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Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
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micky morales
marthagr81@yahoo.es
monica.santander
Elita
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Guardian dela cueva capitulo 40,41 y 42
CAPÍTULO 42
San abrió las persianas lo suficiente para mirar hacia afuera, después las cerró nuevamente cuando no vio nada. Echó un vistazo hacia Britt.
“¿Dijo a qué hora estarían por aquí?”
Britt se situó en el refrigerador, mirando dentro. “Sólo dijo que después de la escuela”.
San vio como Britt se ponía en cuclillas, abriendo el cajón de verduras y sacudiendo la cabeza.
“¿Qué pasa?”, Britt se puso de pie nuevamente y cerró la puerta con un suspiro. “No tengo nada que ofrecerles. Ya sabes, hors d'oeuvre o aperitivos”.
San se echó a reír. “¿Y eso es tan… malo?”
Britt puso sus manos en las caderas. “¿Te burlas de mí?”
“Oh, no”, dijo ella rápidamente “Me encanta que sepas acerca de hors d'oeuvres y todo eso”.
Britt ladeó su cabeza, mirándola fijamente. “Le estoy dando demasiada importancia ¿no es así?”
“Creo que tal vez sólo quiere que conozcamos a su novio o algo así, ¿no? Quiero decir, probablemente solo pasen para saludar y luego volverán a su casa”, se encogió de hombros. “Por supuesto, es viernes así que tal vez venga a buscarla. Ya sabes, tomando en cuenta que se queda en Hoganville los fines de semana”.
“Supongo que tienes razón. Sin embargo estoy curiosa ¿no lo estás tú?” “Por razones completamente diferentes, sí”.
“¿Qué significa eso?”
“Significa que miras a Fiona como a una amiga y quieres conocer a esta persona que ella afirma es especial. Yo quiero ver si tiene cuernos y cola y quiero ver si podría ser una persona de interés en esta supuesta investigación que se supone debemos hacer”.
“¿Cuernos y cola?”
“Sabes a qué me refiero”, abrió las persianas nuevamente, finalmente viendo a Fiona salir de su casa.
“Jesús, ella esta enorme”, murmuró.
“¿Ya viene?”
“Sí. Y hay un tipo de apariencia normal con ella. No hay cuernos. Parece ser de su edad, tal vez un poco mayor”, dijo San.
“¿Es guapo?”
San se echó a reír. “Voy a dejar que juzgues eso”.
Britt abrió la puerta cuando Fiona golpeó, sonriéndoles ampliamente. Fiona le devolvió la sonrisa y San pudo ver el cariño genuino que Britt y Fiona compartían.
“Adelante”, dijo Britt “¿Cómo te sientes?”
“¿La verdad? Como si mi piel se estuviese estirando tanto que está a punto de estallar en cualquier momento”.
“Entonces voy a decirlo una vez más, tal vez deberías consultar a un médico. Un médico de verdad”, añadió con un guiño.
Britt se volvió hacia el hombre que estaba al lado de Fiona quien lucía nervioso y le tendió la mano.
“Soy Brittany Pierce”, dijo ella.
“Ella es Santana Lopez”.
“Don... Don Hogan”, dijo él.
Aunque San y Britt sabían que todos tomaban el nombre Hogan como su apellido… y que Don era el médico en Hoganville… Britt mantuvo el juego.
“¿Ah, sí? ¿Son parientes?”
Fiona se echó a reír. “Podríamos serlo”.
San se acercó, sacudiendo su mano como saludo. “Encantada de conocerte”.
“Estoy decepcionada si están relacionados”, continuó Britt, formando una sonrisa. “Tenía la esperanza de que nos presentaras a tu novio”.
Tanto Fiona como Don se sonrojaron mientras Britt los llevaba al interior y cerraba la puerta tras ellos. Don ayudó a Fiona a sentarse y San se preguntó si Britt no estaría acertada en su suposición.
“No un novio, no”, dijo Fiona. “Pero quería que las dos lo conocieran”, miró a Don nerviosamente. “Tenemos… tenemos algo que discutir con ustedes”.
El tono de Fiona era serio y Britt se dio cuenta de eso. El papel que estaba jugando como anfitriona desapareció, reemplazado por la curiosidad inherente a su trabajo.
“¿Está todo bien?”, entonces, recordando sus modales, Britt hizo un gesto hacia la cocina. “Lo siento ¿Puedo darles algo de beber?”, miró a San quien negó con la cabeza.
“No, estamos bien”, dijo Don.
Britt se sentó en el brazo del sofá junto a Fiona, frotando ligeramente con su mano el hombro de Fiona.
“¿Qué está mal, cariño?”
Fiona dio una risa rápida. “Qué no está mal sería una respuesta fácil”, tomó una respiración dificultosa, frotando con una mano su costado. “Lo siento. He tenido calambres”.
“¿Has tomado una píldora?”, preguntó Don.
“La mitad”, dijo Fiona.
Britt miró a San con las cejas levantadas antes de volver a Fiona. “¿Que píldora, Fiona?”
“Vicodin”, dijo Don.
“¿Vicodin? Pero... Quiero decir, no soy médico, pero estas embarazada ¿Puedes tomar Vicodin?”
“¿Podría hacerle daño al bebé?”
“Creo que sí, sí”, dijo Britt. “Es un medicamento con receta ¿Fuiste a ver a un médico?”
Don estaba a punto de hablar, pero Fiona le detuvo con una sacudida de su cabeza. Se volvió hacia Britt y le tomó la mano.
San pudo ver lo mucho que la estaba apretando ya que los nudillos de Fiona se volvieron casi blancos.
“Tenemos que hablar con ustedes. Necesitamos que nos escuchen”, hizo una pausa “Necesitamos su ayuda”.
“Por supuesto”, dijo Britt inmediatamente. Echó un vistazo hacia San. “¿Qué está pasando?”
Fiona soltó la mano de Britt, ahora mirando al frente como si estuviese ordenando sus pensamientos. Don la estaba mirando fijamente, con las manos retorciéndose nerviosamente.
“¿Recuerdas cuando decías que estabas fascinada con Hoganville?”
Britt asintió. “Entiendes cuan diferentes son las cosas por aquí ¿verdad?”
“Sí”.
Fiona giró la cabeza lentamente, mirando a Britt. “Tenemos algunas cosas que decirles… algunas de ellas puede que ni siquiera las crean… pero necesitamos que ayuden a Don a alejarse de Hoganville”, dijo ella. “Una vez que regrese esta noche, no creo que Madre Hogan me permita regresar”
“¿Quieres decir hasta después que nazca tu bebé?”, preguntó Britt.
Fiona negó con la cabeza. “No. Nunca”.
Britt frunció el ceño. “¿De qué estás hablando?”
Esta vez, Fiona miró a San. “Las cosas no son como parecen. La mayoría de las personas que viven allí, nunca han puesto un pie fuera de esas paredes. Algunas ni siquiera han visto a un extraño. Ellos tienen ciertos trabajos. Algunos atienden los jardines, algunos los pollos, algunos los cerdos y vacas. Algunos son trabajadores de la madera, algunos de costura”, hizo una pausa. “Y algunas cosas suceden allí... bueno, sólo cosas. Les cuento esto porque necesito que saquen a Don de aquí. Y ya que San está con la policía, pensaba que tal vez podrías traer a las autoridades”.
San no podía creer que Fiona estaba contándoles esto. ¿Cosas? Seguramente estaba hablando de las desapariciones. Pero necesitaban oírlo todo de Fiona. No podían suponer que eso era de lo que estaba hablando. Y ciertamente no podían revelar su pantalla así que fingió ignorancia.
“¿Las autoridades? ¿Para qué?”, preguntó ella. “¿Bajo qué motivo?”
Fiona negó con la cabeza. “No creo que me creas si te lo digo”.
Britt se arrodilló delante de ella. “¿Qué está pasando, Fiona?”
Fiona tomó una respiración profunda.
“Tengo treinta y uno”, dijo ella. “Una virgen. Hasta hace poco tiempo. Fui elegida para copular. Cuando me ausenté de la escuela esa semana, estaba cautiva y me mantuvieron drogada”, apartó la mirada de Britt. “Para que Antel pudiese… preñarme”.
Britt se puso de pie rápidamente. “¿De qué estás hablando? ¿Cópula?”
Don aclaró su garganta. “Madre Hogan decide quién debe copular de manera que la línea de sangre siga siendo fuerte. La cópula se realiza en la cámara”.
“¿Cámara?”, preguntó San.
“Las cuevas”.
San y Britt se miraron. “¿Que cuevas?”
“Cuevas subterráneas”, dijo Don. “Ella tiene un altar en la cámara. Para... bueno, para muchos usos”.
Britt miró a Fiona. “Pero…”
“Por favor, no juzguen ni traten de encontrarle significado a eso ahora”, dijo Fiona. “No hay tiempo. Sólo estamos tratando de decirles lo que pasa”.
“Está bien, espera un minuto”, dijo Britt levantando una mano. “En el almuerzo un día, cuando me estabas hablando acerca de tu familia, dijiste que Antel era tu padre”.
Fiona asintió. “Sí”.
Los ojos de Britt se agrandaron. “Y él…”
“Sí”.
“Oh, Dios mío”, murmuró Britt, su mirada yendo hacia la barriga de Fiona. “Pero Fiona…”
“No. Estoy segura que no es su bebé. Fue un acto realizado para el rebaño. Madre Hogan dijo que quería una línea de sangre pura. Antel es el único verdadero Hogan que quedaba. Yo soy la siguiente”.
La mente de San le daba vueltas. Antel, su padre, mantenida en cautiverio, preñada. Echó un vistazo hacia Britt, todavía tratando de ordenar sus pensamientos ¿Estaba tratando de decirles que su propio padre...? Por Dios... no.
Britt le dio una mirada suave, una para hacerle saber que entendía la dirección de sus pensamientos. Pero también le decía que se concentrara, que fuese profesional. Que hiciera su trabajo.
San asintió. Ahora no era el momento para pensar en esa atrocidad.
“Está bien”, dijo Britt, volviendo a Fiona. “Sigue. Estás embarazada. Pero no de tu… de Antel”.
“No. No es posible”. Fiona señaló su vientre. “Esto sucedió hace apenas dos meses”.
“¿Qué estás diciendo?”
Fiona miró a Don, como si buscara ayuda. Echó un vistazo hacia San, pero dirigió sus palabras a Britt.
“Algo vive en las cuevas. Algo que nunca hemos visto. Nuestra comunidad fue construida cerca de la entrada principal para custodiar las cuevas”.
San se acercó, tratando de averiguar lo que estaba diciendo. Inclinó la cabeza. “¿Algo vive ahí? ¿Qué?”
“No lo sabemos”, dijo Fiona. “Pero estoy bastante segura que lo que está creciendo dentro de mí es de él”.
“Fiona, ¿de qué estás hablando?” Britt se sentó junto a ella otra vez. “Dime lo que estás tratando de decir”.
Fiona la miró fijamente durante mucho tiempo, finalmente asintió. “Les contaremos todo. No nos van a creer, pero vamos a decírselos”.
Fiona se volvió lentamente, encontrando sus ojos con los de Don. Lo que sea que se hayan dicho entre ellos lo hicieron en silencio. Fue Don quien habló a continuación.
“Por lo general, dos veces al año… a veces tres… Belden y los cazadores traen chicas o mujeres. Las traen a la cueva. Madre Hogan tiene este ritual que llama la Semana de la Celebración”.
“Eso ha estado sucediendo durante años. Mucho antes de nuestro tiempo”, añadió Fiona.
“Las chicas se ofrecen como sacrificio a... bueno, a lo que vive en las cuevas”, dijo Don.
“¿Un sacrificio?”
“Madre Hogan les hace beber una de sus pociones, entonces Belden las lleva más allá de las cavernas y hacia el túnel principal de la cueva”.
Fiona miró hacia abajo, con los ojos casi cerrados. “A veces hay gritos. A veces se mantiene por mucho tiempo”, dijo ella, su voz casi un susurro.
“Ellos las hacen correr. Para ser cazadas”.
“¿Las matan?”, preguntó Britt en voz baja.
Fiona levantó la vista. “Las devoran”.
Las cejas de Britt se elevaron. “Estas pociones que la madre Hogan prepara. ¿Qué es ella? ¿Una bruja?”
Fiona sonrió. “Sí. Podría serlo”.
Britt y San se miraron nuevamente, pero San no estaba dispuesta a revelar su misión. Sacudió sutilmente su cabeza, viendo como Britt le contestaba con un asentimiento. San se movió hacia
delante, parándose delante de Fiona.
“¿Estas chicas son secuestradas? ¿Qué? ¿Raptadas?”
“Por lo que sé, sí. No es algo de lo que se hable”.
Una vez más, Santana fingió ignorancia. “¿Y son llevadas a la cueva para ser devoradas por algo?”
Fiona la miró a los ojos. “Sé que no nos creen. Es una locura, ¿no?”
“Sí. Una locura”.
“Pero es cierto. Cualquiera que sea la criatura que vive en la cueva controla a madre Hogan”.
“Estamos tratando de encontrar una manera de detenerlo”, dijo Don "Nosotros somos los únicos que podemos hacer que suceda. No hay nadie más. A los otros les han lavado el cerebro durante mucho tiempo, ni siquiera pueden imaginar ir en contra de madre Hogan. Además, la mayoría de ellos son mayores. Eso es todo lo que conocen”.
“Don y yo somos de los pocos que hemos estado en el exterior”, dijo Fiona. “También somos los más jóvenes que quedamos en el rebaño. Gretchen es la otra, pero es una causa perdida. Ella es muy leal a Madre Hogan. A Don y a mí siempre nos han mantenido separados, nunca se nos permitió interactuar. Debido a que hemos estado afuera. Conocemos del mundo. Hemos sido educados”.
“Si ella nos permitía interactuar…”, dijo Don, “…podríamos haber conspirado contra ella. O simplemente hubiésemos decidido huir. O decirle a alguien, como lo estamos haciendo ahora”.
“El resto de ellos, todos siguen la dirección de madre Hogan”, dijo Fiona. “De todo. Ellos no tienen ni un solo pensamiento propio. Todo lo que hacen, todo lo que comen, todo lo que dicen, todo lo que piensan proviene de ella”.
“Siempre ha sido de esa manera”, dijo Don. “Así es como te enseñan. No cuestionas. Los que lo hacen son sacrificados. Fiona y yo hemos aprendido a fingir que tenemos un lavado de cerebro como ellos. Es la única manera de sobrevivir. Ha habido un montón antes de nosotros que no fueron capaces de hacerlo. Ellos fueron sacrificados rápidamente. Y con crueldad”.
“Y eso refuerza el miedo… y su poder”, añadió Fiona.
San movió sus ojos hacia Britt con las cejas levantadas. ”¿Sacrificados?“
“Sí”, dijo Fiona. ”Son dejados en la cueva. Y es… es algo realmente malo”, dijo ella mirando a Don.
“¿Recuerdas a Ryan?”
Don asintió. Fiona se volvió hacia Britt.
“Madre Hogan acusó a Ryan de desobediencia, de contarle cosas a las autoridades. Todos fuimos reunidos en la cámara. Después que Madre Hogan hizo una lista de sus crímenes, Belden lo llevó a la cueva y lo ató”, cerró sus ojos extendiendo su mano hacia Don. “Nos hicieron escuchar sus gritos... mientras él era devorado. Después de eso se aprende rápidamente a no cuestionar jamás a madre Hogan”.
“Mierda”, murmuró San. “Entonces ¿qué es? ¿Qué hay en la cueva?”
“No sabemos”.
“¿Los gritos que escuchamos en la noche?”, preguntó Britt. “¿Es de eso?”
Fiona asintió. “Sí. Es de eso. Él caza en el bosque cerca de la escuela”. Fiona miró directamente a Britt. “Madre Hogan dice que somos los guardianes de la cueva. Ese es nuestro trabajo. Madre Hogan tiene poderes. Todas ellas han tenido poderes”.
“¿Ellas quiénes?”, preguntó Britt.
“La abuela de Ester, su bisabuela y las que estaban antes que ella. Todas ellas han dirigido el rebaño”.
San levantó una ceja. “¿Qué clase de poderes?”
“Ella puede ver cosas. Sabe cosas. Puede mover cosas sin tocarlas”.
San frotó su garganta, llevando su mirada hacia Britt. “Ese día en la cafetería, sentí como si alguien me estuviese ahogando ¿Recuerdas?”
Britt asintió.
“Ese es uno de sus trucos favoritos”, dijo Fiona.
“Y ella está, ya sabes ¿en control aquí?”, preguntó Britt, golpeando su cabeza.
“¿Madre Hogan? No. Está completamente loca. También es muy, muy inteligente. Es por eso que tenemos que sacar a Don de aquí. Porque lo sabrá”, miró a Don. “No hemos tenido ningún papel en todo esto, que no sea el que vivimos aquí”, dijo ella.
“Don es el único que puede funcionar fuera de Hoganville. El resto, no puede. Así que sáquenlo y llamen a las autoridades”.
“¿Y qué hay de ti?”, preguntó Britt.
Fiona negó con la cabeza. “Lo que está creciendo dentro de mí, no es algo que se pueda explicar. Mi destino está sellado”.
“¿Crees que lo vive en la cueva es el...?”, dijo mirando su vientre abultado.
Fiona asintió.
Britt se volvió hacia San. “Tenemos que decirles”, susurró.
Britt obviamente confiaba en Fiona y creía lo que estaba diciendo. Las desapariciones, sí. ¿Pero el cuento de que alguna criatura vivía en una cueva y comía gente? ¿Qué la criatura hubiese preñado a Fiona? Bueno, claro, habían oído los gritos en el bosque. Y ella había visto algo la noche de la tormenta. Pero, ¿realmente creía su historia salvaje? Se encontró con la mirada persistente de Britt, lo vio allí, sí, Britt creía su historia .
“Está bien”, dijo ella, cediendo. “Cuéntales”.
“Contarnos ¿qué?”, preguntó Fiona.
Britt miró entre Fiona y Don, permaneciendo finalmente en Fiona.
Extendió las manos, señalando hacia San. “Nosotras… somos la autoridad”.
Fiona frunció el ceño. “¿De qué estás hablando?”
Britt se puso en cuclillas a su lado. “Cariño, somos del FBI. No soy una maestra. Nos enviaron aquí por las desapariciones”.
“Eres... ¿eres del FBI?”
“Sí”.
La rabia se mostró en el rostro de Fiona inmediatamente. Apartó la mano de Britt alejándola, juntando sus propias manos y apretándolas.
“¿Así que todo este tiempo, estabas jugando conmigo? ¿Pretendiendo ser mi amiga? ¿Tratando de hacer que confiara en ti? Tu nombre probablemente ni siquiera es Brittany ¿verdad?”
San pudo ver que Britt estaba luchando consigo misma para mantenerse profesional, pero las palabras de Fiona le hirieron profundamente. Britt perdió la batalla cuando agarró su mano nuevamente.
“Mi nombre es Brittany. Y no he estado fingiendo. Eres mi amiga. Cariño, lo siento, no podía decirte”.
“¿Pero hemos estado bajo investigación?” Fiona trató de levantarse, pero Britt la hizo permanecer sentada.
“¿Y ya saben acerca de las chicas?”, preguntó Don.
“No sabemos ningún detalle”, dijo Britt. “Una de las chicas era la hija de un senador. Su desaparición fue lo que empezó todo”.
San vaciló sobre qué tanto compartir con ellos. Britt obviamente confiaba en Fiona y sentía que estaba diciendo la verdad. San, sin embargo, no tenía ninguna razón para confiar en ninguno de ellos. Ellos podrían simplemente estar soplándoles humo por el culo, enviados aquí bajo la orden de Ester Hogan. Sintió que los tres la miraban y su mirada se deslizó hacia Britt. Britt pareció entender su vacilación.
“No hay pruebas que vinculen Hoganville con nada”, continuó Britt. “Nos enviaron aquí para observar, realmente”.
“Así que tú y Santana no son... bueno, han estado fingiendo”, dijo Fiona. “Me engañaron. Supongo que tenían a todos los maestros engañados”.
“Lo siento”, dijo Britt nuevamente. “Necesitábamos encajar. Esa era la mejor manera”.
“Está bien. Entiendo. Tú has…”, las palabras de Fiona se interrumpieron cuando se dobló de dolor, su mano apretó con fuerza su costado. Tanto Britt como Don intentaron consolarla mientras el sudor brotaba por su rostro. San se quedó sin poder hacer nada, sin saber qué hacer.
“Tenemos que llevarte a un hospital”, dijo Britt. Britt miró a San. “Olvidemos todo esto ahora mismo y
saquémoslos de aquí”.
San negó con la cabeza. “No podemos”.
“Podemos”.
Fiona agarró el brazo de Britt. “No. No puedo irme”.
“Tú puedes. Podemos conseguirte ayuda”.
“¡No!”, Fiona estrechó la mano de Britt con impaciencia.
“No, no puedo. Es demasiado tarde para eso. Lo hecho, hecho está”, respiró profundamente, estabilizándose. “Lo siento, Britt. Pero esto es importante. Esta es la única oportunidad. Tiene que
terminar aquí. Ahora”.
“No estás en condiciones de hacer nada”, dijo Britt.
“Todo lo que tengo que hacer es llegar a la cámara. Madre Hogan podría venir”.
“Pero…”
“No voy a ser dañada”, insistió Fiona señalando hacia su estómago. “No mientras lleve esto”.
San pudo ver que Britt aún vacilaba.
Gentilmente la hizo a un lado, colocándose en cuclillas al lado de Fiona. Miró a Don, viendo el miedo en sus ojos. Si todo lo que habían dicho era cierto, entonces él seguramente sería asesinado… o sacrificado… si volvía. Se dio cuenta de cuánta fe, tanto él como Fiona estaban poniendo en ellas.
“Dime que quieres que hagamos”, le dijo a Fiona “Podemos llamar a Houston. Podemos pedir respaldo, pero eso tomará varias horas”.
“No tenemos muchas horas. Tienen que atrapar a madre Hogan. Ella lo controla todo. Pero tienen que tener cuidado con Belden. Él las matará inmediatamente, sin pensarlo”. “No solo podemos ir allí y detenerla”, dijo San. “No tenemos una orden judicial”.
El rostro de Fiona se puso rojo mientras negaba con la cabeza. “Sin arrestos. Ella sabrá que vienen. Deben matarla”.
“No podemos simplemente matarla”, dijo Britt.
Fiona la miró fijamente. “Ella no les dará otra opción. Deben estar listas. Esta será la única oportunidad. Una vez que vaya allí esta noche, no voy a regresar. Ella no me dejará salir nuevamente. Así es como tiene que ser”, miró a Don “Tenemos que dibujarles un mapa de los túneles”.
“Pueden entrar por mi casa”, dijo Don.
Fiona negó con la cabeza. “No. Una vez que Belden sepa que te has ido, esperará eso. Debe ser de otro lugar”.
San miró a Britt con las cejas levantadas. “¿Que túneles?”
“Hay túneles que enlazan la mayoría de las casas hacia la cueva. La cafetería, también la tienda de comestibles”.
“Es por eso que todo el mundo parece que se desvanece”, dijo Britt “¿Por qué el lugar parece desierto?”
“Sí. En ciertos momentos se nos ordena permanecer por debajo del suelo”.
San miró inquisitivamente a Britt. Tenían que llamar a Will y hacerle saber lo que estaba pasando. También tenían que hablar con Avery. Ellas necesitaban refuerzos ¿Podrían confiar en el departamento del sheriff local? Diablos, ¿entrarían realmente sin una orden? Will tendría sus dos culos. No, no podían implicar otra agencia. Nadie creería esta historia loca de todos modos.
“Mira, todo esto es fascinante, realmente…”, dijo San, “… pero no podemos irrumpir allí… Brittany y yo… y esperar que nos encarguemos de todo”, pasó las manos por su cabello varias veces. “Diablos, ni siquiera sabemos contra que luchamos ¿Algo vive en la cueva? ¿Qué demonios?”
Fiona cerró sus ojos, respirando rápidamente de nuevo. San miró a Britt para pedirle ayuda, pero Britt estaba arrodillada delante de Fiona, la preocupación superaba su buen sentido. San sabía lo que venía antes de que Britt siquiera pronunciara las palabras.
“Necesitas un hospital. Ahora. No puedo dejar que vayas allí”.
“Eso no es una opción”, dijo Fiona. “Voy a estar bien”.
“No estás bien. Estás…”
“Brittany”, dijo San. “Déjalo así”.
Britt se puso de pie rápidamente. “No voy a dejarlo así. Mírala”, dijo señalándola.
“Ya basta”, dijo Fiona. “Para ahora mismo. No tenemos tiempo para esto. Mi hora se acerca. Después de eso, no voy a ser de utilidad para nadie”.
“Tiene razón”, dijo Don. “Es ahora o nunca”.
Britt negó con la cabeza. “Fiona, tengo miedo por ti. Si regresas…”
“Sé lo que estoy haciendo. Sé lo que hay que hacer. Conozco mi destino. Ahora ¿van a ayudarnos o no?”
Todos los ojos se volvieron hacia Britt. Poco a poco tomó una respiración profunda, cerrando sus ojos mientras lo dejaba escapar.
“Jesús” murmuró. Echó un vistazo hacia San“¿Qué quieres hacer?”
Fue el turno de San de tomar una respiración profunda, tratando de ordenar sus pensamientos.
“Tenemos que informarle a Will lo que está pasando. Entonces tenemos que alertar a Avery. Hacer que él…”
“¿El director Avery?”
“Lo siento, cariño”, dijo Britt. “También es del FBI”.
“Guau. No tenía ni idea”, se echó hacia atrás en el sofá, su enorme vientre protruía de mala manera. “Tengan cuidado con Richard, el guardia. Él es un espía de Belden”, dijo ella.
“Sí. Pensamos lo mismo. Él es quien les permite a ti y a Gretchen abandonar el complejo cuando quieren, a pesar que la puerta está cerrada”, dijo San.
“Y también sabías todo eso”, dijo Fiona en voz baja, con sus ojos ligeramente acusadores.
“Lo siento”.
Pero Fiona negó con la cabeza, rechazando la disculpa. “Don, vamos a dibujarles un mapa de los túneles. Entonces necesitas mostrarles el sendero por el bosque”.
“¿El sendero? ¿De noche? ¿Estarán a salvo?”
“¿Qué sendero?”, preguntaron San y Britt al unísono.
ana_bys_26- ---
- Mensajes : 555
Fecha de inscripción : 21/11/2015
Edad : 34
Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
Se viene!! se viene!!! :o estoy ansiosa por saber que ocurre D: !!
Susii********-*- - Mensajes : 902
Fecha de inscripción : 06/01/2015
Edad : 26
Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
espero de verdad que san y britt pdan ponerse en contacto con will puck y sam lo mas pronto posible para que envien a su gente, en algo tiene razon santana, ellas dos no pden hacerlo solas!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
holap...
se esta poniendo jodidamente bueno,...
quiero el otro cap,..
nos vemos!!!
se esta poniendo jodidamente bueno,...
quiero el otro cap,..
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Guardian dela cueva capitulo 43
CAPÍTULO 43
El golpe en la puerta fue más fuerte, más rápido de lo normal. Ester se apartó de la ventana, sabiendo que Belden venía con noticias. Algo no estaba bien. Podía sentirlo.
“¿Hay algún problema?”, preguntó mientras él entraba.
“Don ha desaparecido” dijo él.
“¿Desaparecido?”
“No está en su casa. Nadie lo ha visto desde esta mañana”.
Ester sintió una opresión en el pecho. Se alejó de él, porque no quería que él detectara ninguna debilidad en ella. Separó las cortinas, la calurosa tarde estaba dando paso a las horas de la noche. Sabía que algo andaba mal. Lo había sentido durante todo el día. Durante toda la semana en realidad. Simplemente no podía poner el dedo en la llaga.
“Fiona ya debería estar aquí. Pero no lo está, ¿verdad?”
“No, madre. Todavía no”.
Veía como sus planes se deshacían y sabía que tenía que hacer algo. Se había equivocado al permitir que Fiona se fuera. Se estaba acercando demasiado. Pero el temor de que los de la escuela fisgonearan había sido demasiado.
Tal vez estaba dejando que también el miedo se interpusiera en su camino. Tal vez Fiona estaba enferma. Tal vez Don había ido a ayudarla. No. No harían tal cosa sin su aprobación. Su dirección. No tomarían esas decisiones sin consultarle. Ellos no desobedecerían. Todos sabían las consecuencias de aquellos que desobedecían.
“Don está en la escuela”, dijo ella con cierta claridad. Cerró los ojos, tratando de encontrarlo, de verlo. Sin embargo vio a Fiona, en su auto.
Sola. Su rostro estaba mojado ¿Estaba llorando? Negó con la cabeza. No. Adolorida, tal vez. Había llegado el momento. Pero no estaba llorando. El rebaño no lloraba. Ellos no conocían tal emoción.
“¿Está con Fiona?”
“Fiona estará aquí en breve. Está en camino. Sola”.
Ester se apartó de la ventana, ahora con los ojos claros.
“Don no tiene ningún asunto en la escuela. Fiona no ha estado bien. Me temo que ha llevado su papel de médico al extremo. Debe ser tratado. Ya sabes qué hacer”.
“Sí, madre”
***
“Nos vemos en la estación de guardia”, dijo Avery con impaciencia.
No le gustaba lo que estaba ocurriendo, pero San y Britt le había dado poca elección. Howley no estaba feliz, pero tampoco le habían quedado otras opciones. Fiona ya estaba en camino de regreso a Hoganville. Don Hogan estaba escondido en casa de las agentes. Will había aprobado el plan, sin embargo estaba a medio hornear. Incluso por aire, estaban al menos a dos horas de
distancia.
“Estaba a punto de sentarme a cenar. ¿Puede esperar?”
“Te aseguro jefe Aims, esto no puede esperar. Ya voy en camino”.
“¿De qué se trata?”
“Te lo explicaré cuando lleguemos allí”, colgó antes que el jefe pudiese hacer más preguntas. Sí, estaba de acuerdo en que Richard Barr estaba involucrado. Sin embargo, sólo por el hecho de que él permitiera que Fiona y Gretchen… y veces a Belden… que entraran y salieran a voluntad apenas lo implicaban en las desapariciones.
Sin mencionar la explicación rápida de la tortura de la que fueron víctimas las chicas en la llamada cueva.
Si San y Britt realmente creían tal cuento o no, no estaba seguro. Ellas estaban, sin embargo, de camino hacia Hoganville usando un mapa toscamente dibujado. Mientras la oscuridad se acercaba, tenía que admitir que nunca volvería a intentar una caminata por el bosque a pie. No por la noche. Él y Will les habían aconsejado que esperaran hasta que llegara el respaldo, pero temían por la
vida de Fiona.
La caseta de vigilancia estaba bien iluminada y Avery estacionó al lado del coche de Richard.
Cuando salió, tocó su arma para tranquilizarse. No que esperara que Richard protestara o huyera de él, sin embargo, sentía consuelo con su mera presencia. No fingiría que estaba a gusto con lo que estaba haciendo. Nunca había sido un agente de campo, había estado contento encargándose del papeleo y haciendo las investigaciones. Pero sabía cómo manejar un arma. Bueno, al menos en el campo de tiro, era así. De hecho, era un excelente tirador
Tomó aliento dándose ánimo y haciendo tiempo para abrir la puerta de la estación de guardia.
“Director Avery. ¿Qué lo trae por acá?”
“Buenas noches, Richard”, dijo él. “Tengo algunas cosas que discutir contigo. El jefe Aims viene en camino”.
“¿Hay algo malo?”
No había nada más que Richard Barr necesitara saber, aparte de los hallazgos en los registros de la puerta. Decidió utilizar su visita como una llamada disciplinaria.
“Hay algo de malo, sí. Hemos hecho una auditoría de los registros en la puerta. Parece que has permitido que la puerta se abriera a horas intempestivas de la noche, todo sin mi conocimiento. Y, desde luego, se remonta, al parecer desde mi predecesor que no lo sabía”.
Él esperaba al menos una negación. Richard simplemente lo miró fijamente, sin decir nada. Los faros en el camino indicaban que el jefe Aims se aproximaba. Avery se trasladó a la puerta, indicándole que pasara.
“Jefe Aims, gracias por venir tan rápido”.
“¿De qué se trata esto, Avery?”
Avery sacó sus credenciales, mostrándoselas a Aims. “Estoy con el FBI”, dijo él. “Hicimos un análisis de los registros de la puerta. Parece…”
“¿FBI?”, el jefe Aims se echó a reír. “Me estás tomando el pelo ¿verdad?”
Avery alejó sus credenciales “No. El Sr Barr ha permitido que la puerta se abra después de horas. Muchas veces. De hecho…”
“¿Por qué le importa eso al FBI?”
“Hay una investigación en curso. Ahora mismo, simplemente necesito que detenga al Sr. Barr y se asegure que no haga contacto con ninguna persona en Hoganville. Tenemos agentes en el lugar”.
El Jefe Aims miró a Richard, sonriendo. “¿Has oído eso, Richard? Se supone que debo detenerte. Ya que hay agentes aquí”.
Richard se echó a reír. “Sí. ¿Vas a esposarme?”
Los ojos de Avery se abrieron cuando Aims sacó su revólver de su cadera, apuntando causalmente hacia él en lugar de a Richard.
“Bueno, ahora vamos a esposar a alguien ¿no es así? ¿Imagino que las dos nuevas, Lopez y Pierce, son sus agentes?”, él negó con la cabeza “Sabía que algo no estaba bien con ella. No era una guardia de la prisión. No tenía la disciplina en absoluto”.
Richard se levantó de detrás del escritorio, viniendo hacia adelanta. Avery entró en pánico, sabiendo que estaba fuera de su liga. No era así como se suponía que debía pasar. Abrió el botón de la chaqueta de su traje, tratando de encontrar su arma, sólo que Richard agarró sus brazos con rudeza y tirando de ellos hacia su espalda. Aims le arrojó las esposas.
“¿Qué estás haciendo? No puedes hacer esto. Te lo dije, soy del FBI. Debes…”
“Cállate, Avery”, dijo el Jefe Aims. “No me importa lo que seas”.
Aims miró a Richard “Necesitamos contactar a Belden. Hazle saber que tiene dos agentes deambulando por allí”.
“No deberías. Jefe Aims, esto es altamente…”
“Te dije que te callaras”. Avery cerró la boca al sentir el frío metal de la pistola de Aims apoyada contra su frente.
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Guardian dela cueva capitulo 43,44
CAPÍTULO 44
San ajustó la correa de su pistolera de muslo, mirando a Britt una vez más.
“No deberíamos estar haciendo esto, lo sabes ¿verdad?”
“Sí, lo sé”
“No es demasiado tarde. Todavía podemos esperar los refuerzos”, sugirió a pesar de que reconocía la mirada determinada en el rostro de Britt.
Britt negó con la cabeza inmediatamente “Es demasiado tarde. Fiona no tiene tiempo para esperar por el respaldo”.
San se detuvo detrás de un árbol, la sombra ahora espesa completaba la oscuridad sobre ellas. No sabía si sentirse agradecida por la luna llena o no. Había luz suficiente por lo que deberían ser capaces de avanzar la mayor parte del sendero sin linternas. También había luz suficiente como para que sus movimientos pudiesen ser seguidos, si alguien, o algo, estuviese observando.
“No puedo creer que estemos aquí en este sendero”, susurró ella.
“De noche”.
“Tú y yo, tigre”.
“Will no estará feliz con nosotras, lo sabes”, dijo San.
“Confío en Fiona”, dijo Britt.
“No estoy segura sí creo todo lo que dijo, pero aun así, esta es la zona cero en cuanto a las desapariciones se refiere” “Y esa es la única razón por la que vamos a seguir con esto”
“¿Crees que lo poco que Don le contó a Will por teléfono sea suficiente para una orden?”
San asintió. “Creo que sí. Will conseguirá algo. ¿Por qué más nos asignaría a permanecer aquí, en primer lugar, si no estaba dispuesto a actuar en consecuencia? Él va a lanzarse contra terroristas nacionales, nada más y nada menos”.
“Pero le prometimos que no le dispararíamos a nadie, recuerda. No quiero estar en todos los canales de noticias como la que comenzó un enfrentamiento”.
“No voy a dispararle a nadie, siempre y cuando no nos disparen primero”.
San estuvo a punto de continuar por el sendero cuando Britt la detuvo. “Fiona... ¿crees que estará bien?”
San no sabía qué respuesta esperaba Britt. Demonios, ambas la habían visto. Parecía estar en tanto dolor, como si literalmente estuviese a punto de explotar ¿Estaba en trabajo de parto? ¿Estaba a punto de dar a luz? Y encima de eso… ¿a qué estaba a punto de dar a luz Pero Britt también sabía todo eso. Sólo estaba buscando algo de tranquilidad. San no estaba segura de poder dárselo.
“Desearía poder prometer que va a estar bien”, dijo ella. “Sabe todo lo que va a pasar con ella, con su embarazo, va a suceder esta noche. No estoy segura de sí espera que la protejamos de Ester Hogan… o de lo que sea que vive en la cueva”.
Britt la miró fijamente durante un largo rato, finalmente asintió. “Está bien. Sigamos”.
Cuanto más profundo se adentraban en el bosque, más pesada se volvían las sombras. Era una noche calurosa y húmeda, el aire estaba quieto y en silencio. Sintió como Britt se acercaba detrás de ella y dio la bienvenida a su presencia. Podía sentir como el bosque recobraba… las criaturas de la noche despertaban después de su letargo en la luz del día. Era una chica de ciudad, claro, pero eso sólo significaba que su imaginación estaba en marcha. Las criaturas inofensivas de la noche como los mapaches y zarigüeyas rápidamente le crecieron colmillos y garras, mientras acechaban el suelo del bosque. Se detuvo de repente, volviéndose hacia Britt.
“Los mapaches… ellos no atacan ¿verdad?”
Britt casi se echó a reír. “Cariño, creo que los mapaches son la menor de nuestras preocupaciones. Pero no, no creo que ataquen”.
San también sonrió. “Sé que estoy siendo tonta. Pero es espeluznante aquí”.
Britt asintió. “¿Crees que deberíamos usar la linterna? Si nos salimos del sendero, estamos jodidas”.
“Uso mínimo”, dijo ella. “Somos blancos fáciles”.
Por mucho que no quería usar las linternas, tenía que estar de acuerdo con ella. Podrían perderse en un instante. Hizo una pausa escuchando, nada indicaba que las habían siguiendo. O las habían visto. Entonces encendió su linterna, alumbrando rápidamente el suelo, viendo si de hecho todavía seguían en el sendero. Era un sendero que parecía ser muy utilizado. Sin embargo, no podía imaginar que las personas de Hoganville lo utilizaran. ¿Qué razón tendrían de colarse en los terrenos de la escuela? Lo más probable es que se haya convertido en un sendero de juego, utilizado por los ciervos.
Y cualquier otra cosa que habitara el bosque por la noche. Alejó ese pensamiento cuando volvió a apagar la luz, volviéndose hacia Britt. “¿Te he dicho lo sexy que te ves toda de negro?”
“Te gusta mi traje de comando ¿eh?”
“Muy macho. El cabello en cola de caballo, saliendo por el gorro, se ve bien”, dijo ella.
Britt ladeó la cabeza. “¿Estás haciendo tiempo?”
“Diablos, sí”, susurró ella. “Te juro que si algo se mueve, voy a disparar”.
“¿Quieres que tome la delantera?”
“¿Tú? Brittany, tienes las uñas pintadas. Realmente creo que debo ser la que vaya delante”.
Britt sonrió. “Está bien, tigre. Entonces sigue adelante. No tenemos toda la noche”
San se obligó a moverse. Cada paso que daban parecía excepcionalmente ruidoso, cada ramita que se rompía hacía eco a través del bosque silencioso. Podía oír sus respiraciones, podía sentir el nerviosismo que les rodeaba.
Eran agentes del FBI, por el amor de Dios. Pero eso no le trajo ningún alivio. Nunca había estado en esta situación anteriormente.
Se había enfrentado a criminales enfurecidos, había estado bajo el cañón de una pistola, había perseguido narcotraficantes y jefes del crimen. ¿Pero esto?.
¿Escabullirse por el bosque en la noche? ¿Con la esperanza de encontrar la entrada a un túnel de las antiguas caballerizas? ¿Yendo a cuevas subterráneas? ¿Buscando una… una criatura que acechaba estos bosques? No.
La mano de Britt apretó dolorosamente su brazo, deteniéndola.
“Escucha”.
San inclinó la cabeza ligeramente, sus ojos viajando por la oscuridad del bosque, en busca de movimiento. Escuchó el susurro de las hojas detrás de ellas. Las dos se volvieron y pudo sentir… oír… el latido de la sangre en sus oídos. Su mano se deslizó hacia el arma que había atado a su muslo, lista para sacarla.
Britt luchó con su propia luz, apuntando en dirección del ruido. San contuvo el aliento, esperando. El rayo de luz brilló a través de los árboles, luego hacia abajo a lo largo del suelo. Britt fue la primera en reírse. San la imitó, aunque todavía estaba llena de nerviosismo.
“Armadillo”, murmuró Britt.
“Sonaba como un oso”.
“No puedo esperar regresar a la ciudad”, se volteó para seguir, pero se detuvo.
“Espera. Apunta la luz nuevamente hacia allá”, dijo ella.
Britt hizo lo que le pidió, deteniéndose con un jadeo. “Jesús ¿Es eso lo que creo que es?”
San también encendió su luz, uniéndose al haz de Britt.
Caminó lentamente hacia el lugar, su linterna zigzagueando por el suelo. El cráneo blanco brillaba intensamente, las cuencas de los ojos, oscuros y huecos, mirando a través de ellas. La boca abierta parecía estar congelada por la eternidad en un grito silencioso sin alma. Si tenía alguna duda sobre la historia de Fiona, desapareció rápidamente en el aire de la noche.
“Sí. Es lo que piensas que es”.
Se puso de cuclillas junto a él, alejando las hojas. No había otros huesos visibles, nada que indicara que un cuerpo había sido enterrado aquí. Sólo estaba el cráneo, ubicado tranquilamente contra las raíces del gran roble. Tal vez había sido arrastrado allí por un animal... o algo así. Se puso de pie, haciendo poco caso a la sensación de ser observada.
“Vamos”, dijo ella.
Dirigió su luz a lo largo del sendero, caminando con más rapidez. El bosque ahora estaba vivo con sonidos, ahogando sus propios pasos. Las ranas, los grillos y las cigarras cantaban todas en una armonía ensordecedora. El chillido de una lechuza casi la hizo tropezar, luego, Britt le detuvo nuevamente con un tirón en el brazo.
“Apaga la luz”, susurró Britt con urgencia.
San lo hizo, sintiendo como su corazón latía con fuerza en su pecho. Ladeó su cabeza, escuchando como si alguien corriera no muy lejos delante de ellas. Se agachó más retrocediendo en el bosque y tirando a Britt con ella. Más adelante, vieron tres figuras en la sombra trotando a lo largo del sendero. Se deslizó más profundamente en el bosque, escondiéndose detrás de un roble gigante.
Tal vez Fiona tenía razón. Quizás Ester Hogan podía ver las cosas. Tal vez sabía que iban a venir. Reconoció la figura de Hulk de Belden, que era seguido por otros dos hombres. Uno de los hombres llevaba una linterna. Los tres vestían ropas oscuras.
Tranquilamente desabrochó su pistolera, oyendo como Britt hacía lo mismo. Sin embargo, los hombres corrieron delante de ellas, regresando a lo largo del sendero por donde ella y Britt acababan de llegar, en dirección a la escuela.
“Ellos saben”, dijo Britt en voz baja.
“Ellos saben algo, sí”, enfundó su arma nuevamente, luego siguieron adelante.
Avanzaron sin la luz, continuando hacia Hoganville… y los túneles.
Sólo quince minutos más tarde las formas oscuras de las casas aparecieron a la vista. Mantuvo la luz cerca de ella, sacando las notas de Don. Rodear hacia la izquierda. Los establos cercados serán el quinto edificio.
Apagó la luz, indicándole a Britt que siguiera. No había sendero que las condujera y dio un paso con cuidado sobre las ramas caídas. No importaba cuan silenciosa trataba de ser, sentía como si cada paso era rotundo. Silenciosamente contó los edificios a su paso y luego sintió que Britt nuevamente detenía sus movimientos.
“Jesús. ¿Ahora qué?”
De regreso a lo largo del sendero, por donde habían venido, una figura solitaria ahora caminaba lentamente, sin correr.
Era Belden. Trató de hacerse lo más pequeña posible, quedándose inmóvil en su lugar. No había árboles lo suficientemente grandes como para esconderse detrás, incluso si se arriesgaba a moverse. Él hizo una pausa, mirando por el sendero hacia Hoganville, luego girando y mirando detrás de él. Parecía estar solo. No podía haber llegado a la escuela y haber regresado. Los otros dos debían haber ido a la escuela sin él. Si iban a su casa, Don sería un blanco fácil. Pero, ¿por qué se regresaría Belden? Finalmente Belden se movió, corriendo ahora hacia la casa más cercana y luego a su alrededor. Una vez que llegó a las sombras, ya no pudo verlo. Escuchó el sonido de sus pasos desapareciendo.
Tragó saliva, nerviosa, justo ahora consciente de que había estado conteniendo el aliento. Acercó a Britt aún más, colocando su boca contra su oído.
“Deberíamos llamar a Avery. Don podría no estar seguro”, Britt asintió. “Primero entremos en los establos”.
Esperó unos segundos más, asegurándose de que Belden se hubiese ido de verdad. Cuando no hubo ningún movimiento o sonido, siguió adelante, encogiéndose cuando una ramita se partió en dos con su peso.
Se mantuvo en las sombras, sosteniendo la rama de un árbol fuera del camino de Britt. Los establos eran como Don los había descrito. Las tablas en las ventanas traseras estaban viejas y desgastadas, fácilmente podrían retirarlas. Sin embargo, con Belden, posiblemente buscándolas, no quería correr el riesgo de darle a conocer su presencia con tablas y clavos que crujieran.
Se agachó, sintiendo como Britt hacía lo mismo. Ahora se apresuró, hacia un lado del edificio, haciendo una pausa en algunos pasos, escuchando. Cuando llegó a la esquina frontal, se apoyó contra la pared, ocultándose con las sombras. Se arriesgó mirando alrededor de la esquina, sin ver movimiento. Respiró profundamente. Era ahora o nunca. Utilizó su hombro tratando de empujar la puerta. Esta no se movió. Utilizó más fuerza, sintiendo como cedía, escuchando un fuerte chirrido cuando la puerta se abrió.
“Shh”, siseó Britt. San la hizo entrar y cerró la puerta rápidamente.
Estaba oscuro en el interior, todas las ventanas estaban tapiadas. Esperó, el sonido de su respiración era fuerte para sus oídos. Encendió la linterna, yendo hacia la parte de atrás donde Don les dijo podían encontrar el túnel.
“Habrá heno apilado. Muevan las dos primeras pacas. Verán la puerta trampa”.
“Allí”, dijo ella. Estaba tal como él lo había descrito.
Ella y Britt agarraron un extremo de la paca y la rodaron hacia el suelo, haciendo lo mismo con la siguiente. Había una puerta tallada en la pared, no mucho más grande que una pequeña ventana. Tiró del mango, las bisagras oxidadas casi gritaron en protesta al abrirse. Eso le daba credibilidad a la afirmación de Don de que los establos nunca eran utilizados. Asumía que esta puerta no se había abierto en más de una década. La fría humedad les golpeó. Se alejó de ella tomando una respiración profunda. En ese momento, la última cosa que quería hacer era meterse en el túnel.
Britt dio un paso atrás. “Primero voy a llamar a Avery”.
“Sí. Okay”.
San deslizó la luz por el túnel.
Las telas de araña decoraban la entrada y las escaleras legaban hasta la tierra fría y oscura. “Odio las arañas”, murmuró ella.
“Sin respuesta”, dijo Britt sosteniendo su teléfono “Tengo un mal presentimiento”.
San asintió. “Yo también. Pero no podemos preocuparnos de Avery en estos momentos. Esperemos que él y el jefe hayan asegurado todo”.
“Es Don quien me preocupa. Se lo prometimos a Fiona”.
San miró nuevamente hacía el túnel, repentinamente abrumada por una ansiedad desesperada. Sí, le habían prometido a Fiona un montón de cosas. Pensaba que a Will le daría un infarto cuando le contara de sus planes. Él casi les ordenó que se retiraran. No estaba segura de lo que habrían hecho si lo hubiese hecho. Britt estaba resuelta. En este momento, Britt estaba en su modo protector. Ninguna de ellas sabía lo que Fiona había planeado, pero la mirada en sus ojos le dijo a San que Fiona no tenía intención de dar a luz.
San había visto esa mirada desesperada y desolada anteriormente en los ojos de su propia hermana. Britt, sin embargo, no hizo mención de ello. Su enfoque ahora estaba allí y en proteger a Fiona de los horrores que Ester Hogan había planeado para ella. Entonces se volteó hacia Britt, tirando de ella rápidamente en un fuerte abrazo.
“¿Qué?”
San miró hacia la entrada del túnel. “Siento como si fuésemos al infierno”.
“Lo sé. Digo que entremos y acabemos de una vez, aunque no sabemos muy bien en lo que nos estamos metiendo”.
“No. E incluso con los chicos viniendo en helicópteros, tomará por lo menos una hora antes de que tengamos un poco de respaldo”.
Britt respiró profundamente. “Entonces vamos a hacerlo. Estoy lista para salir pitando de aquí”.
San se inclinó hacia delante y la besó, luego tiró de ella en otro abrazo.
“Escucha, si algo sucede, sólo quiero que sepas que esto... bueno, que esto no es un romance barato. No eres solo una muesca, como una vez dijiste”.
Britt la miró fijamente. “¿Ahora? ¿Quieres hablar de eso ahora?”
Avergonzada, San miró nuevamente hacia la entrada del túnel evitando mirar hacia Britt. “No. Demonios, ¿qué estaba pensando?”
Sí, ¿qué estabas pensando? Dio un paso hacia adelante, quitando las telas de araña con la linterna, sólo para que Britt detuviera su progreso con una mano en su brazo. Se dio la vuelta, con las cejas levantadas.
“No me enredo en romances baratos”. Britt ladeó la cabeza. “Lo sabes ¿verdad?”
En las sombras, San se encontró con sus ojos. Finalmente asintió, aliviada por lo que vio allí. “Entonces vamos a terminar con esto, bebé”.
“Y no me llames bebé”, murmuró Britt detrás de ella y San reconoció la sonrisa en su voz.
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Guardian dela cueva capitulo 43,44 y 45
CAPÍTULO 45
Fiona agarró su estómago, tomando respiraciones cortas y rápidas. Casi deseaba haber tomado la pastilla para el dolor que Don le había ofrecido, pero sabía que debía tener sus sentidos alertas. Sin duda, madre Hogan ya sabría que algo andaba mal. ¿Ya habría echado de menos a Don? Si era así, Fiona sería a quien buscarían por respuestas.
Su madre la recibió en la puerta y por la mirada en sus ojos, Fiona sabía que madre Hogan ya la habría interrogado.
“Llegas tarde”.
Fiona trató de mantener su voz firme. “Tenía pruebas por corregir”, dijo ella, una mentira que había inventado en su camino a casa.
“Madre Hogan estaba preocupada. Dijo que no te sentías bien”.
Fiona tragó. “¿Cómo supo eso?”
Su madre casi se quedó sin aliento. “¿La cuestionas? Niña, ella lo sabe todo”. Y tú sabes tan poco, pensó Fiona. Incluso ahora, su madre no tenía ni idea de cuál sería el destino de Fiona. ¿Pensaba que Fiona daría a luz? ¿Tenía alguna idea de la... la cosa que llevaba? ¿No sentía preocupación? No. Todo lo que le preocupaba a su madre era desagradar a Madre Hogan. Nada más.
“Si lo sabe todo, entonces creo que sabrá que voy a la cámara. Supongo que la veré allí”.
Fiona se dirigió hacia la cocina, donde estaba la puerta que le llevaría a los túneles. Su madre la detuvo, sosteniendo su brazo.
“¿Qué es lo que te pasa? Estás actuando raro”.
“¿Raro?”, Fiona señaló su estómago “No. Esto es raro. Sin embargo, no haces ninguna mención de ello. ¿Por qué?”
“No nos corresponde cuestionar”, dijo su madre simplemente.
Fiona tomó aliento con dificultad cuando una sacudida de dolor la golpeó.
“No. Las buenas ovejas no cuestionan ¿no es así?”, murmuró.
Miró el viejo reloj de su abuelo que pasaba los segundos en silencio, como lo había hecho toda su vida. Su mirada siguió el largo del péndulo, viendo el paño amarillo desteñido cuidadosamente doblado en la parte inferior de la caja, consciente de que cada casa tenía el mismo reloj con la misma tela de color
amarillo escondido allí. ¿Se vería Brittany obligada a usar la frase desencadenante?Miró a su madre y se preguntó si ese sería el mejor resultado para ella¿La muerte? O probablemente ser encerrada en un manicomio por el resto de sus años.Sería tan sencillo pronunciar la frase ahora, ver a su madre entrar en trance, ver como ciegamente iba a tientas hacia el paño, sacando la cápsula que la Madre Hogan había escondido en cada reloj.
Roca amarilla en el reloj. Tick. Tock. Amarillo. Roca.
Pero al final, Fiona no pudo decirla. Su propio destino podría estar sellado, pero no podía ser la que enviara a su madre a su muerte.
“Adiós, madre”, dijo haciendo una mueca mientras sostenía su costado. “Tengo una cita con madre Hogan”.
“Ella no te ha convocado”.
“No. Esta vez soy yo quien la está convocando”.
Una vez más, su madre se quedó sin aliento. “Habla de esa manera y provocarás su ira”, advirtió.
Fiona encontró las fuerzas para reír. “Ese es el plan. Ahora ¿no deberías empezar la cena?”
Su madre asintió con la cabeza. “Sí. Por supuesto. Lo haré ahora”.
Fiona la miró por un momento, sus movimientos lentos y medidos, a fin de no dar un paso en falso. Nadie quería dar un paso en falso.
Suspiró, consciente de que nunca vería a su madre nuevamente. Extrañamente, ese pensamiento no le causó tristeza.
Se dio la vuelta, abriendo la puerta hacia los túneles, mirando hacia atrás una vez más, pero su madre no le prestó atención.
***
Ester se paseaba lentamente, de ida y de vuelta, la ventana abierta dejaba entrar la brisa cálida de la noche. Estaba tan quieto, tan húmedo, sentía el sudor humedeciendo su piel.
Fiona estaba de regreso. Lo sabía. Pero algo no estaba bien. No podía verla, no podía sentirla. No como debería. Tal vez este embarazo estaba interrumpiendo su flujo de energía. O tal vez era algo más.
Escuchó, pasos en la escalera. Reconoció los pasos pesados de Belden y esperó a que llamara.
“Sí. Entra”.
Lucía agitado, con su piel brillante de sudor.
“Madre”, saludó, su voz sonaba como sin aliento.
“¿Don?”, preguntó con sencillez. Negó con la cabeza. “Pero lo encontraremos. Me temo que tengo otras noticias”.
Frunció el ceño, sintiéndose fuera lugar. ¿Noticias? ¿Qué noticias podría tener que ella no supiese ya?
“Adelante”, dijo ella.
“El director Avery es un farsante”, dijo él.
“¿Un farsante?”
“Es un agente del FBI”.
Las palabras fueron como un golpe en su pecho y extendió su mano, apretando como una garra el brazo de Belden.
“¿Cómo sabes eso?”
“Él trató que el jefe Aims arrestara a Richard. Algo sobre la puerta”.
“Debe ser eliminado”, dijo rápidamente. “Podemos sacrificarlo como a los demás”.
Sí, eso era lo que iba a hacer. Sacrificarlo. Hacer que se fuera. Entonces las cosas volverían a la normalidad. Después de todo, Fiona estaba a punto de dar a luz. Era el momento de celebrar. No tenía tiempo para lidiar con el FBI.
“Hay más”, dijo Belden, sus ojos abandonaron los de ella, nervioso.
“Dime”.
“Las dos mujeres que se hicieron amigas de Fiona… Son también del FBI”.
Esa noticia no la sorprendía. Sabía que ellas no eran quienes decían ser. No traería ninguna consecuencia.
“También serán eliminadas. Tráelas a ellas y al director Avery aquí. Esta noche”.
“Ese es el problema”, dijo él “Creo que ellas ya están aquí”.
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Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
por Dios que llegue el FBI si algo le pasa a las chicas morire, esa condenada vieja y sus locos seguidores deberian quemarse en el infierno!!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Edad : 54
Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
Vieja desgraciaaaaada! Debe moriiir xd Y sus estupidas "ovejas" tambien sjhdj me pone nerviosa y ansiosa estos capitulos!:s
Susii********-*- - Mensajes : 902
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Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
Hola!!!!
Esto se pone muy bueno!!!
Saludos
Esto se pone muy bueno!!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
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Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
OMG quiero más ....
evean********- - Mensajes : 791
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Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
holap,...
uuhh se sabe la verdad,..
a ver que les van a hacer a las chicas???
nos vemos!
uuhh se sabe la verdad,..
a ver que les van a hacer a las chicas???
nos vemos!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
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Guardian dela cueva capitulo 46
CAPÍTULO 46
Brittany dudó en la parte superior de las escaleras, haciendo una pausa para mirar hacia atrás por encima de su hombro. No sabía lo que esperaba encontrar. La puerta estaba cerrada y las ventanas estaban tapiadas. Aun así, sentía como si algo la estuviese mirando y casi se estremeció por eso.
“Vamos” dijo San instándola desde abajo.
Tomando una respiración profunda, Britt dio el siguiente paso hacia abajo, tirando de la puerta de la trampa cerrándola tras ella. A pesar de haber visto como San rompía las telarañas, se imaginaba cientos de arañas al acecho, listas para saltar sobre ella cuando se deslizara junto a éstas. Agarró la mano ofrecida por San, sus pies finalmente golpearon la tierra húmeda. Se aferró a San por un largo rato, adaptando sus ojos a la penumbra.
“De acuerdo con el mapa…”, dijo San manteniéndolo bajo su linterna, “…deberíamos estar seguras usando las linternas hasta aquí”.
Britt siguió el avance del dedo de San, viendo un giro en forma de L que las llevaría a la cámara. Trató de recordar las palabras de Don sobre el laberinto de túneles, pero ahora todo estaba borroso. Sólo sabía que tenían que darse prisa. Parecía que habían pasado horas desde que ellas se habían separado de Fiona.
“Vamos”, dijo ella.
“Voy justo detrás de ti”.
“Sí, claro. Ahora me quieres en la delantera”, murmuró San.
Britt sonrió, agradecida por el intento de San de aligerar el ambiente. Mantuvo su propia linterna guardada en el bolsillo de su muslo, siguiendo a San de cerca mientras avanzaban poco a poco hacia lo más profundo de la tierra. El túnel era pequeño, con apenas el espacio suficiente para que se ubicaran en posición vertical. El túnel había sido reforzado con tablas, pero el rápido vistazo que había sido capaz de dar sugería que eran viejas y podridas. Había visto horrores anteriormente en su trabajo, pero nada se podía comparar a lo que estaba sintiendo en estos momentos.
Su miedo era auténtico, pero no era algo en lo que podía poner su dedo.
¿Sería sólo porque iban a las entrañas de la tierra, a enfrentarse con una criatura que podría o no vivir allí? ¿O se trataba de los poderes desconocidos que Ester Hogan podría o no poseer? ¿Era porque Belden muy probablemente estaba buscándolas? ¿O era miedo por el destino de Fiona? ¿Podrían salvarla? Todas esas preguntas disputaban el primer lugar en su mente, echando a un lado el miedo físico que sentía, miedo a estar en el húmedo y oscuro túnel que estaban tratando de recorrer, miedo de que pudiese ceder sobre ellas.
Llegaron a un cruce y San se detuvo, sacando nuevamente el mapa. Britt miró por encima de su hombro, tratando de dar sentido al dibujo.
“Creo que estamos aquí”, susurró San.
“¿Eso crees?”
“No. Estoy bastante segura”.
“Dame eso”, dijo Britt, tomando el mapa de San.
Era un dibujo deficiente y obviamente, sin escalas, pero asumió que Don sólo había incluido el túnel que tenían que tomar. Se volteó en círculo, tratando de orientarse, pero en el túnel oscuro no tenía ni idea de qué dirección tomar. Silenciosamente entregó el mapa nuevamente a San.
“No tengo ni idea”.
“¿Ves? Es por eso que estoy en la delantera”.
“Entonces guíanos, tigre. Estoy empezando a sentir claustrofobia”.
“Sí, podrían haber hecho esto un poco más grande”, murmuró San mientras seguía adelante.
Cuando llegaron al cruce en forma de L, ambas se detuvieron rápidamente y San apagó la linterna. La oscuridad fue cortada por una tenue luz más adelante.
Britt parpadeó varias veces, para adaptarse a la tenue luz. San tiró de su brazo, en un gesto para que la siguiera. Sus pasos ahora eran más lentos, cuidadosos y Britt pudo escuchar el latido de la sangre en sus oídos. Tomó respiraciones cortas y superficiales, tratando de calmar su nerviosismo. Cuando se acercaban a la esquina, San se presionó firmemente a lo largo de la pared, moviéndose en silencio para mirar alrededor del borde.
“Parece una antorcha pasada de moda”, susurró. “No veo a nadie. El túnel continúa”.
Britt asintió, moviéndose hacia adelante también. El túnel parecía ser más grande ahora y había otro pequeño túnel que se unía con el túnel por donde ellas habían venido. La antorcha era como San la había descrito, algo que se podía ver en una película antigua. Se preguntaba qué utilizaban como combustible. Y siguiendo ese pensamiento, se preguntaba si estaban en peligro de envenenamiento por monóxido de carbono. Sonrió ante sus pensamientos, consciente que era la menor de sus preocupaciones en estos momentos.
“Estoy empezando a pensar que esta es una idea terrible”, dijo San mientras caminaba.
“Lo sé. Pero no era como si tuviésemos un montón de opciones”.
San sacó el mapa nuevamente, sosteniéndolo hacia la antorcha. Don había dibujado el otro túnel, por lo que sabía que estaban en el camino correcto. Sólo unas cuantas vueltas y terminarían en lo que Fiona y Don habían llamado ‘la cámara’. La cueva estaba más alá de eso.
“Vamos”.
Britt asintió, siguiendo a San muy de cerca. Britt se preguntaba por qué esta parte del túnel estaba iluminado por antorchas. Tal vez era un pasillo principal. Ese pensamiento la hizo mirar por encima del hombro, asegurándose de que todavía estaban solas. Aunque no veía a nadie, ciertamente sentía ojos sobre ella.
“Siento como si fuésemos vigiladas”, susurró dando voz a sus pensamientos.
“Probablemente son las arañas”, murmuró San con una sonrisa tranquila.
El único sonido después de eso fueron los pasos amortiguados que daban. Paige se mantuvo detrás de San, sabiendo que la próxima vuelta les llevaría al lugar abierto.
San se detuvo, señalándole a Britt que se mantuviera contra la pared. Escuchó voces a lo lejos.
“¿Fiona?”
San asintió. “Y Belden”.
“Por lo menos sabemos dónde está él”.
***
“No deberías estar aquí”, dijo Belden.
El aliento de Fiona eran jadeos cortos y rápidos, ahora el dolor era casi insoportable. Su rostro estaba empapado en sudor y limpió una gota de sudor en la esquina de su ojo.
“Búscala”, dijo Fiona nuevamente. “Quiero verla”.
“Madre Hogan dejó instrucciones de que esperaras. No debes estar en la cámara sin ella”.
Fiona arrastró los pies acercándose al altar, apoyándose en el borde para mantenerse a sí misma. Sintió una humedad pegajosa entre sus piernas y supo que era sangre. No tenía mucho tiempo. Se volvió hacia Belden, con la esperanza de usar su miedo hacia Madre Hogan contra él. Señaló hacia su vientre.
“Estoy a punto de dar a luz. Si algo sucede, serás el culpable ¿Quieres eso?”, tomó una insoportable respiración profunda. “Sabes lo que te va a hacer ¿verdad?”
Belden vaciló y luego sus ojos se ampliaron cuando ella dejó escapar un gemido agudo, el dolor estuvo a punto de ponerla de rodillas.
“Quédate aquí. Voy por ella”.
Él salió corriendo y desapareció por el túnel que lo llevaría a la propiedad de madre Hogan.
Se agarró al altar, empujándose a sí misma a lo largo de su longitud. Cerró sus ojos con fuerza, esperando que el dolor disminuyera. Cuando disminuyó un poco, se irguió y miró hacia la parte posterior de la cámara. La oscura entrada al túnel principal se alzaba como una boca abierta. Más allá, los túneles más pequeños convergían.
¿Estarían Brittany y Santana cerca? ¿Habrían logrado su viaje por el bosque? ¿Habrían encontrado los establos? ¿Había sido suficiente el mapa de Don para que pudieran encontrar el camino? Si era así, esperaba que estuviesen cerca. Estaba sangrando y sentía como sus fuerzas la abandonaban rápidamente. Si querían atrapar a madre Hogan en su momento más débil, sería ahora. Una vez que todo hubiese terminado, temía que ellas no serían rival para la ira de madre Hogan.
Cada paso que daba era angustioso, un dolor intenso tironeaba su centro. Bajó la mirada e incluso en la oscuridad, podía ver la sangre manchando sus pantalones de trabajo todo el camino hasta los tobillos. Sintió como un gran dolor la golpeaba entonces y casi sollozó con éste.
Tanto tiempo desperdiciado. Todo se había ido para siempre. La poca normalidad en su vida había ocurrido en la escuela, de lunes a viernes. No se había dado cuenta de cuanto la atesoraba.Si hubiese tenido la fuerza años atrás, tal vez podría haber vivido una vida ordinaria. Ella y Don podrían haber huido juntos. Pero
no.
Madre Hogan debió haber previsto eso. Tenía que haber sabido que una vez que estuviesen en el exterior sabrían cosas. Cosas que los otros no sabían. Los mantuvieron separados hasta el final . Cerró los ojos por un segundo, luego echó fuera esos pensamientos.
No había necesidad de lamentarse ahora. Su destino estaba sellado. Su única esperanza era que todo terminara pronto. Muy pronto.
Reunió las pocas fuerzas que le quedaban, aferrándose al altar por ayuda. Tanteó a ciegas por el revestimiento de piedra fría, buscando la grieta donde madre Hogan mantenía su cuchillo. Sus dedos rozaron la envoltura de cuero y cerró su mano alrededor de él, sacándolo de su escondite. Se apoyó pesadamente contra el altar, con los codos en el borde, manteniendo su posición vertical.
Tomó respiraciones rápidas y cortas, sintiendo como sus párpados se ponían pesados. Sorprendentemente, no sentía más dolor. Sólo un entumecimiento frío que calaba sus piernas. Podía sentir un goteo lento y se preguntaba cuánta sangre había perdido. Sus pantalones se sentían empapados. Sabía que tenía calambres, podía sentir su interior contrayéndose, pero no sentía dolor.
“Fiona, niña ¿qué estás haciendo?”
Fiona volteó la cabeza lentamente, viendo como madre Hogan venía hacia ella y Belden pisándole los talones.
Deslizó el cuchillo fuera de su vaina, sosteniéndolo para que pudieran verlo. Como era de esperar, madre Hogan se detuvo en seco, abriendo mucho los ojos con incredulidad.
“Tú... tu bebé va a nacer”, dijo Fiona, su voz sonaba extraña a sus propios oídos.
Desvió sus ojos de la intensa mirada de madre Hogan, quien intentaba poseer su mente. Sintió un tirón casi físico en el cuchillo, pero se aferró a éste con fuerza. Madre Hogan no iba a ganar. Oh, ¿dónde estaban Brittany y Santana? Seguramente estaban cerca. No podía hacer esto por sí misma, lo sabía.
“Baja el cuchillo”, dijo madre Hogan, su voz casi estruendosa en la cámara.
Fiona negó con la cabeza, su agarre firme alrededor del suave mango del cuchillo, “No tienes poder sobre mí”, dijo ella sorprendiéndose a sí misma por su valor. “Ya no soy una de tus pequeñas ovejas”.
“No me hables de esa manera, niña. No debes desobedecer”.
Fiona sintió un hilillo de lágrima por su mejilla y sintió que su resolución de desvanecía. Temía no ser lo suficientemente fuerte como para llevarlo a cabo. Apretó los dientes, alejando el pánico repentino que se apoderó de ella. Su ansiedad decayó al sentir otra contracción.
“Mírame”, jadeó. “Mira lo que me has hecho. Y, ¿para qué?”
“No te corresponde cuestionar”.
Fiona sintió como el cuchillo se aflojaba en su mano y volvió su atención a él, obligando a sus dedos a sujetar firmemente la hoja. Madre Hogan no tiene poder sobre mí, se recordó.
“No”, dijo ella con voz débil. “Nadie te cuestionó, ¿verdad? Hasta ahora”
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Guardian dela cueva capitulo 46,47
CAPÍTULO 47
Britt le tiró del brazo y San se dio la vuelta, con las cejas levantadas.
“¿Tenemos un plan?”
“No”, se encogió de hombros. “Es más o menos como toda esta asignación ha sido ¿no?”
“Tratemos de no dispararle a nadie”, dijo Britt.
“Estoy más preocupada por Belden. Él nos podría partir en dos con sus propias manos”.
“Cierto. Él podría. Así que dirige, tigre”.
San desabrochó la cartuchera en su muslo en silencio, escuchando como Britt hacía lo mismo. Se agachó moviéndose rápidamente a lo largo de la pared hasta el último rincón, tratando de permanecer en las sombras. Tomando una respiración profunda, se dirigió a la gran sala… la cámara. Había suficiente luz de las antorchas para visualizar el altar contra la pared del fondo. Allí estaba Fiona, inclinándose débilmente contra éste. Ester Hogan… vestida con una túnica oscura… estaba frente a ella. Belden parecía estar flanqueándola a su derecha.
San le indicó a Britt que se ubicara opuesta a ella, hacia Ester. San se apretó contra la pared de la izquierda, con la intención de interceptar a Belden. Fue entonces cuando vio el cuchillo, la hoja brillante que Fiona agitaba hacia Ester.
“Déjala caer”, Ester le ordenó a Fiona con voz firme. “Te lo ordeno”.
“Aléjate de mí. Tú no me mandas más”.
San miró a Britt, cuyos ojos estaban clavados en Fiona. Ahora sería un buen momento para tener un plan.
“Baja el cuchillo, Fiona. Ahora”.
San no pensaba que Fiona intentaría acabar con Ester Hogan por su cuenta, pero la miraba fijamente, esperando alguna señal para moverse. ¿Sabía Fiona que estaban allí? ¿Podría verlas?
“Ya es demasiado tarde. No seré tu peón”.
Todo pasó tan rápido… el cuchillo destellando bajo la luz de las antorchas. El corazón le dio un vuelco con incredulidad cuando Fiona hundió la hoja en su propio vientre, un maullido terrible abandonó sus labios mientras sacaba el cuchillo, sólo para enterrarlo nuevamente.
“¡No!” gritó Britt, corriendo hacia adelante. “¡Fiona…! ¡No!”
Ester Hogan giró su cabeza, con sus ojos casi sobresaliendo de su cráneo. Señaló hacia ellas, gritando en voz alta.
“¡Extraños! ¡Extraños! ¡Extraños! ¡Extraños! ¡Extraños!”
“Oh, mierda”.
Antes de que pudiera dar un paso más, Belden estaba sobre ella, una gran mano envolvía su garganta ahogándola mientras la levantaba del suelo, presionando su espalda firmemente contra la pared. Le dio una patada, tratando desesperadamente de recuperar el aliento. No podía ver a Britt, no sabía lo que estaba pasando. Lo único que escuchaba era la voz chirriante de Ester Hogan. Elevó una de sus rodillas, golpeando a Belden debajo de su barbilla.
Su agarre se aflojó lo suficiente como para tomar una respiración profunda. Parpadeó, tratando de recordar la frase que Fiona les había enseñado.
¿Calcetín amarillo? ¿Roca Amarilla? ¿Reloj amarillo? ¿Cómo demonios era? ¿Puto amarillo… qué? Lo pateó nuevamente, impactando contra su ingle.
Sus manos se apartaron de ella mientras se doblaba de dolor.
***
Britt corrió ciegamente hacia Fiona, empujando a Ester Hogan fuera del camino con un golpe feroz. Fiona yacía inmóvil en el suelo frío, la sangre brotaba de sus heridas. Ella parpadeó lentamente, encontrando los ojos de Britt.
“Oh, Dios, Fiona”. “
"No la mires”, susurró Fiona. “Cierra tu mente a su poder”.
“No te muevas. Voy a…”
Pero sus palabras fueron cortadas cuando fue arrojada contra la pared del fondo. El golpe fue sólido, el impacto casi le dejó sin aliento. Sacudió su cabeza, encontrando la mirada fija de Ester Hogan sobre ella. Ester nunca le había puesto una mano encima, pero la había lanzado como una muñeca de trapo. Alejó los ojos de su mirada, cayendo de rodillas al sentir un firme agarre alrededor de su garganta. Se quedó en la más absoluta incredulidad.
Ester Hogan estaba por lo menos seis metros lejos de ella, pero sentía sus fríos y huesudos dedos alrededor de su cuello. La visión de Britt se nubló cuando su respiración se cortó. Tanteó a través de su muslo, encontrando su arma todavía asegurada en su funda.
“Calcetín amarillo”, dijo San mientras bailaba alrededor del furioso Belden quien trataba de capturarla. “Reloj amarillo”, ignoró el golpe en su hombro, con una sonrisa en su rostro “Roca amarilla”, dijo ella. Sí, eso es. “Roca amarilla en el calcetín”.
Belden se detuvo, inclinando su cabeza, como si buscara en sus recuerdos algún enigma que hubiese olvidado. Pero se liberó de eso, agarrándola nuevamente con su largo brazo y golpeándola contra la pared.
“Maldita sea”, dijo entre dientes al sentir como sus costillas casi se hacían añicos. “Reloj. No calcetín”, murmuró.
Lo miró a los ojos, notando como un hombre totalmente desprovisto de emoción la miraba. Su mano se tensó peligrosamente alrededor de su cuello.
“Roca amarilla en el reloj”, se atragantó, con la voz ronca por su agarre. Sorprendentemente, los ojos de Belden parecieron girar en su cabeza. “Sí, eso es. Roca amarilla en el reloj”, dijo nuevamente. “Tick Tock”. “Roca amarilla” “Sí. Repítelo conmigo”, dijo mientras su agarre se aflojaba. “Roca amarilla en el reloj. Tick
Tock. Roca amarilla”.
“Roca amarilla en el reloj”. Se frotó la garganta cuando él la soltó, sus ojos estaban vidriosos.
“Roca amarilla”.
“En el reloj. Tick. Tock. Roca amarilla”.
Él se volteó bruscamente, sus pies se movieron en un ritmo decadente, marchando hacia la boca del túnel oscuro y desapareciendo, su voz murmuraba la frase una y otra vez. Saltó ante el sonido, luego cayó sobre sus rodillas cuando un solo disparo resonó una y otra vez en la cámara cerrada.
Giró su cabeza, encontrando inclinada a Britt, quién respiraba con dificultad.
Ester Hogan yacía inmóvil en el suelo.
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Guardian dela cueva capitulo 46,47 y 48
CAPÍTULO 48
Britt se arrodilló junto a Fiona.
Sus ojos estaban cerrados, pero su boca estaba abierta, liberando respiraciones superficiales. Echó un vistazo hacia San, quien estaba de pie sobre el cuerpo sin vida de madre Hogan.
“Pensé que no íbamos a dispararle a nadie”.
“No tuve otra opción”.
Tocó el rostro de Fiona, viendo el aleteo de sus párpados. No sabía qué hacer. El cuchillo todavía estaba dentro de ella, enterrado hasta la empuñadura.
“Oh, Fiona. ¿Por qué?”
“Era la única manera”, susurró ella.
Britt tomó su mano, apretándola con fuerza. “Aguanta. Te llevaremos a un hospital”.
“No. Es demasiado tarde”.
“No es demasiado tarde”.
“Britt… gracias, mi amiga. Eres lo mejor que me ha pasado”.
“No. Quédate conmigo”, dijo Britt interrumpiéndola. “Vamos a sacarte de aquí. A ti y a Don, ambos”.
“Ese siempre fue mi sueño”, dijo Fiona con voz débil. “Escapar”.
Britt sintió que los dedos de Fiona se apretaron alrededor de los suyos.
“No huyas de Santana”, susurró ella. “Confía en ella. Las cosas horribles que su padre le hizo... la hacen desconfiar de los demás. Pero ella quiere amarte. Permíteselo”.
Britt la miró con incredulidad. “¿Cómo supiste acerca de su padre?”
El agarre de Fiona se aflojó y su mano cayó, pero sus ojos se mantuvieron con firmeza en los de Britt.
Britt vio como la mano de Fiona encontraba el cuchillo, entonces, en un último gesto, tiró del cuchillo. La sangre brotó, pero Fiona nunca hizo un sonido. Simplemente se quedó inmóvil, con la mano y el cuchillo cayendo inútilmente sobre el suelo.
Britt se la quedó mirando, viendo como el último aliento de Fiona le abandonaba, viendo como la vida se desvanecía de sus ojos. Justo de esa manera. Se fue. Por sus propias manos.
“¿Brittany?”
Sintió el toque de San en su hombro y se volteó hacia ella, permitiendo que San le pusiera de pie. Se aferró a ella, escondiendo su rostro en su hombro. Sentía como se le rompía el corazón, pero no vinieron las lágrimas.
La escena era surrealista. Fiona en un charco de su propia sangre, por su propia mano. Ester Hogan a seis metros de distancia, con una bala en su corazón que puso fin a su vida sin una ceremonia. Surrealista.
“¿Belden?”
“Hice la cosa del calcetín amarillo. Entró en trance, justo como ellos dijeron que ocurriría”.
Britt frunció el ceño. “¿Calcetín amarillo?”
“Calcetín, roca, reloj. Lo que sea”, San la sostuvo a un brazo de distancia. “¿Estás bien?”, la volteó hacia la antorcha, inspeccionando su cuello. “Estás herida”.
Britt tocó su cuello adolorido. “Nunca me puso una mano encima. Me lanzó contra la pared. Y me estaba ahogando. Pero nunca me tocó”.
“Supongo que Fiona tenía razón con respecto a sus poderes”.
Britt miró hacia Fiona, sacudiendo lentamente su cabeza. “¿Por qué? ¿Por qué hizo eso? Podríamos haberla ayudado”.
“¿Podríamos?”, San se encogió de hombros. “Quizás. Pero eso hubiese sido demasiado para ella. Incluso si sobrevivía al dar a luz, ¿entonces qué? ¿Se convertiría en un espectáculo de circo?”
“No lo sé. Pero esto sólo parece…” Sus palabras fueron interrumpidas por un rugido espantoso proveniente de la cueva.
Ella y San se miraron, con sus ojos muy abiertos.
“Oh, mierda”, murmuró San, tirando de Britt con ella. “Tenemos que salir de aquí. ¡Ahora!” El rugido fue seguido por un grito agudo, similar a los que habían escuchado por la noche. Cuando estaba cazando.
Ella corrió tras San, ambas metiéndose en el primer túnel por donde habían venido. Se detuvieron en seco, escondiéndose en las sombras. Se aferró a los brazos de San, mirando a su alrededor, su visión de la cámara ligeramente obstruida.
Lo primero que vio fue su silueta, la luz de la antorcha seguramente distorsionaba su forma. Pero no. La criatura se puso de pie sobre sus patas traseras, medía fácilmente tres metros de altura.
“Dios mío, ¿qué es eso?”, susurró mientras se encogió contra la pared.
“No tengo ni la menor idea”.
Su cabeza era escamosa como la de un lagarto y giró su mirada alrededor de la cámara, aterrizando primero en Ester Hogan, luego en Fiona. Dejó escapar un tremendo rugido, un sonido lastimero lleno de angustia… se atrevía a decir… lleno de dolor y luto. Su mano se metió en el brazo de San mientras la criatura se agachaba levantando a Fiona, con sus brazos balanceándose sin vida por sus costados. Britt quería alejar su mirada de esa vista, pero no lo hizo. Con otro gemido atormentado, se arrastró, nuevamente hacia la cueva, llevando a Fiona… y a su bebé… con él.
“No puedo creer que acabo de ver eso”, dijo San en voz baja.
“¿Qué debemos hacer?”
“De seguro no vamos a ir detrás de él”.
“Pero…”
“De ninguna manera”, San buscó a tientas su linterna, profundizándose en el túnel.
“Vamos”
“¿Sabemos dónde estamos?”
“Mira esto”, dijo San alumbrando a lo largo de las paredes.
Mientras que el otro túnel por donde habían llegado había sido construido sin orden, este túnel había sido reforzado con madera brillante y barnizada. Tallada con extraños símbolos que nunca había visto.
“¿A dónde crees que nos lleve esto?”, preguntó Britt.
“Supongo que a la casa de Ester”. Britt la siguió, mirando detrás de ellas para asegurarse de que no eran seguidas. Se preguntaba cómo iban a explicar todo lo que había sucedido. Nadie iba a creerles. Al igual que San, no podía entender lo que había visto.
Se detuvieron en la parte inferior de una pequeña escalera. Estas
escaleras también eran mucho mejor que las que estaban en los establos. Los pasamanos a ambos lados eran de madera barnizada. Los pasos crujieron bajo su peso mientras subían a la cima. San giró el pomo de la puerta lentamente. Estaba abierta. Britt también sacó su linterna.
La habitación parecía haber sido alguna vez un estudio o una sala de estar, sin embargo estaba escasamente amueblada. San alumbró por la habitación, aterrizando en una puerta abierta. Britt la siguió quedándose de pie en el marco de la puerta cuando San entró. Se trataba de un viejo estudio. Incluso bajo la luz limitada, Britt podía ver lo gastado del inmobiliario. Movió la linterna hacia la ventana, las cortinas tan delgadas que no podía distinguir su color original. La ventana estaba abierta, dejando entrar la poca brisa que había. Fue entonces cuando Britt dio cuenta de lo caliente y cargado que estaba. Se limpió el sudor de la frente.
“Trata encender la luz”, dijo San señalando hacia el interruptor en la pared. Britt lo hizo, pero la habitación se quedó a oscuras.
“Fuera de servicio”, murmuró San. “Tal vez sólo utilizaba un generador cuando lo necesita”.
“Probablemente”.
La linterna de San cruzó la habitación, aterrizando en una puerta en la esquina trasera. La abrió, revelando otro tramo de escaleras.
Ésta iba hacia arriba, no hacia abajo. San le devolvió la mirada con las cejas levantadas. Britt asintió. Era una escalera estrecha y subieron en una sola fila. Se preguntaba si se trataba de un acceso directo a la habitación de Ester. San abrió la puerta con cautela, haciendo una pausa para escuchar, pero todo estaba en silencio.
La puerta se abría a un pasillo y la escalera parecía ser sólo una ruta más corta hacia el segundo piso. Había cuatro puertas, dos a cada lado, pero era la quinta puerta al otro extremo la que parecía inusual. El marco de la puerta tenía por lo menos un pie de ancho, talado con los mismos símbolos que habían visto en el túnel.
“Verifiquemos primero estas habitaciones”, dijo San.
La primera estaba completamente vacía, incluyendo la ausencia de cortinas. Una enorme tela de araña cruzaba la ventana, evidenciando la falta de uso de la habitación. San fue a la siguiente y Britt cruzó el pasillo, abriendo una puerta de ese lado. Esperaba otra habitación vacía y casi se quedó sin aliento ante lo que vio cuando su linterna iluminó adentro. Era la habitación de un niño, con un mobiliario pequeño y anodino. En la cama yacían los restos óseos de un niño pequeño, vestido sólo con una camisa blanca y pantalones cortos.
“San”, dijo ella. “Aquí”.
San miró por encima de su hombro y luego suavemente la movió hacia un lado mientras entraba en la habitación. Britt vaciló, iluminando por el pasillo. No podía evitar la sensación de que no estaban solas.
“Diría que quizás seis u ocho años”, dijo San.
“¿Crees que era hijo de Ester?”
“No lo sé. No la puedo imaginar como madre. ¿Tu puedes?”
Britt ladeó la cabeza escuchando un sonido bienvenido en la distancia. Helicópteros
“Escucha”, dijo ella.
San la miró, sonriendo. “Refuerzos. Ya era hora”.
“Vamos a ver las otras habitaciones”, dijo Britt “Estoy lista para salir pitando de aquí”.
Las otras dos habitaciones en el pasillo estaban vacías, al igual que la primera. No había ni rastro de la habitación de Ester, lo que les llevaba a pensar que la puerta decorada al final de la sala lo sería.
Britt dio un paso atrás, asintiendo con la cabeza cuando San giró el pomo. La puerta se abrió y un olor desagradable les golpeó de inmediato. Ambas entraron, sus linternas se proyectaban en las
sombras en la habitación. Era grande, mucho más grande que una habitación.
Alineadas en una fila ordenada, estaban ocho camas idénticas dominando la habitación.
“Jesús”, murmuró San mientras se adentraba en la habitación.
Britt alumbró cada cama, sin poder creer lo que veía. Las ocho camas parecían estar talladas a mano. El trabajo de la madera era exquisito. Sin embargo, una sola cama estaba vacía.
“¿Qué demonios es esto?”
San fue al final, alumbrando los nombres tallados en cada cama.
“Estaline, Naomi, Opal, Velma, Eustice, Estele, Rosaline... y Ester”.
“Fiona dice que las cosas aquí siempre han sido de esta manera”, dijo Britt “¿Crees que estas son las Hogan reinantes?”
“¿Y cuando mueren, las traen aquí? Dios, ¿te imaginas viviendo en esta casa con estas... estas mujeres aquí?”
“Están vestidas con una especie de vestido ceremonial”, señaló Britt mientras su mirada viajaba por cada esqueleto. “Si no tuviese la información, creería que son vestidos de novia”.
San miró hacia el techo; los helicópteros ahora parecían estar sobre ellas. “Bueno, vamos a largarnos de aquí”.
“¿Dónde crees que esta la habitación de Ester?”
“Me imagino que en algún lugar de la planta baja. Vamos”, justo en ese momento sonó el teléfono de San, el tono familiar de Puck llenó la habitación tranquila. “Hey, calvo. Ya era hora”.
***
“¿Dónde diablos estás?,” preguntó Puck.
San siguió a Britt quien bajaba las escaleras.
“Estamos en la casa de Ester Hogan. La única de dos pisos”.
“Sí. La veo. Está jodidamente oscuro aquí”, dijo él.
“Están fuera de servicio ¿recuerdas? ¿Cuántos agentes?”
“Seis de nosotros. Incluyendo a Will”.
“Está bien. Pensamos que hay cerca de cuarenta habitantes.
Ester Hogan ha sido eliminada. Tenía un guardaespaldas. Un sujeto enorme. Belden. Tengan cuidado con él. El resto no creo que vayan a ocasionar problemas”.
“Estamos revisando las casas ahora”.
“Estaremos fuera en un segundo”, dijo ella desconectando.
Detuvo a Britt antes de salir al estudio nuevamente. “Hey”.
Britt se dio la vuelta, mirándola interrogante. Pareció entender la vacilación de San y apagó su linterna. Se abrazaron con fuerza y San cerró los ojos, sintiendo como sus inseguridades surgían nuevamente. Habían enfrentado el túnel, a Belden, a Ester Hogan e incluso a la criatura que vivía en la cueva. Pero ahora tenían que enfrentarse a Puck, Sam y Will. Habían cambiado. Ambas habían cambiado. Puck y Sam se darían cuenta inmediatamente.
“Podemos hacer esto”, dijo Britt. “Hemos jugado a este juego desde hace mucho tiempo”.
“Ellos van a saber”.
“Ellos pueden creer que saben. Pero realmente no lo sabrán”, Britt tomó su rostro con ternura, acariciando su barbilla con su pulgar.
“Tenemos mucho de qué hablar Sanny, pero ahora no es el momento”.
San asintió. Dios, va a romperme el corazón, pensó. Pero sonrió afablemente. “Está bien. Salgamos de aquí”.
Atravesaron el estudio y salieron hacia la sala principal, encontrando la puerta principal. Las bisagras protestaron cuando la abrieron y asumió que Ester rara vez… o nunca… utilizaba la puerta. Una de las cosas que encontraba extraño era que nada estaba cerrado. Se podría pensar que tanto como les gustaba
mantenerse aislados, tendrían todo fuertemente cerrado.
El aire en el exterior estaba un poco más frío que el interior de la casa inactiva, pero sólo ligeramente. Se quitó la gorra, pasando las manos por su cabello húmedo antes de colocársela nuevamente.
“Las luces están por allá”, dijo Britt señalando la casa de al lado.
Fueron interceptadas por Will antes de que pudieran entrar.
“¿Qué demonios ha pasado aquí?”, exigió.
San se lo quedó mirando. “Sí, estamos bien. Un poco golpeadas y magulladas, pero estamos bien”, dijo con sarcasmo “Gracias por preguntar”.
Él la ignoró, dirigiéndose hacia Britt en su lugar. “Están muertos”.
“¿Quiénes?”
“Quienes diablos viven aquí. Muertos. Específicamente dije…”
“…que no les disparáramos a nadie”, concluyó San.
“Ester Hogan fue la única baja. No se pudo evitar. En cuanto a los otros, no sé de lo que estás hablando”.
“No nos encontramos con nadie además de Ester y Belden”, dijo Britt.
“¿Quién es Belden?”
“Él es como su guardaespaldas”, dijo San.
“Dos cadáveres más en esta casa”, gritó Puck.
“Jesús. Esto es como Jim Jones de nuevo”, murmuró Will mientras se dirigía en dirección a Puck.
San y Britt lo siguieron.
Era un hombre y una mujer mayor, ambos desplomados contra la pared.
San se quedó mirando la tela amarilla agarrada con fuerza en la mano del hombre. Se volvió en círculo, escaneando la habitación con su linterna, aterrizando en un reloj de pared antiguo, el péndulo estaba detenido.
“Mierda”, susurró ella.
“¿Qué pasa?”
“El reloj”, se volvió hacia Will. “Muéstrame otra casa”.
En la de al lado era lo mismo. Dos hombres. Uno en el suelo, el otro desplomado en el sofá. Una vez más, un reloj de péndulo, éste seguía marcando el tiempo.
San se volteó hacia Britt. “La frase que Fiona nos dijo que usáramos. La que puso en trance a Belden. Roca amarilla en el reloj”.
“Fue un desencadenante del suicidio”, dijo Britt. “Pero Belden fue el único que la escuchó”.
1
“Él la estaba diciendo una y otra vez a medida que se iba. Eso debió ser parte de todo. Para alertar a los demás. La pasaron entre ellos”.
“Está bien, ¿de qué demonios están hablando?”, preguntó Puck.
“Fue esta frase…”
“Oh, Dios mío, San. Nos olvidamos de Don”, dijo Britt. “Y Avery”.
“Sí, ¿dónde está Avery?”, preguntó Will. “No pude contactarlo”.
“Nosotras tampoco. Él y el jefe Aims iban a detener a Richard Barr, el guardia identificado a partir de los registros de la puerta”, dijo ella. “Lo dejamos en la escuela. Don se quedó en nuestra casa”.
“Tenemos que ir”, dijo Britt tirando del brazo de San.
“No tenemos un coche. Y no voy a volver por el bosque”.
“Tomaremos el coche de Fiona”, dijo Britt mirando a su alrededor.
“Es decir, si lo encontramos”.
Will levantó sus manos. “Ustedes dos, esperen. Necesito saber qué demonios está pasando aquí”.
“Hay túneles bajo las casas que conducen a una cámara subterránea”, dijo San.
“Una cueva”, agregó Britt. “Allí fue donde estuvimos. Allí es donde encontrará el cuerpo de Ester Hogan. Le disparé”.
“A menos que él haya regresado y se la haya llevado”, dijo San en voz baja.
“Oh. Sí. Esa es una posibilidad”.
“¿Él quien?”, preguntó Will.
Britt y San se miraron entre sí. “¿Quiere que le contemos esto?”, preguntó Britt.
“No ahora, no. Tenemos que llegar a la escuela”, se volvió hacia Will.
“Con su permiso, por supuesto. Tenemos que encontrar a Avery y a Don”.
“Sabía que no debía dejarlas entrar por su cuenta”, dijo él. “Sabía que algo así iba a suceder”, dejó escapar un suspiro de frustración. “Está bien. Lleven a Puck y a Sam. Y no hagan nada estúpido”.
San se detuvo. “Hablando de eso... no vayan a los túneles. Es un laberinto. Y hagan lo que hagan, no entren en la cueva”.
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bueno primero decirles que espero que esteis disfrutando y segunque solo quedan 3 capitulos para el fial de la primera parte
ana_bys_26- ---
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Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
Ohhh! Que miedo esos tuneles:s y que raro fue todo ajdjdk que bueno que Ester ya murio! Y se termino todo ese asunto medio extraño:s , que pena por Fiona:/ me caia bien ella u.u
Espero los siguientes capitulos!
Espero los siguientes capitulos!
Susii********-*- - Mensajes : 902
Fecha de inscripción : 06/01/2015
Edad : 26
Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
me siento mal por fiona, pero sabia que no podria vivir con esa monstruosidad que llevaba dentro, en fin, que bueno que eliminaron a esa loca de los demonios, a ver como van las cosas ahora, de igual manera no pden dejar a ese lagarto gigante viviendo por ahi!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Edad : 54
Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
holap,...
me gusto,..
ahora juegan contra reloj,. a ver si los encuentran??
que pasa entre ellas ahora espero que no la jodan???
nos vemos!!!
me gusto,..
ahora juegan contra reloj,. a ver si los encuentran??
que pasa entre ellas ahora espero que no la jodan???
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
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Edad : 33
Guardian dela cueva capitulo 49
CAPÍTULO 49
La estación de guardia estaba iluminada pero sin ocupar. El coche de Avery seguía estacionado al lado del coche de Richard.
“Deben haber tomado el coche del jefe”, dijo San mientras conducía despacio por un lado.
“Tengo un mal presentimiento”, dijo Britt. Miró hacia el asiento trasero donde Puck y Sam estaban sentados en silencio. “¿Cómo estuvo el vuelo?”
“Rápido”, dijo Sam.
“Entonces ¿qué es lo que no le están contando a Will?”, preguntó Puck.
Echó un vistazo hacia San, luego de vuelta a Puck.
“Algo vive en la cueva. Lo hemos escuchado en las noches un par de veces. Un grito desgarrador. Realmente no puedo describirlo. Lo vimos esta noche”.
Sam se acercó más “¿Qué es?”
“No lo sabemos”, dijo San. “Algún tipo de… criatura”.
“¿Estás inventando esta mierda?”, preguntó Puck.
Britt sonrió. “Desearía. Entonces, ¿nos extrañaste?”
“Sí, las extrañamos. ¿Ustedes nos extrañaron?”
“Por supuesto. Ésta…”, dijo ella señalando hacia San. “…no es nada fácil vivir con ella”.
“Como tú”, intervino San. “No vas a creer todas las reglas que tiene”, dijo mirando por el espejo retrovisor a Puck. “Pero es muy buena cocinera”.
Britt la miró cariñosamente, entonces se contuvo, rodando dramáticamente sus ojos para darle efecto.
“¿Entonces por qué constantemente te quejabas de mi cocina?”
“Debido a que estabas tratando de convertirme en una vegetariana”.
“¿Tú?”, Puck se rió. “Ella come carne dos veces a la semana”, dijo él.
Britt miró a Puck. “Ella ahora está metida en la soja”.
“En mi culo”, murmuró San.
“¿A dónde? ¿A la casa de Avery o a la nuestra?”
“La nuestra. Si ellos estaban buscando a Don, es el lugar lógico”
“¿Quiénes son ellos?”, preguntó Sam.
“Tenemos que asumir que el jefe Aims y Richard”.
“No olvides las dos túnicas que vimos en el bosque con Belden”, le recordó Britt.
“Eso es correcto. Así que, posiblemente, cuatro hombres”, dijo San.
“¿Qué dos túnicas?”, preguntó Puck.
“Dos hombres vestidos de negro”, explicó San.
“Los vimos en el sendero dirigiéndose hacia la escuela. Cosas espeluznantes”.
“¿Qué estaban haciendo en el bosque?”, preguntó Sam.
“Tratando de llegar a los túneles”, dijo Britt. “Es demasiado por explicar ahora”, se volvió hacia San. “Creo que deberíamos apagar las luces. Probablemente necesitemos acercarnos a pie”.
“Sí. Estoy de acuerdo”. San llevó el coche a un lado de la carretera y se detuvo. Britt se volvió en su asiento, dirigiéndose a los chicos.
“Las casas están bastante cercanas, pero escalonadas. Somos la primera casa en la carretera. Fiona estaba frente a nosotras”.
“¿Qué pasó con ella?”
“Ella… ella murió”.
“Se suicidó”, dijo San. “Le puso una trampa a Ester Hogan para nosotras”.
“Es una larga historia”, agregó Britt cuando abrió la puerta.
“Sí. Y cuando regresemos a Houston, estoy pensando en cervezas en el bar mientras nos cuentan esta larga historia”, dijo Puck mientras salía.
Caminaron en una sola fila a un lado de la carretera. La luna estaba todavía en lo alto, dándoles la luz suficiente para ver. Britt permitió que los chicos fuesen delante de ella mientras ella cubría la retaguardia. Casi saltó fuera de su piel cuando escuchó como se rompía una rama en el bosque no lejos de ellos. Sacudió su cabeza por los alrededores, escaneando a través de los árboles sin ver nada.
“¿Qué pasa?”, preguntó Sam.
“Me pareció escuchar algo”, susurró ella.
San se detuvo y la miró. “¿Estás bien?”
Britt asintió, aunque mantuvo un ojo vigilante sobre el bosque.
San los guió alrededor de la parte posterior de su pequeña casa, más allá de la ventana del dormitorio. Se agachó por debajo del vidrio, los demás hicieron lo mismo. Al parecer estaba oscura y vacía. Habían dejado a Don en el interior con instrucciones de esperarlas.
San levantó la mano, en un gesto para que se detuvieran. Giró la perilla de la puerta de la cocina, encontrándola cerrada. Miró a Britt con las cejas levantadas. No, Britt no había cerrado. Al igual que los demás, habían adquirido el hábito de no cerrar con llave sus puertas.
“Supongo que no tenemos la llave”, susurró San.
“¿Por qué no tienen la llave de su propia casa?”, preguntó Sam.
“No cerramos las puertas”, dijo San mientras se movía hacia la ventana de la cocina, pegando su rostro al cristal y mirando hacia el interior. Agarró su linterna, iluminando a través de la ventana.
“Mierda. Patea la puerta”, dijo rápidamente.
Con un solo golpe del pie de Puck, la endeble cerradura cedió.
Ella y San entraron primero, sus luces aterrizaron en la figura tendida en el suelo.
“Oh, Dios”, murmuró ella.
San le dio la vuelta.
No era Don. Era Aver y. Tenía las manos esposadas a la espalda. Una sola bala en su frente había hecho estallar la parte posterior de su cabeza.
“Jesús”, susurró Sam. “¿Quién es?”
“Avery”.
“Tienen a Don”, dijo San.
“Al parecer ambos el jefe Aims y Richard eran leales a Belden”.
“¿Pero por qué?”, preguntó Britt. “¿Qué había para ellos? No puedo ver intercambio de dinero”.
“Tal vez miedo”, dijo San.
“O amenazas”, agregó Britt.
“Está bien, no sé de lo que están hablando pero ¿cuál es el plan? Tenemos que llamar a Will. Tenemos un agente caído”. Puck les recordó.
“El jefe Aims está armado. Richard era un guardia, no se le suministró un arma. Los dos sujetos de Hoganville, los dos con la túnica, tenemos que asumir que también están involucrados”, dijo San.
“¿Qué pasa con esas túnicas?”, preguntó Sam.
“¿Recuerdas la historia que descubrieron sobre el tipo de las ovejas? Los hombres estaban en túnicas”.
“Entonces ¿son una secta o qué?”
Britt y San intercambiaron miradas.
“Creo que si vas por el suicidio en masa que acabamos de presenciar… al estilo Jim Jones… entonces sí. Pero no creo que esa haya sido la intención original”, dijo ella.
“Probablemente nunca lo sabremos con certeza”, San se acercó a la puerta, a punto de encender la luz cuando se detuvo. “Mucha sangre. Le dispararon aquí”.
“Sí. ¿Y qué?”
“Que Suzette y Becca podrían haber escuchado el disparo”, dijo Britt completando el pensamiento de San.
“Llamen a Will. Háganle saber lo que está pasando”, dijo San a Puck.
“Sí. Aunque sería de gran ayuda si supiera lo que estaba pasando”.
“Sólo vamos a comprobar al lado”, dijo Britt. Miró a Sam.
“Quédate aquí”.
Ella y San salieron nuevamente por la puerta de la cocina. No había luces encendidas al lado, pero la siguiente casa… donde Val y Ella vivían… estaba iluminada.
“Supongo que no nos importa si nuestra pantalla es descubierta”, dijo San. “Tomando en cuenta cómo estamos vestidas y todo eso”.
“¿Crees que las fundas de pierna nos puedan delatar?”, preguntó Britt con una sonrisa. Se detuvieron en la parte de atrás de la casa, asomándose por las ventanas. No había ningún movimiento o sonido.
“Un poco temprano para estar en la cama”, dijo San. “¿No crees?”
“No conozco sus hábitos, pero sí, creo que sí. Además, de seguro todos aquí en la escuela escucharon aterrizar los helicópteros. Uno podría suponer que estarían afuera mirando lo que está pasando”.
“Estoy de acuerdo. Vamos a ver al lado. Quizás Suzette y Becca fueron allí si escucharon el disparo”.
“¿Crees que tal vez el jefe Aims y Richard abandonaron el complejo?”
“·¿Quieres decir que después que mataron a Avery se asustaron?”
Britt se encogió de hombros. “Quizás. Pero, ¿se llevarían a Don?”
San negó con la cabeza. “De cualquier manera, no creo que esto vaya a terminar bien”.
“Ya es así. Fiona está muerta”, le recordó.
“Sí. Lo siento. Sé que no has…”
“¿Qué? ¿Procesado todo? Tienes razón. No lo he hecho”. Britt se quitó la gorra y sacudió su cabello
“Esta asignación apesta ¿no es así?”
“Bueno, no todo ha sido malo”, dijo San.
“Vamos”.
Siguieron hacia el borde del bosque, escondiéndose en las sombras. Las persianas estaban cerradas en todas las ventanas. Una peculiaridad, sin duda. Ella y San rara vez cerraban sus persianas, siguiendo el ejemplo de sus vecinos. Encontrar la casa de Valerie y Ella cerrada con llave fue una sorpresa. San tiró de ella más adentro del bosque
“Llama a San. Diles a él y a Ice que vengan aquí. Voy a rodear la cocina. A ver si puedo escuchar algo. O tal vez ver el interior”.
Britt asintió mientras sacaba su teléfono.
***
San se acercó, complacida de que la luna por fin se hubiese escondido en el cielo.
Los pinos estaban bloqueando algo de su luz, por lo que las sombras se extendieron haciendo que fuese más fácil ocultarse. Escuchó, una voz masculina. Sonaba como Aims, pero no podía estar segura. Se acercó más, sus movimientos lentos y comedidos, con los ojos fijos en la ventana de la cocina. Las persianas estaban abajo más allá de la ventana, pero podía ver a lo largo de los bordes. Ahora se pegó a la pared exterior, sosteniendo su rostro contra la ventana.
Hijo de puta. Podía ver a Suzette y a Becca sentadas en el suelo contra la pared. Ambas tenían las manos atadas, sus ojos llenos de espanto. Había un cuerpo tendido en el suelo, pero no podía
identificarlo.
“Belden debió haber vuelto ya”.
“Cállate”, dijo Aims.
“Ya has oído los helicópteros, hombre. Tenemos que salir de aquí”.
“¿E ir a dónde? ¿Correr hacia el bosque como los otros dos idiotas? No, gracias. Nos quedamos aquí. Tenemos rehenes. Es nuestra mejor opción”.
“Sí, bueno, no si sigues matándolos”.
San se apartó de la ventana, volviendo sobre sus pasos hacia el bosque. Puck y Sam estaban allí, de pie junto a Britt.
“Dos hombres en el interior. El jefe Aims y Richard Barr. Es una situación de rehenes. Parece haber al menos una baja”.
“¿Quién?”, preguntó Britt.
“No podría decirlo”, dijo ella. “Suzette y Becca son las rehenes. Sus manos estaban atadas. Estaban en el suelo”.
“¿Don?”
“No hay señales de él”.
“¿Y los otros dos? ¿Los de la túnica?”, preguntó Puck.
“Por lo que oí, volvieron a Hoganville”, miró hacia Britt. “A través de los bosques”.
“Está bien. ¿Cuál es el plan?”
“No hemos tenido un plan todavía. ¿Por qué empezar ahora?”
“Will dijo que esperáramos”, dijo Puck.
“¿Esperar qué? ¿Va a llamar a un equipo SWAT? ¿O conseguir que un negociador de rehenes vuele hasta aquí? Estamos en medio de ningún maldito lugar”, les recordó.
“¿Qué quieres hacer?”, preguntó Britt.
“Sólo son dos. Podemos suponer que ahora los dos están armados. Aims está a cargo. Richard quiere irse. Aims fue quien lanzó la palabra rehén. Nosotros somos cuatro. Altamente capacitados”, dijo con una sonrisa. “Sin duda, podemos tomarlos”
“¿A qué riesgo para los rehenes?”, preguntó Sam.
“Una de nosotras tiene que entrar”, dijo Britt. “Fingir que no sabíamos que estaban ahí. Con el pretexto de buscar a Suzete y Becca”.
“Tenemos que asumir que Aims sabe sobre nosotras”, dijo San.
“Además, tú no estás vestida exactamente como una maestra en estos momentos”.
“No, me gusta la idea”, dijo Puck. “Es mejor que la tuya”.
“Ni siquiera conoces la mía”, dijo ella.
“Eso es porque no tienes ninguna”.
San miró a Britt. “¿Cómo nos va a ayudar que estés dentro?”
“Usémoslo como una distracción”, dijo ella. “Iré por la puerta principal. Querrán agarrarme, cachearme. Puck acaba de patear nuestra puerta de atrás por lo que sabemos lo bien que funcionan las cerraduras. Entran por la cocina”.
San negó con la cabeza. “Es arriesgado. Van a estar confundidos. Y empezarán a disparar”.
“Bueno, como has dicho, son sólo dos”.
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Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
CAPÍTULO 50
Britt buscó donde la pistolera del muslo había estado, quitándole la seguridad. Habían debatido entre si debía dejarla o no. Al final, decidieron que era un arma menos que caería en manos de Aims. Respiró profundamente y luego golpeó varias veces en rápida sucesión.
“¿Val? ¿Ella? ¿Están ahí?”, preguntó en voz alta. “Suzette y Becca no están en casa”, volvió a llamar antes de que la puerta fuese abierta de golpe. El jefe Aims le devolvió la mirada, con su arma apuntándole en el rostro. Esperaba lucir lo suficientemente sorprendida.
“¿Jefe Aims? ¿Qué está haciendo?”
“Entra”, dijo él cerrando la puerta detrás de ella.
“¿Dónde está tu compañera?”
“Al lado. Le han disparado a Avery”, dijo ella mirando a su alrededor, viendo los ojos asustados de Suzette y Becca.
Valerie estaba en el rincón, sollozando en silencio. Ella estaba tendida en el suelo, rodeada de sangre.
“Sé quién eres. Cállate”, dijo él empujándola con fuerza dentro de la habitación.
Richard la agarró, sosteniéndola con fuerza. Mordió su labio, sin querer nada más que neutralizarlo con una patada en la ingle y un golpe fuerte en el cuello. En cambio, siguió el juego, esperando que la puerta de atrás fuese pateada.
“Cachéala”.
“Con todo placer”, dijo Richard.
Se quedó inmóvil mientras las manos de Richard recorrían su cuerpo, debajo de sus pechos y entre sus piernas. Su mirada se encontró con la de Suzette, viendo la confusión en sus ojos.
“Está desarmada”.
“En el suelo con las demás”, dijo él haciendo un gesto con su arma.
“¿Qué estás haciendo?”, preguntó ella.
“¿Qué crees? Ahora cállate”.
“¿Dónde está Don?”, preguntó ella. Aims se rió
“¿El doc? Oh, demonios, lo llevaron de regreso. Madre Hogan no toma amablemente la desobediencia”.
“¿No? Bueno, Ester Hogan está muerta”, dijo ella viendo la sorpresa en sus ojos.
“¿Muerta? No sabes lo que estás diciendo”.
“Yo le disparé. Belden también está muerto. Todos están muertos. Suicidio en masa”.
“Te dije que te callaras”, gritó él.
“Es cierto. Estás solo”.
Finalmente, la puerta de la cocina se abrió de golpe con un gran estruendo. Una rápida y feroz pierna noqueó a Richard derribándolo. Ella rodó hacia un lado mientras los disparossonaban. El jefe Aims cayó como una piedra en el suelo.
Así de fácil, todo había terminado. Richard estaba neutralizado, sus manos entrelazadas detrás de la cabeza, murmurando incoherentemente mientras Sam lo esposaba con rudeza. San se arrodilló junto a Ella, comprobando su pulso. Sacudió la cabeza ante la pregunta silenciosa de Britt. Britt fue hacia Suzette y Becca, hurgando en sus cuerdas.
“¿Están bien?”
“¿Quién eres tú?”, preguntó Suzette.
“FBI”, dijo ella desviando su mirada. Ahora no era el momento para preguntas “¿Val? ¿Estás bien?”
Valerie negó con la cabeza, levantando su mirada para ver a Ella, entonces dejó caer su cabeza nuevamente, sollozando otra vez.
“¿Qué pasó?” preguntó San.
“Escuchamos un disparo”, dijo Becca mientras se frotaba las muñecas
“Proveniente de tu casa. Suzette corrió encontrando al jefe Aims de pie junto al director Avery. Nos trajeron aquí”. Miró a Ella, sus lágrimas corrían por su rostro. “Él sólo le disparó. Sin ninguna
razón. Sólo le disparó”, se volteó, sus lágrimas hacia Britt. “¿Qué está pasando?”
“Esta era una investigación del FBI. Avery también era un agente”.
“¿Investigación sobre qué?”
“Hoganville”
“¿Pero por qué?”
“No podemos entrar en detalles”, dijo San. “Va a haber un montón de agentes alrededor. Hay muchos cabos por atar. ¿Puedes llevar a Val de regreso a tu casa?”
“¿Es seguro?”, preguntó Suzette.
“Sí. Ahora es seguro”.
“Espera…”, dijo Britt, “…los otros dos hombres...los que usaban túnicas ¿A dónde se fueron?”
“Se llevaron al tipo que estaba en tu casa. Solo se fueron”.
“¿Estaba bien?”
“No. Estaba... estaba llorando. Él estaba suplicando que le dejaran ir ¿Quiénes eran? Todos lucían espeluznantes con esas ropas”.
“Sí. Eran de Hoganville”, dijo Britt.
Becca levantó a Valerie, sosteniéndola mientras salían de la casa. Suzette se volteó, mirándolas.
“¿Fiona? ¿Está bien?”
Britt negó con la cabeza. “No. No, ella se ha ido”.
***
“Aquí. Habla con él”, Puck le entregó el teléfono a San. “Ya ha mordido mi culo lo suficiente”, San frotó sus ojos.
“Dios, este ha sido un largo día”, agarró el teléfono, sosteniéndolo contra su oreja con un profundo suspiro. “¿Will?”
“¿Desde cuándo no tienes que seguir órdenes?”
“He tomado la decisión en el campo. Pensé que todavía podía hacerlo”, dijo ella.
“¿Sabes cuántos malditos cuerpos tenemos por aquí?”
“Sí, bueno, tenemos tres por aquí. Y una desaparición. Hay un sendero desde aquí hasta Hoganville. Por ahí fue donde se llevaron a Don. Si llegaron tan lejos, entonces están en los túneles”.
“No hemos encontrado ningún túnel. Todavía estamos buscando casa por casa” dijo él.
“¿A quién has llamado?”
“A los lugareños. Los equipos de Dallas y Baton Rouge también están de camino. Y tengo tres equipos forenses que vienen. Después de todo, es sólo cuestión de tiempo antes que tengamos a los medios de comunicación”.
“Sí, bueno, es por eso que te pagan tanto dinero”, miró a Britt a través del cuarto “Tomaremos el sendero por el bosque. Ver si podemos encontrar a Don. Es una rápida caminata de treinta minutos”, colgó antes de que él pudiera decir algo más lanzándole el teléfono a Puck.
“¿Cuál de ustedes dos chiquillas quieren ir con nosotras?”
***
“¿Apagarías tu maldita linterna, Puck?”, susurró San.
“Demonios, es espeluznante aquí. No se puede ver una mierda”.
Britt admitió que estaba un poco más oscuro que cuando hicieron el viaje horas antes. Pero luego de haber visto todo lo que vieron esta noche, no le parecía tan espeluznante.
“¿Entiendes que no queremos llamar la atención hacia nosotros mismos?”, dijo en voz baja. “Y no son los hombres los que nos preocupa”.
“Sí, es el gran monstruo en el bosque”, dijo con una risa
“¿Ustedes realmente creen eso?”
Las palabras apenas habían salido de su boca cuando escucharon un tremendo rugido, seguido por el grito desgarrador al que estaban acostumbradas.
Ella y San miraron a su alrededor, en busca de movimiento. Puck se congeló en su lugar.
“¿Qué… demonios… fue eso?”
“Sí, sólo el gran monstruo en el bosque, calvo. No es gran cosa”.
“Lo digo en serio”, dijo él.
“Yo también”, dijo San. “Vamos”.
“¿Estás loca?”
Una vez más, escucharon el grito, casi sacudiendo los árboles a su alrededor. Él estaba cazando. ¿Estaría llevando a cabo una matanza?
Fue entonces cuando escucharon otro grito, esta vez más apaciguado. Esta vez era humano.
Ella y San corrieron por el sendero, escuchando como Puck las seguía de cerca. Encontraron el cuerpo rápidamente, San literalmente se tropezó con él, amontonado bajo un árbol. La túnica estaba desgarrada así como el estómago y el torso. San se puso de pie, todos moviéndose fuera del sendero.
“Él no está aquí. Estamos demasiado cerca”, dijo ella.
“¿De qué estás hablando?”, preguntó Puck.
“El grito que acabamos de escuchar”, explicó Britt “Eso no fue todo”.
Puck iluminó todo el cuerpo, su respiración jadeante ante la vista de las entrañas del hombre derramadas en el suelo.
“¿Qué diablos hizo esto?”
“Te lo dije…”, dijo San, “…el gran monstruo. Y está enojado”.
“No puedo creer esto”, dijo Britt. “Le prometimos a Fiona. Le prometimos a Don. ¿Para qué? No hemos protegido a ninguno de ellos”.
“Lo hemos hecho lo mejor que pudimos”, dijo San. “No podíamos haber sabido acerca de Aims. No podíamos saber que los de la túnica venían a buscarlo”.
“Así que vamos a regresar, ¿no?”, dijo Puck mirando por encima de su hombro. “Voto porque regresemos”.
“No regresaremos”, dijo San. “No hasta que encontremos a Don”.
San siguió por el sendero y Britt tomó el brazo de Ice, apretándolo con fuerza.
“También tengo miedo”, susurró “Y apaga tu luz”.
“¿Con qué clase de mierda se metieron?”
“Es sólo una gran mancha en este instante”, dijo ella.
No habían caminado ni cinco minutos cuando escucharon otro grito, éste era exclusivamente humano. Fue interrumpido con firmeza, seguido de un fuerte grito desgarrador que resonó por el bosque.
“Estamos muy cerca”, susurró San.
“También nos estamos acercando a Hoganville”, dijo Britt.
“Esto es una mierda de locos”, murmuró Puck.
Britt agarró el brazo de San cuando el suelo literalmente tembló debajo de ellos, con el sonido de algo corriendo y quebrando las ramas a su alrededor. San los empujó fuera del sendero, refugiándose en una pendiente entre las raíces de un árbol gigante. El bosque parecía vivo con el sonido de animales nocturnos correteando mientras que los que estaban dormidos eran despertados crudamente, las aves volaban en el cielo oscuro.
“Oh, Dios mío”, susurró Puck. “Mira eso”, dijo señalando hacia la base del árbol.
Ni San ni Britt se sorprendieron.
Britt sospechaba que esta ruta estaba llena de cráneos humanos. Contuvo el aliento, la carrera ahora estaba más cerca. Distinguió una figura a lo largo del sendero, que venía hacia ellos.
San saltó de detrás del árbol, agarrándolo. Él trató de gritar, pero ella tapó fuertemente su boca.
“Somos nosotros”, dijo San.
Los ojos de Don se ensancharon, luego se relajó con alivio. Se apoyó contra ella, luego fue hacia Britt. Ella lo abrazó con fuerza, trayéndolo más cerca del árbol.
“¿Estás bien?”
“Se está acercando. Me está persiguiendo”, dijo con voz entrecortada. “Tenemos que salir de aquí”.
“Yo secundo eso”, dije Puck.
“No podemos dejarlo atrás”, dijo San. “Tenemos que ocultarnos. Todos, no se muevan”.
El sonido de algo corriendo y la ruptura de las ramas alcanzaron su punto máximo y Britt tembló de miedo. Luego el sonido se desvaneció yendo más alá de ellos.
“¿A dónde?”, preguntó Britt.
“¿Estamos muy lejos de los establos?” Don negó con la cabeza.
“Diez minutos. Pero él está demasiado cerca. No creo que lo logremos”.
“Bueno, no lo lograremos regresando a la escuela”, dijo San “Sin luces. Vamos lentamente”, miró a Puck.
“Demonios, tenemos armas. Seguramente podemos encargarnos de eso, ¿no?”
“¿Quién eres tú?”, preguntó Don mirando hacia Puck.
“Él está con nosotros”, dijo Britt.
“¿Los helicópteros?”
“Sí”.
“¿Fiona?”
Britt le apretó la mano y negó con la cabeza. “Lo siento. No lo logró”.
“¿Entonces siguió con su plan? ¿Encontró el cuchillo?”
“¿Lo sabías?”
“Sí. Ella no iba a sobrevivir al parto. Debías saberlo”.
“¿Podemos hablar de esto después?”, preguntó San.
“Vamos a seguir”, Britt volvió a tomar la retaguardia.
Ya no tenía miedo. Eran más en número, sin embargo, no temía ser arrebatada por detrás. Eso, por supuesto, no le impedía mirar constantemente por encima de su hombro. La luna ya no era un factor ya que se había escondido detrás de la línea de árboles. Ese hecho también le hacía preguntarse si incluso aún estaban en el camino. Don se detuvo de repente ladeando su cabeza.
“Está cerca”, susurró.
San se detuvo y se dio la vuelta lentamente. “¿Qué debemos hacer?”
“No se muevan”. Britt extendió la mano, agarrando la mano de Don.
Él apretó la de ella con fuerza, sus ojos escaneando el bosque. Ella hizo lo mismo. Literalmente, podía escuchar cada respiración tomada por cada uno, podía sentir el nerviosismo entre ellos. A través de los árboles lo vio, corriendo en cuatro patas. Apretó la mano de Don, sus ojos siguieron su progreso. Él se detuvo de repente, poniéndose de pie sobre sus patas traseras, con su cabeza levantada, como si olfateara el aire. Apenas se atrevió a respirar, por temor a ser escuchada.
Todos ellos parecían tener el mismo pensamiento, cada uno de pie como estatuas, casi sin respirar.
Sus ojos encontraron los de San, sosteniéndolos mientras su corazón latía nerviosamente en su pecho. La criatura se movió otra vez, pasando cerca de ellos, esquivando los árboles y corriendo otra vez por el bosque. Don fue el primero en romper el silencio. “
Debemos correr ahora”, dijo en voz baja. “Él va a regresar”.
“Vamos”.
San volvió a tomar la delantera, usando su linterna para encontrar el camino. Corrieron rápidamente, saltando por encima de las raíces, sus pies golpeando el suelo, sin preocuparse en permanecer en silencio. Britt se tropezó, pero Don la atrapó poniéndola en posición vertical.
“Ve delante de mí”, dijo él empujándola.
Ella corrió tras Puck, casi tropezando nuevamente cuando el fuerte y estruendoso rugido se escuchó detrás de ellos.
“¡Corre!”, gritó Don empujándola. “¡Corre!”
Estaban lo suficientemente cerca como para ver las casas de Hoganville, sin embargo, estaban demasiado lejos.
Ella corrió a ciegas, siguiendo a Puck y a San, esperando que Don estuviese detrás de ella. Podía escuchar a la criatura ganando terreno, podía sentir las vibraciones mientras corrían. Esperaba que en cualquier momento la agarrara por la espalda.
“Por aquí”, gritó San saliendo del sendero y dirigiéndose hacia los establos.
Otro rugido furioso se escuchó detrás de ellos y Britt imaginó que podía sentir su aliento en la nuca. Corrió más rápido, casi empujando a Puck, agradecida de ver la silueta oscura de los establos delante de ellos. San cayó, tropezando en la colina, casi rodando los últimos metros. Puck la agarró y la levantó en un solo movimiento. Britt volteó hacia atrás, viendo a Don correr con los ojos muy abiertos por el miedo. Detrás de él, vislumbró a la criatura, corriendo nuevamente en cuatro patas, tratando de atraparlos. Britt giró, agarrando la mano de Don.
“Por aquí”, gritó San rodeando la esquina del establo.
La puerta se abrió con facilidad y todos cayeron en el interior. Pero él estaba detrás de ellos, una enorme garra buscando en el interior. Puck y San empujaron la puerta cerrándola y atrapando la garra contra el costado.
“Hacia los túneles”, gritó San. “¡Ahora!”
Britt y Don corrieron hacia la pared del fondo, abriendo la puerta de la trampa. Britt volteó, viendo como la puerta luchaba por abrirse, Puck y San eran incapaces de sostenerla.
“Vamos. Vamos”, les gritó.
Casi empujado a Don por las escaleras, esperando mientras Puck y San abandonaban la puerta, corriendo frenéticamente hacia ella. Saltó a ciegas por las tambaleantes escaleras, saliendo del
camino mientras Puck y San eran perseguidos. Un grito desesperado se escuchó detrás de ellos y la puerta hacia túnel fue arrancada de sus bisagras y arrojada a un lado con facilidad.
Tropezaron en la oscuridad por el túnel hasta que se dieron cuenta que no eran perseguidos. Britt sacó su linterna. Puck y San hicieron lo mismo.
“Él no cabe”, dijo San. “El túnel es demasiado pequeño”.
Puck dejó escapar una risa nerviosa. “Está bien ¿Qué demonios fue eso?”
Britt se apoyó contra la pared, dejando escapar un suspiro de alivio. Sintió como Don hacía lo mismo a su lado.
“Él sólo tiene una entrada a la cueva”, dijo Don tranquilamente. “Al menos, eso es lo que pensamos. Sin embargo nadie sabe dónde está”.
Britt sintió como San se sentaba a su lado y se apoyaba en ella, relajándose, sin importarle que Puck estuviese mirando.
“Este ha sido el más largo maldito día de mi vida”.
“El mío también, tigre”.
“Está bien, no trato de interrumpir nada pero, ¿no deberíamos salir de aquí?”, preguntó Puck. “No estoy loco por los pequeños espacios”.
San se levantó tendiéndole una mano a Britt. Ella la tomó, permitiendo que la pusiera de pie. Se acercó a Don, devolviéndole el favor.
“Eso estuvo cerca”, dijo él.
“No me digas”, murmuró San.
Retomó la ruta que tomaron esa misma tarde y pronto se encontraron nuevamente en la cámara. Las antorchas seguían encendidas y ardiendo brillantemente. La mirada de Britt fue hacia el altar, viendo la sangre, donde Fiona había muerto. Miró más allá, esperando ver el cuerpo de Ester Hogan.
“San”, dijo ella. “Ester se ha ido”.
Todos se acercaron a la sangre que manchaba el suelo dónde había estado. No había huellas. Era como si hubiese desaparecido.
“¿Están seguras que estaba muerta?”, preguntó Don. “Quiero decir…”
“Sí”, dijo San. “Estamos seguras”.
“¿Fiona?”, preguntó en voz baja.
Britt alumbró hacia el altar. “Allí. Murió allí”.
“Se la llevó de regreso a la cueva con él”, dijo San.
“Está bien, me están volviendo loco”, dijo Puck.
“Lo siento”, dijo Britt. “Pero lo vimos”.
“Tal vez él regresó, llevándose también a Ester”, sugirió San encogiendo sus hombros.
“No lo creo”, dijo Don. “Fiona era su novia. Ella llevaba su hijo. Madre Hogan hacía su voluntad, eso era todo. Madre Hogan era sólo una más de muchos”.
“Miren ¿podemos salir de aquí?”, preguntó Puck. “Me gustaría estar sobre tierra, si vamos a estar discutiendo sobre los cuerpos que faltan”.
“Nunca te había visto tan nervioso, calvo”, dijo San. “¿Ahora me crees cuando digo que esta asignación apesta?”
“Sí. Te creo. Ahora larguémonos de aquí. Puedo enfrentar a los ladrones de bancos, terroristas, asesinos. Lo que sea. Pero no ésta mierda espeluznante”.
Don hizo una seña hacia su izquierda.
“El túnel principal nos llevará…”
“Vamos a utilizar el túnel de Ester”, dijo San interrumpiendo a Don.
“Es mucho más agradable”.
Retomaron los pasos que siguieron temprano, pasando por el túnel y por las escaleras hasta la casa de Ester. Se sorprendieron al encontrar a Will y a otros dos agentes en el interior.
“¿Qué demonios? Pensé que estaban en la escuela. Tienen suerte de que no les disparáramos”, dijo él.
“Nos dijo específicamente que no disparáramos a nadie”, le recordó San.
“¿Cómo han llegado hasta aquí? Le dije a Puck que te mantuviera a raya”.
“Ellas no escuchan. Vinimos por el bosque y luego por un túnel”, dijo Puck. “Y no quiero volver a hacerlo nuevamente”.
“¿El bosque? Entonces deben haber oído ese sonido”, dijo él.
“Era como un rugido o algo así y entonces ese espantoso grito de elefante”.
“Sí, es una buena manera de describirlo”, dijo Britt.
“¿Qué era eso?”
“Un monstruo”, dijo Puck simplemente. San negó con la cabeza
“Es una criatura que vive en la cueva”.
“Sí, como dije. Un monstruo”, dijo Puck nuevamente.
“¿Qué pasa contigo, Puck? Normalmente no te asustas con tanta facilidad”, dijo Will con una carcajada. “Probablemente era un león de montaña o algo así”.
“O algo así”, murmuró San.
“Bueno, esta es la última casa que revisamos”, explicó Will.
“Tenemos cuarenta y cuatro cuerpos. Esto va a ser una pesadilla para las relaciones públicas”, iluminó a Don, haciendo que Don protegiera sus ojos. “¿Quién eres tú?”
“Este es Don”, dijo Britt.
“Oh. Encontraste al médico ¿Así que todo el mundo está completo ahora?”
San y Britt se miraron la una a la otra y luego a Don.
“Bueno, los dos hombres de aquí, los que secuestraron a Don, no están completos exactamente”, dijo ella.
“¿Qué significa eso?”
“Sus cuerpos están en el bosque. En algún lugar”, dijo San.
“A menos que él se los haya comido”.
“¿Comido? ¿Quién?”
“Más bien qué”, dijo Puck.
“Y el cuerpo de Fiona se ha ido. Él la llevó de regreso a la cueva”, dijo San.
“Y ahora el cuerpo de Ester está faltando”, dijo Britt.
“Creo que son todos”, miró a Don. “¿Cierto?”
“¿Han encontrado a su hijo? Vivía aquí con ella”.
“¿Ella tenía un hijo?”
“Sí. Lo mantenía aquí. Tenía un ligero retraso, según decían todos. Él no hablaba. No se comunicaba. Nunca salía. Nadie lo vio”, hizo una pausa. “Antel era su padre”.
“Jesús. Antel era el hermano de Ester…”, dijo Britt, “…y el padre de Fiona”.
“Sí, bueno, madre Hogan estaba un poco loca”, dijo él con una sonrisa.
Luego soltó una breve carcajada. “Se siente bien decir eso sin tener que preocuparme de ser sacrificado por la desobediencia”. “ Espera. Encontramos restos de un niño de corta edad arriba. En una cama. ¿Podría haber sido su hijo?”, preguntó San.
“Él nació antes que yo”, dijo Don “Pero como he dicho, nadie lo vio, así que sí, ella podría haberlo matado también. Nadie se habría enterado”.
Will los miró con una expresión en blanco. “No sé de qué diablos están hablando ¿Alguien quiere explicarme? Ahora”.
“Sabes, cuando empezamos esto…”, dijo San, “…dijiste que Ester Hogan era la matriarca ¿verdad?”
“Sí”.
“Así que hubo otras antes que ella. Y cuando murieron, las pusieron en una cama. En una habitación. Arriba”.
“¿Encontraron la sala de la sepultura?”, preguntó Don en voz baja.
“¿Así que estás diciendo que hay... restos arriba?”, preguntó Will.
“¿Esta casa no está asegurada todavía?”
“Siete en una habitación. Y el niño en otra”.
“¿Siete?”
“Restos esqueléticos”, aclaró San. “Opal, Velma”.
“Estaline y… ¿Estele?”, dijo Britt.
“Sí. Y Naomi y Eustice”, dijo San.
“Y Rosaline. Siete”.
“Sin embargo, habían ocho camas. Había una cama para Ester”, agregó Britt.
“Rosaline era la madre de Ester”, declaró Don. “Yo era un niño cuando murió”, los miró, sus linternas entrecruzadas en la habitación, pequeñas motas de polvo flotaban a su alrededor. “La sala de la sepultura es... sagrada. Bueno, al menos lo era para madre Hogan. A nadie se le permitía entrar. Por lo que sé, Belden era la única persona que entraba. Ni siquiera Devin”.
“¿Quién es Devin?”
“Es el tallador de madera”
“¿El hizo las camas?” Don asintió. “Por lo que he aprendido, todas ellas murieron a una edad relativamente joven. Ester era, a diferencia, la más vieja. Por supuesto, su madre fue envenenada,
por lo que, obviamente, tuvo una corta vida”.
“¿Envenenada?”
“Por Ester, sin duda”, dijo Britt.
“Esperen un minuto”, dijo Will. “¿Están seguros que los restos son de las mujeres Hogan? Todavía estamos buscando los cadáveres de las chicas desaparecidas. Ese es el centro de todo esto, si lo
recuerdan”, se volteó hacia Don con las cejas levantadas. “Las que Belden trajo aquí”, él negó con la cabeza.
“Fueron ofrecidas como un sacrificio para él”, dijo. “En la cueva”.
“En la cueva”, repitió Will. “Donde vive el monstruo de Puck”.
“Sí. Fueron llevadas a la cueva. Se las obligó a correr. Para que él pudiera cazarlas”.
“¿Y?”
“Y luego él las mata”, miró a Britt. “Y luego se las come”.
Will miraba entre ella y San. “¿Con qué clase de mierda las está alimentado?”
“No entiendo”, dijo Don en voz baja. “¿Qué quiere decir?”
“Está diciendo la verdad”, dijo Britt. “Lo hemos visto. Hemos estado en la cámara. Hemos visto la entrada a la cueva. Lo hemos visto a él”.
“Yo también”, dijo Puck. “Él nos persiguió. Es como... un hombre, ni siquiera puedo describirlo. Un monstruo”.
“Nos hemos encontrado con dos cráneos en el bosque”, agregó San. “No me sorprendería encontrar más. Hay un sendero que se une con los terrenos de la escuela. Esa es la ruta que tomamos. Supongo que él viaja por el mismo camino”.
Will se quedó mirándolos a todos como si les hubieran crecido dos cabezas a cada uno. “Está bien. Obviamente, vamos a necesitar un informe minucioso. Vamos a asegurar esta casa. Contar los cuerpos, luego, dejaremos que los equipos forenses actúen. Ellos deberían estar aquí pronto. También llamamos a los locales”, frotó su cabello en señal de frustración. “Como he dicho, una pesadilla para las relaciones públicas. Sólo espero que encontremos rastros de la joven Trumbley. El senador no va a descansar hasta que lo hagamos”.
“Compadezco a las pobres almas que tengan que ir a esa cueva en busca de los cuerpos”, murmuró San.
“Yo también”, añadió Puck.
“¿Puedo hacer una pregunta?”, preguntó Don.
“¿Cuál es?”
“Dijo que había cuarenta y cuatro cuerpos. ¿Qué pasó?”
“Hice la cosa de la roca amarilla con Belden”, dijo San. “Podrías habernos advertido que era una frase desencadenante para el suicidio”.
“No estábamos realmente seguros de que funcionaría. Como hemos dicho, Fiona y yo fuimos capaces de bloquearlo. Es difícil de creer que todos se hayan ido”.
“¿Tenías… familia?”, preguntó Britt.
Suavemente negó con la cabeza. “No. Mi madre se fue hace varios años. Y como la mayoría, mi padre solo fue alguien con quién mi madre copuló. Él no era una parte de mi vida”.
“¿Copuló?”, preguntó Puck.
“Con quién tuvo relaciones sexuales, calvo”.
“Vamos. Sigamos adelante con esto”, dijo Will.
“Está bien, tomaremos las escaleras a través del estudio”, dijo San. “Es un pasillo estrecho. No es una escalera secreta. Quiero decir, hay una puerta. Pero es angosta. No era utilizada para viajes frecuentes”.
“Tomemos las escaleras principales”, dijo Will. “Asegúrense que no se pierdan nada”.
“Nunca encontramos su dormitorio”, dijo Britt. “Debe estar aquí abajo”.
Will señaló a dos de los agentes. “Ustedes dos, comprueben todas las habitaciones aquí abajo. Los closets también”.
Puck se aclaró la garganta. “¿Soy yo o alguien más se está volviendo loco?”
Britt sonrió y frotó su brazo cariñosamente. “Simplemente tuvimos más tiempo para adaptarnos a todo”, dijo ella. “Tal vez si tuviésemos algunas luces, sabes. Quiero decir ¿cómo vive la gente de esta manera?”
“En realidad, la mayoría de las casas usan la energía solar o los generadores”, dijo Don “Madre Hogan prefería vivir de la manera antigua. Ella utilizaba linternas y velas”.
“Sin ofensas hombre”.
“Está bien. Como he dicho, ella estaba un poco loca”.
San se echó a reír a carcajadas por esa declaración. “¿Un poco?”
“Vamos, gente”, dijo Will. “¿Podemos terminar con esto?”
San miró hacia atrás por encima de su hombro. “¿Britt? Quieres tomar la iniciativa. Mostrarles las habitaciones”.
“No, tigre. Estás haciendo un gran trabajo”.
Con todas sus linternas, estaba casi brillante en la escalera. Pero los pasos cubiertos de polvo le hicieron creer que Ester utilizaba la escalera de su estudio para viajar a la segunda planta. Por supuesto, ya que su dormitorio no estaba allí, podría no haber tenido motivos para ir allí muy a menudo. A menos que fuese a… visitar , pensó ella.
“Aquí”, dijo San en el rellano, apuntando a la sala de la sepultura. “Ahí es donde están todos”, cambió la luz hacia el pasillo, caminando por ese camino. “Y aquí…”, dijo abriendo la puerta, “…está el niño que encontramos”.
“¿Puedo?”, preguntó Don.
San se hizo a un lado, dejando que entrara.
“No toques nada”, advirtió Will.
“Puck, comprueba la otra habitación”.
“Oh, hombre”, murmuró él.
Don caminó acercándose a la cama, inclinándose para inspeccionar el esqueleto mientras ellos mantenían la luz sobre él.
“No parece perturbado”, dijo él “Por supuesto, no soy un médico de verdad. Pero probablemente ya lo saben. Supongo que no tenía más de seis años”, se dio la vuelta, su mirada por toda la habitación. “Obviamente es un cuarto de niño. Su hijo fue el único niño que vivió aquí. Debe ser él”.
“Hey, chicos”, llamó Puck. “Pensé que habían dicho que sólo había siete cuerpos”.
Todos se apresuraron a salir de la habitación, ella y San se detuvieron en seco cuando miraron a Ester Hogan, vestida con un traje blanco. Estaba acostada cuidadosamente en la cama que había sido hecha para ella. La única evidencia de su trauma fue la decoloración de color rojo claro que manchaba el vestido en su pecho.
“¿Qué demonios?”, Britt negó con la cabeza. “Ella estaba en la cámara”, se volvió hacia Don. “¿Quién pudo haber hecho esto?”
“Belden era el único que sabía. Nadie más había estado aquí”.
“¿Belden? ¿El culturista?”
Will negó con la cabeza. “No. Encontramos su cuerpo”.
“Además, él fue el primero… el único… a quién le dije la frase”, dijo San “Él salió de la cámara, repitiendo el pequeño estúpido verso una y otra vez”.
“Sí. Eso era parte de esto”, dijo Don. “Para alertar al resto del rebaño”.
“Entonces, ¿quién diablos la trajo hasta aquí?”, preguntó San.
Nadie tenía una respuesta. De repente Britt sintió como Don agarraba su mano y la apretaba con fuerza.
“Siento que ella me mira”, susurró él. “Siento que alguien me mira”, él miró a su alrededor, todas las linternas se proyectaron en las sombras por el suelo y las camas. “¿Es que nadie más la siente?”
“Está bien”, dijo Puck, retrocediendo lentamente hacia la puerta. “He llegado oficialmente a mi límite. Hay siete esqueletos en esas camas de allá ¿Y ahora esto? ¿Una mujer muerta, vestida para una boda? ¿Y nadie sabe cómo llegó aquí?”, apuntó con su linterna a Don. “Y ahora él se siente que alguien nos mira”, se volteó hacia Will. “No tenemos que estar aquí de noche. Esto es una mierda espeluznante”.
“Es como cuando fuimos a la tienda de comestibles ese primer día”, dijo Britt a San “No veíamos a nadie, pero sentíamos ojos sobre nosotras”.
“Avery dijo lo mismo”.
“Está bien, sólo estamos especulando ahora”, dijo Will. “Pero sí, también estoy un poco asustado. Vamos a cerrar esto. Dejaremos que el equipo forense entre. Probablemente no tengamos que estar aquí de todos modos”.
“Buena idea”, dijo Puck. “Nos vemos chicos en el fondo”.
Se voltearon para seguirlo, pero Howley los detuvo. “Oh, ¿y, Don? Vamos a necesitar que vengas con nosotros a Houston”, dijo él.
“Tu interrogatorio llevará varios días. Si no semanas”.
“Entiendo”.
Britt le tocó el hombro. “Vamos a estar allí contigo”.
“Gracias. Voy a estar un poco fuera de mi zona de confort, por decir lo menos”.
San se echó a reír. “Sí. Un poco como todo esto es para nosotros”.
Antes de cerrar la puerta, Britt lanzó una última mirada al interior. Dejó escapar un jadeo. Los ojos de Ester Hogan estaban abiertos.
“¿Qué pasa?”
“Mira”, dijo ella, manteniendo su linterna sobre el rostro de Ester, sus ojos sin vida mirando a la nada.
“Estaban cerrados anteriormente”, susurró San.
“Lo sé”.
“¿Qué están haciendo?”, preguntó Will mientras esperaba en la parte superior de las escaleras.
“Nada”, dijeron al unísono.
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Guardian dela cueva capitulo 49,50,51
CAPÍTULO 51
Puck se reclinó en su silla, enrollando pequeñas piezas de papel entre sus dedos como bolas y luego tirándolas dentro del bote de la basura. San estaba tecleando, con una sonrisa en su rostro. Britt hacía girar un bolígrafo entre sus dedos, mirando entre su monitor y San. Puck movió sus ojos hacia Sam que estaba sentado mirándolos a ambos.
“Así que, San, estás de buen humor esta mañana. Sonriendo y todo”, dijo él.
Ella levantó la vista. “Siempre estoy de buen humor. Además, cuando terminemos estos informes, tendremos tres días libres”, levantó tres dedos. “Tres. Mientras que ustedes chicos permanecerán aquí, ordenando todo este lío”.
“¿Así que eso es todo? Pensé que habías tenido sexo, o algo así”.
“No hueles a tequila y estás usando ropa limpia”, dijo Sam.
“No fuiste al bar anoche”.
“Como si tuviese que ir al bar para echar un polvo”, dijo ella.
Britt la miró. “¿Así que tuviste sexo?”
Puck se sorprendió al ver el rostro sonrojado de San, pero ella se sacudió.
“Ya sabes, soy muy encantadora”, dijo ella.
“¿En serio?”
“Sí. Y persuasiva también”.
“¿Ah sí?”
“Por supuesto. Por eso puedo tener sexo sin tener que ir al bar”.
Britt se acercó más. “¿Así que tuviste sexo, entonces?”
Puck no podía apartar los ojos de ellas. Claro, estaban haciendo su cosa normal, esa la del coqueteo. Pero algo era diferente. Algo en sus ojos. Sus palabras eran juguetonas, pero la mirada que intercambiaban no lo era. Sintió que la temperatura en la habitación se elevaba y se movió incómodo en su silla.
“¿Esa es tu hipótesis? ¿Que tuve relaciones sexuales?”
“Bueno, ya que eres tan encantadora y todo eso”, finalmente Britt se echó hacia atrás “No sabía eso de ti. Ya sabes, encantadora y persuasiva”.
San se echó a reír. “¿Ves? Aprendes algo nuevo todos los días”.
Se abrió la puerta de la oficina de Will y él y Don salieron. Don lucía como si hubiese sido golpeado. “
Que alguien lo lleve a almorzar”, dijo Willk “Necesita un descanso”.
“¿Cómo te fue?”, preguntó Britt cuando Will se alejó.
“No creo que él me crea”, dijo Don.
“Si no hubiésemos pasado casi dos meses allí, tampoco te creería”, dijo San
“Pero no te preocupes. Tenemos todo en nuestros informes. Incluyendo todo lo que Fiona nos dijo”.
“¿Qué tal el hotel?”, preguntó Britt. Él sonrió. “Bonito. Parece que no puedo alejarme de la televisión.
Hay tantas cosas para ver”.
“Entonces ¿qué vas a hacer?”, preguntó San. “Sabes, cuando todo esto termine”.
Él se encogió de hombros. “Supongo que tendré que conseguir un trabajo. Aunque no estoy seguro que alguien me contrate. No tengo habilidades ¿Y si hacen una verificación de antecedentes?”, sus ojos se abrieron juguetonamente. “Yikes”.
Todos se rieron incluyendo Don.
“Tienes formación médica. Siempre puedes volver a la universidad”, sugirió Britt.
“Puede que conozca un fondo de becas”, San arqueó una ceja.
“¿Oh?”
“Bueno, a decir verdad…”, dijo Puck “…eres el único heredero Hogan. Tienes una propiedad que siempre puedes vender”.
Don se rió de eso. “Sí, podría abrirla como un parque de diversiones”.
“En serio ¿qué vas a hacer con esta?”, preguntó Sam. “Quiero decir, era bonita y todo. Si puedes superar la cosa en el bosque”.
“El señor Will dijo que estaban considerando cerrar la escuela”, dijo Don.
“¿Es eso cierto?”
“Dos maestras murieron… Fiona y Ella”, dijo San. “Él dijo que otras cuatro renunciaron. Estoy segura que habrá más”.
“Bueno, siempre y cuando piensen que... esa cosa vive por allí, estoy seguro que todos van a renunciar”, dijo Puck. “Sé que yo lo haría”.
“No han encontrado ningún rastro de eso”, añadió Sam. “¿Están seguros de que vieron algo?”
“Está allí”, dijo San.
“Ellos van a la cueva mañana”, dijo Puck “Estoy muy feliz de no estar en ese equipo”.
“Tú y yo, calvo”.
Britt se apartó de su escritorio y con energía rodó su silla contra él. “Me voy”, dijo ella “He presentado mi informe”.
“Aún me falta un poco más”, dijo San.
Britt entregó a Don su tarjeta de presentación. “Si necesitas algo en los próximos días, no dudes en llamarme. Voy a aprovechar la oferta de Will de esos tres días de descanso, pero voy a estar alrededor”.
“Gracias. Voy a tratar de no meterme en problemas”.
“Nos encargaremos de él”, dijo Sam.
Puck vio como Britt miró una vez más a San, quien fingía ignorarla. “Está bien, entonces. Supongo que los veré más tarde”.
“Sí. Más tarde”, dijo San sin apartar los ojos de su monitor de la computadora.
Sam le dio una mirada a Puck quien se limitó a encogerse de hombros. Sólo dos minutos después, San se levantó, con una sonrisa aún pegada en su rostro.
“Estoy fuera, chicos”, dijo con un guiño. “No me llamen. No voy a responder mi teléfono”.
Estaba realmente silbando mientras se alejaba.
“¿Qué diablos está mal con ellas?”, murmuró Sam.
“¿Qué quieres decir?”, preguntó Don.
Puck sacó su silla de visitantes con el pie y la empujó hacia Don.
“Siéntate. Falta un par de minutos antes de que podamos escaparnos para almorzar”.
“Gracias”, dijo él. “Realmente me gustan. Son agradables. Britt más que San, pero aun así”.
“Sí. Britt es un amor”, dijo Sam. “San crece en ti”.
“Ellas juegan este juego con nosotros, ves”, explicó Puck.
“Pretenden coquetear y bromear entre sí, pero no estoy seguro de que incluso se lleven bien”.
Don frunció el ceño. “¿De qué estás hablando? Están juntas, ¿no es así?”
“¿Juntas?”
“Ya saben… como una pareja”.
“Oh, eso. Bueno, esta asignación, sí. Se hicieron pasar por una pareja, claro. Pero ninguna de las dos quería hacerlo”, dijo él.
“Es raro. Fiona dijo que eran… amantes”, dijo en un susurro.
Puck y Sam se miraron entre sí, con las cejas levantadas. Entonces Puck negó con la cabeza “No. De ninguna manera”.
“Pero han estado actuando extraño”, dijo Sam.
“No. Sólo están jugando con nosotros”. Don los miró pensativo, pero no dijo nada.
Unos minutos más tarde, justo cuando Puck estaba a punto de presentar su informe, el ascensor se abrió y una mujer atractiva con un hombre más joven a cuesta, se bajó. Puck frunció el ceño, preguntándose quién les había dado el visto bueno para subir.
“¿Puedo ayudarlos?”
“Sí, por favor. Estoy buscando a Britany Pierce”, dijo ella.
Negó con la cabeza. “Acaba de irse”.
“Me dijeron que estaba de regreso. ¿Sabe dónde está?”
“Disculpe, pero, ¿quién es usted?”
La mujer le tendió una mano bien cuidada hacia él. “Susan Pierce. Soy su madre”.
“Oh, bueno, encantado de conocerla” dijo mientras le estrechaba la mano. Miró al hombre a su lado, esperando a que él hablara.
“Él es Seth Buchanan, el prometido de Brittany”, dijo ella “¿Sabe dónde podemos encontrarla?”
“¿Prometido?”
“Sí. Estoy segura de que les ha hablado acerca de él”.
Sam se acercó, evaluándolo. “No creo que lo haya mencionado”, dijo él.
“Pero creo que se fue a casa. Ella tiene los próximos días libres”.
Puck lo miró mientras la mujer asentía bruscamente y giraba sobre sus talones. Seth asintió ligeramente y luego la siguió. Tan pronto como la puerta del ascensor se cerró, Ice le dio un puñetazo en el brazo.
“¿Qué te pasa, hombre?”
“¿Qué quieres decir?”, dijo Sam mientras frotaba su brazo.
“¿Prometido? Vamos”.
***
“Me encanta tu casa”, dijo San mientras agarraba a Britt, acercándola aún más. “En serio. Pero ahora quiero ver tu habitación”.
Britt se echó a reír. “¿Cuánto tiempo esperaste antes de salir?”
“Un par de minutos”.
“Me sorprende que hayas tardado tanto”, murmuró mientras acortaba la distancia entre ellas y la besaba con intensidad.
“A la habitación”.
“Por supuesto”.
Pateó la puerta del dormitorio cerrándola detrás de ellas y luego agarró la camisa de San tirando de ella por encima de su cabeza en un solo movimiento.
“Dios, ¿cuándo perdiste tu sujetador?”, preguntó agarrando sus pechos desnudos.
“En el coche”, dijo San, sus propias manos ocupadas con la blusa de Britt. Siguieron los pantalones y Britt se movió hacia la cama, tirando de San con ella.
Gimió de placer cuando San se colocó entre sus piernas. “Extrañé esto anoche”.
“Tú y yo, las dos bebe”, dijo San mientras su boca se cerró sobre un pezón adolorido.
Britt la sostuvo cerca, enredando sus dedos a través de su cabello, sus caderas comenzaron una lenta danza. El sonido del timbre de la puerta la hizo gemir de frustración.
“No, no, no”, dijo San mientras abandonaba su pecho. “No contestes”.
“Probablemente sea mi vecina. Estaba recibiendo mi correo”.
“Regresará”.
El timbre sonó nuevamente.
“Ella sabe que estoy aquí”. San rodó lejos de ella, sus ojos oscurecidos por el deseo. “Tienes un minuto”.
Britt sonrió. “Treinta segundos. No te muevas”.
“No voy a ninguna parte”.
Britt agarró su bata y se la puso y luego trató de arreglar su cabello mientras caminaba descalza por la casa. Abrió la puerta sin pensar, esperando a su vecina. Su boca se abrió en su lugar.
“Hola, cariño”.
“¿Madre? ¿Qué estás haciendo aquí?”, se volteó lentamente, mirando al hombre guapo a su lado. “Y con Seth, nada menos”.
“¿Qué estás haciendo en bata?”, preguntó su madre mientras entraba. “Es medio día”.
“Oh, Dios”, murmuró Britt. “¿En serio?”, miró por el pasillo, hacia su dormitorio… donde una mujer desnuda la esperaba.
“Luces agitada, mi amor”, dijo Seth en voz baja.
“¿Interrumpimos?”
Ella soltó una breve carcajada. “Oh, no tienes ni idea”.
Cerró la puerta, observando en silencio mientras su madre se dirigía hacia la cocina y Seth se ponía cómodo en su sofá. Britt se quedó clavada en el suelo, la bata cubría su desnudez ¿Podría ser peor?
Se volteó al oír los pies que se arrastraban por el pasillo. San llegó adorablemente envuelta con una sábana alrededor de su cuerpo, su cabello todavía despeinado por los dedos de Britt.
“¿Britt-Britt? ¿Todo está bien?”
Britt cubrió su boca ocultando su sonrisa y luego se echó a reír.
“¿Bien?”, se mordió el labio. “Sí, todo está...perfecto”, le tendió la mano. “Ven a conocer a mi madre. Y a Seth”.
Los ojos de San se ampliaron cuando su mirada se deslizó desde Britt, aterrizando en un hombre de aspecto muy divertido descansando en su sofá.
“Oh… mierda”, susurró San.
Seth se puso de pie y se acercó, con una sonrisa en su rostro.
“Sí, supongo que esto fue lo que interrumpimos”, se inclinó hacia Britt. “Ella es sexy”.
“¿Lo sabías?”
“Por supuesto. Sólo una lesbiana podría resistirse a esto”, dijo señalándose a sí mismo en su forma arrogante de siempre. Su madre regresó sosteniendo tres copas de vino.
“¿Sabes qué, cariño?”, su mirada se movió desde Britt hacia Seth, aterrizando finalmente en San.
La miró de arriba a abajo, desde sus pies desnudos que sobresalían por debajo de la sábana hasta su cabello alborotado.
“¿Quién demonios… eres tú?”
Oh, esto no va a terminar bien
FIN
*****************************************************************************************************
bueno aqui esta el final de la primera parte y continua cion hosdejo el polongro de la senga parte
9
ana_bys_26- ---
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Guardian dela cueva capitulo 49,50,51 + muros del lamento prolongo
POLOGRO
Una vieja casa abandonada en una pequeña ciudad al noreste de Houston es el sitio de un segundo asesinato, inquietantemente similar al caso anterior. Las agentes del FBI, Santana Lopez yBrittany Pierce, son enviadas para encontrar el vínculo entre los dos homicidios.
02.19.201619:05:03
ana_bys_26- ---
- Mensajes : 555
Fecha de inscripción : 21/11/2015
Edad : 34
Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
Akjsldjd que bueno estuvo el final de la primera parte :') akbskd :s espero los siguientes capitulos! :D
Susii********-*- - Mensajes : 902
Fecha de inscripción : 06/01/2015
Edad : 26
Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
bueno, que bien que no les paso nada pero no entendi el final de esta primera parte, en fin..... supongo que lo entendere en la segunda, hasta pronto!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
holap,..
ammm bonita forma de conocer a la suegra jjajaja
quiero la segunda parte!!!
nos vemos!!!
ammm bonita forma de conocer a la suegra jjajaja
quiero la segunda parte!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
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