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Finalizado FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 17 - Parte I

Mensaje por 23l1 Jue Ago 31, 2017 7:13 pm

Capitulo 17 - Parte I


Brittany tragó saliva.

—¿Quieres que me desnude?

Sabía que parecía idiota, pero Santana la había cogido por sorpresa.

¿Qué quería decir exactamente con que «se sentía violenta»?

Miró al otro lado de la caravana el látigo que la morena había dejado enrollado sobre el brazo del sofá.

Sabía que le había asustado muchísimo al decirle que la amaba, pero ella no se había esperado esa reacción. Aun así, sabiendo que aquél era un tema delicado para Santana, debería haber imaginado que reaccionaría de manera exagerada.

—Deja de perder el tiempo—Santana se quitó la camiseta junto con su sujetador. Los vaqueros le caían a la altura de las caderas, haciéndole parecer oscura y peligrosa.

Estaba medio desnuda que indicaba el camino del peligro con la misma sutileza que un letrero de neón.

—Cuando dices que te sientes violenta...

—Quiero decir que es el momento de mostrarte algo diferente.

—Para ser sinceras, no creo que aún esté preparada para eso.

—Pensaba que habías dicho que me amabas, Britt, demuéstramelo.

Definitivamente Santana la estaba retando, y Brittany contó mentalmente hasta diez.

—No soy de esas personas románticas que regalan flores. Lo sabes. Me gusta el sexo. Me gusta practicarlo a menudo y no me gusta contenerme.

¡Dios! Sí que le había asustado.

Brittany se mordisqueó el labio inferior. A pesar de lo que ella había dicho antes, Santana no era previsible, así que debía ser cautelosa.

Por otra parte, Tater y sus compañeros le habían ensenado una regla básica para tratar con bestias grandes.

Si retrocedes, te aplastan.

—Muy bien—dijo—¿Qué quieres que haga?

—Ya te lo he dicho. Desnúdate.

—Te he dicho que quería hacerte el amor, nada más.

—Quizá yo no quiera hacer el amor. Quizá sólo quiera follar.

Era un cebo; uno que, evidentemente, Santana quería que picara. Brittany tuvo que morderse la lengua para no caer en la trampa. Si perdía la calma le estaría siguiendo el juego, que era justo lo que la morena quería.

Tenía que hacerle frente de alguna manera y tenía que ser ella la que dictara las normas.

La amaba demasiado para dejar que la intimidara.

Consideró sus opciones, luego se levantó de la cama y comenzó a desnudarse. La morena no dijo nada; se limitó a observarla. Brittany se quitó los zapatos y se deshizo del maillot, pero cuando se quedó en bragas y sujetador, se detuvo indecisa.

Santana estaba muy excitada, un hecho que revelaban su estado de ánimo era tan volátil que ella no sabía qué esperar.

Quizá lo mejor sería distraerla.

Puede que de esa manera lograra ganar un poco de tiempo.

Desde la charla que había mantenido con su papá, Brittany no había tenido oportunidad de hablar con Santana sobre su asombroso origen. Si ahora sacaba el tema a colación, puede que le pillara desprevenida.

Una conversación sobre sus orígenes familiares podría calmar el imprevisible humor de su esposa.

—Mi papá me ha dicho que tu papá era un Domínguez.

—Quítame los vaqueros.

—Y no cualquier Domínguez. Me ha dicho que eres la nieta del zar Nicolás II.

—No quiero tener que repetírtelo.

Santana la miró con tal arrogancia que no le resultó difícil imaginarla sentada en el trono de Catalina la Grande mientras le ordenaba a alguna de las obstinadas mujeres Pierce que se lanzara al Volga.

—Dice que eres la heredera de la corona Puerto Riquense.

—Calla y haz lo que te digo.

Brittany contuvo un suspiro.

Señor, qué difícil estaba siendo.

Parecía que no había nada como una declaración de amor para que esa latina se lanzara al ataque.

A Brittany le costó trabajo sostenerle la mirada con algo de dignidad cuando sólo llevaba puesta la ropa interior y la morena parecía tan alarmantemente omnipotente, pero lo hizo lo mejor que pudo.

Estaba claro que ése no era el momento adecuado para obtener las respuestas que deseaba de la morena.

—Y cuando me quites los vaqueros, hazlo de rodillas—le dijo Santana con desdén.

¡Mandona insufrible!

La morena apretó los labios.

—Ahora.

Brittany respiró hondo tres veces.

Nunca hubiera imaginado que la morena la presionaría de esa manera. Le sorprendía cómo reaccionaba una persona bajo los efectos del miedo. Y ahora tenía intención de presionarla para que ella retirara aquella declaración de amor.

¿Cuántos tigres tenía que domesticar en un día?

Al estudiar los arrogantes ojos entornados de Santana, la llamarada insolente de sus fosas nasales, Brittany sintió una inesperada oleada de ternura.

Pobrecita.

Se enfrentaba al miedo de la única manera que sabía y castigarla sólo la pondría más a la defensiva.

Oh, Santana, ¿qué le hizo el látigo de tu tío?

La miró a los ojos y se puso de rodillas. La inundó una oleada de sensaciones al ver lo excitada que estaba.

Ni siquiera el miedo podía evitarlo.

Santana cerró los puños.

—¡Maldita sea! ¿Y tú orgullo?

Brittany se sentó sobre los talones y miró aquella cara dura e inflexible; esa combinación eslava de pómulos prominentes y profundas sombras, así como las pálidas líneas de tensión que le enmarcaban la boca.

—¿Mi orgullo? Está en mi corazón, por supuesto.

—¡Estás permitiendo que te humille!

Sonrió.

—Tú no puedes humillarme. Sólo yo puedo rebajarme. Y me arrodillo ante ti para desnudarte porque eso me excita.

Un traidor silencio se extendió entre ellas.

Santana parecía muy torturada y a Brittany le dolió verla así. Se inclinó hacia la morena y apretó los labios contra aquel duro abdomen, justo encima de la cinturilla de los vaqueros. Le dio un ligero mordisco, luego tiró del botón hasta que cedió bajo sus dedos y le bajó la cremallera.

A Santana se le puso la piel de gallina.

—No te comprendo en absoluto—su voz sonó áspera.

—Creo que a mí sí. Es a ti misma a quien no comprendes.

Santana la agarró por los hombros y la hizo ponerse en pie. Sus ojos parecían tan oscuros e infelices que ella no podía soportar mirarlos.

—¿Qué voy a hacer contigo?—dijo Santana.

—¿Quizá corresponder a mi amor?

Santana respiró hondo antes de cubrirle la boca con la suya. Brittany sintió su desesperación, pero no sabía cómo ayudarle.

El beso las capturó a las dos.

Las envolvió como un ciclón.

Brittany no supo cómo se despojaron de la ropa, pero antes de darse cuenta estaban desnudas sobre la cama.

Una sensación cálida y ardiente comenzó a extenderse por su vientre.

La boca de Santana estaba en su hombro, en sus pechos, rozándole los pezones. La besó en el vientre. Brittany abrió las piernas para la morena y permitió que le subiera las rodillas.

—Voy a tocarte por todas partes—le prometió Santana contra la suave piel del interior de sus muslos.

Y lo hizo.

Oh, cómo lo hizo.

Puede que no la amara con el corazón, pero la amaba con su cuerpo, y lo hizo con una desenfrenada generosidad que la llenó de deseo.

Brittany aceptó todo lo que la morena quiso darle y se lo devolvió a su vez, usando las manos y los pechos, la calidez de su boca y el roce de su piel.

Cuando finalmente la morena se unió a ella, Brittany la envolvió con las piernas aferrándose a Santana.

—Sí—susurró ella—Oh, sí.

Las barreras entre ellas desaparecieron y mientras buscaban juntas el éxtasis, ella comenzó a murmurar:

—Oh, sí. Me gusta eso. Me encanta... Sí. Más rápido. Oh, sí. Justo así...—siguió susurrando aquellas palabras, guiada, por el instinto y la pasión.

Si dejaba de hablar, la morena trataría de olvidar quién era ella y la convertiría en un cuerpo anónimo.

Y eso no podía consentirlo.

Era Brittany. Era su esposa.

Así que habló, se aferró a la morena y juntas alcanzaron ti éxtasis.

Finalmente, la oscuridad dejó paso a la luz.




—Ha sido sagrado.

—No ha sido sagrado. Ha sido sexo.

—Hagámoslo de nuevo.

—Vamos a cien por hora, no hemos dormido más de tres horas y llegamos con retraso a Allentown.

—Estirada.

—¿A quién llamas estirada?

—A ti.

La miró de reojo, con una chispa diabólica en los ojos.

—A ver si te atreves a repetirlo cuando estés desnuda.

—No volverás a verme desnuda hasta que admitas que ha sido sagrado.

—¿Y si admito que fue especial? Porque fue muy especial.


Ella le dirigió una mirada engreída y lo dejó pasar.

La noche anterior había sido más que especial y las dos lo sabían.

Brittany la había sentido en la urgencia con la que habían hecho el amor y en la forma en que se habían abrazado después.

Cuando se habían mirado a los ojos no se habían ocultado nada, no se habían reservado nada.

Esa mañana, Brittany esperaba que la morena volviera a las nidadas y que actuara de la misma manera hosca y distante de siempre. Pero para su sorpresa, Santana se había mostrado tierna y cariñosamente burlona.

Como si se hubiera rendido.

Brittany quería creer con cada latido de su romántico corazón que su esposa se había enamorado de ella, pero sabía que eso no sería fácil. Por ahora, agradecía que Santana hubiera bajado la guardia.

La lluvia comenzó a caer sobre el polvoriento parabrisas de la camioneta.

Era un día frío y gris, y según el pronóstico del tiempo sólo iría a peor.

Santana la miró, y Brittany tuvo la sensación de que le había leído la mente.

—No puedo resistirme a ti—dijo Santana con suavidad—¿Lo sabes, no? Y ya me he cansado de fingir lo contrario—adoptó una expresión de profunda preocupación—Pero no te amo, Britt, y no puedes hacerte una idea de cuánto lo siento, porque si tuviera que amar a alguien, sería a ti.

Ella se obligó a tragar saliva.

—¿Es por lo de la mutación de la que hablaste?

—No bromees con eso.

—Lo siento. Pero es que es increíblemente...—«Estúpido». Porque era una estupidez, aunque se calló la palabra.

Si la morena creía que no podía amarla, lo único que conseguiría discutiendo con Santana sería que se pusiera de nuevo a la defensiva.

A menos que fuera cierto.

Tan desafortunado pensamiento cruzó como un relámpago por la mente de Brittany.

¿Y si Santana tenía razón?

¿Y si aquella violenta infancia le había dejado una cicatriz tan profunda que nunca sería capaz de amar?

¿Y si simplemente no podía amarla a ella?

La lluvia tamborileó con fuerza contra el techo. Brittany bajó la mirada a su anillo de boda.

—Dime cómo sería. ¿Cómo sería si me amaras?

—¿Si te amara?

—Sí.

—Es una pérdida de tiempo hablar de algo que no puede ocurrir.

—¿Sabes qué pienso? Que no creo que fuera mejor que esto. Ahora es perfecto.

—Pero no durará. Dentro de seis meses nuestro matrimonio habrá terminado. No podría vivir conmigo mismo viendo cómo languideces por no darte lo que te mereces. No puedo darte amor. Ni hijos. Y eso es lo que necesitas, Britt. Eres ese tipo de mujer. Te marchitarás como una flor si no lo tienes.

Brittany sintió una punzada de dolor al oír aquellas palabras, pero no podía reprocharle su sinceridad.

Como sabía que la morena no admitiría nada más por el momento, cambió de tema.

—¿Sabes qué es lo que quiero de verdad?

—Supongo que unas semanas en un spa con manicura incluida.

—No. Quiero trabajar en una guardería.

—¿En serio?

—Es una tontería, ¿a que sí? Tendría que ir a la universidad y ya soy demasiado mayor. Para cuando me graduara, habría pasado de los treinta.

—¿Igual que si no vas a la universidad?

—¿Perdón?

—Los años pasarán igual, vayas o no a la universidad.

—¿Me estás diciendo en serio que debería hacerlo?

—No veo por qué no.

—Porque ya he metido la pata demasiadas veces en mi vida y no quiero hacerlo más. Sé que soy inteligente, pero he tenido una educación muy poco convencional y no soy capaz de seguir una rutina. No me imagino compartiendo clase con un puñado de jovencitos de dieciocho años de ojos brillantes recién salidos del instituto.

—Quizás es hora de que empieces a verte con otros ojos. No olvides que eres la dama que domestica tigres—le dirigió una misteriosa sonrisa que hizo que Brittany se preguntase de qué tigre hablaba: de Sinjun o de sí misma, pero Santana era demasiado arrogante para pensar que ella la había domesticado.

Miró hacia delante y divisó una serie de flechas indicando la dirección.

—Gira ahí delante.

Encontrar las flechas que señalaban la ubicación del circo era tan natural para Santana como respirar. Brittany sospechó que ya las había visto, pero la morena asintió con la cabeza.

La lluvia arreció y la morena aumentó la velocidad de los limpiaparabrisas.

—Supongo que no seremos tan afortunadas como para instalarnos sobre el asfalto esta vez—dijo ella.

—Me temo que no. Estaremos en un descampado.

—Supongo que ahora sabré de primera mano por qué a los circos como el de los Hermanos Berry se les llama circos de barro. Sólo espero que la lluvia no moleste a los animales.

—Estarán bien. Son los empleados los que sufrirán más.

—Y tú. Tú estarás ahí con ellos. Siempre lo estás.

—Es mi trabajo.

—Extraño trabajo para alguien que debería ser zar—la miró de reojo.

Si la morena pensaba que se había olvidado de ese tema, se equivocaba.

—¿Ya estamos con eso otra vez?

—Si me dices la verdad no volveré a mencionarlo nunca más.

—¿Me lo prometes?

—Te lo prometo.

—Está bien—respiró hondo—Es probable que sea verdad.

—¿¡Qué!?—volvió la cabeza con tal rapidez que casi se partió el cuello.

—Las pruebas dicen que tengo ascendencia Domínguez y, por lo que Max ha podido averiguar, existen muchas probabilidades de que sea la bisnieta de Nicolás II.

Ella se hundió en el asiento.

—No me lo creo.

—Bueno. Entonces no hay nada más de lo que hablar.

—¿Lo dices en serio?

—Max tiene pruebas bastante convincentes. Pero dado que no puedo hacer nada al respecto, será mejor que hablemos de otros temas.

—¿Eres la heredera del trono de Puerto Rico?

—En Puerto Rico no hay trono. Por si se te ha olvidado, ahí no existe la monarquía.

—Pero si la hubiera...

—Si la hubiera, saldrían Domínguez de cada carpintería de Puerto Rico afirmando ser heredero.

—Por lo que me dijo mi papá, hay pruebas más que suficientes en tu caso, ¿no?

—Probablemente, pero ¿qué más da? Los puerto riqueños odian más a los Domínguez que a los comunistas, así que no creo que se restaure la monarquía.

—¿Y si lo hicieran?

—Me cambiaría de nombre y huiría a alguna isla desierta.

—Mi papá pondría el grito en el cielo.

—Tu papá está obsesionado.

—Sabes por qué concertó este matrimonio, ¿no? Yo pensaba que estaba tratando de castigarme buscándome el peor marido o esposa del mundo, pero no es así. Quería que los Pierce y los Domínguez se unieran y me utilizó para ello—se estremeció—Es como una novela victoriana. Todo esto me pone la piel de gallina. ¿Sabes qué me dijo ayer?

—Probablemente lo mismo que a mí. Te habrá enumerado todas las razones por las que deberíamos seguir casadas.

—Me dijo que si quería retenerte tendría que reprimir mi carácter. Y estar dispuesta a esperarte en la puerta con las zapatillas en la mano.

Santana sonrió.

—A mí me dijo que ignorara tu carácter y me fijara en tu dulce cuerpo.

—¿De veras?

—No con esas palabras, pero ésa era la idea.

—No lo entiendo. ¿Por qué se molestó en tramar todo esto para un matrimonio de seis meses?

—¿No es evidente? Espera que cometamos un desliz o que estés tan enojada que utilices mis óvulos y te quedes embarazada.

Brittany la miró fijamente.

—Quiere garantizar el futuro de la monarquía. Quiere un bebé con sangre Pierce y Domínguez que ocupe un lugar en la historia. Ése es su plan. Que des a luz a un bebé mítico; si luego seguimos casadas o no, no importa. De hecho, probablemente preferiría que nos divorciáramos; en cuanto rompiéramos intentaría hacerse cargo del niño.

—Pero sabe que voy al ginecólogo que Whitney me dijo y me acompañó al examen. Incluso es ella quien se encarga de conseguir las citas porque no se fía de mí.

—Es evidente que Whitney no está tan ansiosa como él por tener un pequeño Pierce-Domínguez corriendo por la casa. O simplemente aún no quiere ser abuela. Supongo que él no lo sabe, pero dudo que tu madrastra pueda ocultárselo durante mucho más tiempo.

Ella miró por la ventanilla los cuatro carriles de la autopista. Un letrero de neón de Taco Bell brillaba intermitentemente a un lado. Luego pasaron ante un concesionario de Subaru.

Brittany experimentó una sensación de irrealidad por el contraste entre los modernos signos de civilización y la conversación que mantenía con Santana sobre antiguas monarquías.

Al rato le asaltó un pensamiento horrible.

—El príncipe Santiago tenía hemofilia y es hereditaria. San, no tendrás esa enfermedad, ¿verdad?

—No. Sólo se transmite a través de las mujeres. Aunque Santiago la tenía, no podía pasarla a sus hijos—se pasó al carril izquierdo—Sigue mi consejo, Britt, y no piensa en esto. No vamos a seguir casadas y no vas a quedarte embarazada, es imposible. Así que mis conexiones familiares no tienen importancia. Sólo te he contado esto para que dejes de darme la lata.

—Yo no te doy la lata.

Santana le recorrió el cuerpo con una mirada lasciva.

—Eso es como decir que tú no...

—Calla. Como pronuncies esa palabra con «F», lo lamentarás.
—¿Qué palabra es ésa? Dímela al oído para que sepa de qué hablas.

—No te voy a decir nada.

—Deletréala.

—Tampoco la deletrearé.

Santana siguió bromeando con ella hasta llegar al recinto, pero no consiguió que se la dijera.



A primera hora de la tarde, la lluvia se había convertido en un diluvio.

Gracias al impermeable que le había prestado Santana, Brittany no se había mojado la cabeza, pero para cuando terminó de comprobar la casa de fieras y visitar a Tater, tenía los vaqueros cubiertos de lodo y sus deportivas estaban tan duras que parecían zapatos de cemento.

Esa noche, los artistas habían comenzado a hablar con ella antes de la función.

Quinn se disculpó por la rudeza que había mostrado el día anterior y Tina la invitó a ir de compras esa misma semana. Los Motta y los Anderson la felicitaron por su valentía y los payasos le dieron un ramillete de flores de papel.

A pesar del mal tiempo, la publicidad que había rodeado la fuga de Sinjun había atraído a mucha gente y lograron vender todas las entradas de la función matinal.

Mike había narrado la historia heroica de Brittany, pero ella lo había echado a perder al soltar un grito cuando Santana le rodeó las muñecas con el látigo.

Cuando acabó la función, Brittany volvió a ponerse los vaqueros enlodados en la zona provisional de vestuarios que se había dispuesto junto a la puerta trasera del circo para que los artistas no se mojaran los trajes de actuación.

Se abrochó el impermeable, inclinó la cabeza y salió rápidamente bajo las ráfagas de lluvia y viento.

Aunque no eran ni las cuatro de la tarde, la temperatura había descendido mucho y para cuando llego a la caravana le castañeteaban los dientes.

Se quitó los vaqueros, puso el calentador en marcha y encendió todas las luces para iluminar la estancia.

Cuando la luz llenó el confortable interior y la caravana comenzó a caldearse, Brittany pensó que aquel lugar nunca le había parecido tan acogedor.

Se puso un chándal color melocotón y unos calcetines de lana antes de empezar a trajinar en la pequeña cocina.

Solían cenar antes de la última función y, durante las últimas semanas, había sido ella quien se había encargado de hacer la comida; le encantaba cocinar cuando no tenía que guiarse por una receta.

Canturreó mientras cortaba una cebolla y varios brotes de apio antes de empezar a saltearlos con ajo en una pequeña sartén; luego añadió un poco de romero. Encontró un paquete de arroz silvestre y lo añadió junio con más hierbas aromáticas.

Sintonizó la radio portátil del mostrador en una emisora de música clásica.

Los olores hogareños de la cocina y los exuberantes acordes del Preludio en do menor de Rachmaninov inundaron la caravana.

Hizo una ensalada, añadió pechuga de pollo a la sartén y agregó el vino blanco que quedaba en una botella que habían abierto hacía varios días.

Se empañaron las ventanas y regueros de condensación se deslizaron por los cristales. La lluvia repiqueteaba contra el techo metálico, mientras los olores, la música suave y la acogedora cocina la mantenían en un cálido capullo.

Puso la mesa con la descascarillada vajilla de porcelana china, las soperas de barro, las desparejadas copas y un viejo bote de miel que contenía unos tréboles rojos que había recogido en el campo el día anterior, antes de la fuga de Sinjun.

Cuando finalmente miró a su alrededor, pensó que ninguna de las lujosas casas en las que había vivido antes le había parecido tan perfecta como aquella caravana destartalada.

La puerta se abrió y entró Santana. El agua se le deslizaba por el impermeable amarillo y tenía el pelo pegado a la cabeza.

Ella le pasó una toalla mientras la morena cerraba la puerta. El estallido distante de un trueno sacudió la caravana.

—Huele bien aquí dentro—echó un vistazo a su alrededor, al interior cálidamente iluminado, y Brittany observó en su expresión algo que parecía anhelo.

¿Había tenido alguna vez un hogar?

Por supuesto no cuando era niña, pero, ¿y de adulta?

—Tengo la cena casi lista—dijo ella—¿Por qué no te cambias?



Mientras Santana se ponía ropa seca, ella llenó las copas de vino y revolvió la ensalada.

En la radio sonaba Debussy.

Cuando la morena regresó a la mesa con unos vaqueros y una sudadera gris, ella ya había servido el pollo con arroz.

Santana se sentó después de que Brittany tomara asiento. Cogió su copa y la levantó hacia ella en un silencioso brindis.

—No sé cómo estará la comida. He utilizado los ingredientes que tenía a mano.

Santana la probó.

—Está buenísima.


Durante un rato comieron en un agradable silencio, disfrutando de la comida, la música y la acogedora caravana bajo la lluvia.

—Te compraré un molinillo de pimienta con mi próximo sueldo—dijo ella—, Así no tendrás que condimentar la comida con lo que contiene esa horrible lata.

—No quiero que te gastes tu dinero en un molinillo para mí.

—Pero si te gusta la pimienta.

—Eso no viene al caso. El hecho es...

—Si fuese a mí a quien le gustase la pimienta, ¿mi comprarías un molinillo?

—Si quisieras...

Ella sonrió.

Santana pareció quedarse perpleja.

—¿Es eso lo que quieres? ¿Un molinillo de pimienta?

—Oh, no. A mí no me gusta la pimienta.

Santana curvó la boca.

—Me avergüenza admitirlo, Britt, pero parece que empiezo a entender estas conversaciones tan complejas que tienes.

—Bueno a mí no me sorprende. Eres muy brillante.

Le dirigió una sonrisita traviesa.

—Y tú, señora, eres la bomba.

—Y además sexy.

—Eso por supuesto.

—¿Podrías decirlo de todas maneras?

—Claro—Santana la miró con ternura y le cogió la mano por encima de la mesa—Eres sin duda la mujer más sexy que conozco. Y la más dulce...

A Brittany se le puso un nudo en la garganta y se perdió en las profundidades oscuras de los ojos de Santana.

¿Cómo había podido pensar que eran fríos?

Bajó la cabeza antes de que la morena pudiese ver las lágrimas de anhelo.

Santana comenzó a hablarle de la función y pronto se reían del lío que se había formado entre uno de los payasos y una señorita muy bien dotada de la primera fila.

Compartieron los pequeños detalles del día: los problemas de Santana con uno de los empleados o la impaciencia de Tater por estar atado todo el día.

Planearon un viaje a la lavandería para el día siguiente y Santana mencionó que tenía que cambiar el aceite de la camioneta.

Podrían haber sido un matrimonio cualquiera, pensó Brittany, hablando del día a día, y no pudo evitar sentir la esperanza de que, después de todo, pudieran resolverse las cosas entre ellas.

Santana le dijo que fregaría los platos si se quedaba a hacerle compañía, después se quejó, naturalmente, por el número de utensilios que ella había utilizado.

Mientras la morena bromeaba con ella, a Brittany se le ocurrió una idea.

Aunque Santana le había hablado abiertamente de su linaje Domínguez, no le había revelado nada sobre su vida actual, algo que para ella era mucho más importante.

Hasta que la morena le dijera a qué se dedicaba cuando no viajaba con el circo no existiría entre ellas una verdadera comunicación.

Pero no se le ocurría otra manera de averiguar la verdad más que engañándola.

Decidió que quizá no había nada malo en decir una pequeña mentirijilla cuando era la felicidad de su matrimonio lo que estaba en juego.





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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Jue Ago 31, 2017 8:52 pm

hola morra,...

definitivamente san esta cayendo el los talentos de britt y espesando a ceder en todo,..
san sabe que britt ya la cambio,.. y ahora tiene que asimilar definitivamente que con britt, no es solo sexo, y posiblemente el matrimonio dure mas y el deseo principal de max sobre el bebe sea jajaja
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por micky morales Vie Sep 01, 2017 8:47 am

Que se le estara ocurriendo a brittany???? esperemos que resulte!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por JVM Vie Sep 01, 2017 11:31 am

Haber con que idea sale Britt jajajaja
Y pues como un matrimonio feliz parecen, aunque la morena trate de evitarlo. Además de que Britt sabe como darle por su lado jajajaja
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Vie Sep 01, 2017 7:08 pm

3:) escribió:hola morra,...

definitivamente san esta cayendo el los talentos de britt y espesando a ceder en todo,..
san sabe que britt ya la cambio,.. y ahora tiene que asimilar definitivamente que con britt, no es solo sexo, y posiblemente el matrimonio dure mas y el deseo principal de max sobre el bebe sea jajaja
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Hola lu, ooooohhhh si! jaajajajajajaj se demoró, pero lo hizo... lo cual era obvio, no¿? jajaajajajajaja. Si, y eso para mi es bueno, pero nose si lo sera para ella misma =/ Como bn dices, es algo complicado para ella de asimilar... y si ya lo hizo, ai q ver como lo acepta la vrdd =/ Eso mismo... además q el es un loquillo con ellas ajjajaaj. Saludos =D





micky morales escribió:Que se le estara ocurriendo a brittany???? esperemos que resulte!!!!




Hola, mmm es una interesante pregunta la vrdd ajajajajajaj, pero si, tmbn espero q resulte y para saberlo aquí dejo el siguiente cap! Saludos =D




JVM escribió:Haber con que idea sale Britt jajajaja
Y pues como un matrimonio feliz parecen, aunque la morena trate de evitarlo. Además de que Britt sabe como darle por su lado jajajaja



Hola, espero q bn, pero aquí dejo el cap para saberlo ajajjaajaj. Si q lo son jaajajajaja y lo seguirán siendo la vrdd! ajajajajja... espero =/ Eso si, eso si! ajajjaajajaaj y es lo mejor!. Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 17 - Parte II

Mensaje por 23l1 Vie Sep 01, 2017 7:10 pm

Capitulo 17 - Parte II


—San, creo que tengo una infección de oído.

La morena dejó lo que estaba haciendo y la miró con tal preocupación que a Brittany le remordió la conciencia.

—¿Te duele el oído?

—Un poquito. No mucho. Sólo un poquito nada más.

—Iremos al médico en cuanto termine la función—para entonces todas las consultas estarán cerradas—Te llevaré a urgencias.

—No quiero ir a urgencias. Te aseguro que no es nada serio.

—No voy a dejar que viajes con una infección de oído.

—Supongo que tienes razón—vaciló; sabía que ahora tocaba poner el cebo—Tengo una idea—dijo lentamente—¿Te importaría mirármelo tú?

Santana se quedó quieta.

—¿Quieres que te examine yo el oído?

Brittany se sintió culpable.

Ladeó la cabeza y jugueteó con el borde de la arrugada servilleta de papel. Al mismo tiempo, recordó la manera en que la morena le había preguntado si estaba vacunada del tétanos o cómo había administrado los primeros auxilios a un empleado.

Tenía derecho a saber la verdad.

—Supongo que, sea cual sea tu especialidad, estarás cualificada para tratar una infección de oído. A menos que seas veterinaria.

—No soy veterinaria.

—Vale. Entonces hazlo.

Santana no dijo nada.

Brittany contuvo los nervios mientras recolocaba los tréboles y alineaba los botes de sal y la pimienta. Se obligó a recordar que aquello era por el bien de Santana.

No podría conseguir que su matrimonio funcionara si la morena insistía en mantener tantas cosas en secreto.

La oyó moverse.

—Vale, Britt. Te examinaré.

La joven alzó la cabeza con rapidez.

¡Lo había conseguido! ¡Por fin la había pillado!

Con astucia, había logrado que admitiera la verdad.

Su esposa era médico y ella había logrado que confesara.

Sabía que se enfadaría cuando la examinara y descubriera que no tenía nada en el oído, pero ya se las arreglaría después.

Sin duda alguna podría hacerle entender que había sido por su bien. No era bueno para la morena ser tan reservada.

—Siéntate en la cama—dijo—Y acércate a la luz para que pueda ver.

Ella lo hizo.

Santana se demoró secándose las manos delante del fregadero antes de dejar a un lado la toalla y acercarse a ella.

—¿No necesitas el instrumental?

—Está en el maletero de la camioneta y preferiría no tener que mojarme otra vez. Además, hay más de una manera de diagnosticar una infección de oído. ¿Cuál de ellos te duele?

Brittany vaciló una fracción de segundo, luego señaló la oreja derecha. Santana le retiró el pelo a un lado y luego se inclinó para examinarla.

—No veo bien con esta luz, acuéstate.

Brittany se recostó en la almohada. El colchón se hundió cuando la morena se sentó a su lado y le puso la mano en la garganta.

—Traga.

Lo hizo.

Santana apretó con la punta de los dedos.

—Otra vez.

Brittany tragó por segunda vez.

—Mmm. Ahora abre la boca y di «ah».

—Ahhh...

Santana inclinó la cabeza de Brittany hacia la luz.


—¿Qué opinas?—preguntó finalmente—Bueno parece que sí tienes una infección, pero creo que sea en el oído.

¿Tenía una infección?

Santana bajó la mano a su cintura y le presionó el abdomen.

—¿Te duele aquí?

—No.

—Bien—le cogió un tobillo y lo separó del otro—Estate quieta mientras compruebo el pulso alterno.

Ella se mantuvo en silencio con la frente arrugada de preocupación.

¿Cómo era posible que tuviera una infección?

Se encontraba bien.

Luego recordó que había tenido un leve dolor de cabeza hacía un par de días y que a veces se sentía un poco mareada cuando se levantaba demasiado rápido.

Tal vez estaba enferma y no lo sabía.

La miró con preocupación.

—¿Tengo el pulso normal?

—Shh...—le desplazó el otro tobillo para que mantuviera las piernas separadas y le apretó las rodillas sobre la tela del chándal—¿Te ha dolido algo últimamente?

¿Le había dolido algo?

—Creo que no.

Santana le subió la parte superior del chándal y le tocó un pecho.

—¿Sientes algo aquí?

—No.

Le rozó el pezón con los dedos y, aunque su toque pareció impersonal, Brittany entrecerró los ojos con suspicacia. Luego se relajó al notar la intensa concentración en la cara de Santana.

Estaba portándose como todo una profesional; no había indicio de lujuria en lo que estaba haciendo.

Le tocó el otro pecho.

—¿Y aquí?—preguntó.

—No.

Santana bajó la parte superior del chándal, cubriéndola con modestia, y ella se sintió avergonzada por haber dudado de la morena.

Parecía preocupada.

—Me temo que...

—¿Qué?

Cubrió la mano de Brittany con la suya y le dio una palmadita consoladora.

—Britt, yo no soy ginecóloga, y normalmente no haría esto, pero me gustaría
examinarte. ¿Te importaría?

—¿Si me importaría...?—vaciló—Bueno, no, supongo que no. Es decir, estamos casadas y ya me has visto... pero ¿qué tienes que hacer? ¿Crees que me pasa algo?

—Estoy prácticamente segura de que no es nada, pero los problemas glandulares pueden complicarse y sólo quiero asegurarme de que no es así—deslizó los pulgares hasta la cinturilla de los pantalones de Brittany.

Ella levantó las caderas y dejó que se los quitara junto con las bragas. Cuando la morena tiró la ropa al suelo, las sospechas de Brittany regresaron de nuevo, pero las ignoró cuando se dio cuenta de que Santana no estaba mirándola.

Parecía distraída, como si estuviera ensimismada.

¿Y si en realidad tenía una enfermedad rara y Santana estaba pensando la mejor manera de decírselo?

—¿Prefieres que te cubra con la sábana?—preguntó Santana.

A la joven le ardieron las mejillas.

—Er..., esto... No es necesario. Es decir, dadas las circunstancias...

—Vale. Entonces...—le apretó con suavidad sus rodillas—Dime si te duele.

No le dolió. Ni un poquito.

Mientras la examinaba, a Brittany se le cerraron los ojos y comenzó a flotar.

Santana tenía un toque de lo más asombroso.

Controlada. Exquisito.

Un roce aquí. Otro allá.

Era delicioso.

Esos dedos dejaron un rastro suave y húmedo.

Su boca...

¡Era su boca!

Brittany levantó de golpe la cabeza de la almohada.

—¡Eres una pervertida!—chilló ella.

Santana soltó una risotada y la inmovilizó, agarrándola con firmeza.

—¡No eres médico!

—¡Ya te lo había dicho! Eres muy ingenua—se rio más fuerte.

Ella intentó soltarse y la morena la sujetó con una mano mientras se desabrochaba los vaqueros con la otra.

—Pequeña farsante, has intentado engañarme con una falsa infección de oídos.

Brittany entornó los ojos cuando la morena se bajó los vaqueros y las bragas.

—¿Qué estás haciendo?

—Sólo hay una cura para lo que te pasa, cariño. Y yo soy la única persona que puede proporcionártela.

Los ojos de Santana chispearon de risa y pareció tan satisfecha de sí misma que la irritación de Brittany se aplacó y le resultó difícil mantener el ceño fruncido.

—¡Me las pagarás!

—No hasta que me cobre la consulta—los vaqueros de Santana cayeron al suelo en un suave susurro junto con las bragas. Con una amplia y lobuna sonrisa, cubrió el cuerpo de Brittany con el suyo y unió sus sexos con un suave envite.

—¡Degenerada! Eres una horrible..., ahh..., una horrible... Mmm...

Santana esbozó una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Decías?

Brittany luchó contra la creciente excitación que la inundaba, decidida a no ceder a la morena con demasiada facilidad.


—¡Creí que me pasaba algo! Y... y durante todo ese tiempo estabas... ahhh... ¡estabas buscando un polvo!

—Ese lenguaje...

Ella gimió y apresó las caderas de Santana entre las manos.

—Y lo dice alguien que ha violado el juramento hipocrático...

Santana soltó una carcajada que envió vibraciones de placer al interior de la joven. Cuando Brittany la miró a los ojos, vio que el desconocido tenso y peligroso con quien se había casado había desaparecido.

En su lugar había una mujer que no había visto nunca: joven, alegre y despreocupada.

A Brittany le dio un vuelco el corazón.

Se le empañaron los ojos. Santana le mordisqueó el labio inferior.

—Oh, San...

—Calla, amor. Cállate y deja que te amé—dijo las palabras con el ritmo que marcaban sus movimientos.

Ella le respondió y se unió a la morena con los ojos llenos de lágrimas.

En un par de horas tendrían que enfrentarse en la pista, pero por ahora no había peligro, sólo el placer que atravesaba sus cuerpos, inundaba sus corazones y estallaba en un manto de estrellas.



Un rato después, cuando Brittany estaba en el cuarto de baño aplicándose el maquillaje para la función, la sensación de bienestar se evaporó.

No importaba lo que ella quisiera creer, no habría verdadera intimidad entre ellas si Santana guardaba tantos secretos.

—¿Quieres tomar un café antes de que salgamos a mojarnos?—gritó Santana.

Brittany guardó el lápiz de labios y salió del cuarto de baño. Santana estaba apoyada en el mostrador con sólo los vaqueros y una toalla amarilla colgando del cuello y le tapaba justo sus pechos.

Ella metió las manos en los bolsillos del albornoz.

—Lo que quiero es que te sientes y me digas a qué te dedicas cuando no viajas con el circo.

—¿Ya estamos con eso otra vez?

—Más bien seguimos con ello. Ya basta, San. Quiero saberlo.

—Si es por lo que acabo de hacer...

—Eso ha sido una tontería. Pero no quiero más misterios. Si no eres médico ni veterinaria, dime, ¿qué tipo de doctora eres?

—Puede que sea dentista.

Santana parecía tan esperanzado que Brittany casi sonrió.

—No eres dentista. Ni siquiera utilizas la seda dental todos los días.

—Sí que lo hago.

—Mentirosa, como mucho cada dos días. Y, definitivamente, no eres psiquiatra, aunque estás neurótica perdida.

Santana cogió la taza de café del mostrador y se quedó mirando el contenido.

—Soy profesora universitaria, Britt.

—¿Que eres qué?

Santana la miró.

—Soy profesora de historia del arte en una pequeña universidad privada de Connecticut. Ahora mismo he cogido una excedencia.

Brittany se había imaginado muchas cosas, pero no ésa. Aunque, si lo pensaba bien, tampoco debería asombrarse tanto. Santana había dejado caer pistas sutiles.

Recordó que Kitty le había dicho que Santana la había llevado a una exposición y le había comentado los cuadros. Y había muchas revistas de arte en la caravana, aunque ella había pensado que se las habían dejado los anteriores inquilinos.

Además, estaban las numerosas referencias que Santana había hecho a pinturas famosas.

Se acercó a la morena.

—¿Y por qué tanto misterio?

Santana se encogió de hombros y tomó un sorbo de café.

—A ver si lo adivino. Es por el mismo motivo por el que usamos esta caravana, ¿no? ¿La misma razón por la que escogiste vivir en el circo en vez de otro sitio? Sabías que estaría más cómoda con un profesora universitaria que con Santana la Cosaco, y no querías que estuviese a gusto.

—Quería que te dieras cuenta de lo diferentes que somos. Trabajo en un circo, Britt. Santana la Cosaco es una parte muy importante de mi vida.

—Pero también eres profesora universitaria.

—En una universidad pequeña.

Brittany recordó la ancha camiseta universitaria que a veces se ponía ella para dormir.

—¿Estudiaste en la Universidad de Carolina del Norte?

—Hice prácticas ahí, pero me licencié y doctoré en la Universidad de Nueva York.

—Me cuesta imaginarlo.

Santana le rozó la barbilla con el pulgar.

—Esto no cambia nada. Todavía diluvia, tenemos una función que hacer y estás tan hermosa que lo único que quiero es quitarte el albornoz y volver a jugar a las médicos.

Brittany se obligó a dejar de lado las preocupaciones y a vivir el presente, al menos de momento.



*****


Esa noche, a mitad de la función, se levantó viento.

Cuando los laterales de la lona de nailon del circo comenzaron a hincharse y deshincharse como un gran fuelle, Santana ignoró la afirmación de Rachel de que la tormenta amainaría y ordenó a Mike que suspendiera la función.

El maestro de ceremonias lo anunció de manera discreta, diciéndole al público que necesitaban bajar la cubierta del circo como medida de seguridad, garantizando a todos el reembolso de la entrada.

Mientras Rachel echaba humo por el dinero perdido, Santana dio instrucciones a los músicos de tocar una alegre melodía para acelerar la salida de la gente.

Parte del público se detuvo bajo el toldo de entrada para no mojarse y tuvieron que animarlo para que continuara saliendo.

Mientras ayudaba a la evacuación, Santana sólo pensaba en Brittany; en si habría seguido sus órdenes de permanecer en la camioneta hasta que amainara el viento.

¿Y si no lo había hecho?
¿Y si estaba ahí fuera en ese momento, bajo el viento y la lluvia, por si se había perdido algún niño o para ayudar a un anciano a llegar hasta su coche?

¡Maldición, seguro que era así!

Brittany tenía más corazón que sentido común y se olvidaría de su propia seguridad si sabía que alguien estaba en problemas.

Un sudor frío le cubrió la piel y tuvo que recurrir a todo su control para mirar con gesto tranquilo al público que pasaba por su lado.

Se dijo a sí misma que la rubia estaría bien, e incluso esbozó una sonrisa cuando recordó la jugarreta que le había hecho antes.

Se había reído más en el tiempo que llevaban juntas que en toda su vida.

Nunca sabía cuál sería la próxima ocurrencia de su esposa. Lo hacía sentirse como la niña que nunca había sido.

¿Qué haría cuando la rubia se fuera?

Se negaba a pensar en ello.

Lo superaría y punto, tal como había hecho con todo lo demás. La vida la había convertido en una solitaria, y era así como le gustaba vivir.



Cuando el último de los espectadores abandonó el circo, el viento había arreciado y la empapada lona se abombaba por las ráfagas.

Santana tenía miedo de perder la cubierta si no la aseguraban con rapidez, y se movió de un grupo a otro para ordenar y ayudar a aflojar las cuerdas.

Uno de los empleados soltó la cuerda antes de tiempo y le dio en la mejilla, pero Santana ya había sentido latigazos antes e ignoró el dolor.

La fría lluvia cayó sobre ella cegándola, el viento le revolvió el pelo y, durante todo el tiempo que estuvo trabajando, pensaba en Brittany.

«Será mejor que estés en la camioneta, ángel. Por tu propia seguridad y por la mía.»



*****


Brittany estaba agazapada en el centro de la jaula de Sinjun con el tigre acurrucado a su lado y la lluvia entrando por los barrotes.

Santana no confiaba en la seguridad de la caravana durante la tormenta y le había dicho que se metiera en la camioneta hasta que amainara el viento.

Se dirigía ahí cuando había oído el rugido aterrorizado de Sinjun. Se dio cuenta de que la tormenta lo había asustado.

El tigre estaba a la intemperie, expuesto a los elementos mientras todos ayudaban a desmontar el circo.

Al principio Brittany se había quedado junto a la jaula, pero el embate de la lluvia y del viento hacía que le resultara difícil mantenerse en pie.

Sinjun se puso frenético cuando ella intentó resguardarse debajo de la jaula y, sin que le quedara otra elección, se había metido dentro con él.

Ahora la rodeaba como si fuera un gato grande. Brittany sentía la vibración de la respiración y del ronroneo del felino en la espalda y gracias al calor del animal no tenía frío.

Se acurrucó contra él y se sintió tan segura como unas horas antes, cuando se encontraba entre los brazos de Santana.



***


Brittany no estaba en la camioneta.

Brittany no estaba en la caravana.

Santana atravesó el recinto buscándola frenéticamente.

¿Qué habría hecho esta vez?

¿Dónde se habría metido?

¡Maldita sea, todo eso era culpa suya!

Sabía de sobra lo loca que estaba; debería haberla acompañado a la camioneta y, ya puestos, atado al volante.

Santana siempre se había sentido orgullosa de mantener la cabeza fría ante una crisis, pero ahora no podía pensar.

La tormenta amainó después de que aseguraran la carpa y pasaron unos cuantos minutos revisando los daños superficiales; el cristal delantero de uno de los camiones estaba salpicado de escombros y uno de los puestos había volcado por el viento.

La lona del circo tenía algún desgarrón, pero no parecía haber sufrido daños serios. Tras asegurarse de que todo estaba en orden decidió ir a buscar a Brittany.

Sin embargo, cuando llegó a la camioneta, y vio que no estaba ahí, sintió cómo el pánico le atenazaba las entrañas.

¿Por qué no la había vigilado de cerca?

Era demasiado frágil, demasiado confiada.

«Dios mío, que no le haya ocurrido nada.»

Vio un destello de luz al otro lado del recinto, pero uno de los remolques le bloqueaba la vista.

Mientras corría hacia ahí, oyó la voz de Brittany y se le aflojaron los músculos de puro alivio.

Rodeó el vehículo con rapidez y pensó que nunca había visto nada más hermoso que Brittany sosteniendo una linterna y dirigiendo a dos de los empleados para que cargaran la jaula de Sinjun en la parte trasera del camión que transportaba a las fieras.

Quiso sacudirla por haberle hecho pasar tanto miedo, pero se contuvo.

No era culpa suya que se hubiera convertido en una debilucha y una cobarde.

Cuando la vio, Brittany esbozó una sonrisa tan llena de felicidad que hizo que el calor alcanzara los dedos de los pies de Santana.

—¡Estás bien! Estaba tan preocupada por ti.

Santana se aclaró la garganta y tomó aliento para tranquilizarse.

—¿Necesitas que te eche una mano?

—Creo que ya estamos acabando—dijo Brittany, subiéndose al camión.

Aunque Santana quería llevarla a la caravana y amarla hasta la mañana siguiente, la conocía lo suficiente como para saber que ninguna baladronada por su parte la apartaría del camión hasta que estuviera totalmente segura de que los animales a su cargo estaban bien resguardados.

Si se lo permitía, incluso les habría leído un cuento antes de arroparlos.


Brittany salió por fin y, sin ninguna vacilación, estiró los brazos y se dejó caer desde la parte superior de la rampa hacia ella. Cuando Santana la estrechó contra su pecho, decidió que eso era lo que más le gustaba de la rubia: nunca dudaba de ella.

Brittany había sabido que la atraparía entre sus brazos costara lo que costara.

—¿Te quedaste en la camioneta durante la tormenta como te dije?—le preguntó plantándole un beso duro y desesperado sobre el pelo mojado.

—Mmm... estuve a salvo, te lo aseguro.

—Bien. Volvamos a la caravana. Las dos necesitamos una ducha caliente.

—Antes necesito...

—Saber cómo está Tater. Iré contigo.

—Pero no vuelvas a mirarlo con cara de pocos amigos.

—Nunca lo miro con cara de pocos amigos.

—La última vez que lo miraste así heriste sus sentimientos.

—No tiene...

—Por supuesto que tiene sentimientos.

—Lo mimas demasiado.

—Es cariñoso, no mimado. Hay una gran diferencia.

Santana le dirigió una mirada significativa.

—Créeme, conozco la diferencia entre cariñoso y mimado.

—¿Estás insinuando...?

—Ha sido un cumplido.

—No ha sonado así.


Discutió con la rubia hasta que llegaron al remolque donde se encontraba el elefante, pero Santana no le soltó la mano en ningún momento.

Ni se le borró la sonrisa de la cara.





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Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por Tati.94 Vie Sep 01, 2017 7:45 pm

Me encanta esta historia!! Jajajaj cuando le empezó a quitar la ropa mmm dudé que fuera de verdad medico.

Puede que Santana al principio fuera dura con Britt y todo pero ahora es un amor. Digo, a veces se le escapan de la boca, palabras muy lindas. Pero está el tema de los 6 meses.
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Mensaje por 3:) Vie Sep 01, 2017 9:46 pm

hola morra,...

ahí una brecha GRANDE en el termino "doctor/a" vendría a se así como el termino doctor/a se usa mucho estos días jajajaj
san consiente o inconsciente quiere MAS,.. el famoso mas!!! o un todo definitivo!
bueno ya es puro instinto lo que hace britt,..

nos vemos!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por micky morales Sáb Sep 02, 2017 9:22 am

Son tan lindas juntas que sera demasiado dificil que brittany no sea extrañada en ese circo!!!!!
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Mensaje por JVM Sáb Sep 02, 2017 1:15 pm

Jajajajajajajjajaja súper inteligente la dr. san jajajaja al menos ya se sabe de que es doctora ....
Y pues San hasta celosa de los animales con su rubia
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Mensaje por 23l1 Sáb Sep 02, 2017 7:21 pm

Tati.94 escribió:Me encanta esta historia!! Jajajaj cuando le empezó a quitar la ropa mmm dudé que fuera de verdad medico.

Puede que Santana al principio fuera dura con Britt y todo pero ahora es un amor. Digo, a veces se le escapan de la boca, palabras muy lindas. Pero está el tema de los 6 meses.



Hola, eso es muyy!! bueno y espero siga así jajajajaa. Jajajajaja san es una loquilla jajaajajajajajaja. Si la vrdd esk si xD jajajaa. Aiii cayo, pero cayoooo en los encantos de al rubia y se muestra como de vrdd es con ella jajajajaa. Si q si! jajajaajaj. =O xq no nombras =/ Saludos =D




3:) escribió:hola morra,...

ahí una brecha GRANDE en el termino "doctor/a" vendría a se así como el termino doctor/a se usa mucho estos días jajajaj
san consiente o inconsciente quiere MAS,.. el famoso mas!!! o un todo definitivo!
bueno ya es puro instinto lo que hace britt,..

nos vemos!!!



Hola lu, jajajajajajaja xD ajajaj pero britt no se percato de eso ajajajajajajajajaj. Ooooh si! ajajajaj y kien no¿? jajajajaa. JAjajajaja sip xD jajajaja. Saludos =D




micky morales escribió:Son tan lindas juntas que sera demasiado dificil que brittany no sea extrañada en ese circo!!!!!



Hola, siiiii!!!!! son perfectas jajajaajaj. =O xq lo dices! xq lo dices! ajajajaj, pero si lo será jjajaajaj. Saludos =D





JVM escribió:Jajajajajajajjajaja súper inteligente la dr. san jajajaja al menos ya se sabe de que es doctora ....
Y pues San hasta celosa de los animales con su rubia



Hola, jajaajajaj si q lo fue ajjaajajajaja. Si, algo bueno salio, no¿? jajaja. JAjaajajajaja i como, no¿? jajajajaja. Saludos =D


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Finalizado FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 18 - Parte I

Mensaje por 23l1 Sáb Sep 02, 2017 7:23 pm

Capitulo 18 - Parte I


Durante los meses de junio y julio, el circo de los Hermanos Berry pasó el ecuador de la gira mientras se dirigía hacia el oeste a través de pueblos de Pensilvania y Ohio.

Algunas veces seguían el curso de un río: Allegheny, Monongahela, Hocking, Scioto y Maumee.

Actuaron en pueblos pequeños que habían sido olvidados por los circos grandes, pueblos mineros con las minas cerradas, pueblos con molinos abandonados, pueblos con fábricas clausuradas.

Los circos más famosos podían haber olvidado a la gente común de Pensilvania y Ohio, pero el de los Hermanos Berry la recordaba y la función continuaba.

La primera semana de agosto, el circo llegó a Indiana y Brittany nunca había sido más feliz en su vida.

Cada día era una aventura.

Se sentía como si fuera una persona diferente: fuerte, confiada y capaz de defenderse por sí misma.

Desde la fuga de Sinjun se había ganado el respeto de los demás y ya no la trataban como a una paria.

Las showgirls intercambiaban chismes con ella y los payasos le pedían opinión sobre los trucos nuevos.

Quinn la buscaba para hablar de política y la ayudaba a mejorar la vestimenta.

Y Kitty pasaba un rato con ella todos los días salvo que estuviera Santana cerca.


—¿Has estudiado psicología?—le preguntó Kitty una tarde a principios de agosto cuando estaban almorzando en el McDonald's de un pueblo donde estaban actuando, al este de Indiana.

—Durante unos meses. Tuve que abandonar el colegio antes de terminar el curso—Brittany cogió una patata frita, la mordisqueó y luego la dejó donde estaba.

La comida frita no le sentaba bien últimamente. Se puso la mano sobre el vientre y se obligó a concentrarse en lo que Kitty decía.

—Creo que estudiaré psicología. Lo digo porque, después de todo lo que he pasado, creo que podría ayudar a bastantes niños.

—Seguro que sí.

Kitty parecía preocupada, algo raro en ella. Sin embargo, la menuda adolescente se mostraba animada cuando estaba con ella. Aunque Brittany sabía que el tema del dinero robado le pesaba en la conciencia, la joven jamás lo había mencionado.

—¿Te ha dicho San algo de...? ¿Se ha reído de lo tonta que fui y todo eso?

—No, Kitty. Te aseguro que ni siquiera ha vuelto a pensar en ello.

—Cada vez que me acuerdo de lo que hice me muero de vergüenza.

—San está acostumbrada a que las personas se le echen encima. Si te digo la verdad, no creo que se acuerde siquiera.

—¿De veras? Creo que sólo lo dices para que me sienta mejor.

—Le caes genial, Kitty. Y te aseguro que no cree que seas tonta.

—Parecías muy cabreada cuando nos encontraste juntas.

Brittany contuvo una sonrisa.

—No es muy agradable para una mujer mayor ver como una chica va detrás de su mujer.

Kitty asintió con aire de entendida.

—Sí. Pero, Britt, no creo que San le echara un polvo a nadie que no fueras tú. Te lo juro. Les he oído comentar algunas chicas que ni siquiera las mira cuando toman el sol en biquini. Creo que les jode mucho.

—Kitty...

—Lo siento, les fastidia mucho—desmigó distraídamente la corteza del pan.

—¿Tú ya estas segura que solo te gustan las mujeres—pregunto mirado los ojos verdes frente a ella—Ya sabes, uno a esta edad le gusta experimentar.

—Solo sé que me fijo en la persona y no en su sexo ¿Puedo preguntarte una cosa? Es sobre... bueno..., sobre cuando se mantienen relaciones sexuales y todo eso. Lo que quiero decir es, ¿no se siente vergüenza?

—Me parece muy maduro lo que dices, Kitty. Y muy cierto también—se dio cuenta de que Kitty se había estado mordiendo las uñas y supo que no era porque le preocupara el tema del sexo, sino porque sentía remordimientos de conciencia—Cuando es correcto, no da vergüenza.

—Pero ¿cómo sabes cuándo es correcto?

—Hay que dar tiempo al tiempo y conocer bien a la otra persona. Kitty, deberías esperar hasta estar casada.

Kitty puso los ojos en blanco.

—Ahora nadie espera hasta estar casado.

—Yo lo hice.

—Sí, pero tú estás algo...

—¿Algo zumbada?

—Sí, pero eres muy maja—Kitty abrió los ojos como platos y mostró el primer signo de animación en semanas. Dejó su refresco sobre la mesa—¡Oh, Dios! ¡No mires!

—¿Mirar qué?

—La puerta. Acaba de entrar aquella chica que estuvo hablando conmigo ayer. Oh, Dios... qué buena está...

—¿Quién es?

—Ella que está en la caja. ¡No mires! Lleva un chaleco negro y pantalones cortos. Vale, mira deprisa, pero que no te pille haciéndolo.

Brittany observó el área de las cajas con el mayor disimulo que pudo. Vio a una adolescente estudiando el menú. Era de la edad de Kitty, con un espeso cabello castaño y una expresión adorablemente bobalicona en la cara.

Brittany estaba contenta de que, por fin, Kitty actuara como una adolescente normal y no como si cargara el peso del mundo sobre sus hombros.

—¡Ay, Dios! ¡Me va a ver!—gimió Kitty—¡Oh, joder! Mi pelo...

—No digas palabrotas. Y estás estupenda.

Kitty hundió la cabeza y Brittany supo que la chica castaña se estaba acercando.

—Hola...

Kitty ganó tiempo revolviendo el hielo de la Coca-Cola antes de levantar la vista.

—Hola...

Las dos adolescentes se ruborizaron a la vez y Brittany supo que ambas estaban pensando algo brillante que decir.

Fue la castaña quien habló primero.

—¿Qué hay de nuevo?

—Nada.

—¿Estarás hoy por aquí? Digo..., me refiero, en el circo.

—Sí.

—Vale, entonces iré a verte.

Otra larga pausa, esta vez rota por Kitty.

—Ésta es Brittany. Puede que la recuerdes de la función. Es mi mejor amiga. Britt, ésta es Marley.

—Hola, Marley.

—Hola. Me..., esto..., me gustaste en la función.

—Gracias.

Habiendo agotado ese tema de conversación, Marley se volvió hacia Kitty.

—Ryder y yo, no lo conoces, pero es un buen tipo y gran amigo..., pensábamos pasarnos por ahí.

—Vale.

—Quizá nos veamos.

—Sí. Estaría genial.

Silencio

—Vale, hasta luego.

—Hasta luego.

Cuando la castaña se fue, una expresión soñadora apareció en la cara de Kitty, seguida casi de inmediato por una de incertidumbre.

—¿Crees que le gusto?

—Es evidente.

—¿Qué hago si me invita a salir esta noche entre las funciones o algo por el estilo? Sabes que mamá no me dejará ir.

—Tendrás que decirle la verdad a Marley. Que tu mamá es muy estricta y no te va a dar permiso para salir con nadie hasta que cumplas los treinta.

De nuevo, Kitty puso los ojos en blanco, pero Brittany no lo dejó pasar. Consideró el dilema de Kitty.

Era bueno que la chica tuviera un ligue, incluso uno de doce horas.

Necesitaba comportarse como una adolescente normal en lugar de parecer que hacía penitencia.

Brittany era consciente de que Kitty tenía razón: Quinn se negaría.

—¿Y si le enseñas el circo? Eso le gustaría. Y luego puedes sentarte junto a las camionetas donde tu mamá pueda verte sin que por ello pierdas tu intimidad.

—Eso no funcionará—Kitty arrugó la frente con preocupación—¿Por qué no hablas con mi mamá y le dices que no me humille delante de Marley?

—Hablaré con ella.

—Que no diga ninguna estupidez delante de Marley, Por favor, Britt.

—Haré lo que pueda.

Kitty ladeó la cabeza y pasó el dedo índice por el envase vacío. Hundió los hombros de nuevo, y Brittany notó que volvía a caer la sombra de la culpabilidad sobre ella.

—¡Cuando pienso en lo que te hice me siento... una mierda! Quiero decir fatal—levantó la vista—Sabes que siento muchísimo lo que hice, ¿verdad?

—Sí—Brittany no sabía cómo ayudarla.

Kitty había intentado compensarlo de todas las maneras posibles. Lo único que no había hecho era decirle la verdad a su mamá, y Brittany no quería que lo hiciera.

La relación de Kitty con Quinn ya era muy difícil y eso sólo empeoraría las cosas.

—Britt, jamás hubiera... Me refiero a lo que pasó con San, fue algo muy inmaduro. Ella había sido muy amable conmigo, pero nunca había intentado ligármela ni nada parecido, si es eso lo que te preocupa...

—Gracias por decírmelo—se dedicó a recoger los restos de comida para que Kitty no la viera sonreír.

La adolescente arrugó la nariz.

—Sin intención de ofender, Britt, puede que sea muy sexy, pero es vieja.

Brittany casi se atragantó.

Kitty miró a las cajas, donde Marley estaba recociendo su pedido.

—Está buenísima.

—¿San?

Kitty pareció horrorizada.

—¡No, no! ¡Marley!

—Ah, bueno. San no es Marley, eso seguro.

Kitty asintió con gravedad.

—Eso seguro.

Esta vez Brittany no pudo evitarlo. Se echó a reír y, para su deleite, Kitty la imitó.



Cuando regresaron al recinto, Kitty salió disparada para ensayar con Rachel.

Brittany desempaquetó las compras que había hecho y apartó la comida de los animales, agradeciendo para sus adentros que Santana nunca protestara por los extras en la factura del supermercado.

Ahora que sabía que sólo era una pobre profesora universitaria había intentado controlar los gastos, pero antes ahorraría en su propia comida que en la de los animales.


Siguiendo la rutina diaria, se acercó a los elefantes y saludó a Tater.

Él la siguió hasta las jaulas de las fieras. Sinjun solía ignorar al elefantito, pero esta vez alzó la cabeza con orgullo y miró a su rival con arrogante condescendencia.

«Brittany me ama, molesto infante, no lo olvides.»

Lollipop y Chester estaban atados fuera de la carpa y Tater se acomodó en el lugar de costumbre, donde le esperaba un fardo de heno limpio.

Brittany se acercó a Sinjun y metió la mano entre los barrotes para rascarle detrás de las orejas. Como no era un cachorro, Brittany no lo arrullaba como hacía con los demás.

A Brittany le encantaba el tiempo que pasaba con los animales.

Sinjun había mejorado bajo sus cuidados; su pelaje naranja oscuro tenía ahora un brillo saludable.

Algunas veces, casi de madrugada, cuando todo estaba silencioso y desierto, Brittany abandonaba su confortable lugar junto a Santana y se acercaba a la jaula de Sinjun, le abría la puerta y dejaba que el enorme felino vagara libre un rato.

Mientras retozaban juntos en la hierba húmeda de rocío, Sinjun mantenía sus garras cuidadosamente enfundadas. Brittany se mantenía ojo avizor por si aparecía algún otro madrugador.

En ese momento, mientras acariciaba al animal, sintió que la envolvía una
sensación de letargo.

Sinjun la miró profundamente a los ojos.

«Díselo.»

«Lo haré.»

«Díselo.»

«Pronto, muy pronto.»

¿Cómo una carta de un prestigioso ginecólogo le decía que sería mamá?

¿Cómo una carta explicaba que le implantaron los óvulos de Santana en su cuerpo?

¿Cómo una carta le decía que debía realizarse una prueba de embarazo por si su tratamiento para quedar embarazada de Santana había funcionado?

¿Cuánto tiempo pasaría antes de que sintiera la nueva vida que crecía en su vientre?

No podía estar embarazada de más de seis semanas, así que aún pasaría un tiempo.

No se había saltado ni un solo examen rutinario y había dicho todo lo que Whitney le decía. Pero cuando le llego una carta del ginecólogo que Whitney le había recomendado, diciendo que el tratamiento que se había solicitado para que se concibiera un bebé con los óvulos de Santana en su cuerpo y que debería someterse a un test de embarazo para confirmar su efectividad, ella no lo podía creer.

Como le diría eso a Santana, si la morena no había dado su consentimiento para dicho tratamiento, y mucho menos con sus óvulos. Jamás le creería que ella no tuvo nada que ver y mucho menos fue quien lo solicito.

Estaba segura que fue un error y que se confundieron cuando Santana llamo para corroborar si ella estaba siendo controlada.

Pero cuando lo confirmo, no sabía que pensar.

Es por lo que al principio había atribuido los síntomas al cansancio. Pero la semana anterior, tras vomitar en el cuarto de baño, se había comprado un test de embarazo y había descubierto la verdad. Y que dicha carta era verdad y no una mala broma.

Jugueteó con una de las orejas de Sinjun.

Sabía que tenía que decírselo a Santana, pero aún no estaba preparada.

Sabía que su esposa se enfadaría y creería que fue todo planeado—Brittany no se encañaba al respecto, —pero en cuanto se acostumbrara a la idea, ella misma se aseguraría de que aquello la hiciera feliz.

«Y le haría feliz», se dijo a sí misma firmemente.

Santana la amaba.

Aunque todavía no lo hubiera admitido. Y amaría a su bebé.

Si bien la morena todavía no había dicho las palabras que ella necesitaba escuchar, Brittany sabía que Santana albergaba profundos sentimientos hacia ella.

¿Qué otra cosa si no provocaría la ternura que veía reflejada en sus ojos de vez en cuando o la satisfacción que parecía irradiar de la morena cuando estaban juntas?

A veces le resultaba difícil recordar lo raro que solía ser que la morena se riera cuando la había conocido.

Sabía que a Santana le gustaba estar con ella.

Al vivir en una pequeña caravana y gracias a los interminables kilómetros que hacían en la camioneta casi todas las mañanas, pasaban más tiempo juntas que la mayoría de los matrimonios y, a pesar de ello, todavía la buscaba durante el resto del día para compartir con ella cualquier cosa, para comentarle cualquier problema que hubiera surgido en la localidad en la que estaban o simplemente darle una rápida palmadita posesiva en el trasero.

La comida diaria entre la matinée y las funciones nocturnas se había convertido en un ritual importante para las dos.

Y por la noche, tras el trabajo, hacían el amor con una pasión y una libertad que nunca hubiera creído posible.

Ya no podía imaginar la vida sin la morena.

Por otro lado Santana había dejado de mencionar el divorcio, señal de que tampoco podía imaginárselas separadas. Por ese motivo Brittany aún no le había contado lo del bebé. Y como había ocurrido y que lograra que le creyera.

Simplemente quería darle un poco más de tiempo para que se acostumbrase a amarla.




A la mañana siguiente todo se fue al garete.

Santana se despertó un poco después de que ella hubiera salido de la cama y la descubrió en el descampado detrás de las caravanas jugando con Sinjun.



Dos horas más tarde todavía seguía cabreada con ella.

Esa mañana le tocaba conducir a Brittany. Habían comenzado a turnarse cuando Santana se dio cuenta de que ella no iba a destrozar la camioneta y de que le encantaba conducir.

—Debería haber conducido yo esta mañana—dijo Santana—Así habría tenido las manos ocupadas y no tendría que pensar en dónde meterlas para no estrangularte.

—Ya está bien, San, relájate.

—¿¡Que me relaje!? ¿Estás de coña?

Brittany la fulminó con la mirada.

Santana la miró furiosa.

—Prométeme que no volverás a soltar a Sinjun.

—No estábamos en un pueblo y no había ni un alma en los alrededores, así que deja de preocuparte.

—Eso no parece una promesa.

Brittany contempló los campos de Indiana que se extendían a ambos lados de la carretera.

—Te has fijado que Mike y Tina pasan mucho tiempo juntos últimamente. ¿No sería gracioso que se casaran? Así tendrían lindos bebés orientales.

—No intentes cambiar de tema y prométeme que no volverás a ponerte en peligro—tomó un largo sorbo de café de la taza que agarraba firmemente con la mano.

—¿De verdad crees que Sinjun me haría daño?

—No es un gato doméstico, por mucho que te empeñes en creer lo contrario. Los animales salvajes son imprevisibles. No vuelvas a dejarlo suelto, ¿me has entendido? De ninguna manera.

—Te he hecho una pregunta. ¿Crees que me haría daño?


—No a propósito. Es evidente que está loco por ti, pero la historia del circo está llena de animales dóciles que se volvieron contra sus domadores. Y Sinjun ni siquiera es dócil.

—Está conmigo y odia la jaula. De verdad. Ya te he dicho que nunca lo dejo salir si estamos cerca de una zona habitada. Y ya viste por ti misma que no había nadie cerca esta mañana. Si hubiera habido alguien, no le hubiera abierto la puerta.

—Como no volverás a dejarlo libre, nada de esto tiene importancia—Santana se terminó el café y colocó la taza en el suelo de la camioneta—¿Qué ha sucedido con la mujer con la que me casé? ¿La que creía que la gente civilizada no se levantaba antes de las once?

—Se casó con una mujer de circo.

Brittany oyó aquella profunda y entrecortada risa, y devolvió la atención a la carretera.

Sabía que a Santana le preocupaba que hubiera dejado suelto a Sinjun y esperaba que no se diera cuenta de que no le había prometido nada.




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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Sáb Sep 02, 2017 8:47 pm

hola morra,..

se me hace que se viene una pelea de fieras y esta muy serca,.
mas vale que britt sea muy convincente cuando le diga lo del bebe!!!
es bueno que ya todos hayan mejorado las cosas con britt!!!

nos vemos!!!
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Mensaje por micky morales Dom Sep 03, 2017 8:31 am

se que santana se sentira traicionada por lo del bebe, pero espero que despues lo acepte!!!! [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo - Página 6 918367557 [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo - Página 6 4065562827 [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo - Página 6 1163780127
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por JVM Dom Sep 03, 2017 12:57 pm

Ya se veía venir el bb con el padre de Britt y pues esta complicado el como se lo hará saber a la morena
Y con sinjun pues las cosas de maravilla hasta que se entero la morena y pues Britt desviando la atención de San para que olvidara la promesa jajaja
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Mensaje por 23l1 Dom Sep 03, 2017 7:08 pm

3:) escribió:hola morra,..

se me hace que se viene una pelea de fieras y esta muy serca,.
mas vale que britt sea muy convincente cuando le diga lo del bebe!!!
es bueno que ya todos hayan mejorado las cosas con britt!!!

nos vemos!!!



Hola lu, uuuyyy pero xq lo dices!!!! nonono llega!!!! Oooh si! además q ella tampoco fue culpable... quizás y fue san para no dejarla escapar¿? Si, si que lo es. No se merecia el trato hacia ella =/ Saludos =D




micky morales escribió:se que santana se sentira traicionada por lo del bebe, pero espero que despues lo acepte!!!! [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo - Página 6 918367557 [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo - Página 6 4065562827 [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo - Página 6 1163780127



Hola, y yo tmbn, pero tiene q entender q britt no tiene la culpa... además nose xq creo q fue san para no dejar a la rubia mmmm =O Y si no es así, yo tmbn espero creerlo! Saludos =D





JVM escribió:Ya se veía venir el bb con el padre de Britt y pues esta complicado el como se lo hará saber a la morena
Y con sinjun pues las cosas de maravilla hasta que se entero la morena y pues Britt desviando la atención de San para que olvidara la promesa jajaja




Hola, aaaaah no lo había pensado así la vrdd, yo estaba culpando a san en secreto para no dejar ir a la rubia. Pero, como bn lo dices, si el papá tmbn puede ser y lo veo más probable xD ajajjaja. JAajjaajaj la rubia sabe como hacer la vida de san de la mejor manera y adrenalinica ajjajaajaj. Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 18 - Parte II

Mensaje por 23l1 Dom Sep 03, 2017 7:10 pm

Capitulo 18 - Parte II



Kitty cerró la puerta de la Airstream de su mamá y salió al fresco de la noche.

Llevaba puesto un camisón amarillo de algodón con un dibujo de Garfield, y los pies desnudos se le hundieron en la hierba húmeda.

El circo ya había sido desmontado, pero ella se sentía demasiado mal consigo misma como para prestar atención a la familiar visión.

Clavó la mirada en su mamá, que estaba sentada junto a la puerta del Airstream en una silla azul y blanca mientras fumaba el único cigarrillo que se permitía a la semana.

Por una vez no había ninguna persona rondándola. Ni las showgirls ni las jóvenes del lugar que siempre la perseguían.

La idea de que su mamá practicara el sexo le repelía, pero sabía que era irremediable. Por lo menos era discreta, que era más de lo que podía decir de sus hermanos.

Hombres.

Ya se imaginaba como sería si su mamá hubiera sido hombre.

Su mamá siempre les reñía por decir obscenidades cerca de ellas.


Quinn todavía no la había visto y la brasa del cigarrillo brilló cuando dio otra calada.

Kitty apenas había comido nada en la cena, pero sentía como si fuera a vomitar sólo de pensar en lo que tenía que hacer esa noche.

Ojalá pudiera taparse las orejas y ahogar por completo la voz de su conciencia, pero cada día era más fuerte. La atormentaba de tal manera que ni siquiera podía dormir por la noche y no lograba retener la comida en el estómago.

Guardar silencio se había convertido en un castigo peor que decir la verdad.

—Er... ¿puedo hablar contigo un momento, mamá?—hizo la pregunta como si tuviera una rana enorme en la garganta y croara en vez de hablar.

—Pensaba que estabas dormida.

—No puedo dormir.

—¿Otra vez? ¿Qué te pasa últimamente?

—Es que...—Kitty se retorció las manos.

Quinn se iba a enfadar cuando se lo dijera, pero no podía seguir así, sabiendo que le había jodido la vida a Brittany y sin hacer nada para remediarlo.

—¿Qué te pasa, Kitty? ¿Todavía te preocupa que se te haya caído el aro esta noche?

—No.

—Bien, porque no deberías preocuparte por eso. Aunque deberías concentrarte más. Cuando Sam y Noah tenían tu edad...

—¡No soy ni Sam ni Noah!—estalló—¡Siempre Sam y Noah! ¡Sam y Noah! ¡Ellos son perfectos y a mí todo me sale mal!

—No he dicho eso.

—Es lo que piensas. Siempre me comparas con ellos. Si hubiera venido a vivir contigo después de morir mamá en vez de quedarme con tía Frannie, ahora lo haría mejor.

Quinn no se enfadó sino que se frotó el brazo y ella supo que le molestaba la tendinitis.

—Kitty, hice lo que era mejor para ti. Ésta no es una vida fácil.

—Me gusta vivir así. Me gusta el circo. Además tu puedes.

—No me entiendes.

Kitty se sentó en una silla a su lado porque era más fácil hablar si estaba a la misma altura que su mamá.

Ése había sido el mejor y el peor verano de su vida.

El mejor gracias a Brittany y a Rachel. Aunque no se llevaban bien entre sí, las dos se preocupaban por ella.

Si bien nunca lo reconocería ante Brittany, le gustaba que le riñera por decir palabrotas, fumar y hablar de sexo.

Brittany era graciosa y no tenía ni pizca de arrogancia, siempre te estaba acariciando el brazo y cosas por el estilo.

Rachel se preocupaba por ella de otra manera.

La defendía cuando sus hermanos se comportaban de manera aborrecible, y se aseguraba de que comiera cosas sanas en vez de comida basura. La ayudaba a ensayar y nunca le gritaba, ni siquiera cuando no lo hacía bien.

Rachel tenía buen corazón, siempre la peinaba o le corregía la postura, o le daba una palmadita de ánimo cuando terminaba la actuación.

Conocer a Marley la semana anterior también había sido genial.

Habían prometido escribirse. Aunque no la había llegado a besar, estaba segura de que había querido hacerlo.

Todo lo demás había sido horrible.

Se había humillado ante Santana y aún se ruborizaba cuando pensaba en ello.

Su mamá siempre parecía disgustada con ella.

Pero lo peor de todo era lo que le había hecho a Brittany, algo tan horrible que su conciencia no le dejaba vivir ni un minuto más sin confesarlo.

—Mamá tengo que contarte algo—se agarró las manos con fuerza—Algo muy malo.

Quinn se puso rígida.

—No estarás embarazada, ¿no?

—¡No!—Kitty se ruborizó—¡Siempre piensas lo peor de mí!

Quinn se hundió en la silla.

—Lo siento, cariño. Es que te haces mayor y eres muy guapa. Estoy preocupada por ti.

Era lo más agradable que le había dicho en todo el verano, pero a ver qué decía cuando confesara lo que había hecho.

Quizá debería habérselo dicho a Rachel primero; no era a Rachel a quien temía, sino a su mamá.

Las lágrimas hicieron que le picaran los ojos, pero parpadeó para ahuyentarlas porque en su familia odian las lágrimas.

Sam y Noah decían que sólo lloraban las nenitas.

—Es que hice algo... y ya no puedo callarlo por más tiempo.

Quinn no dijo nada. Sólo la observó y esperó.

—Es... es como si algo horrible estuviera creciendo en mi interior y no se detuviera.

—Tal vez sea mejor que me lo cuentes.

—Yo...—tragó saliva—El dinero... el dinero que todos pensaron que había robado Brittany...—las palabras salieron finalmente—Fui yo quien lo robó.

Por un momento Quinn no dijo nada, luego se levantó de un salto.

—¿¿¡¡Qué!!??

Kitty levantó la mirada hacia su mamá e incluso en la oscuridad de la noche pudo ver su expresión furiosa. Se le cayó el alma a los pies, pero se obligó a continuar.

—Fui yo... Yo cogí el dinero y luego me colé en su caravana y lo escondí en su maleta para que todos pensaran que lo había robado ella.

—¡No me lo puedo creer!—Quinn comenzó a dar patadas a diestro y siniestro, golpeando la pata de la silla sobre la que estaba sentada ella y haciendo que se cayera. Antes de que tocase el suelo, la agarró por el brazo y comenzó a sacudirla—¿Por qué hiciste algo así? Maldita sea, ¿por qué mentiste?

Aterrada, Kitty intentó zafarse de su mamá, pero no la soltó y la chica ya no pudo contener las lágrimas.

—Quería... quería que Britt tuviera problemas. Fue...

—Eres rastrera—volvió a sacudirla—¿Sabe San algo de esto?

—No.

—Has consentido que todos piensen que Brittany es una ladrona cuando fuiste tú. Me pones enferma—sin ningún miramiento, la arrastró por el recinto.

A Kitty le goteaba la nariz y estaba tan asustada que comenzaron a castañetearle los dientes.

Había sabido que su mamá se enfadaría con ella, pero no había imaginado hasta qué punto.

Rodearon la caravana de Rachel, y se dirigieron hacia la de Santana y Brittany, que estaba aparcada al lado. Con brusquedad, Quinn levantó el puño y golpeó la puerta. Se encendieron las luces del interior y Santana abrió de inmediato.

—¿Qué pasa, Quinn?

La cara de Brittany apareció por encima del hombro de Santana y, cuando vio a Kitty, pareció preocupada.

—¿Qué ha pasado?

—Díselo—le exigió su mamá.

Kitty se explicó entre sollozos.

—Fui yo... fui yo quien...

—¡Míralas a la cara mientras hablas!—le cogió la barbilla y le alzó la cabeza, sin lastimarla pero obligándola a mirar a Santana a los ojos.

Kitty quiso morirse.

—¡Yo cogí el dinero!—sollozó—No fue Britt. ¡Fui yo! Luego me colé en la caravana y lo escondí en su maleta.

Santana se puso tensa y mostró una expresión tan parecida a la de su mamá que Kitty dio un paso atrás.

Brittany soltó un grito ahogado y logró apartar a Santana a codazos y bajar un escalón. Intentó abrazar a Kitty pero su Quinn la apartó.

—No te compadezcas de ella. Kitty ha sido una cobarde y será castigada por ello.

—¡Pero no quiero que la castigues! Hace meses que pasó. Ya no importa.

—Cuando pienso en todos los desaires que te hice...

—No importa—Brittany tenía la misma expresión testaruda que cuando sermoneaba a la chica por su lenguaje—Esto es cosa mía, Quinn. De Kitty y mía.

—Estás equivocada. Kitty es carne de mi carne, mi responsabilidad, y nunca pensé que llegaría el día en que me avergonzaría tanto de ella como ahora—miró a Santana—Sé que es un problema del circo, pero te pido que dejes que me encargue yo misma de esto.

Kitty se echó hacia atrás al ver la mirada escalofriante en los ojos de Santana cuando ésta asintió con la cabeza.

—¡No, San!—Brittany intentó acercarse de nuevo a Kitty, pero Santana la atrapó desde atrás.

Quinn la arrastró entre las caravanas sin decir ni una palabra. Kitty no había estado tan asustada en toda su vida. Su mamá nunca le había pegado, pero claro, ella nunca había hecho nada tan malo.

Quinn se detuvo en seco cuando Rachel surgió de las sombras de su gran caravana RV. Llevaba puesta una bata verde de seda con estampados de aves y flores por todos lados.

Kitty se alegró tanto de verla que a punto estuvo de lanzarse en sus brazos, pero la horrible mirada en los ojos de la dueña del circo le hizo darse cuenta de que Rachel lo había oído todo.

Kitty sacudió la cabeza y comenzó a llorar de nuevo. Ahora Rachel también la odiaba.

Debería haberlo esperado, Rachel odiaba el robo más que cualquier cosa.

Rachel habló con voz trémula:

—Quiero hablar contigo, Quinn.

—Más tarde. Tengo que ocuparme de unos asuntos...

—Mejor ahora—luego se dirigió a la chica—Vete a la cama, Kitty. Tu mamá y yo hablaremos contigo a primera hora de la mañana.

¿Y a ti qué más te da?—quiso gritar Kitty—Tú odias a Brittany.

Pero sabía que eso no importaba ahora.

Rachel era tan dura como su mamá a la hora de seguir las reglas del circo.

Su mamá la soltó, y Kitty huyó. Mientras corría a la seguridad de su cama, supo que había perdido la última oportunidad de conseguir que su mamá la amara.





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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

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Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!


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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por Tati.94 Dom Sep 03, 2017 8:33 pm

Bueno Kitty se lo buscó, ahora tiene que aguantarse a Quinn. Y Santana ahora se dio cuenta que Britt nunca robo nada. Ya quiero el proximo cap.
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Dom Sep 03, 2017 9:07 pm

hola morra,..

es bueno que kitty aya hablado y asumido lo que paso con el dinero!
no me gusta la actitud que puede llegar a tomar quinn y san,...
a ver que hace san ahora sabiendo que britt nunca fue la que robo el dinero!?? sale de una va a entrar en otra,.. todavía no dijo lo del bebe!!!

nos vemos!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por monica.santander Lun Sep 04, 2017 12:13 am

Pobre Kitty me termina dando pena no pega una !! !
Saludos
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por micky morales Lun Sep 04, 2017 6:46 am

En algun momento tenia que pasar, kitty ya no podia mas con su conciencia, espero no sea tan fuerte el castigo!!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por JVM Lun Sep 04, 2017 10:32 am

San ya se dio cuenta de un error que cometió con Britt ...
Y pues con Kitty era necesario que se supiera la verdad sin embargo Quinn es muy estricta por decirlo con ella solo hace que le tema mas :/ y pues Rach la salvo haber que castigo le ponen
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Lun Sep 04, 2017 8:20 pm

Tati.94 escribió:Bueno Kitty se lo buscó, ahora tiene que aguantarse a Quinn. Y Santana ahora se dio cuenta que Britt nunca robo nada. Ya quiero el proximo cap.



Hola, si... lo intento arreglar antes pero al final no sirvio =/ Tarde, pero mejor que nunca, no¿? Aquí lo dejo entonces! jajaja. Saludos =D





3:) escribió:hola morra,..

es bueno que kitty aya hablado y asumido lo que paso con el dinero!
no me gusta la actitud que puede llegar a tomar quinn y san,...
a ver que hace san ahora sabiendo que britt nunca fue la que robo el dinero!?? sale de una va a entrar en otra,.. todavía no dijo lo del bebe!!!

nos vemos!!!



Hola lu, si. Primero lo hizo con britt y ya ahora sumiendo publicamente la culpa... bn ai! Mmm mínimo pedir disculpas y ya después hacer de todo para q se olvide de lo que la hizo pasar =/ =S nones... tiempo al tiempo xD jajajaja. Saludos =D




monica.santander escribió:Pobre Kitty me termina  dando  pena no pega una !! !
Saludos



Hola, sii, a mi tmbn me lo dio =/ xq intento solucionar las cosas con britt y ya después con la gente..., pero nadie ve eso ¬¬ Saludos =D




micky morales escribió:En algun momento tenia que pasar, kitty ya no podia mas con su conciencia, espero no sea tan fuerte el castigo!!!!!



Hola, si q si. No, intento callarla cuando britt supo la vrdd..., pero no funciono del todo =/ Espero lo mismo, xq reconoció lo q hizo y ayudo a britt tmbn =/ Saludos =D





JVM escribió:San ya se dio cuenta de un error que cometió con Britt ...
Y pues con Kitty era necesario que se supiera la verdad sin embargo Quinn es muy estricta por decirlo con ella solo hace que le tema mas :/ y pues Rach la salvo haber que castigo le ponen



Hola, si q si... mejor tarde q nunca, no¿? Si, kitty ya había hecho algo para remediarlo y ahora ya del todo y nadie lo ve, solo britty creo q rachel. Espero y sirva la vrdd. Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 19

Mensaje por 23l1 Lun Sep 04, 2017 8:22 pm

Capitulo 19


Quinn estaba furiosa con Rachel.

—No quiero que metas las narices en esto.

—Sólo quiero que te tranquilices un poco. Vamos dentro.

La rubia subió las escaleras y abrió de un tirón la puerta metálica. Estaba demasiado alterada para prestar atención a los lujosos muebles que hacían de la RV de Rachel la caravana más ostentosa del circo.

—¡Es una ladrona! ¡Mi hija es una puta ladrona! Permitió que se culpase a Brittany—apartó a un lado un juego de pesas y se dejó caer sobre el sofá, donde se pasó la mano por el pelo.

Rachel cogió una botella de Jack Daniel's del armario de la cocina y llenó dos vasos.

Ninguno de las dos era bebedora y Quinn se sorprendió cuando ella vació el contenido de uno de los vasos antes de pasarle el otro.

Cuando se acercó a la rubia la bata se le ciñó a las caderas, haciendo que Quinn se olvidara de su enfado, aunque sólo fuera por un momento.

Rachel tenía la habilidad de nublarle la mente.

No era algo que le gustara y había luchado contra ello desde el principio. Era engreída, terca y la volvía loca.

Era de esas mujeres que tenían que estar al mando en cualquier situación, un control que ella nunca cedería mucho que la atrajera.

Y no había ninguna duda de que Rachel Berry la atraía.

Era la mujer más excitante que había conocido nunca. Y la que más la irritaba.

Rachel le dio el vaso de whisky y se sentó a su lado. Al hacerlo se le abrió la bata dejando al descubierto un muslo. Era vigoroso y esbelto y Quinn sabía, tras haberla observado trabajar con los trapecistas, lo tonificado que estaba.

En la RV se encontraba todo el equipo que la castaña utilizaba para mantenerse en forma.

Había instalado una barra de ejercicios sobre la puerta del dormitorio. En la esquina había un banco de entrenamiento con un surtido de pesas de mano.

Rachel se reclinó sobre los almohadones del sofá y cerró los ojos. Arrugó la cara, casi como si fuera a echarse a llorar, algo que nunca le había visto hacer.

—¿Rachel?—Ella abrió los ojos—¿Qué te pasa?

La mujer apoyó un tobillo en la rodilla opuesta adoptando una postura típicamente masculina. Era tan descarada que Quinn no entendía cómo podía parecer a la vez tan femenina.

Vislumbró un retazo de seda púrpura entre las piernas de Rachel y encontró un blanco para su furia.

—¡Por qué no te sientas como una señora en vez de como una vulgar mujerzuela!

—No soy tu hija, Quinn. Me sentaré como me dé la gana.

Quinn nunca le había pegado a una mujer en su vida, pero en ese momento supo que le estallaría la cabeza si no la provocaba.

Con un movimiento tan rápido que la castaña no la vio llegar, la agarró de la bata y la puso en pie de golpe.

—Te la estás buscando, nena.

—Por desgracia, tú no eres lo suficiente mujer para darme lo que quiero.

Quinn no pudo recordar ninguna otra ocasión en la que se sintiera tan furiosa y Rachel se convirtió en el blanco de todas las emociones que estaban a punto de explotar en su interior.

—¿Me estás provocando, Rachel? ¿Es que no tienes a mano a nadie mejor que yo? Soy la hija de un carnicero de Brooklyn, ¿recuerdas?

—Lo que eres, es una bastarda deslenguada.

La insultaba a propósito.

Era como si la castaña misma quisiera que la lastimara, y ella estaba dispuesta a complacerla.

Le abrió la bata y se la arrancó de un tirón. Rachel se quedó desnuda salvo por unas provocativas bragas de seda color púrpura. Tenía los pechos perfectos y los pezones oscuros del tamaño de una moneda de medio dólar.

Tenía el vientre plano y sus caderas eran perfectas, y Quinn nunca había deseado tanto a una mujer.

La castaña no hizo ningún intento por cubrirse, sino que le sostuvo la mirada con un descaro tal que le dejó sin aliento.

Rachel arqueó la espalda y colocó la pierna izquierda delante de la derecha con un movimiento elegante. Luego plantó la mano sobre la cadera. Sus pechos se balancearon ante Quinn y ésta perdió el control.

—Que te jodan.

La castaña siguió provocándole.

—Eso intento, Quinn. Eso intento.

Intentó cogerla, pero olvidó lo veloz que era. Rachel se alejó con rapidez, con el pelo castaño flotando a su espalda y los pechos rebotando. Quinn se abalanzó tras ella, pero se le volvió a escurrir entre los dedos. Rachel se rio, pero no fue un sonido agradable.

—¿Estas mayor para esto, Quinn?

Iba a domesticarla, no importaba lo que tuviera que hacer. Impondría su voluntad sobre esa mujer.

—No tienes ni la más mínima oportunidad—se burló Quinn.

—Ya veremos—Rachel le arrojó una de las pesas, que cayó rodando al suelo como si fuera un bolo.

A pesar de la sorpresa, Quinn la esquivó con facilidad. Vio un destello de desafío en los ojos de Rachel y cómo le brillaban los pechos por el sudor.

El juego había comenzado.

Quinn hizo una finta a la izquierda y luego se volvió a la derecha. Por un momento, la tomó por sorpresa, pero cuando le rozó el brazo con los dedos, Rachel dio un salto y se colgó de la barra de ejercicios que había en el dintel de la puerta.

Con un grito triunfal, Rachel comenzó a balancearse, hacia delante y atrás. Arqueó la espalda y encogió las piernas, usándolas para golpearla. Sus pechos se movían como una invitación y aquellas diminutas bragas púrpuras se deslizaron a un lado, revelando el vello oscuro que cubrían.

Quinn nunca había visto nada más hermoso que Rachel Barbra Berry, la reina de la pista central, actuando para ella en esa representación privada.

Aquello sólo tenía una salida posible.

Quinn se quitó la camiseta y los zapatos. La castaña siguió meciéndose mientras observaba cómo ella se quitaba los pantalones cortos. A Quinn no le gustaba llevar ropa interior y estaba desnuda debajo de ellos.

Los ojos de la castaña escrutaron cada centímetro de su cuerpo; Quinn sabía que ella apreciaba lo que veía.

Cuando se acercó, Rachel le dio una patada, pero la sujetó por los tobillos.

—Bueno, a ver qué tenemos aquí—le separó lentamente las piernas formando un arco.

—Eres un demonio, Quinn Fabray.

—Ya deberías saberlo—le recorrió las corvas con los labios y siguió explorando, ascendiendo por el músculo del interior del muslo.

Cuando alcanzó el retazo de seda púrpura, se detuvo un momento para mirarla a los ojos, luego inclinó la cabeza y la mordisqueó a través de la delicada tela.

Rachel gimió y apoyó los muslos en sus hombros. Quinn aferró las nalgas de la castaña con las palmas de las manos y continuó con su húmeda caricia.

Rachel cambió de posición y se soltó de la barra. Quinn profundizó la presión de su boca mientras la castaña cabalgaba sobre sus hombros y se apretaba contra ella.

La castaña echó la cabeza hacia atrás mientras la llevaba por el pasillo hacia la enorme cama de la parte trasera. Se dejaron caer sobre ella. Rachel perdió el control cuando Quinn le quitó las bragas y hundió los dedos en su interior mientras se recreaba en sus pechos.

Rachel se retorció para colocarse encima y montarle, pero Quinn se lo impidió.

—Aquí mando yo.

—¿De verdad crees eso?

—Por supuesto que lo creo—la puso boca abajo, luego la colocó de rodillas para poder penetrarla desde atrás, pero se dio cuenta de que no podía tomarla de ese modo.

No quería negarse a sí misma el placer de observar la arrogante cara de Rachel cuando se hundiera en ella.

Antes de que pudiera hacer nada, la castaña emitió un gruñido que se convirtió en un gemido. Con un poderoso movimiento, Rachel se volvió y pasó la pierna por encima de la cabeza de Quinn para quedarse boca arriba.

Quinn pudo sentir un deseo tan poderoso como el suyo.

El pecho de Rachel subía y bajaba agitadamente.

—No vas a doblegarme.

—Quizá no quiera.

Aquellas palabras las tomaron a las dos por sorpresa y, por un momento, no dijeron nada más.

Rachel se humedeció los labios.

—Bien. Porque no podrías hacerlo—extendió las manos hacia Quinn y agarró los brazos para atraerla hacia ella.

Eso la colocó en la posición dominante pero, como era Rachel quien lo había dispuesto así, ella no se sintió tan dominante como quería y la castigó con un envite profundo y duro con dos de sus dedos.

Rachel respondió alzando las caderas para recibirla y su gutural susurro resonó en los oídos de Quinn.

—Ya puedes tomártelo con calma, bastarda, o te mataré.

Quinn se rio.

—Eres desquiciante, Rachel Berry. Realmente desquiciante.

La castaña cerró el puño y la golpeó en la espalda.

Se desató una batalla por el poder y, por un mudo acuerdo, se decidió que la primera que alcanzara el éxtasis sería la perdedora.

Una trapecista y una equilibrista; la flexibilidad de sus cuerpos otorgaba infinitas posibilidades a su manera de hacer el amor.

Celebraban la necesidad de conquistar, pero cada castigo erótico que se infligían la una a la otra también se lo infligían a sí mismas. Esto las obligó a utilizar sus afiladas lenguas como armas de batalla.

Rachel dijo

—Sólo me acuesto contigo para que no lastimes a Kitty. Ha sido lo único que se me ha ocurrido para que te tranquilizaras.

—Mentirosa. Necesitabas una mujer como yo. Todos saben cuánto necesita a sus amoríos la pequeña Rachel.

—No eres la persona que necesito. Sólo un caso de caridad.

—¿Es San la única a la que quieres como tu personal? Lástima que ella no te quiera a ti.

—Te odio.

Y así siguieron, hiriéndose y castigándose hasta que, de repente, dejaron de decirse aquellas crueles palabras. Se unieron, escalando juntas hasta la cima y, en un momento arrebatador, se olvidaron de todo.

Después Rachel intentó salir apresuradamente de la cama, pero Quinn no la dejó.

—Quédate aquí, Rach. Sólo un momento.

Por una vez, la dueña del circo contuvo su afilada lengua y se giró en los brazos de Quinn.

Los mechones de su pelo castaño se esparcieron como cintas relucientes sobre el pecho pálido.

—Brittany será ahora una heroína.

Quinn sintió cómo se estremecía al decirlo.

—Se lo merece.

—La odio. La odio.

—No tiene nada que ver contigo.

—¡No es verdad! No sabes nada. Las cosas iban bien cuando todos pensaban que Brittany era una ladrona. Pero ahora no. Ahora San pensará que ha ganado.

—Olvídalo, Rach. Simplemente olvídalo.

—No me das miedo—le dijo desafiante.

—Lo sé. Lo sé.

—No me da miedo nada.

Quinn la besó en la sien pero no la llamó mentirosa. Sabía que Rachel tenía miedo. Por alguna razón, la reina de la pista central ya no se reconocía a sí misma y eso la asustaba muchísimo.



*****


Santana se quedó mirando el oscuro escaparate de la tienda de postales de Hallmark.

Tres puertas más abajo brillaban las luces de una pequeña pizzería mientras, junto a ellas, parpadeaba el letrero de neón de una tintorería cerrada.

Hacía mucho tiempo que había dejado de pensar en el robo de Brittany, pero lo cierto era que nunca había creído que fuera inocente.

Tenía que asumir la terrible injusticia que había cometido con la rubia.

¿Por qué no le había creído?

Siempre se había enorgullecido de ser imparcial, pero había estado tan segura de que la desesperación de Brittany la había conducido a robar el dinero que no le había ofrecido el beneficio de la duda.

Debería haber sabido que el fuerte código moral de su esposa jamás le permitiría robar.

Brittany se removió inquieta a su lado.

—¿Podemos irnos ya?

Brittany no había querido acompañarla a dar un paseo nocturno por la alameda desierta, cerca de donde se había instalado el recinto del circo, pero Santana no estaba preparada para volver a los estrechos confines de la caravana y había insistido en ello.

Dio la espalda al despliegue de postales y figuras de ángeles y sintió la tensión y la mirada preocupada de Brittany.

Los cabellos rubios enmarcaban las mejillas de su esposa y su boca parecía tierna y delicada. Sintió temor ante aquella dulce cabeza hueca que poseía una voluntad tan firme como la suya.

Le rozó la mejilla con el pulgar.

—¿Por qué no me contaste que lo hizo Kitty?

—Podemos hablar de eso más tarde—dijo Brittany mirando impacientemente hacia la carretera y alejándose de ella de nuevo.

—¡Espera!—la cogió suavemente por los hombros y la rubia se removió como un niño impaciente.

—¡Suéltame! Nunca deberías haber dejado que Quinn se la llevara así. ¿Has visto lo enfadada que estaba? Si le hace daño...

—Espero que le caliente el trasero.

—¿Cómo puedes decir eso? Sólo tiene dieciséis años y ha sido un verano horrible para ella.

—Tampoco ha sido demasiado bueno para ti. ¿Cómo puedes defenderla después de lo que te hizo?

—Eso no importa. La experiencia me curtió, algo que ciertamente necesitaba. ¿Por qué has dejado que se la llevara estando tan enfadada? Prácticamente le has dado permiso para que le dé una zurra. No esperaba eso de ti, San, de verdad. ¡Ahora!, por favor, te lo ruego. Volvamos y deja que me asegure de que está bien.

«Te lo ruego.»

Brittany repetía eso todo el tiempo. Las mismas palabras que habían envenenado el espíritu de Rachel Berry dos años antes, cuando le había implorado que la amase, salían de la boca de Brittany continuamente.

Por la mañana, con el cepillo de dientes en la boca le gritaba: «¡Café! ¡Por favor, te lo ruego!»

La noche anterior le había susurrado suave y tímidamente al oído: «Hazme el amor, Santana. Te lo ruego.» Como si tuviese que rogárselo.

Pero implorar no amenazaba el orgullo de Brittany.

Era sólo su manera de expresarse y, si en algún momento fuera lo suficientemente tonta para sugerirle que suplicar podía ser humillante, Brittany le lanzaría esa mirada compasiva que ella había llegado a conocer tan bien y le diría que dejara de ser tan estirada.

Santana le acarició el labio inferior con el índice.

—¿Te haces una idea de lo mucho que lo siento?

Brittany se removió con impaciencia bajo el roce de su mano.

—¡Ya te he perdonado! ¡Ahora, vámonos!

Santana quiso besarla y sacudirla al mismo tiempo.

—¿No lo entiendes? Por culpa de Kitty todo el circo pensó que eras una ladrona. Ni siquiera yo te creí.

—Eso es porque eres pesimista por naturaleza. Ahora, basta ya, San. Entiendo que te remuerda la conciencia, pero tendrás que dejarlo para otro momento. Si Quinn...

—No hará nada. Está cabreada, pero no le pondrá un dedo encima.

—¿Cómo puedes estar segura?

—Quinn grita mucho, pero no es violenta, en especial con su hija.

—Siempre hay una primera vez.

—La oí hablando con Rachel un poco antes de que saliéramos. Ella protegerá a Kitty como una leona a sus cachorros.

—Que Kitty vaya a ser protegida por Lizzie Borden no me tranquiliza—dijo Brittany mencionando a una famosa parricida.

—Rachel no es cruel con todo el mundo.

—Me odia.

—Habría odiado a cualquiera que se hubiera casado conmigo.

—Tal vez. Pero no de la manera que me odia a mí. Al principio no era tan mala, pero ahora...

—Era más fácil cuando te odiaba todo el mundo—le frotó el hombro—Siento que te hayas visto envuelta en esta batalla que tiene Rachel con su orgullo. Siempre ha poseído talento, incluso de niña, y por ese motivo han sido demasiado indulgentes con ella. Su papá la hacía trabajar duro, pero también alimentó su ego, y Rachel creció pensando que era perfecta. No puede aceptar que tiene debilidades como todo el mundo, así que siempre les echa la culpa de todo a los demás.

—Supongo que no es fácil enfrentarse a tus propios defectos.

—Oh, no. No comiences a sentir pena por ella. No bajes la guardia, ¿me oyes?

—Pero yo no le he hecho nada.

—Te has casado conmigo.

Brittany frunció el ceño.

—¿Qué fue lo que sucedió entre ustedes?

—Ella creía que estaba enamorada de mí. Pero no lo estaba, sólo amaba mi linaje, aunque todavía no se ha dado cuenta. Tuvimos una escena muy desagradable y perdió los nervios. Cualquier otra mujer lo habría olvidado, pero Rachel no. Es demasiado arrogante para pensar que es culpa suya, por lo tanto la culpa es mía. Nuestro matrimonio fue un enorme golpe para su orgullo, pero mientras estuviste en desgracia, resultó llevadero para ella. No sé cómo reaccionará ahora.

—Mal, supongo.

—Rachel y yo nos conocemos bastante bien. Podía vivir con el pasado mientras me veía como un ser desgraciado, pero ahora no. Querrá castigarme por ser feliz y sólo tengo una debilidad—la miró.

—¿Yo? ¿Yo soy tu debilidad?

—Si te hace daño a ti, me lo hace a mí. Por eso quiero que tengas cuidado.

—Me parece una pérdida de tiempo malgastar toda esa energía intentando convencer a todo el mundo de que uno es mejor que nadie. No puedo comprenderlo.

—Claro que no puedes. Te encanta señalar tus defectos a todo aquel que quiera escucharte.

Brittany debió encontrar divertida la exasperación de Santana porque sonrió.

—De cualquier manera acabarían descubriéndolos por sí solos en cuanto pasaran el tiempo suficiente conmigo. Sólo les evito el esfuerzo.

—Lo único que descubrirían es que eres una de las personas más decentes que conozco.

Una expresión muy parecida a la culpa asomó en el rostro de Brittany, aunque Santana no podía imaginar de que se sentía culpable.

De repente, la rubia volvió a mostrar su preocupación.

—¿Estás segura de que a Kitty no le pasará nada?

—No he dicho eso. Te aseguro que Quinn la castigará.

—Dado que soy la persona agraviada, debería decidir yo el castigo.

—Quinn no lo verá de ese modo, y Rachel tampoco.

—¡Rachel! ¡Qué hipócrita! Le encantaba creer que yo era una ladrona. ¿Cómo puede castigar a Kitty por concederle su más anhelado deseo?

—Rachel estaba encantada porque pensaba que era verdad. Pero tiene un fuerte sentido de la justicia. Las gentes del circo llevan una vida itinerante y no hay nada que odien más que a un ladrón. Cuando Kitty cometió el robo y mintió, violó todo en lo que Rachel cree.

—Aun así, creo que es una hipócrita y no harás que cambie de idea. Si no haces algo con respecto a Quinn, lo haré yo.

—No, tú no harás nada.

Brittany abrió la boca para discutir con ella, pero antes de que pudiera emitir una palabra, Santana se movió y la besó. La rubia resistió dos segundos intentando demostrar que no era una chica fácil, pero enseguida se rindió.

Santo Dios, a Santana le encantaba besarla, le encantaba sentir cómo se fusionaba con ella, la presión suave de sus pechos.

¿Qué había hecho para merecer a esa mujer?

Era su ángel personal.

La atravesó una oleada de frustración porque la rubia no exigía la venganza que merecía.

Pero vengarse no formaba parte de la naturaleza de Brittany, por eso era tan vulnerable.

Se apartó ligeramente para hablar y tuvo que obligarse a decir aquellas palabras tan inusuales en ella.

—Lo siento, cariño. Siento no haberte creído.

—No importa—repuso Brittany .

Santana supo lo que la rubia quería decir y sintió como si su corazón explotara.




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Mensaje por 3:) Lun Sep 04, 2017 8:59 pm

hola morra,...

el orgullo de rachel es mas alto que ella,.. y hasta ahora no esta haciendo muy bien las cosas,.. y mas con britt sea o no una ladrona,.. lo bueno es que "calmo" a quinn y no llego a hacer nada a kitty!
bueno san la jodio,.. y sabe reconocer sus errores,.. a ver que hace britt y si deja el tema de kiity o no?
y si le dice lo del bebe???

nos vemos!!!
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