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Mensaje por 23l1 Vie Abr 07, 2017 7:12 pm

3:) escribió:hola morra,..

san no puede ser mala y "volver a cero" con britt no vale ella le dijo que la extrañaba,... jajaja
definitivamente san ya gano el juego con biff!!! la de britt ya la tiene!!!
quiero la reunión de salvataje!!!

nos vemos!!!




Hola lu, mmm esas cosas... nose q decir =/ jajajaajaja. Jajajajaaj y eso es bueno, no¿? Bah! si q lo es jajajaajajaj. JAjajaajajajaja espero y este cap la traiga jajajaja. Saludos =D





JVM escribió:Primero el mensaje todo confuso de San y llegando a la oficina toda su actitud..... No se que piense tratando así a Britt ....



Hola, la vrdd yo tampoco... es tan contradictoria esa morena..., pero siempre le damos otra oportunidad xD ajajajaja. Saludos =D





micky morales escribió:Estoy demasiado confundida para opinar, en fin... lo dejare para la proxima!!!!



Hola, jajajajaja esk las brittana suelen ocasionar esas reacciones... es su efecto jajajajajajaja. Bn aquí dejo el siguiente cap! ajajajja. Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: Sexy Amor (Adaptada) Cap 19 - P II

Mensaje por 23l1 Vie Abr 07, 2017 7:15 pm

Capitulo 19 - Parte II


Brittany


Los días siguientes trabajamos hasta la extenuación y el horario se alarga hasta bien entrada la noche.

Santana sigue mostrándose fría, distante.

Yo echo de menos nuestro rincón en el piso de arriba, la echo de menos a ella, pero cada día me deja más claro que ha dejado todo eso atrás y no piensa cambiar de opinión.


El viernes por la tarde estoy al límite en todos los sentidos.

El día ha sido especialmente duro.

Tres reuniones interdepartamentales y dos más fuera de la oficina. He perdido la cuenta de cuántas carpetas he revisado y he preparado al menos quince dosieres con las principales cuentas de marketing en las que Figgins Media ha trabajado.

Ni siquiera he parado para comer.

Santana me ha mandado llamar dos veces y en ninguna de ellas ha levantado la vista de su Mac para pedirme lo que quería.

Firmo los últimos documentos de contabilidad que me quedaban por revisar, cojo mi bolso y mi abrigo y salgo de mi despacho con los papeles en la mano.

La planta está desierta.

Son más de las ocho y todos se han ido ya a casa, excepto ella. La puerta de su despacho sigue cerrada.

Sé que está aquí.

Dejo los documentos sobre la mesa de Mercedes y miro hacia su oficina. Resoplo llena de tristeza y también muy enfadada.

Aunque odie sentirme de esas dos maneras, no puedo evitarlo.

Todavía la quiero y para ella ni siquiera existo.

Miro a mi alrededor tratando de controlar las lágrimas de este dolor puntiagudo que parece haberse acomodado en mi corazón y no tiene ninguna intención de abandonar.

—El amor es un asco—murmuro a regañadientes.

Esa frase se ha convertido en mi mantra y creo que me acerca inexorablemente a vivir rodeada de gatos.

La puerta de acceso a la última planta entra en mi campo de visión y, antes de que pueda pensarlo con claridad, comienzo caminar hacia ella.

Probablemente no me traiga nada bueno, pero necesito subir.

Deseo volver a nuestro rinconcito aislado del mundo, aunque sólo sea un vez más.

Subo las escaleras, pero, cuando tomo el pasillo, siento como si hubiesen tirado de la alfombra bajo mis pies.

La puerta está cerrada.

Santana ha mandado que vuelvan a clausurarla. Sé que es ridículo y que sólo es una prueba más de lo que ya sé, pero duele, duele muchísimo.

Acaricio la puerta y me sorbo los mocos, obligándome a contener los sollozos.

Bajo los peldaños de prisa, tratando de no pensar.

Se acabaron los dramatismos y se acabó pensar en ella.

Sé que no es la primera vez que me lanzo el mismo mensaje reivindicativo, pero esta vez pienso cumplirlo.

Empujo la puerta de acceso para regresar a la planta y debo de ser la chica con más mala suerte del mundo porque lo hago en el preciso instante en el que Santana sale de su despacho ajustándose la chaqueta.

Por un momento nos quedamos mirándonos a los ojos y por primera vez en once días consigo ver algo en su mirada, algo que me dice que recuerda todo lo que tuvimos.

La noto tensa, en guardia, y al mismo tiempo triste, nerviosa, enfadada, como si fuera un polvorín a punto de estallar, como si viviera dentro una batalla que lo ahogase.

Pero también, en el preciso segundo, su frialdad gana la batalla y sus ojos
Oscuros se vuelven más distantes e inaccesibles que nunca.

Sólo soy otra idiota enamorada de Santana López.

Inmediatamente hecho a andar sin mirar atrás. Sea lo que sea que he imaginado que estaba sintiendo, no es verdad. Ha tomado su decisión y yo debería ser consecuente y tomar la mía, aunque sea difícil.

«Demasiado difícil.»

Me monto en el ascensor y no alzo la cabeza hasta que las puertas se cierran.

No quiero volver a verla.

Santana López se ha acabado.


Estoy a unos pasos de la parada de metro cuando mi móvil comienza a sonar.

Me paro en mitad de la 50 y lo saco del bolso.

Es Dani.

—Hola—la saludo.

—¿Dónde estás?—me pregunta.

—A punto de coger el metro, ¿por qué?

Un hombre pasa a mi lado, choca su hombro con el mío y sigue su camino sin ni siquiera disculparse.

Yo lo fulmino con la mirada.

—Es que hoy no he ido a trabajar. Me duele todo el cuerpo y he vomitado varias veces.

Tuerzo el gesto.

Adele pilló la gripe la semana pasada y seguramente se lo contagiara a Dani.

—¿Necesitas que vaya a la farmacia?

—No, Mercedes está conmigo y ya me ha llenado de jarabe
—sonrío.

Le creo.

Mercedes Jones es una enfermera implacable.

—Necesito que me hagas un favor y te pases por mi oficina. Hay unos informes que debo terminar y enviar el lunes y no tengo copia digital. Tina tiene la prueba del vestido de novia de Rachel y no puede traérmelos.

Asiento a la vez que giro sobre mis pies para salir a la Sexta Avenida.

—No te preocupes. Me pasaré por ahí.

—Gracias. Eres la mejor
—responde con la voz tomada.



Siete manzanas y un ascensor después estoy entrando en la oficina de Charlie Figgins.

Me sorprendo al ver a Tina todavía aquí. Se supone que tenía planes.

—Hola—la saludo entrando en la oficina—¿Qué haces aún aquí?

Ella suelta un bufido y pone los ojos en blanco.

—El señor Bryan.

Sonrío.

Conozco a Ryan Bryan y es un hueso duro de roer tanto para lo bueno como para lo malo, y Tina, siendo su secretaria, me imagino que estará acostumbrada a ver más la segunda faceta que la primera.

—Vienes a por las carpetas de Dani, ¿verdad?—inquiere levantándose.

Asiento.

—¿Sabes qué tal está?—pregunta rebuscando en una estantería al fondo de la oficina.

—Creo que es gripe.

—Pobrecita. Dile que tome infusiones de miel y limón, le calmará—me aconseja entregándome los dosieres.

Yo asiento de nuevo y le devuelvo una sonrisa a la que ella me tiende.

—¿Ya has terminado?—pregunta una voz a mi espalda.

—Casi—gimotea Tina, indicándole con los dedos que sólo necesita una pizca más de tiempo.

Me giro curiosa y me encuentro con Rachel.

—Hola—me saluda cantarina al reparar en mi presencia.

—Hola—respondo con una sonrisa.

—¿Qué tal estás?—pregunta dando un paso hacia mí.

De golpe la manera en la que las dos me miran cambia.

—Bien—trato de que mi voz suene confiada, no sé si lo consigo—, Como siempre.

Rachel asiente tratando de infundirme ánimos y, de pronto, me siento muy incómoda.

Sé que las dos tienen mucha confianza con Santana, pero no sé qué les habrá contado y empiezo a preguntarme si me miran así porque están al tanto de todo o porque simplemente saben que Santana se ha cansado de mí.

—Me ha gustado mucho verlas—acelero la despedida. Me obligo a sonreír de nuevo y me dirijo a la puerta.

—Espera—me llama Rachel acercándose a mí—, ¿Por qué no te vienes con nosotras?

Frunzo el ceño confusa.

—Voy a hacerme la última prueba de mi traje de novia—me explica con una sonrisa de oreja a oreja—Y después iremos a cenar para celebrarlo. Anímate—insiste.

—Me encantaría, pero no puedo. Tengo que llevarle estas carpetas a Dani.

—De eso nada—interviene Tina quitándome los dosieres de la mano—Como has dicho, seguramente sea gripe, así que, aunque le lleves los documentos, no será capaz de trabajar. Yo me encargo.

—Te lo agradezco, pero no sé...

La verdad es que me apetece mucho ir.

Nunca he estado en una tienda de novias. Además, Mercedes está cuidando de Dani y Biff está pasando la noche en casa de Griffin.

Sin embargo, no sé si a Santana le hará gracia. Al fin y al cabo, Rachel y Tina son sus amigas.

—No sé—repito.

—Eso es un sí—sentencia Tina.


Vamos hasta Elliot Gilbert Bridal, una tienda preciosa en la calle 55 Este.

Como me explica Tina, no es una tienda de trajes de novia, es un atelier, algo mucho más exclusivo y personificado y, sólo con un primer vistazo, esa idea se confirma.

Mire donde mire, desde la suave tarima hasta cada sutil adorno de las estanterías, todo es elegante, suave y sofisticado.

El propio Elliot Gilbert nos atiende.

Rachel está preciosa con un maravilloso diseño de Carolina Herrera que han confeccionado a medida para ella.



Después de cenar en un pequeño restaurante a unas manzanas de ahí, las chicas me convencen para que vayamos a bailar y a tomarnos una copa a una discoteca llamada Indian.

Me río muchísimo con ellas.

Rachel nos cuenta que ya casi lo han comprado todo para el bebé y que Quinn no para de protestar porque su ático de lujo de repente parezca el Toys R Us, aunque sabe que sólo está haciéndose la dura y, en el fondo, está tan encantada como ella.

—Además, la culpa no es mía—nos explica entre risas—Kitty y Santana, sobre todo San—cuando oigo su nombre, trago saliva y finjo que está hablando de otra persona—, No paran de venir a casa cargados de juguetes y peluches. Ayer aparecieron con un oso que medía casi dos metros. Quinn
quería estrangularlas.

Las tres sonreímos y continuamos charlando.

Suena Love in stereo, de Sky Ferreira. Aún estamos esperando a que nos sirvan los cócteles que hemos pedido cuando Rachel da unas palmaditas encantada, con una sonrisa enorme.

Tina también sonríe y frunce los labios divertida a la vez.

Yo me giro confusa y miro hacia donde ellas ya lo hacen.

Quinn está cruzando la pista, abarrotada de gente, en nuestra dirección y tras ella lo hace Kitty y, por último, Santana.

El corazón se me para de repente.

¿Cómo es posible que esté más guapa que hace unas horas?

Esto roza la injusticia divina.

Se quita el marinero y deja ver su camisa blanca ceñida, va concentrada en cada movimiento y no repara en mi presencia hasta que alza la cabeza y se pasa la mano por el pelo.

Su mirada atrapa la mía y pronuncia mi nombre sólo moviendo los labios, sin emitir sonido alguno.

Ese simple gesto me desarma e inmediatamente empiezo a pensar la excusa que voy a ponerles a las chicas para marcharme sin ni siquiera esperar la copa.

No quiero estar aquí, no quiero que siga ignorándome en horario extralaboral y mucho menos cuando parece una modelo sacado de una revista.

«¿Y cuándo no lo parece?»

Cállate.

Quinn llega hasta Rachel, la coge entre sus brazos y le da un beso de película mientras la estrecha con fuerza.

Tina y Kitty las observan con una sonrisa tranquila e inmediatamente comienzan a charlar.

Mi mirada vuelve a encontrarse con la de Santana.

Otra vez no sé qué hacer y por un único segundo tengo la sensación de que ella tampoco.

Sin embargo, un momento después esa seguridad que nunca la abandona parece relucir con más fuerza que nunca, lanza su abrigo contra uno de los taburetes junto a la barra y se acerca al mostrador de madera y cristal.

En cuestión de segundos tiene a un camarero a su lado poniéndole ojitos, dispuesto a servirle todo lo que le pida tanto dentro como fuera del local.

No la he escuchado, pero sé que ha pedido un Glenlivet. Fija su mirada en el vaso; la mano que tiene en la barra está cerrada en un puño, con tanta fuerza que sus dedos están emblanquecidos.

Está tensa, en guardia.

¿Qué demonios le pasa?

¿Tanto le molesta que esté aquí?

Decidida, hecho a andar hacia ella.

No quiero que piense que le he tendido una especie de emboscada utilizando a Rachel.

—No te preocupes—digo con desdén—, Ya me marcho. Las chicas me convencieron para venir y no sabía que tú lo harías.

Santana se humedece el labio inferior sin levantar su vista de la copa. Yo la miro esperando a que diga algo, pero me doy cuenta de que eso no va a pasar.

Otra vez esa especie de halo de pura inaccesibilidad la envuelve y el único mensaje que parece dispuesta a enviarme es que no piensa perder más tiempo conmigo.

Resoplo, aprieto los labios con furia y me doy media vuelta.

¡No me merezco esto!

Pero, antes de que haya podido separarme más de un par de pasos, la mano de Santana rodea mi muñeca con fuerza y tira de mí, llevándome directa a la pista de baile.

La miro furiosa, sin entender qué está haciendo.

—¡Suéltame!—me quejo.

Ni siquiera parece haberme oído y continúa caminando, arrastrándome tras ella.

La música cambia y The heart wants what it wants, de Selena Gómez, comienza a sonar.

Llegamos al centro de la pista.

Santana se detiene y se gira despacio. Cuando nos quedamos frente a frente, sus ojos oscuros parecen dominarlo todo y yo sencillamente no sé qué hacer.

Bueno, sí lo sé, debería zafarme de su mano y salir corriendo, pero no puedo hacerlo y, siendo sinceros, tampoco sé si quiero.

La voz de Selena Gómez me transporta inmediatamente al Archetype y a la primera noche que pasé ahí con Santana, y mis defensas poco a poco van cediendo absolutamente en contra de mi voluntad.

Esto no es bueno para mí.

—Santana...—murmuro.

Mi cerebro tira de mí en una dirección y mi corazón y mi cuerpo lo hacen en la opuesta.

Me agarra de las caderas, me estrecha contra su cuerpo y las palabras se deshacen en mi lengua antes de que pueda pronunciarlas.

Comienza a mecernos suavemente, entre los cientos de personas que bailan a nuestro alrededor.

Nos movemos más despacio, sin llevar el ritmo de la música, y poco a poco una burbuja perfecta nos envuelve y nos trasporta a otro sitio, a nuestro rincón en la planta superior, al Archetype, a cada vez que hemos sido sólo ella y yo y lo demás ha dejado de existir.

Santana deja caer su frente contra la mía al tiempo que pierde su mano en mi pelo, acercándome aún más ella en todos los sentidos.

—Britt—me llama en un susurro insuperable.

Yo alzo las manos y las poso entre sus pechos.

Necesito sentirla más cerca.

Necesito que esta pesadilla se termine.

Necesito que volvamos a ser amigas, aunque a ninguna de las dos le valga con eso.

La necesito a ella de la manera que sea.

—San, por favor...

Pero, como antes, sus movimientos interrumpen mis palabras y se marcha, perdiéndose entre las personas que todavía bailan, dejándome sola en el centro de la pista.

Otra vez estoy confusa, triste, otra vez no entiendo nada de lo que ha pasado.

Sin embargo, no pienso quedarme con todas estas preguntas y ninguna respuesta.

No tiene derecho a comportarse así.

No puede tratarme así.

Sigo el camino que ha tomado y sólo tardo un par de minutos en verla al fondo del local, cruzando la puerta principal. Acelero el paso y, cuando pongo un pie en la 21, ya se ha alejado una decena de metros.

—¡Santana!—la llamo.

Se detiene en seco al oír mi voz, pero no se gira. Resoplo, tratando de controlar mi monumental enfado, y camino hasta ella.

—¿Crees que puedes hacer lo que quieras conmigo?—le recrimino prácticamente en un grito—¿Crees que puedes acercarme y alejarme de ti cada vez que te apetezca?

¡No tiene ningún derecho, maldita sea!

—Vuelve dentro —me ordena, todavía sin mirarme.

Yo escondo una sonrisa frustrada y furiosa en un fugaz suspiro.

—No—replico todavía más enfadada—No voy a moverme de aquí.

—Brittany—me reprende intimidante, pero no pienso amilanarme.

—Me prometiste que nunca dejaríamos de ser amigas, que cuidarías de mí.

—Basta —sisea.

—¡Me pediste que confiara en ti! —estallo.

—¡Basta!—sentencia llena de rabia, girándose al fin—No tengo por qué darte explicaciones sobre lo que hago o lo que dejo de hacer. Sólo quería saber hasta dónde me dejarías llegar y he visto que, como siempre, me hubieses permitido llegar hasta donde yo hubiese querido. Aunque, para ser sinceras, ya me di cuenta de eso sólo por la cara de perrito abandonado que traías cuando te diste cuenta de que había mandado cerrar la planta de arriba.

Antes de que la idea cristalice en mi mente, la abofeteo, Santana se agarra la barbilla con una mano a la vez que gira la cabeza suavemente. Sus ojos oscuros atrapan de inmediato los míos, pero no me importa y le mantengo la mirada, aunque esté a punto de echarme a llorar.

—Estás vacío, Santana—sentencio con rabia, con tristeza y, sobre todo, con muchísimo dolor—Y nunca me he arrepentido de nada tanto como me arrepiento de haberme enamorado de ti.

Santana sigue mirándome, pero no dice nada.

Aun así, sé que mis palabras han tenido un eco en ella.

Giro sobre mis pies y regreso a la discoteca. Contengo el llanto mientras cruzo la pista de baile, mientras camino hasta donde están las chicas e incluso mientras Tina y Rachel me preguntan qué ha pasado bajo la atenta mirada de Quinn y Kitty.

Yo escapo al interrogatorio con una sonrisa que no me llega a los ojos y un «estoy bien» que repito hasta la saciedad. Recojo mi abrigo y mi bolso y salgo del local.

Al poner un pie en la calle, evito mirar hacia donde dejé a Santana, aunque acabo haciéndolo sólo para comprobar que obviamente ella ya no está.

No soy ninguna idiota.

Sé que fui yo quien le pidió que lo dejáramos cuando todo lo de Dani salió a la luz, pero jamás esperé que acabaría tratándome así, jugando conmigo, riéndose de mí.

No me hubiese valido con tenerla exclusivamente como amiga, pero al menos la habría tenido de alguna forma.

Me odio a mí misma porque soy como el perro aceptando las sobras, pero, después de esta noche, me odio un poco más por haber sido tan estúpida de creer que ella era diferente.



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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro.

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sexy Amor (Adaptada) Epílogo

Mensaje por micky morales Vie Abr 07, 2017 7:29 pm

bueno brittany fue una tonta por preferir la amistad de dani al amor de santana, pero santana es peor al tratarla como m......
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Mensaje por 3:) Vie Abr 07, 2017 8:19 pm

hola morra,...

dios,.. causa y efecto de las decisiones que britt tomo quiso a dany sobre san,..
pero tampoco para que la trate peor que basura san a britt!!! no jodas!! tampoco que no tire tanto san de la cuerda por que se rompe y del amor al odio ahí un paso!!!
mmmm me preocupa "la gripe" de dany!!!

nos vemos!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sexy Amor (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Vie Abr 07, 2017 11:44 pm

micky morales escribió:bueno brittany fue una tonta por preferir la amistad de dani al amor de santana, pero santana es peor al tratarla como m......




Hola, mmm esk nose si fue tonta por preferir una amistad la vrdd =/ con eso q dicen "las amistades se quedan" xD jaajajajaj. Y si, santana se esta portando muy mal... sigue retrocediendo =/ Saludos =D





3:) escribió:hola morra,...

dios,.. causa y efecto de las decisiones que britt tomo quiso a dany sobre san,..
pero tampoco para que la trate peor que basura san a britt!!! no jodas!! tampoco que no tire tanto san de la cuerda por que se rompe y del amor al odio ahí un paso!!!
mmmm me preocupa "la gripe" de dany!!!

nos vemos!!!




Hola lu, mmm si, pero tmbn creo q san esta exagerando ¬¬ Eso mismo digo yo ¬¬ se esta pasando la vrdd :@ ESO! ojala y pase, por mala jajajajajajaj. =O xq¿? crees q es grave¿? Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: Sexy Amor (Adaptada) Cap 19 - P III

Mensaje por 23l1 Vie Abr 07, 2017 11:47 pm

Capitulo 19 - Parte III



Brittany


Paso el fin de semana en casa de Dani, cuidándola de su gripe.


El domingo por la tarde, con Biff de vuelta, vemos una reposición de Lío en los grandes almacenes en la tele por cable.

Biff siempre se muere de risa con la escena en la que Jerry Lewis finge teclear en una máquina de escribir al ritmo de la música.

Adele necesita más de media película, pero consigue convencer a Dani de que mañana se tome el día libre y vaya al médico.

A pesar de que insiste en que no hace falta, quedamos en que Adele la acompañará. Me he ofrecido voluntaria con bastante interés, lo último que quiero es tener que ir a la oficina y encontrarme con Santana, pero, como se ha encargado de recordarme Mercedes, mi queridísima amiga y secretaria, mañana es la gran reunión con el comprador.

Al margen de todo, me preocupa Dani.

No tiene buena cara y prácticamente no ha probado bocado en estos dos días.

Aunque pone los ojos en blanco y me llama exagerada, le hago prometer que mañana me mandará un mensaje en cuanto salga de la consulta.

No me permito pensar en Santana ni un mero segundo y nada me había costado nunca tanto.


El lunes llego a la oficina ridículamente temprano.

Nos lo jugamos todo en la reunión y quiero cerciorarme de que no hay ningún cabo suelto.

También lo he hecho para asegurarme de que podré encerrarme en mi despacho antes de correr el riesgo de encontrarme con Santana.


A eso de las diez, mando los últimos datos por correo interno y me dispongo a ir a la sala de juntas.

Antes de abrir la puerta de mi despacho, respiro hondo y me concentro en la única idea a la que debo prestar atención ahora mismo: Figgins Media.

Mi vida sentimental y las desastrosas consecuencias de haberme enamorado de la persona equivocada tendrán que esperar a esta noche.

Cojo el ascensor y llego hasta la sala.

Estoy nerviosa por motivos obvios y también por el hecho de ver a Santana.

Durante las cuatro horas que llevo aquí me las he ingeniado para evitar coincidir con ella, aunque, ahora que lo pienso, ha sido una tarea bastante inútil, más tarde o más temprano nos acabaríamos encontrando aquí.

Supongo que lo que buscaba era no llevar la soga a casa del ahorcado más veces de las necesarias.

Justo bajo el umbral de la enorme puerta de la sala, veo a Mercedes mirarme con cara de susto desde la zona reservada a asistentes.

Yo frunzo el ceño.

Ella niega con la cabeza, pero no entiendo qué está queriéndome decir. Le hago un gesto con la mano, indicándole que me dé un minuto, y me dirijo a la mesa.

Conoceré al comprador y me escaparé discretamente para hablar con ella.

—Buenas tardes—saludo avanzando entre los ejecutivos.

Kitty y Quinn me sonríen y yo les devuelvo el gesto.

Observo a el señor Figgins.

Parece furioso.

¿Qué está pasando?

La legión de abogados del comprador se dispersa.

Veo a Santana, de espaldas, pero no alcanzo a distinguir a quien quiere adquirir la empresa.

—¿Todo bien?—murmuro acercándome a el señor Figgins.

—Buenas tardes, Brittany.

Esa voz.

Me giro negándome a creer lo que acabo de oír, pero todo a lo que nunca pensé que tendría que enfrentarme se materializa cuando veo a mi hermano Sam.

Él es el comprador.

Sencillamente no me lo puedo creer.

—¿Qué haces aquí? —inquiero.

—Negocios.

La familiaridad con la que nos tratamos, y la falta de amabilidad por mi parte, llaman inmediatamente la atención de Kitty y Quinn, y, sobre todo, la de Santana.

—No puedes comprar esta compañía —le exijo.

—En realidad, sí puedo.

Ahora lo entiendo todo.

Por eso sabía que el comprador nunca se rendiría o con qué único objetivo había contratado a Kitty, López y Fabray.

—¿Qué está pasando?—pregunta Santana poniéndose en guardia.

Yo la observo un único segundo.

Si todo lo que dijo mi hermano era verdad, y obviamente lo era porque él es el comprador, Santana nunca tuvo la intención de salvar Figgins Media y por eso ha adelantado esta reunión.

Ya no tiene ningún interés en alargar la agonía.

—La señorita Evans...—empieza a decir mi hermano, refiriéndose a mí.

—Pierce—lo interrumpo.

Él me mira y resopla.

Sé que esta situación le gusta tan poco como a mí, pero ha sido él quien nos ha puesto en ella.

—Pierce—se corrige malhumorado—, Es mi hermana pequeña, pero no creo que ese detalle intervenga en las negociaciones.

Santana clava su mirada en mí y por un momento nos quedamos así, observándonos a través de la estancia y la media docena de abogados y ejecutivos que nos separan.

Me ha servido en bandeja de plata.

Espero que el dinero que le pague mi hermano le sepa bien.

—No vas a comprar Figgins Media—repito dando un paso hacia él.

—Brittany, son negocios.

—Está bien—cambio de estrategia—, ¿Piensas mantenerla abierta?

—No.


—La auditoría ha demostrado que somos rentables y que podemos serlo mucho más con una inyección de capital y una gestión más adecuada basada en la diversificación. ¿Eso no te interesa?

—No.

—Probablemente ganarías alrededor de los veinte millones sólo en el primer trimestre; más, si entrara a formar parte de Evans Trust.

Mi hermano no contesta.

Sabe que tengo razón.

No quiere mantener Figgins Media abierta porque piensa que, cuando me quede sin empleo, aceptaré trabajar para él.

No podría estar más equivocado.

—Creí que se trataba de negocios —lo reto.

—Brittany... —me reprende.

—Tú sólo quieres comprar esta firma para cerrarla y que yo acepte trabajar contigo, pero, ¿sabes qué?, eso no va a pasar jamás.

—No es el momento ni el lugar —me recuerda.

Ahora el que tiene razón es él, pero eso tampoco me importa.

—¡Vas a dejar en la calle a doscientas personas!—estallo—¿No te importa nada? ¿No tienes ni un poco de ética?

Todos los asistentes y los ejecutivos me miran con cara de susto y yo me arrepiento inmediatamente de lo que he dicho.

Ellos nunca habrían imaginado eso y, gracias a mí, se han enterado de la peor manera.

Los observo sin saber qué decir, mientras de reojo veo a el señor Figgins cabecear decepcionado.

Cuando mi mirada se encuentra con la de Mercedes, el corazón me da un vuelco; está triste y también desencantada.

Tendría que haberle contado antes lo que pasaba con la compañía, pero de verdad creía que podría arreglarlo.

—Brittany—me llama Santana, pero no soy capaz de moverme.

Camina decidida hasta mí, me coge de la mano y me saca de la sala de juntas. Yo ando por inercia, pero, en cuanto nos alejamos de la estancia y la puerta de madera se cierra a mi espalda, salgo de mi aturdimiento y me zafo de su agarre.

—Suéltame —me quejo, frenándome en seco.

Santana se detiene y se gira hacia mí.

—¿Cómo has podido hacernos esto? ¡Nunca has querido salvarnos!

Sabía que no podía confiar en ella.

Santana resopla y se humedece el labio inferior despacio y, sobre todo, muy intimidante.

—Todo lo que he hecho desde que llegué aquí ha sido intentar mantener esta empresa a flote —ruge.

—¿Para qué mi hermano nos pisoteara?

—No sabía que era tu hermano—se defiende—Ni siquiera se apellidan igual, por el amor de Dios.

—Pero sí sabías que tenías orden de desmantelar la compañía —replico.

¡No me lo puedo creer!

¿Cómo he podido ser tan estúpida?

Tendría que haberla traicionado, tendría que haber usado el plan malévolo.

—Escúchame bien—me advierte—Yo no trabajo para tu hermano. Puede que él me contratara para eso, pero yo tomo mis propias decisiones. Me importa bastante poco todo su dinero.

—Va a dejar en la calle a doscientas personas—le recuerdo llena de rabia.

—Y gracias a ti ahora todos los saben—replica con la voz amenazadoramente suave—¿Cómo has podido ser tan inconsciente? Te has comportado como una cría testaruda.

—¡Quiero salvarlos!—me llevo las manos a las caderas a la vez que bufo.

Esta conversación es inútil, es con Sam con quien tengo que hablar, convencerlo.

No puedo permitir que acabe con el señor Figgins y con todos los que trabajan aquí sólo para tenerme controlada.

—Debo hablar con él—digo con la vista clavada en la sala de juntas.

—Brittany, no es una buena idea.

—No es asunto tuyo.

No tiene ningún derecho a decirme lo que puedo hacer.

—Estás nerviosa, van a acabar discutiendo y eso no va a traer nada bueno—me hace ver sin ninguna amabilidad, y eso me enfada todavía más.

Es mi empresa y tengo que salvarla.

—Me da igual—siseo furiosa como lo he estado pocas veces en mi vida—Es mi compañía. Puede que tú seas capaz de dejar de luchar por las cosas que te importan, pero yo no.

Involuntariamente todo el dolor y la rabia que siento por nosotras inunda cada una de mis palabras.

Santana se queda muy quieta y sus ojos se llenan de un duro desahucio.

Tengo la sensación de que esa simple frase ha sido más certera que cualquier otra, incluso que la bofetada que le di en la puerta del Indian.

Sin quererlo también, una punzada de culpabilidad me atraviesa y algo me grita que no estoy siendo justa con ella, que sólo estoy viendo lo que ella me permite ver.

—Tengo que hablar con mi hermano—murmuro reconduciendo la conversación.

—No.

—Santa...

Aún no he terminado de pronunciar su nombre, cuando me toma de las caderas y me carga sin ningún esfuerzo. Yo pataleo, protesto, la golpeo con los puños.

—¡Bájame! —grito.

—De eso nada —responde imperturbable.

Entramos en su despacho, cierra de un portazo y me deja sobre la mesa. Inmediatamente se abre paso entre mis piernas, coloca sus manos sobre la madera flanqueando mis caderas y se inclina sobre mí.

—Tienes que pensar las cosas con calma—me advierte—Ser más lista.

—No puedo perder el tiempo. ¿No lo entiendes?

—Sí que lo entiendo, pero vas a tener que confiar en mí.

Su voz cambia, se vuelve más ronca, y todo el aire entre las dos se impregna de una suave intensidad.

—Ya no sé si puedo, Santana.

Mi confesión nos silencia a ambas.

Sus ojos se tornan todavía más oscuros mientras asiente con suavidad.

Puede que otra vez esté siendo injusta con ella, pero ya no puedo más. Lo he perdido y, cuando más claro tenía que al menos seguía a nuestro lado profesionalmente, descubro que ha estado trabajando para mi hermano.

Aparto la mirada, sobrepasada, casi aturdida, con la cabeza hecha un auténtico lío y el corazón latiéndome demasiado de prisa.

—Mírame—me ordena en un ronco susurro.

Alzo la cabeza y sus ojos atrapan por completo los míos, encendiendo todas las conexiones que nos atan a la otra y que parecen sobrevivir a todo.

—No voy a consentir que Sam desmantele Figgins Media—afirma con una seguridad aplastante.

—¿Por qué? —murmuro.

Santana no libera mi mirada.

—Porque haría cualquier cosa por ti, Brittany.

Sus palabras me llenan por dentro y me curan.

Otra vez siento todo ese calor, esa sensación de que cada cosa es como tiene que ser, de que quererlo es lo único que tiene sentido.

Santana contempla con detenimiento cada centímetro de mi cara hasta volver a detenerse en mis ojos azules y, dejando escapar todo el aire de sus pulmones, como si le supusiese un titánico esfuerzo separarse de mí, se incorpora y sale de la estancia.

Yo observo la puerta sin tener la más remota idea de qué hacer, sintiéndome como me he sentido tantas otras veces en este mismo despacho, incluso en esta misma mesa.

No sé en quién puedo confiar, ni siquiera sé si puedo fiarme de mis propios instintos.

Santana, la empresa, mi hermano... Todo es demasiado complicado.

Me bajo de un salto y regreso a la sala de juntas.

Ya no hay rastro de ningún ejecutivo, ni siquiera del señor Figgins, tampoco de Sam.

Junto a las puertas abiertas, Santana, Kitty y Quinn están hablando.

En un momento cualquiera, Santana alza la cabeza y nuestras miradas se encuentran. Sus ojos siguen mostrando esa aplastante seguridad y siento como si me pidiese que confíe en ella, que lo arreglará.

Suspiro con fuerza y rompo el contacto entre las dos.

¿Qué se supone que debo hacer?

Cuando dije que no sabía si podía confiar en ella, lo hice en serio.

Cabeceo tratando de poner en orden mis ideas; no lo consigo.

Figgins Media es muy importante para mí.

El señor Figgins es muy importante para mí.

Tengo que tomar la mejor decisión por él y por las doscientas familias que dependen de esta compañía.

Salgo disparada hacia el ascensor y voy al despacho del señor Figgins.

Su secretaria me informa de que se ha marchado. Supongo que, después de la extraña reunión de hoy, necesita un poco de espacio.

No lo culpo.

Regreso a mi oficina, pero, antes de entrar, me desvío hasta la mesa de Mercedes.

Le debo una explicación.

Ella me ve llegar, pero aparta la mirada concentrándola en los documentos que tiene delante.

—Hola—la saludo deteniéndome junto al lateral de su mesa—¿Podemos hablar?

—Estoy muy ocupada —responde mecánica.

Yo resoplo a la vez que tuerzo el gesto.

Me lo merezco.

—Lo siento—me disculpo—Tendría que habértelo contado antes, pero no quería preocuparte.

—Vamos a quedarnos en la calle.

—Eso aún no lo sabemos.

—Tu hermano Sam nunca mantendrá la empresa abierta, Brittany—replica—Quiere que te vayas con él y va a dejarte sin ninguna otra posibilidad para asegurarse de que lo consigue.

Resoplo de nuevo.

Tiene razón, pero, aun así, no pienso rendirme.

—No va a comprar Figgins Media. Pero no puedo impedírselo sola. Tienes que ayudarme.

Mercedes cabecea.

—Es una batalla perdida—sentencia fijando la atención en el dosier que hay sobre su mesa.

—¿Te estás rindiendo?—pregunto exagerando cada letra—Pequeña, sal de aquí y dile a la verdadera Mercedes Jones que vuelva, porque la necesito.

Ella sonríe por mi comentario, aunque sé perfectamente que es lo último que quiere, y yo le devuelvo una sonrisa cómplice.

—¿Estás utilizando psicología barata conmigo?—inquiere sin levantar la vista.

—¿Está funcionando?

Mercedes suspira, suelta un «qué harías sin mí» mientras pone los ojos en blanco fingidamente displicente y, al final, cierra la carpeta que tiene delante de golpe y alza la cabeza.

—¿En qué necesitas que te ayude?

Sonrío.

Por eso es mi mejor amiga.

—Necesito una copia de todas las demos que pensábamos usar en la reunión. Todavía no sé qué vamos a hacer ni cómo, pero vamos a conseguir mantener esta compañía abierta.

Mercedes asiente enérgica y nos ponemos manos a la obra.

Ahora que todos saben cuál es la situación real de Figgins Media, ya no hay por qué andarse con secretismos y nos reunimos con los directores de cada departamento en busca de soluciones.

Desgraciadamente, de momento, no hemos encontrado ninguna.


A la hora de comer les pido a todos que se tomen un descanso.

Relajarse un poco y tomar aire fresco les vendrá bien.

Yo regreso a mi despacho y me dejo caer en mi silla. Reviso los documentos que traía en la mano, varías ideas del departamento de I+D+I, y reactivo mi portátil pulsando la barra espaciadora.

La pantalla se ilumina y el icono de correo electrónico parpadea en la parte inferior.

Abro la bandeja de entrada e inmediatamente mi atención se centra en uno de los mensajes.


De: Oficina Joe Hart
Enviado: 29/02/2016 13.05
Para: Brittany Pierce
Asunto: Reunión 29 de febrero

Nos ponemos en contacto con usted para recordarle que la reunión de última hora de la tarde con el señor Hart tendrá lugar en las oficinas de Samuelson y Mulholland.
Tori Kaztori, secretaria de dirección
Oficina Joe Hart
Samuelson y Mulholland
945, Park Avenue Nueva York, NY 10028



Había olvidado por completo esa reunión.

La empresa Samuelson y Mulholland y, sobre todo, el señor Hart eran una parte fundamental de mi malévolo plan.

Pronto la Comisión de Valores e Intercambio anunciará que las acciones de Figgins Media saldrán a la venta.

Sam no nos compra a través de una OPA hostil ni nada parecido, sino a través de una subasta pública de acciones. Lo hace para conseguir un precio más competitivo, pero, como contrapartida, debe esperar a que los resultados de la auditoría se hagan públicos, cosa que pasará dentro de tres días.

Mi plan consistía en acordar con Samuelson y Mulholland la compraventa de Figgins Media, siempre en nombre de Santana, con unas condiciones imposibles de rechazar a cambio de que todo el proceso fuese muy rápido.

La Comisión de Valores e Intercambio no tendría más remedio que adelantar
la subasta y Sam no podría intervenir al estar sujeto a la auditoría.

Samuelson y Mulholland compraría el cincuenta y uno por ciento de nuestras acciones, pero en el momento en el que se registrase que las dos operaciones habían sido realizadas por Santana, se invalidaría la compra por un posible conflicto de intereses y ya no se permitiría la adquisición de Figgins Media por ninguna de esas empresas, anulándose también la subasta.

Ideé este plan cuando odiaba a Santana y creía firmemente que había venido a destruirnos.

Si lo hago, salvaré la empresa, pero Santana perderá mucho dinero y prestigio profesional.

Antes en la balanza también estaba que, si lo hacía, la perdería a ella.

Ahora esa posibilidad ha dejado de contar.

—Maldita sea—murmuro cruzando los brazos sobre mi mesa y hundiendo la cara en ellos.

Estoy a punto de empezar a darme cabezazos contra la madera cuando llaman a mi despacho.

Al dar paso, Dona, la secretaria del señor Figgins, entra con una expresión verdaderamente angustiada.

—¿Qué pasa? —pregunto preocupándome yo también.

—Perdona que te interrumpa—se disculpa por adelantado—Sé que esto se aleja completamente de mis funciones y que tú ya tienes demasiadas cosas en la cabeza...

—¿Qué ocurre, Dona?—la interrumpo, nerviosa—¿Le ha pasado algo a el señor Figgins? ¿Está bien?

—El señor Figgins está destrozado.

Al escucharla, suspiro hondo.

Nada de lo que le está pasando es justo, el señor Figgins no se lo merece.

—Me ha pedido que organice una reunión con todo el personal para dentro de tres días—continúa.

La fecha en la que la auditoría se hará pública y Sam comprará Figgins Media.

—Está convencido de que va a perder la compañía, Brittany, y de que nos despedirán a todos—su voz se evapora al final de la frase.

Está conteniéndose para no llorar y yo nunca me había sentido tan mal.

—Tengo cincuenta y cuatro años, ¿quién va a contratarme?

Ya no puede más y empieza a llorar desconsolada. Yo me levanto rápidamente, rodeo mi mesa y me agacho frente a ella, buscando su mirada con la mía.

—No te preocupes, Dona—le digo tratando de reconfortarla—Yo voy a ocuparme de todo. Convoca esa reunión, pero no te preocupes—repito—Nadie va a comprar Figgins Media—sonrío para infundirle valor y de paso infundirme un poco a mí, y ella asiente esperanzada.

La convenzo para que se tome el resto de la tarde libre.

La acompaño a su despacho a recoger su bolso y su abrigo y, después, abajo a coger un taxi.

Justo antes de darme media vuelta y volver a entrar, suspiro de nuevo y miro a mi alrededor.

Siempre me ha encantado esta ciudad.

Muchos dicen que los neoyorquinos no sabemos apreciarla porque hemos nacido en ella.

Yo creo que no es verdad.

Es imposible estar aquí, ya sea diez segundos o toda una vida, y no enamorarte de cada calle.

Es el telón de fondo más mágico que existe.

Ahora no me vendría nada mal un poco de esa magia.


De vuelta en mi despacho, me gustaría seguir donde lo dejé y empezar a darme esos cabezazos contra el escritorio.

Recuerdo la conversación con Sam sobre el comprador; sobre él mismo, en realidad.

No piensa mantener la empresa abierta, el señor Figgins también lo sabe, por eso ha organizado esa reunión.

Hay una única solución posible.

Nunca he odiado tanto saber qué es lo que tengo que hacer.

Le mando un correo electrónico a la secretaria del señor Hart confirmando que he recibido el suyo y salgo hacia Samuelson y Mulholland.


Entro en su edificio.

El señor Hart me recibe en el vestíbulo.

Pienso en el señor Figgins, en Dona... en Santana.

Camino hasta la sala de reuniones y tomo asiento donde me indica, muy concentrada en lo que va explicándome. Me siento como un robot con una misión, como si no fuera yo, y eso me alivia un mísero segundo: pensar que en el fondo la verdadera Brittany no está aquí, quemando todos los puentes con la única persona que la ha hecho sentir especial.

—Señorita Pierce, ¿se encuentra bien?

Asiento y me obligo a sonreír.

Empiezo a explicarle al señor Hart las ventajas de una posible compra de Figgins Media: el precio garantizado de las acciones, la disponibilidad de el señor Figgins a hacer los cambios necesarios, todo nuestro potencial.

Él sonríe.

Sabe que es un buen negocio.

—Pero hay una subasta pública abierta sobre Figgins Media—me recuerda—Eso pone en peligro el precio garantizado de las acciones.

—Sólo si esperamos—respondo—La compañía que ha pedido la subasta está sujeta a las normas de dicho concurso y debe esperar a que los resultados de la auditoría se hagan públicos.

Asiente satisfecho.

—¿Y quién llevará toda la operación de compraventa? ¿Ha pensado en alguien?

—Sí —musito

Trago saliva.

Sólo tengo que decir su nombre y ya está. Me desharé de Sam y salvaré Figgins Media, a todos los que trabajan en ella... y perderé a Santana.

No puedo pensar en otra cosa y ni siquiera entiendo por qué.

No significo nada para ella.

—Señorita Pierce —me apremia.

Yo lo miro absolutamente inmóvil.

¿Por qué tengo que dudar?

¿Por qué no puedo olvidarme de ella?

¿Por qué no puedo traicionarla?

Ella ya ha pasado página conmigo y sólo necesitó cuarenta y ocho horas para hacerlo.

¿Por qué tengo que ser tan idiota?

¿Por qué no puedo dejar de quererla?

—Señorita Pierce.

—Lo siento—me disculpo levantándome—Venir aquí ha sido un error. Lo siento de veras—me pongo de pie y salgo del despacho como una exhalación.

La nieve me sorprende al salir del edificio.

Necesito pensar.

Necesito volver a tomar buenas decisiones, a ser una chica lista, pero, maldita sea, ¡estoy tan cabreada! Conmigo misma y con Santana por aparecer en mi vida, por complicármela, por decidir que ya no quiere estar en ella.

No lo pienso.

Sólo paro un taxi y le doy la dirección de su departamento.

Soy consciente de que ya dije todo lo que tenía que decir, pero ahora mismo mi enfado pesa más y lo único que quiero es tenerlo cerca para gritarle cuánto la odio.

Ni siquiera pienso en la posibilidad de que no esté.

Saludo al portero rezando para que Santana no haya dado orden de que no me deje pasar o algo parecido y llego al ascensor.

Estoy nerviosa, acelerada, triste, furiosa, dolida.

Me siento herida, más aún que hace diez años.

Llamo a la puerta impaciente. Santana no tarda en abrirme. Al verme completamente empapada, su expresión cambia en décimas de segundo y otra vez tengo la sensación de que todo su cuerpo se pone en guardia.

—¿Estás bien?—pregunta con la voz endurecida, pero, sobre todo, cargada de urgencia.

Yo frunzo el ceño.

¡Claro que no lo estoy!

Y no entiendo por qué lo pregunta.

¿A ella qué le importa?

Ya dejó bastante claro cuánto significo para ella.

—Dime si estás bien—me ordena un poco más acelerada, un poco más inquieta.

—¿Y a ti qué te importa?

—¡Contéstame!

—¡No lo estoy!

Las dos sonamos desesperadas y al borde de un límite lleno de demasiado dolor.

Nos miramos en silencio, desafiándonos, y yo empiezo a dudar de que la distancia que ha marcado entre las dos sea lo que realmente quiere.

Santana me agarra de la muñeca y tira de mí. Mis tacones repiquetean contra el parqué frente al silencio de sus pies descalzos. Me obliga a entrar en su piso y cierra a mi espalda.

El gesto es brusco, casi salvaje, y mi cuerpo despierta llamándola tan rápido como mi enfado regresa.

La quiero y la odio, y todo lo que siento por ella acabará destruyéndome, nunca lo he tenido tan claro.

—Hoy tenía una reunión con Joe Hart. Tenía un plan para salvar Figgins Media y a el señor Figgins; todo lo que tenía que hacer era traicionarte y no he sido capaz. He dejado que todo por lo que he luchado se vaya al diablo por ti y tú ni siquiera soportas tenerme cerca—sentencio con rabia—Y no entiendo por qué no puedo dejar de quererte, por qué no puedo olvidarme de ti.

—¿Cuál era tu plan? —inquiere distante.

—¿Eso es lo único que te importa? —pregunto a mi vez.

No contesta y ésa es la mayor respuesta de todas.

Cuéntaselo, Bluebird, y acaba con todo esto.

—Había convencido a Hart de comprar Figgins Media adelantándose a tu comprador. Sólo tenía que decirle que tú te encargarías de la operación.

No necesito hablar de la Oficina del ejercicio bursátil ni decir nada más.

Sabe lo que habría ocurrido.

La mirada de Santana se transforma y por un momento no soy capaz de leer en ella.

Si le duele, no me importa.

Si está furiosa, no me importa, porque yo lo estoy mucho más.

¡El señor Figgins va a perderlo todo!

—Pero de todas formas ya da igual—añado con todo lo que siento inundando mi voz—No he sido capaz. Al final he acabado convirtiéndome en la tonta enamorada y tú te has cansado de mí.

—Yo no me he cansado de ti —sisea.

—Claro que sí, porque tú eres así —replico con desdén.

Recuerdo cada vez que he pronunciado esas palabras.

Ella siempre me ha replicado tratando de esconder esa obviedad y yo siempre he sido tan estúpida de creerlo.

—Lo más triste de todo—mi voz se entrecorta. Siento tanta rabia dentro, tanta impotencia—, Lo que más me enfada, es que pensaba que lo que teníamos era diferente—una lágrima cae por mi mejilla, pero me la seco rápidamente.

No quiero que me vea llorar.

Eso también se acabó.

—Era diferente—replica manteniéndome la mirada, haciendo énfasis en cada letra.

—No —musito.

—Joder, claro que sí —ruge.

—Y, entonces, ¿por qué todo ha tenido que acabar así? —pregunto dolida, exasperada.

—¡Porque tú lo quisiste! —grita sintiendo lo mismo.

—¡Yo nunca te pedí que me echaras de tu vida! ¡Ni que te comportaras como una auténtica cabrona conmigo! ¿Por qué no has dejado que al menos fuésemos amigas?

—¡Porque no me vale con eso!

Sus palabras nos silencian a ambas porque dicen mucho más.

A mí tampoco me vale con eso, pero la alternativa duele demasiado.

—Santana—murmuro sin saber cómo continuar.

—Quiero volverte completamente loca—me interrumpe dando un paso hacia mí, quedándose muy cerca—Quiero que sólo puedas pensar en mí, en esto, en lo que yo puedo darte. Quiero que no puedas trabajar, dormir. Quiero que, cada vez que puedas coger aire y respirar, sea un gemido y me pertenezca a mí. Y, si tú no quieres lo mismo, sal de aquí, porque no voy a darte nada.


No hay piedad en sus palabras y lo arrollan todo dentro de mí.

Quiere estar conmigo y yo quiero estar con ella, pero la situación es mucho más complicada.

No puede pedirme que salte al vacío otra vez, que sea feliz con ella.

No puedo hacerle eso a Dani.

—Santana—repito sobrepasada.

Y ella decide por las dos.

Atraviesa la distancia que nos separa, toma mi cara entre sus manos, me besa con fuerza y me acorrala contra la pared. Yo la empujo, trato de separarme, huir, pero su olor me sacude y su cuerpo contra el mío me recuerda demasiadas cosas.

Santana atrapa mis manos y las sostiene por encima de mi cabeza. Es como luchar una batalla que ya sabes que está perdida y, aun así, lo intentas una y otra vez, cayéndote cada vez, sintiendo dolor cada vez, viviendo cada vez.

Me rindo.

La beso.

La quiero.

Me acaricia la cara desde la sien a la mejilla con su mano libre y deja caer su frente en la mía con los ojos cerrados.

—Te necesito, Britt—susurra contra mi boca—Necesito tocarte. Joder, lo necesito más que respirar.

Me besa de nuevo, devorándome, y yo claudico porque también la necesito a ella, porque también necesito que me toque, que me haga sentir especial.

Necesito saber que lo que tenemos es real.

Necesito que me deje quererla.

Me obliga a rodear su cintura con mis piernas y me levanta a pulso para cruzar el departamento sin separarnos un solo centímetro, sin dejar de besarnos.

No soy consciente de dónde me lleva hasta que siento el chorro de agua tibia primero y caliente después caer sobre nosotras.

Estamos en su lujosa ducha vestidas, mojándonos.

No nos importa.


Su mano acaricia mi cadera y se aferra a ella. Nerviosa, alzo las manos y, torpe, comienzo a desabotonar su camisa mientras nuestros besos se vuelven más desbocados.

Sus dedos se ciñen a mi piel un poco más cuando desabrocho el último botón y la prenda se abre delante de mí, tiro su sujetador hacia arriba y acaricio sus pechos.

Santana atrapa mi mano con la suya y la aprieta contra la piel de su corazón. Sus latidos vibran contra mi palma y me siento más cerca de ella que nunca.

Me besa con fuerza una vez más y se separa despacio. Yo abro los ojos confusa. Los suyos ya me esperaban. Lentamente separa su mano de la mía, llamando mi atención con el movimiento a pesar de que sigue mirándome a mí. Yo también muevo mi mano, poco a poco, y creo que dejo de respirar y una lágrima cae por mi mejilla cuando veo un precioso bluebird emprendiendo el vuelo tatuado en su pectoral izquierdo, en la piel de su corazón.

—San—murmuro acariciándolo con las puntas de los dedos—, Soy yo.

Deja caer su frente contra la mía y vuelve a atrapar mi mano, entrelazando nuestros dedos.

—Siempre serás tú, Britt—sentencia.

Ahora sé que no podría quererla más.

Despacio, vuelve a dejarse caer sobre mí y me besa otra vez, reclamándome, borrando cada recuerdo triste desde que nos despedimos en una calle del West Side.

Su cuerpo contra el mío, nuestros gemidos, la cálida sensación de que he vuelto al único lugar donde quiero estar se entremezclan, haciéndome subir
más y más alto.

Nunca he podido olvidarla, porque sencillamente es imposible olvidar cómo me hace sentir.

Me desnuda despacio a pesar del agua, acariciándome, besándome. Yo pierdo mis manos en sus hombros y me aferro a ellos con fuerza, arañándola suavemente, arrancándole gemidos de placer que se unen a mis gemidos.

—San...

Su nombre se evapora en mis labios cuando junta nuestros sexos y se mueve deslizándome contra la pared de azulejos.

—San—repito inconexa.

Comienza a moverse duro, implacable, y al mismo tiempo girando las caderas, llegando más y más lejos, diciéndome sin palabras que vamos a tomarnos todo el tiempo del mundo.

Sus manos vuelan por mi cuerpo hasta aferrarse a mis caderas.

Gimo.

Grito.

Su boca se pierde en mis pechos, en mi cuello.

Todo mi cuerpo le pertenece.

—San—jadeo cuando el placer se arremolina en mi sexo.

—Dámelo todo—me ordena contra mi piel, haciéndola vibrar con su voz más ronca.

Y obedezco.

No tengo alternativa.

El placer más increíble se alía con todo mi deseo y salgo disparada al paraíso de pecado que ha construido para mí.

—Joder, Britt—ruge.

Nuestros cuerpos resbaladizos por el agua chocan una y otra vez, acoplándose a la perfección.

Me recreo en el placer.

Santana lo alimenta para mí hasta que todo vuelve a empezar. Siento la tensión, el deseo, el fuego... su sexo llenándome entera, volviéndome insaciable, haciéndome explotar entre sus habilidosas manos, su sexo, su lengua y todo mi placer.

Su cuerpo se tensa.

Su agarre en mis caderas se hace más fuerte.

Me hace daño.

Me gusta.

¡Me corro!

Y ella también lo hace.

Santo cielo, el mejor sexo de mi vida lleva el nombre de Santana López.

Me besa de nuevo y se queda muy cerca, con su cuerpo contra el mío y nuestros jadeos entremezclándose entre nuestras bocas.

Ni siquiera siento el agua.

De su piel emana calor y éste cubre la mía por completo.

Alzo las manos haciendo un enorme esfuerzo y las sumerjo en su pelo negro y observo cada centímetro de su cara y acabo perdiéndome en sus ojos, que a esta distancia son aún más negros.

—Te quiero—pronuncio dejando que todo lo que siento por ella hable por mí.

Santana aprieta la mandíbula sin liberar mi mirada.

—Britt—susurra y, aunque sólo es mi nombre, tengo la sensación de que esa única palabra vale por muchas otras.

El placer se reactiva, encendiéndome como si estuviese fabricada de pólvora negra y fuegos artificiales.

Se mueve con más fuerza que antes, sus manos atrapan las mías, las lleva por encima de mi cabeza y las sujeta con brusquedad contra la pared.

El clímax regresa.

Lo inunda todo.

Mi cuerpo se arquea.

—No puedo más—jadeo.

—Sí, sí que puedes, Niña Buena—replica sin compasión, rozándonos con más fuerza.

—¡San!—grito.

Recuerdo cada beso, cada abrazo, cada sonrisa.

La siento a ella.

Un tercer orgasmo me parte en dos y juraría que también parte la ducha, el suelo, la Quinta Avenida y llega al centro de la Tierra, calentándome a la temperatura de la lava hirviendo, llevándome al paraíso, haciéndome explotar, rompiéndome en millones de pedazos, llenándome del placer más puro.

Santana no deja de moverse ni siquiera ahora.

Mi cuerpo tiembla.

¡Es maravilloso!

Y se pierde alargando mi orgasmo todavía más.

Poco a poco nuestras respiraciones se calman y consigo bajar de mi propia nube.

—Ha sido increíble—digo con la voz enronquecida por los gritos y gemidos.

Santana sonríe satisfecho y muy muy sexy y acaricia mi nariz con la suya suavemente antes de alejarse de mí y dejarme despacio en el suelo.

Cierra la ducha, tira de mi cuerpo lánguido y relajado y me envuelve con una mullida toalla blanca de algodón.

—Voy a buscar algo de beber—dice colocándose una del mismo color.

Yo asiento y la sigo a unos pasos sin perderme un mísero detalle.

En la habitación se deshace de la toalla, recupera unos vaqueros que estaban exquisitamente doblados sobre la cama y se los pone, ajustándoselos con un par de saltitos.

El espectáculo es increíble, como siempre, pero ahora lo es un poco más con ese pájaro azul tatuado en su pecho.

—Estás disfrutando, ¿verdad, Pierce?—pregunta burlona.

Finjo un bufido tratando de disimular que efectivamente me estoy deleitando y aparto la mirada.

—Te lo tienes demasiado creído, López—la reto, llevando mi vista hacia ella de nuevo y centrándome exclusivamente en su cara.

El espectáculo sigue siendo increíble, pero, al menos, parezco menos culpable.

—Y cuánto te gusta—sentencia engreída, entrando en el vestidor y tirando de la primera camiseta que ve en una de las baldas.

Yo la miro boquiabierta, absolutamente escandaliza y me dedica su sonrisa made in Santana López y sale de la habitación.

No tengo más remedio que sonreír.

Es una auténtica sinvergüenza.

Ya a solas, miro a mi alrededor y vuelvo a sonreír como una idiota.

Estoy feliz, aunque no he olvidado nuestra situación.

Si Santana y yo volvemos a estar juntas, tengo que hablar con Dani. Debo explicarle cómo son las cosas y que lo sepa por mí y por nadie más.

Regreso al baño y busco mi bolso con la mirada. Suspiro aliviada al encontrarlo en el suelo. Por un momento me temí que estuviera en un rincón de la ducha, donde, por ejemplo, sí están mis zapatos.

Tuerzo el gesto, pero soy incapaz de mantener la expresión un segundo completo.

Si el precio por tener este sexo maravilloso son unas bonitas sandalias, gustosa lo pagaré todos los días.

Con el bolso en mis manos, saco el móvil. Le mandaré un mensaje a Dani y cenaremos juntas esta noche, así podré hablar con ella.

Sin embargo, cuando desbloqueo el teléfono, ya hay un whatsapp suyo esperándome. Automáticamente recuerdo su visita al médico y cómo le insistí para que me explicara cómo había ido cuando hubiesen salido.

Espero que no sea nada más serio que una gripe.

Abro el mensaje y en el mismo instante mi corazón se parte en pedazos y mis dedos dejan caer mi BlackBerry al suelo.



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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro.

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Mensaje por JVM Sáb Abr 08, 2017 1:46 am

Mmmmm Dani embarazada :/
Aun falta resolver lo de la empresa aunque San ya dijo que lo hará y siento que así será.
Arreglar lo de Sam y hacer que entienda que Britt tiene una vida aparte y que toma sus desiciones buenas o malas.
Parecía que todo iba bien aunque aun no hubieran hablado se entendía con lo que paso que lo intentarían pero ahora mas drama.... :o
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Mensaje por micky morales Sáb Abr 08, 2017 7:58 am

y ahora que??????
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Mensaje por 3:) Sáb Abr 08, 2017 10:40 am

Hola morra...

Ya se me hacia que la gripe venia con patitas... Aunque ojala sea otra cosa pero bue!!
Tremenda guerra la de hoy y el día no termina todavia!!!
A ver que pasa ahora... No dan una!!

Nos vemos!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sexy Amor (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Sáb Abr 08, 2017 7:11 pm

JVM escribió:Mmmmm Dani embarazada :/
Aun falta resolver lo de la empresa aunque San ya dijo que lo hará y siento que así será.
Arreglar lo de Sam y hacer que entienda que Britt tiene una vida aparte y que toma sus desiciones buenas o malas.
Parecía que todo iba bien aunque aun no hubieran hablado se entendía con lo que paso que lo intentarían pero ahora mas drama.... :o




Hola, si =/ Si, yo tmbn creo que si san lo dice, lo hará! UFf que pesado la vrdd... cuando la tuvo no la aprovecho y ahora la quiere recuperar xq son familia¿? ahora se acuerda¿? UFff esk no pueden estar bn y juntas¿? xq el destino es tan loquillo con ellas¿? Saludos =D





micky morales escribió:y ahora que??????




Hola, nose... dice lo sabe la vrdd, pero aquí dejo el siguiente cap para saber más! Saludos =D





3:) escribió:Hola morra...

Ya se me hacia que la gripe venia con patitas... Aunque ojala sea otra cosa pero bue!!
Tremenda guerra la de hoy y el día no termina todavia!!!
A ver que pasa ahora... No dan una!!

Nos vemos!



Hola lu, jajajaajajajaj con "patitas" q tierno! ajajajajajajaja, pero no es momento para eso =/ espero y si =/ Si q lo fue... y no, aun no termina =/ Aquí el siguiente cap para saber... no, no lo hacen xD Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: Sexy Amor (Adaptada) Cap 20 - P I

Mensaje por 23l1 Sáb Abr 08, 2017 7:14 pm

Capitulo 20 - Parte I


Santana


Cierro el frigorífico y dejo dos botellas pequeñas de San Pellegrino sin gas sobre la encimera.

Estoy feliz, joder.

Sólo necesito saber que mi rubia está en mi cama, en mi maldito departamento, de vuelta en mi vida.

Dejo caer las fresas, las frambuesas y los plátanos sobre la pila y los lavo con cuidado. Fruta para reponer fuerzas, porque no pienso dejar que vuelva a vestirse en todo lo que queda de día y, probablemente, en los dos meses siguientes.

Oigo algunos ruidos y la puerta de mi dormitorio abrirse.

—¿Ya me echabas de menos?—pregunto socarrona.

Sigo percibiendo ruidos, pisadas, pero no hay respuesta. La broma era bastante mala, pero, por lo menos, me he ganado un «eres lo peor, López».

Me giro justo a tiempo de ver a Brittany, completamente vestida, con la ropa empapada pegarse a sus piernas bajo el abrigo, cruzar el salón y salir de casa.

—Pero ¿qué coño...?—murmuro sin poder creerme lo que estoy viendo.

¿Qué demonios ha pasado?

—Britt—la llamo saliendo tras ella y llego al rellano—Britt—repito.

Pero ella parece no oírme y se monta en el ascensor.

Joder, ¿qué coño ha sucedido?

Acelero el paso y cuando llego, está en el centro del iluminado cubículo con la mirada clavada en sus zapatos completamente mojados.

Sin saber por qué, una corriente eléctrica fría y desagradable me recorre la columna vertebral, como si mi cuerpo ya supiese por adelantado el dolor que voy a sentir.

—Britt, ¿qué ocurre?—pregunto, tratando de obviar esa sensación.

Ella alza la cabeza, las puertas comienzan a cerrarse. Son los ojos más tristes que he visto jamás y me dejan paralizado.

Se está marchando otra vez.

Está sufriendo otra vez.

La horrible sensación se transforma en algo real y me atraviesa las putas costillas.

La puerta se cierra por completo y el sonido me hace reaccionar. Tengo que hablar con ella, tengo que saber qué ha sucedido, tengo que arreglarlo.

Pulso el botón del ascensor, pero no vuelve a abrirse. Pronuncio un «joder» entre dientes y corro hasta las escaleras. Bajo las veinte plantas lo más rápido que soy capaz y salgo a la calle.

Mis pies descalzos se hunden en la nieve y el frío me cala hasta los huesos, pero no me importa.

—¡Britt!—grito al distinguirla entre la multitud.

Ella se detiene un momento, pero parece coger aire y sigue caminando.

—Joder.

Echo a correr esquivando turistas y neoyorquinos y al fin la alcanzo. La sujeto de la muñeca y la obligo a girarse.

—Brittany, ¿qué coño ha pasado?—sueno nerviosa, acelerada, pero me importa una mierda.

No puedo perderla otra vez.

Ella me mira, pero no dice nada.

Está llorando, pero no es como ninguna de las otras veces que la he visto hacerlo; está más triste, mucho más triste.

Joder, está destrozada.

Mi mano se desliza por su brazo hasta que con las dos acuno su preciosa cara.

—Niña Buena, soy yo—le digo tratando de tranquilizarla, dando un paso hacia ella—Sea lo que sea, voy a arreglarlo.

—Esto no se puede arreglar —murmura.

Y sus palabras suenan exactamente como sus lágrimas.

—Sé que he metido muchas veces la pata y que estás asustada, pero yo también—me sincero con una tenue sonrisa—Estoy muerta de miedo, pero no he sentido por ninguna otra chica lo que siento por ti.

—Dani está embarazada—me interrumpe con la voz llena de un cristalino dolor—El tratamiento si dio resultado.

—¿Qué? Pero si hace unas semanas cuando hablamos… ella.. dijo que nada paso.

—Bueno, los síntomas no se presentaron, pero si ahora. Enhorabuena, Santana. Vas a ser mamá.

¿Qué?

El mundo se abre bajo mis pies, pero yo soy incapaz de moverme.

Aparto mis manos de su cara por inercia. Sigo mirándola, pero, a pesar de que ella también está inmóvil, la noto cada vez más y más lejos de mí.

Está embarazada.

Voy a tener un hijo.

Trato de entender lo que siento, pero no puedo.

Estoy aturdida, confusa, triste... y la rabia comienza a hacerse paso entre todo lo demás.

La he perdido.

—Adiós, Santana—se despide manteniéndome la mirada triste, herida, decepcionada.

Y de pronto recupero el control.

Todo lo que siento se acomoda dentro de mí y me doy cuenta de que nunca me abandonará, porque jamás podré volver a tocarla.

—Adiós, Brittany.

He perdido lo único que daba sentido a mi mundo.

Ella gira sobre sus pies y se marcha, mientras yo sigo mirando el camino sin ni siquiera sentir ya la nieve bajo los míos.

Hace unos minutos estaba arriba, sonriendo como una idiota, y ahora ya no tengo nada.

Regreso a mi departamento.

Tengo la sensación de que todo pasa a cámara lenta, como si le estuviese pasando a otra persona y no a mí.

Recupero mis zapatos y mi abrigo y voy en taxi hasta casa de Dani.


Recuerdo todas las veces que he estado aquí mientras llamo a la puerta.

Recuerdo lo jodidamente estúpida que fui al pensar que puedes interactuar con otra persona de la manera que quieras y al mismo tiempo mantenerla fuera de tu vida sólo porque lo quieres así.

Joder, hace una hora Brittany estaba en mi departamento, en mi vida, íbamos a ser felices...

Es increíble cómo tu mundo puede cambiar en sólo una hora.

—¿Qué haces aquí?—me espeta Mercedes hostil en cuanto abre la puerta.

Me humedezco el labio inferior, conteniéndome para no soltarle lo primero que se me pase por la cabeza. Aunque tampoco puedo decir que no la entienda; le he jodido la vida a sus dos mejores amigas.

Me lo merezco.

—Quiero ver a Dani.

—No está—se apresura a replicar, cruzándose de brazos.

—Mercedes—la llama Dani suavemente saliendo al pequeño vestíbulo—, ¿Puedes dejarnos solas?

Nuestras miradas inmediatamente se encuentran.

Parece avergonzada y en ese preciso instante me doy cuenta de que me estoy comportando como una gilipollas.

Es una chica increíble; estará tan asustada y perdida como yo, tengo que cuidar de ella.

Mercedes me mira de arriba abajo irradiando una antipatía brutal y finalmente asiente.

—Porque tú me lo pides—responde a su amiga—Estaré arriba. Llámame cuando terminen.

—¿Estás bien?—pregunto cuando nos quedamos solas.

—Sí—responde al tiempo que asiente—, ¿Y tú?

Voy a contestar, pero entonces me percato de que eso sería como alargar más la agonía.

Primero preguntas de cortesía, después hablamos del tiempo y el trabajo y, mientras, fingimos que no hay un elefante rosa sobrevolando la habitación.

—Dani, he venido porque...

—Lo sé—me interrumpe—Britt me ha dicho que ha hablado contigo.

—Sí—me apresuro a replicar, tratando de borrar el eco de su nombre en cada maldito hueso de mi cuerpo—Creo que deberíamos hablar.

Dani asiente de nuevo y me hace un gesto para que pase. Cierra la puerta a mi espalda y nos encaminamos al salón.

—Quiero que sepas que no lo sabía—se disculpa—Cuando me hice el test dio negativo y jamás tuve algún síntoma. Ni siquiera fui al médico pensando que estaba embarazada, yo estaba segura que ahora era una gripe—su voz se evapora al final de la frase.

—Lo sé—respondo sin asomo de dudas.

Puede que no me tomase la molestia de conocerla profundamente antes de acostarme con ella, pero la vez que hicimos el tratamiento ambas lo aceptamos, que después nos arrepintiéramos es otra cosa.

—¿De cuánto estás?

—Un poco más de doce semanas.

Asiento.

Eso fue antes de conocer a Brittany.

En aquella época nos acostábamos muy a menudo y las dos nos habíamos hecho análisis y estábamos limpias y el momento “frágil” como le podríamos decir, ambas decidimos que era buena idea… idea que no había funcionado para nuestra tranquilidad… que si funciono.

—El médico me ha hecho una ecografía—me explica caminando hasta su bolso y sacando un pequeño sobre; lo abre y me tiende lo que hay en su interior—Es en 4D.

Giro el papel entre los dedos y entonces lo veo.

Es un bebé.

Parece ridículo, pero hasta ese momento sólo había pensado en él como algo abstracto, no en una cosita con bracitos y piernecitas.

De pronto la siguiente pregunta cae por sí sola.

No pienso hacerla.

—Impresiona, ¿verdad?

—Sí—murmuro con la vista aún perdida en la ecografía.

—Santana, sé que cuando planeamos tener un bebé o fue la mejor decisión y cuando pensábamos que no había funcionado era lo mejor, pero los test fallan y al final si funciono, así que no voy a pedirte ninguna responsabilidad y no tienes...

—Voy a cuidar de ti—la interrumpo levantando la cabeza—Y voy a cuidar del bebé. Es cierto que cuando pensábamos que no había funcionado nos sentimos muy relajados…

En ese momento la vida que sí había planeado reluce con fuerza, recordándome lo que ya no puedo tener.

La presión bajo las costillas se hace casi infinita, pero aguanto el golpe:

—, Pero como bien dijiste, ambas lo quisimos en su momento, pasando por el momento que hayamos pasado, lo quisimos y al final si dio resultado. No pienses ni por un solo segundo que estás sola en esto.

Sonríe aliviada y al mismo tiempo una lágrima cae por su mejilla. Doy un paso hacia ella y la abrazo con fuerza.

Es la mamá de mi hijo.

No pienso abandonarla.


Seguimos charlando un poco más y me ofrezco a acompañarla a su próxima visita al médico.

Aunque está contenta con el que ya tiene, la convenzo para ir al Hospital Universitario Presbiteriano.

Es el mejor.


De vuelta en mi departamento, me sirvo un vaso de Glenlivet y me tumbo en el sofá sin ni siquiera molestarme en encender las luces.

Una parte de mí quiere hacer lo único que sabe para escapar de estas situaciones e irse a un bar a buscar pelea; a la otra ya no le vale esa solución, porque no me devolverá a Brittany.

Pronuncio su nombre en voz alta y sonrío, y por un instante me imagino que es ella la que está embarazada, la que va a tener a mi hijo.

La idea lo arrasa todo dentro de mí, llenándome de una felicidad pura y cálida.

Una niña que se pareciese a ella, que tuviera esos enormes ojos azules y su mirada curiosa.

Una pequeña versión de Brittany que fuese nuestra y de nadie más.

Resoplo y vuelvo de repente a la realidad.

Me bebo la copa de un trago y comienzo a deambular por el departamento buscando algo que hacer, plenamente consciente de que es imposible que pueda dormir.


A las cuatro de la mañana me rindo, me pongo el chándal y salgo a correr.

Fell in love with a girl,[19] de The White Stripes, suena a todo volumen.

Necesito escapar de lo que ya no puedo tener.

Bajo la Segunda Avenida, corro hasta la catedral de San Patricio, Bryant Park, Times Square... pero, cuando tengo que volver a mi departamento bordeando el parque, me desvío y continúo corriendo hasta el West Side.

Antes de que pueda pensarlo con claridad, estoy en la calle 93, en la acera frente a su edificio.

Quiero hablar con Brittany, decirle que cuidaré de Dani y del bebé, pero que no voy a empezar una relación con ella, que todavía tenemos una oportunidad.

Doy el primer paso dispuesto a cruzar la calle, entrar ahí y convencerla, pero casi en el mismo segundo me doy cuenta de que ya sé la respuesta que va a darme.

Brittany jamás le haría eso a Dani.

Dejo escapar todo el aire de mis pulmones y aprieto la mandíbula.

La quiero, joder, y tengo que renunciar a ella.

Soy plenamente consciente de que debería marcharme, pero mi cuerpo se niega a abandonar la calle, como si de un momento a otro Brittany fuese a salir corriendo en mi busca para tirarse en mis brazos, y yo no estuviese lo suficientemente cerca.

Miro a mi alrededor con el iPhone en la mano y llamo a Quinn mientras entro en la cafetería a mi espalda.

—¿Qué quieres, morena loca, son las seis de la mañana?—responde adormilada.

—Te invito a desayunar.

—¿Qué? ¿Ahora? No
—sentencia incrédula—¿Dónde estás?

—En la 93.


El silencio se hace al otro lado de la línea y no sé si se ha quedado dormida o simplemente me ha mandado al diablo y me ha colgado.

—¿Ahí no es donde vive...?

—¿Vas a venir o no?
—la interrumpo impaciente.

No necesito que nadie me diga que me estoy comportando como una controladora desquiciada, lo tengo perfectamente claro.

—Sí—contesta resignada, pero también hay un toque de preocupación en su voz—Dame quince minutos. Necesito una ducha para espabilarme.


A eso de las seis y media estamos sentadas en una de las mesas junto a la ventana con una taza de café.

—¿Vas a explicarme de una vez qué hago aquí?—se queja Quinn mirando a su alrededor.

—Salí a correr y he acabado aquí casi sin darme cuenta—contesto sólo para poder cambiar de conversación.

—Eso no te lo crees ni tú—replica antes de darle un sorbo a su café.

Resoplo mientras la observo dejar la taza de nuevo en la mesa y pierdo la mirada en el ventanal.

—Dani está embarazada y es mío.

—¿Qué?—inquiere atónita—Es decir, se cómo, pero no sabía que tu querías hijos y menos con Dani.

No la culpo por pensar así.

—Lo sé, solo te diré que ambas no pensábamos lo que hacíamos, pensábamos que no había dado resultado, pero si lo dio. Lo supe ayer. Brittany también lo sabe.

No sigo hablando.

No le digo lo que eso significa, porque es obvio.

—San—me llama. Giro la cabeza y vuelvo a prestarle atención—Si Dani y tú deciden tener ese niño, tienes que ocuparte de él. Tienes que ocuparte de que tenga todo lo que necesite y que sea feliz.

Yo le mantengo la mirada.

Quinn nunca habla de cómo se siente.

Siempre ha estado encerrada en sí misma y, cuanto más dolor siente, más alto es el muro que construye a su alrededor. Rachel es a la única persona a la que ha dejado entrar.

Por eso las palabras que acaba de pronunciar tienen aún más valor.

Está hablando de ella, del miedo que sintió cuando era una niña y de la que siente ahora que va a ser mamá.

—No dejes que tenga una infancia de mierda como nosotras—continúa. Yo hago el ademán de decir algo, pero Quinn alza la mano apenas unos centímetros, frenándome—Sé que vas a decirme que fuiste muy feliz con tu abuelo, pero también sé que todavía estás enfadada con tu papá. No permitas que a ese bebé le pase lo mismo.

—Voy a cuidar de él y voy a cuidar de Dani—digo sin asomo de dudas.

—¿Y qué pasa con Brittany?

—Lo mío con Brittany se acabó—trago saliva.

Tengo que entenderlo de una maldita vez.

—¿Y por qué estás aquí?

Buena pregunta.

—Porque quería desayunar contigo—miento sin ningún remordimiento, obligándome a sonreír.

—Bueno la próxima vez llama a Kitty—sentencia siguiéndome el juego, sabiendo que miento y que duele, joder, que duele muchísimo.

Devuelvo mi vista a la ventana.

Aún es temprano y todo está en calma. Un taxi avanza lento hasta detenerse por completo frente al edificio de Brittany y llama de inmediato mi atención.

En ese mismo instante la puerta del inmueble se abre y sale Mercedes y, apenas un segundo después, lo hace ella.

Está preciosa, joder.

Un hombre se baja del taxi y éste se va. Se me hiela la respiración cuando el tipo sube los cuatro escalones que separan el portal de Brittany de la acera y ellas lo reciben con una sonrisa.

¿Quién coño es?

Comienzan a charlar y yo aprieto el borde de la mesa con tanta fuerza que está a punto de ceder entre mis manos.

¿Qué hace aquí?

¿A quién ha venido a ver?

Hace unas horas estaba desnuda entre mis brazos, no puede haber olvidado todo eso, maldita sea.

Agarro el borde un poco más fuerte.

Todo mi cuerpo se tensa.

Sólo quiero levantarme, cruzar la calle y tumbar a ese gilipollas de un puñetazo.

Brittany da un paso en su dirección y estoy a punto de perder el control, pero, entonces, sencillamente alza la mano y se despide a la vez que comienza a bajar los escalones. Se detiene en el bordillo de la acera y mira a la calzada en busca de un taxi mientras Mercedes coge al hombre de la mano y entran dentro del edificio.

Sin ni siquiera pensarlo, me levanto.

Tengo que hablar con ella.

Los minutos en los que no sabía si ese tío venía a buscarla a ella o no han
sido los peores de mi vida, joder.

Salgo atropellada de la cafetería, desoyendo todas las veces que me llama Quinn, que ha presenciado toda la escena y, sabiendo lo que estoy a punto de hacer, me pide que me calme y piense las cosas un puto segundo, pero no puedo.

Es cuestión de tiempo que ella encuentre atractiva o se sienta lo suficientemente desinhibida con alguna de las personas que se le acercan y acabará acostándose con alguna, y eso no puedo permitirlo.

Brittany es mía.

No voy a dejar que ningún gilipollas le ponga las manos encima.

Sin embargo, cuando sólo he puesto un pie en la carretera, vuelvo a detenerme seco y, al neandertal que llevo dentro, y que sólo ella parece saber despertar, se unen muchas otras cosas.

Se unen las palabras de Quinn, la ecografía.

Lleva ese abrigo que le está enorme y bajo él unos vaqueros y unas Converse.

No necesito acercarme a ella para saber que está triste; joder, está hecha polvo y todo es culpa mía.

He perdido la cuenta de cuántas veces he dicho que sólo quiero protegerla, ya va siendo hora de que lo ponga en práctica.

Me cierro la chaqueta y echo a correr, alejándome de Brittany.

Se merece ser feliz, pero, sobre todo, se merece dejar de llorar de una maldita vez.

Se lo debo.



Miro el reloj.

Son casi las ocho.

He venido al despacho ridículamente temprano porque no sabía qué otra cosa hacer. Además, todavía tengo una cuenta pendiente con Figgins Media.

No voy a consentir que Sam Evans se salga con la suya.

Unos suaves golpes en la puerta me distraen. Alzo la cabeza y el corazón me da un jodido vuelco cuando veo a Brittany bajo el umbral de la puerta de mi despacho. La recorro de arriba abajo con la mirada y la sangre caliente se mezcla con una punzada de culpabilidad.

Es obvio que ha estado llorando y toda la tristeza que ya sabía que sentía me golpea con fuerza.

Aun así, está preciosa, eso también lo sabía.

—Hola—murmura—, ¿Podemos hablar?

Asiento y me levanto. Rodeo la mesa y me siento en el borde, conteniendo las ganas que tengo de cruzar la maldita habitación y abrazarla.

—Lo he estado pensando mucho—empieza a decir—Y he encontrado la manera de salvar Figgins Media.

Mi mirada cambia en décimas de segundo.

—¿Cómo?

Ella se muerde el labio inferior, conteniendo un nuevo sollozo.

Quiero consolarla.

Quiero tenerla entre mis brazos.

—Voy a aceptar la oferta de Sam para trabajar con él en el Evans Trust.

¿Qué?

—Tú no quieres eso—rujo incorporándome y dando un paso hacia ella.

—Tienes razón—replica con la voz más triste que he escuchado en todos los días de mi vida—, Pero es la única manera en la que conseguiré mantener Figgins Media abierta sin que te afecte a ti.

No, joder, no.

No pienso dejar que se sacrifique.

—Todavía tenemos dos días hasta que los resultados de la auditoría se hagan públicos...

—¿Y qué importa eso?—me interrumpe—Nunca encontraremos, en tan poco tiempo, a un comprador dispuesto a invertir tanto dinero y, una vez que la auditoría sea pública y entremos en subasta, Sam podrá comprar la empresa con o sin nuestra ayuda.

Resoplo.

Sé que tiene razón, pero me importa una mierda.

Podemos hallar otra manera.

—No voy a permitir que te vayas con él, Britt.

—Entonces es una suerte que sea una niña testaruda que toma sus propias decisiones, ¿no?—replica con una sonrisa demasiado triste, parafraseando mis propias palabras.

—Britt...

—Sam me ha pedido que Biff y yo nos mudemos con él a Glen Cove. No le he contestado aún, pero creo que es la mejor decisión que podría tomar.

—No—siseo entre dientes.

—Espero que seas muy feliz, San—ignora mi única palabra y continúa como si fuera un discurso que ha aprendido de memoria y quiere terminar antes de ser incapaz de hacerlo—Siento haber dicho que estabas vacía porque no es verdad. Te mereces ser feliz y estoy segura de que con Dani y su bebé vas a poder serlo.

Cabeceo exasperado, triste, furiosa.

—Tú tenías razón, sí estaba vacía—me sincero—Me he pasado más de quince años impidiendo que nadie entrase en mi vida y me gustaba, joder. Lo tenía todo bajo control. Y entonces tuve que aceptar una auditoría, tuve que darme cuenta de lo jodidamente especial que eres y sencillamente lo cambiaste todo. Cambiaste mi maldito mundo, Britt, y ya nunca podré ser feliz sin ti.

—¿Por qué?—pregunta con los ojos llenos de lágrimas.

—Porque te quiero y voy a hacerlo toda mi maldita vida—sentencio con rabia, con impotencia, sintiendo el dolor que me produce cada palabra, como si estuviese mirando al fondo de un precipicio.

Ella va a marcharse, voy a perderla y, si en algún momento creí que tenía alguna posibilidad de volver a mi vida antes de ella y estar bien, ahora sé que es imposible.

—San...—murmura sobrepasada.

—Sé que soy una egoísta de mierda diciéndotelo ahora, pero lo cierto es que no me importa. Ojalá nunca hubiera pasado por ese mal momento en mi vida. Ojalá no me hubiese acostado con Dani. Ojalá no hubiera salido el tema del tratamiento. Ojalá no hubiéramos aceptado, ojalá te hubiese conocido antes, ojalá Biff fuese tuyo y mío y llevásemos diez años siendo jodidamente felices, pero no puedo cambiarlo. Daría mi vida por poder hacerlo, pero no puedo. No puedo dejar que a ese bebé y a Dani les pase lo mismo que nos pasó a nosotras—mis ojos se llenan de las lágrimas que no me permito llorar—Te quiero y nunca nada me había costado tanto como tener que renunciar a ti, pero no puedo abandonarlos.

Ella asiente, manteniéndome la mirada.

—Lo sé—una lágrima cae por su mejilla—Y te quiero todavía más por eso.

—No te vayas con Sam—le pido con mi voz transformada en un grave susurro, dejando que toda la rabia se apodere de mis palabras una vez más.

—Lo siento, pero tengo que hacerlo. Yo tampoco puedo abandonar al señor Figgins y esta empresa—sin esperar respuesta, gira sobre sus pies y se marcha.

Yo me quedo observando el espacio donde estaba, asimilando toda la ira, el dolor.

Soy consciente de lo que he dicho, de lo que me dije esta mañana delante de su puerta, pero no puedo dejar que todo acabe así.

Salgo corriendo tras ella.

La oficina todavía está desierta.

—¡Britt!—la llamo justo antes de que se monte en el ascensor. La sigo y me quedo clavado a unos pasos.

Es un maldito déjà vu.

Volver a vivir cuando se fue con Griffin, cuando nos peleamos en la New York Advertising Association, cuando salió huyendo de mi casa.

¿Siempre va a ser así?

¿Siempre vamos a tener que estar luchando contra el mundo?

El amor no es suficiente.

La miro a los ojos.

La quiero y ella me quiere a mí, pero el amor no basta.

Ya comprendí esa lección en Portland, pero fui tan estúpida al pensar que podría luchar por las dos.

Las puertas se cierran sin que ninguna diga nada.

Acabo de perder lo mejor que me ha pasado en la vida.

Estoy demasiado furiosa, demasiado triste.

Se acabó.

Regreso a mi despacho, pero no quiero estar aquí y acabo marchándome a Wilde, López y Fabray. Doy orden a Emma de que no acepte llamadas ni visitas y me encierro en mi oficina.

Sólo me marcho a casa por inercia, tampoco quiero estar ahí.

Esto es una puta tortura.




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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sexy Amor (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Sáb Abr 08, 2017 7:38 pm

hola morra,...

hijos de la pinche madre ya ni se a quien odiar o matar o lo que sea,..
a veces si se pudiera vivir de los ojala!!!! y cambiar la vida o lo que nos daña o decisiones que tomamos mal!!! pero no en eso ahi que luchar,.. y aunque todo este en contra,.. las dos lo dejan de nuevo!!!
se puede entender la reacción de britt respecto al bebe,.. pero si no hablan como se debe no se puede!!!
ya cada una tiene su posiciona y britt toma la peor decisión!!!

nos vemos!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sexy Amor (Adaptada) Epílogo

Mensaje por micky morales Sáb Abr 08, 2017 9:23 pm

ok y yo me pregunto pq santana no se ocupa de su hijo y listo, no tiene que estar con dani por compromiso, y ella sabe que san no la quiere y la deja a su lado???? britt y sus malas decisiones, en fin... casi tiro la toalla con este par pq no veo solucion!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sexy Amor (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Sáb Abr 08, 2017 11:50 pm

3:) escribió:hola morra,...

hijos de la pinche madre ya ni se a quien odiar o matar o lo que sea,..
a veces si se pudiera vivir de los ojala!!!! y cambiar la vida o lo que nos daña o decisiones que tomamos mal!!! pero no en eso ahi que luchar,.. y aunque todo este en contra,.. las dos lo dejan de nuevo!!!
se puede entender la reacción de britt respecto al bebe,.. pero si no hablan como se debe no se puede!!!
ya cada una tiene su posiciona y britt toma la peor decisión!!!

nos vemos!!!



Hola lu, jajajajaaj xD jajaajajaja morí xD jaajajajajajajajaja. Si =/ esk con tantas dificultades aveces nos hace desertar, no¿? Ah si, ai tienes otro punto ai! nose xq no se escuchan... =/ Uff esk como dije antes en un comentario, el destino es un loquillo con ellas y no les esta haciendo faciles nada =/ Saludos =D





micky morales escribió:ok y yo me pregunto pq santana no se ocupa de su hijo y listo, no tiene que estar con dani por compromiso, y ella sabe que san no la quiere y la deja a su lado???? britt y sus malas decisiones, en fin... casi tiro la toalla con este par pq no veo solucion!!!!



Hola, mmm nose... quizás por lo q le paso con su papá¿? nose no kiere repe... nah! q escusas ni nada! ni yo lo entiendo! JAjaajajaj y creo q no eres la unica xD jajajajaja. Saludos =D


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Finalizado FanFic Brittana: Sexy Amor (Adaptada) Cap 20 - P II

Mensaje por 23l1 Sáb Abr 08, 2017 11:53 pm

Capitulo 20 - Parte II



Santana


A la mañana siguiente pienso en ir directamente a mi oficina, pero mañana se hará pública la auditoría y Figgins Media pasará directamente a las manos de Sam.

Figgins se merece que esté ahí, aunque supongo que Brittany le habrá contado lo que piensa hacer y ya sabrá que conservará la dirección de su empresa y a todos los que trabajan en ella.

Sentada a mi escritorio, trato de concentrarme, pero es inútil.

Recuerdo cómo me miró Brittany una y otra vez cuando me dijo que Dani estaba embarazada, cómo me miró ayer cuando se despidió de mí.

Joder, no puedo más.

Me levanto como un resorte, como si el sillón ardiese, y me paso las dos manos por el pelo a la vez que pierdo la mirada en el ventanal.

¿Esto es lo que me espera?

¿Todos los malditos días van a ser así?

Apoyo las palmas de las manos en la mesa y me inclino suavemente hacia delante.

La echo de menos.

La echo demasiado de menos.

—Señorita López me llama Emma.

—No quiero que nadie me moleste —le recuerdo sin levantar la cabeza.

—Lo sé, señorita, pero ha venido a verlo un... niño—termina la frase confusa.

—¿Un niño?—inquiero mirándola a la vez que frunzo el ceño.

—Dice que se llama Biff.

Mi expresión cambia por completo.

¿Qué hace aquí?

¿Está bien?

¿Brittany está bien?

Ese hormigueo tan familiar comienza a recorrerme las costillas.

Asiento al tiempo que rodeo mi mesa y Emma gira sobre sus pies y abre la puerta que entornó con cuidado.

—Puedes pasar —oigo que dice.

A los pocos segundos, Biff entra en mi despacho. Lleva la mochila del colegio a la espalda, así que me imagino que ha debido de venir desde ahí.

Brittany me contó que iba a una escuela pública cerca de su casa, eso son más de cincuenta manzanas hasta aquí.

—Hola—me saluda deteniéndose frente a mí.

—Hola—respondo todavía confusa—¿No deberías estar en el colegio?

—Sí, pero tenía que hablar contigo.

—¿Y has venido andando hasta aquí?

—He venido en metro—contesta resuelto.

—¿En metro?

Tiene que ser una puta broma.

Podría haberse perdido y aparecer en Queens.

¡Podrían haberlo secuestrado!

—Ya tengo diez años—se queja por la forma en la que lo miro.

No puedo evitar sonreír.

Es tan peleón como su mamá.

—Necesito hablar contigo—repite alzando la cabeza para mirarme a los ojos.

—¿De qué?

—Ayer oí a mi mamá decirle a Mercedes que mi tío Sam va a comprar la empresa del señor Figgins, ¿es verdad?

—Sí—respondo cruzándome de brazos.

—¿Y por qué no la compras tú?

Su pregunta me pilla fuera de juego.

—Las cosas no funcionan así, Biff.

—¿Por qué no?—replica sin apartar esos enormes ojos azules de los míos— Mi mamá no quiere que el tío Sam compre la empresa, pero seguro que sí quiere que la compres tú.

—Biff, yo no...

—Tienes que ayudarla—me interrumpe impaciente.

—¿Y por qué crees que yo puedo hacerlo?

El niño lo piensa un segundo.

—No lo sé—contesta sincero—, Pero ella siempre sonríe cuando escucha tu nombre. Eso es bueno, ¿no?

Joder, eso ha sido como llevar la soga a casa del ahorcado.

—Sí—balbuceo—, Pero eso no significa que pueda hacer algo para que Sam no compre la empresa—reconduzco la conversación.

—¿Por qué no? —contraataca tozudo.

—Porque es mucho más complicado—respondo alzando las manos.

—Ayer se durmió llorando—dice acelerado—Ella cree que no la oí, pero sí lo hice. Es mi mamá y tengo que ayudarla, por favor.

La presión sobre mis costillas crece más y más.

—Biff...

—Por favor, Santana, ven conmigo—repite agarrándome de la mano y tirando de ella para que lo siga—Vamos a ayudarla, por favor.

Ojalá pudiera, daría todo lo que tengo por ayudarla.

No quiero que se vaya con Sam, que los aleje de mí llevándoselos a Glen Cove, pero, si me inmiscuyo, sólo conseguiré que sufra todavía más.

—Biff, no puedo —sentencio soltándome.

El dolor es tan fuerte que casi no puedo respirar.

—Por favor—murmura y, aunque lucha por aguantar los sollozos sin hacer ningún gesto, las primeras lágrimas comienzan a caer.

Lo último que quiero es decepcionarlo, joder, pero no puedo.

—Van a estar bien—trato de hacerle entender acuclillándome frente a él—Sam va a cuidar de ustedes, van a vivir en una casa genial y tu mamá volverá a estar contenta.

Sólo tiene que olvidarse de mí, encontrar a alguien y ser feliz.

La rabia vuelve y lo arrasa todo.

No quiero que conozca a nadie, joder.

No quiero tener que renunciar a ella.

—Te lo prometo —sentencio.

Biff no responde y tampoco me mira. Yo resoplo tratando de controlar todo lo que siento ahora mismo.

Maldita sea, sólo quiere que su mamá sea feliz, lo que cualquier niño quiere, lo que yo quería que fuese mi papá cuando tenía su edad.

—Mercedes, ven a mi despacho—la llamo por el intercomunicador, controlándome por no lanzarlo contra la pared.

Estoy furiosa y la impotencia y todo el dolor me están comiendo por dentro.

No tarda más que un par de segundos en entrar y al ver a Biff, se frena en seco y su expresión se llena de confusión.

—Acompáñalo al colegio—le pido refiriéndome al niño—El Jaguar está en la puerta. Los llevará donde le digas. Tómate todo el tiempo que necesites.

Mis palabras la hacen dejar de mirar al niño y mirarme a mí, y por un momento tengo la horrible sensación de que puede ver dentro de mí, de que es capaz de adivinar cuánto me afecta todo esto.

—Ahora mismo—contesta finalmente.

Mercedes lo agarra del hombro y Biff camina junto a ella todavía con la cabeza gacha.

Yo los observo hasta que salen de mi despacho.

En cuanto la puerta se cierra, me paso las manos por el pelo y comienzo a dar paseos cada vez más inconexos, más acelerados, más frustrados.

Yo quiero cuidarla.

¡Lo quiero más que nada, joder!

Pero no puedo volver a su vida, entrar en la de Biff y, después, tener que largarme porque voy a tener un hijo con otra.

Joder.

Joder.

¡Joder!

Antes de que pueda controlarlo, la rabia lo inunda todo y salgo flechada del despacho.

¿Qué se supone que debería hacer?

¿Cómo debería comportarme?

Me marché a Portland para mantenerme alejada de ella y no funcionó.

Intenté ser distante, fría, y tampoco funcionó.

La recuperé, volví a perderla y nunca he dejado de quererla y, maldita sea, es una tortura.


Tampoco me doy cuenta de cómo acabo frente a la puerta de un bar mugriento en un callejón cualquiera cerca de la Sexta.

Doy el primer paso para entrar, pero de pronto pienso en Biff.

Nos imagino jugando en Central Park un domingo, corriendo de un lado a otro mientras Brittany está tumbada en una manta sobre el césped con un vestido de tirantes y pequeñas florecitas estampadas. El sol le da en la cara y parece muy relajada hasta que decido ir a molestarla, tumbándome a su lado y acariciándole la nariz con el índice.

Sonrío satisfecha cuando suelta un pequeño gruñido molesto y se revuelve sin abrir los ojos, y un segundo después la beso acallando todas sus protestas.

Al volver a la realidad, me doy cuenta de que mis manos ya no están cerradas en un puño, que puedo respirar más allá de la rabia, y entonces lo entiendo todo: quizá ya no pueda tener todo eso, pero sí tengo que luchar porque ellos puedan tenerlo.

Renunciando a Figgins Media y a su vida en Manhattan, Brittany nunca va a ser feliz.

Tengo que impedirlo.

Ésa es mi manera de cuidar de ellos.


Regreso a Wilde, López y Fabray y comienzo a revisar cada carpeta, cada archivo, cada tabla de inversiones, buscando la manera de salvar la empresa del señor Figgins al margen de Sam.


Ya ha anochecido cuando encuentro una vía de escape.

Me levanto como un resorte y salgo al pasillo.

—Quinn—la llamo abriendo la puerta sin molestarme en llamar—, Te espero en el despacho de Kitty—sin aguardar respuesta, vuelvo al pasillo—Sugar—la nombro al cruzar la recepción—, Sobre mi mesa tienes una lista de llamadas que hacer. Todas las reuniones tienen que ser para mañana a primera hora.

Ella asiente y responde algo, aunque la verdad es que no la escucho, y continúo flechada hasta el despacho de Wilde.

—Tenemos que hablar—irrumpo en su oficina.

Su secretaria me sigue con cara de susto.

—Joder, ¿qué hay de eso de llamar a la puerta?—se queja mi socia desde detrás de su mesa, mirándome con cara de pocos amigos.

—Es importante—pronuncio esas palabras justo cuando llega Quinn.

Kitty le hace un gesto a su secretaria y ésta se retira, cerrando la puerta a su paso.

—¿Qué ocurre? —pregunta Quinn.

—Se trata de Figgins Media—comienzo—No podemos dejar que Sam Evans la compre.

—Eso es bastante complicado—comenta Kitty—La auditoría se hará pública mañana cuando Wall Street abra.

—Eso sólo significa que tenemos hasta las nueve y media de la mañana para cerrar todos los acuerdos con otro comprador.

Kitty suspira.

Sé por qué ninguna de las dos está dando saltos de alegría. Deshacernos de Steve Evans a estas alturas no nos dejaría en muy buen lugar como empresa teniendo en cuenta que hemos dirigido la operación en su nombre desde el principio.

—Para Evans la compra de la empresa no son negocios. Ya vieron lo que pasó con Brittany en la reunión.

—Santana, las dos entendemos por qué quieres hacer esto—replica Quinn—, Pero ¿en serio te parece que es una buena idea? Vas a tener un niño con Dani, deberías olvidarte de Brittany y de esa compañía.

Yo la miro y me humedezco el labio inferior.

Está claro que ninguna de las dos entiende una mierda.

—Dime una cosa: si ahora jodieras las cosas con Rach y tuvieras que renunciar a ella, ¿la olvidarías?

Quinn resopla con la mirada clavada en la mía, pero no dice nada.

Sabe adónde quiero llegar.

—Y tú, Kitty—continúo dirigiendo mi vista hasta ella—, ¿Te olvidarías de Mar? Me están pidiendo que haga algo que ninguna de las dos estaría dispuesto a hacer.

—Tienes razón, pero ninguna de nosotras va a tener un bebé de la mejor amiga de la chica a la que quiere—sentencia Kitty, desafiándome desde su sillón.

—Eso ha sido un golpe bajo —gruño.

—Eso ha sido lo que te mereces —interviene Quinn.

El silencio se hace en la habitación.

Cualquiera que nos conozca sabe que nos apoyamos en todo sin fisuras, pero, de puertas para dentro, se lavan los trapos sucios, y eso es lo que estamos haciendo ahora.

Sólo que no es el puto momento.

—La jodí—me sincero—, Y precisamente por eso necesito ayudarla, impedir que pierda nada más.

—No es una buena idea—repite Kitty—Lo estamos haciendo por ti, por las dos.

Cabeceo.

No están siendo justas.

Nada justas.

—Yo siempre he estado ahí para ustedes—replico—Era yo la que estaba en aquel callejón vigilando que no viniera nadie mientras tú le dabas una paliza al hijo de puta de tu papá, Q. Y fui yo quien se llevó a Marley llorando de nuestra oficina cuando tú decidiste que no querías volver a verla—le digo a Kitty—Ahora se trata de mí.

Las dos se miran un único instante.

—Haremos lo que quieras—sentencia Quinn.

Asiento.

Sabía que no me fallarían.


Nos pasamos toda la noche trabajando, ultimando documentos y preparando reuniones.

Las primeras horas de mañana van a ser una locura.

Tenemos que conseguir cerrar la compra antes de las nueve y media.


Apenas dormimos, pero merece la pena y a las ocho estoy saliendo de la sala de juntas de Figgins Media.

Acabamos de explicarle al señor Figgins todos los detalles y, francamente, creo que le hemos dado la alegría de su vida.

El comprador vendrá en poco menos de una hora, así que tengo que darme prisa.

Quinn se ha llevado el Jaguar a la Oficina del ejercicio bursátil. Esa reunión será complicada. Debe convencerlos de que no ha habido ningún conflicto de intereses y que no hemos perjudicado a Sam Evans en ningún paso de la operación.

En el bordillo de la 49, llamo a un taxi y le pido que me lleve al West Side. El tráfico se porta bien y llego relativamente pronto.

Sacudo su puerta como una desquiciada hasta que oigo pasos al otro lado y el cerrojo abrirse.

—¿Qué?—dice Mercedes con cara de pocos amigos, a punto de caer dormida otra vez—¿Qué coño haces aquí?—reformula su pregunta en cuanto advierte que soy yo.

—Necesito un favor.

—No pienso hacerte ningún favor.

Sin dejarla seguir protestando, la agarro de la muñeca y tiro de ella para que me siga escaleras abajo.

—Pero ¿quién te crees que eres?—se queja—Si piensas que a todas las personas nos gusta que nos traten como si fueras la reina del mundo... estás en lo cierto—claudica al cabo de unos segundos—, Pero que no se te olvide que no eres mi persona favorita, López.

Me detengo frente a la puerta de Brittany y ella frunce el ceño aún más confusa.

Pienso en darle las explicaciones oportunas, pero mejor no.

La curiosidad la está matando y yo estoy disfrutando.

Llamo una vez y me propongo esperar paciente, pero no soy capaz y golpeo la puerta hasta que, como pasó con Mercedes, oigo pasos al otro lado.

—¿Qué sucede?—pregunta Brittany abriendo.

La miro e inmediatamente sonrío.

Tiene el pelo alborotado y la respiración tranquila. Me la imagino así, en mi cama, y siento que vuelvo a respirar por primera vez en tres días.

—¿Qué...?—repite confundida al ver a Mercedes a mi lado, malhumorada y en pijama, y a mí.

—Tienes que venir conmigo —le digo.

—¿Qué? ¿Adónde? No puedo —se apresura a replicar.

—Sí, puedes, ven.

Sueno arrogante y segura, porque lo estoy.

Brittany me mira, abre la boca y, al cabo de un par de segundos, la cierra sin saber qué decir.

—Santana—murmura finalmente sobrepasada.

—Sé que no me he ganado que vuelvas a confiar en mí—la interrumpo dando un paso hacia ella—, Pero necesito que me dejes hacer esto por ti, por los dos—sentencio llevando mi vista a su espalda, donde está Biff.

El niño, también en pijama, me mira y sonríe de oreja a oreja. Creo que es el único que sabe por qué estoy aquí.

Brittany se vuelve y lo mira y, a continuación, me presta de nuevo toda su atención. Yo atrapo su mirada y le tiendo una mano.

Quiero que ella dé ese último paso, que de alguna manera vuelva a saltar al vacío.

Hincha su pecho, armándose también de valor, y se muerde el labio inferior.

—Está bien —responde estrechando mi mano.

Yo sonrío y tiro de ella, empezamos a caminar pero, cuando sólo llevamos unos pasos, se detiene en seco.

—Voy en pijama—dice con una sonrisa, remarcando lo obvio.

Se suelta y vuelve dentro, y todo mi cuerpo protesta. La espero junto al marco de la puerta y en cuestión de minutos regresa vestida con unos leggins y un jersey.

—No sé adónde vamos—se disculpa por si no ha acertado con el vestuario.

—Estás perfecta —la interrumpo.

Y es la jodida verdad.

La cojo de nuevo de la mano y otra vez tiro de ella. Brittany se despide de Biff y de Mercedes. Yo le guiño un ojo al niño como despedida y él vuelve a sonreír.

Esa sonrisa me hace feliz.

Nos montamos en el taxi y el conductor se incorpora inmediatamente al tráfico. Ya le dejé claro dónde debíamos ir después de darle un billete de cien y decirle que no podía moverse de aquí hasta que regresáramos.

En la parte de atrás del coche me revuelvo inquieta por demasiados motivos.

Quiero que lleguemos ya, quiero que sepa que todo se ha solucionado, que no tendrá que marcharse.

Sin embargo, una parte de mí está acelerada por tenerla así de cerca.

Tiene la mirada perdida en la ventanilla. El sol empieza a relucir con fuerza y atraviesa el cristal, iluminándola. La observo despacio: sus enormes ojos azules, la manera en la que se mete un mechón de pelo tras la oreja y después se muerde el pulgar nerviosa.

Es preciosa y es mía, igual que yo soy suya.

No importa que ya no podamos estar juntas.

Ninguna de las dos tiene ya elección.





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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro.
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sexy Amor (Adaptada) Epílogo

Mensaje por micky morales Dom Abr 09, 2017 8:03 am

ese no es el problema, el problema es que solo son par de tontas que no pden tomar una decision aunque sea egoista, no pdo esperar para saber como san salvara la empresa!!!!
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Mensaje por Tati.94 Dom Abr 09, 2017 9:55 am

Me enoja Dani, no por el bebe, sino porque ella no abre la boca, osea no dice nada. Ella puede hablar, decirles que no ai problema, que entiende que se quieren. Pero no, se queda callada. Y deja que pasen las cosas porque quiere a Santana
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sexy Amor (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Dom Abr 09, 2017 10:07 am

Hola morra...

No puede ser que un niño de 10 años tenga la cabeza mas sentada que estas dos!!!
Bueno parece que san si cumplió al fin una de tantas promesas... Que le hizo a britt!!!
A ver como va???

Nos vemos!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sexy Amor (Adaptada) Epílogo

Mensaje por monica.santander Dom Abr 09, 2017 12:18 pm

Son pero no son!!!!! Loco no????
Saludos
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sexy Amor (Adaptada) Epílogo

Mensaje por JVM Dom Abr 09, 2017 3:01 pm

Ojala que mas adelante se acomoden las cosas y puedan estar juntas...pienso que si Dani les dijera que estén juntas y que las apoyara no tienen ningún otro impedimento....
Mientras haber de que forma salvo la empresa y a Britt de Sam
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Mensaje por 23l1 Dom Abr 09, 2017 7:13 pm

micky morales escribió:ese no es el problema, el problema es que solo son par de tontas que no pden tomar una decision aunque sea egoista, no pdo esperar para saber como san salvara la empresa!!!!




Hola, tienes un punto ai y no se puede negar, pero tmbn las entiendo un poco... Aquí dejo el siguiente cap para saber. Saludos =D





Tati.94 escribió:Me enoja Dani, no por el bebe, sino porque ella no abre la boca, osea no dice nada. Ella puede hablar, decirles que no ai problema, que entiende que se quieren. Pero no, se queda callada. Y deja que pasen las cosas porque quiere a Santana




Hola, eso mismooo, eso mismoo, para mi la culpa en si no es de las chicas, osea si, pero un % tmbn lo tien dani q no dice anda de nada... Si =/ Saludos =D





3:) escribió:Hola morra...

No puede ser que un niño de 10 años tenga la cabeza mas sentada que estas dos!!!
Bueno parece que san si cumplió al fin una de tantas promesas... Que le hizo a britt!!!
A ver como va???

Nos vemos!!!



Hola lu, jajajajaajajajjaajaja no, pero si lo es aki xD jajajajaja. Mmmm...algo es algo, no¿?... Aquí el siguiente cap para saber más! Saludos =D





monica.santander escribió:Son pero no son!!!!! Loco no????
Saludos




Hola, jajajaajajajajajajj xD ajajajajajajajajajajajjaja xD si q lo es xD ajjaajajajajajaj. Saludos =D





JVM escribió:Ojala que mas adelante se acomoden las cosas y puedan estar juntas...pienso que si Dani les dijera que estén juntas y que las apoyara no tienen ningún otro impedimento....
Mientras haber de que forma salvo la empresa y a Britt de Sam




Hola, espero y sea ahora ya la vrdd =/ Eso mismo, las tres tienen un % y dani no esta dando y haciendo nada con el suyo =/ Espero q este cap nos diga. Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: Sexy Amor (Adaptada) Cap 20 - P III

Mensaje por 23l1 Dom Abr 09, 2017 7:15 pm

Capitulo 20 - Parte III



Santana


Cuando el coche se detiene frente a Figgins Media, Brittany se gira hacia mí con su mirada curiosa.

—¿Qué está pasando? —inquiere.

Yo sonrío llena de todo lo que siento por ella y salgo del taxi, tendiéndole la mano para ayudarla a hacer lo mismo.

Justo antes de montarnos en los ascensores, recibo un mensaje de Quinn diciéndome que la reunión en la Oficina del ejercicio bursátil, gracias a Will Schuester, ha ido como esperábamos y ya está de vuelta, en la sala de reuniones.

Perfecto.

Al verme pulsar el botón de la planta de dicha sala, Brittany me mira de nuevo buscando respuestas y yo no puedo evitar sonreír con la vista al frente.

Quiero contarle ya qué hacemos aquí y al mismo tiempo estoy disfrutando de toda esta expectación.

Despacio, sin que ninguna de las dos haga nada, el espacio entre las dos comienza a cambiar suavemente. Puedo sentir su respiración acelerada y notar cómo mi corazón late más y más rápido. Nuestras manos, como si tuvieran vida propia, se acomodan contra la otra y nuestros dedos se entrelazan.

La deseo más que a nada, aunque sepa que no puedo, y todo en lo que soy capaz de pensar es en besarla y llevarla contra la puta pared.

Aprieto su mano obligándome a aplacar mis instintos y ella responde dejando escapar un suspiro sin mover ninguna otra parte de su cuerpo, luchando como estoy luchando yo.

Ahora mismo las dos nos estamos conteniendo.

Las puertas se abren frente a nosotras, pero ninguna de las dos tiene prisa por salir.

Tengo que recordarme qué recompensa nos espera en esta misma planta para obligarme a caminar.

—Santana, ¿adónde vamos?—vuelve a preguntar.

—Hay quien diría que estás un poco ansiosa.

La miro y sonrío; ella tuerce el gesto, conteniendo una sonrisa, y recuerdo lo bien que se nos daba esto de estar juntas.

—¿Preparada?—pregunto deteniéndonos junto a la puerta de la sala de reuniones.

—No lo sé—responde sincera—Supongo que sí—suspira confusa, con la mente trabajándole a mil kilómetros por hora—Sí, para todo—concluye al fin.

Mi sonrisa se ensancha y algo dentro de mí vibra con fuerza.

Brittany es fuerte y valiente, y tiene una curiosidad sin límites y creo que por
eso la quiero todavía más.

—Ésa es mi chica—respondo saboreando cada letra, disfrutando de sus ojos azules.

Giro el pomo y entro. Brittany me sigue y, cuando ve a el señor Figgins feliz, charlando animadamente con Kitty, sonríe encantada.

—Perdonad el retraso—me disculpo—Podemos firmar cuando quieran.

—¿Firmar?—inquiere en un murmuro, mirándome de nuevo.

—Perfecto.

Esa voz llama la atención de Brittany, que lleva su vista hasta la presidencia de la mesa justo a tiempo de ver cómo Sebastian Smythe coge la estilográfica que su abogado le tiende y firma los documentos que tiene delante.

—Es... es Sebastian Smythe —musita admirada.

—Bueno ya está todo —anuncia Kitty.

Sebastian Smythe se levanta y todos lo imitan.

—Bienvenido al Smythe Group—le dice a el señor Figgins, tendiéndole la mano. Éste se la estrecha con una sonrisa de oreja a oreja—Es un honor contar con alguien como usted, señor Figgins.

—Muchas gracias.

Brittany observa la escena feliz, sin perder un solo detalle y sin soltarse de mi mano.

Sebastian Smythe abandona la habitación seguido de su abogado. Brittany espera un par de segundos para que se alejen, sale corriendo hacia el señor Figgins como una niña la mañana de Navidad y se tira en sus brazos.

Yo no puedo dejar de mirarla, saboreando el momento.

Conservará su trabajo, su vida en Manhattan, al señor Figgins y Figgins Media.

Smythe Enterprises Group es la primera empresa de la Costa Este y una de las más importantes del país, así que Steve Evans ya no podrá hacer nada contra ellos.

Y, sobre todo, Brittany será feliz.

—¿Cómo lo has conseguido?—le pregunta a el señor Figgins, separándose—El Smythe Enterprises Group es lo mejor que podría pasarnos.

—No he sido yo—responde pletórica—Han sido ellas.

Brittany me mira boquiabierta e inmediatamente sonríe.

—Ha sido más fácil de lo que parece —digo socarrona.

—Pero ¿qué pasa con Sam y la auditoría?

—Esta historia ya me la sé—comenta Kitty—Opto por pasar a las celebraciones.

Quinn asiente con las manos detrás de la espalda y las dos se dirigen hacia la puerta.

—Nos vemos en el Malavita, López—comenta Kitty antes de salir.

Yo sonrío y observo a el señor Figgins acercarse a nosotras.

—Muchas gracias, Santana —dice tendiéndome la mano.

Mi sonrisa se vuelve más tenue y también más sincera y se llena de deferencia.

Brittany tenía razón la primera vez que me dijo que el señor Figgins Figgins se merecía el respeto y la admiración de Nueva York.

Es un hombre íntegro y leal.

Pudo deshacerse de Brittany para salvar la empresa y nunca lo hizo. Son esa clase de cosas las que marcan la diferencia.

Le estrecho la mano y estoy seguro de que él ha sabido interpretar mi mirada.

—Parece que sí es una mujer en la que poder confiar—le señala a Brittany con una sonrisa.

Ella le devuelve el gesto y apenas un segundo después baja la cabeza, conteniendo un decena de emociones distintas en su mirada. El señor Figgins sale de la habitación y cierra la puerta tras él, dejándonos solas.
—¿Cómo lo has...?—pregunta sin que toda su curiosidad la abandone.

—Renunciamos a trabajar para Sam Evans y nos reunimos con miembros de la Oficina del ejercicio bursátil para explicarles por qué lo hacíamos. Hemos sido penalizados con una multa y la imposibilidad de cobrar por las gestiones en la compraventa por el Smythe Group, además de que una persona de la Oficina del ejercicio bursátil estudiará la operación. Nada importante.

Brittany suspira culpable.

—Sí que lo es, San—replica concentrando la mirada en sus propias manos—Su empresa...

—Nuestra empresa no ha salido perjudicada—la interrumpo de nuevo. Le agarro la barbilla y le obligo a alzar la cabeza, atrapando una vez más sus preciosos ojos—Una pequeña multa y un estudio de una operación completamente legal no son un problema—sentencio—Tenía que hacer esto por ti.

Nos quedamos en silencio y, de pronto, me doy cuenta de que mi mano sigue en su barbilla, que mis dedos se han estirado hasta alcanzar la comisura de sus labios, que estamos solas y demasiado cerca.

—Britt...—susurro.

Mi móvil comienza a sonar, interrumpiéndonos. Resoplo y lo saco del bolsillo de la chaqueta.

Podría ser algo importante relacionado con la compraventa.

Miro la pantalla.

Es Dani.

Recuerdo que quedé con ella para ir al médico, pero aún falta más de una hora. Corto la llamada y doy un paso hacia Brittany. Mi teléfono vuelve a sonar.

Es Dani otra vez.

—Quizá sea importante —comenta Brittany.

—No lo es —respondo sin asomo de dudas, guardándome el iPhone antes de que pueda ver de quién se trata.

Procuro ordenar mis ideas, todo lo que quiero decirle, pero entonces es su móvil el que comienza a sonar. Ella mira la pantalla y me la enseña. El nombre de Mercedes y una foto de las dos comiendo helado se ilumina.

—Podría ser Biff.

Asiento.

Ella se aleja un paso y responde. Mi teléfono vuelve a sonar. Descuelgo sin comprobar el número. Doy por hecho que es Dani.

—Hola—la saludo.

Miro a Brittany.

Parece angustiada y habla muy rápido.

Yo frunzo el ceño y automáticamente mi cuerpo se pone en guardia.

¿Qué ha pasado?

—Santana, estoy en el hospital—me interrumpe, nerviosa.

—¿Qué?—murmuro.

¿Qué coño ha pasado?

—¿Estás bien? ¿El bebé está bien?

—No
—responde en un susurro.

—Voy para allá.

Cuelgo y doy un paso hacia la puerta.

—Dani está en el hospital—me anuncia Brittany corriendo hacia mí.




En el viaje hasta el Hospital Universitario Presbiteriano, ninguna de las dos dice nada.

Brittany me mira un par de veces, pero siempre acaba devolviendo su vista a la ventanilla.

Las dos nos sentimos culpables.


Llegamos a la puerta de Urgencias en el mismo instante en que Mercedes se baja de un taxi.

—¿La han visto?—pregunta angustiada, acercándose a Brittany.

—Acabamos de llegar —responde.

Entramos y camino con el paso ligero hasta el mostrador de admisiones. Nos explican que Dani llegó por su propio pie hace una hora y que está en la segunda planta.

—¿Danielle Mills?—pregunto frenando a una enfermera en mitad del pasillo junto a los ascensores.

Ella asiente y rodea el mostrador a unos pasos. Teclea algo en el ordenador y finalmente vuelve a mirarme.

—En seguida saldrá el doctor.

Resoplo a la vez que me llevo las manos a las caderas.

¿Cuánto tiempo piensan hacernos esperar?

Unos minutos después, un hombre con un pijama azul de quirófano y una bata blanca sale desde detrás del mostrador empujando una puerta batiente y se acerca a nosotras.

—¿Familiares de Danielle Mills?

—Soy Santana López—me apresuro a responder bajo la atenta mirada de Brittany y Mercedes—, Soy su...—ni siquiera sé cómo cojones terminar la frase—Soy la mamá del bebé que está esperando.

Por una milésima de segundo, mi mirada se cruza con la de Brittany, pero las dos la apartamos de prisa.

—Soy el doctor Weston. La señorita Mills está bien. Llegó al hospital con dolores en el vientre y pequeñas pérdidas—calla un segundo—Desgraciadamente no pudimos hacer nada por el bebé. Sufrió un aborto natural antes de llegar.

—¿Qué? —murmuro.

—La parte positiva es que no fue algo traumático. No ha sufrido hemorragias severas ni daños en el útero o el aparato reproductor. Sé que es muy duro, pero a veces, sencillamente, pasa.

—¿Puedo verla? —lo interrumpo.

El médico asiente.

—Está en la 225. En unas horas recibirá el alta.

No digo nada y comienzo a caminar hacia la habitación. Me paso la palma de la mano por la cara y acabo perdiéndola en mi pelo.

No sé cómo sentirme.

Dani me importa y no quiero que sufra.

Ese bebé también me importaba.

Empujo la puerta y me quedo a unos pasos de ella. Dani está sentada en la cama, vestida con un chándal oscuro. Tiene las piernas cruzadas sobre el colchón y las manos escondidas en su regazo.

Ahora mismo está tan triste, tan vulnerable.

Alza la cabeza y me ve, y yo nunca había querido haber hecho las cosas de otra manera con tanta fuerza como lo quiero ahora.

—Hola —susurro caminando hasta ella.

—Hola —responde.

—¿Cómo estás?

Lo piensa un instante.

—No lo sé—murmura—Tampoco sé cómo me siento. Hace unos días no sabía que estaba embarazada y ahora lo he perdido. No paro de pensar que podría haber venido al médico antes, no dejarlo pasar, y habría podido disfrutar de él estos tres meses, pero entonces pienso que le habría cogido cariño, que le habría puesto un nombre y ahora estaría llorando—Dani se queda muy callada y de pronto un sollozo cargado de tristeza se escapa de sus labios—Sólo medía seis centímetros—murmura entre lágrimas—¿Cómo puedo estar llorando por algo que sólo medía seis centímetros?

Tiro de ella, la estrecho con fuerza contra mi pecho y rompe a llorar.

No se lo merece, joder.

No se merece nada de esto.

Recuerdo la ecografía.

Recuerdo esas manitas.

Era mi hijo y ya no está.

—Lo siento—susurro—Lo siento mucho.


No sé cuánto tiempo pasamos así.

Yo la abrazo con fuerza y le acaricio el pelo mientras, paciente, espero a que deje de llorar.

También pienso muchas cosas y una vez más la idea de que no se merece estar pasándolo así de mal pesa más que todas las demás.

—Lo siento —repito.

Dani asiente contra mi pecho y se separa despacio.

—Estoy bien —responde—. No tienes por qué preocuparte por mí.

Frunzo el ceño, confusa e incluso un poco enfadada.

—Claro que tengo que preocuparme por ti.

—Santana, las dos sabemos que sólo hacías esto por el bebé.

Tiene razón, pero no quiero que lo piense y mucho menos ahora.

—Te agradezco que cuidaras de mí—continúa—, Muchísimo, pero no voy a dejar que te quedes conmigo sólo porque te sientas culpable.

—No voy a abandonarte.

Me da igual lo que piense.

Puede que hiciera todo esto por el bebé, pero Dani también me importa y, después de lo que ha pasado, no pienso dejarla sola.

Ella me mira recorriendo mi cara con sus bonitos ojos heterocromáticos.

—Santana, tú no me quieres —dice al fin.

—Dani, tú me importas —me apresuro a replicar.

No voy a mentirle y confesarle un amor que no siento, pero ya he aprendido que, por mucho que luches, el amor no es suficiente, así que, de todas formas, qué más da.

—Me gusta estar contigo —sentencio.

—Pero yo no soy Britt.

Esa simple y obvia frase me silencia.

No tengo nada que contestar, ni siquiera creo que pueda.

—Lo siento —digo.

Dani sonríe, pero no le llega a los ojos.

—No podemos elegir de quién nos enamoramos.

—El amor es un asco —protesto.

—Dímelo a mí.

Ahora sonreímos las dos y son dos sonrisas mucho más sinceras.

—Me encantaría que las cosas fueran diferentes —me sincero.

—Lo sé.

Daría todo lo que tengo por haber hecho todo de otro modo, por no hacerle daño a ninguna de las dos.

—Ahora lárgate—me pide divertida—Tienes una empresa que dirigir y dos socias a las que fastidiar.

Sonrío.

—Es un trabajo muy duro.

Ella me devuelve el gesto.

—¿Vas a estar bien?

—Sí, dentro de un tiempo, sí.

Yo asiento, me inclino sobre ella y le doy un suave beso en la frente.

—Adiós, encanto—me despido cuando ya me he alejado unos pasos de la cama.

—Adiós —responde.

Asiento de nuevo y salgo de la habitación. Al poner en un pie en el pasillo, la puerta se cierra a mi espalda y siento como si la presión más intensa me cortara la respiración.

Me paso la mano por el pelo y trato de poner las cosas en perspectiva, pero no soy capaz.

Mercedes y Brittany pasan junto a mí.

La primera entra rápidamente, pero, justo cuando Brittany va a hacerlo, se detiene con su mano sosteniendo la puerta. Alzo la cabeza y la observo; tiene la mirada clavada en sus propios pies.

A ella también le gustaría poner las cosas en perspectiva y tampoco es capaz.

Quiero llamarla, levantar la mano, tocarla, pero sé que no puedo hacerlo, que, por mucho que lo deseemos, ninguna de las dos quiere que lo haga.

Antes nos separaban muchas cosas y ahora, aunque ninguna de ellas está ya, el abismo entre las dos es mucho más profundo.

Una lágrima resbala por la mejilla de Brittany y finalmente entra. Yo la sigo con la mirada por la delgada ventana de la puerta y contemplo cómo Mercedes y ella abrazan a Dani con fuerza, consolándola.

Son una familia y ahora menos que nunca ella podría olvidar eso por mí.


Salgo del hospital con el paso acelerado y voy al Archetype.

Pido una botella de Glenlivet y me encierro en una de las habitaciones privadas.

No quiero chicas, ni sexo, sólo quiero beber hasta caer rendida y olvidarme de todo lo que no puedo tener.




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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro.


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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sexy Amor (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Dom Abr 09, 2017 7:32 pm

hola morra,..

muy buena la jugada de las chicas para salvar la empresa,..
valió la pena el esfuerzo de san para ver feliz a britt,... bueno cumplió la promesa principal no!!
a veces el universo alinea los planetas,... no de la mejor manera pero bueno!!!
ahora ya no ahí nada en el medio,... solo culpa quizás???

nos vemos!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sexy Amor (Adaptada) Epílogo

Mensaje por micky morales Dom Abr 09, 2017 9:02 pm

Bueno no hay que ser tan insensible pero por lo menos Dani si entendio que es a Britt a quien Santana quiere y deberia hacerle ver a Britt que no hay problema en que vaya con su amor, a ver que pasa ahora!!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sexy Amor (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Dom Abr 09, 2017 11:50 pm

3:) escribió:hola morra,..

muy buena la jugada de las chicas para salvar la empresa,..
valió la pena el esfuerzo de san para ver feliz a britt,... bueno cumplió la promesa principal no!!
a veces el universo alinea los planetas,... no de la mejor manera pero bueno!!!
ahora ya no ahí nada en el medio,... solo culpa quizás???

nos vemos!!!




Hola lu, si que si! ajjajaja toma bocha trucha! SI! bn ai por la morena! es la mejor! JAjajaja si, xfin esta jugando bn para ellas, no del todo bn, pero si...Nones! =o nah! ni lo digas q ella se interpondrá ¬¬ Saludos =D






micky morales escribió:Bueno no hay que ser tan insensible pero por lo menos Dani si entendio que es a Britt a quien Santana quiere y deberia hacerle ver a Britt que no hay problema en que vaya con su amor, a ver que pasa ahora!!!!!




Hola, no xq igual era algo de uno =/ Bn ai por dani, xfin jugo bn su % ahora solo queda el de las brittana! Aquí otro cap para saberlo! Saludos =D



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