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[Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
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marthagr81@yahoo.es
micky morales
23l1
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
Pobre Britt de tantas paletas que va a comer se volverá diabética porque que ogra que es San pero linda jejeje la verdad chica del EFECTO que amo tus adaptaciones... Saludos ;)
Lucy LP**** - Mensajes : 168
Fecha de inscripción : 01/07/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
Bueno parece que solo santana se dio cuenta que aun pde recuperar a su hijo, a ver como sigue esto!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
Al parecer los lopez, les gustan las rubias
JanethValenciaaf********- - Mensajes : 659
Fecha de inscripción : 20/01/2015
Edad : 25
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
a sue también forma parte de la jugada y sin conocerla ya la tiene jaja
espero que san recapacite con lo que le dijo em y sobre todo recapacite con respecto a la relación con santy,..
me encanta la relación de santy y britt!! quiero esa salida,..
nos vemos!!
nos vemos!!
Hola lu, jajajajajajajaja un fans mas para la ojiazul jajajajajaaja. JAjajajajaaja esa san si no piensa un poco las cosas, que le hicieron notar su hermana e hijo nose q podrá xD Y a mi! jaajjajajaajaja. Y yo! jajajajjaja. Saludos =D
marthagr81@yahoo.es escribió:Brittany le pidio a Dios que Santana encontrara la horna de su zapato, hay un dicho que dice ¨ten cuidado con lo que pides, porque puede llegar a ser una realidad¨ y sin saberlo ya la ha puesto en su camino. Ella misma es esa horna. Ese amor infantil puro de santiago por Britt creo que sera un plus para ablandar a Shrek perdon ¨solo Santana¨ cuantas capas tendra esa cebollita. jajajajaj. Saludos.
Hola, jajajajaajajajajajaja toda, pero toda la razón en lo que dices jajajaja, si que lo es jajajaajjajaja, solo ai que esperar y se den cuenta jajajajaja. Si que si! y como no¿? Jajajajajajaaja toda sabiduría tu oi, no¿? XD jajaajajaja. Saludos =D
Lucy LP escribió:Pobre Britt de tantas paletas que va a comer se volverá diabética porque que ogra que es San pero linda jejeje la verdad chica del EFECTO que amo tus adaptaciones... Saludos ;)
Hola, jajajajajaajajajajajajja xD que razón XD jajajajajaajaja. Que razón ai tmbn XD jajajaajajajaja. Es el efecto brittana jajajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:Bueno parece que solo santana se dio cuenta que aun pde recuperar a su hijo, a ver como sigue esto!!!!!
Hola, algo bueno ha pasado entonces después de todo, no¿? Esperemos y cada vez mejore, osea ya avanzamos un paso, no¿? jajajaajajaja. Saludos =D
JanethValenciaaf escribió:Al parecer los lopez, les gustan las rubias
Hola, jajajajaajajajajaja que razón! ajajajajajajajajaja, pero como no una como britt¿? jaajajajajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Cap 8
Capitulo 8
Brittany ya se encontraba en su puesto de trabajo cuando Santana, junto con Emily, hacía su aparición por el vestíbulo del piso diez.
Brittany las saludó con un buenos días, el cual solo fue contestado por Emily.
Diez minutos después, ella entró en la oficina de Santana con el café, que debía ser puntualmente servido.
Revisó la agenda del día junto a Santana y cuando ella ya se encaminaba hacia la puerta para salir de la oficina la morena le habló:
—Señorita Pierce, mi hijo me ha dicho que usted lo ha invitado a salir.
—Sí señorita, quería invitarlo al cine o al parque.
—No tiene por qué hacerlo, ¿sabe? Si cree que haciendo amistad con mi hijo yo seré más amable con usted se equivoca rotundamente.
Brittany sintió cómo la rabia bullía en su interior y se preparó para enfrentar a la mujer que la comenzaba a sacar de las casillas.
—Señorita López, si invité a Santiago a salir es porque quiero hacerlo. Sé que usted no será más amable conmigo aunque quisiera. Ahora si me lo permite quisiera salir con él el domingo, claro, si es que no tiene planes usted con él.
Santana sintió un golpe en el estómago cuando escuchó las palabras de Brittany.
Planes, ella ya no hacía planes en su vida, a no ser que se tratara de trabajo.
Nunca planificaba un fin de semana con su hijo.
—No, no tengo nada planeado. Entonces supongo que será el domingo.
Brittany asintió con la cabeza, se giró y salió de la oficina para ir a su escritorio y comenzar a revisar la agenda de Emily.
Ya se acercaba la hora del almuerzo, cuando por el pasillo Brittany vio que una alta y castaña mujer se acercaba a paso seguro.
La mujer, que iba vestida demasiado exagerada, toda marca de diseñador, pasó de largo por el escritorio de Brittany dirigiéndose a la oficina de Santana.
Brittany se levantó de golpe y le cortó el paso a la mujer. Ella la miró atónita y trató de esquivar a la joven.
—Disculpe señora—dijo Brittany—, ¿Qué cree que está haciendo?
—Vengo a ver a Santana, quítate de mi camino.
—¿Tiene cita con la señorita López? Si no es así, tendrá que esperar que le pregunte si ella puede recibirla. Está muy ocupada y pidió no ser interrumpida.
La mujer miró de arriba abajo a Brittany con un gesto de molestia. Brittany sintió un poco de miedo, no sabía por qué, pero esta mujer podía ser intimidante.
—Yo no necesito cita con Santana, puedo venir y entrar cuando quiera, ahora quítate de mi camino, si no quieres perder tu trabajo.
En ese momento Santana abría la puerta de su oficina, para encontrar a su secretaria, forcejeando con la castaña.
—Santana, cariño, dile a tu secretaria que se quite del medio.
Brittany giró la cara y se encontró con la divertida mirada de Santana.
¿Divertida? pensó Brittany.
¿Esa morena se estaba divirtiendo con esta situación?
—Señorita Pierce, deje pasar a la señorita Elaine.
Brittany se quitó de en medio y la castaña corrió hasta Santana para abrazarla. Luego pasaron a la oficina y Santana cerró la puerta, dejando a Brittany paralizada y sin saber qué hacer.
La ogra tenía novia, existía una mujer que podía aguantar el mal humor permanente de esa morena.
Aunque ella también era una mal educada, ni un buenos días, ni un por favor y ni un gracias.
Tal para cual, pensó Brittany.
Brittany se estaba preparando para salir a su hora de almuerzo, cuando su teléfono sonó.
—Hola Britt—la voz de su amiga Quinn, hizo que en su cara se dibujara una sonrisa.
—Hola Quinn, ¿cómo estás?
—Bien, estoy a unas cuatro cuadras de tu edificio, te invito a almorzar.
—Genial, ya salgo. Nos juntamos fuera de mi edificio en veinte minutos.
—Ok, paso por ti en veinte minutos.
Las amigas se despidieron y Brittany comenzó a arreglar las cosas para salir a su hora de almuerzo.
Estaba en eso cuando la puerta de la oficina de su jefa Santana se abrió y vio como la desagradable castaña y su jefa salía caminando hacia el vestíbulo.
Santana tenía posada una mano en una cadera de la castaña y ella se contoneaba en demasía.
Las vio alejarse y sintió algo en su interior, pero no supo muy bien que era.
Brittany salió del edificio y se encontró que su amiga Quinn ya estaba esperándola afuera.
Se tomaron del brazo y comenzaron a caminar hasta llegar a un pequeño y acogedor restaurante.
Llegaron a una mesa que estaba al lado de la ventana. Hicieron su pedido y comenzaron a conversar.
—Y bien Brittany, dime, cómo estuvo tu mañana con la ogra.
—Normal, pero hoy conocí a su novia.
—Vaya tiene novia. Mira tú, a nadie le falta Dios.
—Lo mismo pensé yo amiga—dijo Brittany riendo a carcajadas.
De pronto, Brittany fijó su mirada en la calle de enfrente.
Había un restaurante que contaba con una terraza y en ella una pareja. Su amiga siguió la mirada de Brittany y también se fijó en la pareja que estaba almorzando en una mesa.
—¿Qué tanto miras amiga?
—Es mi jefa… Santana—dijo Brittany
—¿Esa es tu jefa? Es muy guapa amiga.
—Sí, es guapa, pero lo guapa se le quita cuando tienes que tratar con su maldito carácter.
—Qué lástima. Es como «calladita te vez más bonita».
Las amigas rieron y continuaron almorzando y conversando animadamente.
Brittany de vez en cuando miraba a la pareja de la terraza, hasta que llegó la hora de separarse.
Llegaron al edificio de la naviera y se despidieron.
Brittany entró apresurada al edificio y llegó al ascensor. Ahí estaba esperando cuando este llegó y se abrió.
Brittany puso un pie dentro para entrar, pero al ver que venía su Santana sola dentro del ascensor, titubeó y quiso salir. Pero decidió que no y entró ubicándose lo más alejada de la morena en el reducido espacio del cubículo.
Santana la miró de arriba abajo, pero no dijo nada.
El aparato seguía su ascenso, cuando en el piso seis frenó de golpe.
Brittany se desestabilizó y fue a caer sobre el pecho de Santana, quien la sujetó por los hombros. El perfume de Santana inundó las fosas nasales de Brittany, era un aroma exquisito.
Las luces del ascensor parpadearon, lo que hizo que Brittany reaccionara y se separó de Santana de golpe.
—No puede ser—dijo Santana—¿Qué pasa con esta maldita cosa?
Santana se acercó al tablero y apretó el botón de emergencia. Por el parlante del intercomunicador sonó una voz:
—¿Cuántas personas hay dentro del ascensor?
—Dos personas ¡¿dígame qué pasa?!—gritó Santana.
—El ascensor se detuvo en el piso seis—contestó la voz al otro lado.
—¡Eso lo sé inepto!—ladró Santana a punto de explotar—No hay que ser ingeniero de la Nasa para darse cuenta que esta maldita cosa se detuvo en el piso seis. ¡Quiero saber por qué se detuvo!
Brittany miraba cómo su jefa estaba perdiendo la paciencia. De seguro cuando lograran abrir el ascensor habría muchos despidos.
—Señorita, los encargados de mantención están en este momento llegando al cuarto de máquinas para ver qué produjo la falla y…
—¡¿Cuánto rato voy a estar encerrada en esta cosa?!
—No sabemos exactamente, pero creo que nos demoraremos unos cuarenta y cinco minutos por lo bajo.
—¡¿Cuánto?! ¡Si no me sacan de aquí ahora mismo dense todos por despedidos manga de ineficientes!
—Señorita estamos haciendo todo lo posible…
—¡Hagan lo imposible, quiero salir de aquí ya!
Brittany miraba a su jefa, que se paseaba de un lado a otro como león enjaulado.
No podía creer en su suerte, estaría encerrada casi una hora con la persona con la que nadie desearía pasar por una experiencia así.
Santana se pasaba las manos por la nuca con desesperación. Se tomó el pelo y se hizo una cola de caballo, maldiciendo a su personal y prometiendo las penas del infierno para cada uno de ellos.
Brittany decidió que, ya que pasaría un buen rato ahí encerrada, lo haría relajadamente.
Se sacó los zapatos de tacón, se sentó en el suelo, todo esto bajo la atenta mirada de su jefa. Abrió su bolso y sacó una bolsa donde llevaba las paletas de dulce.
—¿Qué haces?—preguntó Santana con curiosidad .
—Señorita López, ya escuchó a la gente de mantención. Estaremos por lo menos media hora encerradas aquí, me estoy poniendo cómoda, no voy a pasar todo ese rato parada.
—Y, ¿qué es eso que tienes en la bolsa?
—Paletas de dulce, ¿quiere una?
Santana negó con la cabeza.
—Pero, ¿por qué llevas tantas?
—Las utilizo para endulzar mi día. Es una manía, si me pasa algo desagradable, pienso que comiendo un dulce pasará más rápido el mal rato.
—Pero para qué tantas.
—No sé si decirlo, quiero conservar mi trabajo, ¿sabe?
—Dilo. Toma este tiempo que vamos pasar aquí, y dime lo que piensas, no te voy a despedir si dices algo que no me gusta.
Santana imitó a Brittany y se sentó también en el suelo. Luego se sacó la chaqueta, y los tacones.
Brittany abrió mucho los ojos, no podía creer lo que veía. Por un minuto su jefa se veía relajado, esto era casi irreal.
—Bien, ¿vas a decirme por qué cargas con tantas paletas de dulce en tu bolso?
—Como ya le dije, es una manía. Y cargo tantas, porque, seamos honestas, trabajar para usted no es un jardín de rosas precisamente. Necesito endulzar cada minuto del día.
Brittany miró a su jefa, no podía creer lo que había dicho, ahora solo esperaba que la morena le soltara alguna pesadez y la despidiera.
Santana miró a su secretaria, la chica la seguía desafiando y de pronto pasó.
La señorita López soltó una gran carcajada.
Brittany no daba crédito a lo que sus ojos veían.
Su jefa, la ogra, sabía reír.
Se quedó boquiabierta, mirándola.
Se fijó en el rostro de Santana, en las arruguitas que se le formaban alrededor de sus ojos cuando reía, en los hoyuelos que se le formaban, en su boca y se sorprendió al sentir que su corazón latía de prisa.
Santana miró a Brittany, quien la miraba con los ojos muy abiertos, en claro síntoma de sorpresa.
—Qué pasa señorita Pierce, ¿pensó que no sabía reír?
—No señorita, es que yo…
—No se preocupe, yo también me he sorprendido—dijo Santana cortando la sonrisa de golpe.
Hace tanto que no reía así, hace tanto que no sentía esa paz que esta chica le trasmitía.
Santana sacudió la cabeza para tratar de sacar ese pensamiento que había pasado por su mente.
El silencio invadió el ascensor.
Brittany y Santana se sostuvieron la mirada por unos segundos.
Luego, la rubia le sacó el envoltorio a una paleta de dulce y se la metió a la boca.
Cada movimiento de la ojiazul, fue seguido por los ojos de oscuros.
Santana rogaba porque lo sacaran pronto de ahí.
Miraba cómo Brittany jugaba con la paleta en su boca y miles de imágenes sexuales pasaron por su mente.
Santana cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás hasta apoyarla en la helada pared de acero.
Brittany miraba las facciones de la morena que estaba frente a ella. Miró su boca entreabierta y un calor se alojó en su cara, de seguro estaba roja como tomate pensó, pero no podía apartar sus ojos de la cara de su jefa.
Un fuerte sonido cortó la tensión del ambiente, era la gente de mantención que había logrado abrir el ascensor.
Santana se incorporó de un salto, se colocó los tacones, tomó su chaqueta entre las manos y cuando las puertas estuvieron completamente abiertas, dio un paso fuera del receptáculo.
Todos los ahí presentes esperaban que la furia de la señorita López hiciera su aparición.
Pero en vez de gritarles a sus trabajadores, Santana comenzó a caminar a toda prisa para perderse por el pasillo, ante la atónita mirada de sus subalternos.
Brittany se levantó del suelo, tomó su bolso y salió del ascensor ante las curiosas miradas de la gente que trabaja en el piso seis.
De seguro ya sería el comentario de todo el edificio.
Santana subió corriendo por las escaleras de emergencias, hasta llegar al piso diez.
Entró en su oficina y se encerró en el baño. Abrió el grifo del lavamanos, tomó un poco de agua entre sus manos y se mojó la cara, tratando de sacarse la extraña sensación que le recorría el cuerpo.
Se miró al espejo tratando de descifrar qué era lo que le pasaba, qué le había pasado dentro del ascensor, pero no supo la respuesta.
Luego de pasar unos minutos así, salió del baño y decidió que sería mejor marcharse a su casa.
*********************************************************************************************************
Cuando Brittany llegó a su lugar de trabajo, su jefe ya no estaba en su oficina.
Pasó una tarde tranquila, después de terminar con sus cosas, dejó todo organizado y se preparó para abandonar el edificio.
Salió caminando despacio, bajó por las escaleras, no quería quedarse atrapada nuevamente en el ascensor.
Llegó a la calle y comenzó a caminar para dirigirse a su casa.
Pensó en lo extraño de su día, pensó también en que llegaría el fin de semana, y con eso, solo faltaría un día para ganar la apuesta.
Brittany las saludó con un buenos días, el cual solo fue contestado por Emily.
Diez minutos después, ella entró en la oficina de Santana con el café, que debía ser puntualmente servido.
Revisó la agenda del día junto a Santana y cuando ella ya se encaminaba hacia la puerta para salir de la oficina la morena le habló:
—Señorita Pierce, mi hijo me ha dicho que usted lo ha invitado a salir.
—Sí señorita, quería invitarlo al cine o al parque.
—No tiene por qué hacerlo, ¿sabe? Si cree que haciendo amistad con mi hijo yo seré más amable con usted se equivoca rotundamente.
Brittany sintió cómo la rabia bullía en su interior y se preparó para enfrentar a la mujer que la comenzaba a sacar de las casillas.
—Señorita López, si invité a Santiago a salir es porque quiero hacerlo. Sé que usted no será más amable conmigo aunque quisiera. Ahora si me lo permite quisiera salir con él el domingo, claro, si es que no tiene planes usted con él.
Santana sintió un golpe en el estómago cuando escuchó las palabras de Brittany.
Planes, ella ya no hacía planes en su vida, a no ser que se tratara de trabajo.
Nunca planificaba un fin de semana con su hijo.
—No, no tengo nada planeado. Entonces supongo que será el domingo.
Brittany asintió con la cabeza, se giró y salió de la oficina para ir a su escritorio y comenzar a revisar la agenda de Emily.
Ya se acercaba la hora del almuerzo, cuando por el pasillo Brittany vio que una alta y castaña mujer se acercaba a paso seguro.
La mujer, que iba vestida demasiado exagerada, toda marca de diseñador, pasó de largo por el escritorio de Brittany dirigiéndose a la oficina de Santana.
Brittany se levantó de golpe y le cortó el paso a la mujer. Ella la miró atónita y trató de esquivar a la joven.
—Disculpe señora—dijo Brittany—, ¿Qué cree que está haciendo?
—Vengo a ver a Santana, quítate de mi camino.
—¿Tiene cita con la señorita López? Si no es así, tendrá que esperar que le pregunte si ella puede recibirla. Está muy ocupada y pidió no ser interrumpida.
La mujer miró de arriba abajo a Brittany con un gesto de molestia. Brittany sintió un poco de miedo, no sabía por qué, pero esta mujer podía ser intimidante.
—Yo no necesito cita con Santana, puedo venir y entrar cuando quiera, ahora quítate de mi camino, si no quieres perder tu trabajo.
En ese momento Santana abría la puerta de su oficina, para encontrar a su secretaria, forcejeando con la castaña.
—Santana, cariño, dile a tu secretaria que se quite del medio.
Brittany giró la cara y se encontró con la divertida mirada de Santana.
¿Divertida? pensó Brittany.
¿Esa morena se estaba divirtiendo con esta situación?
—Señorita Pierce, deje pasar a la señorita Elaine.
Brittany se quitó de en medio y la castaña corrió hasta Santana para abrazarla. Luego pasaron a la oficina y Santana cerró la puerta, dejando a Brittany paralizada y sin saber qué hacer.
La ogra tenía novia, existía una mujer que podía aguantar el mal humor permanente de esa morena.
Aunque ella también era una mal educada, ni un buenos días, ni un por favor y ni un gracias.
Tal para cual, pensó Brittany.
Brittany se estaba preparando para salir a su hora de almuerzo, cuando su teléfono sonó.
—Hola Britt—la voz de su amiga Quinn, hizo que en su cara se dibujara una sonrisa.
—Hola Quinn, ¿cómo estás?
—Bien, estoy a unas cuatro cuadras de tu edificio, te invito a almorzar.
—Genial, ya salgo. Nos juntamos fuera de mi edificio en veinte minutos.
—Ok, paso por ti en veinte minutos.
Las amigas se despidieron y Brittany comenzó a arreglar las cosas para salir a su hora de almuerzo.
Estaba en eso cuando la puerta de la oficina de su jefa Santana se abrió y vio como la desagradable castaña y su jefa salía caminando hacia el vestíbulo.
Santana tenía posada una mano en una cadera de la castaña y ella se contoneaba en demasía.
Las vio alejarse y sintió algo en su interior, pero no supo muy bien que era.
Brittany salió del edificio y se encontró que su amiga Quinn ya estaba esperándola afuera.
Se tomaron del brazo y comenzaron a caminar hasta llegar a un pequeño y acogedor restaurante.
Llegaron a una mesa que estaba al lado de la ventana. Hicieron su pedido y comenzaron a conversar.
—Y bien Brittany, dime, cómo estuvo tu mañana con la ogra.
—Normal, pero hoy conocí a su novia.
—Vaya tiene novia. Mira tú, a nadie le falta Dios.
—Lo mismo pensé yo amiga—dijo Brittany riendo a carcajadas.
De pronto, Brittany fijó su mirada en la calle de enfrente.
Había un restaurante que contaba con una terraza y en ella una pareja. Su amiga siguió la mirada de Brittany y también se fijó en la pareja que estaba almorzando en una mesa.
—¿Qué tanto miras amiga?
—Es mi jefa… Santana—dijo Brittany
—¿Esa es tu jefa? Es muy guapa amiga.
—Sí, es guapa, pero lo guapa se le quita cuando tienes que tratar con su maldito carácter.
—Qué lástima. Es como «calladita te vez más bonita».
Las amigas rieron y continuaron almorzando y conversando animadamente.
Brittany de vez en cuando miraba a la pareja de la terraza, hasta que llegó la hora de separarse.
Llegaron al edificio de la naviera y se despidieron.
Brittany entró apresurada al edificio y llegó al ascensor. Ahí estaba esperando cuando este llegó y se abrió.
Brittany puso un pie dentro para entrar, pero al ver que venía su Santana sola dentro del ascensor, titubeó y quiso salir. Pero decidió que no y entró ubicándose lo más alejada de la morena en el reducido espacio del cubículo.
Santana la miró de arriba abajo, pero no dijo nada.
El aparato seguía su ascenso, cuando en el piso seis frenó de golpe.
Brittany se desestabilizó y fue a caer sobre el pecho de Santana, quien la sujetó por los hombros. El perfume de Santana inundó las fosas nasales de Brittany, era un aroma exquisito.
Las luces del ascensor parpadearon, lo que hizo que Brittany reaccionara y se separó de Santana de golpe.
—No puede ser—dijo Santana—¿Qué pasa con esta maldita cosa?
Santana se acercó al tablero y apretó el botón de emergencia. Por el parlante del intercomunicador sonó una voz:
—¿Cuántas personas hay dentro del ascensor?
—Dos personas ¡¿dígame qué pasa?!—gritó Santana.
—El ascensor se detuvo en el piso seis—contestó la voz al otro lado.
—¡Eso lo sé inepto!—ladró Santana a punto de explotar—No hay que ser ingeniero de la Nasa para darse cuenta que esta maldita cosa se detuvo en el piso seis. ¡Quiero saber por qué se detuvo!
Brittany miraba cómo su jefa estaba perdiendo la paciencia. De seguro cuando lograran abrir el ascensor habría muchos despidos.
—Señorita, los encargados de mantención están en este momento llegando al cuarto de máquinas para ver qué produjo la falla y…
—¡¿Cuánto rato voy a estar encerrada en esta cosa?!
—No sabemos exactamente, pero creo que nos demoraremos unos cuarenta y cinco minutos por lo bajo.
—¡¿Cuánto?! ¡Si no me sacan de aquí ahora mismo dense todos por despedidos manga de ineficientes!
—Señorita estamos haciendo todo lo posible…
—¡Hagan lo imposible, quiero salir de aquí ya!
Brittany miraba a su jefa, que se paseaba de un lado a otro como león enjaulado.
No podía creer en su suerte, estaría encerrada casi una hora con la persona con la que nadie desearía pasar por una experiencia así.
Santana se pasaba las manos por la nuca con desesperación. Se tomó el pelo y se hizo una cola de caballo, maldiciendo a su personal y prometiendo las penas del infierno para cada uno de ellos.
Brittany decidió que, ya que pasaría un buen rato ahí encerrada, lo haría relajadamente.
Se sacó los zapatos de tacón, se sentó en el suelo, todo esto bajo la atenta mirada de su jefa. Abrió su bolso y sacó una bolsa donde llevaba las paletas de dulce.
—¿Qué haces?—preguntó Santana con curiosidad .
—Señorita López, ya escuchó a la gente de mantención. Estaremos por lo menos media hora encerradas aquí, me estoy poniendo cómoda, no voy a pasar todo ese rato parada.
—Y, ¿qué es eso que tienes en la bolsa?
—Paletas de dulce, ¿quiere una?
Santana negó con la cabeza.
—Pero, ¿por qué llevas tantas?
—Las utilizo para endulzar mi día. Es una manía, si me pasa algo desagradable, pienso que comiendo un dulce pasará más rápido el mal rato.
—Pero para qué tantas.
—No sé si decirlo, quiero conservar mi trabajo, ¿sabe?
—Dilo. Toma este tiempo que vamos pasar aquí, y dime lo que piensas, no te voy a despedir si dices algo que no me gusta.
Santana imitó a Brittany y se sentó también en el suelo. Luego se sacó la chaqueta, y los tacones.
Brittany abrió mucho los ojos, no podía creer lo que veía. Por un minuto su jefa se veía relajado, esto era casi irreal.
—Bien, ¿vas a decirme por qué cargas con tantas paletas de dulce en tu bolso?
—Como ya le dije, es una manía. Y cargo tantas, porque, seamos honestas, trabajar para usted no es un jardín de rosas precisamente. Necesito endulzar cada minuto del día.
Brittany miró a su jefa, no podía creer lo que había dicho, ahora solo esperaba que la morena le soltara alguna pesadez y la despidiera.
Santana miró a su secretaria, la chica la seguía desafiando y de pronto pasó.
La señorita López soltó una gran carcajada.
Brittany no daba crédito a lo que sus ojos veían.
Su jefa, la ogra, sabía reír.
Se quedó boquiabierta, mirándola.
Se fijó en el rostro de Santana, en las arruguitas que se le formaban alrededor de sus ojos cuando reía, en los hoyuelos que se le formaban, en su boca y se sorprendió al sentir que su corazón latía de prisa.
Santana miró a Brittany, quien la miraba con los ojos muy abiertos, en claro síntoma de sorpresa.
—Qué pasa señorita Pierce, ¿pensó que no sabía reír?
—No señorita, es que yo…
—No se preocupe, yo también me he sorprendido—dijo Santana cortando la sonrisa de golpe.
Hace tanto que no reía así, hace tanto que no sentía esa paz que esta chica le trasmitía.
Santana sacudió la cabeza para tratar de sacar ese pensamiento que había pasado por su mente.
El silencio invadió el ascensor.
Brittany y Santana se sostuvieron la mirada por unos segundos.
Luego, la rubia le sacó el envoltorio a una paleta de dulce y se la metió a la boca.
Cada movimiento de la ojiazul, fue seguido por los ojos de oscuros.
Santana rogaba porque lo sacaran pronto de ahí.
Miraba cómo Brittany jugaba con la paleta en su boca y miles de imágenes sexuales pasaron por su mente.
Santana cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás hasta apoyarla en la helada pared de acero.
Brittany miraba las facciones de la morena que estaba frente a ella. Miró su boca entreabierta y un calor se alojó en su cara, de seguro estaba roja como tomate pensó, pero no podía apartar sus ojos de la cara de su jefa.
Un fuerte sonido cortó la tensión del ambiente, era la gente de mantención que había logrado abrir el ascensor.
Santana se incorporó de un salto, se colocó los tacones, tomó su chaqueta entre las manos y cuando las puertas estuvieron completamente abiertas, dio un paso fuera del receptáculo.
Todos los ahí presentes esperaban que la furia de la señorita López hiciera su aparición.
Pero en vez de gritarles a sus trabajadores, Santana comenzó a caminar a toda prisa para perderse por el pasillo, ante la atónita mirada de sus subalternos.
Brittany se levantó del suelo, tomó su bolso y salió del ascensor ante las curiosas miradas de la gente que trabaja en el piso seis.
De seguro ya sería el comentario de todo el edificio.
Santana subió corriendo por las escaleras de emergencias, hasta llegar al piso diez.
Entró en su oficina y se encerró en el baño. Abrió el grifo del lavamanos, tomó un poco de agua entre sus manos y se mojó la cara, tratando de sacarse la extraña sensación que le recorría el cuerpo.
Se miró al espejo tratando de descifrar qué era lo que le pasaba, qué le había pasado dentro del ascensor, pero no supo la respuesta.
Luego de pasar unos minutos así, salió del baño y decidió que sería mejor marcharse a su casa.
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Cuando Brittany llegó a su lugar de trabajo, su jefe ya no estaba en su oficina.
Pasó una tarde tranquila, después de terminar con sus cosas, dejó todo organizado y se preparó para abandonar el edificio.
Salió caminando despacio, bajó por las escaleras, no quería quedarse atrapada nuevamente en el ascensor.
Llegó a la calle y comenzó a caminar para dirigirse a su casa.
Pensó en lo extraño de su día, pensó también en que llegaría el fin de semana, y con eso, solo faltaría un día para ganar la apuesta.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Última edición por 23l1 el Sáb Mayo 21, 2016 7:18 pm, editado 2 veces
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
definitivamente britt ya gano la partida,..
en serio Elaine,... bueno viuda pero no castrada párese no?
trabajar con san,.. mas que un bolso de paletas,.. va a necesitar la fabrica en el bolso jajaj
nos vemos!!!
definitivamente britt ya gano la partida,..
en serio Elaine,... bueno viuda pero no castrada párese no?
trabajar con san,.. mas que un bolso de paletas,.. va a necesitar la fabrica en el bolso jajaj
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
Hola, tengo tantos tantos comentarios sobre esta historia por lo pronto ire a lo puntual. Santana es la Amargura con lindas piernas. Lo mas maleducada que puede existir, siempre he Odiado a Elaine y en esta historia no va a ser la excepcion. no se por que Santana permitio que entrara en su vida, ademas brindarle mas tiempo y atencion que a su propio hijo. Y es una grosera al decirle a Britt que saliendo con Santiago tendria beneficios laborales. Espero que Britt siga con saboreando sus paletitas de dulce y tentando a santana al verle esa boquita, me encanta que la este volviendo loca. La apuesta esta ganada, pero no solo la del trabajo, la apuesta de que Sherk se vuelva la princesa que Britt espera. Esa cebollita mientras va a ser desojada va a ser llorar a Britt. es lo que hace toda cebolla, espero que esas capaz pronto sean sacadas.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
definitivamente britt ya gano la partida,..
en serio Elaine,... bueno viuda pero no castrada párese no?
trabajar con san,.. mas que un bolso de paletas,.. va a necesitar la fabrica en el bolso jajaj
nos vemos!!!
Hola lu, jajajajajajaja si no¿? jajajajajaja. Mmmm eso da ha entender, no¿? xD jajajajajjajaja. Jajajajajajajajajaja que razón tienes jajajajaja. Saludos =D
marthagr81@yahoo.es escribió:Hola, tengo tantos tantos comentarios sobre esta historia por lo pronto ire a lo puntual. Santana es la Amargura con lindas piernas. Lo mas maleducada que puede existir, siempre he Odiado a Elaine y en esta historia no va a ser la excepcion. no se por que Santana permitio que entrara en su vida, ademas brindarle mas tiempo y atencion que a su propio hijo. Y es una grosera al decirle a Britt que saliendo con Santiago tendria beneficios laborales. Espero que Britt siga con saboreando sus paletitas de dulce y tentando a santana al verle esa boquita, me encanta que la este volviendo loca. La apuesta esta ganada, pero no solo la del trabajo, la apuesta de que Sherk se vuelva la princesa que Britt espera. Esa cebollita mientras va a ser desojada va a ser llorar a Britt. es lo que hace toda cebolla, espero que esas capaz pronto sean sacadas.
Hola, jajajajaajaj lo bueno esk aquí no tienes una cantidad de caracteres, no¿? jajajajajajaja, puedes explayarte cuanto quieras jajajajajajaa. Jajajajajajajajaja que razón xD A mi tampoco me simpatiza la vrdd ¬¬ x eso esta aquí y en esa posición xD jaajajajajaja. Mmmm =/ de mal en peor san, no¿? xD JAjajajaajajajaj que razón tienes en esas palabras y espero tengas razón en lo ultimo la vrdd jajajajaja. Saludos =D
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FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Cap 9
Capitulo 9
Día viernes soleado para Brittany.
Entraba en el vestíbulo relajada, la noche anterior había dormido como un angelito.
Emily llegó a su oficina y comenzó a revisar la agenda junto a su secretaria.
Cerca del mediodía, Santana llamó a la naviera y le comunicó a Brittany que no aparecería por la oficina hasta el lunes.
Brittany sintió un poco de decepción al escuchar las palabras de su jefa, no lo vería ese día.
—Pero, ¿qué me pasa?—Brittany se sorprendió al tener aquellos pensamientos por Santana.
El día terminó y Brittany regresó a su casa.
Se dio un baño de tina, para luego acostarse.
Al día siguiente saldría a trotar como cada sábado y el domingo saldría con Santiago.
Al pensar en el niño, Brittany no pudo evitar sonreír, y con ese pensamiento se quedó dormida.
El sábado Brittany se despertó antes de que la alarma del reloj sonara.
Se puso su ropa de deporte y bajó hasta la calle, buscó en el reproductor la música que la acompañaría en su recorrido y se dirigió, como cada sábado, al parque.
Llegó a su destino, siguiendo con su ritmo, mirando a todas las personas, que como ella, hacían deporte a esa hora de la mañana.
Algo a su lado derecho llamó su atención.
Ahí, junto a ella, más cerca que la última vez que la vio, estaba la misteriosa mujer de sudadera gris, esa a la que ella deseaba tanto verle el rostro.
La mujer se mantuvo al ritmo de Brittany, ella miraba de reojo a ver si lograba verle el rostro a la misteriosa mujer.
De pronto, la mujer llevó sus manos hasta la capucha de la sudadera y la dejó caer hacia atrás, dejando su rostro al descubierto.
Brittany paró en seco su trote, nunca se imaginó lo que estaba viendo.
La extraña por la cual ella iba a trotar al parque, la mujer que había despertado su curiosidad era nada más y nada menos que Santana López, su jefa.
Santana giró la cara para mirarla y la saludó con un movimiento de cabeza, para luego apurar el ritmo de su trote y desaparecer por el parque.
Brittany aún no lograba poner en orden sus pensamientos, ¿qué había pasado ahí?
La mujer que ella había encontrado atractiva, hace unas semanas atrás, era su jefa.
¡Su jefa!
¿Qué le pasaba al universo que se empeñaba en sorprenderla continuamente?
El día domingo llegó y Santiago era llevado por su chofer al departamento de Brittany.
Ella bajó hasta la entrada del edificio para recibir a su invitado y le dijo al chofer que ella lo llevaría hasta su casa a las cinco de la tarde.
Entraron en el departamento y el niño comenzó a curiosear mientras ella terminaba de arreglarse.
—Guau—dijo Santiago—, Tienes todos los juegos que me gustan.
—Son de Quinn, se puede pasar horas frente al televisor jugando Xbox.
—¿Quinn? ¿Vive contigo?
—Sí.
—¿Dónde vamos?—preguntó el niño.
—Donde tú quieras ir. No sé, al cine, al parque de diversiones…
—Sí, vamos al cine. Quiero ver El hombre araña, y después podemos ir a la exposición de dinosaurios, ¿no te asustan los dinosaurios verdad?
—Claro que no me asustan, amo los dinosaurios—dijo ella dedicándole una gran sonrisa—Vamos entonces, primero al cine y luego a por los dinosaurios.
Brittany tomó su bolso, las llaves del auto de Quinn y salió con su pequeño amigo para ir al cine.
Disfrutaron de la película del Hombre araña, luego comieron pizza, para terminar el recorrido del día en la exposición de los famosos dinosaurios.
Cerca de las cuatro y media de la tarde, Brittany decidió que ya era hora de llevar a Santiago a su casa.
Subieron en el auto y se dirigieron a la casa del pequeño.
La casa de los López estaba ubicada en un barrio acomodado, a unos quince minutos del centro de la ciudad.
Cuando Brittany y Santiago llegaron a su destino Sue, el ama de llaves, salió a su encuentro.
—¡Sue!—Gritó el niño y se lanzó a los brazos de la mujer—Ven, mira, ella es Britt.
Sue miró a Brittany y le dedicó una amplia sonrisa extendiéndole una mano para saludarla.
—Mucho gusto señorita Brittany. Soy Sue, el ama de llaves.
—El gusto es mío Sue, y dígame Britt.
—Tenías razón cariño—dijo Sue al pequeño—, Britt es muy linda.
—¿Verdad que sí Sue?
—Ya Santy—dijo Brittany riendo—, Vas a hacer que me sonroje. Bueno ahora te dejo, prometo invitarte a salir otro día, ¿está bien?
—¿Por qué no se queda a comer? Estoy preparando pasta, el plato favorito de Santy—le dijo Sue.
—Sí Britt, quédate por favor—le rogó el niño.
—No creo que sea buena idea.
—Si lo dice por la señorita, no se preocupe, ella no está, hoy llegará tarde.
—Vamos Britt, comemos y podemos jugar a la Xbox, di que sí por favor.
Brittany se encontró con los ojos suplicantes de Santiago, y la mirada risueña de Sue, quien movía la cabeza afirmativamente.
Ella no podía negarse a los pedidos de ese pequeño y no sabía por qué.
—Está bien, no me puedo negar a nada que me pidas Santy.
Brittany tomó la mano de un entusiasmado Santiago, que la guió hasta el interior de la casa.
*******************************************************************************************************
Santana estaba tirado sobre una cama de algún hotel de la ciudad.
Ahí, desnuda bajo las sábanas, escuchaba el sonido del agua que llegaba desde el baño.
Miraba el techo de aquella habitación y se preguntaba por qué diablos seguía con este juego.
Su acompañante salió del baño envuelta en una gran toalla blanca.
—¿En qué piensas cariño?—le preguntó la castaña mujer, mientras se acercaba a la cama.
—En nada que te importe—contestó levantándose de golpe de la cama y entrando en el cuarto de baño.
Se metió bajo la ducha, y dejó que el chorro de agua le golpeara la cabeza, se sentía tan mal, como cada vez que terminaba de tener sexo con Elaine.
Se sentía vacía.
Elaine García era una antigua amiga de la familia.
Había sido amiga de su difunta esposa Dani, y cuando ella murió, Elaine la acompañó en todo, brindándole su amistad incondicional.
Hace un año ella logró meterse en la cama de Santana.
Santana necesitaba sexo para tratar de aminorar la soledad que la invadía en ese momento y ahí estaba ella, dispuesta a darle todo.
Pero Santana se sentía mal cada vez que estaba con Elaine, y no sabía bien por qué.
Elaine era una fiera en la cama, pero para la morena era solo un cuerpo que usaba para su comodidad.
Santana salió del baño y se encontró con que Elaine la estaba esperando desnuda sobre la cama.
Santana la miró, pero en vez de lanzarse sobre ella, para tener otra sesión de sexo, caminó hasta donde estaba su ropa y comenzó a vestirse.
—¿Qué haces cariño?—preguntó Elaine con la voz demasiado melosa para el gusto de Santana.
—¿Qué parece que hago? Me voy a casa—le contestó cortante.
—Pero cariño, si apenas llegamos hace un par de horas y…
—No Elaine, me voy, no tengo nada más que hacer aquí.
—Está bien Santana, te llamo mañana…
—No, yo te llamo cuando tenga tiempo. Adiós.
Santana tomó su chaqueta y salió de esa habitación que la estaba asfixiando, dejando sola a una furiosa mujer desnuda en la cama, que prometió vengarse.
***********************************************************************************************************
Después de haber comido la deliciosa cena que preparó Sue, Brittany y Santiago estaban en la sala de juegos de la casa López jugando a la X box.
Brittany le pidió al niño que pusieran el juego de baile. Él encantado lo hizo, y ahí estaban como dos niños riendo y jugando.
*************************************************************************************************
Santana llegó a su casa y se encontró con un Mini Cooper rojo estacionado en la puerta.
El auto no le era familiar y se preguntó de quién sería.
Llegó a la puerta de la casa, la abrió y los acordes de Bad Romance de Lady Gaga le dieron la bienvenida.
Siguió la música, que salía de la sala de juegos, se acercó a la puerta, y quedó de una pieza cuando miró lo que pasaba en esa habitación.
Su hijo y su secretaria bailaban frente a la gran pantalla de la televisión.
La pareja no notó la presencia de Santana y ella se aprovechó de eso para espiarlos un poco más.
Santana recorría con su mirada el cuerpo de Brittany.
La rubiavestía unos ajustados jeans, botas vaqueras y una camiseta manga larga color verde.
Tragó en seco el nudo que se le había formado en la garganta al ver aquella imagen de su secretaria.
Brittany reía y bailaba, moviendo las caderas, cosa que dejó a Santana extasiada.
La ojiazul, ignórate de que los espiaban, bailaba contoneándose cada vez más.
Santana sintió cómo un calor se apoderaba de ella.
De pronto la música se detuvo y Santana volvió en sí.
—¡Bien Santy!—dijo Brittany mientras abrazaba al pequeño—Me ganaste otra vez.
—¿Es verdad eso Santiago?—la voz de Santana interrumpió la tierna escena.
Brittany se puso colorada hasta las pestañas al escuchar aquella voz y mirar a Santana.
Por su mente pasaba la imagen de su jefa trotando el día anterior y para colmo, ese día la mujer estaba vestida con Jeans gastados, que le quedaban de muerte y un jersey azul oscuro.
Nada que ver con la mujer de negocios que ella veía en la semana laboral.
—Sí mamá—contestó Santiago, que se soltó del abrazo de Brittany, para llegar hasta donde su mamá—, Le he ganado tres veces a Britt en el juego.
Santana miraba con insistencia a Brittany, ella no sabía qué hacer.
Comenzó a buscar con su mirada su bolso que estaba tirado en un sillón. Se acercó lo tomó y llegó hasta al niño para despedirse, de pronto sentía la inmensa necesidad de salir de ahí.
—Bueno Santy, será mejor que yo me vaya.
—No, no te vayas Britt, juguemos otra vez, ¿quieres?—le pedía el niño con los ojitos llenos de ternura.
—Santy, no puedo…
—Pero Britt, por favor, quédate, es temprano todavía.
—Santy, mañana tengo que trabajar, pero te prometo que otro día jugamos de nuevo, ¿está bien?
—Está bien—dijo el niño refunfuñando—, Otro día jugamos.
—Bien, ahora me voy. Lo pasé muy bien hoy Santy. Nos vemos pronto.
—¿Puedo llamarte?
—Claro, puedes llamarme cuando quieras, ya tienes mi número—Brittany se agachó para quedar a la altura del pequeño y le besó la mejilla—Adiós Santy.
—Adiós Britt—el pequeño se colgó a su cuello y le dio un abrazo apretado.
Todo ante la atónita mirada de Santana que no sabía qué hacer en ese instante.
—Buenas noches señorita López—dijo Brittany y se encaminó hasta la puerta de salida.
Una vez fuera de la casa algo llamó la atención de Brittany.
Estacionada delante del Mini Cooper, estaba una gran motocicleta negra, y sobre esta un casco negro, el que era cruzado por el dibujo de un rayo.
Brittany se acordó de la vez que casi fue arrollada por una moto y recordó el casco de la persona imbécil que casi se la lleva por delante.
Era ella, el tipo que casi la mata era su jefa.
Se metió en el auto y con la rabia que tenía le dieron ganas de pasar el auto por arriba de la motocicleta, pero se contuvo.
Contó hasta diez y se marchó a su casa.
*****************************************************************************************************
Santana entró en la cocina de su casa seguido por su hijo.
Mientras Sue le servía algo para comer, el pequeño le contaba el día vivido con su amiga.
—¿Y qué hiciste hoy Santiago?—preguntó Santana a su hijo.
—Fui a buscar a Britt a su casa, y tiene todos los juegos de la Xbox.
Ella me dijo que eran de Quinn.
—¿Quinn?—preguntó Santana con gesto molesto, apretando la mandíbula.
—Sí, Quinn. Britt me contó que vive con ella y que tiene todos esos juegos y se pasa horas frente al televisor jugando.
Santana sintió un poco de decepción al escuchar lo que su hijo le estaba contando.
Pero qué más podía esperar, la chica era guapa y de seguro tenía novio o novia.
Después de todo Quinn podría ser nombre de hombre o mujer.
¿A Brittany le gustarían las mujeres?
Qué bueno sería.
Pero en qué estaba pensando, se había vuelto loca, qué le importaba a ella la vida de su secretaria.
Luego de que Santiago le contara la travesía que había vivido con su amiga, cada uno se fue a su dormitorio.
El pequeño cayó en un sueño profundo, mientras que la mamá daba vueltas en su cama sin poder conciliar el sueño.
Cada vez que cerraba los ojos veía los azules ojos de Brittany, su cuerpo, su fina y roja rosada.
Se preguntaba cómo sería besar esos labios. Luego se reprendía mentalmente por tener estos pensamientos hacia su secretaria.
Si seguía pensando así sería un suplicio trabajar con Brittany.
Entraba en el vestíbulo relajada, la noche anterior había dormido como un angelito.
Emily llegó a su oficina y comenzó a revisar la agenda junto a su secretaria.
Cerca del mediodía, Santana llamó a la naviera y le comunicó a Brittany que no aparecería por la oficina hasta el lunes.
Brittany sintió un poco de decepción al escuchar las palabras de su jefa, no lo vería ese día.
—Pero, ¿qué me pasa?—Brittany se sorprendió al tener aquellos pensamientos por Santana.
El día terminó y Brittany regresó a su casa.
Se dio un baño de tina, para luego acostarse.
Al día siguiente saldría a trotar como cada sábado y el domingo saldría con Santiago.
Al pensar en el niño, Brittany no pudo evitar sonreír, y con ese pensamiento se quedó dormida.
El sábado Brittany se despertó antes de que la alarma del reloj sonara.
Se puso su ropa de deporte y bajó hasta la calle, buscó en el reproductor la música que la acompañaría en su recorrido y se dirigió, como cada sábado, al parque.
Llegó a su destino, siguiendo con su ritmo, mirando a todas las personas, que como ella, hacían deporte a esa hora de la mañana.
Algo a su lado derecho llamó su atención.
Ahí, junto a ella, más cerca que la última vez que la vio, estaba la misteriosa mujer de sudadera gris, esa a la que ella deseaba tanto verle el rostro.
La mujer se mantuvo al ritmo de Brittany, ella miraba de reojo a ver si lograba verle el rostro a la misteriosa mujer.
De pronto, la mujer llevó sus manos hasta la capucha de la sudadera y la dejó caer hacia atrás, dejando su rostro al descubierto.
Brittany paró en seco su trote, nunca se imaginó lo que estaba viendo.
La extraña por la cual ella iba a trotar al parque, la mujer que había despertado su curiosidad era nada más y nada menos que Santana López, su jefa.
Santana giró la cara para mirarla y la saludó con un movimiento de cabeza, para luego apurar el ritmo de su trote y desaparecer por el parque.
Brittany aún no lograba poner en orden sus pensamientos, ¿qué había pasado ahí?
La mujer que ella había encontrado atractiva, hace unas semanas atrás, era su jefa.
¡Su jefa!
¿Qué le pasaba al universo que se empeñaba en sorprenderla continuamente?
El día domingo llegó y Santiago era llevado por su chofer al departamento de Brittany.
Ella bajó hasta la entrada del edificio para recibir a su invitado y le dijo al chofer que ella lo llevaría hasta su casa a las cinco de la tarde.
Entraron en el departamento y el niño comenzó a curiosear mientras ella terminaba de arreglarse.
—Guau—dijo Santiago—, Tienes todos los juegos que me gustan.
—Son de Quinn, se puede pasar horas frente al televisor jugando Xbox.
—¿Quinn? ¿Vive contigo?
—Sí.
—¿Dónde vamos?—preguntó el niño.
—Donde tú quieras ir. No sé, al cine, al parque de diversiones…
—Sí, vamos al cine. Quiero ver El hombre araña, y después podemos ir a la exposición de dinosaurios, ¿no te asustan los dinosaurios verdad?
—Claro que no me asustan, amo los dinosaurios—dijo ella dedicándole una gran sonrisa—Vamos entonces, primero al cine y luego a por los dinosaurios.
Brittany tomó su bolso, las llaves del auto de Quinn y salió con su pequeño amigo para ir al cine.
Disfrutaron de la película del Hombre araña, luego comieron pizza, para terminar el recorrido del día en la exposición de los famosos dinosaurios.
Cerca de las cuatro y media de la tarde, Brittany decidió que ya era hora de llevar a Santiago a su casa.
Subieron en el auto y se dirigieron a la casa del pequeño.
La casa de los López estaba ubicada en un barrio acomodado, a unos quince minutos del centro de la ciudad.
Cuando Brittany y Santiago llegaron a su destino Sue, el ama de llaves, salió a su encuentro.
—¡Sue!—Gritó el niño y se lanzó a los brazos de la mujer—Ven, mira, ella es Britt.
Sue miró a Brittany y le dedicó una amplia sonrisa extendiéndole una mano para saludarla.
—Mucho gusto señorita Brittany. Soy Sue, el ama de llaves.
—El gusto es mío Sue, y dígame Britt.
—Tenías razón cariño—dijo Sue al pequeño—, Britt es muy linda.
—¿Verdad que sí Sue?
—Ya Santy—dijo Brittany riendo—, Vas a hacer que me sonroje. Bueno ahora te dejo, prometo invitarte a salir otro día, ¿está bien?
—¿Por qué no se queda a comer? Estoy preparando pasta, el plato favorito de Santy—le dijo Sue.
—Sí Britt, quédate por favor—le rogó el niño.
—No creo que sea buena idea.
—Si lo dice por la señorita, no se preocupe, ella no está, hoy llegará tarde.
—Vamos Britt, comemos y podemos jugar a la Xbox, di que sí por favor.
Brittany se encontró con los ojos suplicantes de Santiago, y la mirada risueña de Sue, quien movía la cabeza afirmativamente.
Ella no podía negarse a los pedidos de ese pequeño y no sabía por qué.
—Está bien, no me puedo negar a nada que me pidas Santy.
Brittany tomó la mano de un entusiasmado Santiago, que la guió hasta el interior de la casa.
*******************************************************************************************************
Santana estaba tirado sobre una cama de algún hotel de la ciudad.
Ahí, desnuda bajo las sábanas, escuchaba el sonido del agua que llegaba desde el baño.
Miraba el techo de aquella habitación y se preguntaba por qué diablos seguía con este juego.
Su acompañante salió del baño envuelta en una gran toalla blanca.
—¿En qué piensas cariño?—le preguntó la castaña mujer, mientras se acercaba a la cama.
—En nada que te importe—contestó levantándose de golpe de la cama y entrando en el cuarto de baño.
Se metió bajo la ducha, y dejó que el chorro de agua le golpeara la cabeza, se sentía tan mal, como cada vez que terminaba de tener sexo con Elaine.
Se sentía vacía.
Elaine García era una antigua amiga de la familia.
Había sido amiga de su difunta esposa Dani, y cuando ella murió, Elaine la acompañó en todo, brindándole su amistad incondicional.
Hace un año ella logró meterse en la cama de Santana.
Santana necesitaba sexo para tratar de aminorar la soledad que la invadía en ese momento y ahí estaba ella, dispuesta a darle todo.
Pero Santana se sentía mal cada vez que estaba con Elaine, y no sabía bien por qué.
Elaine era una fiera en la cama, pero para la morena era solo un cuerpo que usaba para su comodidad.
Santana salió del baño y se encontró con que Elaine la estaba esperando desnuda sobre la cama.
Santana la miró, pero en vez de lanzarse sobre ella, para tener otra sesión de sexo, caminó hasta donde estaba su ropa y comenzó a vestirse.
—¿Qué haces cariño?—preguntó Elaine con la voz demasiado melosa para el gusto de Santana.
—¿Qué parece que hago? Me voy a casa—le contestó cortante.
—Pero cariño, si apenas llegamos hace un par de horas y…
—No Elaine, me voy, no tengo nada más que hacer aquí.
—Está bien Santana, te llamo mañana…
—No, yo te llamo cuando tenga tiempo. Adiós.
Santana tomó su chaqueta y salió de esa habitación que la estaba asfixiando, dejando sola a una furiosa mujer desnuda en la cama, que prometió vengarse.
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Después de haber comido la deliciosa cena que preparó Sue, Brittany y Santiago estaban en la sala de juegos de la casa López jugando a la X box.
Brittany le pidió al niño que pusieran el juego de baile. Él encantado lo hizo, y ahí estaban como dos niños riendo y jugando.
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Santana llegó a su casa y se encontró con un Mini Cooper rojo estacionado en la puerta.
El auto no le era familiar y se preguntó de quién sería.
Llegó a la puerta de la casa, la abrió y los acordes de Bad Romance de Lady Gaga le dieron la bienvenida.
Siguió la música, que salía de la sala de juegos, se acercó a la puerta, y quedó de una pieza cuando miró lo que pasaba en esa habitación.
Su hijo y su secretaria bailaban frente a la gran pantalla de la televisión.
La pareja no notó la presencia de Santana y ella se aprovechó de eso para espiarlos un poco más.
Santana recorría con su mirada el cuerpo de Brittany.
La rubiavestía unos ajustados jeans, botas vaqueras y una camiseta manga larga color verde.
Tragó en seco el nudo que se le había formado en la garganta al ver aquella imagen de su secretaria.
Brittany reía y bailaba, moviendo las caderas, cosa que dejó a Santana extasiada.
La ojiazul, ignórate de que los espiaban, bailaba contoneándose cada vez más.
Santana sintió cómo un calor se apoderaba de ella.
De pronto la música se detuvo y Santana volvió en sí.
—¡Bien Santy!—dijo Brittany mientras abrazaba al pequeño—Me ganaste otra vez.
—¿Es verdad eso Santiago?—la voz de Santana interrumpió la tierna escena.
Brittany se puso colorada hasta las pestañas al escuchar aquella voz y mirar a Santana.
Por su mente pasaba la imagen de su jefa trotando el día anterior y para colmo, ese día la mujer estaba vestida con Jeans gastados, que le quedaban de muerte y un jersey azul oscuro.
Nada que ver con la mujer de negocios que ella veía en la semana laboral.
—Sí mamá—contestó Santiago, que se soltó del abrazo de Brittany, para llegar hasta donde su mamá—, Le he ganado tres veces a Britt en el juego.
Santana miraba con insistencia a Brittany, ella no sabía qué hacer.
Comenzó a buscar con su mirada su bolso que estaba tirado en un sillón. Se acercó lo tomó y llegó hasta al niño para despedirse, de pronto sentía la inmensa necesidad de salir de ahí.
—Bueno Santy, será mejor que yo me vaya.
—No, no te vayas Britt, juguemos otra vez, ¿quieres?—le pedía el niño con los ojitos llenos de ternura.
—Santy, no puedo…
—Pero Britt, por favor, quédate, es temprano todavía.
—Santy, mañana tengo que trabajar, pero te prometo que otro día jugamos de nuevo, ¿está bien?
—Está bien—dijo el niño refunfuñando—, Otro día jugamos.
—Bien, ahora me voy. Lo pasé muy bien hoy Santy. Nos vemos pronto.
—¿Puedo llamarte?
—Claro, puedes llamarme cuando quieras, ya tienes mi número—Brittany se agachó para quedar a la altura del pequeño y le besó la mejilla—Adiós Santy.
—Adiós Britt—el pequeño se colgó a su cuello y le dio un abrazo apretado.
Todo ante la atónita mirada de Santana que no sabía qué hacer en ese instante.
—Buenas noches señorita López—dijo Brittany y se encaminó hasta la puerta de salida.
Una vez fuera de la casa algo llamó la atención de Brittany.
Estacionada delante del Mini Cooper, estaba una gran motocicleta negra, y sobre esta un casco negro, el que era cruzado por el dibujo de un rayo.
Brittany se acordó de la vez que casi fue arrollada por una moto y recordó el casco de la persona imbécil que casi se la lleva por delante.
Era ella, el tipo que casi la mata era su jefa.
Se metió en el auto y con la rabia que tenía le dieron ganas de pasar el auto por arriba de la motocicleta, pero se contuvo.
Contó hasta diez y se marchó a su casa.
*****************************************************************************************************
Santana entró en la cocina de su casa seguido por su hijo.
Mientras Sue le servía algo para comer, el pequeño le contaba el día vivido con su amiga.
—¿Y qué hiciste hoy Santiago?—preguntó Santana a su hijo.
—Fui a buscar a Britt a su casa, y tiene todos los juegos de la Xbox.
Ella me dijo que eran de Quinn.
—¿Quinn?—preguntó Santana con gesto molesto, apretando la mandíbula.
—Sí, Quinn. Britt me contó que vive con ella y que tiene todos esos juegos y se pasa horas frente al televisor jugando.
Santana sintió un poco de decepción al escuchar lo que su hijo le estaba contando.
Pero qué más podía esperar, la chica era guapa y de seguro tenía novio o novia.
Después de todo Quinn podría ser nombre de hombre o mujer.
¿A Brittany le gustarían las mujeres?
Qué bueno sería.
Pero en qué estaba pensando, se había vuelto loca, qué le importaba a ella la vida de su secretaria.
Luego de que Santiago le contara la travesía que había vivido con su amiga, cada uno se fue a su dormitorio.
El pequeño cayó en un sueño profundo, mientras que la mamá daba vueltas en su cama sin poder conciliar el sueño.
Cada vez que cerraba los ojos veía los azules ojos de Brittany, su cuerpo, su fina y roja rosada.
Se preguntaba cómo sería besar esos labios. Luego se reprendía mentalmente por tener estos pensamientos hacia su secretaria.
Si seguía pensando así sería un suplicio trabajar con Brittany.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
Hola, Santana acostandose con Elaine, Asco total.
Recuerdas el primer comentario que hice te lo dije San era la hermosa chica que corria en el parque y la bastarda que casi atropella a Britt. Creo que me convertire en psiquica por que mi trabajo no me da ni complace tanto. Santiago y Brittany fortaleciendo mas su relacion. Otro punto como diablos dice santana amar a su esposa muerta si se revuelca con la que era su mejor amiga. y bonita mejor amiga que en cuanto vio el puesto desocupado no importo de que manera ocuparlo. Saludos, desde ya te advierto, ultimamente no soy una persona de comentarios cortos. Bye hasta tu proxima actualizacion.
Recuerdas el primer comentario que hice te lo dije San era la hermosa chica que corria en el parque y la bastarda que casi atropella a Britt. Creo que me convertire en psiquica por que mi trabajo no me da ni complace tanto. Santiago y Brittany fortaleciendo mas su relacion. Otro punto como diablos dice santana amar a su esposa muerta si se revuelca con la que era su mejor amiga. y bonita mejor amiga que en cuanto vio el puesto desocupado no importo de que manera ocuparlo. Saludos, desde ya te advierto, ultimamente no soy una persona de comentarios cortos. Bye hasta tu proxima actualizacion.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
me encanta la relación de britt y santy,..
san dejando de lado a Elaine,.. mmmmmm!!!
san mirando a britt,.. mas aya de que sea su secretaria,..
celos por quinn????
nos vemos!!!
me encanta la relación de britt y santy,..
san dejando de lado a Elaine,.. mmmmmm!!!
san mirando a britt,.. mas aya de que sea su secretaria,..
celos por quinn????
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
Esa elaine en ningun fic ha sido amiga de nadie, me encanta la relacion de britt y santy, santana, ya estas cayendo!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
marthagr81@yahoo.es escribió:Hola, Santana acostandose con Elaine, Asco total.
Recuerdas el primer comentario que hice te lo dije San era la hermosa chica que corria en el parque y la bastarda que casi atropella a Britt. Creo que me convertire en psiquica por que mi trabajo no me da ni complace tanto. Santiago y Brittany fortaleciendo mas su relacion. Otro punto como diablos dice santana amar a su esposa muerta si se revuelca con la que era su mejor amiga. y bonita mejor amiga que en cuanto vio el puesto desocupado no importo de que manera ocuparlo. Saludos, desde ya te advierto, ultimamente no soy una persona de comentarios cortos. Bye hasta tu proxima actualizacion.
Hola, toda, pero toda la razón ¬¬ Nop xD jajajaaja no si me acuerdo jajajaajajaja jajajajaajajjajaajaj xD jajaajjaajajajajaja, esk todo con las brittana es distinto XD jajaajajajja. Ai espero y sigan así o mejore, osea santy y britt que mejor para hacer entrar en razón a san¿? jajajajaja. =O mmm que buen punto tienes ai ¬¬ y ai cae el "la carne es débil" ¬¬ JAjaajjaajajaj todo bn, como dije antes aquí no ai medida de caracteres jajajajajajajaa. Hasta ahora! Saludos =D
3:) escribió:hola morra,..
me encanta la relación de britt y santy,..
san dejando de lado a Elaine,.. mmmmmm!!!
san mirando a britt,.. mas aya de que sea su secretaria,..
celos por quinn????
nos vemos!!!
Hola lu, y a mi! ajajajajajajjaa. Xfin! sii!! esk ya chau con ella jajajajaajajajaja. Mmmmm esk imposible no hacerlo, no¿? y mas para san xD ajajajajajajaja. Mmmm eso parece jajajajaajaja. Saludos =D
micky morales escribió:Esa elaine en ningun fic ha sido amiga de nadie, me encanta la relacion de britt y santy, santana, ya estas cayendo!!!!!!
Hola, no ¬¬ y tampoco creo q lo sea xD jajajajajajajajajaa. Si! a mi tmbn! jajajajaajajajaja. Osea como no¿? demoro, pero todo bn, no¿? xD ajajajajajajajaja. Saludos =D
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Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Cap 10
Capitulo 10
El lunes Brittany llegó como siempre temprano a su lugar de trabajo.
Ninguna de sus jefas llegaba aún al piso diez.
Ella comenzó a preparar su jornada laboral.
Preparó las carpetas y las agendas para cuando llegaran sus jefas.
Una hora más tarde, Santana hizo su aparición por el pasillo de la oficina.
Brittany sintió cómo un calor se alojaba en sus mejillas.
Como era la costumbre, Santana miró a su secretaria sin decir buenos días y se metió en su oficina.
Diez minutos más tarde Brittany ingresaba al despacho de su jefa con el café diario.
—Señorita Pierce, Emily no vendrá hoy a trabajar, está un poco indispuesta. Cancele todas sus citas.
—Muy bien señorita—contestó Brittany, mirando a Santana directamente a los ojos.
—Ahora dígame qué tengo para hoy.
—Bueno señorita, a las once tiene reunión con los jefes de sección de la naviera en la sala de juntas. A la una almuerzo con el jefe de aduana, el señor Puckerman. Y a las cuatro la señorita Hanna Marin, su abogada, pidió una cita con usted. Eso es todo señorita.
Santana había seguido cada movimiento de los labios de Brittany mientras le leía la agenda para el día.
Le había costado un gran esfuerzo concentrarse en lo que la rubia le decía, pero lo había logrado.
Santana miraba encantada cómo se movía la boca de Brittany con cada palabra que emitía.
Santana se sorprendió por lo que estaba haciendo, mirar a su secretaria con deseo, con ganas de besar esos finos y rosados labios que estaba frente a ella.
—¿Necesita algo más señorita?—preguntó Brittany a una distraída Santana, que al escuchar la pregunta volvió a la tierra.
—Por ahora no. Prepáreme las carpetas para la reunión, me va a acompañar a la sala de juntas y tomará apuntes de todo lo que ahí se hable. Solo eso, ahora retírese.
Brittany asintió y giró para salir de la oficina, mientras su jefa la veía caminar hasta la puerta escaneándola de arriba abajo.
Brittany iba vestida con una falda lápiz color negro de cintura alta, que se ajustaba a sus caderas.
Santana tragó en seco al fijar su mirada en el trasero de su secretaria.
El conjunto lo complementaba una blusa blanca manga larga, además llevaba su largo cabello rubio suelto.
*********************************************************************************************************
Cuando Brittany cerró la puerta el soltó la respiración que había estado conteniendo.
Diez minutos para las once, Santana salió de su oficina para dirigirse a la reunión que tenía agendada a esa hora.
Brittany se levantó de golpe, tomó las carpetas y su agenda para seguir a su jefa hasta el ascensor, la reunión se realizaría en el octavo piso donde se ubicaba la sala de juntas.
Brittany rogó todo el camino hasta el ascensor, para que este no volviera a sufrir algún desperfecto.
Sus oraciones fueron escuchadas, ya que el aparato llegó sin ningún problema hasta el piso ocho.
La reunión duró un poco más de una hora, Brittany tomó apuntes de todo, tal como le había dicho su jefa.
Una vez terminada volvieron al décimo piso y Brittany se puso de cabeza a hacer el informe de la reunión para su jefa.
Era la hora de almuerzo, Santana salía a su cita con el jefe de aduana y Brittany bajó a la cafetería de la naviera.
Pidió una ensalada y una coca cola y llegó a la mesa donde estaban sentadas Mercedes y Tina.
Las chicas la recibieron con unas grandes sonrisas.
—¡Brittany! ¿Cómo estás?—le preguntó Tina con entusiasmo.
—Hola chicas, estoy bien, ¿y ustedes?
—Felices—dijo Mercedes—, Estamos a punto de ganar la apuesta y todo gracias a ti querida.
—Sí Brittany, hoy a las cinco de la tarde, habrás roto el record del piso diez—ahora era Tina la que tenía la atención de Brittany—Eres mi heroína, ¿sabes?
—Ya chicas, no es para tanto—dijo Brittany, tratando de quitarle importancia al asunto.
—¡¿Qué no es para tanto?! Tú sí que no sabes nada—dijo Mercedes casi con un grito—Brittany, hoy a las cinco de la tarde te convertirás en una celebridad en esta empresa. Ahora si duras más tiempo trabajando en el piso diez, serás una leyenda.
—Solo cumplo con mi trabajo. No les niego que ha sido difícil lidiar con el carácter de la señorita Santana López en un principio, pero yo trato de ser lo más eficiente que pueda en mi trabajo y hasta el momento no he recibido queja.
—Sí Brittany, en el edificio dicen que has domado a la ogra—dijo Tina con una sonrisa burlona.
Brittany se sintió incómoda con el rumbo que estaba tomando la conversación y decidió que sería mejor volver a su puesto de trabajo.
—Bien chicas—dijo Brittany levantándose de la silla—, Vuelvo a mi trabajo, tengo muchas cosas que hacer. Nos vemos luego.
—Hasta luego Brittany. Y recuerda que a las cinco serás mi ídola—la despidió Mercedes con una gran sonrisa en la cara.
Brittany llegó a su escritorio y continúo con su rutina.
Su jefa aún no volvía del almuerzo y pronto llegaría su abogada, con la cual tenía una cita agendada.
Y no se equivocó.
Con media hora de anticipación, una sonriente Hanna Marin hacía su aparición por la oficina.
—Buenas tardes señorita Marin—la saludó amablemente Brittany.
—Buenas tardes Brittany ¿Qué tal estás?
—Muy bien señorita. La señorita Santana aún no llega de su reunión de la una.
—No te preocupes, creo que me adelanté un poco, pero la esperaré.
—Bien señorita ¿Desea algo de beber? Agua, un jugo, ¿un café tal vez?
—Un café sería perfecto. Gracias.
—De nada señorita Marin, se lo traigo de inmediato.
Brittany se levantó de su silla y se dirigió hasta la máquina de café para prepararle uno a la abogada de su jefa.
Volvió y se lo sirvió a la mujer que se encontraba sentada en una salita de espera cerca de su escritorio.
Cuando Santana entraba por el vestíbulo de su oficina, se encontró con que su abogada y su secretaria conversaban animadamente.
Sintió como si un puño le golpeara el estómago.
Llegó hasta donde se encontraba la sonriente pareja, Brittany vio que su jefa hacia ingreso por el pasillo con el ceño fruncido.
Brittany dejó de sonreír y se cuadró como si realizara un saludo militar.
—Hanna, vamos a mi oficina—dijo Santana pasando de largo hasta su oficina, sin pronunciar un saludo.
Brittany siguió a las mujeres hasta la puerta de la oficina de su jefa y les preguntó:
—¿Desean que les traiga algo?
La abogada iba a abrir la boca para decir algo, pero Santana se adelantó.
—No, vuelva a su trabajo.
Brittany cerró la puerta dejando a su jefa con su abogada.
—¿Cómo te fue en la reunión Santana? Al parecer no muy bien.
—¿Por qué dices eso?
—Por la cara que traes amiga. Es cara de que no te ha ido nada bien.
—Para nada. Me fue muy bien con el jefe de aduanas. Y ahora veamos los papeles que me traes y terminemos con esto.
—¿Estás molesta por algo?—preguntó la abogada ante la actitud de su amiga.
—Estoy cansada Hanna, quiero terminar esto y largarme de aquí.
Después de decir eso, la abogada le entregó los documentos que traía y luego de unos cuarenta y cinco minutos, salió de la oficina de Santana.
Brittany ya estaba comenzando a arreglar sus cosas para irse a su casa.
Faltaban cinco minutos para que se cumpliera su horario de trabajo, cuando su jefa la llamó a su oficina.
Tomó una honda respiración y se dirigió al encuentro con Santana.
—¿Necesita algo señorita?—dijo entrando en la oficina.
—Mañana irá a buscar unos documentos al Banktrans. Se reunirá con la representante del banco, la señorita Wilde. Ella le entregará unos documentos importantísimos. La señorita la espera a las once de la mañana.
—Claro señorita, ¿desea algo más?—le preguntó.
—No, solo eso, ya puede retirarse.
Brittany asintió con la cabeza y cuando iba a girarse para salir de la oficina la voz de Santana la detuvo:
—La verdad es que sí hay algo que tengo que decirle señorita Pierce.
Brittany la miró con los ojos muy abiertos.
—Usted dirá señorita López.
—Bueno quería agradecerle por haber salido con mi hijo el día de ayer.
Brittany pensó que eso era un sueño.
Su jefa, la ogra mal educada, ¿le estaba agradeciendo?
Pestañeó varias veces seguidas para asegurarse de que no estaba soñando.
—No tiene nada que agradecer—dijo todo lo calmada que pudo—, Para mí fue un agrado salir con Santiago.
—Ya veo, ¿pero sabe? no es necesario que lo invite otra vez. Como le dije hace unos días, no crea que invitando a mi hijo a salir seré más amable con usted, o que obtendrá algún beneficio de mi parte.
Brittany sintió que una rabia comenzaba a invadirle el cuerpo.
Una rabia que tenía que descargar y lo más cercano era esa morena que tenía frente a ella y que la estaba colmando la paciencia.
Era su jefa, sí, pero le iba a decir un par de cosas aunque eso provocará su despido.
—Usted es tan ciega que no puede ver lo especial que es su hijo—dijo Brittany mirando a Santana con rabia, con pena.
Santana, sentada en su sillón, levantó su mirada para encontrarse con los furiosos ojos azules.
—Señorita Pierce no le permito que me hable así.
—No me importa, ¿sabe? ¿Por qué se empeña en pesar que mi amistad con Santiago no es verdadera? No hay un interés oculto, eso se lo puedo jurar. Santiago es un niño amoroso, con un alma preciosa, me robó el corazón.
—Brittany, creo que se está…
—¡Me da lo mismo lo que usted crea! ¿Por qué es así señorita López?
—¡Brittany!—dijo Santana levantándose de su silla, quedando frente a frente a los azules ojos.
—Si usted se preocupara por lo que siente su hijo, él no tendría la necesidad de buscar la amistad de su secretaria.
—¡Qué sabe usted de cómo me preocupo de mi hijo! En todo caso eso no es asunto suyo, ¡ubíquese!
—Acaso, ¿sabe qué él siente que usted lo odia?, ¿que usted no lo quiere y que se siente culpable de la muerte de su otra mamá, porque usted se lo ha hecho sentir así?
—No le permito que hable de ese tema ¡cállese!—le gritó Santana sintiendo un puñal en su corazón.
—No me voy a callar ¿Cómo cree que se siente él? Usted es la persona a la cual él debe admirar, ¿y qué hace usted? lo ignora, lo deja solo, no sale con él al cine, no juega…
—¡Cállese le dije! Ya fue suficiente.
—Tiene toda la razón señorita López, ya fue suficiente—dijo Brittany dándose por vencida.
Era más que obvio que la ogra la despediría.
Se giró rápidamente y salió a toda velocidad de la oficina de su jefa. Llegó a su escritorio, tomó su bolso y salió por el pasillo del vestíbulo. Metió su mano al bolso para sacar una paleta de dulce, le sacó el envoltorio y se la metió en la boca.
Comenzó a caminar para dirigirse a las escaleras de emergencia.
Con la rabia que llevaba le vendría bien bajar caminando los diez pisos.
Santana vio cómo Brittany salía casi corriendo de su oficina.
De pronto su cuerpo tuvo vida propia, sus pies se movieron y salieron detrás de la rubia.
Vio que entraba a las escaleras de emergencia y la siguió.
Brittany llegaba al entrepiso cuando sintió que una mano la sujetaba por el brazo para girarla.
Se encontró con la mirada de Santana, que la observaba como si ella fuera un animal raro.
Santana, con la mano que tenía libre, tomó la paleta de dulce que Brittany sostenía y la arrojó al suelo, esta se estrelló haciéndose miles de pequeños pedazos.
Ninguna de las dos era capaz de hablar, solo se miraban con las respiraciones entrecortadas, con el desafío en la mirada.
Santana no aguantó más, tomó la cara de Brittany entre sus manos y la acercó para besarla.
No le importaba si a la rubia le gustaban o no las mujeres.
Tenía que probas eso labios y esa boca.
Punto.
Brittany no pudo reaccionar, mejor dicho, no quiso reaccionar.
Santana la besaba con desesperación y la rubia sentía que su corazón ya no le cabía en el pecho.
Ahora sus lenguas se encontraban.
A Santana una corriente le recorría por completo el cuerpo, Brittany pensó que se desmayaría.
Se estaba besando con su jefa y lo más increíble era que le gustaba.
Santana besaba realmente bien y Brittany lo estaba disfrutando.
Mientras que la morena pensaba que hace mucho no besaba a alguien con tanta pasión.
Santana se separó de los labios de Brittany, no quería, pero debía hacerlo.
La miró una vez más para luego decirle:
—Hasta mañana señorita Pierce. Que tenga una linda tarde.
Y se marchó, dejando a una Brittany totalmente turbada, que le buscaba explicación a lo que había pasado y no la encontraba.
Trató de moverse, pero era como si sus pies estuvieran anclados al suelo, ¿qué había pasado ahí?
Luego de unos segundos Brittany recobró la cordura y pudo al fin mover los pies.
Comenzó a correr por las escaleras de servicio, solo quería encontrar pronto la última puerta que le daría la salida de ese edificio.
Una vez fuera de la naviera tomó aire y comenzó a caminar las diez calles para volver a su departamento.
Ella no escuchaba el ruido de los autos o del gentío que a esa hora circulaban por el centro de la ciudad, solo podía pensar en el beso que su jefa había osado darle.
No podía imaginar qué se le había pasado por la cabeza a Santana para haber actuado así.
Y con la cabeza llena de preguntas y tratando de encontrar algunas respuestas a estas llegó a su departamento.
*********************************************************************************************************
Mientras tanto Santana estaba en su oficina reprochándose su forma de actuar con su secretaria.
No entendía qué le había pasado, pero cuando Brittany la enfrentó y vio el brillo en sus hermosos ojos azules, todo en su mente se nubló y solo un pensamiento se albergó en ella, besarla.
Debía besarla para aplacar el deseo que había sentido al verla furiosa, como una leona defendiendo a Santiago, como si se tratara de su cachorro.
Se tiró en su sillón y sonrió al recordar la forma en cómo la ojiazul la había enfrentado, sin importarle que era su jefa, eso lo hizo sentirse viva como hace mucho tiempo no se sentía.
Pero a quién quería engañar, Brittany era joven, bella, y por lo que le había contado Santiago, vivía con su novio o novia, una o un tal Quinn.
Se regañó mentalmente por estar pensando en esa forma de su secretaria.
Brittany estaba ahí para trabajar y nada más, no podía pensar en la rubia de otra forma.
Debía comportarse como la honorable mujer de negocios que era, pero ahora que había probado los labios de Brittany le sería muy difícil mirarla de otra forma que no fuera con deseo.
Pero debía hacerlo.
Además ese fue un arrebato del momento, y aunque ella se había dejado besar con gusto, pensó ella, Brittany tenía novio o novia.
Santana podía ser una maldita canalla, sí, pero no al punto de entrometerse en una relación.
Con un montón de pensamientos cruzando por su mente llegó a su casa, cenó con su hijo, pero apenas si escuchó lo que el pequeño o Sue le hablaban, ya que solo podía pensar en los suaves y finos labios de Brittany.
Ninguna de sus jefas llegaba aún al piso diez.
Ella comenzó a preparar su jornada laboral.
Preparó las carpetas y las agendas para cuando llegaran sus jefas.
Una hora más tarde, Santana hizo su aparición por el pasillo de la oficina.
Brittany sintió cómo un calor se alojaba en sus mejillas.
Como era la costumbre, Santana miró a su secretaria sin decir buenos días y se metió en su oficina.
Diez minutos más tarde Brittany ingresaba al despacho de su jefa con el café diario.
—Señorita Pierce, Emily no vendrá hoy a trabajar, está un poco indispuesta. Cancele todas sus citas.
—Muy bien señorita—contestó Brittany, mirando a Santana directamente a los ojos.
—Ahora dígame qué tengo para hoy.
—Bueno señorita, a las once tiene reunión con los jefes de sección de la naviera en la sala de juntas. A la una almuerzo con el jefe de aduana, el señor Puckerman. Y a las cuatro la señorita Hanna Marin, su abogada, pidió una cita con usted. Eso es todo señorita.
Santana había seguido cada movimiento de los labios de Brittany mientras le leía la agenda para el día.
Le había costado un gran esfuerzo concentrarse en lo que la rubia le decía, pero lo había logrado.
Santana miraba encantada cómo se movía la boca de Brittany con cada palabra que emitía.
Santana se sorprendió por lo que estaba haciendo, mirar a su secretaria con deseo, con ganas de besar esos finos y rosados labios que estaba frente a ella.
—¿Necesita algo más señorita?—preguntó Brittany a una distraída Santana, que al escuchar la pregunta volvió a la tierra.
—Por ahora no. Prepáreme las carpetas para la reunión, me va a acompañar a la sala de juntas y tomará apuntes de todo lo que ahí se hable. Solo eso, ahora retírese.
Brittany asintió y giró para salir de la oficina, mientras su jefa la veía caminar hasta la puerta escaneándola de arriba abajo.
Brittany iba vestida con una falda lápiz color negro de cintura alta, que se ajustaba a sus caderas.
Santana tragó en seco al fijar su mirada en el trasero de su secretaria.
El conjunto lo complementaba una blusa blanca manga larga, además llevaba su largo cabello rubio suelto.
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Cuando Brittany cerró la puerta el soltó la respiración que había estado conteniendo.
Diez minutos para las once, Santana salió de su oficina para dirigirse a la reunión que tenía agendada a esa hora.
Brittany se levantó de golpe, tomó las carpetas y su agenda para seguir a su jefa hasta el ascensor, la reunión se realizaría en el octavo piso donde se ubicaba la sala de juntas.
Brittany rogó todo el camino hasta el ascensor, para que este no volviera a sufrir algún desperfecto.
Sus oraciones fueron escuchadas, ya que el aparato llegó sin ningún problema hasta el piso ocho.
La reunión duró un poco más de una hora, Brittany tomó apuntes de todo, tal como le había dicho su jefa.
Una vez terminada volvieron al décimo piso y Brittany se puso de cabeza a hacer el informe de la reunión para su jefa.
Era la hora de almuerzo, Santana salía a su cita con el jefe de aduana y Brittany bajó a la cafetería de la naviera.
Pidió una ensalada y una coca cola y llegó a la mesa donde estaban sentadas Mercedes y Tina.
Las chicas la recibieron con unas grandes sonrisas.
—¡Brittany! ¿Cómo estás?—le preguntó Tina con entusiasmo.
—Hola chicas, estoy bien, ¿y ustedes?
—Felices—dijo Mercedes—, Estamos a punto de ganar la apuesta y todo gracias a ti querida.
—Sí Brittany, hoy a las cinco de la tarde, habrás roto el record del piso diez—ahora era Tina la que tenía la atención de Brittany—Eres mi heroína, ¿sabes?
—Ya chicas, no es para tanto—dijo Brittany, tratando de quitarle importancia al asunto.
—¡¿Qué no es para tanto?! Tú sí que no sabes nada—dijo Mercedes casi con un grito—Brittany, hoy a las cinco de la tarde te convertirás en una celebridad en esta empresa. Ahora si duras más tiempo trabajando en el piso diez, serás una leyenda.
—Solo cumplo con mi trabajo. No les niego que ha sido difícil lidiar con el carácter de la señorita Santana López en un principio, pero yo trato de ser lo más eficiente que pueda en mi trabajo y hasta el momento no he recibido queja.
—Sí Brittany, en el edificio dicen que has domado a la ogra—dijo Tina con una sonrisa burlona.
Brittany se sintió incómoda con el rumbo que estaba tomando la conversación y decidió que sería mejor volver a su puesto de trabajo.
—Bien chicas—dijo Brittany levantándose de la silla—, Vuelvo a mi trabajo, tengo muchas cosas que hacer. Nos vemos luego.
—Hasta luego Brittany. Y recuerda que a las cinco serás mi ídola—la despidió Mercedes con una gran sonrisa en la cara.
Brittany llegó a su escritorio y continúo con su rutina.
Su jefa aún no volvía del almuerzo y pronto llegaría su abogada, con la cual tenía una cita agendada.
Y no se equivocó.
Con media hora de anticipación, una sonriente Hanna Marin hacía su aparición por la oficina.
—Buenas tardes señorita Marin—la saludó amablemente Brittany.
—Buenas tardes Brittany ¿Qué tal estás?
—Muy bien señorita. La señorita Santana aún no llega de su reunión de la una.
—No te preocupes, creo que me adelanté un poco, pero la esperaré.
—Bien señorita ¿Desea algo de beber? Agua, un jugo, ¿un café tal vez?
—Un café sería perfecto. Gracias.
—De nada señorita Marin, se lo traigo de inmediato.
Brittany se levantó de su silla y se dirigió hasta la máquina de café para prepararle uno a la abogada de su jefa.
Volvió y se lo sirvió a la mujer que se encontraba sentada en una salita de espera cerca de su escritorio.
Cuando Santana entraba por el vestíbulo de su oficina, se encontró con que su abogada y su secretaria conversaban animadamente.
Sintió como si un puño le golpeara el estómago.
Llegó hasta donde se encontraba la sonriente pareja, Brittany vio que su jefa hacia ingreso por el pasillo con el ceño fruncido.
Brittany dejó de sonreír y se cuadró como si realizara un saludo militar.
—Hanna, vamos a mi oficina—dijo Santana pasando de largo hasta su oficina, sin pronunciar un saludo.
Brittany siguió a las mujeres hasta la puerta de la oficina de su jefa y les preguntó:
—¿Desean que les traiga algo?
La abogada iba a abrir la boca para decir algo, pero Santana se adelantó.
—No, vuelva a su trabajo.
Brittany cerró la puerta dejando a su jefa con su abogada.
—¿Cómo te fue en la reunión Santana? Al parecer no muy bien.
—¿Por qué dices eso?
—Por la cara que traes amiga. Es cara de que no te ha ido nada bien.
—Para nada. Me fue muy bien con el jefe de aduanas. Y ahora veamos los papeles que me traes y terminemos con esto.
—¿Estás molesta por algo?—preguntó la abogada ante la actitud de su amiga.
—Estoy cansada Hanna, quiero terminar esto y largarme de aquí.
Después de decir eso, la abogada le entregó los documentos que traía y luego de unos cuarenta y cinco minutos, salió de la oficina de Santana.
Brittany ya estaba comenzando a arreglar sus cosas para irse a su casa.
Faltaban cinco minutos para que se cumpliera su horario de trabajo, cuando su jefa la llamó a su oficina.
Tomó una honda respiración y se dirigió al encuentro con Santana.
—¿Necesita algo señorita?—dijo entrando en la oficina.
—Mañana irá a buscar unos documentos al Banktrans. Se reunirá con la representante del banco, la señorita Wilde. Ella le entregará unos documentos importantísimos. La señorita la espera a las once de la mañana.
—Claro señorita, ¿desea algo más?—le preguntó.
—No, solo eso, ya puede retirarse.
Brittany asintió con la cabeza y cuando iba a girarse para salir de la oficina la voz de Santana la detuvo:
—La verdad es que sí hay algo que tengo que decirle señorita Pierce.
Brittany la miró con los ojos muy abiertos.
—Usted dirá señorita López.
—Bueno quería agradecerle por haber salido con mi hijo el día de ayer.
Brittany pensó que eso era un sueño.
Su jefa, la ogra mal educada, ¿le estaba agradeciendo?
Pestañeó varias veces seguidas para asegurarse de que no estaba soñando.
—No tiene nada que agradecer—dijo todo lo calmada que pudo—, Para mí fue un agrado salir con Santiago.
—Ya veo, ¿pero sabe? no es necesario que lo invite otra vez. Como le dije hace unos días, no crea que invitando a mi hijo a salir seré más amable con usted, o que obtendrá algún beneficio de mi parte.
Brittany sintió que una rabia comenzaba a invadirle el cuerpo.
Una rabia que tenía que descargar y lo más cercano era esa morena que tenía frente a ella y que la estaba colmando la paciencia.
Era su jefa, sí, pero le iba a decir un par de cosas aunque eso provocará su despido.
—Usted es tan ciega que no puede ver lo especial que es su hijo—dijo Brittany mirando a Santana con rabia, con pena.
Santana, sentada en su sillón, levantó su mirada para encontrarse con los furiosos ojos azules.
—Señorita Pierce no le permito que me hable así.
—No me importa, ¿sabe? ¿Por qué se empeña en pesar que mi amistad con Santiago no es verdadera? No hay un interés oculto, eso se lo puedo jurar. Santiago es un niño amoroso, con un alma preciosa, me robó el corazón.
—Brittany, creo que se está…
—¡Me da lo mismo lo que usted crea! ¿Por qué es así señorita López?
—¡Brittany!—dijo Santana levantándose de su silla, quedando frente a frente a los azules ojos.
—Si usted se preocupara por lo que siente su hijo, él no tendría la necesidad de buscar la amistad de su secretaria.
—¡Qué sabe usted de cómo me preocupo de mi hijo! En todo caso eso no es asunto suyo, ¡ubíquese!
—Acaso, ¿sabe qué él siente que usted lo odia?, ¿que usted no lo quiere y que se siente culpable de la muerte de su otra mamá, porque usted se lo ha hecho sentir así?
—No le permito que hable de ese tema ¡cállese!—le gritó Santana sintiendo un puñal en su corazón.
—No me voy a callar ¿Cómo cree que se siente él? Usted es la persona a la cual él debe admirar, ¿y qué hace usted? lo ignora, lo deja solo, no sale con él al cine, no juega…
—¡Cállese le dije! Ya fue suficiente.
—Tiene toda la razón señorita López, ya fue suficiente—dijo Brittany dándose por vencida.
Era más que obvio que la ogra la despediría.
Se giró rápidamente y salió a toda velocidad de la oficina de su jefa. Llegó a su escritorio, tomó su bolso y salió por el pasillo del vestíbulo. Metió su mano al bolso para sacar una paleta de dulce, le sacó el envoltorio y se la metió en la boca.
Comenzó a caminar para dirigirse a las escaleras de emergencia.
Con la rabia que llevaba le vendría bien bajar caminando los diez pisos.
Santana vio cómo Brittany salía casi corriendo de su oficina.
De pronto su cuerpo tuvo vida propia, sus pies se movieron y salieron detrás de la rubia.
Vio que entraba a las escaleras de emergencia y la siguió.
Brittany llegaba al entrepiso cuando sintió que una mano la sujetaba por el brazo para girarla.
Se encontró con la mirada de Santana, que la observaba como si ella fuera un animal raro.
Santana, con la mano que tenía libre, tomó la paleta de dulce que Brittany sostenía y la arrojó al suelo, esta se estrelló haciéndose miles de pequeños pedazos.
Ninguna de las dos era capaz de hablar, solo se miraban con las respiraciones entrecortadas, con el desafío en la mirada.
Santana no aguantó más, tomó la cara de Brittany entre sus manos y la acercó para besarla.
No le importaba si a la rubia le gustaban o no las mujeres.
Tenía que probas eso labios y esa boca.
Punto.
Brittany no pudo reaccionar, mejor dicho, no quiso reaccionar.
Santana la besaba con desesperación y la rubia sentía que su corazón ya no le cabía en el pecho.
Ahora sus lenguas se encontraban.
A Santana una corriente le recorría por completo el cuerpo, Brittany pensó que se desmayaría.
Se estaba besando con su jefa y lo más increíble era que le gustaba.
Santana besaba realmente bien y Brittany lo estaba disfrutando.
Mientras que la morena pensaba que hace mucho no besaba a alguien con tanta pasión.
Santana se separó de los labios de Brittany, no quería, pero debía hacerlo.
La miró una vez más para luego decirle:
—Hasta mañana señorita Pierce. Que tenga una linda tarde.
Y se marchó, dejando a una Brittany totalmente turbada, que le buscaba explicación a lo que había pasado y no la encontraba.
Trató de moverse, pero era como si sus pies estuvieran anclados al suelo, ¿qué había pasado ahí?
Luego de unos segundos Brittany recobró la cordura y pudo al fin mover los pies.
Comenzó a correr por las escaleras de servicio, solo quería encontrar pronto la última puerta que le daría la salida de ese edificio.
Una vez fuera de la naviera tomó aire y comenzó a caminar las diez calles para volver a su departamento.
Ella no escuchaba el ruido de los autos o del gentío que a esa hora circulaban por el centro de la ciudad, solo podía pensar en el beso que su jefa había osado darle.
No podía imaginar qué se le había pasado por la cabeza a Santana para haber actuado así.
Y con la cabeza llena de preguntas y tratando de encontrar algunas respuestas a estas llegó a su departamento.
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Mientras tanto Santana estaba en su oficina reprochándose su forma de actuar con su secretaria.
No entendía qué le había pasado, pero cuando Brittany la enfrentó y vio el brillo en sus hermosos ojos azules, todo en su mente se nubló y solo un pensamiento se albergó en ella, besarla.
Debía besarla para aplacar el deseo que había sentido al verla furiosa, como una leona defendiendo a Santiago, como si se tratara de su cachorro.
Se tiró en su sillón y sonrió al recordar la forma en cómo la ojiazul la había enfrentado, sin importarle que era su jefa, eso lo hizo sentirse viva como hace mucho tiempo no se sentía.
Pero a quién quería engañar, Brittany era joven, bella, y por lo que le había contado Santiago, vivía con su novio o novia, una o un tal Quinn.
Se regañó mentalmente por estar pensando en esa forma de su secretaria.
Brittany estaba ahí para trabajar y nada más, no podía pensar en la rubia de otra forma.
Debía comportarse como la honorable mujer de negocios que era, pero ahora que había probado los labios de Brittany le sería muy difícil mirarla de otra forma que no fuera con deseo.
Pero debía hacerlo.
Además ese fue un arrebato del momento, y aunque ella se había dejado besar con gusto, pensó ella, Brittany tenía novio o novia.
Santana podía ser una maldita canalla, sí, pero no al punto de entrometerse en una relación.
Con un montón de pensamientos cruzando por su mente llegó a su casa, cenó con su hijo, pero apenas si escuchó lo que el pequeño o Sue le hablaban, ya que solo podía pensar en los suaves y finos labios de Brittany.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Cap 11
Capitulo 11
Brittany entró en su departamento y se dirigió como una autómata a la cocina para beber un poco de agua.
Venía tan sumida en sus pensamientos, que no reparó en la presencia de Quinn que, estaba jugando a la Xbox frente al televisor.
Salió de la cocina y estaba dirigiéndose a su dormitorio, pero la voz de su amiga la detuvo:
—Hola Britt, ¿cómo estás?
Brittany escuchó un ruido, un murmullo, pero no contestó nada, no había escuchado la pregunta de su amiga.
—Brittany, ¿estás bien? ¿Te pasa algo?—le preguntó Quinn al ver que su amiga estaba parada en medio del salón con la mirada pedida.
Se levantó del sillón y llegó al lado de Brittany.
—Brittany, dime algo, me estás asustando, ¿qué te pasa?—Quinn tuvo que zamarrear a su amiga para que esta al fin pudiera reaccionar.
—¿Qué te pasa Quinn?—preguntó Brittany volviendo a la realidad.
—No, qué te pasa a ti. Te estoy hablando y no me contestas. Parece como si hubieras visto un fantasma, ven y cuéntame qué pasa amiga.
Quinn la tomó de la mano y la guió hasta el sofá, se sentaron una frente a la otra, Quinn esperando a que Brittany comenzara a hablar.
—Me besó—dijo Brittany sin ningún preámbulo—, La señorita López me besó.
—¿La buena o la mala?
—Santana.
Quinn abrió los ojos, pensó que había escuchado mal, pero mirando la cara de su amiga supo que era cierto lo que estaba oyendo.
—¿Cómo que la Ogra te besó? Britt cuéntame qué pasó, pero cuéntamelo todo amiga.
—Bueno—dijo una aún aturdida Brittany—, Yo me estaba por ir del trabajo y me llamó para darme unas indicaciones para mañana. Después me dijo que quería agradecerme por salir con Santiago el domingo, pero que no era necesario que volviera hacerlo, que no esperara que, por salir con el pequeño, ella sería más amable o que yo tendría algún beneficio extra en el trabajo.
—Pero qué se cree esa mujer. Y conociéndote como te conozco de seguro la enfrentaste, ¿o me equivoco?
—No, no te equivocas amiga. Me dio tanta rabia lo que me dijo que la enfrenté y le solté unas cuantas cosas que llevaba días pensando. Luego ella me gritó y me dijo que ya era suficiente, yo le dije que tenía razón, que ya era suficiente y salí casi corriendo de su oficina. Bajé por las escaleras de emergencias y en él entre piso, ella me tomó de un brazo, me miró y me besó. Luego se separó, me miró, se despidió y se fue.
—Y a ti te gustó, ¿o me equivoco amiga?
Brittany no supo qué contestarle a Quinn, el beso la había tomado por sorpresa, nunca se había imaginado besar a su jefa, y que ésta besara tan bien.
Sí, el beso le había gustado.
—No tienes que contestarme Britt—dijo Quinn con una sonrisa maliciosa en su cara—Por cómo me has relatado el episodio, por lo roja que te has puesto y por el brillo en tus ojos, veo que te ha gustado el beso de tu ogra, y que te ha gustado mucho.
—Q, no te lo puedo negar, la mujer sabe cómo besar. Sí amiga, el beso de mi jefa me gustó.
Brittany sentía que su cara se cubría de un calor al recordar los carnosos labios de Santana.
—¿Y qué vas a hacer ahora Britt?
—A qué te refieres con a qué voy a hacer ahora, no te entiendo Quinn.
—Con tu ogra amiga ¿O piensas renunciar?
Brittany se quedó callada unos segundos, no se había dado el tiempo para pensar en su situación laboral.
Su mente y su corazón se debatían en si debía renunciar o hacer como si nada hubiera pasado.
—No sé Quinn, no sé qué hacer.
—Pero qué quieres tú amiga.
—La verdad es que todo esto me dejó descolocada. Pero no quiero dejar mi trabajo. Tú sabes cuánto me ha costado conseguir un empleo en esta ciudad. El trabajo en la naviera es excelente, no puedo permitirme dejarlo así como así. Creo que lo mejor será hacer como que nada pasó.
—¿Y podrás hacerlo amiga?—preguntó Quinn enarcando una ceja.
—Tendré que hacerlo Quinn. Fue solo un beso. Aunque a mí me gustó no puedo decir que mi jefa haya sentido lo mismo. Lo mejor será que haga como que nada pasó y vuelva a mi trabajo.
—Bueno amiga, sabes que te apoyo decidas lo que decidas.
—Gracias Quinn. Ahora me voy a dar una ducha y me meteré en la cama para ver si puedo dormir.
Brittany dejó a su amiga en la sala y llegó al baño para darse una larga ducha.
Bajo el chorro de agua trató de aclarar la mente.
Aún no podía creer lo sucedido con Santana.
Mientras el agua corría por su cuerpo, ella tocaba sus labios, cerraba los ojos y volvía a sentir los labios de Santana sobre los suyos.
Brittany pensó que iba a ser una tarea difícil ver a su jefa cada día sin sonrojarse, a una de ellas al menos.
Estaba claro que para Santana había sido un beso sin sentido, un beso para sacarse las ganas. Pero para Brittany ese beso había removido algo en su interior.
Sí, sería un suplicio tener que verla a diario, pero sería un suplicio también no verla.
Brittany sacudió su cabeza para sacar ese pensamiento de su mente.
No debía pensar en esa forma de su jefa.
Debía volver al trabajo, debía aparentar que nada había pasado, debía ocultar los sentimientos que había descubierto que tenía hacia la ogra de su jefa.
A la mañana siguiente Brittany se levantó y comenzó elegir la ropa que usaría para ir a trabajar.
Ese día debía ir a reunirse con la representante del banco Banktrans y quería lucir impecable.
Aunque esa no era la única razón para la búsqueda del vestuario perfecto, se sorprendió mirándose al espejo imaginándose qué pensaría su jefa cuando la viera así.
Por fin, después de mucho vagar por su closet, se decidió por un vestido gris, manga corta, cuello redondo.
El vestido le llegaba a la rodilla y se ajustaba perfectamente a cada curva de su cuerpo.
Como complemento del vestido, se puso un delgado cinturón de charol color rojo, terminando el conjunto con unos altísimos tacones también de color rojo.
Decidió hacerse una coleta alta, que estaba pulcramente peinada.
Un suave maquillaje en los ojos, pero sus labios resaltaban con el labial rojo que les había aplicado.
Se miró varias veces al espejo y cuando vio que lucía perfecta, salió de su cuarto.
Se sorprendió de ver a su amiga Quinn tomando una taza de café en el sofá de la sala tan temprano en la mañana.
—Guau—dijo Quinn cuando vio a Brittany frente a ella—Brittany, la idea es que pases desapercibida para tu ogra, no que lo instes a que te estampe contra su escritorio y que te lo haga hasta que te olvides de cómo te llamas.
—Qué dices Quinn, este es un recatado vestido de trabajo.
—De eso nada. Te marca cada curva de tu cuerpo, y con esos taconazos te ves demasiado sexy.
—Tengo una cita con la representante del banco, pensé que debía vestirme lo mejor posible.
—¿Solo por eso?—preguntó Quinn tratando de ocultar su media sonrisa.
—Aunque no lo creas sí, es solo por eso.
—Sí Brittany, lo que tú digas.
—Bueno, me voy, no quiero llegar tarde al trabajo, adiós.
—Adiós Britt. Suerte con la ogra, resístete a ella todo lo que puedas—le gritó una divertida Quinn a su amiga mientras ésta se acercaba a la puerta para salir.
Cuando Brittany llegó al piso diez se quedó paralizada en la entrada del vestíbulo, algo que estaba en su escritorio la dejó paralizada.
Sobre el escritorio de Brittany había cinco arreglos de flores, todos distintos.
Rosas rojas, blancas y amarillas, otro de lirios y otro de tulipanes.
¿Qué sería lo que pasaba?
¿Quién le habría mandado estas flores?
Se acercó lentamente, con cautela, como si las flores la fueran a morder.
Acercó la mano hasta tomar la tarjeta de uno de los arreglos y la leyó en voz alta:
—Querida Brittany: gracias por hacernos ganar la apuesta. Eres mi ídola. Con cariño, Mercedes.
Brittany soltó una pequeña carcajada, las flores habían sido enviadas por gente que trabajaba en la naviera, felicitándola por haber roto el record de permanencia trabajando para la ogra.
Fue revisando tarjeta por tarjeta y era lo mismo, felicitaciones y agradecimientos por hacerles ganar la apuesta.
Ninguna de sus dos jefas hacían aparición aún por la oficina, ella había llegado unos quince minutos adelantada.
Colocó las flores en un mueble, desocupando el escritorio y luego fue hasta la máquina de café para prepararse uno.
********************************************************************************************************
Cuando Santana llegó al estacionamiento del edificio el nerviosismo se apoderó de ella.
Se bajó del auto, caminó hasta el ascensor y pulsó el botón del piso diez.
Las manos le sudaban y tenía un nudo en el estómago.
No sabía qué le pasaba, en realidad, sí lo sabía, pero se negaba a reconocerlo.
La noche anterior todos sus pensamiento y hasta sus sueños fueron para Brittany.
Para el beso que se atrevió a darle, para esa boca que sabía tan dulce, tan tierna, para esa joven que era su secretaria, y que desde ese día, ya no la podría ver de la misma forma.
De pronto un escalofrió cruzó su espalda, un miedo se alojó en su pecho, ¿y si Brittany no había ido a trabajar?
¿Y si ella había renunciado después de su comportamiento?
Ni siquiera se le había pasado por la mente que Brittany se sintiera acosada, y que ahora, en vez de encontrarla a ella en el escritorio, encontraría un sobre con su renuncia.
El ascensor llegó al décimo piso e ingresó en el vestíbulo con paso cauto, como si no quisiera hacer ruido.
Cuando miró al frente, soltó el aire que venía conteniendo desde que salió del ascensor.
Brittany estaba ahí, tras su escritorio, con la mirada baja, concentrada en unos papeles.
Santana la miró y de pronto se fijó en los ramos de flores que estaban en un mueble.
¿Quién le mandaría tantas flores?
Un calor le subió por el pecho y apresuró el paso para entrar en su oficina.
Brittany alcanzó a levantar la cabeza justo para ver a la ráfaga de su jefa pasar por delante de su escritorio y entrar en su despacho.
Brittany se levantó de su silla y se dirigió hasta la máquina para preparar el «espresso machiatto» que debía llevar dentro de los próximos diez minutos.
Cuando Brittany entró en la oficina de su jefa, Santana tenía el ceño demasiado fruncido para su gusto.
Santana, que en ese momento ojeaba unos papeles, comenzó a subir lentamente la mirada y se encontró con su secretaria que ese día iba vestida para matar, o para torturarla pensó.
Con sus ojos siguió cada curva del cuerpo de Brittany hasta que llegó a su cara, que en ese momento, se cubría por un inocente rubor.
Santana se imaginó ese rubor en otra situación, en una que los involucraba a las dos y una cama.
Brittany de pronto se sintió tímida ante la mirada de su jefa, después del beso de ayer, le costaba no cohibirse ante su presencia.
Santana le miraba con insistencia la boca, que hoy Brittany había resaltado con un labial rojo.
Santana recordó cómo era besar los labios de su secretaria y su pulso se alteró, una oleada de deseo se estaba apoderando de ella, y su cuerpo ya comenzaba a evidenciar su deseo.
Se removió molesta en su escritorio, no debía dejar que esta chica lo alterara de ese modo, no si no podía tenerla.
—Señorita Pierce, dígame qué tengo hoy en mi agenda—dijo tratando de que su tono fuera plano y frío.
—Buenos días señorita. Para hoy tiene una reunión con el auditor a las diez. La señorita Emily también asistirá a esa reunión. A la una revisión en la planta de conteiners y a las tres tiene el recordatorio de hacer una llamada al internado San Agustín de Suiza.
Santana seguía observando la boca de Brittany y el rubor de sus mejillas que se había incrementado en ese momento.
Cerró por un momento los ojos, trató de sacarse la imagen de Brittany desnuda que se formaba en su mente, si no lo hacía, tendría un gran orgasmo delante de su secretaria.
—¿Algo más?—preguntó rogando para que no hubiera nada más en la agenda y la rubia dejara pronto la oficina.
—Solo recordarle que a las once voy al banco a reunirme con la señorita Wilde para llevarle la carpeta que usted pidió. A parte de eso nada más señorita.
—Bien, se puede retirar.
Brittany asintió y giró sobre sus talones para salir de la vista de su jefa.
Para la morena fue difícil ver la salida de su secretaria, ya que el vestido se ajustaba deliciosamente a sus caderas, lo que no ayudó mucho para que Santana se quitara de la cabeza la imagen desnuda de la rubia.
Soltó un leve gemido, sí que sería una maldita tortura ver a Brittany a diario.
Cuando Emily ingresaba en el vestíbulo del piso diez, Brittany recibía un enorme ramo de rosas de manos de un repartidor.
Emily se acercó curiosa al ver todos los ramos que adornaban el mueble de su secretaria.
—Vaya, qué flores más lindas, esa persona sí que está enamorada.
Brittany rió por las palabras de su jefa, dejó el ramo sobre su escritorio y siguió a Emily hasta su despacho.
—Y bien Brittany, ¿a qué se debe tanta flor hoy en tu escritorio? ¿Algún admirador o admiradora secreto? ¿Un aniversario que celebrar?
—No Emily, nada de eso.
—Entonces Brittany, por qué tanta flor. Ya sé, es tu cumpleaños. Brittany me olvidé por completo.
—No Emily, no es mi cumpleaños. Es por otra razón por la que recibí estas flores, pero no sé si deba decirlo.
—Cuéntame Brittany, ahora sí que estoy más que intrigada.
—Está bien Emily, le contaré—Brittany tomó una honda respiración, no sabía cómo su jefa tomaría lo que iba a contarle—Esas flores me las enviaron distintas personas por hacerles ganar una apuesta.
—¿Una apuesta? Ahora sí que no entiendo nada Brittany.
—Emily, no sé si usted está enterada de que, las distintas secciones de este edificio, realizan una apuesta cada vez que llega una nueva secretaria a este piso.
—¡¿Qué?! ¿Por qué harían eso?
—Porque las secretarias del piso diez no duran nada. Disculpe que se lo diga, sabe que no es por usted Emily.
Emily soltó una carcajada, no daba crédito a lo escuchaba de la boca de su secretaria.
—¿Y las flores son por?
—Lograr la permanencia más larga hasta el momento trabajando en el piso diez.
—Es verdad, eres la secretaria que ha durado más tiempo y espero tenerte por mucho más.
—Yo también espero eso Emily.
—Bien, y ahora dejemos los asuntos florísticos de lado y dime qué tengo hoy en mi agenda.
Brittany le leyó la agenda a su jefa para, unos minutos después, salir y llegar a su escritorio para comenzar a organizar el día.
Diez minutos para las diez Emily y Santana se encaminaban hasta la sala de reuniones, donde se juntarían con el auditor.
Por su parte Brittany tomó las carpetas que su Santana le había entregado y se preparó para salir al banco donde tendría una reunión con la representante de esta.
*******************************************************************************************************
—Al parecer la secretaria está de cumpleaños—dijo Santana a su hermana mientras se dirigían a la sala de juntas.
—No hermana, no es su cumpleaños ¿Por qué lo dices?—preguntó Emily con una sonrisa, sabía que su hermana se moría por saber quién le había enviado las flores a Brittany.
—Por la cantidad de flores que recibió ¿No te diste cuenta Emily? Tienen que haber sido de distintas personas, no creo que una sola se las haya enviado todas.
—Y si fue una sola persona, a ti qué te importa.
—A mí nada, yo solo decía. En realidad tienes razón, no me importa.
Emily observaba el fruncido ceño de su hermana.
¿A caso le molestaba que a Brittany le enviaran flores?
Esto tendría que archivarlo en su disco duro y comenzar a observar mejor a este par.
Santana era guapa, pero insufrible, por eso sus secretarias renunciaban.
Nunca había mostrado interés por la vida de ninguna.
¿Se sentiría atraída por Brittany?
Si era así ella lo descubriría.
Venía tan sumida en sus pensamientos, que no reparó en la presencia de Quinn que, estaba jugando a la Xbox frente al televisor.
Salió de la cocina y estaba dirigiéndose a su dormitorio, pero la voz de su amiga la detuvo:
—Hola Britt, ¿cómo estás?
Brittany escuchó un ruido, un murmullo, pero no contestó nada, no había escuchado la pregunta de su amiga.
—Brittany, ¿estás bien? ¿Te pasa algo?—le preguntó Quinn al ver que su amiga estaba parada en medio del salón con la mirada pedida.
Se levantó del sillón y llegó al lado de Brittany.
—Brittany, dime algo, me estás asustando, ¿qué te pasa?—Quinn tuvo que zamarrear a su amiga para que esta al fin pudiera reaccionar.
—¿Qué te pasa Quinn?—preguntó Brittany volviendo a la realidad.
—No, qué te pasa a ti. Te estoy hablando y no me contestas. Parece como si hubieras visto un fantasma, ven y cuéntame qué pasa amiga.
Quinn la tomó de la mano y la guió hasta el sofá, se sentaron una frente a la otra, Quinn esperando a que Brittany comenzara a hablar.
—Me besó—dijo Brittany sin ningún preámbulo—, La señorita López me besó.
—¿La buena o la mala?
—Santana.
Quinn abrió los ojos, pensó que había escuchado mal, pero mirando la cara de su amiga supo que era cierto lo que estaba oyendo.
—¿Cómo que la Ogra te besó? Britt cuéntame qué pasó, pero cuéntamelo todo amiga.
—Bueno—dijo una aún aturdida Brittany—, Yo me estaba por ir del trabajo y me llamó para darme unas indicaciones para mañana. Después me dijo que quería agradecerme por salir con Santiago el domingo, pero que no era necesario que volviera hacerlo, que no esperara que, por salir con el pequeño, ella sería más amable o que yo tendría algún beneficio extra en el trabajo.
—Pero qué se cree esa mujer. Y conociéndote como te conozco de seguro la enfrentaste, ¿o me equivoco?
—No, no te equivocas amiga. Me dio tanta rabia lo que me dijo que la enfrenté y le solté unas cuantas cosas que llevaba días pensando. Luego ella me gritó y me dijo que ya era suficiente, yo le dije que tenía razón, que ya era suficiente y salí casi corriendo de su oficina. Bajé por las escaleras de emergencias y en él entre piso, ella me tomó de un brazo, me miró y me besó. Luego se separó, me miró, se despidió y se fue.
—Y a ti te gustó, ¿o me equivoco amiga?
Brittany no supo qué contestarle a Quinn, el beso la había tomado por sorpresa, nunca se había imaginado besar a su jefa, y que ésta besara tan bien.
Sí, el beso le había gustado.
—No tienes que contestarme Britt—dijo Quinn con una sonrisa maliciosa en su cara—Por cómo me has relatado el episodio, por lo roja que te has puesto y por el brillo en tus ojos, veo que te ha gustado el beso de tu ogra, y que te ha gustado mucho.
—Q, no te lo puedo negar, la mujer sabe cómo besar. Sí amiga, el beso de mi jefa me gustó.
Brittany sentía que su cara se cubría de un calor al recordar los carnosos labios de Santana.
—¿Y qué vas a hacer ahora Britt?
—A qué te refieres con a qué voy a hacer ahora, no te entiendo Quinn.
—Con tu ogra amiga ¿O piensas renunciar?
Brittany se quedó callada unos segundos, no se había dado el tiempo para pensar en su situación laboral.
Su mente y su corazón se debatían en si debía renunciar o hacer como si nada hubiera pasado.
—No sé Quinn, no sé qué hacer.
—Pero qué quieres tú amiga.
—La verdad es que todo esto me dejó descolocada. Pero no quiero dejar mi trabajo. Tú sabes cuánto me ha costado conseguir un empleo en esta ciudad. El trabajo en la naviera es excelente, no puedo permitirme dejarlo así como así. Creo que lo mejor será hacer como que nada pasó.
—¿Y podrás hacerlo amiga?—preguntó Quinn enarcando una ceja.
—Tendré que hacerlo Quinn. Fue solo un beso. Aunque a mí me gustó no puedo decir que mi jefa haya sentido lo mismo. Lo mejor será que haga como que nada pasó y vuelva a mi trabajo.
—Bueno amiga, sabes que te apoyo decidas lo que decidas.
—Gracias Quinn. Ahora me voy a dar una ducha y me meteré en la cama para ver si puedo dormir.
Brittany dejó a su amiga en la sala y llegó al baño para darse una larga ducha.
Bajo el chorro de agua trató de aclarar la mente.
Aún no podía creer lo sucedido con Santana.
Mientras el agua corría por su cuerpo, ella tocaba sus labios, cerraba los ojos y volvía a sentir los labios de Santana sobre los suyos.
Brittany pensó que iba a ser una tarea difícil ver a su jefa cada día sin sonrojarse, a una de ellas al menos.
Estaba claro que para Santana había sido un beso sin sentido, un beso para sacarse las ganas. Pero para Brittany ese beso había removido algo en su interior.
Sí, sería un suplicio tener que verla a diario, pero sería un suplicio también no verla.
Brittany sacudió su cabeza para sacar ese pensamiento de su mente.
No debía pensar en esa forma de su jefa.
Debía volver al trabajo, debía aparentar que nada había pasado, debía ocultar los sentimientos que había descubierto que tenía hacia la ogra de su jefa.
A la mañana siguiente Brittany se levantó y comenzó elegir la ropa que usaría para ir a trabajar.
Ese día debía ir a reunirse con la representante del banco Banktrans y quería lucir impecable.
Aunque esa no era la única razón para la búsqueda del vestuario perfecto, se sorprendió mirándose al espejo imaginándose qué pensaría su jefa cuando la viera así.
Por fin, después de mucho vagar por su closet, se decidió por un vestido gris, manga corta, cuello redondo.
El vestido le llegaba a la rodilla y se ajustaba perfectamente a cada curva de su cuerpo.
Como complemento del vestido, se puso un delgado cinturón de charol color rojo, terminando el conjunto con unos altísimos tacones también de color rojo.
Decidió hacerse una coleta alta, que estaba pulcramente peinada.
Un suave maquillaje en los ojos, pero sus labios resaltaban con el labial rojo que les había aplicado.
Se miró varias veces al espejo y cuando vio que lucía perfecta, salió de su cuarto.
Se sorprendió de ver a su amiga Quinn tomando una taza de café en el sofá de la sala tan temprano en la mañana.
—Guau—dijo Quinn cuando vio a Brittany frente a ella—Brittany, la idea es que pases desapercibida para tu ogra, no que lo instes a que te estampe contra su escritorio y que te lo haga hasta que te olvides de cómo te llamas.
—Qué dices Quinn, este es un recatado vestido de trabajo.
—De eso nada. Te marca cada curva de tu cuerpo, y con esos taconazos te ves demasiado sexy.
—Tengo una cita con la representante del banco, pensé que debía vestirme lo mejor posible.
—¿Solo por eso?—preguntó Quinn tratando de ocultar su media sonrisa.
—Aunque no lo creas sí, es solo por eso.
—Sí Brittany, lo que tú digas.
—Bueno, me voy, no quiero llegar tarde al trabajo, adiós.
—Adiós Britt. Suerte con la ogra, resístete a ella todo lo que puedas—le gritó una divertida Quinn a su amiga mientras ésta se acercaba a la puerta para salir.
Cuando Brittany llegó al piso diez se quedó paralizada en la entrada del vestíbulo, algo que estaba en su escritorio la dejó paralizada.
Sobre el escritorio de Brittany había cinco arreglos de flores, todos distintos.
Rosas rojas, blancas y amarillas, otro de lirios y otro de tulipanes.
¿Qué sería lo que pasaba?
¿Quién le habría mandado estas flores?
Se acercó lentamente, con cautela, como si las flores la fueran a morder.
Acercó la mano hasta tomar la tarjeta de uno de los arreglos y la leyó en voz alta:
—Querida Brittany: gracias por hacernos ganar la apuesta. Eres mi ídola. Con cariño, Mercedes.
Brittany soltó una pequeña carcajada, las flores habían sido enviadas por gente que trabajaba en la naviera, felicitándola por haber roto el record de permanencia trabajando para la ogra.
Fue revisando tarjeta por tarjeta y era lo mismo, felicitaciones y agradecimientos por hacerles ganar la apuesta.
Ninguna de sus dos jefas hacían aparición aún por la oficina, ella había llegado unos quince minutos adelantada.
Colocó las flores en un mueble, desocupando el escritorio y luego fue hasta la máquina de café para prepararse uno.
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Cuando Santana llegó al estacionamiento del edificio el nerviosismo se apoderó de ella.
Se bajó del auto, caminó hasta el ascensor y pulsó el botón del piso diez.
Las manos le sudaban y tenía un nudo en el estómago.
No sabía qué le pasaba, en realidad, sí lo sabía, pero se negaba a reconocerlo.
La noche anterior todos sus pensamiento y hasta sus sueños fueron para Brittany.
Para el beso que se atrevió a darle, para esa boca que sabía tan dulce, tan tierna, para esa joven que era su secretaria, y que desde ese día, ya no la podría ver de la misma forma.
De pronto un escalofrió cruzó su espalda, un miedo se alojó en su pecho, ¿y si Brittany no había ido a trabajar?
¿Y si ella había renunciado después de su comportamiento?
Ni siquiera se le había pasado por la mente que Brittany se sintiera acosada, y que ahora, en vez de encontrarla a ella en el escritorio, encontraría un sobre con su renuncia.
El ascensor llegó al décimo piso e ingresó en el vestíbulo con paso cauto, como si no quisiera hacer ruido.
Cuando miró al frente, soltó el aire que venía conteniendo desde que salió del ascensor.
Brittany estaba ahí, tras su escritorio, con la mirada baja, concentrada en unos papeles.
Santana la miró y de pronto se fijó en los ramos de flores que estaban en un mueble.
¿Quién le mandaría tantas flores?
Un calor le subió por el pecho y apresuró el paso para entrar en su oficina.
Brittany alcanzó a levantar la cabeza justo para ver a la ráfaga de su jefa pasar por delante de su escritorio y entrar en su despacho.
Brittany se levantó de su silla y se dirigió hasta la máquina para preparar el «espresso machiatto» que debía llevar dentro de los próximos diez minutos.
Cuando Brittany entró en la oficina de su jefa, Santana tenía el ceño demasiado fruncido para su gusto.
Santana, que en ese momento ojeaba unos papeles, comenzó a subir lentamente la mirada y se encontró con su secretaria que ese día iba vestida para matar, o para torturarla pensó.
Con sus ojos siguió cada curva del cuerpo de Brittany hasta que llegó a su cara, que en ese momento, se cubría por un inocente rubor.
Santana se imaginó ese rubor en otra situación, en una que los involucraba a las dos y una cama.
Brittany de pronto se sintió tímida ante la mirada de su jefa, después del beso de ayer, le costaba no cohibirse ante su presencia.
Santana le miraba con insistencia la boca, que hoy Brittany había resaltado con un labial rojo.
Santana recordó cómo era besar los labios de su secretaria y su pulso se alteró, una oleada de deseo se estaba apoderando de ella, y su cuerpo ya comenzaba a evidenciar su deseo.
Se removió molesta en su escritorio, no debía dejar que esta chica lo alterara de ese modo, no si no podía tenerla.
—Señorita Pierce, dígame qué tengo hoy en mi agenda—dijo tratando de que su tono fuera plano y frío.
—Buenos días señorita. Para hoy tiene una reunión con el auditor a las diez. La señorita Emily también asistirá a esa reunión. A la una revisión en la planta de conteiners y a las tres tiene el recordatorio de hacer una llamada al internado San Agustín de Suiza.
Santana seguía observando la boca de Brittany y el rubor de sus mejillas que se había incrementado en ese momento.
Cerró por un momento los ojos, trató de sacarse la imagen de Brittany desnuda que se formaba en su mente, si no lo hacía, tendría un gran orgasmo delante de su secretaria.
—¿Algo más?—preguntó rogando para que no hubiera nada más en la agenda y la rubia dejara pronto la oficina.
—Solo recordarle que a las once voy al banco a reunirme con la señorita Wilde para llevarle la carpeta que usted pidió. A parte de eso nada más señorita.
—Bien, se puede retirar.
Brittany asintió y giró sobre sus talones para salir de la vista de su jefa.
Para la morena fue difícil ver la salida de su secretaria, ya que el vestido se ajustaba deliciosamente a sus caderas, lo que no ayudó mucho para que Santana se quitara de la cabeza la imagen desnuda de la rubia.
Soltó un leve gemido, sí que sería una maldita tortura ver a Brittany a diario.
Cuando Emily ingresaba en el vestíbulo del piso diez, Brittany recibía un enorme ramo de rosas de manos de un repartidor.
Emily se acercó curiosa al ver todos los ramos que adornaban el mueble de su secretaria.
—Vaya, qué flores más lindas, esa persona sí que está enamorada.
Brittany rió por las palabras de su jefa, dejó el ramo sobre su escritorio y siguió a Emily hasta su despacho.
—Y bien Brittany, ¿a qué se debe tanta flor hoy en tu escritorio? ¿Algún admirador o admiradora secreto? ¿Un aniversario que celebrar?
—No Emily, nada de eso.
—Entonces Brittany, por qué tanta flor. Ya sé, es tu cumpleaños. Brittany me olvidé por completo.
—No Emily, no es mi cumpleaños. Es por otra razón por la que recibí estas flores, pero no sé si deba decirlo.
—Cuéntame Brittany, ahora sí que estoy más que intrigada.
—Está bien Emily, le contaré—Brittany tomó una honda respiración, no sabía cómo su jefa tomaría lo que iba a contarle—Esas flores me las enviaron distintas personas por hacerles ganar una apuesta.
—¿Una apuesta? Ahora sí que no entiendo nada Brittany.
—Emily, no sé si usted está enterada de que, las distintas secciones de este edificio, realizan una apuesta cada vez que llega una nueva secretaria a este piso.
—¡¿Qué?! ¿Por qué harían eso?
—Porque las secretarias del piso diez no duran nada. Disculpe que se lo diga, sabe que no es por usted Emily.
Emily soltó una carcajada, no daba crédito a lo escuchaba de la boca de su secretaria.
—¿Y las flores son por?
—Lograr la permanencia más larga hasta el momento trabajando en el piso diez.
—Es verdad, eres la secretaria que ha durado más tiempo y espero tenerte por mucho más.
—Yo también espero eso Emily.
—Bien, y ahora dejemos los asuntos florísticos de lado y dime qué tengo hoy en mi agenda.
Brittany le leyó la agenda a su jefa para, unos minutos después, salir y llegar a su escritorio para comenzar a organizar el día.
Diez minutos para las diez Emily y Santana se encaminaban hasta la sala de reuniones, donde se juntarían con el auditor.
Por su parte Brittany tomó las carpetas que su Santana le había entregado y se preparó para salir al banco donde tendría una reunión con la representante de esta.
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—Al parecer la secretaria está de cumpleaños—dijo Santana a su hermana mientras se dirigían a la sala de juntas.
—No hermana, no es su cumpleaños ¿Por qué lo dices?—preguntó Emily con una sonrisa, sabía que su hermana se moría por saber quién le había enviado las flores a Brittany.
—Por la cantidad de flores que recibió ¿No te diste cuenta Emily? Tienen que haber sido de distintas personas, no creo que una sola se las haya enviado todas.
—Y si fue una sola persona, a ti qué te importa.
—A mí nada, yo solo decía. En realidad tienes razón, no me importa.
Emily observaba el fruncido ceño de su hermana.
¿A caso le molestaba que a Brittany le enviaran flores?
Esto tendría que archivarlo en su disco duro y comenzar a observar mejor a este par.
Santana era guapa, pero insufrible, por eso sus secretarias renunciaban.
Nunca había mostrado interés por la vida de ninguna.
¿Se sentiría atraída por Brittany?
Si era así ella lo descubriría.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
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Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Cap 12
Capitulo 12
Brittany llegó puntual a su cita en el Banktrans.
La recibió la representante del banco, la señorita Kitty Wilde. Ellas llevaban algunos días hablando por teléfono y Brittany sintió como si se conocieran de toda la vida.
—¡Brittany, bienvenida!—le dijo la joven mujer.
Brittany quedó sorprendida, Kitty debía tener casi la misma edad que ella y ya se desempeñaba en un alto cargo en ese prestigioso banco.
—Buenos días Kitty. Gracias por recibirme.
Las chicas se saludaron con dos besos en las mejillas y Kitty le indicó a Brittany que tomara asiento en unos de los sillones de la oficina.
—¿Deseas beber algo?
—Solo agua por favor—Kitty sirvió un vaso con agua y se lo pasó a Brittany—Bien. Me alegra que por fin nos pudiéramos conocer Brittany. Y si te soy sincera lo que me tiene más que contenta es que seas tú y no tu jefa Santana la que está sentada aquí.
Brittany soltó una risa al escuchar lo que Kitty decía de Santana.
—Digamos que la señorita Santana López tiene un carácter un poco difícil de tratar.
—¿Un poco difícil? Brittany esa mujer no es un poco difícil, disculpa que te lo diga, pero esa mujer insufrible ¿Cómo es que la aguantas?
—La verdad es que en un principio me costó un poco, pero yo hago mi trabajo, lo hago bien y ella no tiene de que quejarse. Creo que ya me acostumbré a su forma de ser.
—Brittany, voy a llamar inmediatamente al Vaticano.
—¿Al Vaticano? ¿Por qué? No entiendo.
—Para que comiencen con tu proceso de canonización Brittany. Cualquier persona que aguante a esa ogra debe ser un santo. Nada que ver con lo que me dicen de du hermana Emily.
Kitty y Brittany se miraron y se echaron a reír en una gran carcajada.
Luego de que revisaran juntas los documentos con la propuesta de la Naviera López y de que Kitty le entregara otra carpeta con la contrapropuesta del banco, Brittany se despedía de Kitty.
—Bueno Kitty, fue un gusto conocerte. Le llevo los papeles a la señorita Santana y de seguro que ella se pondrá en contacto contigo.
—Para mí también fue todo un gusto conocerte Brittany. Y tengo la impresión de que nos seguiremos viendo.
—¿Por qué dices eso Kitty?
—Seamos honestas Brittany, tu jefa te envió a tratar este negocio conmigo porque le molesta que yo esté a cargo de una transacción tan importante. Me lo dejó bien claro la primera vez que la vi. No cree que sea capaces de manejar una empresa o hacer negocios de millones de dólares si no eres el dueño en sí. Pero para mí es mejor tratar contigo que con esa ogra.
Brittany sonrió al recordar a Santana.
La ogra que tenía que aguantar a diario, la mujer que la había besado con pasión el día anterior.
Las chicas se despidieron y Brittany salió del banco para volver a la naviera.
Entró en el vestíbulo, llegó a su escritorio, dejó su bolso y se dirigió a la oficina de su jefa Santana para informarle de la reunión con la representante del banco y entregarle los papeles que ésta le enviaba.
Tocó la puerta y Santana la hizo pasar a su oficina.
Apenas la rubia ingresó en el despacho sus mejillas se sonrojaron. Santana la miraba fijamente, como un halcón que observa a su presa.
Brittany le entregó la carpeta con los documentos, le informó sobre lo conversado con Kitty y luego se retiró para continuar con su trabajo.
Después de un día sin contratiempos Brittany terminó su jornada laboral para ir a su casa a descansar.
Brittany entraba en su edificio, llamó el ascensor, el cual no se demoró nada en llegar, ella entró y apretó el botón de su piso.
Las puertas del ascensor iban a comenzar a cerrarse cuando se escuchó una voz:
—¡Hey, detén el ascensor!
Brittany escuchó el grito de ayuda y colocó su mano en las puertas, para que estas no se cerraran.
—Gracias, pensé que no me habías escuchado—dijo la risueña chica que hacía ingreso en el cubículo—Y vas al quinto, qué bien, yo también voy hasta el quinto piso.
Brittany miraba a la joven que llevaba entre sus manos una caja que se notaba era pesada y casi tan grande que ella.
—¿Vienes a ver a alguien del quinto piso? Nunca te he visto antes por aquí.
—No, me acabo de mudar a este edificio, ocuparé el departamento veintiséis del quinto piso. Y por cierto soy Rachel, ¿tú vives aquí?
—Sí, también en el quinto piso, mi departamento es el veinticinco. Seremos vecinas, mi nombre es Brittany.
Llegaron al quinto piso, la risueña joven de brillantes ojos castaños se paró en su puerta y Brittany en la suya, la rubia metió la llave en su puerta, pero esta se abrió de golpe, su amiga Quinn hacía su aparición en la escena.
Quinn miró a su nueva vecina de arriba abajo, el debió darse cuenta, porque le devolvió una cálida y sexy sonrisa.
—Hola—dijo Quinn acercándose a su vecina—, soy Quinn tu vecina. Veo que ya conociste a Brittany.
—Hola Quinn, es un placer conocerte. Soy Rachel.
—Si necesitas algo no dudes en tocar nuestra puerta—dijo Quinn coqueta.
—Lo tendré muy presente. Ahora las dejo chicas, debo terminar de organizar mi departamento. Nos vemos.
Rachel abrió la puerta de su departamento y entró.
Brittany miraba a su amiga, sabía que a Quinn le había gustado la nueva inquilina.
La tomó por el brazo y la metió al departamento.
—Vaya Quinn, veo que te impresionó la nueva vecina.
—Qué dices Brittany. Nada que ver. Estás equivocada.
—No lo creo. Si la estabas desnudando con la mirada a la pobre. Solo te faltó lanzarte encima de ella.
—Estás equivocada amiga, solo traté de ser amable y una buena vecina.
—Claro, buena vecina, esa no te la crees ni tú—dijo Brittany, riéndose de su amiga—Es que yo ya te estoy viendo ir a tocar la puerta de la vecina y pedirle una tacita de azúcar. Y amiga, nosotras tomamos edulcorante.
—Es que a ti no te puedo engañar amiga ¿Pero viste lo buena que está nuestra vecina? Un poco bajita, pero no importa. Con esos ojazos castaños, es que no te digo. Tú sabes cuánto me gustan las personas de ojos marrones ¿Y viste sus curvas? No si se nota que hace ejercicio, debe lucir fantástica sin camiseta.
—Menos mal que no te gusta, ¿y qué vas a hacer Quinn?
—De momento trabajo de espionaje. Averiguar si tiene novio o novia, que le gusta hacer y…
—Si es hetero…—dijo Brittany con ironía.
—No es hetero, bisexual quizás, eso te lo puedo asegurar yo que tengo un radar para captar eso. Además, ¿no te fijaste cómo me miró?
—No, no me fijé. Estaba pendiente de ver tu cara y el charco de baba que tenías a tus pies mientras mirabas a Rachel.
—Rachel—dijo Quinn con un suspiro—, Si hasta el nombre es lindo.
—Pobre vecina—dijo Brittany.
—¿Pobre? ¿Por qué?
—Porque va a caer en tus redes amiga.
Quinn dio una gran carcajada y Brittany la siguió.
Continuaron un buen rato riendo, hablando sobre el nuevo vecino y de las estrategias que Quinn utilizaría con la pequeña morena.
El sonido del móvil de Brittany interrumpió la animada conversación de las amigas.
Brittany miró la pantalla de su teléfono y frunció su ceño cuando leyó el nombre que le mostraba la pantalla.
Era Santiago, ella se apresuró a contestar, era tarde, algo debía de haber pasado para que su pequeño amigo la llamara a esa hora.
—¡Hola Santy!—dijo Brittany.
—Britt—dijo el niño llorando—, Ayúdame, no quiero que me lleven ¿Me ayudarás verdad?
Brittany tragó en seco.
El niño lloraba angustiado, no sabía qué le había sucedido, la angustia se apoderó de ella.
—Santy, cálmate—le dijo Brittany, regañándose a sí misma.
¿Cómo le podía pedir calma a un niño de siete años?
—Dime qué pasa.
—Escuché que me van a llevar a otro país—logró decir el pequeño, para luego largarse a llorar nuevamente—Yo no quiero ir Britt, ¿tú me ayudarás verdad?
—A ver cariño, ¿a quién escuchaste decir eso?
—A mi mamá. La escuché hablando con Elaine en la biblioteca.
A Brittany la recorrió una extraña sensación al escuchar el nombre de su jefa junto con al de aquella mujer.
—Santy, quiero que trates de no llorar y me cuentes qué fue lo que escuchaste exactamente.
—Elaine le preguntó a mamá si ya había pensado en lo de enviarme a un internado en otro país y le dijo que sí.
—¡Maldita bruja oxigenada!—dijo Brittany, tapando el teléfono para que el niño no la escuchara, mientras que Quinn la miraba con los ojos muy abiertos.
—Britt, ¿me vas a ayudar verdad? No quiero irme de aquí.
—Santy, creo que esto tal vez sea un mal entendido. Por casualidad, ¿escuchaste a que país te llevarían?
—Creo que era Suecia o Suiza, no me acuerdo bien Britt.
De pronto Brittany recordó algo y un escalofrió le recorrió todo el cuerpo.
La agenda de su jefa esa mañana recordaba que debía hacer una llamada a un internado en Suiza.
—Santy, júrame que te vas a quedar tranquilo. Yo voy a averiguar todo lo que pueda, veremos qué podemos hacer.
—Sí Britt. No quiero irme lejos. Ayúdame por favor.
—Sí cariño, ahora ve a dormir tranquilo, ¿quieres? Mañana te llamo.
—Bien, adiós Britt.
—Adiós, Santy.
A Brittany le dieron ganas de estrellar el móvil contra la pared.
Sentía que estaba con las manos atadas.
—¿Qué pasó Britt?—preguntó Quinn al ver que la cara de Brittany se desfiguraba por la rabia.
—¡Esa ogra que tengo de jefa! Aaaahhh ¡La odio!
—Qué hizo ahora esa mujer.
—Al parecer quiere mandar a Santy a un internado en Suiza.
—¿Cómo puedes saber eso?
—El pequeño lo escuchó hablar con su novia. Y yo, haciendo memoria, hoy vi en su agenda que tenía que llamar a un internado en Suiza ¿No es mucha coincidencia?
—¿A qué internado?
—El San Agustín, creo que ese era el nombre.
—Vaya—dijo sorprendida Quinn—, el San Agustín. Es uno de los más caros y prestigiosos internados de Europa. Pero también es una lujosa cárcel pagada. Mi primo Sam estudió dos años ahí.
—Gracias Quinn, me acabas de dejar más angustiada de lo que estoy—le dijo Brittany a su amiga casi llorando.
—¿Y qué piensas hacer? No es que me quiera inmiscuir, pero tú no pintas nada en este problema Britt, lo mejor será que te quedes al margen.
—No puedo Quinn, Santiago es mi amigo tengo que ayudarlo.
—Si su mamá quiere mandarlo a Suiza no hay nada que puedas hacer amiga. Tú eres solo la amiga del niño y la secretaria de la mamá. Siento decirte esto Brittany, pero en este caso no tienes ni voz ni voto.
Brittany miró a su amiga.
Era verdad ella quería mucho a Santiago, pero si su jefa quería enviarlo al fin del mundo ella no podría hacer nada.
—¡Aaaahhh, qué rabia tengo! Te juro que si pudiera voy a su casa y le parto la cabeza a esa mujer.
—Amiga, creo que debes desmarcarte de esto. No puedes ayudar al pequeño, así es que lo mejor que puedes hacer es no darle esperanzas de que lo vas a ayudar.
—Es fácil decirlo Quinn. Es un niño, ¿por qué su mamá no quieres estar con él?
A Brittany comenzaron a salirle las lágrimas que tenía contenidas.
¿Por qué Santana tomaría esa determinación de apartar cada vez más a su hijo de su lado?
—Bueno amiga, yo me voy a dormir—dijo Quinn—, Tú deberías hacer lo mismo.
—Tienes razón, me tomo un vaso de leche y me voy a la cama.
Después de beber el vaso de leche, Brittany se fue a su dormitorio, se metió en la cama y dio mil vueltas antes de que el sueño la venciera.
La mañana siguiente sorprendió a Brittany con una enorme jaqueca.
Era como si se hubiera bebido un barril de ron y ahora la atacara una terrible resaca.
Se levantó y se dirigió al baño para darse una rápida ducha de agua fría que le refrescara la cabeza.
Luego de salir de la ducha se tomó unos analgésicos y se comenzó a vestir para ir a su trabajo, aunque ese día, no tuviera ni la más mínima gana de poner un pie fuera de su departamento.
Brittany llegó a su escritorio, y comenzó con su jornada laboral.
El dolor de cabeza con el que había amanecido, en vez de disminuir con el analgésico, se incrementaba a cada minuto.
Cuando Santana entró en el vestíbulo, se encontró con su secretaria sentada y con sus largos dedos aprisionándose las sienes.
Siguió avanzando hasta quedar cerca del escritorio de Brittany.
—Buenos días—dijo Santana y caminó hasta su despacho.
Brittany se levantó de su silla y se dirigió hasta la máquina de café para preparar el brebaje diario a su jefa.
Entró en la oficina con el café y su agenda para comenzar a repasar el día de Santana.
Santana miró a Brittany, que hoy vestía más recatada que el día anterior, pero se veía igual de encantadora.
Llevaba unos pantalones pitillo de tela negra y cintura alta, acompañado con una blusa de gasa blanca de manga larga y cuello Mao con los dos primeros botones sin abrochar, lo que dejaba a la vista un poco de su blanca piel.
Su largo cabello, hoy estaba recogido en un moño alto.
Mientras le leía qué ocupaba su agenda ese día, Santana comenzó a fijar su mirada en la cara de su secretaria.
Se torturó mirando la boca de Brittany y se estremeció al recordar lo dulce que sabían esos labios.
Luego se fijó con más detenimiento en el rostro de la chica.
Tenía ojeras y estaba algo descompuesta, como si estuviera enferma.
En cambio Brittany, aunque el dolor de cabeza la estaba matando, buscaba la manera de hablar con su jefa y preguntarle sobre el asunto de Santiago.
Pero el maldito dolor no la dejaba pensar con claridad, y no quería tener una nueva discusión con la señorita Santana López, no ese día que se sentía tan mal.
—¿Se siente bien señorita Pierce?—preguntó Santana.
—Sí señorita—dijo sin mirarla a los ojos.
—No es verdad. Estoy viendo que no tiene buena cara. Si estaba enferma debió quedarse en su casa. Si no se siente bien puede tomarse el día.
Brittany tuvo que sacudir la cabeza, al parecer el dolor la estaba haciendo escuchar mal.
¿La señorita Santana López estaba preocupada porque no se veía bien?
Y no solo eso, si no que le había dicho que podía tomarse el día.
¿Estaría Santana también con una enorme jaqueca que le oprimía el cerebro?
—Es solo un dolor de cabeza señorita, ya se me pasará.
Santana se levantó de su sillón y caminó hasta quedar frente a su secretaria.
«Que no se acerque, que no se acerque» decía Brittany para sus adentros.
—Brittany, ¿mírame por favor?
«Ya empezamos con el tú»
Brittany levantó lentamente la mirada y se encontró con la preocupada oscura.
—Puedo ver que no estás bien, esto no es un simple dolor de cabeza.
Santana dio un paso más para quedar muy cerca, demasiado cerca para el gusto de la rubia.
Luego Santana posó una mano en el hombro izquierdo de Brittany, ella sintió la corriente eléctrica que le traspasó aquel toque.
Santana quería abrazarla, calmar el dolor que la ojiazul sentía y se sorprendió de pensar de ese modo.
Brittany decidió que ese sería un buen momento para hablar con la morena, pero se sentía tan mal, que si discutía tal vez se desmayaría.
Pero era tan terca que igual lo intentaría.
—La verdad señorita López es que se me parte la cabeza del dolor que traigo. Me siento mal, muy mal a decir verdad, y no solamente por la jaqueca. Necesito preguntarle algo, necesito hablar con usted, pero creo que hoy no es un buen momento. No quiero discutir con usted, no tengo fuerzas para eso.
Santana sonrió de medio lado y alrededor de sus ojos se formaron los hoyuelos que a Brittany le habían llamado la atención la primera vez que la vio sonreír cuando se quedaron atrapadas en el ascensor.
—Y, ¿por qué piensas que vas a discutir conmigo?
—Porque lo que tengo que hablar es sobre Santiago.
Santana aparto la mano desde donde la tenía posada y Brittany sintió que el calor la abandonaba.
—Y sé que este no es un tema que usted quiera conversar conmigo y…
—Qué pasa con Santiago—dijo cruzándose de brazos, pero sin retroceder ni un paso desde donde se encontraba.
—¿Es verdad que va a mandar a Santiago a un internado en Suiza?
—¿Quién te dijo eso? ¿Cómo lo supiste?—dijo ladeando la cabeza esperando la respuesta de Brittany.
—Fue Santiago, me llamó anoche para contarme—contestó Brittany con un nudo en la garganta y una punzada en su cabeza.
—¡Imposible!—dijo Santana levantando la voz y descruzando los brazos.
Brittany cerró los ojos, por la subida de tono en la voz de su jefa.
—Él no tiene cómo saber eso.
—Entonces es verdad—dijo Brittany encarando a su jefa con los ojos muy abiertos.
—¿Quién te dijo eso Brittany?
—Ya le dije, fue Santiago. Él la escuchó a usted y a su novia hablar de eso.
Santana tragó en seco, su hijo había escuchado la conversación que había tenido con Elaine.
Elaine le había sugerido, en innumerables veces, que lo mejor para la educación de Santiago era que asistiera a un internado en Suiza. Santana no lo había considerado, pero ahora tenía demasiado trabajo y el niño pasaba mucho tiempo solo y haciendo quizá qué cosas.
Santana no lo podía vigilar y estaba pensando en la idea de Elaine.
Santana no sabía qué le molestaba más; que su hijo hubiera escuchado la conversación sobre el internado o que Brittany pensara que Elaine era su novia.
—Señorita, sé que no me tengo que inmiscuir en este asunto familiar, pero no haga eso, no mande a Santiago lejos de usted, no lo pierda por favor.
Santana acercó una mano para acariciarle la mejilla. Brittany se estremeció de pies a cabeza.
¿La besaría otra vez?
«No por favor» pedía Brittany, no podía besarse con su jefa otra vez, aunque lo quisiera con toda el alma.
—¿Por qué te preocupas tanto por Santiago?—le preguntó y comenzó a deslizar su mano para llegar a la nuca de Brittany.
—Porque, aunque no lo crea, es mi amigo. Es un niño especial que se hace querer, ¿por qué usted no lo puede ver así?
Santana comenzó a presionar sus dedos en la nuca de Brittany, como una especie de masaje.
Brittany sintió un poco de alivio de su jaqueca y soltó un pequeño gemido con la boca entreabierta. La sensación de los dedos haciendo presión era deliciosa.
—Brittany tienes razón en lo de que esto es un asunto familiar, hay cosas que no me interesa comentar contigo. Pero lo del internado es solo una idea, nunca dije que lo mandaría a Suiza. Santiago pasa mucho tiempo solo en casa. Yo estoy ocupada todo el día en el trabajo, tal vez sea lo mejor para él.
Santana siguió jugando con los dedos en la nuca de Brittany, subiendo y bajando por su cuello, ahora se unía su otra mano. Brittany tenía la certeza de que la morena en cualquier momento la besaría.
—Pero usted puede acercarse a él—dijo en un susurro y entre cerrado los ojos—, Dedique un tiempo para él por favor señorita.
Santana ya no aguantaba más tener a su secretaria junto a ella, debía besarla, necesitaba desesperadamente besar la dulce boca de Brittany.
Acercó la suya que moría por probar nuevamente esos carnosos labios.
Ladeo su cabeza, lista para darle un largo y profundo beso a la mujer que tenía entre sus manos, cuando el ruido de la puerta de su despacho, que se abría de golpe y sin previo aviso, lo obligó a separase de Brittany.
—Santana, cariño, gracias a al cielo que estás aquí.
Las dos giraron la cabeza de golpe para mirar a quien había decidió interrumpir ese intimo momento.
—Señorita—dijo Brittany, claramente molesta por la interrupción—, ¿Sigue en pie lo de tomarme el día libre?
—Claro señorita Pierce.
«volvemos con el señorita» pensó Brittany.
—, Tómese el día. Espero se recupere pronto—dijo Santana mientras rodeaba su escritorio para volver a sentarse en su sillón.
—Gracias señorita, hasta mañana.
Brittany salió, y en su camino hacia la puerta, se encontró con la mirada de Elaine García, que la observaba con los ojos llenos de odio.
La recibió la representante del banco, la señorita Kitty Wilde. Ellas llevaban algunos días hablando por teléfono y Brittany sintió como si se conocieran de toda la vida.
—¡Brittany, bienvenida!—le dijo la joven mujer.
Brittany quedó sorprendida, Kitty debía tener casi la misma edad que ella y ya se desempeñaba en un alto cargo en ese prestigioso banco.
—Buenos días Kitty. Gracias por recibirme.
Las chicas se saludaron con dos besos en las mejillas y Kitty le indicó a Brittany que tomara asiento en unos de los sillones de la oficina.
—¿Deseas beber algo?
—Solo agua por favor—Kitty sirvió un vaso con agua y se lo pasó a Brittany—Bien. Me alegra que por fin nos pudiéramos conocer Brittany. Y si te soy sincera lo que me tiene más que contenta es que seas tú y no tu jefa Santana la que está sentada aquí.
Brittany soltó una risa al escuchar lo que Kitty decía de Santana.
—Digamos que la señorita Santana López tiene un carácter un poco difícil de tratar.
—¿Un poco difícil? Brittany esa mujer no es un poco difícil, disculpa que te lo diga, pero esa mujer insufrible ¿Cómo es que la aguantas?
—La verdad es que en un principio me costó un poco, pero yo hago mi trabajo, lo hago bien y ella no tiene de que quejarse. Creo que ya me acostumbré a su forma de ser.
—Brittany, voy a llamar inmediatamente al Vaticano.
—¿Al Vaticano? ¿Por qué? No entiendo.
—Para que comiencen con tu proceso de canonización Brittany. Cualquier persona que aguante a esa ogra debe ser un santo. Nada que ver con lo que me dicen de du hermana Emily.
Kitty y Brittany se miraron y se echaron a reír en una gran carcajada.
Luego de que revisaran juntas los documentos con la propuesta de la Naviera López y de que Kitty le entregara otra carpeta con la contrapropuesta del banco, Brittany se despedía de Kitty.
—Bueno Kitty, fue un gusto conocerte. Le llevo los papeles a la señorita Santana y de seguro que ella se pondrá en contacto contigo.
—Para mí también fue todo un gusto conocerte Brittany. Y tengo la impresión de que nos seguiremos viendo.
—¿Por qué dices eso Kitty?
—Seamos honestas Brittany, tu jefa te envió a tratar este negocio conmigo porque le molesta que yo esté a cargo de una transacción tan importante. Me lo dejó bien claro la primera vez que la vi. No cree que sea capaces de manejar una empresa o hacer negocios de millones de dólares si no eres el dueño en sí. Pero para mí es mejor tratar contigo que con esa ogra.
Brittany sonrió al recordar a Santana.
La ogra que tenía que aguantar a diario, la mujer que la había besado con pasión el día anterior.
Las chicas se despidieron y Brittany salió del banco para volver a la naviera.
Entró en el vestíbulo, llegó a su escritorio, dejó su bolso y se dirigió a la oficina de su jefa Santana para informarle de la reunión con la representante del banco y entregarle los papeles que ésta le enviaba.
Tocó la puerta y Santana la hizo pasar a su oficina.
Apenas la rubia ingresó en el despacho sus mejillas se sonrojaron. Santana la miraba fijamente, como un halcón que observa a su presa.
Brittany le entregó la carpeta con los documentos, le informó sobre lo conversado con Kitty y luego se retiró para continuar con su trabajo.
Después de un día sin contratiempos Brittany terminó su jornada laboral para ir a su casa a descansar.
Brittany entraba en su edificio, llamó el ascensor, el cual no se demoró nada en llegar, ella entró y apretó el botón de su piso.
Las puertas del ascensor iban a comenzar a cerrarse cuando se escuchó una voz:
—¡Hey, detén el ascensor!
Brittany escuchó el grito de ayuda y colocó su mano en las puertas, para que estas no se cerraran.
—Gracias, pensé que no me habías escuchado—dijo la risueña chica que hacía ingreso en el cubículo—Y vas al quinto, qué bien, yo también voy hasta el quinto piso.
Brittany miraba a la joven que llevaba entre sus manos una caja que se notaba era pesada y casi tan grande que ella.
—¿Vienes a ver a alguien del quinto piso? Nunca te he visto antes por aquí.
—No, me acabo de mudar a este edificio, ocuparé el departamento veintiséis del quinto piso. Y por cierto soy Rachel, ¿tú vives aquí?
—Sí, también en el quinto piso, mi departamento es el veinticinco. Seremos vecinas, mi nombre es Brittany.
Llegaron al quinto piso, la risueña joven de brillantes ojos castaños se paró en su puerta y Brittany en la suya, la rubia metió la llave en su puerta, pero esta se abrió de golpe, su amiga Quinn hacía su aparición en la escena.
Quinn miró a su nueva vecina de arriba abajo, el debió darse cuenta, porque le devolvió una cálida y sexy sonrisa.
—Hola—dijo Quinn acercándose a su vecina—, soy Quinn tu vecina. Veo que ya conociste a Brittany.
—Hola Quinn, es un placer conocerte. Soy Rachel.
—Si necesitas algo no dudes en tocar nuestra puerta—dijo Quinn coqueta.
—Lo tendré muy presente. Ahora las dejo chicas, debo terminar de organizar mi departamento. Nos vemos.
Rachel abrió la puerta de su departamento y entró.
Brittany miraba a su amiga, sabía que a Quinn le había gustado la nueva inquilina.
La tomó por el brazo y la metió al departamento.
—Vaya Quinn, veo que te impresionó la nueva vecina.
—Qué dices Brittany. Nada que ver. Estás equivocada.
—No lo creo. Si la estabas desnudando con la mirada a la pobre. Solo te faltó lanzarte encima de ella.
—Estás equivocada amiga, solo traté de ser amable y una buena vecina.
—Claro, buena vecina, esa no te la crees ni tú—dijo Brittany, riéndose de su amiga—Es que yo ya te estoy viendo ir a tocar la puerta de la vecina y pedirle una tacita de azúcar. Y amiga, nosotras tomamos edulcorante.
—Es que a ti no te puedo engañar amiga ¿Pero viste lo buena que está nuestra vecina? Un poco bajita, pero no importa. Con esos ojazos castaños, es que no te digo. Tú sabes cuánto me gustan las personas de ojos marrones ¿Y viste sus curvas? No si se nota que hace ejercicio, debe lucir fantástica sin camiseta.
—Menos mal que no te gusta, ¿y qué vas a hacer Quinn?
—De momento trabajo de espionaje. Averiguar si tiene novio o novia, que le gusta hacer y…
—Si es hetero…—dijo Brittany con ironía.
—No es hetero, bisexual quizás, eso te lo puedo asegurar yo que tengo un radar para captar eso. Además, ¿no te fijaste cómo me miró?
—No, no me fijé. Estaba pendiente de ver tu cara y el charco de baba que tenías a tus pies mientras mirabas a Rachel.
—Rachel—dijo Quinn con un suspiro—, Si hasta el nombre es lindo.
—Pobre vecina—dijo Brittany.
—¿Pobre? ¿Por qué?
—Porque va a caer en tus redes amiga.
Quinn dio una gran carcajada y Brittany la siguió.
Continuaron un buen rato riendo, hablando sobre el nuevo vecino y de las estrategias que Quinn utilizaría con la pequeña morena.
El sonido del móvil de Brittany interrumpió la animada conversación de las amigas.
Brittany miró la pantalla de su teléfono y frunció su ceño cuando leyó el nombre que le mostraba la pantalla.
Era Santiago, ella se apresuró a contestar, era tarde, algo debía de haber pasado para que su pequeño amigo la llamara a esa hora.
—¡Hola Santy!—dijo Brittany.
—Britt—dijo el niño llorando—, Ayúdame, no quiero que me lleven ¿Me ayudarás verdad?
Brittany tragó en seco.
El niño lloraba angustiado, no sabía qué le había sucedido, la angustia se apoderó de ella.
—Santy, cálmate—le dijo Brittany, regañándose a sí misma.
¿Cómo le podía pedir calma a un niño de siete años?
—Dime qué pasa.
—Escuché que me van a llevar a otro país—logró decir el pequeño, para luego largarse a llorar nuevamente—Yo no quiero ir Britt, ¿tú me ayudarás verdad?
—A ver cariño, ¿a quién escuchaste decir eso?
—A mi mamá. La escuché hablando con Elaine en la biblioteca.
A Brittany la recorrió una extraña sensación al escuchar el nombre de su jefa junto con al de aquella mujer.
—Santy, quiero que trates de no llorar y me cuentes qué fue lo que escuchaste exactamente.
—Elaine le preguntó a mamá si ya había pensado en lo de enviarme a un internado en otro país y le dijo que sí.
—¡Maldita bruja oxigenada!—dijo Brittany, tapando el teléfono para que el niño no la escuchara, mientras que Quinn la miraba con los ojos muy abiertos.
—Britt, ¿me vas a ayudar verdad? No quiero irme de aquí.
—Santy, creo que esto tal vez sea un mal entendido. Por casualidad, ¿escuchaste a que país te llevarían?
—Creo que era Suecia o Suiza, no me acuerdo bien Britt.
De pronto Brittany recordó algo y un escalofrió le recorrió todo el cuerpo.
La agenda de su jefa esa mañana recordaba que debía hacer una llamada a un internado en Suiza.
—Santy, júrame que te vas a quedar tranquilo. Yo voy a averiguar todo lo que pueda, veremos qué podemos hacer.
—Sí Britt. No quiero irme lejos. Ayúdame por favor.
—Sí cariño, ahora ve a dormir tranquilo, ¿quieres? Mañana te llamo.
—Bien, adiós Britt.
—Adiós, Santy.
A Brittany le dieron ganas de estrellar el móvil contra la pared.
Sentía que estaba con las manos atadas.
—¿Qué pasó Britt?—preguntó Quinn al ver que la cara de Brittany se desfiguraba por la rabia.
—¡Esa ogra que tengo de jefa! Aaaahhh ¡La odio!
—Qué hizo ahora esa mujer.
—Al parecer quiere mandar a Santy a un internado en Suiza.
—¿Cómo puedes saber eso?
—El pequeño lo escuchó hablar con su novia. Y yo, haciendo memoria, hoy vi en su agenda que tenía que llamar a un internado en Suiza ¿No es mucha coincidencia?
—¿A qué internado?
—El San Agustín, creo que ese era el nombre.
—Vaya—dijo sorprendida Quinn—, el San Agustín. Es uno de los más caros y prestigiosos internados de Europa. Pero también es una lujosa cárcel pagada. Mi primo Sam estudió dos años ahí.
—Gracias Quinn, me acabas de dejar más angustiada de lo que estoy—le dijo Brittany a su amiga casi llorando.
—¿Y qué piensas hacer? No es que me quiera inmiscuir, pero tú no pintas nada en este problema Britt, lo mejor será que te quedes al margen.
—No puedo Quinn, Santiago es mi amigo tengo que ayudarlo.
—Si su mamá quiere mandarlo a Suiza no hay nada que puedas hacer amiga. Tú eres solo la amiga del niño y la secretaria de la mamá. Siento decirte esto Brittany, pero en este caso no tienes ni voz ni voto.
Brittany miró a su amiga.
Era verdad ella quería mucho a Santiago, pero si su jefa quería enviarlo al fin del mundo ella no podría hacer nada.
—¡Aaaahhh, qué rabia tengo! Te juro que si pudiera voy a su casa y le parto la cabeza a esa mujer.
—Amiga, creo que debes desmarcarte de esto. No puedes ayudar al pequeño, así es que lo mejor que puedes hacer es no darle esperanzas de que lo vas a ayudar.
—Es fácil decirlo Quinn. Es un niño, ¿por qué su mamá no quieres estar con él?
A Brittany comenzaron a salirle las lágrimas que tenía contenidas.
¿Por qué Santana tomaría esa determinación de apartar cada vez más a su hijo de su lado?
—Bueno amiga, yo me voy a dormir—dijo Quinn—, Tú deberías hacer lo mismo.
—Tienes razón, me tomo un vaso de leche y me voy a la cama.
Después de beber el vaso de leche, Brittany se fue a su dormitorio, se metió en la cama y dio mil vueltas antes de que el sueño la venciera.
La mañana siguiente sorprendió a Brittany con una enorme jaqueca.
Era como si se hubiera bebido un barril de ron y ahora la atacara una terrible resaca.
Se levantó y se dirigió al baño para darse una rápida ducha de agua fría que le refrescara la cabeza.
Luego de salir de la ducha se tomó unos analgésicos y se comenzó a vestir para ir a su trabajo, aunque ese día, no tuviera ni la más mínima gana de poner un pie fuera de su departamento.
Brittany llegó a su escritorio, y comenzó con su jornada laboral.
El dolor de cabeza con el que había amanecido, en vez de disminuir con el analgésico, se incrementaba a cada minuto.
Cuando Santana entró en el vestíbulo, se encontró con su secretaria sentada y con sus largos dedos aprisionándose las sienes.
Siguió avanzando hasta quedar cerca del escritorio de Brittany.
—Buenos días—dijo Santana y caminó hasta su despacho.
Brittany se levantó de su silla y se dirigió hasta la máquina de café para preparar el brebaje diario a su jefa.
Entró en la oficina con el café y su agenda para comenzar a repasar el día de Santana.
Santana miró a Brittany, que hoy vestía más recatada que el día anterior, pero se veía igual de encantadora.
Llevaba unos pantalones pitillo de tela negra y cintura alta, acompañado con una blusa de gasa blanca de manga larga y cuello Mao con los dos primeros botones sin abrochar, lo que dejaba a la vista un poco de su blanca piel.
Su largo cabello, hoy estaba recogido en un moño alto.
Mientras le leía qué ocupaba su agenda ese día, Santana comenzó a fijar su mirada en la cara de su secretaria.
Se torturó mirando la boca de Brittany y se estremeció al recordar lo dulce que sabían esos labios.
Luego se fijó con más detenimiento en el rostro de la chica.
Tenía ojeras y estaba algo descompuesta, como si estuviera enferma.
En cambio Brittany, aunque el dolor de cabeza la estaba matando, buscaba la manera de hablar con su jefa y preguntarle sobre el asunto de Santiago.
Pero el maldito dolor no la dejaba pensar con claridad, y no quería tener una nueva discusión con la señorita Santana López, no ese día que se sentía tan mal.
—¿Se siente bien señorita Pierce?—preguntó Santana.
—Sí señorita—dijo sin mirarla a los ojos.
—No es verdad. Estoy viendo que no tiene buena cara. Si estaba enferma debió quedarse en su casa. Si no se siente bien puede tomarse el día.
Brittany tuvo que sacudir la cabeza, al parecer el dolor la estaba haciendo escuchar mal.
¿La señorita Santana López estaba preocupada porque no se veía bien?
Y no solo eso, si no que le había dicho que podía tomarse el día.
¿Estaría Santana también con una enorme jaqueca que le oprimía el cerebro?
—Es solo un dolor de cabeza señorita, ya se me pasará.
Santana se levantó de su sillón y caminó hasta quedar frente a su secretaria.
«Que no se acerque, que no se acerque» decía Brittany para sus adentros.
—Brittany, ¿mírame por favor?
«Ya empezamos con el tú»
Brittany levantó lentamente la mirada y se encontró con la preocupada oscura.
—Puedo ver que no estás bien, esto no es un simple dolor de cabeza.
Santana dio un paso más para quedar muy cerca, demasiado cerca para el gusto de la rubia.
Luego Santana posó una mano en el hombro izquierdo de Brittany, ella sintió la corriente eléctrica que le traspasó aquel toque.
Santana quería abrazarla, calmar el dolor que la ojiazul sentía y se sorprendió de pensar de ese modo.
Brittany decidió que ese sería un buen momento para hablar con la morena, pero se sentía tan mal, que si discutía tal vez se desmayaría.
Pero era tan terca que igual lo intentaría.
—La verdad señorita López es que se me parte la cabeza del dolor que traigo. Me siento mal, muy mal a decir verdad, y no solamente por la jaqueca. Necesito preguntarle algo, necesito hablar con usted, pero creo que hoy no es un buen momento. No quiero discutir con usted, no tengo fuerzas para eso.
Santana sonrió de medio lado y alrededor de sus ojos se formaron los hoyuelos que a Brittany le habían llamado la atención la primera vez que la vio sonreír cuando se quedaron atrapadas en el ascensor.
—Y, ¿por qué piensas que vas a discutir conmigo?
—Porque lo que tengo que hablar es sobre Santiago.
Santana aparto la mano desde donde la tenía posada y Brittany sintió que el calor la abandonaba.
—Y sé que este no es un tema que usted quiera conversar conmigo y…
—Qué pasa con Santiago—dijo cruzándose de brazos, pero sin retroceder ni un paso desde donde se encontraba.
—¿Es verdad que va a mandar a Santiago a un internado en Suiza?
—¿Quién te dijo eso? ¿Cómo lo supiste?—dijo ladeando la cabeza esperando la respuesta de Brittany.
—Fue Santiago, me llamó anoche para contarme—contestó Brittany con un nudo en la garganta y una punzada en su cabeza.
—¡Imposible!—dijo Santana levantando la voz y descruzando los brazos.
Brittany cerró los ojos, por la subida de tono en la voz de su jefa.
—Él no tiene cómo saber eso.
—Entonces es verdad—dijo Brittany encarando a su jefa con los ojos muy abiertos.
—¿Quién te dijo eso Brittany?
—Ya le dije, fue Santiago. Él la escuchó a usted y a su novia hablar de eso.
Santana tragó en seco, su hijo había escuchado la conversación que había tenido con Elaine.
Elaine le había sugerido, en innumerables veces, que lo mejor para la educación de Santiago era que asistiera a un internado en Suiza. Santana no lo había considerado, pero ahora tenía demasiado trabajo y el niño pasaba mucho tiempo solo y haciendo quizá qué cosas.
Santana no lo podía vigilar y estaba pensando en la idea de Elaine.
Santana no sabía qué le molestaba más; que su hijo hubiera escuchado la conversación sobre el internado o que Brittany pensara que Elaine era su novia.
—Señorita, sé que no me tengo que inmiscuir en este asunto familiar, pero no haga eso, no mande a Santiago lejos de usted, no lo pierda por favor.
Santana acercó una mano para acariciarle la mejilla. Brittany se estremeció de pies a cabeza.
¿La besaría otra vez?
«No por favor» pedía Brittany, no podía besarse con su jefa otra vez, aunque lo quisiera con toda el alma.
—¿Por qué te preocupas tanto por Santiago?—le preguntó y comenzó a deslizar su mano para llegar a la nuca de Brittany.
—Porque, aunque no lo crea, es mi amigo. Es un niño especial que se hace querer, ¿por qué usted no lo puede ver así?
Santana comenzó a presionar sus dedos en la nuca de Brittany, como una especie de masaje.
Brittany sintió un poco de alivio de su jaqueca y soltó un pequeño gemido con la boca entreabierta. La sensación de los dedos haciendo presión era deliciosa.
—Brittany tienes razón en lo de que esto es un asunto familiar, hay cosas que no me interesa comentar contigo. Pero lo del internado es solo una idea, nunca dije que lo mandaría a Suiza. Santiago pasa mucho tiempo solo en casa. Yo estoy ocupada todo el día en el trabajo, tal vez sea lo mejor para él.
Santana siguió jugando con los dedos en la nuca de Brittany, subiendo y bajando por su cuello, ahora se unía su otra mano. Brittany tenía la certeza de que la morena en cualquier momento la besaría.
—Pero usted puede acercarse a él—dijo en un susurro y entre cerrado los ojos—, Dedique un tiempo para él por favor señorita.
Santana ya no aguantaba más tener a su secretaria junto a ella, debía besarla, necesitaba desesperadamente besar la dulce boca de Brittany.
Acercó la suya que moría por probar nuevamente esos carnosos labios.
Ladeo su cabeza, lista para darle un largo y profundo beso a la mujer que tenía entre sus manos, cuando el ruido de la puerta de su despacho, que se abría de golpe y sin previo aviso, lo obligó a separase de Brittany.
—Santana, cariño, gracias a al cielo que estás aquí.
Las dos giraron la cabeza de golpe para mirar a quien había decidió interrumpir ese intimo momento.
—Señorita—dijo Brittany, claramente molesta por la interrupción—, ¿Sigue en pie lo de tomarme el día libre?
—Claro señorita Pierce.
«volvemos con el señorita» pensó Brittany.
—, Tómese el día. Espero se recupere pronto—dijo Santana mientras rodeaba su escritorio para volver a sentarse en su sillón.
—Gracias señorita, hasta mañana.
Brittany salió, y en su camino hacia la puerta, se encontró con la mirada de Elaine García, que la observaba con los ojos llenos de odio.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
hola morra..
mmm ya san no se puede controlar,..
joder siempre tiene que estar Elaine para joder todo,.. espero que no mande a santy al internado,...
quinn y rachel!!!
nos vemos!!!
mmm ya san no se puede controlar,..
joder siempre tiene que estar Elaine para joder todo,.. espero que no mande a santy al internado,...
quinn y rachel!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
si no es su novia pq ese estorbo se la pasa metida ahi, que insufrible mujer!!!!! espero que santana considere esa absurda decision de alejar a su hijo!!!!! gracias por el maraton!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
ahhh Santana es una estupida. y me gusta la valentia que Britt muestra para plantarle cara a Santana.
Santana es estupida al hacer caso a Elaine de mandar lejos a Santiago. Luego besarla y dejarla sin explicacion alguna. Solo se que ella ya se esta volviendo como gelatina al tener al lado a Britt.
Santana es estupida al hacer caso a Elaine de mandar lejos a Santiago. Luego besarla y dejarla sin explicacion alguna. Solo se que ella ya se esta volviendo como gelatina al tener al lado a Britt.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
Uff que tonta que es San yo de ella me la paso besando a Britt todo el día jajajajaja y jamás alejaría a mi hijo de mi lado .. saludos chica del EFECTO
Lucy LP**** - Mensajes : 168
Fecha de inscripción : 01/07/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra..
mmm ya san no se puede controlar,..
joder siempre tiene que estar Elaine para joder todo,.. espero que no mande a santy al internado,...
quinn y rachel!!!
nos vemos!!!
Hola lu, no xD ajajajajajaja igual duro xD ajajajajaja. Mmmm sip ¬¬ =O nop esperemos y no =/ Si que si! ajajajajajaja no ai brittana sin faberry xD jaajjaja. Saludos =D
micky morales escribió:si no es su novia pq ese estorbo se la pasa metida ahi, que insufrible mujer!!!!! espero que santana considere esa absurda decision de alejar a su hijo!!!!! gracias por el maraton!!!!!
Hola, jajajajajajajajajajaj "estorbo" eso es lo que es jajajajajajaajja, nose quien la llama la vrdd ¬¬ Esperemos y no xq ai si q pierde todo todo ¬¬ De nada! gracias a ti por leer y comentar! Saludos =D
marthagr81@yahoo.es escribió:ahhh Santana es una estupida. y me gusta la valentia que Britt muestra para plantarle cara a Santana.
Santana es estupida al hacer caso a Elaine de mandar lejos a Santiago. Luego besarla y dejarla sin explicacion alguna. Solo se que ella ya se esta volviendo como gelatina al tener al lado a Britt.
Hola, a veces lo es ¬¬ Bn ai x britt, sin intimidarse! Si! osea q se cree la otra dando su opinión ¬¬ Q onda san esta volviendo loca a britt =/ jajaajajajaj q razón, q razón ajajajaja. Saludos =D
Lucy LP escribió:Uff que tonta que es San yo de ella me la paso besando a Britt todo el día jajajajaja y jamás alejaría a mi hijo de mi lado .. saludos chica del EFECTO
Hola, si! ajajajajajaj xD ajajajajajajajaj si tu dices ajajajajajaj. No q se quede con santy noma ¬¬ Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Cap 13
Capitulo 13
—¿Qué haces aquí Elaine?—dijo Santana fijando la mirada en unos papeles que se encontraban sobre su escritorio y frunciendo el ceño claramente irritada con la inoportuna visita de Elaine.
—Vine a verte cariño—dijo acercándose a la morena y levantando una mano para tratar de acariciarle el rostro, pero ella casi de un manotazo se la apartó.
—Deberías haber llamado y preguntar si podía atenderte.
—Siempre vengo sin avisar y a ti nunca te ha importado. Vine para que vayamos a almorzar, ¿quieres? Vamos a ese restaurante que tiene la terraza y…
—No Elaine, hoy no voy a salir a almorzar. Así que te puedes ir por donde viniste.
Elaine abrió mucho los ojos ante la reacción de Santana.
La morena ni siquiera la miraba, no le prestaba la más mínima atención, y eso la enfureció.
Se dio cuenta que había llegado a interrumpir algo entre Santana y su secretaria.
Tenía la certeza que Santana se sentía atraída hacia la chica y tal vez trataría de seducirla.
Pero eso no podía permitirlo, debía mantenerse cerca para impedir cualquier acercamiento entre Santana y Brittany.
Había trabajado duro para meterse en la cama de Santana y llegar a ser algo más que su amante, como para que ahora llegara una simple secretaria y le ganara la partida.
—Pero Santana, no puedes quedarte sin almorzar, vamos, es solo una hora.
—No tengo una hora Elaine. Hay demasiadas cosas de las que me tengo que ocupar. Brittany se fue a su casa porque no se sentía bien, y sin ella aquí, tengo que ocuparme de mi agenda, revisar algunos documentos, no tengo tiempo así que no insistas y vete.
—Está bien, pero, ¿crees que mañana podamos almorzar juntas?
—No lo sé, todo depende de si Brittany viene mañana.
—Claro, Brittany—dijo por lo bajo Elaine, que ya sentía que le hervía la sangre de la rabia con cada negativa de Santana.
—Ahora si eres tan amable, déjame sola, ¿quieres?
Elaine asintió con la cabeza, tomó su bolso y caminó hasta la puerta.
La voz de Santana, la detuvo en seco.
—Ah, y Elaine, cuando quieras venir llama antes por favor, así no pierdes el viaje. Si te quiero ver, yo te llamo.
Elaine salió dando un portazo y jurando que la mujer que estaba al otro lado de la puerta se las pagaría y pronto.
Cuando Santana se quedó por fin sola en su oficina comenzó a pensar en Brittany.
Debía preocuparse por hacer negocios de millones de dólares y ahí estaba pensando en su secretaria.
Recordó la preocupación de la rubia al enterarse de que, tal vez, Santiago fuera enviado a un internado en el extranjero. Se dio cuenta que si quería a Santiago como decía, que realmente ese par tenía una linda amistad que sería difícil de romper.
También recordó las palabras que Brittany le dijo sobre acercarse a Santiago.
Era verdad que se había apartado un poco del lado del niño después de la muerte de su esposa. Debía remediar eso, Santiago era su única familia a parte de su hermana Emily.
Ese niño era una extensión de ella y la mujer que más había amado en este mundo, no podía darse el lujo de perderlo a él también.
Lo decidió en ese momento, no mandaría a su hijo fuera del país, sino que, trataría de acercarse al niño.
Trató de seguir con su trabajo, intentó concentrarse en los importantísimos papeles que yacían sobre su escritorio, pero no lo logró.
Su mente solo pensaba en Brittany.
No sabía qué le pasaba con aquella chica, ese día casi la vuelve a besar.
La vio tan mal por el dolor de cabeza, que deseó ayudarla, protegerla y deseó con toda su alma besarla hasta que el maldito dolor de cabeza desapareciera.
Pero, como en la vida no siempre se tiene lo que se quiere, llego Elaine a interrumpir el momento que podría haber terminado con un exquisito beso de los labios de Brittany.
Estaba preocupada por Brittany.
Brittany había aceptado tomarse el día y volver a su casa ya que la estaba atacando una dolorosa jaqueca.
Quería saber de la rubia, saber cómo se encontraba.
Tal vez necesitaba ir a un hospital, tal vez no fuera una jaqueca y, ¿si era algo más grave?
Santana sintió cómo un escalofrío lo recorría entero, pero no podía llamarla, ¿con que excusa lo haría?
De ponto encontró la solución a su angustia.
Solo esperaba terminar pronto su día de trabajo para poder averiguar cómo se encontraba Brittany.
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Brittany llegaba a su casa, entró en la cocina para servirse un vaso de agua que se tomó de golpe.
Estaba sola y daba las gracias al cielo, le dolía tanto la cabeza que no quería escuchar hablar a nadie.
Se sacó su ropa de trabajo y se puso su pijama. Luego se dirigió a la habitación de su amiga para buscar alguna pastilla para dormir.
Necesitaba que ese dolor de cabeza desapareciera, ya se había tomado el analgésico y debía esperar un rato para que hiciera efecto.
Lo que quería era dormir un poco.
En un cajón de la cómoda de Quinn encontró lo que buscaba, sacó una píldora y se la tomó.
Volvió a su cuarto y se tiró en su cama deseando que el somnífero hiciera pronto su trabajo.
Cerró sus ojos e irremediablemente sus pensamientos fueron para su jefa Santana.
En su hábil mano haciendo presión en su nuca tratando de calamar el dolor de cabeza que sentía.
Brittany pensó que daría todo lo que fuera por sentir otra vez esas manos en su nuca masajeado su cuello, se sentía tan bien, y no quería ni imaginarse lo que sería que esas manos le recorrieran el cuerpo.
Trató de no pensar en que ese día él casi la besa nuevamente, pero no pudo.
Brittany había deseado que Santana la besara otra vez, deseaba volver a sentir los expertos y carnosos labios de Santana, deseaba volver a tenerla cerca para embriagarse con su seductor aroma.
Brittany siguió pensando por un rato en su jefa, recriminándose por tener aquellos sentimientos por una mujer que era imposible para ella.
Tal vez debería buscar trabajo en otra parte, así no lo vería más y ese sentimiento que comenzaba a crecer en ella se acabaría de una vez por todas.
Brittany entraba en la oficina de su jefa llevando en su mano el café pedido por ésta como cada mañana.
Entró y ahí estaba la morena, de pie, esperándola, con una sexy media sonrisa y los perfectos hoyuelos que se formaban cuando sonríe.
Brittany mira embelesada a la guapa mujer que tiene enfrente.
Generalmente Santana es una gruñona con el entrecejo fruncido y la mirada triste.
Pero cuando hace el amago de sonreír, su cara se transforma totalmente.
Sus ojos brillan, se ve más relajado y feliz.
Sabía que Santana estaba triste desde la muerte de su esposa, hace dos años atrás, y por eso se mostraba así, osca, triste, mal humorada, una total y completa ogra.
Brittany dejó la taza de café sobre el escritorio de su jefa y está caminó hacia la rubia acortando la distancia entre las dos.
Brittany la miró fijamente y Santana le sostuvo la mirada.
Sus bellos ojos color café oscuros, ahora se han convertido en dos pozos de un cálido color.
Santana no dice nada, solo la mira, solo se escucha su respiración, mezcla de deseo y de la pasión que está creciendo dentro de ella.
Santana estiró una mano para posarla en la cintura de Brittany acercándola más.
Brittany cree que en cualquier momento perderá la razón.
Santana la aferra con más fuerza, Brittany siente el calor que emana de las manos de la morena que le traspasa la tela del vestido.
Todo está en silencio, pero Brittany puede escuchar el sonido de su corazón que palpita a un ritmo desbocado.
Entonces Santana se acerca aún más si es posible para besarla. Comenzó con un suave beso, casi un roce, disfrutando de la carnosidad y suavidad de los labios de Brittany.
Pero no dura por mucho tiempo, porque su lengua pedía a gritos explorar la boca de la rubia.
El beso que continúo fue más intenso, con posesividad, delicioso pensó Brittany.
Un choque de lenguas de pura electricidad. Brittany volaba, subía a cada segundo que pasaba un centímetro más hacia el cielo.
Le faltaba el aire, pero no le importaba.
Santana fue quien se separó para mirarla a los ojos. Brittany estaba perdida, se entregaría a la morena ahora si se lo pedía.
—Brittany, yo…—dijo Santana, pero no termino la frase.
Brittany la miró extrañada.
Santana volvió a abrir la boca para hablar y de su boca salió…
¿El tono de su teléfono móvil?
Ahora en la oficina se escuchaba solo el sonido del móvil.
Brittany despertó de golpe, su teléfono sonaba otra vez.
Todo había sido un sueño.
Un lindo y pasional sueño.
Se incorporó en la cama, aún media atontada por el efecto de la píldora para dormir que se había tomado hace unas horas.
Estiró su brazo y llegó hasta la mesa de noche donde se encontraba el molesto aparato que, había provocado que se despertara, cortándole de golpe el agradable sueño con su jefa.
El teléfono comenzó a sonar otra vez.
Ella miró la pantalla.
Era Santiago quien la llamaba.
—Aló—contestó con voz adormilada.
—Aló Britt, ¿estás bien?—preguntó el pequeño.
—Si Santy, estoy bien.
—¿Segura que estás bien?¿segura, segura?
—Sí cariño, estoy bien ¿Por qué lo preguntas?
—Es que te escucho la voz medio rara, ¿segura que estás bien?
—Sí Santy, estoy muy bien. Estaba durmiendo, por eso mi voz suena medio rara.
—Aaaahhh, qué bien.
—Dime, ¿te pasa algo Santy?
—No. Solo quería saber cómo estabas. Eso es todo.
—Estoy bien. Tenía un molesto dolor de cabeza hace rato, pero ya pasó.
—Qué bien. Bueno ahora me voy, me están esperando para cenar. Adiós Britt.
—Adiós Santy.
El pequeño cortó la comunicación y Brittany se quedó pensando en lo extraña de la conversación.
¿Santiago había dicho cena?
Miró su reloj y vio que eran pasadas las ocho de la noche.
Había dormido de corrido todo el día.
La píldora había hecho su trabajo y lo agradeció, ya casi no había rastro de la molesta jaqueca.
Fue a la cocina a comer algo liviano para volver a su dormitorio y seguir durmiendo hasta el día siguiente.
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—Britt dice que está bien—dijo Santiago.
—¿Qué más te dijo?
—Que está bien, que ya no le duele la cabeza y que estaba durmiendo cuando la llamé.
—Bien, gracias Santiago.
—¿Mamá?
—Dime hijo.
—Si estás preocupado por Britt, ¿por qué no la llamas tú para saber cómo está?
Santana no supo qué contestarle a su hijo, el pequeño se quedó parado mirándola esperando por una respuesta, pero su mamá no le dio ninguna.
—¿Tienes hambre? La cena ya está lista—dijo Santana, tratando de distraer al pequeño.
—Sí. Tengo mucha hambre. Vamos.
Los dos se encaminaron hasta la cocina para comer la deliciosa cena que Sue le había preparado.
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Al día siguiente Brittany aprecia puntual en su trabajo como siempre.
Y se sorprendió al escuchar que la voz de su jefa salía desde la oficina de ésta.
Eran pasadas las ocho de la mañana y Santana ya estaba tras de su escritorio.
¿Habría pasado algo grave para que la Santana López estuviera a esa hora ahí?
Pensó Brittany, mientras se instalaba en su escritorio para comenzar su día de trabajo.
Santana hablaba, mejor dicho, discutía con alguien por teléfono.
Estaba enojada, al parecer no le gustaba lo que la otra persona le decía.
Brittany se levantó de su silla, tomó una honda respiración y caminó hasta llegar a la oficina de su jefa.
La encontró de espaldas a ella, mirando por el ventanal, una mano sujetando el auricular del teléfono y la otra en la cintura.
Brittany se quedó quieta, en silencio, contemplando la espalda de aquella morena y un poco más abajo.
Santana estaba irritada, tratando de solucionar un problema que se había producido en el puerto, cuando de pronto, sus fosas nasales se llenaron del dulce perfume de Brittany.
Inspiró hondo, pensó que estaba soñando.
¿Tanto deseaba a Brittany que ya sentía su aroma en todos lados?
Se giró de golpe y se encontró con la figura de su secretaria que continuaba parada en la puerta, sin querer interrumpir la conversación que mantenía.
Santana le hizo una seña con el dedo índice, pidiéndole que lo esperara un minuto, Brittany asintió y caminó tres pasos dentro del despacho.
Santana, trató de solucionar todo lo rápido que podía el problema que la ocupaba en ese momento. Pero no podía, seguía hablando con el encargado del puerto, pero con la mirada fija en Brittany.
Ese día la ojiazul llevaba un vestido azul marino, sin mangas, con altísimos tacones y su cabello suelto que hoy lucía extremadamente liso.
Por fin pudo terminar la llamada, para dedicarle toda su atención a su bella secretaria.
—Buenos días señorita Pierce, pensé que hoy no aparecería por acá.
—Buenos días señorita, ¿por qué no aparecería?
—Ayer se veía tan mal cuando se fue, que pensé que tal vez aún continuaba con algún malestar.
—Eso fue ayer señorita López, hoy estoy perfecta.
Santana pensaba que lucía más que perfecta este día.
—Bien—dijo carraspeando para apartar el pensamiento libidinoso de su mente—, ¿Le importaría traerme un café?
—Claro señorita, de inmediato.
Brittany se giró y comenzó a caminar para salir de la oficina, mientras que Santana fijó su descarada mirada en el modo en que la joven movía las caderas al caminar.
Se tensó de inmediato ante el pensamiento sexual que estaba teniendo, esto era una maldición que le había caído de alguna parte.
Brittany le gustaba más de lo que quería reconocer, pero sabía que no podía tenerla para ella como quería.
Era su secretaria, era una chica hábil e inteligente, excelente en su trabajo.
De todas las chicas que habían pasado por ese piso, Brittany era la que más había durado a su lado.
Era la única que no se intimidaba por su presencia y su hosca cara, y además de eso, la desafiaba constantemente.
Santana pensó que, después de la muerte de Dani, nunca había deseado a otra mujer tan desesperadamente como deseaba a Brittany.
Si bien tenía sexo con Elaine, lo hacía por necesidad, a ella nunca la había deseado como a su secretaria.
Se sintió enferma, la chica era bella y joven, de seguro tenía más pretendientes por ahí.
Pensó que debía olvidarse de esos pensamientos, eso era lo mejor para las dos.
La semana terminó tranquila para Brittany.
El día viernes llegó rápido, casi sin darse cuenta.
Brittany ya estaba en su departamento, se encontró con su amiga que estaba en la cocina bebiendo un vaso de agua.
—Hola Brittany.
—Hola Quinn, ¿cómo estás? ¿Averiguaste algo de nuestra vecina?
—No solo averigüé, sino que lo invite a salir.
Brittany le sonrió a su amiga.
Si la ojiverde había cometido la locura de invitar a salir a la vecina, era porque la morena bajita le gustaba en demasía.
—¡Guau Quinn, me dejas sin palabras! ¿Y a dónde van a ir?
—Vamos, Britt, tú también te vienes con nosotras.
—¿Yo? No gracias, no quiero hacer mal tercio.
—Amiga, por favor, me tienes que acompañar. Invité a Rachel, pero a salir con las dos. Como amigas, ¿me entiendes? Por favor, vamos ayúdame, ¿quieres?
Brittany miró a su amiga que le rogaba como una niña pequeña.
No pudo negarse ante la petición de Quinn, sabía que a mitad de la noche se quedaría sola, pero así y todo decidió acompañar a su amiga.
—Está bien, te voy a acompañar. Presiento que terminaré mi noche sola, pero no puedo negarme a nada que me pidas.
—Gracias amiga, te debo una. Ahora acompáñame para ver qué puedo usar esta noche. Quiero que Rachel caiga rendida a mis pies.
—Pobre vecina, no sabe dónde se metió—dijo Brittany soltando una gran carcajada que fue seguida por la de su amiga.
—Vine a verte cariño—dijo acercándose a la morena y levantando una mano para tratar de acariciarle el rostro, pero ella casi de un manotazo se la apartó.
—Deberías haber llamado y preguntar si podía atenderte.
—Siempre vengo sin avisar y a ti nunca te ha importado. Vine para que vayamos a almorzar, ¿quieres? Vamos a ese restaurante que tiene la terraza y…
—No Elaine, hoy no voy a salir a almorzar. Así que te puedes ir por donde viniste.
Elaine abrió mucho los ojos ante la reacción de Santana.
La morena ni siquiera la miraba, no le prestaba la más mínima atención, y eso la enfureció.
Se dio cuenta que había llegado a interrumpir algo entre Santana y su secretaria.
Tenía la certeza que Santana se sentía atraída hacia la chica y tal vez trataría de seducirla.
Pero eso no podía permitirlo, debía mantenerse cerca para impedir cualquier acercamiento entre Santana y Brittany.
Había trabajado duro para meterse en la cama de Santana y llegar a ser algo más que su amante, como para que ahora llegara una simple secretaria y le ganara la partida.
—Pero Santana, no puedes quedarte sin almorzar, vamos, es solo una hora.
—No tengo una hora Elaine. Hay demasiadas cosas de las que me tengo que ocupar. Brittany se fue a su casa porque no se sentía bien, y sin ella aquí, tengo que ocuparme de mi agenda, revisar algunos documentos, no tengo tiempo así que no insistas y vete.
—Está bien, pero, ¿crees que mañana podamos almorzar juntas?
—No lo sé, todo depende de si Brittany viene mañana.
—Claro, Brittany—dijo por lo bajo Elaine, que ya sentía que le hervía la sangre de la rabia con cada negativa de Santana.
—Ahora si eres tan amable, déjame sola, ¿quieres?
Elaine asintió con la cabeza, tomó su bolso y caminó hasta la puerta.
La voz de Santana, la detuvo en seco.
—Ah, y Elaine, cuando quieras venir llama antes por favor, así no pierdes el viaje. Si te quiero ver, yo te llamo.
Elaine salió dando un portazo y jurando que la mujer que estaba al otro lado de la puerta se las pagaría y pronto.
Cuando Santana se quedó por fin sola en su oficina comenzó a pensar en Brittany.
Debía preocuparse por hacer negocios de millones de dólares y ahí estaba pensando en su secretaria.
Recordó la preocupación de la rubia al enterarse de que, tal vez, Santiago fuera enviado a un internado en el extranjero. Se dio cuenta que si quería a Santiago como decía, que realmente ese par tenía una linda amistad que sería difícil de romper.
También recordó las palabras que Brittany le dijo sobre acercarse a Santiago.
Era verdad que se había apartado un poco del lado del niño después de la muerte de su esposa. Debía remediar eso, Santiago era su única familia a parte de su hermana Emily.
Ese niño era una extensión de ella y la mujer que más había amado en este mundo, no podía darse el lujo de perderlo a él también.
Lo decidió en ese momento, no mandaría a su hijo fuera del país, sino que, trataría de acercarse al niño.
Trató de seguir con su trabajo, intentó concentrarse en los importantísimos papeles que yacían sobre su escritorio, pero no lo logró.
Su mente solo pensaba en Brittany.
No sabía qué le pasaba con aquella chica, ese día casi la vuelve a besar.
La vio tan mal por el dolor de cabeza, que deseó ayudarla, protegerla y deseó con toda su alma besarla hasta que el maldito dolor de cabeza desapareciera.
Pero, como en la vida no siempre se tiene lo que se quiere, llego Elaine a interrumpir el momento que podría haber terminado con un exquisito beso de los labios de Brittany.
Estaba preocupada por Brittany.
Brittany había aceptado tomarse el día y volver a su casa ya que la estaba atacando una dolorosa jaqueca.
Quería saber de la rubia, saber cómo se encontraba.
Tal vez necesitaba ir a un hospital, tal vez no fuera una jaqueca y, ¿si era algo más grave?
Santana sintió cómo un escalofrío lo recorría entero, pero no podía llamarla, ¿con que excusa lo haría?
De ponto encontró la solución a su angustia.
Solo esperaba terminar pronto su día de trabajo para poder averiguar cómo se encontraba Brittany.
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Brittany llegaba a su casa, entró en la cocina para servirse un vaso de agua que se tomó de golpe.
Estaba sola y daba las gracias al cielo, le dolía tanto la cabeza que no quería escuchar hablar a nadie.
Se sacó su ropa de trabajo y se puso su pijama. Luego se dirigió a la habitación de su amiga para buscar alguna pastilla para dormir.
Necesitaba que ese dolor de cabeza desapareciera, ya se había tomado el analgésico y debía esperar un rato para que hiciera efecto.
Lo que quería era dormir un poco.
En un cajón de la cómoda de Quinn encontró lo que buscaba, sacó una píldora y se la tomó.
Volvió a su cuarto y se tiró en su cama deseando que el somnífero hiciera pronto su trabajo.
Cerró sus ojos e irremediablemente sus pensamientos fueron para su jefa Santana.
En su hábil mano haciendo presión en su nuca tratando de calamar el dolor de cabeza que sentía.
Brittany pensó que daría todo lo que fuera por sentir otra vez esas manos en su nuca masajeado su cuello, se sentía tan bien, y no quería ni imaginarse lo que sería que esas manos le recorrieran el cuerpo.
Trató de no pensar en que ese día él casi la besa nuevamente, pero no pudo.
Brittany había deseado que Santana la besara otra vez, deseaba volver a sentir los expertos y carnosos labios de Santana, deseaba volver a tenerla cerca para embriagarse con su seductor aroma.
Brittany siguió pensando por un rato en su jefa, recriminándose por tener aquellos sentimientos por una mujer que era imposible para ella.
Tal vez debería buscar trabajo en otra parte, así no lo vería más y ese sentimiento que comenzaba a crecer en ella se acabaría de una vez por todas.
Brittany entraba en la oficina de su jefa llevando en su mano el café pedido por ésta como cada mañana.
Entró y ahí estaba la morena, de pie, esperándola, con una sexy media sonrisa y los perfectos hoyuelos que se formaban cuando sonríe.
Brittany mira embelesada a la guapa mujer que tiene enfrente.
Generalmente Santana es una gruñona con el entrecejo fruncido y la mirada triste.
Pero cuando hace el amago de sonreír, su cara se transforma totalmente.
Sus ojos brillan, se ve más relajado y feliz.
Sabía que Santana estaba triste desde la muerte de su esposa, hace dos años atrás, y por eso se mostraba así, osca, triste, mal humorada, una total y completa ogra.
Brittany dejó la taza de café sobre el escritorio de su jefa y está caminó hacia la rubia acortando la distancia entre las dos.
Brittany la miró fijamente y Santana le sostuvo la mirada.
Sus bellos ojos color café oscuros, ahora se han convertido en dos pozos de un cálido color.
Santana no dice nada, solo la mira, solo se escucha su respiración, mezcla de deseo y de la pasión que está creciendo dentro de ella.
Santana estiró una mano para posarla en la cintura de Brittany acercándola más.
Brittany cree que en cualquier momento perderá la razón.
Santana la aferra con más fuerza, Brittany siente el calor que emana de las manos de la morena que le traspasa la tela del vestido.
Todo está en silencio, pero Brittany puede escuchar el sonido de su corazón que palpita a un ritmo desbocado.
Entonces Santana se acerca aún más si es posible para besarla. Comenzó con un suave beso, casi un roce, disfrutando de la carnosidad y suavidad de los labios de Brittany.
Pero no dura por mucho tiempo, porque su lengua pedía a gritos explorar la boca de la rubia.
El beso que continúo fue más intenso, con posesividad, delicioso pensó Brittany.
Un choque de lenguas de pura electricidad. Brittany volaba, subía a cada segundo que pasaba un centímetro más hacia el cielo.
Le faltaba el aire, pero no le importaba.
Santana fue quien se separó para mirarla a los ojos. Brittany estaba perdida, se entregaría a la morena ahora si se lo pedía.
—Brittany, yo…—dijo Santana, pero no termino la frase.
Brittany la miró extrañada.
Santana volvió a abrir la boca para hablar y de su boca salió…
¿El tono de su teléfono móvil?
Ahora en la oficina se escuchaba solo el sonido del móvil.
Brittany despertó de golpe, su teléfono sonaba otra vez.
Todo había sido un sueño.
Un lindo y pasional sueño.
Se incorporó en la cama, aún media atontada por el efecto de la píldora para dormir que se había tomado hace unas horas.
Estiró su brazo y llegó hasta la mesa de noche donde se encontraba el molesto aparato que, había provocado que se despertara, cortándole de golpe el agradable sueño con su jefa.
El teléfono comenzó a sonar otra vez.
Ella miró la pantalla.
Era Santiago quien la llamaba.
—Aló—contestó con voz adormilada.
—Aló Britt, ¿estás bien?—preguntó el pequeño.
—Si Santy, estoy bien.
—¿Segura que estás bien?¿segura, segura?
—Sí cariño, estoy bien ¿Por qué lo preguntas?
—Es que te escucho la voz medio rara, ¿segura que estás bien?
—Sí Santy, estoy muy bien. Estaba durmiendo, por eso mi voz suena medio rara.
—Aaaahhh, qué bien.
—Dime, ¿te pasa algo Santy?
—No. Solo quería saber cómo estabas. Eso es todo.
—Estoy bien. Tenía un molesto dolor de cabeza hace rato, pero ya pasó.
—Qué bien. Bueno ahora me voy, me están esperando para cenar. Adiós Britt.
—Adiós Santy.
El pequeño cortó la comunicación y Brittany se quedó pensando en lo extraña de la conversación.
¿Santiago había dicho cena?
Miró su reloj y vio que eran pasadas las ocho de la noche.
Había dormido de corrido todo el día.
La píldora había hecho su trabajo y lo agradeció, ya casi no había rastro de la molesta jaqueca.
Fue a la cocina a comer algo liviano para volver a su dormitorio y seguir durmiendo hasta el día siguiente.
*******************************************************************************************************
—Britt dice que está bien—dijo Santiago.
—¿Qué más te dijo?
—Que está bien, que ya no le duele la cabeza y que estaba durmiendo cuando la llamé.
—Bien, gracias Santiago.
—¿Mamá?
—Dime hijo.
—Si estás preocupado por Britt, ¿por qué no la llamas tú para saber cómo está?
Santana no supo qué contestarle a su hijo, el pequeño se quedó parado mirándola esperando por una respuesta, pero su mamá no le dio ninguna.
—¿Tienes hambre? La cena ya está lista—dijo Santana, tratando de distraer al pequeño.
—Sí. Tengo mucha hambre. Vamos.
Los dos se encaminaron hasta la cocina para comer la deliciosa cena que Sue le había preparado.
*********************************************************************************************************
Al día siguiente Brittany aprecia puntual en su trabajo como siempre.
Y se sorprendió al escuchar que la voz de su jefa salía desde la oficina de ésta.
Eran pasadas las ocho de la mañana y Santana ya estaba tras de su escritorio.
¿Habría pasado algo grave para que la Santana López estuviera a esa hora ahí?
Pensó Brittany, mientras se instalaba en su escritorio para comenzar su día de trabajo.
Santana hablaba, mejor dicho, discutía con alguien por teléfono.
Estaba enojada, al parecer no le gustaba lo que la otra persona le decía.
Brittany se levantó de su silla, tomó una honda respiración y caminó hasta llegar a la oficina de su jefa.
La encontró de espaldas a ella, mirando por el ventanal, una mano sujetando el auricular del teléfono y la otra en la cintura.
Brittany se quedó quieta, en silencio, contemplando la espalda de aquella morena y un poco más abajo.
Santana estaba irritada, tratando de solucionar un problema que se había producido en el puerto, cuando de pronto, sus fosas nasales se llenaron del dulce perfume de Brittany.
Inspiró hondo, pensó que estaba soñando.
¿Tanto deseaba a Brittany que ya sentía su aroma en todos lados?
Se giró de golpe y se encontró con la figura de su secretaria que continuaba parada en la puerta, sin querer interrumpir la conversación que mantenía.
Santana le hizo una seña con el dedo índice, pidiéndole que lo esperara un minuto, Brittany asintió y caminó tres pasos dentro del despacho.
Santana, trató de solucionar todo lo rápido que podía el problema que la ocupaba en ese momento. Pero no podía, seguía hablando con el encargado del puerto, pero con la mirada fija en Brittany.
Ese día la ojiazul llevaba un vestido azul marino, sin mangas, con altísimos tacones y su cabello suelto que hoy lucía extremadamente liso.
Por fin pudo terminar la llamada, para dedicarle toda su atención a su bella secretaria.
—Buenos días señorita Pierce, pensé que hoy no aparecería por acá.
—Buenos días señorita, ¿por qué no aparecería?
—Ayer se veía tan mal cuando se fue, que pensé que tal vez aún continuaba con algún malestar.
—Eso fue ayer señorita López, hoy estoy perfecta.
Santana pensaba que lucía más que perfecta este día.
—Bien—dijo carraspeando para apartar el pensamiento libidinoso de su mente—, ¿Le importaría traerme un café?
—Claro señorita, de inmediato.
Brittany se giró y comenzó a caminar para salir de la oficina, mientras que Santana fijó su descarada mirada en el modo en que la joven movía las caderas al caminar.
Se tensó de inmediato ante el pensamiento sexual que estaba teniendo, esto era una maldición que le había caído de alguna parte.
Brittany le gustaba más de lo que quería reconocer, pero sabía que no podía tenerla para ella como quería.
Era su secretaria, era una chica hábil e inteligente, excelente en su trabajo.
De todas las chicas que habían pasado por ese piso, Brittany era la que más había durado a su lado.
Era la única que no se intimidaba por su presencia y su hosca cara, y además de eso, la desafiaba constantemente.
Santana pensó que, después de la muerte de Dani, nunca había deseado a otra mujer tan desesperadamente como deseaba a Brittany.
Si bien tenía sexo con Elaine, lo hacía por necesidad, a ella nunca la había deseado como a su secretaria.
Se sintió enferma, la chica era bella y joven, de seguro tenía más pretendientes por ahí.
Pensó que debía olvidarse de esos pensamientos, eso era lo mejor para las dos.
La semana terminó tranquila para Brittany.
El día viernes llegó rápido, casi sin darse cuenta.
Brittany ya estaba en su departamento, se encontró con su amiga que estaba en la cocina bebiendo un vaso de agua.
—Hola Brittany.
—Hola Quinn, ¿cómo estás? ¿Averiguaste algo de nuestra vecina?
—No solo averigüé, sino que lo invite a salir.
Brittany le sonrió a su amiga.
Si la ojiverde había cometido la locura de invitar a salir a la vecina, era porque la morena bajita le gustaba en demasía.
—¡Guau Quinn, me dejas sin palabras! ¿Y a dónde van a ir?
—Vamos, Britt, tú también te vienes con nosotras.
—¿Yo? No gracias, no quiero hacer mal tercio.
—Amiga, por favor, me tienes que acompañar. Invité a Rachel, pero a salir con las dos. Como amigas, ¿me entiendes? Por favor, vamos ayúdame, ¿quieres?
Brittany miró a su amiga que le rogaba como una niña pequeña.
No pudo negarse ante la petición de Quinn, sabía que a mitad de la noche se quedaría sola, pero así y todo decidió acompañar a su amiga.
—Está bien, te voy a acompañar. Presiento que terminaré mi noche sola, pero no puedo negarme a nada que me pidas.
—Gracias amiga, te debo una. Ahora acompáñame para ver qué puedo usar esta noche. Quiero que Rachel caiga rendida a mis pies.
—Pobre vecina, no sabe dónde se metió—dijo Brittany soltando una gran carcajada que fue seguida por la de su amiga.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
espero que por casualidad santana haya decidido esa noche tomarse algo en el mismo lugar donde van britt y compañia!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
holap morra,..
san preocupando se por britt,..
es bueno que allá cambiado de idea en cuanto a santy,..
otra vez a la rutina,.. a ver a quien mata primero,..
seria alfo bueno que san aparezca ahí en el bar??
nos vemos!!!
san preocupando se por britt,..
es bueno que allá cambiado de idea en cuanto a santy,..
otra vez a la rutina,.. a ver a quien mata primero,..
seria alfo bueno que san aparezca ahí en el bar??
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
Hola, que bajo a caido santana utilizando a Santiago para saber de Britt. jajaaj Britt teniendo sueños humedos con Santana uhmmmm.
Bueno Rachel y Quinn son todo un caso, siempre lo han sido y creo que aqui no sera la excepcion. Saludos
Bueno Rachel y Quinn son todo un caso, siempre lo han sido y creo que aqui no sera la excepcion. Saludos
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
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