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[Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
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FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal I: Seducción (Adaptada) Cap 20
Capitulo 20
Llegaron a Fig & Olive, un restaurante sobre la Quinta Avenida, donde se podían degustar los mejores sabores de la comida mediterránea. Los sentaron a una de las mesas de la planta superior, donde el ambiente era mucho más relajado.
A los pocos minutos, llegó Rachel, la melliza de Santana que, desde lejos, reconoció a Brittany. Mientras se acercaba, se preguntaba qué hacía ella ahí con sus padres y creyó tener una visión.
Rachel saludó con un cariñoso beso a su mamá, luego se dirigió a Alfonso, que le dio un beso en la frente, y esperó a que le presentasen a la invitada.
—Hija, te presento a Brittany Pierce—dijo Alfonso—, Nuestra gerente en Mindland Argentina.
—Encantada, mi nombre es Rachel, pero dime Rach—le dio un beso y un abrazo muy cordiales.
—Igualmente, Rach, es un gran placer, y tu dime Britt.
—Sentate, hija—la exhortó Alfonso, mientras se ponía de pie para arrimarle la silla.
Se colocó al lado de Brittany, que no podía dejar de mirarla, y la recién llegada tuvo problemas para no reírse, ya que suponía el porqué la observaba con tanta insistencia. El parecido con su hermana era claro, sólo que con rasgos diferentes. Rachel habló y la hizo salir de su ensoñación.
—Bienvenida a mi país, Britt.
—Muchas gracias.
De inmediato, Maribel volvió a referir toda la historia, para poner al tanto a su hija de la enorme casualidad.
—No me lo creo, mamá, es una gran coincidencia.
—Sí, muy grande—asintió Brittany.
—Apuesto a que hoy mismo te mudás a casa. No te asombres, conozco de sobra a mi mamá, no te dejará dormir en un hotel.
Todos se rieron, porque todos habían concluido lo mismo.
—¡Por supuesto!—dijo Maribel e intentó parecer ofendida—¡Cómo la voy a dejar ahí! ¡No sé por qué se sorprenden tanto! Soy una persona muy considerada y es lo que les enseñé a ustedes desde pequeños, ¿o acaso vos no harías lo mismo?
—Mamá, sabemos que tus intenciones son buenas, pero tal vez Britt desee cierta intimidad.
—¿Te estoy intimidando, querida?
—No, por favor—le contestó ésta en un tono dulzón.
—¡Y qué esperas que te diga, mamá! Sos insufrible, no puede decirte otra cosa, Britt es una mujer educada.
—No, Rach, tu mamá me cae muy bien y estoy muy agradecida por su hospitalidad. Sólo es que la situación me tomó desprevenida.
Sonó el teléfono de Brittany, era su mamá para avisar de cuándo llegaba.
—¿Viene tu mamá?—preguntó Rachel extrañada.
—Tu mamá y la mía hablaron por teléfono y arreglaron todo entre ellas.
—Fantástico, mami, seguro que estás muy feliz, se te nota en la cara.
—Sí, hija, ni te imaginás: reencontrarme con alguien de mi tierra adorada es una gloria para mí.
Les trajeron la comida y la dama le contó a su esposo:
—La familia de Britt tiene viñedos en Mendoza, Alfonso.
—¡Ah! ¿Son artesanos del vino?
—Sí—asintió la joven—, Realmente lo somos, porque nuestra recolección es manual. Nuestras cepas son seleccionadas por expertos que las separan para elaborar el mosto, que es el proceso de fermentación que hace que se desprenda el hollejo de la pulpa para obtener el vino. Luego, ese líquido se guarda en toneles de roble para su estacionamiento. Bueno, en verdad, el proceso es muy largo y complicado, pero lo resumí un poco.
—Debe de ser fascinante ver cómo se elabora—se mostró intrigado el hombre.
—Sí, es mágico.
—¿Cómo se llama la bodega?—se interesó Rachel.
—Bodegas Saint Susan, están enclavadas en un oasis en San Rafael, en Mendoza, a los pies de la cordillera de los Andes. Nuestros viñedos son bendecidos con el riego del deshielo.
—¿Lleva ese nombre por vos?—preguntó Maribel.
—No, en realidad es por mi abuela. Ella se llamaba Susan y fueron ellos, mis abuelos, los que fundaron la bodega. Mi papá la trabajó después, pero recién conseguimos éxito hace algunos años. Mi hermano se encarga de ella hoy en día y la ha convertido en una inversión muy productiva. Hemos ganado hasta algún premio internacional. Elaboramos un muy buen Chardonnay y también tenemos un Gran Reserva Malbec, que es nuestro mayor orgullo. Ése es el que más premios nacionales e internacionales tiene. De hecho, el Malbec es la cepa característica de Argentina, la que nos distingue en el mundo vitivinícola porque es propia de nuestra región, y en Mendoza crece de forma inmejorable, el clima del lugar es más que propicio.
—¡Ah! Tu papá debe de estar muy orgulloso de tu hermano y seguro que confía mucho en él—observó Rachel.
—Sin duda lo hacía y calculo que, allá donde esté, debe de seguir estando muy orgulloso de él. Mi papá murió hace diez años de un cáncer galopante que lo devastó a él y a nuestra familia. Por eso mi hermano tuvo que hacerse cargo de los viñedos, porque mamá y yo no entendíamos nada, además yo era muy joven.
Hablaba con tranquilidad del tema. Después de tantos años, la muerte de su papá ya era algo a lo que podía referirse con mucha resignación.
—Lo siento, Britt, no lo sabía.
—No te preocupes, aunque siempre duele, con los años uno aprende a asumirlo—aclaró.
Maribel le acarició el mentón y Rachel se arrepintió de que la conversación hubiera llegado a ese punto. Alfonso permaneció en silencio y su esposa agregó:
—Es una enfermedad terrible, es verdaderamente espantosa. Nosotros la sufrimos muy de cerca cuando la esposa de San murió hace dos años de un cáncer fulminante en menos de seis meses. La pobrecita ya no parecía ella durante la última época y mi pobre Tanita querida sufrió tanto todo el proceso... Fue muy agónico verla irse cada día. Tana fue su enfermera a tiempo completo, no sabés lo mal que lo pasó.
Brittany empalideció de pronto, le faltaba el aire, todo le daba vueltas y el estómago se le revolvió de pronto.
La mujer no tenía ni idea de la revelación que acababa de hacerle.
Rachel, que estaba al corriente de todo, comprendió que Brittany se hubiera puesto así, le tomó la mano y se la apretó bien fuerte, trasmitiéndole contención.
Alfonso no podía creer que su esposa fuera tan bocazas. Levantó los ojos, miró el techo y pensó en la gran metedura de pata, Santana se enfadaría muchísimo cuando se enterara de que ella le había revelado eso a Brittany, pero también concluyó que la conversación había ido por esos derroteros y que el comentario había sido inevitable.
—¿Te sentís mal, Britt?—preguntó Maribel al notar la lividez de su rostro.
—Sí—asintió ella y comenzó a llorar.
—Ay, corazón, disculpanos. No quisimos ponerte así—se excusó Maribel muy afligida.
—No, no es nada—dijo ella y la voz le falló.
—Acompañala al baño, hija—la conminó Alfonso.
Brittany y Rachel se levantaron del lugar y se fueron hacia ahí.
—Tranquilizate, Britt, sé por qué estás llorando. Sé todo lo que pasó entre vos y mi hermana. Debés calmarte, si no vas a tener que explicarles a mis padres los detalles. Ellos creen que estás así por el recuerdo de tu papá.
Brittany se había quedado muda y muy descompuesta. Tuvo náuseas, había dejado de llorar y se sujetaba la cabeza. Las palabras de Rachel sonaban lejanas, sólo podía pensar en lo mal que había tratado a Santana, en todas las cosas que le había dicho, en cómo la había humillado, en cómo la había juzgado sin sentido dejándose llevar por la ira, la había comparado con Lauren, con esa basura... la había perdido...
—Britt, ¿me oís?
—Sí, sí, te oigo. ¿Qué hice? ¡Lo arruiné todo!
—Tranquila, mi hermana está loca por vos, te perdonará—quiso animarla Rachel.
—Yo no me perdonaría, no lo haría. ¿Por qué no me lo dijo? ¿Por qué no me lo contó todo? Hace dos meses y medio que estoy sufriendo por ella, ¿cómo pudo callarse?
—Eso es algo que, en su momento, deberá explicarte ella, no puedo decírtelo yo. Vamos a tener que volver a la mesa o va a venir mi mamá para acá. ¿Pensás que podés regresar?
—Sí.
—Una cosa más, no le digas a mi hermana que lo sabés.
—¿Qué? ¿Cómo que no se lo diga? Se va a enterar igual.
—Algo la conozco, Britt, y eso será peor. Tana tiene su orgullo, luego te explico. Ahora vamos a la mesa y cambiá esa cara que se vienen buenos tiempos. Sé lo que te digo, ustedes dos se arreglarán.
—No, Rachel, el viernes la vi y la traté fatal otra vez. Santana no me va a perdonar, le dije cosas muy feas, la humillé en medio de la calle, no la escuché, desconfié de ella nuevamente. Estaba tan ciega, me pidió muchas veces que le creyera y yo no pude hacerlo.
—Lo sé, Tana me lo contó, me dijo que tenías un buen derechazo—intentó bromear Rachel.
—Soy una bruta, una bestia. El viernes intentó que habláramos. ¿Por qué no quise escucharla?
—Porque sos una cabezota, igual que ella. Tana también es una idiota, pero ella no tiene cura. Son dos idiotas que prefirieron sufrir en vez de estar juntas.
—Quiero irme a Italia a buscarla, es lo único que deseo.
—La sorprenderemos en la fiesta de mi mamá, yo te voy a ayudar. Pensándolo mejor, creo que sí va a enterarse de que sabés lo de Dani. Dejame pensar, ya veremos.
—Gracias, aprecio mucho cómo me estás tratando, soy consciente de que no lo merezco.
—Uf, la verdad es que no. Mi hermana no lo estaba pasando bien, pero ella también tuvo la culpa. Y supongo que vos tampoco estuviste bien, ¿no? ¿La querés, Britt?
—Más que a mi vida, la amo, no he podido alejarla de mis pensamientos ni de mis sentimientos, aunque nunca la hubiera aceptado sabiendo que ella tenía esposa.
—Yo sólo quiero ver feliz a mi hermana, sólo eso. Ahora, a la mesa y con una sonrisa—le cogió las comisuras de los labios y se los levantó, lo que bastó para hacerla reír a desgana.
Poco a poco, Brittany fue encontrando el equilibrio y el almuerzo se desarrolló finalmente en un clima relajado y cordial. A la hora de pedir los postres, Alfonso pagó la cuenta y se despidió para regresar al trabajo.
—Bueno, mujeres, su compañía es increíble e inmejorable. Ningún hombre podría sentirse más honrado que yo por estar rodeado de tanta belleza, pero debo irme a generar los dólares que pagarán los vestidos que presumo se irán a comprar para el sábado.
—Sí, mi amor, andá a trabajar que yo me encargo de malgastar tu dinero. Traje mi JP Palladium—bromeó Maribel y todos se rieron.
Alfonso las dejó y ellas terminaron de comerse el postre y partieron de compras por la Quinta Avenida. Después, pasaron por el Hotel Peninsula a buscar el equipaje de Brittany y llevarlo al Belaire.
—Entrá, Britt, estás en tu casa—le pidió Maribel cuando bajaron del ascensor y entraron al vestíbulo del ático de la familia López—¡Sue, ya llegamos! ¡Vení, quiero presentarte a alguien! Esta vieja no oye nada, voy a por ella.
Brittany se quedó maravillada con la vista panorámica del atardecer de Manhattan sobre el río y con la majestuosa imagen del puente de Queensboro. Se acercó a los ventanales extasiada.
—Bellísimo, ¿verdad? Si hay algo que extraño mucho de vivir acá es esta vista—confesó Rachel.
—Me embriaga y me infunde una paz indescriptible.
—Así es.
Maribel presentó a Sue y Brittany y a ella le pareció la anciana más dulce que había tratado en su vida.
Luego Rachel se despidió, ya que Quinn la reclamaba en casa. Intercambiaron sus números de teléfono con Brittany y quedaron en que la pasaría a buscar al día siguiente para ir a cenar a su departamento.
Tras la despedida, Sue y Maribel instalaron a Brittany en la habitación que había sido de Rachel cuando vivía ahí. Permanecía intacta, salvo por los vestidores vacíos.
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—Artie, ¿pasa algo?—atendió Santana extrañada.
—Señorita, disculpe que la moleste, pero la señorita Brittany ha abandonado el hotel y pensé que debía avisarle.
—¿Cómo que ha dejado el hotel?
Santana se desesperó al creer que no había aceptado la propuesta de su papá y volvía a Argentina.
—Sí, hace un rato. Su hermana y su mamá la acompañaron a retirar su equipaje y la llevaron a la casa de sus padres en el Belaire. ¿Quiere que la siga vigilando ahí también?
—No, Artie, está bien. Dejá todo, ya no es necesario. De todas formas, pensaba decirte que lo suspendieras. Yo me encargo—Santana cortó y llamó a su hermana, sin entender nada—¿Qué mierda hace Britt en casa de papá y mamá?—le espetó a bocajarro.
—Hola, hermanita, yo también te extraño mucho, gracias por llamar.
—¡Y una mierda, Rachel! ¿Me podés explicar?
—¿Y vos cómo lo sabés? ¿Tenés a tu lacayo vigilando a Britt? Es un poco obsesivo, ¿no te parece?
Rachel conocía muy bien las artimañas de su hermana.
—No me jodas, Rachel, te hice una pregunta. ¿Qué hace Britt en casa?
—Sabés cómo es mamá, Tana. Hoy la conoció en la oficina, se enteró de que era argentina y quedó encantada con ella. Y por si eso fuera poco, terminó descubriendo que Britt es hija de su mejor amiga de la secundaria.
—¿Qué? ¿La mamá de Britt y nuestra mamá se conocen?
—Sí, ella y mamá eran amigas en la adolescencia.
—Y, por supuesto, no pudo dejar a Britt en el hotel. ¡Dios, qué enredo!
—Sí, a ella no le quedó otra opción que aceptar. Otra coincidencia del destino entre ustedes.
—¿Y vos? ¿Cómo apareciste en escena?
—Fuimos todos a almorzar y ahí me la presentaron. Por cierto, me cayó de maravilla, Tana, es increíble.
—Bueno, ¡ahora me vas a decir que se van a hacer buenas amigas! ¡Si hasta le dices Britt!
—¿Por qué no si va a convertirse en mi cuñada?
—No me jodas. Britt no quiere saber nada de mí.
—Ahora que la conozco, puedo jugar a tu favor, hermanita.
—Ni se te ocurra, no te metas, no soy una cría a quien tienen que conseguirle una cita.
—Uf... qué amarga sos.
—¿Hablaron de mí?
—Te creés el ombligo del mundo, chiquita. Claro que no, si te nombramos fue sólo de pasada, pero andá pensando que, en casa de mamá y papá, Britt puede enterarse de lo de Dani.
—Que se entere y que la mate la culpa y que se joda, yo le advertí de que se arrepentiría y no me escuchó.
—¡Ay, qué mala! Santana López, en realidad, sos una cobarde, preferís que se entere por terceros. Quizá la que no pueda perdonarte, después de eso, sea ella por hacerla sufrir y por callarte una verdad tan importante. Para serte sincera, si yo fuera ella no te perdonaría, sos una hipócrita.
—Chao, Rachel, acá es muy tarde.
—Chao, yo no te llamé.
—Sos insufrible.
—Te quiero, tonta. Esperá, no cortes, la invité a cenar a casa mañana.
—¿Ah, sí?—preguntó Santana como si no le interesara.
—Sí, hoy a la tarde salimos de compras. ¿Tu lacayo no te lo dijo?
—No lo sabía. ¿Y?
—Y nada, me cae muy bien, las dos nos caímos bien.
—Siempre supe que sería así, se lo dije en Buenos Aires. Chao, Rach.
—Chao, que descanses.
Santana estaba contrariada, últimamente vivía de malhumor. Ahora resultaba que Brittany se llevaba bien con todos. Conociéndola, se imaginaba cómo trataba a su familia con amabilidad.
A Rachel ya se la había metido en el bolsillo y pensaba que eso era injusto.
Sentía envidia de que ellos pudieran estar con Brittany y disfrutarla y ella no, ¡con lo que la quería!
No era razonable que las cosas ocurrieran de ese modo y que Brittany la despreciara y la juzgara injustamente.
Había estado esperando todo el día una llamada de su papá para ver qué había sucedido y él no se había dignado hacerlo. Si ahora Artie no le hubiera contado, no se hubiera ni enterado de que Brittany estaba alojada en su casa.
Marcó el teléfono de Alfonso, estaba furiosa.
—Tana, ¿qué hacés despierta a esta hora? Allá son las tres de la mañana.
—Como vos no me llamabas, lo hice yo.
Era la hora de la cena en casa de los López. Brittany, al oír que era Santana, se puso alerta y Maribel empezó a mandarle saludos a voces, igual que Sue.
—¡Ay, cállense, son dos cotorras, no oigo nada!
Alfonso se levantó y se fue hasta la otra punta de la sala para poder hablar con tranquilidad, Brittany se lamentó y se sintió triste otra vez.
—Ahora sí, hija, ahora te oigo. No te llamé porque no tenía novedades, lo siento. No imaginé que estarías esperando, lamento no haberlo considerado. Britt aún no me contestó, claro, me dijo que lo pensará, que es una buena propuesta y que la analizará muy bien. Incluso se interesó en saber si vos estabas de acuerdo. Le di toda esta semana para que lo pensara. Aparte de eso fue un día muy raro, ella está acá en este momento cenando con nosotros.
—Ya lo sé.
—¿Y cómo lo sabés?
—Hablé con Rach.
—Ah, bueno, entonces ya estás al tanto de las novedades.
—Sí, Rach ya me contó. ¿Cómo está?
—¿Quién?
—Britt, papá, Britt, ¿quién va a ser?
—Ah, un poco cohibida, ya sabés cómo es tu mamá, pero está bien. La instalaron en la habitación de Rach. Sue y tu mamá se encargarán de hacerla sentir más que bien.
—Que mamá no la invada, por favor. Britt debe de haber aceptado ir ahí por compromiso.
—La verdad es que no le quedó otro remedio, pero no te aflijas porque ellas se entienden. Hoy anduvieron de compras. Se llevarán muy bien, ¿eso no te contenta?
—Supongo que sí, te dejo.
En realidad no la contentaba, tenía celos de su mamá y pensó que se estaba volviendo loca.
—Esperá, saludá a tu mamá.
—No, papá, estoy cansada, seguro que estará a mil revoluciones por minuto con Britt ahí. Mandale un beso de mi parte.
—Bueno, hija, un abrazo—se despidió Alfonso y colgó.
Como era de esperar, Maribel le recriminó que no le hubiera pasado con Santana.
—Maribel, son las tres de la mañana en Milán. Tana llamó por unas cosas que necesitaba saber, sólo por trabajo. Te mandó besos y a vos también, Sue, ¿no viste que casi no hablamos?
—Está bien, no dije nada. ¡Las tres de la mañana! ¿Y por qué estaba despierta a esa hora?
—No lo sé, Maribel, tu hija es adulta. Además, ella está en Milán y yo estoy acá, no sé por qué está despierta, no debe de tener sueño.
—Está bien, querido, no te enfades.
—No me enfado, pero debés darte cuenta de que tus hijos crecieron. Lo siento, Britt.
—No te preocupes, Alfonso, creo que a todas las madres les cuesta asumir eso. Mi mamá es igual que Maribel, se preocupa por todo.
—No me des esos ánimos, pequeña, que esta semana también viene tu mamá y van a ser demasiadas mujeres en mi vida para un único hombre en esta casa, porque Finn casi nunca está... Creo que no es justo.
Todos se rieron, continuaron comiendo y, después de la cena, tomaron el café en la sala.
Brittany se sentía muy a gusto con los padres de Santana.
Alfonso, tras el café, se fue a dormir.
—¿Querés ver fotos viejas, Britt? Creo que tengo algunas del Cardenal Spínola y seguro que está tu mamá. Dejame buscarlas.
Se sintió animada, seguro que Maribel también traería de Santana.
Estuvieron mirando fotografías hasta altas horas de la madrugada y, aunque quería disimular, cada vez que aparecía una de Santana, Brittany se quedaba embobada mirándola.
Le extrañó que no hubiera fotos de la boda de ésta, pero no se atrevió a preguntar, tampoco había ninguna donde Santana estuviera con su mujer.
Tras varias horas decidieron irse a dormir, ya que estaban exhaustas y a las dos se les cerraban los ojos.
A los pocos minutos, llegó Rachel, la melliza de Santana que, desde lejos, reconoció a Brittany. Mientras se acercaba, se preguntaba qué hacía ella ahí con sus padres y creyó tener una visión.
Rachel saludó con un cariñoso beso a su mamá, luego se dirigió a Alfonso, que le dio un beso en la frente, y esperó a que le presentasen a la invitada.
—Hija, te presento a Brittany Pierce—dijo Alfonso—, Nuestra gerente en Mindland Argentina.
—Encantada, mi nombre es Rachel, pero dime Rach—le dio un beso y un abrazo muy cordiales.
—Igualmente, Rach, es un gran placer, y tu dime Britt.
—Sentate, hija—la exhortó Alfonso, mientras se ponía de pie para arrimarle la silla.
Se colocó al lado de Brittany, que no podía dejar de mirarla, y la recién llegada tuvo problemas para no reírse, ya que suponía el porqué la observaba con tanta insistencia. El parecido con su hermana era claro, sólo que con rasgos diferentes. Rachel habló y la hizo salir de su ensoñación.
—Bienvenida a mi país, Britt.
—Muchas gracias.
De inmediato, Maribel volvió a referir toda la historia, para poner al tanto a su hija de la enorme casualidad.
—No me lo creo, mamá, es una gran coincidencia.
—Sí, muy grande—asintió Brittany.
—Apuesto a que hoy mismo te mudás a casa. No te asombres, conozco de sobra a mi mamá, no te dejará dormir en un hotel.
Todos se rieron, porque todos habían concluido lo mismo.
—¡Por supuesto!—dijo Maribel e intentó parecer ofendida—¡Cómo la voy a dejar ahí! ¡No sé por qué se sorprenden tanto! Soy una persona muy considerada y es lo que les enseñé a ustedes desde pequeños, ¿o acaso vos no harías lo mismo?
—Mamá, sabemos que tus intenciones son buenas, pero tal vez Britt desee cierta intimidad.
—¿Te estoy intimidando, querida?
—No, por favor—le contestó ésta en un tono dulzón.
—¡Y qué esperas que te diga, mamá! Sos insufrible, no puede decirte otra cosa, Britt es una mujer educada.
—No, Rach, tu mamá me cae muy bien y estoy muy agradecida por su hospitalidad. Sólo es que la situación me tomó desprevenida.
Sonó el teléfono de Brittany, era su mamá para avisar de cuándo llegaba.
—¿Viene tu mamá?—preguntó Rachel extrañada.
—Tu mamá y la mía hablaron por teléfono y arreglaron todo entre ellas.
—Fantástico, mami, seguro que estás muy feliz, se te nota en la cara.
—Sí, hija, ni te imaginás: reencontrarme con alguien de mi tierra adorada es una gloria para mí.
Les trajeron la comida y la dama le contó a su esposo:
—La familia de Britt tiene viñedos en Mendoza, Alfonso.
—¡Ah! ¿Son artesanos del vino?
—Sí—asintió la joven—, Realmente lo somos, porque nuestra recolección es manual. Nuestras cepas son seleccionadas por expertos que las separan para elaborar el mosto, que es el proceso de fermentación que hace que se desprenda el hollejo de la pulpa para obtener el vino. Luego, ese líquido se guarda en toneles de roble para su estacionamiento. Bueno, en verdad, el proceso es muy largo y complicado, pero lo resumí un poco.
—Debe de ser fascinante ver cómo se elabora—se mostró intrigado el hombre.
—Sí, es mágico.
—¿Cómo se llama la bodega?—se interesó Rachel.
—Bodegas Saint Susan, están enclavadas en un oasis en San Rafael, en Mendoza, a los pies de la cordillera de los Andes. Nuestros viñedos son bendecidos con el riego del deshielo.
—¿Lleva ese nombre por vos?—preguntó Maribel.
—No, en realidad es por mi abuela. Ella se llamaba Susan y fueron ellos, mis abuelos, los que fundaron la bodega. Mi papá la trabajó después, pero recién conseguimos éxito hace algunos años. Mi hermano se encarga de ella hoy en día y la ha convertido en una inversión muy productiva. Hemos ganado hasta algún premio internacional. Elaboramos un muy buen Chardonnay y también tenemos un Gran Reserva Malbec, que es nuestro mayor orgullo. Ése es el que más premios nacionales e internacionales tiene. De hecho, el Malbec es la cepa característica de Argentina, la que nos distingue en el mundo vitivinícola porque es propia de nuestra región, y en Mendoza crece de forma inmejorable, el clima del lugar es más que propicio.
—¡Ah! Tu papá debe de estar muy orgulloso de tu hermano y seguro que confía mucho en él—observó Rachel.
—Sin duda lo hacía y calculo que, allá donde esté, debe de seguir estando muy orgulloso de él. Mi papá murió hace diez años de un cáncer galopante que lo devastó a él y a nuestra familia. Por eso mi hermano tuvo que hacerse cargo de los viñedos, porque mamá y yo no entendíamos nada, además yo era muy joven.
Hablaba con tranquilidad del tema. Después de tantos años, la muerte de su papá ya era algo a lo que podía referirse con mucha resignación.
—Lo siento, Britt, no lo sabía.
—No te preocupes, aunque siempre duele, con los años uno aprende a asumirlo—aclaró.
Maribel le acarició el mentón y Rachel se arrepintió de que la conversación hubiera llegado a ese punto. Alfonso permaneció en silencio y su esposa agregó:
—Es una enfermedad terrible, es verdaderamente espantosa. Nosotros la sufrimos muy de cerca cuando la esposa de San murió hace dos años de un cáncer fulminante en menos de seis meses. La pobrecita ya no parecía ella durante la última época y mi pobre Tanita querida sufrió tanto todo el proceso... Fue muy agónico verla irse cada día. Tana fue su enfermera a tiempo completo, no sabés lo mal que lo pasó.
Brittany empalideció de pronto, le faltaba el aire, todo le daba vueltas y el estómago se le revolvió de pronto.
La mujer no tenía ni idea de la revelación que acababa de hacerle.
Rachel, que estaba al corriente de todo, comprendió que Brittany se hubiera puesto así, le tomó la mano y se la apretó bien fuerte, trasmitiéndole contención.
Alfonso no podía creer que su esposa fuera tan bocazas. Levantó los ojos, miró el techo y pensó en la gran metedura de pata, Santana se enfadaría muchísimo cuando se enterara de que ella le había revelado eso a Brittany, pero también concluyó que la conversación había ido por esos derroteros y que el comentario había sido inevitable.
—¿Te sentís mal, Britt?—preguntó Maribel al notar la lividez de su rostro.
—Sí—asintió ella y comenzó a llorar.
—Ay, corazón, disculpanos. No quisimos ponerte así—se excusó Maribel muy afligida.
—No, no es nada—dijo ella y la voz le falló.
—Acompañala al baño, hija—la conminó Alfonso.
Brittany y Rachel se levantaron del lugar y se fueron hacia ahí.
—Tranquilizate, Britt, sé por qué estás llorando. Sé todo lo que pasó entre vos y mi hermana. Debés calmarte, si no vas a tener que explicarles a mis padres los detalles. Ellos creen que estás así por el recuerdo de tu papá.
Brittany se había quedado muda y muy descompuesta. Tuvo náuseas, había dejado de llorar y se sujetaba la cabeza. Las palabras de Rachel sonaban lejanas, sólo podía pensar en lo mal que había tratado a Santana, en todas las cosas que le había dicho, en cómo la había humillado, en cómo la había juzgado sin sentido dejándose llevar por la ira, la había comparado con Lauren, con esa basura... la había perdido...
—Britt, ¿me oís?
—Sí, sí, te oigo. ¿Qué hice? ¡Lo arruiné todo!
—Tranquila, mi hermana está loca por vos, te perdonará—quiso animarla Rachel.
—Yo no me perdonaría, no lo haría. ¿Por qué no me lo dijo? ¿Por qué no me lo contó todo? Hace dos meses y medio que estoy sufriendo por ella, ¿cómo pudo callarse?
—Eso es algo que, en su momento, deberá explicarte ella, no puedo decírtelo yo. Vamos a tener que volver a la mesa o va a venir mi mamá para acá. ¿Pensás que podés regresar?
—Sí.
—Una cosa más, no le digas a mi hermana que lo sabés.
—¿Qué? ¿Cómo que no se lo diga? Se va a enterar igual.
—Algo la conozco, Britt, y eso será peor. Tana tiene su orgullo, luego te explico. Ahora vamos a la mesa y cambiá esa cara que se vienen buenos tiempos. Sé lo que te digo, ustedes dos se arreglarán.
—No, Rachel, el viernes la vi y la traté fatal otra vez. Santana no me va a perdonar, le dije cosas muy feas, la humillé en medio de la calle, no la escuché, desconfié de ella nuevamente. Estaba tan ciega, me pidió muchas veces que le creyera y yo no pude hacerlo.
—Lo sé, Tana me lo contó, me dijo que tenías un buen derechazo—intentó bromear Rachel.
—Soy una bruta, una bestia. El viernes intentó que habláramos. ¿Por qué no quise escucharla?
—Porque sos una cabezota, igual que ella. Tana también es una idiota, pero ella no tiene cura. Son dos idiotas que prefirieron sufrir en vez de estar juntas.
—Quiero irme a Italia a buscarla, es lo único que deseo.
—La sorprenderemos en la fiesta de mi mamá, yo te voy a ayudar. Pensándolo mejor, creo que sí va a enterarse de que sabés lo de Dani. Dejame pensar, ya veremos.
—Gracias, aprecio mucho cómo me estás tratando, soy consciente de que no lo merezco.
—Uf, la verdad es que no. Mi hermana no lo estaba pasando bien, pero ella también tuvo la culpa. Y supongo que vos tampoco estuviste bien, ¿no? ¿La querés, Britt?
—Más que a mi vida, la amo, no he podido alejarla de mis pensamientos ni de mis sentimientos, aunque nunca la hubiera aceptado sabiendo que ella tenía esposa.
—Yo sólo quiero ver feliz a mi hermana, sólo eso. Ahora, a la mesa y con una sonrisa—le cogió las comisuras de los labios y se los levantó, lo que bastó para hacerla reír a desgana.
Poco a poco, Brittany fue encontrando el equilibrio y el almuerzo se desarrolló finalmente en un clima relajado y cordial. A la hora de pedir los postres, Alfonso pagó la cuenta y se despidió para regresar al trabajo.
—Bueno, mujeres, su compañía es increíble e inmejorable. Ningún hombre podría sentirse más honrado que yo por estar rodeado de tanta belleza, pero debo irme a generar los dólares que pagarán los vestidos que presumo se irán a comprar para el sábado.
—Sí, mi amor, andá a trabajar que yo me encargo de malgastar tu dinero. Traje mi JP Palladium—bromeó Maribel y todos se rieron.
Alfonso las dejó y ellas terminaron de comerse el postre y partieron de compras por la Quinta Avenida. Después, pasaron por el Hotel Peninsula a buscar el equipaje de Brittany y llevarlo al Belaire.
—Entrá, Britt, estás en tu casa—le pidió Maribel cuando bajaron del ascensor y entraron al vestíbulo del ático de la familia López—¡Sue, ya llegamos! ¡Vení, quiero presentarte a alguien! Esta vieja no oye nada, voy a por ella.
Brittany se quedó maravillada con la vista panorámica del atardecer de Manhattan sobre el río y con la majestuosa imagen del puente de Queensboro. Se acercó a los ventanales extasiada.
—Bellísimo, ¿verdad? Si hay algo que extraño mucho de vivir acá es esta vista—confesó Rachel.
—Me embriaga y me infunde una paz indescriptible.
—Así es.
Maribel presentó a Sue y Brittany y a ella le pareció la anciana más dulce que había tratado en su vida.
Luego Rachel se despidió, ya que Quinn la reclamaba en casa. Intercambiaron sus números de teléfono con Brittany y quedaron en que la pasaría a buscar al día siguiente para ir a cenar a su departamento.
Tras la despedida, Sue y Maribel instalaron a Brittany en la habitación que había sido de Rachel cuando vivía ahí. Permanecía intacta, salvo por los vestidores vacíos.
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—Artie, ¿pasa algo?—atendió Santana extrañada.
—Señorita, disculpe que la moleste, pero la señorita Brittany ha abandonado el hotel y pensé que debía avisarle.
—¿Cómo que ha dejado el hotel?
Santana se desesperó al creer que no había aceptado la propuesta de su papá y volvía a Argentina.
—Sí, hace un rato. Su hermana y su mamá la acompañaron a retirar su equipaje y la llevaron a la casa de sus padres en el Belaire. ¿Quiere que la siga vigilando ahí también?
—No, Artie, está bien. Dejá todo, ya no es necesario. De todas formas, pensaba decirte que lo suspendieras. Yo me encargo—Santana cortó y llamó a su hermana, sin entender nada—¿Qué mierda hace Britt en casa de papá y mamá?—le espetó a bocajarro.
—Hola, hermanita, yo también te extraño mucho, gracias por llamar.
—¡Y una mierda, Rachel! ¿Me podés explicar?
—¿Y vos cómo lo sabés? ¿Tenés a tu lacayo vigilando a Britt? Es un poco obsesivo, ¿no te parece?
Rachel conocía muy bien las artimañas de su hermana.
—No me jodas, Rachel, te hice una pregunta. ¿Qué hace Britt en casa?
—Sabés cómo es mamá, Tana. Hoy la conoció en la oficina, se enteró de que era argentina y quedó encantada con ella. Y por si eso fuera poco, terminó descubriendo que Britt es hija de su mejor amiga de la secundaria.
—¿Qué? ¿La mamá de Britt y nuestra mamá se conocen?
—Sí, ella y mamá eran amigas en la adolescencia.
—Y, por supuesto, no pudo dejar a Britt en el hotel. ¡Dios, qué enredo!
—Sí, a ella no le quedó otra opción que aceptar. Otra coincidencia del destino entre ustedes.
—¿Y vos? ¿Cómo apareciste en escena?
—Fuimos todos a almorzar y ahí me la presentaron. Por cierto, me cayó de maravilla, Tana, es increíble.
—Bueno, ¡ahora me vas a decir que se van a hacer buenas amigas! ¡Si hasta le dices Britt!
—¿Por qué no si va a convertirse en mi cuñada?
—No me jodas. Britt no quiere saber nada de mí.
—Ahora que la conozco, puedo jugar a tu favor, hermanita.
—Ni se te ocurra, no te metas, no soy una cría a quien tienen que conseguirle una cita.
—Uf... qué amarga sos.
—¿Hablaron de mí?
—Te creés el ombligo del mundo, chiquita. Claro que no, si te nombramos fue sólo de pasada, pero andá pensando que, en casa de mamá y papá, Britt puede enterarse de lo de Dani.
—Que se entere y que la mate la culpa y que se joda, yo le advertí de que se arrepentiría y no me escuchó.
—¡Ay, qué mala! Santana López, en realidad, sos una cobarde, preferís que se entere por terceros. Quizá la que no pueda perdonarte, después de eso, sea ella por hacerla sufrir y por callarte una verdad tan importante. Para serte sincera, si yo fuera ella no te perdonaría, sos una hipócrita.
—Chao, Rachel, acá es muy tarde.
—Chao, yo no te llamé.
—Sos insufrible.
—Te quiero, tonta. Esperá, no cortes, la invité a cenar a casa mañana.
—¿Ah, sí?—preguntó Santana como si no le interesara.
—Sí, hoy a la tarde salimos de compras. ¿Tu lacayo no te lo dijo?
—No lo sabía. ¿Y?
—Y nada, me cae muy bien, las dos nos caímos bien.
—Siempre supe que sería así, se lo dije en Buenos Aires. Chao, Rach.
—Chao, que descanses.
Santana estaba contrariada, últimamente vivía de malhumor. Ahora resultaba que Brittany se llevaba bien con todos. Conociéndola, se imaginaba cómo trataba a su familia con amabilidad.
A Rachel ya se la había metido en el bolsillo y pensaba que eso era injusto.
Sentía envidia de que ellos pudieran estar con Brittany y disfrutarla y ella no, ¡con lo que la quería!
No era razonable que las cosas ocurrieran de ese modo y que Brittany la despreciara y la juzgara injustamente.
Había estado esperando todo el día una llamada de su papá para ver qué había sucedido y él no se había dignado hacerlo. Si ahora Artie no le hubiera contado, no se hubiera ni enterado de que Brittany estaba alojada en su casa.
Marcó el teléfono de Alfonso, estaba furiosa.
—Tana, ¿qué hacés despierta a esta hora? Allá son las tres de la mañana.
—Como vos no me llamabas, lo hice yo.
Era la hora de la cena en casa de los López. Brittany, al oír que era Santana, se puso alerta y Maribel empezó a mandarle saludos a voces, igual que Sue.
—¡Ay, cállense, son dos cotorras, no oigo nada!
Alfonso se levantó y se fue hasta la otra punta de la sala para poder hablar con tranquilidad, Brittany se lamentó y se sintió triste otra vez.
—Ahora sí, hija, ahora te oigo. No te llamé porque no tenía novedades, lo siento. No imaginé que estarías esperando, lamento no haberlo considerado. Britt aún no me contestó, claro, me dijo que lo pensará, que es una buena propuesta y que la analizará muy bien. Incluso se interesó en saber si vos estabas de acuerdo. Le di toda esta semana para que lo pensara. Aparte de eso fue un día muy raro, ella está acá en este momento cenando con nosotros.
—Ya lo sé.
—¿Y cómo lo sabés?
—Hablé con Rach.
—Ah, bueno, entonces ya estás al tanto de las novedades.
—Sí, Rach ya me contó. ¿Cómo está?
—¿Quién?
—Britt, papá, Britt, ¿quién va a ser?
—Ah, un poco cohibida, ya sabés cómo es tu mamá, pero está bien. La instalaron en la habitación de Rach. Sue y tu mamá se encargarán de hacerla sentir más que bien.
—Que mamá no la invada, por favor. Britt debe de haber aceptado ir ahí por compromiso.
—La verdad es que no le quedó otro remedio, pero no te aflijas porque ellas se entienden. Hoy anduvieron de compras. Se llevarán muy bien, ¿eso no te contenta?
—Supongo que sí, te dejo.
En realidad no la contentaba, tenía celos de su mamá y pensó que se estaba volviendo loca.
—Esperá, saludá a tu mamá.
—No, papá, estoy cansada, seguro que estará a mil revoluciones por minuto con Britt ahí. Mandale un beso de mi parte.
—Bueno, hija, un abrazo—se despidió Alfonso y colgó.
Como era de esperar, Maribel le recriminó que no le hubiera pasado con Santana.
—Maribel, son las tres de la mañana en Milán. Tana llamó por unas cosas que necesitaba saber, sólo por trabajo. Te mandó besos y a vos también, Sue, ¿no viste que casi no hablamos?
—Está bien, no dije nada. ¡Las tres de la mañana! ¿Y por qué estaba despierta a esa hora?
—No lo sé, Maribel, tu hija es adulta. Además, ella está en Milán y yo estoy acá, no sé por qué está despierta, no debe de tener sueño.
—Está bien, querido, no te enfades.
—No me enfado, pero debés darte cuenta de que tus hijos crecieron. Lo siento, Britt.
—No te preocupes, Alfonso, creo que a todas las madres les cuesta asumir eso. Mi mamá es igual que Maribel, se preocupa por todo.
—No me des esos ánimos, pequeña, que esta semana también viene tu mamá y van a ser demasiadas mujeres en mi vida para un único hombre en esta casa, porque Finn casi nunca está... Creo que no es justo.
Todos se rieron, continuaron comiendo y, después de la cena, tomaron el café en la sala.
Brittany se sentía muy a gusto con los padres de Santana.
Alfonso, tras el café, se fue a dormir.
—¿Querés ver fotos viejas, Britt? Creo que tengo algunas del Cardenal Spínola y seguro que está tu mamá. Dejame buscarlas.
Se sintió animada, seguro que Maribel también traería de Santana.
Estuvieron mirando fotografías hasta altas horas de la madrugada y, aunque quería disimular, cada vez que aparecía una de Santana, Brittany se quedaba embobada mirándola.
Le extrañó que no hubiera fotos de la boda de ésta, pero no se atrevió a preguntar, tampoco había ninguna donde Santana estuviera con su mujer.
Tras varias horas decidieron irse a dormir, ya que estaban exhaustas y a las dos se les cerraban los ojos.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
aja, lo dicho, a buscar el bate britt, tu cabeza lo espera con ansias!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
britt ya conquisto a sus suegros jajajaja
a ver que hace para enmendar la cagada que se mando con san y su supuesto matrimonio,...
a ver que hace rachel y britt en su plan,...
nos vemos!!!
britt ya conquisto a sus suegros jajajaja
a ver que hace para enmendar la cagada que se mando con san y su supuesto matrimonio,...
a ver que hace rachel y britt en su plan,...
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
Wow me ha costado sangre y sudor ponerme al día pero amo que actualices tanto!! Ahora a esperar la reconciliación, pero creo que tendrá que ser Britt la que vaya detrás de San, ya que fue por su desconfianza y cabezonería de no querer escuchar por lo que están así.
Saludos!!
Saludos!!
MeryBrittana*** - Mensajes : 127
Fecha de inscripción : 19/06/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
monica.santander escribió:
Hola, jajaajaja espero y te guste este cap! Saludos =D
micky morales escribió:aja, lo dicho, a buscar el bate britt, tu cabeza lo espera con ansias!!!!!
Hola, jajajaajajaj, pero esk san igual tiene parte de culpa, no¿? jajajaajaj. Saludos =D
3:) escribió:hola morra,...
britt ya conquisto a sus suegros jajajaja
a ver que hace para enmendar la cagada que se mando con san y su supuesto matrimonio,...
a ver que hace rachel y britt en su plan,...
nos vemos!!!
Hola lu, jajajaaja como no, si es britt¿? jajaajajajaja. Mmmm se ve difícil vrdd¿? Ellas dos juntas mmm san cae de una ajajaajaj. Saludos =D
MeryBrittana escribió:Wow me ha costado sangre y sudor ponerme al día pero amo que actualices tanto!! Ahora a esperar la reconciliación, pero creo que tendrá que ser Britt la que vaya detrás de San, ya que fue por su desconfianza y cabezonería de no querer escuchar por lo que están así.
Saludos!!
Hola, jajajajajaj, pero si kieres actualizo menos al día. Mmm si britt es al que tiene que dar el primer paso aquí, pero también fue culpa de san por no decir todo o insistir mas, no¿? jajaaj , esperemos y las cosas salgan bn. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal I: Seducción (Adaptada) Cap 21
Capitulo 21
Le costó dormirse, la angustia de saber que quizá había perdido a Santana la asfixiaba, pero a diferencia de cómo se había sentido días atrás, en esos momentos no lloraba, sólo pensaba y repensaba posibles soluciones.
¿Bastaría con echarse en sus brazos y rogarle perdón?
Pensó en suplicarle y humillarse de todas las formas posibles, no le importaba, sólo quería recuperarla, sólo quería volver a sentir su olor y embriagarse con ella.
El martes por la tarde, Brittany se quedó sola en el departamento. Maribel había ido con una amiga a encargar las flores para el sábado y ella estaba aburrida hasta el hastío porque no estaba acostumbrada a estar sin hacer nada. Ni siquiera Sue estaba ahí para conversar un rato, porque estaba mirando la televisión en el cuarto de planchado.
Así que aprovechó y se escurrió en la habitación que había sido de Santana cuando vivía ahí. Se metió en el vestidor y, como una adicta, olió su ropa.
¡Cuánto deseaba que las cosas se arreglasen entre ellas!
En el armario, había un frasco de su perfume que Brittany destapó para aspirarlo profundamente y llenar sus fosas nasales con ese olor que la extasiaba.
Siguió recorriendo la habitación y, en una de las mesillas de noche, vio una foto de Santana con una mujer en brazas. Al instante supo que se trataba de Dani.
Santana la besaba en la mejilla y ella lucía frágil, ojerosa, cansada y extremamente delgada. Llevaba un pañuelo en la cabeza, para ocultar la calvicie producto de la quimioterapia, pero se veía bonita, de tez blanca y ojos marrones, una belleza bastante común, nada extraordinaria.
Por fin, Dani tenía rostro.
No sintió celos, por el contrario, le produjo una enorme pena. Esa mujer pertenecía a su pasado y eso no podía borrarse. No quería sentirse angustiada, sólo deseaba que Santana volviera para empezar a reconquistarla.
Salió de la habitación, se abrigó y decidió irse a buscar un regalo de cumpleaños para Maribel, pero antes de irse avisó al ama de llaves.
Ya en la calle, comprobó que el día era muy frío. Se puso los auriculares para escuchar música mientras caminaba y se fue a buscar el metro.
«¿Qué comprarle a una mujer que lo tiene todo?», pensaba mientras caminaba por la Quinta Avenida.
Finalmente, decidió entrar en Gucci otra vez. El vendedor que había atendido a Santana el día en que habían estado ahí juntas la reconoció de inmediato y se acercó muy cordialmente para ofrecerle su ayuda. Tenía una tonadilla italiana y mezclaba bastante los idiomas.
—Buon pomeriggio, es un placer tenerla por aquí nuevamente, señorita. Usted es la fidanzata de la señorita López, ¿verdad?
A Brittany le encantó que la confundieran con la novia de Santana y no se molestó en sacarlo de su error, sólo le devolvió el saludo.
—Buenas tardes, seguramente usted podrá serme de gran ayuda.
—A la orden, signorina, llámeme Kurt.
Brittany le explicó que estaba buscando un regalo para una persona que lo tenía todo. Como sabía que no conseguiría que fuera algo realmente especial, esperaba, al menos, encontrar algo de muy buen gusto.
—Disculpe, espero no parecerle atrevido, estoy intentando entender quién recibirá el obsequio, ¿es tal vez para la señorita Santana?
—No, Kurt, es para su mamá.
—Ah, en ese caso qui per favore.
Kurt la guio y ahí le presentó a Tania, otra vendedora, que, según él, la sabría orientar muy bien, ya que era quien siempre atendía a la señora López cuando iba de compras.
Brittany se sintió aliviada por haber ido ahí.
Tras elegir el regalo, salió del local satisfecha con su compra y decidió seguir mirando los escaparates de la avenida. Terminó en Saks, donde hizo compras para sus sobrinos, y también se permitió algún capricho para ella en Chanel y en Louis Vuitton.
Al final, fue hacia el Rockefeller Center, donde sabía que estaba Michael Kors, su ropa le encantaba y en ese establecimiento, simplemente, hizo que su tarjeta echara humo. Como iba muy cargada, decidió coger un taxi. Ir de compras la había distraído de su desazón, aunque todo lo que había adquirido tenía el único objetivo de agradar a Santana.
El sábado parecía estar tan lejos que la ansiedad la desesperaba, sólo pensaba en volver a verla.
Llegó al Belaire y, mientras subía en el ascensor, sonó su teléfono. Rachel le avisaba de que en un rato pasaría a buscarla.
—¡Hola, Maribel! ¿Cómo te fue con las flores?—preguntó Brittany al entrar al ático.
—Muy bien, el sábado a primera hora llevarán todo a Los Hamptons. Vas a ver qué arreglos tan hermosos elegimos, no quiero adelantarte nada para que te sorprendas.
Ambas sonrieron y Maribel la abrazó con afecto, a ella le gustaba dejarse mimar, porque en esos días estaba muy sensible.
—Veo que fuiste de compras.
Brittany se apresuró a llevar los paquetes a su habitación. La mujer la seguía, pero antes de que entrara en el cuarto escondió el regalo en el vestidor y le mostró el resto.
Rachel no tardó en llegar y Brittany bajó en seguida.
El viaje fue corto, Quinn, que ya había llegado del trabajo, estaba cocinando. Quinn todavía era empleada de Mindland, y tenía horario de oficina, ya que desde que se había casado con Rachel, había pasado de chófer a administrativo.
Una vez hechas las presentaciones, Rachel acompañó a Brittany a recorrer la propiedad y le explicó que la habían comprado amueblada, y que se había encargado de la decoración un famoso diseñador de interiores.
Durante la cena, la pareja le contó cómo se habían conocido. Habían salido a escondidas durante cuatro meses, porque Quinn temía que todos se opusieran a su relación. Quien más reticencias tuvo al enterarse fue Alfonso, pero no por la elección sexual de su hija o por la posición económica de Quinn, sino porque no podía asumir que Rachel se hubiera enamorado. También le contaron que Santana había mediado mucho entre ellos, su condición de mellizas hacía que siempre se apoyaran en todo.
Brittany se sentía muy a gusto, Quinn, que era muy ocurrente, le había caído muy bien. Según Rachel, su buen humor era lo que más la había enamorado, pero esa rubia de ojos verdes, además de ser muy agradable, esa noche había demostrado ser una estupenda cocinera.
Conversaron con fluidez y Rachel le habló también de la clínica de fertilidad y biogenética que dirigía con su hermano Jake, el único del clan López que le quedaba por conocer. De los cuatro hermanos, él era el más serio y formal, aunque ésta destacó que trabajar a su lado era muy fácil y agradable.
En cuanto a la clínica, Brittany se interesó en saber qué era lo que se hacía ahí exactamente.
La joven López le contó entonces que, además de brindar a sus pacientes tratamientos para la infertilidad y métodos de fertilización asistida tanto para parejas o personas heterosexuales como para parejas o personas homosexuales, también contaban con programas de donación de ovocitos, cigotos y embriones.
Asimismo ofrecían a sus pacientes la posibilidad de elegir el sexo de su bebé y que cada vez era más común que las parejas utilizaran ese servicio, ya fuera porque tenían alguna enfermedad genética o porque no querían arriesgarse, por ejemplo, a tener un tercer hijo del mismo sexo. En ese caso, se practicaba una fecundación in vitro que garantizaba que los padres tendrían un hijo del sexo deseado.
Brittany estaba fascinada con la vehemencia de Rachel al explicar su trabajo, se notaba que amaba su clínica y que se sentía orgullosa de la labor que hacían. Ahondando en esa confianza que había nacido entre ambas, le contó que sus sobrinos habían nacido por fertilización asistida, ya que su cuñada no lograba quedarse embarazada. Y que Rachel estaba intentando quedar embarazada con los óvulos de Quinn, pero eso era un secreto.
—Son los mellizos más bellos de la Tierra—aseveró Rachel, mostrándose como la tía más orgullosa—, Ya los conocerás. Están llenos de salud y fueron una gran bendición para nuestra familia.
Brittany estaba muy a gusto, la neoyorquina le infundía simpatía y podía sentir que le profesaba cierto aprecio.
Quinn se fue a ver la televisión y las dejó solas.
—La primera vez que Tana me habló de vos—le contó—Me dijo que nosotras dos podríamos llevarnos muy bien, porque teníamos muchas cosas en común, entre ellas la afición por los zapatos y los bolsos.
Ambas sonrieron.
—Anoche me llamó—confesó Rachel, y la miró para estudiar su reacción.
—¿Y qué te dijo?—preguntó un tanto recelosa, temía escuchar que en Italia había conocido a alguien.
—Se había enterado de que ya no estabas en el hotel y de que mamá y yo te habíamos acompañado al Belaire.
—Tu papá le habrá contado, quizá, porque ayer llamó mientras estábamos cenando.
—Es posible—mintió Rachel, porque no estaba dispuesta a decirle que su hermana la vigilaba.
—Aunque no me extrañaría que me hubiera hecho seguir—continuó Brittany—, Porque dejó a Artie acá. No hay que ser demasiado inteligente para darse cuenta de que él es su soplón. En Buenos Aires, lo hacía.
Rachel enmudeció y consideró que su nueva amiga era muy sagaz.
—¿Y no te molestaba que actuara así?—le preguntó asombrada por la naturalidad con que aceptaba ese acoso.
—¿Cómo evitarlo?—Brittany se encogió de hombros—Pero me angustia pensar que el viernes por la noche salí con un amigo y seguro que San se enteró y se puso furiosa. San siempre sabe todo lo que ocurre. ¡Además es tan celosa...! En Buenos Aires, a menudo se enojaba por la ropa que usaba, por el trato con mis amigas, por la confianza con mis compañeros de trabajo.
—¿De verdad? ¡Vaya! ¡Eso sí que es una novedad!—exclamó Rachel y se tapó la boca al darse cuenta de que había pensado en voz alta—Por favor, Britt, no le expliques nada de lo que te digo.
—No te preocupes, lo más probable es que no quiera ni verme después de lo del viernes pasado.
—No seas tonta, no pienses así. Debo decirte que nunca tuvo celos de nadie que se acercara a Dani, a ella le hubiera encantado que ocurriera, pero no era así.
—¿En serio?—Rachel asintió con la cabeza—¿Te llevabas bien con ella?
—La verdad es que ella no se llevaba bien con ninguno de nosotros, siempre creyó que no la queríamos.
—¿Por qué creía eso, acaso era cierto?
—No exactamente. ¡Con lo buenos que son mis padres...! Mis viejos ven a un gato moribundo en la calle y lo meten en su casa. Es un tema complicado y, si Tana nunca te habló de ella, no creo que esté bien que yo lo haga.
—Por favor, Rach, iluminame, me siento tan insegura por todo.
Ésta la abrazó y tras pensarlo unos instantes le dijo:
—Veamos, prometeme que Tana nunca va a enterarse de esta conversación.
—Te lo prometo, no tenés de qué preocuparte.
Rachel hizo una pausa.
—Tana y Dani se hicieron novias en bachillerato, mi hermana siempre fue muy linda y las personas revoloteaban a su alrededor. Si bien Dani era linda, nunca tuvo una belleza extrema y se sentía insegura. Al principio, yo no entendía qué le había visto San, pero la relación entre ellas fue avanzando hasta que San empezó a sentirse asfixiada y la abandonó. En realidad, no estaba enamorada y comenzó a salir con otras chicas. Era muy joven y hacía ya dos años que estaba con Dani pero nunca le fue infiel, de eso puedo darte fe. Sin embargo, Dani insistió hasta la saciedad, la persiguió hasta que volvieron y volvieron a ser novias durante siete años más. Pero salían un tiempo, se peleaban, entonces San aprovechaba para conocer a otras mujeres, a veces a varias a la vez, luego Dani se empeñaba en recuperarla y San, hastiada de mujeres sin sentido en su vida, accedía y volvía con ella, pero Dani no la hacía feliz, porque discutían sin parar. Cuando San se enteró de su enfermedad, estaban distanciadas y reanudó la relación por compasión, aunque nunca quiso reconocerlo, y nos informó de que se iba a casar. Toda la familia se opuso, Britt, porque sabíamos que no la amaba, que sólo actuaba por piedad. ¡Pobre Dani! A mí no me podía ni ver, porque decía que yo cubría a San en sus correrías. Para colmo, ¡un día nos oyó discutiendo porque yo me oponía a su boda! Yo no quería que mi hermana fuera infeliz. Desde ese día, Dani no me habló nunca más.
»San y yo nos veíamos a escondidas, porque Dani se oponía y, como estaba enferma, San no quería angustiarla. Finalmente, se casaron en el hospital y Dani no dejó que yo fuera. Había empeorado de golpe y no pudo hacerse fiesta, ni ceremonia ni nada de lo que habían planeado. Estuvieron casadas durante tres meses. Cuando Dani murió, San se sintió la persona más culpable del mundo por no haberla hecho feliz durante los siete años que habían estado juntas. Yo opino que Dani no fue feliz porque estaba obsesionada con mi hermana y, que Dios me perdone lo que voy a decir, creo que Dani estaba fascinada por la posición económica y social que tenía al lado de San, Dani era muy materialista y no lo disimulaba.
»Pero su muerte cogió tan de improviso a mi hermana, que optó por cargar con toda la culpa. Además, sus suegros no tuvieron miramientos y le atribuyeron la infelicidad de su hija con tanta vehemencia que terminaron por convencerla. Durante todo este tiempo la hicieron sentir responsable de su muerte, aunque, por suerte, no pudieron persuadirla de que San diera vida a los embriones que Dani había dejado congelados.
—¿Cómo? ¿Qué?
—Cuando se supo que Dani recibiría quimioterapia, Jake y yo les aconsejamos que guardaran embriones fecundados y también óvulos preservados para cuando ella se curara y San hizo lo mismo para apoyarla. De esa manera, podrían tener hijos propios. ¡Eran tan jóvenes...! No sé si lo sabés, pero someterse a quimio suele producir infertilidad.
—No lo sabía, desconocía el tema por completo—admitió Brittany—, Disculpá mi ignorancia.
—No te preocupes, muy pocos lo saben, no todos los oncólogos informan de ello. El caso es que Dani nunca se curó y los suegros de mi hermana pretendían que ella alquilara un vientre o el de ella misma y les diera un nieto. Creo que fue ahí cuando San se dio cuenta de que nunca había querido tener hijos con Dani y, entonces, le sobrevino otra vez la culpa. En la actualidad, sus suegros piensan interponer una demanda, porque quieren conseguir los óvulos para procrearlos, aduciendo que no pueden superar la muerte de su hija.
—Pero Dani hubiera querido hijos con San, no con otra persona.
—Exacto, por eso Tana nunca cedió.
—Ahora lo entiendo. Cuando nos conocimos, San me dijo que no podía darme amor porque su vida era demasiado complicada.
—Pero se enamoró. Santana te ama, Brittany.
—Sí y yo, como si ella no tuviera suficientes problemas, le traje algunos más. ¡Soy una imbécil!—exclamó y se puso a llorar.
Rachel intentó calmarla.
—Lo que más preocupada me tiene—siguió—Es que no sé qué estará pensando de mí, igual se imagina que ya me olvidé de ella.
—¿Con quién saliste el viernes?
—Con Sam, un amigo que vive acá. Estoy segura de que San se enteró y sé que se va a enojar mucho. El viernes, cuando nos encontramos, me recriminó que hubiera ido a esperarme al aeropuerto. Ésa fue una de las cosas por las que terminamos discutiendo, porque San también había ido a buscarme.
—¿Y ese Sam es sólo un amigo para vos?
—Él querría ser algo más.
—Mi hermana debe de estar muy enfadada. ¿Sabés? Estuve pensando y es obvio que se enterará de que estás al tanto de Dani.
—Sí, Rach, yo también estuve pensando en eso. De qué otra forma podría explicarse mi cambio de predisposición hacia ella. Tu hermana sabe perfectamente que, de no estar libre, no tendría posibilidades conmigo. Debo asumir todas las consecuencias de no haberla escuchado, por comportarme como una chiquilla.
—Tana tampoco actuó con demasiada adultez. Aunque sea mi hermana, no voy a hacer la vista gorda. San tendría que haberte dicho la verdad desde un principio— Brittany hizo un mohín—Ayer cuando hablé con ella, le sugerí que podías enterarte de lo de Dani en casa de mamá y papá.
—¿Y qué dijo?
—¿En serio querés saberlo?
—Por favor.
—Que era mejor así, que te carcomería la culpa por haber desconfiado de ella.
—Y tiene razón, así estoy, sólo espero que no sea tarde. Ella me advirtió varias veces de que me arrepentiría.
—¡Ay, qué situación! ¡Las dos están muertas de amor!
—¿De verdad creés que está muerta de amor por mí?
—¿Todavía lo dudás? ¿Qué más tiene que hacer mi hermana para demostrártelo? ¿Por qué desconfiás tanto de ella?
—Se trata de algo que me pasó y para mí también es difícil hablar de eso.
Tomó aire e hizo una pausa.
—No me cuentes, si no querés.
—No, está bien, tengo que quitarme ese estigma de encima.
Brittany le explicó lo que le había pasado con Lauren y Rachel, apenada, cerró los ojos e intentó ponerse en su lugar.
—¡Oh, claro! Supongo que eso explica tu inseguridad y también por qué te obcecaste tanto cuando creíste que San era una mujer casada.
—¿No piensan dormir, ustedes dos, hoy?—preguntó Quinn asomándose por el resquicio de la puerta.
Brittany miró la hora en su reloj.
—¡Son las doce!
—¡Qué tarde, ni cuenta me había dado!—exclamó Rachel—Vamos, Britt, te llevo a casa.
—No, ¿cómo van a andar solas a esta hora? Las llevo yo—se ofreció Quinn de muy buen grado.
—¿No querés quedarte a dormir acá? Hay lugar de sobra.
—Me encantaría, Rach, pero mañana tenemos que ir a recoger a mi mamá al aeropuerto con Maribel.
El miércoles por la noche, la mamá de Santana había organizado una cena en su casa para que sus hijos conocieran a su amiga.
Durante la cena, Whitney se enteró de quién era Santana, porque, como era la único que faltaba, Maribel le acercó un portarretratos para mostrarle a su hija.
Whitney arrinconó a su hija a la primera oportunidad.
—Brittany Susan Pierce, ¿querés explicarme qué pasa? ¡No entiendo nada!
—¡Chis! Pueden oírnos, mamá, y acá nadie sabe de mi historia con Santana.
—¿Estás loca, niña? ¡El sábado en la fiesta estará con su mujer!
Whitney ya estaba al tanto de todo, porque su hija, un día que estaba muy angustiada, se lo había contado por teléfono.
—No, mamá, ella no tiene mujer, es viuda. Todo fue una terrible confusión.
—¿Qué?
—¡Calla, ahí viene Maribel, después hablamos!
La familia López era exquisita y oficiaban de excelentes anfitriones. La cena había sido muy hogareña y Brittany y Whitney se habían sentido muy cómodas.
Cuando se fueron a dormir todos, la joven se metió en la habitación de su mamá y se deslizó en la cama junto a ella, como cuando era pequeña. Whitney estaba rendida pero se dio cuenta de que su hija la necesitaba. Parecía un cachorrito buscando cobijo, entonces, y haciendo un gran esfuerzo para mantenerse despierta, la escuchó. Ésta le contó toda la biografía de Santana y lloró en sus brazos hasta que no le quedaron más lágrimas. Whitney la besó interminablemente, la abrazó, le acarició la espalda, la cara y secó su llanto hasta que ella se calmó.
—La cagué, mami, sé que no te gusta que hable mal, pero es la verdad.
—Britty, hija querida, si Santana te fue a buscar al aeropuerto es porque todavía le importás.
—Sí, mamá, pero quizá se cansó de rogarme que la escuchara. ¿Y si conoce a alguien en Italia y se olvida de mí?
—Ay, Britty, no seas tan fatalista. ¿Por qué pensar que justo ahora va a conocer a alguien? Además, hija, si ella te ama no va a reemplazarte tan fácilmente.
—Pero podría pasar que ahora encontrara a alguien allá y se enamorase, como cuando me conoció a mí en Buenos Aires.
—Eso no sucederá. Vas a ver que, cuando regrese del viaje, se van a reconciliar.
—No lo sé, mami. Ojalá tengas razón, pero hay algo más. Vos sabés que yo vine acá por trabajo.
—Sí, claro, ya sé—entonces, Brittany le habló de la oferta laboral que le habían hecho—¡Hija, vas a estar muy lejos! Pero... bueno, de todas formas, si te arreglas con Santana, igual te vas a venir a Nueva York, así que da un poco igual, ¿no?
—Todavía no acepté, mami.
—¡¿Qué?! Britty, es una gran oportunidad para vos, estás casi en la cúspide de tu carrera.
—Sí, lo sé, pero si San no quiere volver conmigo, no podré seguir trabajando a su lado, se me rompería el corazón a diario.
—Es un riesgo que tenés que asumir. La vida no es fácil, hija. Decime algo y contestame con el corazón, ¿antes de enterarte de que Santana no tenía mujer, pensabas aceptar?
—No tuve tiempo de considerarlo, pero presumo que sí, porque quería demostrarle que, a pesar de todo, soy muy profesional.
—Entonces, perdoname, pero no sé a qué le estás dando tantas vueltas. No tenés nada más que pensar. Además, una oportunidad como ésta no se da todos los días. Dale, cambiá esa cara, cuando viniste para acá, creías que todo estaba perdido con Santana. No entiendo por qué estás tan negativa. Te hicieron una excelente oferta laboral y, encima, la mujer a la que amás está libre y piensa en vos. Britty, mi amor, todo va a ir bien. Ahora, a dormir, por favor, se me cierran los ojos. Pensá en positivo, hija.
—Tenés razón, mamá, no voy a esperar hasta el viernes. Mañana iré a Mindland a hablar con Alfonso y le diré que acepto.
—Me parece una gran decisión, ¡ésa es mi chica valiente!
—Sí, mamá, perdoname por desvelarte y gracias por escucharme y por los mimos. Estoy muy feliz de que se haya dado esta coincidencia entre vos y Maribel. Me encanta tenerte acá conmigo.
Whitney le llenó la cara de besos y Brittany se levantó y volvió a su habitación.
A media mañana, Mandy le anunció a Alfonso que Brittany estaba en el vestíbulo. Ella se asomó a la puerta del despacho y Alfonso se puso de pie para recibirla.
—Adelante, Britt, pasá, querida.
—Hola, Alfonso, perdoname por venir sin previo aviso, pero esta mañana no encontré oportunidad para advertirte de que vendría, Maribel estaba todo el tiempo a mi lado.
—Presumo, entonces, que tu visita tiene que ver con mi propuesta.
—Exacto, Alfonso, tomé una decisión. Anoche me quedé hablando con mi mamá hasta tarde. Quizá te extrañe que, tratándose de mi trabajo, necesitara consultarlo con ella, pero estoy metida en un gran lío del que presiento que no tenés idea.
Alfonso la miró a los ojos, entrecerró los suyos, frunció la boca y la cogió de las manos.
—¿Te referís a Santana?
Brittany abrió los ojos como platos y se quedó con la boca abierta.
—¿Vos lo sabías?
—La verdad es que la única que no está enterada en casa es Maribel.
—¿Finn también está al tanto?
—Tiene conocimiento de que ustedes mantuvieron una relación, nada más. No te sientas cohibida, lo que existió entre ambas pertenece a la intimidad de ambas.
—¿Ella te contó?—Alfonso asintió en silencio—¿Y hasta dónde sabés de nosotras?
—¿Por qué querés saber eso?
—Me gustaría saber cómo definió Santana nuestra relación.
Alfonso sonrió.
—¿Y por qué me lo preguntás a mí? ¿Acaso no tenés claro qué hubo entre ustedes dos?
—Tenés razón, disculpá.
Brittany había sonado un tanto desesperada y Alfonso pensó en decirle que lo sabía todo, incluso el motivo de su ruptura, pero decidió no inmiscuirse y calló. Se levantó y sirvió café para ambos.
—Bueno, Britt, te escucho.
—La verdad, Alfonso, es que desde que me lo propusiste tenía claro que aceptaría, aun sabiendo que mi decisión significaría trabajar a diario con Santana. Mi carrera es muy importante y, por encima de todo, soy una profesional.
—Bien, pero... porque presiento que hay un pero, el tono de tu voz te delata.
—Tenés razón, hay una objeción, porque ahora las cosas han cambiado.
—¿No vas a aceptar?
—Depende de vos. Ahora que sé que Santana no está casada... Quiero decir, no sé si sabías el motivo por el cual nos distanciamos...
—Sí, Britt, lo sabía—le confesó con una caída de ojos.
—De acuerdo, entonces no hay nada más que explicar. Sólo te diré que voy a intentar recuperar nuestra relación y, si vos no estás de acuerdo con que mezclemos el trabajo y la vida personal, no aceptaré tu oferta, porque mi prioridad en este momento es reconquistar el amor de tu hija. A día de hoy, no hay otra cosa que me importe más.
—Resuelvan su vida privada como mejor les parezca, Britt, mientras eso no interfiera en la empresa. Además, debo decirte que estoy curado de espanto con mis hijos. Todos acabaron mezclando el placer con trabajo, salvo Jake. Por último, Britt...—Alfonso se acercó y la cogió de las manos—, Si yo no hubiera sabido que esto iba a ocurrir, ni siquiera te hubiera hecho venir. ¿Sabés una cosa? Me gustas como nuera—Brittany se aflojó y sonrió tímidamente—Hey, pequeña, ¡te acabo de decir que me gustas como nuera y sólo recibo una sonrisa desteñida!
—Es que primero debo convencer a tu hija de que me perdone.
—¡Bah, dalo por hecho! Vení acá y dame un beso y un abrazo. Cambiá esa cara, acabas de tomar una gran decisión y no te arrepentirás. Y estoy seguro de que yo tampoco.
—Gracias por la confianza.
Alfonso le palmeó la mano y le sonrió con franqueza.
—Te lo has ganado.
—¿Cuándo le vas a contar a Maribel?
—Será mi regalo de cumpleaños, pienso hacerlo en Los Hamptons.
—Y a Santana, ¿cuándo le vas a decir? ¿Le vas a comunicar que acepté?
—Hoy mismo, Britt. Si no lo hiciera, se enojaría mucho, y también se lo transmitiré a Finn, aunque presumo que eso no te interesa tanto.
Ambos se sonrieron.
—¿Puedo pedirte un favor? No es nada que te comprometa. ¿Podrías decirle que iba a aceptar el puesto independientemente de cuál fuera su estado civil?
—Creo que de eso tendrás que convencerla vos, pero veré cómo puedo sugerírselo.
—Gracias. Te dejo para que puedas seguir trabajando. Además, tenemos que acompañar a mamá a comprarse un vestido para el sábado.
—De acuerdo, Britt, estoy feliz de que hayas aceptado, sé que dejo Mindland en buenas manos.
—Gracias, Alfonso, espero no defraudarte.
—Sé que no lo harás.
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Santana estaba en el hotel, recién duchada, y no veía el momento de regresar a Nueva York, porque no hacía otra cosa que pensar en Brittany.
Estaba vistiéndose para una cena de negocios que tenía con un ejecutivo interesado en adquirir una franquicia para abrir una tienda en Francia.
Su móvil sonó y ella lo cogió de la mesilla de noche. Era un whatsapp de audio que le había enviado Brittany. Sus manos temblaron, su corazón palpitó con fuerza y escuchó ansiosa el mensaje, era la canción de Adele One and only. Sus acordes lo transportaron al día en que hicieron el amor con ese tema de fondo, que ella había elegido.
Aquella noche la había llevado a cenar a uno de los mejores restaurantes de Buenos Aires para festejar su nombramiento, y después, en su departamento, le había hecho el amor durante horas y de todas las formas posibles. Al día siguiente, habían empezado las llamadas.
«¿Qué quiere decirme Brittany con esta canción? ¿Por qué me la envía?», se preguntó Santana azorada.
Mientras hacía conjeturas, sonó el teléfono.
—Papá, ¿cómo estás?—contestó secamente.
—Bien, hija, muy bien, tengo novedades, por eso te llamo. Pensé que te gustaría enterarte antes que nadie.[/i]
Santana supo de inmediato lo que esa canción significaba.
—Britt aceptó, ¿verdad?
—Sí, ¿cómo lo sabés?
—Papá, ¿Britt entendió lo de Dani?
Santana estaba segura de que Brittany ya lo sabía y por eso había aceptado.
—Sí, hija, lo sabe, tarde o temprano iba a enterarse. Esa verdad iba a salir a la luz en cualquier momento, pero ya había tomado la decisión antes.
—¿Cómo se enteró?
—Britt estaba refiriéndose a la enfermedad de su papá y tu mamá metió la pata.
—Está bien, te dejo, estoy arreglándome para salir, tengo una reunión con un francés que contactó conmigo esta mañana para abrir una franquicia.
—¡Qué buena noticia! ¿No parecés muy contenta con la decisión de Britt?
Santana no había dejado escapar ninguna emoción, hablaba en un tono neutro.
—Me siento un poco extraña, papá. Para serte totalmente sincera, necesitaría saber qué piensa ella en realidad. No veo la hora de volver.
Cuando cortó la comunicación con su papá, su teléfono volvió a sonar. Miró la pantalla y era Brittany, pero dejó que saltara el contestador.
Su venganza había empezado.
«¿Ah, sí? De pronto te dieron ganas de hablar, bueno ahora la que no quiere hacerlo soy yo. Voy a hacerte saber lo que se siente cuando rogás y no te dan ni una oportunidad.»
¿Bastaría con echarse en sus brazos y rogarle perdón?
Pensó en suplicarle y humillarse de todas las formas posibles, no le importaba, sólo quería recuperarla, sólo quería volver a sentir su olor y embriagarse con ella.
El martes por la tarde, Brittany se quedó sola en el departamento. Maribel había ido con una amiga a encargar las flores para el sábado y ella estaba aburrida hasta el hastío porque no estaba acostumbrada a estar sin hacer nada. Ni siquiera Sue estaba ahí para conversar un rato, porque estaba mirando la televisión en el cuarto de planchado.
Así que aprovechó y se escurrió en la habitación que había sido de Santana cuando vivía ahí. Se metió en el vestidor y, como una adicta, olió su ropa.
¡Cuánto deseaba que las cosas se arreglasen entre ellas!
En el armario, había un frasco de su perfume que Brittany destapó para aspirarlo profundamente y llenar sus fosas nasales con ese olor que la extasiaba.
Siguió recorriendo la habitación y, en una de las mesillas de noche, vio una foto de Santana con una mujer en brazas. Al instante supo que se trataba de Dani.
Santana la besaba en la mejilla y ella lucía frágil, ojerosa, cansada y extremamente delgada. Llevaba un pañuelo en la cabeza, para ocultar la calvicie producto de la quimioterapia, pero se veía bonita, de tez blanca y ojos marrones, una belleza bastante común, nada extraordinaria.
Por fin, Dani tenía rostro.
No sintió celos, por el contrario, le produjo una enorme pena. Esa mujer pertenecía a su pasado y eso no podía borrarse. No quería sentirse angustiada, sólo deseaba que Santana volviera para empezar a reconquistarla.
Salió de la habitación, se abrigó y decidió irse a buscar un regalo de cumpleaños para Maribel, pero antes de irse avisó al ama de llaves.
Ya en la calle, comprobó que el día era muy frío. Se puso los auriculares para escuchar música mientras caminaba y se fue a buscar el metro.
«¿Qué comprarle a una mujer que lo tiene todo?», pensaba mientras caminaba por la Quinta Avenida.
Finalmente, decidió entrar en Gucci otra vez. El vendedor que había atendido a Santana el día en que habían estado ahí juntas la reconoció de inmediato y se acercó muy cordialmente para ofrecerle su ayuda. Tenía una tonadilla italiana y mezclaba bastante los idiomas.
—Buon pomeriggio, es un placer tenerla por aquí nuevamente, señorita. Usted es la fidanzata de la señorita López, ¿verdad?
A Brittany le encantó que la confundieran con la novia de Santana y no se molestó en sacarlo de su error, sólo le devolvió el saludo.
—Buenas tardes, seguramente usted podrá serme de gran ayuda.
—A la orden, signorina, llámeme Kurt.
Brittany le explicó que estaba buscando un regalo para una persona que lo tenía todo. Como sabía que no conseguiría que fuera algo realmente especial, esperaba, al menos, encontrar algo de muy buen gusto.
—Disculpe, espero no parecerle atrevido, estoy intentando entender quién recibirá el obsequio, ¿es tal vez para la señorita Santana?
—No, Kurt, es para su mamá.
—Ah, en ese caso qui per favore.
Kurt la guio y ahí le presentó a Tania, otra vendedora, que, según él, la sabría orientar muy bien, ya que era quien siempre atendía a la señora López cuando iba de compras.
Brittany se sintió aliviada por haber ido ahí.
Tras elegir el regalo, salió del local satisfecha con su compra y decidió seguir mirando los escaparates de la avenida. Terminó en Saks, donde hizo compras para sus sobrinos, y también se permitió algún capricho para ella en Chanel y en Louis Vuitton.
Al final, fue hacia el Rockefeller Center, donde sabía que estaba Michael Kors, su ropa le encantaba y en ese establecimiento, simplemente, hizo que su tarjeta echara humo. Como iba muy cargada, decidió coger un taxi. Ir de compras la había distraído de su desazón, aunque todo lo que había adquirido tenía el único objetivo de agradar a Santana.
El sábado parecía estar tan lejos que la ansiedad la desesperaba, sólo pensaba en volver a verla.
Llegó al Belaire y, mientras subía en el ascensor, sonó su teléfono. Rachel le avisaba de que en un rato pasaría a buscarla.
—¡Hola, Maribel! ¿Cómo te fue con las flores?—preguntó Brittany al entrar al ático.
—Muy bien, el sábado a primera hora llevarán todo a Los Hamptons. Vas a ver qué arreglos tan hermosos elegimos, no quiero adelantarte nada para que te sorprendas.
Ambas sonrieron y Maribel la abrazó con afecto, a ella le gustaba dejarse mimar, porque en esos días estaba muy sensible.
—Veo que fuiste de compras.
Brittany se apresuró a llevar los paquetes a su habitación. La mujer la seguía, pero antes de que entrara en el cuarto escondió el regalo en el vestidor y le mostró el resto.
Rachel no tardó en llegar y Brittany bajó en seguida.
El viaje fue corto, Quinn, que ya había llegado del trabajo, estaba cocinando. Quinn todavía era empleada de Mindland, y tenía horario de oficina, ya que desde que se había casado con Rachel, había pasado de chófer a administrativo.
Una vez hechas las presentaciones, Rachel acompañó a Brittany a recorrer la propiedad y le explicó que la habían comprado amueblada, y que se había encargado de la decoración un famoso diseñador de interiores.
Durante la cena, la pareja le contó cómo se habían conocido. Habían salido a escondidas durante cuatro meses, porque Quinn temía que todos se opusieran a su relación. Quien más reticencias tuvo al enterarse fue Alfonso, pero no por la elección sexual de su hija o por la posición económica de Quinn, sino porque no podía asumir que Rachel se hubiera enamorado. También le contaron que Santana había mediado mucho entre ellos, su condición de mellizas hacía que siempre se apoyaran en todo.
Brittany se sentía muy a gusto, Quinn, que era muy ocurrente, le había caído muy bien. Según Rachel, su buen humor era lo que más la había enamorado, pero esa rubia de ojos verdes, además de ser muy agradable, esa noche había demostrado ser una estupenda cocinera.
Conversaron con fluidez y Rachel le habló también de la clínica de fertilidad y biogenética que dirigía con su hermano Jake, el único del clan López que le quedaba por conocer. De los cuatro hermanos, él era el más serio y formal, aunque ésta destacó que trabajar a su lado era muy fácil y agradable.
En cuanto a la clínica, Brittany se interesó en saber qué era lo que se hacía ahí exactamente.
La joven López le contó entonces que, además de brindar a sus pacientes tratamientos para la infertilidad y métodos de fertilización asistida tanto para parejas o personas heterosexuales como para parejas o personas homosexuales, también contaban con programas de donación de ovocitos, cigotos y embriones.
Asimismo ofrecían a sus pacientes la posibilidad de elegir el sexo de su bebé y que cada vez era más común que las parejas utilizaran ese servicio, ya fuera porque tenían alguna enfermedad genética o porque no querían arriesgarse, por ejemplo, a tener un tercer hijo del mismo sexo. En ese caso, se practicaba una fecundación in vitro que garantizaba que los padres tendrían un hijo del sexo deseado.
Brittany estaba fascinada con la vehemencia de Rachel al explicar su trabajo, se notaba que amaba su clínica y que se sentía orgullosa de la labor que hacían. Ahondando en esa confianza que había nacido entre ambas, le contó que sus sobrinos habían nacido por fertilización asistida, ya que su cuñada no lograba quedarse embarazada. Y que Rachel estaba intentando quedar embarazada con los óvulos de Quinn, pero eso era un secreto.
—Son los mellizos más bellos de la Tierra—aseveró Rachel, mostrándose como la tía más orgullosa—, Ya los conocerás. Están llenos de salud y fueron una gran bendición para nuestra familia.
Brittany estaba muy a gusto, la neoyorquina le infundía simpatía y podía sentir que le profesaba cierto aprecio.
Quinn se fue a ver la televisión y las dejó solas.
—La primera vez que Tana me habló de vos—le contó—Me dijo que nosotras dos podríamos llevarnos muy bien, porque teníamos muchas cosas en común, entre ellas la afición por los zapatos y los bolsos.
Ambas sonrieron.
—Anoche me llamó—confesó Rachel, y la miró para estudiar su reacción.
—¿Y qué te dijo?—preguntó un tanto recelosa, temía escuchar que en Italia había conocido a alguien.
—Se había enterado de que ya no estabas en el hotel y de que mamá y yo te habíamos acompañado al Belaire.
—Tu papá le habrá contado, quizá, porque ayer llamó mientras estábamos cenando.
—Es posible—mintió Rachel, porque no estaba dispuesta a decirle que su hermana la vigilaba.
—Aunque no me extrañaría que me hubiera hecho seguir—continuó Brittany—, Porque dejó a Artie acá. No hay que ser demasiado inteligente para darse cuenta de que él es su soplón. En Buenos Aires, lo hacía.
Rachel enmudeció y consideró que su nueva amiga era muy sagaz.
—¿Y no te molestaba que actuara así?—le preguntó asombrada por la naturalidad con que aceptaba ese acoso.
—¿Cómo evitarlo?—Brittany se encogió de hombros—Pero me angustia pensar que el viernes por la noche salí con un amigo y seguro que San se enteró y se puso furiosa. San siempre sabe todo lo que ocurre. ¡Además es tan celosa...! En Buenos Aires, a menudo se enojaba por la ropa que usaba, por el trato con mis amigas, por la confianza con mis compañeros de trabajo.
—¿De verdad? ¡Vaya! ¡Eso sí que es una novedad!—exclamó Rachel y se tapó la boca al darse cuenta de que había pensado en voz alta—Por favor, Britt, no le expliques nada de lo que te digo.
—No te preocupes, lo más probable es que no quiera ni verme después de lo del viernes pasado.
—No seas tonta, no pienses así. Debo decirte que nunca tuvo celos de nadie que se acercara a Dani, a ella le hubiera encantado que ocurriera, pero no era así.
—¿En serio?—Rachel asintió con la cabeza—¿Te llevabas bien con ella?
—La verdad es que ella no se llevaba bien con ninguno de nosotros, siempre creyó que no la queríamos.
—¿Por qué creía eso, acaso era cierto?
—No exactamente. ¡Con lo buenos que son mis padres...! Mis viejos ven a un gato moribundo en la calle y lo meten en su casa. Es un tema complicado y, si Tana nunca te habló de ella, no creo que esté bien que yo lo haga.
—Por favor, Rach, iluminame, me siento tan insegura por todo.
Ésta la abrazó y tras pensarlo unos instantes le dijo:
—Veamos, prometeme que Tana nunca va a enterarse de esta conversación.
—Te lo prometo, no tenés de qué preocuparte.
Rachel hizo una pausa.
—Tana y Dani se hicieron novias en bachillerato, mi hermana siempre fue muy linda y las personas revoloteaban a su alrededor. Si bien Dani era linda, nunca tuvo una belleza extrema y se sentía insegura. Al principio, yo no entendía qué le había visto San, pero la relación entre ellas fue avanzando hasta que San empezó a sentirse asfixiada y la abandonó. En realidad, no estaba enamorada y comenzó a salir con otras chicas. Era muy joven y hacía ya dos años que estaba con Dani pero nunca le fue infiel, de eso puedo darte fe. Sin embargo, Dani insistió hasta la saciedad, la persiguió hasta que volvieron y volvieron a ser novias durante siete años más. Pero salían un tiempo, se peleaban, entonces San aprovechaba para conocer a otras mujeres, a veces a varias a la vez, luego Dani se empeñaba en recuperarla y San, hastiada de mujeres sin sentido en su vida, accedía y volvía con ella, pero Dani no la hacía feliz, porque discutían sin parar. Cuando San se enteró de su enfermedad, estaban distanciadas y reanudó la relación por compasión, aunque nunca quiso reconocerlo, y nos informó de que se iba a casar. Toda la familia se opuso, Britt, porque sabíamos que no la amaba, que sólo actuaba por piedad. ¡Pobre Dani! A mí no me podía ni ver, porque decía que yo cubría a San en sus correrías. Para colmo, ¡un día nos oyó discutiendo porque yo me oponía a su boda! Yo no quería que mi hermana fuera infeliz. Desde ese día, Dani no me habló nunca más.
»San y yo nos veíamos a escondidas, porque Dani se oponía y, como estaba enferma, San no quería angustiarla. Finalmente, se casaron en el hospital y Dani no dejó que yo fuera. Había empeorado de golpe y no pudo hacerse fiesta, ni ceremonia ni nada de lo que habían planeado. Estuvieron casadas durante tres meses. Cuando Dani murió, San se sintió la persona más culpable del mundo por no haberla hecho feliz durante los siete años que habían estado juntas. Yo opino que Dani no fue feliz porque estaba obsesionada con mi hermana y, que Dios me perdone lo que voy a decir, creo que Dani estaba fascinada por la posición económica y social que tenía al lado de San, Dani era muy materialista y no lo disimulaba.
»Pero su muerte cogió tan de improviso a mi hermana, que optó por cargar con toda la culpa. Además, sus suegros no tuvieron miramientos y le atribuyeron la infelicidad de su hija con tanta vehemencia que terminaron por convencerla. Durante todo este tiempo la hicieron sentir responsable de su muerte, aunque, por suerte, no pudieron persuadirla de que San diera vida a los embriones que Dani había dejado congelados.
—¿Cómo? ¿Qué?
—Cuando se supo que Dani recibiría quimioterapia, Jake y yo les aconsejamos que guardaran embriones fecundados y también óvulos preservados para cuando ella se curara y San hizo lo mismo para apoyarla. De esa manera, podrían tener hijos propios. ¡Eran tan jóvenes...! No sé si lo sabés, pero someterse a quimio suele producir infertilidad.
—No lo sabía, desconocía el tema por completo—admitió Brittany—, Disculpá mi ignorancia.
—No te preocupes, muy pocos lo saben, no todos los oncólogos informan de ello. El caso es que Dani nunca se curó y los suegros de mi hermana pretendían que ella alquilara un vientre o el de ella misma y les diera un nieto. Creo que fue ahí cuando San se dio cuenta de que nunca había querido tener hijos con Dani y, entonces, le sobrevino otra vez la culpa. En la actualidad, sus suegros piensan interponer una demanda, porque quieren conseguir los óvulos para procrearlos, aduciendo que no pueden superar la muerte de su hija.
—Pero Dani hubiera querido hijos con San, no con otra persona.
—Exacto, por eso Tana nunca cedió.
—Ahora lo entiendo. Cuando nos conocimos, San me dijo que no podía darme amor porque su vida era demasiado complicada.
—Pero se enamoró. Santana te ama, Brittany.
—Sí y yo, como si ella no tuviera suficientes problemas, le traje algunos más. ¡Soy una imbécil!—exclamó y se puso a llorar.
Rachel intentó calmarla.
—Lo que más preocupada me tiene—siguió—Es que no sé qué estará pensando de mí, igual se imagina que ya me olvidé de ella.
—¿Con quién saliste el viernes?
—Con Sam, un amigo que vive acá. Estoy segura de que San se enteró y sé que se va a enojar mucho. El viernes, cuando nos encontramos, me recriminó que hubiera ido a esperarme al aeropuerto. Ésa fue una de las cosas por las que terminamos discutiendo, porque San también había ido a buscarme.
—¿Y ese Sam es sólo un amigo para vos?
—Él querría ser algo más.
—Mi hermana debe de estar muy enfadada. ¿Sabés? Estuve pensando y es obvio que se enterará de que estás al tanto de Dani.
—Sí, Rach, yo también estuve pensando en eso. De qué otra forma podría explicarse mi cambio de predisposición hacia ella. Tu hermana sabe perfectamente que, de no estar libre, no tendría posibilidades conmigo. Debo asumir todas las consecuencias de no haberla escuchado, por comportarme como una chiquilla.
—Tana tampoco actuó con demasiada adultez. Aunque sea mi hermana, no voy a hacer la vista gorda. San tendría que haberte dicho la verdad desde un principio— Brittany hizo un mohín—Ayer cuando hablé con ella, le sugerí que podías enterarte de lo de Dani en casa de mamá y papá.
—¿Y qué dijo?
—¿En serio querés saberlo?
—Por favor.
—Que era mejor así, que te carcomería la culpa por haber desconfiado de ella.
—Y tiene razón, así estoy, sólo espero que no sea tarde. Ella me advirtió varias veces de que me arrepentiría.
—¡Ay, qué situación! ¡Las dos están muertas de amor!
—¿De verdad creés que está muerta de amor por mí?
—¿Todavía lo dudás? ¿Qué más tiene que hacer mi hermana para demostrártelo? ¿Por qué desconfiás tanto de ella?
—Se trata de algo que me pasó y para mí también es difícil hablar de eso.
Tomó aire e hizo una pausa.
—No me cuentes, si no querés.
—No, está bien, tengo que quitarme ese estigma de encima.
Brittany le explicó lo que le había pasado con Lauren y Rachel, apenada, cerró los ojos e intentó ponerse en su lugar.
—¡Oh, claro! Supongo que eso explica tu inseguridad y también por qué te obcecaste tanto cuando creíste que San era una mujer casada.
—¿No piensan dormir, ustedes dos, hoy?—preguntó Quinn asomándose por el resquicio de la puerta.
Brittany miró la hora en su reloj.
—¡Son las doce!
—¡Qué tarde, ni cuenta me había dado!—exclamó Rachel—Vamos, Britt, te llevo a casa.
—No, ¿cómo van a andar solas a esta hora? Las llevo yo—se ofreció Quinn de muy buen grado.
—¿No querés quedarte a dormir acá? Hay lugar de sobra.
—Me encantaría, Rach, pero mañana tenemos que ir a recoger a mi mamá al aeropuerto con Maribel.
El miércoles por la noche, la mamá de Santana había organizado una cena en su casa para que sus hijos conocieran a su amiga.
Durante la cena, Whitney se enteró de quién era Santana, porque, como era la único que faltaba, Maribel le acercó un portarretratos para mostrarle a su hija.
Whitney arrinconó a su hija a la primera oportunidad.
—Brittany Susan Pierce, ¿querés explicarme qué pasa? ¡No entiendo nada!
—¡Chis! Pueden oírnos, mamá, y acá nadie sabe de mi historia con Santana.
—¿Estás loca, niña? ¡El sábado en la fiesta estará con su mujer!
Whitney ya estaba al tanto de todo, porque su hija, un día que estaba muy angustiada, se lo había contado por teléfono.
—No, mamá, ella no tiene mujer, es viuda. Todo fue una terrible confusión.
—¿Qué?
—¡Calla, ahí viene Maribel, después hablamos!
La familia López era exquisita y oficiaban de excelentes anfitriones. La cena había sido muy hogareña y Brittany y Whitney se habían sentido muy cómodas.
Cuando se fueron a dormir todos, la joven se metió en la habitación de su mamá y se deslizó en la cama junto a ella, como cuando era pequeña. Whitney estaba rendida pero se dio cuenta de que su hija la necesitaba. Parecía un cachorrito buscando cobijo, entonces, y haciendo un gran esfuerzo para mantenerse despierta, la escuchó. Ésta le contó toda la biografía de Santana y lloró en sus brazos hasta que no le quedaron más lágrimas. Whitney la besó interminablemente, la abrazó, le acarició la espalda, la cara y secó su llanto hasta que ella se calmó.
—La cagué, mami, sé que no te gusta que hable mal, pero es la verdad.
—Britty, hija querida, si Santana te fue a buscar al aeropuerto es porque todavía le importás.
—Sí, mamá, pero quizá se cansó de rogarme que la escuchara. ¿Y si conoce a alguien en Italia y se olvida de mí?
—Ay, Britty, no seas tan fatalista. ¿Por qué pensar que justo ahora va a conocer a alguien? Además, hija, si ella te ama no va a reemplazarte tan fácilmente.
—Pero podría pasar que ahora encontrara a alguien allá y se enamorase, como cuando me conoció a mí en Buenos Aires.
—Eso no sucederá. Vas a ver que, cuando regrese del viaje, se van a reconciliar.
—No lo sé, mami. Ojalá tengas razón, pero hay algo más. Vos sabés que yo vine acá por trabajo.
—Sí, claro, ya sé—entonces, Brittany le habló de la oferta laboral que le habían hecho—¡Hija, vas a estar muy lejos! Pero... bueno, de todas formas, si te arreglas con Santana, igual te vas a venir a Nueva York, así que da un poco igual, ¿no?
—Todavía no acepté, mami.
—¡¿Qué?! Britty, es una gran oportunidad para vos, estás casi en la cúspide de tu carrera.
—Sí, lo sé, pero si San no quiere volver conmigo, no podré seguir trabajando a su lado, se me rompería el corazón a diario.
—Es un riesgo que tenés que asumir. La vida no es fácil, hija. Decime algo y contestame con el corazón, ¿antes de enterarte de que Santana no tenía mujer, pensabas aceptar?
—No tuve tiempo de considerarlo, pero presumo que sí, porque quería demostrarle que, a pesar de todo, soy muy profesional.
—Entonces, perdoname, pero no sé a qué le estás dando tantas vueltas. No tenés nada más que pensar. Además, una oportunidad como ésta no se da todos los días. Dale, cambiá esa cara, cuando viniste para acá, creías que todo estaba perdido con Santana. No entiendo por qué estás tan negativa. Te hicieron una excelente oferta laboral y, encima, la mujer a la que amás está libre y piensa en vos. Britty, mi amor, todo va a ir bien. Ahora, a dormir, por favor, se me cierran los ojos. Pensá en positivo, hija.
—Tenés razón, mamá, no voy a esperar hasta el viernes. Mañana iré a Mindland a hablar con Alfonso y le diré que acepto.
—Me parece una gran decisión, ¡ésa es mi chica valiente!
—Sí, mamá, perdoname por desvelarte y gracias por escucharme y por los mimos. Estoy muy feliz de que se haya dado esta coincidencia entre vos y Maribel. Me encanta tenerte acá conmigo.
Whitney le llenó la cara de besos y Brittany se levantó y volvió a su habitación.
A media mañana, Mandy le anunció a Alfonso que Brittany estaba en el vestíbulo. Ella se asomó a la puerta del despacho y Alfonso se puso de pie para recibirla.
—Adelante, Britt, pasá, querida.
—Hola, Alfonso, perdoname por venir sin previo aviso, pero esta mañana no encontré oportunidad para advertirte de que vendría, Maribel estaba todo el tiempo a mi lado.
—Presumo, entonces, que tu visita tiene que ver con mi propuesta.
—Exacto, Alfonso, tomé una decisión. Anoche me quedé hablando con mi mamá hasta tarde. Quizá te extrañe que, tratándose de mi trabajo, necesitara consultarlo con ella, pero estoy metida en un gran lío del que presiento que no tenés idea.
Alfonso la miró a los ojos, entrecerró los suyos, frunció la boca y la cogió de las manos.
—¿Te referís a Santana?
Brittany abrió los ojos como platos y se quedó con la boca abierta.
—¿Vos lo sabías?
—La verdad es que la única que no está enterada en casa es Maribel.
—¿Finn también está al tanto?
—Tiene conocimiento de que ustedes mantuvieron una relación, nada más. No te sientas cohibida, lo que existió entre ambas pertenece a la intimidad de ambas.
—¿Ella te contó?—Alfonso asintió en silencio—¿Y hasta dónde sabés de nosotras?
—¿Por qué querés saber eso?
—Me gustaría saber cómo definió Santana nuestra relación.
Alfonso sonrió.
—¿Y por qué me lo preguntás a mí? ¿Acaso no tenés claro qué hubo entre ustedes dos?
—Tenés razón, disculpá.
Brittany había sonado un tanto desesperada y Alfonso pensó en decirle que lo sabía todo, incluso el motivo de su ruptura, pero decidió no inmiscuirse y calló. Se levantó y sirvió café para ambos.
—Bueno, Britt, te escucho.
—La verdad, Alfonso, es que desde que me lo propusiste tenía claro que aceptaría, aun sabiendo que mi decisión significaría trabajar a diario con Santana. Mi carrera es muy importante y, por encima de todo, soy una profesional.
—Bien, pero... porque presiento que hay un pero, el tono de tu voz te delata.
—Tenés razón, hay una objeción, porque ahora las cosas han cambiado.
—¿No vas a aceptar?
—Depende de vos. Ahora que sé que Santana no está casada... Quiero decir, no sé si sabías el motivo por el cual nos distanciamos...
—Sí, Britt, lo sabía—le confesó con una caída de ojos.
—De acuerdo, entonces no hay nada más que explicar. Sólo te diré que voy a intentar recuperar nuestra relación y, si vos no estás de acuerdo con que mezclemos el trabajo y la vida personal, no aceptaré tu oferta, porque mi prioridad en este momento es reconquistar el amor de tu hija. A día de hoy, no hay otra cosa que me importe más.
—Resuelvan su vida privada como mejor les parezca, Britt, mientras eso no interfiera en la empresa. Además, debo decirte que estoy curado de espanto con mis hijos. Todos acabaron mezclando el placer con trabajo, salvo Jake. Por último, Britt...—Alfonso se acercó y la cogió de las manos—, Si yo no hubiera sabido que esto iba a ocurrir, ni siquiera te hubiera hecho venir. ¿Sabés una cosa? Me gustas como nuera—Brittany se aflojó y sonrió tímidamente—Hey, pequeña, ¡te acabo de decir que me gustas como nuera y sólo recibo una sonrisa desteñida!
—Es que primero debo convencer a tu hija de que me perdone.
—¡Bah, dalo por hecho! Vení acá y dame un beso y un abrazo. Cambiá esa cara, acabas de tomar una gran decisión y no te arrepentirás. Y estoy seguro de que yo tampoco.
—Gracias por la confianza.
Alfonso le palmeó la mano y le sonrió con franqueza.
—Te lo has ganado.
—¿Cuándo le vas a contar a Maribel?
—Será mi regalo de cumpleaños, pienso hacerlo en Los Hamptons.
—Y a Santana, ¿cuándo le vas a decir? ¿Le vas a comunicar que acepté?
—Hoy mismo, Britt. Si no lo hiciera, se enojaría mucho, y también se lo transmitiré a Finn, aunque presumo que eso no te interesa tanto.
Ambos se sonrieron.
—¿Puedo pedirte un favor? No es nada que te comprometa. ¿Podrías decirle que iba a aceptar el puesto independientemente de cuál fuera su estado civil?
—Creo que de eso tendrás que convencerla vos, pero veré cómo puedo sugerírselo.
—Gracias. Te dejo para que puedas seguir trabajando. Además, tenemos que acompañar a mamá a comprarse un vestido para el sábado.
—De acuerdo, Britt, estoy feliz de que hayas aceptado, sé que dejo Mindland en buenas manos.
—Gracias, Alfonso, espero no defraudarte.
—Sé que no lo harás.
***********************************************************************************************************
Santana estaba en el hotel, recién duchada, y no veía el momento de regresar a Nueva York, porque no hacía otra cosa que pensar en Brittany.
Estaba vistiéndose para una cena de negocios que tenía con un ejecutivo interesado en adquirir una franquicia para abrir una tienda en Francia.
Su móvil sonó y ella lo cogió de la mesilla de noche. Era un whatsapp de audio que le había enviado Brittany. Sus manos temblaron, su corazón palpitó con fuerza y escuchó ansiosa el mensaje, era la canción de Adele One and only. Sus acordes lo transportaron al día en que hicieron el amor con ese tema de fondo, que ella había elegido.
Aquella noche la había llevado a cenar a uno de los mejores restaurantes de Buenos Aires para festejar su nombramiento, y después, en su departamento, le había hecho el amor durante horas y de todas las formas posibles. Al día siguiente, habían empezado las llamadas.
«¿Qué quiere decirme Brittany con esta canción? ¿Por qué me la envía?», se preguntó Santana azorada.
Mientras hacía conjeturas, sonó el teléfono.
—Papá, ¿cómo estás?—contestó secamente.
—Bien, hija, muy bien, tengo novedades, por eso te llamo. Pensé que te gustaría enterarte antes que nadie.[/i]
Santana supo de inmediato lo que esa canción significaba.
—Britt aceptó, ¿verdad?
—Sí, ¿cómo lo sabés?
—Papá, ¿Britt entendió lo de Dani?
Santana estaba segura de que Brittany ya lo sabía y por eso había aceptado.
—Sí, hija, lo sabe, tarde o temprano iba a enterarse. Esa verdad iba a salir a la luz en cualquier momento, pero ya había tomado la decisión antes.
—¿Cómo se enteró?
—Britt estaba refiriéndose a la enfermedad de su papá y tu mamá metió la pata.
—Está bien, te dejo, estoy arreglándome para salir, tengo una reunión con un francés que contactó conmigo esta mañana para abrir una franquicia.
—¡Qué buena noticia! ¿No parecés muy contenta con la decisión de Britt?
Santana no había dejado escapar ninguna emoción, hablaba en un tono neutro.
—Me siento un poco extraña, papá. Para serte totalmente sincera, necesitaría saber qué piensa ella en realidad. No veo la hora de volver.
Cuando cortó la comunicación con su papá, su teléfono volvió a sonar. Miró la pantalla y era Brittany, pero dejó que saltara el contestador.
Su venganza había empezado.
«¿Ah, sí? De pronto te dieron ganas de hablar, bueno ahora la que no quiere hacerlo soy yo. Voy a hacerte saber lo que se siente cuando rogás y no te dan ni una oportunidad.»
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
bueno san tu tambien tienes algo de culpa pero esta bien, que sufra britt, un poquito!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
jajajja esta bien que haga sufrir a Britt pero poquito!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
mmm san se lava a poner dificil a britt para reconquistarla,...
lo bueno es que britt va a recibir ayuda,... jajajaj
nos vemos!!!
mmm san se lava a poner dificil a britt para reconquistarla,...
lo bueno es que britt va a recibir ayuda,... jajajaj
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
Ahí ahí que ruegue!! Jajaja espero que la pequeña venganza no se le salga de las manos a Santana!
MeryBrittana*** - Mensajes : 127
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:bueno san tu tambien tienes algo de culpa pero esta bien, que sufra britt, un poquito!!!!!
Hola, jajajajaj sip, tuvo culpa, pero como britt igual la tuvo, tiene que sufrir un poco jaajajja. Saludos =D
monica.santander escribió:jajajja esta bien que haga sufrir a Britt pero poquito!!
Saludos
Hola, jajajaja por tener un poco de la culpa, si es lo que le toca jajaajjaja. Saludos =D
3:) escribió:hola morra,...
mmm san se lava a poner dificil a britt para reconquistarla,...
lo bueno es que britt va a recibir ayuda,... jajajaj
nos vemos!!!
Hola lu, mmm parece jajaajajajajaj, jjajajaja tiene cómplices a su favor jajajaaj. Saludos =D
MeryBrittana escribió:Ahí ahí que ruegue!! Jajaja espero que la pequeña venganza no se le salga de las manos a Santana!
Hola, ajajajaajjajaajajajajaj xD ajjaajajajajaa que mala! ajajajajajajajaj, tiene que sufrir xq tiene un poco de culpa jaajjaaj. Esperemos y no, complicaría mas cosas jajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal I: Seducción (Adaptada) Cap 22
Capitulo 22
Santana estaba volviéndose loca por hablar con Brittany, pero también pensaba hacerla sufrir.
Estaba enfadada por muchos motivos: porque Brittany había arriesgado lo que tenían, porque no le había creído, porque la había juzgado injustamente, porque le había negado sus labios y no había dejado que la tocara, porque había permitido que ese idiota la abrazara, la fuera a buscar al aeropuerto e intentara besarla.
Necesitaba que pagara por la bofetada que le había dado en plena calle, quería que rogara, quería que le remordiera la conciencia.
Brittany insistió tres veces más, pero Santana seguía en sus trece. Puso su teléfono en vibración y partió hacia el restaurante japonés, donde la estaban esperando y donde debía concentrarse en hacer buenos negocios, para eso había ido a Europa.
Cuando entró en el local, le preguntó a la relaciones públicas si el señor Luc Renau había llegado. Ésta, en tono cordial, le indicó la mesa en que la aguardaban un hombre y una hermosa mujer que lo acompañaba. Su pelo castaño resaltaba sus infartantes ojos celestes, medía un metro setenta y sus curvas eran perfectas.
Santana calculó que tenía implantes en el pecho, pero eran del tamaño idóneo, nada demasiado exuberante, aunque lucía un escote bastante atrevido.
Era una mujer muy sensual.
Santana se acercó y se presentó. Renau le estrechó la mano y le presentó a su hija Chloé, sería con ella con quien seguirían las negociaciones futuras. En otro momento, esa mujer hubiera sido objeto de su deseo y, además, se dio cuenta de que ella no le resultaba indiferente, ya que el cuerpo de la francesita comenzó a enviarle señales de atracción.
Santana siempre había sido muy observadora para esas cosas, pero ese día se consideraba fuera de juego, ya que en su cabeza sólo existía Brittany.
Durante la comida estudió a Luc Renau, le encantaba analizar a la gente con la que trataba en los negocios, para encontrar sus puntos flacos para seducirlos. Concluyó que Renau tenía un típico carácter civil, característico de los franceses, era robusto, vestía de forma innovadora y parecía saber un poco de todo, sin resultar pedante ni altanero. Lo consideró un águila en cuestión financieras y su hija no se quedaba atrás, sin duda había tenido un gran maestro.
No debía subestimarlos, ya que sabían lo que querían, pero Santana notó que la debilidad de aquel hombre era su hija, así que le entraría por ahí.
Conversaron abiertamente de los asuntos principales y de lo que cada uno ambicionaba. Santana le explicó que Mindland tenía ciertos estándares y políticas inamovibles y características de la marca. También les aclaró que, si ellos pretendían adquirir una franquicia, Mindland International se encargaría de los controles periódicos. En otras palabras, ellos explotarían el negocio y se llevarían ganancias sustanciales, pero la compañía tendría participación activa en esos beneficios. Eso implicaba, por su parte, que la entrega de la mercancía llegaría a tiempo y de forma correcta.
La cena no se extendió demasiado.
Santana estaba bastante dispersa, con Brittany en mente, y le costó concentrarse. Finalmente, una vez aclarados todos los aspectos de la negociación, quedó en enviarles un contrato para que lo analizaran y luego se despidieron.
Santana había notado vibrar varias veces su móvil, se había fijado y eran whatsaps de Brittany que, por supuesto, no pensaba contestar, aunque estaba ansiosa por leerlos.
El último que recibió fue desestimado de inmediato, porque era de Elaine. Parecía que esa mujer no pensaba rendirse nunca, por más que ella la despreciara.
¡Estaba tan arrepentida de haber echado un polvo con Elaine!
Ya en la suite del Armani, Santana se desvistió para meterse en la cama, y se dispuso a leer los mensajes que Brittany le había escrito.
—Perdoname, mi amor. Sé que yo no lo haría si fuera al revés, pero vos no sos yo. Te lo ruego. Estoy desesperada.
Santana sonrió triunfadora, tenía mucha rabia acumulada, recordaba su desconfianza, sus desprecios, sus insultos y la ira la invadía. Le indignaba que la hubiera creído tan ruin cuando ella simplemente había puesto el corazón en sus manos.
Brittany había arriesgado el amor que tenían y le daba mucha rabia que hubiera salido con el idiota ese, que le hubiera permitido que se le acercara hasta rozarla con su aliento, que lo hubiera alentado a pensar que podía poseerla. Se enfurecía al imaginar que él la había tocado, aunque sólo fuera para ayudarla a bajar del coche, porque a ella el viernes no lo había dejado ni acercarse.
¡Y ella necesitaba tanto sentir su piel!
Leyó el otro mensaje:
—Te amo, Sanny. No hubo ni un solo día en que no pensara en vos, creí que iba a perder la razón. Extraño tus besos, tus caricias, tu perfume, echo de menos esas conversaciones que teníamos en la noche antes de dormirnos. Me falta tu sonrisa, esa que me desarma. Necesito despertarme y poder mirarte dormir a mi lado para sorprenderme pensando: «¿Por qué esta mujer tan maravillosa se fijó en mí?», Extraño lavarme los dientes a tu lado y verte en mi casa, frente al espejo. Anhelo despertarme de mañana y que desayunemos juntas, el aroma de las tostadas francesas en mi cocina, poder servirte el café y ponerle dos de edulcorante y revolverlo mientras vos revisás tu móvil. Echo de menos el café de media mañana, los almuerzos juntas, los besos en el aparcamiento, las miradas cómplices en el ascensor. Quiero volver a decirte Hoyuelitos, Black Eyes y todas las estupideces que se me ocurrían y que vos festejabas.
»Quiero tus ojos perdidos en los míos y los míos en los tuyos cuando hacemos el amor, cuando te siento temblar. Me urge volver a rendirme en tus brazos, sentirme mujer, porque sé que sólo con vos puedo estar así. Necesito que nuestras humedades se mezclen y que te pierdas en mis caricias y en mis vaivenes. Extraño nuestra intimidad, el mundo que habíamos creado para nosotras y nuestra rutina.
»Podría seguir enumerándote las cosas que me faltan de vos, pero la lista sería interminable, porque mi amor por vos es infinito.
»Hace dos meses y medio que no existo, sólo duermo, me alimento y camino porque mi corazón sigue latiendo.
»Estos dos meses y medio fueron los más largos y penosos de mi existencia. Lo que sufrí y sufro por no tenerte a mi lado es incomparable a ningún otro dolor por el que haya pasado.
»Te amo, mi vida. Recuerdo el último día en la oficina y entiendo que quisiste protegerme diciéndole a Natalia tantas mentiras, perdón... perdón por no haberme dado cuenta de lo que intentabas hacer y sólo creer que era un juego perverso.
»Perdón por no haber confiado en vos, por los insultos, por mis malos pensamientos, por lo injusta que he sido, por no escucharte y por creer siempre lo peor.
»Sólo espero que no sea demasiado tarde y que puedas perdonarme.
»PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN...
Brittany esperó en vano una respuesta que nunca llegó.
Santana secó las lágrimas que se escurrían por sus mejillas al leer y releer ese mensaje.
Ambas habían extrañado lo mismo.
Santana estuvo a punto de llamarla, pero se obligó a no hacerlo, a darle un poco más de su propia medicina.
La iba a perdonar, por supuesto.
Lo había decidido ya cuando la había llamado por primera vez, pero no se lo diría hasta que volviera a verla. Sólo pensaba en ese reencuentro, en besarla, en abrazarla, en oler su cuello.
¡Si Brittany supiera que se había comprado una botella de J’adore para perfumar su almohada por las noches y creer que la tenía a su lado!
Desde que había empezado a hacer eso dormía un poco mejor.
Mientras releía los mensajes y volvía a pasar, una tras otra, todas las fotos de Brittany que guardaba en su móvil, llegó otro mensaje de Whatsapp.
—Hasta mañana, mi amor, me voy a dormir. Sé que leíste mis mensajes y me duele muchísimo que no me contestes, pero creo que me lo merezco. Te amo, espero que te guste la canción. Es un resumen de todo lo que quiero, siento y deseo.
Brittany le adjuntó el tema Más y más, de Draco Rosa y Ricky Martin:
Más, si te acercas un poquito más, me meterás en ti.
Más, si te sueño más, ya no podré dormir, nunca jamás.
Así, susurrándome, tú, te vienes a mí, y mi habitación se
llenará de verde agua de mar, verde, que me pierde.
Más y más, si más te quiero, quiéreme, tú mucho más.
Más y más, dentro de mí, entrarás, tú, más y más, tú, más y más.
Yo no sé cómo abrazarme a tus brazos y no sufrir.
Santana la escuchó, le encantó y sólo pensó en el momento en que pudiera volver a estar junto a ella otra vez.
«Mucho más, mi vida, mucho más te quiero», repitió para sus adentros hasta que el sueño la venció.
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Era viernes después del mediodía. Brittany estaba bastante desanimada porque Santana seguía sin contestarle. La había estado llamando por la mañana y no le había atendido ni contestado ningún whatsapp, aunque los había leído.
Partían para Los Hamptons porque ese día también iban los encargados de montar la carpa que albergaría a los invitados en el jardín. Por otro lado, a la mañana siguiente había que recibir a todos los proveedores de la fiesta de cumpleaños y Maribel quería supervisar todo en persona.
Brittany empezaba a darse cuenta de que era un gran evento. En la camioneta iban Maribel, Sue, su mamá y ella. Alfonso las seguía en coche por detrás. Tecleó un mensaje rápido en su iPhone.
—Vamos de viaje hacia Los Hamptons. Hubiera querido quedarme para ir a buscarte mañana al aeropuerto, pero como tu mamá aún no sabe nada de nuestra relación, no he podido encontrar una excusa válida para no acompañarla. Estoy contando las horas para volver a verte y te aseguro que se me hacen interminables.
Santana sonreía leyéndola, ella también estaba ansiosa, pero se había impuesto no hablarle hasta llegar e iba a cumplirlo.
—Paramos a cargar gasolina. Sanny, decime «hola», por favor, para saber que puedo albergar una esperanza en mi corazón. Si seguís sin contestar, quizá sea mejor que no te envíe más mensajes, ya que empiezo a pensar que todo terminó definitivamente. Quizá sea lo que me merezco.
Era frustrante esperar una respuesta que nunca llegaba, Brittany se angustiaba mucho y pensaba cosas horribles. Probó a enviarle otra canción, Please remember, de Adele, pero tampoco le contestó.
—Ya llegamos, la casa de tus padres es hermosa y enorme. Estoy asombrada y boquiabierta. ¡Esto es de ensueño! Tu mamá me acaba de mostrar las tres habitaciones que quedan libres y me dijo que me eligiera una, ¿cuál me aconsejás?
«Ninguna—pensó Santana—, porque vas a dormir conmigo.»
Brittany cada vez la tentaba más, pero Santana no iba a dar su brazo a torcer.
—Como no me contestás, empiezo a creer seriamente que no querés saber nada de mí. Estoy bastante angustiada, pero sé que soy la única culpable. Sé que te cansé. Elegí la habitación más alejada de la tuya, mejor no te molesto más.
«Mi amor, no te preocupes, ya falta poco para que estemos juntas», le respondía Santana en su mente.
A la mañana siguiente, Brittany volvió a insistir:
—¡Buen día! Ya sé que dije que no te molestaría más, pero no pude cumplir. :-( Anoche dormí muy mal, tuve una pesadilla y soñé que habías conocido a alguien. ¡Tengo tanto miedo de haberte perdido! Supongo que ya estarás viajando, así que me consuelo pensando que no me contestás por eso. No veo la hora de que llegues. La casa es un caos de gente, bueno, ya sabrás cómo es esto. Nunca imaginé que sería una fiesta tan grande, ¡es un fiestón de cumpleaños! Están adornando la carpa, ya llegaron las flores y están armando las mesas, poniendo las luces. La cocina está invadida por el servicio de comida y acaba de llegar la orquesta, que está probando el sonido. Por suerte, el día está perfecto, no hace frío, es una hermosa mañana de primavera. Te extraño tanto, mi amor.
Alfonso acababa de entrar en la carpa donde estaban las mujeres supervisando los preparativos de las mesas.
—¡Mujeres, llegó la peluquera!
—Vayan primero ustedes—dijo Maribel—Yo me quedo acá dando instrucciones, déjenme para el final.
Faltaban pocas horas para que comenzaran a llegar los invitados, las mujeres estaban peinadas y maquilladas y ya habían empezado a vestirse. Parecía un desfile de alta costura.
Rachel y Quinn habían llegado, también Jake con Bree, los mellizos y la niñera. Finn y Alison estaban ahí desde la noche anterior. Los hombres también se estaban preparando, porque la fiesta era de etiqueta y todos debían ir de esmoquin.
Brittany fue la última en bajar y, cuando apareció en la gran sala, todas coincidieron en que parecía una estrella de Hollywood. Había elegido un vestido dorado despampanante, bordado con piedras en todo el canesú, con escote en V y finos tirantes. Sin duda, iba a encandilar a todo el mundo en la pista de baile. También se había dejado el pelo suelto con ondas bien marcadas. Estaba nerviosa, le temblaban las manos y su corazón palpitaba con fuerza.
Por fin iba a verla, y terminarían la espera y la incertidumbre, necesitaba aclararlo todo, saber si Santana seguía sintiendo cosas por ella. Ansiaba que así fuera por encima de cualquier otra cosa en el mundo.
Rachel intentó tranquilizarla.
—Estás hermosa, a mi hermana se le van a aflojar las piernas cuando te vea.
—¡Exagerada! ¿Hablaste con ella, ya llegó?
—Sí, pero sólo me envió un mensaje, andaba con el tiempo justo. Iba a cambiarse a su departamento y venía directamente.
—Estoy nerviosísima, hace tres días que la llamo, le envío whatsapps y, nada, no me contesta. Anoche tuve una pesadilla y soñé que había conocido a alguien en Milán y que se olvidaba de mí.
—No seas tonta.
—Vos no estás en mis zapatos—protestó Brittany.
—Por supuesto que no, tus Louboutin no me entran, los míos son dos tallas menos—bromeó Rachel.
Las luces del jardín, de la casa y de la piscina estaban todas encendidas, y le conferían a ésta un aspecto que emulaba el mejor estilo de una mansión mediterránea, con columnas que sostenían el balcón circular de la fachada posterior. La carpa instalada en el jardín resplandecía en la noche como un gran destello verde. La decoración combinaba de forma exquisita clasicismo y modernidad, con entelados y muchas flores, arañas de caireles y una pista de baile flotante que formaba un damero.
La puesta en escena era impecable; una iluminación suave, mantelería en gris plomo y sillas plateadas. Una rosa blanca colocada sobre cada plato recibía a los invitados y a cuyo tallo estaba atada una cinta verde de la que colgaba la tarjeta que los ubicaba en la mesa.
Ningún detalle se había dejado al azar, todo estaba pensado y calculado.
La familia aguardaba en la sala principal bebiendo champán a que los invitados empezaran a llegar. A medida que lo fueron haciendo, se dirigieron hacia el corazón de la fiesta para recibirlos como buenos anfitriones.
Los comensales eran acompañados hasta la carpa por el personal dispuesto para la ocasión. Ahí, una gran banda tocaría toda la noche una extensa selección de clásicos. Las fiestas en la mansión de los López tenían mucho estilo y nadie quería perdérselas.
Brittany y Whitney tenían el privilegio de acompañarlos ese día como sus invitadas especiales.
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Santana estaba saliendo de su departamento cuando sonó su teléfono, Artie la esperaba en la calle.
—Hola San, soy Bob. Querida, te llamo para pedirte un favor—le espetó.
—Sí, Bob, decime. ¿En qué puedo ayudarte?
—Yo ya estoy en Los Hamptons y quisiera saber si ya saliste para acá.
—Estoy a punto de hacerlo, ¿por qué?
—Es que a Elaine no le arranca el coche. La muy cabezota no quiso venir con nosotros y aún está en su departamento. Y hasta que consiga uno, llegará quién sabe a qué hora. Tu papá me sugirió que te llamara a ver si aún estabas en Manhattan.
—Descuidá, tío Bob, yo la paso a buscar—puso los ojos en blanco—Por favor, avisale de que espere en el vestíbulo del edificio para no retrasarnos más, en quince minutos estoy ahí.
Para Santana era imposible negarse a una demanda de Bob, el mejor amigo de su papá, aunque en esa ocasión hubiera tenido ganas de hacerlo.
Llegó al departamento de Elaine y ella ya la estaba esperando. Artie bajó a abrirle la puerta para que se acomodara en la parte trasera del coche, junto a Santana.
—Hola, bombón, gracias por venir tan pronto.
Cuando subió, intentó besarla en la boca, pero Santana apartó la cara.
—Tuviste suerte de que aún no me hubiera ido. Por favor, Elaine, no te pongas pesada, no estoy de humor. Llegué hace apenas una hora de un viaje eterno y tengo jet lag, no me fastidies.
—Cada día estás más antipática conmigo, antes de que nos acostáramos me tratabas mucho mejor.
—Antes no me asediabas con tanto descaro, no sigas metiendo la pata.
Hicieron el resto del viaje en el más profundo silencio.
Santana entrecerró sus ojos, esperando y ansiando que se le calmara un poco el dolor de cabeza, pero además para evitar tener que hablar con ella. En su adormecimiento, imaginaba a Brittany, estaba tan ansiosa por verla para decirle cuánto la amaba. Sólo abría los ojos de vez en cuando para mirar su Vacheron Constantin con ansiedad. La carretera estaba muy despejada, por lo que Artie recorrió el trayecto hasta la mansión en sólo dos horas.
Santana bajó y no se preocupó de abrirle la puerta a Elaine y mucho menos de esperarla, con un ademán le indicó a su chófer que lo hiciera él. Entró con el ánimo febril, cruzó el vestíbulo y el pasillo que llevaba al jardín a zancadas, desesperado por verla, y entró en la carpa. La buscó entre la gente y la vio: estaba de espaldas a la entrada hablando con su hermana.
La elegancia de su figura le nubló la vista.
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—Tranquila, ha llegado mi hermana.
Rachel la agarró del brazo mientras le alcanzaba una copa de champán.
Brittany empalideció y sorbió nerviosa.
—¡Será zorra! No te des la vuelta—exclamó Rachel, tenía sus ojos clavados en Santana con furia.
—¿Qué pasa? Me estás asustando. ¿Por qué maldecís así y ponés esa cara?
—Llegó con Elaine, está como una garrapata agarrada de su brazo.
—¿Qué? ¿Con esa zorra de plástico? Te lo dije, Rach, tu hermana no quiere saber nada más conmigo.
—¡Ah! Veo que a vos tampoco te cae bien, ¡cuántas cosas tenemos en común, Britt!
Brittany no aguantó más y se volvió furtivamente, necesitaba verla y encontrar su mirada.
Elaine se había aferrado al brazo de Santana, pero ella la miró con odio después de descubrir los ojos amenazadores de su hermana melliza. En el preciso momento en que Brittany se giró, Santana se deshizo de Elaine y la dejó sola en la entrada mientras saludaba a otros invitados.
—Vamos hasta la mesa, no quiero quedarme acá, me tiemblan las piernas y tengo ganas de llorar. Todo se terminó, estoy segura.
—No, no me hagas eso, Britt, no llores.
Rachel esa noche estaba del lado de la argentina y, si Santana estaba buscando venganza, no iba a ser su cómplice.
La orquesta estaba dispuesta en uno de los laterales de la enorme carpa, de espaldas a la Bahía de Mecox. Los invitados pululaban por la pista de baile, sin ocupar aún sus sitios, degustando los canapés que les ofrecían. Muchos que se habían enterado de la apertura de Mindland en Italia se acercaban a Santana para felicitarla, ella extendía la mano y contestaba de forma mecánica.
Quería desembarazarse de todos y ver a su chica de una vez.
Frente a la gran orquesta y separadas por la pista, se habían dispuesto las mesas en forma de U. En la central, estaban sentados el matrimonio López, los padres de Alfonso, Sue, Whitney y Brittany. Además, estaba libre el lugar designado a Santana y, a su lado, se habían sentado Rachel, Quinn y el matrimonio Looper.
Mientras Alfonso conversaba con su amigo, Whitney, que se expresaba muy bien en inglés, ya había hecho buenas migas con Serena Looper y con la señora Alma López.
Al final, Santana se excusó con los invitados que la detenían y esgrimió una disculpa para ir a saludar a su mamá y fue decididamente a su encuentro. Ésta resaltaba en la pista con su vestido rojo chillón. La abrazó por detrás y la llenó de besos.
Brittany las miraba desde una distancia prudencial.
Santana estaba muy elegante y distinguida, con su vestido verde, parecía una diosa griega, parecía el maniquí de un escaparate de la Quinta Avenida.
—¡Tanita! Hija querida, estaba preocupada al ver que no llegabas.
—Acá estoy, no me perdería tu fiesta de cumpleaños por nada en el mundo—volvió a abrazarla, la cogió de una mano y la hizo girar para admirarla—Estás hermosa, mamá, el rojo te sienta muy bien—le dijo guiñándole un ojo.
—Ya me lo dijeron unos cuantos hoy. Y mirá que yo que no me decidía por este color, pero Rach y Britt insistieron.
—Sin duda, fue una gran elección. Cerrá los ojos, tengo algo para vos que va a combinar muy bien con ese vestido rojo.
La mujer hizo caso de inmediato y Santana metió la mano en su cartera para sacar una caja negra con el logo de Bvlgari.
—Ya podés abrirlos.
Maribel le hizo caso y se encontró con el estuche, que cogió entre sus manos y abrió, para descubrir un anillo de platino con hileras de diamantes y un rubí en forma de gota.
—¡Tana, es hermoso!—exclamó su mamá y lo sacó de la caja para ponérselo.
En ese momento, Elaine se acercó a ellas.
—Feliz cumpleaños, Maribel.
—Hola, corazón, mira lo que me regaló Tana, ¿no es hermoso?
—¿Tu hija o el anillo?
Santana puso los ojos en blanco.
—El anillo, Elaine. Es obvio que mi hija también lo es.
Santana sonrió por compromiso, besó la mano de su mamá, volvió la cabeza, astiada de la presencia de Elaine, y se dio cuenta de que Brittany estaba sentada frente a ellas y las miraba.
Su corazón palpitó con fuerza.
—Sí, ambos son hermosos, tienes razón, y ese anillo es una verdadera belleza. San siempre ha tenido muy buen gusto. Pero, Maribel, mi saludo viene con un reproche porque no me has colocado en la mesa principal—protestó Elaine con un mohín.
—Lo siento, cariño, es que llegaron una amiga mía de Argentina y su hija y no me quedaban sitios libres, pero te puse al lado de Alison y Finn, y también estarás con Jake y Bree.
—No te preocupes, hoy estoy muy bromista—mintió ella, furiosa porque no estaba sentada con Santana, se sentía marginada.
—Vamos a sentarnos, mamá.
—Sí, querida, vamos y así les muestro mi regalo. Además, te quiero presentar a mi amiga.
Elaine las siguió y fingió que iba a saludar a sus padres. Rachel fue la primera en echarse en brazos de Santana, que la abrazó y la llenó de besos.
—Me vas a quitar todo el maquillaje y me vas a arruinar el peinado, hermanita, no seas tan efusiva.
—Te extrañé, no seas tan protestona.
Volvieron a abrazarse y Rachel aprovechó para hablarle al oído:
—Voy a matarte, ¿por qué llegaste con Elaine?
Santana no podía contestarle con sinceridad, así que sólo atinó a decir:
—Pura coincidencia, no te preocupes por nada.
Fue a saludar a sus abuelos y a Sue que, como siempre, la aduló, Santana era su preferido entre los López y ella no lo había disimulado nunca.
—Ay, doña Alma, ¡quién pudiera ser una veinteañera para tener posibilidades con esta jovenaza que tiene usted por nieta!
Santana le guiñó un ojo y le susurró al ama de llaves en el oído:
—Lo siento, querida, mi corazón ya tiene dueña, no tengo ojos para nadie más.
—¿De verdad?
—¡Chis! En un rato te la presento.
Se estrechó en un abrazo con su papá ofreció un cálido saludo al matrimonio Looper. Bob aprovechó en ese instante para agradecerle que hubiera ido a buscar a Elaine, cosa que aclaró las dudas de Brittany y Rachel. Después, su mamá le presentó a Whitney.
—Encantada, señora, realmente es un placer conocerla, no salgo de mi asombro. Es increíble que se hayan reencontrado a través de Britt, es extraordinario cómo se han dado las cosas.
—Yo también estoy encantada de conocerte, pero llamame Whitney. Fue una gran coincidencia que nos hayamos vuelto a encontrar con Maribel. ¿Sabés, Santana? Creo que es el destino, las casualidades no existen—Whitney le acarició la barbilla y le besó la frente—Es un placer conocer a todos los hijos de mi amiga.
Brittany le había esquivado la mirada en todo momento, estaba furiosa porque había llegado con Elaine a la fiesta, aunque al parecer no hubiera sido por decisión propia.
Santana la había dejado para el final adrede, pero mientras hablaba con Whitney, los ojos se le iban hacia ella. Estaba encantadora, particularmente hermosa, no había mujer más abrumadora en toda la fiesta, sólo ella, su Brittany.
—¿No saludás a Britt, cariño?—le preguntó su mamá.
—Por supuesto—contestó Santana y se dio la vuelta.
Brittany levantó la vista tímidamente.
—Hola.
—Hola, estás hermosa—le habló muy bajo para que sólo ella la escuchara y le dio un beso en la comisura de los labios.
—Gracias.
Rachel seguía toda la escena sin ningún disimulo.
Santana cogió a Brittany del brazo sin pensarlo y movió la silla para que se pusiera de pie, pillando a todos por sorpresa. Fijaron su atención en ellas con algo de desconcierto.
—Mamá—dijo Santana mientras obligaba a Brittany a levantarse—, Te pido que esperes unos minutos para dar comienzo a la fiesta, Britt y yo en seguida regresamos, no empieces sin nosotras—le advirtió antes de irse.
Santana la sacó hacia afuera y Rachel ahogó una risita. Estaba feliz, pero Alfonso la miró iracundo y, entonces, Maribel empezó a notar que algo extraño pasaba.
—Vos o tu hija, ¿me pueden explicar qué está pasando? Porque presiento que ustedes saben por qué Tana fue tan grosera con Britt, por poco se la lleva a rastras.
Whitney casi ni respiraba, su amiga era prácticamente la única de la familia que no sabía la historia y sintió pena por ella.
—No te preocupes—intervino—, No me pareció grosero, se ve que tenían que hablar.
—Tana nunca se comporta así, si lo conocieras mejor lo sabrías. Acá hay gato encerrado—le susurró.
Elaine estaba furiosa, se había quedado de piedra al lado de sus padres y Santana no le había dedicado ni una sola mirada.
Santana arrastró a Brittany hasta fuera de la carpa sin mediar palabra y, cuando la hubo alejado de las ciento cincuenta miradas curiosas, la cogió por la nuca y la cintura y la besó.
La aprisionó contra su cuerpo con desesperación y Brittany, aunque primero se quedó tiesa, luego respondió del mismo modo, se aferró a su cuello, le enredó sus dedos en el pelo y le entregó su lengua. Santana le engulló la boca, lo había ansiado desde que la había visto en la mesa y supo que tendría que sacarla de ahí porque necesitaba hacerlo sin privarse de nada.
Ese beso hubiera escandalizado a más de uno.
Después de un rato, cesaron en su frenesí y separaron sus labios.
—Ahora debemos volver, luego hablamos.
Pero Brittany se plantó en el césped, le dio un fuerte abrazo y cerró los ojos, como si no quisiera que Santana se le escapara.
Santana respondió de la misma forma, sólo deseaba tenerla entre sus brazos y huir de todo mal, pero debían volver.
—Te amo, mi amor, te amo, Sanny—le dijo clavando sus ojos azules en los oscuros de Santana.
—Yo más...—la tomó de la mano, le besó los nudillos y le sonrió de manera seductora—Todo va a estar bien—le aseguró.
De regreso a la mesa, le retiró la silla y se la arrimó para que se sentara. Por último, le ofreció una sonrisa y un guiño, cogió su mano y se la volvió a besar cuando se acomodó en su sitio junto a ella.
—Ahora, sí, mamá, podés dar comienzo a tu fiesta, ya estamos todos tus hijos—sugirió Santana, mientras Alfonso, por atrás y con una mueca chistosa, le indicaba que se limpiase de los labios los restos de carmín.
Santana sacó su pañuelo y lo hizo, Brittany quería enterrar su cabeza en el suelo.
—Voy hasta el micrófono, cuando regrese tenemos que hablar—le advirtió Maribel a su hija con un dedo en alto—Y vos dejá de ser tan poco disimulado—amonestó a Alfonso.
Elaine había seguido furiosa toda la escena desde lejos, se había retirado hasta su mesa y se estaba tomando el champán como si fuera agua.
El maestro de ceremonias pidió silencio y los instó a todos a que se colocaran en sus lugares. Cuando, por fin, se hizo el orden, los invitados estaban expectantes y Maribel subió fulgurante al escenario en medio de un aplauso general.
Sus hijos silbaban apasionados y agitaban su servilleta vitoreando a su mamá fuera de todo protocolo. Al final, muy emocionada, lanzó besos a sus hijos, agradeció a todos su asistencia y los instó a que comieran, bebieran y se divirtieran muchísimo.
La mujer bajó del escenario y volvió a la mesa entre saludos y felicitaciones. Después empezaron a llegar los camareros para servir el primer plato.
Alma, la mamá de Alfonso, se dirigió a su nieta mientras cortaba un bocado:
—Tana, aclarame algo, cariño, porque creo que estoy casi tan perdida como tu mamá. ¿Esta niña, hermosa y dulce, es tu novia?
Santana miró a la aludida, que estaba roja como un tomate, dejó el tenedor, le cogió la mano, se la besó y les dijo a todos:
—Sí, Britt y yo somos novias.
Rachel saltó despedida de la silla para abrazarlas.
Brittany estaba atónita.
Maribel no podía reaccionar.
—¿De verdad?—preguntó tocándose el pecho y un tanto incrédula por las palabras que había dicho su hija.
—Sí, mamá, ¿no te ponés contenta?
—Por supuesto, es que estoy a punto de llorar y se me va a correr el maquillaje.
—Entonces, no llores—le sugirió Santana—Y danos un abrazo en vez de lágrimas.
Uno a uno todos fueron felicitándolas, la mesa era un alboroto.
Whitney abrazó a su hija y también a Santana.
Brittany no podía creer lo que estaba pasando. Santana la tenía agarrada por la cintura y no paraba de besarle el pelo.
Sus hermanos, que estaban en la mesa de al lado, se acercaron después de que su mamá los llamara, para ver qué sucedía.
—¿Por qué tanta algarabía?—preguntó Finn.
—Es que tu hermana y Britt acaban de anunciarnos que son novias.
—¡Ah, eso! Felicidades, por fin se aclaran las cosas.
—¿Vos también lo sabías?—le preguntó su mamá atónita—, Porque estos dos sí eran conscientes—añadió señalando a su esposo y a su otra hija—Y no sé por qué presumo que Quinn y Alison también. ¿Quién más lo sabía? ¿O acaso yo era la única que no estaba al tanto?
—Yo no lo sabía—mintió Whitney en solidaridad con su amiga, para que no se sintiera tan descolocada.
Y Brittany pensó: «Yo tampoco lo sabía, Maribel, no te preocupes.»
—En realidad nadie estaba al corriente, mi amor—intervino Alfonso—, Sólo al tanto de que entre ellas había habido algo, pero recién ahora nos estamos enterando de que son novias.
—Sí, pero todos sabían algo menos yo.
—Tomátelo como un regalo de cumpleaños, mamá—trató de engatusarla Santana.
—Dejá de mentirme, hija, tu mamá siempre se entera de las cosas en último lugar.
—Maribel, no exageres, no es para tanto—la regañó Sue.
—Yo sigo sin entender—insistió la abuela—Estas relaciones que hay entre los jóvenes yo no las comprendo, ahora están juntos, se besuquean, y a veces algo más, porque yo no me chupo el dedo, pero no son novios hasta que lo anuncian.
—Abuela, ahora son novias formalmente, quieren compartirlo con todos nosotros. Antes, la relación sólo era entre ellas dos—intentó explicarle Rachel.
—Mamá, son adultos—le explicó Alfonso.
Santana se reía y Brittany estaba roja de vergüenza.
—En nuestros tiempos, para poder besar, primero teníamos que ser novios y pedir su mano. ¡Cómo han cambiado las cosas! ¡Ahora, hasta se van a vivir juntos antes de casarse!—exclamó el abuelo—Y que conste que sólo es un comentario, no critico a nadie.
—¡Ay, don López! ¡No va a negar que ahora es más divertido!—saltó Sue mientras le guiñaba un ojo, el abuelo se carcajeó.
—¡Ya lo creo!—asintió el hombre—Se lo pasan mucho mejor que nosotros.
La risa fue generalizada en la mesa.
Maribel y Alfonso inauguraron formalmente la pista al ritmo de In the Moon y demostraron ser muy buenos bailarines. Después de ovacionarlos, sus hijos se levantaron y bailaron con Maribel, hasta que ella terminó el baile con su esposo.
Tras la primera pieza, sonó Oceans Eleven y el maestro de ceremonias invitó a todos a bailar, Santana cogió a Brittany de la mano y la llevó hacia la pista.
—Estás hermosa con ese vestido, las luces de la fiesta parecen insignificantes a tu lado—Santana la miraba embelesada.
—Exagerada, vos también estás muy linda. Me dan ganas de comerte a besos.
—Hum, qué tentación—le susurró Santana con los ojos cerrados.
—No puedo creer que estemos bailando juntas y que hayas dicho lo que dijiste en la mesa.
—¿Querés ser mi novia?
—Creí que ya lo éramos, eso dijiste, pero sí, claro, acepto.
Se rieron, entrelazaron con fuerza sus manos y Santana se afianzó a su cintura. La orquesta siguió con Hit the road, Jack, y Santana no paraba de reírse y de besar a Brittany en la mejilla y en el pelo. Estaba feliz y la hacía girar en la pista para que se luciera y para que todos la envidiaran por estar a su lado.
Después, empezaron a tocar Love y una cantante la interpretó majestuosamente.
—Ésta es la canción de mis padres—le explicó Santana.
—Es bellísima.
Brittany se acercó a su cuello y la olió mientras daban vueltas; Santana era suya, sentía que flotaba entre las nubes mientras Santana la hacía girar y girar.
Para bajar un poco las pulsaciones de los invitados, empezó a sonar What a wonderful world.
—Te amo, Sanny.
—Yo te amo más, Britt-Britt.
—No nos separemos nunca más—le suplicó Brittany.
—Nunca más—le aseguró Santana.
Al rato, Santana le cantó al oído la siguiente canción, que fue interpretada en vivo por una pareja de cantantes:
Unforgettable, that’s what you are
Unforgettable though near or far
Like a song of love that clings to me
How the thought of you does things to me
Never before has someone been more
Unforgettable in every way
In addition, forever more, that’s how you’ll stay
That’s why, darling, it’s incredible
That someone so unforgettable
Thinks that I am unforgettable too
Unforgettable in every way
In addition, forever more, that’s how you’ll stay
That’s why, darling, it’s incredible
That someone so unforgettable
thinks that I am unforgettable too
Cuando la letra de la canción empezó a repetirse, Santana le habló:
—Te extrañé tanto, mi amor, me hiciste tanta falta, Britt.
—Yo te extrañé más.
—Mentira, porque me hiciste sufrir mucho.
—Yo también sufrí, San, vos también pudiste haber hecho algo para evitarlo.
—Chis, ahora no nos reprochemos nada, disfrutemos del momento, del aquí y ahora. Te prometo que hablaremos de todo—le dijo y la besó en la nariz, Brittany se aferró a su cuello—No puedo creer que te tenga otra vez entre mis brazos.
—Yo tampoco doy crédito a todo esto.
—¿Así que te venís a vivir a Nueva York?
—Con o sin trabajo, me quedo acá, tenelo claro.
—¡Ésa es mi chica!
—¿No estás cansada por el viaje?
—Estoy muerta, pero inmensamente feliz y nada me importa más que disfrutarte y compartir mi felicidad con mis seres queridos. Ha sido el viaje más espantoso de mi vida—siguió diciendo—, Sólo quería regresar. Sabía que estabas acá y sentía celos de toda mi familia porque estaban a tu lado, ¡y yo a millas de distancia!
—Pero estabas en cada uno de mis pensamientos.
Santana la miró y le dio un beso silencioso.
—Dios hizo un milagro y Tana parece feliz. ¡Estaba harta de verla tan triste!
Mientras bailaban, Alfonso y Maribel no podían dejar de comentar lo que acababan de vivir.
—Britt es una buena chica, hacen una pareja estupenda—afirmó él con rotundidad.
—Entonces, ella es la chica que nos dijo aquella noche que calificaba para novia y aún más, la chica con la que se había peleado, ¿verdad?
—Exacto, mi amor.
—¿Qué habrá pasado? ¿No sabés?
—Los demonios de Tana, como siempre. Pero Britt la va a iluminar y va a alejar a todos sus fantasmas.
—Nuestro hija está enamorada, ¡cómo la mira!
—Con cara de boba, sí, definitivamente creo que está enamorada.
—Nunca miró así a Dani.
—Vos y yo sabemos que no la amaba.
—Sólo le pido a Dios que pueda ser feliz.
—Lo será, mi vida, lo será tanto como lo somos nosotros.
Antes de que sirvieran los postres, Santana se llevó la mano a la cabeza y se apretó las sienes. Brittany advirtió su gesto de inmediato.
—¿Qué te pasa, mi amor?
—No doy más del dolor de cabeza.
—Es el jet lag. Vamos a mi habitación, tengo un analgésico para la migraña, se te pasará en un rato. Además, quiero ir al baño.
Subieron la escalera de la mano y entraron en el dormitorio de Brittany. Santana se apoderó de su boca en el mismo instante en que atravesaron el umbral, no pudo resistir la tentación y la tendió de espaldas en la cama mientras su lengua se metía sin permiso, le faltaba la respiración.
¡Ansiaba tanto acariciarla!
Bajó hasta su cuello y se perdió en el aroma de J’adore mientras la lamía. Siguió por su escote y llegó al nacimiento de sus pechos.
—Esperá, mi amor, yo también quiero, pero debemos regresar a la fiesta.
—Después, Britt, no me pidas que me detenga. Mirá cómo estoy—le dijo mientras empujaba su cuerpos contra Brittany y la miraba suplicante—Necesito aliviarme, te deseo demasiado.
Brittany le apartó el pelo de la cara, tomó su rostro entre las manos, la besó y luego le pidió:
—Cerrá la puerta.
Santana se levantó obediente y bloqueó la entrada, luego se quitó el vestidoy los zapatos. Brittany la observaba y Santana le extendió la mano para que se levantara. La giró para ocuparse de la cremallera de su vestido, la bajó y sus manos reptaron para deslizarle los tirantes, mientras le mordisqueaba el cuello.
Después la ayudó a que saliera de la prenda: no tenían mucho tiempo.
Casi se queda boquiabierta cuando le terminó de quitar el vestido, Brittany llevaba una lencería de infarto, un corsé de encaje transparente color caramelo, una diminuta braguita y un portaligas que sostenía sus medias.
—Britt, mi imaginación quiere hacerte tantas cosas, pero no vamos a tener tiempo, mi amor, debemos regresar para cortar el pastel con mi mamá.
Brittany se rió.
—Sé que tu imaginación no tiene límites, pero guardá esas ideas para después, ahora que sea rápido.
Santana se acercó, la besó y volvió a tirarla sobre la cama, bajó sus bragas y se las quito. Sin perder tiempo, le quitó las bragas a Brittany y se acomodó para que sus sexos se tocaran. Brittany estaba tan mojada que su humedad se mezcló con la de Santana.
Santana deseosa, levantó la cabeza para mirarla y cerró los ojos mientras emitía un suspiro y se quedaba quita sintiendo la perfecta unión, como siempre.
—Es mejor de lo que recordaba.
—Mucho mejor—convino Brittany.
Santana comenzó a moverse despacio y fue aumentando la intensidad de sus embestidas, mientras sorbía uno de sus pechos, que había sacado por encima del corsé y Brittany masajeaba uno de Santana sobre su sujetador.
—¿Te gusta, mi amor?
—Me encanta, te extrañé tanto, mi vida.
—Nunca más, nunca más vas a echarme de menos.
Santana la embistió con fuerza para reafirmar sus palabras y así siguió.
—Vos sos mía, Britt, mía y de nadie más. Me pertenecés, sólo yo puedo tenerte así, sólo yo puedo estar junto a vos. Tu cuerpo es mío, no quiero que lo desee nadie ni con el pensamiento.
—¡Chis! Mi amor, sólo vos, solamente vos, te lo juro—le susurró sobre sus labios calmándola porque parecía angustiada.
Santana arremetió con movimientos despiadados, a Brittany le dolía pero entendía que la había hecho sufrir tanto que era la forma que Santana tenía de castigarla. Y, de repente, empezó a disfrutar de ese castigo, ese que sólo Santana podía infligirle. Empezó a contraer su cuerpo, su orgasmo estaba muy próximo.
—Te siento, Britt-Britt, dejate ir, por favor, quiero ver tu cara en el momento en que te provoco un orgasmo. Lo soñé tantas veces, Britt, hacé que mis sueños se hagan realidad.
Las palabras de Santana detonaron en Brittany todas sus sensaciones, su boca, como una O mayúscula, dejó escapar el aliento que estaba conteniendo. Arqueó su espalda mientras se corría, cerró sus ojos extasiada durante unos instantes y luego los abrió y los clavó en los de Santana, sus manos se hundieron en su espalda.
Santana maravillada por el placer que Brittany sentía, ella también se dejó ir con un gemido profundo que resonó desde el fondo de su garganta. Tembló, se le erizó la piel y se quebró, porque supo que sólo podía llegar a sentirse así a su lado.
Santana, vulnerable, se puso a llorar como una niña.
—No me dejes más, Britt, nunca más te alejes de mí.
—No, mi amor, te juro que nunca más nos vamos a separar, no llores, por favor, no lo hagas, Sanny. No quiero que te sientas así, ya estamos juntas, unidas, mirá cómo estamos, siempre va a ser así.
Brittany también lloraba, comenzó a besarle en el rostro, tenía sus piernas enredadas a su cintura.
—Tenemos que volver, mi amor, debemos calmarnos.
Santana sorbió la nariz y asintió con la cabeza, se alejó a regañadientes y se metieron en el baño. Santana la ayudó con la cremallera del vestido y Brittany a ella, pero a ambas se le había corrido el maquillaje y necesitaban unos retoques.
—Tu cabeza, Sanny, ¿aún te duele?
—Es una coctelera.
—Hace un rato no te acordabas—bromeó Brittany.
—Hace un rato estaba perdida en vos, ahora regresé a la realidad.
Le dio una palmada en el trasero y le estampó un beso en su congestionada boca, maltrecha por su despiadado ataque. Mientras Brittany buscó un ibuprofeno Santana se arreglaba. Cuando se lo dio dijo:
—Andá vos, yo me quedo retocándome el maquillaje y voy en seguida.
—Pero no tardes.
Bajó la escalera, estaba feliz, iba arreglándose el vestido. En el vestíbulo se encontró con Elaine.
—¿Estuvo entretenido?—Santana la miró, pero no le contestó—¡Maldita!—le gritó, e intentó darle con el bolso de fiesta cuando pasaba junto a ella Santana se volvió, la agarró de un brazo y la zarandeó.
—¿Estás loca o qué te pasa?
—Conmigo te tomaste sólo cinco minutos, pero hace más de cuarenta minutos que estás encerrada con esa perra oportunista y tercermundista. Te amo, Santana—le confesó e intentó aferrarse a su cuello pero Santana la apartó—Te amo, me trataste como a una prostituta, ni siquiera te preocupaste por saber si había tenido un orgasmo, ¡eres un malnacida! Soy de tu misma clase social, ¿por qué siempre te atraen las más bastardas?—le chilló.
—Me parece que bebiste demasiado, Elaine. No quiero escándalos y tampoco que hables así de Brittany, ¿me has oído?—le espetó Santana enérgicamente y con los dientes apretados, pero conteniendo el tono de voz—Cuando pasó lo que pasó entre nosotras, pudiste parar. Te di la oportunidad, ¿te acuerdas? Ese día te di lo que habías ido a buscar: un polvo, nada más.
—¿Qué tal si le digo a ésa que llegamos juntas porque veníamos de revolcarnos en mi casa? ¿Que fui a buscarte al aeropuerto y follamos toda la tarde hasta que se hizo la hora de venir? ¿A quién te parece que creería?
Santana le apretaba el brazo con fuerza, quería partírselo.
—Hazlo, venga, no vas a ganar nada. Tú, de una u otra forma, jamás existirás para mí.
En ese momento, echó una mirada hacia arriba, no quería que Brittany la encontrara ahí y pensaba que Elaine, en ese estado, era capaz de cualquier cosa, así que la sacó hacia afuera del brazo. Mientras tanto, maldecía la noche en que se la había follado, no tendría que haberlo hecho porque esa loca podía traerle problemas.
Sacó su teléfono del bolsillo y llamó a Rachel.
—Vení para el frente de la casa, te necesito. Y hacelo sola, que no te vea Britt. Vení por atrás porque ella en cualquier momento va a bajar la escalera.
—¿Qué pasa?
—¡Mierda, vení rápido, te estoy pidiendo un favor!
Cuando su hermana llegó, encontró a Santana sosteniendo a Elaine, que no paraba de vomitar.
—¿Está borracha?
—Sí, pero por suerte ya está medio inconsciente, así que no hablará. Voy a buscar a Bob para que se la lleve, quedate con ella y, cuando venga, le decís que la encontraste vos. ¡Carajo, me salpicó todos los zapatos!
Sacó su pañuelo y se limpió con urgencia.
—Dale, hacelo pronto, Tana. ¡Por Dios, qué asco! Me va a salpicar el vestido. ¡Mierda, San, apurate!
Santana llegó a la mesa, Brittany ya estaba ahí, se acercó y le dijo al oído:
—Ya vuelvo, mi vida, esperame—la besó y se acercó a Bob para levantarlo de la mesa—Bob, Rach se encontró a Elaine descompuesta, cree que ha bebido mucho, me parece que será mejor que te la lleves.
—¿Elaine bebida?
—Sí, está con Rach en el frente de la casa, acaba de avisarme para que te lo dijera. ¿Querés que te acompañe?
—No, no hace falta, ya te tomaste demasiadas molestias hoy en ir a buscarla, quedate con tu chica.
—De acuerdo, lo siento.
Santana suspiró aliviada, temía que si Elaine la veía, estallara y empezara a decir estupideces otra vez. Intentando disimular, regresó a su asiento, cogió la mano de su novia y se la besó.
—¿Dónde está Rach, Tana?—preguntó Alfonso—Llegás vos y desaparece ella, después de esta tanda de baile queremos cortar el pastel.
—Ahí viene, mirá.
—Vamos a bailar Heaven, hermanita—le pidió Rachel y la arrastró hasta la pista.
—San, ¿me vas a explicar por qué me dejaste con ese muerto encima y por qué Britt no debía verme?
—¿Se la llevaron?
—Sí, estoy esperando el cuento.
—No hay ningún cuento, sólo te pedí un favor.
—¡Ah, no!—Rachel se paró en medio de la pista con los brazos en la cintura.
—¿Qué hacés?
—Estoy esperando que me expliques—Santana, la agarró otra vez de la cintura y la obligó a bailar, todos los miraban.
—Se puso pesada, eso es todo.
—No me digas que eso es todo. No quiero oír que te tirás a esa zorra porque te juro que te muelo a palos acá mismo.
—Me la tiré, una sola vez, ¡y maldita la hora!, fue un polvo de mierda y no me la puedo quitar de encima.
—Yo te mato, ella siempre te anduvo atrás, San, es obvio que ahora no te vas a poder deshacer de Elaine. ¿Qué pasó hoy?
—Empezó a gritarme y menos mal que bajé sola, porque la muy perra sabía que yo estaba con Britt arriba y nos estaba esperando. Me amenazó con decirle que hoy me había ido a buscar al aeropuerto y que llegamos juntas porque estuvimos en su casa. No hace falta que te diga haciendo qué, ¿verdad?
—¿Y estuviste con ella?
—¡No! Sólo pasó una vez y hace más de un mes.
—¿Y cómo la vas a frenar?
—Sobria es más manejable.
—Si querés seguir con Britt, mejor que así sea, porque una mujer despechada puede ser muy peligrosa y ésta, encima, se cree con derecho a mirar a todo el mundo por encima del hombro. Y no sé bien por qué, pero te aviso de que Britt no la traga. Te metiste en una buena, hermanita, Elaine no va a conformarse tan pronto con no tenerte.
—¡Gracias, Rach, no me ayudes tanto!
—¿Cómo pudiste, San? ¿Cómo?
—Lo mismo me pregunté en el preciso instante en que salí de encima de ella.
—Finn tiene razón, Santana, vos vivís con las manos sueltas.
—Eso era antes de Britt.
—¡Antes de Britt!—exclamó Rachel incrédula y un tanto ofuscada—Me estás diciendo que fue hace un mes y para entonces ya conocías a Britt.
—Estaba enojada con ella y Elaine me vino como anillo al dedo.
—No me cuentes más, tu eres como los hombres, estoy segura que eras uno antes de nacer. Sólo piensan con en sexo cuando están enfadados y así se cometen las peores cagadas.
Quinn se acercó a ellas cuando terminó la canción.
—¿Puedo bailar con mi hermosa esposa?
—Toda tuya, cuñada.
Santanal volvió con Brittany, la besó en el pelo y se sentó junto a ella.
—¿Estás aburrida?
—No, mi amor, estaba mirándote embobada mientras bailabas con tu hermana y charlando con tu abuela y Sue. ¡Pobre, tu abuelo ya está cansado, se está durmiendo!
—Es que él normalmente se acuesta más temprano.
—Eso mismo me dijo Alma. ¿Se te pasó el dolor de cabeza?
—Sí, no me había ni dado cuenta, pero ya se me pasó.
Santana sirvió champán para las dos, bebieron y luego se puso en pie y le dijo mientras le guiñaba un ojo.
—Bailemos, mi amor.
Sonaba Something stupid y luego empezó Stranger in the night.
—Mi amor, la letra de esta canción parece nuestra historia, así es cómo nos conocimos—le dijo Santana.
—Tenés razón, es nuestra historia. A veces me pregunto si es normal amar tanto como te amo.
—¿Me amás mucho?
—¡Muchísimo! Aun cuando pensaba que no tenía derecho alguno sobre vos, seguía haciéndolo.
Alfonso las fue a buscar cuando empezó a sonar Fever.
—Vamos, Tana, cuando termine esta canción, entramos con el pastel, tu abuelo ya se está durmiendo.
Brittany le dio un beso en la mejilla y sonrió por el detalle que preparaban para Maribel. Empezó a caminar para ir para la mesa pero Santana la detuvo.
—Vos también, mi amor, vamos.
—¿Yo?
—Sí, todos, Bree ya fue a por los mellizos, vamos—la animó Alfonso.
Brittany no podía dar crédito a tanta felicidad.
El tiempo de baile se acabó, encendieron las luces para que los que aún estuvieran haciéndolo se situaran y, cuando todos estuvieron colocados en su lugar, las luces volvieron a apagarse y un foco iluminó la entrada. Los acordes de Happy birthday, interpretada por Frank Sinatra, empezaron a sonar y se abrió la puerta.
Los cuatro hijos de Maribel y su esposo empujaban una mesa con un enorme pastel de cinco pisos con bengalas chispeantes y lleno de flores. Alma y Pedro López, Sue, Alison, Bree con los niños en brazos, Quinn y Brittany las seguían.
La homenajeada no paraba de llorar, su marido fue a buscarla y ella tomó a sus nietos para tomarlos en brazos. Dio un beso a cada uno de los que estaban en la pista y le dijo a Brittany:
—Bienvenida a nuestra familia, querida.
—Gracias, Maribel, me siento muy feliz de poder compartir este momento con vos.
Santana las abrazó a ambas con orgullo.
Se hicieron las fotos familiares y cuando la niñera se hubo llevado a los bebés, la orquesta comenzó a tocar New York, New York , y la gente salió a la pista a bailar.
Alrededor de las cuatro de la mañana, ya todos se habían ido. En el salón montado en la carpa, sólo quedaban los cuatro hermanos con sus parejas, conversando y tomándose la última copa de champán.
Finn había pinchado una selección de temas lentos de los años ochenta y noventa.
Santana estaba recostada sobre el torso de Brittany, que la abrazaba contra su pecho, y con las piernas apoyadas en otra silla. Le acariciaba su mano con el dedo pulgar, mientras Brittany jugaba con su pelo.
Rachel hablaba recostada en el pecho de Quinn, el sueño estaba venciéndola.
Bree, en actitud amorosa, estaba sentada en el regazo de su esposo.
Finn y Alison abrazados muy juntos.
Todos se sentían exhaustos.
—Hermanita, estás destruido—le dijo Finn a Santana—, ¡Tenés unas ojeras!
—No doy más, estoy pasada de vueltas. Hace treinta horas que estoy despierta, jet lag incluido. Me duele cada milímetro del cuerpo.
—Rach, vamos, te quedaste dormida, vámonos—le pidió Quinn, pero estaba tan vencida por el sueño, que la tomó en sus brazos y se la llevó.
—¿Cómo van los preparativos para la boda? La próxima fiesta será la de ustedes, ¡queda nada!—exclamó Bree.
—Ahora que lo pienso, tenés razón—confirmó Alison mientras besaba a Finn en los labios—¡Y aún faltan tantas cosas...!
—¿Dónde es la boda?—se interesó Brittany.
—En el Four Seasons.
—Debés de tener todo más o menos solucionado, ¿no?
—¡Con lo que costó!—se quejó Finn—, ¡Espero que pongan un lacayo a cada lado de las mesas!
—No seas malo, amor, se supone que uno se casa sólo una vez.
—Sí, claro, uno tendría que ser muy estúpido para gastarse dos veces la misma cantidad de dinero—bromeó Jake y todos rieron, menos Alison.
—Tuvimos muchas reuniones con la coordinadora de bodas—explicó Alison—Es un amor y nos atendió hasta que nos pusimos de acuerdo en todo.
—¿La ceremonia también la van a hacer ahí?
—Sí, Britt, sólo la religiosa con un representante católico, pero luego tenemos que pasar por la iglesia para ratificar los votos, ya que para la Iglesia católica sólo son válidos los matrimonios dentro de un edificio sacro.
Alison acarició el rostro de su prometido y volvió a besarlo.
—Sí, en eso la Iglesia es muy estricta, salvo en casos extremos. ¿Dónde se casaron ustedes?—interrogó Brittany a Bree y Jake.
—Ah, nuestra boda fue más sencilla, la hicimos acá. Vino una jueza y nos casamos sólo por lo civil. La mansión estaba recién comprada y fue la primera fiesta que se hizo, ¿verdad, mi amor?
—Sí, así es, además la ceremonia fue bastante íntima, éramos muchos menos de los que estábamos hoy acá.
—Y Rach se casó en Miami—le contó Santana y empezó a reírse despabilándose de golpe—Hizo la ceremonia en la playa.
Todos estallaron en una carcajada porque ya sabían lo que venía.
—¡Teníamos arena hasta en el trasero!
—Hablábamos y tragábamos arena—añadió Finn y todos se desternillaron.
—Sí—aseveró Jake—, Me restregué tanto los ojos que no pude ver la ceremonia.
—Yo era una de las damas de honor—le explicó Alison—Aquel día había un viento de locos, pero Rach se empecinó igual en hacer la boda en la playa. La coordinadora estuvo tratando de convencerla hasta el último momento de que la celebraran adentro, pero no pudo.
—Mamá tenía puesta una capelina y terminó sosteniéndosela con las dos manos porque se le volaba—contó Santana a carcajadas—Y la abuela protestaba tanto que no la podíamos hacer callar. ¡No sabés lo que fue eso! Parecíamos los protagonistas de Rústicos en Dinerolandia, todo muy lujoso pero totalmente desubicado.
—Sí es cierto.
Finn se agarraba la barriga y lloraba de la risa, y Brittany se había contagiado y se reía con ellos imaginando la escena.
—Las telas y las flores se volaban y el presbítero que ofició la ceremonia no podía hablar. ¡Era una escena desternillante!
—¡Pobre! Yo me muero si me llega a pasar una cosa así el día de mi boda.
—No te preocupes, Britt. Rach ni se enteró hasta que se lo contamos y lo negó todo hasta que vimos el vídeo. Ella sólo quería que la ceremonia fuera en la playa. ¡Por Dios, paren porque no puedo más de risa!—dijo Jake—¡Qué pena que se haya ido y no la hayamos podido hacer cabrear!
—En realidad, la que se salvó fue Quinn—señaló Finn—, Porque después se la agarra con ella. Quinny, esto, Quinny, lo otro.
—¡No me digan que son los típicos torturadores de hermanos menores!—protestó Brittany.
—No, cuando se juntan siempre torturan a alguien, no importa a quién. También lo hacen entre ellos, andá preparándote porque, cuando entren en confianza con vos, también te va a tocar y será mejor que no demuestres tu enojo, porque no tienen fin—le advirtió Bree.
—Mejor nos vamos a dormir—concluyó Santana—, Me duermo sentada.
Se levantaron todos y fueron hacia el interior de la mansión todavía entre risas, mientras subían la escalera.
Estaba enfadada por muchos motivos: porque Brittany había arriesgado lo que tenían, porque no le había creído, porque la había juzgado injustamente, porque le había negado sus labios y no había dejado que la tocara, porque había permitido que ese idiota la abrazara, la fuera a buscar al aeropuerto e intentara besarla.
Necesitaba que pagara por la bofetada que le había dado en plena calle, quería que rogara, quería que le remordiera la conciencia.
Brittany insistió tres veces más, pero Santana seguía en sus trece. Puso su teléfono en vibración y partió hacia el restaurante japonés, donde la estaban esperando y donde debía concentrarse en hacer buenos negocios, para eso había ido a Europa.
Cuando entró en el local, le preguntó a la relaciones públicas si el señor Luc Renau había llegado. Ésta, en tono cordial, le indicó la mesa en que la aguardaban un hombre y una hermosa mujer que lo acompañaba. Su pelo castaño resaltaba sus infartantes ojos celestes, medía un metro setenta y sus curvas eran perfectas.
Santana calculó que tenía implantes en el pecho, pero eran del tamaño idóneo, nada demasiado exuberante, aunque lucía un escote bastante atrevido.
Era una mujer muy sensual.
Santana se acercó y se presentó. Renau le estrechó la mano y le presentó a su hija Chloé, sería con ella con quien seguirían las negociaciones futuras. En otro momento, esa mujer hubiera sido objeto de su deseo y, además, se dio cuenta de que ella no le resultaba indiferente, ya que el cuerpo de la francesita comenzó a enviarle señales de atracción.
Santana siempre había sido muy observadora para esas cosas, pero ese día se consideraba fuera de juego, ya que en su cabeza sólo existía Brittany.
Durante la comida estudió a Luc Renau, le encantaba analizar a la gente con la que trataba en los negocios, para encontrar sus puntos flacos para seducirlos. Concluyó que Renau tenía un típico carácter civil, característico de los franceses, era robusto, vestía de forma innovadora y parecía saber un poco de todo, sin resultar pedante ni altanero. Lo consideró un águila en cuestión financieras y su hija no se quedaba atrás, sin duda había tenido un gran maestro.
No debía subestimarlos, ya que sabían lo que querían, pero Santana notó que la debilidad de aquel hombre era su hija, así que le entraría por ahí.
Conversaron abiertamente de los asuntos principales y de lo que cada uno ambicionaba. Santana le explicó que Mindland tenía ciertos estándares y políticas inamovibles y características de la marca. También les aclaró que, si ellos pretendían adquirir una franquicia, Mindland International se encargaría de los controles periódicos. En otras palabras, ellos explotarían el negocio y se llevarían ganancias sustanciales, pero la compañía tendría participación activa en esos beneficios. Eso implicaba, por su parte, que la entrega de la mercancía llegaría a tiempo y de forma correcta.
La cena no se extendió demasiado.
Santana estaba bastante dispersa, con Brittany en mente, y le costó concentrarse. Finalmente, una vez aclarados todos los aspectos de la negociación, quedó en enviarles un contrato para que lo analizaran y luego se despidieron.
Santana había notado vibrar varias veces su móvil, se había fijado y eran whatsaps de Brittany que, por supuesto, no pensaba contestar, aunque estaba ansiosa por leerlos.
El último que recibió fue desestimado de inmediato, porque era de Elaine. Parecía que esa mujer no pensaba rendirse nunca, por más que ella la despreciara.
¡Estaba tan arrepentida de haber echado un polvo con Elaine!
Ya en la suite del Armani, Santana se desvistió para meterse en la cama, y se dispuso a leer los mensajes que Brittany le había escrito.
—Perdoname, mi amor. Sé que yo no lo haría si fuera al revés, pero vos no sos yo. Te lo ruego. Estoy desesperada.
Santana sonrió triunfadora, tenía mucha rabia acumulada, recordaba su desconfianza, sus desprecios, sus insultos y la ira la invadía. Le indignaba que la hubiera creído tan ruin cuando ella simplemente había puesto el corazón en sus manos.
Brittany había arriesgado el amor que tenían y le daba mucha rabia que hubiera salido con el idiota ese, que le hubiera permitido que se le acercara hasta rozarla con su aliento, que lo hubiera alentado a pensar que podía poseerla. Se enfurecía al imaginar que él la había tocado, aunque sólo fuera para ayudarla a bajar del coche, porque a ella el viernes no lo había dejado ni acercarse.
¡Y ella necesitaba tanto sentir su piel!
Leyó el otro mensaje:
—Te amo, Sanny. No hubo ni un solo día en que no pensara en vos, creí que iba a perder la razón. Extraño tus besos, tus caricias, tu perfume, echo de menos esas conversaciones que teníamos en la noche antes de dormirnos. Me falta tu sonrisa, esa que me desarma. Necesito despertarme y poder mirarte dormir a mi lado para sorprenderme pensando: «¿Por qué esta mujer tan maravillosa se fijó en mí?», Extraño lavarme los dientes a tu lado y verte en mi casa, frente al espejo. Anhelo despertarme de mañana y que desayunemos juntas, el aroma de las tostadas francesas en mi cocina, poder servirte el café y ponerle dos de edulcorante y revolverlo mientras vos revisás tu móvil. Echo de menos el café de media mañana, los almuerzos juntas, los besos en el aparcamiento, las miradas cómplices en el ascensor. Quiero volver a decirte Hoyuelitos, Black Eyes y todas las estupideces que se me ocurrían y que vos festejabas.
»Quiero tus ojos perdidos en los míos y los míos en los tuyos cuando hacemos el amor, cuando te siento temblar. Me urge volver a rendirme en tus brazos, sentirme mujer, porque sé que sólo con vos puedo estar así. Necesito que nuestras humedades se mezclen y que te pierdas en mis caricias y en mis vaivenes. Extraño nuestra intimidad, el mundo que habíamos creado para nosotras y nuestra rutina.
»Podría seguir enumerándote las cosas que me faltan de vos, pero la lista sería interminable, porque mi amor por vos es infinito.
»Hace dos meses y medio que no existo, sólo duermo, me alimento y camino porque mi corazón sigue latiendo.
»Estos dos meses y medio fueron los más largos y penosos de mi existencia. Lo que sufrí y sufro por no tenerte a mi lado es incomparable a ningún otro dolor por el que haya pasado.
»Te amo, mi vida. Recuerdo el último día en la oficina y entiendo que quisiste protegerme diciéndole a Natalia tantas mentiras, perdón... perdón por no haberme dado cuenta de lo que intentabas hacer y sólo creer que era un juego perverso.
»Perdón por no haber confiado en vos, por los insultos, por mis malos pensamientos, por lo injusta que he sido, por no escucharte y por creer siempre lo peor.
»Sólo espero que no sea demasiado tarde y que puedas perdonarme.
»PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN...
Brittany esperó en vano una respuesta que nunca llegó.
Santana secó las lágrimas que se escurrían por sus mejillas al leer y releer ese mensaje.
Ambas habían extrañado lo mismo.
Santana estuvo a punto de llamarla, pero se obligó a no hacerlo, a darle un poco más de su propia medicina.
La iba a perdonar, por supuesto.
Lo había decidido ya cuando la había llamado por primera vez, pero no se lo diría hasta que volviera a verla. Sólo pensaba en ese reencuentro, en besarla, en abrazarla, en oler su cuello.
¡Si Brittany supiera que se había comprado una botella de J’adore para perfumar su almohada por las noches y creer que la tenía a su lado!
Desde que había empezado a hacer eso dormía un poco mejor.
Mientras releía los mensajes y volvía a pasar, una tras otra, todas las fotos de Brittany que guardaba en su móvil, llegó otro mensaje de Whatsapp.
—Hasta mañana, mi amor, me voy a dormir. Sé que leíste mis mensajes y me duele muchísimo que no me contestes, pero creo que me lo merezco. Te amo, espero que te guste la canción. Es un resumen de todo lo que quiero, siento y deseo.
Brittany le adjuntó el tema Más y más, de Draco Rosa y Ricky Martin:
Más, si te acercas un poquito más, me meterás en ti.
Más, si te sueño más, ya no podré dormir, nunca jamás.
Así, susurrándome, tú, te vienes a mí, y mi habitación se
llenará de verde agua de mar, verde, que me pierde.
Más y más, si más te quiero, quiéreme, tú mucho más.
Más y más, dentro de mí, entrarás, tú, más y más, tú, más y más.
Yo no sé cómo abrazarme a tus brazos y no sufrir.
Santana la escuchó, le encantó y sólo pensó en el momento en que pudiera volver a estar junto a ella otra vez.
«Mucho más, mi vida, mucho más te quiero», repitió para sus adentros hasta que el sueño la venció.
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Era viernes después del mediodía. Brittany estaba bastante desanimada porque Santana seguía sin contestarle. La había estado llamando por la mañana y no le había atendido ni contestado ningún whatsapp, aunque los había leído.
Partían para Los Hamptons porque ese día también iban los encargados de montar la carpa que albergaría a los invitados en el jardín. Por otro lado, a la mañana siguiente había que recibir a todos los proveedores de la fiesta de cumpleaños y Maribel quería supervisar todo en persona.
Brittany empezaba a darse cuenta de que era un gran evento. En la camioneta iban Maribel, Sue, su mamá y ella. Alfonso las seguía en coche por detrás. Tecleó un mensaje rápido en su iPhone.
—Vamos de viaje hacia Los Hamptons. Hubiera querido quedarme para ir a buscarte mañana al aeropuerto, pero como tu mamá aún no sabe nada de nuestra relación, no he podido encontrar una excusa válida para no acompañarla. Estoy contando las horas para volver a verte y te aseguro que se me hacen interminables.
Santana sonreía leyéndola, ella también estaba ansiosa, pero se había impuesto no hablarle hasta llegar e iba a cumplirlo.
—Paramos a cargar gasolina. Sanny, decime «hola», por favor, para saber que puedo albergar una esperanza en mi corazón. Si seguís sin contestar, quizá sea mejor que no te envíe más mensajes, ya que empiezo a pensar que todo terminó definitivamente. Quizá sea lo que me merezco.
Era frustrante esperar una respuesta que nunca llegaba, Brittany se angustiaba mucho y pensaba cosas horribles. Probó a enviarle otra canción, Please remember, de Adele, pero tampoco le contestó.
—Ya llegamos, la casa de tus padres es hermosa y enorme. Estoy asombrada y boquiabierta. ¡Esto es de ensueño! Tu mamá me acaba de mostrar las tres habitaciones que quedan libres y me dijo que me eligiera una, ¿cuál me aconsejás?
«Ninguna—pensó Santana—, porque vas a dormir conmigo.»
Brittany cada vez la tentaba más, pero Santana no iba a dar su brazo a torcer.
—Como no me contestás, empiezo a creer seriamente que no querés saber nada de mí. Estoy bastante angustiada, pero sé que soy la única culpable. Sé que te cansé. Elegí la habitación más alejada de la tuya, mejor no te molesto más.
«Mi amor, no te preocupes, ya falta poco para que estemos juntas», le respondía Santana en su mente.
A la mañana siguiente, Brittany volvió a insistir:
—¡Buen día! Ya sé que dije que no te molestaría más, pero no pude cumplir. :-( Anoche dormí muy mal, tuve una pesadilla y soñé que habías conocido a alguien. ¡Tengo tanto miedo de haberte perdido! Supongo que ya estarás viajando, así que me consuelo pensando que no me contestás por eso. No veo la hora de que llegues. La casa es un caos de gente, bueno, ya sabrás cómo es esto. Nunca imaginé que sería una fiesta tan grande, ¡es un fiestón de cumpleaños! Están adornando la carpa, ya llegaron las flores y están armando las mesas, poniendo las luces. La cocina está invadida por el servicio de comida y acaba de llegar la orquesta, que está probando el sonido. Por suerte, el día está perfecto, no hace frío, es una hermosa mañana de primavera. Te extraño tanto, mi amor.
Alfonso acababa de entrar en la carpa donde estaban las mujeres supervisando los preparativos de las mesas.
—¡Mujeres, llegó la peluquera!
—Vayan primero ustedes—dijo Maribel—Yo me quedo acá dando instrucciones, déjenme para el final.
Faltaban pocas horas para que comenzaran a llegar los invitados, las mujeres estaban peinadas y maquilladas y ya habían empezado a vestirse. Parecía un desfile de alta costura.
Rachel y Quinn habían llegado, también Jake con Bree, los mellizos y la niñera. Finn y Alison estaban ahí desde la noche anterior. Los hombres también se estaban preparando, porque la fiesta era de etiqueta y todos debían ir de esmoquin.
Brittany fue la última en bajar y, cuando apareció en la gran sala, todas coincidieron en que parecía una estrella de Hollywood. Había elegido un vestido dorado despampanante, bordado con piedras en todo el canesú, con escote en V y finos tirantes. Sin duda, iba a encandilar a todo el mundo en la pista de baile. También se había dejado el pelo suelto con ondas bien marcadas. Estaba nerviosa, le temblaban las manos y su corazón palpitaba con fuerza.
Por fin iba a verla, y terminarían la espera y la incertidumbre, necesitaba aclararlo todo, saber si Santana seguía sintiendo cosas por ella. Ansiaba que así fuera por encima de cualquier otra cosa en el mundo.
Rachel intentó tranquilizarla.
—Estás hermosa, a mi hermana se le van a aflojar las piernas cuando te vea.
—¡Exagerada! ¿Hablaste con ella, ya llegó?
—Sí, pero sólo me envió un mensaje, andaba con el tiempo justo. Iba a cambiarse a su departamento y venía directamente.
—Estoy nerviosísima, hace tres días que la llamo, le envío whatsapps y, nada, no me contesta. Anoche tuve una pesadilla y soñé que había conocido a alguien en Milán y que se olvidaba de mí.
—No seas tonta.
—Vos no estás en mis zapatos—protestó Brittany.
—Por supuesto que no, tus Louboutin no me entran, los míos son dos tallas menos—bromeó Rachel.
Las luces del jardín, de la casa y de la piscina estaban todas encendidas, y le conferían a ésta un aspecto que emulaba el mejor estilo de una mansión mediterránea, con columnas que sostenían el balcón circular de la fachada posterior. La carpa instalada en el jardín resplandecía en la noche como un gran destello verde. La decoración combinaba de forma exquisita clasicismo y modernidad, con entelados y muchas flores, arañas de caireles y una pista de baile flotante que formaba un damero.
La puesta en escena era impecable; una iluminación suave, mantelería en gris plomo y sillas plateadas. Una rosa blanca colocada sobre cada plato recibía a los invitados y a cuyo tallo estaba atada una cinta verde de la que colgaba la tarjeta que los ubicaba en la mesa.
Ningún detalle se había dejado al azar, todo estaba pensado y calculado.
La familia aguardaba en la sala principal bebiendo champán a que los invitados empezaran a llegar. A medida que lo fueron haciendo, se dirigieron hacia el corazón de la fiesta para recibirlos como buenos anfitriones.
Los comensales eran acompañados hasta la carpa por el personal dispuesto para la ocasión. Ahí, una gran banda tocaría toda la noche una extensa selección de clásicos. Las fiestas en la mansión de los López tenían mucho estilo y nadie quería perdérselas.
Brittany y Whitney tenían el privilegio de acompañarlos ese día como sus invitadas especiales.
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Santana estaba saliendo de su departamento cuando sonó su teléfono, Artie la esperaba en la calle.
—Hola San, soy Bob. Querida, te llamo para pedirte un favor—le espetó.
—Sí, Bob, decime. ¿En qué puedo ayudarte?
—Yo ya estoy en Los Hamptons y quisiera saber si ya saliste para acá.
—Estoy a punto de hacerlo, ¿por qué?
—Es que a Elaine no le arranca el coche. La muy cabezota no quiso venir con nosotros y aún está en su departamento. Y hasta que consiga uno, llegará quién sabe a qué hora. Tu papá me sugirió que te llamara a ver si aún estabas en Manhattan.
—Descuidá, tío Bob, yo la paso a buscar—puso los ojos en blanco—Por favor, avisale de que espere en el vestíbulo del edificio para no retrasarnos más, en quince minutos estoy ahí.
Para Santana era imposible negarse a una demanda de Bob, el mejor amigo de su papá, aunque en esa ocasión hubiera tenido ganas de hacerlo.
Llegó al departamento de Elaine y ella ya la estaba esperando. Artie bajó a abrirle la puerta para que se acomodara en la parte trasera del coche, junto a Santana.
—Hola, bombón, gracias por venir tan pronto.
Cuando subió, intentó besarla en la boca, pero Santana apartó la cara.
—Tuviste suerte de que aún no me hubiera ido. Por favor, Elaine, no te pongas pesada, no estoy de humor. Llegué hace apenas una hora de un viaje eterno y tengo jet lag, no me fastidies.
—Cada día estás más antipática conmigo, antes de que nos acostáramos me tratabas mucho mejor.
—Antes no me asediabas con tanto descaro, no sigas metiendo la pata.
Hicieron el resto del viaje en el más profundo silencio.
Santana entrecerró sus ojos, esperando y ansiando que se le calmara un poco el dolor de cabeza, pero además para evitar tener que hablar con ella. En su adormecimiento, imaginaba a Brittany, estaba tan ansiosa por verla para decirle cuánto la amaba. Sólo abría los ojos de vez en cuando para mirar su Vacheron Constantin con ansiedad. La carretera estaba muy despejada, por lo que Artie recorrió el trayecto hasta la mansión en sólo dos horas.
Santana bajó y no se preocupó de abrirle la puerta a Elaine y mucho menos de esperarla, con un ademán le indicó a su chófer que lo hiciera él. Entró con el ánimo febril, cruzó el vestíbulo y el pasillo que llevaba al jardín a zancadas, desesperado por verla, y entró en la carpa. La buscó entre la gente y la vio: estaba de espaldas a la entrada hablando con su hermana.
La elegancia de su figura le nubló la vista.
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—Tranquila, ha llegado mi hermana.
Rachel la agarró del brazo mientras le alcanzaba una copa de champán.
Brittany empalideció y sorbió nerviosa.
—¡Será zorra! No te des la vuelta—exclamó Rachel, tenía sus ojos clavados en Santana con furia.
—¿Qué pasa? Me estás asustando. ¿Por qué maldecís así y ponés esa cara?
—Llegó con Elaine, está como una garrapata agarrada de su brazo.
—¿Qué? ¿Con esa zorra de plástico? Te lo dije, Rach, tu hermana no quiere saber nada más conmigo.
—¡Ah! Veo que a vos tampoco te cae bien, ¡cuántas cosas tenemos en común, Britt!
Brittany no aguantó más y se volvió furtivamente, necesitaba verla y encontrar su mirada.
Elaine se había aferrado al brazo de Santana, pero ella la miró con odio después de descubrir los ojos amenazadores de su hermana melliza. En el preciso momento en que Brittany se giró, Santana se deshizo de Elaine y la dejó sola en la entrada mientras saludaba a otros invitados.
—Vamos hasta la mesa, no quiero quedarme acá, me tiemblan las piernas y tengo ganas de llorar. Todo se terminó, estoy segura.
—No, no me hagas eso, Britt, no llores.
Rachel esa noche estaba del lado de la argentina y, si Santana estaba buscando venganza, no iba a ser su cómplice.
La orquesta estaba dispuesta en uno de los laterales de la enorme carpa, de espaldas a la Bahía de Mecox. Los invitados pululaban por la pista de baile, sin ocupar aún sus sitios, degustando los canapés que les ofrecían. Muchos que se habían enterado de la apertura de Mindland en Italia se acercaban a Santana para felicitarla, ella extendía la mano y contestaba de forma mecánica.
Quería desembarazarse de todos y ver a su chica de una vez.
Frente a la gran orquesta y separadas por la pista, se habían dispuesto las mesas en forma de U. En la central, estaban sentados el matrimonio López, los padres de Alfonso, Sue, Whitney y Brittany. Además, estaba libre el lugar designado a Santana y, a su lado, se habían sentado Rachel, Quinn y el matrimonio Looper.
Mientras Alfonso conversaba con su amigo, Whitney, que se expresaba muy bien en inglés, ya había hecho buenas migas con Serena Looper y con la señora Alma López.
Al final, Santana se excusó con los invitados que la detenían y esgrimió una disculpa para ir a saludar a su mamá y fue decididamente a su encuentro. Ésta resaltaba en la pista con su vestido rojo chillón. La abrazó por detrás y la llenó de besos.
Brittany las miraba desde una distancia prudencial.
Santana estaba muy elegante y distinguida, con su vestido verde, parecía una diosa griega, parecía el maniquí de un escaparate de la Quinta Avenida.
—¡Tanita! Hija querida, estaba preocupada al ver que no llegabas.
—Acá estoy, no me perdería tu fiesta de cumpleaños por nada en el mundo—volvió a abrazarla, la cogió de una mano y la hizo girar para admirarla—Estás hermosa, mamá, el rojo te sienta muy bien—le dijo guiñándole un ojo.
—Ya me lo dijeron unos cuantos hoy. Y mirá que yo que no me decidía por este color, pero Rach y Britt insistieron.
—Sin duda, fue una gran elección. Cerrá los ojos, tengo algo para vos que va a combinar muy bien con ese vestido rojo.
La mujer hizo caso de inmediato y Santana metió la mano en su cartera para sacar una caja negra con el logo de Bvlgari.
—Ya podés abrirlos.
Maribel le hizo caso y se encontró con el estuche, que cogió entre sus manos y abrió, para descubrir un anillo de platino con hileras de diamantes y un rubí en forma de gota.
—¡Tana, es hermoso!—exclamó su mamá y lo sacó de la caja para ponérselo.
En ese momento, Elaine se acercó a ellas.
—Feliz cumpleaños, Maribel.
—Hola, corazón, mira lo que me regaló Tana, ¿no es hermoso?
—¿Tu hija o el anillo?
Santana puso los ojos en blanco.
—El anillo, Elaine. Es obvio que mi hija también lo es.
Santana sonrió por compromiso, besó la mano de su mamá, volvió la cabeza, astiada de la presencia de Elaine, y se dio cuenta de que Brittany estaba sentada frente a ellas y las miraba.
Su corazón palpitó con fuerza.
—Sí, ambos son hermosos, tienes razón, y ese anillo es una verdadera belleza. San siempre ha tenido muy buen gusto. Pero, Maribel, mi saludo viene con un reproche porque no me has colocado en la mesa principal—protestó Elaine con un mohín.
—Lo siento, cariño, es que llegaron una amiga mía de Argentina y su hija y no me quedaban sitios libres, pero te puse al lado de Alison y Finn, y también estarás con Jake y Bree.
—No te preocupes, hoy estoy muy bromista—mintió ella, furiosa porque no estaba sentada con Santana, se sentía marginada.
—Vamos a sentarnos, mamá.
—Sí, querida, vamos y así les muestro mi regalo. Además, te quiero presentar a mi amiga.
Elaine las siguió y fingió que iba a saludar a sus padres. Rachel fue la primera en echarse en brazos de Santana, que la abrazó y la llenó de besos.
—Me vas a quitar todo el maquillaje y me vas a arruinar el peinado, hermanita, no seas tan efusiva.
—Te extrañé, no seas tan protestona.
Volvieron a abrazarse y Rachel aprovechó para hablarle al oído:
—Voy a matarte, ¿por qué llegaste con Elaine?
Santana no podía contestarle con sinceridad, así que sólo atinó a decir:
—Pura coincidencia, no te preocupes por nada.
Fue a saludar a sus abuelos y a Sue que, como siempre, la aduló, Santana era su preferido entre los López y ella no lo había disimulado nunca.
—Ay, doña Alma, ¡quién pudiera ser una veinteañera para tener posibilidades con esta jovenaza que tiene usted por nieta!
Santana le guiñó un ojo y le susurró al ama de llaves en el oído:
—Lo siento, querida, mi corazón ya tiene dueña, no tengo ojos para nadie más.
—¿De verdad?
—¡Chis! En un rato te la presento.
Se estrechó en un abrazo con su papá ofreció un cálido saludo al matrimonio Looper. Bob aprovechó en ese instante para agradecerle que hubiera ido a buscar a Elaine, cosa que aclaró las dudas de Brittany y Rachel. Después, su mamá le presentó a Whitney.
—Encantada, señora, realmente es un placer conocerla, no salgo de mi asombro. Es increíble que se hayan reencontrado a través de Britt, es extraordinario cómo se han dado las cosas.
—Yo también estoy encantada de conocerte, pero llamame Whitney. Fue una gran coincidencia que nos hayamos vuelto a encontrar con Maribel. ¿Sabés, Santana? Creo que es el destino, las casualidades no existen—Whitney le acarició la barbilla y le besó la frente—Es un placer conocer a todos los hijos de mi amiga.
Brittany le había esquivado la mirada en todo momento, estaba furiosa porque había llegado con Elaine a la fiesta, aunque al parecer no hubiera sido por decisión propia.
Santana la había dejado para el final adrede, pero mientras hablaba con Whitney, los ojos se le iban hacia ella. Estaba encantadora, particularmente hermosa, no había mujer más abrumadora en toda la fiesta, sólo ella, su Brittany.
—¿No saludás a Britt, cariño?—le preguntó su mamá.
—Por supuesto—contestó Santana y se dio la vuelta.
Brittany levantó la vista tímidamente.
—Hola.
—Hola, estás hermosa—le habló muy bajo para que sólo ella la escuchara y le dio un beso en la comisura de los labios.
—Gracias.
Rachel seguía toda la escena sin ningún disimulo.
Santana cogió a Brittany del brazo sin pensarlo y movió la silla para que se pusiera de pie, pillando a todos por sorpresa. Fijaron su atención en ellas con algo de desconcierto.
—Mamá—dijo Santana mientras obligaba a Brittany a levantarse—, Te pido que esperes unos minutos para dar comienzo a la fiesta, Britt y yo en seguida regresamos, no empieces sin nosotras—le advirtió antes de irse.
Santana la sacó hacia afuera y Rachel ahogó una risita. Estaba feliz, pero Alfonso la miró iracundo y, entonces, Maribel empezó a notar que algo extraño pasaba.
—Vos o tu hija, ¿me pueden explicar qué está pasando? Porque presiento que ustedes saben por qué Tana fue tan grosera con Britt, por poco se la lleva a rastras.
Whitney casi ni respiraba, su amiga era prácticamente la única de la familia que no sabía la historia y sintió pena por ella.
—No te preocupes—intervino—, No me pareció grosero, se ve que tenían que hablar.
—Tana nunca se comporta así, si lo conocieras mejor lo sabrías. Acá hay gato encerrado—le susurró.
Elaine estaba furiosa, se había quedado de piedra al lado de sus padres y Santana no le había dedicado ni una sola mirada.
Santana arrastró a Brittany hasta fuera de la carpa sin mediar palabra y, cuando la hubo alejado de las ciento cincuenta miradas curiosas, la cogió por la nuca y la cintura y la besó.
La aprisionó contra su cuerpo con desesperación y Brittany, aunque primero se quedó tiesa, luego respondió del mismo modo, se aferró a su cuello, le enredó sus dedos en el pelo y le entregó su lengua. Santana le engulló la boca, lo había ansiado desde que la había visto en la mesa y supo que tendría que sacarla de ahí porque necesitaba hacerlo sin privarse de nada.
Ese beso hubiera escandalizado a más de uno.
Después de un rato, cesaron en su frenesí y separaron sus labios.
—Ahora debemos volver, luego hablamos.
Pero Brittany se plantó en el césped, le dio un fuerte abrazo y cerró los ojos, como si no quisiera que Santana se le escapara.
Santana respondió de la misma forma, sólo deseaba tenerla entre sus brazos y huir de todo mal, pero debían volver.
—Te amo, mi amor, te amo, Sanny—le dijo clavando sus ojos azules en los oscuros de Santana.
—Yo más...—la tomó de la mano, le besó los nudillos y le sonrió de manera seductora—Todo va a estar bien—le aseguró.
De regreso a la mesa, le retiró la silla y se la arrimó para que se sentara. Por último, le ofreció una sonrisa y un guiño, cogió su mano y se la volvió a besar cuando se acomodó en su sitio junto a ella.
—Ahora, sí, mamá, podés dar comienzo a tu fiesta, ya estamos todos tus hijos—sugirió Santana, mientras Alfonso, por atrás y con una mueca chistosa, le indicaba que se limpiase de los labios los restos de carmín.
Santana sacó su pañuelo y lo hizo, Brittany quería enterrar su cabeza en el suelo.
—Voy hasta el micrófono, cuando regrese tenemos que hablar—le advirtió Maribel a su hija con un dedo en alto—Y vos dejá de ser tan poco disimulado—amonestó a Alfonso.
Elaine había seguido furiosa toda la escena desde lejos, se había retirado hasta su mesa y se estaba tomando el champán como si fuera agua.
El maestro de ceremonias pidió silencio y los instó a todos a que se colocaran en sus lugares. Cuando, por fin, se hizo el orden, los invitados estaban expectantes y Maribel subió fulgurante al escenario en medio de un aplauso general.
Sus hijos silbaban apasionados y agitaban su servilleta vitoreando a su mamá fuera de todo protocolo. Al final, muy emocionada, lanzó besos a sus hijos, agradeció a todos su asistencia y los instó a que comieran, bebieran y se divirtieran muchísimo.
La mujer bajó del escenario y volvió a la mesa entre saludos y felicitaciones. Después empezaron a llegar los camareros para servir el primer plato.
Alma, la mamá de Alfonso, se dirigió a su nieta mientras cortaba un bocado:
—Tana, aclarame algo, cariño, porque creo que estoy casi tan perdida como tu mamá. ¿Esta niña, hermosa y dulce, es tu novia?
Santana miró a la aludida, que estaba roja como un tomate, dejó el tenedor, le cogió la mano, se la besó y les dijo a todos:
—Sí, Britt y yo somos novias.
Rachel saltó despedida de la silla para abrazarlas.
Brittany estaba atónita.
Maribel no podía reaccionar.
—¿De verdad?—preguntó tocándose el pecho y un tanto incrédula por las palabras que había dicho su hija.
—Sí, mamá, ¿no te ponés contenta?
—Por supuesto, es que estoy a punto de llorar y se me va a correr el maquillaje.
—Entonces, no llores—le sugirió Santana—Y danos un abrazo en vez de lágrimas.
Uno a uno todos fueron felicitándolas, la mesa era un alboroto.
Whitney abrazó a su hija y también a Santana.
Brittany no podía creer lo que estaba pasando. Santana la tenía agarrada por la cintura y no paraba de besarle el pelo.
Sus hermanos, que estaban en la mesa de al lado, se acercaron después de que su mamá los llamara, para ver qué sucedía.
—¿Por qué tanta algarabía?—preguntó Finn.
—Es que tu hermana y Britt acaban de anunciarnos que son novias.
—¡Ah, eso! Felicidades, por fin se aclaran las cosas.
—¿Vos también lo sabías?—le preguntó su mamá atónita—, Porque estos dos sí eran conscientes—añadió señalando a su esposo y a su otra hija—Y no sé por qué presumo que Quinn y Alison también. ¿Quién más lo sabía? ¿O acaso yo era la única que no estaba al tanto?
—Yo no lo sabía—mintió Whitney en solidaridad con su amiga, para que no se sintiera tan descolocada.
Y Brittany pensó: «Yo tampoco lo sabía, Maribel, no te preocupes.»
—En realidad nadie estaba al corriente, mi amor—intervino Alfonso—, Sólo al tanto de que entre ellas había habido algo, pero recién ahora nos estamos enterando de que son novias.
—Sí, pero todos sabían algo menos yo.
—Tomátelo como un regalo de cumpleaños, mamá—trató de engatusarla Santana.
—Dejá de mentirme, hija, tu mamá siempre se entera de las cosas en último lugar.
—Maribel, no exageres, no es para tanto—la regañó Sue.
—Yo sigo sin entender—insistió la abuela—Estas relaciones que hay entre los jóvenes yo no las comprendo, ahora están juntos, se besuquean, y a veces algo más, porque yo no me chupo el dedo, pero no son novios hasta que lo anuncian.
—Abuela, ahora son novias formalmente, quieren compartirlo con todos nosotros. Antes, la relación sólo era entre ellas dos—intentó explicarle Rachel.
—Mamá, son adultos—le explicó Alfonso.
Santana se reía y Brittany estaba roja de vergüenza.
—En nuestros tiempos, para poder besar, primero teníamos que ser novios y pedir su mano. ¡Cómo han cambiado las cosas! ¡Ahora, hasta se van a vivir juntos antes de casarse!—exclamó el abuelo—Y que conste que sólo es un comentario, no critico a nadie.
—¡Ay, don López! ¡No va a negar que ahora es más divertido!—saltó Sue mientras le guiñaba un ojo, el abuelo se carcajeó.
—¡Ya lo creo!—asintió el hombre—Se lo pasan mucho mejor que nosotros.
La risa fue generalizada en la mesa.
Maribel y Alfonso inauguraron formalmente la pista al ritmo de In the Moon y demostraron ser muy buenos bailarines. Después de ovacionarlos, sus hijos se levantaron y bailaron con Maribel, hasta que ella terminó el baile con su esposo.
Tras la primera pieza, sonó Oceans Eleven y el maestro de ceremonias invitó a todos a bailar, Santana cogió a Brittany de la mano y la llevó hacia la pista.
—Estás hermosa con ese vestido, las luces de la fiesta parecen insignificantes a tu lado—Santana la miraba embelesada.
—Exagerada, vos también estás muy linda. Me dan ganas de comerte a besos.
—Hum, qué tentación—le susurró Santana con los ojos cerrados.
—No puedo creer que estemos bailando juntas y que hayas dicho lo que dijiste en la mesa.
—¿Querés ser mi novia?
—Creí que ya lo éramos, eso dijiste, pero sí, claro, acepto.
Se rieron, entrelazaron con fuerza sus manos y Santana se afianzó a su cintura. La orquesta siguió con Hit the road, Jack, y Santana no paraba de reírse y de besar a Brittany en la mejilla y en el pelo. Estaba feliz y la hacía girar en la pista para que se luciera y para que todos la envidiaran por estar a su lado.
Después, empezaron a tocar Love y una cantante la interpretó majestuosamente.
—Ésta es la canción de mis padres—le explicó Santana.
—Es bellísima.
Brittany se acercó a su cuello y la olió mientras daban vueltas; Santana era suya, sentía que flotaba entre las nubes mientras Santana la hacía girar y girar.
Para bajar un poco las pulsaciones de los invitados, empezó a sonar What a wonderful world.
—Te amo, Sanny.
—Yo te amo más, Britt-Britt.
—No nos separemos nunca más—le suplicó Brittany.
—Nunca más—le aseguró Santana.
Al rato, Santana le cantó al oído la siguiente canción, que fue interpretada en vivo por una pareja de cantantes:
Unforgettable, that’s what you are
Unforgettable though near or far
Like a song of love that clings to me
How the thought of you does things to me
Never before has someone been more
Unforgettable in every way
In addition, forever more, that’s how you’ll stay
That’s why, darling, it’s incredible
That someone so unforgettable
Thinks that I am unforgettable too
Unforgettable in every way
In addition, forever more, that’s how you’ll stay
That’s why, darling, it’s incredible
That someone so unforgettable
thinks that I am unforgettable too
Cuando la letra de la canción empezó a repetirse, Santana le habló:
—Te extrañé tanto, mi amor, me hiciste tanta falta, Britt.
—Yo te extrañé más.
—Mentira, porque me hiciste sufrir mucho.
—Yo también sufrí, San, vos también pudiste haber hecho algo para evitarlo.
—Chis, ahora no nos reprochemos nada, disfrutemos del momento, del aquí y ahora. Te prometo que hablaremos de todo—le dijo y la besó en la nariz, Brittany se aferró a su cuello—No puedo creer que te tenga otra vez entre mis brazos.
—Yo tampoco doy crédito a todo esto.
—¿Así que te venís a vivir a Nueva York?
—Con o sin trabajo, me quedo acá, tenelo claro.
—¡Ésa es mi chica!
—¿No estás cansada por el viaje?
—Estoy muerta, pero inmensamente feliz y nada me importa más que disfrutarte y compartir mi felicidad con mis seres queridos. Ha sido el viaje más espantoso de mi vida—siguió diciendo—, Sólo quería regresar. Sabía que estabas acá y sentía celos de toda mi familia porque estaban a tu lado, ¡y yo a millas de distancia!
—Pero estabas en cada uno de mis pensamientos.
Santana la miró y le dio un beso silencioso.
—Dios hizo un milagro y Tana parece feliz. ¡Estaba harta de verla tan triste!
Mientras bailaban, Alfonso y Maribel no podían dejar de comentar lo que acababan de vivir.
—Britt es una buena chica, hacen una pareja estupenda—afirmó él con rotundidad.
—Entonces, ella es la chica que nos dijo aquella noche que calificaba para novia y aún más, la chica con la que se había peleado, ¿verdad?
—Exacto, mi amor.
—¿Qué habrá pasado? ¿No sabés?
—Los demonios de Tana, como siempre. Pero Britt la va a iluminar y va a alejar a todos sus fantasmas.
—Nuestro hija está enamorada, ¡cómo la mira!
—Con cara de boba, sí, definitivamente creo que está enamorada.
—Nunca miró así a Dani.
—Vos y yo sabemos que no la amaba.
—Sólo le pido a Dios que pueda ser feliz.
—Lo será, mi vida, lo será tanto como lo somos nosotros.
Antes de que sirvieran los postres, Santana se llevó la mano a la cabeza y se apretó las sienes. Brittany advirtió su gesto de inmediato.
—¿Qué te pasa, mi amor?
—No doy más del dolor de cabeza.
—Es el jet lag. Vamos a mi habitación, tengo un analgésico para la migraña, se te pasará en un rato. Además, quiero ir al baño.
Subieron la escalera de la mano y entraron en el dormitorio de Brittany. Santana se apoderó de su boca en el mismo instante en que atravesaron el umbral, no pudo resistir la tentación y la tendió de espaldas en la cama mientras su lengua se metía sin permiso, le faltaba la respiración.
¡Ansiaba tanto acariciarla!
Bajó hasta su cuello y se perdió en el aroma de J’adore mientras la lamía. Siguió por su escote y llegó al nacimiento de sus pechos.
—Esperá, mi amor, yo también quiero, pero debemos regresar a la fiesta.
—Después, Britt, no me pidas que me detenga. Mirá cómo estoy—le dijo mientras empujaba su cuerpos contra Brittany y la miraba suplicante—Necesito aliviarme, te deseo demasiado.
Brittany le apartó el pelo de la cara, tomó su rostro entre las manos, la besó y luego le pidió:
—Cerrá la puerta.
Santana se levantó obediente y bloqueó la entrada, luego se quitó el vestidoy los zapatos. Brittany la observaba y Santana le extendió la mano para que se levantara. La giró para ocuparse de la cremallera de su vestido, la bajó y sus manos reptaron para deslizarle los tirantes, mientras le mordisqueaba el cuello.
Después la ayudó a que saliera de la prenda: no tenían mucho tiempo.
Casi se queda boquiabierta cuando le terminó de quitar el vestido, Brittany llevaba una lencería de infarto, un corsé de encaje transparente color caramelo, una diminuta braguita y un portaligas que sostenía sus medias.
—Britt, mi imaginación quiere hacerte tantas cosas, pero no vamos a tener tiempo, mi amor, debemos regresar para cortar el pastel con mi mamá.
Brittany se rió.
—Sé que tu imaginación no tiene límites, pero guardá esas ideas para después, ahora que sea rápido.
Santana se acercó, la besó y volvió a tirarla sobre la cama, bajó sus bragas y se las quito. Sin perder tiempo, le quitó las bragas a Brittany y se acomodó para que sus sexos se tocaran. Brittany estaba tan mojada que su humedad se mezcló con la de Santana.
Santana deseosa, levantó la cabeza para mirarla y cerró los ojos mientras emitía un suspiro y se quedaba quita sintiendo la perfecta unión, como siempre.
—Es mejor de lo que recordaba.
—Mucho mejor—convino Brittany.
Santana comenzó a moverse despacio y fue aumentando la intensidad de sus embestidas, mientras sorbía uno de sus pechos, que había sacado por encima del corsé y Brittany masajeaba uno de Santana sobre su sujetador.
—¿Te gusta, mi amor?
—Me encanta, te extrañé tanto, mi vida.
—Nunca más, nunca más vas a echarme de menos.
Santana la embistió con fuerza para reafirmar sus palabras y así siguió.
—Vos sos mía, Britt, mía y de nadie más. Me pertenecés, sólo yo puedo tenerte así, sólo yo puedo estar junto a vos. Tu cuerpo es mío, no quiero que lo desee nadie ni con el pensamiento.
—¡Chis! Mi amor, sólo vos, solamente vos, te lo juro—le susurró sobre sus labios calmándola porque parecía angustiada.
Santana arremetió con movimientos despiadados, a Brittany le dolía pero entendía que la había hecho sufrir tanto que era la forma que Santana tenía de castigarla. Y, de repente, empezó a disfrutar de ese castigo, ese que sólo Santana podía infligirle. Empezó a contraer su cuerpo, su orgasmo estaba muy próximo.
—Te siento, Britt-Britt, dejate ir, por favor, quiero ver tu cara en el momento en que te provoco un orgasmo. Lo soñé tantas veces, Britt, hacé que mis sueños se hagan realidad.
Las palabras de Santana detonaron en Brittany todas sus sensaciones, su boca, como una O mayúscula, dejó escapar el aliento que estaba conteniendo. Arqueó su espalda mientras se corría, cerró sus ojos extasiada durante unos instantes y luego los abrió y los clavó en los de Santana, sus manos se hundieron en su espalda.
Santana maravillada por el placer que Brittany sentía, ella también se dejó ir con un gemido profundo que resonó desde el fondo de su garganta. Tembló, se le erizó la piel y se quebró, porque supo que sólo podía llegar a sentirse así a su lado.
Santana, vulnerable, se puso a llorar como una niña.
—No me dejes más, Britt, nunca más te alejes de mí.
—No, mi amor, te juro que nunca más nos vamos a separar, no llores, por favor, no lo hagas, Sanny. No quiero que te sientas así, ya estamos juntas, unidas, mirá cómo estamos, siempre va a ser así.
Brittany también lloraba, comenzó a besarle en el rostro, tenía sus piernas enredadas a su cintura.
—Tenemos que volver, mi amor, debemos calmarnos.
Santana sorbió la nariz y asintió con la cabeza, se alejó a regañadientes y se metieron en el baño. Santana la ayudó con la cremallera del vestido y Brittany a ella, pero a ambas se le había corrido el maquillaje y necesitaban unos retoques.
—Tu cabeza, Sanny, ¿aún te duele?
—Es una coctelera.
—Hace un rato no te acordabas—bromeó Brittany.
—Hace un rato estaba perdida en vos, ahora regresé a la realidad.
Le dio una palmada en el trasero y le estampó un beso en su congestionada boca, maltrecha por su despiadado ataque. Mientras Brittany buscó un ibuprofeno Santana se arreglaba. Cuando se lo dio dijo:
—Andá vos, yo me quedo retocándome el maquillaje y voy en seguida.
—Pero no tardes.
Bajó la escalera, estaba feliz, iba arreglándose el vestido. En el vestíbulo se encontró con Elaine.
—¿Estuvo entretenido?—Santana la miró, pero no le contestó—¡Maldita!—le gritó, e intentó darle con el bolso de fiesta cuando pasaba junto a ella Santana se volvió, la agarró de un brazo y la zarandeó.
—¿Estás loca o qué te pasa?
—Conmigo te tomaste sólo cinco minutos, pero hace más de cuarenta minutos que estás encerrada con esa perra oportunista y tercermundista. Te amo, Santana—le confesó e intentó aferrarse a su cuello pero Santana la apartó—Te amo, me trataste como a una prostituta, ni siquiera te preocupaste por saber si había tenido un orgasmo, ¡eres un malnacida! Soy de tu misma clase social, ¿por qué siempre te atraen las más bastardas?—le chilló.
—Me parece que bebiste demasiado, Elaine. No quiero escándalos y tampoco que hables así de Brittany, ¿me has oído?—le espetó Santana enérgicamente y con los dientes apretados, pero conteniendo el tono de voz—Cuando pasó lo que pasó entre nosotras, pudiste parar. Te di la oportunidad, ¿te acuerdas? Ese día te di lo que habías ido a buscar: un polvo, nada más.
—¿Qué tal si le digo a ésa que llegamos juntas porque veníamos de revolcarnos en mi casa? ¿Que fui a buscarte al aeropuerto y follamos toda la tarde hasta que se hizo la hora de venir? ¿A quién te parece que creería?
Santana le apretaba el brazo con fuerza, quería partírselo.
—Hazlo, venga, no vas a ganar nada. Tú, de una u otra forma, jamás existirás para mí.
En ese momento, echó una mirada hacia arriba, no quería que Brittany la encontrara ahí y pensaba que Elaine, en ese estado, era capaz de cualquier cosa, así que la sacó hacia afuera del brazo. Mientras tanto, maldecía la noche en que se la había follado, no tendría que haberlo hecho porque esa loca podía traerle problemas.
Sacó su teléfono del bolsillo y llamó a Rachel.
—Vení para el frente de la casa, te necesito. Y hacelo sola, que no te vea Britt. Vení por atrás porque ella en cualquier momento va a bajar la escalera.
—¿Qué pasa?
—¡Mierda, vení rápido, te estoy pidiendo un favor!
Cuando su hermana llegó, encontró a Santana sosteniendo a Elaine, que no paraba de vomitar.
—¿Está borracha?
—Sí, pero por suerte ya está medio inconsciente, así que no hablará. Voy a buscar a Bob para que se la lleve, quedate con ella y, cuando venga, le decís que la encontraste vos. ¡Carajo, me salpicó todos los zapatos!
Sacó su pañuelo y se limpió con urgencia.
—Dale, hacelo pronto, Tana. ¡Por Dios, qué asco! Me va a salpicar el vestido. ¡Mierda, San, apurate!
Santana llegó a la mesa, Brittany ya estaba ahí, se acercó y le dijo al oído:
—Ya vuelvo, mi vida, esperame—la besó y se acercó a Bob para levantarlo de la mesa—Bob, Rach se encontró a Elaine descompuesta, cree que ha bebido mucho, me parece que será mejor que te la lleves.
—¿Elaine bebida?
—Sí, está con Rach en el frente de la casa, acaba de avisarme para que te lo dijera. ¿Querés que te acompañe?
—No, no hace falta, ya te tomaste demasiadas molestias hoy en ir a buscarla, quedate con tu chica.
—De acuerdo, lo siento.
Santana suspiró aliviada, temía que si Elaine la veía, estallara y empezara a decir estupideces otra vez. Intentando disimular, regresó a su asiento, cogió la mano de su novia y se la besó.
—¿Dónde está Rach, Tana?—preguntó Alfonso—Llegás vos y desaparece ella, después de esta tanda de baile queremos cortar el pastel.
—Ahí viene, mirá.
—Vamos a bailar Heaven, hermanita—le pidió Rachel y la arrastró hasta la pista.
—San, ¿me vas a explicar por qué me dejaste con ese muerto encima y por qué Britt no debía verme?
—¿Se la llevaron?
—Sí, estoy esperando el cuento.
—No hay ningún cuento, sólo te pedí un favor.
—¡Ah, no!—Rachel se paró en medio de la pista con los brazos en la cintura.
—¿Qué hacés?
—Estoy esperando que me expliques—Santana, la agarró otra vez de la cintura y la obligó a bailar, todos los miraban.
—Se puso pesada, eso es todo.
—No me digas que eso es todo. No quiero oír que te tirás a esa zorra porque te juro que te muelo a palos acá mismo.
—Me la tiré, una sola vez, ¡y maldita la hora!, fue un polvo de mierda y no me la puedo quitar de encima.
—Yo te mato, ella siempre te anduvo atrás, San, es obvio que ahora no te vas a poder deshacer de Elaine. ¿Qué pasó hoy?
—Empezó a gritarme y menos mal que bajé sola, porque la muy perra sabía que yo estaba con Britt arriba y nos estaba esperando. Me amenazó con decirle que hoy me había ido a buscar al aeropuerto y que llegamos juntas porque estuvimos en su casa. No hace falta que te diga haciendo qué, ¿verdad?
—¿Y estuviste con ella?
—¡No! Sólo pasó una vez y hace más de un mes.
—¿Y cómo la vas a frenar?
—Sobria es más manejable.
—Si querés seguir con Britt, mejor que así sea, porque una mujer despechada puede ser muy peligrosa y ésta, encima, se cree con derecho a mirar a todo el mundo por encima del hombro. Y no sé bien por qué, pero te aviso de que Britt no la traga. Te metiste en una buena, hermanita, Elaine no va a conformarse tan pronto con no tenerte.
—¡Gracias, Rach, no me ayudes tanto!
—¿Cómo pudiste, San? ¿Cómo?
—Lo mismo me pregunté en el preciso instante en que salí de encima de ella.
—Finn tiene razón, Santana, vos vivís con las manos sueltas.
—Eso era antes de Britt.
—¡Antes de Britt!—exclamó Rachel incrédula y un tanto ofuscada—Me estás diciendo que fue hace un mes y para entonces ya conocías a Britt.
—Estaba enojada con ella y Elaine me vino como anillo al dedo.
—No me cuentes más, tu eres como los hombres, estoy segura que eras uno antes de nacer. Sólo piensan con en sexo cuando están enfadados y así se cometen las peores cagadas.
Quinn se acercó a ellas cuando terminó la canción.
—¿Puedo bailar con mi hermosa esposa?
—Toda tuya, cuñada.
Santanal volvió con Brittany, la besó en el pelo y se sentó junto a ella.
—¿Estás aburrida?
—No, mi amor, estaba mirándote embobada mientras bailabas con tu hermana y charlando con tu abuela y Sue. ¡Pobre, tu abuelo ya está cansado, se está durmiendo!
—Es que él normalmente se acuesta más temprano.
—Eso mismo me dijo Alma. ¿Se te pasó el dolor de cabeza?
—Sí, no me había ni dado cuenta, pero ya se me pasó.
Santana sirvió champán para las dos, bebieron y luego se puso en pie y le dijo mientras le guiñaba un ojo.
—Bailemos, mi amor.
Sonaba Something stupid y luego empezó Stranger in the night.
—Mi amor, la letra de esta canción parece nuestra historia, así es cómo nos conocimos—le dijo Santana.
—Tenés razón, es nuestra historia. A veces me pregunto si es normal amar tanto como te amo.
—¿Me amás mucho?
—¡Muchísimo! Aun cuando pensaba que no tenía derecho alguno sobre vos, seguía haciéndolo.
Alfonso las fue a buscar cuando empezó a sonar Fever.
—Vamos, Tana, cuando termine esta canción, entramos con el pastel, tu abuelo ya se está durmiendo.
Brittany le dio un beso en la mejilla y sonrió por el detalle que preparaban para Maribel. Empezó a caminar para ir para la mesa pero Santana la detuvo.
—Vos también, mi amor, vamos.
—¿Yo?
—Sí, todos, Bree ya fue a por los mellizos, vamos—la animó Alfonso.
Brittany no podía dar crédito a tanta felicidad.
El tiempo de baile se acabó, encendieron las luces para que los que aún estuvieran haciéndolo se situaran y, cuando todos estuvieron colocados en su lugar, las luces volvieron a apagarse y un foco iluminó la entrada. Los acordes de Happy birthday, interpretada por Frank Sinatra, empezaron a sonar y se abrió la puerta.
Los cuatro hijos de Maribel y su esposo empujaban una mesa con un enorme pastel de cinco pisos con bengalas chispeantes y lleno de flores. Alma y Pedro López, Sue, Alison, Bree con los niños en brazos, Quinn y Brittany las seguían.
La homenajeada no paraba de llorar, su marido fue a buscarla y ella tomó a sus nietos para tomarlos en brazos. Dio un beso a cada uno de los que estaban en la pista y le dijo a Brittany:
—Bienvenida a nuestra familia, querida.
—Gracias, Maribel, me siento muy feliz de poder compartir este momento con vos.
Santana las abrazó a ambas con orgullo.
Se hicieron las fotos familiares y cuando la niñera se hubo llevado a los bebés, la orquesta comenzó a tocar New York, New York , y la gente salió a la pista a bailar.
Alrededor de las cuatro de la mañana, ya todos se habían ido. En el salón montado en la carpa, sólo quedaban los cuatro hermanos con sus parejas, conversando y tomándose la última copa de champán.
Finn había pinchado una selección de temas lentos de los años ochenta y noventa.
Santana estaba recostada sobre el torso de Brittany, que la abrazaba contra su pecho, y con las piernas apoyadas en otra silla. Le acariciaba su mano con el dedo pulgar, mientras Brittany jugaba con su pelo.
Rachel hablaba recostada en el pecho de Quinn, el sueño estaba venciéndola.
Bree, en actitud amorosa, estaba sentada en el regazo de su esposo.
Finn y Alison abrazados muy juntos.
Todos se sentían exhaustos.
—Hermanita, estás destruido—le dijo Finn a Santana—, ¡Tenés unas ojeras!
—No doy más, estoy pasada de vueltas. Hace treinta horas que estoy despierta, jet lag incluido. Me duele cada milímetro del cuerpo.
—Rach, vamos, te quedaste dormida, vámonos—le pidió Quinn, pero estaba tan vencida por el sueño, que la tomó en sus brazos y se la llevó.
—¿Cómo van los preparativos para la boda? La próxima fiesta será la de ustedes, ¡queda nada!—exclamó Bree.
—Ahora que lo pienso, tenés razón—confirmó Alison mientras besaba a Finn en los labios—¡Y aún faltan tantas cosas...!
—¿Dónde es la boda?—se interesó Brittany.
—En el Four Seasons.
—Debés de tener todo más o menos solucionado, ¿no?
—¡Con lo que costó!—se quejó Finn—, ¡Espero que pongan un lacayo a cada lado de las mesas!
—No seas malo, amor, se supone que uno se casa sólo una vez.
—Sí, claro, uno tendría que ser muy estúpido para gastarse dos veces la misma cantidad de dinero—bromeó Jake y todos rieron, menos Alison.
—Tuvimos muchas reuniones con la coordinadora de bodas—explicó Alison—Es un amor y nos atendió hasta que nos pusimos de acuerdo en todo.
—¿La ceremonia también la van a hacer ahí?
—Sí, Britt, sólo la religiosa con un representante católico, pero luego tenemos que pasar por la iglesia para ratificar los votos, ya que para la Iglesia católica sólo son válidos los matrimonios dentro de un edificio sacro.
Alison acarició el rostro de su prometido y volvió a besarlo.
—Sí, en eso la Iglesia es muy estricta, salvo en casos extremos. ¿Dónde se casaron ustedes?—interrogó Brittany a Bree y Jake.
—Ah, nuestra boda fue más sencilla, la hicimos acá. Vino una jueza y nos casamos sólo por lo civil. La mansión estaba recién comprada y fue la primera fiesta que se hizo, ¿verdad, mi amor?
—Sí, así es, además la ceremonia fue bastante íntima, éramos muchos menos de los que estábamos hoy acá.
—Y Rach se casó en Miami—le contó Santana y empezó a reírse despabilándose de golpe—Hizo la ceremonia en la playa.
Todos estallaron en una carcajada porque ya sabían lo que venía.
—¡Teníamos arena hasta en el trasero!
—Hablábamos y tragábamos arena—añadió Finn y todos se desternillaron.
—Sí—aseveró Jake—, Me restregué tanto los ojos que no pude ver la ceremonia.
—Yo era una de las damas de honor—le explicó Alison—Aquel día había un viento de locos, pero Rach se empecinó igual en hacer la boda en la playa. La coordinadora estuvo tratando de convencerla hasta el último momento de que la celebraran adentro, pero no pudo.
—Mamá tenía puesta una capelina y terminó sosteniéndosela con las dos manos porque se le volaba—contó Santana a carcajadas—Y la abuela protestaba tanto que no la podíamos hacer callar. ¡No sabés lo que fue eso! Parecíamos los protagonistas de Rústicos en Dinerolandia, todo muy lujoso pero totalmente desubicado.
—Sí es cierto.
Finn se agarraba la barriga y lloraba de la risa, y Brittany se había contagiado y se reía con ellos imaginando la escena.
—Las telas y las flores se volaban y el presbítero que ofició la ceremonia no podía hablar. ¡Era una escena desternillante!
—¡Pobre! Yo me muero si me llega a pasar una cosa así el día de mi boda.
—No te preocupes, Britt. Rach ni se enteró hasta que se lo contamos y lo negó todo hasta que vimos el vídeo. Ella sólo quería que la ceremonia fuera en la playa. ¡Por Dios, paren porque no puedo más de risa!—dijo Jake—¡Qué pena que se haya ido y no la hayamos podido hacer cabrear!
—En realidad, la que se salvó fue Quinn—señaló Finn—, Porque después se la agarra con ella. Quinny, esto, Quinny, lo otro.
—¡No me digan que son los típicos torturadores de hermanos menores!—protestó Brittany.
—No, cuando se juntan siempre torturan a alguien, no importa a quién. También lo hacen entre ellos, andá preparándote porque, cuando entren en confianza con vos, también te va a tocar y será mejor que no demuestres tu enojo, porque no tienen fin—le advirtió Bree.
—Mejor nos vamos a dormir—concluyó Santana—, Me duermo sentada.
Se levantaron todos y fueron hacia el interior de la mansión todavía entre risas, mientras subían la escalera.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
Al fin se reconciliaron!!!!!!
Me preocupa Elaine.
Saludos
Me preocupa Elaine.
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
ok santana no esta para mas secretos, asi que a contarle a britt lo que paso con la arpia esa!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
monica.santander escribió:Al fin se reconciliaron!!!!!!
Me preocupa Elaine.
Saludos
Hola, siiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!!!!!!! ya era hora igual ¬¬ ajajajajaj. Aaaa esa :@ ni que se meta! Saludos =D
micky morales escribió:ok santana no esta para mas secretos, asi que a contarle a britt lo que paso con la arpia esa!!!!!!
Hola, jajajja nop! tiene que! y tiene que ser ahora! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal I: Seducción (Adaptada) Cap 23
Capitulo 23
El dormitorio de Santana tenía vistas a la piscina y a la bahía de Mecox, el techo artesonado y una decoración sobria, en tonos azules y cremas. Los muebles eran oscuros, de estilo inglés, y combinaban muy bien con la simplicidad de los sofás modernos.
Brittany entró primero y, mientras ella se alejaba, Santana se quedó mirándola embobada, admirando una vez más su cuerpo envuelto en ese magnífico modelito.
Cuando Brittany salió del baño, traía el vestido colgando en el brazo y lo dejó con esmero sobre el sillón. Santana también estaba desvistiéndose y no le quitaba el ojo de encima. Brittany se contoneaba de manera muy sensual. Caminó hasta la mesilla de noche y dejó el reloj y los pendientes.
—Vení acá, Britt-Britt, dame un beso—le extendió una mano y Brittany se acercó y se aferró a su cuello, le dio entrada a su boca con sabor a menta, ya que recién acababa de lavarse los dientes, y enredó su lengua fresca a la de Santana.
Santana la tenía aprisionada contra su cuerpo, como una posesa, en medio de la habitación. Bajó uno de sus brazos para acariciarle el muslo, luego bajó el otro, llevó ambas manos hasta sus glúteos y le enterró los dedos en el trasero apretándoselo con fuerza.
Le separó las nalgas para saciar sus ganas, esas que habían quedado pendientes el día que ella había llegado a Nueva York y Santana la había visto con esas mallas ajustadas. Necesitaba oprimirla y calmar esos sentimientos de posesión que surgían en ella cuando estaba en contacto con su cuerpo.
Brittany desenredó sus manos del cuello de su novia, comenzó a desabrocharle el sujetador y acarició sus pechos con desesperación. Sus dedos ardían sobre Santana y sus labios, aún más. Le besó los pezones, la olió embriagándose con su perfume y, sosegando el desenfreno, descansó su rostro en Santana.
Había extrañado tanto ese contacto...
No había otro lugar en el mundo donde Brittany pudiera sentirse más cobijada que en su pecho. De pronto, se sintió frágil y se echó a llorar.
—Mi amor, no llores, hoy es un día muy feliz. Estamos juntas otra vez—la tranquilizó Santana mientras le besaba la coronilla y le acariciaba la espalda.
—Lo sé, por eso lloro, porque estoy feliz, porque no hay mejor lugar que tu pecho para buscar consuelo y también porque tengo miedo de que no siempre sea así. No quiero volver a sentirme como cuando me faltabas.
—Nunca más nos volveremos a separar, Britt-Britt, no llores, por favor.
Santana le levantó la cara, le secó las lágrimas con sus dedos y la besó en los labios.
—Vení.
Brittany caminó a su lado hasta la cama y corrió el edredón y las sábanas, Santana, con un mando a distancia, subió la temperatura del hogar de gas. Luego terminó de quitarse las bragas. Brittany la esperaba pacientemente sentada sobre el colchón. Santana recorrió los pasos que las separaban y se agachó para quitarle los zapatos.
—¿Parece que hicimos una inversión acá?
—Me di un gusto.
—Te voy a comprar todos los que quieras, voy a hacerte muchos regalos—le dijo mientras le quitaba los Louboutin y le masajeaba los pies.
—Vos sos mi regalo, Sanny, no necesito nada más.
—Pero yo quiero colmarte a regalos—le besaba las piernas por encima de las medias—Durante el tiempo que estuvimos separadas me angustié mucho pensando en que no te había obsequiado nada que te hiciera acordar de mí.
—Te equivocás, me habías regalado tus caricias y tus besos, que se habían quedado impregnados en mi cuerpo.
Santana se tendió sobre Brittany, le apartó el pelo, se lo puso tras la oreja y la besó. Mientras bebía de su boca bajó las manos hasta sus piernas y le desabrochó los ligueros.
—Estás hermosa con este corsé y estos ligueros—afirmó sobre su boca.
—Me los compré pensando en vos.
—Te voy a regalar muchos, me gusta cómo te quedan.
—A ti tampoco se te verían mal, Sanny.
—Para mí también entonces.
Santana sacó sus pechos por encima del corsé y se apoderó de ellos, los lamió, sopló sobre ellos para que sus pezones se endurecieran y entonces los tomó entre sus dientes y luego los succionó. Después de un rato de lamerlos y apretarlos con frenesí, los abandonó y le sacó la diminuta prenda interior.
—Sacate todo, por favor—le musitó.
Brittany se arrastró con sus codos hacia atrás y se desabrochó el corsé, su cuerpo había quedado sólo cubierto por las medias.
—Quiero sentir toda tu piel sobre mi piel—le susurró Santana mientras se arrodillaba y le quitaba las medias con habilidad.
—Quiero lo mismo, mi amor.
Se fundieron en un abrazo y en un beso y entrelazaron las piernas. Santana le lamió el cuello y le mordió el hombro desordenadamente. Brittany la apartó un poco y le pidió que se pusiera boca abajo, quería mimarla y recorrerla con sus besos.
Le besó la espalda de punta a punta, comenzó con su lengua por los omóplatos y después por la columna, hasta que llegó a sus perfectos glúteos. Siguió bajando para lamer sus muslos, recorrió sus piernas con la lengua y llegó a los gemelos.
Santana amortiguaba sus gemidos de placer entre las almohadas, Brittany la estaba enloqueciendo.
Cuando tuvo suficiente, la hizo dar la vuelta y dibujó un camino de besos por sus pechos. Santana estaba tan fibrada que podría haberse dado con ella una clase de anatomía.
Finalmente se apoderó de su vagina con la boca, ya estaba más que húmeda y, cuando le medio la lengua hasta el fondo un profundo gemido salió de su garganta.
—Britt, mi amor.
Brittany levantó la cabeza sin dejar de saborearla y la miró maliciosamente, después resbaló su lengua por su clítoris y lo mordió. Su ataque despiadado estaba llevándola al límite, su agarre era muy sólido.
La acariciaba con los dedos y con la boca, la extasiaba, su boca era perfecta, abrumadora.
—Esperá, mi amor, no quiero terminar en tu boca.
Poderosa, se arrastró por encima de Santana y se hizo con sus labios. Santana la abrazó y la besó con desesperación, a continuación rodó para quedar encima de Brittany y apresarla con el peso de su cuerpo. Le pasó la lengua por el canalillo de sus pechos hasta llegar a su abdomen, donde se entretuvo con dulces y húmedos lametazos, enterró su lengua en el ombligo y siguió bajando hasta llegar a su clítoris: lo lamió rodeándolo, lo sopló y finalmente lo mordió, estaba hinchado y listo para ella.
Mientras la saboreaba, metió dos dedos en su vagina —estaba tan mojada que sus dedos salieron empapados—, se los pasó por los pezones y se estiró para lamerlos, acto seguido regresó al clítoris y siguió torturándola con su lengua y sus dientes, mientras sus dedos entraban y salían de la vagina acompasados.
—Por favor, San, por favor.
—Por favor ¿qué? ¿Qué querés?
—A vos, te quiero a vos.
—¿Qué querés de mí?
—Te quiero dentro de mí.
—Estoy dentro de ti.
—No, pero no así. Quiero que estés junto a mí.
Santana se arrastró sobre Brittany y unió sus sexos mientras la penetraba con tres dedos despacio. Su vagina la envolvía, la acariciaba, la perdía.
Se tomó su tiempo para que Brittany sintiera lo profundo que sus dedos llegaban. Entonces, Brittany reaccionó y con desesperación se aferró a su espalda, bajó sus manos hasta su trasero y la aprisionó contra su pelvis con energía.
—¿Así, mi amor? ¿Así me querés?
—Sí así.
—Sí, mi vida.
Empezó a moverse, Santana salía despacio y entraba fuerte, emergía lentamente y volvía a penetrar en Brittany con una estocada. Luego empezó a moverse con fuerza, después paraba y cambiaba el ritmo... Brittany empezó a contraer su cuerpo.
—Esperá, Britt, esperá, aún no quiero que termines.
Se quedó quieta dentro de Brittany, luego salió y le dio la vuelta, la puso a cuatro patas, por lo que su vagina y su trasero quedaron expuestos. Le acarició la vulva, primero introdujo un dedo y luego otro, que entró y salió de Brittany varias veces, después se chupó sus dedos mojados por los fluidos de Brittany.
—Hum, estás riquísima.
Brittany se contorsionaba con sus caricias y sus palabras. Santana volvió a meter sus dedos en la vagina y luego la sorprendió enterrando su dedo meñique en el ano.
—San...
Contrajo los glúteos por instinto y giró su cabeza para mirarla a los ojos.
—¿Te duele?
—No.
—Relajate, sólo te voy a hacer esto. Tranquila, relajate y disfrutá de mi caricia, sólo quiero hacerte sentir mucho más, ¿te gusta?
—Sí, San, sí, mi amor.
—Te quiero toda para mí, lo iremos preparando, quiero tu culo, Britt, y tú tomaras el mío, nos pertenecemos.
Sacó su dedo y lo enterró varias veces más, Brittany gemía excitada por la intrusión. En ese momento, Santana con su otra mano volvió a perderse en su vagina.
Brittany estaba extraviada, Santana la había desequilibrado.
—Tomame, San, tomame fuerte, más fuerte, por favor.
Le pedía, le ordenaba y se movía hacia atrás para encontrarla cuando Santana se metía en ella.
Santana le hizo caso y empezó a moverse duramente, Brittany mientras ahogaba sus gritos en la almohada, movió su mano y penetro a Santana y ella ahogaba sus gritos en su espalda.
Terminaron juntas.
Mientras sus humedades se mezclaban, Brittany seguía moviendo sus dedos ferocidad hasta que Santana se volvió a correr.
Luego, extasiadas y sin fuerzas, Santana se dejó caer contra su espalda.
—Te amo, Britt, te amo, mi vida.
Le apartó el pelo desparramado sobre su rostro y la besó en la mejilla.
—Yo también te amo—le dijo Brittany sin aliento.
Santana se apartó, estiró la mano, recogió las mantas para taparlas a ambas y se quedó de lado mirándola a los ojos.
Se acariciaron los rostros en silencio, resiguieron con los dedos los labios, la nariz, los ojos, se admiraron profundamente después de tanto tiempo, hasta que Brittany le acarició la frente y rompió el silencio:
—Quiero estar siempre acá, adentro de tus pensamientos.
—Y yo en los tuyos.
Brittany suspiró sonoramente y le preguntó:
—¿Por qué, mi amor, por qué no me gritaste la verdad aunque fuera de cualquier forma?
Santana cerró los ojos y tomó una profunda bocanada de aire.
—Porque me enojó mucho tu desconfianza. Durante los últimos días ya no sabía cómo hacerte entender que te quería, no sabía cómo demostrártelo y porque creí...—se quedó callada y volvió a cerrar los ojos.
—¿Qué creíste, Sanny? Decímelo todo, ahora es el momento—le dijo Brittany y le acarició los labios.
—Creí que ése era mi castigo, que vos no creyeras en mí era mi castigo.
—¿Castigo? ¿Por qué? No te entiendo, mi amor.
—Porque yo le hice mucho daño a Dani, yo no la amé como ella a mí, no la hice feliz y ella se murió desgraciada. Lo único que hice por ella fue casarme en la cama de un hospital, tres meses antes de que muriera... Ya sabés que murió de cáncer.
—Sí, lo sé, pero ella murió feliz porque era tu esposa, Sanny, mi amor, ¿te parece que hiciste poco? La acompañaste y estuviste a su lado hasta el último momento.
—Es lo que me dicen todos, pero no fue suficiente. Fue espantoso verla morir cada día. Cuando empezó a despedirse porque se daba cuenta de que se estaba muriendo, se me desgarraba el alma.
—Pero no lo podés cambiar, vos estás viva, mi amor, viva para sentir cuánto te amo. No quiero sonar egoísta, pero te necesito, a vos, tu amor, tus caricias, necesito tu paciencia, tu sonrisa y tus hoyuelos, te necesito entera.
—Y yo a vos, Britt-Britt, y te amo tanto que ahora me doy cuenta de que a ella nunca la amé. Sé que la quise y que le profesé un cariño, producto de tantos años de amistad, pero nunca la amé con la desesperación con que te quiero a vos, rubia, y por eso estoy intentando entender que no pude darle más, porque uno sólo puede darle más a la persona que ama. A vos quiero darte todo, todo... el cielo, las estrellas, lo que me pidas, mi amor, quiero poner el universo a tus pies.
—Vos sos mi cielo, mi estrella y mi universo, Sanny.
—Y vos sos el mío, nunca pensé que se podía extrañar tanto a alguien. ¡Cómo te eché de menos, Britt! No te hacés a la idea de lo mucho que me hacías falta—se besaron con dulzura y Santana siguió—Reconozco que tuve mucha parte de culpa. Te cansé con mi desconfianza y prometo que nunca más voy a dudar de vos.
—Creo que ninguna de las dos quiso ver más allá de su dolor. Yo tendría que haberme dado cuenta de que eras sincera, pero me obcequé y te comparé con Lauren. Quiero decirte algo, necesito que lo sepas, cuando te dije eso fue porque estaba muy enfadada. Después me di cuenta de que vos no sos igual que ella, incluso antes de saber la verdad. Por otro lado, también me di cuenta de que por ella nunca había sentido un amor verdadero. Cuando me engañó, yo sólo podía sentir enojo, humillación, vergüenza y, después, fastidio, odio y rencor, me sentía traicionada. Por vos, mi amor, nunca sentí todo eso. Estaba desesperada, angustiada, vacía, herida, sabía que nadie me podría besar como vos, que nadie me iba a hacer vibrar así y eso me enojaba aún más. A pesar de saber que estabas casada, y de suponer que me habías engañado, San, yo seguía amándote y deseándote, no era capaz de odiarte. Voy a confesarte algo que me da mucha vergüenza, pero te pido que cierres los ojos. No me mires que me agarra la timidez.
—Está bien—convino Santana y cerró los ojos.
Brittany se los besó e hizo una pausa antes de confesarle:
—Me masturbaba pensando en vos—Brittany se tapó la cara con las manos—Ya está, ya te lo dije.
—No te tapes la cara.
—Sí, seguro que te estás riendo.
—No me río.
Brittany la espió por entre los dedos.
—¿Lo ves? ¡Te estás riendo, con esa cara de vanidosa que ponés!
—No me río, ¡mirá qué seria estoy!—protestó, pero no podía, su sonrisa se escapaba y, al final, rieron ambas.
—Yo también lo hice, en tu honor. Me imaginaba que estaba con vos y me sentía mejor. Aunque después también me enojaba, porque quería olvidarte y no podía. ¿No estuviste con nadie, Britt?
—Con nadie, no hubiera podido, sólo quería estar con vos—Brittany hizo una pausa.
—¿Qué?
—No quiero mentirte—Santana se puso alerta—, Espero que no te enfades, pero le di un beso a alguien.
La cara de Santana se transfiguró y, sin ser consciente de ello, la aprisionó contra su cuerpo.
—No me digas que al idiota ese, al corredor de bolsa.
—¿Cómo sabés que es corredor de bolsa?
Santana se sentó enfurruñada en la cama y se pasó la mano por el pelo.
—Saqué sus datos por la matrícula del coche. ¿Le diste un beso, Britt? ¿Cuándo le diste un beso? ¿De dónde lo conocés?—la interrogó con tono rudo.
—Éramos compañeros de secundaria. Nos encontramos en Mendoza durante las vacaciones y él me dio medio beso.
—Los medios besos no existen, no me vengas con eso.
—No te sulfures, ¿ves? ¡Yo quiero ser sincera y mirá cómo te ponés!
—¿Y cómo querés que me ponga? Si me entero de que mi novia se anduvo besuqueando con otra persona.
—No me anduve besuqueando, ¿podés escucharme?—Brittany le cogió la cara y la obligó a mirarla—Él me besó y yo lo dejé avanzar.
—¿Y decís que no fue un beso?—gritó Santana poniendo los ojos como platos.
—Esperá, no te imagines que fue como los besos que nos damos nosotras.
—¿Ah, no? ¿Y cómo fue?
—Fue un beso casto, cuando él quiso buscar mi lengua...—Santana la miró con odio—No me mires así y dejame que termine. Cuando él quiso buscar mi lengua, yo primero la aparté, después...
—Después ¿qué?
—¿Ves? Lo hacés más difícil si me mirás así.
—¿Y qué querés? ¿Que esté contenta mientras me contás cómo fue el beso con otra persona?
—Sí, porque cuando le ofrecí mi lengua, me dio asco y la aparté. Yo sólo quería saber si podía besar a otra persona y sentirme como cuando estaba con vos, pero me di cuenta de que no, de que nunca sería así. Vos sos la única que me besa, la única que me tiene en cuerpo y alma. ¿Estás conforme ahora?
—Un poco—tardó en contestarle—, Pero lo besaste. Prometeme que nunca más lo vas a volver a ver.
—Te lo prometo, nunca más.
—Mirá que si me entero de que lo volviste a ver no te lo voy a perdonar.
—No lo voy a ver más, te lo juro por nuestro amor.
Brittany se sentó a horcajadas sobre Santana y ella la abrazó y le cubrió la espalda con la manta. La temperatura había bajado y, a pesar de que la calefacción estaba al máximo, el frío se sentía. La besó y le mordió el labio hasta que le hizo daño.
—Esta boca es mía, ¿me oíste?
—Sí, mi amor, es tuya—se quedaron mirándo en silencio, hasta que Brittany lo rompió—¿Y vos? ¿No estuviste con nadie?
—Con nadie.
—¿Segura? ¿Ni un beso?—Brittany la miró calculando su respuesta.
—Segura.
Santana pensó que no podía decirle lo de Elaine, porque ellas trabajarían juntas y era mejor que no se enterara.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Por supuesto.
—¿Por qué llegaste con Ealine? Me cae mal y presiento que yo a ella también, siempre me mira con desprecio.
—Porque no le arrancaba el coche y mi tío, que no es mi tío, pero es como si lo fuera, me llamó y me pidió si la podía traer. Sólo le hice un favor tanto a él como a ella, que es como si fuera mi prima. Nos criamos juntas, Britt, Elaine es como una prima para mí.
—Pero no lo es.
—Pero yo así lo siento.
«¡Mierda, espero que no le funcione el sexto sentido!», pensó, luego la engatusó con otro beso y volvieron a hacer el amor.
Aunque estaba destrozada, Brittany se durmió antes que ella y es que aún debía hacer algo más antes de dormirse.
Cuando estuvo segura de que Brittany se había sumido en su sueño, se levantó a hurtadillas y buscó en su bolsa, sacó un estuche de color turquesa de Tiffany & Co, lo abrió y volvió a admirarlo: dentro de él había un anillo de compromiso.
Santana pretendía ponérselo mientras dormía para que, cuando despertara, se encontrara con él en el dedo, entonces le pediría matrimonio. Le pareció una forma bonita y original de sorprenderla, con el anillo en su mano como por arte de magia.
Quería ver su expresión de asombro cuando lo descubriera.
Tomó suavemente su mano y le colocó la joya. Le quedaba de maravilla y cuando se la vieran puesta, se dijo, todos sabrían que Brittany tenía dueña, que era suya. Santana también se había comprado uno igual, para que supieran que ella era de Brittany.
Le besó el anillo, se acurrucó a su lado y se obligó a dormir.
Era mediodía y Brittany y Santana aún dormían abrazadas.
—Tana... Britt... despiértense, ¡vamos a almorzar—las llamó Rachel dando golpecitos en la puerta.
—¿Sí?—contestó Santana adormilada.
—¡Dale, hermanita! Levántense que vamos a comer, mamá me mandó a buscarlas, ya están poniendo la mesa.
—¡Vamos!—gritó Santana mientras besaba a Brittany para despertarla.
—No, no. Tengo sueño—protestó Brittany.
—Vamos a comer con mi familia, dale. Yo también querría quedarme acá, pero están todos abajo.
Acto seguido se levantó, se puso la ropa interior y abrió las cortinas. El día era bellísimo, el cielo estaba diáfano y contrastaba con el azul de la bahía a lo lejos.
Se estiró frente a la ventana.
Brittany seguía remoloneando en la cama.
—Vamos, dormilona.
Volvió y la besó en la frente. Luego se fue al baño y buscó algo de ropa que ponerse.
Brittany se sentó en la cama a regañadientes. No tenía ahí su ropa, así que se puso una bata de Santana que le quedaba muy corta y fue a su dormitorio a cambiarse.
Se vistió como una autómata, se calzó unas mallas, unas botas de caña alta con tacón, un suéter negro con la manga tres cuartos y el cuello vuelto y un cinturón del mismo color que las botas.
Aún estaba muy dormida.
Cogió una toalla desmaquillante y se sentó en el borde de la cama para pasársela por la cara sin mirarse siquiera al espejo. Después fue al baño, recogió su pelo en una cola y se lavó los dientes, y luego bajó.
Estaba cansadísima y le dolía el bajo vientre.
Se palpó mientras recordaba lo rudas que habían sido la noche anterior y, a pesar del malestar, sonrió.
Fue hacia el comedor, donde ya estaban todos, sin despabilarse del todo. Ofreció un buen día generalizado que todos respondieron y se acercó a su mamá. Whitney la besó en la frente y ella se colgó de su cuello.
—¡Qué cara, hija!
—Tengo mucho sueño, mami.
Santana, por el contrario, estaba radiante y expectante, era obvio que Brittany aún no había descubierto el anillo.
Brittany saludó a Maribel, que la cogió del mentón y le dijo:
—Estás terrible, mi vida—se acercó a su oído—Parece que anoche mi hija no te dejó dormir.
Brittany dejó escapar una risita: esa mujer realmente le hacía mucha gracia, era muy fresca y nunca resultaba atrevida por la forma en que decía las cosas.
Estaban todos sentados a la mesa, Santana a su lado.
—¿Te sirvo agua con gas?
—Por favor, mi amor.
Le encantaba que le dijese «mi amor y Sanny». Brittany tomó el vaso con la mano izquierda y se lo llevó a la boca y, en ese mismo momento, Rachel pegó un grito y Santana se dio cuenta de que su hermana había descubierto el anillo. Intentó hacerle una mueca pero ya era tarde, porque Rachel había cogido la mano de Brittany y le preguntaba:
—¿Cuándo te dio esto mi hermana?
Todos miraron la mano de Brittany y ella empezó a llorar a mares, de forma desconsolada. Se dio la vuelta, la abrazó y la besó.
—Me estoy enterando ahora, igual que ustedes—explicó entre sollozos—¿Me lo pusiste mientras dormía?
Santana asintió con la cabeza y levanto su mano para mostrarle que ella también llevaba el mismo anillo.
Maribel, Alma, Sue y Whitney también lloraban, entonces Santana retiró su silla, se arrodilló y le preguntó en inglés:
—Will you marry me?
—Sí, mi amor, yes, my love, yes.
Se fundieron en un beso un tanto recatado, pero muy sentido. Silbidos, aplausos y vítores de todo tipo invadieron el comedor.
Maribel se abrazó llorando a su esposo.
Finn fue el primero en felicitar a su hermana, la abrazó con alegría y la levantó en el aire.
—Te engancharon, hermanita, ya no podrás presumir más de tu soltería—cuando la bajó le dijo al oído—Tendrás que tener tus manos quetas o, al menos, sueltas sólo para ella.
Santana le respondió con el puño cerrado en el abdomen.
Todos las abrazaron interminablemente.
Whitney tomó la cara de su futuro yerna entre sus manos y le dijo:
—Sé qué harás muy feliz a mi hija, que todo sea con la bendición de Dios.
—Gracias, Whitney, te aseguro que no pienso en otra cosa, sólo en hacerla feliz. Podés estar tranquila, la amo y seré cada día mejor para ella.
—Lo sé, lo sé, tus ojos son transparentes.
Rachel saltaba abrazada a Brittany, que tenía una carita de felicidad que Santana quería guardar por siempre en su recuerdo. A ella también le dieron ganas de llorar, pero se aguantó, porque dejarse ir así hubiera significado volverse el blanco de las bromas de sus hermanos para el resto de su vida.
Todos estaban sentados nuevamente y, entonces, Rachel les pidió:
—Levanten la mano para que todos podamos admirar bien los anillos.
Era una joya magnífica y todos silbaron al verla. Tenía un diamante central casi transparente, de talla esmeralda, engastado en una montura vintage y rodeado por diamantes en forma de brillantes, que despegaba sobre una banda de platino formada por tres filas de diamantes más.
Era una joya muy glamurosa.
—Hermanita, nos jodiste a todos, es el más grande—dijo Jake.
—¡Aprendan, pedazo de agarrados!—exclamó Sue y todos rieron a carcajadas.
Los López siempre hacían todo juntos. Brittany tenía que acostumbrarse a eso, pero creía que no le costaría porque eran muy cálidos y la habían recibido muy bien.
—Mi amor, lamento que el único que falte acá sea tu hermano, te prometo que pronto iremos a Mendoza y le pediré tu mano a él, como si fuera tu papá.
Brittany la tomó del mentón y la besó mientras le hablaba sobre los labios.
—Gracias, mi amor, gracias.
—Tanitaa, basta de hacernos llorar—exclamó la abuela Alma.
—Te quiero, abuela.
—Y yo a vos, mi tesoro.
—¿En qué joyería lo conseguiste?
—Es un Tiffany, Rach.
—¿Cuándo lo compraste?—se interesó su hermana, siempre dispuesta a averiguar los detalles.
—Lo elegí en Italia, pero como había que hacerlo grabar y no me daba el tiempo, lo compré por teléfono acá y, como nos conocen, apelé al buen nombre de mí querido papá para que me lo grabaran en sólo dos días. Lo retiré al bajar del avión, ayer fue un día de locos, a contrarreloj—explicó.
—¿Y se lo pusiste mientras dormía? ¡Jamás había oído algo igual!—se sorprendió su mamá.
—Sí, yo suponía que iba a descubrirlo en seguida, al despertarse, pero Britt estaba muy dormida.
—De hecho, creo que me desperté con el grito de Rach al verlo.
—Pero, Tana, sos una loca. ¡¿Mirá si te decía que no?!—intervino su papá.
—Sabía cuál iba a ser su respuesta, papá—le contestó Santana, mientras la miraba a los ojos.
—Bueno, tampoco creas que sos tan irresistible—se mofó Finn.
—¿Acaso cuando le diste el anillo a Alison no sabías la respuesta de antemano?
—La verdad es que sí—respondió éste y besó en la nariz a su futura esposa.
—Porque te creíste irresistible, ¿verdad?—bromeó Santana, y todos se rieron.
—¡Qué ternura! Britt ayer nos preguntaba por las bodas de todos nosotros...—recordó Bree.
—¡Y pensar que está loca morena ya sabía que pronto tendrías que planear la tuya!—añadió Alison y Brittany se rió y abrazó a Santana.
—¡Hey, más respeto con tu jefa! ¿Cómo que loca?—bromeó Santana y Alison le arrojó una servilleta a la cara.
—¡Por Dios, cuántas bodas!—exclamó el abuelo López—Estos chicos se contagiaron uno tras otro.
—¿Viste, abuelo? Yo soy el único original, ellos son todos unos copiones—bromeó Jake.
—Sí, querido, sí.
La comida siguió adelante, pero Brittany y Santana permanecían en su mundo. Brittany miraba sus manos continuamente, no podía dejar de admirar la sortija.
—No puedo creerlo—decía a cada rato.
—¿Te gusta, mi amor?
—Es hermosa, mi Sanny, es un sueño.
—Mirá lo que le hice grabar.
—No quiero sacármela.
—Te paso el mío, dice lo mismo.
—Bueno, dale.
Brittany lo tomo y leyó: En tus brazos y huir de todo mal.
—Mi amor, te amo.
—Yo más.
—¿A ver qué dice?—preguntó Rachel indiscreta, le quitó el anillo de la mano y leyó en voz alta, y en inglés, para que todos lo entendieran.
—¡Te pasaste con esa frase, San!—exclamó Alison—Sos muy romántica, nunca lo hubiera creído.
—¡Qué romántica!—se burlaron sus hermanos y Quinn.
—Ella despierta mi romanticismo y la frase no es mía, sino de una canción en español, que fue la primera que oímos juntas.
—Vos a mí sólo me grabaste la fecha en que nos conocimos, ¡una vulgaridad!—protestó Bree mirando a Jake.
—¡Y vos fuiste superoriginal con el «Tuyo por siempre»!—exclamó Alison dirigiéndose a Finn.
—¡Ay, mi Quinny coloco: «mi Rach, tu Quinny!—se quejó su hermana.
Santana se carcajeó.
—Ríanse, pero escuchen los reproches de sus mujeres y aprendan de mí. ¡Manga de sabelotodos!
Tomó el anillo y se lo puso otra vez y todos aplaudieron, como felices testigos del momento.
Tras almorzar, se sentaron en la sala a tomar el café. Como el marco familiar de ese día era más que propicio, Alfonso anunció:
—Querida Maribel, tengo otro regalo con motivo de tu cumpleaños. Esperaba que esta noticia que voy a darte fuera la más importante del día, pero sé que nada superará a la que nos acaban de comunicar Tana y Britt.
—Lo siento, papá, no fue mi intención arruinarte el momento, pero también quería aprovechar que estábamos todos reunidos.
—No te preocupes, hija, nos obsequiaste con un día muy feliz, inolvidable.
—¡Ah! ¿O sea que mi regalo es una noticia?
—Sí, Maribel, algo que me venís reclamando desde hace tiempo y, bueno, creo que ha llegado el momento—Maribel y todos estaban expectantes ante las palabras de Alfonso—Dejo Mindland en manos de mis hijos, nos mudaremos acá a Los Hamptons, como vos querías.
La mujer abrió los ojos con incredulidad y luego se lanzó al cuello de su esposo y lo besó por todo el rostro.
—¡Alfonso, me has hecho la mujer más feliz del mundo con esta noticia!
—Me alegro de que así sea, yo también lo estoy, porque sé que dejo la empresa en muy buenas manos. Y, a ustedes, Rach y Jake, les aseguro que sus hermanos cuidarán muy bien de sus acciones en Mindland.
Rachel corrió a su lado y abrazó a su papá.
—¿Estás seguro, papá?—preguntó Jake—Realmente me tomaste por sorpresa con esta decisión, ¿estás convencido de que es el momento? No me malinterpreten, no lo digo por ustedes—miró hacia Santana y Finn—, Sino por papá. Sé que hasta hace unos meses él no quería alejarse de la compañía por nada en el mundo.
—Hijo, uno tiene que ser sabio y aceptar cuándo llega el momento, mi experiencia me dice que, para que Mindland siga creciendo, debo mantenerme al margen.
»Tana demostró, en este último tiempo, que tiene las agallas necesarias para conseguir que esto siga agrandándose, precisamente porque tiene juventud, desenfado y muy buen olfato
Brittany tomó la mano de Santana y le besó los nudillos, se sentía muy orgullosa de ella.
—, Y Finn cuenta con toda la lucidez necesaria para que este sistema no se nos coma, y eso hará que las espaldas de Tana sean aún más sólidas.
Jake, que estaba sentado junto a Finn, le chocó los puños en señal de felicitación.
—Cuando uno tiene mucha experiencia, se vuelve poco audaz, le da miedo arriesgar lo que consiguió y empieza a estancarse.
Todos escuchaban los argumentos del empresario en un mutismo total, demostrando el respeto que sentían por su figura.
—Pero mi resistencia a apartarme del negocio—prosiguió él—, Era porque, aunque sabía que mi puesto iba a estar muy bien ocupado por Tana, no había nadie que pudiera sustituirlo a ella en Mindland Internacional. Ése era el verdadero impedimento que tenía para irme. Tana no podía hacerse cargo de las dos divisiones de la empresa. Pero hace poco, apareció ante mí una persona que me demostró que podía hacerse con el cargo que hoy ocupa y más.
Brittany empezó a removerse inquieta en el sofá, mientras Santana no paraba de besarla en la sien y decirle al oído «te amo, sos mi orgullo.»
—Y es porque encontré a esa persona que ahora sé que puedo irme tranquilo a descansar y a disfrutar de mi esposa y de mis nietos.
—¿Y quién quedará en el lugar de Tana?—preguntó Maribel.
—Mi amor, será Britt quien ocupará el puesto de Tana, por eso vino a Nueva York, porque yo tenía esta propuesta para ella mucho antes de que decidieran casarse.
Rachel pegó un grito y exclamó:
—¡O sea que todo seguirá quedando en familia!
Todos bromearon y felicitaron a Brittany, a Santana y a Finn.
—¡Qué día, por Dios! ¡Esta casa está llena de sorpresas!
—Es que tenés una gran familia, Maribel—le comentó Sue muy emocionada.
—Vení acá, vieja querida, quiero abrazarte y compartir mi alegría con vos.
—Me queda un consuelo—confesó Alfonso refiriéndose a Sue y a su mujer—Por lo menos en esta casa, que es más grande, no oiré tanto sus gritos.
—¡Dejá de quejarte, que bien que te consentimos siempre!—lo amonestó el ama de llaves.
—Vas a tener que preparar tu traje de baño, Sue, haremos piscina todo el año—bromeó él.
—¡Las pavadas que una tiene que escuchar! ¡Sólo a vos se te ocurre que voy a mostrar mis huesos a mi edad!
Todos bromeaban de muy buen humor.
El día no podía haber salido mejor.
Brittany fue al baño y, como tardaba mucho, Santana salió a buscarla. La encontró sentada en la escalera, sacándose una foto de la mano con el anillo.
—¿Qué hacés?
—Le estoy enviando una foto a Kitty y a Hanna.
Santana la besó en la coronilla.
—¿Estás contenta?
—Demasiado, Sanny, tengo miedo de despertarme y que todo esto sea sólo un sueño.
—No, mi amor, no lo es. Quería avisarte de que llamé a Artie para que nos viniera a buscar. Necesito estar con vos a solas. Vayamos a recoger nuestras cosas, así partimos en seguida. No aguanto más las ganas de hacerte el amor.
—Yo también quiero irme y que estemos un rato solas.
Subieron a preparar sus bolsas, se abrigaron y salieron a caminar hasta el muelle. Se sentaron en el embarcadero con las piernas colgando. Santana se colocó tras Brittany, la cobijó entre sus brazos, mientras admiraban el paisaje. El agua y el cielo eran de un azul intenso, las aves se alejaban para emigrar a sus refugios, caía la tarde.
Una extensa vegetación los rodeaba y, amarrados a los muelles de la orilla opuesta, había algunos botes que danzaban sinuosos al compás de la corriente. La fresca brisa les golpeaba la cara y agitaba sus cabellos.
Brittany se acurrucó entre los brazos de su novia, fascinada por el paisaje y por su compañía. Muy pronto los colores del cielo empezaron a mutar del amarillo al naranja, y el sol, con rojas tonalidades, a declinar en el horizonte...
La noche anunciaba su llegada.
Y ahí estaban ellas, plácidamente, disfrutando del ocaso. Santana le hablaba al oído y su aliento le acariciaba el lóbulo de la oreja y le hacía cosquillas.
—Tenemos muchas cosas que planificar, Britt, debemos definir una fecha para nuestra boda, quiero que sea pronto.
—Yo también—confirmó Brittany.
—Pero también deseo que organicemos una gran fiesta.
Brittany se dio la vuelta para mirarla y le preguntó sobre los labios.
—¿Una gran fiesta?
—Sí, ¿vos no querés una gran boda, mi amor?
—En realidad, no lo había pensado—se sinceró—Lo que vos quieras, Sanny.
—Nuestra boda será única y tan grande como nuestro amor.
—Uf, entonces no podrá ser pronto, querida, un evento así no puede planearse de un día para el otro.
—Supongo que no. ¿Te parece que podríamos prepararla para el comienzo del verano?
—Creo que será tiempo suficiente. Nos casaremos acá, en Estados Unidos, ¿verdad?
—¿Vos no querés casarte acá?
—Sí, no tengo problema, porque será el lugar donde viviremos, pero eso significa que tendremos que traer a mis invitados desde Argentina y eso es un costo muy alto—se afligió—, Aunque no son demasiados.
—Podemos negociar algún descuento, no te preocupes por los gastos, sólo deseo que tengas todo lo que te guste. De verdad, no quiero que te prives de nada.
—Tampoco hay que despilfarrar el dinero, San.
—¡Ya salió la administradora!—le besó la nariz—No hay problema por eso, Britt, podemos darnos un gusto así para festejar el día más importante de nuestras vidas.
Brittany la escuchaba resignada.
Tenía que familiarizarse con los estándares de vida a los que Santana estaba acostumbrada, así que sólo le restaba ceder y empezar a disfrutar.
—No puedo creer, Sanny, que estemos planeando nuestra boda. Ayer creía que vos y yo no teníamos posibilidades de volver a estar juntas.
—¿De verdad?
—Bueno, quería creer que sí, que todo iba a solucionarse, pero tú silencio me hizo tener miedo de que hubieras conocido a alguien en Italia. Temía que te hubieras cansado de mí.
—Tonta, ¿cómo pudiste creer eso?
—Sólo me reconfortaba recordar el beso que nos habíamos dado a la salida del café, tenía ese sabor en mi boca.
—Sí, pero me pegaste—se lamentó Santana con una mueca de dolor mientras se tocaba la cara.
—Perdón, mi amor, perdón—le suplicó Brittany y la besó—Ya te dije que mi enojo era conmigo misma, por desearte aunque creía que no tenía derecho a hacerlo.
Se besaron con dulzura y se acariciaron con parsimonia sus lenguas.
—Voy a confesarte algo—dijo Santana y Brittany se puso alerta—, Ese encuentro en la puerta de Gucci no fue casual. Yo estaba siguiéndote, desesperada por verte. Quería que nos encontráramos porque ese día me iba y, si vos no aceptabas la propuesta de mi papá, quizá nunca más hubiera podido verte.
—¡San! ¿De verdad fingiste ese encuentro?
—Fue lo más descabellado que he hecho en mi vida, aunque me sentí más estúpida aún esa misma mañana, escondida tras una columna en el aeropuerto.
—Mi amor, si no hubiera sido tan necia y te hubiera hecho caso ese día en el café.
—No nos lamentemos más por esos momentos horribles que nunca volverán, porque ahora sólo nos espera mucha, mucha felicidad.
—Sí, mi vida, vamos a ser muy felices. Te amo tanto...
Sonó el móvil de Santana, era Artie que lo avisaba de que había llegado. Regresaron a la mansión, se despidieron de todos y se marcharon.
Brittany entró primero y, mientras ella se alejaba, Santana se quedó mirándola embobada, admirando una vez más su cuerpo envuelto en ese magnífico modelito.
Cuando Brittany salió del baño, traía el vestido colgando en el brazo y lo dejó con esmero sobre el sillón. Santana también estaba desvistiéndose y no le quitaba el ojo de encima. Brittany se contoneaba de manera muy sensual. Caminó hasta la mesilla de noche y dejó el reloj y los pendientes.
—Vení acá, Britt-Britt, dame un beso—le extendió una mano y Brittany se acercó y se aferró a su cuello, le dio entrada a su boca con sabor a menta, ya que recién acababa de lavarse los dientes, y enredó su lengua fresca a la de Santana.
Santana la tenía aprisionada contra su cuerpo, como una posesa, en medio de la habitación. Bajó uno de sus brazos para acariciarle el muslo, luego bajó el otro, llevó ambas manos hasta sus glúteos y le enterró los dedos en el trasero apretándoselo con fuerza.
Le separó las nalgas para saciar sus ganas, esas que habían quedado pendientes el día que ella había llegado a Nueva York y Santana la había visto con esas mallas ajustadas. Necesitaba oprimirla y calmar esos sentimientos de posesión que surgían en ella cuando estaba en contacto con su cuerpo.
Brittany desenredó sus manos del cuello de su novia, comenzó a desabrocharle el sujetador y acarició sus pechos con desesperación. Sus dedos ardían sobre Santana y sus labios, aún más. Le besó los pezones, la olió embriagándose con su perfume y, sosegando el desenfreno, descansó su rostro en Santana.
Había extrañado tanto ese contacto...
No había otro lugar en el mundo donde Brittany pudiera sentirse más cobijada que en su pecho. De pronto, se sintió frágil y se echó a llorar.
—Mi amor, no llores, hoy es un día muy feliz. Estamos juntas otra vez—la tranquilizó Santana mientras le besaba la coronilla y le acariciaba la espalda.
—Lo sé, por eso lloro, porque estoy feliz, porque no hay mejor lugar que tu pecho para buscar consuelo y también porque tengo miedo de que no siempre sea así. No quiero volver a sentirme como cuando me faltabas.
—Nunca más nos volveremos a separar, Britt-Britt, no llores, por favor.
Santana le levantó la cara, le secó las lágrimas con sus dedos y la besó en los labios.
—Vení.
Brittany caminó a su lado hasta la cama y corrió el edredón y las sábanas, Santana, con un mando a distancia, subió la temperatura del hogar de gas. Luego terminó de quitarse las bragas. Brittany la esperaba pacientemente sentada sobre el colchón. Santana recorrió los pasos que las separaban y se agachó para quitarle los zapatos.
—¿Parece que hicimos una inversión acá?
—Me di un gusto.
—Te voy a comprar todos los que quieras, voy a hacerte muchos regalos—le dijo mientras le quitaba los Louboutin y le masajeaba los pies.
—Vos sos mi regalo, Sanny, no necesito nada más.
—Pero yo quiero colmarte a regalos—le besaba las piernas por encima de las medias—Durante el tiempo que estuvimos separadas me angustié mucho pensando en que no te había obsequiado nada que te hiciera acordar de mí.
—Te equivocás, me habías regalado tus caricias y tus besos, que se habían quedado impregnados en mi cuerpo.
Santana se tendió sobre Brittany, le apartó el pelo, se lo puso tras la oreja y la besó. Mientras bebía de su boca bajó las manos hasta sus piernas y le desabrochó los ligueros.
—Estás hermosa con este corsé y estos ligueros—afirmó sobre su boca.
—Me los compré pensando en vos.
—Te voy a regalar muchos, me gusta cómo te quedan.
—A ti tampoco se te verían mal, Sanny.
—Para mí también entonces.
Santana sacó sus pechos por encima del corsé y se apoderó de ellos, los lamió, sopló sobre ellos para que sus pezones se endurecieran y entonces los tomó entre sus dientes y luego los succionó. Después de un rato de lamerlos y apretarlos con frenesí, los abandonó y le sacó la diminuta prenda interior.
—Sacate todo, por favor—le musitó.
Brittany se arrastró con sus codos hacia atrás y se desabrochó el corsé, su cuerpo había quedado sólo cubierto por las medias.
—Quiero sentir toda tu piel sobre mi piel—le susurró Santana mientras se arrodillaba y le quitaba las medias con habilidad.
—Quiero lo mismo, mi amor.
Se fundieron en un abrazo y en un beso y entrelazaron las piernas. Santana le lamió el cuello y le mordió el hombro desordenadamente. Brittany la apartó un poco y le pidió que se pusiera boca abajo, quería mimarla y recorrerla con sus besos.
Le besó la espalda de punta a punta, comenzó con su lengua por los omóplatos y después por la columna, hasta que llegó a sus perfectos glúteos. Siguió bajando para lamer sus muslos, recorrió sus piernas con la lengua y llegó a los gemelos.
Santana amortiguaba sus gemidos de placer entre las almohadas, Brittany la estaba enloqueciendo.
Cuando tuvo suficiente, la hizo dar la vuelta y dibujó un camino de besos por sus pechos. Santana estaba tan fibrada que podría haberse dado con ella una clase de anatomía.
Finalmente se apoderó de su vagina con la boca, ya estaba más que húmeda y, cuando le medio la lengua hasta el fondo un profundo gemido salió de su garganta.
—Britt, mi amor.
Brittany levantó la cabeza sin dejar de saborearla y la miró maliciosamente, después resbaló su lengua por su clítoris y lo mordió. Su ataque despiadado estaba llevándola al límite, su agarre era muy sólido.
La acariciaba con los dedos y con la boca, la extasiaba, su boca era perfecta, abrumadora.
—Esperá, mi amor, no quiero terminar en tu boca.
Poderosa, se arrastró por encima de Santana y se hizo con sus labios. Santana la abrazó y la besó con desesperación, a continuación rodó para quedar encima de Brittany y apresarla con el peso de su cuerpo. Le pasó la lengua por el canalillo de sus pechos hasta llegar a su abdomen, donde se entretuvo con dulces y húmedos lametazos, enterró su lengua en el ombligo y siguió bajando hasta llegar a su clítoris: lo lamió rodeándolo, lo sopló y finalmente lo mordió, estaba hinchado y listo para ella.
Mientras la saboreaba, metió dos dedos en su vagina —estaba tan mojada que sus dedos salieron empapados—, se los pasó por los pezones y se estiró para lamerlos, acto seguido regresó al clítoris y siguió torturándola con su lengua y sus dientes, mientras sus dedos entraban y salían de la vagina acompasados.
—Por favor, San, por favor.
—Por favor ¿qué? ¿Qué querés?
—A vos, te quiero a vos.
—¿Qué querés de mí?
—Te quiero dentro de mí.
—Estoy dentro de ti.
—No, pero no así. Quiero que estés junto a mí.
Santana se arrastró sobre Brittany y unió sus sexos mientras la penetraba con tres dedos despacio. Su vagina la envolvía, la acariciaba, la perdía.
Se tomó su tiempo para que Brittany sintiera lo profundo que sus dedos llegaban. Entonces, Brittany reaccionó y con desesperación se aferró a su espalda, bajó sus manos hasta su trasero y la aprisionó contra su pelvis con energía.
—¿Así, mi amor? ¿Así me querés?
—Sí así.
—Sí, mi vida.
Empezó a moverse, Santana salía despacio y entraba fuerte, emergía lentamente y volvía a penetrar en Brittany con una estocada. Luego empezó a moverse con fuerza, después paraba y cambiaba el ritmo... Brittany empezó a contraer su cuerpo.
—Esperá, Britt, esperá, aún no quiero que termines.
Se quedó quieta dentro de Brittany, luego salió y le dio la vuelta, la puso a cuatro patas, por lo que su vagina y su trasero quedaron expuestos. Le acarició la vulva, primero introdujo un dedo y luego otro, que entró y salió de Brittany varias veces, después se chupó sus dedos mojados por los fluidos de Brittany.
—Hum, estás riquísima.
Brittany se contorsionaba con sus caricias y sus palabras. Santana volvió a meter sus dedos en la vagina y luego la sorprendió enterrando su dedo meñique en el ano.
—San...
Contrajo los glúteos por instinto y giró su cabeza para mirarla a los ojos.
—¿Te duele?
—No.
—Relajate, sólo te voy a hacer esto. Tranquila, relajate y disfrutá de mi caricia, sólo quiero hacerte sentir mucho más, ¿te gusta?
—Sí, San, sí, mi amor.
—Te quiero toda para mí, lo iremos preparando, quiero tu culo, Britt, y tú tomaras el mío, nos pertenecemos.
Sacó su dedo y lo enterró varias veces más, Brittany gemía excitada por la intrusión. En ese momento, Santana con su otra mano volvió a perderse en su vagina.
Brittany estaba extraviada, Santana la había desequilibrado.
—Tomame, San, tomame fuerte, más fuerte, por favor.
Le pedía, le ordenaba y se movía hacia atrás para encontrarla cuando Santana se metía en ella.
Santana le hizo caso y empezó a moverse duramente, Brittany mientras ahogaba sus gritos en la almohada, movió su mano y penetro a Santana y ella ahogaba sus gritos en su espalda.
Terminaron juntas.
Mientras sus humedades se mezclaban, Brittany seguía moviendo sus dedos ferocidad hasta que Santana se volvió a correr.
Luego, extasiadas y sin fuerzas, Santana se dejó caer contra su espalda.
—Te amo, Britt, te amo, mi vida.
Le apartó el pelo desparramado sobre su rostro y la besó en la mejilla.
—Yo también te amo—le dijo Brittany sin aliento.
Santana se apartó, estiró la mano, recogió las mantas para taparlas a ambas y se quedó de lado mirándola a los ojos.
Se acariciaron los rostros en silencio, resiguieron con los dedos los labios, la nariz, los ojos, se admiraron profundamente después de tanto tiempo, hasta que Brittany le acarició la frente y rompió el silencio:
—Quiero estar siempre acá, adentro de tus pensamientos.
—Y yo en los tuyos.
Brittany suspiró sonoramente y le preguntó:
—¿Por qué, mi amor, por qué no me gritaste la verdad aunque fuera de cualquier forma?
Santana cerró los ojos y tomó una profunda bocanada de aire.
—Porque me enojó mucho tu desconfianza. Durante los últimos días ya no sabía cómo hacerte entender que te quería, no sabía cómo demostrártelo y porque creí...—se quedó callada y volvió a cerrar los ojos.
—¿Qué creíste, Sanny? Decímelo todo, ahora es el momento—le dijo Brittany y le acarició los labios.
—Creí que ése era mi castigo, que vos no creyeras en mí era mi castigo.
—¿Castigo? ¿Por qué? No te entiendo, mi amor.
—Porque yo le hice mucho daño a Dani, yo no la amé como ella a mí, no la hice feliz y ella se murió desgraciada. Lo único que hice por ella fue casarme en la cama de un hospital, tres meses antes de que muriera... Ya sabés que murió de cáncer.
—Sí, lo sé, pero ella murió feliz porque era tu esposa, Sanny, mi amor, ¿te parece que hiciste poco? La acompañaste y estuviste a su lado hasta el último momento.
—Es lo que me dicen todos, pero no fue suficiente. Fue espantoso verla morir cada día. Cuando empezó a despedirse porque se daba cuenta de que se estaba muriendo, se me desgarraba el alma.
—Pero no lo podés cambiar, vos estás viva, mi amor, viva para sentir cuánto te amo. No quiero sonar egoísta, pero te necesito, a vos, tu amor, tus caricias, necesito tu paciencia, tu sonrisa y tus hoyuelos, te necesito entera.
—Y yo a vos, Britt-Britt, y te amo tanto que ahora me doy cuenta de que a ella nunca la amé. Sé que la quise y que le profesé un cariño, producto de tantos años de amistad, pero nunca la amé con la desesperación con que te quiero a vos, rubia, y por eso estoy intentando entender que no pude darle más, porque uno sólo puede darle más a la persona que ama. A vos quiero darte todo, todo... el cielo, las estrellas, lo que me pidas, mi amor, quiero poner el universo a tus pies.
—Vos sos mi cielo, mi estrella y mi universo, Sanny.
—Y vos sos el mío, nunca pensé que se podía extrañar tanto a alguien. ¡Cómo te eché de menos, Britt! No te hacés a la idea de lo mucho que me hacías falta—se besaron con dulzura y Santana siguió—Reconozco que tuve mucha parte de culpa. Te cansé con mi desconfianza y prometo que nunca más voy a dudar de vos.
—Creo que ninguna de las dos quiso ver más allá de su dolor. Yo tendría que haberme dado cuenta de que eras sincera, pero me obcequé y te comparé con Lauren. Quiero decirte algo, necesito que lo sepas, cuando te dije eso fue porque estaba muy enfadada. Después me di cuenta de que vos no sos igual que ella, incluso antes de saber la verdad. Por otro lado, también me di cuenta de que por ella nunca había sentido un amor verdadero. Cuando me engañó, yo sólo podía sentir enojo, humillación, vergüenza y, después, fastidio, odio y rencor, me sentía traicionada. Por vos, mi amor, nunca sentí todo eso. Estaba desesperada, angustiada, vacía, herida, sabía que nadie me podría besar como vos, que nadie me iba a hacer vibrar así y eso me enojaba aún más. A pesar de saber que estabas casada, y de suponer que me habías engañado, San, yo seguía amándote y deseándote, no era capaz de odiarte. Voy a confesarte algo que me da mucha vergüenza, pero te pido que cierres los ojos. No me mires que me agarra la timidez.
—Está bien—convino Santana y cerró los ojos.
Brittany se los besó e hizo una pausa antes de confesarle:
—Me masturbaba pensando en vos—Brittany se tapó la cara con las manos—Ya está, ya te lo dije.
—No te tapes la cara.
—Sí, seguro que te estás riendo.
—No me río.
Brittany la espió por entre los dedos.
—¿Lo ves? ¡Te estás riendo, con esa cara de vanidosa que ponés!
—No me río, ¡mirá qué seria estoy!—protestó, pero no podía, su sonrisa se escapaba y, al final, rieron ambas.
—Yo también lo hice, en tu honor. Me imaginaba que estaba con vos y me sentía mejor. Aunque después también me enojaba, porque quería olvidarte y no podía. ¿No estuviste con nadie, Britt?
—Con nadie, no hubiera podido, sólo quería estar con vos—Brittany hizo una pausa.
—¿Qué?
—No quiero mentirte—Santana se puso alerta—, Espero que no te enfades, pero le di un beso a alguien.
La cara de Santana se transfiguró y, sin ser consciente de ello, la aprisionó contra su cuerpo.
—No me digas que al idiota ese, al corredor de bolsa.
—¿Cómo sabés que es corredor de bolsa?
Santana se sentó enfurruñada en la cama y se pasó la mano por el pelo.
—Saqué sus datos por la matrícula del coche. ¿Le diste un beso, Britt? ¿Cuándo le diste un beso? ¿De dónde lo conocés?—la interrogó con tono rudo.
—Éramos compañeros de secundaria. Nos encontramos en Mendoza durante las vacaciones y él me dio medio beso.
—Los medios besos no existen, no me vengas con eso.
—No te sulfures, ¿ves? ¡Yo quiero ser sincera y mirá cómo te ponés!
—¿Y cómo querés que me ponga? Si me entero de que mi novia se anduvo besuqueando con otra persona.
—No me anduve besuqueando, ¿podés escucharme?—Brittany le cogió la cara y la obligó a mirarla—Él me besó y yo lo dejé avanzar.
—¿Y decís que no fue un beso?—gritó Santana poniendo los ojos como platos.
—Esperá, no te imagines que fue como los besos que nos damos nosotras.
—¿Ah, no? ¿Y cómo fue?
—Fue un beso casto, cuando él quiso buscar mi lengua...—Santana la miró con odio—No me mires así y dejame que termine. Cuando él quiso buscar mi lengua, yo primero la aparté, después...
—Después ¿qué?
—¿Ves? Lo hacés más difícil si me mirás así.
—¿Y qué querés? ¿Que esté contenta mientras me contás cómo fue el beso con otra persona?
—Sí, porque cuando le ofrecí mi lengua, me dio asco y la aparté. Yo sólo quería saber si podía besar a otra persona y sentirme como cuando estaba con vos, pero me di cuenta de que no, de que nunca sería así. Vos sos la única que me besa, la única que me tiene en cuerpo y alma. ¿Estás conforme ahora?
—Un poco—tardó en contestarle—, Pero lo besaste. Prometeme que nunca más lo vas a volver a ver.
—Te lo prometo, nunca más.
—Mirá que si me entero de que lo volviste a ver no te lo voy a perdonar.
—No lo voy a ver más, te lo juro por nuestro amor.
Brittany se sentó a horcajadas sobre Santana y ella la abrazó y le cubrió la espalda con la manta. La temperatura había bajado y, a pesar de que la calefacción estaba al máximo, el frío se sentía. La besó y le mordió el labio hasta que le hizo daño.
—Esta boca es mía, ¿me oíste?
—Sí, mi amor, es tuya—se quedaron mirándo en silencio, hasta que Brittany lo rompió—¿Y vos? ¿No estuviste con nadie?
—Con nadie.
—¿Segura? ¿Ni un beso?—Brittany la miró calculando su respuesta.
—Segura.
Santana pensó que no podía decirle lo de Elaine, porque ellas trabajarían juntas y era mejor que no se enterara.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Por supuesto.
—¿Por qué llegaste con Ealine? Me cae mal y presiento que yo a ella también, siempre me mira con desprecio.
—Porque no le arrancaba el coche y mi tío, que no es mi tío, pero es como si lo fuera, me llamó y me pidió si la podía traer. Sólo le hice un favor tanto a él como a ella, que es como si fuera mi prima. Nos criamos juntas, Britt, Elaine es como una prima para mí.
—Pero no lo es.
—Pero yo así lo siento.
«¡Mierda, espero que no le funcione el sexto sentido!», pensó, luego la engatusó con otro beso y volvieron a hacer el amor.
Aunque estaba destrozada, Brittany se durmió antes que ella y es que aún debía hacer algo más antes de dormirse.
Cuando estuvo segura de que Brittany se había sumido en su sueño, se levantó a hurtadillas y buscó en su bolsa, sacó un estuche de color turquesa de Tiffany & Co, lo abrió y volvió a admirarlo: dentro de él había un anillo de compromiso.
Santana pretendía ponérselo mientras dormía para que, cuando despertara, se encontrara con él en el dedo, entonces le pediría matrimonio. Le pareció una forma bonita y original de sorprenderla, con el anillo en su mano como por arte de magia.
Quería ver su expresión de asombro cuando lo descubriera.
Tomó suavemente su mano y le colocó la joya. Le quedaba de maravilla y cuando se la vieran puesta, se dijo, todos sabrían que Brittany tenía dueña, que era suya. Santana también se había comprado uno igual, para que supieran que ella era de Brittany.
Le besó el anillo, se acurrucó a su lado y se obligó a dormir.
Era mediodía y Brittany y Santana aún dormían abrazadas.
—Tana... Britt... despiértense, ¡vamos a almorzar—las llamó Rachel dando golpecitos en la puerta.
—¿Sí?—contestó Santana adormilada.
—¡Dale, hermanita! Levántense que vamos a comer, mamá me mandó a buscarlas, ya están poniendo la mesa.
—¡Vamos!—gritó Santana mientras besaba a Brittany para despertarla.
—No, no. Tengo sueño—protestó Brittany.
—Vamos a comer con mi familia, dale. Yo también querría quedarme acá, pero están todos abajo.
Acto seguido se levantó, se puso la ropa interior y abrió las cortinas. El día era bellísimo, el cielo estaba diáfano y contrastaba con el azul de la bahía a lo lejos.
Se estiró frente a la ventana.
Brittany seguía remoloneando en la cama.
—Vamos, dormilona.
Volvió y la besó en la frente. Luego se fue al baño y buscó algo de ropa que ponerse.
Brittany se sentó en la cama a regañadientes. No tenía ahí su ropa, así que se puso una bata de Santana que le quedaba muy corta y fue a su dormitorio a cambiarse.
Se vistió como una autómata, se calzó unas mallas, unas botas de caña alta con tacón, un suéter negro con la manga tres cuartos y el cuello vuelto y un cinturón del mismo color que las botas.
Aún estaba muy dormida.
Cogió una toalla desmaquillante y se sentó en el borde de la cama para pasársela por la cara sin mirarse siquiera al espejo. Después fue al baño, recogió su pelo en una cola y se lavó los dientes, y luego bajó.
Estaba cansadísima y le dolía el bajo vientre.
Se palpó mientras recordaba lo rudas que habían sido la noche anterior y, a pesar del malestar, sonrió.
Fue hacia el comedor, donde ya estaban todos, sin despabilarse del todo. Ofreció un buen día generalizado que todos respondieron y se acercó a su mamá. Whitney la besó en la frente y ella se colgó de su cuello.
—¡Qué cara, hija!
—Tengo mucho sueño, mami.
Santana, por el contrario, estaba radiante y expectante, era obvio que Brittany aún no había descubierto el anillo.
Brittany saludó a Maribel, que la cogió del mentón y le dijo:
—Estás terrible, mi vida—se acercó a su oído—Parece que anoche mi hija no te dejó dormir.
Brittany dejó escapar una risita: esa mujer realmente le hacía mucha gracia, era muy fresca y nunca resultaba atrevida por la forma en que decía las cosas.
Estaban todos sentados a la mesa, Santana a su lado.
—¿Te sirvo agua con gas?
—Por favor, mi amor.
Le encantaba que le dijese «mi amor y Sanny». Brittany tomó el vaso con la mano izquierda y se lo llevó a la boca y, en ese mismo momento, Rachel pegó un grito y Santana se dio cuenta de que su hermana había descubierto el anillo. Intentó hacerle una mueca pero ya era tarde, porque Rachel había cogido la mano de Brittany y le preguntaba:
—¿Cuándo te dio esto mi hermana?
Todos miraron la mano de Brittany y ella empezó a llorar a mares, de forma desconsolada. Se dio la vuelta, la abrazó y la besó.
—Me estoy enterando ahora, igual que ustedes—explicó entre sollozos—¿Me lo pusiste mientras dormía?
Santana asintió con la cabeza y levanto su mano para mostrarle que ella también llevaba el mismo anillo.
Maribel, Alma, Sue y Whitney también lloraban, entonces Santana retiró su silla, se arrodilló y le preguntó en inglés:
—Will you marry me?
—Sí, mi amor, yes, my love, yes.
Se fundieron en un beso un tanto recatado, pero muy sentido. Silbidos, aplausos y vítores de todo tipo invadieron el comedor.
Maribel se abrazó llorando a su esposo.
Finn fue el primero en felicitar a su hermana, la abrazó con alegría y la levantó en el aire.
—Te engancharon, hermanita, ya no podrás presumir más de tu soltería—cuando la bajó le dijo al oído—Tendrás que tener tus manos quetas o, al menos, sueltas sólo para ella.
Santana le respondió con el puño cerrado en el abdomen.
Todos las abrazaron interminablemente.
Whitney tomó la cara de su futuro yerna entre sus manos y le dijo:
—Sé qué harás muy feliz a mi hija, que todo sea con la bendición de Dios.
—Gracias, Whitney, te aseguro que no pienso en otra cosa, sólo en hacerla feliz. Podés estar tranquila, la amo y seré cada día mejor para ella.
—Lo sé, lo sé, tus ojos son transparentes.
Rachel saltaba abrazada a Brittany, que tenía una carita de felicidad que Santana quería guardar por siempre en su recuerdo. A ella también le dieron ganas de llorar, pero se aguantó, porque dejarse ir así hubiera significado volverse el blanco de las bromas de sus hermanos para el resto de su vida.
Todos estaban sentados nuevamente y, entonces, Rachel les pidió:
—Levanten la mano para que todos podamos admirar bien los anillos.
Era una joya magnífica y todos silbaron al verla. Tenía un diamante central casi transparente, de talla esmeralda, engastado en una montura vintage y rodeado por diamantes en forma de brillantes, que despegaba sobre una banda de platino formada por tres filas de diamantes más.
Era una joya muy glamurosa.
—Hermanita, nos jodiste a todos, es el más grande—dijo Jake.
—¡Aprendan, pedazo de agarrados!—exclamó Sue y todos rieron a carcajadas.
Los López siempre hacían todo juntos. Brittany tenía que acostumbrarse a eso, pero creía que no le costaría porque eran muy cálidos y la habían recibido muy bien.
—Mi amor, lamento que el único que falte acá sea tu hermano, te prometo que pronto iremos a Mendoza y le pediré tu mano a él, como si fuera tu papá.
Brittany la tomó del mentón y la besó mientras le hablaba sobre los labios.
—Gracias, mi amor, gracias.
—Tanitaa, basta de hacernos llorar—exclamó la abuela Alma.
—Te quiero, abuela.
—Y yo a vos, mi tesoro.
—¿En qué joyería lo conseguiste?
—Es un Tiffany, Rach.
—¿Cuándo lo compraste?—se interesó su hermana, siempre dispuesta a averiguar los detalles.
—Lo elegí en Italia, pero como había que hacerlo grabar y no me daba el tiempo, lo compré por teléfono acá y, como nos conocen, apelé al buen nombre de mí querido papá para que me lo grabaran en sólo dos días. Lo retiré al bajar del avión, ayer fue un día de locos, a contrarreloj—explicó.
—¿Y se lo pusiste mientras dormía? ¡Jamás había oído algo igual!—se sorprendió su mamá.
—Sí, yo suponía que iba a descubrirlo en seguida, al despertarse, pero Britt estaba muy dormida.
—De hecho, creo que me desperté con el grito de Rach al verlo.
—Pero, Tana, sos una loca. ¡¿Mirá si te decía que no?!—intervino su papá.
—Sabía cuál iba a ser su respuesta, papá—le contestó Santana, mientras la miraba a los ojos.
—Bueno, tampoco creas que sos tan irresistible—se mofó Finn.
—¿Acaso cuando le diste el anillo a Alison no sabías la respuesta de antemano?
—La verdad es que sí—respondió éste y besó en la nariz a su futura esposa.
—Porque te creíste irresistible, ¿verdad?—bromeó Santana, y todos se rieron.
—¡Qué ternura! Britt ayer nos preguntaba por las bodas de todos nosotros...—recordó Bree.
—¡Y pensar que está loca morena ya sabía que pronto tendrías que planear la tuya!—añadió Alison y Brittany se rió y abrazó a Santana.
—¡Hey, más respeto con tu jefa! ¿Cómo que loca?—bromeó Santana y Alison le arrojó una servilleta a la cara.
—¡Por Dios, cuántas bodas!—exclamó el abuelo López—Estos chicos se contagiaron uno tras otro.
—¿Viste, abuelo? Yo soy el único original, ellos son todos unos copiones—bromeó Jake.
—Sí, querido, sí.
La comida siguió adelante, pero Brittany y Santana permanecían en su mundo. Brittany miraba sus manos continuamente, no podía dejar de admirar la sortija.
—No puedo creerlo—decía a cada rato.
—¿Te gusta, mi amor?
—Es hermosa, mi Sanny, es un sueño.
—Mirá lo que le hice grabar.
—No quiero sacármela.
—Te paso el mío, dice lo mismo.
—Bueno, dale.
Brittany lo tomo y leyó: En tus brazos y huir de todo mal.
—Mi amor, te amo.
—Yo más.
—¿A ver qué dice?—preguntó Rachel indiscreta, le quitó el anillo de la mano y leyó en voz alta, y en inglés, para que todos lo entendieran.
—¡Te pasaste con esa frase, San!—exclamó Alison—Sos muy romántica, nunca lo hubiera creído.
—¡Qué romántica!—se burlaron sus hermanos y Quinn.
—Ella despierta mi romanticismo y la frase no es mía, sino de una canción en español, que fue la primera que oímos juntas.
—Vos a mí sólo me grabaste la fecha en que nos conocimos, ¡una vulgaridad!—protestó Bree mirando a Jake.
—¡Y vos fuiste superoriginal con el «Tuyo por siempre»!—exclamó Alison dirigiéndose a Finn.
—¡Ay, mi Quinny coloco: «mi Rach, tu Quinny!—se quejó su hermana.
Santana se carcajeó.
—Ríanse, pero escuchen los reproches de sus mujeres y aprendan de mí. ¡Manga de sabelotodos!
Tomó el anillo y se lo puso otra vez y todos aplaudieron, como felices testigos del momento.
Tras almorzar, se sentaron en la sala a tomar el café. Como el marco familiar de ese día era más que propicio, Alfonso anunció:
—Querida Maribel, tengo otro regalo con motivo de tu cumpleaños. Esperaba que esta noticia que voy a darte fuera la más importante del día, pero sé que nada superará a la que nos acaban de comunicar Tana y Britt.
—Lo siento, papá, no fue mi intención arruinarte el momento, pero también quería aprovechar que estábamos todos reunidos.
—No te preocupes, hija, nos obsequiaste con un día muy feliz, inolvidable.
—¡Ah! ¿O sea que mi regalo es una noticia?
—Sí, Maribel, algo que me venís reclamando desde hace tiempo y, bueno, creo que ha llegado el momento—Maribel y todos estaban expectantes ante las palabras de Alfonso—Dejo Mindland en manos de mis hijos, nos mudaremos acá a Los Hamptons, como vos querías.
La mujer abrió los ojos con incredulidad y luego se lanzó al cuello de su esposo y lo besó por todo el rostro.
—¡Alfonso, me has hecho la mujer más feliz del mundo con esta noticia!
—Me alegro de que así sea, yo también lo estoy, porque sé que dejo la empresa en muy buenas manos. Y, a ustedes, Rach y Jake, les aseguro que sus hermanos cuidarán muy bien de sus acciones en Mindland.
Rachel corrió a su lado y abrazó a su papá.
—¿Estás seguro, papá?—preguntó Jake—Realmente me tomaste por sorpresa con esta decisión, ¿estás convencido de que es el momento? No me malinterpreten, no lo digo por ustedes—miró hacia Santana y Finn—, Sino por papá. Sé que hasta hace unos meses él no quería alejarse de la compañía por nada en el mundo.
—Hijo, uno tiene que ser sabio y aceptar cuándo llega el momento, mi experiencia me dice que, para que Mindland siga creciendo, debo mantenerme al margen.
»Tana demostró, en este último tiempo, que tiene las agallas necesarias para conseguir que esto siga agrandándose, precisamente porque tiene juventud, desenfado y muy buen olfato
Brittany tomó la mano de Santana y le besó los nudillos, se sentía muy orgullosa de ella.
—, Y Finn cuenta con toda la lucidez necesaria para que este sistema no se nos coma, y eso hará que las espaldas de Tana sean aún más sólidas.
Jake, que estaba sentado junto a Finn, le chocó los puños en señal de felicitación.
—Cuando uno tiene mucha experiencia, se vuelve poco audaz, le da miedo arriesgar lo que consiguió y empieza a estancarse.
Todos escuchaban los argumentos del empresario en un mutismo total, demostrando el respeto que sentían por su figura.
—Pero mi resistencia a apartarme del negocio—prosiguió él—, Era porque, aunque sabía que mi puesto iba a estar muy bien ocupado por Tana, no había nadie que pudiera sustituirlo a ella en Mindland Internacional. Ése era el verdadero impedimento que tenía para irme. Tana no podía hacerse cargo de las dos divisiones de la empresa. Pero hace poco, apareció ante mí una persona que me demostró que podía hacerse con el cargo que hoy ocupa y más.
Brittany empezó a removerse inquieta en el sofá, mientras Santana no paraba de besarla en la sien y decirle al oído «te amo, sos mi orgullo.»
—Y es porque encontré a esa persona que ahora sé que puedo irme tranquilo a descansar y a disfrutar de mi esposa y de mis nietos.
—¿Y quién quedará en el lugar de Tana?—preguntó Maribel.
—Mi amor, será Britt quien ocupará el puesto de Tana, por eso vino a Nueva York, porque yo tenía esta propuesta para ella mucho antes de que decidieran casarse.
Rachel pegó un grito y exclamó:
—¡O sea que todo seguirá quedando en familia!
Todos bromearon y felicitaron a Brittany, a Santana y a Finn.
—¡Qué día, por Dios! ¡Esta casa está llena de sorpresas!
—Es que tenés una gran familia, Maribel—le comentó Sue muy emocionada.
—Vení acá, vieja querida, quiero abrazarte y compartir mi alegría con vos.
—Me queda un consuelo—confesó Alfonso refiriéndose a Sue y a su mujer—Por lo menos en esta casa, que es más grande, no oiré tanto sus gritos.
—¡Dejá de quejarte, que bien que te consentimos siempre!—lo amonestó el ama de llaves.
—Vas a tener que preparar tu traje de baño, Sue, haremos piscina todo el año—bromeó él.
—¡Las pavadas que una tiene que escuchar! ¡Sólo a vos se te ocurre que voy a mostrar mis huesos a mi edad!
Todos bromeaban de muy buen humor.
El día no podía haber salido mejor.
Brittany fue al baño y, como tardaba mucho, Santana salió a buscarla. La encontró sentada en la escalera, sacándose una foto de la mano con el anillo.
—¿Qué hacés?
—Le estoy enviando una foto a Kitty y a Hanna.
Santana la besó en la coronilla.
—¿Estás contenta?
—Demasiado, Sanny, tengo miedo de despertarme y que todo esto sea sólo un sueño.
—No, mi amor, no lo es. Quería avisarte de que llamé a Artie para que nos viniera a buscar. Necesito estar con vos a solas. Vayamos a recoger nuestras cosas, así partimos en seguida. No aguanto más las ganas de hacerte el amor.
—Yo también quiero irme y que estemos un rato solas.
Subieron a preparar sus bolsas, se abrigaron y salieron a caminar hasta el muelle. Se sentaron en el embarcadero con las piernas colgando. Santana se colocó tras Brittany, la cobijó entre sus brazos, mientras admiraban el paisaje. El agua y el cielo eran de un azul intenso, las aves se alejaban para emigrar a sus refugios, caía la tarde.
Una extensa vegetación los rodeaba y, amarrados a los muelles de la orilla opuesta, había algunos botes que danzaban sinuosos al compás de la corriente. La fresca brisa les golpeaba la cara y agitaba sus cabellos.
Brittany se acurrucó entre los brazos de su novia, fascinada por el paisaje y por su compañía. Muy pronto los colores del cielo empezaron a mutar del amarillo al naranja, y el sol, con rojas tonalidades, a declinar en el horizonte...
La noche anunciaba su llegada.
Y ahí estaban ellas, plácidamente, disfrutando del ocaso. Santana le hablaba al oído y su aliento le acariciaba el lóbulo de la oreja y le hacía cosquillas.
—Tenemos muchas cosas que planificar, Britt, debemos definir una fecha para nuestra boda, quiero que sea pronto.
—Yo también—confirmó Brittany.
—Pero también deseo que organicemos una gran fiesta.
Brittany se dio la vuelta para mirarla y le preguntó sobre los labios.
—¿Una gran fiesta?
—Sí, ¿vos no querés una gran boda, mi amor?
—En realidad, no lo había pensado—se sinceró—Lo que vos quieras, Sanny.
—Nuestra boda será única y tan grande como nuestro amor.
—Uf, entonces no podrá ser pronto, querida, un evento así no puede planearse de un día para el otro.
—Supongo que no. ¿Te parece que podríamos prepararla para el comienzo del verano?
—Creo que será tiempo suficiente. Nos casaremos acá, en Estados Unidos, ¿verdad?
—¿Vos no querés casarte acá?
—Sí, no tengo problema, porque será el lugar donde viviremos, pero eso significa que tendremos que traer a mis invitados desde Argentina y eso es un costo muy alto—se afligió—, Aunque no son demasiados.
—Podemos negociar algún descuento, no te preocupes por los gastos, sólo deseo que tengas todo lo que te guste. De verdad, no quiero que te prives de nada.
—Tampoco hay que despilfarrar el dinero, San.
—¡Ya salió la administradora!—le besó la nariz—No hay problema por eso, Britt, podemos darnos un gusto así para festejar el día más importante de nuestras vidas.
Brittany la escuchaba resignada.
Tenía que familiarizarse con los estándares de vida a los que Santana estaba acostumbrada, así que sólo le restaba ceder y empezar a disfrutar.
—No puedo creer, Sanny, que estemos planeando nuestra boda. Ayer creía que vos y yo no teníamos posibilidades de volver a estar juntas.
—¿De verdad?
—Bueno, quería creer que sí, que todo iba a solucionarse, pero tú silencio me hizo tener miedo de que hubieras conocido a alguien en Italia. Temía que te hubieras cansado de mí.
—Tonta, ¿cómo pudiste creer eso?
—Sólo me reconfortaba recordar el beso que nos habíamos dado a la salida del café, tenía ese sabor en mi boca.
—Sí, pero me pegaste—se lamentó Santana con una mueca de dolor mientras se tocaba la cara.
—Perdón, mi amor, perdón—le suplicó Brittany y la besó—Ya te dije que mi enojo era conmigo misma, por desearte aunque creía que no tenía derecho a hacerlo.
Se besaron con dulzura y se acariciaron con parsimonia sus lenguas.
—Voy a confesarte algo—dijo Santana y Brittany se puso alerta—, Ese encuentro en la puerta de Gucci no fue casual. Yo estaba siguiéndote, desesperada por verte. Quería que nos encontráramos porque ese día me iba y, si vos no aceptabas la propuesta de mi papá, quizá nunca más hubiera podido verte.
—¡San! ¿De verdad fingiste ese encuentro?
—Fue lo más descabellado que he hecho en mi vida, aunque me sentí más estúpida aún esa misma mañana, escondida tras una columna en el aeropuerto.
—Mi amor, si no hubiera sido tan necia y te hubiera hecho caso ese día en el café.
—No nos lamentemos más por esos momentos horribles que nunca volverán, porque ahora sólo nos espera mucha, mucha felicidad.
—Sí, mi vida, vamos a ser muy felices. Te amo tanto...
Sonó el móvil de Santana, era Artie que lo avisaba de que había llegado. Regresaron a la mansión, se despidieron de todos y se marcharon.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
Santana me pone de los nervios, es gilipollas. Le molesta que Sam intentara besar a Britt y todo eso, pero ella si puede follar con quien se le ponga en frente no? Ademas ya no me caia bien cuando se quejaba de la ropa que se ponia Britt. Esos comentarios asquerosos.
AndreaDaru- ---
- Mensajes : 511
Fecha de inscripción : 20/02/2012
Edad : 31
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
San desperdicio una posibilidad de ser sincera, espero que eso no le traiga problemas!!!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
san ya empieza con las omisiones otra vez!!!
me encantan cuando estan juntas,....
nos vemos,...
PD; no estoy segura pero creo que nay confirmo que la babe boom es nena!!!
san ya empieza con las omisiones otra vez!!!
me encantan cuando estan juntas,....
nos vemos,...
PD; no estoy segura pero creo que nay confirmo que la babe boom es nena!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
AndreaDaru escribió:Santana me pone de los nervios, es gilipollas. Le molesta que Sam intentara besar a Britt y todo eso, pero ella si puede follar con quien se le ponga en frente no? Ademas ya no me caia bien cuando se quejaba de la ropa que se ponia Britt. Esos comentarios asquerosos.
Hola, jajajaaj toda la razón, toda la razón ai! jajaajaj, le gusta a ella noma no¿? jaajajaj tiene que calmarse o britt se terminara aburriendo XD Saludos =D
monica.santander escribió:San desperdicio una posibilidad de ser sincera, espero que eso no le traiga problemas!!!!
Saludos
Hola, uuu sip =/ esperemos y no, solo ella puede desperdiciar las oportunidades, no¿? jajajaajaj. Saludos =D
3:) escribió:hola morra,..
san ya empieza con las omisiones otra vez!!!
me encantan cuando estan juntas,....
nos vemos,...
PD; no estoy segura pero creo que nay confirmo que la babe boom es nena!!!
Hola lu, ufff esk no entiende no¿? cabezota! Aaaa si son las mejores! jajajaajaj. Saludos =D
Pd: NO!! vrdd!!!!! aaaaaa que emoción!
Pd2: hace mucho que no me dabas noticias ajajjaaajaj.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal I: Seducción (Adaptada) Cap 24
Capitulo 24
Durante el viaje siguieron hablando de la boda, Santana estaba muy ansiosa y quería ir a ver hoteles cuanto antes para poder fijar la fecha.
Al cruzar el túnel de Quenns Mindtown, decidieron pasar antes por el Belaire, para que Brittany pudiera recoger su ropa y su Mac.
Cuando llegaron frente al edificio de departamentos donde Santana residía, Brittany exclamó:
—¡San nunca imaginé que vivieras en este barrio! Me parece un lugar tan misterioso...
—Misterioso, ¿por qué?
—Porque detrás de estas fachadas antiguas se esconde un lujo inimaginable.
—Es la parte más bohemia de Nueva York, un lugar muy tranquilo. Espero que te guste mi casa y que te sientas cómoda.
—No podría no gustarme, San, quiero estar dondequiera que estés.
Santana y Brittany se adelantaron y Artie se quedó descargando el equipaje de ambas, que luego subió hasta el vestíbulo del departamento, en el cuarto piso.
—Señorita López, ¿la vengo a buscar mañana para ir a la oficina?
—No, Artie, encargate sólo de traerme el coche.
—Muy bien, señorita, que tengan buenas noches y permítanme felicitarlos por el compromiso. Les deseo muchas felicidades.
—Gracias, Artie, sé que tus palabras son sinceras.
El chófer le estiró la mano y Santana lo sorprendió dándole un abrazo. Después cerró la puerta y se quedaron en la intimidad.
Por fin la tenía donde deseaba, toda para ella, sin tener que compartirla con nadie.
Brittany ya había entrado y escrutaba todo con interés. El departamento se alzaba sobre una de las calles más hermosas del SoHo neoyorquino, su interior combinaba madera y diferentes texturas en los acabados, era un piso adecuado a los estándares de vida de los más exigentes.
Brittany se detuvo frente a la biblioteca que se utilizaba como despacho y abrió la puerta vidriada de doble hoja para entrar. Abstraída, deslizó su mano por los sillones de cuero de ese despacho, que tenía dos mesas con sendos ordenadores. La pared frontal estaba revestida por una estantería repleta de libros.
Se acercó a revisar los títulos y pasó su dedo por su lomo, había algunos clásicos de la literatura, pero en su mayoría eran ensayos de finanzas y gestión empresarial.
Luego, se fijó en las fotografías que descansaban sobre la repisa de la pared lateral: eran todas familiares, ninguna de Dani.
«¿Las habrá quitado previendo que yo venía?», no pudo evitar pensar, pero intentó no seguir por ese rumbo.
Santana se aproximó con sigilo por detrás, la abrazó y le dio un beso en el cuello.
—Tu departamento es muy funcional, veo que tenés montada una oficina.
—Sí, mi amor, desde acá puedo gestionar todo lo de la empresa. Uno de los ordenadores es una terminal de Mindland y el otro es personal. Vení, quiero terminar de mostrártelo—le dijo y la llevó a recorrer las otras estancias.
Primero entraron en un dormitorio que contaba con un baño con vistas y acabados suntuosos. Luego la llevó a otro de menor tamaño, que recordaba al interior de un yate de lujo. Por último, llegaron al dormitorio principal, en el que había un baño y un vestidor con detalles en madera. El baño mezclaba mármol y piedra con armonía; tenía una ducha con mampara vidriada y una bañera empotrada en carpintería de nogal.
Brittany halagó cada uno de los espacios en los que entró y es que realmente estaban diseñados y ambientados con un gusto exquisito y todas las comodidades imaginables.
—¿Nos damos una ducha?—la tentó Santana.
—¿Sólo una ducha?
Santana la tenía abrazada, echó la cabeza hacia atrás y sonrió.
—¿Se te ocurre alguna otra cosa que podamos hacer en el agua?
—Se me ocurren muchas cosas, pero estoy segura de que vos podés imaginar muchas más.
Santana la recorrió con una mirada oscura, el iris de sus ojos se había ennegrecido aun más, se habían despertado sus instintos más primitivos y ambicionaba poseerla, con lujuria y desesperación.
Brittany era suya, siempre la había sentido así, aun en los días en que se obligaba a olvidarla.
Se apoderó de sus labios y la aprisionó contra su pecho. Su beso era imperioso, exigente y le reclamaba una entrega completa.
Santana, a su lado, se consideraba íntegra y, sin embargo, se desintegraba, porque Brittany se apoderaba de toda su razón.
Como un manso corderito, Brittany sucumbió a sus besos húmedos, mullidos y experimentados.
Eran el elixir perfecto que quería beber sin parar.
Cuando Santana se acercaba, su cuerpo se estremecía al más simple roce y su deseo se ponía a flor de piel. Santana la hacía sentir mujer, deseada, viva, pero, por encima de todo, a su lado se sentía amada y protegida. Se desprendió el cinturón que llevaba sobre el jersey y lo dejó caer, luego levantó los brazos para que Santana le quitara dicho jersey.
Santana la ayudó diligente y se dispuso a admirar la protuberancia y la sinuosidad de sus perfectos senos, se aferró a ellos mientras mordisqueaba sus hombros y apartaba los tirantes del sostén.
Con sus manos ansiosas, Brittany tomó el elástico del jersey de Santana y ella levantó sus brazos para que Brittany se lo quitara. No resistió la tentación y le acarició los pechos, acercó sus labios y depositó besos delicados en su entre ellos.
Santana tenía los ojos cerrados y estaba entregada a sus caricias, expuesta, sosegada, confiada.
Subió con sus besos hacia el cuello y se aferró a él, para mordisquearle el lóbulo de la oreja. Enredó sus dedos en la nuca y le acarició esa zona que a Santana tanto la enloquecía y que le hacía perder el control.
Santana dejó escapar un gemido: Brittany la desarticulaba.
Intentando retomar el mando y el equilibrio, Santana abrió los ojos y le soltó los botones del pantalón, para deslizarlo por sus caderas. Brittany se movió un poco para ayudarla y se sentó en la cama para que la ayudara con las botas. Brittany decidió también poner las manos en su cintura y desabrocharle el pantalón, metió su mano y le acarició el sexo por encima de la tela de las bagas.
Estaba preparado para ella, húmeda para fundirse con su cuerpo, y ella también se sentía húmeda y lista para santana.
Santana se agachó y se deshizo de sus zapatillas y sus calcetines y terminó de quitarse el pantalón, entonces la tomó de una mano y volvió a ponerla en pie. Rodeó su cintura con su brazo izquierdo y la sujetó contra ella, le despejó la cara y se apoderó de nuevo de sus labios.
Brittany entera era una droga para Santana.
Bajó sus manos hasta su trasero, lo estrujó entre sus dedos y le habló sobre los labios, que besaba y mordisqueaba con frenesí.
—Sos mía, Britt. Te necesito como al aire para respirar. Quiero poseerte toda, íntegra, quiero que tu cuerpo me pertenezca por completo.
—Es tuyo, todo para vos, mi amor, podés hacer con él lo que quieras, porque te pertenece.
Le quitó el sostén y le deslizó las bragas por los muslos. Después la tomó de una mano y la llevó hacia la ducha y abrió el grifo hasta que el agua estuvo templada. Luego se quitó la ropa interior y dejó libre.
Se metió bajo el chorro y la invitó a entrar en el cubículo, cerró la mampara y la abrazó con fuerza mientras el agua caía sobre ellas. Brittany le aferró el rostro con las manos y se apropió de sus labios, los mordió con impaciencia, estaba muy excitada y eso fue suficiente para desatar los más bajos instintos de Santana.
La arrinconó contra la pared cogiéndole los brazos, se los sostuvo sobre su cabeza y Brittany arqueó su torso exponiendo sus pechos para que Santana los mordisqueara.
Mientras la sostenía con una mano, Santana le atrapó los glúteos con la otra y se los estrujó con tanto desasosiego que sus dedos se pusieron blancos. Se apartó por un momento y la miró a distancia, entonces, soltó sus muñecas y llevó su mano a la vagina, le hundió un dedo y Brittany dejó escapar un chillido mientras se retorcía contra su caricia.
Santana la penetró con su dedo, en busca del famoso punto G.
—¿Te gusta, Britt, te gusta que te toque así?
—Sí, mi amor, seguí por favor.
Metió otro dedo dentro, Brittany levantaba la pierna a la altura de la cadera de Santana para abrir más su entrada y se movía para encontrar con fuerza sus dedos cuando entraban y salían.
Santana los retiró y se los metió en la boca para que los chupara, acto seguido metió su lengua junto a los dedos y ambos saborearon los fluidos. La dio la vuelta, la hizo ponerse en pie con las piernas abiertas y se agachó para pasarle la lengua por la entrada del ano, luego, como había hecho la noche anterior, metió un dedo, pero esta vez optó por el dedo corazón.
—Relajate, Britt, dame entrada, no te contraigas.
Obedientemente, Brittany intentó serenarse ante la intrusión y cuando Santana lo tuvo todo dentro de su orificio, comenzó a moverlo despacio.
—¿Te duele?—le preguntó Santana con voz oscura.
—No—contestó Brittany y su respiración se escuchaba entrecortada.
—Bien, vamos a probar con otro más, relajate como hiciste recién.
Santana metió primero sus dedos en su sexo para que se mojaran con su fluido vaginal, y después los introdujo en su ano con cuidado. Los dejó dentro para que Brittany se acostumbrara y, tras un instante, los empezó a mover pausadamente.
—¿Duele ahora?
Santana no quería hacerle daño, sino que deseaba que Brittany disfrutara tanto como ella.
—No, mi amor, seguí, yo te aviso si me duele.
Brittany volvió la cabeza y Santana la besó. Volvió a situarse atrás y con su mano libre dirigió sus dedos a la vagina, mientras sus otros dedos seguían en el recto. Se movió unas cuantas veces y cuando Brittany empezó a encontrarla con sus movimientos, Santana paró.
Saco los dedos que tenía en su vagina y tomo la mano de Brittany y la dirigió a su propia vagina para humedecer sus dedos, como lo había hecho ella antes, para luego dirigirlos a su ano. Al principio, Brittany se tensó, por lo que él esperó a que se acostumbrara.
—Tranquila, quiero que hagamos esto juntas, para que estés más tranquila.
—No San, solo tu esta vez.
—No voy a hacerte daño, sólo quiero que ambas disfrutemos. Te amo demasiado para lastimarte.
Sus palabras al oído le daban confianza y la convencían de entregarse a ella de todas las formas que quisiera. Respiró hondo y se relajó, entonces Santana entró un poco más probando su resistencia. Sacó sus dedos, los volvió a lubricar y volvió a meterlo en el ano, pero esta vez un poco más y, cuando ya estuvo casi todo dentro, comenzó a moverse dulcemente.
Brittany gemía y temblaba entre su brazo y, aunque Santana quería perder los estribos y enterrarse en Brittany por completo, se contenía y se movía despacio para no hacerle daño, como le había prometido, quería amarla, quería adorarla... Pero entonces Brittany la sorprendió:
—Movete, San, movete, por favor, no me duele.
Santana probó a contonearse un poco más fuerte y Brittany se inclinó un poco más y abrió sus piernas para darle más paso.
En ese punto ya estaban perdidos las dos.
—Britt, sos exquisita, tu culo está tan apretado, me estás volviendo loca y es que... lo deseaba tanto.
—Me gusta, San, creo que voy a acabar, no aguanto más.
—Sí, Britt-Britt, terminemos juntas.
Brittany se olvidó de que era su primera vez y masajeo el clítoris de Santana para luego penetrarla, ambas la embistieron varias veces más. Santana absorta, emitió un gemido y Brittany, por su parte, aullaba, desordenada, nunca había chillado de esa forma cuando tenía un orgasmo.
Quedó extenuada.
Ambas salieron del cuerpo de la otra. Brittany notaba, asimismo, que las fuerzas le fallaban. A continuación Santana la rodeó con sus brazos, la recostó sobre su pecho y la guio junto a ella bajo el chorro de agua mientras le besaba el cuello.
—¿Estás bien, mi amor?—Brittany sólo asintió con la cabeza—Te amo, Brittany.
—Yo también, mi vida.
Santana tomó el bote de champú, puso un poco en su palma y comenzó a lavarle la cabeza con cariño, luego se la enjuagó. Después cogió el gel, la enjabonó de arriba abajo y le masajeó los hombros.
Brittany estaba entregada, se sentía exhausta.
Santana la lavó y luego se dispuso a ponerle el acondicionador en sus largos cabellos, pero entonces recuperó el aliento y le dijo:
—Yo lo hago, duchate vos—le dio un beso en los labios y le quitó el bote de la mano.
Santana le sonrió deslumbrante y le devolvió el beso.
Terminaron de asearse y Santana salió primero, se envolvieron en sendas toallas y Santana la secó mientras le daba tiernos besos en la frente, luego le alcanzó una de sus batas, que le quedaba más corta.
—Los bolsos quedaron en la entrada, ¿verdad?
—Sí, mi amor.
Fue hasta el vestíbulo para buscar sus pertenencias y, cuando regresó a la habitación, Santana también se había puesto una bata.
Brittany abrió su bolsa y rebuscó en él un tarro de crema con aroma a lavanda, manzanilla y almendra, para hidratarse el cuerpo. Santana descubrió entonces el olor tan característico que Brittany tenía siempre en su piel y que la identificaba.
Cogió el envase y leyó la inscripción.
—Hay que comprar muchos de éstos, quiero que siempre huelas así.
—No te preocupes, estoy segura de que acá también se consigue—le contestó, riendo desde la cama, donde estaba untándosela.
Entonces Santana la tumbó y se echó encima de ella y la besó, su cuerpo era insaciable y su boca, ambiciosa.
Brittany tenía la bata abierta y Santana no pudo resistir la tentación de acariciar sus pechos, estaba nuevamente lista para hacerle el amor. Bajó su mano, acarició su vulva y comprobó la humedad de su vagina, Brittany también estaba preparada.
—No puedo parar, Britt, te deseo otra vez.
—No pares, yo también te deseo.
Mientras devoraba su boca, le acariciaba el hueco de los labios de su vagina, alrededor del capuchón, luego destinó su pulgar a rodearle el clítoris de manera muy sutil, con leves toquecitos, como si se tratara de una pompa de jabón.
Brittany se arqueaba entre sus manos, había levantado sus piernas y exponía su vagina a las caricias. Santana tomó su clítoris entre sus dedos pulgar e índice, como si tocara el pétalo de una flor y empezó a darle tenues pellizcos. Brittany le suplicaba «más rápido», «más suave», pero Santana mantenía el ritmo ya que sabía que era el adecuado, ya que Brittany se retorcía entre sus manos.
Mientras Santana seguía con los pellizcos introdujo su dedo medio en la vagina y lo movió en círculos. Brittany comenzó a contraerse y a convulsionarse, emitiendo pequeños grititos que Santana ahogaba con sus besos. Una rigidez que Santana conocía muy bien comenzó a notarse en sus extremidades y, en aquel momento, Santana observó su rostro con atención porque no quería perderse ninguna sensación.
Brittany retorció la bata con los dedos y su temperatura corporal aumentó en el momento del orgasmo. Arqueó su espalda e irguió el cuello, mientras experimentaba una serie de contracciones musculares involuntarias y muy intensas en la vagina, en el útero y en el recto.
—Me encanta verte perdida en mis manos, Britt-Britt.
Brittany asintió con la cabeza, le faltaba la respiración.
Sin más espera, Santana se subió en Brittany y acomodo sus sexos. Comenzó a moverse cruelmente, cambiaba el ritmo y se movía lento, luego reanudaba los movimientos rápidos de su pelvis y, cuando volvió a advertir todos los síntomas en el cuerpo de Brittany, su respiración, pulso y presión arterial llegaron también a una aceleración máxima.
Estaba en su punto más alto y se dejó ir, perdiéndose en un mundo de placer, mientras su humedad brotaba como un torrente mezclándose con la de Brittany.
Cayó sobre Brittany extenuada y así se quedaron durante un rato, en silencio y abrazadas. La humedad de las lágrimas de la Brittany empezaron a mojar su mejilla.
—¿Por qué lloras, mi amor?
—De placer, San, me saltaron la lágrimas de tanto placer, nunca en mi vida me había sentido como hoy—le explicó Brittany asombrada.
—¿Fue mejor que en la ducha?—le preguntó Santana interesada.
—Fue diferente, mi amor, pero hermoso las dos veces.
—Quiero darte todo el placer que puedas imaginar, Britt, quiero ser yo y solamente yo el que te lleve a esos lugares que tu cuerpo no conocía. Descubriremos nuevas sensaciones juntas—le apartó el pelo de la cara mientras le hablaba—Un día de éstos voy a morir entre tus brazos, a veces siento que el corazón me deja de latir, no sos consciente de lo que me hacés sentir.
—¿Tanto placer te doy?
—No lo dudes nunca, tu cuerpo me hace estremecer de formas que nunca antes experimenté.
—No creo hacer nada realmente extraordinario—reconoció Brittany un poco incrédula.
—Britt-Britt, sos una serpiente en la cama, te movés de una manera que me hace perder el control, como si fuera una adolescente inexperta—ambas se carcajearon—Te amo mucho, mucho, mucho, mucho, mucho...—le repitió Santana mientras le besaba los labios.
—Yo más, yo más, yo más, yo más, yo más...—le contestó Brittany entre beso y beso.
Al cruzar el túnel de Quenns Mindtown, decidieron pasar antes por el Belaire, para que Brittany pudiera recoger su ropa y su Mac.
Cuando llegaron frente al edificio de departamentos donde Santana residía, Brittany exclamó:
—¡San nunca imaginé que vivieras en este barrio! Me parece un lugar tan misterioso...
—Misterioso, ¿por qué?
—Porque detrás de estas fachadas antiguas se esconde un lujo inimaginable.
—Es la parte más bohemia de Nueva York, un lugar muy tranquilo. Espero que te guste mi casa y que te sientas cómoda.
—No podría no gustarme, San, quiero estar dondequiera que estés.
Santana y Brittany se adelantaron y Artie se quedó descargando el equipaje de ambas, que luego subió hasta el vestíbulo del departamento, en el cuarto piso.
—Señorita López, ¿la vengo a buscar mañana para ir a la oficina?
—No, Artie, encargate sólo de traerme el coche.
—Muy bien, señorita, que tengan buenas noches y permítanme felicitarlos por el compromiso. Les deseo muchas felicidades.
—Gracias, Artie, sé que tus palabras son sinceras.
El chófer le estiró la mano y Santana lo sorprendió dándole un abrazo. Después cerró la puerta y se quedaron en la intimidad.
Por fin la tenía donde deseaba, toda para ella, sin tener que compartirla con nadie.
Brittany ya había entrado y escrutaba todo con interés. El departamento se alzaba sobre una de las calles más hermosas del SoHo neoyorquino, su interior combinaba madera y diferentes texturas en los acabados, era un piso adecuado a los estándares de vida de los más exigentes.
Brittany se detuvo frente a la biblioteca que se utilizaba como despacho y abrió la puerta vidriada de doble hoja para entrar. Abstraída, deslizó su mano por los sillones de cuero de ese despacho, que tenía dos mesas con sendos ordenadores. La pared frontal estaba revestida por una estantería repleta de libros.
Se acercó a revisar los títulos y pasó su dedo por su lomo, había algunos clásicos de la literatura, pero en su mayoría eran ensayos de finanzas y gestión empresarial.
Luego, se fijó en las fotografías que descansaban sobre la repisa de la pared lateral: eran todas familiares, ninguna de Dani.
«¿Las habrá quitado previendo que yo venía?», no pudo evitar pensar, pero intentó no seguir por ese rumbo.
Santana se aproximó con sigilo por detrás, la abrazó y le dio un beso en el cuello.
—Tu departamento es muy funcional, veo que tenés montada una oficina.
—Sí, mi amor, desde acá puedo gestionar todo lo de la empresa. Uno de los ordenadores es una terminal de Mindland y el otro es personal. Vení, quiero terminar de mostrártelo—le dijo y la llevó a recorrer las otras estancias.
Primero entraron en un dormitorio que contaba con un baño con vistas y acabados suntuosos. Luego la llevó a otro de menor tamaño, que recordaba al interior de un yate de lujo. Por último, llegaron al dormitorio principal, en el que había un baño y un vestidor con detalles en madera. El baño mezclaba mármol y piedra con armonía; tenía una ducha con mampara vidriada y una bañera empotrada en carpintería de nogal.
Brittany halagó cada uno de los espacios en los que entró y es que realmente estaban diseñados y ambientados con un gusto exquisito y todas las comodidades imaginables.
—¿Nos damos una ducha?—la tentó Santana.
—¿Sólo una ducha?
Santana la tenía abrazada, echó la cabeza hacia atrás y sonrió.
—¿Se te ocurre alguna otra cosa que podamos hacer en el agua?
—Se me ocurren muchas cosas, pero estoy segura de que vos podés imaginar muchas más.
Santana la recorrió con una mirada oscura, el iris de sus ojos se había ennegrecido aun más, se habían despertado sus instintos más primitivos y ambicionaba poseerla, con lujuria y desesperación.
Brittany era suya, siempre la había sentido así, aun en los días en que se obligaba a olvidarla.
Se apoderó de sus labios y la aprisionó contra su pecho. Su beso era imperioso, exigente y le reclamaba una entrega completa.
Santana, a su lado, se consideraba íntegra y, sin embargo, se desintegraba, porque Brittany se apoderaba de toda su razón.
Como un manso corderito, Brittany sucumbió a sus besos húmedos, mullidos y experimentados.
Eran el elixir perfecto que quería beber sin parar.
Cuando Santana se acercaba, su cuerpo se estremecía al más simple roce y su deseo se ponía a flor de piel. Santana la hacía sentir mujer, deseada, viva, pero, por encima de todo, a su lado se sentía amada y protegida. Se desprendió el cinturón que llevaba sobre el jersey y lo dejó caer, luego levantó los brazos para que Santana le quitara dicho jersey.
Santana la ayudó diligente y se dispuso a admirar la protuberancia y la sinuosidad de sus perfectos senos, se aferró a ellos mientras mordisqueaba sus hombros y apartaba los tirantes del sostén.
Con sus manos ansiosas, Brittany tomó el elástico del jersey de Santana y ella levantó sus brazos para que Brittany se lo quitara. No resistió la tentación y le acarició los pechos, acercó sus labios y depositó besos delicados en su entre ellos.
Santana tenía los ojos cerrados y estaba entregada a sus caricias, expuesta, sosegada, confiada.
Subió con sus besos hacia el cuello y se aferró a él, para mordisquearle el lóbulo de la oreja. Enredó sus dedos en la nuca y le acarició esa zona que a Santana tanto la enloquecía y que le hacía perder el control.
Santana dejó escapar un gemido: Brittany la desarticulaba.
Intentando retomar el mando y el equilibrio, Santana abrió los ojos y le soltó los botones del pantalón, para deslizarlo por sus caderas. Brittany se movió un poco para ayudarla y se sentó en la cama para que la ayudara con las botas. Brittany decidió también poner las manos en su cintura y desabrocharle el pantalón, metió su mano y le acarició el sexo por encima de la tela de las bagas.
Estaba preparado para ella, húmeda para fundirse con su cuerpo, y ella también se sentía húmeda y lista para santana.
Santana se agachó y se deshizo de sus zapatillas y sus calcetines y terminó de quitarse el pantalón, entonces la tomó de una mano y volvió a ponerla en pie. Rodeó su cintura con su brazo izquierdo y la sujetó contra ella, le despejó la cara y se apoderó de nuevo de sus labios.
Brittany entera era una droga para Santana.
Bajó sus manos hasta su trasero, lo estrujó entre sus dedos y le habló sobre los labios, que besaba y mordisqueaba con frenesí.
—Sos mía, Britt. Te necesito como al aire para respirar. Quiero poseerte toda, íntegra, quiero que tu cuerpo me pertenezca por completo.
—Es tuyo, todo para vos, mi amor, podés hacer con él lo que quieras, porque te pertenece.
Le quitó el sostén y le deslizó las bragas por los muslos. Después la tomó de una mano y la llevó hacia la ducha y abrió el grifo hasta que el agua estuvo templada. Luego se quitó la ropa interior y dejó libre.
Se metió bajo el chorro y la invitó a entrar en el cubículo, cerró la mampara y la abrazó con fuerza mientras el agua caía sobre ellas. Brittany le aferró el rostro con las manos y se apropió de sus labios, los mordió con impaciencia, estaba muy excitada y eso fue suficiente para desatar los más bajos instintos de Santana.
La arrinconó contra la pared cogiéndole los brazos, se los sostuvo sobre su cabeza y Brittany arqueó su torso exponiendo sus pechos para que Santana los mordisqueara.
Mientras la sostenía con una mano, Santana le atrapó los glúteos con la otra y se los estrujó con tanto desasosiego que sus dedos se pusieron blancos. Se apartó por un momento y la miró a distancia, entonces, soltó sus muñecas y llevó su mano a la vagina, le hundió un dedo y Brittany dejó escapar un chillido mientras se retorcía contra su caricia.
Santana la penetró con su dedo, en busca del famoso punto G.
—¿Te gusta, Britt, te gusta que te toque así?
—Sí, mi amor, seguí por favor.
Metió otro dedo dentro, Brittany levantaba la pierna a la altura de la cadera de Santana para abrir más su entrada y se movía para encontrar con fuerza sus dedos cuando entraban y salían.
Santana los retiró y se los metió en la boca para que los chupara, acto seguido metió su lengua junto a los dedos y ambos saborearon los fluidos. La dio la vuelta, la hizo ponerse en pie con las piernas abiertas y se agachó para pasarle la lengua por la entrada del ano, luego, como había hecho la noche anterior, metió un dedo, pero esta vez optó por el dedo corazón.
—Relajate, Britt, dame entrada, no te contraigas.
Obedientemente, Brittany intentó serenarse ante la intrusión y cuando Santana lo tuvo todo dentro de su orificio, comenzó a moverlo despacio.
—¿Te duele?—le preguntó Santana con voz oscura.
—No—contestó Brittany y su respiración se escuchaba entrecortada.
—Bien, vamos a probar con otro más, relajate como hiciste recién.
Santana metió primero sus dedos en su sexo para que se mojaran con su fluido vaginal, y después los introdujo en su ano con cuidado. Los dejó dentro para que Brittany se acostumbrara y, tras un instante, los empezó a mover pausadamente.
—¿Duele ahora?
Santana no quería hacerle daño, sino que deseaba que Brittany disfrutara tanto como ella.
—No, mi amor, seguí, yo te aviso si me duele.
Brittany volvió la cabeza y Santana la besó. Volvió a situarse atrás y con su mano libre dirigió sus dedos a la vagina, mientras sus otros dedos seguían en el recto. Se movió unas cuantas veces y cuando Brittany empezó a encontrarla con sus movimientos, Santana paró.
Saco los dedos que tenía en su vagina y tomo la mano de Brittany y la dirigió a su propia vagina para humedecer sus dedos, como lo había hecho ella antes, para luego dirigirlos a su ano. Al principio, Brittany se tensó, por lo que él esperó a que se acostumbrara.
—Tranquila, quiero que hagamos esto juntas, para que estés más tranquila.
—No San, solo tu esta vez.
—No voy a hacerte daño, sólo quiero que ambas disfrutemos. Te amo demasiado para lastimarte.
Sus palabras al oído le daban confianza y la convencían de entregarse a ella de todas las formas que quisiera. Respiró hondo y se relajó, entonces Santana entró un poco más probando su resistencia. Sacó sus dedos, los volvió a lubricar y volvió a meterlo en el ano, pero esta vez un poco más y, cuando ya estuvo casi todo dentro, comenzó a moverse dulcemente.
Brittany gemía y temblaba entre su brazo y, aunque Santana quería perder los estribos y enterrarse en Brittany por completo, se contenía y se movía despacio para no hacerle daño, como le había prometido, quería amarla, quería adorarla... Pero entonces Brittany la sorprendió:
—Movete, San, movete, por favor, no me duele.
Santana probó a contonearse un poco más fuerte y Brittany se inclinó un poco más y abrió sus piernas para darle más paso.
En ese punto ya estaban perdidos las dos.
—Britt, sos exquisita, tu culo está tan apretado, me estás volviendo loca y es que... lo deseaba tanto.
—Me gusta, San, creo que voy a acabar, no aguanto más.
—Sí, Britt-Britt, terminemos juntas.
Brittany se olvidó de que era su primera vez y masajeo el clítoris de Santana para luego penetrarla, ambas la embistieron varias veces más. Santana absorta, emitió un gemido y Brittany, por su parte, aullaba, desordenada, nunca había chillado de esa forma cuando tenía un orgasmo.
Quedó extenuada.
Ambas salieron del cuerpo de la otra. Brittany notaba, asimismo, que las fuerzas le fallaban. A continuación Santana la rodeó con sus brazos, la recostó sobre su pecho y la guio junto a ella bajo el chorro de agua mientras le besaba el cuello.
—¿Estás bien, mi amor?—Brittany sólo asintió con la cabeza—Te amo, Brittany.
—Yo también, mi vida.
Santana tomó el bote de champú, puso un poco en su palma y comenzó a lavarle la cabeza con cariño, luego se la enjuagó. Después cogió el gel, la enjabonó de arriba abajo y le masajeó los hombros.
Brittany estaba entregada, se sentía exhausta.
Santana la lavó y luego se dispuso a ponerle el acondicionador en sus largos cabellos, pero entonces recuperó el aliento y le dijo:
—Yo lo hago, duchate vos—le dio un beso en los labios y le quitó el bote de la mano.
Santana le sonrió deslumbrante y le devolvió el beso.
Terminaron de asearse y Santana salió primero, se envolvieron en sendas toallas y Santana la secó mientras le daba tiernos besos en la frente, luego le alcanzó una de sus batas, que le quedaba más corta.
—Los bolsos quedaron en la entrada, ¿verdad?
—Sí, mi amor.
Fue hasta el vestíbulo para buscar sus pertenencias y, cuando regresó a la habitación, Santana también se había puesto una bata.
Brittany abrió su bolsa y rebuscó en él un tarro de crema con aroma a lavanda, manzanilla y almendra, para hidratarse el cuerpo. Santana descubrió entonces el olor tan característico que Brittany tenía siempre en su piel y que la identificaba.
Cogió el envase y leyó la inscripción.
—Hay que comprar muchos de éstos, quiero que siempre huelas así.
—No te preocupes, estoy segura de que acá también se consigue—le contestó, riendo desde la cama, donde estaba untándosela.
Entonces Santana la tumbó y se echó encima de ella y la besó, su cuerpo era insaciable y su boca, ambiciosa.
Brittany tenía la bata abierta y Santana no pudo resistir la tentación de acariciar sus pechos, estaba nuevamente lista para hacerle el amor. Bajó su mano, acarició su vulva y comprobó la humedad de su vagina, Brittany también estaba preparada.
—No puedo parar, Britt, te deseo otra vez.
—No pares, yo también te deseo.
Mientras devoraba su boca, le acariciaba el hueco de los labios de su vagina, alrededor del capuchón, luego destinó su pulgar a rodearle el clítoris de manera muy sutil, con leves toquecitos, como si se tratara de una pompa de jabón.
Brittany se arqueaba entre sus manos, había levantado sus piernas y exponía su vagina a las caricias. Santana tomó su clítoris entre sus dedos pulgar e índice, como si tocara el pétalo de una flor y empezó a darle tenues pellizcos. Brittany le suplicaba «más rápido», «más suave», pero Santana mantenía el ritmo ya que sabía que era el adecuado, ya que Brittany se retorcía entre sus manos.
Mientras Santana seguía con los pellizcos introdujo su dedo medio en la vagina y lo movió en círculos. Brittany comenzó a contraerse y a convulsionarse, emitiendo pequeños grititos que Santana ahogaba con sus besos. Una rigidez que Santana conocía muy bien comenzó a notarse en sus extremidades y, en aquel momento, Santana observó su rostro con atención porque no quería perderse ninguna sensación.
Brittany retorció la bata con los dedos y su temperatura corporal aumentó en el momento del orgasmo. Arqueó su espalda e irguió el cuello, mientras experimentaba una serie de contracciones musculares involuntarias y muy intensas en la vagina, en el útero y en el recto.
—Me encanta verte perdida en mis manos, Britt-Britt.
Brittany asintió con la cabeza, le faltaba la respiración.
Sin más espera, Santana se subió en Brittany y acomodo sus sexos. Comenzó a moverse cruelmente, cambiaba el ritmo y se movía lento, luego reanudaba los movimientos rápidos de su pelvis y, cuando volvió a advertir todos los síntomas en el cuerpo de Brittany, su respiración, pulso y presión arterial llegaron también a una aceleración máxima.
Estaba en su punto más alto y se dejó ir, perdiéndose en un mundo de placer, mientras su humedad brotaba como un torrente mezclándose con la de Brittany.
Cayó sobre Brittany extenuada y así se quedaron durante un rato, en silencio y abrazadas. La humedad de las lágrimas de la Brittany empezaron a mojar su mejilla.
—¿Por qué lloras, mi amor?
—De placer, San, me saltaron la lágrimas de tanto placer, nunca en mi vida me había sentido como hoy—le explicó Brittany asombrada.
—¿Fue mejor que en la ducha?—le preguntó Santana interesada.
—Fue diferente, mi amor, pero hermoso las dos veces.
—Quiero darte todo el placer que puedas imaginar, Britt, quiero ser yo y solamente yo el que te lleve a esos lugares que tu cuerpo no conocía. Descubriremos nuevas sensaciones juntas—le apartó el pelo de la cara mientras le hablaba—Un día de éstos voy a morir entre tus brazos, a veces siento que el corazón me deja de latir, no sos consciente de lo que me hacés sentir.
—¿Tanto placer te doy?
—No lo dudes nunca, tu cuerpo me hace estremecer de formas que nunca antes experimenté.
—No creo hacer nada realmente extraordinario—reconoció Brittany un poco incrédula.
—Britt-Britt, sos una serpiente en la cama, te movés de una manera que me hace perder el control, como si fuera una adolescente inexperta—ambas se carcajearon—Te amo mucho, mucho, mucho, mucho, mucho...—le repitió Santana mientras le besaba los labios.
—Yo más, yo más, yo más, yo más, yo más...—le contestó Brittany entre beso y beso.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
son tan lindas juntas que da miedo, solo espero que la omision de santana no le traiga problemas despues pq cuando la arpia se entere de ese compromiso ni el demonio la podra detener!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
Asuuuu!!! Ellas si no paran ... Jejeje son muy sexososas...sólo que Santana debió decirle la verdad de lo que paso con Elaine eso le traerá problemas... Saludos Señorita ;) y cuidece
Lucy LP**** - Mensajes : 168
Fecha de inscripción : 01/07/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: En tus Brazos y Huir de Todo Mal II: Pasión (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:son tan lindas juntas que da miedo, solo espero que la omision de santana no le traiga problemas despues pq cuando la arpia se entere de ese compromiso ni el demonio la podra detener!!!!
Hola, jaajaja aaaa si son las mejores! =o no, esperemos y no =/ y que "esa" no se meta en nada! Saludos =D
Lucy LP escribió:Asuuuu!!! Ellas si no paran ... Jejeje son muy sexososas...sólo que Santana debió decirle la verdad de lo que paso con Elaine eso le traerá problemas... Saludos Señorita ;) y cuidece
Hola, nop, jajaajajajaja XD ajajajajjajajajaajajaj. Mmm toda la razón, esa san no aprende, no¿? Que ni se meta "esa" mejor ¬¬. Gracias, tu igual! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
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