[Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo

Capitulo 14

El club estaba lleno a reventar.

Quinn, Brittany y Rachel trataban de hacerse espacio entre el gentío. Luego de varios empujones lograron llegar a la barra. Pidieron una cerveza para cada una, y se dirigieron hacia la pista.

Ese club estaba de moda y por eso es que había tal gentío dentro del local.

Quinn comenzó a moverse sensualmente tratando de llamar la atención de Rachel, y lo logró, porque el baile que era amigablemente para tres, se había convertido en una danza solo para dos, donde Brittany no tenía cabida.

Brittany decidió dejar a la pareja sobajeándose en la pista y volvió a la barra para pedir otra cerveza.

Paseó su mirada por todo el local, viendo cómo las parejas bailaban, los amigos compartían alguna animada conversación y otros compartían tragos.

Su mirada se fijó en el sector VIP, y creyó que su vista la engañaba.

Sentadas en unos cómodos sillones estaban Emily, su jefa, y Hanna, la abogada de las señoritas López, conversando y riéndose animadamente.

Hacían un buena pareja pensó ella.

Emily era un sol de persona y Hanna era una mujer agradable.

Claramente se atraían, Brittany sonrió al pensar en la pareja, nunca se lo hubiera imaginado.




Después de un rato de estar sola, rechazando las invitaciones a bailar de un par de personas, comenzó a buscar el baño.

Quería mojarse un poco la nuca, ya que dentro de ese local hacía un calor de locos.

Luego buscaría a Quinn y le diría que se marchaba a casa. La noche para ella había terminado.

Caminó hasta la puerta del baño, entró, abrió la llave del lavamanos y se mojó las manos para pasárselas por la nuca. Se retocó el maquillaje y salió de vuelta al bullicio del club.

Alcanzó a caminar dos pasos cuando fue arrastrada por una mano hacia un oscuro pasillo.

No podía ver muy bien quien era la persona que se había atrevido a raptarla hacia ese oscuro lugar, pero no fue necesario ver nada.

El aroma que llegó a su nariz le era inconfundible.

Sintió que sus piernas flaqueaban, la mujer la apretó más contra la muralla casi al extremo de dejarla sin aliento.

Brittany estaba excitada y enojada al mismo tiempo.

Le encantaba esa situación de ser secuestrada por esta mujer, pero estaba enojada con ella misma por ser tan débil.

Le bastaría solo una patada o un golpe de kung fu para apartarla de sobre ella, pero no quería, deseaba estar entre sus brazos.

—Señorita López, ¿qué cree que está haciendo?—preguntó Brittany con la respiración entrecortada.

—Me encanta cuando me dices señorita López, tu boca es tan sensual cuando se mueve y pronuncia mi nombre. Me gustaría escucharte decirme
Santana alguna vez señorita Pierce.

Brittany notó que la morena tenía aliento alcohólico. De seguro era whisky o algún licor por el estilo.

Trató de moverla un poco empujándola con las manos, pero Santana no se movió ni un centímetro desde donde estaba.

—Señorita López, creo que debe soltarme y dejarme ir.

—Creo que no quiero hacer eso Brittany— y comenzó a recorrer el cuello de Brittany con su nariz.

A Brittany la recorrió un calor por todo el cuerpo, deseaba besar a esta mujer, pero estaba borracha, de seguro no sabía lo que hacía.

—Por favor, déjeme ir. Ya me estaba por marchar a casa, ¿me puede soltar por favor?

—Oh Brittany, eres tan dulce, no puedo dejar de pensar en tus labios. Solo quiero besarte otra vez.

Brittany se estaba derritiendo con cada palabra que salía de la boca de Santana, mientras la morena seguía extasiada con el dulce aroma y la suavidad de la piel de su secretaria.

—¿Por qué hace esto?

—Hacer qué Brittany, ¿desearte? No lo sé. Solo sé que te quiero besar, te quiero tirar en una cama, quiero escuchar mi nombre salir de tu boca mientras mueres de placer.

—Sabe que eso no va a pasar, ¿verdad?

—¿Por qué no? Sé que yo te atraigo, lo sentí la vez que nos besamos. Quiero besarte ahora Brittany, quiero volver a sentir cómo tu cuerpo se estremece con un beso mío.

Brittany no alcanzó a replicar nada, Santana la volvía a aprisionar más fuerte contra la pared.

Tomó la cara de Brittany entre sus manos y la comenzó a besar con desesperación.

Era verdad, el cuerpo de Brittany vibraba con aquel beso.

Santana gimió y Brittany llegó a las nubes, no pensaba en nada más que no fuera la carnosa boca de su jefa.

Santana terminó de besarla y le dio un pequeño tirón al labio inferior. Brittany abrió los ojos en la oscuridad y reaccionó.

Debía parar eso.

Santana estaba tomada, no sabía bien lo que hacía, se arrepentirían de si pasaba algo más esa noche.

—Señorita López, creo que debería parar. No siga por favor y déjeme ir.

—¿Me estás rechazando Brittany?

—Usted está tomada, no haga algo de lo que pueda arrepentirse mañana.

Santana, recuperó un poco la cordura.

Era verdad que había tomado una que otra copa, pero no estaba ebria para no saber lo que hacía.

Se separó de Brittany, no quería dejarla ir, pero debía hacerlo.

—Brittany, yo no…

—Señorita, sé que no quería hacer nada de esto. Además usted tiene novia, no querrá engañarla, ¿verdad?

Santana se enfureció al escuchar que Brittany creía que Elaine era su novia. Pero recordó que la rubia vivía con un o una tal Quinn que seguro era su pareja.

Se sintió fatal por estar ahí tratando de seducirla y Brittany amando a otra persona.

—Tienes razón, disculpa por haberte traído hasta aquí. Que tenga una buena noche señorita Pierce—dijo Santana y se fue caminando por el oscuro pasillo devuelta al gentío del club.

Brittany se quedó paralizada, no daba crédito a lo que había pasado, a las palabras que Santana le había dicho, al deseo que emanaba de la morena y de ella cuando estaban cerca.

Comenzó a caminar lentamente por el pasillo hasta llegar a la cegadora luz del local, media atontada por lo sucedido.

Buscó a su amiga entre las parejas que llenaban la pista en ese momento.

La encontró en un rincón, besuqueándose con Rachel como era de esperar.

Se acercó a ellas y se despidió, sentía que le faltaba el aire y debía salir de ahí pronto.

Tomó un taxi y se fue a su departamento.



Una vez dentro de su hogar se fue directo a su dormitorio. Se quitó la ropa, se colocó su camisola y luego se metió en su cama.

Dio unas cuantas vueltas, no podía dormir pensando en el beso de la ogra.

Esa ogra que cada día le gustaba más.

Si no tuviera novia sería perfecto, pero no todo podía serlo.

La mujer le atraía como nunca ninguna persona lo había hecho.

En el pueblo donde ella creció nunca llamó mucho la atención.

Era una chica desgarbada, con frenillos, que trabajaba en el campo con sus padres.

Nunca le preocupó su apariencia, y cuando recibió su primer beso de adolescente, pensó que la chica estaba pagando una apuesta o algo así.

Nadie en su sano juicio besaría a una chica tan sin brillo como la Brittany adolescente.

Su primera vez fue en el primer año de universidad, con un novio que ella pensó que la amaba, pero que apenas se entregó a él, nunca más lo volvió a ver.

Al año siguiente conoció a Quinn, su hada madrina, como la llamaba Brittany en ese entonces.

Quinn la ayudó a cambiar su estilo de vestir, y el patito feo se transformó en cisne.

Si bien una nueva Brittany había florecido en el exterior, por dentro seguía siendo la humilde y sencilla chica nacida y criada en el campo, que a veces, la ciudad se comía.

Nunca había tenido un novio o novia en serio.

Salía con su amiga a clubes de moda, conocía a personas guapas y hasta se había ido a la cama con alguna de ellas, pero no había encontrado a la persona que la hiciera sentir ese fuego que se suponía debía sentir en su interior.

Hasta que comenzó a trabajar para Santana López, y su vida cambió radicalmente.

En un principio no soportaba estar en la misma habitación de esa morena insufrible, pero ahora, después de que la besara en la escalera de emergencias, solo quería llegar pronto al trabajo para verla.

Brittany pensó y pensó dando vueltas en su cama, sin poder conciliar el sueño como quería.

Cada vez que cerraba los ojos sentía los labios de Santana sobre los de ella.

No sabía cómo lo haría el lunes cuando tuviera que volver a trabajar.

Tal vez fuera mejor hablar con su jefa y dejar todo bien claro sobre lo que estaba pasando entre las dos.






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Santana estaba en la biblioteca de su casa bebiendo un vaso de whisky, ya se había bebido unos cuantos tragos en el club, pero necesitaba calmarse y no encontró mejor forma que ahogarse con alcohol.

Tirada en un sofá de la habitación, bebía recordando lo que había pasado entre ella y Brittany y se recriminaba por su modo de actuar con la chica.

Pero cuando la vio parada en la barra del club, tan hermosa, no pudo controlar el deseo que la estaba consumiendo por dentro.

Santana se estiró hasta llegar a una mesa esquinada, para tomar entre las manos el portarretrato con la fotografía de su difunta esposa.

Pasó uno de sus dedos por el rostro de la sonriente mujer.

—¿Qué me pasa Dani?—preguntaba a la fotografía como si pudiera responderle—Tú eras la única mujer a la cual había deseado con toda el alma. Ayúdame Dani, no sé qué estoy haciendo, ayúdame por favor.

Santana siguió en la biblioteca bebiendo y hablando con la fotografía de su mujer hasta que se quedó dormida en el sofá.






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El día sábado Brittany ya estaba preparándose para salir a correr por el parque.

Caminó hasta la cocina para beber un poco de jugo y luego se acercó hasta el dormitorio de su amiga, pero como se lo había imaginado, ésta no estaba en su cama.

De seguro estaba en el departamento de al lado, con Rachel.

Tomó su reproductor de música y comenzó a buscar en su lista con qué tema iba a comenzar su trote del sábado.

Trató de buscar algo movido, algo que le hiciera olvidar de que iba a correr al parque, donde tal vez, se encontraría con Santana.

Puso a uno de sus cantantes favoritos, Chris Brown y el tema elegido era Don´t wake mi up. Escuchó el primer acorde de la melodía y comenzó con un trote lento.

La letra de la canción llegó a su cabeza y sin querer le trajo a su mente los sueños que estaba teniendo seguido con Santana.


[centerDemasiada luz en esta ventana, no me despiertes.
Solo café sin azúcar, dentro de mi casa.
Si despierto y estás aquí todavía, dame un beso.
No he terminado de soñar con tus labios.
No me despiertes, no me despiertes.[/center]


Eso era lo que ella estaba comenzando a sentir cada día.

No quería despertar de los sensuales sueños donde su jefa era la protagonista.

Apuró el trote, y al llegar al parque, comenzó a mirar de un lado a otro, buscando entre la gente que circulaba por el, a la mujer que se estaba robando su paz.

Pero ese día la morena no apareció.

Volvió a dar otra vuelta, pero nada.

Ni rastros de Santana.

Luego de hacer un tercer y último recorrido decidió volver a casa.




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Santiago bajó las escaleras de su casa a toda velocidad.

Debía desayunar y ya eran pasadas las nueve de la mañana.

Pasó junto a la puerta de la biblioteca que se encontraba abierta de par en par.

Santiago abrió mucho los ojos al ver que ahí, tirada sobre un sofá, y con un brazo colgando que llegaba al piso, estaba su papá.

El pequeño se asustó un poco, ya que Santana no hacia ni un solo movimiento, ni ronquido y pensó que tal vez podía estar muerto.

Santiago se acercó hasta Santana y vio que ésta aferraba contra su pecho el portarretratos con la fotografía de su otra mamá.

Se acercó un poco más para susurrarle al oído:

—Mamá. Mamá despierta.

Santana se removió un poco en su lugar y de su boca salió algo incomprensible para el niño.

Santiago dio un suspiro de alivio al ver que su mamá solo estaba durmiendo.

—Mamá despierta.

Ahora Santiago hundía su pequeño dedo en la cara de su mamá tratando de que despertara.

Santana volvió a removerse en el sofá, las palabras que salieron de su boca ahora eran más claras.

—Lo siento. Lo siento Brittany.

Santiago sonrió al escuchar que su mamá llamaba a su Amiga.

—¡Mamá!—dijo el niño ahora más fuerte, haciendo que su mamá despertara sobresaltada.

—¡Qué pasa Santiago! ¿Te pasó algo?—Santana miró a su hijo con los ojos desorbitados, producto de la resaca y del susto que le acababa de provocar el niño.

—Nada—le contestó el pequeño—, Solo que ya es tarde y tú estás aquí durmiendo. Además hablabas dormida.

—¿Qué yo qué?

—Hablabas dormido mamá.

—¿Y qué decía?

—Lo siento Brittany ¿Estabas soñando con Britt mamá?

Santana no se acordaba lo que había soñado, tal vez era verdad lo que su hijo decía.

—Estás equivocado, de seguro escuchaste mal Santiago.

—No mamá, te escuché fuerte y claro ¡Lo siento Brittany! ¿Qué es lo que sientes mamá?

Santana se agarró la cabeza con sus manos.

Era portadora de un enorme dolor de cabeza producto del licor bebido la noche anterior.

—No sé de qué hablas hijo.

—De eso, que le decías lo siento a Britt ¿Por qué lo sientes? ¿Le hiciste algo a Britt mamá?

—No Santiago. No le he hecho nada a Brittany.

«Mentirosa» se reprendió mentalmente.

—Para ya de preguntar, ¿quieres? Me voy a duchar.

Santana se levantó y salió de la biblioteca dejando a su pequeño hijo solo en aquella habitación.

Santiago fijó la mirada en la foto de su difunta mamá que Santana había dejado sobre el sofá.

La tomó entre sus pequeñas manos y sonrió a la mujer que le miraba risueña desde el portarretratos.

—¡Hola mami!—dijo el niño a la fotografía—Tú estás en el cielo, ¿verdad? Sue me dijo que las personas buenas se van al cielo cuando mueren y tú eras muy buena mami. Como estás en el cielo te pido que me ayudes con mi mamá, está muy gruñona, y triste. Yo no quiero verla así de triste. Quiero que ría y que me lleve a pasear al parque. Pero lo que más quiero en este mundo, es que mi mamá se enamore de Britt. Yo no se lo he dicho a nadie, solo tú lo sabes ahora. Britt es buena conmigo, es mi amiga. Si mi mamá se enamora de ella, Britt puede venir a vivir aquí y jugar conmigo, ¿me vas a ayudar verdad mami?

El niño besó la fotografía de su mamá y volvió a dejar el portarretratos en el lugar al cual pertenecía.





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Santana estaba bajo la ducha, recibiendo el golpe del chorro del agua en su cabeza.

Se preguntaba si sería cierto lo que le había dicho Santiago

¿Sería verdad que le había dicho a Brittany «lo siento» en sueños?

No recordaba nada, el alcohol le nublaba la mente, pero de seguro que estaba soñando con ella.

Brittany empezaba a ocupar gran parte de sus pensamientos diarios.

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Capitulo 15

El domingo Brittany se levantaba a desayunar, y se encontró con que su amiga Quinn ya estaba instalada en la mesa del comedor, comiendo un gran tazón de cereales y alguna fruta.

—Creí que me habías abandonado—le dijo Brittany con una risita irónica a su amiga.

—No amiga, ya volví a nuestro hogar.

—Gracias a Dios. Si hoy no aparecías iba a poner la denuncia por presunta desgracia en la policía.

—Ay amiga. Por mi me hubiera quedado todo el fin de semana con Rachel. Es genial, me encanta estar con ella. Pero tengo que terminar un informe para mañana. Necesito estar concentrada y con ella a mi lado no logro pensar ni en respirar.

Quinn soltó un largo suspiro y puso una mirada de enamoramiento, algo así como entre el gato de Shrek y Bambi, pensó Brittany.

—Vaya amiga, te iba a pedir que me acompañaras al centro comercial para comprarme unos zapatos y algo de ropa para trabajar. No puedo estar ocupando la tuya por siempre Quinn, pero veo que estás muy ocupada.

—Sabes que me encanta ir de compras, pero necesito hacer este informe o mi jefe me mata si no llego con el mañana.

—Está bien, iré sola. Así aprovecho y almuerzo por ahí, también creo que podría ir a la peluquería a que me dieran un masaje o a hacerme la manicura, o…

—¿A qué viene tanta preocupación por tu apariencia Britt? Nunca antes te había visto así ¿A caso hay algo de lo que no me he enterado?

—Qué dices amiga—dijo Brittany sonrojándose y poniéndose nerviosa—, Solo quiero ir bien arreglada a mi trabajo y con mi ropa, ya no quiero abusar de tu generosidad.

—Si claro—dijo Quinn, mirando a su amiga de reojo.

Sabía que Brittany guardaba un secreto.

Por ahora no la atosigaría con preguntas, pero cuando terminara con el informe, Brittany no se libraría de su interrogatorio.




Brittany terminó de desayunar y se cambió de ropa para ir hasta el centro comercial.

Se puso unos jeans de color azul oscuro y una camiseta blanca de manga corta y escote redondo que dejaba al descubierto su blanca piel.

Se calzó unas sandalias bajas, ya que pretendía recorrer de lado a lado el centro comercial, y tenía que ir cómoda.

Se hizo una coleta en su pelo, se cruzó su bolso y salió de su departamento.





Llegó al centro comercial y comenzó a mirar vitrinas.

Una tras otra las pasaba sin encontrar algo que le gustara.

Entró a una tienda y se compró una falda y un vestido para su trabajo, ya tenía la mitad de lo que necesitaba, ahora debía ver zapatos.

Caminó unos minutos y entró a una zapatería, la vendedora le comenzó a mostrar distintos modelos para que ella se los probara.






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Santana y Santiago caminaban por el centro comercial, buscando la tienda que vendía juegos para la Xbox.

El niño quería tener el último que había salido al mercado, y como Santana había prometido acercarse al pequeño, estaba ahí con muy pocas ganas, pero acompañando a su hijo.

Comenzaron a caminar y a mirar vitrinas, Santiago tomado de la mano de su mamá quien se dejaba guiar por su hijo.

De pronto Santiago se detuvo de golpe frente a una vitrina. Santana que estaba distraída no sabía qué le pasaba al chico.

—¡Es Britt maaá!—gritó Santiago, soltando la mano de su mamá y entrando a la tienda donde se encontraba su amiga.

Santana tragó en seco cuando miró hacia la tienda y vio que Brittany estaba ahí probándose unos sexys tacones.

Recorrió con su mirada el cuerpo de Brittany y el suyo se tensó de inmediato.

Dio un paso y luego otro como pidiendo permiso para romper el momento entre los amigos.

—¡Britt!—gritó el niño corriendo hacia la ruia.

—¡Santy! ¿Cómo estás?—Brittany se agachó un poco para quedar a su altura y recibir el apretado abrazo del pequeño.

—Sabía que eras tú Britt. Te vi desde afuera.

—¿Y tú qué haces aquí? ¿Con quién andas?

—Vine con mi mamá, quiero comprar un juego que me falta para la Xbox y ella me trajo.

Brittany giró su cabeza, miró hacia la entrada de la tienda y vio a Santana parada ahí a unos escasos metros de ella.

La miró de arriba abajo, y tuvo que reprimir el deseo de morderse el labio.

Santana iba guapísima con unos jeans gastados y una camiseta negra de manga larga.

Además llevaba su cabello, que generalmente iba peinado con pulcritud, despeinado como con desenfado, todo complementado con gafas de sol se veía muy relajada.

—Buenos días Brittany—dijo con voz ronca, y sensual.

—Buenos días señorita López—contestó Brittany sonrojándose hasta más allá de las orejas.

—Mamá, ¿puedo invitar a Britt a almorzar hoy?—preguntó Santiago y los dos adultas se miraron.

Brittany tratando de descifrar a la morena frente a ella y está aprovechando el anonimato que le daba el uso de sus gafas de sol para mirar con descaro el cuerpo de su secretaria.

—No sé hijo, tal vez Brittany tenga planes ya hechos.

—¿Tienes planes Britt?—dijo Santiago y ella tuvo que sacudir la cabeza para contestar.

—La verdad es que no quiero molestarlos en su domingo. Dejémoslo para otro día, ¿te parece?

—No, yo quiero que almuerces con nosotros. Dile mamá, dile a Britt que almuerce con nosotros.

Santana sonrió ante la insistencia de su hijo.

La verdad es que se sentía mal por lo ocurrido con Brittany en el club.

Necesitaba pedirle disculpas, pero no podía hablar delante del niño. Sin embargo se moría por estar con ella otra vez, más así informalmente, no en plan jefa, secretaria.

—Brittany, si no tienes nada que hacer, ¿te gustaría almorzar con nosotros?

Brittany miró al niño y luego al mamá.

Sabía que tal vez no era una buena idea.

Las cosas se estaban complicando con la señorita Santana. Estaba comenzando a sentir cosas por la morena y eso no era bueno para ella.

Pero su pequeño amigo la miraba con unos ojitos de súplica a los que ella no podía ni quería negarse.

—La verdad es que no tengo planes, pero no quisiera molestarlos y…

—No nos molestas Britt, ¿verdad mamá?

—Claro que no nos molesta—dijo Santana con un tono de voz ansioso.

Demasiado ansioso para su gusto.

—Está bien—dijo por fin Brittany—, Acepto su invitación.

—Sí, pero antes me tienes que acompañar a comprar mi juego, ¿bueno?

—Claro, yo pago acá y vamos por tu juego.

Brittany se sacó los zapatos y se calzó sus cómodas sandalias. Pagó los zapatos y tomó su bolso y sus demás compras para salir de esa tienda.


Una vez fuera Santiago tomó de la mano a su amiga y la llevó a toda prisa hasta la tienda de juegos.

Santana era una mera espectadora, ya que su hijo le prestaba atención solo a Brittany y ya se había olvidado de que iba con ella.

Pero no podía culparlo, ella también se sentía hipnotizada por Brittany, todo desaparecía cuando ella estaba cerca.


Brittany entró casi corriendo con Santiago a la tienda de juegos, el pequeño le soltó la mano y comenzó a recorrer el paraíso que significaba esa tienda para él.

Brittany lo seguía con la mirada, le gustaba ver la expresión de concentración del niño tan parecida a la de su mamá.

—Gracias por aceptar la invitación—dijo Santana que llegaba al lado de ella.

—No, gracias a usted por invitarme.

—Brittany, yo tengo que hablar contigo, pero no sé si este sea el momento adecuado.

—Señorita, si va a hablar de lo ocurrido la otra noche en el club, déjeme decirle que…

—Escucha Brittany—dijo interrumpiéndola—, Te quiero pedir disculpas por lo que hice la otra noche. No fue mi intención abordarte así, no sé lo que me pasó, pero te prometo que no se volverá a repetir.

Brittany se decepcionó un poco al escuchar las palabras de su jefa, no se volverá a repetir, le había dicho.

Se sorprendió al sentir que aunque no fuera lo correcto, ella quería volver a repetir lo vivido en el club.

—Espero que así sea señorita López. Mire yo ya me olvidé de lo que pasó en el club. Además usted tiene a su novia y no creo que a ella le haga gracia si se entera de que usted se besa con su secretaria.

—¿Qué te hace pensar que tengo novia?—preguntó molesta y decidido a aclarar el mal entendido.

—Bueno, supongo que la señorita García es su novia. Es claro que no son solo amigas señorita. Discúlpeme, no es de mi incumbencia.

—Bueno no, Elaine no es mi novia, ni nada parecido Brittany.

Brittany sintió que un enorme alivio le recorría el cuerpo al escuchar lo que Santana decía.

Elaine García no era su novia.

Tal vez no era su novia oficial, pero se notaba que entre ellas había algo sexual.

—Señorita no tiene que explicarme nada…

—No Brittany, yo quiero que sepas que Elaine no es mi novia. Ella era la mejor amiga de mi difunta esposa, y ha estado a nuestro lado desde que ella falleció.

—Señorita López, ya le dije que no tiene por qué explicarme nada. Solo quiero que quede claro que lo que pasó ayer en ese club no puede volver a suceder, no quiero dejar mi trabajo, me gusta lo que hago.

—¿Es por tu pareja verdad?

Brittany abrió mucho los ojos, Santana suponía que ella tenía pareja y no sabía de dónde había sacado eso.

—La verdad es que…

—¡Mamá, Britt lo encontré! Encontré el juego—gritaba Santiago corriendo hasta llegar a ellas, por lo que Brittany no alcanzó a terminar lo que estaba por decir.

Santana, caminó con el niño hasta la caja para pagar el juego y luego los tres salieron de la tienda para buscar un lugar donde almorzar.

Ya no podría seguir conversado con Brittany como quería y eso frustró un poco a Santana.

Pero la tenía ahí, con ella, a su lado, y eso era suficiente por el momento.

—Y bien, ¿qué quieren almorzar?—preguntó Santana a la pareja de amigos.

—Yo quiero una hamburguesa muy, muy grande—dijo Santiago gesticulando con las manos lo de muy, muy grande.

—Y tú Brittany, ¿qué deseas comer?—dijo Santana, dándole una lasciva mirada a su secretaria.

—Yo también quiero una hamburguesa.

—Pero, ¿hamburguesas? Mejor vamos a un restaurante y almorzamos algo rico, no sé pasta o carne.

—No mamá—dijo el niño—, Britt y yo queremos una hamburguesa muy, muy grande.

—Pero las hamburguesas no son almuerzo—dijo Santana, comenzando a fruncir el ceño un poco molesta, pero sabía que no podría luchar contra ese par.

—Señorita López, no me diga que no le gustan las hamburguesas—dijo Brittany divertida.

—No es que no me gusten, pero hace años que no como una y creo que deberíamos almorzar algo más balanceado.

—Ah vamos mamá, queremos hamburguesas. Si quieres Britt y yo vamos a comer los dos solos y tú vas a almorzar la comida que a ti te gusta.

Santana sonrió al escuchar las palabras de su hijo.

Para ser un niño de siete años tenía sus ideas muy claras.

—Está bien—dijo Santana dándose por vencida—, Vamos por esas hamburguesas.

Y así se encaminaron los tres hasta un local que vendía unas hamburguesas muy, muy grandes.




Santana miraba cómo Santiago y Brittany hablaban y reían entre ellos.

Sentía envidia de esa cercanía.

Ella también quería poder hablar así con Brittany, que le sonriera así como le sonreía a Santiago.

Se reprendió mentalmente por ser tan estúpida de sentir celos de un niño.




Luego de comer, Brittany decidió que ya era hora de irse a su casa.

No era bueno para ella seguir compartiendo su día con su jefa aunque se muriera por estar a su lado en ese momento.

Era mejor terminar con eso de una vez.

—Bien, creo que yo me voy. Fue un almuerzo espectacular, pero ya es hora de que vuelva a casa.

—Si quieres te llevamos—dijo Santana.

—No gracias. Puedo volver sola.

—No Britt, mamá y yo te llevamos a tu casa—dijo Santiago, apoyando la idea de su mamá.

—Pero es que se van a desviar de su camino, y de verdad que no es necesario.

—Vamos Britt, te vamos a dejar a tu casa, no puedes decir que no.

Santiago tomó la mano de Brittany y tirándola la guió hasta el auto de Santana.

Santana apretó el mando a distancia y las luces de un Aston Martin negro parpadearon.

Brittany entró en el lujoso auto y se sintió pequeña.

Ella no estaba acostumbrada a eso.

En su pueblo conducía la destartalada camioneta de su papá. Una vez en la ciudad tomaba el transporte público o se movilizaba a pie. El único auto que conocía era el Mini Cooper rojo de su amiga, pero entre el auto de Quinn y el de su jefa había una enorme diferencia.

Los asientos eran amplios y cómodos, de cuero blanco, que daba miedo sentarse en ellos.




Luego de unos quince minutos llegaron al portal del edificio de Brittany, ella se despidió de Santiago y agradeció a su jefe el almuerzo y el haberla llevado hasta su casa.

Brittany se bajó del auto y caminó hasta la puerta de entrada, Santana la siguió con la mirada hasta que se perdió dentro del edificio.





Santana y Santiago llegaron a su casa, entraron hasta la cocina donde Sue estaba preparando un rico postre.

—¡Sue!—saludó Santiago a la mujer mientras la abrazaba.

—Hola mi niño, pero qué feliz vienes, ¿qué pasó?

—Sue almorzamos con Britt, y fue genial.

—¿Con Britt? Y cómo fue eso—preguntó Sue al niño, pero posando su divertida mirada en el mamá.

—Fuimos al centro comercial y nos encontramos con Britt en una tienda. Mamá y yo la invitamos a almorzar.

Santana se movió hasta el refrigerador y sacó una coca cola, luego buscó en los muebles de la cocina un vaso. Sirvió la bebida en este y comenzó a beberla.

—¿Y qué almorzaron?

—Hamburguesas Sue, unas muy, muy grandes.

—¿Hamburguesas? ¿Tu mamá también comió hamburguesas?—dijo Sue con una sonrisa en los labios.

Sabía que Santana no era muy amiga de la comida chatarra y que comiera hamburguesas era algo inaudito.

—Sí Sue, los tres comimos hamburguesas.

Sue volvió a mirar a Santana y ésta le asintió con la cabeza, para que se convenciera de que lo que decía el niño era verdad.

—Vaya me gustaría haber visto a tu mamá comiendo hamburguesas. Creo que hace años que no come, ¿o me equivoco señorita?

—No Sue, no te equivocas. Creo que han pasado unos seis años desde la última vez que comí.

—¿Y cómo estaba Britt?

—Muy bien, linda como siempre. Nos reímos mucho.

Santana pensaba en lo que decía su hijo, era verdad Brittany estaba linda como siempre.

—Mamá, ¿te puedo hacer una pregunta?

—Claro—dijo Santana llevándose el vaso con coca cola hasta su boca para volver a beber.

—¿Por qué no te enamoras de Britt?—soltó el pequeño haciendo que su mamá escupiera el líquido que acababa de beber.

—¿Qué cosa?

—Eso mamá, por qué no te enamoras de Britt. Ella es muy linda, me quiere, juega conmigo. De seguro que te querrá también a ti mamá.

Santana no sabía qué responderle a su hijo.

A ella le gustaba Brittany sí, pero de una forma sexual, no era amor como decía el pequeño.

—Santiago, el amor no es así. Uno no decide de quien enamorarse, el amor llega de pronto, ¿entiendes?

—No mamá, no entiendo ¿Por qué no puedes enamórate de Britt? ¿Por qué a ti no te puede llegar el amor de pronto por ella?

—Hijo, eres muy pequeño para entender esto. Cuando tengas unos años más entenderás todo lo que te estoy diciendo.

—No, yo quiero que Britt viva aquí con nosotros—dijo Santiago frunciendo el ceño, claramente enojado por lo que decía su mamá.

—Santiago, escucha, eso no…

—No, no quiero escucharte—le gritó a su mamá, y salió corriendo de la cocina para llegar a su cuarto y encerrarse en él.

Santana vio alejarse al pequeño, y no supo qué hacer.

Cómo le explicaba que lo que ella deseaba con el corazón no podía ser cumplido.

Aunque ella deseara a Brittany con toda su alma, era un deseo carnal, un deseo que le hacía hervir la sangre.

Pero de ahí a enamorarse había una gran diferencia.

Santana solo se había enamorado una vez y ese amor se lo había llevado su mujer a la tumba.

Nunca más volvería a sentir ese amor, nunca más podría volver a sentir lo que era entregarse total y completamente a otra persona.

Dani había sido la única mujer de la que ella se enamorara y sería la última.

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Capitulo 16

El lunes por la mañana Brittany entró en su lugar de trabajo sintiendo cómo los nervios se apoderaban de ella.

Su cuerpo temblaba de saber que se encontraría con Santana.

Llegó hasta su escritorio y comenzó a acomodar sus cosas para empezar con su trabajo.



Quince minutos después, aparecían las López.

Emily sonriente como siempre y Santana seria y con el ceño fruncido como de costumbre.

Brittany las saludó con entusiasmo, pero solo Emily le contestó, ¿qué había pasado con la Santana distendida del día anterior?

Brittany ya se estaba cuestionando si lo vivido el día domingo había sido real o quizá su mente se lo había imaginado.

Pero miró su falda comprada en el centro comercial y se dio cuenta que no, que todo había sido real.

Santana quería volver a ser la ogra gruñona de siempre.

Le había dicho que lo sucedido en club no se volvería a repetir y al parecer esa era su forma de dar por terminado todo lo iniciado por la morena.



Brittany fue a buscar el café de su Santana, se lo llevó y comenzó a revisar la agenda del día.


Santana miraba a su secretaria, pero no decía nada.

Le miraba la boca y recordaba el sabor de sus labios y una corriente eléctrica la recorría por completo. Se enojó por no ser capaz de sacar a esta chica de su mente.

Esto no podía seguir así.

—¿Necesita algo más señorita?—preguntó Brittany sacando de sus pensamientos a su jefa que no había escuchado ni media palabra de lo que la rubia le había hablado.

—No. Retírese.

—Bien—dijo Brittany, sintiendo que la ogra había vuelto en gloria y majestad.






A las doce y media el teléfono de la central sonó, Brittany levantó el auricular y lo contestó.

—Naviera López buenas tardes.

—Hola Britt, ¿a qué hora sales a almorzar?—era su amiga Quinn quien estaba al otro lado del teléfono.

Santana salía en ese momento de su oficina para dirigirse a la de su hermana a buscar unas carpetas y se tensó al escuchar la conversación de su secretaria.

—Hola Quinn, ¿por qué no me llamaste al móvil?

—Porque te he llamado como diez veces y no contestas.

—Déjame revisar.

Brittany buscó en su bolso y tras dar unas cuantas vueltas dentro de este, logró encontrar su teléfono móvil, el cual estaba descargado.

Santana entraba en la oficina de Emily, ella no estaba en ese momento. Tomó la carpeta que buscaba, pero en vez de salir, se quedó parada en la puerta, escondido para escuchar la conversación de Brittany y el o la tal Quinn.

—Lo encontré, está descargado por eso no lo escuché.

—Pero qué distraída amiga. Bueno vamos a almorzar o no.

—No sé.

—Vamos Britt, aprovecha que te voy a invitar, tú elijes ¿Dónde quieres almorzar?

—¿Dónde yo quiera? ¿Estamos celebrando algo Quinn?

—No. Solo es que estoy feliz y quiero compartir mi felicidad y contigo que eres mi mejor amiga.

—Bueno si es así sí. A la una, ¿te parece bien?

—Perfecto, nos juntamos en la cafetería del centro, ah y carga tu teléfono.

—Si Quinn, ya lo cargo.

Santana sintió que la rabia se apoderaba de ella.

No se había fijado que apretaba tan fuerte la carpeta que sostenía entre sus manos que esta ya estaba toda arrugada. Salió desde su escondite y pasó por el escritorio de Brittany y en su paso le dijo:

—Señorita Pierce, a mi oficina.

Brittany se levantó de golpe.

Era como cuando estaba en el colegio y el director la llamaba por algo malo que ella había hecho.

Santana tiró la carpeta sobre la mesa y se sentó en su sillón, mientras que Brittany se quedó parada frente a la morena tomándose las manos, en clara señal de nerviosismo.

—No sé si le dije esto el primer día en que entró a trabajar aquí, pero el teléfono de la central es para ser usado solo en asuntos de trabajo, no para que su pareja la llame, ¿entendió?

—¿Perdón? No entiendo a qué se refiere.

—Señorita Pierce, la acabo de oír hablando con su pareja, ¿o me lo va a negar? Solo le digo que ese teléfono es para asuntos de trabajo. Si su pareja la quiere llevar a almorzar que la llame a su móvil.

Brittany sintió unas enormes ganas de lanzarse sobre esta mujer que la estaba desquiciando y ahorcarlo con sus propias manos.

Llegaba enojada, distante, y para colmo, le espiaba la conversación telefónica.

Respiró hondo, no quería discutir con la morena, pero la rabia era más fuerte e iba a hacerlo.

—¿Me estaba espiando señorita López?—dijo ladeando la cabeza y con las manos en las caderas.

—No, qué se cree usted para pensar que yo la estoy espiando.

—¿Cómo sabe que mi pareja era quien llamaba?

—La escuché. Escuché que usted decía Quinn y que le indicaba a qué hora saldría a almorzar.

—Es decir que si me estaba espiando.

—No…yo… eh… no…

—Créame señorita López, tengo más que claro el uso del teléfono de la central. Pero mi teléfono móvil se descargó y Quinn se vio en la obligación de llamarme a la central. No se preocupe, no se volverá a repetir. Le diré a mi novia que a mi jefa le molesta y ella lo entenderá.

Santana no sabía qué hacer, ni qué decir.

Solo pudo darse cuenta que Brittany había dicho “novia”.

Eso era muy, muy bueno.

Pero también era verdad, Brittany tenía novia.

Maldita fuera pensó Santana.



Mientras que Brittany no se molestó en sacar del error a su jefa.

Si seguía con esa actitud, que pensara lo que quisiera.

—¿Necesita algo más señorita? Es mi hora de almuerzo y me esperan.

Santana sintió que un puño se hundía en su estómago al escuchar esas palabras.

—No, nada más.

—Bien, con su permiso.

Brittany salió de la oficina enojada como hace tiempo no lo estaba.

Ya comenzaba a cuestionarse su permanencia en ese trabajo.

Tomó su bolso y salió al encuentro de su amiga.




En su oficina Santana seguía sentada tal cual como cuando Brittany se marchó.

Se agarró la cabeza entre las manos y soltó una pesada respiración

¿Qué le estaba pasando?

Se reprendía mentalmente, se trataba de imbécil, estúpida y mal nacida.

También le dedicaba unas cuantas palabrotas a la novia de Brittany.

Esa mujer podía tenerla como ella deseaba.

Se removía en su silla, tratando de no pensar en la rubia, en lo mucho que la deseaba.

Sabía que debía hacer algo.

Si solo pudiera tener una noche con Brittany, todo ese deseo desaparecería.

O al menos eso creía ella.







*********************************************************************************************************



—¿Que tu jefa hizo qué?

Fue el grito que pegó Quinn al escuchar lo que su amiga le estaba confesando.

—Gracias Quinn, ahora todo el restaurante se ha enterado.

—Britt, dime que no es cierto lo que me acabas de contar ¿Tu jefa te besó en el club?

—Sí Quinn, cuando fui al baño. Yo volvía a la pista y ella me agarró y me llevó a un oscuro pasillo.

—Vaya, la ogra se las trae. Pero, ¿y qué pasa con ustedes?

—Nada amiga, qué va a pasar.

—Tú sí que eres ciega Britt. No ves que a la mujer le gustas.

—No Quinn, estás equivocada, nada más lejos que eso.

—Pero Britt, te besa en las escaleras, te besa en el club, ¿qué es eso?

—Me besó en las escaleras porque estaba furiosa porque la desafié, y en el club me besó porque estaba ebria. Es decir, ninguna de las dos veces cuenta.

—No sé, yo creo que algo siente esa mujer.

—Nada Quinn, no siente nada. Me lo dejó claro ayer. No sabe por qué me besó.

—¿Ayer? ¿Te viste con ella ayer? Por qué yo no me entero de nada.

—Ayer me lo encontré a ella y a Santy en el centro comercial. Me invitaron a almorzar. Ella me dijo que me pedía disculpas por su comportamiento, que no sabía por qué había actuado así.

—Que diga lo que quiera, para mí que tú le gustas y mucho.

—Que no Quinn, no le gustó nada de nada. Además hoy llegó con un humor de perros. Todo lo que había avanzado en estos últimos días se fue por el caño. Me regañó por estar hablando con mi novia por teléfono y…

—¿Con tu novia? ¿Cuál novia? Pierce tienes novia y no me lo has contado a mí que soy tu mejor amiga, pero qué mala eres.

Quinn abrió mucho los ojos ante la confesión de Brittany y ésta sonrió ante la cara desencajada de su amiga.

—No, ella me escuchó hablando con Quinn, es decir contigo, y asumió que Quinn es mi novia.

A Quinn se le iluminó la cara y una gran sonrisa le recorrió esta.

—Y después me dices que no le gustas a esta mujer. No ves que está celosa.

—Ah ya, deja de decir esas cosas. Ella no siente nada por mí, solo soy su secretaria. Eso es todo y es mejor que sea así.

—Y tú, ¿qué sientes Brittany? ¿Qué sientes por tu jefa?

Brittany miró a su amiga, no podía mentirle, además necesitaba confesarse con alguien y qué mejor que su fiel compañera.

—No sé Quinn, es complicado, estoy hecha un ocho.

—¿Te gusta o no? Brittany dime, ¿te gusta tu jefa?

Brittany pensó un momento la respuesta.

Qué podía decir, claro que le gustaba su jefa y ese era el problema, era su jefa.

—A ti no te puedo mentir amiga, me gusta Santana, pero eso no cambia nada.

—¿Cómo qué no?

—No Quinn, no cambia nada. Yo soy su secretaria y ella mi jefa. Es como cuando en el colegio te enamoras de tu profesor, lo miras a diario, pero sabes que nunca podrás estar con ella.

—Yo creo que sí Britt.

—Yo creo que no Quinn. Y ya, dejemos este tema, ya te conté todo y no quiero hablar más de mi jefa. Ahora tengo que empezar a dejar de pensar en ella como mujer y asumir que es y siempre será mi jefa.




Las chicas terminaron de almorzar y cada una volvió a lo suyo.

Brittany entró en su oficina y continuó con su día.

Daba gracias al cielo que Santana no la había solicitado en todo el resto de la tarde.


Terminó con su trabajo y la hora de irse a casa llegó.





********************************************************************************************************************




Santana ya estaba en su casa, parapetado en la biblioteca bebiendo licor como se le estaba volviendo costumbre.

Necesita adormecer sus pensamientos y pensaba que bebiendo whisky lograría su objetivo.

Pero con cada vaso de licor Brittany se colaba más en su mente.

De pronto, la puerta de la biblioteca se abrió.

Ella sentada en un sofá se sorprendió al ver a Elaine que hacía su aparición en la habitación.

—¿Qué haces aquí Elaine? Te dije que si quería verte yo te llamaba.

—¿Por qué estás bebiendo Santana? ¿Qué pasó?

—Nada que te importe. Por qué no te vas ¡¡¡Vete!!!—gritó.

Elaine se sorprendió por aquella reacción, pero continuó con su interrogatorio.

—Santana, cariño, dime qué pasa, ¿por qué estás así?—dijo Elaine acercándose más a Santana.

—Estoy así porque la vida es una mierda. Porque uno no puede tener lo que quiere, ¿entiendes? Ahora déjame sola, no quiero que estés aquí.

—¿Quién es Santana?

—Quién es quién.

—La mujer que te tiene así.

—Te equivocas Elaine, no hay ninguna mujer. Ahora ándate, ¿quieres? Quiero estar sola.

Elaine se quedó mirando a Santana y como ésta bebía un trago tras otro.

Sabía que algo le pasaba.

Ella iba a averiguarlo.

Santana la estaba apartando de golpe de su vida y ella no podía permitir eso.

Había trabajado muy duro para llegar donde estaba. Su próximo paso era ser la nueva señora López y lo iba a lograr así tuviera que hacer pacto con el diablo.

Por eso debía averiguar que era, o mejor dicho, quién era la mujer que perturbaba de tal modo a Santana. Se imaginaba quien podía ser, pero no iba a actuar antes de estar bien segura.

—Santana, deberías subir a tu cuarto. Vamos cariño yo te llevo.

—No, déjame sola. No quiero que estés aquí ¿Acaso no entiendes?

—Santana no puedo dejarte así como estás. Vamos levántate.

—Ya te dije que no. No me hagas ser más grosera contigo Elaine ¡¡¡vete de una maldita vez!!!

Santana le gritó con toda la rabia que había venido acumulando, Elaine parpadeó rápido un par de veces.

Hace mucho que no veía a Santana tan enojada.

Decidió que sería mejor marcharse en ese momento, ya volvería cuando la morena estuviera más calmada y la convencería de que se fueran a la cama juntas.

Elaine salió echando fuego por la nariz como un dragón.

Tenía que hacer su investigación y pronto.




Santana llegó a su cuarto y no fue capaz de desvestirse, se tiró sobre la cama y así se quedó dormida.

Toda la noche soñó con Brittany y Dani.

En su sueño Dani la miraba con cariño y Brittany estaba a su lado tomándole la mano a ella.

—Dani, no te vayas, quédate conmigo.

Rogaba Santana en el sueño.

—Abre los ojos Santana. Abre los ojos—le decía Dani en un susurro.

—No Dani, quédate aquí con Santiago y conmigo. No sé qué hacer con él. Cuando tú estabas todo era más fácil.

—Déjame ir, déjame ir. Abre los ojos.

—No puedo dejarte ir, te amo Dani, te amo.

—Ya no Santana, déjame ir.

Santana vio cómo Dani giraba para caminar sin mirar atrás.

Luego unos grandes ojos azules y una rosada boca se colaron en su sueño para tortúrala.






*******************************************************************************************************************




La semana pasó muy rápido en la naviera López.

Lo días fueron un infierno para Santana y Brittany.

Para la rubia era una pesadilla ver a su Santana enojada todos los días.

Apenas si le dirigía la palabra para algo que no fuera trabajo y ya se había olvidado de su sonrisa, ya que esa semana no se había asomado ninguna a los labios de su jefa.

Para la morena la semana fue de lo peor.

Brittany llegaba a la oficina cada día más bella, enfundada en ajustados vestidos o pantalones que marcaban cada curva de su cuerpo.

Tenía un constante calor recorriendo todo su cuerpo. Cuando llegaba a su casa se metía bajo la ducha y se masturbaba pensando en la rubia.

Todo se estaba saliendo de control para Santana.

Podría llamar a Elaine, pero ella no le interesaba en lo más mínimo.

Solo deseaba a una mujer, y esa era su secretaria.

Cada vez que recordaba eso la ira la tomaba por los pies y volvía al punto de partida.

Si solo pudiera tenerla una vez, estaba segura que todo desaparecería.







El sábado como siempre Brittany corría por el parque, iba distraída escuchando la música que la acompañaba en su recorrido.

De pronto vio de reojo que la silueta de Santana estaba junto a ella.

Pero solo fue por un segundo, ya que la morena apuró su trote y se perdió en el parque.



Brittany llegó a su casa, y como ya se estaba haciendo costumbre, se encontraba sola en el departamento.

Su amiga se iba los viernes en la noche al departamento de Rachel y no aparecía hasta el domingo al mediodía.


Ese sábado pasó sola todo el día.

Arreglando su cuarto y dedicándolo a su cuidado personal.






El domingo por la mañana y Brittany tomaba un tazón de café, sola nuevamente.

Ya comenzaba a echar de menos a su amiga, pero así era el enamoramiento, abandonabas a todos tus amigos para dedicarte solo a la persona amada.

Brittany estaba contenta por la ojiverde, hace mucho que Quinn no salía con una persona por tanto tiempo, y deseaba que esa relación durara mucho.



Estaba viendo televisión cuando su teléfono móvil sonó.

Miró la pantalla, y vio que era Santiago quien la llamaba.

—Hola Santy, ¿cómo estás?

—Bien Britt, ¿y tú? ¿Estás ocupada?

—No, ¿qué pasa?

—¿Puedo ir a verte? Quiero invitarte a salir.

—Me parece genial, pero, ¿le pediste permiso a tu mamá?

—Claro, por eso te llamo. Ella me dijo que, si tú no estabas ocupada, me da permiso ¿No estás ocupada verdad?

—No cielo, no estoy ocupada. Dame unos minutos y te voy a buscar.

—No, mi mamá me dice que el chofer me lleva.

—Bueno acá te espero.

—Bien. Nos vemos al rato.

Brittany cortó y se fue a su cuarto a cambiarse el pijama.

Ese día no estaría sola como ella pensaba.

Pasaría el domingo con su pequeño amigo.

Lo llevaría al parque de diversiones o tal vez al cine.

Estaba segura de que no les faltaría diversión.

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Capitulo 17

Brittany salió a su portal al encuentro de Santiago.

El niño bajó corriendo del auto para abrazar a su amiga.

El chofer les dijo que a las seis volvería a buscar al pequeño.

Subieron al departamento donde Brittany buscó su bolso y le preguntó al niño que plan tenía para ese domingo.

—Bien Santy, ¿dónde quieres ir hoy?

—No sé, tal vez al parque a comer algodón de azúcar.

—Me parece genial, vamos al parque entonces.

Salieron del edificio y se fueron caminando tomados de la mano hasta que llegaron al parque.

Fueron a la parte donde había juegos y el niño corrió hasta los columpios y luego también subió al tobogán.

Brittany lo miraba jugar, y reía al verlo tan contento.

Cuando Santiago se cansó de correr, compraron algodón de azúcar y se sentaron en el pasto a comer.

—¿Britt?

—Dime Santy.

—¿Tú te has enamorado alguna vez?

Brittany no sabía qué contestar.

A ella le habían atraído muchos hombres y mujeres, pero nunca se había enamorado.

—Creo que no Santy ¿Por qué lo preguntas?

—Porque quiero saber si tú te puedes enamorar de mi mamá.

Brittany sintió cómo sus mejillas se encendían de lo ruborizada que estaba.

—Santy, yo… no es tan sencillo como crees.

—¿Por qué Britt?

—Porque uno no elige de quien ni cuando enamorarse.

—Lo mismo me dijo mi mamá. Pero yo creo que sí, que ella se puede enamorar de ti y tú de ella.

Brittany no sabía cómo explicarle al niño que eso nunca pasaría, por lo menos por parte de su mamá.

Brittany se sentía atraída hacia la morena, y sabía que no le sería difícil enamorarse. Pero Santana al parecer no tenía la más mínima intención de volver a compartir su vida con otra mujer.

—Santy, el amor no es así. El amor llega de pronto sin darte cuenta. Sé que ahora no entiendes esto, pero cuando estés más grande lo harás.

—Pero Britt, yo quiero que tú vivas con nosotros. Tú eres mi amiga, eres buena conmigo. Yo quiero que te enamores de mi mamá y así puedes venir a casa con nosotros.

—Cariño, eso no puede ser. Pero siempre que me llames yo voy a estar para ti.

—¿Lo dices de verdad?

—Claro, tú eres mi mejor amigo.

—Qué bien, ¿sabes? Yo te quiero mucho Britt, mucho.

El niño se abalanzó sobre ella y se fundieron en un gran y apretado abrazo.

Brittany no pudo contener las lágrimas.

Las palabras de su pequeño amigo le habían traspasado el corazón.




Brittany y Santiago llegaron al departamento de la rubia.

Prepararían un rico almuerzo, Brittany no quería que Santiago volviera a comer chatarra.

Cuando entraron en el departamento lo primero que escucharon era el sonido que salía desde la Xbox.

Se encontraron con Quinn que estaba frente al televisor jugando concentrada.

—¡Hey! Hola Britt, y este apuesto joven, ¿quién es?

—Hola Quinn, él es mi Amigo Santiago. Santiago ella es Quinn.

—Hola Quinn, ¿estás jugando Call of Duty?

—Sí, ¿quieres jugar conmigo?

—Yo aún no logro pasar esta etapa, no soy tan bueno como tú.

—Pero yo te puedo enseñar algunos trucos, ven siéntate a mi lado y juguemos.

Santiago corrió hasta el sillón y se sentó al lado de Quinn para comenzar a jugar. Brittany sonrió y los dejó jugar tranquilos mientras ella preparaba el almuerzo.



Santiago pasó una entretenida tarde con Brittany y Quinn.

Cada cierto tiempo el pequeño pedía agua y eso llamó la atención de Brittany.

—Santy, ¿te pasa algo? ¿Por qué bebes tanta agua?

—Me duele un poco la garganta y tengo sed.

Brittany se acercó a él y vio que sus ojos estaban brillosos. Le puso una mano sobre la frente y vio que el niño estaba un poco afiebrado.

—Al parecer tienes un poco de fiebre, dame el teléfono de tu casa.

El niño le dio el número a Brittany y ésta lo marcó, faltaba poco para que el chofer viniera a buscar a Santiago, pero ella quería informarle a Sue lo que le pasaba al pequeño.

—Aló—contestó Sue.

—Hola Sue soy Brittany, ¿cómo está usted?

—Britt, qué alegría escucharla. Yo estoy muy bien, ¿y usted?

—Bien, solo quería informarle que Santy se siente un poco enfermo.

—¿Cómo? ¿Qué le pasa a mi pequeño?

—Nada grave Sue tranquila. Solo que dice que le duele la garganta y yo lo noto un poco afiebrado. La llamo para que esté pendiente de eso y para que le dé algo para que no le suba la fiebre.

—Gracias Britt. El chofer ya fue a buscar a Santiago, debe estar por llegar.

—Bueno, aquí lo esperamos. Adiós Sue.

—Adiós Britt.



Diez minutos después llegaba el auto a buscar a Santiago.

Los amigos se despidieron prometiendo verse otro fin de semana.





******************************************************************************************************************




Santiago entró como un torbellino en su casa.

Llegó hasta la cocina donde estaba Sue. Ella se fijó que el niño si tenía fiebre y le dio un medicamento para bajarla. En ese momento entró su mamá para comer algo.

—Hola Santiago ¿Cómo lo pasaste hoy?

—Muy bien mamá, conocí a Quinn y jugamos en la Xbox. Es genial, me enseñó varios trucos para pasar los niveles del Call of Duty que yo no conocía.

Santana sintió, que alguien le había tomado los intestinos y se los estaba retorciendo cuando escuchó a su hijo hablar de Quinn.

—Qué bien hijo, qué bien—dijo Santana sin mucho entusiasmo.

—Señorita, Santy tiene un poco de fiebre, ya le di un medicamento, pero hay que estar pendiente.

—¿Te duele algo Santiago?

—Un poco la garganta mamá.

—Debe ser una gripe. Será mejor que te vayas a acostar y Sue te lleva algo de comer a tu cuarto.

El niño obedeció sin chistar y la mamá se quedó en la barra de la cocina, pensando en que su hijo había pasado el día con su secretaria y la novia de ésta y no pudo evitar que los celos le invadieran por completo.







******************************************************************************************************************




La semana comenzó movida para Brittany, debía ir nuevamente a ver a la representante del Banktrans.

Se reunió con Kitty Wilde para llevarle la carpeta con la contrapropuesta de su jefa.

Kitty abrió la carpeta y sonrió moviendo la cabeza.

—¡No puede ser, pero esta mujer está loca!

Brittany sonrió y estiró el cuello para mirar qué había causado esa reacción en Kitty.

—¿Qué pasa Kitty?

—Que tu jefa está loca. Me hace una contrapropuesta y es mucho menos de lo que habíamos hablado en un principio. Creo que esto será una larga y dura batalla.

—Ya lo creo—dijo Brittany entornando los ojos.

—¿Y cómo has estado tú Brittany? ¿Cómo se ha portado tu jefa contigo?

Brittany se sonrojó sin querer.

Cada vez que se acordaba de Santana, el rubor le cubría el rostro.

Eso no pasó desapercibido para Kitty.

—Sigue igual Kitty, yo hago mi trabajo y ella es insoportable.

—Pero a ti te gusta esa insoportable.

Brittany abrió los ojos sorprendida y pestañeó rápidamente varías veces ante las palabras de Kitty.

—No, nada que ver. Cómo podría gustarme si es una ogra.

—Yo sé lo que te digo Brittany, sé lo que es sentirte atraída por un ogro y es más, sé lo que es enamorarse de uno.

—No, pero yo… no.

—No me digas nada, te entiendo más de lo que crees. Va a ser un poco duro Brittany. Hay días en que te preguntas cómo pudiste enamorarte de alguien con ese carácter. Son cambiantes y de pronto no sabes dónde estás parada con ellos.

Brittany no dijo nada, Kitty la había descrito a la perfección.

Sería eso lo que le pasaba.

¿Se habría enamorado de su jefa?

No, no podía ser cierto.




Luego de discutir sobre la propuesta de Santana, Brittany se despidió de Kitty pensando en cada palabra que ella le había dicho.

Luego entró en su piso y se encaminó hasta la oficina de su Santana para darle a conocer lo conversado con la representante del banco.

Santana abrió la carpeta y comenzó a leer las anotaciones que la señorita Wilde había escrito en cada hoja.

Brittany miraba a la morena frente a ella, su ceño fruncido indicaba que no le había gustado lo que el banco le ofrecía.

Luego se retiró para dar por terminado el día de trabajo he irse a su casa.





Era miércoles y ya había pasado una hora desde que Brittany había llegado a su puesto de trabajo, y ninguna de sus dos jefas había hecho acto de presencia en el piso diez.

Sabía por la agenda que Emily estaba en el puerto, pero Santana no llegaba y tenía una junta con el auditor dentro de media hora.

Algo debía haberle pasado.

El teléfono sonó, sacando a Brittany de los pensamientos sobre su jefa.

—Naviera López buenos días.

—Hola Britt.

—¿Santy? Qué pasa, por qué tu voz se escucha así, ¿estás bien?

—No Britt, estoy enfermo.

—Qué tienes cielo ¿Le dijiste a tu mamá para que te lleve al médico?

—Sí, el doctor ya me vio.

—Y qué dijo, ¿qué es lo que tienes?

—Tengo varicela. Tengo el cuerpo lleno de ronchas que pican mucho. Estoy con fiebre y me duele el cuerpo.

—Ay Santy, mi pobre pequeño.

—Quiero que vengas a verme, ¿puedes venir?

—Claro, cuando salga del trabajo voy a verte, ¿está bien?

—Bien, te voy a esperar.

—Bien, ahora quédate tranquilo y acostadito, nos vemos.

—Nos vemos.

Brittany terminó la llamada y vio que su jefa aparecía por el vestíbulo.

Santana se acercó a su escritorio, ni unos buenos días para Brittany, pero le dijo:

—Llame al auditor y dígale que la reunión se atrasa para una hora más.

—Bien—dijo Brittany.

Luego de hacer la llamada le llevó el café a su jefa y la agenda.

—Señorita Pierce, reprograme toda mi agenda, solo iré a la reunión con el auditor y haré las llamadas importantes, luego de eso me iré a casa, Santiago está enfermo.

—Está bien señorita. Y sobre eso, quisiera saber si tiene algún problema en que yo vaya a visitar a Santiago después del trabajo.

Santana la miró con adoración.

La ojiazul se preocupaba por su hijo, se notaba que ella quería mucho a Santiago.

—No creo que haya problema. Es más creo que a Santiago le encantará.

—Gracias señorita—dijo Brittany y se retiró para continuar trabajando.




Santana fue a su reunión, para unas horas después, macharse a su casa con su hijo.

Brittany dejó su escritorio ordenado, ya era hora de salir de su trabajo.

Estaba por abandonar el piso, cuando el teléfono de la central sonó:

—Naviera López buenas tardes.

—Señorita Pierce, soy Finn de recepción. El chofer de la señorita Santana López dice que viene a buscarla.

¿Santana le había mandado al chofer?

Brittany sintió que su pecho se hinchaba ante tal gesto.

Qué locura, ella pensando que la ogra era amable.

Tal vez fue Santiago el que le insistió que la mandaran a buscar.

Eso tenía más sentido.

—Gracias Finn, dígale que bajo de inmediato.





Brittany llegó a la casa López y fue recibida por una risueña Sue.

Entró en la casona y se encontró con su jefa que estaba parada a los pies de la escalera.

—Buenas tardes señorita López, gracias por enviar a su chofer por mí, pero no era necesario.

—Claro que era necesario—dijo Sue—, Pero venga, la voy a llevar al dormitorio de Santy ¿Quiere algo de beber o algo de comer quizás?

Sue tiraba de Brittany por una mano y la llevaba subiendo las escaleras. Llegó al cuarto del pequeño y entró en él. Se encontró con Santiago acostado mirando la televisión.

Sue dejó la puerta entre abierta y se retiró para buscar algo para que los amigos comieran.


Mientras Sue bajaba, Santana subía por las escaleras, se acercó con cautela y llegó hasta la puerta entre abierta del dormitorio de su hijo.

Se quedó ahí espiando la conversación de Brittany y el pequeño.

Escuchaba que reían y hablaban de los dibujos animados de la televisión.

El escuchar la risa de Brittany le provocaba miles de inexplicable sensaciones. Tenía ganas de entrar a ese cuarto, tomar a su secretaria, tumbarla en la cama y besarla hasta dejarla sin sentido.


Al volver, Sue vio a Santana espiando parado a un lado de la puerta entre abierta.

Divertida con la situación, caminó despacio hasta llegar a su lado.

—¿Nadie le ha dicho que es de mala educación espiar conversaciones ajenas señorita?—le susurró una risueña Sue.

—¿Qué?—dijo viéndose atrapada—Yo no estoy espiando a nadie.

—¿Ah no? ¿Y por qué en vez de estar aquí escuchando, no entra y comparte con ellos?

—No quiero interrumpir su conversación. Mejor me voy.

Y caminó escaleras abajo, hasta llegar a su biblioteca y se tiró sobre un sillón.

Por su mente pasaba el sonido de la risa de Brittany. Pensó que debía ser un placer sentir esa risa en su oído.

Cada día era más difícil para ella ir a trabajar y verla.

La deseaba con toda su alma y su cuerpo.

Había vuelto a ser una grosera con la rubia, ya casi ni le hablaba.

A ver si así lograba sacársela de la cabeza, pero era imposible. Mientras más se trataba de alejarla, más se colaba ella en su mente y en sus sueños, que se habían vuelto muy, pero muy sexuales.

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Capitulo 18

El sábado llegó y Brittany se preparaba para correr.

Bajó a la calle y con la música sonando en sus oídos se encaminó hasta el parque.

Santana esperaba en una esquina, como cada sábado, a que Brittany pasara para luego acercarse y trotar a su lado.

Pero esta vez, no aceleró el paso para situarse a su lado, sino que, bajó el ritmo del trote y la siguió a corta distancia.

Desde esa posición podría admirar la parte trasera de Brittany en todo su esplendor.

Su trasero y sus piernas que tan bien lucían en la ropa deportiva que llevaba puesta.

Santana no despegó los ojos de Brittany en todo lo que duró su trayecto.

Miraba cómo la coleta se mecía con el movimiento del trote.

Por su mente pasaban tantas imágenes de ellas, una cama, de sus labios rosados y finos que besaban como nadie.

De pronto Santana se detuvo de golpe, viendo cómo la rubia se alejaba por el parque.

No debía seguir con esa situación, era mejor olvidarse de Brittany.

No volver a frecuentar ese parque.

Santana estaba dudando de su salud mental.

En un momento quería estar con la rubia y hacerle el amor y al otro no quería saber nada de ella.

Sentía que engañaba a su difunta esposa con cada pensamiento que le dedicaba a Brittany.







************************************************************************************************************




Brittany entraba en su departamento luego de haber corrido por el parque, y haberse decepcionado al ver que Santana no había ido a correr como cada fin de semana.

Tal vez Santana ya no iba a correr al parque para evitar encontrarse con ella y eso la lastimó más.


Entró en la cocina y se encontró con Quinn y Rachel que estaban desayunando y reían muy animadamente.

—Hola pareja—dijo Brittany mientras sacaba una botella de agua desde el refrigerador.

—Hola Brittany ¿De dónde vienes?—preguntó Rachel.

—Del parque. Cada sábado voy a trotar ahí.

—Ah qué bien. Y tú Quinn, ¿vas a trotar al parque también?

—¡¿Quinn trotando?! Cómo crees—dijo Brittany riéndose de su amiga—Lo más cerca que Quinn a estado de una carrera es cuando juega a la Xbox y el personaje del juego tiene que correr.

—Gracias amiga—dijo Quinn—La verdad Rach no me gusta mucho correr al aire libre, prefiero ir al gimnasio.

—A mí me gusta correr al aire libre—dijo Rachel—¿Por qué el próximo sábado no vamos las tres al parque a correr?

—Genial—dijo una entusiasmada Brittany—, Vamos el próximo sábado al parque, qué dices Quinn.

—Creo que el próximo sábado no vamos a poder.

—¿Por qué Quinn? ¿Qué pasa el próximo sábado?—preguntó Brittany, algo se le había olvidado y no sabía qué.

—Britt, el jueves es tu cumpleaños, no puedo creer que lo hayas olvidado.

—Claro que no le he olvidado, pero qué tiene que ver mi cumpleaños con el sábado.

—Que el viernes saldremos a celebrar tu cumpleaños y con lo que te tengo preparado no te vas a poder levantar el sábado a trotar.

—¿Qué es Quinn?—preguntó Brittany tomando sus manos.

—No te puedo decir, aguántate hasta el jueves.

—Pero amiga, anda no seas mala, dime qué es, por favor.

—No, no insistas Britt, no te voy a decir ni media palabra.

—Ah, está bien, me voy a duchar. Las dejo solas tórtolas.

Brittany se fue a su cuarto pensando cuál sería la sorpresa que le tenía preparada su amiga.

Solo esperaba que el jueves llegara pronto.







La semana pasaba como siempre en la naviera López.

Brittany llegaba y cumplía con su trabajo y Santana era el ser insoportable que se había empeñado en ser con su secretaria.

Brittany llamaba todos los días a Santiago, ya estaba mejor de la varicela y eso la tenía muy contenta.

Pronto podría volver a salir con su pequeño amigo.




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Era miércoles, Emily y Santana estaban en la oficina de éste discutiendo sobre la transacción que pretendían hacer con el Banktrans.

Santana se quejaba de lo difícil que era negociar con la representante del banco, la señorita Wilde, y Emily la reprendía y la acusaba de misógina ante cada comentario.

—¿Supongo que sabes que mañana es el cumpleaños de Brittany?—dijo Emily levantando una ceja, esperando ver la reacción de su hermana.

—No, no lo sabía y tampoco es de mi incumbencia que mañana sea el cumpleaños de la secretaria.

—Cómo qué no. Es tu secretaria, la que tiene que aguantarte todos los días ese carácter de mierda que tienes. La que tiene que ver tu cara de amargada que traes pegada diario. Y por último, porque es la amiga de tu hijo ¿No crees que eso sea una buena razón para que le digas feliz cumpleaños por lo menos?

Santana miró a su hermana y frunció su entrecejo en clara señal de enojo.

—A mí no me vengas a fruncir el ceño López, sabes que no me intimida esa pose de ogra enojada.

—Emily, ¿terminaste? Porque si es así te pido que me dejes sola. Tengo cosas más importantes que hacer que discutir contigo sobre el cumpleaños de la secretaria.

—Claro hermana, ya terminé. Pero antes de irme solo te diré algo… vete a la mismísima mierda, ¿oíste?

Emily se levantó, y salió de la oficina de Santana dando un gran portazo.

Santana por su parte se debatía entre regalarle algo a Brittany por su cumpleaños o no.

Y si le regalaba algo, ¿qué podría ser?

Al final decidió que no le regalaría nada.

Mientras menos se involucrara en la vida de su secretaria, más fácil se le pasaría la obsesión que tenía con la muchacha.







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El jueves Brittany se levantó para prepararse para ir a trabajar.

Se duchó, se vistió y salió de su cuarto para ir a la cocina y beber un poco de café.

Puso un pie dentro de la cocina y se encontró con su amiga y una mesa preparada impecablemente para tomar un buen desayuno.

—¡¡¡Sorpresa!!!—gritó Quinn—¡¡¡Feliz cumpleaños Britty!!!

—Ay Quinn, me vas hacer llorar tonta.

—No llores, que se te va a estropear el maquillaje. Ahora sopla la vela y pide un deseo.

Quinn le acercaba a Brittany un pastelillo de chocolate cubierto de crema y que llevaba encima una velita encendida.

Brittany pidió un deseo y sopló la vela, para luego fundirse en un fuerte abrazo con su amiga.

Luego ella le extendió un paquete de tamaño mediano envuelto en brillante papel de regalo.

—Bien Britt, este es tu primer regalo, anda ábrelo, espero te guste.

Brittany rompió el papel a toda velocidad y dejó al descubierto el regalo de su amiga.

Era un hermoso vestido de noche corto color magenta de un solo hombro.

Brittany lo tomó entre sus manos y lo levantó para apreciarlo mejor.

—Gracias Quinn, este vestido es hermoso. No debiste molestarte.

—Es que ese vestido es solo una parte de mi regalo, y sin ese vestido no podrías aprovechar mi segunda parte del regalo.

—Ahora si que estoy intrigada. Dime, ¿qué te traes entre manos?

—Bueno amiga, mañana tú y yo, iremos a cenar, a bailar y a jugar al casino.

Brittany abrió los ojos en sorpresa ante las palabras de su amiga.

—¿Al casino? ¿Dijiste al casino Quinn?

—Sí amiga, mañana vamos a celebrar tu cumpleaños en el casino. Ya tengo una mesa reservada para la cena, luego vamos a probar suerte en las mesas. Después terminamos con champaña y bailando en la pista del club.

—Me parece genial Quinn. Gracias por todo, va a ser el mejor cumpleaños de mi vida. Ahora voy a tomar desayuno para irme a trabajar.





Brittany entró en el vestíbulo de su piso y llegó a su escritorio.

Preparó su computador y las agendas de sus jefas para comenzar el día.



Quince minutos más tarde, llegó Santana que, como cada día, pasó de largo sin decir media palabra.

Brittany se levantó y llegó hasta la máquina para prepararle el café a la ogra.

Entró en la oficina de Santana, dejó el café en el escritorio de ésta y comenzó a leerle la agenda para el día.

Santana, como ya se venía haciendo costumbre, escuchaba la mitad de lo que la ojiazul decía.

Solo se centraba en el movimiento de su boca y no prestaba atención a nada.






Brittany ahora entraba en la oficina de Emily.

Pero antes de que ella pudiera decir algo Emily estaba de pie entregándole un paquete envuelto en papel de regalo.

—¡Feliz cumpleaños Brittany! Espero te guste mi regalo.

—Gracias Emily. No debió molestarse.

Brittany tomó el paquete que su jefa le había entregado y lo abrió.

Era un lindo pañuelo de una carísima marca. Ella pasó las manos por la suave tela y su piel se erizó.

—Y bien Brittany, ¿te gustó? Porque si no es de tu gusto lo puedo cambiar.

—No Emily, nada de eso. Me fascinó, muchas gracias.


Santana caminó hasta la oficina de su hermana, necesitaba que ella firmara unos papeles.

Se detuvo en la puerta de la oficina de Emily que en ese momento estaba entre abierta.

Se reprendió mentalmente, últimamente se le estaba volviendo costumbre lo de escuchar tras las puertas.

—Y dime, ¿dónde vas a celebrar hoy tu cumpleaños Brittany?

—Hoy no saldré a ninguna parte, pero mañana mi amiga me va a llevar al casino. Cenaremos ahí y probaré suerte en las mesas de juego. Quien sabe y gane algo.

—Me parece genial. Hace tiempo que no voy al casino. De seguro te divertirás mucho. Ahora te pido que cambies mis citas desde la una en adelante para mañana, tengo que salir a esa hora y no podré atender a nadie.

—Muy bien. Y otra vez muchas gracias Emily.

Brittany abrió la puerta para encontrarse de golpe con la figura de su otra jefa.

Se hizo a un lado y le dejó la entrada libre para que Santana pasara.






El día de Brittany pasó tranquilo, sus padres la llamaron para desearle un feliz día y ella les prometió que iría a verlos apenas pudiera.

Santiago y Sue también la llamaron para desearle un feliz cumpleaños.

El niño le dijo que apenas pudiera salir de casa le llevaría su regalo personalmente.

La única persona que no la había saludado era Santana y eso, aunque ella no quisiera, le provocó un pequeño dolor en su corazón.

Pero qué pensaba, que la ogra se rebajaría a saludarla el día de su cumpleaños.

Hace días que apenas si le dirigía la palabra y solo era para algo que tuviera que ver con el trabajo.

Cómo podía pensar que Santana se preocuparía por el cumpleaños de una simple secretaria.







El día viernes llegó.

Quinn y Brittany se estaban terminando de arreglar para ir al casino a celebrar el cumpleaños de Brittany.

Brittany con su vestido color magenta que le quedaba como un guante, se miraba por última vez en el espejo, revisando el maquillaje y su cabello, que esa noche llevaba suelto.

Se colocó los infartantes tacones negros y salió de su habitación para encontrarse con Quinn que venía saliendo de la suya.

Quinn iba vestida con un vestido negro y su rubia melena peinada con algunas ondas sueltas.


Las amigas se tomaron de la mano y salieron del edificio donde las esperaba un taxi para llevarlas al lugar de su celebración.


Llegaron al restaurante del casino donde comieron delicioso.

Conversaron animadamente y bebieron champagne para brindar por un año más de vida para Brittany.

Un rato después las amigas llegaban a las mesas de juego.

Brittany nunca antes había estado en casino.

No sabía cómo funcionaba este mundo.

Quinn la animaba a que probara suerte en las mesas pero ella no se atrevía.

Caminaron por un rato por entre los jugadores y al fin Brittany se decidió por la ruleta. Solo debía elegir un número y apostarle algunas de las fichas que su amiga le había regalado.

Ella se paró a un lado de la mesa y comenzó a mirar a los demás jugadores.

Quería pensar bien a qué número jugar su ficha.

Miró por un momento, su amiga le dijo que iba por unas copas, y la dejó ahí, sola ante la ruleta.

Brittany tomó dos fichas y las colocó sobre el veintisiete, la edad que acaba de cumplir. El crupier hizo girar la ruleta y lanzó la bolita en ella. La ruleta giró y giró, y de apoco fue deteniéndose. Hasta que escuchó al crupier decir:

—Rojo veintisiete. La señorita gana.

Brittany no lo podía creer, primera vez que jugaba y ya había ganado un buen premio.

Fijó la mirada en la mesa, buscando una corazonada de a qué número apostar. Tomó dos fichas más y las puso sobre el número trece.

—¿El número trece?—dijo una voz conocida para ella.

Brittany levantó la cabeza para cerciorarse de que no se había equivocado.

Frente a ella en la ruleta estaba Santana, vestida con un impecable vestido negro y sosteniendo un vaso de Whisky con una mano.

—¿Es supersticiosa señorita López?—preguntó Brittany mirándola directamente a los ojos, lo que hizo que la morena se excitara de inmediato.

—No, pero creo que yo no le apostaría a ese número.

El crupier giró nuevamente la ruleta y colocó la bolita que giraba en sentido contrario. Comenzó a detenerse y la bolita cayó en el número ganador:

—Negro trece. La señorita gana nuevamente—dijo el crupier.

—Vaya, hoy es tu noche de suerte Brittany—dijo Santana, mientras se llevaba el vaso con licor a la boca.





Brittany miró nuevamente a Santana, quien no la había dejado de mirar en toda la noche desde que la viera entrar en el salón de juegos.

Había escuchado la conversación que ella había tenido con su hermana sobre que celebraría su cumpleaños en ese lugar.

Esa tarde llegó a su casa y se metió en su habitación.

Acostada sobre su cama, sintió cómo una fuerte electricidad le recorría el cuerpo por entero, al pensar en su secretaria y saber dónde podía encontrarla esa noche.

Se vistió con su vestido sin saber muy bien lo que hacía.

Una vez en el casino se le pasó por la mente que tal vez Brittany estuviera celebrando con su novia, pero la suerte estaba de su lado, ya que solo la vio entrar con una chica y no en una actitud amorosa ni nada.




Brittany tomó sus fichas y las comenzó a guardar en su bolso.

—¿No vas a seguir jugando? Vas ganando, no deberías retirarte.

—No quiero tentar a mi suerte. Buenas noches señorita López.

Brittany se giró y comenzó a caminar hasta la barra para buscar a su amiga.

Quinn venía con dos copas en la mano y divisó que su amiga caminaba a su encuentro, pero de pronto ella desapareció de su vista.

Era como si un huracán la arrastrara.


Santana caminó rápidamente detrás de Brittany, la tomó por una mano y la sacó corriendo desde el salón de juegos.

Brittany no entendía qué pasaba.

Solo que era llevada a alguna parte por Santana.

Trató de zafarse, pero una vez salieron al pasillo y llegaron al ascensor, Santana la abrazó y la comenzó a besar, aprisionándola contra la pared.

Ninguna de las decía nada, no era necesario, las dos sabían lo que pasaría, las dos lo deseaban, no hacía falta decir ni una sola palabra.

Sus cuerpos estaban en total sintonía uno con el otro.

El beso se volvió posesivo por parte de Santana, pero a Brittany no pareció importarle.

El ascensor anunció su llegada, la pareja subió en él y Santana presionó el botón del tercer piso donde tenía una habitación. Solo se tardaron unos segundos en llegar.

Santana abrió la puerta de la habitación con una tarjeta e hizo que Brittany entrara primero.

Una vez dentro las dos Santana se puso frente a Brittany, con su mano pasó un mechón de cabello de la rubia detrás de la oreja y con el dorso le acarició la mejilla.

Ninguna de las dos hablaba, solo se escuchaba el sonido de sus respiraciones.

Se miraron unos segundos a los ojos.

Los azules de Brittany ahora eran brillantes y los marrones de Santana ahora eran más cálidos.

Santana la tomó por la cintura y la atrajo más a su cuerpo para fundirse nuevamente en un profundo y excitante beso.

Luego la morena se separó un poco y mirándola le dijo:

—¡Feliz cumpleaños Brittany!

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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

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