[Resuelto]FanFic Brittana: La Luna de Santana (Adaptada) Epílogo

Capitulo 20

—¿Santana?

—Sí.—una pausa y luego—¿Cómo te va?

Brittany sintió que su corazón se contraía ante el sonido de la suave voz de Santana y agarró el teléfono como si pudiera tocar a Santana.

—Bien—mintió Brittany[/i]—Supongo.

—Oh.

—Vamos a Drury Falls esta tarde. Nana quiere hacer una fogata y perros calientes[/i]—explicó Brittany.

—Suena divertido.

—¿Vienes con nosotros?—preguntó Brittany vacilante.

—No lo creo—dijo Santana.

—Por favor, San. Nana quería que te llamara. Ella espera que estés ahí.

Brittany bajó la voz, echando un vistazo a la sala donde estaban sentados Sam y Nana:

—Quiero que vengas, San—agregó en voz baja.

—Britt, sería incómodo para ti… y para mí también.

—Lo sé, San ¿No crees que lo sé? Pero necesito verte—declaró Brittany—Por favor, San. Me volveré loca si no te veo.

—¿Perros calientes?

—Tenemos algunos vegetarianos en la tienda. Llevaré algo para ti—prometió la ojiazul.

Escuchó el profundo suspiro de Santana y sabía que su mandíbula se estaba contrayendo y su ceño frunciendo, y deseó estar ahí para calmarla.

Para sostenerla.

—Está bien. Iré—dijo finalmente—Si crees que vamos a estar bien.

—Gracias, San—dijo Brittany suavemente—Yo… te extraño.

—Britt, no lo hagas. Esto ya es bastante difícil.

—Lo sé. Y mentí antes. No estoy bien. Me siento tan miserable.

Escuchó la risa baja de Santana.

—Cariño, soy yo la que se siente miserable.

Brittany colgó mirando el teléfono, preguntándose qué iba a hacer.

Santana tenía razón.

Sería incómodo para ellas, para las dos, pero tenía que verla.

Tenía que mirar sus ojos.

Brittany cerró los suyos recordando el suave toque de Santana sobre su cuerpo, los suaves y carnosos labios que le habían provocado tanto placer.

No era Sam.

Nunca había sido él.

Había sido una tonta al permitir que él viniera aquí y más tonta aún al permitirle entrar en su cama.

Era a Santana a quien quería.

En su vida y en su cama.

No a Sam.

No a ningún otro hombre.






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Caminaron hasta las cataratas y se sentaron en la roca, apenas fuera del alcance del fresco chorro.

Brittany tenía la esperanza de que Santana apareciera, pero para cuando Nana estuvo lista para ir de excursión, aún no había rastros de ella.

Brittany tenía miedo de que Santana hubiera cambiado de idea y no viniera, después de todo.

Necesitaba que viniera.

Tenía que verla.

Necesitaba hablar con la morena, decirle lo que sentía y que no podía esperar un día más.

Mientras estuvo ahí sentada, ya había decidido que si Santana no aparecía, conduciría a la cabaña ella misma.

No le importaba un comino lo que pensaran Sam o Nana.

—Esto es hermoso—dijo Sam—Buena idea, Nana.

Ella le sonrió y Brittany tuvo la loca idea de que Nana lo amaba mucho más de lo que Brittany le había amado alguna vez.

Ella lo miró.

Era un hombre apuesto, quizás sus labios eran exageradamente grandes.

Siempre había pensado que lo era.

Pero ahora sabía que él no era lo que ella quería y nunca lo seria, sabia sin ninguna duda que nunca volvería a estar con un hombre nuevamente.

Lo supo con certeza después de la última noche.

Había llorado y Sam no había entendido.

Él la había abrazado y había tratado de calmarla, pero ella había rechazado sus brazos.

No quería su toque.

Nunca más querría su toque.

Había agarrado su almohada y había dormido en el sofá, sólo regresó a su habitación cuando escuchó que Nana se movía.

Sam no lo había comentado hoy, pero había estado observándola, ella lo sabía.

Y esta noche, se lo diría.

Le diría que no lo amaba y que no iba a casarse con él y le pediría que se alejara.

Eso rompería el corazón de Nana, por supuesto, pero Brittany no podía preocuparse por eso ahora.

No podría sobrevivir toda la semana si las cosas permanecían como estaban.





Eran casi las seis cuando regresaron a la mesa de picnic y aún no había señales de Santana.

Brittany trató de ocultar su decepción ayudando a descargar la leña para el fuego y mostró la cantidad correcta de entusiasmo por la cena de perros calientes que Nana había planeado.

—¿Me pregunto dónde está Santana?—preguntó Nana por tercera vez y se quedó mirando el polvoriento trayecto en busca de su camioneta.

—Probablemente trabajando, tal vez perdió la noción del tiempo—ofreció Brittany.

Y tal vez era cierto.




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Santana giró su Land Cruiser en el camino lleno de baches, un cigarrillo sujeto entre sus dientes… su octavo del día.

Preferiría estar en cualquier otra parte en este momento que conociendo a Sam.

Incluso con el maldito dentista, pensó ella.

Pero Brittany le había suplicado y Santana admitía que no podía estar otro día lejos de la rubia, aunque tuviera que compartirla con un hombre.

Un hombre que esperaba casarse con Brittany.

¿Habían dormido juntos?

Por supuesto.

Después de todo, él también había venido aquí por esa misma razón, pensó con amargura.

Los celos la consumían y carcomían su estómago y se odió por lo que estaba sintiendo.

¿Ves lo que sucede cuando te enamoras de una mujer hetero? pensó ella.

¿Hetero?

Brittany era muchas cosas, pero hetero no era una de ellas. No después de cómo había hecho el amor con Santana.

No podía serlo.

La forma en la que le había tocado con tanta intensidad, con tanta pasión.

No.

No podía hacer el amor de esa manera con otra mujer y ser hetero.





Nana la vio y la saludó con la mano y Santana forzó una sonrisa y la saludó en respuesta.

Nunca había sido de las que oran, pero hizo una súplica silenciosa a cualquier persona que pudiera escucharla.

Por favor, ayúdame a superar esta tarde.

—Nos preguntábamos si lo habías olvidado—dijo Nana.

—Trabajando—mintió Santana.

No había agarrado un pincel en dos días.

Brittany se acercó y la miró a los ojos, sin importarle que Nana estuviera observando.

Todo lo que quería hacer era envolver sus brazos alrededor de Santana y abrazarla.

—Santana—dijo en voz baja—Estoy muy contenta que estés aquí—susurró con la esperanza de que Nana no pudiera escucharla.

—Hola.

Los ojos de Santana viajaron con avidez sobre Brittany, recordando cuan receptiva había estado entre sus brazos y sintió que se le aceleraba el pulso.

No debió haber venido, pensó Santana.

—Ven a conocer a Sam—dijo Nana y tiró de Santana tras ella.

Brittany vio la angustia en los ojos de Santana cuando dejó los de ella y la siguió de cerca.

—Sam, esta es Santana López, la artista—Nana la presentó dándole importancia.

—Hola—dijo él y tomó la mano extendida de Santana—He visto su trabajo. Muy bonito.

Santana sonrió y soltó su mano rápidamente.

Era atractivo, pensó con desaliento.

Si te gustaban ese tipo de cosas… y esos grandes labios.

—Qué es más de lo que hemos visto—añadió Nana.

—No tengo nada terminado, Sue.

—Mi jefe compró Mañana y hoy—dijo Sam.

—Oh—Santana sonrió, odiando el hecho de que este hombre tuviera acceso a su pintura.

—Esa es una de mis favoritas. De las primeras 10.

—¿Quieres decir que valoras tus pinturas?—preguntó Sam—¿Qué? ¿Del uno al diez?

Santana rió.

—Simplemente me gustan algunas más que otras—dijo Santana—Pero todo el mundo tienen diferentes gustos. Las que me gustan mucho, se vuelven tan personales que no puedo desprenderme de ella.

—Oh ¿así que no vendes todo?

Santana sonrió brevemente y Brittany notó que esa sonrisa no llegó a sus ojos.

—A veces pinto solo para mí—dijo Santana—Otras, las doy como regalo—se encogió de hombros, no quería tener esta conversación con él.

—Wow. Que regalo. Bueno, es muy agradable conocerte. Nana me ha hablado un poco de ti—dijo él.

Santana miró a Sue quien sonrió tímidamente.

—¿Una cerveza?—preguntó Sue.

—Sí, por favor.

—Yo la busco—ofreció Sam.

Santana se volteó y descubrió a Brittany mirándola, sus ojos le recorrieron con rapidez.

Brittany alzó sus manos como si quisiera tocarla, luego las dejó caer a sus costados.

—Santana—susurró suavemente, sus ojos ansiosos.

No le importaba que Nana estuviera mirando.

—Aquí tienes—dijo Sam

Santana se volteó hacia él murmurando un gracias y agarró la cerveza que se la ofrecía.

Se sentaron en sillas de jardín y Santana observó a este hombre que había compartido la vida de Brittany.

Y aún lo hacía.

Un hombre atractivo, pero seguía siendo un hombre, notó.

Y posesivo.

Se había sentado cerca de Brittany tocando su rodilla con la mano mientras hablaba y Santana no pudo apartar los ojos de ellos.

Sentía como los celos ardían dentro de ella y lo odiaba.

Lo que ella y Brittany habían compartido probablemente era temporal.

Y probablemente había terminado.

Sam había venido aquí a reclamar lo suyo.

—¿Eres de Seattle?—preguntó él.

—Sí.

—Bueno, cuando Brittany regrese, tendremos que reunirnos—dijo con facilidad.

Santana lo miró a los ojos por un momento.

—Seguro—dijo a la ligera.

Aventuró una mirada hacia Brittany quien miraba sus ojos y Santana no se perdió la rápida disculpa que reflejó en ellos.

—¿Trajiste tu block de dibujo, Santana?—preguntó Nana—Es casi la puesta del sol.

—No, Sue. Ya he esbozado las cataratas. Son mucho mejores con la salida del sol—dijo Santana.

—Son hermosas en cualquier momento—declaró Sam.

Santana sonrió, odiando a este hombre.

—Sí, lo son. Sin embargo hablaba del esbozo.

Brittany frotó sus sienes, sintiendo el dolor de cabeza que se acercaba.

Este había sido un error, pensó con cansancio.

Sam realmente estaba compitiendo con Santana, como si supiera que ella era una amenaza.

—¿Britt?

—¿Hmmm?—miró a Nana.

—¿Por qué no llevas a Santana al gran árbol?

Brittany miró a Santana.

—¿Lo has visto?—preguntó Brittany.

Les daría la oportunidad de hablar.

Esperaba que Santana no hubiera estado ahí anteriormente.

—No ¿Qué gran árbol?

Brittany rió.

—Gran árbol. Es un cedro. Trescientos metros de alto y tan ancho como una casa—dijo Brittany.

—Adelante. Sam y yo empezaremos el fuego—dijo Nana.



Se alejaron en silencio, Santana con las manos metidas en sus bolsillos, las de Brittany dobladas con seguridad bajo sus brazos.

Cuando llegaron al comienzo del sendero, el sol ya había pasado los árboles y las sombras cubrieron el camino al entrar en el bosque.

Ambas guardaron silencio mientras caminaban.

—¿Estás enojada conmigo?—preguntó Brittany finalmente.

—No.

—Entonces ¿por qué no hablas conmigo?—preguntó Brittany.

—¿Qué puedo decir? ¿Qué Sam es un buen tipo?

Santana pensó que lo odiaba.

—No. No me refiero a eso. Estás siendo difícil—acusó Brittany.

—¿Estoy siendo difícil? Ni siquiera sé porque vine aquí esta noche—dijo Santana—No quería verte con él. Ver cómo te tocaba de esa manera.

—Sí, fue un error—dijo Brittany—Tenías razón.

Siguieron caminando, lentamente, a lo largo del camino, ambas luchando con sus pensamientos.

—¿Has disfrutado su compañía?—preguntó Santana finalmente.

Brittany ignoró su pregunta, en cambio, señaló el enorme árbol delante de ellas.

—El gran árbol—dijo Brittany.

—Jesús—murmuró Santana e inclinó su cabeza hacia atrás, tratando de encontrar la parte superior ya que desaparecía en el cielo—Este sí que es un gran árbol.

Brittany sonrió pero se desvaneció cuando se encontró con los ojos negros de Santana.

—¿Has disfrutado su compañía?—Santana volvió a preguntar.

—No, San—dijo Brittany suavemente.

Siguió caminando hasta la base del árbol gigante y se apoyó contra él.

—¿Te has acostado con él?—preguntó Santana.

Brittany cerró sus ojos, no queriendo discutir de Sam.

No ahora.

—¿Lo hiciste?—Santana volvió a preguntar.

—Él está compartiendo mi habitación, sí—dijo Brittany.

—¿Te ha hecho el amor?

Brittany miró hacia otro lado, sus manos se extendieron para tocar la áspera corteza.

¿Hacer el amor?

No.

Ella no lo llamaría así.

Santana agarró sus antebrazos con fuerza y le dio la vuelta para que la mirara.

—Estoy tan… perdida—susurró Brittany—No tenía opinión al respecto. Él actuó como si no hubiéramos estado separados en absoluto.

Santana la miró, los ojos negros miraron intensamente los azules.

—¿Hizo el amor contigo como yo lo hice?—preguntó Santana, sus ojos mantuvieron prisioneros los de Brittany.

—San…

—¿Se lo pediste? ¿Lo deseabas?

Brittany tembló bajo la mirada airada de Santana, pero no pudo apartar su mirada.

Santana empujó a Brittany contra el áspero árbol, sosteniéndola ahí.

—¿Lo deseabas como me deseabas a mí?—susurró Santana presionando su cuerpo contra el de Brittany—¿Le rogaste que pusiera su boca en ti?

Brittany negó con la cabeza, respirando rápidamente a través de sus labios entreabiertos.

—¿Te hizo sentir como yo te hice sentir?—exigió Santana y movió su rostro hacia Brittany, tocando sus frentes mientras su aliento susurraba una contra la otra.

Brittany cerró sus ojos y esperó el beso airado y brusco de Santana.

Pero los labios que tocaron los suyos fueron suaves y gentiles, sin rabia y la boca de Brittany se abrió a ella, sus manos se movieron hacia el rostro de Santana.

—Britt… no puedo soportar esto—murmuró Santana.

Cubrió los pechos de Brittany con manos ansiosas, ahuecándolos suavemente, sintiendo la tensión de los pezones contra sus palmas.

—La idea de que él te toque… de esta manera—susurró Santana, su voz desapareció mientras besaba a Brittany—Britt ¿sentiste esto con él? ¿Estaban tus senos listos para su toque, como lo están conmigo?—exigió.

—No, San… nunca como tú—susurró Brittany en su boca—Nunca como tú.

Santana la sostuvo muy cerca, sus manos ahuecando las caderas de Brittany, presionándolas contra ella, tratando de hacer que Brittany viera cómo era con ellas, como nunca sería con alguien más.

Las manos de Brittany no permanecieron quietas.

Tomaron el rostro de Santana y trajeron su boca muy cerca a la de ella y gimió suavemente cuando sus lenguas se tocaron.

—Te deseo tanto—susurró Brittany con urgencia—San, por favor.

El pecho de Brittany estaba tan pesado como si hubiera estado corriendo y presionó a Santana contra ella.

—Te necesito—susurró Brittany—Necesito que me hagas el amor.

—Britt… no—le advirtió Santana.

—Lo digo en serio—dijo Brittany y agarró la mano de Santana y la metió entre sus piernas—Tócame.

Santana pudo sentir la humedad a través de sus pantalones cortos y estuvo perdida.

Presionó a Brittany contra el árbol y desabrochó sus pantalones cortos con un rápido movimiento, su mano se deslizó más allá de la cintura de los pantalones con facilidad.

Las piernas de Brittany se abrieron y los dedos de Santana se movieron a través de su humedad, tocándola tan suavemente que Brittany casi lloró.

—Oh, Dios.

—Britt…—Santana respiró contra su boca.

Las piernas de Brittany ya no pudieron sostenerla y se aferró a Santana, su espalda se arqueó contra la áspera corteza del árbol gigante.

Nunca había deseado de esta manera, nunca había necesitado de esta manera y sostuvo la mano de Santana contra ella con fuerza.

—Sí.

La lengua de Santana dentro la boca de Brittany imitaba el ritmo de sus dedos y sostuvo a Brittany mientras se sacudía contra ella, llevándola más cerca del orgasmo.

—¿Brittany? ¿Santana?—gritó una voz llamándolas desde el camino forestal.

Santana se congeló ante el sonido de la voz de Sam que fluía a través de los árboles.

Él las estaba buscando.

Brittany agarró el cuello de Santana y la atrajo hacia ella.

—Por favor, no te detengas, San—suplicó Brittanya—No te detengas.

—Britt—susurró Santana—Sam viene.

—Él no me importa. Te necesito—las manos de Brittany guiaron la boca de Santana nuevamente hacia la suya—No te detengas San. No ahora.

Santana se movió nuevamente sobre ella, ahora sus dedos frenéticos y Brittany se arqueó contra su mano, su cuerpo convulsionó palpitante y Santana absorbió su grito, deslizándose por la base del árbol junto a Brittany cuando sus piernas cedieron.

—San—Brittany suspiró y dejó que sus lágrimas cayeran—Lo siento mucho—susurró—Lo siento mucho

—¿Brittany? ¿Santana?—Sam llamó nuevamente.

—Ya vamos—gritó Santana y vio el haz de su linterna a través de los árboles y se dio cuenta de lo oscuro que se había vuelto.

—San, siento haber hecho que hicieras esto—Brittany susurró contra su boca—Es que… te necesitaba. Necesitaba tu toque.

Santana tomó su rostro con manos gentiles.

—No siempre tendrás que lamentar desearme de esta manera—dijo Santana y limpió las lágrimas de los ojos de Brittany con sus pulgares—Vamos. Tenemos que regresar.

Brittany permitió ser levantada sobre sus pies y permaneció de pie aturdida mientras las manos de Santana fueron a ella y metieron su camisa nuevamente en sus pantalones cortos.

Oh, Dios, pensó Brittany.

Estoy enamorada de ella.

—Britt, cariño, vamos—le instó Santana—Él va a venir.

Oh, Señor.

Una simple palabra cariñosa puede derretir mi corazón.

La amo, pensó Brittany nuevamente.

Y justo ante esa realidad pensó: ¿Qué he hecho?

Santana tomó su mano y tiró de Brittany por el sendero justo cuando la luz de Sam apareció a la vista.

Sus manos cayeron inmediatamente y se alejaron un paso.

—Ahí están—dijo él—Estábamos preocupados de que un oso se las hubiera comido o algo por el estilo.

Brittany no pudo encontrar su voz y Santana habló por ellas.

—Nos pusimos a hablar y se nos pasó el tiempo—dijo Santana.

—Bueno, vamos. Nana está muerta de hambre—envolvió un brazo posesivo sobre los hombros de Brittany y caminaron por delante de Santana.

Santana los observó, vio como las piernas de Brittany trataban de mantener el paso con Sam.

Ella lo odiaba.



—Estaba preocupada—dijo Nana—Se hace de noche rápidamente en el bosque.

—Ya sabes cómo hablan las chicas—dijo Sam.

—Abre el vino, Sam—dijo Nana—Voy a celebrar—sonrió y estrechó la mano de Brittany—¿Por qué no me lo dijiste?—preguntó.

—¿Decirte que cosa?—preguntó Brittany con voz débil.

—¡Que te vas a casar! Sam me dijo que hablaron ayer. Estoy tan emocionada que casi no lo puedo soportar—dijo Sue.

—¿Casar?—repitió Brittany en un susurro.

Sus ojos volaron hacia Sam y luego, más importante, hacia Santana.

—¿No es emocionante, Santana? Supongo que Britt te contó todo en el bosque—dijo Nana emocionada.

Santana no podía respirar y sus ojos se movieron lentamente hacia Brittany.

—Sí—se las arregló en decir—Maravilloso.

Sam se acercó a ella casi radiante y Santana se sintió tan humillada como nunca antes había estado en su vida.

Forzó una sonrisa en su rostro y le ofreció la mano.

—Entonces supongo que las felicitaciones son necesarias.

Se preguntaba si él aún podía sentir la humedad de Brittany en sus dedos.

—Gracias—dijo él con sinceridad—Estoy tan emocionado de que ella hubiera aceptado.

Santana miró a Brittany ocultando el dolor en sus ojos.

—Espero que seas muy feliz—le dijo a Brittany.

Brittany estaba segura que iba a desmayarse.

Con un poco de suerte, caería en el fuego y todo habría terminado rápidamente.

Lanzó una mirada a Sam que hubiera matado a la mayoría de los hombres y él tuvo la decencia de apartar la mirada de ella.

Volvió a mirar a Santana, con ganas de llevarla lejos de ahí y explicarle, pero Santana se negó a mirarla a los ojos.

Santana se obligó a terminar su perro caliente, casi ahogándose con cada bocado.

Se negó a mirar a Brittany.

Se negó a mirar a Sam.

La tensión creció alrededor de la fogata y hasta Nana pareció darse cuenta.

—¿Han fijado una fecha?—preguntó Nana interrumpiendo el silencio.

—No—dijo Sam—Pero espero que pronto. Cuanto antes mejor, ya sabes.

Brittany no dijo nada y tiró su plato en el fuego y todo el mundo vio cómo su perro caliente sin comer crepitó en las llamas.

Lo mataría, decidió Brittany.

Tenía una causa justa.

Él sólo había arruinado su vida.

Y Santana.

Santana ni siquiera la miraba.

Y quién podría culparla.

Un minuto Brittany le está pidiendo que hiciera el amor con ella y el siguiente se entera que Brittany va a casarse.

Gimió suavemente.

Dios ¿qué acababa de pasar aquí?

—¿Y los bebés?—preguntó Nana.

—¡Nana! Por favor—dijo Brittany en voz baja.

—Bueno, no te estás haciendo más joven—continuó Sue.

—Nana… detente—dijo Brittany bruscamente y le disparó a Sam otra mirada.

Santana esperó lo que creía era un tiempo respetable y se puso de pie.

—Tengo que terminar algo de mi trabajo—mintió Santana—Gracias por haberme invitado—le dijo a Sue—Pero tengo que irme.

—¿Ya te vas? También tenemos malvaviscos—ofreció Nana.

Santana pasó las manos por su cabello y quiso gritar.

—Voy a tener que pasar—dijo Santana—Encantada de conocerte Sam. Fue… esclarecedor.

—Tal vez te vea por los alrededores esta semana—dijo él.

—Probablemente no. Tengo mucho trabajo que hacer—se dio la vuelta y con sólo un guiño a Brittany, caminó hacia su camioneta.

—Santana, espera—Brittany la llamó y corrió tras ella.

Tenía que hablar con ella.

No le importaba que Sam y Nana estuvieran mirando detrás de ella.

Santana siguió caminando, sin confiar en sí misma para hablar.

—Espera—exigió Brittany con voz suave.

Santana se detuvo, con la mano en la puerta.

—No tengo nada que decirte.

—No sabía nada sobre eso.

—¿En serio?

—¿Cómo puedes pensar que puedo desearte de esta manera si estoy pensando en casarme con Sam?—preguntó Brittany.

Los ojos de Santana se clavaron en los de Brittany.

—¿Una última vez? ¿Capricho?

—No seas así. No eres tú—dijo Brittany suavemente—Sabes lo que siento por ti, San—insistió Brittany.

—Brittany, regresa a donde perteneces—dijo haciendo un gesto con su cabeza.

—No le pertenezco a él—dijo Brittany.

—Bueno, definitivamente no perteneces a mí.

Brittany sintió como si le hubieran dado una bofetada y se quedó quieta y callada mientras Santana cerraba de golpe la puerta y se alejaba a toda velocidad.

Caminó lentamente hacia el fuego, aceptando la melcocha caliente sin decir una palabra.

—Santana estuvo muy callada esta noche—dijo Nana después de una eternidad de silencio.

—Ella es diferente—comentó Sam.

Ciertamente diferente a ti, pensó Brittany.

Y estoy enamorada de Santana y ella ya no me quiere.



Empacaron las cosas y regresaron, Brittany agradeció que no hubiera más conversación sobre la boda.

Cuando Sam quiso seguir a Nana dentro de la casa, Brittany lo detuvo.

—Me gustaría hablar contigo… en privado—dijo ella mirando a Nana.

Cuando Nana cerró la puerta, Brittany se volvió hacia él con ojos brillantes.

—¿Cómo te atreves?—dijo ella entre dientes.

—Brittany…

—¿Cómo te atreves a decirle eso a Nana? Sabes lo mucho que quiere que nos casemos.

Sam tuvo la audacia de sonreírle.

—Necesitaba toda la ayuda que pudiera conseguir.

—Hijo de puta—espetó ella, con ganas de abofetearle y arrancar la sonrisa de su rostro.

—¡Brittany! Actúas como si esto fuera una sorpresa. Ya hemos hablado de ello.

—No voy a casarme contigo. Lo sabías desde anoche—su voz se suavizó—Sam, no estoy enamorada de ti.

—¿Qué quieres decir?

—No te amo. No voy a casarme contigo.

—Brittany, hemos pasado cuatro… casi cinco años juntos. Estamos bien juntos.

—¿Bien?—negó con la cabeza—¿Llamas bien a lo que me hiciste anoche?

—No. Brittany, hablemos de esto. Estaba tratando de hacer el amor contigo.

—¿Hacer el amor? Me forzaste, después que te pedí que te detuvieras.

—Brittany, somos una pareja. Las parejas hacen el amor.

—Quiero que te vayas—dijo ella—Por la mañana.

—He estado aquí un par de días, te cabreas ¿y quieres que me vaya de inmediato?—se echó a reír—Brittany, sé razonable.

—Estoy siendo razonable. Y tienes razón—dijo ella—Estoy cabreada. Estoy terriblemente cabreada porque le dijiste a Nana que íbamos a casarnos y estoy terriblemente cabreada porque estás aquí, en primer lugar—se paseaba alzando la voz con cada palabra—Vienes aquí y actúas como si nada hubiera cambiado. Actúas como si no me hubiera ido casi un año porque no quería casarme ¿Cómo… te… atreves?

Sam la miró fijamente y por primera vez vio incertidumbre en sus ojos.

—Estabas asustada. El matrimonio es un gran paso, Brittany. Pero yo te amo.

—Ni siquiera me conoces, Sam. No soy la misma persona que se fue.

Sam la miró nuevamente, en silencio.

Finalmente, acarició su barbilla con un dedo.

—¿Qué pasa contigo y la artista?—preguntó él.

Brittany no tuvo miedo de mirarlo a los ojos.

—Mi relación con ella no es de tu incumbencia.

—Si no te conociera tan bien, diría que…

—No, Sam—dijo en voz baja—No tienes ni idea.

—Te observé. Estabas tan callada antes que ella llegara y luego cuando ella llegó no podías quitarle los ojos de encima—su voz sonaba enojada y él la agarró por los brazos—¿Acaso esa tortillera se metió en tu mente? ¿De eso se trata?

—¿Tortillera?—Brittany rió suavemente en su rostro.

—¿Es eso lo que ella es?—él la apartó, sus ojos buscando respuestas en los de ella—¿Lo es?

—Mi relación con ella no es asunto tuyo—dijo ella nuevamente.

—¿No lo es? Dios mío, Brittany ¿qué te ha pasado?—metió las manos con nerviosismo a través de su cabello y la miró—Nos íbamos a casar.

—No, no íbamos a casarnos. Y esto no tiene nada que ver con Santana—dijo ella.

—Por favor, dime que no estás involucrada con ella—susurró él—Por favor.

Brittany lo miró fijamente, negándose a mirar hacia otro lado.

—Somos… más que amigas, sí—admitió ella—Y eso no tiene nada que ver contigo.

—Jesús—murmuró él—No puedo creer esto.

Le dio la espalda y Brittany estuvo tentada a ir tras él, para consolarlo, pero él apartó su mano de su hombro.

—¿Era tan malo en cama? Jesús ¿tenías que reemplazarme con una puta mujer?—gritó él.

—Sam, esto no tiene nada que ver contigo. Sólo… sólo pasó.

—Pero tú no eres… una maldita lesbiana—susurró él.

—Si lo que siento por ella me hace lesbiana, entonces sí, supongo que sí—ella lo tomó del brazo y esta vez él no se apartó—No espero que lo entiendas, Sam. Yo misma no lo entiendo.

—¿Es por eso que lloraste anoche?

Ella asintió y metió las manos en sus bolsillos.

—No estaba lista para aceptar esto, supongo. No sabía a ciencia cierta que podía estar en una… una relación lesbiana como esta. Pero ella es lo que quiero.

—Entonces… ¿se acabó? ¿Sólo así?—preguntó él con un tono herido nuevamente—¿Por qué una tortillera llegó a ti?

—Deja de llamarla así—dijo ella bruscamente. Entonces su voz se suavizó—¿No te das cuenta? Esto no tiene nada que ver contigo. Lo intenté, Sam. Por eso dejé que vinieras aquí. Pero soy yo. Algo faltaba en nosotros. Es por eso que corrí. No sabía lo que era.

—¿Y cómo puedes saberlo ahora?—insistió él.

—Sam, ella no es la primera mujer por la que me he sentido… atraída. Fue antes de conocerte y no pasó nada. No podía permitir que pasara algo. Pero… con Santana…—se aferró a su corazón y cerró los ojos—Esto es lo que soy. Lo siento mucho.

—¿Lo sientes? ¿Eso es todo lo que puedes decir? ¿Qué demonios va a decir Nana de esto?

—Ella no lo sabe. Y no estoy lista para decírselo.

—Bueno, tal vez deba decírselo. Tal vez ella podría hacer que entres en razón.

—Sam, por favor, no seas así. No eres tú. Soy yo.

—Creo que estás enferma—dijo con amargura—Todo esto es enfermizo.

—Lamento que te sientas así lo miró de frente y no se inmutó por la ira en sus ojos—Le diré a Nana que te vas por la mañana Entró cerrando la puerta tras ella ¿Por qué se lo había dicho?

¿Honestamente esperaba que él entendiera?

Agarró su almohada y la arrojó en el sofá, sin importarle que Nana estuviera viendo.

—¿Britt?

—¿Qué?—preguntó ella.

—¿Qué pasa?

—Nada. Todo.

—¿Britt?

—Nana, no quiero hablar ahora.

—¿Dónde está Sam?

—Afuera, supongo—dijo secamente.

—¿Han tenido una pelea? Britt, acaban de comprometerse—dijo Nana inocentemente.

—Nana, no estoy comprometida. No voy a casarme.

—Pero, Sam…

—Sam se va mañana—dijo Brittany entre dientes apretados.

—¿Se va? No entiendo—dijo Sue y se sentó en el sofá junto a Brittany y agarró su mano—¿Qué pasa, hija?

—Nana, no estoy… solo… no quiero casarme con Sam. Vamos a dejarlo así.

—Pero él te ama.

Brittany sonrió suavemente y besó la mano de Nana.

—Pero yo no lo amo.

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Hola , como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Capitulo 21

—¡San! abre, por favor—Brittany gritó a través de la puerta.

Caminó hacia el porche, pero la puerta estaba cerrada con llave, adentro estaba oscuro.

¿Dónde podría estar?

Apoyó la espalda contra la pared, metiendo su cabello detrás de las orejas nerviosamente.

¿Dónde está?

Había estado llamando toda la mañana, pero asumió que Santana no contestaría.

Finalmente, no pudo soportarlo más y dejó a Nana en la tienda con una tonta excusa.

—¡Santana!—gritó ella.

¡Maldita sea!


Esperó durante treinta minutos, caminando de adelante hacia atrás, antes de darse por vencida y conducir a casa.




Nana estaba en la cocina pero no salió.

Nana no le hablaba.

Por Sam.

Brittany había tratado de explicarle, después que Sam se fue, pero Nana no quiso saber nada.

Simplemente no entendía cómo podía dejar que un hombre bueno se fuera.

Se acercó al teléfono y marcó el número de los Hudson, contando diez timbres antes de colgar.

¿Dónde estaba?

¿Estaba bien?




Comieron la cena en silencio hasta que Brittany no pudo soportarlo ni un segundo más.

—Nana ¿cuánto tiempo vas a estar así?

—¿Cómo?—preguntó Sue.

—No estoy de humor, Nana. He tenido un mal día—dijo con cansancio—¿Por qué no quieres hablar conmigo?

—Es tu culpa que hayas tenido un mal día, alejaste a ese pobre hombre—dijo Sue.

—¿Preferirías que me casara con él sabiendo que no lo amo?

—Pero él te ama—insistió Nana como si eso fuera suficiente.

—Pero ¿qué hay de mí? ¿Yo no cuento?

—Casi tienes 30 años—dijo Nana.

—28—corrigió Brittany—¿Y qué?—se inclinó hacia delante—No necesito un hombre, Nana—dijo ella.

—Oh, tonterías. Todo el mundo necesita un hombre.

—¿Para qué?—desafió Brittany—Tengo un trabajo. Puedo mantenerme a mí misma.

—Bebés—contrarrestó Nana.

—No necesitas un hombre para eso, mira a Quinn y Rachel. Además, no creo que quiera bebés—dijo Brittany.

—¡Brittany! Por supuesto que sí. Quiero ser bisabuela—dijo ella.

—Ya lo eres, Tian y Dotie

—Como si viera los niños de Tina.

Brittany se encogió de hombros, sin duda no quería traer a su hermana a esta conversación.

No quería arruinar por completo su día.

—Britt ¿qué ha pasado? Si no te conociera diría que has cambiado desde que conociste a Santana, pero eso no sería justo con ella.

—Nana—dijo Brittany con seriedad—No te puedo decir lo que ha pasado. Nunca lo entenderías.

Nana abrió la boca para hablar, pero Brittany levantó sus manos.

—Suficiente. Hagamos una tregua.





Cuando Nana llevó su libro a la sala de estar, Brittany se sentó nerviosamente en la cocina, alcanzando con su mano el teléfono.

Estuvo realmente sorprendida de escuchar una voz al otro extremo.

—¿Qué?—preguntó Santana enérgicamente.

—¿Dónde has estado?—exigió Brittany.

—Fuera.

—¿Fuera dónde? Te he estado llamando todo el día, fui hasta allá. San ¿estás bien?—preguntó Brittany en voz baja.

—No, pero no te preocupes. Lo superaré.

—Voy para allá—dijo Brittany.

—No, no quiero volver a verte—dijo Santana.

—¡Y! Yo SI quiero verte—respondió Brittany—Tengo que verte, San.

—Brittany, no me hagas esto. Vamos a dejarlo así.

—Tenemos que hablar—insistió Brittany en voz baja.

—No quiero hablar.

—Voy para allá.

—No voy a abrirte la puerta—advirtió Santana.

—¡Al demonio que no lo harás, López!

Brittany colgó ante los improperios de Santana y se dirigió a su habitación, cambiando rápidamente sus pantalones deportivos por pantalones vaqueros.

—¿Quién estaba al teléfono?—preguntó Nana esperanzada—¿Sam?

—Santana—Brittany volvió a salir con las llaves colgando en sus manos—Voy a ir allá por unos minutos.

—¿Es tarde? ¿Para qué?—preguntó Nana perpleja.

—Necesito hablar. No tardaré mucho.







Brittany encontró a Santana en el porche trasero, fumando.

Se acercó a su silla y se puso en cuclillas a su lado.

—¿Tu quinto?—preguntó Brittany a la ligera.

—No he parado en cinco desde que te conocí—dijo Santana.

Brittany agarró el cigarrillo entre sus dedos y lo apagó, sus cejas levantadas al ver el cenicero repleto.

—Bueno, vamos a tener que trabajar en eso ¿no es así?

—¿Por qué estás aquí?—preguntó Santana.

—¿Por qué crees?—Brittany agarró la mano de Santana entre las suyas y la acarició suavemente—Nunca quise hacerte daño. Sólo quería verte, estar contigo, independientemente de que Sam estuviera aquí—bajó la voz—Era contigo con quien quería estar.

—Pero te acostaste con él—finalmente Santana levantó sus ojos heridos hacia Brittany—¿No es así?

—Sí. Lo hice. Y fue un terrible… terrible error—dijo en voz baja—Él no eras tú. Él no pudo hacerme sentir como tú lo haces, San. Pero tenía que saber—susurró—Tenía que saber si lo que siento contigo es real o si sólo estaba huyendo de él.

Brittany alargó su mano y tocó el rostro de Santana, su mano presionó ligeramente contra su mandíbula contraída.

—Por favor entiende San.

—Lo hago. Sé que esto es nuevo para ti, lo que hay entre nosotras. Pero, cuando Sue soltó la bomba… tu olor todavía estaba fresco en mis dedos—susurró.

—Lo siento mucho. No tenía idea de lo que iba a ocurrir—Brittany bajó sus ojos, luego los regresó a Santana cuando sintió que las lágrimas se formaban ahí—La noche anterior, él trató de tocarme nuevamente y yo le pedí que se detuviera, pero… él no quiso. Él…—dejó que sus lágrimas cayeran mientras recordaba cómo había permanecido ahí mientras él le tomaba.

Debió haberlo detenido.

Debió haber combatido.

Pero no lo hizo.

Sólo se quedó ahí mientras él la tomaba.

—¿Britt?—susurró Santana, sus ojos también llenos de lágrimas.

—Estaba llorando y él no entendió. Pero no pude decirle. No en ese momento. Dormí en el sofá. Creo que tal vez él sentía que me estaba perdiendo así que usó a Nana en mi contra. Él sabe lo mucho que ella quiere que nos casemos.

—¿Te violó?—preguntó Santana con la voz cargada de emoción.

—No fue exactamente una violación, San. Pero no fue consensual—Brittany alargó una mano y suavemente acarició el rostro de Santana, sintiendo la humedad de sus lágrimas—Lo siento mucho. Entenderé si no quieres tener nada conmigo.

Santana cerró los ojos, deseando no sentir tan intensamente sobre ella.

Deseando no haberse enamorado de ella.

Y deseando que no le doliera.

—Britt, vine aquí sin buscar nada más que dibujar y pintar. Pero cuando te conocí, cuando llegué a conocerte… yo…—dejó su pensamiento sin terminar.

¿Cómo iba a decirle a esta mujer, esta mujer que había conocido sólo dos meses atrás, que se había enamorado de ella?

—No quiero alejarme de esto. Pero, esto es tan nuevo para ti, tan diferente. No espero que abandones la vida que conoces y asumas que es esto lo que quieres. Hay tantas cosas allá afuera para ti. Tantas oportunidades.

—Muchas otras mujeres ¿a eso te refieres?

Cuando Santana no respondió, Brittany se levantó y tiró de la mano de Santana.

—Entremos. Quiero acostarme contigo… y quiero abrazarte—dijo en voz baja—Hablaremos después—prometió Brittany.

Se desnudaron lentamente tocándose sólo con sus ojos y Santana levantó las sabanas sosteniendo a Brittany entre sus brazos.

Se abrazaron, acariciándose con dulzura, con calma.

—¿Qué le dijiste?—preguntó Santana finalmente, sus palabras pronunciadas en voz baja, lentamente.

—Le dije que no estaba enamorada de él y que nunca me casaría con él—dijo Brittany.

—¿Y Sue?

—Nana no entiende. Todavía está enojada conmigo por haberle alejado—dijo mientras su mano trazaba círculos lentos en la cintura de Santana—Quería contarle de ti, pero no pude.

—No, no te culpo por eso. Ella me odiaría.

—Sí. Creo que lo haría—admitió.

Nana culparía a Santana por la ausencia de Sam.

Ella nunca entendería cómo Brittany había podido encontrar su magia con otra mujer.

—Britt…—Santana pasó los dedos por el suave cabello de Brittany, apartándolo de su rostro—Dime lo que quieres de mí—susurró.

—No estoy segura—admitió Brittany—Como dijiste, esto es nuevo para mí. Sé que nunca nadie me hizo sentir de esta manera, me hizo desear de esta manera. Lo sé, San. Cuando estoy contigo, así, nada más importa.

Santana movió sus manos sobre los pechos de Brittany, sintiendo como sus pezones se endurecían ante su contacto.

Brittany sonrió y cerró los ojos ante el ahora familiar toque.

¿Cómo era posible que en tan poco tiempo pudiera saber, sin lugar a dudas, que este toque era lo que había anhelado toda su vida?

¿El suave y gentil toque de esta mujer?

La única vez que se había sentido completa en toda su vida había sido con el toque de esta mujer, haciendo el amor con ella.

Se movió, rodando sobre su costado y ajustó su cuerpo junto al de Santana, senos contra senos, estómago, caderas y muslos moldeados como uno.

Finalmente sus bocas se encontraron, suavemente, tranquilamente y luego con más hambre.

Santana se preguntaba si esto sería suficiente, este fuego que ardía entre ellas.

¿Y por cuánto tiempo?

Santana se preguntaba cuando Brittany se cansaría de hacer el amor con ella, cuando buscaría a alguien más, alguien más con quien pudiera comparar esto.

Santana había tenido muchas amantes durante los años, pero ninguna había agitado tanto su alma como lo había hecho Brittany.

Pero ¿y Brittany?

Había un nuevo mundo de oportunidades para ella.

Tal vez no aquí, pero sí en Seattle, donde la comunidad de lesbianas era próspera.

Podría conocer cualquier número de mujeres, hacer nuevas amigas, comenzar relaciones.

Eso era lo que realmente le molestaba.

Se había enamorado de esta mujer, quería estar con ella; quería una relación con ella.

Y eso le asustaba más de lo que quería admitir.

Había tenido una sola relación en toda su vida.

Dani.

Y pensó, en el momento que terminó, que no volvería a compartir su vida tan completamente con nadie.

Pero aquí estaba, queriendo a Brittany de esa manera.

Queriendo despertar con ella cada mañana, con ganas de compartir su vida, ser parte de ella.

Ser parte importante.

Brittany probablemente ni siquiera había mirado más allá del sexo o pensado en lo que le depararía el futuro.

Era joven.

Tenía tiempo de sobra para jugar en el campo, para degustar el agua, para experimentar.

Podría conocer a alguien con sus mismos intereses, alguien con quien pudiera pensar en construir un futuro y luego tal vez elegiría decírselo a Sue, quien eventualmente podría unirse a su felicidad.

—¿Qué estás pensando?—susurró Brittany mientras la boca de Santana se quedaba inmóvil.

Santana miró en sus ojos, buscando respuestas, pero solo encontró deseo, deseo por ella.

Su expresión se suavizó y acercó a Brittany acariciando sus labios nuevamente.

—Sólo pensaba—murmuró contra sus labios.

Brittany sonrió.

—No pienses tanto, entonces—empujó a Santana volteándola audazmente y encajó su cuerpo con el de ella—Déjame hacerte el amor. Todavía quieres eso ¿verdad? ¿Aún no lo sabe? ¿No puede ver cómo me hace sentir?

Santana apretó su rostro entre sus manos.

—Lo quiero, mucho.

Cerró sus ojos cuando los labios de Brittany se movieron suavemente por su rostro, cubriendo cada ojo, a la vez, mordisqueando suavemente su cuello, susurrando en su oído y Santana se perdido a sí misma por completo bajo esos labios suavemente exigentes.

Sintió el suave cabello de Brittany extendiéndose sobre sus pechos y puso sus manos ahí, alejándolo con sus dedos del rostro de Brittany.

La boca de Brittany cubrió su pecho y Santana fue consciente de lo muy lentamente que Brittany le estaba amando esta noche.

No había urgencia en su toque, sólo la dulce certeza de que sabía cómo tocar a Santana y sabía lo que Santana quería.

Oh y lo hizo.

El cuerpo de Santana respondió a sus suaves caricias, moviéndose contra sus manos, presionando contra sus caderas.

La boca de Brittany volvió a la suya, trazando los labios de Santana con su lengua, con audacia chupando el labio inferior de su boca.

Santana gimió, succionando la lengua de Brittany hacia el interior, chupándola más profundamente.

—No puedo tener suficiente de ti—susurró Brittany contra su boca—No puedo acercarme lo suficiente.

Apretó su cuerpo con el de Santana, sus pechos presionados juntos, sus caderas unidas como una.

Las manos de Santana moldearon a Brittany contra ella, acariciando sus caderas redondeadas, apretándolas con su suavidad.

—Ven dentro de mí, Britt—instó Santana.

La mano de Brittany se movió entre sus cuerpos unidos y su respiración se detuvo cuando la tocó.

Tan mojada.

Sus dedos se abrieron paso, dejando que Santana les rodeara con su calidez.

Se movió más profundamente en ella, entrando y luego saliendo y volviendo a entrar nuevamente, esta vez con más fuerza, moviendo sus caderas contra su mano, contra Santana.

—Sí, así—susurró Santana.

El cuerpo de Brittany se estremeció mientras sus caderas se sacudían contra Santana, sus dedos moviéndose profundamente en su interior, tocando su centro.

Nunca había sentido tal intimidad, como una unión de almas.

Sus respiraciones se mezclaban y unían, como lo hacían sus cuerpos y Brittany cubrió la boca de Santana, absorbiendo su liberación en su boca mientras Santana gritaba y sostenía los dedos de Brittany en su interior.

Las manos de Santana temblaban mientras tocaban el rostro de Brittany, secando el sudor de su frente.

Estaba tan segura de su amor por esta mujer que casi lloró, sabiendo que no podría tenerla.

No todavía.

—Sant…—susurró Brittany, las palabras de amor se acumulaban en su cerebro, pero no pudo encontrar el coraje de decirlas, de pronunciarlas en voz alta.

Todavía tenía miedo.

Tenía miedo de que Santana no le gustara oírlas.

Tenía miedo de que todo lo que Santana quería entre ellas fuera esto, este maravilloso hacer el amor que compartían.

Sus ojos se encontraron mientras ambas luchaban con sus sentimientos.

Santana ocultó los de ella, temerosa de que Brittany viera demasiado.

—Déjame amarte—susurró Santana.

—Sí.

Santana la besó con ternura, rozando ligeramente sus labios.

—Acuéstate hacia atrás—instó y Brittany se movió, tocando la almohada con su cabeza, esperando que la boca de Santana regresara a la suya.

El beso de Santana se volvió apasionado; caliente y exigente cuando Brittany succionó su lengua adentro.

Su rodilla presionó entre las piernas de Brittany y se arrodilló entre sus piernas abiertas, su boca fue a sus pechos; sus pezones estaban duros y erectos y los tomó dentro su boca, chupándolos intensamente, arrastrando a Brittany dentro de ella.

Quería esperar.

Quería ir despacio, amar a Brittany con la misma ternura que Brittany le había mostrado.

Pero perdió su determinación cuando su mano tocó a Brittany, cuando sus dedos le rozaron.

Quería su boca ahí, siempre.

Se deslizó entre las piernas de Brittany, empujando los muslos con sus manos y Santana bajó su boca hacia ella, suspirando contenta cuando su lengua se movió a través de su humedad.

Brittany se elevó para encontrarse con ella y Santana hundió su rostro en ella, sus mejillas cubiertas con su humedad.

Sintió como las piernas de Brittany se envolvieron alrededor de sus hombros y la poseyó con su boca, chupando intensamente, empujando contra ella con un deseo tan fuerte que sacudió su propio centro.

—Dios, San—murmuró Brittany acariciando su cabeza, empujando aún más su rostro contra ella—Sí…

Las caderas de Brittany se movieron contra el rostro de Santana, sus muslos se ampliaron aún más queriendo a Santana en su interior.

¡Oh, Señor!

Pero que le hizo esta mujer.

Si su vida sexual duraba toda la vida, nunca se cansaría de esto.

Sabía que nadie podría hacerle sentir de esta manera.

La lengua de Santana se movió sobre ella y luego en su interior.

Escuchó la fuerte respiración de Brittany y sintió como sus manos agarraban su rostro, sintió su placer.

Cuando las caderas de Brittany se arquearon y se detuvieron, Santana no estaba lista para que esto terminara.

Llevó sus dedos hacia Brittany, uniéndolos a su boca y Brittany gritó su nombre, presionando a Santana con fuerza contra ella y sus espasmos sacudieron a Santana como nunca antes.

La poseyó con su boca y la sintió palpitar contra su lengua, entonces permitió que tirara de ella, para ser envuelta en sus suaves brazos.

—Querido Dios, me vuelves loca cuando haces eso—dijo Brittany a su oído.

Sí.

Casi le volvió loca tener su boca ahí, sentir el pulso de Brittany contra su lengua.

Pero ¿qué pasaría si…?

¿Y si hubiese cualquier cantidad de mujeres por ahí que pudieran dar a Brittany tanto placer como ella?

Santana nunca había pensado en ella como una amante excepcional.

Pero con Brittany, era diferente.

Quería complacerla.

No se preocupaba por ella misma.

Quería que Brittany encontrara la satisfacción que nunca antes había tenido.

—¿San?

—¿Hmmm?

—¿Qué pasa?—preguntó Brittany con suavidad—Tus ojos… te ves triste.

Santana hundió su cabeza en el cuello de Brittany, oliendo el suave perfume que se había rociado esta mañana.

—Nada—murmuró ella.

Brittany levantó la cabeza de Santana y la miró a los ojos, tratando de leerlos.

¿Qué pasaba?

¿Era Sam?

¿Había algo más?

¿No estaba satisfecha con Brittany?

¿Necesitaba más?

—San ¿qué sientes cuando hago el amor contigo?

—¿Qué quieres decir?—preguntó Santana.

—Quiero decir… ¿es suficiente? ¿Te satisface?—preguntó en voz baja.

Santana sonrió y atrajo a Brittany hacia sus labios.

—Eres una amante hermosa. La mejor ¿No te lo había dicho?

¿También se lo había dicho a Dani?

¿Se lo decía a todas sus amantes?

¿Era Brittany sólo una más en una lista de muchas?

Fue consumida por los celos al pensar en otras mujeres amando a Santana, tocándola como Brittany lo hacía.

¿Se habían enamorado de ella?

Brittany la beso posesivamente, sabiendo que estaba tratando de hacer que Santana olvidara a todas sus otras amantes, todas aquellas que habían llegado antes que ella.

¿Podría ahuyentarlas de su mente?

—¿Qué?—preguntó Santana.

—No he tenido suficiente—dijo Brittany y empujó a Santana sobre su espalda, tomando su pecho, tratando de poseerla.

—¿No has tenido suficiente?—preguntó Santana con una sonrisa.

—Para nada—murmuró Brittany contra su pecho antes de moverse más abajo, necesitaba amar a Santana con su boca, necesitaba demostrarle lo mucho que la necesitaba.

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Hola , como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Capitulo 22

Era casi amanecer cuando llegó a casa, agotada.

No habían dormido.

No habían querido.

Cuando Santana finalmente se quedó dormida, Brittany se alejó, rozando su mejilla ligeramente con los labios, susurrando palabras de amor a su forma dormida.

No había sido capaz de decírselas, por supuesto.

Había tenido miedo de la respuesta de Santana.

Santana, que había tenido tantas amantes, probablemente había escuchado esas palabras muchas veces anteriormente.

¿Cuál sería su reacción?

¿Le haría gracia?

Brittany se duchó, escuchando a Nana en la cocina y pensó en la reacción de Nana, si supiera que Brittany se había enamorado de una mujer.

Estaría devastada.

Nana nunca podría entender que era.

—¿Cuándo llegaste a casa?—preguntó Nana mientras le entregaba una taza de café de la máquina de café expreso.

—Tarde.

—Debe haber sido muy tarde. Te ves cansada—dijo Sue observándola.

Brittany asintió, sorbiendo de su café.

—Sam llamó—dijo Sue.

Brittany dejó escapar su aliento lentamente, preguntándose qué demonios pudo haberle dicho.

—¿Y?

—Britt, simplemente no lo entiendo. El hombre tiene el corazón roto—dijo Nana.

—Nana, por favor—dijo Brittany sacudiendo su cabeza.

—Tal vez te apresuraste, Britt. Tal vez necesitas pensar acerca de esto—dijo Sue.

—He pensado en esto durante los últimos nueve meses Nana.

—Pero ¿qué vas a hacer? Vivir aquí conmigo—dijo Sue haciendo un gesto hacia las ventanas—No estaré aquí por siempre ¿Entonces qué? ¿Qué tendrás? Sin marido, sin hijos—dijo.

Brittany pensó que Nana rompería en llanto y fue hacia ella y la abrazó.

—Nana, por favor no te preocupes por mí. Sé que sólo quieres que sea feliz. Pero, en este momento, esto es lo que quiero.

Nana dejó escapar un gran suspiro.

—No entiendo a las mujeres de hoy día—dijo Sue—Santana, por ejemplo. 32 años y está sola ¿Por qué tienes que ser tan independiente? No hay nada malo en tener un hombre que cuide de ti.

—No me voy a casar sólo para que alguien cuide de mí, Nana. Puedo hacer eso yo misma—dijo Brittany con suavidad.

—Soy peor que una mamá ¿no es así?

Brittany sonrió.

—No lo sabría—dijo Brittany.

—Lo siento. No quise decir…

—Nana, siempre me he sentido más cerca de ti que de ella. Lo sabes.

Nana tocó su mejilla y sonrió.

—Lo siento, hija. Te dejo tranquila con lo de Sam. Tú sabes qué es lo mejor—dijo Sue.

—Gracias.






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Santana empacó sus pocas cosas, empujándolas ciegamente en su bolso.

No tenía mucho.

La mayor parte de su ropa aún estaba en su casa de campo. Ya había empacado sus pinturas, las había empacado cuidadosamente en la parte trasera del Land Cruiser.

Ir a ver a Brittany sería lo más difícil que haría en su vida.

Pero era su deber, se dijo a sí misma.

No podía quedarse aquí durante los próximos meses y continuar esta aventura con Brittany como si tuvieran un futuro juntas.

Tenía que darle a Brittany tiempo.

Tiempo para descubrirse a sí misma.

Tiempo para adaptarse a su nueva vida y para averiguar lo que quería de ella.

Para averiguar si esto era lo que quería.

Pero Santana estaba sufriendo.

No podía negarlo.

Estaba tan profundamente enamorada de Brittany que sentía como si estuviera rompiendo su propio corazón en pedazos al irse.

Pero mejor ahora, después de dos meses en el camino, Brittany volvería en sí y se daría cuenta que Santana no era la única mujer por ahí.

Y tal vez más adelante, después que ambas hubieran tenido tiempo, Brittany podría decidir que Santana podría hacerle feliz por mucho tiempo.

Puede que deseara tener un futuro con Santana.

Santana cerró sus ojos, imaginando vivir aquí con Brittany, despertando con ella cada mañana, construyendo una vida juntas.

Luego lentamente negó con la cabeza.

¿De verdad creía que eso pasaría?

Brittany sólo tenía 28 años.

Conocería a alguien más joven, alguien con sus propios intereses, alguien que le haría olvidar a Santana y su verano de descubrimientos.

Vete ahora y guarda las apariencias, pensó ella, metiendo la ropa a toda prisa en su bolso.

En pocas horas, estaría de regreso en la seguridad de su casa de campo, lejos de Brittany.

Tendría tiempo para enmendar, tiempo para sanar su corazón roto.

La partida de Dani ni siquiera se podía comparar al dolor que sentía ahora, lo sabía.

Dani, con quien había pasado seis años, la había dejado tan silenciosamente que Santana ni siquiera supo que se había ido.

Pero Brittany, pensó Santana.

Brittany le destrozaría el corazón sin siquiera saberlo.







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Brittany levantó la vista cuando la campana sonó, como siempre hacía.

Sonrió sorprendida de ver a Santana en la tienda.

Pero su sonrisa se desvaneció cuando vio la tristeza en los ojos negros de Santana.

Fue hacia la morena, sin importarle si Nana estaba viendo.

—¿Qué pasa?—preguntó Brittany, deteniéndose un paso delante de Santana.

—Me… me voy—dijo Santana—Por un tiempo.

—¿Te vas?

—Hola, Santana—dijo Nana acercándose a ellas.

Santana alejó sus ojos de Brittany y forzó una sonrisa en su rostro.

—Hola, Sue. Vine a despedirme—dijo Santana.

—¿Despedirte?

—Voy a Seattle. No sé cuánto tiempo me iré—dijo Santana—Así que quise pasar para despedirme.

—Bueno, todavía estaremos aquí cuando regreses—dijo Nana a la ligera, ignorando la tensión entre las dos mujeres.

Santana se volvió hacia Brittany, su corazón se partió en dos ante la mirada de sus ojos azules.

—¿Podemos hablar?

Brittany asintió aturdida.

—Ya regreso—dijo a Nana.


Brittany siguió a Santana afuera y sus ojos se detuvieron en la camioneta cargada.

—¿San?—se dio la vuelta con ojos asustados hacia la morena—¿Qué estás haciendo?

—Britt, tengo que regresar—dijo en voz baja—Tengo… algunos negocios que atender.

Brittany estudió sus ojos.

—Estás huyendo—dijo Brittany sabiendo que era verdad.

—No.

—¿Por qué? Dímelo.

—Britt—Santana tendió una mano hacia Brittany y luego la dejó caer a su lado.

—¿Por qué me dejas?—susurró Brittany—¿Fue tan malo para ti?

—Britt, no—dijo Santana y puso sus manos sobre los hombros de Brittany e hizo que la viera—Esta cosa entre nosotras… necesitas tiempo. Tengo que darte tiempo.

—Estoy enamorada de ti—soltó Brittany.

—Por favor, no digas eso—gimió Santana y dejó caer sus manos, su corazón latía dolorosamente en su pecho—No sabes lo que hay allá fuera. Todo esto es nuevo para ti. No asumas que me amas, solo porque soy quien te hizo darte cuenta de tus alternativas.

Brittany la miró fijamente, al escuchar sus palabras, supo lo que estaba haciendo Santana.

—Tienes miedo—dijo Brittany—Tienes miedo de lo que siento por ti.

Fue el turno de Santana para mirarla fijamente.

—No te conformes conmigo, Britt—dijo amablemente.

—Oh, ya veo—dijo Brittany—Primero necesito dormir con otras ¿Ver lo que hay allá fuera? ¿Ver si simplemente imaginé todo esto?

Santana asintió débilmente.

—¿Conseguir un poco más de experiencia?—Brittany rió—¿Tengo que practicar?

—Britt, sabes que eso no fue lo que quise decir—dijo Santana.

—¿No lo fue? Lo supe anoche, supongo. Estabas tan lejos—susurró Brittany.

—Britt, no. Eso no es. Seguramente sabes…

—Soy una amante hermosa. Sí, claro—dijo con amargura.

—Britt…

—¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Por qué me hiciste creer que también era bueno para ti?

—Britt, escúchame…—dijo Santana agarrando sus hombros nuevamente.

Oh, Dios, esto no era lo que quería que Brittany pensara.

No era así como había imaginado su separación.

—Me importas. Yo… me importas mucho—dijo nuevamente—No quiero que me hagas daño—susurró con su voz quebrada por la emoción.

—¿Hacerte daño?—preguntó Brittany asombrada—¿Cómo podría hacerte daño?

—Sólo quiero que estés segura…—dijo Santana—… Antes de ir demasiado lejos.

—¿Así que vas a dejarme? ¿Así es como quieres que sea segura?

—Tengo que hacerlo. Por mí y por ti—dijo Santana.

—Esto no va a cambiar nada—dijo Brittany—Sé lo que siento—miró fijamente los ojos de Santana—Estoy enamorada de ti. No me dejes—susurró y sintió que las lágrimas se acumulaban en sus ojos—Por favor, San.

Santana tragó saliva odiándose a sí misma por lo que estaba haciendo.

—Cuídate—dijo Santana y acarició el rostro de Brittany suavemente.

—¿También me amas Santana?—preguntó Brittany en voz baja—¿Es por eso que estás huyendo?

La mandíbula de Santana se contrajo igualando el dolor de su corazón y alejó sus ojos de Brittany. Caminó hacia su camioneta, cerró la puerta y se alejó a toda velocidad.

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