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[Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
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3:)
marthagr81@yahoo.es
micky morales
23l1
8 participantes
Página 4 de 6.
Página 4 de 6. • 1, 2, 3, 4, 5, 6
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
Ojalá y San ya de su brazo a torcer y que Feliz cumpleaños que le darán a Britt jajajaja ... saludos chica del EFECTO
Lucy LP**** - Mensajes : 168
Fecha de inscripción : 01/07/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
jajajajajajajaja en todo esto, pobre Quinn!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
ohhhhhh,... no podes dejarlo ahí ostias!!!
enserio san cada ves mas frustrarte!!
e ver como termina el cumpleaños de britt,.. espero que san no la cague!!! va todo muy bien,..
nos vemos!!!
Hola lu, jajajajajaja lo siento estaba muriendo de sueño cuando lo subí xD jajajajajaja, pero aquí el siguiente! Mmmm ese tira y afloja, volvería loco a cualquiera la vrdd ¬¬ Mmmm esperemos de lo mejor, no¿? ajajajajajajaj, y yo espero lo mismo la vrdd ¬¬ eso espero jajaajaj. Saludos =D
Lucy LP escribió:Ojalá y San ya de su brazo a torcer y que Feliz cumpleaños que le darán a Britt jajajaja ... saludos chica del EFECTO
Hola, jajajajajaaja osea como minímo un feliz cumple, no¿? jajajajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:jajajajajajajaja en todo esto, pobre Quinn!!!!!
Hola, jajajajajaajaja xD no tiene nada que ver y todo a la vez XD jajajaajjajaa. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Cap 19
Capitulo 19
Brittany pensaba que eso era un sueño, y uno muy erótico.
Estaba en un cuarto de hotel de un casino con Santana, la mujer a la que deseaba más que a nada en el mundo.
Santana se sacó el vestido quedando solo en ropa interior. Tomó de la mano a Brittany y juntas se acercaron a la gran cama que estaba en esa suite.
Brittany observaba cada movimiento que la morena hacía, estaba como una boba.
El aroma sexual que Santana desprendía la tenía muy excitada.
Santana bajó el cierre del vestido de Brittany, luego lo tomó y lo deslizó por su cuerpo dejando que cayera a los pies de ella.
Y ahí la tenía a la ojiazul, mejor de que como se la había imaginado en sus sueños húmedos.
Parada frente a ella solo luciendo un sexy conjunto de encaje negro, su cuerpo reaccionó inmediatamente el estímulo.
La volvió a besar, ya estaba completamente excitada y la fue empujando hasta que Brittany cayó sobre la cama.
A toda prisa Santana se quitó los tacones.
Brittany se quitó los altísimos tacones y se acomodó en el centro de la cama.
Lo que vino después fue una dulce tortura para ambas, se besaban con locura, como si el mañana no existiera.
Santana le quitó la ropa interior y con lentitud comenzó a besar cada parte del cuerpo de Brittany como llevaba deseando hacer desde el primer día en que la vio.
La rubia solo gemía y se retorcía por el contacto de los labios de Santana sobre su piel, eso, la estaba haciendo perder el sentido.
Santana estaba perdido entre el dulce aroma y la suavidad de la piel de Brittany, ya no aguantaba más, la deseaba demasiado.
Se quitó la ropa interior a toda prisa, debía estar junto y dentro de Brittany de inmediato o moriría por combustión espontanea.
Se colocó sobre Brittany separándole las piernas con su rodilla, la miró a los ojos, que brillaban de excitación, la volvió a besar y en un solo movimiento unió sus centros.
Las dos gimieron por el placer que los invadía.
Santana había soñado tantas veces con estar así con Brittany, pero esto era mucho mejor pensó.
Brittany estaba en el cielo, sentirla unida a ella le provocaba un placer arrollador, su cuerpo vibraba con cada movimiento, con cada beso, con cada rose de las manos.
Santana comenzó a besarla en el cuello y a susurrarle cosas al oído, algunas casi incoherentes.
—Brittany, eres tan dulce. Te deseo tanto, deseaba tanto tenerte así.
—Yo también Santana, yo también te deseo tanto.
Santana sonrió al escuchar su nombre en los labios de Brittany y no se equivocó, se escuchaba muy sensual cuando lo decía.
Santana apuró el ritmo, Brittany la siguió encontrándola con sus caderas en cada embestida.
Sus cuerpos se acoplaban perfectamente, sincronizados como si ya se conocieran.
Brittany tocó el cielo en un gran orgasmo gritando el nombre de la mujer que la estaba matando de placer.
Santana la siguió unos segundos después, lanzando un gran gemido cuando encontró su liberación.
Cayó sobre Brittany y está la acogió con gusto en su seno.
Las dos respiraban agitadas, parecía que el corazón se les iba a salir.
De pronto Santana sintió que la piel le quemaba.
Un remordimiento le recorría la mente, un sentimiento de culpa le traspasaba el pecho.
¿Qué había hecho?
Se sentía extraña.
Sentía como si hubiera engañado a su esposa.
Ni ella misma entendía qué le pasaba.
Se alejó de Brittany y se incorporó en la cama mirándola con detenimiento.
La rubia que aún no volvía desde el cielo, abrió lentamente los ojos y se encontró con la mirada de preocupación de su amante.
—¿Qué pasa Santana?—preguntó.
—Lo siento Brittany, esto… esto no debió pasar. No sé en qué estaba pensando, lo siento.
—¿Qué estás diciendo?—Brittany se incorporó en la cama tapándose su desnudez con la sábana—Qué pasa, dime qué demonios te pasa.
—Lo siento, no debí traerte hasta aquí, esto fue un error.
Brittany podía sentir cómo su corazón se rompía en pequeños pedacitos.
—¿A qué estás jugando Santana? Dime cuál es tu juego, te juro que no te entiendo.
—Te deseaba Brittany, pero esto no debió pasar. Lo siento.
—Lo sientes, ¿eh? Ni una mierda que lo sientes maldita cabrona—dijo levantándose de golpe de la cama y comenzando a vestirse.
—Brittany trata de entender yo…
—Te juro que trato de entender qué mierda pasa por tu cabeza, pero realmente no puedo ¡Qué quieres! ¡Qué es lo que pretendes!
—Brittany yo solo quiero que…
—¿Sabes qué? , no me importa.
—Esto se me fue de las manos Brittany, las dos trabajamos juntas, esto no debió pasar.
—¿Quieres que renuncie para que tu conciencia esté tranquila?
Santana no le contestó nada, solo la miraba.
Nunca la había visto tan enojada.
Brittany era pura dulzura en la oficina, pero ahora era pura furia.
—Si no quieres verme el lunes en la oficina despídeme, pero hazlo de frente, no con un puto sobre azul.
Brittany terminó de vestirse, tomó su bolso y caminó hasta la puerta.
Cuando iba abrir la puerta Santana se dignó a hablar:
—Brittany lo siento.
—Hasta el lunes señorita López.
Brittany salió pegando un portazo, buscó su móvil para llamar a su amiga.
Tendría mucha suerte si ella no se había ido a casa.
Al tercer tono Quinn le contestó.
—Britt, ¿cómo lo estás pasando?—dijo una risueña Quinn.
—¿Dónde estás?—dijo Brittany tratando de controlar el llanto que amenazaba con salir desde su interior.
—Aún estoy en el bar, pero no creo que a ti te importe. Vi que salías de la sala de juegos muy bien acompañada amiga.
—Espérame ahí, voy enseguida.
—No hace falta Mi…[/i]
Quinn no alcanzó a decir nada más, ya que su amiga había cortado la llamada de pronto.
Brittany tomó el ascensor para bajar los tres pisos que la separaban de la sala de juegos.
Se miraba en la pared de acero, arreglándose el vestido para que nada estuviera fuera de lugar.
Pensaba en lo que había pasado hace unos minutos atrás con Santana.
En cómo había disfrutado con cada caricia que esa mujer le había dado.
Recordaba sus besos y su boca ardía ante ese pensamiento.
Llegó al primer piso y caminó hasta llegar al bar donde encontró a su amiga sentada en la barra bebiendo un trago.
—¿Qué estás bebiendo?—dijo Brittany y se sentó al lado de Quinn.
—Un Cosmopolitan.
—Eso es muy suave para mí. Un Whisky doble—dijo al barman y éste se lo preparó enseguida.
—¿Whisky? ¿Qué pasa Britt?
Brittany no dijo nada, tomó el vaso con el licor entre sus manos, dio un largo sorbo al licor que le quemaba la garganta.
—Britt, cuéntame qué pasó. Vamos amiga dímelo.
—Ahora no Quinn, aquí no. Ven, vamos al club a bailar. Quiero distraerme un poco.
Quinn y Brittany fueron hasta el club del casino.
Entraron en el bullicio y tomadas de la mano llegaron a la pista.
*********************************************************************************************************************
Santana seguía tendida desnuda sobre la cama que compartiera con Brittany hace un rato atrás.
Colocó su ante brazo para taparse los ojos y se estremeció, ya que en su piel aún tenía el aroma del perfume de Brittany.
Se reprochaba mentalmente una y otra vez por haber actuado de la forma en que lo hizo con la chica.
Había sido una total bastarda al decirle que lo que pasó esa noche había sido un error.
Pero era lo que sintió en ese momento.
Sintió que le era infiel a su esposa.
Aunque llevara más de dos años muerta, ella era la única mujer por la cual había sentido un deseo más allá de la razón.
Pero ese sentimiento resurgió cuando conoció a Brittany.
Desde el primer día en que escuchó su voz desafiándolo por el teléfono, había removido ese sentimiento que creía su esposa se había llevado a la tumba.
Cerró los ojos y vio la imagen de su secretaria retorciéndose de placer por sus caricias.
Recordó los gemidos que nacían desde lo más profundo de la chica y volvió a desear los labios de Brittany.
Pero ahora todo se había complicado, se debatía entre serle fiel a la memoria de su esposa y desterrar el naciente sentimiento por Brittany de su pecho o darse una oportunidad de volver a la vida y permitirse ser feliz nuevamente.
Pero con lo que había hecho tenía clara una cosa: Brittany no la iba a perdonar tan fácilmente.
Pensó que tal vez era mejor dejarlo todo así, quizás ella no volvería a trabajar el lunes y le haría más fácil la tarea de olvidarse de ella.
**************************************************************************************************************
Brittany y su amiga salían del casino y esperaban a que apareciera un taxi que las llevara a casa.
Brittany estaba un poco mareada producto de todo lo bebido en el club.
Quería olvidar esa noche, quería dejar de escuchar en su mente las crueles palabras de Santana que le repetía que ese momento entre ellos había sido un error.
Después de un rato de esperar un taxi este por fin llegó.
Brittany apoyó su cabeza en el frío vidrio de la ventana del vehículo y una lágrima rodó por su mejilla.
Nunca había experimentado tal clase de deseo por una persona y nunca ninguno la había herido tanto solo con un par de palabras.
Una vez en su departamento, Brittany fue directo a la cocina para beber un poco de agua y Quinn la siguió, estaba preocupada por su amiga.
Brittany no había abierto la boca en todo lo que duró el viaje en taxi y eso la preocupó.
—Bien Britt, ¿me vas a contar qué pasó con tu jefa? Porque sé que fue algo que ella te hizo lo que te tiene así.
—Quinn, soy una tonta—dijo Brittany y el llanto que había estado conteniendo se derramó de golpe—Más que tonta, soy una estúpida, una imbécil que no piensa en lo que hace.
—Amiga no te trates así y cuéntame qué fue lo que pasó. Yo solo vi que ella te arrastró fuera del salón de juegos.
—Ay Quinn, no sé qué me pasó con ella. Me dejé llevar hasta un cuarto en el hotel del casino y me entregué a ella, sin pensarlo, sin hablarlo, solo llegué y me entregué a esa mujer.
—Ya, eso lo entiendo, pero por qué estás así, ¿tan malo fue? ¿Acaso la ogra no te supo tratar en la cama?
Brittany se sonrojó al pensar en cómo Santana le había hecho sentir mil emociones en la cama.
Ese no era el problema, había sido una excelente amante, el problema fue cuando se recuperó de la ceguera que le había provocado el deseo.
—No amiga, ese no es el problema.
—¿Y entonces?
—Se arrepintió de lo que hicimos. Me dijo que lo sentía que, eso no debía haber pasado, que todo fue un error.
—¡Maldita hija de puta! Cómo se atreve a decir una cosa así ¿Por qué no la noqueaste Britt? Debiste darle una buena patada y dejarlo tirada en esa cama inconsciente.
—Con la rabia que tenía pensé en matarla, pero nadie me obligó a acostarme con ella. Además es mi jefa, no se vería bien si mató a mi jefa, ¿no?
—Tu jefa, ¿eh? Supongo que no pensarás volver a trabajar con esa maldita.
Brittany no respondió a la pregunta de su amiga, solo bajó la mirada a sus manos.
—No lo puedo creer, no vas a dejar ese trabajo. Brittany tú estás más loca que una cabra.
—No quiero renunciar Quinn. Tú sabes todo lo que me costó encontrar un buen trabajo. En la naviera gano bien, no quiero quedarme otra vez desempleada. No voy a renunciar, si quedo sin trabajo será por Santana López me despida.
—Ay Brittany, Brittany. Te estás buscando sufrimiento gratuito ¿Sabes el martirio que será ver a esa mujer a diario? Y no me digas que no va a ser nada, porque se te nota a leguas que te trae tonta. Te gusta más de lo quieres reconocer. Piensa bien lo que vas a hacer y te aconsejo que dejes ese trabajo.
—No Quinn, no creas que soy tan débil como para no aguantar verla a diario. Me gusta, sí, no te lo voy a negar a ti que me conoces hace años, pero puedo separar trabajo de conflictos personales.
—¿De verdad eres capaz de eso?
—Sí Quinn, soy totalmente capaz.
—Eres una cabeza dura. Sé que diga lo que diga no vas a cambiar de opinión, solo te pido que estos dos días que te quedan lo pienses bien. Tal vez sin el alcohol que corre por tus venas en este momento seas capaz de entrar en razón.
—No te preocupes amiga, sé muy bien lo que hago.
—Está bien—dijo Quinn asumiendo su derrota—, No se hable más. Me voy a dormir y tú deberías hacer lo mismo. Toma un poco más de agua para que mañana no despiertes con los siete enanitos zapateándote en la cabeza.
El sábado Brittany abrió un ojo y sintió cómo un sable samurái le cruzaba de lado a lado la cabeza.
La resaca que llevaba puesta era la peor que recordaba haber tenido nunca.
Miró su reloj en la mesa de noche, eran las nueve y media de la mañana.
Generalmente el sábado a esa hora ella ya estaba trotando en dirección al parque.
Pero hoy con la resaca que cargaba, más los recuerdos de la noche anterior, no estaba de ánimos para salir de debajo de las colchas de su cama.
Así es que decidió seguir durmiendo, y pedía que ojalá fuera hasta el otro día.
***************************************************************************************************************
Santana estaba parada en una esquina del parque.
La misma esquina donde sábado a sábado, esperaba para ver pasar a Brittany, para acercarse a trotar a su lado y luego alejarse entre el gentío del parque.
Llevaba más de una hora esperando, caminando de lado a lado como animal enjaulado.
Brittany no aparecía.
Sabía que Brittany cumplía sagradamente con su rutina del día sábado.
Siempre aparecía puntal en el parque para correr.
Santana sintió que el pecho se le oprimía.
Brittany ya no aparecería por ese lugar ese día.
No quería ni pensar en no volver a verla.
Se le hizo un nudo en el estómago al pensar que tal vez, el lunes Brittany no iría a trabajar.
Ni el lunes ni ningún otro día.
Estaba cansada, no había dormido nada la noche anterior pensando en Brittany.
Había sido un suplicio tratar de dormir, dio vueltas toda la noche en su gran cama. Pensaba en las estúpidas palabras que salieron de su boca y en la mirada de rabia que Brittany le dio cuando las pronunció.
Deseaba en ese instante tener una pared frente para darse de cabezazos.
Había sido una gran estúpida y ahora debía cargar con esa culpa que ella misma había provocado.
Su corazón estaba librando una gran batalla en su interior.
Por una parte Brittany se había metido bajo su piel, ahora más que le había hecho el amor, y por otro lado estaba el recuerdo de su esposa, la mujer que había sido todo en su vida y a la cual sentía que engañaba pensando cada vez más en su secretaria.
Luego de esperar por otra hora más decidió marcharse, era claro que Brittany ya no aparecería y sintió de pronto miedo.
Miedo a no verla nunca más.
Estaba en un cuarto de hotel de un casino con Santana, la mujer a la que deseaba más que a nada en el mundo.
Santana se sacó el vestido quedando solo en ropa interior. Tomó de la mano a Brittany y juntas se acercaron a la gran cama que estaba en esa suite.
Brittany observaba cada movimiento que la morena hacía, estaba como una boba.
El aroma sexual que Santana desprendía la tenía muy excitada.
Santana bajó el cierre del vestido de Brittany, luego lo tomó y lo deslizó por su cuerpo dejando que cayera a los pies de ella.
Y ahí la tenía a la ojiazul, mejor de que como se la había imaginado en sus sueños húmedos.
Parada frente a ella solo luciendo un sexy conjunto de encaje negro, su cuerpo reaccionó inmediatamente el estímulo.
La volvió a besar, ya estaba completamente excitada y la fue empujando hasta que Brittany cayó sobre la cama.
A toda prisa Santana se quitó los tacones.
Brittany se quitó los altísimos tacones y se acomodó en el centro de la cama.
Lo que vino después fue una dulce tortura para ambas, se besaban con locura, como si el mañana no existiera.
Santana le quitó la ropa interior y con lentitud comenzó a besar cada parte del cuerpo de Brittany como llevaba deseando hacer desde el primer día en que la vio.
La rubia solo gemía y se retorcía por el contacto de los labios de Santana sobre su piel, eso, la estaba haciendo perder el sentido.
Santana estaba perdido entre el dulce aroma y la suavidad de la piel de Brittany, ya no aguantaba más, la deseaba demasiado.
Se quitó la ropa interior a toda prisa, debía estar junto y dentro de Brittany de inmediato o moriría por combustión espontanea.
Se colocó sobre Brittany separándole las piernas con su rodilla, la miró a los ojos, que brillaban de excitación, la volvió a besar y en un solo movimiento unió sus centros.
Las dos gimieron por el placer que los invadía.
Santana había soñado tantas veces con estar así con Brittany, pero esto era mucho mejor pensó.
Brittany estaba en el cielo, sentirla unida a ella le provocaba un placer arrollador, su cuerpo vibraba con cada movimiento, con cada beso, con cada rose de las manos.
Santana comenzó a besarla en el cuello y a susurrarle cosas al oído, algunas casi incoherentes.
—Brittany, eres tan dulce. Te deseo tanto, deseaba tanto tenerte así.
—Yo también Santana, yo también te deseo tanto.
Santana sonrió al escuchar su nombre en los labios de Brittany y no se equivocó, se escuchaba muy sensual cuando lo decía.
Santana apuró el ritmo, Brittany la siguió encontrándola con sus caderas en cada embestida.
Sus cuerpos se acoplaban perfectamente, sincronizados como si ya se conocieran.
Brittany tocó el cielo en un gran orgasmo gritando el nombre de la mujer que la estaba matando de placer.
Santana la siguió unos segundos después, lanzando un gran gemido cuando encontró su liberación.
Cayó sobre Brittany y está la acogió con gusto en su seno.
Las dos respiraban agitadas, parecía que el corazón se les iba a salir.
De pronto Santana sintió que la piel le quemaba.
Un remordimiento le recorría la mente, un sentimiento de culpa le traspasaba el pecho.
¿Qué había hecho?
Se sentía extraña.
Sentía como si hubiera engañado a su esposa.
Ni ella misma entendía qué le pasaba.
Se alejó de Brittany y se incorporó en la cama mirándola con detenimiento.
La rubia que aún no volvía desde el cielo, abrió lentamente los ojos y se encontró con la mirada de preocupación de su amante.
—¿Qué pasa Santana?—preguntó.
—Lo siento Brittany, esto… esto no debió pasar. No sé en qué estaba pensando, lo siento.
—¿Qué estás diciendo?—Brittany se incorporó en la cama tapándose su desnudez con la sábana—Qué pasa, dime qué demonios te pasa.
—Lo siento, no debí traerte hasta aquí, esto fue un error.
Brittany podía sentir cómo su corazón se rompía en pequeños pedacitos.
—¿A qué estás jugando Santana? Dime cuál es tu juego, te juro que no te entiendo.
—Te deseaba Brittany, pero esto no debió pasar. Lo siento.
—Lo sientes, ¿eh? Ni una mierda que lo sientes maldita cabrona—dijo levantándose de golpe de la cama y comenzando a vestirse.
—Brittany trata de entender yo…
—Te juro que trato de entender qué mierda pasa por tu cabeza, pero realmente no puedo ¡Qué quieres! ¡Qué es lo que pretendes!
—Brittany yo solo quiero que…
—¿Sabes qué? , no me importa.
—Esto se me fue de las manos Brittany, las dos trabajamos juntas, esto no debió pasar.
—¿Quieres que renuncie para que tu conciencia esté tranquila?
Santana no le contestó nada, solo la miraba.
Nunca la había visto tan enojada.
Brittany era pura dulzura en la oficina, pero ahora era pura furia.
—Si no quieres verme el lunes en la oficina despídeme, pero hazlo de frente, no con un puto sobre azul.
Brittany terminó de vestirse, tomó su bolso y caminó hasta la puerta.
Cuando iba abrir la puerta Santana se dignó a hablar:
—Brittany lo siento.
—Hasta el lunes señorita López.
Brittany salió pegando un portazo, buscó su móvil para llamar a su amiga.
Tendría mucha suerte si ella no se había ido a casa.
Al tercer tono Quinn le contestó.
—Britt, ¿cómo lo estás pasando?—dijo una risueña Quinn.
—¿Dónde estás?—dijo Brittany tratando de controlar el llanto que amenazaba con salir desde su interior.
—Aún estoy en el bar, pero no creo que a ti te importe. Vi que salías de la sala de juegos muy bien acompañada amiga.
—Espérame ahí, voy enseguida.
—No hace falta Mi…[/i]
Quinn no alcanzó a decir nada más, ya que su amiga había cortado la llamada de pronto.
Brittany tomó el ascensor para bajar los tres pisos que la separaban de la sala de juegos.
Se miraba en la pared de acero, arreglándose el vestido para que nada estuviera fuera de lugar.
Pensaba en lo que había pasado hace unos minutos atrás con Santana.
En cómo había disfrutado con cada caricia que esa mujer le había dado.
Recordaba sus besos y su boca ardía ante ese pensamiento.
Llegó al primer piso y caminó hasta llegar al bar donde encontró a su amiga sentada en la barra bebiendo un trago.
—¿Qué estás bebiendo?—dijo Brittany y se sentó al lado de Quinn.
—Un Cosmopolitan.
—Eso es muy suave para mí. Un Whisky doble—dijo al barman y éste se lo preparó enseguida.
—¿Whisky? ¿Qué pasa Britt?
Brittany no dijo nada, tomó el vaso con el licor entre sus manos, dio un largo sorbo al licor que le quemaba la garganta.
—Britt, cuéntame qué pasó. Vamos amiga dímelo.
—Ahora no Quinn, aquí no. Ven, vamos al club a bailar. Quiero distraerme un poco.
Quinn y Brittany fueron hasta el club del casino.
Entraron en el bullicio y tomadas de la mano llegaron a la pista.
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Santana seguía tendida desnuda sobre la cama que compartiera con Brittany hace un rato atrás.
Colocó su ante brazo para taparse los ojos y se estremeció, ya que en su piel aún tenía el aroma del perfume de Brittany.
Se reprochaba mentalmente una y otra vez por haber actuado de la forma en que lo hizo con la chica.
Había sido una total bastarda al decirle que lo que pasó esa noche había sido un error.
Pero era lo que sintió en ese momento.
Sintió que le era infiel a su esposa.
Aunque llevara más de dos años muerta, ella era la única mujer por la cual había sentido un deseo más allá de la razón.
Pero ese sentimiento resurgió cuando conoció a Brittany.
Desde el primer día en que escuchó su voz desafiándolo por el teléfono, había removido ese sentimiento que creía su esposa se había llevado a la tumba.
Cerró los ojos y vio la imagen de su secretaria retorciéndose de placer por sus caricias.
Recordó los gemidos que nacían desde lo más profundo de la chica y volvió a desear los labios de Brittany.
Pero ahora todo se había complicado, se debatía entre serle fiel a la memoria de su esposa y desterrar el naciente sentimiento por Brittany de su pecho o darse una oportunidad de volver a la vida y permitirse ser feliz nuevamente.
Pero con lo que había hecho tenía clara una cosa: Brittany no la iba a perdonar tan fácilmente.
Pensó que tal vez era mejor dejarlo todo así, quizás ella no volvería a trabajar el lunes y le haría más fácil la tarea de olvidarse de ella.
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Brittany y su amiga salían del casino y esperaban a que apareciera un taxi que las llevara a casa.
Brittany estaba un poco mareada producto de todo lo bebido en el club.
Quería olvidar esa noche, quería dejar de escuchar en su mente las crueles palabras de Santana que le repetía que ese momento entre ellos había sido un error.
Después de un rato de esperar un taxi este por fin llegó.
Brittany apoyó su cabeza en el frío vidrio de la ventana del vehículo y una lágrima rodó por su mejilla.
Nunca había experimentado tal clase de deseo por una persona y nunca ninguno la había herido tanto solo con un par de palabras.
Una vez en su departamento, Brittany fue directo a la cocina para beber un poco de agua y Quinn la siguió, estaba preocupada por su amiga.
Brittany no había abierto la boca en todo lo que duró el viaje en taxi y eso la preocupó.
—Bien Britt, ¿me vas a contar qué pasó con tu jefa? Porque sé que fue algo que ella te hizo lo que te tiene así.
—Quinn, soy una tonta—dijo Brittany y el llanto que había estado conteniendo se derramó de golpe—Más que tonta, soy una estúpida, una imbécil que no piensa en lo que hace.
—Amiga no te trates así y cuéntame qué fue lo que pasó. Yo solo vi que ella te arrastró fuera del salón de juegos.
—Ay Quinn, no sé qué me pasó con ella. Me dejé llevar hasta un cuarto en el hotel del casino y me entregué a ella, sin pensarlo, sin hablarlo, solo llegué y me entregué a esa mujer.
—Ya, eso lo entiendo, pero por qué estás así, ¿tan malo fue? ¿Acaso la ogra no te supo tratar en la cama?
Brittany se sonrojó al pensar en cómo Santana le había hecho sentir mil emociones en la cama.
Ese no era el problema, había sido una excelente amante, el problema fue cuando se recuperó de la ceguera que le había provocado el deseo.
—No amiga, ese no es el problema.
—¿Y entonces?
—Se arrepintió de lo que hicimos. Me dijo que lo sentía que, eso no debía haber pasado, que todo fue un error.
—¡Maldita hija de puta! Cómo se atreve a decir una cosa así ¿Por qué no la noqueaste Britt? Debiste darle una buena patada y dejarlo tirada en esa cama inconsciente.
—Con la rabia que tenía pensé en matarla, pero nadie me obligó a acostarme con ella. Además es mi jefa, no se vería bien si mató a mi jefa, ¿no?
—Tu jefa, ¿eh? Supongo que no pensarás volver a trabajar con esa maldita.
Brittany no respondió a la pregunta de su amiga, solo bajó la mirada a sus manos.
—No lo puedo creer, no vas a dejar ese trabajo. Brittany tú estás más loca que una cabra.
—No quiero renunciar Quinn. Tú sabes todo lo que me costó encontrar un buen trabajo. En la naviera gano bien, no quiero quedarme otra vez desempleada. No voy a renunciar, si quedo sin trabajo será por Santana López me despida.
—Ay Brittany, Brittany. Te estás buscando sufrimiento gratuito ¿Sabes el martirio que será ver a esa mujer a diario? Y no me digas que no va a ser nada, porque se te nota a leguas que te trae tonta. Te gusta más de lo quieres reconocer. Piensa bien lo que vas a hacer y te aconsejo que dejes ese trabajo.
—No Quinn, no creas que soy tan débil como para no aguantar verla a diario. Me gusta, sí, no te lo voy a negar a ti que me conoces hace años, pero puedo separar trabajo de conflictos personales.
—¿De verdad eres capaz de eso?
—Sí Quinn, soy totalmente capaz.
—Eres una cabeza dura. Sé que diga lo que diga no vas a cambiar de opinión, solo te pido que estos dos días que te quedan lo pienses bien. Tal vez sin el alcohol que corre por tus venas en este momento seas capaz de entrar en razón.
—No te preocupes amiga, sé muy bien lo que hago.
—Está bien—dijo Quinn asumiendo su derrota—, No se hable más. Me voy a dormir y tú deberías hacer lo mismo. Toma un poco más de agua para que mañana no despiertes con los siete enanitos zapateándote en la cabeza.
El sábado Brittany abrió un ojo y sintió cómo un sable samurái le cruzaba de lado a lado la cabeza.
La resaca que llevaba puesta era la peor que recordaba haber tenido nunca.
Miró su reloj en la mesa de noche, eran las nueve y media de la mañana.
Generalmente el sábado a esa hora ella ya estaba trotando en dirección al parque.
Pero hoy con la resaca que cargaba, más los recuerdos de la noche anterior, no estaba de ánimos para salir de debajo de las colchas de su cama.
Así es que decidió seguir durmiendo, y pedía que ojalá fuera hasta el otro día.
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Santana estaba parada en una esquina del parque.
La misma esquina donde sábado a sábado, esperaba para ver pasar a Brittany, para acercarse a trotar a su lado y luego alejarse entre el gentío del parque.
Llevaba más de una hora esperando, caminando de lado a lado como animal enjaulado.
Brittany no aparecía.
Sabía que Brittany cumplía sagradamente con su rutina del día sábado.
Siempre aparecía puntal en el parque para correr.
Santana sintió que el pecho se le oprimía.
Brittany ya no aparecería por ese lugar ese día.
No quería ni pensar en no volver a verla.
Se le hizo un nudo en el estómago al pensar que tal vez, el lunes Brittany no iría a trabajar.
Ni el lunes ni ningún otro día.
Estaba cansada, no había dormido nada la noche anterior pensando en Brittany.
Había sido un suplicio tratar de dormir, dio vueltas toda la noche en su gran cama. Pensaba en las estúpidas palabras que salieron de su boca y en la mirada de rabia que Brittany le dio cuando las pronunció.
Deseaba en ese instante tener una pared frente para darse de cabezazos.
Había sido una gran estúpida y ahora debía cargar con esa culpa que ella misma había provocado.
Su corazón estaba librando una gran batalla en su interior.
Por una parte Brittany se había metido bajo su piel, ahora más que le había hecho el amor, y por otro lado estaba el recuerdo de su esposa, la mujer que había sido todo en su vida y a la cual sentía que engañaba pensando cada vez más en su secretaria.
Luego de esperar por otra hora más decidió marcharse, era claro que Brittany ya no aparecería y sintió de pronto miedo.
Miedo a no verla nunca más.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
santana y sus cagadones olímpicos,.. ahora se les fue de la manos,..
a ver que hace para que no la pierda,.. pero ya creo que saturo a britt ahora,..
nos vemos!!
santana y sus cagadones olímpicos,.. ahora se les fue de la manos,..
a ver que hace para que no la pierda,.. pero ya creo que saturo a britt ahora,..
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
que imbecil es santana con su estupido culto a la esposa muerta!!!!!! mejor seria que se cosiera la vagina o que se tatuara "este clitoris pertenece a Dani"
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
santana y sus cagadones olímpicos,.. ahora se les fue de la manos,..
a ver que hace para que no la pierda,.. pero ya creo que saturo a britt ahora,..
nos vemos!!
Hola lu, oh si! pero esn que esta pensado esa mujer¿? ah vrdd no lo esta haciendo ¬¬ Uffff de todo, de todo! Yo tmbn la vrdd =/ Saludos =D
micky morales escribió:que imbecil es santana con su estupido culto a la esposa muerta!!!!!! mejor seria que se cosiera la vagina o que se tatuara "este clitoris pertenece a Dani"
Hola, si, la vrdd esk si =/ no tiene defensa. Jajajajjajjajaajajajajajaj xD ajajajajajjajajjajajajaj xD jajaajjaajajajajajajjaajaj xD podría xD ajajajajajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
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FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Cap 20
Capitulo 20
Una sonriente Brittany hacia ingreso en el vestíbulo del piso de la naviera López.
La sonrisa era una gran actuación que le estaba costado la vida llevarla a cabo, pero no quería que nadie notara lo nerviosa que se sentía de ver a Santana otra vez.
Como era de esperar, ninguna de las hermanas López llegaban aún a su puesto de trabajo.
Brittany comenzó a mover las cosas de su escritorio para comenzar a revisar las agendas de sus jefas.
Sacó una paleta de dulce desde su bolso y se la llevó a su boca. Ahora sí que necesitaría una paleta para cada hora del día.
Santana venía subiendo en el ascensor rogando para que Brittany estuviera en su escritorio cuando cruzara el umbral del vestíbulo.
Apretó la mandíbula, nunca había estado tan nerviosa por algo.
Cuando puso un pie en el vestíbulo, soltó la respiración que venía conteniendo desde el estacionamiento, y una sensación de alivio le recorrió de pies a cabeza.
Brittany estaba ahí, en su escritorio, con la cabeza gacha revisando las agendas.
Santana detuvo un momento su andar y se la quedó mirando.
Se veía tan bella, con su cabello recogido en una alta coleta, lo que le daba un toque de inocencia, luego fijó sus ojos en los rosados labios de la rubia.
Esos labios que moría por besar otra vez, esos labios que eran su perdición y que esos días había deseado con toda su alma volver a probar.
Brittany sintió la presencia de su Santana y se paró de su silla para saludarla.
Santana comenzó a avanzar hasta Brittany con paso dudoso. En ese momento se sentía como una adolescente y no como la importante mujer de negocios a la que muchos temían, con Brittany delante de se sentía pequeña.
—Buenos días señorita López—dijo Brittany y a Santana se le erizó el bello de su nuca.
—Buenos días Brittany—logró decir e ingresó a su oficina, tiró su maletín sobre el sofá y cayó desparramada sobre su sillón de cuero.
Brittany estaba temblando.
Mientras le preparaba el café a su jefa se reprochaba por ser tan tonta y dejar que esta morena la afectara tanto.
Pero Brittany tenía un sentimiento por Santana y he ahí el porqué de su comportamiento. Sabía que ahora debía olvidarse de lo que sentía, porque la morena lo había dejado bien en claro la otra noche, que había sido un error.
Brittany llegó con el café y la agenda a la oficina de Santana. Dejó la taza sobre el escritorio y al inclinarse Santana sintió que le llegaba el dulce aroma del perfume de la rubia.
—Bien señorita, ¿quiere escuchar que tiene en su agenda hoy?—dijo al ver que su jefa no decía nada.
—Sí por favor.
A Brittany casi le da un ataque cerebral.
¿Había escuchado bien?
¿La ogra mal educado le había pedido algo por favor?
Brittany se sorprendió al ver lo que hacía el remordimiento en las personas, en el caso de Santana la había vuelto una persona educada.
—A las diez vendrá su abogada. A las doce tiene revisión de presupuesto en contabilidad. A las dos tiene agendada visita a la fábrica de contenedores. Eso es todo señorita.
Santana no podía dejar de mirar a Brittany, que ese día se había vestido con una de sus sexys faldas lápiz, esta vez era una azul eléctrico la que complementó con una blusa de gasa color beige sin mangas, se veía deliciosa pensó Santana para sus adentros.
Claramente había escuchado la mitad de lo que la rubia le había dicho.
—¿Necesita algo más señorita?—preguntó.
«Sí, a ti, te necesito a ti»
Fue el pensamiento en la mente de Santana, pero de su boca solo salió:
—No, eso es todo. Gracias.
Y la vio caminar hasta la puerta contoneando las caderas lo que provocó que se excitara en segundos.
Santana quería hablar con Brittany.
Quería pedirle disculpas por lo que había dicho la otra noche, pero no encontraba el valor para decírselo.
Puntualmente a las diez de la mañana llegaba al piso diez Hanna Marin, la abogada de Santana.
La mujer saludó amablemente a Brittany y está la guió hasta la oficina de su jefa Santana.
—¿Quiere que le traiga un café señorita Marin?—dijo Brittany con una linda sonrisa que hizo que se notaran más sus pecas.
Santana sintió cómo todo su cuerpo palpitaba solo con verla sonreír.
—Claro Brittany, muchas gracias—dijo Hanna.
Santana fulminaba a su amiga con la mirada, no le gustaba que Brittany le sonriera a Hanna y más le enfurecía que pusiera sus ojos en la rubia más alta.
Cuando Brittany entró en la oficina con el café para la abogada, sintió que entraba en un sepulcro, todo estaba tan silencioso.
Santana revisaba unos papeles y Hanna miraba con atención su teléfono móvil.
—Aquí está su café señorita Marin—dijo Brittany y se inclinó hacia el escritorio para poner la taza de café delante de Hanna.
Hanna sonrió y la miró de arriba abajo.
—Gracias Brittany, eres muy amable.
—De nada señorita ¿Desean algo más?
—No, Muchas gracias señorita Pierce—dijo Santana quien se encontró con la fría mirada azul de Brittany.
Tragó en seco ante la sensación de desesperación que sintió al ver esos ojos.
Brittany asintió con su cabeza y giró para hacer su salida de la oficina.
Hanna la vio alejarse y cuando la rubia más alta cerró la puerta se giró para encontrarse con la furiosa mirada de Santana, quien tenía el entrecejo muy fruncido.
—Quieres dejar de mirar a mi secretaria.
—Por qué, ¿te molesta que la mire?
—A qué estás jugando Hanna. Un día sales con mi hermana y ahora miras a Brittany, ¿qué pretendes?
—Pero qué problema tienes tú con que yo mire a Brittany amiga. Es una chica hermosa no me lo puedes negar. Solo la miré, no creo que haga daño con eso. Y ya sabes que Em y yo somos muy buenas amigas hace años. Podemos salir cuando nos venga la gana.
—Ya sé de tu amistad con Emily, y sabes que no tengo problema con eso, pero…
—Pero tu problema es que mire a Brittany.
Santana abrió los ojos en sorpresa, tanto se le notaba que le gustaba Brittany.
—Guau, pensé que nunca te vería así por otra mujer amiga.
—¿De qué estás hablando Hanna?
—Estoy hablando de que a ti Brittany te gusta. Pero claro, que tonta soy, y recién me doy cuenta.
—Estás equivocada, no sabes de lo que hablas. A mi Brittany no me gusta en absoluto.
—Eso ni tú hijo te lo cree. A ver Santana anda y cuéntame qué pasa con Brittany.
—No quiero—dijo Santana casi en un bufido.
—Uf, es peor de lo que pensaba. Ella te gusta, y no así nada más, te gusta mucho.
Santana escuchaba lo que su amiga decía y comenzó a ponerse de mal humor.
—¿Quieres dejar de hablar de Brittany y dedicarte a hacer tu trabajo que es para lo que te pago?
—Está bien, no pensé que te costara tanto reconocer que una mujer te gusta. No tiene nada de malo, ¿sabes?
—Lo sé. Sé que no tiene nada de malo. Pero es que estás equivocada.
—Bueno Santana, lo que tú digas, no voy a decir nada más.
Santana volvió a centrarse en los papeles que tenía sobre su escritorio, la conversación con Hanna le había molestado y solo quería distraer su mente y no pensar en Brittany.
El día pasó volando para Brittany y ella agradeció eso.
Estar sentada en su escritorio y saber que tenía tan cerca a Santana la había tenido todo el día ansiosa.
Agradeció que Santana estuviera tan ocupada así no habían tenido que cruzar más que las palabras necesarias.
Llegó la hora de salida y Brittany se preparó para irse.
Ese día iría al gimnasio para practicar Kung fu. Hace días que no iba a entrenar y ya era hora de volver, más ahora que debía sacar toda la rabia que tenía acumulada.
Brittany se levantó de su silla y llegó a la oficina de su jefa Santana. Tocó la puerta y le dijo que pasara.
—Señorita, ya me voy, ¿necesita algo más?
Santana miraba a Brittany y el fuego se instaló nuevamente en su interior.
No dijo nada, no fue capaz.
Santana había pensado que acostándose con la rubia el deseo que había sentido se acabaría, pero fue peor.
Ahora deseaba a Brittany a cada segundo, la necesitaba junto a ella.
Necesitaba sentir su cuerpo y sus labios.
—No Brittany, gracias, puede retirarse—dijo y vio cómo se volteaba y salía por la puerta de su oficina.
Se regañó mentalmente por ser una estúpida y no decirle nada.
Debía pedirle disculpas y exponer sus sentimientos.
Pensó y pensó que debía hacer.
De pronto se levantó de su silla y comenzó a caminar fuera de su oficina. No sabía a dónde la llevaban sus pies, su cuerpo había cobrado vida propia.
Sin saber se encontró en las afueras de su edificio y vio a Brittany que comenzaba a caminar entre el gentío.
Santana empezó a seguirla, no sabía muy bien lo que hacía, solo que debía seguirla.
Pensó que se estaba volviendo loca y de remate, de seguro iría derechito al manicomio.
Caminaba a una distancia prudente para que Brittany no la viera.
Brittany entró en un gimnasio, Santana se quedó en la puerta debatiéndose si entrar o no.
—¿Qué estoy haciendo? Parezco un sicópata acosadora.
Se dijo mientras sus pies decidieron entrar al gimnasio para espiar a Brittany.
Agradeció el gentío que pululaba a esa hora en el gimnasio, así sería más fácil confundirse entre la gente y ver qué hacía la rubia ahí.
Vio que Brittany cruzaba el salón vestida con ropa de entrenamiento y que entraba a una sala.
Santana se acercó cautelosamente y llegó a la puerta de vidrio, se paró a un lado, solo asomando un poco su cara, no quería que Brittany la viera.
Eso sería demasiado extraño para Brittany.
Santana vio que un hombre de unos cuarenta y tantos estaba junto a Brittany. Luego de los estiramientos de rigor el hombre le dio una instrucción a Brittany y ella comenzó con los movimientos requeridos por su maestro.
Santana quedó alucinada con cada movimiento que Brittany hacía.
Era tan grácil y sus movimientos eran suaves, como los de una bailarina clásica, pero también eran letales como los de un ninja.
Santana pensó de pronto que, si Brittany hubiera querido, la hubiera golpeado y la hubiera mandado al hospital.
Tragó en seco el nudo que se le había formado en su garganta ante tal pensamiento.
No supo cuánto tiempo pasó ahí espiándola, solo que de pronto la rubia se detuvo y se despidió de su maestro para comenzar a salir de esa sala.
Santana se escabulló hacia un lado lo más rápido que pudo para que no notara su presencia.
Vio caminar a Brittany hacia la cafetería del gimnasio, pidió una botella de agua en la barra.
Santana sintió que un frío le cruzaba por toda la espalda y unas enormes ganas de matar a alguien se instalaron en su mente.
Santana vio cómo una joven llegaba al lado de Brittany y le besaba la mejilla, y está le sonreía y le hablaba animadamente.
Santana pensó que ese debía ser su novia la tal Quinn.
Se sintió como una idiota, Brittany tenía novia, la ojiazul había engañado a esa chica con Santana.
A Brittany no le había importado acostarse con su jefe y plantarle un par de cuernos a esa pobre tipa.
Brittany se alejó a la sala de máquinas con la mujer y Santana sintió que ya no tenía nada que hacer ahí y se marchó.
Cuando Santana llegó a su casa fue directo a la biblioteca.
Ese cuarto se había convertido en su refugio donde iba a pensar y a lamentarse de sus actos.
Sacó la infaltable botella de whisky y se sirvió un vaso.
Comenzó a beber pensando que el licor que, le quemaba la garganta, le quemaría también la sensación de rabia que se alojaba en su corazón.
Pero, ¿cuantas botellas de licor serían necesarias para eso?
Pensó en Brittany, en lo mucho que le gustaba, en lo tonta que había sido.
Se había sentido fatal por la forma en que trató a Brittany la noche en el hotel y resulta que la rubia era una infiel.
Brittany tenía novia, tenía novia.
Tal vez no la amaba, trataba de convencerse.
No conocía muy bien a Brittany, pero la rubia no tenía el tipo de chica fácil.
Luego de beber otro vaso de whisky se fue a su cuarto y se tiró sobre su cama pensando que el licor le facilitaría la tarea de caer dormida.
Pero no fue así ya que Brittany apareció en sus sueños para torturarlo toda la noche.
**********************************************************************************************************
Brittany estaba en su departamento comiendo algunos bocadillos que su amiga había preparado.
En la cocina estaba Quinn y Rachel que se había encontrado con Brittany en el gimnasio, luego las dos caminaron juntas las calles que separaban el gimnasio de su edificio.
Rachel aprovechó esa caminata para sacarle información a Brittany sobre los gustos de Quinn, la morena bajita estaba encantada con la rubia y quería saber con qué podía sorprenderla algún día.
Luego de comer y conversar animadamente, Brittany decidió dejar sola a la pareja, tres son multitud se dijo a sí misma y se fue a su cuarto.
Se puso su camisola y se metió bajo las sábanas. Respiró hondo pensando en lo que había sido su día en el trabajo.
Recordó la cara de Santana, sus ojos, su boca, toda esa mujer era un peligro para ella.
Sabía que iba a ser difícil verla todos los días y no recordar la noche que tuvieron sexo, pero rogaba para que los días pasaran pronto y todo ese sentimiento que albergaba en su corazón se fuera desvaneciendo.
Iba a ser difícil, pero tenía que hacerlo.
Recordaba las caricias de Santana y unas enormes ganas de repetir esa noche se encendían en ella, pero luego se acordaba de las malditas palabras pronunciadas por Santana y la rabia se volvía a apoderar de su interior.
Definitivamente la rabia estaba ganando la batalla de los sentimientos dentro de Brittany.
La sonrisa era una gran actuación que le estaba costado la vida llevarla a cabo, pero no quería que nadie notara lo nerviosa que se sentía de ver a Santana otra vez.
Como era de esperar, ninguna de las hermanas López llegaban aún a su puesto de trabajo.
Brittany comenzó a mover las cosas de su escritorio para comenzar a revisar las agendas de sus jefas.
Sacó una paleta de dulce desde su bolso y se la llevó a su boca. Ahora sí que necesitaría una paleta para cada hora del día.
Santana venía subiendo en el ascensor rogando para que Brittany estuviera en su escritorio cuando cruzara el umbral del vestíbulo.
Apretó la mandíbula, nunca había estado tan nerviosa por algo.
Cuando puso un pie en el vestíbulo, soltó la respiración que venía conteniendo desde el estacionamiento, y una sensación de alivio le recorrió de pies a cabeza.
Brittany estaba ahí, en su escritorio, con la cabeza gacha revisando las agendas.
Santana detuvo un momento su andar y se la quedó mirando.
Se veía tan bella, con su cabello recogido en una alta coleta, lo que le daba un toque de inocencia, luego fijó sus ojos en los rosados labios de la rubia.
Esos labios que moría por besar otra vez, esos labios que eran su perdición y que esos días había deseado con toda su alma volver a probar.
Brittany sintió la presencia de su Santana y se paró de su silla para saludarla.
Santana comenzó a avanzar hasta Brittany con paso dudoso. En ese momento se sentía como una adolescente y no como la importante mujer de negocios a la que muchos temían, con Brittany delante de se sentía pequeña.
—Buenos días señorita López—dijo Brittany y a Santana se le erizó el bello de su nuca.
—Buenos días Brittany—logró decir e ingresó a su oficina, tiró su maletín sobre el sofá y cayó desparramada sobre su sillón de cuero.
Brittany estaba temblando.
Mientras le preparaba el café a su jefa se reprochaba por ser tan tonta y dejar que esta morena la afectara tanto.
Pero Brittany tenía un sentimiento por Santana y he ahí el porqué de su comportamiento. Sabía que ahora debía olvidarse de lo que sentía, porque la morena lo había dejado bien en claro la otra noche, que había sido un error.
Brittany llegó con el café y la agenda a la oficina de Santana. Dejó la taza sobre el escritorio y al inclinarse Santana sintió que le llegaba el dulce aroma del perfume de la rubia.
—Bien señorita, ¿quiere escuchar que tiene en su agenda hoy?—dijo al ver que su jefa no decía nada.
—Sí por favor.
A Brittany casi le da un ataque cerebral.
¿Había escuchado bien?
¿La ogra mal educado le había pedido algo por favor?
Brittany se sorprendió al ver lo que hacía el remordimiento en las personas, en el caso de Santana la había vuelto una persona educada.
—A las diez vendrá su abogada. A las doce tiene revisión de presupuesto en contabilidad. A las dos tiene agendada visita a la fábrica de contenedores. Eso es todo señorita.
Santana no podía dejar de mirar a Brittany, que ese día se había vestido con una de sus sexys faldas lápiz, esta vez era una azul eléctrico la que complementó con una blusa de gasa color beige sin mangas, se veía deliciosa pensó Santana para sus adentros.
Claramente había escuchado la mitad de lo que la rubia le había dicho.
—¿Necesita algo más señorita?—preguntó.
«Sí, a ti, te necesito a ti»
Fue el pensamiento en la mente de Santana, pero de su boca solo salió:
—No, eso es todo. Gracias.
Y la vio caminar hasta la puerta contoneando las caderas lo que provocó que se excitara en segundos.
Santana quería hablar con Brittany.
Quería pedirle disculpas por lo que había dicho la otra noche, pero no encontraba el valor para decírselo.
Puntualmente a las diez de la mañana llegaba al piso diez Hanna Marin, la abogada de Santana.
La mujer saludó amablemente a Brittany y está la guió hasta la oficina de su jefa Santana.
—¿Quiere que le traiga un café señorita Marin?—dijo Brittany con una linda sonrisa que hizo que se notaran más sus pecas.
Santana sintió cómo todo su cuerpo palpitaba solo con verla sonreír.
—Claro Brittany, muchas gracias—dijo Hanna.
Santana fulminaba a su amiga con la mirada, no le gustaba que Brittany le sonriera a Hanna y más le enfurecía que pusiera sus ojos en la rubia más alta.
Cuando Brittany entró en la oficina con el café para la abogada, sintió que entraba en un sepulcro, todo estaba tan silencioso.
Santana revisaba unos papeles y Hanna miraba con atención su teléfono móvil.
—Aquí está su café señorita Marin—dijo Brittany y se inclinó hacia el escritorio para poner la taza de café delante de Hanna.
Hanna sonrió y la miró de arriba abajo.
—Gracias Brittany, eres muy amable.
—De nada señorita ¿Desean algo más?
—No, Muchas gracias señorita Pierce—dijo Santana quien se encontró con la fría mirada azul de Brittany.
Tragó en seco ante la sensación de desesperación que sintió al ver esos ojos.
Brittany asintió con su cabeza y giró para hacer su salida de la oficina.
Hanna la vio alejarse y cuando la rubia más alta cerró la puerta se giró para encontrarse con la furiosa mirada de Santana, quien tenía el entrecejo muy fruncido.
—Quieres dejar de mirar a mi secretaria.
—Por qué, ¿te molesta que la mire?
—A qué estás jugando Hanna. Un día sales con mi hermana y ahora miras a Brittany, ¿qué pretendes?
—Pero qué problema tienes tú con que yo mire a Brittany amiga. Es una chica hermosa no me lo puedes negar. Solo la miré, no creo que haga daño con eso. Y ya sabes que Em y yo somos muy buenas amigas hace años. Podemos salir cuando nos venga la gana.
—Ya sé de tu amistad con Emily, y sabes que no tengo problema con eso, pero…
—Pero tu problema es que mire a Brittany.
Santana abrió los ojos en sorpresa, tanto se le notaba que le gustaba Brittany.
—Guau, pensé que nunca te vería así por otra mujer amiga.
—¿De qué estás hablando Hanna?
—Estoy hablando de que a ti Brittany te gusta. Pero claro, que tonta soy, y recién me doy cuenta.
—Estás equivocada, no sabes de lo que hablas. A mi Brittany no me gusta en absoluto.
—Eso ni tú hijo te lo cree. A ver Santana anda y cuéntame qué pasa con Brittany.
—No quiero—dijo Santana casi en un bufido.
—Uf, es peor de lo que pensaba. Ella te gusta, y no así nada más, te gusta mucho.
Santana escuchaba lo que su amiga decía y comenzó a ponerse de mal humor.
—¿Quieres dejar de hablar de Brittany y dedicarte a hacer tu trabajo que es para lo que te pago?
—Está bien, no pensé que te costara tanto reconocer que una mujer te gusta. No tiene nada de malo, ¿sabes?
—Lo sé. Sé que no tiene nada de malo. Pero es que estás equivocada.
—Bueno Santana, lo que tú digas, no voy a decir nada más.
Santana volvió a centrarse en los papeles que tenía sobre su escritorio, la conversación con Hanna le había molestado y solo quería distraer su mente y no pensar en Brittany.
El día pasó volando para Brittany y ella agradeció eso.
Estar sentada en su escritorio y saber que tenía tan cerca a Santana la había tenido todo el día ansiosa.
Agradeció que Santana estuviera tan ocupada así no habían tenido que cruzar más que las palabras necesarias.
Llegó la hora de salida y Brittany se preparó para irse.
Ese día iría al gimnasio para practicar Kung fu. Hace días que no iba a entrenar y ya era hora de volver, más ahora que debía sacar toda la rabia que tenía acumulada.
Brittany se levantó de su silla y llegó a la oficina de su jefa Santana. Tocó la puerta y le dijo que pasara.
—Señorita, ya me voy, ¿necesita algo más?
Santana miraba a Brittany y el fuego se instaló nuevamente en su interior.
No dijo nada, no fue capaz.
Santana había pensado que acostándose con la rubia el deseo que había sentido se acabaría, pero fue peor.
Ahora deseaba a Brittany a cada segundo, la necesitaba junto a ella.
Necesitaba sentir su cuerpo y sus labios.
—No Brittany, gracias, puede retirarse—dijo y vio cómo se volteaba y salía por la puerta de su oficina.
Se regañó mentalmente por ser una estúpida y no decirle nada.
Debía pedirle disculpas y exponer sus sentimientos.
Pensó y pensó que debía hacer.
De pronto se levantó de su silla y comenzó a caminar fuera de su oficina. No sabía a dónde la llevaban sus pies, su cuerpo había cobrado vida propia.
Sin saber se encontró en las afueras de su edificio y vio a Brittany que comenzaba a caminar entre el gentío.
Santana empezó a seguirla, no sabía muy bien lo que hacía, solo que debía seguirla.
Pensó que se estaba volviendo loca y de remate, de seguro iría derechito al manicomio.
Caminaba a una distancia prudente para que Brittany no la viera.
Brittany entró en un gimnasio, Santana se quedó en la puerta debatiéndose si entrar o no.
—¿Qué estoy haciendo? Parezco un sicópata acosadora.
Se dijo mientras sus pies decidieron entrar al gimnasio para espiar a Brittany.
Agradeció el gentío que pululaba a esa hora en el gimnasio, así sería más fácil confundirse entre la gente y ver qué hacía la rubia ahí.
Vio que Brittany cruzaba el salón vestida con ropa de entrenamiento y que entraba a una sala.
Santana se acercó cautelosamente y llegó a la puerta de vidrio, se paró a un lado, solo asomando un poco su cara, no quería que Brittany la viera.
Eso sería demasiado extraño para Brittany.
Santana vio que un hombre de unos cuarenta y tantos estaba junto a Brittany. Luego de los estiramientos de rigor el hombre le dio una instrucción a Brittany y ella comenzó con los movimientos requeridos por su maestro.
Santana quedó alucinada con cada movimiento que Brittany hacía.
Era tan grácil y sus movimientos eran suaves, como los de una bailarina clásica, pero también eran letales como los de un ninja.
Santana pensó de pronto que, si Brittany hubiera querido, la hubiera golpeado y la hubiera mandado al hospital.
Tragó en seco el nudo que se le había formado en su garganta ante tal pensamiento.
No supo cuánto tiempo pasó ahí espiándola, solo que de pronto la rubia se detuvo y se despidió de su maestro para comenzar a salir de esa sala.
Santana se escabulló hacia un lado lo más rápido que pudo para que no notara su presencia.
Vio caminar a Brittany hacia la cafetería del gimnasio, pidió una botella de agua en la barra.
Santana sintió que un frío le cruzaba por toda la espalda y unas enormes ganas de matar a alguien se instalaron en su mente.
Santana vio cómo una joven llegaba al lado de Brittany y le besaba la mejilla, y está le sonreía y le hablaba animadamente.
Santana pensó que ese debía ser su novia la tal Quinn.
Se sintió como una idiota, Brittany tenía novia, la ojiazul había engañado a esa chica con Santana.
A Brittany no le había importado acostarse con su jefe y plantarle un par de cuernos a esa pobre tipa.
Brittany se alejó a la sala de máquinas con la mujer y Santana sintió que ya no tenía nada que hacer ahí y se marchó.
Cuando Santana llegó a su casa fue directo a la biblioteca.
Ese cuarto se había convertido en su refugio donde iba a pensar y a lamentarse de sus actos.
Sacó la infaltable botella de whisky y se sirvió un vaso.
Comenzó a beber pensando que el licor que, le quemaba la garganta, le quemaría también la sensación de rabia que se alojaba en su corazón.
Pero, ¿cuantas botellas de licor serían necesarias para eso?
Pensó en Brittany, en lo mucho que le gustaba, en lo tonta que había sido.
Se había sentido fatal por la forma en que trató a Brittany la noche en el hotel y resulta que la rubia era una infiel.
Brittany tenía novia, tenía novia.
Tal vez no la amaba, trataba de convencerse.
No conocía muy bien a Brittany, pero la rubia no tenía el tipo de chica fácil.
Luego de beber otro vaso de whisky se fue a su cuarto y se tiró sobre su cama pensando que el licor le facilitaría la tarea de caer dormida.
Pero no fue así ya que Brittany apareció en sus sueños para torturarlo toda la noche.
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Brittany estaba en su departamento comiendo algunos bocadillos que su amiga había preparado.
En la cocina estaba Quinn y Rachel que se había encontrado con Brittany en el gimnasio, luego las dos caminaron juntas las calles que separaban el gimnasio de su edificio.
Rachel aprovechó esa caminata para sacarle información a Brittany sobre los gustos de Quinn, la morena bajita estaba encantada con la rubia y quería saber con qué podía sorprenderla algún día.
Luego de comer y conversar animadamente, Brittany decidió dejar sola a la pareja, tres son multitud se dijo a sí misma y se fue a su cuarto.
Se puso su camisola y se metió bajo las sábanas. Respiró hondo pensando en lo que había sido su día en el trabajo.
Recordó la cara de Santana, sus ojos, su boca, toda esa mujer era un peligro para ella.
Sabía que iba a ser difícil verla todos los días y no recordar la noche que tuvieron sexo, pero rogaba para que los días pasaran pronto y todo ese sentimiento que albergaba en su corazón se fuera desvaneciendo.
Iba a ser difícil, pero tenía que hacerlo.
Recordaba las caricias de Santana y unas enormes ganas de repetir esa noche se encendían en ella, pero luego se acordaba de las malditas palabras pronunciadas por Santana y la rabia se volvía a apoderar de su interior.
Definitivamente la rabia estaba ganando la batalla de los sentimientos dentro de Brittany.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
joder ya es bastante frustrarte!!!
ya cansa santana y su luto, ahora la culpa por tirarse a britt y no asimilar lo que siente...
y britt es mas que masoquista por seguir quedándose,..
nos vemos!!
joder ya es bastante frustrarte!!!
ya cansa santana y su luto, ahora la culpa por tirarse a britt y no asimilar lo que siente...
y britt es mas que masoquista por seguir quedándose,..
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
Hay Santana pero que cabeza dura eres!!!!
Lucy LP**** - Mensajes : 168
Fecha de inscripción : 01/07/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
santana no tiene derecho de enojarse con Hanna solo por qué está mire a su "secretaria"
JanethValenciaaf********- - Mensajes : 659
Fecha de inscripción : 20/01/2015
Edad : 25
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
me siento algo aburrida de estas dos, sobre todo de santana y sus silencios!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
joder ya es bastante frustrarte!!!
ya cansa santana y su luto, ahora la culpa por tirarse a britt y no asimilar lo que siente...
y britt es mas que masoquista por seguir quedándose,..
nos vemos!!
Hola lu, si, la vrdd es que si ¬¬ Esk nose que esta pensando santana en vrdd ¬¬ eso es no piensa Jajajajajaa quiere mostrar su punto Xd Saludos =D
Lucy LP escribió:Hay Santana pero que cabeza dura eres!!!!
Hola, si que lo es la vrdd ¬¬ Saludos =D
JanethValenciaaf escribió:santana no tiene derecho de enojarse con Hanna solo por qué está mire a su "secretaria"
Hola, nop, no la tiene la vrdd, osea no kiere y no deja xD jajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:me siento algo aburrida de estas dos, sobre todo de santana y sus silencios!!!!!
Hola, jajajaajajajajjaaja si suele pasar xD esas actitudes no ayudan xD Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Cap 21
Capitulo 21
Brittany despertó con todo su cuerpo dolorido.
Esa era la consecuencia de no haber ido al gimnasio frecuentemente. El maestro la había regañado y la había hecho trabajar el doble en la clase.
Ahora estaba molida, pero el dolor se concentraba más en sus hombros y su nuca.
Se duchó, tratando de que el agua caliente le relajara los músculos y se tomó un analgésico. Se vistió y se fue a su trabajo.
El día empezó tranquilo, solo había llegado Emily al piso diez, y según la agenda de su otra jefa, Santana llegaría después de almuerzo.
Estuvo todo el día ocupada, haciendo informes, preparando carpetas y archivando papeles.
Bajó a la cafetería a almorzar, pero comenzó a sentirse mal.
Le dolía la garganta, era obvio que se había pegado un resfriado y este la estaba atacando con todo.
Pidió una ensalada, pero no se quedó en la cafetería, si no que volvió a su escritorio y almorzó ahí.
***********************************************************************************************************
Santana volvía a su oficina y se encontró con Brittany sentada en su escritorio.
Brittany se levantó para saludarla.
—Buenas tardes señorita López.
—Buenas tardes Brittany, venga a mi oficina por favor.
Santana entró a su oficina y Brittany la siguió.
Santana la miraba sin decir nada, vio que los ojos de la rubia brillaban, lo que hizo que el deseo, que pretendía mantener muy oculto, aflorara de inmediato.
—Brittany, pida una cita con la señorita Wilde para mañana. Necesito que le lleve unos papeles para ver si por fin se digna a hacer una buena propuesta.
—Bien señorita—dijo tratando de no mirarla directamente los ojos.
—También necesito que pida en adquisiciones el informe trimestral, y que haga copias para la reunión del viernes.
—Claro, ¿necesita algo más?
—No, eso es todo.
Brittany giró para comenzar a salir cuando escuchó que Santana le decía:
—La verdad, si tengo algo que decirte.
Brittany se giró y se encontró con que Santana ya estaba a su lado.
—¿Es algo de trabajo?—dijo tratando de controlar el temblor que le provocaba la cercanía de esa mujer.
—No, no lo creo. La verdad es que yo quisiera…
—Si no es de trabajo no estoy obligada a escucharla señorita.
—Brittany déjame hablar por favor…
—¿Y qué me vas a decir? Que sientes lo de la otra noche, que todo fue un error. Ya la escuché, no malgastes más palabras. Ahora con tu permiso voy a volver a mi escritorio para continuar con mi trabajo.
Brittany intentó girar para salir de esa oficina, pero Santana la detuvo tomándola de un brazo.
—Brittany, escucha, solo quiero disculparme por lo que dije…
—No te molestes, no te voy a disculpar. Ahora suéltame.
—No quise decir eso. No sé ni qué me pasó esa noche, Brittany…
—Pero lo dijiste. No puedes ir por la vida diciendo cosas y después pedir disculpas. El daño ya está hecho. Si me hubieras ignorado al día siguiente no me hubiera importado, no me hubiera sentido tan herida como cuando me dijiste que, algo que las dos queríamos que pasara, fue un error.
—Lo siento Brittany, lo siento. Yo no supe cómo reaccionar. Hace tanto tiempo que no me sentía así, ¿me puedes entender?
—¡No, no puedo o mejor dicho no quiero entenderte! ¡No me importan tus disculpas, métetelas por donde te quepan! ¡Yo fui un error para ti… bueno ahora te vas a tener que aguantar ver a tu error caminar por este piso todos los días!
—¡¡¡Brittany!!!—dijo Santana en tono de reprimenda, la chica se estaba llevando el último poco de paciencia que le quedaba almacenado en su interior.
—Qué, ¿me vas a despedir? Anda despídeme, yo no voy a renunciar. Y ahora suéltame, y si no es para algo que sea estrictamente de trabajo no me hables.
—¡¿Quieres callarte la boca y dejar que te explique lo que quiero decir hace rato?!
—¡No!—dijo y se soltó de su agarre—No voy a escucharte. Ahora vuelvo a mi escritorio. Con su permiso señorita López.
Y salió.
Santana se quedó mirando la puerta, no supo reaccionar ante el fuerte carácter de Brittany y eso hizo que la deseara más de lo que ya lo hacía.
Brittany la había enfrentado una vez más, era tan excitante cuando sus ojos se llenaban de furia.
Pensó en qué hacer, y decidió que le daría un tiempo para que la rubia se relajara y luego poder hablar con ella con calma.
**********************************************************************************************************************
Brittany llegó refunfuñando a su escritorio.
No quiso escuchar la explicación que Santana le quería dar, para qué, ya la había herido bastante, no quería escucharla y que la hiriera aún más con sus palabras.
Llegó la hora de irse a casa, tomó sus cosas y se marchó sin siquiera despedirse de su jefa.
Entró en su departamento, y como casi todos los días estaba sola.
Buscó un poco de agua, le dolía la garganta y tenía sed.
Empezó a recordar cada una de las pocas palabras que Santana logró articular.
Era verdad, no la dejó hablar, pero era mejor así.
*****************************************************************************************************************
Era casi media noche y Santana bajó a la cocina por algo de beber.
Había estado durmiendo a saltos, pensando en Brittany toda la noche.
Cuando entró en la cocina vio que de ella salía luz y se encontró con que Sue estaba también ahí bebiendo un vaso de leche.
—Veo que no soy la única que no consigue dormir esta noche ¿Desea algo señorita?—dijo Sue dedicándole una cálida sonrisa a Santana.
—Vine por un vaso de agua, pero no te preocupes yo me lo sirvo.
—¿Qué pasa señorita? Sé que no me incumbe, pero la veo que está actuando de forma extraña.
—Nada Sue, yo estoy igual que siempre, te estás imaginando cosas.
—La conozco desde que tenía quince años, no me diga que me imagino cosas. Está extraña, llega todos los días del trabajo y se encierra a beber en la biblioteca ¿Tiene algún problema grave señorita?
—Ay Sue, no sé qué decirte. Tengo un problema gravísimo—dijo pasándose las manos por la nuca en un acto de desesperación.
Era verdad Sue la conocía de casi toda la vida, a ella no podía ocultarle lo que pasaba.
Sue ya lo presentía todo.
—Gravísimo. Es decir que es de vida o muerte.
—No, yo no diría eso.
—Su problema tiene que ver con una mujer entonces.
—Sí.
—Y esa mujer es Brittany, su secretaria.
—¿Cómo sabes eso?—dijo un sorprendido Santana—¿Cómo supiste que era por Brittany?
—Señorita, soy discreta, pero no ciega. Cuando Brittany vino la primera vez a esta casa, usted la miraba con ojos soñadores, con adoración. Cada vez que Santy habla de ella a usted le brillan los ojos y tensa la mandíbula. Primero pensé que me estaba imaginando todo, pero mi confirmación llegó el día que la vi escuchando tras la puerta la conversación de Brittany y Santy.
—Y yo que pensé que nadie se había dado cuenta.
—Pero, ¿qué problema hay con ella?
—Dije algo que no debía y ella no me lo perdona.
—¿Y fue tan grave así?
—Sí Sue. Lo dije sin pensar, pero poniéndome en su lugar yo también me odiaría.
—Ay señorita, una mujer enojada es lo peor del mundo y usted lo sabe. Solo va tener que hablar con ella y pedirle perdón.
—Ya traté de hacerlo y tuve suerte de que me dejara pronunciar tres palabras.
Sue soltó una carcajada.
Delante de ella estaba Santana López la empresaria naviera más influyente del país, quejándose de que una joven mujer la había enfrentado y no la había dejado hablar.
—Pero vaya con Brittany, no pensé que tuviera tanto carácter, si parece un angelito.
—Es un angelito Sue, pero cuando se enoja no es bueno cruzarse en su camino.
—Bueno señorita, pero qué siente por ella ¿Le gusta Brittany?
—Sí Sue, me gusta y mucho—reconoció por fin Santana.
—Qué bien, no sabe cuánto me alegro de escucharlo decir estas palabras.
—Sí, pero, ¿qué hago ahora? Además ella tiene novia.
—¿Novia? Está segura que ella tiene novia.
—Sí segura, se llama Quinn.
—Pero Santy no ha mencionado a ninguna novia de Brittany.
—Sí, lo mencionó el otro día, ¿recuerdas el domingo antes de enfermarse? Dijo que había conocido a Quinn y que era genial porque era un as para jugar en la Xbox.
Santana sentía que los celos lo consumían, pensar en Brittany con Quinn la sacaban de quicio.
—Pero Santy dijo que Quinn vivía con Brittany, no que era su novia. Tal vez es una compañera de piso o un familiar.
—No Sue, ella me lo confirmó el otro día en la oficina.
—Bueno, que lamentable. Si es así no hay nada más que decir señorita.
—Lo mismo pienso yo. Qué mierda de vida la que tengo Sue.
—No hable así señorita. Tiene un hijo maravilloso, ya llegará la mujer adecuada a su vida. Solo es cosa de tiempo.
—No Sue, yo ya no espero nada de esta vida. Bueno ahora me voy a la cama gracias por escucharme.
—De nada señorita. Solo una cosa más; Santy quiere ir mañana con usted a la oficina, él desea llevarle su reglo de cumpleaños a Brittany.
—Claro—dijo Santana soltando un suspiro en resignación—, Lo llevaré conmigo mañana. Y te he dicho que me digas Santana.
—Buenas noches Santana—le dijo Sue y vio cómo Santana desaparecía por la puerta de la cocina.
La mujer sintió lástima por su jefa, la conocía desde que éste era una adolescente.
Siempre fue una chica seria.
Luego conoció a Dani, de la cual se enamoró con locura, y cuando ella murió se volvió una persona solitaria y reservada.
Ya no reía tanto como hace años atrás.
Pero con la llegada de Brittany, ella vio una chispa en los ojos de Santana, la chispa que pensó que ya no volvería ver nunca más. Lástima que la vida tuviera prepara otra cosa.
A Santana le gustaba Brittany, pero al parecer, tenía novia y no era su destino estar juntas.
*****************************************************************************************************************
Quinn entraba en el dormitorio de su amiga y la encontró aún en la cama.
Ya era la hora en que Brittany salía para el trabajo, pero estaba acostada y tapada hasta el cuello.
—Britt—dijo Quinn acercándose a su amiga.
—Hmmm—fue lo que logró contestar.
—Britt, ya es tarde, ¿no piensas ir a trabajar?
Brittany abrió los ojos y vio que el sol entraba por su ventana, trató de levantarse, pero el cuerpo le dolía demasiado.
—Quinn ayúdame a levantarme, me duele el cuerpo. Anda, ayúdame a llegar al baño.
Quinn llegó a su lado y vio que Brittany tenía los ojos vidriosos, la frente sudorosa y la cara roja.
Se acercó a su amiga para tocarle la frente, y no se equivocó, Brittany hervía en fiebre.
—Britt, tienes mucha fiebre ¿Tienes algún otro malestar?
—Me duelen los músculos, la cabeza y un poco la garganta.
—Bien, voy a buscar en mi botiquín algo para bajar la fiebre.
Brittany sentía frío, pero su cuerpo hervía por la fiebre tan alta que la estaba atacando. Sus dientes sonaban producto de la terciana que le invadía en ese momento.
Quinn llegó nuevamente a la habitación de su amiga llevando en una mano el termómetro y en la otra el medicamento para bajar la fiebre.
—A ver Britt, abre la boca—dijo y le colocó el termómetro en la boca a su amiga.
Quinn miraba a Brittany, nuca la había visto así de enferma, la ojiazul era una mujer muy sana, pero ahora la veía mal.
Tiritando de frío, pero roja por la fiebre.
Luego de un minuto, Quinn sacó el termómetro y revisó la temperatura, abrió mucho los ojos cuando vio el número que marcaba el aparato.
—Britt tienes treinta y nueve con ocho de fiebre. Te daré este medicamento para ver si baja, si no tendremos que ir al hospital.
—No Quinn, al hospital no, por favor, por favor—sollozaba Brittany media atontada por la alta fiebre.
—No Britt, si la fiebre no baja debemos ir al hospital. Esto es muy peligroso. Ahora destápate, voy por paños fríos.
—Hace frío Quinn, hace frío. No me destapes.
—Tengo que hacerlo amiga, debo bajarte esa fiebre.
Quinn la destapó y notó que Brittany estaba muy sudada. Le quitó la camisola y buscó otra para cambiársela. Luego fue hasta al baño y mojó unas toallas de manos. Colocó una sobre la frente de su amiga y otra en el vientre.
—Britt voy a llamar a tu trabajo para informar que estás enferma.
***********************************************************************************************************
Emily entraba en el vestíbulo de su oficina y le pareció extraño no encontrar a su secretaria sentada tras su escritorio.
Normalmente Brittany llegaba siempre antes que sus jefas.
Tal vez estaba en algún otro piso, pero llegó hasta el escritorio y se dio cuenta que el computador de su secretaria no estaba encendido.
Definitivamente Brittany no había llegado a trabajar y ya eran las nueve y media de la mañana.
Emily entró en su oficina para comenzar a revisar papeles cuando su teléfono sonó.
Vio que la pantalla mostraba el nombre de Brittany, algo había pasado, así es que se apresuró a contestar.
—Hola Brittany.
—Buenos días… eh…no… no soy Brittany. Soy su amiga y la estoy llamando porque Brittany no puede ir hoy a trabajar.
—¿Le pasó algo grave?
—Tiene mucha fiebre y dice que le duele todo el cuerpo. Estoy tratando de bajarle la temperatura, pero si no baja tendré que llevarla al hospital.
—¿Tan alta es la fiebre?
—Tiene treinta y nueve con ocho. Le di algo para bajarla, tengo que esperar y ver qué pasa.
—Bien, avísame si necesitan cualquier cosa. No dudes en llamarme, ¿ok?
—Claro, ahora la dejo, que tenga un buen día.
Cuando Quinn colgó dejó a una preocupada Emily en la oficina.
Brittany estaba con fiebre, pero ella no podía hacer nada.
Ojalá el tratamiento que estaba tomando Brittany diera resultado.
Esa era la consecuencia de no haber ido al gimnasio frecuentemente. El maestro la había regañado y la había hecho trabajar el doble en la clase.
Ahora estaba molida, pero el dolor se concentraba más en sus hombros y su nuca.
Se duchó, tratando de que el agua caliente le relajara los músculos y se tomó un analgésico. Se vistió y se fue a su trabajo.
El día empezó tranquilo, solo había llegado Emily al piso diez, y según la agenda de su otra jefa, Santana llegaría después de almuerzo.
Estuvo todo el día ocupada, haciendo informes, preparando carpetas y archivando papeles.
Bajó a la cafetería a almorzar, pero comenzó a sentirse mal.
Le dolía la garganta, era obvio que se había pegado un resfriado y este la estaba atacando con todo.
Pidió una ensalada, pero no se quedó en la cafetería, si no que volvió a su escritorio y almorzó ahí.
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Santana volvía a su oficina y se encontró con Brittany sentada en su escritorio.
Brittany se levantó para saludarla.
—Buenas tardes señorita López.
—Buenas tardes Brittany, venga a mi oficina por favor.
Santana entró a su oficina y Brittany la siguió.
Santana la miraba sin decir nada, vio que los ojos de la rubia brillaban, lo que hizo que el deseo, que pretendía mantener muy oculto, aflorara de inmediato.
—Brittany, pida una cita con la señorita Wilde para mañana. Necesito que le lleve unos papeles para ver si por fin se digna a hacer una buena propuesta.
—Bien señorita—dijo tratando de no mirarla directamente los ojos.
—También necesito que pida en adquisiciones el informe trimestral, y que haga copias para la reunión del viernes.
—Claro, ¿necesita algo más?
—No, eso es todo.
Brittany giró para comenzar a salir cuando escuchó que Santana le decía:
—La verdad, si tengo algo que decirte.
Brittany se giró y se encontró con que Santana ya estaba a su lado.
—¿Es algo de trabajo?—dijo tratando de controlar el temblor que le provocaba la cercanía de esa mujer.
—No, no lo creo. La verdad es que yo quisiera…
—Si no es de trabajo no estoy obligada a escucharla señorita.
—Brittany déjame hablar por favor…
—¿Y qué me vas a decir? Que sientes lo de la otra noche, que todo fue un error. Ya la escuché, no malgastes más palabras. Ahora con tu permiso voy a volver a mi escritorio para continuar con mi trabajo.
Brittany intentó girar para salir de esa oficina, pero Santana la detuvo tomándola de un brazo.
—Brittany, escucha, solo quiero disculparme por lo que dije…
—No te molestes, no te voy a disculpar. Ahora suéltame.
—No quise decir eso. No sé ni qué me pasó esa noche, Brittany…
—Pero lo dijiste. No puedes ir por la vida diciendo cosas y después pedir disculpas. El daño ya está hecho. Si me hubieras ignorado al día siguiente no me hubiera importado, no me hubiera sentido tan herida como cuando me dijiste que, algo que las dos queríamos que pasara, fue un error.
—Lo siento Brittany, lo siento. Yo no supe cómo reaccionar. Hace tanto tiempo que no me sentía así, ¿me puedes entender?
—¡No, no puedo o mejor dicho no quiero entenderte! ¡No me importan tus disculpas, métetelas por donde te quepan! ¡Yo fui un error para ti… bueno ahora te vas a tener que aguantar ver a tu error caminar por este piso todos los días!
—¡¡¡Brittany!!!—dijo Santana en tono de reprimenda, la chica se estaba llevando el último poco de paciencia que le quedaba almacenado en su interior.
—Qué, ¿me vas a despedir? Anda despídeme, yo no voy a renunciar. Y ahora suéltame, y si no es para algo que sea estrictamente de trabajo no me hables.
—¡¿Quieres callarte la boca y dejar que te explique lo que quiero decir hace rato?!
—¡No!—dijo y se soltó de su agarre—No voy a escucharte. Ahora vuelvo a mi escritorio. Con su permiso señorita López.
Y salió.
Santana se quedó mirando la puerta, no supo reaccionar ante el fuerte carácter de Brittany y eso hizo que la deseara más de lo que ya lo hacía.
Brittany la había enfrentado una vez más, era tan excitante cuando sus ojos se llenaban de furia.
Pensó en qué hacer, y decidió que le daría un tiempo para que la rubia se relajara y luego poder hablar con ella con calma.
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Brittany llegó refunfuñando a su escritorio.
No quiso escuchar la explicación que Santana le quería dar, para qué, ya la había herido bastante, no quería escucharla y que la hiriera aún más con sus palabras.
Llegó la hora de irse a casa, tomó sus cosas y se marchó sin siquiera despedirse de su jefa.
Entró en su departamento, y como casi todos los días estaba sola.
Buscó un poco de agua, le dolía la garganta y tenía sed.
Empezó a recordar cada una de las pocas palabras que Santana logró articular.
Era verdad, no la dejó hablar, pero era mejor así.
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Era casi media noche y Santana bajó a la cocina por algo de beber.
Había estado durmiendo a saltos, pensando en Brittany toda la noche.
Cuando entró en la cocina vio que de ella salía luz y se encontró con que Sue estaba también ahí bebiendo un vaso de leche.
—Veo que no soy la única que no consigue dormir esta noche ¿Desea algo señorita?—dijo Sue dedicándole una cálida sonrisa a Santana.
—Vine por un vaso de agua, pero no te preocupes yo me lo sirvo.
—¿Qué pasa señorita? Sé que no me incumbe, pero la veo que está actuando de forma extraña.
—Nada Sue, yo estoy igual que siempre, te estás imaginando cosas.
—La conozco desde que tenía quince años, no me diga que me imagino cosas. Está extraña, llega todos los días del trabajo y se encierra a beber en la biblioteca ¿Tiene algún problema grave señorita?
—Ay Sue, no sé qué decirte. Tengo un problema gravísimo—dijo pasándose las manos por la nuca en un acto de desesperación.
Era verdad Sue la conocía de casi toda la vida, a ella no podía ocultarle lo que pasaba.
Sue ya lo presentía todo.
—Gravísimo. Es decir que es de vida o muerte.
—No, yo no diría eso.
—Su problema tiene que ver con una mujer entonces.
—Sí.
—Y esa mujer es Brittany, su secretaria.
—¿Cómo sabes eso?—dijo un sorprendido Santana—¿Cómo supiste que era por Brittany?
—Señorita, soy discreta, pero no ciega. Cuando Brittany vino la primera vez a esta casa, usted la miraba con ojos soñadores, con adoración. Cada vez que Santy habla de ella a usted le brillan los ojos y tensa la mandíbula. Primero pensé que me estaba imaginando todo, pero mi confirmación llegó el día que la vi escuchando tras la puerta la conversación de Brittany y Santy.
—Y yo que pensé que nadie se había dado cuenta.
—Pero, ¿qué problema hay con ella?
—Dije algo que no debía y ella no me lo perdona.
—¿Y fue tan grave así?
—Sí Sue. Lo dije sin pensar, pero poniéndome en su lugar yo también me odiaría.
—Ay señorita, una mujer enojada es lo peor del mundo y usted lo sabe. Solo va tener que hablar con ella y pedirle perdón.
—Ya traté de hacerlo y tuve suerte de que me dejara pronunciar tres palabras.
Sue soltó una carcajada.
Delante de ella estaba Santana López la empresaria naviera más influyente del país, quejándose de que una joven mujer la había enfrentado y no la había dejado hablar.
—Pero vaya con Brittany, no pensé que tuviera tanto carácter, si parece un angelito.
—Es un angelito Sue, pero cuando se enoja no es bueno cruzarse en su camino.
—Bueno señorita, pero qué siente por ella ¿Le gusta Brittany?
—Sí Sue, me gusta y mucho—reconoció por fin Santana.
—Qué bien, no sabe cuánto me alegro de escucharlo decir estas palabras.
—Sí, pero, ¿qué hago ahora? Además ella tiene novia.
—¿Novia? Está segura que ella tiene novia.
—Sí segura, se llama Quinn.
—Pero Santy no ha mencionado a ninguna novia de Brittany.
—Sí, lo mencionó el otro día, ¿recuerdas el domingo antes de enfermarse? Dijo que había conocido a Quinn y que era genial porque era un as para jugar en la Xbox.
Santana sentía que los celos lo consumían, pensar en Brittany con Quinn la sacaban de quicio.
—Pero Santy dijo que Quinn vivía con Brittany, no que era su novia. Tal vez es una compañera de piso o un familiar.
—No Sue, ella me lo confirmó el otro día en la oficina.
—Bueno, que lamentable. Si es así no hay nada más que decir señorita.
—Lo mismo pienso yo. Qué mierda de vida la que tengo Sue.
—No hable así señorita. Tiene un hijo maravilloso, ya llegará la mujer adecuada a su vida. Solo es cosa de tiempo.
—No Sue, yo ya no espero nada de esta vida. Bueno ahora me voy a la cama gracias por escucharme.
—De nada señorita. Solo una cosa más; Santy quiere ir mañana con usted a la oficina, él desea llevarle su reglo de cumpleaños a Brittany.
—Claro—dijo Santana soltando un suspiro en resignación—, Lo llevaré conmigo mañana. Y te he dicho que me digas Santana.
—Buenas noches Santana—le dijo Sue y vio cómo Santana desaparecía por la puerta de la cocina.
La mujer sintió lástima por su jefa, la conocía desde que éste era una adolescente.
Siempre fue una chica seria.
Luego conoció a Dani, de la cual se enamoró con locura, y cuando ella murió se volvió una persona solitaria y reservada.
Ya no reía tanto como hace años atrás.
Pero con la llegada de Brittany, ella vio una chispa en los ojos de Santana, la chispa que pensó que ya no volvería ver nunca más. Lástima que la vida tuviera prepara otra cosa.
A Santana le gustaba Brittany, pero al parecer, tenía novia y no era su destino estar juntas.
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Quinn entraba en el dormitorio de su amiga y la encontró aún en la cama.
Ya era la hora en que Brittany salía para el trabajo, pero estaba acostada y tapada hasta el cuello.
—Britt—dijo Quinn acercándose a su amiga.
—Hmmm—fue lo que logró contestar.
—Britt, ya es tarde, ¿no piensas ir a trabajar?
Brittany abrió los ojos y vio que el sol entraba por su ventana, trató de levantarse, pero el cuerpo le dolía demasiado.
—Quinn ayúdame a levantarme, me duele el cuerpo. Anda, ayúdame a llegar al baño.
Quinn llegó a su lado y vio que Brittany tenía los ojos vidriosos, la frente sudorosa y la cara roja.
Se acercó a su amiga para tocarle la frente, y no se equivocó, Brittany hervía en fiebre.
—Britt, tienes mucha fiebre ¿Tienes algún otro malestar?
—Me duelen los músculos, la cabeza y un poco la garganta.
—Bien, voy a buscar en mi botiquín algo para bajar la fiebre.
Brittany sentía frío, pero su cuerpo hervía por la fiebre tan alta que la estaba atacando. Sus dientes sonaban producto de la terciana que le invadía en ese momento.
Quinn llegó nuevamente a la habitación de su amiga llevando en una mano el termómetro y en la otra el medicamento para bajar la fiebre.
—A ver Britt, abre la boca—dijo y le colocó el termómetro en la boca a su amiga.
Quinn miraba a Brittany, nuca la había visto así de enferma, la ojiazul era una mujer muy sana, pero ahora la veía mal.
Tiritando de frío, pero roja por la fiebre.
Luego de un minuto, Quinn sacó el termómetro y revisó la temperatura, abrió mucho los ojos cuando vio el número que marcaba el aparato.
—Britt tienes treinta y nueve con ocho de fiebre. Te daré este medicamento para ver si baja, si no tendremos que ir al hospital.
—No Quinn, al hospital no, por favor, por favor—sollozaba Brittany media atontada por la alta fiebre.
—No Britt, si la fiebre no baja debemos ir al hospital. Esto es muy peligroso. Ahora destápate, voy por paños fríos.
—Hace frío Quinn, hace frío. No me destapes.
—Tengo que hacerlo amiga, debo bajarte esa fiebre.
Quinn la destapó y notó que Brittany estaba muy sudada. Le quitó la camisola y buscó otra para cambiársela. Luego fue hasta al baño y mojó unas toallas de manos. Colocó una sobre la frente de su amiga y otra en el vientre.
—Britt voy a llamar a tu trabajo para informar que estás enferma.
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Emily entraba en el vestíbulo de su oficina y le pareció extraño no encontrar a su secretaria sentada tras su escritorio.
Normalmente Brittany llegaba siempre antes que sus jefas.
Tal vez estaba en algún otro piso, pero llegó hasta el escritorio y se dio cuenta que el computador de su secretaria no estaba encendido.
Definitivamente Brittany no había llegado a trabajar y ya eran las nueve y media de la mañana.
Emily entró en su oficina para comenzar a revisar papeles cuando su teléfono sonó.
Vio que la pantalla mostraba el nombre de Brittany, algo había pasado, así es que se apresuró a contestar.
—Hola Brittany.
—Buenos días… eh…no… no soy Brittany. Soy su amiga y la estoy llamando porque Brittany no puede ir hoy a trabajar.
—¿Le pasó algo grave?
—Tiene mucha fiebre y dice que le duele todo el cuerpo. Estoy tratando de bajarle la temperatura, pero si no baja tendré que llevarla al hospital.
—¿Tan alta es la fiebre?
—Tiene treinta y nueve con ocho. Le di algo para bajarla, tengo que esperar y ver qué pasa.
—Bien, avísame si necesitan cualquier cosa. No dudes en llamarme, ¿ok?
—Claro, ahora la dejo, que tenga un buen día.
Cuando Quinn colgó dejó a una preocupada Emily en la oficina.
Brittany estaba con fiebre, pero ella no podía hacer nada.
Ojalá el tratamiento que estaba tomando Brittany diera resultado.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
yo creo que santana y santiago tienen que ir a cuidar a la señorita pierce!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
san se dio cuenta,.. y iba la frase "no me arreciendo que lo que paso esa noche"?,...
en serio britt lle puso la cara y ni tras palabras le dejo decir jajaj
mmm britt enferma a ver que hace san??
nos vemos!!!
san se dio cuenta,.. y iba la frase "no me arreciendo que lo que paso esa noche"?,...
en serio britt lle puso la cara y ni tras palabras le dejo decir jajaj
mmm britt enferma a ver que hace san??
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:yo creo que santana y santiago tienen que ir a cuidar a la señorita pierce!!!!!
hola, jajaajajajaj sabes, yo pienso igual la vrdd jajajaajajajaja, espero y si xD Saludos =D
3:) escribió:hola morra,..
san se dio cuenta,.. y iba la frase "no me arreciendo que lo que paso esa noche"?,...
en serio britt lle puso la cara y ni tras palabras le dejo decir jajaj
mmm britt enferma a ver que hace san??
nos vemos!!!
hola lu, xfin! jajajaajajaj, pero algo es algo, no¿? Jajajajajajajajajajajajja esa britt xD De todo para curarla, osea digo yo, no¿? jajaajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
No nos dejes así sube cap y danos maratón
Heya Morrivera********- - Mensajes : 633
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Edad : 35
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
Heya Morrivera escribió:No nos dejes así sube cap y danos maratón
Hola, lo siento no se cargo el cap o nose que paso =O pero ahora lo subo, más tu maratón jajaajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Cap 22
Capitulo 22
Santana y Santiago llegaron al piso diez pasadas las diez de la mañana.
El pequeño que, llevaba entre sus manos un ramo de rosas rojas y una caja de chocolates, corrió hasta el escritorio donde esperaba encontrar a su amiga, pero ella no estaba ahí.
Emily salió de su oficina y se encontró con el pequeño parado frente al escritorio de la secretaria.
—Hola tía, ¿dónde está Britt?
—Brittany no vino hoy a trabajar cariño.
Santana que venía entrando detrás de su hijo, escuchó que Brittany no había ido a trabajar.
Pensó que tal vez había renunciado, un frío le recorrió por la espalda.
—¿Qué le pasó a Britt tía?
—Ella está enferma. Su amiga dice que tiene mucha fiebre.
Santana sintió que el corazón se le salía por la boca.
Estaba preocupada por la rubia, quería correr hasta el departamento de Brittany y comprobar con sus propios ojos el estado de la rubia.
—Quiero ir a verla—dijo Santiago a su mamá—Llévame a ver a Britt mamá.
—Santy, no creo que sea buena idea. Está enferma de seguro no quiere recibir a nadie—dijo Emily tratando de calmar a su sobrino.
—Es mi amiga. Cuando yo estuve enfermo ella fue a verme. Yo quiero ir ahora a verla.
—Por qué no llamamos a su casa Santy y vemos cómo está, ¿te parece?—le dijo Emily a su sobrino, tratando de que el niño desistiera de ir a ver a Brittany.
—Está bien, llámala.
Emily marcó el teléfono de Brittany y al tercer tono Quinn le contestó.
—Hola, te llamo porque quiero saber cómo está Brittany.
—La verdad me tiene preocupada, aún no logro bajarle la fiebre y creo que está delirando.
—¡Tienes que llevarla al hospital!
Cuando Emily dijo eso se encendieron las alarmas en Santana, quien tomó de la mano a su hijo, y salió a toda velocidad para llegar al ascensor y bajar hasta el estacionamiento.
Condujo lo más rápido que se lo permitía el límite de velocidad del centro de la ciudad.
Llegó al edificio de Brittany.
Ella y Santiago bajaron del auto y llegaron casi corriendo hasta el portal. Llamaron al citófono y Quinn los dejó pasar cuando escuchó que Santiago pedía ver a Brittany.
Llegaron a la puerta y Santana vio que esta se abría dejando ante ella a una rubia chica vestida de jeans y camiseta.
—¡¡¡Quinn!!!—gritó el pequeño lanzándose a los brazos de Quinn.
—Hola Santy, ¿cómo estás hoy?
¿Quinn?
¿Santiago dijo Quinn? pensó Santana
¿Esa chica de melena rubia era Quinn?
¿Está era la novia de Brittany?
—Mamá, ven—dijo Santiago para que su mamá entrara en el departamento—, Ella es Quinn, la amiga que vive con Britt. Ella me ha enseñado varios trucos para pasar las etapas de la Xbox.
En ese momento Santana se sintió la mujer más estúpida del mundo.
Había estado celosa de Quinn y resultaba que Quinn era la amiga de Brittany.
—Mucho gusto señorita López, soy Quinn Fabray, o solo Quinn como dice Santy.
—Un gusto Quinn—dijo Santana sintiendo que un alivio le recorría todo el cuerpo.
—¿Dónde está Britt? Quinn quiero verla. Mi tía dijo que está enferma.
—Sí Santy, está enferma, con mucha fiebre, pero no creo que debas ir a verla.
—¿Cuál es el cuarto de Brittany?—preguntó Santana, que comenzó a caminar hacia las puertas donde se imaginaba, estaban los dormitorios.
—Es la puerta de la derecha, pero no creo…
Santana llegó a la puerta, y sin escuchar lo que la chica decía, la abrió y se encontró con un ovillo sobre la cama.
Brittany estaba sudada, tapada solo con las sábanas.
Santana llegó a su lado y se sentó a los pies de la cama, mirándola. No sabía muy bien qué hacer, solo podía mirarla.
Brittany sintió el peso en la cama y abrió los ojos.
Todo era confuso, tal vez fuera un sueño pensó.
Trató de enfocar su mirada y vio sentado a los pies de la cama a Santana.
—Ah no, otra vez estás en mis sueños ogra. Hasta cuándo.
Santana sonrió por lo que la rubia decía, pero entró en preocupación al ver que estaba delirando.
—Y más encima sonríes, te ves tan bella cuando lo haces y te salen unos tiernos hoyuelos. Deberías sonreír más seguido Santana.
Santana se acercó y colocó su mano en la frente de Brittany, ella se removió y la morena comprobó que la fiebre era demasiada.
—No Santana, no fue un error, escuchaste no fue un error. Tú sabes que no lo fue, tú sabes que no fue un error.
—Lo sé Brittany—dijo sentándola en la cama para abrazarla—, Lo sé. Sé que no fue un error. Perdóname por lo que dije.
—No te puedo perdonar ogra, me heriste mucho. Yo te quiero Santana. No fue un error, no fue un error, no, no.
Santana se sorprendió al escuchar a Brittany decirle que la quería. Y luego se preocupó porque estaba lánguida, hablando incoherencias y decidió que debía salir cuanto antes al hospital.
Le quitó la sábana que le cubría las piernas, y la cargó entre sus bazos, como a un niño pequeño.
Quinn vio cómo esa mujer cargaba a Brittany y corrió hasta ella con una manta para cubrir a su amiga que solo estaba vestida por una camisola.
—Debemos llevarla al hospital. La fiebre es muy alta.
—Está bien vamos—dijo Quinn, y abrió la puerta para que Santana saliera primero con Brittany.
Quinn y Santiago los siguieron.
Entraron al auto de Santana, quien depositó a Brittany en el asiento del copiloto. Puso en marcha el auto y se dirigieron al hospital.
Una vez ahí, entraron por la puerta de urgencias.
Santana se acercó a recepción y pidió a un médico para Brittany. Las enfermeras la hicieron entrar a un box de observación.
Diez minutos después hacía ingreso un médico que comenzó a revisar a Brittany.
Santana estaba callada, le faltaba poco para perder la paciencia, ya que el médico miraba a Brittany, pero no decía nada.
Hasta que no aguantó más y le preguntó:
—Y bien doctor, me puede decir, ¿qué tiene Brittany?
—La señorita tiene varicela. De seguro no le dio cuando niña. Dentro de poco se comenzará a llenar de ronchas, ya le están comenzando a salir en la espalda.
—Pero doctor, ¿todo esto es por la varicela? No cree que pueda ser otra cosa.
—Sí señorita, los síntomas se presentan más fuertes en las personas adultas. Dejaremos a la señorita en observación por hoy. Hay que bajar la fiebre y ya mañana podrá volver a su casa.
Santana miró a Brittany tendida en la camilla y se acercó para acariciarle el rostro.
El médico terminó de dar las instrucciones y salió, dejando sola a la pareja.
Santana le besó la frente y recordó lo que le había dicho producto de la fiebre.
Que la quería, que estaba dolida por lo que le había dicho sobre la noche que pasaron juntas.
También pensó en el descubrimiento que había hecho sobre Quinn.
Brittany no tenía novia y soltó un gran suspiro en alivio, le dieron ganas de golpearse a sí misma por pensar que la rubia había sido infiel.
Ahora sabía que Brittany era total y completamente libre.
Quería tenerla a su lado, abrazarla nuevamente, ver su cuerpo desnudo, besarla con toda la pasión que lo consumía por dentro.
Solo debía esperar que cuando Brittany se recuperara la perdonara.
Santana salió a la sala de espera para comunicarle a su hijo y a Quinn sobre el estado de Brittany.
Llegó a la sala y encontró a su hijo sentado al lado de su amiga.
Cuando Santiago vio a su mamá corrió a su encuentro, quería saber de Brittany.
—Mamá dime, ¿cómo está Britt? ¿Qué es lo que tiene? Vamos dime, qué tiene.
—Brittany tiene varicela. Estará en observación por hoy y mañana vuelve a su casa.
Santiago abrió los ojos con expresión de horror. Miró a Quinn y luego a su mamá y comenzó a llorar.
Santana se asustó, no entendía por qué su hijo reaccionaba así.
Se agachó hasta quedar a su altura para hablarle:
—¿Qué pasa Santy?
—Es mi culpa mamá—dijo Santiago colgándose del cuello de su mamá—Por mi culpa Britt está enferma. Es mi culpa, siempre es mi culpa mamá.
Santana sintió que las palabras de su hijo le traspasaban el corazón.
—No Santy, tú no tienes la culpa de nada.
—Sí mamá, yo contagié a Britt con la varicela, por mi culpa está así. No quiero que le pase nada a ella, no quiero que se muera por mi culpa como le pasó a mami.
Santana no sabía qué hacer ni qué decir.
Se quedó petrificada con lo que su hijo estaba diciéndole.
El pequeño se sentía culpable de la enfermedad de su amiga, pero lo peor era que se sentía el culpable de la muerte de su otra mamá.
—Santy, escucha lo que te voy a decir—dijo Santana, mirando fijamente a los ojos de su pequeño—Tú no eres culpable de la enfermedad de Brittany. Lamentablemente a ella la varicela no le dio de pequeña, y se podía haber contagiado ahora o después. Pero ella está bien, ya sabemos lo que tiene y los médicos la trataran para que se recupere pronto. Con respecto a lo de tu mami, fue un accidente hijo, tú no tienes la culpa de nada, escuchaste, tú no eres el culpable de que tu mami muriera.
El niño miró a su mamá, la volvió a abrazar apretándola fuertemente y siguió llorando.
—Pero tú crees que yo tengo la culpa mamá.
—Santy, ¿por qué crees que pienso eso?
—Porque desde que murió mamá estás enojada conmigo, ya no juegas como antes. Tú no me quieres.
Santana tragó el nudo que se le formó en la garganta por las palabras de su hijo.
Quinn era muda espectadora en una esquina, escuchaba todo lo que mamá e hijo se decían.
—Santy, claro que te quiero y mucho. Sé que no he sido la mejor mamá para ti y espero que algún día me puedas perdonar. Es cierto que he estado enojada, pero no es contigo, es porque echo de menos a tu mamá Dani y no he sabido qué hacer para dejar de sentirme así.
—Mamá, yo también la echo de menos.
Mama e hijo se fundieron en un abrazo, hace mucho que no estaban así.
Luego Santana le secó con sus pulgares las lágrimas a su hijo, y se prometió no volver a abandonarlo más.
Quinn se levantó de su silla y decidió que iría a ver a su amiga y así dejar a los López solos.
—¿Puedo entrar a ver a Brittany?—dijo interrumpiendo la tierna escena.
—Claro, no creo que haya problema—dijo Santana, que se incorporó, pero que mantuvo a su hijo abrazado y colgando de su cuello.
—Mamá, yo también quiero ver a Britt, ¿puedo?
—Primero deja que entre Quinn, y luego le preguntaremos al médico si puedes entrar a verla.
Una vez dicho eso Quinn se encaminó hasta donde su amiga se encontraba acostada en una camilla.
La observó un rato.
Brittany dormía y ya le comenzaban a aparecer las primeras ronchas de la varicela en la cara.
Brittany entreabrió los ojos, la fiebre estaba cediendo un poco, y vio a su amiga al lado de su cama.
—Hey Quinn, ¿qué hora es?
—La una de la tarde.
—Llamaste a mi trabajo para avisar que no iba, ¿verdad?
—Sí amiga, ya lo hice. Tú tranquila, todo está bien.
—Parece que el medicamento que me diste está haciendo efecto. Por lo menos ya no veo a mi jefa a los pies de la cama.
Quinn rió por lo que su amiga decía, quería ver qué cara pondría ella cuando le contara que su Santana la había llevado hasta el hospital.
—Britt, esa no fue una visión.
Brittany abrió los ojos de golpe y trató de fijar la vista en la habitación. Vio y definitivamente no era su dormitorio.
—¿Qué pasó Quinn? ¿Dónde estoy? Dime ¿Dónde estoy?
—Cálmate amiga, estás en el hospital, estabas con mucha fiebre.
—¿Y cómo me trajiste hasta aquí?
—Fue tu ogra quien nos trajo.
—¿Qué? ¿Cómo que Santana nos trajo?
—Sí, como lo oyes. Ella y Santy llegaron al departamento a ver cómo estabas. Santana vio mal y decidió traerte al hospital.
—¿Cómo que me vio mal?
—Eso amiga, te vio mal, ¿estás sorda? Vio que alucinabas por la fiebre, te tomó y te trajo hasta aquí.
—Entonces no lo soñé—dijo Brittany tapándose los ojos con las manos—Todo lo que dije ella lo escuchó.
—No sé qué dijiste amiga, pero si hablaste algo, ella escuchó todo.
—Lo que me faltaba.
—No puede ser tan malo lo que dijiste.
—No sé amiga, solo me acuerdo de algunas cosas. Espero no haber dicho nada comprometedor. Y al fin dime, ¿qué tengo?
—Bueno amiga, tienes varicela.
—¿Varicela? Pero, ¿no estoy muy grande para eso?
—Según lo que dijo el médico, no te debe de haber dado cuando niña y ahora como estuviste cerca de Santy cuando le dio a él, te contagiaste.
—Vaya y, ¿cuándo me puedo ir a casa?
—El médico dijo que mañana, están esperando que baje la fiebre.
—Y Santana… ¿ya se fue?
—No, está en la sala de espera con Santy. Y no sabes la escena que presencié.
—¿Qué escena? Cuéntame Quinn.
—El pequeño se puso a llorar cuando su mamá le dijo que tenías varicela. Se sentía culpable por haberte contagiado.
Brittany sintió un pinchazo en su corazón por su pequeño amigo.
Tenía que verlo, hablar con él para decirle que no era el culpable de la enfermedad de ella.
—Pobre Santy.
—Sí, y luego le dijo a la ogra que sentía que él lo culpaba de la muerte de su otra mamá. Que estaba siempre enojada con él y que ya no lo quería.
—No te creo Quinn ¿Es verdad lo que me estás diciendo?
—Sí amiga, yo estaba callada en un rincón, no quería interrumpir el momento. El pequeño se lanzó a sus brazos llorado.
—¿Y qué dijo Santana?
—Le dijo que no era su culpa que tú estuvieras enferma, que lo de su mamá Dani fue un accidente y que la perdonara por haberlo abandonado.
—Vaya, así que la ogra tiene sentimientos—dijo Brittany sintiendo un gran alivio por dentro.
Santiago había recuperado a su mamá.
—Sí, yo tuve que aguantar las lágrimas amiga, fue tan emotivo todo. Ahora prepárate, el pequeño quiere venir a ver cómo estás y de seguro viene con la mamá.
Brittany abrió los ojos en sorpresa, no quería ver a Santana.
No sabía qué le había dicho mientras deliraba por la fiebre. Tal vez le había dicho lo que sentía por ella, eso sería lo peor que le podría pasar, se moriría de vergüenza si de su boca había salido alguna declaración amorosa.
Pero sabía que no importaba lo que hubiera dicho, Santana no sentía nada por ella.
El sentimiento, en este caso, era unilateral.
El pequeño que, llevaba entre sus manos un ramo de rosas rojas y una caja de chocolates, corrió hasta el escritorio donde esperaba encontrar a su amiga, pero ella no estaba ahí.
Emily salió de su oficina y se encontró con el pequeño parado frente al escritorio de la secretaria.
—Hola tía, ¿dónde está Britt?
—Brittany no vino hoy a trabajar cariño.
Santana que venía entrando detrás de su hijo, escuchó que Brittany no había ido a trabajar.
Pensó que tal vez había renunciado, un frío le recorrió por la espalda.
—¿Qué le pasó a Britt tía?
—Ella está enferma. Su amiga dice que tiene mucha fiebre.
Santana sintió que el corazón se le salía por la boca.
Estaba preocupada por la rubia, quería correr hasta el departamento de Brittany y comprobar con sus propios ojos el estado de la rubia.
—Quiero ir a verla—dijo Santiago a su mamá—Llévame a ver a Britt mamá.
—Santy, no creo que sea buena idea. Está enferma de seguro no quiere recibir a nadie—dijo Emily tratando de calmar a su sobrino.
—Es mi amiga. Cuando yo estuve enfermo ella fue a verme. Yo quiero ir ahora a verla.
—Por qué no llamamos a su casa Santy y vemos cómo está, ¿te parece?—le dijo Emily a su sobrino, tratando de que el niño desistiera de ir a ver a Brittany.
—Está bien, llámala.
Emily marcó el teléfono de Brittany y al tercer tono Quinn le contestó.
—Hola, te llamo porque quiero saber cómo está Brittany.
—La verdad me tiene preocupada, aún no logro bajarle la fiebre y creo que está delirando.
—¡Tienes que llevarla al hospital!
Cuando Emily dijo eso se encendieron las alarmas en Santana, quien tomó de la mano a su hijo, y salió a toda velocidad para llegar al ascensor y bajar hasta el estacionamiento.
Condujo lo más rápido que se lo permitía el límite de velocidad del centro de la ciudad.
Llegó al edificio de Brittany.
Ella y Santiago bajaron del auto y llegaron casi corriendo hasta el portal. Llamaron al citófono y Quinn los dejó pasar cuando escuchó que Santiago pedía ver a Brittany.
Llegaron a la puerta y Santana vio que esta se abría dejando ante ella a una rubia chica vestida de jeans y camiseta.
—¡¡¡Quinn!!!—gritó el pequeño lanzándose a los brazos de Quinn.
—Hola Santy, ¿cómo estás hoy?
¿Quinn?
¿Santiago dijo Quinn? pensó Santana
¿Esa chica de melena rubia era Quinn?
¿Está era la novia de Brittany?
—Mamá, ven—dijo Santiago para que su mamá entrara en el departamento—, Ella es Quinn, la amiga que vive con Britt. Ella me ha enseñado varios trucos para pasar las etapas de la Xbox.
En ese momento Santana se sintió la mujer más estúpida del mundo.
Había estado celosa de Quinn y resultaba que Quinn era la amiga de Brittany.
—Mucho gusto señorita López, soy Quinn Fabray, o solo Quinn como dice Santy.
—Un gusto Quinn—dijo Santana sintiendo que un alivio le recorría todo el cuerpo.
—¿Dónde está Britt? Quinn quiero verla. Mi tía dijo que está enferma.
—Sí Santy, está enferma, con mucha fiebre, pero no creo que debas ir a verla.
—¿Cuál es el cuarto de Brittany?—preguntó Santana, que comenzó a caminar hacia las puertas donde se imaginaba, estaban los dormitorios.
—Es la puerta de la derecha, pero no creo…
Santana llegó a la puerta, y sin escuchar lo que la chica decía, la abrió y se encontró con un ovillo sobre la cama.
Brittany estaba sudada, tapada solo con las sábanas.
Santana llegó a su lado y se sentó a los pies de la cama, mirándola. No sabía muy bien qué hacer, solo podía mirarla.
Brittany sintió el peso en la cama y abrió los ojos.
Todo era confuso, tal vez fuera un sueño pensó.
Trató de enfocar su mirada y vio sentado a los pies de la cama a Santana.
—Ah no, otra vez estás en mis sueños ogra. Hasta cuándo.
Santana sonrió por lo que la rubia decía, pero entró en preocupación al ver que estaba delirando.
—Y más encima sonríes, te ves tan bella cuando lo haces y te salen unos tiernos hoyuelos. Deberías sonreír más seguido Santana.
Santana se acercó y colocó su mano en la frente de Brittany, ella se removió y la morena comprobó que la fiebre era demasiada.
—No Santana, no fue un error, escuchaste no fue un error. Tú sabes que no lo fue, tú sabes que no fue un error.
—Lo sé Brittany—dijo sentándola en la cama para abrazarla—, Lo sé. Sé que no fue un error. Perdóname por lo que dije.
—No te puedo perdonar ogra, me heriste mucho. Yo te quiero Santana. No fue un error, no fue un error, no, no.
Santana se sorprendió al escuchar a Brittany decirle que la quería. Y luego se preocupó porque estaba lánguida, hablando incoherencias y decidió que debía salir cuanto antes al hospital.
Le quitó la sábana que le cubría las piernas, y la cargó entre sus bazos, como a un niño pequeño.
Quinn vio cómo esa mujer cargaba a Brittany y corrió hasta ella con una manta para cubrir a su amiga que solo estaba vestida por una camisola.
—Debemos llevarla al hospital. La fiebre es muy alta.
—Está bien vamos—dijo Quinn, y abrió la puerta para que Santana saliera primero con Brittany.
Quinn y Santiago los siguieron.
Entraron al auto de Santana, quien depositó a Brittany en el asiento del copiloto. Puso en marcha el auto y se dirigieron al hospital.
Una vez ahí, entraron por la puerta de urgencias.
Santana se acercó a recepción y pidió a un médico para Brittany. Las enfermeras la hicieron entrar a un box de observación.
Diez minutos después hacía ingreso un médico que comenzó a revisar a Brittany.
Santana estaba callada, le faltaba poco para perder la paciencia, ya que el médico miraba a Brittany, pero no decía nada.
Hasta que no aguantó más y le preguntó:
—Y bien doctor, me puede decir, ¿qué tiene Brittany?
—La señorita tiene varicela. De seguro no le dio cuando niña. Dentro de poco se comenzará a llenar de ronchas, ya le están comenzando a salir en la espalda.
—Pero doctor, ¿todo esto es por la varicela? No cree que pueda ser otra cosa.
—Sí señorita, los síntomas se presentan más fuertes en las personas adultas. Dejaremos a la señorita en observación por hoy. Hay que bajar la fiebre y ya mañana podrá volver a su casa.
Santana miró a Brittany tendida en la camilla y se acercó para acariciarle el rostro.
El médico terminó de dar las instrucciones y salió, dejando sola a la pareja.
Santana le besó la frente y recordó lo que le había dicho producto de la fiebre.
Que la quería, que estaba dolida por lo que le había dicho sobre la noche que pasaron juntas.
También pensó en el descubrimiento que había hecho sobre Quinn.
Brittany no tenía novia y soltó un gran suspiro en alivio, le dieron ganas de golpearse a sí misma por pensar que la rubia había sido infiel.
Ahora sabía que Brittany era total y completamente libre.
Quería tenerla a su lado, abrazarla nuevamente, ver su cuerpo desnudo, besarla con toda la pasión que lo consumía por dentro.
Solo debía esperar que cuando Brittany se recuperara la perdonara.
Santana salió a la sala de espera para comunicarle a su hijo y a Quinn sobre el estado de Brittany.
Llegó a la sala y encontró a su hijo sentado al lado de su amiga.
Cuando Santiago vio a su mamá corrió a su encuentro, quería saber de Brittany.
—Mamá dime, ¿cómo está Britt? ¿Qué es lo que tiene? Vamos dime, qué tiene.
—Brittany tiene varicela. Estará en observación por hoy y mañana vuelve a su casa.
Santiago abrió los ojos con expresión de horror. Miró a Quinn y luego a su mamá y comenzó a llorar.
Santana se asustó, no entendía por qué su hijo reaccionaba así.
Se agachó hasta quedar a su altura para hablarle:
—¿Qué pasa Santy?
—Es mi culpa mamá—dijo Santiago colgándose del cuello de su mamá—Por mi culpa Britt está enferma. Es mi culpa, siempre es mi culpa mamá.
Santana sintió que las palabras de su hijo le traspasaban el corazón.
—No Santy, tú no tienes la culpa de nada.
—Sí mamá, yo contagié a Britt con la varicela, por mi culpa está así. No quiero que le pase nada a ella, no quiero que se muera por mi culpa como le pasó a mami.
Santana no sabía qué hacer ni qué decir.
Se quedó petrificada con lo que su hijo estaba diciéndole.
El pequeño se sentía culpable de la enfermedad de su amiga, pero lo peor era que se sentía el culpable de la muerte de su otra mamá.
—Santy, escucha lo que te voy a decir—dijo Santana, mirando fijamente a los ojos de su pequeño—Tú no eres culpable de la enfermedad de Brittany. Lamentablemente a ella la varicela no le dio de pequeña, y se podía haber contagiado ahora o después. Pero ella está bien, ya sabemos lo que tiene y los médicos la trataran para que se recupere pronto. Con respecto a lo de tu mami, fue un accidente hijo, tú no tienes la culpa de nada, escuchaste, tú no eres el culpable de que tu mami muriera.
El niño miró a su mamá, la volvió a abrazar apretándola fuertemente y siguió llorando.
—Pero tú crees que yo tengo la culpa mamá.
—Santy, ¿por qué crees que pienso eso?
—Porque desde que murió mamá estás enojada conmigo, ya no juegas como antes. Tú no me quieres.
Santana tragó el nudo que se le formó en la garganta por las palabras de su hijo.
Quinn era muda espectadora en una esquina, escuchaba todo lo que mamá e hijo se decían.
—Santy, claro que te quiero y mucho. Sé que no he sido la mejor mamá para ti y espero que algún día me puedas perdonar. Es cierto que he estado enojada, pero no es contigo, es porque echo de menos a tu mamá Dani y no he sabido qué hacer para dejar de sentirme así.
—Mamá, yo también la echo de menos.
Mama e hijo se fundieron en un abrazo, hace mucho que no estaban así.
Luego Santana le secó con sus pulgares las lágrimas a su hijo, y se prometió no volver a abandonarlo más.
Quinn se levantó de su silla y decidió que iría a ver a su amiga y así dejar a los López solos.
—¿Puedo entrar a ver a Brittany?—dijo interrumpiendo la tierna escena.
—Claro, no creo que haya problema—dijo Santana, que se incorporó, pero que mantuvo a su hijo abrazado y colgando de su cuello.
—Mamá, yo también quiero ver a Britt, ¿puedo?
—Primero deja que entre Quinn, y luego le preguntaremos al médico si puedes entrar a verla.
Una vez dicho eso Quinn se encaminó hasta donde su amiga se encontraba acostada en una camilla.
La observó un rato.
Brittany dormía y ya le comenzaban a aparecer las primeras ronchas de la varicela en la cara.
Brittany entreabrió los ojos, la fiebre estaba cediendo un poco, y vio a su amiga al lado de su cama.
—Hey Quinn, ¿qué hora es?
—La una de la tarde.
—Llamaste a mi trabajo para avisar que no iba, ¿verdad?
—Sí amiga, ya lo hice. Tú tranquila, todo está bien.
—Parece que el medicamento que me diste está haciendo efecto. Por lo menos ya no veo a mi jefa a los pies de la cama.
Quinn rió por lo que su amiga decía, quería ver qué cara pondría ella cuando le contara que su Santana la había llevado hasta el hospital.
—Britt, esa no fue una visión.
Brittany abrió los ojos de golpe y trató de fijar la vista en la habitación. Vio y definitivamente no era su dormitorio.
—¿Qué pasó Quinn? ¿Dónde estoy? Dime ¿Dónde estoy?
—Cálmate amiga, estás en el hospital, estabas con mucha fiebre.
—¿Y cómo me trajiste hasta aquí?
—Fue tu ogra quien nos trajo.
—¿Qué? ¿Cómo que Santana nos trajo?
—Sí, como lo oyes. Ella y Santy llegaron al departamento a ver cómo estabas. Santana vio mal y decidió traerte al hospital.
—¿Cómo que me vio mal?
—Eso amiga, te vio mal, ¿estás sorda? Vio que alucinabas por la fiebre, te tomó y te trajo hasta aquí.
—Entonces no lo soñé—dijo Brittany tapándose los ojos con las manos—Todo lo que dije ella lo escuchó.
—No sé qué dijiste amiga, pero si hablaste algo, ella escuchó todo.
—Lo que me faltaba.
—No puede ser tan malo lo que dijiste.
—No sé amiga, solo me acuerdo de algunas cosas. Espero no haber dicho nada comprometedor. Y al fin dime, ¿qué tengo?
—Bueno amiga, tienes varicela.
—¿Varicela? Pero, ¿no estoy muy grande para eso?
—Según lo que dijo el médico, no te debe de haber dado cuando niña y ahora como estuviste cerca de Santy cuando le dio a él, te contagiaste.
—Vaya y, ¿cuándo me puedo ir a casa?
—El médico dijo que mañana, están esperando que baje la fiebre.
—Y Santana… ¿ya se fue?
—No, está en la sala de espera con Santy. Y no sabes la escena que presencié.
—¿Qué escena? Cuéntame Quinn.
—El pequeño se puso a llorar cuando su mamá le dijo que tenías varicela. Se sentía culpable por haberte contagiado.
Brittany sintió un pinchazo en su corazón por su pequeño amigo.
Tenía que verlo, hablar con él para decirle que no era el culpable de la enfermedad de ella.
—Pobre Santy.
—Sí, y luego le dijo a la ogra que sentía que él lo culpaba de la muerte de su otra mamá. Que estaba siempre enojada con él y que ya no lo quería.
—No te creo Quinn ¿Es verdad lo que me estás diciendo?
—Sí amiga, yo estaba callada en un rincón, no quería interrumpir el momento. El pequeño se lanzó a sus brazos llorado.
—¿Y qué dijo Santana?
—Le dijo que no era su culpa que tú estuvieras enferma, que lo de su mamá Dani fue un accidente y que la perdonara por haberlo abandonado.
—Vaya, así que la ogra tiene sentimientos—dijo Brittany sintiendo un gran alivio por dentro.
Santiago había recuperado a su mamá.
—Sí, yo tuve que aguantar las lágrimas amiga, fue tan emotivo todo. Ahora prepárate, el pequeño quiere venir a ver cómo estás y de seguro viene con la mamá.
Brittany abrió los ojos en sorpresa, no quería ver a Santana.
No sabía qué le había dicho mientras deliraba por la fiebre. Tal vez le había dicho lo que sentía por ella, eso sería lo peor que le podría pasar, se moriría de vergüenza si de su boca había salido alguna declaración amorosa.
Pero sabía que no importaba lo que hubiera dicho, Santana no sentía nada por ella.
El sentimiento, en este caso, era unilateral.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Cap 23
Capitulo 23
Santana y Santiago seguían en el hospital esperando a que Quinn terminara la visita a su amiga para poder entrar a ver a Brittany.
El teléfono móvil de Santana sonó, miró la pantalla y se encontró con que la pantalla se iluminaba con el nombre de Elaine.
Resopló y cortó la llamada. Luego de un par de segundos el móvil volvió a sonar y lo volvió a cortar.
Pero Elaine no se daba por vencida y al final de media hora, en la pantalla del móvil se mostraban veinte llamadas perdidas.
Santana no quería apagar el teléfono, era su número de contacto para cualquier urgencia que sucediera en la naviera, pero viendo la insistencia de la mujer se decidió y lo apagó.
Quinn salía de ver a su amiga y apenas Santiago la vio, comenzó a bombardearla con preguntas sobre Brittany. Ella le respondió cada una de las interrogantes hasta que el niño se quedó tranquilo.
Después de un rato, Quinn se despidió de mamá e hijo para volver a su casa.
Al día siguiente volvería a buscar a su amiga.
Una vez solos, Santiago y Santana se dirigieron hasta la habitación donde estaba Brittany.
El pequeño fue el primero en entrar seguido por su mamá, que se mantenía a cierta distancia, no quería interrumpir el momento entre los amigos.
—¡Britt!—dijo el pequeño y corrió hasta la camilla donde se encontraba su amiga.
—Hola Santy.
—¿Estás bien? Mi mamá dice que tienes varicela.
—Sí cielo, estoy muy bien. Solo con un poco de picazón por las ronchas, pero ya se me pasa.
—Es mi culpa que te hayas enfermado. Lo siento Britt, no quería contagiarte.
—No Santy, tú no tienes la culpa. Son cosas que pasan.
Santana observaba toda la escena, no quería hablar, no quería romper el momento.
Brittany de pronto la miró y sintió que se sonrojaba.
Santana la miraba y Brittany se moría de vergüenza, ya que su cara se estaba llenando de ronchas y no era la mejor visión para mostrar a la morena que le gustaba.
—Señorita López—dijo Brittany volviéndose a sonrojar—, Le agradezco que me haya traído hasta aquí. Muchas gracias, no debió molestarse.
—No ha sido ninguna molestia Brittany. Cuando te encontré estabas delirando por la fiebre y eso es peligroso.
A la rubia le recorrió un escalofrío.
Santana la había encontrado delirando, solo rogaba no haber dicho nada que la avergonzara, sobre todo no haberle dicho nada de sus sentimientos.
Luego de que Santiago y Brittany conversaran animadamente, y que Santana solo fuera una mera espectadora, los López decidieron marcharse, no sin antes escuchar las suplicas de Santiago para quedarse con su amiga.
Pero ya era la hora de almuerzo y Santana debía volver al trabajo para organizar sus días.
Ahora tendría que ocuparse ella de todo ya que su secretaria estaría con permiso médico por lo menos diez días.
Brittany se quedó sola pensando en Santana, notaba que estaba incómoda con algo, pero no podía hablar con delante de Santiago.
Ahora estaría unos días sin verla y tal vez, con ese tiempo, pondría aclarar sus sentimientos.
****************************************************************************************************************
Era tarde cuando Santana llegó a su casa, y como cada día, se refugió en su biblioteca para comenzar a pensar en Brittany.
Estaba desesperada, no sabía cómo llegar a la rubia.
Había escuchado su declaración.
Brittany la quería y Santana se recriminaba por haber sido una gran imbécil al decirle que, la noche en el hotel del casino, había sido un error.
Se lamentaba por no haber mantenido su gran bocota cerrada. Pero ya no podía echar el tiempo atrás, debía buscar una forma para que Brittany la perdonara y darse una oportunidad con la ojiazul.
Estaba tan sumida en sus pensamientos que no se dio cuenta que alguien hacía ingreso en la biblioteca.
Era Elaine García la que aparecía frente a ella.
—Santana, cariño, estás aquí. Me tenías preocupada.
—¿Qué haces aquí Elaine?
—No me contestabas las llamadas. Cuando llamé temprano a la naviera Emily me dijo que no estabas, que habías salido ¿Dónde te has metido todo el día?
—En el hospital.
—¿En el hospital? Cariño, ¿estás bien? ¿Te pasó? algo. Ya sé, fue Santiago, ¿le pasó algo a Santiago?
—No, Santiago y yo estamos perfectamente.
—Entonces, no entiendo ¿Qué hacías en el hospital?
—Llevé a Brittany.
Elaine sintió cómo la rabia le estallaba en la cabeza al escuchar el nombre de Brittany.
—¿Y por qué hiciste eso?
—Bueno Elaine, no creo que a ti te importe por qué yo llevé a Brittany al hospital. Ahora ya me viste, así es que te puedes ir por donde viniste.
—Santana, aclárame una cosa, ¿a ti te gusta la secretaria verdad?
Santana solo la miró, no dijo nada, pero ese silencio hizo que Elaine supiera que Brittany era la mujer que ocupaba los pensamientos de Santana.
—¿Es ella verdad? Santana y, ¿qué hay de nosotras?
—Elaine, tú siempre has sabido que entre nosotras no hay nada.
—¿Cómo que no hay nada Santana?
—Lo que nosotras tenemos no es una relación. Nos juntamos y tenemos sexo porque las dos queremos, solo eso. Yo nunca te he prometido nada Elaine.
—Pero yo creí que…
—Creíste mal. Lo que ocurrió entre nosotras fue producto de mi tristeza, tú siempre has sabido que no te quiero. Nunca te di esperanzas de nada.
Ahora Elaine sí que sentía que en cualquier momento estallaría presa de la ira que estaba saliendo de su cuerpo.
Siempre había sabido que Santana no sentía nada por ella, pero tampoco había sentido nada por ninguna otra mujer.
Ahora todo era distinto, Santana estaba teniendo sentimientos por su secretaria y eso era peligroso para los planes que ella había trazado años atrás.
Más que nunca estaba convencida, debía encargarse de la situación y cuanto antes fuera, mejor.
*****************************************************************************************************************
Brittany volvió a su departamento al día siguiente.
Permaneció en cama por unos días, pero ya al cuarto día estaba aburrida en el encierro.
El sábado estaba con Quinn y Rachel frente a la Xbox tratando de jugar, ya que no era tan buena como sus amigas.
De pronto los tres escucharon el timbre, eran ya las cinco de la tarde, Quinn se levantó para ver quién era.
Brittany y Rachel siguieron jugando, reían y la morena bajita se mofaba de lo mala que era Brittany en el juego.
—Tenemos visitas—dijo Quinn que volvía a la sala con una gran sonrisa plantada en la cara.
Brittany y Rachel giraron la cabeza al mismo tiempo y se encontraron con Santiago y Santana que hacían ingreso en la sala.
Santana miró a Brittany y luego a la pequeña persona que estaba sentada a su lado, sintió que una oleada de celos se hacía cargo de ella.
Reconoció a la tipa, era la misma con la que había visto a Brittany en el gimnasio.
Le entraron unas enormes ganas de golpearla ahí mismo. Y con lo bajita que era ganaría sin problemas.
Santiago se acercó a Brittany, la saludó, pero también le entraron los celos al ver a la mini morena que estaba sentada junto a su amiga.
—Hola Britt, ¿cómo estás?
—Hola cariño, estoy muy bien, ¿y tú?
—Bien, vine con mi mamá para ver cómo estabas.
—Ya me ves Santy. Aún tengo ronchas en la cara, pero me siento muy bien.
—Y tú, ¿quién eres?—dijo el pequeño a Rachel.
Brittany sonreía al ver al niño frunciendo el ceño igual que su mamá, quien lo hereda no lo hurta pensó ella.
—Soy Rachel, la vecina de las chicas.
—Ah. Y a ti, ¿te gusta Britt?—preguntó Santiago.
Dejando a Santana con la mandíbula apretada, a Quinn con una pícara sonrisa, a Brittany sonrojada hasta más allá de las orejas y a una Rachel que abría los ojos en señal de sorpresa ante la pregunta.
—Amigo, no te voy a negar que encuentro a Brittany muy bonita.
Ahora sí que a Santana la inundaban los celos.
Quería saltar el sillón y darle un buen golpe en la narizota que tenía a la enana esa.
—, Pero a mí la que me gusta es Quinn. Es más, podrimos decir que ya somos medio novias.
—¡Genial!—dijo Santiago con una gran sonrisa. Y se sentó entre Brittany y
Rachel para concentrarse en el juego de la Xbox.
Brittany se levantó del sofá para acercarse a Santana y ofrecerle algo de beber.
Santana la miraba con sus ojos cálidos, quería hablar con Brittany, ya no aguantaba más.
—Buenas tardes señorita López. Puedo ofrecerle algo ¿Un café tal vez?
—Sí gracias, un café sería genial.
Brittany se encaminó a la cocina y Santana la siguió sin pensarlo.
La rubia comenzó a preparar todo para hacerle un café a su jefa.
—Lo siento señorita López, pero aquí no tenemos la carísima máquina de café que está en la naviera.
Santana sonrió ante la ironía de Brittany y se acercó más a la ojiazul.
—No te preocupes, ese estará bien.
Brittany sintió la cercanía de esta mujer que adoraba y que a la vez le daban ganas de matar.
Inspiró y el exquisito aroma del perfume de Santana llegó a su nariz y el recuerdo de la noche que pasaron en el casino volvió a su mente.
Se sonrojó ante la visión de Santana desnuda que se pasaba por su cabeza.
—Brittany, yo quiero hablar contigo. Sé que tal vez no me quieres escuchar, pero yo necesito pedirte perdón por lo que dije la otra noche…
—Señorita López no creo…
—Santana, dime Santana por favor, ya no aguanto más la distancia que pones entre nosotras.
—Usted es mi jefa, esa la distancia que debemos tener.
—Por favor, no hagas esto y escucha.
—No quiero.
—No seas niña y hablemos de esto, ¿quieres?
Brittany se sulfuró por lo que Santana le decía.
Santana la había tratado de niña y eso la molestó en demasía.
—No sé si deba escucharte Santana, lo que dijiste ese día no se me va a olvidar así de fácil.
—Escúchame, yo quiero que me perdones. Sé que fui una soberana idiota al decirte eso, pero me sentí una miserable, no sé si me puedes entender…
—No, no puedo entenderte.
—No es que no puedes, es que no quieres. Si me dejaras explicarte comprenderías el porqué de mi reacción.
—Bueno entonces explícame, pero no te prometo perdón, estoy demasiado herida por tus palabras.
Santana dio un resoplido, era difícil tratar con Brittany enojada y sabía que esa conversación sería casi una guerra.
—Brittany, yo me casé enamoradísima de Dani. Nos conocimos cuando éramos jóvenes, fue verla y quererla. Nunca me había enamorado antes, pero cuando la conocí, supe que era la mujer de mi vida. El día que ella murió mi mundo se derrumbó por completo. No sabía qué hacer, estuve meses encerrada en mi casa no quería ver a nadie. Ni siquiera me preocupé por Santiago, lo abandoné y no me importó dejar solo a mi hijo.
Brittany se fijó en cómo la mirada de Santana cambiaba por una de inmenso dolor ante el recuerdo de su difunta esposa.
—No tienes por qué contarme todo esto. Es algo muy personal…
—No, quiero hablarlo, quiero contarte el porqué de mis actitudes.
La desesperación porque Brittany la escuchara se apoderó de Santana.
Nunca desnudaba su alma, pero ahora, con tal de que Brittany la perdonara y le diera una oportunidad, desnudaría hasta el último pedazo de su corazón.
—Brittany hace más de dos años que no me sentía como me siento contigo, y eso me asustó. Esa noche en el casino sentí que estaba engañando a mi esposa, y sé que suena loco, pero eso fue lo que sentí. Quiero que entiendas que esa noche te deseaba, quería estar contigo, quiero estar contigo, me gustas mucho. Contigo me siento viva, me haces sentir que esta vida no es una mierda y sé que con lo que dije esa noche me gané como mínimo tu odio.
—No te odio—dijo aún pasmada ante semejante revelación—, Pero estoy enojada y dolida.
—¿Es decir que no me vas a perdonar?
—No, no te voy a perdonar.
—¡¿Se puede saber por qué jodida razón no me vas a perdonar?! Solo tienes que decir «Santana te perdono» eso es todo.
—No es tan fácil. Me heriste con tus palabras Santana, ahora vienes y dices que estás arrepentida, pero lo que dijiste aún retumba en mi cabeza.
—Por qué no lo olvidas y empezamos de nuevo.
—No.
—Brittany, corta ya tu berrinche, estás peor que Santiago ¡por favor!
—No es un berrinche, no te voy a perdonar así como así.
—Pero si ya te conté todo lo que pasó…
—Pero aun así ¿Quién me asegura que mañana no me sales con otra cosa? Primero me besas y luego no me hablas, ahora te acuestas conmigo y después me dices que fe un error.
—Eso no pasará. Brittany, yo sé que tú me quieres, ¿por qué no dejas de ser tan testaruda y terminamos con este tema?
—¿Qué dijiste?—dijo Brittany con los ojos abiertos en sorpresa cuando la escuchó decir que la quería.
—Que sé que me quieres—dijo acercándose más a la rubia, que quedó atrapada entre Santana y el mueble de cocina.
—De dónde sacas eso, estás muy equivocada yo…
—Lo escuché de tu propia boca Brittany, no lo niegues más.
—¡Cuándo, yo nunca te he dicho eso, estás loca!
—Lo dijiste el día que te llevé al hospital.
—Pero estaba enferma, con fiebre, no sabía lo que decía, eso no cuenta.
—Para mí sí cuenta. Yo sé que me quieres y mucho.
Y sin decir más, Santana la tomó por la nuca para besarla como llevaba deseando hace días.
Brittany no quiso apartarse de esa boca que le hacía perder la razón.
Aunque aún estaba enojada con la morena por sus palabras, en ese momento solo quería disfrutar de ese beso.
Se besaron con pasión, olvidando que estaban en una cocina y que al otro lado de la pared, habían tres personas más que las podían sorprender en cualquier momento.
—¡Mamá! ¿Por qué estás besando a Britt?
La voz de Santiago se escuchó de repente en la cocina, lo que las obligó a separarse del beso de golpe.
El teléfono móvil de Santana sonó, miró la pantalla y se encontró con que la pantalla se iluminaba con el nombre de Elaine.
Resopló y cortó la llamada. Luego de un par de segundos el móvil volvió a sonar y lo volvió a cortar.
Pero Elaine no se daba por vencida y al final de media hora, en la pantalla del móvil se mostraban veinte llamadas perdidas.
Santana no quería apagar el teléfono, era su número de contacto para cualquier urgencia que sucediera en la naviera, pero viendo la insistencia de la mujer se decidió y lo apagó.
Quinn salía de ver a su amiga y apenas Santiago la vio, comenzó a bombardearla con preguntas sobre Brittany. Ella le respondió cada una de las interrogantes hasta que el niño se quedó tranquilo.
Después de un rato, Quinn se despidió de mamá e hijo para volver a su casa.
Al día siguiente volvería a buscar a su amiga.
Una vez solos, Santiago y Santana se dirigieron hasta la habitación donde estaba Brittany.
El pequeño fue el primero en entrar seguido por su mamá, que se mantenía a cierta distancia, no quería interrumpir el momento entre los amigos.
—¡Britt!—dijo el pequeño y corrió hasta la camilla donde se encontraba su amiga.
—Hola Santy.
—¿Estás bien? Mi mamá dice que tienes varicela.
—Sí cielo, estoy muy bien. Solo con un poco de picazón por las ronchas, pero ya se me pasa.
—Es mi culpa que te hayas enfermado. Lo siento Britt, no quería contagiarte.
—No Santy, tú no tienes la culpa. Son cosas que pasan.
Santana observaba toda la escena, no quería hablar, no quería romper el momento.
Brittany de pronto la miró y sintió que se sonrojaba.
Santana la miraba y Brittany se moría de vergüenza, ya que su cara se estaba llenando de ronchas y no era la mejor visión para mostrar a la morena que le gustaba.
—Señorita López—dijo Brittany volviéndose a sonrojar—, Le agradezco que me haya traído hasta aquí. Muchas gracias, no debió molestarse.
—No ha sido ninguna molestia Brittany. Cuando te encontré estabas delirando por la fiebre y eso es peligroso.
A la rubia le recorrió un escalofrío.
Santana la había encontrado delirando, solo rogaba no haber dicho nada que la avergonzara, sobre todo no haberle dicho nada de sus sentimientos.
Luego de que Santiago y Brittany conversaran animadamente, y que Santana solo fuera una mera espectadora, los López decidieron marcharse, no sin antes escuchar las suplicas de Santiago para quedarse con su amiga.
Pero ya era la hora de almuerzo y Santana debía volver al trabajo para organizar sus días.
Ahora tendría que ocuparse ella de todo ya que su secretaria estaría con permiso médico por lo menos diez días.
Brittany se quedó sola pensando en Santana, notaba que estaba incómoda con algo, pero no podía hablar con delante de Santiago.
Ahora estaría unos días sin verla y tal vez, con ese tiempo, pondría aclarar sus sentimientos.
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Era tarde cuando Santana llegó a su casa, y como cada día, se refugió en su biblioteca para comenzar a pensar en Brittany.
Estaba desesperada, no sabía cómo llegar a la rubia.
Había escuchado su declaración.
Brittany la quería y Santana se recriminaba por haber sido una gran imbécil al decirle que, la noche en el hotel del casino, había sido un error.
Se lamentaba por no haber mantenido su gran bocota cerrada. Pero ya no podía echar el tiempo atrás, debía buscar una forma para que Brittany la perdonara y darse una oportunidad con la ojiazul.
Estaba tan sumida en sus pensamientos que no se dio cuenta que alguien hacía ingreso en la biblioteca.
Era Elaine García la que aparecía frente a ella.
—Santana, cariño, estás aquí. Me tenías preocupada.
—¿Qué haces aquí Elaine?
—No me contestabas las llamadas. Cuando llamé temprano a la naviera Emily me dijo que no estabas, que habías salido ¿Dónde te has metido todo el día?
—En el hospital.
—¿En el hospital? Cariño, ¿estás bien? ¿Te pasó? algo. Ya sé, fue Santiago, ¿le pasó algo a Santiago?
—No, Santiago y yo estamos perfectamente.
—Entonces, no entiendo ¿Qué hacías en el hospital?
—Llevé a Brittany.
Elaine sintió cómo la rabia le estallaba en la cabeza al escuchar el nombre de Brittany.
—¿Y por qué hiciste eso?
—Bueno Elaine, no creo que a ti te importe por qué yo llevé a Brittany al hospital. Ahora ya me viste, así es que te puedes ir por donde viniste.
—Santana, aclárame una cosa, ¿a ti te gusta la secretaria verdad?
Santana solo la miró, no dijo nada, pero ese silencio hizo que Elaine supiera que Brittany era la mujer que ocupaba los pensamientos de Santana.
—¿Es ella verdad? Santana y, ¿qué hay de nosotras?
—Elaine, tú siempre has sabido que entre nosotras no hay nada.
—¿Cómo que no hay nada Santana?
—Lo que nosotras tenemos no es una relación. Nos juntamos y tenemos sexo porque las dos queremos, solo eso. Yo nunca te he prometido nada Elaine.
—Pero yo creí que…
—Creíste mal. Lo que ocurrió entre nosotras fue producto de mi tristeza, tú siempre has sabido que no te quiero. Nunca te di esperanzas de nada.
Ahora Elaine sí que sentía que en cualquier momento estallaría presa de la ira que estaba saliendo de su cuerpo.
Siempre había sabido que Santana no sentía nada por ella, pero tampoco había sentido nada por ninguna otra mujer.
Ahora todo era distinto, Santana estaba teniendo sentimientos por su secretaria y eso era peligroso para los planes que ella había trazado años atrás.
Más que nunca estaba convencida, debía encargarse de la situación y cuanto antes fuera, mejor.
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Brittany volvió a su departamento al día siguiente.
Permaneció en cama por unos días, pero ya al cuarto día estaba aburrida en el encierro.
El sábado estaba con Quinn y Rachel frente a la Xbox tratando de jugar, ya que no era tan buena como sus amigas.
De pronto los tres escucharon el timbre, eran ya las cinco de la tarde, Quinn se levantó para ver quién era.
Brittany y Rachel siguieron jugando, reían y la morena bajita se mofaba de lo mala que era Brittany en el juego.
—Tenemos visitas—dijo Quinn que volvía a la sala con una gran sonrisa plantada en la cara.
Brittany y Rachel giraron la cabeza al mismo tiempo y se encontraron con Santiago y Santana que hacían ingreso en la sala.
Santana miró a Brittany y luego a la pequeña persona que estaba sentada a su lado, sintió que una oleada de celos se hacía cargo de ella.
Reconoció a la tipa, era la misma con la que había visto a Brittany en el gimnasio.
Le entraron unas enormes ganas de golpearla ahí mismo. Y con lo bajita que era ganaría sin problemas.
Santiago se acercó a Brittany, la saludó, pero también le entraron los celos al ver a la mini morena que estaba sentada junto a su amiga.
—Hola Britt, ¿cómo estás?
—Hola cariño, estoy muy bien, ¿y tú?
—Bien, vine con mi mamá para ver cómo estabas.
—Ya me ves Santy. Aún tengo ronchas en la cara, pero me siento muy bien.
—Y tú, ¿quién eres?—dijo el pequeño a Rachel.
Brittany sonreía al ver al niño frunciendo el ceño igual que su mamá, quien lo hereda no lo hurta pensó ella.
—Soy Rachel, la vecina de las chicas.
—Ah. Y a ti, ¿te gusta Britt?—preguntó Santiago.
Dejando a Santana con la mandíbula apretada, a Quinn con una pícara sonrisa, a Brittany sonrojada hasta más allá de las orejas y a una Rachel que abría los ojos en señal de sorpresa ante la pregunta.
—Amigo, no te voy a negar que encuentro a Brittany muy bonita.
Ahora sí que a Santana la inundaban los celos.
Quería saltar el sillón y darle un buen golpe en la narizota que tenía a la enana esa.
—, Pero a mí la que me gusta es Quinn. Es más, podrimos decir que ya somos medio novias.
—¡Genial!—dijo Santiago con una gran sonrisa. Y se sentó entre Brittany y
Rachel para concentrarse en el juego de la Xbox.
Brittany se levantó del sofá para acercarse a Santana y ofrecerle algo de beber.
Santana la miraba con sus ojos cálidos, quería hablar con Brittany, ya no aguantaba más.
—Buenas tardes señorita López. Puedo ofrecerle algo ¿Un café tal vez?
—Sí gracias, un café sería genial.
Brittany se encaminó a la cocina y Santana la siguió sin pensarlo.
La rubia comenzó a preparar todo para hacerle un café a su jefa.
—Lo siento señorita López, pero aquí no tenemos la carísima máquina de café que está en la naviera.
Santana sonrió ante la ironía de Brittany y se acercó más a la ojiazul.
—No te preocupes, ese estará bien.
Brittany sintió la cercanía de esta mujer que adoraba y que a la vez le daban ganas de matar.
Inspiró y el exquisito aroma del perfume de Santana llegó a su nariz y el recuerdo de la noche que pasaron en el casino volvió a su mente.
Se sonrojó ante la visión de Santana desnuda que se pasaba por su cabeza.
—Brittany, yo quiero hablar contigo. Sé que tal vez no me quieres escuchar, pero yo necesito pedirte perdón por lo que dije la otra noche…
—Señorita López no creo…
—Santana, dime Santana por favor, ya no aguanto más la distancia que pones entre nosotras.
—Usted es mi jefa, esa la distancia que debemos tener.
—Por favor, no hagas esto y escucha.
—No quiero.
—No seas niña y hablemos de esto, ¿quieres?
Brittany se sulfuró por lo que Santana le decía.
Santana la había tratado de niña y eso la molestó en demasía.
—No sé si deba escucharte Santana, lo que dijiste ese día no se me va a olvidar así de fácil.
—Escúchame, yo quiero que me perdones. Sé que fui una soberana idiota al decirte eso, pero me sentí una miserable, no sé si me puedes entender…
—No, no puedo entenderte.
—No es que no puedes, es que no quieres. Si me dejaras explicarte comprenderías el porqué de mi reacción.
—Bueno entonces explícame, pero no te prometo perdón, estoy demasiado herida por tus palabras.
Santana dio un resoplido, era difícil tratar con Brittany enojada y sabía que esa conversación sería casi una guerra.
—Brittany, yo me casé enamoradísima de Dani. Nos conocimos cuando éramos jóvenes, fue verla y quererla. Nunca me había enamorado antes, pero cuando la conocí, supe que era la mujer de mi vida. El día que ella murió mi mundo se derrumbó por completo. No sabía qué hacer, estuve meses encerrada en mi casa no quería ver a nadie. Ni siquiera me preocupé por Santiago, lo abandoné y no me importó dejar solo a mi hijo.
Brittany se fijó en cómo la mirada de Santana cambiaba por una de inmenso dolor ante el recuerdo de su difunta esposa.
—No tienes por qué contarme todo esto. Es algo muy personal…
—No, quiero hablarlo, quiero contarte el porqué de mis actitudes.
La desesperación porque Brittany la escuchara se apoderó de Santana.
Nunca desnudaba su alma, pero ahora, con tal de que Brittany la perdonara y le diera una oportunidad, desnudaría hasta el último pedazo de su corazón.
—Brittany hace más de dos años que no me sentía como me siento contigo, y eso me asustó. Esa noche en el casino sentí que estaba engañando a mi esposa, y sé que suena loco, pero eso fue lo que sentí. Quiero que entiendas que esa noche te deseaba, quería estar contigo, quiero estar contigo, me gustas mucho. Contigo me siento viva, me haces sentir que esta vida no es una mierda y sé que con lo que dije esa noche me gané como mínimo tu odio.
—No te odio—dijo aún pasmada ante semejante revelación—, Pero estoy enojada y dolida.
—¿Es decir que no me vas a perdonar?
—No, no te voy a perdonar.
—¡¿Se puede saber por qué jodida razón no me vas a perdonar?! Solo tienes que decir «Santana te perdono» eso es todo.
—No es tan fácil. Me heriste con tus palabras Santana, ahora vienes y dices que estás arrepentida, pero lo que dijiste aún retumba en mi cabeza.
—Por qué no lo olvidas y empezamos de nuevo.
—No.
—Brittany, corta ya tu berrinche, estás peor que Santiago ¡por favor!
—No es un berrinche, no te voy a perdonar así como así.
—Pero si ya te conté todo lo que pasó…
—Pero aun así ¿Quién me asegura que mañana no me sales con otra cosa? Primero me besas y luego no me hablas, ahora te acuestas conmigo y después me dices que fe un error.
—Eso no pasará. Brittany, yo sé que tú me quieres, ¿por qué no dejas de ser tan testaruda y terminamos con este tema?
—¿Qué dijiste?—dijo Brittany con los ojos abiertos en sorpresa cuando la escuchó decir que la quería.
—Que sé que me quieres—dijo acercándose más a la rubia, que quedó atrapada entre Santana y el mueble de cocina.
—De dónde sacas eso, estás muy equivocada yo…
—Lo escuché de tu propia boca Brittany, no lo niegues más.
—¡Cuándo, yo nunca te he dicho eso, estás loca!
—Lo dijiste el día que te llevé al hospital.
—Pero estaba enferma, con fiebre, no sabía lo que decía, eso no cuenta.
—Para mí sí cuenta. Yo sé que me quieres y mucho.
Y sin decir más, Santana la tomó por la nuca para besarla como llevaba deseando hace días.
Brittany no quiso apartarse de esa boca que le hacía perder la razón.
Aunque aún estaba enojada con la morena por sus palabras, en ese momento solo quería disfrutar de ese beso.
Se besaron con pasión, olvidando que estaban en una cocina y que al otro lado de la pared, habían tres personas más que las podían sorprender en cualquier momento.
—¡Mamá! ¿Por qué estás besando a Britt?
La voz de Santiago se escuchó de repente en la cocina, lo que las obligó a separarse del beso de golpe.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Cap 24
Capitulo 24
—¿Te gusta Britt mamá?
Santana miraba a su hijo sin saber muy bien qué contestarle, Santiago siguió:
—Es genial, yo quiero que ustedes se enamoren.
—Santy—dijo Brittany, hablando pausadamente para tratar de explicarle al niño que ese beso había sido un arrebato de su mamá—, Lo que viste fue un beso, solo eso. A veces los grandes nos besamos porque…
—Sí hijo a mí me gusta Brittany, y mucho—la interrumpió Santana dejando a una Brittany con la mandíbula desencajada.
—Eso es genial mamá. Ya ti Britt, ¿te gusta mi mamá?
Ninguna palabra salió de la boca de Brittany, pero el niño volvió a la carga con sus preguntas.
—Britt, ¿a ti te gusta mi mamá? Dime que sí por favor.
—Cielo, yo…
—Santy, no hagas más preguntas, ¿quieres?—dijo Santana.
—¿No te gusta mi mamá? ¿Es eso Britt?
Brittany vio la decepción en la cara de su pequeño amigo y se le encogió el corazón.
—Santy, no es tan fácil, ¿sabes?
—¿Por qué no? Mi mamá ha dicho que le gustas.
—Sí, pero…
—Lo que pasa es que Brittany está enojada conmigo Santy.
Brittany fulminó con la mirada a Santana.
Santana estaba usando a su hijo para que dijera algo, que sí sentía profundamente, pero que no quería gritarlo al mundo aún.
—¿Qué le hiciste mamá? ¿Por qué Britt está enojada contigo?
—Dije algo que no debía y eso la hizo enojar.
—Entonces pídele perdón a Britt mamá—dijo el niño, cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.
—Ya se lo pedí, pero ella no quiere escucharme hijo—dijo Santana, claramente divertida con la situación.
En cambio Brittany estaba cada vez más furiosa, se notaba en su cara que ya estaba más roja que un tomate.
—Britt, perdona a mi mamá, ¿quieres?
Brittany miró a la mamá y luego al hijo.
—Santy, ¿nos puedes dejar un momento solas? Quiero decirle algo a tu mamá, pero tiene que ser en privado.
—Está bien, pero perdónala. Ella te quiere y yo te quiero, ¿no te gustaría vivir con nosotros?
—Hijo, déjanos a solas, luego hablamos.
—Bueno—dijo Santiago, y salió de la cocina dejando a las dos adultas solas.
Ellas se miraban fijamente.
Santana con adoración y deseo y Brittany queriéndola con todo, pero también con unas enormes ganas de ahorcarla.
—Nunca pensé que caerías tan bajo ¿Cómo te atreves a utilizar a tu hijo para conseguir tu propósito?
—Dicen que en la guerra y en el amor todo se vale—dijo Santana con una gran sonrisa en la cara.
—Eres una descarada. No uses a Santy para tu conveniencia, ¿has pensado que él se puede sentir decepcionado?
—¿Decepcionado? ¿Por qué? Tú me quieres, yo quiero que estés conmigo, quiero que entres en nuestras vidas, y tú me dirás que sí. Santy no se sentirá decepcionado.
—Vaya, te sientes muy segura, ¿no es verdad?—dijo Brittany con las manos en las caderas y levantando una ceja.
—Brittany, termina ya con esto. Estamos perdiendo el tiempo en una conversación inútil.
—Santana, yo no…
—Te propongo algo, te daré un tiempo para que pienses y aclares las dudas.
—¿Un tiempo?
—Sí. Te quedan unos días de permiso médico, piensa en lo que hemos hablado. Yo esperaré, no forzaré nada. Pero tampoco voy a esperar un año a que me perdones y te decidas a estar conmigo. No me digas nada, solo piénsalo bien. Piensa en todo lo que te he dicho y piensa en lo que siente tu corazón.
Santana terminó de hablar, la besó en los labios tiernamente y se giró para salir de la cocina.
Brittany se quedó parada, en la misma posición en la que Santana la había dejado, no podía mover ni un solo músculo.
Luego de unos segundos por fin pudo reaccionar y se encaminó hasta la sala, donde Santana y Santiago se despedían de sus amigas.
Una vez que las López se fueron, Brittany entró en su habitación y se tiró sobre su cama a pensar en cada palabra que Santana había pronunciado.
Recordó todo lo que Santana le había dicho.
Recordó que había mencionado la declaración que le hizo el día que deliraba por la fiebre.
Repasó toda la conversación y se sorprendió al darse cuenta que, en ningún momento, Santana le había dicho que la quería.
Le había dicho que le gustaba, y que le gustaba mucho.
Que quería estar con ella, pero en ningún momento le había dicho «Te quiero Brittany.»
Eso le causó un poco de decepción y se preguntó, por qué Santana quería estar con ella si no la amaba.
Santana le había dado un tiempo para que ordenara sus sentimientos.
Ella sabía lo que sentía por la morena, ella se estaba enamorando de Santana López.
Esa noche sería larga para Brittany, de seguro no podría pegar un ojo pensando en la conversación sostenida ese día con su jefa.
Los días pasaron muy rápidos para Brittany, quien ya se encontraba totalmente recuperada y de regreso en su trabajo.
Como siempre llegaba temprano y comenzó por colocar sus cosas en orden.
Pensó que, de seguro tendría que comenzar a organizar todo como el primer día, ya que fuera con permiso médico, era seguro que sus jefas habían desordenado el estricto orden que ella mantenía en los archivos y en su escritorio, y no se había equivocado, todo estaba patas para arriba.
Comenzó con la tarea de organizar todo su escritorio y sus archivos nuevamente. En ese momento hacía ingreso en el vestíbulo Emily, que al ver a Brittany tras su escritorio solo pudo sonreír.
Cuando Brittany vio a su jefa se levantó de su silla y la siguió hasta la oficina para comenzar a repasar la agenda del día.
—Hola Brittany, ¿cómo estás hoy?
—Muy bien Emily, gracias.
—Me alegro mucho y ahora revisemos que hay en mi agenda este día.
Brittany comenzó a leerle a su jefa que citas tenía para ese día. De pronto sintió el aroma del perfume de Santana y su cuerpo se estremeció.
Pensó que definitivamente se estaba volviendo loca, ya que se estaba imaginando cosas.
Pero esta vez no era producto de su imaginación, ya que Santana si estaba ingresando en la oficina de Emily.
—Buenos días—dijo Santana con una enorme sonrisa en la cara.
—Buenos días hermana, no te voy a preguntar cómo amaneciste hoy, porque estoy viendo que estás de muy buen humor—dijo Emily que pasaba la mirada desde un sonriente Santana a una sonrojada Brittany.
—Eso es todo lo que tiene en su agenda Emily ¿Desea algo más?—dijo Brittany claramente nerviosa.
—Sí Brittany, ¿podrías traerme un jugo por favor?
—Claro, de inmediato se lo traigo. Y usted señorita Santana, ¿desea que le traiga su café acá?
—No Brittany, voy a ver unas cosas aquí con Emily y vuelvo a mi oficina. Tomaré mi café ahí.
—Muy bien—dijo Brittany y se retiró de la oficina bajo la atenta mirada de Santana.
—Y se puede saber, ¿a qué se debe tu buen humor hermanita?
—A nada, ¿acaso no puedo amanecer de buen humor sin tener un motivo especial?
—Eso sería para el resto de los mortales, pero tú necesitas una muy buena razón.
—Emily, no pasa nada solo que anoche descansé bien.
—No te creo ni media palabra de lo que me estás diciendo. Tengo un presentimiento, pero no voy a decir nada hasta que esté segura.
Brittany entró en la oficina de Emily con el jugo que le había solicitado.
Notó que había interrumpido alguna conversión entre las hermanas.
Dejó el jugo sobre el escritorio de su Emily y salió casi de inmediato, porque tenía la sensación de sentirse una intrusa.
Veinte minutos después, Santana salía del despacho de su hermana y pasaba por el escritorio de Brittany para llegar a su oficina.
Brittany preparó el café de su Santana y entró en la oficina para leerle su agenda.
Santana, como cada vez que la rubia le leía la agenda diaria, la miraba y se estremecía de deseo al recordar su boca y su cuerpo bajo ella.
Quería abalanzarse sobre la rubia y besarla hasta que las dos quedaran sin sentido.
—Eso es todo señorita, ¿necesita algo más?
—Sí, necesito que llames al Banktrans y que organices una reunión con la señorita Wilde para esta semana. Ya llegamos a un acuerdo, pero no ha querido venir a firmar nada hasta que estuvieras tú aquí. Así es que organiza todo por favor.
—Bien, ¿algo más?
—Muchas cosas más Brittany, pero voy a respetar el tiempo que te di para decirlas.
Santana sonrió sensualmente y Brittany sintió que sus piernas flaqueaban.
La morena podía con ella solo con una insinuación y Brittany se reprendió mentalmente por ser tan débil ante esta mujer.
Ese día pasó rápido para Brittany.
Después de dejar todo organizado en su trabajo, se marchó a su casa.
**********************************************************************************************************
A Santana le había costado la vida mantenerse alejado de Brittany.
Todo el día había estado excitada pensando en la rubia, la tenía tan cerca, pero debía respetar el tiempo que le había dado para que Brittany aclara sus pensamientos.
Luego de terminar el día solo se había despedido con un hasta mañana, no quería acosarla en demasía, quería que Brittany estuviera con ella pero sin forzar nada.
La semana pasó rápido.
Ese día Brittany entró en el vestíbulo del piso diez y comenzó a preparar todo para la reunión, que dentro de una hora, su jefa Santana y la representante del banco mantendrían para firmar por fin el acuerdo.
Santana y Emily entraron media hora después y ella les informó a cada una de sus respectivas agendas.
Una hora más tarde, una sonriente Kitty Wilde hacía ingreso en el piso diez.
Brittany al verla se levantó de su silla y caminó hasta su encuentro. Las mujeres se fundieron en un abrazo como saludo.
—Brittany, que bueno es volver a verte, dime, ¿cómo estás? Supe que estuviste enferma.
—Sí, estuve con varicela, pero ya estoy muy bien.
—Qué bien. Y, ¿cómo ha ido todo con la ogra?
—La verdad es que es algo de lo que no quiero hablar ahora Kitty. Es un poco complicado y largo de contar en este momento.
—Eso quiere decir que, desde la última vez que nos vimos, ha pasado algo interesante entre las dos.
—Algo así, pero vamos que la señorita Santana López te está esperando. Pero te quiero preguntar algo antes, ¿qué hiciste para llegar a un acuerdo con ella?
—Bueno, solo hablamos y llegamos a un acuerdo justo para cada parte. La verdad es que esa mujer está muy cambiada y presiento que tú tienes mucho que ver en ese cambio.
Brittany sonrió a su amiga, pero no le aclaró nada de su relación con Santana, no era el momento para eso.
Entraron en el despacho de Santana y está al verlas se levantó para recibirlas.
A Kitty la saludó con un apretón de manos y a Brittany le dedicó una brillante y cálida mirada.
Luego de conversar sobre algunos puntos del contrato ya se encontraban firmando el documento.
Llegó la hora de terminar con la reunión y Kitty se despidió de Santana con otro apretón de manos, salió de la oficina de la morena acompañada de Brittany.
Antes de despedirse Kitty le extendió un sobre blanco a su amiga.
—Toma, es un regalo para ti, espero te guste—dijo Kitty, mientras que Brittany recibía el sobre con los ojos muy abiertos.
—¿Un regalo?—dijo Brittany mientras comenzaba a abrir el sobre con curiosidad.
—Sí un regalo. Sé que ya pasó tu cumpleaños y como yo no lo sabía no te pude saludar. Considera esto un regalo de cumpleaños y además un regalo por toda la ayuda que me prestaste con la ogra de las López.
Brittany se quedó con la boca abierta, no podía creer lo que estaba frente a sus ojos.
Sacó del sobre dos ticket de primera fila para el concierto de Bruno Mars:
—Kitty… esto es… gracias, gracias—dijo abrazando a su amiga.
—De nada, espero que lo disfrutes. Este concierto lo auspicia el banco, así es que separé los mejores lugares para ti y a quien decidas llevar.
—Claro que lo disfrutaré, gracias, gracias—decía Brittany, dando pequeños saltitos como una niña.
—Bueno Brittany, ahora me voy. Te llamaré para que salgamos a comer algo y así me pongas al día de todo lo que ha pasado en estas semanas, ¿está bien?
—Sí. Nos pondremos de acuerdo. Y nuevamente gracias Kitty.
Y despidiéndose con dos besos en las mejillas, Kitty dejó el piso diez y Brittany volvió a su escritorio llena de felicidad.
Iría al concierto de Bruno Mars y en primera fila, cuando le contara a Quinn ella no se lo podría creer.
Santana miraba a su hijo sin saber muy bien qué contestarle, Santiago siguió:
—Es genial, yo quiero que ustedes se enamoren.
—Santy—dijo Brittany, hablando pausadamente para tratar de explicarle al niño que ese beso había sido un arrebato de su mamá—, Lo que viste fue un beso, solo eso. A veces los grandes nos besamos porque…
—Sí hijo a mí me gusta Brittany, y mucho—la interrumpió Santana dejando a una Brittany con la mandíbula desencajada.
—Eso es genial mamá. Ya ti Britt, ¿te gusta mi mamá?
Ninguna palabra salió de la boca de Brittany, pero el niño volvió a la carga con sus preguntas.
—Britt, ¿a ti te gusta mi mamá? Dime que sí por favor.
—Cielo, yo…
—Santy, no hagas más preguntas, ¿quieres?—dijo Santana.
—¿No te gusta mi mamá? ¿Es eso Britt?
Brittany vio la decepción en la cara de su pequeño amigo y se le encogió el corazón.
—Santy, no es tan fácil, ¿sabes?
—¿Por qué no? Mi mamá ha dicho que le gustas.
—Sí, pero…
—Lo que pasa es que Brittany está enojada conmigo Santy.
Brittany fulminó con la mirada a Santana.
Santana estaba usando a su hijo para que dijera algo, que sí sentía profundamente, pero que no quería gritarlo al mundo aún.
—¿Qué le hiciste mamá? ¿Por qué Britt está enojada contigo?
—Dije algo que no debía y eso la hizo enojar.
—Entonces pídele perdón a Britt mamá—dijo el niño, cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.
—Ya se lo pedí, pero ella no quiere escucharme hijo—dijo Santana, claramente divertida con la situación.
En cambio Brittany estaba cada vez más furiosa, se notaba en su cara que ya estaba más roja que un tomate.
—Britt, perdona a mi mamá, ¿quieres?
Brittany miró a la mamá y luego al hijo.
—Santy, ¿nos puedes dejar un momento solas? Quiero decirle algo a tu mamá, pero tiene que ser en privado.
—Está bien, pero perdónala. Ella te quiere y yo te quiero, ¿no te gustaría vivir con nosotros?
—Hijo, déjanos a solas, luego hablamos.
—Bueno—dijo Santiago, y salió de la cocina dejando a las dos adultas solas.
Ellas se miraban fijamente.
Santana con adoración y deseo y Brittany queriéndola con todo, pero también con unas enormes ganas de ahorcarla.
—Nunca pensé que caerías tan bajo ¿Cómo te atreves a utilizar a tu hijo para conseguir tu propósito?
—Dicen que en la guerra y en el amor todo se vale—dijo Santana con una gran sonrisa en la cara.
—Eres una descarada. No uses a Santy para tu conveniencia, ¿has pensado que él se puede sentir decepcionado?
—¿Decepcionado? ¿Por qué? Tú me quieres, yo quiero que estés conmigo, quiero que entres en nuestras vidas, y tú me dirás que sí. Santy no se sentirá decepcionado.
—Vaya, te sientes muy segura, ¿no es verdad?—dijo Brittany con las manos en las caderas y levantando una ceja.
—Brittany, termina ya con esto. Estamos perdiendo el tiempo en una conversación inútil.
—Santana, yo no…
—Te propongo algo, te daré un tiempo para que pienses y aclares las dudas.
—¿Un tiempo?
—Sí. Te quedan unos días de permiso médico, piensa en lo que hemos hablado. Yo esperaré, no forzaré nada. Pero tampoco voy a esperar un año a que me perdones y te decidas a estar conmigo. No me digas nada, solo piénsalo bien. Piensa en todo lo que te he dicho y piensa en lo que siente tu corazón.
Santana terminó de hablar, la besó en los labios tiernamente y se giró para salir de la cocina.
Brittany se quedó parada, en la misma posición en la que Santana la había dejado, no podía mover ni un solo músculo.
Luego de unos segundos por fin pudo reaccionar y se encaminó hasta la sala, donde Santana y Santiago se despedían de sus amigas.
Una vez que las López se fueron, Brittany entró en su habitación y se tiró sobre su cama a pensar en cada palabra que Santana había pronunciado.
Recordó todo lo que Santana le había dicho.
Recordó que había mencionado la declaración que le hizo el día que deliraba por la fiebre.
Repasó toda la conversación y se sorprendió al darse cuenta que, en ningún momento, Santana le había dicho que la quería.
Le había dicho que le gustaba, y que le gustaba mucho.
Que quería estar con ella, pero en ningún momento le había dicho «Te quiero Brittany.»
Eso le causó un poco de decepción y se preguntó, por qué Santana quería estar con ella si no la amaba.
Santana le había dado un tiempo para que ordenara sus sentimientos.
Ella sabía lo que sentía por la morena, ella se estaba enamorando de Santana López.
Esa noche sería larga para Brittany, de seguro no podría pegar un ojo pensando en la conversación sostenida ese día con su jefa.
Los días pasaron muy rápidos para Brittany, quien ya se encontraba totalmente recuperada y de regreso en su trabajo.
Como siempre llegaba temprano y comenzó por colocar sus cosas en orden.
Pensó que, de seguro tendría que comenzar a organizar todo como el primer día, ya que fuera con permiso médico, era seguro que sus jefas habían desordenado el estricto orden que ella mantenía en los archivos y en su escritorio, y no se había equivocado, todo estaba patas para arriba.
Comenzó con la tarea de organizar todo su escritorio y sus archivos nuevamente. En ese momento hacía ingreso en el vestíbulo Emily, que al ver a Brittany tras su escritorio solo pudo sonreír.
Cuando Brittany vio a su jefa se levantó de su silla y la siguió hasta la oficina para comenzar a repasar la agenda del día.
—Hola Brittany, ¿cómo estás hoy?
—Muy bien Emily, gracias.
—Me alegro mucho y ahora revisemos que hay en mi agenda este día.
Brittany comenzó a leerle a su jefa que citas tenía para ese día. De pronto sintió el aroma del perfume de Santana y su cuerpo se estremeció.
Pensó que definitivamente se estaba volviendo loca, ya que se estaba imaginando cosas.
Pero esta vez no era producto de su imaginación, ya que Santana si estaba ingresando en la oficina de Emily.
—Buenos días—dijo Santana con una enorme sonrisa en la cara.
—Buenos días hermana, no te voy a preguntar cómo amaneciste hoy, porque estoy viendo que estás de muy buen humor—dijo Emily que pasaba la mirada desde un sonriente Santana a una sonrojada Brittany.
—Eso es todo lo que tiene en su agenda Emily ¿Desea algo más?—dijo Brittany claramente nerviosa.
—Sí Brittany, ¿podrías traerme un jugo por favor?
—Claro, de inmediato se lo traigo. Y usted señorita Santana, ¿desea que le traiga su café acá?
—No Brittany, voy a ver unas cosas aquí con Emily y vuelvo a mi oficina. Tomaré mi café ahí.
—Muy bien—dijo Brittany y se retiró de la oficina bajo la atenta mirada de Santana.
—Y se puede saber, ¿a qué se debe tu buen humor hermanita?
—A nada, ¿acaso no puedo amanecer de buen humor sin tener un motivo especial?
—Eso sería para el resto de los mortales, pero tú necesitas una muy buena razón.
—Emily, no pasa nada solo que anoche descansé bien.
—No te creo ni media palabra de lo que me estás diciendo. Tengo un presentimiento, pero no voy a decir nada hasta que esté segura.
Brittany entró en la oficina de Emily con el jugo que le había solicitado.
Notó que había interrumpido alguna conversión entre las hermanas.
Dejó el jugo sobre el escritorio de su Emily y salió casi de inmediato, porque tenía la sensación de sentirse una intrusa.
Veinte minutos después, Santana salía del despacho de su hermana y pasaba por el escritorio de Brittany para llegar a su oficina.
Brittany preparó el café de su Santana y entró en la oficina para leerle su agenda.
Santana, como cada vez que la rubia le leía la agenda diaria, la miraba y se estremecía de deseo al recordar su boca y su cuerpo bajo ella.
Quería abalanzarse sobre la rubia y besarla hasta que las dos quedaran sin sentido.
—Eso es todo señorita, ¿necesita algo más?
—Sí, necesito que llames al Banktrans y que organices una reunión con la señorita Wilde para esta semana. Ya llegamos a un acuerdo, pero no ha querido venir a firmar nada hasta que estuvieras tú aquí. Así es que organiza todo por favor.
—Bien, ¿algo más?
—Muchas cosas más Brittany, pero voy a respetar el tiempo que te di para decirlas.
Santana sonrió sensualmente y Brittany sintió que sus piernas flaqueaban.
La morena podía con ella solo con una insinuación y Brittany se reprendió mentalmente por ser tan débil ante esta mujer.
Ese día pasó rápido para Brittany.
Después de dejar todo organizado en su trabajo, se marchó a su casa.
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A Santana le había costado la vida mantenerse alejado de Brittany.
Todo el día había estado excitada pensando en la rubia, la tenía tan cerca, pero debía respetar el tiempo que le había dado para que Brittany aclara sus pensamientos.
Luego de terminar el día solo se había despedido con un hasta mañana, no quería acosarla en demasía, quería que Brittany estuviera con ella pero sin forzar nada.
La semana pasó rápido.
Ese día Brittany entró en el vestíbulo del piso diez y comenzó a preparar todo para la reunión, que dentro de una hora, su jefa Santana y la representante del banco mantendrían para firmar por fin el acuerdo.
Santana y Emily entraron media hora después y ella les informó a cada una de sus respectivas agendas.
Una hora más tarde, una sonriente Kitty Wilde hacía ingreso en el piso diez.
Brittany al verla se levantó de su silla y caminó hasta su encuentro. Las mujeres se fundieron en un abrazo como saludo.
—Brittany, que bueno es volver a verte, dime, ¿cómo estás? Supe que estuviste enferma.
—Sí, estuve con varicela, pero ya estoy muy bien.
—Qué bien. Y, ¿cómo ha ido todo con la ogra?
—La verdad es que es algo de lo que no quiero hablar ahora Kitty. Es un poco complicado y largo de contar en este momento.
—Eso quiere decir que, desde la última vez que nos vimos, ha pasado algo interesante entre las dos.
—Algo así, pero vamos que la señorita Santana López te está esperando. Pero te quiero preguntar algo antes, ¿qué hiciste para llegar a un acuerdo con ella?
—Bueno, solo hablamos y llegamos a un acuerdo justo para cada parte. La verdad es que esa mujer está muy cambiada y presiento que tú tienes mucho que ver en ese cambio.
Brittany sonrió a su amiga, pero no le aclaró nada de su relación con Santana, no era el momento para eso.
Entraron en el despacho de Santana y está al verlas se levantó para recibirlas.
A Kitty la saludó con un apretón de manos y a Brittany le dedicó una brillante y cálida mirada.
Luego de conversar sobre algunos puntos del contrato ya se encontraban firmando el documento.
Llegó la hora de terminar con la reunión y Kitty se despidió de Santana con otro apretón de manos, salió de la oficina de la morena acompañada de Brittany.
Antes de despedirse Kitty le extendió un sobre blanco a su amiga.
—Toma, es un regalo para ti, espero te guste—dijo Kitty, mientras que Brittany recibía el sobre con los ojos muy abiertos.
—¿Un regalo?—dijo Brittany mientras comenzaba a abrir el sobre con curiosidad.
—Sí un regalo. Sé que ya pasó tu cumpleaños y como yo no lo sabía no te pude saludar. Considera esto un regalo de cumpleaños y además un regalo por toda la ayuda que me prestaste con la ogra de las López.
Brittany se quedó con la boca abierta, no podía creer lo que estaba frente a sus ojos.
Sacó del sobre dos ticket de primera fila para el concierto de Bruno Mars:
—Kitty… esto es… gracias, gracias—dijo abrazando a su amiga.
—De nada, espero que lo disfrutes. Este concierto lo auspicia el banco, así es que separé los mejores lugares para ti y a quien decidas llevar.
—Claro que lo disfrutaré, gracias, gracias—decía Brittany, dando pequeños saltitos como una niña.
—Bueno Brittany, ahora me voy. Te llamaré para que salgamos a comer algo y así me pongas al día de todo lo que ha pasado en estas semanas, ¿está bien?
—Sí. Nos pondremos de acuerdo. Y nuevamente gracias Kitty.
Y despidiéndose con dos besos en las mejillas, Kitty dejó el piso diez y Brittany volvió a su escritorio llena de felicidad.
Iría al concierto de Bruno Mars y en primera fila, cuando le contara a Quinn ella no se lo podría creer.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
al fin,.. san pudo hablar y explicarle todo a britt,..
como dijo san en el amor y en la guerra todo se bale,.. y si encuadra santy mucho mejor para san jajaja
a ver que decide britt en el tiempo que le dio san,..
nos vemos!!
al fin,.. san pudo hablar y explicarle todo a britt,..
como dijo san en el amor y en la guerra todo se bale,.. y si encuadra santy mucho mejor para san jajaja
a ver que decide britt en el tiempo que le dio san,..
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
Gracias por la maratón esperamos otro próximamente
Heya Morrivera********- - Mensajes : 633
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Edad : 35
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Dulce Brittany (Adaptada) Epílogo
bueno, solo espero que brittany ya se de una oportunidad con santana y que esta no la cague comportandose como una maniaca sexual, se supone que tiene que haber sentimientos!!! gracias por la maraton y hasta pronto!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Página 4 de 6. • 1, 2, 3, 4, 5, 6
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