[Resuelto]FanFic Brittana: La Luna de Santana (Adaptada) Epílogo

Capitulo 23

Santana abrió las ventanas para que entrara la brisa, sorprendentemente feliz de estar de regreso en la casa de campo.

Sacó un cigarrillo y caminó hacia el agua, sus ojos disfrutaron la extensión azul del Puget Sound, los botes de vela competían con los buques mucho más grandes en el mar.

Se acercó a la orilla, viendo las gaviotas volar sobre ella, tratando de aclarar su cabeza.

Había tomado la decisión correcta, lo sabía.

Se sentía bien estar de regreso en casa, rodeada de un entorno familiar.

Lejos de Brittany.

Tal vez sería capaz de trabajar aquí.

Durante las últimas semanas no había sido capaz de agarrar un pincel. Su corazón y su mente habían estado en otro lugar.

Respiró profundamente saboreando el olor del mar y cerró sus ojos, permitiendo que el viento la calmara, que el sonido del agua le relajara.

Y así ocurrió.

Las últimas dos horas no había pensado en otra cosa que en las palabras que Brittany le había dicho.



Cerró su mente a las palabras susurradas de Brittany.

No quería recordar el dolor en los ojos de Brittany cuando Santana la dejó.

Dio la espalda al viento y ahuecó su cigarrillo encendiéndolo con facilidad.

Había olvidado su recuento diario y había comprado un paquete completo cuando se detuvo en la tienda de comestibles de camino a casa.

Los malos hábitos tardaban en morir, pensó ella mientras subía la colina de regreso a su casa de campo.

En realidad fue capaz de trabajar y por primera vez en su vida el pincel voló sobre el lienzo sin el bosquejo adjunto para guiarla.

Pintó de memoria.

Pintó desde el corazón.


El árbol gigante se cernía sobre el bosque, haciéndoles señas a los visitantes en el bosque para que dieran un vistazo más de cerca. El sol se había ido, dejando sólo un débil resplandor en el cielo, pero la luna estaba fuera, brillando fantasmal sobre el bosque.

Santana dio vida a los árboles bajo la luz de la luna.

Y el monstruoso gigante en medio guardaba el secreto.

Tras su vieja corteza crujiente, pintó las sombras de dos amantes, abrazándose.

Dos amantes atrapadas en los brazos de la otra.

Trabajó día y noche, parando ocasionalmente para dormir la siesta y cuando se acordaba de comer.

Este iba a ser suyo.

No lo compartiría con nadie.

Era demasiado personal para hacerlo.

Pero, oh, le dolía recordar la necesidad que Brittany tenía por ella esa noche.

Tanto le había necesitado Brittany que no le había importado que Sam se estuviera acercando por el camino, en busca de ellas.

No le había importado que él hubiera podido atraparlas.




Le había suplicado a Santana.

Y Santana no pudo detenerse.

También había hecho caso omiso al sonido de la voz de Sam.

Sólo quería dar lo que Brittany necesitaba.

Dejó caer sus brazos a los lados, exhausta. Se quedó mirando las sombras de las figuras, recordando.

Y lloró.

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Capitulo 24

Era domingo, cerca del mediodía, pero Brittany no logró salir de la cama.

Las últimas dos semanas las había afrontado con valentía, luciendo alegre delante de Nana, comiendo las comidas con un vigor que no sentía y participando en conversaciones sin sentido cuando su mente estaba en otra parte.

¡En otra parte!

Se echó a reír.

Su mente no estaba en otra parte.

Estaba con Santana.

Había sido así desde el momento en que ella salió de su vida.

Cada día iba a la tienda, esperando que sonara el teléfono.

Cada vez que la campana sonaba, alzaba la vista, con la esperanza de encontrar a Santana de pie en el umbral.

Finalmente, ayer, se había dado por vencida.

Santana no iba a regresar.

Santana no la quería en su vida.

Santana no la necesitaba.

Y entonces se quedó en cama.

Ocultándose.

No podía seguir afrontándolo con valentía por más tiempo.

Le dijo a Nana que no se sentía bien, lo cual, por supuesto, era verdad y Nana le había traído sopa para que comiera, todavía estaba en la mesita de noche junto a ella.

No podía forzar otra comida.

Estaba segura que nunca volvería a comer nuevamente.

Se dio la vuelta, deseando que el dolor en su corazón desapareciera.

Nunca en su vida se había sentido tan sola.

El dolor de su infancia ni siquiera podía compararse.

Amaba a Santana.

Al menos de eso estaba segura.

Pero ¿por qué Santana había huido?

¿De qué tenía miedo?

¿Había sido demasiada la necesidad de Brittany por ella?

¿Se había sentido sofocada?

El primer pensamiento de Brittany fue su falta de experiencia en la cama, pero sabía que no era la razón.

La manera en la que habían hecho el amor había sido tan apasionada y tan intensa como para haberla imaginado.

Santana había disfrutado tanto como Brittany.

Había otra razón para su partida.

Un golpe en la puerta interrumpió sus pensamientos y le dijo a Nana que podía entrar.

—¿Cómo te sientes?

—Mejor—mintió Brittany.

—Bien. Estaba preocupada por ti. Nunca te enfermas—dijo Nana.

Brittany se dio la vuelta y sus ojos miraron a través de la ventana, sin ver nada.

Estaba a punto de llorar y no quería que Nana la viera.

Nunca sería capaz de explicar sus lágrimas.

Nunca había llorado delante de Nana.

—No te comiste la sopa, Britty—dijo Nana.

—No creo que hubiera podido retenerla—dijo Brittany—Pero ahora estoy mejor.

—Déjame calentarla—dijo Nana con alivio.

—Está bien. Voy a levantarme ahora, creo—dijo Brittany.

Nana sonrió y salió.

Brittany se obligó a levantarse, dejando a un lado la protección de las sabanas.

Quedarse en cama, en la clandestinidad, no resolvería nada.






Más tarde esa semana, mientras Brittany tragaba otra comida, supo lo que tenía que hacer.

Tenía que encontrar a Santana.

Tenía que saber la razón de su partida.

Podría hacer frente a la verdad.

Pero no saber le estaba volviendo loca lentamente.




—Nana, las cosas se calmaran en pocas semanas una vez que la temporada haya terminado. Si me voy por un par de días ¿tú y Mercedes estarán bien?

—Por supuesto, Britt ¿A dónde vas?

—A Seattle—dijo Brittany.

El rostro de Nana se iluminó con una sonrisa.

—Lo sabía. Tu alegría forzada en estas últimas semanas no me pudieron engañar—sonrió a Brittany—Vas a ver a Sam ¿no es así?

Sam.

Siempre Sam, pensó Brittany.

—Sólo voy a Seattle—dijo Brittany con cansancio—No necesariamente a ver a Sam.

—Oh, ya sé que has estado triste desde que se fue—continuó Nana—Por supuesto que podemos manejar la tienda. Quédate todo el tiempo que necesites. Oh, Brittany, estoy tan contenta que vayas…

Brittany dejó su protesta tácita mientras Nana divagaba y divagaba sobre Sam.

Simplemente dejó de escucharla.

Estaba más preocupada sobre cómo iba a encontrar Santana en una ciudad del tamaño de Seattle.

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Capitulo 25

—Oh, Santana, son una preciosidad. Son fabulosas—ella le sonrió—Como siempre—añadió.

Elaine analizaba los cuadros, sus ojos se detuvieron nuevamente en el árbol gigante y Santana lamentó al instante su decisión de venderlo.

Era demasiado personal.

No quería que un extraño lo mirara, imaginando quienes eran las amantes, imaginándose a sí mismos en ese abrazo. Pero había llegado a ser demasiado doloroso incluso para la vista de Santana.

—Los pondré en una exposición en menos de una semana—dijo Elaine—Éste es intrigante—sus manos tocando la pintura de Santana—Es diferente a lo que normalmente haces—levantó la mirada y sonrió—Puede que desee quedarme con este. Sólo exponerlo por un tiempo—miró a Santana—Por cierto ¿qué estás haciendo de regreso en la ciudad?

—Recuperándome—dijo Santana fácilmente.

—¿Oh?—preguntó Elaine con interés.

—Estuve en el bosque durante un mes más o menos—dijo Santana—He estado de regreso solo cinco semanas.

Cinco semanas y dos días, contó su mente, desde que había visto a Brittany.

—Te estás poniendo demasiado vieja para eso. Es hora de asentarte—dijo Elaine.

Santana sonrió, echando una última mirada al árbol gigante y a las sombras de su corteza.

Quería asentarse.

Quería establecerse en un pequeño pueblo de Lima, Ohio, con una rubia de ojos azules que le había robado el corazón y el alma.

—Tengo que irme—dijo en voz baja.

—Estaré en contacto—dijo Elaine.





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Santana se dirigió a la tienda de licores más cercana dejando a un lado su vino habitual y escogiendo una botella de whisky.

Una vez en casa, vertió una cantidad generosa y se acercó a la orilla, su cigarrillo colgaba cómodamente entre sus dedos e ignoró la ligera niebla que caía.

Las últimas cinco semanas había estado haciendo este viaje al agua en busca de respuestas.

Quiso llamarla, pero no se había atrevido.

No quería perturbarla.

No quería agitar los recuerdos.

Y era mejor así, se dijo ella.

Cada día era más fácil.

Se echó a reír con amargura.

¿A quién quería engañar?

Ciertamente no a sí misma.

Cada día era peor que el anterior.

Cada día el recuerdo de Brittany venía a ella con mayor claridad. Cada noche, el toque de Brittany era más intenso sobre su cuerpo.

Tal vez debería salir.

Tal vez debería invitar a una vieja amiga a cenar o a algo más.

Algo más.

La idea de estar con otra persona simplemente le daba náuseas.

No quería a nadie más.

Solo quería a Brittany.

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Capitulo 26

Brittany tomó el ferry hacia la isla de Bainbridge, preguntándose frenéticamente donde comenzaría a buscar.

La guía telefónica había sido inútil.

Santana no estaba incluida entre los —López— y el operador le había dicho con firmeza que era un número privado.

Ninguna de las suplicas de Brittany lo habían conmovido.

Se dio cuenta que estaba buscando una aguja en un pajar mientras conducía por la carretera, girando en cada curva del camino que parecía como si el agua pudiese llevársela.

No se había dado cuenta que muchas ciudades pequeñas punteaban la isla y Santana podría vivir en cualquiera de ellas.

Era un viaje infructuoso, lo sabía, pero siguió conduciendo y buscando.

Tenía que encontrarla.

Cuando llegó la oscuridad, se dio la vuelta de regreso al ferry y a Seattle.

Tenía que cenar, pensó ella y tal vez llamaría a uno de sus viejos amigos.

Podrían sentarse y hablar de su desgraciada vida amorosa. Podía simplemente imaginar la expresión de sus rostros cuando les confesara que se había enamorado de una mujer.

Siempre podría ir a Capitol Hill, el barrio gay no oficial de Seattle.

Tal vez podría pasear por Broadway durante una hora más o menos y cenar en uno de los restaurantes de la zona.

A pesar de su estado de ánimo, sonaba mucho más atractivo que el servicio de habitaciones y otra noche sola.

Estacionó a dos cuadras de distancia, el tráfico peatonal era pesado un sábado por la noche y se mezcló con la multitud.

Se descubrió mirando a dos mujeres caminando delante de ella, sosteniéndose de las manos. Eran jóvenes, más de veinte años, pensó ella, pero aun así, se veían tan cómodas la una con la otra.

Inmediatamente pensó en Santana y se imaginó caminando del brazo de ella de esa manera.

Apartó los ojos y miró otros rostros, extraños en la multitud.

Entró en el centro comercial cubierto, abriéndose paso entre los compradores.

Café.

Verdadero café de Seattle.

Se puso de pie en la fila de la cafetería, muriendo por un verdadero café con leche después de meses de depender de su máquina portátil de expreso.

Tomó su café y se detuvo en el quiosco de prensa, el periódico local gay capturó su atención.

Compró uno, llevándolo a una mesa con ella.

Todo estaba ahí.

Bares, cafeterías, librerías y cualquier otra actividad orientada a los gay que pudiera desear.

Decir que estaba sorprendida era un eufemismo.

No tenía ni idea de cuán grande era la comunidad gay en Seattle. Ahora sabía que había ignorado deliberadamente esa parte de la ciudad.

Pasó por las páginas en busca de bares para mujeres.

Quizás Santana tenía razón.

Tal vez necesitaba explorar su sexualidad recién descubierta.

Tal vez estaba acelerando las cosas con Santana.

Por supuesto que no era así.

Sabía cómo se sentía acerca de Santana.

Pero no estaría de más mirar, se dijo a sí misma.

Santana, obviamente, no la quería.

Con eso, se fue a su hotel, se cambió y se preparó mentalmente para una noche de fiesta en la ciudad.

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Capitulo 27

Santana estaba de pie mirando el lienzo vacío, pincel en mano, cuando los golpes en la puerta interrumpieron sus pensamientos.

¿Quién podría ser?

Nadie sabía que estaba de regreso.

Dani.

Santana se quedó sin aliento al verla.

No la había visto en más de un año.

Estaba tan hermosa como siempre.

—Dios mío, mírate—dijo Dani y se levantó de puntillas para besar sus labios.

Santana sonrió, sorprendida de lo contenta que estaba de verla.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí?

—¿No puedo visitar a una vieja amiga?—preguntó Dani.

Santana cerró la puerta y siguió a Dani adentro, olió el perfume que recordaba desde hacía mucho tiempo.

—Cuando Elaine me dijo que estabas de regreso, le dije, no, no puede ser. Todavía es verano. Ella debería estar acampando o algo así, en busca de sus colores—dijo Dani con un toque de amargura en su voz.

—Regresé antes—dijo Santana.

—Nunca lo hiciste por mí.

Sus ojos se encontraron y Santana sonrió.

—¿Has venido aquí a pelear?

Dani sacó un cigarrillo y esperó que Santana lo encendiera.

—No, he venido de visita—dijo Dani.

Santana sirvió a cada una un vaso de whisky y puso un cigarrillo entre sus labios.

—Salgamos—dijo Santana.

—Extraño este lugar—dijo Dani cuando se asentaron en la cubierta.

—¿Dónde está Robin?—preguntó Santana sorprendida al no sentir rabia.

—Las cosas no funcionaron—dijo Dani.

—Lo siento.

Dani le quitó importancia a su disculpa.

—Es irónico, en realidad. Ella dijo que yo trabajaba mucho, que nunca estaba cerca.

Santana rió.

—¿Hace cuánto?

—Oh, han pasado varios meses—Dani aspiró su cigarrillo, dejando salir el humo lentamente—¿Qué hay de ti?

—¿Qué hay de mí?

—¿Alguien en tu vida?

Santana rió nuevamente.

—Ya me conoces. Todo trabajo y nada de juegos.

Dani se inclinó hacia delante, tocando levemente con su dedo índice la mano de Santana.

—¿Quieres jugar ahora?—preguntó con malicia.

Santana la miró a los ojos sabiendo que detrás de su tono burlón hablaba seriamente.

—He extrañado estar contigo—continuó Dani.

Santana sonrió, pensando que si hubiera venido unos meses antes, podría haber sido tentada.

Sin embargo, dejó que Dani la besara.

Su boca se abrió y realmente esperó sentir algo por ella.

Pero no fue así.

Se apartó sin mirarla y llevó el cigarrillo a sus labios.

Dani se echó hacia atrás y la miró.

—Entonces, ¿quién es ella?—preguntó.

—¿Quién?

Dani se echó a reír.

—Vi tus pinturas

—¿Y?

—Y lo olvidaste. Te vi pintar durante 6 años. Nunca había visto tanta pasión en una pintura anteriormente.

Santana terminó su bebida pero no dijo nada.

—¿Estás enamorada de ella? ¿La mujer en tu pintura?

—Vaya, eres perceptiva—dijo Santana a la ligera.

Dani agarró su mano nuevamente.

—Mírate. Estás toda tensa—masajeó su brazo—¿Por qué no me lo dijiste?

—Estoy segura que no quieres escucharlo—dijo Santana.

Dani se encogió de hombros.

—¿Para qué son las amigas?

Santana sonrió, le gustaba más ahora que lo que le había gustado en años.

Santana levantó su vaso vacío.

—Voy a necesitar otro para esta historia—dijo Santana.

—Yo me encargo—dijo Dani y regresó con la botella y sus cigarrillos—Ahora, cuéntame.

—¿Sólo así?

—Sí. Te has enamorado. Quiero saber todo sobre ella—dijo Dani.

Santana rió.

—Ella es hetero

—¡Santana! ¿Has perdido la cabeza?

—Tal vez debería reformular eso. Ella era hetero cuando la conocí.

—Vaya, eres un demonio—bromeó Dani—Ahora estoy realmente interesada.

—Estoy enloquecida, Dani—dijo Santana, sacando sus cigarrillos y encendiendo uno.

Dani se echó a reír.

—Esto es muy interesante ¡Santana López enloquecida!—Dani sonrió—Cuéntame cómo empezó.

—Ella es propietaria de una pequeña tienda de comestibles en Lima, Ohio, en las montañas—dijo Santana—Alquilé una cabaña ahí por el verano.

—¿Es propietaria de una tienda de comestibles? ¿Cuántos años tiene?

—28—dijo Santana.

—Una niña— dijo Dani y sonrió—Me encanta. Continúa.

Santana se encogió de hombros.

—Nos hicimos amigas. Me habló de Sam, este sujeto de Seattle que quería casarse con ella y yo le hable de las mujeres—dijo Santana.

—¿Y?

—Y nos hicimos más que amigas—dijo Santana en silencio, recordando—Y luego apareció Sam, con ganas de llevarla de regreso a Seattle y esa es una historia completamente diferente—dijo Santana—En fin… ella lo despidió y lo echo de su casa y su vida.

—Espera, espera—dijo Dani—Quiero escuchar la parte de Sam. Me encanta cuando los hombres no consiguen lo que quieren.

—Fue una locura—dijo Santana—Me invitaron a una comida al aire libre, Sue y todos—dijo Santana.

—¿Quién es Sue?

—Su abuela—dijo Santana—En fin, no debí haber ido. Quiero decir, Sam estaba ahí, sabía que probablemente habían dormido juntos y estaba enloquecida de celos. Pero fui. Brittany y yo dimos un paseo alrededor de la puesta del sol, hacia el gran árbol—dijo Santana.

—¿Tu pintura?

—Sí. Estuvimos de pie ahí, en contra de ese árbol…

—¿Haciendo el amor?

—Sí. Y Sam vino a buscarnos, pero no nos detuvimos. No pudimos. Ahí fue cuando supe a ciencia cierta cuanto la amaba.

—Jesús ¿Las descubrió?

—No. Pero cuando regresamos, Sue anunció que Sam y Brittany iban a casarse.

—Santana.

—Lo sé—dijo—Estoy loca.

—¿Pero ella lo echo?

—Sí. Y yo me fui.

—¿Tan sencillo como eso?

—Ella dijo que me amaba—dijo Santana.

—¿Y huiste por tu vida?

Santana se encogió de hombros.

—Ella no es hetero, Dani. Sólo pensaba que lo era.

—Oh, Santana ¿Te conozco o qué?

—¿Qué quieres decir?

—Te estás protegiendo a ti misma ¿no es así? ¿En caso que ella descubra que hay otros peces en el mar?

Santana rió.

—Muy bien—dijo Santana inhalando profundamente su cigarrillo.

—Santana, puedes ser tan terca a veces ¿Acaso no sabes que eres un buen partido?

Santana rió nuevamente.

—No lo creo.

—Yo fui una egoísta. Quería más de ti de lo que podías darme.

—Lo siento.

Dani negó con la cabeza.

—¿Y? ¿Cuándo vas a regresar?

—No creo que lo haga.

—¿Por qué no?

—Ella acaba de terminar una relación de cinco años con un hombre. Un hombre que pensaba que iban a casarse. Y ahora ella ha descubierto que…

—¿Que es gay?

—Sí. Hubo una mujer una vez, antes que Sam, con la que estuvo involucrada. Bueno, no fue algo sexual, pero se estaban dirigiendo a eso y ella huyó. Ahora que ha aceptado quien es… tiene toda su vida por delante.

—¿Y tienes miedo que no te elija?

—Algo así—murmuró Santana.

—Así que te fuiste antes que ella tuviera la oportunidad de decírtelo.

—Algo así—dijo Santana nuevamente.

—No se lo has dicho ¿verdad?

—¿Qué?

—Que estás enamorada de ella.

Santana meneó la cabeza.

—No y dudo que lo haga.

Dani sonrió y golpeó su vaso con el de Santana.

—Por las tontas mujeres enamoradas—dijo a la ligera—Tonta es la palabra clave, Santana.

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Capitulo 28

Brittany entró en el bar, sintiendo que todos los ojos en la habitación estaban sobre ella.

Vio más mujeres de lo que nunca pensó hacinadas en el club ruidoso y lleno de humo.

Avanzó a empujones hacia el bar y pidió una cerveza y luego caminó a través de la multitud, mirando los rostros, repentinamente se preguntó qué haría si Santana estuviera ahí.

Pero, por supuesto, no estaría.

Brittany no creía que los bares fueran el estilo de Santana.

Apenas había tomado un trago de su cerveza cuando una bonita joven de la edad de una universitaria, la invitó a bailar. Brittany la miró sorprendida y luego declinó cortésmente.

Por un momento olvidó dónde estaba y por qué.

Estaba avergonzada y quiso llamar a la chica para que regresara pero la dejó ir.

No estaba interesada en la mujer en lo más mínimo.

No rechazó su siguiente oferta, aunque la mujer era incluso más masculina que Sam.

Al menos se acercaba a la edad de Brittany.

—Soy Mandy—dijo la mujer.

¿Mandy?

¡No parecía una Mandy!

—Brittany. Encantada de conocerte.

La mujer la atrajo hacia ella y Brittany pudo oler el bourbon en su aliento así que alejó el rostro de ella.

—No te había visto por aquí anteriormente—dijo Mandy.

—Sólo estoy de visita—explicó Brittany.

—Espero que por un tiempo—dijo Mandy seductoramente.

—Me temo que me voy en la mañana—mintió Brittany.

Sintió la presión de los grandes pechos de la mujer contra los suyos y quiso alejarse.

—Es una lástima. Pero la noche es larga—le susurró Mandy al oído.

¡No lo suficiente como para convencerme que me quede contigo!

—En realidad estoy esperando a alguien—mintió Brittany nuevamente.

Oró para que la canción terminara.

—Bueno, mi suerte—dijo Mandy pero siguió sosteniendo a Brittany muy cerca de ella.

Brittany sufrió a través de la danza lenta, escapando de los brazos de Mandy tan pronto terminó la canción y se trasladó al otro lado de la habitación, lejos de Mandy.

Se obligó a permanecer hasta la medianoche, soportando innumerables bailes con extrañas, ninguna había despertado el más mínimo deseo en ella.

Ninguna pudo compararse con Santana, no que pensara que alguna de ellas podría hacerlo jamás.




De vuelta en su hotel, se acostó en su cama, completamente vestida, sintiéndose aún más deprimida que antes.

Santana ¿dónde estás?

Te necesito.

Cerró sus ojos y dejó que cayeran lágrimas silenciosas, sintiendo como su corazón se rompía nuevamente.

¿Cómo podía amar tanto a alguien finalmente y que la dejara?

¿Dejarla por la maldita mala excusa de que era por su propio bien?

No tenía ningún sentido.

Y no era justo.

Había estado buscando durante tanto tiempo.

Aguardando la magia, ese deseo que le quemara.

Y por fin lo había encontrado con Santana.

Y ahora ella se había ido de su vida tan rápido como había llegado.





Despertó durante la noche y se desnudó enredándose entre los cobertores finalmente.

Pero no pudo dormir más.

Daba vueltas, sus pensamientos mezclados con los recuerdos de Santana.

Los labios de Santana yendo hacia ella; las manos de Santana ahuecando sus pechos. La boca de Santana poseyéndola, llevándola a alturas que sólo había soñado.

Santana.

El rostro de Santana.

Los ojos de Santana.

Santana.

Se levantó.

Enojada.

—Maldita sea—susurró a su habitación vacía.

Tenía que detenerse.

No podía seguir así.

Lentamente la estaba volviendo loca, este deseo, esta necesidad que sentía por Santana.

—Bueno, ella no te quiere. No te quiere.

Brittany rió con amargura.

Y ¿de todas maneras, qué podía ofrecerle a Santana?

¿Amistad?

Sí, eran amigas.

Pero estaba segura que Santana la encontraba carente de experiencia en la cama.

Brittany no tenía experiencia.

No sabía cómo amar a una mujer.

Santana probablemente había estado con muchas mujeres, todas las cuales eran muy superiores a Brittany a la hora de hacer el amor.

Brittany sintió celos nuevamente.

Celos de las mujeres que habían tocado a Santana, que habían hecho el amor con ella.

¿Ahora estaría con alguien?

¿Había llamado a una vieja amiga?

¿Se estaría quedando con alguien en su casa de campo?

Brittany dio un puñetazo sobre la mesa, maldiciéndose por las lágrimas que corrían por sus mejillas; maldiciéndose por ser tan débil.

Simplemente debía regresar, pensó ella.

Regresar a Nana y a su vida solitaria.

Se olvidaría de Santana.

Con el tiempo.

Tal vez incluso miraría hacia atrás y recordaría todo esto con cariño… algún día.

Santana le había demostrado, después de todo, que había una nueva vida para ella, a la espera de ser explorada.

Pero en lugar de irse, tomó un autobús al centro y caminó por las calles familiares, miró las tiendas y observó a las personas.

Se detuvo ante el enorme edificio donde Sam trabajaba.

Donde una vez ella también había trabajado.

Debería subir.

Al menos para decir hola.

Al menos para decirle a Nana que lo había visto.

Pero no lo hizo.

Él querría hablar.

Sería simplemente como empezar de nuevo y era mejor de esta manera.

No quería verlo, de todos modos.

Él ya no significaba nada para ella.

No era más que un lejano recuerdo de otra vida.

Caminó por la orilla del mar y compró su almuerzo, llevando su plato de mariscos al patio con vista del Puget Sound. Tuvo que luchar con las gaviotas por su último camarón, pero fue relajante estar aquí nuevamente.

El aroma familiar, los sonidos familiares.

No se había dado cuenta de cuanto había extrañado Seattle.

Se había mantenido alejada por Sam.

Pero Lima, Ohio.

Ahora podía regresar, si quería.

Ya no sentía la necesidad de evitar a Sam.

Eso había pasado.

Miró con curiosidad a través del mercado de Pike Place mientras los vendedores mostraban a empujones sus productos entre la multitud.

De nuevo en la calle, avanzó nuevamente a través de la ciudad, haciendo una pausa para ver los coches de caballos que llevaban a los turistas a lo largo del borde de la costa.

Siguió caminando, pasando tiendas y gentes, con la mente en blanco y vacía, por una vez.

Pasó frente a una galería de arte, una que había pasado un centenar de veces y su aliento quedó atrapado en su garganta.

Extendió su mano para tocar el cristal, sus ojos muy abiertos.

No podía ser.

Llevó una mano a su pecho, tratando de ahuyentar el dolor.

El árbol grande.

Por Santana López.

Miró la tarjeta nuevamente y estaba ahí.

Sus ojos parpadearon rápidamente, tratando de ocultar las lágrimas que se habían formado.

Lo miró estupefacta.

El bosque resplandecía bajo la luz blanca, la luna parecía perseguir al sol desde el cielo. Sus ojos siguieron hacia el árbol gigante en la oscuridad del bosque, debajo de su corteza rugosa… corteza que todavía podía sentir presionando contra su piel.

El camino hacia el árbol parecía brillar y ella lo siguió, como sus pies lo habían seguido todas esas semanas. Y ahí, en su base, estaban las sombras de dos amantes, bajo la luna de verano, sus cabezas juntas, abrazándose.

Tocándose las manos, amándose.

Se estremeció y su aliento le abandonó en un jadeo silencioso.

¿Era así como había sido?

¿Abrazadas de manera tan estrecha que incluso la más elemental de las luces no pudo penetrarlas?

Observó y recordó.





Brittany tragó saliva, sus ojos veían sin ver mientras miraba fijamente la pintura.






Cerró sus ojos y vio a las dos, su mano colocando la de Santana entre sus piernas.



—Tócame.

—Britt, Sam está por llegar.

—No me importa. Te necesito. No te detengas.


Brittany, recordando.


—Lo siento tanto.

—No siempre lamentarás desearme de esta manera.

Y luego.

—Britt, cariño, vamos.



Y Brittany lo supo.

Santana la amaba.

Todo estaba ahí, justo en frente de ella.

Santana la amaba.

Atravesó la puerta, yendo de inmediato hacia la pintura.

—¿Puedo ayudarle?

Brittany lucía aturdida.

—Yo… quiero comprar esta pintura—tartamudeó Brittany.

La mujer sonrió.

—Ah ¿está familiarizada con su trabajo?

—Sí.

—Bueno, tenemos otras pinturas de ella. Me temo que ésta no está en venta.

Brittany tragó.

—¿Qué quiere decir?

La mujer sonrió nuevamente.

—La propietaria ha decidido conservarla solo la exhibirá por un tiempo. Tal vez por unos meses…—se alejó haciendo señas a Brittany para que la siguiera—Venga, tenemos algunas otras de Santana López.

Brittany le siguió, con los ojos muy abiertos al ver escenas familiares aparecer ante ella.

Las cascadas, al amanecer.

El lago preferido de Nana, también al amanecer.

Miró más de cerca, viendo dos ciervos débilmente en la niebla.

Pasó y sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente.

Su lago.

Su puesta de sol.

Extendió la mano.

Se había sentado ahí, al lado de Santana y había visto como los colores cambiaban, como el lago cambiaba de azul a naranja ante sus ojos.

Echó un vistazo a la tarjeta.

El lago de Brittany.

Levantó los ojos hacia la mujer.

—Sí, éste es hermoso—dijo la muje —Pero, ya se ha vendido.

El corazón de Brittany se hundió.

¿Vendido?

Ese era su lago.

Esa era su puesta de sol.

Respiró profundamente y se volvió hacia la mujer.

—Quiero el que está en la ventana—dijo de manera uniforme.

—Lo siento.

—Por favor, tengo que tenerlo. Pregúntele a la propietaria—declaró Brittany.

—Muy bien. Ya regreso.

Brittany la vio irse, luego se volvió nuevamente a la pintura de Santana.

Eran hermosas.

Todas ellas.

Podía imaginar a Santana de pie ante ellas, sus dedos sosteniendo el pincel suavemente, acariciando amorosamente el lienzo, dándole vida a las escenas.

—¿Señora?

Brittany se volvió.

—¿Sí?

—Se desprenderá de él por tres mil—dijo la mujer.

Brittany asintió.

—Está bien.

No le importaba el precio.

Habría acabado con la totalidad de sus ahorros para tenerlo.

La mujer sonrió.

—A ella le gustaría exhibirlo por más tiempo ¿Podrían llegar a algún tipo de acuerdo?

—No, no soy de Seattle.

—¿Tal vez podríamos enviárselo, entonces?

—No—Brittany forzó una sonrisa forzada—Lo siento. Pero tengo que tenerlo ahora.

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Hola , como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D