¿Por qué me hace sentir incómoda? Tal vez sea porque tiene el pelo rubio. Como ella mismo ha reconocido, Santana no suele emplear a chicas rubias porque las encuentra atractivas. Santana le dedica a Natalia una sonrisa educada y se sienta frente a Sam y Rachel. Yo le doy un abrazo breve a Quinn y a Rachel y saludo con la mano a Blaine y a Sam antes de sentarme al lado de Santana y abrocharme el cinturón. Ella me pone la mano en la rodilla y me da un apretón cariñoso. Parece relajada y feliz aunque estamos con gente. Sin darme cuenta me pregunto por qué no puede ser siempre así, nada controladora.
— Espero que hayas metido en la maleta las botas de senderismo —me dice con voz cariñosa.
— ¿No vamos a esquiar?
— Puede que eso resulte un poco difícil, dado que estamos en agosto —me explica divertida.
Oh, claro.
— ¿Sabes esquiar, Britt? —nos interrumpe Sam.
— No.
Santana me suelta la rodilla y me coge la mano.
— Seguro que mi hermana pequeña puede enseñarte. —Sam me guiña un ojo.
— Es bastante rápida en las pendientes, también.
No puedo evitar sonrojarme. Miro a Santana, que está mirando a Sam impasible, pero creo que es para no demostrar que le hace gracia. El avión empieza a moverse y se dirige hacia la pista de despegue.
Natalia nos explica las instrucciones de seguridad del avión con voz clara y resonante. Lleva una bonita camisa azul marino de manga corta, una falda lápiz a juego y el maquillaje impecable. Es muy guapa, sí. Mi subconsciente levanta una ceja perfectamente depilada dirigida a mí.
— ¿Estás bien? —me pregunta Quinn.
— Después de todo el asunto de Rose, quiero decir.
Asiento. No quiero hablar de Rose, ni siquiera pensar en ella, pero Quinn parece tener otros planes.
— ¿Y por qué se volvió loca? —pregunta yendo directamente al grano con su inimitable estilo. Se aparta el pelo, preparándose para indagar más a fondo.
Mirándola con frialdad, Santana se encoge de hombros.
— Porque le despedí —dice directamente.
— ¿Ah, sí? ¿Y por qué? —Quinn ladea la cabeza y veo que acaba de ponerse en modo señorita Marple.
— Porque me acosó sexualmente e intentó chantajearme —le digo con un hilo de voz. Intento darle una patada a Quinn por debajo de la mesa, pero fallo. ¡Mierda!
— ¿Cuándo? —me pregunta Quinn mirándome fijamente.
— Hace un tiempo.
— No me lo habías contado —me dice ofendida
Me encojo de hombros a modo de disculpa.
— No puede ser por eso… Su reacción ha sido demasiado extrema —prosigue Quinn, pero ahora se dirige a Santana.
— ¿Es mentalmente inestable? ¿Y qué pasa con la información que tenía de los miembros de la familia López? —Que esté interrogando a Santana de esta forma me está poniendo los pelos de punta, pero ya sabe que yo no sé nada y por eso no puede preguntarme a mí. Qué irritante.
— Creemos que hay alguna conexión con Detroit —dice Santana en voz baja. Demasiado baja.
Oh, no, Quinn, por favor, déjala estar por ahora…
— ¿Rose también es de Detroit?
Santana asiente.
El avión acelera y yo le aprieto la mano a Santana. Ella me mira tranquilizadora. Sabe que odio los despegues y los aterrizajes. Me aprieta la mano y me acaricia los nudillos con el pulgar, algo que me calma.
— ¿Qué sabes tú de ella? —pregunta Sam, ajeno al hecho de que estamos dentro de un pequeño jet, acelerando en la pista y a punto de subir al cielo, e igualmente ajeno a la creciente exasperación que ya le ha creado Quinn a Santana. Quinn se inclina hacia delante para escuchar con toda su atención.
— Les cuento esto extraoficialmente… —dice Santana dirigiéndose directamente a ella. La boca de Quinn se convierte en una fina línea muy sutil. Yo trago saliva. Oh, mierda.
— Sabemos poco sobre ella — continúa Santana.
— Su padre murió en una pelea en un bar. Su madre se ahogó en alcohol para olvidar.
De pequeña no hizo más que entrar y salir de casas de acogida… Y meterse en problemas. Sobre todo robos de coches. Pasó un tiempo en un centro de menores. Su madre se rehabilitó con un programa de servicios sociales y Rose volvió al buen camino. Al final consiguió una beca para Princeton.
— ¿Princeton? —Ha despertado la curiosidad de Quinn.
— Sí, es una chica lista. —Santana se encoje de hombros.
— No será tan lista si la han pillado… —murmura Sam.
— Pero seguro que no ha podido montar esto sola… —aventura Quinn.
Noto que Santana se tensa a mi lado.
— Todavía no sabemos nada —responde en voz muy baja.
Maldita sea. ¿Puede que haya alguien más por ahí colaborando con ella? Me giro y miro a Santana horrorizada. Ella me aprieta la mano otra vez, pero no me mira a los ojos. El avión sube con suavidad y empieza a surcar el aire y yo noto esa horrible sensación en el estómago.
— ¿Qué edad tiene? —le pregunto a Santana, acercándome a ella para que no nos oiga nadie. Por muchas ganas que tenga de saber lo que está pasando, no quiero animar a Quinn a que siga haciendo preguntas porque sé que eso está poniendo nerviosa a Santana. Además sé que ella no le tiene mucha simpatía desde la noche que me arrastró al bar a tomar cócteles.
— Treinta y dos, ¿por qué?
— Curiosidad, nada más.
Veo tensión en la mandíbula de Santana.
— No quiero que tengas curiosidad por Rose. Solo alégrate de que esté encerrada. —Es casi una reprimenda, pero decido ignorar su tono.
— ¿Crees que la estaba ayudando alguien? —La idea de que puede haber alguien más implicado me asusta. Significaría que esto no ha terminado.
— No lo sé —responde Santana y vuelvo a ver esa tensión en su mandíbula.
— Tal vez sea alguien que tenga algo contra ti —le sugiero. Demonios, espero que no sea la bruja.
— Como Elena, por ejemplo —continúo en un susurro. Me doy cuenta de que he dicho su nombre un poco más alto, pero solo lo ha podido oír ella; tras mirar nerviosamente a Quinn, compruebo que está enfrascada en una conversación con Sam, que parece enfadado con ella. Mmm…
— Estás deseando demonizarla, ¿eh? —Santana pone los ojos en blanco y niega con la cabeza disgustada.
— Es cierto que tiene algo contra mí, pero ella no haría algo así. —Me atraviesa con su mirada fija.
— Y será mejor que no hablemos de ella. Sé que no es tu tema de conversación favorito.
— ¿Te has visto cara a cara con ella? —vuelvo a susurrarle, pero no estoy segura de querer saberlo.
— Britt, no he hablado con ella desde mi cumpleaños. Por favor, déjalo ya. No quiero hablar de ella.
Me coge la mano y me roza los nudillos con los labios. Sus ojos echan chispas, fijos en los míos, y veo que es mal momento para seguir con este tipo de preguntas.
— Busquen una habitación, chicas —bromea Sam.
— Oh, es verdad, si ya la tienen. Pero Santana no la ha necesitado hasta ahora.
Santana levanta la vista y fulmina a Sam con una mirada gélida.
— Que te den, Sam —le responde sin acritud.
— Hey solo cuento las cosas como son. —Los ojos de Sam brillan divertidos.
— Como si tú pudieras saberlo —murmura Santana irónicamente, arqueando una ceja.
Sam sonríe, disfrutando del intercambio de bromas.
— Pero si te has casado con tu primera novia… —dice señalándome.
Oh, mierda. ¿Adónde quiere ir a parar con esto? Me sonrojo.
— ¿Y te parece raro, viéndola? —continúa Santana dándome otro beso en la mano.
— No —ríe Sam y niega con la cabeza.
Me ruborizo más aún y Quinn le da a Sam un manotazo en el muslo.
— Deja de ser tan gilipollas —le regaña.
— Escucha a tu chica —le dice Santana a Sam sonriendo. Parece que su turbación de antes ha desaparecido.
Se me destaponan los oídos cuando ganamos altitud y la tensión de la cabina se disipa cuando el avión se nivela. Quinn mira a Sam con el ceño fruncido. Mmm… ¿Les pasa algo? No estoy segura.
Sam tiene razón, de todas formas. Me río para mí por la ironía. Es verdad que soy (era) la primera novia de Santana y que ahora soy su esposa. Las quince anteriores y la maldita señora Robinson… bueno, no cuentan. Pero es obvio que Sam no sabe nada de ellas y que Quinn no se lo ha contado. Le sonrío y ella me guiña el ojo cómplice. Mis secretos están a salvo con Quinn.
— Bien, señoras y caballeros, vamos a volar a una altitud de unos diez mil metros aproximadamente y el tiempo estimado de duración de nuestro vuelo es de una hora y cincuenta y seis minutos —anuncia Stephan.
— Ahora ya pueden moverse libremente por la cabina, si lo desean.
Natalia sale inmediatamente de la cocina.
— ¿Alguien quiere un café? —pregunta.
De verdad mil disculpas ¡Dios! primera vez que tardo tanto en actualizar y me disculpo por eso, pero esta semana no eh parado que si la uni, que si trabajos y examenes y tambien el trabajo ocupa todo mi tiempo pero hoy decidi volver ya esta bueno es mucho tiempo y no quiero dejarles la intriga
Mañana tratare de actualizar otro capitulo todo depende de como este el dia si con seguridad el juevez.
P.D: lei todos sus comentarios de verdad gracias x siempre estar pendiente de esta historia son personas maravillosas, y gracias a las nuevas lectora q veo q algunas crearon cuenta en el foro solo para comentar mi fic y eso me llena de felicidad xq demuestra que el fic esta obteniendo el exito que esperaba.
Sin ninguna otra acotacion les dejo el siguiente cap disfruten!!
Parte III – Capítulo 12
Creía que habías nacido en Seattle —le digo. Mi mente no para. ¿Y qué tiene que ver eso con Marley?
Santana levanta el brazo con el que se estaba tapando la cara, lo estira detrás de ella y coge una de las almohadas. Se la pone bajo la cabeza, se acomoda y me mira con expresión cautelosa. Un segundo después niega con la cabeza.
— No. A Sam y a mí nos adoptaron en Detroit. Nos mudamos poco después de mi adopción. Grace quería venir a la costa Oeste, lejos de la expansión urbana descontrolada, y consiguió un trabajo en el Northwest Hospital. Yo tengo apenas recuerdos de entonces. A Rachel la adoptaron aquí.
— ¿Y Marley es de Detroit?
— Sí.
Oh…
— ¿Cómo lo sabes?
— La investigué cuando tú empezaste a trabajar para ella.
Claro, cómo no…
— ¿También tienes una carpeta de color marrón con información suya? —Sonrío.
Santana tuerce la boca pero consigue ocultar su diversión.
— Creo que es azul claro, de hecho. —Sigue peinándome el pelo con los dedos y eso me resulta muy tranquilizador.
— ¿Y qué pone en lo que hay dentro de su carpeta?
Santana parpadea. Después baja la mano para acariciarme la mejilla.
— ¿Seguro que quieres saberlo?
— ¿Es malo?
Se encoje de hombros.
— Me he enterado de cosas peores —dice.
¡No! ¿Es algo sobre ella? Vuelve a mi mente la imagen de la niña sucia, asustada y perdida que fue Santana. Me acurruco un poco más contra ella y la abrazo más fuerte, cubriéndola con la sábana y apoyando mi mejilla contra sus pechos.
— ¿Qué pasa? —pregunta desconcertada por mi reacción.
— Nada —le respondo.
— No, no, esto tiene que funcionar en las dos direcciones, Britt. ¿Qué te pasa?
Levanto la cabeza y estudio su expresión aprensiva. Vuelvo a poner la mejilla sobre sus pechos y decido que tengo que decírselo.
— A veces te imagino como la niña que fuiste… antes de venir a vivir con los López.
Santana se tensa.
— No hablaba de mí. No quiero que sientas lástima por mí, Brittany. Esa parte de mi vida ya no está. Se acabó.
— No siento lástima —le aclaro consternada.
— Es compasión y dolor. Dolor de que alguien haya podido hacerle eso a una niña.
Inspiro hondo porque noto que me da un vuelco el estómago y que vuelven a llenárseme los ojos de lágrimas.
— Y esa parte de tu vida sí que está, Santana, ¿cómo puedes decir eso?
Vives con tu pasado todos los días. Tú misma me lo has dicho, las cincuenta sombras más, ¿recuerdas?
Le digo con voz apenas audible.
Santana ríe burlona y se pasa la mano libre por el pelo, pero sigue en silencio y tensa debajo de mí.
— Sé que por eso necesitas controlarme. Mantenerme segura.
— Pero tú eliges desafiarme —dice frustrada y su mano para de acariciarme el pelo.
Frunzo el ceño. Demonios… ¿lo estará haciendo deliberadamente? Mi subconsciente se quita las gafas y muerde una patilla. Después frunce los labios y asiente. La ignoro. Qué confuso es todo: soy su mujer, no su sumisa. Tampoco soy como una empresa que ha comprado. No soy la puta adicta al crack que fue su madre… Joder. Solo de pensarlo me pongo enferma. Recuerdo las palabras del doctor Flynn:
«Limítate a seguir haciendo lo que estás haciendo, Santana está perdidamente enamorada. Es una delicia verla».
Y eso es lo que hago. Estoy haciendo lo que he hecho siempre. ¿No es eso lo que le gustó de mí en un primer momento?
Oh, esta mujer es tan confusa…
— El doctor Flynn me dijo que debía darte el beneficio de la duda. Y creo que lo he hecho, aunque no estoy segura. Tal vez es mi manera de traerte al aquí y al ahora, de mantener las distancias con tu pasado —le susurro.
— No lo sé. Pero parece que no puedo calibrar si vas a reaccionar exageradamente y cuánto.
Se queda callada un momento.
— Joder con Flynn —dice para sí.
— Me dijo que debía seguir comportándome de la misma forma que siempre contigo.
— ¿Eso te dijo? —pregunta Santana con sequedad.
Vale, ahí vamos.
— Santana, sé que querías a tu madre y no pudiste salvarla. Pero eso no era responsabilidad tuya. Y yo no soy tu madre.
Ella se pone tensa otra vez.
— No sigas por ahí —me advierte.
— No, escúchame, por favor. —Levanto la cabeza para mirarla a los ojos llenos de miedo. Está conteniendo la respiración. Oh, Santana… Se me encoge el corazón.
— Yo no soy ella. Soy más fuerte que ella. Y te tengo a ti, que eres mucho más fuerte ahora, y sé que me quieres. Y yo también te quiero —le susurro.
Arruga la frente porque no son las palabras que esperaba.
— ¿Todavía me quieres? —me pregunta.
— Claro que te quiero. Santana, te querré siempre. No importa lo que me hagas.
¿Es esta seguridad lo que quiere oír?
Deja escapar el aire y cierra los ojos, tapándose la cara con el brazo de nuevo y abrazándome más fuerte.
— No te escondas de mí. —Levanto la mano y le cojo la suya. Después tiro para que aparte el brazo de su cara.
— Llevas toda tu vida escondiéndote. No lo hagas ahora, no te escondas de mí.
Me mira con incredulidad y frunce el ceño.
— ¿Me escondo?
— Sí.
Cambia de postura de repente, se pone de lado y me obliga a moverme para que quede tumbada a su lado sobre la cama. Acerca la mano, me aparta el pelo de la cara y me lo coloca detrás de la oreja.
— Antes me has preguntado si te odiaba. No entendí entonces por qué, pero ahora…
Ella se detiene y me mira como si yo fuera un enigma.
— ¿Todavía crees que te odio? —pregunto con voz incrédula.
— No —dice negando a la vez con la cabeza.
— Ahora no. —Parece aliviada.
— Pero necesito saber algo… ¿Por qué has dicho la palabra de seguridad, Britt?
Palidezco. ¿Qué puedo decirle? Que me ha asustado. Que no sabía si iba a parar. Que le supliqué y no paró. Que no quería que las cosas fueran subiendo de intensidad como… como aquella vez en esta misma habitación. Me estremezco al recordar cómo me azotó con el cinturón.
Trago saliva.
— Porque… Porque estabas tan enfadada y tan distante y tan… fría. No sabía lo lejos que podías llegar. Su expresión no revela nada.
— ¿Ibas a dejarme llegar al orgasmo? —pregunto con la voz apenas un susurro y siento que me sonrojo, pero le sostengo la mirada.
— No —confiesa por fin.
Maldita sea.
— Eso es… cruel.
Me roza la mejilla suavemente con los nudillos.
— Pero efectivo —murmura. Me mira como si intentara ver mi alma y los ojos se le oscurecen.
Después de una eternidad dice.
— Me alegro de que lo hicieras.
— ¿Ah, sí?
Sus labios forman una sonrisa triste.
— Sí. No quiero hacerte daño. Me dejé llevar. —Se acerca y me da un beso.
— Me perdí en el momento.
Vuelve a besarme.
— Me pasa mucho contigo.
¿Oh? Y por alguna extraña razón la idea me gusta… Sonrío. ¿Por qué me hace feliz eso? Ella también sonríe.
— No sé por qué sonríe, señora López.
— Yo tampoco.
Me envuelve con su cuerpo y apoya la cabeza en mi pecho. Ahora somos una maraña de extremidades desnudas, con vaqueros y seda de la sábana. Le acaricio la espalda con una mano y el pelo con la otra. Suspira y se relaja en mis brazos.
— Eso significa que puedo confiar en ti, en que me detendrás. Nunca he querido hacerte daño — murmura.
— Necesito… —dice, pero se detiene.
— ¿Qué necesitas?
— Necesito control, Britt. Igual que te necesito a ti. Solo puedo funcionar así. No puedo dejarme llevar. No puedo. Lo he intentado… Y bueno, contigo… —Sacude la cabeza por la exasperación.
Trago saliva. Ese es el núcleo de nuestro dilema: su necesidad de control y su necesidad de mí. Me niego a creer que son mutuamente excluyentes.
— Yo también te necesito —le susurro, abrazándola más fuerte
— Lo intentaré, Santana. Intentaré tener más consideración contigo.
— Quiero que me necesites —susurra.
¡Dios!
— ¡Pero si te necesito! —digo con mucha pasión. La necesito tanto… La quiero tanto.
— Quiero cuidarte.
— Y lo haces. Siempre. Te he echado mucho de menos cuando estabas fuera…
— ¿Ah, sí? —Suena sorprendida.
— Sí, claro. Odio que te vayas y me dejes sola.
Noto su sonrisa.
— Podrías haber venido conmigo.
— Santana, por favor. No resucitemos esa discusión. Quiero trabajar.
Suspira y yo la peino suavemente con los dedos.
— Te quiero, Britt.
— Yo también te quiero, Santana. Siempre te querré.
Y las dos nos quedamos tumbadas, disfrutando de la calma tras la tormenta. Y escuchando el latido rítmico de su corazón, me dejo llevar por el sueño, exhausta.
Me despierto sobresaltada y desorientada. ¿Dónde estoy? En el cuarto de juegos. Las luces todavía están encendidas e iluminan tenuemente las paredes rojo sangre. Santana gime otra vez y me doy cuenta de que eso es lo que me ha despertado.
— No —lloriquea. Está tumbada a mi lado, con la cabeza hacia atrás, los párpados apretados y la cara crispada por la angustia.
Maldita sea, está teniendo una pesadilla.
— ¡No! —grita.
— Santana, despierta. —Me incorporo con dificultad, apartando la sábana de una patada. Me pongo de rodillas a su lado, la cojo por los hombros y la sacudo. Se me saltan las lágrimas.
— Santana, por favor, ¡despierta!
Abre los ojos de golpe, marrones y salvajes, las pupilas dilatadas por el miedo. Me mira con los ojos vacíos.
— Santana, era una pesadilla. Estás en casa. Estás segura.
Parpadea, mira a su alrededor muy nerviosa y frunce el ceño al ver dónde está. Sus ojos vuelven a encontrarse con los míos.
— Britt —jadea y sin más preámbulos me coge la cara con las dos manos, me acerca y besa con pasión. Su lengua me invade la boca y sabe a desesperación y a necesidad. Sin darme apenas un momento para respirar, rueda sin separar sus labios de los míos hasta quedar encima de mí, apretándome contra el duro colchón de la cama de cuatro postes. Con una de las manos me agarra la mandíbula mientras con la otra me sujeta la cabeza para mantenerme quieta. Me separa las piernas con la rodilla y se recuesta, todavía con los vaqueros puestos, entre mis muslos.
— Britt —repite como si no pudiera creerse que estoy allí con ella. Me mira durante una fracción de segundo, lo que me da un momento para respirar, pero de nuevo sus labios se fusionan con los míos, saqueándome la boca y quedándose con todo lo que tengo para dar. Gime fuerte y flexiona la cadera para acercarla a la mía. Sus vaqueros presionan mi carne suave. Oh… Gimo y toda la tensión sexual reprimida durante los anteriores intentos fallidos resurge con fuerza, llenando mi sistema de deseo y necesidad. Todavía controlado por sus demonios, Santana me besa con pasión la cara, los ojos, las mejillas y la línea de la mandíbula.
— Estoy aquí —le susurro intentando calmarla mientras nuestros jadeos calientes se mezclan. Me agarro a sus hombros y muevo la pelvis contra la suya para animarla.
— Oh, Britt —jadea con la voz baja y ronca.
— Te necesito.
— Yo también te necesito —le susurro con urgencia, con el cuerpo desesperado por sentir su contacto.
La deseo. La deseo ahora. Quiero curarla. Quiero curarme a mí… la necesito. Bajo la mano y me ocupo de los botones de la bragueta. Los desabrocho en un segundo en introduzco dos dedos en su sexo.
Madre mía está completamente humeda. Y eso que hace menos de un minuto estaba dormida…
— ¡Dios mío Britt! — Grita cuando la penetro más fuerte,
Me mira fijamente durante un segundo estando sobre mí y me acaricia el muslo izquierdo, mientras yo sigo penetrándola y moviendo mis caderas.
— Sí. Por favor —le pido con la voz ronca y llena de necesidad.
Y con un movimiento rápido entra en mi sexo.
— ¡Ah! —grito de sorpresa por su rapidez.
Gruñe y vuelve a pegar sus labios a los míos mientras arremetemos las caderas en un vaivén desenfrenado una y otra vez, su lengua poseyéndome con la misma intensidad. Sus movimientos son frenéticos por culpa del miedo, la lujuria, el deseo y… ¿el amor? No lo sé, pero yo voy a su encuentro en todas las embestidas, una tras otra, recibiéndola agradecida, al mismo tiempo que nos penetramos.
— Britt —dice con dificultad y alcanza el orgasmo con mucha fuerza, derramándo su humedad en mi mano, con la cara tensa y el cuerpo rígido antes de caer con todo su peso sobre mí jadeando, ambas sacamos nuestros dedos… y me deja a mí muy cerca… otra vez.
Maldita sea. Esta no es mi noche, definitivamente. La abrazo y respiro todo lo hondo que puedo, casi retorciéndome por la necesidad debajo de su cuerpo. Me abraza durante unos minutos… demasiados. Finalmente sacude la cabeza y se apoya sobre los codos, quitándome de encima parte de su peso. Me mira como si me estuviera viendo por primera vez.
— Oh, Britt. Por Dios… —Se acerca y me da un beso tierno.
— ¿Estás bien? —le pregunto acariciándole su adorable rostro. Asiente, pero parece agitada y muy asustada. Mi pobre niña perdida. Frunce el ceño y me mira intensamente a los ojos como si acabara de registrar por fin dónde está.
— ¿Y tú? —me pregunta con voz preocupada.
— Mmm… —Me retuerzo un poco debajo de ella y un segundo después sonríe, una sonrisa lenta y carnal.
— Señora López, veo que tiene necesidades —murmura. Me da un beso rápido y se baja de la cama.
Se arrodilla en el suelo al borde de la cama y extiende las manos, me coge justo por encima de las rodillas y tira de mí hacia ella hasta que mi culo queda justo al borde de la cama.
— Siéntate. —Me esfuerzo para hacerlo y el pelo me rodea como un velo, cayéndome hasta los pechos.
Sus ojos no se apartan de los míos mientras me separa las piernas todo lo posible. Yo me apoyo en las manos porque sé muy bien lo que va a hacer. Pero… ella solo… mmm…
— Eres tan preciosa, Britt —me dice y veo como baja la cabeza con su melena revuelta y empieza a subir por mi muslo derecho sin dejar de darme besos.
Todo mi cuerpo se tensa por la anticipación. Levanta la vista para mirarme y advierto que los ojos se le oscurecen detrás de las largas pestañas.
— Mírame —dice y al segundo siguiente noto su boca sobre mi carne.
Oh, Dios mío. Grito y siento que todo el mundo se concentra en el punto donde se unen mis muslos.
Joder, y es tan erótico mirarla, ver su lengua acariciando lo que parece la parte más sensible de mi cuerpo. No tiene clemencia a la hora de provocarme, excitarme y adorarme. Noto que mi cuerpo se tensa y los brazos empiezan a temblarme por el esfuerzo de mantenerme erguida.
— No… ¡Ah! —Es lo único que puedo decir. Santana introduce lentamente el dedo corazón en mi interior y ya no puedo aguantar más; me dejo caer sobre la cama y disfruto del contacto de su dedo y de su boca por dentro y por fuera de mi cuerpo. Empieza a masajearme ese punto tan dulce de mi interior lenta, suavemente. Y un segundo después, me atrapa el orgasmo. Exploto gritando su nombre en una rendición incoherente cuando el intenso orgasmo me hace arquearme tanto que me separo de la cama.
Creo que llego incluso a ver las estrellas. Es una sensación tan primitiva, tan visceral… Soy vagamente consciente de que me está acariciando el vientre con la nariz y dándome besos suaves. Extiendo la mano y le acaricio el pelo.
— No he acabado contigo todavía —me asegura. Y antes de que me dé tiempo a volver del todo a Seattle, planeta tierra, se quita los vaqueros y las bragas, me agarra por las caderas y tira de mí hasta sacarme de la cama, arrastrarme hasta donde ella está arrodillada, y colocándome en su regazo sobre su sexo que me espera.
Doy un respingo cuando noto que esta empapada y abro mas mis piernas para sentir mucho mas el roce de nuestros sexos. Por Dios…
— Oh, bella… —jadea a la vez que me rodea con los brazos y se queda quieta. Me acaricia la cabeza y me besa la cara. Mueve la cadera y noto relámpagos de placer calientes y poderosos que surgen de lo más profundo de mí. Ella me agarra del culo y me levanta. Después proyecta su sexo hacia arriba.
— Ah —gimo y siento sus labios sobre los míos otra vez mientras arremete muy despacio, oh, tan despacio… La abrazo y me rindo al ritmo cadencioso. Me dejo llevar a donde quiera que ella me lleve. Abro mas las piernas y me muevo sobre ella… Me hace sentir tan bien. Me echo hacia atrás y dejo caer la cabeza. Abro la boca todo lo que puedo en una expresión silenciosa de mi placer y disfruto de esa forma tan dulce que tiene de hacer el amor.
— Britt —dice en un jadeo y se acerca para besarme la garganta. Me agarra con fuerza y sigue moviéndose lentamente, acercándome… cada vez más y más… con ese ritmo tan exquisito; una fuerza carnal fluida. Un placer delicioso irradia desde lo más profundo mientras ella me abraza tan íntimamente.
—Te quiero, Britt —me susurra al oído con voz baja y ronca y vuelve a levantarme….
Le rodeo la nuca con una mano y deslizo los dedos entre su pelo.
— Yo también te quiero, Santana. —Abro los ojos y la encuentro mirándome y todo lo que veo es su amor que brilla con fuerza en la tenue luz del cuarto de juegos. Parece que su pesadilla ha quedado olvidada. Y cuando empiezo a sentir que mi cuerpo se está acercando a la liberación, me doy cuenta de que esto es lo que quería: esta conexión, esta demostración de nuestro amor.
— Córrete para mí, bella —me pide en voz muy baja. Cierro los párpados con fuerza y mi cuerpo se tensa al oír el sonido de su voz. Entonces me dejo llevar por el clímax y me corro en una espiral poderosa e intensa. Ella se queda quieta con la frente apoyada contra la mía y susurra mi nombre muy bajito, me abraza y también se abandona al orgasmo.
Me levanta con cuidado y me tumbo en la cama. Me quedo tumbada en sus brazos, agotada y al fin satisfecha. Santana me acaricia el cuello con la nariz.
— ¿Mejor ahora? —me pregunta en un susurro.
— Mmm.
— ¿Nos vamos a la cama o quieres dormir aquí?
— Mmm.
— Señora López, hábleme —pide divertida.
— Mmm.
— ¿Eso es todo lo que puedes articular?
— Mmm.
— Vamos, te voy a llevar a la cama. No me gusta dormir aquí.
Me muevo a regañadientes y me giro para mirarla.
— Espera —le digo. Me mira y parpadea, los ojos muy abiertos e inocentes. Se le ve satisfecha.
— ¿Estás bien? —le pregunto.
Asiente sonriendo traviesa como un adolescente.
— Ahora sí.
— Oh, Santana. —Frunzo el ceño y le acaricio su preciosa cara.
— Te preguntaba por la pesadilla.
Su expresión se tensa un instante y después cierra los ojos y me abraza con más fuerza, escondiendo la cara en mi cuello.
— No —dice en un susurro ronco.
Me da un vuelco el corazón y yo también la abrazo fuerte y le acaricio la espalda y el pelo.
— Lo siento —digo alarmada por su reacción. Maldita sea, ¿cómo puedo saber cómo va a reaccionar con estos cambios de humor? ¿De qué iba la pesadilla? No quiero causarle más dolor haciéndole revivir los detalles.
— No pasa nada —murmuro suavemente, deseando que vuelva a ser la niña juguetona de hace un momento.
— No pasa nada —repito tranquilizadora.
— Vamos a la cama —me dice en voz baja un momento después.
Se aparta de mí, dejándome vacía y necesitada de su contacto, se levanta de la cama y se coloca de nuevo las bragas y los vaqueros. Yo también me levanto, envuelta en la sábana de seda, y me agacho para recoger mi ropa.
— Déjala —me dice, y antes de que me dé cuenta me coge en brazos.
— No quiero que tropieces con esa sábana y te rompas el cuello. —La rodeo con los brazos, asombrada de que ya haya recobrado la compostura, y la acaricio con la nariz mientras me lleva al dormitorio en el piso de abajo.
Abro los ojos de par en par. Algo no está bien. Santana no está en la cama, aunque aún es de noche. Miro el despertador y veo que son las tres y veinte de la madrugada. ¿Dónde está Santana?
Entonces oigo el piano.
Salgo rápidamente de la cama, cojo la bata y corro por el pasillo hasta el salón. La melodía que está tocando es muy triste, un lamento acongojado que ya he le oído tocar antes. Me paro en el umbral y la contemplo en medio del círculo de luz mientras la música dolorosamente lastimera llena la habitación.
Termina de tocar y vuelve a empezar la misma pieza. ¿Por qué una melodía tan triste? Me abrazo el cuerpo y escucho lo que toca embelesada. Santana, ¿por qué algo tan triste? ¿Es por mí? ¿Yo te he provocado esto? Cuando termina y va a empezarla una tercera vez, ya no puedo soportarlo más. No levanta la cabeza cuando me acerco al piano, pero se aparta un poco para que pueda sentarme a su lado en la banqueta. Sigue tocando y yo apoyo mi cabeza en su hombro. Me da un beso en el pelo, pero no deja de tocar hasta que termina la pieza. La miro y descubro que ella también me está mirando cautelosa.
— ¿Te he despertado? —me pregunta.
— Me ha despertado que no estuvieras. ¿Cómo se llama esa pieza?
— Es Chopin. Es uno de sus preludios en mi menor —Santana se detiene un momento.
— Se llama Asfixia…
Estiro el brazo y le cojo la mano.
— Te ha alterado mucho todo esto, ¿eh?
Ríe burlonamente.
— Una puta trastornada ha entrado en mi piso para secuestrar a mi mujer. Ella no hace nunca lo que le dicen. Me vuelve loca. Utiliza la palabra de seguridad conmigo. —Cierra los ojos brevemente y cuando vuelve a abrirlos su mirada es dura y salvaje.
— Sí, todo esto me tiene un poco alterada.
Le aprieto la mano.
— Lo siento.
Ella apoya su frente contra la mía.
— He soñado que estabas muerta —me susurra.
— ¿Qué?
— Tirada en el suelo, muy fría, y no te despertabas.
Oh, Cincuenta…
— Oye… Solo ha sido un mal sueño. —Le rodeo la cabeza con las manos. Sus ojos arden cuando la miro y la angustia que hay en ellos es terrible.
— Estoy aquí y solo estoy fría cuando no estás conmigo en la cama. Vamos a la cama, por favor. —Le cojo la mano y me pongo de pie. Espero un momento para ver si me sigue. Por fin se pone de pie también. Lleva solo un camisón de seda, de esa forma ceñida que hace que tenga unas ganas tremendas de quitársela… Pero me resisto y la llevo de nuevo al dormitorio.
Cuando me despierto, Santana está acurrucada junto a mí, durmiendo plácidamente. Me relajo y disfruto de su calor que me envuelve, piel contra piel. Me quedo muy quieta porque no quiero perturbar su sueño.
Dios, qué noche. Siento como si me hubiera arrollado un tren; el tren de mercancías que es mi esposa. Es difícil de creer que la mujer que está tumbada a mi lado y que parece tan serena y tan joven cuando duerme, era anoche una persona profundamente torturada… y profundamente torturadora por mí.
Miro al techo y se me ocurre que siempre he pensado en Santana como alguien muy fuerte y muy dominante, cuando en realidad es tan frágil, mi pobre niña perdida… Y lo más irónico es que ella me ve a mí como alguien frágil (y yo no creo que lo sea). Yo soy la fuerte en comparación con ella.
Pero ¿tengo suficiente fuerza para las dos? ¿Suficiente para hacer lo que me dice y proporcionarle así un poco de serenidad mental? Suspiro. No me está pidiendo tanto. Repaso nuestra conversación de anoche. ¿Hemos decidido algo aparte de que ambas vamos a intentarlo con más ahínco? Lo importante de todo es que quiero a esta mujer y necesito establecer un rumbo que nos sirva a ambos. Uno que me permita mantener mi integridad y mi independencia y a la vez seguir siendo lo que soy para ella. Soy su más y ella es mía. Decido hacer un esfuerzo especial este fin de semana para no darle ninguna causa de preocupación.
Santana se revuelve, levanta la cabeza de mi pecho y me mira adormilada.
— Buenos días, señora López —le digo sonriendo.
— Buenos días, señora López. ¿Ha dormido bien? —Se estira a mi lado.
— Una vez que mi esposa dejó de aporrear el piano, sí.
Me dedica esa sonrisa tímida y yo me derrito.
— ¿Aporrear? Tengo que escribirle un correo a la señorita Kathie para decirle eso que me has dicho.
— ¿La señorita Kathie?
— Mi profesora de piano.
Suelto una risita.
— Me encanta ese sonido —me dice
— ¿Vamos a ver si hoy tenemos un día mejor?
— Vale —le digo.
— ¿Qué quieres hacer?
— Después de hacerle el amor a mi esposa y que ella me prepare el desayuno, quiero llevarte a Aspen.
La miro boquiabierta.
— ¿Aspen?
— Sí.
— ¿Aspen, Colorado?
— El mismo. A menos que lo hayan movido. Después de todo, pagaste veinticuatro mil dólares por la experiencia de pasar un fin de semana allí.
Le sonrío.
— Los pagué, pero era tu dinero.
— Nuestro dinero.
— Era solo tu dinero cuando hice la puja. —Pongo los ojos en blanco.
— Oh, señora López… Usted y su manía de poner los ojos en blanco —me susurra mientras su mano recorre mi muslo.
— ¿No hacen falta muchas horas para llegar a Colorado? —pregunto para distraerla.
— En jet no —dice dulcemente cuando su mano llega a mi culo.
Claro, mi esposa tiene un jet, ¿cómo puedo haberlo olvidado? Su mano sigue ascendiendo por mi cuerpo, subiéndome el camisón en su camino, y pronto se me olvida todo.
Taylor nos lleva en coche hasta la pista de aterrizaje del aeropuerto de Seattle y después hasta el sitio justo donde nos espera el jet de López Enterprises Holdings, Inc. Es un día gris en Seattle, pero me niego a dejar que el tiempo me estropee el buen humor. Santana también está de mejor humor. Está entusiasmada por algo: se le ve tan ansiosa como en Navidad y a punto de explotar, como una niña con un gran secreto. Me pregunto qué habrá preparado. Se le ve risueña con el pelo suelto alborotado, la camisa blanca, los vaqueros negros ceñidos y sandalias bajas a juego. Hoy no parece en absoluto la presidenta de la empresa que es. Me coge la mano cuando Taylor se detiene al pie de la escalerilla del jet.
— Tengo una sorpresa para ti —me susurra y me da un beso en los nudillos.
Le sonrío.
— ¿Una sorpresa buena?
— Eso espero. —Me sonríe tiernamente.
Mmm, ¿qué puede ser?
Sawyer salta del asiento delantero y me abre la puerta. Taylor abre la de Santana y después saca nuestras maletas del maletero. Encontramos a Stephan al final de la escalerilla cuando entramos al avión.
Miro al puente de mando y veo a la primera oficial Beighley accionando interruptores en el impresionante panel de mando.
Santana y Stephan se dan la mano.
— Buenos días, señora. —Stephan sonríe.
— Gracias por hacer esto avisándote con tan poca antelación. —Santana le responde también con una sonrisa.
— ¿Han llegado nuestros invitados?
— Sí, señora.
¿Invitados? Me vuelvo y me quedo con la boca abierta. Quinn, Sam, Rachel y Blaine me sonríen desde los asientos color crema. ¡Uau! Me vuelvo para mirar a Santana.
— ¡Sorpresa! —exclama.
— ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Quién? —murmuro incoherente, intentando contener el placer y el júbilo que siento.
— Me has dicho que no ves a tus amigos todo lo que querrías. —Se encoge de hombros y me dedica una media sonrisa de disculpa.
— Oh, Santana, gracias. —Le rodeo el cuello con los brazos y le doy un buen beso delante de todos.
Ella me pone las manos en las caderas, engancha los pulgares en las trabillas para el cinturón de mis vaqueros y hace el beso más profundo.
Oh, madre mía…
— Sigue así y acabaré arrastrándote al dormitorio —me avisa Santana.
— No te atreverás —le susurro junto a los labios.
— Oh, Brittany… —Sonríe y niega con la cabeza. Me suelta sin previo aviso, se agacha, me agarra los muslos y me levanta en el aire para colgarme después de uno de sus hombros.
— ¡Santana, bájame! —le digo dándole un azote en el culo.
Veo la sonrisa de Stephan un instante antes de que se vuelva para entrar en el puente de mando.
Taylor está de pie en el umbral intentando ocultar su sonrisa. Ignorando mis súplicas y mis forcejeos, Santana cruza la estrecha cabina pasando junto a Blaine y Rachel, que están sentados uno frente a otro, y después junto a Quinn y Sam, que está chillando como un mono enloquecido.
— Si me disculpan —dice dirigiéndose a nuestros cuatro invitados.
— Tengo que hablar de algo con mi mujer en privado.
— ¡Santana! —grito de nuevo.
— ¡Bájame!
— Todo a su tiempo, bella.
Veo un segundo a Rachel, Quinn y Sam riéndose. ¡Maldición! Esto no es divertido, es embarazoso.
Blaine nos mira fijamente con la boca abierta y totalmente asombrado mientras desaparecemos por la puerta del dormitorio.
Santana cierra la puerta detrás de ella, me suelta y me baja pegada a su cuerpo lentamente de forma que puedo sentir todos sus músculos y sus pechos. Me sonríe con esa sonrisa de adolescente, muy orgullosa de sí misma.
— Menudo espectáculo, señora López. —Cruzo los brazos y la miro con fingida indignación.
— Ha sido divertido, señora López. —Su sonrisa se amplia. Oh, mi niña. Se ve tan joven…
— ¿Y piensas seguir con esto? —le pregunto arqueando una ceja, no muy segura de cómo me hace sentir eso; los otros nos van a oír, por todos los santos… De repente me siento tímida. Miro nerviosa la cama y siento que me ruborizo al recordar nuestra noche de bodas. Hablamos tanto ayer e hicimos tantas cosas… Siento como si hubiera superado un obstáculo desconocido. Pero ese es precisamente el problema: que es desconocido. Mis ojos encuentran la intensa pero divertida mirada de Santana y no soy capaz de mantener la expresión seria. Su sonrisa es demasiado contagiosa.
— Creo que sería muy maleducado dejar a los invitados esperando —me dice dulcemente acercándose a mí. ¿Cuándo ha empezado a importarle lo que piense la gente? Doy un paso atrás y me encuentro con la pared del dormitorio. Me tiene aprisionada y el calor de su cuerpo me mantiene en el sitio. Se inclina y me acaricia la nariz con la suya.
— ¿Ha sido una sorpresa buena? —me pregunta con un punto de ansiedad en la voz.
— Oh, Santana, ha sido fantástica. — entrelazo las manos en su nuca y le doy otro beso.
— ¿Cuándo has organizado esto? —le pregunto separándome de ella y acariciándole el pelo.
— Anoche, cuando no podía dormir. Le escribí correos a Sam y a Rachel y aquí están.
— Ha sido muy considerado por tu parte. Gracias. Seguro que nos lo vamos a pasar bien.
— Eso espero. He pensado que sería más fácil evitar a la prensa en Aspen que en casa.
¡Los paparazzi! Claro, tiene razón. Si nos hubiéramos quedado en el Escala, tendríamos que estar encerradas. Un estremecimiento me recorre la espalda al recordar los disparos de las cámaras y los fogonazos de los flashes de los fotógrafos que Taylor ha conseguido esquivar esta mañana.
— Vamos. Será mejor que nos sentemos. Stephan va a despegar dentro de poco. —Me tiende la mano y las dos volvemos a la cabina.
Sam nos vitorea al entrar.
— Eso sí que es un servicio aéreo rápido —bromea.
Santana lo ignora.
— Señoras y caballeros, por favor, ocupen sus asientos porque en breves momentos vamos a comenzar la maniobra de despegue. —La voz de Stephan resuena, tranquila y autoritaria, a través de los altavoces de la cabina.
La mujer de pelo rubio (mmm… ¿Natalie?) que nos atendió durante el vuelo en nuestra noche de bodas aparece por el pasillo y recoge las tazas de café vacías. ¡Natalia! Se llama Natalia.
— Buenos días, señoras López —dice con voz melosa. ¿Por qué me hace sentir incómoda? Tal vez sea porque tiene el pelo rubio. Como ella mismo ha reconocido, Santana no suele emplear a chicas rubias porque las encuentra atractivas. Santana le dedica a Natalia una sonrisa educada y se sienta frente a Sam y Rachel. Yo le doy un abrazo breve a Quinn y a Rachel y saludo con la mano a Blaine y a Sam antes de sentarme al lado de Santana y abrocharme el cinturón. Ella me pone la mano en la rodilla y me da un apretón cariñoso. Parece relajada y feliz aunque estamos con gente. Sin darme cuenta me pregunto por qué no puede ser siempre así, nada controladora.
— Espero que hayas metido en la maleta las botas de senderismo —me dice con voz cariñosa.
— ¿No vamos a esquiar?
— Puede que eso resulte un poco difícil, dado que estamos en agosto —me explica divertida.
Oh, claro.
— ¿Sabes esquiar, Britt? —nos interrumpe Sam.
— No.
Santana me suelta la rodilla y me coge la mano.
— Seguro que mi hermana pequeña puede enseñarte. —Sam me guiña un ojo.
— Es bastante rápida en las pendientes, también.
No puedo evitar sonrojarme. Miro a Santana, que está mirando a Sam impasible, pero creo que es para no demostrar que le hace gracia. El avión empieza a moverse y se dirige hacia la pista de despegue.
Natalia nos explica las instrucciones de seguridad del avión con voz clara y resonante. Lleva una bonita camisa azul marino de manga corta, una falda lápiz a juego y el maquillaje impecable. Es muy guapa, sí. Mi subconsciente levanta una ceja perfectamente depilada dirigida a mí.
— ¿Estás bien? —me pregunta Quinn.
— Después de todo el asunto de Rose, quiero decir.
Asiento. No quiero hablar de Rose, ni siquiera pensar en ella, pero Quinn parece tener otros planes.
— ¿Y por qué se volvió loca? —pregunta yendo directamente al grano con su inimitable estilo. Se aparta el pelo, preparándose para indagar más a fondo.
Mirándola con frialdad, Santana se encoge de hombros.
— Porque le despedí —dice directamente.
— ¿Ah, sí? ¿Y por qué? —Quinn ladea la cabeza y veo que acaba de ponerse en modo señorita Marple.
— Porque me acosó sexualmente e intentó chantajearme —le digo con un hilo de voz. Intento darle una patada a Quinn por debajo de la mesa, pero fallo. ¡Mierda!
— ¿Cuándo? —me pregunta Quinn mirándome fijamente.
— Hace un tiempo.
— No me lo habías contado —me dice ofendida
Me encojo de hombros a modo de disculpa.
— No puede ser por eso… Su reacción ha sido demasiado extrema —prosigue Quinn, pero ahora se dirige a Santana.
— ¿Es mentalmente inestable? ¿Y qué pasa con la información que tenía de los miembros de la familia López? —Que esté interrogando a Santana de esta forma me está poniendo los pelos de punta, pero ya sabe que yo no sé nada y por eso no puede preguntarme a mí. Qué irritante.
— Creemos que hay alguna conexión con Detroit —dice Santana en voz baja. Demasiado baja.
Oh, no, Quinn, por favor, déjala estar por ahora…
— ¿Rose también es de Detroit?
Santana asiente.
El avión acelera y yo le aprieto la mano a Santana. Ella me mira tranquilizadora. Sabe que odio los despegues y los aterrizajes. Me aprieta la mano y me acaricia los nudillos con el pulgar, algo que me calma.
— ¿Qué sabes tú de ella? —pregunta Sam, ajeno al hecho de que estamos dentro de un pequeño jet, acelerando en la pista y a punto de subir al cielo, e igualmente ajeno a la creciente exasperación que ya le ha creado Quinn a Santana. Quinn se inclina hacia delante para escuchar con toda su atención.
— Les cuento esto extraoficialmente… —dice Santana dirigiéndose directamente a ella. La boca de Quinn se convierte en una fina línea muy sutil. Yo trago saliva. Oh, mierda.
— Sabemos poco sobre ella — continúa Santana.
— Su padre murió en una pelea en un bar. Su madre se ahogó en alcohol para olvidar.
De pequeña no hizo más que entrar y salir de casas de acogida… Y meterse en problemas. Sobre todo robos de coches. Pasó un tiempo en un centro de menores. Su madre se rehabilitó con un programa de servicios sociales y Rose volvió al buen camino. Al final consiguió una beca para Princeton.
— ¿Princeton? —Ha despertado la curiosidad de Quinn.
— Sí, es una chica lista. —Santana se encoje de hombros.
— No será tan lista si la han pillado… —murmura Sam.
— Pero seguro que no ha podido montar esto sola… —aventura Quinn.
Noto que Santana se tensa a mi lado.
— Todavía no sabemos nada —responde en voz muy baja.
Maldita sea. ¿Puede que haya alguien más por ahí colaborando con ella? Me giro y miro a Santana horrorizada. Ella me aprieta la mano otra vez, pero no me mira a los ojos. El avión sube con suavidad y empieza a surcar el aire y yo noto esa horrible sensación en el estómago.
— ¿Qué edad tiene? —le pregunto a Santana, acercándome a ella para que no nos oiga nadie. Por muchas ganas que tenga de saber lo que está pasando, no quiero animar a Quinn a que siga haciendo preguntas porque sé que eso está poniendo nerviosa a Santana. Además sé que ella no le tiene mucha simpatía desde la noche que me arrastró al bar a tomar cócteles.
— Treinta y dos, ¿por qué?
— Curiosidad, nada más.
Veo tensión en la mandíbula de Santana.
— No quiero que tengas curiosidad por Rose. Solo alégrate de que esté encerrada. —Es casi una reprimenda, pero decido ignorar su tono.
— ¿Crees que la estaba ayudando alguien? —La idea de que puede haber alguien más implicado me asusta. Significaría que esto no ha terminado.
— No lo sé —responde Santana y vuelvo a ver esa tensión en su mandíbula.
— Tal vez sea alguien que tenga algo contra ti —le sugiero. Demonios, espero que no sea la bruja.
— Como Elena, por ejemplo —continúo en un susurro. Me doy cuenta de que he dicho su nombre un poco más alto, pero solo lo ha podido oír ella; tras mirar nerviosamente a Quinn, compruebo que está enfrascada en una conversación con Sam, que parece enfadado con ella. Mmm…
— Estás deseando demonizarla, ¿eh? —Santana pone los ojos en blanco y niega con la cabeza disgustada.
— Es cierto que tiene algo contra mí, pero ella no haría algo así. —Me atraviesa con su mirada fija.
— Y será mejor que no hablemos de ella. Sé que no es tu tema de conversación favorito.
— ¿Te has visto cara a cara con ella? —vuelvo a susurrarle, pero no estoy segura de querer saberlo.
— Britt, no he hablado con ella desde mi cumpleaños. Por favor, déjalo ya. No quiero hablar de ella.
Me coge la mano y me roza los nudillos con los labios. Sus ojos echan chispas, fijos en los míos, y veo que es mal momento para seguir con este tipo de preguntas.
— Busquen una habitación, chicas —bromea Sam.
— Oh, es verdad, si ya la tienen. Pero Santana no la ha necesitado hasta ahora.
Santana levanta la vista y fulmina a Sam con una mirada gélida.
— Que te den, Sam —le responde sin acritud.
— Hey solo cuento las cosas como son. —Los ojos de Sam brillan divertidos.
— Como si tú pudieras saberlo —murmura Santana irónicamente, arqueando una ceja.
Sam sonríe, disfrutando del intercambio de bromas.
— Pero si te has casado con tu primera novia… —dice señalándome.
Oh, mierda. ¿Adónde quiere ir a parar con esto? Me sonrojo.
— ¿Y te parece raro, viéndola? —continúa Santana dándome otro beso en la mano.
— No —ríe Sam y niega con la cabeza.
Me ruborizo más aún y Quinn le da a Sam un manotazo en el muslo.
— Deja de ser tan gilipollas —le regaña.
— Escucha a tu chica —le dice Santana a Sam sonriendo. Parece que su turbación de antes ha desaparecido.
Se me destaponan los oídos cuando ganamos altitud y la tensión de la cabina se disipa cuando el avión se nivela. Quinn mira a Sam con el ceño fruncido. Mmm… ¿Les pasa algo? No estoy segura.
Sam tiene razón, de todas formas. Me río para mí por la ironía. Es verdad que soy (era) la primera novia de Santana y que ahora soy su esposa. Las quince anteriores y la maldita señora Robinson… bueno, no cuentan. Pero es obvio que Sam no sabe nada de ellas y que Quinn no se lo ha contado. Le sonrío y ella me guiña el ojo cómplice. Mis secretos están a salvo con Quinn.
— Bien, señoras y caballeros, vamos a volar a una altitud de unos diez mil metros aproximadamente y el tiempo estimado de duración de nuestro vuelo es de una hora y cincuenta y seis minutos —anuncia Stephan.
— Ahora ya pueden moverse libremente por la cabina, si lo desean.
Natalia sale inmediatamente de la cocina.
— ¿Alguien quiere un café? —pregunta.
O_o***** - Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 05/05/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Ufffff que capitulo
Que bueno que regresaste ya se te extrañaba
Y al igual que britt pienso que elena tiene algo que ver con rose! Espero que no pero aver
Hasta la siguiente actualizacion
Saludos!!,
Que bueno que regresaste ya se te extrañaba
Y al igual que britt pienso que elena tiene algo que ver con rose! Espero que no pero aver
Hasta la siguiente actualizacion
Saludos!!,
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Me encanto el cap...!!! :)
Me alegro que hayas vueltoo... :)
Sam y Quinn están coomo raros..n0??
Pobreciita mi San y sus feas pesadillas.. me alegro que se hayan arreglado .. con Britt :)
Espero tu actualizacion...
Besos
Alii C:
Me alegro que hayas vueltoo... :)
Sam y Quinn están coomo raros..n0??
Pobreciita mi San y sus feas pesadillas.. me alegro que se hayan arreglado .. con Britt :)
Espero tu actualizacion...
Besos
Alii C:
Alisseth***** - Mensajes : 254
Fecha de inscripción : 18/05/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
nos hiciste esperar tanto, que parecía una eternidad pero siempre siempre nos complaces en cada capitulo, estoy segura que la maldita señora robinson esta detrás de esto, estoy esperando mas como siempre. gracias por escribir
Camila18**** - Mensajes : 151
Fecha de inscripción : 28/05/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Uff, en verdad me alegra saber que te encuentras bien,
y que no haz actualizado por falta de tiempo.. jiji
En cuanto al capítulo, exquisito como siempre :3
...
Y pues nos leemos hasta la próxima :)
y que no haz actualizado por falta de tiempo.. jiji
En cuanto al capítulo, exquisito como siempre :3
...
Y pues nos leemos hasta la próxima :)
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Cada dia amo mas este fic!!
Hacia mucho que no comentaba.. Lo siento!!
Pero lo sigo sin perderme un solo capitulo!!
Cuando podre conseguirme una Santana o una Brittany???? :(
Mientras tanto seguire leyendo esta maravillosa adaptacion!
Uno de mis fic favoritos, sin duda!!
Gracias por habernoslo traido!!!
Saludooos!!
-Dai
Hacia mucho que no comentaba.. Lo siento!!
Pero lo sigo sin perderme un solo capitulo!!
Cuando podre conseguirme una Santana o una Brittany???? :(
Mientras tanto seguire leyendo esta maravillosa adaptacion!
Uno de mis fic favoritos, sin duda!!
Gracias por habernoslo traido!!!
Saludooos!!
-Dai
Dai15***** - Mensajes : 242
Fecha de inscripción : 20/12/2012
Edad : 33
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Que buen capitulo!!!!!
Me encanto,me gusta que Britt conozca cada ves mas a San y que San se abra a Britt!!
Saludos
Espero que actualices pronto!!
Me encanto,me gusta que Britt conozca cada ves mas a San y que San se abra a Britt!!
Saludos
Espero que actualices pronto!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Mmmm que manera mas grata de reconciliarse y arreglar las cosas :)
Ohh vaya, esas pesadillas de nuevo... suerte que Britt siempre esta ahi para consolar y calmar la angustia de su Cincuenta..
Que fichita resulto ser la Rose.. Ya decia yo que no me daba buena espinas...
Por suerte esta tras las rejas pero.. Algo me dice que aun hay mucho de tras de todo eso...
Genial estoy estan de viaje... que lindo detalle de parte de San..
Por un momento pense que lo harian con todos ahi jejejeje.. Lopez es muy capaz.. :D
Ohh vaya, esas pesadillas de nuevo... suerte que Britt siempre esta ahi para consolar y calmar la angustia de su Cincuenta..
Que fichita resulto ser la Rose.. Ya decia yo que no me daba buena espinas...
Por suerte esta tras las rejas pero.. Algo me dice que aun hay mucho de tras de todo eso...
Genial estoy estan de viaje... que lindo detalle de parte de San..
Por un momento pense que lo harian con todos ahi jejejeje.. Lopez es muy capaz.. :D
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
sigue por favor
soy nueva lectora
y amo 50 sombras de Grey
que bueno que la adaptaste con Brittana
soy nueva lectora
y amo 50 sombras de Grey
que bueno que la adaptaste con Brittana
♫♥Anny Hummel♥♫- - Mensajes : 1241
Fecha de inscripción : 18/05/2013
Edad : 25
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
bueno, la espera vale la pena, aunque estoy segura que si pudieras actualizarias con mas frecuencia!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Esperando la actualizacion de hoy!
Saludos
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Página 4 de 16. • 1, 2, 3, 4, 5 ... 10 ... 16
Temas similares
» Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
» Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
» [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo
» FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo
» FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
» Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)
» [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo
» FanFic Brittana: El Affaire López 4 "Algo Raro y Preciso" (Adaptada) Epilogo
» FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
Página 4 de 16.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Lun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T
» Busco fanfic brittana
Lun Feb 28, 2022 10:01 pm por lana66
» Busco fanfic
Sáb Nov 21, 2020 2:14 pm por LaChicken
» [Resuelto]Brittana: (Adaptación) El Oscuro Juego de SATANÁS... (Gp Santana) Cap. 7 Cont. Cap. 8
Jue Sep 17, 2020 12:07 am por gaby1604
» [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo
Mar Sep 08, 2020 9:19 am por Isabella28
» Brittana: Destino o Accidente (GP Santana) Actualizado 17-07-2017
Dom Sep 06, 2020 10:27 am por Isabella28
» [Resuelto]Mándame al Infierno pero Besame (adaptación) Gp Santana Cap. 18 y Epilogo
Vie Sep 04, 2020 12:54 am por gaby1604
» Fic Brittana----Más aya de lo normal----(segunda parte)
Mar Ago 25, 2020 7:50 pm por atrizz1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Lun Ago 03, 2020 5:10 pm por marthagr81@yahoo.es
» Que pasó con Naya?
Miér Jul 22, 2020 6:54 pm por marthagr81@yahoo.es
» [Resuelto]FanFic Brittana: Medianoche V (Adaptada) Cap 31
Jue Jul 16, 2020 7:16 am por marthagr81@yahoo.es
» No abandonen
Miér Jun 17, 2020 3:17 pm por Faith2303
» FanFic Brittana: " Glimpse " Epilogo
Vie Abr 17, 2020 12:26 am por Faith2303
» FanFic Brittana: Pídeme lo que Quieras 4: Y Yo te lo Daré (Adaptada) Epílogo
Lun Ene 20, 2020 1:47 pm por thalia danyeli
» Brittana, cafe para dos- Capitulo 16
Dom Oct 06, 2019 8:40 am por mystic
» brittana. amor y hierro capitulo 10
Miér Sep 25, 2019 9:29 am por mystic
» holaaa,he vuelto
Jue Ago 08, 2019 4:33 am por monica.santander
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Miér Mayo 08, 2019 9:25 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Comportamiento (Adaptada) Epílogo
Miér Abr 10, 2019 9:29 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
Lun Abr 08, 2019 8:29 pm por 23l1