[Resuelto]FanFic Brittana: Nunca II (Adaptada) Epílogo

Capitulo 20

Apenas y tuve el valor de sentarme hoy a desayunar después de lo que pasó con Santana anoche.

Así que hice lo que a ella le salía bien.

Fingir que nada había pasado.

Le sonreí amablemente, le serví más jugo a todos incluyendo a ella y también me despedí.



Cuando llegué a la universidad todo volvía a ser demasiado incómodo, podía ver algunas miradas de mala leche sobre mí.

No era de extrañarse que supieran lo que el señor popular de Sam Evans había querido hacer conmigo, aunque en realidad dudo mucho que supieran que era sobre drogas o violación.

De nuevo quizás volvía a ser yo la mala.

Y la verdad es que no me importaba.




Salí temprano de clases, no le dije nada a mamá y tampoco a Quinn, en cambio decidí caminar y hacer mi propio tour patético a los alrededores.

Caminé al parque, me senté a observar a los niños jugar y leí un poco.

Mientras veía a los padres con sus hijos una extraña sensación vino a mí.

Yo deseaba ser esa familia algún día.

Pero estaba demasiado lejos de ello.

El novio que pensé que era el indicado para mí, resultó ser un peligro inminente, y además la chica que había roto mi corazón de niña, estaba de nuevo en mi vida, pero esta vez de la forma en que jamás me imaginé.

Nos habíamos besado y no dejaba de pensar en ese beso, a pesar de que me sentía feliz y era todo un sueño haber sentido su aliento, no era así como lo había imaginado.

—Britt.

Salto en mi propio asiento cuando veo a Sam acercarse a mí.

¿Él me ha seguido?

—No te acerques a mí—le digo viendo a mi alrededor, buscando una huida fácil y rápida.

—No te haré daño.

—¿Ah, no?—se me llenan los ojos de lágrimas—¿Esto te parece suficiente?—gruño levantando mi camisa y mostrándole la marca que ha dejado sobre mi abdomen.

Él la ve horrorizado, seguramente no se acuerda lo que intentó hacerme y no me importa que se sienta mal sobre ello.

No es la primera vez que me lastimaba de esa manera, aunque está vez haya sido peor.

—Lo… siento.

—Lárgate si no quieres que grite.

Sam lo piensa por un segundo, hasta que se rinde y se va.

Me dejo caer de nuevo en el asiento y respiro profundo.

Eso fue muy valiente de parte mía y una muy estúpida de parte de él.




Me bajo del taxi y le pago al conductor, pero de repente soy sacada del interior de manera brusca y me alarmo.

—¿Se puede saber dónde estabas y por qué has venido en taxi?

La veo y parece otro.

¿Cuál es su problema?

—No tengo que darte explicaciones, Santana.

—A mí no—entonces veo el auto de Quinn y de mis padres.

Me he pasado por un par de horas y además olvidé mi teléfono móvil está mañana.

Cuando entro a casa junto con Santana mis padres tienen cara de pocos amigos.

—Brittany—masculle mi papá—¿Dónde estabas?

No me da tiempo de responder porque sé que esto apenas comienza.

—Hemos estado preocupados por ti—protesta alzando la voz—Tu hermana junto con San han estado buscándome como locas, hemos pensado lo peor con ese loco de tu ex novio ahí afuera.

Si les digo que me siguió hasta el parque es mi fin, van a querer encerrarme aquí, así que lo voy a omitir.

—Lo siento—los veo a todos, incluyendo a Santana —Caminé por ahí y perdí la noción del tiempo.

—Aceptamos tus disculpas, Britty—ahora es mi mamá, parece que es la más serena aquí—Pero por favor, la próxima vez avisa.

—Lo haré.


Santana frunce el cejo como si pudiera leer mi maldita mente.

Seguro no cree nada de lo que estoy diciendo aunque es verdad, solamente que no les digo que fui a uno de los centros, necesitaba sentirme yo nuevamente.

—Lo siento, en verdad.

Quinn asiente.

—No vuelvas a asustarnos de esa manera, Britt.

Esta vez no voy a encerrarme en mi habitación, voy hasta la cocina y tomo un gran vaso con agua.

Hasta que veo a Santana llegar, se cerciora que nadie lo vea y me acorrala para besarme de manera desesperada.

Hago algo que no se espera.

La aparto de mí sin que se lo espere, así como lo hizo ella conmigo.

No necesito su lástima ni su preocupación, anoche me quedó claro que con ella no se sabe, sus cambios de humor son demasiado confusos para mí y tengo miedo que me haga daño… no lo soportaría.

—No juegues conmigo, Santana López.

Y como lo sospeché.

No dice nada, asiente derrotada y se va.



Cuando llegó la noche, milagrosamente concilié el sueño, pero un sonido lejos de mi ventana me despertó.

Camino hasta la ventana y maldigo que mi visión esté precisamente de éste lado del jardín.

Claramente veo a Brenda con Santana, no es que no las haya visto antes, es que jamás me imaginé que pudiera hacer algo como eso, y en mi propia casa.

El corazón se me desboca al verla con los ojos cerrados y disfrutar de tener a Brenda de rodillas mientras lame y chupa su sexo a plena luz de la luna.

Siento como ganas de llorar y es ridículo, yo misma la arrojé a ello, pero luego lloro de todos modos, hasta que por fin abre los ojos y me ve.

El amor es de esos malvados seres que cuando se le necesita hace silencio y cuando no, hace ruido para hacerse notar.

Y Santana López regresó tocando tambores de nuevo a mi vida, después de nueve años, nueve malditos años lo ha vuelto a hacer añicos mi corazón con esa escena y cada una de sus personalidades confusas.

Su expresión es todo lo que necesito para alejarme de la ventana y seguir durmiendo.

Aunque quien sabe que lo pueda hacer después de ver eso.

Capitulo 21

Veo a Dani descansar en mi regazo, apenas y puedo sentir el peso de su cabeza, ha perdido mucho peso estos últimos meses.

Dicen que así es la quimioterapia, pero también es una mierda.

Ya los medios se hacen muchas preguntas porque no me he presentado a la última conferencia de prensa.

He pagado para que guarden el secreto de la enfermedad de Dani.

No necesito que publiquen mierdas de mi prometida en estos momentos.

Ahora ella se quiere dar por vencida, apenas y me sonríe y ahora tengo que hacer malabares con mi familia y la suya para decirles que todo está bien, que los planes de la boda siguen en pie aunque Dani apenas y me dirija la palabra para hablar de ello.

Anoche hicimos el amor, me sorprendió cuando la vi con ese pequeño vestido color negro y además que peinó su cabello como me gusta… antes de empezar a perderlo.

Su pálida cara esta vez estaba maquillada de forma natural y sus labios estaban tan rojos que dolían de lo bella que se miraba.

—Quiero seguir siendo bella para ti—dijo acercándose un poco más—Quiero que siempre me recuerdes así de ahora en adelante.

Eso hizo que el corazón se me desbocara.

A ella solamente le importaba verse bella para mí, pero aunque perdiera su cabello y el color rosa de sus mejillas para mí es, sigue siendo y será bella.

Solamente pude hacer una cosa.

Aclarar mi garganta, tomar su mano y llevarla hasta nuestra ducha.

Le quité el vestido por encima de su cabeza, mojé su rostro y limpié su maquillaje, ella empezó a sorprenderse pero me dejó hacer lo que quería.

Cuando ya la Dani natural apareció, la besé y le sonreí.

—Así quiero recordarte y así te recuerdo—le dije tocando su rostro limpio—Eres bella tal y como eres y siempre lo serás.

Con lágrimas en sus ojos me besó.

Coloqué sus piernas alrededor de mi cintura y junto nuestros sexos, ella jadeó y mordió mi labio inferior.

Mientras nos movíamos lloraba y no dejaba de decir que me amaba.

Mañana empezaría otro tratamiento más fuerte, y con cada medicamento sentía que perdía un poco más de mi chica.

Me rehúso a eso.

No la voy a perder.

—Quiero que seas mi esposa—digo por lo bajo a pesar de que está profundamente dormida—Y lo serás, solamente es cuestión de tiempo.

Capitulo 22

Quizás se esté vengando después de haberla rechazado y a lo mejor piensa que me estoy vengando por lo que me hizo nueve años atrás.

Pero la realidad es otra, no me estoy vengando, no puedo decir lo mismo de ella, solamente ella lo sabe y además no me interesa saberlo.

Nuestro beso no significa nada, fue un beso nada más… aunque perfecto para mí, me quedo con ello y sigo adelante.

Cuando desperté en la mañana no me sorprendió no verla cuando bajé a desayunar, seguramente había tenido una noche muy larga.

Apenas y toqué mi desayuno y no me importó que todos miraran mi cara de pocos amigos, si querían saber la verdad de mi enfado no me iba a importar decirles que fue gracias a su invitada y a nuestra vecina.

—No podré ir a recogerte hoy—me avisa Quinn—Le pediré a San que vaya por ti.

—Prefiero que me quemen en el infierno antes de que tu amiga celebridad vaya por mí.

Mis padres y Quinn se sorprenden de mi reacción.

—¿De nuevo has vuelto a odiarla?—pregunta mi hermana riéndose—Pensé que ya eran amigas.

—Prefiero comer excremento de pájaro.

—Basta de infiernos y excremento—nos reprende mi papá—¿Qué sucedió para que estés tan molesta?

Éste es mi momento.

Si les digo que Santana metió a alguien a nuestra casa, no les gustará. O tal vez no les importe la vida privada de Santana, de todas formas sólo hay una manera de averiguarlo.

—Anoche…

—Anoche Britt me vio con una chica—casi me caigo de mi silla cuando escucho la voz de Santana detrás de mí—Falté el respeto a su casa, es por eso que Britt está molesta.

Tanto mis padres, Quinn y yo quedamos sin habla.

¿Ella está diciendo la verdad?

—Entenderé si no quieren que siga más aquí.

Mi papá se pone de pie y ahora me giro para ver a Santana y maldigo el momento en que lo hago porque tiene ese rostro decaído que me hace querer arreglarla y que vuelva a sonreír, aunque no sea a mí.

—Gracias por tu honestidad, Santana—dice mi papá tocando su hombro—No es necesario que te vayas, pero tampoco voy a felicitarte, eres una adulta, y sabes lo que haces… y dónde lo haces.

—No volverá a suceder, señor Pierce.

¿Y ahora qué?

Todos vamos a darnos las manos y a felicitar a nuestra celebridad que es todo una campeona.

De ninguna manera creo en sus disculpas, solamente lo hace para quedar bien y que nuevamente mi familia piense que exagero.

No pueden darse cuenta que la realidad es que estoy muriéndome de los celos, unos ridículos celos que no debo de sentir por alguien como Santana.



Soy la primera en salir al coche, mi mamá es la última en seguirme.

No dijo nada en todo el camino, pero mi mamá no es ninguna tonta y nunca la he subestimado, me conoce perfectamente, tanto que sabía que darme mi espacio en este momento y no preguntar nada, era lo mejor.

Mientras voy a mi primera clase veo a lo lejos a Brenda, me fulmina con la mirada y ni siquiera sé por qué lo hace.

Ella ni siquiera se dio cuenta que la vi actuar como lo que realmente es a plena luz de la luna.

Es por eso que no tengo amigos en la universidad y mucho menos en la facultad de psicología.

Todos me conocen como la hija de la rectora o la señora Pierce, mi mamá es respetaba, no es mala persona, pero es temida por ser estricta y no dar terceras aunque sí segundas oportunidades.




Mientras la tarde se hacía demasiado rápida, no dejaba de pensar en lo que vi anoche.

Tenía unas malditas ganas de llorar, quería pensar que era debido al desvelo, porque después de lo que vi no pude volver a dormir.

Mis nervios estaban mal, o era yo la que estaba mal.

Quise dar por cerrada la tarde, necesitaba descansar, estaba torturándome demasiado, así que hice caso omiso a las órdenes de mis padres y me fui a casa… en taxi.

Mientras voy en el taxi, recibo la alertar de un mensaje.

Lo veo de mala gana y ahogo un grito cuando lo leo, es un número desconocido, pero después de leer el mensaje, sé de quién se trata.


Baja del taxi ahora.


Veo detrás de mí y ahogo otro grito cuando veo que se trata de Santana.

No solamente está dándome una orden imposible, sino que no tiene el maldito derecho de hacerlo.

Pienso algo mejor así que le respondo el mensaje.


Ve y dale ese tipo de órdenes a nuestra vecina.


Escucho la bocina de Santana detrás de nosotros y el conductor enseguida se percata de ello.

—¿La conoce, señorita?—pregunta enseguida muy alarmado.

—No—miento—Será alguna loca que quiere llamar la atención.

De nuevo entra otro mensaje.


Baja del taxi.


Cuando quiero responder me interrumpe otro.


O te bajo yo.


Mi sonrisa se borra cuando nos rebasa y conduce a la par del taxi.

—¡Necesito que detenga el taxi!—le grita al conductor.

—Señorita, dijo que no la conocía—masculla viéndome por un segundo, Santana ha logrado asustarlo tanto que ha decidido bajar la velocidad.

—¡No, no la conozco!—vuelvo a mentir—Por favor, no se detenga.

—¡Deténgase, ella tiene problemas mentales!—Santana vuelve a gritarle y yo abro mis ojos y mi boca como platos.

Es una idiota.

Ahora el conductor no dice nada, más hace lo que Santana le pide. Estaciona a un lado de la calle y Santana lo hace frente al taxi.

Cuando veo que se baja del auto, salgo corriendo como un petardo pero es inútil, y no es porque Santana me haya detenido es porque no tengo escapatoria en este lado de la calle, a menos que quiera que me atropellen, algo que sería menos doloroso.

—Nena, ven aquí.

Que me llame así cuando estoy enfadada me duele, me encantó que me llamara así, pero ahora mismo la odio, y esa palabra duele.

No voy a discutir, acomodo mi mochila y la veo, ya el conductor del taxi se va cuando se da cuenta que a la persona que dije que no conocía no es una amenaza una vez le paga por el corto viaje.

Camino hasta su auto sin decirle nada.

Ni piense que voy a hablarle, porque no lo haré.

Santana entra al auto y por el rabillo del ojo, puedo ver que me está viendo. Mientras que yo veo por la ventana, es una tarde oscura y parece que quiere llover.

—¿No vas a decir nada?—su voz no hace que me mueva, solamente cierro los ojos.

Estoy demasiado cansada para pelear con ella, sólo quiero llegar a mi casa y dormir.

—Estoy hablando contigo, Britt.

Ignoro el tono de su voz.

Sigue conduciendo y me sorprende que no ponga ni música en el auto, ya el silencio es demasiado incómodo hasta para mí.

Cuando pienso que se ha dado por vencido y dice las palabras incorrectas de nuevo abro los ojos.

—Quisiera poder explicarlo.

¿Explicarme el qué?

Que solamente estaba jugando conmigo todo este tiempo, que es una idiota y además que tiene algo con Brenda, es increíble que Brenda siempre esté en medio de alguna persona, literalmente.

—No es mi problema—me obligo a decir, sintiendo la pesadez en mi voz.

—Sé que no es tu problema, pero hay tantas cosas que quisiera explicarte, Britt.

—No te molestes.

Deja salir un gran suspiro y lo que me parece una eternidad, ahora ha sido el camino más corto.

Hemos llegado a casa, mis padres y Quinn no llegarán hasta dentro de tres o cuatro horas.

Será una tarde un poco larga si tengo que soportar a la idiota de Santana.

Pongo la mano en la manilla de la puerta, pero Santana me detiene de mi huida.

—Tengo que explicarte lo que pasó, Britt.

—¡No me interesa!—me asusto de mi reacción, cuando le grito—Puedes follar con quien quieras, Santana. No es mi maldito problema.

—Eres tan…

—¿¡Tan qué!?—incito a que termine de juzgarme, es lo único que sabe hacer—¿Una niña?

Me ve sorprendida, sabe perfectamente a qué se debe mi acusación.

—¿Crees que soy la misma niña a la que rechazaste nueve años atrás?—mascullo con un nudo en mi garganta—Bueno te diré algo. Por mí puedes irte a la mierda, no me conoces, nunca lo hiciste, pero yo sí te conocí… eres la misma idiota y peligrosa de siempre.

Ahora se ríe de mi osadía.

—¿Crees que me conoces, Britt?

—No quiero hacerlo—intento abrir la puerta pero la bloquea—Abre la puerta, Santana.

—No he terminado contigo.

Eso hace que me enfurezca:

—Yo sí he terminado contigo.

Ve en mis ojos que hablo en serio, sé que no me va a obligar a que hable con ella, así que desbloquea la puerta y salgo de su auto, no sin antes escuchar que su teléfono suena, y para mi desgracia está a mi visión y puedo ver claramente el nombre de su amiga que es la que la llama.

—Será mejor que respondas.

Salgo del auto y a grandes zancadas llego hasta la sala principal.

—¡Britt!—grita detrás de mí y me sobresalto cuando me toma del codo, me gira hacia ella y cuando veo que levanta su mano, mi auto reflejo es proteger mi rostro.

Inmediatamente me arrepiento de haberlo hecho porque parpadea perplejo y suelta mi brazo.

—¿Pensaste... ¿Pensaste que iba a golpearte?

Me tapo la cara con la mano y ahogo un sollozo, por un momento pensé que sí, ya ha pasado, ya me han lastimado de esta manera y jamás pensé que me pasaría a mí.

Santana se aproxima y esta vez el miedo se ha ido, me toma de la cara y hace que lo vea.

—Yo jamás—masculle con los ojos cerrados—Te golpearía. Por muy enfadada que esté jamás te haría daño, Britt… no así.

Ahora es ella quien se aparta y me deja sola y de pie en medio de la sala, llorando de la culpabilidad y ahora me siento fatal.

No pude haberla lastimado de la peor manera más que de ésta.

La veo desaparecer y mi teléfono celular suena.

Mi mamá.

—Hola, mamá—intento sonar lo más natural posible.

—Britty, ¿estás en casa?

—Eh, sí—respondo mientras subo las escaleras—Salí temprano y estoy por tomar una siesta.

—¿Está todo bien?

—Sí, solamente me duele un poco la cabeza del cansancio.

—Te llamo para decirte que llegaremos un poco tarde—esa noticia no me sienta bien pero me las arreglo para no demostrarlo—Tu papá parece que tiene una junta hasta tarde con Quinn y también la reunión de colegas en la universidad será hasta tarde, ya sabes cómo se ponen después. ¿Está bien?

—Descuida, mamá. Estaré bien.

—Sé que sí, solamente te aviso para que no vayas a matar a Tana, si algo se le ofrece por favor sé amable.

Matarla no estaría mal, pero hasta para eso estoy cansada.

—Eso no es gracioso, mamá.

Escucho que se ríe, pero la verdad es que también me hace reír, mi mamá sabe cómo hacerme sentir mejor.

—Sé cuándo a mi hija le pasa algo—dice antes de despedirse—No seas tan dura contigo misma y déjalo salir.

Y sin más, finaliza la llamada.

Capitulo 23

—¡Vete!—grita Dani, mientras me lanza todo tipo de cosas de la mesita de noche de la cama del hospital—¡Deja de torturarme!

—No te estoy torturando, cariño—me acerco cuando veo que ya no tiene nada que lanzarme—Tienes que comer.

—Te diré lo mismo que les he dicho a todos—me fulmina con la mirada—Vete al diablo, moriré de todas maneras, ahora quiero que me dejes en paz.

—Eso está bien.

Me ve seria.

—No estoy de humor para tus bromas.

—Y yo no estoy de humor para tus pataletas de niña malcriada.

Llevo la bandeja de comida y ella lo permite, sabe que no va a ganar, puede gritarme, y lanzar lo que quiera.

No ganará esta vez.

—Abre la boca—le ordeno seria, mientras llevo una cucharada de sopa a su boca.

—¿Por qué sigues aquí?—veo que se soma una lágrima y eso me parte.

—Éste es mi lugar.

—La temporada empezará pronto—casi me hace reír que esté tan preocupada por la nueva temporada que ni yo lo sabía.

—Ya habrán más—le respondo mientras deja entrar la cuchara en su boca y empieza a comer—Además quiero que mi esposa esté conmigo en la próxima carrera.

—No soy tu esposa.

La veo seria y decidida.

—Lo serás.

Apenas y me sonríe.

Termina de comer la sopa y una enfermera entra a recoger todo el desastre que le ha lanzado a medio mundo.

—Lo siento—dice para ambas.

La enferma le sonríe y yo también mientras le ayudo a recoger todo del suelo.

Dani se hace un ovillo en la cama y cierra sus ojos.

Ha estado aquí casi una semana, tuvo un ataque y tuve que internarla, me he hecho cargo de todo, y he discutido con sus padres para que la boda siga en pie aunque ella no quiera.

La veo dormir y me acerco. Le doy un beso en su frente y salgo de la habitación.

Entonces me quiebro.

Me dejo caer en el pasillo y lo único que puedo hacer una cosa.

Saco mi teléfono móvil y llamo.

—Hola—responde del otro lado.

—La estoy perdiendo—sollozo—Quinn, la estoy perdiendo.[/i]


Escucho su respiración cuando dice:

—No la vas a perder, tienes que ser fuerte.

—Ya no quiere comer—le digo secándome las lágrimas de mi rostro con fuerza—Tuve que obligarla a que comiera, me llamaron para decirme que no quería comer, ni siquiera sus malditos padres estaban aquí para ayudar… yo… yo no puedo sola con todo esto.

—¿Quieres que vaya para allá?—se ofrece, sé que mi mejor amiga estaría dispuesta de venir desde Canadá hasta Holanda para estar conmigo.

Pero no, está en lo mejor de su carrera, además tengo que mantenerme fuerte para Dani.

—Gracias, amiga—me pongo de pie—Pero estaré bien.

—Por favor, llámame cuando lo necesites, sabes que iré hasta allá a primera hora.

Me hace reír.

—Lo sé.

Y soy afortunada por eso.

Aunque no diría lo mismo si se enterara de lo que le hice a su pequeña hermana, haberla rechazado hace unos años, sigue torturándome, la chica me odia desde ese día.

—¿Cómo está tu familia?

—Ellos están bien. El otro día te vimos en televisión, estamos orgullosos de ti y espero que puedas venir pronto por aquí junto con Dani, creo que le gustará.

—Estoy segura de ello.

Veo a mis padres llegar junto con los de Dani y me tenso.

—Quinn, tengo que dejarte.

—¿Está todo bien?

—Sí—camino hacia ellos—Quiero creer que sí.

Los enfrento a los cuatro, no son mis personas favoritas ahora.

No quieren que Dani y yo nos casemos por su «estado crítico», es así como lo llaman tanto mis padres como los de ella.

No espero que mi papá o mi mamá lo entiendan, pero ¿Sus padres?

Mierda.

Es su hija y lo único que hacen es darle la espalda. No quieren enfrentar que su hija está muriendo y aunque yo tampoco lo haga, al menos yo estoy aquí día y noche, velando su sueño, llevándola al baño, dándole de comer.

—Hijo—me sonríe mi mamá—¿Cómo estás?

—Bien.

Veo a los padres de Dani.

—¿Por qué vienen hasta ahora?

—Intentamos venir lo más rápido posible—empieza a decir la mamá de Dani—Teníamos una junta que…

—¿Una junta?—mis puños empiezan a doler—¿No pudieron venir antes porque estaban en una jodida junta?

—Santana—interviene mi papá.

—Esto es una mierda—toco mi cabello y me alejo un poco antes de cometer una locura—¡Es su hija la que está ahí en una cama luchando por su vida!

Obtengo su atención, no he reaccionado así antes, hasta mucho me estaba conteniendo de decirles su par de cosas por ser unos hijos de puta insensibles.

—Será mejor que dejes que nos encarguemos ahora.

—Sobre mi cadáver.

—Santana, ya has hecho suficiente—interviene mi papá—Tienes una carrera por la que encargarte, deja que nosotros nos ocupemos ahora.

—¿Ocuparse?—pregunto ofendida por lo que intentan hacer—Yo he estado con ella día y noche, ha colapsado dos veces en un mes, la he visto llorar del dolor, pedir morir, ¡Rendirse!

—Santana …

—¡Sobre mi cadáver!

—¡Es nuestra hija!—grita su papá ahora—Tenemos todo el derecho.

Me rio.

—Ve y pregúntale a tu hija con quién quiere estar entonces. Se llevarán una gran sorpresa, ni siquiera ha preguntado por ustedes.

—Somos su familia—continúa ahora su mamá llorando.

Me giro ante ellos pero antes me detengo y les digo sobre mi hombro:

—Yo soy su familia.
 

Capitulo 24

Como lo sospeché, ha empezado a llover y no me importa.

Apenas son las cinco de la tarde o seis, no recuerdo a qué hora decidí subir aquí y disfrutar de la lluvia mientras cae sobre mí.

Me gusta hacer esto pero casi nunca puedo hacerlo porque mi mamá me mataría.

—¡Britt!—reconozco ese grito de Santana a lo lejos.

Ni loca bajaré de aquí.

De todas formas en cualquier momento llega hasta la ventana de mi habitación y…

—Por el amor de Dios, Britt—dice Santana desde mi ventana—Va a darte una pulmonía, entra de inmediato.

—Lo que me va a dar es un ataque al corazón o una vena explotará de mi cabeza por lo enfadada que estoy contigo en estos momentos.

—Por favor, entra.

—Déjame en paz, Santana—respondo y ni me inmuto por verlo por encima de mi cabeza—No puedes invadir también el techo de mi casa.

Espero que siga protestando, pero esta vez sí se da por vencida.

—Como quieras.

Me doy una palmada de felicitaciones para mis adentros por haberlo manejado bien esta vez. Pero por más que quiera seguir aquí es imposible, estoy empezando a sentir la lluvia como alfileres en todo mi cuerpo. Así que entro empapando todo a mi alrededor.

Voy hasta mi baño y me despojo de toda mi ropa mojada y me pongo un pijama, no me importaría dormir desde ahora hasta mañana, nadie se dará cuenta de todas formas.




De acuerdo.

El karma se las ha cobrado por mi pataleta de hace tres horas, ha oscurecido y la tormenta está cada vez más fuerte.

Pero no es eso lo que me asusta, es que no dejo temblar, tengo mucho frío y además sed, intenté levantarme pero de inmediato vi todo oscuro así que volví a acostarme.

Parece que no comer casi nada en todo el día y pasar varias horas bajo la fuerte lluvia fría no fue algo muy inteligente de mi parte.

Me siento fatal.

Tomo mi teléfono móvil y decido llamar a mis padres o a Quinn, pero me da al buzón.

Deben de estar en su reunión o gracias a la lluvia, varados donde sea que estén.

Decido dejar mi orgullo a un lado y tecleo un mensaje, sé que lo gozará pero no sé qué otra cosa hacer y además no quiero morir por mi estupidez, yo misma lo he conseguido.

No me siento bien.

Espero que responda, pero hace lo inimaginable, entra a mi habitación y eso no es todo, trae consigo una bandeja con comida y lo que parece, una taza de chocolate caliente.

—Estaba en la cocina preparando esto—dice mientras coloca la bandeja sobre mi mesa—Quinn me dijo que llegarían hasta tarde así que…

Busco su rostro para darme cuenta por qué ha dejado de hablar y se alarma cuando me ve temblando.

—¡Mierda, Britt!—enciende la luz de inmediato y eso quema mis ojos—No pensé que te sintieras tan mal.

—Ummm—gimo removiéndome sobre mi cama.

Enseguida toca mi rostro.

—Tienes fiebre.

—Genio—susurro por lo bajo y sonriéndole, ni sé cómo lo hago, pero ella me hace hacer cosas raras y también estúpidas, como salir corriendo y soportar la lluvia.

—Ten—me da un poco de agua y me recuerda cuando yo hice lo mismo con ella hace unos días—¿Tienes hambre?

Digo que sí con la cabeza.

—Pero por favor, no me alimentes.

—¿Puedes hacerlo?

—Creo que sí.

Alcanza la bandeja y veo que ha hecho un desastre, parece que hizo un sándwich de jamón o solamente jamón bañado en salsa, el pan apenas y se ve.

—Por favor no dejes de correr—le digo divertida y hasta reír es como una maratón—Lo de cocinar se te da fatal.

—Bueno, cuando recibí tu mensaje estaba preparando algo para mí, pensé que dormías.

De todas maneras me llevo la pequeña obra de arte a la boca y no sabe tan mal.
—¿Dónde está el tuyo?—hablo con la boca abierta y ella limpia un poco de mostaza en la comisura de mis labios, y ese pequeño toque me pone nerviosa.

—Luego comeré.

Niego con la cabeza y veo que ha traído una pequeña cuchara para mover el chocolate, así que lo utilizo como cuchillo y parto en dos el sándwich.

—¿Qué haces?—pregunta mientras ve que dejo la mitad sin morder a su alcance.

—Compartir el peor sándwich que he comido en toda mi vida contigo.

Se ríe mientras sigue viéndome comer.

—¿Qué?—pregunto.

—Nada—responde y toma el bocadillo, a ella también le queda un poco de mostaza pero no lo limpio, en cambio me rio.

—¿Qué sucede? —pregunta por mi divertida reacción.

—Nada.

Termino mi sándwich, ahora el silencio es algo incómodo, se supone que estoy enojada con ella, pero lo que acaba de hacer es tan dulce que no puedo pasarlo por alto.

—Ten—me da un par de analgésicos—Espero te sirvan, fue lo único que encontré allá abajo.

Lo tomo y vuelvo a acostarme en la cama.

—Si quieres puedes irte, mis padres y Quinn no tardan en regresar.

—Me quedaré aquí.

No discuto, también quiero que se quede, pero no sé qué decir o hacer.

Aunque esté calmada, me he dado cuenta que Santana es como una bomba, en cualquier momento explota al igual que yo.

Pero mis ojos me piden tregua y mi cuerpo también, voy cerrando mis ojos poco a poco, pero antes de hacerlo, quiero al menos decirle la verdad.

—¿Santana?—susurro dejándome caer en un profundo cansancio.

—¿Sí?

—No te tengo miedo.

Solamente sentí que mi cama se hundió a mi par, no me molesté en hacerle un poco de espacio, terminé de cerrar mis ojos y mi respiración se normalizó.


—Por favor ten cuidado—le digo a Quinn mientras sube a su auto.

Me parece extraño que se parezca al mismo traje que usa Santana en la NASCAR.

—Lo tendré, Britt-Britt.

¿Britt-Britt?

Abro bien los ojos y me doy cuenta que se trata de Santana.

¿Qué hago yo aquí?

Mientras me sonríe se aleja de mí.

Pero de nuevo siento miedo, yo no debo estar aquí.

No hay autos a mi alrededor, el único que está corriendo es el de Santana, tampoco hay público presente, ni cámaras.

No escuché la bocina, nada.

Quiero decirle a Santana que se detenga, que no tiene que correr.

¿Por qué va a correr si no hay contrincantes?

Voy corriendo por la pista y todo vuelve a suceder, un auto a lo lejos se estrella.

—¡Santana!—corro lo más rápido que puedo pero en mis sueños nunca puedo correr, esta vez sí puedo hacerlo.

Llego hasta el auto de Santana, pero está vacío.

—¡Santana!—grito viendo a mi alrededor—¿¡Dónde estás!?

Ahora aparezco en el techo de mi casa y veo a mi alrededor, no hay nada, todo está blanco pero siento mucho miedo.

Intento buscar la ventana para bajar y pedir ayuda, deben ayudarme a buscar a Santana, tiene que estar bien.

Escucho la voz de un bebé, pero no es un bebé, cada vez ese grito se escucha más de cerca.

—¿Britt?—me giro bruscamente y no alcanzo a ver el rostro de la persona que me empuja por la orilla del techo de mi habitación, cuando mi cuerpo está por tocar el suelo…

—¡Britt!

La voz real de Santana me hace abrir los ojos.

Era una pesadilla, pero todavía siento que estoy cayendo.

—Estás ardiendo en fiebre, Britt-Britt.

Aclaro mis ojos y la veo.

—¿Santana?

—Estoy aquí—dice cubriendo mi cuerpo con más sábanas—He intentado llamar a tus padres pero no hay señal todavía, aunque la lluvia ha parado.

Toco su rostro, está tan cerca que duele, sus ojos, su voz, esa mirada ya no es dura en estos momentos.

¿Por qué soñé con un accidente?

No quiero que nada malo le pase.

Lo he aceptado.

Sigo enamorada de ella, no es el amor de una niña de trece años, este sentimiento es más fuerte, soy capaz de todo.

Soy capaz de subir a ese coche por ella y correr, correr por lo que sea que ella esté huyendo.

Acerco su rostro y esta vez soy yo la que la besa.

Eso la sorprende, se supone que estoy ardiendo en fiebre, pero no me importa, la deseo y la quiero ahora porque no sabré si tendré el valor de hacerlo después.

—Britt…

—Por favor—jadeo y la beso de nuevo—Tómame.

Gruñe y de inmediato siento que aparta las sábanas y se coloca sobre mí, acaricia cada parte de mi cuerpo, jadeo y peleo con nuestras prendas, su sabor y mi calor es lo único que nos hace compañía y a lo lejos, las gotas que la lluvia ha dejado.

Llevo mi mano hasta su entrepierna y la toco, está muy húmeda y quiero tocarla, volver a sentir su palpitar como aquella noche que me besó completamente desnuda.

Corta el beso de repente y me ve asustada, cuando pienso que va decir algo, no dice nada. Se agacha nuevamente a mí, besa mi frente… y se va.

Capitulo 25

De nuevo ella me había rechazado.

Ahora entiendo todo.

Ella no está huyendo de algo, ella está huyendo de alguien.

Busqué en internet, en todos los sitios posibles no había ningún escándalo sobre ella, más sí hablaban de una chica.

Dani.

Se presumía que era una amiga muy cercana a ella, apenas y había algunas fotografías pero ninguna mostraba que eran algo más que amigas.

Era Santana López después de todo.

Tener amigas o novias era lo más normal.

En aquella noche lluviosa no solamente desapareció Santana, también mi fiebre, al día siguiente estaba como nueva y nuevamente Santana no había desayunado con nosotras.

—Hay algo que tenemos que decirles—dice mi papá dirigiéndose a Quinn y a mí—Me hubiese gustado que estuviese San aquí, pero supongo que la noticia le caerá bien, más si se trata de privacidad por unos cuantos días.

—¿Qué sucede?—me alarmo porque sonríen como si mamá diera la noticia que se ganaron la lotería o algo mejor.

—Nos iremos de viaje—termina mi mamá—He pedido las vacaciones y ya que Quinn está aquí puede encargarse de la compañía en nuestra ausencia.

—¿Viaje?—pregunto intentando sonreír, se ven realmente alegres por esto—¿Por cuánto tiempo?

—Quizás tres o cuatro semanas, queremos hacer varios viajes, aprovechando cada día libre.

—Pero eso es un mes—ahora ellos me ven un poco serios por mi reacción—No pueden dejarnos por un mes.

—A ver, señorita—interviene mi papá ahora—Creo que ya están lo suficiente grandes para quedarse solas y no cometer ninguna estupidez, se acerca nuestro aniversario número treinta y queremos hacer algo. ¿Por qué no estás feliz por nosotros?

Mi papá tiene razón, es sólo que, siento que los voy a necesitar más que nunca.

—Por supuesto que estoy feliz—toco la mano de ambos—Y tienes razón, vamos a estar bien.

—Me encargaré de todo, papá—dice Quinn —También me encargaré de que mi pequeña y torpe hermana no queme la casa.

—Tiene veintidós, ya eres toda una mujer—mi mamá me hace guiño—Y tú veintiocho así que no quiero que al regreso de nuestro viaje nos den la noticia de que te casaste o algo parecido.

Quinn se atraganta y eso me hace reír a carcajadas, la única que podría casarse en esta casa es ella, está felizmente enamorada de Rachel.



Pasé toda la tarde con mis padres en familia.

Quinn también, pero luego se nos unió Rachel, éstas últimas se retiraron para algo más privado y mientras miraba a mis padres disfrutar juntos en la sala de nuestra casa.

Se me hizo un nudo en la garganta.

Yo también quiero eso algún día.

Aunque en estos momentos mi corazón esté hecho pedazos por una idiota con más personalidades de las que puedo contar.

Casi me estaba quedando dormida cuando sentí que mi mamá acariciaba mi cabello.

—Ve a descansar, hija.

Sonrío y me levanto del sofá. Le doy un beso a mi papá en la mejilla y subo hasta mi habitación.

Me sorprende que mi mamá venga detrás de mí, me ayuda a meterme en la cama como si tuviese todavía cinco años y eso me hace reír.

—Espero que se diviertan desde mañana—le digo a mi mamá mientras se sienta a mi lado y me observa—Lo digo en serio.

—Lo sé.

—¿Entonces por qué me miras así?

Coloca un mechón detrás de mi oreja.

—Porque conozco un corazón enamorado… y roto.

Trago y aclaro mi garganta.

—Qué cosas dices, mamá.

—Al irnos tu papá y yo no me preocupo por tu hermana—indica, tocando mi mano—Me preocupas tú.

—Estaré bien.

—Sé que estarás bien—toca mi pecho y puedo sentir cuando mis ojos empiezan a humedecerse—Es lo que está aquí que me preocupa.

Las palabras de mi mamá siempre me desploman, es buena en lo que hace, nunca me ha visto como uno de sus pacientes o alumnos, pero debo admitir que su mejor trabajo es como mamá.

—No te resistas.

—Yo no me resisto, mamá—sollozo—Ella es tan confusa, es como si el amor fuese un día sí y otro no.

—Todavía no conoces a Tana.

—¿Cómo sabes que es ella?—me sorprende que la haya nombrado.

—Lo supe desde que colocaste esa foto allá arriba—la señala, entonces ambas la vemos—Desde que ella llegó a esta casa la has odiado, y bien sabes que del odio al amor solamente hay un paso y creo que ese salto lo diste desde hace muchos años.

Abrazo a mi mamá llorando.

—No quiero que también ella me lastime.

—Oh, cariño—acaricia mi espalda—Sabes que uno de los dos lo terminará haciendo, es así como funciona, no podemos evitarlo.

—Tengo miedo.

Mi mamá me aparta y ahora ella limpia las lágrimas que han empapado mi rostro.

—Prometo estar aquí para vencer ese miedo juntas—me planta un beso en mi frente y se levanta de la cama.

—Por favor, no se lo digas a nadie, Quinn se volverá loca.

—Te lo prometo—me sonríe y se va.




Mis padres se fueron al siguiente día, los acompañamos junto con Quinn y mi papá le pidió a Santana que también nos acompañase y se despidiera de ellos.

Mientras estamos en el aeropuerto, veo que mi papá se va con Santana a otro extremo de la sala de espera.

Eso me parece extraño sólo a mí.

Solamente veo que mi papá parece que estuviese reprendiéndola o aconsejándola, tal y como hace con Quinn, mientras que Santana asiente y frunce el cejo, luego un abrazo.

Eso fue extraño.

Escuchamos por el alta voz que el vuelo hacia Francia está por despegar.

Mis padres se ponen de pie y nuevamente mi mamá me abraza.

—Compórtense—avisa mi papá para todas.

Los veo desaparecer y me aferro al brazo de Quinn.



Cuando llegamos a casa Quinn tuvo la maravillosa idea de salir las cuatro, sí, ella, Rachel, Santana y yo.

—¿Adónde iremos?—pregunto de mala gana, salir no es lo que quisiera hacer ahora y mucho menos en compañía de alguien, cuyos ojos no los aparta de mí en ningún momento.

—Bailar, tomar unos tragos—responde Rachel—Lo normal entre parejas.

Casi me atraganto con mi propia saliva.

—Dirás pareja entre tú y mi hermana.

Veo que Quinn y Santana están conversando a lo lejos, parece que la pasan bien porque escucho la carcajada de ambas.

—He visto cómo la ves—susurra Rachel—Y cómo te ve ella a ti.

—No sabes lo que dices—me defiendo enseguida—Ella es una idiota, además creo que se trae algo con tu hermana.

—¿Brenda?—le parece tan extraño como a mí—Brenda tiene algo con todo el mundo. Es mi hermana, solamente por eso la soporto, así que no permitas que te joda esto también.

—¿A qué te refieres?—veo a mi hermana para que no escuche nuestra conversación, ella no sabe que Sam me engañó con ella.

Aunque lo peor ya pasó con su problema de adicción y cuando intentó hacerme daño.

—Sé perfectamente que ella y tu ex novio Sam tuvieron algo—confiesa en voz baja y acercándose a mí—Muchas veces vi cuando él la recogía o la dejaba a mitad de la noche en casa. No te lo dije antes porque pensé… bueno, quizás fue un error no decírtelo antes.

Por más que quisiera estar molesta, la verdad es que ya no me importa y ni siquiera me sorprende que siempre hayan estado liados en algo.

—No te preocupes—veo a Santana y su mirada se encuentra con la mía por un segundo—Hay cosas peores que un engaño.



Cuando cayó la noche, me apresuré a prepararme para nuestra salida de “parejas”.

No me vendría mal demostrarle a Santana que no me iba a quedar en casa llorando por su rechazo, tampoco iba a saltar en brazos de un desconocido, solamente me iba a divertir y disfrutar de mi soltería.

—Mierda—dice Quinn cuando bajo las escaleras—Tendré que matar a más de una persona esta noche.

Me encojo de hombros y veo mi corta falda negra tubo, una pequeña blusa ajustada con lentejuelas color negro y mi chaqueta blanca que hace resaltar todo mi atuendo, mis zapatos de tacón es un milagro que no me hayan cobrado factura y me hicieran caer cuando bajé las escaleras, y mi cabello, era mi parte favorita, tan liso que caía por debajo de mis pechos y mi maquillaje no tan cargado, lo demás no lo veía, pero parece que Santana sí, porque parece que ni respira en estos momentos cuando sus ojos se detienen en mis piernas y ahora ve mis ojos.

—Te ves hermosa—aluda Rachel, ella también se ve hermosa, en sus vaqueros color negro y su escote, la chica no necesita un milagro para ser bella, lo es de pies a cabeza y es por eso que mi hermana está loca por ella.

—¿Nos vamos?—ronroneo a Santana, ella enseguida ve a mi hermana buscando su aprobación.

—Es noche de parejas—les recuerda Rachel.

—No lo tomes tan literal—bromea Quinn hacia Santana, pero sé que lo dice en serio—Recuerda que sigue siendo mi pequeña hermana.

Me mofo y tomo el brazo de Santana cuando veo que Quinn se apresura a salir tomado de la mano con Rachel.

Las cuatro nos subimos a la camioneta de Quinn y Santana sigue sin apartar sus ojos de mí, seguramente está sorprendida de mi amabilidad después de lo que me hizo.

Se hizo un poco de silencio en todo el camino mientras llegábamos al The Machine, era la mejor discoteca de la ciudad de Toronto, según había escuchado.

La verdad es que desde que nos mudamos a Canadá no había hecho ningún tipo de amigos y por supuesto las citas que tenía con Sam eran demasiado aburridas y ninguna era para divertirse.

La Machine estaba abarrotada de personas, Quinn nos buscó inmediato una mesa y con Rachel nos sentamos mientras que nuestras acompañantes iban por las bebidas.

La canción de Haunted de Beyonce sonaba por todo el lugar, un escalofrío también se apoderaba de mi cuerpo.

—Aquí tienen, señoritas—dice Quinn, entregándonos a cada un coctel, y puedo adivinar que es sin alcohol.

Ellas traen consigo una botella de un Whisky—muy caro por su etiqueta— y se sientan con nosotras, ambas nos quedamos viendo y las fulminamos con la mirada.

—¿Por qué a nosotras nos traen jugo para niñas y ustedes se ve que la van a pasar bien? —se queja preguntando Rachel.

—Porque son unas niñas—se burla Quinn de su novia—Y tú eres una muy mala.

—En ese caso—Rachel le quita el trago de su mano y se lo lleva a la boca—Vamos a bailar.

Quinn niega con la cabeza y toma su mano.

Ambas se desplazan hasta la pista de baile y empiezan a bailar. Mientras las veo y disfruto del coctel, no me puedo quejar, casi nunca bebo, o mejor dicho, nunca bebo.

Pero creo que necesitaré algo más fuerte que un coctel para soportar la mirada de Santana sobre mí.

—Eres lo más hermoso de esta noche—me dice al oído, no sé en qué momento se acercó demasiado—Y duele.

Me rio, he conseguido mi objetivo.

Demostrarle que no soy una niña si era por eso que me había estado rechazando todo este tiempo, pero también me doy cuenta que no tengo que demostrarle nada y no dejar de ser yo misma.

Santana no es ninguna idiota, sabe perfectamente lo que soy y es precisamente eso lo que la asusta.

—¿Vas a ignorarme toda la noche?

Sonrío por lo bajo al escuchar la canción en el momento más perfecto de la noche.

Levanto la mirada por encima de mi hombro y la descubro viendo mis labios. Tomo su mano y me levanto de mi silla.

—Vamos a bailar.


Hay un amor entre nosotros todavía
Pero algo ha cambiado y yo no sé por qué
Y todo lo que quiero hacer es ir a casa contigo pero sé que estoy fuera de mi mente.
Quiero tocarte pero ya es muy tarde
Quiero tocarte pero hay historia
No puedo creer que han sido 3 años
Ahora cuando veo que es tan agridulce.
Hay un amor entre nosotros todavía
Pero algo ha cambiado y yo no sé por qué
Y todo lo que quiero hacer es ir a casa contigo pero sé que estoy fuera de mi mente.


Tocar.

Era lo que quería hacer.

Tocarla de nuevo como dice la canción.


Quieres tocarme pero es demasiado tarde
Me quieres tocar pero hay demasiada historia
Comenzando a vivir las mentiras que nos decíamos a nosotros mismos
Yo solo te necesito para ser amigos


No podemos decir que tenemos una historia, pero si la hay, creo que la que tenemos ahora es mejor, sea lo que sea, de lo que esté huyendo, no me importa, sigo queriendo arreglarlo.