|
Estreno Glee 5x17
"Opening Night" en:
"Opening Night" en:
Últimos temas
Los posteadores más activos de la semana
No hay usuarios |
Publicidad
Fanfic Brittana "una isla para dos"
+8
23l1
MAYLU
andrenina89
maraj
iFannyGleek
micky morales
monica.santander
Caritovega
12 participantes
Página 4 de 10.
Página 4 de 10. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
El amor que tiene por Britt la tiene así atontada :/monica.santander escribió:No me gusta San como perrito faldero!!!! Esa niña no tiene un oquito de amor propio???
Saludos
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
CAPÍTULO 17
La entrada en su casa no despertó en mí
muy buenos recuerdos. La última vez, al
terminar, ella me había dado dinero. En
realidad yo ya tendría que haberme
acostumbrado a eso, pero no lo conseguía.
Claro que esta vez no debía temer un
ofrecimiento de dinero: ya tenía el coche que
estaba aparcado delante de su casa.
Cerró la puerta y me empujó contra ella.
—Bésame —me dijo—. Rápido.
No había tiempo ni para llegar a la
habitación. Yo ya lo tenía previsto.
La besé tal y como me había pedido;
hubiera preferido empezar con suavidad,
acariciarla poco a poco y parte por parte, pero
no me lo permitió.
Me sacó la camisa del pantalón y me
acarició la piel con sus cálidas manos,
mientras me besaba de una forma tan
apasionada que casi me dio vértigo.
Noté en mi boca el sabor de su carmín.
En el Egeo nunca lo llevaba, pero aquí, de
regreso a la civilización, siempre iba
maquillada. Sabía bien, aunque ella sabía
mucho mejor.
Se quitó la chaqueta a toda prisa y la dejó
caer sin desprenderse de mi boca; me besaba
con un ansia cada vez más vehemente.
—Ven —susurró y tiró con impaciencia
de mí.
En un lado del vestíbulo se abría una
puerta por la que me obligó a entrar. Por el
aspecto que presentaba aquello debía de ser el
salón. No lo pude ver muy bien, pues seguía
besándome.
Delante de la chimenea había un sofá, en
el que se dejó caer hacia atrás y yo sobre ella.
«Vaya, ¿hoy quieres estar debajo?»,
pensé, sorprendida.
—Ven —susurró de nuevo—, ven.
Como yo estaba arriba pude controlarla
un poco mejor, lo que me pareció estupendo,
porque no me apetecía que todo fuera tan
rápido. También estaba más que claro lo que
ella quería, y como ella misma había elegido
la postura, ahora tendría que cargar con las
consecuencias.
—Despacio —susurré, inclinándome para
besarla en el cuello—. Que sea lento.
—No quiero...
—Ya sé que no quieres, pero no nos
hemos visto durante una semana. Vamos a
saborearlo, por favor.
Yo tuve la sensación de que, de repente,
se escucharía un gruñido indignado procedente
de su garganta, pero se tranquilizó.
—Tienes razón —dijo, respirando con
fuerza.
—Te lo voy a hacer todo lo bien que
pueda —susurré—. Disfrútalo, por favor.
«Y permíteme que yo también lo
disfrute», dije para mis adentros.
Deseaba amarla y ofrecerle una muestra
de lo que sentía por ella: yo no quería sexo a
lo McDonald's, como si fuera una comida
rápida. Ahora que ya no nos veríamos con
tanta frecuencia, cada ocasión debía ser algo
especial.
Abrí su blusa, la aparté un poco a los
lados y dejé que su sujetador ejerciera su
efecto sobre mí. Era bonito. En el Egeo nunca
llevaba, si acaso la parte de arriba del bikini, y
a veces ni eso, cuando estábamos solas en el
barco.
Aquel sujetador era... algo para llevar en
la ciudad. Con encajes y extremadamente
elegante. Y seguro que muy caro. Claro que
eso no había ni que dudarlo: ella no tenía nada
que no costara un dineral.
Besé sus pechos por encima del sujetador
y por debajo, en la piel. Pero no se lo quité.
Brittany gemía, como atormentada, y su
cabeza volteaba de un lado a otro, apoyada en
el respaldo del sofá.
Yo ya tenía tras de mí una intensa
experiencia procedente de las tres semanas de
aprendizaje. No sería como la primera vez que
estuvimos en su casa. Ella tenía que darse
cuenta de los cambios. Y seguro que lo haría.
Pasé mis manos por sus costados,
despacio, de arriba abajo. Ella se retorció y
pidió más. Le abrí el pantalón y me metí con
lentitud dentro de él. Brittany jadeaba con
fuerza en busca de aire. Luego acaricié su
estómago con mucha suavidad, pero dejé que
mi mano quedara muy arriba, para que los
bruscos movimientos de sus caderas no
consiguieran alcanzarla.
Me tumbé sobre ella y mordisqueé los
lóbulos de sus orejas.
—Paciencia, Brittany—susurré—.
Tómate tu tiempo.
Nunca le había dado ninguna orden; era
la primera vez. Su pecho se elevó y luego bajó
con vehemencia, pero no dijo nada. Tenía los
ojos cerrados. Quería disfrutar e incluso me
daba la oportunidad de controlarla. Eso ya
constituía una novedad.
El hecho de no ponerse furiosa y exigir
sus derechos de una forma enérgica ya era
una buena señal. Algo había cambiado entre
nosotras dos.
Yo sonreí. Esperaba que la cosa siguiera
así. Era el primer paso en la dirección
adecuada. Si ella se mantenía así podíamos
ser como...
«¿Qué? ¿Una pareja? ¿Incluso una
pareja de amantes? Tú sueñas», me dije.
Sí, yo ya sabía que soñaba.
Volvió a removerse, intranquila, debajo
de mí.
—Por favor... —murmuró—, sigue...
¡Oh, sí, era tan dulce! Yo ya no podía
parar: tenía que besarla. Abrió los labios y
entré en su boca; luego llevé una mano a su
espalda y le desabroché el sujetador. Sólo
necesitaba retirarlo para poder llegar hasta sus
pechos, pero para desnudarla lo tenía un poco
complicado por el momento.
Miré sus pezones, que se erguían rígidos.
Eran, además de otras muchas cosas, algo con
lo que yo había soñado. Me incliné y los tomé
con la boca, y ella gimió.
—Sí... Sí...
—Brittany—murmuré en voz baja,
mientras acariciaba con la lengua uno de
aquellos pequeños botones.
Sus movimientos se hicieron cada vez
más violentos.
—Oh, por favor... —susurró—. No
tardes tanto...
Metí una mano en su pantalón mientras
acariciaba su pecho. Busqué la humedad de su
centro, pero no entré. Simplemente me limité
a palpar su clítoris. Allí había mucho más que
un poco de humedad. Sabía que Brittany
había estado excitada durante toda la noche.
Acaricié aquel pequeño brote y Brittany
gimió en voz alta. Yo ya no pude contenerla
más. Se apretó contra mi mano, gimió, gritó y
me arañó la espalda. Luego jadeó y se quedó
tumbada. Sus caderas se agitaban aún debajo
de mí.
Aproveché aquel momento para
deslizarme a su lado y quitarle los pantalones.
Quería maravillarme una vez más con aquella
magnífica visión del embriagador lugar que
había entre sus piernas, pero no podía
entretenerme durante mucho tiempo. Tenía
que besar aquellos pliegues convulsos,
separarlos con mi lengua, penetrar, sentir
aquella maravillosa sensación.
Brittany gimió de nuevo, elevó sus
caderas y se pegó a mí.
—¡Sí...! —exclamó con voz ronca y
excitada—. ¡Sí...! ¡Sí...! ¡Sí...! ¡Sí...!
Agarré con fuerza sus muslos, lo que me
costó mucho trabajo, porque se retorcía como
una serpiente, y mi lengua presionó con más
intensidad en su interior.
Sus gemidos fueron aún más profundos y
apasionados, casi animales. Estaba
desquiciada.
Acaricié su perla e imprimí a mi lengua
un ritmo cada vez más rápido, hasta que tuve
la sensación, por la forma en que se movía, de
que nunca podría sacarla de allí. Luego la
solté, sentí cómo palpitaba en mis labios, se
estremeció y se crispó de nuevo. Tuvo diez
orgasmos seguidos, sin interrupciones.
Cuando terminó, puse mis manos sobre
su estómago y pude comprobar que, bajo la
pared abdominal, persistían unas convulsiones
que no querían abandonarla.
Transcurrieron unos segundos hasta que
pudo respirar y obtener el suficiente aire como
para permitirse hablar.
—¡Oh, Dios! —murmuró—. ¡Oh, Dios!
Brittany me había echado mucho de
menos. Eso lo podía decir yo, pero ella nunca
lo reconocería.
Me desplacé de nuevo hacia arriba y la
miré con una sonrisa.
—¿Satisfecha? —dije, pues sabía que no
podía decir eso de Te quiero.
—No es necesario que te conteste —
repuso.
Al parecer, ya se había recuperado.
Permanecí tumbada sobre ella y apoyé
mi cabeza en su pecho.
—Si estás muy cansada —dije—, reposa
un poco.
Ella no tenía que proporcionarme ningún
placer. Que yo la hubiera satisfecho tanto
hacía surgir en mí un profundo sentimiento de
conexión con ella. Había sido tan dulce
cuando se había entregado a mí. Tan
increíblemente dulce. ¿Cómo podía ocultarlo
cuando no se trataba de sexo? Ella era así:
dulce. Pero, en la vida cotidiana, nadie hubiera
podido imaginarlo.
—¿No quieres tú? —preguntó.
—No, porque estás muy cansada —dije
y sonreí de nuevo—. Todo está muy bien así.
—No quiero tener deudas —replicó.
«¡Oh, no, Brittany! ¡No, por favor!»
—No las tienes —dije en un tono frío.
Había encontrado de nuevo mi voz de puta,
aquella voz que ya creía haber perdido—. Ya
tengo el coche.
—Es cierto —dijo ella.
Aquello parecía haber liquidado sus
«deudas».
—Y, además —continué—, tú misma
habías prohibido hablar de ese tema.
—También es cierto —dijo y me miró—.
Pero, a pesar de todo, quiero hacerlo ahora.
Era fría como un pez. Sólo quería
liquidar sus deudas, nada más, aun cuando yo
le aseguraba que no existía tal deuda.
—Bien —dije—. ¿Cómo?
Tenía que controlarme. Estaba segura de
que ella se había alegrado tanto como yo de
que volviéramos a vernos, pero no lo
expresaba.
—Limítate a quedarte tumbada —me
indicó—. Quiero que te corras estando encima
de mí.
Instrucciones como si estuviéramos en el
rodaje de una película porno. Quizá más
tarde, en vista de mi experiencia, podría
plantearme hacer carrera en ese gremio.
Su mano se desplazó hacia abajo y me
abrió los pantalones, para continuar en busca
de mi punto central.
Presionó por encima de mi ardiente y
húmedo botón, y lo recorrió rápido, cada vez
más rápido.
—Córrete —me apremió—, córrete...
Parecía no querer darme el tiempo que
yo sí le había concedido. Tenía que recuperar
todos los minutos que yo le había «robado».
Mis pechos ardían. Deseaba que los tocara,
pero ella sólo frotaba entre mis piernas hasta
que al fin me corrí con un suspiro y me
desplomé. No hubo segunda vez.
—Ponte de pie —dijo—. Me lo pones
muy complicado.
¡Oh, Dios, menudo humor tenía! ¿Qué es
lo que yo había hecho mal? ¿Sólo porque me
había tomado un poco más de tiempo?
Parecía ser eso. Me había pasado y ahora
tenía que sufrir una sanción. Ciertamente tenía
un carácter muy complicado.
Me puse de pie. Hoy por lo menos no
necesitaba dinero para el taxi. El coche estaba
aparcado delante de la puerta. Su coche. El
coche que ella me había regalado como pago
por mis servicios. ¡Todo aquello resultaba
horrible!
—¿Debo irme? —pregunté.
¿Por qué no se podía quitar el amor igual
que se saca una muela? Te dolía por un
momento, pero luego se calmaba. Para
siempre. Pero aquello no podía ser. Ella me
trataba... como siempre y yo, por eso, la
amaba. Bueno, quizá no fuera por eso, pero lo
cierto es que sí la amaba.
—Sí, hasta el sábado que viene. Tina te
llamará por teléfono —dijo, pasó delante de
mí y abandonó la habitación.
Yo me quedé con la boca abierta.
Aquello era el colmo.
Podía ir tras ella y obligarla, pero ¿a qué
iba a obligarla? No podía exigir que me amara
aunque, de hecho, eso era todo lo que yo
quería.
No tenía ningún sentido. Tenía que
dejarla. Cada vez me haría más infeliz y,
aunque dejarla también me haría infeliz,
seguro que al cabo de un tiempo todo se
calmaría.
Cogí mi ropa y subí las escaleras en
dirección a su dormitorio. Estaba ante la
puerta de la ducha. Desnuda. Tuve que tragar
saliva.
—Sólo quería decirte, Brittany que no
voy a volver —dije, con gran trabajo—. Dejo
el coche ahí fuera. Me iré en autobús. —
Estaba segura de que a aquella hora y por
aquel lugar no pasaría ninguno, pero me daba
igual.
—¿Qué significa eso de que no vas a
volver? —preguntó.
—Pues significa eso: que no voy a
volver. Ni el sábado que viene ni ningún otro.
Me volví para salir del dormitorio.
—¡Espera! —exclamó. Me quedé de pie
y me di la vuelta—. No puedes hacer eso.
La miré. Con gusto le hubiera dicho todo
lo que ella no quería oír. Pero, si lo hacía, me
volvería a doler, a mí y a ella.
—¿Por qué no puedo hacerlo? —
contesté—. Según alcanzo a recordar, nuestro
acuerdo sólo servía para el mar Egeo. Ya han
pasado las vacaciones, estamos otra vez aquí
y todo resulta ya como antes, cuando no había
acuerdo. ¿O tienes la sensación de que aún
existen deudas que yo deba pagar? —añadí,
hostil—. Si lo crees así, lo haré, porque no
quiero tener deudas contigo, igual que tú no
las deseas tener conmigo.
—No, yo... —Se acercó un par de pasos,
con el aspecto de sentirse muy sorprendida—.
No, no tienes ninguna deuda conmigo. El
coche te lo puedes quedar para ti —dijo—. Es
un regalo.
—¿Sin ninguna contraprestación? —
pregunté—. No lo había entendido así.
—Desde luego —repuso.
Asentí.
—Bien, entonces me lo pensaré algo
más... —Pero en realidad era...—. No, te lo
llevo a la oficina el lunes —rectifiqué. No
podía ser, porque el coche me recordaba
mucho a Brittany—. No me lo puedo quedar,
pero ahora me hace falta para irme a casa. Es
muy tarde y seguro que no podré coger ningún
medio de transporte.
—Estoy segura de que no me conozco a
fondo —dijo, se dirigió a la cama y se sentó
en ella—. Ya sé que a veces soy terrible —
continuó, después de permanecer en silencio
unos segundos.
Ahora era la segunda vez que yo me
sentía perpleja.
—Ah, ¿lo sabes? :3 —pregunté, incrédula,
ya que casi no se podía deducir por su forma
de actuar.
—Sí, yo... —alzó los hombros— soy
impaciente y brusca.
En realidad, aquella descripción resultaba
un tanto benevolente, pero ya era algo. De
todas formas, no parecía ser una disculpa.
—¿Y por qué? —pregunté yo.
Me miró. Quería decir algo, de eso me di
cuenta, pero luego volvió a levantar los
hombros.
—Parece que no puedo ser de otra forma
—respondió.
—Entonces no puede haber nada entre
nosotras dos —dije—, porque yo no puedo
soportarlo. —Por una vez, tenía que decir la
verdad y, en cierto modo, aquélla era la parte
más inofensiva.
Ocurrió como en el barco, cuando yo dije
que quería volverme. Se acercó a mí y me
acarició el rostro con suavidad.
—Lo siento —dijo—. Y ya sabes que
esto no lo digo muy a menudo. —En efecto,
eso lo había dicho en muy raras ocasiones—.
Yo soy así... No quiero que te vayas. Y
quiero que volvamos a vernos. Aunque no sea
el próximo sábado.
Eso ya sonaba de otra forma. Pero
¿cómo podía confiar en ella? También lo
había dicho en el barco. Y luego había hecho
cosas, como la de esa misma noche, que no se
ajustaban muy bien a lo expresado con
palabras.
Se inclinó hacia mí y me besó con mucha
ternura.
—Quédate —murmuró—. Mañana es
domingo. Puedes quedarte todo el día, si
quieres.
«Todo el día en la cama», supuse en mi
interior, aunque no tenía nada en contra. Sólo
en el caso de que ella no se comportara como
siempre...
De nuevo me besó con cariño y dulzura.
Ella sabía con certeza que yo no podría
resistirme. Había funcionado en el barco y
también funcionaría aquí.
Me llevó a la cama y me desnudó
despacio.
—Yo creo que aún te debo algo —dijo y
me hizo tumbarme con ella sobre las sábanas.
****************************************************
Ultimo capítulo de la noche, saludos, besos y
abrazos.... nos leemos
La entrada en su casa no despertó en mí
muy buenos recuerdos. La última vez, al
terminar, ella me había dado dinero. En
realidad yo ya tendría que haberme
acostumbrado a eso, pero no lo conseguía.
Claro que esta vez no debía temer un
ofrecimiento de dinero: ya tenía el coche que
estaba aparcado delante de su casa.
Cerró la puerta y me empujó contra ella.
—Bésame —me dijo—. Rápido.
No había tiempo ni para llegar a la
habitación. Yo ya lo tenía previsto.
La besé tal y como me había pedido;
hubiera preferido empezar con suavidad,
acariciarla poco a poco y parte por parte, pero
no me lo permitió.
Me sacó la camisa del pantalón y me
acarició la piel con sus cálidas manos,
mientras me besaba de una forma tan
apasionada que casi me dio vértigo.
Noté en mi boca el sabor de su carmín.
En el Egeo nunca lo llevaba, pero aquí, de
regreso a la civilización, siempre iba
maquillada. Sabía bien, aunque ella sabía
mucho mejor.
Se quitó la chaqueta a toda prisa y la dejó
caer sin desprenderse de mi boca; me besaba
con un ansia cada vez más vehemente.
—Ven —susurró y tiró con impaciencia
de mí.
En un lado del vestíbulo se abría una
puerta por la que me obligó a entrar. Por el
aspecto que presentaba aquello debía de ser el
salón. No lo pude ver muy bien, pues seguía
besándome.
Delante de la chimenea había un sofá, en
el que se dejó caer hacia atrás y yo sobre ella.
«Vaya, ¿hoy quieres estar debajo?»,
pensé, sorprendida.
—Ven —susurró de nuevo—, ven.
Como yo estaba arriba pude controlarla
un poco mejor, lo que me pareció estupendo,
porque no me apetecía que todo fuera tan
rápido. También estaba más que claro lo que
ella quería, y como ella misma había elegido
la postura, ahora tendría que cargar con las
consecuencias.
—Despacio —susurré, inclinándome para
besarla en el cuello—. Que sea lento.
—No quiero...
—Ya sé que no quieres, pero no nos
hemos visto durante una semana. Vamos a
saborearlo, por favor.
Yo tuve la sensación de que, de repente,
se escucharía un gruñido indignado procedente
de su garganta, pero se tranquilizó.
—Tienes razón —dijo, respirando con
fuerza.
—Te lo voy a hacer todo lo bien que
pueda —susurré—. Disfrútalo, por favor.
«Y permíteme que yo también lo
disfrute», dije para mis adentros.
Deseaba amarla y ofrecerle una muestra
de lo que sentía por ella: yo no quería sexo a
lo McDonald's, como si fuera una comida
rápida. Ahora que ya no nos veríamos con
tanta frecuencia, cada ocasión debía ser algo
especial.
Abrí su blusa, la aparté un poco a los
lados y dejé que su sujetador ejerciera su
efecto sobre mí. Era bonito. En el Egeo nunca
llevaba, si acaso la parte de arriba del bikini, y
a veces ni eso, cuando estábamos solas en el
barco.
Aquel sujetador era... algo para llevar en
la ciudad. Con encajes y extremadamente
elegante. Y seguro que muy caro. Claro que
eso no había ni que dudarlo: ella no tenía nada
que no costara un dineral.
Besé sus pechos por encima del sujetador
y por debajo, en la piel. Pero no se lo quité.
Brittany gemía, como atormentada, y su
cabeza volteaba de un lado a otro, apoyada en
el respaldo del sofá.
Yo ya tenía tras de mí una intensa
experiencia procedente de las tres semanas de
aprendizaje. No sería como la primera vez que
estuvimos en su casa. Ella tenía que darse
cuenta de los cambios. Y seguro que lo haría.
Pasé mis manos por sus costados,
despacio, de arriba abajo. Ella se retorció y
pidió más. Le abrí el pantalón y me metí con
lentitud dentro de él. Brittany jadeaba con
fuerza en busca de aire. Luego acaricié su
estómago con mucha suavidad, pero dejé que
mi mano quedara muy arriba, para que los
bruscos movimientos de sus caderas no
consiguieran alcanzarla.
Me tumbé sobre ella y mordisqueé los
lóbulos de sus orejas.
—Paciencia, Brittany—susurré—.
Tómate tu tiempo.
Nunca le había dado ninguna orden; era
la primera vez. Su pecho se elevó y luego bajó
con vehemencia, pero no dijo nada. Tenía los
ojos cerrados. Quería disfrutar e incluso me
daba la oportunidad de controlarla. Eso ya
constituía una novedad.
El hecho de no ponerse furiosa y exigir
sus derechos de una forma enérgica ya era
una buena señal. Algo había cambiado entre
nosotras dos.
Yo sonreí. Esperaba que la cosa siguiera
así. Era el primer paso en la dirección
adecuada. Si ella se mantenía así podíamos
ser como...
«¿Qué? ¿Una pareja? ¿Incluso una
pareja de amantes? Tú sueñas», me dije.
Sí, yo ya sabía que soñaba.
Volvió a removerse, intranquila, debajo
de mí.
—Por favor... —murmuró—, sigue...
¡Oh, sí, era tan dulce! Yo ya no podía
parar: tenía que besarla. Abrió los labios y
entré en su boca; luego llevé una mano a su
espalda y le desabroché el sujetador. Sólo
necesitaba retirarlo para poder llegar hasta sus
pechos, pero para desnudarla lo tenía un poco
complicado por el momento.
Miré sus pezones, que se erguían rígidos.
Eran, además de otras muchas cosas, algo con
lo que yo había soñado. Me incliné y los tomé
con la boca, y ella gimió.
—Sí... Sí...
—Brittany—murmuré en voz baja,
mientras acariciaba con la lengua uno de
aquellos pequeños botones.
Sus movimientos se hicieron cada vez
más violentos.
—Oh, por favor... —susurró—. No
tardes tanto...
Metí una mano en su pantalón mientras
acariciaba su pecho. Busqué la humedad de su
centro, pero no entré. Simplemente me limité
a palpar su clítoris. Allí había mucho más que
un poco de humedad. Sabía que Brittany
había estado excitada durante toda la noche.
Acaricié aquel pequeño brote y Brittany
gimió en voz alta. Yo ya no pude contenerla
más. Se apretó contra mi mano, gimió, gritó y
me arañó la espalda. Luego jadeó y se quedó
tumbada. Sus caderas se agitaban aún debajo
de mí.
Aproveché aquel momento para
deslizarme a su lado y quitarle los pantalones.
Quería maravillarme una vez más con aquella
magnífica visión del embriagador lugar que
había entre sus piernas, pero no podía
entretenerme durante mucho tiempo. Tenía
que besar aquellos pliegues convulsos,
separarlos con mi lengua, penetrar, sentir
aquella maravillosa sensación.
Brittany gimió de nuevo, elevó sus
caderas y se pegó a mí.
—¡Sí...! —exclamó con voz ronca y
excitada—. ¡Sí...! ¡Sí...! ¡Sí...! ¡Sí...!
Agarré con fuerza sus muslos, lo que me
costó mucho trabajo, porque se retorcía como
una serpiente, y mi lengua presionó con más
intensidad en su interior.
Sus gemidos fueron aún más profundos y
apasionados, casi animales. Estaba
desquiciada.
Acaricié su perla e imprimí a mi lengua
un ritmo cada vez más rápido, hasta que tuve
la sensación, por la forma en que se movía, de
que nunca podría sacarla de allí. Luego la
solté, sentí cómo palpitaba en mis labios, se
estremeció y se crispó de nuevo. Tuvo diez
orgasmos seguidos, sin interrupciones.
Cuando terminó, puse mis manos sobre
su estómago y pude comprobar que, bajo la
pared abdominal, persistían unas convulsiones
que no querían abandonarla.
Transcurrieron unos segundos hasta que
pudo respirar y obtener el suficiente aire como
para permitirse hablar.
—¡Oh, Dios! —murmuró—. ¡Oh, Dios!
Brittany me había echado mucho de
menos. Eso lo podía decir yo, pero ella nunca
lo reconocería.
Me desplacé de nuevo hacia arriba y la
miré con una sonrisa.
—¿Satisfecha? —dije, pues sabía que no
podía decir eso de Te quiero.
—No es necesario que te conteste —
repuso.
Al parecer, ya se había recuperado.
Permanecí tumbada sobre ella y apoyé
mi cabeza en su pecho.
—Si estás muy cansada —dije—, reposa
un poco.
Ella no tenía que proporcionarme ningún
placer. Que yo la hubiera satisfecho tanto
hacía surgir en mí un profundo sentimiento de
conexión con ella. Había sido tan dulce
cuando se había entregado a mí. Tan
increíblemente dulce. ¿Cómo podía ocultarlo
cuando no se trataba de sexo? Ella era así:
dulce. Pero, en la vida cotidiana, nadie hubiera
podido imaginarlo.
—¿No quieres tú? —preguntó.
—No, porque estás muy cansada —dije
y sonreí de nuevo—. Todo está muy bien así.
—No quiero tener deudas —replicó.
«¡Oh, no, Brittany! ¡No, por favor!»
—No las tienes —dije en un tono frío.
Había encontrado de nuevo mi voz de puta,
aquella voz que ya creía haber perdido—. Ya
tengo el coche.
—Es cierto —dijo ella.
Aquello parecía haber liquidado sus
«deudas».
—Y, además —continué—, tú misma
habías prohibido hablar de ese tema.
—También es cierto —dijo y me miró—.
Pero, a pesar de todo, quiero hacerlo ahora.
Era fría como un pez. Sólo quería
liquidar sus deudas, nada más, aun cuando yo
le aseguraba que no existía tal deuda.
—Bien —dije—. ¿Cómo?
Tenía que controlarme. Estaba segura de
que ella se había alegrado tanto como yo de
que volviéramos a vernos, pero no lo
expresaba.
—Limítate a quedarte tumbada —me
indicó—. Quiero que te corras estando encima
de mí.
Instrucciones como si estuviéramos en el
rodaje de una película porno. Quizá más
tarde, en vista de mi experiencia, podría
plantearme hacer carrera en ese gremio.
Su mano se desplazó hacia abajo y me
abrió los pantalones, para continuar en busca
de mi punto central.
Presionó por encima de mi ardiente y
húmedo botón, y lo recorrió rápido, cada vez
más rápido.
—Córrete —me apremió—, córrete...
Parecía no querer darme el tiempo que
yo sí le había concedido. Tenía que recuperar
todos los minutos que yo le había «robado».
Mis pechos ardían. Deseaba que los tocara,
pero ella sólo frotaba entre mis piernas hasta
que al fin me corrí con un suspiro y me
desplomé. No hubo segunda vez.
—Ponte de pie —dijo—. Me lo pones
muy complicado.
¡Oh, Dios, menudo humor tenía! ¿Qué es
lo que yo había hecho mal? ¿Sólo porque me
había tomado un poco más de tiempo?
Parecía ser eso. Me había pasado y ahora
tenía que sufrir una sanción. Ciertamente tenía
un carácter muy complicado.
Me puse de pie. Hoy por lo menos no
necesitaba dinero para el taxi. El coche estaba
aparcado delante de la puerta. Su coche. El
coche que ella me había regalado como pago
por mis servicios. ¡Todo aquello resultaba
horrible!
—¿Debo irme? —pregunté.
¿Por qué no se podía quitar el amor igual
que se saca una muela? Te dolía por un
momento, pero luego se calmaba. Para
siempre. Pero aquello no podía ser. Ella me
trataba... como siempre y yo, por eso, la
amaba. Bueno, quizá no fuera por eso, pero lo
cierto es que sí la amaba.
—Sí, hasta el sábado que viene. Tina te
llamará por teléfono —dijo, pasó delante de
mí y abandonó la habitación.
Yo me quedé con la boca abierta.
Aquello era el colmo.
Podía ir tras ella y obligarla, pero ¿a qué
iba a obligarla? No podía exigir que me amara
aunque, de hecho, eso era todo lo que yo
quería.
No tenía ningún sentido. Tenía que
dejarla. Cada vez me haría más infeliz y,
aunque dejarla también me haría infeliz,
seguro que al cabo de un tiempo todo se
calmaría.
Cogí mi ropa y subí las escaleras en
dirección a su dormitorio. Estaba ante la
puerta de la ducha. Desnuda. Tuve que tragar
saliva.
—Sólo quería decirte, Brittany que no
voy a volver —dije, con gran trabajo—. Dejo
el coche ahí fuera. Me iré en autobús. —
Estaba segura de que a aquella hora y por
aquel lugar no pasaría ninguno, pero me daba
igual.
—¿Qué significa eso de que no vas a
volver? —preguntó.
—Pues significa eso: que no voy a
volver. Ni el sábado que viene ni ningún otro.
Me volví para salir del dormitorio.
—¡Espera! —exclamó. Me quedé de pie
y me di la vuelta—. No puedes hacer eso.
La miré. Con gusto le hubiera dicho todo
lo que ella no quería oír. Pero, si lo hacía, me
volvería a doler, a mí y a ella.
—¿Por qué no puedo hacerlo? —
contesté—. Según alcanzo a recordar, nuestro
acuerdo sólo servía para el mar Egeo. Ya han
pasado las vacaciones, estamos otra vez aquí
y todo resulta ya como antes, cuando no había
acuerdo. ¿O tienes la sensación de que aún
existen deudas que yo deba pagar? —añadí,
hostil—. Si lo crees así, lo haré, porque no
quiero tener deudas contigo, igual que tú no
las deseas tener conmigo.
—No, yo... —Se acercó un par de pasos,
con el aspecto de sentirse muy sorprendida—.
No, no tienes ninguna deuda conmigo. El
coche te lo puedes quedar para ti —dijo—. Es
un regalo.
—¿Sin ninguna contraprestación? —
pregunté—. No lo había entendido así.
—Desde luego —repuso.
Asentí.
—Bien, entonces me lo pensaré algo
más... —Pero en realidad era...—. No, te lo
llevo a la oficina el lunes —rectifiqué. No
podía ser, porque el coche me recordaba
mucho a Brittany—. No me lo puedo quedar,
pero ahora me hace falta para irme a casa. Es
muy tarde y seguro que no podré coger ningún
medio de transporte.
—Estoy segura de que no me conozco a
fondo —dijo, se dirigió a la cama y se sentó
en ella—. Ya sé que a veces soy terrible —
continuó, después de permanecer en silencio
unos segundos.
Ahora era la segunda vez que yo me
sentía perpleja.
—Ah, ¿lo sabes? :3 —pregunté, incrédula,
ya que casi no se podía deducir por su forma
de actuar.
—Sí, yo... —alzó los hombros— soy
impaciente y brusca.
En realidad, aquella descripción resultaba
un tanto benevolente, pero ya era algo. De
todas formas, no parecía ser una disculpa.
—¿Y por qué? —pregunté yo.
Me miró. Quería decir algo, de eso me di
cuenta, pero luego volvió a levantar los
hombros.
—Parece que no puedo ser de otra forma
—respondió.
—Entonces no puede haber nada entre
nosotras dos —dije—, porque yo no puedo
soportarlo. —Por una vez, tenía que decir la
verdad y, en cierto modo, aquélla era la parte
más inofensiva.
Ocurrió como en el barco, cuando yo dije
que quería volverme. Se acercó a mí y me
acarició el rostro con suavidad.
—Lo siento —dijo—. Y ya sabes que
esto no lo digo muy a menudo. —En efecto,
eso lo había dicho en muy raras ocasiones—.
Yo soy así... No quiero que te vayas. Y
quiero que volvamos a vernos. Aunque no sea
el próximo sábado.
Eso ya sonaba de otra forma. Pero
¿cómo podía confiar en ella? También lo
había dicho en el barco. Y luego había hecho
cosas, como la de esa misma noche, que no se
ajustaban muy bien a lo expresado con
palabras.
Se inclinó hacia mí y me besó con mucha
ternura.
—Quédate —murmuró—. Mañana es
domingo. Puedes quedarte todo el día, si
quieres.
«Todo el día en la cama», supuse en mi
interior, aunque no tenía nada en contra. Sólo
en el caso de que ella no se comportara como
siempre...
De nuevo me besó con cariño y dulzura.
Ella sabía con certeza que yo no podría
resistirme. Había funcionado en el barco y
también funcionaría aquí.
Me llevó a la cama y me desnudó
despacio.
—Yo creo que aún te debo algo —dijo y
me hizo tumbarme con ella sobre las sábanas.
****************************************************
Ultimo capítulo de la noche, saludos, besos y
abrazos.... nos leemos
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
se que brittany siente algo mas, lo que no entiendo es porque lo oculta?
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
pues mira te voy a dar un dato :3 para saber porque ella oculta sus sentimientos hacia Santana tendrás que leer el segundo libro (ya lo tengo adaptado)... la relación de ellas sera y es un poco complicadillamicky morales escribió:se que brittany siente algo mas, lo que no entiendo es porque lo oculta?
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
o sea que me estas queriendo decir que no lo sabre hasta el segundo libro? joooooo, eso me provocara coma de ansiedad!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
jajaja lo siento, si tenes que esperar pero valdrá la pena esperar =Dmicky morales escribió:o sea que me estas queriendo decir que no lo sabre hasta el segundo libro? joooooo, eso me provocara coma de ansiedad!!!!!!
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
CAPÍTULO 18
Cuando me desperté, ella estaba a mi
lado. Me sentí... ¡como en el cielo!
Era la primera vez que no estaba sola por
la mañana. En el barco siempre dormíamos
cada una en nuestro camarote, incluso
después del más tórrido encuentro sexual.
Nunca habíamos dormido, ni nos habíamos
despertado, juntas.
Fue una sensación muy nueva para mí.
Aquello era lo que yo, al principio, me había
figurado que iba a ocurrir con la mujer a la
que amaba.
La miré desde el otro lado de la cama.
—Brittany... —dije, tan bajito que no me
hubiera podido oír aunque estuviera despierta.
Quería pronunciar de nuevo aquel nombre,
susurrarlo con cariño, repetirlo con ternura.
Sonreí. Aquella noche había sido de una
dulzura increíble, después de que ella, por
primera vez, hubiera superado eso de jugar a
hacerse la fría o la dura. Podía ser tan... No
había ninguna palabra para describir lo
encantadora, irresistible y apasionada que
podía llegar a ser.
—Eres el sol de mi vida —susurré,
mientras le daba un beso en la punta de la
nariz.
Contemplé su rostro relajado, mientras
permanecía tendida allí como si no hubiera
nada en el mundo que pudiera molestarla. Yo
tenía la impresión de que le molestaba algo y,
en ocasiones, quería decirlo, pero no podía
hacerlo.
Se removió con toda calma, murmuró
algo por lo bajo y se dio la vuelta. Yo
contemplé su despertar y volvió a inundarme
toda la ternura que había experimentado
aquella noche.
Aún adormilada, abrió a medias los ojos,
pareció reconocerme y los cerró de nuevo. Un
segundo después los abrió como platos y saltó
de la cama.
—¿Qué...? —dijo, mirándome con fijeza
—. ¡Ah, eres tú!
Parecía no estar acostumbrada a
despertarse al lado de nadie. En cierta forma,
aquello me tranquilizó pues yo ya me había
estado preguntando cómo actuaría realmente
en su vida normal. Parecía que, de forma
habitual, no desayunaba junto a nadie, a no
ser que estuviera en el yate. De lo contrario,
nunca lo hacía.
—Buenos días —dije, sonriente.
—Hummm... Buenas... —respondió,
mientras me miraba con aire algo desconfiado.
—Vaya —dije, con un punto de ironía—.
Es la primera vez que me despierto antes que
tú. —En el yate siempre me la encontraba
sentada en cubierta cuando yo me levantaba.
—Sí, eso parece —respondió.
Como siempre me levantaba después que
ella, no me había llegado a dar cuenta de que
era una de esas personas que tiene mal
despertar.
—Mis posibilidades culinarias son muy
limitadas —dije, mientras me levantaba—,
pero un café sí soy capaz de preparar. La
cocina está abajo, ¿verdad?
—Sí —respondió, tan poco habladora
como siempre.
—¿Prefieres hacer tú de anfitriona? —se
me ocurrió decir.
—En domingo, jamás. Ni se me ocurre
—respondió.
¡Vaya, qué suerte! Pensé que me moría.
No sabía cómo tenía que comportarme si un
empleado de la casa me veía saliendo del
dormitorio de Brittany.
—Bien —dije—, voy a probar suerte. —
Me puse los pantalones—. ¿Habrá algo para
desayunar?
Ella, somnolienta, levantó una mano.
—Siempre lo hay. Ahora voy —me
interrumpió—. Espérame un instante.
Tal y como estaba, pensé que tardaría.
Parecía necesitar algún tiempo antes de
espabilarse del todo.
Trepé de nuevo a la cama y soplé un
beso hacia su mejilla.
—¡Da igual, cari...,Brittany! —dije.
Hubiera preferido decir «cariño», pero me
pareció que no lo apreciaría.
Miré de nuevo hacia atrás al salir de la
habitación y la vi todavía sentada, erguida en
la cama; me miró, no sé cómo... parecía
sorprendida. Y dulce..., muy dulce.
Una vez abajo, traté de localizar la
cocina. Me quedé sin habla ante el enorme
espacio disponible. Tuve que probar a abrir un
par de puertas antes de encontrarla. En una
casa tan grande, deberían haber puesto rótulos
para ayudar en la búsqueda. Cuando franqueé
la puerta adecuada, volví a cerrarla, pues no
me podía imaginar que una cocina se
extendiera por más de media casa. Me dio la
impresión de que el espacio allí era ilimitado.
Aun en el caso de que Brittany estuviera
encantada de cocinar allí, seguro que no lo
hacía con mucha frecuencia. Abrí la puerta
por segunda vez y tuve que reconocer que lo
que veía era, verdaderamente, la cocina; la de
mi madre resultaba tan diminuta a su lado que
hubiera podido acoplarse sin problemas en
cualquiera de los rincones que yo veía ahora.
Busqué una cafetera. Yo sabía que
Brittany sólo tomaba café exprés en la oficina,
puede que fuera porque el café griego que
podía conseguirse no le gustaba del todo, y
pensé que en su casa también dispondría de
una cafetera exprés.
Por desgracia no vi ninguna. Es más, me
resultó curioso no ver ningún
electrodoméstico. Abrí un montón de armarios
y encontré tazas de café y más vajilla, hasta
que, por fin, localicé algunos botones
rotulados con números. Apreté el botón
número 1.
En una encimera se abrió parte de la
plancha y por allí surgió un robot de cocina,
una cosa brillante y plateada, por todo lo alto.
Apreté el botón por segunda vez y el robot
desapareció.
Lo encontré fascinante, así que ahora
apreté el botón rotulado con el número 2:
aparecieron algunas cacerolas, a las que hice
ocultarse de nuevo. El botón número 3 era la
cafetera. Aunque hubiera seguido jugando de
buena gana, me dominé y examiné la cafetera
con la mayor atención. Era automática. No
podía ser de otra forma en una cocina
totalmente automática. Ya sólo me hizo falta
apretar el botón adecuado para que se moliera
el café, se distribuyera con las cantidades
justas y estuviera a punto para fluir hacia las
tazas, tazas que yo había olvidado colocar. No
sabía cómo funcionaba la máquina.
El café se depositó en un recipiente, por
lo que mi fallo no supuso ningún problema. La
segunda vez ya lo hice mejor y el exprés, en
forma de un perfecto café-crema, cayó en las
tazas.
Brittany no había bajado todavía, así que
busqué una bandeja, coloqué las tazas,
localicé el azúcar, no puse leche porque sabía
que a ella no le gustaba y subí otra vez al
dormitorio.
Ella acababa de salir de la ducha.
—El café está en la cama —anuncié con
una sonrisa.
Me miró, sorprendida.
—¡Ah, sí, gracias! —murmuró después.
Era, con toda claridad, una de esas
personas que continuaba de mal humor hasta
bastante después de levantarse. Por lo menos
aquí, en su casa, porque en el Egeo no me lo
había parecido.
—Siéntate otra vez en la cama y te lo
serviré —dije, apartándome de ella. Estaba
desnuda y me vi obligada a apaciguar mis
ardientes sensaciones.
Ella se deslizó otra vez en la cama y se
subió la sábana hasta la barbilla. Me pareció
muy bien, porque de lo contrario la vista de
sus pechos desnudos me hubiera impedido
tomarme el café.
Me deslicé junto a ella, le di su taza y le
acerqué el azúcar. Se sirvió, volví a dejar el
azucarero en su sitio y tomé mi propia taza.
—¡Tienes un equipamiento sensacional
en la cocina! —exclamé—. Y todo tan
automático...
—Sí, resulta muy práctico —contestó.
«Y muy caro», pensé. Claro que para
ella eso no tenía ninguna importancia.
Me tomé deprisa el café.
—¿Sabes una cosa? —dije, muy jovial
—. Tú te vas a quedar ahora aquí con toda la
calma mientras yo me ducho.
Me miró, pero no esperé su respuesta y
me fui con prisas a la ducha. Tuve la
sensación de que ella aún necesitaba mucho,
pero que mucho, tiempo para acabar de
despertarse..., y más aún para acostumbrarse
a mi presencia por la mañana temprano.
Tardé bastante en ducharme para que
dispusiera de todo el tiempo que le hiciera
falta, aunque, todo hay que decirlo, también lo
hice porque aquella ducha era tan lujosa que
me resultó difícil separarme de ella. También
tenía miles de programas automáticos, se
podía aromatizar con olores muy diversos, la
temperatura era regulable y disponía de un
montón de cosas más. Incluso llevaba
incorporado un secador de pelo.
Al salir de la ducha, Brittany ya había
desaparecido. Me figuré que habría bajado,
así que me vestí y fui tras ella.
Entré otra vez en la cocina y la encontré
allí. Acababa de sacar un par de croissants del
horno.
—Esto es lo que quería decir antes —
dijo, mientras reía y mantenía en alto uno de
los croissants—. Siempre los tengo
congelados. Espero que te gusten.
—Mucho —respondí, también entre
risas. Me acerqué a ella. Por fin parecía estar
más parlanchina—. Pero, sobre todo, lo que
más me gusta eres tú —lo dije en voz baja y
acaricié con suavidad sus labios con los míos.
—Hummm, sí —carraspeó.
La cogí por el talle y quise atraerla hacia
mí.
—¡No! ¡Los croissants! —exclamó. Se
separó de mí y dejó los dulces en una cestita,
en la que ya había otras variedades de
repostería. Luego volvió a reírse—. Lo
primero es desayunar. Esta mañana lo
necesito.
Para mí el desayuno era algo que me
resultaba indiferente en aquel momento; lo
único que deseaba era besarla, acariciarla y
sentirla. Pero respeté sus deseos. Era una
persona muy distinta a la del mar Egeo y tenía
que acostumbrarme a ella.
En la cocina había una pequeña zona
para desayunar, pero, cuando quise sentarme
allí, Brittany dijo:
—No, al lado del comedor.
Cogí una bandeja con todas las cosas que
había preparado, empujé con el brazo una
puerta oscilante y salí de la cocina. Aquella
puerta era muy divertida y la hice batir un par
de veces antes de ir tras Brittany.
Puso en la mesa, que ya estaba
preparada, lo que yo llevaba en la bandeja.
Parecía que ya lo había hecho otras veces.
—Eres la perfecta ama de casa —dije.
—Sólo hoy —respondió—. Por lo
general no me tomo tantas molestias.
«¿Por lo general, si estás sola? ¿Acaso
sólo lo haces por mí?», me pregunté.
Aquello, por supuesto, resultaba muy
amable por su parte, pero yo sabía que sólo
podía confiar en su amabilidad hasta cierto
punto. Por lo menos hasta aquel momento. A
lo mejor también había cambiado en eso.
«¿En una sola noche? Es bastante
improbable, tienes razón», me dije.
Se sentó y me señaló una silla.
—Por favor —dijo—, siéntate aquí. —
Me miró, sonriente—. El desayuno ya está
dispuesto —dijo, en un tono de voz...
indescriptible. Era, al mismo tiempo, dulce,
prometedor y cariñoso.
Me sentí arder. Se podía pensar que no
se refería a la comida en sí, sino a una cosa
muy distinta. Pero sentada como estaba de
una forma tan recatada, quizá sólo eran ideas
mías y no suyas.
—Sí..., bien..., gracias —dije y me senté.
De repente, me sentí un poco incómoda.
Ya habíamos comido juntas muchas veces, en
el Egeo todos los días, pero, a pesar de todo,
siempre me resultaba algo muy nuevo y poco
habitual. En las vacaciones, bajo el sol
meridional, había sido diferente.
—¿No comes? —preguntó. Había cogido
un croissant y se sirvió un vaso de zumo de
naranja—. ¿Quieres? —Mostró en alto el
frasco de zumo.
Aquella forma de comportarse de
Brittany me hacía sentir tan bien como cuando
me sentaba a desayunar junto a mi madre.
—Sí, gracias —dije, mientras le acercaba
el vaso para que me sirviera—. Tienes una
casa magnífica. La ducha es de ensueño y,
por supuesto, no digamos la cocina, aunque
no la haya acabado de entender.
—¿Te ha gustado la ducha? —preguntó,
riéndose. Dejó sobre la mesa el frasco de
zumo—. Sí, hay que hacer que la vida sea lo
más agradable posible —continuó—. Nunca
se sabe... —Se interrumpió—. Yo odio perder
el tiempo y la energía, y eso es justo lo que
ocurre cuando tienes que pelear con cacharros
poco eficientes: despilfarras energía y tiempo.
Hay que evitarlo.
—Siempre que se tenga el dinero para
eso —dije—. ¡Oh! —exclamé, mientras la
miraba—. Disculpa.
—No pasa nada —respondió, con una
extraña dulzura—. Claro, la premisa inicial es
que el que quiera lujos se los tiene que pagar
—continuó—. ¡Qué se le va a hacer! Así es el
capitalismo.
Y yo me encontraba ante una
representación personificada del capitalismo,
pude haber agregado.
—Mientras tu agencia marche tan bien
como ahora no tendrás ninguna dificultad —
dije.
—Sí, es verdad que marcha bien —
contestó, mirándome—. Pero eso es el
resultado de un trabajo muy intenso, como
habrás comprobado durante tus prácticas.
«Por supuesto que lo he comprobado»,
pensé y luego dije, ya en alto:
—Trabajas demasiado. He oído con
frecuencia las broncas que te echa Tina si te
quedas a trabajar toda la noche... —Me eché
a reír.
—Sí, ya lo hace de una forma
automática. —Sonrió levemente—. Nadie da
nada por nada, así es como funcionan las
cosas. Cuando veo a esos jovencitos de hoy
día...: una jornada de ocho horas les parece
muy larga. Para mí resulta muy normal un
horario de trabajo de dieciséis horas, o más.
Mi único día libre es el domingo. Y no
siempre.
—¿Hoy también trabajas? —pregunté.
Hubiera sido una lástima.
—No —respondió, riendo.
Fue como si hubiera salido el sol. ¿Cómo
lo había hecho?
—Hoy lo tengo libre.
—Es magnífico —dije y la miré—.
Magnífico de verdad. —Lo dije por segunda
vez para hacerle ver que no sólo quería
referirme a que hacía un día fantástico y ella
se dio cuenta.
Brittany carraspeó.
—Come algo. A veces me da la
impresión de que lo he hecho todo en vano.
No parecía haberle gustado. Supuse que
volvía a referirse otra vez a su teoría del
despilfarro. Cogí un croissant y me lo comí.
*****************************************************************
Bueno puede que en la noche suba otro cap....... saludos.. nos leemos
Cuando me desperté, ella estaba a mi
lado. Me sentí... ¡como en el cielo!
Era la primera vez que no estaba sola por
la mañana. En el barco siempre dormíamos
cada una en nuestro camarote, incluso
después del más tórrido encuentro sexual.
Nunca habíamos dormido, ni nos habíamos
despertado, juntas.
Fue una sensación muy nueva para mí.
Aquello era lo que yo, al principio, me había
figurado que iba a ocurrir con la mujer a la
que amaba.
La miré desde el otro lado de la cama.
—Brittany... —dije, tan bajito que no me
hubiera podido oír aunque estuviera despierta.
Quería pronunciar de nuevo aquel nombre,
susurrarlo con cariño, repetirlo con ternura.
Sonreí. Aquella noche había sido de una
dulzura increíble, después de que ella, por
primera vez, hubiera superado eso de jugar a
hacerse la fría o la dura. Podía ser tan... No
había ninguna palabra para describir lo
encantadora, irresistible y apasionada que
podía llegar a ser.
—Eres el sol de mi vida —susurré,
mientras le daba un beso en la punta de la
nariz.
Contemplé su rostro relajado, mientras
permanecía tendida allí como si no hubiera
nada en el mundo que pudiera molestarla. Yo
tenía la impresión de que le molestaba algo y,
en ocasiones, quería decirlo, pero no podía
hacerlo.
Se removió con toda calma, murmuró
algo por lo bajo y se dio la vuelta. Yo
contemplé su despertar y volvió a inundarme
toda la ternura que había experimentado
aquella noche.
Aún adormilada, abrió a medias los ojos,
pareció reconocerme y los cerró de nuevo. Un
segundo después los abrió como platos y saltó
de la cama.
—¿Qué...? —dijo, mirándome con fijeza
—. ¡Ah, eres tú!
Parecía no estar acostumbrada a
despertarse al lado de nadie. En cierta forma,
aquello me tranquilizó pues yo ya me había
estado preguntando cómo actuaría realmente
en su vida normal. Parecía que, de forma
habitual, no desayunaba junto a nadie, a no
ser que estuviera en el yate. De lo contrario,
nunca lo hacía.
—Buenos días —dije, sonriente.
—Hummm... Buenas... —respondió,
mientras me miraba con aire algo desconfiado.
—Vaya —dije, con un punto de ironía—.
Es la primera vez que me despierto antes que
tú. —En el yate siempre me la encontraba
sentada en cubierta cuando yo me levantaba.
—Sí, eso parece —respondió.
Como siempre me levantaba después que
ella, no me había llegado a dar cuenta de que
era una de esas personas que tiene mal
despertar.
—Mis posibilidades culinarias son muy
limitadas —dije, mientras me levantaba—,
pero un café sí soy capaz de preparar. La
cocina está abajo, ¿verdad?
—Sí —respondió, tan poco habladora
como siempre.
—¿Prefieres hacer tú de anfitriona? —se
me ocurrió decir.
—En domingo, jamás. Ni se me ocurre
—respondió.
¡Vaya, qué suerte! Pensé que me moría.
No sabía cómo tenía que comportarme si un
empleado de la casa me veía saliendo del
dormitorio de Brittany.
—Bien —dije—, voy a probar suerte. —
Me puse los pantalones—. ¿Habrá algo para
desayunar?
Ella, somnolienta, levantó una mano.
—Siempre lo hay. Ahora voy —me
interrumpió—. Espérame un instante.
Tal y como estaba, pensé que tardaría.
Parecía necesitar algún tiempo antes de
espabilarse del todo.
Trepé de nuevo a la cama y soplé un
beso hacia su mejilla.
—¡Da igual, cari...,Brittany! —dije.
Hubiera preferido decir «cariño», pero me
pareció que no lo apreciaría.
Miré de nuevo hacia atrás al salir de la
habitación y la vi todavía sentada, erguida en
la cama; me miró, no sé cómo... parecía
sorprendida. Y dulce..., muy dulce.
Una vez abajo, traté de localizar la
cocina. Me quedé sin habla ante el enorme
espacio disponible. Tuve que probar a abrir un
par de puertas antes de encontrarla. En una
casa tan grande, deberían haber puesto rótulos
para ayudar en la búsqueda. Cuando franqueé
la puerta adecuada, volví a cerrarla, pues no
me podía imaginar que una cocina se
extendiera por más de media casa. Me dio la
impresión de que el espacio allí era ilimitado.
Aun en el caso de que Brittany estuviera
encantada de cocinar allí, seguro que no lo
hacía con mucha frecuencia. Abrí la puerta
por segunda vez y tuve que reconocer que lo
que veía era, verdaderamente, la cocina; la de
mi madre resultaba tan diminuta a su lado que
hubiera podido acoplarse sin problemas en
cualquiera de los rincones que yo veía ahora.
Busqué una cafetera. Yo sabía que
Brittany sólo tomaba café exprés en la oficina,
puede que fuera porque el café griego que
podía conseguirse no le gustaba del todo, y
pensé que en su casa también dispondría de
una cafetera exprés.
Por desgracia no vi ninguna. Es más, me
resultó curioso no ver ningún
electrodoméstico. Abrí un montón de armarios
y encontré tazas de café y más vajilla, hasta
que, por fin, localicé algunos botones
rotulados con números. Apreté el botón
número 1.
En una encimera se abrió parte de la
plancha y por allí surgió un robot de cocina,
una cosa brillante y plateada, por todo lo alto.
Apreté el botón por segunda vez y el robot
desapareció.
Lo encontré fascinante, así que ahora
apreté el botón rotulado con el número 2:
aparecieron algunas cacerolas, a las que hice
ocultarse de nuevo. El botón número 3 era la
cafetera. Aunque hubiera seguido jugando de
buena gana, me dominé y examiné la cafetera
con la mayor atención. Era automática. No
podía ser de otra forma en una cocina
totalmente automática. Ya sólo me hizo falta
apretar el botón adecuado para que se moliera
el café, se distribuyera con las cantidades
justas y estuviera a punto para fluir hacia las
tazas, tazas que yo había olvidado colocar. No
sabía cómo funcionaba la máquina.
El café se depositó en un recipiente, por
lo que mi fallo no supuso ningún problema. La
segunda vez ya lo hice mejor y el exprés, en
forma de un perfecto café-crema, cayó en las
tazas.
Brittany no había bajado todavía, así que
busqué una bandeja, coloqué las tazas,
localicé el azúcar, no puse leche porque sabía
que a ella no le gustaba y subí otra vez al
dormitorio.
Ella acababa de salir de la ducha.
—El café está en la cama —anuncié con
una sonrisa.
Me miró, sorprendida.
—¡Ah, sí, gracias! —murmuró después.
Era, con toda claridad, una de esas
personas que continuaba de mal humor hasta
bastante después de levantarse. Por lo menos
aquí, en su casa, porque en el Egeo no me lo
había parecido.
—Siéntate otra vez en la cama y te lo
serviré —dije, apartándome de ella. Estaba
desnuda y me vi obligada a apaciguar mis
ardientes sensaciones.
Ella se deslizó otra vez en la cama y se
subió la sábana hasta la barbilla. Me pareció
muy bien, porque de lo contrario la vista de
sus pechos desnudos me hubiera impedido
tomarme el café.
Me deslicé junto a ella, le di su taza y le
acerqué el azúcar. Se sirvió, volví a dejar el
azucarero en su sitio y tomé mi propia taza.
—¡Tienes un equipamiento sensacional
en la cocina! —exclamé—. Y todo tan
automático...
—Sí, resulta muy práctico —contestó.
«Y muy caro», pensé. Claro que para
ella eso no tenía ninguna importancia.
Me tomé deprisa el café.
—¿Sabes una cosa? —dije, muy jovial
—. Tú te vas a quedar ahora aquí con toda la
calma mientras yo me ducho.
Me miró, pero no esperé su respuesta y
me fui con prisas a la ducha. Tuve la
sensación de que ella aún necesitaba mucho,
pero que mucho, tiempo para acabar de
despertarse..., y más aún para acostumbrarse
a mi presencia por la mañana temprano.
Tardé bastante en ducharme para que
dispusiera de todo el tiempo que le hiciera
falta, aunque, todo hay que decirlo, también lo
hice porque aquella ducha era tan lujosa que
me resultó difícil separarme de ella. También
tenía miles de programas automáticos, se
podía aromatizar con olores muy diversos, la
temperatura era regulable y disponía de un
montón de cosas más. Incluso llevaba
incorporado un secador de pelo.
Al salir de la ducha, Brittany ya había
desaparecido. Me figuré que habría bajado,
así que me vestí y fui tras ella.
Entré otra vez en la cocina y la encontré
allí. Acababa de sacar un par de croissants del
horno.
—Esto es lo que quería decir antes —
dijo, mientras reía y mantenía en alto uno de
los croissants—. Siempre los tengo
congelados. Espero que te gusten.
—Mucho —respondí, también entre
risas. Me acerqué a ella. Por fin parecía estar
más parlanchina—. Pero, sobre todo, lo que
más me gusta eres tú —lo dije en voz baja y
acaricié con suavidad sus labios con los míos.
—Hummm, sí —carraspeó.
La cogí por el talle y quise atraerla hacia
mí.
—¡No! ¡Los croissants! —exclamó. Se
separó de mí y dejó los dulces en una cestita,
en la que ya había otras variedades de
repostería. Luego volvió a reírse—. Lo
primero es desayunar. Esta mañana lo
necesito.
Para mí el desayuno era algo que me
resultaba indiferente en aquel momento; lo
único que deseaba era besarla, acariciarla y
sentirla. Pero respeté sus deseos. Era una
persona muy distinta a la del mar Egeo y tenía
que acostumbrarme a ella.
En la cocina había una pequeña zona
para desayunar, pero, cuando quise sentarme
allí, Brittany dijo:
—No, al lado del comedor.
Cogí una bandeja con todas las cosas que
había preparado, empujé con el brazo una
puerta oscilante y salí de la cocina. Aquella
puerta era muy divertida y la hice batir un par
de veces antes de ir tras Brittany.
Puso en la mesa, que ya estaba
preparada, lo que yo llevaba en la bandeja.
Parecía que ya lo había hecho otras veces.
—Eres la perfecta ama de casa —dije.
—Sólo hoy —respondió—. Por lo
general no me tomo tantas molestias.
«¿Por lo general, si estás sola? ¿Acaso
sólo lo haces por mí?», me pregunté.
Aquello, por supuesto, resultaba muy
amable por su parte, pero yo sabía que sólo
podía confiar en su amabilidad hasta cierto
punto. Por lo menos hasta aquel momento. A
lo mejor también había cambiado en eso.
«¿En una sola noche? Es bastante
improbable, tienes razón», me dije.
Se sentó y me señaló una silla.
—Por favor —dijo—, siéntate aquí. —
Me miró, sonriente—. El desayuno ya está
dispuesto —dijo, en un tono de voz...
indescriptible. Era, al mismo tiempo, dulce,
prometedor y cariñoso.
Me sentí arder. Se podía pensar que no
se refería a la comida en sí, sino a una cosa
muy distinta. Pero sentada como estaba de
una forma tan recatada, quizá sólo eran ideas
mías y no suyas.
—Sí..., bien..., gracias —dije y me senté.
De repente, me sentí un poco incómoda.
Ya habíamos comido juntas muchas veces, en
el Egeo todos los días, pero, a pesar de todo,
siempre me resultaba algo muy nuevo y poco
habitual. En las vacaciones, bajo el sol
meridional, había sido diferente.
—¿No comes? —preguntó. Había cogido
un croissant y se sirvió un vaso de zumo de
naranja—. ¿Quieres? —Mostró en alto el
frasco de zumo.
Aquella forma de comportarse de
Brittany me hacía sentir tan bien como cuando
me sentaba a desayunar junto a mi madre.
—Sí, gracias —dije, mientras le acercaba
el vaso para que me sirviera—. Tienes una
casa magnífica. La ducha es de ensueño y,
por supuesto, no digamos la cocina, aunque
no la haya acabado de entender.
—¿Te ha gustado la ducha? —preguntó,
riéndose. Dejó sobre la mesa el frasco de
zumo—. Sí, hay que hacer que la vida sea lo
más agradable posible —continuó—. Nunca
se sabe... —Se interrumpió—. Yo odio perder
el tiempo y la energía, y eso es justo lo que
ocurre cuando tienes que pelear con cacharros
poco eficientes: despilfarras energía y tiempo.
Hay que evitarlo.
—Siempre que se tenga el dinero para
eso —dije—. ¡Oh! —exclamé, mientras la
miraba—. Disculpa.
—No pasa nada —respondió, con una
extraña dulzura—. Claro, la premisa inicial es
que el que quiera lujos se los tiene que pagar
—continuó—. ¡Qué se le va a hacer! Así es el
capitalismo.
Y yo me encontraba ante una
representación personificada del capitalismo,
pude haber agregado.
—Mientras tu agencia marche tan bien
como ahora no tendrás ninguna dificultad —
dije.
—Sí, es verdad que marcha bien —
contestó, mirándome—. Pero eso es el
resultado de un trabajo muy intenso, como
habrás comprobado durante tus prácticas.
«Por supuesto que lo he comprobado»,
pensé y luego dije, ya en alto:
—Trabajas demasiado. He oído con
frecuencia las broncas que te echa Tina si te
quedas a trabajar toda la noche... —Me eché
a reír.
—Sí, ya lo hace de una forma
automática. —Sonrió levemente—. Nadie da
nada por nada, así es como funcionan las
cosas. Cuando veo a esos jovencitos de hoy
día...: una jornada de ocho horas les parece
muy larga. Para mí resulta muy normal un
horario de trabajo de dieciséis horas, o más.
Mi único día libre es el domingo. Y no
siempre.
—¿Hoy también trabajas? —pregunté.
Hubiera sido una lástima.
—No —respondió, riendo.
Fue como si hubiera salido el sol. ¿Cómo
lo había hecho?
—Hoy lo tengo libre.
—Es magnífico —dije y la miré—.
Magnífico de verdad. —Lo dije por segunda
vez para hacerle ver que no sólo quería
referirme a que hacía un día fantástico y ella
se dio cuenta.
Brittany carraspeó.
—Come algo. A veces me da la
impresión de que lo he hecho todo en vano.
No parecía haberle gustado. Supuse que
volvía a referirse otra vez a su teoría del
despilfarro. Cogí un croissant y me lo comí.
*****************************************************************
Bueno puede que en la noche suba otro cap....... saludos.. nos leemos
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
Ojala puedas subir otro!!
Lindo capitulo!!!
Saludos
Lindo capitulo!!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
poco a poco se van conociendo aunque brittany es un hueso duro de roer!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
CAPÍTULO 19
—¿Qué te gustaría hacer hoy? —me
preguntó minutos más tarde, después de que
hubiéramos quitado la mesa—. ¿Dar una
vuelta con tu descapotable? Seguro que estaría
muy bien con este tiempo tan bueno.
—Claro —contesté. Pero yo había
pensado en otra cosa. Fui hacia ella y la rodeé
con mis brazos—. A lo mejor más tarde —
dije.
La miré a los ojos, pero ella mantuvo su
mirada ausente.
¿Qué ocurría? ¿Otra vez tan tímida, de
repente? Por lo general era ella la que siempre
tenía prisa por meterse en la cama.
—Me gustaría pasear un poco en coche
—dijo—. Si no te importa.
Aquello era una forma concreta de darle
la vuelta a la relación. ¿Rechazaba el sexo
pero dejaba que fuera yo la que tomara la
decisión? Me tenía desconcertada.
Hice girar su cabeza hacia mí y la besé
con dulzura.
—No, no me importa —dije—. Si lo
deseas así.
Era la primera vez que tenía la sensación
de cumplir uno de sus deseos sin que aquello
supusiera la prestación de un servicio a
cambio de un pago. Fue una sensación
magnífica. Una sensación normal. Como debe
ser entre dos amantes.
Que es lo que éramos nosotras.
Las dos.
—Con ese pañuelo en la cabeza te
pareces a Audrey Hepburn o a Grace Kelly —
dije, con una sonrisa, mientras recorríamos el
paisaje con la capota bajada.
—¿Cómo es posible? —preguntó—. Una
era rubia y la otra morena. No me puedo
parecer a las dos.
La miré de nuevo.
—Grace Kelly —respondí—. Idéntica a
como era Grace Kelly.
—Es necesario que me lo ponga así. Ya
verás como luego tengo el pelo como si fuera
una escoba.
—Está fantástico —dije—, incluso aun
cuando pretenda ser práctico. Siempre sentí
admiración por aquellas mujeres de los años
cincuenta.
—¿De veras? —Me lanzó una mirada
crítica—. ¿Crees que me conservo como una
de aquellas mujeres de los años cincuenta?
—Tú eres un tipo de mujer muy dotada
como ama de casa —dije con sorna.
—Pero eso no es todo... —respondió,
malhumorada.
—No, yo no te considero como una
mujer de las de los años cincuenta —transigí,
en un tono amable—. Por ahora sólo te veo
así. Y me parece maravilloso.
—Si te lo parece... —respondió, algo
disgustada.
—Sí, me lo parece —dije—. Para mí,
Grace Kelly fue durante mucho tiempo la
mujer más bella del mundo. —La miré
durante un instante antes de volver a fijar la
vista en la carretera.
Por el rabillo del ojo observé que en su
cara aparecía una mueca de consternación,
pero no dijo nada durante un buen rato. Luego
señaló:
—No me gustan las exageraciones.
Nunca hay que alterar la verdad.
—Yo lo hago —respondí con ironía.
Brittany pareció enfadarse. Esta vez no quería
dejarme intimidar ni que me desconcertara.
No era la dura e implacable mujer de negocios
sin sentimientos, como a ella tanto le gustaba
aparentar. Eso ya lo había notado yo con toda
claridad. Como había pasado la noche
anterior. Y también ahora.
—No voy a discutir contigo ahora —dijo
—. Sólo quería señalarlo.
—Tú tienes una agencia publicitaria —
contesté—. La publicidad no es en absoluto
una verdad. ¿Lo ves tú de otra forma?
—La ley nos obliga a decir la verdad —
explicó—, pero eso puede depender de la
forma en que se presenten las cosas. No hay
que ser inexacto. En cualquier caso, la puesta
en escena es siempre una verdad posible.
—Los mensajes publicitarios son cuentos
—respondí—. Son ilusiones que pretenden
que la gente crea que, si compran el producto
que se recomienda, se cumplirán sus deseos.
—¿Eso lo has sacado de clase? —
inquirió, mirándome consternada.
—También de allí —respondí—. Hemos
hecho crítica sobre los mensajes y las frases
publicitarias. Pero también es una deducción
propia.
—¿Me consideras una embaucadora? —
preguntó, con una sonrisa.
—No —contesté. La contemplé sólo un
instante, para no apartar la vista de la
carretera.
«En todo caso, no en lo que se refiere a
la publicidad», pensé para mis adentros y
luego en voz alta continué:
—Tan sólo te considero una empresaria
muy hábil.
—Gracias —contestó, aunque comprobé
que no sabía si aquello había sido un cumplido
o no—. Yo vendo sueños, eso sí es cierto —
añadió, con aspecto algo pensativo—, pero en
un mundo como el nuestro los sueños resultan
muy importantes.
—Estoy de acuerdo contigo sin ningún
tipo de reservas —dije—. Si no tienes ningún
sueño, probablemente no te queda más
remedio que pegarte un tiro.
Aquello me recordó nuestra charla en el
barco, cuando ella dijo que no se había
cumplido ninguno de sus sueños. Por
desgracia, me acordé demasiado tarde. Si era
verdad y no había podido realizar ninguno de
sus sueños, yo parecía estar sugiriéndole, por
así decirlo, que se suicidara. Quise añadir algo,
pero ella se me anticipó:
—Algunas veces no hace falta —dijo. Yo
no sabía a qué se refería. Se rió de una forma
un tanto artificial—. En todo caso, estamos
sentadas en un coche de ensueño y éste es un
día de ensueño. ¡A lo mejor deberíamos rodar
aquí un spot publicitario!
Pareció que lo tenía muy preparado.
—Hoy es tu día libre —recordé.
—Es verdad —dijo, volviéndose a relajar
—. Es domingo y debemos tratar de
mantenernos alejadas de las zonas más
turísticas, porque seguro que estarán hasta los
topes. Vamos a seguir un poco más. Ahí
fuera, en el parque Stadtwald, puede que
encontremos un sitio pequeño donde no nos
muelan a pisotones.
Encontramos un aparcamiento para
excursionistas en el que sólo había un coche.
Aquello nos animó, porque parecía seguro que
no nos encontraríamos con nadie. Salimos del
coche y nos dirigimos hacia la zona boscosa.
—Prefiero el mar —dijo Brittany—, pero
este bosque también me sirve. Aunque, si lo
comparo con el agua, la verdad es que aquí a
veces me encuentro algo cohibida.
—Sí, el mar es muy bello —dije, en un
tono soñador. Sentí en mi piel el suave viento
marino acariciándome mientras estaba en
cubierta. Respiré hondo—. Lo que más me
gustaría sería volver allí.
—¿De veras? —preguntó Brittany. Su
mirada era de incredulidad.
—Desde luego —contesté—. Fue
maravilloso.
«Excepto por un par de nimiedades que
prefiero olvidar y en las que, estoy segura, tú
piensas ahora», agregué para mis adentros.
—Pues... si tú... Podríamos volver otra
vez. Cuando tengas vacaciones —replicó de
repente.
—Las vacaciones de Navidad son, por
desgracia, bastante cortas — dije—. Si acaso,
podría viajar una vez pasadas las Navidades,
porque, de todas formas, quiero estar con mi
madre durante las fiestas y después las
vacaciones ya casi se habrán terminado. —Lo
cierto es que yo lo sentía de verdad.
—¡Qué lástima! —respondió—. Para un
par de días casi no merece la pena. —De su
voz pude deducir que ella también lo
lamentaba.
—Pero después del examen de
selectividad sí tengo tiempo —dije.
—¿Después del examen? —Me miró—.
Aún falta para eso, ¿no?
—Será en primavera —respondí.
—Pero todavía no hemos entrado en el
otoño —dijo. Pareció recapacitar, luego me
miró y se rió—. ¡De acuerdo, en primavera!
—Enlazó su brazo con el mío y, juntas,
continuamos nuestro paseo por el camino
forestal.
Resultaba extraño atravesar el bosque a
su lado, tan serenas y relajadas, cogidas del
brazo como si fuéramos una pareja. Era algo
que ayer mismo yo no hubiera podido
imaginar.
—¿Brittany? —dije. Ella me miró. Me
detuve y examiné su rostro—. Quisiera decirte
de una vez lo agradecida que estoy...
—¡No, no, por favor! —respondió en
voz baja, mientras colocaba su dedo sobre mis
labios—. Nada de agradecimientos. No hay
nada por lo que dar las gracias. Al contrario.
Yo sabía lo que ella pensaba.
—Lo del barco fue maravilloso —dije—.
Quiero que lo sepas. Se abrió para mí un
nuevo mundo.
Ella bajó la vista.
—Prefiero no hablar de eso —se expresó
con un cierto tono de rechazo.
Le acaricié la mejilla con cariño.
—Brittany... —dije de nuevo y me
incliné sobre sus labios, los busqué, los toqué
y los acaricié con gran suavidad.
Me abrazó. Y todo ocurrió como a
cámara lenta. Sus labios se abrieron con
lentitud y me dejaron entrar; nos besamos en
aquel camino forestal con un tierno ardor.
Aquello no resultó muy erótico, sino más
bien dulce y abnegado, como si realmente
acabáramos de conocernos.
Quizá fue lo que ocurrió. Todo
empezaba de nuevo.
***************************************************
Gracias a las personillas que leen este fic, saludos,
besos y abrazos
nos leemos =D
—¿Qué te gustaría hacer hoy? —me
preguntó minutos más tarde, después de que
hubiéramos quitado la mesa—. ¿Dar una
vuelta con tu descapotable? Seguro que estaría
muy bien con este tiempo tan bueno.
—Claro —contesté. Pero yo había
pensado en otra cosa. Fui hacia ella y la rodeé
con mis brazos—. A lo mejor más tarde —
dije.
La miré a los ojos, pero ella mantuvo su
mirada ausente.
¿Qué ocurría? ¿Otra vez tan tímida, de
repente? Por lo general era ella la que siempre
tenía prisa por meterse en la cama.
—Me gustaría pasear un poco en coche
—dijo—. Si no te importa.
Aquello era una forma concreta de darle
la vuelta a la relación. ¿Rechazaba el sexo
pero dejaba que fuera yo la que tomara la
decisión? Me tenía desconcertada.
Hice girar su cabeza hacia mí y la besé
con dulzura.
—No, no me importa —dije—. Si lo
deseas así.
Era la primera vez que tenía la sensación
de cumplir uno de sus deseos sin que aquello
supusiera la prestación de un servicio a
cambio de un pago. Fue una sensación
magnífica. Una sensación normal. Como debe
ser entre dos amantes.
Que es lo que éramos nosotras.
Las dos.
—Con ese pañuelo en la cabeza te
pareces a Audrey Hepburn o a Grace Kelly —
dije, con una sonrisa, mientras recorríamos el
paisaje con la capota bajada.
—¿Cómo es posible? —preguntó—. Una
era rubia y la otra morena. No me puedo
parecer a las dos.
La miré de nuevo.
—Grace Kelly —respondí—. Idéntica a
como era Grace Kelly.
—Es necesario que me lo ponga así. Ya
verás como luego tengo el pelo como si fuera
una escoba.
—Está fantástico —dije—, incluso aun
cuando pretenda ser práctico. Siempre sentí
admiración por aquellas mujeres de los años
cincuenta.
—¿De veras? —Me lanzó una mirada
crítica—. ¿Crees que me conservo como una
de aquellas mujeres de los años cincuenta?
—Tú eres un tipo de mujer muy dotada
como ama de casa —dije con sorna.
—Pero eso no es todo... —respondió,
malhumorada.
—No, yo no te considero como una
mujer de las de los años cincuenta —transigí,
en un tono amable—. Por ahora sólo te veo
así. Y me parece maravilloso.
—Si te lo parece... —respondió, algo
disgustada.
—Sí, me lo parece —dije—. Para mí,
Grace Kelly fue durante mucho tiempo la
mujer más bella del mundo. —La miré
durante un instante antes de volver a fijar la
vista en la carretera.
Por el rabillo del ojo observé que en su
cara aparecía una mueca de consternación,
pero no dijo nada durante un buen rato. Luego
señaló:
—No me gustan las exageraciones.
Nunca hay que alterar la verdad.
—Yo lo hago —respondí con ironía.
Brittany pareció enfadarse. Esta vez no quería
dejarme intimidar ni que me desconcertara.
No era la dura e implacable mujer de negocios
sin sentimientos, como a ella tanto le gustaba
aparentar. Eso ya lo había notado yo con toda
claridad. Como había pasado la noche
anterior. Y también ahora.
—No voy a discutir contigo ahora —dijo
—. Sólo quería señalarlo.
—Tú tienes una agencia publicitaria —
contesté—. La publicidad no es en absoluto
una verdad. ¿Lo ves tú de otra forma?
—La ley nos obliga a decir la verdad —
explicó—, pero eso puede depender de la
forma en que se presenten las cosas. No hay
que ser inexacto. En cualquier caso, la puesta
en escena es siempre una verdad posible.
—Los mensajes publicitarios son cuentos
—respondí—. Son ilusiones que pretenden
que la gente crea que, si compran el producto
que se recomienda, se cumplirán sus deseos.
—¿Eso lo has sacado de clase? —
inquirió, mirándome consternada.
—También de allí —respondí—. Hemos
hecho crítica sobre los mensajes y las frases
publicitarias. Pero también es una deducción
propia.
—¿Me consideras una embaucadora? —
preguntó, con una sonrisa.
—No —contesté. La contemplé sólo un
instante, para no apartar la vista de la
carretera.
«En todo caso, no en lo que se refiere a
la publicidad», pensé para mis adentros y
luego en voz alta continué:
—Tan sólo te considero una empresaria
muy hábil.
—Gracias —contestó, aunque comprobé
que no sabía si aquello había sido un cumplido
o no—. Yo vendo sueños, eso sí es cierto —
añadió, con aspecto algo pensativo—, pero en
un mundo como el nuestro los sueños resultan
muy importantes.
—Estoy de acuerdo contigo sin ningún
tipo de reservas —dije—. Si no tienes ningún
sueño, probablemente no te queda más
remedio que pegarte un tiro.
Aquello me recordó nuestra charla en el
barco, cuando ella dijo que no se había
cumplido ninguno de sus sueños. Por
desgracia, me acordé demasiado tarde. Si era
verdad y no había podido realizar ninguno de
sus sueños, yo parecía estar sugiriéndole, por
así decirlo, que se suicidara. Quise añadir algo,
pero ella se me anticipó:
—Algunas veces no hace falta —dijo. Yo
no sabía a qué se refería. Se rió de una forma
un tanto artificial—. En todo caso, estamos
sentadas en un coche de ensueño y éste es un
día de ensueño. ¡A lo mejor deberíamos rodar
aquí un spot publicitario!
Pareció que lo tenía muy preparado.
—Hoy es tu día libre —recordé.
—Es verdad —dijo, volviéndose a relajar
—. Es domingo y debemos tratar de
mantenernos alejadas de las zonas más
turísticas, porque seguro que estarán hasta los
topes. Vamos a seguir un poco más. Ahí
fuera, en el parque Stadtwald, puede que
encontremos un sitio pequeño donde no nos
muelan a pisotones.
Encontramos un aparcamiento para
excursionistas en el que sólo había un coche.
Aquello nos animó, porque parecía seguro que
no nos encontraríamos con nadie. Salimos del
coche y nos dirigimos hacia la zona boscosa.
—Prefiero el mar —dijo Brittany—, pero
este bosque también me sirve. Aunque, si lo
comparo con el agua, la verdad es que aquí a
veces me encuentro algo cohibida.
—Sí, el mar es muy bello —dije, en un
tono soñador. Sentí en mi piel el suave viento
marino acariciándome mientras estaba en
cubierta. Respiré hondo—. Lo que más me
gustaría sería volver allí.
—¿De veras? —preguntó Brittany. Su
mirada era de incredulidad.
—Desde luego —contesté—. Fue
maravilloso.
«Excepto por un par de nimiedades que
prefiero olvidar y en las que, estoy segura, tú
piensas ahora», agregué para mis adentros.
—Pues... si tú... Podríamos volver otra
vez. Cuando tengas vacaciones —replicó de
repente.
—Las vacaciones de Navidad son, por
desgracia, bastante cortas — dije—. Si acaso,
podría viajar una vez pasadas las Navidades,
porque, de todas formas, quiero estar con mi
madre durante las fiestas y después las
vacaciones ya casi se habrán terminado. —Lo
cierto es que yo lo sentía de verdad.
—¡Qué lástima! —respondió—. Para un
par de días casi no merece la pena. —De su
voz pude deducir que ella también lo
lamentaba.
—Pero después del examen de
selectividad sí tengo tiempo —dije.
—¿Después del examen? —Me miró—.
Aún falta para eso, ¿no?
—Será en primavera —respondí.
—Pero todavía no hemos entrado en el
otoño —dijo. Pareció recapacitar, luego me
miró y se rió—. ¡De acuerdo, en primavera!
—Enlazó su brazo con el mío y, juntas,
continuamos nuestro paseo por el camino
forestal.
Resultaba extraño atravesar el bosque a
su lado, tan serenas y relajadas, cogidas del
brazo como si fuéramos una pareja. Era algo
que ayer mismo yo no hubiera podido
imaginar.
—¿Brittany? —dije. Ella me miró. Me
detuve y examiné su rostro—. Quisiera decirte
de una vez lo agradecida que estoy...
—¡No, no, por favor! —respondió en
voz baja, mientras colocaba su dedo sobre mis
labios—. Nada de agradecimientos. No hay
nada por lo que dar las gracias. Al contrario.
Yo sabía lo que ella pensaba.
—Lo del barco fue maravilloso —dije—.
Quiero que lo sepas. Se abrió para mí un
nuevo mundo.
Ella bajó la vista.
—Prefiero no hablar de eso —se expresó
con un cierto tono de rechazo.
Le acaricié la mejilla con cariño.
—Brittany... —dije de nuevo y me
incliné sobre sus labios, los busqué, los toqué
y los acaricié con gran suavidad.
Me abrazó. Y todo ocurrió como a
cámara lenta. Sus labios se abrieron con
lentitud y me dejaron entrar; nos besamos en
aquel camino forestal con un tierno ardor.
Aquello no resultó muy erótico, sino más
bien dulce y abnegado, como si realmente
acabáramos de conocernos.
Quizá fue lo que ocurrió. Todo
empezaba de nuevo.
***************************************************
Gracias a las personillas que leen este fic, saludos,
besos y abrazos
nos leemos =D
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
CAPÍTULO 20
Más tarde, cuando estábamos en la
cama, la acaricié y ella no se resistió. Era muy
distinto a su forma de actuar en el yate. Como
si de repente hubiera decidido transformarse
en otra persona.
«Nunca debí admitir el tema del dinero»,
pensé. «Es lo que nos ha destrozado todo el
tiempo.» Pero, ¿cómo iba a saberlo yo? Había
sido tan nuevo e inesperado para mí que había
acabado por arrollarme.
—Tengo que ir a casa —dije, ya
avanzada la noche—. No quiero despertarte
mañana y yo me tengo que ir muy pronto. —
Me miró, seria. Yo hubiera preferido
quedarme junto a ella.
—¿A qué hora piensas que me levanto?
—preguntó. Torció la boca con una mueca
burlona.
—En la agencia se suele empezar
alrededor de las diez —respondí—. Pero yo
tengo que estar en clase a las ocho.
—¿Siempre llegas puntual? ¿Alrededor
de las diez? —preguntó de nuevo.
«¿Qué es lo que pasa ahora? ¿Acaso va a
revisar después mi tarjeta de asistencia?», me
dije.
—Pues... sí—contesté.
—¿Y yo llego más tarde que tú? —volvió
a preguntar.
—Yo..., no sé —dije—. La verdad es
que siempre estás allí.
—Exacto. Tina abre a las diez para que
entren los demás, pero yo tengo mi propia
llave. Me suelo levantar todos los días a eso
de las seis —afirmó.
—Oh, disculpa. No lo sabía —contesté.
—No —dijo Brittany—. A veces incluso
estoy en la agencia a las seis. No me va a
suponer ningún esfuerzo levantarme contigo si
quieres llegar puntual a clase. —Movió la
cabeza con aire alegre—. Me gusta que las
cosas sean así. Me resulta divertido, porque es
como si volviera a mis años de estudiante. —
Me sonrió—. Ah, otra cosa. ¿Me puedes dejar
mañana por la mañana en la oficina? Tengo el
coche en el taller.
—Sí, claro —respondí, sorprendida.
—Bien —dijo Brittany—. Entonces, si
no te quieres ir, disponemos de un poco de
tiempo. —Sus ojos brillaron, seductores—.
¿Podríamos dedicarlo a hacer una cosita?
—¿Sólo una? —pregunté con sorna.
Se volvió hacia mí en la cama.
—Tantas como quieras —respondió,
sonriente—. Pero también debemos hacernos
a la idea de dormir un poquito.
—Encantada, pero luego —dije con voz
ronca. La besé y me acerqué a ella.
****************************************************
Un poco corto el cap de hoy :3
espero les guste =D saludillos :)
Más tarde, cuando estábamos en la
cama, la acaricié y ella no se resistió. Era muy
distinto a su forma de actuar en el yate. Como
si de repente hubiera decidido transformarse
en otra persona.
«Nunca debí admitir el tema del dinero»,
pensé. «Es lo que nos ha destrozado todo el
tiempo.» Pero, ¿cómo iba a saberlo yo? Había
sido tan nuevo e inesperado para mí que había
acabado por arrollarme.
—Tengo que ir a casa —dije, ya
avanzada la noche—. No quiero despertarte
mañana y yo me tengo que ir muy pronto. —
Me miró, seria. Yo hubiera preferido
quedarme junto a ella.
—¿A qué hora piensas que me levanto?
—preguntó. Torció la boca con una mueca
burlona.
—En la agencia se suele empezar
alrededor de las diez —respondí—. Pero yo
tengo que estar en clase a las ocho.
—¿Siempre llegas puntual? ¿Alrededor
de las diez? —preguntó de nuevo.
«¿Qué es lo que pasa ahora? ¿Acaso va a
revisar después mi tarjeta de asistencia?», me
dije.
—Pues... sí—contesté.
—¿Y yo llego más tarde que tú? —volvió
a preguntar.
—Yo..., no sé —dije—. La verdad es
que siempre estás allí.
—Exacto. Tina abre a las diez para que
entren los demás, pero yo tengo mi propia
llave. Me suelo levantar todos los días a eso
de las seis —afirmó.
—Oh, disculpa. No lo sabía —contesté.
—No —dijo Brittany—. A veces incluso
estoy en la agencia a las seis. No me va a
suponer ningún esfuerzo levantarme contigo si
quieres llegar puntual a clase. —Movió la
cabeza con aire alegre—. Me gusta que las
cosas sean así. Me resulta divertido, porque es
como si volviera a mis años de estudiante. —
Me sonrió—. Ah, otra cosa. ¿Me puedes dejar
mañana por la mañana en la oficina? Tengo el
coche en el taller.
—Sí, claro —respondí, sorprendida.
—Bien —dijo Brittany—. Entonces, si
no te quieres ir, disponemos de un poco de
tiempo. —Sus ojos brillaron, seductores—.
¿Podríamos dedicarlo a hacer una cosita?
—¿Sólo una? —pregunté con sorna.
Se volvió hacia mí en la cama.
—Tantas como quieras —respondió,
sonriente—. Pero también debemos hacernos
a la idea de dormir un poquito.
—Encantada, pero luego —dije con voz
ronca. La besé y me acerqué a ella.
****************************************************
Un poco corto el cap de hoy :3
espero les guste =D saludillos :)
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
seran ideas mias o brittany esta cediendo un poco mas y esto ya va pareciendo mas como una relacion?
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
Me gustaría saber la historia de Britt!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
No, no son ideas tuyas las cosas mejoraran un poco... pero con Britt nunca se sabemicky morales escribió:seran ideas mias o brittany esta cediendo un poco mas y esto ya va pareciendo mas como una relacion?
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
Bueno pues en si lo único que se sabe de Britt es que sus padres murieron en un accidente muy trágico, estuvo internada en una escuela..... sus padres no andaban muy al pendiente de ella, por falta de amor y comprensión por eso es como... pero en el 2 libro se darán cuenta por que Britt no quiere ser amada...monica.santander escribió:Me gustaría saber la historia de Britt!
Saludos
saludos
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
CAPÍTULO 21
Cuando la dejé en la agencia a la mañana
siguiente todavía no había nadie allí. Desde
luego, era muy temprano. Me compadecí un
poco de ella al ver su cara de sorpresa al bajar
del coche pues se me ocurrió darle un beso de
despedida. No podía desaprovechar aquella
oportunidad.
—Recógeme al salir de clase —dijo,
mientras se apeaba—. Iremos a comer juntas.
Anteayer, en cambio, había querido que
quedáramos el sábado siguiente. Realmente
algo había cambiado, y mucho.
—De acuerdo —respondí—, pero tengo
clase hasta las dos. No puedo llegar antes.
—¡Uf! —exclamó—. Yo suelo comer a
las doce.
—No tiene nada de particular si te
levantas a las seis. Lo siento, pero no podré
llegar antes.
—¿No podrías saltarte una clase en mi
honor? —preguntó, con un parpadeo de
coquetería. Aparentaba ser una adolescente de
dieciséis años.
—Lo haría encantada —dije con una
sonrisa—, pero hoy es imposible. La clase es
de una asignatura fundamental.
—Bueno. Entonces a las dos —
respondió.
—A las dos y cuarto —corregí—. Y eso
porque tengo este bólido. Con el autobús no
podría llegar antes de las tres.
—¿Entonces ya te empieza a parecer
bien? —preguntó, con un punto de ironía.
—Sí, desde luego —respondí—. Tenías
razón. Como siempre.
—Me parece fantástico que lo
reconozcas. —Se inclinó otra vez y me dio un
casto beso.
Cuando se irguió, la vi satisfecha.
—En caso de que hoy te encuentres con
algún extraño y debas inclinarte un poco
delante de él, lo mejor sería que te abrocharas
algo más la blusa. Quizás hasta arriba del
todo.
Se miró el escote.
—¿Por qué? Sólo llevo desabrochados
dos botones. Como siempre.
—Pues yo lo encuentro demasiado
atractivo —dije—. Por si acaso te encuentras
con un extraño, yo creo que lo mejor es que te
los abotones.
—Lo crees —contestó y me miró—.
¿Sólo porque tú no puedas dominarte y dejar
de mirar mi escote, supones que a los demás
les pasa lo mismo? —Se mostró satisfecha y
divertida.
—Es tu escote —respondí, alzando los
hombros—. Pero ahí hay mucho que ver.
Tengo serias dudas de que alguien pueda
controlarse a la vista de todo lo que muestras.
—Me da todo lo mismo —dijo,
sonriente.
Puse el coche en marcha.
—Adoro esto de flirtear contigo por la
mañana, pero tengo que ir a clase —dije,
lamentándolo.
—No te olvides de la mochila del cole —
bromeó.
—Ya verás cuando vuelva. Espérate a la
tarde —grité, mientras me alejaba.
***************************************************
BUEN DÍA.. LES TENGO DOS NOTICIAS... UNA BUENA
Y OTRA RE BUENA.. CUAL QUIEREN SABER PRIMERO ?
Cuando la dejé en la agencia a la mañana
siguiente todavía no había nadie allí. Desde
luego, era muy temprano. Me compadecí un
poco de ella al ver su cara de sorpresa al bajar
del coche pues se me ocurrió darle un beso de
despedida. No podía desaprovechar aquella
oportunidad.
—Recógeme al salir de clase —dijo,
mientras se apeaba—. Iremos a comer juntas.
Anteayer, en cambio, había querido que
quedáramos el sábado siguiente. Realmente
algo había cambiado, y mucho.
—De acuerdo —respondí—, pero tengo
clase hasta las dos. No puedo llegar antes.
—¡Uf! —exclamó—. Yo suelo comer a
las doce.
—No tiene nada de particular si te
levantas a las seis. Lo siento, pero no podré
llegar antes.
—¿No podrías saltarte una clase en mi
honor? —preguntó, con un parpadeo de
coquetería. Aparentaba ser una adolescente de
dieciséis años.
—Lo haría encantada —dije con una
sonrisa—, pero hoy es imposible. La clase es
de una asignatura fundamental.
—Bueno. Entonces a las dos —
respondió.
—A las dos y cuarto —corregí—. Y eso
porque tengo este bólido. Con el autobús no
podría llegar antes de las tres.
—¿Entonces ya te empieza a parecer
bien? —preguntó, con un punto de ironía.
—Sí, desde luego —respondí—. Tenías
razón. Como siempre.
—Me parece fantástico que lo
reconozcas. —Se inclinó otra vez y me dio un
casto beso.
Cuando se irguió, la vi satisfecha.
—En caso de que hoy te encuentres con
algún extraño y debas inclinarte un poco
delante de él, lo mejor sería que te abrocharas
algo más la blusa. Quizás hasta arriba del
todo.
Se miró el escote.
—¿Por qué? Sólo llevo desabrochados
dos botones. Como siempre.
—Pues yo lo encuentro demasiado
atractivo —dije—. Por si acaso te encuentras
con un extraño, yo creo que lo mejor es que te
los abotones.
—Lo crees —contestó y me miró—.
¿Sólo porque tú no puedas dominarte y dejar
de mirar mi escote, supones que a los demás
les pasa lo mismo? —Se mostró satisfecha y
divertida.
—Es tu escote —respondí, alzando los
hombros—. Pero ahí hay mucho que ver.
Tengo serias dudas de que alguien pueda
controlarse a la vista de todo lo que muestras.
—Me da todo lo mismo —dijo,
sonriente.
Puse el coche en marcha.
—Adoro esto de flirtear contigo por la
mañana, pero tengo que ir a clase —dije,
lamentándolo.
—No te olvides de la mochila del cole —
bromeó.
—Ya verás cuando vuelva. Espérate a la
tarde —grité, mientras me alejaba.
***************************************************
BUEN DÍA.. LES TENGO DOS NOTICIAS... UNA BUENA
Y OTRA RE BUENA.. CUAL QUIEREN SABER PRIMERO ?
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
La re buena por favor
Monze30*** - Mensajes : 108
Fecha de inscripción : 04/06/2014
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
la re buena please! y este capitulo continua? digo yo, no se!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
Quiero las dos en ese orden!! jajaja
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
CAPÍTULO 22
Durante la mañana me costó mucho
concentrarme en las clases. Me obsesionaba
todo lo ocurrido en los dos últimos días. Había
algunas cosas de las que me acordaba que me
hacían sonreír y otras que me obligaban a
ponerme colorada.
No obstante, de lo que siempre me
acordaba era de Brittany y de cómo había
cambiado.
¿A qué sería debido? Parecía como si
parte de ella estuviera ahora contenida con
todas sus fuerzas y eso debía suponerle un
esfuerzo enorme. No tenía nada de particular
si se consideraba que siempre estaba muy
tensa y su humor no era nada bueno. ¿Por
qué lo hacía?
No era necesario en absoluto. Era una
mujer maravillosa, de auténtico ensueño, y
casi llegaba a parecer que no quería que eso se
viera.
Meneé la cabeza.
—¿No es usted de mi opinión? —Tenía
junto a mí al profesor de Historia, que me
miraba con fijeza. No sabía a qué se refería.
Por supuesto, yo no había escuchado nada de
lo que había dicho. Sólo soñaba con Brittany.
—¡Sí, sí, por supuesto! —exclamé,
aunque lo normal era que discutiera mucho
con él.
También él se quedó extrañado ante mi
pacífica reacción, pero no podía hacer mucho
contra eso.
—En su opinión, ¿cuál fue el
desencadenante de la Guerra de Secesión? —
preguntó.
Ahí no me podía coger. La guerra civil
americana era mi tema favorito.
—Intereses económicos, creo —dije,
mientras echaba mi silla hacia atrás.
—La opinión general tiende a decir que
fue el tema de los esclavos —replicó, mientras
sonreía con malicia. Pensaba que me había
atrapado.
—Pues la opinión general se equivoca, al
menos en parte —respondí—. Si tenemos en
cuenta que los esclavos no eran más que una
mercancía, está muy claro que mi respuesta
ha sido la adecuada.
—¿Estaría dispuesta a contestar eso en el
examen? —preguntó, mordaz.
—Si aparece el tema, por supuesto —
repliqué—. Hay mucha bibliografía que lo
corrobora.
Así que su «opinión general» no era tan
general como decía. A lo mejor sólo era su
propia opinión.
—Así no va a llegar usted muy lejos —
repuso, disgustado, mientras se volvía hacia su
mesa.
«En todo caso, bastante más lejos que
tú», pensé. Estaba segura de que no llevaría
una vida aburrida en una escuela, siempre
contando lo mismo durante treinta años.
¿Cómo iba a hacer una cosa así, si estaban
por medio el azul del mar Egeo... y los
maravillosos ojos de Brittany?
Empecé a soñar otra vez.
***************************************************
Buen día.... resulta pasa y acontece que posss solo quedan
4 capítulos de esta historia (esta es la noticia buena :3 )
y bueno la no tan buena que se me olvido comentar anteriormente, es que los ultimos caps son demasiado cortos y la noticia RE BUENA !
Es que esta historia no termina, ya que continuo adaptando el 2 libro que es
"EL CONTRATO" .... Eso es todo :3
asi que gracias por su atención prestada
Durante la mañana me costó mucho
concentrarme en las clases. Me obsesionaba
todo lo ocurrido en los dos últimos días. Había
algunas cosas de las que me acordaba que me
hacían sonreír y otras que me obligaban a
ponerme colorada.
No obstante, de lo que siempre me
acordaba era de Brittany y de cómo había
cambiado.
¿A qué sería debido? Parecía como si
parte de ella estuviera ahora contenida con
todas sus fuerzas y eso debía suponerle un
esfuerzo enorme. No tenía nada de particular
si se consideraba que siempre estaba muy
tensa y su humor no era nada bueno. ¿Por
qué lo hacía?
No era necesario en absoluto. Era una
mujer maravillosa, de auténtico ensueño, y
casi llegaba a parecer que no quería que eso se
viera.
Meneé la cabeza.
—¿No es usted de mi opinión? —Tenía
junto a mí al profesor de Historia, que me
miraba con fijeza. No sabía a qué se refería.
Por supuesto, yo no había escuchado nada de
lo que había dicho. Sólo soñaba con Brittany.
—¡Sí, sí, por supuesto! —exclamé,
aunque lo normal era que discutiera mucho
con él.
También él se quedó extrañado ante mi
pacífica reacción, pero no podía hacer mucho
contra eso.
—En su opinión, ¿cuál fue el
desencadenante de la Guerra de Secesión? —
preguntó.
Ahí no me podía coger. La guerra civil
americana era mi tema favorito.
—Intereses económicos, creo —dije,
mientras echaba mi silla hacia atrás.
—La opinión general tiende a decir que
fue el tema de los esclavos —replicó, mientras
sonreía con malicia. Pensaba que me había
atrapado.
—Pues la opinión general se equivoca, al
menos en parte —respondí—. Si tenemos en
cuenta que los esclavos no eran más que una
mercancía, está muy claro que mi respuesta
ha sido la adecuada.
—¿Estaría dispuesta a contestar eso en el
examen? —preguntó, mordaz.
—Si aparece el tema, por supuesto —
repliqué—. Hay mucha bibliografía que lo
corrobora.
Así que su «opinión general» no era tan
general como decía. A lo mejor sólo era su
propia opinión.
—Así no va a llegar usted muy lejos —
repuso, disgustado, mientras se volvía hacia su
mesa.
«En todo caso, bastante más lejos que
tú», pensé. Estaba segura de que no llevaría
una vida aburrida en una escuela, siempre
contando lo mismo durante treinta años.
¿Cómo iba a hacer una cosa así, si estaban
por medio el azul del mar Egeo... y los
maravillosos ojos de Brittany?
Empecé a soñar otra vez.
***************************************************
Buen día.... resulta pasa y acontece que posss solo quedan
4 capítulos de esta historia (esta es la noticia buena :3 )
y bueno la no tan buena que se me olvido comentar anteriormente, es que los ultimos caps son demasiado cortos y la noticia RE BUENA !
Es que esta historia no termina, ya que continuo adaptando el 2 libro que es
"EL CONTRATO" .... Eso es todo :3
asi que gracias por su atención prestada
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
Esta todo mas que bien con el segundo libro mas que buena noticia!!!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
ahhhhh bueno una continuacion es lo menos que esperaba para no morir de desesperacion por lo corto de los capitulos!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
seeeee! saludosmonica.santander escribió:Esta todo mas que bien con el segundo libro mas que buena noticia!!!!
Saludos
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana "una isla para dos"
ohhh no quiero que mueras de desesperación así que tranquila, el cap de hoy recompensa un poco.... no es tan cortomicky morales escribió:ahhhhh bueno una continuacion es lo menos que esperaba para no morir de desesperacion por lo corto de los capitulos!!!!
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Página 4 de 10. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
Temas similares
» [Resuelto]FanFic Brittana: Palabras Para Ti (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Eres Para Mí (Adaptada) Epílogo
» Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
» Fanfic Brittana "Juntas para siempre" capitulo 11
» BRITTANA LA ISLA DE SANTANA (ADACTADA) 12,13 y 14 FINAL
» [Resuelto]FanFic Brittana: Eres Para Mí (Adaptada) Epílogo
» Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
» Fanfic Brittana "Juntas para siempre" capitulo 11
» BRITTANA LA ISLA DE SANTANA (ADACTADA) 12,13 y 14 FINAL
Página 4 de 10.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Lun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T
» Busco fanfic brittana
Lun Feb 28, 2022 10:01 pm por lana66
» Busco fanfic
Sáb Nov 21, 2020 2:14 pm por LaChicken
» [Resuelto]Brittana: (Adaptación) El Oscuro Juego de SATANÁS... (Gp Santana) Cap. 7 Cont. Cap. 8
Jue Sep 17, 2020 12:07 am por gaby1604
» [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo
Mar Sep 08, 2020 9:19 am por Isabella28
» Brittana: Destino o Accidente (GP Santana) Actualizado 17-07-2017
Dom Sep 06, 2020 10:27 am por Isabella28
» [Resuelto]Mándame al Infierno pero Besame (adaptación) Gp Santana Cap. 18 y Epilogo
Vie Sep 04, 2020 12:54 am por gaby1604
» Fic Brittana----Más aya de lo normal----(segunda parte)
Mar Ago 25, 2020 7:50 pm por atrizz1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Lun Ago 03, 2020 5:10 pm por marthagr81@yahoo.es
» Que pasó con Naya?
Miér Jul 22, 2020 6:54 pm por marthagr81@yahoo.es
» [Resuelto]FanFic Brittana: Medianoche V (Adaptada) Cap 31
Jue Jul 16, 2020 7:16 am por marthagr81@yahoo.es
» No abandonen
Miér Jun 17, 2020 3:17 pm por Faith2303
» FanFic Brittana: " Glimpse " Epilogo
Vie Abr 17, 2020 12:26 am por Faith2303
» FanFic Brittana: Pídeme lo que Quieras 4: Y Yo te lo Daré (Adaptada) Epílogo
Lun Ene 20, 2020 1:47 pm por thalia danyeli
» Brittana, cafe para dos- Capitulo 16
Dom Oct 06, 2019 8:40 am por mystic
» brittana. amor y hierro capitulo 10
Miér Sep 25, 2019 9:29 am por mystic
» holaaa,he vuelto
Jue Ago 08, 2019 4:33 am por monica.santander
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Miér Mayo 08, 2019 9:25 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Comportamiento (Adaptada) Epílogo
Miér Abr 10, 2019 9:29 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
Lun Abr 08, 2019 8:29 pm por 23l1