[Resuelto]FanFic Brittana: Nunca II (Adaptada) Epílogo

Capitulo 5

Las nuevas fotografías y pinturas que Kitty ha colgado en su galería son muy bellas, mañana por la noche tendrá una presentación, y es una lástima encariñarme con algunas, porque siempre son las primeras en venderse.

—Me gusta esa—la observo—No se sabe si es mujer u hombre, es una mirada que todos podemos tener, como «la soledad.»

Kitty me abraza por detrás y observa el cuadro conmigo. Lo de anoche fue extraordinario, debo admitir, pero haberle dicho que la quiero, más no un te amo, no sé si lo arruiné o realmente estoy poniendo de mi parte.

—No sabes lo feliz que me siento ahora que estoy recuperando una parte de ti—susurra en mi cuello—Estoy ganándome tu corazón, cariño.

—Lo tienes…

—Lo que queda de él—interrumpe un poco frustrada—Lo sé, pero también sé que hay más.

Me giro para verla, tiene ese rostro lleno de esperanza y adoro eso de ella.

No sé qué hubiese sido de mí sin ella estos meses, me ha hecho muy feliz aunque no pueda expresarlo, mi corazón—o parte de lo que queda de él— y mi cuerpo lo saben.

—Te quiero—susurro besando sus labios—Te quiero, Kitty.

La preocupación se esfuma de su rostro y me sonríe mientras regresa a lo suyo.

No es que espere lo peor de las personas, pero he conocido algunas facetas de Kitty que no son para aplaudirlas, como sus celos—algo muy normal entre parejas—que a veces aparecen y a veces están tan ausentes como mi amor por ella.

Ella ha perdido casi todo, pero lo que la ha mantenido de pie es que nunca ha tenido eso que sin saberlo, lo perdió.

Algo que es mejor a haberlo tenido unos cuantos segundos para que la vida o el destino te lo arrebatasen.

La puerta se abre, y veo a Rachel entrar en compañía del pequeño Charlie.

Mi sonrisa es de oreja a oreja al igual que la de mi sobrino cuando me ve. Sale corriendo y salta a mis brazos antes de caer.

Mi pequeño sobrino es un pies de gelatina todavía al igual que su tía.

—Hola, mi príncipe—lo beso en toda la cara.

—¡Tia Bitty!—grita abrazándome.

Kitty y Rachel rompen en carcajadas, cada vez que lo escuchan llamarme así.

Cuando bajo de mis brazos a Charlie, corre a tocar un par de pinturas aun frescas de Kitty, como es de costumbre, Kitty sale corriendo divertida detrás de él.

—Hola—saluda Rachel con un abrazo—¿Mal día?

—¿Tanto se nota?

—Te ves como la mierda—se mofa—Cuéntamelo todo.

—No sé por dónde empezar—le digo, mientras tomamos asiento en la pequeña sala de espera de la galería.

Vemos a Kitty enseñándole a pintar a Charlie, es increíble que Kitty se esfuerce por caerle bien a mi pequeño príncipe, siempre que me ve con ella, le quiere demostrar que soy su tía Bitty y eso es muy adorable.

—Empieza por lo que es peor.

Pongo los ojos en blanco.

—Ayer nos encontramos a Sam—comienzo haciendo cara de asco—Fue tan desagradable, Kitty estaba ahí.

—Es un idiota—agrega Rachel—Que se haya casado con Brenda no deja de ser un idiota, aunque debo admitir que haber hecho eso, y llevársela de casa fue lo mejor.

Y estoy de acuerdo.

Después del rollo de que Brenda estaba embarazada y que al final resultó ser hijo de Sam y no de Santana, ya que nunca existió dicho tratamiento de inseminación, decidieron casarlos a la fuerza.

Sino al semental de Sam iban a despojarlo de todo y además, un Evans no anda por ahí dejando hijos sin un papá.

—¿Te hizo daño? —pregunta enseguida.

—Por suerte Kitty llegó—la miró por un segundo—Pero no le tuve miedo, por primera vez.

—Britt—toca mi mano—Hay algo más ¿cierto?

—Las pesadillas han regresado—confieso—Pero es extraño que no le haya tenido miedo.

—Es algo bueno que ya no le temas, pero lo de las pesadillas me preocupa. ¿Lo sabe Kitty?

Asiento.

—Ella me ha despertado cada noche.

—¿Cada noche?—cuestiona sorprendida.

—También le dije que la quería.

—¿¡Hiciste qué!?—exclama con la boca abierta y la reprendo enseguida por lo bajo.

—Lo sé—admito nerviosa—Pero realmente lo sentí, es tiempo de que lo intente ¿no crees?

—Britt—dice como si pudiera leer mi maldita mente—No fuerces a tu corazón a sentir algo que tú y yo sabemos que…

—No—la corto—Quiero a Kitty, quiero amarla como ella a mí… ha dado mucho por mí.

—No debes atarte a alguien por agradecimiento—insiste—Ella ha sido como un rescate para ti estos últimos meses, después de todo lo que pasó y lo que tuviste que vivir cuando Santana…—se detiene por un segundo viendo mi rostro sorprendido—Se trata de ella, ¿cierto?—adivina, leyendo mi rostro—Quieres amar a Kitty para olvidarte de Santana, es por eso que estás así.

—No digas tonterías—desvío la mirada de nuevo hacia los cuadros a nuestro alrededor—Santana quedó atrás, han pasado dos años…

—Te amaba—interrumpe, dejándome sin palabras.

El corazón se detiene por un segundo al escuchar las palabras de Rachel, hace mucho tiempo que no hablaba de esta forma de ella, de hecho está prohibido hacerlo, ni siquiera lo hablo con Quinn, pero mi segunda mejor amiga y cuñada no tiene miedo de mi reacción como yo.

—Me mintió—mascullo, sintiendo el nudo en mi garganta—Me ilusionó… me dejó. Y gracias a ella soy lo que soy ahora, atrapada en un maldito recuerdo que no me deja ser feliz con la persona que realmente me ama de verdad y que sé que jamás me haría daño de la forma en que Santana López lo hizo.

Rachel aclara su garganta y veo el brillo de tristeza en sus ojos, por supuesto que lo sabe.

No puedo permitirlo, me prohíbo vivir en el pasado y en ese recuerdo feliz que duró pocos capítulos en mi vida hace dos años.

—Lo lamento—se disculpa—Sé lo que fue para ti, solamente no quiero que sigas sufriendo, es todo.

—No sufro… al menos no como antes.

—¡Mami, mami!—grita Charlie corriendo hacia Rachel.

—Es mejor que nos vayamos a casa, cariño.

—¡Tía, Bitty!—se lanza en mis brazos—Te amo, tía Bitty.

—Yo también te amo, cariño—le lleno la cara de besos—Pórtate mal con tu mamá.

Rachel y Kitty se ríen de mí y siento la mirada de mi novia enseguida, siempre que me ve con Charlie veo un brillo especial en sus ojos.

Me despido de Rachel con una mirada de nostalgia y regreso con Kitty, sigue colocando las pinturas y viendo otras, su manía de perfección antes me irritaba, pero ahora me gusta y divierte.

—¿Va todo bien?—pregunto.

—Yo…—niega nerviosa—Olvídalo.

Deja el cuadro en la posición que estaba y se dirige de nuevo a la sala principal, parece nerviosa y casi molesta, nunca la veo así y ahora eso me confunde.

—¿Qué sucede?—le pregunto cuando voy detrás de ella.

Se da la vuelta y muerde su labio inferior cuando dice:

—No pude evitar no escuchar un poco de tu conversación con Rachel.

Oh, mierda.

—Tú nunca me mentirías, ¿verdad?—pregunta de repente, dejándome inmóvil ante mi propia respiración.

—Nunca lo he hecho, Kitty. Sabes todo de mí.

—Entonces respóndeme lo siguiente—pide acercándose a mí, me toma las manos y las lleva a su cuello para verme a los ojos—¿Qué harías si ella regresara?

Veo sus ojos, piden a gritos una respuesta sincera, el corazón se me desboca mientras intento abrir mi boca para darle la respuesta que quiere y necesita.

Ni en un millón de años esperé hacerme esta pregunta, ni siquiera lo había imaginado porque lo único que he deseado desde que estoy con ella es que Santana no aparezca ni siquiera en mis pensamientos.

—No vayas a responder lo que quiero escucharte decir, Britt—advierte—Quiero honestidad.

Me acerco más a ella y beso sus labios, para al mismo tiempo alejarme de ella y que vea la respuesta también en mis ojos.

—No tengo que hacer nada—me ve sin intención de interrumpirme—Fue ella quien se fue, yo no fui quien rompió las promesas, quien mintió y huyó. ¿Por qué debería de hacer algo si estoy ahora contigo?

—¿Y qué pasa si todo tiene una explicación?—pregunta de inmediato tomándome más fuerte de la cintura.

—No hagas esto ahora, Kitty—suplico tomándolo del cuello—No tiene caso regresar al pasado.

—Para mí es importante.

—¡Para mí no!—mascullo enfadada, separándome de ella—No hagas esto ahora, acabamos de dar un paso grande en nuestra relación, éstas son cosas que se hablan antes, Kitty. No pueden simplemente…

A grandes pasos se acerca a mí y me toma del cuello para besarme con mucha necesidad de callarme.

No sé qué otra cosa hacer o decir, así que continúo el beso para no cometer una tontería.

El pasado es una tontería.

Capitulo 6

Emily Stanton es una niña muy hermosa, la he estado observando por los primeros cuatro días desde que comenzamos la terapia.

Después del accidente de la piscina, la pequeña confía cada día más en mí aunque sigue sin compartir con otros.

En el mundo del autismo existen varios tipos y sé en cual se encuentra la pequeña Emily.

—Señores Stanton—empiezo a explicarles mientras caminamos por el jardín, observando a Emily jugar con una muñeca cerca de nosotros—Lo que vemos con Emily es el Trastorno de desintegración infantil.

—Pensé que solamente se trataba de su crecimiento—dice su papá—Emily ha pasado por mucho desde que nació.

—Me lo puedo imaginar, pero habitualmente existe un primer periodo de síntomas característicos: irritabilidad, inquietud, ansiedad y relativa hiperactividad. He visto ciertas fases de ella estos últimos días. Y lo que sigue la pérdida progresiva de capacidades de relación social.

—¿Está diciendo que mi hija será una niña rara para toda la vida?—pregunta ahora la señora Stanton y los vellos de mi cuello se erizan al instante a referirse a su hija de esa manera tan fría.

—Emily—la reprende su esposo—Deja a la Dra. Pierce terminar.

—Señora Stanton, no queremos que Emily atraviese alteraciones marcadas de las relaciones personales, de habla y lenguaje, pérdida o ausencia de interés por los objetos, cuya terminación no sería rara sino perdida y aislada del mundo.

—¿Cómo puede y podemos ayudarla, Dra. Pierce?

El hombre está desesperado por ayudar a su pequeña hija, es una lástima que su esposa no sea tan comprensiva, sino más bien evasiva a la realidad por la cual están atravesando.

No la conozco pero me estoy dando una idea de la clase de persona que es.

Por algo me recuerda a la loca hermana de Rachel. Brenda, ella y la señora Emily parece que fuesen la misma persona. Frías y sin empatía por los demás ni de los suyos.

—La terapia consistirá en una serie de sesiones—me acerco poco a poco a la pequeña y ella parece bajar la guardia por un momento—Cuyo objetivo es la obtención de capacidades intensivas como las sociales y del lenguaje.

—Me parece una pérdida de tiempo todo esto—dice su mamá y de inmediato siento la tensión de la pequeña Emily—No vinimos hasta aquí para que nos diga que nuestra hija es una retrasada que necesita de ciertas capacidades.

—¡Zoila!—el grito del señor Stanton hace que Emily se irrite y empiece a gruñir apretando su muñeca.

De inmediato me pongo de rodillas.

—Em, cariño—le sonrío y toco su cabello pero me aparta—No pasa nada, cariño.

Su papá se acerca y enseguida la levanta del suelo y empieza a lanzarla al aire hasta que Emily ahoga risas y parece distraerse de lo que acaba de suceder.

—Esto es lo más lejos que puedo llegar—dice su papá —Haremos que lo que sea necesario para el bienestar de Emy.

Le sonrío por su optimismo y fulmino con la mirada a su mujer, que parece ahora avergonzada, creo que la que necesita una buena terapia también es ella, me pregunto si el problema de Emily no se debe al comportamiento de su mamá.

—La terapia incluye también a las personas que conforman el entorno del sujeto—continúo—Padres, hermanos, etc. Todo apoyo es importante y creo que Emily lo necesitará—muerdo mi labio inferior antes de hacer la siguiente pregunta—Ustedes dijeron que vienen de lejos—ambos asienten—¿Son los únicos familiares de Emily?

—La verdad es que…

—Somos los únicos—interrumpe la señora Stanton a su marido—Soy su mamá, y creo que con nosotros basta.

—No quise entrometerme—me disculpo—Si son solamente ustedes, el trabajo será mayor pero esperemos que tenga buenos resultados, Emily aún está pequeña, por lo que puede irse desenvolviendo poco a poco y ser tan normal como los niños de su edad.

—Se lo agradecemos mucho, Dra. Pierce.

El papá de Emily me tiende la mano y esto significa que es una despedida, no voy a indagar más, creo que por hoy es suficiente, y ahora creo que Emily solamente tendrá a su papá y por supuesto a mí.

Ya que su mamá todavía no quiere ver la realidad de las cosas.

No la conozco, pero no me fío de ella, ni la forma en que me mira o mira a su propia hija.



He regresado al departamento y Kitty no está en casa, siempre es la primera en llegar.

Me voy a la bañera y preparo un baño de burbujas para relajarme.

Cuando me encuentro dentro, observo mi cuerpo detenidamente, no es que antes no lo hiciera, es que ahora todo es distinto y me hago la siguiente pregunta: «¿Estoy haciendo las cosas bien?»

Mis padres siempre me decían que no todo lo podemos arreglar, tengo que aceptarlo tarde o temprano, a veces siento que lo hago y otras veces no, empezando por mí.

No soy objeto que deba ser “reparado” solamente necesito seguir sanando.

La pérdida se volvió algo rutinario en tan poco tiempo para mí en estos últimos años y no pienso seguir perdiendo a más personas, muchas veces no sólo la muerte puede ser un ejemplo de perder.


—¿Qué haces aquí?—pregunto con la voz entrecortada, luce diferente a pesar de que han pasado solamente dos años, ahora se ve demasiado cansada y ya no luce peligrosa como cuando la conocí.

—Britt—es lo único que dice.

—Responde, Santana—le ruego—¿A qué has venido?

Cuando veo que quiere acercarse doy un paso en falso hacia atrás y caigo.

—Mi pequeña Britt-Britt sigue siendo una torpe—se burla y aunque era uno de sus insultos y me hacían reír, ahora me duele, porque todo ha cambiado, ya nada es igual.

—Tú no deberías de estar aquí.

Permanezco en el suelo, uno muy blanco y no hay nadie a nuestro alrededor pero llevo mi bata de doctora.

Santana se agacha y toca mi cabello largo, mi rostro y toma mi mano. Ese roce suyo de nuevo me traslada a dos años atrás, cuando era una chiquilla enamorada, malcriada y confusa.

Ahora soy una mujer, no puede venir y tratarme como si fuese una idiota.

Ella me dejó.

Ella me mintió.

—Es aquí donde debo de estar, Britt—se acerca poco a poco y puedo sentir de nuevo su aroma, es el mismo aroma peligroso de siempre—Tienes que ser fuerte, Britt-Britt.

—¿Fuerte?—susurro cerrando los ojos—Cuando te fuiste no tuve otra opción más que ser fuerte, Santana.

—No llores, Britt-Britt.

Ni cuenta me di cuando estaba llorando hasta que Santana limpia las lágrimas de mi rostro, ella no lo entiende.

Es tarde.

—Ya no te amo—mascullo viéndolo a los ojos—Hiciste que te odiara.

—Eso no es cierto—ahora sí se ríe y ha vuelto a ser la Santana López que estaba conmigo, la que me amó años atrás y la que me sonreía a cada segundo—Y te lo voy a demostrar.

Un fuerte ruido que viene desde abajo me hace abrir los ojos.

Todo era un sueño, pero lo sentí tan real, aún tengo lágrimas en mis ojos y puedo sentir el aroma de Santana todavía en el aire.

Debo de estarme volviendo loca, o estoy demasiado cansada que seguramente eso hizo que soñara con ella.

No había soñado con Santana antes, ni siquiera cuando se marchó.

Solamente soñaba con Sam y esa tarde cuando intentó hacerme daño. Pero con Santana no, Santana desapareció junto con lo que quedaba de mí.


Bajo las escaleras y veo que la ventana de la cocina es la que hace el ruido, hay mucho viento afuera y está empezando a hacer frío.

Son más de las seis, es extraño que Kitty no haya regresado a casa aún.

Voy hasta mi bolso y saco mi teléfono móvil, debe de seguir en el estudio, cuando anda inspirada no hay nada ni nadie quien la saque de ahí y vale la pena al final ver las hermosas obras que crea.

—Hola, cariño—responde—Lamento mucho no haber avisado, voy a casa ahora mismo.

—Me tenías preocupada.

Escucho que se ríe.

—¿Si te digo que me siento especial que te preocupes por mí, eso está mal?

Ahora me rio yo.

—Eres una rara—veo por la ventana y ha empezado a llover—Por favor ten cuidado camino a casa.

—Lo tendré.

—De acuerdo.

—¿Britt?—llama del otro lado.

—¿Sí?

—Te amo ¿Lo sabes?

—Lo sé.

Escucho que corta la llamada y regreso a la cocina, tengo mucha hambre y decido preparar algo para Kitty y para mí.

Mientras estoy terminando de preparar la comida, escucho el alerta en mi teléfono.

Pienso que debe ser mi hermana o Rachel, pero cuando leo el mensaje de texto un pinchazo en mi corazón me advierte que es solamente el comienzo de una terrible pesadilla.


¿Qué se siente perderlo todo?


Intento llamar a quien sea que haya enviado el mensaje, seguramente es una broma de muy mal gusto o simplemente número equivocado, pero enseguida veo que se trata de un número privado.

¿Qué se siente perderlo todo?

Veo la fotografía familiar en la sala de nuestro departamento y sonrío.

—No lo he perdido todo—digo en voz alta.

Por supuesto que no, y quien quiera que haya sido, si quiere asustarme, no lo va a conseguir.


Cuando Kitty al fin llegó, sorprendiéndome con un gran beso que amenazó con dejar que la cena se enfriara, era lo que necesitaba para olvidarme de ese mensaje.

No iba a decírselo como una cobarde, lo iba a ignorar porque importaba más dedicarle tiempo a mi novia que preocuparme por un mensaje sin sentido.

—Tendré otra presentación mañana por la noche—me avisa Kitty, mientras estamos cenando, apenas he tocado mi comida—Es por eso que se me hizo un poco tarde y quería sorprenderte.

—¡Eso es genial!—me enorgullece—Nunca has tenido dos presentaciones seguidas en el mes.

—Bueno—me hace un guiño—Es porque ahora tú eres mi musa.

Me hace sonreír y al mismo tiempo me siento culpable, Kitty puede decir que soy su musa o su inspiración, pero sabemos que estoy lejos de serlo.

—¿Qué sucede?—pregunta atisbando la culpa en mi rostro.

—Nada—niego, tomando un sorbo de vino.

—Sé lo que estás pensando—demanda seria—Deja de culparte, me gusta estar aquí contigo, tu trabajo está aquí.


—Pero tú siempre has querido viajar—le recuerdo un poco molesta que sea tan frágil conmigo—A veces siento… que te estoy deteniendo, después de lo que…

—Britt—me corta un poco enfadada—Ya llegará el momento en que viajemos juntas, sé lo que significa tu carrera para ti, además tu nueva paciente te necesita, no te culpes por ello.

—Si vuelven a ofrecerte que hagas una presentación, tienes que ir—le pido—Prométeme que irás, yo estaré bien y si puedo acompañarte lo haré.

—Britt…

—Prométemelo—insisto.

—Te lo prometo—dice derrotada.

—Desde que te conocí solamente te he pedido una cosa—le recuerdo con un nudo en mi garganta—No desistas de tus sueños por estar atado a mí… te apoyaré en cualquier decisión que tomes, pero sé que viajar es lo que siempre has querido, fue así cómo nos conocimos…

—¡Basta!—su fuerte voz me hace callar y la veo—¿Estás alejándome de ti? ¿Es eso?

—No, Santana, lo que quiero decir…

Una oleada fría se apodera de todo mi cuerpo y siento que me falta al aire al darme cuenta de mi error, veo a Kitty y parece que va a estallar, pero cuando se levanta de la mesa sin decir una palabra y sale por la puerta, me llevo las manos a la boca… algo demasiado tarde.

Capitulo 7

Cuando desperté esta mañana, me di cuenta que Kitty no llegó a dormir, y no la culpo, jamás hemos tocado el tema de Santana por obvias razones, pero el error que cometí anoche lo vale mucho más para que solamente haya salido corriendo lejos de mí.

Decido llamarla, pero enseguida me da al buzón de voz. Debe de estar en la galería, así que no lo pienso mucho y conduzco hasta allá.

Todavía falta un par de horas para que esté en el centro.

¿En qué demonios estaba pensando?

¿Por qué la llamé por el nombre de Santana?

Su rostro lo dijo todo, le había roto el corazón, también decepcionado y por una parte, también cree que le mentí cuando le he dicho estos días que la quiero.


Llego a la galería y veo el auto de Kitty afuera, es buena señal, pero cuando bajo del auto y veo el letrero de CERRADO me detengo.

Busco entre mis llaves la de la galería y la introduzco con mano temblorosa. Entro con toda la fuerza y el deseo de poder enmendar mi error, pero lo que ven mis ojos a continuación, hacen que deje caer las llaves y mi bolso de mis manos.

Kitty está hincada en medio de la galería, observando una pintura en particular, o lo que queda de ella, me cuesta creer que yo haya causado todo esto.

—Kitty.

No se mueve cuando me acerco a ella, sin tocarla por miedo a alterarla.

No le tengo miedo, sé que no me lastimaría jamás, por mucho que lo merezca al menos esta vez que alguien lo haga.

Pero qué digo… nadie merece ser tratado de la forma que en el pasado me trataron y mucho menos lo que acabo de hacerle a mi novia.

—Ahora sí recuerdas cómo me llamo.

Aprieto mis ojos y muerdo mi labio inferior por la espina de sus palabras. Sigo acercándome hasta que quedo frente a ella, puedo sentir el olor a alcohol, eso hizo toda la noche desde que se fue, emborracharse y me odio por haberla arrastrado a ello.

—Kitty. Dime algo.

Me ve.

—Dime algo mejor tú.

Se levanta tan rápido del suelo que apenas me da tiempo de reaccionar y dar un paso hacia atrás, cuando ya me tiene tomada de los brazos, no tan fuerte para hacerme daño, pero no tan suave para que me vaya y me paralizo ante la mirada de sus ojos.

Y es gracioso por que es tan bajita que puedo apartarla, pero no creo que sea lo mejor.

—¿Qué necesito hacer para que la olvides?

Me quedo absorta por el dolor y desesperación en sus palabras, realmente puedo sentir su dolor ahora y me siento la persona más vil de todas.

—Kitty.

—¡Dímelo!—grita y no me asusto.

En vez de salir corriendo, llevo mi mano hacia su rostro y lo acaricio, cierra sus ojos con dolor y busco sus labios enseguida, la beso y la arrastro hacia mí porque no sé qué otra cosa hacer para demostrarle que ella es mi presente y que haber recordado el nombre de Santana ha sido un error.

Me devora con deseo los labios, mientras me levanta y al mismo tiempo me tumba en el frío piso para acomodarse sobre mí.

Su respiración agitada me dice que también lo desea, que ambas nos merecemos borrar toda huella y todo dolor que por mi culpa he causado.

—Te quiero, Kitty—jadeo besándole con los ojos cerrados—Eres mi Kitty.

Ni cuenta me doy cuando nos hemos despojado de nuestra ropa, mi cabello lo ha soltado y alborotado como le gusta y ahora me encuentro respirando con dificultad por esto tan nuevo entre las dos.

Nunca hemos hecho el amor de esta forma tan necesitada y desesperada.

Algo dentro de mí se está rompiendo, me siento triste pero mi cuerpo muere del deseo.

Cuando siento sus dedos dentro de mí, ahogo un grito y aprieto mis ojos para liberar un par de lágrimas.

—¡Joder!—exclama, cuando toma con su mano libre mis manos y las lleva hacia arriba de mi cabeza, yo sigo gritando y jadeando al mismo ritmo de sus embestidas, llegando al punto en que no quiero correrme.

—¡Te amo, joder!—masculle perdiendo el control por su deseo.

Besa, muerde y lame mi cuello y ahora sus arremetidas son más rápidas.

Jamás habíamos hecho el amor de esta forma, siempre es cuidadosa, amorosa y delicada.

Pero también yo he sido diferente, he roto su corazón y la he arrastrado a la inseguridad.

—Kitty—jadeo—Oh, Dios.

Eso no es hacer el amor, es algo más… es cómo si…

—¡Oh, Dios!—grito.

Como si me odiara.


Mientras termino de vestirme, no me ha dicho nada ni yo a ella.

No me lastimó, al menos no de manera física, pero ahora mismo no la reconozco aunque yo misma me puse en esta posición y la incité a que reaccionara como un animal queriendo atrapar a su presa.

Es mi culpa que se sienta recelosa conmigo ahora, o al menos eso creo, porque cuando nuestras miradas se cruzan, me sonríe complacida y al mismo tiempo herida.

En cambio yo no puedo sonreírle, termino de vestirme y siento su aliento caliente en mi cuello.

—Te amo—susurra—Dime que no te he lastimado.

—No me has lastimado—miento—Estoy bien.

—Mírame—me pide con voz suave y me giro para verla— ¿Estamos bien?

La veo, no sé qué es estar bien ahora.

Si le digo que sí estaría mintiéndole porque no me siento bien ahora, siento que lo que hemos avanzado estos meses lo he arruinado al traer mi pasado de nuevo a nuestro presente.

Y si le digo que no, en realidad no sé qué hacer para remediarlo.

—Lo siento.

Es lo único que puedo decirle y ella asiente entendiéndolo.



Al llegar al centro mi primera paciente del día es la pequeña Emily, esta vez ha venido solamente en compañía de su papá, el señor Stanton me sonríe agradecido al ver que Emily ha mejorado mucho, en tan poco tiempo.

Esta tarde hemos dado el siguiente paso y es jugar con otros niños de su edad, al principio Emily riñe y llora sin parar, pero cuando me ve que me alejo para jugar con los niños y también poner en práctica la psicología inversa, ella es la primera en salir corriendo hacia mí.

No hace contacto físico pero al menos ya no se siente amenazada por la presencia de otros niños al lado mío, parece que la pequeña Emily es poco posesiva ahora hasta conmigo y no deja que atienda a otros pacientes mientras estoy con ella.

—La quiere—dice su papá, mientras la observamos jugar—Gracias por el trabajo que ha hecho, en tan poco tiempo hemos visto una gran mejoría, nos hubiese gustado venir antes y no perder el tiempo ni dinero con los otros especialistas.

—Es una niña fuerte—sonrío sin apartar mis ojos de ella—Me recuerda a alguien, ¿solamente los tiene a ustedes?

El señor Stanton se mueve incómodo ante mi pregunta y ve hacia el suelo cuando responde.

—En realidad nosotros…

—¡Em!—grito corriendo tras ella, se ha caído mientras corría y ahora mismo no para de llorar y patalear—Tranquila, cariño, ya pasó.

—¿Em, te encuentras bien?—se acerca su papá.

—Creo que solamente ha sido un susto—le digo mientras la reviso de pies a cabeza que no se haya lastimado.

De nuevo el agarre de Emily contra mi cuello me hace reír, en realidad la nena me quiere y el sentimiento es mutuo.

—Será mejor que vayamos a casa—aconseja su papá.

Veo el reloj y sí, la tarde de Emily y su terapia han terminado y aunque haya pasado un pequeño incidente, veo el rostro de la pequeña y casi me sonríe cuando le doy un abrazo y me despido de ella.

Espero que algún día pueda llamarme por mi nombre y me sonría de oreja a oreja.

—Hasta pronto, Dra. Pierce—me tiende la mano el señor Stanton.

—Hasta luego, señor Stanton.

—Por favor, llámeme Bratt—me pide y sus ojos se arrugan por su sonrisa.

—De acuerdo, señor Bratt.

Sonríe de nuevo porque no dejaré de llamarle señor y asiente tomando a Emily entre sus brazos y saliendo por la puerta de mi despacho.




La tarde se estaba haciendo un poco larga hasta que recibí una visita inesperada y me di cuenta que era lo que realmente necesitaba.

Mi familia.

—Quinn—la abrazo—Qué bueno verte por aquí, ¿está todo bien?

—Eso mismo quiero saber—toma mi bolso por mí y me ayuda quitarme mi bata de médico—Vamos a tomar algo, necesito hablar con mi pequeña hermana torpe.

—¿Y tú auto?—le pregunto cuando salimos al estacionamiento.

—Vine en taxi—toma mi mano—Me gusta verte conducir.

Le sonrío casi nostálgica.

Quinn siempre supo que mi fobia al conducir se debió al accidente que sufrió años atrás. Y fue ella quien me ayudó a vencer ese miedo.

Quién lo iba a decir… algunas cosas sí se pueden superar como si nunca te hayan marcado.


Nos detenemos en uno de nuestros restaurantes favoritos de comida rápida, a pesar de no tener nada de apetito, me siento bien con mi hermana mayor y mejor amiga en estos momentos, aunque a juzgar por su rostro, tiene mucho que decir.

—¿Está todo bien?—es la primera en preguntar.

Me encojo de hombros, evadiendo su pregunta, hasta que su mano llega a la mía y la aprieta, dándome el impulso que necesito.

—Llamé a Kitty… Santana —susurro lo último sin verlo a los ojos—Saca tus propias conclusiones si estoy bien o no.

—Mierda—suspira—Lo siento mucho, Britt.

—Más lo siento yo.

—¿Qué hizo Kitty?—pregunta—¿Y cómo en todo el jodido mundo se te ocurre llamar a tu novia por el nombre de…

Se detiene cuando ve las lágrimas que se asoman en mis ojos, enseguida me compongo y respondo:

—Se fue, no llegó a dormir, pero hoy lo hemos solucionado, al menos eso creo… y con lo otro, ni yo misma lo sé, Quinn.

Veo a mi hermana, ella debe saber de Santana, son mejores amigas y sé que me lo ha ocultado, nunca hemos tocado el tema, desde aquella vez que me dijo la dolorosa verdad y mi corazón terminó de destruirse, Santana se convirtió en la innombrable para todas.

No le pedí que se alejara de ella, su amistad no tenía nada que ver con lo que tuvimos… si es que lo puedo llamar así.

—Si quieres respuestas, yo…

—No las quiero—la interrumpo—No necesito respuestas, no te las pedí hace dos años cuando se fue, no las necesito ahora… es demasiado tarde.

—¿Qué pasa si regresa?

Su pregunta me hace temblar, que venga de la boca de mi hermana lo hace más real y jamás me he preparado para ello o siquiera pensarlo.

—No va a regresar—lo digo no tan segura—Y si regresa no me importa, quiero a Kitty.

—Te conozco, Britty.

—Yo también me conozco y te digo que si Santana algún día regresara—veo a mi hermana a los ojos y siento el fuego en ellos—Es mejor que salga corriendo.

Capitulo 8

—¿Por cuánto tiempo te irás?—pregunto a Kitty mientras veo que empieza a arreglar su maleta.

Hace una semana que está un poco distante desde lo que pensé que era nuestra reconciliación en su estudio.

Me ha sonreído y abrazado por las noches, pero la siento lejos de mí y temo haberla alejado.

Ahora me sorprendió diciéndome que tiene una presentación en Nueva York en una galería de un colega suyo muy importante y quiere compartir la presentación con él y sus obras.

Me sorprendió que ni siquiera me pidiera ir con ella, supongo que es algo que debe hacer solo aunque sigue siendo extraño de ella.

Aunque yo misma le dije que no rechazara otra oportunidad como ésta.

—Una o dos semanas—responde acomodando su ropa en la maleta—Serán dos o tres presentaciones y tendré una noche para mí.

—Eso es genial—y lo digo en serio, me siento orgullosa de ella.

—Tú misma lo sugeriste—dice sin verme y sin mostrarse afectado por dejarme dos semanas—Así que te tomo la palabra, quizás es lo que necesitamos.

¿Necesitamos?

—Llevamos dos meses viviendo juntas y me dices que lo mejor es estar lejos la una de la otra por unos días ¿Escuchas lo que dices?

Asiente derrotada.

—Han sido los mejores dos meses, pero…

—Ya.

Me levanto de la cama sintiéndome herida y entro al baño, me doy una ducha lenta y caliente hasta esperar que Kitty decida ir a la cama, mañana se irá, ni siquiera sé si quiere que le acompañe al aeropuerto.


Cuando salgo del baño me encuentro con Kitty durmiendo ya de su lado y la maleta a medio hacer en el suelo, rodeo la cama y me meto bajo las frías sábanas.

Estoy muy cansada, ha sido un día muy largo.

La pequeña Emily hoy estuvo muy inquieta toda la tarde, tuve que terminar la sesión antes de tiempo y llevarla conmigo a mi despacho, por una extraña razón Emily solamente quería estar conmigo pero no paraba de llamar a su mamá.

El señor Stanton me miraba nervioso y Emily no se daba cuenta que su papá estaba con ella, pero no así su mamá continuaba llamándola muy irritada.

Casi se echa llorar porque Emily rara vez o nunca habla y hoy su palabra y llanto era solamente sobre su mami.

Me froto los ojos y veo el techo de la habitación.

Todavía extraño mi antiguo techo y con ese recuerdo me quedo dormida en un profundo sueño.


Estoy corriendo, o al menos eso creo.

Hasta que colisiono con algo o alguien.

—No debes estar aquí—me advierte muy serio—Tu corazón está en peligro, es mejor que te vayas.

—¿Papá?—ya mi rostro está empapado por mis lágrimas.

Debo de estar malditamente soñando, mis padres están muertos.

—Vete, Britty. Ve detrás de ella.

Me está advierto de algo o alguien y quiero saber lo que es.

—¿Qué está pasando?

—Es mejor que te vayas, no quiero que veas esto.

—¿Dónde está mamá?

—Tu mamá está muerta.

Intento tocarlo.

—Tú también lo estás.

—Lo sé—me sonríe—Pero debes irte.

—¿Irme a dónde?—le suplico—¿Por qué estás aquí? Eres tú el que no debe de estar aquí. ¡Dios, tengo que despertar!

Regreso la mirada hacia mi papá y ha desaparecido.

Me dijo que mi corazón estaba peligro y me señaló algo que no quiere que vea, seguramente sigue ahí, al menos no es un hospital, es una casa que desconozco que parece una mansión por la cantidad de habitaciones que rodean el gran pasillo.

Sigo caminando hasta llegar a la última habitación donde mi papá apuntaba. Al momento de poner mi mano en el pomo y girar la manilla, un fuerte dolor en el pecho me obliga a detenerme.

Suspiro y tomo la poca fuerza que me queda y abro.

Me dejo caer de rodillas por lo que veo a continuación…

—¡Britt!—Kitty me grita y me tiene sobre el suelo de nuestra habitación.

De nuevo otra pesadilla, pero esta vez ha llegado lejos, me ha tenido que sacar de la cama para hacerme reaccionar.


—Kitty—lloro en su pecho y la abrazo fuerte, el llanto no cesa y se deja caer conmigo, me sostiene como si fuese una bebé asustada y besa toda mi cara y acaricia mi cabello.

—No vuelvas a asustarme así, cariño.

—¿Qué fue lo que pasó?

—Estabas temblando y llorando dormida. No podía despertarte.

Toco su rostro.

—Lo lamento.

Veo la culpa en su mirada pese a la oscuridad.

—Me quedaré contigo, no iré a Nueva York.

—No, no—me aferro más a ella—Por favor, no lo hagas.

—Siento que es mi culpa—me abraza y continúa meciéndome—He estado comportándome como una hija de puta contigo.

—No es tu culpa, es normal que las pesadillas regresen.

Regresamos a la cama, esta vez me abrazó y me dijo muchas veces hasta quedarme dormida que me amaba y por primera vez le dije un te quiero que se me hizo corto.


Cuando la alarma sonó me sentí como nueva, Kitty besaba mis hombros desnudos y yo suspiraba divertida porque todo regresaba a la normalidad.

—Ven conmigo—me susurra—No quiero dejarte.

Como si me dijera lo más maravilloso, me lanzo en sus brazos y me atrapa mientras le beso toda la cara.

Todo está bien entre las dos y quiero ir a Nueva York y apoyarla como ella lo ha venido haciendo todo este tiempo.

—Tendré que hablar con el Dr. Schuester.

—Bueno todavía tenemos tiempo.


Cuando hablé con el Dr. Schuester me sorprendió diciéndome que ya merecía darme un poco de descanso.

Desde que entré a trabajar en el Florence, me he dedicado a mis pacientes sin descansar y no me mal entiendan, amo lo que hago.


Mientras estoy terminando de empacar, en media hora tendremos que estar en el aeropuerto de Toronto.

La sonrisa de Kitty es todo lo que necesito, estoy orgullosa de ella como ella lo está de mí.

—Cariño, tu teléfono—Kitty me entrega mi teléfono y veo que se trata del señor Stanton.

—Es el señor Stanton—le digo respondiendo y Kitty frunce el ceño.

Le he hablado de Emily y ha simpatizado a pesar de que no la conoce, lo poco que le he dicho y lo que ha mejorado hasta hace unos días nos ha alegrado a ambas.

—Señor Stanton.

—¡Gracias a Dios, Dra. Pierce!—exclama desesperado—¡La necesitamos!

—¿Qué sucede?—dejo la maleta a un lado—¿Em está bien?

—Está encerrada en su habitación, ha permanecido debajo de la cama por horas y solamente llora y grita. Necesitamos que venga de inmediato, no sabemos qué otra cosa hacer.

—Voy para allá.

Corto la llamada y obtengo la atención de Kitty con lo último que dije.

—¿Qué sucede, cariño?

—Parece que Emily tiene una crisis—pero eso no es todo, me duele que quizás no pueda ir a Nueva York con ella.

—Sé que tienes que ir—llega hasta a mí y me abraza—Adoras a esa pequeña y ella te necesita, no puedo dejar que vayas conmigo sabiendo que te necesita.

—En realidad quería ir contigo.

—Lo sé—me besa—Pero ella te necesita más, estaré en casa muy pronto, no te preocupes por mí.

—¿Segura que está bien?

—Britt, no hay nada que me enorgullezca más que verte ayudar a los demás, me has hablado mucho de Emily y hasta yo siento que le tengo cariño ya, no me puedo imaginar lo asustaba que debe de estar.

—De acuerdo—la abrazo de nuevo—Lo siento.

—Te llamaré cuando esté en Nueva York, por favor ten cuidado.

Me despido de Kitty y observo mi maleta negando con la cabeza.

—Vete ya—me ordena suave—Luego me cuentas.

Corro hasta llegar al ascensor y espero una eternidad cuando ya me encuentro dentro de mi auto, sé la dirección de Emily porque esto es necesario saberlo y más si se tratan de pacientes que pueden tener una crisis o una emergencia, solamente he tenido unas pocas emergencias con mis pacientes, pero ésta es diferente.



Al llegar a la casa de los Stanton salgo del coche y se me corta la respiración al ver una ambulancia fuera y otros dos autos más que deben pertenecer a los señores Stanton.

Al entrar a la sala principal me recibe su ama de llaves, una señora que me ve de pies a cabeza de manera extraña.

Pero lo que me sorprende es ver todo a mi alrededor. Es como un desierto hasta que veo al papá de Emily venir a mí corriendo.

—Qué bueno que pudo venir, Dra. Pierce.

—¿Dónde está Em?

—Por aquí—me indica llevándome escalera arriba, escucho los gritos de la mamá de Emily e intento contenerme.

¿Acaso esta señora no puede tener un poco de paciencia con su hija?

—Querida, por favor deja que la Dra. Pierce haga su trabajo—le pide tocando su cintura una vez he entrado a la habitación rosa.

Parece que es un pequeño palacio de princesas y me recuerdan a mí y las viejas fotografías de mi habitación en Holanda.

—Dijo que estaba bien—casi me grita cuando me enfrenta—No entiendo qué le sucede ahora y más le vale que haga bien su trabajo o empiece a hacerlo.

—Emily ha mejorado mucho—me contengo de estamparle la muñeca que lleva en sus manos en la cabeza por cómo me habla—¿Hay algo que la está alterando? ¿Los ha escuchado discutir? Debe de haber un origen para que Emily haya decidido encerrarse en su mundo de esa manera.

—¡Ninguno!—grita—Somos buenos padres.

De ella lo dudo.

A pesar de que es una bella habitación, todo está hecho un desastre, parece que Emily ha llamado mucho la atención por algo o alguien y lo voy a averiguar, me puedo imaginar que se debe a su mamá, pero no entiendo todavía del todo.

—¿Em?—la llamo y sé que está debajo de la cama, pero decido jugar un poco.

Escucho mientras abren la puerta y sé que son sus padres que me observan.

—¿Dónde estará la pequeña Em?—levanto un par de muñecas y las pongo de nuevo en su lugar—Estaba pensando en ir a comer un helado, o uno de los dulces que a Em le gustan, pero no la encuentro por ningún lado.

Sé que me está escuchando, quiero que no se sienta amenazada, no la sacaré de ahí sino quiere, quiero que ella venga a mí.

—Pero qué linda muñeca—digo muy entusiasmada—Me gustaría jugar con Em, estoy segura que ésta es su favorita.

Veo una manita asomarse debajo de la cama y sigo ignorando.

—Ahora estoy triste—digo nostálgica—Em no quiere salir a jugar con su amiga Britt.

Ahora veo dos manitas y una Emily todavía en pijama asomar la mitad de su cuerpo.

—¡Ahí estás!—chillo divertida—Oye, pequeña sal de ahí que yo soy muy grande para meterme ahí contigo.

Niega con la cabeza.

Me siento frente a ella en el suelo y la veo, tiene su carita sucia de tanto llorar y eso me parte el alma.

—¿Quieres que juguemos? Te prometo que en estos momentos soy solamente tu amiga y no tienes nada qué temer.

Los ojos de Emily se abren como platos y me ve asustada.

—¿Qué sucede, cariño?

Sus pequeños ojos oscuros se llenan de lágrimas, sale de la cama y se lanza en mis brazos a llorar con más intensidad.

—Shh—la abrazo fuerte—Todo está bien.

Solloza en mi pecho y yo la muevo para tranquilizar su llanto, pero cuando pienso que todo ha acabado el grito de Emily llorando y riendo me confunde.

—¡Mami!—llama—¡Mami!

—Señora Stanton, creo que…

Me pongo de pie con Emily en brazos y me giro para que la señora Stanton se acerque y le diga a Emily que todo está bien, pero cuando levanto la mirada creo que estoy soñando, sí eso debe de ser, por nada en el mundo es real lo que ven mis ojos en este momento.

Seguramente es otra pesadilla.

Pongo a Emily en el suelo y sale corriendo hacia lo que me indica que no es un sueño, la señora Stanton no coge a Emily en brazos a pesar de que ella gritó por ella.

En cambio sigue diciendo mami una y otra vez y alguien le tiende los brazos y la levanta del suelo.

Yo apenas puedo respirar, pero me las arreglo para abrir mi boca sin antes desmayarme por lo que veo.

—¿Santana?