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Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
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Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
Ola ._. Qisiera leerla desde el inicio
Me pasas el link para leer el cap 1? :$
Te lo agradeceria mutio *-*
Me pasas el link para leer el cap 1? :$
Te lo agradeceria mutio *-*
FeerGleek* - Mensajes : 1
Fecha de inscripción : 30/11/2010
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
FeerGleek hola que tal, si te fijas abajo existen unos numeros, al darle clip a cada uno te dirijira a las primeras paginas
almi********-*- - Mensajes : 1044
Fecha de inscripción : 25/11/2010
Edad : 43
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
¡Muchísimas gracias a todos por el interés en el fic y vuestras muestras de apoyo! :D ¡SOIS LOS MEJORES! :P Aquí traigo un capi más de mi historia, espero que os guste. Por cierto, EMPIEZA EL DRAMA Y... 4 CAPIS PARA EL FINAL!!! :affraid:
PD: Ni Glee ni sus personajes ni ninguna de las canciones me pertenece.
Cáp. 16- Despedida
Tan sólo unas
horas después, todo el Glee Club y los padres de Finn y Rachel esperaban
ansiosos por tener alguna noticia de la morena y el bebé. Kurt comenzó a
caminar de un lado para otro, preso de los nervios, al tiempo que Leroy le
imitaba, provocando la risa de su marido que estrechó la mano de Shelby con
afecto. Quinn, que todavía llevaba puesto su vestido de boda, se había sentado
en su sofá junto a su ya marido, apoyando la cabeza en su hombro, al tiempo que
el rubio la rodeaba con un brazo y le besaba la cabeza con dulzura. Desde la
otra punta de la sala, Emily observaba la escena perpleja ante la actitud de
Quinn. ¿Cómo podía actuar cómo si no hubiese pasado nada? La castaña negó con
la cabeza, en un gesto de incredulidad, para después dar media vuelta y
abandonar la sala ante la atenta mirada de Puck, que no tardó en seguirle los
pasos.
-¡¿Pero dónde
van estos dos?!- preguntó Kurt, sin entender absolutamente nada.
-¡Es mejor que
los dejemos a solas, Kurt!- le dijo Quinn, sin despegarse de Sam - Me parece
que esos dos tienen mucho de qué hablar.
-Si, tienes
razón- respondió el castaño, con un suspiro, para después reanudar su paseo.
-¿Alguien
quiere café?- sugirió Mercedes- Me parece que más de uno aquí lo necesita-
añadió, mirando de reojo a Kurt y a Leroy, que seguían caminando de un lado
para otro, ignorando sus palabras.
-Sí, creo que
será lo mejor, Mercedes- coincidió Blaine- Deja que te acompañe.
Los chicos
salieron rumbo a la cafetería del hospital mientras que, en la otra punta del
pasillo, Emily contemplaba a los bebés que se encontraban en observación desde
el otro lado de la cristalera. Sin darse cuenta, posó sus manos sobre su vientre,
acariciándolo con dulzura. Por un momento pensó en su pequeña que en tan sólo unos
meses estaría a su lado. Emily comenzó a suponer cómo sería su bebé mientras
una lágrima de emoción resbalaba por su mejilla. Aunque al principio se moría
de miedo sólo con pensar en lo que ser madre soltera implicaba y en todo lo que
se le venía encima, ahora más que nunca deseaba que llegara el momento en que
vería a su hija por primera vez. La castaña deseaba que tuviese sus ojos
marrones y una hermosa melena negra. Uno de los pequeños comenzó a mover sus
manitas justo en el momento en que el bebé de Emily comenzaba a revolverse en
su interior.
-Tranquila,
cariño. Muy pronto estaremos juntas las dos.
Emily siguió
susurrándole dulces palabras a su pequeña, mientras se mecía a sí misma, sin
advertir que Puck se encontraba a su lado y la miraba con curiosidad.
-¿Va todo
bien?- preguntó el moreno, con un toque de preocupación en la voz.
-Sí, gracias
Puckerman- dijo ella, separándose de la cristalera- Será mejor que vuelva a la
sala con los demás o me perderé el momento en el que traigan a mi sobrino.
La castaña se
giró para marcharse pero Puck fue más rápido y se lo impidió, agarrándola
suavemente del brazo.
-Me parece que
tú y yo tenemos que hablar, Em- dijo él, con decisión.
-Pues yo creo
que no, fíjate- respondió ella, enfrentando su mirada- De modo que, si no te
importa…
-¡EMILY HUDSON
SI TE IMPORTA NUESTRO BEBÉ HAZ EL FAVOR Y ESCÚCHAME!- gritó Puck, consumido por
los nervios.
-¿Pero qué
demonios te pasa? ¿Te has vuelto loco o qué? ¿Cómo se te ocurre ponerte a
gritar así en medio de un hospital?
-¡Es que no
encuentro otra manera para atraer tu atención! Em, necesito que me dejes
explicarte todo. Lo que ha pasado antes en la iglesia y lo que siento por ti.
Te juro que si tras escuchar mi versión sigues pensando que lo nuestro no puede
funcionar, yo mismo me alejaré de ti y sólo me verás en lo referido al bebé.
¿Trato hecho?
-¡Eres un
mentiroso, Noah Puckerman! ¡Vi perfectamente cómo os besabais como si nada!
¿Por qué debería fiarme ahora de ti? ¡Destruyes todo lo que tocas y no pienso
consentir que nada malo le pase a mi bebé por nuestra culpa!
-¡No, Em! ¡Te
equivocas! No soy el mismo chico que conociste hace más de diez años, ahora
tengo otras prioridades.
-¿Cómo cuáles?
-Si me dejas
que te explique lo entenderás todo mucho mejor.
-De acuerdo,
te escucho- dijo ella, algo dubitativa.
-El primer día
que te vi, aunque tan sólo éramos unos críos, sentí que algo cambió en mi
interior. Tú me enseñaste que una niña podía correr más que yo y que había que
luchar por lo que uno quiere. A medida que fuimos creciendo, sin darme cuenta,
mis sentimientos hacia ti se fueron transformando, de modo que de una buena
amistad comencé a sentir algo más profundo y especial. Sin embargo, fui tan
estúpido que deje escapar la oportunidad de tenerte y preferí ser el chico malo
del instituto que se acostaba con todas las chicas que se cruzaban en mi
camino. El día que discutimos porque descubriste que Santana era mi novia,
sentí que algo en mí se moría al pensar que no volveríamos a hablar nunca más.
Con el tiempo seguimos siendo amigos, pero en el fondo seguía saliendo con
chicas para protegerme de la realidad, para no salir lastimado. Luego en tercer
curso conocí a Quinn y su belleza me fascinó, pero ella era la novia de Finn y
perdí toda esperanza de tener algo con ella. Sin embargo, una noche la
emborraché y la dejé embarazada. De veras que no me siento orgulloso, pero
fruto de esa noche nació mi hija Beth y esa niña es de las pocas cosas buenas
que he hecho en mi vida.
-No entiendo
porqué me cuentas todo esto, Puck. ¿A dónde quieres llegar?
-¡Estaba
equivocado, Em! ¡Me obstiné en la idea de que amaba a Quinn cuando no era así!
¡Todos estos años han sido una mentira porque en el fondo estaba muerto de
miedo!
-¿Muerto de
miedo? Pero…
-Yo siempre te
he querido, Em. No sólo eso, estoy enamorado de ti y hoy cuando te he visto
aparecer antes de la boda mi corazón ha dado un vuelco de pura felicidad. Sé
que estos meses llevando el embarazo tú sola han debido de ser un auténtico
calvario, pero quiero que sepas que si tú me dejases cuidar de ti y nuestro
bebé no sólo me harías el hombre más feliz del mundo, sino que también se
cumpliría mi sueño de tener una familia contigo, Beth y el bebé.
-¿Pero… Quinn?
-Quinn es mi
mejor amiga, nada más. Si la besé esta mañana en la iglesia es porque vi que
era la única forma de que entrara en razón y se diese cuenta de que no tenía
nada que temer porque realmente ama a Sam y no a mí.
-Ya… ¿y… por
qué debería creerte?- preguntó Emily mordiéndose el labio inferior, indecisa.
Puck se
arrodilló frente a la castaña, que lo miró con la boca abierta, sin saber cómo
reaccionar.
-Emily, por
favor, tan sólo déjame demostrarte cuánto me importas. Si me das otra
oportunidad te prometo que jamás te daré un solo motivo para que desconfíes de
mí y estaré a tu lado hasta el día que me muera. Tan sólo te pido que lo
intentemos y si sale mal prometo que sólo sabrás de mí para cosas del bebé.
Pero si sale bien te aseguro que te daré una familia estable y feliz y que
nuestros hijos y tú seréis siempre lo primero.
-Hijas…- dijo
Emily en un susurro, muy emocionada- es una niña.
-¿En serio?-
preguntó él, con una sonrisa de oreja a oreja.
-Sí…- dijo
ella, con las mejillas sonrojadas.
-Tan sólo
espero que sea tan hermosa como su madre…- dijo él, acercándose a ella y
acariciando su vientre- no sabes las ganas que tengo de conocerte, princesita.
Emily no pudo
evitar sonreír, para después acariciar la mejilla de Puck con ternura. El
moreno se sorprendió ante el gesto, para después mirarla directamente a los
ojos con un brillo de esperanza en sus pupilas.
-¿Entonces,
eso es un sí?- preguntó, esperanzado.
-Tal vez haya
perdido la cabeza, pero sí, quiero estar siempre contigo, Noah Puckerman.
Los chicos se
sonrieron, acortando la distancia que los separaba y besándose como hacía meses
que deseaban hacerlo. La pareja continuó abrazada durante algunos minutos,
deleitándose el uno con la presencia del otro, para finalmente dirigirse a la
sala de espera, para averiguar si ya había alguna noticia sobre Rachel y el
bebé.
.
Unas horas
después en la salita, Sam acariciaba con ternura el cabello de su esposa,
mientras esperaban alguna noticia. El rubio apoyó la cabeza contra la de Quinn,
hasta que cayó en la cuenta de algo y se incorporó de repente, asustando a los
allí presentes.
-¿Qué ocurre,
Sam?
-No, nada… es
sólo que… he estado pensando y… creo que lo mejor es aplazar el viaje a Miami
por una temporada.
Quinn le miró
con lágrimas en los ojos, muy emocionada, al tiempo que se arrojó a sus brazos,
abrazando a su marido con fuerza.
-¡Oh, Sam! ¿De
verdad que no te importa?
-¡Claro que
no! ¡Ahora mismo hago unas llamadas y pedimos que nos cambien los billetes de
fecha!
-¡Gracias,
Sam! ¡Muchas gracias!
Los recién
casados comenzaron a besarse apasionadamente, hasta que el sonido de un carraspeo
que les resultó familiar los interrumpió. Al otro lado de la puerta esperaba
Finn, que tenía una sonrisa de oreja a oreja a pesar de que su rostro reflejaba
cansancio.
-¡Hijo! ¿Cómo
está Rachel? ¿Y el bebé? ¡Dinos algo, por favor!- suplicó Carole, que se
mantenía en pie gracias a Burt, que la sostenía con firmeza.
-¡Tranquila,
mamá! ¡Todo ha salido bien! ¡Es un niño precioso!- exclamó el moreno,
sintiéndose orgulloso de su pequeño.
-¿Cómo es?
¿Tiene las mejillas sonrojadas? ¿Se parece a mi Rach o a ti?- preguntó Leroy,
que no podía contener la emoción, mientras se abrazaba a Hiram, que trataba de
contener la risa ante la actitud de su marido.
-Bueno, aún es
muy pequeño. El médico ha dicho que irá adquiriendo nuestros rasgos con el
tiempo- explicó Finn, muy sonriente- podéis pasar por parejas- Mamá, Leroy…
¿Por qué no sois vosotros los primeros?
-¡SÍ!-
gritaron los dos al mismo tiempo.
Poco a poco
fueron entrando todos en grupos de dos. Los padres de Rachel se emocionaron al
ver a su hija tan radiante y hermosa, con su pequeño en brazos profundamente
dormido. Carole le dio un abrazo a Rachel, muy emotivo, al tiempo que le hacía
todo tipo de preguntas sobre su estado y el del bebé. Si en algo estaban todos
de acuerdo, eran en la profunda conexión que había entre el pequeño y su madre.
Rachel estuvo pendiente de su bebé en todo momento y sólo podía sonreír cuando
movía una de sus pequeñas manitas o se revolvía en los brazos de sus abuelos.
Quinn y Kurt fueron los últimos en entrar y abrazaron a Rachel con fuerza
mientras Finn sostenía a su hijo con
cuidado para no despertarlo.
-¡Rach! ¡Por
fin! ¡Casi me da un infarto ahí fuera!- gritó Kurt, al borde de las lágrimas,
abrazando a su amiga.
-¡Sí! ¡No
sabes el susto que me has dado hoy en el coche!- apuntó Quinn, con una sonrisa
y besando la frente de su amiga.
-Lo sé,
Quinnie… perdóname.
La rubia negó
con la cabeza, sonriente, para después volver a abrazarla.
-¡No seas
boba! ¡No hay nada que perdonar! ¡Siempre que me necesites ahí estaré, Rach!-
respondió Quinn, con una sonrisa.
-¡Gracias,
Quinn! ¡Gracias a todos por estar aquí! Yo… no sé qué decir, soy tan feliz en
este momento que no tengo palabras para expresar lo que siento…
-¡Dios mío!
¡Rachel Berry se ha quedado sin palabras! ¡Que alguien traiga una cámara para
grabar este momento!- bromeó Kurt.
-¡No seas
tonto!- rió Rachel, mientras les tomaba a ambos de la mano- En serio, gracias
por todo lo que habéis hecho por mí estos años, sois los mejores amigos que
podría tener.
-¡Ahora
seremos los mejores tíos del mundo también!- exclamó Quinn.
-¡Sí! ¡Vuestro
hijo va a ser el más fashion desde la cuna!
Rachel sonrió
ante ese comentario mientras que Finn frunció el ceño, no muy convencido con
esa idea.
-¡Finn! ¿A qué
esperas? ¡Déjanos ver a esa preciosidad que tienes por hijo!
El moreno
sonrió al ver el brillo de emoción que había en los ojos de sus amigos, para
finalmente depositar al bebé en brazos de Kurt,
que hacía grandes esfuerzos para no echarse a llorar.
-Rachel… Finn…
es… hermoso- consiguió decir, muy emocionado.
-Sí, es
precioso, se parece mucho a ti, Finn. ¿Cómo lo vais a llamar?- preguntó la
rubia, con una amplia sonrisa.
-Finn y yo
hemos decidido llamarle Christopher, como su padre- le informó la morena,
mirando a su novio con complicidad.
-¡Christopher!
¡Me encanta, chicos! ¡Seguro que termina convirtiéndose en un cantante famoso
de Broadway o en un reconocido futbolista! – dijo Kurt, besando la cabecita del
bebé- ¡Oh! ¡Se está moviendo! ¡Mira, Quinn!- exclamó Kurt, observando como el
bebé se revolvía entre sus brazos, para después agarrarse a su camisa, a la
altura del pecho- ¡Qué gracioso, parece que busca algo!
Rachel y Quinn
no pudieron evitar reírse, al tiempo que los chicos las observaban con el ceño
fruncido, muy confusos.
-¿De qué os reís?-
preguntó Kurt.
-¿Pero… qué es
lo que pasa?- preguntó Finn, que miraba de un lado a otro, a su hijo y a las
chicas, buscando una respuesta.
-Kurt, creo
que el bebé no busca nada, tan sólo tiene hambre.
-¿Entonces por
qué no…?
Antes de que
Kurt pudiese continuar, el pequeño abrió sus ojos para después comenzar a
llorar desconsoladamente, revolviéndose cada vez más entre sus brazos.
-Llora…-
terminó de decir Kurt, con una mueca de disgusto- lo siento, Rach.
-No te
preocupes, es normal, déjamelo- le pidió la morena, que sonrió al tener a su
pequeño de nuevo entre sus brazos- Hola, cariño… ¿tienes hambre?
El pequeño se
calmó un poco, al reconocer a su madre, pero seguía llorando, aferrado con
fuerza al camisón de Rachel.
-Bueno, creo
que es mejor que os dejemos a solas- dijo Quinn, haciéndole un gesto a Kurt
para que la acompañase hasta la puerta- Nosotros nos marchamos ya, mañana
venimos, ¿de acuerdo?
-¡Vale!
¡Gracias por todo, chicos!- les agradeció Finn, al tiempo que sostenía a Chris
mientras Rachel se desabrochaba los botones de su camisón.
Una vez que
todo estuvo listo, Rachel cogió de nuevo a su bebé tal y cómo le habían
explicado las enfermeras y lo acercó hacia su pecho descubierto. El bebé se
calmó en cuanto comenzó a alimentarse, succionando la leche materna. Finn se
acercó más a ellos, contemplando la escena maravillado. Por más que intentase
recordar, Finn Hudson juraría que jamás en toda su vida había presenciado una
escena tan hermosa. El simple hecho de ver a Rachel comunicarse con su bebé
mientras le daba de comer, era una experiencia totalmente única y extraordinaria.
Rachel alzó la mirada, muy sonriente pero al ver a Finn tan ensimismado no pudo
evitar preocuparse un poco.
-Finn… ¿va
todo bien?- le preguntó la morena, con el ceño ligeramente fruncido.
¡Sí, sí!-
respondió él, sacudiendo la cabeza, sorprendido por su pregunta-¿Por qué lo
dices?
-No sé, es
que… parecías algo distraído y me preocupé…
-Rach, es que…
es tan hermoso ver todo esto… en serio, me siento el hombre más afortunado del
mundo porque tengo dos tesoros enormes y simplemente no puedo dejar de
contemplarlos.
Rachel le
sonrió, muy emocionada, para después hacerle un gesto con la cabeza para que se
situase junto a ella.
-Gracias,
Finn- le dijo ella, besándole con ternura- tú también me has dado el regalo más
hermoso e importante de toda mi vida.
Ambos se
sonrieron y cuando el pequeño terminó de comer y finalmente se durmió, la
pareja se dedicó a contemplar a su bebé en su cuna totalmente ensimismados
hasta que poco después ambos se quedaron profundamente dormidos por el
cansancio.
Dos semanas
más tarde, Rachel y Chris fueron dados de alta y pudieron por fin volver a casa
con Finn, que tenía algunas sorpresas preparadas. En cuanto llegaron a su casa
en Lima, Rachel bajó del coche con su hijo en brazos, deseosa de disfrutar de
su familia en su propio hogar. Finn empujó el carrito del bebé hasta el
ascensor mientras Rachel subía las escaleras a paso rápido, deseosa de
mostrarle a Chris su nueva habitación.
-¡Espera,
Rach!- le suplicó Finn, que la seguía como podía, cargado de bolsas.
-¿Qué ocurre?-
preguntó ella- ¿Algo va mal?
-¡No, no! Es
sólo que… estas semanas… he hecho algunos cambios en casa…
-¿Qu… qué?
-Señorita
Berry… le presento la habitación y el vestidor de Christopher Hudson Berry.
Dicho esto,
Finn abrió la puerta del cuarto del bebé mientras que Rachel no podía contener
las lágrimas ante la imagen tan hermosa que se presentaba ante sus ojos.
La morena
contempló estupefacta la habitación de su pequeño, que lucía completamente
diferente a como ella la vio por última vez.
-¿Y… esto?-
preguntó Rachel, girándose para mirar a su novio directamente a los ojos.
-Bueno… es
que… mientras estabas en el hospital caí en la cuenta de que la habitación que
teníamos preparada para el bebé era algo impersonal ya que apenas pude ponerme
a fondo a ella con todo lo del rodaje de la serie. Así que estas dos semanas
todos los chicos, nuestros padres y yo la hemos transformado. Mira, esa cuna es
la de Kurt, Burt se ha encargado de pintarla y barnizarla y mi mamá le ha
pegado las pegatinas a todos los muebles con animales y plantas porque sabe lo
mucho que te gustan esas cosas- le explicó él, con su sonrisa de medio lado- la
lámpara es de cuando Quinn era bebé, esa alfombra de ahí abajo es de Britanny,
las cortinas las ha elegido Kurt, las florecitas del suelo son de Mercedes, los
peluches de Santana y el armario…
-Es era mi
armario cuando era pequeña- logró decir Rachel, en un susurro.
-Sí…
Finn sonrió
pero comenzó a preocuparse a medida que pasaban los segundos y su novia seguía
inmóvil, sin decir ni una sola palabra, mientras una lágrima solitaria se
deslizaba por su hermoso rostro.
-Rach, si no
te gusta podemos volver a poner los muebles nuevos que habíamos comprado…
-¡NO!- exclamó
Rachel, asustando ligeramente a Chris, que segundos después volvió a quedarse
profundamente dormido- Quiero decir… que no quiero cambiar nada más en esta
habitación. Finn, todo esto es maravilloso, criaremos a nuestro hijo entre
recuerdos de nuestros amigos y de nuestra infancia- dijo la morena, con una
amplia sonrisa- ¡Me encanta! ¡Será como tener siempre con nosotros el recuerdo
del Glee Club!
-¿En serio te
gusta?
-¡Claro, tonto!
La otra habitación también era preciosa pero creo que ésta tiene un toque mucho
más especial que la hace perfecta para Chris. Muchas gracias por darme esto,
Finn. Te quiero.
Rachel se puso
de puntillas para besarle con dulzura, perdiéndose entre sus brazos que la
rodearon con cuidado de no despertar al bebé.
-Si quieres
podemos comprar más cosas para la habitación, mi madre y Kurt ya han elaborado
una lista con las cosas que faltan- dijo Finn, con una sonrisa divertida.
-Ya me los
imagino a esos dos- rió Rachel- Por cierto… ¿Qué has hecho con los muebles
nuevos?
-Bueno, están
en casa de mi madre. Burt y yo íbamos a devolverlos a la tienda la semana
pasada pero ella insistió en quedárselos para cuando le llevemos a Chris. Al
parecer se ha aficionado a reformar muebles.
-¡Eso es
genial, Finn! ¡Por fin parece que todo encaja!
-Sí y será
mejor que te vayas acostumbrando porque esto no ha hecho más que empezar-le
dijo Finn, guiñándole un ojo.
-¿De qué
hablas?
-He hecho
también algunos cambios en la habitación de invitados…
-¿Qué? ¡Pero…!
Finn la cogió
de la mano y la llevó hasta la habitación contigua, dónde habían cambiado todos
los muebles que había y en su lugar habían colocado una hermosa mecedora verde,
que acompañaba al vestidor y dejaba un amplio hueco en el que habían colocado
una alfombra.
-¿Por qué allí
no hay nada?- quiso saber Rachel, que se
sentó con cuidado en la mecedora y comenzó a balancearse, señalando una esquina
de la habitación que estaba vacía.
-Ese espacio
es para poner los juguetes que le compremos al peque.
-Pero…
-Recuerda que
Kurt Hummel es su tío, Rach. Pronto su habitación se quedará pequeña con tanta
ropa y juguetes, ya lo verás.
Rachel no pudo
evitar sonreír ante sus palabras para después volver a balancearse con su
pequeño mientras pensaba que era imposible ser más feliz. Finn se acercó a ella
con una sonrisa, para después abrir un cajón y sacar una pequeña manta verde.
-Finn… ¿Qué es
eso?
-Bueno, yo…
como habrás visto todos han puesto su granito de arena allí dentro y quería
enseñarte algo que realmente fue importante para mí cuando era pequeño: mi
mantita.
-Finn…
-Rach, sé que
no es mucho, pero esa manta era lo único que me calmaba cuando tenía ganas de
llorar y…
Finn no pudo
seguir hablando ya que Rachel se levantó de la mecedora y le dio un suave beso
mientras acariciaba su mejilla con una mano.
-Me encanta,
Finn. Hoy mismo se dormirá con ella- le aseguró la morena, con una amplia
sonrisa- No vuelvas a insinuar jamás que no es algo especial.
-Gracias,
Rach. Por ser tan maravillosa.
-Tú me ayudas
a ser mejor, no lo olvides. Te quiero, Finn Hudson.
-Yo también te
quiero, Rachel Berry.
Tres meses
después del nacimiento de Chris, Finn y Rachel terminaban de prepararse para
asistir al banquete especial que Quinn y Sam habían organizado por su boda.
Rachel se puso su vestido y con la ayuda de Finn terminó de abrochárselo.
Vestido de
Rachel:
-¡Gracias,
Finn! – le agradeció ella, dándole un beso suave.
-¡No es nada,
Rach! ¿Bajo ya las bolsas?- preguntó él, mientras se ajustaba la corbata
-¡Sí, por
favor! ¡Yo voy a cambiar a Chris y enseguida bajo!
Rachel fue a
la habitación dónde Chris dormía plácidamente en su cuna, agarrado a la mantita
que en otro tiempo fue de su padre y de la que nunca se separaba. Rachel sonrió
al comprobar lo mucho que había crecido su pequeño en tan poco tiempo y cómo
comenzaba a parecerse a Finn. Al nacer, Chris medía cincuenta centímetros y
pesaba tres kilos y medio. Ahora era un hermoso bebé de tres meses que se había
convertido en la alegría de la casa. El pequeño era una copia exacta de su
padre cuando era niño, tenía el pelo de un color castaño claro, que Rachel
sabía que con el tiempo tendería a oscurecerse. Su piel era pálida y suave,
como la de Finn y sus mejillas tenían un hermoso tono rosado. Los ojos eran una
copia exacta a los suyos, grandes y marrones, pero lo que a Rachel más le
gustaba de su hijo era su pequeña sonrisa de medio lado, idéntica a la de su
padre.
-Vamos a
despertar a esta preciosidad- dijo ella, acercándose a la cuna.
Rachel cogió a
Chris, lo despertó y se lo llevó al
cambiador, dónde le puso un hermoso traje que Kurt le había comprado. En cuanto
terminó de cambiar a su pequeño, Rachel bajó las escaleras hacia el vestíbulo,
dónde Finn esperaba con el carrito y todas las bolsas del bebé. En cuanto la
vio bajar, una enorme sonrisa cruzó todo su rostro, al tiempo que sus ojos
adquirieron un brillo especial al verla tan hermosa.
Traje de
Chris:
-Rach, estás
preciosa- le dijo, besando su frente y colocando después al bebé con cuidado en
su carrito.
-¿Ya has
instalado la sillita en el coche?- preguntó la morena, con una sonrisa.
-Sí, está todo
listo, ¿nos vamos?
-¡Sí, vámonos
o llegaremos tarde!
Los chicos se
marcharon hacia un restaurante en el centro de Lima, dónde Sam y Quinn habían
preparado una comida especial que reemplazaba su banquete de bodas que
finalmente no se celebró. Todos recibieron a la pareja con una sonrisa,
mientras se peleaban junto al carrito por ver al bebé, que dormía
tranquilamente. Rachel se acercó hacia Emily y le preguntó que tal iba su embarazo.
Emily sonrió y le dijo que todo iba bien, la castaña ahora vivía con Puck y
parecía que por fin las cosas empezaban a funcionar. Sin embargo, Emily llevaba
toda la mañana con fuertes contracciones y temía que le sucediese lo mismo que
a Rachel. Puck observó a su novia y al instante supo que algo ocurría.
-¡Hola,
chicas! ¿Rach, te importa si te la robo un momento?
-¡No, para
nada! ¡Nosotros vamos entrando! ¡Os veo dentro, chicos!
Dicho esto,
Rachel fue junto a Finn y juntos empujaron el carrito hasta la entrada,
seguidos del resto del Glee Club, que no podían dejar de comentar lo hermoso
que era el bebé finchel.
-¿Em, te
ocurre algo? ¿Es el bebé?
-Tranquilo,
Puck, creo que aguantaré…
-Pero… podemos
ir a un hospital ahora mismo y salimos de dudas, Em.
-¡No! ¡No
podemos hacerle eso a Quinn y a Sam! ¡Además, parece que tu princesita comienza
a relajarse un poco ahora!- dijo, al sentir cómo las contracciones paraban.
-De acuerdo,
te creo. ¡Pero si sientes en algún momento que nuestra princesita va a nacer,
no dudes en decírmelo!
-De acuerdo,
te avisaré- dijo ella, con una sonrisa.
-¡Prométemelo!-
le pidió él, acariciando su vientre.
-Tienes mi
palabra, Noah Puckerman. ¿Entramos?
-¡Sí, vamos!
La pareja
entró al restaurante, dónde todos ya habían ocupado sus respectivos lugares en
las mesas. La comida transcurrió con normalidad, entre risas y atenciones de
las parejas. Rachel y Finn estuvieron toda la comida pendientes del bebé al
mismo tiempo que se dedicaban mimos y caricias siempre que tenían ocasión. Por
su parte, Emily se revolvía incómoda en su asiento pero sonreía cuando la
mirada de Puck y la suya se cruzaban mientras que en la mesa principal Sam y
Quinn charlaban animadamente.
-¡Parece que
ha venido todo el mundo!- comentó Quinn, muy sonriente, al ver a todo el Glee
Club charlando y riendo en su mesa.
-¡Sí, es
genial! ¿Preparada para el discurso?- le preguntó su marido, alzando una ceja.
-Más que
nunca- dijo Quinn, para después golpear suavemente su copa con una cuchara-
Perdonad… ¿Podéis prestarme un minuto de atención, por favor?- cuando todo
estuvo en silencio, la rubia continuó- bueno, ante todo quería daros las
gracias a todos por venir. Tanto Sam como yo sabemos que la boda fue una
auténtica locura, pero gracias a ello nuestra familia hoy es un poquito más
grande- dijo, sonriendo a Finn y a Rachel, que no podían dejar de mirar a su
bebé, que ya se había despertado y jugaba con su mantita- Desde que era una
niña siempre soñé con tener una familia y ahora que lo he conseguido no puedo
ser más feliz. Como todos sabéis, tengo una niña preciosa y puede que en un
futuro vengan más niños que aumenten esa felicidad. Quiero daros las gracias
porque sin vosotros no sería quien soy ahora y porque no podría imaginar mi
vida siendo más feliz. Por todo ello, quiero invitar a mis compañeros del Glee
Club al escenario para que nos ayuden a Sam y a mí con la canción. ¡Vamos,
chicos!
Todos
sonrieron y se reunieron con Sam y Quinn a excepción de Rachel, que se quedó
junto a Chris y Emily, que prefirió no hacer movimientos bruscos. Cuando todo
el mundo estaba en el escenario. Sam y Quinn ocuparon sus posiciones al tiempo
que el tema (I´ve had) The time of my
life comenzaba a sonar.
Rachel observó
sonriente el baile de los chicos y se enterneció al comprobar la enorme
complicidad que había entre Sam y Quinn y el amor que sus miradas expresaban.
Rachel sostenía al pequeño Chris en brazos, que observaba la escena con los
ojos muy abiertos y abrazado a su mamá al tiempo que Emily tenía entre sus
brazos a Maddy, la hija de Mercedes y Jade, que ya tenía casi dos años de edad
y aplaudía entusiasmada. Cuando la actuación terminó, Finn corrió a reunirse
con su familia, saludando a Rachel con un dulce beso al tiempo que cogía a su
hijo entre sus brazos y besaba sus sonrosadas mejillas. Desde la mesa contigua,
Lau observaba la escena ensimismada. La morena no pudo evitar sonreír al ver la
felicidad tan grande que expresaba el rostro de su amigo. La joven se
encontraba tan perdida en sus pensamientos que no advirtió cuando alguien se
puso a su lado en silencio y llamó su atención tocando su hombro con suavidad.
-¿Lo estás
pasando bien? Te noto algo distraída…
-¡Oh! ¡Qué
susto me has dado!- respondió ella,
llevándose una mano al pecho.
-Bueno… no
creo que sea tan feo…
-No, claro que
no… yo…
-Es una broma,
Laura. No te preocupes. Bueno, sigues sin contestar a mi pregunta: ¿Qué tal lo
estás pasando?
-Pues bien,
como todo el mundo. ¿Qué clase de pregunta es esa, Jesse St. James?
-Bueno, es que
tu rostro me indica lo contrario. Solamente te he visto sonreír ahora que has
mirado a Finn y a Rachel.
-Bueno… no sé…
yo soy así…
-No lo creo-
dijo el castaño, mirándola fijamente a los ojos.
-Jesse… yo… lo
siento, pero creo que no soy tu tipo- dijo ella, en un suspiro.
-¿Sabes una
cosa? Yo no pienso igual que tú- respondió él, muy seguro de sus palabras.
-¡Pero…!
-Algún día ese
cascarón que te sirve de escudo caerá y entonces podré conocer a la verdadera
Lau.
-Yo no tengo
ningún caparazón…
-Ni yo tengo
prisa. La paciencia es una de mis virtudes. Si algo he aprendido estos años es
a reconocer un diamante cuando lo tengo tan cerca. Lo que pasó entre nosotros,
esa conexión, es real y no pienso descansar hasta averiguarlo.
-Pe… pero…
¿Averiguar qué?
-Lo que hay
entre nosotros, princesa.
Este capi se lo dedico a mi amiga Iri (Irina Monteith), espero que disfrutes del regalito que te he preparado en el fic. TKM!!!
PD: Ni Glee ni sus personajes ni ninguna de las canciones me pertenece.
Cáp. 16- Despedida
Tan sólo unas
horas después, todo el Glee Club y los padres de Finn y Rachel esperaban
ansiosos por tener alguna noticia de la morena y el bebé. Kurt comenzó a
caminar de un lado para otro, preso de los nervios, al tiempo que Leroy le
imitaba, provocando la risa de su marido que estrechó la mano de Shelby con
afecto. Quinn, que todavía llevaba puesto su vestido de boda, se había sentado
en su sofá junto a su ya marido, apoyando la cabeza en su hombro, al tiempo que
el rubio la rodeaba con un brazo y le besaba la cabeza con dulzura. Desde la
otra punta de la sala, Emily observaba la escena perpleja ante la actitud de
Quinn. ¿Cómo podía actuar cómo si no hubiese pasado nada? La castaña negó con
la cabeza, en un gesto de incredulidad, para después dar media vuelta y
abandonar la sala ante la atenta mirada de Puck, que no tardó en seguirle los
pasos.
-¡¿Pero dónde
van estos dos?!- preguntó Kurt, sin entender absolutamente nada.
-¡Es mejor que
los dejemos a solas, Kurt!- le dijo Quinn, sin despegarse de Sam - Me parece
que esos dos tienen mucho de qué hablar.
-Si, tienes
razón- respondió el castaño, con un suspiro, para después reanudar su paseo.
-¿Alguien
quiere café?- sugirió Mercedes- Me parece que más de uno aquí lo necesita-
añadió, mirando de reojo a Kurt y a Leroy, que seguían caminando de un lado
para otro, ignorando sus palabras.
-Sí, creo que
será lo mejor, Mercedes- coincidió Blaine- Deja que te acompañe.
Los chicos
salieron rumbo a la cafetería del hospital mientras que, en la otra punta del
pasillo, Emily contemplaba a los bebés que se encontraban en observación desde
el otro lado de la cristalera. Sin darse cuenta, posó sus manos sobre su vientre,
acariciándolo con dulzura. Por un momento pensó en su pequeña que en tan sólo unos
meses estaría a su lado. Emily comenzó a suponer cómo sería su bebé mientras
una lágrima de emoción resbalaba por su mejilla. Aunque al principio se moría
de miedo sólo con pensar en lo que ser madre soltera implicaba y en todo lo que
se le venía encima, ahora más que nunca deseaba que llegara el momento en que
vería a su hija por primera vez. La castaña deseaba que tuviese sus ojos
marrones y una hermosa melena negra. Uno de los pequeños comenzó a mover sus
manitas justo en el momento en que el bebé de Emily comenzaba a revolverse en
su interior.
-Tranquila,
cariño. Muy pronto estaremos juntas las dos.
Emily siguió
susurrándole dulces palabras a su pequeña, mientras se mecía a sí misma, sin
advertir que Puck se encontraba a su lado y la miraba con curiosidad.
-¿Va todo
bien?- preguntó el moreno, con un toque de preocupación en la voz.
-Sí, gracias
Puckerman- dijo ella, separándose de la cristalera- Será mejor que vuelva a la
sala con los demás o me perderé el momento en el que traigan a mi sobrino.
La castaña se
giró para marcharse pero Puck fue más rápido y se lo impidió, agarrándola
suavemente del brazo.
-Me parece que
tú y yo tenemos que hablar, Em- dijo él, con decisión.
-Pues yo creo
que no, fíjate- respondió ella, enfrentando su mirada- De modo que, si no te
importa…
-¡EMILY HUDSON
SI TE IMPORTA NUESTRO BEBÉ HAZ EL FAVOR Y ESCÚCHAME!- gritó Puck, consumido por
los nervios.
-¿Pero qué
demonios te pasa? ¿Te has vuelto loco o qué? ¿Cómo se te ocurre ponerte a
gritar así en medio de un hospital?
-¡Es que no
encuentro otra manera para atraer tu atención! Em, necesito que me dejes
explicarte todo. Lo que ha pasado antes en la iglesia y lo que siento por ti.
Te juro que si tras escuchar mi versión sigues pensando que lo nuestro no puede
funcionar, yo mismo me alejaré de ti y sólo me verás en lo referido al bebé.
¿Trato hecho?
-¡Eres un
mentiroso, Noah Puckerman! ¡Vi perfectamente cómo os besabais como si nada!
¿Por qué debería fiarme ahora de ti? ¡Destruyes todo lo que tocas y no pienso
consentir que nada malo le pase a mi bebé por nuestra culpa!
-¡No, Em! ¡Te
equivocas! No soy el mismo chico que conociste hace más de diez años, ahora
tengo otras prioridades.
-¿Cómo cuáles?
-Si me dejas
que te explique lo entenderás todo mucho mejor.
-De acuerdo,
te escucho- dijo ella, algo dubitativa.
-El primer día
que te vi, aunque tan sólo éramos unos críos, sentí que algo cambió en mi
interior. Tú me enseñaste que una niña podía correr más que yo y que había que
luchar por lo que uno quiere. A medida que fuimos creciendo, sin darme cuenta,
mis sentimientos hacia ti se fueron transformando, de modo que de una buena
amistad comencé a sentir algo más profundo y especial. Sin embargo, fui tan
estúpido que deje escapar la oportunidad de tenerte y preferí ser el chico malo
del instituto que se acostaba con todas las chicas que se cruzaban en mi
camino. El día que discutimos porque descubriste que Santana era mi novia,
sentí que algo en mí se moría al pensar que no volveríamos a hablar nunca más.
Con el tiempo seguimos siendo amigos, pero en el fondo seguía saliendo con
chicas para protegerme de la realidad, para no salir lastimado. Luego en tercer
curso conocí a Quinn y su belleza me fascinó, pero ella era la novia de Finn y
perdí toda esperanza de tener algo con ella. Sin embargo, una noche la
emborraché y la dejé embarazada. De veras que no me siento orgulloso, pero
fruto de esa noche nació mi hija Beth y esa niña es de las pocas cosas buenas
que he hecho en mi vida.
-No entiendo
porqué me cuentas todo esto, Puck. ¿A dónde quieres llegar?
-¡Estaba
equivocado, Em! ¡Me obstiné en la idea de que amaba a Quinn cuando no era así!
¡Todos estos años han sido una mentira porque en el fondo estaba muerto de
miedo!
-¿Muerto de
miedo? Pero…
-Yo siempre te
he querido, Em. No sólo eso, estoy enamorado de ti y hoy cuando te he visto
aparecer antes de la boda mi corazón ha dado un vuelco de pura felicidad. Sé
que estos meses llevando el embarazo tú sola han debido de ser un auténtico
calvario, pero quiero que sepas que si tú me dejases cuidar de ti y nuestro
bebé no sólo me harías el hombre más feliz del mundo, sino que también se
cumpliría mi sueño de tener una familia contigo, Beth y el bebé.
-¿Pero… Quinn?
-Quinn es mi
mejor amiga, nada más. Si la besé esta mañana en la iglesia es porque vi que
era la única forma de que entrara en razón y se diese cuenta de que no tenía
nada que temer porque realmente ama a Sam y no a mí.
-Ya… ¿y… por
qué debería creerte?- preguntó Emily mordiéndose el labio inferior, indecisa.
Puck se
arrodilló frente a la castaña, que lo miró con la boca abierta, sin saber cómo
reaccionar.
-Emily, por
favor, tan sólo déjame demostrarte cuánto me importas. Si me das otra
oportunidad te prometo que jamás te daré un solo motivo para que desconfíes de
mí y estaré a tu lado hasta el día que me muera. Tan sólo te pido que lo
intentemos y si sale mal prometo que sólo sabrás de mí para cosas del bebé.
Pero si sale bien te aseguro que te daré una familia estable y feliz y que
nuestros hijos y tú seréis siempre lo primero.
-Hijas…- dijo
Emily en un susurro, muy emocionada- es una niña.
-¿En serio?-
preguntó él, con una sonrisa de oreja a oreja.
-Sí…- dijo
ella, con las mejillas sonrojadas.
-Tan sólo
espero que sea tan hermosa como su madre…- dijo él, acercándose a ella y
acariciando su vientre- no sabes las ganas que tengo de conocerte, princesita.
Emily no pudo
evitar sonreír, para después acariciar la mejilla de Puck con ternura. El
moreno se sorprendió ante el gesto, para después mirarla directamente a los
ojos con un brillo de esperanza en sus pupilas.
-¿Entonces,
eso es un sí?- preguntó, esperanzado.
-Tal vez haya
perdido la cabeza, pero sí, quiero estar siempre contigo, Noah Puckerman.
Los chicos se
sonrieron, acortando la distancia que los separaba y besándose como hacía meses
que deseaban hacerlo. La pareja continuó abrazada durante algunos minutos,
deleitándose el uno con la presencia del otro, para finalmente dirigirse a la
sala de espera, para averiguar si ya había alguna noticia sobre Rachel y el
bebé.
.
Unas horas
después en la salita, Sam acariciaba con ternura el cabello de su esposa,
mientras esperaban alguna noticia. El rubio apoyó la cabeza contra la de Quinn,
hasta que cayó en la cuenta de algo y se incorporó de repente, asustando a los
allí presentes.
-¿Qué ocurre,
Sam?
-No, nada… es
sólo que… he estado pensando y… creo que lo mejor es aplazar el viaje a Miami
por una temporada.
Quinn le miró
con lágrimas en los ojos, muy emocionada, al tiempo que se arrojó a sus brazos,
abrazando a su marido con fuerza.
-¡Oh, Sam! ¿De
verdad que no te importa?
-¡Claro que
no! ¡Ahora mismo hago unas llamadas y pedimos que nos cambien los billetes de
fecha!
-¡Gracias,
Sam! ¡Muchas gracias!
Los recién
casados comenzaron a besarse apasionadamente, hasta que el sonido de un carraspeo
que les resultó familiar los interrumpió. Al otro lado de la puerta esperaba
Finn, que tenía una sonrisa de oreja a oreja a pesar de que su rostro reflejaba
cansancio.
-¡Hijo! ¿Cómo
está Rachel? ¿Y el bebé? ¡Dinos algo, por favor!- suplicó Carole, que se
mantenía en pie gracias a Burt, que la sostenía con firmeza.
-¡Tranquila,
mamá! ¡Todo ha salido bien! ¡Es un niño precioso!- exclamó el moreno,
sintiéndose orgulloso de su pequeño.
-¿Cómo es?
¿Tiene las mejillas sonrojadas? ¿Se parece a mi Rach o a ti?- preguntó Leroy,
que no podía contener la emoción, mientras se abrazaba a Hiram, que trataba de
contener la risa ante la actitud de su marido.
-Bueno, aún es
muy pequeño. El médico ha dicho que irá adquiriendo nuestros rasgos con el
tiempo- explicó Finn, muy sonriente- podéis pasar por parejas- Mamá, Leroy…
¿Por qué no sois vosotros los primeros?
-¡SÍ!-
gritaron los dos al mismo tiempo.
Poco a poco
fueron entrando todos en grupos de dos. Los padres de Rachel se emocionaron al
ver a su hija tan radiante y hermosa, con su pequeño en brazos profundamente
dormido. Carole le dio un abrazo a Rachel, muy emotivo, al tiempo que le hacía
todo tipo de preguntas sobre su estado y el del bebé. Si en algo estaban todos
de acuerdo, eran en la profunda conexión que había entre el pequeño y su madre.
Rachel estuvo pendiente de su bebé en todo momento y sólo podía sonreír cuando
movía una de sus pequeñas manitas o se revolvía en los brazos de sus abuelos.
Quinn y Kurt fueron los últimos en entrar y abrazaron a Rachel con fuerza
mientras Finn sostenía a su hijo con
cuidado para no despertarlo.
-¡Rach! ¡Por
fin! ¡Casi me da un infarto ahí fuera!- gritó Kurt, al borde de las lágrimas,
abrazando a su amiga.
-¡Sí! ¡No
sabes el susto que me has dado hoy en el coche!- apuntó Quinn, con una sonrisa
y besando la frente de su amiga.
-Lo sé,
Quinnie… perdóname.
La rubia negó
con la cabeza, sonriente, para después volver a abrazarla.
-¡No seas
boba! ¡No hay nada que perdonar! ¡Siempre que me necesites ahí estaré, Rach!-
respondió Quinn, con una sonrisa.
-¡Gracias,
Quinn! ¡Gracias a todos por estar aquí! Yo… no sé qué decir, soy tan feliz en
este momento que no tengo palabras para expresar lo que siento…
-¡Dios mío!
¡Rachel Berry se ha quedado sin palabras! ¡Que alguien traiga una cámara para
grabar este momento!- bromeó Kurt.
-¡No seas
tonto!- rió Rachel, mientras les tomaba a ambos de la mano- En serio, gracias
por todo lo que habéis hecho por mí estos años, sois los mejores amigos que
podría tener.
-¡Ahora
seremos los mejores tíos del mundo también!- exclamó Quinn.
-¡Sí! ¡Vuestro
hijo va a ser el más fashion desde la cuna!
Rachel sonrió
ante ese comentario mientras que Finn frunció el ceño, no muy convencido con
esa idea.
-¡Finn! ¿A qué
esperas? ¡Déjanos ver a esa preciosidad que tienes por hijo!
El moreno
sonrió al ver el brillo de emoción que había en los ojos de sus amigos, para
finalmente depositar al bebé en brazos de Kurt,
que hacía grandes esfuerzos para no echarse a llorar.
-Rachel… Finn…
es… hermoso- consiguió decir, muy emocionado.
-Sí, es
precioso, se parece mucho a ti, Finn. ¿Cómo lo vais a llamar?- preguntó la
rubia, con una amplia sonrisa.
-Finn y yo
hemos decidido llamarle Christopher, como su padre- le informó la morena,
mirando a su novio con complicidad.
-¡Christopher!
¡Me encanta, chicos! ¡Seguro que termina convirtiéndose en un cantante famoso
de Broadway o en un reconocido futbolista! – dijo Kurt, besando la cabecita del
bebé- ¡Oh! ¡Se está moviendo! ¡Mira, Quinn!- exclamó Kurt, observando como el
bebé se revolvía entre sus brazos, para después agarrarse a su camisa, a la
altura del pecho- ¡Qué gracioso, parece que busca algo!
Rachel y Quinn
no pudieron evitar reírse, al tiempo que los chicos las observaban con el ceño
fruncido, muy confusos.
-¿De qué os reís?-
preguntó Kurt.
-¿Pero… qué es
lo que pasa?- preguntó Finn, que miraba de un lado a otro, a su hijo y a las
chicas, buscando una respuesta.
-Kurt, creo
que el bebé no busca nada, tan sólo tiene hambre.
-¿Entonces por
qué no…?
Antes de que
Kurt pudiese continuar, el pequeño abrió sus ojos para después comenzar a
llorar desconsoladamente, revolviéndose cada vez más entre sus brazos.
-Llora…-
terminó de decir Kurt, con una mueca de disgusto- lo siento, Rach.
-No te
preocupes, es normal, déjamelo- le pidió la morena, que sonrió al tener a su
pequeño de nuevo entre sus brazos- Hola, cariño… ¿tienes hambre?
El pequeño se
calmó un poco, al reconocer a su madre, pero seguía llorando, aferrado con
fuerza al camisón de Rachel.
-Bueno, creo
que es mejor que os dejemos a solas- dijo Quinn, haciéndole un gesto a Kurt
para que la acompañase hasta la puerta- Nosotros nos marchamos ya, mañana
venimos, ¿de acuerdo?
-¡Vale!
¡Gracias por todo, chicos!- les agradeció Finn, al tiempo que sostenía a Chris
mientras Rachel se desabrochaba los botones de su camisón.
Una vez que
todo estuvo listo, Rachel cogió de nuevo a su bebé tal y cómo le habían
explicado las enfermeras y lo acercó hacia su pecho descubierto. El bebé se
calmó en cuanto comenzó a alimentarse, succionando la leche materna. Finn se
acercó más a ellos, contemplando la escena maravillado. Por más que intentase
recordar, Finn Hudson juraría que jamás en toda su vida había presenciado una
escena tan hermosa. El simple hecho de ver a Rachel comunicarse con su bebé
mientras le daba de comer, era una experiencia totalmente única y extraordinaria.
Rachel alzó la mirada, muy sonriente pero al ver a Finn tan ensimismado no pudo
evitar preocuparse un poco.
-Finn… ¿va
todo bien?- le preguntó la morena, con el ceño ligeramente fruncido.
¡Sí, sí!-
respondió él, sacudiendo la cabeza, sorprendido por su pregunta-¿Por qué lo
dices?
-No sé, es
que… parecías algo distraído y me preocupé…
-Rach, es que…
es tan hermoso ver todo esto… en serio, me siento el hombre más afortunado del
mundo porque tengo dos tesoros enormes y simplemente no puedo dejar de
contemplarlos.
Rachel le
sonrió, muy emocionada, para después hacerle un gesto con la cabeza para que se
situase junto a ella.
-Gracias,
Finn- le dijo ella, besándole con ternura- tú también me has dado el regalo más
hermoso e importante de toda mi vida.
Ambos se
sonrieron y cuando el pequeño terminó de comer y finalmente se durmió, la
pareja se dedicó a contemplar a su bebé en su cuna totalmente ensimismados
hasta que poco después ambos se quedaron profundamente dormidos por el
cansancio.
Dos semanas
más tarde, Rachel y Chris fueron dados de alta y pudieron por fin volver a casa
con Finn, que tenía algunas sorpresas preparadas. En cuanto llegaron a su casa
en Lima, Rachel bajó del coche con su hijo en brazos, deseosa de disfrutar de
su familia en su propio hogar. Finn empujó el carrito del bebé hasta el
ascensor mientras Rachel subía las escaleras a paso rápido, deseosa de
mostrarle a Chris su nueva habitación.
-¡Espera,
Rach!- le suplicó Finn, que la seguía como podía, cargado de bolsas.
-¿Qué ocurre?-
preguntó ella- ¿Algo va mal?
-¡No, no! Es
sólo que… estas semanas… he hecho algunos cambios en casa…
-¿Qu… qué?
-Señorita
Berry… le presento la habitación y el vestidor de Christopher Hudson Berry.
Dicho esto,
Finn abrió la puerta del cuarto del bebé mientras que Rachel no podía contener
las lágrimas ante la imagen tan hermosa que se presentaba ante sus ojos.
La morena
contempló estupefacta la habitación de su pequeño, que lucía completamente
diferente a como ella la vio por última vez.
-¿Y… esto?-
preguntó Rachel, girándose para mirar a su novio directamente a los ojos.
-Bueno… es
que… mientras estabas en el hospital caí en la cuenta de que la habitación que
teníamos preparada para el bebé era algo impersonal ya que apenas pude ponerme
a fondo a ella con todo lo del rodaje de la serie. Así que estas dos semanas
todos los chicos, nuestros padres y yo la hemos transformado. Mira, esa cuna es
la de Kurt, Burt se ha encargado de pintarla y barnizarla y mi mamá le ha
pegado las pegatinas a todos los muebles con animales y plantas porque sabe lo
mucho que te gustan esas cosas- le explicó él, con su sonrisa de medio lado- la
lámpara es de cuando Quinn era bebé, esa alfombra de ahí abajo es de Britanny,
las cortinas las ha elegido Kurt, las florecitas del suelo son de Mercedes, los
peluches de Santana y el armario…
-Es era mi
armario cuando era pequeña- logró decir Rachel, en un susurro.
-Sí…
Finn sonrió
pero comenzó a preocuparse a medida que pasaban los segundos y su novia seguía
inmóvil, sin decir ni una sola palabra, mientras una lágrima solitaria se
deslizaba por su hermoso rostro.
-Rach, si no
te gusta podemos volver a poner los muebles nuevos que habíamos comprado…
-¡NO!- exclamó
Rachel, asustando ligeramente a Chris, que segundos después volvió a quedarse
profundamente dormido- Quiero decir… que no quiero cambiar nada más en esta
habitación. Finn, todo esto es maravilloso, criaremos a nuestro hijo entre
recuerdos de nuestros amigos y de nuestra infancia- dijo la morena, con una
amplia sonrisa- ¡Me encanta! ¡Será como tener siempre con nosotros el recuerdo
del Glee Club!
-¿En serio te
gusta?
-¡Claro, tonto!
La otra habitación también era preciosa pero creo que ésta tiene un toque mucho
más especial que la hace perfecta para Chris. Muchas gracias por darme esto,
Finn. Te quiero.
Rachel se puso
de puntillas para besarle con dulzura, perdiéndose entre sus brazos que la
rodearon con cuidado de no despertar al bebé.
-Si quieres
podemos comprar más cosas para la habitación, mi madre y Kurt ya han elaborado
una lista con las cosas que faltan- dijo Finn, con una sonrisa divertida.
-Ya me los
imagino a esos dos- rió Rachel- Por cierto… ¿Qué has hecho con los muebles
nuevos?
-Bueno, están
en casa de mi madre. Burt y yo íbamos a devolverlos a la tienda la semana
pasada pero ella insistió en quedárselos para cuando le llevemos a Chris. Al
parecer se ha aficionado a reformar muebles.
-¡Eso es
genial, Finn! ¡Por fin parece que todo encaja!
-Sí y será
mejor que te vayas acostumbrando porque esto no ha hecho más que empezar-le
dijo Finn, guiñándole un ojo.
-¿De qué
hablas?
-He hecho
también algunos cambios en la habitación de invitados…
-¿Qué? ¡Pero…!
Finn la cogió
de la mano y la llevó hasta la habitación contigua, dónde habían cambiado todos
los muebles que había y en su lugar habían colocado una hermosa mecedora verde,
que acompañaba al vestidor y dejaba un amplio hueco en el que habían colocado
una alfombra.
-¿Por qué allí
no hay nada?- quiso saber Rachel, que se
sentó con cuidado en la mecedora y comenzó a balancearse, señalando una esquina
de la habitación que estaba vacía.
-Ese espacio
es para poner los juguetes que le compremos al peque.
-Pero…
-Recuerda que
Kurt Hummel es su tío, Rach. Pronto su habitación se quedará pequeña con tanta
ropa y juguetes, ya lo verás.
Rachel no pudo
evitar sonreír ante sus palabras para después volver a balancearse con su
pequeño mientras pensaba que era imposible ser más feliz. Finn se acercó a ella
con una sonrisa, para después abrir un cajón y sacar una pequeña manta verde.
-Finn… ¿Qué es
eso?
-Bueno, yo…
como habrás visto todos han puesto su granito de arena allí dentro y quería
enseñarte algo que realmente fue importante para mí cuando era pequeño: mi
mantita.
-Finn…
-Rach, sé que
no es mucho, pero esa manta era lo único que me calmaba cuando tenía ganas de
llorar y…
Finn no pudo
seguir hablando ya que Rachel se levantó de la mecedora y le dio un suave beso
mientras acariciaba su mejilla con una mano.
-Me encanta,
Finn. Hoy mismo se dormirá con ella- le aseguró la morena, con una amplia
sonrisa- No vuelvas a insinuar jamás que no es algo especial.
-Gracias,
Rach. Por ser tan maravillosa.
-Tú me ayudas
a ser mejor, no lo olvides. Te quiero, Finn Hudson.
-Yo también te
quiero, Rachel Berry.
Tres meses
después del nacimiento de Chris, Finn y Rachel terminaban de prepararse para
asistir al banquete especial que Quinn y Sam habían organizado por su boda.
Rachel se puso su vestido y con la ayuda de Finn terminó de abrochárselo.
Vestido de
Rachel:
-¡Gracias,
Finn! – le agradeció ella, dándole un beso suave.
-¡No es nada,
Rach! ¿Bajo ya las bolsas?- preguntó él, mientras se ajustaba la corbata
-¡Sí, por
favor! ¡Yo voy a cambiar a Chris y enseguida bajo!
Rachel fue a
la habitación dónde Chris dormía plácidamente en su cuna, agarrado a la mantita
que en otro tiempo fue de su padre y de la que nunca se separaba. Rachel sonrió
al comprobar lo mucho que había crecido su pequeño en tan poco tiempo y cómo
comenzaba a parecerse a Finn. Al nacer, Chris medía cincuenta centímetros y
pesaba tres kilos y medio. Ahora era un hermoso bebé de tres meses que se había
convertido en la alegría de la casa. El pequeño era una copia exacta de su
padre cuando era niño, tenía el pelo de un color castaño claro, que Rachel
sabía que con el tiempo tendería a oscurecerse. Su piel era pálida y suave,
como la de Finn y sus mejillas tenían un hermoso tono rosado. Los ojos eran una
copia exacta a los suyos, grandes y marrones, pero lo que a Rachel más le
gustaba de su hijo era su pequeña sonrisa de medio lado, idéntica a la de su
padre.
-Vamos a
despertar a esta preciosidad- dijo ella, acercándose a la cuna.
Rachel cogió a
Chris, lo despertó y se lo llevó al
cambiador, dónde le puso un hermoso traje que Kurt le había comprado. En cuanto
terminó de cambiar a su pequeño, Rachel bajó las escaleras hacia el vestíbulo,
dónde Finn esperaba con el carrito y todas las bolsas del bebé. En cuanto la
vio bajar, una enorme sonrisa cruzó todo su rostro, al tiempo que sus ojos
adquirieron un brillo especial al verla tan hermosa.
Traje de
Chris:
-Rach, estás
preciosa- le dijo, besando su frente y colocando después al bebé con cuidado en
su carrito.
-¿Ya has
instalado la sillita en el coche?- preguntó la morena, con una sonrisa.
-Sí, está todo
listo, ¿nos vamos?
-¡Sí, vámonos
o llegaremos tarde!
Los chicos se
marcharon hacia un restaurante en el centro de Lima, dónde Sam y Quinn habían
preparado una comida especial que reemplazaba su banquete de bodas que
finalmente no se celebró. Todos recibieron a la pareja con una sonrisa,
mientras se peleaban junto al carrito por ver al bebé, que dormía
tranquilamente. Rachel se acercó hacia Emily y le preguntó que tal iba su embarazo.
Emily sonrió y le dijo que todo iba bien, la castaña ahora vivía con Puck y
parecía que por fin las cosas empezaban a funcionar. Sin embargo, Emily llevaba
toda la mañana con fuertes contracciones y temía que le sucediese lo mismo que
a Rachel. Puck observó a su novia y al instante supo que algo ocurría.
-¡Hola,
chicas! ¿Rach, te importa si te la robo un momento?
-¡No, para
nada! ¡Nosotros vamos entrando! ¡Os veo dentro, chicos!
Dicho esto,
Rachel fue junto a Finn y juntos empujaron el carrito hasta la entrada,
seguidos del resto del Glee Club, que no podían dejar de comentar lo hermoso
que era el bebé finchel.
-¿Em, te
ocurre algo? ¿Es el bebé?
-Tranquilo,
Puck, creo que aguantaré…
-Pero… podemos
ir a un hospital ahora mismo y salimos de dudas, Em.
-¡No! ¡No
podemos hacerle eso a Quinn y a Sam! ¡Además, parece que tu princesita comienza
a relajarse un poco ahora!- dijo, al sentir cómo las contracciones paraban.
-De acuerdo,
te creo. ¡Pero si sientes en algún momento que nuestra princesita va a nacer,
no dudes en decírmelo!
-De acuerdo,
te avisaré- dijo ella, con una sonrisa.
-¡Prométemelo!-
le pidió él, acariciando su vientre.
-Tienes mi
palabra, Noah Puckerman. ¿Entramos?
-¡Sí, vamos!
La pareja
entró al restaurante, dónde todos ya habían ocupado sus respectivos lugares en
las mesas. La comida transcurrió con normalidad, entre risas y atenciones de
las parejas. Rachel y Finn estuvieron toda la comida pendientes del bebé al
mismo tiempo que se dedicaban mimos y caricias siempre que tenían ocasión. Por
su parte, Emily se revolvía incómoda en su asiento pero sonreía cuando la
mirada de Puck y la suya se cruzaban mientras que en la mesa principal Sam y
Quinn charlaban animadamente.
-¡Parece que
ha venido todo el mundo!- comentó Quinn, muy sonriente, al ver a todo el Glee
Club charlando y riendo en su mesa.
-¡Sí, es
genial! ¿Preparada para el discurso?- le preguntó su marido, alzando una ceja.
-Más que
nunca- dijo Quinn, para después golpear suavemente su copa con una cuchara-
Perdonad… ¿Podéis prestarme un minuto de atención, por favor?- cuando todo
estuvo en silencio, la rubia continuó- bueno, ante todo quería daros las
gracias a todos por venir. Tanto Sam como yo sabemos que la boda fue una
auténtica locura, pero gracias a ello nuestra familia hoy es un poquito más
grande- dijo, sonriendo a Finn y a Rachel, que no podían dejar de mirar a su
bebé, que ya se había despertado y jugaba con su mantita- Desde que era una
niña siempre soñé con tener una familia y ahora que lo he conseguido no puedo
ser más feliz. Como todos sabéis, tengo una niña preciosa y puede que en un
futuro vengan más niños que aumenten esa felicidad. Quiero daros las gracias
porque sin vosotros no sería quien soy ahora y porque no podría imaginar mi
vida siendo más feliz. Por todo ello, quiero invitar a mis compañeros del Glee
Club al escenario para que nos ayuden a Sam y a mí con la canción. ¡Vamos,
chicos!
Todos
sonrieron y se reunieron con Sam y Quinn a excepción de Rachel, que se quedó
junto a Chris y Emily, que prefirió no hacer movimientos bruscos. Cuando todo
el mundo estaba en el escenario. Sam y Quinn ocuparon sus posiciones al tiempo
que el tema (I´ve had) The time of my
life comenzaba a sonar.
Rachel observó
sonriente el baile de los chicos y se enterneció al comprobar la enorme
complicidad que había entre Sam y Quinn y el amor que sus miradas expresaban.
Rachel sostenía al pequeño Chris en brazos, que observaba la escena con los
ojos muy abiertos y abrazado a su mamá al tiempo que Emily tenía entre sus
brazos a Maddy, la hija de Mercedes y Jade, que ya tenía casi dos años de edad
y aplaudía entusiasmada. Cuando la actuación terminó, Finn corrió a reunirse
con su familia, saludando a Rachel con un dulce beso al tiempo que cogía a su
hijo entre sus brazos y besaba sus sonrosadas mejillas. Desde la mesa contigua,
Lau observaba la escena ensimismada. La morena no pudo evitar sonreír al ver la
felicidad tan grande que expresaba el rostro de su amigo. La joven se
encontraba tan perdida en sus pensamientos que no advirtió cuando alguien se
puso a su lado en silencio y llamó su atención tocando su hombro con suavidad.
-¿Lo estás
pasando bien? Te noto algo distraída…
-¡Oh! ¡Qué
susto me has dado!- respondió ella,
llevándose una mano al pecho.
-Bueno… no
creo que sea tan feo…
-No, claro que
no… yo…
-Es una broma,
Laura. No te preocupes. Bueno, sigues sin contestar a mi pregunta: ¿Qué tal lo
estás pasando?
-Pues bien,
como todo el mundo. ¿Qué clase de pregunta es esa, Jesse St. James?
-Bueno, es que
tu rostro me indica lo contrario. Solamente te he visto sonreír ahora que has
mirado a Finn y a Rachel.
-Bueno… no sé…
yo soy así…
-No lo creo-
dijo el castaño, mirándola fijamente a los ojos.
-Jesse… yo… lo
siento, pero creo que no soy tu tipo- dijo ella, en un suspiro.
-¿Sabes una
cosa? Yo no pienso igual que tú- respondió él, muy seguro de sus palabras.
-¡Pero…!
-Algún día ese
cascarón que te sirve de escudo caerá y entonces podré conocer a la verdadera
Lau.
-Yo no tengo
ningún caparazón…
-Ni yo tengo
prisa. La paciencia es una de mis virtudes. Si algo he aprendido estos años es
a reconocer un diamante cuando lo tengo tan cerca. Lo que pasó entre nosotros,
esa conexión, es real y no pienso descansar hasta averiguarlo.
-Pe… pero…
¿Averiguar qué?
-Lo que hay
entre nosotros, princesa.
Última edición por Lau_finchelforever el Sáb Mayo 21, 2011 1:55 pm, editado 1 vez
Lau_finchelforever**** - Mensajes : 172
Fecha de inscripción : 23/12/2010
Edad : 34
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
Segunda parte:
Dicho esto, el
castaño volvió a su sitio, dejando a la chica con la boca abierta sin saber qué
contestar. La joven bajó la cabeza en silencio, fijando la vista en sus manos,
que no dejaban de jugar con la tela de su vestido, al tiempo que una lágrima
solitaria se deslizaba por su mejilla.
-Si tan sólo
supieras porqué nunca podrá ser… pero es algo que debo soportar yo sola… nadie
debe saberlo jamás… jamás…
La comida
terminó una hora después cuando los novios se despidieron, para dirigirse a
Miami a disfrutar de su ansiada luna de miel. Por otra parte, el resto del Glee
Club, Jesse y Laura se dirigieron a casa de Finn y Rachel a continuar con la
celebración. Los chicos se acomodaron en el salón, al tiempo que comenzaban a
charlar animadamente entre ellos. Emily se mantuvo en segundo plano, apoyada en
el hombro de Puck, que no la dejaba sola en ningún momento y que presentía que
algo no iba bien. En cuanto Kurt se fijó en la batería que Finn había instalado
en el salón, le pidió que por favor tocase algo para el grupo. Finn sonrió y
dijo que lo haría encantado pero que su novia tendría que acompañarle. Rachel
dejó a su pequeño en brazos de Kurt y cogió la mano que Finn le tendía. El
moreno le susurró algo al oído y ella asintió al instante, yendo hacia el
equipo de música y poniendo el estéreo del que comenzó a sonar la melodía de Don´t go breaking my heart.
Los chicos
terminaron su actuación con las manos entrelazadas, tal como lo hicieron años
atrás, cuando pensaban presentar ese tema para el concurso de duetos. Todos los
presentes comenzaron a aplaudir entusiasmados mientras Chris reía y agitaba sus
manitas, muy alegre. En ese momento, Emily sintió una contracción muy fuerte,
que hizo que no pudiera contenerse más y apretara el brazo de Puck con fuerza.
-¡Puck! ¡Ya
viene!
-¡¿QU… QUÉ?!
¿Por qué no lo has dicho antes?- preguntó él, alarmado.
-¡Por favor,
haz algo! ¡Me duele mucho!
-¡CHICOS,
EMILY SE HA PUESTO DE PARTO!
-¿QUÉ?-
gritaron todos a coro menos Lau, que se acercó a la morena con rapidez.
Los chicos
comenzaron a movilizarse al tiempo que Jesse observó con curiosidad como Lau le
pedía a la castaña que cogiese y soltase el aire lentamente, controlando así el
dolor de las contracciones. Cuando el ruido que había en la casa se hizo
insoportable, la morena se giró, con el rostro muy tenso.
-¡CALLAOS
TODOS DE UNA VEZ! ¡EMILY VA A SER MAMÁ Y LO QUE MENOS DESEA ES OÍR VUESTROS
GRITOS!
Todo el mundo
se tranquilizó un poco, al tiempo que Puck se puso al lado de Lau, sin saber
qué hacer.
-Ya hemos
llamado a una ambulancia… ¿Qué más puedo hacer?
-No hay
tiempo… hay que colocarla sobre la alfombra…
-¿Sobre… la
alfombra…?
-Sí, ¿algún
problema con las alfombras?
-No… es sólo
que… en fin… la concebimos en una alfombra…
-¡Noah!- le
regañó Emily, entre resoplidos.
-¡Un momento!
¡Te acostaste con mi prima en la alfombra de mi propia casa!- le espetó Finn,
incrédulo.
-Finn, ahora
eso no es lo importante. ¡Chicos, tenemos que ayudar!- dijo Rachel, sonriendo a
Lau.
-¡Por favor,
hay que llevarla a la alfombra!- pidió Laura.
Todos le
hicieron caso y empezaron a trabajar en equipo, colocando a Emily sobre la
alfombra y poniendo varios cojines debajo de su cabeza y en la zona lumbar.
-Muy bien…
veamos cómo está esto… ¡Ya casi ha dilatado por completo! ¡No sé si podremos
esperar a la ambulancia!
-Un momento…
¿tú cómo sabes tanto de partos?- preguntó Kurt, incrédulo.
-Pues… resulta
que a una amiga mía le pasó esto y tuve que asistirla- respondió la morena, muy
nerviosa- ¿Pre… preparada, Em?
-Sí… confío en
ti- dijo la castaña, con una sonrisa débil.
-Gracias,
Emily. ¡Muy bien! ¡Puck, tú agarra a tu novia de la mano lo más fuerte que
puedas y no te muevas de ahí! ¡Rachel, voy a necesitar algunos paños húmedos
para secar su frente y otra para conservar el calor del bebé.
-¡Ya mismo voy
a por ellas!- dijo la morena, dejando a su hijo en brazos de su padre.
-¿Quieres que
hagamos algo nosotros?- se ofreció Blaine, con una sonrisa amable.
-Sí, chicos.
Necesito que busquéis algo con lo que pueda cortar después el cordón umbilical.
El grito de
dolor de Emily atrajo la atención de la morena, que se arrodilló frente a Emily
y abrió un poco más sus piernas.
-¡Por favor,
unos guantes!
Kurt le trajo
corriendo un par de ellos y Lau pudo comenzar.
-¡De acuerdo,
Em! ¡Tienes que respirar suavemente como te he dicho! ¡Inspirar, expirar! ¡A
medida que vayan viniendo las contracciones tendrás que empujar cuando yo te
vaya diciendo! ¿De acuerdo?
Emily asintió
en silencio, aferrándose con fuerza a la mano de Puck, que estaba pálido de
preocupación.
Las horas iban
pasando a medida que Emily iba empujando. La castaña repitió una y otra vez la
operación, mientras que Lau comenzaba a ver la pequeña cabecita del bebé, que
ya comenzaba a asomarse. Después de más de tres horas de parto, el llanto de un
bebé inundó la habitación y Lau envolvió a la pequeña en una toalla.
-Es… una
niña…- dijo, en un susurro, con lágrimas en los ojos.
-¡Es preciosa,
Em! ¡Es una princesita judía hermosa!- Lloró su padre, abrazado a la castaña,
que estaba pálida debido al esfuerzo.
-¡Las tijeras!
¡Hay que cortar el cordón!
Blaine le tendió
las tijeras y todos contemplaron estupefactos cómo Lau hacía un nudo al cordón
para después cortarlo, con bastante precisión. Después volvió a envolver a la
niña en la toalla y la depositó en los brazos de su madre, sin decir una sola
palabra.
-Aquí tienes a
tu pequeña… enhorabuena, Em…
La morena
abandonó la sala en silencio y se dirigió hacia la cocina mientras todos
rodearon a Emily para contemplar a su pequeña. Sólo Jesse siguió sus pasos y
pudo ver cómo la morena cubría su rostro con las manos, al tiempo que rompía a
llorar desconsoladamente.
-Ey… ¿estás
bien?
-¡Oh, sí! ¡No
te preocupes! ¡Es que ha sido muy emocionante todo! ¡Disculpa si te asusté!
-No, estoy
bien, tranquila. ¿Seguro que es por eso?
-Sí, sí. ¿Van
a llevar a Emily a un hospital?
-Pues… eso
creo…
-Entonces
vamos a acompañarles…
-Como quieras…
Jesse observó
como la morena se marchaba precipitadamente, pensando que lo que había
presenciado aquella noche no era provocado por la emoción, sino por algo más
grande, mucho más grande.
Unas horas
después, Emily ya descansaba en el hospital junto a su pequeña. Cuando Puck le
preguntó cómo quería llamarla Emily no lo pensó dos veces: su hija se llamaría
Irina. El moreno asintió complacido y le preguntó el porqué de ese nombre.
Emily le contó algo que pocos sabían: ella realmente sólo era hija biológica de
su padre. Su madre murió al nacer ella e Irina, la hermana de Carole y
posterior esposa de su padre, fue quien se encargo de criarla como a una
verdadera hija. Emily siempre la había considerado su verdadera madre y cuando
era niña le prometió que si tenía una hija la llamaría como ella. Puck sonrió
ante la ternura de su novia para después besarla dulcemente en los labios, al
tiempo que juntos observaban a su pequeña, que dormía plácidamente en su cuna.
Un mes
después, en un apartamento de Los Ángeles, Isabella contemplaba nerviosa su
teléfono esperando ansiosa una llamada. Al primer toque del teléfono, la morena
contestó.
-¡Vaya!
¡Menuda rapidez!
-¡No me gusta
esperar cuando se trata de buenos negocios!- contestó ella, con un tono gélido
como el hielo.
-Muy bien, me
dijiste que tenías un plan para que Rachel volviera a mi lado. Lo he pensado
mucho y he decidido que voy a escuchar tu propuesta.
-Por lo que
veo eres un chico listo, Thom. El plan es sencillo: esos dos se quieren
demasiado como para separarse por sí mismos. Será necesario intervenir o nunca
conseguiremos nuestros propósitos.
-Muy bien…
¿Qué quieres que haga?
-Bueno… es
simple, si quieres a Rachel Berry, tendrás que llevártela contigo.
-¿Cómo… hablas
de secuestrarla?
-Mmm… algo
así… de momento le dejaremos pequeños regalitos para que se asuste un poco y la
desconfianza deteriore su perfecta historia cuento de hadas con Finn…
-Eres tan
retorcida como yo… me encanta.
-Cuando algo
me interesa hago lo que haga falta para conseguirlo. Finn Hudson será mío,
aunque tenga que matar si hace falta para lograrlo.
-Eso me gusta…
La pregunta es… ¿Cuándo empezamos?
-No te
preocupes por eso, tengo la ocasión perfecta…
Al día
siguiente, Rachel ya esperaba en su apartamento en Nueva York la llegada de
Jesse. Los ensayos del musical ya llevaban una semana y todo parecía ir
estupendamente. Por otro lado, las grabaciones de Finn se habían vuelto a
trasladar a Nueva York, así que la pareja tenía también más tiempo para verse.
Ese mismo día Finn iría a verla al ensayo y Rachel no pudo evitar ponerse más y
más nerviosa a medida que pasaban los minutos y Jesse no aparecía. Cuando por
fin sonó el timbre, Rachel empujó el carrito de Chris hacia la puerta, dónde ya
esperaba Jesse con una sonrisa.
-¡Hola,
Barbra! ¿Preparada para deslumbrarlos a todos?
-¡No seas
tonto! ¡Mejor vámonos ya o Finn se pondrá nervioso!
Los chicos
bajaron el cochecito con cuidado hasta el taxi, que los llevó hasta las puertas
del estudio dónde se grababa ahora la serie de Finn. Rachel se dirigió con el
carrito del pequeño hacia el camerino de su novio mientras que Jesse se perdió
por los pasillos, deseando volver a encontrarse con aquella chica tan
misteriosa que le había cautivado por completo. Por más que se repetía que no
debía sentir nada por ella, algo en lo más profundo de su corazón le impulsaba
a seguir a su lado. Jesse no sabía porqué, pero era evidente que aquella chica
había sufrido mucho en el pasado y el estaba dispuesto a averiguar porqué.
Cuando iba a darse la vuelta para buscar a los chicos, el sonido de una melodía
que le resultó familiar inundó sus oídos, al tiempo que se aproximó hacia la
sala de baile de la que provenía la música.
Jesse observó
maravillado la danza de la joven, que se movía con precisión al ritmo de la
música. Laura cerró los ojos, sintiendo cada nota al tiempo que sus pies se
deslizaban solos por la pista con arabesques*, attitudes*, assemblés* y otros
pasos. La morena dejó que la música la invadiese por completo, hasta tal punto
que no fue consciente de la entrada de Jesse a la pista. El castaño se unió a
ella en sus pasos, hasta que la morena volvió a la realidad, algo asustada y
perdiendo el equilibrio.
*Pasos de ballet
-¡Ey!
¡Cuidado!
-¿Qué haces tú
aquí?- preguntó ella, recomponiendo su moño y quitándose sus zapatillas de baile.
-Bueno, es
que… te vi bailar y me encantó… no pude resistirme a acompañarte… Tchaikovsky,
buena elección… es de mis favoritos- dijo él, con una sonrisa- No sabía que te
gustase tanto el ballet clásico.
-Bueno… doy
clases desde que era niña… el baile me ayuda a olvidar…
-¿Olvidar? ¿El
qué?
-¡Nada! ¿Por
qué no mejor me cuentas qué es lo que estás haciendo aquí?
-Pues… pasaba
por aquí con Rachel para recoger a Finn y la música me trajo hasta ti… ¿Cómo estás? Hace más de un mes que no sé nada
de ti.
-Bueno, es que
así debe de ser… ni siquiera somos amigos.
-¡Te
equivocas! ¡Para mí sí lo eres! ¡Una amiga muy especial!
-¡Ya basta,
Jesse! ¡Te he dicho que no soy de esa clase de chicas! ¡Pierdes tu tiempo
conmigo!
Jesse la miró
fijamente para finalmente sonreír de nuevo.
-No me rendiré
tan fácilmente, tengo todo el tiempo del mundo.
-Pero…
En ese
momento, Rachel y Finn se asomaron a la pista.
-¡Jesse!
¡Llevamos diez minutos buscándote! ¿Dónde estabas?
-Tan sólo he
venido a saludar a Lau. No sabía que era tan buena bailarina.
-Eh… yo…
-¡Tenemos que
irnos ya al ensayo! ¡Lau, puedes venir si quieres!- le invitó la morena, con
una sonrisa.
-No, yo… tengo
que ensayar todavía muchas cosas para mañana…
-Como quieras…
¿Nos vamos ya?
-Sí, vamos…
Jesse se puso
de nuevo su calzado y acompañó a los chicos hasta el ascensor, mirando de vez
en cuando hacia atrás, hasta que perdió a Lau de vista.
Una vez que
llegaron al teatro, Nick Clarkson, su director, les saludó de forma afectuosa e
invitó a Finn a tomar asiento. El moreno se situó en primera fila con su bebé
de cuatro meses en brazos, que parecía encantado de estar allí y que reía antes
las muecas que le hacía su padre. Cuando Rachel y Jesse estuvieron preparados,
Nick los llamó y le pidió a Rachel que cantase uno de los solos que
interpretaría.
-Recuerde,
Berry… la chica de esta canción acaba de descubrir que está embarazada y esta
canción es un mensaje de esperanza- le indicó el director, al tiempo que la
morena asentía- ¡La canción tiene que ser optimista pero debe emocionar al
mismo tiempo! ¿Podrás hacerlo?
-Lo intentaré,
Nick.
-¡Estupendo!
¡Cuando quieras empezamos!
Dicho esto,
Rachel se situó en el centro del escenario mirando a sus dos chicos al tiempo
que las primeras notas de Whispering comenzaban
a sonar.
Cuando la
canción terminó, todos los presentes aplaudieron entusiasmados al tiempo que
Rachel observó como una lágrima de emoción se deslizaba por la mejilla de Finn,
que le sonreía muy orgulloso junto a su pequeño, que aplaudía con fuerza.
Tras dos
intensas horas de ensayos, Rachel se dirigió hacia su camerino, dónde encontró
un hermoso ramo de rosas con una tarjeta al lado. La morena sonrió al ver el detalle
tan hermoso de su novio hasta que abrió el sobre y descubrió el mensaje que
había en su interior.
No podrás huir de mí eternamente. Tarde o
temprano volverás a mí.
Rachel secó las lágrimas que amenazaban con salir de
sus ojos al tiempo que rompía la nota en mil pedazos. Cuando se reencontró con
Finn le abrazó con fuerza, sin contarle nada de lo que había sucedido hacía tan
sólo un instante.
Así fueron
pasando los meses, al tiempo que las amenazas se convirtieron en una constante
en la vida de Rach. Ahora no sólo recibía ramos de rosas con notas sino que
comenzó también a recibir llamadas anónimas que le advertían del peligro que
corría su familia si no se alejaba de ellos pronto. A medida que las amenazas
crecían, Rachel se alejaba cada vez más de Finn, que sabía que algo le ocurría
a su novia pero no conseguía averiguar qué era. Los meses fueron pasando y
finalmente llegó el último día de la representación de Spring Awakening. Rachel
se esforzó como nunca y Jesse y ella consiguieron la ovación de todo el
público, que aplaudía entusiasmado. Sin embargo, cuando Rachel cerró la puerta
del camerino, el sonido de su móvil borró la sonrisa de su cara.
-¿Qui… quién
eres? ¡¿Qué demonios quieres de mí?!
-Hola, Rachel…
-Thom… ¿por
qué me haces esto? ¿Qué es lo que quieres?
-Es muy
simple… tan sólo te quiero a ti… deja a tu familia y vuelve conmigo y prometo
que nadie saldrá lastimado.
-¡No pienso
hacer eso! ¡Amo a Finn y a nuestro hijo!
-¡Me temo que
tendrás que cambiar de opinión o ambos morirán! Casualmente ahora me encuentro
aquí fuera… bonito coche el de tu novio… negro… lleva un esmoquin negro y te
espera afuera con un ramo de rosas mientras ese mocoso tiene un trajecito rojo
con dibujos…
-No… mientes…
-Aquí tengo un
detonador… he puesto un explosivo en el coche y accionaré este chisme si no
haces lo que te pido…
-No… por
favor- le rogó Rachel, mirando por la ventana y comprobando que todas sus
palabras eran ciertas- haré lo que me pidas, lo que sea…
-Muy bien,
quiero que le escribas una carta a tu querido Finn diciéndole que los abandonas
a él y a ese mocoso para ir en busca de tus sueños. Finn debe creer que no le
amas o le mataré.
-Pero… mi hijo
cumple años en una semana… por favor…
-Muy bien,
tienes una semana, pero al día siguiente serás mía…
-De… de
acuerdo…
-Nos vemos en
ocho días…
En cuanto se
cortó la comunicación, Rachel se derrumbó lentamente hasta caer al suelo, al
tiempo que lloraba desconsoladamente. ¿Cómo iba a escribir esa carta sin destrozar
a Finn? Miles de recuerdos se agolparon en su memoria, el primer beso, la
primera vez, el nacimiento de su hijo.
No sólo perdería para siempre el amor de Finn sino que nunca volvería a ver a
su pequeño. Nunca sabría cuál fue su primera palabra ni cual sería su comida
favorita. Su hijo en unos meses la olvidaría y antes o después ella se
convertiría en un recuerdo borroso para todos los que amaba. Esa noche Rachel
se revolvió inquieta entre las sábanas, hasta que finalmente optó por
levantarse, para no molestar a Finn. Rachel se dirigió hacia la habitación de
su bebé para después sentarse en una de las sillas que había ahí mientras lo
contemplaba con lágrimas en los ojos. El pequeño dormía plácidamente, ajeno a
todo el dolor y el sufrimiento que le suponía a Rachel alejarse de su hijo. La
morena se inclinó acariciando su mano con dulzura, al tiempo que le decía
dulces palabras. En ese momento Finn entró a la habitación y se tranquilizó al
ver a la morena en la habitación, junto a su pequeño. El moreno se aproximó
hacia ellos, poniendo una mano sobre el hombro de Rachel, que se sobresaltó al
instante.
-¡Finn! ¡¿Qué
haces aquí?!
-Bueno… es que
me he despertado y cómo no estabas…
-Oh, tan sólo
es un día de insomnio, no te preocupes.
-Rach, no me
mientas, sé que algo está pasando y quiero que sepas que puedes confiar en mí
y…
¡No me pasa
nada, Finn!- dijo Rachel, en un tono más elevado de lo normal y abandonando la
habitación a toda prisa.
-¡¿Lo ves?!
¡No haces más que huir de mí la mayor
parte del tiempo y cuando me acerco a besarte y acariciarte me rechazas como si
tuviera la peste!
-¡No seas
exagerado, Finn! ¡Tan sólo estoy agobiada porque el cumple de Chris es en una
semana y quiero que todo quede perfecto!
-¿Seguro que
es sólo eso?
-¡Sí, Finn!
¡Ya basta de interrogatorios!¡Mejor me voy a dormir!
La morena fue
corriendo hacia su habitación, metiéndose en su lado de la cama y dándole la
espalda al moreno cuando la acompañó.
-Perdona,
Rach… no quiero presionarte… es sólo que… te quiero tanto que tengo miedo de
perderte…
Rachel dejó
que rodease su cintura, sintiendo como su respiración se normalizaba hasta
quedarse profundamente dormido, mientras las lágrimas caían descontroladamente
por todo su rostro.
Una semana
después, llegó el cumpleaños de Chris y toda la casa estaba a rebosar de
regalos y comida para la celebración. Todo el mundo iba de un lado para otro,
charlando y riendo mientras Rach permanecía en su habitación, sentada sobre su cama,
frente a un par de hojas de papel y un bolígrafo. La morena comenzó a escribir
la que sin duda sería la carta más difícil que escribiría en toda su vida.
Una vez que
terminó de escribirla, metió el folio en un sobre y lo guardó en su mesita de
noche al tiempo que Emily la llamaba para que bajase.
-¡Rach, ya está
todo listo!
-¡Ya mismo voy!-
logró contestar la morena, que sabía que hoy debía realizar su mejor
interpretación o todo podría terminar en una pesadilla.
La morena bajó
las escaleras a toda prisa, saludando a todos los presentes al tiempo que Finn
la miraba desde la distancia con su hijo en brazos. El pequeño ya comenzaba a
dar sus primeros pasos y Rachel no parecía feliz, algo había cambiado en ella
desde que los ensayos del musical comenzaron. En un principio Finn creyó que
era la presión por trabajar con Jesse, sabiendo que a él no le hacía ninguna
gracia pero el musical ya había terminado y Rachel seguía con ese profundo vacío
en la mirada, por mucho que ella tratara de esconderlo con una sonrisa de mentira,
él sabía que algo ocurría y esta noche estaba decidido a arreglarlo y a
demostrarle a Rachel que podía contar con él y que siempre estarían ahí el uno
para el otro.
La cena
transcurrió con normalidad, Chris recibió montones de regalos, al tiempo que el
pequeño no se separaba de su prima Irina, que ya era una hermosa princesita de
nueve meses, que brillaba con su hermoso vestido vaquero y un lacito rojo que
recogía su cabello. Cuando llegó el momento de soplar las velas, Rachel fue
hacia su hijo y lo cogió entre sus brazos, acercándole a la enorme tarta que Kurt
había encargado a la mejor pastelería de Lima. El niño sopló con la ayuda de su
prima y todos aplaudieron, al tiempo que Rachel le daba un enorme abrazo, que
sabía que sería el último, mientras una lágrima se deslizó por su rostro.
Cuando la
celebración terminó, Rachel y Finn acostaron al bebé y se fueron a su habitación.
-Rachel… ¿po…
podemos hablar un minuto?
-Eh… sí… ¿te
apetece brindar antes?
-Bueno… como
quieras…
Rachel bajó
las escaleras a toda prisa hacia el mueble bar, dónde sacó dos copas de vino. Con
cuidado vertió en una de ellas un somnífero que había comprado aquella mañana
en la farmacia mientras sentía que las piernas le temblaban. La morena sabía
que estaba haciendo algo horrible, pero no sería capaz de marcharse si Finn se
interponía en su camino para impedírselo. Cuando Rachel volvió a su cuarto,
Finn ya la esperaba entre las sábanas.
-Has tardado
mucho… ¿Va todo bien?
-Sí…
¡Brindemos!
-De acuerdo-
dijo él, con su media sonrisa- ¿Por qué quieres brindar?
-Por nuestro
pequeño… Prométeme que siempre cuidarás de él…- le dijo ella, mirándolo con
intensidad a los ojos.
-Claro… pero…
mejor di que lo cuidaremos…
-Sí, claro que
sí… bueno… ¡Salud!
Rachel observó
como Finn se bebía todo el contenido de la copa intoxicada y a los minutos
comenzó a encontrarse mal, para finalmente caer desplomado sobre la cama. Rachel
se acercó a él y se tranquilizó al comprobar que tenía pulso. Con cuidado abrió
el cajón y sacó un sobre con el rótulo PARA
FINN inscrito en la portada. Rachel se asomó por la ventana, dónde
ya la esperaba un taxi con las ventanas tintadas que le resultó muy familiar. La
morena cogió su pequeña maleta de debajo de su cama y abandonó la habitación,
tras darle a Finn un dulce beso en los labios.
-Te quiero,
Finn. No importa lo que haya escrito o lo que te digan de mí. Siempre te querré.
Dicho esto, la
morena bajó las escaleras y se dirigió hacia el cuarto de su bebé. Con sigilo
entró en la habitación, dónde su hijo dormía tranquilamente. Rachel besó su
manita para después acariciar su cabeza con suavidad, para no despertarle.
-Mi bebé… tú
eres lo mejor que me ha pasado… tu mamá siempre te querrá…
El sonido de
su móvil la devolvió a la realidad, al tiempo que abandonaba el que se había
convertido en su hogar y entraba al vehículo, algo desgastado y antiguo.
-Hola,
princesa. ¡Ya pensé que no venías! ¿Preparada para visitar tu nuevo hogar?
Rachel prefirió no contestar, al tiempo que Thom arrancaba el coche, que fue alejándose del lugar mientras la morena mantenía la vista atrás, entre lágrimas, despidiéndose en silencio de todo lo que amaba, hasta que finalmente el sueño la venció y todo su mundo se oscureció de repente.
¿Qué pasará con Rach? ¿Logrará Finn rescatarla? ¿Qué pone en la carta de Rachel? ¿Qué esconde Lau? ¿Cómo reaccionarán todos ante la partida de Rachel? ¡Todo esto en el siguiente capítulo!
Dicho esto, el
castaño volvió a su sitio, dejando a la chica con la boca abierta sin saber qué
contestar. La joven bajó la cabeza en silencio, fijando la vista en sus manos,
que no dejaban de jugar con la tela de su vestido, al tiempo que una lágrima
solitaria se deslizaba por su mejilla.
-Si tan sólo
supieras porqué nunca podrá ser… pero es algo que debo soportar yo sola… nadie
debe saberlo jamás… jamás…
La comida
terminó una hora después cuando los novios se despidieron, para dirigirse a
Miami a disfrutar de su ansiada luna de miel. Por otra parte, el resto del Glee
Club, Jesse y Laura se dirigieron a casa de Finn y Rachel a continuar con la
celebración. Los chicos se acomodaron en el salón, al tiempo que comenzaban a
charlar animadamente entre ellos. Emily se mantuvo en segundo plano, apoyada en
el hombro de Puck, que no la dejaba sola en ningún momento y que presentía que
algo no iba bien. En cuanto Kurt se fijó en la batería que Finn había instalado
en el salón, le pidió que por favor tocase algo para el grupo. Finn sonrió y
dijo que lo haría encantado pero que su novia tendría que acompañarle. Rachel
dejó a su pequeño en brazos de Kurt y cogió la mano que Finn le tendía. El
moreno le susurró algo al oído y ella asintió al instante, yendo hacia el
equipo de música y poniendo el estéreo del que comenzó a sonar la melodía de Don´t go breaking my heart.
Los chicos
terminaron su actuación con las manos entrelazadas, tal como lo hicieron años
atrás, cuando pensaban presentar ese tema para el concurso de duetos. Todos los
presentes comenzaron a aplaudir entusiasmados mientras Chris reía y agitaba sus
manitas, muy alegre. En ese momento, Emily sintió una contracción muy fuerte,
que hizo que no pudiera contenerse más y apretara el brazo de Puck con fuerza.
-¡Puck! ¡Ya
viene!
-¡¿QU… QUÉ?!
¿Por qué no lo has dicho antes?- preguntó él, alarmado.
-¡Por favor,
haz algo! ¡Me duele mucho!
-¡CHICOS,
EMILY SE HA PUESTO DE PARTO!
-¿QUÉ?-
gritaron todos a coro menos Lau, que se acercó a la morena con rapidez.
Los chicos
comenzaron a movilizarse al tiempo que Jesse observó con curiosidad como Lau le
pedía a la castaña que cogiese y soltase el aire lentamente, controlando así el
dolor de las contracciones. Cuando el ruido que había en la casa se hizo
insoportable, la morena se giró, con el rostro muy tenso.
-¡CALLAOS
TODOS DE UNA VEZ! ¡EMILY VA A SER MAMÁ Y LO QUE MENOS DESEA ES OÍR VUESTROS
GRITOS!
Todo el mundo
se tranquilizó un poco, al tiempo que Puck se puso al lado de Lau, sin saber
qué hacer.
-Ya hemos
llamado a una ambulancia… ¿Qué más puedo hacer?
-No hay
tiempo… hay que colocarla sobre la alfombra…
-¿Sobre… la
alfombra…?
-Sí, ¿algún
problema con las alfombras?
-No… es sólo
que… en fin… la concebimos en una alfombra…
-¡Noah!- le
regañó Emily, entre resoplidos.
-¡Un momento!
¡Te acostaste con mi prima en la alfombra de mi propia casa!- le espetó Finn,
incrédulo.
-Finn, ahora
eso no es lo importante. ¡Chicos, tenemos que ayudar!- dijo Rachel, sonriendo a
Lau.
-¡Por favor,
hay que llevarla a la alfombra!- pidió Laura.
Todos le
hicieron caso y empezaron a trabajar en equipo, colocando a Emily sobre la
alfombra y poniendo varios cojines debajo de su cabeza y en la zona lumbar.
-Muy bien…
veamos cómo está esto… ¡Ya casi ha dilatado por completo! ¡No sé si podremos
esperar a la ambulancia!
-Un momento…
¿tú cómo sabes tanto de partos?- preguntó Kurt, incrédulo.
-Pues… resulta
que a una amiga mía le pasó esto y tuve que asistirla- respondió la morena, muy
nerviosa- ¿Pre… preparada, Em?
-Sí… confío en
ti- dijo la castaña, con una sonrisa débil.
-Gracias,
Emily. ¡Muy bien! ¡Puck, tú agarra a tu novia de la mano lo más fuerte que
puedas y no te muevas de ahí! ¡Rachel, voy a necesitar algunos paños húmedos
para secar su frente y otra para conservar el calor del bebé.
-¡Ya mismo voy
a por ellas!- dijo la morena, dejando a su hijo en brazos de su padre.
-¿Quieres que
hagamos algo nosotros?- se ofreció Blaine, con una sonrisa amable.
-Sí, chicos.
Necesito que busquéis algo con lo que pueda cortar después el cordón umbilical.
El grito de
dolor de Emily atrajo la atención de la morena, que se arrodilló frente a Emily
y abrió un poco más sus piernas.
-¡Por favor,
unos guantes!
Kurt le trajo
corriendo un par de ellos y Lau pudo comenzar.
-¡De acuerdo,
Em! ¡Tienes que respirar suavemente como te he dicho! ¡Inspirar, expirar! ¡A
medida que vayan viniendo las contracciones tendrás que empujar cuando yo te
vaya diciendo! ¿De acuerdo?
Emily asintió
en silencio, aferrándose con fuerza a la mano de Puck, que estaba pálido de
preocupación.
Las horas iban
pasando a medida que Emily iba empujando. La castaña repitió una y otra vez la
operación, mientras que Lau comenzaba a ver la pequeña cabecita del bebé, que
ya comenzaba a asomarse. Después de más de tres horas de parto, el llanto de un
bebé inundó la habitación y Lau envolvió a la pequeña en una toalla.
-Es… una
niña…- dijo, en un susurro, con lágrimas en los ojos.
-¡Es preciosa,
Em! ¡Es una princesita judía hermosa!- Lloró su padre, abrazado a la castaña,
que estaba pálida debido al esfuerzo.
-¡Las tijeras!
¡Hay que cortar el cordón!
Blaine le tendió
las tijeras y todos contemplaron estupefactos cómo Lau hacía un nudo al cordón
para después cortarlo, con bastante precisión. Después volvió a envolver a la
niña en la toalla y la depositó en los brazos de su madre, sin decir una sola
palabra.
-Aquí tienes a
tu pequeña… enhorabuena, Em…
La morena
abandonó la sala en silencio y se dirigió hacia la cocina mientras todos
rodearon a Emily para contemplar a su pequeña. Sólo Jesse siguió sus pasos y
pudo ver cómo la morena cubría su rostro con las manos, al tiempo que rompía a
llorar desconsoladamente.
-Ey… ¿estás
bien?
-¡Oh, sí! ¡No
te preocupes! ¡Es que ha sido muy emocionante todo! ¡Disculpa si te asusté!
-No, estoy
bien, tranquila. ¿Seguro que es por eso?
-Sí, sí. ¿Van
a llevar a Emily a un hospital?
-Pues… eso
creo…
-Entonces
vamos a acompañarles…
-Como quieras…
Jesse observó
como la morena se marchaba precipitadamente, pensando que lo que había
presenciado aquella noche no era provocado por la emoción, sino por algo más
grande, mucho más grande.
Unas horas
después, Emily ya descansaba en el hospital junto a su pequeña. Cuando Puck le
preguntó cómo quería llamarla Emily no lo pensó dos veces: su hija se llamaría
Irina. El moreno asintió complacido y le preguntó el porqué de ese nombre.
Emily le contó algo que pocos sabían: ella realmente sólo era hija biológica de
su padre. Su madre murió al nacer ella e Irina, la hermana de Carole y
posterior esposa de su padre, fue quien se encargo de criarla como a una
verdadera hija. Emily siempre la había considerado su verdadera madre y cuando
era niña le prometió que si tenía una hija la llamaría como ella. Puck sonrió
ante la ternura de su novia para después besarla dulcemente en los labios, al
tiempo que juntos observaban a su pequeña, que dormía plácidamente en su cuna.
Un mes
después, en un apartamento de Los Ángeles, Isabella contemplaba nerviosa su
teléfono esperando ansiosa una llamada. Al primer toque del teléfono, la morena
contestó.
-¡Vaya!
¡Menuda rapidez!
-¡No me gusta
esperar cuando se trata de buenos negocios!- contestó ella, con un tono gélido
como el hielo.
-Muy bien, me
dijiste que tenías un plan para que Rachel volviera a mi lado. Lo he pensado
mucho y he decidido que voy a escuchar tu propuesta.
-Por lo que
veo eres un chico listo, Thom. El plan es sencillo: esos dos se quieren
demasiado como para separarse por sí mismos. Será necesario intervenir o nunca
conseguiremos nuestros propósitos.
-Muy bien…
¿Qué quieres que haga?
-Bueno… es
simple, si quieres a Rachel Berry, tendrás que llevártela contigo.
-¿Cómo… hablas
de secuestrarla?
-Mmm… algo
así… de momento le dejaremos pequeños regalitos para que se asuste un poco y la
desconfianza deteriore su perfecta historia cuento de hadas con Finn…
-Eres tan
retorcida como yo… me encanta.
-Cuando algo
me interesa hago lo que haga falta para conseguirlo. Finn Hudson será mío,
aunque tenga que matar si hace falta para lograrlo.
-Eso me gusta…
La pregunta es… ¿Cuándo empezamos?
-No te
preocupes por eso, tengo la ocasión perfecta…
Al día
siguiente, Rachel ya esperaba en su apartamento en Nueva York la llegada de
Jesse. Los ensayos del musical ya llevaban una semana y todo parecía ir
estupendamente. Por otro lado, las grabaciones de Finn se habían vuelto a
trasladar a Nueva York, así que la pareja tenía también más tiempo para verse.
Ese mismo día Finn iría a verla al ensayo y Rachel no pudo evitar ponerse más y
más nerviosa a medida que pasaban los minutos y Jesse no aparecía. Cuando por
fin sonó el timbre, Rachel empujó el carrito de Chris hacia la puerta, dónde ya
esperaba Jesse con una sonrisa.
-¡Hola,
Barbra! ¿Preparada para deslumbrarlos a todos?
-¡No seas
tonto! ¡Mejor vámonos ya o Finn se pondrá nervioso!
Los chicos
bajaron el cochecito con cuidado hasta el taxi, que los llevó hasta las puertas
del estudio dónde se grababa ahora la serie de Finn. Rachel se dirigió con el
carrito del pequeño hacia el camerino de su novio mientras que Jesse se perdió
por los pasillos, deseando volver a encontrarse con aquella chica tan
misteriosa que le había cautivado por completo. Por más que se repetía que no
debía sentir nada por ella, algo en lo más profundo de su corazón le impulsaba
a seguir a su lado. Jesse no sabía porqué, pero era evidente que aquella chica
había sufrido mucho en el pasado y el estaba dispuesto a averiguar porqué.
Cuando iba a darse la vuelta para buscar a los chicos, el sonido de una melodía
que le resultó familiar inundó sus oídos, al tiempo que se aproximó hacia la
sala de baile de la que provenía la música.
Jesse observó
maravillado la danza de la joven, que se movía con precisión al ritmo de la
música. Laura cerró los ojos, sintiendo cada nota al tiempo que sus pies se
deslizaban solos por la pista con arabesques*, attitudes*, assemblés* y otros
pasos. La morena dejó que la música la invadiese por completo, hasta tal punto
que no fue consciente de la entrada de Jesse a la pista. El castaño se unió a
ella en sus pasos, hasta que la morena volvió a la realidad, algo asustada y
perdiendo el equilibrio.
*Pasos de ballet
-¡Ey!
¡Cuidado!
-¿Qué haces tú
aquí?- preguntó ella, recomponiendo su moño y quitándose sus zapatillas de baile.
-Bueno, es
que… te vi bailar y me encantó… no pude resistirme a acompañarte… Tchaikovsky,
buena elección… es de mis favoritos- dijo él, con una sonrisa- No sabía que te
gustase tanto el ballet clásico.
-Bueno… doy
clases desde que era niña… el baile me ayuda a olvidar…
-¿Olvidar? ¿El
qué?
-¡Nada! ¿Por
qué no mejor me cuentas qué es lo que estás haciendo aquí?
-Pues… pasaba
por aquí con Rachel para recoger a Finn y la música me trajo hasta ti… ¿Cómo estás? Hace más de un mes que no sé nada
de ti.
-Bueno, es que
así debe de ser… ni siquiera somos amigos.
-¡Te
equivocas! ¡Para mí sí lo eres! ¡Una amiga muy especial!
-¡Ya basta,
Jesse! ¡Te he dicho que no soy de esa clase de chicas! ¡Pierdes tu tiempo
conmigo!
Jesse la miró
fijamente para finalmente sonreír de nuevo.
-No me rendiré
tan fácilmente, tengo todo el tiempo del mundo.
-Pero…
En ese
momento, Rachel y Finn se asomaron a la pista.
-¡Jesse!
¡Llevamos diez minutos buscándote! ¿Dónde estabas?
-Tan sólo he
venido a saludar a Lau. No sabía que era tan buena bailarina.
-Eh… yo…
-¡Tenemos que
irnos ya al ensayo! ¡Lau, puedes venir si quieres!- le invitó la morena, con
una sonrisa.
-No, yo… tengo
que ensayar todavía muchas cosas para mañana…
-Como quieras…
¿Nos vamos ya?
-Sí, vamos…
Jesse se puso
de nuevo su calzado y acompañó a los chicos hasta el ascensor, mirando de vez
en cuando hacia atrás, hasta que perdió a Lau de vista.
Una vez que
llegaron al teatro, Nick Clarkson, su director, les saludó de forma afectuosa e
invitó a Finn a tomar asiento. El moreno se situó en primera fila con su bebé
de cuatro meses en brazos, que parecía encantado de estar allí y que reía antes
las muecas que le hacía su padre. Cuando Rachel y Jesse estuvieron preparados,
Nick los llamó y le pidió a Rachel que cantase uno de los solos que
interpretaría.
-Recuerde,
Berry… la chica de esta canción acaba de descubrir que está embarazada y esta
canción es un mensaje de esperanza- le indicó el director, al tiempo que la
morena asentía- ¡La canción tiene que ser optimista pero debe emocionar al
mismo tiempo! ¿Podrás hacerlo?
-Lo intentaré,
Nick.
-¡Estupendo!
¡Cuando quieras empezamos!
Dicho esto,
Rachel se situó en el centro del escenario mirando a sus dos chicos al tiempo
que las primeras notas de Whispering comenzaban
a sonar.
Cuando la
canción terminó, todos los presentes aplaudieron entusiasmados al tiempo que
Rachel observó como una lágrima de emoción se deslizaba por la mejilla de Finn,
que le sonreía muy orgulloso junto a su pequeño, que aplaudía con fuerza.
Tras dos
intensas horas de ensayos, Rachel se dirigió hacia su camerino, dónde encontró
un hermoso ramo de rosas con una tarjeta al lado. La morena sonrió al ver el detalle
tan hermoso de su novio hasta que abrió el sobre y descubrió el mensaje que
había en su interior.
No podrás huir de mí eternamente. Tarde o
temprano volverás a mí.
Rachel secó las lágrimas que amenazaban con salir de
sus ojos al tiempo que rompía la nota en mil pedazos. Cuando se reencontró con
Finn le abrazó con fuerza, sin contarle nada de lo que había sucedido hacía tan
sólo un instante.
Así fueron
pasando los meses, al tiempo que las amenazas se convirtieron en una constante
en la vida de Rach. Ahora no sólo recibía ramos de rosas con notas sino que
comenzó también a recibir llamadas anónimas que le advertían del peligro que
corría su familia si no se alejaba de ellos pronto. A medida que las amenazas
crecían, Rachel se alejaba cada vez más de Finn, que sabía que algo le ocurría
a su novia pero no conseguía averiguar qué era. Los meses fueron pasando y
finalmente llegó el último día de la representación de Spring Awakening. Rachel
se esforzó como nunca y Jesse y ella consiguieron la ovación de todo el
público, que aplaudía entusiasmado. Sin embargo, cuando Rachel cerró la puerta
del camerino, el sonido de su móvil borró la sonrisa de su cara.
-¿Qui… quién
eres? ¡¿Qué demonios quieres de mí?!
-Hola, Rachel…
-Thom… ¿por
qué me haces esto? ¿Qué es lo que quieres?
-Es muy
simple… tan sólo te quiero a ti… deja a tu familia y vuelve conmigo y prometo
que nadie saldrá lastimado.
-¡No pienso
hacer eso! ¡Amo a Finn y a nuestro hijo!
-¡Me temo que
tendrás que cambiar de opinión o ambos morirán! Casualmente ahora me encuentro
aquí fuera… bonito coche el de tu novio… negro… lleva un esmoquin negro y te
espera afuera con un ramo de rosas mientras ese mocoso tiene un trajecito rojo
con dibujos…
-No… mientes…
-Aquí tengo un
detonador… he puesto un explosivo en el coche y accionaré este chisme si no
haces lo que te pido…
-No… por
favor- le rogó Rachel, mirando por la ventana y comprobando que todas sus
palabras eran ciertas- haré lo que me pidas, lo que sea…
-Muy bien,
quiero que le escribas una carta a tu querido Finn diciéndole que los abandonas
a él y a ese mocoso para ir en busca de tus sueños. Finn debe creer que no le
amas o le mataré.
-Pero… mi hijo
cumple años en una semana… por favor…
-Muy bien,
tienes una semana, pero al día siguiente serás mía…
-De… de
acuerdo…
-Nos vemos en
ocho días…
En cuanto se
cortó la comunicación, Rachel se derrumbó lentamente hasta caer al suelo, al
tiempo que lloraba desconsoladamente. ¿Cómo iba a escribir esa carta sin destrozar
a Finn? Miles de recuerdos se agolparon en su memoria, el primer beso, la
primera vez, el nacimiento de su hijo.
No sólo perdería para siempre el amor de Finn sino que nunca volvería a ver a
su pequeño. Nunca sabría cuál fue su primera palabra ni cual sería su comida
favorita. Su hijo en unos meses la olvidaría y antes o después ella se
convertiría en un recuerdo borroso para todos los que amaba. Esa noche Rachel
se revolvió inquieta entre las sábanas, hasta que finalmente optó por
levantarse, para no molestar a Finn. Rachel se dirigió hacia la habitación de
su bebé para después sentarse en una de las sillas que había ahí mientras lo
contemplaba con lágrimas en los ojos. El pequeño dormía plácidamente, ajeno a
todo el dolor y el sufrimiento que le suponía a Rachel alejarse de su hijo. La
morena se inclinó acariciando su mano con dulzura, al tiempo que le decía
dulces palabras. En ese momento Finn entró a la habitación y se tranquilizó al
ver a la morena en la habitación, junto a su pequeño. El moreno se aproximó
hacia ellos, poniendo una mano sobre el hombro de Rachel, que se sobresaltó al
instante.
-¡Finn! ¡¿Qué
haces aquí?!
-Bueno… es que
me he despertado y cómo no estabas…
-Oh, tan sólo
es un día de insomnio, no te preocupes.
-Rach, no me
mientas, sé que algo está pasando y quiero que sepas que puedes confiar en mí
y…
¡No me pasa
nada, Finn!- dijo Rachel, en un tono más elevado de lo normal y abandonando la
habitación a toda prisa.
-¡¿Lo ves?!
¡No haces más que huir de mí la mayor
parte del tiempo y cuando me acerco a besarte y acariciarte me rechazas como si
tuviera la peste!
-¡No seas
exagerado, Finn! ¡Tan sólo estoy agobiada porque el cumple de Chris es en una
semana y quiero que todo quede perfecto!
-¿Seguro que
es sólo eso?
-¡Sí, Finn!
¡Ya basta de interrogatorios!¡Mejor me voy a dormir!
La morena fue
corriendo hacia su habitación, metiéndose en su lado de la cama y dándole la
espalda al moreno cuando la acompañó.
-Perdona,
Rach… no quiero presionarte… es sólo que… te quiero tanto que tengo miedo de
perderte…
Rachel dejó
que rodease su cintura, sintiendo como su respiración se normalizaba hasta
quedarse profundamente dormido, mientras las lágrimas caían descontroladamente
por todo su rostro.
Una semana
después, llegó el cumpleaños de Chris y toda la casa estaba a rebosar de
regalos y comida para la celebración. Todo el mundo iba de un lado para otro,
charlando y riendo mientras Rach permanecía en su habitación, sentada sobre su cama,
frente a un par de hojas de papel y un bolígrafo. La morena comenzó a escribir
la que sin duda sería la carta más difícil que escribiría en toda su vida.
Una vez que
terminó de escribirla, metió el folio en un sobre y lo guardó en su mesita de
noche al tiempo que Emily la llamaba para que bajase.
-¡Rach, ya está
todo listo!
-¡Ya mismo voy!-
logró contestar la morena, que sabía que hoy debía realizar su mejor
interpretación o todo podría terminar en una pesadilla.
La morena bajó
las escaleras a toda prisa, saludando a todos los presentes al tiempo que Finn
la miraba desde la distancia con su hijo en brazos. El pequeño ya comenzaba a
dar sus primeros pasos y Rachel no parecía feliz, algo había cambiado en ella
desde que los ensayos del musical comenzaron. En un principio Finn creyó que
era la presión por trabajar con Jesse, sabiendo que a él no le hacía ninguna
gracia pero el musical ya había terminado y Rachel seguía con ese profundo vacío
en la mirada, por mucho que ella tratara de esconderlo con una sonrisa de mentira,
él sabía que algo ocurría y esta noche estaba decidido a arreglarlo y a
demostrarle a Rachel que podía contar con él y que siempre estarían ahí el uno
para el otro.
La cena
transcurrió con normalidad, Chris recibió montones de regalos, al tiempo que el
pequeño no se separaba de su prima Irina, que ya era una hermosa princesita de
nueve meses, que brillaba con su hermoso vestido vaquero y un lacito rojo que
recogía su cabello. Cuando llegó el momento de soplar las velas, Rachel fue
hacia su hijo y lo cogió entre sus brazos, acercándole a la enorme tarta que Kurt
había encargado a la mejor pastelería de Lima. El niño sopló con la ayuda de su
prima y todos aplaudieron, al tiempo que Rachel le daba un enorme abrazo, que
sabía que sería el último, mientras una lágrima se deslizó por su rostro.
Cuando la
celebración terminó, Rachel y Finn acostaron al bebé y se fueron a su habitación.
-Rachel… ¿po…
podemos hablar un minuto?
-Eh… sí… ¿te
apetece brindar antes?
-Bueno… como
quieras…
Rachel bajó
las escaleras a toda prisa hacia el mueble bar, dónde sacó dos copas de vino. Con
cuidado vertió en una de ellas un somnífero que había comprado aquella mañana
en la farmacia mientras sentía que las piernas le temblaban. La morena sabía
que estaba haciendo algo horrible, pero no sería capaz de marcharse si Finn se
interponía en su camino para impedírselo. Cuando Rachel volvió a su cuarto,
Finn ya la esperaba entre las sábanas.
-Has tardado
mucho… ¿Va todo bien?
-Sí…
¡Brindemos!
-De acuerdo-
dijo él, con su media sonrisa- ¿Por qué quieres brindar?
-Por nuestro
pequeño… Prométeme que siempre cuidarás de él…- le dijo ella, mirándolo con
intensidad a los ojos.
-Claro… pero…
mejor di que lo cuidaremos…
-Sí, claro que
sí… bueno… ¡Salud!
Rachel observó
como Finn se bebía todo el contenido de la copa intoxicada y a los minutos
comenzó a encontrarse mal, para finalmente caer desplomado sobre la cama. Rachel
se acercó a él y se tranquilizó al comprobar que tenía pulso. Con cuidado abrió
el cajón y sacó un sobre con el rótulo PARA
FINN inscrito en la portada. Rachel se asomó por la ventana, dónde
ya la esperaba un taxi con las ventanas tintadas que le resultó muy familiar. La
morena cogió su pequeña maleta de debajo de su cama y abandonó la habitación,
tras darle a Finn un dulce beso en los labios.
-Te quiero,
Finn. No importa lo que haya escrito o lo que te digan de mí. Siempre te querré.
Dicho esto, la
morena bajó las escaleras y se dirigió hacia el cuarto de su bebé. Con sigilo
entró en la habitación, dónde su hijo dormía tranquilamente. Rachel besó su
manita para después acariciar su cabeza con suavidad, para no despertarle.
-Mi bebé… tú
eres lo mejor que me ha pasado… tu mamá siempre te querrá…
El sonido de
su móvil la devolvió a la realidad, al tiempo que abandonaba el que se había
convertido en su hogar y entraba al vehículo, algo desgastado y antiguo.
-Hola,
princesa. ¡Ya pensé que no venías! ¿Preparada para visitar tu nuevo hogar?
Rachel prefirió no contestar, al tiempo que Thom arrancaba el coche, que fue alejándose del lugar mientras la morena mantenía la vista atrás, entre lágrimas, despidiéndose en silencio de todo lo que amaba, hasta que finalmente el sueño la venció y todo su mundo se oscureció de repente.
¿Qué pasará con Rach? ¿Logrará Finn rescatarla? ¿Qué pone en la carta de Rachel? ¿Qué esconde Lau? ¿Cómo reaccionarán todos ante la partida de Rachel? ¡Todo esto en el siguiente capítulo!
Lau_finchelforever**** - Mensajes : 172
Fecha de inscripción : 23/12/2010
Edad : 34
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
Hayyy Lau por donde empezar.
Mi amado Puckmily volvio, son una pareja bella, sabes que la amo, mi papi fue hermoso con sus palabras y mi madre es una cabezotaaaa, naci en el mismo lugar en el que fui concebida jajaja eso me divertio muchisimo.
Finchel al inicio preciosos, todo lo que hizo Finn para Rach y su bebe fue demaqciado hermoso, pero luego me partio mi corazon, Finn sin entender porque su esposa se alejaba y Rach tratando de salvarlos porque son lo que mas aman. Pero se que el mal no triunfara y mi tio Finny y Tia Rach volveran a estar juntos
Maldita Isafea la odioooooo y Thom nii que decir, desgraciados arruinan la bella familia finchel. Como te dije espero q estos 2 se revuelquen en sus tripas
Chris con todos los rasgos de su padre y los ojos de su mama, sera el bebe mas lindo del mundo, sin olvidar la sonrisa de medio lado, espero que Rach no se pierda de muchas cosas de su hijo.
La pareja de Jesse y Lau me encanta, ya te dije que has logrado que tu Jesse me me guste y me encanta que el tenga la posiblidad de encontrar el amor. Estoy segura que el ayudara a Lau a superar su dificil pasado.
Lau no me queda mas que aplaudir y hacerte una ovacion, por tan bello capitulo. Te quedo muyyy lindo, con drama, romance, diversion. Gracias por tan bello fic!!!!! Solo tu logras que lea capitulos largos sin aburrirme ni un segundo. Espero el proximo!!!!
Mi amado Puckmily volvio, son una pareja bella, sabes que la amo, mi papi fue hermoso con sus palabras y mi madre es una cabezotaaaa, naci en el mismo lugar en el que fui concebida jajaja eso me divertio muchisimo.
Finchel al inicio preciosos, todo lo que hizo Finn para Rach y su bebe fue demaqciado hermoso, pero luego me partio mi corazon, Finn sin entender porque su esposa se alejaba y Rach tratando de salvarlos porque son lo que mas aman. Pero se que el mal no triunfara y mi tio Finny y Tia Rach volveran a estar juntos
Maldita Isafea la odioooooo y Thom nii que decir, desgraciados arruinan la bella familia finchel. Como te dije espero q estos 2 se revuelquen en sus tripas
Chris con todos los rasgos de su padre y los ojos de su mama, sera el bebe mas lindo del mundo, sin olvidar la sonrisa de medio lado, espero que Rach no se pierda de muchas cosas de su hijo.
La pareja de Jesse y Lau me encanta, ya te dije que has logrado que tu Jesse me me guste y me encanta que el tenga la posiblidad de encontrar el amor. Estoy segura que el ayudara a Lau a superar su dificil pasado.
Lau no me queda mas que aplaudir y hacerte una ovacion, por tan bello capitulo. Te quedo muyyy lindo, con drama, romance, diversion. Gracias por tan bello fic!!!!! Solo tu logras que lea capitulos largos sin aburrirme ni un segundo. Espero el proximo!!!!
Irina Monteith- Master Fanfic 2011
- Mensajes : 963
Fecha de inscripción : 25/01/2010
Edad : 37
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
Cada vez me gusta más esta historia y el capitulo 5 dónde está, quiero verloo
CLAU_FINCHEL* - Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 20/05/2011
Edad : 53
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
CLAUDIAFF escribió:Cada vez me gusta más esta historia y el capitulo 5 dónde está, quiero verloo
¡Hola Claudia! :D Me alegro mucho de que te guste mi fic, es un honor escribirlo para vosotros y lo hago con todo mi corazón y cariño.
Te dejo aquí el link donde está el capítulo 5, vale???: https://gleelatino.forosactivos.net/t5539p15-ficotra-oportunidad-cp-16
¡Muchos besitos y gracias por leer mi fic! :D
Te dejo aquí el link donde está el capítulo 5, vale???: https://gleelatino.forosactivos.net/t5539p15-ficotra-oportunidad-cp-16
¡Muchos besitos y gracias por leer mi fic! :D
Lau_finchelforever**** - Mensajes : 172
Fecha de inscripción : 23/12/2010
Edad : 34
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
OMG, OMFGG!!!, odio a thom!!!!! y a isabella también!!!! pobre finn, pensará que rach los abandonó a el y chris!!!, que depre!!. espero actualizes pronto!, que thom e isabella mueran y que vuelva FINCHEL!!!.
Fedee Horan- - Mensajes : 1367
Fecha de inscripción : 26/03/2011
Edad : 27
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
me ha encantado este capitulo, ahora si que nadie los podra separar, menos el desgraciado de Thorm.
CLAU_FINCHEL* - Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 20/05/2011
Edad : 53
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
OMGlee !!
lloree con este capituloo ... no soy finchel...pero me dio muchisimaa tristesaaa..
amee el cuartoo de bb finchel ...
amoo qe Puckmily regresoo ... y su bebaa Irina :3
y Fabrevans al fin yuvo su banqete y su luna de miel !!
desgraciadoo Thom ¬¬ comoo see atreveee !!
hay qee ... matarlooo :twisted: ... Quien viene conmigoo .. a matarloo y rescatar a Rach !!
Esperoo tu actualizacion
Saludos Byeeeeeeeee !!!! :D
lloree con este capituloo ... no soy finchel...pero me dio muchisimaa tristesaaa..
amee el cuartoo de bb finchel ...
amoo qe Puckmily regresoo ... y su bebaa Irina :3
y Fabrevans al fin yuvo su banqete y su luna de miel !!
desgraciadoo Thom ¬¬ comoo see atreveee !!
hay qee ... matarlooo :twisted: ... Quien viene conmigoo .. a matarloo y rescatar a Rach !!
Esperoo tu actualizacion
Saludos Byeeeeeeeee !!!! :D
Última edición por Yazz Evans D' Overstreet el Mar Jun 07, 2011 1:17 pm, editado 1 vez
'Ms Yazz Berry D' Groff-*- -
Mensajes : 2914
Fecha de inscripción : 17/01/2011
Edad : 27
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
yazz Evans d' overstreet, yo te acompaño!!!, a rescatar a rach y matar a tom!!
Fedee Horan- - Mensajes : 1367
Fecha de inscripción : 26/03/2011
Edad : 27
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
Por favor no tardes mucho con el siguiente capítulo lo esperaré con ansias.
CLAU_FINCHEL* - Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 20/05/2011
Edad : 53
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
Necesito AHORA el siguiente capitulo, no habia comentado nada, porque ayer comenzé a leer esto, y termine solo ahora ! De verdad eres excelente escribiendo ! es una gran historia, muy bien redactada ! muy coherente ! me encantó, ahora solo espero que venga el proximo capitulo ! D: ! AHORAAA ! y todo salga bien para Finchel <3 ! y alguien mate a Isabella y a Tom ! PORFAVOOOR ! Excelente historia ! :D
xmariiiianitta* - Mensajes : 1
Fecha de inscripción : 17/03/2011
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
Woow!! me encantooooo!! un capitulo con muchoo dramaaa!!!!
Que emocionante el nacimiento de Chris!!!!
Estupida Isabella ¬¬ y Tonto y feo Thom!! como va a destruir esa bella familiiia :/
todo esta tan perfectoooo voy a llorar!!!! pobre Rachel!!!!
me intriga saber que le paso a Lau??!
siguelaa esta super buenaaaa :D
Que emocionante el nacimiento de Chris!!!!
Estupida Isabella ¬¬ y Tonto y feo Thom!! como va a destruir esa bella familiiia :/
todo esta tan perfectoooo voy a llorar!!!! pobre Rachel!!!!
me intriga saber que le paso a Lau??!
siguelaa esta super buenaaaa :D
angelita******* - Mensajes : 457
Fecha de inscripción : 08/01/2011
Edad : 29
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
Lau :)
Uff sabes como siempre jamas me decepcionas.. en los capis
Woo Puckemily juntos.. el lo mejor =) ya sabes que es una de mis parejas favoritas
posibles ..
Finchel siempre sera Finchel aun cuando esa Isabella y Tom los persigan..
Mi bello bello bebe Christopher es totalmente perfecto.. me lo imagino
completamente.. y claro con la sonrisa de medio lado de su padre *-* estoy babeando..
por ese bebe..
Realmente Jesse ha logrado que me guste.. y Lau Lau.. me recuerda a alguien muy especial..
en verdad quiero que sea feliz junto a una buena persona..
Sigue por favor..compartiendo ese gran talento que tienes..
Besos enormes =)
Uff sabes como siempre jamas me decepcionas.. en los capis
Woo Puckemily juntos.. el lo mejor =) ya sabes que es una de mis parejas favoritas
posibles ..
Finchel siempre sera Finchel aun cuando esa Isabella y Tom los persigan..
Mi bello bello bebe Christopher es totalmente perfecto.. me lo imagino
completamente.. y claro con la sonrisa de medio lado de su padre *-* estoy babeando..
por ese bebe..
Realmente Jesse ha logrado que me guste.. y Lau Lau.. me recuerda a alguien muy especial..
en verdad quiero que sea feliz junto a una buena persona..
Sigue por favor..compartiendo ese gran talento que tienes..
Besos enormes =)
enohia- Master Fanfic 2011
- Mensajes : 922
Fecha de inscripción : 12/10/2010
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
Increíble Capitulo!!!! por fin me puse al día, me rei mucho con lo de la alfombra, jajaja hasta me imaginaba las caras de todos, jajajaj. Pero hay algo que no voy a soportar, y es que ese maldito, remaldito, de Thom se salga con la suya!!! deberías escribir que los fan de Rachel se enteraron de la maldad y le fuimos a pegar entre todos!! ................................. por fa que finnn se de cuenta que hay algo extraño, o sufrira mucho!! y nada menos que una muerte horrible y espeluznante para el patan de Thom, en cuanto a Isabella.... no se por que, pero se me hace que es igual a Megan Fox, por lo que me es dificil desearle mal :roll: jajaja, es muy guapa, pero lo importante es que el amor triunfe!! Sigue A-HO-RA
Breadstix**** - Mensajes : 194
Fecha de inscripción : 03/12/2010
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
Me encanta tu fic y me urge leer un nuevo capitulo seria genial!!! :D
ODTHCM* - Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 27/05/2011
Edad : 34
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
Lau,
Por favor publica pronto el capítulo 17 ya?????????
Por favor publica pronto el capítulo 17 ya?????????
CLAU_FINCHEL* - Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 20/05/2011
Edad : 53
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
Excelente historia no soy muy fan de Finn pero este fic si me gusta.
Actualiza pronto =)
Actualiza pronto =)
rociostjames* - Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 20/05/2011
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
CLAUDIAFF escribió:Lau,
Por favor publica pronto el capítulo 17 ya?????????
Hola Claudia, gracias por interesarte :D
Estoy escribiendo el capi 17 y espero poder publicarlo entre hoy y mañana ^^!
Un beso enorme y gracias tb a los demás por todos vuestros comentarios, me animan muxo para seguir con el fic ;)
Estoy escribiendo el capi 17 y espero poder publicarlo entre hoy y mañana ^^!
Un beso enorme y gracias tb a los demás por todos vuestros comentarios, me animan muxo para seguir con el fic ;)
Lau_finchelforever**** - Mensajes : 172
Fecha de inscripción : 23/12/2010
Edad : 34
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
Hola! Otra vez :) de verdad soy fan de tu historia y no puedo esperar a leer el nuevo capítulo de verdad tu historia es muy buena y me encanta tu forma de escribir. Espero que estés bien, te mando un abrazo y besos.
ODTHCM* - Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 27/05/2011
Edad : 34
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
Gracias Lau, espero con ansias el capítulo, todavía tengo en la memoria la escena en que Rachel se va con sus ojos llenos de lágrimas dejando a sus dos amores, claro que tengo la esperanza de que todo se resuelva de la mejor manera sin que tengan que sufrir ni Flinn y Christopher.
Cariños
Clau
Cariños
Clau
CLAU_FINCHEL* - Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 20/05/2011
Edad : 53
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
Muy bueno tu fic
loo amo porfavor sigueloo
malditoo thom lo odio!
:$
loo amo porfavor sigueloo
malditoo thom lo odio!
:$
angelitaXD** - Mensajes : 93
Fecha de inscripción : 08/02/2011
Edad : 28
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
¡Hola a todos! :D ¡Aquí traigo un capi más de mi fic! :P ¡Siento muxo el retraso! :roll: Este ha sido el más difícil de escribir porque creo que hay muxos sentimientos y si lo he podido publicar hoy ha sido por la gran ayuda de mi amiga Iri (Irina Monteith) :D Quiero agradecerte delante de todos el apoyo que me das y la confianza que depositas en mí cada día *_* Para mí, eres un ejemplo a seguir y quiero que sepas que te adoro
Para los demás, a todas las personas que leen y comentan mi fic, quiero daros las GRACIAS con mayúsculas ^^! Todos, sin excepción sois absolutamente maravillosos y quiero que sepáis que me enorgullezco de teneros como lectores *_* Espero que día a día mi trabajo pueda ser mejor para que os sintáis vosotros también orgullosos y no os arrepintáis de la decisión que tomásteis a leer mi fic ;)
Como siempre, el capi quedó muy largo e irá en dos partes :roll:
PD: Ni Glee ni sus personajes ni la canción me pertenecen.
Para los demás, a todas las personas que leen y comentan mi fic, quiero daros las GRACIAS con mayúsculas ^^! Todos, sin excepción sois absolutamente maravillosos y quiero que sepáis que me enorgullezco de teneros como lectores *_* Espero que día a día mi trabajo pueda ser mejor para que os sintáis vosotros también orgullosos y no os arrepintáis de la decisión que tomásteis a leer mi fic ;)
Como siempre, el capi quedó muy largo e irá en dos partes :roll:
PD: Ni Glee ni sus personajes ni la canción me pertenecen.
Cáp. 17- Dolor
A la mañana
siguiente, el despertador sonó a primera hora de la mañana y Emily se apresuró
a apagarlo con una mano, para después darse la vuelta y chocar contra un fuerte
pectoral que ya le resultaba totalmente familiar.
-Buenos días,
preciosa…- murmuró él, mientras se estiraba dentro de la cama y se restregaba
los ojos.
-Hola, Puck-
le saludó ella, incorporándose para después besar su mejilla- ¿Has conseguido
dormir algo?
-Sí, esta
noche sólo se ha despertado dos veces, todo un récord- bromeó él, mirando el
aparato a través del cuál podían oír todo lo que pasaba en la habitación de al
lado, dónde descansaba su pequeña, que en una semana cumpliría nueve meses de
vida.
Emily no pudo
evitar sonreír ante su comentario, acercándose más a él para finalmente darle
un dulce beso en los labios. Después se levantó y fue hacia la cómoda que había
a los pies de su cama, dónde descansaba su bata. La castaña se puso la prenda
en un rápido movimiento para después dirigirse hacia la pequeña habitación donde
su hermoso bebé dormía plácidamente. Emily se acercó con mucho cuidado y no
pudo evitar emocionarse al comprobar cuánto había crecido su pequeña desde que
la vio por primera vez en casa de Finn y Rachel cuando Lau la puso en sus
brazos tras asistirla en el parto. Desde ese día, una relación muy especial
había unido a las dos chicas, que se llamaban a diario y trataban de verse
tanto como les era posible. Cuando los hermosos ojos marrones de Irina se
abrieron, Emily volvió a la realidad y recogió a la niña entre sus brazos,
mientras le susurraba dulces palabras al oído. Puck llegó un poco después, para
mirar a sus dos princesas totalmente embobado. Emily se giró al intuir su
presencia, mientras la pequeña jugueteaba con los mechones de su cabello.
-¡Ey! ¿Estás
bien?
-Sí, es sólo
que… sois muy hermosas las dos- dijo él, como en una nube.
-Ay, gracias,
Noah. Nosotras también te queremos mucho- mientras le tendía a la pequeña, que
sonrió cuando su papá la tuvo finalmente entre sus brazos- creo que eres su
debilidad- apuntó la castaña, con una sonrisa, mirando al bebé.
-No, ella es
la mía- dijo él, riendo- ¿Quieres que le cambie el pañal?
-Sí, por
favor. Yo mientras voy preparando el desayuno y después llamaré a Finn y a Rach
para ver si quieren acompañarnos al parque.
-¡Genial!
¡Ahora mismo bajamos!
La pareja se
despidió con un beso y a continuación Emily bajó las escaleras con rapidez para
llegar a la cocina, dónde comenzó a preparar todo para el desayuno. Una vez que
todo estaba listo sobre la mesa, la castaña se sentó en una de las sillas, con
el teléfono en la mano, mientras esperaba a que Puck bajara con su pequeña para
comenzar a comer. La castaña marcó el número de Finn y esperó hasta que el
teléfono dio cuatro toques y finalmente comunicó. Emily frunció el ceño, muy
extrañada, y volvió a intentarlo una vez más, obteniendo el mismo resultado.
-Qué raro-
dijo la castaña para sí misma- ¿Dónde estarán?
-¿Quiénes?-
preguntó Puck, dejando a la niña en su trona y cogiendo un trozo de bizcocho
que Emily había dejado sobre la mesa.
-Finn y
Rachel… no me cogen el teléfono- le explicó ella, algo preocupada.
-¡Bueno, Em!
¡No te preocupes! ¡Seguro que ayer se quedaron celebrando el cumple por todo lo
alto y por eso no te cogieron el teléfono!- dijo él, con una sonrisa traviesa,
quitándole importancia.
Emily negó con
la cabeza, rolando los ojos.
-¡No seas
bobo! ¡No creo que sea eso, Puck! ¡Además, Chris los habría despertado!
-Sí, eso sí,
estos niños de ahora tienen un sueño demasiado ligero- dijo él, haciéndole muecas
divertidas a su hija, que comenzó a reírse en su sillita.
-¡Hablo en
serio, Puck! ¡Si en una hora no recibo noticias de ellos pienso presentarme en
su casa!
-¡Vale, vale!
¡Cómo tú quieras!- dijo él, acercándose a ella y rodeándola con un hombro-
Seguro que están bien, ya lo verás.
-Eso espero,
Puck. Eso espero.
Una hora
después, Emily, Puck y la pequeña Irina ya se encontraban frente a la puerta de
la casa de Finn y Rachel. La castaña había intentado llamar varias veces, pero
no había obtenido respuesta y los móviles de los chicos estaban apagados o sin
cobertura. Emily llamó al timbre varias veces, comenzando a preocuparse a
medida que los segundos pasaban y nadie contestaba.
-No hay nadie,
Em. Tal vez ya se han ido ellos al parque o fueron con Chris a casa de Carole o
a ver a los padres de Rachel.
-No sé, Puck.
Aquí hay algo raro. Ellos siempre llevan el móvil encima y Rachel es siempre
muy previsora con todo. Nos habría llamado si hubieran salido, estoy segura.
-Bueno, pero
aquí no hay nadie. ¿Qué hacemos ahora?
-Yo tengo un
juego de llaves, voy a entrar- dijo Emily, rebuscando entre su bolso.
-¡¿QUÉ?! ¿Te
has vuelto loca, Em? ¡No podemos hacer eso! ¡Imagínate que están ocupados!
-¡Lo siento,
Puck! ¡Prefiero ser una entrometida a seguir con este mal presentimiento en el
pecho!
Dicho esto, la
castaña introdujo la llave en la cerradura y abrió la puerta del chalet. Tal y
como esperaban, allí no había nadie. Todo estaba tal y como lo encontraron la
noche anterior y el silencio inundaba por completo el lugar. Los chicos
entraron y cerraron la puerta tras ellos, mirando por todos lados en busca de
Finn, Rachel y Chris. Cuando llegaron a la cocina, se fijaron que todo estaba
perfectamente colocado y no parecía haber señas de que los chicos hubiesen
desayunado aquella mañana.
-Todo esto es
muy extraño, Puck. Tengo un mal presentimiento, creo que les ha podido pasar
algo- dijo Em, con una mueca de preocupación.
-Em, creo que
estás exagerando un poco- dijo él, con su pequeña en brazos- Si Finn o Rachel
nos encuentran aquí se podrían molestar. ¡Esto es allanamiento de morada!
-¡Ja! ¡Mira
quién me lo va a decir! ¡Noah Puckerman, el asalta casas! ¡Además, Finn es mi
primo! ¡Somos familia! ¡No creo que sea para tanto!
-¡Bueno, vale!
¡Si lo sé mejor no abro la boca!
-¡Pues sí!
¡Cierra el pico y ayúdame a buscar alguna pista que nos diga dónde pueden
estar, por favor!
Sin más
preámbulos, los chicos se pusieron a buscar por todos lados sin encontrar nada,
hasta que, cuando iban a marcharse, el llanto de un niño atrajo toda su
atención.
-¡Chris! ¡Lo
sabía! ¡Algo no va bien! ¡Vamos!
La pareja
subió a toda prisa las escaleras mientras Puck sostenía a su pequeña en brazos,
que miraba todo con los ojos muy abiertos. Los chicos no tardaron en encontrar
al pequeño, que estaba de pie, apoyado contra un lateral de su cunita y no
paraba de gimotear, mientras extendía sus bracitos hacia ellos.
-¡Pobrecito!-
dijo Em, acercándose a él y cogiéndolo entre sus brazos- ¡No entiendo nada!
¿Pero qué haces aquí tú solito?
El pequeño la
miró con lágrimas en los ojos, para después abrazarse contra ella.
-Esto es muy
raro- dijo Puck, frunciendo el ceño mientras veía como Emily se llevaba al niño
al cambiador- ¿Qué haces, Em?
-Chris tiene
el pañal empapado, Puck. Lo más seguro es que haya pasado toda la noche
desatendido, pero… ¿Por qué Rachel y Finn harían una cosa así?
-Pues no lo
sé… ¿Quieres que suba a su cuarto?
-No sé… tal
vez sea lo mejor.
Puck subió las
escaleras mientras Emily le ponía un pañal y ropita nueva a Chris, que parecía
algo más calmado aunque seguía teniendo la mirada vidriosa. De repente, un
grito atrajo la atención de la castaña, que cogió a Chris y lo llevó hacia la
planta de arriba.
-¡MIRA, EM!
¡HE ENCONTRADO A FINN!
La castaña
llegó tan sólo unos segundos después con Chris y se asombró al ver a Finn
profundamente dormido y sin la compañía de Rach. El moreno yacía tumbado boca
arriba, durmiendo con la boca abierta, mientras una de sus manos descansaba en
un lateral de la cama y la otra sobre su estómago al tiempo que un par de copas
de vino descansaban a su lado, sobre la pequeña mesilla de noche.
-¡Te lo dije!
¡Estos dos se quedaron celebrando por todo lo alto!- dijo Puck, con una sonrisa
burlona, tapando los ojitos de su hija.
-¡No digas
tonterías! ¡No creo que sea eso!- dijo ella, dándole un golpe seco en el brazo.
-¡Madre mía!
¡Parece un oso!- apuntó Puck, mirándole con los ojos muy abiertos, sin dejar de
sostener a su pequeña- ¿Se le está cayendo la baba?- preguntó, mirándole con la
cabeza hacia un lado.
-¡Puck! ¡Ya
vale! Será mejor que lo despierte para que nos diga dónde está Rachel…
Emily se
acercó lentamente hacia su primo, dejando antes a Chris con Puck, que ahora
sostenía a un niño en cada brazo. La castaña se sentó al otro lado de la cama,
sobre la carta, y con cuidado tocó a Finn con un dedo, tratando de despertarle.
-Finn…
despierta…
El moreno se
movió ligeramente, sin abrir los ojos, mientras se giraba hacia el lado dónde
estaba Emily.
-Mmm… déjame
dormir un poquito más, Rach…- dijo él, acurrucándose junto a ella.
-Finn, yo no…
Antes de que
la castaña pudiese protestar, Finn la había rodeado con sus brazos, acercándola
hacia sí.
-Quédate
conmigo, Rach… no me dejes…
A
continuación, el moreno comenzó a acercarse peligrosamente hacia ella con los
labios ligeramente inclinados hacia delante al tiempo que Puck observaba todo
con los ojos muy abiertos.
-¡EM! ¡Que va
a besarte!- dijo Puck, perdiendo los nervios.
-¡FINN, NO!- gritó Emily, aterrorizada al ver cómo la boca
de su primo se dirigía directamente a la suya.
Dicho esto, la
morena se deshizo de su abrazo, empujándole de tal manera que el moreno cayó de
bruces contra el suelo, despertándose al instante.
-¡Rachel!
¡¿Pero qué demonios…?!
-¡Finn, soy
Emily! ¡Rach no está aquí!- consiguió decir la castaña, ignorando las
carcajadas de Puck y los niños.
El moreno se
giró rápidamente, sorprendido al encontrar a los chicos allí y al comprobar que
efectivamente no había ni rastro de Rachel en la habitación.
-¿Qué hacéis
aquí? ¿Qué… qué ha pasado? ¿Dónde está Rachel?
-Pensamos que
tú nos lo dirías. No la hemos visto por ninguna parte. ¿Qué es lo que ha
pasado, Finn?
-No… no lo sé.
No recuerdo nada de lo que pasó anoche- dijo él, con el ceño fruncido.
-Bueno, no te
preocupes. Tal vez haya salido y no te ha querido despertar- dijo Emily, no muy
convencida- ¿Seguro que no recuerdas absolutamente nada?
-Bueno,
nosotros… yo estaba aquí, tumbado en la cama, ella trajo un par de copas para
brindar… luego bebimos y… no recuerdo nada más…
-Que raro…-
dijo Emily, para sí misma-Bueno, pues tendremos que esperar a que Rachel vuelva
y nos explique qué es lo que ha pasado.
-Sí, espero
que esté bien- dijo Finn, rascándose la cabeza.
-¡Ya verás
como sí, amigo!- le animó Puck, que seguía con los dos niños en sus brazos.
Los chicos se
levantaron y comenzaron a recoger todo,
sin sospechar que la carta que Rachel había dejado se había caído
accidentalmente y ahora descansaba en el suelo, debajo de la cama.
Cuando Rachel
abrió los ojos, le pareció que había estado durmiendo durante varios días
seguidos. La cabeza le ardía, tenía la boca seca y todo el cuerpo entumecido. Con cuidado se
incorporó, encontrándose sobre una vieja cama y entonces recordó todo. En ese
momento supo que no encontraría esa mañana a Finn a su lado para darle un suave
beso de buenos días y que tampoco podría levantarse después para ir a ver a su
pequeño, que descansaba plácidamente en su cuna, esperando a que ella lo
despertase. El corazón de Rachel se encogió sólo de imaginar lo vacía y
miserable que iba a ser su vida a partir de ahora sin ellos, sin sus sonrisas y
su inmenso cariño. Los ojos de Rachel comenzaron a humedecerse para después dar
paso a un raudal de lágrimas silenciosas, que se deslizaban sin descanso por
todo su rostro, mojando sus mejillas. La morena observó desolada lo que había a
su alrededor, encontrando únicamente un sencillo vestido blanco de tirantes y
una mesilla de noche que había junto a la cama. Al instante supo que se
encontraba en un ático, pues la habitación únicamente contaba con una ventana
diminuta y la altura del techo no era muy alta. El sonido de la puerta la
distrajo de todos sus pensamientos al tiempo que Thom entraba a la habitación.
-¡Vaya, vaya!
¡Por fin despertó la bella durmiente!- dijo él, mientras la recorría de arriba
a abajo con la mirada- Espero que la habitación sea de tu agrado. No te
preocupes, es sólo provisional hasta que haya realizado algunos cambios allí
abajo. Si te portas bien, no te pasará nada malo, lo prometo.
Rachel le miró
con desprecio, sin decir una palabra.
-Por lo que
veo te ha comido la lengua el gato- comentó él y al ver que ella seguía sin
responder la miró, con los ojos entrecerrados- Muy bien, podemos tirarnos así
todo el tiempo que quieras, total, estaremos toda la vida juntos. Tú decides,
Rachel. Puedes venirte conmigo a mi habitación aquí abajo con todas las
comodidades o visitar un lugar del que no saldrás jamás. Tú sabrás lo que
haces. Por el momento, te vestirás únicamente con ese vestido blanco de ahí. Si
en una hora no te lo has puesto, irás sin ropa. ¡Hasta luego, preciosa!
Thom se acercó
hacia ella, mientras Rachel sentía que las piernas le temblaban, presa del
pánico. El castaño se fue aproximando, hasta quedar únicamente a escasos
centímetros de sus labios. Sin embargo, cuando iba a besarla, Rachel apartó el
rostro, de modo que sólo pudo besar su mejilla. Thom la miró con rabia y a
continuación salió de la pequeña habitación, dando un sonoro portazo y cerrando
con llave tras de sí.
-Dios mío, no
sé qué es lo que va a ser de mí aquí dentro- se lamentó Rachel en un susurro,
mientras las lágrimas volvían a nublarle la vista- Tan sólo espero que ellos
este bien y que Finn pueda perdonarme algún día…
Rachel se
incorporó con cuidado, mientras sus manos temblorosas deslizaban como podían la
cremallera de su falda, hasta que finalmente ésta cayó al suelo en un rápido
movimiento. A continuación se quitó su camisa y cuando quedó solamente en ropa
interior, se puso el vestido blanco que Thom le había proporcionado como única
prenda de ropa. Cuando terminó de vestirse, se miró de arriba abajo con un
profundo desagrado, ya que ese vestido
era totalmente inapropiado y sabía perfectamente que Thom lo había escogido
para alimentar sus asquerosas fantasías. Rachel contuvo las ganas de vomitar,
mientras doblaba su ropa y la dejaba sobre la cama, al tiempo que se sentaba a
su lado, esperando a que él regresara.
Mientras tanto
en Lima, los chicos buscaron a Rachel sin cesar durante todo el día, sin éxito.
Puck y Emily se encargaron de llamar a todos los integrantes del Glee Club,
pero ninguno tenía ni idea sobre el paradero de la morena. Finn llamó a sus
padres y a los de Rach, pero tampoco obtuvo respuestas. En última instancia
llamó a Shelby e incluso a Jesse, pero nada de esto dio resultado. Cuando el
reloj marcaba las ocho, los chicos volvieron a casa de Finn, esperando que ella
pudiera haber vuelto. Sin embargo, todas sus esperanzas se vinieron abajo al
comprobar que la casa seguía tal y como ellos la habían dejado: totalmente
vacía. Finn bajó la cabeza, cada vez más preocupado, mientras subía las
escaleras para acostar a su hijo en la habitación. Tras ponerle su pijama y
darle un beso de buenas noches, el moreno se reunió con Emily y Puck, que
esperaban inquietos en el salón con las manos entrelazadas mientras su pequeña
dormía profundamente en su carrito.
-Tranquilo,
Finn, seguro que hay una buena explicación para todo esto, ya lo verás- le
aseguró Emily, sosteniendo su mano entre las suyas.
-¡Es que no
entiendo nada, Em! ¡Ayer parecía que por fin habíamos logrado acortar la
distancia que nos separaba y hoy no aparece por ningún lado!- le explicó él, al
borde de las lágrimas.
-¡Ey, tío!
¡Relájate! ¡Seguramente se fue de compras o algo así!- dijo Puck, recostándose
sobre el sofá.
-¡¿Eres tonto,
Puck?! ¡¿Cómo iba a hacer Rach una cosa así?!- le espetó Emily, perdiendo la
paciencia- ¡Está claro que algo más importante ha tenido que pasar para que
haya desaparecido de ese modo! ¿Pero… qué?- preguntó Em, más para sí misma que
para el resto.
Los chicos
guardaron silencio, mientras pensaban dónde podría estar Rachel al tiempo que
Finn no pudo evitar que una lágrima de desesperación se deslizase por su
mejilla. Ya daban más de las dos de la madrugada y Rachel seguía sin aparecer.
Emily y Puck insistieron en quedarse a dormir esa noche y Finn les abrió el
sofá cama del salón al tiempo que la castaña subía a Irina al cuarto de Chris,
colocando a su pequeña a un lado de la cuna, de modo que ambos bebés
descansaban el uno junto al otro, con sus manitas entrelazadas. Emily sonrió
con ternura y finalmente bajó las escaleras para reunirse con Puck, que ya la
esperaba entre las sábanas y que dejó que se refugiara entre sus brazos,
mientras la abrazaba con fuerza.
-Espero que
Rachel vuelva pronto. No sé cuánto podrá soportar Finn sin ella a su lado-
comentó Emily, con un toque de tristeza en la voz.
-Sí, esos dos
están hechos el uno para el otro- admitió Puck, en un susurro, mientras besaba
la cabeza de su novia- No te preocupes, todo se va a solucionar.
-Ojala tengas
razón, Puck. Buenas noches- dijo ella, recostándose contra su pecho.
-Buenas
noches, Em.
Por su parte,
Finn subió finalmente a su habitación, sin ganas de nada y totalmente abatido
al encontrar su cama vacía. El moreno se tumbó sobre el colchón, intentando
despejar su mente mientras trataba de averiguar dónde podía estar Rachel. Los
minutos pasaban mientras él daba más y más vueltas sobre la cama, inquieto.
Todo a su alrededor le recordaba a Rach, su perfume estaba impregnado en las
sábanas y era imposible no pensar en ella y en todos los momentos que habían
compartido juntos. En esa cama la había abrazado cuando tenía miedo o frío,
habían hablado sobre sus planes de futuro y sobre su pequeño, pero sobre todo,
en ese cama le había hecho el amor una y otra vez, rindiéndose a ella por
completo mientras le entregaba todo su corazón, sin reservas. Sin pensarlo,
acabó en su lugar de la cama e inspiró profundamente su olor, tratando de
evocar su presencia. Finn dejó caer uno de sus brazos sobre el lateral mientras
el otro se aferraba con fuerza a la almohada. Finn comenzó a balancear su mano
de un lado para otro, hasta que sus dedos rozaron algo bajo el colchón. El
moreno frunció el ceño, extrañado al tiempo que extendía su brazo para
descubrir un sobre que tenía puesto su nombre en la portada.
-¿Qué es
esto?- preguntó, mirando el sobre con confusión.
Finn abrió el
sobre a toda prisa, cada vez más nervioso, para finalmente desdoblar el papel
que había en su interior y que contenía una carta cuya letra sabía que era de
Rachel. Finn comenzó a leer atentamente, mientras las manos le temblaban y el
corazón se le aceleraba por momentos.
Hola Finn:
Las personas, desde el primer momento que llegan
al mundo, abren sus ojos y respiran, lo hacen con un sueño bajo el brazo. Desde
que tengo uso de razón siempre supe cuál era el mío: convertirme en una
estrella.
Mi infancia y mi adolescencia
estuvieron marcadas por el rechazo de los demás porque era diferente, pero
realmente mis metas me protegían de todas esas críticas y supe salir adelante.
Entonces llegó el Glee Club a mi vida y pensé que por fin destacaría en algo,
pero apareciste tú y me apartaste de mi
objetivo, de lo que realmente deseaba conseguir…
En mi vida he cometido dos
errores imperdonables y el primero
fue salir contigo. ¿Por qué? La
respuesta es muy sencilla: lo que había entre nosotros no era amor. Tú me
traicionaste y yo dejé de confiar en ti, hasta el punto que descubrí que nunca
te amé realmente, pues sin confianza no hay amor y lo nuestro estaba muerto
desde el principio.
Los años pasaron y comencé a
experimentar por fin la libertad y la felicidad de lograr convertirme en una
artista reconocida en Broadway a medida que los papeles venían a mí. Entonces y
sólo entonces es cuando realmente he sido feliz, Finn.
Siempre he sido honesta contigo, no lo
niegues, mi sueño siempre fue única y
exclusivamente convertirme en una estrella, nunca formar una familia y tener
hijos. Ahí está mi segundo error: volver contigo y matar lentamente mis
oportunidades de brillar en el escenario y de progresar como artista.
Ahora me doy cuenta de lo
equivocada que estaba y que nunca debería haber regresado a tu lado ya que las
segundas oportunidades nunca funcionan realmente. El día que terminé el
musical, un productor muy importante vino a verme y me hizo una propuesta que
no podía rechazar: grabar un disco y hacer una gira mundial. Mi familia era lo
único que me alejaba de mis propósitos, así que puse mis opciones en una
balanza y hoy finalmente llegó el momento de elegir y si de algo estoy segura
es que no pienso renunciar a esta oportunidad.
PD: No intentes llamarme ni
buscarme por ninguna parte, pues jamás me encontrarás. Te pido que me olvides
tal y como yo lo he hecho contigo.
Hasta siempre.
Rachel
Barbra Berry
La hoja se
deslizó lentamente de entre las manos temblorosas de Finn, que trataba de
mantenerse en pie como podía, sintiendo que las piernas le temblaban al tiempo
que las lágrimas caían descontroladamente por todo su rostro.
-No... Esto no
puede ser cierto.... tiene que ser una broma… Rachel… no… - se dijo a sí mismo,
con un nudo en la garganta, en un susurro apenas audible.
La cabeza
comenzó a darle más y más vueltas al tiempo que el moreno sentía cómo cada vez
le costaba más trabajo respirar y su corazón se aceleraba más y más cada
segundo. Por más que lo intentase, le resultaba imposible creer que todas
aquellas palabras escritas por Rachel fueran ciertas.
-No puede ser,
no…- dijo el moreno- Por favor, Rach, vuelve y dime que todo esto es mentira…
por favor- suplicó, entre lágrimas.
Finn se llevó
las manos al pecho, golpeándose con fuerza, intentando detener los latidos de
su corazón. No, eso no podía ser cierto,
ella no podía haberles abandonado a él y a su hijo de ese modo.
-No… Rachel
nos quiere… -dijo el moreno, en un susurro-Ella siempre decía que nosotros éramos
lo primero…
Finn comenzó a
llorar desconsoladamente, ¿acaso podía ser cierto que su sueño era más
importante que todo? ¿Es que su familia ya no significaba nada al lado de eso?
De repente, cegado por la rabia y la confusión, cogió una foto de ellos que
tenía en su mesilla y la estampó contra el suelo, rompiendo el marco en mil
pedazos.
-¡Maldita sea!
¡¿Por qué nos has hecho esto?! ¡¿POR QUÉ?! ¡¿Es que todo lo que hemos vivido no
ha significado NADA?! ¡Pues a partir de
ahora tú tampoco vas a ser nada para mí!- espetó él, descargando toda la rabia
y la frustración que le producían sus palabras en esa carta.
Finn se giró
en dirección al baño, pero no había dado
ni tres pasos cuando corrió rápidamente a limpiarlo todo, mientras cogía la
imagen de ellos dos y la llenaba de besos.
-Rachel…
perdóname… ¿Pero qué es lo que he hecho?- se lamentó él, mientras recogía la
instantánea rápidamente y se abrazaba a ella, balanceándose lentamente, como un
niño asustado.
Finn siguió
meciéndose a sí mismo hasta que el sueño comenzó a cerrar sus ojos. Cuando
apenas le quedaban fuerzas para mantenerse despierto, se recostó sobre la cama,
aún llorando, hasta que el cansancio le venció por completo y acabó quedándose
profundamente dormido con la foto todavía entre sus manos.
Tan sólo unas
cuantas horas antes, Rachel bajaba las escaleras de aquel lugar en dirección a
la cocina seguida de cerca por Thom, que no le quitaba el ojo de encima. Cuando
llegaron, el castaño cogió una pequeña cuerda e hizo un nudo en el tobillo de
Rachel, que tenía la cabeza baja y seguía sin dirigirle la palabra.
-Esto es sólo
por precaución, preciosa. Así estaré más seguro de que no te escaparás mientras
preparas la cena. ¡Ahí tienes todo lo que necesitas! ¡Ah, por cierto! ¡El
filete en su punto, por favor!
Rachel comenzó
a llorar en silencio mientras él abandonaba la habitación, riendo a carcajada
limpia de forma despiadada. La morena contempló la carne cruda, sintiendo cómo
su estómago se retorcía más y más ante aquella visión. ¿Cómo podía una persona
ser tan perversa como Thom? A pesar de que él sabía que ella era vegetariana y
evitaba cocinar carne para los demás siempre que le era posible, él había sido
profundamente retorcido, no sólo al obligarla a cocinar los filetes sino
también al imponérselos como única cena. Rachel se acercó dubitativa hacia la
vieja encimera y finalmente comenzó a preparar el plato de carne sin rechistar.
Total, nada importaba ya. Su corazón estaba completamente vacío y devastado, ya
no sentía nada más que desprecio hacia sí misma y un profundo sentimiento de
culpa. Seguramente Finn ya habría leído su carta y estaría odiándola en este
momento. Rachel no podía culparle, ella los había abandonado y sabía que nunca
podría ganarse su perdón ni su confianza de nuevo.
-Por favor,
Finn… aunque me odies, cumple tu promesa y cuida de Chris ya que yo no podré
estar a tu lado para hacerlo…- dijo ella, sollozando, mientras se apoyaba
contra la encimera, para no perder el equilibrio.
Si alguna
vez Rachel se había preguntado si una
persona podía morirse de pena, ahora sabía que sin duda era posible. Su cuerpo
temblaba constantemente a causa del miedo y la desesperación y llevaba horas
llorando sin parar, hasta el punto que pensó que jamás dejaría de hacerlo.
Rachel se sentía muerta en vida al pensar que nunca más volvería a verlos. Ya
no volvería a tener a su hijo entre sus brazos ni sentiría nunca más los labios
de Finn contra los suyos. Su existencia había terminado desde el momento en el
que se separó de ellos y entró en ese pequeño caserón perdido en medio de las
montañas y lo único que deseaba ahora era desaparecer para siempre y acabar con
esta pesadilla. Cuando terminó de preparar los platos, Rachel se dirigió hacia
el salón, dónde Thom esperaba impaciente, tumbado en un sofá desgastado, viendo
la tele.
-¡Ya era hora!
¡Estaba a punto de ir a buscarte!
Al ver que
Rachel seguía sin hablar y permanecía inmóvil junto a la puerta, Thom dio un
golpe en el reposabrazos, asustando a la morena, que contenía las lágrimas como
podía.
-¡¿A qué
demonios estás esperando?! ¡Trae la comida aquí de una maldita vez!- le espetó
él, fulminándola con la mirada.
Rachel cumplió
sus órdenes tan rápido como pudo, dejando la comida en la pequeña mesilla que
había frente al televisor.
-Eso está mejor.
¡Siéntate!- dijo él, palmeando el hueco que había junto a él en el sillón.
La morena
obedeció sentándose a su lado, frente a su plato de comida. Thom empezó a
devorar el suyo mientras que ella contemplaba el suelo, sin probar bocado. Su
estómago estaba totalmente cerrado y el hedor que aquel lugar desprendía era
insoportable.
Thom tomó un
largo trago de su cerveza, para después posar su mirada en Rachel, que parecía
perdida en sus pensamientos, con la vista baja. Thom la miró de arriba a abajo,
sintiendo como se le hacía la boca agua al contemplar su hermosura y lo bien
que le quedaba el vestido blanco que él le había dado. La morena llevaba la
misma prenda que acostumbraba a ponerse cuando eran novios y él la convencía
para pasar la noche en su casa.
Thom cerró los
ojos, pensando en todos los momentos que habían compartido y lo felices que
fueron en otros tiempos. Ahora ella se había entregado al estúpido de Finn Hudson
y él estaba dispuesto a hacérselo pagar, costara lo que costase. Thom desvió la
mirada hacia su plato, que permanecía intacto sobre la mesa al tiempo que los
puños se le cerraban, fruto de la rabia.
-¿No vas a
comer?- le preguntó, con un toque de desprecio en la voz.
-No tengo
hambre…- fue todo lo que ella contestó, en un susurro, sin apartar la vista del
suelo.
-Como quieras-
respondió él, con frialdad- ¡Recoge todo entonces y tráeme el postre!
Rachel se
levantó y comenzó a recoger todo para después regresar a la pequeña cocina,
dónde limpió todos los platos y los colocó finalmente sobre la encimera. A
continuación, Rachel se acercó hacia dónde estaba el postre y en ese momento se
fijó en uno de los cajones del mueble, que permanecía entreabierto y sin hacer
ruido lo abrió, para descubrir que en su interior había una navaja suiza
multiusos. Su corazón se aceleró de repente ante aquel descubrimiento al tiempo
que una gota de sudor frío se deslizaba por su frente. Rachel miró hacia ambos
lados, presa del miedo, pero finalmente cogió el artilugio, examinándolo con
curiosidad. Le quedaban dos opciones: cortar el cordel que tenía preso su
tobillo o tomar una decisión bastante más drástica: acabar con su vida. Rachel
cerró los ojos una vez más, dejando que las lágrimas volvieran a mojar sus
mejillas. Aquella era su única salida pues si ella dejara de estar viva, su
familia volvería a estar a salvo. Rachel sonrió con amargura ante ese
pensamiento, pensando en que algún día, llegado el momento, volvería a reencontrarse
con ellos y esta vez sería para siempre.
-Esto lo hago por vosotros. Algún día volveremos a encontrarnos, os lo prometo- dijo Rachel, mirando al vacío sin expresión alguna en el rostro.
Lau_finchelforever**** - Mensajes : 172
Fecha de inscripción : 23/12/2010
Edad : 34
Re: Fic Otra oportunidad (POR FAVOR LEED MI ÚLTIMO MENSAJE)
Segunda parte:
Unos segundos
después, sacó el filo de la navaja y lo aproximó hacia su muñeca derecha con su
mano temblorosa. Su mente recordó todos los momentos que había vivido junto a
Finn y su pequeño Justo cuando iba a incidir sobre su carne, alguien la tomó
del brazo con fuerza, causándole un profundo dolor.
-¡Ahh! ¡Suéltame!-
consiguió decir ella, entre gemidos de dolor.
Thom la soltó,
mirándola con furia en los ojos hasta que no pudo contenerse y le dio un fuerte
bofetón, que la tiró al suelo.
-¡Eres una
estúpida! ¿Qué pensabas hacer con esto, Rachel? ¿Suicidarte? ¡Por encima de mi
cadáver! ¿Me oyes? ¡NUNCA PODRÁS ESCAPAR DE MÍ! ¡JAMÁS! ¡OLVÍDALO!
Thom volvió a
cogerla de un brazo, con rudeza, para después empujarla hacia fuera de la
habitación al tiempo que bajaban unas escaleras.
-¡NO! ¡Déjame!
¡Me estás haciendo daño!
-¿Ah, sí?
¡PUES HABERLO PENSADO ANTES! ¡AHORA VAS A APRENDER A OBEDECERME!
Dicho esto,
Thom la empujó con fuerza contra la pared, mientras sacaba una pequeña llave de
su bolsillo con la que abrió la puerta del sótano, que emitió un sonoro
chirrido al abrirse y que daba paso a una oscura sala, en la que sólo había
hierros viejos y oxidados y al fondo una cadena fijada a la pared, sobre la que
había pintada una enorme estrella dorada.
-Como veo que
por las buenas no quieres entenderlo, tendrá que ser por las malas- le espetó
el con desprecio, cogiéndola del cuello y llevándola hasta el otro extremo del
lugar- ¿Ves esto?- dijo, señalando la cadena de hierro- Pues a partir de ahora
tendrás que acostumbrarte a ello porque lo llevarás rodeando tu precioso
cuello. ¿ME OYES? ¡Más te vale cambiar pronto de parecer o todo se complicará
más para ti, preciosa!- dijo él, acercándose peligrosamente a ella y
colocándole la cadena- Tu eres mía, Rachel- le susurró al oído, de forma
perversa- Sólo mía, que no se te olvide jamás.
Dicho esto,
deslizó sus manos lentamente, desde su cuello hasta su trasero, pasando por su
espalda. Cuando Thom le dio un cachete en una de sus nalgas, sintió un líquido
pegajoso en una de sus mejillas y alzó el rostro para mirar a Rachel, que le
contemplaba desafiante mientras se alejaba de él, sintiendo unas profundas
ganas de vomitar.
-¡ALÉJATE DE
MÍ! ¡NO VUELVAS A TOCARME NUNCA MÁS! ¡ERES UN CERDO! ¡ME DAS ASCO! ¡NUNCA
TENDRÁS NADA DE MÍ! ¡NUNCA! ¡TENDRÁS QUE MATARME PRIMERO!- le desafió ella,
mirándole con furia en los ojos.
Thom le
sonrió, mientras se limpiaba el escupitajo de su rostro con un pañuelo y
después volvió a acercarse a ella, quedando a escasos centímetros de su rostro.
-Si eso es lo
que quieres, que así sea. Pero si vuelves a desafiarme lo pagarás caro- le
dijo, mientras tiraba de su cabellera con fuerza, haciendo que se retorciese de
dolor- ¿He sido lo suficientemente claro?
-Mmm- gimió
ella, muriéndose de dolor.
-¡NO TE OIGO!
¿He preguntado si ha quedado claro?
-S…sí- logró
finalmente responder ella, en un susurro.
-Así me gusta.
Por esta vez lo dejaré pasar, pero si vuelve a suceder lo pagarás caro. Buenas
noches, preciosa.
Dicho esto, el
castaño fue hacia la puerta y apagó las luces, dejando a Rachel encerrada en
aquel lugar que desprendía un hedor insoportable y con la única compañía de la
más absoluta y fría oscuridad.
A la mañana
siguiente, Puck y Emily se levantaron a primera hora para preparar el desayuno
mientras esperaban a que Finn bajara.
-Em, ya son
más de las doce, los niños ya casi van a comer. ¿No crees que deberíamos subir
a despertarle?- preguntó Puck, removiendo su café ya congelado.
-No sé, tengo
miedo a que la ausencia de Rachel le haya afectado demasiado.
Justo en ese
momento, Finn apareció tras la puerta, con un aspecto horrible y la mirada
perdida.
-Ho… hola,
Finn… ¿Quieres que te prepare unas tostadas?- logró preguntar Emily, mirándole
atentamente.
-No, gracias-
musitó el moreno en un débil susurro, mientras abría la nevera y sacaba una
cerveza, para finalmente dirigirse hacia el salón, dejando a los chicos con la
boca abierta.
-¿Acaba de
coger una cerveza?- dijo Emily, girándose para mirar a Puck a los ojos, con una
ceja en alto.
-Pues… eso
parece- contestó Puck, con los ojos muy abiertos- Em, creo que es mejor que
vayamos a hablar con él.
-Sí, vamos-
coincidió ella.
La pareja
salió de la cocina y se dirigió hacia el salón, dónde los niños jugaban dentro
del parque infantil mientras que Finn permanecía inmóvil frente al televisor,
con el mando a distancia en una mano, cambiando continuamente de canal.
-Finn… ¿estás
bien?- preguntó Emily, sentándose a su lado en el sofá.
-Estoy
perfectamente, Em… ¿no me ves?- preguntó el, en un tono frío como el hielo, sin
dejar de mirar la pantalla, con una expresión vacía en el rostro.
-Eh… Finn, yo…
-¡Estoy bien!
¿VALE? ¡Ahora dejadme ver la tele tranquilo, por favor!- dijo él, perdiendo los
nervios.
-¡Ey, tío! ¡No
nos hables así! ¡Nosotros no tenemos la culpa de lo que está pasando!
-¿Estás
insinuando que yo sí, Puck?- preguntó el moreno, dejando de mirar por primera
vez el televisor para dirigirse a ellos.
-Mira, Finn,
yo no…
-¿POR QUÉ NO
PODÉIS DEJARME EN PAZ? ¡No necesito vuestra ayuda! ¡No necesito a nadie!- dijo
él, pegando un sorbo a su cerveza y tirando la lata con fuerza al suelo,
causando el llanto de ambos bebés.
-¡Ya basta,
Finn!- le reprendió Emily, cogiendo a su pequeña en brazos mientras Chris se
abrazaba a su pierna, asustado- ¡¿Te das cuenta del lío que estás armando?!
¡Has hecho llorar a tu propio hijo! ¡Espero que estés satisfecho!
Finn se giró
entonces en dirección a su prima y se acercó a su hijo, que le miró para
después esconderse tras Emily, que lo miró con tristeza.
-Chris… soy
yo… papá- le dijo él, intentando acercarse a su pequeño, que cada vez se
aferraba con más fuerza a las piernas de su tía- lo siento, hijo… lo siento
mucho- fue lo único que pudo decir, mientras un par de lágrimas se deslizaban
por su rostro.
-Finn… ¿Pero
qué es lo que te pasa?
-Es esa carta,
esa maldita carta- dijo Finn, más para sí mismo que para su prima.
-¿Cómo? ¿Una
carta? ¿De qué carta estás hablando, Finn?- quiso saber Emily.
El moreno iba
a contestar justo en el momento en el que alguien llamaba al timbre.
-Tranquilos,
debe de ser Kurt o tal vez Quinn para preguntar por Rach- dijo Puck,
dirigiéndose a la puerta y abriéndola de par en par, descubriendo a un hombre
bajo y regordete, vestido con un traje gris y corbata, que portaba una maleta
en la que aparecía el logo de una entidad bancaria.
-Buenos días,
¿es esta la residencia de Finn Hudson?
-¿Quién le
busca y por qué?- preguntó Puck, frunciendo el ceño al tiempo que aquel hombre
le tendía una pequeña tarjeta con su nombre.
-Mi nombre es
Richard Bruce y vengo en nombre del Liberty Bank de Nueva York. Uno de nuestros
clientes dispuso hace un tiempo que hoy debería entregar unos documentos muy
importantes al señor Hudson. ¿Podría hablar con él?- preguntó el hombre,
secando una gota de sudor de su frente con un pañuelo.
-Yo soy el
hombre que busca- dijo Finn, algo confuso- Pase y póngase cómodo, por favor.
-¡Sí, por
supuesto! ¡Si me concede unos minutos le aseguro que no se arrepentirá, señor
Hudson!- dijo aquel hombre, entrando en la casa y tomando asiento en uno de los
sillones del salón mientras dejaba su maletín sobre la mesa- Verá… hace unos
meses, nuestra clienta, la señorita Rachel Berry, nos dio una serie de
indicaciones sobre el estado de sus cuentas. Tal y cómo pueden leer en este
documento, ahora todas sus cuentas de ahorros y su cuenta corriente pasarán a
ser propiedad de su hijo, Christopher Hudson Berry cuando éste cumpla la
mayoría de edad.
-¿Qu… qué?-
preguntó Finn, incrédulo- ¿Está de broma, no?
-¡No, no! ¡Por
favor, no! ¡Tan sólo leo el documento, señor! ¡Sólo cumplo los deseos de
nuestro cliente! ¡Ella dispuso todo para que hoy yo le entregase este
documento! Mientras el titular sea menor, la clienta ha dispuesto que sea usted
el que administre todas las cuentas, señor Hudson.
Finn se tensó
completamente al tiempo que su mandíbula temblaba mientras apretaba su
dentadura, intentando contener los gritos que luchaban por salir de su
garganta. Sus puños se tensaron a causa de la furia contenida al tiempo que el
hombre lo miraba con una mezcla de pánico y nerviosismo, mientras se aflojaba
el nudo de la corbata.
-Me parece que
es mejor que se vaya- le recomendó Emily, sin dejar de mirar a su primo, que
temblaba más y más por momentos.
-Pero…
señorita, necesito la firma o…
-¡¿Es que está
sordo?! ¡Márchese y ya le enviaremos por correo su maldita firma!- le dijo
Puck, acompañándole hasta la salida.
-De… de
acuerdo… Buenos días y disculpen las molestias.
Antes de que
aquel hombre pudiera decir algo más, el moreno ya le había dado con la puerta
en las narices, mientras Finn volcaba la mesilla del salón, asustando de nuevo
a los niños y a Emily, que estaba paralizada y no sabía cómo reaccionar.
-¿PERO QUIÉN
DEMONIOS SE CREE QUE ES? ¿CREE QUE PUEDE DESAPARECER COMO SI NADA Y ENCIMA
PRETENDE COMPRAR EL AMOR DE SU HIJO? ¡¡PUES NO!! ¡ME NIEGO! ¡ESE DINERO ES UN
MONTÓN DE MIERDA Y NO PIENSO PERMITIR QUE MI HIJO TOQUE NI UN SOLO CENTAVO! ¿ME
HABÉIS OÍDO? ¡NI UNO SÓLO!
-¡Finn,
cálmate, por favor! ¡No sabes lo que estás diciendo y luego te vas a
arrepentir!- le suplicó Emily, con lágrimas en los ojos.
-¿Tú también
te vas a poner en mi contra, Em? ¡YO SOY TU FAMILIA, NO ELLA!
-¡Ya basta!
¡Estás diciendo tonterías!- le reprendió ella, comenzando a enfadarse.
-¡No, Em!
¡Todo este tiempo con ella ha sido una maldita mentira! ¡Nunca he significado
nada! ¡Toma, lee esta maldita carta y lo entenderás!
Dicho esto,
Finn le tiró una bola de papel a las manos, al tiempo que iba hacia su hijo, y
se lo llevaba escaleras arriba, a pesar de las protestas del pequeño.
-Chris, tu
mamá nos ha abandonado y ahora sólo quedamos tú y yo, pero te prometo que nada
malo te va a pasar y que seguiremos adelante sin ella. ¡No la necesitamos!
El moreno
siguió subiendo las escaleras, ignorando el llanto del pequeño, que luchaba por
librarse de su abrazo mientras en el piso de abajo Emily y Puck leían la carta
de Rachel para finalmente abrazarse al tiempo que la castaña lloraba
desconsoladamente.
Dos meses y
medio después, Rachel seguía sin aparecer y los chicos comenzaban a pensar que
tal vez nunca más volverían a verla. La víspera de Navidad había llegado y
todos se habían reunido en casa de Finn, para darle su apoyo. Sin embargo, el
moreno parecía más alejado de la realidad que nunca. Su principal pasatiempo era
ahora la bebida y su mirada siempre estaba perdida en un mar de confusión. Finn
no sólo se había abandonado a sí mismo, sino que también había dejado de
atender a Chris, de cuyo cuidado se encargaba ahora Emily, que junto a Puck se
habían trasladado a vivir a esa casa con su pequeña de forma indefinida hasta
que las cosas mejorasen un poco. Por más que el pequeño había intentado desde
el principio acercarse a su padre, llevándole juguetes o reclamando su
atención, siempre recibía el rechazo y la indiferencia de Finn, hasta que llegó
el momento en que simplemente dejó de hacerlo. Chris notaba tanto la ausencia
de su madre, que había perdido el brillo de alegría que solía tener en sus ojos
así como su sonrisa de medio lado, que fue sustituida por una mueca asustada.
Ya ni las bromas de Puck ni la presencia de su prima Irina o la calidez de su
mano contra la suya eran motivos de felicidad.
Los chicos se
reunieron junto al árbol, sin ganas de nada, mientras observaban cómo los
pequeños abrían los regalos. Quinn y Kurt se habían quedado en el sofá, el uno
junto al otro, mientras lloraban en silencio la desaparición de su mejor amiga
y alma gemela. La rubia había descubierto hace un mes que estaba embarazada,
pero ni siquiera esa noticia había conseguido animarla un poco. Sam la miraba
desde la distancia, totalmente consternado. Quinn se había dejado vencer hasta
tal punto que el rubio comenzaba a temer seriamente por el estado de salud de
su esposa al tiempo que se sentía impotente, al no poder hacer nada por aliviar
su dolor. Los dos amigos se abrazaron, entre lágrimas, mientras se cantaban al
oído algunas de las canciones favoritas de Rachel. En ese momento, sonó el
timbre y Lau fue la encargada de abrir, descubriendo a Isabella tras la puerta.
-¿Qué estás
haciendo aquí, Isabella?- le preguntó Lau, con el ceño fruncido.
-¡Cómo si
fuera asunto tuyo, estúpida! ¡He venido a apoyar a Finn en estos momentos tan
difíciles! ¿Dónde está?- exigió saber la morena, echándose la melena hacia
atrás con altivez.
-En… en el salón…-contestó
Laura, en un susurro.
La morena vio
cómo Isabella iba hacia el salón y se situaba junto a Finn, que seguía bebiendo
sin prestarle atención alguna mientras los demás la miraban con desconfianza y
seguían preparando todo para la cena. Por su parte, Lau se dirigió hacia la
cocina, dónde Emily terminaba de preparar el plato principal e iba de un lado
para otro de forma frenética.
-¡Hola, Em!-
saludó la morena, con una sonrisa débil- ¿Puedo ayudarte en algo?
-Claro, Lau.
¿Me puedes alcanzar la salsa de pimienta y mostaza?
-Sí, aquí
tienes- dijo ella, tendiéndole el salsero, con una expresión ausente.
-Lau… ¿Va todo
bien ahí fuera? Por tu aspecto, diría que algo te preocupa.
-Sí, Em. A ti
no puedo mentirte, yo… es sólo que Isabella acaba de llegar a esta casa ahora
mismo y…
-¡¿QUÉ?! ¡¿LA
BRUJA DE ISAFEA ESTÁ EN ESTA CASA?!- gritó
Emily, muy enfadada.
-¡Chsst! ¡Baja
la voz! ¡Podría oírnos!
-¡Me da lo
mismo! ¡Es más, que me oiga! ¡Tengo muchas ganas de decirle un par de cositas a
esa arpía!- exclamó Emily, con ambas manos sobre las caderas.
-¡No, Em! ¡No
sabes lo que dices! ¡Te aconsejo que tengas cuidado! ¡Isabella es más peligrosa
de lo que crees!- le advirtió Laura, con un gesto serio.
-¿Cómo? ¿Por
qué lo dices?- preguntó la castaña, con el ceño fruncido.
-Verás, yo… la
conocí un par de años antes que Finn y sé cómo es a la perfección…
-Lau… ¿Tienes
algún tipo de sospecha o alguna prueba de…?
Lau bajó la
cabeza, negando en silencio.
-No, la verdad
es que no. Pero desde hace varias semanas siempre que la encuentro en los
ensayos está pegada a su teléfono móvil… y hablaba sobre cosas muy extrañas…
-¿Qué tipo de
cosas, Lau?- preguntó Emily, con un nudo en la garganta- ¿Cosas sobre Rachel?
-No, no lo sé…
de Isabella puedes esperarte cualquier cosa…
-Por favor,
cuéntame todo lo que viste y oíste, desde el principio y sin dejarte ni un
detalle- le rogó Emily, tomando una de sus manos entre las suyas.
-De acuerdo…-
aceptó la morena, inspirando profundamente antes de comenzar su relato.
Un mes después de la desaparición de Rachel,
las grabaciones de “Music 2 me” se habían reanudado para algunos de los actores
y Lau se dirigía a los estudios a grabar algunas escenas sueltas de la segunda
temporada. Cuando iba a abandonar el lugar, se fijó en que el camerino de
Isabella tenía la puerta entreabierta y se oían voces dentro. La morena se
quitó sus zapatillas de ballet y caminó de puntillas hasta la puerta, dónde
comenzó a escuchar con total nitidez una conversación telefónica.
-¿Y bien? ¿Alguna novedad?- preguntó
Isabella, en un tono frío y distante- ¡Eso no es asunto mío! ¡Me da igual lo
que hagas con ella!- gritó la morena indignada a la persona que había al otro
lado del teléfono- ¡Por mí como si la cortas en cachitos y te comes sus restos!-
exclamó ella, mientras escuchaba- ¡No te preocupes por él! ¡Lo tengo todo
controlado! ¡Llámame sólo si ocurre algo
importante! ¡¿Entendido?! ¡Adiós!
En cuanto colgó el teléfono, Lau sintió como
Isabella recogía sus cosas y se dirigía hacia la puerta, por lo que tuvo que dirigirse
tan rápido como pudo a uno de los camerinos, hasta que supo con certeza que la morena se había marchado. Lau se apoyó
contra la pared, con la respiración entrecortada. ¿Qué había querido decir
Isabella con: “Me da igual lo que hagas con ella”? Pero lo más importante: ¿Qué había querido decir con ella? La morena sintió un escalofrío
recorriendo su espalda mientras miles de ideas venían a su cabeza hasta que
finalmente una de todas esas hipótesis cobró más fuerza: Isabella podría saber
dónde estaba Rachel.
Lau miró a
Emily directamente a los ojos, esperando algún tipo de reacción por parte de su
amiga. Sin embargo, la castaña permaneció en silencio, apoyada contra la
encimera, con los ojos muy abiertos.
-Discúlpame,
Em. Sólo son paranoias mías.
-¡No, Lau! ¿Te
das cuenta de lo que esa información podría significar? ¡Si tu intuición es
correcta podría estar cerca de alguna pista sobre el paradero de Rach!
-¡Pero Em! ¡No
tenemos pruebas que demuestren que Isabella tenga algo que ver!
-¡Por eso
mismo tenemos que encontrarlas para asegurarnos! ¡Tú sabes tan bien como yo que
esa carta que Rachel dejó es demasiado sospechosa!
-Pero… ¿Qué
podemos hacer nosotras?
-Tal vez yo no
pueda hacer mucho por Rach, pero tú sí, Lau.
-¿Yo? ¡¿Pero
qué dices?!
-Por favor, te
ruego que simplemente no la pierdas de vista y si averiguas algo me llamas
inmediatamente.
-Pero…
-Por favor,
Lau. Todos estamos desesperados. Finn se ha convertido en un fantasma del
hombre que un día fue. Ahora ni siquiera está al lado de su hijo. Quinn y Kurt
cada día están más tristes. En seis días es el cumple de mi hija y yo ya no
tengo fuerzas para soportar todo esto- admitió ella, con lágrimas en los ojos-
Mira, no te pido que la enfrentes, pero sí que estés alerta.
-De acuerdo,
cuenta con ello- le aseguró la morena, con una extraña determinación en sus
ojos marrones.
-¡Gracias,
Lau! ¡Significa mucho para todos nosotros!
Las dos amigas
se fundieron en un abrazo para finalmente llevar la comida a la mesa, dónde ya
esperaban todos en sus sitios menos Finn, que seguía postrado en el sofá viendo
la televisión, rodeado de cervezas. La cena transcurrió en silencio al
principio, hasta que los chicos comenzaron a recordar viejas anécdotas del Glee
Club para animar a Kurt y a Quinn, que apenas podían probar bocado. Poco a
poco, el ruido se fue apoderando del lugar, hasta que el sonido de un cristal
al estrellarse contra el suelo llamo la atención de todos, al tiempo que
Isabella sonreía y comenzaba a grabar todo con su teléfono móvil.
-¡SILENCIO!
¡CALLAOS DE UNA MALDITA VEZ! ¡¿ES QUE NO PUEDO ESTAR TRANQUILO NI EN MI PROPIA
CASA?! ¡YA ESTOY HASTA LAS NARICESDE SI RACHEL ESTO, QUE SI GLEE LO OTRO! ¡A
PARTIR DE AHORA OS PROHÍBO VOLVER A MENCIONAR ESE NOMBRE EN MI CASA! ¿LO HABÉIS
ENTENDIDO! ¡RACHEL BARBRA BERRY HA MUERTO PARA MÍ!
Dicho esto, el
moreno abandonó la habitación dando un portazo, que asustó a los chicos
mientras Isabella contenía una sonrisa malvada al tiempo que detenía la
grabación.
-No puedo
creer que haya dicho eso- dijo Quinn, en un susurro, para después llorar sin
consuelo en los brazos de Sam, que la miraba cada vez más preocupado.
-¡Bueno, algo
de razón sí que tiene!- dijo Puck, defendiendo a su amigo- ¡Rachel no debió
irse de ese modo! ¡Esa carta es un insulto hacia Finn! ¡Él la quería de verdad
y ella ha tirado todo ese cariño por la borda por un estúpido contrato!
-¡NO! ¡ESO NO
ES CIERTO! ¡RACH NO HARÍA UNA COSA ASÍ!- le espetó Quinn, con rabia- ¡Para ella
Finn y Chris eran lo primero! ¡Lo más importante!
-¡Quinn tiene
razón! ¡Nosotros hemos estado a su lado durante más de nueve años, Puck!¡Hemos
sentido su agonía al no poder estar junto a él y el profundo dolor que le causó
su traición!- dijo Kurt, poniendo una mano sobre la de la rubia.
-¡Pues
entonces no entiendo nada de lo que dice en esa maldita carta! ¡Una de las dos
mientes!
-¡CÁLLATE! ¡TÚ
NO SABES NADA DE RACH! ¡ELLA ES MI MEJOR AMIGA! ¡LA MEJOR PERSONA QUE HE CONOCIDO
NUNCA! ¡NI TE ATREVAS A JUZGARLA!
Quinn se
levantó como pudo, para abandonar la casa a toda prisa con lágrimas en los
ojos, seguida de Sam, Kurt y Blaine, que acompañaron a la pareja hasta su casa.
Finalmente, todo el mundo se marchó, dejando a Puck y a Emily a solas.
-Espero que
estés satisfecho, Puck. Como no teníamos suficiente con mi primo has tenido que
expresar tú tu opinión ahora- dijo Emily, suspirando.
-¡Lo siento!
¡No pretendía ofender a Quinn ni a Kurt! Es sólo que… me duele ver a Finn en
ese estado… ¿Cómo puede una persona alejarse tanto del mundo real?
-No lo sé,
Puck. Pero ahora más que nunca es cuando debemos estar ahí a su lado hasta que
todo se solucione.
-¿Crees que
Rachel volverá algún día?
-Tal vez haya
perdido el juicio, pero… estoy segura de que así será- le dijo ella, con una
sonrisa débil.
-Ojala tengas
razón, Em. Ojala- dijo él, abandonando la habitación y dejando a Emily
pensativa.
-Espero que
Lau pueda averiguar algo pronto. Estoy segura de que la bruja de Isabella tiene
algo que ver en todo esto…
Mientras
tanto, en la pequeña caseta de la montaña, el infierno de Rachel continuaba.
Durante estos tres meses había sido víctima de las palizas y los abusos de Thom
y ahora ya prácticamente había perdido la noción del tiempo. La morena se
pasaba todo el día en aquel sótano húmedo y pestilente, con una cadena rodeando
su cuello. Tan sólo subía para preparar las comidas y las cenas a Thom y la
ventana de la cocina era su único contacto con el exterior. Gracias a ella supo
el invierno había llegado cuando contempló los copos de nieve, que caían de
forma abundante, rodeando el lugar. La víspera de Navidad, Rachel la pasó
sentada en el suelo del sótano, jugando con las piezas de la cadena mientras
cerraba los ojos, intentando concentrarse. Cada día que pasaba le costaba más
trabajo ver con claridad y sus fortaleza física había disminuido considerablemente
debido a la escasez de comida. Su única alegría eran sus recuerdos, la imagen
de Finn y Chris sonriéndole mientras jugaban el uno con el otro. Rachel pensó
en ellos mientras sonreía, sacando las fuerzas que le quedaban al tiempo que
comenzó a cantarles la canción Merry
Christmas, Darling.
Cuando la
canción terminó, Rachel no pudo contener las lágrimas, al tiempo que se
abrazaba las rodillas tratando de contener los temblores que sacudían todo su
cuerpo. La morena siguió llorando hasta el agotamiento, que la llevó a tumbarse
en el frío suelo de aquel lugar, hasta que se quedó profundamente dormida.
Las tres
semanas siguientes pasaron demasiado deprisa para Lau, que no conseguía recabar
ninguna prueba que demostrase que Isabella estaba relacionada con la
desaparición de Rachel. Por más que la morena había intentado seguirla a todos
lados y trataba de escuchar todas sus conversaciones, nunca volvió a presenciar
nada sospechoso. Con el tiempo, debido a la ausencia de Finn, los productores
tuvieron que suspender temporalmente las grabaciones hasta que éste se
recuperase o bien hasta que encontrasen a un sustituto. Tras una larga reunión
con los guionistas y su representante, Lau salió del despacho central en
dirección a su camerino. La morena caminó a paso rápido, pues ya prácticamente
era la hora de cierre del edificio y lo que menos deseaba era pasar la noche
allí encerrada. Sin embargo, unos gritos provenientes del camerino de Isabella
atrajeron su atención.
-¡¿Qué
demonios quieres ahora?! ¡¿No te he dicho montones de veces que no me llames
cuando estoy trabajando?! ¿Cómo dices? ¡Ja! ¿Crees que sólo tú tienes
problemas? ¡Yo también estoy metida hasta el fondo en todo esto! ¡No lo
olvides! ¿Cómo? ¿Cuántas veces tengo que repetírtelo? ¡Ya te he dicho millones
de veces que no me interesa lo que hagas con ella! ¿Qué? ¡Pues que se muera!
¡Un problema menos para mí!- dijo la morena, cada vez más nerviosa- ¿Cómo?
¡Claro, eso te pasa por llevártela tan lejos! ¡Ahora tú también estás atrapado
en ese lugar! ¿Dónde? ¡Ah, no! ¡No pienso ir a buscarte! ¡Ya te lo he dicho,
ella es cosa tuya! ¡Muy bien! ¡Adiós!
La morena dio
vueltas de un lado para otro mientras derribaba todo lo que encontraba a su
paso, hasta que se sentó junto al escritorio, dónde abrió su ordenador
portátil. Al comprobar el correo, vio que acababa de llegarle uno nuevo a la
bandeja de entrada y decidió abrirlo. Sin embargo, justo cuando iba a leerlo,
su teléfono volvió a sonar.
-¡¿QUÉ ES LO
QUE QUIERES?!- le espetó ella, furiosa- ¡Oh, Randy!- exclamó ella, al reconocer
a uno de sus abogados- ¡Discúlpame, últimamente estoy algo estresada! ¿Cómo
dices? ¿Una reunión? ¿Mañana? ¡Espera, no te oigo nada bien! ¡Es la cobertura!
Isabella se
movió de un lado para otro hasta que tuvo que abandonar su camerino para poder
continuar con la conversación al tiempo que Lau se colaba a toda prisa para
investigar. De nuevo Isabella había vuelto a hablar de ella, pero nunca llegaba a decir su nombre. Laura comenzó a
examinar el lugar mientras permanecía atenta al regreso de su compañera. La
morena revolvió papeles y ojeó su bolso, sin éxito hasta que posó su vista en
el monitor del ordenador. Allí había un correo abierto cuyo remitente era un tal “Mr_th.do.” y en el que aparecía una
dirección, con el siguiente mensaje: Esta
es la dirección, por si cambias de opinión. TD. Laura observó atentamente
el mensaje mientras se apuntaba en una mano la dirección, justo cuando apuntó
la última letra, volvió a oír los pasos de Isabella, que ya estaba de regreso.
El corazón de Laura comenzó a latir más y más rápido mientras miraba hacia
todos lados, buscando un lugar para esconderse. Finalmente se refugió debajo de
la mesa del escritorio justo en el momento en que Isabella cerraba la puerta y
se sentaba para revisar el correo.
-¡Maldita
cobertura! ¿Qué es esto? ¡Agh! ¡Este tipo es un pesado!- se quejó ella,
mientras resoplaba, sin sospechar que Lau estaba hecha un ovillo en una de las
esquinas, conteniendo la respiración- Bueno, nunca está mal tener la dirección
por si las moscas…- dijo ella, mientras apagaba el ordenador y miraba su reloj-
¡Madre mía! ¡Es tardísimo! ¡Si mañana quiero estar presentable en esa reunión
con los abogados será mejor que me vaya!
Sin más,
Isabella recogió todo, marchándose en silencio. Laura se quedó unos minutos más
ahí sentada, intentando asimilar todo lo que había visto y oído aquella noche.
Las piezas del puzzle por fin comenzaban a encajar y Laura estaba cada vez más
segura de que aquella dirección que había escrito en la palma de su mano estaba
directamente relacionada con Rachel y su extraña desaparición. Cuando consiguió
tranquilizarse, envió un mensaje a Emily que simplemente decía: Tenemos que hablar, tengo novedades
importantes. Un beso. Lau. Media hora más tarde, Lau ya había llegado a su
apartamento en Nueva York y charlaba con Emily mientras se acomodaba en el
sofá.
-¡Dios mío,
Lau! ¿Una dirección, dices? ¡Seguro que ahí es donde está Rach! ¡Estoy
convencida! ¡Maldita bruja! ¡Voy a llamar a la policía ya mismo!
-¡NO!- gritó
Lau, levantándose del sofá- No, Em, no creo que sea una buena idea.
-Entonces…
¡¿No pretenderás que nos quedemos de brazos cruzados, no?!
-¡No, claro
que no! ¡Pero Isabella es demasiado astuta y podría avisar a su compinche para
llevarse a Rach a otro lugar! ¡Ahora debemos ser discretas y no compartir esta
información con nadie hasta no decidir qué hacer!
-Pero… ¡Algo
tendremos que hacer! ¡Alguien tendrá que ir allí a buscarla! ¿No sabes quién es
la persona que ha planeado esto con ella?
-No, el
remitente era un tal Mr_th.do. ¿Te dicen algo esas siglas?
-Mmm… pues…
Mr. Supongo que será como “señor” y las otras dos… Oh, no…- dijo Emily, al otro
lado del teléfono, en un susurro.
-¡¿QUÉ?!
¡Emily! ¡Háblame! ¿Estás bien?
-Lau, ya sé
quien tiene a Rach en ese lugar...
-¿Quién?
-El psicópata
de su ex novio. Thomas Doyle. Las dos siglas encajan con las dos primeras
letras de su nombre y su apellido.
-¿Estás
segura?
-Sí,
completamente… ese tipo está chiflado y hasta intentó matarla. No me extrañaría
nada que ahora la hubiera secuestrado.
-Claro… de
modo que esa carta sería un mecanismo de despiste para desviarnos de lo que
realmente estaba pasando.
-¡Sí! ¡Lo
sabía! ¡Sabía que Rach no los había abandonado!- dijo Emily, entre lágrimas-
¿Qué vamos a hacer? Alguno de nosotros tiene que hacer algo, hay que rescatarla
cuanto antes de las manos de ese gusano.
-Sí,
precisamente en eso estaba pensando… pero cualquiera de vosotros correría
peligro, ya que Thom os conoce y no dudaría ni un segundo en mataros.
-Entonces…
¿Qué podemos hacer?
Lau se quedó
unos segundos en silencio, sin saber qué contestar, mientras un debate interno
se desarrollaba en su interior. Finalmente fue hacia su habitación, dónde abrió
las puertas del armario, sacando una caja que había al fondo del mismo.
-Lo haré yo…-
fue todo lo que dijo, mientras sacaba un uniforme blanco de enfermera de dentro
de la caja.
-¡¿QUÉ?! ¡No,
pero no puedes hacerlo tú sola! ¡Es una locura!
-No hay otra
manera, soy la única a la que Thom no conoce…
-¡Pero
Isabella sí y podría matarte igualmente!
-No te
preocupes, cambiaré de aspecto completamente para que ella no pueda
reconocerme.
-Pero… ¡No, no
puedes ir tú sola! ¡Tiene que haber alguien que pueda acompañarte!- dijo Emily,
pensativa- ¡Ya lo tengo! ¡Conozco a la persona perfecta!
-¿Quién? ¿De
quién se trata?
-¡Jesse St
James! ¡Sé que ha estado buscando a Rachel estos meses tanto como nosotros! ¡Él
te ayudará, estoy segura!
-¡No! ¡Jesse
no! ¡De ninguna manera!- dijo la morena, poniéndose cada vez más nerviosa.
-¡Vamos, Lau!
¡Te lo suplico! ¡No hay nadie más y sé que Jesse podrá trazar algún plan para
traer a Rach de vuelta! ¡Te lo pido como amiga que sé que eres de Finn y
Rachel!
Laura se
mordió el labio inferior, presa de los nervios, para finalmente asentir.
-¡De acuerdo!
¡Hablaré con él y te avisaré cuando esté todo listo!
-¡Muchas
gracias, Lau! ¡Gracias de verdad!
-¡Recuerda que
no debes hablar de esto con nadie! ¡Ni siquiera con Puck!
-De acuerdo… no
lo haré, te lo prometo…
-Gracias. ¡Nos
vemos pronto!
-¡Adiós!
A la mañana
siguiente, Laura ya esperaba en la parada de taxis la llegada de Jesse. El
castaño llegó poco después, con una sonrisa débil pero esperanzadora.
-¡Hola!
¡Perdona el retraso!
-¿Has cumplido
tu parte?- quiso saber ella, algo nerviosa.
-Sí, pero
tardaré unos días en conseguir los documentos- ¿Tú ya tienes todo en orden?
-Acabo de
venir de la comisaría, esta es mi nueva identidad- dijo ella, tendiéndole un
pequeño carnet.
-¿Lea Sarfati?
¿De dónde has sacado ese nombre? ¿En la foto no tienes el pelo más claro?-
preguntó él, mirándola con curiosidad.
-Tengo mis
contactos y lo del pelo es una peluca… ¡Pero eso no importa ahora! ¡Tenemos que
ponernos en marcha cuanto antes o no podremos hacer nada por Rachel!
-Sí, estoy de
acuerdo. ¿Cuándo volveremos a vernos?- preguntó él, mirándola fijamente a los
ojos.
-Cuando
arregles lo de tus papeles- sentenció ella, mirándole de reojo, algo nerviosa.
-De acuerdo,
nos vemos en una semana.
-Perfecto,
adiós.
Una semana
después, Lau ya había metido todas sus cosas en una pequeña maleta al tiempo que se acomodaba su peluca sobre el
pelo. Cuando estuvo lista, se miró por última vez, contemplando cómo le quedaba
el traje blanco de enfermera. Los ojos se le llenaron de lágrimas por un
momento, pero se las limpió rápidamente al tiempo que se ponía unas lentillas,
para cambiar el color de sus ojos y después unas gafas, que escondían mejor su
rostro. Una vez que todo estaba preparado, salió a la calle y pidió un taxi que
la llevó hasta el aeropuerto, dónde había quedado con Jesse. El castaño se
sorprendió al verla, pero no dijo ni una palabra, mientras volaban hacia Lima.
Una vez allí, alquilaron un coche todo terreno, pues la dirección que Laura
había apuntado indicaba que el lugar se encontraba en una zona de alta montaña.
Los chicos condujeron sin descanso durante horas, intercambiando posiciones,
hasta que a la mañana siguiente llegaron por fin a su destino.
-Es esa cabaña
de ahí- dijo Jesse, señalando una caseta de madera que había a unos cuantos
metros- A este nivel hay demasiada nieve, tendremos que ir a pie.
-De acuerdo,
deja que coja mis cosas y nos vamos- dijo ella, yendo hacia el maletero y
sacando sus dos únicas maletas.
-¿Sabes que
eres un poco rara?- preguntó él, con una sonrisa burlona.
-¿Por qué?
Sorpréndeme- dijo ella, rodando los ojos.
-No, es que lo
normal en una chica es llevar una decena de maletas y tú sólo llevas dos- le
explicó él, con una sonrisa, mientras caminaban.
-Bueno, soy
práctica- se defendió ella, sin mirarle siquiera.
Los chicos
siguieron caminando, hasta que Lau resbaló con un trozo de hielo que había
sobre el terreno.
-¡Auch! –se
quejó ella, al caer contra el suelo.
-¿Estás bien?-
preguntó Jesse, que se agachó corriendo para socorrerla.
-Sí, soy un
poco torpe…- dijo ella, restándole importancia.
-¿Quieres que
te lleve en brazos hasta la puerta?- se ofreció él, acercándose más a ella.
-Yo…
-ME PARECE QUE
ESA ES UNA MALA IDEA- gritó una voz a sus espaldas.
Cuando Jesse y Lau se giraron, descubrieron a Thom, que estaba a tan sólo unos metros de distancia y les apuntaba directamente con una escopeta.
¿Qué pasará con Jesse y Lau? ¿Disparará Thom el arma? ¿Conseguirán los chicos rescatar a Rach? ¿Qué es lo que esconde Lau? ¿Volverán a encontrarse Finn y Rachel? ¿Qué dirá Finn cuando descubra el plan de Isabella y Thom? ¡Todo esto y más en próximos capítulos! ¡3 sólo para el final! :D
Unos segundos
después, sacó el filo de la navaja y lo aproximó hacia su muñeca derecha con su
mano temblorosa. Su mente recordó todos los momentos que había vivido junto a
Finn y su pequeño Justo cuando iba a incidir sobre su carne, alguien la tomó
del brazo con fuerza, causándole un profundo dolor.
-¡Ahh! ¡Suéltame!-
consiguió decir ella, entre gemidos de dolor.
Thom la soltó,
mirándola con furia en los ojos hasta que no pudo contenerse y le dio un fuerte
bofetón, que la tiró al suelo.
-¡Eres una
estúpida! ¿Qué pensabas hacer con esto, Rachel? ¿Suicidarte? ¡Por encima de mi
cadáver! ¿Me oyes? ¡NUNCA PODRÁS ESCAPAR DE MÍ! ¡JAMÁS! ¡OLVÍDALO!
Thom volvió a
cogerla de un brazo, con rudeza, para después empujarla hacia fuera de la
habitación al tiempo que bajaban unas escaleras.
-¡NO! ¡Déjame!
¡Me estás haciendo daño!
-¿Ah, sí?
¡PUES HABERLO PENSADO ANTES! ¡AHORA VAS A APRENDER A OBEDECERME!
Dicho esto,
Thom la empujó con fuerza contra la pared, mientras sacaba una pequeña llave de
su bolsillo con la que abrió la puerta del sótano, que emitió un sonoro
chirrido al abrirse y que daba paso a una oscura sala, en la que sólo había
hierros viejos y oxidados y al fondo una cadena fijada a la pared, sobre la que
había pintada una enorme estrella dorada.
-Como veo que
por las buenas no quieres entenderlo, tendrá que ser por las malas- le espetó
el con desprecio, cogiéndola del cuello y llevándola hasta el otro extremo del
lugar- ¿Ves esto?- dijo, señalando la cadena de hierro- Pues a partir de ahora
tendrás que acostumbrarte a ello porque lo llevarás rodeando tu precioso
cuello. ¿ME OYES? ¡Más te vale cambiar pronto de parecer o todo se complicará
más para ti, preciosa!- dijo él, acercándose peligrosamente a ella y
colocándole la cadena- Tu eres mía, Rachel- le susurró al oído, de forma
perversa- Sólo mía, que no se te olvide jamás.
Dicho esto,
deslizó sus manos lentamente, desde su cuello hasta su trasero, pasando por su
espalda. Cuando Thom le dio un cachete en una de sus nalgas, sintió un líquido
pegajoso en una de sus mejillas y alzó el rostro para mirar a Rachel, que le
contemplaba desafiante mientras se alejaba de él, sintiendo unas profundas
ganas de vomitar.
-¡ALÉJATE DE
MÍ! ¡NO VUELVAS A TOCARME NUNCA MÁS! ¡ERES UN CERDO! ¡ME DAS ASCO! ¡NUNCA
TENDRÁS NADA DE MÍ! ¡NUNCA! ¡TENDRÁS QUE MATARME PRIMERO!- le desafió ella,
mirándole con furia en los ojos.
Thom le
sonrió, mientras se limpiaba el escupitajo de su rostro con un pañuelo y
después volvió a acercarse a ella, quedando a escasos centímetros de su rostro.
-Si eso es lo
que quieres, que así sea. Pero si vuelves a desafiarme lo pagarás caro- le
dijo, mientras tiraba de su cabellera con fuerza, haciendo que se retorciese de
dolor- ¿He sido lo suficientemente claro?
-Mmm- gimió
ella, muriéndose de dolor.
-¡NO TE OIGO!
¿He preguntado si ha quedado claro?
-S…sí- logró
finalmente responder ella, en un susurro.
-Así me gusta.
Por esta vez lo dejaré pasar, pero si vuelve a suceder lo pagarás caro. Buenas
noches, preciosa.
Dicho esto, el
castaño fue hacia la puerta y apagó las luces, dejando a Rachel encerrada en
aquel lugar que desprendía un hedor insoportable y con la única compañía de la
más absoluta y fría oscuridad.
A la mañana
siguiente, Puck y Emily se levantaron a primera hora para preparar el desayuno
mientras esperaban a que Finn bajara.
-Em, ya son
más de las doce, los niños ya casi van a comer. ¿No crees que deberíamos subir
a despertarle?- preguntó Puck, removiendo su café ya congelado.
-No sé, tengo
miedo a que la ausencia de Rachel le haya afectado demasiado.
Justo en ese
momento, Finn apareció tras la puerta, con un aspecto horrible y la mirada
perdida.
-Ho… hola,
Finn… ¿Quieres que te prepare unas tostadas?- logró preguntar Emily, mirándole
atentamente.
-No, gracias-
musitó el moreno en un débil susurro, mientras abría la nevera y sacaba una
cerveza, para finalmente dirigirse hacia el salón, dejando a los chicos con la
boca abierta.
-¿Acaba de
coger una cerveza?- dijo Emily, girándose para mirar a Puck a los ojos, con una
ceja en alto.
-Pues… eso
parece- contestó Puck, con los ojos muy abiertos- Em, creo que es mejor que
vayamos a hablar con él.
-Sí, vamos-
coincidió ella.
La pareja
salió de la cocina y se dirigió hacia el salón, dónde los niños jugaban dentro
del parque infantil mientras que Finn permanecía inmóvil frente al televisor,
con el mando a distancia en una mano, cambiando continuamente de canal.
-Finn… ¿estás
bien?- preguntó Emily, sentándose a su lado en el sofá.
-Estoy
perfectamente, Em… ¿no me ves?- preguntó el, en un tono frío como el hielo, sin
dejar de mirar la pantalla, con una expresión vacía en el rostro.
-Eh… Finn, yo…
-¡Estoy bien!
¿VALE? ¡Ahora dejadme ver la tele tranquilo, por favor!- dijo él, perdiendo los
nervios.
-¡Ey, tío! ¡No
nos hables así! ¡Nosotros no tenemos la culpa de lo que está pasando!
-¿Estás
insinuando que yo sí, Puck?- preguntó el moreno, dejando de mirar por primera
vez el televisor para dirigirse a ellos.
-Mira, Finn,
yo no…
-¿POR QUÉ NO
PODÉIS DEJARME EN PAZ? ¡No necesito vuestra ayuda! ¡No necesito a nadie!- dijo
él, pegando un sorbo a su cerveza y tirando la lata con fuerza al suelo,
causando el llanto de ambos bebés.
-¡Ya basta,
Finn!- le reprendió Emily, cogiendo a su pequeña en brazos mientras Chris se
abrazaba a su pierna, asustado- ¡¿Te das cuenta del lío que estás armando?!
¡Has hecho llorar a tu propio hijo! ¡Espero que estés satisfecho!
Finn se giró
entonces en dirección a su prima y se acercó a su hijo, que le miró para
después esconderse tras Emily, que lo miró con tristeza.
-Chris… soy
yo… papá- le dijo él, intentando acercarse a su pequeño, que cada vez se
aferraba con más fuerza a las piernas de su tía- lo siento, hijo… lo siento
mucho- fue lo único que pudo decir, mientras un par de lágrimas se deslizaban
por su rostro.
-Finn… ¿Pero
qué es lo que te pasa?
-Es esa carta,
esa maldita carta- dijo Finn, más para sí mismo que para su prima.
-¿Cómo? ¿Una
carta? ¿De qué carta estás hablando, Finn?- quiso saber Emily.
El moreno iba
a contestar justo en el momento en el que alguien llamaba al timbre.
-Tranquilos,
debe de ser Kurt o tal vez Quinn para preguntar por Rach- dijo Puck,
dirigiéndose a la puerta y abriéndola de par en par, descubriendo a un hombre
bajo y regordete, vestido con un traje gris y corbata, que portaba una maleta
en la que aparecía el logo de una entidad bancaria.
-Buenos días,
¿es esta la residencia de Finn Hudson?
-¿Quién le
busca y por qué?- preguntó Puck, frunciendo el ceño al tiempo que aquel hombre
le tendía una pequeña tarjeta con su nombre.
-Mi nombre es
Richard Bruce y vengo en nombre del Liberty Bank de Nueva York. Uno de nuestros
clientes dispuso hace un tiempo que hoy debería entregar unos documentos muy
importantes al señor Hudson. ¿Podría hablar con él?- preguntó el hombre,
secando una gota de sudor de su frente con un pañuelo.
-Yo soy el
hombre que busca- dijo Finn, algo confuso- Pase y póngase cómodo, por favor.
-¡Sí, por
supuesto! ¡Si me concede unos minutos le aseguro que no se arrepentirá, señor
Hudson!- dijo aquel hombre, entrando en la casa y tomando asiento en uno de los
sillones del salón mientras dejaba su maletín sobre la mesa- Verá… hace unos
meses, nuestra clienta, la señorita Rachel Berry, nos dio una serie de
indicaciones sobre el estado de sus cuentas. Tal y cómo pueden leer en este
documento, ahora todas sus cuentas de ahorros y su cuenta corriente pasarán a
ser propiedad de su hijo, Christopher Hudson Berry cuando éste cumpla la
mayoría de edad.
-¿Qu… qué?-
preguntó Finn, incrédulo- ¿Está de broma, no?
-¡No, no! ¡Por
favor, no! ¡Tan sólo leo el documento, señor! ¡Sólo cumplo los deseos de
nuestro cliente! ¡Ella dispuso todo para que hoy yo le entregase este
documento! Mientras el titular sea menor, la clienta ha dispuesto que sea usted
el que administre todas las cuentas, señor Hudson.
Finn se tensó
completamente al tiempo que su mandíbula temblaba mientras apretaba su
dentadura, intentando contener los gritos que luchaban por salir de su
garganta. Sus puños se tensaron a causa de la furia contenida al tiempo que el
hombre lo miraba con una mezcla de pánico y nerviosismo, mientras se aflojaba
el nudo de la corbata.
-Me parece que
es mejor que se vaya- le recomendó Emily, sin dejar de mirar a su primo, que
temblaba más y más por momentos.
-Pero…
señorita, necesito la firma o…
-¡¿Es que está
sordo?! ¡Márchese y ya le enviaremos por correo su maldita firma!- le dijo
Puck, acompañándole hasta la salida.
-De… de
acuerdo… Buenos días y disculpen las molestias.
Antes de que
aquel hombre pudiera decir algo más, el moreno ya le había dado con la puerta
en las narices, mientras Finn volcaba la mesilla del salón, asustando de nuevo
a los niños y a Emily, que estaba paralizada y no sabía cómo reaccionar.
-¿PERO QUIÉN
DEMONIOS SE CREE QUE ES? ¿CREE QUE PUEDE DESAPARECER COMO SI NADA Y ENCIMA
PRETENDE COMPRAR EL AMOR DE SU HIJO? ¡¡PUES NO!! ¡ME NIEGO! ¡ESE DINERO ES UN
MONTÓN DE MIERDA Y NO PIENSO PERMITIR QUE MI HIJO TOQUE NI UN SOLO CENTAVO! ¿ME
HABÉIS OÍDO? ¡NI UNO SÓLO!
-¡Finn,
cálmate, por favor! ¡No sabes lo que estás diciendo y luego te vas a
arrepentir!- le suplicó Emily, con lágrimas en los ojos.
-¿Tú también
te vas a poner en mi contra, Em? ¡YO SOY TU FAMILIA, NO ELLA!
-¡Ya basta!
¡Estás diciendo tonterías!- le reprendió ella, comenzando a enfadarse.
-¡No, Em!
¡Todo este tiempo con ella ha sido una maldita mentira! ¡Nunca he significado
nada! ¡Toma, lee esta maldita carta y lo entenderás!
Dicho esto,
Finn le tiró una bola de papel a las manos, al tiempo que iba hacia su hijo, y
se lo llevaba escaleras arriba, a pesar de las protestas del pequeño.
-Chris, tu
mamá nos ha abandonado y ahora sólo quedamos tú y yo, pero te prometo que nada
malo te va a pasar y que seguiremos adelante sin ella. ¡No la necesitamos!
El moreno
siguió subiendo las escaleras, ignorando el llanto del pequeño, que luchaba por
librarse de su abrazo mientras en el piso de abajo Emily y Puck leían la carta
de Rachel para finalmente abrazarse al tiempo que la castaña lloraba
desconsoladamente.
Dos meses y
medio después, Rachel seguía sin aparecer y los chicos comenzaban a pensar que
tal vez nunca más volverían a verla. La víspera de Navidad había llegado y
todos se habían reunido en casa de Finn, para darle su apoyo. Sin embargo, el
moreno parecía más alejado de la realidad que nunca. Su principal pasatiempo era
ahora la bebida y su mirada siempre estaba perdida en un mar de confusión. Finn
no sólo se había abandonado a sí mismo, sino que también había dejado de
atender a Chris, de cuyo cuidado se encargaba ahora Emily, que junto a Puck se
habían trasladado a vivir a esa casa con su pequeña de forma indefinida hasta
que las cosas mejorasen un poco. Por más que el pequeño había intentado desde
el principio acercarse a su padre, llevándole juguetes o reclamando su
atención, siempre recibía el rechazo y la indiferencia de Finn, hasta que llegó
el momento en que simplemente dejó de hacerlo. Chris notaba tanto la ausencia
de su madre, que había perdido el brillo de alegría que solía tener en sus ojos
así como su sonrisa de medio lado, que fue sustituida por una mueca asustada.
Ya ni las bromas de Puck ni la presencia de su prima Irina o la calidez de su
mano contra la suya eran motivos de felicidad.
Los chicos se
reunieron junto al árbol, sin ganas de nada, mientras observaban cómo los
pequeños abrían los regalos. Quinn y Kurt se habían quedado en el sofá, el uno
junto al otro, mientras lloraban en silencio la desaparición de su mejor amiga
y alma gemela. La rubia había descubierto hace un mes que estaba embarazada,
pero ni siquiera esa noticia había conseguido animarla un poco. Sam la miraba
desde la distancia, totalmente consternado. Quinn se había dejado vencer hasta
tal punto que el rubio comenzaba a temer seriamente por el estado de salud de
su esposa al tiempo que se sentía impotente, al no poder hacer nada por aliviar
su dolor. Los dos amigos se abrazaron, entre lágrimas, mientras se cantaban al
oído algunas de las canciones favoritas de Rachel. En ese momento, sonó el
timbre y Lau fue la encargada de abrir, descubriendo a Isabella tras la puerta.
-¿Qué estás
haciendo aquí, Isabella?- le preguntó Lau, con el ceño fruncido.
-¡Cómo si
fuera asunto tuyo, estúpida! ¡He venido a apoyar a Finn en estos momentos tan
difíciles! ¿Dónde está?- exigió saber la morena, echándose la melena hacia
atrás con altivez.
-En… en el salón…-contestó
Laura, en un susurro.
La morena vio
cómo Isabella iba hacia el salón y se situaba junto a Finn, que seguía bebiendo
sin prestarle atención alguna mientras los demás la miraban con desconfianza y
seguían preparando todo para la cena. Por su parte, Lau se dirigió hacia la
cocina, dónde Emily terminaba de preparar el plato principal e iba de un lado
para otro de forma frenética.
-¡Hola, Em!-
saludó la morena, con una sonrisa débil- ¿Puedo ayudarte en algo?
-Claro, Lau.
¿Me puedes alcanzar la salsa de pimienta y mostaza?
-Sí, aquí
tienes- dijo ella, tendiéndole el salsero, con una expresión ausente.
-Lau… ¿Va todo
bien ahí fuera? Por tu aspecto, diría que algo te preocupa.
-Sí, Em. A ti
no puedo mentirte, yo… es sólo que Isabella acaba de llegar a esta casa ahora
mismo y…
-¡¿QUÉ?! ¡¿LA
BRUJA DE ISAFEA ESTÁ EN ESTA CASA?!- gritó
Emily, muy enfadada.
-¡Chsst! ¡Baja
la voz! ¡Podría oírnos!
-¡Me da lo
mismo! ¡Es más, que me oiga! ¡Tengo muchas ganas de decirle un par de cositas a
esa arpía!- exclamó Emily, con ambas manos sobre las caderas.
-¡No, Em! ¡No
sabes lo que dices! ¡Te aconsejo que tengas cuidado! ¡Isabella es más peligrosa
de lo que crees!- le advirtió Laura, con un gesto serio.
-¿Cómo? ¿Por
qué lo dices?- preguntó la castaña, con el ceño fruncido.
-Verás, yo… la
conocí un par de años antes que Finn y sé cómo es a la perfección…
-Lau… ¿Tienes
algún tipo de sospecha o alguna prueba de…?
Lau bajó la
cabeza, negando en silencio.
-No, la verdad
es que no. Pero desde hace varias semanas siempre que la encuentro en los
ensayos está pegada a su teléfono móvil… y hablaba sobre cosas muy extrañas…
-¿Qué tipo de
cosas, Lau?- preguntó Emily, con un nudo en la garganta- ¿Cosas sobre Rachel?
-No, no lo sé…
de Isabella puedes esperarte cualquier cosa…
-Por favor,
cuéntame todo lo que viste y oíste, desde el principio y sin dejarte ni un
detalle- le rogó Emily, tomando una de sus manos entre las suyas.
-De acuerdo…-
aceptó la morena, inspirando profundamente antes de comenzar su relato.
Un mes después de la desaparición de Rachel,
las grabaciones de “Music 2 me” se habían reanudado para algunos de los actores
y Lau se dirigía a los estudios a grabar algunas escenas sueltas de la segunda
temporada. Cuando iba a abandonar el lugar, se fijó en que el camerino de
Isabella tenía la puerta entreabierta y se oían voces dentro. La morena se
quitó sus zapatillas de ballet y caminó de puntillas hasta la puerta, dónde
comenzó a escuchar con total nitidez una conversación telefónica.
-¿Y bien? ¿Alguna novedad?- preguntó
Isabella, en un tono frío y distante- ¡Eso no es asunto mío! ¡Me da igual lo
que hagas con ella!- gritó la morena indignada a la persona que había al otro
lado del teléfono- ¡Por mí como si la cortas en cachitos y te comes sus restos!-
exclamó ella, mientras escuchaba- ¡No te preocupes por él! ¡Lo tengo todo
controlado! ¡Llámame sólo si ocurre algo
importante! ¡¿Entendido?! ¡Adiós!
En cuanto colgó el teléfono, Lau sintió como
Isabella recogía sus cosas y se dirigía hacia la puerta, por lo que tuvo que dirigirse
tan rápido como pudo a uno de los camerinos, hasta que supo con certeza que la morena se había marchado. Lau se apoyó
contra la pared, con la respiración entrecortada. ¿Qué había querido decir
Isabella con: “Me da igual lo que hagas con ella”? Pero lo más importante: ¿Qué había querido decir con ella? La morena sintió un escalofrío
recorriendo su espalda mientras miles de ideas venían a su cabeza hasta que
finalmente una de todas esas hipótesis cobró más fuerza: Isabella podría saber
dónde estaba Rachel.
Lau miró a
Emily directamente a los ojos, esperando algún tipo de reacción por parte de su
amiga. Sin embargo, la castaña permaneció en silencio, apoyada contra la
encimera, con los ojos muy abiertos.
-Discúlpame,
Em. Sólo son paranoias mías.
-¡No, Lau! ¿Te
das cuenta de lo que esa información podría significar? ¡Si tu intuición es
correcta podría estar cerca de alguna pista sobre el paradero de Rach!
-¡Pero Em! ¡No
tenemos pruebas que demuestren que Isabella tenga algo que ver!
-¡Por eso
mismo tenemos que encontrarlas para asegurarnos! ¡Tú sabes tan bien como yo que
esa carta que Rachel dejó es demasiado sospechosa!
-Pero… ¿Qué
podemos hacer nosotras?
-Tal vez yo no
pueda hacer mucho por Rach, pero tú sí, Lau.
-¿Yo? ¡¿Pero
qué dices?!
-Por favor, te
ruego que simplemente no la pierdas de vista y si averiguas algo me llamas
inmediatamente.
-Pero…
-Por favor,
Lau. Todos estamos desesperados. Finn se ha convertido en un fantasma del
hombre que un día fue. Ahora ni siquiera está al lado de su hijo. Quinn y Kurt
cada día están más tristes. En seis días es el cumple de mi hija y yo ya no
tengo fuerzas para soportar todo esto- admitió ella, con lágrimas en los ojos-
Mira, no te pido que la enfrentes, pero sí que estés alerta.
-De acuerdo,
cuenta con ello- le aseguró la morena, con una extraña determinación en sus
ojos marrones.
-¡Gracias,
Lau! ¡Significa mucho para todos nosotros!
Las dos amigas
se fundieron en un abrazo para finalmente llevar la comida a la mesa, dónde ya
esperaban todos en sus sitios menos Finn, que seguía postrado en el sofá viendo
la televisión, rodeado de cervezas. La cena transcurrió en silencio al
principio, hasta que los chicos comenzaron a recordar viejas anécdotas del Glee
Club para animar a Kurt y a Quinn, que apenas podían probar bocado. Poco a
poco, el ruido se fue apoderando del lugar, hasta que el sonido de un cristal
al estrellarse contra el suelo llamo la atención de todos, al tiempo que
Isabella sonreía y comenzaba a grabar todo con su teléfono móvil.
-¡SILENCIO!
¡CALLAOS DE UNA MALDITA VEZ! ¡¿ES QUE NO PUEDO ESTAR TRANQUILO NI EN MI PROPIA
CASA?! ¡YA ESTOY HASTA LAS NARICESDE SI RACHEL ESTO, QUE SI GLEE LO OTRO! ¡A
PARTIR DE AHORA OS PROHÍBO VOLVER A MENCIONAR ESE NOMBRE EN MI CASA! ¿LO HABÉIS
ENTENDIDO! ¡RACHEL BARBRA BERRY HA MUERTO PARA MÍ!
Dicho esto, el
moreno abandonó la habitación dando un portazo, que asustó a los chicos
mientras Isabella contenía una sonrisa malvada al tiempo que detenía la
grabación.
-No puedo
creer que haya dicho eso- dijo Quinn, en un susurro, para después llorar sin
consuelo en los brazos de Sam, que la miraba cada vez más preocupado.
-¡Bueno, algo
de razón sí que tiene!- dijo Puck, defendiendo a su amigo- ¡Rachel no debió
irse de ese modo! ¡Esa carta es un insulto hacia Finn! ¡Él la quería de verdad
y ella ha tirado todo ese cariño por la borda por un estúpido contrato!
-¡NO! ¡ESO NO
ES CIERTO! ¡RACH NO HARÍA UNA COSA ASÍ!- le espetó Quinn, con rabia- ¡Para ella
Finn y Chris eran lo primero! ¡Lo más importante!
-¡Quinn tiene
razón! ¡Nosotros hemos estado a su lado durante más de nueve años, Puck!¡Hemos
sentido su agonía al no poder estar junto a él y el profundo dolor que le causó
su traición!- dijo Kurt, poniendo una mano sobre la de la rubia.
-¡Pues
entonces no entiendo nada de lo que dice en esa maldita carta! ¡Una de las dos
mientes!
-¡CÁLLATE! ¡TÚ
NO SABES NADA DE RACH! ¡ELLA ES MI MEJOR AMIGA! ¡LA MEJOR PERSONA QUE HE CONOCIDO
NUNCA! ¡NI TE ATREVAS A JUZGARLA!
Quinn se
levantó como pudo, para abandonar la casa a toda prisa con lágrimas en los
ojos, seguida de Sam, Kurt y Blaine, que acompañaron a la pareja hasta su casa.
Finalmente, todo el mundo se marchó, dejando a Puck y a Emily a solas.
-Espero que
estés satisfecho, Puck. Como no teníamos suficiente con mi primo has tenido que
expresar tú tu opinión ahora- dijo Emily, suspirando.
-¡Lo siento!
¡No pretendía ofender a Quinn ni a Kurt! Es sólo que… me duele ver a Finn en
ese estado… ¿Cómo puede una persona alejarse tanto del mundo real?
-No lo sé,
Puck. Pero ahora más que nunca es cuando debemos estar ahí a su lado hasta que
todo se solucione.
-¿Crees que
Rachel volverá algún día?
-Tal vez haya
perdido el juicio, pero… estoy segura de que así será- le dijo ella, con una
sonrisa débil.
-Ojala tengas
razón, Em. Ojala- dijo él, abandonando la habitación y dejando a Emily
pensativa.
-Espero que
Lau pueda averiguar algo pronto. Estoy segura de que la bruja de Isabella tiene
algo que ver en todo esto…
Mientras
tanto, en la pequeña caseta de la montaña, el infierno de Rachel continuaba.
Durante estos tres meses había sido víctima de las palizas y los abusos de Thom
y ahora ya prácticamente había perdido la noción del tiempo. La morena se
pasaba todo el día en aquel sótano húmedo y pestilente, con una cadena rodeando
su cuello. Tan sólo subía para preparar las comidas y las cenas a Thom y la
ventana de la cocina era su único contacto con el exterior. Gracias a ella supo
el invierno había llegado cuando contempló los copos de nieve, que caían de
forma abundante, rodeando el lugar. La víspera de Navidad, Rachel la pasó
sentada en el suelo del sótano, jugando con las piezas de la cadena mientras
cerraba los ojos, intentando concentrarse. Cada día que pasaba le costaba más
trabajo ver con claridad y sus fortaleza física había disminuido considerablemente
debido a la escasez de comida. Su única alegría eran sus recuerdos, la imagen
de Finn y Chris sonriéndole mientras jugaban el uno con el otro. Rachel pensó
en ellos mientras sonreía, sacando las fuerzas que le quedaban al tiempo que
comenzó a cantarles la canción Merry
Christmas, Darling.
Cuando la
canción terminó, Rachel no pudo contener las lágrimas, al tiempo que se
abrazaba las rodillas tratando de contener los temblores que sacudían todo su
cuerpo. La morena siguió llorando hasta el agotamiento, que la llevó a tumbarse
en el frío suelo de aquel lugar, hasta que se quedó profundamente dormida.
Las tres
semanas siguientes pasaron demasiado deprisa para Lau, que no conseguía recabar
ninguna prueba que demostrase que Isabella estaba relacionada con la
desaparición de Rachel. Por más que la morena había intentado seguirla a todos
lados y trataba de escuchar todas sus conversaciones, nunca volvió a presenciar
nada sospechoso. Con el tiempo, debido a la ausencia de Finn, los productores
tuvieron que suspender temporalmente las grabaciones hasta que éste se
recuperase o bien hasta que encontrasen a un sustituto. Tras una larga reunión
con los guionistas y su representante, Lau salió del despacho central en
dirección a su camerino. La morena caminó a paso rápido, pues ya prácticamente
era la hora de cierre del edificio y lo que menos deseaba era pasar la noche
allí encerrada. Sin embargo, unos gritos provenientes del camerino de Isabella
atrajeron su atención.
-¡¿Qué
demonios quieres ahora?! ¡¿No te he dicho montones de veces que no me llames
cuando estoy trabajando?! ¿Cómo dices? ¡Ja! ¿Crees que sólo tú tienes
problemas? ¡Yo también estoy metida hasta el fondo en todo esto! ¡No lo
olvides! ¿Cómo? ¿Cuántas veces tengo que repetírtelo? ¡Ya te he dicho millones
de veces que no me interesa lo que hagas con ella! ¿Qué? ¡Pues que se muera!
¡Un problema menos para mí!- dijo la morena, cada vez más nerviosa- ¿Cómo?
¡Claro, eso te pasa por llevártela tan lejos! ¡Ahora tú también estás atrapado
en ese lugar! ¿Dónde? ¡Ah, no! ¡No pienso ir a buscarte! ¡Ya te lo he dicho,
ella es cosa tuya! ¡Muy bien! ¡Adiós!
La morena dio
vueltas de un lado para otro mientras derribaba todo lo que encontraba a su
paso, hasta que se sentó junto al escritorio, dónde abrió su ordenador
portátil. Al comprobar el correo, vio que acababa de llegarle uno nuevo a la
bandeja de entrada y decidió abrirlo. Sin embargo, justo cuando iba a leerlo,
su teléfono volvió a sonar.
-¡¿QUÉ ES LO
QUE QUIERES?!- le espetó ella, furiosa- ¡Oh, Randy!- exclamó ella, al reconocer
a uno de sus abogados- ¡Discúlpame, últimamente estoy algo estresada! ¿Cómo
dices? ¿Una reunión? ¿Mañana? ¡Espera, no te oigo nada bien! ¡Es la cobertura!
Isabella se
movió de un lado para otro hasta que tuvo que abandonar su camerino para poder
continuar con la conversación al tiempo que Lau se colaba a toda prisa para
investigar. De nuevo Isabella había vuelto a hablar de ella, pero nunca llegaba a decir su nombre. Laura comenzó a
examinar el lugar mientras permanecía atenta al regreso de su compañera. La
morena revolvió papeles y ojeó su bolso, sin éxito hasta que posó su vista en
el monitor del ordenador. Allí había un correo abierto cuyo remitente era un tal “Mr_th.do.” y en el que aparecía una
dirección, con el siguiente mensaje: Esta
es la dirección, por si cambias de opinión. TD. Laura observó atentamente
el mensaje mientras se apuntaba en una mano la dirección, justo cuando apuntó
la última letra, volvió a oír los pasos de Isabella, que ya estaba de regreso.
El corazón de Laura comenzó a latir más y más rápido mientras miraba hacia
todos lados, buscando un lugar para esconderse. Finalmente se refugió debajo de
la mesa del escritorio justo en el momento en que Isabella cerraba la puerta y
se sentaba para revisar el correo.
-¡Maldita
cobertura! ¿Qué es esto? ¡Agh! ¡Este tipo es un pesado!- se quejó ella,
mientras resoplaba, sin sospechar que Lau estaba hecha un ovillo en una de las
esquinas, conteniendo la respiración- Bueno, nunca está mal tener la dirección
por si las moscas…- dijo ella, mientras apagaba el ordenador y miraba su reloj-
¡Madre mía! ¡Es tardísimo! ¡Si mañana quiero estar presentable en esa reunión
con los abogados será mejor que me vaya!
Sin más,
Isabella recogió todo, marchándose en silencio. Laura se quedó unos minutos más
ahí sentada, intentando asimilar todo lo que había visto y oído aquella noche.
Las piezas del puzzle por fin comenzaban a encajar y Laura estaba cada vez más
segura de que aquella dirección que había escrito en la palma de su mano estaba
directamente relacionada con Rachel y su extraña desaparición. Cuando consiguió
tranquilizarse, envió un mensaje a Emily que simplemente decía: Tenemos que hablar, tengo novedades
importantes. Un beso. Lau. Media hora más tarde, Lau ya había llegado a su
apartamento en Nueva York y charlaba con Emily mientras se acomodaba en el
sofá.
-¡Dios mío,
Lau! ¿Una dirección, dices? ¡Seguro que ahí es donde está Rach! ¡Estoy
convencida! ¡Maldita bruja! ¡Voy a llamar a la policía ya mismo!
-¡NO!- gritó
Lau, levantándose del sofá- No, Em, no creo que sea una buena idea.
-Entonces…
¡¿No pretenderás que nos quedemos de brazos cruzados, no?!
-¡No, claro
que no! ¡Pero Isabella es demasiado astuta y podría avisar a su compinche para
llevarse a Rach a otro lugar! ¡Ahora debemos ser discretas y no compartir esta
información con nadie hasta no decidir qué hacer!
-Pero… ¡Algo
tendremos que hacer! ¡Alguien tendrá que ir allí a buscarla! ¿No sabes quién es
la persona que ha planeado esto con ella?
-No, el
remitente era un tal Mr_th.do. ¿Te dicen algo esas siglas?
-Mmm… pues…
Mr. Supongo que será como “señor” y las otras dos… Oh, no…- dijo Emily, al otro
lado del teléfono, en un susurro.
-¡¿QUÉ?!
¡Emily! ¡Háblame! ¿Estás bien?
-Lau, ya sé
quien tiene a Rach en ese lugar...
-¿Quién?
-El psicópata
de su ex novio. Thomas Doyle. Las dos siglas encajan con las dos primeras
letras de su nombre y su apellido.
-¿Estás
segura?
-Sí,
completamente… ese tipo está chiflado y hasta intentó matarla. No me extrañaría
nada que ahora la hubiera secuestrado.
-Claro… de
modo que esa carta sería un mecanismo de despiste para desviarnos de lo que
realmente estaba pasando.
-¡Sí! ¡Lo
sabía! ¡Sabía que Rach no los había abandonado!- dijo Emily, entre lágrimas-
¿Qué vamos a hacer? Alguno de nosotros tiene que hacer algo, hay que rescatarla
cuanto antes de las manos de ese gusano.
-Sí,
precisamente en eso estaba pensando… pero cualquiera de vosotros correría
peligro, ya que Thom os conoce y no dudaría ni un segundo en mataros.
-Entonces…
¿Qué podemos hacer?
Lau se quedó
unos segundos en silencio, sin saber qué contestar, mientras un debate interno
se desarrollaba en su interior. Finalmente fue hacia su habitación, dónde abrió
las puertas del armario, sacando una caja que había al fondo del mismo.
-Lo haré yo…-
fue todo lo que dijo, mientras sacaba un uniforme blanco de enfermera de dentro
de la caja.
-¡¿QUÉ?! ¡No,
pero no puedes hacerlo tú sola! ¡Es una locura!
-No hay otra
manera, soy la única a la que Thom no conoce…
-¡Pero
Isabella sí y podría matarte igualmente!
-No te
preocupes, cambiaré de aspecto completamente para que ella no pueda
reconocerme.
-Pero… ¡No, no
puedes ir tú sola! ¡Tiene que haber alguien que pueda acompañarte!- dijo Emily,
pensativa- ¡Ya lo tengo! ¡Conozco a la persona perfecta!
-¿Quién? ¿De
quién se trata?
-¡Jesse St
James! ¡Sé que ha estado buscando a Rachel estos meses tanto como nosotros! ¡Él
te ayudará, estoy segura!
-¡No! ¡Jesse
no! ¡De ninguna manera!- dijo la morena, poniéndose cada vez más nerviosa.
-¡Vamos, Lau!
¡Te lo suplico! ¡No hay nadie más y sé que Jesse podrá trazar algún plan para
traer a Rach de vuelta! ¡Te lo pido como amiga que sé que eres de Finn y
Rachel!
Laura se
mordió el labio inferior, presa de los nervios, para finalmente asentir.
-¡De acuerdo!
¡Hablaré con él y te avisaré cuando esté todo listo!
-¡Muchas
gracias, Lau! ¡Gracias de verdad!
-¡Recuerda que
no debes hablar de esto con nadie! ¡Ni siquiera con Puck!
-De acuerdo… no
lo haré, te lo prometo…
-Gracias. ¡Nos
vemos pronto!
-¡Adiós!
A la mañana
siguiente, Laura ya esperaba en la parada de taxis la llegada de Jesse. El
castaño llegó poco después, con una sonrisa débil pero esperanzadora.
-¡Hola!
¡Perdona el retraso!
-¿Has cumplido
tu parte?- quiso saber ella, algo nerviosa.
-Sí, pero
tardaré unos días en conseguir los documentos- ¿Tú ya tienes todo en orden?
-Acabo de
venir de la comisaría, esta es mi nueva identidad- dijo ella, tendiéndole un
pequeño carnet.
-¿Lea Sarfati?
¿De dónde has sacado ese nombre? ¿En la foto no tienes el pelo más claro?-
preguntó él, mirándola con curiosidad.
-Tengo mis
contactos y lo del pelo es una peluca… ¡Pero eso no importa ahora! ¡Tenemos que
ponernos en marcha cuanto antes o no podremos hacer nada por Rachel!
-Sí, estoy de
acuerdo. ¿Cuándo volveremos a vernos?- preguntó él, mirándola fijamente a los
ojos.
-Cuando
arregles lo de tus papeles- sentenció ella, mirándole de reojo, algo nerviosa.
-De acuerdo,
nos vemos en una semana.
-Perfecto,
adiós.
Una semana
después, Lau ya había metido todas sus cosas en una pequeña maleta al tiempo que se acomodaba su peluca sobre el
pelo. Cuando estuvo lista, se miró por última vez, contemplando cómo le quedaba
el traje blanco de enfermera. Los ojos se le llenaron de lágrimas por un
momento, pero se las limpió rápidamente al tiempo que se ponía unas lentillas,
para cambiar el color de sus ojos y después unas gafas, que escondían mejor su
rostro. Una vez que todo estaba preparado, salió a la calle y pidió un taxi que
la llevó hasta el aeropuerto, dónde había quedado con Jesse. El castaño se
sorprendió al verla, pero no dijo ni una palabra, mientras volaban hacia Lima.
Una vez allí, alquilaron un coche todo terreno, pues la dirección que Laura
había apuntado indicaba que el lugar se encontraba en una zona de alta montaña.
Los chicos condujeron sin descanso durante horas, intercambiando posiciones,
hasta que a la mañana siguiente llegaron por fin a su destino.
-Es esa cabaña
de ahí- dijo Jesse, señalando una caseta de madera que había a unos cuantos
metros- A este nivel hay demasiada nieve, tendremos que ir a pie.
-De acuerdo,
deja que coja mis cosas y nos vamos- dijo ella, yendo hacia el maletero y
sacando sus dos únicas maletas.
-¿Sabes que
eres un poco rara?- preguntó él, con una sonrisa burlona.
-¿Por qué?
Sorpréndeme- dijo ella, rodando los ojos.
-No, es que lo
normal en una chica es llevar una decena de maletas y tú sólo llevas dos- le
explicó él, con una sonrisa, mientras caminaban.
-Bueno, soy
práctica- se defendió ella, sin mirarle siquiera.
Los chicos
siguieron caminando, hasta que Lau resbaló con un trozo de hielo que había
sobre el terreno.
-¡Auch! –se
quejó ella, al caer contra el suelo.
-¿Estás bien?-
preguntó Jesse, que se agachó corriendo para socorrerla.
-Sí, soy un
poco torpe…- dijo ella, restándole importancia.
-¿Quieres que
te lleve en brazos hasta la puerta?- se ofreció él, acercándose más a ella.
-Yo…
-ME PARECE QUE
ESA ES UNA MALA IDEA- gritó una voz a sus espaldas.
Cuando Jesse y Lau se giraron, descubrieron a Thom, que estaba a tan sólo unos metros de distancia y les apuntaba directamente con una escopeta.
¿Qué pasará con Jesse y Lau? ¿Disparará Thom el arma? ¿Conseguirán los chicos rescatar a Rach? ¿Qué es lo que esconde Lau? ¿Volverán a encontrarse Finn y Rachel? ¿Qué dirá Finn cuando descubra el plan de Isabella y Thom? ¡Todo esto y más en próximos capítulos! ¡3 sólo para el final! :D
Lau_finchelforever**** - Mensajes : 172
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