[Resuelto]FanFic Brittana: Eres Para Mí (Adaptada) Epílogo

Capitulo 9

Brittany cerró la puerta, pero no pudo hacerlo con la fuerza que deseaba, ya que su sobrino dormía plácidamente y sería injusto despertarlo con un portazo.

Tenía rabia y estaba confundida a la vez, tratando de entender qué sería lo que pasaba por la cabeza de Santana.

¿Tanto le costaría aceptar que le gustaba?

Pero ya era la segunda vez que la dejaba vestida y alborotaba y se disculpaba diciendo que lo sentía y que lo pasado no debería haber sucedido.

La vez anterior Brittany la había entendido un poco, aunque se muriera de rabia, pero ambas estaban borrachas.

Esa vez eran más jóvenes, Santana era una conquistadora y Brittany era una soñadora.

Pero ahora todo era distinto, Santana la besó sin más, porque quiso hacerlo.

No estaba borracha, nadie la había obligado y sin embargo había actuado de la misma forma que años atrás, pidiendo perdón y huyendo a la primera de cambio.


Llegó hasta la cocina y se preparó un té de hierbas calmantes para aplacar la rabia y la tristeza que estaban aflorando en su interior.


Luego de tomar el brebaje, se fue a su cuarto y pensó en cómo debía de llevar la relación con Santana de ahora en adelante.

Si algo tenía más que claro era que, la amistad ya estaba quebrada, no había posibilidad de volver a ser las de antes.

Brittany no quería actuar como una niña, tenía claro que debía enfrentarla en el trabajo, y daba gracias a Dios que, su hermano Kitty, estaría pronto a volver a la naviera y eso evitaría que ella tratara directamente con Santana.


Se metió en su cama dando mil vueltas, buscando la posición ideal para que su cabeza no pensara en Santana y que su corazón dejara de doler.

Una lágrima se deslizó por su mejilla la que secó bruscamente con su mano, se sentía tonta por tener este amor por una mujer que no la quería.






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Quinn llegó a su departamento pensando en su salida con Brittany.

Primero se había sentido mal por preguntarle sobre su relación con Santana, pero su curiosidad había ganado y le soltó las preguntas a Brittany.

Le resultaba raro que la ojiazul nunca se hubiera dado cuenta lo que a simple vista había notado.

A la abogada le gustaba Brittany y estaba segura de eso aunque Brittany dijera mil veces que no.

Sonriendo se dirigió hasta su habitación, cuando sintió el sonido de su teléfono móvil. Lo sacó desde la cartera y miró la pantalla. El número no le resultaba conocido, pero dado la hora que era, lo contestó de igual forma.

―Hola―dijo pero no se escuchó respuesta al otro lado del teléfono―Hola.

Todo era silencio, Quinn siguió insistiendo, pero nada.

Hasta que un suspiro se escuchó en el aparato.

La respiración de una mujer para ser más precisa.

Su corazón se aceleró, sabía que era su morenita, sabía que Rachel la estaba llamando y deseó poder meterse por el teléfono y llegar hasta donde fuera que estuviera.

―Rach, ¿eres tú?―preguntó, pero no hubo respuesta―Háblame, por favor, Rach. Necesito hablar contigo. Amor, dime dónde estás.

Ninguna palabra fue pronunciada, solo se escuchaba la respiración entrecortada de una mujer que parecía estar llorando.

―Amor, por favor, háblame, quiero verte. Dime dónde estás, dime algo por favor. Necesito hablar contigo. Te he extrañado, Rach.

Un último suspiro y la llamada termino.

Quinn remarcó el número, pero no tuvo suerte, nadie atendió su llamada. Se quedó mirando el teléfono y cayó sobre la cama desolada, triste, pensando en la mujer que amaba y de la cual no sabía nada.







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Santana daba vueltas por la ciudad sin un rumbo fijo.

Sintiéndose miserable por haber besado a Brittany y huir en el acto.

No supo qué la poseyó en ese momento, pero tenerla entre sus brazos, hizo que el pensamiento de besarla fuera el único que se le pasara por su mente.

Brittany era su amiga, se reprendía, su mejor amiga.

Si bien, habían tenido un encuentro sexual tiempo atrás, había sido un error y ahora la volvía a besar y volvía a arrancar como aquella vez.

¿Qué haría ahora?

¿Con qué cara miraría a Brittany y fingiría que nada había pasado?

Estaba confundida, ya que por más que dijera que no debía haberla besado, algo dentro de ella le decía que no, que Brittany era suya y que debía estar con ella.

Pero a quién quería engañar, ella era una libertina que amaba a las mujeres.

Muchas veces había estado persiguiendo mujeres por las cuales se sentía muy atraída, y luego de una noche o dos de sexo con ellas, perdía todo interés.

Por eso tenía miedo de lo que pasara con Brittany, no quería dañarla, y sobre todo, no quería perder a su mejor amiga.

Trató de calmar sus pensamientos y luego de unas vueltas más, se marchó a su casa a tratar de dormir.

Aunque sabía que, esa noche, le costaría mucho caer en los brazos de Morfeo.








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Una sonriente Kitty ingresaba en el vestíbulo del piso diez.

Ya estaba de vuelta en el trabajo después de su luna de miel.

Se detuvo unos pasos antes de llegar hasta el escritorio de la secretaria y sonrió al recordar que, hace unos meses atrás, ese puesto lo había ocupado su ahora flamante esposa… Marley.

Saludó a Sue y entró en su oficina para revisar su agenda del día.

Venía feliz, ya no quedaba rastro de la ogra Kitty.

―Y dígame, Sue, ¿mi hermana está ya en su oficina?

―No señora, la señorita Brittany llamó para avisar que hoy llegará un poco más tarde.

―Bien, ¿Algo más en mi agenda?

―No señora, eso es todo.

La secretaria salió de la oficina y Kitty comenzó a ponerse al día en los asuntos de la naviera.

Sabía que Brittany se había ocupado muy bien de todo y que no tendría problemas con nada, su hermana era una perfeccionista en el trabajo.


Ahí se quedó por una hora, revisando papeles y poniendo firmas a otros cuantos, cuando la voz de su secretaria por el intercomunicador lo interrumpió:

―Señora Kitty, su abogada, la señorita López, acaba de llegar. No tiene cita con usted, pero ella dice que la recibirá de igual forma.

―Hágala pasar, Sue.



Santana estaba parada frente al escritorio de Sue, la que la miraba con cierto recelo.

Sabía de sobra que no era santa de la devoción de esa mujer, pero el porqué ella no la soportaba, aún no podía averiguarlo.

―Pase señorita López―dijo con cara de disgusto mirando por sobre sus gafas.

―Sue querida, ahora que lo recuerdo, usted y yo tenemos una conversación pendiente.

―Señorita López, creo que se equivoca.

―No. La última vez que hablamos usted me iba a decir por qué me odia tanto, ¿recuerda?

―¿Qué yo la odio? Está usted tremendamente equivocada.

―Entonces no me soporta y no me diga qué no, porque se le nota en la cara. Ahora tengo que entrar a ver a Kitty, pero usted y yo ya hablaremos.

Sue no dijo nada, como si no le importara lo que la abogada hablara.

Santana caminó hasta llegar a la oficina de su amiga. Kitty levantó la vista y le sonrió al verla entrar por la puerta.

Se levantó para estrecharla en un abrazo y un beso en la mejilla de su amiga.

―Guau… ¿quién eres tú?―dijo Santana sonriendo―Creo que me equivoqué de oficina. ¿Eres tú Kitty? Creo que no, estás sonriendo y Kitty no sabe sonreír.

―Ya idiota. Me haces sentir cómo si hubiera sido una monstruo.

―Es que esta sonrisa no te la veía desde hace mucho tiempo. Estás… cómo decirlo… luminosa, radiante.

―Bueno, anda y agradécele a Marley.

―Y hablando de ella, ¿cómo está? La he extrañado tanto―dijo la abogada dando un suspiro.

―Tú no tienes por qué extrañar a mi mujer. Qué te estás creyendo.

―¿Tú viste la secretaria que trajo Britt?

―Sí y es muy eficiente, ¿sabes?

―Y me odia.

―Qué dices―dijo Kitty sonriendo.

―Lo que oyes, la mujer no me soporta. Me mira con cara de pocos amigos.

―Creo que son cosas tuyas. La mujer no te conoce, no puede odiarte.

―Lo mismo pensaba yo, pero cada vez que vengo siento que, si pudiera, me mataba.

―Exagerada.

―Kitty, ¿por qué no traes a Marley de vuelta? Así este piso volvería a ser lo que fue.

―No, Marley no vuelve a ese escritorio. Si ella vuelve a la naviera será para trabajar en otra área y no de secretaria.

―Bueno, entonces consigue a alguien más agraciada y simpática. Tengo algunas candidatas que quizás te agraden y…

―Ya, Santana. Britt eligió a Sue y así se quedará. Y ahora a lo que nos convoca, cuéntame, ¿qué ha sucedido en estos días?

Santana puso al tanto a Kitty sobre todos los papeles y contratos que se ejecutaron en su ausencia. Sobre cada reunión y cada firma de la naviera.






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Brittany caminaba desde su auto hasta el ascensor que la llevaría hasta el piso diez de la naviera.

Sabía que su hermana ya estaba de vuelta y que de seguro ese día Santana debía ir a reunirse con ella.

No quería seguir pensando en la última vez que vio a la abogada, pero cada vez que cerraba los ojos, podía sentir los carnosos labios de Santana sobre los suyos.

Se reprendía mentalmente por sentirse así.

Se dijo que tenía que ser más fuerte y olvidarse para siempre de la abogada, pero sabía que le sería muy difícil.

Años atrás lo había intentado, pero solo resultó que su amor creció y creció y ahora no podía sacarlo de su corazón.

El timbre del ascensor le indicó que ya estaba en el piso diez y salió del aparato caminando rápidamente por el pasillo del vestíbulo.

―Buenos días, Sue―saludó a su secretaria y siguió camino hasta su oficina.

―Buenos días, señorita―dijo Sue que entraba detrás de ella con la agenda de su jefa―¿Quiere revisar su agenda para hoy?

―Sí ¿Mi hermana ya llegó?

―Sí señorita. Está en su oficina con la señorita López.

A Brittany se le aceleró el corazón al escuchar el nombre de Santana.

Sabía que la vería ahí y tal vez a diario, pensó que estaba preparada, pero no era así, estaba muy nerviosa por verla otra vez.

―Bueno, Sue, dígame que tengo para hoy.

La secretaria hablaba y Brittany apenas oía lo que ella le decía.

Sus manos sudaban y su garganta se volvió seca. Bebió más de dos vasos de agua y cuando Sue terminó y salió de la oficina, Brittany apoyó su cabeza hacia atrás en el sillón ejecutivo cerrando los ojos para inhalar y exhalar un par de veces tratando de calmar su nerviosismo.

Hizo llamadas pendientes, revisó algunos papeles y decidió que iría a ver a su hermana.

No importaba si estuviera Santana o no con ella.

Tenía que enfrentarla, ya no era una colegiala vergonzosa que se ocultaba.

Debía enfrentar a Santana, tener una actitud profesional, se dijo, esa era su naviera, su trabajo y no debía mezclar sus problemas con los negocios.


Entró en el baño y se miró con detalle frente al espejo.

Se alisó la falda lápiz negra, se arregló la blusa de gasa blanca y pasó sus manos por la coleta de caballo alta con la que decidió peinarse ese día.

Luego de revisar que su maquillaje estuviera perfecto, y tomando una honda respiración, salió de su oficina para dirigirse hasta la de su hermana.

Mientras se iba acercando, las piernas le temblaban, y no eran de mucha ayuda los altísimos tacones que estaba usando ese día.

Dio unos golpes en la puerta de Kitty y entró en el despacho de su hermana.



Santana levantó la vista y vio la hermosa figura de Brittany, se veía bella, pensó, y eso hizo que se removiera en su asiento.

―Buenos días damas―dijo Brittany con una hermosa sonrisa―¿Interrumpo algo?

―Britty― Kitty se levantó desde su silla y salió al encuentro de su hermana con la cual se fundió en un gran abrazo―, ¿Cómo estás?

―Muy bien y tú. Pero qué tonta, si se te ve a leguas que estás más que bien. Mira esa cara, guauuu, si hasta guapa te vez.

―Lo mismo le dije yo―intervino Santana y Brittany giró su cara para verla, pero no dijo nada―Está radiante, muy cambiada, es increíble.

―Sí―dijo Brittany respondiendo a la abogada, pero mirando a su hermana―, Es increíble lo que el amor puede hacer.

Kitty sonrió, Santana tragó en seco el nudo que se había formado en su garganta y Brittany miró a su hermana para luego volverla a abrazar contenta de verlo tan feliz.

―Y mi hija, ¿cómo está? Marley pasa hoy por él a tu casa cuando salga del colegio.

―Arite se portó excelente, como siempre.

―Qué bien. Santana y yo nos estamos poniendo al día, ¿qué te parece si vamos a almorzar las tres y así me ponen al día de todo?

Santana miró a Brittany quien se cruzó con la mirada de su amiga. Y sintió que un escalofrío lo recorría de la cabeza a los pies.

La mirada de Brittany era seria, lejana, casi con un poco de desprecio sintió y en ese momento entendió que la ojiazul estaba muy enojada y deseó que la tierra se la tragara.

―Creo que no podré, hermana. Ya acepté una invitación para almorzar―mintió.

Cualquier cosa con tal de no estar junto a Santana.

―¿Ah sí?―dijo Kitty, volviendo a su asiento―¿Almuerzo de negocios? ¿Con quién?

―No, no es de negocios. Es algo personal.

―¿Y se puede saber con quién?―Santana volvió a mirar a Brittany, pero ella mantenía la vista fija en su hermana.

Ni siquiera se había acercado a saludarla ese día.

Pero qué más esperaba, se reprendió mentalmente, si salió corriendo de su casa cuando la besó sin querer hablar, era obvio que no quisiera verlo ni en pintura.

―Una amiga especial, no la conoces ¿Me necesitas para algo más? Quiero dejar todo listo antes de que pasen por mí para almorzar.

―No, creo que tenemos todo bajo control aquí.

―Bien, entonces las dejo para que sigan con lo suyo. Adiós.

Brittany giró y empezó a caminar hasta la puerta para salir de la oficina de Kitty.

Llegó a su escritorio y tomó su teléfono para hacer una llamada.

Le había mentido a Kitty diciendo que la habían invitado a almorzar, pero esa mentira la podría solucionar llamando a Quinn.

Marcó su número y la invitó a almorzar a lo que Quinn aceptó encantada y le dijo que a la hora que le dijera pasaría a buscarla por la naviera.







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―¿Tú sabes qué amiga especial es esa?―preguntó Kitty a Santana, que mantenía la cabeza gacha tratando de concentrarse en los papeles que estaban frente a sus ojos.

―Ni idea―soltó la abogada enojada.

―¿Segura, Santana?

―Te digo que no sé qué amiga es esa. No estoy pendiente de los amigos de Brittany. No soy su niñera, ella puede salir con quien se le antoje, no me preguntes más.

Kitty frunció el ceño ante tal respuesta.

Santana estaba molesta y eso le llamó la atención.

Algo ahí no le cuadraba.

―¿Tienes algún problema? No sé, ¿un problema con Britt quizás?

―No, Kitty, ninguno. Pero dejemos de hablar de la vida de Brittany y sigamos con los papeles.

―Bien―dijo Kitty, sin querer que su amiga se molestara más.

Había algo de tensión entre Brittany y Santana y lo había notado.

No preguntaría nada ese día, pero pronto lo averiguaría.




Kitty y Santana ya tenían todos los documentos revisados y ya era la hora de almorzar.

Salieron de la oficina y se despidieron de Sue.

No habían caminado ni tres pasos, cuando vieron que una mujer rubia venía caminando con seguridad por el pasillo.

Una mujer que para Santana era muy conocida… Quinn Fabray.

―Buenas tardes, Santana―saludó amablemente Quinn, extendiéndole la mano a la abogada que se la estrechó sin mucho entusiasmo.

Así que Quinn era con quien Brittany saldría a almorzar, pensó Santana.

Debió de haberlo imaginado, si últimamente, Quinn estaba muy cerca de Brittany.

―Buenas tardes. Quinn, te presento a Kitty de Rose. Kitty, ella es Quinn Fabray, gerente de operaciones del puerto.

―Un gusto señorita Fabray, pero disculpe, ¿tenía alguna cita con usted? Es que estoy recién reintegrándome al trabajo y no recuerdo que estuviera en mi agenda.

―No, señora Kitty―dijo Quinn sonriendo con suficiencia, sabiendo que las palabras que diría afectarían a la abogada―, Vengo por Brittany… quedamos para almorzar.

―Así que usted es su amiga. Qué bien, ¿y desde cuándo que son tan amigas? ¿Y qué tan amigas?

―¡¡¡Kitty!!!―dijo Brittany llegando al grupo de mujeres, reprendiendo a su hermana por querer acosar a Quinn con preguntas.

―¿Y ahora qué hice?―dijo Kitty con cara de inocencia.

―Hola, Quinn―Brittany se acercó que posó una mano en su cintura y le besó lentamente la mejilla.

―Hola, Brittany ¿Lista para irnos?

―Claro, voy por mi bolso y vuelvo.

Brittany dejó a las mujeres para ir en busca de su bolso.

Kitty miraba con curiosidad a la rubia mujer que estaba frente a ella. Parecía intachable, usando un elegante traje hecho a la medida y su caro reloj en la muñeca.

Hacían buena pareja con Brittany, pensó.

Quería que su hermana encontrara el amor así como ella lo había hecho, y al parecer, estaba dando el primer paso.


Santana en cambio sentía su cuerpo tenso de rabia.

No soportaba a Quinn, no le gustaba la idea de verla junto a Brittany. Tanta ira estaba sintiendo que, sus manos ya estaban apretadas en un puño.


Brittany volvió al grupo y decidieron bajar todos juntos en el ascensor.

Kitty, queriendo hacer lo mejor, le preguntó a Quinn:

―¿Qué les parece si almorzamos las cuatro juntas?

―Creo que no me gusta mucho la idea―dijo Quinn―No me malinterpretes, Kitty, pero es que prefiero estar a solas con Brittany. La quiero sólo para mí.

Brittany sonrió y se sonrojó por las palabras de Quinn, sabía que estaba actuando, tratando de hacer enojar a Santana.

Kitty asintió satisfecha.

La única que parecía que se la llevaba el diablo era Santana, que estaba con el ceño fruncido y muda en una esquina del ascensor.

―Está bien, pero podríamos salir una noche a cenar. Ustedes dos, Marley y yo ¿Qué dicen?

―Genial. Estaría encantada.


Llegaron hasta el estacionamiento de la naviera y Quinn se despidió de las otras dos mujeres para luego dirigirse con Brittany hasta un Jaguar negro que relucía en el lugar.

Todo lo que duró el trayecto de Brittany hasta el auto de Quinn, fue seguida por la atenta y furiosa mirada de Santana, hasta que vió alejarse el auto y sintió que una parte de ella se iba con Brittany.

Se subió al auto de Kitty y salieron al tráfico de la ciudad.

―Me cayó muy bien esta mujer, además que es muy guapa. Creo que hacen una buena pareja con Britty ¿Qué te pareció a ti?―preguntó Kitty.

―A mí no tiene que parecerme nada, si le gusta a ella está bien.

―¿Tú ya la conocías?

―Sí.

―¿Y?

―¿Qué?―casi ladró Santana a su amiga.

―Qué sabes, ¿se están viendo? ¿Hace cuánto que salen? Vamos, cuéntame, Britt me dirá muy poco, más si la rubia le interesa.

Santana sintió que un puño se hundía en su estómago.

No entendía muy bien qué le sucedía, solo que estaba siendo presa de un ataque de celos y eso la tenía enormemente molesta.

¿Qué sería de ella ahora?

Debía hablar con Brittany, pedirle disculpas y aclarar todo entre ellas, así seguiría con su vida y Brittany podría estar con otra persona, aunque dentro se librara una batalla de sentimientos de los cuales no estaba muy claro.

Algo tenía que hacer y pronto.

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Capitulo 10

―¿Qué pasó con la abogada, Brittany? ―preguntó Quinn a su acompañante mientras miraban la carta y hacían la elección para el almuerzo.

―Nada, ¿por qué crees que pasó algo?

―Bueno, siento que me invitaste a almorzar solo para que la abogada te viera salir conmigo. Y no me malinterpretes, me encanta tu compañía y me siento halagada que decidas sacarle celos a Santana conmigo, ya sabes que soy materia dispuesta.

―No, Quinn, no es eso…

―Brittany, no tienes por qué negarlo. Todo bien con eso. Y ahora dime, qué pasa.

―Me besó, Quinn. Ella me besó―dijo Brittany de golpe y con la mirada perdida.

―Te lo dije, te dije que ella siente algo por ti. Y bueno, ¿por qué estás almorzando conmigo y no con ella?

―Porque estás equivocada, Santana no siente nada por mí. Me besó y luego salió de mi casa como alma que lleva el diablo, como si besarme hubiera sido lo peor que le ha pasado en la vida, porque es una cobarde que, cuando le dije que habláramos, se quedó callada y me dejó sola. Ahora dime, ¿crees que ella siente algo por mí? Yo no lo creo.

―Vaya, me cuesta creer lo que me dices. Si hoy mismo casi pude sentir que quería matarme cuando me vio entrar en el vestíbulo de la naviera.

―Es verdad, Quinn. No sé por qué ella actúa así. Me tiene realmente confundida, pero ya me cansé de toda esta locura. Le pedí que habláramos, que me explicara qué sucede con ella, pero me dejó con la palabra en la boca. Yo debo olvidarme de ella de una buena vez. Mejor que la vea como a una amiga y termine enterrando lo que siento por Santana.

―Lo que creo es que falta que le den un buen remezón a esa morena.

―Ya no, Quinn.

―Pero si…

―No, es mejor no seguir pensando en ella. Te agradezco que me escucharas, pero este tema lo dejamos hasta aquí.

―Bien… lo que tú digas―dijo Quinn con su boca, pero en su mente pensaba en cómo ayudar a Brittany.

Algo tenía que hacer, algo para que Santana actuara y confesara de una vez los sentimientos que tenía por Brittany.








En otro restaurante de la ciudad, Santana y Kitty almorzaban y trataban de tener una conversación.

Trataban, porque Santana estaba extrañamente distraída, lejos, en otro mundo y Kitty tuvo que llamar su atención un par de veces.

―¿Creo que debería vender la naviera y mandar todo a la mierda? ¿Qué te parece?―preguntó Kitty esperando una reacción por parte de la abogada.

―Sí, genial, creo que está bien―respondió Santana sin escuchar ni media palabra pronunciada por su amiga.

―¡Se acabó!―dijo Kitty dejando los cubiertos sobre el plato―Me vas a contar inmediatamente lo que te sucede.

―A mí, nada, ¿por?―Santana bebió un gran sorbo de agua porque de repente la garganta se le secó por completo.

―Santana, que te conozco, dime, ¿qué es lo que pasa? ¿Es algo muy grave? ¿Puedo ayudarte en algo?

―No sé de dónde sacas que me pasa algo, estoy bien, gracias por la preocupación, pero no me pasa nada.

―No me digas que no pasa nada cuando he estado almorzando con un zombi, te he estado hablando de miles de cosas solo me has dicho tres palabras y siempre han sido las mismas. Vamos dime qué te pasa.

Santana se quedó callada por unos segundos, como tratando de ordenar las ideas que se agolpaban en su cabeza.

Qué podía decirle a Kitty, ¿que estaba lejos de ahí pensando en qué estaría haciendo Brittany?

¿Que desde que la volvió a besar, no había podido sacarse el sabor de sus labios?

Kitty la mataría primero antes de que terminara de decir la última palabra.

Además de todo, se había portado realmente mal con Brittany, en vez de quedarse con ella y hablar de lo sucedido.

Brittany no se lo perdonaría tan fácil, de eso estaba segura.

No soportaba cómo la ojiazul la había mirado ese día en la oficina, casi sin dirigirle la palabra, pero se lo tenía bien merecido, pensó.

Cada desaire de Brittany, lo soportaría, porque se lo había ganado, no podía quejarse.

―Estoy cansado amiga―mintió con desgano―He tenido demasiado trabajo, creo que me debería tomar unas vacaciones.

―Creo que tienes razón, pero sabes que no puedes salir en estos momentos, te necesito para el negocio de Asia, pronto terminaremos con eso y serás libre. Pero también creo que hay otra cosa que te tiene molesta.

―Puede que estés en lo cierto, pero no quiero hablar, Kitty.

―Es por una mujer, ¿verdad?

Santana abrió los ojos y volvió a beber otro poco de agua.

―Una mujer es la que te tiene en tan deplorable estado. Y, ¿se puede saber quién es?

―Estás equivocada…

―No me quieres contar, ¿es eso?

―No, no es eso… solo que no es lo que crees.

Santana se sintió nervios, Kitty la conocía hace mucho tiempo y sabía de su vida de mujeriega.

Alguna que otra vez se habían sentado a beber hablando de mujeres, Kitty sabía todos sus secretos, y no podía contarle precisamente a ella lo que pasaba con su hermana sin esperar que como mínimo le acertara un golpe en pleno rostro.

―Vaya―exclamó Kitty alzando sus cejas sorprendida―, Veo que esto es algo muy importante para ti. No te preguntare más, cuando estés lista para hablar ya sabes dónde encontrarme, amiga.

El resto del almuerzo transcurrió entre monosílabos.

Kitty quería saber qué era lo que se traía su amiga, pero no la presionaría… de momento.







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Cuando Brittany llegó a la naviera su hermana ya estaba en su oficina y para su suerte estaba sola.

Ahora podrían hablar tranquilas, pensó ella, sin la presencia de Santana que la descolocaba.

―¿Todo bien en tu almuerzo, hermana?―preguntó Kitty al ver que Brittany entraba en su oficina.

―Muy bien, ¿el tuyo?―contra preguntó sentádo se en una silla frente a su hermana.

―Podría haber estado mejor. Pero no me quejo.

―Ah, qué bien.

―Y qué me cuentas de tu amiga Quinn.

―Qué quieres que te cuente, solo es eso, somos amigas hace unas semanas.

Brittany sabía que Kitty no descansaría hasta saber todo sobre Quinn, pero no tenía nada que contar.

Decía la verdad… ellas eran solo amigas.

―¿De verdad? Porque a mí me pareció que por parte de ella quiere ser más que una amiga.

―No, nada que ver, Kitty. Es lo que te digo. Nos hemos llevado muy bien, desde el primer día que nos vimos, somos amigas, solo es eso.

―Otra más que no quiere hablar de lo que le pasa―susurró Kitty por lo bajo.

―¿Qué dijiste?

―Que tú tampoco quieres hablar, igual que Santana, que tiene un problema. Sé que es con una mujer porque no me quiere hablar del asunto, pero con la cara que anda me dice que es eso lo que le está perturbando ¿Tú no sabes nada por casualidad?

Brittany tragó en seco y se removió en la silla.

¿Qué le habría dicho Santana a Kitty?

¿Le habría insinuado algo sobre lo sucedido entre ellas?

No, eso no podía ser, se dijo.

Tal vez Santana estaba pensando en otra mujer, si eso tenía más sentido pensó

―No, ¿por qué yo debería saber algo?

―Porque Santana es tu mejor amiga. Siempre te cuenta todo. Yo la veo mal, ¿tú no has notado eso?

―Para nada―dijo Brittany entornando los ojos.

Había demasiada preocupación hacia Santana por parte de su hermana.

―Bueno, ella no me quiere contar, pero de igual forma lo averiguaré

Después de intercambiar unas palabras más con su hermana Brittany volvió a su despacho y terminó todo lo que tenía que hacer ese día.

Quería llegar a su casa, llenar la tina con sales aromáticas y darse un relajante baño de inmersión.

Estaba agotada por todo lo acontecido durante las últimas horas.

Entró en su casa cuando su teléfono móvil comenzó a sonar. Lo sacó desde su bolso y vio que era Quinn quien la llamaba.

Contestó de inmediato para ver qué quería su nueva amiga.

―Hola.

―Hola, Brittany. Quiero hacerte una invitación―dijo con mucho entusiasmo en su voz.

―Quinn, si es para hoy te digo de inmediato que no.

―Pero, Brittany, ni si quera sabes de qué se trata, no me puedes decir que no. Voy a un club con un grupo de amigos y pensé que tal vez querías venir ¿Qué dices?

―Suena tentador, pero no, Quinn, de verdad. Quiero descansar, quizá para otra oportunidad.

―Bueno, tú te lo pierdes―dijo casi como una niña enfadada, lo que hizo que Brittany sonriera―Ya tendremos más ocasiones para salir. Bueno, te dejo. Adió, Brittany.

―Adiós, Quinn. Diviértete.

Brittany pensó en Quinn y en lo rápido que habían congeniado.

Quinn había resultado ser una buena amiga y Brittany pedía lo mejor del mundo para la ojiverde, ojalá recuperar al amor de su vida… Rachel.





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Cuando Santana llegó esa noche al club, lo hizo sin muchas ganas.

No quería salir, pero sus amigos insistieron en demasía.

Y ahí estaba, sentada en un cómodo sofá escuchando la estridente música del local y bebiendo un whisky.

Sus amigos hablaban de lo guapas que estaban algunas personas a su al rededor.

Ella las miraba, pero ninguna llamaba su atención.

Trató de distraerse, de cambiar de actitud y disfrutar de la noche y de cualquiera que la miraba con lascivia. Tal vez eso era lo mejor que podía hacer, perderse por ahí con alguna mujer de la cual no supiera su nombre y olvidarse de los últimos acontecimientos.

Siguió bebiendo cuando un grupo de unas siete personas le llamó la atención.

El grupo reía y bebía, se notaba que se estaban divirtiendo.

Tres hombres y cuatro mujeres conformaban el alegre grupo. Santana miró con detención a los integrantes y se fijó que a una de las mujeres ya la conocí.

Esa mujer era Quinn Fabray.

Santana buscaba con la mirada por si Brittany venía con ella, pero se dio cuenta que no.

Quinn hablaba con una de las chicas que estaba junto a ella, una hermosa rubia de largas piernas que apenas eran cubiertas por una minifalda. La chica se reí por algo que Quinn le decía y ella le hablaba al oído en un acto de coqueteo en toda la extensión de la palabra.

Santana sintió que una ira se apoderaba de todo su ser.

Sentí que Quinn estaba jugando con Brittany.

Que delante de ojiazul se presentaba como la buena y encantadora, pero no era mejor que ella.

De pronto vio que, Quinn se levantaba de su asiento y dejaba a su grupo de amigos. Santana sin pensarlo se levantó también y la siguió. Vio que entraba al baño, así es que la esperó en el pasillo.

Luego de unos minutos la puerta se abrió y Quinn apareció ante la morena.

―Veo que te está divirtiendo mucho, Quinn―dijo Santana quedando frente a frente a la rubia.

―¡Claro! ¿Acaso tú no, abogada?―respondió Quinn divertida con la situación que estaba viviendo.

―Yo también. Pensé que salís con Britt y no veo que sea ella la que te está hablando al oído.

―Ah, eso. Sí son mis amigas ¿quieres que te presente a alguna de ellas?―

Quinn trataba de sacar de sus casillas a la abogada y estaba segura que lo haría en unos segundos más.

―¿Qué pretendes con Brittany?―soltó Santana con rabia.

―No creo que ese sea un asunto que tenga que tratar contigo, abogada. Ella es bien grandecita para saber lo que hace. No te metas donde no te llaman, ¿Quieres?

Santana se acercó más a Quinn, tratando de intimidarla, pero la sonrisa ladina de Quinn le decía que no había conseguido el objetivo.

―No le hagas daño a Brittany―dijo Santana apretando los dientes, tratando de no gritar, pero lo que quería era partirle la cara a Quinn.

―Ya te dije, no es de tu incumbencia la relación que yo tenga con Brittany.

―Claro que me incumbe. Brittany es mi mejor amiga, no quiero que nadie le haga daño.

―¿Y por qué piensas que yo puedo hacerle daño? No me conoces, tal vez yo puedo hacer inmensamente feliz a Brittany.

―¡No! ¡Eso nunca!―gritó Santana desconociendo su propia voz y la ira que le recorrí el cuerpo.

Quinn volvió a sonreír, para ella estaba claro que Santana quería a Brittany más allá que como amiga.

―¿No? ¿Por qué? ¿Quién me lo va a impedir?

―Te lo advierto, Quinn. No juegues con Brittany, si ella sufre te las verá conmigo, ¿escuchaste?―Santana empujó a Quinn hundiéndole el dedo índice en el pecho.

Quinn miró la mano y luego a la cara de la abogada para luego empujarla haciendo que Santana diera un paso hacia atrás.

―Y yo te lo vuelvo a repetir, no te metas donde no te llaman. Ahora si me lo permites voy a volver junto mis amigos.

Quinn se alejó ante la mirada de Santana, pero antes de volver a la pista, giró sobre los talones y le dijo a la abogada:

―Ah y déjame que te de un consejo… aclárate sobre lo que sientes por Brittany. La vas a perder si sigues así. Parece que no te has dado cuenta de lo que realmente sientes por ella.

Quinn desapareció de la vista de Santana y está se quedó pensando en lo último que le había dicho la rubia.

Pero, ¿Qué era lo que realmente sentí por Brittany?

Sabía que era una gran cabeza dura por no querer admitirlo.

Salió hecha una furia y sin despedirse de sus amigos desde aquel club. Vio cómo Quinn se despedí de ella alzando un vaso de licor en su dirección sonriendo socarronamente.

Todas las palabras que Quinn había pronunciado aún resonaban fuertemente en su cabeza.

Se fue a su casa, ya no había ninguna diversión para ella esa noche.



Llegó a su departamento y cayó desparramada en su sofá pasándose las manos por la cabeza en forma desesperada.

Pensaba en Brittany, en cómo le gustaba estar con ella. En cómo reaccionó su cuerpo al besarla y a cómo era presa de los celos al saberla en compañía de otra persona.

Su corazón latía rápidamente, estaba desesperada y ya no hubo duda alguna.

Fue cómo si un rayo de luz se posara sobre ella.

Cerró los ojos y respiró profundamente.

Ya no se lo podía negar más, ya no tenía ninguna duda y aunque estaba temerosa de reconocer sus sentimientos, terminó por aceptar… estaba perdidamente enamorada de Brittany.

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Capitulo 11

Brittany cruzaba la calle desde el edifico de la naviera, en dirección al local de Starbucks.

Si bien ella podía prepararse un café en la carísima máquina que estaba en la naviera, los sabores que le ofrecía Starbucks no tenían comparación.

Llegó a la puerta del local y entró.



Santana que, había visto a Brittany cruzando la calle y entrar en el local, entró tras ella tratando de que Brittany no notara su presencia.

Brittany caminó hasta la barra para hacer su pedido y Santana la siguió a cierta distancia, fijando sus ojos en cómo el vestido azul marino que, ese día había decidido vestir, se le ajustaba tentadoramente en las caderas.

Se vía hermosa, pensó para ella, con su cabello suelto que caía en ondas por su espalda.

Brittany hizo su pedido ajena al par de ojos oscuros que la miraban y la devoraban sin cesar.

Santana estaba dudosa y se debatía entre acercarse a la rubia y actuar como siempre o esconderse para seguir observándola como si fuera una ladrona.

La verdad era que Santana estaba muy confundida con los sentimientos que había descubierto tenía por su amiga y no sabía muy bien cómo actuar con ella.

Sabía que estaba enojada con ella por besarla y huir sin hablar, pero Santana no podía soportar estar alejado de Brittany, así es que se acercó y rogó al cielo para que la rubia por lo menos la saludara.

―¡Buenos días!―saludó, pero Brittany no se giró de inmediato como esperaba―¿Qué haces aquí? ¿Es que la ogra de tu hermana no tiene un café decente en la naviera?

Brittany sonrió y se estremeció al mismo tiempo al escuchar aquella voz a sus espaldas.

Su piel se puso de gallina y solo esperaba que Santana no se diera cuenta.

―Buenos días, Santana―dijo girándose para quedar frente a frente con su amiga―Kitty tiene una máquina excelente en el piso, pero quise salir un rato de la oficina.

Tomó su vaso y caminó hasta una mesa. Santana la siguió y se sentó frente a la ojiazul.

Por lo menos estaba de buen humor, pensó y así podría hablar con Brittany sin que la mandara a la mierda.

―¿Qué vas a hacer el fin de semana?―soltó de golpe y de forma inesperada.

―No sé, aún no tengo planes, pero…

―Te invito al estadio. El sábado es la semifinal ¿Qué dices?

―No, pero gracias por la invitación.

Brittany se moría por decirle que sí, que iría con ella donde quisiera, pero se había propuesto tratar de olvidarla, sacarlo de su corazón y lo primero era ir alejándose de su amistad.

―Vamos, Britt, es la semifinal, no me digas que no, sé que te mueres por ir, si quieres podemos llevar a Art, él estará feliz.

―No insistas, ya dije que no ¿Es que acaso no tienes más amigos con los que ir al partido?

―Claro que tengo más amigos, tú lo sabes bien.

―Entonces ve con ellos.

―No, yo quiero ir contigo―dijo con el ceño fruncido y cruzando los brazos sobre su pecho.

―¿Por qué? ¿Por qué no quieres ir con tus amigos?

―Porque ellos no le gritan groserías al árbitro de la forma tan sexy en la que tú lo haces.

Brittany sintió que el rubor se le extendía más allá del rostro, Santana la miraba risueña sabiendo que la había afectado con sus palabras.

―Lo siento, pero no voy a ir contigo―se levantó de la silla y comenzó a caminar para salir de la cafetería.

―Britt, ¿podemos hablar?―dijo llegando hasta su amiga y tomándola por un brazo.

―¿Recuerdas el otro día que yo quería hablar contigo? Me dijiste que no, ¿por qué quieres hablar ahora? ¿Por qué tendría yo que escucharte?

Brittany se soltó del agarre de Santana y salió del local, la morena la siguió, cruzó la calle con ella y entraron juntas en la naviera.

Esperaron el ascensor y entraron en el aparato el que luego comenzó su viaje.

El silencio era insoportable entre las dos y Santana no aguantó más, y en el quinto piso, detuvo el ascensor.

―¿Qué haces? ¿Por qué detienes el ascensor? ¡Estás loca!

―Quiero hablar contigo, Britt. Sé que el otro día en tu casa debí quedarme y hablar de lo sucedido, pero es que no sé qué pasó conmigo ese día, por qué te besé, no debería haberlo hecho y…

―No digas nada. Con tu actitud de esa noche me lo dejaste más que claro todo. No hace falta que te deshagas en explicaciones.

Brittany sintió que un gran dolor se alojaba en su pecho.

Santana se sentía culpable de haberla besado, eso estaba más que claro y eso la hirió en lo más profundo de su ser.

―Britt, de verdad lo siento…

―¿Sabes qué? Siempre dices lo mismo, piensas que con un lo siento vas a arreglar todo, pero ya no más. Ahora oprime el botón y haz que esta cosa se mueva.

―No, quiero hablar, quiero decirte que…

―¿Qué pasa contigo? ¿Por qué de pronto tienes tantos deseos de hablar? Ya te dije, si vas a decir lo mismo de siempre, es mejor que no digas nada más.

Santana la miró sin saber qué es lo que realmente le quería decir, no sabía qué quería con Brittany.

Se dijo que estaba enamorada, pero, ¿qué era el amor?

No lo conocía, solo sentía algo muy grande por Brittany, pero era un algo que la tenía muy confundida y que no entendía bien.

Santana no dijo nada, Brittany la miró decepcionada una vez más de la mujer frente a ella.

Tuvo la ilusión de que tal vez Santana le diría algo, que el beso que le había dado en su casa era porque sentía algo por ella como decía Quinn, pero no fue así… no dijo nada.

―¿Puedes apretar el botón y hacer funcionar el ascensor? Tengo que volver a trabajar.

Santana se movió hacía un lado y tal como le pidió Brittany, pulsó el botón para que el ascensor siguiera su curso.

Llegaron al piso diez y caminaron juntas por el vestíbulo, una al lado de otra sin hablar.

Brittany llegó hasta el escritorio de su secretaria y ella le entregó unos mensajes:

―Señorita Brittany, la señorita Fabray la ha estado llamando. Usted se dejó el teléfono en su oficina. Me pidió que la llame apenas pueda.

―Gracias, Sue―dijo y entró en su despacho.

Santana se quedó parada sin saber muy bien qué hacer.

La rabia la invadió al escuchar el nombre de Quinn.

La ojiverde se estaba acercando cada segundo más a Brittany, mientras que ella estaba saliendo de su vida sin darse cuenta.

―¿Necesita algo señorita, López?―preguntó Sue sacándola de sus pensamientos.

―Usted debe estar feliz, ¿verdad Sue?

La secretaria frunció el ceño sin entender a qué se refería la abogada.

―¿Yo? ¿Y por qué sería?

―Porque Brittany está saliendo con Quinn Fabray. Sé que usted me odia, se nota que no me aguanta y sé que preferiría ver a un monstruo que a mi persona. Ahora dígame, ¿por qué? Y sea sincera.

―¿De verdad que quiere que sea sincera?

―Por favor.

―Bien. La verdad señorita López, es que no la odio. No la soporto, en eso sí tiene razón, pero no la odio, esa palabra es muy grande y muy fea. Ahora de por qué no la aguanto, es porque no me gustan las personas de su tipo.

―¿Y qué tipo de persona es esa?

―El tipo de persona que cree que todas las demás personas tienen que caer a sus pies. Yo trabajaba en el quinto piso, ¿sabe? Y ahí escuché muchas cosas sobre usted. No soy quién para juzgarla, pero la señorita Brittany es una buena mujer, y no se merece que jueguen con ella.

―Yo no juego con Brittany, de dónde saca eso.

―Es que usted no lo ve desde afuera como yo. Siento que se aprovecha de su amistad con la señorita Pierce.

―Eso es mentira, Brittany y yo somos amigos hace años.

―Señorita López, siempre hay una que se termina enamorando. Ahora que ya le dije lo que pienso hágame caso, y deje a la señorita tranquila para que pueda aprovechar las verdaderas oportunidades de ser feliz que se le presentan ante sus ojos.

―Y eso según usted sería Quinn Fabray…

―Exacto―dijo Sue con suficiencia.

Santana apretó los puños de rabia.

―Bien, qué bueno que ya nos estamos entendiendo, Sue. Pero déjeme decirle una cosa, usted no me conoce, no se puede hacer una idea de mí solo por rumores. No sabe de mi relación con Brittany y no sabe si Quinn Fabray es una buena persona para Brittany. Eso no se puede saber solo por las apariencia que, demás está decirle, casi siempre engañan.

―Si es así, le pido disculpas. Y espero me permita darle un consejo, ojalá vea bien lo que tiene en frente, y sepa el valor que tiene.

Santana no dijo nada más, miró a Sue una vez y sin despedirse caminó de vuelta al pasillo hasta llegar al ascensor.

Todo estaba mal para ella.

Mientras bajaba en el ascensor, pensó en todo lo dicho Sue, que siempre hay uno que se enamora.

Al parecer Sue tenía razón, ella sentía algo fuerte, aunque por cabeza dura y terca, aún no lo quisiera reconocer.






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Brittany habló con Quinn y ésta le contó lo sucedido en el club con Santana.

Por su parte la ojiazul le contó lo que acababa de suceder en la cafetería y luego en el ascensor.

Quinn seguía sosteniendo la teoría de que la abogada estaba enamorada de Brittany y ella seguía negándolo, ya que no había nada, aparte del beso, que le indicara lo contrario.

Brittany aprovechó, e invitó a Quinn para ir al estadio ese fin de semana.

Quería ir al partido, no podía perderse la semifinal, no estaría con Santana y era mejor así, pensó para ella, pero estaría con Quinn que era una excelente compañía.






Luego de discutir con su hermana sobre algunos negocios y preparar la reunión que tendría en el puerto dentro de unos días, decidió que se iría a casa.




Llegó a su hogar, se quitó los tacones y se dirigió a su cocina, donde descorchó una botella de vino blanco.

Se sirvió una copa y fue hasta el sistema de sonido, quería escuchar música, algo movido que le sacara a Santana de la cabeza.

La música comenzó a sonar y ella bailaba por el salón tratando de liberarse de todo lo sucedido ese día… liberarse de Santana.

Bebió otra copa y la canción cambió, ahora era Rihanna con su tema Umbrella el que se escuchaba en toda la casa y a todo pulmón y bailando ella comenzó a cantar:



Si bien la canción de Rihanna era muy movida, la letra hablaba de una amistad a prueba de balas, de una amistad convertida en amor, de ese amor que ella tal vez no llegaría a conocer con Santana.

Por su mente pasó la idea de decirle de una vez lo que ella sentía, a la cara, de frente y ver cómo reaccionaba Santana. Pero luego la imagen de la morena huyendo una vez más la volvió a la tierra.

Si ella se le declaraba, de seguro Santana saldría corriendo y tal vez hasta se riera de ella.

Y eso no lo podría soportar.

Se bebió una copa más de vino y lo hizo de golpe, como si fuera agua. Apagó la música y se fue a su dormitorio. Se quitó toda la ropa y así desnuda, se acomodó en su cama que, era demasiado grande para una mujer sola.

Así, pensando en que Santana estaba con ella en esa cama acariciando su piel desnuda, cayó dormida, presa del vino y del agotamiento del día.

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