[Resuelto]FanFic Brittana: La Luna de Santana (Adaptada) Epílogo

Capitulo 9

Santana a propósito había ido a la tienda durante la comida, con la esperanza de que Brittany estuviera fuera.

Y lo estaba.

Nana le dio la bienvenida con una sonrisa y la hizo entrar.

—Me temo que Brittany está en el parque—se disculpó Sue.

—Está bien. Salí corriendo por una cerveza—dijo Santana y agarró dos paquetes de seis unidades de la estantería. Miró a su alrededor—Por casualidad no tendrá cualquier tofu ¿verdad?

—¿Cable de qué?

—No importa—dijo Santana y se echó a reír. Escogió algunas verduras frescas y compró algunas bolsas más de pasta—Esto me servirá—dijo Santana.

—Brittany se sentirá decepcionada por no verte—dijo Nana—¿Por qué no vienes a cenar nuevamente?

—Oh Sue, gracias, pero no quiero molestarte con mi dieta—dijo Santana.

—No es problema—dijo Nana cuadrando en su cerebro cualquier cosa que pudiera cocinar sin carne.

—De verdad agradezco la oferta—dijo Santana, dejando escapar un suspiro de alivio.

Sin embargo fue por poco tiempo.

La campana en la puerta sonó y se dio la vuelta encontrándose con los ojos azules al final de la habitación.

—Sabía que era tu Land Cruiser afuera—dijo Brittany.

—Cerveza—dijo Santana y le entregó un billete a Nana.

—¿Has estado trabajando?—preguntó Brittany.

—Sí. He estado avanzando.

Se quedaron mirando la una a la otra, Santana no se dio cuenta que Nana estaba tratando de darle el cambio.

—Lo siento—murmuró y le tendió la mano—Bueno, mejor me voy. Ya nos veremos—dijo Santana.

Casi había escapado por la puerta cuando Brittany la llamó.

—¿Santana?

—¿Hmmm?—se dio la vuelta y Brittany se acercó a ella.

—¿Vienes a cenar?

—Creo que Sue se quedó sin platos de verduras—dijo en voz baja.

Brittany sonrió.

—Ven temprano. Hay un sendero en el parque que quiero mostrarte—dijo Brittany—Y no te preocupes. Haremos algo con arroz—agregó.

Los ojos de Santana permanecieron en los de Brittany por un momento y luego asintió.

—Está bien. Pero nada que te cause problemas.

—Ven cerca de las seis.

Santana asintió nuevamente, sabiendo que era una tonta por aceptar.

Cuanto menos tiempo pasara en compañía de Brittany, mejor.

¿Qué había en esta mujer?

Sus ojos azules se mantuvieron fijos en Santana y ella sonrió débilmente.

Brittany la vio retroceder hasta que Santana estuvo fuera de su vista y suspiró.

¿Por qué había insistido con la cena?

Sabía que estaba jugando con fuego, pero eso poco importaba ya.




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Brittany estaba cortando verduras para su sofrito cuando Santana llamó a la puerta.

—Ve. Yo puedo terminar—dijo Nana y la despidió con un gesto—Pero esperaré por ti para que cocines. No estoy realmente segura de lo que estás tratando de hacer aquí.

—Tampoco estoy muy segura, Nana.

Se secó las manos con una toalla antes de abrir la puerta. Santana había cambiado sus pantalones cortos por vaqueros y su camiseta estaba metida con esmero.

Los ojos de Brittany viajaron lentamente hacia arriba, deteniéndose sólo cuando los ojos oscuros se encontraron con los de ella.

Dejó escapar un respiró nervioso mientras miraba fijamente a la mujer más baja.

Santana levantó una botella de vino.

—No quise venir nuevamente con las manos vacías.

Brittany se sacudió finalmente a sí misma, dando un paso atrás.

—Gracias. Permíteme dárselo a Nana, entonces podremos ir al parque.

Santana la miró, sus ojos la siguieron mientras se alejaba.

Brittany estaba consciente de los ojos de Santana quemándola y tuvo que hacer un esfuerzo para seguir caminando. Y cuando se sentó de manera segura en el vehículo de Santana, no fue capaz de relajarse.

Era consciente de la cercanía de Santana como nunca antes y se negó a mirarla mientras conducía.

Cerró sus ojos por un momento.

¡No me siento atraída por ella!

No de esa manera.

Cuando se estacionaron, permanecieron sentadas durante unos segundos, sus ojos miraron por todas partes excepto la una a la otra.

Finalmente Brittany abrió la puerta y Santana hizo lo mismo.

—El sendero va hacia el riachuelo—dijo Brittany y caminaron en silencio, más allá de la mesa de picnic donde habían compartido el almuerzo.

—¿Britt?

Brittany definitivamente no sintió nada cuando Santana le había dicho “Britt”.

Claro que no.

—¿Qué?

—Estás muy callada ¿Está todo bien?—preguntó Santana.

—Sí, por supuesto. Sólo quería que vieras el riachuelo—esbozó una sonrisa débil.

Mientras los ojos de Santana se fijaban en los de ella y finalmente desvió la mirada, con miedo.

—No sé nada acerca de los colores. Probablemente está demasiado oscuro en el bosque—dijo Brittany continuando.

Siguieron la caminata y las sombras se prolongaron mientras seguían hacia el pequeño arroyo.

Brittany parecía nerviosa y Santana se preguntaba por qué.

¿Tenía miedo de estar a solas con ella?

No.

Brittany había sido quien había sugerido la caminata, no Santana.

Brittany trató de mantener su respiración uniforme y constante mientras caminaba, pero la cercanía de esta mujer causaba estragos en su sistema.

La caminata había sido un error, ahora se daba cuenta de eso.

Simplemente había querido pasar tiempo a solas con ella, sin Nana.

Tiempo para hablar.

Pero habían hablado muy poco.

En cambio, sus miradas se habían encontrado una y otra vez.

La mano de Santana en su brazo la detuvo y miró hacia arriba.

—En la tela de araña—dijo Santana suavemente e hizo un gesto con su mano.

Una mariposa había sido atrapada en la tela, sus patas habían sido capturadas, pero seguía luchando para escapar.

—Vamos a salvarla—dijo Brittany y se dispuso a hacerlo.

Santana se lo impidió.

—Probablemente es la cena. Y el desayuno—dijo Santana.

—Pero es muy hermosa para dejarla—dijo Brittany con sus ojos entristecidos ante la idea de que la hermosa mariposa pudiera convertirse en la cena de una araña.

Santana estuvo de acuerdo y se estiró para desenredar a la mariposa, tratando de no molestar la tela.

La mariposa revoloteó alrededor del dedo de Santana y ella la liberó de la tela suavemente.

—Oh—Brittany respiró—Déjame ver—tomó la mano de Santana y la llevó hacia ella, la mariposa todavía se aferraba al dedo de Santana.

Mientras observaban, la mariposa se alejó volando hacia los árboles sin una segunda mirada a sus rescatadoras.

Santana bajó la mano con los dedos de Brittany aún entrelazados con los de ella.

Permanecieron ahí por segundos… minutos antes que sus manos finalmente se separaran.

Brittany era consciente de los latidos de su corazón, latían en sus oídos y obligó a sus ojos a alejarse de los de Santana.

¿Por qué esta mujer le afectaba?

Esta mujer.

Desde que Brittany había puesto los ojos en ella, su mente y su cuerpo habían hecho mil preguntas.

Preguntas que se esforzaba por responder.

—Vamos—dijo Santana en un susurro y continuó por el sendero.

Brittany la miraba, sus pies firmemente plantados. Santana lucía como en casa en sus vaqueros y botas de montaña.

Cómoda.

Vaqueros flojos que se ceñían en su parte trasera, balanceándose suavemente.

Santana caminó y Brittany descubrió que no podía alejar sus ojos de la morena.

—¿Vienes?—la llamó Santana rompiendo el trance auto-inducido de Brittany.

Bueno, no totalmente auto-inducido.

La mujer en vaqueros tenía algo que ver con eso.

Brittany finalmente se movió, caminando a paso rápido para alcanzarla y continuaron a lo largo del camino en silencio, ambas hurgando en sus pensamientos, buscando algo seguro que decir.

—¿Es demasiado oscuro aquí?—preguntó Brittany finalmente.

—Es agradable. Bonito—se detuvo donde las rocas habían caído formando pequeños rápidos en el arroyo—Debe ser muy agradable en la noche, con la luna sobre nuestras cabezas—dijo Santana con suavidad—Los árboles harían sombras perfectas en el agua.

Brittany no estaba mirando el agua.

Estaba observando a Santana, veía como su pecho subía y bajaba con cada respiración. Bajó su mirada, fijándola en la suave curva de los senos de Santana.

No llevaba sujetador.

Sus ojos se encontraron con los pezones de Santana que estaban tensos en contra de su camiseta y cuando se dio cuenta que estaba mirando fijamente, apartó los ojos, cerró los párpados por un breve momento y respiró profundamente, disfrutando el olor del bosque y tratando de recobrar sus sentidos.

¿Qué estás haciendo?

—Pensé que te gustaría—logró decir Brittany finalmente.

—Me gusta. Es muy hermoso—dijo Santana en voz baja, pero sus ojos estaban fijos en Brittany, no en el arroyo.

—Nana estará esperando que comience con la cena—dijo Brittany pero no hizo ademán de irse, consciente que Santana la estaba mirando.

Mantuvo sus ojos pegados al riachuelo.

—Sí—murmuró Santana—Debemos irnos. Gracias por mostrarme esto. Puedo apreciar hermosos lugares como este sin tener que pintarlos.

Brittany levantó la mirada y dejó que sus ojos se encontraran con los de Santana por un momento, luego se volteó y dirigió la marcha de regreso.

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Capitulo 10

Santana llamó a Brittany en la tienda dos días después.

Se había mantenido alejada, con la esperanza de darse tiempo para sofocar la incipiente atracción que sentía entre ellas.

Atracción que ahora sabía no era unilateral.

Los ojos de Brittany eran demasiado expresivos para ocultarlo.

Pero Santana no haría nada para llevarlo más lejos.

Esa era una línea que no cruzaría.

En cambio, trataría de ser una amiga para Brittany.

Sabía que Brittany estaba teniendo algunos problemas con su relación con Sam.

Tal vez sólo necesitaba una amiga para hablar sobre eso.

Santana podía hacer eso.

—Voy a cenar temprano—dijo Santana—¿Quieres unirte a mí?

Brittany vaciló sólo un momento antes de aceptar.

Se dio cuenta que había extrañado a Santana.





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Santana se esmeró con la lasaña casi toda la tarde, agradecida de tener un poco de pan de ajo en el congelador.

No había comprado con la intención de tener un invitado para cenar cuando abandonó Seattle pero su lasaña casera era una de sus favoritas.

Se sentaron en el porche mientras el pan se calentaba, bebiendo vino y Brittany mirando como Santana encendía el cigarrillo.

—No fumas mucho ¿verdad?

Santana rió.

—He estado en el proceso de dejar de fumar desde hace varios meses ¿Te molesta?

—No—dijo Brittany.

Se preguntaba si eso le había molestado a Dani.

—¿Tienes citas?—preguntó Brittany repentinamente.

Si Santana estaba sorprendida por la pregunta, no lo demostró.

—Algunas—dijo Santana—¿Tú?—Santana levantó una ceja cuando miró a Brittany.

Brittany sonrió y miró hacia otro lado.

—No.

—¿Aun guardándote para Sam?

—Bueno, no hay muchos hombres elegibles aquí en Lima, Ohio—dijo Brittany.

—Oh.

—No es que haya estado buscando—Brittany se apresuró a añadir—…Quiero decir, técnicamente, Sam y yo seguimos teniendo este asunto—dijo.

—¿Pero?

—Pero, como he dicho antes, debería haber más ¿Sabes?

Santana asintió.

—Él es un hombre maravilloso y yo debería estar agradecida de que él me quiera, supongo.

—Pero, ¿estás buscando ese deseo enloquecedor?—preguntó Santana con una pizca de diversión en su voz.

—Sí. Probablemente piensas que soy una tonta—dijo Brittany.

—No, en absoluto. Todo el mundo debe esperar encontrar eso—dijo Santana.

—¿Y tú? ¿Todavía sigues buscando eso?

—Supongo que todos estamos buscando—dijo Santana y se encogió de hombros.

—¿Ha habido alguien más desde Dani?—preguntó Brittany.

—¿En mi vida o en mi cama?—preguntó Santana con una sonrisa.

—¿Las dos cosas?

—Bueno, he salido, si es eso lo que quieres decir. Y unas pocas han pasado la noche, pero ninguna con la que quisiera empezar una relación.

—¿Te sientes sola?—preguntó Brittany.

—En realidad no. Siempre he sido una solitaria. Nunca he sentido la necesidad de rodearme de personas o amigos. Ahí era donde Dani y yo diferíamos. Ella siempre estaba rodeada de amigos.

—¿Y cuándo pintabas?

—Ella se iba y salía con ellos—Santana terminó—No me importaba, de verdad.

—¿La echas de menos?—preguntó Brittany con suavidad.

Santana se encogió de hombros.

—A veces. No estoy segura si la echo de menos a ella o simplemente extraño lo que teníamos.

—¿Te molesta hablar de ella?

—No, ya lo he superado. Ha pasado un largo tiempo.

—¿Todavía estabas enamorada de ella cuando se fue?—preguntó Brittany.

Santana se inclinó hacia delante y sonrió.

—Definitivamente estás llena de preguntas esta noche—dijo Santana.

—¿Lo estabas?—preguntó Brittany nuevamente.

Santana se sentó hacia atrás e inspiró profundamente su cigarrillo, dejando salir el humo lentamente.

—Supongo que pensé que lo estaba—dijo Santana finalmente.

—¿Qué significa eso?

—Quiero decir que no me había dado cuenta que ya no estábamos enamoradas—dijo Santana en voz baja—Sólo pasó y nunca lo supe.

—¿Te culpas?

—Supongo que tenías razón. Estaba tan involucrada con mi trabajo que olvidé mi relación.

—¿Qué pasa con…?

—¡Suficiente!—dijo Santana y se rió—Cena, por favor—dijo.



Santana encendió nuevamente una vela y la puso entre ellas, entonces sirvió ambos platos colmados de lasaña con el pan de ajo.

—Mi turno—dijo Santana después de haber llenado sus copas.

—¿Hmmm?

—Sam ¿Cómo es con él?

—¿Qué quieres decir?

—Bueno, sé que él quiere casarse contigo y tú te estás escondiendo aquí, tratando de decidir. Pero ¿Cómo es con él?

—¿En la cama?—preguntó Brittany conmocionada.

Santana rió ligeramente.

—Por favor. Ahórrate los detalles—Santana sonrió—… No, quiero decir, ¿qué hacen juntos? ¿A dónde van?

—Oh—dijo Brittany aliviada—Bueno, lo de siempre. Cenar, películas, salir con amigos. Ese tipo de cosas. A Sam le gusta cocinar, así que también permanecemos en casa mucho tiempo.

—¿Viven juntos?—preguntó Santana.

—No. Me mantuve firme en eso. Necesitaba mi espacio—dijo Brittany.

—¿Es bueno?—preguntó Santana y le dedicó una sonrisa.

—¿Bueno?

—¿En la cama?—preguntó Santana fácilmente.

Brittany se sonrojó con vehemencia.

¿Por qué demonios estaban teniendo esta conversación?

—Está bien. Quiero decir… seguro, el sexo es… bueno—balbuceó Brittany, sintiendo una repentina necesidad de defender su relación con Sam.

El sexo no era genial, pero nunca lo admitiría ante Santana.

—Seguramente él no es el único con el que te has acostado ¿verdad?

Brittany se sonrojó nuevamente.

—No, no lo es.

—Bien. No me gustaría pensar que me he acostado con más hombres que tú—sonrió Santana.

—Eso sería irónico, sí—dijo Brittany e igualó su sonrisa—Sin embargo, solo ha habido otro. No contaré mi novio de la secundaria. Sólo le permití tocar mis pechos—dijo.

Santana se inclinó y levantó las cejas con picardía.

—Qué suerte—dijo Santana.

Brittany se sonrojó nuevamente y se le dificultó alejar sus ojos de Santana.


—¿Qué se siente? Con una mujer, quiero decir—preguntó Brittany con timidez.

—¿Quieres decir, qué hacemos?

—No. Puedo imaginar… quiero decir, sé lo que… haces, supongo, pero… no. Lo que quiero decir es… oh, no importa—dijo Brittany completamente avergonzada—Olvídalo.

—No ¿Qué quieres saber?—preguntó Santana seriamente.

Recuerdos de Holly vinieron a la rubia repentinamente y Brittany casi le contó su historia, pero se detuvo a sí misma.

No había necesidad de que Santana supiera sobre Holly.

—No importa—dijo Brittany nuevamente.

Santana se puso de pie y agarró su plato vacío llevándolo a la cocina, pero dijo por encima de su hombro.

—Es bueno preguntar, ya sabes. Es natural sentir curiosidad por las cosas que no entiendes.

Brittany apoyó la cabeza en sus manos.

¿Curiosidad?

Demasiada curiosidad, se dijo a sí misma.

Santana se puso de pie en la cocina y vio a Brittany, la luz de las velas parpadeaban a su alrededor.

Claramente había sido sorprendida por su pregunta.

Se preguntaba cómo habría respondido.





Brittany asintió cuando Santana volvió con la botella de vino y le vio verter su contenido, sus ojos se mantuvieron fijos en los largos dedos que sostenían su vaso ligeramente.

Tenía manos muy bonitas, notó Brittany.

—Por cierto, esa fue una comida deliciosa—murmuró Brittany empujando su plato.

—Gracias.

Santana buscó un tema seguro, algo que relajara a ambas, pero nada se le ocurrió.

—Tengo curiosidad por una cosa—dijo Brittany finalmente y las palabras salieron antes que pudiera detenerlas—¿Qué clase de mujer encuentras atractiva?

Santana casi se atragantó con el vino.

La oscuridad se había asentado y la vela parpadeaba entre ellas.

Brittany miró a Santana con timidez, pero no apartó la mirada.

—¿Por qué?

—Solo me preguntaba—dijo Brittany.

Santana dejó escapar un profundo suspiro, sabiendo que estaba peligrosamente cerca de cruzar esa línea.

Y decirse a sí misma que Brittany era hetero no estaba haciendo absolutamente nada.

—Está bien ¿Te refieres a la apariencia física, o qué?

Brittany era consciente del sonido de los latidos de su corazón y su mano temblaba mientras bajaba su copa de vino.

Pero preguntó de todos modos.

—Si yo fuera lesbiana ¿te sentirías atraída por mí?—preguntó Brittany en voz baja.

Jesús.

¿Ella en realidad espera que responda a eso?

Santana hizo girar la copa de vino en su mano con nerviosismo, buscando desesperadamente una respuesta segura a la pregunta inesperada que permanecía entre ellas.

Se inclinó un poco hacia adelante y apoyó los codos en la mesa.

—¿Quieres que responda con honestidad a esa pregunta?

Brittany fue consumida por esos ojos negros y supo que había cruzado a un territorio peligroso, pero sí, quería que le respondiera con honestidad.

Y se dio cuenta que quería que la respuesta fuera.

Sí.

—Me pregunto qué clase de mujer encuentras atractiva—murmuró Brittany.

—Eres muy… atractiva—dijo Santana en voz baja mientras absorbía cada detalle del rostro de Brittany—Y si fueras lesbiana o al menos bisexual, no estaríamos sentadas en esta mesa hablando. Estaríamos en mi cama haciendo el amor hasta el amanecer, rubia.

El aliento de Brittany se atascó en su garganta y tragó con dificultad, sabiendo que Santana podía ver lo mucho que sus palabras le habían afectado.

Se obligó a apartar los ojos y tomó su copa de vino, casi derramándola mientras la llevaba a sus labios.

—Pero ya que no eres lesbiana ni bisexual, en realidad no importa ¿verdad?

Brittany negó con la cabeza, pero se negó a encontrarse con los ojos de Santana.






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Durmió a ratos, las imágenes venían a ella en la noche, imágenes de una mujer tocándola, besándola.

Imágenes de Santana mientras yacía a su lado, su cuerpo desnudo ardiendo por sus caricias, su cuerpo desnudo deslizándose sobre el suyo.

Y Brittany iba a ella por su propia voluntad, sus propias manos descubriendo, su propia boca abriéndose bajo la boca de Santana.

—Dios—murmuro y se levantó respirando agitadamente, su cuerpo transpiraba intensamente y escondió su rostro entre las manos, avergonzada por sus sueños.

Apartó su cabello húmedo alejándolo de su rostro y cerró los ojos, sacando a Santana de sus pensamientos.

Aún no eran las 5 am, pero se puso de pie caminando aturdida hacia la cocina, puso a hacer café, permaneció de pie bajo la ducha fría, lavando las últimas imágenes de su sueño.




—Te levantaste temprano—Nana la acusó más tarde.

—No podía dormir—dijo Brittany y miró hacia otro lado temiendo que sus ojos revelaran sus pensamientos.

—Necesitas hacer más ejercicio ¿Por qué no caminas conmigo en las mañanas?

Brittany rió.

—Alguien tiene que abrir la tienda.

—Bueno, entonces, hazlo por las noches. Debes invitar a Santana. Estoy segura que caminaría contigo—dijo Nana.

Brittany casi se sonrojó y sacudió su cabeza.

—No me gustaría perturbar su trabajo—se las arregló para desviar el asunto.

—¿Te divertiste anoche?—preguntó Nana.

—Sí. Cenamos y compartimos un rato—dijo Brittany con cuidado.

—Ella es una chica agradable ¿verdad?

Brittany asintió.

—Sí. Lo es.

Muy agradable.

—¿Tuviste la oportunidad de ver alguno de sus cuadros?

—No, no se me ocurrió pedirlo—dijo Brittany.

—Bueno ¿y de qué hablaron si no de su trabajo?

Brittany la miró fijamente, sin saber que decir.

—Pregúntele algún momento ¿quieres?—Nana continuó.

—Lo haré— Brittany prometió y se inclinó para besarle en la mejilla—Disfruta de tu paseo. Te veré más tarde.

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Capitulo 11

Santana se mantuvo alejada.

Durante tres días trabajó en su pintura, terminando la salida del sol en el lago y continuando con la puesta de sol que había compartido con Brittany.

Brittany.

Ella había ocupado sus pensamientos día y noche, pero Santana se había negado a llamarla.

Se había negado a ir a la tienda.

Necesitaba tiempo lejos de la rubia.

Nunca en su vida ninguna otra mujer le había consumido de esta manera, haciéndole casi enloquecer de deseo.

Había pasado tanto tiempo desde que había experimentado este tipo de deseo.

—Ella es hetero—se dijo a sí misma nuevamente.

¿No es así?

Encendió un cigarrillo, su sexto y se dejó caer en la silla de jardín.

Fumar y beber, lo había hecho mucho más desde que había conocido a Brittany, pensó ella, mientras levantaba la botella de cerveza a sus labios.

Trató de no imaginarse a las dos juntas, como lo había hecho en sus sueños la noche anterior.

Negó con la cabeza lentamente, golpeteando distraídamente las cenizas de su cigarrillo.

No era como si estuviera buscando a alguien.

Se había dado cuenta en los últimos tres años que realmente no había necesitado a nadie en su vida. Si se sentía solitaria, si sentía urgencia por el toque de alguien, siempre había mujeres dispuestas en Seattle.

El sexo casual era mucho más seguro para el corazón que pasar por todo ese tonto cortejo.

Había encontrado un lago en el mapa que quería mirar, pero lo había estado postergando.

Miró el cielo claro y azul.

Esta noche sería un buen momento, pensó ella.

Sólo que estaba al otro extremo de la ciudad, pasando por el almacén general y no había querido pasar cerca de ahí, por temor a que Brittany o Sue estuvieran afuera.

Entonces se sentiría obligada a detenerse y visitar y se vería obligada a mirar los ojos azules de Brittany y se perdería en ellos nuevamente.

Detuvo sus pensamientos.

No podía seguir evitándola.

Vino aquí a trabajar.

Si había un lago al que quería ir, iría.

Estaba actuando como una adolescente con un enamoramiento ¡por el amor de Dios!

Con eso, apagó el cigarrillo y tomó con rapidez lo último de su cerveza. Ella iría, echaría un vistazo y si los colores eran buenos, esbozaría otra puesta de sol y regresaría.



Condujo rápidamente, con buenas intenciones de no mirar siquiera hacia la tienda, pero sus ojos fueron arrastrados hacia ella.

Vio a Brittany sentada en el porche y maldijo cuando Brittany levantó una mano en saludo y sin pensarlo, Santana giró su Toyota hacia el camino de entrada y se detuvo a su lado.

—¿Qué estás haciendo?—preguntó Santana a través de la ventana abierta.

—Simplemente estoy sentada—explicó Brittany—¿Tú?

—Hay un lago en las afueras de Mill Creek—dijo Santana señalando el camino.

—El lago Ohio—suministró Brittany.

—¿Has estado ahí?

—Muchas veces.

—¿Es bueno?

—Tranquilo. Muchos árboles—dijo Brittany, sus ojos en los de Santana—La pesca no es grandiosa.

—Oh, maldición—dijo Santana con una sonrisa.

Se miraron la una a la otra y Brittany no pudo desviar sus ojos de inmediato, incluso cuando sintió que su pulso comenzaba a latir con nerviosismo.

Sus ojos se posaron brevemente en los carnosos labios de Santana, recordando todo lo que esos labios le habían hecho en sus sueños.

Se sonrojó y se encontró nuevamente con los ojos de Santana, tratando de leerlos.

La puerta mosquitera se abrió y Brittany finalmente fue liberada del agarre de Santana en ella.

—Vaya, Santana—dijo Nana.

—Hola, Sue.

—¿Saliendo a dibujar otra vez?

—Sí.

—¿Por qué no llevas a Britt? Creo que ella se siente encerrada.

Brittany miró a Nana luego a Santana y viceversa.

—Oh, no puedo salir de la tienda en este momento—dijo Brittany.

—Tonterías—exclamó Nana.

¿Tonterías?

Brittany frotó sus sienes, tratando de pensar en una excusa para no estar a solas con Santana.

—No estamos ocupadas. Puedes irte. Yo puedo cerrar.

Brittany levantó la vista y se encontró con los ojos divertidos de Santana que apenas insinuaban un desafío.

—¿No te importa?—preguntó con voz débil.

—No… en absoluto—Santana mintió.

Por supuesto que le importaba.

No quería estar a solas con Brittany.

Pero dijo:

—Me encantaría tu compañía.

Brittany subió a su Land Cruiser, resistiendo la tentación de aferrarse a la puerta y se obligó a relajarse.

Sin embargo, fue por poco tiempo.

El brazo de Santana se deslizó a lo largo de la parte posterior del asiento detrás de ella cuando se volteó para retroceder y Brittany casi pudo sentir la caricia en sus hombros.

Se estremeció por la calidez de la misma.

—¿Cómo has estado?—preguntó Santana mientras se alejaban.

—Bien ¿Y tú?

—Bien.

—¿Has estado trabajando?—preguntó Brittany.

Santana la miró, consciente de su nerviosismo.

Y el suyo propio.

—¿Debo disculparme por la otra noche?—preguntó Santana.

—¿Por qué?

—Por lo que dije.

—No seas tonta—dijo Brittany con una ligereza que no sentía—Yo hice la pregunta.

No había otros coches en el lago y Brittany miró hacia el cielo, consciente que se acercaba la noche y lo absolutamente solas que estarían.

No debió haber venido, pensó ella.

No debería estar aquí a solas con Santana.

Se sentía confundida y sentía una mezcla dentro de ella cada vez que estaba cerca de Santana.

Cada vez que descubría los ojos de Santana sobre ella.

Vio como Santana salió con su block de dibujo bajo el brazo y ella la miró a través de la ventana abierta.

—¿Vienes?—preguntó Santana.

Brittany asintió y sus ojos siguieron a Santana mientras se alejaba, pero todavía seguía sentada ahí cuando Santana se dio la vuelta para mirarla interrogante.

—Ya voy—dijo Brittany y por fin abrió la puerta.

—No me tengas miedo, Brittany—dijo Santana mientras caminaban Yo nunca…,

—Sé que no lo harías—dijo Brittany bruscamente—No tengo miedo.

—¿No lo tienes?

—No de ti, exactamente—dijo Brittany.

—Entonces ¿de qué?

—Nada—murmuró Brittany—No hablemos de eso, por favor.

Santana asintió.

—Está bien. No hablaremos.

Caminaron a lo largo del trayecto, Brittany seguía a Santana ya que el camino se hacía estrechó hacia el agua.

Santana miró por encima, tratando de fingir que estaba interesada en los colores, pero no lo estaba.

Su mente no estaba en esbozar.

Estaba agradecida por los árboles.

Bloqueaban la puesta del sol y el lago reflejaba sólo el bosque y se oscurecía con sólo un toque de colores de la puesta del sol.

Santana sabía que debía decirle a Brittany simplemente que los colores no eran buenos y que deberían regresar.

Regresar a casa, donde estarían a salvo.

Donde no se sentiría tentada.

Pero no lo hizo.

Estaban completamente solas y su pulso se aceleró ante la idea.

Quería estar a solas con ella, se dio cuenta y se sintió ridícula. Brittany no quería nada de ella, se recordó a sí misma.

Caminaron hasta la orilla, la superficie del lago quieto como el cristal en una calmada noche.

Brittany se dio cuenta que Santana no hizo ademán de sacar su block de dibujo, pero Brittany no hizo mención de ello.

No estaba segura de poder hablar.

Sentía como su corazón latía con fuerza y tomó una respiración profunda, intentando calmar su pulso acelerado.

¿Qué estaba esperando?

¿Qué Santana la arrastrara entre sus brazos y la besara?

¿Decirle que también había estado soñando con ella y que necesitaba saber lo que era besarla?

¿Era eso lo que quería?

¿Quería que Santana la tomara entre sus brazos?

¡Dios, por supuesto que no!

¡No quería nada de eso!

Oh, llevó una mano temblorosa a su garganta, sintiendo como su pulso latía con fuerza y supo que probablemente ella misma había entrado en un frenesí por nada.

Seguramente, Santana no estaba sintiendo ninguno de estos mismos sentimientos.

Seguramente, Santana no se sentía ni un poco atraída por ella ¿o sí?

Permanecieron ahí, el silencio casi ensordecedor mientras ambas miraban hacia el lago.

Cuándo Brittany se volteó, los ojos de Santana estaban sobre ella y sus propios ojos se levantaron y se encontraron con su mirada inquisitiva.

¿Qué estaba pensando?

¿Qué estaba sintiendo?

Santana trató de encontrar las respuestas en sus ojos pero fracasó.

Brittany llevó una mano hacia su pecho sintiendo la opresión, deseando que su corazón desacelerara a lo normal.

Sentía la atracción entre ellas y se preguntaba si Santana también la sentía.

—Demasiados árboles—dijo Santana finalmente.

Brittany asintió, pero sus ojos no se apartaron de Santana.

Estaba perdiendo rápidamente la batalla consigo misma y dio un paso vacilante hacia Santana.

—¿Britt?

—Muéstrame—susurró Brittany—Necesito saber.

Vio la tensión en la mandíbula de Santana por el nerviosismo y quiso poner su mano ahí.

—Por favor.

Santana meneó la cabeza.

—Britt, no—advirtió Santana—No sabes lo que estás haciendo.

Por supuesto que no, pero eso no impidió que extendiera su mano y agarrara la cálida mano de Santana.

—Quiero saber—dijo en voz baja—Dame un beso, San.

Santana sintió el último hilo de cordura huir de ella ante esas palabras susurradas tan suavemente.

Sus ojos cayeron en los labios que lucían tan acogedores.

Sí, sabía que debería parar esto, sabía que debería alejarse.

Pero no podía negarse a sí misma el placer.

Brittany sintió como Santana la atrajo hacia ella y fue por voluntad propia.

Cuando la mano de Santana tocó su rostro para guiarla, cerró los ojos y esperó que los labios de Santana tocaran los de ella.

—Britt—Santana volvió a susurrar y Brittany sintió el aliento cálido de Santana sobre su rostro.

Se dio la vuelta hacia ella y cuando sus labios se encontraron no fue lento ni suave.

Fue apresurado y hambriento y la boca de Brittany se abrió para ella y gimió suavemente cuando sus lenguas se tocaron brevemente por primera vez.

Santana la atrajo aún más cerca, dejando caer su block de dibujo en el suelo y pegando el cuerpo de Brittany al suyo, al sentir los pechos de Brittany aprisionados contra los suyos, perdió la poca voluntad que tenía.

Sus manos se deslizaron a las caderas de Brittany y tomaron su redondez, empujando a Brittany en su contra mientras las temblorosas manos de Brittany se movían sobre sus hombros y alrededor de su cuello.

—Sí—Brittany respiró contra los labios de Santana y su lengua exploró la cálida boca de Santana, empujando a través de esos labios.

Labios suaves y no los labios de un hombre.

Estaba ardiendo.

Fue mágico.

Sus besos eran ardientes y húmedos y Brittany no se sintió familiarizada con la piscina de deseo entre sus piernas y gimió suavemente contra los labios de Santana.

Santana empezó a apartarse, pero Brittany siguió negándose a liberarla, todo pensamiento desapareció excepto esos sentimientos insanos que esta mujer creaba en ella.

Los labios de Santana se suavizaron y ahora se movieron con exquisita delicadeza sobre los suyos y Brittany sintió que sus piernas amenazan con derrumbarse cuando Santana tomó su rostro entre sus manos y rozó sus labios una y otra vez.

—Britt—susurró Santana cuando finalmente se echó hacia atrás—¿Por qué?

—Sabes por qué—la acusó Brittany.

Brittany bajó su cabeza y la enterró en el pecho de Santana, su respiración acelerada entre sus labios entreabiertos.

—Es que… tenía que saber—susurró Brittany.

Santana alzó su barbilla y miró intensamente en sus ojos.

—¿Y ahora crees que sabes lo que es besar a una mujer?

—Sí—fue la respuesta en voz baja.

—¿Y también tienes curiosidad de saber cómo se siente si toca tus pechos?

Brittany tomó una respiración profunda, temerosa de contestar mientras las manos de Santana se deslizaban peligrosamente cerca de sus pechos.

—¿Quieres saber?—susurró Santana y se inclinó nuevamente para tomar la boca de Santana quien la abrió al instante para permitir acceso a su lengua.

Sus manos se detuvieron, la punta de sus dedos sólo rozaron la curva de los pechos de Brittany.

—Tengo tanto miedo de lo que estoy sintiendo—susurró Brittany, aunque su cuerpo suplicaba por el toque de Santana y se apretaba más a ella, sintiendo como sus pezones se endurecían ante la idea de las manos de Santana sobre ellos.

Ante el inicio del crepúsculo, sus ojos buscaron los de Santana, tratando desesperadamente de dar algún sentido a sus sentimientos.

Las manos de Santana temblaban.

Sería tan fácil, lo sabía.

Un beso más, un solo toque.

Pero había escuchado el miedo en la voz de Brittany, podía ver la incertidumbre en sus ojos.

—Deberías tener miedo—dijo Santana y finalmente alejó a Brittany, estuvo a punto de provocar que tropezara.

Dio un paso atrás, cepillando su cabello con las manos y apartándolo de sus ojos.

Jesús.

¿En qué estabas pensando?

¿Qué estás haciendo?

—Lo siento mucho—susurró Brittany, sus manos temblaban mientras se envolvían alrededor de ella—Nunca debí haberlo pedido.

Santana le dio la espalda a Brittany, necesitando el tiempo.

—¿Por qué lo sientes? No es que no quisiera besarte.

—No sé qué decir, Santana. Lo siento…

—Por favor, deja de decir eso. Yo soy la que…

—No—Brittany tragó con dificultad—He estado pensando en ti—admitió—Pensando en cosas que no debería—respiró profundamente y se volteó—No puedo dejar de… quiero decir… estás pensando que solo tengo curiosidad ¿no es así?—preguntó.

—No lo sé ¿es así?

Brittany tocó el brazo de Santana y le dio la vuelta para mirarla.

—Puede ser. Realmente nunca he pensado en estar con una mujer anteriormente—dijo Brittany.

Su mente se negaba a traer a relucir lo de Holly.

—Hasta que te conocí.

Santana rió y metió las manos dentro de sus bolsillos para evitar que llegaran a la rubia.

—Bueno, si estás pensando en experimentar, tendrás que buscar en otra parte. No estoy en eso.

Alzó su block de dibujo y comenzó a caminar regresando a lo largo del sendero y Brittany la siguió, corriendo tras la morena.

—Santana, espera. Necesito hablar de esto.

—Bueno, yo no—espetó Santana.

Estúpida, estúpida idiota, se maldijo.

—No entiendes—dijo Brittany tratando de igualar los pasos largos de Santana.

—No, supongo que no—dijo Santana.

—Maldita sea, podrías parar, Santana—gritó Brittany.

Santana se detuvo y se dio la vuelta, sus ojos enojados.

—¿Qué?

—Sé lo que estás pensando—dijo Brittany.

Santana rió sin humor.

—Oh, lo dudo mucho.

Brittany la miró fijamente, sus pensamientos desaparecieron de repente cuando vio el deseo que seguía brillando en los ojos de Santana.

Eso la asustó más de lo que creyó posible.

—No juegues conmigo—advirtió Santana en voz baja.

—No lo hago—dijo Brittany—Lo siento.

—Debido a que no sabes lo que estás haciendo—Santana continuó, su voz ahora era suave—Te deseo. Pero supongo que ya sabes eso.

Brittany asintió débilmente y se sintió asustada por la expresión en los ojos de Santana.

Pero más que eso, estaba asustada por lo que los suyos propios podrían revelar.

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Capitulo 12

Brittany durmió desnuda por primera vez en años, su cuerpo anhelaba el toque de alguien.

El toque de Santana.

Yació quieta, con los brazos firmemente en sus costados, mientras su mente corría, los recuerdos de los labios de Santana todavía estaban frescos.

Cerró los ojos, su cuerpo estaba en llamas.

Antes de darse cuenta, sus manos se movieron hacia sus pechos, tocando suavemente sus pezones erectos, sintiendo como su estómago se revolvía por el deseo.

Su respiración se aceleró al imaginar las manos de Santana sobre ella, tocando sólo debajo de sus pechos.

—¿Y también tienes curiosidad de saber cómo se siente si toca tus pechos?

Dios, sí.

Y Santana lo sabía ¿no es así?

Su mano se movió más abajo, a través de su vientre y tocó su vello suave, imaginando las manos de Santana ahí. Sus piernas se abrieron y se tocó a sí misma, gimiendo suavemente por la humedad que encontró.

Sus caderas se movieron fuera de la cama, encontrándose con su mano… la mano de Santana y su pulso latió en sus sienes mientras se acariciaba a sí misma, llevándose más cerca al orgasmo.

—No—gritó ella y apartó la mano.

No lo haría.

—¿Qué estoy haciendo?

Dios, era a Santana a quien quería.

Rodó sobre su estómago, su cuerpo todavía temblando por el anhelo.

Santana.

Deseaba a Santana.

La verdad de sus pensamientos la asustaron de muerte.

Deseaba a una mujer.

Deseaba a Santana.

Y estaba asustada.





Se quedó dormida.

Nana estaba golpeando con impaciencia a su puerta para preguntarle si se encontraba bien y Brittany se obligó a salir de su sueño, un sueño maravilloso y se volteó, sus ojos tratando de centrarse en la puerta que se abría lentamente.

—¿Britty?—la voz de Nana sonaba preocupada.

—Lo siento ¿Qué hora es?—preguntó con voz ronca por el sueño y el deseo.

—Casi las 7 ¿Quieres que yo abra?

Brittany casi se sentó, luego se acordó de su desnudez y se dejó caer nuevamente bajo las sabanas.

—¿Te importaría? Estaré ahí en unos pocos minutos.

—¿Estás enferma?

—No, tuve problemas para conciliar el sueño es todo—dijo Brittany.

—Te ha estado pasando mucho últimamente—dijo Nana.

—Estoy bien, Nana.

Nana la observó un momento más, luego sonrió y le dijo que se apurara.

Brittany esperó hasta que cerró la puerta antes de ponerse de pie y se cubrió con la bata, sus pechos, su cuerpo seguían sufriendo por el toque de Santana.

Empujó su cabello, metiéndolo detrás de las orejas y frotó su rostro, tratando de despertarse.

Su cuerpo se sentía como plomo y trató de apresurarse para llegar a la ducha, permaneció de pie por momentos interminables bajo el chorro caliente, reviviendo la noche anterior, recordando la boca cálida de Santana en la de ella.

Recordando la búsqueda ansiosa de su propia boca.

Y lo natural que se sentía.

—Dios, me estoy volviendo loca—murmuró Brittany.

Tal vez tenía que llamar a Sam.

Tal vez sólo necesitaba estar con él.

Había pasado mucho tiempo, demasiado tiempo realmente.

No era normal pasar tanto tiempo sin sexo.

Eso era todo, sin duda, pensó ella.

¿Por qué si no tendría estos pensamientos insanos sobre otra mujer?








En la tienda, permaneció de pie con indiferencia detrás del mostrador, el bolígrafo suspendido sobre la lista del inventario, sus ojos mirando fijamente a través de ella.

Sin ser consciente, vio a Santana, vio como las dos se abrazaban; pechos, caderas presionados juntos, labios buscándose con anhelo, lenguas en duelo.

—¿Britty?

—¿Qué?

—Has estado trabajando en esa lista la última hora—Nana se acercó y miró por encima del hombro—¡Sigues estando en la primera página!

—Lo siento. Parece que no puedo concentrarme—murmuró Brittany.

—¿Quieres que la haga yo?

—No, Nana. Lo siento—dijo Brittany—Yo lo haré.

—Cierran a las cinco—le recordó Sue.

—Lo sé.

Nana se alejó y Brittany obligó a sus ojos a volver a la página, marcando los elementos que necesitaban para ordenarlos.

Cerró los ojos varias veces, tratando de bloquear las imágenes de Santana que seguían viniendo a ella y con firmeza las sacó de su mente, en su lugar se obligó a recordar a Sam e imaginó que lo besaba, que lo deseaba.

Pero no era Sam quien tenía su cuerpo temblando de necesidad.




Más tarde, cuando la campana sonó en la puerta, miró hacia arriba temiendo que fuera Santana, pero dos mujeres entraron.

Eran Quinn y Rachel.

Brittany las observó y sonrió ligeramente cuando sus ojos se encontraron.

Ellas eran amantes y todo estaba bien, nadie les decía nada.

¡Dios, nada pasaba por que eran lesbianas!

¿Por qué incluso pensaba en eso?

Nunca antes le había ocurrido.

Pero las miró, notó las miradas familiares que compartían y supo al instante que eran felices.

Si hasta hijos tenían.

De repente, Santana apareció ante sus ojos; la boca de Santana mientras se inclinaba hacia Brittany; la lengua de Santana entrando en su boca, saboreando cada centímetro de ella.

Las manos de Santana, mientras descansaban muy cerca del borde de sus pechos.

Brittany había deseado que los tocara.

Lo deseaba ahora.

Podía sentir como sus pezones se endurecían ante la idea, anhelaba el toque de Santana.

Su estómago se revolvió cuando vio las manos de Santana moviéndose sobre sus pechos, ahuecándolos, llevándolos a la boca que esperaba.

Brittany era consciente del dolor entre sus piernas y supo que también quería las manos de Santana ahí.

Oh, Dios… Deseo a una mujer.

—¿Britty?

—¿Hmmm?

Su mente trataba de concentrarse, pero lo único que veía era a Santana.

—¡Britt!—dijo Nana nuevamente y tocó su brazo.

—Lo siento ¿Qué?

—Estás a un millar de kilómetros de distancia. Quinn y Rachel están interesadas en la pesca y les conté que tú y tu abuelo solían ir todo el tiempo. Diles cómo encontrar uno de los lagos que iban ustedes.

Brittany levantó la vista y vio que la rubia y la morena la miraban y se sonrojó, temiendo que sus pensamientos estuviesen expuestos.

—¿Saben a qué lago ir?—se las arregló en decir.

—Estamos acampando en Mill Creek con las niñas, pero la pesca no es muy buena ahí, ya sabes, a Bárbara y Charlie le gustan los peces y la pequeña Kitty no se queda atrás… aunque no pueda ni mantenerse en pie sin caerse—dijo Quinn.

—No. Nunca lo ha sido—Brittany sonrió—Hay un buen punto de pesca, pero si alguien pregunta cómo lo encontraron, no se atrevan a mencionar mi nombre y las niñas se divertirán, es un lugar seguro para niños.

Les dijo cómo llegar a Battle Canyon Creek y al lago escondido, el que Santana había esbozado.




—Britty, estoy preocupada por ti—dijo Nana—¿Por qué no te vas a casa temprano?

—Tú abriste. No puedo dejar que cierres también.

—No seas tonta. Mercedes está aquí ¿Por qué no terminas por hoy y luego vas a casa? Duerme un poco.

Brittany asintió, sabiendo muy bien que si salía de la tienda no iría a dormir.

¿Cómo podría dormir?

¡Su cuerpo traidor estaba amenazándola, haciendo exigencias que no podía y no iba a satisfacer!

Oh ¡esta locura tiene que acabar!

No soy lesbiana, se dijo una y otra vez.

No me siento atraída por las mujeres.

No me atrae… Santana.

Cerró los ojos ante las imagines de ayer por la noche y se apartó de Nana rápidamente.

—¿Britty? ¿Estás bien?—preguntó Nana.

—Bien—logró decir Brittany.

—Algo está mal. Dios mío, estás tan blanca como un papel—Nana se agitó—¿Te estás enfermando?

—Yo… me siento un poco mareada—dijo Brittany y era la verdad.

—Hazme el favor de irte para la casa. Yo puedo hacer el pedido, Britty.

Nana levantó la mano y tocó su frente, buscando si había fiebre y Brittany se sorprendió de que Nana no fuera quemada, tomando en cuenta lo caliente que sentía su cuerpo.

—Creo que no tienes fiebre—dijo Nana.

Oh, sí… si tengo fiebre.

Brittany casi se echó a reír histéricamente y cubrió la boca con su mano.

¡Me estoy volviendo loca!



Se fue a casa dejando la tienda a Nana.

Se quitó la ropa y tomó una ducha helada y luego se metió en la cama, con la piel todavía húmeda y cerró los ojos, sólo entonces permitió que Santana se entrometiera en sus pensamientos.

¿Qué me está pasando?

¿Cómo puede esta mujer afectarme de esta manera?

¿Por qué ahora?

Gimió y escondió la cabeza bajo la almohada.

Era su culpa, lo sabía.

Santana nunca la hubiera besado si Brittany no le hubiera prácticamente rogado que lo hiciera.

Y ¿por qué le había rogado?

¡Dios mío!

¿Estaba loca?

—No soy lesbiana—susurró Brittany.

Por supuesto que no.

Estaba Sam.

Le gustaba estar con Sam.

Le gustaba el sexo con él.

Puso los ojos y suspiró.

¿A quién quería engañar?

Nunca se había sentido tan bien con Sam.

De hecho, nunca había… ¡detente!

—Simplemente no he encontrado al hombre adecuado—murmuró—Eso es todo.

No veré a Santana nuevamente, se prometió.

No, a menos que entre en la tienda.

Entonces sería cortés con la morena.

Pero eso sería todo.

No permitiría que Nana la invitara a cenar nuevamente.

No saldría a dibujar con Santana nunca más.

Y finalmente, la culpa y la vergüenza que sentía sobre esta indiscreción se desvanecería y sería normal nuevamente.

Debería estar agradecida de que solo había sido un beso.

Se echó a reír con amargura.

¿Sólo un beso?

¡Difícilmente había sido sólo un beso!

¿No se habían presionado sus cuerpos el uno contra el otro?

¿No había gritado su cuerpo por el toque de Santana sobre sus pechos?

Tal vez llamaría a Sam.

Tal vez lo invitaría a venir.

Sexo.

Tal vez eso era todo lo que necesitaba.
 

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Capitulo 13

Santana estaba sentada en el porche, fumando como lo había estado haciendo la mayor parte del día.

No podía pintar.

No podía hacer nada.

Había hecho un largo paseo por la mañana, tratando de sacar a Brittany de sus pensamientos.

No sirvió de nada.

Ella había estado con ella todo el día y reconoció el deseo que aún mojaba sus regiones inferiores.

Juró que no volvería a ver a Brittany nuevamente.


Al menos, no a solas.

Ayer por la noche, había estado tan cerca de perderse a sí misma en la suave boca de Brittany.

Había querido tocarla.

Había querido tirarla sobre el suelo del bosque y hacer el amor con ella.

Sólo los asustados ojos de Brittany le detuvieron de tomar lo que quería.

Y, por supuesto, Brittany no había tenido ni idea de lo cerca que había estado.

Santana la deseaba con una pasión que incluso le sorprendía a ella.

El cuerpo de Brittany era suave, había estado rendido y dispuesto para ella.

El cuerpo de Brittany había rogado por sus caricias y probablemente ni siquiera ella misma lo sabía.

Sólo la mirada en sus ojos había detenido a Santana.

Y luego se había enojado.

Enojado de que Brittany tuviera miedo.

Enojado por quererla.

Enojado porque Brittany había hecho que la deseara.

—Jesús ¿Ella es hetero o qué?

Sí.

Por supuesto que lo era.

Sólo había sentido curiosidad.

Experimentar, tal vez.

El sexo no era grandioso con Sam, o así lo había insinuado.

Tal vez sólo estaba tratando de averiguar cómo se sentía ser besada por una mujer.

Bueno, Santana no quería nada de eso.

Estaba malditamente demasiado vieja para meterse en ese tipo de juegos.

No lo necesitaba.

Tenía que trabajar.

Saldría a dibujar, cada mañana y todas las noches, hasta que tuviera suficientes ideas para plasmarlas en el lienzo y saldría de este infierno y regresaría a Seattle.

Donde estaría a salvo, agregó ella.

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Capitulo 14

—Te ves mejor hoy—dijo Nana durante el desayuno.

—Has perdido tu caminata—Brittany le acusó—Puedo cuidar de mí misma.

—Quería asegurarme que estabas bien. Te perdiste la cena.

Brittany no había salido de su habitación la noche anterior.

Había dormido poco.

Un sueño torpe, pero aun así, había dormido.

Había escuchado los movimientos de Nana en la casa, le había escuchado hacer la cena, pero no quiso unirse a ella.

No quiso responder a ninguna pregunta.

Así que permaneció en la cama, fingiendo estar dormida.

Se estaba escondiendo de Nana, pero no podía esconderse de sus pensamientos.

O de sus sueños.

Pero se sentía mejor esta mañana.

Al menos no se sonrojaba al pensar en los besos de Santana.

Bueno, no mucho de todos modos.

Cerró los ojos.

Hoy no voy a pensar en eso.

No lo haré.

Viajaron juntas a la tienda y Brittany se mantuvo ocupada, haciendo el trabajo de papelería y tratando desesperadamente de ocupar su mente.


Funcionó.

Se sorprendió cuando miró el reloj y ya eran después de las doce.

—¿No vas a comer?— preguntó Nana.

—Creo que voy a comer aquí—dijo Brittany.

—Has estado trabajando sin parar. Debes alejarte un poco—dijo Nana.

Brittany frotó su cabeza, pensando que si Nana incluso tuviera la más mínima idea de lo que estaba pasando en su interior, no querría que estuviera sola con sus pensamientos ni siquiera por un minuto.

—No, hoy no tengo ganas de ir al parque—dijo Brittany.

Nana se encogió de hombros.

—Te voy a hacer un sándwich, entonces.

Brittany abrió la boca para detenerla.

No tenía hambre.

Pero dejó que Nana se alejara.

Se obligaría a comer el sándwich y se ahorraría el tener que responder a Nana.

—Oh, ahí está Santana—dijo Nana.

El corazón de Brittany saltó en su pecho y las palmas se humedecieron cuando levantó los ojos hacia la puerta.

—Bueno, no se detuvo—dijo Nana—Supongo que va a esbozar.

Brittany dejó escapar un suspiro de alivio y brevemente agradeció a los cielos por evitárselo.

No creía que pudiera hacer frente a Santana.

Todavía no.

Y sobre todo no delante de Nana.

—Ella me gusta mucho, Britt—dijo Nana cuando le trajo su sándwich—Tal vez tenemos que emparejarla.

—¿Emparejarla?

—Con un hombre—explicó Nana.

Brittany se tapó la boca y reprimió la risa que amenazaba con salir a la superficie.

¿Emparejarla con un hombre?

—Quizás Sam conozca algún buen hombre que pudiera ser perfecto para ella—Nana sonrió con tristeza—Ya tiene 32. No puede esperar para siempre.

—Nana, no creo que Santana agradecería que…

—Oh, ya sé que dijo que no estaba buscando, que no necesitaba a nadie, pero no lo creí ni por un minuto. Es tan atractiva. Si usara un poco de maquillaje tendría hombres haciendo cola para invitarla a salir.

Brittany mordió su sándwich para evitar responder.

No serviría de nada.

Nana nunca sería convencida de que una mujer podía ser feliz sin una pareja en su vida.

Por supuesto, Brittany podría decirle la verdad a Nana, que Santana prefería estar con mujeres.

—Oh, bueno. Supongo que realmente no es asunto mío—dijo Nana—Ella pronto se irá a Seattle, de todos modos.

—Sí, lo hará—murmuró Brittany.

Cuanto antes, mejor, pensó ella.

Nana fijó sus ojos en Brittany.

—¿Por qué no has llamado a Sam?

—Yo… simplemente no lo he hecho.

—Britt, no hagas que el hombre espere para siempre. Puede perder la paciencia y ¿entonces qué? Tal vez conozca a alguien más y entonces ¿a quién vas a tener?

—Nana, por favor no empieces—suplicó Brittany.

—¿Tengo que llamarlo yo misma?

—¡Ni se te ocurra!

Nana la miró fijamente durante unos minutos.

—Bueno, lo declaro. Mujeres de hoy en día. Nunca podré entenderlas. Solo mira a Quinn y Rachel están juntas, pero no quiere decir que no sea extraño.

Brittany frotó sus sienes, tratando de evitar el dolor de cabeza que le amenazaba.

Quería gritar de frustración.

Sus nervios estaban de punta y contó hasta diez antes de hablar.

—Nana, ya hemos pasado por esto una y otra vez. Cuando esté lista, lo llamaré—dijo ella en voz baja—Ahora, por favor. No quiero hablar de ello.

—Sólo estoy preocupada.

—Sé que lo estás—dijo Brittany suavemente—Y te amo por eso.

La campana sonó y un cliente entró, un extraño y Nana se levantó para atenderlo y Brittany cerró los ojos con alivio.

Una cosa era estar preocupada sobre estos sentimientos que tenía por Santana, pero al menos podía hacerlo en silencio.

La preocupación constante de Nana sobre la relación entre ella y Sam le estaban llevando lentamente al límite y seguramente le haría explotar.

—Oh, Britt. Si llegas a hablar con Santana, pregúntale si puede venir el domingo—le dijo Nana.

—¿El domingo?

—¿Lo has olvidado? El domingo es día de los colonos—Nana le recordó.

Día de los colonos en el parque.

Brittany lo había olvidado.

La ciudad se reunía cada año para celebrar su fundación con comida, bebida y música. Por tan sólo cinco dólares por persona, podrían comer todas las hamburguesas y papas fritas que quisieran y un vaso de cerveza de barril por sólo un dólar.

—Nana, no creo que Santana lo disfrutaría. Quiero decir, es hamburguesa—dijo Brittany.

—Oh, tonterías. Hay muchas otras cosas para comer—dijo Nana desestimando su pobre excusa con un gesto de la mano—No conoce a nadie aquí, Britt. Sería descortés si no la invitamos.

—Pero aun así…

—Britt, ¿por qué demonios no te gustaría invitarla? Habrá un montón de turistas ahí. Al menos, eso esperamos—agregó Sue—Cuanta más gente, más dinero.

Brittany sonrió y asintió con la cabeza.

—Está bien. Si hablo con ella, voy a mencionárselo—aceptó Brittany.

Pero, por supuesto, no tenía intención de hablar con la morena.

Santana nunca sabría sobre el Día de los colonos por ella.

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