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Fanfic Brittana "una isla para dos"
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MAYLU
andrenina89
maraj
iFannyGleek
micky morales
monica.santander
Caritovega
12 participantes
Página 9 de 10.
Página 9 de 10. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
espero q se recupere en el proximo capitulo y vea lo valioso que hizo san ir en busca de ella hasta encontrarla
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
hola,..
nueva lectora,..
me gusto la historia,..
espero que britt se mejore y puedan arreglar las cosas,...
nos vemos!!
nueva lectora,..
me gusto la historia,..
espero que britt se mejore y puedan arreglar las cosas,...
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
espero tantas cosas de esta historia pero sobre todo saber que motivo a brittany a vender todo y largarse al otro lado del mundo a morir como una mugrienta en una casa abandonada!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
Hola!!! yo dije que Britt estaba enferma!!!
Veremos que pasara!!
Saludos
Veremos que pasara!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
Hola bienvenida, que bueno que leas mi adaptación!! Saludos3:) escribió:hola,..
nueva lectora,..
me gusto la historia,..
espero que britt se mejore y puedan arreglar las cosas,...
nos vemos!!
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
en esta historia todo puede pasar ya muy pronto entederas por hizo lo que hizo.micky morales escribió:espero tantas cosas de esta historia pero sobre todo saber que motivo a brittany a vender todo y largarse al otro lado del mundo a morir como una mugrienta en una casa abandonada!!!!
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
Tu le atinaste saludos =Dmonica.santander escribió:Hola!!! yo dije que Britt estaba enferma!!!
Veremos que pasara!!
Saludos
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
CAPÍTULO 30
Por la noche tenía poco sueño. Hanna y
Emily, apoyadas más tarde por Stavros,
trataron por todos los medios de distraerme de
mis sombrías ideas. Pero yo sólo tenía en mi
pensamiento el rostro de Brittany, que iba
palideciendo más y más hasta transparentarse
y desaparecer. Mi mente quería prepararse
para su muerte, pero el corazón estaba en
contra y volvía a ver de nuevo su rostro ante
mí.
Me sentí satisfecha cuando por fin
amaneció y pude levantarme.
Fuimos caminando al hospital, porque
quedaba cerca. Al llegar sentí de nuevo que
me temblaban las rodillas, pues no sabía lo
que nos esperaba allí.
—No te preocupes. —Hanna y Emily me
pusieron entre ellas e intentaron animarme.
Yo sabía que ellas no podían quitarme la
preocupación, pero su apoyo me sirvió de
ayuda para soportar aquellos instantes.
La enfermera que nos acompañó a la
unidad de cuidados intensivos informó a
Hanna sobre el estado de Brittany.
—Se ha despertado esta mañana —dijo
Hanna y me sonrió—. Ahora se ha vuelto a
dormir, pero incluso ha bebido algo. Como es
lógico, todavía está muy débil, pero mejora a
medida que pasa el tiempo.
«Oh, Dios.» Casi se me doblaron las
piernas. Una sensación de alivio recorrió mi
cuerpo como una ola benefactora, cargada de
felicidad.
—Es una buena noticia. —Emily miraba a
Hanna.
—Sí. —Hanna sonrió—. Creo que a partir
de ahora ya no debemos preocuparnos más.
Entramos juntas en la habitación de
Brittany y me pareció que su estado no había
cambiado en nada, tan sólo sus mejillas daban
hoy la sensación de tener un tono más rosado
que pálido. Al acercarme a la cama noté,
además, que su respiración era más fuerte. Fui
a darme la vuelta para coger una silla cuando
advertí un revoloteo en sus párpados. No
consiguió abrirlos del todo pero era evidente
que lo intentaba.
—Brittany… —susurré. No pude
pronunciar más que aquel susurro—.
Brittany…
Se formó una leve rendija entre sus
párpados y se volvió a cerrar otra vez. Un
segundo intento resultó mejor y, por fin, al
tercer intento pude reconocer el color de sus
ojos.
—Brittany… —susurré de nuevo, pero esta
vez formé una sonrisa con la comisura de mis
labios.
—Tú…, ¿qué…? —dijo y volvió a cerrar
los ojos.
—¿Quieres beber algo? —pregunté,
mientras miraba alrededor en busca de un
recipiente adecuado.
—Agua —dijo ella con un hilo de voz y sin
volver a abrir los ojos.
Alcancé el vaso que estaba en la mesilla, al
lado de la cama. Metí en él una pajita para
beber. Los dedos de Brittany estaban tan
débiles que no podían sujetar el vaso; lo tuve
que hacer yo por ella.
Bebió un trago y se dejó caer sobre la
almohada, agotada, pero ahora sí abrió los
ojos.
—¿Qué…? ¿Dónde…? —Parecía estar
muy confusa.
—Estás en un hospital. En Atenas —le
informé.
—Atenas —repitió con tono incrédulo.
—Sí. Ayer te trajo un helicóptero. Te
encontramos en la isla. —Seguro que no se
acordaba de nada.
—La isla —repitió de nuevo.
Quizá debería haberle preguntado el motivo
por el que estaba allí y en aquel estado, pero
ahora me pareció algo prematuro.
—No te encontrabas nada bien —dije con
cautela—. Y por eso te trajimos al hospital.
—No me encontraba nada bien —repitió
otra vez, como si quisiera reunir primero las
piezas del puzzle para luego poder armarlo.
Ahora no tenían ningún significado para ella.
—¿Qué…? —Me miró—. ¿Qué haces tú
aquí? ¿Cómo has venido?
Era evidente que se recuperaba.
—Estaba preocupada por ti —contesté—.
Y por eso vine a buscarte.
—Y de hecho me has encontrado —dijo,
como si no se alegrara por eso.
—Yo…, Brittany…, por favor… Primero
tienes que curarte. Luego podremos hablar de
todo —contesté—. Déjanos ahora que
pensemos tan sólo en tu recuperación.
Ella volvió la cabeza.
—No puede ser —dijo.
—¿Por qué no? —inquirí.
—No lo entiendes —contestó y volvió de
nuevo la cabeza, ahora hacia mí—. No quiero
que estés aquí.
Tragué saliva. Yo sospechaba algo así, pero
no quería darme por vencida. Ella se sentía
débil y exhausta, y puede que no supiera lo
que decía. Sentí un escalofrío en mi corazón.
—¿Por qué no? —pregunté, con voz
apenas audible.
—¿Qué haces aquí? —inquirió a su vez. Un
instante antes parecía estar tensa, pero ahora
se mostraba otra vez agotada.
No estaba en condiciones de pelear, así que
yo tenía ahora mi oportunidad.
—Tanto en los buenos como en los malos
tiempos. ¿No se dice así? —Sonreí con
lágrimas en los ojos.
Ella hizo un movimiento brusco, como si
reprimiera un repentino dolor.
—No quiero que veas esto —susurró.
—Ya sé que no quieres tener deudas
conmigo —contesté con cierto tono jocoso,
pero ella me miró muy seria. No lo
consideraba ninguna broma.
—Sí —confirmó con voz débil.
Brittany hubiera seguido discutiendo, pero
le venció la debilidad. Era incorregible. Incluso
en su estado…
—Ahora que estás aquí, ya verás lo rápido
que te curas —dije.
Me miró, pero no dijo nada.
—Stavros me ha prometido que se va a
ocupar en persona de ella —dijo Hanna,
mientras yo retrocedía.
Brittany, al parecer, no se había dado
cuenta de que había alguien más en la
habitación, que yo no estaba sola. Pareció
sorprendida.
—Es Hanna —le informé—. Nos ha
ayudado, a Emily y a mí. Sin ella lo más
probable es que no te hubiéramos encontrado.
—Spyros nos ha contado que te habías ido
sin llevarte apenas víveres —dijo Hanna.
—Sí…, yo…, yo quería pescar algo para
abastecerme de comida —contestó,
fatigosamente.
—¿Y los peces no querían lo mismo que
tú? —bromeó Hanna.
—Yo…, yo… Luego ya hubo un momento
en que me encontré muy débil. —La voz de
Brittany se apagó. Pareció que volvía a
dormirse.
Emily cogió mi brazo y se enganchó a él.
Miró hacia la cama en la que Brittany yacía
reposadamente.
—¿Qué, estás ya tranquila? —preguntó en
voz baja—. La hemos encontrado, está con
vida y descansa. No se puede pedir más.
Respiré hondo.
—Puede que no —contesté.
Emily me miró con un gesto de simpatía.
—Todo ha cambiado —dijo—. Ella no
puede continuar donde lo dejó. Debéis hablar
entre vosotras, aclarar lo que haya que poner
en claro. Luego todo volverá a ir bien.
Aclarar lo que haya que poner en claro, lo
que eso pudiera significar. Brittany no me lo
había dicho.
—Si quieres, te puedes quedar aquí todo el
día —me dijo Hanna—, pero también os
puedo proponer una visita a la ciudad. No me
espera nadie en Atenas.
—¡Oh, sí! —Los ojos de Emily brillaron—.
Sería maravilloso.
Moví la cabeza en señal de negación.
—Me quedo aquí —dije—. A lo mejor se
despierta otra vez y…
—Lo más probable es que necesite dormir
mucho y que no se vaya a despertar dentro de
poco —contestó Hanna—, pero entiendo que
quieras quedarte. —Se volvió hacia Emily—.
Entonces vamos a dar una vuelta por la ciudad
las dos solas. —Se echó a reír.
Mientras salían de la habitación, acerqué de
nuevo mi silla a la cama y me senté junto a
Brittany. Su mano, pequeña y transparente
como el cristal, reposaba sobre la sábana. Yo
era capaz de reconocer todas y cada una de
sus venas. Tomé su mano y la estreché con
mimo, la acerqué a mi cara y deposité un beso
en ella.
—Brittany —susurré—, mi amor.
De momento era todo lo que yo quería,
pero sentía miedo de lo que ocurriría cuando
se restableciera por completo. Ahora ella no
podía elegir pero, más tarde, ¿me volvería a
echar? Yo no lo sabía, como tampoco sabía
por qué lo había hecho la última vez.
Los días se sucedieron y Brittany
recuperaba las fuerzas poco a poco. Sólo
hablábamos de su convalecencia y de ninguna
otra cosa más. Hanna y Emily volvían muy
complacidas de sus constantes excursiones.
Una tarde, después de salir de la clínica, nos
sentamos en un pequeño restaurante de la
esquina. Estábamos con Stavros y aquel local
se había convertido prácticamente en su
segunda vivienda, pues él no cocinaba nada en
su casa. Stavros y Hanna mantuvieron una
conversación en griego.
Emily y yo no entendíamos ni una palabra,
pero Emily observaba atenta a Hanna.
—¿Qué es lo que ocurre de verdad entre
vosotras cuando estáis solas? —le pregunté,
inmiscuyéndome en sus reflexiones.
Ella se sobresaltó.
—¿Qué…, qué quieres que pase? —
preguntó a su vez con expresión de
culpabilidad.
Puse un tono de satisfacción.
—Habéis estado mucho tiempo por ahí
juntas.
—Hanna me enseña la ciudad —dijo, pero
en su rostro apareció un ligero rubor.
—¿Sólo la ciudad? —inquirí de nuevo, con
el mismo tono de satisfacción.
—Bueno, nosotras…, nos hemos besado —
susurró y me miró—. Santana, han sido los
besos más hermosos de toda mi vida. Nunca
tengo bastante.
Sonreí con ironía.
—Si Hanna está de acuerdo con eso, estoy
segura de que podrás conseguir tantos como
quieras —dije con aire convencido.
—Pero yo… —se interrumpió—. A ver si
me entiendes, es igual que me ocurría con
Alisson —continuó—. Yo no tenía un
momento para pensar en eso y ya se había
pasado.
—Y ahora tienes miedo de que la cosa
acabe igual que con Alisson. —Me puse seria.
—Sí —contestó, con un temblor en la voz
—. Hanna es muy distinta. No tiene nada que
ver con Alisson, más bien todo lo contrario,
pero las cosas han ido tan rápidas…
—Que vayan rápido no quiere decir que
vayan mal —respondí—. ¿O acaso no crees
en el amor a primera vista?
—Por supuesto que sí, al cien por cien —
dijo ella, en un tono infeliz—. Pero también lo
pensé con Alisson y… aquello no era amor.
—Pero Hanna —miré hacia donde estaban
los otros dos, de los que parecíamos habernos
olvidado por completo— es una de las
personas más simpáticas y amables que yo
haya conocido nunca. No te va a dejar en la
estacada. Nos ha ayudado incluso cuando
éramos unas extrañas para ella. Es como un
sueño, la mejor base para una relación.
—Sí. —Emily miró en dirección a Hanna y
en su rostro se dibujó una sonrisa de felicidad
—. Es como un sueño.
—¿Y sólo os habéis besado? —pregunté,
para tomarle el pelo.
Me miró escandalizada.
—¿Crees que te mentiría?
—Emily —dije, mientras acariciaba
suavemente su brazo—, me alegro por ti. Es
tan bonito que os hayáis podido conocer… —
Eso era algo que no se podía decir, por cierto,
con respecto a Brittany y a mí…
Suspiré.
—Brittany se avendrá a razones. —Ahora
era Emily la que me consolaba a mí—. No es
como Alisson. De ella no se sabía lo que se
podía esperar. Fue un error por mi parte. Pero
Brittany es…, es una mujer madura y sabe lo
que hace.
—Eso es lo que yo he pensado durante
mucho tiempo. —Arrugué la frente—.
Pero…, desde que nos vemos todos los días
en el hospital, es como si, de repente, se
hubieran dejado de lado ciertas cosas. Sólo
charlamos de lo más cotidiano. —Sonreí—.
¡Del tiempo que hace!
—Está todavía muy débil. Apenas acaba de
escapar de la muerte —respondió—. Quizás
está demasiado asustada y no puede pensar en
otra cosa. Tal vez le asaltan recuerdos que le
dan miedo. Debes tener paciencia. —Me miró
—. ¿No te ha dicho nada de lo que ocurrió?
—No. —Agité la cabeza—. Se lo guarda
para ella. No me atrevo a hacer preguntas
porque evita el tema.
—Es más seguro hablar del tiempo… —
comenzó a decir Emily, pero Hanna la
interrumpió.
—¿Santana? —preguntó—. ¿Seguía Brittany
algún tratamiento médico en Alemania?
La miré con extrañeza.
—No, que yo sepa no.
«¿Y yo qué sé?», pensé. Si ya había
comprobado que Brittany pudo haber tenido
docenas de amantes sin que yo lo supiera,
¿por qué debería tener conocimiento acerca de
una posible consulta médica?
—¿No ha ido nunca a una clínica o algo
parecido? —insistió Hanna.
—No tengo ni idea. En todo caso, desde
que yo la conozco, no. —Mi asombro iba en
aumento.
—Ya. —Hanna miró a Stavros y le dijo
algo. La expresión de su rostro mostraba
preocupación.
—¿Qué pasa? —inquirí, alarmada—. ¿Está
enferma y tan débil que casi se muere?
—Stavros y sus colegas no lo saben —
respondió ella—. Pero les parece extraño que
todavía no pueda andar. Ya hace tiempo que
debería haberse levantado.
—¿Está… paralítica? —susurré con una
voz que era un soplo. Sentí como si una mano
helada me oprimiera el corazón.
—Piensan investigar una posible lesión en la
médula espinal —contestó—. Hasta ahora no
se lo habían planteado.
—¿Se va a… quedar en una silla de ruedas?
—pregunté, horrorizada.
—Es probable que sólo se trate de una
reacción asociada a la convalecencia —dijo
para tranquilizarme—. Es lo que piensan los
médicos, pero quieren cerciorarse.
Stavros dijo algo y Hanna asintió con la
cabeza y se volvió de nuevo hacia mí.
—Dice que no debes preocuparte. No
saben bien lo que es, pero piensan que no se
trata de nada grave. Es sólo… —sonrió
levemente—. Los médicos siempre quieren
saberlo todo de una forma muy precisa.
Stavros hizo otro comentario y Hanna lo
tradujo para nosotras.
—Mañana por la mañana quieren hacerle
un reconocimiento a Brittany.
********************************************************************
Aquí les dejo el capítulo de hoy, valla ahora Brittany esta paralitica pero porque
sera ? tendrán que leer mañana el cap, puede que por fin se enteren de porque Britt huyo y no quiere que la amen.
Por la noche tenía poco sueño. Hanna y
Emily, apoyadas más tarde por Stavros,
trataron por todos los medios de distraerme de
mis sombrías ideas. Pero yo sólo tenía en mi
pensamiento el rostro de Brittany, que iba
palideciendo más y más hasta transparentarse
y desaparecer. Mi mente quería prepararse
para su muerte, pero el corazón estaba en
contra y volvía a ver de nuevo su rostro ante
mí.
Me sentí satisfecha cuando por fin
amaneció y pude levantarme.
Fuimos caminando al hospital, porque
quedaba cerca. Al llegar sentí de nuevo que
me temblaban las rodillas, pues no sabía lo
que nos esperaba allí.
—No te preocupes. —Hanna y Emily me
pusieron entre ellas e intentaron animarme.
Yo sabía que ellas no podían quitarme la
preocupación, pero su apoyo me sirvió de
ayuda para soportar aquellos instantes.
La enfermera que nos acompañó a la
unidad de cuidados intensivos informó a
Hanna sobre el estado de Brittany.
—Se ha despertado esta mañana —dijo
Hanna y me sonrió—. Ahora se ha vuelto a
dormir, pero incluso ha bebido algo. Como es
lógico, todavía está muy débil, pero mejora a
medida que pasa el tiempo.
«Oh, Dios.» Casi se me doblaron las
piernas. Una sensación de alivio recorrió mi
cuerpo como una ola benefactora, cargada de
felicidad.
—Es una buena noticia. —Emily miraba a
Hanna.
—Sí. —Hanna sonrió—. Creo que a partir
de ahora ya no debemos preocuparnos más.
Entramos juntas en la habitación de
Brittany y me pareció que su estado no había
cambiado en nada, tan sólo sus mejillas daban
hoy la sensación de tener un tono más rosado
que pálido. Al acercarme a la cama noté,
además, que su respiración era más fuerte. Fui
a darme la vuelta para coger una silla cuando
advertí un revoloteo en sus párpados. No
consiguió abrirlos del todo pero era evidente
que lo intentaba.
—Brittany… —susurré. No pude
pronunciar más que aquel susurro—.
Brittany…
Se formó una leve rendija entre sus
párpados y se volvió a cerrar otra vez. Un
segundo intento resultó mejor y, por fin, al
tercer intento pude reconocer el color de sus
ojos.
—Brittany… —susurré de nuevo, pero esta
vez formé una sonrisa con la comisura de mis
labios.
—Tú…, ¿qué…? —dijo y volvió a cerrar
los ojos.
—¿Quieres beber algo? —pregunté,
mientras miraba alrededor en busca de un
recipiente adecuado.
—Agua —dijo ella con un hilo de voz y sin
volver a abrir los ojos.
Alcancé el vaso que estaba en la mesilla, al
lado de la cama. Metí en él una pajita para
beber. Los dedos de Brittany estaban tan
débiles que no podían sujetar el vaso; lo tuve
que hacer yo por ella.
Bebió un trago y se dejó caer sobre la
almohada, agotada, pero ahora sí abrió los
ojos.
—¿Qué…? ¿Dónde…? —Parecía estar
muy confusa.
—Estás en un hospital. En Atenas —le
informé.
—Atenas —repitió con tono incrédulo.
—Sí. Ayer te trajo un helicóptero. Te
encontramos en la isla. —Seguro que no se
acordaba de nada.
—La isla —repitió de nuevo.
Quizá debería haberle preguntado el motivo
por el que estaba allí y en aquel estado, pero
ahora me pareció algo prematuro.
—No te encontrabas nada bien —dije con
cautela—. Y por eso te trajimos al hospital.
—No me encontraba nada bien —repitió
otra vez, como si quisiera reunir primero las
piezas del puzzle para luego poder armarlo.
Ahora no tenían ningún significado para ella.
—¿Qué…? —Me miró—. ¿Qué haces tú
aquí? ¿Cómo has venido?
Era evidente que se recuperaba.
—Estaba preocupada por ti —contesté—.
Y por eso vine a buscarte.
—Y de hecho me has encontrado —dijo,
como si no se alegrara por eso.
—Yo…, Brittany…, por favor… Primero
tienes que curarte. Luego podremos hablar de
todo —contesté—. Déjanos ahora que
pensemos tan sólo en tu recuperación.
Ella volvió la cabeza.
—No puede ser —dijo.
—¿Por qué no? —inquirí.
—No lo entiendes —contestó y volvió de
nuevo la cabeza, ahora hacia mí—. No quiero
que estés aquí.
Tragué saliva. Yo sospechaba algo así, pero
no quería darme por vencida. Ella se sentía
débil y exhausta, y puede que no supiera lo
que decía. Sentí un escalofrío en mi corazón.
—¿Por qué no? —pregunté, con voz
apenas audible.
—¿Qué haces aquí? —inquirió a su vez. Un
instante antes parecía estar tensa, pero ahora
se mostraba otra vez agotada.
No estaba en condiciones de pelear, así que
yo tenía ahora mi oportunidad.
—Tanto en los buenos como en los malos
tiempos. ¿No se dice así? —Sonreí con
lágrimas en los ojos.
Ella hizo un movimiento brusco, como si
reprimiera un repentino dolor.
—No quiero que veas esto —susurró.
—Ya sé que no quieres tener deudas
conmigo —contesté con cierto tono jocoso,
pero ella me miró muy seria. No lo
consideraba ninguna broma.
—Sí —confirmó con voz débil.
Brittany hubiera seguido discutiendo, pero
le venció la debilidad. Era incorregible. Incluso
en su estado…
—Ahora que estás aquí, ya verás lo rápido
que te curas —dije.
Me miró, pero no dijo nada.
—Stavros me ha prometido que se va a
ocupar en persona de ella —dijo Hanna,
mientras yo retrocedía.
Brittany, al parecer, no se había dado
cuenta de que había alguien más en la
habitación, que yo no estaba sola. Pareció
sorprendida.
—Es Hanna —le informé—. Nos ha
ayudado, a Emily y a mí. Sin ella lo más
probable es que no te hubiéramos encontrado.
—Spyros nos ha contado que te habías ido
sin llevarte apenas víveres —dijo Hanna.
—Sí…, yo…, yo quería pescar algo para
abastecerme de comida —contestó,
fatigosamente.
—¿Y los peces no querían lo mismo que
tú? —bromeó Hanna.
—Yo…, yo… Luego ya hubo un momento
en que me encontré muy débil. —La voz de
Brittany se apagó. Pareció que volvía a
dormirse.
Emily cogió mi brazo y se enganchó a él.
Miró hacia la cama en la que Brittany yacía
reposadamente.
—¿Qué, estás ya tranquila? —preguntó en
voz baja—. La hemos encontrado, está con
vida y descansa. No se puede pedir más.
Respiré hondo.
—Puede que no —contesté.
Emily me miró con un gesto de simpatía.
—Todo ha cambiado —dijo—. Ella no
puede continuar donde lo dejó. Debéis hablar
entre vosotras, aclarar lo que haya que poner
en claro. Luego todo volverá a ir bien.
Aclarar lo que haya que poner en claro, lo
que eso pudiera significar. Brittany no me lo
había dicho.
—Si quieres, te puedes quedar aquí todo el
día —me dijo Hanna—, pero también os
puedo proponer una visita a la ciudad. No me
espera nadie en Atenas.
—¡Oh, sí! —Los ojos de Emily brillaron—.
Sería maravilloso.
Moví la cabeza en señal de negación.
—Me quedo aquí —dije—. A lo mejor se
despierta otra vez y…
—Lo más probable es que necesite dormir
mucho y que no se vaya a despertar dentro de
poco —contestó Hanna—, pero entiendo que
quieras quedarte. —Se volvió hacia Emily—.
Entonces vamos a dar una vuelta por la ciudad
las dos solas. —Se echó a reír.
Mientras salían de la habitación, acerqué de
nuevo mi silla a la cama y me senté junto a
Brittany. Su mano, pequeña y transparente
como el cristal, reposaba sobre la sábana. Yo
era capaz de reconocer todas y cada una de
sus venas. Tomé su mano y la estreché con
mimo, la acerqué a mi cara y deposité un beso
en ella.
—Brittany —susurré—, mi amor.
De momento era todo lo que yo quería,
pero sentía miedo de lo que ocurriría cuando
se restableciera por completo. Ahora ella no
podía elegir pero, más tarde, ¿me volvería a
echar? Yo no lo sabía, como tampoco sabía
por qué lo había hecho la última vez.
Los días se sucedieron y Brittany
recuperaba las fuerzas poco a poco. Sólo
hablábamos de su convalecencia y de ninguna
otra cosa más. Hanna y Emily volvían muy
complacidas de sus constantes excursiones.
Una tarde, después de salir de la clínica, nos
sentamos en un pequeño restaurante de la
esquina. Estábamos con Stavros y aquel local
se había convertido prácticamente en su
segunda vivienda, pues él no cocinaba nada en
su casa. Stavros y Hanna mantuvieron una
conversación en griego.
Emily y yo no entendíamos ni una palabra,
pero Emily observaba atenta a Hanna.
—¿Qué es lo que ocurre de verdad entre
vosotras cuando estáis solas? —le pregunté,
inmiscuyéndome en sus reflexiones.
Ella se sobresaltó.
—¿Qué…, qué quieres que pase? —
preguntó a su vez con expresión de
culpabilidad.
Puse un tono de satisfacción.
—Habéis estado mucho tiempo por ahí
juntas.
—Hanna me enseña la ciudad —dijo, pero
en su rostro apareció un ligero rubor.
—¿Sólo la ciudad? —inquirí de nuevo, con
el mismo tono de satisfacción.
—Bueno, nosotras…, nos hemos besado —
susurró y me miró—. Santana, han sido los
besos más hermosos de toda mi vida. Nunca
tengo bastante.
Sonreí con ironía.
—Si Hanna está de acuerdo con eso, estoy
segura de que podrás conseguir tantos como
quieras —dije con aire convencido.
—Pero yo… —se interrumpió—. A ver si
me entiendes, es igual que me ocurría con
Alisson —continuó—. Yo no tenía un
momento para pensar en eso y ya se había
pasado.
—Y ahora tienes miedo de que la cosa
acabe igual que con Alisson. —Me puse seria.
—Sí —contestó, con un temblor en la voz
—. Hanna es muy distinta. No tiene nada que
ver con Alisson, más bien todo lo contrario,
pero las cosas han ido tan rápidas…
—Que vayan rápido no quiere decir que
vayan mal —respondí—. ¿O acaso no crees
en el amor a primera vista?
—Por supuesto que sí, al cien por cien —
dijo ella, en un tono infeliz—. Pero también lo
pensé con Alisson y… aquello no era amor.
—Pero Hanna —miré hacia donde estaban
los otros dos, de los que parecíamos habernos
olvidado por completo— es una de las
personas más simpáticas y amables que yo
haya conocido nunca. No te va a dejar en la
estacada. Nos ha ayudado incluso cuando
éramos unas extrañas para ella. Es como un
sueño, la mejor base para una relación.
—Sí. —Emily miró en dirección a Hanna y
en su rostro se dibujó una sonrisa de felicidad
—. Es como un sueño.
—¿Y sólo os habéis besado? —pregunté,
para tomarle el pelo.
Me miró escandalizada.
—¿Crees que te mentiría?
—Emily —dije, mientras acariciaba
suavemente su brazo—, me alegro por ti. Es
tan bonito que os hayáis podido conocer… —
Eso era algo que no se podía decir, por cierto,
con respecto a Brittany y a mí…
Suspiré.
—Brittany se avendrá a razones. —Ahora
era Emily la que me consolaba a mí—. No es
como Alisson. De ella no se sabía lo que se
podía esperar. Fue un error por mi parte. Pero
Brittany es…, es una mujer madura y sabe lo
que hace.
—Eso es lo que yo he pensado durante
mucho tiempo. —Arrugué la frente—.
Pero…, desde que nos vemos todos los días
en el hospital, es como si, de repente, se
hubieran dejado de lado ciertas cosas. Sólo
charlamos de lo más cotidiano. —Sonreí—.
¡Del tiempo que hace!
—Está todavía muy débil. Apenas acaba de
escapar de la muerte —respondió—. Quizás
está demasiado asustada y no puede pensar en
otra cosa. Tal vez le asaltan recuerdos que le
dan miedo. Debes tener paciencia. —Me miró
—. ¿No te ha dicho nada de lo que ocurrió?
—No. —Agité la cabeza—. Se lo guarda
para ella. No me atrevo a hacer preguntas
porque evita el tema.
—Es más seguro hablar del tiempo… —
comenzó a decir Emily, pero Hanna la
interrumpió.
—¿Santana? —preguntó—. ¿Seguía Brittany
algún tratamiento médico en Alemania?
La miré con extrañeza.
—No, que yo sepa no.
«¿Y yo qué sé?», pensé. Si ya había
comprobado que Brittany pudo haber tenido
docenas de amantes sin que yo lo supiera,
¿por qué debería tener conocimiento acerca de
una posible consulta médica?
—¿No ha ido nunca a una clínica o algo
parecido? —insistió Hanna.
—No tengo ni idea. En todo caso, desde
que yo la conozco, no. —Mi asombro iba en
aumento.
—Ya. —Hanna miró a Stavros y le dijo
algo. La expresión de su rostro mostraba
preocupación.
—¿Qué pasa? —inquirí, alarmada—. ¿Está
enferma y tan débil que casi se muere?
—Stavros y sus colegas no lo saben —
respondió ella—. Pero les parece extraño que
todavía no pueda andar. Ya hace tiempo que
debería haberse levantado.
—¿Está… paralítica? —susurré con una
voz que era un soplo. Sentí como si una mano
helada me oprimiera el corazón.
—Piensan investigar una posible lesión en la
médula espinal —contestó—. Hasta ahora no
se lo habían planteado.
—¿Se va a… quedar en una silla de ruedas?
—pregunté, horrorizada.
—Es probable que sólo se trate de una
reacción asociada a la convalecencia —dijo
para tranquilizarme—. Es lo que piensan los
médicos, pero quieren cerciorarse.
Stavros dijo algo y Hanna asintió con la
cabeza y se volvió de nuevo hacia mí.
—Dice que no debes preocuparte. No
saben bien lo que es, pero piensan que no se
trata de nada grave. Es sólo… —sonrió
levemente—. Los médicos siempre quieren
saberlo todo de una forma muy precisa.
Stavros hizo otro comentario y Hanna lo
tradujo para nosotras.
—Mañana por la mañana quieren hacerle
un reconocimiento a Brittany.
********************************************************************
Aquí les dejo el capítulo de hoy, valla ahora Brittany esta paralitica pero porque
sera ? tendrán que leer mañana el cap, puede que por fin se enteren de porque Britt huyo y no quiere que la amen.
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
espero que britt reconozca los sentimientos de santana con el hecho de buscarla hasta encontrarla a como diera lugar y que acepte la compañia de san mientras esta en el hospital, espero saber que es lo que tiene de una vez.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
tendrá alguna enfermedad mortal???
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
me provoca ir hasta alla y entrarle a bofetadas a brittany para que deje la terquedad y se deje querer y de una buena vez se abra con santana y le diga todo!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
jaja créeme a mi ganas no me faltan esperemos que Britt reaccionemicky morales escribió:me provoca ir hasta alla y entrarle a bofetadas a brittany para que deje la terquedad y se deje querer y de una buena vez se abra con santana y le diga todo!
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
CAPÍTULO 31
—¡No! —dijo Briitany—. ¡Eso ni hablar!
—Pero… Brittany… —¿Acaso sentía
miedo de que se confirmara su sospecha?
Seguro que sí. No deseaba saberlo. No quería
imaginarse una vida postrada en una silla de
ruedas—. Brittany… —Lo intenté de nuevo
—. Es tan sólo un reconocimiento. Lo más
probable es que todo esté bien. Lo único que
quieren es examinarte.
—No quiero —respondió—. ¡Que me dejen
en paz! —Se echó en la cama. La cabecera
elevada soportaba su espalda, pero ella parecía
muy enérgica.
Eso significaba que se encontraba mejor,
pero también quería decir que incluso un
reconocimiento que parecía inofensivo
representaba un problema que no estaba
dispuesta a afrontar.
—No tienes por qué estar internada en la
clínica durante más tiempo del que sea
imprescindible —dije—. Una vez que te
examinen, quizá puedan ayudarte para que
salgas enseguida de aquí.
—Me tienen que dar de alta de inmediato
—respondió—. Quiero volver a la isla.
—¿A la isla? —No podía creerlo—.
Brittany, allí no hay agua corriente ni
electricidad, ni todo lo que hace falta para
atender al cuidado de un enfermo. Podrás
volver a la isla cuando te cures, pero ahora no.
—¿Por qué no? —dijo Brittany, mientras
me miraba con fijeza—. ¿Me lo vas a impedir
tú?
—Brittany, sé razonable —exclamé,
desesperada—. La casa es una ruina. Aunque
te encontraras bien de salud, allí no podrías
vivir.
—¿Sigue el yate fondeado en la bahía? —
preguntó.
—Sí. —Suspiré—. De acuerdo, puedes
vivir en el yate… cuando ya estés bien. ¿Por
qué no lo quieres ver así?
—Porque nunca voy a curarme —
respondió.
La miré fijamente. Me había cogido
desprevenida y no supe qué decir.
—¿Cómo…? ¿qué…? ¿Por qué piensas
así? —balbuceé al cabo de un instante—.
Claro que te vas a curar, te recuperas día a
día.
—Esta mejoría de ahora es sólo algo
pasajero —contestó—. Pero no hay remedio.
—Brittany…, ¿qué…? —Yo no era capaz
de entender qué le hacía pensar eso. Fruncí el
entrecejo—. ¿Qué te han dicho los médicos?
—El de aquí nada, pero sí el que tengo en
casa. ¿No entiendes el motivo por el que lo he
vendido todo?
—Pues…, no sé… ¿Qué significa todo
esto? —Yo me sentía tan desconcertada que
apenas podía estructurar una frase.
—Tengo ELA —respondió, en un tono
seco y distante—. Es incurable. Voy a morir,
tarde o temprano. —Intentó erguirse en la
cama—. ¿Entiendes ahora el motivo por el
que no quiero languidecer en un hospital? —
dijo—. Quiero morir allí, donde pueda percibir
la brisa del mar, donde lanzar la vista hasta el
infinito; no deseo hacerlo encerrada en una
habitación blanca. Quiero volver a casa.
—A la de la isla —susurré.
—Sí. —Se dejó caer hacia atrás de nuevo
—. Casi lo había conseguido y tuviste que ir a
buscarme.
—Brittany…, yo… —Me sentí conmovida
—. ¿No hay ninguna posibilidad…?
—Ninguna —dijo de forma sucinta. Estaba
resignada—. ¿Te tengo que explicar cuál va a
ser el curso de la enfermedad? No es nada
agradable. Todos los músculos, uno tras otro,
se niegan a cumplir su misión. Se empieza por
no andar de forma adecuada, no se puede
coger nada ni levantar los dedos. Lo único que
sigue normal es la vista. Y conservas todo el
conocimiento, pues el cerebro marcha de
maravilla hasta el final y no pierde ninguna de
sus funciones. Estás recostada en la cama
como una masa de carne inerte hasta que te
falla la respiración. Pero eso no ocurre, por
desgracia, de un segundo a otro, sino que
avanza de forma paulatina, parcela a parcela,
te asfixias de forma lenta y angustiosa, y sabes
durante todo el tiempo que te mueres y que te
falta el aire. —Me miró—. ¿No es una
perspectiva maravillosa? En la isla podré
morirme de una forma más rápida y menos
penosa.
Yo no lo había visto así, pero lo cierto es
que tenía razón. Lo único que me ocurría es
que no lo podía imaginar.
—Pero…, hoy día… —objeté—, existen
muchas medicinas, hay investigaciones, se
dispone de nuevos conocimientos. Las
enfermedades que hasta hace poco eran
incurables ya no lo son…
—Pero ésta lo es. No hay remedio contra
ella. Me puedo dar por muerta.
Me tambaleé y me tuve que sentar. ¡Eso no
podía ocurrir! ¡Tenía que haber un error!
—Eso…, eso…, ¿desde cuándo lo sabes?
—La miré mientras me recorría un
estremecimiento.
—Hace ya mucho tiempo —respondió
Brittany—. Me lo dijeron de forma muy
oportuna unas Navidades, poco antes de volar
a Aspen. Fue el mejor regalo de Navidad que
pude tener. —Su voz mostraba amargura.
Al mencionar Aspen, vi ante mí otra vez la
escena del bar Sally´s.
—Ray —dije de una forma automática.
—Sí —Brittany asintió—. La noche que
pasé con ella fue una consecuencia. Yo volé a
Aspen como narcotizada y al llegar empecé a
beber. La única vez en toda mi vida que me
he encontrado así de bebida. Y Ray… se
alegró mucho por ello.
—Pero…, ¿por qué no has dicho nada? Lo
sabías desde hace mucho tiempo, antes de que
nos conociéramos. —No era raro que yo la
notara como distraída. A veces me había
preguntado el porqué y ahora ya lo sabía.
—¿De qué hubiera servido? —preguntó,
fatigada—. Eso ya no tiene nada que ver con
nosotras.
—¿Nada que ver con nosotras? —Le lancé
una mirada penetrante—. ¿Nada que ver con
nosotras si te mueres?
—No debes preocuparte —respondió—.
No tengo hijos ni parientes. Cuando yo muera
vas a ser una mujer rica.
«¿Qué? ¿Por qué me dices eso?», pensé,
mientras notaba que la cabeza me daba
vueltas.
—Mi testamento está muy claro —continuó
—. Lo heredas todo. Te va a quedar bastante
dinero incluso después de pagar los impuestos
de sucesión. Tu madre y tú vais a vivir sin
problemas y con comodidad hasta el final de
vuestros días. —Cerró los ojos, como si se
dispusiera a dormir.
Yo me sentía mareada. Todo aquello era
demasiado para mí. Primero el golpe brutal,
del que todavía no me había repuesto, y luego
esto otro…
—No quiero tu dinero —dije—. No quiero
nada.
—Firmaste un contrato —respondió, sin
abrir los ojos—. Y también otras cosas.
—¡Pero eso fue porque tú lo quisiste!
¡Porque así me lo impusiste y yo no te quería
perder! —contesté—. Para ti el dinero
siempre fue la escala que todo lo mide. Pero a
mí no me ocurre lo mismo.
—Tú no tienes ninguna escala de medida
—dijo. Seguía con los ojos cerrados.
—¡Y no la necesito! Todo lo que necesito
me lo puedo ganar por mí misma. —Inspiré
hondo—. Brittany —dije con trabajo—, si el
precio de ese dinero es tu muerte, no lo
quiero. Ni aunque fuera el doble o el triple.
¡Lo único que quiero es que vivas!
—Ese es un deseo que, por desgracia, no se
puede comprar con dinero —dijo con voz
tenue. Abrió un poco los ojos y me miró—.
¿Lo entiendes? Que aceptes o no el dinero no
significa nada. En cualquier caso yo me voy a
morir. Y, por eso, preferiría que lo tuvieras tú.
Y, aunque lo rechaces, eso no va a impedir mi
muerte. Sólo que luego serás pobre. —Se le
cerraron los párpados.
Aquello fue como si me hubieran sacudido
un martillazo en la cabeza. Las palabras de
Brittany sonaron definitivas. ¡Pero aquello no
podía resultar tan fácil!
Llegó Stavros y al poco tiempo lo hicieron
Hanna y Emily. Stavros dirigió la palabra a
Brittany, que abrió los ojos y le respondió en
griego. Vi que en el rostro de ella se dibujaba
una expresión de asombro. Él se volvió hacia
Hanna.
—¿Qué es lo que ocurre? —preguntó
Hanna—. ¿Por qué no quiere que le hagan un
reconocimiento? ¿Se encuentra peor otra vez?
—¡Oh, no! Todo va bien. Sólo que se
muere —respondí con sarcasmo.
Hanna me miró sin decir una palabra.
Emily, en cambio, sí pudo decir algo.
—¿Será un chiste, verdad?
—Si lo fuera, sería de muy mal gusto —dije
—. No, no hay tal chiste. Brittany me lo acaba
de decir. Por eso estaba sola en la isla. Quería
morir allí. Por desgracia para ella, se lo he
estropeado todo. —Salí muy deprisa de la
habitación, antes de que me inundaran las
lágrimas.
Emily se me acercó.
—¿Qué pasa, Santana? ¿Qué te ha dicho
Brittany? —preguntó, mientras me echaba el
brazo por los hombros.
Yo ya no pude más. Me dejé caer en una
silla que estaba cerca de la pared y hundí la
cabeza entre las manos.
—¡Se muere! —susurré, sin ningún tono de
voz—. Está enferma terminal. Lo suyo es
incurable. Eso es lo que me ha dicho. —Sentí
un nudo en la garganta, que impidió que me
afloraran las lágrimas.
—Pero…, pero… —Emily lo entendía tan
poco como yo—, eso no puede ser. Creo que
se recuperará.
—De forma pasajera, eso es lo que me ha
dicho. —Repetí las palabras de Brittany—.
Sus nervios no funcionan, o son sus músculos
los que fallan, no lo he entendido demasiado
bien y no sé nada de medicina. Ella acabará
por no poderse moverse y luego…, luego se
asfixiará. —Apenas se me pudo entender la
última palabra.
—¡Oh, Dios! —La voz de Emily fue una
expresión del más puro horror.
—Sí…, yo… —Me levanté—. Voy con ella
otra vez.
Me quise ir, pero Emily me detuvo.
—¿Va a morirse ahora? ¿En los próximos
minutos? —preguntó.
La miré consternada.
—No, creo que no.
—Entonces vamos un rato a la cafetería y
me cuentas de cabo a rabo todo lo que ella te
haya dicho.
Seguí a Emily. Me sentía como si fuera una
niña pequeña a la que llevaran al dentista.
Pero no puse ninguna objeción, porque
parecía que mi vida había perdido todo el
sentido.
Emily sirvió café y bollos típicos de Grecia.
—¡El azúcar siempre sienta bien! —dijo
entre risas, quizá para levantarme la moral.
—Sí. —Reaccioné de forma automática,
pero lo cierto es que me sentía totalmente
ausente.
—Ahora, en lugar de hablar, vamos a
actuar. ¿Qué es esa enfermedad?
Arrugué el entrecejo.
—Creo…, era una abreviatura, algo así
como… EEA.
—Con la EEA no se muere nadie —dijo
emILY—. Sólo hace que te relajes.
—¡No! Con «L». Era ELA.
—Esclerosis lateral amiotrófica —dijo una
voz a mi lado. La voz de Hanna—. Me lo
acaba de explicar Stavros. —Se sentó a
nuestro lado—. Una enfermedad terrible e
incurable. Puedo entender muy bien que
Brittany no quiera ni oír hablar de ella.
—Pero…, pero…, ¿no hay ninguna
esperanza? —Emily no podía creérselo.
—Ninguna. —Hanna movió la cabeza con
ademán negativo—. Stavros dice que aún
puede vivir un par de años, pero…
—Pero entonces se limitará a ser una masa
de carne inerte. —Me temblaba la voz—. Así
es como lo ha descrito ella.
—Sí. —Hanna me miró con compasión—.
Lo siento mucho
—Ella quiere morir —musité—. En la isla.
Y yo lo he impedido. Ella se había
abandonado a su suerte.
Emily me puso la mano sobre el brazo.
—No puedes hacer nada. Nadie puede
hacer nada.
—Es verdad —dijo Hanna—. Lo lleva en
los genes. Nadie lo puede impedir.
—¡Pero siempre se puede hacer algo! ¿No
es verdad? —dije, rebelándome. No podía
soportar aquella situación, aquella inactividad,
durante tanto tiempo.
—Creo que no hay nada que hacer —
repuso Hanna—. Sin embargo, Stavros dice
que hay un médico en Suiza que investiga en
ese campo. Eso es lo que ha dicho, que
experimenta. No hay nada seguro. Hasta
ahora no ha podido salvar ni a un solo
paciente.
—Pero, a lo mejor…, a lo mejor la puede
ayudar —repliqué—. Todavía podría vivir un
par de años sin estar postrada en una cama.
—Yo no renunciaba a esa esperanza—. Si
hubiera tan sólo una posibilidad…
—Hace un momento, cuando yo salía de la
habitación, Stavros estaba comentándolo con
Brittany —dijo Hanna—. Pero ella no parecía
muy entusiasmada.
Yo me lo podía imaginar muy bien. Brittany
había tomado una decisión y yo sabía cómo
odiaba que se pusieran en tela de juicio sus
decisiones.
—A lo mejor tú puedes convencerla. —
Hanna se dirigió a mí.
Me reí con sequedad.
—No soy la más indicada. A mí ni siquiera
me escuchará.
—Limítate a intentarlo —dijo Emily—. Si
hay una posibilidad… Ella ya se ha resignado
a lo peor y quizá lo que necesita es que le den
un empujón desde fuera.
Arqueé las cejas y respiré hondo. Yo estaba
dispuesta a hacer todo lo que pudiera. Lo
deseaba tanto que…
—De acuerdo —respondí mientras me
levantaba—. Lo voy a intentar.
—No hacía ninguna falta que volvieras —
dijo Brittany cuando me vio en la puerta—.
Acabo de echar de aquí a Stravos y ha
gastado saliva en balde. Y eso que es médico.
Así que…
—¿Quieres rendirte sin más? —le pregunté,
acercándome a la cama—. Ese no es tu estilo.
Brittany se recostó en la cama y miró hacia
la ventana.
—Al principio luché contra esto —dijo—.
Con todas mis fuerzas. No quería aceptarlo.
Pero ahora… —Me miró—. Ya hace tiempo
que se ha acabado todo. No tiene ningún
sentido. —Examinó mi cara—. Quiero morir,
pero no soy capaz de decidir ni cuándo ni
cómo. No quiero tener que depender de los
demás.
Sentí que un frío estremecimiento me
recorría la espalda. Morir. Muerte. Eran cosas
de las que no me había preocupado hasta
entonces. Me parecían muy lejanas. A mi
edad no se piensa en la muerte, sino, si acaso,
en vivir.
—Hay un profesor en Suiza… —comencé
a decir.
—Sí, sí. —Brittany alzó la mano—. Ya me
lo ha comentado Stavros. Además, yo ya
había oído hablar de él. Pero sólo se dedica a
investigar y todavía no ha conseguido
resultados positivos.
—¿No lo has intentado? —pregunté. No me
podía imaginar que hubiera desestimado
aquella posibilidad.
—Sí —respondió—. Pero no trata con
pacientes. Es un científico. Lo rechazó de
plano.
—¿Lo rechazó? —pregunté, atónita.
—Sí. —Brittany respiró hondo y luego, de
repente, rompió a toser, agitada por
convulsiones—. No —dijo, cuando quise
correr en busca de un médico—. Enseguida se
pasa. —La tos remitió poco a poco, hasta que
pudo volver a respirar con normalidad—. Ya
estoy acostumbrada —comentó.
—Pero yo no. —Apreté los dientes con
firmeza. Esos accesos de tos eran la punta del
iceberg, el aviso menos grave de que Brittany
se encontraba al final de su enfermedad,
mejor dicho, en el final de sus días. Era algo
que yo no estaba dispuesta a aceptar.
—¡Lo rechazó! ¿Cómo se llama ese fulano?
—pregunté.
—¿Quién, el profesor suizo? —Me miró.
Asentí con la cabeza.
—Häusly —respondió, con expresión
risueña—. Lo cierto es que ese nombre sólo
se puede dar en Suiza.
Me sorprendió que al menos fuera capaz de
bromear a costa del nombre. Era la primera
vez en mucho tiempo que la veía sonreír.
—Déjanos que te acompañemos a verlo —
le rogué—. Cuando estés allí, seguro que te
hará un reconocimiento.
—¿Y qué se conseguirá? —preguntó—. No
tiene ningún remedio. A lo mejor dentro de
dos años, o de dos décadas…, pero ahora no.
Y de aquí a dos años yo ya habré muerto.
Me sobresalté.
«¡No, no, no, no, NO!», lo rechacé en mi
interior.
—Brittany —susurré. Me eché sobre la
cama con un sollozo.
—No llores —dijo Danielle con voz tierna.
Noté que levantaba la mano y me acariciaba el
pelo—. No ha cambiado nada. Las cosas son
como son, te tienes que acostumbrar a eso. Y
cuando yo ya no esté aquí… Debes ser
razonable, Santana. No hay ninguna posibilidad
ni ningún tratamiento. Te tienes que resignar.
Llévame a la isla y déjame morir. Es mi última
voluntad.
Yo moví lentamente la cabeza.
—Estoy dispuesta, de verdad, a cumplir
cualquier deseo tuyo. —Tragué saliva—. Pero
éste, éste no puedo…
—Entonces lo haré yo misma. Ya
encontraré a alguien que me llevé allí. Es sólo
una cuestión de dinero.
«Una cuestión de dinero», pensé.
—Brittany —dije. Acababa de tener una
inspiración. El dinero siempre era un buen
argumento para ella—. No voy a aceptar tu
herencia. Me da igual lo que hayas escrito en
tu testamento, porque siempre puedo
rechazarlo. Es una opción de la que dispongo.
—Eso sería muy estúpido por tu parte —
dijo con sequedad—. Piensa en tu madre.
Sabía por dónde agarrarme, pero no me
dejé.
—Mi madre lo entenderá —dije—. No
obstante, existe una posibilidad, sólo una, de
que acepte el dinero. Lo prometo, y tú sabes
que yo siempre cumplo mis promesas.
Alzó las cejas con expresión interrogativa.
—Ve a Suiza para que te vea el profesor
Häusly. Deja que te haga un reconocimiento.
Yo te acompañaré y, si veo que hace falta, le
pondré una pistola en la sien para obligarle a
que te examine.
—¡Dios mío! —Me miró como si no me
hubiera visto nunca—. Casi no te reconozco.
—A grandes males, grandes remedios —
respondí—. Te lo prometo… —Me acerqué a
ella y tomé su mano—. Prometo que, cuando
te reconozca, si opina que no existe ninguna
esperanza, que no te puede ayudar —tragué
saliva con dificultad, porque me lo impedía el
nudo que se me había hecho en la garganta—,
te llevaré a la isla y me quedaré contigo
hasta… —No pude continuar. Las lágrimas
corrieron por mis mejillas y me nublaron la
visión. Tragué de forma convulsiva.
Noté que la mano de Brittany oprimía la
mía.
—¿Lo harás? —preguntó.
—Sí —dije, aunque mi voz apenas era
inteligible—. Lo haré.
Se mantuvo callada durante un minuto muy
largo.
—Bien —dijo después—. Estoy de
acuerdo.
*********************************************************************
Bueno este capítulo es muy fuerte, la razón por la que Briittany no quiere que la amen, la razón por la cual es así con un temperamento tremendo, una mujer fría y por la cual dejo a Brittany se podría decir fortuna, vendió su empresa y se fue al mar Egeo es porque tiene una enfermedad incurable llamada esclerosis lateral amiotica (ELA) es una enfermedad degenerativa de tipo neuromuscular lo cual conlleva a una parálisis muscular progresiva de pronostico mortal. Bueno ahí les dejo el cap y entenderán mas. saludos ya solo quedan 5 caps
—¡No! —dijo Briitany—. ¡Eso ni hablar!
—Pero… Brittany… —¿Acaso sentía
miedo de que se confirmara su sospecha?
Seguro que sí. No deseaba saberlo. No quería
imaginarse una vida postrada en una silla de
ruedas—. Brittany… —Lo intenté de nuevo
—. Es tan sólo un reconocimiento. Lo más
probable es que todo esté bien. Lo único que
quieren es examinarte.
—No quiero —respondió—. ¡Que me dejen
en paz! —Se echó en la cama. La cabecera
elevada soportaba su espalda, pero ella parecía
muy enérgica.
Eso significaba que se encontraba mejor,
pero también quería decir que incluso un
reconocimiento que parecía inofensivo
representaba un problema que no estaba
dispuesta a afrontar.
—No tienes por qué estar internada en la
clínica durante más tiempo del que sea
imprescindible —dije—. Una vez que te
examinen, quizá puedan ayudarte para que
salgas enseguida de aquí.
—Me tienen que dar de alta de inmediato
—respondió—. Quiero volver a la isla.
—¿A la isla? —No podía creerlo—.
Brittany, allí no hay agua corriente ni
electricidad, ni todo lo que hace falta para
atender al cuidado de un enfermo. Podrás
volver a la isla cuando te cures, pero ahora no.
—¿Por qué no? —dijo Brittany, mientras
me miraba con fijeza—. ¿Me lo vas a impedir
tú?
—Brittany, sé razonable —exclamé,
desesperada—. La casa es una ruina. Aunque
te encontraras bien de salud, allí no podrías
vivir.
—¿Sigue el yate fondeado en la bahía? —
preguntó.
—Sí. —Suspiré—. De acuerdo, puedes
vivir en el yate… cuando ya estés bien. ¿Por
qué no lo quieres ver así?
—Porque nunca voy a curarme —
respondió.
La miré fijamente. Me había cogido
desprevenida y no supe qué decir.
—¿Cómo…? ¿qué…? ¿Por qué piensas
así? —balbuceé al cabo de un instante—.
Claro que te vas a curar, te recuperas día a
día.
—Esta mejoría de ahora es sólo algo
pasajero —contestó—. Pero no hay remedio.
—Brittany…, ¿qué…? —Yo no era capaz
de entender qué le hacía pensar eso. Fruncí el
entrecejo—. ¿Qué te han dicho los médicos?
—El de aquí nada, pero sí el que tengo en
casa. ¿No entiendes el motivo por el que lo he
vendido todo?
—Pues…, no sé… ¿Qué significa todo
esto? —Yo me sentía tan desconcertada que
apenas podía estructurar una frase.
—Tengo ELA —respondió, en un tono
seco y distante—. Es incurable. Voy a morir,
tarde o temprano. —Intentó erguirse en la
cama—. ¿Entiendes ahora el motivo por el
que no quiero languidecer en un hospital? —
dijo—. Quiero morir allí, donde pueda percibir
la brisa del mar, donde lanzar la vista hasta el
infinito; no deseo hacerlo encerrada en una
habitación blanca. Quiero volver a casa.
—A la de la isla —susurré.
—Sí. —Se dejó caer hacia atrás de nuevo
—. Casi lo había conseguido y tuviste que ir a
buscarme.
—Brittany…, yo… —Me sentí conmovida
—. ¿No hay ninguna posibilidad…?
—Ninguna —dijo de forma sucinta. Estaba
resignada—. ¿Te tengo que explicar cuál va a
ser el curso de la enfermedad? No es nada
agradable. Todos los músculos, uno tras otro,
se niegan a cumplir su misión. Se empieza por
no andar de forma adecuada, no se puede
coger nada ni levantar los dedos. Lo único que
sigue normal es la vista. Y conservas todo el
conocimiento, pues el cerebro marcha de
maravilla hasta el final y no pierde ninguna de
sus funciones. Estás recostada en la cama
como una masa de carne inerte hasta que te
falla la respiración. Pero eso no ocurre, por
desgracia, de un segundo a otro, sino que
avanza de forma paulatina, parcela a parcela,
te asfixias de forma lenta y angustiosa, y sabes
durante todo el tiempo que te mueres y que te
falta el aire. —Me miró—. ¿No es una
perspectiva maravillosa? En la isla podré
morirme de una forma más rápida y menos
penosa.
Yo no lo había visto así, pero lo cierto es
que tenía razón. Lo único que me ocurría es
que no lo podía imaginar.
—Pero…, hoy día… —objeté—, existen
muchas medicinas, hay investigaciones, se
dispone de nuevos conocimientos. Las
enfermedades que hasta hace poco eran
incurables ya no lo son…
—Pero ésta lo es. No hay remedio contra
ella. Me puedo dar por muerta.
Me tambaleé y me tuve que sentar. ¡Eso no
podía ocurrir! ¡Tenía que haber un error!
—Eso…, eso…, ¿desde cuándo lo sabes?
—La miré mientras me recorría un
estremecimiento.
—Hace ya mucho tiempo —respondió
Brittany—. Me lo dijeron de forma muy
oportuna unas Navidades, poco antes de volar
a Aspen. Fue el mejor regalo de Navidad que
pude tener. —Su voz mostraba amargura.
Al mencionar Aspen, vi ante mí otra vez la
escena del bar Sally´s.
—Ray —dije de una forma automática.
—Sí —Brittany asintió—. La noche que
pasé con ella fue una consecuencia. Yo volé a
Aspen como narcotizada y al llegar empecé a
beber. La única vez en toda mi vida que me
he encontrado así de bebida. Y Ray… se
alegró mucho por ello.
—Pero…, ¿por qué no has dicho nada? Lo
sabías desde hace mucho tiempo, antes de que
nos conociéramos. —No era raro que yo la
notara como distraída. A veces me había
preguntado el porqué y ahora ya lo sabía.
—¿De qué hubiera servido? —preguntó,
fatigada—. Eso ya no tiene nada que ver con
nosotras.
—¿Nada que ver con nosotras? —Le lancé
una mirada penetrante—. ¿Nada que ver con
nosotras si te mueres?
—No debes preocuparte —respondió—.
No tengo hijos ni parientes. Cuando yo muera
vas a ser una mujer rica.
«¿Qué? ¿Por qué me dices eso?», pensé,
mientras notaba que la cabeza me daba
vueltas.
—Mi testamento está muy claro —continuó
—. Lo heredas todo. Te va a quedar bastante
dinero incluso después de pagar los impuestos
de sucesión. Tu madre y tú vais a vivir sin
problemas y con comodidad hasta el final de
vuestros días. —Cerró los ojos, como si se
dispusiera a dormir.
Yo me sentía mareada. Todo aquello era
demasiado para mí. Primero el golpe brutal,
del que todavía no me había repuesto, y luego
esto otro…
—No quiero tu dinero —dije—. No quiero
nada.
—Firmaste un contrato —respondió, sin
abrir los ojos—. Y también otras cosas.
—¡Pero eso fue porque tú lo quisiste!
¡Porque así me lo impusiste y yo no te quería
perder! —contesté—. Para ti el dinero
siempre fue la escala que todo lo mide. Pero a
mí no me ocurre lo mismo.
—Tú no tienes ninguna escala de medida
—dijo. Seguía con los ojos cerrados.
—¡Y no la necesito! Todo lo que necesito
me lo puedo ganar por mí misma. —Inspiré
hondo—. Brittany —dije con trabajo—, si el
precio de ese dinero es tu muerte, no lo
quiero. Ni aunque fuera el doble o el triple.
¡Lo único que quiero es que vivas!
—Ese es un deseo que, por desgracia, no se
puede comprar con dinero —dijo con voz
tenue. Abrió un poco los ojos y me miró—.
¿Lo entiendes? Que aceptes o no el dinero no
significa nada. En cualquier caso yo me voy a
morir. Y, por eso, preferiría que lo tuvieras tú.
Y, aunque lo rechaces, eso no va a impedir mi
muerte. Sólo que luego serás pobre. —Se le
cerraron los párpados.
Aquello fue como si me hubieran sacudido
un martillazo en la cabeza. Las palabras de
Brittany sonaron definitivas. ¡Pero aquello no
podía resultar tan fácil!
Llegó Stavros y al poco tiempo lo hicieron
Hanna y Emily. Stavros dirigió la palabra a
Brittany, que abrió los ojos y le respondió en
griego. Vi que en el rostro de ella se dibujaba
una expresión de asombro. Él se volvió hacia
Hanna.
—¿Qué es lo que ocurre? —preguntó
Hanna—. ¿Por qué no quiere que le hagan un
reconocimiento? ¿Se encuentra peor otra vez?
—¡Oh, no! Todo va bien. Sólo que se
muere —respondí con sarcasmo.
Hanna me miró sin decir una palabra.
Emily, en cambio, sí pudo decir algo.
—¿Será un chiste, verdad?
—Si lo fuera, sería de muy mal gusto —dije
—. No, no hay tal chiste. Brittany me lo acaba
de decir. Por eso estaba sola en la isla. Quería
morir allí. Por desgracia para ella, se lo he
estropeado todo. —Salí muy deprisa de la
habitación, antes de que me inundaran las
lágrimas.
Emily se me acercó.
—¿Qué pasa, Santana? ¿Qué te ha dicho
Brittany? —preguntó, mientras me echaba el
brazo por los hombros.
Yo ya no pude más. Me dejé caer en una
silla que estaba cerca de la pared y hundí la
cabeza entre las manos.
—¡Se muere! —susurré, sin ningún tono de
voz—. Está enferma terminal. Lo suyo es
incurable. Eso es lo que me ha dicho. —Sentí
un nudo en la garganta, que impidió que me
afloraran las lágrimas.
—Pero…, pero… —Emily lo entendía tan
poco como yo—, eso no puede ser. Creo que
se recuperará.
—De forma pasajera, eso es lo que me ha
dicho. —Repetí las palabras de Brittany—.
Sus nervios no funcionan, o son sus músculos
los que fallan, no lo he entendido demasiado
bien y no sé nada de medicina. Ella acabará
por no poderse moverse y luego…, luego se
asfixiará. —Apenas se me pudo entender la
última palabra.
—¡Oh, Dios! —La voz de Emily fue una
expresión del más puro horror.
—Sí…, yo… —Me levanté—. Voy con ella
otra vez.
Me quise ir, pero Emily me detuvo.
—¿Va a morirse ahora? ¿En los próximos
minutos? —preguntó.
La miré consternada.
—No, creo que no.
—Entonces vamos un rato a la cafetería y
me cuentas de cabo a rabo todo lo que ella te
haya dicho.
Seguí a Emily. Me sentía como si fuera una
niña pequeña a la que llevaran al dentista.
Pero no puse ninguna objeción, porque
parecía que mi vida había perdido todo el
sentido.
Emily sirvió café y bollos típicos de Grecia.
—¡El azúcar siempre sienta bien! —dijo
entre risas, quizá para levantarme la moral.
—Sí. —Reaccioné de forma automática,
pero lo cierto es que me sentía totalmente
ausente.
—Ahora, en lugar de hablar, vamos a
actuar. ¿Qué es esa enfermedad?
Arrugué el entrecejo.
—Creo…, era una abreviatura, algo así
como… EEA.
—Con la EEA no se muere nadie —dijo
emILY—. Sólo hace que te relajes.
—¡No! Con «L». Era ELA.
—Esclerosis lateral amiotrófica —dijo una
voz a mi lado. La voz de Hanna—. Me lo
acaba de explicar Stavros. —Se sentó a
nuestro lado—. Una enfermedad terrible e
incurable. Puedo entender muy bien que
Brittany no quiera ni oír hablar de ella.
—Pero…, pero…, ¿no hay ninguna
esperanza? —Emily no podía creérselo.
—Ninguna. —Hanna movió la cabeza con
ademán negativo—. Stavros dice que aún
puede vivir un par de años, pero…
—Pero entonces se limitará a ser una masa
de carne inerte. —Me temblaba la voz—. Así
es como lo ha descrito ella.
—Sí. —Hanna me miró con compasión—.
Lo siento mucho
—Ella quiere morir —musité—. En la isla.
Y yo lo he impedido. Ella se había
abandonado a su suerte.
Emily me puso la mano sobre el brazo.
—No puedes hacer nada. Nadie puede
hacer nada.
—Es verdad —dijo Hanna—. Lo lleva en
los genes. Nadie lo puede impedir.
—¡Pero siempre se puede hacer algo! ¿No
es verdad? —dije, rebelándome. No podía
soportar aquella situación, aquella inactividad,
durante tanto tiempo.
—Creo que no hay nada que hacer —
repuso Hanna—. Sin embargo, Stavros dice
que hay un médico en Suiza que investiga en
ese campo. Eso es lo que ha dicho, que
experimenta. No hay nada seguro. Hasta
ahora no ha podido salvar ni a un solo
paciente.
—Pero, a lo mejor…, a lo mejor la puede
ayudar —repliqué—. Todavía podría vivir un
par de años sin estar postrada en una cama.
—Yo no renunciaba a esa esperanza—. Si
hubiera tan sólo una posibilidad…
—Hace un momento, cuando yo salía de la
habitación, Stavros estaba comentándolo con
Brittany —dijo Hanna—. Pero ella no parecía
muy entusiasmada.
Yo me lo podía imaginar muy bien. Brittany
había tomado una decisión y yo sabía cómo
odiaba que se pusieran en tela de juicio sus
decisiones.
—A lo mejor tú puedes convencerla. —
Hanna se dirigió a mí.
Me reí con sequedad.
—No soy la más indicada. A mí ni siquiera
me escuchará.
—Limítate a intentarlo —dijo Emily—. Si
hay una posibilidad… Ella ya se ha resignado
a lo peor y quizá lo que necesita es que le den
un empujón desde fuera.
Arqueé las cejas y respiré hondo. Yo estaba
dispuesta a hacer todo lo que pudiera. Lo
deseaba tanto que…
—De acuerdo —respondí mientras me
levantaba—. Lo voy a intentar.
—No hacía ninguna falta que volvieras —
dijo Brittany cuando me vio en la puerta—.
Acabo de echar de aquí a Stravos y ha
gastado saliva en balde. Y eso que es médico.
Así que…
—¿Quieres rendirte sin más? —le pregunté,
acercándome a la cama—. Ese no es tu estilo.
Brittany se recostó en la cama y miró hacia
la ventana.
—Al principio luché contra esto —dijo—.
Con todas mis fuerzas. No quería aceptarlo.
Pero ahora… —Me miró—. Ya hace tiempo
que se ha acabado todo. No tiene ningún
sentido. —Examinó mi cara—. Quiero morir,
pero no soy capaz de decidir ni cuándo ni
cómo. No quiero tener que depender de los
demás.
Sentí que un frío estremecimiento me
recorría la espalda. Morir. Muerte. Eran cosas
de las que no me había preocupado hasta
entonces. Me parecían muy lejanas. A mi
edad no se piensa en la muerte, sino, si acaso,
en vivir.
—Hay un profesor en Suiza… —comencé
a decir.
—Sí, sí. —Brittany alzó la mano—. Ya me
lo ha comentado Stavros. Además, yo ya
había oído hablar de él. Pero sólo se dedica a
investigar y todavía no ha conseguido
resultados positivos.
—¿No lo has intentado? —pregunté. No me
podía imaginar que hubiera desestimado
aquella posibilidad.
—Sí —respondió—. Pero no trata con
pacientes. Es un científico. Lo rechazó de
plano.
—¿Lo rechazó? —pregunté, atónita.
—Sí. —Brittany respiró hondo y luego, de
repente, rompió a toser, agitada por
convulsiones—. No —dijo, cuando quise
correr en busca de un médico—. Enseguida se
pasa. —La tos remitió poco a poco, hasta que
pudo volver a respirar con normalidad—. Ya
estoy acostumbrada —comentó.
—Pero yo no. —Apreté los dientes con
firmeza. Esos accesos de tos eran la punta del
iceberg, el aviso menos grave de que Brittany
se encontraba al final de su enfermedad,
mejor dicho, en el final de sus días. Era algo
que yo no estaba dispuesta a aceptar.
—¡Lo rechazó! ¿Cómo se llama ese fulano?
—pregunté.
—¿Quién, el profesor suizo? —Me miró.
Asentí con la cabeza.
—Häusly —respondió, con expresión
risueña—. Lo cierto es que ese nombre sólo
se puede dar en Suiza.
Me sorprendió que al menos fuera capaz de
bromear a costa del nombre. Era la primera
vez en mucho tiempo que la veía sonreír.
—Déjanos que te acompañemos a verlo —
le rogué—. Cuando estés allí, seguro que te
hará un reconocimiento.
—¿Y qué se conseguirá? —preguntó—. No
tiene ningún remedio. A lo mejor dentro de
dos años, o de dos décadas…, pero ahora no.
Y de aquí a dos años yo ya habré muerto.
Me sobresalté.
«¡No, no, no, no, NO!», lo rechacé en mi
interior.
—Brittany —susurré. Me eché sobre la
cama con un sollozo.
—No llores —dijo Danielle con voz tierna.
Noté que levantaba la mano y me acariciaba el
pelo—. No ha cambiado nada. Las cosas son
como son, te tienes que acostumbrar a eso. Y
cuando yo ya no esté aquí… Debes ser
razonable, Santana. No hay ninguna posibilidad
ni ningún tratamiento. Te tienes que resignar.
Llévame a la isla y déjame morir. Es mi última
voluntad.
Yo moví lentamente la cabeza.
—Estoy dispuesta, de verdad, a cumplir
cualquier deseo tuyo. —Tragué saliva—. Pero
éste, éste no puedo…
—Entonces lo haré yo misma. Ya
encontraré a alguien que me llevé allí. Es sólo
una cuestión de dinero.
«Una cuestión de dinero», pensé.
—Brittany —dije. Acababa de tener una
inspiración. El dinero siempre era un buen
argumento para ella—. No voy a aceptar tu
herencia. Me da igual lo que hayas escrito en
tu testamento, porque siempre puedo
rechazarlo. Es una opción de la que dispongo.
—Eso sería muy estúpido por tu parte —
dijo con sequedad—. Piensa en tu madre.
Sabía por dónde agarrarme, pero no me
dejé.
—Mi madre lo entenderá —dije—. No
obstante, existe una posibilidad, sólo una, de
que acepte el dinero. Lo prometo, y tú sabes
que yo siempre cumplo mis promesas.
Alzó las cejas con expresión interrogativa.
—Ve a Suiza para que te vea el profesor
Häusly. Deja que te haga un reconocimiento.
Yo te acompañaré y, si veo que hace falta, le
pondré una pistola en la sien para obligarle a
que te examine.
—¡Dios mío! —Me miró como si no me
hubiera visto nunca—. Casi no te reconozco.
—A grandes males, grandes remedios —
respondí—. Te lo prometo… —Me acerqué a
ella y tomé su mano—. Prometo que, cuando
te reconozca, si opina que no existe ninguna
esperanza, que no te puede ayudar —tragué
saliva con dificultad, porque me lo impedía el
nudo que se me había hecho en la garganta—,
te llevaré a la isla y me quedaré contigo
hasta… —No pude continuar. Las lágrimas
corrieron por mis mejillas y me nublaron la
visión. Tragué de forma convulsiva.
Noté que la mano de Brittany oprimía la
mía.
—¿Lo harás? —preguntó.
—Sí —dije, aunque mi voz apenas era
inteligible—. Lo haré.
Se mantuvo callada durante un minuto muy
largo.
—Bien —dijo después—. Estoy de
acuerdo.
*********************************************************************
Bueno este capítulo es muy fuerte, la razón por la que Briittany no quiere que la amen, la razón por la cual es así con un temperamento tremendo, una mujer fría y por la cual dejo a Brittany se podría decir fortuna, vendió su empresa y se fue al mar Egeo es porque tiene una enfermedad incurable llamada esclerosis lateral amiotica (ELA) es una enfermedad degenerativa de tipo neuromuscular lo cual conlleva a una parálisis muscular progresiva de pronostico mortal. Bueno ahí les dejo el cap y entenderán mas. saludos ya solo quedan 5 caps
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
ok luego de despertar de mi desmayo inicial, pregunto, y esa p...... enfermedad no tiene cura en verdad? ya voy a investigar en Google!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
micky muy bueno tu comentario, jajajajaj. Es muy noble de santana ofrecerse a pasar sus ultimos dias con ella. britt creo que nunca habia tenido algo asi y san hara su voluntad como siempre
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
wooowwww que fuerte!!!!!!!!
Veremos como sigue!!!
Saludos
Veremos como sigue!!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
holap,...
espero que en suiza este el boleto a largo plazo de la vida de britt,..
es difícil que supere la enfermedad,...
y espero que san no tenga que cumplir su promesa,..
nos vemos!!!
espero que en suiza este el boleto a largo plazo de la vida de britt,..
es difícil que supere la enfermedad,...
y espero que san no tenga que cumplir su promesa,..
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
Yo anduve investigan y le enfermedad hasta el momento no tiene cura :(micky morales escribió:ok luego de despertar de mi desmayo inicial, pregunto, y esa p...... enfermedad no tiene cura en verdad? ya voy a investigar en Google!!!!!
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
A eso le llamo amormarthagr81@yahoo.es escribió:micky muy bueno tu comentario, jajajajaj. Es muy noble de santana ofrecerse a pasar sus ultimos dias con ella. britt creo que nunca habia tenido algo asi y san hara su voluntad como siempre
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
Si muy fuertemonica.santander escribió:wooowwww que fuerte!!!!!!!!
Veremos como sigue!!!
Saludos
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
es difícil la situación pero esperemos a ver que pasa saludos3:) escribió:holap,...
espero que en suiza este el boleto a largo plazo de la vida de britt,..
es difícil que supere la enfermedad,...
y espero que san no tenga que cumplir su promesa,..
nos vemos!!!
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
CAPÍTULO 32
—Sí, ¿qué se había figurado? Usted no
puede ingresar aquí tan fácilmente.
El profesor Häusly no era tan mayor como
yo me había imaginado. Tendría unos
cincuenta años. Su pelo era negro y sólo en
algunas partes mostraba unas raíces grises. En
todo caso, no respondía en absoluto a la idea
que yo me había forjado acerca de cómo
debía ser una eminencia como él. Era delgado
y parecía musculoso. Para mí, el término
«profesor» estaba asociado a un apacible
señor, ya mayor, con el pelo blanco y tripa.
—Tiene usted una paciente —dije, mientras
acercaba la silla de ruedas de Brittany a su
mesa de despacho.
—Yo no trato a pacientes —gruñó.
—A ésta sí —dije con firmeza.
—Ya pregunté una vez por usted, pero se
negó a darme cita en su consulta. —Brittany
le dio su nombre.
—Y continúo haciéndolo ahora —volvió a
decir con un gruñido—. ¿Qué le hace pensar
que he cambiado de actitud?
—Puede que no haya cambiado de actitud,
pero mi situación sí lo ha hecho —afirmó
Brittany en un tono seco. Me asombró que
pudiera mantener la calma en aquellos
momentos—. Además, cuando pregunté esa
primera vez, yo aún podía andar.
—Sí, sí, me acuerdo —dijo él con aire
distraído, mientras agitaba una mano—. Y
ahora ya no puede. Así es cómo actúa la ELA.
Yo hubiera podido estrangularlo, pero
Brittany permaneció sorprendentemente
tranquila.
—¿Hasta dónde ha llegado usted en sus
investigaciones? —preguntó.
—Tan sólo se me muere el noventa por
ciento de los ratones —respondió el médico,
sin ningún miramiento—. Antes moría el cien
por cien. Un éxito enorme.
—Seguro que sí —musitó ella.
—Se dará cuenta de que no puedo ayudarla
—dijo Häusly—. Su viaje hasta aquí ha sido
en vano. —Se apartó y buscó algo en la
librería.
—¿Se puede decir que ese diez por ciento
que sobrevive queda curado? —pregunté por
mi parte.
—No, claro que no. —Se volvió, con
ademán de disgusto—. Se limitan tan sólo a
morirse más tarde.
—¿En qué condiciones? ¿Se asfixian? —
preguntó ella.
—No —respondió el profesor, mientras se
sentaba y hojeaba el libro que había cogido de
la estantería—. Eso ya lo controlamos.
Mueren por fallo cardíaco.
—¿Algo parecido a una muerte natural? —
preguntó Brittany.
—Si desea decirlo así… —La escrutó—.
¿Tiene miedo a la asfixia?
—No, en absoluto —replicó Brittany—.
Siempre he deseado morir así. Algo agradable
y tranquilo.
—No puedo someterla al tratamiento
porque el medicamento no está autorizado
para los seres humanos —dijo Häusly—. Y
las personas no son ratas de laboratorio.
—Que yo sepa, la sustancia se puede
aplicar a voluntarios. Eso no está prohibido.
Basta con que el paciente sepa a lo que se
enfrenta y esté de acuerdo. —Brittany estaba
sentada en su silla de ruedas con el mismo
porte que una reina.
Häusly estaba cada vez más impresionado;
aquello no le cabía en la cabeza.
—No puedo hacer una cosa así —
respondió—. Ni siquiera aunque usted se
presente voluntaria. Es demasiado peligroso.
—¿Qué es lo peor que me puede ocurrir?
—dijo ella—. ¿Qué me muera? Ya cuento con
eso.
—Sí, y si usted muere toda su familia se me
echará encima en busca de una
indemnización. No, no puedo admitir una cosa
así —insistió, mientras sacudía la cabeza con
energía.
—No tengo familia —respondió Danielle—.
Por tanto, no hay nadie que le pueda
denunciar. Excepto ella. —Me miró—. Y se
comprometerá por escrito, ante notario, como
usted desee, a no hacer nada.
—Siempre habrá algún picapleitos que vea
una oportunidad en esto. Lo siento —dijo
Häusly—. No puedo asumir ese riesgo.
Brittany asintió, pensativa
—Lo entiendo. En realidad, no hay nada
que hacer.
«¿Se está dando por vencida tan
fácilmente?», me dije. Me sentí muy
sorprendida cuando, de repente, ella empezó a
toser. Yo ya había vivido aquellos accesos de
tos, auténticos ataques de asfixia que cada vez
resultaban más intensos. Y éste resultó aún
peor que los anteriores. Brittany luchaba por
conseguir aire, se puso roja y se agarró a los
brazos de la silla de ruedas.
Häusly apretó un botón y habló a través del
intercomunicador de su mesa de despacho:
—Traigan un respirador. ¡Rápido!
Se levantó y se acercó a Brittany. Le
desabrochó la blusa. La puerta se abrió de
golpe y apareció el respirador. Häusly oprimió
la mascarilla del aparato contra la cara de
Brittany. Luego abrió la válvula del equipo y
el aire siseó. Brittany peleó convulsivamente
por cada bocanada de aire y, poco a poco, fue
tranquilizándose. Su rostro empezó a adquirir
una coloración normal.
—Si esto no diera unos resultados tan
espectaculares, las cosas no hubieran ido
demasiado bien para usted —dijo Häusly.
Brittany se quitó la mascarilla.
—Como médico, usted debe poder decirme
algo que yo no sepa aún —observó con
frialdad, a pesar de que su lucha por
sobrevivir le había dejado la frente perlada de
sudor.
—Nada bueno. —Häusly apretó los labios
—. Le voy a asignar una habitación, pero no
espere mucho de eso.
—No espero nada de nada —dijo ella—.
Pero se lo agradezco.
Häusly hizo un gesto de mal humor. Era
clavado a Brittany y las muestras de
agradecimiento no eran lo suyo.
—Ahora váyase —dijo—. Hoy ya no le
voy a hacer ningún reconocimiento. Lo
dejaremos para mañana a primera hora,
cuando esté en ayunas. Por el análisis de
sangre. —Se dirigió a la doctora y el celador
que habían venido con el respirador artificial
—. Ocúpense de todo: habitación, ingreso y
todo lo demás. —Luego se volvió hacia su
mesa de despacho, como si allí ya no
tuviéramos nada que hacer.
La joven doctora nos hizo una seña con la
cabeza.
—Síganme, por favor.
*********************************************************************
Sorry por no haber actualizado antes pero me fue imposible. Aquí les dejo el cap de hoy..... estos capítulos se sufren pero como he dicho después de la tormenta viene la calma quizá saludos
—Sí, ¿qué se había figurado? Usted no
puede ingresar aquí tan fácilmente.
El profesor Häusly no era tan mayor como
yo me había imaginado. Tendría unos
cincuenta años. Su pelo era negro y sólo en
algunas partes mostraba unas raíces grises. En
todo caso, no respondía en absoluto a la idea
que yo me había forjado acerca de cómo
debía ser una eminencia como él. Era delgado
y parecía musculoso. Para mí, el término
«profesor» estaba asociado a un apacible
señor, ya mayor, con el pelo blanco y tripa.
—Tiene usted una paciente —dije, mientras
acercaba la silla de ruedas de Brittany a su
mesa de despacho.
—Yo no trato a pacientes —gruñó.
—A ésta sí —dije con firmeza.
—Ya pregunté una vez por usted, pero se
negó a darme cita en su consulta. —Brittany
le dio su nombre.
—Y continúo haciéndolo ahora —volvió a
decir con un gruñido—. ¿Qué le hace pensar
que he cambiado de actitud?
—Puede que no haya cambiado de actitud,
pero mi situación sí lo ha hecho —afirmó
Brittany en un tono seco. Me asombró que
pudiera mantener la calma en aquellos
momentos—. Además, cuando pregunté esa
primera vez, yo aún podía andar.
—Sí, sí, me acuerdo —dijo él con aire
distraído, mientras agitaba una mano—. Y
ahora ya no puede. Así es cómo actúa la ELA.
Yo hubiera podido estrangularlo, pero
Brittany permaneció sorprendentemente
tranquila.
—¿Hasta dónde ha llegado usted en sus
investigaciones? —preguntó.
—Tan sólo se me muere el noventa por
ciento de los ratones —respondió el médico,
sin ningún miramiento—. Antes moría el cien
por cien. Un éxito enorme.
—Seguro que sí —musitó ella.
—Se dará cuenta de que no puedo ayudarla
—dijo Häusly—. Su viaje hasta aquí ha sido
en vano. —Se apartó y buscó algo en la
librería.
—¿Se puede decir que ese diez por ciento
que sobrevive queda curado? —pregunté por
mi parte.
—No, claro que no. —Se volvió, con
ademán de disgusto—. Se limitan tan sólo a
morirse más tarde.
—¿En qué condiciones? ¿Se asfixian? —
preguntó ella.
—No —respondió el profesor, mientras se
sentaba y hojeaba el libro que había cogido de
la estantería—. Eso ya lo controlamos.
Mueren por fallo cardíaco.
—¿Algo parecido a una muerte natural? —
preguntó Brittany.
—Si desea decirlo así… —La escrutó—.
¿Tiene miedo a la asfixia?
—No, en absoluto —replicó Brittany—.
Siempre he deseado morir así. Algo agradable
y tranquilo.
—No puedo someterla al tratamiento
porque el medicamento no está autorizado
para los seres humanos —dijo Häusly—. Y
las personas no son ratas de laboratorio.
—Que yo sepa, la sustancia se puede
aplicar a voluntarios. Eso no está prohibido.
Basta con que el paciente sepa a lo que se
enfrenta y esté de acuerdo. —Brittany estaba
sentada en su silla de ruedas con el mismo
porte que una reina.
Häusly estaba cada vez más impresionado;
aquello no le cabía en la cabeza.
—No puedo hacer una cosa así —
respondió—. Ni siquiera aunque usted se
presente voluntaria. Es demasiado peligroso.
—¿Qué es lo peor que me puede ocurrir?
—dijo ella—. ¿Qué me muera? Ya cuento con
eso.
—Sí, y si usted muere toda su familia se me
echará encima en busca de una
indemnización. No, no puedo admitir una cosa
así —insistió, mientras sacudía la cabeza con
energía.
—No tengo familia —respondió Danielle—.
Por tanto, no hay nadie que le pueda
denunciar. Excepto ella. —Me miró—. Y se
comprometerá por escrito, ante notario, como
usted desee, a no hacer nada.
—Siempre habrá algún picapleitos que vea
una oportunidad en esto. Lo siento —dijo
Häusly—. No puedo asumir ese riesgo.
Brittany asintió, pensativa
—Lo entiendo. En realidad, no hay nada
que hacer.
«¿Se está dando por vencida tan
fácilmente?», me dije. Me sentí muy
sorprendida cuando, de repente, ella empezó a
toser. Yo ya había vivido aquellos accesos de
tos, auténticos ataques de asfixia que cada vez
resultaban más intensos. Y éste resultó aún
peor que los anteriores. Brittany luchaba por
conseguir aire, se puso roja y se agarró a los
brazos de la silla de ruedas.
Häusly apretó un botón y habló a través del
intercomunicador de su mesa de despacho:
—Traigan un respirador. ¡Rápido!
Se levantó y se acercó a Brittany. Le
desabrochó la blusa. La puerta se abrió de
golpe y apareció el respirador. Häusly oprimió
la mascarilla del aparato contra la cara de
Brittany. Luego abrió la válvula del equipo y
el aire siseó. Brittany peleó convulsivamente
por cada bocanada de aire y, poco a poco, fue
tranquilizándose. Su rostro empezó a adquirir
una coloración normal.
—Si esto no diera unos resultados tan
espectaculares, las cosas no hubieran ido
demasiado bien para usted —dijo Häusly.
Brittany se quitó la mascarilla.
—Como médico, usted debe poder decirme
algo que yo no sepa aún —observó con
frialdad, a pesar de que su lucha por
sobrevivir le había dejado la frente perlada de
sudor.
—Nada bueno. —Häusly apretó los labios
—. Le voy a asignar una habitación, pero no
espere mucho de eso.
—No espero nada de nada —dijo ella—.
Pero se lo agradezco.
Häusly hizo un gesto de mal humor. Era
clavado a Brittany y las muestras de
agradecimiento no eran lo suyo.
—Ahora váyase —dijo—. Hoy ya no le
voy a hacer ningún reconocimiento. Lo
dejaremos para mañana a primera hora,
cuando esté en ayunas. Por el análisis de
sangre. —Se dirigió a la doctora y el celador
que habían venido con el respirador artificial
—. Ocúpense de todo: habitación, ingreso y
todo lo demás. —Luego se volvió hacia su
mesa de despacho, como si allí ya no
tuviéramos nada que hacer.
La joven doctora nos hizo una seña con la
cabeza.
—Síganme, por favor.
*********************************************************************
Sorry por no haber actualizado antes pero me fue imposible. Aquí les dejo el cap de hoy..... estos capítulos se sufren pero como he dicho después de la tormenta viene la calma quizá saludos
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
yo espero la calma, en verdad, pq si brittany se muere no se que pasara conmigo!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
holap,...
bueno empezaron con el tratamiento,...
es bueno que el doc la vio y le dio la oportunidad,...
a ver que pasa,..
nos vemos!!!
bueno empezaron con el tratamiento,...
es bueno que el doc la vio y le dio la oportunidad,...
a ver que pasa,..
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
Calma calma quiero!!!!1
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Página 9 de 10. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
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Lun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T
» Busco fanfic brittana
Lun Feb 28, 2022 10:01 pm por lana66
» Busco fanfic
Sáb Nov 21, 2020 2:14 pm por LaChicken
» [Resuelto]Brittana: (Adaptación) El Oscuro Juego de SATANÁS... (Gp Santana) Cap. 7 Cont. Cap. 8
Jue Sep 17, 2020 12:07 am por gaby1604
» [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo
Mar Sep 08, 2020 9:19 am por Isabella28
» Brittana: Destino o Accidente (GP Santana) Actualizado 17-07-2017
Dom Sep 06, 2020 10:27 am por Isabella28
» [Resuelto]Mándame al Infierno pero Besame (adaptación) Gp Santana Cap. 18 y Epilogo
Vie Sep 04, 2020 12:54 am por gaby1604
» Fic Brittana----Más aya de lo normal----(segunda parte)
Mar Ago 25, 2020 7:50 pm por atrizz1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Lun Ago 03, 2020 5:10 pm por marthagr81@yahoo.es
» Que pasó con Naya?
Miér Jul 22, 2020 6:54 pm por marthagr81@yahoo.es
» [Resuelto]FanFic Brittana: Medianoche V (Adaptada) Cap 31
Jue Jul 16, 2020 7:16 am por marthagr81@yahoo.es
» No abandonen
Miér Jun 17, 2020 3:17 pm por Faith2303
» FanFic Brittana: " Glimpse " Epilogo
Vie Abr 17, 2020 12:26 am por Faith2303
» FanFic Brittana: Pídeme lo que Quieras 4: Y Yo te lo Daré (Adaptada) Epílogo
Lun Ene 20, 2020 1:47 pm por thalia danyeli
» Brittana, cafe para dos- Capitulo 16
Dom Oct 06, 2019 8:40 am por mystic
» brittana. amor y hierro capitulo 10
Miér Sep 25, 2019 9:29 am por mystic
» holaaa,he vuelto
Jue Ago 08, 2019 4:33 am por monica.santander
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Miér Mayo 08, 2019 9:25 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Comportamiento (Adaptada) Epílogo
Miér Abr 10, 2019 9:29 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
Lun Abr 08, 2019 8:29 pm por 23l1