[Resuelto]FanFic Brittana: Nunca II (Adaptada) Epílogo

Capitulo 26

Las manos de Santana llegan a mis caderas y se mueve tan jodidamente bien y eso me hace desearla más, sé que no solamente en la pista de baile puede hacerlo.

Me giro de espalda y pego mi trasero en su entrepierna, resopla en mi cuello y me aprieta más hacia ella.

—Estás acabando conmigo.

Me rio coqueta y continúo moviéndome.

—Quien no conoce tu risa tampoco entiende que no sólo la luz salva de la oscuridad, Britt.

Oh, Santana.

Eso hace que me gire y la vea, de nuevo esos ojos oscuros me piden ayuda, pero no sé cómo hacerlo, ella no me deja entrar.

Cuando se pone secreto, me pone nerviosa, algo que siempre ha causado en mí.

Tiene demasiadas barreras que ni todo el amor que sienta por ella creo que sea capaz de derribar, solamente ella misma.

—Ojalá pudiera salvarte de lo que sea que te atormente—pongo las manos alrededor de su cuello—Pero no me dejas.

—Nunca me sentí más fuerte que cuando callé para no herirte.

Casi me rio, pero antes de ponerme a llorar en su presencia, hago algo mejor, pongo mi mejilla en su pecho, no sé si podrá escucharme, pero de todas maneras lo haré.

—No hay nada que duela más que tu silencio, Santana.

La canción cambia a una más movida y no tengo la energía para saltar como una loca, así que regreso junto con Santana a la mesa, todavía Quinn y Rachel siguen en la pista de baile, y algo me dice que seguirán bailando por un buen rato.

—Iré al tocador—le aviso a Santana.

—Está bien—dice sin más y veo cuando se sirve otro trago de Whisky.

Camino lejos de ella y voy hacia el otro lado de la pista, a la barra.

Necesito tomar un trago fuerte, no ir al tocador.

Pero como sé que ni ella ni Quinn dejará que tome, es por eso que lo hago a hurtadillas como si fuese una menor de edad en estos momentos.

—Lo más fuerte que tengas—le pido al barman y éste enseguida me sirve un pequeño trago que llevo a mi boca en cuestión de segundos, el segundo y tercero.

Le pago y limpio mi boca con el dorso de mi mano.

Cuando me bajo del taburete me doy cuenta que no fue una muy buena idea, me siento mareada y como puedo regreso a la mesa que está completamente vacía.

¿Dónde están todos?

Me llevo las manos a la cabeza e intento aclarar mi vista y actuar normal, si Quinn me ve así se volverá loca.

Es por una razón muy obvia que no bebo, soy una cobarde, me emborracho rápido y cometo estupideces.

Me tranquiliza un poco ver a lo lejos a Quinn y Rachel que siguen bailando.

Pero lo que definitivamente no me tranquiliza es sentir el aliento caliente de alguien detrás de mí.

—¿Bailamos?—pregunta.

No respondo, más me levanto de la alta silla y veo la punta de mis pies mientras voy caminando cuando alguien me toma de la cintura y me atrae hacía ella.

—¿¡Qué mierda…

Levanto la vista y veo a Santana, que me ha separado de una tipa que ni siquiera conozco, pero que prácticamente me estaba arrastrando a la pista de baile.

—Oye, búscate la tuya—le espeta la chica desconocida a Santana.

— ¿A ti no te han enseñado a no tocar la chica de otra?

Abro los ojos como platos por referirse a mí como su chica, cuando ni siquiera somos amigas.

—Primero no soy tu chica—le enfrento—Segundo ni siquiera me caes bien y tercero, bailaré con…

—Kitty—responde divertida la ya no tan desconocida.

—Con Kitty.

Santana levanta una ceja furiosa y se acerca a mí.

—¿Has bebido?

—A ti qué te importa, celebridad.

—Parece que no es tu chica ya, Snixx López—le dice divertida—No es nada personal, amiga.

—No soy tu amiga—le escupe furiosa.

—¿Qué sucede?—mi hermana llega y me parece ridículo que tengamos esta conversación ahora—¿Y tú eres?

—Kitty—le tiende la mano—Quería bailar con…

—Britt—respondo ahora yo.

—¿La conoces?—pregunta mi hermana sobreprotectora.

—Sí.

—No—me corta enseguida Santana—La acaba de conocer.

—¿Disculpen?—continúa Kitty—¿Acaso eres una chica intocable o algo por el estilo? Primero ella y ahora tú—señala a mi hermana.

—Soy su hermana mayor—hincha su pecho—Y sí es intocable, Britt no baila con personas desconocidas.

—¡A la mierda!—les grito y tomo a Kitty de la mano y ahora soy yo la que la arrastra a la pista de baile.

Es una canción un poco lenta, por lo que no tendré miedo de caerme.

Kitty me sonríe y yo también, debo admitir que es una chica muy guapa, cabello rubio, ojos verdes y un poco bajita, casi tanto como Rachel, pero no tanto, muy fresca y además se mueve bien.

—Eso fue muy valiente de tu parte—me aluda—Eres afortunada de que te cuiden tan bien y prometo no cruzar ninguna línea.

Le sonrío.

—Lo siento por eso, mi hermana y su amiga son un poco controladores.

Kitty ve por un segundo hacia ellas, han vuelto a la mesa pero Santana no aparta su mirada de mí como si me cuidara o por ser solamente una idiota.

—Creo que le gustas.

—A ella le gustan todas.

—Soy Kitty—se presenta esta vez como se debe—Kitty Wilde, fotógrafa recién graduada y si fueses mi hermana, y doy gracias a Dios que no lo eres, también te cuidaría igual.

Le tiendo la mano.

—Britt Pierce, futura psicóloga y también agradezco que no seas mi hermana, con una tengo suficiente.

Kitty parece ser una tipa agradable, continuamos bailando y sí, no ha cruzado la línea y más bien parece que si me toca se quemara, agradezco por eso, dije que no iba a utilizar a nadie, y la verdad es que no lo hago, tengo derecho a divertirme y Kitty solamente llegó cuando más la necesitaba.

—Ha sido un placer, conocerte Britt Pierce—me planta un beso en mi mano.

—Lo mismo digo—le sonrío y me despido.

Cuando regreso a la mesa tres pares de ojos me fulminan con la mirada.

—¿Lista para irnos?—Quinn se dirige a mí muy seria—¿O quieres seguir actuando como una chica fácil y ebria por el resto de la noche?

Hasta la sonrisa de Rachel se borra de inmediato por lo que mi hermana acaba de soltarme de un solo golpe.

Jamás me había hablado así.

—¿Cuál es tu problema?

—No—se pone de pie y me enfrenta—¿Cuál es tu problema? Puedo soportar todas tus locuras pero fuiste demasiado lejos, ni siquiera conoces a esa y además has bebido.

—Bueno esa se llama Kitty—la enfrento también pero en realidad también quiero que escuche Santana lo que estoy a punto de decirles—Y me gusta.

Dice que no con la cabeza.

—Eres increíble, Brittany.

—Que tú seas una gallina con las mujeres no me hace a mí una cobarde a mi también.

Eso fue un golpe bajo y enseguida me arrepiento, los ojos de Quinn me exterminan y cuando quiere enfrentarme de nuevo, la mano de Santana la detiene.

—Déjala, está ebria—le dice por lo bajo pero es inútil.

—Te he escuchado, idiota.

—Eso era lo que quería, niña.

Veo a Rachel y se encoje de hombros.

Tres contra una, lo puedo soportar.

Intento caminar pero apenas y puedo mantenerme de pie con mis zapatos. Tropiezo y enseguida mi hermana me sostiene.

La veo con cara de cachorro y me aferro a su brazo.

Soy una idiota cuando estoy ebria, tan patética y me compadezco de mí misma.

No debo cargarla con Quinn, es con la idiota de su amiga que debería descargar toda mi frustración.

—Lo siento—susurro.

Ignora mi disculpa y abre la puerta para mí. Rachel va de copiloto y Santana sube a mi par, la odio.

Dejo caer mi cabeza hacia atrás y me giro para verla, tiene la mirada en la ventana, pero no me importa.

—¿De qué estás huyendo, Santana López?—pregunto casi cerrando los ojos, pero puedo ver que mi pregunta hace que me vea, cuando mi cuerpo está completamente quieto, siento que toma mi mano y la aprieta.


Ese pequeño roce hace que me den ganas de llorar, entonces lo hago.

Lloro pero no puede verme ni oírme, sin soltar su mano, con mi mano libre, limpio mis lágrimas cuando veo que hemos llegado a casa.

Santana tiene algo extraño, pero sana cada célula de mi cuerpo.

Ya puedo ver claramente, la borrachera se ha ido y puedo mantenerme de pie.

Las cuatro entramos a la casa y yo subo hasta mi habitación, esta vez sin ayuda de nadie.

Capitulo 27

Una vez me he despojado de toda mi ropa, me meto a la ducha para terminar de aclarar mi mente y reunirme con las chicas abajo.

Me veo al espejo mientras peino mi cabello y pienso en mis padres, lo primero que me ordenaron fue que no cometiera ninguna locura, y eso fue lo que hice hoy, me expuse al peligro.

He visto lo que pasan en las discotecas, ponen algo en tu bebida y es una noche segura para los opresores.

Me pongo unos vaqueros y un suéter negro como mi alma y bajo las escaleras, me sorprende que no veo a nadie ni escucho nada.

Voy hasta la cocina y tomo un vaso con agua y además una pastilla para el seguro dolor de cabeza que tendré dentro de poco.

—No deberías mezclar medicamentos con alcohol—las pastillas salen volando de mis manos por la voz enronquecida de Santana.

—¡Dios!—chillo—¡Tienes que dejar de hacer eso!

Santana, levanta las pastillas del suelo y las deja ir en el lavabo.

—¿Te divertiste esta noche?

No sé si responder a esa pregunta.

Pero de todas maneras lo hago.

—Sí ¿Y tú?—la desafío—Realmente me has sorprendido con tus celos de la noche a la mañana.

—Deja tú lo sorprendente y fíjate en lo imperfecto—espeta y sus ojos negros brillan y piden a gritos algo que no sé—Es mejor querer así.

¿Querer?

—Te has empeñado en rechazarme—obtengo su atención con la pesadez de mi voz por lo que le estoy confesando por primera vez—Siempre lo has hecho, y ahora que ves que alguien más llama mi atención, tú te empeñas en querer joderlo.

—¿Rechazarte?

Recuerdo aquellas cinco palabras.

—Eres una niña para mí—le recuerdo—¿Lo recuerdas? Supongo que en tu jodida cabeza todavía soy una, lo he aceptado y no me importa que me veas de esa manera, decide ahora mismo, Santana—me acerco poco a poco hasta tocar su pecho con el mío—¿Sigo siendo una niña para ti?—le pregunto con lágrimas en los ojos—Porque esta niña quiere salvarte de lo que sea que estés huyendo.

Cierra sus ojos y veo cuando aclara su garganta para decir algo.

Pero no lo dice, más bien lo hace.

Me quita el vaso de agua de las manos y me toma de las manos no tan fuerte pero tampoco suave para poder soltarme, no es que quiera hacerlo, en realidad no quiero estar en otro lugar.

En pocos segundos estamos en la casa del jardín, las luces están apagadas pero puedo verla a través de la luz de la luna que entra por la ventana.

—No eres una niña para mí, Britt—susurra pegando su frente con la mía—Y tampoco puedes salvarme.

Estrella sus labios con los míos de manera salvaje y la recibo con vehemencia.

De nuevo me lleva hasta su cama y permanecemos besándonos con la ropa todavía puesta, pero que definitivamente está empezando a interponerse en nuestro camino.

—¿Qué buscas en mí, entonces?—pregunto jadeando por un segundo para tomar aire después de ese beso.

Entonces me ve.

—Lo realmente importante no se busca… se encuentra.

—¿Y qué encontraste?

Se quita la camisa por encima de su cabeza y no lleva sujetador y veo la perfección de sus pechos y cuerpo.

—El perdón.

Regresa a mis labios nuevamente y ahora ella levanta mi camisa por encima de mi cabeza, de nuevo vuelvo a estar casi desnuda ante ella y voy a matarla si se detiene.

Mis manos como aquella vez, van hacia el broche de su pantalón y lo suelto.

—¿Qué deseas, Britt?—susurra en mis labios y permite que la toque sin pudor—Pídemelo y para mí será un placer dártelo.

Cuando toco sus pechos y luego su sexo le respondo:

—Quiero que me tomes.

Gruñe en mi cuello y se levanta rápidamente. Pienso que va a huir de nuevo, pero me sorprende cuando sonríe y sus manos llegan hasta la cremallera de mis pantalones y los baja suavemente junto con mi ropa interior.

Me tiende la mano y sin vacilar la tomo, me sienta sobre la cama y lleva sus manos hasta el broche de mi sostén.

Baja las copas y vuelvo a dejarme ir de espaldas, ella patea el resto de su ropa con los pies y ahora estamos piel con piel.

—No tienes que demostrarme nada—acaricia mis labios con la yema de sus dedos—Eres libre de hacer lo que quieras.

Acaricio su rostro para besarla de nuevo y al mismo tiempo verla a los ojos.

—La única libertad que pido es que nadie me diga cómo sentir... y yo quiero sentirte.

La traigo hacia mí y acaricio su lengua con la mía mientras ella se acomoda más en medio de mis piernas, no me siento nerviosa, pero sí siento algo extraño que no puedo explicar.

Llegará un instante en que sabré cómo sobrevivir a este pensamiento que me corta la respiración y me hace sentir como jamás lo había soñado.

Poco a poco la voy sintiendo, se acomoda mejor y va uniendo nuestros sexos hasta que se rocen, mientras que con una mano va penetrándome poco a poco y me quejo del dolor que me causa.

—Mírame—me pide—Mírame cuando te hago mujer, Britt.

Abro mis ojos con todas mis fuerzas y clavo mis uñas en su espalda mientras sigue entrando más en mí. Ahogo un gemido en sus labios entreabiertos por contenerse de no lastimarme y empiezo a mover mis caderas a paso lento.

—Santana.

—¡Joder, Britt!—gruñe empujando todavía más—Te sientes tan bien.

—Tú también—jadeo apretándome en el interior.

El dolor desaparece y ahora solamente nos movemos con cada embestida que Santana golpea en mí.

Grito, la araño y hasta lloro por el placer que me da y que pensé que era imposible llegar a sentir algún día.

Y sobre todo de la persona que siempre he amado.

Llevo mis manos a su duro trasero y lo aruño apretándolo más a mí cuando siento un fuerte escalofrío apoderarse desde mi cuero cabelludo hasta la punta de mis pies y tiemblo.

—¡Santana!—grito jadeando—¡Dios!

Se ríe por saber que ha hecho un gran trabajo haciéndome correr de manera tan colosal.

—Por favor, córrete—le pido—Quiero que te corras tú también.

—Mierda—saca sus dedos de mi y acelera más sus movimientos—No quiero lastimarte, Britt-Britt.

—No lo harás—la aliento para que no se detenga, se siente tan bien sentirla todavía después haberme corrido y quiero que ella se sienta igual que yo.

Confía en mis palabras y hace lo que le pido, se mueve cuatro veces más y hasta yo puedo sentir su propio placer, busca mis labios y ahogamos nuestros gemidos mientras sigue deslizándose ahora suave hasta que nuestras respiraciones se normalizan.

—¿Estás bien?—ese nuevo tono de voz, solamente me hace sonreír de manera diferente ahora.

—Como nunca.

Se acuesta a mi lado y me trae hasta su pecho. Acaricio sus pechos y trazo besos en su cuello y mejilla.

—Tu hermana va a matarme—se ríe—Pero estoy dispuesto a todo.

Me ve por un segundo que no digo nada y me da un rápido beso en los labios.

—Ahora eres mía, Britt.

Y no tengo ningún problema con ello.

Veo hacia la ventana y me pregunto dónde está Quinn y Rachel.

—Seguramente están haciendo algo parecido, pero no mejor.

Hago una mueca por esa imagen y se ríe de mí.

—Eres un idiota—me tapo la cara y rio a carcajadas.

—No dejes de sonreír—me pide ahora muy seria para mi gusto—No sabes los milagros que hace tu hermosa sonrisa.

¡Por Dios!

Ni en un millón de años me imaginé que Santana me hablara de esa manera y mejor aún, de hacer lo que acabamos de hacer.

Todo parece perfecto ahora, espero que no lo joda o peor aún, joderlo yo con mis inseguridades.

—¿En qué piensas?—me pregunta por mi breve silencio.

—Quiero dos cosas—respondo colocándome sobre ella—Una ducha y volver a hacer el amor contigo hasta el amanecer.

—Bueno—tiembla debajo de mí riendo—La ducha es un hecho, pero lo de hacer el amor hasta la madrugada creo que ya lo cumplimos, son las tres de la mañana.

—Ah—me mofo—Entonces hasta que salga el sol.
 

Capitulo 28

Amanecí en los brazos de Santana por primera vez y se sintió algo mejor que un sueño hecho realidad.

No quise despertarla y me fui al interior de la casa, no sin antes besar sus labios soñolientos.

Subo las escaleras y maldigo en cada escalón, estoy un poco adolorida, para ser mi primera vez, no debí pedir hacer el amor tantas veces, aunque no me arrepiento a pesar del dolor en mis muslos, cada momento con Santana es único.

Entro a mi habitación y me doy una larga ducha, después bajo hasta la cocina y este Domingo pienso cocinar para todas, supongo que Rachel también está en casa, por lo que pongo una mesa para cuatro.

Preparo huevos fritos, tocino y tostadas.

—Buenos días, torpe—saluda un Quinn soñolienta.

—Buenos días—le sonrío y recuerdo la noche anterior, no debí hablarle de esa manera y decirle gallina, mi hermana es muy valiente y después de mi papá, ella es mi héroe.

— ¿Tú preparando el desayuno?—ve todo lo que he preparado y lo aprueba.

—Es mi disculpa por lo de anoche—me acerco a ella con los hombros caídos—Soy una idiota.

—Lo eres—me ve seria—Pero tienes razón, ya eres una mujer y además adulta.

—¿Eso quiere decir que…

—Eso quiere decir que nada—me gira para que me siente—Solamente te lo dije para que no te sintieras mal, no es que vaya a aprobar tan fácilmente a cualquier idiota que quiera estar contigo.

Me muevo incómoda, eso significa que si Quinn se llega a enterar de que Santana y yo estamos juntas, estamos muertas.

—¿Dónde está Rachel?

—Sigue dormida—se sonroja y luego pregunta—¿Dónde está San?

—¿Y cómo por qué tengo que saberlo?—disimulo un poco—Debe de estar… durmiendo.

Quinn repasa mi respuesta y se encoje de hombros, escucho que alguien baja las escaleras y es Rachel que viste una camisa grande de Quinn y se sonroja cuando me ve.

—Buenos días.

—Cariño—Quinn se levanta y la ayuda a sentarse—Britt ha preparado el desayuno.

—Buenos días—esa voz me hace casi derramar el jugo.

No sé si podré disimular un poco ahora nuestro odio/amor, pero será divertido.

Quinn no debe saber nada, ya se lo diremos luego, aunque Rachel no es ninguna tonta, de inmediato se da cuenta que me he sonrojado y abre los ojos como platos al darse cuenta de mi nerviosismo.

—Buenos días, San—saluda Quinn y luego Rachel—Britt ha preparado el desayuno.

Santana se siente a mi lado, Quinn no parece darle mucha importancia, pero ahora me hace falta el aire tenerla tan cerca, además que tiene su cabello húmedo de la ducha y huele malditamente bien.

—¿Y es confiable?—pregunta Santana, parece que ha empezado a hacerme la guerra de mentiras.

—Britt cocina de maravilla—agrada Quinn, llevando su primer bocado a la boca—Te enamorarás de sus manos.

Santana se atraganta con su vaso de jugo y Rachel se ríe por lo bajo.

—Mierda, ¿Estás bien?—pregunta Quinn.

Santana carraspea su garganta.

—Sí.

Ahora yo muerdo mi labio inferior y empiezo a desayunar.

—Está delicioso, Britt— Rachel me hace un guiño.

—Gracias.

—He probado cosas peores—insulta Santana y de inmediato la fulmino con la mirada divertida.

—Bueno si no te gusta, tienes la cocina libre para que nos deleites con tu comida, celebridad—me defiendo.

—No gracias, ese es trabajo tuyo, princesa.

—Seguramente no puedes ni calentar agua.

—Puedo calentar agua y otras cosas.

Quinn se atraganta y Rachel le da una palmadita en su espalda mientras sigue riéndose de nuestra broma interna.

—¿Qué sucede con ustedes?—pregunta—Parece que cada día se empeñaran en querer matarse.

—Su culpa—vuelvo a defenderme.

—Lo mismo digo—me sigue Santana.

Siento su mano que aprieta mi muslo derecho y me sonrojo.

Es una idiota, pero ahora, amo a esta idiota.

Cuando terminamos el desayuno, Rachel se ofrece a ayudarme pero enseguida le digo que se una con Quinn, que yo me encargo sola.

Pero no es por eso, es porque Santana ha estado esperando que nos quedemos solas en la cocina mientras ella ha estado tomando sorbos del mismo vaso con agua durante los últimos diez minutos.

Cuando Quinn y Rachel han subido de nuevo. Siento las manos en mi espalda.

—Estás en problemas, Britt-Britt—me susurra—He despertado sola está mañana.

—Quería prepararles el desayuno—sonrío mientras sigo lavando los platos.

—Uno muy rico por cierto—besa mi cuello y me hace estremecer—No fue verdad lo que dije hace rato, pero creo que funcionó.

—Lo sé.

Me limpio las manos y me giro hacia ella, pongo mis manos alrededor de su cuello y la beso.

Cuando escuchamos la risa de Quinn y Rachel, disimulo un poco y Santana también.

—Tengo que ir a la oficina—me avisa Quinn —¿Estarás bien tú sola?

—Si te refieres a que no mataré a tu amiga, cuenta con ello.

Pone los ojos en blanco y se va en compañía de Rachel.

—Adiós, chicas.

Me hace guiño y Santana me ve.

—Rach lo adivinó—le confieso y Santana se ríe.

—Ella es más lista que Quinn.

—Es por eso que hacen buena pareja.

—Supongo que siendo mi novia me convierte a mí en el listo entonces.

Me quedo en silencio y las mariposas en mi estómago también dejan de moverse.

Puedo echarme a llorar en estos momentos, pero decido mejor dejarlo para las cosas tristes, en estos momentos soy la persona más feliz del mundo.

—Está bien—se acerca a mí—Tú eres la lista.

Sigo sin hablar.

—¿Britt, qué sucede?—acaricia mi mejilla preocupada.

—¿Acabas… acabas de llamarme tu novia?—tartamudeo y se da cuenta de la verdadera razón de mi silencio.

Muerde su labio inferior y se mueve nerviosa.

—Ah, eso—toca su cabello y hago que me vea a la cara cuando esta vez yo toco su rostro.

—Respóndeme.

—Eres mi novia—afirma seria y besando mis temblorosas manos—A menos que quieras discutirlo.

Al diablo con discutirlo.

Me lanzo a sus brazos y le beso toda la cara, se ríe y me abraza con más fuerzas mientras me coloca sobre la isla de la cocina y me besa con mucho deseo.

—Prometo no romper tu corazón, Sanny.

Me ve con el corazón en la mano.

—Yo debería de hacerte esa promesa, Britt-Britt.

—No prometas—la llevo hacia mí y la abrazo—Con que cumplas es suficiente.

Y como si no tuviésemos lo suficiente de la una de la otra, me lleva esta vez hasta mi habitación y me pierdo en ella.




—Te llevaré a la universidad.

Sé que ahora a mi novia no se le discute, y tampoco pienso hacerlo, si así será siempre, que ella me esté viendo desnuda en mi cama mientras me preparo, estoy feliz con ello.

—Estaría muy agradecida—respondo mientras termino de cambiarme, Santana sigue en mi cama y solamente me ve de pies a cabeza.

—¿Cómo me veo?—le pregunto, mostrándole mi hermoso vestido formal hasta la rodilla color negro, es muy conservador, pero también sexy por su escote en la espalda que lo cubriré con una chaqueta a juego y zapatos de tacón alto—Hoy tengo una presentación y si todo sale bien, podré presentar mi tesis antes de tiempo.

—Eso es grande—ve todo mi cuerpo de arriba hacia abajo de forma coqueta—Luces jodidamente sexy vestida así.

—Gracias—me acerco a ella y la beso en los labios.

—¿De qué hablarás?

—Puedes estar presente y verlo por ti misma.



—¿Estás nerviosa?

Todavía seguimos en el auto, pero no me preocupa mi presentación, es que Brenda también estará presente y por supuesto que verá a Santana, no quiero que lo arruine y vaya con su lengua de arpía o intente separarme también de ella.

—Brenda estará ahí.

Santana dirige su mirada lejos de mí por un momento y luego regresa y me sonríe.

—Ella no significa nada para mí, Britt.

—Creo que ella no sabe la diferencia de eso, solamente va y toma lo que quiere.

—Yo no soy el idiota de Sam—espeta un poco molesta—Yo no te engañaría jamás.

—Lo sé—la abrazo por sentirme culpable de pensar que me engañaría también—Por favor, no te enojes.

—Mírame, Britt—me toma la cara con sus manos y hace que la vea—Cuando la cago lidio con mi mierda de la manera menos sana.

—¿Y cuál es esa?—temo hacer la pregunta porque ya me imagino la respuesta.

—Las mujeres o el Whisky—arrastra las palabras—Es lo que soy, Britt. Pero intentaré no cagarla contigo.

¿Cagarla conmigo?

¿A quién sí ha lastimado?

Sé que si le pregunto no me lo dirá de todas maneras.

—Que lo intentes es lo más grande que alguien me haya dado, San.

Me besa y sé que este beso está cargado de mucho miedo, aunque no lo diga puedo sentirlo, también tiene miedo de lastimarme, pero lo que ignora es que también yo podría hacerlo.

—Ahora—me sonríe y de nuevo vuelvo a respirar—Quiero conocer a la pequeña genio de la que una vez me hablaron.

Asiento y sale del auto, abre la puerta para mí y me ayuda a salir.

Hay muchas personas esta tarde, otras universidad han venido para ver los seminarios de futuros graduados de la facultad de psicología, para mí fue un honor ser nombrada una de ellas, ya que aunque estés a punto de graduarte, si no obtienes el índice necesario no tienes la oportunidad de elegir un tema y exponerlo ante muchos profesionales.

Santana me toma de la mano y siento que voy flotando.

Luce demasiado bien en su vestido negro, ni siquiera sabía que traía uno de esos, así que me sorprendió cuando la vi salir de la casa del jardín, vestida tan elegante y formal, además de haberse peinado y oler como el mismo cielo.

Es mi novia.

La niña en mi interior también se siente al fin, feliz sobre ello.

—Puedes sentarte donde tú quieras—le indico—En un momento estaré contigo.

Hace lo que le pido y ya está empezando a robar miradas, aplaudo para mis adentros por tener la novia más sexy de todas y ahora sí, me siento completa y espero que esta tarde todo salga bien.

Capitulo 29

—Todo está listo para su presentación, señorita Pierce—me avisa la Dra. Tina Cohen-Chang y colega de mi mamá—Es una lástima que tu mamá no esté presente, pero lo grabaremos todo para que lo vea a su regreso.

Es una genio o algo parecido, ya que a su corta edad se graduó hace dos años y logro llevarse muy bien con mi mamá y aprender de ella.

—Gracias, Dra. Tina.

—Puedes esperar con tu acompañante—la ve por un momento—Me da mucho gusto verte tan contenta después de lo sucedido, se ve que es una buena chica.

Mi mamá tuvo que haberle dicho lo que pasó, dice que la doctora Tina será una de las influencias más grandes en la facultad de psicología, por lo que si no me vi perjudicada de manera social, sé que es gracias a ella.

—Realmente lo es—veo a Santana a lo lejos y le sonrío.

Saludo un par de personas más y otros compañeros que también les tocó dar su presentación, aunque no somos amigos, les doy la buena vibra y les deseo la mejor de la suerte como ellos a mí.

Busco a Santana con la mirada para reunirme con ella y lo que temí está sucediendo, veo a Brenda que está hablando con ella y me tenso.

Vamos, Brittany. No pasa nada.

Sigo caminando hacia ellas y veo a Santana que está molesta por su presencia.

—Britt-Britt—toma mi mano—Te estaba esperando.

Brenda me ve de pies a cabeza y se ríe.

—Eres increíble, Britt Pierce.

Más que un cumplido es pura ironía y no voy a permitir que arruine mi tarde.

—Lo mismo para ti, Brenda.

—Siempre quedándote con mis sobras—ve con desprecio a Santana y éste me detiene cuando quiero acércame a ella y no precisamente para hablar.

—Aquí la única que sobra eres tú, Brenda—intercepta por mí Santana—No quiero que te acerques a Britt o a mí ¿Has entendido?

Brenda echa humo por la nariz y sin decir nada se va.

—¿Estás bien?—Santana toma mi mano y hace que me siente con ella.

—Sí.

La verdad es que me siento orgullosa de Santana porque sabe manejar las cosas mejor que yo, cada día conozco algo diferente de Santana López, y eso me gusta, porque son cosas buenas, y espero que las malas no sean tan grandes como para arruinar lo que tenemos.

La primera expositora habló sobre la depresión, un tema muy delicado, pero supo manejarlo bien e indagar en varios puntos importantes.

Aunque no pude decir si le fue bien en la ronda de preguntas.

Algunos doctores la acribillaron demasiado con sus interrogaciones, pero al final obtuvo muchos aplausos.

Ahora era mi momento y estaba muy nerviosa.

—Todo saldrá bien, Britt-Britt—me alienta Santana, besando mis manos cuando me pongo de pie mientras escucho mi nombre y varios aplausos.

Subo al escenario y ya mis notas están sobre el tablero.

—Buenas tardes—me presento y de inmediato aparece la fotografía de Miguel Ángel sobre la pantalla y debajo de él la palabra Duelo— La pieta, de Miguel Ángel, el sentimiento de duelo es motivo constante del arte, y también como historia. La ciencia y el duelo, puede ser un proceso duro de adaptación emocional que se sufre por cualquier tipo de pérdida.

Veo a lo lejos el rostro de Santana y parece que no respirara, seguramente está nerviosa, pero de todas maneras se las arregla y me sonríe.

—La pérdida de un empleo, de una relación o un ser querido, es un enfoque emocional de manera física, cognitiva y filosófica del comportamiento humano que ha sido estudiado a lo largo de la historia humana—muevo mis papeles y prosigo—En la actualidad se subestima que también hay otras especies que experimentan este sentimiento de duelo como los seres humanos y por supuesto para reconocerlo existen cinco etapas fundamentales. Según el libro de la doctora Elisabeth Kubler- Ross, ella reconoció éstas cinco fases.

Veo a mi público y ya puedo respirar porque han empezado a mostrarse interesados por el tema, unos mueven la cabeza, y otros siguen con sus libretas anotando cada palabra que digo.

—La fase uno: Es la negación, negarse a sí mismo y a los demás que se ha perdido algo o alguien. Fase dos: Enfado o ira, Esto nos demuestra que no se pudo hacer nada para evitarlo, por lo tanto se buscan razones, causas o culpa. Fase tres: La negociación, negociar con uno mismo o quien nos rodea, entendiendo los pro y contras de la pérdida, alguna solución a la pérdida a pesar de que ésta puede llegar a ser imposible. Fase cuatro: Dolor emocional, la tristeza por haber perdido y la depresión lo sigue con el tiempo. Y como última fase: La aceptación, Se tiene que aceptar que la pérdida fue inevitable, tomando en cuenta que no es lo mismo aceptar que olvidar. Es una de las más difíciles de las etapas y muchos ni siquiera llegan hasta aquí, suele durar meses, incluso años y más si se trata de un ser querido, como algún familiar o pareja. Por lo que se debe buscar ayuda de inmediato ya que estamos tratando con una depresión crónica que se convertirá en un dueto patológico.

Mientras continuaba me sentía libre de poder indagar más allá de lo que tenía pensado, no me di cuenta cuando empecé a caminar en círculos y cuando terminé.

Todos explotaron en aplausos.

Ahora venía la última etapa y era la ronda de preguntas, donde podían aniquilarme o felicitarme.

—Señorita Pierce—saluda uno y es aquí donde viene lo más difícil, si te hace preguntas alguien mayor te gana en experiencia—Soy el Dr. Puckerman de la universidad de Harvard, usted hablaba de la patología del duelo, me podría decir si usted piensa que el duelo se puede llegar a convertir en una enfermedad.

Rápidamente veo a Santana y me hace un guiño.

—Dr. Puckerman—asiento—El duelo no es una enfermedad, aunque puede llegar a serlo si su elaboración no es correcta. Diferentes autores han dado diferentes tipologías de duelo, si bien se acepta que hay una tipología aceptada por todos, pero estamos hablando de duelos complicados, crónicos, congelados, exagerados, reprimidos, enmascarados y psicóticos. Respondiendo a su pregunta, sí, el duelo puede jugar un papel muy grande en la mente del afectado y encerrarlo en cualquiera de éstas.

El Dr. Puckerman sonríe.

—Excelente exposición, Señorita Pierce—ve el público y luego regresa a mí—Sabía que no me iría sintiéndome mal esta noche.

Risas y aplausos se escuchan y hasta me dan ganas de llorar.

Todo salió perfectamente bien y solamente espero haber conseguido el puntaje esperado y poder graduarme lo antes posible.

Cuando bajo del escenario mis compañeros me felicitan, pero veo un rostro que no esperaba y más que sentirse orgulloso parece herido.

—¿Estás bien?—toco el rostro de Santana y parece que no respirara.

Me abraza fuerte y me besa, duele cuando se separa de mí y escucho que dice:

—Te necesito, Britt-Britt.

Santana me lleva lejos de la sala, no me importa porque he sido la última y solamente me he escapado de hacer vida social, el puntaje nos lo dirán hasta al final del periodo por lo que dejo que Santana me lleve de la mano.

Cuando veo que llegamos hasta los baños al fondo del pasillo me tenso.

—¿Qué hacemos aquí?

No responde, solamente inspecciona que nadie esté dentro del baño y bloquea la puerta, cuando quiero protestar, ataca mis labios sin pudor y me levanta del suelo.

Me coloca sobre la isla de granito, levanta mi vestido hasta la cintura y hace mi ropa interior a un lado.

Jadeo y siento también de repente el deseo de tenerla dentro de mí.

A esto se refería cuando me dijo que me necesitaba.

Una vez me prepara para ella, me penetra con dos dedos sin esperarlo y grito, haciendo un eco en el baño donde solamente estamos las dos.

—San…

—Te necesito, Britt—jadea saliendo y entrando en mí con mucha fuerza, pero no me lastima—Te necesito.

—Oh, San—me agarro fuerte de su hombro y la recibo como me lo ha pedido.

No sabía que hablar sobre esas cosas la pudieran hacer sentir de esta manera, o al sentirse orgullosa de mí tal vez.

Quiero creer en la segunda, ya que la primera es un poco rara para mí.

No creo que me esté utilizando para alguna etapa de luto en su vida, ella no ha perdido a nadie, si no ya lo sabría.

Soy la primera en alcanzar el orgasmo y ella no tiene intención de detenerse, tampoco quiero que lo haga, se sube su vestido y baja nuestras bragas, luego acerca nuestros sexos y nos une y la beso tan fuerte que ha gruñido un par de veces.

—¡Joder, Britt!—gruñe apretando mis caderas—Te necesito.

—Me tienes—jadeo en su cuello—Me tendrás siempre. Te amo.

Escuchar esa palabra salir de mi boca me asusta, porque no sé qué reacción tendrá ella, pero cuando acelera sus arremetidas y por fin alcanza el clímax y explota dice lo que no me esperaba.

—También te amo, Britt.

La veo con ganas de llorar por lo que sus labios también han pronunciado.

—¿Me amas?—pregunto con la mano en la boca y sonriendo como una idiota.

—Te amo—repite esta vez sonriéndome la acerco a mí para abrazarla.

Estoy feliz, demasiado feliz y no sé qué otra cosa decirle.

—Por favor, nunca me dejes de amar.

Se aparta de mi pecho como si lo que acabo de decir lo quemara y sale dentro de mí.

Acomoda sus bragas y vestido, y me ayuda a bajar del granito.

Eso fue extraño.

—Perdón, me dejé llevar—musito con temor a que vaya a retractarse.

—Discúlpame tú a mí, Britt-Britt—me acomoda el vestido y vuelve a sonreírme—Solamente que escucharte decir eso… fue como…

—¿Pedir mucho?

Niega con cabeza.

—Es exactamente lo que quería.

Capitulo 30

Despierto cuando escucho el sonido de mi celular, pensé que estaba soñando pero no ha parado de sonar.

—Hola—respondo sin ver quien llama.

—Britt—la voz del papá de Sam me sorprende.

—¿Señor Evans?—escucho que solloza—¿Se encuentra bien?

—Es Sam… él te necesita.

Dejé caer mi teléfono y me apresuré a vestirme, todavía el sol no salía y yo tenía miedo de despertar a Quinn o que Santana me mirara salir a hurtadillas.

Pero fue en vano.

—¿Britt?—me asusto al ver a Rachel de madrugada en la cocina.

—Gracias a Dios—tomo las llaves del auto de Quinn—Necesito que me hagas un favor.

—¿Qué sucede?—se alarma viéndome que estoy a punto de echarme a llorar.

—Llévame el hospital.

—¿Te sientes mal?

—No—intento explicarle—Es Sam, te explico en el camino.




Por cómo estaba el papá de Sam, era un motivo de vida o muerte, solamente esperé que me dijera el hospital donde tenían a Sam y de inmediato corté la llamada.

—¿Sobredosis?—pregunto perpleja, es la primera vez que le sucede algo así, a pesar de lo que él me haya hecho e intentando hacer, sigue siendo un ser humano y necesita ayuda.

Él mismo pidió verme y aunque esté arriesgando demasiado estando aquí, intentaré hacerlo.

—Lo encontramos en su habitación—Explica su mamá llorando—Solamente decía tu nombre, Britt. Sé lo que mi hijo te hizo y estamos dolidos todavía, pero él te necesita, solamente tú puedes ayudarlo.

Es una carga demasiado grande y no estoy segura si pueda con ella.

Sam es una persona peligrosa, y solamente hay una manera de poder ayudarlo.

Que se someta a una fuerte rehabilitación.

—Conozco donde pueden ingresarlo, solamente así puedo ayudarlo.

—Queremos que lo convenzas de hacerlo, Britt.

—¿Cómo puedo convencerlo?

Rachel todavía sigue conmigo, está tan asustada como yo después de que los padres de Sam me dijeron. Lo tuvieron que reanimar cuando lo ingresaron al hospital. La sobredosis de un gran coctel de diferentes drogas hizo que su corazón se detuviera.

—Regresando con él—concluye su papá.

—Yo… yo no puedo hacer eso—digo de inmediato, estaría loca si regresara con él después de todo lo que ha hecho y además, amo a otra persona.

—No sabemos de qué otra manera convencerlo—implora su mamá.

—Buscaremos la manera, pero no puedo prometerles eso.

Ambos se ven y asienten, me indican dónde está la habitación de su hijo y con temor entro.

—Hola—dice cuando me ve—Estás aquí.

—Hola—musito desde la puerta—¿Cómo estás?

—Supongo que mis padres te hicieron venir.

—Supones bien.

Esta nueva faceta de Sam Evans es nueva para mí, no parece el mismo idiota egocéntrico de siempre, realmente la está pasando mal y se siente avergonzado, muchas veces me dijo que jamás le pasaría, que todo estaba bajo control.

Al diablo con el control, es un adicto y como todo adicto el primer paso es la aceptación y no sé si Sam esté aceptando en que necesita ayuda.

—No quería que me miraras así.

—La última vez me lastimaste—le recuerdo y veo el dolor en sus ojos—Y si no estabas lastimándome, estabas engañándome, creo que ésta le gana a todas.

—Lo siento, Britt—ahora llora y me siento mal por él, las drogas están acabando con su vida—Nunca quise hacerte daño, jamás quise engañarte… no te merezco.

—Tienes razón—me acerco poco a poco—No me mereces, nunca me has merecido.

—¿Entonces por qué has venido?

—Quiero ayudarte como siempre lo he querido hacer, la pregunta correcta sería si tú quieres recibir ayuda.

—No sé cómo puedes ayudarme.

—Sabes cómo—le recuerdo—El centro del que te hablé es muy bueno, estarás bien y no te juzgarán, Sam.

Deja salir un gran suspiro.

—Irás a visitarme.

Eso me hace sonreír.

—Por supuesto.

Toma mi mano y la lleva hasta su boca y le planta un beso en ella.

—No merezco tu ayuda—veo una lágrima derramarse en un costado—Cuando salga de ahí no volverás a saber nada de mí, viajaré e intentaré olvidarme de ti.

Oh, Sam.

—Voy a respetarlo.



Sam se quedó dormido, después de que unas enfermeras entraran y administraran un medicamente para el fuerte dolor estomacal después de haber recibido un lavado en él.

Rachel todavía seguía esperando y agradecí por haberse quedado conmigo.

—Quinn ha llamado—me avisa y eso sí es de preocuparse—No respondí porque me pareció lo mejor, será mejor que lo llames… a ambas.

—Tienes razón.

Enseguida veo mi teléfono y en efecto tengo más de diez llamadas y mensajes de Santana. La llamo de inmediato y al primer timbre me responde.

—¿Se puede saber dónde estás?—la escucho que dice por lo bajo para no levantar sospechas, ya hablaré con Quinn.

—San, lo siento mucho… ocurrió una emergencia y tuve que…

—¿Emergencia?—ataca con preguntas muy preocupada—¿Qué tipo de emergencia?

—Se trata de Sam.

—¿¡Qué te hizo ese hijo de puta!?—ahora grita.

—San baja la voz, Quinn podría escucharte.

—Me importa una mierda que tu hermana me escuche, Britt—gruñe y ahora sí está enfadada—Vas a decirme dónde estás ahora mismo.

—Sam tuvo una sobredosis—comienzo a explicarle antes de que pierda la razón—Sus padres me llamaron en la madrugada y…

—¿Te fuiste desde la madrugada?—interrumpe—No puedo creerlo.

—Todo tiene una explicación, por favor no te enfades conmigo, puedes venir al hospital, ahora hablaré con Quinn y por favor… tranquilízate.

—No me pidas que me tranquilice cuando mi novia desaparece por horas y me doy cuenta que está con su ex novio—masculle con una voz que desconozco y me odio por ello porque eso significa que está realmente enfadada—El mismo hijo de puta que intentó lastimarla.

Sin decir más corta la llamada.

—Entiéndela—dice Rachel—Te ama.

—¿Cómo es que tú te diste cuenta y Quinn no?

—Creo que Quinn simplemente no quiere lidiar con ello ahora.

—Tengo miedo de que cuando se entere se enfade.

—Lo hará, pero se le pasará—la dice y sonrío porque la ha llegado a conocer tan bien—De eso me encargo yo.

—Eres una excelente amiga, Rach.

—Eso también lo sé.

Eso me hace reír y luego recuerdo que tengo que hacer otra llamada.

—Ahora vamos con la otra mujer de mi vida.



Cuando llamé a Quinn, reaccionó de la misma forma en que lo hizo Santana, pero cuando le dije lo que había ocurrido al menos tuvo un poco de compasión, solamente un poco para no desearle la muerte, cuando llegó al hospital junto con Santana, ya que nosotras teníamos su auto, abrazó a su novia.

También se llevó un susto al darse cuenta que había despertado sin ella.

Santana permanece seria a una larga distancia, ahora mismo no tiene que disimular, sé perfectamente que está demasiado molesta para enfrentarme.

—Está enfadada—dice Quinn detrás de mí—Ha reaccionado como una novia celosa, y la entiendo, después de haberte defendido y que ahora tengamos que venir hasta acá, me sorprende que no haya entrado a esa habitación y haya acabado él con sus propias manos.

—No digas tonterías—intento disimular cuando nos acercamos a ella.

—Vete con ella—me ordena Quinn—Creo que lo menos que puedes hacer es disculparte, ella fue la primero en darse cuenta que mi auto ni tú estaban en casa y cuando vi que tampoco estabas tú—se dirige a Rachel—Fue cuando yo también empecé a volverme loca, pensé que se las habían llevado o algo.

No voy a patalear porque me pida que haga eso, y tampoco tengo que disimular yo también, aunque no estuviésemos juntas, es lo correcto, ella me defendió de Sam, por supuesto que se merece una explicación.

Pero también como mi novia, solamente que ese motivo lo reservo para mí.

Quinn sube al auto con Rachel y enseguida me acerco a Santana, Quinn arranca el auto y veo cuando giran a la derecha y desaparecen.

Ahora estamos solas fuera del hospital, donde quizás no debí venir, pero ahora era tarde para lamentarse.

—Lo siento—abrazo a Santana por detrás y eso la sorprende—Por favor no te enfades.

—Entra al auto—dice sin más y sin verme.

Hago lo que me pide y luego entra ella, todavía seguimos sin dirigirnos la palabra y arranca el auto.

Veo que nos dirigimos al downtown cuando le di el pequeño tour y sonrío aunque ella no lo haga.

Estaciona el auto y baja de él, abre la puerta para mí y no sé si salir, porque sigue con esa mirada perdida que significa que está a punto de explotar.

De todas maneras la tomo y lo que veo a continuación me deja perpleja.

El viejo ayuntamiento se ve desde aquí y todo parece miniatura, esta parte del tour no la recuerdo, pero seguramente ella sí, estamos en pico bien alto y seguramente de noche se ve espectacular.

—Aquí vengo a despejar la mente—empieza a hablar viendo a su alrededor—Es increíble que no le hayas prestado atención cuando vinimos aquí la primera vez, fue lo mejor de todo el recorrido.

—Puedo darme cuenta de ello—yo no veo lo que nos rodea, yo solamente la veo a ella y su expresión, no sé si se está conteniendo de decirme que soy una irresponsable o si ya se le pasó el enfado.

—Hay algo que he querido decirte todo este tiempo, Britt—ahora me ve y tengo miedo de lo que estoy viendo, lágrimas en sus ojos—Y entenderé que ya no quieras estar conmigo.

Capitulo 31

—Hay algo que tengo que decirte, Santana.

Parece mentira que hace un año haya salido con éxito de la última quimioterapia.

Pero algo dentro de ella sí murió.

Estos últimos dos meses ha estado un poco extraña, no ha querido seguir con los preparativos de nuestra boda. Pensé que ahora todo estaría bien, pero algo en su mirada me dice que no.

—¿Qué sucede, cariño?

Apenas y parpadea, hasta parece que no respirara. Entonces veo que sus ojos se giran hacia atrás y cae en mis brazos.

—¡Dani!

Mientras está en mis brazos, como puedo llamo a una ambulancia. En menos de cinco minutos estamos yendo al hospital donde pensé que la próxima vez que pisaríamos una sería nosotras cuando diera a luz a nuestros bebés una vez fuésemos mujer y mujer.

Pero estamos de nuevo aquí, en esos fríos pasillos, estoy esperando que el médico salga y me diga qué es lo que tiene mi prometida.

Todos los resultados han salido bien, pero algo no anda bien.

Lo puedo sentir.

Veo al Dr. Bryan venir por el pasillo y me alarmo, pensé que no volvería a verlo también.

—Santana—esa mirada ya la he visto antes.

—Dr. Bryan—apenas y puedo hablar.

—Santana, ven conmigo.

—¿Cómo está Dani?

—Está estable, pero necesito que vengas conmigo.

—¿Puedo verla?

—La verás cuando terminemos de hablar.

Lo sigo hasta su gran despacho, es el mejor oncólogo de la ciudad y además se ha convertido en un gran apoyo para Dani y para mí, siempre se mantuvo positivo, pero ahora está lejos hasta de sonreírme.

—Supongo que te estarás preguntando qué estoy haciendo aquí.

No respondo, así que continúa revisando una gran carpeta, y por su etiqueta sé qué carpeta es.

—Dani ha estado viéndome los últimos tres meses—empieza a decir y poco a poco las piezas van encajando—Sufrió un desmayo, pensó que estaba embarazada, entonces pidió verme.

—El cáncer se fue—he repetido esa oración en todo un año con mucha alegría—¿Qué pasa con Dani?

El Dr. Bryan cierra la carpeta y me ve.

—El cáncer regresó.

Lo último que pude escuchar fue mi móvil caer al suelo, mientras me desplomaba en la silla del despacho del Dr. Bryan.

Tenía que estar soñando, una pesadilla de mierda que parecía real o algo parecido.

Pero nada de esto tiene que estar pasando.

Pero la realidad me golpeó cuando abrí mis ojos.

El cáncer de mama que había sufrido Dani lo había superado, extirparon todo y se sometió a muchas cirugías de reconstrucción, no me importaban sus cicatrices, estaba hermosa y se lo hacía saber cada que la veía desnuda.

Ahora el cáncer estaba en sus pulmones.

No había nada qué hacer, más que esperar de nuevo.

El Dr. Bryan dijo que con una nueva quimioterapia podíamos vencer nuevamente al cáncer.

Estaba de nuevo positivo y yo también.



Entro a la habitación de Dani y está viendo el anillo en su dedo.

Le sonrío nervioso pero ella no.

—Hola, cariño.

Me acerco a ella e intento darle un beso pero me rechaza. Es como una cachetada para mí, pero cuando abre su boca y dice las cinco palabras más dolorosas que me haya dicho nunca, mi mundo se viene abajo.

—Ya no quiero estar contigo.

Casi me rio, debe de estar jugando conmigo ahora, quiere pelear para que volvamos a la normalidad, eso es lo normal entre nosotras, pelear y reconciliarnos haciendo el amor por horas.

—No digas tonterías.

—No quiero pasar por esto de nuevo—su voz es tan fría que no la reconozco, ésta no es la Dani de la que me enamoré.

—Estarás bien—tomo su mano y la aparta, pero la tomo de todas maneras—Ya lo hemos superado, vas.a.estar.bien.

—Detuve tu vida por más de un año, Santana.

—Tú eres mi vida.

Eso la hace llorar y aparta su mirada de mí, toma un par de respiraciones y vuelve su mirada a mí.

—No quiero que lo hagas de nuevo.

—No es tu decisión, estamos en esto juntas.

—Es mi decisión y mi vida y yo decido que ya no te quiero en ella.

—Insúltame, golpéame—le suplico—Pero no digas cosas que hacen que se me desgarre el corazón, cariño.

—Eso es lo que intento hacer—responde tajante—No te quiero en mi vida o lo que queda de ella. Hablé con mis padres, ellos se encargarán de todo, cuando salga de aquí me iré con ellos… lejos.

—No puedes hacerme esto.

Los ojos me arden y me doy cuenta de que estoy llorándole a la mujer que amo y suplicándole que no me eche de su vida cuando más la necesito y me necesita.

—Si no respetas mi decisión—cierra sus ojos y deja caer un par de lágrimas—Yo misma acabaré con mi vida, Santana.

La veo y la desconozco.

Esto es una mierda, es demasiado, es vil, es cruel.

No, no puede estarme haciendo esto.

—Si no me dejas, voy a matarme y vivirás con ello—prosigue y me levanto de la cama limpiando mis lágrimas—No quiero ver esa mirada de nuevo cuando toque fondo, cuando muera del dolor, cuando ya no me pueda levantar de la cama. Te quiero lejos mientras esta pesadilla termina… si es que termina y vivo para contarlo.

—No lo hagas—susurro.

—Si supero de nuevo esto—hace una pausa—Te buscaré y me casaré contigo, pero no quiero que esperes por mí, puede que también recibas la noticia de que…

—¡Basta!

—Déjame—me pide con la mirada que pertenece a la Dani que amo—Pero nunca me dejes de amar.