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[Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
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JVM
micky morales
23l1
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Jajajaaj Britt metio la pata despues de semejante noche!! !
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
ja, por lo menos ahora santana no pensara que la esclava del circo tambien era una zorra!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Por dios Santana no sintió !!!! ..... Pero bueno ahora lo sabe solo espero que le crea, porque este momento fue muy especial para Britt
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Hola morra...
Jodrr cuando te traiciona el inconcinte... Jajaja
No se... Si san quiere un matrimonio de 6 meses!!! Por que mencionar lo de los óvulos congelados en el banco!!???
A ver como reacciona san ahora que ya sabe que britt ya no es virgen? Cambiara en algo?? Por lo menos!
Nos vemos!!!
Jodrr cuando te traiciona el inconcinte... Jajaja
No se... Si san quiere un matrimonio de 6 meses!!! Por que mencionar lo de los óvulos congelados en el banco!!???
A ver como reacciona san ahora que ya sabe que britt ya no es virgen? Cambiara en algo?? Por lo menos!
Nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
monica.santander escribió:Jajajaaj Britt metio la pata despues de semejante noche!! !
Saludos
Hola, jaaajajjajajajaja un poco la vrdd..., pero suele pasar¿? no¿? a bueno xD Saludos =D
micky morales escribió:ja, por lo menos ahora santana no pensara que la esclava del circo tambien era una zorra!!!!!
Hola, bn ai, viendo el lado bueno de las cosas. Muy bn! Y toda la razón! Saludos =D
JVM escribió:Por dios Santana no sintió !!!! ..... Pero bueno ahora lo sabe solo espero que le crea, porque este momento fue muy especial para Britt
Hola, al parecer nones =/ Tiene que! xD tuvo pruebas concisas jajajaaj. Si que lo fue... espero q en el fondo para san tmbn. Saludos =D
3:) escribió:Hola morra...
Jodrr cuando te traiciona el inconcinte... Jajaja
No se... Si san quiere un matrimonio de 6 meses!!! Por que mencionar lo de los óvulos congelados en el banco!!???
A ver como reacciona san ahora que ya sabe que britt ya no es virgen? Cambiara en algo?? Por lo menos!
Nos vemos!!!
Hola lu, si!!!!!! es un loquilo! jajajaajajaj. Mmm interesante... y como bn dijiste, el inconciente traiciona! y kizas ai algo en esas palabras. Esperar q sea de la mejor manera... es muy loco, no¿? Espero y si, al menos su trato =/ Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 11 - Parte I
Capitulo 11 - Parte I
—¿Qué has dicho?—Santana se incorporó sobre ella con rapidez.
Brittany quiso morderse la lengua.
¿Cómo podía habérsele escapado aquello?
Había estado tan somnolienta y feliz que había pensado en voz alta.
—N-nada—tartamudeó—, No he dicho nada.
—Te he oído claramente.
—Entonces, ¿para qué preguntas?
—Has dicho que ya no eres virgen.
—¿En serio?
—Brittany...—la voz de Santana tenía un ominoso tono de advertencia—¿Lo has dicho literalmente?
Ella intentó adoptar un tono de superioridad.
—No es asunto tuyo.
—Bobadas—saltó fuera de la cama, agarró los vaqueros y la camisa y se los puso como si fuera obligatorio poner algún tipo de barrera entre ellas. Se giró para enfrentarse a ella—Dime, ¿a qué estás jugando?
Brittany no pudo evitar fijarse en que la no se había abrochado la camisa y tuvo que obligarse a apartar la vista de los tentadores pechos.
—No quiero hablar de eso.
—¿No esperarás en serio que crea que eras virgen?
—Claro que no. Tengo veintiséis años.
Santana se pasó la mano por el pelo y se paseó de un lado a otro del estrecho espacio que había a los pies de la cama. Parecía como si no la hubiera oído.
—He notado que eras muy estrecha. He creído que era porque había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuviste con alguien, pero nunca hubiera imaginado.... ¿Cómo coño has llegado a los veintiséis años sin echar un polvo?
Ella se incorporó bruscamente.
—No es necesario usar esa clase de lenguaje. ¡Quiero que te disculpes ahora mismo!
La morena la miró como si se hubiera vuelto loca.
Ella le sostuvo la mirada. Si Santana pensaba que se iba a acobardar, podía esperar sentado.
Durante los años que había vivido con Holly había oído suficientes palabras obscenas para toda una vida y no pensaba dejar pasar aquel tema por alto.
—Estoy esperando.
—Responde a la pregunta.
—Después de que te disculpes.
—¡Lo siento!—gritó la morena, perdiendo su rígido control—O me dices la verdad ahora mismo o voy a estrangularte con las medias y a arrojar tu cuerpo en una zanja al lado de la carretera después de pisotearlo.
Como disculpa no valía mucho, pero Brittany no esperaba conseguir nada mejor.
—No soy virgen—repuso con suavidad.
Por un momento, Santana pareció aliviada, luego la miró con suspicacia.
—No eres virgen ahora, pero ¿lo eras cuando entraste en la caravana?
—Puede que lo fuera—masculló ella.
—¿Puede que lo fueras?
—Vale, lo era.
—¡No te creo! Nadie con tu aspecto llega a los veintiséis años sin echar...
Ella le dirigió una mirada fulminante.
—...Sin hacerlo. ¡Por el amor de Dios! ¿Por qué?
Ella jugueteó con el borde de la sábana.
—Mientras crecía vi cómo mi mamá se liaba con un tío tras otro.
—¿Y eso qué tiene que ver contigo?
—La promiscuidad no es nada agradable, y me rebelé.
—¿Te rebelaste?
—Decidí ser todo lo contrario a mi mamá.
Santana se sentó a los pies de la cama.
—Brittany, tener un amante de vez en cuando no te hubiera convertido en una mujer promiscua. Eres muy apasionada. Mereces tener una vida sexual.
—No estaba casada.
—¿Y qué?
—San, yo no creo en el sexo fuera del matrimonio.
La miró anonadada.
—No creo en el sexo fuera del matrimonio—repitió—Ni para las mujeres. Ni para los hombres.
—¿Estás de coña?
—No pretendo juzgar a nadie, pero eso es lo que pienso. Si quieres reírte, adelante.
—¿Cómo puedes pensar algo así en los tiempos que corren?
—Soy hija ilegítima, San. Eso hace que vea las cosas de otra manera. Probablemente me consideres una puritana, pero no puedo evitarlo.
—Después de lo que ha pasado entre nosotras esta noche, no me atrevería a llamarte puritana—sonrió por primera vez—¿Dónde aprendiste todos esos trucos?
—¿Qué trucos?
—Lo de poner las manos contra la pared y cosas por el estilo.
—Ah, eso—notó que se sonrojaba—He leído algunos libros guarros.
—Bien hecho.
Ella frunció el ceño, preocupada.
—¿No te ha gustado? Acepto críticas constructivas. Quiero aprender, puedes decirme la verdad.
—Me ha gustado.
—Pero quizá no he sido lo suficientemente imaginativa para ti—Brittany pensó en los látigos—Para ser sincera, no creo que pueda ser mucho más atrevida. Y deberías saber que el sadomasoquismo no es lo mío.
Por un momento Santana pareció confundida, luego sonrió.
—¿Te dan miedo los látigos?
—Es difícil no pensar en ellos cuando los veo por todas partes.
—Supongo que tan difícil como me resulta a mí pensar que alguien tan interesado en el sexo fuera todavía virgen.
—No dije que estuviera interesada. Sólo estaba tratando de que nos entendiéramos. Y en lo que se refiere a mis creencias, poco antes de morir mi mamá tenía amantes más jóvenes que yo. De verdad que lo odiaba.
Santana se levantó de la cama.
—¿Por qué no me has dicho que eras virgen?
—¿Hubiera cambiado algo?
—No sé. Tal vez. Sin duda alguna no hubiera sido tan ruda.
Brittany abrió los ojos con sorpresa.
—¿Estabas siendo ruda?
Santana relajó las duras líneas de su boca. Se sentó al lado de ella y le pasó el pulgar por los labios.
—¿Qué voy a hacer contigo?
—Tengo una idea, pero a lo mejor no te gusta.
—Dime.
—¿Podríamos... no sé exactamente cuánto tiempo lleva recuperarse, pero... cuando lo hagas...?
—¿Estás intentando decir que te gustaría repetir?
—Sí.
—Está bien, cariño—sonrió, pero parecía preocupada—Supongo que alguien que ha esperado tanto, tiene que recuperar el tiempo perdido.
Brittany abrió los labios, ansiosa por besarla, pero la morena retiró la sábana y la avergonzó diciéndole que no haría nada hasta asegurarse de que estaba bien.
Ignorando las protestas de la joven, Santana se deshizo de las medias e hizo justo lo que le había dicho. Cuando finalmente comprobó que no le había hecho daño, comenzó a seducirla de nuevo.
La lluvia repiqueteaba contra las ventanas y, después de amarse, Brittany se hundió en el primer sueño reparador en meses.
Apenas había amanecido cuando la morena comenzó a agredirla verbalmente.
Y todo porque la morena la había distraído antes de que ella hubiera tenido tiempo de explicarle un pequeño detalle.
—Pensé que sabías lo que decías. ¡Lo pensé! Dios mío, qué asna soy. Merezco estar casada contigo. ¿Cómo pude pensar que estabas bien informada sobre eso cuando no haces nada a derechas?
Después de la tierna magia de la noche anterior, aquel ataque era doblemente hiriente.
Al principio, la cólera de Santana había sido fría y calmada, pero ahora era como si hubiera estallado una válvula a presión.
—¿No podías terminar de explicármelo?—despotricó Santana—No, claro que no. Hubiera sido demasiado lógico.
Ella parpadeó ante la dureza de sus ojos y se odió a sí misma con todas sus fuerzas por no ser el tipo de persona capaz de devolverle los gritos.
—Cuando me dijiste que ibas a revisiones médicas, tenías que habérmelo contado todo, Brittany. ¡Tenías que haberme dicho que acababas de iniciar los controles, que no llevabas ni un control! ¿No podías habérmelo explicado todo?
Ella se clavó las uñas en las pal mas de las manos para no llorar. Al mismo tiempo se maldecía a sí misma por permitir que le hiciera eso.
—¡Contéstame de una puta vez!
El nudo en la garganta de Brittany se había vuelto tan grande que tuvo que obligarse a escupir las palabras.
—Me... dejé llevar por la p-pasión.
Parte de la tensión pareció abandonar el cuerpo de Santana, soltó un poco el acelerador y la miró con el ceño fruncido.
—¿Estás llorando?
Ella alzó la barbilla y negó con la cabeza pero, al mismo tiempo, le resbaló una lágrima por la mejilla. No podía soportar la idea de volver a llorar delante de la morena.
La joven siempre había odiado la facilidad con que se le saltaban las lágrimas.
Santana bajó el tono de voz y recobró el control.
—Brittany, lo siento—miró por el espejo retrovisor y dirigió la camioneta al arcén.
—¡No te atrevas a parar!—le dijo ella con fiereza.
Las ruedas levantaron la grava cuando Santana detuvo la camioneta, ignorando como siempre los deseos de Brittany. Intentó abrazarla, pero ella se apartó.
—¡No soy una debilucha!—le espetó mientras se enjugaba las lágrimas con furia.
—No he dicho que lo fueras.
—¡Pero lo piensas! Es cierto que lloro con facilidad, pero eso no quiere decir nada y no estoy tratando de manipularte con lágrimas. Quiero que te disculpes porque estás portándote como una imbécil, no porque esté llorando y te remuerda la conciencia.
—Definitivamente, estoy portándome como una imbécil.
—No puedo evitar llorar. Siempre he sido una persona muy emotiva. Bebés, anuncios sensibleros, baladas. Veo u oigo algo y lo siguiente que sé es que...
—Brittany estoy tratando de disculparme. Si quieres, puedes seguir llorando, pero cállate, ¿vale?
Ella sorbió por la nariz y buscó un pañuelo de papel en el bolso.
—Vale.
—No ha estado bien que te grite. Estaba enfadada conmigo misma y me he desquitado contigo. Fui yo quien te impidió explicarte anoche. Fue culpa mía. Nunca había sido tan irresponsable antes y, la verdad, no lo entiendo. Supongo que simplemente...—vaciló.
Ella se sonó la nariz.
—¿Te dejaste arrastrar por la pasión?
Santana sonrió.
—Supongo que esa es una razón tan buena como cualquier otra. Pude haberte causado algún dolor o daño. Menos mal que no soy hombre, te pude a ver embarazado.
El miedo que ella oyó en su voz hizo que quisiera llorar una vez más. Pero sólo sorbió por la nariz con seriedad.
—Estoy segura de que no. Y si lo fueras, no es el momento apropiado. Tiene que venirme la regla en un par de días, estarías a salvo otra vez.
El alivio de Santana fue casi palpable y Brittany se sintió aún más dolida.
No es que quisiera quedarse embarazada, porque no quería, pero no le gustaba que la idea lo repeliera.
Santana se pasó las manos por el pelo.
—Supongo que me vuelvo irracional cuando surge este tema, pero no puedo evitarlo. No quiero tener hijos, Brittany. Sé que te dije que tenía mis óvulos congelados, pero no es por tener un bebé. Es por cualquier cosa que me podría pasar.
—No tienes de qué preocuparte. Whitney me envió a su ginecólogo hace unas semanas.
—Vale. En todo caso tu papá sabe de mis controles y tiene los datos adecuados. De todas maneras llamaremos a mi ginecóloga para que el siguiente control sea junto al mío. Espero que lo entiendas. Cuando digo que no quiero tener hijos, quiero decir que no quiero tenerlos nunca. Sería una mamá terrible y ningún niño se merece eso. Prométeme que siempre iras a los controles y si te hago daño me dirás.
—Está bien. Y, francamente, San, me estoy cansando de que me trates como si fuera estúpida.
Santana miró el espejo retrovisor y metió la marcha antes de volver a la carretera.
—Llamare para programas una cita. Pero podemos seguir con lo nuestro.
A Brittany no le gustó que Santana diera por hecho que continuaría acostándose con ella.
—Te aseguro que no habrá necesidad.
Santana la miró.
—¿De qué?
—Actúas como si lo que sucedió anoche fuera a repetirse.
—Créeme. Volverá a repetirse.
Tanta seguridad la irritó.
—No estés tan segura.
—No finjas que no te ha gustado. Estaba ahí, ¿recuerdas?
—No estoy fingiendo. Fue maravilloso. Una de las cosas más maravillosas que me ha ocurrido en la vida. Lo que quiero decir es que tu actitud con respecto a hacer el amor deja mucho que desear.
—¿Qué le pasa a mi actitud?
—Es insultante. Sólo hay que fijarse en tu vocabulario: las palabras que usas son, definitivamente, insultantes.
—No estoy de acuerdo.
—Se supone que hacer el amor es algo sagrado.
—Se supone que es tórrido, sudoroso y divertido.
—Eso también. Pero sigue siendo un acto sacrosanto.
—¿Sacrosanto?—la miró con incredulidad—¿Cómo es posible que alguien que creció rodeada de parásitos sociales y estrellas de rock haya salido así de puritana?
—¡Lo sabía! Sabía que pensabas que soy puritana, pero anoche no fuiste lo suficientemente sincero como para admitirlo.
—Ya entiendo. Estás intentando sacarme de quicio a propósito. Oiga lo que diga te cabrearás igualmente conmigo, ¿no?—le dirigió una mirada exasperada.
—No intentes hacerte la inocente conmigo. Eres demasiado borde para eso.
Santana volvió la cabeza y, para sorpresa de Brittany, parecía muy dolida.
—¿De verdad crees que soy borde?
—No lo eres todo el rato—admitió—Pero sí la mayor parte del tiempo. Casi siempre, en realidad.
—Cualquiera del circo te dirá que soy la gerente más imparcial que han conocido.
—Eres imparcial—hizo una pausa—Con todos menos conmigo.
—He sido justa contigo—vaciló—Bueno, tal vez no lo fui el día de la fiesta sorpresa, pero aquello me pilló desprevenida y... eso no me excusa, ¿verdad? Lo siento, Brittany. No debería haberte humillado de aquella manera.
Ella la observó, luego asintió con la cabeza.
—Acepto tus disculpas.
—Y no fui borde anoche.
—Preferiría no hablar de lo que pasó anoche. Y quiero que me prometas que no intentarás seducirme de nuevo esta noche. Tengo que reflexionar y pienso hacerlo en el sofá.
—No sé qué tienes que pensar. No crees en el sexo fuera del matrimonio, pero estamos casadas, así que, ¿cuál es el problema?
—Nuestro matrimonio es un «acuerdo legal»—señaló con suavidad—Hay una sutil diferencia.
Santana masculló una obscenidad especialmente desagradable. Antes de que pudiera recriminárselo, giró a la derecha bruscamente y entró en el aparcamiento de camiones de una estación de servicio.
Esta vez la camarera era hosca y de mediana edad, así que Brittany no tuvo ningún problema en dejarla sola para ir al servicio.
Debería habérselo pensado mejor, ya que cuando salió la morena había entablado conversación con una atractiva rubia que estaba sentada en la mesa de al lado.
Brittany sabía que la morena la había visto salir del baño, pero aun así vio cómo la rubia cogía su taza de café y se sentaba al lado de su esposa.
Sabía por qué Santana hacía eso.
Quería asegurarse que ella no le daba importancia a lo que había sucedido entre ellas.
Brittany apretó los dientes.
Tanto si Santana López quería admitirlo como si no, era una mujer casada, y ningún flirteo del mundo cambiaría eso.
Vio un teléfono público en la pared, no lejos de la mesa donde la rubia admiraba a su esposa. En cuanto controló su temperamento, descolgó el teléfono y lo mantuvo apretado contra la oreja mientras contaba hasta veinticinco.
Finalmente, se volvió hacia la morena y exclamó:
—¡San, querida! ¡¿A que no lo adivinas?!
La morena levantó la cabeza y la miró con cautela.
—¡Buenas noticias!—canturreó—¡El médico dice que esta vez serán trillizos!
Santana volvió a dirigirle la palabra cuando llegaron al nuevo recinto.
Cuando bajó de la camioneta y empezó a desenganchar la caravana, le dijo a Brittany que no volvería a trabajar con los animales. Que debía dedicarse a cosas más ligeras, como ordenar el vestuario y, claro está, aparecer en el desfile todas las noches.
Ella la miró con el ceño fruncido.
—Pensaba que te alegraría no tener que trabajar tan duro—dijo Santana—¡Qué es lo que te parece mal ahora?
—¿Por qué has esperado hasta esta mañana para aligerar mis tareas?
—Por ninguna razón en particular.
—¿Segura?
—Déjate de rodeos y dime qué estás pensando.
—Me siento como una prostituta a la que están pagando por los servicios prestados.
—Vaya ridiculez. Había tomado la decisión antes de que nos acostáramos juntas. Además, quién dice que tendría que pagarte. Creo sin duda alguna que mi actuación fue buenísima.
Ella no picó el anzuelo.
—Dije que me ocuparía de las fieras y eso es lo que haré.
—Y yo te digo que no tienes por qué hacerlo.
—Y yo digo que quiero hacerlo.
Era cierto.
Tras su experiencia con los elefantes, sabía que sería un trabajo duro, pero no podía ser peor de lo que ya había sido.
Había sobrevivido.
Había recogido estiércol hasta que le salieron ampollas en las manos, había transportado pesadas carretillas y había sido golpeada por malhumorados elefantitos. Se había enfrentado al miedo y todavía seguía en pie —magullada, tal vez— pero con la cabeza bien alta.
Santana la miró con una mezcla de incredulidad y algo que casi parecía admiración, aunque Brittany sabía que no podía ser eso.
—¿Por qué no me haces caso y dejas correr el tema?
Brittany se mordisqueó el labio inferior y frunció el ceño.
—Mira, no sé qué me deparará el futuro, me limito a vivir el día a día. Ahora mismo lo único que tengo claro es que tengo que hacerlo.
—Brittany, es demasiado trabajo.
—Lo sé—sonrió—Por eso tengo que hacerlo.
Santana la observó un buen rato y luego, para sorpresa de Brittany, movió la cabeza y la besó.
Ahí mismo, en mitad del recinto, con todos yendo de un lado para otro, con Quinn y sus hijos ensayando sus saltos acrobáticos y Kitty haciendo equilibrios a su lado.
En medio de todo eso le dio un beso largo y profundo.
Cuando se separaron, ella se sentía débil y jadeante.
Santana levantó la cabeza y miró a su alrededor. Brittany esperaba que se sintiera avergonzada por aquella exhibición pública, pero no lo parecía.
Quizás intentaba compensar el incidente de la fiesta sorpresa, o tal vez sus motivaciones fueran más complicadas pero, sin importar cuál fuera la razón, había dejado claro a todo el que quisiera mirar que ella significaba algo para la morena.
Brittany tuvo poco tiempo para pensar en el tema cuando emprendió sus tareas en la casa de fieras.
Poco después apareció un joven llamado Sebastián Smythe que dijo que Santana le había enviado para ayudarla con el trabajo más pesado.
Brittany le mandó poner la jaula de Sinjun a la sombra y meter dentro un poco de heno, después le dijo que podía marcharse.
Por suerte, Lollipop no intentó escupirle de nuevo, pero aun así Brittany se mantuvo alejada de la llama.
Además de Lollipop, Sinjun y Chester, en la casa de fieras también había un leopardo llamado Fred, un buitre con las alas cortadas y una gorila. Había también una boa pero, para alivio de Brittany, la serpiente se había convertido en la mascota de Tina y vivía en su caravana cuando no estaba en la exhibición.
Siguiendo las escuetas instrucciones de Artie, Brittany alimentó a los animales y después comenzó a limpiar las jaulas, empezando por la de Sinjun.
El tigre la miraba con aire condescendiente cuando comenzó a remojarlo con la manguera, como si le estuviera otorgando el privilegio de servirlo.
—No me gustas—murmuró ella empapándolo de agua.
«Mentirosa.»
Ella casi dejó caer la manguera.
—Deja de hacer eso—siseó—Deja de meterte en mi mente.
El tigre bostezó y se estiró bajo el chorro de agua, haciéndola sentir increíblemente tonta.
Cuando terminó de duchar a Sinjun, volvió a la carpa y miró a la gorila que recibía el nombre de Glenna y ocupaba la jaula de la esquina.
Sus ojos color chocolate parecían tristes y le sostuvieron la mirada cuando la observó a través de los barrotes oxidados de aquella vieja jaula que parecía demasiado pequeña para ella.
Algo en la tranquila resignación del animal enterneció a Brittany, que se acercó a la jaula.
Glenna se sentó, observándola en silencio, estudiando a uno más de los cientos de humanos que pasaba cada día por su jaula. Brittany se detuvo y esperó.
De alguna manera sentía que tenía que obtener el permiso de Glenna para poder acercarse más, como si en este pequeño acto la gorila tuviera voz y voto.
Glenna se acercó a la parte delantera de la jaula y la observó. Lentamente el animal levantó el brazo y lo metió entre los barrotes. Brittany la miró y se dio cuenta de que la gorila trataba de darle la mano.
Glenna esperó pacientemente, con la mano tendida hacia ella. A Brittany se le aceleró el corazón. Si apenas se atrevía a acariciar a un gatito, ni hablar de tocar a un animal salvaje.
Quiso darse la vuelta, pero el animal parecía tan humano que ignorar su gesto hubiera sido imperdonable, y se acercó vacilante hacía ella.
Glenna se mantuvo inmóvil con la palma hacia arriba. Con gran renuencia, Brittany extendió la mano y tocó cautelosamente la punta del dedo de Glenna con su dedo índice.
Era blanda y suave.
Sintiéndose un poco más valiente, deslizó el dedo sobre el de la gorila. Glenna cerró los ojos y suspiró con suavidad.
Brittany se quedó ahí un rato, acariciándole la mano, y sintiendo como si le hubiera encontrado sentido a su vida.
Brittany quiso morderse la lengua.
¿Cómo podía habérsele escapado aquello?
Había estado tan somnolienta y feliz que había pensado en voz alta.
—N-nada—tartamudeó—, No he dicho nada.
—Te he oído claramente.
—Entonces, ¿para qué preguntas?
—Has dicho que ya no eres virgen.
—¿En serio?
—Brittany...—la voz de Santana tenía un ominoso tono de advertencia—¿Lo has dicho literalmente?
Ella intentó adoptar un tono de superioridad.
—No es asunto tuyo.
—Bobadas—saltó fuera de la cama, agarró los vaqueros y la camisa y se los puso como si fuera obligatorio poner algún tipo de barrera entre ellas. Se giró para enfrentarse a ella—Dime, ¿a qué estás jugando?
Brittany no pudo evitar fijarse en que la no se había abrochado la camisa y tuvo que obligarse a apartar la vista de los tentadores pechos.
—No quiero hablar de eso.
—¿No esperarás en serio que crea que eras virgen?
—Claro que no. Tengo veintiséis años.
Santana se pasó la mano por el pelo y se paseó de un lado a otro del estrecho espacio que había a los pies de la cama. Parecía como si no la hubiera oído.
—He notado que eras muy estrecha. He creído que era porque había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuviste con alguien, pero nunca hubiera imaginado.... ¿Cómo coño has llegado a los veintiséis años sin echar un polvo?
Ella se incorporó bruscamente.
—No es necesario usar esa clase de lenguaje. ¡Quiero que te disculpes ahora mismo!
La morena la miró como si se hubiera vuelto loca.
Ella le sostuvo la mirada. Si Santana pensaba que se iba a acobardar, podía esperar sentado.
Durante los años que había vivido con Holly había oído suficientes palabras obscenas para toda una vida y no pensaba dejar pasar aquel tema por alto.
—Estoy esperando.
—Responde a la pregunta.
—Después de que te disculpes.
—¡Lo siento!—gritó la morena, perdiendo su rígido control—O me dices la verdad ahora mismo o voy a estrangularte con las medias y a arrojar tu cuerpo en una zanja al lado de la carretera después de pisotearlo.
Como disculpa no valía mucho, pero Brittany no esperaba conseguir nada mejor.
—No soy virgen—repuso con suavidad.
Por un momento, Santana pareció aliviada, luego la miró con suspicacia.
—No eres virgen ahora, pero ¿lo eras cuando entraste en la caravana?
—Puede que lo fuera—masculló ella.
—¿Puede que lo fueras?
—Vale, lo era.
—¡No te creo! Nadie con tu aspecto llega a los veintiséis años sin echar...
Ella le dirigió una mirada fulminante.
—...Sin hacerlo. ¡Por el amor de Dios! ¿Por qué?
Ella jugueteó con el borde de la sábana.
—Mientras crecía vi cómo mi mamá se liaba con un tío tras otro.
—¿Y eso qué tiene que ver contigo?
—La promiscuidad no es nada agradable, y me rebelé.
—¿Te rebelaste?
—Decidí ser todo lo contrario a mi mamá.
Santana se sentó a los pies de la cama.
—Brittany, tener un amante de vez en cuando no te hubiera convertido en una mujer promiscua. Eres muy apasionada. Mereces tener una vida sexual.
—No estaba casada.
—¿Y qué?
—San, yo no creo en el sexo fuera del matrimonio.
La miró anonadada.
—No creo en el sexo fuera del matrimonio—repitió—Ni para las mujeres. Ni para los hombres.
—¿Estás de coña?
—No pretendo juzgar a nadie, pero eso es lo que pienso. Si quieres reírte, adelante.
—¿Cómo puedes pensar algo así en los tiempos que corren?
—Soy hija ilegítima, San. Eso hace que vea las cosas de otra manera. Probablemente me consideres una puritana, pero no puedo evitarlo.
—Después de lo que ha pasado entre nosotras esta noche, no me atrevería a llamarte puritana—sonrió por primera vez—¿Dónde aprendiste todos esos trucos?
—¿Qué trucos?
—Lo de poner las manos contra la pared y cosas por el estilo.
—Ah, eso—notó que se sonrojaba—He leído algunos libros guarros.
—Bien hecho.
Ella frunció el ceño, preocupada.
—¿No te ha gustado? Acepto críticas constructivas. Quiero aprender, puedes decirme la verdad.
—Me ha gustado.
—Pero quizá no he sido lo suficientemente imaginativa para ti—Brittany pensó en los látigos—Para ser sincera, no creo que pueda ser mucho más atrevida. Y deberías saber que el sadomasoquismo no es lo mío.
Por un momento Santana pareció confundida, luego sonrió.
—¿Te dan miedo los látigos?
—Es difícil no pensar en ellos cuando los veo por todas partes.
—Supongo que tan difícil como me resulta a mí pensar que alguien tan interesado en el sexo fuera todavía virgen.
—No dije que estuviera interesada. Sólo estaba tratando de que nos entendiéramos. Y en lo que se refiere a mis creencias, poco antes de morir mi mamá tenía amantes más jóvenes que yo. De verdad que lo odiaba.
Santana se levantó de la cama.
—¿Por qué no me has dicho que eras virgen?
—¿Hubiera cambiado algo?
—No sé. Tal vez. Sin duda alguna no hubiera sido tan ruda.
Brittany abrió los ojos con sorpresa.
—¿Estabas siendo ruda?
Santana relajó las duras líneas de su boca. Se sentó al lado de ella y le pasó el pulgar por los labios.
—¿Qué voy a hacer contigo?
—Tengo una idea, pero a lo mejor no te gusta.
—Dime.
—¿Podríamos... no sé exactamente cuánto tiempo lleva recuperarse, pero... cuando lo hagas...?
—¿Estás intentando decir que te gustaría repetir?
—Sí.
—Está bien, cariño—sonrió, pero parecía preocupada—Supongo que alguien que ha esperado tanto, tiene que recuperar el tiempo perdido.
Brittany abrió los labios, ansiosa por besarla, pero la morena retiró la sábana y la avergonzó diciéndole que no haría nada hasta asegurarse de que estaba bien.
Ignorando las protestas de la joven, Santana se deshizo de las medias e hizo justo lo que le había dicho. Cuando finalmente comprobó que no le había hecho daño, comenzó a seducirla de nuevo.
La lluvia repiqueteaba contra las ventanas y, después de amarse, Brittany se hundió en el primer sueño reparador en meses.
Apenas había amanecido cuando la morena comenzó a agredirla verbalmente.
Y todo porque la morena la había distraído antes de que ella hubiera tenido tiempo de explicarle un pequeño detalle.
—Pensé que sabías lo que decías. ¡Lo pensé! Dios mío, qué asna soy. Merezco estar casada contigo. ¿Cómo pude pensar que estabas bien informada sobre eso cuando no haces nada a derechas?
Después de la tierna magia de la noche anterior, aquel ataque era doblemente hiriente.
Al principio, la cólera de Santana había sido fría y calmada, pero ahora era como si hubiera estallado una válvula a presión.
—¿No podías terminar de explicármelo?—despotricó Santana—No, claro que no. Hubiera sido demasiado lógico.
Ella parpadeó ante la dureza de sus ojos y se odió a sí misma con todas sus fuerzas por no ser el tipo de persona capaz de devolverle los gritos.
—Cuando me dijiste que ibas a revisiones médicas, tenías que habérmelo contado todo, Brittany. ¡Tenías que haberme dicho que acababas de iniciar los controles, que no llevabas ni un control! ¿No podías habérmelo explicado todo?
Ella se clavó las uñas en las pal mas de las manos para no llorar. Al mismo tiempo se maldecía a sí misma por permitir que le hiciera eso.
—¡Contéstame de una puta vez!
El nudo en la garganta de Brittany se había vuelto tan grande que tuvo que obligarse a escupir las palabras.
—Me... dejé llevar por la p-pasión.
Parte de la tensión pareció abandonar el cuerpo de Santana, soltó un poco el acelerador y la miró con el ceño fruncido.
—¿Estás llorando?
Ella alzó la barbilla y negó con la cabeza pero, al mismo tiempo, le resbaló una lágrima por la mejilla. No podía soportar la idea de volver a llorar delante de la morena.
La joven siempre había odiado la facilidad con que se le saltaban las lágrimas.
Santana bajó el tono de voz y recobró el control.
—Brittany, lo siento—miró por el espejo retrovisor y dirigió la camioneta al arcén.
—¡No te atrevas a parar!—le dijo ella con fiereza.
Las ruedas levantaron la grava cuando Santana detuvo la camioneta, ignorando como siempre los deseos de Brittany. Intentó abrazarla, pero ella se apartó.
—¡No soy una debilucha!—le espetó mientras se enjugaba las lágrimas con furia.
—No he dicho que lo fueras.
—¡Pero lo piensas! Es cierto que lloro con facilidad, pero eso no quiere decir nada y no estoy tratando de manipularte con lágrimas. Quiero que te disculpes porque estás portándote como una imbécil, no porque esté llorando y te remuerda la conciencia.
—Definitivamente, estoy portándome como una imbécil.
—No puedo evitar llorar. Siempre he sido una persona muy emotiva. Bebés, anuncios sensibleros, baladas. Veo u oigo algo y lo siguiente que sé es que...
—Brittany estoy tratando de disculparme. Si quieres, puedes seguir llorando, pero cállate, ¿vale?
Ella sorbió por la nariz y buscó un pañuelo de papel en el bolso.
—Vale.
—No ha estado bien que te grite. Estaba enfadada conmigo misma y me he desquitado contigo. Fui yo quien te impidió explicarte anoche. Fue culpa mía. Nunca había sido tan irresponsable antes y, la verdad, no lo entiendo. Supongo que simplemente...—vaciló.
Ella se sonó la nariz.
—¿Te dejaste arrastrar por la pasión?
Santana sonrió.
—Supongo que esa es una razón tan buena como cualquier otra. Pude haberte causado algún dolor o daño. Menos mal que no soy hombre, te pude a ver embarazado.
El miedo que ella oyó en su voz hizo que quisiera llorar una vez más. Pero sólo sorbió por la nariz con seriedad.
—Estoy segura de que no. Y si lo fueras, no es el momento apropiado. Tiene que venirme la regla en un par de días, estarías a salvo otra vez.
El alivio de Santana fue casi palpable y Brittany se sintió aún más dolida.
No es que quisiera quedarse embarazada, porque no quería, pero no le gustaba que la idea lo repeliera.
Santana se pasó las manos por el pelo.
—Supongo que me vuelvo irracional cuando surge este tema, pero no puedo evitarlo. No quiero tener hijos, Brittany. Sé que te dije que tenía mis óvulos congelados, pero no es por tener un bebé. Es por cualquier cosa que me podría pasar.
—No tienes de qué preocuparte. Whitney me envió a su ginecólogo hace unas semanas.
—Vale. En todo caso tu papá sabe de mis controles y tiene los datos adecuados. De todas maneras llamaremos a mi ginecóloga para que el siguiente control sea junto al mío. Espero que lo entiendas. Cuando digo que no quiero tener hijos, quiero decir que no quiero tenerlos nunca. Sería una mamá terrible y ningún niño se merece eso. Prométeme que siempre iras a los controles y si te hago daño me dirás.
—Está bien. Y, francamente, San, me estoy cansando de que me trates como si fuera estúpida.
Santana miró el espejo retrovisor y metió la marcha antes de volver a la carretera.
—Llamare para programas una cita. Pero podemos seguir con lo nuestro.
A Brittany no le gustó que Santana diera por hecho que continuaría acostándose con ella.
—Te aseguro que no habrá necesidad.
Santana la miró.
—¿De qué?
—Actúas como si lo que sucedió anoche fuera a repetirse.
—Créeme. Volverá a repetirse.
Tanta seguridad la irritó.
—No estés tan segura.
—No finjas que no te ha gustado. Estaba ahí, ¿recuerdas?
—No estoy fingiendo. Fue maravilloso. Una de las cosas más maravillosas que me ha ocurrido en la vida. Lo que quiero decir es que tu actitud con respecto a hacer el amor deja mucho que desear.
—¿Qué le pasa a mi actitud?
—Es insultante. Sólo hay que fijarse en tu vocabulario: las palabras que usas son, definitivamente, insultantes.
—No estoy de acuerdo.
—Se supone que hacer el amor es algo sagrado.
—Se supone que es tórrido, sudoroso y divertido.
—Eso también. Pero sigue siendo un acto sacrosanto.
—¿Sacrosanto?—la miró con incredulidad—¿Cómo es posible que alguien que creció rodeada de parásitos sociales y estrellas de rock haya salido así de puritana?
—¡Lo sabía! Sabía que pensabas que soy puritana, pero anoche no fuiste lo suficientemente sincero como para admitirlo.
—Ya entiendo. Estás intentando sacarme de quicio a propósito. Oiga lo que diga te cabrearás igualmente conmigo, ¿no?—le dirigió una mirada exasperada.
—No intentes hacerte la inocente conmigo. Eres demasiado borde para eso.
Santana volvió la cabeza y, para sorpresa de Brittany, parecía muy dolida.
—¿De verdad crees que soy borde?
—No lo eres todo el rato—admitió—Pero sí la mayor parte del tiempo. Casi siempre, en realidad.
—Cualquiera del circo te dirá que soy la gerente más imparcial que han conocido.
—Eres imparcial—hizo una pausa—Con todos menos conmigo.
—He sido justa contigo—vaciló—Bueno, tal vez no lo fui el día de la fiesta sorpresa, pero aquello me pilló desprevenida y... eso no me excusa, ¿verdad? Lo siento, Brittany. No debería haberte humillado de aquella manera.
Ella la observó, luego asintió con la cabeza.
—Acepto tus disculpas.
—Y no fui borde anoche.
—Preferiría no hablar de lo que pasó anoche. Y quiero que me prometas que no intentarás seducirme de nuevo esta noche. Tengo que reflexionar y pienso hacerlo en el sofá.
—No sé qué tienes que pensar. No crees en el sexo fuera del matrimonio, pero estamos casadas, así que, ¿cuál es el problema?
—Nuestro matrimonio es un «acuerdo legal»—señaló con suavidad—Hay una sutil diferencia.
Santana masculló una obscenidad especialmente desagradable. Antes de que pudiera recriminárselo, giró a la derecha bruscamente y entró en el aparcamiento de camiones de una estación de servicio.
Esta vez la camarera era hosca y de mediana edad, así que Brittany no tuvo ningún problema en dejarla sola para ir al servicio.
Debería habérselo pensado mejor, ya que cuando salió la morena había entablado conversación con una atractiva rubia que estaba sentada en la mesa de al lado.
Brittany sabía que la morena la había visto salir del baño, pero aun así vio cómo la rubia cogía su taza de café y se sentaba al lado de su esposa.
Sabía por qué Santana hacía eso.
Quería asegurarse que ella no le daba importancia a lo que había sucedido entre ellas.
Brittany apretó los dientes.
Tanto si Santana López quería admitirlo como si no, era una mujer casada, y ningún flirteo del mundo cambiaría eso.
Vio un teléfono público en la pared, no lejos de la mesa donde la rubia admiraba a su esposa. En cuanto controló su temperamento, descolgó el teléfono y lo mantuvo apretado contra la oreja mientras contaba hasta veinticinco.
Finalmente, se volvió hacia la morena y exclamó:
—¡San, querida! ¡¿A que no lo adivinas?!
La morena levantó la cabeza y la miró con cautela.
—¡Buenas noticias!—canturreó—¡El médico dice que esta vez serán trillizos!
Santana volvió a dirigirle la palabra cuando llegaron al nuevo recinto.
Cuando bajó de la camioneta y empezó a desenganchar la caravana, le dijo a Brittany que no volvería a trabajar con los animales. Que debía dedicarse a cosas más ligeras, como ordenar el vestuario y, claro está, aparecer en el desfile todas las noches.
Ella la miró con el ceño fruncido.
—Pensaba que te alegraría no tener que trabajar tan duro—dijo Santana—¡Qué es lo que te parece mal ahora?
—¿Por qué has esperado hasta esta mañana para aligerar mis tareas?
—Por ninguna razón en particular.
—¿Segura?
—Déjate de rodeos y dime qué estás pensando.
—Me siento como una prostituta a la que están pagando por los servicios prestados.
—Vaya ridiculez. Había tomado la decisión antes de que nos acostáramos juntas. Además, quién dice que tendría que pagarte. Creo sin duda alguna que mi actuación fue buenísima.
Ella no picó el anzuelo.
—Dije que me ocuparía de las fieras y eso es lo que haré.
—Y yo te digo que no tienes por qué hacerlo.
—Y yo digo que quiero hacerlo.
Era cierto.
Tras su experiencia con los elefantes, sabía que sería un trabajo duro, pero no podía ser peor de lo que ya había sido.
Había sobrevivido.
Había recogido estiércol hasta que le salieron ampollas en las manos, había transportado pesadas carretillas y había sido golpeada por malhumorados elefantitos. Se había enfrentado al miedo y todavía seguía en pie —magullada, tal vez— pero con la cabeza bien alta.
Santana la miró con una mezcla de incredulidad y algo que casi parecía admiración, aunque Brittany sabía que no podía ser eso.
—¿Por qué no me haces caso y dejas correr el tema?
Brittany se mordisqueó el labio inferior y frunció el ceño.
—Mira, no sé qué me deparará el futuro, me limito a vivir el día a día. Ahora mismo lo único que tengo claro es que tengo que hacerlo.
—Brittany, es demasiado trabajo.
—Lo sé—sonrió—Por eso tengo que hacerlo.
Santana la observó un buen rato y luego, para sorpresa de Brittany, movió la cabeza y la besó.
Ahí mismo, en mitad del recinto, con todos yendo de un lado para otro, con Quinn y sus hijos ensayando sus saltos acrobáticos y Kitty haciendo equilibrios a su lado.
En medio de todo eso le dio un beso largo y profundo.
Cuando se separaron, ella se sentía débil y jadeante.
Santana levantó la cabeza y miró a su alrededor. Brittany esperaba que se sintiera avergonzada por aquella exhibición pública, pero no lo parecía.
Quizás intentaba compensar el incidente de la fiesta sorpresa, o tal vez sus motivaciones fueran más complicadas pero, sin importar cuál fuera la razón, había dejado claro a todo el que quisiera mirar que ella significaba algo para la morena.
Brittany tuvo poco tiempo para pensar en el tema cuando emprendió sus tareas en la casa de fieras.
Poco después apareció un joven llamado Sebastián Smythe que dijo que Santana le había enviado para ayudarla con el trabajo más pesado.
Brittany le mandó poner la jaula de Sinjun a la sombra y meter dentro un poco de heno, después le dijo que podía marcharse.
Por suerte, Lollipop no intentó escupirle de nuevo, pero aun así Brittany se mantuvo alejada de la llama.
Además de Lollipop, Sinjun y Chester, en la casa de fieras también había un leopardo llamado Fred, un buitre con las alas cortadas y una gorila. Había también una boa pero, para alivio de Brittany, la serpiente se había convertido en la mascota de Tina y vivía en su caravana cuando no estaba en la exhibición.
Siguiendo las escuetas instrucciones de Artie, Brittany alimentó a los animales y después comenzó a limpiar las jaulas, empezando por la de Sinjun.
El tigre la miraba con aire condescendiente cuando comenzó a remojarlo con la manguera, como si le estuviera otorgando el privilegio de servirlo.
—No me gustas—murmuró ella empapándolo de agua.
«Mentirosa.»
Ella casi dejó caer la manguera.
—Deja de hacer eso—siseó—Deja de meterte en mi mente.
El tigre bostezó y se estiró bajo el chorro de agua, haciéndola sentir increíblemente tonta.
Cuando terminó de duchar a Sinjun, volvió a la carpa y miró a la gorila que recibía el nombre de Glenna y ocupaba la jaula de la esquina.
Sus ojos color chocolate parecían tristes y le sostuvieron la mirada cuando la observó a través de los barrotes oxidados de aquella vieja jaula que parecía demasiado pequeña para ella.
Algo en la tranquila resignación del animal enterneció a Brittany, que se acercó a la jaula.
Glenna se sentó, observándola en silencio, estudiando a uno más de los cientos de humanos que pasaba cada día por su jaula. Brittany se detuvo y esperó.
De alguna manera sentía que tenía que obtener el permiso de Glenna para poder acercarse más, como si en este pequeño acto la gorila tuviera voz y voto.
Glenna se acercó a la parte delantera de la jaula y la observó. Lentamente el animal levantó el brazo y lo metió entre los barrotes. Brittany la miró y se dio cuenta de que la gorila trataba de darle la mano.
Glenna esperó pacientemente, con la mano tendida hacia ella. A Brittany se le aceleró el corazón. Si apenas se atrevía a acariciar a un gatito, ni hablar de tocar a un animal salvaje.
Quiso darse la vuelta, pero el animal parecía tan humano que ignorar su gesto hubiera sido imperdonable, y se acercó vacilante hacía ella.
Glenna se mantuvo inmóvil con la palma hacia arriba. Con gran renuencia, Brittany extendió la mano y tocó cautelosamente la punta del dedo de Glenna con su dedo índice.
Era blanda y suave.
Sintiéndose un poco más valiente, deslizó el dedo sobre el de la gorila. Glenna cerró los ojos y suspiró con suavidad.
Brittany se quedó ahí un rato, acariciándole la mano, y sintiendo como si le hubiera encontrado sentido a su vida.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
hola morra,....
britt empezó a domar a las fieras del circo,.. a tooodddasss!!! jajaja
se podía decir que estan en una especie de tregua??? ya encontraron algo en común jaja
o quien se mete en el medio,..??
nos vemos!!!
britt empezó a domar a las fieras del circo,.. a tooodddasss!!! jajaja
se podía decir que estan en una especie de tregua??? ya encontraron algo en común jaja
o quien se mete en el medio,..??
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Aun la situación es un poco complicada pero a comparación de como iba van mejor las cosas..... Y San tenia que arruinar las cosas con sus cosas aunque me gusta que Britt va defendiéndose poco a poco ..... Y pues con los animales todo de maravilla con ellos sabrá a que atenerse menos con las personas
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
solo espero que todos esos benditos animales quieran tanto a britt que sean capaces de quitarle la cabeza a quien le trate de hacer daño!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,....
britt empezó a domar a las fieras del circo,.. a tooodddasss!!! jajaja
se podía decir que estan en una especie de tregua??? ya encontraron algo en común jaja
o quien se mete en el medio,..??
nos vemos!!!
Hola lu, jajjaajjaja pero que razón tienes ai! jajaajaj y me alegro q lo este haciendo jajajajaja. Si, creo lo mismo. Jajajajaajajajaja y q cosa no¿? jaajajajajaj. =O nnonononon ni lo digas! Saludos =D
JVM escribió:Aun la situación es un poco complicada pero a comparación de como iba van mejor las cosas..... Y San tenia que arruinar las cosas con sus cosas aunque me gusta que Britt va defendiéndose poco a poco ..... Y pues con los animales todo de maravilla con ellos sabrá a que atenerse menos con las personas
Hola, eso me gusta, viendo el lado bueno de las cosas... y no es primera vez q lo haces notar, muy bn! PFff con esta san... ai q kererla no entenderla, np¿? jajajaja. Pero bn ai por la rubia doma morenas ajjajajaaj. Va avanzado con algunas especias jajajajaja q siga a´si ajajaj. Saludos =D
micky morales escribió:solo espero que todos esos benditos animales quieran tanto a britt que sean capaces de quitarle la cabeza a quien le trate de hacer daño!!!!
Hola, esperemos q ayuden en algo, aunk si lo creo xq ellos siempre lo hacen. Y q ni se le acerken ¬¬ Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 11 - Parte II
Capitulo 11 - Parte II
Según transcurrió la mañana, se multiplicaron las dudas de Brittany sobre el cuidado correcto de los animales.
Varias veces acudió a Artie para pedir consejo sobre piensos y rutinas diarias y, cada vez que se acercaba, Tater le daba un golpe con la trompa como si fuera el matón del patio.
Artie respondió a las preguntas a regañadientes, por lo que Brittany supuso que todavía estaba molesto por lo ocurrido el día anterior.
La segunda vez que se acercó a preguntarle ese día, él escupió cerca de la deportiva de ella.
—No tengo tiempo para más preguntas, señorita. No quiero que nadie piense que no hago mi trabajo.
—Artie, no dije que no hicieras tu trabajo. Sólo estaba preocupada por las condiciones en las que se encontraban los animales de la casa de fieras.
Brittany se preguntó para sus adentros si Artie conocería realmente la manera correcta de tratar a los animales de la exposición.
Artie estaba loco por los elefantes, pero los demás le traían sin cuidado. Lo cierto es que el hombre no sabía que a los tigres les gustaba el agua.
Brittany decidió informarse en su tiempo libre.
Los ojos del joven estaban llenos de resentimiento.
—Llevo años cuidando animales. ¿Cuánto llevas tú?
—Sólo dos semanas. Por eso necesito tu consejo.
—No tengo tiempo para hablar. Tengo demasiado trabajo que hacer—miró por encima del hombro de Brittany y esbozó una amplia sonrisa que dejó al descubierto sus dientes.
La joven se dio cuenta demasiado tarde de cuál era la fuente de su diversión.
Tater se había acercado a ella a hurtadillas.
«¡Zas!»
Brittany sintió como si le hubieran golpeado en el pecho con una alfombra enrollada.
Sin nada a lo que aferrarse, patinó por el suelo antes de tropezar con un fardo de heno. Cayó de lado sobre el estiércol golpeándose la cadera y el dolor le atravesó el cuerpo de arriba abajo.
La risa cascada de Artie resonó en sus oídos. Brittany levantó la cabeza justo a tiempo de ver en los ojos de Tater una expresión que se parecía muchísimo a una sonrisa de satisfacción.
Brittany comenzó a ver rojo.
¡Ya había tenido suficiente!
Ignorando el dolor de la pierna y de la cadera, se puso bruscamente en pie y se plantó delante del elefantito meneando el puño ante sus narices.
—¡No vuelvas a hacerlo! ¡Jamás! ¿Me has oído?
El elefante retrocedió torpemente mientras ella avanzaba hacia él.
—Eres bruto, sucio y malo. ¡Y la próxima vez que me tires, lo lamentarás! ¡No dejaré que sigas abusando de mí! ¿Me has entendido?
Tater soltó un gemido lastimoso y agachó la cabeza, pero ya se había pasado demasiado con ella y Brittany no se ablandó. Olvidando su aversión a tocar animales, le clavó el dedo índice en la trompa.
—¡Si quieres mi atención, compórtate como es debido! ¡Pero no vuelvas a golpearme!
Él encogió la trompa y plegó una de sus orejas. Brittany se irguió en toda su estatura.
—¿Nos entendemos o no?
Tater levantó la cabeza y le dio una cabezadita en el hombro. Ella se cruzó de brazos, rechazando aquella oferta de reconciliación.
—No puedo olvidar lo que has hecho.
Él le dio otro empujoncito con la cabeza, con esos melancólicos ojos oscuros. Brittany se hizo la fuerte ante la mirada que él le brindaba tras las rizadas pestañas.
—Lo siento, pero te va a llevar tu tiempo. Tienes que hacerme olvidar muchas cosas. Ahora si me perdonas, tengo que volver a la casa de fieras—se giró para marcharse.
Tater gimió. Desconsolado. Triste. Como un niño que hubiera perdido a su mamá.
Brittany aminoró el paso y se le rompió el corazón cuando vio al desolado elefantito con las orejas caídas y los oscuros ojos tristes. Arrastraba la pequeña trompa por el suelo manchándola de tierra.
—Tú te lo has buscado—señaló.
El animal soltó un gemido plañidero.
—Yo intenté ser simpática.
Otro gemido patético. Y luego, para asombro de Brittany, vio que comenzaban a caerle lágrimas de los ojos.
Artie le había dicho que los elefantes eran uno de los animales más sentimentales que existían y que además lloraban, pero no le había creído.
Ahora, mientras observaba resbalar las lágrimas por la arrugada piel de Tater , se evaporó todo su resentimiento.
Por segunda vez en el día, ignoró la aversión que sentía a acariciar animales.
Tendió la mano y acarició la trompa de Tater.
—Eso no vale. Eres tan llorón como yo.
Él levantó la cabeza y dio unos pasos vacilantes hacia ella. Cuando estuvo a su lado se paró como si quisiera pedir permiso antes de restregarle la cabeza contra el hombro.
Una vez más casi la arrojó al suelo, pero esta vez el gesto había sido cariñoso. Brittany le acarició la frente.
—No pienses que te perdono porque soy una debilucha. Tienes que mejorar tus modales o todo habrá terminado entre nosotros.
Él se frotó contra ella con la misma suavidad que un patito.
—Nada de golpes. Nada de trucos.
Tater dejó salir un suave suspiro y Brittany se rindió.
—Eres un bebé tonto.
Mientras Brittany perdía el corazón por el elefante, Santana estaba en la puerta trasera del circo, observando lo sucedido.
Vio cómo el elefante curvaba la trompa en torno al brazo de su esposa y sonrió.
Lo supiera Brittany o no, acababa de hacer un amigo para toda la vida. Se rio entre dientes y se encaminó hacia el vagón rojo.
Kitty nunca se había sentido tan desdichada.
Sentada en la mesa de cocina de la Airstream de su mamá, clavó la mirada en los deberes de la escuela, pero lo escrito en la página no captaba su atención.
Como los demás niños del circo, recibía lecciones por correspondencia a través de la Calvert School de Baltimore, un lugar especializado en enseñar a los niños que no podían ir a la escuela.
Cada pocas semanas llegaba un grueso paquete con libros, cuadernos y exámenes.
Rachel se había acostumbrado a supervisar la tarea escolar de Kitty, pero la educación de la mujer no había sido demasiado buena y no había mucho que pudiera hacer excepto comprobar los exámenes.
Kitty tenía dificultades con la geografía y había suspendido lengua inglesa.
En ese momento apartó el libro y miró el cuaderno de apuntes que había debajo, donde había garabateado algunos nombres.
Señora de Santana López. Kitty López. Kitty Fabray López.
«Mierda.»
¿Porque la morena lo había permitido?
¿Por qué Santana había dejado que Brittany la besara de esa manera delante de todo el mundo?
Kitty había querido morirse al presenciar ese beso.
Odiaba a Brittany, y lo mejor que le había ocurrido esas dos semanas había sido verla sucia y cubierta de mierda.
Era lo que se merecía, estar cubierta de mierda.
Más de una vez, Kitty había intentado aliviar la culpa que sentía por lo que le había hecho a Brittany diciéndose a sí misma que se lo merecía.
Que ahí no había sitio para ella.
Que no encajaba en el circo.
Y que nunca debería haberse casado con Santana.
Que Santana era suya.
Se había enamorado de la morena hacía seis semanas, la primera vez que la vio.
Al contrario que su mamá, Santana siempre tenía tiempo para hablar con ella. No le importaba pasar el rato con ella e incluso, antes de que llegara Brittany, había dejado que la acompañara a hacer algunos recados.
Una vez, en Jacksonville, habían ido juntas a una sala de exposiciones y le había explicado cosas sobre los cuadros.
También la había invitado a hablar sobre su difunta mamá y en dos ocasiones la había consolado por algo que le había dicho su terca mamá Quinn.
Pero a pesar de lo mucho que la amaba, Kitty sabía que aún la veía como una niña.
Últimamente había estado pensando en que tal vez, si la morena se hubiera dado cuenta de que era una mujer, la habría mirado de forma diferente y no se habría casado con Brittany.
De nuevo sintió que le invadía la culpa.
No había planeado coger ese dinero y esconderlo en la maleta de Brittany, pero había entrado en el vagón rojo y Brittany estaba ocupada con aquella llamada telefónica. El cajón de la recaudación estaba abierto y, simplemente, había ocurrido.
Estaba mal, pero no dejaba de decirse a sí misma que no era tan grave como parecía.
Santana no amaba a Brittany, hasta Rachel lo decía.
Brittany cargaría con la culpa del delito y Santana se desharía de ella ahora en vez de más adelante.
Pero el beso que había presenciado esa mañana le decía que Brittany no iba a dejarla escapar con tanta facilidad.
Kitty todavía no podía creerse la manera en que se había abalanzado sobre la morena.
¡Santana no la necesitaba!
No necesitaba a Brittany cuando podía tenerla a ella.
¿Pero cómo iba a saber la morena lo que ella sentía si nunca se lo había dicho?
Apartó los libros a un lado y se levantó de un salto.
No podía soportarlo más.
Tenía que hacerle entender que ya no era una niña.
Tenía que hacerle entender que no necesitaba a Brittany.
Sin darse tiempo a pensarlo dos veces, salió rápidamente de la caravana y se encaminó al vagón rojo.
Santana levantó la vista del escritorio cuando entró Kitty.
La jovencita llevaba metidos los pulgares dentro de los bolsillos de unos pantalones cortos de cuadros, que quedaban casi cubiertos por completo por una enorme camiseta blanca.
Se la veía pálida e infeliz, como un hada con las alas cortadas. Sintió pena por ella.
La trataban de una manera muy dura, pero a pesar de eso seguía luchando y a ella le gustaba que lo hiciera.
—¿Qué te pasa, cariño?
Ella no le respondió.
En vez de eso deambuló por la caravana, tocando el brazo del sofá o cogiendo un archivador.
Santana vio una imperceptible mancha naranja en la mejilla, donde había intentado tapar una espinilla, y sintió un atisbo de ternura.
Algún día, muy pronto, Kitty se convertiría en una auténtica belleza.
—¿Problemas?
Ella levantó la cabeza de golpe.
—No.
—Bien.
Kitty tragó saliva y se aclaró la garganta.
—Es sólo que pensé que tal vez quisieras saber...—la jovencita inclinó la cabeza y comenzó a mordisquearse una uña ya comida.
—¿Saber qué?
—Vi lo que Brittany te ha hecho hoy—dijo Kitty con rapidez—Sólo quiero que sepas que sé que no puedes evitarlo y todo eso.
—¿Y qué me hizo Brittany?
—Ya sabes a qué me refiero.
—Bueno me temo que no.
—Ya sabes—clavó la vista en un punto sobre la mesa—Te ha besado donde todos podían verlo y todo eso. Te ha humillado.
Tal y como Santana lo recordaba, había sido ella quien había besado a Brittany.
No le gustaba la manera en la que todos miraban el vientre de su esposa y contaban los meses con los dedos.
Tampoco le gustaba la manera en que la ridiculizaban a sus espaldas, en especial cuando sabía que ella tenía la culpa y no Brittany.
—No sé qué tiene que ver eso contigo, Kitty.
Ella se agarró las manos y habló atropelladamente.
—Todos saben lo que sientes por ella y todo eso. Que no te gusta. Y cuando mi mamá me dijo que no estaba embarazada ni nada, no pude entender por qué le casaste con ella. Luego recordé que algunas personas se vuelven locas si tienen una persona cerca y no pueden... ya sabes...mantener relaciones con ella, pero a veces se dicen que no conseguirán nada a menos que se casen con ellas. Así que me imaginé que fue por esa razón por la que te casaste con ella. Pero lo que quiero decir es que... si quieres que se vaya y todo eso...—por primera vez desde que comenzó su acalorada perorata, la miró directamente a los ojos y la morena vio desesperación en ellos.
Kitty hizo una mueca y soltó a borbotones el resto de las palabras.
—Sé que piensas que soy una niña, pero no lo soy. Tengo dieciséis años. Puede que no sea tan bonita como Brittany, pero ya soy una mujer y puedo hacer que... te dejaría mantener relaciones sexuales conmigo y todo eso, así no tendrías que hacerlo con ella.
Santana se quedó pasmada y no supo qué decir.
Kitty se había puesto colorada como un tomate —probablemente igual que ella— y no hacía otra cosa que mirar el suelo.
Se puso en pie lentamente.
Se había enfrentado a sucios borrachos y camioneros con navajas, pero nunca a nada semejante.
Kitty había confundido su amistad con otra cosa y tenía que aclararlo de inmediato.
—Kitty...—se aclaró la garganta y rodeó el escritorio.
Cuando se detuvo, Brittany apareció en la puerta detrás de Kitty, pero la adolescente estaba tan absorta en lo que había dicho que no se dio cuenta.
Brittany debió de notar que estaba ocurriendo algo importante porque se detuvo y esperó.
—Kitty, cuando una jovencita se encapricha...
—¡No es un encaprichamiento!—Kitty levantó la cabeza con los ojos suplicantes y llorosos—Me enamoré de ti a primera vista, y creía que quizá tú también me querías, pero que, como era tan joven y todo eso, no te decidías a dar el primer paso. Por eso he venido a decírtelo.
Santana deseó que Brittany le echara una mano, pero ella seguía inmóvil y en silencio, asimilando lo que acababa de oír.
Por el bien de Kitty, ella tenía que hacerle ver la realidad de la situación.
—No me amas, Kitty.
—¡Sí te amo!
—Sólo crees que me amas. Pero eres una niña, es sólo un encaprichamiento absurdo. Lo superarás. Créeme, dentro de un par de meses las dos nos reiremos de esto.
Kitty la miró como si la hubiera abofeteado y Santana se dio cuenta de que había metido la pata.
La chica respiró hondo y se le llenaron los ojos de lágrimas. Pensó con consternación en cómo podría reparar el daño.
—Me gustas, Kitty, en serio. Pero sólo tienes dieciséis años. Yo soy adulta y tú eres todavía una niña—se dio cuenta por su expresión de que sólo estaba empeorando las cosas.
Nunca se había sentido tan indefensa y le lanzó a Brittany una mirada suplicante.
Para irritación de Santana, su esposa puso los ojos en blanco, como si ella fuera la persona más estúpida de la tierra. Luego se plantó delante de Kitty como un vaquero en un duelo.
—¡Sabía que te encontraría aquí, lagarta! ¡Piensas que porque eres joven y muy guapa puedes robarme a la esposa sin que yo te lo impida!
Kitty la miró boquiabierta y dio un paso atrás.
Santana clavó los ojos en Brittany con incredulidad. De todas las idioteces que la había visto hacer, y eran unas cuantas, ésta se llevaba la palma.
Incluso un retrasado mental se habría dado cuenta de lo histriónico de sus palabras.
—¡No me importa lo joven y guapa que seas!—exclamó Brittany—¡No dejaré que arruines mi matrimonio!—y con aire dramático alargó el brazo y señaló la puerta con un dedo—Ahora te sugiero que te largues de aquí antes de que haga algo de lo que pueda arrepentirme.
Kitty cerró la boca de golpe. Corrió a ciegas hacia la puerta y huyó de ahí.
Pasaron varios segundos antes de que Santana se hundiera bruscamente en el sofá y preguntara:
—¿La he cagado?
Brittany la miró con algo parecido a la piedad.
—Para ser una mujer y lista no pareces tener demasiado sentido común.
Varias veces acudió a Artie para pedir consejo sobre piensos y rutinas diarias y, cada vez que se acercaba, Tater le daba un golpe con la trompa como si fuera el matón del patio.
Artie respondió a las preguntas a regañadientes, por lo que Brittany supuso que todavía estaba molesto por lo ocurrido el día anterior.
La segunda vez que se acercó a preguntarle ese día, él escupió cerca de la deportiva de ella.
—No tengo tiempo para más preguntas, señorita. No quiero que nadie piense que no hago mi trabajo.
—Artie, no dije que no hicieras tu trabajo. Sólo estaba preocupada por las condiciones en las que se encontraban los animales de la casa de fieras.
Brittany se preguntó para sus adentros si Artie conocería realmente la manera correcta de tratar a los animales de la exposición.
Artie estaba loco por los elefantes, pero los demás le traían sin cuidado. Lo cierto es que el hombre no sabía que a los tigres les gustaba el agua.
Brittany decidió informarse en su tiempo libre.
Los ojos del joven estaban llenos de resentimiento.
—Llevo años cuidando animales. ¿Cuánto llevas tú?
—Sólo dos semanas. Por eso necesito tu consejo.
—No tengo tiempo para hablar. Tengo demasiado trabajo que hacer—miró por encima del hombro de Brittany y esbozó una amplia sonrisa que dejó al descubierto sus dientes.
La joven se dio cuenta demasiado tarde de cuál era la fuente de su diversión.
Tater se había acercado a ella a hurtadillas.
«¡Zas!»
Brittany sintió como si le hubieran golpeado en el pecho con una alfombra enrollada.
Sin nada a lo que aferrarse, patinó por el suelo antes de tropezar con un fardo de heno. Cayó de lado sobre el estiércol golpeándose la cadera y el dolor le atravesó el cuerpo de arriba abajo.
La risa cascada de Artie resonó en sus oídos. Brittany levantó la cabeza justo a tiempo de ver en los ojos de Tater una expresión que se parecía muchísimo a una sonrisa de satisfacción.
Brittany comenzó a ver rojo.
¡Ya había tenido suficiente!
Ignorando el dolor de la pierna y de la cadera, se puso bruscamente en pie y se plantó delante del elefantito meneando el puño ante sus narices.
—¡No vuelvas a hacerlo! ¡Jamás! ¿Me has oído?
El elefante retrocedió torpemente mientras ella avanzaba hacia él.
—Eres bruto, sucio y malo. ¡Y la próxima vez que me tires, lo lamentarás! ¡No dejaré que sigas abusando de mí! ¿Me has entendido?
Tater soltó un gemido lastimoso y agachó la cabeza, pero ya se había pasado demasiado con ella y Brittany no se ablandó. Olvidando su aversión a tocar animales, le clavó el dedo índice en la trompa.
—¡Si quieres mi atención, compórtate como es debido! ¡Pero no vuelvas a golpearme!
Él encogió la trompa y plegó una de sus orejas. Brittany se irguió en toda su estatura.
—¿Nos entendemos o no?
Tater levantó la cabeza y le dio una cabezadita en el hombro. Ella se cruzó de brazos, rechazando aquella oferta de reconciliación.
—No puedo olvidar lo que has hecho.
Él le dio otro empujoncito con la cabeza, con esos melancólicos ojos oscuros. Brittany se hizo la fuerte ante la mirada que él le brindaba tras las rizadas pestañas.
—Lo siento, pero te va a llevar tu tiempo. Tienes que hacerme olvidar muchas cosas. Ahora si me perdonas, tengo que volver a la casa de fieras—se giró para marcharse.
Tater gimió. Desconsolado. Triste. Como un niño que hubiera perdido a su mamá.
Brittany aminoró el paso y se le rompió el corazón cuando vio al desolado elefantito con las orejas caídas y los oscuros ojos tristes. Arrastraba la pequeña trompa por el suelo manchándola de tierra.
—Tú te lo has buscado—señaló.
El animal soltó un gemido plañidero.
—Yo intenté ser simpática.
Otro gemido patético. Y luego, para asombro de Brittany, vio que comenzaban a caerle lágrimas de los ojos.
Artie le había dicho que los elefantes eran uno de los animales más sentimentales que existían y que además lloraban, pero no le había creído.
Ahora, mientras observaba resbalar las lágrimas por la arrugada piel de Tater , se evaporó todo su resentimiento.
Por segunda vez en el día, ignoró la aversión que sentía a acariciar animales.
Tendió la mano y acarició la trompa de Tater.
—Eso no vale. Eres tan llorón como yo.
Él levantó la cabeza y dio unos pasos vacilantes hacia ella. Cuando estuvo a su lado se paró como si quisiera pedir permiso antes de restregarle la cabeza contra el hombro.
Una vez más casi la arrojó al suelo, pero esta vez el gesto había sido cariñoso. Brittany le acarició la frente.
—No pienses que te perdono porque soy una debilucha. Tienes que mejorar tus modales o todo habrá terminado entre nosotros.
Él se frotó contra ella con la misma suavidad que un patito.
—Nada de golpes. Nada de trucos.
Tater dejó salir un suave suspiro y Brittany se rindió.
—Eres un bebé tonto.
*****
Mientras Brittany perdía el corazón por el elefante, Santana estaba en la puerta trasera del circo, observando lo sucedido.
Vio cómo el elefante curvaba la trompa en torno al brazo de su esposa y sonrió.
Lo supiera Brittany o no, acababa de hacer un amigo para toda la vida. Se rio entre dientes y se encaminó hacia el vagón rojo.
*****
Kitty nunca se había sentido tan desdichada.
Sentada en la mesa de cocina de la Airstream de su mamá, clavó la mirada en los deberes de la escuela, pero lo escrito en la página no captaba su atención.
Como los demás niños del circo, recibía lecciones por correspondencia a través de la Calvert School de Baltimore, un lugar especializado en enseñar a los niños que no podían ir a la escuela.
Cada pocas semanas llegaba un grueso paquete con libros, cuadernos y exámenes.
Rachel se había acostumbrado a supervisar la tarea escolar de Kitty, pero la educación de la mujer no había sido demasiado buena y no había mucho que pudiera hacer excepto comprobar los exámenes.
Kitty tenía dificultades con la geografía y había suspendido lengua inglesa.
En ese momento apartó el libro y miró el cuaderno de apuntes que había debajo, donde había garabateado algunos nombres.
Señora de Santana López. Kitty López. Kitty Fabray López.
«Mierda.»
¿Porque la morena lo había permitido?
¿Por qué Santana había dejado que Brittany la besara de esa manera delante de todo el mundo?
Kitty había querido morirse al presenciar ese beso.
Odiaba a Brittany, y lo mejor que le había ocurrido esas dos semanas había sido verla sucia y cubierta de mierda.
Era lo que se merecía, estar cubierta de mierda.
Más de una vez, Kitty había intentado aliviar la culpa que sentía por lo que le había hecho a Brittany diciéndose a sí misma que se lo merecía.
Que ahí no había sitio para ella.
Que no encajaba en el circo.
Y que nunca debería haberse casado con Santana.
Que Santana era suya.
Se había enamorado de la morena hacía seis semanas, la primera vez que la vio.
Al contrario que su mamá, Santana siempre tenía tiempo para hablar con ella. No le importaba pasar el rato con ella e incluso, antes de que llegara Brittany, había dejado que la acompañara a hacer algunos recados.
Una vez, en Jacksonville, habían ido juntas a una sala de exposiciones y le había explicado cosas sobre los cuadros.
También la había invitado a hablar sobre su difunta mamá y en dos ocasiones la había consolado por algo que le había dicho su terca mamá Quinn.
Pero a pesar de lo mucho que la amaba, Kitty sabía que aún la veía como una niña.
Últimamente había estado pensando en que tal vez, si la morena se hubiera dado cuenta de que era una mujer, la habría mirado de forma diferente y no se habría casado con Brittany.
De nuevo sintió que le invadía la culpa.
No había planeado coger ese dinero y esconderlo en la maleta de Brittany, pero había entrado en el vagón rojo y Brittany estaba ocupada con aquella llamada telefónica. El cajón de la recaudación estaba abierto y, simplemente, había ocurrido.
Estaba mal, pero no dejaba de decirse a sí misma que no era tan grave como parecía.
Santana no amaba a Brittany, hasta Rachel lo decía.
Brittany cargaría con la culpa del delito y Santana se desharía de ella ahora en vez de más adelante.
Pero el beso que había presenciado esa mañana le decía que Brittany no iba a dejarla escapar con tanta facilidad.
Kitty todavía no podía creerse la manera en que se había abalanzado sobre la morena.
¡Santana no la necesitaba!
No necesitaba a Brittany cuando podía tenerla a ella.
¿Pero cómo iba a saber la morena lo que ella sentía si nunca se lo había dicho?
Apartó los libros a un lado y se levantó de un salto.
No podía soportarlo más.
Tenía que hacerle entender que ya no era una niña.
Tenía que hacerle entender que no necesitaba a Brittany.
Sin darse tiempo a pensarlo dos veces, salió rápidamente de la caravana y se encaminó al vagón rojo.
*****
Santana levantó la vista del escritorio cuando entró Kitty.
La jovencita llevaba metidos los pulgares dentro de los bolsillos de unos pantalones cortos de cuadros, que quedaban casi cubiertos por completo por una enorme camiseta blanca.
Se la veía pálida e infeliz, como un hada con las alas cortadas. Sintió pena por ella.
La trataban de una manera muy dura, pero a pesar de eso seguía luchando y a ella le gustaba que lo hiciera.
—¿Qué te pasa, cariño?
Ella no le respondió.
En vez de eso deambuló por la caravana, tocando el brazo del sofá o cogiendo un archivador.
Santana vio una imperceptible mancha naranja en la mejilla, donde había intentado tapar una espinilla, y sintió un atisbo de ternura.
Algún día, muy pronto, Kitty se convertiría en una auténtica belleza.
—¿Problemas?
Ella levantó la cabeza de golpe.
—No.
—Bien.
Kitty tragó saliva y se aclaró la garganta.
—Es sólo que pensé que tal vez quisieras saber...—la jovencita inclinó la cabeza y comenzó a mordisquearse una uña ya comida.
—¿Saber qué?
—Vi lo que Brittany te ha hecho hoy—dijo Kitty con rapidez—Sólo quiero que sepas que sé que no puedes evitarlo y todo eso.
—¿Y qué me hizo Brittany?
—Ya sabes a qué me refiero.
—Bueno me temo que no.
—Ya sabes—clavó la vista en un punto sobre la mesa—Te ha besado donde todos podían verlo y todo eso. Te ha humillado.
Tal y como Santana lo recordaba, había sido ella quien había besado a Brittany.
No le gustaba la manera en la que todos miraban el vientre de su esposa y contaban los meses con los dedos.
Tampoco le gustaba la manera en que la ridiculizaban a sus espaldas, en especial cuando sabía que ella tenía la culpa y no Brittany.
—No sé qué tiene que ver eso contigo, Kitty.
Ella se agarró las manos y habló atropelladamente.
—Todos saben lo que sientes por ella y todo eso. Que no te gusta. Y cuando mi mamá me dijo que no estaba embarazada ni nada, no pude entender por qué le casaste con ella. Luego recordé que algunas personas se vuelven locas si tienen una persona cerca y no pueden... ya sabes...mantener relaciones con ella, pero a veces se dicen que no conseguirán nada a menos que se casen con ellas. Así que me imaginé que fue por esa razón por la que te casaste con ella. Pero lo que quiero decir es que... si quieres que se vaya y todo eso...—por primera vez desde que comenzó su acalorada perorata, la miró directamente a los ojos y la morena vio desesperación en ellos.
Kitty hizo una mueca y soltó a borbotones el resto de las palabras.
—Sé que piensas que soy una niña, pero no lo soy. Tengo dieciséis años. Puede que no sea tan bonita como Brittany, pero ya soy una mujer y puedo hacer que... te dejaría mantener relaciones sexuales conmigo y todo eso, así no tendrías que hacerlo con ella.
Santana se quedó pasmada y no supo qué decir.
Kitty se había puesto colorada como un tomate —probablemente igual que ella— y no hacía otra cosa que mirar el suelo.
Se puso en pie lentamente.
Se había enfrentado a sucios borrachos y camioneros con navajas, pero nunca a nada semejante.
Kitty había confundido su amistad con otra cosa y tenía que aclararlo de inmediato.
—Kitty...—se aclaró la garganta y rodeó el escritorio.
Cuando se detuvo, Brittany apareció en la puerta detrás de Kitty, pero la adolescente estaba tan absorta en lo que había dicho que no se dio cuenta.
Brittany debió de notar que estaba ocurriendo algo importante porque se detuvo y esperó.
—Kitty, cuando una jovencita se encapricha...
—¡No es un encaprichamiento!—Kitty levantó la cabeza con los ojos suplicantes y llorosos—Me enamoré de ti a primera vista, y creía que quizá tú también me querías, pero que, como era tan joven y todo eso, no te decidías a dar el primer paso. Por eso he venido a decírtelo.
Santana deseó que Brittany le echara una mano, pero ella seguía inmóvil y en silencio, asimilando lo que acababa de oír.
Por el bien de Kitty, ella tenía que hacerle ver la realidad de la situación.
—No me amas, Kitty.
—¡Sí te amo!
—Sólo crees que me amas. Pero eres una niña, es sólo un encaprichamiento absurdo. Lo superarás. Créeme, dentro de un par de meses las dos nos reiremos de esto.
Kitty la miró como si la hubiera abofeteado y Santana se dio cuenta de que había metido la pata.
La chica respiró hondo y se le llenaron los ojos de lágrimas. Pensó con consternación en cómo podría reparar el daño.
—Me gustas, Kitty, en serio. Pero sólo tienes dieciséis años. Yo soy adulta y tú eres todavía una niña—se dio cuenta por su expresión de que sólo estaba empeorando las cosas.
Nunca se había sentido tan indefensa y le lanzó a Brittany una mirada suplicante.
Para irritación de Santana, su esposa puso los ojos en blanco, como si ella fuera la persona más estúpida de la tierra. Luego se plantó delante de Kitty como un vaquero en un duelo.
—¡Sabía que te encontraría aquí, lagarta! ¡Piensas que porque eres joven y muy guapa puedes robarme a la esposa sin que yo te lo impida!
Kitty la miró boquiabierta y dio un paso atrás.
Santana clavó los ojos en Brittany con incredulidad. De todas las idioteces que la había visto hacer, y eran unas cuantas, ésta se llevaba la palma.
Incluso un retrasado mental se habría dado cuenta de lo histriónico de sus palabras.
—¡No me importa lo joven y guapa que seas!—exclamó Brittany—¡No dejaré que arruines mi matrimonio!—y con aire dramático alargó el brazo y señaló la puerta con un dedo—Ahora te sugiero que te largues de aquí antes de que haga algo de lo que pueda arrepentirme.
Kitty cerró la boca de golpe. Corrió a ciegas hacia la puerta y huyó de ahí.
Pasaron varios segundos antes de que Santana se hundiera bruscamente en el sofá y preguntara:
—¿La he cagado?
Brittany la miró con algo parecido a la piedad.
—Para ser una mujer y lista no pareces tener demasiado sentido común.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
bien britt ya domo a su enamorado hostil jajajaja
dios no jodan,... ninguna de las dos con un dedo de frente para no arruinarle el primer amor a una adolescente,.... bueno britt termino de marcar su territorio, ya lo hacen de deporte si no son camareras es kitty jaja!!!
ya se estan ensamblan bien el matrimonio,..
nos vemos!!!
bien britt ya domo a su enamorado hostil jajajaja
dios no jodan,... ninguna de las dos con un dedo de frente para no arruinarle el primer amor a una adolescente,.... bueno britt termino de marcar su territorio, ya lo hacen de deporte si no son camareras es kitty jaja!!!
ya se estan ensamblan bien el matrimonio,..
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
jajajajajajajaja que manera de romper un p,,, corazon, en fin, ahora falta que se sepa la verdad de la dulce kitty!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Jajajajajaja Britr haciendo las pases con Tater y San rompiendo un corazón, además de ser salvada por Britt toda dramática
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
bien britt ya domo a su enamorado hostil jajajaja
dios no jodan,... ninguna de las dos con un dedo de frente para no arruinarle el primer amor a una adolescente,.... bueno britt termino de marcar su territorio, ya lo hacen de deporte si no son camareras es kitty jaja!!!
ya se estan ensamblan bien el matrimonio,..
nos vemos!!!
Hola lu, jajajajajaa si y es muy bueno, bn ai por la rubia! hip, hip, hurra! hip, hip hurra! JAjajajajajajajaa lo q ai q hacer a veces, no¿? jajajaja. Insisto, bn ai por la rubia. Esta demostrando tantas cosas! Lo cual es muy bueno... y lo q puede a dar a mas opciones y tiempo¿? jajajaj. Saludos =D
micky morales escribió:jajajajajajajaja que manera de romper un p,,, corazon, en fin, ahora falta que se sepa la verdad de la dulce kitty!!!!!
Hola, XD ajajajajajaj dices tu¿?... no la vrdd esk si ajajajajajajaj. JAjajajaajaj aquí otro cap para saber mas entonces jajajaj. SAludos =D
JVM escribió:Jajajajajaja Britr haciendo las pases con Tater y San rompiendo un corazón, además de ser salvada por Britt toda dramática
Hola, jaajaja fue tan lindo y tierno ese momento! nose me lo imagine ajjajajaja. XD q raro xD ajajajajaj. JAajajajajaja la rubia esta haciendo mas q bn las cosas jajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 12
Capitulo 12
Santana clavó los ojos en la puerta por donde acababa de desaparecer Kitty, luego miró a su esposa.
—La tuya ha sido la peor actuación que he visto en mi vida. ¿De verdad has dicho que le vas a impedir que te robe la esposa o me lo he imaginado?
—Kitty se lo ha creído y eso es lo único que cuenta. Después de lo que le has dicho era necesario que alguien la tratara como a una mujer adulta.
—No pretendía herir sus sentimientos, pero ¿qué querías que hiciera? No es una adulta. Es una niña.
—Te ha ofrecido su corazón, San, y tú lo has rechazado como si no valiera nada.
—No sólo me ha ofrecido su corazón. Un poco antes de que llegaras me dejó bien claro que su cuerpo también iba incluido en el lote.
—Está desesperada. Si hubieras aceptado, se hubiera desmayado del susto.
Santana se estremeció.
—Una quinceañera no está en mi lista de perversiones favoritas.
—¿Qué clase de perversiones...?—Brittany se mordió la lengua.
¿Cuándo iba a comenzar a pensar antes de hablar?
Santana le brindó una sonrisa enloquecedora que le puso la piel de gallina.
—Será más divertido que lo vayas averiguando poco a poco.
—¿Por qué no me lo dices ahora?
—Espera y verás.
Brittany la observó.
—¿Incluye algo con...? No, claro que no.
—Estás pensando en los látigos otra vez.
—No, por supuesto que no—mintió.
—Bien. Porque no tienes por qué preocuparte de eso—Santana hizo una pausa significativa—Si lo hago bien no duele en absoluto.
Brittany abrió los ojos de par en par.
—¡Deja de hacer eso!
—¿El qué?
La expresión inocente de Santana no la engañó ni por un instante.
—Deja de plantar todas esas dudas en mi cabeza.
—No soy yo quien planta dudas en tu cabeza. Lo haces tú sólita.
—Sólo porque tú sigues diciendo esas cosas. No me gusta que me tomes el pelo. Sólo tienes que responderme sí o no. ¿Alguna vez le has dado latigazos a una mujer?
—¿Sólo sí o no?
—Eso he dicho, ¿no?
—¿Sin ninguna aclaración?
—Sin ninguna aclaración.
—Bueno, entonces sí. Sí, definitivamente le he dado latigazos a una mujer.
—Vale, será mejor que me lo aclares—dijo ella débilmente tragando saliva.
—Lo siento, cariño, pero ya te he respondido—con una amplia sonrisa, se sentó detrás del escritorio—Tengo mucho trabajo que hacer, quizá sea mejor que me digas para qué querías verme.
Pasaron varios segundos antes de que Brittany lograra recordar lo que la había llevado hasta ahí.
—Se trata de Glenna.
—¿Qué pasa con ella?
—Es un animal grande y su jaula es muy pequeña. Necesita una nueva.
—¿Nada más? ¿Sólo quieres que compremos una jaula nueva?—replicó con ironía.
—Es inhumano que la pobre viva en un lugar tan estrecho. Se la ve muy deprimida, San. Tiene esos deditos tan suaves, y los saca por los barrotes como si necesitara el contacto de otro ser vivo. Y ése no es el único problema que tenemos. Las jaulas son tan viejas que no son de fiar. La del leopardo se cierra sólo con un alambre.
Santana cogió un lápiz y tamborileó con él la gastada superficie del escritorio.
—Estoy de acuerdo contigo. Odio esa condenada exposición de fieras, me parece inhumana, pero las jaulas son caras y Rachel aún se está pensando si deshacerse de esos anímales o no. Por ahora tendrás que arreglártelas como puedas—desplazó la mirada a la ventana y la silla rechinó cuando se reclinó para ver mejor—Vaya, mira ahí fuera. Parece que tienes visita.
Ella siguió la dirección de la mirada y vio a un elefantito con la correa colgando delante del vagón rojo,
—Es Tater—cuando lo miró, el elefante levantó su trompa y bramó como un trágico héroe que vagara por el mundo en busca de su amor perdido—¿Qué hace ahí?
—Supongo que estará buscándote—Santana sonrió—Los elefantes crean fuertes vínculos familiares, y Tater parece haberlo establecido contigo.
—Es un poco grande para ser mi mascota.
—Me alegra oír eso, porque por mucho que me lo pidas jamás dormirá en nuestra cama.
Brittany se rio. Pero se abstuvo de recordarle que aún no estaba segura de si ella dormiría o no con la morena.
Había demasiadas cosas por resolver entre ellas.
Rachel estaba de un humor de perros cuando se acercó a Santana.
Esa mañana Quinn le había dicho que Brittany no estaba embarazada. La idea de que esa mujer llevara a un López en su vientre era tan aborrecible que debería haberse sentido aliviada, pero por el contrario se le había puesto un nudo de angustia en la boca del estómago.
Si Santana no se había casado con Brittany porque estaba embarazada, entonces lo había hecho porque quería.
Lo había hecho porque la amaba.
La bilis la corroía por dentro.
¿Cómo podía Santana amar a esa pobre e inútil niña rica cuando no la había amado a ella?
¿No veía lo indigna que era Brittany?
¿Habría perdido Santana todo su orgullo?
En ese momento la intención de Rachel era poner en práctica el plan que hacía días que le rondaba la mente.
Tenía cabeza para los negocios —siempre pensaba en lo mejor para el circo, por encima de sus sentimientos perenales, —pero lo que se le había ocurrido haría que Santana viera con otros ojos a su esposa.
Se detuvo detrás de la morena mientras ésta estaba trajinando en la grúa de montaje del circo.
La camiseta húmeda se le pegaba a la espalda. Recordó el tacto de esa piel tensa bajo las manos, pero en lugar de excitarla ese recuerdo hizo que sintiera asco de sí misma.
Rachel Berry, la reina de la pista central, le había robado a esa mujer que la amara y la había rechazado.
El rencor hizo que se le revolviera el estómago.
—Tenemos que hablar sobre tu número.
Santana cogió un trapo grasiento y se limpió las manos con él.
La morena siempre había sido una mecánica de primera y reparar la grúa no era un problema para ella, aunque hora mismo Rachel no sentía ningún tipo de gratitud por el dinero que le ahorraba.
—Dime.
La baja mujer levantó la mano para protegerse los ojos del sol, tomándose su tiempo, haciéndole esperar.
Tardó un buen rato en hablar.
—Deberías hacer algún cambio. No lo has hecho desde la última gira y aún queda demasiada temporada para seguir repitiendo lo mismo.
—¿Qué has pensado?
Rachel cogió las gafas de sol con las que se retiraba el pelo de la cara.
—Quiero que Brittany intervenga en tu número.
—Olvídalo.
—¿Crees que no podrá hacerlo?
—Sabes muy bien que no.
—Bueno, tendrá que hacerlo. ¿O es que ahora es ella quien lleva los pantalones en tu casa?
—¿Qué pretendes, Rachel?
—Brittany es ahora una López. Es hora de que comience a comportarse como tal.
—Eso es asunto mío, no tuyo.
—No mientras yo siga siendo la dueña del circo, Brittany sabe cómo meterse al público en el bolsillo y tengo intención de aprovecharlo—le dirigió a Santana una larga y dura mirada—Quiero que actúe en el espectáculo, San, te doy dos semanas para prepararla. Si se niega a hacerlo recuérdale que, si quiero, todavía puedo denunciarla.
—Estoy harta de tus amenazas.
—Entonces limítate a pensar en lo que es mejor para el espectáculo.
Santana terminó de reparar la grúa y se dirigió a la caravana para lavarse las manos llenas de grasa.
Mientras tomaba el cepillo de las uñas y el jabón de debajo del fregadero, se obligó a reconocer que Rachel tenía razón.
Brittany sabía cómo camelar al público y, aunque no había querido admitirlo antes, ya había pensado en incluirla en el número.
Su reticencia provenía de lo difícil que sería entrenarla.
Todas las ayudantes con las que había trabajado en el pasado habían sido artistas con experiencia y no les daban miedo los látigos. Pero Brittany sentía terror.
Si se sobresaltaba cuando no debía...Ahuyentó ese pensamiento.
Podía entrenarla para que no se sobresaltase y permaneciese completamente inmóvil.
Su tío Antonio la había entrenado a ella y la había hecho tan bien que incluso cuando la función terminaba y aquel pervertido hijo de puta la hostigaba por alguna ofensa imaginaria, Santana no había movido ni un solo músculo.
Su mente había recorrido aquel tortuoso camino de su infancia más veces de las que quería recordar y no quería remover aquella mierda otra vez, así que apartó un lado aquellos viejos recuerdos.
Había otra ventaja en utilizar a Brittany como ayudante, una más importante que el simple hecho de cambiar el número, le daría a ella una razón válida para mandarle menos trabajo, una razón contra la que la rubia no podría discutir.
Aún no podía creer que Brittany se hubiera negado a permitir que le facilitara las cosas.
Esa mañana Santana había vuelto a insistir, pero algo en la expresión de su esposa la había hecho desistir.
El trabajo era importante para la rubia; se había dado cuenta de que Brittany lo consideraba una especie de prueba de supervivencia.
Pero a pesar de lo que la rubia pensaba, ella no tenía intención de permitir que acabara agotada.
Lo supiera Brittany o no, actuar en la pista central con ella era mucho menos duro que recoger estiércol de elefante. O limpiar jaulas.
Mientras se lavaba las manos y se las secaba con una toalla de papel, recordó lo frágil que la había sentido bajo ellas la noche anterior.
La manera de hacer el amor de su esposa había sido tan buena que la asustaba.
No se lo había esperado, nunca se hubiera imaginado que Brittany tuviera tantas facetas: inocente y tentadora, infantil e insegura, agresiva y generosa.
Había querido conquistarla y protegerla al mismo tiempo, y ahora estaba jodidamente confundida.
Al otro lado del recinto, Brittany salió del vagón rojo.
A Santana no le agradaría descubrir que había hecho un par de llamadas a larga distancia con su móvil, pero la rubia estaba más que satisfecha con lo que había aprendido del guardián del zoo de San Diego.
El hombre le había sugerido algunos cambios que la rubia intentaría llevar a cabo: tenía que reajustar la dieta de los animales, darles vitaminas extras y cambiar los horarios de alimentación.
Caminó hacia la caravana, donde había visto dirigirse a su esposa unos minutos antes.
Al terminar las tareas en la casa de fieras había ido a echarle una mano a Artie, pero el hombre le había dicho con un gruñido que no necesitaba su ayuda, así que Brittany había decidido aprovechar esas horas libres para ir a la biblioteca de la localidad.
La vio al pasar por el pueblo y quería investigar un poco más sobre los animales. Pero antes tenía que conseguir que Santana le dejara las llaves de la camioneta, cosa que, hasta entonces, no había conseguido.
Cuando entró en la caravana, la morena estaba delante del fregadero lavándose las manos.
La atravesó una especie de vértigo absurdo.
Brittany pensó que aquella oscura presencia que la morena poseía parecía mucho más adecuada para vagar por un páramo inglés del siglo XIX que para viajar con un circo itinerante del siglo XX.
Santana se volvió y ella contuvo el aliento ante el impacto de esa mirada.
—¿Podrías dejarme las llaves de la camioneta?—dijo Brittany cuando recuperó la voz—Tengo que hacer unos recados.
—¿Vas a ir a comprar tabaco?
—Por si no te has dado cuenta, he dejado de fumar.
—Estoy orgullosa de ti—lanzó la toalla de papel a la basura y Brittany observó cómo la camiseta se le pegaba al pecho húmedo de sudor.
Tenía una mancha de grasa en el brazo.
—Te llevaré dentro de una hora o así.
—Puedo ir sola. Esta mañana vi una lavandería al lado de la biblioteca del pueblo. He pensado que podría hacer la colada y, al mismo tiempo, pillar algún libro. ¿Te parece bien?
—Genial. Pero prefiero llevarte yo.
—¿Tienes miedo de que te robe la camioneta?
—No. Es sólo que... la camioneta no es mía. Es del circo y no creo que tú debas conducirla.
—Soy una conductora excelente. No voy a darle ningún golpe.
—Eso no puedes asegurarlo.
Brittany tendió la mano decidida a salirse con la suya.
—Por favor, dame las llaves.
—Te acompañaré y aprovecharé para coger un libro de la biblioteca.
Ella le dirigió su mirada más intimidante.
—Las llaves, por favor.
Santana se frotó la barbilla con los dedos como si considerase la idea.
—Hagamos un trato. Desabróchate la camisa y te daré las llaves.
—¿Qué?
—Es mi mejor oferta. O la tomas o la dejas.
Al observar el brillo divertido en los ojos de Santana, Brittany se preguntó cómo alguien tan serio podía tener una naturaleza tan juguetona cuando se trataba de sexo.
—¿De verdad esperas que yo...?
—Aja—se apoyó en el fregadero y se cruzó de brazos, esperando.
Una ardiente llamarada de excitación atravesó el cuerpo de Brittany al ver el deseo en los ojos de Santana.
No estaba segura de estar preparada para otro encuentro sexual con la morena, pero por otra parte... ¿qué daño podía hacerle jugar un rato?
La humedad de la blusa le recordó que llevaba toda la mañana trabajando y que estaba sucia. Aunque por otro lado, la morena también lo estaba y, después de todo, sólo retozarían un poco.
Entonces ¿qué importaba lo demás?
La miró por encima del hombro con un gesto altivo.
—No acostumbro a utilizar mi cuerpo como moneda de cambio. Es ofensivo.
—Siento que pienses así—sacó las llaves del bolsillo y, con exagerada inocencia, las lanzó al aire y las cogió con la mano.
La suave piel de los pechos de Brittany se erizó bajo la húmeda camisa y los pezones se le pusieron como guijarros.
—¿De verdad te gustaría que hiciera algo así?
—Cariño, me encantaría.
Conteniendo una sonrisa, Brittany se desabrochó lentamente el botón superior.
—Está bien, pero sólo una miradita.
Una vocecilla interior le dijo que estaba jugando con fuego, pero la ignoró.
—Con una miradita conseguirás la llave de la puerta, pero no la del contacto.
Brittany se desabrochó otro botón.
—¿Qué tendría que hacer para conseguir la llave del contacto?
—¿Llevas sujetador?
—Sí.
—Entonces quítatelo.
Brittany sabía que debería poner fin al juego en ese momento, pero se desabrochó el siguiente botón.
—Bueno, supongo que como eres la responsable de la camioneta, es normal que pongas tú las reglas—se tomó su tiempo con los últimos botones.
Cuando estuvieron todos abiertos, agarró las solapas de la blusa y jugueteó con ellas, tomándole el pelo, aunque sabía que la estaba provocando.
—Quizá debería pensármelo un poco más.
—No hagas que me ponga húmeda—el ronco susurro de Santana no era amenazador, pero hizo que Brittany se pusiera a temblar.
—Ya que te pones así...—abrió la blusa, mostrando un sujetador con un estampado floral.
—Quítatelo también.
Brittany se lo acarició con la mano, pero no lo abrió.
—Haz lo que te digo y nadie resultará herido.
Brittany no pudo ocultar una sonrisa mientras abría el broche. Se desprendió lentamente de las húmedas copas de encaje que le cubrían los pechos y se exhibió ante la morena con descarado atrevimiento, sin haberse desnudado del todo, pero con la blusa abierta y los pechos desnudos.
—Eres preciosa—el susurrante cumplido de Santana la hizo sentir la mujer más bella del mundo.
—¿Lo bastante para que me des la llave del contacto?
—Lo suficiente para que te dé toda la puta camioneta.
En dos pasos la tomó entre sus brazos, movió la cabeza con rapidez y le cubrió la boca con la suya, y Brittany sintió que el mundo comenzaba a girar como un loco carrusel.
La morena se deshizo de la camisa de Brittany fácilmente, bajándosela por los hombros; luego la agarró por las caderas y la alzó lo justo para rozarla contra las suyas.
Brittany supo que el tiempo de jugar había terminado.
La sangre rugió ardiente y necesitada en las venas de Brittany. Separó los labios para que la lengua de Santana penetrara en su boca mientras la cogía en brazos y la llevaba a la cama donde la dejó caer sin ningún miramiento.
—Estoy sucia y sudada.
—Yo también, así que no hay problema—con un rápido movimiento Santana se quitó la manchada camiseta y el sujetador por la cabeza—Vas demasiado vestida para mi gusto.
Brittany se deshizo de los zapatos y se desabrochó los vaqueros, pero al parecer no con la suficiente rapidez para la morena.
—¿Por qué tardas tanto?
En unos instantes Santana le había arrancado la ropa para dejarla tan desnuda como ella.
Los ojos de Brittany recorrieron el cuerpo de su esposa, los grandiosos pechos, la piel morena que resaltaba la medalla esmaltada.
Tenía que preguntarle por ella.
Tenía que preguntarle muchas cosas.
Cuando Santana se dejó caer junto a ella, Brittany inhaló el carnal olor a sudor, producto del trabajo duro, y se preguntó por qué no se sentía asqueada.
Lo primitivo de aquel encuentro la excitaba de una manera que nunca hubiera creído posible.
El desenfreno que sentía la hacía avergonzarse.
—T-tengo que ducharme.
—Después.
—Pero estoy muy sucia.
Santana le separó las rodillas.
—Quiero que disfrutes, Brittany.
Ella gimió y le mordió el hombro cuando se unió y rozo contra ella.
Su piel le supo a sal y a sudor; lo mismo que la morena saboreaba en sus pechos. Se le puso un nudo en la garganta.
—De verdad, San, tengo que ducharme.
—Después.
—Oh, Dios mío, ¿qué me estás haciendo?
—¿Te gusta?
—¿Te gusta a ti?
—Sí. ¿Quieres más?
—Sí, oh, sí.
Olores y sabores.
Caricias.
Sudor y fuerza bajo las palmas de las manos de Brittany mientras Santana se movía una y otra vez.
A ella se le pegó el pelo a las mejillas y una brizna de paja le hizo cosquillas en el cuello.
Santana le pasó los dedos por la hendidura del trasero y la puso sobre su cuerpo, manchándole el costado con la grasa del brazo. Le aferró los muslos con las manos y la alzó sobre ella.
—Penétrame.
Ella lo hizo.
Movía sus dedos con rapidez, moviéndose como le dictaba su instinto.
—Más despacio, cariño. No voy a ir a ningún sitio.
—No puedo—la miró a través de una neblina de dolor y deseo y vio la cara de Santana cubierta de sudor con los labios apretados y pálidos.
La suciedad oscurecía esos pómulos y tenía un poco de paja en el brillante pelo negro. El sudor se deslizaba entre los pechos de Brittany.
Volvió a mover sus dedos.
—Así no, cariño. Shhh... más despacio—le deslizó las manos por la espalda y la atrajo hacia ella, apretándole los pechos contra los suyos y la penetraba también, enseñándole a encontrar un nuevo ritmo.
Brittany la abrazó con los muslos y la medalla esmaltada le arañó la piel. Se movió sobre el cuerpo moreno. Lentamente al principio, contoneándose después adorando la sensación de tener el control, de dictar el compás.
Santana le aferró las nalgas con la mano libre, pero dejó que siguiera a su ritmo.
Brittany sabía por la tensión de esos músculos que a la morena le costaba renunciar al control.
Santana le mordió en la clavícula, sin hacerle daño; como si quisiera utilizar otra parte de su cuerpo para sentirla.
Brittany se abandonó en medio del sudor y el olor almizcleño.
Santana emitió unos sonidos incoherentes y ella respondió en el mismo lenguaje.
Olvidaron cualquier rastro de civilización, regresando a la selva, a la caverna, al mundo primitivo; a un momento suspendido en el tiempo en el que recordaron el origen de la creación.
Brittany dejó la cama en cuanto pudo y se metió en el cuarto de baño.
Mientras el agua caía sobre su cuerpo se estremeció por esa desconocida y salvaje parte de sí misma
¿Era sagrada o profana?
¿Cómo podía abandonarse de esa manera a una mujer a la que no amaba?
Aquella pregunta la atormentaba.
Cuando salió del baño envuelta en una toalla, con la piel limpia y el alma confusa, Santana estaba apoyada en el fregadero. Se había vuelto a poner la ropa sucias y sostenía una cerveza en la mano.
La miró fijamente y frunció el ceño.
—Vas a complicarlo todo, ¿verdad?
Ella cogió ropa limpia del cajón y le dio la espalda para vestirse.
—No sé a qué te refieres.
—Lo veo en tu cara. Estás dándole vueltas a lo que acaba de ocurrir.
—¿Y tú no?
—¿Por qué iba a hacerlo? Es sólo sexo, Brittany. Es divertido y ardiente. Y no hace falta enredarlo más.
Ella señaló la cama con la cabeza.
—¿Te ha parecido algo sencillo?
—Ha estado bien. Eso es todo lo que importa.
Brittany se subió la cremallera de los pantalones cortos y se puso unas sandalias.
—Te has acostado con muchas mujeres, ¿verdad?
—No de manera indiscriminada, si es eso lo que quieres decir.
—¿Ha sido así siempre?
Santana vaciló.
—No.
Por un momento, desapareció parte de la tensión de Brittany.
—Me alegro. Quiero que signifique algo.
—Lo único que significa es que, aunque nos cueste comunicarnos a nivel mental, nuestros cuerpos no encuentran ninguna dificultad para hacerlo.
—No creo que sea tan sencillo.
—Para mí sí.
—La tierra se ha movido—dijo suavemente—Es algo más que dos cuerpos que se atraen.
—A veces sucede, a veces no. A nosotras nos pasa y punto.
—¿De verdad crees eso?
—Brittany, escúchame. Si comienzas a imaginar cosas que no van a ocurrir, lo único que conseguirás es salir herida.
—No sé lo que quieres decir.
Santana la miró fijamente a los ojos y ella sintió como si estuviera mirándole el alma.
—No voy a enamorarme de ti, cariño. No ocurrirá. Me importas, pero no te amo.
Cómo herían esas palabras.
¿De verdad era amor lo que quería de Santana?
Ciertamente, la deseaba. La respetaba.
¿Pero cómo era posible llegar a amar a alguien que sentía tan poco aprecio por ella?
En lo más profundo de su alma sabía que a ella le resultaría muy difícil amar a una persona como Santana López.
La morena necesitaba a alguien tan terca y arrogante como ella, alguien obstinada e imposible de intimidar, una mujer que no se echara a temblar ante todos esos oscuros ceños y que le respondiera de la misma manera.
Una mujer que se sintiera como en casa en el circo, que no temiera a los animales ni el trabajo agotador.
Necesitaba a Rachel Berry.
Los celos la inundaron.
Aunque reconocía la lógica de que Santana y Rachel eran perfectas la una para la otra, su corazón rechazaba la idea.
Vivir con la morena le había enseñado algo de orgullo, y Brittany irguió la cabeza.
—Lo creas o no, no me he pasado todo el tiempo pensando en cómo voy a conseguir que te enamores de mí—cogió la cesta de ropa que se iba a llevar a la lavandería—De hecho, no quiero tu amor. Lo que sí quiero son las llaves de la maldita camioneta—las cogió del mostrador y salió corriendo hacia la puerta.
Santana se movió con rapidez para bloquearle el paso y le quitó la cesta de las manos.
—No pretendo hacerte daño, Brittany—dijo—Me importas. No quería que fuera así, pero no puedo evitarlo. Eres dulce y graciosa, y me encanta mirarte.
—¿De veras?
—Aja.
Brittany alargó la mano para limpiarle con el pulgar una mancha del pómulo.
—Bueno, a pesar de que eres una mujer con muy mal genio, también me gusta mirarte.
—Me alegro.
Ella sonrió e intentó coger de nuevo la cesta de la ropa sucia, pero la morena no se la dio.
—Antes de que te vayas... Rachel y yo hemos hablado. A partir de ahora tendrás una nueva tarea.
Ella la miró con cautela.
—Ya estoy ayudando con los elefantes y con las fieras. No creo que tenga tiempo para hacer nada más.
—A partir de ahora, ya no te encargarás de los elefantes, y Sebastián se hará cargo de la casa de fieras.
—Los animales son responsabilidad mía.
—Bien. Puedes supervisarlo si quieres. El hecho es, Brittany, que le gustas al público y Rachel quiere aprovecharse de ello. Actuarás conmigo.
Ella clavó los ojos en la morena.
—Comenzaré a entrenarte mañana.
Brittany se dio cuenta de que le rehuía la mirada.
—¿Entrenarme para que haga qué?
—Tu trabajo consistirá en estar quieta y hermosa.
—¿Y qué más?
—Tendrás que ayudarme. No será difícil.
—Ayudarte. ¿A qué te refieres con eso de ayudarte?
—Sólo eso. Lo hablaremos mañana.
—Dímelo ahora.
—Sostendrás algunas cosas, eso es todo.
—¿Sostenerlas?—tragó saliva—¿Las arrancarás de mi mano?
—De tu mano—Santana hizo una pausa—, De tu boca.
Brittany palideció.
—¿De mi boca?
—Es un truco fácil. Lo he hecho centenares de veces, y no debes preocuparte de nada—abrió la puerta y le puso la cesta en los brazos—Si quieres pasarte por la biblioteca, será mejor que te vayas ya. Te veré más tarde—con un suave empujón la echó afuera.
Brittany se dio La vuelta para decirle que de ninguna manera pensaba actuar en la pista central con ella, pero Santana le cerró la puerta en las narices antes de que pudiera pronunciar una sola palabra.
—La tuya ha sido la peor actuación que he visto en mi vida. ¿De verdad has dicho que le vas a impedir que te robe la esposa o me lo he imaginado?
—Kitty se lo ha creído y eso es lo único que cuenta. Después de lo que le has dicho era necesario que alguien la tratara como a una mujer adulta.
—No pretendía herir sus sentimientos, pero ¿qué querías que hiciera? No es una adulta. Es una niña.
—Te ha ofrecido su corazón, San, y tú lo has rechazado como si no valiera nada.
—No sólo me ha ofrecido su corazón. Un poco antes de que llegaras me dejó bien claro que su cuerpo también iba incluido en el lote.
—Está desesperada. Si hubieras aceptado, se hubiera desmayado del susto.
Santana se estremeció.
—Una quinceañera no está en mi lista de perversiones favoritas.
—¿Qué clase de perversiones...?—Brittany se mordió la lengua.
¿Cuándo iba a comenzar a pensar antes de hablar?
Santana le brindó una sonrisa enloquecedora que le puso la piel de gallina.
—Será más divertido que lo vayas averiguando poco a poco.
—¿Por qué no me lo dices ahora?
—Espera y verás.
Brittany la observó.
—¿Incluye algo con...? No, claro que no.
—Estás pensando en los látigos otra vez.
—No, por supuesto que no—mintió.
—Bien. Porque no tienes por qué preocuparte de eso—Santana hizo una pausa significativa—Si lo hago bien no duele en absoluto.
Brittany abrió los ojos de par en par.
—¡Deja de hacer eso!
—¿El qué?
La expresión inocente de Santana no la engañó ni por un instante.
—Deja de plantar todas esas dudas en mi cabeza.
—No soy yo quien planta dudas en tu cabeza. Lo haces tú sólita.
—Sólo porque tú sigues diciendo esas cosas. No me gusta que me tomes el pelo. Sólo tienes que responderme sí o no. ¿Alguna vez le has dado latigazos a una mujer?
—¿Sólo sí o no?
—Eso he dicho, ¿no?
—¿Sin ninguna aclaración?
—Sin ninguna aclaración.
—Bueno, entonces sí. Sí, definitivamente le he dado latigazos a una mujer.
—Vale, será mejor que me lo aclares—dijo ella débilmente tragando saliva.
—Lo siento, cariño, pero ya te he respondido—con una amplia sonrisa, se sentó detrás del escritorio—Tengo mucho trabajo que hacer, quizá sea mejor que me digas para qué querías verme.
Pasaron varios segundos antes de que Brittany lograra recordar lo que la había llevado hasta ahí.
—Se trata de Glenna.
—¿Qué pasa con ella?
—Es un animal grande y su jaula es muy pequeña. Necesita una nueva.
—¿Nada más? ¿Sólo quieres que compremos una jaula nueva?—replicó con ironía.
—Es inhumano que la pobre viva en un lugar tan estrecho. Se la ve muy deprimida, San. Tiene esos deditos tan suaves, y los saca por los barrotes como si necesitara el contacto de otro ser vivo. Y ése no es el único problema que tenemos. Las jaulas son tan viejas que no son de fiar. La del leopardo se cierra sólo con un alambre.
Santana cogió un lápiz y tamborileó con él la gastada superficie del escritorio.
—Estoy de acuerdo contigo. Odio esa condenada exposición de fieras, me parece inhumana, pero las jaulas son caras y Rachel aún se está pensando si deshacerse de esos anímales o no. Por ahora tendrás que arreglártelas como puedas—desplazó la mirada a la ventana y la silla rechinó cuando se reclinó para ver mejor—Vaya, mira ahí fuera. Parece que tienes visita.
Ella siguió la dirección de la mirada y vio a un elefantito con la correa colgando delante del vagón rojo,
—Es Tater—cuando lo miró, el elefante levantó su trompa y bramó como un trágico héroe que vagara por el mundo en busca de su amor perdido—¿Qué hace ahí?
—Supongo que estará buscándote—Santana sonrió—Los elefantes crean fuertes vínculos familiares, y Tater parece haberlo establecido contigo.
—Es un poco grande para ser mi mascota.
—Me alegra oír eso, porque por mucho que me lo pidas jamás dormirá en nuestra cama.
Brittany se rio. Pero se abstuvo de recordarle que aún no estaba segura de si ella dormiría o no con la morena.
Había demasiadas cosas por resolver entre ellas.
*****
Rachel estaba de un humor de perros cuando se acercó a Santana.
Esa mañana Quinn le había dicho que Brittany no estaba embarazada. La idea de que esa mujer llevara a un López en su vientre era tan aborrecible que debería haberse sentido aliviada, pero por el contrario se le había puesto un nudo de angustia en la boca del estómago.
Si Santana no se había casado con Brittany porque estaba embarazada, entonces lo había hecho porque quería.
Lo había hecho porque la amaba.
La bilis la corroía por dentro.
¿Cómo podía Santana amar a esa pobre e inútil niña rica cuando no la había amado a ella?
¿No veía lo indigna que era Brittany?
¿Habría perdido Santana todo su orgullo?
En ese momento la intención de Rachel era poner en práctica el plan que hacía días que le rondaba la mente.
Tenía cabeza para los negocios —siempre pensaba en lo mejor para el circo, por encima de sus sentimientos perenales, —pero lo que se le había ocurrido haría que Santana viera con otros ojos a su esposa.
Se detuvo detrás de la morena mientras ésta estaba trajinando en la grúa de montaje del circo.
La camiseta húmeda se le pegaba a la espalda. Recordó el tacto de esa piel tensa bajo las manos, pero en lugar de excitarla ese recuerdo hizo que sintiera asco de sí misma.
Rachel Berry, la reina de la pista central, le había robado a esa mujer que la amara y la había rechazado.
El rencor hizo que se le revolviera el estómago.
—Tenemos que hablar sobre tu número.
Santana cogió un trapo grasiento y se limpió las manos con él.
La morena siempre había sido una mecánica de primera y reparar la grúa no era un problema para ella, aunque hora mismo Rachel no sentía ningún tipo de gratitud por el dinero que le ahorraba.
—Dime.
La baja mujer levantó la mano para protegerse los ojos del sol, tomándose su tiempo, haciéndole esperar.
Tardó un buen rato en hablar.
—Deberías hacer algún cambio. No lo has hecho desde la última gira y aún queda demasiada temporada para seguir repitiendo lo mismo.
—¿Qué has pensado?
Rachel cogió las gafas de sol con las que se retiraba el pelo de la cara.
—Quiero que Brittany intervenga en tu número.
—Olvídalo.
—¿Crees que no podrá hacerlo?
—Sabes muy bien que no.
—Bueno, tendrá que hacerlo. ¿O es que ahora es ella quien lleva los pantalones en tu casa?
—¿Qué pretendes, Rachel?
—Brittany es ahora una López. Es hora de que comience a comportarse como tal.
—Eso es asunto mío, no tuyo.
—No mientras yo siga siendo la dueña del circo, Brittany sabe cómo meterse al público en el bolsillo y tengo intención de aprovecharlo—le dirigió a Santana una larga y dura mirada—Quiero que actúe en el espectáculo, San, te doy dos semanas para prepararla. Si se niega a hacerlo recuérdale que, si quiero, todavía puedo denunciarla.
—Estoy harta de tus amenazas.
—Entonces limítate a pensar en lo que es mejor para el espectáculo.
*****
Santana terminó de reparar la grúa y se dirigió a la caravana para lavarse las manos llenas de grasa.
Mientras tomaba el cepillo de las uñas y el jabón de debajo del fregadero, se obligó a reconocer que Rachel tenía razón.
Brittany sabía cómo camelar al público y, aunque no había querido admitirlo antes, ya había pensado en incluirla en el número.
Su reticencia provenía de lo difícil que sería entrenarla.
Todas las ayudantes con las que había trabajado en el pasado habían sido artistas con experiencia y no les daban miedo los látigos. Pero Brittany sentía terror.
Si se sobresaltaba cuando no debía...Ahuyentó ese pensamiento.
Podía entrenarla para que no se sobresaltase y permaneciese completamente inmóvil.
Su tío Antonio la había entrenado a ella y la había hecho tan bien que incluso cuando la función terminaba y aquel pervertido hijo de puta la hostigaba por alguna ofensa imaginaria, Santana no había movido ni un solo músculo.
Su mente había recorrido aquel tortuoso camino de su infancia más veces de las que quería recordar y no quería remover aquella mierda otra vez, así que apartó un lado aquellos viejos recuerdos.
Había otra ventaja en utilizar a Brittany como ayudante, una más importante que el simple hecho de cambiar el número, le daría a ella una razón válida para mandarle menos trabajo, una razón contra la que la rubia no podría discutir.
Aún no podía creer que Brittany se hubiera negado a permitir que le facilitara las cosas.
Esa mañana Santana había vuelto a insistir, pero algo en la expresión de su esposa la había hecho desistir.
El trabajo era importante para la rubia; se había dado cuenta de que Brittany lo consideraba una especie de prueba de supervivencia.
Pero a pesar de lo que la rubia pensaba, ella no tenía intención de permitir que acabara agotada.
Lo supiera Brittany o no, actuar en la pista central con ella era mucho menos duro que recoger estiércol de elefante. O limpiar jaulas.
Mientras se lavaba las manos y se las secaba con una toalla de papel, recordó lo frágil que la había sentido bajo ellas la noche anterior.
La manera de hacer el amor de su esposa había sido tan buena que la asustaba.
No se lo había esperado, nunca se hubiera imaginado que Brittany tuviera tantas facetas: inocente y tentadora, infantil e insegura, agresiva y generosa.
Había querido conquistarla y protegerla al mismo tiempo, y ahora estaba jodidamente confundida.
*****
Al otro lado del recinto, Brittany salió del vagón rojo.
A Santana no le agradaría descubrir que había hecho un par de llamadas a larga distancia con su móvil, pero la rubia estaba más que satisfecha con lo que había aprendido del guardián del zoo de San Diego.
El hombre le había sugerido algunos cambios que la rubia intentaría llevar a cabo: tenía que reajustar la dieta de los animales, darles vitaminas extras y cambiar los horarios de alimentación.
Caminó hacia la caravana, donde había visto dirigirse a su esposa unos minutos antes.
Al terminar las tareas en la casa de fieras había ido a echarle una mano a Artie, pero el hombre le había dicho con un gruñido que no necesitaba su ayuda, así que Brittany había decidido aprovechar esas horas libres para ir a la biblioteca de la localidad.
La vio al pasar por el pueblo y quería investigar un poco más sobre los animales. Pero antes tenía que conseguir que Santana le dejara las llaves de la camioneta, cosa que, hasta entonces, no había conseguido.
Cuando entró en la caravana, la morena estaba delante del fregadero lavándose las manos.
La atravesó una especie de vértigo absurdo.
Brittany pensó que aquella oscura presencia que la morena poseía parecía mucho más adecuada para vagar por un páramo inglés del siglo XIX que para viajar con un circo itinerante del siglo XX.
Santana se volvió y ella contuvo el aliento ante el impacto de esa mirada.
—¿Podrías dejarme las llaves de la camioneta?—dijo Brittany cuando recuperó la voz—Tengo que hacer unos recados.
—¿Vas a ir a comprar tabaco?
—Por si no te has dado cuenta, he dejado de fumar.
—Estoy orgullosa de ti—lanzó la toalla de papel a la basura y Brittany observó cómo la camiseta se le pegaba al pecho húmedo de sudor.
Tenía una mancha de grasa en el brazo.
—Te llevaré dentro de una hora o así.
—Puedo ir sola. Esta mañana vi una lavandería al lado de la biblioteca del pueblo. He pensado que podría hacer la colada y, al mismo tiempo, pillar algún libro. ¿Te parece bien?
—Genial. Pero prefiero llevarte yo.
—¿Tienes miedo de que te robe la camioneta?
—No. Es sólo que... la camioneta no es mía. Es del circo y no creo que tú debas conducirla.
—Soy una conductora excelente. No voy a darle ningún golpe.
—Eso no puedes asegurarlo.
Brittany tendió la mano decidida a salirse con la suya.
—Por favor, dame las llaves.
—Te acompañaré y aprovecharé para coger un libro de la biblioteca.
Ella le dirigió su mirada más intimidante.
—Las llaves, por favor.
Santana se frotó la barbilla con los dedos como si considerase la idea.
—Hagamos un trato. Desabróchate la camisa y te daré las llaves.
—¿Qué?
—Es mi mejor oferta. O la tomas o la dejas.
Al observar el brillo divertido en los ojos de Santana, Brittany se preguntó cómo alguien tan serio podía tener una naturaleza tan juguetona cuando se trataba de sexo.
—¿De verdad esperas que yo...?
—Aja—se apoyó en el fregadero y se cruzó de brazos, esperando.
Una ardiente llamarada de excitación atravesó el cuerpo de Brittany al ver el deseo en los ojos de Santana.
No estaba segura de estar preparada para otro encuentro sexual con la morena, pero por otra parte... ¿qué daño podía hacerle jugar un rato?
La humedad de la blusa le recordó que llevaba toda la mañana trabajando y que estaba sucia. Aunque por otro lado, la morena también lo estaba y, después de todo, sólo retozarían un poco.
Entonces ¿qué importaba lo demás?
La miró por encima del hombro con un gesto altivo.
—No acostumbro a utilizar mi cuerpo como moneda de cambio. Es ofensivo.
—Siento que pienses así—sacó las llaves del bolsillo y, con exagerada inocencia, las lanzó al aire y las cogió con la mano.
La suave piel de los pechos de Brittany se erizó bajo la húmeda camisa y los pezones se le pusieron como guijarros.
—¿De verdad te gustaría que hiciera algo así?
—Cariño, me encantaría.
Conteniendo una sonrisa, Brittany se desabrochó lentamente el botón superior.
—Está bien, pero sólo una miradita.
Una vocecilla interior le dijo que estaba jugando con fuego, pero la ignoró.
—Con una miradita conseguirás la llave de la puerta, pero no la del contacto.
Brittany se desabrochó otro botón.
—¿Qué tendría que hacer para conseguir la llave del contacto?
—¿Llevas sujetador?
—Sí.
—Entonces quítatelo.
Brittany sabía que debería poner fin al juego en ese momento, pero se desabrochó el siguiente botón.
—Bueno, supongo que como eres la responsable de la camioneta, es normal que pongas tú las reglas—se tomó su tiempo con los últimos botones.
Cuando estuvieron todos abiertos, agarró las solapas de la blusa y jugueteó con ellas, tomándole el pelo, aunque sabía que la estaba provocando.
—Quizá debería pensármelo un poco más.
—No hagas que me ponga húmeda—el ronco susurro de Santana no era amenazador, pero hizo que Brittany se pusiera a temblar.
—Ya que te pones así...—abrió la blusa, mostrando un sujetador con un estampado floral.
—Quítatelo también.
Brittany se lo acarició con la mano, pero no lo abrió.
—Haz lo que te digo y nadie resultará herido.
Brittany no pudo ocultar una sonrisa mientras abría el broche. Se desprendió lentamente de las húmedas copas de encaje que le cubrían los pechos y se exhibió ante la morena con descarado atrevimiento, sin haberse desnudado del todo, pero con la blusa abierta y los pechos desnudos.
—Eres preciosa—el susurrante cumplido de Santana la hizo sentir la mujer más bella del mundo.
—¿Lo bastante para que me des la llave del contacto?
—Lo suficiente para que te dé toda la puta camioneta.
En dos pasos la tomó entre sus brazos, movió la cabeza con rapidez y le cubrió la boca con la suya, y Brittany sintió que el mundo comenzaba a girar como un loco carrusel.
La morena se deshizo de la camisa de Brittany fácilmente, bajándosela por los hombros; luego la agarró por las caderas y la alzó lo justo para rozarla contra las suyas.
Brittany supo que el tiempo de jugar había terminado.
La sangre rugió ardiente y necesitada en las venas de Brittany. Separó los labios para que la lengua de Santana penetrara en su boca mientras la cogía en brazos y la llevaba a la cama donde la dejó caer sin ningún miramiento.
—Estoy sucia y sudada.
—Yo también, así que no hay problema—con un rápido movimiento Santana se quitó la manchada camiseta y el sujetador por la cabeza—Vas demasiado vestida para mi gusto.
Brittany se deshizo de los zapatos y se desabrochó los vaqueros, pero al parecer no con la suficiente rapidez para la morena.
—¿Por qué tardas tanto?
En unos instantes Santana le había arrancado la ropa para dejarla tan desnuda como ella.
Los ojos de Brittany recorrieron el cuerpo de su esposa, los grandiosos pechos, la piel morena que resaltaba la medalla esmaltada.
Tenía que preguntarle por ella.
Tenía que preguntarle muchas cosas.
Cuando Santana se dejó caer junto a ella, Brittany inhaló el carnal olor a sudor, producto del trabajo duro, y se preguntó por qué no se sentía asqueada.
Lo primitivo de aquel encuentro la excitaba de una manera que nunca hubiera creído posible.
El desenfreno que sentía la hacía avergonzarse.
—T-tengo que ducharme.
—Después.
—Pero estoy muy sucia.
Santana le separó las rodillas.
—Quiero que disfrutes, Brittany.
Ella gimió y le mordió el hombro cuando se unió y rozo contra ella.
Su piel le supo a sal y a sudor; lo mismo que la morena saboreaba en sus pechos. Se le puso un nudo en la garganta.
—De verdad, San, tengo que ducharme.
—Después.
—Oh, Dios mío, ¿qué me estás haciendo?
—¿Te gusta?
—¿Te gusta a ti?
—Sí. ¿Quieres más?
—Sí, oh, sí.
Olores y sabores.
Caricias.
Sudor y fuerza bajo las palmas de las manos de Brittany mientras Santana se movía una y otra vez.
A ella se le pegó el pelo a las mejillas y una brizna de paja le hizo cosquillas en el cuello.
Santana le pasó los dedos por la hendidura del trasero y la puso sobre su cuerpo, manchándole el costado con la grasa del brazo. Le aferró los muslos con las manos y la alzó sobre ella.
—Penétrame.
Ella lo hizo.
Movía sus dedos con rapidez, moviéndose como le dictaba su instinto.
—Más despacio, cariño. No voy a ir a ningún sitio.
—No puedo—la miró a través de una neblina de dolor y deseo y vio la cara de Santana cubierta de sudor con los labios apretados y pálidos.
La suciedad oscurecía esos pómulos y tenía un poco de paja en el brillante pelo negro. El sudor se deslizaba entre los pechos de Brittany.
Volvió a mover sus dedos.
—Así no, cariño. Shhh... más despacio—le deslizó las manos por la espalda y la atrajo hacia ella, apretándole los pechos contra los suyos y la penetraba también, enseñándole a encontrar un nuevo ritmo.
Brittany la abrazó con los muslos y la medalla esmaltada le arañó la piel. Se movió sobre el cuerpo moreno. Lentamente al principio, contoneándose después adorando la sensación de tener el control, de dictar el compás.
Santana le aferró las nalgas con la mano libre, pero dejó que siguiera a su ritmo.
Brittany sabía por la tensión de esos músculos que a la morena le costaba renunciar al control.
Santana le mordió en la clavícula, sin hacerle daño; como si quisiera utilizar otra parte de su cuerpo para sentirla.
Brittany se abandonó en medio del sudor y el olor almizcleño.
Santana emitió unos sonidos incoherentes y ella respondió en el mismo lenguaje.
Olvidaron cualquier rastro de civilización, regresando a la selva, a la caverna, al mundo primitivo; a un momento suspendido en el tiempo en el que recordaron el origen de la creación.
Brittany dejó la cama en cuanto pudo y se metió en el cuarto de baño.
Mientras el agua caía sobre su cuerpo se estremeció por esa desconocida y salvaje parte de sí misma
¿Era sagrada o profana?
¿Cómo podía abandonarse de esa manera a una mujer a la que no amaba?
Aquella pregunta la atormentaba.
Cuando salió del baño envuelta en una toalla, con la piel limpia y el alma confusa, Santana estaba apoyada en el fregadero. Se había vuelto a poner la ropa sucias y sostenía una cerveza en la mano.
La miró fijamente y frunció el ceño.
—Vas a complicarlo todo, ¿verdad?
Ella cogió ropa limpia del cajón y le dio la espalda para vestirse.
—No sé a qué te refieres.
—Lo veo en tu cara. Estás dándole vueltas a lo que acaba de ocurrir.
—¿Y tú no?
—¿Por qué iba a hacerlo? Es sólo sexo, Brittany. Es divertido y ardiente. Y no hace falta enredarlo más.
Ella señaló la cama con la cabeza.
—¿Te ha parecido algo sencillo?
—Ha estado bien. Eso es todo lo que importa.
Brittany se subió la cremallera de los pantalones cortos y se puso unas sandalias.
—Te has acostado con muchas mujeres, ¿verdad?
—No de manera indiscriminada, si es eso lo que quieres decir.
—¿Ha sido así siempre?
Santana vaciló.
—No.
Por un momento, desapareció parte de la tensión de Brittany.
—Me alegro. Quiero que signifique algo.
—Lo único que significa es que, aunque nos cueste comunicarnos a nivel mental, nuestros cuerpos no encuentran ninguna dificultad para hacerlo.
—No creo que sea tan sencillo.
—Para mí sí.
—La tierra se ha movido—dijo suavemente—Es algo más que dos cuerpos que se atraen.
—A veces sucede, a veces no. A nosotras nos pasa y punto.
—¿De verdad crees eso?
—Brittany, escúchame. Si comienzas a imaginar cosas que no van a ocurrir, lo único que conseguirás es salir herida.
—No sé lo que quieres decir.
Santana la miró fijamente a los ojos y ella sintió como si estuviera mirándole el alma.
—No voy a enamorarme de ti, cariño. No ocurrirá. Me importas, pero no te amo.
Cómo herían esas palabras.
¿De verdad era amor lo que quería de Santana?
Ciertamente, la deseaba. La respetaba.
¿Pero cómo era posible llegar a amar a alguien que sentía tan poco aprecio por ella?
En lo más profundo de su alma sabía que a ella le resultaría muy difícil amar a una persona como Santana López.
La morena necesitaba a alguien tan terca y arrogante como ella, alguien obstinada e imposible de intimidar, una mujer que no se echara a temblar ante todos esos oscuros ceños y que le respondiera de la misma manera.
Una mujer que se sintiera como en casa en el circo, que no temiera a los animales ni el trabajo agotador.
Necesitaba a Rachel Berry.
Los celos la inundaron.
Aunque reconocía la lógica de que Santana y Rachel eran perfectas la una para la otra, su corazón rechazaba la idea.
Vivir con la morena le había enseñado algo de orgullo, y Brittany irguió la cabeza.
—Lo creas o no, no me he pasado todo el tiempo pensando en cómo voy a conseguir que te enamores de mí—cogió la cesta de ropa que se iba a llevar a la lavandería—De hecho, no quiero tu amor. Lo que sí quiero son las llaves de la maldita camioneta—las cogió del mostrador y salió corriendo hacia la puerta.
Santana se movió con rapidez para bloquearle el paso y le quitó la cesta de las manos.
—No pretendo hacerte daño, Brittany—dijo—Me importas. No quería que fuera así, pero no puedo evitarlo. Eres dulce y graciosa, y me encanta mirarte.
—¿De veras?
—Aja.
Brittany alargó la mano para limpiarle con el pulgar una mancha del pómulo.
—Bueno, a pesar de que eres una mujer con muy mal genio, también me gusta mirarte.
—Me alegro.
Ella sonrió e intentó coger de nuevo la cesta de la ropa sucia, pero la morena no se la dio.
—Antes de que te vayas... Rachel y yo hemos hablado. A partir de ahora tendrás una nueva tarea.
Ella la miró con cautela.
—Ya estoy ayudando con los elefantes y con las fieras. No creo que tenga tiempo para hacer nada más.
—A partir de ahora, ya no te encargarás de los elefantes, y Sebastián se hará cargo de la casa de fieras.
—Los animales son responsabilidad mía.
—Bien. Puedes supervisarlo si quieres. El hecho es, Brittany, que le gustas al público y Rachel quiere aprovecharse de ello. Actuarás conmigo.
Ella clavó los ojos en la morena.
—Comenzaré a entrenarte mañana.
Brittany se dio cuenta de que le rehuía la mirada.
—¿Entrenarme para que haga qué?
—Tu trabajo consistirá en estar quieta y hermosa.
—¿Y qué más?
—Tendrás que ayudarme. No será difícil.
—Ayudarte. ¿A qué te refieres con eso de ayudarte?
—Sólo eso. Lo hablaremos mañana.
—Dímelo ahora.
—Sostendrás algunas cosas, eso es todo.
—¿Sostenerlas?—tragó saliva—¿Las arrancarás de mi mano?
—De tu mano—Santana hizo una pausa—, De tu boca.
Brittany palideció.
—¿De mi boca?
—Es un truco fácil. Lo he hecho centenares de veces, y no debes preocuparte de nada—abrió la puerta y le puso la cesta en los brazos—Si quieres pasarte por la biblioteca, será mejor que te vayas ya. Te veré más tarde—con un suave empujón la echó afuera.
Brittany se dio La vuelta para decirle que de ninguna manera pensaba actuar en la pista central con ella, pero Santana le cerró la puerta en las narices antes de que pudiera pronunciar una sola palabra.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
mmmm cando quieren las dos saben jugar a no tener sentimientos!!!
es mas fácil que los polos se junten,... antes que alguna de las dos reconozca lo que estan sintiendo!!!
nueva rutina,.. mas tiempo juntas!! mucho mas!!
nos vemos!!!
mmmm cando quieren las dos saben jugar a no tener sentimientos!!!
es mas fácil que los polos se junten,... antes que alguna de las dos reconozca lo que estan sintiendo!!!
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3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
sera posible que la idiota de rachel deje en paz a brittany, santana nunca la quso para el final feliz y ella todavia no lo acepta!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Para las dos es complicado porque aunque Britt no busque el amor de San sin darse cuenta lo esta sintiendo y con la morena toda la confusión que le causa la rubia es porque de igual manera la esta llegando a querer aunque lo niegue ....
Y pues haber si acepta si nuevo puesto en el circo.... Y Tater súper hermoso jajjaja siguiendo a Britt jajha
Y pues haber si acepta si nuevo puesto en el circo.... Y Tater súper hermoso jajjaja siguiendo a Britt jajha
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
mmmm cando quieren las dos saben jugar a no tener sentimientos!!!
es mas fácil que los polos se junten,... antes que alguna de las dos reconozca lo que estan sintiendo!!!
nueva rutina,.. mas tiempo juntas!! mucho mas!!
nos vemos!!!
Hola lu, o si q si! y nose xq de parte de britt me parece perfecto jajajajaja. Eso dice..., eso dicen... ajajajajaja. Pff creo lo mismo, pero espero q eso no pase. Si, SI! jajaajajaja. Q mejor¿? Saludos =D
micky morales escribió:sera posible que la idiota de rachel deje en paz a brittany, santana nunca la quso para el final feliz y ella todavia no lo acepta!!!!
Hola, mmm espero lo mismo, pero no lo veo posible ¬¬ Esk esa cabeza dura nose lo q pasa =/ Saludos =D
JVM escribió:Para las dos es complicado porque aunque Britt no busque el amor de San sin darse cuenta lo esta sintiendo y con la morena toda la confusión que le causa la rubia es porque de igual manera la esta llegando a querer aunque lo niegue ....
Y pues haber si acepta si nuevo puesto en el circo.... Y Tater súper hermoso jajjaja siguiendo a Britt jajha
Hola, mmm q buen razonamiento... bn, pero bn ai! Y tienes toda la razón, pero toda... aún así, san sigue siendo mas pesada ajajajaj. Yo creo q si xq no le keda de otra =/ AIii siii es tan tiernoooo yo lo kierooo ajajajajaja. Además así britt no esta sola del todo, no¿? Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Cap 13
Capitulo 13
—¿Puedes intentar mantener los ojos abiertos esta vez?
Brittany notó que Santana estaba perdiendo la paciencia con ella.
Estaban detrás de las caravanas, en un campo de béisbol a las afueras de Maryland, un sitio muy parecido al que habían estado los días anteriores y llevaban así casi dos semanas.
La joven rubia tenía los nervios tan tensos que estaban a punto de estallar.
Tater estaba cerca de ellas, alternando suspiros de amor por su dama con remover el barro.
Después de que Brittany se hubiera enfrentado al elefantito unas semanas atrás, Tater había comenzado a escaparse para buscarla y, finalmente, Artie lo había castigado con el pincho. La joven no había podido tolerar tal cosa, así que le había dicho que ella se encargaría de cuidar al elefante durante el día cuando vagara por ahí.
Todos —excepto la propia Brittany —parecían haberse acostumbrado a ver trotando a Tater detrás de ella como si fuera un perrito faldero.
—Si abro los ojos daré un respingo—señaló Brittany mientras su esposa empuñaba el látigo—Y me dijiste que me harías daño si daba respingos.
—Tienes el blanco tan alejado de tu cuerpo que podrías estar bailando El Lago de los Cisnes y ni siquiera te rozaría.
Había algo de verdad en lo que decía.
El rollo de periódico que sostenía en la mano medía más de treinta centímetros y, además, ella tenía el brazo extendido. Pero cada vez que Santana agitaba el látigo arrancando un trozo del extremo, ella daba un salto.
No podía evitarlo.
—Puede que mañana consiga abrir los ojos.
—En tres días estarás en la pista central. Es mejor que los abras ya.
Brittany abrió los ojos de golpe al oír la voz sarcástica y acusadora de Rachel que estaba donde Santana había dejado los látigos enroscados en el suelo.
Tenía los brazos cruzados y el sol arrancaba destellos a su pelo, que brillaba como las llamas del infierno.
—Ya deberías haberte acostumbrado—se agachó con rapidez y cogió uno de los rollos de papel de diez centímetros que había en el suelo.
Ésos eran los blancos de verdad, los que se suponía que Brittany debía sostener en la función, pero hasta ese momento Santana no había podido convencerla para que practicaran con algo que midiera menos de treinta centímetros.
Rachel comenzó a hacer rodar uno de los pequeños rollos entre los dedos como si fuera un pitillo, luego se acercó a Brittany y se detuvo a su lado.
—Quítate de en medio.
Brittany retrocedió.
Rachel miró a Santana con un destello desafiante en los ojos.
—Aprende cómo se hace—se puso de perfil, echó el pelo hacia atrás y se colocó el rollo entre los labios.
Por un momento Santana no hizo nada, y Brittany notó que había una vieja historia entre la dueña del circo y su esposa, una historia de la cual Brittany no sabía nada.
Parecía como si Rachel desafiara a su esposa, pero ¿para que hiciera qué?
Santana levantó el brazo tan repentinamente que ella apenas vio el movimiento de su muñeca.
¡Zas!
El látigo restalló a pocos centímetros de la cara de la mujer y el extremo del rollo desapareció.
Rachel no se movió.
Se mantuvo tan serena como si estuviera asistiendo a un cóctel mientras Santana agitaba el látigo una y otra vez, rompiendo un trocito de rollo cada vez. Poco a poco, lo fue acortando hasta que sólo quedó el cabo entre los labios de la mujer castaña.
En ese momento lo cogió y se lo tendió a Brittany.
—Ahora veamos cómo lo haces tú.
Brittany reconocía un reto cuando lo veía, pero esa gente se había criado tentando al peligro. Ella no tenía que demostrar su valor, sentía que ya lo había hecho cuando se había enfrentado a Tater.
—Quizás en otro momento.
Santana suspiró y bajó el látigo.
—Rachel, esto no funciona. Continuaré haciendo el número yo sola.
—¿Te tiene dominada, San? Cinco generaciones de sangre circense y le has dado el nombre de López a alguien que no tiene valor para entrar en la pista central contigo—sus ojos marrones se oscurecieron con desprecio cuando miró a Brittany—No te estamos pidiendo que andes por la cuerda floja ni que montes a pelo. Lo único que tienes que hacer es estar ahí de pie. Pero ni siquiera eres capaz de hacerlo, ¿verdad?
—Lo siento, pero no valgo para esto.
—¿Y para qué vales entonces?
Santana dio un paso adelante.
—Ya basta. Brittany se ha encargado de los animales aunque no tendría por qué haberlo hecho, y están en mejores condiciones que nunca.
—No la defiendas.
Brittany sintió el impacto de los ojos de Rachel con la misma intensidad que si fuera el impacto del látigo.
—¿Sabes algo de la familia López?
—San no me ha hablado mucho de su pasado.
Y tampoco le había hablado mucho de su presente. Cada vez que intentaba preguntarle por la vida que llevaba fuera del circo, la morena cambiaba de tema.
Sospechaba que había ido a la universidad y que la medalla esmaltada que llevaba colgada del cuello era una reliquia familiar, pero nada más.
—Déjalo, Rachel—le advirtió Santana.
La castaña no le hizo caso y sostuvo la mirada de Brittany con firmeza.
—Los López son una de las familias más famosas en la historia del circo. La mamá de San era la mejor montando a pelo. San podría haber sido una campeona ecuestre de no ser por su altura.
—A Brittany no le importa nada de eso—dijo Santana.
—Sí que me importa. Continúa, Rachel.
—Su mamá formaba parte de la quinta generación de artistas latinos que actuaron para los zares. Lo más interesante de los López es que la historia de su familia se transmite a través de las mujeres. No importa con quién se hayan casado, los hombres han renunciado a su propio apellido para mantener el de López y pasarlo a sus hijos. Pero los hombres López han sido también grandes artistas con el látigo y algunos de los mejores jinetes que se hayan visto en el circo.
Santana comenzó a recoger los rollos de periódico y a meterlos en una vieja bolsa de lona.
—Vamos, Brittany. Por hoy es suficiente.
La expresión de Rachel se volvió amarga.
—Los López siempre han seguido la tradición y han elegido bien a sus esposas. Al menos hasta llegar a San—hizo una pausa. En sus ojos asomó un helado desprecio—No estás a su altura, Brittany, no mereces llevar el apellido López—tras decir eso se giró y se marchó, con un paso tan regio que hizo que sus ropas desarregladas parecieran dignas de una reina.
Brittany se sintió despreciable.
—Tiene razón, San. No valgo para nada.
—Tonterías—enrolló los látigos y los apoyó sobre el hombro—Rachel considera la tradición del circo tan sagrada como la religión. No le hagas caso.
Brittany miró la bolsa con los rollos de periódico. Se acercó y sacó uno con decisión.
—¿Qué haces?
—Dar la talla como mujer López.
—Por el amor de Dios, suelta eso. Te he dicho que pases de ella. Rachel siempre ha tenido una visión distorsionada de la historia de los López. Mi tío Antonio era el mayor bastardo que he conocido en mi vida.
—Te agradezco que intentes que me sienta mejor, pero no puedo ignorar lo que ha dicho—caminó hacia el lugar donde habían estado practicando antes y se puso de perfil—Estoy cansada de ser siempre la peor—se puso el rollito en los labios; las rodillas le temblaban más que nunca.
Si Santana fallaba, le golpearía en la cara y, quizá, dejaría una cicatriz en su piel y en su alma.
—Déjalo, Brittany—la rubia cerró los ojos—Brittany...
Se sacó el rollito de la boca para hablar, pero no le miró.
—Por favor, San, hazlo de una vez. Cuanto más me hagas esperar, más difícil será para mí.
—¿Estás segura?
No estaba segura en absoluto, pero se puso de nuevo el rollito en la boca y cerró los ojos, rezando por no dar un brinco.
Gritó cuando oyó el chasquido del látigo y sintió una corriente de aire en la cara.
El sonido retumbó en sus oídos.
Tater abrió la boca y soltó un barrito.
—¿Te he dado? ¡Maldita sea, sé que no te he dado!
—No..., no..., estoy bien. Es sólo...—respiró hondo y recogió el rollito que había dejado caer, observando que Santana había sesgado un trocito del extremo—Es sólo que estoy un poco nerviosa.
—Brittany, no tienes por qué...
Ella se colocó el blanco de nuevo en la boca y cerró los ojos.
¡Zas!
Brittany gritó otra vez.
—Si sigues gritando comenzaré a ponerme nerviosa—dijo Santana en tono seco.
—¡No gritaré! Pero por Dios, no pierdas los nervios—cogió el rollito, era mucho más corto de lo que había sido en un principio—¿Cuántas veces más?
—Dos.
—¿¿Dos??—chilló.
—Dos.
Esta vez colocó el rollito justo en el borde de los labios.
—Estás haciendo trampa.
El sudor corría entre los pechos de Brittany cuando volvió a colocarlo.
Respiró hondo.
¡Zas!
Otra corriente de aire le agitó un mechón de pelo contra la mejilla. Casi se desmayó, pero de alguna manera logró contener el grito.
Sólo una vez más. Una vez más.
¡Zas!
La joven abrió lentamente los ojos.
—Ya está, Brittany, se acabó. Ahora sólo tendrías que saludar al público.
Estaba viva y sin marcas. Atontada, la miró y habló con un ronco susurro.
—Lo he hecho.
Santana sonrió y soltó el látigo.
—Bueno claro que sí. Estoy orgullosa de ti.
Con un gran grito de alegría, corrió hacia la morena y se arrojó a sus brazos. Santana la atrapó automáticamente. Cuando la estrechó contra su cuerpo, una lenta oleada de calor recorrió el cuerpo de Brittany. La morena debió de sentir lo mismo porque se echó atrás y la dejó en el suelo.
Brittany sabía que Santana no aceptaba que se hubiera negado a hacer el amor con ella desde aquella tarde de sudor y sexo que la había perturbado tan profundamente.
Sus períodos, que se habían sincronizado, le había dado una excusa perfecta durante unos días, pero había terminado hacía media semana.
Le había pedido un poco de tiempo para aclararse las ideas y, aunque Santana había estado de acuerdo, no le había gustado nada.
—Sólo un truco más—dijo Santana—Y luego terminamos.
—Quizá deberíamos dejarlo para mañana.
—Es el truco más fácil. Venga, vamos a hacerlo antes de que pierdas el valor. Ponte dónde estabas.
—San...
—Venga. No te dolerá. Te lo prometo.
A regañadientes, Brittany regresó al lugar donde había estado antes.
Santana cogió el látigo más largo y lo sostuvo entre los dedos.
—Colócate frente a mí y cierra los ojos.
—No.
—Confía en mí, cariño. Esta vez tienes que tener los ojos cerrados.
Brittany hizo lo que le decía, pero entreabrió uno de los ojos para ver lo que la morena hacía.
—Levanta los brazos por encima de la cabeza.
—¿Los brazos?
—Levántalos por encima de la cabeza. Y cruza las muñecas.
Ella abrió los dos ojos.
—Creo que me olvidé de decirle a Sebastián algo sobre la nueva dieta de Sinjun.
—Todas las mujeres López hemos hecho este truco.
Resignada, Brittany levantó los brazos, cruzó las muñecas y cerró los ojos, diciéndose a sí misma que no podía ser peor que sostener un rollito con los labios.
¡Zas!
Apenas había percibido el chasquido del látigo cuando sintió que éste le rodeaba y le ataba las muñecas con fuerza.
Esta vez el grito le salió del alma.
Dejó caer los brazos tan rápidamente que sintió que se le dislocaban los hombros. Se miró con incredulidad las muñecas atadas.
—¡Me has dado! Dijiste que no me tocarías, pero lo has hecho.
—Estate quieta, Brittany, y deja de gritar de una vez. No te ha dolido.
—¿No me ha dolido?
—No.
Ella miró sus muñecas y se dio cuenta de que la morena tenía razón.
—¿Cómo lo has hecho?
—Destensé el látigo antes de chasquearlo—Santana hizo un movimiento con la muñeca para que el látigo se aflojase, y la liberó—Es un truco muy viejo, pero el público lo adora. Aunque, después de que te ate las muñecas, debes sonreír para que todos sepan que no te he hecho daño. Acabaré en la cárcel si no lo haces.
Brittany se examinó una muñeca y luego la otra. Se dio cuenta con asombro de que estaban intactas.
—¿Y si te olvidas de destensar el látigo antes de apresarme las muñecas?
—No lo haré.
—Podrías cometer un error, San. Es imposible que siempre te salga bien.
—Claro que sí. Llevo años haciéndolo y nunca he lastimado a nadie—comenzó a recoger los látigos y ella se maravilló de aquella perfecta arrogancia, pero al mismo tiempo se sintió inquieta.
—Esta mañana las cosas han salido algo mejor—dijo Brittany—, Pero aún me parece imposible que pueda actuar contigo dentro de dos días. Mike me ha dicho que voy a interpretar a una gitanilla indomable, pero no creo que las gitanas indomables griten como lo hago yo.
—Ya pensaremos algo.
Para su sorpresa, Santana le dio un besito en la punta de la nariz antes de girarse para marcharse, pero se detuvo en seco y se volvió de nuevo hacia ella.
La miró un buen rato.
Luego movió la cabeza y posó sus labios sobre los de Brittany, está le rodeó el cuello con los brazos cuando se apretó contra ella. Aunque su mente le decía que el sexo debía ser sagrado, su cuerpo deseaba ardientemente las caricias de Santana, y Brittany supo que nunca tendría suficiente de la morena.
Cuando se separaron, Santana sostuvo la mirada de ella durante un largo y dulce instante.
—Sabes como un rayo de sol—susurró.
Ella sonrió.
—Te daré unos días más, cariño, porque sé que todo esto es nuevo para ti, pero nada más.
Brittany no tuvo que preguntarle a qué se refería.
—A lo mejor necesito más tiempo. Tenemos que conocernos mejor. Respetarnos la una a la otra.
—Cariño, en lo que concierne al sexo, te aseguro que siento mucho respeto por ti.
—Por favor, no hagas como si no supieras de lo que hablo.
—Me gusta el sexo. A ti te gusta el sexo. Nos gusta practicarlo juntas. Eso es todo.
—¡Eso no es todo! El sexo debería ser sagr...
—No lo digas, Brittany. Si dices esa palabra otra vez, te juro que flirtearé con cada camarera que encuentre de aquí a Cincinnati.
Ella entrecerró los ojos.
—Justo lo que intentaba demostrar. Y no creo que sagrado sea una palabrota. Vamos, Tater, tenemos mucho trabajo que hacer—se fue con el elefante trotando tras ella.
Si se le hubiera ocurrido volver la mirada, habría visto algo que la habría asombrado.
Habría visto a su duro y malhumorado esposa sonriendo como una adolescente enamorada.
A pesar de las protestas de Santana, ella había continuado cuidando a los animales, aunque Sebastián hacía ahora muchas de las rutinarias tareas diarias.
Sinjun clavó la mirada en Tater cuando se acercaron.
Los elefantes y los tigres eran enemigos confesos. Pero a Sinjun parecía molestarle la presencia de Tater por otra cosa. Santana decía que estaba celoso, pero ella no era capaz de atribuirle tal emoción a aquel viejo tigre malhumorado.
Brittany observó a Sinjun con satisfacción.
Gracias al nuevo pienso y a las duchas diarias, el pelaje del animal tenía ahora mejor aspecto.
Le hizo una burlona reverencia.
—Buenos días, majestad.
Sinjun le enseñó los dientes, gesto que ella interpretó como una manera de decirle que no se pusiera demasiado cursi con él.
No había experimentado más momentos de comunicación mística con él, por lo que había comenzado a pensar que los que había tenido antes habían sido inducidos por la fatiga.
Aun así, no podía negar que aún seguía sintiendo miedo cuando estaba cerca de él.
Había dejado una bolsa con chucherías que había comprado con su propio dinero en una tienda del pueblo cerca de un fardo de heno. La cogió y la llevó a la jaula de Glenna.
La gorila ya la había divisado y apretaba su cara contra los barrotes, esperando pacientemente.
La muda aceptación de Glenna de su destino, junto con el anhelo que mostraba por disfrutar de contacto humano, rompía el corazón de Brittany.
Acarició la suave palma que el animal alargaba a través de los barrotes.
—Hola, cariño. Tengo algo para ti—sacó de la bolsa una madura ciruela púrpura.
La fruta tenía la misma textura que los dedos de Glenna. Áspera por fuera. Blanda por dentro.
Glenna tomó la ciruela y se retiró a la parte posterior de la jaula donde se la comió con pequeños y delicados mordisquitos mientras miraba a Brittany con triste gratitud.
Brittany le dio otra y continuó hablando con ella.
Cuando la gorila terminó de comer, se acercó de nuevo a los barrotes, pero esta vez cogió el pelo de Brittany.
La primera vez que había hecho eso Brittany había sentido miedo, pero ahora sabía lo que quería hacer Glenna y se arrancó la goma elástica de la coleta.
Durante un buen rato permaneció con paciencia ante la jaula, dejando que la gorila la aseara como si fuera su hija mientras hurgaba en su cabello en busca de pulgas y mosquitos inexistentes.
Cuando por fin terminó, Brittany notó que se le había puesto un nudo en la garganta por la emoción.
No importaba lo que dijeran, no entendía cómo podían tener enjaulada a una criatura tan humana.
Dos horas más tarde, Brittany regresaba a la caravana acompañada de su enorme mascota cuando vio a Kitty practicando con los aros cerca del campo de juego.
Ahora que ya no estaba tan cansada, Brittany había podido recordar con claridad lo sucedido la noche en que había desaparecido el dinero y pensó que era el momento apropiado para hablar con la chica.
Kitty dejó caer un aro cuando ella se acercó, y mientras se agachaba para recogerlo, miró a Brittany con cautela.
—Quiero hablar contigo. Kitty. Vamos a sentarnos en las gradas.
—No tengo nada que hablar contigo.
—Estupendo. Entonces hablaré yo. Muévete.
Kitty la miró con resentimiento pero respondió a su tono autoritario. Después de recoger los aros, siguió a Brittany, arrastrando las sandalias.
Brittany se sentó en la tercera fila y Kitty lo hizo una fila más abajo. Tater localizó un lugar cerca de la segunda base y comenzó a revolcarse en el lodo, que es lo que hacen los elefantes para enfriarse.
—Supongo que vas a largarme un rollo por lo de San.
—San está casada, Kitty, y el matrimonio es un vínculo sagrado entre dos personas. Nadie tiene derecho a intentar romperlo.
—¡No es justo! No te la mereces.
—No eres quién para juzgar eso.
—¿De verdad eres tan santurrona?
—¿Cómo voy a ser santurrona?—dijo Brittany con voz queda—Soy una ladrona, ¿recuerdas?
Kitty se llevó los dedos a la boca y comenzó a morderse las uñas.
—Todos te odian por haber robado ese dinero.
—Ya lo sé. Pero eso no es justo, ¿verdad?
—Por supuesto que es justo.
—Pero las dos sabemos que yo no lo hice.
Kitty se puso tensa y permaneció un largo segundo en silencio antes de contestar.
—Sí que lo hiciste.
—Tú estuviste en el vagón rojo esa noche después de que Rachel comprobara la recaudación; antes de que yo cerrara el cajón.
—¿Qué más da? ¡No robé el dinero y no puedes acusarme de nada!
—Hubo una llamada para San. Cogí el teléfono y mientras estaba distraída, metiste la mano en el cajón de la recaudación y robaste los doscientos dólares.
—¡No lo hice! ¡No puedes demostrarlo!
—Luego te colaste en nuestra caravana y escondiste el dinero en mi maleta para que todos pensaran que había sido yo.
—¡Mientes!
—Debería haberme dado cuenta de inmediato, pero estaba tan cansada por intentar acostumbrarme a todo esto que se me olvidó que habías estado ahí.
—Mientes—repitió Kitty, aunque esta vez con menos vehemencia—Y como le vayas con el cuento a mi mamá, lo lamentarás.
—No puedes amenazarme con nada peor que lo que ya me has hecho. No tengo amigos, Kitty. Nadie quiere hablar conmigo porque piensan que soy una ladrona. Ni siquiera me cree mi esposa.
La cara de Kitty era la viva imagen de la culpa y Brittany supo que tenía razón. Miró a la adolescente con tristeza.
—Lo que has hecho está muy mal.
Kitty bajó la cabeza y su fino cabello cayó hacia delante, cubriéndole el rostro.
—No puedes probar nada —masculló.
—¿Es así como quieres vivir? ¿Actuando de manera deshonesta? ¿Siendo cruel con otras personas? Todos cometemos errores, Kitty, y si quieres madurar tienes que aprender a asumirlos.
La adolescente hundió los hombros y Brittany vio en qué momento exacto se dio por vencida.
—¿Vas a decírselo a mi mamá?
—No lo sé. Pero tengo que decírselo a San.
—Pero ella se lo dirá a mi mamá.
—Es probable. San tiene un profundo sentido de la justicia.
Una lágrima cayó sobre el muslo de Kitty, pero Brittany endureció el corazón para no compadecerla.
—Mi mamá me dijo que si me metía en algún lío me enviaría de vuelta con tía Frannie.
—Bueno tal vez deberías haber pensado en eso antes de tenderme una trampa.
Kitty no dijo nada y Brittany no la presionó. Finalmente, la joven se enjugó las lágrimas con el dobladillo de la camiseta.
—¿Cuándo vas a decírselo?
—Aún no lo he pensado. Esta noche, quizás. O tal vez mañana.
Kitty asintió bruscamente con la cabeza.
—Yo sólo... el dinero estaba ahí y aunque no lo había planeado...
Brittany intentó tragarse la lástima que sentía recordándose a sí misma que, por las acciones de esa chica, su esposa pensaba que era una ladrona y su matrimonio había fracasado antes de haber tenido siquiera una oportunidad.
—Lo que hiciste no estuvo bien. Tienes que enfrentarte a las consecuencias.
—Sí, supongo—Kitty intentó secarse las lágrimas con los dedos—Me alegro de que te hayas dado cuenta. Es difícil..., sé que no lo merezco, pero quizá podrías hablar con Rachel en vez de con San. Prefiero que se lo diga ella a mi mamá. Se pelean todo el rato, pero por lo menos se respetan y puede que no pierda el juicio si se lo dice Rachel.
Brittany se enderezó.
—¿Tu mamá es violenta contigo?
—Bueno, supongo. Quiero decir que grita y todo eso.
—¿Te pega?
—¿Mamá? No, nunca me ha pegado. Pero a veces se enfada tanto que casi preferiría que lo hiciera.
—Entiendo.
—Ya había asumido que volvería con mi tía tarde o temprano. Sé que necesita que le eche una mano con los niños y todo eso. He sido muy egoísta queriendo quedarme aquí, pero los niños son unos auténticos monstruos y, algunas veces, me sacan de quicio.
Brittany estaba recibiendo más información de la que quería y se sintió culpable.
La adolescente se levantó del banco con los ojos llenos de lágrimas.
—Siento haber sido tan imbécil y haberte causado tantos problemas—una lágrima se coló entre sus pestañas—Si no quería acabar con tía Frannie y los niños, debería haberme portado mejor. No debería haberlo hecho, pero estaba celosa por San—las palabras le salían entre pequeños hipidos—Es demasiado mayor... y nunca se enamoraría de alguien como yo. Pero siempre ha sido agradable conmigo y supongo que... supongo que quería eso todo el rato, aunque...—respiró hondo—, Aunque siempre supe que no resultaría. Lo siento, Brittany—con un sollozo, se giró y huyó.
Brittany se acercó a Tater y el elefantito la rodeó con la trompa. Se apoyó contra él, sin saber muy bien qué hacer.
Antes de enfrentarse a Kitty, lo había tenido todo muy claro, pero ahora no estaba tan segura.
Si no le decía a Santana la verdad sobre Kitty, ella continuaría creyendo que era una ladrona.
Pero si se lo decía, Kitty recibiría un gran castigo y Brittany no creía poder vivir saliéndose responsable de eso.
Desde la carretera vio cómo Santana se subía a la camioneta para dirigirse al pueblo.
Un rato antes le había dicho que tenía que resolver un problema con la compañía que suministraba los donnickers y que podía tardar varías horas en volver.
Brittany había pensado dedicar ese tiempo a desempaquetar las compras que llevaba semanas haciendo en secreto y que transformarían la fea caravana verde en algo parecido a un hogar.
Pero su encuentro con Kitty le había quitado el entusiasmo. Sin embargo era mejor ocuparse de eso que sentarse sin hacer nada.
Pero mientras se dirigía a la caravana, recuperó el ánimo.
Por fin iba a dedicar su tiempo a algo para lo que sí valía. Estaba deseando ver la cara que pondría Santana cuando volviera.
Brittany notó que Santana estaba perdiendo la paciencia con ella.
Estaban detrás de las caravanas, en un campo de béisbol a las afueras de Maryland, un sitio muy parecido al que habían estado los días anteriores y llevaban así casi dos semanas.
La joven rubia tenía los nervios tan tensos que estaban a punto de estallar.
Tater estaba cerca de ellas, alternando suspiros de amor por su dama con remover el barro.
Después de que Brittany se hubiera enfrentado al elefantito unas semanas atrás, Tater había comenzado a escaparse para buscarla y, finalmente, Artie lo había castigado con el pincho. La joven no había podido tolerar tal cosa, así que le había dicho que ella se encargaría de cuidar al elefante durante el día cuando vagara por ahí.
Todos —excepto la propia Brittany —parecían haberse acostumbrado a ver trotando a Tater detrás de ella como si fuera un perrito faldero.
—Si abro los ojos daré un respingo—señaló Brittany mientras su esposa empuñaba el látigo—Y me dijiste que me harías daño si daba respingos.
—Tienes el blanco tan alejado de tu cuerpo que podrías estar bailando El Lago de los Cisnes y ni siquiera te rozaría.
Había algo de verdad en lo que decía.
El rollo de periódico que sostenía en la mano medía más de treinta centímetros y, además, ella tenía el brazo extendido. Pero cada vez que Santana agitaba el látigo arrancando un trozo del extremo, ella daba un salto.
No podía evitarlo.
—Puede que mañana consiga abrir los ojos.
—En tres días estarás en la pista central. Es mejor que los abras ya.
Brittany abrió los ojos de golpe al oír la voz sarcástica y acusadora de Rachel que estaba donde Santana había dejado los látigos enroscados en el suelo.
Tenía los brazos cruzados y el sol arrancaba destellos a su pelo, que brillaba como las llamas del infierno.
—Ya deberías haberte acostumbrado—se agachó con rapidez y cogió uno de los rollos de papel de diez centímetros que había en el suelo.
Ésos eran los blancos de verdad, los que se suponía que Brittany debía sostener en la función, pero hasta ese momento Santana no había podido convencerla para que practicaran con algo que midiera menos de treinta centímetros.
Rachel comenzó a hacer rodar uno de los pequeños rollos entre los dedos como si fuera un pitillo, luego se acercó a Brittany y se detuvo a su lado.
—Quítate de en medio.
Brittany retrocedió.
Rachel miró a Santana con un destello desafiante en los ojos.
—Aprende cómo se hace—se puso de perfil, echó el pelo hacia atrás y se colocó el rollo entre los labios.
Por un momento Santana no hizo nada, y Brittany notó que había una vieja historia entre la dueña del circo y su esposa, una historia de la cual Brittany no sabía nada.
Parecía como si Rachel desafiara a su esposa, pero ¿para que hiciera qué?
Santana levantó el brazo tan repentinamente que ella apenas vio el movimiento de su muñeca.
¡Zas!
El látigo restalló a pocos centímetros de la cara de la mujer y el extremo del rollo desapareció.
Rachel no se movió.
Se mantuvo tan serena como si estuviera asistiendo a un cóctel mientras Santana agitaba el látigo una y otra vez, rompiendo un trocito de rollo cada vez. Poco a poco, lo fue acortando hasta que sólo quedó el cabo entre los labios de la mujer castaña.
En ese momento lo cogió y se lo tendió a Brittany.
—Ahora veamos cómo lo haces tú.
Brittany reconocía un reto cuando lo veía, pero esa gente se había criado tentando al peligro. Ella no tenía que demostrar su valor, sentía que ya lo había hecho cuando se había enfrentado a Tater.
—Quizás en otro momento.
Santana suspiró y bajó el látigo.
—Rachel, esto no funciona. Continuaré haciendo el número yo sola.
—¿Te tiene dominada, San? Cinco generaciones de sangre circense y le has dado el nombre de López a alguien que no tiene valor para entrar en la pista central contigo—sus ojos marrones se oscurecieron con desprecio cuando miró a Brittany—No te estamos pidiendo que andes por la cuerda floja ni que montes a pelo. Lo único que tienes que hacer es estar ahí de pie. Pero ni siquiera eres capaz de hacerlo, ¿verdad?
—Lo siento, pero no valgo para esto.
—¿Y para qué vales entonces?
Santana dio un paso adelante.
—Ya basta. Brittany se ha encargado de los animales aunque no tendría por qué haberlo hecho, y están en mejores condiciones que nunca.
—No la defiendas.
Brittany sintió el impacto de los ojos de Rachel con la misma intensidad que si fuera el impacto del látigo.
—¿Sabes algo de la familia López?
—San no me ha hablado mucho de su pasado.
Y tampoco le había hablado mucho de su presente. Cada vez que intentaba preguntarle por la vida que llevaba fuera del circo, la morena cambiaba de tema.
Sospechaba que había ido a la universidad y que la medalla esmaltada que llevaba colgada del cuello era una reliquia familiar, pero nada más.
—Déjalo, Rachel—le advirtió Santana.
La castaña no le hizo caso y sostuvo la mirada de Brittany con firmeza.
—Los López son una de las familias más famosas en la historia del circo. La mamá de San era la mejor montando a pelo. San podría haber sido una campeona ecuestre de no ser por su altura.
—A Brittany no le importa nada de eso—dijo Santana.
—Sí que me importa. Continúa, Rachel.
—Su mamá formaba parte de la quinta generación de artistas latinos que actuaron para los zares. Lo más interesante de los López es que la historia de su familia se transmite a través de las mujeres. No importa con quién se hayan casado, los hombres han renunciado a su propio apellido para mantener el de López y pasarlo a sus hijos. Pero los hombres López han sido también grandes artistas con el látigo y algunos de los mejores jinetes que se hayan visto en el circo.
Santana comenzó a recoger los rollos de periódico y a meterlos en una vieja bolsa de lona.
—Vamos, Brittany. Por hoy es suficiente.
La expresión de Rachel se volvió amarga.
—Los López siempre han seguido la tradición y han elegido bien a sus esposas. Al menos hasta llegar a San—hizo una pausa. En sus ojos asomó un helado desprecio—No estás a su altura, Brittany, no mereces llevar el apellido López—tras decir eso se giró y se marchó, con un paso tan regio que hizo que sus ropas desarregladas parecieran dignas de una reina.
Brittany se sintió despreciable.
—Tiene razón, San. No valgo para nada.
—Tonterías—enrolló los látigos y los apoyó sobre el hombro—Rachel considera la tradición del circo tan sagrada como la religión. No le hagas caso.
Brittany miró la bolsa con los rollos de periódico. Se acercó y sacó uno con decisión.
—¿Qué haces?
—Dar la talla como mujer López.
—Por el amor de Dios, suelta eso. Te he dicho que pases de ella. Rachel siempre ha tenido una visión distorsionada de la historia de los López. Mi tío Antonio era el mayor bastardo que he conocido en mi vida.
—Te agradezco que intentes que me sienta mejor, pero no puedo ignorar lo que ha dicho—caminó hacia el lugar donde habían estado practicando antes y se puso de perfil—Estoy cansada de ser siempre la peor—se puso el rollito en los labios; las rodillas le temblaban más que nunca.
Si Santana fallaba, le golpearía en la cara y, quizá, dejaría una cicatriz en su piel y en su alma.
—Déjalo, Brittany—la rubia cerró los ojos—Brittany...
Se sacó el rollito de la boca para hablar, pero no le miró.
—Por favor, San, hazlo de una vez. Cuanto más me hagas esperar, más difícil será para mí.
—¿Estás segura?
No estaba segura en absoluto, pero se puso de nuevo el rollito en la boca y cerró los ojos, rezando por no dar un brinco.
Gritó cuando oyó el chasquido del látigo y sintió una corriente de aire en la cara.
El sonido retumbó en sus oídos.
Tater abrió la boca y soltó un barrito.
—¿Te he dado? ¡Maldita sea, sé que no te he dado!
—No..., no..., estoy bien. Es sólo...—respiró hondo y recogió el rollito que había dejado caer, observando que Santana había sesgado un trocito del extremo—Es sólo que estoy un poco nerviosa.
—Brittany, no tienes por qué...
Ella se colocó el blanco de nuevo en la boca y cerró los ojos.
¡Zas!
Brittany gritó otra vez.
—Si sigues gritando comenzaré a ponerme nerviosa—dijo Santana en tono seco.
—¡No gritaré! Pero por Dios, no pierdas los nervios—cogió el rollito, era mucho más corto de lo que había sido en un principio—¿Cuántas veces más?
—Dos.
—¿¿Dos??—chilló.
—Dos.
Esta vez colocó el rollito justo en el borde de los labios.
—Estás haciendo trampa.
El sudor corría entre los pechos de Brittany cuando volvió a colocarlo.
Respiró hondo.
¡Zas!
Otra corriente de aire le agitó un mechón de pelo contra la mejilla. Casi se desmayó, pero de alguna manera logró contener el grito.
Sólo una vez más. Una vez más.
¡Zas!
La joven abrió lentamente los ojos.
—Ya está, Brittany, se acabó. Ahora sólo tendrías que saludar al público.
Estaba viva y sin marcas. Atontada, la miró y habló con un ronco susurro.
—Lo he hecho.
Santana sonrió y soltó el látigo.
—Bueno claro que sí. Estoy orgullosa de ti.
Con un gran grito de alegría, corrió hacia la morena y se arrojó a sus brazos. Santana la atrapó automáticamente. Cuando la estrechó contra su cuerpo, una lenta oleada de calor recorrió el cuerpo de Brittany. La morena debió de sentir lo mismo porque se echó atrás y la dejó en el suelo.
Brittany sabía que Santana no aceptaba que se hubiera negado a hacer el amor con ella desde aquella tarde de sudor y sexo que la había perturbado tan profundamente.
Sus períodos, que se habían sincronizado, le había dado una excusa perfecta durante unos días, pero había terminado hacía media semana.
Le había pedido un poco de tiempo para aclararse las ideas y, aunque Santana había estado de acuerdo, no le había gustado nada.
—Sólo un truco más—dijo Santana—Y luego terminamos.
—Quizá deberíamos dejarlo para mañana.
—Es el truco más fácil. Venga, vamos a hacerlo antes de que pierdas el valor. Ponte dónde estabas.
—San...
—Venga. No te dolerá. Te lo prometo.
A regañadientes, Brittany regresó al lugar donde había estado antes.
Santana cogió el látigo más largo y lo sostuvo entre los dedos.
—Colócate frente a mí y cierra los ojos.
—No.
—Confía en mí, cariño. Esta vez tienes que tener los ojos cerrados.
Brittany hizo lo que le decía, pero entreabrió uno de los ojos para ver lo que la morena hacía.
—Levanta los brazos por encima de la cabeza.
—¿Los brazos?
—Levántalos por encima de la cabeza. Y cruza las muñecas.
Ella abrió los dos ojos.
—Creo que me olvidé de decirle a Sebastián algo sobre la nueva dieta de Sinjun.
—Todas las mujeres López hemos hecho este truco.
Resignada, Brittany levantó los brazos, cruzó las muñecas y cerró los ojos, diciéndose a sí misma que no podía ser peor que sostener un rollito con los labios.
¡Zas!
Apenas había percibido el chasquido del látigo cuando sintió que éste le rodeaba y le ataba las muñecas con fuerza.
Esta vez el grito le salió del alma.
Dejó caer los brazos tan rápidamente que sintió que se le dislocaban los hombros. Se miró con incredulidad las muñecas atadas.
—¡Me has dado! Dijiste que no me tocarías, pero lo has hecho.
—Estate quieta, Brittany, y deja de gritar de una vez. No te ha dolido.
—¿No me ha dolido?
—No.
Ella miró sus muñecas y se dio cuenta de que la morena tenía razón.
—¿Cómo lo has hecho?
—Destensé el látigo antes de chasquearlo—Santana hizo un movimiento con la muñeca para que el látigo se aflojase, y la liberó—Es un truco muy viejo, pero el público lo adora. Aunque, después de que te ate las muñecas, debes sonreír para que todos sepan que no te he hecho daño. Acabaré en la cárcel si no lo haces.
Brittany se examinó una muñeca y luego la otra. Se dio cuenta con asombro de que estaban intactas.
—¿Y si te olvidas de destensar el látigo antes de apresarme las muñecas?
—No lo haré.
—Podrías cometer un error, San. Es imposible que siempre te salga bien.
—Claro que sí. Llevo años haciéndolo y nunca he lastimado a nadie—comenzó a recoger los látigos y ella se maravilló de aquella perfecta arrogancia, pero al mismo tiempo se sintió inquieta.
—Esta mañana las cosas han salido algo mejor—dijo Brittany—, Pero aún me parece imposible que pueda actuar contigo dentro de dos días. Mike me ha dicho que voy a interpretar a una gitanilla indomable, pero no creo que las gitanas indomables griten como lo hago yo.
—Ya pensaremos algo.
Para su sorpresa, Santana le dio un besito en la punta de la nariz antes de girarse para marcharse, pero se detuvo en seco y se volvió de nuevo hacia ella.
La miró un buen rato.
Luego movió la cabeza y posó sus labios sobre los de Brittany, está le rodeó el cuello con los brazos cuando se apretó contra ella. Aunque su mente le decía que el sexo debía ser sagrado, su cuerpo deseaba ardientemente las caricias de Santana, y Brittany supo que nunca tendría suficiente de la morena.
Cuando se separaron, Santana sostuvo la mirada de ella durante un largo y dulce instante.
—Sabes como un rayo de sol—susurró.
Ella sonrió.
—Te daré unos días más, cariño, porque sé que todo esto es nuevo para ti, pero nada más.
Brittany no tuvo que preguntarle a qué se refería.
—A lo mejor necesito más tiempo. Tenemos que conocernos mejor. Respetarnos la una a la otra.
—Cariño, en lo que concierne al sexo, te aseguro que siento mucho respeto por ti.
—Por favor, no hagas como si no supieras de lo que hablo.
—Me gusta el sexo. A ti te gusta el sexo. Nos gusta practicarlo juntas. Eso es todo.
—¡Eso no es todo! El sexo debería ser sagr...
—No lo digas, Brittany. Si dices esa palabra otra vez, te juro que flirtearé con cada camarera que encuentre de aquí a Cincinnati.
Ella entrecerró los ojos.
—Justo lo que intentaba demostrar. Y no creo que sagrado sea una palabrota. Vamos, Tater, tenemos mucho trabajo que hacer—se fue con el elefante trotando tras ella.
Si se le hubiera ocurrido volver la mirada, habría visto algo que la habría asombrado.
Habría visto a su duro y malhumorado esposa sonriendo como una adolescente enamorada.
A pesar de las protestas de Santana, ella había continuado cuidando a los animales, aunque Sebastián hacía ahora muchas de las rutinarias tareas diarias.
Sinjun clavó la mirada en Tater cuando se acercaron.
Los elefantes y los tigres eran enemigos confesos. Pero a Sinjun parecía molestarle la presencia de Tater por otra cosa. Santana decía que estaba celoso, pero ella no era capaz de atribuirle tal emoción a aquel viejo tigre malhumorado.
Brittany observó a Sinjun con satisfacción.
Gracias al nuevo pienso y a las duchas diarias, el pelaje del animal tenía ahora mejor aspecto.
Le hizo una burlona reverencia.
—Buenos días, majestad.
Sinjun le enseñó los dientes, gesto que ella interpretó como una manera de decirle que no se pusiera demasiado cursi con él.
No había experimentado más momentos de comunicación mística con él, por lo que había comenzado a pensar que los que había tenido antes habían sido inducidos por la fatiga.
Aun así, no podía negar que aún seguía sintiendo miedo cuando estaba cerca de él.
Había dejado una bolsa con chucherías que había comprado con su propio dinero en una tienda del pueblo cerca de un fardo de heno. La cogió y la llevó a la jaula de Glenna.
La gorila ya la había divisado y apretaba su cara contra los barrotes, esperando pacientemente.
La muda aceptación de Glenna de su destino, junto con el anhelo que mostraba por disfrutar de contacto humano, rompía el corazón de Brittany.
Acarició la suave palma que el animal alargaba a través de los barrotes.
—Hola, cariño. Tengo algo para ti—sacó de la bolsa una madura ciruela púrpura.
La fruta tenía la misma textura que los dedos de Glenna. Áspera por fuera. Blanda por dentro.
Glenna tomó la ciruela y se retiró a la parte posterior de la jaula donde se la comió con pequeños y delicados mordisquitos mientras miraba a Brittany con triste gratitud.
Brittany le dio otra y continuó hablando con ella.
Cuando la gorila terminó de comer, se acercó de nuevo a los barrotes, pero esta vez cogió el pelo de Brittany.
La primera vez que había hecho eso Brittany había sentido miedo, pero ahora sabía lo que quería hacer Glenna y se arrancó la goma elástica de la coleta.
Durante un buen rato permaneció con paciencia ante la jaula, dejando que la gorila la aseara como si fuera su hija mientras hurgaba en su cabello en busca de pulgas y mosquitos inexistentes.
Cuando por fin terminó, Brittany notó que se le había puesto un nudo en la garganta por la emoción.
No importaba lo que dijeran, no entendía cómo podían tener enjaulada a una criatura tan humana.
Dos horas más tarde, Brittany regresaba a la caravana acompañada de su enorme mascota cuando vio a Kitty practicando con los aros cerca del campo de juego.
Ahora que ya no estaba tan cansada, Brittany había podido recordar con claridad lo sucedido la noche en que había desaparecido el dinero y pensó que era el momento apropiado para hablar con la chica.
Kitty dejó caer un aro cuando ella se acercó, y mientras se agachaba para recogerlo, miró a Brittany con cautela.
—Quiero hablar contigo. Kitty. Vamos a sentarnos en las gradas.
—No tengo nada que hablar contigo.
—Estupendo. Entonces hablaré yo. Muévete.
Kitty la miró con resentimiento pero respondió a su tono autoritario. Después de recoger los aros, siguió a Brittany, arrastrando las sandalias.
Brittany se sentó en la tercera fila y Kitty lo hizo una fila más abajo. Tater localizó un lugar cerca de la segunda base y comenzó a revolcarse en el lodo, que es lo que hacen los elefantes para enfriarse.
—Supongo que vas a largarme un rollo por lo de San.
—San está casada, Kitty, y el matrimonio es un vínculo sagrado entre dos personas. Nadie tiene derecho a intentar romperlo.
—¡No es justo! No te la mereces.
—No eres quién para juzgar eso.
—¿De verdad eres tan santurrona?
—¿Cómo voy a ser santurrona?—dijo Brittany con voz queda—Soy una ladrona, ¿recuerdas?
Kitty se llevó los dedos a la boca y comenzó a morderse las uñas.
—Todos te odian por haber robado ese dinero.
—Ya lo sé. Pero eso no es justo, ¿verdad?
—Por supuesto que es justo.
—Pero las dos sabemos que yo no lo hice.
Kitty se puso tensa y permaneció un largo segundo en silencio antes de contestar.
—Sí que lo hiciste.
—Tú estuviste en el vagón rojo esa noche después de que Rachel comprobara la recaudación; antes de que yo cerrara el cajón.
—¿Qué más da? ¡No robé el dinero y no puedes acusarme de nada!
—Hubo una llamada para San. Cogí el teléfono y mientras estaba distraída, metiste la mano en el cajón de la recaudación y robaste los doscientos dólares.
—¡No lo hice! ¡No puedes demostrarlo!
—Luego te colaste en nuestra caravana y escondiste el dinero en mi maleta para que todos pensaran que había sido yo.
—¡Mientes!
—Debería haberme dado cuenta de inmediato, pero estaba tan cansada por intentar acostumbrarme a todo esto que se me olvidó que habías estado ahí.
—Mientes—repitió Kitty, aunque esta vez con menos vehemencia—Y como le vayas con el cuento a mi mamá, lo lamentarás.
—No puedes amenazarme con nada peor que lo que ya me has hecho. No tengo amigos, Kitty. Nadie quiere hablar conmigo porque piensan que soy una ladrona. Ni siquiera me cree mi esposa.
La cara de Kitty era la viva imagen de la culpa y Brittany supo que tenía razón. Miró a la adolescente con tristeza.
—Lo que has hecho está muy mal.
Kitty bajó la cabeza y su fino cabello cayó hacia delante, cubriéndole el rostro.
—No puedes probar nada —masculló.
—¿Es así como quieres vivir? ¿Actuando de manera deshonesta? ¿Siendo cruel con otras personas? Todos cometemos errores, Kitty, y si quieres madurar tienes que aprender a asumirlos.
La adolescente hundió los hombros y Brittany vio en qué momento exacto se dio por vencida.
—¿Vas a decírselo a mi mamá?
—No lo sé. Pero tengo que decírselo a San.
—Pero ella se lo dirá a mi mamá.
—Es probable. San tiene un profundo sentido de la justicia.
Una lágrima cayó sobre el muslo de Kitty, pero Brittany endureció el corazón para no compadecerla.
—Mi mamá me dijo que si me metía en algún lío me enviaría de vuelta con tía Frannie.
—Bueno tal vez deberías haber pensado en eso antes de tenderme una trampa.
Kitty no dijo nada y Brittany no la presionó. Finalmente, la joven se enjugó las lágrimas con el dobladillo de la camiseta.
—¿Cuándo vas a decírselo?
—Aún no lo he pensado. Esta noche, quizás. O tal vez mañana.
Kitty asintió bruscamente con la cabeza.
—Yo sólo... el dinero estaba ahí y aunque no lo había planeado...
Brittany intentó tragarse la lástima que sentía recordándose a sí misma que, por las acciones de esa chica, su esposa pensaba que era una ladrona y su matrimonio había fracasado antes de haber tenido siquiera una oportunidad.
—Lo que hiciste no estuvo bien. Tienes que enfrentarte a las consecuencias.
—Sí, supongo—Kitty intentó secarse las lágrimas con los dedos—Me alegro de que te hayas dado cuenta. Es difícil..., sé que no lo merezco, pero quizá podrías hablar con Rachel en vez de con San. Prefiero que se lo diga ella a mi mamá. Se pelean todo el rato, pero por lo menos se respetan y puede que no pierda el juicio si se lo dice Rachel.
Brittany se enderezó.
—¿Tu mamá es violenta contigo?
—Bueno, supongo. Quiero decir que grita y todo eso.
—¿Te pega?
—¿Mamá? No, nunca me ha pegado. Pero a veces se enfada tanto que casi preferiría que lo hiciera.
—Entiendo.
—Ya había asumido que volvería con mi tía tarde o temprano. Sé que necesita que le eche una mano con los niños y todo eso. He sido muy egoísta queriendo quedarme aquí, pero los niños son unos auténticos monstruos y, algunas veces, me sacan de quicio.
Brittany estaba recibiendo más información de la que quería y se sintió culpable.
La adolescente se levantó del banco con los ojos llenos de lágrimas.
—Siento haber sido tan imbécil y haberte causado tantos problemas—una lágrima se coló entre sus pestañas—Si no quería acabar con tía Frannie y los niños, debería haberme portado mejor. No debería haberlo hecho, pero estaba celosa por San—las palabras le salían entre pequeños hipidos—Es demasiado mayor... y nunca se enamoraría de alguien como yo. Pero siempre ha sido agradable conmigo y supongo que... supongo que quería eso todo el rato, aunque...—respiró hondo—, Aunque siempre supe que no resultaría. Lo siento, Brittany—con un sollozo, se giró y huyó.
Brittany se acercó a Tater y el elefantito la rodeó con la trompa. Se apoyó contra él, sin saber muy bien qué hacer.
Antes de enfrentarse a Kitty, lo había tenido todo muy claro, pero ahora no estaba tan segura.
Si no le decía a Santana la verdad sobre Kitty, ella continuaría creyendo que era una ladrona.
Pero si se lo decía, Kitty recibiría un gran castigo y Brittany no creía poder vivir saliéndose responsable de eso.
Desde la carretera vio cómo Santana se subía a la camioneta para dirigirse al pueblo.
Un rato antes le había dicho que tenía que resolver un problema con la compañía que suministraba los donnickers y que podía tardar varías horas en volver.
Brittany había pensado dedicar ese tiempo a desempaquetar las compras que llevaba semanas haciendo en secreto y que transformarían la fea caravana verde en algo parecido a un hogar.
Pero su encuentro con Kitty le había quitado el entusiasmo. Sin embargo era mejor ocuparse de eso que sentarse sin hacer nada.
Pero mientras se dirigía a la caravana, recuperó el ánimo.
Por fin iba a dedicar su tiempo a algo para lo que sí valía. Estaba deseando ver la cara que pondría Santana cuando volviera.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
mmmm si solo sexo,... ahi aja!!!
no le va a decir a san que kitty le robo le dinero,.. y si lo hace la va a tratar de salvar no se, se me hace!!
a ver que tanto hace britt???
nos vemos!!!
mmmm si solo sexo,... ahi aja!!!
no le va a decir a san que kitty le robo le dinero,.. y si lo hace la va a tratar de salvar no se, se me hace!!
a ver que tanto hace britt???
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Creo que Britt le dará otra oportunidad a Kitty .... Y San cada vez mas cariñosa con su rubia...
Y si yo también quiero un tater jajaja
Y si yo también quiero un tater jajaja
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
Es casi seguro que brittany no le dira nada a san y asi tal vez gane una aliada en kitty!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: A Un Ángel (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
mmmm si solo sexo,... ahi aja!!!
no le va a decir a san que kitty le robo le dinero,.. y si lo hace la va a tratar de salvar no se, se me hace!!
a ver que tanto hace britt???
nos vemos!!!
Hola, jajaajaj eso dicen xD jajajajaajajajaj xD jajajaaja. No, yo tmpoco lo creo. Si, tmbn creo eso, pero me voy mas por q no lo dira. Aquí otro cap para saber. Saludos =D
JVM escribió:Creo que Britt le dará otra oportunidad a Kitty .... Y San cada vez mas cariñosa con su rubia...
Y si yo también quiero un tater jajaja
Hola, si, yo tmbn. Mmm es el efecto q causa la rubia. Aiii siii!!! ajajajajajaj. es tan lindoooo ajajaj. Saludos =D
micky morales escribió:Es casi seguro que brittany no le dira nada a san y asi tal vez gane una aliada en kitty!!!!!
Hola, si, como dije tmbn lo creo. Sería lo mejor la vrdd, xq necesita a alguien jajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
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