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Finalizado FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Cap 20

Mensaje por 23l1 Dom Ago 30, 2015 8:26 pm

Capitulo 20

Aunque el lugar era tentador para quedarse día y noche en él, el resto de las jornadas no pararon. Había tantas actividades para hacer que no querían privarse de nada. Por otra parte, Santana había planificado todo muy bien.

Durante el día, salían y disfrutaban de las atracciones de la región y, por la noche, no paraban de amarse y de entregarse a esa pasión descontrolada que anhelaba sin saciedad la fusión de sus cuerpos.

Les quedaban dos días ahí y luego partirían hacia un nuevo destino, así que decidieron prepararse para disfrutar de la sorpresa de la jornada.

Santana había reservado una travesía en velero. A bordo, se dejaron llevar, a la velocidad del viento tropical, por las aguas azul turquesa hacia las playas naturales del mar de Cortés. En el trayecto, avistaron delfines, que parecían atraídos con la estela de la embarcación. Saltaron un rato sobre ella, ofreciéndoles un espectáculo fascinante, hasta que finalmente se alejaron cansados.

El velero se detuvo mar adentro, en una zona propicia para tirar el ancla, y Santana, entusiasmada, animó a Brittany a hacer snorkeling. Brittany nunca lo había probado, pero como no podía negarse a nada que Santana le pidiera, aceptó gustosa.

—Confiá en mí y nos lo pasaremos genial. Además estaré a tu lado y no permitiré que te pase nada, verás que te encantará.

Santana mojó bien su pelo y se lo echó hacia atrás. Le pasaba las manos con entusiasmo y, como siempre que se ponía a hacer algo, su cara de concentración era un poema. Con ahínco, le despejó el rostro y, luego, hábilmente le colocó la máscara

—Tranquila, mi amor, respirá un poco por la nariz, así provocás que se adhiera a tu piel y quede bien sellada. Ahora relajate para poder disfrutar mucho más.

Brittany asentía con la cabeza, entregada a su experiencia, mientras Santana, con conocimiento, le ajustaba la correa en la parte ancha de la cabeza.

—¿La sentís demasiado ajustada?

—No, está bien ahí.

Luego le colocó el tubo, asegurándose de que estaba en buena posición, junto a la parte delantera de la oreja. Después, la ayudó a ponerse las aletas.

—Bueno, ahora colocate la boquilla en la boca y practiquemos la respiración. Tratá de respirar por el tubo.

Brittany, como una buena alumna, hizo todo como Santana le indicaba.

—Bien, bonita, ¿ves qué sencillo?

Brittany asintió y Santana volvió a quitarle la boquilla.

—Lo mismo será cuando tu cara esté sumergida bajo el agua, te juro que te sentirás igual.

—Sí, parece fácil.

—Lo es, mi amor—le aseguró y la besó—Por último, cuando patalees, hacelo desde la cadera. ¿Te animás a probarlo?

Brittany asintió de nuevo, así que Santana se colocó su equipo con rapidez y se lanzaron al agua.

—Bien, primero, hasta que te acostumbres a respirar, lo haremos sólo con el tubo fuera del agua y disfrutaremos de la vista hacia el fondo. Cuando me indiques que te sentís confiada, nos sumergiremos y entonces contendrás la respiración. Luego saldremos para volver a respirar, pero no levantarás tu cabeza hasta cerciorarte de que has vaciado bien toda el agua del tubo, ¿de acuerdo? Soplarás bien fuerte para expulsarla y, si hemos visto algo que nos ha interesado, no dejaremos de mirarlo, porque, si no lo vigilamos, se nos perderá. Respiraremos unas cuantas veces más y volveremos a sumergirnos para seguir contemplando lo que nos había gustado. Sólo descenderemos unos poquitos metros, así que tranquila: el aire con el que puedas llenar tus pulmones, te alcanzará de sobra, ¿me entendiste? ¿Querés preguntarme algo?

—No, creo que he entendido todo, quiero probar ya.

—En ese caso, ponete la boquilla y aventurémonos. Abajo nos hablaremos con señas, dame la mano, no te soltaré.

Brittany, fascinada, no quería salir del agua, y no paraba de sacar fotografías y de filmar.

—¡Me encanta, Sanny, me encanta!

Se impulsaban con las aletas en el agua mientras se abrazaban y se besaban.

—Ah, ¡me alegra mucho que lo estés disfrutando! Cuando regresemos a Miami, perfeccionaremos tu técnica y te prometo que iremos a bucear.


Después de la aventura, se tendieron en las tumbonas sobre la cubierta del velero para disfrutar del sol. Se tomaron unas bebidas bien heladas y, entre besos y caricias, comieron unos aperitivos de camarón, ceviche, tacos y guacamole.

Luego, Brittany se puso a revisar lo que había filmado en el fondo del mar y, al rebobinar la cinta, se encontró con una filmación que no sabía que existía. Se ruborizó de inmediato y Santana notó su cambio de expresión.

—¿Qué pasa?

Brittany se cubrió la boca y dejó escapar una risita.

—¿Qué, Britt?—insistió Santana.

Brittany le pasó la cámara para que Santana viera las imágenes y, en cuanto las miró, volvió sus ojos hacia Brittany, su mirada se oscureció y su entrepierna comenzó a latir. Brittany se acercó a su oído mirando la pantalla junto a Santana.

—Señora Pierce-López, por lo que puedo ver, cuando dejó la cámara en la mesilla de noche olvidó apagarla. Tengo la sensación de que estaba usted muy desencajada a la mañana siguiente de nuestra noche de bodas y hasta me atrevería a decirle que perdió su autocontrol.

Santana sonrió y le dijo muy bajito:

—Rubia, tu cara era un primor, acepto que me descontrolé un poco, pero vos también estabas bastante perdida, mi vida.

Se quedaron mirando las escenas en que ellas eran las protagonistas durante un rato y luego Santana la miró fijamente a los ojos y le habló en un tono casi marcial.

—Bajá al camarote y esperame en el baño.

Brittany dudó un momento, pero se sintió tentada por la propuesta de su esposa, así que sonrió con picardía e hizo lo que Santana le pedía.

Santana no tardó demasiado. Brittany la esperaba expectante, con su corazón latiendo desacompasado por la ansiedad. De pronto, oyó unos golpecitos en la puerta y Brittany abrió para que entrara.

—Sanny, está toda la tripulación arriba en la cubierta. Se darán cuenta. No sé si hemos hecho bien en venir aquí.

—Están todos muy entretenidos, tranquila. Vamos, Britt lo haremos rápido.

Con premura la giró, le corrió el biquini y le acarició su hendidura. Brittany estaba húmeda: era obvio que la filmación también la había excitado a ella. Sin pérdida de tiempo, Santana bajó la mano y la penetró con dos dedos, se hundió de una estocada y comenzó su vaivén, al mismo ritmo que el oleaje que mecía al velero.

Santana se aferró a sus caderas mientras se movía cadenciosa y se bamboleaba sin parar. Después de unas cuantas idas y venidas, Brittany giró su torso para que Santana se apoderara de su boca, y Santana la besó carnal y desesperadamente.

De repente, apartó sus labios, le dio un apretón en la nalga y le dijo entre dientes:

—Levantá la pierna sobre el inodoro, Britt, quiero entrar más profundo en vos.

Así introdujo otro dedo más y comenzó una despiadada intromisión que perseguía el rápido alivio para ambas.

—¿Te gustó vernos follando?—le preguntó Santana.

—Fue muy excitante, San, me encantó mucho vernos en esa intimidad. ¿Y a vos?

—¿No se nota, Britt, cuánto me gustó? Me puso loca verme perdida en vos, y sólo deseé volver a estar así.

Hablaban entre susurros.

Santana la dio vuelta y acamó sus sexos sobre sus muslos y se movió unas cuantas veces más hasta que ambas se corrieron, se guardaron los gemidos para sí y apretaron los dientes cuando consiguieron el ansiado orgasmo.

Cuando la adrenalina del momento se pasó y Brittany reflexionó un poco, se sintió un poco avergonzada.

—Mi amor, tranquila, somos recién casadas. De todos modos, te prometo que nadie se dio cuenta, aunque te juro que esta gente debe de estar más que acostumbrada.

—Si me decís eso, no voy a poder salir de este baño.

—Venga, Britt-Britt, fue muy lindo. Además, es tarde para arrepentimientos y soy tu esposa, mi vida—le guiñó un ojo—Como en Lupa, ¿sí?, primero salgo yo con mi mejor cara de póquer y después vos. Te amo, rubia.

Santana subió a cubierta y, después de unos minutos, lo hizo Brittany. Volvieron a tumbarse al sol, cogidas de la mano, a ratos, se miraban con complicidad.

Pasaron el resto del día relajadas con los sonidos balsámicos del océano de fondo. Divisaron ballenas jorobadas y se deleitaron con el atardecer más bello que jamás habían imaginado contemplar. Los tonos rojizos y dorados en el cielo inundaron el ambiente y el sol desapareció lentamente en el horizonte, hasta casi quitarles el aliento por la belleza del momento.


Durante su última tarde en Los Cabos, fueron a Todos Santos, un pueblecito que originalmente había sido una misión y plantación jesuita, y donde en la actualidad había emplazada una comunidad artística, con galerías y tiendas diversas. Ahí compraron joyería de plata hecha a mano, candelabros de hierro forjado y algunos tallados en madera que a Brittany le habían gustado, entre otras cosas típicas de la región.

Por la noche, Santana la dejó elegir, así que, entusiasmada, Brittany optó por ir a un club nocturno. El Pink Kitty era un nightclub vip al mejor estilo de Las Vegas, donde bebieron un poquito de más: tequilas, mojitos y champán; sin duda, una mezcla vigorosa.

—¡Bailemos, esta canción me encanta!

Ambas estaban de muy buen humor y se habían divertido mucho con la salida.

Santana se levantó para complacerla y la llevó hacia la pista, donde disfrutaron al ritmo de Blurred Lines, el tema de Robin Thicke con T. I. & Pharrell.

Como siempre, Santana se movía con sensualidad y la hacía bailar de manera sinuosa a Brittany también.

—Britt, me calentás si movés el culo de esa forma.

Brittany sonrió pícaramente y continuó bailando.

Cuando la canción terminó, Brittany se aferró a su cuello en el medio de la pista y le plantó un escandaloso besazo en la boca.

—¡Cómo me gustan tus besos, San!

—¿Te gustan mucho?

—Demasiado.

Volvieron a besarse.

—Vamos, Britt, regresemos al resort. Te aseguro que lo que tengo ganas de hacerte en este momento, acá es imposible.

—¿Y qué tenés ganas de hacerme? Contame, quiero saber si es un plan mejor que quedarnos en este nightclub.

Santana la miró y se rió licenciosa, luego se acercó a su oído.

—Para empezar, voy a darte muchos más besos, porque recién me dijiste que te gustaban.

—Pero eso también podemos hacerlo acá.

—Sí, pero tengo planeado quitarte toda la ropa mientras te beso y, además, prometo que no dejaré ni un solo rincón de tu cuerpo sin lamer.

—Hum, eso sonó muy tentador, aunque aún no me convence, señora Pierce-López. Siga explicándome, inténtelo un poco más, ya sé que su imaginación es muy creativa.

Santana volvió a reírse, le mordió los labios y volvió a acercarse para hablarle.

—Voy a enloquecerte entrando y sacando mis dedos de tu vagina, mientras te doy mordisquitos en el clítoris, sé que eso te gusta.

Brittany abrió los ojos como platos y le plantó un beso.

—Debo reconocer que eso ha sonado irresistible, incluso, ha provocado que me latiera la vagina con fuerza.

Santana miró a todos lados y, cubriéndola con su cuerpo, tomó su mano y se la puso sobre la entrepierna.

—Estoy muy húmeda, Britt, quiero follarte, quiero meter mi cuerpo en vos y contonearme sin parar hasta que lleguemos juntas al orgasmo.

—Definitivamente, creo que me ha convencido, señora Pierce-López. Accederé a irme con usted.

Se devoraron con un beso húmedo e impetuoso y luego se retiraron de la disco.


Llegaron al resort riéndose y hablando en voz un poco alta para la hora que era.

—¡Chis!—la regañó Santana mientras la dirigía agarrada por la cintura.

—Señora Pierce-López... San, creo que no debiste dejarme que bebiera tanto, ya que no puedo parar de reírme y me siento un tanto volátil.

Cuando no se carcajeaba una lo hacía la otra y Brittany arrastraba un poco las palabras.

—Si seguimos riéndonos de esta forma nos van a echar antes de tiempo por romper la tranquilidad en Las Ventanas. Vamos a tener que dormir en el aeropuerto, esposa mía.

—Creo que yo también bebí de más. Por Dios, qué manera de reírnos, me duele cada músculo de la cara de tanto hacerlo. Hablá bajito o nos van a echar en serio.

Cuando entraron en la residencia, tropezaron y fueron a parar de narices al suelo, otro motivo más para reírse durante un buen rato. Se desternillaron de risa hasta tal punto que se quedaron revolcándose en el piso y cogiéndose la barriga.

—Creo que estoy un poco borracha, Sanny.

—Yo también, tomamos demasiado tequila.

De pronto, la risa se transformó en pasión y comenzaron a besarse.

Santana le pegó un puntapié a la puerta y sus manos deseosas reptaron por el cuerpo de Brittany. Se ayudaron a despojarse de la ropa y terminaron haciendo el amor en el suelo.

Se despertaron con un fuerte dolor de cabeza.

Brittany ni recordaba cómo habían ido a parar a la cama. La resaca era tremenda, pero nadie podía quitarles lo bailado.

Después de desayunar, partieron hacia el aeropuerto, donde las esperaba el jet que las llevaría al próximo destino.

El viaje fue corto, llegaron a Nayarit y se alojaron en el hotel Saint Regis, uno de los más exclusivos de la zona, construido en la parte natural de Punta Mita.

Al entrar, Brittany se quedó fascinada por la armonía que emanaba del lugar.

—¡San, esto va in crescendo! ¡Otro paraíso, mi amor!

—Sólo deseo que jamás olvides nuestra luna de miel, quiero agasajarte con todos mis sentidos.

La abrazó y la besó mientras le hablaba sobre los labios.

—Mi hermosa esposa sólo merece lo mejor.

—Vos sos la mejor, mi cielo, ¡lo mejor de mi vida!

Después de comprobar la reserva, las acompañaron hacia la habitación que Santana había elegido, la Suite Presidencial. Era un espacio voluptuoso, que combinaba a la perfección y con un gusto exquisito el arte provenzal con el mexicano. Las texturas utilizadas creaban un entorno sumamente distinguido.

La suite estaba ubicada en una villa privada y les ofrecía una vista panorámica y extraordinaria de la playa, un espectáculo fenomenal para disfrutar del maravilloso romance de su luna de miel.

Tenían una terraza privada con piscina, jacuzzi y ducha al aire libre, y un servicio personalizado de mayordomo. El entorno natural donde estaba ubicado el hotel era hermosísimo: el mar, la playa, la vegetación, los atardeceres con los pelícanos, cada detalle que sus ojos podían captar era inolvidable, como los días que iban a pasar ahí.

Estaba cayendo la tarde y Santana se sentó a hablar por teléfono con Finn. Aprovechando que Brittany se estaba dando una ducha, decidió llamar a su hermano para ver cómo evolucionaba el asunto de la demanda.

—Tranquila, Tana, dejá de preocuparte y disfrutá de tu luna de miel. Cuando regreses, hablamos. Te aseguro que no tenés que preocuparte más de la cuenta. Esto lo hicieron sólo para joderte la vida, pero no pueden conseguir nada.

—¿Me estás diciendo que puedo quedarme realmente tranquila?

—Hermanita, confiá en mí, sabés que si existiera algún motivo de preocupación no te lo ocultaría.

—Finn, ponete en mi lugar, no puedo dejar de angustiarme. No deseo tener esos hijos. Estoy convencida de que fecundar esos óvulos fue la estupidez más grande que hice en mi vida. Ahora sé que jamás amé a Dani y un hijo debe venir al mundo rodeado de amor y no en estas circunstancias.

—Tranquila, no hay jurisprudencia alguna en el estado de Nueva York que avale el nacimiento de esos embriones. Tus exsuegros quieren molestarte y utilizaron eso porque no sabían de qué otra forma hacerlo. Sólo intentan fastidiarte, aunque ellos también saben que no llegarán a nada. Pretenden no dejarte en paz, sobre todo porque no pudieron seguir disfrutando del «paquete social López». Vos, mejor que nadie, sabés que esto siempre se movió por dinero. Tana, no les des el gusto de tenerte en un sobresalto continuo, disfrutá de tu vida, de tu esposa, el resto es pura banalidad.

—Lo sé, Finn, pero necesitaba oírlo de tu boca. Hasta ahora, sólo habían sido amenazas, pero tener esa citación en la mano minutos antes de salir de luna de miel me desestabilizó, no me lo esperaba y menos del modo en que lo hizo. Te juro que Rose se arrepentirá de ese acoso y de meterse con Britt, que nada tiene que ver en este asunto. Te aseguro que me voy a cobrar con creces el hecho de que le haya enseñado esa foto a Britt.

—Tana, hermana, entiendo que necesitaras hablarlo con alguien y que me llamaras por eso, pero no le hagas caso a esa perra que sólo quiso opacar tu felicidad. Esa mujer es una resentida, no la tengas en cuenta, no vale la pena. Enterrá tu pasado de una vez, Tana. Britt merece que lo hagas.

—Te juro que lo intento y sé que Britt merece que lo haga, pero esa infeliz no me deja continuar con mi vida.


Estaba tan ensimismada en la conversación con su hermano que no oyó que Brittany se acercaba, hasta que notó que sus brazos se aferraban a su cuello. Santana estaba sentada en el sofá de la terraza y Brittany no había podido evitar oír la conversación.

Empezó a besarla sin parar, mientras Santana terminaba de hablar. Después de que Santana se despidiera, dio la vuelta, se acurrucó en su regazo y hundió la cara en su cuello para inspirar con fuerza ese olor que la fascinaba.

—No quiero que te preocupes, no quiero enterarme de que algo te angustia de ese modo y que no lo compartís conmigo.

—Lo siento, no quería transmitirte mi malestar.

—¿Por eso esperaste a que me metiera en el baño? ¿Para qué yo no escuchara?—la cogió por el rostro.

—No quiero que te angusties más de la cuenta, Britt.

—Tus preocupaciones son las mías, San, ahora somos esposas—la besó con ternura—Debemos compartir todo, lo bueno y lo malo, eso nos prometimos cuando recitamos nuestros votos. Mi amor, analicemos juntas la situación.

—¿Qué querés que analicemos?

—Todo, hagámoslo de la misma forma que procedemos cuando analizamos juntos un negocio.

—No es necesario.

—Sí lo es, ¿recordás la conversación en Miami?

—Sí, la recuerdo bien.

—Bueno, entonces dijimos que confiaríamos la una en la otra para aliviar nuestros pesares.

—Pero no quiero mezclarte en esto.

—¿Y cómo creés que no voy a involucrarme si te amo tanto? Decime, ¿cómo vas a hacer para dejarme de lado, si vos y yo convivimos a diario? ¿De qué método te valdrás para ocultarme lo que leo con claridad en tus ojos?

—Te amo, Britt-Britt, te amo con toda mi alma y lamento mucho este sinsabor.

—Yo también lo lamento, San, pero ¿sabés qué? Estos sinsabores que nos tocó afrontar nos ayudan a que nos unamos más. Debés tranquilizarte, mi amor. Ahí están los contratos firmados por Dani, y ella estaba en perfecto uso de sus facultades mentales cuando lo hizo. Además está todo dentro del marco legal, ¿no es así?—Santana asintió—Entonces, pensemos en positivo.

Brittany le acarició la frente para borrar las arruguitas que se le habían formado cuando adoptaba ese rictus de preocupación. Le pasó los dedos por la frente una y otra vez hasta que Santana se relajó.

—Sin embargo, también estaría bien que contempláramos el peor escenario, ya que es una posibilidad que no debemos dejar de considerar. Juntas es más llevadero todo, mi vida, ¿no te parece?

Santana esbozó una mueca y asintió con su cabeza.

—Supongamos que ellos lograran forzarte a dar tu consentimiento para que ese bebé naciera. Bueno, después de todo, sería tu hijo o hija y yo lo querría de igual forma, porque llevaría tu sangre. Y estoy segura de que vos también llegarías a quererlo, porque tu alma es muy generosa. Una vez te dije que te quería completa, con todo lo que viniera con vos.

—Entiendo lo que estás intentando decirme y te lo agradezco, sé que tus sentimientos son buenos, de eso no tengo dudas. Yo también sé que lo querrías y que yo acabaría dándole mi amor, soy consciente de que no estás hablando por hablar, pero no es tan sencillo, Britt. Nuestra vida se convertiría en un verdadero fastidio con Rose cerca de nosotras. Creeme, vos no la conocés, esa mujer es una arpía. Nos pondría pleitos y nos mortificaría por cualquier cosa, sería una situación que, a la larga, podría acabar desgastando nuestra pareja. Por otra parte, ella no se conformaría sólo con ese nacimiento, estoy convencida de que después me llevaría a juicio por la custodia y nos haría la vida imposible. Rose busca dinero y no se quedaría satisfecha sólo con tener un nieto que adorar, como quiere hacernos creer ahora, iría a por todas, pretendería criarlo y no permitiría que vos lo hicieras. Lo que ella desea, de verdad, es tener acceso a mi dinero, lo único que le importa es acceder a determinado estilo de vida.

—¿Tan desmedida es su ambición? ¿No creés que quizá lo haga sólo por tener un pedacito de su hija?

—Rose no tiene sentimientos, Britt. El nacimiento de Dani fue, para ella, el pase a una vida medianamente acomodada. Mi exsuegra tuvo una hija para poder casarse y Audrey nació para que ella pudiera cobrar una herencia. Esa mujer jamás amó a sus hijas. No sabés lo perra que es, es fría, calculadora, hace y deshace con todo lo que tiene alrededor. Las personas son objetos para ella. Mi exsuegro es un pelele sin carácter que sólo hace lo que ella le ordena y que permitió durante toda su vida que su esposa dilapidara su dinero en apariencias. Mi excuñada... ésa es otra zorra, bastante parecida a su mamá, que si hubiera podido, se habría acostado conmigo para quedarse embarazada. En determinado momento de mi vida, en que Rose se dio cuenta de mi desequilibrio emocional, también me intentó controlar y yo casi accedí a esto que hoy pretende por los tribunales. Es por ese motivo por el que no se conforma, porque una vez estuvo a punto de conseguirlo, en cierto momento, me manipuló de tal forma, Britt, y me hizo sentir tan culpable por la muerte de Dani, que sólo creía que podía redimirme cediendo a todo lo que su mamá me pedía. Pero, por suerte, reaccioné a tiempo y me di cuenta de lo que en realidad pretendía.

—Tranquila, no te angusties. Sólo fue una pregunta, necesito saber bien a qué debemos atenernos.

—Britt, mi amor—empezó a decir Santana y le dio un sonoro beso—, En todo esto, lo más importante para mí, lo más válido y el único motivo real y fehaciente es que no deseo ser papá de un hijo de Dani. No quiero tener un hijo con una persona que murió hace más de dos años, no lo deseo y, es más, creo que nunca lo quise. Si puedo evitarlo, lo haré. Cuando accedí a esa fecundación, sólo tenía en cuenta su enfermedad y, en mi afán por hacerla sentir bien, no pensé en mí y en lo que verdaderamente anhelaba. Por eso permití que fecundaran esos óvulos, sé que es una opción un tanto controvertida, ya que esos embriones, aunque estén congelados, significan una vida en suspenso, pero para mí no tenía un valor emocional especial, sólo eran procedimientos de criogenia. Sólo ansío tener hijos con vos, Britt, no voy a permitir que esos embriones nazcan.


Finalmente lograron distenderse y decidieron comer en la suite.

Por la noche, se entregaron a sus besos y abrazos sanadores.


Al día siguiente, fueron a practicar surf. Se habían levantado muy temprano para trasladarse hasta El Anclote, un paraje frente a los condominios de Punta Mita que le habían recomendado a Santana como el sitio ideal para un principiante, teniendo en cuenta que Brittany jamás se había subido a una tabla.

El oleaje ahí era suave, lento y largo.

Llegaron a las playas y se vistieron con los trajes de neopreno. Santana le ató la cuerda al tobillo y, con paciencia, comenzó a explicarle. Tras indicarle varias veces cómo moverse, se internaron en el mar. Sin embargo, para Brittany fue muy frustrante al principio, ya que hasta le resultaba difícil mantenerse sentada sobre la tabla.

Después de un rato, lograron remar hasta el lugar donde rompían las olas

—No lo conseguiré, mi vida, creo que esto no es para mí.

—Vamos, Britt, sí lo lograrás. Prestá atención a cómo coloco mis manos para ponerme de pie. Debés situarlas muy planas y sin cogerte de los bordes, así.

Santana lo hacía parecer muy fácil, pero cuando Brittany lo intentaba, no le salía y terminaba tumbándose y, por consiguiente, cayéndose al agua, el esfuerzo estaba resultando agotador.

—Mirá mis piernas. Te parás y apoyás ambos pies en la tabla. ¿Ves cómo flexiono las rodillas y tiro ligeramente el torso hacia adelante? Venga, intentalo ahora.

—No voy a poder, mi amor.

—Vamos, bonita, sí podrás, juntas lograremos todo. Descansemos un rato y volvamos a intentarlo después.

Santana la tenía asida por la cintura y flotaba por las dos. Luego la ayudó a trepar a la tabla para que se recostara y descansar un poco más. Al final, con mucha paciencia y tesón, Brittany lo logró y pudo alcanzar su primera ola de pie.

El ejercicio de compartir ese deporte era fascinante, pero Santana se había quedado con ganas de coger una buena ola, así que hizo unas rápidas averiguaciones y se trasladaron hasta Sayulita, a sólo veinte minutos de donde se encontraban.

Ahí llegaban con fuerza y parecía un lugar muy divertido, con un ambiente excelente.

Brittany se quedó en la playa haciendo fotos y grabando en vídeo las habilidades de su morena.

Después de haber pasado todo el día en la playa, por la tarde, regresaron al hotel exhaustas.

Ahí, por más que el día hubiera sido muy intenso, hicieron el amor en el jacuzzi y, luego, por la mañana, antes de partir, volvieron a repetir en la ducha, de donde salieron empapadas para llegar al éxtasis final en la cama.

—Lo estamos mojando todo.

—No importa, Britt-Britt, nada importa. Sólo quiero saciar esta sed que tu cuerpo me provoca.

Santana estaba perdida en el cuerpo de su hermosa esposa.

Se habían colocado en todas las posiciones posibles. Primero en el baño, donde habían conseguido un orgasmo increíble, y cuando estaban a punto de secarse, un casto beso desembocó en otro desmedido y la pasión volvió a aflorar en ellas.

Se perdieron la una en la otra, de forma incansable.

Ambas volvieron a perderse en la otra, hasta que Brittany la tendió de espaldas en la cama y, mientras trepaba hasta su sexo y se apoderaba de su boca, la hizo llegar a un éxtasis que la hizo enloquecer.

Santana gritó y rugió como nunca, con el último aliento expelió su nombre y se corrió temblando, consumida y aferrada a sus nalgas.

El tiempo pasaba a toda velocidad.

Ellas parecían no tener descanso.

Santana había planeado una luna de miel en la que nada quedara al azar, cada día estaba proyectado a la perfección.

Habían llegado ya a la mitad del viaje y se trasladaban hacia Mérida, un lugar con mucha historia.

—En breve aterrizaremos, Britt, éste será el único tramo de la luna de miel en que estaremos alejadas de la playa, pero, habiendo venido a México, me parecía imposible obviarlo, los tesoros arqueológicos de esta ciudad son maravillosos.

—Tu decisión me parece perfecta, mi amor. Todo lo que vos decidas sé, sin duda, que es lo mejor, confío plenamente en vos.

Llegaron a la hacienda Xcanatún, que estaba situada a tan sólo cinco minutos de la ciudad de Mérida, en la carretera a Progreso, y a sólo diez kilómetros del centro histórico.

Cerca de ahí, había diversos atractivos turísticos: emplazamientos arqueológicos, playas y ciudades coloniales que también tenían pensado recorrer.

En la hacienda, las aguardaban con un recibimiento muy cálido y personalizado. Las invitaron con unos margaritas y, de inmediato, les mostraron las instalaciones. Tras un breve recorrido por el lugar, las acompañaron hasta la Master Suite para que pudieran acomodarse y refrescarse.

El encanto de lo antiguo y la comodidad de la modernidad hacían de esa lujosa habitación, con acabados y materiales naturales y exquisitos, un lugar de ensueño que los transportó a principios del siglo XVIII.

Santana y Brittany estaban fascinadas con el lugar, que a Brittany le hacía recordar mucho a la vida en la plantación. La hacienda estaba emplazada en un enclave muy silencioso, rodeado de una espesa vegetación. En definitiva, aquél era un ambiente idóneo para desconectar de la vida cotidiana de la ciudad y disfrutar de la naturaleza, ideal para sumirse en su mundo propio, el que habían creado juntas y en el cual no les hacía falta más que su mutua compañía.

La primera noche, cenaron en el restaurante una combinación perfecta de comida francesa y caribeña que Santana y Brittany disfrutaron de pleno.

Mimosas, románticas y muy atentas la una hacia la otra, intercambiaron tiernas cucharadas en la boca.

Brittany había pedido, como plato principal, frijoles con cerdo, una receta tradicional de Yucatán. Santana, en cambio, probó los chiles en nogada, otra especialidad típica de la cocina mexicana.

Después de cenar, decidieron caminar por los jardines, abrazadas y seducidas por la belleza del paisaje y la pasividad del lugar.

Regresaron a la terraza privada de la habitación un poco más tarde y se recostaron en una de las hamacas.

—Hum, me encanta el rumor de los insectos en la noche, me recuerda a Mendoza.

—Cuando hice la reserva en Xcanatún, me imaginé que te gustaría, porque yo también lo relacioné con el ambiente de tu tierra. Sinceramente, eso fue lo que me hizo decidir, a punto estuve de reservar plaza en un hotel de la ciudad.

—Qué bien que no lo hicieras, porque me atrae mucho este lugar, me fascina el contacto con la naturaleza, además, ya estuvimos en muchos hoteles.

Se besaron acariciándose la espalda. Ambas tenían las manos metidas bajo la ropa de la otra y sus palmas zigzagueaban con ternura sobre su piel.

—Black eyes, no me sonrías así que estamos afuera. Mi amor, si metieras en este momento tu mano bajo mi tanga te aseguro que podrías saber el poder que tiene tu sonrisa.

Santana se pegó a su cuerpo, y le apoyó sus pechos para que Brittany los notara.

—Mirá lo que tu boca me provoca, Britt-Britt, ¿sentís los duros que están?

—San, quiero que siempre sea así entre nosotras, es lo que más me gusta de nuestra relación: esta atracción física. Además, quiero que el profundo amor que siento por vos nunca se acabe. ¿Sabés? Antes siempre hablaba con Kitty, bueno, no es un secreto para vos que con ella hablábamos de todo, incluso de sexo, y yo siempre le refutaba cuando ella me argumentaba que el sexo es una de las cosas más importantes en una pareja. Uno puede sentir cariño hasta por su mascota, pero la atracción sólo sirve cuando la piel te llama. Ahora entiendo lo que ella pretendía explicarme, tu piel me atrae, me estremecés tan sólo con rozarme, me excitás cuando te reís y lo que más me asombra es la manera en que puedo expresarte esto que siento.

»Transformaste mi vida en todos los sentidos, San, a tu lado me desinhibí por completo, descubrí en mí a una persona que no sabía que existía. Al principio de nuestra relación, cuando pensaba en esto, la atracción física incluso me asustaba. En cambio ahora, deseo que todo sea siempre así, no quiero que sólo permanezca el afecto y que nos acostumbremos a estar al lado de la otra persona, no ansío eso para nosotras. Deseo que vivamos cada día como el primero, porque así es como me hacés sentir cuando estoy entre tus brazos. Para mí, cada vez es como la primera vez que me hiciste tuya.

—Mi amor, yo anhelo exactamente lo mismo. Cuando estoy entre tus brazos me enamoro nuevamente de vos. Cuando te miro, dejo de razonar, me paralizás. Tu piel es como un bálsamo para mí, tenerte y poseerte es todo lo que necesito. No tomes a mal lo que voy a decirte, pero es imposible no comparar. Estuve con muchas mujeres, Britt, pero jamás sentí con nadie lo que siento con vos, lo nuestro va mucho más allá de todo. ¿Sabés? A veces pienso... ¿Cómo explicarte? Creo que el hombre es más carnal que nosotras cuando conocen a alguien son más platónicas, pero el hombre lo único que espera, en un primer momento, es satisfacer sus instintos animales. Con vos, eso se une al estremecimiento que me provoca el solo hecho de que me mires, me hables o me dediques una sonrisa. Yo tampoco quiero que nuestra relación cambie, me encanta cómo nos complementamos en todo, hasta en el trabajo. Y en la cama, ¡uf!, rubia, cada vez que hacemos el amor encontrás una manera nueva de sorprenderme. Siempre lo noto diferente, cada día confirmo que podés hacerme sentir más y más intensamente.

Santana la besó y Brittany se perdió en la danza de sus lenguas. Después, Santana añadió.

—No veo la hora de que pasen esos diez meses que dijo Ryder que debíamos esperar para tener un bebecito.

Brittany, se pudo un poco nerviosa, pero dijo:

—Yo también sueño con eso, ¿te imaginás? ¿Vos y yo mamás? ¡Oh, Dios! Escuchar sus ruiditos y ponerlo a dormir en medio de ambas.

—Bueno, eso no sé. Después se acostumbran y, la verdad, es que en la cama sólo te deseo para mí. No sé si eso estoy dispuesta a compartirla.

—¡Celosa!

Santana le mordió la barbilla.

—¿Serás una mamá consentidora, San?

—Supongo que sí, ya que creo que me enloquecerá tanto como vos, creo que tampoco podré decirle a nada que no.

—San, quiero que lleguemos a viejitas juntas.

—Yo también lo deseo, mi amor.

—Prometeme que, cuando surjan inseguridades, siempre vamos a intentar superarlas.

—¡Eso es obvio! ¿Qué ocurrencia es ésa?

—Es que seguro surgirán complicaciones, San, porque, aunque hace un tiempo que estamos muy bien, aflorarán conflictos. La vida no es siempre color de rosa, ésa es la realidad.

—Pero espero que, por ahora, no surja ninguno. Me gusta mucho estar así con vos y anhelo que los problemas sólo sean provocados por cosas cotidianas de convivencia que podamos superar con facilidad.

—Prometeme que si alguna vez se acaba nuestro amor, jamás nos engañaremos, que siempre nos diremos las cosas de frente—le pidió Brittany.

—¡Britt, recién acabamos de casarnos y estás pensando en que se puede acabar el amor! ¿Tan poco amada te sentís por mí? ¿Tan poco es el amor que sentís por tu sexy esposa?

—No, mi amor, no es eso. Tu amor es tan enorme como el mío, sólo que no sabemos qué vueltas puede dar la vida. Yo me casé con vos para amarte por toda la eternidad, pero ¿cómo predecir el futuro? Sólo te pido que jamás me engañes, no podría soportar un golpe tan bajo por tu parte.

—Britt, te amo y sé que así voy a sentirlo toda la vida. ¿Por qué esos miedos? Quiero que mi amor te dé seguridad.

—Así lo siento, San. No hay lugar donde me encuentre más segura que junto a vos y entre tus brazos. Es más, mirándome como lo estás haciendo ahora, me siento la mujer más afortunada. Pero deseo ser realista y no descartar nada de lo que podría ocurrirnos.

—Jamás voy a engañarte, Britt. Jamás podría faltarte tanto al respeto, nunca más pasarás por esa humillación y, menos, por mi culpa. Mi vida, te lo prometo—puso los ojos en blanco y prosiguió—Y no es porque vaya a creer que nos va a pasar, pero si alguna vez se termina nuestro amor, antes de estar con otra persona, te lo diré de frente.

—Gracias. Yo también...

Le tapó la boca con un beso.

—No me lo prometas, porque para mí no cabe la posibilidad de que nuestro amor se termine.

Se besaron con pasión y, en ese instante, desde otra habitación, empezaron a oírse los acordes de una canción que ambas se quedaron escuchando abrazadas:


Es poco decir que eres mi luz, mi cielo, mi otra mitad.
Es poco decir que daría la vida por tu amor y aún más.
Ya no me alcanzan las palabras, no, para explicarte lo que siento
yo.
Y todo lo que vas causando en mí, lo blanco y negro se vuelve color
y todo es dulce cuando está en tu vos y si nace de ti.
Te voy a amar y hacerte sentir que cada día yo te vuelvo a elegir.
Porque me das tu amor sin medir, quiero vivir la vida entera junto
a ti.



—¿Sabés quién canta?—preguntó Santana.

—¿Te gusta?

—Me parece una letra muy emotiva y, además, creo que resume de forma increíble todo lo que acabo de decirte.

—¿Qué sorprendente, no, que después de la charla que acabamos de tener suene este tema? Quien la canta es Axel, un cantautor argentino, y la balada se llama Te voy a amar.

Se quedaron mirando mientras la letra seguía.

—Es poco decir que en un beso tuyo siempre encuentro mi paz—recitó Santana, era la última estrofa de la canción.

Se acercó despacio para salvar la mínima distancia que las separaba, le acarició el mentón, le delineó los labios con el dedo y, al final, le mordisqueó el labio inferior y le lamió la boca pidiéndole entrada. Su lengua pulposa la desarmó por completo y Brittany accedió.

Santana se apartó ligeramente para admirarla en ese estado: estaba con los ojos cerrados y la boca entreabierta. Entonces Brittany abrió los ojos y la miró, la respiración de ambas había cambiado y, sin poder dilatar más el momento, se entregaron a la caricia sanadora del beso, al lametón que sus lenguas se regalaban con pasión.

—Vamos a la habitación, haceme el amor, San. Adorame con tu cuerpo como hacés cada noche, dame todo lo que estoy deseando.

Santana le volvió a atrapar los labios, se bajó de la hamaca y la ayudó a levantarse.

Cuando se tendieron en la cama, Santana intentó serenarse, pero la desesperación que se apoderaba de ella era difícil de contener. Le quitó la ropa, se quitó la suya y se enredaron en la cama con urgencia, acariciándose, besándose y rozándose.

La cogió del pelo y tiró su cabeza ligeramente hacia atrás para poder chuparle el cuello. Perdido en su piel, la lamió y la enloqueció con la lengua, Brittany estaba aferrada a su espalda e intentaba, con la respiración entrecortada, tomar bocanadas de aire que le permitiesen nutrir de oxígeno los pulmones.

Santana trazó un camino con la boca hasta su pecho. Brittany notaba el calor de su aliento en la piel y la ansiedad le carcomía el alma y hacía que su vientre palpitara.

—Te amo, mi amor, te amo, Britt-Britt—le decía Santana mientras le daba chupetoncitos en los senos.

Cogió un pezón con la lengua y lo rodeó una y otra vez, lo atrapó entre los dientes y la observó.

Brittany se arqueaba abstraída.

Santana la aturdía y Brittany comparaba sus sensaciones con lo que había experimentado entre otros brazos, pero no existían palabras suficientes para describir las vibraciones que Santana le provocaba. Antes de ella, jamás se había sentido así.

Rodó sobre Santana y se subió a horcajadas, inclinó su cuerpo y la besó con lujuria y apremio mientras ondeaba su sexo sobre el de Santana, ella la seguía, agarrada por la cintura, y la aprisionaba contra su piel.

En aquel momento, invadida por el deseo, acomodó a Brittany sobre ella para poder tener la mejor posición y sus sexos se unieran. Brittany tensó sus músculos y se conmovió ante la unión, apretó los ojos con fuerza porque no quería perderse ninguna de las sensaciones que su cuerpo experimentaba.

Se sintió volar, levitar, su cuerpo estaba más receptivo que nunca.

—Look at me, look at me always. I need you, I need to see it in your eyes that you caused [Mírame, mírame siempre. Que necesito, necesito ver en tus ojos lo que te provoco]—le pidió Santana.

—San, you are my downfall! [¡San, eres mi perdición!]

A Santana le encantaba que Brittany le hablara en inglés cuando hacían el amor, la hacía estallar.

—Estoy muy caliente.

Santana empezó a mover sus caderas alocadamente, aferrada a su cintura y totalmente descarriada.

—I need you, I love you too, Britt, you’re my doom too! [Te necesito, yo también te quiero, Britt. Tú también eres mi perdición.]

—No aguanto más, San, voy a correrme.

—Dale, bonita, hacelo, dejame mirarte así perdida y entregada.

Brittany llegó al orgasmo y su cuerpo se sacudió, tembló y la hizo bramar de pasión. Santana seguía acometiéndola y castigándola con su sexo, movía su pelvis una y otra vez. Brittany comenzó entonces a tensarse de nuevo, se apoyó en su pecho, le apretó los pezones y la miró fascinada, se inclinó y le mordió el labio, mientras le decía:

—¡Gracias, mi amor, tengo otro orgasmo!

—Lo sé, Britt, lo estoy sintiendo, me encanta verte así.

Santana apretó los dientes, resopló y gimió, cerró los ojos con fuerza y se abandonó mientras se corría. Se entregó a la pasión y luego abrió los ojos otra vez, para encontrarse con los de Brittany, que la miraban extasiada y orgullosa, a sabiendas de que era ella la causante de ese placer.

Santana contuvo la respiración mientras dejaba que las más brutales sensaciones se abrieran paso a través de su carne.

Se levantaron para ir al baño y luego se acurrucaron juntas en la cama. Santana la abrazaba por detrás y le hablaba extenuado con un hilito de voz:

—Mañana nos espera un día largo, iremos a visitar Chichén Itzá.

—Hum, tengo entendido que hay muchísimas historias y mitos en esa zona. Pienso enviarle muchas fotos a Kitty y a Hanna, para que envidien el lugar donde estoy.

—Dormí, porque necesitaremos estar energéticas para hacer todo el recorrido.

—Si no tengo fuerzas, vos serás la única culpable, me agotaste haciéndome el amor.

—Me encanta extenuarte de esa forma—dijo, y le besó la nuca.



Al día siguiente visitaron la zona arqueológica y exploraron las maravillas del mundo maya que aún permanecían en pie ahí. Recorrieron la imponente y majestuosa pirámide del Kukulcán, descendieron por la pasarela, admiraron la belleza natural del Cenote Sagrado, se deleitaron con las leyendas referidas por el guía y escucharon con atención todas las explicaciones acerca de la intrigante construcción que se conoce como «el Caracol».

La jornada siguiente la pasaron en Celestún. Salieron muy temprano para ver amanecer por el camino y poder apreciar los cientos de flamencos que exponían sus plumajes rosados a orillas del río. Era un espectáculo inolvidable que, sin duda, guardarían en sus retinas para siempre.

—¿Conocías todo esto, mi amor?

—Habíamos venido en un viaje familiar, pero Rach y yo éramos muy pequeñas. Sólo recuerdo lo que he visto en las fotografías que mamá guarda de ese viaje. De adulto, estuve en DF, en Cancún y en Playa del Carmen.

—O sea que sólo el último tramo de nuestro viaje será conocido para vos.

—En cierta forma, porque ahora he planeado un itinerario diferente. Sinceramente, cuando fui a Cancún me dediqué sobre todo a conocer la noche y el descontrol.

—Mejor no me cuentes más, prefiero no saberlo.

Santana la besó.

Era su penúltimo día en Mérida y habían previsto un viaje hasta la isla Holbox, donde realizarían un tour y se embarcarían en una lancha para bucear junto con tiburones ballena.

Brittany no estaba muy convencida de esta última parte y después de ver el tamaño de semejantes animales, mucho menos.

—No, no—decía con pavor—Cariño, creo que no voy a atreverme a bajar con semejante monstruo en el agua. Es demasiado grande, estoy asustada, San.

—Vamos, Britt, no seas miedosa, es muy seguro. Viste los vídeos que nos mostró Raúl—se refería al guía e instructor—Además, él nos acompañará, ¿verdad?

—Por supuesto, yo estaré con ustedes en todo momento. Anímese, señora, le aseguro que será una experiencia inolvidable y que, cuando termine, sólo querrá volver a pasar por ella. La señora Santana me dijo que estuvieron haciendo snorkeling en Los Cabos y que le gustó mucho. Le aseguro que esto es mucho más emocionante, no dará crédito al subidón de adrenalina que notará.

Al fin, entre ambos lograron convencerla.

—Definitivamente, meterse en el agua con un tiburón ballena es de locos, San.

—Chis, tranquila, si no te sentís segura regresaremos, no quiero que hagas nada de lo que no vayas a disfrutar realmente, Britt. Pero, mi amor, te aseguro que es un animal inofensivo y que les gusta la compañía humana como a los delfines. Sabés que jamás te pondría en peligro.

—Lo sé.

—¿Querés que volvamos a subir a la lancha?

—No, vamos, ya estamos acá, hagámoslo. Ya nos metimos en el agua, pero no me sueltes la mano, por favor.

—Tranquila, señora, sólo nos acercaremos hasta donde usted quiera. De todas formas, la distancia mínima es de dos metros.

—¡Oh, Dios! ¿Dos metros le parece una buena distancia? ¡Yo quiero estar a mil metros de ella!

Santana y Raúl se carcajeaban.

—¿Confiás en mí, Britt-Britt?

—Siempre, mi amor, por eso estoy metida en el agua en este momento.

—Bien, entonces intentemos relajarnos y respiremos hondo. Dame un beso, ¿creés que eso te calmará un poco?

—Seguramente.


Raúl tenía razón, Brittany se había enloquecido con aquella experiencia y sólo pensaba en volver a realizarla.

—¡Dios, San! Gracias por animarme a hacerlo.

—A mí también me encantó, fue algo único. ¡Qué subidón, madre mía!

—San, no puedo creer todas las cosas que has organizado para que hagamos juntas.


Esa noche Brittany cayó rendida en la cama muy temprano, mientras Santana se tomaba un mojito en la terraza. Luego entró y se quedó mirándola dormir, estaba desvelado, así que se sentó junto a la ventana y aprovechó para enviarle algunos mensajes con fotos a su mamá.

Desde donde estaba, podía contemplar el sueño reparador de Brittany y se sintió afortunada de poder observarla así, serena y reposada. No pudo resistir la tentación de acercarse y se desvistió para meterse en la cama y embriagarse con su olor.

Se puso frente a ella y la abrazó por la cintura, entonces, Brittany se acurrucó en su abrazo. Santana se quedó mirándola embelesada, hasta que el ritmo sosegado de su respiración la embriagó y se durmió.


Santana se despertó antes que Brittany. Tenía todo planeado y estaba ansiosa, se vistió a hurtadillas y, cuando estaba terminando, oyó que golpeaban a la puerta y se apresuró para que Brittany no se enterara. Era muy temprano, estaba amaneciendo, y Santana recibió el desayuno que había pedido en la habitación.

—Vamos, Britt-Britt, es hora de despertarse.

—¿Qué hora es, Sanny? Tengo sueño y estoy cansada, creo que nadar con tiburones me dejó sin fuerzas.

—Lo sé, mi amor, es muy temprano, pero hoy es nuestro último día en Mérida y tengo una sorpresa muy especial para vos.

Que Santana hubiera dicho «sorpresa» era suficiente para que Brittany se despabilara.

Después de desayunar con abundancia, y confiada a donde Santana la quisiera llevar, se vistió con rapidez y partieron.

A mitad de camino, Santana frenó la camioneta que había alquilado y le cubrió los ojos con un pañuelo de seda púrpura.

—¿Falta poco para que lleguemos?—preguntó Brittany intrigada.

—Estamos a mitad de camino, aún falta.

—Entonces, ¿por qué me cubrís los ojos desde ahora?

—Porque no quiero que veas los carteles, si no te darías cuenta de adónde vamos y realmente quiero sorprenderte. Además, me costó mucho conseguir esto.

Después de un rato, Brittany volvió a insistir.

—No llegamos más, San, ¿falta mucho?

—¿Trajiste tu iPod?

—Sí, está en mi bolso.

Santana se detuvo a un costado del camino para conectar el dispositivo.

—¡Tenés una carpeta de Axel acá!—exclamó al encontrarla.

—Sí.

—Bueno, entonces lo escucharemos, me gustó mucho. A ver si escuchando música dejás de quejarte.

—Lo siento, tenés razón, soy una quejicosa, ¡vos siempre sorprendiéndome y yo protestando por todo! Creo que deberíamos haber planeado la luna de miel juntas, te esforzaste mucho para complacerme—buscó su rostro a ciegas y la besó.

—No seas tonta, mi amor, me encantó hacerlo, sólo pienso en mimarte.

Cuando llegaron, Santana la ayudó a bajar y le hizo señas a quien las estaba esperando para que permaneciera en silencio.

—¿Camina alguien junto a nosotras?—preguntó Brittany.

Santana miró al guía y le guiñó un ojo.

—Es posible... Tranquila, ya casi estamos.

Finalmente llegaron a la entrada. Santana le extendió la mano al guía para estrechársela y el hombre desapareció.

—Bien, ya estamos.

Le descubrió los ojos y estaban en la entrada de una caverna. Brittany se quedó ciega por un instante después de tanto rato con los ojos vendados. Descendieron por una escalera de piedra hasta el primer nivel. La inmensidad del lugar era apabullante, igual que el cristalino azul turquesa del agua, iluminada a través de un orificio abierto en la parte superior de la caverna, desde ahí colgaban multitud de raíces.

Brittany se tapó la boca.

—¡Sanny, me he quedado sin palabras! Este lugar es... un paraíso subterráneo, ¿qué es eso que cuelga de ahí?

—Son las raíces de un árbol que está en la superficie y que fueron cortadas, aunque aún viven por la humedad del agua. ¿Te gusta? Será nuestro paraíso personal durante un par de horas.

—¿Cómo?

—Sí, tenemos el lugar reservado para nosotras solas por dos horas, sigamos descendiendo.

Brittany se la quedó mirando atónita, no sabía si había entendido bien.

—¿Estás loca?

—Sí, mi amor, loca de amor por vos.

De pronto se sintió sumamente emocionada y las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas sin contención.

—¡Hey! ¿No te gustó mi sorpresa?

Brittany se abrazó a su cuerpo y le rodeó la cintura con las piernas mientras la besaba sin parar por todo el rostro.

—¡Gracias, gracias! ¡Sos increíble! No puedo creer lo especial y amada que me hacés sentir a cada instante.

—Vos también sos increíble, Britt-Britt, y también me hacés sentir especial y amada a cada momento. Amo mucho eso de vos: tu sencillez, tu emoción, tu entrega y tu agradecimiento constante.

—¡Cómo no voy a agradecerte las cosas, mi cielo, si sos la mujer más dulce que existe en esta tierra! Te amo, Hoyuelitos, te amo por lo que sos, no por lo que me das. No me importaría que fueras un indigente, amo lo que tenés acá dentro, ya te lo dije muchas veces—le confesó señalándole su corazón.

Descendieron hasta el otro nivel de la caverna por una escalera de madera. Se quedaron unos instantes admirando el lugar y luego volvieron a bajar un poco más, hasta una plataforma desde donde se podían tirar al agua.

—Quitate la ropa.

—Pero ¡no traje el biquini!

—Vamos, Britt, estamos solas.

—¿Estás segura?

—¿Creés acaso que me gustaría que alguien viera a mi esposa desnuda?

Se despojaron de todas sus vestimentas y se arrojaron al agua, nadaron durante un rato y luego se acercaron hasta la parte más baja. Allá, rodeadas de ese entorno magnífico y natural, no pudieron evitar que los besos y las caricias se apoderaran de ellas.

Se gozaron, probándose una y otra vez.

Ambas se hicieron el amor en el agua, entre besos, gemidos, grititos, mordiscos y vaivenes interminables.

Así cedieron al derroche de pasión salvaje que las consumía.

Después siguieron disfrutando durante un rato del tiempo en que ese paraíso personal les pertenecía.

—Jamás voy a olvidar este lugar, quedará para siempre grabado en mi retina, Sanny.

—En la mía también, es nuestro paraíso propio—la besó—Te prometo que algún día regresaremos.

—Te tomo la palabra y sé de sobra que la palabra de mi esposa tiene mucho valor. Esperaré ese día con anhelo.

Salieron de la caverna y recorrieron los alrededores del cenote, donde también compraron algunas piezas de artesanía. Tras hacer algunas averiguaciones, fueron hasta la ciudad de Valladolid para almorzar en la Taberna de los Frailes, un lugar con un ambiente exquisito y una comida y unos vinos excelsos.

Al salir, pasearon hasta algunos puntos significativos de la ciudad y luego regresaron a la carretera. Estaban a medio camino de Cancún, su última parada del viaje.

Casi al atardecer, llegaron al resort Live Aqua, uno de los más exclusivos del lugar, donde un botones los recibió y los ayudó con el equipaje. Después de comprobar las reservas, el personal del hotel los acompañó hasta la suite Sol y Luna, con vistas al mar y a la laguna. Entraron al recibidor y caminaron hasta el salón.

Mientras Santana se quedó dándole una propina al amabilísimo empleado, Brittany se fue directa al baño para llenar la bañera con hidromasaje y empezó a quitarse la ropa.

—Pedí servicio de habitaciones para la cena. A ver qué te parece: pescados, mariscos y algunos aperitivos más. ¿Te gusta o preferís que bajemos al restaurante?

—¡No! Sin duda, cenar acá es la mejor opción, hoy estoy muerta de cansancio.

—Yo también estoy agotada, aunque el viaje no fue demasiado largo, conducir por carretera me dejó hecha polvo—Santana estiró sus brazos y su columna vertebral.

—Hum, en ese caso, señora Pierce-López, nunca mereció tanto un baño con su esposa en el jacuzzi y, como broche de oro, unos buenos masajes en la espalda.

—Es el mejor plan que se me ocurre, no tengo duda alguna.

Se dieron un beso.

Brittany estaba en ropa interior y Santana la había cogido por las nalgas. Brittany la llevó hacia el salón de la mano.

—Quiero ver el resto de la suite. Enséñamela mientras se llena la bañera.

De pasada, Santana cogió una botella de agua del mini-bar y Brittany le pidió una gaseosa.

Salieron a la terraza desde donde se podía disfrutar de una asombrosa vista panorámica del mar Caribe.


El resto de los días se dedicaron a tomar el sol.

Aquella última semana gozaron bastante de la privacidad de la habitación, ya que contaban con una amplia terraza para ellas solas, un salón, un comedor, un bar y un jacuzzi.

Algunos días, sin embargo, decidieron bajar a la playa, donde alquilaron una cabaña privada y se deleitaron con las bebidas que Miguel, el asistente privado, les servía muy atentamente.

La música chill out del disc-jockey del lugar invadía el ambiente y llegaba discretamente hasta sus oídos. Una de aquellas noches cayeron en un antro de lo más exclusivo y cosmopolita de Cancún, el Mandala, donde disfrutaron de bebidas y buena música.

El resto de los días, ya fuera para comer o cenar, probaron las viandas de todos los restaurantes del resort, pero para la última noche habían reservado mesa en el MB. Ahí, la exquisita cocina de autor hacía un énfasis especial en los ingredientes mexicanos.

Cuando terminaron de cenar, Brittany se levantó al baño.

—¿Tomamos unos mojitos antes de irnos?

—Dale, mi amor, pedilos que regreso en seguida.

Cuando salió del baño, pasó por una mesa donde dos mujeres miraban a su esposa sin ningún disimulo y comentaban lo guapa que se le veía vestida de blanco con ese bronceado.

Ella, sin ninguna diplomacia, las miró de mala manera y cuando llegó a la mesa, cogiéndolo desprevenido, tomó a Santana por la barbilla y le encajó un besazo que le quitó el aliento a más de uno de los que estaban ahí sentados.

Después se sentó en su sitio y, adrede, se aferró a la mano de su esposa, entrelazó sus dedos con los suyos y le besó la alianza. Acto seguido, regaló a las mujeres una mueca de desprecio que les demostró con claridad que esa morena no estaba disponible.

—¿Qué mirás?

Santana dirigió sus ojos hacia el lado donde Brittany miraba con tanto ahínco y se encontró con la fisgona mirada de ambas damas.

—¿Britt, te estás peleando con esas mujeres?

—Son unas atrevidas. Llevan toda la noche mirándote de forma descarada.

Santana sonrió, se acercó a Brittany y le habló muy cerquita.

—Sos vos quien me calienta, Britt-Britt.

Brittany se rió satisfecha, apresó sus labios y se los mordió con posesión.


Terminaron de tomarse el mojito y Brittany le pidió que caminaran por la orilla de la playa. Se quitaron el calzado.

—No quiero irme de nuestro paraíso personal—le dijo Santana—, ¡Ah, tendremos que regresar al mundo real mi amor!

—Yo tampoco quiero, Sanny, pero debemos de tener miles de asuntos pendientes en la empresa. Además, estaría bien que empezáramos a buscar un departamento más grande para mudarnos.

—Sí, lo sé, de todos modos, aunque me encantó que estuviéramos este mes tan juntas, también es bueno regresar a la realidad.

—Así es, mi amor, a nuestra realidad y a disfrutar del día a día, porque eso también forma parte de nuestra vida como pareja.

Habían caminado lo suficiente como para alejarse de las luces del hotel y estaban en una zona bastante solitaria y oscura, Brittany miró hacia todos lados y, después de besarla, le dijo:

—Quiero que me hagas el amor acá, en la playa.

—¡Señora López-Pierce, está usted muy osada!

Santana miró hacia todos lados también, pero el lugar estaba realmente muy desolado.

—Vení, alejémonos un poco de la orilla.

Resguardadas junto a la vegetación de la zona, Santana se quitó la camisa y la tendió en la arena para que Brittany se acostara. Santana se tendió sobre ella, la oprimió con su cuerpo y empezó a besarla con desenfreno. Su mano reptó despacio para comprobar las esculturales formas de su esposa, le recorrió cada curva hasta que dio con el bajo del vestido.

Celosa de que nadie que pasara viera más de la cuenta, Santana metió su mano bajo la tanga y descubrió que Brittany estaba empapada. Resbaló un dedo por su vagina, lo giró y exclamó:

—¡Mi amor, estás muy excitada!

—Sí, Sanny, creo que este lugar me estimula en demasía.

Mientras atrapaba nuevamente su boca, Santana llevó otro dedo hacia el interior de Brittany, sin demasiados preámbulos, ya que el lugar donde estaban realmente no lo permitía.

Una exhalación se escapó de la boca de ambas, disfrutaron inmóviles del contacto que sus cuerpos anhelaban y empezaron a contonearse resguardados por la penumbra de la noche.

—Britt-Britt, sos irresistible, cómo me calentás.

—Sanny, no puedo creer que te haya pedido que hagamos el amor acá, en la playa, pero ¡me calentás tanto, mi amor, y hace muchos días que tenía ganas de hacerlo! Sólo que no me animaba a decírtelo. Con vos, quiero probarlo todo, todo...

Santana empezó a embestirla violentamente, mientras Brittany también movió con maestría la tanga de Santana y la penetro, ella gustosa la acepto con los ojos apretados.

Se sentían acoplados la una a la otra de manera perfecta y, aunque quería contener los gemidos que ambas se provocaban, se les escapaban de manera involuntaria.

—Te adoro, mi amor, me encanta que estemos dentro de la otra. Dejate ir, Britt, estoy advirtiendo la opresión de tu vagina, dejame demostrarte que puedo darte mucho placer, permitime llevarte a donde te gusta tanto estar y saber que únicamente yo te transporto hasta ahí.

Brittany se arqueó, pero se dio cuenta de que el orgasmo estaba próximo en su morena, entonces la embistió con agresividad, casi de forma inhumana, mientras ambas se corrían.

Se quedaron unos instantes asimilando las sensaciones que sus cuerpos habían experimentado, boqueando en busca de oxígeno e intentando calmar sus resuellos.

Santana le besó la frente, le apartó el cabello y le habló sobre los labios:

—Quisiera inventar una palabra para decirte lo mucho que te amo, porque decirte simplemente «te amo» ya no es suficiente. Sos mi luz, mi noche, mi vida, mi muerte, sos todo para mí, sos mi mundo, Britt.

—Inventemos un verbo para definir lo que sentimos, porque me pasa lo mismo que a vos, así que busquemos un verbo exclusivo para nosotras.

—«Te infinito», sos mi infinito de pasión, Britt-Britt, mi amor por vos no tiene ni puede tener fin. De ahora en adelante, te lo diré así.

—«Te infinito», Sanny—probó a decir Brittany—Me gusta, también sos mi infinito, porque mi amor por vos tampoco tiene final.

Se limpiaron con unos pañuelos de papel que Brittany tenía en el bolso, se pusieron bien la ropa y se quedaron recostadas mirando el cielo.

De pronto, se oyó a lo lejos a Axel cantando Eso. Santana se puso de lado y se apoyó en un codo.

—Tú eres la mujer de esa canción, así eres para mí, esa eres tú—repitió y la besó, la abrazó y se quedaron así, disfrutando de la música que les llegaba desde lejos.


Tú eres ese tipo de mujer que de pronto aparece y no da tiempo a
pensar...
Eso que me dices con los gestos, eso que me quita el resto cada vez
que estoy contigo, eso que es poesía sin palabras.
Una espina que se clava en el centro de mi instinto.
Oye, si te arriesgas, lo vivimos,
y después tú me lo cuentas, si es que hay algo más bonito.
Tengo la manera más directa, más hermosa y más perfecta, que no
va si no es contigo...
Tú eres ese tipo de mujer, que me atrapa y me retiene en la punta de
su imán. Esas que te llegan por sorpresa y no sabes si es por ellas o es
por ti que va a pasar.
Tú eres ese tipo de mujer que uno sueña y pocas veces es posible de
encontrar.

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo

Mensaje por micky morales Dom Ago 30, 2015 9:03 pm

pero que honeymoon!!!!!!! esas chicas deben venir con sus partes algo irritadas!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Lun Ago 31, 2015 1:17 am

micky morales escribió:pero que honeymoon!!!!!!! esas chicas deben venir con sus partes algo irritadas!!!


Hola, aaa o no¿? lo que se merecen después de todo! Jajajajajaajajajajajajajajajajajajajaajajajajajajajajajajajajajajaajajajaj xD ajajajajajajajajajajajajaaj, yo creo ajajajajajajaajjaajaj. Saludos =D


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Finalizado FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Cap 21

Mensaje por 23l1 Lun Ago 31, 2015 1:19 am

Capitulo 21

Aterrizaron en el aeropuerto JFK y, después de todos los trámites, salieron por la puerta de llegadas.

Artie estaba ahí, muy atento, y les hizo señas de inmediato para que lo vieran.

Santana empujaba el carrito con las maletas de ambas.

—Bienvenido, señoras... Espero que lo hayan pasado muy bien, traen un muy buen bronceado caribeño.

—Lo pasamos genial, Artie, gracias por venir a buscarnos.

—Sí, Artie, gracias. Lo hemos disfrutado tanto que los días pasaron volado.

—Me alegro. Señoras, para mí es un placer haber venido a recibirlas.

—Me parece todo tan extraño, siempre me ocurre lo mismo cuando regreso de viaje—dijo Brittany.

Santana sonrió y le besó el cabello mientras la abrazaba más fuerte todavía.


Llegaron al departamento de la calle Greene y se encontraron con la señora Sugar, que estaba guardando las compras que había realizado por la mañana.

—Señoras, ¡bienvenidas! Espero que disfrutaran.

—Ha sido espectacular, Sugar—le contestó Santana.

Brittany lo corroboró, como ella era más cálida, se acercó y le dio un beso a la empleada.

—Gracias, Sugar, por esperarnos con la despensa y la nevera llenas.

En ese momento, Astrid, la niña de la señora Sugar, salió del baño, y al ver a Artie salió corriendo hacia él y se echó en sus brazos.

—¡Papá!

Brittany miró sin entender.

—Lo siento, señora, he traído a Astrid conmigo porque su maestra estaba enferma, espero que no le moleste.

—¡No, Sugar! ¿Cómo va a molestarme Astrid? No se preocupe por eso, pero, perdone, ¿he oído mal o Astrid le ha dicho «papá» a Artie?

—Sí, señora, él es el papá, Artie es mi esposo—contestó extrañada la señora Sugar.

—¿Qué pasa?—preguntó Santana mientras se acercaba a la cocina, donde ellas estaban hablando.

—Me siento la mujer más idiota y despistada del mundo. ¿Artie y Sugar son matrimonio?

—¡Claro, mi amor! ¿Acaso no lo sabías?

—¡No, San, acabo de enterarme! ¡Nunca me lo habían dicho! Bueno, claro, no es que tengan ninguna obligación de comunicarme nada, pero... Artie, lo siento, le juro que asumí que usted era soltero.

—Perdón, mi amor, porque nunca te lo haya explicado, creo que di por supuesto que lo sabías.

—Juro que me siento muy estúpida. ¡Astrid, no me has saludado!—exclamó Brittany.

La señora Sugar y Artie regañaron a la niña.

Santana sonrió por el asombro de Brittany.

—¡No la regañen, por favor!

Astrid fue con timidez hacia Brittany y ella se agachó y le señaló su mejilla para que le diera un beso, la pequeña, que tan sólo tenía cuatro años, se aproximó.

—¿Te acuerdas de mí, Astrid?—la niña asintió con la cabeza ¡Ah, qué bueno, porque tengo un regalo para ti!

—Señora, no hacía falta que le trajera nada.

—Sí que hacía falta, Sugar, he traído regalos para todos, para usted también, Artie, así que prepare un rico café mientras yo los busco en las maletas, así compartimos la entrega entre todos.

La mujer la miró algo cohibida.

—Vamos, Sugar, ya ha oído a la señora.

Santana le guiñó un ojo.

—Sí, señora San, claro.

Brittany se acercó a la entrada, donde Artie había dejado el equipaje, con la niña de la mano.

—Permiso, yo me retiro.

—¿Adónde va, Artie? ¡Tengo un obsequio para usted también! Además, su señora está preparando café para todos.

Artie miró a Santana.

—¡Basta, Artie! ¿Tú también me miras? ¿Soy un ogro acaso? Para empezar, me siento super-mal porque Britt no sabía que los dos estaban casados, después, si ella les dice que quiere tomar café con ustedes, tiene tanta autoridad como yo para decidirlo. ¿No se dan cuenta, acaso, de que ya ha acabado la luna de miel? Presiento que su duro carácter, cuando algo no le guste, ha acabado muy pronto. ¡Aprovechemos!

Todos se rieron, incluso Brittany.

Mientras ella buscaba los regalos, Artie se acercó a Sugar para ayudarla con el café y Santana se metió en el baño.

Brittany le regaló a Sugar unas piezas de joyería de plata que habían comprado en Todos Santos. A la niña, le puso una cadenita con la virgen de Guadalupe y le dio un juego artesanal tallado en madera, Astrid estaba fascinada. Y Artie recibió una botella de mezcal y un jarocho mexicano, un sombrero hecho de palma.

—Artie, tienes que tomar el mezcal con sal y limón, como el tequila. Ahí escarchan el vasito con ambos ingredientes, así nos lo sirvieron.

—Gracias, señora Britt, ha sido muy considerada en pensar en todos nosotros.

—¡Cómo no voy a hacerlo, si ustedes viven pensando en mí y en San!

—Además, no se imaginan con el gusto que eligió cada uno de los obsequios—agregó Santana.

—Gracias a las dos, señora San—dijo la señora Sugar.

—Astrid, ¿te gusta tu virgencita?

—Sí, San, además Britt dice que me protegerá.

—Tienes que decirle «señor San», Astrid, ¿desde cuándo tanta confianza?—la regañó su papá.

—Está bien, Artie. Sabes que hace mucho que pretendo que tanto tú como Sugar me llamen simplemente «San», sólo que se empeñan en no hacerlo, al menos dejen que Astrid lo diga así.

Brittany le acarició la cara a su esposa, satisfecha por su sencillez.


Por la noche, tenían una cita impostergable en el Belaire con la familia López, en la que Brittany siguió repartiendo obsequios para todos.

Sue estaba exaltada con su huipil yucateco, el vestido tradicional bordado de la península del Yucatán.

—Mi niña, hermosa, te juro que cuando me enteré de adónde iban, rogué para mis adentros que me trajeran uno de éstos. ¿Qué te pareció mi tierra?

—¡Hermosa, Sue! Me encantó cada rincón que recorrimos y lo más fascinante es la historia que guardan esas tierras.

—¿Así que fueron a Todos Santos? Ése es mi pueblo.

—Sí, San me lo dijo cuando estuvimos ahí.

—¿Te gustá tu hamaca, Maribel? Es para que te recuestes a leer en Los Hamptons.

—Me encantó. Todo lo que trajeron es bellísimo, esas estatuas y las artesanías también lo son. Me fascina lo que le regalaron a Alfonso. Estará muy apuesto con su camisa guayabera.

En ese momento, entraron en la sala Rachel y Quinn, que eran las únicas que faltaban por llegar.

Brittany pegó un grito cuando vio la enorme barriga de su cuñada y se levantó a abrazarla.

—¡Me muero, Rach, cómo te creció!—Brittany se tapó la boca y se agachó para besársela.

—¿Viste? Y, además, ¿saben qué? San ya podés empezar a pagarme tu apuesta, porque perdiste: ¡es una niña!

Todos se reían y se mostraban muy felices.

—¡Ay, Dios! Te compadezco, cuñada, ¡Tres mujeres cuando mi hermana ya vale por tres!, espero saque tu carácter—bromeó Santana.

—Y embarazada todo se potencia, ¡no te imaginás lo histérica y caprichosa que está!—afirmó Quinn y Rachel la miró fulminándola.

—¡Qué hermoso bronceado caribeño traen!—añadió Alison.

—Mi hija está hermosa—dijo Maribel, mientras se acurrucaba entre sus brazos—¡Esta infarto con ese bronceado!

—Mejor no toquemos ese temita—sugirió Brittany—, Ni te imaginás los piropos que recibía en la playa y cómo la miraban en todas partes. No me hagas recordar, porque yo hervía de celos y ella se desternillaba de risa.

—Lo más importante es que lo disfrutaron—intervino su otra cuñada.

—Ni te imaginás, Bree. Lo pasamos espectacularmente bien cada día, a veces no nos alcanzaban las horas para todos los planes que hacíamos.

—Hermanita, te veo muy bien, creo que el matrimonio te sienta de maravilla, se te ve muy feliz.

Santana chocó las manos con Finn.

—¿Muchos temas pendientes en la empresa?—le preguntó Santana a Alison.

—¡Ah, no! Hoy es domingo y acá ninguno es mi jefe. Ni se te ocurra pensar que voy a ponerme a hablar de trabajo ahora, mañana arrancamos.

—Mi esposa tiene razón, durante el fin de semana, nada de hablar de trabajo. Vos vendrás muy descansado, pero nosotros no.

—Y nosotros, Maribel y Sue, ahora que Tana y Britt ya están acá, mañana mismo nos mudamos a Los Hamptons—aseguró Alfonso.

—¡Qué buena noticia, querido!

—Lamento el juicio que están teniendo que afrontar en la clínica—les dijo Santana a Jake y Rachel, muy apenada.

Ese tema la tenía bastante inquieta.

—Me tiene sin cuidado la zorra de tu exsuegra, sólo es una pérdida de tiempo, quiere hincharte las pelotas—dijo Rachel.

Jake le dio un apretón en el hombro a Santana.

—¡Cambiá esa cara! Los contratos que firmó Dani son legales, no conseguirán nada, sólo que perdamos el tiempo nosotros y ellos.
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo

Mensaje por micky morales Lun Ago 31, 2015 7:54 am

bien ahora a la rutina, a ver como les va en su vida de casadas!!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo

Mensaje por monica.santander Lun Ago 31, 2015 3:35 pm

Veremos como va ser ahora su vida en lo cotidiano!!
Saludos
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Lun Ago 31, 2015 8:24 pm

micky morales escribió:bien ahora a la rutina, a ver como les va en su vida de casadas!!!!!


Hola, jajaja todo en la luna de miel es eso... miel, pero ahora en la rutina ai q ver. Saludos =D




monica.santander escribió:Veremos como va ser ahora su vida en lo cotidiano!!
Saludos


Hola, claro, una cosa es la luna de miel y la otra el día a día ajajajajaj. Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Cap 22

Mensaje por 23l1 Lun Ago 31, 2015 8:27 pm

Capitulo 22


Habían pasado dos semanas desde su regreso del viaje de luna de miel.

Esa mañana, se estaban preparando para salir hacia la empresa y Santana se encargaba del desayuno en la cocina, mientras Brittany terminaba de arreglarse.

De pronto, ella apareció como una tromba, cogiéndose la cabeza con expresión de pasmo y tragando saliva.

—¿Qué pasa?—le preguntó Santana.

—¡Que hace veinte días que tendría que haber tenido mi regla!

—Pero a mi si me vino el mes pasado y justo la semana pasada me vino otra vez, pensé que a vos también ¿Eres regular con tu periodo?

—Sí.

—Tiene que ser normal, Britt-Britt

—No, estoy segura de que no—afirmó ella de manera muy convincente—Lo que olvidé es la fecha en la que estábamos. ¡Entre la luna de miel, el regreso y la reincorporación a la empresa, además de todos los asuntos pendientes en el trabajo, no reparé que, en Cancún, tendría que haber tenido el período, como a ti!

De pronto, empezó a sonar la alarma del detector de humo, puesto que ellas estaban tan enfrascados en la conversación que ni cuenta se habían dado de que se les quemaban las tostadas.

La cocina arecía una postal de Londres: las tostadas se habían carbonizado y el humo no dejaba ver nada a veinte centímetros. Así que Santana fue a desconectar la alarma, mientras Brittany sacaba las tostadas de la tostadora y las ponía bajo el chorro de agua.

—Debe de ser algún desfase hormonal, Britt-Britt—le dijo Santana cuando volvió de la cocina—Tranquilicémonos.

Se quedaron mirando durante unos instantes.

—Tengo que confesarte al Sanny.

Santana la miro asustada.

—¿Qué paso, Britt-Britt?

—Bueno, con Rach hemos estado hablando sobre ser mamás y esas cosa, y antes me conto que se sometiera al tratamiento para quedar embarazada, luego si quedo embarazada y como ese mismo día en como Liam me abrazaba y no quería estar lejos de mí… bueno yo… no se me emocione mucho y con lo emocionada que estas por ser mamá… bueno el día que tuve consulta con el doctor Ryder, Le comente a tu mamá las ganas de ser mamás que tenemos, y justo ese mismo día nos encontramos con Rach, que estaba saliendo de la consulta de una revisión para ver cómo iba todo con su embarazo… y… bueno… en un acto de locura… Sanny… me sometí al tratamiento para quedar embarazada… con tus óvulos.

—¿Qué hiciste que Britt?

—Lo siento San, estaba tan emocionada de darte un hijo. No te enojes por favor.

—No estoy enojada Britt-Britt, pero cuando eso ocurriera quería estar presente, tomar la decisión juntas, para ver quien se embaraza primero, aunque debo de decir que me alegra que fueras tú.

—No estas enojada.

—No mi amor, pero Rach y mi mamá son otro caso, porque no me dijeron nada.

—Yo se los pedí, Rach me guardo el secreto así como yo guarde su suyo, cuando me conto que con Quinn, se someterían al tratamiento. Y bueno tu mamá, estaba tan emocionada.

—¿Querés que vaya a comprar un test de embarazo?

—Sí, por favor, no soporto esta incertidumbre.

—Bueno, tranquila, mientras yo voy a buscar un Predictor y ver si el tratamiento funciono. Acabamos de quedarnos sin desayuno, Britt.

Santana cogió las llaves del coche y salió. Brittany permanecía inmóvil de pie junto a la encimera, mirando todo y nada, pensando en que era muy posible que estuviera embarazada. Se había quedado en blanco, no podía reaccionar.

De pronto, levantó la vista y vio que Santana volvía.

—¿Qué pasa?—le preguntó Brittany.

—Te infinito, mi amor.

—Te infinito, mi vida—respondió Brittany.

—Tranquila, Britt-Britt.

Le guiñó un ojo, le encajó un sonoro beso y volvió sobre sus pasos, pero cuando estaba saliendo Brittany le pegó un grito.

—¡Sanny!

—¿Qué pasa?

—Voy con vos, no aguanto quedarme acá.

—Muy bien, dale, vamos.

Santana la esperó, la cogió de la mano y salieron. Fueron hasta la farmacia más cercana y estaba cerrada, así que se trasladaron hasta la de la calle Broadway.

Brittany se quedó en el coche y Santana bajó bastante ansiosa, entró en el establecimiento y no tardó demasiado en salir, aunque a Brittany ese rato le pareció interminable.

En seguida regresaron al departamento.

Se metieron en el baño y leyeron las instrucciones. Santana había comprado dos pruebas, una digital y otra común.

Brittany siguió las indicaciones, primero con una y después con la otra, y se los pasó a Santana para que los sostuviera hacia abajo, mientras permanecía atento a la evolución de los test.

—¿Y? ¿Hay algún cambio?—quiso saber Brittany.

—El digital aún parpadea, aunque acaba de parar, y el otro se está tiñendo de rosa, pero aún no se nota cuántas rayitas hay.

Sus corazones palpitaban incesantes, les faltaba la respiración, las manos de Santana, que sostenían ambas pruebas, temblaban.

Brittany se puso a su lado, expectante, y, de pronto, el digital arrojó un resultado e inmediatamente el otro también. Ambas se miraron y luego volvieron los ojos a los test.

Sin soltar los aparatitos, Santana la abrazó y comenzó a besarla, Brittany estalló en sollozos, embargada por la emoción.

—Estoy asustado, mi amor, es una imprudencia. Tendríamos que haber esperado cinco meses más, pero, de todas formas, no puedo dejar de sentirme feliz—Santana le hablaba sin dejar de besarla.

—A mí también me preocupa un poco, pero no puedo dejar de alegrarme, San—le dijo, aferrada a su cuello—Dejame ver los resultados otra vez.

Santana se los mostró, el digital decía «pregnant + 6» y el otro tenía dos rayitas rosas.

—Dice que estoy de seis semanas o más—Brittany inspiró, contuvo la respiración y se llevó las manos al vientre.

Santana le puso los dos capuchones a los test y salieron del baño. Se sentaron en el borde de la cama, cogidas de las manos.

—¿Te sentís bien?

—Me siento perfectamente.

Santana sonrió y sus lágrimas empezaron a resbalar sin control por su rostro. Brittany, al verla lloriqueando así, también se echó a llorar. Abrazadas, se dejaron caer sobre la cama, se besaron de forma desmedida y se acariciaron los rostros.

A ratos, las embargaba la emoción y a ratos se reían sin parar.

Luego Santana se apoyó sobre uno de sus codos, sorbió su nariz y le dijo:

—Voy a ser mamá, mi amor.

—Y yo también.

—La mamá más hermosa del mundo.

Santana reptó hacia abajo en la cama, le levantó la blusa y comenzó a besarle el vientre.

—Te amo, te amo, hijo, te amo—decía entre beso y beso, exultante.

Brittany se reía y le arremolinaba el pelo.

—¿Por qué «hijo»? Podría ser una niña.

—No importa lo que sea, pero lo amo.

Siguió dándole besos en el vientre, luego gateó en la cama y la miró con un amor incalculable.

—Te adoro, Britt, estoy feliz, pero también estoy asustada. No quiero mentirte, me desespera pensar que pueda pasarte algo.

—No me ocurrirá nada, San.

—Quiero creer lo mismo que vos, pero hasta que no hablemos con Ryder no estaré tranquila. Hoy es lunes, ¿tiene consulta?

—No—respondió Brittany con una mueca de decepción—.Martes, miércoles y viernes son sus días de visita, pero tenemos sus teléfonos. ¿Y si lo llamamos?

—Sí, hagámoslo. No puedo esperar hasta mañana. ¿Dónde tenés su teléfono?

—En mi bolso tengo una tarjeta.

—Yo la busco.

—Está en el vestidor. Voy a por agua.

Mientras Santana buscaba la tarjeta del médico, encontró una de Sam Evans y no pudo evitar ponerse colérica. Sintió la tentación de romperla, pero la volvió a dejar en su lugar e intentó dejar a un lado su rabia.

No podía permitir que el broker boca trucha le arruinara ese momento.

Brittany regresó con la botella de agua y hablando por teléfono con Alison.

—Sí, Ali, ya sé que tengo una reunión dentro de veinte minutos, pero no voy a poder ir hasta después del mediodía—se quedó pensando—Mejor cancelá toda mi agenda de hoy y pasalo todo a mañana y al resto de la semana. Organizala, por favor, fijate donde tengo huecos y me avisás. Es que no sé si hoy voy a poder ir a la empresa.

—¿Pasa algo, Britt?

—No, Ali, no pasa nada, sólo que cuando estaba saliendo hacia la oficina me acordé de que tenía una cita con mi médico y sabés que no puedo postergar eso por nada.

—Ah, entiendo. No te preocupes, yo organizo todo. Besitos.

—Besitos, Ali, nos vemos mañana.


Cuando Brittany cortó, sonó el teléfono de Santana que volvía del vestidor.

—Mandy.

—Señora San, disculpe que la moleste, pero en veinte minutos llegan los españoles.

—Lo sé, pero te pido que los llames y les digas que no vengan. Acabamos de recordar con la señora Britt que teníamos cita con su médico y hoy no iremos a la empresa. Reorganiza mi agenda, por favor, y cancelá todo lo que tenía programado para hoy.

—Pero vienen por los contratos...

—¿No me has escuchado, Mandy? Suspende todo ¿o es que estoy hablando en un idioma que no es comprensible para ti?
—Santana estaba nerviosa—Sé perfectamente para qué vienen los españoles, pero no hay nada más importante que la salud de Britt.

—Perfecto, señora, como usted diga. Y disculpe, no quise cumplir su orden.

—Está bien, Mandy, perdóname tú también, te he hablado de forma muy arrogante, sabés perfectamente que no soy así.

—No se preocupe.


En cuanto Santana cortó, le entregó la tarjeta a Brittany para que llamara al médico, Brittany marcó su número y puso el altavoz del teléfono.

—Ryder.

—Hola, doctor, buenos días, soy Brittany Pierce. Disculpe la molestia, sé muy bien que hoy no atiende...


Santana hizo una mueca y la corrigió en voz baja.

—Brittany López-Pierce.

Brittany puso los ojos en blanco y le tiró un beso.

—Hola, Brittany, ¿estás mal?

—No, no, me encuentro perfectamente, bueno, ¡bah!, eso creo.

—¿Cómo que «eso creo»?

—Después de mi último control me sometí al tratamiento para quedar embarazada. Y acabo de hacerme un test de embarazo porque tengo un retraso y me ha dado positivo.

—¡Vaya! Felicidades a ti y a Santana.

—Gracias
—contestó Santana—, Pero no han pasado los diez meses que usted nos recomendó que esperásemos y estamos un poco asustadas.

—¿Y qué podemos hacer ahora? Es un poco tarde para arrepentimientos, ¿no creéis?

—Me siento mal
—añadió Brittany—, He sido muy imprudente, pero yo he tomado los medicamentos

—Brittany, tranquila, los medicamentos no deñaran al feto.

—Gracias a Dios
—sentenció Santana—Lo que nos tiene más inquietos, bueno, en realidad más a mí que a ella, son los riesgos que puede correr Britt por no esperar un tiempo prudencial después de la operación.

—Bueno, Santana, en sucesivos estudios hemos visto que la herida ha cerrado muy bien. Brittany no ha presentado inconvenientes de ningún tipo a lo largo de estos meses, así que no seamos fatalistas. Vengan mañana, que quiero hacer una ecografía para ver el hígado de Brittany.

—Pero ¿entonces no hay riesgo y podemos estar tranquilas?

—Tranquilas, tranquilas... todo lo tranquilas que un embarazo les permita estar. Yo, con mi primer hijo, viví ansioso durante los nueve meses. No las veo, pero parecen bastante asustadas. Les sugiero que respiren hondo y disfruten de esta maravillosa noticia.

—¡Uf!, nos ha quitado un peso de encima
—dijo Santana—, Al menos a mí.

—¡Claro, disfruta, que uno no se entera a diario de que va a ser papá o mamá!

—¡Ya lo creo que no!

—Brittany, es importante que no experimentes excesivos aumentos de peso, al menos durante los primeros meses. Así le daremos tiempo al hígado para que siga sanando, será indispensable una consulta con un nutricionista.

—Lo que usted diga, doctor.

—¿Ya has ido a ver a un obstetra?

—No, acabamos de enterarnos y nos ha dado tanto miedo que sólo pensamos en llamarlo a usted.

—Bueno, tranquila, en cuanto conciertes una cita con el ginecólogo, coméntale todo esto también.

—Perfecto, así lo haremos
—afirmaron ambas al unísono.

—De acuerdo, ahora las dejo. Las espero mañana en el consultorio.

Se despidieron del médico y se quedaron mirando. De pronto, comenzaron a reírse como locas. Brittany se echó en los brazos de Santana, se aferró con fuerza a su cuello y la besó.

—¡Soy feliz, mi amor, soy muy feliz!

—Tengo miedo de despertarme y de que esto sólo sea un sueño, Britt-Britt.

—No, mi amor, es verdad y nos está ocurriendo a nosotras.

—Vamos a la clínica, quiero que te vea un ginecólogo ahora mismo, para quedarnos tranquilas de que todo está bien.

—Pero comamos algo primero, por favor, estoy muerta de hambre y más ahora que sé que somos dos.

Volvieron a reírse.

Entre ambas, prepararon el desayuno y se lo comieron con rapidez.

Santana no paraba de sonreír, de besarla y de acariciarle la barriga.


Finalmente, fueron hacia la clínica.

Subieron directamente al sexto piso y la secretaria de Rachel las atendió de inmediato.

—Hola, Grace, ¿está ocupada mi hermana?

—Buenos días, señora Santana, la doctora Rachel está libre, aún no ha llegado su primera visita. ¿Desea que la anuncie?

—No, muchas gracias, nosotras lo haremos. Por cierto, le presento a mi esposa, Brittany.

—¿Qué tal, señora? Ya nos conocíamos porque un día estuvo aquí con la señora Rachel.

—Así es Grace, ¿cómo está?

—Muy bien, muchas gracias, señora.

Santana se asomó al consultorio de Rachel por una rendija de la puerta, con Brittany cogida de la mano.

—¿Se puede, hermanita?

—¡Qué sorpresa, sexy, claro, entrá!

Santana abrió la puerta del todo y entró risueña junto a Brittany.

—¿Qué hacen ustedes dos acá tan temprano?

—¡Vinimos a verte!

Brittany se acercó y le dio un beso en la mejilla y otro en la barriga a su cuñada.

—¿Vinieron a verme? ¿Y para qué vinieron a verme? A esta hora, ¿no deberían estar en la empresa?—las interrogó, mientras abrazaba a su hermana.

Santana sacó las dos pruebas de embarazo que traía en su bolsillo y las puso sobre el escritorio.

—Vinimos a verte para esto.

—Oh, my God! Oh, my God! Juro que lo supe en cuanto entraron.

Rachel se levantó de su sillón y las abrazó a ambas, no paraba de gritar y de lloriquear: las tres estaban muy emocionados.

—¡Tendré un sobrino! ¡Tana, serás mamá!—le besó el rostro a su hermana, acunándolo entre sus manos—¿Cómo te sentís, Britt?

—De maravilla, sólo que estamos un poco preocupadas porque esto ocurrió mientras tomaba los medicamentos, ¿pueden hacerle daño al bebé, Rach?

—No, esos medicamentos están hechos para que las futuras mamás o las que los son los puedan tomar. Veo en el visor que estás de más de seis semanas, lo que es un tiempo bastante corto. Así que, a bote pronto, yo les diría que no se alarmasen. De todas formas, haremos algunas pruebas. El ginecólogo que te atendió la otra vez no es obstetra, así que yo preferiría que te vea un obstetra ya para que te haga los exámenes de rutina del primer trimestre.

—Calmate, Rach, me estás mareando. Es demasiada información junta, aún estoy asimilando que Britt está embarazada—exclamó Santana.

—Siéntense y déjenme decirle a Grace que me comunique con la doctora que ya tengo en mente para vos.

—¿Dónde atiende?

—Acá, es la doctora Jones, Britt, te acuerdas de ella, trabaja con nosotros, es una excelente obstetra y, además, habla español porque es madrileña. Creo que el hecho de que hable tu idioma te dará más confianza, puesto te podrás comunicar con más fluidez con ella. Supongo que mi sobrino nacerá en mi clínica, ¿no?

—¿Por qué «sobrino»? San está igual, ¡quizá sea una niña!

—Cierto, cierto, pero no sé por qué presiento que es un varón.

—Recién hablamos con Ryder. En realidad, tendríamos que haber esperado diez meses para que Britt se quedara embarazada—le explicó Santana.

—Pero si estás bien, no se preocupen.

—El médico nos dijo que todo iría bien también.

—¡Eso ya lo sé! Es un milagro. El bebé ya existe. Tana, no es sólo ella la que está embarazada, ¡están embarazadas las dos!

Santana sonrió, pero el sonido del teléfono las interrumpió.

—Esperá, voy a atender. Hola, Mercedes, soy Rachel. Quisiera saber si tenés un huequito en tu consulta para atender a mi cuñada y a mi hermana que están embarazadas y están acá conmigo.

A Brittany y a Santana les gustó cómo lo dijo Rachel, se arrebujaron en sus asientos y entrelazaron sus manos con fuerza.

—Pero ¿qué pregunta es ésa? Si no tuviera un hueco, ya que me lo hacía y las atendía de todas maneras. Vale, diles que suban ya que las espero. En seguida aviso a mi secretaria para que las haga pasar de inmediato.

—Gracias, Mercedes, ahora subimos.


Rachel colgó.

—Vamos, la doctora nos espera.

—Pero ¿no tenés pacientes?—le preguntó Brittany.

—Tengo visitas a partir de las once, pero, en todo caso, que me esperen un rato. ¿O creen que voy a perderme la primera consulta?

Subieron hasta el piso diez, entraron en el consultorio y la doctora las recibió con mucha amabilidad e infundiéndoles muchísima confianza.

—Santana es mi hermana y Brittany, mi cuñada. Les presento a la doctora
Mercedes Jones.

—Un placer... Adelante, pónganse cómodas y relájense, que aún no me he comido a nadie en mi consulta y nos quedan muchos meses por delante para vernos las caras. Rachel me ha explicado que están embarazadas, pero ¿ambas a la vez?

—No, solo yo, pero si estamos embarazadas—confirmó Brittany.

—Desde ya les digo que será un honor para mí traer al mundo a un López. Claro, eso siempre y cuando me elijan a mí para hacerlo, ya que ésta es su primera consulta, así que si no les caigo en gracia están en todo su derecho de cambiar de obstetra.

—Rach te recomendó—dijo Santana—, Además nos parece importante que hables español, ya que Britt se sentirá más cómoda en el parto si se puede comunicar en su idioma.

Brittany asintió.

—Vale, eso es cierto, a mí también me lo parece—la doctora sonrió—Cuéntenme, ¿qué tipo de prueba se han hecho para saber que están embarazadas?

Santana sacó rápidamente los dos test de embarazo que traía en el bolsillo.

—Veo que han hecho dos pruebas caseras.

—Estamos preocupadas porque yo estaba tomando medicamentos.

—Aquí dice que estás de más de seis semanas, así que no es mucho el tiempo durante el cual los has tomado. Por consiguiente, no debería ser un problema, pero será algo que tendremos en cuenta. Controlaremos, por encima de todo, el crecimiento del bebé y te enviaré a hacer pruebas de laboratorio rutinarias. Si algo no va bien, lo sabremos por los valores.

—Hay algo más que debemos contarle—agregó Santana—Hace cinco meses, Britt recibió un balazo en el hígado en un intento de homicidio. Se suponía que debíamos esperar al menos diez meses para que ella se quedara embarazada, pero, bueno, el tratamiento funciono a la primera.

—Y es una bendición, a otra parejas no siempre les funciona la primera vez—sentenció la doctora.

—Sí, asumo que fue así, porque todo el mundo me lo dice—contestó Brittany mirando a Rachel, que le guiñó el ojo. Luego siguió hablando—Lo comenté con mi cirujano y él cree que probablemente no exista riesgo. Mañana nos espera para hacerme una ecografía del hígado y nos pidió que te lo comentásemos, sobre todo para que me diera hora para una consulta con un nutricionista y así poder seguir una dieta adecuada que no me permita aumentar demasiado de peso durante el primer trimestre. De ese modo, mi hígado tendrá unos meses más de margen para curarse.

—Me parece perfecto, así lo haremos. Además, es lo primero que me ha venido en mente en cuanto me han contado lo de la herida. Ahora, Brittany, te invito a que te quites la ropa tras el biombo y te pongas una bata para hacer algunas pruebas, quiero pesarte, tomarte la tensión sanguínea, te haré un test de Papanicolaou y te realizaremos una ecografía transvaginal para determinar con exactitud la edad gestacional del bebé y cerciorarnos de que todo está en orden. ¿Qué quiero decir con que «todo está en orden»? Me refiero a que el bebé esté dentro del útero, entre otras cosas.

—Bueno—contestó Brittany bastante asustada.

—Mientras tanto, ¿Santana, verdad?

—Sí.

—Vale, Santana, me ayudarás con algunos datos y lo que no sepamos, nos lo dices tú, Brittany, así que mantente atenta a lo que pregunto, ¿de acuerdo?

—Bien—respondió Brittany.

—Pero ¡cambien esa cara, por Dios! ¡Parecen dos pollos mojados!—las regañó Rachel que, hasta el momento, se había mantenido en silencio—Relajate, hermanita, y disfrutá del momento. ¡Y vos también, Britt!

Santana sonrió y respiró hondo.

Brittany salió cambiada y la doctora Jones, al verla aparecer, se puso de pie y la llevó hasta la balanza para pesarla, luego la acompañó hasta la camilla e hizo que se recostara.

—Santana, ponte al otro lado de la camilla, junto a ella, y así las dos pueden mirar el monitor. ¿No han traído nada para sacar fotos o para filmar?—preguntó la ginecóloga.

—No—dijeron ambos afligidas mientras se miraban.

—No sabíamos que hoy mismo le harían una ecografía—contestó Santana.

—Vale, no importa, seguro que tienen un buen móvil, ¿no? Así que les aconsejo que lo utilicen para que les quede un hermoso recuerdo de la primera ecografía.

Rachel le guiñó un ojo a su hermana.

—¿ Rachel, tú quieres mirar en mi monitor?

—Será un gusto, Mercedes, estoy super-ansiosa.

Todas sonrieron.

—Brittany, relájate y pon los pies en los estribos, igual que cuando te van a hacer un Papanicolaou. Así, el culo bien adelante. ¿Te has hecho alguna vez una ecografía transvaginal?

—No.

—Vale, en ese caso te la explicaré. Te introduciré un transductor, esta sonda con forma de huso—se la mostró—Le pondré un preservativo y la meteré dentro de tu vagina. Esto lo presionaré contra las paredes vaginales próximas al útero y, entonces, se registrarán ondas de sonido de alta frecuencia que se convertirán en imágenes. Es una prueba totalmente indolora.

—Perfecto.

Santana grabó la ecografía y todo cuanto acontecía en el consultorio con su móvil, mientras le sostenía la mano a Brittany.

La doctora giró la cabeza y miró a Rachel.

—¿Lo ves?

—Sí, lo veo perfectamente—contestó Rachel mientras se acercaba al monitor.

—¿Qué pasa?—preguntaron Santana y Brittany a la vez, mientras se cogían con fuerza de las manos.

—¿Lo dices tú o lo digo yo?

—No decilo vos, Mercedes, sos la doctora de Britt y San.

—Vale, tranquilas, no pasa nada, relájense. Voy a explicaros todo lo que estamos viendo. Esto de aquí—dijo señalando a la imagen—Es la terminación de la vagina, esto otro que observan aquí es el cuello del útero y esto con forma de corazón es el útero. Lo que está ahí es el saco gestacional y el saco vitelino, pero si miran con un poco de atención, al lado se ve otro saco gestacional.

—¿Eso qué quiere decir?—preguntó Brittany.

La ginecóloga miró a Rachel y asintió con la cabeza.

—Son mellizos. ¡Tana, Britt, van a tener mellizos!—gritó Rachel mientras gimoteaba de emoción.

Ellas tampoco pudieron contenerse y se echaron a llorar mientras se besaban sin parar.

Rachel le arrebató el móvil a su hermana para grabar ese beso que estaban dándose.

Tras unos momentos y superada en parte la sorpresa, intentaron recomponerse para que la doctora siguiera con la prueba, sorbieron sus narices y Rachel les alcanzó unos pañuelos de papel.

—¿Están bien? ¿Los bebés están bien?—preguntó Brittany.

—Vale, a ver, por el tamaño, podemos saber que estás de 5,3 semanas gestacionales. Ambos sacos están dentro del útero, esto que se ve aquí es lo que luego será la placenta. Todo se ve perfecto. Como los dos embriones tienen un buen tamaño, pondré el sonido.

Al oír los latidos de sus corazones volvieron a escurrírseles lágrimas de emoción.

La ecografía había terminado y la doctora Mercedes le entregó un DVD a Santana con la grabación.

—Muy bien, Brittany, no te levantes aún, sólo me queda sacar una muestra para analizarla. No te asustes, todo esto forma parte del protocolo—le colocó el espéculo y sacó una muestra del cuello del útero—Todo se ha visto normal, así que no creo que tengamos que preocuparnos de nada. Ya hemos terminado, sólo te pediré que te bajes la bata un poco, para poder explorarte las mamas. ¿A ver? Levanta tu brazo y ponlo por detrás de la nuca. Listo, todo bien, ve a vestirte para que te dé las recetas.

Rachel y Santana no paraban de abrazarse.

Entretanto, sonó el teléfono de la doctora Jones y, cuando atendió, le pasó la llamada a Rachel.

—¿Qué haces ahí Rach, acaso te encuentras mal? ¿Llamo a Quinn?

—No, Jake, tranquilo, estoy bien. Espérame en el consultorio, ya bajo y te cuento.


Brittany volvió vestida, la médica ya le había extendido las recetas.

—Bueno, esto es para que te hagas análisis de sangre y orina, y esto es lo que debes tomarte por ahora: un comprimido diario de ácido fólico. Cuando tengan los resultados del laboratorio, me venís a ver para determinar si necesitas alguna otra vitamina. Esto es una crema para que comiences a hidratar tu piel, ya que debes prepararla para que se ponga elástica, durante el último trimestre lo necesitarás. De esa forma, evitaremos la formación de estrías, comenzarás con dos aplicaciones diarias y, a medida que vaya creciéndote la barriga, irás aumentando las dosis. Puedes utilizar también algún aceite. En fin, cuanto más hidratada tengas la piel, mejor. No olvidemos que son dos bebés y tu barriga crecerá bastante.

Brittany y Santana asentían con la cabeza.

—Es posible que aparezcan estrías en tus pechos por el aumento de tamaño, así que deberás hidratar esa zona también.

—Perfecto, no quiero que me queden marcas.

—Trataremos de evitarlas. ¿Quieren preguntarme alguna cosa?

—Al ser dos bebés, ¿es un embarazo de riesgo?—preguntó Santana.

—No, por ahora nada indica eso, pero, claro, tendremos que hacer más controles que si fuera uno solo. Ahora, déjenme decirles algo que no todos se atreven a preguntar. Tranquilas, sé de sobra que son las dudas naturales que siempre surgen. En cuanto a su relacione sexual, les pido que sean con más cuidado, pero que el embarazo no afecte a la conexión que hay entre ustedes. Estás preñada, no enferma, Brittany. Les digo esto porque sé que es un temor habitual de todos los padres o madres primerizas y no quiero que les enfrasquen en temores absurdos, todo es normal, así que no hay restricciones para que sigan con una vida sexual activa. No le harán daño a los bebés, ya que el cuello del útero está sellado por una gruesa membrana mucosa que lo protege contra infecciones. Por otra parte, déjenme que les cuente que, durante el acto sexual, la oxigenación del bebé es mayor, por lo que es una sensación bastante placentera para él. Por último, a medida que vaya creciendo la barriga, Brittany misma irá viendo cuál es la posición más cómoda, ya que a veces, con el transcurso de los meses, algunas no lo son tanto. Si todo sigue como hasta ahora, podran hacerlo hasta el último día.

Ambas asintieron con la cabeza.

—Gracias por aclararlo—dijo Santana—, Seguramente son preguntas que tarde o temprano nos habrían surgido.

—¡Si no le has causado ningún daño hasta ahora tampoco se lo harás! Haremos controles periódicos para estar tranquilas y ver si todo va bien. Otra cosa, Brittany, es posible que tus pechos se pongan hipersensibles y te duelan con el roce, especialmente durante el primer trimestre. Por lo general, disminuye con el paso de los meses, pero es normal. Aunque ahora no las hayas tenido, también es posible que aparezcan náuseas matutinas muy fuertes, ya que como tienes dos placentas se generarán muchas más hormonas que con una sola, y esas náuseas son producidas, principalmente, por las hormonas placentarias. ¿Hay algo más que quieran saber y que no les haya dicho?

—Sí—añadió Brittany—, Me pregunto si siendo dos bebés es posible tener un parto vaginal.

—Vale, Brittany, es difícil, pero no imposible. Eso no lo podemos saber todavía, lo iremos determinando con el paso de los meses, todo dependerá de la posición en que se encuentren los bebés. También es posible que, siendo dos, no lleguemos a término, pero todo eso lo iremos viendo con el avance del embarazo. De todas formas, iremos tomando precauciones. No se olviden que estamos en una clínica donde los procedimientos que se llevan a cabo con técnicas de fertilización, por lo general, nos hacen trabajar a menudo con embarazos múltiples, así que estamos habituados a estos partos. Tenemos ventaja en cuanto a cuidados, cosa que, desde luego, debe daros tranquilidad a ustedes también.

Rachel se mostró orgullosa y Santana le guiñó un ojo.

—Lo preguntaba porque ellas dos son mellizas y mi suegra me explicó que su parto había sido natural, pero los de Jake nacieron por cesárea.

—¡Ah, vaya! ¡No sabía que ustedes eran mellizas!—exclamó la doctora mirando a Rachel y a Santana— Veo que hay varios casos de mellizos en la familia.

—Los de Jake son por fertilización, Mercedes, pero nosotros no. Y sí, es cierto, mamá nos tuvo por parto natural, mi hermanita es el más grande de las dos—le contó Rachel.

—¡Ah, vale, vale!

—¿En qué mes se comenzarán a sentir sus movimientos?—preguntó Santana.

Rachel la miró con gran ternura. Ella no intervenía, aunque bien le podría haber contestado, pero en ese momento se encontraba en calidad de tía.

—Bueno, no les lo puedo contestar con exactitud. Serán evidentes seguro hacia el cuarto mes, pero siendo un embarazo múltiple, muchas mujeres aseguran que los notan antes y en diferentes lugares a la vez. Es posible que, al principio, sólo pueda sentirlos Brittany, ya que como son muy pequeñines flotarán en el vientre, se balancearán y girarán en el líquido amniótico y esas sensaciones sólo las percibirá ella.

—En mi caso, al principio notaba como palomitas de maíz reventando en mi barriga, pero otras mujeres lo describen como un pez nadando de un lado a otro o una mariposa aleteando en su barriga—les contó Rachel, mientras Santana y Brittany la escuchaban con atención.

—Vale, espero que todo haya quedado claro y que les hayan sentido cómodas.

—Muy cómodas, doctora, ¿verdad, mi amor?—dijo Santana y Brittany la miró.

—Sí, por supuesto, ha sido usted muy paciente y nos ha despejado todas las dudas. Además, gracias por su tiempo, vinimos sin cita previa.

—Tranquilas, para mí también ha sido un placer. Cuando lo tengan todo, avísenle a Rachel y ella me lo comunicará. Entonces, volveremos a hacer un hueco como hoy, no hace falta que pidan hora.


Salieron de ahí sin terminar de caer en la cuenta de la realidad a la que se enfrentaban, cogidas con fuerza de la mano.

Cuando llegaron al consultorio de Rachel, Jake estaba sentado de espaldas, relajado, bebiendo agua mientras esperaba. Al oír el ruido de la puerta, se giró de golpe y se encontró, no sólo con Rachel, sino también con Santana y Brittany.

Las tres traían una sonrisa de oreja a oreja.

De inmediato frunció el cejo y no tuvo que esperar a que nadie le dijera nada.

—¿No me digan que están acá en la clínica porque voy a ser tío?

Santana lo estrechó entre sus brazos, mientras le corroboraba sus sospechas.

—Así es, estamos embarazadas, bueno Britt, pero ambas lo estamos.

Se abrazaron largo rato y luego Jake soltó a Santana para felicitar a su cuñada.

—Felicidades a las dos, ¡qué notición! ¡Vaya! ¡No han perdido el tiempo! Pero ¿cómo ha sido?

Los cuatro se rieron por la espontánea muletilla lanzada por Jake.

—Hablando en serio, ¿está todo bien?

—Perfectamente bien...—empezó a explicarle Brittany y, de pronto, se calló porque le asaltaron unas tremendas ganas de llorar.

—¡Uf, mi amor, estás sensible!

—Es que no puedo creerlo—le dijo a Santana haciendo un puchero y luego prosiguió hablando con su cuñado—Jake...—sorbió su nariz—, Estamos esperando mellizos.

—¿Qué? ¡Enhorabuena!—las abrazó a ambas—Recuerdo vivamente cuando nos enteramos de Liam y Harry, ¡fue tan bonito cuando supimos que ambos implantes habían sobrevivido! A nosotros la noticia no nos pilló por sorpresa, pero supongo que para ustedes debe de haber sido un tsunami.

—Son tantas emociones juntas que aún no me doy cuenta del todo—le confesó Santana.


Salieron de la clínica y se subieron al Alfa-Competizione para regresar al departamento.

—¡Estoy tan contenta que tengo ganas de sacar la cabeza por la ventanilla y gritar para contárselo a todo el mundo!

Santana extendió su mano y con el pulgar le delimitó los labios.

—Te infinito, mi Britt-Britt.

—Yo también, Sanny, es inexplicable lo que estoy sintiendo—hizo una pausa y, de pronto, le espetó—¡Tengo una idea!

—¿Qué idea?

—Vamos a la empresa, les contamos a Finn y a Alison, y luego nos vamos a Los Hamptons para explicárselo a Alfonso, Maribel y Sue.

—Dale, hermosa, hagamos eso.


Cuando llegaron a la casa de campo, los encontraron a punto de sentarse a comer. Los tres se pusieron muy contentos al verlos llegar, pero considerando que era lunes, también les extrañó que no estuvieran en la empresa.

—¿Pasa algo?—preguntó Alfonso.

—No, papá, simplemente queríamos venir a pasar el día con ustedes. ¿Nos invitan a comer?

—Por supuesto, tesoro, ¡qué cosas dices!—la regañó Maribel.

—Yo voy a por platos, siéntense—les dijo Sue.

—Realmente, es extraño que vengan un lunes por acá—comentó Maribel.

—La verdad es que, durante todo el camino, estuvimos imaginando con Britt cómo decírselo, pero ahora no nos sale nada de lo que habíamos planeado

Sue se tapó la boca y se echó a llorar, y Maribel, se puso de pie, cogió a Brittany por los hombros y, casi en una exhortación, le preguntó:

—¿Funciono? ¿Me harán abuela?

Brittany sonrió y asintió levemente con la cabeza.

Alfonso se levantó disparado de la silla y puso a Santana en pie para abrazarla con fuerza.

Maribel apretujaba a Brittany y la besaba sin parar.

Cuando su papá la soltó, Santana se percató de que Sue seguía muy emocionada.

—¿Qué pasa, viejita linda?

—¿Qué va a pasar, Tana? ¡Estoy vieja y sensiblera, y vos nos das esta noticia sin anestesia! ¿Sabés lo que siento al saber que podré aupar a un hijo tuyo? ¡Sos mi preferida, querida!

Santana le besó el cuello.

—Bueno, en ese caso, andá preparando ambas piernas, porque tendrás que aupar a dos bebés.

—¡¿Qué?!—exclamó Maribel.

—Sí, mamá, estamos embarazadas de mellizos.

Y hasta ahí llegó su contención.

Santana y su mamá se fundieron en un abrazo y empezaron a llorar.

Alfonso, mientras tanto, aprovechaba para felicitar a Brittany.

—¿Estás bien? ¿Está todo bien?

—Sí, Alfonso, hoy fuimos a la consulta y, al parecer, va todo bien.

—¡Mi niña! Yo supe, desde el primer momento en que te vi entrar en el Belaire, que serías una bendición—exclamó Sue—¡Cómo consentiré a esos niños! Aunque no me lo permitas, lo haré igual.

—Despreocupate, Sue, ¡estaré encantada de que los consientan!—le aseguró Brittany, mientras se acercaba para abrazarla.


El día había sido extenuante, con demasiadas emociones, todas ellas muy placenteras, y Brittany se sentía agotada.

Ya se habían metido en la cama y Santana la cobijaba mientras ella le apoyaba la mejilla en el pecho.

—Tendremos que acelerar la búsqueda del nuevo departamento, para poder preparar los cuartos de los bebés con tiempo—sentenció Santana.

—Sí, eso mismo estaba pensando.

Brittany levantó la cabeza y se quedó mirándola, le mordió la barbilla y dijo.

—Sanny, sé que igual te suena un poco injusto, pero... ¿sabés? He sentido un poco de envidia del abrazo que te diste con Maribel. Me encantaría poder estrujarme así con mi mami cuando se entere.

—¿Y qué te hace pensar que no lo harás? Iba a preguntarte si querías que el fin de semana fuéramos a Mendoza.

—¿En serio?

Brittany pegó un salto en la cama y se sentó a horcajadas sobre Santana.

—¿Que si quiero? ¡Claro que quiero!—se inclinó y la besó por todo el rostro—Tengo la esposa más buena, la más linda y la mejor. ¡Y es mía, toda mía!—le decía entre beso y beso.

—Britt, despacio, no saltes tanto.

—San, hasta buceo he practicado cuando no sabíamos que estaba embarazada.

—Bueno, pero ahora lo sabemos y debemos cuidarlos.

—Y los cuidaremos, pero tampoco exageres. Ya oíste lo que dijo hoy la doctora: no estoy enferma, estoy embarazada y, ahora mismo, lo que más quiero es que mi esposa me haga el amor.

—Ay, Britt, te juro que tengo cada una de las palabras de la obstetra grabadas en mi mente, pero me da miedo hacerles daño, ¡es que son dos!

Brittany se quedó mirándola, luego se inclinó y le pasó la lengua por los labios.

—Te deseo, mi amor, prometo que si algo me duele te lo haré saber. Además, lo haremos despacito, como cuando me dieron el alta después del balazo. ¡Bah! Aunque ese día que volviste de París, no fuiste muy cuidadosa en la oficina.

Se rieron. Luego Brittany la miró de forma provocadora y Santana se perdió en sus ojos.

—Te amo, Sanny, saber que llevo a tus hijos en mi vientre me convierte en la persona más afortunada del mundo, ¿te das cuenta, mi amor? ¡Pronto seremos cuatro!

—Es increíble, cierro los ojos y me parece que fue ayer cuando entré en el Faena y rogué que no fueras la novia de ninguno de los que estaban ahí. Hoy sos mi esposa y la mamá de mis hijos. ¡Guau! ¡Qué grande es esa palabra! Nunca tuve verdadera conciencia de lo mucho que significa hasta ahora, los voy a cuidar siempre a los tres.

—Lo sé, sé de sobra que nos amarás mucho. A mí me lo hacés sentir a diario.

—¡Dios, es que de golpe me han surgido tantos miedos...! Sé muy bien lo que siento por vos, y lo que ya siento por ellos, pero me da terror no ser una buena mamá.

—De eso no me cabe duda, mi amor, sos una gran persona y sé que a nuestros hijos les darás tanto amor como a mí, aunque a veces nos equivoquemos. Pero ¡es que no hay un manual donde se aprenda a ser mamá, San!

—Vos, en cambio, serás una gran mamá, te he visto actuar con mis sobrinos.

—Y vos también serás una gran mamá. Imaginémoslo, dale, cerrá esos hermosos ojos que tenés y figúrate con ellos en los brazos.

Santana asintió e hizo lo que le pedía.

—¿Te los estás imaginando?

—Sí, me veo super-tiesa, hablándoles de manera muy cursi—abrió los ojos—No quiero ser una mamá ausente, Britt, quiero participar en todo desde que nazcan, cambiarles los pañales, darles el biberón, bañarlos. Deseo que compartamos todo, pero tampoco quiero ser una mamá obsesiva, sólo darles lugar para que crezcan con sus ideales, pero con mi guía.

—¿Y tenés miedo de ser una mal mamá? ¿Acaso no te estás escuchando? Serás la mejor, San.

Santana la hizo girar y la dejó bajo su cuerpo.

—Te amo, Britt, me siento completa en todos los sentidos. Sos mi amor, mi vida, y no me voy a cansar nunca de decírtelo. Gracias por todo lo que me das a diario, por tu amor, y ahora por esos hijos hermosos que tendremos—la besó, luego se apartó y le confesó—Es contradictorio, pero aunque no quiero perderme ni un solo instante del embarazo, también quisiera cerrar los ojos y que ya estuvieran junto a nosotras.

—Lo sé, me pasa lo mismo—Brittany le acarició el puente de la nariz—Quiero que se parezcan a vos, estoy enamorada de tu cara, ¡sos tan linda...!

—Y yo deseo, con todas mis fuerzas, que se parezcan a vos. Me encantan tus facciones, tu boca, tus ojos, ¡sos tan linda...!

Se miraron con mucho amor y el momento se transformó, los miedos desaparecieron de pronto y fluyó esa pasión que los quemaba por dentro.

Santana la olisqueó, le pasó la nariz por el rostro, la miró mientras le sostenía la frente y le dijo gesticulando:

—Te infinito.

—Te infinito—le respondió Brittany de la misma manera y, acto seguido, le habló en su idioma, porque sabía que eso la ponía muy caliente—I love you too... you’re my world... I wish too much... [Yo también te quiero... Eres mi mundo... Te deseo tanto...]

Santana frotó su sexo contra el de Brittany: que la rubia le hablara así era suficiente para desencajarla.

Bajó su mano y se desprendió de pijama, con habilidad, le quitó el pijama de Brittany y tocó su vagina.

Brittany estaba más que preparada.

—Britt-Britt, my love...

Se acomodó y unió sus sexos.

—Te amo, sos sublime.

Empezó a moverse mansamente, mientras Brittany se meneaba también para encontrarla.

Era un vaivén continuo de sus pelvis, una danza pausada pero exquisita, un baile ritual que ese día no parecía tener fin ni pausa.

Brittany se mantenía aferrada a su espalda y Santana le hundía la cara en su cuello, mientras ahogaba sus gemidos. Sentía que su cuerpo se licuaba con cada embestida, que sus entrañas se derretían con cada roce.

—Así, San, así te quiero. Tenés la misma expresión que cuando lo hicimos la primera vez, jamás la voy a olvidar.

—Mi razón y mis deseos se extravían en tu cuerpo, Britt, como aquel día en que te tuve por primera vez entre mis brazos.

Siguieron contoneándose, encontrándose y, entonces, mientras Brittany se perdía extasiada en sus ojos, comenzó a sentir un fuego que estaba a punto de quemarla viva, sus entrañas empezaron a convulsionar, sus extremidades se crisparon y la apretó con fuerza contra su cuerpo, le enredó las piernas en la cintura y gritó su nombre.

Santana exhaló la respiración contenida, casi al filo de la locura. Cayó desmembrada a un costado, como una buena mamá cuidadosa de sus retoños.

—¿Estás bien?—le preguntó Santana con un hilo de voz.

—Perfecta, feliz y satisfecha, como cada vez que me hacés el amor.

Unos cuantos minutos después, Brittany interrumpió el silencio.

—¿Te has dormido?

—No, Britt, aún no.

—¿Sabés? Hoy, mientras me bañaba, pensé en lo que dijo la doctora de que estoy de 5,3. Y en eso de que no todas las parejas les funciona el tratamiento la primera vez y que somos bendecidas.

—Sí, yo también pensaba en eso, que funciono la primera vez, a Rach le funciono a la segunda—comento Santana.

—Somos privilegiadas, Sanny.

—No he parado de pensar en eso desde que nos hemos enterado—corroboró Santana.

—Yo tampoco.

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Lun Ago 31, 2015 11:18 pm

hola morra,...

joder me voy.. ammmm por una semana creo y pasa de todo!!! jajajaj
ya me puse al día con los cap!!!!
me gusta la nueva vida de filia que formaron,..

nos vemos!!!
3:)
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo

Mensaje por monica.santander Mar Sep 01, 2015 12:35 am

Haayyyyy dos bebecitos Brittana me muero!!!!!
Saludos
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Mar Sep 01, 2015 1:37 am

3:) escribió:hola morra,...

joder me voy.. ammmm por una semana creo y pasa de todo!!! jajajaj
ya me puse al día con los cap!!!!
me gusta la nueva vida de filia que formaron,..

nos vemos!!!


Hola lu...la desaparecida, ajajajaj eso es por desaparecer ¬¬ pero que bueno que ya estés bn en las actualizaciones! AAaaa si es lo que se merecen después de todo vrdd¿? jaajajajaj. Saludos =D




monica.santander escribió:Haayyyyy dos bebecitos Brittana me muero!!!!!
Saludos


Hola, o nooo!!!!!!!!!! que emoción!!!!!!!!! todo mejoro! jajajajaja. Saludos =D


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Finalizado FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Cap 23

Mensaje por 23l1 Mar Sep 01, 2015 1:39 am

Capitulo 23

El jet de Mindland aterrizó en el aeropuerto de San Rafael Mendoza en hora.

Brittany estaba feliz de llegar a su tierra y Santana disfrutaba de su alegría. No habían avisado de que viajaban, porque querían sorprender a todos, así que, al salir del aeropuerto, alquilaron un coche con chófer para que las llevara hasta la plantación.

—Usted es la más pequeña de los Pierce, ¿verdad?—le preguntó el conductor a Brittany.

—Sí, disculpe que no lo reconozca, pero hace bastante que no vivo acá.

—Soy el sobrino de Carl, Mariano. No sé si me recuerda, pero yo iba seguido a la plantación y jugaba con su hermano.

—¡Ah! ¿Cómo estás, Mariano? Disculpame el despiste. Te presento a mi esposa, Santana.

Éste le extendió la mano muy amablemente.

—Mi tío y mi tía nos contaron que se han casado. ¡Uf! Si los hubieran visto, no paraban de hablar del fiestón.

—Bueno nos costó mucho subir al avión a ese viejo para que fuera, pero al final lo logramos—dijo Brittany con gran cariño.

—¿Vinieron de visita?

—Sí, sólo por este fin de semana.

Siguieron en silencio un rato, Santana contemplaba el paisaje mientras le acariciaba la mano.

—Mariano, ¿podrías parar el coche que me siento descompuesta?

Santana la miró asustada, Brittany estaba muy pálida. El chófer paró de inmediato en el arcén y Brittany salió despedida del compartimento y empezó a hacer arcadas. Santana, que ya estaba junto a ella, le sostenía la frente mientras ella vomitaba.

—¿Te sentís mejor?

—Sí, pasame un pañuelo de mi bolso y la botella de agua, por favor.

—¿Te habrá caído mal algo que comimos en el avión?

—Espero que sea eso, porque si es que voy a empezar con náuseas diarias realmente es horrible. No sé, pero me encontré mal muy de golpe.

—¿Estás mejor? ¿Seguimos?

—Sí, continuemos.

Subieron de nuevo al coche y Brittany se recostó en el hombro de Santana mientras ella la cobijaba en su abrazo. Poco a poco fue recobrando el color.

Finalmente, llegaron al portón de rejas que servía de entrada a Saint Susean. Sobre el arco de medio punto se erigían las letras de hierro forjado que resaltaban el nombre de la bodega.

Entraron por el camino que los llevaba hasta la casona y Mariano aparcó el automóvil frente a la puerta de entrada.

Holly salió de inmediato al oír el ruido del vehículo. Al ver que descendían Brittany y Santana, empezó a dar gritos para llamar a todos. La primera en salir fue Dottie y, por detrás, venía tambaleándose Franco.

—¡Hola, mi tesoro! ¿Cómo estás?

—¡Tía, qué sorpresa!

—¿Verdad que los sorprendí? Pero ¡yo también lo estoy! Mirá, este muchachito ya camina, ¡ya era hora, Franco!

Levantó al pequeño y Santana la miró y se lo quitó de los brazos y lo aupó ella, pero como el niño era muy dócil no se quejó.

Brittany saludó cálidamente a Holly y Carl, que no había tardado en llegar hasta la entrada. Santana también les dedicó un amistoso saludo a los caseros.

El chófer ya había bajado las maletas, saludó a sus tíos y se despidió, pero antes Santana le dio una suculenta propina.

—Adiós, Mariano, un gusto haberte visto—le dijo Brittany antes de perderse dentro de la casa.

Dottie estaba aferrada a su mano y no la soltaba

—Pero ¿dónde están todos?

—Están en la bodega—le informó Carl—Hay visitas.

—¿Visitas?—preguntó Brittany extrañada, ya que era obvio que quien había llegado no conocía la bodega y por eso estaban mostrándosela.

—Sí tía, creo que es un amigo de la abuela—dijo Dottie, y Brittany y Santana se miraron—Habla raro, pero también habla como Santana, en inglés, y no sabe español. Yo no fui con ellos porque ya conozco la bodega y preferí quedarme jugando. Y Franco, cuando se fueron, estaba durmiendo.

—¿A quién se refiere Dottie?—preguntó Brittany.

—Al señor Luc y su hija, que llegaron anoche de Francia—le contestó Holly.

—¡Ah, bueno! Creo que la sorprendida soy yo, entonces.

Santana la abrazó y le besó el pelo.

—¿Querés que vayamos a un hotel?—le preguntó Santana a Brittany.

—No es necesario.

Se miraron a los ojos.

—Te acabo de decir que no es necesario, ¿o sí lo es?—le preguntó Brittany con sorna.

—Britt...—le contestó Santana en tono de advertencia.

—¿Hace mucho que se fueron?—le preguntó Santana a Carl.

—No, cuando ustedes llegaron hacía muy poquito que ellos se habían marchado. ¿Quieren una de las camionetas para ir hasta allá?

—No sé lo que quiere hacer Britt, Carl—la miró esperando una respuesta.

—Sí, vamos, pero nosotras buscamos la camioneta, no te preocupes, viejito.

—Miren que para mí no es molestia, al contrario.

—Está bien, Carl, sólo traiga las llaves, nosotras la vamos a buscar—insistió Santana mientras le palmeaba la espalda.

—¿Puedo ir con ustedes, tía?

—Voy a conducir yo, así que me tenés que preguntar a mí si te llevo—le contestó Santana.

Entre ellas no había habido mucho feeling, ya que la niña se había mostrado muy celosa cuando la había conocido en Nueva York.

Dottie miró a Brittany para que interviniera, pero ella no la desautorizó.

—Además, ¿me parece a mí o no saludaste a San cuando llegamos?

—No me acuerdo—respondió la niña.

—Yo sí me acuerdo bien y no me saludaste.

Santana se inclinó y le señaló su carrillo. Dottie no tuvo más remedio que darle un beso. Santana le dio otro a ella y la cogió de la mano.

—Por supuesto que podés venir con nosotras—concluyó.

Franco se quedó con Holly y las tres partieron rumbo a la bodega. Cuando llegaron, los empleados las saludaron de inmediato y Brittany se cercioró de si su mamá y compañía aún estaban ahí.

—Sí, señora, están en la cava—le dijo el capataz.

Bajaron por la escalera y, cuando estaban llegando, la cara de Santana se transfiguró.

—¡Bingo, mi amor! Por lo visto, yo voy a tener que aguantar a la francesa, pero a ti te va a tocar Sam. ¡Claro, corrés con ventaja! Seguro que Sam no se queda a dormir.

—Muy chistosa, pero no entiendo qué mierda hace ese idiota acá.

Mike sintió el murmullo de ellas hablando y se dio la vuelta y las vio bajar.

—¡Britty, San! ¡Qué sorpresa!

—¡Hija querida, no puedo creer que estén acá!

Whitney salió casi corriendo a su encuentro, se abrazó a su hija y la llenó de besos, luego la soltó, cogió a Santana por la cara y también la llenó de besos.

—Pero ¿por qué no avisaron de que venían?

—Queríamos sorprenderlos, mamá.

Mike también se acercó a ellas, junto con Tina, y se abrazaron.

—Pero ¡qué bronceadas están! Todavía guardan un color muy caribeño—hizo notar Whitney mientras tomaba distancia para mirarlas.

Se acercaron hasta donde estaban los demás.

—Bonjour, Luc, Chloé.

—Bonjour, Brittany—le contestaron a la vez, y la saludaron con dos besos.

Santana también los saludó.

—Hola, Sam—Brittany se acercó y le dio un respetuoso beso en la mejilla.

—Hola, Britt, Santana...

Sam le extendió la mano pero Santana se la dejó extendida, sólo le contestó de forma tosca con una inclinación de cabeza.

—Estábamos mostrándole a Luc y a Chloé la bodega y ahora íbamos para la plantación—dijo Whitney rápidamente tratando de salvar el mal momento.

—Bueno, yo los dejo—se disculpó Sam.

—¡Pero si ibas a quedarte a comer un asado con nosotros...!—se quejó Mike.

—Te lo agradezco, de verdad, pero mejor lo dejamos para otro día.

—Por mí podés quedarte, para mí no existís—le dijo Santana.

—San—le dijo Brittany entre dientes.

—¿Qué?—se encogió de hombros mientras la miraba—Acabo de decirle que para mí no existe, ¿qué querés? Que le ruegue que se quede a comer, si quiere hacerlo que lo haga, no me interesa.

—Santana, Sam es mi invitado y mi amigo—intervino Mike.

—Pero da la casualidad de que tu amigo quiere hincarle el diente a mi esposa... Pero no hay problema, cuñado, no te preocupes. Como veo que preferís a tu amigo, mi esposa y yo nos vamos—la cogió de la mano y quiso irse.

—Un momento—le dijo Brittany poniéndose firme—Si yo puedo hacer el esfuerzo, vos también podés hacerlo.

Chloé hundió su mirada en el suelo, y Santana miró a Brittany fulminándola.

—Vamos, Luc, Chloé. Sigamos recorriendo la bodega, vayamos a la embotelladora y luego a la plantación, acompáñenme—los invitó Whitney a que la siguieran.

Todos salieron de ahí y Santana y Brittany se quedaron solas en la cava. El aire se cortaba de la tensión acumulada.

—¿Tanto te interesa que tu amiguito se quede?

—San, no seas irracional. Fue muy desagradable lo que le dijiste a Sam. ¿Cómo quedo yo frente a Luc? Además, no me olvido de que la zorra de Chloé, según vos, se te desnudó y la rechazaste.

—¿Qué? ¿Todavía tenés dudas sobre lo que pasó con Chloé?

—¿Debo tenerlas? ¡No soy yo quien se está comportando como una troglodita! Y creo que tendría motivos de sobra como para hacerlo.

—Si no lo estás haciendo es porque ella es la hija de la pareja de tu mamá.

—Por eso mismo. ¿Sabés lo importante que es para ella que Luc y su hija estén acá? Es la primera vez que entra un hombre en esta casa desde que mi papá falleció—hizo una pausa—Por supuesto que no me faltan ganas de mandarla a la mierda, porque, por más que Chloé me pidiera disculpas en París, no me olvido. Pero ¡lo intento, por mi mamá, pero sobre todo por el respeto que merece nuestro amor! Para mí tampoco es fácil. ¿Sabés, San? Fue muy molesto que los demás se dieran cuenta de nuestras inseguridades.

Santana se quedó mirándola con chispazos de fuego en sus ojos oscuros.

—¿Por qué guardás una tarjeta con su dirección?

—¿Qué?

—No te hagas la desentendida, Britt, la tenés en tu monedero.

—¿Anduviste hurgando en mi monedero?

—No, no anduve hurgando. La vi el otro día cuando me mandaste a buscar la tarjeta de Ryder. ¿Para qué la guardás? ¿Acaso pensás ir a visitarlo?

—¡Sos una... pelotuda, no es justo Santana!—se puso a llorar—Ni me acordaba de que estaba ahí, vinimos a contarles a mi familia nuestro embarazo y mirá con lo que me salís.

—Es que no soporto a ese tipo, sé perfectamente que te habló mal de mí en el aeropuerto.

—¡Ah, veo que tu soplón hizo muy bien los deberes aquel día! Bueno, pedile entonces que te relate el cuento completo, porque ese día, cuando él me habló mal de vos, saqué mis uñas para defenderte.

—Sí, pero aceptaste su tarjeta y aún la conservás.

—Sos insufrible, Santana, siempre querés tener la razón. ¿Qué tendría que haber hecho yo cuando llegamos y saludaste a Chloé como si nada? ¡Incluso acepté que le enviáramos una invitación a nuestra boda! ¿Vos habrías permitido que yo invitara a Sam? A mí también me duele lo de Chloé y encima me la tengo que tragar, porque tenemos negocios con ellos y, por si fuera poco, ahora mi mamá tiene un asunto amoroso con su papá.

Brittany se echó a llorar con verdadera congoja, entonces, Santana sacó las manos de sus bolsillos e intentó abrazarla.

—¡Dejame! No quiero que sientas lástima por mí, ya es suficiente la lástima que siento yo de mí misma.

—No es lástima, Britt, te amo, por eso me pongo así.

—Pero me hacés daño, no te doy motivos para que desconfíes de mí de esta forma.

—Lo sé, lo sé, no te angusties, te va a hacer mal a vos y a los bebés. No nos peleemos más. Es que yo sé que él babea por vos y no lo soporto, no aguanto que nadie te desee más que yo.

—Imaginate entonces la visión que yo tengo de ella desnuda frente a vos.

—Basta, Britt, no quiero que te angusties más. Vinimos a compartir con tu familia nuestra felicidad y mirá en lo que hemos terminado.

—No es culpa mía.

—Ya sé que no es culpa tuya, no llores más.

Volvieron a la casa.

Los ánimos no estaban como para unirse al recorrido con los demás. Brittany se dio un baño mientras Santana le hacía compañía a Carl, que estaba preparando un costillar en el asador.

Habían decidido darse un espacio, para que a ambas se le pasara el enfado.

—Doña Santana, sé que recién vienen de ahí, pero ¿no me acompañaría a la bodega? Me gustaría bajarle un vinito de la última cosecha de mi señor Pierce a la niña Britt, ella siempre toma ese Malbec cuando viene y la verdad es que están tan altos que yo no me animo ya a trepar hasta ellos.

—Con gusto lo acompaño, pero le voy a contar un secreto que aún no sabe nadie: Britt esta vez no va a beber vino.

—¿Ah, no?—Carl se mostró apenado y no entendió mucho lo que decía Santana.

—Está embarazada.

—¡Oh, doña Santana, qué gran noticia!—el viejo le palmeó la espalda y hasta lagrimeó un poquito—Felicidades a usted también, quédese tranquila que no voy a decir nada, tengo mi boca con siete candados, pero con más razón vayamos a por ese vino: la familia querrá brindar de manera especial cuando sepa la noticia.

—Vayamos, entonces.

—¡Ahora entiendo por qué vinieron sin aviso!

Santana le guiñó un ojo mientras subían a la camioneta.

—, En cuanto se entere mi mujer, se pondrá a tejer patucos.



A la hora de comer, todos habían regresado ya del recorrido y Santana fue a buscar a Brittany, que estaba con su sobrina en la habitación de Dottie. Cuando entró, casi se desternilla de risa, porque estaban jugando a la peluquería y la niña había hecho estragos en el aspecto de su tía, que parecía el león de la Metro Goldwyn Mayer y estaba pintada como un payaso.

Santana intentó contener su risa, ya que como las relaciones con la niña no eran muy buenas no quiso que pensara que se burlaba de ella.

—Permiso, ¿les falta mucho? Porque ya vamos a comer. Mi amor, ¡qué hermosa estás! Creo que deberías dejar que Dottie te maquillara y te peinara más seguido.

—¿Cierto que está hermosa, Santana?

—Sí, Dottie, realmente la dejaste más hermosa de lo que tu tía ya es—Santana le guiñó un ojo.

—Pero yo aún no pude verme al espejo, Dottie no me deja hasta que no termine.

—Te juro que vas a quedar impactada cuando te veas.

—¿Estoy linda?

—Muy linda.

—¿Viste, tía? A Santana le ha gustado. Te lo dije, tenés que peinarte así para ir a la oficina.

—Sí, mi amor, creo que tenés que hacerle caso a Dottie y adoptar ese look.

Brittany se acercó a Santana y le habló entre dientes.

—Suficiente, no la incites más que no me va a dejar sacar el maquillaje ni el peinado y voy a tener que ir a comer así.

—¡Oh! Yo creo, Dottie, que tu tía debe salir así y que todos vean lo bonita que la dejaste, ¿qué crees?

—Sí, tía, quiero que mi mamá te vea.

—Te mato—Brittany pellizcó la cintura de Santana mientras le hablaba en tono bajo.

—¡Ay, eso ha dolido!

En eso entró Tina y fue la salvación para Brittany.

—¡Ah, pero que le hiciste a tu tía! Parece el Joker de Batman.

—¿Verdad que está hermosa, mami? A Santana le gustó cómo le queda.

—Sí, hermosa, para suplir al payaso del circo del pueblo. Vayamos a lavarte las manos y la cara, que ya vamos a comer. Aprovechá, cuñada, y andá a hacer lo mismo.

Santana y Brittany fueron hasta la habitación que siempre ocupaba ella cuando vivía ahí.

—¿Se te pasó el enfado?—le preguntó Santana abrazándola por detrás, mientras Brittany, frente al espejo, intentaba sacarse con una toalla desmaquilladora el emplaste que Dottie le había puesto en el rostro.

Brittany la miró a través del espejo, pero no le contestó. Siguió con su tarea mientras Santana le besaba el cuello.

—No me contestaste, ¿seguís enojada?

—Un poco.

—¿Y cuánto es «un poco»?—le dio vuelta y la cogió por la cintura.

—Un poco es un poco.

—Depongamos esa actitud, Britt, no deseo seguir peleando. ¿Puedo decirte algo sin que te enojes aún más?

—Por supuesto.

—A ver, entiendo perfectamente lo que sentís por Chloé, porque siento lo mismo por Evans.

Brittany quiso hablar.

—Chis, en la cava yo te escuché y, cuando tuve que pedirte disculpas, lo hice. Ahora es mi turno.

Brittany asintió levemente con una bajada de ojos.

—Britt-Britt, sé que estás haciendo un gran esfuerzo por tu mamá y por el negocio, y creeme que yo también, ya que desde que ocurrió lo de París, no deseo tener ningún tipo de relación con Chloé. Vos estás por encima de todo para mí y quien se meta con vos también se mete conmigo. Cuando recuerdo que pudo ser la causa de nuestra separación, me encolerizo. Ahora, dame un motivo por el cual tenga yo que aguantar a Evans y te juro que lo hago. ¿Qué pasaría si un día llegamos a casa de mis padres y resulta que mi mamá y Rach están de lo más felices con una de mis ex? O, mejor, no digamos «una de mis ex», porque el idiota ese nunca fue algo tuyo, ya lo sé—se corrigió antes de que Brittany lo hiciera—Digamos, entonces, que llegamos a mi casa y está Audrey, ¿te gustaría encontrarla ahí sabiendo que me tiene ganas? ¿Cómo te sentirías si mi familia la tratase con pompa como si vos no existieras?

—Lo siento, pero mi familia no sabía que nosotras veníamos.

—No se trata de si veníamos o no. ¿Sabés qué? No soy estúpida, sé que tu hermano lo hubiera preferido a él a tu lado y no a mí, sé que no me perdona lo del disparo y me culpa por cada una de tus lágrimas y, en el fondo, lo entiendo. Pero lo que me da más rabia es que, en realidad, no sé si son sus propios pensamientos o los que Evans le mete en la cabeza.

—Britty, San—Whitney golpeó la puerta interrumpiendo la conversación.

—¿Sí, mamá?

—Permiso—asomó la cabeza por una rendija de la puerta antes de entrar.

—Pasá, mami.

Whitney entró y los abrazó por la cintura.

—San, no quiero que te sientas incómoda en mi casa por ningún motivo. Me encanta que estén acá y ya le pedí a Sam que se fuera.

—No era necesario, Whitney, no quiero que Mike se disguste.

—Primero, sí era necesario. Segundo, ésta es mi casa. Y tercero, por más que mi hijo haya cargado a cuestas a esta familia, no puede arrogarse derechos que no le corresponden. Ahora, dejame decirte algo más: vos sos la esposa de mi hija y, por lo tanto, acá tenés los mismos derechos que Tina.

Santana besó en la cabeza a su suegra.

—Gracias, Whitney.

—No hay nada que agradecer. Ahora vamos a comer. Y vos—sentenció mientras miraba a Brittany fijamente—, Luego me vas a explicar por qué esa tirantez con Chloé, cosa que presiento desde que fuimos a París.

—No sé a qué te referís, será porque hemos tenido algunos encontronazos en los negocios, mamá. Tuvimos un par de intercambios de opiniones, pero, tranquila, nada que no pueda subsanarse. Me encanta que Luc esté acá, pero me pregunto una cosa, mami: ¿será que dentro de poco voy a tener que viajar a París cuando quiera verte?

—No sé, Britty, dicho así me da un poco de vergüenza, pero seguí tu consejo y lo estoy conociendo.

—¡Tonta!—Brittany besó a su mamá.

—Muy bien, suegra, déjeme decirle, que usted todavía es muy apetecible. Ahora no se sonroje más y vayamos a comer ese costillar, que estoy muerta de hambre.

—Vayamos.

Salieron las tres abrazadas.

Todos estaban sentados a la mesa mientras Carl servía el asado.

—Holly, ¿y los platos de ustedes?

—Carl y yo vamos a comer en la cocina, Whitney.

—¡Ni lo sueñes, mujer, te traés los platos y comemos juntos, como todos los días!

—¿Cómo es eso, Holly, vengo a visitarlos y no querés compartir la comida conmigo?—le preguntó Brittany.

—¡Ay, niña! ¿Cómo va a ser por eso? Sólo que mi viejo y yo queremos que coman en familia.

—Traé los platos y dejate de bobadas, Holly. ¿O pretendés que todos nos traslademos a la cocina? La mesa de allá no es tan extensa—le dijo Mike.

Mientras destapaba el Malbec y hacía ademán para servirle a Brittany antes que a nadie, pero su hermana lo detuvo, puso la mano sobre la copa y le dijo:

—Gracias, Mike, no voy a tomar vino.

—Pero es el que a vos te gusta, el de la última cosecha de papá.

—Lo sé, pero no puedo beber alcohol.

—¿Acaso han surgido complicaciones en tu salud por el disparo?

—No, tranquilo, estoy perfectamente, no se trata de eso—Brittany cogió de la mano a Santana y se dieron un beso, luego ella siguió hablando—Estoy embarazada.

—¡Ay, no puedo creerlo! ¡Mi nena va a ser mamá!

Whitney se levantó de su lugar y fue hasta donde estaba su hija para abrazarla con verdadero sentimiento.

Mike también se puso en pie y se acercó a Santana, le dio un abrazo afectuoso, la apreto con fuerza y, luego, fue a buscar a su mamá y a su hermana y las cobijó a ambas en un sentido abrazo.

—¡Felicidades, pendeja!

Todos se acercaron a saludarlos, incluso Luc y Chloé.

—¡Felicitaciones! Un bebé siempre es una bendición.

—Gracias, Chloé, realmente me siento muy bendecida.

Holly y Carl se mostraban también muy conmovidos.

La que no parecía estar muy contenta era Dottie, ya que otro bebé significaba menos protagonismo para ella. De todas formas, se acercó para darle un beso a su tía, incitada por su mamá.

—Déjenme llenar las copas y brindemos—dijo Mike y se ocupó de servir el vino para todos, menos para Brittany—¡Brindo por mi primer sobrino!

—Hagamos un brindis doble—dijo Santana muy feliz—, Porque esperamos dos bebés: estamos embarazadas de mellizos.

—¡Dos! ¡Mierda, no saben lo que les espera! No es que quiera desilusionarlos, pero si uno no te deja dormir, ¡imagínense dos a la vez!—exclamó Mike y la mesa estalló en festejos otra vez.

—Hija, ¿está todo bien? ¿Ya fuiste al médico?

—Sí, va todo perfecto. Me hicieron los primeros exámenes y todos salieron bien.

—No puedo creerlo, pero si hace poquito más de un mes estábamos con los preparativos para la boda.

—Para nosotras también fue una sorpresa. Britt, quería dar una sorpresa a la familia, y se suponía que debíamos esperar unos meses más por la herida—añadió Santana.

—¿Y no hay riesgo para Britty?—preguntó Mike alarmado.

—No, tranquilo, Mike, ya fuimos a la consulta del cirujano y todo está en óptimas condiciones. Sólo debo cuidarme durante los primeros meses para no aumentar demasiado de peso, algo que, siendo dos bebés, va a ser más difícil, pero todo está perfecto. No tienen que preocuparse por nada, de verdad.


Había sido un día muy intenso.

Por la noche, Santana y Brittany se sentaron en la galería del fondo, en una tumbona. Mientras Santana le acariciaba la barriga a Brittany, llegó Mike y se acomodó a su lado. Traía una botella de vino y una copa para él y otra para Santana, las llenó y le pasó una.

—Gracias.

—¿Disfrutando de la calma de la noche mendocina?

—Así es, hermanito.

—Parece que lo de mamá y el francés va en serio, salieron a caminar.

—No seas celoso, Mike, Luc es una buena persona.

—No, si no digo lo contrario. Simplemente, me resulta extraño ver a mamá con alguien.

—Pero parece contenta—comentó Santana.

—Sí, mi mamá está feliz, no puedo negarlo.

—Cuñado, creo que me voy a llevar unas cuantas botellas de este Chardonnay. Realmente me gusta mucho.

—Ésta es una de nuestras mejores cosechas de este vino. Mañana temprano te hago preparar unas cuantas para que se lleven.

—Gracias.

—Voy al baño, ya vuelvo—dijo Brittany y desapareció dentro de la casa.

Se quedaron en silencio hasta que Santana decidió romperlo.

—No confiás en mí, ¿verdad? ¿No me creés digna para tu hermana?

—¿Por qué tendría que pensar eso?

—Me gustaría que me lo explicaras vos, porque realmente amo a tu hermana más que a mi vida—Santana se sentó en la tumbona, se giró y quedó de frente a Mike mientras buscaba sus ojos.

Había decidido hablarle sin tapujos y decirle todo lo que pensaba de una vez.

Bebió de su copa y continuó hablando.

—¿Qué es exactamente lo que te dijo Evans de mí para que tengas tan mal concepto de mi persona?

—No sé por qué creés que Sam tiene algo que ver con lo que yo pienso sobre vos.

Santana se rió con sorna.

—Sé que me ha investigado.

Se hizo un silencio entre ellos.

—Mike, antes de conocer a tu hermana, mi vida sólo se limitaba a trabajar y a acumular millones y conquistas. Nadie me interesaba más que para echarme un buen polvo y, por suerte, nunca me costó conseguir una mujer para llevarme a la cama.

Mike hizo un rictus con la boca demostrando asombro.

—Lo siento, quizá te suene presumido, pero así era yo, sólo usaba a las mujeres para saciar mi placer. Espero que no te ofendas por lo que voy a decirte, porque te hablaré de nuestra intimidad y quizá te choque.

Mike lo escuchaba con atención.

—Cuando conocí a Britt, ella no era diferente a las demás, no me costó llevármela a la cama. La llevé a la habitación del hotel donde estaba alojada y lo único que quería con ella era un buen revolcón y lo tuve. No se negó a nada, hice con ella todo lo que me apeteció.

Mike lo miró con desprecio.

—Lo sé, dicho así duele, pero te estoy hablando como te hubiera hablado la Santana López que llegó a Argentina por aquel entonces. Increíblemente, ninguno de mis trucos de seductor resultaron, tu hermana me puso patas arriba, rompió toda la estructura de mi vida, me dejó tambaleando desde el primer momento que estuve con ella y, cuando la volví a ver, supe que no iba a poder olvidarla. Ahora me doy cuenta de que tampoco quería hacerlo, pero entonces me sentía tan omnipotente e irresistible que quería convencerme de que lo único que buscaba con ella era volver a revolcarme porque el sexo había sido muy bueno. Pero ¿sabés qué? Ya me había enamorado. Sí, la presuntuosa Santana López había sucumbido a la inteligencia, la sencillez, la belleza y los buenos sentimientos de su empleada. Me costó reconocerlo, porque mi esencia quería luchar contra eso. Además, por esos días, aún me castigaba por no haber hecho feliz a mi exesposa, su muerte era un saco de piedras que cargaba sobre mis hombros y sentía que no era merecedora de dar amor a otra persona, ni de que me lo dieran. Sólo buscaba alivio sexual y pretendía vivir mi vida sin involucrarme sentimentalmente con nadie. Me creía tan poderosa, follándome a una mujer diferente cada vez, que estaba convencida de que lo lograría. Por eso, cuando hubo ese malentendido entre nosotras y Britt no quiso que le explicara lo de mi esposa, no la saqué de su equivocación y me fui, y le rompí el corazón sin importarme nada. Estaba asustada, en parte, por lo que ya vislumbraba que sentía por ella.

Tomó un sorbo de su copa

—¡Idiota de mí! La dejé destrozada acá y yo también me estaba destrozando por no tenerla. Lloré noches enteras recordándola y no me avergüenzo de decírtelo, ¿sabés lo que hice? Me compré su perfume y, por las noches, rociaba mi almohada para creer que la tenía a mi lado. Por eso, cuando la recuperé, ese mismo día le entregué un anillo de compromiso, porque ya no concebía mi vida sin ella. Tu hermana es la persona con la que quiero vivir y compartir el resto de mis días. Mi mundo empieza y termina en Britt. Me duermo haciendo esfuerzos para no hacerlo, porque la amo tanto que temo no despertar y dejar de verla.

Respiró hondo y miró al cielo antes de continuar.

—Cuando Britt recibió ese disparo, creí que me moriría, y no es solamente una frase hecha, te juro que me sentí morir y me asusta este estado, porque a veces entiendo que dependo mucho de ella. El otro día, cuando hicimos el test de embarazo y dio positivo, volví a morirme de miedo. Si el médico no me hubiera garantizado que ella estaría bien con este embarazo, no hubiera permitido que continuara con él. Mike, me acuesto pensando en su bienestar y me levanto con ello en mi mente. Tuve una vida sexual muy activa antes de estar con ella, pero eso se ha terminado, porque sólo la necesito a ella. Tu hermana me complementa y es todo para mí.

Brittany llegó de forma inoportuna cuando Mike estaba a punto de hablar.

—¿Charla entre cuñados?

—Una muy buena charla entre cuñados—sentenció Mike.

Brittany se sentó en las piernas de Santana, le retiró el pelo de la frente y se la besó.

—¿Saben que ustedes dos son una de las personas más importantes de mi vida?

—¡Uf, menudo rival me tocó!—bromeó su hermano.

—No, Mike, rivales nunca. Cada uno ocupa un lugar muy importante e irremplazable en mi corazón—Brittany estiró su mano y la enlazó a la suya.

—Estás cambiada, Britty, te veo afianzada.

—Soy feliz, Mike. La felicidad nos hace diferentes, el amor cambia a las personas—miró a Santana y le besó la punta de la nariz.

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo

Mensaje por micky morales Mar Sep 01, 2015 10:00 am

bueno, ha sido excelente la actitud de la mama de britt, pedirle a labios de almohada que se retirara fue muy considerado de su parte, entiendo las reservas de mike pero no pde poner a sam por encima de santana, feliz por los mellizos y a esperar como van las cosas!!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Mar Sep 01, 2015 7:45 pm

micky morales escribió:bueno, ha sido excelente la actitud de la mama de britt, pedirle a labios de almohada que se retirara fue muy considerado de su parte, entiendo las reservas de mike pero no pde poner a sam por encima de santana, feliz por los mellizos y a esperar como van las cosas!!!!!


Hola, ajaajajajajaj "labios de almohada" ajjajaja maldito ¬¬ y nadie lo quiere, solo mike xq es su "amigo" y si no tampoco :@ y la conversa entre mike y san ahora mas chao sam JAjaajajajajajajaaj ¬¬ Aaaa ya todo va bn! jjaajaj. Saludos =D


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Finalizado FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Cap 24

Mensaje por 23l1 Mar Sep 01, 2015 7:46 pm

Capitulo 24

Tres Meses Después...


—Britt, ¿estás lista? ¡Es tarde y nos espera el agente inmobiliario!

Santana había entrado en su despacho con cierta inquietud y Brittany le hizo señas de que esperara, que terminaba en seguida con la llamada telefónica que estaba atendiendo.

—Señora Pierce-López, cuánta urgencia, parece usted muy ansiosa.

—Perdón, pero creo que anoche la ansiosa eras vos—inclinó la cabeza y levantó una ceja—Cuando llamó Unique Adams confirmando la cita, tuve la sensación de que no dejarías de hablar de la casa, ¿ya se te pasó el entusiasmo?

—¡No, amor! ¡Qué ocurrencia! Sólo que vamos bien de tiempo, tranquila.

Se abrazaron y se dieron un cálido beso, luego, Santana se inclinó y también besó su barriga.

Salieron de Mindland, Artie las esperaba afuera para llevarlas hasta Great Neck.

Emprendieron el viaje por carretera y, en menos de treinta minutos, llegaron al lugar: el número 30 de Lighthouse Road.

Artie giró en una rotonda y atravesó el portón de hierro de la entrada.

—¡Guau! Me gusta la piedra con la que está revestida la fachada, ¿y a vos?

—A mí también, Britt, es una casona de estilo americano muy suntuosa, a mí me agrada especialmente la puerta de acceso a la residencia.

La agente inmobiliaria las esperaba en la entrada. Santana bajó primero y fue a ayudar a Brittany. Se acercaron de la mano a Unique Adams, que las saludó muy cordialmente.

—Buenas tardes, señoras López-Pierce, adelante.

Ambas le estrecharon la mano y la siguieron hasta el interior de la casa.

La mujer les flanqueó la entrada y penetraron en un vestíbulo con el suelo de madera de pino tea en un tono claro que parecía impecable. Desde ahí se podía acceder a la cocina y a los dormitorios.

Frente a ellas, había dos imponentes columnas que delimitaban la entrada al salón principal, que tenía una vista increíble de Long Island Sound, a lo lejos, a través de los amplios ventanales, podían divisarse el muelle y los veleros navegando en la lejanía.

Mientras la mujer les hablaba de las texturas y acabados de la casa, Brittany apretó la mano a Santana emocionada.

La construcción era un gran mirador, las paredes, hechas con paneles vidriados, les daban una panorámica inmejorable de toda la ribera.

Unique, toda una experta en ventas, les hablaba sin respiro y se deshacía en esfuerzos para explicarles las características del lugar, pero ellas se habían quedado obnubiladas con la imponente imagen del atardecer neoyorquino.

La agente inmobiliaria las guio por todas las estancias de la casa, recorrieron los amplios dormitorios, el estudio, la moderna y muy bien equipada cocina, que tenía una isla central con taburetes altos y desde donde se accedía al comedor formal y al diario, dos exquisitos miradores íntegramente vidriados y con techos artesonados. El comedor diario tenía dos puertas por donde se salía a la terraza de piedra caliza que bordeaba la casa, con jacuzzi exterior y piscina. Recorrieron la terraza, pasaron por la barbacoa y, cuando llegaron al otro extremo, se metieron en una piscina cubierta y un gimnasio que, a su vez, comunicaba con una pista de baloncesto también cubierta.

Brittany no paraba de darle apretones de manos a Santana cada vez que entraban en un nuevo ambiente y Santana se los devolvía guiñándole el ojo. Mientras tanto, seguían en silencio y escuchaban a la vendedora con mucha atención.

Al final del recorrido, fueron hasta el garaje, que tenía capacidad hasta para cinco coches y que separaba la casa principal de la de los empleados domésticos. La vivienda destinada para el personal de servicio era mucho menos suntuosa, pero seguía las líneas de la casa y sus acabados, y contaba además con un salón bastante extenso, una cocina comedor, dos dormitorios bastante amplios y un lugar destinado para el lavado.

Volvieron tras sus pasos por la terraza y descendieron los escalones para ir hasta la pista de tenis. Tras recorrerlo todo, y como faltaba muy poco para que el sol se terminara de esconder, Unique se disculpó y se alejó, dejándolas solas durante unos minutos, para encender las luces interiores de la casa.

Ellas caminaron por el prado, pasaron por un estanque y, finalmente, llegaron a la zona de la playa privada.

—Sanny, me encanta este lugar. A vos, ¿te gusta?

—También me fascina.

—Mi amor, definitivamente, creo que acá es donde quiero que crezcan nuestros hijos, esto es...—las palabras le fallaban por la emoción—Es hermoso.

Se estrecharon y se besaron bajo el cielo purpúreo, con mezclas de rojo y anaranjado, y así permanecieron en silencio durante un buen rato.

El sol se perdía en el horizonte y la brisa marina agitaba sus cabellos, de fondo, se oía el murmullo del oleaje. Poco a poco, a lo lejos empezaron a distinguir las luces de la ciudad en la orilla contraria del río.

Santana la abrazó por detrás, mientras le acariciaba el abultado vientre de cuatro meses.

—¿Te gusta de verdad, Britt? ¿Querés que la compremos?

—Yo quiero, pero ¿vos querés? Ésta es una decisión que debemos tomar entre las dos. Quiero saber tu opinión, ya que yo estoy demasiado embelesada por esta postal que tenemos enfrente.

—Mi amor, me encanta la paz que se respira, creo que es el lugar perfecto para disfrutar de nosotras y de nuestros retoños, para que crezcan rodeados de naturaleza.

—Entonces, ¿la compramos?

—La compramos, señora López-Pierce.

Brittany largó un gritito.

—¿Lo notaste?

—¿Qué?

—¡Se han movido! ¡Los bebés se han movido!

—No me di cuenta, ¿estás segura?

—Te digo que sí, Sanny, sentí claramente cómo se movían, ¿y ahora? ¿Lo notaste? Se movieron otra vez.

—Sí, ahora sí, en mi mano derecha—Santana abrió los ojos como platos y, de pronto, soltó una carcajada—¡Ahora en mi otra mano!

Ambas se reían.

Santana la giró y se acuclilló para besarle la barriga. En ese instante, los bebés volvieron a moverse sobre sus labios.

—Creo que están felices porque vamos a comprar la casa—afirmó Brittany—Fue increíble cómo se movieron y me emociona mucho que también los hayas podido sentir vos.

—¡Hey! mamá y mami les comprarán una casa muy bonita para que puedan corretear y jugar bajo el sol y, además, ¿saben una cosa? Voy a contarles otro secreto: estoy segura de que la cabecita de mami ya va a mil por hora pensando en cómo decorarles las habitaciones.

Brittany se carcajeó mientras Santana le hablaba a su barriga.

—¡Cómo me conocés, mi amor!—Brittany le hundió los dedos en los mechones del cabello—No he parado de imaginarlo desde que entramos. Habrá que comprar muchos muebles para llenar semejante casa.

Santana se levantó y le rodeó la cintura con las manos, descansándolas en la redondez del nacimiento de sus prominentes nalgas.

—¡Uf!, creo que no le costará mucho trabajo salir de compras, señora López-Pierce, ¿verdad?—entrecerró los ojos y frunció la boca—Presiento que se sentirá a sus anchas con esa labor. Me atrevo a asegurar sin temor a equivocarme que será una gran tarea para usted.

—¡Sí!, creo que será algo muy placentero—la cogió por la nuca y apresó sus labios.

Santana le devolvió el beso gustosa y se acariciaron las lenguas con mucho mimo.

—Pero quiero que lo hagamos juntas.

—Hum, pero será tu casa, mi amor, quiero que esté todo a tu gusto.

—No, San, será nuestra casa. Ansío que todo lo que pongamos en ella nos agrade a ambas para que la sintamos propia.

Santana sonrió y le encajó un sonoro beso.

—Por supuesto, sabés que no puedo negarme a ninguna petición tuya.

—Te amo, Sanny.

—Te infinito, mi Britt-Britt.

Volvieron a besarse y Brittany sintió de nuevo un movimiento en la barriga. Ambas sonrieron y luego miraron hacia la casa, que ya sentían como su hogar.

Una emoción infinita las invadió ya que, con todas las luces encendidas, parecía muchísimo más majestuosa.



Estaban ambas durmiendo abrazadas en el departamento de la calle Greene, cuando de madrugada sonó el teléfono de Santana. Brittany se despertó sobresaltada.

—Sanny, mi amor, suena tu teléfono.

Adormilada, después de que su mujer la zarandease para despertarla, atendió la llamada.

Era Quinn.

—Hello...

—Cuñada, estamos en la clínica, Madison está a punto de nacer.

—¿Cómo está Rach?

—Está bien, todo está bajo control, pero vení, tu hermana quiere que estés acá con ella.

—Sí, por supuesto, se lo prometí, ya mismo voy para allá.


Brittany, que había escuchado la conversación, ya estaba en el vestidor buscando ropa que ponerse.

—¿Adónde vas?

—A la clínica, ¿dónde creés que voy a ir a estas horas?—le contestó muy fresca.

—Quedate descansando, estabas agotada.

—Estás bromeando, ¿no? ¿Mi sobrina está a punto de nacer y suponés que voy a quedarme durmiendo? ¡Ni lo sueñes! Si no me llevás, llamo a Artie para que venga a buscarme.

Santana sabía que era inútil discutir, pero al menos lo había intentado.


Llegaron a la clínica y se encontraron con la noticia de que Rachel ya estaba en la sala de partos. La familia López en pleno estaba ahí, junto a la familia de Quinn, todos expectantes.

No había pasado ni media hora cuando Quinn salió con una sonrisa de oreja a oreja y cargando a su hija. Todos se abalanzaron de inmediato para conocer a la pequeña, que era idéntica a su Quinn, pero tenía sus pocos cabellos castaños.

Después de que todos babearan durante un rato, Maribel preguntó:

—¿Cómo está Rach?

—Perfecta, el parto fue muy rápido, por suerte. Voy a devolverle a Madison y a ver si ya la han trasladado a la habitación. Suban y esperen allá.

Hicieron lo que Quinn les decía y, a los pocos minutos de entrar en la habitación, trajeron a Rachel en camilla y a Madison en una cuna. Una orgullosa Quinn iba con ellas.

A pesar del esfuerzo, Rachel estaba radiante.

Todos se centraron en la recién nacida, salvo Brittany que quiso informarse sobre el parto.

—Contame, Rach, ¿los dolores son muy fuertes?

—No lo sé, ya que cuando empezaron, pedí la epidural, pero ya sé que vos no la querés.

—No, por ahora es lo que pienso, aunque San no está del todo de acuerdo. Igual, te confieso que tengo un poquito de miedo a que los dolores sean realmente demasiado intensos.

—Bueno, en ese caso, siempre podrás pedirla.

—Sólo espero que pueda tener un parto natural, aunque sé que siendo dos es bastante improbable.

—Tranquila, te aseguro que en ese momento lo único que querés es ver a tu hija en tus brazos, todo el resto pasa a un segundo plano.

—Madison es hermosa, Rach, me siento sumamente emocionada.

Se abrazaron con mucho cariño.

En ese momento, y aunque Rachel era la dueña de la clínica, entró la tocóloga que había asistido su parto y, como si se tratara de una paciente más, les pidió a todos que se retiraran para dejarlas descansar a ella y a la niña.
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Mar Sep 01, 2015 9:03 pm

hola morra,...

en serio todavía sigue apareciendo el idiota???
buen ensamble de filia se le armo a britt,.. de "amante" de san a hermanastra jajaj
bebe nuevo y faltan dos jajaja

nos vemos!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo

Mensaje por monica.santander Miér Sep 02, 2015 12:45 am

la flia se va ampliando bastante rapidito!!!!1 jaajaj
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Miér Sep 02, 2015 1:23 am

3:) escribió:hola morra,...

en serio todavía sigue apareciendo el idiota???
buen ensamble de filia se le armo a britt,.. de "amante" de san a hermanastra jajaj
bebe nuevo y faltan dos jajaja

nos vemos!!!


Hola lu, aaa maldito, espero con lo que le dijo la mamá y lo echo! entienda! Jjajajaajajaja rayos xD jajajjajajaaj el destino las quería juntas jajajaajjaja XD Siiiiii, ya pronto los primitos! jajajajaja. Saludos =D




monica.santander escribió:la flia se va ampliando bastante rapidito!!!!1 jaajaj


Hola, jajaajaj siii cada vez son mas!!!! y mas linda! ajajajajajaaj. Saludos =D


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Finalizado FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Cap 25

Mensaje por 23l1 Miér Sep 02, 2015 1:25 am

Capitulo 25

Habían pasado otros dos meses.

Entre una cosa y otra, y tras algunas reformas en los cuartos de baño, Brittany y Santana se habían mudado, en realidad, más por voluntad de Brittany que de Santana, ya que todavía quedaban detalles por arreglar en la vivienda.

Los decoradores aún tenían que ultimar algunas cosas en las habitaciones de los niños y también había un equipo de trabajadores acondicionando la pista de tenis y el embarcadero, ya que Santana se había empecinado en reconstruirlo, ya que necesitaba estar segura de que el lugar sería sólido y seguro.


Por la noche, después de cenar y de un día muy intenso, se sentaron en el sofá del salón frente al ventanal que daba a la playa.

Brittany se recostó en el sillón, con los pies sobre Santana, para que ella le hiciera un masaje.

—No puedo creer que ya estemos acá, en nuestra casa.

—Yo hubiera esperado a que las obras terminaran, pero te empecinaste de tal forma... Además, tengo claro que no hay quien te haga cambiar de parecer.

—Pero, Sanny, lo que falta por hacer no nos incómoda para nada.

—¡Terca, sos una terca!

—Creo que me contagiaste. ¡Mirá que emprender semejante obra en el embarcadero cuando no era necesario!

—Britt, esa madera era demasiado vieja. Necesito saber que cuando te pongas de pie sobre él no pasará nada.

Brittany le tiró un beso y Santana levantó su pie y se lo mordió.

—Necesito un baño y unos muy buenos masajes de mi esposa, me duele mucho la espalda.

—Muy bien, señora López-Pierce, sus deseos siempre son órdenes para mí. Y si de bañarme con usted se trata, me parece una proposición sumamente irresistible.


Se metieron en el jacuzzi y Santana le masajeó la cintura, mientras le daba besos en el cuello.

—Hum, qué afortunada soy. Primero, por tener una esposa tan atractiva, luego, porque me mima mucho, y, por último, y es lo que más me gusta, porque es sólo mía.

—Me encanta consentirte, Britt, te lo he dicho millones de veces: jamás me cansaré de hacerlo.

—¿Aunque esté gorda y nada atractiva?

—Sos la mujer más atractiva del universo. Además estás panzona, no gorda, y esta barriga es el regalo más grande que Dios nos ha podido enviar. Y si yo fuera la embarazada sabrías que es lo mismo.

Santana pasó sus manos sobre su prominente vientre de seis meses.

—Lo sé, y también creo lo mismo, sólo que a veces tengo miedo de que... no sé, de que otra chica delgada y bonita te haga caritas y vos te obnubiles con sus curvas.

—¡Hey, hey! ¿Qué estás diciendo?—la cogió por la barbilla y le giró el rostro para que ella la mirara—Britt, te amo, ¿por qué creés eso? No tengo ojos y pensamientos más que para vos—le dio un sonoro beso en los labios.

—Yo sé que me amás, San, pero tengo miedo, a veces me siento insegura, ya que soy consciente de que no es sólo mi cuerpo el que ha cambiado. Con esta transformación, también han pasado otras cosas... por ejemplo, nuestra intimidad no es como era antes.

—Pero es algo circunstancial, Britt, ya retomaremos la intensidad más adelante. Britt-Britt, mi amor, cuando te hago el amor, aunque haya posiciones y cosas que ahora no podamos hacer, no me importa, lo disfruto igual, porque sé que te estoy cuidando a vos y a los bebés. Y vos tendrías que gozarlo de la misma forma.

—Yo siempre disfruto, San, ¿cómo no hacerlo? ¡Mirá el cuerpazo que tenés!—hizo una pausa mientras la admiraba—No seas vanidosa, no te rías así—Brittany se acercó y le besó entre los pechos—Pero me angustia pensar que te quedás con ganas de más.

—Britt, mi vida, me enfada y me ofende lo que decís. ¿Acaso no te demuestro lo mucho que me hacés vibrar con cada orgasmo que consigo con tu cuerpo?

—¿De verdad?

—Me estás cabreando en serio, rubia, no me parece justo que, a estas alturas, tenga que estar explicándote esto, me hace pensar que si fuera al revés tú te sentirías así.

—No, Hoyuelitos, por favor, no te enojes, y no piense eso.

—No puedo, Britt, esta conversación es una estupidez total.

—Yo no lo creo así, son inseguridades que me genera mi estado y, si no las comparto con vos, ¿con quién voy a hacerlo?—la besó en la boca y luego le pidió—Haceme el amor acá.

—Britt acá es medio incómodo. Estás pesada, la barriga está muy grande, vayamos a la cama, ¿para qué esforzarte? Tendrías que moverte vos y tu vientre es realmente voluminoso.

—Probemos, al menos probemos.

Santana la miró con muchísima ternura: Brittany estaba angustiada y Santana no quería verla así. Le retiró el pelo de la cara y, con el dedo pulgar, le resiguió la boca, se acercó despacio, la olisqueó y le habló sobre la comisura de sus labios.

—Te amo, mi amor, te amo con el alma.

Apresó su boca, la acarició con su lengua y la hizo estremecer. Se apartó unos centímetros y le guiñó un ojo sonriéndole francamente por la sensación que había desatado tan sólo con un pequeño lametazo. Entonces cogió su mano y la llevó hacia su sexo.

—¿Todavía tenés dudas sobre cómo me excitás? Mirá cómo me tenés, Britt.

Brittany apresó su clítoris y se lo acarició de arriba abajo una y otra vez, mientras Santana se apoderaba de sus labios con los suyos.

Santana se apartó un instante para tomar oxígeno y se movió para besar su cuello, lo recorrió con su lengua ansiosa, mientras Brittany tiraba la cabeza hacia atrás.

—Decime que me deseás.

—Como el primer día, Britt-Britt, igual que la primera vez que te vi.

Soltó su cuello, la recostó sobre su pecho, estiró el brazo y, con su mano, buscó su vulva y se la acarició. Le pasó el dedo corazón por la hendidura y notó la viscosidad de su sexo.

Sus manos ansiosas se apoderaron de su clítoris, le dio unos pequeños pellizcos, luego lo rodeó con su pulgar y lo acarició una y otra vez hasta que la sintió muy tensa y jadeante.

A Santana también le faltaba la respiración, estaba muy excitada. La cogió por las caderas y la levantó, para colocarla sobre su sexo. Brittany se aferró al borde del jacuzzi y se acomodó lo mejor que pudo, para tener el mayor roce posible, probando la textura de su esposa.

Ambas soltaron una espiración y a Brittany se le escapó un gritito, y entonces comenzó a moverse guiada por las manos de Santana. El agua se movía a su alrededor formando remolinos que acompañaban su excitación. Sus resuellos marcaban el momento, Santana emitía gemidos, perdida en su deseo.

—Necesito que te muevas más rápido, mi amor, más rápido, San.

Santana aumento el ritmo un poco más, exhalando en cada embestida, y en ese instante la notó tensarse.

Brittany ladeó la cabeza hacia atrás y pescó sus labios. Mientras buscaba la lengua de Santana con intenso frenesí, su cuerpo encontró el placer absoluto.

Al darse cuenta de que su esposa gozaba así, Santana se dejó ir gritando su nombre, le apretó las nalgas mientras la oprimía contra su sexo, su cuerpo se estremeció, se le erizó la piel y hasta sintió vértigo.

Para intentar recomponerse de la agitación, Santana la acunó entre sus brazos y la rodeó con sus manos para acariciarle el vientre.

—¿Estás bien, mi amor?

—Perfectamente, San, y tus hijos están muy felices también, mirá cómo se mueven.

—¡Uf!, creo que con tanto bamboleo se despertaron—dijo Santana, lo que provocó sus carcajadas.


Poco después, se secaron y se metieron en la cama. Brittany descansaba de costado con la cabeza apoyada en el pecho de Santana.

—¿Pensaste en lo que te dije en el trabajo?

—Sí, lo estuve pensando, pero aún no quiero dejarlo, no me siento tan pesada como para no poder trabajar. Te prometo que no me esforzaré más de la cuenta.

—Pero ¿qué necesidad tenés, Britt? ¿Por qué sos tan necia?

—San, un mes más, quiero esperar hasta entrar en el séptimo mes. Luego aceptaré trabajar desde una terminal instalada acá, pero, por ahora, deseo seguir yendo a Mindland.

—Terca, sos muy terca, así no vas a llegar a término.

—No es terquedad, San. Recordá lo que dijo la doctora. Cuanto más activa esté, mejor, si me quedo todo el día en casa sola, voy a terminar comiéndome todo y me voy a poner como una vaca. Además, mamá va a venir el mes que viene para esperar el parto con nosotras, así que todo será diferente con ella acá.



Aquel día tenían cita con la doctora Mercedes Jone. Brittany ya estaba a las puertas del séptimo mes del embarazo.

—Adelante, Brittany, Santana.

Se sentaron frente a su mesa después de estrecharle la mano.

—¿Qué tal estás, Brittany? Veo que tu barriga ha crecido mucho.

—Estoy empezando a notarme muy pesada y, además, siento cierta presión en la pelvis.

—Ahora lo miraré, pero seguramente es por el peso de los dos bebés.

—¿Es normal que orine tanto?—preguntó Santana.

—Sí, Santana, es normal, es por la presión que los pequeños ejercen en la vejiga. Es posible que eso se mantenga así hasta el final. Dime, ¿has sangrado? ¿Algún síntoma fuera de lo normal? ¿Hinchazón?

—No, nada, doctora.

—Perfecto. Santana, ¿por qué no la ayudas a cambiarse y a que se tumbe en la camilla? Le haré un ultrasonido y revisaremos el cérvix, quiero estar segura de que todo marcha bien y que el parto no se adelantará.


Estaban cogidas de la mano, la imagen de los niños era muy nítida, incluso se veía que uno de ellos estaba con los ojos abiertos y el otro se chupaba el dedo.

—¿No se puede ver su sexo, doctora? ¿Siguen sin dejarse ver?—preguntó Santana ansiosa.

—A ver... vamos a intentarlo, pero estos críos están empecinados en no mostrarse, es increíble. Vale, Brittany, ya están los dos con la cabeza hacia abajo, eso explica la presión que estás sintiendo. Si siguen en esa posición, podrá ser factible un parto natural.

Brittany le apretó la mano a su esposa y ella se la levantó y le besó los nudillos.

—Se están moviendo menos, ¿eso está bien?

—Considerando que casi no tienen espacio es lo normal, pero igual debes estar atenta a sus movimientos. Veamos, éste ha apartado su pierna... Miren lo que tenemos aquí: un hermoso varón, ¿lo ven?

—¡Dios, un varoncito!—Brittany empezó a llorar y Santana se inclinó para besarla emocionada.

—Miren, miren ahí tenemos en primer plano al otro. ¿Lo están viendo?

—¡Es una niña!—gritó Santana.

—Sí, mamá, ésa es tu niña—corroboró la obstetra—¡Miren, les ha hecho una caída de ojos muy seductora!

—¡Qué bonita se ve su cara!—exclamó Brittany y se tapó la boca conmovida.

—Mi hija es hermosa, quiero tenerla ya entre mis brazos. ¿No se puede ver la carita de mi hijo?

—Ahora la buscamos, Santana.

Pasó el transductor hacia el otro lado, buscando el rostro del bebé hasta que también lo tuvo en primer plano.



Habían salido de la consulta.

Todo iba bien y el embarazo avanzaba a la perfección. Brittany y Santana caminaron hacia el aparcamiento, mirando obnubiladas las imágenes de sus hijos, la ginecóloga había hecho unas capturas de sus rostros y se las había impreso.

Subieron al coche y se pusieron en camino hacia Great Neck.

—No puedo creerlo, Sanny, este embarazo no deja de sorprendernos.

—Aunque abrigaba esperanzas de que fuera una parejita, te juro que pensaba que no sería posible. ¿Estás feliz?

—Muy feliz, llamaré al decorador para definir ya el empapelado de las habitaciones.

Santana le acarició el vientre, mientras estaban paradas en un semáforo. Brittany no dejaba de mirar las imágenes.

—Aunque sólo son ecografías, se nota que son muy bonitos. ¡Me está entrando una ansiedad, Britt!

—¡Qué mamá tan babosa...! Tendrías que haberte visto la cara cuando descubriste a tu niña.

—Presiento que me pondré muy celosa con ella.

—Creo que el niño tiene tus labios. Por cierto, ahora que ya sabemos su sexo, no podemos seguir diciéndoles bebés, deberíamos decidir ya sus nombres.

—Yo tengo un nombre de niña que me gusta mucho, me gustaría que nuestra hija se llamase como vos, ya sea Brittany o Quinn.

—No, San, si querés de segundo nombre, pero elijámosle otro. Quiero que ellos tengan su propia identidad—se estiró y le acarició la nuca—¿Te parece bien?

—Pero tus nombres me encanta.

—Pensemos otro, por favor, ¿o vos querés que el niño se llame Alfonso?

—No me molestaría, aunque... pensándolo bien, tenés razón.


Llegaron a la casa y Brittany se sentía bastante fatigada, así que se quitó la ropa y se recostó en el sofá del salón. Santana trajo unas almohadas para que estuviera más cómoda y, mientras se las colocaba, entró la señora Sugar.

—Permiso, señoras. Señora Britt, ¿cómo la han encontrado?

—Todo está muy bien, gracias.

—Ya sabemos el sexo de ambos bebés—intervino Santana mostrándose muy entusiasmada.

—¿Se han dejado ver?

—Sí, Sugar, por fin, ¡son un niño y una niña!

—¡Ah, señoras, felicidades! Ahora podrán definir los colores de las habitaciones de los niños.

—¡Uf, cómo te conocen, mi amor! Es de lo que vino hablando todo el camino, Sugar.

—¡Pobre Sugar! Es que esta semana la volví loca pidiéndole su opinión.

—A mí me encanta cuidarla, señora Britt, conversar con usted me fascina.

—Sí, pero reconozco que estuve bastante obsesiva y preocupada por no poder definir los colores de los dormitorios y sé que te aburrí en más de una oportunidad.

—Usted sabe que no es así.

Brittany extendió su mano y la señora Sugar se la estrechó.

—¿Desean que les prepare la comida ya?

—Yo ya me voy, prepare únicamente la de la Britt—dijo Santana y Brittany hizo un puchero—Sabés que tengo una reunión, Britt-Britt, no me pongas esa cara.

—Lo sé, pero pensé que quizá tendríamos tiempo para comer juntas. ¿A qué hora es la reunión?

Santana miró la hora, levantó la vista y le dijo a la señora Sugar:

—Si hay algo rápido para comer, me quedo.

—Sí, señora, en seguida les cocino algo rapidito—la empleada se retiró y las dejó solas.

—Gracias, mi amor. ¿Puedo pedirte algo más? No me mires así, no es nada descabellado. Ya sé que últimamente estoy insufrible, pero esta vez sólo se trata de que me alcances el Mac, quiero conectarme con Maribel y con mamá para contarles lo de los bebés y enviarles las fotos.

Santana se inclinó, le dio un beso y fue en busca del ordenador.


Ambas abuelas, vía Skype, se enteraron de la noticia a la vez. Estaban super-emocionadas.

Whitney, de paso, les confirmó que viajaría la semana siguiente y les pasó el día y la hora en que llegaba para que fueran a esperarla.

Después de almorzar, y de consentirla un poco más con besos, masajes y muchos mimos, Santana se fue.

—¿Vas a extrañarnos?

—Por supuesto. Regresaré en cuanto me desocupe.

—De acuerdo. Yo intentaré contactar con los decoradores por lo del empapelado, y luego intentaré trabajar un poco desde acá.

Se besaron y se despidieron.

Santana partió en su Alfa. Desde que Brittany estaba en casa, Artie se quedaba siempre ahí, por si ella se sentía mal y había que trasladarla a la clínica.

Al llegar a la Interestatal, le dio la sensación que un Chevrolet Cruze negro con los vidrios tintados la había acompañado durante todo el camino y le pareció extraño. Aminoró la marcha y dejó que lo adelantara, pero entonces el vehículo se perdió de su vista. Más tranquila, siguió su camino hacia la reunión de negocios que tenía.



Hacía una semana que Whitney había llegado de Mendoza y estaba instalada en la casa de Great Neck, para hacerle compañía a su hija, pero esa mañana había quedado en encontrarse con Maribel para ir a almorzar.

Los López también habían dejado temporalmente Los Hamptons y se habían instalado en el Belaire para estar más cerca mientras esperaban el nacimiento de los mellizos, ya que era muy factible que no llegaran a término.

Brittany ya había pasado de las 37 semanas y media de gestación y ese día se sentía hastiada en la casa, así que se fue al vestidor, se arregló y llamó a Artie, que no tardó en aparecer en el salón de la casa.

—Necesito que me lleve hasta la empresa, Artie.

El empleado dudó, sabía que Brittany debía hacer reposo y que su jefa se iba a enfadar con él, pero no podía desautorizar a Brittany.

—No lo tome a mal, pero... ¿quiere que avise a la señora San, de que vamos para allá?

—De eso se trata, Artie, quiero sorprenderla. Estoy bien, no se preocupe, sólo será un rato.


Llegaron a Madison Avenue y Artie la ayudó a descender del coche y le abrió la puerta de la entrada del edificio.

—¿Quiere que la acompañe hasta arriba?

—No es necesario, Artie, muchas gracias por todo. Puede regresar, porque volveré con San.

—Perfecto, señora.

—Y no haga trampa ahora que me aparto de usted, no le avise de que estoy subiendo.

—¿Cómo podría hacer eso?

—Es lo que siempre hace, Artie, sé que le cuenta todo—él se ruborizó—No se aflija, está bien que cuide su trabajo.

Brittany desapareció tras la puerta y el conserje, al verla entrar, se aproximó para saludarla y acompañarla hasta el ascensor.

—Muchas gracias, Charlie.

Llegó hasta el piso de Mindland y entró en la recepción con su tarjeta.

—¡Señora Britt, qué sorpresa!

—Hola, Marjorie.

—¡Guau, qué panzota!

—¿Viste? Primero llegan mis niños y después entro yo—Brittany se carcajeó y la recepcionista también—Luego te veo.

Entró en la sala de las oficinas y Alison y Mandy la vieron de inmediato, ambas salieron raudas de sus despachos para saludarla.

—¡Britt, por Dios! Hace sólo una semana que no te veo, pero tu barriga es un fenómeno.

—¿Viste, Ali? Ya pesan casi 2,200 kilos cada uno.

—Está hermosa, señora Britt.

—Gracias, Mandy.

Alison estaba acariciándole la barriga cuando los niños se movieron.

—¡Se han movido!

—Todo el tiempo, Alison, aunque su ajetreo no es tan intenso como antes, ya casi no tienen espacio. Dame tu mano, Mandy, para que los sientas.

—¡Oh, qué maravilla! Tener esos niños en su vientre es, sin duda, una gran bendición.

—Así es, Mandy. ¿San está?

—Sí, señora, está con la ingeniera Marshall. ¿Desea que la anuncie?

—No es necesario.

—Perfecto, señora, en ese caso voy a seguir con mis actividades.

—Adelante, Mandy, te veo antes de irme.

—Estaba pensando en enviarte al mensajero con unas cosas que tenés que firmar—le explicó Alison—, Pero ya que estás acá te las alcanzo después, ¿te parece?

—Perfecto.

Brittany caminó despacio hasta la entrada de la oficina de Santana y, cuando estaba a punto de entrar, advirtió que se carcajeaban y se quedó escuchando en la puerta.

Se oía cierto bullicio, aunque sin mucha claridad.

Finalmente, decidió abrir la puerta y lo hizo con sigilo. Entonces, pudo ver que estaban mirando unos planos que reposaban sobre la mesa de la oficina. Santana estaba de espaldas, con los codos apoyados en la mesa, y la ingeniera estaba apoyada con descaro en su hombro, mientras le enseñaba algo. Sin poder ni querer disimular su rabia, entró y golpeó la puerta al cerrarla.

Santana se giró de inmediato y, al ver que era ella, empalideció. Brittany se la quería comer, de sus ojos salían chispazos, estaba furiosa y se le notaba.

—Britt, mi amor, ¿qué haces aquí?

—¿Me cuentan el chiste, así me río con ustedes?

Santana se acercó a la entrada para recibirla, la quiso guiar hacia los sillones, sin hacer caso al comentario, y le dio un beso en la boca.

—¡Qué sorpresa, mi amor!

—Sí, una sorpresa enorme, ¿verdad? Ya me he dado cuenta de que no me esperaban. No quiero sentarme, San, ¿qué estabas haciendo?

—Estábamos mirando con Ruth los planos del proyecto de Boston y de East Hampton.

—¿Ah, sí? No se notaba que estuvieran trabajando, hubiera jurado que, cuando entré, Ruth te estaba contando un chiste: primero, por la cercanía a tu oído, y segundo, por cómo te reías.

La ingeniera Marshall tenía las mejillas rojas de vergüenza y Santana no sabía qué decir, ya que Brittany, en parte, tenía razón o, al menos, eso era lo que le había parecido.

Brittany se acercó a la mesa, a revisar los planos.

—¿Por qué no me lo cuentas a mí también, Marshall? Quiero reírme tanto como se estaba riendo mi esposa, una dosis de risas dicen que es siempre curativa o que, por lo menos, puede atenuar la mayoría de nuestros males, aunque yo no estoy enferma. ¿Amor, quizá te sentías mal y la ingeniera te estaba haciendo risoterapia?

—Bueno, Britt, ya está bien.

—Me voy, Santana—dijo Ruth—, Luego seguimos. Lo siento, Brittany, no malinterpretes nada, por favor, me siento triste y avergonzada.

—Haces bien en sentirte así.

—Ruth, no tienes por qué sentirte así, no estábamos haciendo nada malo, sólo estábamos trabajando en un marco cordial, las sonrisas no son algo infame en una oficina.

—Estás preciosa con tu barriga, Brittany, me alegra verte bien. Te pido disculpas si mi actitud te ha ofendido. Yo me encargo de cancelar las reservas, Santana.

—Perfecto.

La ingeniera se fue y los dejó solas. Brittany rodeó el escritorio y se sentó en el sillón de Santana.

—¿Qué haces acá? Deberías estar haciendo reposo.

—Claro, así no te estropeo nada, ¿verdad?

—No seas necia.

—¿Tanta cara de estúpida tengo?

—Estúpida estás siendo por ponerte de ese modo.

—Perdón, acabo de entrar y veo a mi esposa flirteando con una empleada, ¿te parece estúpido que te llame la atención?

Se quedaron mirando desafiantes.

—¿Sabés qué? Creo que tenés razón, querida, por lo visto, soy una estúpida por estar en casa a punto de parir a tus hijos y dejar que vos estés acá coqueteando con tu empleada.

—Britt, sólo nos estábamos riendo.

—Claro... y tenía que apoyarse así en vos, porque se estaban carcajeando, ¿no?

—Es suficiente, no creo que tenga que justificarte nada.

—¿Suficiente? ¡Y una mierda! ¿Qué reservas iba a cancelar Ruth?

—Íbamos a salir a almorzar.

—¡Qué bien! Mirá vos, ¡para comer conmigo en casa nunca tenés tiempo! Perfecto, andate a almorzar con ella, no hace falta que anule las reservas.

Brittany se levantó decidida a salir de ahí, pero Santana la cogió del brazo.

—Britt, es trabajo.

—¿Trabajo? ¡Y una mierda! Yo no trabajo de esa forma. Sos una descarada.

—Si tuviera algo que ocultar, no lo tendría acá dentro, donde sé que podría entrar cualquiera de la misma forma en que lo hiciste vos. No seas tonta, mi amor, te estás poniendo mal sin sentido.

—No me gustó entrar y encontrarte en esa actitud de absoluta confianza con ella. Si hubiera sido al revés, tampoco te hubiera gustado. Sé que estoy gorda y deformada y que ya ni cosquillitas te provoco.

Brittany se echó a llorar y Santana quiso abrazarla, pero Brittany la apartó.

—¡Dejame, estoy enojada!

—Basta, Britt, te amo, no seas boba. Estás hermosa con esa panza, ¿podés sacarte esas ideas de la cabeza?

—Me amás, pero cuando entré tendrías que haber visto tu cara: te pusiste pálida de golpe. Si no tenías nada que ocultar, ¿por qué reaccionaste así?

—Tenés razón, quizá en ese momento tomé conciencia de que no era una situación agradable para tus ojos. Te pido disculpas, pero te juro que no tengo nada que ocultarte. Perdoname, mi amor.

—Estoy harta de perdonarte estas cosas. Deberías poner más distancia con tus empleados. No me parece normal entrar acá y ver que ella y vos tienen tanta familiaridad. Además, Santana, otra persona hubiera golpeado, así que no hubiera advertido lo que yo vi.

—¡Britt, por favor!

—¿Qué tenés con esa golfa? ¿Ya te la follaste?

—Britt, es mi empleada.

—Yo también lo era y me re-contrafollabas, ¿o ya te olvidaste?

—Britt, nuestra historia nada tiene que ver con esto. Yo estaba enamorada de vos. Basta, Britt-Britt, no quiero que llores más. Asumo que acabás de ver una situación atípica y te pido disculpas. Además, te prometo que no volverá a pasar, pero no imagines cosas que no son, te lo ruego.

—Sos una desvergonzada y una fresca—Brittany le estaba gritando con los dientes apretados.

—Tenés razón, tenés razón en todo, pero jamás pasó por mi mente pensar en ella de otra forma. Es sólo una empleada, te lo juro, Britt.

—Vine a buscarte para que almorzáramos juntas y resulta que vos ya tenías plan.

—Perdón, te prometo que iré todos los mediodías a almorzar a casa, si es lo que querés. Soy una desconsiderada, tenés razón, vivimos cerca y bien podría hacer ese esfuerzo.

—¡Basta de darme la razón como si estuviera loca!

—Bueno, ¿y qué querés que haga? Asumo mi error, lo estoy haciendo.

Brittany se desplomó en el sofá.

—¿Qué pasa? ¿Acaso te sentís mal?

—No, pero me pesa la panza—hizo un mohín.

Santana se acercó para ponerle uno de los almohadones en la espalda, se sentó a su lado, la abrazó y le dio besos en el cuello.

—No me engatuses, López.

—Sí, quiero hacerlo, necesito que me perdones.

Se inclinó para besarle el vientre. Le costó trabajo convencerla, pero finalmente Brittany cedió.

—Voy a arreglarme, debo de tener toda la cara llorosa.

—Estás hermosa.


Salieron de la oficina para almorzar, pero Alison las interceptó en el camino.

—No te vayas, Britt, fírmame esto que te pedí.

Se sentaron en la sala y Brittany puso su rúbrica en todos los papeles. Santana, mientras tanto, le indicó a Mandy que le pasara cualquier llamada a su teléfono, porque no pensaba regresar.

Cuando estaban a punto de salir a la calle, Finn las detuvo.

—¡Qué bien que las encuentro acá! Y juntas, mucho mejor. Traigo una muy buena noticia.

—¿Qué sucede, Finn?—preguntó Brittany intrigada.

—¿Saben lo que es esto?

Santana cogió la carpeta y leyó lo que decía en la tapa.

—Novedades del juicio por los embriones.

—Sí y no pueden ser mejores: el juez ha fallado a tu favor. No hay nada que tus exsuegros puedan hacer.

Santana estaba muy feliz, se había sacado un gran peso de encima.

Santana y Brittany finalmente se fueron a almorzar, la noticia que Finn les había dado había disipado por completo todo su mal humor y consiguieron pasar una tarde hermosísima.

Después del vendaval de aquel día, Brittany se presentaba en la oficina sin avisar, pero nunca volvió a ocurrir algo como lo que había presenciado esa mañana.

Incluso, en una ocasión, encontró a Santana de nuevo con Ruth Marshall trabajando en unos planos, pero la situación entre jefe y empleada era absolutamente correcta.

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo

Mensaje por monica.santander Miér Sep 02, 2015 2:09 am

[Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo - Página 10 2145353087 [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo - Página 10 2414267551 [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo - Página 10 918367557
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo

Mensaje por micky morales Miér Sep 02, 2015 9:05 am

vaya! santana despierta pasiones y no parece reparar en ello, bien por britt al defender lo suyo!!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Miér Sep 02, 2015 7:26 pm

monica.santander escribió:[Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo - Página 10 2145353087 [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo - Página 10 2414267551 [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo - Página 10 918367557


Hola, jajajajaaj cada vez mejor vrdd¿? jajaajaja. Saludos =D




micky morales escribió:vaya! santana despierta pasiones y no parece reparar en ello, bien por britt al defender lo suyo!!!!!


Hola, esk es san, como no¿? jajjaajaj. Jajajjaaj obvio, bn ai britt, lo suyo es suyo! jajaajaj. Saludos =D


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Finalizado FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Cap 26

Mensaje por 23l1 Miér Sep 02, 2015 7:28 pm

Capitulo 26

Dormían profundamente, Santana la tenía abrazada por detrás, con una mano aferrada al vientre.

Brittany se despertó de madrugada, se sintió mojada y de inmediato se dio cuenta de que estaba teniendo una contracción, aunque no era muy dolorosa. Entonces, reparó en que había roto aguas.

—¡San!—Brittany le dio un pequeño codazo—¡San, mi amor, despertate!

—¿Qué pasa, Britt? Dormite, es de madrugada.

—Rompí aguas, San.

—Bueno, dormite.

De pronto, se dio cuenta de lo que Brittany le había dicho y se sentó en la cama como si le hubieran puesto un resorte y se tocó el pijama, ella también estaba toda mojada.

—Chis, Britt, ¿te sentís bien?

—Sí, aún no siento dolores fuertes, pero tengo contracciones, eso fue lo que me despertó. Andá a llamar a mi mamá y avisale a la doctora de que vamos para allá, quiero ducharme, dale, ayudame.

Santana estaba de pie al lado de la cama y se rascaba la cabeza.

—¡San, reaccioná, por favor! Movete, hacé lo que te dije y andá a llamar por teléfono al resto de la familia, por favor.

—Sí, sí ahí voy.

Salió despedida del dormitorio hacia el que Whitney ocupaba.

—¡Whitney, despertate, por favor! ¡Britt rompió aguas!

Whitney había saltado de la cama en cuanto oyó los golpes en su puerta y abrió con premura.

Ambas corrieron hacia el dormitorio principal.

—¿Estás bien, hija?

—Sí, mamá, tengo contracciones pero son leves. Quiero darme una ducha.

—Yo te ayudo—dijo Santana—, También necesito una porque estoy toda mojada.

—¿Llamaste a la doctora?—le preguntó Brittany.

Santana estaba atontado, parecía no reaccionar.

—Ahora lo hago.

—Bueno, yo las dejo. Si quieren puedo colaborar llamando al resto de la familia.

—No te lo tomes mal, Whitney, pero quisiera avisarles yo.

—¡Cómo me lo voy a tomar mal, tesoro! Me parece muy tierno por tu parte—Whitney besó a Santana en la mejilla, después abrazó a Brittany conmovida y se marchó para cambiarse.



Cuando llegaron a la clínica, todos los López estaban ahí, ya que a ellos les quedaba más cerca.

La obstetra también las estaba esperando. Las contracciones, a esas alturas, ya eran más frecuentes y eran bastante más dolorosas.

Metieron a Brittany en una habitación y comenzó el control previo. Primero, la conectaron a un monitor fetal, luego, la doctora Jones le hizo un tacto y pudo comprobar que ya había dilatado un poco más de la mitad.

—Brittany, ¿no quieres que te pongamos la epidural?

—No, doctora, estoy bien así, quiero sentir nacer a mis hijos.

—No seas tozuda, Britt—protestó Santana.

En ese momento, llegó una nueva contracción y Brittany le estrujó la mano, mientras respiraba como le habían enseñado en el curso de preparación al parto.

—Tranquila, Santana, todo está bien y si Brittany desea parir así, no es bueno que la pongamos nerviosa. Cuando pase la contracción, estaría muy bien que te sentaras un rato y tú, Santana, le masajearas la espalda para que se relaje un poco. Vuelvo dentro de un rato.


Pasó otra media hora y las contracciones cada vez se volvían más intensas.

—Vale, Brittany, recuéstate un momento—le pidió la ginecóloga, que había regresado—Voy a mirarte para ver la dilatación del cérvix.

Mientras se estaba recostando, llegó otra contracción más intensa. Entonces, la doctora Jones esperó a que pasara e hizo la revisión después.

—Vale, Brittany, lo estás haciendo muy bien. Recuerda que siempre estamos a tiempo de ponerte la epidural o, si lo prefieres, de hacer una cesárea.

—No quiero—contestó Brittany de forma entrecortada mientras tenía una nueva contracción.

—Vale, vale, tranquila, no haremos nada que tú no desees.

Santana no estaba muy de acuerdo, le parecía un sufrimiento innecesario, pero como no deseaba que se pusiera nerviosa, no la contradecía, sólo se encargaba de acompañarla y contenerla.

Santana estaba sobre la cama y, cuando venía la contracción, le masajeaba la espalda y la abrazaba con fuerza respirando junto a ella, como les habían explicado en el curso prenatal.

Después de esa contracción, la doctora terminó de revisarla.

—Todo está perfecto, mejor nos vamos ya para la sala de partos. Brittany, cuando venga la próxima contracción, empuja un poco, eso te aliviará bastante.

Brittany estaba aferrada a Santana y hacía lo que la doctora le indicaba.

—Basta, Brittany, suficiente. Nos vamos para la sala de partos, ya has empezado a coronar. Tranquila, ya queda poco, pronto tendrás a tus bebés en los brazos.


Salieron de la habitación en camilla.

La familia entera se percató de que ya la trasladaban y se acercaron a saludarla. Una nueva contracción llegó a medio camino, así que Santana los apartó a todos de mala manera para que las dejaran caminar.

Estaba muy nerviosa.

En la sala de partos, todo estaba preparado para recibir al primer bebé, el varón.

—Vale, Santana, sostén la espalda de tu esposa. Brittany, cuando venga la contracción empujarás con energía y de manera continuada. Haz fuerza hacia abajo y tú, Santana, tienes que sostenerla. Ahí viene, ¡vamos, empuja!

—¡Aaaaaah!

—¡Empuja, empuja! No dejes de hacerlo hasta que sientas que la contracción se va. Bien, muy bien. Ahora relájate, mamá, lo estás haciendo muy bien, Brittany. Descansa un poco, toma aire que ahí viene la otra. Volverás a empujar igual, ¿de acuerdo? ¡Vamos, va, ahora!

—¡Aaaaaah!

—Ven, Santana, ven a ver cómo nace tu hijo. La enfermera sostendrá a Brittany. Con la próxima ya lo tendremos afuera. Toma aire y prepárate, porque ya está a punto de nacer. Cógete al potro y emplea toda tu fuerza para ayudarlo a salir. Vamos, respira hondo que ahí viene la contracción.

—¡Aaaaaah!

—Sigue así, vamos, continúa—le indicaba la doctora.

—Dale, mi amor, ya salió la cabeza.

Santana tenía los ojos llorosos y estaba filmando el momento del nacimiento.

—Ahí viene la otra, vamos que con ésta ya sale—la animó la obstetra.

Brittany hizo una fuerza mucho más intensa y el bebé finalmente nació. Lo sacaron y lo apoyaron en su pecho. Le entregaron unas tijeras a Santana y ella, con los ojos embargados de emoción, cortó el cordón umbilical. Luego se movió y apresó los labios de su esposa, mientras sostenía la manita de su hijo.

Ambas lloraban conmovidas.

Santana tenía un nudo en la garganta, pero todavía estaba nerviosa.

Rápidamente, cogieron al bebé y se lo llevaron para hacerle las primeras revisiones.

Santana estaba expectante a lo que los médicos dijeran.

—Está perfecto, su test de Apgar ha dado 9. Tranquila, mamá, su hijo está increíblemente sano—le explicó el neonatólogo a Santana.

Y entonces Santana volvió con Brittany, que aún tenía que dar a luz a su hija.

—Santiago está perfecto—le informó—Pesa 2,550 kilos. ¿Cómo estás, mi amor?

—Estoy bien, cansada, pero bien, aún tengo energía. ¡Qué tranquilidad saber que todo va bien!

—¿Realmente te parece que vas a poder? ¿No querés aliviarte el dolor con la epidural?

—Estoy bien, mi vida, quiero sentir nacer a mi hija también.

Una nueva contracción interrumpió la conversación.

—Con la próxima contracción, empujarás un poco, Brittany, para ayudarla a descender—le indicó la doctora—Toma aire, inspira con fuerza y así preparas bien tus pulmones. Ahí viene, Brittany, empuja mientras dure.

—¡Aaaaaah!

—Vale, vale, tranquila, ya es suficiente, ya ha descendido bastante.

La obstetra también manipuló un poco su barriga para ayudar a que la niña se colocara mejor.

—¿Te sientes con fuerzas suficientes, Brittany?

—Sí, estoy bien—contestó fatigada, pero muy decidida.

—Perfecto, cuando venga la siguiente contracción, no empujes, tan sólo respira y, en la próxima, iremos con toda tu energía, ¿sí?

Hizo dos pujos más y un último, en que, incitada por Santana y la ginecóloga, sacó fuerzas de donde ya no le quedaban.

—¡No puedo más, no podré!

—Una más mi vida, ¡vamos! Su cabecita ya está fuera, ¡vamos, sí que podés!

—Vale, Brittany, tan sólo un esfuerzo más y todo terminará. ¡Ahí viene! ¡Empuja, mujer, que ya nace tu hija!

—¡Aaaaaah!

El llanto de la pequeña fue casi inmediato. La pusieron en seguida sobre el pecho de su mamá y, mientras Santana cortaba el cordón, las tres dieron un verdadero concierto de gimoteos.

Se llevaron a la pequeña para hacerle las primeras evaluaciones y su test de Apgar dio 8, que también era muy bueno.

Santana estaba atenta a la niña, mientras Brittany expulsaba las placentas. Iban a comenzar a suturarle la episiotomía, cuando apareció Santana con ambos bebés en sus brazos. Con la ayuda de una de las enfermeras, se los colocaron a Brittany encima, que otra vez se puso a llorar de emoción.

—¡Son hermosos, mi amor! ¡Gracias! Soy la mujer más feliz de esta Tierra.

—Gracias a vos por permitirme ser la mamá de tus hijos. No puedo creer que ya estén con nosotras.

—Yo tampoco puedo creerlo, ¡son tan bonitos...!

—Ambos son igualitos a vos, Sanny.

—Britt, aún no se puede saber, están recién nacidos.

—¡Felicidades, mamás! No quisiera interrumpir este idilio con sus hijos—les dijo la doctora—, Pero tengo que coserte, Brittany. Santana, ¿por qué no vas a presentarlos en sociedad mientras yo termino aquí con esta mamá tan valiente?

—¡Ya lo creo que es muy valiente!—exclamó Santana henchida de orgullo y le dio un beso en la boca a Brittany—Mi esposa es sumamente valiente. Te amo, ya vuelvo.

—Te infinito, mi vida, regresá pronto.


Todos estaban expectantes en la sala de espera.

Ya sabían que los mellizos habían nacido y que estaban bien, porque Rachel y Jake, utilizando sus privilegios, habían recopilado información.

De improviso, por la puerta de la sala de partos, apareció Santana con sus dos hijos en brazos y una sonrisa que ocupaba toda su cara.

Todos se abalanzaron sobre ella.

Whitney, sumamente conmovida, no paraba de llorar y de besar las manitas de sus nietos, al igual que Maribel.

Alfonso le pasaba la mano por la espalda a su hija y le besaba la mejilla.

Rachel lloraba emocionada abrazada a Quinn y los demás no paraban de felicitar a Santana que estaba extremadamente feliz, exultante.

—Son idénticos a vos, mi cielo.

—No exageres, mamá, son recién nacidos.

—Bueno me temo que tu mamá tiene razón, San, no tienen nada de Britt. La recuerdo muy bien de recién nacida—comentó Whitney.


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Hola, solo comunicar que quedan dos caps más el epílogo. Saludos =D




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Mensaje por micky morales Miér Sep 02, 2015 8:45 pm

jajajajajajajaja el colmo es que la mama de britt no la recordara de pequeña!!!!
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Mensaje por monica.santander Miér Sep 02, 2015 10:16 pm

Que lindos!!! Tambien quiero que se parezcan a Britt!!!
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