[Resuelto]FanFic Brittana: La Luna de Media Noche (Adaptada) Epílogo

Capitulo 16

Santana se quedó mirando el letrero sobre la puerta y luego volvió a mirar a Brittany.

—No me siento cómodo yendo ahí—admitió Santana—… Yo nunca…

—Va a ser divertido—dijo Brittany.

Santana trató de hacer a un lado su vergüenza.

Después de todo, no conocía a nadie en Corpus Christi. El hecho de que nunca, ni una vez en su vida, había puesto un pie en una tienda de venta de juguetes sexuales no venía al caso.

Después de haber pasado más de una hora en la cama y luego de compartir una ducha, Brittany sugirió un viaje a Corpus.

—Algo para jugar esta noche—había dicho Brittany.

Por supuesto, en ese momento la mano de Brittany había estado entre sus piernas y Santana probablemente habría aceptado con cualquier cosa.

Volvió a mirar la puerta cerrada.

Al parecer estaba oscuro adentro. Se imaginó a un hombre sórdido, probablemente con sobrepeso y cabello grasiento, esperando detrás de una jaula acristalada. Las vería lascivamente cuando entraran, probablemente exigiendo identificación y un código secreto para entrar en los nichos oscuros de la tienda de juguetes sexuales.

¿Se atrevería?

Respiró profundamente y asintió a Brittany, siguiéndole valientemente al interior de la tienda.

Pero la ventana oscura ocultaba el interior de la tienda. Era brillante y luminosa, realmente alegre. Sonrió ante sus pensamientos anteriores. No había ningún hombre gordo de cabello grasiento mirándolas.

Había una mujer joven detrás del mostrador y apenas les miró, su atención estaba en el iPad que sostenía. Había otras personas en la tienda, en su mayoría hablando en voz baja. Dos niñas en edad universitaria reían mientras revisaban las filas y filas de consoladores.

—Entonces ¿qué te gustaría?—susurró Brittany.

Santana le regaló una leve sonrisa.

—¿No lo sabes aún?

Brittany se acercó más.

—Bueno… me refiero… además de mi boca por todo tu cuerpo.

Santana sintió el aliento de Brittany en su oído que provocó escalofríos por su espalda. Se encontró con la mirada de Brittany, recordando exactamente donde había estado su boca una hora antes.

—Nunca he usado… juguetes—admitió Santana—No sabría por dónde empezar.

Ciertamente estaba esperando como réplica las burlas de Brittany o tal vez la mención de su historia aburrida y conservadora, pero solo recibió la más dulce de las sonrisas.

Brittany apretó brevemente sus dedos entrelazados.

—Entonces no nos volveremos muy locas—dijo Brittany—Solo miremos alrededor. No tenemos que hacer nada si no quieres.

Santana le devolvió el apretón.

—Confío en ti.

Brittany se acercó y rozó sus labios contra la boca de Santana.

—Bien.

Santana miró rápidamente a su alrededor, viendo si alguien había visto el beso.

A eso… un beso en público… no estaba acostumbrada.

Su vergüenza se elevó a la décima cuando miró fijamente, con la boca abierta, un arnés y un látigo.

—No, no, no—dijo Brittany—No estoy en eso. Por aquí—dijo dirigiéndola hacia la esquina—Vibradores—hizo un gesto más abajo—Consoladores.

La mirada de Santana viajó sobre lo que parecían ser cientos de opciones, todos los colores, tamaños y formas.

Estaba sin palabras.

—Oh, el conejito de amor…—dijo Brittany señalándolo y le sonrió—Suena interesante.

—¿Qué demonios haces con todas estas cosas?—preguntó Santana en un susurro.

—Ay… si solo tuviera el tiempo para mostrártelo—dijo Brittany dramáticamente.

Agarró uno de los vibradores, leyendo la información que contenía.

—Vibrador del punto G de 8 funciones—dijo Brittany—…Seleccione su función favorita utilizando el pulsador incorporado en la base—decía—…Y disfrute de un placer intenso a lo largo del liso y sedoso eje—Brittany la miró a los ojos y sonrió—…La punta está angulada específicamente para alcanzar el punto G… para orgasmos increíbles.

Santana tragó nerviosamente.

—Como bono adicional—dijo Brittany, su voz cayendo a un susurro—…Es a prueba de agua.

Ante eso, Santana rio.

—Supongo que quieres probarlo en la piscina.

Los ojos de Brittany se pusieron serios.

—¿Podríamos hacerlo?

Santana no pudo hacer nada más que asentir.

Estas vacaciones no habían podido ser más fuera de carácter para ella, comenzando por haberlas tomado. Pero conocer a Brittany, dormir con ella… tener el mejor sexo de su vida… y ahora comprando juguetes sexuales, tenía su cabeza dando vueltas.

Estaba tan fuera de su elemento, tan alejada de su vida aburrida y conservadora como contadora, que apenas se reconocía a sí misma. Y ahora aquí estaba, en medio de una tienda de juguetes sexuales, contemplando qué vibrador comprar para poder utilizarlo en una piscina.

No podía dejar de preguntarse lo que sus amigos pensarían de ella.

Como si sintiera sus propias dudas, Brittany dijo:

—Sabes… no tenemos que hacer nada. No es como si ya no hubiera sido fantástico.

Santana se la quedó mirando.

—¿Lo ha sido?

—Dios, sí. Al menos para mí. Pensaba que también para ti. Pero sí.

—No. Quiero decir, sí. Sí, lo ha sido—dijo Santana rápidamente—Lo siento. Todo esto—dijo agitando su mano—…Me siento tan aislada—admitió—…Tan vieja.

Brittany sacudió su cabeza.

—No eres vieja, San—regresó el vibrador a su lugar—Venga. Vamos a cenar. Conozco un lugar en la bahía.

—Está bien—Santana volvió la mirada hacia el vibrador y luego sonrió—¿Aún podemos comprarlo?



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Brittany cubrió la boca de Santana con la suya, tratando de ahogar su grito cuando ella llegó al clímax.

Santana alejó con fuerza su boca, respirando con dificultad mientras su cuerpo se convulsionaba.

—Britt… Jesús—susurró Santana mientras sus brazos caían sin fuerzas a los costados—Me estás matando.

—Pero no lo hemos probado en la piscina todavía—dijo Brittany con una sonrisa, sus labios se movieron perezosamente sobre los pechos de Santana.

Se sorprendió cuando Santana todavía tuvo la energía de gemir mientras ella succionaba su pezón.

—Tienes que parar—dijo Santana—…No voy a ser capaz de caminar mañana, Britt.

Brittany retiró su boca del seno de Santana. Puso a Santana de lado y se acurrucó detrás envolviendo sus brazos alrededor de ella.

Santana suspiró con satisfacción mientras apretaba los brazos de Brittany aún más alrededor de ella.

—Sí. Sólo déjame descansar un minuto—murmuró Santana.

Brittany sonrió contra su cuello, luego desenredó sus manos el tiempo suficiente para cubrir a ambas con la sábana.

También necesitaba descansar.




Después de una cena temprana en la que su conversación había tocado numerosos temas, desde las vacaciones de infancia hasta los hermanos, todavía no sabía dónde vivía Santana.

Aunque supuso que era en algún lugar cercano.

Había estado a punto de preguntar varias veces, pero las palabras de Marley aún seguían frescas en ella.

Si Santana quería que ella supiera, le contaría.

Así que tomaron una cena ligera y un paseo por la bahía, luego regresaron al centro vacacional, donde se habían encontrado una vez más en la habitación de Brittany.

Su juguete sexual fue olvidado momentáneamente mientras se apresuraron en desvestirse, luego sus manos y bocas estuvieron por todas partes a la vez y cayeron en cama juntas.

Sus primeros orgasmos llegaron rápido.

Fue Santana quien recordó el juguete mientras yacían en cama recuperándose.

—Oh, sí. Compramos algo que ayudaría ¿no es así?


Y ahora, dos horas más tarde, las dos estaban al borde del agotamiento.

Escuchó la suave respiración de Santana y supo que estaba dormida. Brittany cerró sus ojos, disfrutando la cercanía… el después de su acto de amor.

Se acurrucó un poco más y dejó que el sueño también le reclamara.

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Capitulo 17

Nunca en su vida se había sentido tan… tan sexual.

Santana se estiró disfrutando la sensación de las sabanas frescas contra su cuerpo desnudo. Todavía estaba un poco mareada, pero se sentía relajada, en una especie de ensueño.

Relajada y oh… tan satisfecha.

Sonrió y se dio la vuelta, ignorando el dolor de sus músculos. Supuso que había tenido más sexo en los últimos días que lo que había tenido en los últimos años.

Eso, por sí solo, hablaba mucho sobre el estado en el que había estado su relación con Elaine.

No quería pensar en eso ahora.

No, ahora lo que quería era estar lo más cerca posible de la mujer desnuda acostada a su lado. Brittany aún dormía de lado frente a Santana. Si no estuviera tan cansada, despertaría a Brittany y le sugeriría nadar desnudas antes del amanecer, pero eso significaría que tendría que salir de la cama.

Su mirada se detuvo en Brittany, deslizándose por los labios que estaban ligeramente separados y hasta sus párpados que revoloteaban como si estuviera en un sueño profundo.

Santana aprovechó la oportunidad de observarla libremente.

Sabía que Brittany sólo tenía 25 años, pero dormida parecía aún más joven. Su rostro era suave y perfecto. Tuvo que luchar contra el deseo de alargar su mano y acariciarlo.

Ya sabía lo suave que era su piel.

La había sentido con sus manos y su boca.

Suspiró, sabiendo que su tiempo juntas estaba por finalizar.

Este sería su último día.

Ella se iría a la mañana siguiente y asumía que Brittany también. Recordaba que ella había dicho que se quedaría hasta el sábado.

Estuvo un poco sorprendida de que Brittany no le hubiera preguntado nuevamente por su dirección, tampoco le había preguntado su apellido.

Pero eso no importaba.

Eran de dos mundos diferentes y esto no era más que un romance de vacaciones.

Siempre lo recordaría, por supuesto, ¿cómo no hacerlo?

Y cuando regresara a Lima, Ohio, regresaría a la realidad.

Y la realidad era que ella era una contadora conservadora y aburrida con amigos aburridos y conservadores. Sonrió, sabiendo que algunos de ellos se ofenderían con su descripción… aunque fuera realmente acertada.

Pero todavía tenía un día más.

Un día más para estar libre de preocupaciones, un día más para divertirse.

Y no tenía intención de perder ni un minuto.

Así que movió su mano bajo las sábanas sin parar hasta que tocó la piel cálida y suave.

Brittany se agitó y Santana continuó, ahuecando suavemente el pecho de Brittany y frotando el pezón con su pulgar.

Se puso rígido inmediatamente.

Brittany abrió sus ojos, luego acercó a Santana aún más girando sobre su espalda. Santana descansaba encima de ella, sus pechos presionados entre sí mientras se inclinaba para darle un beso. El beso se profundizó, sus lenguas bailaron.

Santana gimió cuando Brittany abrió sus muslos y se apretó contra ella. Las manos de Brittany en su espalda amoldaron sus cuerpos haciéndolos uno. Se apartó del beso, respirando con dificultad mientras se mecían juntas.

—Todavía no—susurró con voz ronca ralentizando su ritmo y se encontró con la mirada de Brittany—Quiero que uses tu boca.

La sonrisa de Brittany fue casi perversa.

—El placer es mío—murmuró mientras acercaba a Santana para otro beso—¿Por qué no ambas?

Oh Dios.

—Date la vuelta, San.

Santana la miró fijamente.

Una vez más era algo que nunca había hecho anteriormente. Pero tomando en cuenta todo lo que habían hecho, sintió que su vergüenza desapareció tan rápidamente como había aparecido.

Asintió con la cabeza, haciendo lo que Brittany le había pedido.

Unas manos cálidas en sus caderas le guiaron hacia atrás hasta que estuvo sentada a horcajadas sobre la cabeza de Brittany. Santana estaba literalmente temblando de anticipación mientras Brittany yacía bajo ella.

Se dio cuenta que estaba casi jadeando y trató de frenar su respiración.

—Relájate, Sanny.

Oh Dios.

No tuvo más tiempo para pensar cuando Brittany atrajo sus caderas hacia abajo y sintió el roce rápido de la lengua de Brittany.

Gimió y luego bajó la cabeza cayendo en la humedad de Brittany. Cerró sus labios alrededor del clítoris de Brittany al mismo tiempo que la boca de Brittany se cerraba alrededor del suyo.

Fue la más exquisita sensación en el mundo.

Fue casi delirante mientras se devoraban la una a la otra. Los pensamientos conscientes le abandonaron y lo único que pudo hacer fue aferrarse a la sensación de euforia que recorrió su cuerpo.

Gimió en voz alta y no pudo evitarlo.

Ya no le importaba.

No sabía cuan cerca estaba Brittany del orgasmo, pero simplemente no pudo soportarlo por más tiempo. Su mundo explotó en colores cegadores mientras la lengua de Brittany continuaba su asalto en su clítoris.

Su boca se aferró con fuerza, chupando el clítoris de Brittany dentro de su boca, dando lo último de su energía a Brittany, esperando que fuera suficiente.

Fue recompensada con un grito gutural de Brittany quien apretó sus muslos alrededor de su cabeza.

Oh Dios.

Se puso de lado, apoyando su cabeza en las piernas de Brittany, tratando de recuperar el aliento.

No pudo evitar la sonrisa en su rostro.

Maldita sea, eso sí que se sintió bien.

—Así que… buenos días, San—dijo Brittany.

Santana estaba demasiado agotada para levantar la cabeza, sin embargo reconoció la diversión en la voz de Brittany.

—Gracias.

Fue todo lo que pudo decir.

Brittany rio en voz baja.

—Creo que debería ser un agradecimiento mutuo.

—Dios, eso fue increíble—dijo Santana.

Brittany se sentó y entonces la alcanzó.

—Vuelve aquí arriba— dijo Brittany.

Santana finalmente se movió, arrastrándose por la cama sobre sus rodillas antes de caer nuevamente. Permitiendo que Brittany le acercara aún más a ella, apoyó la cabeza en el hombro de Brittany.

—¿Te preguntas qué hora es?

—No me importa—dijo con una sonrisa, dejando que sus ojos se cerraran.

—A mí tampoco— dijo Brittany.



Más tarde Santana despertó sobresaltada, sentándose en la cama.

Mucho más tarde, asumió ella al notar la luz del sol que se filtraba por las persianas abiertas.

Brittany no estaba por ninguna parte y una vista rápida de las sabanas le dijeron que había estado fuera por un tiempo.

Se inclinó sobre la cama hacia la mesa de noche donde estaba su teléfono. Se sorprendió al ver que era casi mediodía. Aunque no sabía por qué le había sorprendido.

Sintió hambre y el retumbar de su estómago se lo recordó.

Se levantó de la cama y buscó su ropa. Las habían dejado esparcidas por el suelo la noche anterior.

Dio una rápida mirada alrededor y descubrió que estaban cuidadosamente dobladas en la parte superior de la cómoda. Se las llevó al cuarto de baño. Se vistió rápidamente, decidiendo que iría a su propia habitación para ducharse y ponerse ropa limpia.

Decidiría entonces si querría almorzar o si trataría de encontrar a Brittany.

Se sintió un poco cohibida cuando abrió la puerta, dando un rápido vistazo alrededor para ver si alguien estaba mirando. Por supuesto, nadie más que ella sabía que estaba escapando de la habitación de otra mujer al mediodía.

Evitó el ascensor y usó las escaleras hasta el segundo piso.

Su habitación estaba impecable y negó con la cabeza con una sonrisa. Los últimos días, apenas la había usado en absoluto.

Tan hambrienta como estaba, había planeado una ducha rápida, pero una vez que estuvo bajo el chorro de agua tibia, cerró sus ojos y permaneció ahí de pie durante largos minutos antes de alcanzar el jabón.

Mientras deslizaba sus manos resbaladizas sobre sus pechos, sus pensamientos se dirigieron inmediatamente a Brittany.

No había tenido muchas amantes en su vida, pero sin duda, ninguna de ellas había sido tan… tan buena y fantástica amante como Brittany había sido.

Dudaba que alguna vez encontraría eso otra vez.

Por supuesto, tal vez simplemente estaba siendo un poco promiscua en estas vacaciones lo que había hecho del sexo algo fabuloso.

Oh, bueno.

Se recordó a sí misma… otra vez.

Se iría por la mañana.

En realidad no había necesidad de tratar de diseccionar el asunto. Disfrutaría el tiempo restante y guardaría los recuerdos para disfrutarlos posteriormente.

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Capitulo 18

Brittany se detuvo en la oficina de Marley antes de buscar a Santana.

Había ido por hamburguesas a su lugar favorito y también había recogido almuerzo para Marley.

—Apenas te he visto en este viaje—Marley se quejó al ver que obviamente Brittany planeaba comer en otro lugar.

—Lo siento, hermana, pero vaya, ha sido toda una semana—dijo con una sonrisa.

—¿Conseguiste apellido y dirección?

La sonrió de Brittany vaciló.

—No. No lo ha mencionado. Y tampoco ha preguntado el mío.

Marley se encogió de hombros.

—Lo siento, cariño.

—Sí. Oh bueno. Ha sido divertido. Pero tengo que regresar en la mañana. Le prometí a Quinn que le ayudaría en su casa de la piscina este fin de semana.

—¿Quieres decir tomando en cuenta que la usas más que ellas?

—Sí. Pensé que era lo correcto—dijo con una risa—La piscina de manantial es increíble y finalmente lo suficientemente caliente para usarla nuevamente. Pero están haciendo algunas reformas. Tendrán una cocina al aire libre y otras cosas—levantó la bolsa de hamburguesas—Me tengo que ir. Pasaré a verte antes de irme.

Marley negó con la cabeza.

—No trabajaré mañana. Kitty y yo nos tomaremos un día de lago en Padre—dijo Marley.

—Entonces me pondré al día contigo en el siguiente viaje.

Marley se puso de pie cuando Brittany se acercó y le abrazó en despedida.

—Gracias por recibirme. Pasé un tiempo fabuloso.

—De nada. Nos vemos después.

—Te amo.

—También te amo.



Brittany se detuvo para echar un vistazo en la piscina, pero no esperaba que Santana estuviera por ahí.

No estaba.

Entonces, pasó por su habitación.

Estaba vacía.

Así que se dirigió por las escaleras y subió corriendo al segundo piso hacia la habitación de Santana. Llamó tres veces con rapidez, ni siquiera consideró que Santana no estuviera.

Entonces la puerta se abrió rápidamente y se quedaron mirando la una a la otra, ambas sonriendo.

Brittany finalmente recordó las hamburguesas y sostuvo la bolsa hacia arriba.

—¿Tienes hambre?

—Dios, sí—dijo Santana mientras le llevaba dentro de la habitación—No me importa lo que es. Comeré lo que sea.

—Hamburguesas y patatas fritas—dijo Brittany sacando una hamburguesa de la bolsa—La traje con todo.

—Perfecto—dijo Santana agarrando la hamburguesa—Huele maravilloso—dijo Santana casi rasgando el envoltorio.

—Supuse que tendrías hambre—dijo Brittany.

Su propio estómago gruñó mientras desenvolvía el suyo.

—Muerta de hambre—dijo Santana antes de tomar un bocado y gimió y cerró los ojos mientras masticaba—Muy buena—murmuró.

Brittany también tomó un bocado.

—Es una empresa local—explicó después de tragar—Toma… Papas.

Se sentaron en la cama y colocaron las papas entre ellas.

Brittany rompió un paquete de salsa de tomate y roció todo su lado de las papas fritas. Santana agarró una y la sumergió en la salsa de tomate, luego asintió con la cabeza cuando Brittany le ofreció un paquete.

—¿A qué hora te levantaste?

—Casi al mediodía—dijo Santana—Dormí como una roca.

—No bromeas. Incluso mi forma de cantar en la ducha no te despertó—dijo Brittany.

—Lamento haberme perdido eso—bromeó Santana—¿Cuándo te fuiste?

—Como a las once y media—Brittany dio otro mordisco a su hamburguesa—Si te sientes descansada, pensé que tal vez podríamos hacer algo divertido hoy.

Santana masticó lentamente.

—¿Qué tienes en mente?

—Parapente.

Los ojos de Santana se agrandaron.

—¿Parapente?

—Sí. Un amigo mío tiene un negocio turístico. Probablemente nos daría un paseo a bajo costo—dijo Brittany.

Santana bajó su hamburguesa.

—¿Parapente?—preguntó nuevamente—Como volar sobre el agua como si… bueno ¿cómo una cometa?

Brittany se echó a reír.

—Sí, como una cometa, supongo.

Santana negó con su cabeza.

—No. Por supuesto que no.

—Vamos, San. Será divertido.

—¿Divertido? ¿Llamas a eso divertido? ¿Colgar de un hilo sobre el lago?

—No estaremos colgando en el lago. Él sube de Lydia Ann a Aransas Bay. Habrá tierra a ambos lados. Tendrás un primer plano del viejo faro. Las vistas son estupendas.

—Voy a creer en tu palabra—dijo Santana mientras recogía su hamburguesa nuevamente—No me gustan las alturas. De hecho, todo lo que puedo hacer es subir a un avión.

—Es perfectamente seguro. Tendrás un arnés. Ellos te pasean de ida y vuelta. Ni siquiera tocaras el agua. No como en los viejos tiempos cuando amerizabas. Ahora es muy divertido—dijo Brittany.

—Bueno, no me importaría dar un paseo en un bote pero arriba en el aire, no.

—Puedes hacerlo de a dos a la vez—dijo Brittany—Voy a estar ahí contigo—se encogió de hombros—Pero si no quieres, está bien.

—Oh, no. Podemos ir. Solo observaré.

—Grandioso. Déjeme hacer una llamada. Te va a encantar. Va a ser divertido.




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Santana estaba disfrutando el paseo en barco mientras cruzaban lo que aprendió era el canal Lydia Ann.

Brittany señaló el faro inactivo mientras pasaban apresuradamente. Vio algo en el agua y agarró el brazo de Brittany con entusiasmo. Dos delfines salieron a la superficie y luego se zambulleron nuevamente.

—¿Viste eso?

Brittany sonrió y asintió con la cabeza.

—Si. Esperemos ver un poco más.

El amigo de Brittany, Finn, estaba en el negocio del turismo y había ofrecido llevarlas de paseo. Aún no les había cobrado diciendo que esperaría a ver cuánto tiempo estarían fuera.

No tenía ni idea de cuánto era el costo del parapente o del alquiler de un bote, pero Brittany no parecía preocupada. Además de Finn, habían dos miembros de la tripulación que ayudarían a Brittany con el parapente.

La intención de Santana era tomar fotografías con su teléfono, nada más. Aunque sabía que nunca olvidaría a Brittany, sería bueno tomarle unas fotos.

Era sólo una ventaja que estuviera usando su bikini, aunque también estaba usando un pantalón corto de agua. Ambas habían estado usando camisetas desgastadas sobre la parte superior de sus trajes de baño y como Brittany, se la había quitado tan pronto subieron en el barco.

A medida que el canal se ampliaba, Santana asumía que estarían en la Bahía de Aransas. El barco desaceleró y Finn se volteó, con las cejas levantadas.

—¿Lista?

—Ya lo creo—Brittany la miró—¿Estás segura que no quieres probar?

—Muy segura—dijo Santana.

—Bueno. Deséame suerte.

Brittany le sorprendió inclinándose para darle un beso. Santana estuvo un poco avergonzada por tal despliegue público, pero nadie parecía haberse dado cuenta, la tripulación estaba preparando el parapente.

Brittany aseguró su chaleco salvavidas y luego se colocó el arnés. Finn giró el barco lentamente mientras la tripulación soltaba las líneas. Pronto, el paracaídas se infló y colgó por encima. Era una vela de colores vivos con los colores del arco iris.

Brittany le saludó con la mano, luego se acercó a la cubierta de lanzamiento. Mientras la tripulación unía su arnés a la barra, Santana descubrió que su corazón latía con nerviosismo.

Brittany le había dicho que estaría a dos o tres cientos de metros en el aire. Y le mostró un pulgar hacia arriba a Finn, quien asintió con la cabeza y aceleró.

En cuestión de segundos Brittany estaba en el aire.

Santana intentó asimilarlo todo, viendo como el torno giraba, dándole a Brittany más línea. Casi olvidó tomar fotografías y rápidamente sacó su teléfono, pero Brittany ya estaba demasiado lejos.

El barco tomó velocidad, remolcando a una agitada Brittany detrás. Unos diez minutos más tarde, Finn aminoró el paso y Santana notó el rebobinado del torno, regresando a Brittany nuevamente.

En todo momento, Brittany mantuvo una sonrisa en su rostro mientras aterrizaba sin problemas en la cubierta.

—Dios, eso fue impresionante—dijo emocionada cuando salió del arnés—Deberías probarlo.

Y aunque parecía mucho más seguro de lo que había imaginado, todavía no podía verse colgando sobre el agua de esa manera.

—Podemos ir las dos al mismo tiempo, ya sabes.

Santana vaciló.

Parecía divertido.

—He estado haciendo esto un montón de años—dijo Finn—Nunca he tenido un accidente ni una sola vez.

—Vamos. Será divertido, San.

Santana miró fijamente los ojos de Brittany, preguntándose cómo demonios lograba esta mujer convencerla de hacer casi cualquier cosa.

Así que asintió con la cabeza.

—Está bien. Lo haré.

Fue un torbellino mientras era equipada con su chaleco salvavidas y arnés. No tuvo tiempo de arrepentirse. Antes de saber lo que estaba pasando, estaba ubicada en la cubierta de lanzamiento junto a Brittany, su arnés sujeto de forma segura… esperaba… a la barra.

—¿Lista?

—Como nunca voy a estarlo—dijo Santana agarrando firmemente el arnés por debajo del clip.

Brittany mostró un pulgar hacia arriba y Santana se preparó para el despegue. Sin embargo fue tan suave que no debió haberse preocupado. El barco aceleró y simplemente se alejaron flotando, navegando arriba en el cielo.

—Oh Dios mío—dijo Santana—Es como si estuviéramos flotando. Pensé que habría mucho viento.

—No es tan malo. No vamos tan rápido como piensas.

—Dios mío. Estamos cada vez más alto—dijo Santana—¿Debería estar tan alto?

—Relájate, Sanny. Disfruta de la vista.

Eso fue más fácil decirlo que hacerlo cuando una ráfaga de viento sopló contra ellas. Estaba espectacularmente alto, pero no pudo dejar de preocuparse de que el arnés no les sostuviera o que la cuerda no les aguantara.

—¿Ves el faro?—señaló Brittany—La isla está un poco más allá. Realmente puedes ver los canales desde aquí arriba.

—Sí, pero estamos muy, muy alto—dijo Santana sintiendo un poco de vértigo al mirar hacia abajo.

—Lo estás haciendo bien. Sólo relájate. Nos bajaran en un minuto.

Santana se sintió un poco más cómoda cuando Brittany entrelazó uno de sus brazos, acercándola más.

Santana sonrió agradecida y después de tomar una respiración profunda, efectivamente, se relajó.

Inmediatamente dejó de preocuparse por la rotura de la cuerda y sumergirse en el agua. Efectivamente, como dijo Brittany, unos minutos después sintió el tirón de la cuerda mientras eran arrastradas de regreso al barco. Agarró con fuerza su arnés mientras se acercaban a la plataforma de lanzamiento.

—Levanta las piernas—instruyó Brittany.

Santana lo hizo y cayó suavemente sobre la cubierta sin incidentes. Dejó escapar un suspiro de alivio, luego rompió a reír.

—¡Lo hicimos, Britt!

—¿Estabas preocupada?—preguntó Brittany mientras le ayudaba a levantarse.

—Un poco, sí—pero no pudo evitar la sonrisa de su rostro—Eso fue increíble—levantó la vista hacia el cielo—Quiero decir, estábamos allá—dijo señalando—No puedo creer que haya hecho eso.

Brittany desabrochó su chaleco salvavidas y luego ayudó a Santana con el suyo.

—¿Quieres ir de nuevo?

—No, no. Estoy bien—dijo con una sonrisa y se volvió hacia Finn—Gracias. Eso fue divertido.

—Un placer.

Ahora que estaba a salvo en el barco, todo el asunto parecía nada del otro mundo. Por supuesto, dudaba que alguien de su vida real creyera que acababa de hacer eso.

Ese pensamiento le llevó de regreso a la realidad.

Su vida real.

Echó un vistazo a Brittany, quien mantenía una sonrisa en su rostro. Santana le devolvió la sonrisa, aunque de repente se sintió un poco triste.

Se iría mañana.

Volvería a su vida real.

Una vida que no incluía paseos improvisados en lancha ni parapentes. Una vida que siempre había sido reglamentada y planificada sin espontaneidades.

Y una vida, sin duda, que no incluía a Brittany.

Dios, que deprimente.

Brittany golpeó suavemente su hombro.

—¿Estás bien?

Santana asintió.

—Supongo que simplemente me impactó. Las vacaciones están llegando a su fin.

Brittany puso un brazo alrededor de sus hombros y la atrajo hacia sí.

—Todavía tenemos una noche más—dijo directamente en su oído—Vamos a hacer que sea inolvidable.

Santana se echó a reír.

—¿Puede volverse mejor que la última noche?

Brittany también rio.

—¿Es eso un reto?




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Brittany rodó sobre su espalda, sin aliento, preguntándose quien estaba tratando de matar a quién.

Santana todavía agarraba su mano con fuerza y Brittany sonrió, dudando que alguna vez fuera mejor que esto.

—No vuelvas a hacer eso—dijo Santana con respiraciones cortas.

—¿No? Tú me lo hiciste primero. Y pensaba que te gustaba.

—Así es. Me gustó mucho. Pero todavía estoy viendo estrellas.

Brittany rio en voz baja.

—Estoy pensando que eso es algo bueno.

—Sí. Si tienes 20—dijo Santana.

Brittany rio más fuerte.

—Eres muy flexible para tu edad.

Santana gimió.

—Por favor, dime que eso es un cumplido, Britt.

Brittany se inclinó, trazando besos a lo largo del estómago de Santana hasta sus pechos.

—Tienes un cuerpo fantástico—murmuró Brittany.

Y al parecer no podía saciarse lo suficiente de él.

Tal vez era porque sabía que su tiempo juntas estaba menguando, pero no quería perder ni un minuto durmiendo.

Afortunadamente, Santana parecía tener el mismo pensamiento. Sólo podía adivinar el tiempo, pero tenían que ser las dos o tres de la mañana.

—Ven abrázame—dijo Santana en silencio—Vamos a descansar.

Brittany hizo lo que le pidió, acunando a Santana por detrás y envolviéndola entre sus brazos.

Santana se acurrucó contra ella, entrelazando sus dedos.

Brittany quería quedarse despierta, para saborear estas últimas horas, pero se sintió somnolienta.

No podía recordar la última vez… si es que alguna vez había ocurrido… que se había sentido tan maravillosamente en sintonía con una amante.

Ella y Santana… prácticamente desconocidas… había una gran química entre ellas. Había sido un buen equilibrio el dar y recibir, algo a lo que no estaba acostumbrada.

La mayoría de las chicas de la universidad con las que había ido a la cama estaban más interesadas en recibir que en dar, algo que sin duda no le importaba hacer.

Pero era agradable tener a una amante que se asegurase que Brittany estuviera igualmente satisfecha.

Ella suspiró, pensando que nunca había estado más satisfecha de lo que estaba en ese momento.

Sus ojos se cerraron y cedió al sueño… finalmente.

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Capitulo 19

Santana no estaba muy segura de cuál sería el protocolo para despedirse de una mujer que apenas conocía, una mujer que nunca volvería a ver… pero que físicamente, era una mujer con la que estaba muy familiarizada.

El tiempo que había pasado con Brittany había sido más íntimo… e intenso… que cualquier otro momento en su vida. Incluyendo su relación de casi cinco años con Elaine.

Nunca había hecho el amor con Elaine de esta manera… compartiendo lo que había compartido con Brittany.

Dios ¿qué triste era eso?

Bueno, no le haría ningún bien pensar en ello.

Su equipaje estaba listo y se había duchado y se había puesto ropa limpia. Su vuelo sería en tres horas. Ya había llamado un servicio de transporte. Era hora de ir a casa y regresar a su vida real.

Vaciló, preguntándose por qué se sentía tan fuera de lugar esta mañana, preguntándose por qué deseaba que tuviesen sólo un día más.

Pero no lo tenían.

Brittany también se iba.

Ya se habían despedido físicamente. Incluso entonces, había sido muy difícil alejarse de los brazos de Brittany, sumamente difícil salir de su cama. Un beso más y luego otro.

Y había estado muy cerca de preguntarle a Brittany donde vivía… muy cerca de decirle a Brittany donde vivía ella. Pero a la final, pensó ella, no tendría ninguna utilidad. Habían disfrutado un romance de vacaciones, nunca podrían llevar eso al mundo real.

Además, si Brittany hubiera querido que Santana supiera quien era y dónde vivía, se lo habría dicho.

Así que se reunirían para un café como estaba previsto, se dirían un último adiós y seguirían adelante con sus vidas. Una perspectiva deprimente en este momento, pero estaba segura que al cabo de unos días, sería capaz de poner todo este asunto en perspectiva.

Es decir, se trataba de una aventura divertida que estaba tan fuera de su carácter, todavía tenía dificultades para creer que había ocurrido.

Dio una última mirada a la habitación… la que apenas había utilizado… levantó la manija de su equipaje y lo hizo rodar por el pasillo detrás de ella.

Encontró a Brittany sentada en el bar como habían previsto.

Estaba vestida con pantalones cortos, verde militar y una camiseta con la publicidad del Rainbow Island Resort.

Un regalo de su hermana, sin duda.

Sostenía una taza de café y cuando Santana se acercó, Brittany levantó un dedo hacia el camarero, pidiéndole otra taza en silencio.

—¿Todo empacado?—preguntó Brittany.

Santana asintió.

—¿Y tú?

—Sí. Ya está en mi Jeep. Tengo un trabajo de pintura este fin de semana—dijo Brittany.

—¿Oh?—preguntó Santana mientras agitaba un poco la azúcar en su café antes de tomar un sorbo.

—Algunas de mis amigas están haciendo algunas reformas en su casa de la piscina. Ya que me gusta colarme ahí y usar la piscina, parecía justo que ofreciera mis servicios—dijo Brittany con una sonrisa burlona.

Esa sonrisa era otra cosa que Santana estaba segura iba a extrañar. Su propia sonrisa se desvaneció ante la perspectiva.

Brittany pareció leer su mente. Extendió su mano agarrando una de las de ella y entrelazó sus dedos.

—Ha sido la mejor semana, San.

—Sí. Lo ha sido—entonces se permitió una sonrisa más—Gracias por el acecho.

Brittany se echó a reír.

—Gracias por no llamar a la policía.

Ambas dejaron que sus sonrisas se desvanecieran mientras sus ojos se sostenían. Entonces, un último apretón de dedos y también deshicieron el agarre.

—Debo irme—dijo Santana—El transporte llegará en cualquier momento.

—¿Vas a tomar un vuelo?

—Sí.

Brittany se puso de pie y levantó a Santana.

Se abrazaron rápidamente… con fuerza y muy apretado… entonces se alejaron, poniendo un poco de distancia entre ellas.

Realmente no había nada más que decir así que Santana se limitó a asentir.

—Adiós, Britt.

—Adiós, Sanny.

Santana se volteó rápidamente, sorprendida por su repentina sensación de pérdida. Se alejó, temiendo que si daba la vuelta para mirar a Brittany correría de regreso a sus brazos.

Afortunadamente, el transporte estaba esperando frente al centro vacacional tan pronto llegó a la entrada.

Entonces se volteó, mirando detrás de ella, pero Brittany no estaba ahí observándola.

Era mejor así, se dijo ella.




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—Maldita sea—Brittany susurró cuando Santana giró en la esquina, fuera de su vista.

No esperaba que fuera tan difícil ver salir a Santana de su vida.

Tiró unos cuantos dólares en la barra y luego se dirigió a su Jeep. Así que había terminado.

Así de fácil.

A pesar de que hacía mucho calor, quitó el techo de su Jeep. No había mejor manera de despejar su cabeza que un viaje de tres horas bajo el sol y el viento.

Pero antes de partir, agarró su teléfono y llamó a Marley.

—Sí, lamento molestarte en tu día libre—dijo Marley.

—Acabamos de llegar—dijo Marley—¿Estás regresando a Lima, Ohio?

—Sí—hizo una pausa—Santana acaba de irse. No me dijiste que había venido en avión.

—¿Y?

—Y… si ella vino en avión… ¿significa que no vive Ohio?

—¿Supongo que no compartió nada contigo?

Brittany dejó escapar el aliento.

—No. Nada.

—Lo siento.

—¿Y aún no vas a decírmelo?

—Vamos, Britty. Como dije, si ella hubiera querido que tú lo supieras.

—Me lo habría dicho—terminó Brittany por Marley—Lo sé. Tienes razón.

—Así que realmente te gustó esta mujer ¿huh? ¿No es un poco mayor para ti?—preguntó Marley con una sonrisa.

Brittany también sonrió.

—Tal vez estoy creciendo.

—Ya era hora.

—Sí, sí.

Levantó la vista hacia el cielo claro, viendo como algunas nubes esponjosas se deslizaban por el cielo.

—Bueno. Diviértanse, chicas. Probablemente regrese en septiembre, después que las multitudes se hayan ido.

—Está bien, hermanita. Conduce con cuidado.

—Lo haré.

Puso en marcha su Jeep, luego dio una última mirada al centro vacacional, sabiendo que nunca podría regresar aquí sin tener a Santana en cada uno de sus pensamientos.

—Maldita sea.

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Capitulo 20

Santana se sentó en su escritorio, con la barbilla apoyada en la palma de su mano, mirando distraídamente por la ventana.

El espacio de oficinas que alquilaron era un edificio lindo, una antigua edificación que les albergaba sólo a ellos y a un bufete de abogados. Dos de los abogados eran jóvenes, del tipo que practicaban actividades al aire libre y montaban en bicicleta para venir al trabajo todos los días.

También habían arreglado la parte de atrás, haciendo un patio y una zona de estar.

Dos comederos para pájaros y un bebedero fueron colocados a los lados de los árboles a lo largo de la valla. Aunque ellos habían hecho todo el trabajo, habían ofrecido la sala de estar para que Santana y su personal también la usara.

Ella sabía que los otros la usaban en algunas ocasiones, pero ella nunca había puesto sus pies ahí. Pero por alguna razón desde que había regresado de sus vacaciones había anhelado sentarse a la sombra y ver los pájaros en el comedero.

Hasta ahora, se había resistido.

—¿Aún no estás dispuesta a hablar?

Santana giró su cabeza, sorprendida de encontrar a Mercedes de pie junto a su escritorio.

No le había escuchado entrar.

—¿Hablar?

Mercedes debió tomarlo como un “Sí”.

—Ya que se dejó caer en la silla de visitantes.

—Regresaste hace un mes. O alguien que se parece a ti regresó hace un mes.

Santana le dedicó una sonrisa sin humor. Sabía que había sido evasiva sobre su viaje, dando detalles sólo superficiales.

—Sí, fue muy relajante. Sí, me lo pasé muy bien.

Nada más que eso.

Pensaba que era suficiente.

—¿Qué está pasando contigo, Santana? Apenas hablas con alguien. Te sientas y miras fijamente a través de la ventana la mayor parte del día. Asumo que estás llevando el trabajo a casa, ya que no pareces estar atrasada—dijo Mercedes.

Santana arqueó una ceja.

—Sabes que sigo siendo el jefe ¿no?

Mercedes restó importancia a su protesta con un gesto de su mano.

—Las dos sabemos que soy yo quien hace funcionar esta oficina—dijo con una sonrisa—Ahora dime que está pasando contigo. Nunca te había visto así.

Santana sabía que tenía razón.

—¿Conoces a Sugar Motta?

—Conozco el nombre. Es abogada. He visto sus anuncios.

—Sí. Y sabes lo que siento por los abogados—hizo una pausa—Me invitó a cenar.

Los ojos de Mercedes se iluminaron.

—¿Como en una cita? Eso es genial. Era cuestión de tiempo.

—Lo era, supongo—Santana estuvo de acuerdo.

—¿Por qué te tiene eso muerta de miedo?—Mercedes hizo una pausa—Por favor, no me digas que tiene algo que ver con Elaine. No después de todo este tiempo.

—No. Dios, no—dijo Santana con un movimiento de su cabeza—Tiene que ver con Britt…Brittany.

Mercedes frunció el ceño.

—¿Quién es Brittany?

Santana había jurado que nunca le contaría a nadie acerca de Brittany, sobre su romance.

Una vez que estuvo de regreso a su entorno familiar, estuvo aún más sorprendida por sus acciones. Era tan diferente a ella, tan fuera de carácter para ella, que se sintió doblemente avergonzada por todo el asunto.

Eso, por supuesto, no le impidió tener la esperanza de que Brittany apareciera nuevamente en su vida. Sabía que si Brittany realmente quería verla, realmente quería ponerse en contacto con ella, todo lo que tenía que hacer era conseguir su información personal con su hermana.

Cuando los días pasaron y luego las semanas… sin contacto… ella estuvo más convencida que nunca que su tiempo juntas simplemente había sido lo que ella había llamado… un romance de vacaciones, nada más.

Había conocido a Sugar en su intermitente hora de feliz cumpleaños la semana pasada. La había conocido anteriormente, pero nunca había hablado más que unas pocas palabras con ella.

Esa noche, pasaron casi una hora charlando y antes de darse cuenta, Sugar la había invitado a cenar. Santana se había sentido halagada por la invitación de Sugar.

Sugar era muy popular entre su círculo de amigos. Sin embargo, ella no había aceptado.

Le había pedido a Sugar que le llamara la siguiente semana… esta semana… y ella lo hizo. Esta vez, Santana aceptó.

Saldrían mañana por la noche.

Miró a Mercedes.

—Crees que debería ir ¿no?

—Espera un minuto ¿Quién es Brittany?

—La conocí cuando estuve de vacaciones—dijo Santana.

—¿Y qué tiene ella que ver con Sugar Motta?

Santana se mordió el labio.

—Yo como que… como que tuve un romance con ella.

Mercedes saltó de su silla, con los ojos muy abiertos.

—¿Qué? ¿Tú?—Mercedes negó con la cabeza—Tú no tienes romances.

—Oh, Dios, lo sé. Fue tan… tan… no era yo—admitió Santana—Pero fue tan maravilloso—agregó con una sonrisa.

—Está bien… así que tuviste un romance. Quiero decir… ¿con todo y sexo?

—Muchísimo sexo—dijo Santana sintiendo un rubor en su rostro—Muchísimo.

—¡Oh, Dios mío!—Mercedes casi gritó—¿Con una desconocida que acababas de conocer? ¿Estás loca?

—Es tu culpa—dijo Santana señalándola—Me obligaste a ir. Dijiste que me relajara. Que recargara.

—No te dije que agarraras a la primera mujer que vieras y durmieras con ella—entonces Mercedes sonrió—Así que fue maravilloso ¿huh?

—Nunca había coqueteado tan desvergonzadamente en toda mi vida. Y ella era joven y linda y divertida y yo solo… seguí adelante.

—¿Qué tan joven?

—Celebramos su cumpleaños 25— dijo Santana.

—Eso no es tan joven. Pensé que ibas a decir veinte o algo así.

—25 es joven tomando en cuenta las mujeres con las que salgo. Sugar, por ejemplo. Ella es, al menos, tres años mayor que yo.

Mercedes se sentó nuevamente.

—Así que has estado muerta de miedo desde que regresaste ¿Es debido a esta mujer? ¿Brittany?

—No lo sé. Supongo que estoy teniendo dificultades para retomar el ritmo. Nunca intercambiamos apellidos. No tengo idea de dónde vive. Sin embargo, pienso en ella todo el tiempo. La extraño—admitió—Extraño su sonrisa y su risa. Extraño estar con ella.

—Bien. Pero ¿qué tiene eso que ver con Sugar? Brittany fue una aventura. Ella no está aquí. Sugar sí. Creo que deberías salir con ella, seguir adelante con tu vida.

—Lo sé.

Sí, tenía que dejar ir a Brittany, olvidarse de ella.

Nunca olvidaría la aventura, por supuesto. Eso estaría grabado en su mente para siempre.

Pero Mercedes tenía razón.

Tenía que seguir adelante con su vida.

Cuando volviera a pensar en eso, recordaría sus vacaciones como un impulso por el resto de su vida.

Al menos, esperaba hacerlo.

Empezar a tener citas nuevamente sería el primer paso.

Santana sonrió a Mercedes.

—Cenaremos mañana por la noche.

—Bien. Y no estoy segura si es mayor que tú. Pero se ve bien en esos anuncios.

Santana asintió.

Sí, Sugar Motta era atractiva. Tenía un negocio muy exitoso, pero en realidad, no era más que un picapleitos. Por supuesto, su desdén por los abogados tenía más que ver con Elaine y su interés amoroso actual que por Sugar en sí.

Pero el círculo se hacía más pequeño y simplemente moriría si se encontraba con Elaine mientras salían.

Su vida parecía mucho menos complicada cuando estaba en el lago.

Por supuesto, se suponía que las vacaciones tendrían ese efecto en las persona.

Tener sexo caliente… y en gran cantidad… seguramente no hacía daño.

Oh, sí.

Se suponía que debía dejar de pensar en Brittany ¿no?

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Capitulo 21

Brittany agarró un pepperoni de la parte superior de la pizza cuando Rachel la trajo a la mesa.

Un ventilador de techo giraba encima de sus cabezas y otro ventilador soplaba desde la esquina. Julio no era normalmente el mejor momento para cenar fuera, pero finalmente habían terminado con la casa de la piscina y las tres habían querido disfrutar de ella.

Habían pasado casi una hora en la piscina antes de sucumbir al hambre.

Quinn levantó su botella de cerveza, golpeando ligeramente la de ella.

—Gracias por toda tu ayuda.

—El placer es mío—dijo Brittany.

Y así era.

Primero había conocido a Quinn y luego a Rachel cuatro años después, cuando todas habían sido contratadas para la misma casa.

Quinn, con su negocio de jardinería orgánica y Rachel, que apenas estaba haciéndose un nombre por sí misma en su negocio de diseño y Brittany, que había hecho su aparición antes de hacer una oferta en la pintura… habían congeniado de inmediato, a pesar de que Quinn y Rachel eran un poco mayor que ella.

No pasó mucho tiempo antes que Brittany pasara casi tanto tiempo con ellas, aquí en su casa, que en su propio departamento. El abuelo de Quinn había construido el lugar y Quinn había remodelado la casa un par de veces, pero era la piscina y el jardín los que tenían el mayor atractivo.

La piscina alimentada por un manantial en forma de S era toda de piedra caliza y rocas y los árboles, arbustos y flores que la rodeaban por todos lados hacían que se sintiera como una selva.

Por supuesto, lo que lo hacía mejor… era que Quinn también era una fanática de bañarse desnuda.

—Nos has estado ayudando casi cada fin de semana—dijo Rachel—Y ni una vez, has traído una de tus chicas de la universidad—tomó un bocado de su pizza—¿Qué pasa con eso?

—¿Las echas de menos?

Rachel sacudió su cabeza.

—Yo era casi diez años mayor que la última que trajiste. No sabía qué decirle.

—¿Courtney? Sí, era joven. Quinn era lo suficiente mayor para ser su mamá—bromeó Brittany.

Quinn rio de buena gana.

—Te lo estoy diciendo, treinta no es gran cosa. Rach está justo detrás de mí.

—Gracias por recordármelo, Quinny.

Brittany rio con ellas.

—No tendré problemas cumpliendo los 30. Los 20 fueron bastante fantásticos. Sólo espero que los 30 y los 40 sea igual.

Fue Rachel quien se acercó con una curiosa expresión en su rostro.

—¿Y por qué fue así? Has sido muy vaga acerca de tu tiempo de inactividad.

Brittany se encogió de hombros.

No estaba segura del por qué no les había mencionado a Santana. Tal vez porque quería mantener a Santana para sí misma.

—Bueno… hubo una mujer—dijo Brittany.

—¿Una mujer?—preguntó Rachel.

—Cercana a tu edad, de hecho. 32.

—Guau. Debe ser la primera vez para ti.

Brittany asintió.

—Si. La pasamos… muy bien realmente. Pero no fue más que eso. Ni siquiera sé de dónde es.

—Bueno, supongo que eso al menos te dijo que puedes divertirte con mujeres más maduras. Tal vez ahora dejes de comerte con los ojos a las universitarias—dijo Rachel con una sonrisa—¿No crees que es hora de que asientes cabeza?

—Suenas como Marley—dijo Brittany—Cuando estaba en mis 20, no parecía extraño que saliera con universitarias—se encogió de hombros nuevamente—¿Ahora?…Bueno, tal vez tengas razón—sonrió—Pero, maldita sea, ellas tienen resistencia.

—Es la calidad, no la cantidad—dijo Rachel—Además, Quinny y yo todavía tenemos mucha resistencia.

Brittany se rio cuando Quinn se sonrojó.

—¿Podemos cambiar de tema?—preguntó Quinn—¿Qué tal si hablamos de la fiesta?

La ‘fiesta’ era una tertulia anual que ofrecían a sus nuevos clientes así como a algunos de los constructores con los que hacían negocios. Brittany hacía un montón de contactos en estas reuniones.

También estaba esperando con ansias el evento de este año.

Los dos primeros los habían realizado aquí en la casa, pero estaban creciendo rápidamente. Ahora alquilaban un lugar y contrataban servicio de banquete.

—Pensé que habían decidido la barbacoa nuevamente—dijo Brittany.

—Estamos pensando más en comer con los dedos y un buffet. Puedes mezclarte mejor de esa manera—dijo Rachel—Si todo el mundo está asignado a una mesa con una comida completa, es difícil hacer rondas y hablar de negocios.

—¿Sándwiches? ¿Queso y galletas? ¿Qué?

—Un poco más elegante que eso—dijo Quinn—Pavo o pechuga ahumada.

—Todavía podríamos hacer del tema la barbacoa—dijo Rachel—Podríamos hacer mini bocadillos en lugar de una comida completa. Podríamos tener diferentes mesas dispuestas, todas con diferentes combinaciones de alimentos. De esa manera, los invitados podrán hacer las rondas en cada mesa y aun así ser capaces de mezclarse.

—¿Máquina de Margarita?—preguntó Brittany esperanzada.

Quinn negó con la cabeza.

—Cerveza y vino solamente.

—Nuestro plan es que sea para mediados de agosto nuevamente—dijo Rachel—¿Te sirve?

—Por supuesto. No me lo perdería.

—Espero que para entonces tus chicas universitarias hayan regresado a la ciudad. No me gustaría que tuvieras que esforzarte para conseguir una cita—dijo Rachel con una risa.

—¿Esforzarme?

No.

Realmente Santana había sido la única vez que había tenido que esforzarse. Brittany había tenido muchas oportunidades para salir las últimas seis u ocho semanas, pero no había estado en el estado de ánimo.

De hecho, cada vez que pensaba en pedirle una cita a alguien, Santana venía a su mente y terminaba perdiendo el interés.

Pero demonios, ya había sido suficiente.

Conoció a una estudiante de postgrado, una amiga de una amiga. Era linda, rubia y había dejado claro que estaba interesada. Staci sería muy buena para traerla de regreso al ritmo de las cosas.

De hecho, podría pedirle prestado el barco a Ted para invitarle a un paseo en el lago. Sospechaba que se vería sexy en bikini.

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Capitulo 22

Santana asintió en los momentos adecuados, tratando muy, muy fuertemente lucir interesada en lo que Sugar estaba diciendo.

El freno de mano no funcionó, alguien trató de evitar que el coche rodara hacia atrás empujándolo, el daño a la rodilla, cirugía, lograr un montón de dinero. Incluso el sujeto que tuvo que someterse a la cirugía ganó algo.

Escuchó hablar a Sugar, que ella se había quedado con la mayor parte.

—Me encantan los casos así—continuó Sugar—Fácil. Corte y secado. La compañía de seguros no tenía otra opción.

Santana sonrió y asintió cortésmente.

—Supongo que no.

Tomó un sorbo de su copa de vino mientras Sugar se lanzaba con otra historia.

Era su segunda cita.

Cena nuevamente.

El restaurante era agradable, Santana había estado aquí anteriormente. Resultó que Sugar era conocedora de vinos, incluso habló en francés al camarero mientras elegía una botella.

A estas alturas, Santana debería estar realmente impresionada.

Esta noche, sin embargo, sentía que todo había sido una puesta en escena y un espectáculo. Mientras Sugar continuaba con su monólogo, Santana tuvo que recordarse a sí misma que tenía suerte de estar con Sugar.

Sugar era de cabello castaño claro y era considerada un buen partido. Se recordaba a sí misma que algunas de sus amigas estaban muy celosas de que estuvieran saliendo.

Por supuesto, no estaba segura de llamarlo salir.

Su segunda cita llegó casi un mes después de la primera. Y la primera había terminado con un beso rápido en la mejilla, nada más. De hecho, debido a eso, Santana se sorprendió de que Sugar le hubiera llamado para una nueva invitación.

—Me gustaría que lo vieras.

Santana parpadeó varias veces, preguntándose de qué estaría hablando Sugar.

Realmente necesitaba prestar más atención.

—Por supuesto, esperaré hasta que me mude—dijo Sugar con una risa rápida—Probablemente tenga una pequeña reunión. Invertí una gran cantidad de dinero, realmente debería lucirla.

Oh.

Su nueva casa.

La casa hecha a la medida que era —fabulosa— y —costaba una fortuna— La casa que había tomado casi un año completar.

Santana sonrió y asintió.

—Lo espero con ansias. Suena bastante notable.

—Oh, lo es. También tuve suerte con la diseñadora. Iba a ir con Artie y Joe…—dijo Sugar—Son los más grandes de Lima, Ohio y la mayoría de los constructores los contratan. Pero también fui con Rachel Berry. Ella es muy talentosa. Y muy atractiva—dijo con una risa—Y su pareja es propietaria de Paisajismo Fabray. Todo orgánico, lo que es una ventaja. Terminé contratándolas a las dos y no podría estar más feliz.

—Sí, de hecho yo también he contratado a Paisajismo Fabray—dijo Santana.

—¿En serio? Bueno, tal vez te gustaría acompañarme a su fiesta.

—¿Qué fiesta?

—Tienen una fiesta anual, una clase de agradecimiento, supongo. Invitan a la mayoría de sus clientes asiduos. No había escuchado hablar de ella anteriormente, pero hice algunas averiguaciones. Al parecer, todos los grandes constructores asisten—Sugar sonrió nuevamente—Me siento obligada a ir. Quiero decir, estoy muy satisfecha con su trabajo.

Santana asintió.

—Por supuesto.

—Es el próximo sábado. A las 7 ¿Interesada?

Santana se preguntaba cuan mal educado sería decirle que no… que no estaba interesada en lo más mínimo.

Pero su vida social era casi inexistente.

Además de salir con Sugar, había almorzado un par de veces con amigos y había estado en tres citas a ciegas, todas las cuales habían sido olvidables. No diría que desastrosas, pero los primeros cinco minutos de cada una supo que nunca saldría con ninguna de ellas nuevamente.

Para empeorar las cosas, una de ellas era amiga de Elaine y su nueva pareja.

Hablando de torpezas.

Así que ahora, con una sonrisa pegada en su rostro asintió con la cabeza con tanto entusiasmo como pudo reunir.

—Me encantaría ir.

—Grandioso—Sugar sonrió, luego se inclinó sobre la mesa y agarró su mano—Escucha…después de cenar… ¿quieres hacer algo divertido?

Santana asintió.

—Claro. Todavía es temprano—dijo Santana.

—Tengo entradas para un ciclo de conferencias en la universidad. La conferencia de esta noche es sobre el desarrollo urbano y la arquitectura moderna. Cuando empecé en la universidad, ese fue mi sueño.

—¿Una conferencia?

—No—Sugar rio—Ser arquitecto. Habría sido una muy buena.

—Estoy segura que sí.

Santana trató de no ahogarse con su vino mientras contemplaba una noche ‘divertida’ sentada en una conferencia sobre arquitectura.

Lo único que se le ocurrió podría ser peor que eso, sería un viaje al dentista para un tratamiento de conducto.





Más tarde, mientras estaba sentada junto a Sugar en el teatro afelpado y las luces lo suficientemente oscuras para permanecer en el anonimato de la multitud, en ese momento, tomó el tiempo para reflexionar sobre sus sentimientos… sus verdaderos sentimientos.

Se sorprendió al admitirse a sí misma, que lo que estaba sintiendo en ese momento, ahí mismo, era depresión.

No depresión de desesperación o desesperanza.

Por el contrario, una profunda infelicidad se apoderó de ella. De tal manera, que quiso acurrucarse como una pelota y rodar.

Eso le conmocionó aún más.

No era una llorona.

Echó un vistazo a Sugar, notando su atención absorta en el expositor. Sugar la miró brevemente y sonrió, luego volvió al escenario.

Santana no estaba completamente segura de que estaba mal con ella.

Sugar era exactamente su tipo.

Era una mujer profesional, bien asentada, estable. También tenían un buen número de amigos en común, que siempre era una ventaja. Por desgracia, no había ni siquiera un indicio de chispa entre ellas.

Al menos para Santana.

Pero tal vez estaba siendo demasiado precipitada.

Esto era sólo su segunda cita.

Suspiró, deseando que la noche terminara.

Quería ir a casa, ponerse ropa cómoda… y estar deprimida, a solas, en lugar de en un salón lleno de extraños.

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