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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Jue Ago 10, 2017 9:14 pm

micky morales escribió:santana no es tan mala como brittany piensa, la convivencia entre ellas sera muy interesante!!!!



Hola, dices tu¿? xq no veo q no lo sea xD Pienso igual y espero no equivocarnos la vrdd jajajaj. Saludos =D




3:) escribió:Hola morra...

Las apariencias engañan...
Tienen que hablar tantito.... Para la convivencia ya que la atracción esta masque latente!!!
A. Ver si san puede "domar" a britt e intentar volverla loca o termina al revés jajaja.....

Nos vemos!!!!



Hola lu, eso dicen... y muchas veces así es la vrdd jajaajja. Eso si, las palabras siempre son importantes. Siempre jajajaaj, es raro q no este entre ellas, lo cual es muy bueno jajajaaj. Espero q sea al revés o ambas a al vez ajajajajjajajaj. Saludos =D




JVM escribió:Cula sera la verdadera historia de San???
Y Britt alucinando mil cosas.... Pero muero de risa porque el mundo de Britt cambio drásticamente y la situación en la que esta  es única



Hola, tmbn estoy intrigada ajajajaj. JAjajajaa i como no¿? si con lo q ve o escucha jajajaaj. SI, ese si q fue un gran cambio, de vida o costumbre y la vrdd me da pena =/ Saludos =D


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Finalizado FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 4 - P II

Mensaje por 23l1 Jue Ago 10, 2017 9:16 pm

Capitulo 4 - Parte II


Diez minutos después salió vestida de manera ridícula con unos pantalones de seda color turquesa y una camiseta de algodón azul marino con un estampado de racimos de cerezas rojos.

Cuando Brittany abrió la boca para protestar por la elección de ropa, reparó en que la morena estaba frente al armario abierto de la cocina y parecía a la vez enojada y peligrosa.

La mirada de la joven cayó sobre el látigo negro que llevaba enroscado en el puño y el corazón comenzó a latirle con fuerza.

No sabía qué había hecho, pero sabía que estaba metida en problemas.

Ahí estaba.

En el tiroteo del Cosaco Corral.

—¿Te has comido mis Twinkies?

Ella tragó saliva.

—¿Exactamente de qué Twinkies estamos hablando?—preguntó con los ojos fijos en el látigo.

—De los Twinkies que estaban en el mueble que está encima del fregadero. De los únicos Twinkies que había en la caravana—apretó los dedos en torno al mango del látigo.

«Oh, Señor—pensó ella—Azotada hasta morir por culpa de unos pastelitos de crema.»

—¿Y bien?

—Esto, eh..., te prometo que no volverá a ocurrir. Pero no estaban marcados ni nada parecido, en ningún sitio decía que fueran tuyos—los ojos de la joven siguieron fijos en el látigo—Y normalmente no me los habría comido... Pero esta noche tenía hambre y, mirándolo bien, tendrás que admitir que te hice un favor, porque atascarán mis arterias en vez de las tuyas.

—Jamás vuelvas a tocar mis Twinkies. Si los quieres, los compras—la voz de Santana había sonado suave.

Demasiado suave.

En su imaginación Brittany oyó el aullido de un cosaco bajo la luna.

Se mordisqueó el labio inferior.

—Los Twinkies no son un desayuno muy nutritivo.

—¡Deja de hacer eso!

Ella dio un paso atrás, levantando la mirada rápidamente hacia la de la morena.

—¿Que deje de hacer qué?

Santana levantó el látigo, y la apuntó con él.

—De mirarme como si me dispusiera a arrancarte la piel del trasero. Por el amor de Dios, si ésa fuera mi intención te habría quitado las bragas, no te habría obligado a vestirte.

Ella soltó aire.

—No sabes cuánto me alegra oír eso.

—Si decido darte latigazos, no será por un Twinkie.

De nuevo volvía a amenazarla.

—Deja ya de amenazarme o lo lamentarás.

—¿Qué vas a hacer, cara de ángel? ¿Apuñalarme con el lápiz de ojos?—la miró con diversión. Luego se dirigió hacia la cama de dónde sacó la caja de madera que había debajo para guardar el látigo dentro.

Brittany se irguió en su todo su metro setenta, como agradecía ser más alta que la morena, y la fulminó con la mirada.

—Para que lo sepas, Chuck Norris me dio clases de kárate.

Por desgracia, hacía diez años de eso y no se acordaba de nada, pero Santana no lo sabía.

—Si tú lo dices.

—Además, Arnold Schwarzenegger en persona me asesoró sobre un programa de ejercicios físicos.

Ojalá le hubiera hecho caso.

—Te he entendido, Brittany. Eres una chica muy fuerte. Ahora muévete.





Apenas hablaron un minuto durante la primera hora de viaje.

Como Santana no le había dado tiempo suficiente para arreglarse, Brittany tuvo que terminar de maquillarse en la camioneta y peinarse sin secador, por lo que tuvo que sujetarse el pelo con unas horquillas art noveau que, aunque eran bonitas, no le quedaban demasiado bien.

En lugar de apreciar la dificultad de la tarea y cooperar un poco, Santana la ignoró cuando le pidió que disminuyera la velocidad mientras se pintaba los ojos y además protestó cuando la laca le salpicó la cara.

Santana compró el desayuno de Brittany en Orangeburg, Carolina del Sur.

Detuvo la camioneta en un lugar decorado con un caldero de cobre rodeado por barras de pan brillantes.



Después de desayunar, Brittany se metió en el baño y se fumó los tres cigarrillos que le quedaban.

Cuando salió se dio cuenta de dos cosas.

Una atractiva camarera coqueteaba con Santana, y ella no hacía nada para desalentarla.

Brittany la observó ladear la cabeza y sonreír por algo que había dicho la chica.

Experimentó una punzada de celos al ver que parecía gustarle la compañía de la camarera más que la suya.

Se disponía a ignorar lo que estaba ocurriendo cuando recordó la promesa que había hecho de honrar sus votos matrimoniales.

Con resignación, enderezó los hombros y se acercó a la mesa donde dirigió a la empleada su sonrisa más radiante.

—Muchas gracias por hacerle compañía a mi esposa mientras estaba en el baño.

La camarera, en cuya placa identificativa se leía Dani, pareció algo sorprendida por la actitud amistosa de Brittany.

—Ha sido muy amable por tu parte—Brittany bajó la voz a un fuerte susurro—Nadie se ha portado bien con ella desde que salió de prisión.

Santana se atragantó con el café. Brittany se inclinó para darle una palmadita en la espalda mientras le dirigía una sonrisa radiante a la estupefacta Dani.

—No me importan todas las pruebas que presentó el fiscal. Nunca he creído que asesinara a aquella camarera.

Ante aquella declaración Santana volvió a atragantarse. Dani retrocedió con rapidez.

—Lo siento. Ya ha terminado mi turno.

—Bueno hala, vete—dijo Brittany alegremente—¡Y que Dios te bendiga!

Santana controló finalmente la tos. Se levantó de la mesa con una expresión todavía más enojada de lo que era habitual en ella. Antes de que tuviese oportunidad de abrir la boca, Brittany extendió la mano y le puso un dedo en los labios.

—Por favor, no me estropees este momento, San. Es la primera vez desde nuestra boda que te gano por la mano y quiero disfrutar de cada precioso segundo.

Santana la miró como si fuese a estrangularla, pero se limitó a arrojar varios billetes sobre la mesa y a empujarla fuera del restaurante.

—¿Vas a ponerte gruñona?—las sandalias de Brittany resbalaban en la grava mientras la morena la arrastraba hacia la camioneta y la fea caravana verde—Ya lo decía yo. Eres la mujer más gruñona que he conocido nunca. Y no te sienta bien, nada bien, San. Tanto si lo aceptas como si no, estás casada y por lo tanto no deberías...

—Entra antes de que te zurre en público.

Ahí estaba otra vez, otra de sus enloquecedoras amenazas.

¿Quería decir eso que no la zurraría si lo obedecía o simplemente que no pensaba zurrarla en público?



Todavía cavilaba sobre esa cuestión tan desagradable cuando Santana puso en marcha la camioneta.

Momentos después estaban de nuevo en la carretera.

Para alivio de Brittany, el tema de zurrarla no volvió a salir a colación, aunque lo cierto era que casi lo lamentaba.

Si Santana la hubiera amenazado físicamente, podía haberse liberado de sus votos sagrados sin dejar de estar en paz con su conciencia.



La mañana era soleada.

El aire cálido que entraba por la ventanilla entreabierta aún no era asfixiante.

Brittany no encontraba ninguna razón para que Santana se pasara enfurruñado una mañana tan perfecta y bonita, así que finalmente rompió el silencio.

—¿Adónde vamos?

—Tenemos una cita cerca de Greenwood.

—Supongo que es demasiado esperar que «con una cita» te refieras a ir a cenar y bailar.

—Me temo que sí.

—¿Cuánto tiempo estaremos ahí?

—Sólo una noche.

—Espero que mañana no tengamos que madrugar tanto.

—Más aún. Tenemos un largo viaje por delante.

—No me digas.

—La vida en los circos es así.

—¿Y dices que tendremos que hacer esto todas las mañanas?

—En algunos lugares nos quedaremos un par de días, pero no más.

—¿Hasta cuándo?

—El circo tiene programadas funciones hasta octubre.

—¡Pero si faltan seis meses!—Brittany podía ver cómo el futuro se extendía como un borrón oscuro ante ella.

Seis meses.

Justo lo que duraría su matrimonio.

—¿Por qué te preocupas?—preguntó Santana—¿De verdad crees que vas a aguantar hasta el final?

—¿Y por qué no?

—Van a ser seis meses—dijo Santana sin ambages—Recorreremos montones de kilómetros. Tenemos funciones tan al norte como Jersey y tan al oeste como Indiana.

«En una camioneta sin aire acondicionado.»

—Ésta será la última temporada del circo de los Hermanos Berry—dijo Santana—Así que lo haremos lo mejor posible.

—¿A qué te refieres con que será la última temporada?

—El dueño murió en enero.

—¿Brody Weston? ¿El nombre que está escrito en los camiones?

—Sí. Su esposa, Rachel, ha heredado el circo por completo y lo ha puesto a la venta.

«¿Había sido su imaginación o Santana había apretado casi imperceptiblemente los labios?»

—¿Llevas mucho tiempo en el circo?—preguntó ella, decidida a saber más de la morena.

—Voy y vengo.

—¿Tus padres pertenecían al circo?

—¿Cuáles? ¿Mis padres cosacos o los que me abandonaron?—ladeó la cabeza y ella vio que le brillaban los ojos.

—¡No te criaron los cosacos!

—¿Pero no lo oíste anoche?

—Eso es como uno de esos cuentos de Barnum para el circo—dijo refiriéndose al popular artista circense que se inventaba fantásticas historias para hacer más emocionantes los espectáculos—Sé que alguien tuvo que enseñarte a cabalgar y usar el látigo, pero no creo que fueran los cosacos—hizo una pausa—¿O sí?

Santana se rio entre dientes.

—¿Algo más, cara de ángel?

No iba a dejar que se le escapara otra vez.

—¿Cuánto llevas en el circo?

—He viajado con el circo de los Hermanos Berry desde la adolescencia hasta que cumplí los veinte. Desde entonces voy y vengo.

—¿Qué haces el resto del tiempo?

—Ya sabes la respuesta a eso. Estoy en prisión por asesinar a una camarera.

Ella entrecerró los ojos, haciéndole saber que lo tenía bien calada.

—¿No trabajas de gerente en el circo todo el tiempo?

—No.

Puede que si dejaba de presionarla un rato, le sacase más información personal.

—¿Quiénes eran los Hermanos Berry?

—Sólo era Rachel Berry, pero era muy niña para hacerse cargo ella sola y se caso con Brody Weston. Los padres de Rachel lo llamaron así por seguir la tradición de los Hermanos Ringling. La gente del circo considera que es mejor que todos crean que el circo es de una familia aunque no sea así. Brody fue el propietario del circo durante veinticinco años y, un poco antes de morir, me pidió que terminara la temporada por él. Y Así no dejar sola a Rachel.

—Menudo sacrificio para ti—la miró expectante y, en vista de que Santana no respondía, la aguijoneó un poco más—Dejar de lado tu vida normal..., tu trabajo de verdad...

—Mmm—ignorando el interrogatorio de Brittany, Santana hizo que se fijara en una señal de la carretera—Avísame si ves más indicaciones como esa, ¿vale?

Ella vio tres flechas rojas de cartón. Cada una de ellas tenía impresas unas letras azules y señalaban hacia la izquierda.

—¿Para qué son?

—Nos guían hasta el recinto donde daremos la próxima función—desaceleró al acercarse a un cruce y giró a la izquierda—Finn Hudson, uno de nuestros hombres, sale una noche antes que nosotros y las va colocando. Es para indicar la ruta.

Ella bostezó.

—Tengo muchísimo sueño. En cuanto lleguemos, voy a echar una buena siesta.

—Vas a tener que conformarte con dormir de noche. El circo no mantiene a inútiles; todos trabajamos, incluso los niños. Vas a tener que hacer cosas.

—¿Esperas que trabaje?

—¿Acaso temes romperte una uña?

—No soy la niña mimada que crees.

Santana le dirigió una mirada de incredulidad, pero Brittany intentaba evitar otra discusión e ignoró el cebo que la morena le estaba tendiendo.

—Sólo quería decir que no sé nada del mundo del circo.


—Aprenderás. Kurt Hummel, el tipo que normalmente se encarga de la taquilla, tiene que ausentarse durante un par de días. Ocuparás su lugar hasta que vuelva, suponiendo, claro está, que sepas contar lo suficiente como para devolver bien el cambio.

—Con las monedas de curso legal, sí—respondió ella con un deje de desafío.

—Después tendrás que encargarte de algunas tareas domésticas. Puedes comenzar por poner algo de orden en la caravana. Y agradecería una comida caliente esta noche.

—Y yo. Tendremos que buscar un buen restaurante.

—Eso no es lo que tenía en mente. Si no sabes cocinar, puedo enseñarte lo básico.

Ella reprimió su enfado y adoptó un tono razonable.

—No creo que intentar que me encargue yo sola de todas las tareas domésticas sea la mejor manera de empezar con buen pie este matrimonio. Deberíamos repartirnos el trabajo equitativamente.

—De acuerdo. Pero si quieres un reparto equitativo, tendrás que hacer también otras cosas. Actuarás en la presentación.

—¿En la presentación?

—En el espectáculo. En el desfile con el que se inicia la función, y es obligatorio.

—¿Quieres que actúe en la función?

—Todos, menos los obreros y los candy butchers salen en el desfile.

—¿Qué son los candy butchers?

—El circo tiene su propio lenguaje, ya lo irás pillando. Los que atienden los puestos del circo recibieron el nombre de butchers porque, en el siglo XIX, un hombre que era carnicero abandonó su trabajo para trabajar en uno de los puestos ambulantes del circo de John Robinson Show. En los puestos de algodón de azúcar se venden perritos calientes además de golosinas, por eso se llaman candy butchers. La carpa principal es lo que se conoce como circo en sí, nunca la llames «carpa» a secas. Sólo se llama así a la de la cocina y a la de la casa de fieras. El recinto se divide en dos: la parte trasera, donde dormimos y aparcamos los remolques, y la parte delantera, o zona pública. Las representaciones tienen también un lenguaje distinto. Ya te irás acostumbrando—hizo una pausa significativa—, Si te quedas lo suficiente.

Ella decidió no picar el cebo.

—¿Qué es un donnicker? Recuerdo que ayer usaste esa palabra.


—Es la marca de los retretes de las caravanas, cara de ángel.

—Ah.



Continuaron viajando varios kilómetros en silencio mientras ella cavilaba sobre lo que Santana le había dicho.

Pero era lo que no había dicho lo que más le preocupaba.

—¿No crees que deberías hablarme un poco más de ti? Contarme algo sobre tu vida que sea verdad, claro.

—No veo por qué.

—Porque estamos casadas. A cambio te contaré cualquier cosa que quieras saber de mí.

—No hay nada que me interese saber de ti.

Eso hirió los sentimientos de Brittany, pero de nuevo no quiso darle más importancia de la que tenía.

—Nos guste o no, ayer hicimos unos votos sagrados. Creo que lo primero que deberíamos hacer es preguntarnos qué esperamos de este matrimonio.

Santana meneó la cabeza lentamente.

Ella nunca había visto a una persona que pareciera más consternada.

—Esto no es un matrimonio, Brittany.

—¿Perdón?

—No es un matrimonio de verdad, así que quítate esa idea de la cabeza.

—¿De qué estás hablando? Por supuesto que es un matrimonio de verdad.

—No, no lo es. Es un acuerdo legal.

—¿Un acuerdo legal?

—Exacto.

—Ya entiendo.

—Bien.

La obstinación de Santana la enfureció.


—Bueno, entonces ya que soy la única involucrada en este acuerdo legal por el momento, intentaré que funcione, tanto si quieres como si no.

—No quiero.

—San, hicimos unos votos. Unos votos sagrados.

—Eso no tiene ningún sentido, y tú lo sabes. Te dije desde el principio cómo iban a ser las cosas. No te respeto, ni siquiera me gustas, y te aseguro que no tengo ni la más mínima intención de jugar a las casitas.

—Estupendo. ¡Tú tampoco me gustas!

—Veo que nos entendemos.

—¿Cómo podría gustarme alguien que se ha dejado comprar? Pero eso no quiere decir que vaya a ignorar mis obligaciones.

—Me alegra oírlo—la recorrió lentamente con la mirada—Me aseguraré de que tus obligaciones sean agradables.

Ella sintió que se sonrojaba y que esa inmadura reacción la enfadaba lo suficiente como para desafiarla.

—Estás refiriéndote al sexo, ¿por qué no hablas claro?

—Por supuesto que me refiero al sexo.

—¿Con o sin tu látigo?—se arrepintió en cuanto las impulsivas palabras salieron de su boca.

—Tú eliges.

Brittany fue incapaz de seguir soportando sus bromas. Se dio la vuelta y se puso a mirar por la ventanilla.

—¿Brittany?

Tal vez fuera porque deseaba creerlo, pero su voz le pareció más suave esta vez.

Ella suspiró.

—No quiero hablar de eso.

—¿De sexo?

Ella asintió con la cabeza.

—Tenemos que ser realistas—dijo—Las dos somos personas saludables, y a pesar de tus diversos desórdenes de personalidad, no eres precisamente un adefesio.


Ella se volvió hacia la morena para dirigirle su mirada más desdeñosa, pero lo que vio fue cómo una comisura de esa boca se curvaba en lo que en otra mujer hubiera sido una sonrisa.

—Tú tampoco eres precisamente un adefesio—admitió ella a regañadientes—, Pero tienes muchos más desórdenes de personalidad que yo.

—No, creo que no.

—Te aseguro que sí.

—¿Como cuáles?

—Bueno bien, para empezar... ¿Estás segura de que quieres oírlos?

—No me lo perdería por nada del mundo.

—Bueno, entonces eres cabezota, terca y dominante.

—Pensaba que ibas a decir algo malo.

—No eran cumplidos. Y siempre he creído que una persona con sentido del humor es más atractiva que una sexy y creer que tiene la razón.

—Bueno, entonces avísame cuando llegues a la parte mala, ¿vale?

Ella la fulminó con la mirada y optó por no mencionar los látigos que tenía debajo de la cama.

—Es imposible hablar contigo.

Santana ajustó la visera solar.

—Lo que estaba tratando de decirte antes de que me interrumpieras con la lista de mis cualidades es que ninguna de nosotras va a poder mantenerse célibe durante los próximos seis meses.

Brittany bajó la mirada.

Si Santana supiera que ella llevaba así toda la vida...

—Vamos a vivir en un lugar pequeño—continuó Santana—, Estamos legalmente casadas y es natural que tarde o temprano echemos un polvo.

«¿Echemos un polvo?»

Su rudeza le recordó que eso no significaría nada para Santana y que, contra toda lógica, ella quería algo de romanticismo.

—En otras palabras, esperas que haga las tareas domésticas, trabaje en el circo y «eche polvos» contigo—dijo bastante mosqueada.

Santana lo pensó detenidamente.

—Supongo que es más o menos eso.

Ella giró la cabeza y miró con aire sombrío por la ventanilla.

Hacer que ese matrimonio tuviera éxito iba a ser todavía más difícil de lo que pensaba.





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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Vie Ago 11, 2017 1:39 pm

Hola morra....

Ahí britt britt,... Uno, britt tiene muy muy valorado el matrimonio y dos, esto no es un matrimonio real!!...
Dentro de todo quedaron las cosas claras.... Ponerle a ver como les va en la convivencia...

Nos vemos!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por JVM Vie Ago 11, 2017 5:24 pm

Jajajaja pues ahora sabe lo que espera San de Britt.... Y pues haber que pasa cuando se entere la morena de que la rubia es virgen
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Vie Ago 11, 2017 10:31 pm

3:) escribió:Hola morra....

Ahí britt britt,...  Uno, britt tiene muy muy valorado el matrimonio y dos, esto no es un matrimonio real!!...
Dentro de todo quedaron las cosas claras.... Ponerle a ver como les va en la convivencia...

Nos vemos!!!



Hola lu, si que lo tiene, y tiene razones, no¿? osea después de lo q paso, kiere algo de vrdd, no¿? =/ Pero por seis meses lo es... creo yo xd jaajajaj. Lo cual es bueno. Aquí otro cap para saberlo! Saludos =D





JVM escribió:Jajajaja pues ahora sabe lo que espera San de Britt.... Y pues haber que pasa cuando se entere la morena de que la rubia es virgen



Hola, si q lo sabe... y nose si es del todo bueno jajajaja. Mmm aquí dejo otro cap para ver si sale algo de eso jajajaaj. Saludos =D



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El mundo de Brittany

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Finalizado FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 5 - P I

Mensaje por 23l1 Vie Ago 11, 2017 10:34 pm

Capitulo 5 - Parte I


Cuando Brittany salió de la caravana por la tarde, se tropezó con una joven, de rasgos asiáticos, que llevaba un chimpancé sobre los hombros. La reconoció como Tina, de «Tina y Amigos», un número en el que participaban un perro y el chimpancé.

—Bienvenida al circo de los Hermanos Berry—dijo la mujer—Soy Tina. Brittany le devolvió la cordial sonrisa.

—Yo soy Brittany.

—Lo sé. Kitty me lo ha dicho. Éste es Frankie.

—Hola, Frankie—Brittany levantó la cabeza hacia el chimpancé encaramado en los hombros de Tina, luego dio un salto atrás cuando él le enseñó los dientes y chilló.

Ya estaba bastante nerviosa tras un día sin nicotina y la reacción del chimpancé sólo consiguió exacerbarla aún más.

—Cállate, Frankie—Tina le palmeó la pierna peluda—No sé qué le pasa. Le gustan todas las mujeres.

—Los animales no suelen ser demasiado cariñosos conmigo.

—Eso es porque te dan miedo. Ellos siempre lo notan.

—Supongo que será eso. Me mordió un pastor alemán cuando era pequeña y desde entonces les tengo miedo a todos los animales.

El pastor alemán no había sido el único.

Recordó una excursión del colegio a un zoo de Londres cuando tenía seis años. Se había puesto histérica cuando una cabra había comenzado a mordisquearle el uniforme.

Una mujer con unos pantalones bombachos negros y una camiseta enorme se acercó y se presentó como Mercedes. Brittany sabía que era una de las chicas que había entrado a la pista a lomos de uno de los elefantes.

Su ropa informal hizo que Brittany se sintiera demasiado arreglada.

Había querido tener buen aspecto en su primer día en la taquilla; para ello se había puesto una blusa de seda color marfil con unos pantalones gris perla de Donna Karan en lugar de los vaqueros y la camiseta del outlet que Santana había insistido en comprarle antes de llegar.

—Brittany es la novia de San—dijo Tina.

—Ya lo he oído—contestó Mercedes—Qué suerte la tuya. San está como un tren. Y te lo digo yo que me gustan los hombres solamente.


Brittany abrió la boca para decirles a esas chicas que era la esposa de Santana, no su novia, pero se echó hacia atrás cuando Frankie comenzó a gritarle.

—Calla, Frankie—Tina le dio al chimpancé una manzana, luego miró a Brittany con el evidente placer de quien ama un buen cotilleo—San y tú deben ir en serio. Jamás había visto que trajera a una chica a vivir con ella.

—A Rachel le va a dar un ataque cuando regrese—parecía que a Mercedes le complacía tal posibilidad.

Frankie miró a Brittany fijamente, poniéndola tan nerviosa que le costó prestar atención a las dos jóvenes.

Observó alarmada que Tina bajaba al chimpancé al suelo, donde se le agarró firmemente a la pierna.

Brittany dio otro paso atrás.

—No tendrás una correa por ahí, ¿verdad?

Tina y Mercedes se rieron.

—Está amaestrado—dijo Tina—, No necesita correa.

—¿Segura?

—Sí. ¿Cómo se conocieron San y tú? Mike Chang, el maestro de ceremonias, nos ha dicho que San no le ha contado nada de su amiguita.

—Soy algo más que su amiguita. ¿Estás segura sobre la correa?

—No te preocupes. Frankie no le haría daño ni a una mosca.

El chimpancé pareció perder interés en ella, y Brittany se relajó.

—No soy la amiguita de San.

—¿No están viviendo juntas?—preguntó Mercedes.

—Claro que sí. Soy su mujer.

—¡Su mujer!—Tina soltó un chillido de placer que estremeció a Brittany hasta la punta de los pies—¡San y tú están casadas! Es genial.

Mercedes miró a Brittany con resentimiento.

—Voy a fingir que me parece bien, aunque llevo más de un mes intentando ligármela.

—Tú y medio circo—rio Tina.

—¡Britt-anyyyyyy!—vio que Kitty la llamaba a voces desde el lado del patio—¡Brittany!—gritó la adolescente—San dice que te estás retrasando. Está bastante mosqueada contigo.

Brittany se sintió avergonzada.

No quería que aquellas chicas supieran que Santana y ella no se habían casado por amor.

—Es una impaciente. Supongo que será mejor que me vaya. Encantada de haberlas conocido—se dio la vuelta con una sonrisa, pero sólo había dado unos pasos, cuando sintió un golpe en la espalda.

—¡Ay!—se volvió con rapidez y vio una manzana mordida en el suelo al lado de ella.

Más allá, Frankie gritaba con deleite mientras Tina le dirigía una mirada avergonzada.

—Lo siento—gritó—No sé por qué actúa de esta manera. Deberías estar avergonzado, Frankie, Brittany es nuestra amiga.

Las palabras de Tina mermaron el deseo de Brittany de estrangular a la pequeña bestia, así que se despidió de las dos mujeres con la mano y se dirigió hacia la caravana de la taquilla.

Se corrigió mentalmente al recordar que se suponía que tenía que llamarlo El vagón rojo. Poco antes, Santana le había contado que las taquillas del circo se llamaban siempre así, fueran del color que fuesen.

Kitty se puso a su lado y ajustó su paso al de ella.

—Quería pedirte perdón por haber sido grosera contigo ayer. Estaba de mal humor.

Brittany sintió que por fin veía a la persona que se ocultaba tras aquella fachada de hostilidad.

—No pasa nada.

—San está muy cabreada.

Brittany se sorprendió al oír un atisbo de simpatía en la voz de Kitty:

—Rachel dice que es el tipo de persona que nunca está demasiado tiempo con una mujer, así que estate preparada para... ya sabes.

—¿Qué?

—Ya sabes. Para que pase de ti—soltó un suspiro de pesar—Debe de ser una pena ser su novia tan poco tiempo.

Brittany sonrió.

—Yo no soy su novia. Soy su mujer.

Kitty se paró en seco y se puso pálida.

—¡No es cierto!

Brittany también se detuvo y, cuando vio la reacción de la chica, le tocó el brazo con preocupación.

—San y yo nos casamos ayer por la mañana, Kitty.

Kitty se zafó de ella.

—No te creo. ¡Mientes! Sólo lo dices porque yo no te gusto.

—No estoy mintiendo.

—San no se ha casado contigo. ¡No lo ha hecho! ¡Rachel me dijo que San jamás se casaría!

—Bueno Rachel se ha equivocado—para asombro de Brittany, a Kitty se le llenaron los ojos de lágrimas.

—¡Puta! ¡Te odio! ¿Por qué no me lo dijiste? ¡Odio que te hayas burlado de mí!—fio varios pasos hacia atrás antes de volverse y correr hacia las caravanas.

Brittany la siguió con la mirada, intentando comprender la razón de la hostilidad de la chica hacia ella.

Sólo se le ocurrió una explicación.

Kitty debía de estar enamorada de Santana.

Brittany experimentó una inesperada punzada de compasión. Recordaba demasiado bien lo que se sentía al ser una adolescente sin ningún control sobre las acciones de los adultos que la rodeaban.

Con un suspiro, se encaminó al vagón rojo.

A pesar del nombre que recibía, la taquilla era blanca; estaba salpicada por un puñado de estrellas de colores y un letrero donde se leía: HERMANOS BERRY.

En contraste con el alegre exterior, el interior era aburrido y desordenado. Un maltrecho escritorio de acero se asentaba frente a un pequeño sofá repleto de montones de periódicos. Había sillas que no hacían juego, un viejo archivador y un flexo verde con la pantalla abollada.

Santana estaba sentada detrás del escritorio, con un móvil en una mano y un portapapeles en la otra.

Una sola mirada a su cara tempestuosa le dijo a Brittany que Kitty había tenido razón en una cosa: Santana estaba realmente enfadada.

Su esposa acabó la conversación bruscamente y se levantó, hablándole con esa calmada y espeluznante voz que ella estaba empezando a temer cada vez más.

—Cuando digo que estés en un sitio a una hora, quiero que estés ahí a esa hora.

—Pero sí apenas llego media hora tarde.

Su voz se hizo todavía más áspera.

—No sabes nada sobre la vida real, ¿verdad, Brittany? Esto es un trabajo, no es como tener cita en la peluquería. De ahora en adelante, te quitaré cinco dólares del sueldo por cada minuto de retraso.

A Brittany se le iluminó la cara.

—¿Vas a pagarme?

Santana suspiró.

—Por supuesto que voy a pagarte. Es decir, si realmente llegas a hacer algo. Pero no creas que vas a poder comprarte diamantes. Los sueldos en el circo son muy bajos.

A ella no le importó. La idea de recibir un sueldo era emocionante.

—Enséname qué tengo que hacer. Te prometo que no volveré a retrasarme.

Santana la llevó a la ventanilla que había en el lateral de la caravana y le explicó el procedimiento con voz suave.

Era muy sencillo y Brittany lo aprendió de inmediato.

—Comprobaré hasta el último penique—dijo Santana—, Así que no cojas nada, ni siquiera para tabaco.

—Yo no haría eso.

Santana no pareció convencida.

—Y asegúrate de no perder de vista el cajón de la recaudación ni un minuto. El circo está al borde de la ruina, no podemos permitirnos el lujo de perder dinero.

—Por supuesto que no lo haré. No soy estúpida—contuvo el aliento presintiendo que la morena lo negaría, pero Santana se concentró en destrabar la bisagra de la ventanilla.

La acompañó mientras despachaba a los primeros clientes para asegurarse de que lo hacía bien, y cuando vio que no tenía ningún tipo de problema le dijo que se iba.

—¿Vas a la caravana? —preguntó ella.

—Iré cuando tenga que vestirme. ¿Por qué?

—Lo he dejado algo revuelto.

Tenía que volver a la caravana antes de que la morena viera el desorden que había.

Al comenzar con la limpieza, debería haber dejado los armarios para el final, pero había querido fregar a fondo, así que había vaciado los estantes para limpiarlos primero.

Ahora los armarios estaban limpios, pero no le había dado tiempo de volver a colocar las cosas y no había ni una sola superficie en la caravana que no estuviera cubierta por algo: ropa, herramientas o un alarmante montón de látigos.

—Te juro que lo recogeré todo en cuanto acabe aquí—le dijo atropelladamente—, Así que no te preocupes si ves las cosas fuera de su sitio.

Santana asintió con la cabeza y la dejó sola.




Las siguientes horas pasaron sin incidentes.

A Brittany le gustaba conversar con las personas que iban a comprar las entradas, y en varias ocasiones, cuando las familias le parecían pobres, se inventó un sinnúmero de asombrosas razones para decirles que habían ganado entradas gratis.

Ya se había propagado el rumor de que era la mujer de Santana, y muchos de los empleados del circo se inventaron excusas para pasar por ahí y satisfacer su curiosidad sobre ella.

Tanta cordialidad extrañó a Brittany.

Reconoció a algunos de los hombres que se ocupaban de los tenderetes, a algunos payasos y a varios miembros de la familia Anderson, que realizaba un número ecuestre.

Se dio cuenta de que algunas de más de una persona tenían que disimular para ocultar los celos que sentían porque ella hubiera logrado pescar a Santana López.

Brittany apreció el gesto.

Por primera vez, sintió un atisbo de esperanza. Tal vez las cosas resultaran
bien después de todo.

Quizá la persona más interesante que se presentó ante ella fue Quinn Fabray, la mamá de Kitty.

Apareció con sus ropas de trabajo: un mono blanco ceñido a la cintura por un ancho cinturón de color oro con unas cintas doradas que adornaban el escote y los tobillos.

Una chica llamada Madison ya le había dicho que Quinn y Santana eran las personas más atractivas del circo, y tuvo que darle la razón.

Quinn Fabray le recordaba a una versión de Dianna Agron. Tenía un atrayente aspecto de tía ruda, aunque por la manera que tuvo de examinarla de arriba abajo Brittany supo que era una redomada mujeriega.

Se recostó en la esquina del escritorio con las piernas extendidas; la perfecta imagen de una persona que se sentía a gusto con su cuerpo.

—Así que procedes del circo, ¿no?—le hizo la pregunta con el tono agresivo y casi acusatorio que muchos neoyorquinos empleaban para preguntar cualquier cosa y Brittany tardó un momento en darse cuenta de a qué se refería.

—¿Yo? Oh, no. Mi familia no forma parte del circo.

—Eso lo hará todo más difícil para ti. En el circo de los Hermanos Berry no eres nadie si no puedes justificar tu ascendencia circense en un mínimo de tres generaciones. Simplemente pregúntale a Rachel.

—¿A Rachel?

—Es la dueña del circo. Rachel Berry Cardoza. Es una de las voladoras más famosas del mundo. Trapecista—dijo cuando vio su expresión confusa—Ahora entrena a los hermanos Motta, que actúan con nosotros. Son rumanos. También hace la coreografía de otros números, supervisa el vestuario y otras cosas por el estilo.

—Si el circo es suyo, ¿por qué no lo dirige ella en vez de San?

—El gerente tiene que tratar con borrachos, peleas con cuchillo, discusiones. A Rachel no le gustan esas cosas.

—Aún no la conozco.

—Es que se ha ido unos días. Lo hace en ocasiones, cuando las cosas se ponen feas por aquí.

Debió de resultar evidente que ella no comprendía lo que Quinn había querido decir, así que se lo explicó.


—A Rachel le gustan los hombres y las mujeres, como a tu servidora,. Sin embargo, no está demasiado tiempo con ninguna.

Como a su servidora también, quizó decir Brittany.

—Es un poco esnob. No se enrolla con nadie que no proceda de una antigua familia del circo—continuó Quinn.

La imagen que se había formado de la dueña del circo, una viuda entrada en años, se desvaneció de la mente de Brittany.

El gesto tirante en la boca de Quinn hizo que se preguntara si Rachel Berry no significaría algo para ella.

—En mi caso, mi papá era carnicero en Brooklyn. Me marché con un circo ambulante el día que me gradué en el instituto y nunca miré atrás—la miró con algo de rabia, como si esperara que discutiera con ella—Sin embargo mis hijos sí tienen sangre circense en las venas gracias a su otra mamá.

—No creo haberla conocido.

—Cassie murió hace dos años, pero nos divorciamos hace doce, por lo que no estoy exactamente de luto. Ella odiaba el circo, aunque había crecido en él, y por esa razón se mudó a Wichita y se licenció en la universidad, pero a mí me gusta este mundo y me quedé aquí.

Así que Kitty también había perdido a su difunta mamá. Brittany quiso saber aún más.

—Entonces tus hijos viven contigo, ¿no?

—Kitty vivía en Wichita con su mamá, pero Cassie tenía problemas para manejar a los chicos, así que se vinieron a vivir conmigo cuando eran muy jóvenes. Desde ese día, hice una función con ellos. Sam y Noah tienen ahora veinte y veintiún años. Son unos demonios, ¿pero qué puedes esperar siendo yo su mamá?

Brittany no estaba interesada en los diabólicos hijos de Quinn e ignoró la inconfundible nota de orgullo en su voz.

—Entonces, ¿ Kitty acaba de venirse a vivir contigo?

—Llegó el mes pasado, pero suele pasar conmigo un par de semanas en verano. Aunque claro, no es como vivir aquí todo el año.

Cuando la vio fruncir el ceño, se dio cuenta de que la situación no estaba resultando como la ojiverde había planeado, pero Brittany ya tenía suficientes dificultades con su propio padre como para sentir otra punzada de compasión hacia Kitty.

No era de extrañar que fumara y se enamorara de personas mayores que ella.

Aunque Quinn Fabray era innegablemente atractiva, no parecía ser la más paciente de las madres, raro siendo una mujer.

—Ya he conocido a Kitty. Parece una chica muy sensible.

—Demasiado sensible diría yo. Ésta es una vida dura y Kitty es demasiado blanda—Quinn se levantó bruscamente—Me voy antes de que comience a llegar la gente. Encantada de conocerte, Brittany.

—Igualmente.

Cuando llegó a la puerta le dirigió otra de esas miradas de rompecorazones.

—San es una mujer afortunada.

Ella sonrió educadamente y deseó que también Santana pensase de esa manera.






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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por micky morales Sáb Ago 12, 2017 7:43 am

Por lo menos quinn fue amistosa, ahora britt tiene un trabajo, solo espero que no gaste su dinero en cigarros!!!! [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo - Página 2 2145353087 [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo - Página 2 2414267551 [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo - Página 2 2145353087
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Sáb Ago 12, 2017 11:06 am

Hola morra...

No jodas a britt la odia hasta el mono.. No da ni una jajaja
Bueno una entre miles encontró una amiga britt... O por lo menos algien que la ve bien!!!

Nos vemos!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por JVM Sáb Ago 12, 2017 3:02 pm

Jajajajajajaja pobre Britt con los animales ....
Y lo bueno es que tendrá un salario al menos para comprar sus antojos y vicios jajaja. Solo espero que San no se entere de que regalo entradas sino se volverá loca
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Sáb Ago 12, 2017 8:05 pm

micky morales escribió:Por lo menos quinn fue amistosa, ahora britt tiene un trabajo, solo espero que no gaste su dinero en cigarros!!!! [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo - Página 2 2145353087 [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo - Página 2 2414267551 [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo - Página 2 2145353087



Hola, si que si y algo es algo la vrdd XD Lo cual es bueno... no¿? =O jajajajajajajaaja xD tmbn pienso eso XD jajaja, pero esperemos y no. Saludos =D





3:) escribió:Hola morra...

No jodas a britt la odia hasta el mono.. No da ni una jajaja
Bueno una entre miles encontró una amiga britt... O por lo menos algien que la ve bien!!!

Nos vemos!!!!



Hola lu, si!! y nose xq! si es un amor! No xD jajaajajaj pobre xD jajajaja. Algo es algo, no¿? ajjaajajajaj. Saludos =D





JVM escribió:Jajajajajajaja pobre Britt con los animales ....
Y lo bueno es que tendrá un salario al menos para comprar sus antojos y vicios jajaja. Solo espero que San no se entere de que regalo entradas sino se volverá loca



Hola, siiii, ellos no la kieren para nda nada =/ Por lo menos tendrá una alegría, no¿? Pff nose xq te creo la vrdd =/ Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 5 - P II

Mensaje por 23l1 Sáb Ago 12, 2017 8:07 pm

Capitulo 5 - Parte II


Sólo después de que comenzara la segunda función pudo Brittany abandonar la taquilla y observar la actuación de Santana.

Esperaba que volver a ver el espectáculo diluyera la impactante sensación que había experimentado la noche anterior, pero la habilidad de su esposa le pareció todavía más impresionante.

¿Dónde había aprendido a hacer esas cosas?



Hasta que no terminó la función no recordó que debía acabar de ordenar la caravana.

Regresó rápidamente y estaba abriendo la puerta cuando Tina, con Frankie encaramado de nuevo a sus hombros, la llamó.

Al ver a Brittany, el mono comenzó a chillar inmediatamente y a taparse los ojos.

—Cállate, bicho malo. Ven, Brittany, quiero enseñarte una cosa.

Brittany cerró la puerta de la caravana con rapidez, antes de que Tina pudiese ver el desorden del interior y se diera cuenta de la terrible ama de casa que era.

La joven la tomó del brazo y la condujo por la hilera de caravanas. A la izquierda pudo ver a Mike Chang maestro de ceremonias, hablando con Santana mientras los trabajadores comenzaban a apilar las gradas.

—¡Ay!—Brittany dio un chillido cuando sintió un fuerte tirón del pelo.

Frankie chilló.

—Niño malo—canturreó Tina, mientras Brittany se colocaba lejos del alcance del chimpancé—Ignóralo. En cuanto comprenda que no le haces caso te dejará en paz.

Brittany decidió no decirle lo mucho que dudaba que eso sucediera.

Rodearon la última caravana y Brittany soltó un jadeo sorprendida al ver a muchos de los artistas, todavía con ropa de actuación, alrededor de una mesa plegable sobre la que había una tarta rectangular con unas novias de plástico en el centro.

Mercedes, la chica que había conocido antes, estaba cerca del pastel, junto con Quinn Fabray y sus hijos, el más joven de los Anderson, varios payasos y otros muchos empleados que había conocido antes.

Sólo Kitty parecía haberse quedado al margen.

Sonriendo ampliamente, Mike Chang empujó a Santana hacia delante mientras Mercedes levantaba las manos como un director de orquesta.

—Atención todos. ¡Felicidades! ¡Felicidades!

Mientras el grupo cantaba, a Brittany se le empañaron los ojos. Esas personas apenas la conocían, pero le tendían una mano amistosa. Después de la fría ceremonia que había sido su boda, la joven se recreó en la intimidad de ese momento.

En esa improvisada reunión de los amigos de Santana, se sintió como si estuviera asistiendo a una verdadera celebración, a una aceptación de que había ocurrido algo realmente personal, como si aquello no fuera un castigo de su papá sino una ocasión feliz.

—Gracias—susurró ella cuando terminaron de cantar—Gracias de todo corazón—miró a Santana, y la felicidad de la joven se evaporó al ver su expresión rígida y gélida.

La gente fue guardando silencio poco a poco. Se dieron cuenta de la reacción de Santana y supieron que algo iba mal.

«Por favor, no lo hagas—pensó ella—Quiero que sean mis amigos. Por favor finge ser feliz.»

Algunas personas se miraron de reojo. La certeza de que Santana era una novia radiante desapareció con rapidez y Brittany observó cómo varias miradas se posaban en su barriga para intentar averiguar si estaba embarazada.

Brittany se obligó a hablar:

—Nunca había tenido una sorpresa tan agradable. ¿Y tú, San?

Hubo un largo silencio antes de que la morena asintiera con la cabeza.

La rubia levantó la barbilla y forzó una sonrisa.

—La tarta parece deliciosa. Apuesto lo que sea a que todos quieren tomar un trozo—miró fijamente a Santana, suplicándole en silencio que colaborara—Ven, vamos a cortarla las dos juntas.

El silencio pareció extenderse infinitamente.

—Tengo las manos sucias. Hazlo tú.

Con las mejillas ardiendo de vergüenza, Brittany se acercó a la mesa plegable, cogió un cuchillo y comenzó a cortar la tarta en porciones cuadradas.

Continuaron en silencio mientras ella intentaba fingir que no pasaba nada.

—No puedo creer que improvisarais esto con tanta rapidez. ¿Cómo demonios lo han hecho?

Mercedes movió los pies con inquietud.

—Esto... er... no fue tan difícil.

—Bueno, estoy impresionada—con las mejillas doliéndole por el esfuerzo de sonreír, Brittany cortó el primer trozo de tarta, lo colocó en un plato de cartón y se lo dio a Santana.

Lo tomó sin decir palabra.

El silencio se hizo más ensordecedor. Finalmente, Tina se acercó con rapidez, mirando a las novias con nerviosismo.

—Siento que sea de chocolate. Tuvimos poco tiempo, y en la pastelería no había tartas de boda.

Brittany la miró con gratitud al ver que intentaba aliviar la tensa situación.

—La tarta de chocolate es mi favorita.

Santana colocó el plato sobre la mesa tan bruscamente que el intacto trozo de pastel se tambaleó y cayó de lado.

—Perdonen. Tengo mucho trabajo que hacer. Gracias por todo.

A Brittany le tembló la mano cuando le pasó un plato a Mercedes.

Alguien soltó una risita maliciosa. Brittany levantó la cabeza y vio que era Kitty. La adolescente le dirigió una sonrisa triunfal y corrió detrás de Santana.

—¿Quieres que te eche una mano?

—Claro, cariño—la voz cálida y afectuosa de Santana respondiéndole a Kitty, llegó a través de la brisa nocturna—Tenemos problemas con uno de los camiones de carga. Puedes ayudarme a comprobarlo.

Brittany parpadeó con fuerza. Era de lágrima fácil, pero si lloraba ahora nunca podría volver a enfrentarse a esas personas.

—¿Un trozo de tarta?—tendió un plato hacia un hombre enojado. Recordó que se había presentado como Ken Tanaka, el domador de elefantes, cuando había ido a conocerla al vagón rojo.

Él lo tomó sin mediar palabra y le dio la espalda para decirle algo a uno de los payasos.

Mercedes dio un paso adelante para ayudar a Brittany, pensando, sin duda, quiera mejor acabar lo antes posible.

Los demás artistas fueron cogiendo el trozo de tarta que les correspondía y, uno a uno, se fueron marchando.


Al cabo de un rato, sólo quedaron Tina y ella.

—Lo siento, Brittany. Pensé que era una buena idea, pero debería haber supuesto que a Santana no le parecería bien. Es muy reservada.

Santana ni siquiera se había molestado en mencionarle a sus amigos que se había casado.

Brittany forzó otra sonrisa.

—Todas las parejas tardan algún tiempo en adaptarse al matrimonio.

Tina recogió los restos de la tarta y se los ofreció a Brittany.

—Venga, ¿por qué no te llevas lo que queda?

Brittany pudo sentir la bilis en la garganta cuando los cogió; su único deseo era perder de vista aquella tarta.

—¡Santo cielo! Sí que se ha hecho tarde. Y tengo un montón de cosas que hacer antes de acostarme—dijo, y huyó de ahí.



Durante las horas siguientes, mientras desmontaban el circo para llevarlo al siguiente pueblo, ella se dedicó a recolocar todo dentro de los armarios.

Se sentía invadida por una sensación de desesperación y un infinito cansancio que hacía que apenas pudiera mantenerse en pie, pero a pesar de ello siguió trabajando.


Los caros pantalones de marca que llevaba puestos estaban completamente sucios y la blusa se le pegaba a la piel, pero no le importaba.

Quería que esas personas fueran amigos suyos, pero ahora que sabían lo poco que le importaba a Santana y lo que éste pensaba de su matrimonio, ya no lo serían.

La pequeña fiesta improvisada y la tarta habían sido una pequeña bendición para ella, pero su esposa la había estropeado.

Santana entró en la caravana, que todavía parecía tan desordenada como cuando ella llegó, poco después de medianoche.

Aunque Brittany había limpiado y organizado los armarios, no había tenido ni tiempo ni energía para hacer nada más.

Los platos sucios seguían amontonados en el fregadero y la cacerola llena de costra estaba sobre el fogón.

Santana apoyó las manos en las caderas y examinó los muebles sucios, la polvorienta superficie de la mesa y los restos de la tarta de boda.

—Pensé que ibas a limpiar esto. Pero ya veo que sigue igual de sucio.

Ella apretó los dientes.

—Los armarios están limpios.

—¿A quién coño le importan los armarios? ¿No sabes hacer nada bien?

Brittany no lo pensó. Llevaba horas trabajando, su matrimonio era una farsa y había sido humillada en público por un hombre que había jurado honrarla ante Dios.

Con rapidez, recogió la tarta con una mano y se la lanzó.

—¡Eres una imbécil!

Santana extendió las manos automáticamente para impedir que se la arrojara, pero no fue lo suficientemente rápida. La tarta le dio en el hombro y se deshizo en mil pedazos.

Ella observó el desastre con una curiosa indiferencia. Trocitos de tarta y azúcar glas habían volado por todas partes. Una pegajosa sustancia blanca salpicaba el pelo, las cejas e incluso las pestañas de Santana. Los pedazos de chocolate que se le habían quedado pegados a la mandíbula cayeron sobre el hombro de su camiseta.

La indiferencia de Brittany desapareció cuando vio que se ponía rojo.

Iba a matarla.

Santana intentó limpiarse los ojos a la vez que se movía hacia ella. Brittany se apartó de su camino y, aprovechando la ceguera temporal de Santana, salió corriendo por la puerta.

Miró frenética a su alrededor, buscando un lugar seguro donde esconderse.

Habían desmontado el circo. Las carpas más pequeñas estaban cerradas y la mayoría de los camiones se habían marchado. Tropezó con un matorral y acabó refugiándose en un estrecho espacio entre dos furgonetas.

El corazón le golpeaba con fuerza contra las costillas.

¿Qué había hecho?

Dio un respingo al oír la voz de un hombre y se deslizó más profundamente en las sombras, chocando contra algo sólido. Sin mirar lo que era, se apoyó ahí mientras recobraba el aliento.

¿Cuánto tiempo tardaría en encontrarla?

Y... ¿qué haría luego con ella?

Sintió un gruñido justo detrás de la oreja.

Tenía el cabello recogido y el cuello expuesto; un helado escalofrío le recorrió la espalda.

Se volvió con rapidez y se quedó mirando fijamente un par de ojos color oro pálido.

Se quedó paralizada.

Sabía qué clase de bestia era aquélla.

Sabía que tenía ante sí a un tigre, pero era incapaz de asimilarlo.

El animal estaba tan cerca que ella sintió su aliento en la cara. El tigre dejó al descubierto los dientes, un arma afilada y letal. Brittany olió su esencia y oyó cómo aquel ronco gruñido de intimidación aumentaba de volumen hasta convertirse en un rugido cruel.

Salió de su parálisis saltando hacia atrás cuando el animal embistió contra los barrotes de hierro que los separaban.

Brittany chocó con violencia contra algo sólido y humano, pero no pudo arrancar la vista del tigre.

Una alarma comenzó a sonar en su cabeza.

En ese momento, la bestia parecía la reencarnación de toda la maldad del mundo y la joven sintió como si esa malevolencia fuera dirigida hacia ella.

Como si de alguna manera, en esa salvaje noche de Carolina del Sur, hubiera encontrado su destino.

Se dio la vuelta, incapaz de soportar la intensa mirada de esos ojos dorados por más tiempo. Al volverse se topó con una cálida fortaleza detrás de ella y supo que había encontrado un santuario.

Luego sintió algo áspero bajo la mejilla. Los acontecimientos, el miedo, el cansancio y todos los angustiosos cambios en su vida durante los últimos dos días la abrumaron y se echó a llorar.

La mano de Santana fue sorprendentemente suave cuando la tomó por la barbilla para obligarla a mirarle a la cara. Brittany se encontró con otro par de pálidas pupilas, que sintió como si hubiera escapado de una bestia para caer en las garras de otra.

—Sinjun no puede lastimarte, Brittany. Está en una jaula.

—¡Eso no importa!—la histeria se apoderó de ella.

¿Acaso no se daba cuenta de que una jaula no podía protegerla de lo que había visto en los ojos de ese enorme felino?

Pero Santna no lo entendía y ella nunca podría explicarle la fugaz sensación de haber tenido un encuentro cara a cara con su propio destino.

Se apartó de la morena.

—Lo siento. Tienes razón. Soy una estúpida.

—Y no por primera vez—dijo Santana con seriedad.

Brittany levantó la mirada hacía la morena. Aún manchada de pastel y azúcar glas, tenía un aspecto feroz, magnífico y aterrador; igual que el tigre.

Se dio cuenta de que a Santana le temía de otra manera, de una que no comprendía por completo, sólo sabía que era algo que iba más allá de la amenaza física.

Era más que eso.

De alguna manera sentía que su esposa podía dañarle el alma.

Brittany había llegado a los límites de su resistencia. Habían sido demasiados cambios, demasiados conflictos, y no tenía ganas de luchar más.

Estaba cansada hasta lo más profundo de su ser y apenas tenía fuerzas para hablar.

—Supongo que ahora me amenazarás con algo horrible.

—¿No crees merecerlo? Sólo los niños tiran las cosas, no los adultos.

—Tienes razón, por supuesto—se apartó el pelo de la cara con una mano temblorosa—¿De qué va esto, San? ¿Humillación? Ya he tenido bastante por esta noche. ¿Desprecio? También he tenido suficiente. ¿Odio? No, eso no funcionará; estoy demasiado entumecida para sentirlo—hizo una pausa, vacilando—Me temo que tendrás que recurrir a algo distinto.


*****


Mientras la miraba, le pareció tan infeliz que algo se ablandó en el interior de Santana.

Sabía que Brittany le tenía miedo —se había asegurado de ello— y aun así seguía sin poderse creer que la joven hubiera tenido el valor suficiente como para tirarle la tarta.

Pobre cabeza hueca.

No se le había ocurrido pensar que había sido como atacarle con las garras de un gatito.

La sintió temblar bajo sus manos.

Brittany había guardado las garras y sus ojos sólo mostraban desesperación.

¿Sabía ella que su rostro reflejaba cada uno de sus sentimientos?

Se preguntó con cuántas personas se habría acostado. Probablemente ni ella misma lo sabía.

A pesar de su inocente apariencia, estaba claro que le gustaban los placeres de la vida.

También era un poco atolondrada y no le costaba imaginársela en la cama de cualquier persona, sin ni siquiera saber cómo había llegado hasta ahí.

Al menos eso era algo que se le daba bien.

Mientras la observaba tuvo que contener el repentino deseo de cogerla en brazos y llevarla de vuelta a la caravana, donde la dejaría en la cama y satisfaría todas las preguntas que comenzaba a hacerse.

¿Cómo se verían cada uno de esos cabellos sueltos y extendidos como cintas oscuras sobre la almohada?

Quería observarla desnuda sobre las sábanas arrugadas, ver la palidez de su piel contra la de ella, más oscura; sopesar sus pechos con las manos.

Quería olerla y sentir sus caricias.

El día anterior, tras la boda, se había dicho a sí misma que no era el tipo de mujer con la que se acostaría, pero eso había sido antes de atisbar aquel redondo trasero bajo la camiseta cuando la despertó esa mañana.

Había sido antes de observarla en la camioneta, cruzando y descruzando esas largas piernas, dejando colgada la sandalia del dedo gordo del pie.

Tenía los pies bonitos y pequeños, con un empeine alto y delicado y las uñas pintadas del mismo color rojo que el manto de una virgen ortodoxa.

No le gustaba que otras personas supieran más de las apetencias sexuales de su esposa que ella misma.

Pero también sabía que era cuestión de tiempo.

No podía tocarla hasta asegurarse de que la rubia entendía cómo serían las cosas entre ambas.

Y para entonces, había muchas posibilidades de que Brittany cogiera la maleta y se largara.

La tomó del brazo y la llevó a la caravana.

Por un momento, Brittany se resistió, y luego cedió.

—De verdad, comienzo a odiarte—dijo débilmente—Lo sabes, ¿no?

A ella le sorprendió que aquellas palabras le dolieran, sobre todo cuando eso era exactamente lo que quería que la rubia hiciera.

Brittany no estaba hecha para una vida tan dura y ella no tenía ningún deseo de alargar aquella situación indefinidamente.

Era lo mejor que podía hacer.

—Quizá sea lo mejor.

—Hasta ahora nunca había odiado a nadie. Ni siquiera a Whitney o a mi papá, y ellos me han dado razones suficientes para hacerlo. Pero a ti no te importa lo que sienta por ti, ¿verdad?

—No.

—Creo que nunca he conocido a nadie tan frío.

—Seguro que no.

«Fría, San. Eres tan fría.»

Se lo había oído decir a muchas mujeres antes que a ella.

Mujeres de buen corazón.

Mujeres competentes e inteligentes que habían merecido algo más que una persona cuyos sentimientos habían desaparecido mucho tiempo antes de conocerlas.

Cuando era joven había pensado que una familia podría curar esa parte herida y solitaria de su interior.

Pero mientras buscaba una relación duradera había herido a esas mujeres de buen corazón y se había probado a sí mismo que no tenía sentimientos para amar a ninguna, ni aunque hubiera sido su intención hacerlo.

Llegaron a la caravana.

Pasó junto a Brittany al llegar a la puerta y se metió dentro.

—Voy a darme una ducha. Te ayudaré a limpiar cuando salga.

Ella la detuvo antes de que llegase al baño.

—¿No podrías haber fingido ser feliz esta noche?

—Soy como soy, Brittany. Yo no finjo. Nunca.

—Estaban tratando de ser amables. ¿Te costaba tanto disimular un poco?

«¿Cómo podía explicárselo para que lo entendiera?»

—Creciste protegida, Brittany, pero yo lo hice de la manera más cruda. Mucho más cruda de lo que puedas imaginar. Cuando creces así, tienes que aprender a protegerte de alguna manera, tienes que aferrarte a algo que impida que te conviertas en una bestia. En mi caso fue el orgullo. Nunca me doblego. Jamás.

—No puedes condicionar tu vida por eso. El orgullo no es tan importante como otras cosas.

—¿Como cuáles?

—Como...—vaciló, como si supiera que a ella no le iba a gustar nada lo que estaba a punto de decir—Como el cariño y la compasión. Como el amor.

Ella se sintió vieja y cansada.

—El amor no existe para mí.

—Existe para todo el mundo.

—No para mí. No te hagas ideas románticas conmigo, Brittany. Sólo sería una pérdida de tiempo. He aprendido a vivir según mis reglas. Intento ser honesta y lo más justa posible. Por este motivo paso por alto que me hayas tirado la tarta. Comprendo que esto es duro para ti y supongo que lo estás haciendo lo mejor posible. Pero no confundas justicia con sentimientos. No soy una sentimental. Puede que eso de las emociones funcione con otras personas, pero no conmigo.

—Esto no me gusta—susurró ella—, No me gusta nada.

—Has caído en manos del diablo, cariño. Cuanto antes lo aceptes, mejor será para ti—dijo cuando por fin habló con una voz que nunca había sonado tan triste.

Santana entró en el baño, cerró la puerta y apretó los párpados, intentando apartar de su mente el juego de emociones que había visto cruzar por el rostro de su esposa.

Había visto de todo: cautela, inocencia y una esperanza casi aterradora de que quizás ella no fuera tan mala como parecía.

Pobre cabeza hueca.





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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Dom Ago 13, 2017 10:03 am

Hola morra....

San no pudo ser mas perra por que no le dio mas el tiempo..
Guerra de poderes ahora... Espero que britt no claudique rápido..!!!
Cada demonio necesita un ángel.... Y cada ángel tiene su demonio, y eso a san le esta empezando a afectar... Espero que cuando san empiece a querer a britt o lo llegue a asimilar ... Britt no se aya consumido por el odio como quiere san...!!!

Nos vemos!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por JVM Dom Ago 13, 2017 1:07 pm

Creo que el que hizo mucho daño en su matrimonio fue el papá de Britt porque le metió una idea de como es ella y San la acepto.... Y ahora no se da la oportunidad de conocerla y cuando llega a dudar piensa que finge .
Y pues la rubia ya había tardado en desmoronarse, después de todos estos cambios. En fin haber como siguen las cosaa
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Dom Ago 13, 2017 10:10 pm

3:) escribió:Hola morra....

San no pudo ser mas perra por que no le dio mas el tiempo..
Guerra de poderes ahora... Espero que britt no claudique rápido..!!!
Cada demonio necesita un ángel.... Y cada ángel tiene su demonio, y eso a san le esta empezando a afectar... Espero que cuando san empiece a querer a britt o lo llegue a asimilar ... Britt no se aya consumido por el odio como quiere san...!!!

Nos vemos!!




Hola lu, nose ¬¬ es mala, pero mala ¬¬ SI! y espero que gane britt la vrdd ¬¬ Espero y no =/ JAjajaja eso es vrdd... y aquí esta perfecta la pareja, no¿? jajaajjaaj NO!!!!!! nooo lo digas q pasa!!! nnononon. Saludos =D





JVM escribió:Creo que el que hizo mucho daño en su matrimonio fue el papá de Britt porque le metió una idea de como es ella y San la acepto.... Y ahora no se da la oportunidad de conocerla y cuando llega a dudar piensa que finge .
Y pues la rubia ya había tardado en desmoronarse, después de todos estos cambios. En fin haber como siguen las cosaa



Hola, no lo había visto así, pero tienes toda la razón =/ hizo mas las cosas ¬¬ No le da nada ni de la duda ni nada ¬¬ La vrdd esk si, aguanto y ni eso le dice san =/ Aquí dejo otro cap para saber mas. Saludos =D


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Finalizado FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 6 - P I

Mensaje por 23l1 Dom Ago 13, 2017 10:13 pm

Capitulo 6 - Parte I


—Vete.

—Es mi último aviso, cara de ángel. Dentro de tres minutos nos vamos.

Brittany abrió los ojos lo justo como para echarle una ojeada al reloj y ver que eran las cinco de la madrugada. No pensaba ir a ninguna parte a esas horas, así que se acurrucó aún más bajo las mantas y volvió a dormirse.

Lo siguiente que supo fue que Santana la cogía en brazos.

—¡Eh!—gritó—¿Qué haces?

Sin decir ni una palabra, Santana la sacó al gélido aire matutino, la metió dentro de la cabina de la camioneta y dio un portazo. La fría tapicería de vinilo contra sus piernas desnudas espabiló a Brittany de golpe y le hizo recordar que sólo llevaba puesto una camiseta y unas diminutas bragas azules.

Santana subió por el otro lado y unos instantes más tarde abandonaban el lugar.

—¿Cómo has podido? ¡Sólo son las cinco de la madrugada! ¡Nadie se levanta tan temprano!

—Nosotros sí. Tenemos que ir a Carolina del Norte—parecía bien despierta.

Se había peinado con una coleta y se había puesto unos vaqueros y una camisa roja.

Deslizó los ojos por las piernas desnudas de Brittany.

—Espero que la próxima vez te levantes cuando te lo diga.

—¡No estoy vestida! Tienes que dejarme coger la ropa. Y necesito maquillaje. ¡Mi pelo...! ¡Tengo que lavarme los dientes!

Santana metió la mano en el bolsillo y sacó un aplastado paquete de chicles Dentyne. Ella se lo arrebató, sacó dos y se los metió en la boca.

Volvió a recordar los acontecimientos de la noche anterior.

Escudriñó la cara de Santana buscando algún rastro de resentimiento, pero no lo encontró. Estaba demasiado cansada y deprimida para volver a discutir, pero si no le replicaba, parecería que se había rendido y que hacía lo que la morena quería.

—Va a ser duro para mí quedarme aquí después de lo que sucedió anoche.

—No te iba a resultar fácil de todas maneras.


—Soy tu esposa—dijo Brittany con voz queda—Y también tengo mi orgullo. Anoche me humillaste delante de todo el mundo y no me lo merecía.

Santana no dijo nada y, si no hubiera sido por la manera en que frunció los labios, Brittany habría pensado que no la había oído.

Se sacó el chicle de la boca y lo guardó en el envoltorio.

—Por favor, para y déjame coger mis cosas.

—Deberías haberlo hecho antes.

—Estaba dormida.

—Te avisé.

—Eres un robot. ¿Acaso no tienes sentimientos?—tiró del bajo de la camiseta para taparse todo lo posible.

Santana bajó la mirada a los desnudos muslos de Brittany.

—Oh, claro que tengo sentimientos. Pero no creo que sean los que tú quieres.

Ella siguió intentando bajarse la camiseta.

—Quiero mi ropa.

—Te desperté con tiempo de sobra para vestirte.

—Lo digo en serio, San. Esto no es divertido. Estoy casi desnuda.

—De eso ya me doy cuenta.

—¿Te excito?—preguntó Brittany bruscamente a causa del sueño que tenía.

—Sí.

Eso sí que no se lo esperaba.

Había pensado que la morena le respondería con su habitual desdén. Al recobrarse de la sorpresa, le lanzó una mirada feroz.

—Vaya... qué pena. Porque yo no siento ningún interés por ti. Por si no lo sabías, el cerebro es el órgano sexual más importante, y mi cerebro no está interesado en hacer nada contigo.

—¿Tu cerebro?

—Tengo cerebro, ¿sabes?

—Jamás lo he dudado.


—¿Cómo qué no? No soy estúpida, San. Puede que mi educación no fuera demasiado convencional, pero te aseguro que fue muy completa.

—Tu papá no está de acuerdo.

—Lo sé. Le gusta decir a todo el mundo que soy una inculta porque mi mamá me sacaba del colegio cada dos por tres. Pero cada vez que Holly hacía un viaje interesante, me llevaba con ella si creía que podría ser beneficioso para mí. Algunas veces pasaban meses antes de que regresara al colegio. A veces, ni siquiera volvía, pero ella se aseguraba de que siguiera estudiando.

—¿De qué manera?

—Siempre le pedía a quienquiera que fuera a visitarla o pasara algún tiempo con ella, que me enseñara algo de provecho.

—Pensaba que tu mamá sólo trataba con estrellas de rock.

—Aprendí bastante sobre alucinógenos.

—Me lo imagino.

—Pero también estábamos con otro tipo de gente. Fue la princesa Margarita la que me enseñó todo lo que sé sobre la historia de la familia real británica.

Santana clavó los ojos en ella.

—¿Hablas en serio?

—Claro. Y no fue la única. Crecí rodeada de gente famosa—Brittany no quería que Santana pensara que se estaba jactando, así que omitió mencionar la espectacular puntuación que había obtenido en las pruebas de acceso a la universidad—Te agradecería que dejaras de poner en duda mi inteligencia. Si en cualquier momento te apetece hablar de Platón, estoy dispuesta.

—He leído a Platón—dijo la morena a la defensiva.

—¿En griego?

Tras eso, viajaron en absoluto silencio hasta que, finalmente, Brittany se quedó dormida.

En sueños buscó una posición más cómoda y acabó apoyándose en el hombro de Santana. Un mechón de su pelo se agitó con la brisa y acarició los labios de Santana y lo dejó jugar ahí un rato, rozándole la boca y la mandíbula.

La rubia olía a un perfume dulce y caro, como a esencia de flores silvestres en una joyería.

Brittany tenía razón sobre lo que había ocurrido la noche anterior.

Se había portado como una tonta. Pero era porque la habían cogido por sorpresa.

No quería que se celebrara algo que no tenía ninguna importancia.

Si ella no tomaba precauciones, la rubia se tomaría ese matrimonio muy en serio.

Pensó que nunca había conocido a una mujer con tantas contradicciones. La rubia había dicho que ella era como un robot sin sentimientos, pero se equivocaba.

Claro que tenía sentimientos.

Sólo que no eran los que la rubia quería; la vida le había enseñado a Santana que era incapaz de tenerlos.

Se dijo a sí misma que tenía que prestar atención a la carretera, pero no pudo resistirse a mirar hacia abajo, al cálido y delgado cuerpo que se acurrucaba contra ella.

Brittany tenía las piernas recogidas sobre el asiento y, finalmente, había perdido la batalla contra la camiseta que se le había subido y mostraba la suave curva interior del muslo.

Los ojos de Santana cayeron sobre las diminutas bragas. Cuando el calor se le concentró en la ingle, apartó la mirada enfadada consigo misma por someterse a esa tortura.

«Dios, era tan hermosa.»

Y además era tonta y mimada, y más superficial de lo que nadie podía imaginar.

Nunca había conocido a una mujer que se pasara tanto tiempo delante del espejo, ni ella misma lo pasaba.

Pero a pesar de todos esos defectos, Santana tenía que admitir que Brittany no era la joven egoísta y egocéntrica que había creído que era.

Poseía una inesperada y perturbadora dulzura que la hacía parecer más vulnerable de lo que quería.





Cuando Brittany salió de los servicios del bar de carretera donde le acababa de pedir un cigarrillo a una señora, vio que Santana estaba ligando de nuevo con una camarera.

Aunque la morena le había dejado claro que no tenía intención de tomarse en serio su matrimonio, verla actuar de esa manera la deprimió.

Cuando la observó asentir con la cabeza a algo que le había dicho la camarera, Brittany se dio cuenta de que su esposa le estaba dando la excusa perfecta para ignorar los votos matrimoniales.

La horrible escena de la tarta y lo que la morena había dicho después deberían haberla liberado de su compromiso.

Santana no tenía intención de mantener los votos, ¿por qué tendría que hacerlo ella?

Porque su conciencia no le ofrecía otra opción.

Reunió valor y, componiendo una sonrisa, se dirigió hacia el reservado de vinilo naranja. Ni la camarera ni Santana le prestaron atención cuando se deslizó en el asiento.

Una tarjeta identificativa con forma de tetera indicaba que la chica se llamaba Elaine. Estaba muy maquillada, pero no se podía negar su belleza.

Y Santana parecía una mujer encantadora que le ofrecía una amplía y perezosa sonrisa y una mirada apreciativa.

Por fin la morena pareció darse cuenta de la presencia de Brittany.

—¿Ya de vuelta, hermanita?

«¡Hermanita!»

Santana le dirigió una sonrisa desafiante.

—Elaine y yo estamos conociéndonos.

—Estoy tratando de convencer a tu hermana de que me espere—dijo Elaine—Termino el turno en una hora.

Brittany supo que si no ponía fin a ese tipo de cosas de inmediato, Santana pensaría que podía ignorar alegremente sus responsabilidades durante seis meses.

Se inclinó hacia delante y le dio a la camarera una palmadita en la mano que tenía apoyada en la mesa.

—Eres una buena chica, cariño. Se ha mostrado muy tímida con las mujeres desde que le diagnosticaron ese problema médico. Yo no hago más que decirle que los antibióticos hacen milagros y que no debe preocuparse por esas molestas enfermedades de transmisión sexual.

La sonrisa de Elaine vaciló. Clavó los ojos en Brittany, luego en Santana y palideció.


—El jefe me echará una bronca si hablo demasiado tiempo con los clientes. Tengo que irme—se alejó apresuradamente de la mesa.

La taza de café de Santana tintineó sobre el platillo y Brittany se enfrentó a ella.

—Ni se te ocurra decir nada, San. Hemos hecho unos votos sagrados.

—Pero yo no creo en ellos.

—Eres una mujer comprometida. Y las personas comprometidas no ligan con las camareras. Por favor, procura no olvidarlo.


Santana le gritó de vuelta a la camioneta, insultándola con palabras tales como «inmadura», «egoísta» o «intrigante». Sólo se calló cuando se pusieron en marcha.



Habían recorrido en silencio casi dos kilómetros cuando ella creyó oír lo que parecía una risita ahogada, pero cuando la miró, vio la misma cara severa y seria de siempre.

Como sabía que el alma de la oscura Santana López no poseía ni la más mínima pizca de sentido del humor, dio por hecho que se había equivocado.




Al atardecer, Brittany estaba muy cansada.

Sólo esforzándose al máximo había sido capaz de terminar de limpiar la caravana, de ducharse, de preparar algo de comer y de llegar al vagón rojo a tiempo de atender la taquilla.

Se habría demorado mucho más si Santana no hubiera limpiado los restos de tarta la noche anterior. Dado que había sido ella la que la había tirado, había sido una sorpresa que la ayudara.

Era sábado y escuchó sin querer las breves conversaciones que mantenían los trabajadores que se acercaban a recoger los sobres de su paga.

Santana le había contado que algunos de los trabajadores que montaban las carpas y trasladaban el equipo eran alcohólicos y drogadictos, pero que los sueldos bajos y las malas condiciones no atraían a empleados más estables.

Algunos llevaban años trabajando en el circo sólo porque no tenían otra parte donde ir.

Otros eran aventureros atraídos por el encanto del mundo circense, pero generalmente nadie duraba mucho tiempo ahí.


Santana alzó la mirada del escritorio cuando Brittany entró en la caravana; en su cara se había dibujado lo que ella comenzaba a pensar que era un ceño perpetuo.

—Las cuentas de ayer no cuadran.

Había sido muy cuidadosa al dar el cambio y estaba segura de no haber cometido ningún error.

Acercándose por detrás, miró las hojas pulcramente escritas.

—¿Dónde?

Santana señaló el libro de ingresos que había encima del escritorio.

—He cotejado los números de las entradas con los recibos. Y no coinciden.

Tardó sólo un momento en darse cuenta de qué era lo que pasaba.

—No coinciden porque regalé algunas entradas de cortesía. Fueron como una docena.

—¿Entradas de cortesía?

—Para las familias pobres, San.

—¿Decidiste ser caritativa?

—No podía aceptar ese dinero.

—Sí podías, Brittany. Y de ahora en adelante lo harás. En casi todos los pueblos, el circo es patrocinado por una organización local. Ellos dan pases especiales, y también los doy yo si se da el caso. Pero tú no, ¿entendido?

—Pero...

—¿Entendido?

Ella asintió con la cabeza.

—Bien. Si piensas que alguien merece un pase, me lo dices y yo me ocuparé de ello.

—De acuerdo.

Santana se puso en pie y frunció el ceño.

—Hoy vuelve Rachel. Le diré que te busque un maillot para la función. Cuando ella pueda atenderte, enviaré a alguien para que se ocupe de la taquilla.

—Pero yo no soy artista.

—Esto es el circo, cara de ángel. Todo el mundo es artista.

La curiosidad que sentía por la misteriosa Rachel hizo que ignorase la mueca de Santana.

—Quinn me dijo que Rachel fue una famosa trapecista.

—Es la última de los Berry. Su familia era al trapecio lo que los Wallenda a la cuerda floja.

—¿Por qué dejó de actuar?

—Podría volver a hacerlo. Rachel sólo tiene treinta años y se mantiene en muy buena forma, pero dejó de ser la mejor y se retiró.

—Parece que se lo tomó en serio.

—Muy en serio. Mantente tan apartada de su camino como te sea posible—se dirigió a la puerta—Recuerda lo que te he dicho sobre la caja del dinero. No la pierdas de vista.

—De acuerdo.

Con una brusca inclinación de cabeza, Santana desapareció.




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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Lun Ago 14, 2017 10:45 am

Hola morra....

Ese juego de la camarera le divierte mucho a san... O esta jugando mucho con el limite de britt...
A ver que pasa cuando llega rachel... Y que le "enseña" a britt...
En serio san aveces se pasa con lo que le hace... Y sobretodo dice a britt!!!

Nos vemos!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por JVM Lun Ago 14, 2017 11:03 am

Jajajajaja descubrieron los boletos gratis.... Y pues San aunque lo niegue va cayendo con Britt ....
Haber que tal le va ahora con la llegada de Rach
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Lun Ago 14, 2017 7:07 pm

3:) escribió:Hola morra....

Ese juego de la camarera le divierte mucho a san... O esta jugando mucho con el limite de britt...
A ver que pasa cuando llega rachel... Y que le "enseña" a britt...
En serio san aveces se pasa con lo que le hace... Y sobretodo dice a britt!!!

Nos vemos!!!!



Hola lu, jajajaaj o no¿? yo pienso lo mismo la vrdd ajajajajajaja... Ahh no lo había visto por ese punto... y creo q es un 50% y un 50% la vrdd jajajaja. Esperemos q mejoren las cosas para la rubia =/ ¬¬ si la vrdd esk si ¬¬... no m simpatiza mucho esa san ¬¬ Saludos =D





JVM escribió:Jajajajaja descubrieron los boletos gratis.... Y pues San aunque lo niegue va cayendo con Britt ....
Haber que tal le va ahora con la llegada de Rach




Hola, jajaajjaja xD jajajaajajajaja. Si, a veces yo pienso igual, pero hace algo y ya no lo creo xD ¬¬ Aquí dejo otro cap haber q nos trae! Saludos =D


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Finalizado FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 6 - P II

Mensaje por 23l1 Lun Ago 14, 2017 7:08 pm

Capitulo 6 - Parte II


Brittany se encargó de la venta de entradas sin problemas.

El flujo de gente cesó en cuanto empezó la función, y ella se sentó en las escaleras de la caravana para disfrutar de la brisa nocturna.

Miró la casa de fieras y recordó que Sinjun, el tigre, estaba ahí dentro.

Ese mismo día, mientras trataba de quitar las peores manchas de la alfombra, había pensado en él, tal vez porque pensar en el tigre era mucho más sencillo que pensaren Santana.

Sentía un inquietante deseo de echar otro vistazo al feroz animal, pero desde una distancia segura.

Un Cadillac antiguo entró en el recinto acompañado de una estela de polvo.

De él se apeó una mujer de aspecto exótico con una brillante melena castaña. Vestía un top ceñido y una falda tipo sarong con una abertura que revelaba unas largas piernas y unas sandalias de pedrería. Grandes aros dorados brillaban bajo la tenue luz entre el pelo despeinado y un par de brazaletes a juego le adornaban las delgadas muñecas.

Mientras la mujer se dirigía hacia la entrada del circo, Brittany vislumbró su cara: piel morena, rasgos bien definidos y boca enfatizada con un lápiz de labios color carmín.

Aquella mujer mostraba tal seguridad en sí misma que era imposible que fuera una visita y Brittany supo que sólo podía tratarse de Rachel Berry.

Un cliente se acercó a comprar entradas para la segunda función. Brittany charló con él unos minutos y, cuando se fue, Rachel había desaparecido.

Tan pronto como despachó a todos los que acudieron a la taquilla, Brittany comenzó a curiosear el contenido de un sobre lleno de recortes de viejos periódicos locales.

El número de Santana con el látigo era mencionado en varios artículos fechados dos años antes y no se volvía a mencionar hasta hacía un mes.

Ella sabía que los circos cambiaban las actuaciones y que los artistas iban de un lugar a otro, lo que hizo que se preguntara dónde habría actuado Santana en la época en que no viajaba con el circo de los Hermanos Berry.



Cuando acabó la primera función apareció uno de los trabajadores, un hombre joven y moreno.

—Soy Matt. San me ha enviado para que me encargue de la taquilla. Tienes que volver a la caravana para probarte un maillot.

Brittany le dio las gracias y se dirigió a la caravana.

Cuando entró, se quedó sorprendida al ver a Rachel Berry delante del fregadero lavando los platos del almuerzo rápido que Santana y Brittany habían tomado unas horas antes.

—No tienes por qué fregar eso.

Rachel se volvió y se encogió de hombros.

—No me gusta esperar sin hacer nada.

Brittany se sintió doblemente insultada: primero por no tener la cocina limpia y luego por la tardanza.

No añadiría a esos pecados ser maleducada.

—¿Te gustaría tomar una taza de té?¿O quizás un refresco...?

—No—la mujer cogió un trapo y se secó las manos—Soy Rachel Berry, pero supongo que ya lo sabes.

Al verla más de cerca, Brittany fue consciente de que la dueña del circo llevaba un maquillaje más llamativo del que ella hubiera elegido.

No es que no le quedara bien, pero combinado con aquella ropa colorida y algo provocativa junto con aquellos extravagantes complementos, resultaba evidente que sus patrones de belleza habían sido influenciados por la vida en el circo.

—Soy Brittany Pierce. O más bien Brittany López Pierce. Todavía no me he acostumbrado al cambio.

Una profunda emoción cruzó por el rostro de Rachel. Una profunda repulsión combinada con una hostilidad casi palpable. Al momento, Brittany supo que Rachel Berry no sería su amiga.

Se obligó a permanecer inmóvil bajo el frío escrutinio de Rachel.

—A San le gusta comer bien. Apenas tienes nada en la nevera.

—Lo sé. Aún no me he organizado.

No tuvo valor de señalarle a Rachel que no estaba bien andar fisgoneando.

—Le gustan los espaguetis y la lasaña, y le encanta la comida mexicana. Pero no malgastes el tiempo haciéndole postres. No le gustan los dulces, salvo en el desayuno.

—Gracias por decírmelo—notó que se le volvía el estómago.

Rachel pasó la mano por el desconchado mostrador.

—Este lugar es horrible. San inició la gira en una caravana nueva, pero se deshizo de ella la semana pasada y comenzó a utilizar ésta aunque me ofrecí a conseguirle algo mejor.

Brittany no pudo ocultar la tristeza que la embargó.

¿Por qué había insistido Santana en vivir en un sitio así si no tenía por qué hacerlo?

—Pienso arreglarlo—dijo ella, aunque la idea no se le había pasado por la cabeza hasta ese momento.

—La mayoría de las personas quieren que su esposa o esposo disfrute de todas las comodidades posibles. Me sorprende que San rechazara mi oferta.

—Seguro que tenía sus razones.

Rachel examinó la figura de Brittany.

—No tienes ni idea de cómo manejarla, ¿verdad?

Rachel parecía dispuesta a pelear como el perro y el gato, pero Brittany sabía quién de las dos saldría perdiendo, así que señaló los dos maillots de lentejuelas que había en el respaldo de la silla.

—¿Son esos maillots los que tengo que probarme?

Rachel asintió con la cabeza.

Brittany cogió el de arriba y se dio cuenta de que no era más que un trozo de tela azul marino bordado con lentejuelas.

—Tengo la sensación de que me cubrirá muy poco.

—Ésa es la idea. Esto es el circo. El público espera ver una buena porción de piel.

—¿Y tiene que ser de la mía?

—No estás gorda. No veo el problema.

—No tengo precisamente un cuerpo diez. Jamás ha hecho deporte.

—Es cuestión de tener un poco de disciplina.

—Sí, bueno, ahora que lo dices, tampoco sé qué es eso.

Rachel la observó con aire crítico, esperando evidentemente que la esposa de Santana López enderezara la espalda. Pero después de haber vivido con su mamá, Brittany sabía cuándo no debía chocar con una experta en discusiones.

La sinceridad era la única defensa contra los expertos en malicia.

Entró en el cuarto de baño y se quitó toda la ropa menos las bragas, pero cuando se puso aquella prenda diminuta se dio cuenta de que el corte de la pierna era tan alto que se veían.

Volvió a desnudarse y empezó de nuevo.

Cuando acabó, se miró en el espejo y se sintió como una prostituta. Dos tiras verticales con lentejuelas de color azul le cubrían los pechos, y otra tira horizontal más ancha las cruzaba.

El cuerpo del maillot no era más que un fino velo de red plateada. Rachel ni siquiera había incluido unas mallas.

—Creo que no puedo salir con esto—exclamó a través de la puerta.

—A ver...

Brittany salió.

—Es demasiado...—sus palabras quedaron interrumpidas cuando vio a Santana delante del fregadero vestida de cosaco.

Quiso volver corriendo al baño y, si Rachel no hubiera estado ahí, lo hubiera hecho.

¿Por qué tenía que aparecer cuando estaba vestida de esa manera?

—Acércate para que podamos verte—dijo Santana.

Brittany dio un paso adelante de mala gana. Rachel se puso al lado de Santana. Las dos se quedaron en silencio y Brittany tuvo la sensación de ser una intrusa.

Santana no dijo nada, pero la escrutó de tal manera que ella se sintió desnuda.

—Date la vuelta—ordenó Rachel.

Brittany se sentía como una prostituta expuesta ante un cliente por la madame de turno.

Aunque el espejo del cuarto de baño era muy pequeño, sabía de sobra como le quedaba el maillot por detrás y se hacía una buen idea de lo que ellos estaban viendo: dos nalgas redondas, desnudas salvo en el lugar donde se unían y que estaba cubierto por un trozo de tela.

Ruborizada se dio la vuelta de nuevo.

—Es un espectáculo para familias—dijo Santana—No quiero que salga así.

Rachel se acercó a ella y comenzó a desatar el corpiño.

—Tienes razón. No tiene atributos suficientes para llenarlo adecuadamente. Fuera.

Brittany sintió las manos de la mujer en el cuello.

—Veamos si el otro te queda mejor—Rachel abrió el maillot sin avisar y se lo bajó, dejando a Brittany desnuda hasta la cintura.

Con una exclamación ahogada, Brittany agarró el charco de lentejuelas y la red que se le habían deslizado hasta el vientre, pero tenía los dedos torpes y fue como intentar atrapar aire.

Miró a Santana.

La morena estaba apoyada contra el fregadero, con los tobillos cruzados y las manos apoyadas en el mostrador que tenía detrás. Brittany le suplicó en silencio que apartara la vista, pero no dejó de mirarla fijamente.

—Por Dios, Brittany, te sonrojas como una virgen—los labios de Rachel se curvaron en una sonrisa—Me sorprende que te acuestes con San y aún recuerdes cómo sonrojarte.

Las joyas brillaron en el cinturón de cosaco de Santana cuando éste dio un paso adelante.

—Ya basta, Rachel. Déjala en paz.

Rachel se dio la vuelta para coger el otro maillot.

Santana se interpuso entre las dos mujeres, casi como si quisiera ocultar la desnudez de Brittany, lo que era ridículo, ya que era de la morena de quien ella quería esconderse.

—Dámelo—las mangas flojas de la camisa blanca ondearon cuando arrancó el maillot de lentejuelas rojas de las manos de Rachel. La miró y se lo dio a Brittany—Éste está mejor. Mira a ver si te sirve.

Ella cogió el maillot y entró corriendo en el cuarto de baño. Cuando hubo cerrado la puerta, se apoyó contra ella e intentó respirar con normalidad, pero le palpitaba el corazón y le ardía la piel.

«Te has criado con una mamá que tomaba el sol desnuda. Esto no es para tanto.»

Quizá no, pero le molestaba.

Finalmente se puso el maillot, y vio con alivio que la cubría algo más que el otro.

Las lentejuelas rojas, en forma de lengua de fuego, trepaban desde la entrepierna hasta el corpiño, donde se pegaban a sus pechos de manera irregular y dentada. Las aberturas de la pierna llegaban casi hasta la cintura, mostrando una buena porción de piel.

Abrió la puerta y salió a regañadientes del baño. Al menos le cubría la cintura.

Sólo estaba Santana, apoyada en el borde de la mesa con la cadera. Brittany tragó saliva.

—¿Dónde está Rachel?

—Tenía que hablar con Mike. Date la vuelta.

Ella se mordisqueó el labio inferior y no se movió.

—Han sido amantes, ¿verdad?

—Ahora ya no. De cualquier manera es algo que no te incumbe.

—Parece que todavía le importa.

—Rachel me odia.


A pesar de todo lo que Santana decía del orgullo, no había lo que era el honor o nunca se habría dejado comprar por su papá. Pero Brittany tenía que saber una cosa.

—¿Estaba casada con Brody Weston cuando estabas liada con ella?

—No. Ahora deja de cotillear y deja que te vea por detrás.

—Querer saber más cosas de ti no es cotillear. Por ejemplo, he estado mirando unos recortes viejos de periódico y he observado que no hiciste la gira con el circo de los Hermanos Berry el año pasado. ¿Por qué?

—¿Qué más da?

—Me gustaría saberlo.

—Eso no es asunto tuyo.

Santana era la persona más reservada que Brittany hubiera conocido en su vida y sabía que no le sacaría nada más.

—No me gusta este maillot. No me gusta ninguno de los dos. Me siento vulgar.

—Pareces una artista.

Dado que ella no se dio la vuelta como la morena le había pedido, Santana se puso a su espalda. La joven odió verse expuesta de esa manera y se apartó al sentir que la morena le tocaba el hombro.

—Quédate quieta—Santana le agarró la cintura con la otra mano—Éste no podrá ser criticado ni por los más conservadores.

—Enseña demasiado.

—No es para tanto. Las demás mujeres llevan puestos maillots más pequeños y no les quedan tan bien como te queda a ti éste.

Santana se había acercado tanto que los pechos de Brittany rozaron contra la suave tela de su camisa cuando se volvió hacia ella.

La joven se estremeció.

—¿De verdad crees que me queda bien?

—¿Buscas un cumplido?

Ella asintió con la cabeza, sintiendo que se le debilitaban las rodillas.

Santana bajó la mano que había colocado en la cintura de la joven, deslizándola por el borde inferior del maillot y ahuecándole las nalgas.

—Considérate elogiada—la voz de Santana contenía una nota áspera.

Unas llamaradas ardientes recorrieron a Brittany de los pies a la cabeza. Se apartó un poco; no porque quisiera escabullirse, sino porque deseaba demasiado quedarse donde estaba.

—No nos conocemos.

Sin apartar la mano de donde estaba, Santana inclinó la cabeza y le acarició el cuello con la nariz, calentándole la piel con el susurro de su aliento en la oreja.

—Estamos casadas. Con eso basta.

—Sólo es un acuerdo legal.

Santana se echó hacia atrás y ella pudo ver las motas ambarinas brillando en sus ojos.

—Creo que es el mejor momento para hacer oficial nuestro acuerdo, ¿no crees?

A Brittany se le aceleró el corazón y supo que no podía haberse escapado aunque hubiera querido.

Levantó la mirada y sintió como si todo se hubiera desvanecido y no existiera nada más que ellas dos.

La boca de Santana le pareció extrañamente tierna a pesar de su gesto duro. Abrió los labios y cubrió los le ella con suavidad. Al mismo tiempo, le apretó las nalgas y la estrechó aún más contra su cuerpo.

Cuando Santana amoldó la boca a la suya, Brittany experimentó un momento de asombro.

Los labios de su esposa eran tiernos y suaves en contraste con el resto de su persona.

Brittany le ofreció la boca dado que no podía hacer otra cosa.

Santana le acarició el labio inferior y le rozó la punta de la lengua con la suya. La sensación la hizo sentirse ligeramente mareada y rodeó la cintura de Santana con los brazos, sintiendo la sedosa tela de la camisa bajo los dedos; luego le deslizó las palmas por las nalgas.

La morena gimió contra la boca de la rubia.

—Dios mío, te deseo—dijo, y acto seguido su lengua descendió en picado sobre la de ella.

El beso se hizo salvaje.

Santana la alzó contra ella y la empujó hacia atrás, subiéndola a la encimera. Brittany se aferró a su espalda para no perder el equilibrio. Santana se colocó entre sus piernas y las joyas del cinturón de cosaco se clavaron en el interior de los muslos de Brittany.

Sus lenguas se acariciaron.

El suave gemido de la rubia resonó como un eco en la cálida boca de la morena.

Brittany sintió las manos de Santana en la nuca y luego se apartó para bajarle el maillot hasta la cintura.

—Eres preciosa—gimió, mirándola.

Le ahuecó los pechos con las palmas de las manos y le rozó los pezones con los pulgares, provocando ramalazos de placer en el cuerpo de Brittany.

Comenzó a besarla de nuevo mientras jugueteaba con ellos. Ella se agarró a los brazos de Santana.

La morena abandonó los senos de Brittany y le recorrió la parte trasera de los muslos hasta las nalgas desnudas.

Era demasiado para la rubia.

El roce de las joyas del cinturón en los muslos... la suave caricia de sus manos...

—¡Cinco minutos para la función!—alguien golpeó con fuerza la puerta de la caravana—¡Cinco minutos, San!

Brittany se bajó de un salto del mostrador como una adolescente culpable y, dándole la espalda, se subió el maillot con nerviosismo.

Se sentía ardiente, agitada y... terriblemente irritada.

¿Cómo podía estar tan ansiosa por entregarse a una mujer que casi nunca le decía una palabra amable?

¿Una mujer que no respetaba los votos que hacía?

Salió disparada hacia el cuarto de baño, pero se detuvo al oír la voz suave y ronca de Santana.

—No te molestes en preparar el sofá esta noche, cara de ángel. Dormiremos juntas.





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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Lun Ago 14, 2017 9:32 pm

Hola morra....

Jajaja... San "cuidando" a britt de rachel...
Ya va a ser muy difícil para san controlar se ahora mas que la probó... Y britt ni se diga jajaja...
A ver como termina la noche??

Nos vemos!
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Mensaje por JVM Mar Ago 15, 2017 12:47 pm

Concuerdo con Britt respecto a que Rach aun siente algo por San ....
Y pues las interrumpieron ... Haber si pasa algo en la noche .....
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Mensaje por 23l1 Mar Ago 15, 2017 7:08 pm

3:) escribió:Hola morra....

Jajaja... San "cuidando" a britt de rachel...
Ya va a ser muy difícil para san controlar se ahora mas que la probó... Y britt ni se diga jajaja...
A ver como termina la noche??

Nos vemos!



Hola lu, algo es algo, no¿? quizás son los primeros pasos... ojala! jajajaaj. Ojala sea así jajajaaj sería lo mejor! jajajajaaj... esperemos y tampoco ajajajaj. Aquí dejo otro cap para saberlo! Saludos =D




JVM escribió:Concuerdo con Britt respecto a que Rach aun siente algo por San ....
Y pues las interrumpieron ... Haber si pasa algo en la noche .....



Hola, yo tmbn lo pienso y creo... espero q no sea así xq sería otra complicación! Esk el destino sigue jugando con ellas y de todas las maneras. Aquí dejo otro cap para saberlo. Saludos =D


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Finalizado FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 7 - P I

Mensaje por 23l1 Mar Ago 15, 2017 7:10 pm

Capitulo 7 - Parte I



Mientras Rachel comprobaba la recaudación y hojeaba un montón de periódicos en la oficina, Brittany vendió las entradas de la segunda función.

Lo hizo de una manera mecánica, sonriéndoles a los clientes automáticamente, pero, aunque habló sin parar, sólo podía pensar en el apasionado beso que había compartido con Santana y apenas prestó atención a lo que la gente decía.

Se derretía ante el recuerdo, pero al mismo tiempo se sentía avergonzada.

No debería haberse entregado a Santana con tal abandono cuando la morena no sentía ningún respeto por su matrimonio.

En cuanto dejó de sonar la música de la presentación del espectáculo, Rachel abandonó el vagón rojo sin decir ni una palabra y Brittany cerró la taquilla.

Se encontraba contando el efectivo del cajón de la recaudación cuando apareció Kitty. Llevaba puesto un maillot de lentejuelas doradas; el recargado maquillaje hacía que pareciera mayor de lo que era.

Cinco aros rojos le colgaban de la muñeca como si fueran pulseras gigantescas y Brittany se preguntó si iría a algún lugar sin ellos.

—¿Has visto a Rachel?

—Se fue hace unos minutos.

Kitty miró a ambos lados para cerciorarse de que estaban solas.

—¿Me das un cigarrillo?

—Me fumé el último esta mañana. Es un vicio horrible y además caro. Te arrepentirás de engancharte a él, Kitty.

—Aún no lo he hecho. Fumo sólo por distraerme—Kitty se paseó por la oficina, tocando el escritorio, la parte superior del archivador, hojeando el calendario de la pared.

—¿Sabe tu mamá que fumas?

—¿Acaso vas a decírselo?

—No he dicho eso.

—Bueno hazlo si quieres—repuso en tono agresivo—De todos modos volverá a enviarme con la tía Frannie.

—¿Vives con ella?

—Sí. Pero tiene cuatro niños y la única razón por la que está dispuesta a acogerme es el dinero que le envía mamá. Además, así tiene una canguro gratis para el bebé. Mi mamá no puede ni verla—su expresión se volvió amarga—, Pero mi sólo quiere deshacerse de mí.

—No creo que sea así.

—Y tú qué sabes. A ella sólo le importan mis hermanos. Rachel dice que no es culpa mía, sino que Quinn no sabe cómo tratar a las mujeres, además de ella misma, con las que no se puede acostar, pero sé que lo dice para que me sienta mejor. Creo que sí fuera buena con los malabarismos, ella dejaría que me quedara.

Ahora comprendía Brittany por qué Kitty siempre llevaba los aros consigo.

Estaba tratando de ganarse el afecto de su mamá. Brittany lo sabía todo sobre cómo intentar complacer a un padre y lo lamentó por esa jovencita con cara de duende y boca sucia.

—¿Has hablado con ella? Quizá si supiera cómo te sientes no te haría volver con tus tíos.

Ella puso su cara de chica dura.

—Como si fuera a importarle. Y mira quién va a darme consejos. Todo el mundo habla de ti. Dicen que San se casó contigo porque estás embarazada.

—Eso no es cierto—repuso Brittany, pero antes de que pudiera añadir nada más, sonó el teléfono y se volvió para contestar—Circo de los Hermanos Berry...

—Con San López, por favor
—dijo una voz masculina.

—Lo siento, en este momento no está aquí.

—¿Podría decirle que la llamó Will Schuester? Ya tiene mi número. Y dígale también que el doctor Bryanl está intentando ponerse en contacto con ella.

—Le daré el recado
—colgó y se preguntó quiénes serían esas personas mientras anotaba el mensaje para Santana.

Había demasiadas cosas sobre la morena que no sabía y no parecía que se las fuera a contar.

Kitty se había ido mientras hablaba por teléfono. Con un suspiro, cerró con llave el cajón de la recaudación, apagó las luces y salió de la caravana.

Los trabajadores ya habían desmantelado la casa de fieras y Brittany pensó en el tigre.

Se encaminó hacia el lugar donde estaba situada la jaula, dejándose llevar hacia ahí como si no tuviera ningún control sobre su destino.


La jaula estaba situada sobre una pequeña plataforma a un metro de altura. La luz de los reflectores iluminaba el interior. A Brittany le latía con fuerza el corazón mientras se acercaba lentamente.

Sinjun se levantó y se giró hacia ella.

La joven se quedó paralizada ante el impacto de esos ojos dorados. La mirada del tigre era hipnótica, directa, sin parpadeos. Sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda y cómo se ahogaba en los ojos dorados del animal.

«El destino.»

La palabra atravesó la mente de Brittany como si no fuera ella quien la hubiera puesto ahí, sino el tigre.

«El destino.»

No fue consciente de lo mucho que se había acercado a la jaula hasta que percibió el olor almizcleño del animal, un aroma que debería de haber sido desagradable pero que, sin embargo, no lo era.

Se detuvo a menos de un metro de los barrotes y se quedó inmóvil. Los segundos dieron paso a los minutos y Brittany perdió la noción del tiempo.

«El destino.»

La palabra volvió a resonar en la mente de la joven.

El tigre era un macho enorme, tenía las patas gigantescas y una marca blanca en la parte inferior del cuello.

Brittany comenzó a temblar cuando el aplastó las orejas dejando a la vista las ovaladas marcas blancas de estas; de alguna manera ella supo que aquel era un gesto de amistad.

El tigre desplegó los bigotes y le ensenó los dientes. El sudor se deslizó entre los pechos de Brittany cuando el animal emitió un rugido; el sonido diabólico de una película de terror.

No pudo apartar la vista del tigre, aunque supo que era eso lo que él quería.

El animal le lanzaba una mirada de desafío: ella debía apartar la vista primero. Y Brittany quería hacerlo —no era su intención desafiar al tigre, pero se había quedado paralizada.

Los barrotes parecieron desvanecerse entre ellos y ella sintió como si no tuviera ninguna protección ante él.

El tigre podía abrirle la garganta de un zarpazo, pero aun así, Brittany no podía moverse. Miró directamente a los ojos del animal y sintió como si éste le leyera el alma.

Pasó el tiempo.

Los minutos.

Las horas.

Los años.

Con ojos que no parecían suyos, Brittany vio sus propias debilidades y defectos; los miedos que la mantenían prisionera.

Se vio en su privilegiada vida, doblegándose ante voluntades más fuertes que la suya, asustada de enfrentarse a cualquiera, intentando complacer a todo el mundo menos a sí misma.

Los ojos del tigre le revelaron todo lo que quería mantener oculto.

Y luego parpadeó.

El tigre.

No ella.

Brittany observó con asombro cómo desaparecían las marcas blancas de las orejas. El animal estiró su enorme cuerpo y se dejó caer sobre el suelo de la jaula, desde donde la miró con gravedad y le dio su veredicto:

«Eres débil y cobarde.»

Brittany comprendió la verdad que le dictaban los ojos del tigre, y la sensación de victoria por haber sido capaz de sostenerte la mirada se evaporó dejándole las piernas débiles y flojas.

La joven se hundió en la hierba, donde se sentó en silencio y se abrazó las rodillas, observando al animal sin miedo, aunque con cierto recelo.

Oyó la música que anunciaba el fin del espectáculo, las voces de los trabajadores que iban de un lado para otro del recinto y los sonidos habituales mientras recogían los puestos.

Casi no había dormido la noche anterior y se fue adormeciendo poco a poco.

Se le cayeron los párpados, pero no llegó a cerrarlos por completo. Apoyó la mejilla en las rodillas y continuó observando al tigre con los ojos entrecerrados mientras él le sostenía la mirada.

Estaban solos en el mundo; dos almas perdidas.

Brittany percibió cada latido. El aire le llenaba los pulmones y el miedo se evaporó lentamente. Experimentó un profundo sentimiento de paz.

El alma de la joven se unió a la del animal y se convirtieron en uno solo; en ese momento podría haber sido la comida y el sustento del animal, porque no existía ninguna barrera entre ellos.

Y entonces, más rápidamente de lo que hubiera podido imaginar, la paz se rompió y se sintió golpeada por una explosión de dolor que la hizo gemir.

En el fondo de su mente supo que ese dolor provenía del tigre, no de ella, pero eso no hizo que le doliera menos.

«Santo Dios.»

Se agarró el estómago y se dobló sobre sí misma.

¿Qué le estaba ocurriendo?

«¡Dios mío, haz que se detenga!»

No podía soportarlo.

Cayó de bruces en el suelo y en ese momento supo que iba a morir. Tan bruscamente como había empezado, el dolor desapareció. Respiró hondo y se puso de rodillas temblando.

Los ojos del tigre ardieron de furia contenida.

«Ahora sabes cómo se siente un cautivo.»







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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Mar Ago 15, 2017 7:29 pm

Hola morra...

JO DE ME.... Britt se impregnó con el trigre... Esto va a estar bueno!!!
A ver que pasa ahora...??? Espero que de cierta forma ayude a britt para bien!!

Nos vemos!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo

Mensaje por micky morales Mar Ago 15, 2017 7:57 pm

Bastante interesante la empatia entre britt y el tigre, algunos misterios que develar en ese circo!!!!
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