[Resuelto]FanFic Brittana: Nunca II (Adaptada) Epílogo

Capitulo 36

Mis padres no están muertos.

Estoy en su funeral, hay dos ataúdes vacíos ante mí, eso quiere decir que ellos no están muertos.

Pronto regresarán, tomaron otro vuelo.

Mamá decidió que quería ir de compras y papá ir a algún pintoresco restaurante una noche más, por lo que ese vuelo en el que iban, no era el de ellos.

—Britt.

No sé ni cómo estoy aquí, Santana me llevó hasta la ducha, me desnudó y peinó, y en todos esos minutos que parecieron horas, no dije ni una sola palabra, en realidad no he dicho ninguna palabra.

—Britt-Britt—veo nuestras manos enlazadas, mi subconsciente está aferrada a ella, pero no la puedo sentir—Te amo—limpia las lágrimas que tampoco siento que se deslizan por mi mejilla.

Hay mucha gente, colegas de mi mamá, amigos de mi papá y también personas que no deberían de estar aquí.

Veo cuando los Evans se acercan a mi hermana y hablan entre sí. Parece que le está diciendo algo muy triste porque mi hermana asiente un poco derrotada y me ve.

Los Evans también.

Pero cuando siento que un tercero en un traje muy caro se acerca, mi hermana intenta disimular un poco, pero desde aquí puedo leer sus labios.

—Vete—le dice—Ella está bien.

¿Se refiere a mí?

Sus ojos me ven y ahora sí puedo sentir que aprieto la mano de Santana demasiado fuerte.

Sam está aquí y está caminando hacia nosotras.

—Britt.

Bajo la mirada de inmediato y veo un punto fijo en el suelo, ahora mi corazón está latiendo demasiado rápido.

—¿Qué haces aquí?—casi le grita Santana, pero se contiene—No tienes derecho de estar aquí.

—Vine por Britt.

—¡Ella no te necesita!—ahora sí le grita—Vete de aquí o soy capaz de sacarte a patadas y terminar lo que una vez empecé.

—Hijo, por favor—llega de inmediato su mamá—Será mejor que nos vayamos.

—Por favor, señora Evans—escucho que implora Quinn—No quiero que su hijo se acerque a nosotras o a mi hermana, que Britt la haya perdonado no me obliga a mí a hacerlo por lo que le hizo.

Los Evans ven el pequeño espectáculo que ha causado su presencia, yo todavía sigo sin entender,

¿Por qué estoy aquí?

Mis padres deben de estar por venir en cualquier momento.

—Lo sentimos mucho—dice la señora Evans antes de irse con su marido y su hijo, cuya mirada me pone nerviosa, no lo quiero cerca, es por eso que Santana sigue enojada conmigo, sí, eso debe ser el por qué ha estado callada y solamente me ve raro, debe de seguir enfadada.

Veo cuando se van y mi hermana regresa a mí.

—¿Estás bien?

No respondo, sólo veo los dos ataúdes.

—¿Por qué hay dos ataúdes?—pregunto a cualquiera que quiera responder.

—Britt…

—Papá y mamá deben de estar por llegar y nosotras estamos aquí en vez de ir por ellos al aeropuerto.

Veo que Quinn llora, Rachel enseguida toma su mano y mi hermana muerde su puño.

Ahora veo a Santana, es casi la misma mirada, pero no llora.

—¿Sigues enojada conmigo?—le pregunto con miedo a que vuelva a gritarme—Yo no le dije a Sam que viniera, no sé a qué vino… no sé por qué estamos aquí.

—Britt-Britt—Santana toma mi mano—¿Quieres irte?

Asiento.

—Sí, quiero ir a buscar a papá y a mamá al aeropuerto.

Quinn y Santana se ven y aclaran su garganta.

Ahora Rachel llora más, veo a las demás personas y la mayoría están llorando.

No entiendo nada, se supone que también deben de estar esperando a mis padres u ocupándose de algo mejor.

—¿Qué hacen todos aquí?—pregunto sintiendo un dolor en mi pecho muy fuerte y familiar—Son todas las personas que conocemos.

—Britt, ellos…

—¿Por qué vestimos de negro?—veo mi ropa y la de ellos—¿Dónde está mamá y papá? ¿Nos están esperando en casa?

—Britt… ellos no van a venir—responde Quinn muy conmovida.

—¿Alargaron su viaje?

Niega con la cabeza.

—No.

Ahora veo a Santana.

—¿Por qué lloras?—le toco el rostro—¿Es porque te mentí?—ahora lloro yo—Perdóname, Sanny.

—Todo está bien, Britt-Britt—me abraza y sigo pidiéndole perdón—No tengo nada que perdonarte.

—Llévame con mamá—le pido—Se pondrá feliz de que tú y yo estemos juntas.

Me separo un poco de ella y Quinn me abraza.

—Britt ellos no vendrán… nunca.

La hago a un lado, separándome de ella para verla a la cara.

—¿A qué te refieres con que nunca vendrán?

Ambas vuelven a mirarse y me ven como si mi pregunta fuera algo difícil de responder.

Sigo viendo a mi alrededor y entre más observo, un gran nudo se forma en mi estómago y mi garganta, siento que me falta algo y estoy desesperándome.

—Ellos están muertos.

NO HAY SOBREVIVIENTES.

—No—niego y miro para todos lados menos sus rostros—Ellos dijeron que regresarían.

—Britt, ellos no regresarán.

—¡Deja de decir eso!—le grito llorando y Santana intenta tocarme—¡No!

—Britt-Britt…

—¡No!—las imágenes del resto del avión vienen a mi mente, no hubieron sobrevivientes, ni cuerpos.

Todo estaba calcinado.

Y entre todo el humo, ahí estaban nuestros padres… muriendo.

—No—susurro y me giro para ver los ataúdes, están cerrados y hay una fotografía de ellos en cada uno.

Mi mamá está sonriente, su cabello impecable y sus ojos brillan de felicidad.

También mi papá intentando ser serio y su cabello negro lo hacen lucir bien a su edad.

Cierro mis ojos… y los veo.

—¡Britt!

Capitulo 37

—¡Suéltame!—empujo a Santana, ha querido llevarme fuera de mi habitación de nuevo, pero me rehúso.

Todo lo que veo en la casa me recuerdan a ellos y también me siento culpable por no haber pasado más tiempo a su lado.

—Tienes que salir de esta habitación, Britt.

—¡No!—grito de nuevo—¡Vete, no quiero verte! ¡No quiero ver a nadie!

—No me voy a ir así tengas que gritarme o golpearme para que me vaya.

—Britt, por favor—Quinn llega de inmediato—Tienes que salir de aquí, has estado encerrada dos semanas y no comes.

—¡Vete tú también!—la empujo—¡Es mi culpa de que estén muertos!

—No digas tonterías, Brittany.

—Tú eras su favorita—me dejo caer en mi cama y abrazo a mi almohada—Ellos estaban orgullosos de ti y no de mí, yo siempre les di problemas y hasta les mentí. Quizás fue por mi culpa que decidieron irse de viaje. Necesitaban tomar un respiro por todo lo que les había hecho pasar por ocultarle la verdad sobre Sam. A lo mejor si le hubiese dicho la verdad a mi mamá, ella habría hecho las cosas mejor que yo o mi papá. Pero tuve que mentirles para proteger a Sam, de su reputación y de sus padres. Ahora todo se vino abajo, nada valió la pena, todo empeoró y es mi culpa.

—Britt, tus padres te amaban—Santana me abraza por detrás y Quinn del otro lado toma mi mano—Eras su pequeña, nada de lo que ocurrió fue tu culpa, Britt-Britt.

—Se fueron por mi culpa—lloro—Les hice pasar por mucho.

—¡Basta!—grita Quinn—¡No es tu culpa!

Empiezo a llorar y tiro todo a mi alrededor.

—¡Vete!—arrojo la lámpara y fotografías de mi escritorio—¡Váyanse! ¡Déjenme sola!

Quinn llega a grandes zancadas hasta a mí y me toma de los hombros.

Santana intercede por ella y Quinn respira con dificultad.

—Yo…—suspira derrotada—¿Qué tengo que hacer para ayudarte?

—Tráelos de vuelta—imploro—¿Puedes?

Me suelta y ahora Santana detiene mis manos por querer ahora descargar la ira contra mí misma.

—¡Entonces vete!—forcejeo con Santana y la golpeo—¡Vete tú también!

Santana y Quinn salen por la puerta.

Yo empiezo a arrojar más objetos contra la puerta y gritando con todas mis fuerzas que me dejen sola, que no las quiero volver a ver si no traen a mis padres de vuelta.



Media hora después mi garganta no puede más, me dejo caer sobre todo el caos que he hecho en mi habitación hasta que siento que la puerta se abre.

Es un rostro familiar pero ahora mismo no recuerdo su nombre, solamente sé que es colega de mi mamá.

Me levanto con todas mis fuerzas para seguir mi guerra interna, pero Santana me detiene con ayuda de Quinn.

—¡No!—forcejeo—¡Por favor, no!

—Estarás bien, cariño—ella lleva una jeringa en sus manos, Santana y Quinn me llevan hasta la cama y al segundo después siento el pinchazo en mi brazo.

—¡¿Por qué?!—mi garganta me duele demasiado y mi voz ya no es la misma.

—Porque te amamos…

No sé quién lo dijo.

Pero lo que sea que hayan dicho después de eso, no lo escuché, lo que la amiga de mi mamá había puesto en mi sistema, hizo que todo diera vueltas a mi alrededor.

Perdiéndome en un gran sueño, donde seguía viendo a mis padres.

Capitulo 38

Quiero retroceder el tiempo.

Decirles a mis padres que no se vayan o mejor, que me lleven con ellos.

Seguramente les hubiese pedido que no regresáramos tan pronto o que esperáramos más por unos días.

Les habría suplicado que fuésemos al campo, o regresáramos a Holanda por uno días, ver donde crecí, conocer donde ellos estudiaron o mejor aún, cuando se conocieron.

Mamá me había dicho que conoció a papá desde que era una niña, ambos eran vecinos. Algo como lo que le sucedió a Quinn y a Rachel, pero la diferencia es que mis padres eran unos niños y Quinn ya era una adolescente.

También he estado pensando en que quizás, las vacaciones de ambos la hubiesen tomado hasta final de año o que se las negaran, pero eso es casi ilegal de hacerlo.

Hasta he llegado a pensar en que el ataque de Sam hubiese sido en esos días, para que ellos se quedaran conmigo.

He pensado en todo, hasta en mi propia muerte en vez de la de ellos.

Todo me lleva a lo mismo.

Por más que intente, hay muchas posibilidades, muchos impedimentos pero que no tuve ingenio de impedir a toda costa que ellos se fueran.

Pude haberlo impedido, pero no lo hice, porque mis padres no criaron a una persona egoísta, educaron a una fuerte y generosa chica con corazón de oro según mi papá.

Mientras estoy acostada en mi habitación, he hecho una gran lista de los pro y contra.

Si ellos no iban de viaje por mi culpa, me estaría culpando, era su aniversario después de todo.

Así que los dejamos ir y volvemos a lo mismo.

Ellos han muerto.
 

Capitulo 39

—Britt-Britt, tienes que comer—Santana está intentando de nuevo darme de comer.

Mi cabeza sigue bajo la almohada y no hablo.

He decidido no volver a hablar de nuevo.

Mi novia todos los días me lleva a la ducha, cepilla mis dientes y peina mi cabello para que solamente me vuelva a meter en la cama y llorar.

Tampoco quiero comer o siquiera dormir.

No sé cuántos días han pasado.

El dolor sigue ahí.

—Quisiera poder hacer algo.

Su calor en mi espalda ahora me quema, la he lastimado sin darme cuenta, le he gritado, la he golpeado y rechazado hasta sus besos cuando en estos momentos los deseo demasiado, pero no tengo las fuerzas para pedírselo.

—Por favor, dime algo, Britt-Britt.

Cada músculo del cuerpo me duele, pero me las arreglo para estar boca arriba y contemplar su fotografía y ella se acuesta a mi lado y la ve conmigo.

Siempre me ve haciendo lo mismo cuando entra a mi habitación y agradezco no poder alcanzarlas cuando tuve mi fase de ira.

Alguien toca a la puerta y es Quinn.

—¿Cómo está?—le pregunta a Santana.

—Igual.

Mi visión está muy mal, he llorado demasiado que tengo los ojos hinchados y me arden, es por eso que duermo, para no seguir llorando. Y la cabeza, ni hablar del dolor punzante que siento todo el tiempo por no comer, más sí llorar.

Ahora Quinn se acuesta a mi lado.

Las únicas mujeres de mi vida ahora están conmigo y siento que no las merezco.

—¿Recuerdas cuando tuve el accidente?—pregunta Quinn y ve el techo de mi habitación—Ellos supieron todo ese tiempo que tú siempre me acompañabas.

Eso no ayuda en nada y lloro más.

—También me dijeron que no te separaste de mí día y noche mientras estuve en coma.

Lo recuerdo.

Mis padres colapsaron, pero yo no.

Yo me mantenía fuerte para ellos y para cuando Quinn despertara.

—Ellos me dijeron que tú fuiste más valiente que ellos—ahora me ve y llora conmigo—Y que estaban orgullosos de ti.

—¿Lo hicieron?—hasta hablar me duele, pero lo he conseguido.

Eso hace que Quinn sonría y Santana bese mi cabello.

—Ellos me dijeron que no pudieron hacerlo sin ti—continúa sollozando—Tu fuerza les ayudó a tener esperanza—toma mis manos y la besa—Los perdí.

Me veo apretando la mano de Santana con mi mano libre y la otra continúa aferrada también en mi hermana.

—Por favor, no quiero perderte a ti también—llora más fuerte en mi mano—Te necesito, Britty.

Veo la fotografía de mis padres por encima de mí.

Me están sonriendo y ahora cierro mis ojos y les sonrío.

Esta vez no sueño con ellos.

Capitulo 40

Sé que no todo lo puedo reparar.

Las personas no somos objetos que se reparan o arreglan, pero sí podemos sanar y superar, más no olvidar.

Que hoy me levantara de la cama no quiere decir que haya olvidado a mis padres, al contrario, es por ellos que decidí ser la primera en despertar hoy, ducharme y peinar yo misma mi cabello y ver la luz del día.

Santana se sorprendió cuando entró a mi habitación y estaba viéndome al espejo.

—Buenos días—le digo e intento sonreírle.

Para ella es la gloria, porque camina hacia mí y me abraza fuerte hasta que ya mis pies no tocan el suelo.

Esta vez yo busco sus labios y la beso. Le sorprende tanto que no mueve sus manos ni cierra sus ojos.

—Te amo—la abrazo fuerte—Siento que me fui por mucho tiempo.

—Oh, Britt-Britt—ahora me toma y me besa con hambre hasta que caemos a la cama, continúa besándome, hasta que la puerta se abre.

—Oh, mierda—se queja Quinn—Si no estuviera feliz en estos momentos juro por Dios que te golpearía, Santana.

—Britt se siente mejor—me sonríe.

—Eso veo.

Me levanto de la cama y busco ahora los brazos de mi hermana, hace tres días atrás que colapsó en mi cama llorando.

Ver ese dolor en ella me hizo despertar y aceptar en que no todo lo podemos arreglar y no todo está en nuestras manos.

Mis padres fueron desafortunados en ese momento cuando la naturaleza o la ciencia y hasta quizás el destino hicieran que el motor del avión fallara.

Es así como es y aceptarlo no quiere decir que no me duela, ahora me duele más, pero al mismo tiempo siento un peso menos porque estoy feliz de que se fueron sonriéndonos y amándose mutuamente.

—Te amo, Quinn—la abrazo y ella me abraza casi llorando—Perdóname.

—Calla—acaricia mi cabello—Ya estás de nuevo con nosotras.



Siempre dije a mí no me pasará.

Mis padres siempre estarán conmigo y ahora me veo aquí.

Frente a ellos.

—Ni siquiera están sus cuerpos.

Santana y Quinn están conmigo.

Parece que cuando decidimos enterrar a nuestros padres, yo estaba demasiado en trance para darme cuenta de ello y ahora todo es nuevo para mí, pero no puedo llorar, ya no hay llanto, solamente resignación.

—¿Qué vamos a hacer ahora, Quinn?

Quinn toma mi mano y ambas vemos donde descansa la memoria de nuestros padres.

—Seguir adelante como ellos lo hubiesen querido.

—Todo es tan irreal, siento que en cualquier momento ellos llegarán y empezaremos la rutina de siempre, desayuno en las mañanas, ver a mamá en la universidad, regresar a casa y reírnos de lo que nos sucedió en el día.

—Podemos seguir haciéndolo—dice Quinn casi sonriéndome—Todavía somos una familia.

Necesitaba este pequeño cierre, necesitaba despedirme de ellos, pero no de esta forma.

Más sin embargo, algo dentro de mí me dio la fuerza para regresar con las dos mujeres de mi vida y seguir adelante.

No iba a ser nada fácil, pero sabía que no estaba sola.




—Hubiese querido hablar con ellos—susurra Santana en el silencio, hemos permanecido así en el techo de mi habitación, acostadas viendo las estrellas.

—Lo puedes hacer—animo tomando su mano y apretándola muy fuerte—Ellos siempre te escucharán, estoy segura que están allá arriba.

Santana me sonríe, hay algo en esa sonrisa que dice mucho, también la ha pasado mal y eso me lleva a hacer una pregunta que quizás sea de mucho riesgo ahora.

—¿Dónde están tus padres?

Lo que temí, Santana borra la sonrisa de su rostro y vuelve a ver el cielo estrellado.

—Supongo que en Holanda.

—¿Supones?—eso es tan frío y extraño—¿No son unidos?

—Nunca les gustó lo que hacía—se ríe irónica—Hasta que empecé a salir en la televisión y les enviaba un gran cheque cada mes.

Hago un breve silencio porque quiero que continúe, no voy a presionarla, para mí tampoco será fácil hablar de mis padres ahora que ya no están, los padres de Santana están vivos pero es como si no lo estuvieran y creo que eso es peor.

—También querían que dejara a Dani cuando enfermó—aprieta su mandíbula como si esos recuerdos regresaran y veo que todavía la lastiman—Desde ese momento supe que estaba sola.

—No—discrepo y tomo su rostro para verla—No estás sola, Sanny—me inclino hacia ella y la beso.

Ahora siento que mis besos la lastiman porque ha vuelto a recodarla.

Cierro mis ojos y me obligo a insinuar lo que pensé que no haría, quizás para ella no es demasiado tarde todavía.

Pero qué digo, la amo, quiero que esté conmigo, no con ella. Pero tiene todo el derecho de saber si está bien, si se recuperó o si ella la necesita.

No es mi decisión, es la de Santana.

—¿Vas a llamarla?

Santana abre los ojos y siento que ya no respira por lo que acabo de decirle.

—¿Cómo puedes sugerir eso, Britt?

—Porque puedo ver que tus ojos piden a gritos saber de ella.

Santana se sienta y baja su cabeza hacia el techo.

A lo mejor es algo idiota de mi parte o demasiado valiente, pero es lo correcto.

—Sé que ella dijo que llamaría, pero… ¿Cuánto tiempo ha pasado?

Santana no responde, cuando quiero volver a hacer otra pregunta. Su respuesta lo sorprende más a ella que a mí y por primera vez, veo un poco de paz dentro de ella.

—Creo que está sana y simplemente siguió adelante con su vida como yo con la mía.

—¿Tú crees?

Asiente y vuelve a ver el cielo.

—Estoy segura.

Confió en su fe y en su palabra.

Sé que si la llama me lo dirá.

Puedo entender el sacrificio que hizo Dani al alejarse de Santana, pero también puedo entender el dolor que sintió Santana al aceptarlo.

No es justo si Dani regresara, yo he recogido los pedazos que dejó y aunque Santana crea que yo la he salvado, es ella quien está salvándome a mí.

Vuele a acercarse y me sonríe de nuevo.

—¿Dónde está la princesa de hielo que conocí?

Desde que me nombró así sigue haciéndome gracia aunque me mostrara igual de fría, solamente era una capa, como ella lo ha dicho.

—Desapareció cuando volvió a encontrar su corazón—le doy un breve beso y me ve confusa.

—¿Encontrar?

Claro, ella no lo sabe.

—Santana López—pronuncio tímida—Mi corazón saltó desde que te conocí.

—Tenías diez—repasa taciturna—Y yo una idiota… después fui una hija de puta cuando tenías trece.

Me encojo de hombros.

—Sucedió como tenía que suceder.

—Pero te lastimé.

—Pero ahora estás aquí—veo el arrepentimiento. —¿Cómo ibas a saberlo? ¿Cómo iba yo a saber que algún día tú realmente serías para mí?

—Debo confesarte que siempre me gustaste.

Eso me sorprende.

Jamás pensé que se fijaría en mí.

Era demasiado joven, ahora comprendo aquellas cinco palabras.

Lo de ser una niña, era verdad.

—Pero eras la pequeña hermana de mi mejor amiga y yo era una idiota. Quise verte como una hermana también, pero tú me sonreías y esa sonrisa tuya hizo que te deseara aun cuando no debía.

—¿Aun cuando tenías novia?

Dice que sí con la cabeza y muy apenada.

—Es difícil de explicar, pero pasó.

Es la primera vez que amo a alguien, y ahora ella se encuentra amando por segunda vez o quizás todavía sienta algo por Dani.

—¿Crees que…—me detengo.

—¿Qué?

—Nada… olvídalo—cuando intento levantarme para regresar a mi habitación, Santana me lo impide.

—Dímelo.

—Ni siquiera sé cómo hacer la pregunta sin que te enojes o te lastime.

—Solamente hazla.

Suspiro fuerte y quiero ver en sus ojos también la respuesta.

—¿Crees que… algún día me ames como la amaste a ella?

Ahora es Santana que se pone de pie.

Lo sabía, es imposible responder a algo como eso.

Santana ve la decepción en mi rostro y me tiende su mano.

—Ven.

La tomo y ambas estamos de pie, me lleva hasta el interior de mi habitación, las luces están apagadas y solamente la veo a través de la luz de la luna.

—Para explicar lo que uno siente están las palabras—levanta mis brazos y me despoja de mi blusa por encima de mi cabeza—Para explicar cómo lo sentimos están las manos.

—¿Y qué sientes?—susurro cuando ya va por mis vaqueros y los desliza por mis caderas, toca mis tobillos para levantar mis pies y los termina de sacar.

Como si supiera lo que quiero, ahora levanta sus brazos y me incita a que la desnude.

Y eso hago.

Ahora estamos enredadas en nuestros cuerpos.

Ella besándome con hambre y yo dándole lo que le gusta.

Nada es apresurado, nada es triste, solamente siento amor.

Cuando empieza a mover sus caderas de adelante hacia atrás es cuando entiendo lo que quiere decir.

Me está amando de esta manera, es diferente.

Siempre me hace el amor, pero ahora es como si estuviera haciendo el amor por primera vez y amando al mismo tiempo.

—¡Santana!

—Te amo—jadea y quita el cabello de mi rostro para besarme—Te amo como pensé que nunca llegaría a amar.

—Y yo te amo cada día más, Sanny.

—Nunca…Nunca me dejes de amar, Britt…prométemelo.

—¡Oh, Dios!

Cierro mis ojos y me pierdo en ella.

—Necesito… que me lo prometas, Britt-Britt.

—¡Oh, San!

De todas las veces que hemos hecho el amor—que son muchas—jamás había llegado tan dentro de mí de la forma en que lo está haciendo, y no solamente lo digo de la forma carnal, está tocando un punto en mi corazón que pensé que estaba muerto a pesar del tiempo y de tenerla ahora conmigo.

—Te lo prometo—la abrazo y me muevo junto con ella—Nunca te dejaré de amar… nunca lo he hecho.

Y como si no le quedara claro, ahora soy yo la que la toma del rostro y la besa, tomo su cabello entre mis dedos y tiro de ella, sé que le estoy haciendo daño, pero tampoco se queja, estoy fuera de sí y ella también.

Ambas nos estamos dejando algo claro aquí.

Vuelve moverse una última vez y ambas tocamos el cielo.

Respiro grandes bocanadas de aire en su cuello y puedo sentir que también hace lo mismo.

Me ve y me sonríe.

Dios, si supiera lo que hace esa sonrisa y los tiernos hoyuelos que le forman.

Lo cura todo, incluso lo que pensé que no podía sanar.

—Y con este amor te doy las gracias por enseñarme que no sólo una vez se ama en la vida.
 

Capitulo 41

Los días pasaban tan rápidos como lentos, pero cuando despertaba, unos ojos oscuros me sonreían.

Mis días los hacía menos difícil.

Mi mamá era recordaba todo los días en la universidad y en la facultad de psicología, ya estaba orgullosa de ella y esperaba que algún día yo fuera como ella.

Ahora Quinn tenía que encargarse por completo de Pierce Architects, ya hacía un gran trabajo junto con mi papá, pero ahora ya no tendría que viajar tanto como lo hacía él.

Y esa razón era yo.

No quería dejarme sola en ningún momento y la podía entender, yo tampoco quería eso.

Pero ahora debo admitir algo, ha pasado dos meses desde que mis padres murieron, hace más de cinco meses que Santana está en nuestra casa, pero cada día que pasa veo que está inquieta.

Sé que extraña correr y también sé que espera esa llamada.

Además he visto cambios en mi cuerpo que están empezando a alarmarme, y aunque mi periodo ha estado regular, no siempre puedo confiarme y siento que ahora que lo considero, es un poco tarde.

Quizás este enferma, pero la verdad pienso en otra cosa.

—¿Dónde está San?—pregunto a Quinn que está tomando café en el jardín.

—Salió un poco temprano hoy.

Siempre me dice lo que hará un día antes, se ha vuelto como una rutina y además la semana pasada visitamos el centro de niños especiales, y volvió a llevar más juguetes, además de que no me dejó pagar nada en absoluto.

Veo a Quinn y a juzgar por su cara, está demasiado nerviosa esta mañana.

—¿Qué sucede contigo?—me burlo—Parece que estuvieras esperando una gran noticia.

No se ríe, se ha puesto colorada y solamente hay una persona por la cual ella debería de estar así.

—Estoy embarazada está embarazada.

Me he atragantado con mi café y además Quinn ahora está más pálida que nunca.

—¡¿Qué?!—pregunto histérica—Como que estás embarazada… pero… pero.

Bueno, no es que sean unas niñas, tanto como Rachel y Santana han estado mucho tiempo por aquí, si saben a lo que me refiero.

Y la idea de que las cuatro formemos una familia se hace mayor en mi mente.

—¿Qué van a hacer?

Ahora me sonríe y quiero echarme a llorar.

—No pensamos que el tratamiento funcionaria tan rápido, pero lo hizo. Voy a pedirle que se case conmigo esta misma noche.

Me levanto de mi silla y la abrazo fuerte.

Ahora Quinn también llora, es de felicidad pero también de tristeza.

Nuestros padres no están aquí.

—¿Crees que es muy pronto?

—Por supuesto que no—limpio sus lágrimas—Es perfecto, además no tienen otra opción, papá y mamá hubiesen querido que hicieras lo correcto.

—Estaba tan nervioso de tu reacción.

Oh, Quinn. Sé lo que estás pensando.

—No quiero dejarte sola, Britty.

—Estoy con San—contradigo enseguida, no quiero que mi hermana deje sus sueños a un lado por cuidar de mí, yo puedo cuidar de mí ahora y también hay alguien que lo hace—Y siempre te tendré a ti.

—Te amo—me abraza y también le digo que la amo.

Me cuenta sobre cómo será su propuesta y mi hermana no podría ser más romántica.

Estoy orgullosa de ella.

Será mamá a sus veintiocho años, creo que ya era tiempo de que sucediera y qué mejor que con la chica de sus sueños.




Era fin de semana, por lo que no tenía nada que hacer, llamé a Santana y respondió que estaba camino a casa, no quise preguntarle dónde estaba, ya se lo preguntaría cuando viniera.

La cena estaba lista, pero esta noche sólo cenaríamos ella y yo, por lo que decidí preparar algo en el jardín y además necesitaba tener una conversación no tan ajena a la que tuve con mi hermana hoy en la mañana.

Termino de poner la mesa cuando siento que alguien me abraza por detrás.

—Te extrañé cuando desperté—dejo caer la cabeza hacia atrás y besa mi cuello.

—Lo siento—se disculpa—Tengo una sorpresa para ti.

Me giro para verla y me sonríe un poco tímida.

—¿Qué sorpresa?

—Primero vamos a comer—mira todo a su alrededor y mi cuerpo—Dos veces.

Me sonrojo.

Y así como sugirió, comimos en el jardín, había preparado pollo y verduras, en todo este tiempo me daba cuenta que le encantaba mi comida y además mi nutritivo pollo con verduras, por lo que para mí era un honor ver esa sonrisa mientras llevaba la comida a su boca.

Después de nuestra velada romántica, si ella tenía una sorpresa para mí, era el mejor momento para hablar de lo que tanto me tenía inquieta.

Mientras estamos en su cama, después de haber alimentado ahora nuestro deseo.

Tengo miedo de empezar la conversación por lo que ella se adelanta con su sorpresa.

Se levanta de la cama y me entrega un folleto, más que sorpresa es una gran noticia.



Intento sonreír porque ella se ve muy entusiasmada, pero fallo cuando Santana frunce el cejo y se da cuenta de lo asombrada que estoy.

—Britt-Britt—toma mi rostro decaído—No es lo que estás pensando.

—¿Ah, no?

—No—me besa—No voy a irme, la carrera es aquí en Toronto.

Ahora el aire ha regresado a mis pulmones y me lanzo en sus brazos.

—Pensé que te irías—confieso—Estoy tan feliz por ti.

—¿En serio?—pregunta como si es la primera vez que alguien le dijera eso cuando se enlista en una carrera.

—Sí, Sanny—acaricio su bello y ya no tan duro rostro—Eres la mejor.

Para ella mis palabras es lo que necesitaba escuchar y ahora es ella quien se lanza en mi brazos.

—Voy a ganar por ti.

Me rio.

—Ya eres una campeona.

—Pero ahora sabré que la mujer que amo estará orgullosa de mí.

Eso me pone triste.

¿Acaso Dani no lo estaba?

Y como si Santana leyera mi mente:

—Sí, Britt—asiente—Solamente tú.

Volvimos a hacer el amor.

Después me explicó en qué constaba la carrera. Su representante le había dicho sobre la carrera, era una muy importante y necesitaba volver al ruedo.

Cuando le pregunté quién era su representante, dijo que era un viejo amigo. No quise indagar más, lo importante era no borrar esa sonrisa de su rostro.

—Hay algo de lo que quería hablarte—rompo el silencio.

—Te escucho.

Oh, diablos. No sé por dónde empezar.

—¿Sabes lo de Quinn?—pregunto primero para que sepa hasta donde quiero llegar.

—Sí—se ríe—Estoy muy feliz por ellas.

Eso es bueno.

—¿Alguna vez… tú has pensando en el futuro?

Como lo presentí, ha dejado de respirar.

—Explícate.

—Tú y yo… una…familia.

Cuando pienso que va a salir corriendo, me sorprende que se apoye en un codo y repase mi rostro y el resto de mi cuerpo desnudo.

—¿Quieres tener hijos ah…—veo que aclara su garganta—¿Ahora?

—No lo sé…, es decir,—interrumpo enseguida—Mi periodo está retrasado y… No sé, me dio a pensar cuando no llega es porque podemos estar embarazadas, cuando nos acostamos con un chico claro, pero pensar que podríamos ser mamás.

—¡Cielos, Britt!—me asusto cuando se pone de pie—¿Y me lo dices hasta ahora? ¿Cuánto tiempo tienes esa idea?

—Hace… hace unas semanas—tartamudeo nerviosa.

—Pensé que querías terminar tus estudios—señala y veo a la idiota de antes aparecer.

—Claro que los quiero terminar, pero eso no significa nada—ahora soy yo la que se levanta de la cama y la señala—Te recuerdo que puedo ser mamá y estudiar a la vez, muchas mujeres lo hacen así.

—Ya lo sé, Britt-Britt—enseguida regresa a mí y siento su abrazo—Es sólo que, ni siquiera has terminado tu carrera y además yo…

—¿Tú qué?

—Nada—cuando se aleja la detengo del brazo—¿Tú qué, San?

—Yo no estoy preparada para ser mamá ahora.

Eso me cae como balde de agua fría.

Por supuesto que no está preparada y más si está en lo mejor de su carrera.

De todas maneras tengo que saber si estará conmigo en esto y la única forma de saberlo es:

—¿Y qué pasa si quiero ser mamá?—ataco con preguntas—¿Te vas a quedar conmigo o vas a huir?

—Jamás huiría, Britt.

La rapidez con la que responde es algo bueno, al menos no saldrá corriendo, pero tampoco quiero que sea una infeliz que se quede conmigo por compromiso, quiero que lo desee tanto como yo.

Porque aunque no esté preparada es con ella que quiero pasar el resto de mi vida.

—Mañana iré al médico, tengo que hacerme los exámenes de revisión.

—¿Quieres que te acompañe? Podría hacerme los míos también—se ofrece enseguida.

—No sé si estás preparada—contraataco y cierra sus ojos con dolor.

Levanto mi ropa del suelo y entro al baño.

No estoy enfadada, estoy dolida por su seca reacción ante una situación así.

Puede estar feliz de que le pase a otras personas, pero no puede estar feliz de que algo así le pase a ella.

Cuando salgo, ella también ya se ha puesto su ropa interior, por la luz de la luna que entra por la ventana veo que tiene tensado cada uno de sus músculos.

Levanta la mirada y me ve.

Yo no digo nada, y tampoco pienso quedarme, no me siento bien en estos momentos.

Pensé que queríamos las mismas cosas.