[Resuelto]FanFic BRITTANA: "5ta Avenida Neoyorkina". 2da Parte (Primero viene el amor....luego viene el matrimonio). EPÍLOGO

Hola……..buenas     noches a todas/os……….veo que el capítulo anterior         ha provocado el surgimiento de emociones encontradas…….créanme que yo también estaba igual de     sorprendida con la reacción de Santana, pero luego me puse a     pensar en lo difícil que debe resultar hacer algo así cuando se tienen miedos y frustraciones internas de por medio……en fin, todo esto es parte de algo     complicado que acabará por fortalecer las cosas entre     San y Britt…….déjenme decirles que si en el anterior capítulo detestaron la reacción de San, en el capítulo de hoy odiarán algunas actitudes de Britt……..pero no se dejen guiar por esto, las apariencias engañan.

De alguna manera la música que estaba oyendo en este preciso momento fueron un par de canciones algo antiguas y alguna forma apropiadas para todo lo que representa el fic………ya luego me dicen sus opiniones sobre estas 2 canciones en particular………..





Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo

Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.

NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- La presente historia no me pertenece…………puesto que se basa en la obra “Calle Dublín” de Samantha Young, y en la traducción de dicho libro realizado por Javier Guerrero (versiones que pueden hallarse en Internet), comunidad virtual Bookzinga.

Aclaro que si bien en la obra, la historia los lugares principales que se señalan son Escocia y EE.UU, tomando en cuenta las características y el contexto en el que se desarrolla Glee mantuve EE.UU (concretamente Nueva York) e Italia como lugar de inicio de historia (¿algo loco no?........se han imaginado a Naya/Santana con esos aires tan característicos de los italianos………yo ya lo hice jejejeje). Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades.

Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.

Capítulo 22

Así fue como Brittany nos encontró al día siguiente, tumbadas con las cabezas juntas, sosteniéndonos las manos, durmiendo con las mejillas sucias con regueros de lágrimas, como dos niñas pequeñas.

No me despertó.

De hecho ni siquiera me miró.

Me desperté porque estaba sacudiendo a Rachel para despertarla.

— ¿Qué hora es? —Oí que preguntaba ella somnolienta.

—Es más de mediodía. He preparado algo de comer.

El sonido de su voz fue como un puñetazo en el pecho.

Mis ojos se abrieron con dificultad, pegajosos con la sal de las lágrimas secas e hinchados por el peor ataque de llanto que había tenido desde que perdí a Alice. Brittany se estaba inclinando sobre Rachel, peinándola hacia atrás, con un brillo de amor en la mirada. Todavía tenía los ojos inyectados en sangre y grandes ojeras.

Tenía un aspecto horrible.

Apostaría que yo estaba peor.

—No tengo hambre —susurró Rachel.

Brittany negó con la cabeza con expresión decidida.

—Necesitas comer. Vamos, cielo, es hora de levantarse.

Observé que Rachel tomaba la mano de Brittany y ella delicadamente la ayudaba a bajar de la cama y ponerse en pie. Todavía sosteniéndola la condujo fuera de la habitación. Rachel tenía los pantalones de lino arrugados al máximo, la camisa retorcida en torno al cuerpo y el pelo hecho un desastre. Parecía alguien cuya vida habían puesto patas arriba.

Sufría por ella.

Y ni siquiera podía mirar a Brittany, porque el dolor que sentía por ella era indescifrable.

—Santana, ¿vienes? —Rachel me miró por encima del hombro.

Y por ella, asentí.

Aunque no quería estar cerca de Brittany.

¿Sabes que era peor? Ella ni siquiera podía ser directamente mezquina respecto a la ruptura. Claro, no podía mirarme y no podía hablarme, pero... también había preparado mi comida.

Rachel y yo nos sentamos en torno a la mesa de la cocina a comer los sabrosos huevos revueltos y tostada, mientras Brittany estaba apoyada contra la encimera tomando café.

Rachel al principio no reparó en el silencio entre nosotras porque estaba metida en su propia cabeza y porque el silencio en ese punto no parecía inusual.

Te contaré lo poco egoísta que es la chica: con todo lo que estaba pasando, se fijó en lo que estaba ocurriendo entre su hermana y yo. Y mucho antes de lo que yo esperaba. Era culpa nuestra, no éramos exactamente sutiles al respecto.

Me levanté para poner el plato y la taza en el fregadero y Brittany pasó al otro lado de la cocina. Después yo crucé para sacar un poco de zumo de naranja de la nevera y Brittany volvió al fregadero. Me acerqué al fregadero para sacar un vaso del armario y Brittany volvió a la nevera. Fui a la nevera para volver a dejar el zumo y ella volvió al fregadero.

— ¿Qué está pasando? —preguntó Rachel con suavidad, juntando las cejas al observarnos.

Murmuramos un par de nadas.

— ¿Chicas? —Rachel parecía paralizada—. ¿Ha llamado el médico?

Nuestras cabezas se inclinaron sobre ella y de inmediato se asentó el remordimiento entre nosotras.

—No. —Brittany negó con la cabeza—. No, Rach. Tenemos cita con el doctor Dunham esta tarde, como quedamos.

— ¿Entonces por qué están actuando de forma tan extraña?

La miramos sin inmutarnos, pero una de nosotras delató algo, algo grande, porque después de un minuto de escrutar nuestras caras, Rachel cayó.

—Han roto.

Brittany no le hizo caso.

—Rach, deberías meterte en la ducha y arreglarte un poco. Te sentirás mejor.

— ¿Por mí? —Rachel se levantó, con los ojos redondos—. Han roto por mí.

Intenté mirar a Brittany, pero ella estaba mirando solemnemente a Rachel. Como yo, ella no había querido añadir más peso a sus hombros. Me volví hacia ella.

—No, Rachel. No es por ti. No tiene nada que ver contigo y ya está hecho. Estamos bien. No te preocupes por nosotras.

Su expresión se endureció, echando la mirada indignada hacia delante de forma testaruda.

—Pero está claro que no se hablan. ¿Qué ha pasado?

Brittany suspiró.

—Ella no me quiere y yo creo que ella es una zorra fría que no es de fiar. Ahora vete a la ducha.

Como no me estaba mirando a mí, no me molesté en enmascarar el dolor que sentí por sus palabras.

Zorra fría que no es de fiar.

No es de fiar.

Fría. Zorra. Fría. Zorra.

Zorra. ZORRA.

También olvidé que Rachel podía verme y sus ojos se oscurecieron de compasión.

—Brittany —susurró, con un suave reproche en la palabra.

—A la ducha. Ahora.

Rachel centró su atención en mí, preocupada. No podía creer que ella estuviera preocupada por mí en un momento como ese.

—A la ducha. Rachel.

—Eres peor que mis padres —murmuró sin humor, pero decidiendo que prefería no tener que enfrentarse con dos de las personas más tenaces que conocía, salió de la cocina dejándonos solas en un silencio grueso y espantoso.

Finalmente habló Brittany.

—Has dejado parte de tus porquerías en mi casa. Las tiraré esta semana.

Ella también tenía cosas en mi habitación.

—Recogeré tus cosas.

Debe señalarse que en este punto estábamos apoyadas en puntos opuestos de la encimera de la cocina, hablando a la pared de delante de nosotras, sin mirarnos.

Brittany se aclaró la garganta.

— ¿Has vuelto por ella?

¿Había esperanza en su voz?

—Bueno, a veces las zorras frías indignas de confianza mantienen su palabra —respondí con rigidez, dando un sorbo a mi zumo.

Brittany protestó y dejó su taza con fuerza en la encimera.

—Ella no necesita tu caridad ni tu estúpida culpa.

Joder.

Mierda, mierda, mierda.

Claramente Brittany había aprovechado la noche para dejar que su rabia hirviera y se derramara. Me abracé a mí misma, tratando de comprender y de no hacerle más daño del que ya le había hecho.

—Ella no tiene mi caridad ni mi culpa.

—Oh, entonces tenía razón anoche. —Brittany asintió—. A mí no me quieres, pero a ella sí.

—Brittany... —Me atraganté.

Esperaba que ella fuera como siempre. Brittany era imperturbable, intimidante, inamovible y serena. No era vulnerable ni amarga, y nunca se enfadaba. Básicamente, se estaba comportando como una verdadera idiota en un momento muy inapropiado. Aunque yo la había dejado horas después de que se enterara de que su hermana pequeña podría tener cáncer, así que, ¿quién era más idiota?

—Tú tampoco me quieres, Brittany.

Sus ojos destellaron al oírlo antes de posarse en mi cuerpo y volver a subir en un frío examen que me causó temblores horribles. Su mirada volvió a la mía y era pálida como el hielo.

—Tienes razón. No te quiero. Solo estoy molesta por tener que buscar un nuevo acuerdo y una nueva “amiga con derecho a roce”, sobre todo cuando la última no era nada mala en la cama.

Diría que era bastante buena actriz, pero si seguía con su asalto verbal iba a derrumbarme por el dolor. Me volví con rapidez para que no viera el efecto de sus palabras en mí.

—Esperaba que todavía fuéramos amigas, pero claramente tú no quieres eso. Así que ¿podemos estar de acuerdo en no hablarnos a menos que tengamos que hacerlo por el bien de Rachel?

—Si fuera por mí, por el bien de Rachel, te echaría de una patada de este departamento y te diría que no volvieras a oscurecer nuestro umbral. Pero Rachel no necesita eso ahora mismo.

El asombro me obligó a levantar la cabeza y la miré con incredulidad.

— ¿Estás de broma?

Cruzó sus brazos poderosos sobre el pecho y negó con la cabeza.

—No. No puedo confiar en ti. Estás jodida. No creo que Rachel necesite eso.

—Anoche me querías aquí por Rachel.

—He tenido tiempo para pensarlo. Si pudiera, me libraría de ti. Pero eso solo causaría más dolor a Rachel. Ella no necesita eso ahora mismo.

— ¿Podrías hacer eso? —Estaba casi sin aliento—. Echarme sin más de tu vida.

— ¿Por qué no? Tú me hiciste eso anoche.

—No. Yo rompí contigo. Yo no te eché de mi vida. —La fulminé con la mirada—. Pero si hubiera sabido lo poco que significaba en realidad para ti, probablemente debería haberlo hecho.

—Oh. —Brittany asintió—. Es verdad. Tú no me quieres, pero te preocupas por mí. —Se encogió de hombros—. Bueno, pues tú no me importas absolutamente nada.

Apreté la mandíbula esforzándome por contener las lágrimas.

—De hecho, anoche me acosté con una bellísima mujer.

¿Alguna vez te han pegado un tiro de escopeta en el estómago? ¿No? A mí tampoco. Pero tengo la impresión de que lo que sentí cuando Brittany dijo eso sería similar a un tiro de escopeta. Y la verdad, ni siquiera la mejor actriz del mundo podía ocultar esa clase de dolor.

Me encogí físicamente con sus palabras, mi cuerpo se echó atrás y casi cedieron mis rodillas. Tenía los ojos como platos y la boca abierta por el horror.

Y entonces ocurrió lo peor.

Empecé a llorar. A través de mis lágrimas vi que los labios de Brittany se apretaban y dio dos pasos hacia mí, con todo su cuerpo estremeciéndose.

—Joder, lo sabía —dijo entre dientes, todavía viniendo hacia mí.

— ¡No me toques! —grité, incapaz de soportar la idea de tenerla cerca ahora.

— ¿Que no te toque? —rugió con los ojos destellando con violencia—. ¡Voy a matarte!

— ¿A mí?

Me volví, cogí un plato del escurridor y se lo lancé a la cabeza. Ella se agachó y el plato se estrelló contra la pared.

—Yo no soy la que se acuesta con otras a dos segundos después de romper.

Busqué un vaso para lanzar, pero ya tenía a Brittany encima, con sus manos fuertes sujetándome las muñecas en el costado, con su cuerpo sobre el mío contra la encimera.

Me debatí con ferocidad, pero ella era demasiado fuerte.

— ¡Suéltame! —Sollocé—. Suéltame. Te odio. Te odio.

—Chis, chis, Santana —me aplacó, inclinando la cabeza a mi cuello—. Chis, no digas eso —rogó contra mi piel—. No digas eso. No quería decirlo. Es mentira. Estaba enfadada. Soy una idiota. Mentí. Estuve toda la noche con Shelby. Puedes llamarle y preguntarle, pero ella te dirá la verdad. Sabe que nunca te haría lo que me hicieron a mí.

Sus palabras penetraron mi histeria y dejé de luchar.

Y empecé a temblar.

— ¿Qué?

Brittany se echó atrás para mirarme con un par de ojos azul claro y muy sinceros.

—Mentí. No estuve con nadie. No ha habido nadie más desde que empezamos a estar juntas.

Tenía la nariz tapada de tanto llorar, así que soné como una niña de cinco años cuando murmuré.

—No lo entiendo.

—Cariño —rugió su voz, con la ternura recuperada, aunque todavía podía ver el enfado en sus ojos—. Estaba enojada anoche cuando rompiste conmigo, así que solo me fui caminando. Fui a casa de Shelby porque sabía que estaría despierta preocupada por Rachel y quería ver si estaba bien. Supo que me pasaba algo en cuanto me vio entrar.

Le conté lo que había ocurrido y me contó lo que te dijo en la boda, y también me contó que, al decírtelo, pusiste cara de que te hubieran abofeteado. Y después de eso, cuando estábamos bailando, se dio cuenta de que se equivocaba contigo. —Me soltó las muñecas para deslizar sus manos en mi pelo, inclinándome la cabeza hacia atrás para que no pudiera apartar la mirada—. Pasé la última noche repasando una y otra vez los seis meses en mi cabeza y sé que me estás mintiendo. Sé que me quieres, Santana, porque no es posible que esté tan enamorada de ti y que tú no te sientas de la misma manera. Eso no es posible.

Con el corazón latiendo, el miedo aferrado a mi garganta, traté de tragarlo.

—Entonces ¿qué demonios ha pasado esta mañana?

Me apretó la nuca e inclinó la cabeza cerca de la mía, con sus ojos definitivamente oscuros de rabia.

—No eres poco de fiar, no eres fría y no eres una zorra. Tienes... problemas. Eso lo entiendo. Todos tenemos nuestras cosas. Pero en cuanto me di cuenta de que me estabas mintiendo empecé a comprender por qué. Crees que nunca te delataste conmigo. Crees que tienes tiempo de dar marcha atrás y simular que no ocurrió nada entre nosotras, porque de esa forma si alguna vez me pasa algo a mí, podrás decir que no te importa y no sentir el dolor.

Oh, Dios mío, ahora era una excelente vidente.

—También eres bastante buena simulando que no sientes nada. Pensaba que si lograba hacerte daño esta mañana, podría tener la prueba que necesitaba de que estabas mintiendo.

La paralicé con una expresión que decía que quería torturarla.

— ¿Por eso me contaste que te habías acostado con otra?

Ella asintió con suavidad y plantó un beso de disculpa en mis labios.

—Lo siento, San. Lo hice para conseguir la verdad... pero si soy sincera lo hice para hacerte daño como tú me lo hiciste anoche. —Sus ojos se llenaron de remordimiento—. Lo siento de verdad. No quiero volver a poner esa expresión en tu cara otra vez, ni hacerte llorar otra vez, lo juro. Pero la verdad es que lloraste. Lloraste porque la idea de que hiciera eso te destrozaba. Tú me amas.

Traté de ordenar mis ideas, pese a que el pánico iba esparciéndolas. Había mucho que afrontar, demasiado que discutir y todo tendría que ocurrir después, porque Rachel nos necesitaba.

—Uno: ha sido la cosa más vil que se puede hacer en el mundo. Dos: no podemos ocuparnos de esto ahora mismo.

—No vamos a salir de esta cocina hasta que reconozcas que me quieres.

—Brittany, lo digo en serio. —La empujé con severidad y ella me soltó, aunque no retrocedí—. No voy a volver contigo. No voy a cambiar de idea.

Levantó la mirada como si quisiera mirar al cielo y yo observé que luchaba con su paciencia. Finalmente volvió a mirarme y vi que el músculo de su mandíbula se tensaba.

— ¿Por qué no? —soltó.

No iba a explicárselo. Brittany encontraría una manera de darle la vuelta y yo solo... no.

—Porque no. Ahora, tenemos un día muy largo por delante y posiblemente unos meses aún más largos, así que dejémoslo estar.

—Vale. —Brittany levantó las manos y retrocedió.

Estaba a punto de suspirar con una pequeña dosis de alivio cuando ella habló otra vez.

—Por ahora.

Oh, demonios.

— ¿Qué?

Me sonrió, y era una sonrisa infantil que pretendía ser perversa, pero estaba demasiado cansada para conseguirlo.

—Te quiero. Eres mía. Mataré a cualquier imbécil que intente apartarte de mi vida. Así que esto es lo que vamos a hacer. Primero va Rachel, pero mientras estemos cuidándola tú puedes ser todo lo cabezota que quieras y simular que hemos roto. Incluso te dejaré. Pero también voy a estar aquí, cada día, mostrándote lo que te estás perdiendo.

Todavía tenía las mejillas húmedas, los ojos hinchados, y sabía que tendría un aspecto horrible, pero justo en ese momento no me importaba. Parte de mí estaba sobrecogida de asombro. La otra mitad de mí estaba muerta de miedo. Y aferrándose a ambas correas estaba mi persistencia cabezota.

— ¿Estás loca? No voy a cambiar de opinión.

—Sí, lo harás. —Brittany suspiró—. Vamos a necesitarnos la una a la otra en esto. Todos nosotros. Pero si no puedes hacer eso, entonces voy a jugar duro. Haré lo que haga falta. Algunas cosas te frustrarán, otras cosas te excitarán y con un poco de suerte algunas te enfadarán.

—Estás loca.

—No. —Nos volvimos a ver a Rachel en el umbral de la cocina, con su bata, luciendo una sonrisa pequeña, exhausta pero decidida—. Está luchando por lo que quiere.

—No es la única. —Oí la voz de Quinn cuando la puerta de la calle se abrió y se cerró y Rachel se volvió en el umbral para mirar al pasillo.

Esperamos a que las pisadas se acercaran y entonces estaba justo al lado de ella.

Diablos, tenía un aspecto horrible. Nunca había visto a Quinn descuidada antes, y llevaba una camiseta vieja y gastada, y vaqueros que habían conocido mejores días. Tenía unas ojeras que rivalizaban con las de Brittany y la desesperación grabada en cada molécula de su expresión.

Quinn tomó la mano de Rachel y se la llevó a sus labios, cerrando los ojos al apretar su boca en la piel de mi amiga. Cuando los abrió vi lágrimas brillando allí y sentí que se me cerraba la garganta. Observé que Rachel se quedaba sin respiración cuando Quinn tiró de su mano para atraerla a la cocina con ella para afrontar a Brittany. De repente, Quinn parecía un poco mareada.

—Tengo que decirte algo.

Brittany cruzó los brazos sobre el pecho, curvando el gesto al ver a las dos juntas.

—Adelante.

Quinn cerró los ojos un instante y cuando los abrió vi la determinación que admiraba en la cara de su amiga.

—Eres como una hermana y nunca haría nada para hacerte daño. Y sé que no he sido lo que una hermana mayor consideraría buen partido para su hermanita, pero quiero a Rachel, Brittany. Desde hace tiempo y no puedo estar sin ella. Ya he desperdiciado demasiado tiempo.

Rachel y yo contuvimos la respiración cuando las dos mejores amigas se encaraban.

Los ojos de Brittany viajaron a los de Rachel, sin que su expresión delatara nada. Dios, podía ser una persona intimidante cuando quería.

— ¿Tú la quieres?

Quinn miró a Rachel y ella le apretó el brazo. Con una pequeña sonrisa se volvió hacia su hermana.

—Sí.

Brittany se encogió de hombros y se acercó a la tetera para encenderla.

—Ya era hora. Me estaban dando dolor de cabeza.

Me quedé tan boquiabierta como Quinn y Rachel. Ni una sola vez en todo el tiempo que llevábamos saliendo Brittany había dado a entender que sabía lo que estaba pasando entre Quinn y Rachel.

Rubia taimada.

—Eres una incordia sabelotodo —anuncié con sarcasmo, pasando a su lado con brusquedad. Me paré un momento ante Rachel y Quinn para decir—: Me alegro por ustedes.

Y enseguida me precipité por el pasillo al cuarto de baño para alejarme de Brittany, esa rubia antipática perceptiva e inflexible.

Oí la risa suave de Brittany, su voz deliciosa haciendo eco en mi cabeza cuando replicó.

—La verdad es que me quiere.

Hola…….buenas     noches a todas/os……veo que Brittany ha     conquistado a más de una jejejejeje………..en el capítulo anterior vimos como las cosas volvían de cierta manera a su lugar (podría considerarse como una leve brisa en medio de la tormenta), pero hoy lastimosamente reaparece el     drama. Sugiero que escuchen la siguiente canción mientras leen el capítulo (ya luego me dicen que les pareció)



Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo

Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.

NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- La presente historia no me pertenece…………puesto que se basa en la obra “Calle Dublín” de Samantha Young, y en la traducción de dicho libro realizado por Javier Guerrero (versiones que pueden hallarse en Internet), comunidad virtual Bookzinga.

Aclaro que si bien en la obra, la historia los lugares principales que se señalan son Escocia y EE.UU, tomando en cuenta las características y el contexto en el que se desarrolla Glee mantuve EE.UU (concretamente Nueva York) e Italia como lugar de inicio de historia (¿algo loco no?........se han imaginado a Naya/Santana con esos aires tan característicos de los italianos………yo ya lo hice jejejeje). Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades.

Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.






Rachel no quiso montar un número con la cita en el hospital: había decidido que solo Shelby y Clark la acompañaran a ver al neurólogo.

Yo estaba un poco sorprendida por el hecho de que la consulta fuera en domingo, pero Brittany había intervenido y había usado su encanto —más bien había protestado y tirado de algunos hilos, porque conocía a alguien en el consejo de dirección del hospital— para conseguir que el neurólogo viera a Rachel lo antes posible.

Shelby y Clark habían pasado a recogerla una hora antes y nos habían dejado a Hannah y Declan. Brittany y Quinn se quedaron. Estábamos los cinco sentados mirando el reloj, mirando nuestros teléfonos.

Brittany preparó un poco más de café. Quinn no se movió en ningún momento.

Dos horas después, Hannah estaba encajada en mi costado, Brittany miraba a Declan —que se había dormido en el otro sillón— y Quinn tenía los ojos cerrados tan fuerte en expresión de preocupación que Hannah se dio cuenta y le apretó la mano. Quinn le lanzó una sonrisa de gratitud y yo le besé el pelo suave, con el corazón dolorido, porque era tan encantadora como la que nos preocupaba a todos.

Se abrió la puerta de la calle.

Todos nos levantamos de un salto. Bueno, Declan no. Se levantó atontado y casi se cayó.
Shelby entró en la sala primero, pero no logré calibrar su expresión. Miré detrás de ella para ver a Clark con su brazo en torno al hombro de Rachel, y juré por Dios que tenía que contener las lágrimas.

— ¿Qué ha pasado? —Quinn avanzó hacia ella y Clark soltó inmediatamente a Rachel.

Rachel se hundió en el costado de Quinn y sonrió temblorosamente.

—Vamos a sentarnos. Me explicaré.

—Prepararé un poco de té. —Shelby asintió con la cabeza y salió de la sala en la que estábamos todos sentados con el trasero en el borde del asiento.

Rachel suspiró profundamente.

—La buena noticia es que mi tumor es en realidad un pequeño quiste con dos pequeños tumores dentro. Está en la superficie del lado superior derecho de mi cerebro, así que pueden extirparlo todo. El doctor Dunham cree que lo más probable es que los tumores sean benignos. Cree que llevan mucho tiempo allí y que lentamente se han hecho más grandes y hay que extirparlos por razones obvias. Tengo programada cirugía para dentro de dos semanas, y harán una biopsia del tumor. —Rachel sonrió, con los labios temblando un poco—. Estoy un poco asustada por la cirugía, pero el doctor Dunham estaba muy seguro y ha dicho que el riesgo en esta clase de cirugía es de alrededor de un dos por ciento y que la posibilidad de que el tumor sea canceroso es realmente muy pequeña.

Todos soltamos aire al mismo tiempo y el alivio nos arrolló como una enorme ola que casi nos tiró de las sillas.

Brittany corrió hacia Rachel antes de que nadie más pudiera hacerlo y la abrazó hasta que la castaña le dijo que no podía respirar, y mientras tanto Clark tranquilizó a Declan, que todavía estaba un poco somnoliento, diciéndole que Rachel, casi con toda probabilidad, iba a ponerse bien. Brittany finalmente dejó a Rachel en el suelo con un sonoro beso en la frente, y antes de que pudiera recuperar el aliento tenía a Quinn encima besándola en la boca delante de todos. Un beso de verdad. Valiente.

—Bueno, ya era hora —dijo Clark con un suspiro.

Rachel se rio en la boca de Quinn al oírlo. Obviamente, se estaba dando cuenta de que yo había tenido razón desde el principio. Ella y Quinn habían sido cualquier cosa menos sutiles durante los últimos meses.

— ¿Cuál es la gracia? —preguntó Shelby, volviendo a entrar en la sala.

Aproveche la oportunidad para atraer a Rachel a mis brazos.

—Las peores veinticuatro horas en mucho tiempo, amiga.

Se echó atrás para mirarme.

—Siento haberte hecho pasar por esto.

Suspiré profundamente y a continuación miré al té y el café que Shelby había traído a la sala. Le lancé una mirada de disculpa al tiempo que decía:

—Creo que no es lo bastante fuerte.

Shelby levantó una ceja.

— ¿Tienes algo más fuerte en la casa?

—La verdad es que no. —Miré a Rachel—. Pero aquí al lado hay un pub y todavía no hemos ido. A lo mejor es un buen momento. Creo que cabe la posibilidad de que haya algo más fuerte.

—A mí me parece bien.

—Y a mí —convino Clark.

—Tenemos a los niños —se quejó Shelby.

Cogí mi bolso que estaba en la mesa de café.

—Les dejan estar en un pub si van acompañados de un adulto. Pueden tomarse una Coca-Cola.

Shelby no parecía demasiado convencida.

Sonreí de manera tranquilizadora.

—Es solo una copa. Una copa de celebración.

—Clark puede tomar una copa. Yo conduciré. —Shelby cedió y cogimos nuestras cosas para marcharnos.

Shelby y Clark sacaron primero a los niños. Quinn le había pasado el brazo por la cintura a Rachel, que se había pegado a ella con aspecto asombrosamente feliz para ser alguien que tenía que someterse a cirugía mayor en unas pocas semanas. Aunque claro, durante veinticuatro horas habíamos estado convencidos de que tenía cáncer solo para descubrir que probablemente no lo tenía... y por supuesto finalmente tenía a Quinn justo donde la quería.

Eso nos dejó a mí y a Brittany en último lugar, y tuve el primer anticipo de lo que había querido decir antes. Sus dedos rozaron la parte baja de mi espalda para sacarme de la casa y lo hizo de forma tan deliberada que no tenía gracia.

Ella sabía lo sensible que era yo en esa parte.

Traté de contener el temblor al volverme para cerrar el apartamento, pero Brittany se interpuso en mi camino y colisioné con ella.

—Lo siento. —Se rio, moviéndose lentamente de manera que mis pechos rozaron los suyos.
Sentí que se me endurecían los pezones y me estremecí por el calor que pulsaba entre mis piernas. Mi mirada fue mordaz.

—Por supuesto.

Brittany se rio con delicadeza cuando yo me agaché para cerrar la puerta y entonces sentí que su sombra caía sobre mí. Levanté la mirada por la derecha y vi su mano apoyada en la puerta junto a mi cabeza. Me retorcí para mirarla solo para descubrir que se había enrollado en torno a mí.

— ¿Te echo una mano?

Entrecerré los ojos hasta convertirlos en ranuras.

—Atrás antes de que lamentes tu atrevimiento.

Me di cuenta de que se esforzó mucho por no reír. Por desgracia, no lo suficiente.

—Nena, tienes que saber que cuando dices esas cosas haces que te quiera más todavía.

—Pareces una infame acosadora malísima ahora mismo.

—No me importa lo que parezca mientras funcione.

—No está funcionando.

—Unos días más y lo hará. —Me plantó un beso rápido en la mejilla y se alejó abruptamente antes de que pudiera matarla.

—Vamos, chicas —nos llamó Rachel desde más adelante, ya en la acera. Shelby, Clark y los chicos ya debían estar dentro—. ¿Por qué tardaban tanto?

—Santana me estaba suplicando sexo, pero le he dicho que era un momento muy inapropiado —respondió Brittany en voz alta, causando que los transeúntes se rieran.

Furiosa con ella por infinidad de razones, me apresuré a unirme a ellos desde la entrada de casa.

—No te preocupes, cariño —respondí en voz igual de alta—. Tengo un juguete que lo hace mejor. —Dicho eso, entré en el pub, donde no podía acosarme delante de los niños.

Y aunque era una actitud inmadura —y sí, altamente inapropiada considerando la razón por la que íbamos a tomar una copa—, no pude evitar sentir la satisfacción de haber dicho la última palabra por una vez.

Lo reconozco. Era una arpía cobarde.

No me reuní con Kitty y Artie el lunes como había prometido. Le envié un mensaje de correo electrónico a Kitty explicando la situación de Rachel y argumentando que no quería dejarla sola en ese momento.

Si Kitty pensó que era raro que no pudiera tomarme dos horas libres para verla, no lo dijo. Si pensaba que era raro que le mandara un mensaje en lugar de llamarla, tampoco lo dijo.

Lo cierto es que apenas vi a Rachel en los días siguientes, porque Quinn prácticamente se había mudado a su habitación y las dos solo salían a comer algo y hacer pausas en el cuarto de baño.

No quería ver a Kitty y Artie. Esa era la verdad.

¿Y por qué?

Porque no hacía tanto tiempo que le había soltado a Kitty un discurso para que no huyera de Artie por miedo a lo que el futuro podía depararles, y yo no estaba de humor para un sermón de Kitty por haber roto con Brittany y por ser una hipócrita total.

Mi historia con Brittany era completamente diferente.

Lo era. De verdad.

Vale.

Solo estaba asustada. No. Aterrorizada. Y tenía todo el derecho a estarlo. Bastaba con ver la forma en que había reaccionado a la situación de Rachel para saber que Brittany estaba lista para una vida dura y neurótica conmigo.

Además, mi vida había sido mucho más calmada sin su presencia. Yo rara vez me preocupaba por nada, mis emociones eran muy estables. Tenía, si no paz, al menos tranquilidad. Estar con Brittany era turbulento y, la verdad es que si pensaba en ello, agotador.

Si quitabas el sexo asombroso, lo único que quedaba era un puñado de emociones desagradables. Preocupación de que se hartara de mí y dejara de gustarle. Celos. Nunca había sido una novia celosa antes de conocer a Brittany, pero ahora afilaba las uñas cada vez que veía a cualquiera coqueteando con ella.

Miedo por ella. Como si no tuviera suficiente con preocuparme por mí misma, ahora me importaba si ella era feliz o estaba sana. Y me importaba mucho. Eso simplemente no era nada agradable.

Me gustaba la Santana pre-Brittany.

Tenía agallas y era fría e independiente.

La Santana post-Brittany era una estúpida sentimental.

No ayudaba que Brittany se mantuviera fiel a su palabra.

Aparecía en el apartamento a la menor oportunidad, y aunque le decía que Rachel estaba en otra cosa seguía viniendo.


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—Estaba lavando los platos y la rubia ladina me vino por detrás y me abrazó por la cintura. Y me besó. Justo aquí. —Me señalé el cuello, enfadada—. ¿No podría hacer que la internaran o algo?

La doctora Sylvester resopló.

— ¿Por quererte?

Me eché atrás, negando con la cabeza en expresión de asco.

—Doctora Sylvester —la amonesté con suavidad—. ¿De qué lado está?

—Del de Brittany.

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El miércoles por la noche, dos días después de Navidad, yo estaba supliendo a un colega en el bar. Faltaban dos días para la cirugía de Rachel.

Había pasado una semana agotadora esquivando a Brittany y, cada vez que Rachel salía de su habitación, trataba de calmarla respecto a la cirugía. Esquivar a Brittany no era tan fácil. Aunque Darren, su gerente en Fire, había tenido que dejarla porque su mujer estaba embarazada y le había pedido que tuviera un horario normal de nueve a cinco (Brittany le consiguió un trabajo de gerente en un hotel de la ciudad propiedad de un amigo y eso significaba formar a otra persona), Brittany todavía encontraba tiempo para pasarse a agobiarme.

Estuvo el incidente del fregadero (al cual podría haber reaccionado en exceso porque me evocó un recuerdo que tenía de mis padres), el incidente de entrar cuando me estaba duchando para preguntarme dónde estaba el mando a distancia de la tele, el incidente de ponerse a comer en la cocina quitándose la camisa y chaqueta que llevaba para quedarse solo en sujetador (dijo que accidentalmente le habían salpicado café en ambas prendas y las había puesto en la lavadora secadora) y los numerosos, muy numerosos incidentes de mirarme sin ninguna razón.

Juro por Dios que me estaba desquiciando. Había estado a punto de ceder cuando empezó a retroceder un poco.

Por supuesto, no habría cedido de todos modos.

Porque veía la imagen más amplia.

Brittany había empezado el proceso de enfriamiento unos días antes de Navidad, y mostró una conducta todavía mejor cuando tuvimos la cena de Navidad con la familia de Rachel.

El único momento incómodo llegó cuando intercambiamos regalos. Las dos habíamos comprado los regalos tiempo atrás y estos eran más significativos que lo que dos simples amigas se regalarían. Brittany me había conseguido un ejemplar firmado de mi libro favorito de mi autor favorito.

Cómo lo consiguió, no lo sé.

Oh y ¿he mencionado la alucinante pulsera de diamantes? Ajá. Yo le conseguí una primera edición de su libro favorito de Hemingway, Fiesta.

Era el regalo más elaborado que había comprado nunca, pero mereció la pena ver la forma en que sonrió al abrirlo.

Joder.

Mierda, mierda, mierda.

A lo mejor esperaba que ella subiera la apuesta después de eso, pero Brittany hizo justo lo contrario y simplemente...desapareció.

Me pregunté si no sería una nueva táctica.

Así que me puse alerta al ver que no aparecía con Rachel y Quinn el miércoles cuando yo estaba en mi turno de suplencia. Brittany las había arrastrado al bar la semana anterior cuando yo había hecho turnos extras después de que Rachel me pidiera que saliera del apartamento —creo que yo estaba como un león enjaulado— y ella se había sentado en el sofá de enfrente de la barra, en mi línea de visión directa, dividiendo su tiempo entre observarme y coquetear con chicas guapas. Supongo que esa era la parte de fastidiarme de su promesa.

Así que me sorprendió que no estuviera allí el miércoles.

Rachel todavía estaba despierta cuando volví del trabajo.

Salió de su habitación y cerró la puerta suavemente tras de sí.

—Quinn está durmiendo —susurró, siguiéndome a la sala de estar.

Le sonreí por encima del hombro.

—No me extraña. Debes de tenerla agotadita.

Rachel puso los ojos en blanco y se derrumbó en el sofá a mi lado.

—No hay para tanto. Bueno... más o menos. —Se ruborizó con los ojos brillantes de felicidad—. Sobre todo hablamos mucho. Solucionamos cosas. Todos esos malentendidos. Aparentemente, lleva tiempo enamorada de mí.

— Oh, no me digas.

—Qué graciosa.

—Hablando de graciosas, Brittany no ha aparecido esta noche en el bar.

Su hermana me miró con cautela.

—Su nueva gerente necesitaba ayuda esta noche. ¿Te decepcionó que no estuviera ahí?

—No —respondí con rapidez. Probablemente demasiado deprisa. Maldición, echaba de menos a la Santana pre-Brittany

—. Solo noté una falta de ego en la sala y pensé: «Eh, ¿dónde está Brittany?»

Rachel no rio. Me lanzó una mirada maternal de desaprobación.

—Brittany tiene razón. Estás enamorada de ella. Entonces ¿por qué la haces sufrir? ¿Disfrutas viendo que te va detrás? ¿Es eso?

Levanté la ceja.

— ¿El tumor se te ha cargado el sarcasmo?

Puso mala cara.

— ¿Demasiado pronto para bromas sobre el tumor?

Entornó los ojos.

— ¿Nunca será momento para bromas sobre el tumor?

—Nunca, Santana. Nunca.

Me estremecí.

—Lo siento. Ha sido cruel.

—No. Cruel es usar mi tumor como herramienta para cambiar de tema. Te quiero mucho, Santana, pero también quiero a mi hermana. ¿Por qué le estás haciendo esto?

—No le estoy haciendo esto a ella. Estoy haciendo esto por ella. —Me volví hacia ella, con mis ojos sinceros mientras trataba de hacérselo comprender—. No manejo muy bien las malas noticias. No estoy orgullosa de ello, pero es verdad. Mira cómo reaccioné contigo cuando me necesitaste.

—Pero volviste —argumentó—. Estabas en estado de shock, pero has estado aquí cada segundo desde entonces.

—Brittany me convenció —confesé—. Tuvo que hacerme recobrar un poco de sensatez. Y cuando lo hizo me di cuenta de que no podía protegerme de que ocurrieran desgracias a la gente que me rodeaba. Y aparentemente, las desgracias me persiguen, así que es probable que vuelva a ocurrir alguna otra vez. Cuando ocurra, no puedo garantizar que no saldré corriendo, y simplemente no puedo hacerle eso a Brittany. Su vida sería inestable conmigo y después de que esa esposa zorra suya le hiciera vivir un infierno, se merece alguien que pueda darle paz.

—Santana, estás hablando como si fueras un caso de psiquiátrico. No lo eres. Tu único problema es que no quieres a afrontar lo que le ocurrió a tu familia ni empezar a enfrentarte a eso.

Eché la cabeza atrás contra el sofá.

—Suenas como la doctora Sylvester.

— ¿Quién?

—Mi terapeuta.

— ¿Estás viendo a una terapeuta? ¿Cómo es que no lo sabía? —Me puso una mano en el brazo.

—Eh... —Hice un gesto de dolor y me aparté de ella.

—De esto estoy hablando. —Rachel estaba enfadada; sus ojos destellaban igual que los de Brittany cuando estaba molesta—. Soy tu mejor amiga y no me dices que estás viendo a una terapeuta. ¿Lo sabe Brittany?

—Sí —respondí como una adolescente enfadada.

—Bueno, algo es algo. —Negó con la cabeza en señal de incredulidad—. Has de empezar a afrontar lo de tu familia, Santana. Creo que si lo haces, todo lo demás empezara a parecerte menos abrumador. Y te darás cuenta de que puedes ir paso a paso con Brittany. No tienes que protegerla de estar contigo. Es una gran mujer, y claramente sabe mucho más de ti que yo, y milagro de milagros todavía quiere estar contigo.

—Muy graciosa. De verdad, suenas como la doctora Sylvester.

—Con toda la seriedad, Santana. Creo que necesitas dejar de jugar.

—No estoy jugando. —La estudié cuidadosamente, captando algo en su expresión—. ¿Qué? ¿Qué es eso? ¿Qué sabes?

Ella tardó un minuto, casi como si no estuviera segura de decir lo que tenía en la cabeza.

De repente, tuve una espantosa sensación en la boca del estómago.

—Quinn y yo hemos ido a comer hoy.

—Lo sé. Estaba aquí, mirando un manuscrito que no he tocado en días.

—Bueno. —Rachel rehuía mi mirada—. Nos hemos encontrado a Brittany en la comida y ella estaba con la nueva gerente de Fire.

— ¿Y?

Sus ojos destellaron en mí y yo tensé la preocupación en ellos.

—La nueva gerente es Lindsay. Lindsay es una rubia impresionante de casi metro ochenta que además es lista y divertida.

Creo que mi corazón se desplomó en mi estómago.

—Santana, parecía que estaban bien juntas. —Negó con la cabeza—. No quería creerlo, pero estaban coqueteando y Brittany era... muy atenta. Parecían... a gusto.

Los celos son una cosa horrible.

El dolor que producen consume casi tanto como un desengaño, y lo sabía porque estaba sintiendo las dos cosas al mismo tiempo. Me sentía como si alguien me hubiera desgarrado el pecho con las manos desnudas, hubiera arrancado mi corazón y mis pulmones y los hubiera sustituido por un puñado de rocas y piedras. Miré el árbol de Navidad, con mi mente zumbando.

Esa era la razón por la que no la había visto últimamente.

— ¿Santana? —Rachel me tocó el brazo.

La miré, decidida a no llorar. Le dediqué una sonrisa triste.

—Supongo que entonces siempre he tenido razón.

Rachel empezó a negar con la cabeza.

—No. Está bien. —Me levanté, necesitando estar sola—. Rompí con ella porque merece encontrar a alguien decente y normal. Y ahora no tengo que sentirme culpable por eso, porque siempre había tenido razón. No me quería. No te vas con alguien nada más romper con el amor de tu vida, ¿no? Esto es bueno. —Me fui hacia la puerta de la sala y oí a Rachel levantándose de su silla.

— ¡No! —dijo Rachel—. No es eso y no te lo he contado por eso. —Me siguió al pasillo pero yo no estaba escuchando, porque tenía mucha sangre agolpándose en mis oídos—. Santana, te lo he dicho para que dejes de hacer tonterías y vuelvas a estar con ella. Escucha, podría...

Le cerré la puerta en las narices.

—Santana. —Golpeó la puerta.

—Buenas noches, Rach.

—Mierda —oí que murmuraba, y luego sus pisadas perdiéndose.

Lo intenté.

Lo intenté de verdad.

Pero cuando me acurruqué en la cama, no pude contener las lágrimas.

Hola………buenas     noches………ahhhh, en estos momentos estoy con un     sueño fatal……..sucede que estuve despierta hasta altas horas de la madrugada revisando algunos trabajos pendientes que tenía…….en fin, dejando de lado la historia de mi vida     jejejeje, en referencia a la historia…….el capítulo de hoy es prácticamente el último con contenido     dramático (aunque pensándolo bien el siguiente capítulo, es decir, el 25 tendrá algo de drama……y luego la irremediable y definitiva     reconciliación...jejeje    creo que se me escapó un spoiler)

Y la canción del día es………




Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo

Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.

NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- La presente historia no me pertenece…………puesto que se basa en la obra “Calle Dublín” de Samantha Young, y en la traducción de dicho libro realizado por Javier Guerrero (versiones que pueden hallarse en Internet), comunidad virtual Bookzinga.

Aclaro que si bien en la obra, la historia los lugares principales que se señalan son Escocia y EE.UU, tomando en cuenta las características y el contexto en el que se desarrolla Glee mantuve EE.UU (concretamente Nueva York) e Italia como lugar de inicio de historia (¿algo loco no?........se han imaginado a Naya/Santana con esos aires tan característicos de los italianos………yo ya lo hice jejejeje). Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades.

Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.






—La operación de Rachel es mañana.

La doctora Sylvester asintió.

— ¿Estás nerviosa?

Dije que sí con la cabeza y sentí el estómago revuelto.

—Su cirujano tiene grandes credenciales y está realmente convencido de que es sencillo para tratarse de cirugía cerebral, pero todavía estoy preocupada.

—Es natural.

Solté aire lentamente, y la espiración se convirtió en una pequeña sonrisa.

—Tengo reserva para un vuelo a Milán a final de enero. Voy a viajar allí después de las dos semanas de recuperación de Rachel en casa.

Las cejas de la doctora Sylvester llegaron a la línea de nacimiento del pelo.

—Oh. ¿Qué ha desencadenado eso?

La valentía de Rachel y que Brittany haya pasado página.

—Brittany ha conocido a alguien, como yo quería. Pero Rachel es realmente la que me infundió valor. Ha sido valiente con todo y estábamos sentadas hablando anoche, y allí estaba con esta enorme cirugía por delante y preocupándose por mí, diciéndome que si no empezaba a afrontar mi pasado nunca mejoraría.

La doctora Sylvester me dedicó una sonrisa triste.

—Rachel te convenció en una conversación de lo que yo he estado intentando convencerte durante casi seis meses.

—Supongo que hace falta que te diagnostiquen algo que da miedo y ser realmente valiente al respecto para que me sienta como la peor clase de cobarde.

—Necesitaré añadir eso a mi repertorio.

Reí, y la risa se fue desvaneciendo en un silencio tenso.

—Estoy asustada —reconocí finalmente—. Tengo las cosas de mi familia en un almacén. Iré a visitar sus tumbas y quizá por fin haga algo con todo eso.

—No me habías dicho que guardabas todas sus cosas.

—Sí. Las puse en un almacén y simulé que no existían.

—Es un paso muy bueno el que vas a dar, Santana.

—Sí, eso espero.

La doctora torció el gesto.

— ¿Brittany ha conocido a alguien?

No hice caso del dolor.

—Es lo que yo quería.

—Santana, sé que te has contado eso a ti misma, pero aun así no ha de ser fácil verla con otra persona tan pronto. Sobre todo después de que te fuera detrás y te prometiera que no se rendiría.

—Solo prueba que tengo razón. No me quiere.

— ¿Y estás segura de que está viendo a esta mujer nueva? ¿No hay un malentendido?

—Según Rachel, no.

—Entonces un viaje a Milán podría ser justo lo que necesitas ahora mismo.

—Oh, no es un viaje. —Negué con la cabeza—. Bueno, lo es y no lo es. Estoy pensando en volver a instalarme allí de forma permanente cuando sepa que Rachel está bien. Voy a buscar una casa cuando esté allí y luego volveré a Nueva York a ordenar mis cosas...

La doctora Sylvester negó con la cabeza.

—No lo entiendo. Pensaba que Nueva York era tu hogar. Pensaba que Rachel era tu familia.

—Rachel es mi familia y siempre lo será. —Sonreí con tristeza—. No puedo ver que Brittany está con otra —reconocí—. Ella me estaba advirtiendo, está bien. Usted, Rachel, ella. Los tres me estaban advirtiendo. ¿Cree que no sé qué ahuyentarla es irracional? —Me di cuenta de que estaba levantando la voz—. Sé que es irracional. No pude contenerme, fue como si hubiera alguien más dentro de mí, sacándomela de encima porque estaba aterrorizada de perderla.

—Santana. —La voz de la buena doctora sonó suave y tranquilizadora—. Irracional, sí, pero comprensible. Sufriste muchas pérdidas cuando eras una niña. Brittany sabe exactamente lo que estabas haciendo. Por eso no estaba renunciando.

—Renunció ante la visión del primer par de piernas largas que llegaron.

— ¿Esa es la verdadera razón de que te vayas?

—Sé que sueno como una loca. Un minuto soy firme y no quiero estar con ella y en cuanto descubro que está viendo a otra persona, se me va la pinza. La cuestión es que no ha cambiado nada. Salvo que ahora no quiero estar con ella, porque claramente ella no me ama como yo la amo. Siempre ha sido la emoción de la caza con ella.

—Bueno, tendría que poder hablar con Brittany para tener una opinión sobre eso, pero lo que sí creo es que tienes que comunicarte con ella. Necesitas contarle esto antes de irte a Milán o siempre te lo preguntarás, Santana. ¿Sabes qué da más miedo que arriesgarse y perder?

Negué con la cabeza.

—El arrepentimiento, Santana. El arrepentimiento hace cosas espantosas a una persona.


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Todos fuimos al hospital por Rachel. Incluso Hannah y Dec. Cuando vinieron a bajarla al quirófano todos nos turnamos para tranquilizarla. Al final, Quinn le dio un beso largo y dulce que habría fundido hasta el menos romántico de los corazones. Daba asco que algo tan importante como la cirugía cerebral finalmente le hubiera hecho afrontar la situación, pero la vida era así en ocasiones. Algunos de nosotros necesitábamos una buena dosis de realidad para reaccionar.

Nos sentamos en una sala de espera, pese a que los médicos nos dijeron que probablemente deberíamos ir a casa y regresar en unas horas. Ninguno de nosotros quería irse. Me senté al lado de Shelby, con Hannah al otro lado.

Clark se sentó al otro lado de la sala, observando a Dec jugando con su Nintendo en silencio. Brittany se sentó al lado de Clark con Quinn a su derecha. Apenas hablamos. Fui a buscar café para todos y refrescos para los niños. Me llevé a Hannah a buscar unos sándwiches y traté de preguntarle por el último libro que estaba leyendo, pero ninguna de las dos estaba de humor para eso. Dec fue el único que se comió todo su sándwich mientras el resto de nosotros solo dimos un mordisquito, porque teníamos los estómagos demasiado llenos de nervios para hacer sitio para cualquier otra cosa.

¿Sabías que el tiempo se detiene en la sala de espera de un hospital? No es broma.

Simplemente se para. Miras al reloj y ves que son las doce y uno, y cuando vuelves a mirar después de lo que te parece que ha sido una hora solo son las doce y dos.

Rachel me había pintado las uñas la noche anterior, porque necesitaba algo que hacer para evadir la mente de la cirugía.

Cuando llegó el cirujano horas después, me había comido hasta el final del brillo.

Todos nos levantamos de golpe cuando el doctor Dunham entró por fin en la sala de espera. Nos sonrió, con aspecto cansado, pero perfectamente calmado.

—Todo ha ido francamente bien. Hemos extirpado toda la masa y hemos enviado los tumores para que hagan una biopsia. Han trasladado a Rachel al ala de posoperatorio, pero tardará un poco antes de recuperarse de la anestesia. Sé que han estado allí todo el día, así que les sugiero que vayan a casa y vuelvan esta noche en horas de visita.

Shelby negó con la cabeza, con los ojos brillando de preocupación.

—Queremos verla.

—Solo denle un poco de tiempo —replicó con amabilidad el doctor Dunham—. Les prometo que está bien. Pueden volver esta noche. Ya les advierto ahora que probablemente todavía estará muy aturdida y tiene el lado derecho de la cara muy hinchado por la cirugía. Es completamente normal.

Apreté el brazo de Shelby.

—Vamos. Daremos algo de cenar a los niños y volveremos después.

—Sí, mamá, tengo hambre —se quejó Declan en voz baja. — Vale —susurró, sonando todavía poco convencida.

—Gracias, doctor Dunham.

Clark tendió la mano al cirujano y este la estrechó con una sonrisa amable. Después de que Quinn y Brittany le dieran la mano y Shelby y yo le ofreciéramos una sonrisa de agradecimiento, el doctor Dunham nos dejó para que nos recompusiéramos. Todos sentíamos alivio al saber que Rachel había superado la cirugía, pero todavía estábamos ansiosos por verla.

Hasta que estuvimos saliendo del hospital y Brittany se me acercó para abrazarme a su costado, no me di cuenta del tiempo que llevaba sin pensar en mi drama con ella. Había estado pensando solo en Rachel.

Aun así, en cuanto Brittany me tocó, recordé a Lindsay y me tensé.

Ella lo notó y su cuerpo se endureció contra el mío.

— ¿Santana? —me preguntó inquisitivamente.

No podía mirarla. Me deshice de su agarre aprovechándome de su sorpresa y me apresuré a alcanzar a Hannah.

Esa noche la enfermera nos condujo al ala de posoperatorio y nos permitieron ver a Rachel.

Habían corrido las cortinas en torno a ella, y Shelby y Clark estaban delante de mí, de modo que al principio no la vi. Cuando ellos la saludaron en silencio y dieron un paso atrás me estremecí.

No había esperado sentirme tan asustada.

El doctor Dunham tenía razón: Rachel tenía la cabeza muy hinchada y bastante deformada en el lado derecho, con los ojos todavía vidriosos por la anestesia. Unos vendajes blancos le envolvían la cabeza y sentí un tirón en el estómago al pensar en el hecho de que ese día le habían hecho un corte en el cerebro.

Rachel me ofreció una sonrisa de soslayo.

—Santana. —Su voz era ronca, apenas audible.

Quise correr. Lo sé. Es horrible. Pero quería huir de esa parte. Las historias con gente en un hospital nunca habían terminado bien en mi vida, y verla allí, tan vulnerable, tan exhausta, solo me recordó lo cerca que podríamos haber estado de perderla.

Sentí una mano que me apretaba y volví la cabeza para ver a Hannah observándome. Parecía tan pálida como yo me sentía, y sus dedos estaban temblando entre los míos. Ella también estaba asustada. Sonreí para tranquilizarla, con la esperanza de que estuviera exteriorizando la sonrisa.

—Rachel está bien. Ven. —Tiré de su mano y la acerqué conmigo al lado de la cama de su hermana.

Estiré el brazo para coger la mano que Rachel había tendido a su madre y deslicé la mía en ella, sintiendo alivio y amor cuando ella me dio un apretón suave.

— ¿Estoy guapa? —preguntó con una pequeña dificultad al hablar, y yo reí con suavidad.

—Siempre, cielo.

Sus ojos bajaron a Hannah.

—Estoy bien —susurró.

— ¿Estás segura? —Hannah se acercó a la cama, con los ojos asustados pegados a la cabeza vendada de Rachel.

—Mmm.

Rachel estaba todavía cansada y no convenía que nos quedáramos mucho. Saqué suavemente a Hannah de allí para que Brittany y Quinn pudieran acercarse con Declan.
Declan pensó que tenía un aspecto fantástico, por supuesto. Una vez que Brittany dijo hola, Quinn no se separaría del costado de Rachel.

Los ojos de Rachel empezaron a cerrarse.

—Deberíamos dejarla descansar —ordenó Clark en voz susurrada—. Volveremos mañana.

—Rach —murmuró Brittany, y ella volvió a abrir los ojos—. Nos vamos. Volveremos mañana.

—Vale.

Quinn cogió una silla del lado de la habitación y la puso al lado de su cama.

—Yo me quedo.

Asentimos, sin querer discutir con ella al ver la forma en que apretaba la mandíbula.
Con adioses susurrados los dejamos. Brittany y yo nos quedamos atrás caminando en un silencio solemne por el hospital.

—Parecía tan pequeña —observó Brittany con voz ronca—. No esperaba que tuviera tan mal aspecto.

—La hinchazón se reducirá.

Me lanzó una mirada de preocupación.

— ¿Estás bien?

—Estoy bien.

—No lo parece.

—Ha sido un día agotador.

Nos paramos en... en realidad no sé dónde. El hospital era bastante desconcertante con montones de pequeños aparcamientos y entradas diferentes y barreras amarillas.

No sabía dónde demonios me encontraba. Estábamos de pie en una entrada, eso sí, y Shelby suspiró.

— ¿Van a coger un taxi?

El coche de Clark no era lo bastante grande para llevarnos a todos. Yo había venido con él, pero Quinn y Brittany habían cogido un taxi. Suponía que era grosero proponer que Brittany cogiera un taxi y aprovechar yo el viaje.

—Yo cogeré un taxi. Brittany, deberías ir con ellos.

Ella sonrió de manera cómplice.

—Cogeremos un taxi juntas.

Mierda.

A regañadientes, dejé que la familia de Rachel se marchara y esperé a que Brittany pidiera un taxi. Entonces me quedé junto a las puertas de entrada, manteniendo un ojo en el taxi.

Olí su perfume cuando se apretó a mi espalda. Me moví de manera incómoda, tratando de ocultar el hecho de que, pese a que había arrancado las sábanas de mi cama, aún no las había lavado porque todavía olían a Brittany.

En el fondo era esa clase de chica.

— ¿Quieres decirme por qué me sometes al castigo del silencio? —preguntó con voz brusca, con el aliento caliente en mi oído.

Encorvé los hombros, apartándome.

Su voz había tenido un efecto en mi cuerpo y yo no quería que ella lo supiera.

—Estoy hablando contigo.

—Apenas.

—Tengo muchas cosas en la cabeza.

— ¿Quieres hablar de ello?

— ¿Cuándo he querido hablar de ello?

Sentí que el calor se hacía más intenso cuando ella se acercó, deslizando la mano por mi cadera.

—Antes me hablabas, Santana. No simules que no lo hiciste.

Viendo el familiar taxi negro de la ciudad doblando la esquina en nuestra parte del edificio, salí rápidamente.

—Taxi, aquí. —Y empecé a caminar hacia él.

Cuando nos acomodamos en el coche sentí que estaba enfadada. También sabía suficientemente bien que iba a tratar de hablar conmigo aunque eso significara seguirme a casa. Le di al taxista la dirección de Bree en Southern Boulevard.

Brittany me lanzó una mirada.

Me encogí de hombros.

—Bree me pidió que pasara.

Después de unas cuantas preguntas estúpidas más y unas pocas respuestas mías casi monosilábicas, Brittany se rindió, pero no antes de lanzarme una mirada letal que decía que la cuestión no había terminado.

Bajé en casa de Bree sin un adiós y observé que el taxi se alejaba. Llamé a Bree para asegurarme de que estaba en casa y subí a su apartamento.

Pasé casi toda la noche allí.

Evitar a Brittany requería talento. Bueno, no, solo implicaba no estar en mi apartamento.

También significaba coger un taxi sola para visitar a Rachel. Cada día sin falta recibía un mensaje de texto de Brittany en el que me preguntaba si quería que pasara a recogerme en taxi por mi casa antes de las horas de visita en el hospital. Cada vez le mandé un educado «No, gracias» de contestación.

Las horas de visita estaban centradas en Rachel, así que estaba a salvo allí. Tenía una habitación privada, estaba aburridísima y desesperada por irse a casa, pero tenía que pasar una semana entera allí. La hinchazón iba disminuyendo día a día, pero me daba cuenta de que estaba agotada. Dejó que todos, y por todos me refiero a Shelby, charláramos a su alrededor, sonriendo y asimilándolo.

Por fortuna, no veía la parte triste, cuando sus ojos inevitablemente se ponían llorosos al dejarla allí. Yo no presenciaba esa parte, porque siempre me iba antes que todos los demás. No solo veía las preguntas en los ojos de Rachel cuando hacía eso, sino también en los de todos los demás. Traté de compensarlo dándole un regalo tonto cada vez que la visitaba, por más que sabía que ella se moría de ganas de preguntarme qué iba mal.

No me sorprendió en absoluto que Brittany no me persiguiera al salir de allí.

Había pasado página, así que en realidad no necesitaba saber por qué la estaba evitando.

O eso pensaba.

Pasé la Nochevieja con Bree. Recibí una llamada de Kitty.

Mensajes de texto de Puck, Alistair, Quinn, Shelby, Clark y los niños. Recibí un mensaje de texto de Brittany.

«Feliz año nuevo, Santana. Espero que sea bueno para ti. x»

¿Quién sabe por qué un mensaje puede ser tan desgarrador? Le mandé un mensaje... espera...

«Lo mismo para ti.»

Sí, lo hice.

Hice eso.

Soy una idiota.

Al empezar a mantenerme alejada del apartamento, a nadar en una piscina diferente y a evitar el gimnasio que compartíamos, pensé que Brittany habría comprendido que estaba al corriente de lo de Lindsay.

A los cuatro días de la recuperación de Rachel en el hospital, y solo unos días antes de que volviera a casa, recibí otro mensaje de Brittany.

«De verdad tenemos que hablar. He pasado por el piso varias veces pero nunca estás. ¿Podemos vernos? x»

No le contesté. Obviamente, quería hablarme de su nueva gerente y conquista.

No importaba que no respondiera. El destino ya tenía planes para que nos reuniéramos.

Dos días después del mensaje estaba esquivando el apartamento y comiendo en el restaurante Four Seasons. Iba a dirigirme por Park Avenue, donde estaba esa tienda kitsch que le encantaba a Rachel. Vendían unos paraguas que eran como parasoles pasados de moda y ella había estado insistiendo en comprarse uno, pero nunca lo había hecho.

Así que iba a comprarle un pequeño regalo para su regreso al apartamento al día siguiente.
Acababa de terminar de comer y había salido al Avi Glatt Kosher. Estaba tratando de volver a meter el monedero en el bolso cuando oí:

— ¿Santana?

Levanté la cabeza y mi corazón hizo eso de latir tan fuerte que se descolgaba de mi pecho y se precipitaba a la boca de mi estómago. Brittany estaba delante de mí, y a su lado, esa rubia alta y sensacional. Ella llevaba un traje chaqueta entallado, de estilo victoriano y seductores zapatos de aguja. Lucía una larga melena rubia perfectamente alborotada y el maquillaje era tan impecable como sus facciones.

¿Era real?

La odié al instante.

—Brittany —murmuré, con mis ojos volando a cualquier parte para evitar su mirada.

Debería mencionar que iba con mis vaqueros rotos en la rodilla y una camiseta vieja que anunciaba una famosa cerveza. Llevaba el pelo recogido en su habitual moño encima de la cabeza y nada de maquillaje.

Tenía un aspecto horrible.

La verdad es que facilitaba al máximo su elección.

—Te mandé un mensaje de texto —dijo con voz irritantemente severa.

Al oírla mis ojos buscaron los suyos.

—Ya lo sé.

Apretó la mandíbula.

Lindsay se aclaró la garganta de manera educada y trató de relajarse, aunque su mirada penetrante no abandonó la mía cuando Brittany dijo:

—Lindsay, ella es Santana. Santana, ella es Lindsay, la nueva gerente de Fire.

Recurrí a mis mejores aptitudes interpretativas para sonreír educadamente y le tendí la mano a Lindsay para que me la estrechara. Ella me sonrió con curiosidad.

—He oído todo de ti —dijo de manera significativa.

Todo el cuerpo de Brittany se paralizó entonces y le envié una sonrisa amarga, transmitiendo mi propio mensaje con la mirada: «Sí, lo sé todo de ella, rubia.»

Lindsay se volvió hacia Brittany torciendo la boca de una manera excepcionalmente atractiva y seductora.

— ¿Has estado hablando de mí a la gente?

Ella no respondió. Estaba demasiado ocupada matándome con los ojos.

—Lindsay, puedes darnos un momento, por favor.

Ajá.

Y entonces ocurrió un milagro. Bon Jovi acudió en mi auxilio. Había cambiado mi tono de móvil.

«Un disparo en el corazón y tú eres el culpable, le das un mal nombre al amor.»

Sí, no me sentía muy sutil el día que cambié el tono.

Brittany levantó una ceja al oírlo y una sonrisa estúpidamente divertida curvó sus labios cuando saqué el móvil.

Kitty. Gracias a Dios.

—Tengo que contestar. Ya hablaremos.

La sonrisa de Brittany se convirtió rápidamente en una mirada asesina.

—Joc...

—Kitty —respondí con afectada alegría, haciendo un pequeño gesto de adiós a Lindsay que ella devolvió de manera ausente.

Kitty resopló.

—Suenas tensa.

Caminé con paso ligero más allá de los múltiples negocios dirigiéndome a Park Avenue.

—No te hice un regalo de Navidad lo bastante bueno, que lo sepas.

—Eh, ¿por qué?

—Porque acabas de salvarme el cuello. Te mandaré algo como agradecimiento.

—Oh, chocolate, por favor.

—Hecho.

Dejé que me hablara de algo y nada durante diez minutos en un intento desesperado de apagar el insoportable dolor en el pecho que me había producido ver a Brittany.

No duró mucho.

Fui a casa, me acurruqué en las sábanas sin lavar que olían a ella y lloré durante tres horas, antes de reunir por fin el valor de ponerlas en la lavadora.

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No pude resistir la tentación de poner un par de párrafos sobre lo que se viene en el siguiente capítulo………mantengan     la fe, es lo último que diré sin la presencia de un abogado     jejejeje

Breves adelantos – Capítulo 25

— ¿Vas a reconocer finalmente que me quieres?

—No puedo prometer que será fácil, Brittany. Probablemente siempre seré un poco irracional respecto al futuro. Me preocuparé mucho.

—Te he dicho que puedo manejarlo, mi amor.

— ¿Por qué?

—Porque... —Suspiró—. Me haces reír, me retas, me excitas como nadie más puede hacerlo. Siento que me estoy perdiendo algo realmente importante cuando te vas. Tan importante que no me siento yo misma. Nunca había sentido que alguien era mío antes. Pero eres mía, Santana. Lo he sabido desde el momento en que nos conocimos. Y yo soy tuya. No quiero ser de nadie más, nena.


********


—Todavía no lo has dicho, ¿sabes?

Volví la cabeza y le sonreí.

Respiré hondo.

—No te quiero Brittany Pierce, porque……….yo te amo como no te imaginas.

Su sonrisa hizo que se me hinchara el pecho.

—Dilo otra vez.

Reí.

—Te amo rubia sexy.

Se sentó rápidamente y luego bajó de la cama, atrayéndome hacia ella. Me empujó hacia el baño en la suite.

— ¿Vas a decírmelo otra vez mientras te hago mía en la ducha?

—Todo este asunto de tomar el control me pone.

—Te va a poner más, San.

Me dio una leve nalgada y di un gritito, con su risa y la mía llenando el cuarto de baño al meternos juntas en la ducha.


Y bueno, ¿qué les pareció los “breves adelantos”?………hasta el próximo capítulo