[Resuelto]FanFic Brittana: Nunca II (Adaptada) Epílogo

Capitulo 9

Todavía me duelen sus palabras.

—Te encargaste de mandar todo a la mierda. Pensé que habías venido aquí porque estabas huyendo de algo, luego me di cuenta que solamente te estabas escondiendo, pero me equivoqué… tú huyes, es lo que haces siempre, pero no puedes huir de esto, Santana. Simplemente no puedes.

No voy a huir, si tan solo supiera que vine aquí para empezar de cero, para intentar olvidar.

Pero jamás me imaginé que al verla que casi cae por las escaleras y la tomé de la cintura mi mundo se detuvo y empezó a girar a su alrededor.

Amaba a Dani, pero me di cuenta con el tiempo que lo que me mantenía con ella era su enfermedad.

Desde hace mucho tiempo las cosas no estaban bien, pero sentí que podía, que realmente podía volver a amarla como la primera vez.

Me aferré al amor, a ese jodido primer amor de mierda que nos marca.

Es lo que le pasó a Britt, ella siempre estuvo enamorada de mí.

¿Enamorada?

A pesar de que fui una mierda, mi Britt-Britt seguía enamorada de mí y ese amor me lo demostraba cada día con ese carácter autoritario y niña caprichosa.

Intenté alejarla, intenté alejarla de mí, pero siempre esos grandes ojos, su cabello, su mirada, su sonrisa y hasta cuando me mandó a la mierda me enamoraba cada día más.

Se merecía que le dijese la verdad.

Que Dani había muerto un año atrás.

Me levanto de mi cama porque por la ventana la veo que está terminando su botella en el techo de su habitación.

Qué mierda.

Salgo corriendo hacia el jardín, puede caerse de ahí, apenas y puede mantenerse de pie.

Y es mi culpa, yo la llevé a ello.

—Britt—me tiembla la voz cuando la llamo desde abajo—Britt-Britt, ven aquí por favor.

Se ríe de mí y apenas puede verme a través de las lágrimas que caen por su mejilla.

—Vete, celebridad.

Se pone de pie y apenas puede mantenerse de pie, eso me alarma y salgo corriendo hacia su habitación. La puerta principal se abre y es Quinn, ignoro sus gritos y subo las escaleras junto con ella.

—Britt, por el amor de Dios ven aquí—le implora su hermana—Estás ebria, y además aquí es peligroso.

—No me importa, Quinn—camina en círculos—Nunca me he caído.

—Yo me encargo—la tomo del hombro.

—Esto es tu culpa—me señala—Más te vale que me des una explicación y saques a mi hermana de ahí, no quiero que…

Ambas escuchamos el timbre de su casa.

Soy la primera en salir corriendo, si es la maldita zorra culpable de todo esto, me va a oír.

Pero cuando veo que se trata de mis padres, me paralizo, pensé que les había quedado claro que no quiero tenerlos cerca en estos momentos.

—¿Qué es lo que quieren?—les espeto saliendo y cerrando la puerta detrás de mí, solamente espero que Quinn lo tenga todo bajo control.

—Tenemos que hablar, hija—implora mi papá.

—Ahora no necesito hablar.

—Hija.

—¡Mi novia me necesita!—les grito—Sí, estoy felizmente enamorada, he encontrado el amor de nuevo y no van a separarme de ella esta vez.

—Eso es maravilloso—continúa mi papá—Sólo queremos lo mejor para ti.

—¿Así como lo querían con Dani?—siento un nudo en mi garganta—Dejaron que muriera lejos de mí. ¡Yo tenía que estar ahí! ¿Tienen una puta idea de lo que sufrí día y noche y enterarme por un jodido mensaje que ella había muerto?… ni siquiera pude estar en su jodido entierro.

Mi mamá empieza a llorar y mi papá la conforta.

—No necesito esto ahora.

Camino por la parte trasera para volver al jardín.

—Tana.

—¡Váyanse!—les grito—¡Ambos, fuera!—me llevo las manos a la cabeza por el dolor que me provoca gritarles hasta que mis ojos se detienen en lo que veo.

Brenda está en el techo junto con Britt, todo pasa en cámara lenta y veo cuando la arroja fuera de éste.

—¡Britt!—grito corriendo al mismo tiempo en que sale Quinn gritando al unísono junto con Rachel.

Britt, mi Britt, yace en el suelo del jardín.

—¡No la toques!—le grito a Quinn cuando se acerca—¡Llama a una ambulancia ahora mismo!—me acerco a su cuerpo y la veo de pies a cabeza, es realmente hermosa.

Veo a Brenda que ha bajado y Rachel me detiene enseguida.

—¡Vas a morir!

—¡Yo no quería!—solloza la muy hipócrita, por supuesto que quería—Se los juro que no quería.

Ya me encargaré de ella luego.

Ahora solamente necesito estar con Britt.

Mi Britt.

Dios no me puede hacer esto de nuevo, no puede.

Malditamente no puede.




—¿Por qué siguen aquí?—limpio las lágrimas de mis ojos viendo a mis padres que nos han seguido hasta el hospital, ahora Britt está durmiendo, no tiene ninguna herida grave; solamente tendrá unos cuantos moretones por la caída no tan alta.

—Tenemos que hablar contigo y no nos iremos hasta que nos escuches.

—Estoy perdiéndolo todo.

—Hay algo que no vamos a permitir que pierdas, Tanita—la voz ronca de mi papá me hace verlo, realmente hay algo que debe decirme y la verdadera razón por la cual están aquí es porque es importante.

—Necesitamos que regreses a Holanda lo antes posible—continúa mi mamá—Temo que cuando te enteres nos odies, pero no vamos a seguir cometiendo los mismos errores una y otra vez, no queremos seguirte perdiendo.

—¿De qué estás hablando?

—Tana—mi papá toca mi hombro y lo permito, se siente tan bien que no me daba cuenta que lo necesitaba.

—Ella te necesita.

¿Ella?

—¿Quién es ella?—pregunto sintiendo ya mis lágrimas caer por el dolor fuerte que siento en mi pecho, no solamente se trata de Britt, lo puedo sentir.

—Tu hija.

Capitulo 10

Su mamá.

Ahora entiendo.

Emily sigue en sus brazos y Santana no quita su mirada de mí, el señor Stanton me ve confundido.

—¿Se conocen?—pregunta y lo veo.

—Eh, no—miento—Es una celebridad. ¿Quién no puede reconocerla?

Me las arreglo para sonreírle y el señor Stanton me sonríe en complicidad.

—He querido decirte todo este tiempo que nosotros somos los abuelos de Em—me ve con nerviosismo, he tratado a Emily por casi dos meses y hasta ahora y en estas circunstancias me dice la verdad.

—Señor Stanton, con todo respeto—ignoro la mirada de Santana—Le he preguntado muchas veces si Emily tiene más familiares, es muy importante para su recuperación que cuente con todo el apoyo de su familia… más si se trata de sus padres.

—Solamente me tiene a mí—escuchar la voz de Santana hace que se me erice la piel, su voz es un poco ronca o se debe a que está molesta, yo debería de estar molesta no ella, pero lo más extraño de todo es que solamente me siento confundida.

—Bratt—demanda Santana—¿Puedes darme un momento a solas con la Dra. Pierce?

—De acuerdo.

Me pregunto dónde está la señora Zoila, muchas veces ella interrumpió a su marido cuando se trataba de Emily, ella no quería que supiera que ellos no eran sus padres.

Hay muchas cosas que necesito saber, pero lo importante ahora es Emily, sus ojos, su cabello, su color de piel.

Todo encaja ahora, sentía un calor familiar cuando estaba con ella, se debía a su sangre, a su mamá.

—¿Debo acostarla?—me pregunta seria y asiento.

Veo cómo la coloca sobre la cama y la pequeña empieza a llorar, me tiende los brazos y ahora soy yo la que la toma en brazos y vuelvo a llevarla a la cama, para Santana es como ver lo más divino, sus ojos se quedan inertes en mí, mientras acaricio el cabello de su hija como si se tratara de la mía.

No voy a decir nada y mucho menos delante de ella.

—Britt.

—No—la corto—No delante de ella.

Asiente.


Cuando siento que ha pasado una eternidad, por fin la pequeña Emily se ha quedado dormida y también por un segundo yo.

Santana sigue sentada en el suelo y su mirada ahora es hacia su hija y a mí.

Veo la hora y han pasado más de dos horas.

Me levanto de la cama y veo por última vez a Emily que se aferra a su oso de peluche, Santana también se pone de pie y sale detrás de mí. Abro la puerta y salgo, los señores Stanton me ven todavía y veo un par de enfermeros.

—Hagan el favor de retirarse—les espeto furiosa, Emily no es ningún paciente que necesite ser llevada en una ambulancia.

—¿Cómo está Em?—pregunta ahora su abuelo.

—Está dormida.

—Pensé que tendría que llevarla de nuevo a una clínica para que la tranquilizaran.

—¿Cuántas veces ha sucedido esto?—la enfrento y ella nos ve nerviosa a todos, parece que ha abierto su boca de más.

Y caigo en una sola razón.

Emily reacciona de esa forma por Santana.

—¿Quién te ha llamado?—ignora mi pregunta y se dirige a Santana.

—Yo lo llamé—interviene el señor Stanton—Es su mamá y Emily ha querido verla todos estos días, me dijiste que estaba de viaje o algo parecido y parece que a Santana también le has dicho lo mismo sobre nosotros.

No me lo puedo creer.

—No puedo creer que haya dejado que Emily pasara por todo esto solamente porque quería a su mamá.

—No nos conoces—me enfrenta señalándome con un dedo—Somos lo único que tiene.

—Soy su mamá, Zoila—dice Santana detrás de mí—Que tengas la custodia de mi hija ahora mismo no me quita el derecho de verla.

¿Custodia?

Se ríe de ella.

—Cuando dejaste a mi hija morir sola ha sido lo mejor que has hecho.

—¡No te atrevas a hablarme de esa mierda ahora!—le grita—¡Tú te encargaste de alejarme de ella! ¡De mi hija!

—Santana—ahora soy yo la que interviene.

—Veo que ya se conocen bien—me ve de pies a cabeza y ya sé lo que pasa por su mente.

—No te atrevas a juzgarla—prosigue Santana—Conozco a la Dra. Pierce, ¿Quién crees que se encargó de que llegaran a ella para que tratara a mi hija? Porque según tú mi hija necesitaba ayuda especial porque sentía el vacío de su mamá, la que la gesto y llevo en su vientre. No la mía que solo di los óvulos, ¿no? ¡No puedo creer lo idiota que fui! ¡Es una bebé!

La veo con los ojos bien abiertos y luego veo al señor Stanton, ellos dos han sido participe de ésta que pensé era una gran coincidencia, por supuesto que nada de eso es cierto, lo planearon, ambos lo hicieron.

Y aunque debería de estar molesta por ella, algo dentro de mí se siente agradecida porque estoy segura que Emily ya ha sufrido demasiado con personas como su abuela a su lado.

—Lo sabía—acusa—Es por ella que dejaste a mi hija ¿Cierto?

—¿¡Qué!?—estoy segura que mi grito no se compara con lo asustada que estoy de que eso sea cierto.

—Deja de decir estupideces, Zoila—su esposo la toma del brazo—Tú misma sabes cómo pasaron las cosas, fue el deseo de nuestra hija.

Oh, Dios mío.

—Yo… yo mejor me voy.

Camino hasta la salida y el aire de afuera ahora me sienta demasiado pesado para siquiera sentirlo en mis pulmones, es demasiado para procesar.

Abandono.

Muerte.

¿Qué demonios está pasando?

Pero lo que aún no puedo aceptar es que Santana haya regresado.

He visto a Santana de nuevo, ella me ha visto de nuevo.

Santana está aquí.

¡Santana tiene una hija!

—¡Britt, espera!—me grita Santana detrás de mí cuando estoy por subirme al auto.

Me detengo al sentir su mano en mi brazo y el viejo escalofrío cargado de mucho dolor se apodera de mí. Me giro ante ella, esos grandes ojos negros han regresado, pero solamente puedo hacer una cosa.

Levanto mi mano y la estampo en su mejilla.

No reacciona y mantiene la mirada gacha, pero cuando intento de nuevo devolverle la bofetada detiene mi mano en el aire y suelto un sollozo, su suave agarre hace que me derrita ante su toque de nuevo y no sabe hacer otra cosa más que llevarme hacia su pecho y abrazarme.

Continúo sollozando y peleando con su agarre, tomo en un puño su chaqueta de atrás y me aprieto más hacia ella.

—Por favor—sollozo temblando—Por favor, dime… dime que estoy soñando.

—Lo siento, Britt-Britt—sus besos en mi cabeza no ayudan—Daría todo porque esto fuese una pesadilla de la cual podamos despertar, pero temo decirte que es nuestra realidad.

Me aparto de ella como si me acabara de abandonar de nuevo y la enfrento.

Una terrible realidad acaba de golpearme bien feo.

—¿Por qué ahora?—le limpio las últimas lágrimas—¿A qué has venido Santana?

—Te necesitaba—toca mi rostro y lo permito cerrando mis ojos—Mi hija y yo te necesitamos.

—Sabías donde trabajaba. ¿Qué más sabes de mí, Santana López? Porque no es ninguna casualidad nada de esto.

—Te lo explicaré—toma mis manos y las lleva a su boca para besarlas—Te explicaré todo, Britt. Te lo prometo.

Me suelto de manera brusca.

—Jamás.vuelvas.a.decir.eso—pronuncio con recelo.

—¿Hacer el qué?

—Prometer lo imposible—subo a mi auto sin que se lo espere—Ya has roto demasiadas promesas.


No fui a mi casa, al contrario de eso, fui directamente a la casa de mi hermana.

Ella debió decirle donde trabajo, debió saber toda la verdad sobre la hija de Santana y que por eso se fue.

No puedo creer que mi hermana me haya mentido también.

Veo su auto que está aparcado afuera y es buena señal.

Muy pronto oscurecerá y no tengo idea de lo que le diré a Kitty cuando llame.

Adivina qué… Santana ha regresado. O Santana regresó y tiene una hija. O Santana no me dejó, fue a recuperar a su hija. O Recuerdas a Emily, es la hija de Santana.

Mierda.

Es demasiado.

No hay forma de que se lo diga sin que se altere y lo peor de todo es que tenía que ser precisamente hoy que se fue, no puedo decirle mientras esté allá, regresará de Nueva York y dejará la presentación, no puedo hacerle eso, por fin está haciendo lo que le gusta.

No puedo arruinarle eso también.

—¿Britt?—Rachel me ve con los ojos llorosos y doy gracias a Dios porque mi sobrino no esté presente por lo que voy a decirle a su rubia mamá.

—Eres una hija de puta, Lucy—la golpeo en el pecho llorando cuando la veo venir—¡Eres una hija de puta!

—¡Britt!—me detiene—¡Por Dios! ¿Qué tienes?

Me dejo caer al suelo junto con ella y Rachel se nos une, toma mi mano y quita el cabello de mi rostro.

Intento respirar y calmarme, necesito calmarme cuanto antes.

Levanto la mirada y veo a mi hermana.

—Santana está aquí.

Capitulo 11

No dice nada.

Lo sabía, no tiene nada qué decir.

Porque lo supo desde un principio.

Debió decirle a Santana donde trabajaba y además de eso de la existencia de Emily.

—¿Cómo… cómo lo sabes?

—¿Cómo lo sé?—me levanto del piso y la reto con la mirada—Déjame que te lo explique de esta manera.

Rachel la ve con recelo, también está sorprendida por todo esto. Se lo ocultó hasta a su propia esposa y no lo culpo. Rachel es mi segunda mejor amiga, ella me lo hubiese dicho al segundo siguiente.

—Hace dos meses, recibí a una paciente—empiezo a explicar—Una pequeña de tres años llamada Emily. He recibido una llamada antes de irme a Nueva York con mi novia para acompañarla, pensé que esto nos ayudaría para arreglar nuestra relación. Pero resulta que esa llamada era una emergencia, la pequeña Emily tuvo un ataque y me llevo la sorpresa de que mientras estaba consolándola como si se tratara de mi propia hija… su mamá me estaba observando… su verdadera mamá… Santana.

—Oh, Dios—Rachel se lleva las manos a la boca—¿Quinn?

—Así es, Rach. Mi querida hermana me ocultó todos estos años que Santana tenía una hija y que por eso se fue y no solamente eso. No es una casualidad de que Emily haya llegado al Florence. Tú le dijiste a Santana, ¿cierto?

Asiente con la cabeza, no hay marcha atrás ni tiene sentido de que siga mintiendo.

—No sabía que la llevaría contigo—tartamudea—Ni siquiera sabía que su hija estaba aquí, pensé que estaba en Holanda.

—Bueno ya ves que no, vive aquí en Toronto, con sus abuelos, ni siquiera sé… ni siquiera sé qué decir o hacer.

—¿Hablaste con ella?

—No y no pienso hacerlo.

—Mereces unas cuantas explicaciones, Britt.

—¿Explicaciones?—me siento ofendida de que siquiera lo plantee—¿Cómo va a explicarme que me abandonó? ¿Qué mintió? Y aparte de todo tiene una hija cuya custodia no tiene y no sé por qué, todo es tan confuso para mí y lo único importante de todo este circo es esa niña que la única palabra que ha pronunciado desde que la conozco es mami.

—Lamento mucho habértelo ocultado pero jamás pensé que ella haría algo así.

—Puedo entender que no confíe en nadie, además el Florence es uno de los mejores centros, el señor Stanton me dijo algo sobre haberla llevado a otros centros y no pudieron ayudarla… la pequeña…—las veo por un momento y me doy cuenta de que cuando hablo de Emily sonrío.

—Te quiere—Concluye mi hermana.

—La primera vez que la conocí cayó a la piscina del hospital y casi se ahoga—recuerdo ese momento mientras me siento y Quinn junto con Rachel hacen lo mismo—Salí corriendo y lo único que vi fueron sus grandes ojos oscuros, ella se aferraba a mi cuello, no me soltaba y solamente yo pude tranquilizarla. No sé si es un castigo de Dios que ella me quiera. Pero no puedo abandonarla ahora, ha mejorado mucho, si la vieran cómo sonríe, ha empezado a jugar con otros niños y…

—La quieres.

—Sí—mi hermana y Rachel sonríen—Ella es la respuesta a todo, no tiene la culpa de nada.

Quién me iba a decir que iba a terminar encariñándome con la hija de Santana, la razón por la que se haya marchado dos años atrás fue por ella, suena tan cruel, pero ahora puedo entender una pequeña parte, y aun así no puedo perdonarla.


Regresé a casa, me despojé de mi ropa y me metí a las sábanas luego de tomar una pastilla para dormir, necesitaba dormir y no pensar en nada más.

Tengo demasiadas cosas en mi cabeza y no quiero caer en un círculo vicioso donde Santana López vuelve a jugar con mi mente.

Es tarde ahora, ya no soy la niña que conoció, soy una mujer, una dañada gracias a ella y a la vida misma por cada prueba que me manda.

Si ésta es otra de ellas, no sé si pueda culminarla sin terminar hecha pedazos.




Era viernes.

Los viernes son el último día de terapia en la semana de Emily.

Llego al centro y entro a mi despacho a ver el historial médico. Todo arroja a lo mismo, parece que no hay rastros de que Dani y Santana sean sus mamás.

¿Por qué?

Al menos eso necesito saber, todo sea por el bien de la niña.

—Adelante—digo cuando escucho que la puerta se abre, mis ojos siguen en el expediente hasta que siento un aroma familiar acompañado de otro dulce y peligroso.

—Buenos días, Dra. Pierce.

Levanto la mirada y ahí está, luciendo como todo una mamá de familia, una hermosa mujer y mirada oscura desafiante.

—Emy tiene algo para usted.

Veo a la pequeña y le sonrío, trae consigo unas flores rojas y las pone sobre mis piernas, seguido de ello, me da un fuerte abrazo y un beso.

—Mami—dice muy feliz y eso derrite mi corazón.

—Sí, cariño—veo a Santana por un segundo—Mami está aquí.


Como si Santana no estuviese presente, comienzo la terapia, primero empezamos con lo básico que es que aprenda a pronunciar varias palabras, entre ellas sus necesidades básicas.

Santana me observa y no dice nada, Emily sonríe feliz de tener a su mamá y ahora me doy cuenta que lo que realmente necesita Emily es a su mamá.

—¿Ella estará bien?

Me sorprende cuando pregunta eso, no ha dicho nada en todo el tiempo que hemos estado aquí.

—Ella te necesita—es lo único que le digo mientras me acerco a su hija—¿Vamos a jugar afuera con los otros niños?

—¿Mami?

Me rio.

—¿Mami, vienes?—la veo y sonríe divertida.

Emily toma mi mano y las tres salimos de mi despacho. Nos encaminamos a la sala de juegos donde muchos niños de la edad de Emily están jugando con más asistentes, la mini morenita es la primera en salir corriendo y ya hay una niña ya conocida que siempre juega con ella.

Me cruzo de brazos y le indico un par de cosas al asistente y éste de forma coqueta asiente. Santana carraspea su garganta detrás de mí y la veo. Fulmina con la mirada al enfermero y enseguida se va.

—¿Qué fue eso?

—Estaba coqueteando contigo.

—¿Y?

Ahora está celosa, por favor.

Es ridículo que venga a sentir celos por mí cuando soy toda una desconocida para ella.

No me conoce, vuelvo y repito la Britt que conoció ya no existe.

—Lo siento.

Sin quitar la mirada de Emily, nos sentamos a una distancia, hay muchas cosas que necesito que me diga y al mismo tiempo no.

Mi mente me juega en que es demasiado tarde, pero a la vez es lo que puede ayudarme a cerrar el capítulo y llevar la fiesta en paz ahora que su hija es mi paciente, no puedo salir huyendo, ella es el que lo hace.

—Tengo la certeza de que no sabes por dónde empezar—le digo mientras veo sus rasgos.

No sé si sigue compitiendo, de hecho no sé nada de ella.

—Tengo la idea sobre algo—sus ojos vagan desde mis ojos, mi boca y el pequeño escote detrás de mi bata y de inmediato siento calor y veo hacia otro lado—Sí, al menos eso no ha cambiado en ti.

—¿Qué cosa?

—Tú—se lame los labios—Provocando cosas en mí.

—¿Yo provoco cosas en ti?—me llevo la mano al pecho de forma dramática por escucharlo hablarme de esa manera.

—Siempre has provocado cosas en mí.

Nos quedamos en silencio viéndonos más de lo normal.

—Cada palabra, cada mirada, cada parte de tu cuerpo—susurra sin quitar esa mirada oscura de mí—¿No lo entiendes, Britt?

—¿Entender el qué?—pregunto con un hilo de voz.

—Nunca has dejado de ser mía.

Kitty.

—Basta—le pido viendo hacia otro lugar que no sean sus ojos—Estoy con alguien ahora.

—Lo sé y me importa una mierda—masculle enfadada y eso hace que la vea.

—No te atrevas, Santana—la amenazo—No vengas a joderme la vida más de lo que la dejaste jodida cuando te marchaste.

—Quiero una cita—dice sin más, no le importan mis amenazas, hay algunas cosas que no cambias, como ella siendo una idiota por ejemplo—Y no acepto un no por respuesta, sé que tu novia está de viaje, por lo tanto no me importaría ir a tu casa.

¿Qué diablos?

—Ahora eres una acosadora—y no ha sido una pregunta—Ni siquiera voy a preguntarte por qué sabes tantas cosas de mí, parece que ahora tú y mi hermana no guardan ningún secreto.

—Cuando se trata de ti no hay nada que no quiera saber, Britt-Britt.

—Deja de llamarme así.

Vemos al mismo tiempo a Emily que viene hacia nosotras, se lanza en los brazos de su mamá y por primera vez la veo que sonríe y acaricia a su hija.

¿Quién lo iba a decir?

Todavía recuerdo cuando pensé que quería tener hijos con ella.

Estaba tan emocionada y asustada, supongo que algunas cosas no están destinadas como creemos.

—Una hora—me pide—Solamente dame una hora de tu tiempo para explicarte todo, aunque sea tarde, creo que todavía se puede salvar algo.

—¿Ah, sí?

Asiente.

—Tú y yo siendo amigas por primera vez.

Casi me rio, ¿amigas?

Estamos hablando de Santana López, no se puede ser amiga de ella y mucho menos yo.

—Eso no va a suceder.

—¿Por qué?

—Porque eres una idiota—suelto enseguida.

—Iota—repite Emily y me llevo las manos a la boca.

Santana se parte en una gran carcajada y besa a Emily que también se ríe de su nueva palabra, soy una doctora terrible.

—Cariño—tomo su manita—Eso no, es mami.

—Iota mami.

La veo que ahora ya no se ríe.

—Creo Emily aprende rápido.

—Princesa, esas cosas no se dicen—le habla tierna—Prométeme que no lo dirás más, sino no hay trato.

¿Trato?

—¿Lo prometes?

Emily asiente divertida y regresa a jugar, dentro de poco será hora de irse y la tarde ha pasado lenta como también rápida desde que me senté con su mamá.

—¿Qué trato hiciste con tu hija, López?

—Le prometí ir al parque las tres.

—¿¡Las tres!?

—Sí, así que más te vale que no rompas el corazón de mi hija.

—No lo haré—la fulmino con la mirada.

Capitulo 12

Observo las estrellas en esta noche fría y solitaria cuando escucho mi teléfono móvil sonar.

Es Kitty.

—Hola—respondo nerviosa—¿Qué tal el vuelo?

—Lamento llamarte hasta ahora, cariño. Quería instalarme primero y poder hablar un rato contigo.

Mierda.

Estoy tan nerviosa que ni siquiera sé de qué hablar.

—Eso es genial.

—¿Está todo bien?—pregunta—Te echo de menos.

—Yo también—y lo digo cerrando con fuerza mis ojos, desearía que estuviera aquí y que todo sea más fácil.

—Te escucho un poco agripada.

Se debe a mi llanto.

—No, estoy bien… es solamente que estoy fuera y quizás se deba al aire frío.

—¿Cómo está la pequeña Emily?—lo que temía que preguntara—¿Pudo mi increíble novia poner a la nena a salvo?

—Sí—me trago las lágrimas—Solamente quería a su mamá, es todo. ¿Tú cómo estás? Mañana es el gran día para ti y tu amigo.

—Sí, estamos en la galería, Ryder ha estado un poco nervioso, a pesar de que no es la primera presentación que da.


No sé cuántos minutos han pasado, pero solamente he respondido con monosílabos.

Kitty dijo que estaba cansada y que iría a dormir, le prometí llamarla después de que su presentación terminara y agradecí para mis adentros que no se diera cuenta que algo estaba ocultándole.

La pregunta era, ¿hasta cuándo podía ocultárselo?


Me levanto de la cama cuando escucho el despertador sonar, ni siquiera me molesto en frotarme los ojos, prácticamente no he dormido nada en toda la noche.

Agradezco por lo bajo que hoy es sábado, por lo tanto no hay que trabajar y además estaré sola por las siguiente dos semanas.

Voy enseguida a la ducha y se me ocurre la idea de visitar a mi sobrino hoy.

Visto unos pantalones ajustados color crema y una blusa manga larga, hoy hace un poco de frío, mientras voy a la cocina escucho el timbre de la puerta.

Debe ser Quinn.

Abro la puerta sin pensarlo dos veces y me llevo la gran sorpresa de ver a Santana en mi puerta y toma de la mano a la pequeña Emily.

—Britt—me saluda.

—Santana. ¿Qué haces aquí?

—Emy quiere ir al parque—me recuerda—Además te dije que si era necesario iba a venir a tocar a tu puerta.

—¿Cómo entraste?—acomodo mi blusa y ls veo nerviosa—El portero tuvo que haber esperado que te anunciara.

—Le dije que era una emergencia, además nadie se puede resistir a los encantos de mi hija, creo que lo sacó de mí.

Me mofo.

—¿Utilizas a tu hija para ser una…

—Lenguaje—me corta—Hay una niña presentes. Y no, de hecho también me pidió mi autógrafo, sin dejar de decir, que soy una sexy latina, ¿no?

Por supuesto, cuando le conviene sí es una celebridad.

—¿Vas a dejarnos pasar?

—Lo siento—le sonrío a Emily y ella estira sus brazos para darme un abrazo, es tan linda que derrite mi corazón, la tomo en brazos y beso su mejilla para bajarla de nuevo, la llevo hasta la sala y pongo los dibujos animados, yo necesito hablar con su jodida mamá, esto no es normal.

—Ven aquí—la tomo del brazo una vez Emily queda embelesada en la televisión y llevo a Santana hasta la cocina—¿Se puede saber qué intentas hacer? Esto no es normal, no puedes venir a mi casa… vivo con alguien.

Parece que no todo lo sabe, porque en cuanto le digo eso, su rostro cambia de colores y ahora sus ojos oscuros están inyectados de rabia al saber que otra persona vive conmigo.

—¿Vives… vives con una jodida mujer?—pregunta arrastrando las palabras.

—Vivo con mi novia—le señalo la fotografía cerca del refrigerador, cuando lo vea se llevará una gran sorpresa.

Sigue lo que le señalo y ve la fotografía, todavía recuerdo cuando enfureció cuando conocí a Kitty en el club. Desde ese momento la odió y ahora la noticia no le sentará bien al saber que es mi novia.

—Debes estar jodiéndome, Britt—masculle sin quitar su mirada de la fotografía.

Abrazo a Kitty por detrás y ambas sonreímos a la cámara, fotografía que tomó Rachel en el parque.


—Kitty es mi novia y vivimos juntas, Santana. Por lo tanto no puedes aparecerte así, tienes suerte de que está de viaje ahora.

Regresa su mirada a mí.

—Somos amigas, no tiene por qué molestarse.

—Ella sabe de ti—susurro—Lo sabe todo.

Ladea la cabeza intentando leer mi mente como antes lo hacía, se acerca tan rápido que apenas puedo moverme, me tiene atrapada entre la isla de granito y su cuerpo.

—¿Todo?—susurra en mi rostro y siento su aroma apoderarse del poco juicio que me queda—¿Estás segura que lo sabe todo?

Digo que sí con la cabeza, porque estoy segura que no puedo hablar ahora mismo, solamente puedo ver sus ojos, sus carnosos labios y la manera en que pasa su lengua por ellos.

—¿Sabe que te debilitas cuando te tocan aquí?—lleva su boca a mi cuello y me planta un beso suave. ¿Por qué demonios lo permito?—¿O cuando te besan aquí?—sigue besando más debajo de mi cuello, por encima de mis pechos—¿Y si te toco así?—su mano llega a mi trasero y me trae hacia ella, ese toque tan animal, me hace entrar en razón y la empujo.

La muy maldita se ríe de mi reacción y regresa a la sala y se sienta con Emily.

¿Por qué está tan calmada?

Nada de esto es normal.

No puede venir dos años después a mostrarse como la misma imbécil de siempre, ya no somos unas adolescentes.

—¿Em quieres algo de tomar?—le pregunto y ella asiente con la cabeza—¿Jugo de fresas está bien?

Me sonríe.

—Fesas.

Nos vemos por un segundo con su mamá, otra palabra más a la lista, está recuperando a su hija.

Tomo un vaso de jugo de fresas y se lo doy.

—¿Y el mío?—pregunta su mamá.

—Em es mi invitada—me burlo y le doy la espalda para ir a mi habitación.

No sé qué hacer.

Me encierro en mi habitación y decido llamar a la única persona que quizás puede entenderme.

—Hola, Britt, ¿va todo bien?—responde Rachel.

—Santana está en mi casa con Emily.

Escucho que se ahoga en su propio grito de sorpresa.

—¿Qué demonios hace ahí?

—Le prometió a Emily llevarla al parque conmigo—le explico lo que puedo—No sé qué debo hacer, me siento extraña, Rach. Siento que estoy engañando a Kitty. ¡Ni siquiera le pude decir que ha regresado!

—Tranquila, cariño. ¿Acaso ha pasado algo?

—No. ¿A qué te refieres?

—Sabes a lo que me refiero, Britt.

—Es una idiota provocadora, se ha vuelto loca cuando supo que vivía con alguien y más cuando supo que era Kitty.

—La puedo entender, yo todavía recuerdo esa noche.

—Eso no ayuda en nada, Rachel.

—Lo lamento, bueno—suspira—Ve al jodido parque, no pasa nada, además es para ayudar a Emily, ¿no?

—Por supuesto.

—Entonces no pasa nada, pero tendrás que decírselo a Kitty tarde o temprano.

—Lo sé. ¿Entonces debo ir?

—Te lo debes a ti misma, necesitas que te explique lo que realmente pasó para que pases la página.

—Tengo miedo de lo que pueda decirme, no sé si estoy preparada, todavía estoy enfadada con ella.

—Solamente lo sabrás cuando sepas la verdad—continúa Rachel—Lo demás dependerá de ti.

—De acuerdo, te veré después.

—¿Y, Britt? Por favor ten mucho cuidado, no quiero que salgas lastimada de nuevo.

Nadie quiere eso.

—Lo intentaré.

Corto la llamada y tomo mi chaqueta, si vamos a hablar y regresar al pasado, seré yo la que haga las preguntas y pase lo que pase, debo mantenerme fuerte, ahora hay dos personas a las cuales no quisiera lastimar.

A Kitty y a Emily.

—¿Nos vamos?—les pregunto a ambas que están perdidas en la televisión.

—Vamos, princesa—le tiende su mano a Emily y ambas se levantan del sofá, Santana apaga el televisor y me ve de pies a cabeza cuando dice—Te ves hermosa.

Pongo los ojos en blanco y soy la primera en abrir la puerta, solamente tomo las llaves de mi auto que enseguida son despojadas de mi mano. Mi teléfono móvil lo llevo ya en mi bolsillo trasero.

—Yo traje mi auto—me dice Santana—No sabía que ya conducías.

—Todo se puede superar en este mundo, Santana López.

Ignoro su suspiro y cierro la puerta detrás de mí.

¿Qué demonios es esto?

Es como si fuésemos una familia, ambas llevamos de la mano a Emily y aunque sea lo más normal, para mí no lo es, me pone nerviosa y también algo en mi interior se siente emocionada hasta el punto de querer saltar en un pie.

¡Por Dios!, tranquilízate, Britt.

Abre la puerta para Emily y la coloca en su asiento de bebés, abrocha su cinturón y yo me quedo embelesada al ver a esta mujer siendo una buena mamá.

Sé que es una buena mamá aunque no entienda por qué no tiene la custodia completa de su hija.

También puedo ver el dolor y emoción cuando la ve, mamá e hija se necesitan, ¿acaso soy la única que ve eso?

Cuando voy hacia la puerta del copiloto siento su pecho detrás de mí llegar de forma rápida y abre la puerta para mí.

Me ve más seria de lo normal, no sé si es por lo que le dije allá arriba, la verdad no me importa.

No mediré mis palabras con ella.

Y no me dolerá lo que tenga que decir, se ha llevado con ella todo.

¿Qué más me puede doler?