[Resuelto]FanFic Brittana: La Luna de Media Noche (Adaptada) Epílogo

Capitulo 28

Santana ni siquiera podía comenzar a pensar en el trabajo mientras miraba el reloj, viendo cómo se acercaban más y más las once.

No podía creer lo nerviosa que estaba.

¿A caso Brittany se presentaría?

La que había contestado el teléfono le había dicho que Brittany no solía hacer las licitaciones. De hecho, había estado a punto de llamar nuevamente para cancelar todo el asunto.

¿Qué tonta era al llegar a estos extremos sólo para ver Brittany?

¿Por qué no hacer algo normal como llamarla e invitarla a almorzar?

No, en vez de eso… pintemos la oficina.

Bueno, ya era demasiado tarde.

Siete minutos más.

Se puso de pie, caminando lentamente a través de su oficina, deteniéndose a cada minuto para echar un vistazo por la ventana y luego regresando nuevamente sobre sus pasos.

Sabía que sería una enorme decepción si Brittany no se presentaba.

Pero de alguna manera, sabía que lo haría.

Literalmente, saltó cuando su teléfono sonó. Respiró profundamente, luego se acercó, presionando el botón del intercomunicador.

—Sí, Mercedes.

—Hay un… un pintor aquí ¿Dice que llamaste por una licitación?

—Sí. Olvidé mencionártelo—mintió Santana—Quiero volver a pintar todas las oficinas.

—¿Debo enviarla adentro?

Ella.

Bien.

—Sí, por favor.



Todo nerviosismo que sentía desapareció cuando Brittany entró en su despacho.

Santana cubrió su boca para tratar de ocultar su sonrisa, pero no pudo evitar la risa.

Brittany estaba vestida de pies a cabeza de blanco, incluyendo una bonita gorra de pintor. Los ojos sonrientes de Brittany se encontraron con los suyos y compartieron una rápida risa.

—Conforme a lo solicitado—dijo Brittany con una exagerada reverencia—En caso… ya sabes… que tengas fantasías. Realmente quería que vieras como lucía con el atuendo de pintora.

—Oh, Dios mío. Te ves adorable—dijo Santana.

Las palabras salieron antes que pudiera detenerlas.

—Y para mis fantasías, ahora sé cómo luces con tu traje de oficina—la mirada de Brittany se deslizó sobre Santana lentamente—Sin embargo, me gusta mucho más tu bikini.

Santana sonrió más ampliamente.

Apenas resistió el deseo de cerrar la puerta y quedarse con ella completamente a solas.

—¿Cómo estás?

—Grandioso. Sin embargo, bastante sorprendida de recibir una solicitud de licitación—dijo Brittany—¿O sólo querías verme?

—Ambas—dijo Santana honestamente cuando se sentó, haciendo un gesto para que Brittany hiciera lo mismo—Realmente no tuvimos mucha oportunidad de ponernos al día la otra noche.

—No, no la tuvimos. Todavía no puedo creer que estuvieras ahí—la expresión de Brittany se puso seria—No creí que te volvería a ver.

—Lo sé—entrelazó sus manos, sonriendo mientras Brittany sostenía su mirada—¿Y? Tú… tú y… ¿cómo se llamaba? ¿Staci? ¿Han estado saliendo mucho tiempo?

—Hemos salido un par de veces—dijo Brittany evasiva—¿Y tú tercera cita con Sugar Motta? ¿Espero que hayas tenido un buen momento?

Santana sintió que se ruborizaba.

—Estuvo… bien—dijo Santana.

—¿Solo bien?

Santana negó con la cabeza.

—No voy a discutir de Sugar Motta contigo. Además, no he hablado con ella desde entonces.

—¿No? Eso es extraño. Tampoco he hablado con Staci desde entonces—dijo Brittany con una sonrisa rápida.

Brittany descansó su tobillo sobre su rodilla, mirando fijamente a Santana.

—Así que… ¿realmente deseas pintar tu oficina? ¿O quieres salir de aquí, tal vez almorzar conmigo?

Santana se echó a reír.

—¿En ese traje?

Brittany tiró de su camisa blanca.

—Supongo que es mucho, huh.

—Pero lindo. Y sí, realmente quiero pintar mi oficina. Tenemos cuatro oficinas, así como el área de recepción y una pequeña sala de descanso.

Brittany asintió.

—¿Colores?

—No tengo nada en mente. Me gustaría que cada uno de mis colaboradores escogiera sus propios colores de oficina. Dentro de lo razonable, por supuesto—hizo una pausa—¿Normalmente trabajas en lugares como éste?—preguntó con un gesto hacia sus paredes—¿O en su mayoría casas?

—En su mayoría casas, pero no exclusivamente—dijo Brittany—Podemos hacer esto por ti—sonrió—Te daré un buen precio.

—Te lo agradezco—dijo Santana y se puso de pie—Déjame enseñarte todo. Entonces tal vez podamos discutir el almuerzo.

—Grandioso. Empecemos.

Pero el teléfono de Santana sonó antes que pudieran salir y pulsó el intercomunicador sin pensar.

—¿Sí?

—Sugar Motta está aquí—dijo Mercedes—¿Le hago pasar?

Oh, Dios.

Los ojos de Santana volaron hacia Brittany, notando la decepción que vio en ellos.

—Lo siento—casi susurró.

Brittany se encogió de hombros.

—No hay problema.

—¿Santana?

Santana volvió al teléfono.

—Sí, Mercedes, hazla pasar—miró a Brittany—Yo no…

Pero no tuvo tiempo de explicarle nada.

Sugar estaba ahí, caminando en su oficina con una sonrisa en su rostro. Se detuvo en seco cuando vio a Brittany.

—Oh. No sabía que tuvieras a alguien—dijo Sugar.

Santana se quedó sin palabras.

Afortunadamente, Brittany no.

De inmediato extendió su mano.

—Nos conocimos la otra noche en la fiesta—dijo Brittany—Pierce Painting Pros. Simplemente haciendo una licitación.

—Por supuesto. Pensé que me resultabas familiar—dijo Sugar y se volvió hacia Santana—Entonces creo que este es un mal momento. Iba a sorprenderte y robarte para llevarte a comer.

—Bueno.

—Puedo hacer el reconocimiento sin ti—ofreció Brittany—Dejar con tu secretaria la licitación.

—Oh. Bueno.

—Genial—dijo Sugar—Si nos vamos ahora, podremos evitar la multitud en el almuerzo. Hay un pequeño lugar italiano que me muero por probar.

Santana miró con impotencia a Brittany, pero Brittany asintió.

—Claro. Adelante. Estaré bien.

Sus ojos se encontraron por un breve momento intenso.

Santana deseaba tanto decirle no a Sugar, que no iba a almorzar con ella. Pero Brittany desvió la mirada y Sugar agarró su mano y simplemente le siguió hasta la puerta.

¿Por qué las cosas tenían que ser tan complicadas?

¿Cómo un simple plan de traer a Brittany para pasar algo de tiempo con ella… a solas… había terminado tan mal?

No había escuchado de Sugar en cinco días.

¿Cuáles eran las probabilidades de que escogería este día para aparecerse y darle una sorpresa?

Bueno, al parecer, las probabilidades eran muy buenas.

—Lamento no haberte llamado—dijo Sugar—He estado inundada esta semana.

—Está bien—dijo Santana y miró a Mercedes—Almuerzo.

—Claro ¿Qué debo hacer con la pintora?

—Brittany va a darnos una licitación—dijo Santana—Elije un color.

Las cejas de Mercedes se dispararon.

—¿Brittany?

—Sí.

Santana asintió levemente ante la pregunta no respondida de Mercedes.

Sí, la misma Brittany que había usado su encanto y coqueteo para entrar en la cama de Santana ese verano.

Bueno, técnicamente había sido la cama de Brittany, pero sólo porque habían estado apuradas y era la más cercana.

Sonrió rápidamente cuando Mercedes negó con la cabeza lentamente, como si estuviera regañándola.

Sin embargo, su sonrisa se desvaneció cuando Sugar la sacó al sol. Estaba caliente y húmedo y su estado de ánimo se había agriado. El elegante mercedes negro de Sugar esperaba afuera y ella mantuvo la puerta abierta para Santana.

Ella se deslizó en los asientos de cuero con un profundo suspiro, mirando nuevamente hacia su oficina, deseando estar adentro… con Brittany.




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Brittany fingió estar midiendo el espacio de la pared cuando lo único que estaba haciendo era espiar las cosas en la oficina de Santana, tratando de ganar un poco más de conocimiento de la morena.

No parece haber mucho aquí que fuera personal, notó ella.

Miró por encima del hombro, descubriendo que nadie observaba. No debería estar fisgoneando, lo sabía, pero no podía evitarlo. Una mirada más detrás de ella, entonces abrió la gaveta central del escritorio de Santana.

Algo llamó su atención cuando estuvo a punto de cerrarla.

Una piedra en forma de luna.

Estaba colocado cuidadosamente en un pañuelo de papel, lejos de un surtido de bolígrafos y lápices.

Extendió la mano, tocándolo suavemente, recordando la mañana que se lo había dado a Santana.

Santana lo guardó.

Brittany cerró el cajón lentamente, sintiendo como su pecho se apretaba un poco.

Habían visto la luna llena y luego se habían quedado dormidas en el lago. A la mañana siguiente, después de la salida del sol, habían descubierto la piedra en forma de luna mientras caminaban de regreso.

Con los años, Brittany había encontrado muchas piedras y ya ni siquiera las miraba. Pero esa mañana, por alguna razón, se había sentido atraída por ella. Y se lo había entregado a Santana, sin saber si a ella le importaban o no ese tipo de cosas.

Pero lo había conservado.

Tal vez quería un recuerdo de sus vacaciones.

Brittany sonrió lentamente.

Y tal vez quería un recuerdo de mí.

—Discúlpeme.

Brittany dio un salto y se llevó una mano al pecho. Esperaba no tener una mirada culpable en su rostro.

—Lo siento, no era mi intención asustarla.

—No, no pasa nada. Estaba… estaba calculando mentalmente el espacio de la pared, los números corren a través de mi cabeza—dijo Brittany—Santana… la era… López… dijo que quería que pintara todas las oficinas.

—Sí, ya le he dicho a los demás ¿Quiere que le muestre los alrededores?

—Gracias, sí. Usted es Mercedes ¿verdad?

—Así es.

Brittany se mordió el labio, preguntándose cuánta información Mercedes estaría dispuesta a compartir.

No debería estar husmeando, pero, oh rayos.

—Así que… Sugar Motta. Ella es casi una celebridad ¿huh?

—¿Eso cree?

—Bueno, ella sale en televisión—dijo Brittany.

Mercedes soltó un bufido.

—Es una picapleitos, como a Santana le gusta decir.

Brittany se rio.

—¿Ella dijo eso?

—No lo has escuchado de mí.

—¿Y viene aquí a menudo? Ya sabes ¿para almorzar?

Mercedes negó con la cabeza.

—Es la primera vez—entonces se detuvo—¿Estás buscando información?

—¿Es tan obvio?

Mercedes le miró asintiendo lentamente con la cabeza.

—Tal vez deberíamos atenernos a la pintura ¿Qué dices?

Brittany se encogió de hombros.

—Si tenemos que hacerlo.

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Capitulo 29

—¿Una cita a ciegas? ¿Me estás tomando el pelo?

Quinn levantó las manos.

—Fue idea de Rach, te lo juro.

Brittany entrecerró los ojos a su amiga, tratando de descubrir si estaba mintiendo o no.

—¿Quién es?

—Conoces a su amiga Audrey ¿verdad? Bueno, es alguien que trabaja con ella. Holly es su nombre.

Brittany sacudió su cabeza.

—No quiero ir a una cita a ciegas. Puedo conseguir mis propias citas, muchas gracias.

—Le dije que te enojarías.

—¿Qué estaba pensando?—Brittany le hizo un gesto a Jesse en el bar, solicitándole dos cervezas.

—Ha pasado que te ha visto abatida, es eso.

—No he estado abatida—insistió Brittany—Es que no he estado en estado de ánimo para salir.

—Aquí tienen, damas—dijo Jesse entregando a cada una, una jarra helada de cerveza de barril—¿ Rachel se unirá a ustedes?

—No, si sabe lo que es mejor para ella—murmuró Brittany.

Quinn rio.

—Rach viene después. Esperaremos por ella para hacer el pedido—cuando Jesse se fue, Quinn se acercó más—Quita el ceño fruncido—bromeó—¿Por qué ella no es tu tipo?

—Simplemente no lo es. Y desde luego yo no soy el suyo. Creo que Sugar Motta… y mujeres como ella, son su tipo.

—Ella te llamó—le recordó Quinn.

—Ella quería pintar su oficina.

—Entonces ¿por qué te solicitó a ti para la licitación?

—Porque me conoce—Brittany se encogió de hombros—Por supuesto, dijo que me veía adorable en mi traje de pintora.

Quinn rio.

—No puedo creer que hayas hecho eso ¿Te tomaste una foto?

—No—Brittany sonrió—Sin embargo, lucía algo adorable—entonces frunció el ceño nuevamente—Y entonces Sugar apareció para llevarla a almorzar. No he hablado con ella desde entonces—miró a Quinn—Una cita a ciegas—murmuró—¿En serio?

—¿Te he dicho que Holly tiene 42?

Brittany escupió su cerveza.

—¡Eso es más que tú! Mi última cita, tenía 22 años.

—Exactamente.

—¿Tu punto?

—Rach piensa que ya que estás, obviamente, enamorada de Santana, quien es mayor, necesitas empezar a salir con mujeres más maduras.

—¿Mayor?—Brittany sacudió su cabeza—En primer lugar, no estoy enamorada de ella. Y tampoco diría que es mayor. Son solo cinco años—Brittany levantó su mano a Quinn—Vamos a dejarlo así. No quiero hablar de San…tana Santna. Y desde luego, no quiero hablar de una cita a ciegas.

—¿Por qué no la llamas y la invitas a salir?

Brittany no fingió no saber de quién estaba hablando Quinn. Habían matado dos botellas de vino la otra noche mientras les contaba todo acerca de Santana.

—Debido a que está saliendo con Sugar Motta, por eso. No estoy exactamente en su liga—dijo Brittany—Además, ella no es mi tipo.

Quinn se inclinó hacia delante.

—Demasiado tarde—susurró señalando detrás de Brittany.

Brittany volteó la cabeza lentamente, viendo a una muy sonriente Rachel. Junto a Rachel estaba una mujer…una mujer madura… vestida con un traje de negocios.

Brittany deslizó su mirada hacia a Quinn.

—La voy a matar.



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Después de la cita improvisada para almorzar de Sugar, Santana había logrado evitar la cena con ella durante la última semana, dando una excusa en las dos ocasiones que Sugar le había invitado.

No estaba segura del por qué le estaba evitando además del hecho que no quería otro interrogatorio como el que había tenido en el almuerzo.

Había sentido que Sugar le había tenido prácticamente montada en la parrilla sobre su relación con Brittany. Había tratado de mantenerlo lo más vago posible, pero sabía que Sugar suponía que habían dormido juntas.

Francamente, no le importaba de una manera o de otra.

Pero aquí estaba, bebiendo vino costoso, mezclándose con otros invitados de Sugar como anfitriona en la fiesta que ella había organizado para mostrar su nuevo hogar.

Santana conocía a alguno de los invitados… eran mujeres de su círculo.

Había una en particular de quien sentía curiosidad: Meredith Calhoun.

Observar la interacción entre Meredith y Sugar le decía que eran más que amigas. Si eso era un evento reciente o si eran viejas amigas, Santana no lo sabía.

Sin embargo, Sugar nunca trató de ocultarlo. Eso le habría sorprendido si no fuera por el hecho de que Sugar le estaba prestando la misma atención que a Meredith.

Lo qué le llevó a pensar que Sugar estaba saliendo con las dos.

Qué encantador.

Sin embargo, no debería estar sorprendida. Otras le habían dicho que Sugar era una aventurera. Realmente eso no le hubiera importado ya que ella y Sugar no tenían ningún futuro.

Pero algunas de sus amigas le miraban con lástima cuando Sugar y Meredith charlaban. Por supuesto, esas mismas amigas levantaban las cejas cada vez que Sugar se le acercaba, asegurándose que su copa de vino estuviera llena e inclinándose muy cerca para hablar con ella.

Entonces notó cual era el juego de Sugar.

Como Brittany había dicho, era prácticamente una celebridad. Bueno, no realmente, pero Sugar de seguro interpretaba el papel.

Tenía éxito.

Y podría tener a quien quisiera.

Santana sacudió su cabeza con disgusto.

Y me acosté con ella porque estaba celosa de que Brittany estuviera con Staci y sus pechos.

Se preguntaba que grosero sería si se escabullía temprano, sin una explicación, sin una despedida apropiada. También se preguntaba si a ella le importaría.

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Capitulo 30

Brittany condujo lentamente por la calle… una vez más… pensando que se trataba de una muy mala idea.

Se dijo que no se sorprendería si había un coche estacionado en la calzada de Santana.

Sería de Sugar.

También se dijo a sí misma que no estaría celosa.

Santana y Sugar estaban saliendo. Estaban durmiendo juntas. Repugnante pensar en eso, sin duda, pero lo estaban.

Entonces mientras se estaba acercando más, otro pensamiento le impactó.

Era una acosadora.

Negó con su cabeza.

En realidad no.

No.

Simplemente estaba conduciendo por ahí.

Nada más.

No consideró lo que tuvo que investigar para obtener la dirección de Santana. En realidad, una vez que supo su apellido y su lugar de trabajo, no fue tan difícil.

En verdad.

—Dios, eres una acosadora—murmuró mientras miraba a través del parabrisas, complacida de que no hubiera un coche estacionado en la calzada.

Por supuesto se estaba haciendo tarde.

Tal vez Santana ya estaba en cama. Pero no, había una luz encendida en la planta baja.

Pasó por delante de su casa nuevamente, tratando de convencerse de que esto era una mala idea y que sólo tenía que regresar a casa. Pero mientras daba vueltas alrededor de la cuadra… una vez más… se descubrió deteniéndose en la calzada de Santana.

Temía que si daba otra vuelta por la cuadra alguien llamaría a la policía.

Brittany no podía creer lo nerviosa que estaba al ponerse de pie frente a la puerta principal. Se quedó mirando el timbre de la puerta durante un largo rato y finalmente extendió la mano y lo presionó.

Escuchó el leve timbre desde el interior. Parecieron pasar minutos en lugar de segundos antes de escuchar el movimiento. Entonces la puerta se abrió y Santana estuvo ahí, sorprendida, con una mirada interrogante en su rostro.

Brittany sonrió.

—Bueno. Estás levantada—golpeó su muñeca como si llevara un reloj—Tenemos que darnos prisa.

—¿Qué? No—dijo Santana sacudiendo su cabeza—Estoy trabajando.

—¿Trabajando? Es demasiado tarde para trabajar—dijo Brittany—Ven conmigo.

Santana inclinó su cabeza.

—¿Me atrevo a preguntarte dónde?

—Mount Bonnell—dijo Brittany—Y tenemos que darnos prisa.

—¿Mount Bonnell? No. Como has dicho… ya es tarde. Tengo que ir a la oficina mañana.

—San, es casi la hora. La luna de medianoche—dijo Brittany.

Una suave sonrisa iluminó el rostro de Santana.

—¿Luna llena? ¿Esta noche?

—Sí, esta noche—Brittany hizo un gesto hacia su Jeep—Vamos. Va a ser divertido.

Santana arqueó una ceja.

—Son casi las nueve y media.

—Sí, bueno, tendremos que fingir que es medianoche. Toque de queda. El parque cierra a las diez.

Santana respiró profundamente y Brittany pudo ver la indecisión en sus ojos. Brittany le regalo lo que esperaba fuera una sonrisa encantadora.

Al parecer lo fue.

Santana finalmente asintió.

—Está bien. Iré contigo a Mount Bonnell. A las nueve y media. De la noche—hizo una pausa—No vamos a conseguir que nos asalten ¿verdad?

Brittany se echó a reír.

—¿Qué pasa contigo y los atracos? Habrán otras personas como nosotras…mirando la luna—movió sus cejas—Algunas besándose y cosas por el estilo, pero las evitaremos.

Santana sacudió su cabeza con una sonrisa.

—¿Por qué dejo que me convenzas en este tipo de cosas?

—Porque soy encantadora e irresistible—dijo Brittany—Y porque realmente no quieres estar trabajando ahí adentro ¿verdad?—entonces sus ojos se abrieron—A menos que no estés sola. Oh, Dios, no tienes compañía ¿verdad?

—Relájate. No tengo compañía.

—Bien. Pensé que tal vez Sugar te estaba esperando en la cama o algo así.

Santana puso los ojos en blanco.

—¿Realmente crees que acordaría ir contigo a Mount Bonnell si ese fuera el caso?

Brittany sonrió.

—Bueno, en lo personal, esa sería mi elección.

Santana se limitó a sacudir la cabeza.

Dio un paso atrás, haciendo un gesto hacia sí misma.

—¿Tengo que cambiarme?

—No, no. Estás perfecta—señaló sus pies descalzos—Ponte unos zapatos. Botas de montaña, si las tienes.

—Sí, claro—murmuró Santana mientras volvía a entrar a su casa.

Brittany lo tomó como una invitación para entrar, sin embargo no sería lo suficientemente descarada para husmear.

La casa era agradable.

Un poco formal, pero agradable.

Siguió la luz y terminó en la puerta de entrada de lo que supuso era la oficina de Santana.

—¿Husmeando?

Brittany se dio la vuelta y se encogió de hombros.

—Si.

—Mi oficina.

—Me di cuenta de eso—dijo con una sonrisa—¿Lista?

—Lista.



Condujeron en silencio por MoPac, el tráfico bastante ligero esta noche.

Brittany miró a Santana varias veces, pero Santana mantuvo su mirada al frente.

—Has estado en Mount Bonnell anteriormente ¿verdad?

Santana negó con la cabeza.

—No. Nunca.

—¿En serio? Pensaba que todo el mundo había ido al menos una vez—dijo Brittany—Bonitas vistas. Tienes una vista al río… Lake, Ohio y los millones de hogares que lo bordean—añadió Brittany.

Santana finalmente se volteó hacia Brittany.

—El otro día… Lamento que Sugar apareciera. No tenía ni idea.

—Está bien—dijo Brittany—¿Te llegó mi licitación?

—Sí acepto.

—Grandioso. Haré que vaya un equipo.

—¿Tú vendrás?

Brittany puso la luz intermitente y salió hacia MoPac, frenando mientras se acercaba a la luz.

—Realmente no les gusta dejarme pintar—dijo con una rápida risa—Pero supongo que podría supervisar.

Tomó la calle 35 hasta el camino Mount Bonnell y condujo lentamente hacia la colina. Se sorprendió al descubrir que todavía había muchos coches ahí. No faltaba mucho tiempo para el toque de queda, pero tenían el tiempo suficiente como para llegar a la cima.

Santana permaneció de pie en la base, mirando las interminables escaleras que iban hacia arriba. Se volvió hacia Brittany.

—¿En serio?

Brittany desmontó.

—Un centenar de escalones—entonces se rio—Pero las rodearemos y escalaremos. No será tan extenuante.

Las luces de la zona del estacionamiento no ahuyentaron las sombras, pero estaba preparada. Sacó una pequeña linterna de su bolsillo trasero y luego agarró la mano de Santana.

—No quiero que te tropieces con una roca—dijo Brittany.

Se sintió complacida cuando Santana no se apartó.

No hablaron mientras caminaron por el sendero. Escucharon voces ocasionales cuando otras personas salieron de los senderos hacia los miradores… o se robaban un beso o dos.

Cuando llegaron a la cima, había otras tres parejas ahí, dos estaban viendo hacia el río y la otra estaba leyendo la placa histórica.

Brittany las condujo hacia el otro lado. Giró en un círculo, buscando la luna. Todavía no estaba tan alta sobre sus cabezas, pero aun así estaba bastante impresionante ya que se cernía sobre la ciudad.

—Diez minutos para el toque de queda—dijo en voz baja—Es hermosa ¿no es así?

Santana se quedó mirando la luna por un largo rato, luego volteó hacia ella.

Sus ojos se encontraron y Santana apretó su mano.

—Mucho, Britt.

Brittany asintió.

—Si. Mucho.

Estaba bastante segura que ya no estaban hablando de la luna. Pero entonces Santana soltó su mano y se volteó hacia la luna y el momento pasó.

Después de unos minutos, Brittany tiró de ella hacia el borde, señalando hacia el río… y hacia Lake, Ohio… debajo de ellas.

—El puente 360 está por ahí. El puente Pennybacker—dijo Brittany—También tiene un gran mirador—se volteó hacia Santana Tal vez te lleve en algún momento.

Santana sonrió.

—Eso estaría bien.

Brittany miró hacia otro lado por un segundo, luego de regreso a ella.

—Escucha… tú y Sugar…son algo… ¿realmente serio?

Santana negó con la cabeza.

—Descubrí que ella quería que yo fuera parte de su pequeño harem de mujeres con las que salía. No es lo mío—volteó la mirada hacia el río—Además… realmente no me siento… atraída por ella.

—¿No?

Brittany trató de evitar la sonrisa en su rostro y pensó que había hecho un muy buen trabajo.

—Bueno… yo estaba pensando. Abajo en el lago… exactamente no nos conocimos la una a la otra, tomando en cuenta que ni siquiera compartimos nuestros apellidos o donde vivíamos—dijo Brittany.

Santana se echó a reír.

—Pensaba que eras una acosadora.

—Oh, lo soy—dijo Brittany con una sonrisa—Encontré tu casa ¿no?

—Es cierto.

—En fin… pensaba que tal vez podríamos… salir. Ya sabes, hacer cosas juntas. No cuchi-cuchi—dijo rápidamente—Simplemente… llegar a conocernos la una a la otra.

Santana sostuvo su mirada.

—¿Cómo una relación platónica?

Brittany se acercó más.

—Cariño… te puedo asegurar que platónico no existe en mi vocabulario cuando se trata de ti—aclaró su garganta y sonrió —Sólo pensaba que… ya sabes… ya que no soy tu tipo y tú no eres mi tipo… tal vez no nos conocemos lo suficiente como para realmente decir que no somos el tipo correcto.

Santana asintió.

—Está bien. Pero ¿y… Staci? ¿A ella le importaría que saliéramos e hiciéramos cosas juntas?

—En realidad, no he visto a Staci desde aquella noche en la fiesta.

No estaba segura de cuánto decirle a Santana, pero decidió que no iba a mentirle.

—Ella quería tener sexo y yo no estaba realmente de humor—sostuvo la mirada de Santana bajo la luz de la luna—No con ella, de todos modos—agregó en voz baja.

Se sorprendió por la triste mirada que vio en los ojos de Santana. Pensaba que escuchar eso le haría feliz.

—Yo… me acosté con Sugar esa noche—dijo Santana—Principalmente porque… porque te vi ahí con Staci y yo… yo…

Pero Santana se dio la vuelta y no dijo nada más, miró hacia la ciudad, de espaldas a Brittany.

Maldita sea.

No había estado realmente preparada para la punzada de celos que había sentido.

Brittany estuvo a punto de llegar a ella, pero escuchó la llamada desde abajo del toque de queda y supo que tenían que irse.

Santana también debió haberlo escuchado porque se volteó nuevamente, pero evitó mirar a Brittany.

Brittany no estaba segura de lo que Santana esperaba que dijera.

Encendió la linterna nuevamente y esperó. Sin embargo, Santana negó con la cabeza, indicando que no quería hablar. Así que caminaron en silencio por el sendero de regreso.

De regreso en el Jeep, se sentaron en silencio, ninguna habló.

Sin embargo cuando Brittany quiso comenzar, Santana la detuvo con un ligero toque en el brazo.

—Gracias por venir a casa esta noche—dijo Santana—Desde el otro día en la oficina, he querido llamarte, pero realmente no sabía qué decir.

—No tiene por qué ser difícil, San.

Santana miró hacia otro lado.

—Siento que mi mundo está todo desordenado.

Brittany agarró su mano y la entrelazó con las suyas.

—¿Desordenado? ¿Por qué?

—Ya nada parece… correcto—dijo Santana—Estoy rodeada de gente que conozco, haciendo cosas que siempre he hecho y sin embargo… me siento tan… tan sola.

Brittany la miró a los ojos preguntándose lo que estaba tratando de decir.

—¿Incluso ahora?—preguntó en voz baja.

Santana le regaló una media sonrisa.

—No. Ahora no. Es por eso que todo se siente desordenado. Casi no te conozco, pero…—dijo Santana mientras su voz se iba apagando.

—Bueno, vas a conocerme—aflojó su agarre de la mano de Santana, llevándola a sus labios para un beso suave—Y para que lo sepas… también siento un poco de desorden. Quiero decir, me he convertido en una acosadora—dijo con una sonrisa, tratando de aligerar el ambiente—Di vueltas por tu cuadra tres veces antes de tener el descaro de llegar a tu casa.

Santana le dedicó una sonrisa dulce.

—Estoy feliz de que te hayas detenido. Una nueva aventura. Mount Bonnell.

—Y otra luna llena para añadir a tu lista.

—Estaba hermosa. Pero creo que me gusta más en el lago.

Brittany le regaló una sonrisa coqueta.

—Me gustan mucho más las cosas en el lago.

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Capitulo 31

Santana se apartó con horror cuando Brittany ayudó a empujar su mobiliario de oficina hacia el centro de la habitación.

No estaba segura de que esperaba, pero Brittany estaba en pantalones cortos y una camiseta, como el resto de su equipo. Mientras todos estaban en zapatos, Brittany llevaba las sandalias que Santana recordaba del lago.

Dio un paso atrás cuando uno de los chicos arrojó una cubierta de plástico y cubrió su mobiliario.

—Estará nuevamente en su lugar mañana—prometió Brittany—Ahora tienes que irte. Soy la única supervisora permitida en este proyecto.

—Está bien. Pero estaré ahí afuera si me necesitas.

—Oh, te necesitaré… estoy segura de eso—dijo Brittany regalándole esa sonrisa coqueta que Santana tanto amaba.

Santana le devolvió la sonrisa y luego fue a sentarse en la zona de recepción.

Habían pasado cinco días desde su aventura en Mount Bonnell y el fin de semana había ido y venido.

Fue un largo y solitario fin de semana; se mantuvo esperando que Brittany apareciera. Hizo una nota mental para darle a Brittany su número de teléfono.

Las amigas hacían eso ¿verdad?

Había repasado la conversación de esa noche una y otra vez.

Brittany quería conocerla.

Sin cuchi-cuchi.

Staci estaba aparentemente fuera del cuadro. Y Dios, de seguro Sugar también lo estaba.

Santana sólo había recibido un correo electrónico de ella, diciendo que lamentaba no haber podido pasar más tiempo con ella en su fiesta de inauguración.

Al parecer Sugar no sabía que Santana se había ido temprano intencionalmente sin despedirse.

No importaba.

Incluso si Sugar llamaba y le invitaba a cenar, Santana declinaría. Ahora sabía lo suficiente de Sugar para darse cuenta que ni siquiera era alguien de quien quería ser amiga, mucho menos tener citas.

Pero ¿quería tener citas con Brittany?

¿Era eso lo que harían?

¿Conocerse la una a la otra mientras salían en citas?

¿No cuchi-cuchi también quería decir no besos?

Santana sintió que se sonrojaba.

Sí, debería ser.

Porque si se besaban, sin duda conduciría a más.

Sólo con estar cerca de Brittany… mirando sus ojos sonrientes, sintiendo su energía positiva… Santana sentía el tirón de su atracción.

Estar cerca de Brittany hacía que todo se sintiera brillante y fresco… y nuevo.

Y si Brittany quería saltar la parte de —llegar a conocerte— y saltar nuevamente a una relación sexual, Santana no protestaría.

Pero ¿era eso lo único que quería que saliera de todo esto?

¿Sólo una relación sexual?

—¿Planeas sentarte aquí todo el día?

Santana parpadeó alejando sus pensamientos cuando miró a Mercedes.

—¿Te molestaría?

—¿Te molestaría si me siento en una de tus sillas de visitantes durante todo el día, mientras tratas de trabajar?

—Sí. Pero soy el jefe—le recordó Santana—Además, no está tan ocupada. Septiembre es el mejor momento para hacer esto.

—No. Noviembre habría sido el mejor momento.

—No quería esperar hasta noviembre.

—¿Estás lista para hablar de ello?

—Supongo que te refieres a Brittany—dijo Santana.

—Bueno, eso y tu repentina urgencia de pintar la oficina—dijo Mercedes—Sentí que necesitaba un cambio.

—¿En tu oficina o en tu vida?

Santana sonrió.

—Las dos cosas—se inclinó hacia delante, bajando la voz—Ella es atractiva ¿no es así?

—Sí, lo es. Y, bueno, me gusta un poco—dijo Mercedes—No es como me imaginaba sería tu amante de vacaciones.

Santana sintió que se ruborizaba pero se echó a reír.

—¿Y qué estabas imaginando?

—Bueno, dijiste que era joven y no era tu tipo, así que imaginé era una joven guarra con múltiples tatuajes, quizá un piercing o dos.

—¡Dios mío!

—Pero Brittany parece normal. Y linda. Me gusta para ti mucho más que Sugar Motta. No sé por qué dices que no es tu tipo.

—Lo sé. Ya no estoy segura de cuál es mi tipo—dijo Santana.

Se encontró con los ojos de Mercedes y sonrió.

—Vamos a… vamos a conocernos mejor.

—¿Ah, sí? ¿Cómo citas?

—No estoy segura. Creo que la idea de Britt…any sobre las citas puede ser completamente diferente a la mía. No puedo vernos yendo a un restaurante de lujo.

—¿O conferencias?

Santana se echó a reír.

—Sobre todo eso. Pero… me gusta. Me hace sentir bien. Por dentro y por fuera.

Mercedes asintió.

—Todos debemos tratar de anexar a nuestras vidas personas que nos hagan felices. Y voy a decir que pareces estar sonriendo mucho más últimamente.

—Sí. Además, Sugar no ha llamado. Espero que se mantenga así—se puso de pie caminando hacia la ventana—¿Crees que debería invitarla a almorzar?

—¿A Sugar?

Santana se dio la vuelta.

—No. No Sugar—dijo Mercedes—A Britt…any.

—Bueno… si van a llegar a conocerse mejor, esa sería una buena manera de empezar—dijo Mercedes—Aunque estás usando tu traje y ella está usando pantalones cortos. Va a ser difícil encontrar un terreno común.

Santana miró su traje y suspiró.

Su primer trabajo fuera de la universidad había sido en una gran firma de contabilidad.

Habían tenido un estricto código de vestimenta.

Solamente trajes ejecutivos. Los viernes casuales sólo usaban trajes ejecutivos algo atenuados. Cuando compró esta firma, había mantenido el hábito, insistiendo en que su personal hiciera lo mismo.

Pero habían sido una pequeña empresa con clientes en su mayoría individuales. Con los años, los otros habían adoptado un vestuario más informal, especialmente los viernes. Sin embargo, ella todavía mantenía su práctica leal de vestirse con trajes ejecutivos conservadores, incluso durante los brutales meses de verano.

Sabía que vestía así porque era la imagen que había creado para sí misma. Y eso también encajaba con la mayoría de sus amigas, mujeres profesionales como ella.

Sugar, por ejemplo, no se atrevería a ser capturada en público en otra cosa que no fuera un traje ejecutivo. Las pocas veces que habían cenado juntas, cada una había vestido como si se dirigieran a una junta importante.

Se volteó hacia la ventana, con la mirada en la calle, recordando la primera vez que Brittany había llegado a su oficina. Había comentado sobre su —traje de fantasía— diciendo que prefería el bikini.

Sonrió mientras imaginaba a ambas en el lago, las dos en sus bikinis.

Había tomado las palabras de Brittany en sentido literal pero… ¿habría algún significado subyacente?

¿Estaría diciendo que prefería la Santana más informal que había conocido en el lago?

Santana dio un paso atrás, mirando nuevamente su aburrido traje gris y sus zapatos negros.

¿Estaba cómoda?

Por supuesto que no.

Hacía calor y le dolían los pies.

—Tienes el ceño fruncido.

Santana se dio la vuelta, descubriendo que Brittany le estaba observando.

Brittany, en sus pantalones cortos y sandalias, que parecía completamente cómoda y a gusto. Tenía una mirada inquisitiva en su rostro, pero Santana negó con la cabeza.

—Sólo pensando.

Brittany hizo un gesto con la cabeza de regreso a la oficina de Santana.

—¿Quieres venir a echar un vistazo? Asegurarte que te gusta antes que procedamos.

—Sí, está bien.

El color que Santana había escogido era crema conservador, un buen cambio tomando en cuenta el gris monótono original.

Negó con la cabeza.

Ahora era sólo un crema aburrido, monótono.

—Lo odio—se volteó hacia Brittany—Necesito un cambio.

Brittany arqueó una ceja.

—Necesito un… un color. Algo divertido—dijo.

Brittany asintió.

—Está bien. Las otras oficinas… todos ellos escogieron algunos colores más brillantes. Dos de ellos quieren una pared acentuada ¿Por qué no pintamos esas primero?—sugirió Brittany—Tal vez te guste algo así.

Santana miró las paredes desnudas.

—Sí—miró a Brittany—Lo siento.

—No, no. Quiero que estés satisfecha—dijo Brittany y entonces apareció esa sonrisa coqueta—En todo—agregó.

Santana rio y asintió con la cabeza.

—Sí, gracias, Britt.

—Así que supongo quieres tu oficina de vuelta ¿huh?

—Sólo lo suficiente para poder regresar al trabajo—dijo Santana.

—Está bien. Márchate—dijo Brittany señalando que saliera de la habitación.

En la puerta, Santana se volteó hacia ella.

—¿Britt? ¿Almorzamos?

Brittany asintió.

—Claro. Pide una pizza.




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—¿Puedes al menos quitarte los zapatos? Me siento terriblemente mal vestida.

Santana tiró del cuello de su blusa.

—Estamos sentadas en el patio, a una temperatura por encima de los 30 grados y estoy usando un traje ejecutivo. Me siento terriblemente demasiado vestida—dijo Santana.

—Pudimos haber comido adentro con todos los demás—ofreció Brittany.

—Lo sé. Pero… quería un poco de tiempo a solas—admitió Santana.

—Entonces relájate. Quítate los zapatos.

Santana negó con la cabeza.

—No puedo. Mis uñas de los pies no están retocadas.

—¿Y? Si mal no recuerdo, tampoco estaban retocadas en la arena—dijo Brittany.

—Honestamente, no me gustan mucho las uñas retocadas. Y estaba de vacaciones. Tampoco use mucho maquillaje cuando estuve ahí—dijo Santana.

Brittany bajó su porción de pizza.

—San… sólo soy yo. No sé cuáles son las reglas, pero me gustan tus pies y los dedos de tus pies justo como lucían—elevó su pie—Mira, los míos tampoco están pintados.

Santana se echó a reír.

—No te puedo imaginar haciéndote un pedicure.

—En realidad me gustan los pedicure—dijo Brittany—Simplemente no dejo que se me acerquen con un esmalte de uñas—agarró su pizza nuevamente—Así que ¿pasaste un buen fin de semana?

Santana se encogió de hombros.

—Fue… un descanso. No hice nada. Permanecí en la piscina la mayor parte del tiempo.

—¿Oh? ¿Estuviste nadando desnuda?

Santana se echó a reír.

—No, no lo hice.

—¿Te gusta nadar?

—Mi forma solitaria de ejercicio—dijo Santana cuando finalmente se quitó los zapatos—Oh, sí, esto se siente mejor.

Brittany sonrió, pero no dijo nada.

Tomó un gran trago de su té pero no pudo dejar de mirar los pies descalzos de Santana. Tuvo un flash repentino recordando esos pies acariciando su pantorrilla mientras hacían el amor.

Alejó esa imagen.

—¿Estás libre el sábado?

Santana mordió su pizza con las cejas levantadas.

—¿Quieres ir al lago?—preguntó Brittany—Ted… mi papá… tiene ahí un pequeño lugar de fin de semana. Tiene un barco. Mis amigas Quinn y Rachel saldrán conmigo—tomó otra porción de pizza de la caja—Conociste a Rachel en la fiesta—dijo.

Santana asintió.

—Sí, la recuerdo.

—¿Y?… ¿Interesada?

Santana la miró a los ojos y sonrió.

—Sí… Interesada.

—Grandioso.

Dejó escapar un suspiro de alivio. Había tenido miedo de que Santana le rechazara. O peor aún, temía que tuviera planes… con Sugar.

—Pasaré por ti. Primero iremos a casa de Quinn. Te encantará su casa. Especialmente su piscina. No puedo esperar para enseñártela. Es alimentada por un manantial.

—¿En serio?

—Sí, te va a encantar.

Santana levantó su teléfono.

—Tal vez deberíamos… ya sabes… intercambiar números de teléfono.

Brittany se echó a reír.

—¿A menudo le das tu número a acosadoras?

—No… serás la primera.

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Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Capitulo 32

Brittany mantuvo abierta la puerta de atrás del jardín y la piscina de Quinn, permitiendo que Santana pasara primero.

—Te encantarán. Son súper agradables—dijo Brittany.

—¿Quieres dejar de preocuparte de que no me gustarán?—dijo Santana.

—Lo sé. Es que… son mis mejores amigas.

Y era importante que le gustaran a Santana.

Santana se detuvo.

—Estoy feliz de estar aquí contigo, Britt. Y tengo muchas ganas de pasar tiempo con ellas. Estoy segura que me van a gustar.

—Bueno, probablemente no le gusten… bueno, no le gusten a tus amigas—dijo Brittany.

Santana agarró su mano, sonriendo levemente.

—Bien. Entonces será un cambio agradable.

—Entonces está bien. Voy a dejar de preocuparme.

Quinn y Rachel estaban sentadas en el patio, el ventilador de techo giraba encima de ellas.

Después de su trabajo durante el verano con la remodelación de la piscina y la cocina al aire libre, siempre que Brittany venía, rara vez utilizaban la casa en absoluto.

Se pusieron de pie cuando Brittany y Santana se acercaron. Quinn extendió su mano.

—Tú debes ser Santana—dijo—Soy Quinn Fabray. Bienvenida.

—Gracias. Encantada de conocerte—dijo Santana.

—¿Recuerdas a Rachel?—dijo Brittany.

—Sí. Me alegra verte nuevamente.

—Me alegra que hayas venido, Santana—dijo Rachel—¿Quieres algo de beber?

—¿Cerveza? ¿Sangría? ¿Agua?—ofreció Quinn.

—Yo quiero una cerveza—dijo Brittany.

—Yo también—dijo Santana.

—Bien. Te mostraré la piscina—dijo Rachel—Quinny y Britt pueden buscar las bebidas.

Brittany siguió a Quinn hasta la cocina al aire libre. Agarró una cerveza de la nevera y le entregó a Quinn una jarra de sangría.

—No. Tomaré una cerveza contigo—dijo Quinn.

—¿Finalmente renunciaste a la sangría?

—Me gustan las bebidas con sabor a fruta ¿qué puedo decir?

Quinn inclinó levemente su botella en dirección a Brittany en un brindis silencioso antes de beber.

—Ella es linda.

—Sí, lo es—dijo Brittany—Estoy nerviosa.

—¿Tú? ¿Por qué?

—Porque esto es como… ya sabes… una cita.

Quinn rio.

—¿Y estás acostumbrada a las estudiantes de veintitantos?

Brittany se encogió de hombros.

—Me gusta… mucho.

La expresión de Quinn se puso seria.

—Como… ¿si ella fuera la indicada?

Brittany asintió.

—Podría enamorarme de ella.

Quinn le sorprendió tirando de Brittany en un abrazo rápido.

—Bien por ti, rubia.

Brittany se echó a reír.

—Dios, no dejes que Rachel nos atrape abrazándonos. Nunca escucharemos el final de eso.

—Demasiado tarde—dijo Rachel detrás de ellas—¿Qué nos hemos perdido?

—Nada—dijo Brittany—Charla de chicas.

Rachel rio.

—¿Ustedes dos? ¿Charla de chicas? Sería la primera vez—se volvió hacia Santana—Y esta es la cocina al aire libre. Britt ayudó con toda la remodelación. De hecho, estuvo aquí la mayor parte de los fines de semana este verano.

—Es fabulosa—dijo Santana—Es tan acogedora. Y estoy muy celosa de tu piscina.

—Siéntete libre de tomar un baño—ofreció Quinn—Supongo que tienes un traje de baño debajo de tus pantalones cortos.

—O es ropa opcional—añadió Brittany con un guiño a Santana.

—Contigo por aquí… no lo dudo—dijo Santana con una sonrisa.

—Oh, Quinny también—dijo Rachel—Le encanta nadar desnuda. He atrapado a estas dos aquí jugando como adolescentes anteriormente.

—Ya… no empieces a contarle nuestros secretos—dijo Brittany—Ella podría llevarse la impresión equivocada.

Brittany sonrió con satisfacción cuando Santana fue absorbida en su pequeño grupo con facilidad.

Las cuatro se sentaron alrededor de la mesa del patio, charlando como viejas amigas. No sabía por qué estaba tan preocupada de que Santana no encajara o que a Santana no le gustara Quinn y Rachel. Parecía muy cómoda y participaba en la conversación tanto como cualquiera de ellas.

Brittany pensaba que no podría haber ido mejor.

Por supuesto, hasta que Rachel mencionó la cita a ciegas.

—Tenías que haber visto los ojos de Britt…—dijo Rachel con una risa—Pensé que iba a matarme.

—No creas que no estaba pensando en eso—dijo Brittany.

—Así que… ¿cuántas veces saliste con ella?—preguntó Santana con una sonrisa inocente en su rostro.

—¿Me estás tomando el pelo? Tenía 42 años y actuaba de 52—dijo Brittany—Tiene tres hijos. Habló de ellos y de su divorcio casi toda la noche. No podía esperar salir de ahí.

—Lo siento—dijo Rachel—No sé en qué estaba pensando. Audrey juró que había terminado con su marido—Rachel volteó hacia Santana—Audrey es mi mejor amiga. Le dije que estaba buscando a alguien un poco más madura que una universitaria.

—Está bien…—Brittany se puso de pie rápidamente—…Creo que hemos cubierto casi todo. Vamos al lago.

Las demás rieron por su intento de poner fin a la conversación y Brittany se encogió de hombros con una sonrisa.

—No más charla de citas a ciegas ¿huh?—preguntó Santana.

—Nop. Estoy lista para golpear el agua.




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Santana rio deliciosamente cuando Brittany trató de exhibirse en los esquís. Sin embargo, su segundo intento para voltearse fracasó estrepitosamente y se estrelló en el lago.

Quinn disminuyó la velocidad del bote y dio la vuelta, rodeando a Brittany mientras ella se balanceaba en el agua.

—Muy bonito—dijo Santana.

Brittany sonrió.

—¿Estás lista para probar?

Santana negó con la cabeza.

—No puedo esquiar.

—¿Has probado?

—No. Es por eso que sé que no puedo.

—Bueno, voy a tener que enseñarte en algún momento—dijo Brittany—¿ Quinn? ¿Lista?

—Si.

Quinn ayudó a Brittany a subir al bote, entonces ella saltó por la borda. Flotó sobre su espalda mientras se ponía los esquís. Brittany se secó con la toalla, dejando su cabello todo desordenado.

Pero un desorden adorable, notó Santana.

Se volteó hacia Rachel, sin querer observar descaradamente a Brittany en su bikini.

Conocía cada centímetro de su cuerpo y el bikini ocultaba poco sus partes preferidas.

—Te vi mirando, morena—dijo Brittany con su habitual sonrisa coqueta.

Santana le devolvió la sonrisa.

—En realidad no hay necesidad que mire. Ya lo he visto todo.

Rachel rio en voz alta.

—Oh, Britt. Creo que has conocido a tu igual aquí.

—No la animes—dijo Brittany mientras se ponía al volante.

Rachel se inclinó más cerca de Santana.

—Estoy tan contenta que hayas venido hoy. Es un cambio agradable.

—¿De sus citas habituales?

Rachel asintió.

—Amamos a Britt. Quiero que sea feliz—miró rápidamente a Brittany, que estaba observando a Quinn—No quiero presumir más de la cuenta pero… parece como si el destino les hubiera reunido nuevamente en nuestra fiesta.

Santana también miró a Brittany.

¿Había sido el destino?

Entonces Brittany se volteó y sus ojos se encontraron.

Eso dejó a Santana sin aliento.

Solamente Quinn dando el visto bueno desde el agua interrumpió su mirada. Brittany se dio la vuelta, poniendo el bote en movimiento y Santana volvió su atención a Quinn cuando ella, como Brittany, se levantó sin esfuerzo sobre los esquís.




La tarde pareció volar, mientras ellas alternaban entre sí los esquís, nadando y jugando en el agua y navegando alrededor del lago en el bote.

Santana y Brittany se habían tomado el pelo, habían coqueteado y jugado hasta que ella estaba riendo con deleite.

No podía recordar la última vez que había pasado un día tan despreocupado y tan lleno de juegos.

Sonrió cuando… sí… pudo recordar.

Había sido en el lago con Brittany.

Pero ahora, después de una cena al atardecer en un lugar pequeño de barbacoa y luego de compartir abrazos de despedida con Quinn y Rachel, Brittany le estaba llevando de regreso a casa, lo que indicaba el fin de un día lleno de diversión.

—¿Estás cansada?—preguntó Brittany.

—Lo estoy—dijo Santana mientras giraba perezosamente su cabeza hacia Brittany—Tuve un tiempo maravilloso, Britt. Gracias por invitarme.

—Yo también la pasé muy bien—dijo Brittany y la miró rápidamente—Así que… te gustaron Quinn y Rachel ¿verdad?

—Oh, me encantan—dijo Santana—De hecho, Rachel y yo intercambiamos números de teléfono.

—¿En serio? Bien.

—Fue un día muy divertido.

—Sí, lo fue. Pero septiembre casi ha terminado. Puede que sea la última salida en el lago. Al menos, en el agua—dijo Brittany.

Se inclinó sobre la consola y encontró la mano de Santana. Los dedos de Santana se entrelazaron con los de ella, apoyando sus manos entrelazadas sobre su muslo.

Se sentía bien.

—Así que ¿esa es la casa de tu papá? ¿Él va ahí a menudo?

—Prácticamente cada fin de semana durante el verano. Pero me deja tomar el bote si quiero. A él sólo le gusta sentarse ahí, pescar y beber cerveza—dijo Brittany.

Santana se volvió en su asiento mirando a Brittany.

—Nunca has dicho dónde vives.

—¿No? Bueno, realmente no está demasiado lejos de la casa de Quinn. Vivo en un dúplex—dijo Brittany.

—¿En serio? No hubiera imaginado eso—dijo Santana—¿Y si no te gusta tu vecino?

Brittany sonrió.

—Entonces los echaría.

—Oh. Eres la propietaria del dúplex.

—Sí. Hay cuatro. Mi papá construyó dos y yo construí dos—dijo Brittany—Realmente nunca tuve la intención de vivir ahí. Iba a comprar una casa en algún lugar. Pero donde miraba, no se parecía a mí. Creo que estoy tratando de encontrar un lugar como el de Quinn y eso nunca va a suceder.

—Sí, es único. Su abuelo tuvo una gran visión.

—Sí. Y a ellas no les importa que les caiga de sorpresa todo el tiempo. Pero trato de no abusar con mi bienvenida—dijo Brittany—No obstante, si me ausento por unos días, Rach llama y piensa que algo está mal.

Brittany desaceleró cuando giró en la calle de Santana y Santana suspiró, sabiendo que su tiempo juntas estaba llegando a su fin.

Brittany se detuvo en la calzada, pero dejó el jeep en marcha. Sus manos seguían entrelazadas y Santana apretó la de Brittany suavemente, disfrutando del contacto.

No habían pasado un momento a solas en todo el día, pero eso no significaba que no habían compartido algunos momentos íntimos.

Lo habían hecho.

Incluso en la cena, se habían sentado muy cerca la una de la otra en la pequeña mesa, rozando sus muslos, tocando sus manos, sus ojos encontrándose.

Tenía la esperanza de que su regla —sin cuchi-cuchi— se rompiera, pero al parecer no ocurriría.

Brittany finalmente retiró la mano. Santana extrañó el contacto inmediatamente.

—Fue… fue un gran día—dijo Santana nuevamente.

—El mejor.

—Sí—hizo una pausa—Bueno, supongo que debería entrar.

Brittany asintió.

—Sí. Deberías—sus ojos se encontraron—Y deberías darte prisa—añadió en un susurro.

La lengua de Santana salió para humedecer sus labios secos y la mirada de Brittany la siguió.

—San, por favor… deberías irte.

Santana no quería irse.

Al menos, no sola.

Quería arrastrar a Brittany adentro con ella. Pero sólo se estaba torturando a sí misma… y a Brittany… al quedarse.

Era increíble cómo podía sentirse tan excitada por esta mujer y apenas se habían tocado.

Finalmente se movió y se quitó el cinturón de seguridad. Pero en vez de salir, se inclinó sobre la consola, besando a Brittany suavemente en la mejilla.

Brittany no se apartó y la boca de Santana se demoró, rozando la comisura de la boca de Brittany. Escuchó la rápida ingesta de aire de Brittany y sintió su propio pulso volver a la vida.

—¿Tienes alguna idea de lo mucho que deseo hacer el amor contigo?—susurró Brittany.

Santana cerró sus ojos.

—Absolutamente—murmuró Santana.

Todo lo que tenía que hacer era girar una fracción y sus bocas se reunirían.

Un beso sería su perdición.

Pero no se trataba de sexo, se recordó a sí misma. El objetivo era llegar a conocerse mejor sin sexo.

Casi gruñó cuando se alejó.

—Dios… Britt.

Brittany asintió.

—Lo sé—le regaló una sonrisa rápida—Ducha fría. Eso es lo que voy a hacer.

Santana rio y abrió la puerta. Agarró el bolso que había llevado para su cambio de ropa y permaneció de pie al lado del Jeep.

—Cuídate, por favor.

—Sin lugar a duda. Nos vemos después.

Santana la observó mientras se alejaba, sin entrar hasta que las luces traseras del Jeep desaparecieron de su vista.

Sí… definitivamente una ducha fría.

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