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Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
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micky morales
marthagr81@yahoo.es
monica.santander
Elita
8 participantes
Página 2 de 10.
Página 2 de 10. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
Guardian dela cueva capitulo 10,11
Capitulo 11
Fiona gimió, sus ojos se abrieron lentamente. Sabía que no estaba sola y trató de concentrarse, viendo a una figura en sombras de pie cerca de la cama. Era madre Hogan. Se dio la vuelta, fijando sus ojos sobre Fiona.
“Finalmente estás despierta ¿Cómo te sientes?”
Fiona intentó tragar saliva, pero tenía la garganta seca.
“Mareada” dijo con voz ronca. El aire era frío y húmedo.
“¿Dónde estoy?”
“Abajo en las cámaras. Esta es tu habitación, por ahora”, llevó una taza hacia su boca “Bebe esto”.
Era amargo y Fiona tuvo que esforzarse para no escupirlo.
“Antel te visitará cada noche hasta que quedes embarazada”.
Fiona apartó la mirada, tratando de recordar lo que había sucedido la noche anterior. Cuando se dio cuenta que ahora debía ser de día, trató de incorporarse.
“La escuela. Necesito…”
“No esta semana”, dijo madre Hogan. “No podrías explicarlo”.
“¿Explicar?”
La madre Hogan se acercó, tocando suavemente la muñeca de Fiona, lo que le hizo estremecerse de dolor. Miró hacia abajo, viendo los moretones en ambos brazos. Cerró los ojos. Sí, los grilletes. En muñecas y tobillos. Recordó a Antel acercándose hacia ella, pero... nada más. Su cuerpo estaba adolorido, sus músculos débiles. Su cabeza todavía brumosa.
“Tan pronto como te sea posible, tomarás un baño”, dijo madre Hogan. “Tengo todo listo”.
Fiona asintió. “Estoy tan cansada”, dijo ella.
“Por supuesto que sí, querida. Descansa el tiempo que necesites. Belden está de guardia en la entrada. Hazle saber cuándo estés lista”.
Los ojos de Fiona se cerraron, pero no antes que viera otra sombra en la habitación, ésta mucho más grande, acercándose hacia ella.
Gimió cuando sintió las manos frías sobre ella, pero no tenía la fuerza para protestar, no tenía la fuerza para siquiera abrir los ojos. La poción mágica de la madre había trabajado rápidamente en ella.
Fiona gimió, sus ojos se abrieron lentamente. Sabía que no estaba sola y trató de concentrarse, viendo a una figura en sombras de pie cerca de la cama. Era madre Hogan. Se dio la vuelta, fijando sus ojos sobre Fiona.
“Finalmente estás despierta ¿Cómo te sientes?”
Fiona intentó tragar saliva, pero tenía la garganta seca.
“Mareada” dijo con voz ronca. El aire era frío y húmedo.
“¿Dónde estoy?”
“Abajo en las cámaras. Esta es tu habitación, por ahora”, llevó una taza hacia su boca “Bebe esto”.
Era amargo y Fiona tuvo que esforzarse para no escupirlo.
“Antel te visitará cada noche hasta que quedes embarazada”.
Fiona apartó la mirada, tratando de recordar lo que había sucedido la noche anterior. Cuando se dio cuenta que ahora debía ser de día, trató de incorporarse.
“La escuela. Necesito…”
“No esta semana”, dijo madre Hogan. “No podrías explicarlo”.
“¿Explicar?”
La madre Hogan se acercó, tocando suavemente la muñeca de Fiona, lo que le hizo estremecerse de dolor. Miró hacia abajo, viendo los moretones en ambos brazos. Cerró los ojos. Sí, los grilletes. En muñecas y tobillos. Recordó a Antel acercándose hacia ella, pero... nada más. Su cuerpo estaba adolorido, sus músculos débiles. Su cabeza todavía brumosa.
“Tan pronto como te sea posible, tomarás un baño”, dijo madre Hogan. “Tengo todo listo”.
Fiona asintió. “Estoy tan cansada”, dijo ella.
“Por supuesto que sí, querida. Descansa el tiempo que necesites. Belden está de guardia en la entrada. Hazle saber cuándo estés lista”.
Los ojos de Fiona se cerraron, pero no antes que viera otra sombra en la habitación, ésta mucho más grande, acercándose hacia ella.
Gimió cuando sintió las manos frías sobre ella, pero no tenía la fuerza para protestar, no tenía la fuerza para siquiera abrir los ojos. La poción mágica de la madre había trabajado rápidamente en ella.
ana_bys_26- ---
- Mensajes : 555
Fecha de inscripción : 21/11/2015
Edad : 34
Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
Esto es tan escalofriante:s me da miedito:s
Susii********-*- - Mensajes : 902
Fecha de inscripción : 06/01/2015
Edad : 26
Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
Que horro la tal madre Hogan como promueve una casi violacion o insesto, todo misterio misterio rodeando a las brittana que no saben ni donde estan paradas, que sentimiento mas horrible.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
britt y san no tienen ni la mas minima idea de la secta que esa vieja loca llamada madre tiene ahi asi que de verdad es aterrador el panorama!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
holap,...
si que esta buena la historia,..
todo lo que les espera a san y a britt!!!
nos vemos!!!
si que esta buena la historia,..
todo lo que les espera a san y a britt!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Guardian dela cueva capitulo 12
Capitulo 12
A Santana le encantaba el sonido de la funda de cuero. Le recordaba sus primeros días antes de convertirse en detective, antes de unirse al FBI.
Días más simples, de seguro.
El jefe, Horace Aims, había estado en la escuela por veinte años. Mientras que sus oficiales y guardias iban y venían, él era personal fijo. Divorciado y sin hijos, había dedicado su vida a la escuela. Por desgracia, ninguno de sus oficiales había hecho lo mismo. La mayoría sólo permanecían pocos años antes de trasladarse. La paga era buena, pero incluso eso no era suficiente para hacer que se quedaran.
Su primer día no había sido nada más que orientación. Mañana, comenzaría a ubicarse en las clases. Él le había dado un archivo para estudiar; las chicas que necesitaban atención especial estaban identificadas, junto con aquellas que eran consideradas las líderes de las diversas pandillas.
Fingió estar interesada, pero ser guardia en una prisión juvenil no era exactamente la carrera que hubiese elegido. Unas pocas semanas de esto iba a ser una tarea. Incluso se preguntaba que beneficioso sería.
Tenerlas infiltradas en la escuela no era lo mismo que integrarlas en el propio Hoganville. Investigar Hoganville desde lejos parecía ser el único camino hacia su interior. Investigar las desapariciones había sido inútil. Había leído los archivos. No había un patrón en ellas. El color de piel era diferente, el género era diferente, la edad era diferente. Parecía ser un secuestro al azar y no por intención.
Estacionó delante del edificio de administración donde ella y Brittany habían acordado reunirse.
Después de hoy, se le asignaría un carrito de golf para usar alrededor del campus. Ese sería probablemente el punto culminante de esta asignación. Por lo menos tendría un juguete para jugar.
Sonrió al ver como Brittany se acercaba hacia ella. En realidad descubrió que la había extrañado, lo que le sorprendió. También se sorprendió al ver una sonrisa en respuesta en el rostro de Brittany.
T
an pronto como Brittany entró, San se acercó más. Brittany negó con la cabeza.
“¿En serio?”, preguntó pero no se apartó. San sintió una pequeña punzada de excitación cuando sus labios se encontraron. Se tuvo que detener a sí misma para no profundizar el beso, pero permitió que sus labios lo saborearan un par de segundos más.
“¿Y cómo fue tu primer día?”, preguntó cuándo se echó hacia atrás, atreviéndose a mirar los ojos de Britt.
Trató de leerlos, pero Britt miró hacia otro lado.
“Tenías razón sobre mi vestimenta”, dijo Britt. “Pantalones cortos”.
“Genial”
“También me di cuenta que no sé nada acerca de enseñar en una clase de gimnasia”.
“¿Qué tan difícil puede ser?”, preguntó San mientras conducía por el camino estrecho que las llevaría a su casa.
“No estoy muy metida en los deportes. Eso es lo difícil que va a ser. Tú debiste obtener este papel. No yo”, dijo Britt. Luego inclinó la cabeza. “¿Cómo estuvo tu día?”
“Aburrido. De visita con el jefe Aims la mayor parte del día”.
Britt sonrió rápidamente. “Te ves linda”.
San se echó a reír. “Oh, sí. Una chica en uniforme”, movió las cejas burlonamente “¿Es eso lo que te excita?”
Britt se sonrojó, pero su sonrisa no se desvaneció. “Me gustan las armas”.
“Bueno, bebé, tengo una grande. Te la mostraré más tarde, si quieres”.
Britt se echó a reír. “No hay duda que has utilizado esa línea anteriormente”.
Sus bromas continuaron en la tarde, mientras Britt preparaba la cena y San trataba de darle algunos consejos sobre cómo enseñar una clase de gimnasia.
“Podrías jugar hándbol”, sugirió. “O ping-pong”.
“No creo que el ping-pong sea considerado como una clase de gimnasia y no sé nada de hándbol”.
“¿Qué hay de dodgeball?”
“San, estas son chica de secundaria, no primaria”.
“Y baloncesto de tres contra tres. Demonios, ponlas a hacer carreras de velocidad”.
Britt negó con la cabeza. “Voy a revelar nuestra coartada, simplemente lo sé”, se acercó sosteniendo su mano debajo de una cuchara. “Aquí, prueba esto”, dijo metiendo la cuchara en la boca de San.
“Mmm”, murmuró ella. “Está bueno”, dijo mientras tragaba. “¿Qué es?”
“Sólo salsa italiana. Voy a verterla sobre la pasta y cocerla”.
“¿Pasta larga?”
“No. Pasta plumitas y algunas verduras. También tendremos pan de ajo también”.
“Creo que me va a encantar que cocines para mí”, dijo ella.
“La idea de hacer un gran plato es para que sobre. No pienso cocinar todas las noches ya sabes”.
“No me importan las sobras”, dijo San. “Sin embargo me sorprende que a ti te gusten”.
“¿Qué significa eso?”
“Imagino que mientras crecías, nunca tuviste que conformarte con las sobras”, dijo ella.
El tono de la conversación cambió con esa declaración y Britt tenía una mirada incómoda en su rostro, su sonrisa se había desvanecido.
“¿Qué estás diciendo?”
San sabía que debía detenerse, pero no lo hizo. Y no sabía muy bien por qué. La condición social de Britt nunca había sido un problema. Pero no tenía sentido dar marcha atrás ahora.
“Estoy diciendo que tú estás acostumbrada a comida de primera. Yo estoy acostumbrada a hamburguesas sencillas”.
“No puedo evitar quien es mi familia o cómo crecí”, dijo Britt. “Pero nunca, nunca, llevé eso al trabajo”.
“Tienes razón. No lo hiciste. Pero todos sabemos dónde vives. Todos sabemos qué tipo de coche conduces”.
La expresión de Britt cambió de ofendida a herida. San deseó nunca haber sacado el tema.
“Compré el coche por seguridad y fiabilidad, nada más. No es una especie de símbolo de estatus”, dijo ella.
Cualquier cosa que San dijera sólo mantendría su argumento, por lo que no dijo nada.
Britt levantó las cejas. “¿Qué? Es sólo un Mercedes. Mucha gente conduce Mercedes”, dijo ella.
San negó con la cabeza. “No los policías”.
***
La semana avanzó lentamente mientras Brittany luchaba a diario consiguiendo actividades que apaciguaran a las chicas. Después de su discusión, había seguido a regañadientes el consejo de San y había ordenado varios DVD’s de ejercicios populares. El envío el mismo día fue un regalo del cielo, en este caso. Zumba era el favorito y Brittany aún se encontraba bailando.
Descubrió que sólo un puñado de chicas les gustaba el baloncesto así que no había habido muchas quejas. Pero aun así, estaba loca de aburrimiento. Solo tenía tres clases cada día, cada una con menos de veinte estudiantes. Eso le daba un montón de tiempo libre. Tiempo para pensar. Por desgracia, no era al caso en punto muerto a donde iban sus pensamientos.
Apoyó la barbilla en la palma de su mano, mirando hacia afuera por la única ventana pequeña en su pequeña oficina. Notó que el área donde estaban era muy bonita. Los pinos altos se elevaban sobre exuberantes robles y otros árboles de maderas noble, lucía atractivo. Y si no fuera por la humedad y las altas temperaturas, podría tener la tentación de abandonar la oficina y tomar un paseo por el sendero que conducía al lago.
El trote de la mañana de Santana la llevaba al lago y ella dijo que era muy tranquilo en el bosque. Brittany suspiró. Avergonzada porque no le gustaba trotar.
Respiró profundamente y lentamente soltó el aliento, tratando de conciliar su creciente irritación con Santana.Tenía que admitir que era irritación con ella misma, sólo se desquitaba con Santana. Los besos de saludo y despedida habían cesado. Gracias al nuevo transporte de Santana, ya no tenían que irse juntas cada día. Por supuesto que estaba feliz por eso.
Besar a Santana Lopez no estaba en el tope de su lista de cosas que quería hacer. Oh, Dios ¿a quién quería engañar? Era una mujer con pulso. Era dolorosamente obvio cada vez que se besaban.
Y mañana… sábado… sería la tertulia semanal. Sería en casa de Suzette y Becca. Comida mexicana. Y estarían en público, tendrían que tomarse de la mano y conociendo a Santana, ella encontraría cualquier excusa para cruzar la línea que Brittany había tratado de establecer. Se tomaría libertades que no debía y Britt tendría que fingir que no le molestaba cuando las dos sabían que lo hacía. Estaban jugando un juego peligroso y no sabía por qué no acaba de ponerle fin al mismo. Santana la presionaría hasta donde Brittany permitiera. No estaba segura de lo Santana sacaría con todo esto.
Su teléfono sonó sorprendiéndola. Sonrió al ver el nombre de Sam. No había hablado con él la última semana.
“Hola, Sam muchachote ¿Qué pasa?”
“Guau. Es bueno escuchar tu voz”, dijo él.
Britt sonrió. “Gracias. La tuya también”.
“Will quería que te pusiera al día. Tenemos otra persona desaparecida. Otro estudiante de la universidad”.
Britt se enderezó, con el ceño fruncido “¿Cuándo?”
“Reportado esta mañana. Una mujer, conducía desde Baton Rouge a Lufkin. No apareció anoche. Sus padres llamaron esta mañana”.
“¿Estudiante de LSU otra vez?”
“Sí. Diecinueve años. Leah Turner”.
“Está bien ¿Última visual sobre ella?”
“Lafayette. Se detuvo por gasolina y una hamburguesa. Tres pm, llamó a sus padres mientras estaba allí”.
“¿Y ha desaparecido sin dejar rastro?”, negó con la cabeza “¿Qué esperamos encontrar aquí?”, preguntó “No tenemos nada. Ni siquiera hemos estado en Hoganville desde el primer día”.
“¿Y nada extraño está pasando?”
“Bueno, una de las maestras del pueblo, Fiona Hogan, no haaparecido en toda la semana. Llama cada día para informar que está enferma. Por lo que entiendo, es la primera vez que ha faltado. Supongo que eso sería lo extraño”.
“Will dijo que te enviaría un archivo con toda la información que podamos reunir sobre Leah. BOLO rastreó su coche, por supuesto, pero no hubo resultados. Los equipos principales están vinculando esto a la otra desaparición del año pasado”.
“Está bien. Le informaré a San. Nos sentimos muy fuera de onda por aquí, como si sólo estuviésemos matando el tiempo”, hizo una pausa. “Los echo de menos chicos”, dijo ella.
“Sí. Nosotros también. Te aseguro que todo está tranquilo por aquí sin ustedes”, Sam se echó a reír. “¿San no te ha enloquecido todavía?”
“Está trabajando en ello”.
Después de desconectarse, reflexionó si llamar a Santana o simplemente esperar hasta esta noche para decirle. Decidió llamar. Aún no tenía el horario de Santana memorizado así que podía asumir que no respondería si estaba en la clase.
Oh, pero si respondió, en el típico estilo de Santana. “Hola, bebé”, dijo San en voz baja. “¿A qué debo el placer? ¿Me extrañaste hoy?”
“Difícilmente”, dijo Britt. “Tenemos una persona desaparecida. Sam me acaba de llamar”.
“¿Ah, sí? ¿Detalles?”
“Otra estudiante universitaria. Igual que Trumbley. LSU. Ésta se dirigía cerca. Lufkin”.
“¿LSU? Eso sólo pondrá en movimiento al equipo hay que asumir que está relacionado con LSU”.
“Exactamente”.
“¿Calculado? ¿O una coincidencia?”, preguntó San.
“Algo que ha estado ocurriendo en todos estos años, tiene que ser calculado”, dijo ella. “Estoy de acuerdo” “¿Y ahora qué?” preguntó Britt.
“Creo que tenemos que darle una visita a Hoganville por la mañana. Tal vez caer por la cafetería para desayunar ¿Qué piensas?”
Britt recordó la historia de Gayla sobre su intento de visitar la cafetería. Se preguntaba si ella y San sufrirían el mismo destino. Pero asintió con la cabeza.
“Suena como un plan”.
A Santana le encantaba el sonido de la funda de cuero. Le recordaba sus primeros días antes de convertirse en detective, antes de unirse al FBI.
Días más simples, de seguro.
El jefe, Horace Aims, había estado en la escuela por veinte años. Mientras que sus oficiales y guardias iban y venían, él era personal fijo. Divorciado y sin hijos, había dedicado su vida a la escuela. Por desgracia, ninguno de sus oficiales había hecho lo mismo. La mayoría sólo permanecían pocos años antes de trasladarse. La paga era buena, pero incluso eso no era suficiente para hacer que se quedaran.
Su primer día no había sido nada más que orientación. Mañana, comenzaría a ubicarse en las clases. Él le había dado un archivo para estudiar; las chicas que necesitaban atención especial estaban identificadas, junto con aquellas que eran consideradas las líderes de las diversas pandillas.
Fingió estar interesada, pero ser guardia en una prisión juvenil no era exactamente la carrera que hubiese elegido. Unas pocas semanas de esto iba a ser una tarea. Incluso se preguntaba que beneficioso sería.
Tenerlas infiltradas en la escuela no era lo mismo que integrarlas en el propio Hoganville. Investigar Hoganville desde lejos parecía ser el único camino hacia su interior. Investigar las desapariciones había sido inútil. Había leído los archivos. No había un patrón en ellas. El color de piel era diferente, el género era diferente, la edad era diferente. Parecía ser un secuestro al azar y no por intención.
Estacionó delante del edificio de administración donde ella y Brittany habían acordado reunirse.
Después de hoy, se le asignaría un carrito de golf para usar alrededor del campus. Ese sería probablemente el punto culminante de esta asignación. Por lo menos tendría un juguete para jugar.
Sonrió al ver como Brittany se acercaba hacia ella. En realidad descubrió que la había extrañado, lo que le sorprendió. También se sorprendió al ver una sonrisa en respuesta en el rostro de Brittany.
T
an pronto como Brittany entró, San se acercó más. Brittany negó con la cabeza.
“¿En serio?”, preguntó pero no se apartó. San sintió una pequeña punzada de excitación cuando sus labios se encontraron. Se tuvo que detener a sí misma para no profundizar el beso, pero permitió que sus labios lo saborearan un par de segundos más.
“¿Y cómo fue tu primer día?”, preguntó cuándo se echó hacia atrás, atreviéndose a mirar los ojos de Britt.
Trató de leerlos, pero Britt miró hacia otro lado.
“Tenías razón sobre mi vestimenta”, dijo Britt. “Pantalones cortos”.
“Genial”
“También me di cuenta que no sé nada acerca de enseñar en una clase de gimnasia”.
“¿Qué tan difícil puede ser?”, preguntó San mientras conducía por el camino estrecho que las llevaría a su casa.
“No estoy muy metida en los deportes. Eso es lo difícil que va a ser. Tú debiste obtener este papel. No yo”, dijo Britt. Luego inclinó la cabeza. “¿Cómo estuvo tu día?”
“Aburrido. De visita con el jefe Aims la mayor parte del día”.
Britt sonrió rápidamente. “Te ves linda”.
San se echó a reír. “Oh, sí. Una chica en uniforme”, movió las cejas burlonamente “¿Es eso lo que te excita?”
Britt se sonrojó, pero su sonrisa no se desvaneció. “Me gustan las armas”.
“Bueno, bebé, tengo una grande. Te la mostraré más tarde, si quieres”.
Britt se echó a reír. “No hay duda que has utilizado esa línea anteriormente”.
Sus bromas continuaron en la tarde, mientras Britt preparaba la cena y San trataba de darle algunos consejos sobre cómo enseñar una clase de gimnasia.
“Podrías jugar hándbol”, sugirió. “O ping-pong”.
“No creo que el ping-pong sea considerado como una clase de gimnasia y no sé nada de hándbol”.
“¿Qué hay de dodgeball?”
“San, estas son chica de secundaria, no primaria”.
“Y baloncesto de tres contra tres. Demonios, ponlas a hacer carreras de velocidad”.
Britt negó con la cabeza. “Voy a revelar nuestra coartada, simplemente lo sé”, se acercó sosteniendo su mano debajo de una cuchara. “Aquí, prueba esto”, dijo metiendo la cuchara en la boca de San.
“Mmm”, murmuró ella. “Está bueno”, dijo mientras tragaba. “¿Qué es?”
“Sólo salsa italiana. Voy a verterla sobre la pasta y cocerla”.
“¿Pasta larga?”
“No. Pasta plumitas y algunas verduras. También tendremos pan de ajo también”.
“Creo que me va a encantar que cocines para mí”, dijo ella.
“La idea de hacer un gran plato es para que sobre. No pienso cocinar todas las noches ya sabes”.
“No me importan las sobras”, dijo San. “Sin embargo me sorprende que a ti te gusten”.
“¿Qué significa eso?”
“Imagino que mientras crecías, nunca tuviste que conformarte con las sobras”, dijo ella.
El tono de la conversación cambió con esa declaración y Britt tenía una mirada incómoda en su rostro, su sonrisa se había desvanecido.
“¿Qué estás diciendo?”
San sabía que debía detenerse, pero no lo hizo. Y no sabía muy bien por qué. La condición social de Britt nunca había sido un problema. Pero no tenía sentido dar marcha atrás ahora.
“Estoy diciendo que tú estás acostumbrada a comida de primera. Yo estoy acostumbrada a hamburguesas sencillas”.
“No puedo evitar quien es mi familia o cómo crecí”, dijo Britt. “Pero nunca, nunca, llevé eso al trabajo”.
“Tienes razón. No lo hiciste. Pero todos sabemos dónde vives. Todos sabemos qué tipo de coche conduces”.
La expresión de Britt cambió de ofendida a herida. San deseó nunca haber sacado el tema.
“Compré el coche por seguridad y fiabilidad, nada más. No es una especie de símbolo de estatus”, dijo ella.
Cualquier cosa que San dijera sólo mantendría su argumento, por lo que no dijo nada.
Britt levantó las cejas. “¿Qué? Es sólo un Mercedes. Mucha gente conduce Mercedes”, dijo ella.
San negó con la cabeza. “No los policías”.
***
La semana avanzó lentamente mientras Brittany luchaba a diario consiguiendo actividades que apaciguaran a las chicas. Después de su discusión, había seguido a regañadientes el consejo de San y había ordenado varios DVD’s de ejercicios populares. El envío el mismo día fue un regalo del cielo, en este caso. Zumba era el favorito y Brittany aún se encontraba bailando.
Descubrió que sólo un puñado de chicas les gustaba el baloncesto así que no había habido muchas quejas. Pero aun así, estaba loca de aburrimiento. Solo tenía tres clases cada día, cada una con menos de veinte estudiantes. Eso le daba un montón de tiempo libre. Tiempo para pensar. Por desgracia, no era al caso en punto muerto a donde iban sus pensamientos.
Apoyó la barbilla en la palma de su mano, mirando hacia afuera por la única ventana pequeña en su pequeña oficina. Notó que el área donde estaban era muy bonita. Los pinos altos se elevaban sobre exuberantes robles y otros árboles de maderas noble, lucía atractivo. Y si no fuera por la humedad y las altas temperaturas, podría tener la tentación de abandonar la oficina y tomar un paseo por el sendero que conducía al lago.
El trote de la mañana de Santana la llevaba al lago y ella dijo que era muy tranquilo en el bosque. Brittany suspiró. Avergonzada porque no le gustaba trotar.
Respiró profundamente y lentamente soltó el aliento, tratando de conciliar su creciente irritación con Santana.Tenía que admitir que era irritación con ella misma, sólo se desquitaba con Santana. Los besos de saludo y despedida habían cesado. Gracias al nuevo transporte de Santana, ya no tenían que irse juntas cada día. Por supuesto que estaba feliz por eso.
Besar a Santana Lopez no estaba en el tope de su lista de cosas que quería hacer. Oh, Dios ¿a quién quería engañar? Era una mujer con pulso. Era dolorosamente obvio cada vez que se besaban.
Y mañana… sábado… sería la tertulia semanal. Sería en casa de Suzette y Becca. Comida mexicana. Y estarían en público, tendrían que tomarse de la mano y conociendo a Santana, ella encontraría cualquier excusa para cruzar la línea que Brittany había tratado de establecer. Se tomaría libertades que no debía y Britt tendría que fingir que no le molestaba cuando las dos sabían que lo hacía. Estaban jugando un juego peligroso y no sabía por qué no acaba de ponerle fin al mismo. Santana la presionaría hasta donde Brittany permitiera. No estaba segura de lo Santana sacaría con todo esto.
Su teléfono sonó sorprendiéndola. Sonrió al ver el nombre de Sam. No había hablado con él la última semana.
“Hola, Sam muchachote ¿Qué pasa?”
“Guau. Es bueno escuchar tu voz”, dijo él.
Britt sonrió. “Gracias. La tuya también”.
“Will quería que te pusiera al día. Tenemos otra persona desaparecida. Otro estudiante de la universidad”.
Britt se enderezó, con el ceño fruncido “¿Cuándo?”
“Reportado esta mañana. Una mujer, conducía desde Baton Rouge a Lufkin. No apareció anoche. Sus padres llamaron esta mañana”.
“¿Estudiante de LSU otra vez?”
“Sí. Diecinueve años. Leah Turner”.
“Está bien ¿Última visual sobre ella?”
“Lafayette. Se detuvo por gasolina y una hamburguesa. Tres pm, llamó a sus padres mientras estaba allí”.
“¿Y ha desaparecido sin dejar rastro?”, negó con la cabeza “¿Qué esperamos encontrar aquí?”, preguntó “No tenemos nada. Ni siquiera hemos estado en Hoganville desde el primer día”.
“¿Y nada extraño está pasando?”
“Bueno, una de las maestras del pueblo, Fiona Hogan, no haaparecido en toda la semana. Llama cada día para informar que está enferma. Por lo que entiendo, es la primera vez que ha faltado. Supongo que eso sería lo extraño”.
“Will dijo que te enviaría un archivo con toda la información que podamos reunir sobre Leah. BOLO rastreó su coche, por supuesto, pero no hubo resultados. Los equipos principales están vinculando esto a la otra desaparición del año pasado”.
“Está bien. Le informaré a San. Nos sentimos muy fuera de onda por aquí, como si sólo estuviésemos matando el tiempo”, hizo una pausa. “Los echo de menos chicos”, dijo ella.
“Sí. Nosotros también. Te aseguro que todo está tranquilo por aquí sin ustedes”, Sam se echó a reír. “¿San no te ha enloquecido todavía?”
“Está trabajando en ello”.
Después de desconectarse, reflexionó si llamar a Santana o simplemente esperar hasta esta noche para decirle. Decidió llamar. Aún no tenía el horario de Santana memorizado así que podía asumir que no respondería si estaba en la clase.
Oh, pero si respondió, en el típico estilo de Santana. “Hola, bebé”, dijo San en voz baja. “¿A qué debo el placer? ¿Me extrañaste hoy?”
“Difícilmente”, dijo Britt. “Tenemos una persona desaparecida. Sam me acaba de llamar”.
“¿Ah, sí? ¿Detalles?”
“Otra estudiante universitaria. Igual que Trumbley. LSU. Ésta se dirigía cerca. Lufkin”.
“¿LSU? Eso sólo pondrá en movimiento al equipo hay que asumir que está relacionado con LSU”.
“Exactamente”.
“¿Calculado? ¿O una coincidencia?”, preguntó San.
“Algo que ha estado ocurriendo en todos estos años, tiene que ser calculado”, dijo ella. “Estoy de acuerdo” “¿Y ahora qué?” preguntó Britt.
“Creo que tenemos que darle una visita a Hoganville por la mañana. Tal vez caer por la cafetería para desayunar ¿Qué piensas?”
Britt recordó la historia de Gayla sobre su intento de visitar la cafetería. Se preguntaba si ella y San sufrirían el mismo destino. Pero asintió con la cabeza.
“Suena como un plan”.
ana_bys_26- ---
- Mensajes : 555
Fecha de inscripción : 21/11/2015
Edad : 34
Guardian dela cueva capitulo 12,13
Capitulo 13
“Mira, hay un coche”, dijo San desacelerando cerca de la cafetería. “Es la primera vez”.
“Está estacionado en la tienda de comestibles. Quizás están abiertos hoy”.
“Bueno, la cafetería está abierta por lo menos. Eso es una buena señal”, dijo ella.
Estacionando delante, explorando el área detrás de la cafetería, en busca de movimiento y no vio ninguno. Las casas parecían desiertas.
“Lo más loco que he visto nunca”, dijo en voz baja.
“Me siento tonta diciendo esto, pero en realidad estoy asustada”, dijo Britt “Es como si los velos de mi nuca estuviesen en posición firme”.
“Sé lo que quieres decir”, dijo ella. También lo sentía, su sexto sentido en acción, haciéndola más atenta, ningún detalle se le escapaba. Como las persianas que estaban bajas en la ventana de la tienda de comestibles o el cierre de una puerta por la calle, cualquier sonido que perturbara el silencio. Había ocho personas en la cafetería y todos los pares de ojos se apartaron de ellas cuando entraron. Incluso la mujer que sostenía el café parecía congelada en su lugar mientras volteaba la cabeza.
Estaba tan tranquilo, que en realidad podía escucharse el tictac de un reloj. Su mirada se posó en la pantalla redonda en la pared, donde la segunda manilla se movía con movimientos espasmódicos. Eran las 09 a.m. Brittany fue la primera en recuperar la compostura, quizás su crianza que dictaba buenos modales. Sonrió a la mujer mientras sacaba una silla.
“Ese café luce muy bien”, dijo Britt.
“Vamos a empezar con eso, por favor”, San la siguió, sacando la silla frente a ella.
La señora del café finalmente se movió, pero no para llevarles una taza. Se apresuró para regresar hacia la puerta cerrada. ¿La cocina? Los otros, cuatro mujeres y tres hombres, se mantuvieron
congelados e inmóviles, su conversación seguía paralizada. San miró a Britt y se encogió de hombros.
Britt, por otra parte, estaba tratando de parecer lo más normal posible. Sonrió, mirando a su alrededor en busca de un menú.
“Me muero de hambre. Estoy pensando en dos huevos, croquetas de patata. Tal vez voy a alardear con el tocino ¿Qué hay de ti?”
“Tortitas”, dijo San “No he tenido tortitas en años”, pero notando que la señora del café no regresaba, pensó en que la posibilidad de tortitas era escasa. Miró hacia los ojos de Britt interrogante.
Britt se acercó más, su voz apenas un susurro. “Siento como si estuviese en un episodio de The Twilight Zone”.
Antes de que Santana pudiese responder, la puerta de la cocina se abrió, pero no era la señora del café quien regresaba. Era una mujer mucho mayor, su piel pálida combinaba con el color gris en su cabeza. Parecía casi fantasmal y se movía con pasos ágiles y ligeros hacia ellas.
“Soy Ester Hogan”, dijo forzando una sonrisa en su rostro. "Lo siento, pero no está abierto al público esta mañana. Tenemos una fiesta privada actualmente. Deberíamos haber cerrado las puertas“.
San miró fijamente hacia las otras mesas ocupadas y luego olfateó el aire con exageración “Pero el desayuno huele muy bien”, dijo sonriendo ampliamente. “¿Está segura que no puede hacer una excepción?”
“Lo siento, pero no”, Ester Hogan barrió su mirada entre las dos. “¿Ustedes son de la escuela?“
“Sip. Acabamos de empezar”, dijo ella. “Santana Lopez. Ella es Brittany Pierce”.
Britt asintió cortésmente. “Encantada de conocerla. Estábamos buscando un agradable desayuno campestre. Alguien sugirió que viniéramos aquí”, dijo ella.
Ante esto, Ester Hogan esbozó una sonrisa. “Tal vez alguien les jugó una broma. Pero, nuevamente, me disculpo. Hoy no estamos abiertos al público”, hizo un gesto hacia la puerta exterior. “Debo insistir en que se vayan”.
“Guau. Pensé que esto era una cafetería verdadera. Luce como una cafetería común… platos blancos regulares, azúcar y salsa de tomate en las mesas. Incluso los pequeños sostenedores para servilletas”, dijo tocando el recipiente metálico. “¿Cierran así a menudo?”
La expresión facial de Ester Hogan no cambió. Se inclinó hacia adelante, con sus ojos oscuros clavados en San. “Se irán ahora”, el aire a su alrededor se enfrió y San sintió como si tuviese una mano alrededor de su garganta ahogándola. Se le hizo difícil tomar aliento.
Ester se enderezó, su mirada yendo hacia la señora del café, que asintió con la cabeza y se fue. San sintió que la presión cedía e inmediatamente se tocó el cuello con la mano.
La puerta se abrió nuevamente, esta vez un hombre corpulento, de hombros anchos, llenó el espacio. Él no dijo nada. No tenía por qué. Sus bíceps eran tan grandes como sus muslos. Lucía como sí… él lo elegía… pudiese partirlas por la mitad como una ramita.
“Está bien. Supongo que esta es nuestra señal”, le dijo a Britt.“Las tortitas están fuera”.
Britt la sorprendió caminando alrededor de la mesa deteniéndose delante de Ester Hogan.
“¿Está abierta la tienda de comestibles esta mañana? Si voy a preparar el desayuno, necesitaré algunos huevos”, dijo con un leve sonrisa en sus labios. “Tal vez tocino también”.
“Lo siento, pero no. La tienda de comestibles no está abierta los sábados. Además, no tenemos muchas cosas. Todo el mundo es autosuficiente. Sembradíos, polos
“Oh. Había un coche delante. Tenía la esperanza de que estuviese abierta”.
“No. Pero tengo algo para darles”, Ester miró a la señora del café. “Selma, huevos y tocino para nuestras nuevas amigas”.
“Sí, madre Hogan”, dijo antes de alejarse con rapidez. “Tendrán que esperar afuera. Belden les hará compañía”.
Santana empujó su silla de regreso contra la mesa. “Eso no será necesario. Gracias por su amabilidad”, dijo ella.
Brittany se detuvo en la puerta. “Por cierto ¿cómo está Fiona? Aún tenemos que conocerla”. Si la pregunta le tomó por sorpresa, Ester no dio muestras de ello.
“Sí, Fiona ha estado enferma esta semana. Creo que se siente un poco mejor”.
“Bien. Estamos ansiosas por conocerla”, Britt asintió ligeramente.
“Gracias nuevamente por los productos para el desayuno”.
San acababa de abrir la puerta para esperar afuera cuando regresó la señora del café… Selma… con una cesta de mimbre cubierta con un paño. En lugar de entregársela a Britt, se la dio a Ester Hogan.
Ester levantó el paño, dejando al descubierto no sólo los huevos y varias lonjas gruesas de tocino, sino también una barra de pan hecho en casa. “Muy bien, Selma. Gracias”, ofreció la canasta a Britt. “Que disfruten”.
“Gracias. Lo haremos”, tomó la canasta. “Voy a asegurarme de devolverla”.
“No será necesario. Tal vez pueda entregársela a Fiona un día”.
“Muy bien”.
****
“Cierra la puerta”. Ester dio instrucciones en cuanto las mujeres se fueron. “Gracias, Selma. Puedes reanudar tus deberes”.
“Sí, madre Hogan”.
“Belden, creo que tenemos que darle una visita al director Avery. Al parecer, no hizo caso de nuestra advertencia sobre mantener a su personal fuera de la comunidad. No podemos tenerlos aquí, sobre todo esta semana”.
“Sí, madre ¿Debo visitarlo esta noche?”
“Llama al guardia que ganaste... a Richard. Puedes llevar a Fiona de regreso mañana. Visita entonces al director. Regresa por el bosque. Nada demasiado grave ahora, Belden. Esta es la Semana de Celebración. No queremos nada que altere nuestros planes”, sonrió pensando en la joven que iba a ofrecer en sacrificio.
Ya podía olerlo, saborearlo.
Cerró los ojos por un momento, imaginando la calidez de la sangre en sus manos. “No, no queremos ningún tipo de distracción esta semana”, abrió los ojos nuevamente, descubriendo que Belden esperaba. “Asegúrate que todo el mundo utilice los túneles para viajar. Es posible que haya ojos sobre nosotros”.
“Sí, madre”.
Ella lo vio salir, su mirada se dirigió por la ventana hacia donde el coche de las extrañas había estado. Algo no estaba bien, lo sabía, pero no tenía tiempo para pensar en ello. Era la Semana de Celebración. Debía preparar a Fiona.
“Debemos cerrar las persianas”, dijo volteándose para marcharse, escuchando como Nevelene se daba prisa para cumplir sus órdenes. Sonrió.Como una buena oveja.
***
“¿Crees que es seguro comer esas cosas?”, preguntó San.
Britt sonrió. “Creo que sí. Es probablemente lo que estaban utilizando para el desayuno. El pan está todavía caliente. Probablemente horneado esta mañana”.
“¿Por qué crees que nos dio eso?”
“Probablemente quería que saliéramos de su vista. Dios ¿puedes creer ese lugar?”
San negó con la cabeza. “No. Y la señora del café la llamó ‘madre Hogan’. ¿Qué tan extraño es eso?”
“¿Te diste cuenta de sus uñas?”
“¿Las de quién?”
“Las de Ester. Cuando me entregó la canasta, las vi. Eran como garras, afiladas. Espeluznantes”.
“Lo que era espeluznante eran las otras personas allí. Quiero decir, era como si se hubiesen congelado. Y no nos miraban. Nos dieron la espalda”, dijo San.
“Sí, parecían estar aterrorizados de nosotras. Y tal vez lo estaban. No ven forasteros a menudo, supongo”.
San la miró. “¿Crees que tienen un lavado de cerebro?”
Britt sonrió. “Parece que están condicionados a comportarse de cierta manera, no sé si lo llamaría lavado de cerebro. Es evidente que están subordinados a Ester Hogan. Supongo que Avery estaba en lo cierto con respecto a que ella es la matriarca, que dirige las cosas”.
“También los controla por tener los recursos necesarios para manejar la cafetería y la tienda de comestibles”, miró a Britt.
“Sentí algo”, dijo ella.
“¿Qué quieres decir?”
“Cuando me estaba mirando. Sentí esta... esta opresión en el pecho, alrededor de mi garganta. Como si estuviese acostada y alguien estuviese sentado sobre mí o algo así. Como si hubiesen unas manos alrededor de mi garganta”.
“Está bien”, dijo Britt lentamente. “¿Y? ¿Crees que Ester Hogan hizo algo?”
“No lo sé. Pero fue definitivamente real. Tenía dificultad para respirar”, San giró en la entrada de la escuela, deteniéndose en la puerta cerrada para mostrar su identificación.
Richard Barr, el guardia de seguridad que les recibió y las dejó entrar en el edificio de administración ese primer día, les hizo señas para que pasaran sin una palabra.
“Él no habla mucho”, dijo a Britt. “Esta puede ser una escuela para chicas y la mayoría de los profesores son mujeres, pero en mi lado de las cosas… siendo la única mujer… soy una forastera. Realmente el jefe Aims tampoco habla conmigo”.
“¿Asumo que estás en tu estilo encantador de siempre?”
San se echó a reír. “¿Qué quieres decir?”
Britt sonrió, pero no dio más detales. “Nada”.
San estacionó en su pequeña entrada para vehículos, deslizando su mirada hacia la canasta que Britt sostenía.
“Entonces ¿realmente me vas a hacer el desayuno?”
“Voy a hacernos el desayuno”. Britt se encontró con sus ojos a través de la parte superior del coche. “Y si realmente tienes afición por las tortitas, tendremos que añadirlas en nuestra lista de compras”.
“Gracias. Solía estar enloquecida por las tortitas, cuando era una niña. Mi mamá…”, se detuvo, el feliz recuerdo que estaba a punto de recordar fue sustituido por uno de su padre lanzando la plancha caliente por la habitación, enterrándola en el revestimiento barato de madera de la pared de la cocina. Su madre había recibido una llamada telefónica y se había olvidado de las tortitas. Pronto, el olor a quemado de su desayuno llenó el viejo remolque. Santana había tenido tal vez nueve o diez años, realmente no podía recordarlo. Cuando los gritos comenzaron, ella y su hermana Cathy se habían escondido debajo de la mesa.Esa fue la última vez que su madre hizo tortitas. Cerró los ojos por un segundo, imaginando el rostro maltratado de su madre antes de alejar el recuerdo.
“¿Qué pasa?” preguntó Britt.
San negó con la cabeza, incapaz de mirar los ojos de Britt. “Nada. No es nada”.
“Mira, hay un coche”, dijo San desacelerando cerca de la cafetería. “Es la primera vez”.
“Está estacionado en la tienda de comestibles. Quizás están abiertos hoy”.
“Bueno, la cafetería está abierta por lo menos. Eso es una buena señal”, dijo ella.
Estacionando delante, explorando el área detrás de la cafetería, en busca de movimiento y no vio ninguno. Las casas parecían desiertas.
“Lo más loco que he visto nunca”, dijo en voz baja.
“Me siento tonta diciendo esto, pero en realidad estoy asustada”, dijo Britt “Es como si los velos de mi nuca estuviesen en posición firme”.
“Sé lo que quieres decir”, dijo ella. También lo sentía, su sexto sentido en acción, haciéndola más atenta, ningún detalle se le escapaba. Como las persianas que estaban bajas en la ventana de la tienda de comestibles o el cierre de una puerta por la calle, cualquier sonido que perturbara el silencio. Había ocho personas en la cafetería y todos los pares de ojos se apartaron de ellas cuando entraron. Incluso la mujer que sostenía el café parecía congelada en su lugar mientras volteaba la cabeza.
Estaba tan tranquilo, que en realidad podía escucharse el tictac de un reloj. Su mirada se posó en la pantalla redonda en la pared, donde la segunda manilla se movía con movimientos espasmódicos. Eran las 09 a.m. Brittany fue la primera en recuperar la compostura, quizás su crianza que dictaba buenos modales. Sonrió a la mujer mientras sacaba una silla.
“Ese café luce muy bien”, dijo Britt.
“Vamos a empezar con eso, por favor”, San la siguió, sacando la silla frente a ella.
La señora del café finalmente se movió, pero no para llevarles una taza. Se apresuró para regresar hacia la puerta cerrada. ¿La cocina? Los otros, cuatro mujeres y tres hombres, se mantuvieron
congelados e inmóviles, su conversación seguía paralizada. San miró a Britt y se encogió de hombros.
Britt, por otra parte, estaba tratando de parecer lo más normal posible. Sonrió, mirando a su alrededor en busca de un menú.
“Me muero de hambre. Estoy pensando en dos huevos, croquetas de patata. Tal vez voy a alardear con el tocino ¿Qué hay de ti?”
“Tortitas”, dijo San “No he tenido tortitas en años”, pero notando que la señora del café no regresaba, pensó en que la posibilidad de tortitas era escasa. Miró hacia los ojos de Britt interrogante.
Britt se acercó más, su voz apenas un susurro. “Siento como si estuviese en un episodio de The Twilight Zone”.
Antes de que Santana pudiese responder, la puerta de la cocina se abrió, pero no era la señora del café quien regresaba. Era una mujer mucho mayor, su piel pálida combinaba con el color gris en su cabeza. Parecía casi fantasmal y se movía con pasos ágiles y ligeros hacia ellas.
“Soy Ester Hogan”, dijo forzando una sonrisa en su rostro. "Lo siento, pero no está abierto al público esta mañana. Tenemos una fiesta privada actualmente. Deberíamos haber cerrado las puertas“.
San miró fijamente hacia las otras mesas ocupadas y luego olfateó el aire con exageración “Pero el desayuno huele muy bien”, dijo sonriendo ampliamente. “¿Está segura que no puede hacer una excepción?”
“Lo siento, pero no”, Ester Hogan barrió su mirada entre las dos. “¿Ustedes son de la escuela?“
“Sip. Acabamos de empezar”, dijo ella. “Santana Lopez. Ella es Brittany Pierce”.
Britt asintió cortésmente. “Encantada de conocerla. Estábamos buscando un agradable desayuno campestre. Alguien sugirió que viniéramos aquí”, dijo ella.
Ante esto, Ester Hogan esbozó una sonrisa. “Tal vez alguien les jugó una broma. Pero, nuevamente, me disculpo. Hoy no estamos abiertos al público”, hizo un gesto hacia la puerta exterior. “Debo insistir en que se vayan”.
“Guau. Pensé que esto era una cafetería verdadera. Luce como una cafetería común… platos blancos regulares, azúcar y salsa de tomate en las mesas. Incluso los pequeños sostenedores para servilletas”, dijo tocando el recipiente metálico. “¿Cierran así a menudo?”
La expresión facial de Ester Hogan no cambió. Se inclinó hacia adelante, con sus ojos oscuros clavados en San. “Se irán ahora”, el aire a su alrededor se enfrió y San sintió como si tuviese una mano alrededor de su garganta ahogándola. Se le hizo difícil tomar aliento.
Ester se enderezó, su mirada yendo hacia la señora del café, que asintió con la cabeza y se fue. San sintió que la presión cedía e inmediatamente se tocó el cuello con la mano.
La puerta se abrió nuevamente, esta vez un hombre corpulento, de hombros anchos, llenó el espacio. Él no dijo nada. No tenía por qué. Sus bíceps eran tan grandes como sus muslos. Lucía como sí… él lo elegía… pudiese partirlas por la mitad como una ramita.
“Está bien. Supongo que esta es nuestra señal”, le dijo a Britt.“Las tortitas están fuera”.
Britt la sorprendió caminando alrededor de la mesa deteniéndose delante de Ester Hogan.
“¿Está abierta la tienda de comestibles esta mañana? Si voy a preparar el desayuno, necesitaré algunos huevos”, dijo con un leve sonrisa en sus labios. “Tal vez tocino también”.
“Lo siento, pero no. La tienda de comestibles no está abierta los sábados. Además, no tenemos muchas cosas. Todo el mundo es autosuficiente. Sembradíos, polos
“Oh. Había un coche delante. Tenía la esperanza de que estuviese abierta”.
“No. Pero tengo algo para darles”, Ester miró a la señora del café. “Selma, huevos y tocino para nuestras nuevas amigas”.
“Sí, madre Hogan”, dijo antes de alejarse con rapidez. “Tendrán que esperar afuera. Belden les hará compañía”.
Santana empujó su silla de regreso contra la mesa. “Eso no será necesario. Gracias por su amabilidad”, dijo ella.
Brittany se detuvo en la puerta. “Por cierto ¿cómo está Fiona? Aún tenemos que conocerla”. Si la pregunta le tomó por sorpresa, Ester no dio muestras de ello.
“Sí, Fiona ha estado enferma esta semana. Creo que se siente un poco mejor”.
“Bien. Estamos ansiosas por conocerla”, Britt asintió ligeramente.
“Gracias nuevamente por los productos para el desayuno”.
San acababa de abrir la puerta para esperar afuera cuando regresó la señora del café… Selma… con una cesta de mimbre cubierta con un paño. En lugar de entregársela a Britt, se la dio a Ester Hogan.
Ester levantó el paño, dejando al descubierto no sólo los huevos y varias lonjas gruesas de tocino, sino también una barra de pan hecho en casa. “Muy bien, Selma. Gracias”, ofreció la canasta a Britt. “Que disfruten”.
“Gracias. Lo haremos”, tomó la canasta. “Voy a asegurarme de devolverla”.
“No será necesario. Tal vez pueda entregársela a Fiona un día”.
“Muy bien”.
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“Cierra la puerta”. Ester dio instrucciones en cuanto las mujeres se fueron. “Gracias, Selma. Puedes reanudar tus deberes”.
“Sí, madre Hogan”.
“Belden, creo que tenemos que darle una visita al director Avery. Al parecer, no hizo caso de nuestra advertencia sobre mantener a su personal fuera de la comunidad. No podemos tenerlos aquí, sobre todo esta semana”.
“Sí, madre ¿Debo visitarlo esta noche?”
“Llama al guardia que ganaste... a Richard. Puedes llevar a Fiona de regreso mañana. Visita entonces al director. Regresa por el bosque. Nada demasiado grave ahora, Belden. Esta es la Semana de Celebración. No queremos nada que altere nuestros planes”, sonrió pensando en la joven que iba a ofrecer en sacrificio.
Ya podía olerlo, saborearlo.
Cerró los ojos por un momento, imaginando la calidez de la sangre en sus manos. “No, no queremos ningún tipo de distracción esta semana”, abrió los ojos nuevamente, descubriendo que Belden esperaba. “Asegúrate que todo el mundo utilice los túneles para viajar. Es posible que haya ojos sobre nosotros”.
“Sí, madre”.
Ella lo vio salir, su mirada se dirigió por la ventana hacia donde el coche de las extrañas había estado. Algo no estaba bien, lo sabía, pero no tenía tiempo para pensar en ello. Era la Semana de Celebración. Debía preparar a Fiona.
“Debemos cerrar las persianas”, dijo volteándose para marcharse, escuchando como Nevelene se daba prisa para cumplir sus órdenes. Sonrió.Como una buena oveja.
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“¿Crees que es seguro comer esas cosas?”, preguntó San.
Britt sonrió. “Creo que sí. Es probablemente lo que estaban utilizando para el desayuno. El pan está todavía caliente. Probablemente horneado esta mañana”.
“¿Por qué crees que nos dio eso?”
“Probablemente quería que saliéramos de su vista. Dios ¿puedes creer ese lugar?”
San negó con la cabeza. “No. Y la señora del café la llamó ‘madre Hogan’. ¿Qué tan extraño es eso?”
“¿Te diste cuenta de sus uñas?”
“¿Las de quién?”
“Las de Ester. Cuando me entregó la canasta, las vi. Eran como garras, afiladas. Espeluznantes”.
“Lo que era espeluznante eran las otras personas allí. Quiero decir, era como si se hubiesen congelado. Y no nos miraban. Nos dieron la espalda”, dijo San.
“Sí, parecían estar aterrorizados de nosotras. Y tal vez lo estaban. No ven forasteros a menudo, supongo”.
San la miró. “¿Crees que tienen un lavado de cerebro?”
Britt sonrió. “Parece que están condicionados a comportarse de cierta manera, no sé si lo llamaría lavado de cerebro. Es evidente que están subordinados a Ester Hogan. Supongo que Avery estaba en lo cierto con respecto a que ella es la matriarca, que dirige las cosas”.
“También los controla por tener los recursos necesarios para manejar la cafetería y la tienda de comestibles”, miró a Britt.
“Sentí algo”, dijo ella.
“¿Qué quieres decir?”
“Cuando me estaba mirando. Sentí esta... esta opresión en el pecho, alrededor de mi garganta. Como si estuviese acostada y alguien estuviese sentado sobre mí o algo así. Como si hubiesen unas manos alrededor de mi garganta”.
“Está bien”, dijo Britt lentamente. “¿Y? ¿Crees que Ester Hogan hizo algo?”
“No lo sé. Pero fue definitivamente real. Tenía dificultad para respirar”, San giró en la entrada de la escuela, deteniéndose en la puerta cerrada para mostrar su identificación.
Richard Barr, el guardia de seguridad que les recibió y las dejó entrar en el edificio de administración ese primer día, les hizo señas para que pasaran sin una palabra.
“Él no habla mucho”, dijo a Britt. “Esta puede ser una escuela para chicas y la mayoría de los profesores son mujeres, pero en mi lado de las cosas… siendo la única mujer… soy una forastera. Realmente el jefe Aims tampoco habla conmigo”.
“¿Asumo que estás en tu estilo encantador de siempre?”
San se echó a reír. “¿Qué quieres decir?”
Britt sonrió, pero no dio más detales. “Nada”.
San estacionó en su pequeña entrada para vehículos, deslizando su mirada hacia la canasta que Britt sostenía.
“Entonces ¿realmente me vas a hacer el desayuno?”
“Voy a hacernos el desayuno”. Britt se encontró con sus ojos a través de la parte superior del coche. “Y si realmente tienes afición por las tortitas, tendremos que añadirlas en nuestra lista de compras”.
“Gracias. Solía estar enloquecida por las tortitas, cuando era una niña. Mi mamá…”, se detuvo, el feliz recuerdo que estaba a punto de recordar fue sustituido por uno de su padre lanzando la plancha caliente por la habitación, enterrándola en el revestimiento barato de madera de la pared de la cocina. Su madre había recibido una llamada telefónica y se había olvidado de las tortitas. Pronto, el olor a quemado de su desayuno llenó el viejo remolque. Santana había tenido tal vez nueve o diez años, realmente no podía recordarlo. Cuando los gritos comenzaron, ella y su hermana Cathy se habían escondido debajo de la mesa.Esa fue la última vez que su madre hizo tortitas. Cerró los ojos por un segundo, imaginando el rostro maltratado de su madre antes de alejar el recuerdo.
“¿Qué pasa?” preguntó Britt.
San negó con la cabeza, incapaz de mirar los ojos de Britt. “Nada. No es nada”.
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Fecha de inscripción : 21/11/2015
Edad : 34
Guardian dela cueva capitulo 12,13,14
Capitulo 14
Ester avanzó a través del laberinto de túneles, sin molestarse con la antorcha. Realmente prefería la oscuridad.
El olor a tierra mojada era reconfortante, familiar. La mayoría de los túneles habían sido construidos hacía muchos, muchos años, uniendo la casa principal Hogan y la cueva subterránea… las cámaras… con las principales edificaciones, como la tienda de comestibles y la cafetería.
Desde que tenía el control, había dirigido la construcción de los más recientes, que unía las casas. Ahora podían desplazarse libremente, sin tener que salir afuera. No había ninguna posibilidad de miradas indiscretas. Eran libres de hacer lo que quisieran. Sonrió por la anticipación de la próxima semana,
sabiendo que el sacrificio que habían elegido era más por la celebración de la semana que su bisabuela había comenzado. En cualquier caso, parecía disfrutarlo tanto como el rebaño lo hacía. Siguió por los túneles directamente hacia su casa, extrañando que Belden estuviese allí para saludarla.
Belden había sido su protector desde que tenía veinte años, mucho antes de que su madre la entregara el rebaño. La familia de Belden siempre habían sido los pastores, su padre había cuidado de su querida abuela años atrás. Ellos eran los pastores, sí. También eran los cazadores, habiendo aprendido sus habilidades desde el nacimiento, el linaje largo y de primera línea. No se preocupaba por que Belden era el último de su familia. Sólo quedaba su hermana menor y no era de ninguna utilidad para Ester.
Eso era culpa de su madre. Ella no había tenido la mano de acero que su querida abuela había tenido. su madre no controló la cópula. No hubo selección. Los nacidos en el rebaño no eran de buen linaje, su madre lo sabía, pero no pudo sacrificarlos, no como su abuela lo había hecho. Afortunadamente, su madre enfermó. Ester se permitió una pequeña sonrisa ante ese pensamiento, desvaneciéndola rápidamente. Su madre se había visto obligada a entregarle el manto púrpura. Éster estaba preparada. Sacrificó las ovejas rápidamente, gobernando con mano de hierro y recibiendo instrucciones de él. Por desgracia, ahora había un hueco.
Y por primera vez en más de cien años, no existía una verdadera Hogan para siguiera adelante. Fiona era tan cercana como podía y Fiona había demostrado ser fiel. Si daba a luz a una niña, entonces él sería feliz. Él sería capaz de copular nuevamente. La verdadera línea Hogan terminaría, pero su reinado continuaría. Ese pensamiento la emocionó, casi tanto como la próxima ceremonia.
Se detuvo ante la puerta de su habitación, mirando hacia atrás por los túneles oscuros. Había escuchado un ruido, un sonido chirriante. Ladeó la cabeza, escuchando, pero todo estaba en silencio. Una rata tal vez.
***
“¿Por qué policía?” Britt se detuvo a medio llenado, la botella de vino era lo único que separaba sus ojos de los de San.
Odiaba esa pregunta. Deseaba haber inventado una mentira años atrás.
“Quiero decir, tomando en cuenta tu familia y todo eso…”, San continuó, “…eso no pareciera lo que tenían en mente para ti”.
“No. Difícilmente”, dijo ella. En realidad, estaba sorprendida por el intento de San de buscar conversación. Había estado distante, aislada la mayor parte del día. Amenazante. Finalmente Britt renunció a tratar de hablar con ella. Así que ahora, en la cena… cuando había asumido que sería un momento tranquilo…San hacía esa pregunta.
“¿Y?”
Britt se encogió de hombros. “Quería ayudar a la gente”, dijo ella.
“Fui a la escuela de derecho…”
“¿Para ayudar a la gente?”
“Lo sé. Después del primer año, me di cuenta que no era para mí. Era todo sobre dinero y política”, Britt se encontró con sus ojos.
“Hice una solicitud en el FBI sin que mis padres lo supieran.
Realmente no creía que todo llegaría tan lejos como lo hice”, dijo ella.
“¿Así que ellos enloquecieron?”
“Eso es un eufemismo”, dijo ella “Fui criada…entrenada…para ser la esposa de un hombre rico. Ellos toleraron la escuela de derecho, porque era considerada una profesión noble. Y si insistía, me permitirían unirme a la empresa que se desempeñaba como abogados de mi padre”, tomó un sorbo de su vino, recordando así la conversación. “Hasta que me casara, por supuesto. Entonces resultaría siendo una buena esposa”.
“¿Y el FBI?”
Ella sonrió. “¿Qué puedo decir? Me exigieron que lo dejara, pero en realidad, no tenían poder sobre mí. Por supuesto no monetariamente, aunque trataron de jugar esa carta”, apartó la vista. “Tenía fondos fiduciarios. No podían tocar eso. Pero me amenazaron con sacarme de su herencia”. Britt bajó su copa de vino, incómoda con la conversación “Cuando se dieron cuenta que no me importaba, se retractaron. Supongo que pensaron que con el tiempo renunciaría”.
“Bueno, si fueron sacudidos por el rollo del FBI, apuesto a que realmente enloquecieron sobre el asunto de ser gay”, dijo San alejando su plato y ahuecando su copa de vino con las dos manos.
Britt sintió el rubor cubriendo su rostro, pero no pudo detenerlo. Agarró su copa, con la esperanza de que San no se diera cuenta, pero consciente de que lo haría.
“¿Brittany?”
Britt claró su garganta. “Ellos no... bueno, nunca lo he mencionado”.
San se la quedó mirando. “¿Estás en el closet?”
“Creo que podrías decir eso”, San la miró a los ojos, ampliando sus propios ojos. Se puso de pie rápidamente, empujando la silla hacia atrás, inclinando su cabeza hacia un lado pensativa. “Está bien, espera un minuto”, se alejó de Britt por un segundo, luego volvió rápidamente a su alrededor. “¿Qué estás diciendo exactamente?”
“¿Qué…?”
“¿No has…?”
“¿Qué?”
“Quiero decir, conmigo, Dios ¿no fui tu primera vez?” Los ojos de San se ampliaron. “Jesús, ¿no es así?”
Britt levantó las cejas. “Oh, vamos. ¿En serio?”
“Por supuesto, sabías lo que estabas haciendo”, murmuró San, casi para sí misma “No. No puede ser. Fuiste demasiado…” miró hacia Britt ¿Cierto?”
“Por favor, siéntate. Estás exagerando”, dijo ella. “Ni que yo hubiese sido la primera virgen con la que hubieses dormido” añadió.
San nuevamente puso una mirada de pánico en su rostro “Britt, en serio. No fui la primera mujer con la que habías estado, ¿no?”
Britt frunció el ceño. “¿De dónde viene eso? ¿Estuve tan mal que pensaste que había sido mi primera vez?”
“No. Dios, no. Estuviste fantásti…”, se detuvo. “Eso no es…” San se sentó nuevamente. “Lo siento. Por supuesto que no era tu primera vez”, trató de sonreír. “¿Qué estaba pensando?”
Britt la miró fijamente “¿Qué te pasa?”
San negó con la cabeza. “Nada. Lo siento. Es sólo que no quiero ser la primera de nadie. Es aterrador”, tomó un gran trago de su vino. “¿Así que estás en el closet? Guau. Quiero decir, ¿con todo el mundo?”
“Obviamente, no contigo”.
Fue el turno de San de fruncir el ceño “Britt, los chicos…Puck y Sam…me refiero a que coqueteamos todo el tiempo”.
“Sí. Y eso ahora es lo esperado. Puedo jugar con eso, al igual que tú”.
“Pero sabes que ellos piensan que eres gay, ¿cierto? Quiero decir, ellos lo saben, no creen. Bueno, ellos creen que saben. Cristo…”
Britt se echó a reír. “Aunque no he llevado mi vida personal al trabajo… nunca… no me cabe duda que ellos lo asumen, simplemente por la falta de mención de un novio”.
“¿Y no crees que tus padres asuman lo mismo?”
Britt sonrió, esperando que llegara a sus ojos. “Estoy muy ocupada. No tengo tiempo para citas”, afirmó.
“Oh, Dios mío” murmuró San. “No hay un sujeto ¿verdad? Quiero decir ¿alguien en quien tu familia mantiene las esperanzas?”
Britt miró hacia otro lado.Mierda. Suspiró. “Seth Buchanan”.
San se la quedó mirando “Vamos ¿En serio?”
Ella se puso de pie, recogiendo sus dos platos.
“En serio”, tenía la esperanza de que fuera el final de todo, pero San la siguió a la cocina, llevando sus copas de vino con ella.
“Entonces ¿con qué frecuencia ves a esta persona Seth?”
Britt tomó la copa que San le ofrecía. “Reuniones familiares, ese tipo de cosas”, dijo evasivamente.
“¿Y cuán frecuente es eso?”
“No muy a menudo. Mi familia está en Dallas, recuerdas”, dejó la copa sobre la mesa “¿Por qué tanta curiosidad?”
“¿Me estás tomando el pelo? Soltaste la bomba de estoy en el closet y ¿piensas que no tendré curiosidad?” San arqueó una ceja. “¿Te acuestas con él?”
“¡Por supuesto que no me acuesto con él!”, espetó ella.
“¿Él sabe que eres gay?”
Britt suspiró, deseando que esta conversación llegara a su fin. “No lo sabe. Al menos no me ha dicho nada”.
“Sin embargo, ¿tienen citas?”
“No tenemos citas, San. Él es muy parecido a ti. Le gusta jugar”, dijo preguntándose si así era cómo describiría realmente a San.
“Él no tiene más interés en mí que yo en él”.
“No lo entiendo”.
“Mira, cuando estamos rodeados de familia, somos...amables el uno con el otro. Eso es todo. Lo suficiente como para hacer que mis padres piensen que nos vemos y lo suficiente para hacer que
sus padres dejen de preocuparse por su estilo de playboy”. No añadió que sería mucho más fácil fingir si Seth no fuese un culo ostentoso.
“Entonces ¿dónde conociste a ese tipo?”
“Lo conozco de la mayor parte de mi vida. Fuimos juntos a la escuela de leyes. Él trabaja para la firma que representa la empresa de mi padre”.
San la estudió y Britt tuvo que obligarse a sí misma a no moverse nerviosamente ante ella. Sabía, por supuesto, cuál sería la siguiente pregunta.
“Entonces ¿alguna vez has dormido con él?”
Conocer la pregunta no la hacía más fácil de contestar. Pero no iba a mentir sobre eso. “Dormimos en la escuela de leyes. Todavía estaba... confundida”, dijo ella.
San se echó a reír. “¿Confundida? Es obvio que aún no habías dormido con una mujer. Ya sabes lo que dicen, una vez que consigues una chica, nunca dejas…”
Britt cubrió la boca de San Con su mano sonriendo “Por favor, no lo digas”.
“Así que ¿cuándo te acostaste con tu primera mujer?”
“Eso es un poco personal ¿no te parece?”
“Obviamente, fue después de Seth”. San agarró la botella de vino, añadiendo un poco en ambas copas.
Britt pensó en esos días difíciles, días cuando ella estaba aterrorizada de su atracción por las mujeres, aterrorizada por lo que su familia diría si lo supiera. De hecho, se acostó con Seth con la esperanza de que eso ahuyentara esas atracciones. En realidad, sólo las reforzó.
“En realidad fue antes de Seth”, dijo ella. “Seth fue mi último intento por la normalidad”, sonrió, “No funcionó”.
“Así que ¿entonces por qué no le dices a tus padres?” “Porque no funciona de esa manera”, dijo ella. Se alejó poniéndole fin a la conversación “¿Has hablado con Puck hoy?” preguntó ella cambiando de tema. “Sí. No hay nada nuevo. Le pedí que actuara como un historiador y consiguiera algunos antecedentes sobre Hoganville. Tal vez algo surja”.
Britt miró los platos sucios. “Tu turno”, dijo dirigiéndose hacia la habitación y a su laptop.
Ester avanzó a través del laberinto de túneles, sin molestarse con la antorcha. Realmente prefería la oscuridad.
El olor a tierra mojada era reconfortante, familiar. La mayoría de los túneles habían sido construidos hacía muchos, muchos años, uniendo la casa principal Hogan y la cueva subterránea… las cámaras… con las principales edificaciones, como la tienda de comestibles y la cafetería.
Desde que tenía el control, había dirigido la construcción de los más recientes, que unía las casas. Ahora podían desplazarse libremente, sin tener que salir afuera. No había ninguna posibilidad de miradas indiscretas. Eran libres de hacer lo que quisieran. Sonrió por la anticipación de la próxima semana,
sabiendo que el sacrificio que habían elegido era más por la celebración de la semana que su bisabuela había comenzado. En cualquier caso, parecía disfrutarlo tanto como el rebaño lo hacía. Siguió por los túneles directamente hacia su casa, extrañando que Belden estuviese allí para saludarla.
Belden había sido su protector desde que tenía veinte años, mucho antes de que su madre la entregara el rebaño. La familia de Belden siempre habían sido los pastores, su padre había cuidado de su querida abuela años atrás. Ellos eran los pastores, sí. También eran los cazadores, habiendo aprendido sus habilidades desde el nacimiento, el linaje largo y de primera línea. No se preocupaba por que Belden era el último de su familia. Sólo quedaba su hermana menor y no era de ninguna utilidad para Ester.
Eso era culpa de su madre. Ella no había tenido la mano de acero que su querida abuela había tenido. su madre no controló la cópula. No hubo selección. Los nacidos en el rebaño no eran de buen linaje, su madre lo sabía, pero no pudo sacrificarlos, no como su abuela lo había hecho. Afortunadamente, su madre enfermó. Ester se permitió una pequeña sonrisa ante ese pensamiento, desvaneciéndola rápidamente. Su madre se había visto obligada a entregarle el manto púrpura. Éster estaba preparada. Sacrificó las ovejas rápidamente, gobernando con mano de hierro y recibiendo instrucciones de él. Por desgracia, ahora había un hueco.
Y por primera vez en más de cien años, no existía una verdadera Hogan para siguiera adelante. Fiona era tan cercana como podía y Fiona había demostrado ser fiel. Si daba a luz a una niña, entonces él sería feliz. Él sería capaz de copular nuevamente. La verdadera línea Hogan terminaría, pero su reinado continuaría. Ese pensamiento la emocionó, casi tanto como la próxima ceremonia.
Se detuvo ante la puerta de su habitación, mirando hacia atrás por los túneles oscuros. Había escuchado un ruido, un sonido chirriante. Ladeó la cabeza, escuchando, pero todo estaba en silencio. Una rata tal vez.
***
“¿Por qué policía?” Britt se detuvo a medio llenado, la botella de vino era lo único que separaba sus ojos de los de San.
Odiaba esa pregunta. Deseaba haber inventado una mentira años atrás.
“Quiero decir, tomando en cuenta tu familia y todo eso…”, San continuó, “…eso no pareciera lo que tenían en mente para ti”.
“No. Difícilmente”, dijo ella. En realidad, estaba sorprendida por el intento de San de buscar conversación. Había estado distante, aislada la mayor parte del día. Amenazante. Finalmente Britt renunció a tratar de hablar con ella. Así que ahora, en la cena… cuando había asumido que sería un momento tranquilo…San hacía esa pregunta.
“¿Y?”
Britt se encogió de hombros. “Quería ayudar a la gente”, dijo ella.
“Fui a la escuela de derecho…”
“¿Para ayudar a la gente?”
“Lo sé. Después del primer año, me di cuenta que no era para mí. Era todo sobre dinero y política”, Britt se encontró con sus ojos.
“Hice una solicitud en el FBI sin que mis padres lo supieran.
Realmente no creía que todo llegaría tan lejos como lo hice”, dijo ella.
“¿Así que ellos enloquecieron?”
“Eso es un eufemismo”, dijo ella “Fui criada…entrenada…para ser la esposa de un hombre rico. Ellos toleraron la escuela de derecho, porque era considerada una profesión noble. Y si insistía, me permitirían unirme a la empresa que se desempeñaba como abogados de mi padre”, tomó un sorbo de su vino, recordando así la conversación. “Hasta que me casara, por supuesto. Entonces resultaría siendo una buena esposa”.
“¿Y el FBI?”
Ella sonrió. “¿Qué puedo decir? Me exigieron que lo dejara, pero en realidad, no tenían poder sobre mí. Por supuesto no monetariamente, aunque trataron de jugar esa carta”, apartó la vista. “Tenía fondos fiduciarios. No podían tocar eso. Pero me amenazaron con sacarme de su herencia”. Britt bajó su copa de vino, incómoda con la conversación “Cuando se dieron cuenta que no me importaba, se retractaron. Supongo que pensaron que con el tiempo renunciaría”.
“Bueno, si fueron sacudidos por el rollo del FBI, apuesto a que realmente enloquecieron sobre el asunto de ser gay”, dijo San alejando su plato y ahuecando su copa de vino con las dos manos.
Britt sintió el rubor cubriendo su rostro, pero no pudo detenerlo. Agarró su copa, con la esperanza de que San no se diera cuenta, pero consciente de que lo haría.
“¿Brittany?”
Britt claró su garganta. “Ellos no... bueno, nunca lo he mencionado”.
San se la quedó mirando. “¿Estás en el closet?”
“Creo que podrías decir eso”, San la miró a los ojos, ampliando sus propios ojos. Se puso de pie rápidamente, empujando la silla hacia atrás, inclinando su cabeza hacia un lado pensativa. “Está bien, espera un minuto”, se alejó de Britt por un segundo, luego volvió rápidamente a su alrededor. “¿Qué estás diciendo exactamente?”
“¿Qué…?”
“¿No has…?”
“¿Qué?”
“Quiero decir, conmigo, Dios ¿no fui tu primera vez?” Los ojos de San se ampliaron. “Jesús, ¿no es así?”
Britt levantó las cejas. “Oh, vamos. ¿En serio?”
“Por supuesto, sabías lo que estabas haciendo”, murmuró San, casi para sí misma “No. No puede ser. Fuiste demasiado…” miró hacia Britt ¿Cierto?”
“Por favor, siéntate. Estás exagerando”, dijo ella. “Ni que yo hubiese sido la primera virgen con la que hubieses dormido” añadió.
San nuevamente puso una mirada de pánico en su rostro “Britt, en serio. No fui la primera mujer con la que habías estado, ¿no?”
Britt frunció el ceño. “¿De dónde viene eso? ¿Estuve tan mal que pensaste que había sido mi primera vez?”
“No. Dios, no. Estuviste fantásti…”, se detuvo. “Eso no es…” San se sentó nuevamente. “Lo siento. Por supuesto que no era tu primera vez”, trató de sonreír. “¿Qué estaba pensando?”
Britt la miró fijamente “¿Qué te pasa?”
San negó con la cabeza. “Nada. Lo siento. Es sólo que no quiero ser la primera de nadie. Es aterrador”, tomó un gran trago de su vino. “¿Así que estás en el closet? Guau. Quiero decir, ¿con todo el mundo?”
“Obviamente, no contigo”.
Fue el turno de San de fruncir el ceño “Britt, los chicos…Puck y Sam…me refiero a que coqueteamos todo el tiempo”.
“Sí. Y eso ahora es lo esperado. Puedo jugar con eso, al igual que tú”.
“Pero sabes que ellos piensan que eres gay, ¿cierto? Quiero decir, ellos lo saben, no creen. Bueno, ellos creen que saben. Cristo…”
Britt se echó a reír. “Aunque no he llevado mi vida personal al trabajo… nunca… no me cabe duda que ellos lo asumen, simplemente por la falta de mención de un novio”.
“¿Y no crees que tus padres asuman lo mismo?”
Britt sonrió, esperando que llegara a sus ojos. “Estoy muy ocupada. No tengo tiempo para citas”, afirmó.
“Oh, Dios mío” murmuró San. “No hay un sujeto ¿verdad? Quiero decir ¿alguien en quien tu familia mantiene las esperanzas?”
Britt miró hacia otro lado.Mierda. Suspiró. “Seth Buchanan”.
San se la quedó mirando “Vamos ¿En serio?”
Ella se puso de pie, recogiendo sus dos platos.
“En serio”, tenía la esperanza de que fuera el final de todo, pero San la siguió a la cocina, llevando sus copas de vino con ella.
“Entonces ¿con qué frecuencia ves a esta persona Seth?”
Britt tomó la copa que San le ofrecía. “Reuniones familiares, ese tipo de cosas”, dijo evasivamente.
“¿Y cuán frecuente es eso?”
“No muy a menudo. Mi familia está en Dallas, recuerdas”, dejó la copa sobre la mesa “¿Por qué tanta curiosidad?”
“¿Me estás tomando el pelo? Soltaste la bomba de estoy en el closet y ¿piensas que no tendré curiosidad?” San arqueó una ceja. “¿Te acuestas con él?”
“¡Por supuesto que no me acuesto con él!”, espetó ella.
“¿Él sabe que eres gay?”
Britt suspiró, deseando que esta conversación llegara a su fin. “No lo sabe. Al menos no me ha dicho nada”.
“Sin embargo, ¿tienen citas?”
“No tenemos citas, San. Él es muy parecido a ti. Le gusta jugar”, dijo preguntándose si así era cómo describiría realmente a San.
“Él no tiene más interés en mí que yo en él”.
“No lo entiendo”.
“Mira, cuando estamos rodeados de familia, somos...amables el uno con el otro. Eso es todo. Lo suficiente como para hacer que mis padres piensen que nos vemos y lo suficiente para hacer que
sus padres dejen de preocuparse por su estilo de playboy”. No añadió que sería mucho más fácil fingir si Seth no fuese un culo ostentoso.
“Entonces ¿dónde conociste a ese tipo?”
“Lo conozco de la mayor parte de mi vida. Fuimos juntos a la escuela de leyes. Él trabaja para la firma que representa la empresa de mi padre”.
San la estudió y Britt tuvo que obligarse a sí misma a no moverse nerviosamente ante ella. Sabía, por supuesto, cuál sería la siguiente pregunta.
“Entonces ¿alguna vez has dormido con él?”
Conocer la pregunta no la hacía más fácil de contestar. Pero no iba a mentir sobre eso. “Dormimos en la escuela de leyes. Todavía estaba... confundida”, dijo ella.
San se echó a reír. “¿Confundida? Es obvio que aún no habías dormido con una mujer. Ya sabes lo que dicen, una vez que consigues una chica, nunca dejas…”
Britt cubrió la boca de San Con su mano sonriendo “Por favor, no lo digas”.
“Así que ¿cuándo te acostaste con tu primera mujer?”
“Eso es un poco personal ¿no te parece?”
“Obviamente, fue después de Seth”. San agarró la botella de vino, añadiendo un poco en ambas copas.
Britt pensó en esos días difíciles, días cuando ella estaba aterrorizada de su atracción por las mujeres, aterrorizada por lo que su familia diría si lo supiera. De hecho, se acostó con Seth con la esperanza de que eso ahuyentara esas atracciones. En realidad, sólo las reforzó.
“En realidad fue antes de Seth”, dijo ella. “Seth fue mi último intento por la normalidad”, sonrió, “No funcionó”.
“Así que ¿entonces por qué no le dices a tus padres?” “Porque no funciona de esa manera”, dijo ella. Se alejó poniéndole fin a la conversación “¿Has hablado con Puck hoy?” preguntó ella cambiando de tema. “Sí. No hay nada nuevo. Le pedí que actuara como un historiador y consiguiera algunos antecedentes sobre Hoganville. Tal vez algo surja”.
Britt miró los platos sucios. “Tu turno”, dijo dirigiéndose hacia la habitación y a su laptop.
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Guardian dela cueva capitulo 12,13,14,15
Capitulo15
San se paró junto a la ventana, mirando distraídamente hacia el bosque. Escuchó a Britt en la cocina y pronto olió el tocino, pero no estaba realmente interesada esta mañana. Se sentía inquieta.
Dejó escapar un suspiro. Bueno, estaba aburrida. Esta pequeña asignación le estaba aburriendo hasta las lágrimas.
“¿Qué pasa?”
Se dio la vuelta, aceptando la taza de café que Britt le ofrecía. “¿Qué pasa? Todo”, dijo ella. “¿Qué diablos estamos haciendo aquí? Quiero decir, me siento como que estamos perdiendo el tiempo. Realmente no estamos investigando nada, lo sabes”.
“Sí, lo sé”.
“Estoy sentada en un aula llena de malditas delincuentes juveniles… literalmente… y ¿haciendo qué? ¿Siendo una niñera? Tú estás enseñando una clase de gimnasia, por el amor de Dios. Ni siquiera hemos conocido a Fiona, quien es por lo menos una persona de interés. Siento como que deberíamos estar haciendo algo”, dijo ella. “Esta debe ser la más aburrida asignación en la ue he perdido el tiempo, como nunca antes”.
Britt regresó a la cocina, dándole la vuelta al tocino.San podía ver las ruedas girando en su cabeza. Finalmente alzó la vista, sólo para encogerse de hombros.
“Estoy de acuerdo, San”.
“¿Eso es todo? ¿Estoy de acuerdo?”
“¿Qué quieres que diga?”
“No lo sé. Algo…”, dijo mientras se volvía nuevamente hacia la ventana.
“Ni siquiera sabemos si Hoganville es solo un pequeño lugar espeluznante o qué. Me gustaría sentir que hay una razón por la que estemos aquí y no sólo porque sacamos el extremo corto del palillo”.
“Hoganville llamó la atención, es por eso que estamos aquí. Lo sabes. Pero tienes razón. No sabemos si Hoganville es la causa de las desapariciones o no. Una apuesta arriesgada, tomando en cuenta que no hay pruebas que apunten a la misma. Pero tengo la sensación de que algo está ocurriendo aquí. Simplemente con estar en la cafetería, con ver a todos de esa manera. Algo raro está pasando”.
“Raro, sí. Si es de naturaleza criminal está aún por determinarse”, San dejó escapar un profundo suspiro, finalmente girando desde la ventana. “¿Necesitas un poco de ayuda?” ofreció señalando
hacia la estufa.
“Puedes poner la mesa, por favor”, dijo ella.
San fue a los armarios, descubriendo con diversión que los platos no coincidían.
“¿Vas a ser capaz de comer en esto durante seis meses?
Britt la miró y sonrió. “No soy jactanciosa, sabes. Pero en realidad ¿qué difícil es comprar un juego que coincida?”, bajó la espátula “Está bien, lo admito, me está volviendo loca. Y en nuestro próximo viaje a San Agustín, voy a comprar unos nuevos”.
San se echó a reír. “See, ¿puedes comprar un televisor también? Howley dijo no a mi petición”.
“¿Estás bromeando? ¿Realmente espera que nos quedemos aquí posiblemente por meses sin una?”
“Él dijo que el presupuesto era demasiado estrecho para comprar frivolidades”.
B
ritt puso las manos en sus caderas, mirándola fijamente.
"¿Frivolidades? ¿Sabe dónde estamos? El entretenimiento más cercano está a cuarenta y cinco minutos y la mayoría de las personas ni siquiera llamaría a eso entretenimiento. Me gustaría verlo atrapado aquí por unos meses“, se volvió hacia la cocina y se detuvo nuevamente. “Y si hubiesen sido Puck y Sam, se
habrían quejado lo suficiente como para que él les hubiese entregado una. Te lo juro“, murmuró. ”Hombres“.
“Realmente no pareces del tipo de ver televisión” dijo San,
“No lo soy. Pero si no conseguimos una pronto, vas a volverme loca”.
***
Fiona se sentó, con la cabeza palpitante.
Hacía frío en la cámara y la única antorcha encima de la cama era cegadora. Se alejó de esta. Sus pensamientos estaban confusos, a la deriva, yendo y viniendo, dejándola sin saber que era real y que era un sueño. Por fin abrió los ojos, atreviéndose a levantar las sabanas. Abrió la boca, dejándolas caer rápidamente. Inclinó su cabeza hacia atrás, estirando sus piernas, esperando un dolor punzante.
Sorprendentemente, no sintió nada.
Toda esa sangre y no sentía nada ¿Qué había pasado? Saltó cuando oyó pasos. Madre Hogan parecía sorprendida cuando se acercó.
“Estás despierta, Fiona” era una afirmación, casi acusadora. “Sí”.
“¿Cómo te sientes?”
“Me duele la cabeza”.
“Sí. Se detendrá pronto”, le entregó una copa. “Aquí. Caldo. No has comido mucho esta semana”
“¿Esta semana? ¿Qué día es hoy?”
“Es domingo, querida”, Madre Hogan sonrió “Esta noche podrás regresar a la escuela ¿Estarás preparada para eso?”
Fiona frunció el ceño. Había perdido toda una semana. “No lo sé. No creo que pueda conducir”.
“El caldo ayudará con tu cabeza. Tan pronto como oscurezca, prepararemos tu baño. He convocado a tu madre para que te ayude”.
“Hay… hay sangre”, dijo en voz baja.
Madre Hogan sonrió “Sí. Lamentable. Me temo que Antel fue... bestial contigo. El baño ayudará”, se puso de pie. “Ahora acuéstate. Belden vendrá por ti cuando sea el momento”.
Fiona hizo lo indicado, demasiado cansada para protestar. Vio la mole de una sombra detrás de la madre Hogan, luego este se abía ido. Instintivamente, se agachó y cubrió su vientre, acelerándose su
pulso. ¿Estaría embarazada? ¿Antel habría tenido éxito?
Trató de recordar lo que había sucedido durante la semana. No tenía ningún recuerdo de Antel, excepto por la primera noche en las cámaras.
El resto estaba borroso. Todo lo que podía recordar eran sus manos frías, una sombra... y la oscuridad. Giró su cabeza hacia un lado, lejos de la entrada a las cámaras. Estaba ansiosa por volver a la escuela. Allí, al menos, sentía como si tuviese algún tipo de control.
San se paró junto a la ventana, mirando distraídamente hacia el bosque. Escuchó a Britt en la cocina y pronto olió el tocino, pero no estaba realmente interesada esta mañana. Se sentía inquieta.
Dejó escapar un suspiro. Bueno, estaba aburrida. Esta pequeña asignación le estaba aburriendo hasta las lágrimas.
“¿Qué pasa?”
Se dio la vuelta, aceptando la taza de café que Britt le ofrecía. “¿Qué pasa? Todo”, dijo ella. “¿Qué diablos estamos haciendo aquí? Quiero decir, me siento como que estamos perdiendo el tiempo. Realmente no estamos investigando nada, lo sabes”.
“Sí, lo sé”.
“Estoy sentada en un aula llena de malditas delincuentes juveniles… literalmente… y ¿haciendo qué? ¿Siendo una niñera? Tú estás enseñando una clase de gimnasia, por el amor de Dios. Ni siquiera hemos conocido a Fiona, quien es por lo menos una persona de interés. Siento como que deberíamos estar haciendo algo”, dijo ella. “Esta debe ser la más aburrida asignación en la ue he perdido el tiempo, como nunca antes”.
Britt regresó a la cocina, dándole la vuelta al tocino.San podía ver las ruedas girando en su cabeza. Finalmente alzó la vista, sólo para encogerse de hombros.
“Estoy de acuerdo, San”.
“¿Eso es todo? ¿Estoy de acuerdo?”
“¿Qué quieres que diga?”
“No lo sé. Algo…”, dijo mientras se volvía nuevamente hacia la ventana.
“Ni siquiera sabemos si Hoganville es solo un pequeño lugar espeluznante o qué. Me gustaría sentir que hay una razón por la que estemos aquí y no sólo porque sacamos el extremo corto del palillo”.
“Hoganville llamó la atención, es por eso que estamos aquí. Lo sabes. Pero tienes razón. No sabemos si Hoganville es la causa de las desapariciones o no. Una apuesta arriesgada, tomando en cuenta que no hay pruebas que apunten a la misma. Pero tengo la sensación de que algo está ocurriendo aquí. Simplemente con estar en la cafetería, con ver a todos de esa manera. Algo raro está pasando”.
“Raro, sí. Si es de naturaleza criminal está aún por determinarse”, San dejó escapar un profundo suspiro, finalmente girando desde la ventana. “¿Necesitas un poco de ayuda?” ofreció señalando
hacia la estufa.
“Puedes poner la mesa, por favor”, dijo ella.
San fue a los armarios, descubriendo con diversión que los platos no coincidían.
“¿Vas a ser capaz de comer en esto durante seis meses?
Britt la miró y sonrió. “No soy jactanciosa, sabes. Pero en realidad ¿qué difícil es comprar un juego que coincida?”, bajó la espátula “Está bien, lo admito, me está volviendo loca. Y en nuestro próximo viaje a San Agustín, voy a comprar unos nuevos”.
San se echó a reír. “See, ¿puedes comprar un televisor también? Howley dijo no a mi petición”.
“¿Estás bromeando? ¿Realmente espera que nos quedemos aquí posiblemente por meses sin una?”
“Él dijo que el presupuesto era demasiado estrecho para comprar frivolidades”.
B
ritt puso las manos en sus caderas, mirándola fijamente.
"¿Frivolidades? ¿Sabe dónde estamos? El entretenimiento más cercano está a cuarenta y cinco minutos y la mayoría de las personas ni siquiera llamaría a eso entretenimiento. Me gustaría verlo atrapado aquí por unos meses“, se volvió hacia la cocina y se detuvo nuevamente. “Y si hubiesen sido Puck y Sam, se
habrían quejado lo suficiente como para que él les hubiese entregado una. Te lo juro“, murmuró. ”Hombres“.
“Realmente no pareces del tipo de ver televisión” dijo San,
“No lo soy. Pero si no conseguimos una pronto, vas a volverme loca”.
***
Fiona se sentó, con la cabeza palpitante.
Hacía frío en la cámara y la única antorcha encima de la cama era cegadora. Se alejó de esta. Sus pensamientos estaban confusos, a la deriva, yendo y viniendo, dejándola sin saber que era real y que era un sueño. Por fin abrió los ojos, atreviéndose a levantar las sabanas. Abrió la boca, dejándolas caer rápidamente. Inclinó su cabeza hacia atrás, estirando sus piernas, esperando un dolor punzante.
Sorprendentemente, no sintió nada.
Toda esa sangre y no sentía nada ¿Qué había pasado? Saltó cuando oyó pasos. Madre Hogan parecía sorprendida cuando se acercó.
“Estás despierta, Fiona” era una afirmación, casi acusadora. “Sí”.
“¿Cómo te sientes?”
“Me duele la cabeza”.
“Sí. Se detendrá pronto”, le entregó una copa. “Aquí. Caldo. No has comido mucho esta semana”
“¿Esta semana? ¿Qué día es hoy?”
“Es domingo, querida”, Madre Hogan sonrió “Esta noche podrás regresar a la escuela ¿Estarás preparada para eso?”
Fiona frunció el ceño. Había perdido toda una semana. “No lo sé. No creo que pueda conducir”.
“El caldo ayudará con tu cabeza. Tan pronto como oscurezca, prepararemos tu baño. He convocado a tu madre para que te ayude”.
“Hay… hay sangre”, dijo en voz baja.
Madre Hogan sonrió “Sí. Lamentable. Me temo que Antel fue... bestial contigo. El baño ayudará”, se puso de pie. “Ahora acuéstate. Belden vendrá por ti cuando sea el momento”.
Fiona hizo lo indicado, demasiado cansada para protestar. Vio la mole de una sombra detrás de la madre Hogan, luego este se abía ido. Instintivamente, se agachó y cubrió su vientre, acelerándose su
pulso. ¿Estaría embarazada? ¿Antel habría tenido éxito?
Trató de recordar lo que había sucedido durante la semana. No tenía ningún recuerdo de Antel, excepto por la primera noche en las cámaras.
El resto estaba borroso. Todo lo que podía recordar eran sus manos frías, una sombra... y la oscuridad. Giró su cabeza hacia un lado, lejos de la entrada a las cámaras. Estaba ansiosa por volver a la escuela. Allí, al menos, sentía como si tuviese algún tipo de control.
ana_bys_26- ---
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Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
Que bueno que actualizaste!! Estaba esperando leer que ocurria:s
El desayuno que le dio la tal "madre" de verdad era comestible? Yo pense que las iban a envenenar o algo :s
Espero los siguientes caps! Saludos:)
El desayuno que le dio la tal "madre" de verdad era comestible? Yo pense que las iban a envenenar o algo :s
Espero los siguientes caps! Saludos:)
Susii********-*- - Mensajes : 902
Fecha de inscripción : 06/01/2015
Edad : 26
Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
hola gracias por la actualizacion, eso que le pasa a Fionna es horrible, y aun mas lo que le paso a san en al cafeteria. El encierrro a las brittana no las esta llevando a ningun lado. saludos
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
las chicas tienen razon, es desesperante estar ahi sin hacer nada, siguen matando chicas y yo no veo la forma de que britt y san lo pdan saber y menos en ese pueblo fantasma custodiado por Hulk!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
holap,...
cada ves mas internaste y raro,..
a ver hasta cuando britt se queda en el closet,..
nos vemos!!!
cada ves mas internaste y raro,..
a ver hasta cuando britt se queda en el closet,..
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Guardian dela cueva capitulo 16
Capitulo16
“Eso huele muy bien”, dijo San, pero Britt golpeó su mano mientras ella trataba de pasar el dedo para probar.
“Ni se te ocurra”.
“Me sorprende que puedas cocinar”, dijo ella. “Quiero decir, creciendo como lo hiciste. Tenías sirvientes, cocineros ¿No es así?”
Britt miró hacia otro lado y San notó la expresión casi avergonzada en su rostro.
“Lo teníamos. Eso no quiere decir que no aprendiera de ellos”, dijo Britt “Me gusta cocinar. Algo que mi madre no ha hecho ni un solo día en su vida”.
Había tantas cosas que San podía decir sobre eso, pero se mantuvo en silencio.
Britt no había compartido mucho de su educación, pero esa pequeña declaración decía mucho. No pudo evitar sentirse impresionada con Britt. Aquí estaba una mujer que había nacido con una cuchara de plata en su boca, sin embargo, estuvo a punto de rechazarlo todo, viviendo como pobretona con un trabajo en el FBI.
San le creía a Britt cuando había dicho que quería ayudar a la gente. Después de todo, esa fue la razón por la que San se había convertido en policía. Para ayudar a la gente... a los niños.
***
Caminaron a la siguiente puerta hacia la casa de Suzette y Becca tan pronto como vieron que otra pareja llegaba.
San no tenía reparos en ser la primera, pero Britt le había dado esa mirada que indicaba que se trataba de mala educación ser las primeras en una fiesta.
El tema de hoy era comida mexicana, San trajo Coronas y limón para beber. Britt había hecho una cazuela que burbujeaba con queso. Otro de sus platos vegetarianos, sin embargo, parecía delicioso. Valerie y su pareja, Ella, estaban allí delante de ellas y las dos le dieron una cálida bienvenida.
San esperaba poder estar a solas con Valerie. Britt le había compartido sobre el comentario de Gayla acerca de la visita de Valerie a la tienda local de comestibles. San quería interrogarla al respecto. Por lo menos entonces sentiría como si estuviese trabajando.
“Oh, eso se ve delicioso, Britt”.
“Gracias”.
“¿Qué te hace pensar que no lo hice yo?”, preguntó San con una sonrisa.
“Lo siento, querida. Solo asumí que Britt era la cocinera en la familia”, dijo Suzette, tomando el plato de Britt y colocándolo en la mesa que más tarde se serviría como un bufet.
“No hay problema”, San miró de pasada hacia Britt. “Mi amor no me deja entrar en la cocina, excepto para lavar los platos”.
“No puedo decir que la culpo”, dijo Becca. “Suzette tiene dos pies izquierdos a la hora de cocinar. Prefiero que se quede afuera”.
Suzette rió. “Lo que está bien para mí. No me gusta cocinar”.
San mantuvo una sonrisa en su rostro, volteando mentalmente los ojos. Ya estaba aburrida y tenían toda la tarde delante de ellas.
Espió las sillas de jardín que se habían colocado en la sombra, notando con diversión los dos ventiladores que ubicaron para ayudar a ahuyentar el calor del verano. Tomó la mano de Britt, tirando de ella. Eligió una tumbona, sentándose y trayendo a Britt con ella, dejando espacio para que se sentara entre sus piernas.
“Debemos compartir”, dijo San.
Britt se sentó rígidamente, con su mano en el brazo de San en advertencia.
“Creo que hay muchas”, dijo ella. Al ver que nadie estaba mirando, se dio la vuelta mirando a San “¿Qué diablos crees que estás haciendo?”
“Ahora compórtate, mi amor”, dijo San con una sonrisa en sus labios. “Simplemente no puedo tener suficiente de ti”, murmuró.
“Vas a pagar por esto”, dijo Britt entre dientes, luego forzó una sonrisa rápidamente cuando Valerie se acercó.
“Ustedes son tan lindas”, dijo Valerie mientras sacaba una silla.
“Cuando Ella y yo comenzamos nuestra relación, no dejamos la casa las primeras seis semanas”, dijo riendo.
“¿Quieres decir que este sentimiento se detendrá?”, preguntó San mientras permitía que sus dedos rozaran suavemente el estómago de Britt.
“Bueno, si estás enamorada, creo que no se detiene, sólo se mitiga un poco”. Britt entrelazo sus dedos con los de San, deteniendo efectivamente sus caricias. Con la otra mano, oculta de Valerie, pellizcó a San con fuerza en la pierna.
San tuvo que morderse el labio para evitar una mueca y luego casi se ahogó con la risa que amenazaba con salir.
“Creo que a veces San olvida que no estamos solas”, Britt sonrió dulcemente. “¿No es así, mi amor?”
“Tal vez simplemente no puedo mantener mis manos lejos de ti”.
“Tal vez deberías intentarlo”, murmuró Britt.
San aclaró su garganta, sin soltar la mano de Britt . “Así que, Valerie, escuché que tuviste una experiencia en la tienda de comestibles en Hoganville. Britt yo intentamos ir allí el pasado fin
de semana, pero estaba cerrado”.
Valerie negó con la cabeza. “No, no lo hagas. Ese lugar es espeluznante”.
“Eso fue lo que pensamos acerca de la cafetería”, dijo Britt.
“Fuimos ayer”.
“Guau, ¿lograron entrar?”, preguntó Valerie. “¿Cómo es?”
Britt se volteó ligeramente y San la miró a los ojos, ambas con igual cuestionamiento. No habían hablado de cuanto compartir con los demás.
San tomó la delantera.
“Fue muy raro”, dijo. “Nos sentamos, pero la señora del café no nos sirvió. Los que estaban allí se voltearon sin mirarnos. Entonces una mujer mayor apareció, Ester Hogan y dijo que estaba cerrado, que estaban teniendo una fiesta privada”.
Valerie asintió “Sí. Eso fue lo que pasó en la tienda de comestibles. Entré. Todo lo que necesitaba era harina. Tenía antojo de pan de plátano y no tenía harina”, dijo con una sonrisa.
“Habían tal vez cinco o seis personas allí. Literalmente se esparcieron cuando entré. Quiero decir, como si hubiesen corrido. Como si simplemente hubiesen desaparecido”, dijo chasqueando los dedos. “No hubo señal de ellos por ninguna parte. Quiero decir, la tienda no es tan grande. Así que estaba allí de pie, preguntándome si debería buscar la harina y dejar el dinero o algo así, cuando esta mujer… Ester Hogan… simplemente apareció de la nada. Casi me mata del susto”, se rió. “Derribé todo un estante
de productos enlatados, terminando sobre mi culo con esa atemorizante mujer de pie junto a mí”, su sonrisa se desvaneció.
“Luego se puso frío. Muy, muy frío. Y hubo una... no estoy segura de cómo describirlo. Fue como una sombra, una presencia, algo. Entonces no pude respirar, como si alguien me estuviese
ahogando”, se estremeció y San sintió como los dedos de Britt se apretaban contra su mano. “La
mujer me levantó como si fuese una muñeca. Dijo que su tienda no era para los de afuera. Creo que me desmayé o algo así, porque eso es lo último que recuerdo. Lo siguiente, estaba sentada en mi coche”, hizo una pausa. “Eso fue raro, pero lo más extraño, era que había una bolsa de harina en el asiento”, trató de sonreír, pero San supo que era forzada.
“¿Cómo sabía que había entrado a la tienda por harina?”
“Guau”, dijo Britt “Entramos allí para desayunar. No nos sirvieron, pero Ester Hogan nos envió a casa con una cesta de huevos, tocino y una hogaza de pan casero”, Britt rió. “Entonces ¿hiciste el pan de plátano o qué?”
Valerie también se rió aliviándose un poco su tensión. “Sí. Después de todo eso, me merecía un regalo”.
San sonrió. “Sí. Puedo decir que el desayuno fue el mejor que tuve en años. Los huevos frescos, el tocino probablemente curado en casa. ¿Me pregunto por qué le temen a los extraños?” preguntó ella.
“No lo sé. Fiona es tan agradable y normal como se puede ser. Me resulta difícil creer que es de ese pueblo”.
“No la hemos conocido todavía”, dijo Britt. “Nos dicen que es nuestra vecina”.
“Ha estado enferma toda la semana. Realmente inusual. No creo que alguna vez haya perdido un día”, dijo Valerie.
“Espero que no sea nada grave”.
“¿Qué hay de ese grito de animal que escuchamos la otra noche? ¿Qué demonios fue eso?”, preguntó San
Valerie se encogió de hombros “No tenemos ni idea. Me gustaría decir que te acostumbras a ello, pero que realmente no es así. A veces se oye tan cercano…”
“¿Con qué frecuencia lo has oído?”
“Oh, no es como si fuese cada noche ni nada de eso. Tal vez una vez a la semana. Es probable que sólo sea un león de montaña o algo así”.
“Bueno, eso nos asustó de muerte”, dijo Britt
Fueron interrumpidas por la llegada de otros. Britt y Ella se levantaron para ayudar mientras Robbie cargaba con tres platos.
San aprovechó la oportunidad para buscar una de las cervezas que trajo.
Cuando quitó la tapa de la botella, su interés fue captado al ver una máquina portátil de margarita sobre una mesa. El hombre que la atendía era poco familiar para ella así que le tendió una mano a modo de saludo.
“Soy Santana Lopez”, dijo ella.
“Hola. David Grumfeld. Encantado de conocerte”.
San asintió. “Eres el esposo de Gayla”, dijo ella.
“Sí. Es una de las nuevas ¿verdad? ¿Brittany Pierce?”
San sonrió. “Esas somos nosotras”.
“¿Qué le parece hasta el momento?”, preguntó.
“Bueno, viniendo de Houston, estoy en un shock cultural”, admitió con sinceridad “El ritmo es un poco lento”.
Él se echó a reír. “Sé lo que quieres decir. Antes de llegar acá, estábamos en Atlanta. No pensé que superaríamos el primer mes. Podría decir que te acostumbras, pero tal vez simplemente aprendes a tolerarlo”, dijo él. “Hacemos un viaje mensual a Dallas para llenar nuestra necesidad de ciudad. Pueden tratar eso. Es un poco más cerca que Houston pero sin la pesadilla de tráfico. Al menos para nosotros. Probablemente están acostumbradas a ello”.
“Puedo decir que es lo único que no echo de menos”, dijo ella “Así que ¿qué tienes aquí?”
“La traemos cada vez que hay una temática mexicana”.
“En ese caso, tenemos que tener un tema mexicano cada fin de semana”, dijo ella señalándolo con la Corona.
Él asintió con una breve carcajada. “Entonces veo que tenemos un interés en común. Dame unos quince minutos y voy a tener el primer lote listo”.
“Gracias, Dave. Volveré”.
Vio a Britt hablando con Suzette y se acercó por detrás de ella, serpenteando un brazo alrededor de su cintura, riendo mientras Britt saltaba.
“No quise sorprenderte” dijo ella.
Britt sonrió. “Por supuesto que sí querías” miró la cerveza, luego otra vez hacia San.“Me encantaría una. Gracias”.
San lo tomó como una invitación y se acercó besando a Britt en la boca.
“Ya vuelvo. Suzette ¿te traigo algo?” “Becca te ganó en eso, pero gracias”.
San le hizo un guiño a Britt , complacida de que había un atisbo de sonrisa en sus ojos en lugar de las dagas que había estado esperando.
Tal vez Britt también estaba aburrida y no le importaba un poco de juego. Después de todo, lo hacían con Puck y Sam todo el tiempo. Por supuesto, el coqueteo que hacían mientras estaban alrededor
de los chicos nunca era físico.Hoy, aquí, podrían extenderse.Los roles que jugaban les daba permiso, razonó.Tal vez pondría a prueba su suerte y vería cuán lejos lo levaría Britt. Podría ser divertido. O
podría matarla.
***
“Es tan cariñosa”, dijo Suzette, “Tienes mucha suerte”.
Britt tuvo que morderse los labios para no reírse. “Sí. Mucha suerte”.
“Becca nunca fue así. Nunca me tocaba fuera de nuestra propia casa”, dijo casi pensativa “Creo que ser una maestra de toda la vida hace eso. Es divertido verlas a las dos. Tan enamoradas, siempre tocándose. Echo de menos eso”.
Britt no sabía qué decir a ese comentario.¿Tan enamoradas? ¿Era su actuación tan buena? Levantó la vista cuando San se acercó y sus ojos se encontraron. Había un sugerente desafío en los ojos de San y sintió un momento de pánico ante lo que San pretendía.
“Aquí tienes, bebe”, dijo San con una sonrisa encantadora.
“Gracias”.
La mano de San se deslizó sobre su cadera, deslizándola más abajo por una fracción de segundo y luego de vuelta a su cintura.
Suzette las estaba mirando fijamente y Britt se acercó más a San, rozando cariñosamente su hombro con el suyo, sintiendo los ojos de Suzette en ellas.
“Conocí a Dave”, dijo San. “Tiene una máquina de margarita. Creo que va a ser mi nuevo mejor amigo”.
Britt y Suzette se rieron.
“Tienes síndrome de abstinencia de tequila ¿verdad?”, bromeó Britt
“Sí”, entonces San meneó sus cejas. “Sabes lo que el tequila me hace”.
Britt sonrió “Si, lo sé”.
“Bueno, las dejo solas tortolitas”, dijo Suzette- “Creo que debería ayudar a Becca”.
Tan pronto como estuvo fuera del alcance del oído,Britt se volvió hacia San con la intención de castigarla, pero encontró que estaba siendo atraída aún más.
Antes que pudiera protestar, la boca de San estuvo sobre la suya, su lengua rozando juguetonamente su labio inferior. Para su horror, se descubrió respondiendo, sin poder mantener su boca cerrada y acogiendo a San en su interior. San se retiró lentamente con sus ojos ensombrecidos.
“Me encanta como besas”, murmuró ella.
“¿Qué demonios te pasa?” susurró Britt , sin poder evitar que sus manos se deslizaran hacia el pecho de San
San la atrajo hacia sí aún más, con la boca en su oído. “Sólo estoy tratando de combatir el aburrimiento”, dijo ella. “Besar es una cura aceptable”, una vez más, su boca se movió haciaBritt.
Britt tuvo tiempo de girar su cabeza, si lo hubiese elegido. Desafortunadamente, su cuerpo no estuvo de acuerdo con su cerebro y aceptó el beso, cerrando sus ojos con el contacto. Para un observador casual, ellas no eran más que dos amantes teniendo un breve momento íntimo. Lo cual, por supuesto, era loque estaban tratando de interpretar. Pero, maldita sea, ¿San tenía que hacer que pareciera tan real?
“Pensé que habíamos decidido que el beso no era aceptable”, dijo Britt en voz baja, con los ojos fijos en los labios de San.
“Nunca estuve de acuerdo con tus reglas”.
.
Estaban a un soplo de distancia y si hubiesen sido verdaderas amantes, Britt se hubiese inclinado más cerca, poseyendo nuevamente los labios que estaban tentándola.
En vez de eso, dio un paso atrás, fuera de los brazos de San. Sea cual fuese el juego que San estaba jugando, no quería saber nada de eso.
“Toma con calma el tequila, tigre. No querrás dormir en el sofá esta noche ¿verdad?”
Britt fue a ayudar a los demás, escuchando la risa ligera de San mientras se dirigía en dirección de la máquina de margarita.
ablaría con ella esta noche, decidió.No, esta asignación tampoco se encontraba en el tope de la escala de emoción para ella, pero eso no significaba que San podría improvisar en su juego de roles. Y ciertamente no significaba que podía tocarla y besarla a voluntad . El hecho de que respondiera al beso le hacía enojar aún más consigo misma que con San.
Ya no estaba de humor para fiestas, pero mantuvo una sonrisa en su rostro, prometiéndose a sí misma que evitaría a San el resto de la noche. Lo que no sería difícil de hacer. La vio conversando con Dave, con una margarita en la mano. Britt fue en la dirección opuesta
***
“¿Hasta cuándo vas a seguir con esto?”, preguntó San cuando Britt la rodeó en silencio para entrar en el cuarto de baño.
Una vez más, Britt no respondió mientras se cepillaba los dientes.
San no era de las que mantenía las cosas en su interior. Si estás enojada por algo, dilo. No podía soportar el silencio. Así que de manera infantil bloqueó la puerta para que Britt no pudiese huir a la seguridad de la habitación.
Arqueó sus cejas. “¿Cuál es tu problema?”
Britt se cruzó de brazos a la defensiva, dándole a San una mirada en blanco. “¿Tienes que preguntar?”
“Obviamente. Me evitaste en la fiesta. No me estás hablando. Así que estás enojada por algo”.
Britt sonrió. “Eres un genio. Ahora por favor, déjame pasar”.
“No. Quiero hablar ¿Es porque te besé?”
“Guau. Gran deducción”, Britt se movió para pasar por delante de ella pero San se lo impidió.
“¿Estás enojada porque te besé? Vamos, Brittany ¿En serio?”
Britt levantó la barbilla desafiante. “No me siento cómoda con esto ¿de acuerdo? No quiero que me toques. Y definitivamente no quiero que me beses”.
“No. Eso no es todo. Estás enojada conmigo porque respondiste a mi beso. Eso es todo ¿no es así?”
Britt la miró “No hice tal cosa. Te lo dije, no quiero que me beses. Nunca”.
“Oh, vamos, Brittany Qué pasa? ¿Es demasiado real? ¿Te recuerda esa noche?”
“Te aseguro que nunca pienso en esa noche”.
“Sé que estás mintiendo”.
“No es así. No tengo necesidad de recordar esa noche. No significó nada”.
La risa de San fue amarga. “Oh, cierto. Porque no soy tu tipo ¿Qué? ¿No soy lo suficientemente refinada para ti? ¿No soy lo suficientemente correcta? ¿Mi cabello no es perfecto? ¿Mi ropa? ¿Soy demasiado marimacho para ti?”, se sorprendió cuando parte de la rabia abandonó los ojos de Britt.
“No es eso y tú lo sabes. Estamos pretendiendo ser amantes, pero no, no eres alguien con quien saldría. Y no tiene nada que ver con tu condición social o tu ropa o lo que sea. Es por quien eres”, dijo Britt “Escoges mujeres y luego las tiras a la basura como si fuesen nada. No creo que sepas cómo tratar a las mujeres”.
San mentiría si dijera que eso no la había herido. Lo hizo. Y tal vez eso era cierto. Después de todo, tenía a su padre como un modelo a seguir. La ira contra su padre resurgió y se desquitó con Britt
“Cierto. Y tu compañera perfecta no tendría ninguno de los antecedentes terribles que tengo yo. No soy lo suficientemente buena para Brittany Pierce ¿verdad? Tu amante sería alguien con un trabajo mejor remunerado que el mío. Tu amante siempre sería agradable para ti, haría todo por ti, te haría el amor despacio y fluido. Ella te trataría como a una dama. ¿No es así?”
Britt le sostuvo la mirada, pero no dijo nada.
San se acercó más. “Excepto esa noche”, dijo San en voz baja. “No lo querías despacio y fluido. No lo querías como una dama. Sólo querías a alguien que te follara esa noche”, los ojos de Britt brillaron y trató de pasar por delante, pero San se lo impidió. “No. Era lo suficientemente buena para ti esa noche ¿verdad? Querías que te follara hasta que no pudieses pensar, hasta que no pudieses sentir, no pudieses ver. No pudieses caminar. Querías a alguien para echarlo todo por la borda. Era lo suficientemente buena esa noche”.
Britt se sacudió soltando su brazo. “Sí. Sí a todo eso. Era como tú esa noche”.
“Sí. Lo eras. Supongo que las dos conseguimos lo que queríamos”.
“El problema es que eres así todas las noches”.
San la dejó pasar. La puerta de la habitación no se cerró de golpe como lo esperaba. En lugar de eso, Britt la cerró silenciosamente detrás de ella.
San se volteó, mirándose a sí misma en el espejo, su ira cambiando a tristeza. Britt tenía razón. Ella no sabía cómo tratar a las mujeres. Oh, podía jugar el juego de la seducción. Era buena en eso. Y una vez que llevaba a una mujer a la cama, sabía exactamente qué hacer con ellas. También era buena en eso.
Pero Britt tenía razón. Eso era lo más lejos que podía llegar. No se molestaba con sus nombres, no tenía ningún interés en volver a verlas. No tenía ningún interés en una relación.
Había visto de primera mano cómo resultaban las cosas.Los gritos, el llanto... los golpes. Y cuando eso fallaba, todo cambiaba desquitándose con los niños.
Alejó sus recuerdos. No haría ningún bien viajar por ese camino nuevamente. Dios sabía que lo había hecho lo suficiente en los últimos quince, veinte años.
Suspiró, luego se fue a su propia rutina nocturna. Tal vez tomaría el sofá esta noche. Dudaba que Britt la quisiera en la misma habitación con ella y mucho menos en la misma cama. No tenían almohadas extra y el otro juego de sábanas estaba en el ormitorio así que apoyó su cabeza en el lado redondeado del sofá, tratando de no pensar en quién… y qué… había estado en el antes que ella.
No era exigente de ninguna manera, pero dormir en un sofá usado era repugnante.
Se retorció y se volvió, tratando de ponerse cómoda, pero el sueño la eludía. No estaba ni cerca de quedarse dormida cuando, una hora más tarde, unos faros destellaron a través de la ventana.
Se puso de pie, mirando en silencio hacia afuera. El coche se detuvo al lado.¿Fiona? Entrecerró los ojos en la oscuridad, al ver como el hombre… el Hulk de la cafetería… abría la puerta del pasajero y ayudaba a salir a una mujer. Él esperó en la puerta principal, sin entrar en la casa. Cuando cerró la puerta tras ella, él se alejó a pie, desapareciendo en el bosque.
“¿Qué demonios?”, susurró.
Hizo una nota mental de consultar mañana con el jefe sobre quien estaría trabajando en la entrada. Miró el sofá nuevamente, luego miró hacia la puerta del dormitorio.
La habitación parecía el menor de dos males. Britt estaba dormida, tomando más de su parte de la cama. San se la quedó mirando, su rostro era tan sereno y tranquilo. Hermoso. Y de ninguna manera su tipo.
Britt tendía a gravitar alrededor de las mujeres que tenían un lado lascivo. Maleducadas y malhabladas, el sexo siempre rudo y crudo.
Britt era todo lo contrario. Limpia, refinada. Elegante. La verdad era que lo que había comenzado como algo rudo y crudo había terminado siendo como algo pausado y lánguido. El sexo bajo y sucio dio paso a un acto tierno y sin prisa, como hacer el amor. Algo que no creía era capaz de hacer.
Miró unos segundos más y luego en silencio se deslizó al lado de Britt.
Para su sorpresa, Britr murmuró algo en sueños, buscando a San con sus manos. El corazón de San latió con más rapidez cuando una mano cálida se curvó alrededor de su brazo. Debió moverse, lo sabía. Britt estaría avergonzada. Pero eso se sentíatan bien. Ella sentía... que lo necesitaba. Así que se quedó dónde estaba, cerrando sus ojos cuando la mano de Britt se apretó inconscientemente.
“Eso huele muy bien”, dijo San, pero Britt golpeó su mano mientras ella trataba de pasar el dedo para probar.
“Ni se te ocurra”.
“Me sorprende que puedas cocinar”, dijo ella. “Quiero decir, creciendo como lo hiciste. Tenías sirvientes, cocineros ¿No es así?”
Britt miró hacia otro lado y San notó la expresión casi avergonzada en su rostro.
“Lo teníamos. Eso no quiere decir que no aprendiera de ellos”, dijo Britt “Me gusta cocinar. Algo que mi madre no ha hecho ni un solo día en su vida”.
Había tantas cosas que San podía decir sobre eso, pero se mantuvo en silencio.
Britt no había compartido mucho de su educación, pero esa pequeña declaración decía mucho. No pudo evitar sentirse impresionada con Britt. Aquí estaba una mujer que había nacido con una cuchara de plata en su boca, sin embargo, estuvo a punto de rechazarlo todo, viviendo como pobretona con un trabajo en el FBI.
San le creía a Britt cuando había dicho que quería ayudar a la gente. Después de todo, esa fue la razón por la que San se había convertido en policía. Para ayudar a la gente... a los niños.
***
Caminaron a la siguiente puerta hacia la casa de Suzette y Becca tan pronto como vieron que otra pareja llegaba.
San no tenía reparos en ser la primera, pero Britt le había dado esa mirada que indicaba que se trataba de mala educación ser las primeras en una fiesta.
El tema de hoy era comida mexicana, San trajo Coronas y limón para beber. Britt había hecho una cazuela que burbujeaba con queso. Otro de sus platos vegetarianos, sin embargo, parecía delicioso. Valerie y su pareja, Ella, estaban allí delante de ellas y las dos le dieron una cálida bienvenida.
San esperaba poder estar a solas con Valerie. Britt le había compartido sobre el comentario de Gayla acerca de la visita de Valerie a la tienda local de comestibles. San quería interrogarla al respecto. Por lo menos entonces sentiría como si estuviese trabajando.
“Oh, eso se ve delicioso, Britt”.
“Gracias”.
“¿Qué te hace pensar que no lo hice yo?”, preguntó San con una sonrisa.
“Lo siento, querida. Solo asumí que Britt era la cocinera en la familia”, dijo Suzette, tomando el plato de Britt y colocándolo en la mesa que más tarde se serviría como un bufet.
“No hay problema”, San miró de pasada hacia Britt. “Mi amor no me deja entrar en la cocina, excepto para lavar los platos”.
“No puedo decir que la culpo”, dijo Becca. “Suzette tiene dos pies izquierdos a la hora de cocinar. Prefiero que se quede afuera”.
Suzette rió. “Lo que está bien para mí. No me gusta cocinar”.
San mantuvo una sonrisa en su rostro, volteando mentalmente los ojos. Ya estaba aburrida y tenían toda la tarde delante de ellas.
Espió las sillas de jardín que se habían colocado en la sombra, notando con diversión los dos ventiladores que ubicaron para ayudar a ahuyentar el calor del verano. Tomó la mano de Britt, tirando de ella. Eligió una tumbona, sentándose y trayendo a Britt con ella, dejando espacio para que se sentara entre sus piernas.
“Debemos compartir”, dijo San.
Britt se sentó rígidamente, con su mano en el brazo de San en advertencia.
“Creo que hay muchas”, dijo ella. Al ver que nadie estaba mirando, se dio la vuelta mirando a San “¿Qué diablos crees que estás haciendo?”
“Ahora compórtate, mi amor”, dijo San con una sonrisa en sus labios. “Simplemente no puedo tener suficiente de ti”, murmuró.
“Vas a pagar por esto”, dijo Britt entre dientes, luego forzó una sonrisa rápidamente cuando Valerie se acercó.
“Ustedes son tan lindas”, dijo Valerie mientras sacaba una silla.
“Cuando Ella y yo comenzamos nuestra relación, no dejamos la casa las primeras seis semanas”, dijo riendo.
“¿Quieres decir que este sentimiento se detendrá?”, preguntó San mientras permitía que sus dedos rozaran suavemente el estómago de Britt.
“Bueno, si estás enamorada, creo que no se detiene, sólo se mitiga un poco”. Britt entrelazo sus dedos con los de San, deteniendo efectivamente sus caricias. Con la otra mano, oculta de Valerie, pellizcó a San con fuerza en la pierna.
San tuvo que morderse el labio para evitar una mueca y luego casi se ahogó con la risa que amenazaba con salir.
“Creo que a veces San olvida que no estamos solas”, Britt sonrió dulcemente. “¿No es así, mi amor?”
“Tal vez simplemente no puedo mantener mis manos lejos de ti”.
“Tal vez deberías intentarlo”, murmuró Britt.
San aclaró su garganta, sin soltar la mano de Britt . “Así que, Valerie, escuché que tuviste una experiencia en la tienda de comestibles en Hoganville. Britt yo intentamos ir allí el pasado fin
de semana, pero estaba cerrado”.
Valerie negó con la cabeza. “No, no lo hagas. Ese lugar es espeluznante”.
“Eso fue lo que pensamos acerca de la cafetería”, dijo Britt.
“Fuimos ayer”.
“Guau, ¿lograron entrar?”, preguntó Valerie. “¿Cómo es?”
Britt se volteó ligeramente y San la miró a los ojos, ambas con igual cuestionamiento. No habían hablado de cuanto compartir con los demás.
San tomó la delantera.
“Fue muy raro”, dijo. “Nos sentamos, pero la señora del café no nos sirvió. Los que estaban allí se voltearon sin mirarnos. Entonces una mujer mayor apareció, Ester Hogan y dijo que estaba cerrado, que estaban teniendo una fiesta privada”.
Valerie asintió “Sí. Eso fue lo que pasó en la tienda de comestibles. Entré. Todo lo que necesitaba era harina. Tenía antojo de pan de plátano y no tenía harina”, dijo con una sonrisa.
“Habían tal vez cinco o seis personas allí. Literalmente se esparcieron cuando entré. Quiero decir, como si hubiesen corrido. Como si simplemente hubiesen desaparecido”, dijo chasqueando los dedos. “No hubo señal de ellos por ninguna parte. Quiero decir, la tienda no es tan grande. Así que estaba allí de pie, preguntándome si debería buscar la harina y dejar el dinero o algo así, cuando esta mujer… Ester Hogan… simplemente apareció de la nada. Casi me mata del susto”, se rió. “Derribé todo un estante
de productos enlatados, terminando sobre mi culo con esa atemorizante mujer de pie junto a mí”, su sonrisa se desvaneció.
“Luego se puso frío. Muy, muy frío. Y hubo una... no estoy segura de cómo describirlo. Fue como una sombra, una presencia, algo. Entonces no pude respirar, como si alguien me estuviese
ahogando”, se estremeció y San sintió como los dedos de Britt se apretaban contra su mano. “La
mujer me levantó como si fuese una muñeca. Dijo que su tienda no era para los de afuera. Creo que me desmayé o algo así, porque eso es lo último que recuerdo. Lo siguiente, estaba sentada en mi coche”, hizo una pausa. “Eso fue raro, pero lo más extraño, era que había una bolsa de harina en el asiento”, trató de sonreír, pero San supo que era forzada.
“¿Cómo sabía que había entrado a la tienda por harina?”
“Guau”, dijo Britt “Entramos allí para desayunar. No nos sirvieron, pero Ester Hogan nos envió a casa con una cesta de huevos, tocino y una hogaza de pan casero”, Britt rió. “Entonces ¿hiciste el pan de plátano o qué?”
Valerie también se rió aliviándose un poco su tensión. “Sí. Después de todo eso, me merecía un regalo”.
San sonrió. “Sí. Puedo decir que el desayuno fue el mejor que tuve en años. Los huevos frescos, el tocino probablemente curado en casa. ¿Me pregunto por qué le temen a los extraños?” preguntó ella.
“No lo sé. Fiona es tan agradable y normal como se puede ser. Me resulta difícil creer que es de ese pueblo”.
“No la hemos conocido todavía”, dijo Britt. “Nos dicen que es nuestra vecina”.
“Ha estado enferma toda la semana. Realmente inusual. No creo que alguna vez haya perdido un día”, dijo Valerie.
“Espero que no sea nada grave”.
“¿Qué hay de ese grito de animal que escuchamos la otra noche? ¿Qué demonios fue eso?”, preguntó San
Valerie se encogió de hombros “No tenemos ni idea. Me gustaría decir que te acostumbras a ello, pero que realmente no es así. A veces se oye tan cercano…”
“¿Con qué frecuencia lo has oído?”
“Oh, no es como si fuese cada noche ni nada de eso. Tal vez una vez a la semana. Es probable que sólo sea un león de montaña o algo así”.
“Bueno, eso nos asustó de muerte”, dijo Britt
Fueron interrumpidas por la llegada de otros. Britt y Ella se levantaron para ayudar mientras Robbie cargaba con tres platos.
San aprovechó la oportunidad para buscar una de las cervezas que trajo.
Cuando quitó la tapa de la botella, su interés fue captado al ver una máquina portátil de margarita sobre una mesa. El hombre que la atendía era poco familiar para ella así que le tendió una mano a modo de saludo.
“Soy Santana Lopez”, dijo ella.
“Hola. David Grumfeld. Encantado de conocerte”.
San asintió. “Eres el esposo de Gayla”, dijo ella.
“Sí. Es una de las nuevas ¿verdad? ¿Brittany Pierce?”
San sonrió. “Esas somos nosotras”.
“¿Qué le parece hasta el momento?”, preguntó.
“Bueno, viniendo de Houston, estoy en un shock cultural”, admitió con sinceridad “El ritmo es un poco lento”.
Él se echó a reír. “Sé lo que quieres decir. Antes de llegar acá, estábamos en Atlanta. No pensé que superaríamos el primer mes. Podría decir que te acostumbras, pero tal vez simplemente aprendes a tolerarlo”, dijo él. “Hacemos un viaje mensual a Dallas para llenar nuestra necesidad de ciudad. Pueden tratar eso. Es un poco más cerca que Houston pero sin la pesadilla de tráfico. Al menos para nosotros. Probablemente están acostumbradas a ello”.
“Puedo decir que es lo único que no echo de menos”, dijo ella “Así que ¿qué tienes aquí?”
“La traemos cada vez que hay una temática mexicana”.
“En ese caso, tenemos que tener un tema mexicano cada fin de semana”, dijo ella señalándolo con la Corona.
Él asintió con una breve carcajada. “Entonces veo que tenemos un interés en común. Dame unos quince minutos y voy a tener el primer lote listo”.
“Gracias, Dave. Volveré”.
Vio a Britt hablando con Suzette y se acercó por detrás de ella, serpenteando un brazo alrededor de su cintura, riendo mientras Britt saltaba.
“No quise sorprenderte” dijo ella.
Britt sonrió. “Por supuesto que sí querías” miró la cerveza, luego otra vez hacia San.“Me encantaría una. Gracias”.
San lo tomó como una invitación y se acercó besando a Britt en la boca.
“Ya vuelvo. Suzette ¿te traigo algo?” “Becca te ganó en eso, pero gracias”.
San le hizo un guiño a Britt , complacida de que había un atisbo de sonrisa en sus ojos en lugar de las dagas que había estado esperando.
Tal vez Britt también estaba aburrida y no le importaba un poco de juego. Después de todo, lo hacían con Puck y Sam todo el tiempo. Por supuesto, el coqueteo que hacían mientras estaban alrededor
de los chicos nunca era físico.Hoy, aquí, podrían extenderse.Los roles que jugaban les daba permiso, razonó.Tal vez pondría a prueba su suerte y vería cuán lejos lo levaría Britt. Podría ser divertido. O
podría matarla.
***
“Es tan cariñosa”, dijo Suzette, “Tienes mucha suerte”.
Britt tuvo que morderse los labios para no reírse. “Sí. Mucha suerte”.
“Becca nunca fue así. Nunca me tocaba fuera de nuestra propia casa”, dijo casi pensativa “Creo que ser una maestra de toda la vida hace eso. Es divertido verlas a las dos. Tan enamoradas, siempre tocándose. Echo de menos eso”.
Britt no sabía qué decir a ese comentario.¿Tan enamoradas? ¿Era su actuación tan buena? Levantó la vista cuando San se acercó y sus ojos se encontraron. Había un sugerente desafío en los ojos de San y sintió un momento de pánico ante lo que San pretendía.
“Aquí tienes, bebe”, dijo San con una sonrisa encantadora.
“Gracias”.
La mano de San se deslizó sobre su cadera, deslizándola más abajo por una fracción de segundo y luego de vuelta a su cintura.
Suzette las estaba mirando fijamente y Britt se acercó más a San, rozando cariñosamente su hombro con el suyo, sintiendo los ojos de Suzette en ellas.
“Conocí a Dave”, dijo San. “Tiene una máquina de margarita. Creo que va a ser mi nuevo mejor amigo”.
Britt y Suzette se rieron.
“Tienes síndrome de abstinencia de tequila ¿verdad?”, bromeó Britt
“Sí”, entonces San meneó sus cejas. “Sabes lo que el tequila me hace”.
Britt sonrió “Si, lo sé”.
“Bueno, las dejo solas tortolitas”, dijo Suzette- “Creo que debería ayudar a Becca”.
Tan pronto como estuvo fuera del alcance del oído,Britt se volvió hacia San con la intención de castigarla, pero encontró que estaba siendo atraída aún más.
Antes que pudiera protestar, la boca de San estuvo sobre la suya, su lengua rozando juguetonamente su labio inferior. Para su horror, se descubrió respondiendo, sin poder mantener su boca cerrada y acogiendo a San en su interior. San se retiró lentamente con sus ojos ensombrecidos.
“Me encanta como besas”, murmuró ella.
“¿Qué demonios te pasa?” susurró Britt , sin poder evitar que sus manos se deslizaran hacia el pecho de San
San la atrajo hacia sí aún más, con la boca en su oído. “Sólo estoy tratando de combatir el aburrimiento”, dijo ella. “Besar es una cura aceptable”, una vez más, su boca se movió haciaBritt.
Britt tuvo tiempo de girar su cabeza, si lo hubiese elegido. Desafortunadamente, su cuerpo no estuvo de acuerdo con su cerebro y aceptó el beso, cerrando sus ojos con el contacto. Para un observador casual, ellas no eran más que dos amantes teniendo un breve momento íntimo. Lo cual, por supuesto, era loque estaban tratando de interpretar. Pero, maldita sea, ¿San tenía que hacer que pareciera tan real?
“Pensé que habíamos decidido que el beso no era aceptable”, dijo Britt en voz baja, con los ojos fijos en los labios de San.
“Nunca estuve de acuerdo con tus reglas”.
.
Estaban a un soplo de distancia y si hubiesen sido verdaderas amantes, Britt se hubiese inclinado más cerca, poseyendo nuevamente los labios que estaban tentándola.
En vez de eso, dio un paso atrás, fuera de los brazos de San. Sea cual fuese el juego que San estaba jugando, no quería saber nada de eso.
“Toma con calma el tequila, tigre. No querrás dormir en el sofá esta noche ¿verdad?”
Britt fue a ayudar a los demás, escuchando la risa ligera de San mientras se dirigía en dirección de la máquina de margarita.
ablaría con ella esta noche, decidió.No, esta asignación tampoco se encontraba en el tope de la escala de emoción para ella, pero eso no significaba que San podría improvisar en su juego de roles. Y ciertamente no significaba que podía tocarla y besarla a voluntad . El hecho de que respondiera al beso le hacía enojar aún más consigo misma que con San.
Ya no estaba de humor para fiestas, pero mantuvo una sonrisa en su rostro, prometiéndose a sí misma que evitaría a San el resto de la noche. Lo que no sería difícil de hacer. La vio conversando con Dave, con una margarita en la mano. Britt fue en la dirección opuesta
***
“¿Hasta cuándo vas a seguir con esto?”, preguntó San cuando Britt la rodeó en silencio para entrar en el cuarto de baño.
Una vez más, Britt no respondió mientras se cepillaba los dientes.
San no era de las que mantenía las cosas en su interior. Si estás enojada por algo, dilo. No podía soportar el silencio. Así que de manera infantil bloqueó la puerta para que Britt no pudiese huir a la seguridad de la habitación.
Arqueó sus cejas. “¿Cuál es tu problema?”
Britt se cruzó de brazos a la defensiva, dándole a San una mirada en blanco. “¿Tienes que preguntar?”
“Obviamente. Me evitaste en la fiesta. No me estás hablando. Así que estás enojada por algo”.
Britt sonrió. “Eres un genio. Ahora por favor, déjame pasar”.
“No. Quiero hablar ¿Es porque te besé?”
“Guau. Gran deducción”, Britt se movió para pasar por delante de ella pero San se lo impidió.
“¿Estás enojada porque te besé? Vamos, Brittany ¿En serio?”
Britt levantó la barbilla desafiante. “No me siento cómoda con esto ¿de acuerdo? No quiero que me toques. Y definitivamente no quiero que me beses”.
“No. Eso no es todo. Estás enojada conmigo porque respondiste a mi beso. Eso es todo ¿no es así?”
Britt la miró “No hice tal cosa. Te lo dije, no quiero que me beses. Nunca”.
“Oh, vamos, Brittany Qué pasa? ¿Es demasiado real? ¿Te recuerda esa noche?”
“Te aseguro que nunca pienso en esa noche”.
“Sé que estás mintiendo”.
“No es así. No tengo necesidad de recordar esa noche. No significó nada”.
La risa de San fue amarga. “Oh, cierto. Porque no soy tu tipo ¿Qué? ¿No soy lo suficientemente refinada para ti? ¿No soy lo suficientemente correcta? ¿Mi cabello no es perfecto? ¿Mi ropa? ¿Soy demasiado marimacho para ti?”, se sorprendió cuando parte de la rabia abandonó los ojos de Britt.
“No es eso y tú lo sabes. Estamos pretendiendo ser amantes, pero no, no eres alguien con quien saldría. Y no tiene nada que ver con tu condición social o tu ropa o lo que sea. Es por quien eres”, dijo Britt “Escoges mujeres y luego las tiras a la basura como si fuesen nada. No creo que sepas cómo tratar a las mujeres”.
San mentiría si dijera que eso no la había herido. Lo hizo. Y tal vez eso era cierto. Después de todo, tenía a su padre como un modelo a seguir. La ira contra su padre resurgió y se desquitó con Britt
“Cierto. Y tu compañera perfecta no tendría ninguno de los antecedentes terribles que tengo yo. No soy lo suficientemente buena para Brittany Pierce ¿verdad? Tu amante sería alguien con un trabajo mejor remunerado que el mío. Tu amante siempre sería agradable para ti, haría todo por ti, te haría el amor despacio y fluido. Ella te trataría como a una dama. ¿No es así?”
Britt le sostuvo la mirada, pero no dijo nada.
San se acercó más. “Excepto esa noche”, dijo San en voz baja. “No lo querías despacio y fluido. No lo querías como una dama. Sólo querías a alguien que te follara esa noche”, los ojos de Britt brillaron y trató de pasar por delante, pero San se lo impidió. “No. Era lo suficientemente buena para ti esa noche ¿verdad? Querías que te follara hasta que no pudieses pensar, hasta que no pudieses sentir, no pudieses ver. No pudieses caminar. Querías a alguien para echarlo todo por la borda. Era lo suficientemente buena esa noche”.
Britt se sacudió soltando su brazo. “Sí. Sí a todo eso. Era como tú esa noche”.
“Sí. Lo eras. Supongo que las dos conseguimos lo que queríamos”.
“El problema es que eres así todas las noches”.
San la dejó pasar. La puerta de la habitación no se cerró de golpe como lo esperaba. En lugar de eso, Britt la cerró silenciosamente detrás de ella.
San se volteó, mirándose a sí misma en el espejo, su ira cambiando a tristeza. Britt tenía razón. Ella no sabía cómo tratar a las mujeres. Oh, podía jugar el juego de la seducción. Era buena en eso. Y una vez que llevaba a una mujer a la cama, sabía exactamente qué hacer con ellas. También era buena en eso.
Pero Britt tenía razón. Eso era lo más lejos que podía llegar. No se molestaba con sus nombres, no tenía ningún interés en volver a verlas. No tenía ningún interés en una relación.
Había visto de primera mano cómo resultaban las cosas.Los gritos, el llanto... los golpes. Y cuando eso fallaba, todo cambiaba desquitándose con los niños.
Alejó sus recuerdos. No haría ningún bien viajar por ese camino nuevamente. Dios sabía que lo había hecho lo suficiente en los últimos quince, veinte años.
Suspiró, luego se fue a su propia rutina nocturna. Tal vez tomaría el sofá esta noche. Dudaba que Britt la quisiera en la misma habitación con ella y mucho menos en la misma cama. No tenían almohadas extra y el otro juego de sábanas estaba en el ormitorio así que apoyó su cabeza en el lado redondeado del sofá, tratando de no pensar en quién… y qué… había estado en el antes que ella.
No era exigente de ninguna manera, pero dormir en un sofá usado era repugnante.
Se retorció y se volvió, tratando de ponerse cómoda, pero el sueño la eludía. No estaba ni cerca de quedarse dormida cuando, una hora más tarde, unos faros destellaron a través de la ventana.
Se puso de pie, mirando en silencio hacia afuera. El coche se detuvo al lado.¿Fiona? Entrecerró los ojos en la oscuridad, al ver como el hombre… el Hulk de la cafetería… abría la puerta del pasajero y ayudaba a salir a una mujer. Él esperó en la puerta principal, sin entrar en la casa. Cuando cerró la puerta tras ella, él se alejó a pie, desapareciendo en el bosque.
“¿Qué demonios?”, susurró.
Hizo una nota mental de consultar mañana con el jefe sobre quien estaría trabajando en la entrada. Miró el sofá nuevamente, luego miró hacia la puerta del dormitorio.
La habitación parecía el menor de dos males. Britt estaba dormida, tomando más de su parte de la cama. San se la quedó mirando, su rostro era tan sereno y tranquilo. Hermoso. Y de ninguna manera su tipo.
Britt tendía a gravitar alrededor de las mujeres que tenían un lado lascivo. Maleducadas y malhabladas, el sexo siempre rudo y crudo.
Britt era todo lo contrario. Limpia, refinada. Elegante. La verdad era que lo que había comenzado como algo rudo y crudo había terminado siendo como algo pausado y lánguido. El sexo bajo y sucio dio paso a un acto tierno y sin prisa, como hacer el amor. Algo que no creía era capaz de hacer.
Miró unos segundos más y luego en silencio se deslizó al lado de Britt.
Para su sorpresa, Britr murmuró algo en sueños, buscando a San con sus manos. El corazón de San latió con más rapidez cuando una mano cálida se curvó alrededor de su brazo. Debió moverse, lo sabía. Britt estaría avergonzada. Pero eso se sentíatan bien. Ella sentía... que lo necesitaba. Así que se quedó dónde estaba, cerrando sus ojos cuando la mano de Britt se apretó inconscientemente.
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Guardian dela cueva capitulo 16,17
Capitulo 17
Britt esperó con impaciencia mientras la secretaria, la señora Miner, llamara al director. No, no tenía una cita, pero en realidad, ¿era la gran cosa?
“No contesta” Britt miró la puerta cerrada “¿Estás segura que está adentro?”
“Sí. Le traje café temprano. Ahora, señora Pierce…”
“Brittany, por favor”.
“Brittany, entonces. Creo que tengo que recordarle que tendremos una auditoría estatal este otoño. Sus planes de clases son muy escasos. Quiero decir, ¿zumba? Las niñas necesitan actividades, juegos. Deportes. No clase de baile”.
“Disculpe, señora Miner, pero es una secretaria ¿verdad? ¿No una educadora?”, esbozó una sonrisa. “Tal vez debería hablar de mis planes de clase con el director y no con Ud.” Miró fijamente el teléfono. “Por favor, vuelva a intentarlo”.
Ella no hizo ademán de agarrar el teléfono. “Es nueva aquí. Yo no. He visto a gente ir y venir. Voy a estar aquí mucho tiempo después que te hayas ido. Así que creo que estoy capacitada para dar consejos”.
Britt estaba a cinco segundos de tragarse a la mujercita maleducada cuando sonó su celular. Respiró profundamente, excusándose. Se sorprendió por el número que apareció.
“Soy Brittany”, dijo en voz baja. “Necesito verte”.
Britt miró hacia la puerta cerrada y luego nuevamente a la señora Miner. “Estoy justo afuera de su oficina”, casi susurró.
“Está bien. He estado evitándola. Dígale que me llame de nuevo”. Britt puso su teléfono en el bolsillo mientras se acercaba a la mesa de la señora Miner nuevamente. “¿Le importaría darle otra llamada? Realmente necesito hablar con él esta mañana”.
“Obviamente está ocupado con algo”. Britt apretó los dientes. “Por favor. Una vez más”.
“Muy bien”, la señora Miner pareció sorprendida cuando él contestó. “Siento molestarlo, Director Avery, pero Brittany Pierce está aquí para verlo”, miró a Britt. “Sí, señor”, la decepción se reflejó claramente en su rostro e hizo un gesto hacia la puerta. “Él la verá ahora”.
“Gracias”.
Britt abrió y cerró la puerta rápidamente, apoyándose contra ella. Avery le estaba dando la espalda, la taza de café que la señora Miner le había entregado temprano parecía estar sin tocar.
“¿Avery?”
Él se volvió lentamente y ella quedó sin aliento, moviéndose rápidamente de la puerta.
“¿Qué demonios ha pasado?”
“Tuve un visitante anoche”.
Ella levantó su cabeza suavemente, viendo su labio partido e hinchado, sus ojos descoloridos. “¿El tipo fisicoculturista de la ciudad? ¿Al que llaman Belden?”
Él asintió. “¿Cómo lo sabes?”
Britt sacó su teléfono, desplazándose a través de sus contactos buscando el número de San. “San lo vio”.
“¿ A quién llamas?”
“Santana”.
“No. Se vería raro que la convocara aquí, sin pasar por el jefe”.
“No la estás convocando. Soy yo”.
Britt se puso de pie, esperando que San respondiera, preguntándose si estaría en un salón de clases o no. Cuando respondió, no fue su habitual ‘hola, bebé’ sino más bien un saludo muy formal.
“¿Qué pasa?”
“¿Puedes venir a la oficina del director?”
“¿Le dijiste?”
“No tuve que hacerlo. Tuvo una visita personal”.
San hizo una pausa, bajando su voz. “Estoy viendo una maldita película de entrenamiento sobre cómo ser un buen guardia de prisión. Estaré ahí tan pronto como pueda pensar en una excusa para salir”.
Britt sonrió mientras desconectaba, pero su sonrisa se desvaneció tan pronto como miró a Avery.
“¿Él te amenazó?”
“Supongo que así fue, sí. Un recordatorio para mantener a mi personal lejos de Hoganville”, se tocó el labio e hizo una mueca.
“Ni siquiera pude tomar mi café”.
“¿Por qué no nos llamaste anoche?”
“Era muy tarde. No quería hacer una escena. Salir de tu casa a esa hora para venir a la mía hubiese causado un escándalo”. Se tocó el labio nuevamente. “No soy un agente de campo”, dijo, “No tengo entrenamiento para…”
“Hiciste lo que tenías que hacer”, dijo ella. “Jugaste el papel del director de esta escuela, nada más”.
“Tuve miedo, no me importa decirlo”.
Britt realmente sintió pena por él y tocó su hombro para tranquilizarlo.
“Él trajo a Fiona a casa anoche. Santana estaba…”¿Qué? No podía decirle simplemente que habían tenido una pelea y ella estaba durmiendo en el sofá. “Ella todavía estaba levantada”, dijo
sin convicción. “Él la acompañó hasta la puerta y luego se fue a pie. Por eso vine aquí esta mañana. Santana quería saber cuán monitorizada estaban las puertas”.
“Hay un registro de todo movimiento. Está registrado. Muy sofisticado, en realidad. La tarjeta de identificación tiene un código de barras, así como los peajes de las carreteras. Y la noche del domingo, la puerta debió ser bloqueada a las diez”.
“¿Podemos obtener esa información?”
“El jefe debe tenerla. Puedo pedirle a su secretaria que la saque. Digamos que una auditoría o algo”.
Su teléfono sonó un segundo antes de que se abriera la puerta, con San bailando el vals con una furiosa señora Miner manteniendo su teléfono inútilmente detrás de ella. San le cerró la puerta en las narices.
“Pequeña curiosa entrometida, ¿no es así?”, dijo San.
“Sí, señora Miner, está bien”, dijo Avery a la secretaria que echaba humo en el teléfono “Entiendo. Se lo diré”, trató de sonreír mientras colgaba. “Protocolo de oficina”, dijo.
“Lo que sea”, murmuró San mientras se inclinaba, observando su rostro maltrecho. “Vas a tener un buen ojo morado allí ¿Qué quería?”
“Una advertencia”.
San enarcó las cejas.
“Para que permanezcamos lejos”, añadió Britt.
“¿Qué les hace pensar que no vas a levantar cargos con el sheriff y la prensa?”, preguntó San. “Tienen algo de agallas ¿no es así?”
Era una pregunta que no requería una respuesta. Britt vio comoSan paseaba, pasando su mano a través de su cabello una y otra vez. Es tan jodidamente atractiva. Britt parpadeó varias veces, tratando de sacar ese pensamiento de su mente. Por supuesto, tras eso llegó el recuerdo de la difícil situación en la que se había encontrado a sí misma esta mañana.
En la cama. Con San. Sus brazos… no los de San… habían vagado inapropiadamente durante la noche. Despertó y se encontró acurrucada cerca de San, con su mano rodeando posesivamente el brazo de San.
Gracias a Dios despertó primero. Sólo podía imaginar las burlas sin piedad si San hubiese sido la primera en despertar y hubiese encontrado a Britt acurrucada contra ella.
“¿Qué tal esto?”, dijo San “Voy a la cafetería en uniforme. Lo enfrento. Y averiguo qué demonios está pasando”.
“No creo que sea una buena idea”, dijo Avery “Nos gustaría pensar que la escuela es segura, pero al parecer no lo es. Desbloquear las puertas fuera del horario requiere permiso especial de mí. Obviamente ese no fue el caso”.
“Si hicieron esto como una advertencia, sólo puedo imaginar las represalias en caso de que los enfrentemos”, dijo Britt. “¿Así que sólo lo dejamos pasar?”
“Creo que eso es a lo que están acostumbrados” dijo Avery “Ellos controlan Hoganville, controlan la escuela”.
San miró de uno a otro. “Sí, pero ¿quiénes son ellos?”
***
Fiona tomó un sorbo de café, escuchando las preocupaciones de sus amigos.
Amigos. Ese pensamiento le pareció divertido y levantó la mirada, sonriendo mientras Robbie frotaba su brazo cariñosamente. “
"Te ves tan pálida, Fiona ¿Te ha visto un médico?”
“Sí”, mintió “Sólo fue una infección. No podía retener nada”.
“Bueno ¿necesitas algo? Puedo pedirle a Charlotte que te haga sopa”, ofreció ella.
“Gracias, pero...”
Fiona estuvo a punto de declinar, pero se sintió genuinamente conmovida. “Eso estaría bien”, dijo a cambio.
“Grandioso”, Robbie hizo una pausa. “Supongo que no has conocido a tus nuevas vecinas ¿verdad?.
Fiona negó con la cabeza. “Ya era tarde cuando llegué a casa ¿Son agradables?”
“Sí, parecen agradables. Han asistido a nuestras reuniones. Desearía que estuvieses este fin de semana, Fiona. Nos divertimos mucho”.
“Lo sé. Pero mi madre me espera en casa”.
“Tienes más de treinta años, Fiona”, dijo Jules. “Seguramente puedes hacer tus propias cosas”.
Fiona negó con la cabeza. “No funciona de esa manera”, dijo reconociendo la tristeza en su voz. Inmediatamente se sintió culpable, sabiendo que le debía a Madre Hogan todo lo que tenía.
“Quiero decir, la familia es lo primero”,ahora más, pensó.
“Está bien. Bueno, si necesitas algo, háznoslo saber”, dijo Jules.
“Te traeré algo de sopa esta tarde”, añadió Robbie.
Jules frotó su hombro mientras pasaba junto a ella. “Espero que te sientas mejor”.
Una vez a solas, Fiona dejó su café a un lado. Sí, eran sus amigas. No en el sentido tradicional, por supuesto.
Esencialmente manejaba dos vidas, a la que había sido asignada años atrás. Fue una de las pocas que tuvo que dejar la seguridad de Hoganville para aventurarse en el mundo, todo para mantener Hoganville… y las cuevas… a salvo. Había cierta seguridad con el número y había sabido por algún tiempo que su rebaño se estaba reduciendo. Nunca hizo mención de eso, ni siquiera a su propia
madre.
Ahora parecía un poco tarde para preocupar a Madre Hogan con eso. Instintivamente pasó la mano por su vientre, frotándolo suavemente. Estaba creciendo allí, lo sabía. Podía sentirlo.
Pero un escalofrío pasó por su cuerpo cuando recordó la sangre entre sus piernas y las manos frías como reptiles sobre su cuerpo. A pesar que madre Hogan insistía en que era Antel quien la visitaba todas las noches, sabía que no era así. Antel tomó su inocencia en la cámara durante la cópula. Sospechaba que Antel nunca la había tocado nuevamente. Sintió una lágrimadeslizándose por su rostro y la limpió rápidamente.
Sin lágrimas. No se le permitía llorar. Era demasiado tarde para eso.
Se puso de pie, con las piernas adoloridas. Los moretones no se habían desvanecido por completo, pero nadie había hecho mención de los pantalones y la camisa manga larga que llevaba durante el calor de verano.
Echó un vistazo al reloj de pared y luego miró la cafetera nuevamente. Su primera clase sería en otros cuarenta y cinco minutos. Podía disponer de tiempo para otra taza. Luego se dirigiría a su salón de clases para prepararse. A pesar de que se sentía baja de energía, estaba ansiando volver a ella. Allí, por lo menos, se sentía normal. Se sorprendió por la rápida sonrisa que surgió de sus labios ¿Normal? Esta era la semana de la Celebración. Cualquiera de sus compañeros de trabajo enloquecerían por la ceremonia... y la persecución que se produciría dentro de las cuevas. Su sonrisa rápidamente se desvaneció de su rostro, el sabor del café ya no era atractivo.
Salió por la puerta mecánicamente, con la mente en blanco mientras caminaba por el pasillo familiar hacia su salón de clases.
Britt esperó con impaciencia mientras la secretaria, la señora Miner, llamara al director. No, no tenía una cita, pero en realidad, ¿era la gran cosa?
“No contesta” Britt miró la puerta cerrada “¿Estás segura que está adentro?”
“Sí. Le traje café temprano. Ahora, señora Pierce…”
“Brittany, por favor”.
“Brittany, entonces. Creo que tengo que recordarle que tendremos una auditoría estatal este otoño. Sus planes de clases son muy escasos. Quiero decir, ¿zumba? Las niñas necesitan actividades, juegos. Deportes. No clase de baile”.
“Disculpe, señora Miner, pero es una secretaria ¿verdad? ¿No una educadora?”, esbozó una sonrisa. “Tal vez debería hablar de mis planes de clase con el director y no con Ud.” Miró fijamente el teléfono. “Por favor, vuelva a intentarlo”.
Ella no hizo ademán de agarrar el teléfono. “Es nueva aquí. Yo no. He visto a gente ir y venir. Voy a estar aquí mucho tiempo después que te hayas ido. Así que creo que estoy capacitada para dar consejos”.
Britt estaba a cinco segundos de tragarse a la mujercita maleducada cuando sonó su celular. Respiró profundamente, excusándose. Se sorprendió por el número que apareció.
“Soy Brittany”, dijo en voz baja. “Necesito verte”.
Britt miró hacia la puerta cerrada y luego nuevamente a la señora Miner. “Estoy justo afuera de su oficina”, casi susurró.
“Está bien. He estado evitándola. Dígale que me llame de nuevo”. Britt puso su teléfono en el bolsillo mientras se acercaba a la mesa de la señora Miner nuevamente. “¿Le importaría darle otra llamada? Realmente necesito hablar con él esta mañana”.
“Obviamente está ocupado con algo”. Britt apretó los dientes. “Por favor. Una vez más”.
“Muy bien”, la señora Miner pareció sorprendida cuando él contestó. “Siento molestarlo, Director Avery, pero Brittany Pierce está aquí para verlo”, miró a Britt. “Sí, señor”, la decepción se reflejó claramente en su rostro e hizo un gesto hacia la puerta. “Él la verá ahora”.
“Gracias”.
Britt abrió y cerró la puerta rápidamente, apoyándose contra ella. Avery le estaba dando la espalda, la taza de café que la señora Miner le había entregado temprano parecía estar sin tocar.
“¿Avery?”
Él se volvió lentamente y ella quedó sin aliento, moviéndose rápidamente de la puerta.
“¿Qué demonios ha pasado?”
“Tuve un visitante anoche”.
Ella levantó su cabeza suavemente, viendo su labio partido e hinchado, sus ojos descoloridos. “¿El tipo fisicoculturista de la ciudad? ¿Al que llaman Belden?”
Él asintió. “¿Cómo lo sabes?”
Britt sacó su teléfono, desplazándose a través de sus contactos buscando el número de San. “San lo vio”.
“¿ A quién llamas?”
“Santana”.
“No. Se vería raro que la convocara aquí, sin pasar por el jefe”.
“No la estás convocando. Soy yo”.
Britt se puso de pie, esperando que San respondiera, preguntándose si estaría en un salón de clases o no. Cuando respondió, no fue su habitual ‘hola, bebé’ sino más bien un saludo muy formal.
“¿Qué pasa?”
“¿Puedes venir a la oficina del director?”
“¿Le dijiste?”
“No tuve que hacerlo. Tuvo una visita personal”.
San hizo una pausa, bajando su voz. “Estoy viendo una maldita película de entrenamiento sobre cómo ser un buen guardia de prisión. Estaré ahí tan pronto como pueda pensar en una excusa para salir”.
Britt sonrió mientras desconectaba, pero su sonrisa se desvaneció tan pronto como miró a Avery.
“¿Él te amenazó?”
“Supongo que así fue, sí. Un recordatorio para mantener a mi personal lejos de Hoganville”, se tocó el labio e hizo una mueca.
“Ni siquiera pude tomar mi café”.
“¿Por qué no nos llamaste anoche?”
“Era muy tarde. No quería hacer una escena. Salir de tu casa a esa hora para venir a la mía hubiese causado un escándalo”. Se tocó el labio nuevamente. “No soy un agente de campo”, dijo, “No tengo entrenamiento para…”
“Hiciste lo que tenías que hacer”, dijo ella. “Jugaste el papel del director de esta escuela, nada más”.
“Tuve miedo, no me importa decirlo”.
Britt realmente sintió pena por él y tocó su hombro para tranquilizarlo.
“Él trajo a Fiona a casa anoche. Santana estaba…”¿Qué? No podía decirle simplemente que habían tenido una pelea y ella estaba durmiendo en el sofá. “Ella todavía estaba levantada”, dijo
sin convicción. “Él la acompañó hasta la puerta y luego se fue a pie. Por eso vine aquí esta mañana. Santana quería saber cuán monitorizada estaban las puertas”.
“Hay un registro de todo movimiento. Está registrado. Muy sofisticado, en realidad. La tarjeta de identificación tiene un código de barras, así como los peajes de las carreteras. Y la noche del domingo, la puerta debió ser bloqueada a las diez”.
“¿Podemos obtener esa información?”
“El jefe debe tenerla. Puedo pedirle a su secretaria que la saque. Digamos que una auditoría o algo”.
Su teléfono sonó un segundo antes de que se abriera la puerta, con San bailando el vals con una furiosa señora Miner manteniendo su teléfono inútilmente detrás de ella. San le cerró la puerta en las narices.
“Pequeña curiosa entrometida, ¿no es así?”, dijo San.
“Sí, señora Miner, está bien”, dijo Avery a la secretaria que echaba humo en el teléfono “Entiendo. Se lo diré”, trató de sonreír mientras colgaba. “Protocolo de oficina”, dijo.
“Lo que sea”, murmuró San mientras se inclinaba, observando su rostro maltrecho. “Vas a tener un buen ojo morado allí ¿Qué quería?”
“Una advertencia”.
San enarcó las cejas.
“Para que permanezcamos lejos”, añadió Britt.
“¿Qué les hace pensar que no vas a levantar cargos con el sheriff y la prensa?”, preguntó San. “Tienen algo de agallas ¿no es así?”
Era una pregunta que no requería una respuesta. Britt vio comoSan paseaba, pasando su mano a través de su cabello una y otra vez. Es tan jodidamente atractiva. Britt parpadeó varias veces, tratando de sacar ese pensamiento de su mente. Por supuesto, tras eso llegó el recuerdo de la difícil situación en la que se había encontrado a sí misma esta mañana.
En la cama. Con San. Sus brazos… no los de San… habían vagado inapropiadamente durante la noche. Despertó y se encontró acurrucada cerca de San, con su mano rodeando posesivamente el brazo de San.
Gracias a Dios despertó primero. Sólo podía imaginar las burlas sin piedad si San hubiese sido la primera en despertar y hubiese encontrado a Britt acurrucada contra ella.
“¿Qué tal esto?”, dijo San “Voy a la cafetería en uniforme. Lo enfrento. Y averiguo qué demonios está pasando”.
“No creo que sea una buena idea”, dijo Avery “Nos gustaría pensar que la escuela es segura, pero al parecer no lo es. Desbloquear las puertas fuera del horario requiere permiso especial de mí. Obviamente ese no fue el caso”.
“Si hicieron esto como una advertencia, sólo puedo imaginar las represalias en caso de que los enfrentemos”, dijo Britt. “¿Así que sólo lo dejamos pasar?”
“Creo que eso es a lo que están acostumbrados” dijo Avery “Ellos controlan Hoganville, controlan la escuela”.
San miró de uno a otro. “Sí, pero ¿quiénes son ellos?”
***
Fiona tomó un sorbo de café, escuchando las preocupaciones de sus amigos.
Amigos. Ese pensamiento le pareció divertido y levantó la mirada, sonriendo mientras Robbie frotaba su brazo cariñosamente. “
"Te ves tan pálida, Fiona ¿Te ha visto un médico?”
“Sí”, mintió “Sólo fue una infección. No podía retener nada”.
“Bueno ¿necesitas algo? Puedo pedirle a Charlotte que te haga sopa”, ofreció ella.
“Gracias, pero...”
Fiona estuvo a punto de declinar, pero se sintió genuinamente conmovida. “Eso estaría bien”, dijo a cambio.
“Grandioso”, Robbie hizo una pausa. “Supongo que no has conocido a tus nuevas vecinas ¿verdad?.
Fiona negó con la cabeza. “Ya era tarde cuando llegué a casa ¿Son agradables?”
“Sí, parecen agradables. Han asistido a nuestras reuniones. Desearía que estuvieses este fin de semana, Fiona. Nos divertimos mucho”.
“Lo sé. Pero mi madre me espera en casa”.
“Tienes más de treinta años, Fiona”, dijo Jules. “Seguramente puedes hacer tus propias cosas”.
Fiona negó con la cabeza. “No funciona de esa manera”, dijo reconociendo la tristeza en su voz. Inmediatamente se sintió culpable, sabiendo que le debía a Madre Hogan todo lo que tenía.
“Quiero decir, la familia es lo primero”,ahora más, pensó.
“Está bien. Bueno, si necesitas algo, háznoslo saber”, dijo Jules.
“Te traeré algo de sopa esta tarde”, añadió Robbie.
Jules frotó su hombro mientras pasaba junto a ella. “Espero que te sientas mejor”.
Una vez a solas, Fiona dejó su café a un lado. Sí, eran sus amigas. No en el sentido tradicional, por supuesto.
Esencialmente manejaba dos vidas, a la que había sido asignada años atrás. Fue una de las pocas que tuvo que dejar la seguridad de Hoganville para aventurarse en el mundo, todo para mantener Hoganville… y las cuevas… a salvo. Había cierta seguridad con el número y había sabido por algún tiempo que su rebaño se estaba reduciendo. Nunca hizo mención de eso, ni siquiera a su propia
madre.
Ahora parecía un poco tarde para preocupar a Madre Hogan con eso. Instintivamente pasó la mano por su vientre, frotándolo suavemente. Estaba creciendo allí, lo sabía. Podía sentirlo.
Pero un escalofrío pasó por su cuerpo cuando recordó la sangre entre sus piernas y las manos frías como reptiles sobre su cuerpo. A pesar que madre Hogan insistía en que era Antel quien la visitaba todas las noches, sabía que no era así. Antel tomó su inocencia en la cámara durante la cópula. Sospechaba que Antel nunca la había tocado nuevamente. Sintió una lágrimadeslizándose por su rostro y la limpió rápidamente.
Sin lágrimas. No se le permitía llorar. Era demasiado tarde para eso.
Se puso de pie, con las piernas adoloridas. Los moretones no se habían desvanecido por completo, pero nadie había hecho mención de los pantalones y la camisa manga larga que llevaba durante el calor de verano.
Echó un vistazo al reloj de pared y luego miró la cafetera nuevamente. Su primera clase sería en otros cuarenta y cinco minutos. Podía disponer de tiempo para otra taza. Luego se dirigiría a su salón de clases para prepararse. A pesar de que se sentía baja de energía, estaba ansiando volver a ella. Allí, por lo menos, se sentía normal. Se sorprendió por la rápida sonrisa que surgió de sus labios ¿Normal? Esta era la semana de la Celebración. Cualquiera de sus compañeros de trabajo enloquecerían por la ceremonia... y la persecución que se produciría dentro de las cuevas. Su sonrisa rápidamente se desvaneció de su rostro, el sabor del café ya no era atractivo.
Salió por la puerta mecánicamente, con la mente en blanco mientras caminaba por el pasillo familiar hacia su salón de clases.
ana_bys_26- ---
- Mensajes : 555
Fecha de inscripción : 21/11/2015
Edad : 34
Guardian dela cueva capitulo 16,17,18
Capitulo 18
A pesar de su interacción anterior con Avery, la tensión entre ellas todavía era marcada y la conversación intrascendente, por lo menos. Britt sabía que tenía que pedir disculpas. Ella había empezado la discusión. Fuese cual fuese el juego que estuviesen jugando en público, tenía que seguirlo y no tomarlo como algo personal. ¿Besar? Bueno, podría manejarlo. No podía enojarse cada vez que San hiciera algo que ella considerara inadecuado. Eso haría que la asignación fuese muy larga. Después de sazonar las pechugas de pollo y colocarlas en el horno, encontró a San donde la había dejado anteriormente…estirada en el sofá…con los ojos cerrados.
No estaba dormida, lo sabía. Miró hacia el espacio vacío en la pared donde los inquilinos anteriores, sin duda, habían mantenido un televisor. Tal vez como ofrenda de paz, sugeriría un viaje a San Agustín para comprar uno para ellas. No era una gran observadora de televisión, pero tal vez San lo era. Aunque nada más, eso podría proporcionar entretenimiento sin sentido.
Se aclaró la garganta, a punto de hacer participar a San en la conversación cuando el teléfono de San sonó. Sin abrir los ojos, extendió la mano y lo agarró. San asintió, luego se sentó, cambió su teléfono en modo de altavoz y lo colocó sobre la mesa.
“Está bien. Estás en altavoz”, dijo San.
“Hola, Britt”.
Britt sonrió. “Hola, Puck ¿Cómo estás?”
“Calvo y hermoso como siempre”, dijo él “¿Cómo están ustedes?”
Britt y San se miraron la una a la otra, ambas con las cejas levantadas.
San finalmente sonrió. “No me ha matado todavía”, dijo San. “Sin embargo ha pensado en ello”.
Britt también sonrió “Sí. Lo he pensado tres veces”.
“Y ni siquiera han pasado tres semanas”, se rió él.
“Pero no te culpo”.
“Claro. Toma partido”, dijo San.
“¿Qué pasa? ¿Tienes algo nuevo?”
“Permítanme decir que ya estoy harto de toda la investigación sobre Hoganville. Ya que es muy difícil de encontrar. Al parecer, siempre han mantenido un perfil bajo”.
“¿Surgió algo en las partidas de nacimiento?”, preguntó Britt.
“Inconsistente. Aún están revisando los datos, pero Avery parece estar en lo correcto. Escuchen lo que encontramos hoy…”, dijo “…primero encontramos mención de eso en un libro publicado en los años 60 sobre la historia de Angelina National Forest. Encontramos la historia en el periódico Lufkin fechado en 1959”, hizo una pausa. “¿Pueden creer que tienen esa mierda archivada desde ese tiempo? En fin, un pastor desapareció después de decir todo un cuento”, dijo él.
San se levantó y fue hacia la nevera. “Espera. Creo que voy a necesitar una cerveza para esto”, dijo ella. Echó un vistazo a Britt, quien negó con la cabeza.
“Al parecer, algo le estaba robando ovejas a este hombre. Sospechaba que eran coyotes, no robo de ganado, tan sólo uno o dos se perdían a la vez. Una mañana, estaba afuera con la manada y encontró a uno mutilado y destripado, pero no comido. Una vez más, supuso que sería un coyote. Así que su plan fue vigilar a la manada esa noche… con su arma… y matar al coyote sediento de sangre”, dijo él.
San se echó a reír. “¿En serio? ¿Eso es lo que dice el periódico? ¿Sediento de sangre?”
“No. Ellos dijeron bribón. Estoy parafraseando”.
“¿Bribón?”, San negó con la cabeza. “Está bien. Sigue adelante”, dijo tomando un largo trago de su cerveza.
“Correcto. Así que él está afuera con el rebaño, vigilando. Dijo que a medianoche, ante su nariz, vio movimiento en el bosque. Pero no eran coyotes. Contó a quince personas, todas vestidas con túnicas negras. Tenían cuerdas y estaban tratando de enlazar a una de sus ovejas. Así que disparó al aire para asustarlos. En lugar de huir, corrieron tras él”, dijo Puck “Obviamente, él llegó a casa de manera segura. Echó su cuento la siguiente noche en el bar local. Nadie le creyó”.
“¿Y terminó desaparecido?”
“Sip. Dos días más tarde. Nunca encontraron un rastro de él”.
“¿Alguna evidencia de su historia fue investigada?”
“No en este artículo. Sam revisó los dos meses siguientes, creo, pero la única mención sobre eso fue que no hubo pistas de su desaparición. Así que no”
“¿Dónde vivía ese sujeto? ¿Qué tan cerca de Hoganville?”
“Vivía cerca de un pequeño lugar llamado Straw”, dijo él “Veinte kilómetros más o menos de Hoganville. Y sí, lo revisamos. Nada. La taberna, donde contó su historia es cosa del pasado. Hay algunas casas, nada más”.
San se encogió de hombros. “Interesante historia”, dijo ella.
“¿Túnicas? ¿Ovejas mutiladas?”, miró a Britt. “¿Satánico?”
“Algo de eso, supongo. Ciertamente no soy una experta”, dijo ella. “Seguimos regresando a los cultos ¿no es así?”
“Así que han estado en el pueblo ¿no?”, preguntó Puck. “Me enteré de su visita a una cafetería”.
“Sí, el café era muy divertido. Pero sabes que no es realmente un pueblo ¿no? Incluso las casas, todas se ven desiertas”, dijo San.
“Como si la comunidad se estuviese muriendo”, agregó Britt.
“Avery la llama vieja. No hay niños o jóvenes”.
“Entonces ¿es tan espeluznante cómo suena?”
“Y algo más”, dijo San. “Algo está pasando ahí. Pero, obviamente, la mayor parte es especulación. Una de las profesoras relató su historia sobre su visita a la tienda de comestibles. Eso sí que fue francamente aterrador”.
“Permítanme decir que me alegra que sean ustedes las que están allí y no Sam y yo”, hizo una pausa. “Así que ¿cómo es el entretenimiento nocturno?”
San miró a Britt. “¿Qué quieres decir?”
“Bueno, ya sabes, ¿ya has conocido a alguna amiguita?”
“Se supone que somos una pareja felizmente casada ¿recuerdas?”, dijo San .
“Sí, por supuesto. Pero si Britt está amenazando con dispararte, imagino que has estado examinando a las damas con ojos de deseo”.
San miró fijamente a Britt, con una ceja arqueada.
¿Quieres que le diga por qué estás enojada conmigo?”
“No”, dijo ella.
“Puck, ¿hay algo más?”
“Oh, ya veo. Mi señal para colgar. Está bien, chicas. Traten de no pelear. Estaremos en contacto”.
La disculpa que originalmente había planeado pronunciar, quedó en el olvido cuando la sonrisa en el rostro de San creció.
Britt giró sobre sus talones y se retiró hacia la cocina, mirando la botella de vino que pretendía tener con su cena. Suspiró tratando de alcanzar el sacacorchos.
A pesar de su interacción anterior con Avery, la tensión entre ellas todavía era marcada y la conversación intrascendente, por lo menos. Britt sabía que tenía que pedir disculpas. Ella había empezado la discusión. Fuese cual fuese el juego que estuviesen jugando en público, tenía que seguirlo y no tomarlo como algo personal. ¿Besar? Bueno, podría manejarlo. No podía enojarse cada vez que San hiciera algo que ella considerara inadecuado. Eso haría que la asignación fuese muy larga. Después de sazonar las pechugas de pollo y colocarlas en el horno, encontró a San donde la había dejado anteriormente…estirada en el sofá…con los ojos cerrados.
No estaba dormida, lo sabía. Miró hacia el espacio vacío en la pared donde los inquilinos anteriores, sin duda, habían mantenido un televisor. Tal vez como ofrenda de paz, sugeriría un viaje a San Agustín para comprar uno para ellas. No era una gran observadora de televisión, pero tal vez San lo era. Aunque nada más, eso podría proporcionar entretenimiento sin sentido.
Se aclaró la garganta, a punto de hacer participar a San en la conversación cuando el teléfono de San sonó. Sin abrir los ojos, extendió la mano y lo agarró. San asintió, luego se sentó, cambió su teléfono en modo de altavoz y lo colocó sobre la mesa.
“Está bien. Estás en altavoz”, dijo San.
“Hola, Britt”.
Britt sonrió. “Hola, Puck ¿Cómo estás?”
“Calvo y hermoso como siempre”, dijo él “¿Cómo están ustedes?”
Britt y San se miraron la una a la otra, ambas con las cejas levantadas.
San finalmente sonrió. “No me ha matado todavía”, dijo San. “Sin embargo ha pensado en ello”.
Britt también sonrió “Sí. Lo he pensado tres veces”.
“Y ni siquiera han pasado tres semanas”, se rió él.
“Pero no te culpo”.
“Claro. Toma partido”, dijo San.
“¿Qué pasa? ¿Tienes algo nuevo?”
“Permítanme decir que ya estoy harto de toda la investigación sobre Hoganville. Ya que es muy difícil de encontrar. Al parecer, siempre han mantenido un perfil bajo”.
“¿Surgió algo en las partidas de nacimiento?”, preguntó Britt.
“Inconsistente. Aún están revisando los datos, pero Avery parece estar en lo correcto. Escuchen lo que encontramos hoy…”, dijo “…primero encontramos mención de eso en un libro publicado en los años 60 sobre la historia de Angelina National Forest. Encontramos la historia en el periódico Lufkin fechado en 1959”, hizo una pausa. “¿Pueden creer que tienen esa mierda archivada desde ese tiempo? En fin, un pastor desapareció después de decir todo un cuento”, dijo él.
San se levantó y fue hacia la nevera. “Espera. Creo que voy a necesitar una cerveza para esto”, dijo ella. Echó un vistazo a Britt, quien negó con la cabeza.
“Al parecer, algo le estaba robando ovejas a este hombre. Sospechaba que eran coyotes, no robo de ganado, tan sólo uno o dos se perdían a la vez. Una mañana, estaba afuera con la manada y encontró a uno mutilado y destripado, pero no comido. Una vez más, supuso que sería un coyote. Así que su plan fue vigilar a la manada esa noche… con su arma… y matar al coyote sediento de sangre”, dijo él.
San se echó a reír. “¿En serio? ¿Eso es lo que dice el periódico? ¿Sediento de sangre?”
“No. Ellos dijeron bribón. Estoy parafraseando”.
“¿Bribón?”, San negó con la cabeza. “Está bien. Sigue adelante”, dijo tomando un largo trago de su cerveza.
“Correcto. Así que él está afuera con el rebaño, vigilando. Dijo que a medianoche, ante su nariz, vio movimiento en el bosque. Pero no eran coyotes. Contó a quince personas, todas vestidas con túnicas negras. Tenían cuerdas y estaban tratando de enlazar a una de sus ovejas. Así que disparó al aire para asustarlos. En lugar de huir, corrieron tras él”, dijo Puck “Obviamente, él llegó a casa de manera segura. Echó su cuento la siguiente noche en el bar local. Nadie le creyó”.
“¿Y terminó desaparecido?”
“Sip. Dos días más tarde. Nunca encontraron un rastro de él”.
“¿Alguna evidencia de su historia fue investigada?”
“No en este artículo. Sam revisó los dos meses siguientes, creo, pero la única mención sobre eso fue que no hubo pistas de su desaparición. Así que no”
“¿Dónde vivía ese sujeto? ¿Qué tan cerca de Hoganville?”
“Vivía cerca de un pequeño lugar llamado Straw”, dijo él “Veinte kilómetros más o menos de Hoganville. Y sí, lo revisamos. Nada. La taberna, donde contó su historia es cosa del pasado. Hay algunas casas, nada más”.
San se encogió de hombros. “Interesante historia”, dijo ella.
“¿Túnicas? ¿Ovejas mutiladas?”, miró a Britt. “¿Satánico?”
“Algo de eso, supongo. Ciertamente no soy una experta”, dijo ella. “Seguimos regresando a los cultos ¿no es así?”
“Así que han estado en el pueblo ¿no?”, preguntó Puck. “Me enteré de su visita a una cafetería”.
“Sí, el café era muy divertido. Pero sabes que no es realmente un pueblo ¿no? Incluso las casas, todas se ven desiertas”, dijo San.
“Como si la comunidad se estuviese muriendo”, agregó Britt.
“Avery la llama vieja. No hay niños o jóvenes”.
“Entonces ¿es tan espeluznante cómo suena?”
“Y algo más”, dijo San. “Algo está pasando ahí. Pero, obviamente, la mayor parte es especulación. Una de las profesoras relató su historia sobre su visita a la tienda de comestibles. Eso sí que fue francamente aterrador”.
“Permítanme decir que me alegra que sean ustedes las que están allí y no Sam y yo”, hizo una pausa. “Así que ¿cómo es el entretenimiento nocturno?”
San miró a Britt. “¿Qué quieres decir?”
“Bueno, ya sabes, ¿ya has conocido a alguna amiguita?”
“Se supone que somos una pareja felizmente casada ¿recuerdas?”, dijo San .
“Sí, por supuesto. Pero si Britt está amenazando con dispararte, imagino que has estado examinando a las damas con ojos de deseo”.
San miró fijamente a Britt, con una ceja arqueada.
¿Quieres que le diga por qué estás enojada conmigo?”
“No”, dijo ella.
“Puck, ¿hay algo más?”
“Oh, ya veo. Mi señal para colgar. Está bien, chicas. Traten de no pelear. Estaremos en contacto”.
La disculpa que originalmente había planeado pronunciar, quedó en el olvido cuando la sonrisa en el rostro de San creció.
Britt giró sobre sus talones y se retiró hacia la cocina, mirando la botella de vino que pretendía tener con su cena. Suspiró tratando de alcanzar el sacacorchos.
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Guardian dela cueva capitulo 16,17,18,19
Capitulo 19
Fiona sintió su excitación crecer cuando se unió a los demás en la cámara.
Con su nuevo traje negro, ya no se sentía como una paria, relegada al fondo de la pared, donde se colocaban a los inocentes, vestidos de túnica blanca. Ahora miró hacia atrás, viendo solamente una túnica blanca.
Era Elizabeth, la hermana de Belden. Ahora tendría unos cincuenta años, supuso Fiona. Se preguntaba qué había hecho para desagradar a la Madre Hogan.
Apartó la mirada, sintiendo lástima por Elizabeth. En la última celebración en octubre, Fiona había estado de pie al lado de Elizabeth, eran las últimas dos inocentes.
Por supuesto, ese no había sido siempre el caso. Recordó un momento en que había habido ocho o nueve de ellos. Poco a poco, habían sido sacrificados, en su mayoría por la desobediencia. Randal se había escapado, algo que Fiona había soñado en secreto. Belden y los cazadores lo encontraron y lo
trajeron de vuelta. Randal simplemente no había sido sacrificado. Había sido ofrecido como un sacrificio.
Había sido llevado más allá de la cámara en las cuevas donde sus gritos se escucharon en el silencio sepulcral. Escuchar eso había ahuyentado cualquier pensamiento de escapar.
Ella conocía su lugar y se había resignado a su destino. Madre Hogan tenía planes para ella y absorbió todo lo que pudo de los libros, consciente de que iba a ser enviada al exterior para que pudiera aprender a enseñar. Su misión era la de integrarse en la escuela, algo que había logrado.
Por desgracia, los cuatro años que había pasado en el exterior sólo había alimentado su sueño de salir de aquí... y dejar las pesadillas que la atormentaban. En última instancia, el miedo se impuso y se mantuvo fiel a la Madre Hogan y al rebaño.
Ahora temía que todo sería más complicado que antes, mientras frotaba suavemente su vientre, consciente de que algo estaba creciendo dentro de ella ¿Era hijo de Antel? ¿O era algo más? Cerró los ojos, persiguiendo el sueño inalcanzable que quedaba justo fuera de su alcance. Sin rostro, sin cuerpo. Sólo manos frías. El grito la sacó de sus cavilaciones.
Belden y los otros estaban llevando a la chica que había sido elegida para el sacrificio. Fiona observó con fascinación como la chica luchaba, sus gritos altos y chillones. A madre Hogan le
gustaba eso, lo sabía.
Miró el rostro de la mujer mayor, quien ampliaba su sonrisa con cada grito. Esta noche sólo sería un aperitivo. Mañana, la chica se vería obligada a tomar una de las pociones de Madre Hogan.
Mañana, no gritaría. Mañana iba a ser ofrecida. Mañana iban a darse un festín. Se darían todo un festín mientras la chica corría por su vida en las cuevas.
Madre Hogan dio un paso adelante, mirando a la chica.
Fiona podía sentir la emoción en la cámara. Era un ritual que había ocurrido durante más años de lo que alguien pudiese saber.
Madre Hogan asintió hacia Belden y la chica fue levantada con facilidad en el altar. Su lucha no duró mucho ya que las correas de cuero fueron aseguradas con soltura. Fiona pudo ver a la temblorosa chica, sus ojos muy abiertos por el miedo.
Madre Hogan metió la mano en el altar de piedra donde guardaba el cuchillo. Oyó el roce suave mientras era retirado de su funda protectora. Madre Hogan lo sostuvo en alto, su larga superficie
lisa reflejaba la luz de las antorchas y brillaba agradablemente sobre su cabeza.
“¡No! Por favor, no”, la chica gritó entonces, con los ojos clavados en el cuchillo.
Madre Hogan rió deliciosamente mientras jugueteaba con el cuchillo hacia atrás y hacia delante en frente de la chica, sus gritos se convirtieron en sollozos.
“Por favor, no me haga daño”, exclamó la muchacha “Por favor”.
“Sí. Hemos escuchado esa súplica cientos de veces anteriormente”, dijo Madre Hogan.
Se volvió hacia los ancianos, todos ellos observando cada movimiento. El cuchillo golpeó rápidamente, cortando el brazo de la chica como si fuese nada más que mantequilla. Fiona, como los otros, aplaudieron cuando el primer sangrado fue derramado. Era esperado por ellos.
La chica maulló como el animal herido que era.
Madre Hogan pasó los dedos por la sangre que corría por el brazo de la chica y luego los levantó para que el rebaño viera. Todos observaron con gran expectación mientras la Madre Hogan se lamía los dedos secándolos y luego fue por más.
La cabeza de la chica giró hacia un lado, con sus ojos vidriosos por la angustia ante su desesperada situación.
Por un segundo, Fiona sintió compasión por ella, consciente de lo que vendría mañana por la noche. Apartó ese sentimiento. Esto no tendría ninguna utilidad para ella si empatizaba con esta chica. Su destino estaba sellado.
En cambio, observó cómo los seis ancianos imitaban las acciones de Madre Hogan, participando de su aperitivo para la fiesta de mañana.
Fiona sintió su excitación crecer cuando se unió a los demás en la cámara.
Con su nuevo traje negro, ya no se sentía como una paria, relegada al fondo de la pared, donde se colocaban a los inocentes, vestidos de túnica blanca. Ahora miró hacia atrás, viendo solamente una túnica blanca.
Era Elizabeth, la hermana de Belden. Ahora tendría unos cincuenta años, supuso Fiona. Se preguntaba qué había hecho para desagradar a la Madre Hogan.
Apartó la mirada, sintiendo lástima por Elizabeth. En la última celebración en octubre, Fiona había estado de pie al lado de Elizabeth, eran las últimas dos inocentes.
Por supuesto, ese no había sido siempre el caso. Recordó un momento en que había habido ocho o nueve de ellos. Poco a poco, habían sido sacrificados, en su mayoría por la desobediencia. Randal se había escapado, algo que Fiona había soñado en secreto. Belden y los cazadores lo encontraron y lo
trajeron de vuelta. Randal simplemente no había sido sacrificado. Había sido ofrecido como un sacrificio.
Había sido llevado más allá de la cámara en las cuevas donde sus gritos se escucharon en el silencio sepulcral. Escuchar eso había ahuyentado cualquier pensamiento de escapar.
Ella conocía su lugar y se había resignado a su destino. Madre Hogan tenía planes para ella y absorbió todo lo que pudo de los libros, consciente de que iba a ser enviada al exterior para que pudiera aprender a enseñar. Su misión era la de integrarse en la escuela, algo que había logrado.
Por desgracia, los cuatro años que había pasado en el exterior sólo había alimentado su sueño de salir de aquí... y dejar las pesadillas que la atormentaban. En última instancia, el miedo se impuso y se mantuvo fiel a la Madre Hogan y al rebaño.
Ahora temía que todo sería más complicado que antes, mientras frotaba suavemente su vientre, consciente de que algo estaba creciendo dentro de ella ¿Era hijo de Antel? ¿O era algo más? Cerró los ojos, persiguiendo el sueño inalcanzable que quedaba justo fuera de su alcance. Sin rostro, sin cuerpo. Sólo manos frías. El grito la sacó de sus cavilaciones.
Belden y los otros estaban llevando a la chica que había sido elegida para el sacrificio. Fiona observó con fascinación como la chica luchaba, sus gritos altos y chillones. A madre Hogan le
gustaba eso, lo sabía.
Miró el rostro de la mujer mayor, quien ampliaba su sonrisa con cada grito. Esta noche sólo sería un aperitivo. Mañana, la chica se vería obligada a tomar una de las pociones de Madre Hogan.
Mañana, no gritaría. Mañana iba a ser ofrecida. Mañana iban a darse un festín. Se darían todo un festín mientras la chica corría por su vida en las cuevas.
Madre Hogan dio un paso adelante, mirando a la chica.
Fiona podía sentir la emoción en la cámara. Era un ritual que había ocurrido durante más años de lo que alguien pudiese saber.
Madre Hogan asintió hacia Belden y la chica fue levantada con facilidad en el altar. Su lucha no duró mucho ya que las correas de cuero fueron aseguradas con soltura. Fiona pudo ver a la temblorosa chica, sus ojos muy abiertos por el miedo.
Madre Hogan metió la mano en el altar de piedra donde guardaba el cuchillo. Oyó el roce suave mientras era retirado de su funda protectora. Madre Hogan lo sostuvo en alto, su larga superficie
lisa reflejaba la luz de las antorchas y brillaba agradablemente sobre su cabeza.
“¡No! Por favor, no”, la chica gritó entonces, con los ojos clavados en el cuchillo.
Madre Hogan rió deliciosamente mientras jugueteaba con el cuchillo hacia atrás y hacia delante en frente de la chica, sus gritos se convirtieron en sollozos.
“Por favor, no me haga daño”, exclamó la muchacha “Por favor”.
“Sí. Hemos escuchado esa súplica cientos de veces anteriormente”, dijo Madre Hogan.
Se volvió hacia los ancianos, todos ellos observando cada movimiento. El cuchillo golpeó rápidamente, cortando el brazo de la chica como si fuese nada más que mantequilla. Fiona, como los otros, aplaudieron cuando el primer sangrado fue derramado. Era esperado por ellos.
La chica maulló como el animal herido que era.
Madre Hogan pasó los dedos por la sangre que corría por el brazo de la chica y luego los levantó para que el rebaño viera. Todos observaron con gran expectación mientras la Madre Hogan se lamía los dedos secándolos y luego fue por más.
La cabeza de la chica giró hacia un lado, con sus ojos vidriosos por la angustia ante su desesperada situación.
Por un segundo, Fiona sintió compasión por ella, consciente de lo que vendría mañana por la noche. Apartó ese sentimiento. Esto no tendría ninguna utilidad para ella si empatizaba con esta chica. Su destino estaba sellado.
En cambio, observó cómo los seis ancianos imitaban las acciones de Madre Hogan, participando de su aperitivo para la fiesta de mañana.
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Guardian dela cueva capitulo 16,17,18,19,20
Capitulo 20
“Conocí a Fiona hoy”, dijo Britt mientras servía patatas para ella.
San levantó una ceja. “¿Y? ¿Tiene cuernos?”
Britt sonrió, la primera sonrisa verdadera que San había recibido de ella el día de hoy.
“No, ella no tiene cuernos. Fue muy amable, pero definitivamente había algo raro en ella”, dijo Britt. “Fue demasiado cordial, pero distante, si eso tiene sentido”.
“¿Pretende ser abierta, pero sin serlo?”
“Supongo, pero fue agradable. Creo que podría llamarla dulce. Sin embargo la visita no duró mucho. Traía su clase para su hora de ejercicio”, Britt se echó a reír. “Te lo juro, esta es la peor asignación que he tenido. Hicimos carreras de velocidad y las chicas lo odiaron. Y como castigo, no me hablaron”.
“¿Ese fue el castigo?”, preguntó San, tomando su plato de Britt.
“Gracias”.
“No hay de qué. Y no, eso fue un bono, sólo que no lo sabían”, dijo con una sonrisa. “He decidido que odio a los chicos. Los adolescentes, de todos modos”.
San cortó el pescado al horno con su tenedor, mirándolo con recelo. Sólo comía pescado de una manera y era frito. Pero tomando en cuenta cuan frías habían estado las cosas entre ellas, no quiso molestar más a Britt con su comentario. Así que se armó de valor con el primer bocado, preparándose para tragarlo a la fuerza. Estaba sorprendentemente bueno.
Levantó la vista, viendo la expresión divertida de Britt.
“¿Qué?”, dijo con la boca llena.
“Preparada para odiarlo ¿no es así?”
“Estoy acostumbrada al pescado frito del sur”, dijo “Pero esto está bueno”.
“Gracias. Normalmente pongo una pasta de harina de maíz cuando cocino pescado…”, dijo Britt, “…pero pensé que te gustaría más así”.
San estuvo conmovida por el hecho de que Britt se preocupara por lo que a San pudiese o no gustarle. Sobre todo por su argumento de la otra noche, algo de lo que aún no habían hablado o pedido disculpas.
“Gracias”, dijo San. “Pero tomando en cuenta que no cocino, no puedo exactamente ser exigente. No tienes que cambiar las cosas por mí”.
“Sé que no tengo que hacerlo”.
El silencio se prolongó, su ligereza anterior dio paso a la tensión reprimida nuevamente. San, por su parte, había tenido bastante de eso.
Agarró su copa de vino tomando un gran sorbo. Nunca había sido de las que hablaban de cosas… sentimientos. Sabía que eso provenía de su infancia, donde hablar nunca ocurría. Como adulta, nunca había estado en ninguna clase de relación en la que se requiriera hacerlo. Pero estaba atrapada aquí con Britt en algo que podría durar varios meses. Si estas primeras semanas eran una muestra, terminarían matándose una a la otra antes de llegar al final de su asignación…
“Hablemos de ello”, dijo ella. “Terminemos con esto, limpiemos el aire”.
Britt bajó su tenedor. “¿Qué quieres decir?”
“Hablemos de esa noche. Hablemos de nosotras teniendo relaciones sexuales. Hablemos de nuestra discusión la semana pasada. Solo hagámoslo y acabemos de una vez. Siento como si estuviese caminando sobre cáscaras de huevo alrededor de ti”,
admitió ella. “Lo odio”.
Britt le miró fijamente durante un largo momento y San pensó que iba a negarse a hablar. Pero al parecer, sólo estaba poniendo en orden sus pensamientos.
Ella asintió. “Está bien”.
“Tú primero”, sugirió San.
“Yo no…” Britt aclaró su garganta. “Normalmente no hago ese tipo de cosas. Como aquella noche”, dijo Britt “Ese es tu juego, no el mío”.
San negó con la cabeza. “No, Brittany, eres como yo. Simplemente que no quieres admitirlo”.
“Eso no es cierto. Tú no tienes citas. Es probable que ni siquiera te molestes en aprender sus nombres”.
San ladeó la cabeza. “¿Y tú tienes citas? Quiero decir ¿aparte de Seth?”
“No salgo con Seth, pero sí, tengo citas. De vez en cuando. Si quisiera, las tendría. Si encontrara a la persona adecuada…”, dijo tomando un sorbo de su vino. “Este trabajo hace que eso sea algo difícil”.
“Cierto. Y eso es parte del problema. No tengo el tiempo ni la energía para dedicarlo a tener citas”, dijo San. “Y en ocasiones, me gusta tener compañía femenina”.
Britt resopló. “¿En ocasiones?”
“Sí, en ocasiones. Cuando tenemos un mal caso, me gusta olvidarlo todo y escapar. No soy diferente a ti en ese sentido”.
“Sí, lo eres. Normalmente me voy a casa y tomo un baño de burbujas de una hora y bebo una botella de vino caro. No me pierdo a mí misma en sexo anónimo”.
San se echó a reír. “¿Qué te hace pensar que no hago lo mismo?”
“Oh, vamos ¿En serio?”
“¿Qué? ¿Crees que todas las mañanas cuando me ves luciendo como una mierda significa que he estado con una mujer la noche anterior?”
Britt sonrió. “¿No es así?”.
“No necesariamente”.
“Vamos, Santana. Puck y Sam son tan chismosos como un grupo de chicas. Sé todo lo que pasa, tal como tú lo sabes”.
San suspiró. “Está bien, algunas veces no quiero volver a casa, a una casa vacía. A veces no quiero estar sola. El bar es una alternativa, encontrar una pareja dispuesta e ir a su casa”.
“¿Por qué siempre a su casa?”
“Para mantener el anonimato. Nunca llevo a nadie a mi casa”
Britt la miró, con las cejas levantadas.
“Está bien, bueno, tú, pero fuiste la primera”, San concedió.
“¿Realmente esperas que crea eso?”
San pensó que tal vez debería mentir y decirle a Britt que muchas mujeres habían compartido su cama. Por alguna razón, el hecho de que Britt hubiese sido la única mujer que hubiese llevado a su
apartamento la sorprendió.
Pensó nuevamente en esa noche en el bar, cuando sus caricias se habían vuelto más urgentes y sus besos abrasadores. Con otras mujeres, hubiese preferido marcharse antes de invitarlas a su espacio personal… su apartamento. Pero con Britt, ese pensamiento nunca cruzó su mente. El único pensamiento que había cruzado su mente había sido desnudarse con Britt lo más rápido posible.
Levantó su mirada encontrándose con la de ella, preguntándose si también estaba recordando su tiempo juntas ¿Se daba cuenta Britt de lo sujeta que había estado a ella esa noche? ¿Se daba
cuenta que San le habría rogado que fuese a casa con ella? Lo cual, por supuesto, no había sido necesario. Britt le había seguido voluntariamente al apartamento. Obviamente, ahora, Britt no tenía nada más que arrepentimientos de esa noche.
Finalmente asintió, respondiendo a la pregunta original de Britt.
“Sí, es la verdad. No ha habido nadie más que tú en mi cama”.
Britt la miró asombrada, arqueando sus cejas. “¿Por qué?” “¿Por qué, qué?”
“¿Por qué yo y nadie más?”, preguntó en voz baja.
San apartó la mirada, incómoda. No sabía la respuesta ¿Era porque conocía a Britt y sabía que estaría a salvo? Si fue así, eso fue completamente subconsciente. El hecho era, que en ese momento, estaba demasiado excitada para preocuparse. Siempre se había sentido atraída por Britt, aunque sabía que Britt estaba fuera de su liga. Decidió que esa no era la respuesta a dar.
“No quiero que nadie sepa donde vivo”, dijo a cambio. “No quiero complicaciones”, se encogió de hombros. “No lo sé. Tal vez porque te conocía”, dijo descubriendo la mirada inquisitiva de Britt
“Me sentí segura… contigo”, admitió finalmente.
Britt asintió “¿Te arrepientes de esa noche?”
San sonrió. “Probablemente no tanto como te arrepientes tú”.
Britt también sonrió y entonces añadió más vino a ambas copas.
“No sé si arrepentimiento sea la palabra correcta”, dijo ella. “En realidad estaba terriblemente avergonzada de enfrentarte al día siguiente”.
“¿Por qué? Las dos estuvimos dispuestas a participar”.
“Sí. Pero como he dicho, no es algo que yo haga”.
“No es como si yo fuese una extraña, Britt”.
“Es cierto”, lucía como si quisiera decir algo más y San casi podía verla en guerra consigo misma. Al parecer, perdió la batalla. “Me daba vergüenza que no fuese diferente a cualquiera de las otras mujeres que enganchabas en el bar y con las que tenías relaciones sexuales. Otra muesca para ti, por así decirlo”.
Esas palabras dolieron más de lo que debieron, San lo sabía, pero el dolor era agudo. Las otras mujeres, conocían el juego. Una conexión rápida y luego fuera de allí.Era diferente con Britt. Como ella había dicho, no era el juego que jugaba. San sentía como si la hubiese arrastrado hacia una cuneta con ella. En realidad, no fue así en absoluto. Probablemente había sido la noche más satisfactoria que jamás
hubiese tenido. Un maravilloso dar y recibir entre ellas, habían hecho el amor como si conocieran muy bien sus caricias. De hecho, estaría mintiendo si dijera que no había buscado a Britt nuevamente en el bar, con la esperanza de que se repitiera.
“No fuiste una muesca, Britt. No fue así contigo”.
Britt sólo le ofreció una sonrisa triste. Al parecer, no le creía. “¿Y? ¿Alguna palabra del registro de la puerta?”
San reconoció el cambio de tema, sabiendo que su discusión había terminado.
“Envié el archivo a Ice esta mañana. Lo miré. Lucía como un archivo de texto, pero sólo con números por todos lados. Avery me dio una lista de los números de identificación de cada código de barras de los vehículos”, dijo ella. “Si Ice intenta descifrar eso por sí mismo, podría tardar un poco. Espero que solicite ayuda con eso”.
“Esperemos que no sea la ayuda de Sam la que solicite. Sabemos cómo es con los números”. “ Sí, lo enloquecen. Y descubrí que Richard Barr era quien estaba trabajando en la puerta esa noche, cuando Belden realizó la visita a Avery”.
“¿Le contaste al Jefe Aims lo qué pasó?”
“No. Avery piensa que no debemos llamar la atención sobre eso”.
“Entonces, ¿qué hay de Barr? ¿Alguna idea del por qué dejó entrar a Belden? ¿Especialmente a esas horas?”
“Supongo que fue porque Fiona estaba en el coche”, se encogió de hombros. “La seguridad no es, obviamente, la más estricta como debería ser”.
“Conocí a Fiona hoy”, dijo Britt mientras servía patatas para ella.
San levantó una ceja. “¿Y? ¿Tiene cuernos?”
Britt sonrió, la primera sonrisa verdadera que San había recibido de ella el día de hoy.
“No, ella no tiene cuernos. Fue muy amable, pero definitivamente había algo raro en ella”, dijo Britt. “Fue demasiado cordial, pero distante, si eso tiene sentido”.
“¿Pretende ser abierta, pero sin serlo?”
“Supongo, pero fue agradable. Creo que podría llamarla dulce. Sin embargo la visita no duró mucho. Traía su clase para su hora de ejercicio”, Britt se echó a reír. “Te lo juro, esta es la peor asignación que he tenido. Hicimos carreras de velocidad y las chicas lo odiaron. Y como castigo, no me hablaron”.
“¿Ese fue el castigo?”, preguntó San, tomando su plato de Britt.
“Gracias”.
“No hay de qué. Y no, eso fue un bono, sólo que no lo sabían”, dijo con una sonrisa. “He decidido que odio a los chicos. Los adolescentes, de todos modos”.
San cortó el pescado al horno con su tenedor, mirándolo con recelo. Sólo comía pescado de una manera y era frito. Pero tomando en cuenta cuan frías habían estado las cosas entre ellas, no quiso molestar más a Britt con su comentario. Así que se armó de valor con el primer bocado, preparándose para tragarlo a la fuerza. Estaba sorprendentemente bueno.
Levantó la vista, viendo la expresión divertida de Britt.
“¿Qué?”, dijo con la boca llena.
“Preparada para odiarlo ¿no es así?”
“Estoy acostumbrada al pescado frito del sur”, dijo “Pero esto está bueno”.
“Gracias. Normalmente pongo una pasta de harina de maíz cuando cocino pescado…”, dijo Britt, “…pero pensé que te gustaría más así”.
San estuvo conmovida por el hecho de que Britt se preocupara por lo que a San pudiese o no gustarle. Sobre todo por su argumento de la otra noche, algo de lo que aún no habían hablado o pedido disculpas.
“Gracias”, dijo San. “Pero tomando en cuenta que no cocino, no puedo exactamente ser exigente. No tienes que cambiar las cosas por mí”.
“Sé que no tengo que hacerlo”.
El silencio se prolongó, su ligereza anterior dio paso a la tensión reprimida nuevamente. San, por su parte, había tenido bastante de eso.
Agarró su copa de vino tomando un gran sorbo. Nunca había sido de las que hablaban de cosas… sentimientos. Sabía que eso provenía de su infancia, donde hablar nunca ocurría. Como adulta, nunca había estado en ninguna clase de relación en la que se requiriera hacerlo. Pero estaba atrapada aquí con Britt en algo que podría durar varios meses. Si estas primeras semanas eran una muestra, terminarían matándose una a la otra antes de llegar al final de su asignación…
“Hablemos de ello”, dijo ella. “Terminemos con esto, limpiemos el aire”.
Britt bajó su tenedor. “¿Qué quieres decir?”
“Hablemos de esa noche. Hablemos de nosotras teniendo relaciones sexuales. Hablemos de nuestra discusión la semana pasada. Solo hagámoslo y acabemos de una vez. Siento como si estuviese caminando sobre cáscaras de huevo alrededor de ti”,
admitió ella. “Lo odio”.
Britt le miró fijamente durante un largo momento y San pensó que iba a negarse a hablar. Pero al parecer, sólo estaba poniendo en orden sus pensamientos.
Ella asintió. “Está bien”.
“Tú primero”, sugirió San.
“Yo no…” Britt aclaró su garganta. “Normalmente no hago ese tipo de cosas. Como aquella noche”, dijo Britt “Ese es tu juego, no el mío”.
San negó con la cabeza. “No, Brittany, eres como yo. Simplemente que no quieres admitirlo”.
“Eso no es cierto. Tú no tienes citas. Es probable que ni siquiera te molestes en aprender sus nombres”.
San ladeó la cabeza. “¿Y tú tienes citas? Quiero decir ¿aparte de Seth?”
“No salgo con Seth, pero sí, tengo citas. De vez en cuando. Si quisiera, las tendría. Si encontrara a la persona adecuada…”, dijo tomando un sorbo de su vino. “Este trabajo hace que eso sea algo difícil”.
“Cierto. Y eso es parte del problema. No tengo el tiempo ni la energía para dedicarlo a tener citas”, dijo San. “Y en ocasiones, me gusta tener compañía femenina”.
Britt resopló. “¿En ocasiones?”
“Sí, en ocasiones. Cuando tenemos un mal caso, me gusta olvidarlo todo y escapar. No soy diferente a ti en ese sentido”.
“Sí, lo eres. Normalmente me voy a casa y tomo un baño de burbujas de una hora y bebo una botella de vino caro. No me pierdo a mí misma en sexo anónimo”.
San se echó a reír. “¿Qué te hace pensar que no hago lo mismo?”
“Oh, vamos ¿En serio?”
“¿Qué? ¿Crees que todas las mañanas cuando me ves luciendo como una mierda significa que he estado con una mujer la noche anterior?”
Britt sonrió. “¿No es así?”.
“No necesariamente”.
“Vamos, Santana. Puck y Sam son tan chismosos como un grupo de chicas. Sé todo lo que pasa, tal como tú lo sabes”.
San suspiró. “Está bien, algunas veces no quiero volver a casa, a una casa vacía. A veces no quiero estar sola. El bar es una alternativa, encontrar una pareja dispuesta e ir a su casa”.
“¿Por qué siempre a su casa?”
“Para mantener el anonimato. Nunca llevo a nadie a mi casa”
Britt la miró, con las cejas levantadas.
“Está bien, bueno, tú, pero fuiste la primera”, San concedió.
“¿Realmente esperas que crea eso?”
San pensó que tal vez debería mentir y decirle a Britt que muchas mujeres habían compartido su cama. Por alguna razón, el hecho de que Britt hubiese sido la única mujer que hubiese llevado a su
apartamento la sorprendió.
Pensó nuevamente en esa noche en el bar, cuando sus caricias se habían vuelto más urgentes y sus besos abrasadores. Con otras mujeres, hubiese preferido marcharse antes de invitarlas a su espacio personal… su apartamento. Pero con Britt, ese pensamiento nunca cruzó su mente. El único pensamiento que había cruzado su mente había sido desnudarse con Britt lo más rápido posible.
Levantó su mirada encontrándose con la de ella, preguntándose si también estaba recordando su tiempo juntas ¿Se daba cuenta Britt de lo sujeta que había estado a ella esa noche? ¿Se daba
cuenta que San le habría rogado que fuese a casa con ella? Lo cual, por supuesto, no había sido necesario. Britt le había seguido voluntariamente al apartamento. Obviamente, ahora, Britt no tenía nada más que arrepentimientos de esa noche.
Finalmente asintió, respondiendo a la pregunta original de Britt.
“Sí, es la verdad. No ha habido nadie más que tú en mi cama”.
Britt la miró asombrada, arqueando sus cejas. “¿Por qué?” “¿Por qué, qué?”
“¿Por qué yo y nadie más?”, preguntó en voz baja.
San apartó la mirada, incómoda. No sabía la respuesta ¿Era porque conocía a Britt y sabía que estaría a salvo? Si fue así, eso fue completamente subconsciente. El hecho era, que en ese momento, estaba demasiado excitada para preocuparse. Siempre se había sentido atraída por Britt, aunque sabía que Britt estaba fuera de su liga. Decidió que esa no era la respuesta a dar.
“No quiero que nadie sepa donde vivo”, dijo a cambio. “No quiero complicaciones”, se encogió de hombros. “No lo sé. Tal vez porque te conocía”, dijo descubriendo la mirada inquisitiva de Britt
“Me sentí segura… contigo”, admitió finalmente.
Britt asintió “¿Te arrepientes de esa noche?”
San sonrió. “Probablemente no tanto como te arrepientes tú”.
Britt también sonrió y entonces añadió más vino a ambas copas.
“No sé si arrepentimiento sea la palabra correcta”, dijo ella. “En realidad estaba terriblemente avergonzada de enfrentarte al día siguiente”.
“¿Por qué? Las dos estuvimos dispuestas a participar”.
“Sí. Pero como he dicho, no es algo que yo haga”.
“No es como si yo fuese una extraña, Britt”.
“Es cierto”, lucía como si quisiera decir algo más y San casi podía verla en guerra consigo misma. Al parecer, perdió la batalla. “Me daba vergüenza que no fuese diferente a cualquiera de las otras mujeres que enganchabas en el bar y con las que tenías relaciones sexuales. Otra muesca para ti, por así decirlo”.
Esas palabras dolieron más de lo que debieron, San lo sabía, pero el dolor era agudo. Las otras mujeres, conocían el juego. Una conexión rápida y luego fuera de allí.Era diferente con Britt. Como ella había dicho, no era el juego que jugaba. San sentía como si la hubiese arrastrado hacia una cuneta con ella. En realidad, no fue así en absoluto. Probablemente había sido la noche más satisfactoria que jamás
hubiese tenido. Un maravilloso dar y recibir entre ellas, habían hecho el amor como si conocieran muy bien sus caricias. De hecho, estaría mintiendo si dijera que no había buscado a Britt nuevamente en el bar, con la esperanza de que se repitiera.
“No fuiste una muesca, Britt. No fue así contigo”.
Britt sólo le ofreció una sonrisa triste. Al parecer, no le creía. “¿Y? ¿Alguna palabra del registro de la puerta?”
San reconoció el cambio de tema, sabiendo que su discusión había terminado.
“Envié el archivo a Ice esta mañana. Lo miré. Lucía como un archivo de texto, pero sólo con números por todos lados. Avery me dio una lista de los números de identificación de cada código de barras de los vehículos”, dijo ella. “Si Ice intenta descifrar eso por sí mismo, podría tardar un poco. Espero que solicite ayuda con eso”.
“Esperemos que no sea la ayuda de Sam la que solicite. Sabemos cómo es con los números”. “ Sí, lo enloquecen. Y descubrí que Richard Barr era quien estaba trabajando en la puerta esa noche, cuando Belden realizó la visita a Avery”.
“¿Le contaste al Jefe Aims lo qué pasó?”
“No. Avery piensa que no debemos llamar la atención sobre eso”.
“Entonces, ¿qué hay de Barr? ¿Alguna idea del por qué dejó entrar a Belden? ¿Especialmente a esas horas?”
“Supongo que fue porque Fiona estaba en el coche”, se encogió de hombros. “La seguridad no es, obviamente, la más estricta como debería ser”.
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Guardian dela cueva capitulo 16,17,18,19,20 y 21
Capitulo 21
Ester abrió la puerta lentamente, como si no quisiera molestar a nadie dentro.
Ese pensamiento siempre le pareció divertido, pero mantuvo la ligereza para sí misma. Esta habitación estaba santificada, sólo vista por unos pocos.
Las camas estaban hechas a mano, hechas por Devin, el padrede Gretchen. Sus manos ahora estaban plagadas de artritis e inútiles para ella, pero su lugar de descanso final ya estaba preparado. Esperaba que no fuese necesario por muchos años, pero todavía le inquietaba ver la cama hecha para ella. Tal vez fue prematuro hacer que Devin la construyera.
No había nadie codiciando la túnica púrpura. No como ella lo había hecho cuando su madre la llevaba. Por supuesto, el reinado de su madre fue de corta duración, gracias a su repentina enfermedad.
Ester miró la cama donde yacía su madre, con una pequeña sonrisa en sus labios. Su madre había sido una tonta y demasiado confiada. Ester había aprendido a hacer la poción mágica casi por accidente. A su madre le encantaba el sabor de la misma. Había ocho camas en total, siete ocupadas.
Se movió lentamente por delante de ellas, deteniéndose frente a su querida abuela. Todo lo que sabía, lo había aprendido de ella. Si tan sólo hubiese vivido más tiempo, el rebaño aún podría ser próspero. Como estaban las cosas, incluso ella tenía que admitir que el rebaño estaba muriendo una muerte lenta.
Por supuesto, él vivía a través del rebaño. Si el rebaño moría ¿qué sería de él? ¿Estaría satisfecho simplemente cazando? Por la manera en que el mundo era hoy, eso sería demasiado peligroso. No, los necesitaba para proteger las cuevas.
La primera vez que lo descubrieron fue cuando sus antepasados se asentaron en el área después que los tejanos derrotaran al ejército mexicano. Se toparon con la entrada a las cavernas subterráneas y debido a la corriente que fluía a través de ellas, se establecieron allí.
A menudo se preguntaba cómo hubiese sido si un Hogan no las hubiese descubierto. Incluso entonces, siempre fue a las mujeres a quien él le otorgó el don… el poder de ver las cosas… el poder de hacer las cosas.
Todas menos su propia madre. Por alguna razón, ella se había saltado. Mucho mejor, ya que Ester había sido lo suficientemente fuerte como para acabar con su reinado y tomar el relevo. Miró disimuladamente hacia su madre. Cerca del fin, su madre había descubierto el veneno, pero para entonces ya era demasiado tarde. Al menos Ester le había dado un lugar de honor aquí en la sala de sepultura.
Miró hacia abajo, hacia la línea de camas, sin saber realmente la historia de todas ellas. Algunas habían sido muy jóvenes cuando murieron, un corto reinado. Sabía que Velma y Opal sólo habían vivido hasta sus treinta años. Por supuesto, su abuela sólo había tenido unos cincuenta años cuando enfermó, lo que obligó a su madre, quien no estaba preparada, a dirigir el rebaño.
Y ahora no había una verdadera Hogan a quien pasar el don. Había copulado varias veces, siempre sin éxito. Los hombres eran considerados deficientes y eran sacrificados. Había copulado con su hermano, Antel, con la esperanza de seguir una línea de sangre pura, pero también había fracasado. Había nacido un hijo varón. Debió ser sacrificado cuando se dio cuenta que no podía… que no iba a hablar… pero él había demostrado ser su única debilidad . En castigo, casi había ofrecido a Antel como un sacrificio, pero no estuvo interesado.
Rodel, su hijo, ahora se había ido, lo había liberado de su silencioso sufrimiento por una de sus pociones mágicas. Nadie supo de su fallecimiento. Ni siquiera Antel. Siempre lo mantuvo alejado del rebaño, sin querer ver la duda, las preguntas en sus ojos en cuanto del por qué ella… Madre Hogan… había procreado un niño deficiente.
Pero ahora había esperanza para su futuro. Fiona.
Tiempos desesperados, lo eran. Aunque Antel había copulado con Fiona, no era el hijo de Antel a quién ella llevaba.
Sonrió ante la idea, pensar que eso, finalmente salvaría al rebaño. Tocó el encaje que cubría las piernas de su abuela, sus ojos viajaban por los restos del esqueleto hacia el rostro, ya no era capaz de distinguir sus facciones.
“Adiós, madre Estele. Vendré a visitarte pronto”.
Cerró la puerta sin hacer ruido, haciendo una pausa para levantar la capucha de su túnica sobre su cabeza.
Había llegado el momento. El rebaño se reuniría en la cámara. Ofrecerían su sacrificio esta noche. Luego se darían un festín con el cordero que los hombres habían estado preparando durante
todo el día.
Y él iba a darse un festín con la joven después que jugara con ella, dándole caza en las cuevas.
Ester abrió la puerta lentamente, como si no quisiera molestar a nadie dentro.
Ese pensamiento siempre le pareció divertido, pero mantuvo la ligereza para sí misma. Esta habitación estaba santificada, sólo vista por unos pocos.
Las camas estaban hechas a mano, hechas por Devin, el padrede Gretchen. Sus manos ahora estaban plagadas de artritis e inútiles para ella, pero su lugar de descanso final ya estaba preparado. Esperaba que no fuese necesario por muchos años, pero todavía le inquietaba ver la cama hecha para ella. Tal vez fue prematuro hacer que Devin la construyera.
No había nadie codiciando la túnica púrpura. No como ella lo había hecho cuando su madre la llevaba. Por supuesto, el reinado de su madre fue de corta duración, gracias a su repentina enfermedad.
Ester miró la cama donde yacía su madre, con una pequeña sonrisa en sus labios. Su madre había sido una tonta y demasiado confiada. Ester había aprendido a hacer la poción mágica casi por accidente. A su madre le encantaba el sabor de la misma. Había ocho camas en total, siete ocupadas.
Se movió lentamente por delante de ellas, deteniéndose frente a su querida abuela. Todo lo que sabía, lo había aprendido de ella. Si tan sólo hubiese vivido más tiempo, el rebaño aún podría ser próspero. Como estaban las cosas, incluso ella tenía que admitir que el rebaño estaba muriendo una muerte lenta.
Por supuesto, él vivía a través del rebaño. Si el rebaño moría ¿qué sería de él? ¿Estaría satisfecho simplemente cazando? Por la manera en que el mundo era hoy, eso sería demasiado peligroso. No, los necesitaba para proteger las cuevas.
La primera vez que lo descubrieron fue cuando sus antepasados se asentaron en el área después que los tejanos derrotaran al ejército mexicano. Se toparon con la entrada a las cavernas subterráneas y debido a la corriente que fluía a través de ellas, se establecieron allí.
A menudo se preguntaba cómo hubiese sido si un Hogan no las hubiese descubierto. Incluso entonces, siempre fue a las mujeres a quien él le otorgó el don… el poder de ver las cosas… el poder de hacer las cosas.
Todas menos su propia madre. Por alguna razón, ella se había saltado. Mucho mejor, ya que Ester había sido lo suficientemente fuerte como para acabar con su reinado y tomar el relevo. Miró disimuladamente hacia su madre. Cerca del fin, su madre había descubierto el veneno, pero para entonces ya era demasiado tarde. Al menos Ester le había dado un lugar de honor aquí en la sala de sepultura.
Miró hacia abajo, hacia la línea de camas, sin saber realmente la historia de todas ellas. Algunas habían sido muy jóvenes cuando murieron, un corto reinado. Sabía que Velma y Opal sólo habían vivido hasta sus treinta años. Por supuesto, su abuela sólo había tenido unos cincuenta años cuando enfermó, lo que obligó a su madre, quien no estaba preparada, a dirigir el rebaño.
Y ahora no había una verdadera Hogan a quien pasar el don. Había copulado varias veces, siempre sin éxito. Los hombres eran considerados deficientes y eran sacrificados. Había copulado con su hermano, Antel, con la esperanza de seguir una línea de sangre pura, pero también había fracasado. Había nacido un hijo varón. Debió ser sacrificado cuando se dio cuenta que no podía… que no iba a hablar… pero él había demostrado ser su única debilidad . En castigo, casi había ofrecido a Antel como un sacrificio, pero no estuvo interesado.
Rodel, su hijo, ahora se había ido, lo había liberado de su silencioso sufrimiento por una de sus pociones mágicas. Nadie supo de su fallecimiento. Ni siquiera Antel. Siempre lo mantuvo alejado del rebaño, sin querer ver la duda, las preguntas en sus ojos en cuanto del por qué ella… Madre Hogan… había procreado un niño deficiente.
Pero ahora había esperanza para su futuro. Fiona.
Tiempos desesperados, lo eran. Aunque Antel había copulado con Fiona, no era el hijo de Antel a quién ella llevaba.
Sonrió ante la idea, pensar que eso, finalmente salvaría al rebaño. Tocó el encaje que cubría las piernas de su abuela, sus ojos viajaban por los restos del esqueleto hacia el rostro, ya no era capaz de distinguir sus facciones.
“Adiós, madre Estele. Vendré a visitarte pronto”.
Cerró la puerta sin hacer ruido, haciendo una pausa para levantar la capucha de su túnica sobre su cabeza.
Había llegado el momento. El rebaño se reuniría en la cámara. Ofrecerían su sacrificio esta noche. Luego se darían un festín con el cordero que los hombres habían estado preparando durante
todo el día.
Y él iba a darse un festín con la joven después que jugara con ella, dándole caza en las cuevas.
ana_bys_26- ---
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Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
Gracias por actualizar hoy, fue tan espeluznante quien es el???? humano o demonio?? lo podremos saber cuando se haga el sacrificio aunque espero no maten a la pobre mujer tambien, con britt y san, tienen el espacio y tiempo para arreglar cualquier asunto pendiente despues de su noche juntas. el subconsciente de britt le jugo una mala pasada, a haber si ahora si juega el juego completo y se decida si es santana lo que quiere o fue un desahogo para que no la lastime mas. hasta la proxima actualizacion
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
gracias por los capitulos, tambien me mata la incertidumbre de saber si "eso" es humano o demonio, que se yo, en cuanto a san y britt, tal vez la cercania haga que san se abra a britt y le cuente lo que la hace ser tan solitaria y carente de afecto!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
Quien es "él"?:s me asusta esto:s pero sigue siendo cada vez mas interesante:s
Ojala todo mejore entre las Brittana:c y no haya mas tension entre ellas:c
Gracias por actualizar! Esta historia esta muy genial*-*
Ojala todo mejore entre las Brittana:c y no haya mas tension entre ellas:c
Gracias por actualizar! Esta historia esta muy genial*-*
Susii********-*- - Mensajes : 902
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Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final
holap,...
gracias por el maratón,..
es todo espeluznante,...
la charla de san y britt todavía no termino,..
a ver cuanto aguantan asi,...
nos vemos!!!
gracias por el maratón,..
es todo espeluznante,...
la charla de san y britt todavía no termino,..
a ver cuanto aguantan asi,...
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
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Edad : 33
Guardian dela cueva capitulo 22
Capitulo 22
Britt condujo lentamente por el camino sinuoso del pueblo, sintiéndose casi claustrofóbica cuando los pinos gigantes que flanqueaban ambos lados prohibían cualquier atisbo del horizonte. Sin embargo, encontró el paseo muy agradable, tan diferente de la prisa constante a la que estaba acostumbrada en Houston.
El asiento trasero estaba lleno con las compras que había hecho en la tienda de comestibles en su viaje a San Agustín, junto con un televisor que había comprado para San.
El acuerdo que habían hecho era que ella conseguiría la TV y San se encargaría del servicio de satélite. Bien sea que estuviesen allí un mes… o seis… tendrían por lo menos algún tipo de entretenimiento.
Realmente no le importaba el viaje de compras en solitario. Eso le daría tiempo para pensar, tiempo para reflexionar sobre la semana. Había dejado la escuela a las 2, después de que el grupo de chicas había terminado lo que ahora llamaban clases de baile.
Realmente no le importaba lo que pensaran los demás profesores, las chicas estaban disfrutando los DVD’s de Zumba y hasta podía ver una diferencia en ellas. Algunas eran muy buenas en eso y por lo menos se estaban ejercitando. Pero supuso, que en algún momento, realmente tendría que aprender algo sobre baloncesto y voleibol para que pudieran hacer los verdaderos deportes en equipo.
San se había ofrecido a enseñarle, pero entonces ella misma había declinado.
Ella y San tenían suficiente interacción como estaban.
La semana pasada había sido insoportablemente dura. No porque ella y San discutieran o no se llevaran bien. Todo lo contrario San había estado en su mejor comportamiento, coqueteando con ella en broma algunas veces, incluso sorprendiéndola un día en el gimnasio con una taza de verdadero café. Britt había estado tan conmovida por el gesto que estuvo a punto de besarla, una reacción aparentemente natural. Había retrocedido en el último minuto y luego se sonrojó completamente cuando San se rió de
buena gana.
Por supuesto, las noches eran lo peor. En dos ocasiones esta semana, había despertado durante la noche para encontrar sus brazos y piernas enredadas. La primera vez, había tratado de alejarse pero sólo había logrado que San murmurara algo incoherente apretando su agarre alrededor de su cintura. Britt se quedó quieta, orando que San no despertara. Y ayer por la noche, una vez más, se había encontrado acurrucada alrededor de San, con la cabeza apoyada en su hombro. Y su mano, no la de San, estaba en una situación comprometida. Había logrado recuperar su mano, pero no pudo alejar sus brazos de San y había vuelto a caer en un sueño tranquilo. Cuando la alarma había sonado esta mañana, San ya se había levantado y Britt estaba… por suerte… en su propio lado de la cama.
Todo la hacía sentir extremadamente nerviosa por el viaje para bailar que harían con las demás mañana por la noche. Conociendo a San, sacaría el máximo provecho de la situación.
“Me va a estar besando”, murmuró sorprendida por la súbita sacudida de excitación que ese pensamiento le trajo.
No iba a mentirse a sí misma. Se sentía atraída por San. No quería estarlo, pero lo estaba ¿Por qué más le habría seguido al bar de lesbiana en primer lugar? Podía decirse a sí misma que San no era su tipo… y definitivamente no lo era… pero eso no cambiaba nada. Siempre había habido una atracción allí . Sólo deseaba poder lanzar la precaución al viento y salir con el grupo, desempeñando su papel con San, sin ningún tipo de preocupación de que sus acciones en público se trasladaran a su tiempo a solas.
Dejó escapar un profundo suspiro, sacudiendo rápidamente la cabeza, tratando de disipar la imagen de ellas en la cama de San, haciendo mucho más que besarse.
Odiaba cuando los recuerdos de esa noche brotaban hacia la superficie. Estar cerca de San cada día como lo estaban, hacía que esos recuerdos fuesen más vibrantes, llegando a ser mucho más que simples instantáneas borrosas.
***
San cambió el televisor, emocionada de que finalmente tuviesen alguna forma de entretenimiento. El satélite había sido instalado por la mañana y ahora estaba cómoda, agarrando el control remoto posesivamente mientras pasaba por los canales.
“¿Eres feliz?”
Echó un vistazo hacia Britt con una sonrisa.
“Mucho. Eres la mejor novia del mundo”, bromeó.
“Gracias”.
“Así que ¿necesitas algo de ayuda allí?”, ofreció ella.
Britt negó con la cabeza. “Mantente alejada de mi cocina”.
Ese fue el desafío necesario para que San mordiera. Se olvidó de tratar de encontrar una buena película para ver.
En cambio, entró en la cocina, pasando cerca de Britt, rozando su cuerpo contra el de ella.
“¿Dónde está la carne?”
“No hay”, dijo Britt dando un paso lejos de ella.
San miró las manos que sostenían el cuchillo, la hoja afilada pasó a un segundo plano cuando recordó despertar durante la noche para encontrar la mano de Britt bajo su camiseta, peligrosamente cerca de su pecho. Debió haber hecho lo correcto y alejarse pero no lo hizo, con la secreta esperanza de que los dedos de Britt terminaran su viaje.
“¿Estás tratando de convertirme en vegetariana o qué?”
“Bueno, ya que el único ejercicio que he visto que haces es correr, pensé que podrías necesitar una comida baja en grasa”. Britt agitó el cuchillo hacia su estómago “Ya sabes, para mantener los abdominales de roca que las chicas quieren tanto”, dijo ella obviamente recordando la descripción que San había hecho de ellas.
San sonrió y levantó su remera. “¿Quieres comprobarlo? ¿Ver si he perdido algo?”, se acercó más. “Recuerdas como se sienten ¿no?”
Britt se volvió hacia ella con sus ojos deslumbrantes “Tengo un cuchillo en la mano. No me tientes a usarlo”.
San se echó a reír “Oh, bebé, te pones tan condenadamente hermosa cuando estás enojada”.
“Y no me llames bebé. Lo odio. No soy tu bebé”. Britt bajó de golpe el cuchillo “Y aunque fuera tu bebé, no quiero ser llamada bebé ¿Entiendes?”
San arqueó una ceja, preguntándose cómo su intercambio juguetón se había transformado en algo feo tan rápidamente.
“¿Estás en la pre-menstruación?”
Britt gruñó, literalmente, luego giró sobre sus talones, cerrando de golpe la puerta de la habitación con la fuerza suficiente para sacudir las paredes.
“Tomaré eso como un sí”, murmuró.
Miró la pila de verduras y los dos platos que estaban en la cocina, tratando de averiguar lo que Paige había estado haciendo. ¿Un sofrito de algún tipo?
Estuvo a punto de apoderarse de las verduras y echarlas en una de las cacerolas cuando la puerta de la habitación se abrió.
“No lo toques”.
Levantó las manos a la defensiva. “Está bien”.
“Fuera de mi cocina”.
“Absolutamente”, dijo retrocediendo.
Britt tomó el cuchillo nuevamente, volviendo a su picadillo. San se escabulló de vuelta al sofá, manteniendo un ojo cauteloso sobre Britt… y el cuchillo.
Britt condujo lentamente por el camino sinuoso del pueblo, sintiéndose casi claustrofóbica cuando los pinos gigantes que flanqueaban ambos lados prohibían cualquier atisbo del horizonte. Sin embargo, encontró el paseo muy agradable, tan diferente de la prisa constante a la que estaba acostumbrada en Houston.
El asiento trasero estaba lleno con las compras que había hecho en la tienda de comestibles en su viaje a San Agustín, junto con un televisor que había comprado para San.
El acuerdo que habían hecho era que ella conseguiría la TV y San se encargaría del servicio de satélite. Bien sea que estuviesen allí un mes… o seis… tendrían por lo menos algún tipo de entretenimiento.
Realmente no le importaba el viaje de compras en solitario. Eso le daría tiempo para pensar, tiempo para reflexionar sobre la semana. Había dejado la escuela a las 2, después de que el grupo de chicas había terminado lo que ahora llamaban clases de baile.
Realmente no le importaba lo que pensaran los demás profesores, las chicas estaban disfrutando los DVD’s de Zumba y hasta podía ver una diferencia en ellas. Algunas eran muy buenas en eso y por lo menos se estaban ejercitando. Pero supuso, que en algún momento, realmente tendría que aprender algo sobre baloncesto y voleibol para que pudieran hacer los verdaderos deportes en equipo.
San se había ofrecido a enseñarle, pero entonces ella misma había declinado.
Ella y San tenían suficiente interacción como estaban.
La semana pasada había sido insoportablemente dura. No porque ella y San discutieran o no se llevaran bien. Todo lo contrario San había estado en su mejor comportamiento, coqueteando con ella en broma algunas veces, incluso sorprendiéndola un día en el gimnasio con una taza de verdadero café. Britt había estado tan conmovida por el gesto que estuvo a punto de besarla, una reacción aparentemente natural. Había retrocedido en el último minuto y luego se sonrojó completamente cuando San se rió de
buena gana.
Por supuesto, las noches eran lo peor. En dos ocasiones esta semana, había despertado durante la noche para encontrar sus brazos y piernas enredadas. La primera vez, había tratado de alejarse pero sólo había logrado que San murmurara algo incoherente apretando su agarre alrededor de su cintura. Britt se quedó quieta, orando que San no despertara. Y ayer por la noche, una vez más, se había encontrado acurrucada alrededor de San, con la cabeza apoyada en su hombro. Y su mano, no la de San, estaba en una situación comprometida. Había logrado recuperar su mano, pero no pudo alejar sus brazos de San y había vuelto a caer en un sueño tranquilo. Cuando la alarma había sonado esta mañana, San ya se había levantado y Britt estaba… por suerte… en su propio lado de la cama.
Todo la hacía sentir extremadamente nerviosa por el viaje para bailar que harían con las demás mañana por la noche. Conociendo a San, sacaría el máximo provecho de la situación.
“Me va a estar besando”, murmuró sorprendida por la súbita sacudida de excitación que ese pensamiento le trajo.
No iba a mentirse a sí misma. Se sentía atraída por San. No quería estarlo, pero lo estaba ¿Por qué más le habría seguido al bar de lesbiana en primer lugar? Podía decirse a sí misma que San no era su tipo… y definitivamente no lo era… pero eso no cambiaba nada. Siempre había habido una atracción allí . Sólo deseaba poder lanzar la precaución al viento y salir con el grupo, desempeñando su papel con San, sin ningún tipo de preocupación de que sus acciones en público se trasladaran a su tiempo a solas.
Dejó escapar un profundo suspiro, sacudiendo rápidamente la cabeza, tratando de disipar la imagen de ellas en la cama de San, haciendo mucho más que besarse.
Odiaba cuando los recuerdos de esa noche brotaban hacia la superficie. Estar cerca de San cada día como lo estaban, hacía que esos recuerdos fuesen más vibrantes, llegando a ser mucho más que simples instantáneas borrosas.
***
San cambió el televisor, emocionada de que finalmente tuviesen alguna forma de entretenimiento. El satélite había sido instalado por la mañana y ahora estaba cómoda, agarrando el control remoto posesivamente mientras pasaba por los canales.
“¿Eres feliz?”
Echó un vistazo hacia Britt con una sonrisa.
“Mucho. Eres la mejor novia del mundo”, bromeó.
“Gracias”.
“Así que ¿necesitas algo de ayuda allí?”, ofreció ella.
Britt negó con la cabeza. “Mantente alejada de mi cocina”.
Ese fue el desafío necesario para que San mordiera. Se olvidó de tratar de encontrar una buena película para ver.
En cambio, entró en la cocina, pasando cerca de Britt, rozando su cuerpo contra el de ella.
“¿Dónde está la carne?”
“No hay”, dijo Britt dando un paso lejos de ella.
San miró las manos que sostenían el cuchillo, la hoja afilada pasó a un segundo plano cuando recordó despertar durante la noche para encontrar la mano de Britt bajo su camiseta, peligrosamente cerca de su pecho. Debió haber hecho lo correcto y alejarse pero no lo hizo, con la secreta esperanza de que los dedos de Britt terminaran su viaje.
“¿Estás tratando de convertirme en vegetariana o qué?”
“Bueno, ya que el único ejercicio que he visto que haces es correr, pensé que podrías necesitar una comida baja en grasa”. Britt agitó el cuchillo hacia su estómago “Ya sabes, para mantener los abdominales de roca que las chicas quieren tanto”, dijo ella obviamente recordando la descripción que San había hecho de ellas.
San sonrió y levantó su remera. “¿Quieres comprobarlo? ¿Ver si he perdido algo?”, se acercó más. “Recuerdas como se sienten ¿no?”
Britt se volvió hacia ella con sus ojos deslumbrantes “Tengo un cuchillo en la mano. No me tientes a usarlo”.
San se echó a reír “Oh, bebé, te pones tan condenadamente hermosa cuando estás enojada”.
“Y no me llames bebé. Lo odio. No soy tu bebé”. Britt bajó de golpe el cuchillo “Y aunque fuera tu bebé, no quiero ser llamada bebé ¿Entiendes?”
San arqueó una ceja, preguntándose cómo su intercambio juguetón se había transformado en algo feo tan rápidamente.
“¿Estás en la pre-menstruación?”
Britt gruñó, literalmente, luego giró sobre sus talones, cerrando de golpe la puerta de la habitación con la fuerza suficiente para sacudir las paredes.
“Tomaré eso como un sí”, murmuró.
Miró la pila de verduras y los dos platos que estaban en la cocina, tratando de averiguar lo que Paige había estado haciendo. ¿Un sofrito de algún tipo?
Estuvo a punto de apoderarse de las verduras y echarlas en una de las cacerolas cuando la puerta de la habitación se abrió.
“No lo toques”.
Levantó las manos a la defensiva. “Está bien”.
“Fuera de mi cocina”.
“Absolutamente”, dijo retrocediendo.
Britt tomó el cuchillo nuevamente, volviendo a su picadillo. San se escabulló de vuelta al sofá, manteniendo un ojo cauteloso sobre Britt… y el cuchillo.
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Guardian dela cueva capitulo 22,23
Caputulo 23
Brittany se dio la vuelta con un suspiro de cansancio y golpeó su almohada. No fue capaz de volver a dormir fácilmente cuando Santana abandonó la cama antes del amanecer, presumiblemente para salir a su carrera de la mañana.
Después de una cena muy silenciosa, ella se habían retirado a la habitación y Santan había reclamado el televisor. Mantuvo el volumen bajo y Brittany no fue perturbada. Había esperado… anhelado… que Santana durmiera en el sofá, pero vino a la cama poco después de que Brittany apagara la luz.
Durmió a ratos, resguardando sus deseos de acurrucarse con San .
Gimió ante ese pensamiento. ¿Acurrucarse? ¿Con San? Oh, realmente estaba en un estado lamentable.
Olió a café y a pesar de que sentía que podía dormir una hora más, el aroma la tentó sacándola de la cama.
Aparentemente San había regresado de su ejercicio. Después de un rápido viaje al baño, se sirvió una taza, haciendo una pausa para cerrar sus ojos y disfrutar del olor antes de tomar su primer sorbo. Notó que San había elegido su mezcla favorita esta mañana.
Miró hacia ella, encontrando ojos cautelosos sobre ella. Bajó su taza, dándose cuenta en ese momento de lo infantil que había actuado la noche anterior.
Se habían llevado bien durante toda la semana e incluso anoche sabía que San solo había estado bromeando con ella. Pero el hecho de que en realidad estaba empezando a gustarle la situación domestica con San… que estaba empezando a gustarle San… eso la había descentrado por completo. Y cuando San levantó su remera, dejando al descubierto sus abdominales asesinos, Britt había estallado. Literalmente.
“Britt, escucha, siento lo de anoche. Yo no…”
“Detente”, dijo Britt “No tienes nada de qué disculparte. Yo sí”, tomó su taza y se unió a San en el sofá. “Lo siento. Te ladré sin motivo. Estuve fuera de lugar”.
“Sólo estaba jugando”, dijo San.
“Sé que fue así. Reaccioné mal. Lo siento”, se acercó y tocó el brazo de San, apretándolo ligeramente. “Por cierto, si empecé mi periodo, así que…”
San sonrió. “Ya veo. Me aseguraré de marcarlo en mi calendario”.
Britt también sonrió pero no dijo nada.
Nunca había vivido con alguien anteriormente. El síndrome premenstrual era algo a lo que le había prestado poca atención. Si había alguien a quien gruñir, ese era Sam y él estaba acostumbrado a estas
alturas, estaba segura.
“¿Sabes lo que echo de menos?” preguntó San inesperadamente."
“No. Dime”.
“Hay un pequeño lugar de comida mexicana a pocas cuadras del sendero y la pista de bicicletas donde corro. Los sábados en la mañana, siempre voy allí para desayunar. Leer el periódico, pasar una hora o algo así bebiendo café gratis. Echo de menos esa rutina”.
Britt asintió. “Echo de menos mi Starbucks”.
San se echó a reír “Debí haber sabido que implicaría el café”.
“También extraño Whole Foods. Era una parada de una vez a la semana para mí”, San se acercó más sin dejar de sonreír. “Echo de menos comer verdaderas hamburguesas”.
Britt también se acercó. “Entonces tal vez deberías aprender a cocinar”.
San no se apartó y su proximidad causó que el corazón de Britt revoloteara. Maldita sea. Suspiró y se echó hacia atrás, evitando los ojos de San.
“¿Es eso un reto? ¿Te gustaría probar un desayuno hecho por mí?”
Britt la miró sospechosamente “¿Qué tienes en mente?”
“¿Sándwich de huevo frito?”
Britt arrugó la nariz. “¿Tortilla?”, sugirió a cambio.
San rodó los ojos. “¿Revueltos?”
Brirtt negó con la cabeza. “Papas fritas y tortilla”.
“Supongo que realmente quieres una tortilla”, San sonrió “¿Eso significa que vas a cocinar?”
“¿Hubo alguna vez alguna duda?”
***
San no podía creer que se dirigían hacia su cita para bailar del sábado por la noche a la temprana hora de las siete.
Trató de tomar en cuenta que Suzette y Becca eran mayores de lo que parecían, pero aun así, no le parecía bien con el sol todavía afuera y todo eso. Golpeó su pie con impaciencia mientras Becca
intentaba encontrar una emisora de radio.
Britt se acercó poniendo una mano en su muslo para que no lo rebotara.
“Estás inquieta”.
Cerró sus ojos por un segundo, las palabras susurradas en su oído ocasionaron que un escalofrío corriera por su cuerpo. Aunque estaba anhelando esta noche por razones completamente personales, realmente temía… que si exageraba su papel esta noche... eso amenazaría los esfuerzos que ella y Paige habían hecho para mantener su relación en un nivel estable. Pero, maldita sea, iba a ser difícil mantener sus manos para sí misma. De todos modos, lo intentaría.
Se quedó mirando la mano sobre su muslo y luego la cubrió con la suya, dejando que sus dedos se entrelazaran con los de Britt.
“¿Sabes lo que estoy deseando?”
Britt sonrió. “Bailar”.
“Bueno, además de bailar”, bromeó ella moviendo sus cejas.
“Entonces mi segunda conjetura sería la hamburguesa grasienta que estás a punto de consumir”.
San se echó a reír. “Eso es porque me estás matando de hambre”.
Suzette se dio la vuelta en el asiento delantero mirándolas. “¿Estás cansada de la cocina?”, le preguntó a Britt.
“Se ha convertido en una tarea, sí. No me importa, de verdad, pero sería bueno tener otras opciones”.
“Esa es una razón por la que tomamos ventaja de nuestra salida. Es más de una hora en coche, para empezar, así que detenernos para comer es siempre un placer. Todas tenemos nuestros lugares favoritos así que nos alternamos”, dijo ella. “Jules eligió el lugar de hamburguesas. Te va a encantar”.
Finalmente, Becca sonrió en señal de triunfo mientras la música country llenaba el aire. Oyó gemir a Britt a su lado.
“¿Qué? ¿No te gusta el country?”
“No particularmente”, dijo en voz baja, “Me sorprende que a ti sí”.
“Sólo cuando bailo. Me gusta todo tipo de música. Cuando estoy corriendo, me gusta algo optimista, divertido. Cuando quiero algo bajo y sucio, me gusta…”
“Está bien”, dijo Britt apretando su mano con fuerza. “Lo entiendo”.
San sonrió. “Oh, pero la música country…”, dijo ella, “…tienes la oportunidad de sostener a tu bebé apretada”, se acercó más, sus palabras apenas un susurro. “No puedo esperar para sacarte a la pista de baile”.
Britt mantuvo una sonrisa en su rostro, pero sus palabras la contradijeron. “Lo juro San, no me hagas hacerte daño. Porque lo haré”.
San sintió su risa burbujeando. “¿Es una amenaza? ¿O un desafío?”
Britt se inclinó tocando con su boca el oído de San, haciendo que su pulso se acelerara “Recuerda, llevo un arma”, dijo ella, su voz baja cosquilleando su oído.
Cualquier réplica que San tuviese murió en su garganta. Dios, esa boca, esa lengua. Volteó su cabeza, mirando por la ventana, sin ver nada si no la falta de definición de los pinos. Recordaba exactamente lo que esa boca y esa lengua podían hacerle.
***
Britt se aferró a la mano de San, el abarrotado y ruidoso bar la hizo sentir incómoda. Nunca había sido de las que iba a los bares.
De hecho, la noche que había seguido a San había sido la segunda vez que había ido a un bar de cualquier tipo. El primero fue a un club de baile a donde Seth le había arrastrado cuando estaban en la universidad. Afortunadamente, San pareció sentir su malestar y la atrajo hacia sí, casi protegiéndola.
“Allá hay una mesa”, dijo Becca en voz alta, señalando hacia la parte posterior.
Una de las ventajas de llegar temprano, les había dicho Suzette, era poder conseguir una de las mesas más grandes. Serían ocho en su grupo esta tarde, lo que haría de la cena algo interesante.
A su favor, el restaurante de hamburguesas del pequeño pueblo se mostró inalterable cuando las ocho lesbianas entraron en él. Encontrar mesas y seguir la conversación había sido lo más desafiante. Britt logró manejarse bien, luego de toda la crianza que había recibido para ser anfitriona de grandes reuniones para cenar, pero San… quién normalmente irradiaba tanta confianza… lucía fuera de su elemento y había estado bastante silenciosa todo el tiempo.
Ahora, sin embargo, era Britt quien se encontraba en un entorno extraño. San lucía como en casa.
“Este es un enorme bar para estar en las afueras del culo del mundo”, dijo San a Becca “¿Siempre está lleno de gente?”
“Más o menos. No es como si hubiese mucho donde elegir”.
San se inclinó más cerca de ella. “¿Quieres una cerveza? ¿O algo más?”
Ella asintió con la cabeza. “Cerveza está bien”.
Observó como San se alejaba, notando como las mujeres la miraban mientras pasaba. Había visto de primera mano cómo San trabajaba en un bar y le sorprendió que no estuviese evaluando a alguna de estas mujeres. Pero entonces, estaban en sus roles esta noche. Se preguntaba si sería difícil para San permanecer como una novia fiel con tantas oportunidades alrededor.
Suzette le sonrió desde el otro lado de la mesa. “Ella es jodidamente atractiva”, dijo. “Y tu eres como la hermosa chica deportada. Son un par llamativo”.
Britt sintió que se ruborizaba y agradeció la iluminación tenue. Ciertamente no le importaba el comentario acerca de San. Ella era jodidamente atractiva. Pero siempre se había sentido cohibida
cuando otros comentaban sobre su propia apariencia. Lo había encontrado casi como un obstáculo en lo que se refiere a su carrera. Los hombres, sobre todo, no la tomaban en serio. Siempre tenía que probarse a sí misma. San, por otro lado, tenía la buena apariencia juvenil que la mayoría de los hombres
envidiaba, no deseaban. Cuando ella hablaba, ellos escuchaban. Cuando Britt hablaba, miraban sus pechos, ajenos a todo lo demás.
Pero sus buenos modales nunca le fallaban y sonrió cortésmente a Suzette. “Gracias”.
“La luna de miel nunca dura…”, dijo ella, “…pero entonces las veo a las dos juntas y creo que es posible que sean así dentro de diez años”, se inclinó sobre la mesa, bajando su voz. “El sexo debe ser
fabuloso”.
Britr se sonrojó nuevamente, agradeciendo que San había regresado, impidiéndole responder.
“Aquí tienes, bebé”, dijo San mostrando una sonrisa maligna mientras le entregaba una cerveza.
Britt casi rió, reconociendo la puya de San con una leve inclinación de cabeza.
“Gracias”.
“Bebé”, dijo ella. “Estoy a punto de arrastrarte hacia la pista de baile. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que bailamos”.
Consciente de que Suzette las estaba viendo, Britt le dio a San lo que esperaba fuese una sonrisa sexy.
“No puedo esperar, tigre”.
Al parecer, San apenas pudo permitir a Brit terminar la mitad de su cerveza. Antes de que pudiese protestar, estaban en la pista de baile, San la arrastró hacia sus brazos. Por supuesto la canción era lenta y San se aprovechó de eso, su mano sobre la espalda de Britt deslizándola hacia la parte inferior, acercando sus cuerpos y poniéndolos en completo contacto.
Britt tropezó, haciendo que San afianzara su agarre.
En las barbacoas, se sentaban juntas, se tocaban, pero nunca como esto, nunca tocaban sus cuerpos en una danza íntima.
Britt trató de recordarse a sí misma que no era más que un juego de roles, pero su cuerpo la traicionó, volviendo a la vida cuando los labios de San rozaron su cuello.
“Advertencia, voy a darte un beso”, le susurró San al oído.
“Tu amiga Suzette no nos ha quitado los ojos de encima”.
Debió haber sido un simple beso… un beso fingido… pero cuando la boca de San se encontró con la suya, Britt olvidó los papeles que estaban jugando mientras su cuerpo respondía. Si San lo había olvidado o si sólo estaba probando sus límites, Britt nunca lo sabría. Pero cuando la lengua de San rozó su labio inferior, la boca de Britt se abrió voluntariamente, invitando a San a su interior. Eso fue un error, un gran error. Contuvo el gemido que trató de escapar, pero no pudo evitar que su cuerpo se presionara
aún más hacia San, sus pechos se rozaron mientras la mano que tenía detrás del cuello de San encontraba su camino hacia su cabello.
Cerró sus ojos mientras su pulso se aceleró sin control, los recuerdos inundaron su mente, visiones de la lengua de San en los lugares más íntimos. Afortunadamente, el beso llegó a su fin y se sorprendió al no encontrar señales victoriosas y de regodeo en los ojos de San. Casi deseaba que la hubiese. Podía manejar elregodeo. Pero el deseo que vio, el deseo que San aparentemente no necesitaba ocultar, estaba causando que su corazón se acelerara aún más.
Agachó su cabeza, temerosa de que San viera lo mismo en sus ojos. Sorprendentemente, seguían bailando, sus pies se movían de memoria. No dijeron nada y cuando la canción se desvaneció, San tomó su mano y la condujo en silencio nuevamente hacia la mesa.
Consciente de que eran observabas, Britt se sintió avergonzada. Ese fue un beso entre amantes, como estaban pretendiendo ser, pero también fue un beso que prometía mucho más por venir.
Para ellas, ese no sería el caso. No por primera vez… sino incluso la décima… hubiese deseado tener dormitorios separados. Temía que no lograría dormir esta noche.
El resto de la noche pasó rápidamente, las dos bailaron con las otras del grupo. Y a pesar que bailaron juntas varias veces, San eligió canciones más rápidas y no hizo ningún otro intento de besarla. Por eso, Britt estuvo agradecida.
El regreso a casa estuvo llenó de chácharas, San participó mucho más que ella. Aparentemente habían acordado volver al bar la próxima semana cuando se presentaría una banda en vivo, una que Suzette aseguraba era impresionante.
Cuando Becca detuvo el coche frente a su casa, Britt les dio las gracias cortésmente, ya temiendo estar a solas con San.
Sus preocupaciones fueron en vano, sin embargo, cuando San reclamó de inmediato el cuarto de baño para una ducha y Britt se ocupó de preparar la cafetera para la mañana. Cuando terminó su propia ducha, San ya estaba en la cama, con las luces apagadas.
El corazón de Britt estaba literalmente saltando cuando se arrastró a su lado. San estaba de espaldas a ella y parecía estar bien dentro de la línea imaginaria que Britt había creado para ellas. No estaba segura de sí sentirse agradecida... o decepcionada. Suspiró y se dio la vuelta, imitando la posición de San. Sólo pasó unos momentos de silencio antes de que San hablara.
“Lo siento”.
Esas no eran las palabras que estaba esperando y no supo cómo responder a ellas. Además, no estaba segura del porque se estaba disculpando San. ¿Por besarla? ¿Por no hablar? ¿Por el deseo que Britt vio en sus ojos? Britt sabía que ella misma era culpable de las tres. Sin saber qué decir, no dijo nada. Se sorprendió al descubrir que el sueño la reclamaba y se relajó en él. Tal vez mañana hablarían de ello.
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