|
Estreno Glee 5x17
"Opening Night" en:
"Opening Night" en:
Últimos temas
Los posteadores más activos de la semana
No hay usuarios |
Publicidad
[Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
+2
3:)
23l1
6 participantes
Página 1 de 4.
Página 1 de 4. • 1, 2, 3, 4
[Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
Sinopsis
La multimillonaria Santana López ha vivido su vida sin excusas ya que trata de nunca hacer algo de lo que se pueda arrepentir….con la excepción de lo que le hizo en el pasado a la Dra. Brittany Pierce.
Después de muchos años de arrepentimientos, Santana se encuentra de casualidad con Brittany; su hermana Quinn se va a casar con la mejor amiga de Brittany y las dos se ven forzadas a ser cordiales.
Pero Santana quiere ser más que educada, y quiere otra oportunidad para limar asperezas y arreglar las cosas, así que le ofrece a Brittany una atrevida propuesta, una oferta que la rubia encontrará difícil de rechazar por más que la odie.
La Dra. Brittany Pierce adora a su mejor amiga Rachel y a su prometida Quinn, pero el verse forzada a estar en compañía de Santana López únicamente por que las dos estarán en la boda de Quinn y Rachel, es un suplicio.
Lleva años odiando a Santana, pero cuando esta le ofrece un trato, algo que está muy cercano a su corazón, se debate entre su desdén hacia la mujer que tanto le disgusta, y algo que desesperadamente ha querido siempre.
Ya una vez, Santana casi la destruye, pero Brittany descubre que a veces las cosas no son como parecen ser.
¿Podrá ser Santana una astuta rompecorazones, o existe algo más debajo de su apariencia?
¿Podrán dos personas con tantos años de resentimiento entre ellas aprender a volver a confiar la una a la otra?
Después de muchos años de arrepentimientos, Santana se encuentra de casualidad con Brittany; su hermana Quinn se va a casar con la mejor amiga de Brittany y las dos se ven forzadas a ser cordiales.
Pero Santana quiere ser más que educada, y quiere otra oportunidad para limar asperezas y arreglar las cosas, así que le ofrece a Brittany una atrevida propuesta, una oferta que la rubia encontrará difícil de rechazar por más que la odie.
La Dra. Brittany Pierce adora a su mejor amiga Rachel y a su prometida Quinn, pero el verse forzada a estar en compañía de Santana López únicamente por que las dos estarán en la boda de Quinn y Rachel, es un suplicio.
Lleva años odiando a Santana, pero cuando esta le ofrece un trato, algo que está muy cercano a su corazón, se debate entre su desdén hacia la mujer que tanto le disgusta, y algo que desesperadamente ha querido siempre.
Ya una vez, Santana casi la destruye, pero Brittany descubre que a veces las cosas no son como parecen ser.
¿Podrá ser Santana una astuta rompecorazones, o existe algo más debajo de su apariencia?
¿Podrán dos personas con tantos años de resentimiento entre ellas aprender a volver a confiar la una a la otra?
NOTA:
*Esta es la versión de Quinn y Rachel y la adaptare a las Brittana obvio, es por eso que tendrá algunos cambios:
*Quinn seguirá siendo aquí la que fue “adoptada” es por eso que todo seguirá como Santana “López” y la mamá será Maribel.
*Quinn seguirá siendo aquí la que fue “adoptada” es por eso que todo seguirá como Santana “López” y la mamá será Maribel.
********************************************************************************************************************************
Hola, aquí les dejo el principio de esta nueva historia, espero y les guste!
Gracias por leer y comentar!
Pd: como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd2: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Pd3: aquí mis anteriores historias (adaptadas todas):
Wallbanger: https://gleelatino.forosactivos.net/t22310-resueltofanfic-brittanawallbanger-2-rustynailed-adaptada-finalHola, aquí les dejo el principio de esta nueva historia, espero y les guste!
Gracias por leer y comentar!
Pd: como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd2: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Pd3: aquí mis anteriores historias (adaptadas todas):
El Affaire López: https://gleelatino.forosactivos.net/t22380-fanfic-brittana-el-affaire-lopez-4-algo-raro-y-preciso-adaptada-epilogo
A los 17: https://gleelatino.forosactivos.net/t22434-resueltofanfic-brittana-a-los-17-adaptada-cap-43-final
Tras el Telón de Pino: https://gleelatino.forosactivos.net/t22474-resueltofanfic-brittana-tras-el-telon-de-pino-adaptada-cap-36-final
Sin Condiciones: https://gleelatino.forosactivos.net/t22505-resueltofanfic-brittana-sin-condiciones-adaptada-cap-47-final
Blonde Girl: https://gleelatino.forosactivos.net/t22520-fanfic-brittana-blonde-girl-adaptada-prologo#538737
Ajuste de Cuentas: https://gleelatino.forosactivos.net/t22532-resueltofanfic-brittana-ajuste-de-cuentas-adaptada-cap-12-fin
Pídeme lo que Quíeras: https://gleelatino.forosactivos.net/t22535-fanfic-brittana-pideme-lo-que-quieras-adaptada-prologo#539712
Mi Mujer: https://gleelatino.forosactivos.net/t22564-fanfic-brittana-mi-mujer-3-confesion-adaptada-cap-35#542092
Sorpréndeme: https://gleelatino.forosactivos.net/t22576-resueltofanfic-brittana-sorprendeme-adaptada-epilogo#543891
Palabras para Ti: https://gleelatino.forosactivos.net/t22583-resueltofanfic-brittana-palabras-para-ti-adaptada-epilogo
Un Vuelo con Escalas: https://gleelatino.forosactivos.net/t22590-fanfic-brittana-un-vuelo-con-escalas-adaptada-cap-33-final#544923
Secretos del Pasado: https://gleelatino.forosactivos.net/t22595-resueltofanfic-brittana-secretos-del-pasado-adaptada-epilogo
En tus Brazos y Huir de Todo Mal: https://gleelatino.forosactivos.net/t22602-resueltofanfic-brittana-en-tus-brazos-y-huir-de-todo-mal-ii-pasion-adaptada-epilogo
Parejas: https://gleelatino.forosactivos.net/t22615p195-resueltofanfic-brittana-parejas-adaptada-cap-41-final#547481
La Chica de Servicio: https://gleelatino.forosactivos.net/t22617-resueltofanfic-brittana-la-chica-de-servicio-3-rindete-adaptada-epilogo-santana
A su Manera: https://gleelatino.forosactivos.net/t22622-resueltofanfic-brittana-a-su-manera-adaptada-cap-50-final
Pídeme lo que Quiéras 4: Y yo te lo Darpe: https://gleelatino.forosactivos.net/t22630-fanfic-brittana-pideme-lo-que-quieras-4-y-yo-te-lo-dare-adaptada-epilogo
Angel de Fuego: https://gleelatino.forosactivos.net/t22633-resueltofanfic-brittana-angel-de-fuego-adaptada-cap-39-fin
Después de Todo: https://gleelatino.forosactivos.net/t22642-fanfic-brittana-despues-de-todo-adaptada-epilogo
Pintando la Luna: https://gleelatino.forosactivos.net/t22644-resueltofanfic-brittana-pintando-la-luna-adaptada-epilogo
La Luna de Media Noche: https://gleelatino.forosactivos.net/t22647-resueltofanfic-brittana-la-luna-de-media-noche-adaptada-epilogo
Amor en Espera: https://gleelatino.forosactivos.net/t22651-resueltofanfic-brittana-amor-en-espera-adaptada-epilogo
Storms: https://gleelatino.forosactivos.net/t22657-resueltofanfic-brittana-storms-adaptada-epilogo
Fue un Beso Tonto: https://gleelatino.forosactivos.net/t22660-resueltofanfic-brittana-fue-un-beso-tonto-adaptada-epilogo
La Luna de Santana: https://gleelatino.forosactivos.net/t22664-resueltofanfic-brittana-la-luna-de-santana-adaptada-epilogo
Con Todo mi Corazón: https://gleelatino.forosactivos.net/t22666-resueltofanfic-brittana-con-todo-mi-corazon-adaptada-epilogo
La Esposa Del Vecino: https://gleelatino.forosactivos.net/t22668-resueltofanfic-brittana-la-esposa-del-vecino-adaptada-epilogo
Dulce Brittany: https://gleelatino.forosactivos.net/t22671-resueltofanfic-brittana-dulce-brittany-adaptada-epilogo
Eres Para Mí: https://gleelatino.forosactivos.net/t22674-resueltofanfic-brittana-eres-para-mi-adaptada-epilogo
Vampira: https://gleelatino.forosactivos.net/t22679-resueltofanfic-brittana-vampira-adaptada-epilogo
Rojo: https://gleelatino.forosactivos.net/t22687-resueltofanfic-brittana-rojo-adaptada-cap-34-final
Retroceder el Tiempo: https://gleelatino.forosactivos.net/t22695-resueltofanfic-brittana-retroceder-el-tiempo-adaptada-epilogo
Dulce Travesura: https://gleelatino.forosactivos.net/t22699-resueltofanfic-brittana-dulce-travesura-adaptada-epilogo
Compañeras: https://gleelatino.forosactivos.net/t22704-resueltofanfic-brittana-companeras-ii-carretera-del-infierno-adaptada-cap-34-y-35-fin
Pequeño Amor: https://gleelatino.forosactivos.net/t22711-resueltofanfic-brittana-pequeno-amor-adaptada-epilogo
Por la Eternidad: https://gleelatino.forosactivos.net/t22718-resueltofanfic-brittana-por-la-eternidad-adaptada-epilogo
Besos: https://gleelatino.forosactivos.net/t22720-resueltofanfic-brittana-besos-adaptada-epilogo
Bambalinas: https://gleelatino.forosactivos.net/t22725-resueltofanfic-brittana-bambalinas-adaptada-epilogo
Razonable: https://gleelatino.forosactivos.net/t22733-resueltofanfic-brittana-razonable-iii-adaptada-epilogo
Seducción: https://gleelatino.forosactivos.net/t22737-resueltofanfic-brittana-seduccion-adaptada-epilogo
Dilo a Otra: https://gleelatino.forosactivos.net/t22740-resueltofanfic-brittana-dilo-a-otra-adaptada-epilogo-parte-ii
En Equilibrio: https://gleelatino.forosactivos.net/t22741-resueltofanfic-brittana-en-equilibrio-adaptada-epilogo
Simplemente: https://gleelatino.forosactivos.net/t22743-fanfic-brittana-simplemente-ii-adaptada-cap-3
Nunca: https://gleelatino.forosactivos.net/t22747-fanfic-brittana-nunca-i-adaptada-cap-1#561488
Sexy Amor: https://gleelatino.forosactivos.net/t22748p175-resueltofanfic-brittana-sexy-amor-adaptada-epilogo#562089
Sentimientos: https://gleelatino.forosactivos.net/t22752-resueltofanfic-brittana-los-sentidos-adaptada-epilogo
Mia: https://gleelatino.forosactivos.net/t22754-resueltofanfic-brittana-mia-iv-adaptada-cap-5-fin
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
Hola morra....
Ahora se va a saber el bloqueo que llego a causar britt??.
Y como fueron las cosas???
Nos vemos!
Ahora se va a saber el bloqueo que llego a causar britt??.
Y como fueron las cosas???
Nos vemos!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
Pues haber que historia pasada traen las brittana y como es el reencuentro con una persona que te hizo daño :s ....
Y bueno también haber que tipo de propuesta le hará San a Britt ...
Y bueno también haber que tipo de propuesta le hará San a Britt ...
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
ya muy comoda esperando saber que trae esa propuesta!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
Sii! Sino hubiera habido una historia sobre esta pareja, me iba a quedar con esa tremenda curiosidad!!! Por fin sabremos que paso!!
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:Hola morra....
Ahora se va a saber el bloqueo que llego a causar britt??.
Y como fueron las cosas???
Nos vemos!
Hola lu, si que si! aquí sabremos todo de todo ajjaajajaj. Espero y el prólogo no sdiga ma´s jaajaj. SAludos =D
JVM escribió:Pues haber que historia pasada traen las brittana y como es el reencuentro con una persona que te hizo daño :s ....
Y bueno también haber que tipo de propuesta le hará San a Britt ...
Hola, mmm esperemos y sea igual de buena q su "primera" aprte, no¿? jaajjajaaja. Espero y este cap nos diga ma´s. SAludos =D
micky morales escribió:ya muy comoda esperando saber que trae esa propuesta!!!!!
Hola, jajajajajajaaj ajajajaj eso es bueno! Aquí dejo una nueva actualización para saber mas! ajajajaj. Saludos =D
Tati.94 escribió:Sii! Sino hubiera habido una historia sobre esta pareja, me iba a quedar con esa tremenda curiosidad!!! Por fin sabremos que paso!!
Hola, jajajajajajaja y yo tmbn! menos y la ai... para nuestra salud digo yo jajaajajajaj. SI y aqui dejo más! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Prólogo
Prólogo
5 de Septiembre, 1996
ELLA se ha sentado otra vez a mi lado hoy.
Tengo que asumir que se trata de una coincidencia porque no puedo imaginarme por qué querría sentarse a mi lado o regalarme una de esas increíbles sonrisas suyas que parece que iluminan el aula de literatura inglesa, más bien oscura dicho sea de paso.
No sé si me alegra o no que se siente a mi lado.
Para ser sincera, tuve que mirar alrededor para ver a quién le sonreía. A mí seguro que no. No a Brittany Pierce, la simple rubia con gafas de empollona y sobrada de carnes. Pero no había nadie más en la habitación en ese momento, así que me imagino que ha debido sonreírme a mí.
No le he devuelto la sonrisa… Y me ha sido muy difícil concentrarme en los clásicos con ELLA sentado a mi lado.
16 de Septiembre, 1996
SU nombre es Santana López.
Hoy se ha presentado.
Esa mujer hace que, nada más verla, me suden las manos y se me seque la garganta como si estuviera en el desierto. Cuando me extendió la mano y se presentó tuve que secarme la mía en los vaqueros antes de tartamudearle mi nombre como una perfecta idiota. Me lanzó esa sonrisa una vez más y entré en coma, incapaz de encontrar nada inteligente que decirle.
¿Por qué tiene que ser tan guapa…?
Todo en ella es … demasiado.
Quizás mañana se siente al lado de alguien más.
Casi me alegraría que lo hiciera. Me pone muy nerviosa. Hay algo raro en que una persona tan guapa se fije en mí habiendo tantas personas buenas en la misma clase.
Sí, porque a ella le gustan las mujeres…al igual que a mí.
17 de Septiembre, 1996
Santana se me ha acercado esta noche después de clase para preguntarme si quería estudiar con ella.
Está haciendo lo mismo que yo, trabajar durante el día y quitarse del medio cuantas clases pueda por la noche, ella para conseguir un título en administración de empresas.
No me cabe duda que tendrá éxito en los negocios.
Esos preciosos ojos oscuros miran con apetito, decididos a comerse el mundo.
Le dije que yo quería ser médico. No estoy segura de por qué se lo dije. Se lo digo a poca gente porque suena risible que Brittany Pierce, más pobre que una rata, la niña que fue de una casa de acogida a otra, quiera aspirar a ser doctora en medicina.
Santana se limitó a sonreír, pero no fue una sonrisa de burla. Luego añadió sinceramente que pensaba que yo sería un médico excelente.
¿Cómo iba ella a saberlo?
Ni siquiera me conoce.
Pero, al menos, no se estaba riendo de mí.
14 de Noviembre, 1996
He estado tan ocupada que no he tenido oportunidad de escribir durante algún tiempo.
Estoy haciendo todos los turnos dobles que puedo en el asilo de ancianos, además de mis clases. Tengo que reunir el suficiente dinero para pagar la matrícula del próximo cuatrimestre.
Esta noche Santana me ha llevado a su departamento para estudiar y hasta parecía algo avergonzada porque se tratara de un estudio y no en el mejor de los vecindarios.
No sé de qué tiene que sentirse avergonzada. Trabaja muy duramente. Su trabajo es un trabajo físico y sé que normalmente trabaja de mañana a tarde casi todos los días de la semana.
Quiere ahorrar el suficiente dinero para traer a su mamá y a su hermana pequeño a vivir a Tampa. Santana habla mayormente del futuro, probablemente porque su pasado no ha sido tan bueno.
Lo entiendo bien.
Yo también prefiero pensar en el futuro. Hace solo unos meses que conozco a Santana, pero se ha convertido en la mejor amiga que he tenido nunca, después de Crystal, pero ella hace años que se fue.
Me veo como una tonta por haber dudado de Santana. Es una buena persona, la mejor de todas las personas que he conocido y quien más me alienta a perseguir mis metas.
Tan solo me gustaría que dejara de llamarme cielo y de quitarme la goma del pelo porque dice que es una lástima atar un pelo tan hermoso.
¿Está ciega?
¡Mi pelo es un desastre!
12 de Diciembre, 1996
Hoy Santana me ha dicho algo que me ha parecido extraño.
Me ha dicho que mi amistad le ha hecho querer ser mejor. No sé muy bien por qué lo dice y ella se limitó a encogerse de hombros cuando le pregunté qué quería decir.
¿Cómo podría ser mejor de lo que es?
Trabaja como una mula, hace lo que puede por su familia y estudia para ensanchar sus horizontes.
¿Acaso piensa que el dinero hace a alguien más valioso?
Si lo piensa desearía que no lo hiciera. Santana López está muy bien como está.
Es perfecta.
Solo me gustaría que no trabajara tan duramente.
10 de Enero, 1997
Santana y yo no tenemos ninguna clase juntas este cuatrimestre, pero raro es el día que no hablo con ella. No sé si podría aguantar no hablar con ella o no ver esa cara suya.
Me hace reír cuando estoy cansada y de mal humor y, por mi parte, siempre tengo a mano una crema analgésica para cuando ha llevado su cuerpo al límite después de muchas horas de trabajo.
Ella intenta levantarme el ánimo mientras que yo intento aliviarle el dolor.
Me imagino que eso es lo que es la amistad.
Como otras veces, hoy se quitó la camiseta para que yo pudiera ponerle crema en la espalda. Cada vez se me hace más difícil evitar que me tiemblen las manos, y me odio por eso.
Santana y yo somos amigas.
Es un gran apoyo y siempre puedo contar con ella.
¡Soy asistente de enfermería, por el amor de Dios!
No es que no conozca el cuerpo humano. Es simplemente que… es el cuerpo de Santana.
Su piel, siempre tórrida.
A veces gime emitiendo un intenso, femenino, suspiro de alivio cuando le pongo la crema en la espalda y yo me mojo entre las piernas y se me erizan los pezones.
Empiezo a pensar en cosas que no son su dolor de espalda. Sé que no debería. Pero no puedo evitarlo. A mi edad, muchas mujeres ya lo han hecho, pero yo no.
Nunca quise.
No hasta que conocí a Santana. Pero ella es mi amiga y tengo que recordármelo cada día, aunque mi corazón y mi cuerpo deseen mucho, mucho más.
14 de Febrero, 1997
Es el día de San Valentín y algo ha pasado hoy, algo extraordinario.
Santana López me ha dado un rosa roja… y luego me ha besado. No un simple beso de amiga en la mejilla, sino uno de verdad, cálido, húmedo, apasionado, que me aceleró el corazón y me hizo arder de deseo por algo más.
A ambas nos faltaba el aliento al separarnos.
Estoy segura de que parecía aturdida y confundida porque así es como me sentía.
Santana parecía horrorizada.
Empezó a soltar palabrotas y a decir atropelladamente que no había sido su intención y que yo me merecía algo mejor.
Dijo que debería haberme traído no una rosa sino una docena de rosas. Le dije que una rosa era lo mejor que nadie podría haberme dado porque venía de ella.
Me eché a llorar.
No pude evitarlo.
Ella me besó otra vez … y otra.
10 de Abril, 1997
Hace dos meses que Santana y yo somos pareja y aún no lo hemos hecho.
Yo quiero.
Se lo he dicho.
Mi cuerpo responde a cada contacto con el suyo, cada beso. La quiero tanto que me hace daño. No se lo he dicho a ella porque ella tampoco me lo ha dicho y no estoy segura si quiere oírlo.
Dice que ronroneo como un gato cuando me toca o me besa. Por desgracia, creo que tiene razón, pero me da vergüenza. No es que tenga mucha experiencia, pero estoy convencida de que nadie besa como Santana.
Sabe que soy virgen. Se lo he dicho. Dice que tiene miedo de tocarme a veces porque soy demasiado vulnerable, demasiado inocente. Si supiera los sueños que tengo con ella no pensaría que soy inocente en absoluto.
La quiero tanto… Quiero que sea ella la primera.
La única.
Quiero decirle que la amo, pero me da miedo.
¿Y si ella no siente lo mismo por mí?
12 de Mayo, 1997
Sola otra vez, como siempre he estado. Santana y yo teníamos que habernos encontrado para tomar café ayer y, al acercarme a la cafetería, las vi en el callejón.
La mujer era muy atractiva: alta, delgada y bonita, todo lo que nunca he sido ni seré.
Santana apoyaba la espalda contra los ladrillos del edificio y tenía a la mujer encima de ella, enredándole el pelo con las manos y besando a mi Santana como si le perteneciera. Le manoseaba los pechos y las piernas, apretando su cuerpo de modelo en contra, restregándose mutuamente.
Me quedé de piedra y permanecí ahí de pie como una estatua.
No estoy segura de cuánto tiempo me quedé mirando, el corazón a punto de
salírseme del pecho, incapaz de creer que realmente se trataba de mi Santana besando a esa mujer.
Pero, Dios mío, lo era.
Cuando se pararon a coger aliento, los ojos de Santana se encontraron con los míos. La expresión de su cara no dejaba lugar a dudas.
Culpa.
Satisfacción.
En ese momento, el corazón se me rompió en un millón de pedazos. Y Santana lo sabía. Lo sabía y ni siquiera intentó explicarse. Dudo que nada vuelva a recomponer lo nuestro.
Tenía que salir corriendo de ahí y Santana me dejó ir sin decir una palabra.
¿Fui realmente tan estúpida, tan ingenua?
¿Pensé realmente que Santana López estaba haciendo otra cosa que jugar conmigo?
Nadie me ha querido nunca.
Ni de niña ni de adolescente.
Y tampoco de adulta.
Lo más probable es que nadie lo haga nunca.
Lloraré un poco más y luego iré a dormir y a tratar de olvidar cómo se siente el ser querida por un breve instante.
Todo no era más que una mentira.
ELLA se ha sentado otra vez a mi lado hoy.
Tengo que asumir que se trata de una coincidencia porque no puedo imaginarme por qué querría sentarse a mi lado o regalarme una de esas increíbles sonrisas suyas que parece que iluminan el aula de literatura inglesa, más bien oscura dicho sea de paso.
No sé si me alegra o no que se siente a mi lado.
Para ser sincera, tuve que mirar alrededor para ver a quién le sonreía. A mí seguro que no. No a Brittany Pierce, la simple rubia con gafas de empollona y sobrada de carnes. Pero no había nadie más en la habitación en ese momento, así que me imagino que ha debido sonreírme a mí.
No le he devuelto la sonrisa… Y me ha sido muy difícil concentrarme en los clásicos con ELLA sentado a mi lado.
16 de Septiembre, 1996
SU nombre es Santana López.
Hoy se ha presentado.
Esa mujer hace que, nada más verla, me suden las manos y se me seque la garganta como si estuviera en el desierto. Cuando me extendió la mano y se presentó tuve que secarme la mía en los vaqueros antes de tartamudearle mi nombre como una perfecta idiota. Me lanzó esa sonrisa una vez más y entré en coma, incapaz de encontrar nada inteligente que decirle.
¿Por qué tiene que ser tan guapa…?
Todo en ella es … demasiado.
Quizás mañana se siente al lado de alguien más.
Casi me alegraría que lo hiciera. Me pone muy nerviosa. Hay algo raro en que una persona tan guapa se fije en mí habiendo tantas personas buenas en la misma clase.
Sí, porque a ella le gustan las mujeres…al igual que a mí.
17 de Septiembre, 1996
Santana se me ha acercado esta noche después de clase para preguntarme si quería estudiar con ella.
Está haciendo lo mismo que yo, trabajar durante el día y quitarse del medio cuantas clases pueda por la noche, ella para conseguir un título en administración de empresas.
No me cabe duda que tendrá éxito en los negocios.
Esos preciosos ojos oscuros miran con apetito, decididos a comerse el mundo.
Le dije que yo quería ser médico. No estoy segura de por qué se lo dije. Se lo digo a poca gente porque suena risible que Brittany Pierce, más pobre que una rata, la niña que fue de una casa de acogida a otra, quiera aspirar a ser doctora en medicina.
Santana se limitó a sonreír, pero no fue una sonrisa de burla. Luego añadió sinceramente que pensaba que yo sería un médico excelente.
¿Cómo iba ella a saberlo?
Ni siquiera me conoce.
Pero, al menos, no se estaba riendo de mí.
14 de Noviembre, 1996
He estado tan ocupada que no he tenido oportunidad de escribir durante algún tiempo.
Estoy haciendo todos los turnos dobles que puedo en el asilo de ancianos, además de mis clases. Tengo que reunir el suficiente dinero para pagar la matrícula del próximo cuatrimestre.
Esta noche Santana me ha llevado a su departamento para estudiar y hasta parecía algo avergonzada porque se tratara de un estudio y no en el mejor de los vecindarios.
No sé de qué tiene que sentirse avergonzada. Trabaja muy duramente. Su trabajo es un trabajo físico y sé que normalmente trabaja de mañana a tarde casi todos los días de la semana.
Quiere ahorrar el suficiente dinero para traer a su mamá y a su hermana pequeño a vivir a Tampa. Santana habla mayormente del futuro, probablemente porque su pasado no ha sido tan bueno.
Lo entiendo bien.
Yo también prefiero pensar en el futuro. Hace solo unos meses que conozco a Santana, pero se ha convertido en la mejor amiga que he tenido nunca, después de Crystal, pero ella hace años que se fue.
Me veo como una tonta por haber dudado de Santana. Es una buena persona, la mejor de todas las personas que he conocido y quien más me alienta a perseguir mis metas.
Tan solo me gustaría que dejara de llamarme cielo y de quitarme la goma del pelo porque dice que es una lástima atar un pelo tan hermoso.
¿Está ciega?
¡Mi pelo es un desastre!
12 de Diciembre, 1996
Hoy Santana me ha dicho algo que me ha parecido extraño.
Me ha dicho que mi amistad le ha hecho querer ser mejor. No sé muy bien por qué lo dice y ella se limitó a encogerse de hombros cuando le pregunté qué quería decir.
¿Cómo podría ser mejor de lo que es?
Trabaja como una mula, hace lo que puede por su familia y estudia para ensanchar sus horizontes.
¿Acaso piensa que el dinero hace a alguien más valioso?
Si lo piensa desearía que no lo hiciera. Santana López está muy bien como está.
Es perfecta.
Solo me gustaría que no trabajara tan duramente.
10 de Enero, 1997
Santana y yo no tenemos ninguna clase juntas este cuatrimestre, pero raro es el día que no hablo con ella. No sé si podría aguantar no hablar con ella o no ver esa cara suya.
Me hace reír cuando estoy cansada y de mal humor y, por mi parte, siempre tengo a mano una crema analgésica para cuando ha llevado su cuerpo al límite después de muchas horas de trabajo.
Ella intenta levantarme el ánimo mientras que yo intento aliviarle el dolor.
Me imagino que eso es lo que es la amistad.
Como otras veces, hoy se quitó la camiseta para que yo pudiera ponerle crema en la espalda. Cada vez se me hace más difícil evitar que me tiemblen las manos, y me odio por eso.
Santana y yo somos amigas.
Es un gran apoyo y siempre puedo contar con ella.
¡Soy asistente de enfermería, por el amor de Dios!
No es que no conozca el cuerpo humano. Es simplemente que… es el cuerpo de Santana.
Su piel, siempre tórrida.
A veces gime emitiendo un intenso, femenino, suspiro de alivio cuando le pongo la crema en la espalda y yo me mojo entre las piernas y se me erizan los pezones.
Empiezo a pensar en cosas que no son su dolor de espalda. Sé que no debería. Pero no puedo evitarlo. A mi edad, muchas mujeres ya lo han hecho, pero yo no.
Nunca quise.
No hasta que conocí a Santana. Pero ella es mi amiga y tengo que recordármelo cada día, aunque mi corazón y mi cuerpo deseen mucho, mucho más.
14 de Febrero, 1997
Es el día de San Valentín y algo ha pasado hoy, algo extraordinario.
Santana López me ha dado un rosa roja… y luego me ha besado. No un simple beso de amiga en la mejilla, sino uno de verdad, cálido, húmedo, apasionado, que me aceleró el corazón y me hizo arder de deseo por algo más.
A ambas nos faltaba el aliento al separarnos.
Estoy segura de que parecía aturdida y confundida porque así es como me sentía.
Santana parecía horrorizada.
Empezó a soltar palabrotas y a decir atropelladamente que no había sido su intención y que yo me merecía algo mejor.
Dijo que debería haberme traído no una rosa sino una docena de rosas. Le dije que una rosa era lo mejor que nadie podría haberme dado porque venía de ella.
Me eché a llorar.
No pude evitarlo.
Ella me besó otra vez … y otra.
10 de Abril, 1997
Hace dos meses que Santana y yo somos pareja y aún no lo hemos hecho.
Yo quiero.
Se lo he dicho.
Mi cuerpo responde a cada contacto con el suyo, cada beso. La quiero tanto que me hace daño. No se lo he dicho a ella porque ella tampoco me lo ha dicho y no estoy segura si quiere oírlo.
Dice que ronroneo como un gato cuando me toca o me besa. Por desgracia, creo que tiene razón, pero me da vergüenza. No es que tenga mucha experiencia, pero estoy convencida de que nadie besa como Santana.
Sabe que soy virgen. Se lo he dicho. Dice que tiene miedo de tocarme a veces porque soy demasiado vulnerable, demasiado inocente. Si supiera los sueños que tengo con ella no pensaría que soy inocente en absoluto.
La quiero tanto… Quiero que sea ella la primera.
La única.
Quiero decirle que la amo, pero me da miedo.
¿Y si ella no siente lo mismo por mí?
12 de Mayo, 1997
Sola otra vez, como siempre he estado. Santana y yo teníamos que habernos encontrado para tomar café ayer y, al acercarme a la cafetería, las vi en el callejón.
La mujer era muy atractiva: alta, delgada y bonita, todo lo que nunca he sido ni seré.
Santana apoyaba la espalda contra los ladrillos del edificio y tenía a la mujer encima de ella, enredándole el pelo con las manos y besando a mi Santana como si le perteneciera. Le manoseaba los pechos y las piernas, apretando su cuerpo de modelo en contra, restregándose mutuamente.
Me quedé de piedra y permanecí ahí de pie como una estatua.
No estoy segura de cuánto tiempo me quedé mirando, el corazón a punto de
salírseme del pecho, incapaz de creer que realmente se trataba de mi Santana besando a esa mujer.
Pero, Dios mío, lo era.
Cuando se pararon a coger aliento, los ojos de Santana se encontraron con los míos. La expresión de su cara no dejaba lugar a dudas.
Culpa.
Satisfacción.
En ese momento, el corazón se me rompió en un millón de pedazos. Y Santana lo sabía. Lo sabía y ni siquiera intentó explicarse. Dudo que nada vuelva a recomponer lo nuestro.
Tenía que salir corriendo de ahí y Santana me dejó ir sin decir una palabra.
¿Fui realmente tan estúpida, tan ingenua?
¿Pensé realmente que Santana López estaba haciendo otra cosa que jugar conmigo?
Nadie me ha querido nunca.
Ni de niña ni de adolescente.
Y tampoco de adulta.
Lo más probable es que nadie lo haga nunca.
Lloraré un poco más y luego iré a dormir y a tratar de olvidar cómo se siente el ser querida por un breve instante.
Todo no era más que una mentira.
********************************************************************************************************************************
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
hola morra
en serio santana es tonta o que le pasa una explicación o algo???
aunque mucho no ahi que explicar pero bueno el intento???
a ver que hace san para reconquistarla???
nos vemos!!
en serio santana es tonta o que le pasa una explicación o algo???
aunque mucho no ahi que explicar pero bueno el intento???
a ver que hace san para reconquistarla???
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
:/ empezó muy bonita su historia .... Solo que no entiendo porque le hizo eso San a Britt .... Si era por sexo ella estaba dispuesta a dárselo pero no aceptaba ... Entonces que fue?..
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra
en serio santana es tonta o que le pasa una explicación o algo???
aunque mucho no ahi que explicar pero bueno el intento???
a ver que hace san para reconquistarla???
nos vemos!!
Hola lu, mmm espero y creo q es más lo segundo q de lo primero xD jajajajajaj. NAda de nada por parte de esa morena loca ¬¬ De todo... o eso espero yo xD jajaja. SAludos =D
JVM escribió::/ empezó muy bonita su historia .... Solo que no entiendo porque le hizo eso San a Britt .... Si era por sexo ella estaba dispuesta a dárselo pero no aceptaba ... Entonces que fue?..
Hola, si que lo fue =/ Algo no calza, no¿?mmm espero y este cap nos traiga más! SAludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Cap 1
Capitulo 1
Brittany Pierce se mordía la uña del pulgar con cara de concentración mientras examinaba el historial médico de un paciente de la clínica.
Eran las siete de la tarde y hacía horas que se debería haber ido a casa a descansar, pero había algo en ese caso que le obsesionaba.
Tenía que habérsele pasado algo por alto, algo importante.
Timmy tenía cinco años, sentía fatiga y falta de energía, y padecía diarrea y vómitos ocasionales. El pobre chiquillo llevaba semanas así, por lo que no podía deberse exclusivamente a un virus.
Brittany suspiró y se reclinó en la silla de su despacho, haciendo una mueca porque se había pasado mordiéndose la uña.
Tendría que consultar a un pediatra y hacerle más pruebas.
Rezó en silencio por que la mamá de Timmy acompañara a su hijo en la próxima visita y cerró la carpeta. El niño no tenía una vida fácil y su mamá no es que fuera precisamente un gran apoyo.
—Hola, Brittany.
Una voz grave y sensual que provenía del umbral de su despacho le hizo ponerse de pie de un brinco, lista para pulsar el botón de emergencia que tenía bajo la mesa.
La clínica gratuita estaba en un barrio conflictivo y, de hecho, a Rachel le había faltado el canto de un duro para que le pegaran un tiro en esa misma habitación.
—No pretendía asustarte.
Brittany sintió que un escalofrío le recorría la columna vertebral, no se debía al miedo, sino a que había reconocido la voz.
Entrecerró los ojos para observar el cuerpo que acompañaba a esa voz dulce
como el terciopelo y el rostro de la mujer que tenía delante.
—¿Cómo has logrado sortear a los seguratas de Quinn? ¿Y qué diantres haces aquí?
Santana López se encogió de hombros y entró en el despacho como si fuera suyo. Aunque iba vestida con unos sencillos vaqueros y un jersey de punto trenzado color.
—También son mis seguratas, encanto. Forman parte de la plantilla de López Corporation. ¿Qué otra cosa iban a hacer más que dejarme pasar saludándome amablemente?
«¡Menuda arrogante está hecho esta capullo!».
A Brittany se le aceleró el pulso y le empezaron a sudar las manos. Se las secó en los vaqueros deseando no haberse duchado ni cambiado de ropa en el diminuto aseo que tenía en la parte trasera de la clínica.
Quizá hubiera sido más fácil enfrentarse a Santana vestida con su bata de profesional y con el pelo recogido en un moño recatado.
Se metió por detrás de la oreja un cabellos color rubio y estiró la espalda para parecer más alta de lo que era; metro setenta.
Aunque no sabía para que, si era más alta que Santana…, pero no cuando llevaba eso tacones… quedaban casi del mismo porte.
—¿Qué quieres, Santana? Este barrio te queda bastante a desmano. Y no creo que te hagan falta los servicios de una prostituta—le espetó con voz crispada.
¡Maldita sea!
¿Por qué no podía comportarse con indiferencia?
Desde aquel terrible desengaño habían pasado muchas primaveras y ya ni quiera conocía a la mujer que tenía delante.
Entonces, ¿por qué no lograba tratarla como a una desconocida?
Se acercó a ella y preguntó con voz grave:
—¿Acaso te molestaría, encanto? ¿Te importaría que me tirara a todas las mujeres de la ciudad?
—¡Ja! Como si no lo hubieras hecho ya. Y deja de llamarme «encanto». Es ridículo. ¿Qué te crees? ¿Que soy un perrito?—respondió Brittany con sarcasmo, pero no pudo controlar sus instintos: se le aceleró el pulso y se le cortó la respiración cuando Santana continuó aproximándose hasta que estuvo tan cerca de ella que pudo oler su cautivador aroma a perfume y su esencia, un olor especiado que la hizo sentirse un poco mareada.
Su aroma no había cambiado.
Seguía siendo igual de tentadora que en aquel tiempo lejano.
—¿Qué haces a estas horas aquí? Mis agentes de seguridad me llamaron para advertirme de que seguías en la clínica a pesar de que ya era de noche. Deberías estar en casa. Este barrio es peligroso de día, así que por la noche ni te cuento—gruñó en voz baja.
—Son los seguratas de Quinn—puntualizó Brittany.
Por muy hermanas que fueran, Brittany no lograba ver el parentesco entre esas dos mujeres: Quinn era una persona amable que escondía bajo su arisca actitud un corazón de oro mientras que Santana era el diablo en persona; Satán disfrazado de modelo de la revista y con más dinero y poder de los que nadie debería tener.
Y menos aún una mujer como Santana López.
—¿Y si algún canalla lograra esquivar a los seguratas y te encontrara aquí sola y vulnerable?—se acercó un poco más a la rubia.
Estaba tan cerca que Brittany sentía su cálido aliento en la sien.
¡Dios mío, era más alta con esos tacones!
Cuando la conoció, hacía muchos años, Santana trabajaba mucho en todo lo que podía y esos trabajos tan duros le había dado a cambio un cuerpo perfecto.
Era curioso que no hubiera cambiado ni un ápice.
¿Cómo diablos lograba mantener ese cuerpazo pasando tantas horas sentada en un despacho?
Brittany se echó hacia atrás para tratar de separarse de su intimidatoria presencia, pero se golpeó con el trasero en la mesa y no pudo alejarse ni un paso más.
—Alguien podría aprovecharse de una mujer sola en un despacho vacío—prosiguió en voz baja y con un tono intimidante.
Brittany estaba arrinconada entre Santana y la mesa, y le empujó el pecho para hacerse un poco de hueco.
—Aparta. Quítate, Santana, o te dejo sin descendencia.
La morena posó su muslo sobre el de la rubia para que no pudiera pegarle un rodillazo en la entrepierna.
—Ese golpe te lo enseñé yo, ¿recuerdas? Jamás reveles tus intenciones al agresor, Brittany.
La rubia se movió para mirarla a la cara. Sus ojos oscuros la observaban con atención. Tal y como le había ocurrido hacía años, se quedó embelesada ante su belleza.
Siempre le había recordado a algún diosa de la antigüedad; un cuerpo y unos rasgos tan perfectos que deberían inmortalizarse en mármol.
Sin embargo, aunque tuviera la dureza de esa piedra, en ese momento no mostraba su frialdad, todo lo contrario: su cuerpo transmitía olas de calor y sus ojos abrasadores parecían estar a punto de derretirse.
—Que te follen, López.
Santana trató de reprimir una sonrisa, pero, a pesar de sus esfuerzos, sus labios dibujaron una curva.
Le colocó las manos en la espalda para atraer todo su cuerpo hacia ella y le susurró al oído:
—Preferiría que lo hicieras tú, encanto. Sería mucho más placentero. Sigues siendo la mujer más guapa que he visto en la vida. Aún más guapa de lo que ya eras hace años.
«Mentirosa. Es una mentirosa empedernida. Si entonces me hubieras deseado tanto, no habrías hecho lo que hiciste».
—Suéltame ahora mismo. Largo de mi despacho.
La muy cerda estaba tratando de engatusarla.
Era intolerable.
Ni era guapa ni se parecía en nada a las modelos flacas como palos con las que paseaba del brazo antes de llevárselas a la cama.
—Primero dame un beso. Demuéstrame que no queda nada entre nosotras—repuso Santana con una voz exigente y ruda, y chispazos de fuego en sus ojos oscuros.
—Lo único que queda pendiente entre nosotras es que jamás te has disculpado por lo que hiciste. Te dio absolutamente igual. No…
Brittany no pudo terminar la frase.
La boca carnosa y ardiente de Santana ahogó las palabras amargas sin pedir permiso, exigiéndole que reaccionara.
Sus ágiles manos le recorrieron la espalda y la agarraron del culo para sentarla en la mesa, así facilitaba la tarea de devorarle la boca.
Santana nunca se había limitado a besar; iba más allá, dejaba su huella, su marca.
Brittany le gimió en la boca mientras la morena le metía y le sacaba la lengua, una y otra vez, hasta dejarla sin aliento. Se rindió rodeándole el cuello con los brazos y aferrándose a los cabellos de seda mientras las yemas de sus dedos se recreaban con tanta suavidad. Le rodeó las caderas con las piernas, ya que necesitaba agarrarse a algo para que la oleada de sensualidad no la arrastrara, y dejó que su lengua retara a duelo a la de la morena.
Entonces, Santana empezó a bambolear las caderas al ritmo al que le metía lengüetazos y empezó a gemir mientras metía las manos por debajo de la camiseta y acariciaba con las yemas de los dedos la espalda desnuda.
Brittany se estremeció ahogándose en un mar de deseo, donde una fuerza más potente que su voluntad la arrastraba hacia el fondo.
«Tengo que parar. Debo poner fin a esta situación antes de que se me vaya de las manos».
Echó la cabeza hacia atrás para arrancar la boca de la de la morena y se quedó jadeando extasiada.
Santana la cogió de la cabeza para que la apoyara sobre su palpitante pecho.
—Britt, Britt…—susurró metiendo la mano entre sus cabellos y acariciándoselos apasionadamente.
«Ay, Dios. No».
No podía volver a caer en las garras de Santana López.
De ninguna manera.
La empujó con fuerza para que se apartara, bajó las piernas y apoyó los pies en el suelo.
—Suéltame.
Sintió que la ira crecía en su interior como una hoguera fuera de control.
¿Cómo se atrevía a utilizarla de esa manera?
¿Qué pasaba?
¿Que estaba aburrida y, como no había otra mujer en el edificio, había venido a jugar con ella?
Santana era una mujeriega que se llevaba a las mujeres a la cama y que, en cuanto encontraba otro juguete con el que entretenerse, las dejaba tiradas.
¿Es que no tenía conciencia?
¿Se preocupaba por alguien que no fuera ella misma?
A Brittany le entraron ganas de protegerse haciéndose un ovillo.
Se sentía avergonzada por haber reaccionado así ante la morena aun sabiendo que era una auténtica víbora.
¿En qué tipo de mujer la convertía eso?
Sin mirarla siquiera a la cara se dio media vuelta para salir a toda prisa por la puerta.
—Britt. Espera—imploró, o más bien exigió, Santana con su ronca voz. La agarró del brazo y la giró antes de que pudiera alcanzar la puerta.
Brittany la fulminó con la mirada mientras la ira y el miedo libraban una batalla en su interior.
—No me vuelvas a tocar. En la vida. Ya no soy la chica inocente y bobalicona que conociste una vez y que confió en ti. Me lo he perdonado porque era joven, pero no volveré a caer en esa trampa. Ya no puedo justificar un error semejante con la excusa de la edad.
—Aún me deseas—respondió Santana apasionadamente, recorriendo con la mirada su cuerpo entero antes de detenerse en su rostro.
La miró a los ojos y respondió furiosa:
—No, ya no. Puede que mi cuerpo responda ante una mujer atractiva, pero eso tan solo es una reacción sexual, fisiológica. Tú—le espetó golpeándole el pecho—Ya no significas nada para mí.
—Estás deseando que te lo haga hasta que te deje sin aliento. Todavía sé cómo hacerte ronronear, gatita—afirmó con arrogancia dibujando una presuntuosa sonrisa de satisfacción en su atractivo rostro.
Brittany se encogió de hombros tratando de reprimir las ganas de borrarle la sonrisa de una bofetada.
—La verdad es que no lo sé…, porque nunca nos hemos acostado y nunca lo haremos.
En cuestión de segundos se zafó de su brazo, se fue del despacho, cogió la chaqueta del perchero que había en recepción y salió de la clínica por la puerta principal sin mirar atrás.
Era superior a sus fuerzas.
Uno de los agentes de seguridad de López Corporation la escoltó hasta el coche y Brittany arrancó a toda velocidad, como un criminal perseguido por la ley.
Lo que más deseaba en ese momento era alejarse todo lo posible de Santana.
Condujo en un estado de turbación absoluta durante el cual su cerebro se limitó a reproducir dos palabras como un disco rayado: «Nunca más. Nunca más».
Santana avanzó despacio por la recepción de la clínica, absorta en sus pensamientos.
¿Qué diablos acababa de ocurrir?
Se había preocupado porque Brittany seguía en la clínica a esas horas y había decidido pasarse un momento a ver si se encontraba bien.
Tan solo quería asegurarse de que no había ningún problema.
¡Maldita sea!
¿Es que no podía ver a esa mujer sin que le entrara una necesidad irrefrenable de poseerla, de lograr que la castaña la deseara tanto como ella la deseaba?
«Nunca has superado esa relación y seguramente no lo logres jamás. Ha sido tu obsesión durante años. Se te metió bajo la piel como una astilla que no hay quien la vuelva a sacar y que produce irritación y molestia de por vida» .
Al salir a la calle, cerró la puerta principal a sus espaldas y, mirando a uno de los agentes de seguridad, ordenó:
—Cierra con llave.
El hombre asintió con la cabeza.
—Sí, señorita. Espero que su encuentro con la doctora Pierce fuera satisfactorio.
Santana se rio de sí misma soltando una carcajada sin gracia:
—Sí. Ha sido muy revelador—saludó con la mano al resto de escoltas mientras se dirigía hacia el coche.
Sí.
«El encuentro ha sido un gran éxito», pensó apesadumbrada mientras entraba en el Bugatti.
—«Jamás te has disculpado por lo que hiciste».
Las palabras de Brittany la atormentaban y se dio cuenta de que posiblemente la torturarían para siempre.
Frustrada, Santana pegó un manotazo al volante.
No.
Nunca le había pedido perdón.
Aunque tampoco Brittany le había dado la oportunidad.
En cualquier caso, se lo debería haber pedido, debería haber encontrado el modo de disculparse.
En aquella época no tuvo ocasión y ahora acababa de malgastar su segunda oportunidad.
¿Qué tenía Brittany que le hacía perder la cabeza?
«Te estás comportando como una gilipollas porque a ella ya no le importas y eso te reconcome por dentro. Si logras seducirla, puede que logres que te entregue su cuerpo…, pero jamás te dará su corazón. Eso no volverá a suceder».
Hubo una época, hacía muchos años, en la que Brittany la adoraba, en la que sus ojos reflejaban la admiración que sentía por ella; pero una sandez, un incidente estúpido, había bastado para borrar para siempre esa mirada de sus preciosos ojos.
Apoyó la frente en el volante y cerró los párpados recordando vivamente a la Brittany que un día la miró con afecto y respeto a pesar de que en aquella época no tenía dónde caerse muerta.
Resultaba irónico que, ahora que se había convertido en una de las personas más ricas del mundo, la mirara como si fuera un insecto que debe ser pisoteado o un roedor que hay que exterminar.
«Volverás a verla. En la boda de Quinn y Rachel tendrá que hablar contigo».
El enlace se iba a celebrar en casa de Brittany, así que la rubia no tendría elección.
Ambas era las damas de honor.
Como mínimo, tendría que guardar las formas, y Santana sabía que lo haría.
Brittany era una mujer considerada y fiel con sus amigos y dejaría sus sentimientos a un lado para que en la boda de Rachel todo fuera como la seda.
«No me afectará cómo me trate o cómo me mire. No volveré a comportarme como una imbécil con ella».
Santana se apoyó en el respaldo suspirando y arrancó el coche preguntándose si no era demasiado tarde para eso.
Lo cierto era que los años la habían hecho cambiar y que ya no tenía claro si le gustaba la persona en la que se había convertido.
«Busca a una mujer, alguien que te quite a Brittany de la cabeza».
Se abrochó el cinturón y sacó el coche de la plaza de aparcamiento mientras respiraba hondo y repasaba una lista mental de mujeres disponibles…, pero entonces olió un aroma cautivador, una tentadora fragancia que había impregnado su jersey.
Era el aroma de Brittany.
El recordatorio de lo que acababa de ocurrir en la clínica.
—No puedo hacerlo. No puedo estar con otra mujer. Ahora mismo no—se dijo a sí misma, cabreada por haberla besado.
Después de haberse rozado con las irresistibles curvas de Brittany pensar en pasar la noche con otra mujer no le interesaba lo más mínimo.
Santana frenó a la salida del aparcamiento, echó un vistazo al reloj y sonrió cuando decidió girar a la izquierda en lugar de a la derecha, en dirección al piso de Quinn.
«Ya es hora».
Su hermana la había llamado hacía rato para informarle de que iba a ser tía y para pedirle un favor, algo insólito en Quinn.
La verdad es que no había nada en el mundo que Santana no estuviera dispuesta a hacer por su hermana pequeña.
En una ocasión no había podido protegerla y eso no volvería a pasar jamás.
Necesitará lo que necesitara, Santana siempre la apoyaría.
Por suerte, Quinn había conocido a Rachel.
Santana tenía a la castaña en un pedestal porque el amor que sentía por su hermana pequeña era incondicional.
Gracias a la castaña Quinn era más feliz de lo que había sido en la vida y por eso Santana la adoraba.
Su hermana merecía esa felicidad y también que una mujer sintiera tal devoción por ella.
Por desgracia ver a Quinn y a su prometida juntas le hacía pensar en lo vacía que estaba su vida y en lo superficial que era su existencia.
Besar a Brittany y abrazarla después de tantos años había empeorado aún más las cosas.
Era como si se le hubiera despertado algo en el fondo de su ser; una sensación que le resultaba a la vez familiar y desconocida.
Y que, sin lugar a dudas, la incomodaba.
«Olvídate de ella. Olvida lo que sentiste al perderte en su suavidad, al oler su aroma y al rozar sus exuberantes curvas y su ávida boca».
Santana empezó a despotricar al darse cuenta de que esa noche la pasaría sola y que tendría que satisfacerse ella misma mientras fantaseaba con Brittany.
Y esta vez los recuerdos serían más vívidos, más recientes y más reales que nunca.
¡No iba a ser nada fácil!
¡Mierda!
Estaba bien jodida… y, definitivamente, no muy contenta de estarlo.
Brittany pasó la página del libro que tenía en las rodillas preguntándose por qué no lo dejaba y se iba a la cama.
No es que estuviera entendiendo nada de lo que ahí estaba escrito.
—¡Maldita sea!–dijo en voz baja.
Cerró el libro con un golpe y lo arrojó sobre la mesa, al lado del sofá.
Honestamente, no quería irse a la cama.
Si lo hiciera, no haría más que rememorar su encuentro con Santana, torturándose con el recuerdo del beso abrasador que le había dado esa tarde.
Arrastrando el mando a distancia por la mesa, se lo acercó y encendió la televisión con la esperanza de que pudiera dormirse con las noticias de las diez.
El timbre de la puerta sonó justo cuando el presentador empezaba a enumerar las noticias más importantes de la jornada.
¿Quién podría ser?
No tenía familia y ninguno de sus amigos llamaría a su puerta a esas horas a menos que fuera una emergencia.
Saltó del sofá y corrió hacia la puerta, el corazón acelerado. Miró a través de la mirilla y vio un hombre de uniforme, aparentemente uno de los guardias de seguridad de la López.
—¿Quién es y qué es lo que desea?—preguntó con firmeza detrás de la puerta.
—Envío especial de San Valentín para la Dra. Pierce—gritó a su vez el hombre.
—Déjelo ahí… y puede marcharse.
De ninguna manera le iba a abrir la puerta, aunque de verdad trabajara para la López.
—La comprendo. Lo dejaré aquí a los pies de la puerta—se agachó, se incorporó de nuevo y se marchó.
Brittany entreabrió la puerta, sin quitar la cadena de seguridad. Vio al hombre subirse a su camioneta y alejarse. Quitó la cadena y abrió la puerta y los ojos de par en par.
A sus pies tenía el ramo de rosas más increíble que había visto jamás. Había
varias docenas de flores, demasiadas para contarlas en tal estado de aturdimiento.
Levantando el robusto y pesado florero de lo que parecía cristal, cerró con llave la puerta y llevó las rosas hasta la mesa del comedor. Poniéndolas en el centro del círculo de roble, cogió la tarjeta que había en medio del arreglo floral.
Se sentó, sus rodillas temblorosas a duras penas podían sostenerla. La tarjeta era pequeña, el minúsculo sobre estaba decorado con corazones y con un gracioso, diminuto, Cupido en una esquina. Lo único escrito en el anverso era su nombre. La terminó de sacar del sobre y la abrió con dedos temblorosos.
Ahí, con una caligrafía que aún reconocía, solo había escritas dos palabras.
No había firma ni ninguna otra forma de identificación.
Dejando caer el sobre y la tarjeta sobre la mesa, Brittany enterró la cara entre las manos y empezó a llorar.
Eran las siete de la tarde y hacía horas que se debería haber ido a casa a descansar, pero había algo en ese caso que le obsesionaba.
Tenía que habérsele pasado algo por alto, algo importante.
Timmy tenía cinco años, sentía fatiga y falta de energía, y padecía diarrea y vómitos ocasionales. El pobre chiquillo llevaba semanas así, por lo que no podía deberse exclusivamente a un virus.
Brittany suspiró y se reclinó en la silla de su despacho, haciendo una mueca porque se había pasado mordiéndose la uña.
Tendría que consultar a un pediatra y hacerle más pruebas.
Rezó en silencio por que la mamá de Timmy acompañara a su hijo en la próxima visita y cerró la carpeta. El niño no tenía una vida fácil y su mamá no es que fuera precisamente un gran apoyo.
—Hola, Brittany.
Una voz grave y sensual que provenía del umbral de su despacho le hizo ponerse de pie de un brinco, lista para pulsar el botón de emergencia que tenía bajo la mesa.
La clínica gratuita estaba en un barrio conflictivo y, de hecho, a Rachel le había faltado el canto de un duro para que le pegaran un tiro en esa misma habitación.
—No pretendía asustarte.
Brittany sintió que un escalofrío le recorría la columna vertebral, no se debía al miedo, sino a que había reconocido la voz.
Entrecerró los ojos para observar el cuerpo que acompañaba a esa voz dulce
como el terciopelo y el rostro de la mujer que tenía delante.
—¿Cómo has logrado sortear a los seguratas de Quinn? ¿Y qué diantres haces aquí?
Santana López se encogió de hombros y entró en el despacho como si fuera suyo. Aunque iba vestida con unos sencillos vaqueros y un jersey de punto trenzado color.
—También son mis seguratas, encanto. Forman parte de la plantilla de López Corporation. ¿Qué otra cosa iban a hacer más que dejarme pasar saludándome amablemente?
«¡Menuda arrogante está hecho esta capullo!».
A Brittany se le aceleró el pulso y le empezaron a sudar las manos. Se las secó en los vaqueros deseando no haberse duchado ni cambiado de ropa en el diminuto aseo que tenía en la parte trasera de la clínica.
Quizá hubiera sido más fácil enfrentarse a Santana vestida con su bata de profesional y con el pelo recogido en un moño recatado.
Se metió por detrás de la oreja un cabellos color rubio y estiró la espalda para parecer más alta de lo que era; metro setenta.
Aunque no sabía para que, si era más alta que Santana…, pero no cuando llevaba eso tacones… quedaban casi del mismo porte.
—¿Qué quieres, Santana? Este barrio te queda bastante a desmano. Y no creo que te hagan falta los servicios de una prostituta—le espetó con voz crispada.
¡Maldita sea!
¿Por qué no podía comportarse con indiferencia?
Desde aquel terrible desengaño habían pasado muchas primaveras y ya ni quiera conocía a la mujer que tenía delante.
Entonces, ¿por qué no lograba tratarla como a una desconocida?
Se acercó a ella y preguntó con voz grave:
—¿Acaso te molestaría, encanto? ¿Te importaría que me tirara a todas las mujeres de la ciudad?
—¡Ja! Como si no lo hubieras hecho ya. Y deja de llamarme «encanto». Es ridículo. ¿Qué te crees? ¿Que soy un perrito?—respondió Brittany con sarcasmo, pero no pudo controlar sus instintos: se le aceleró el pulso y se le cortó la respiración cuando Santana continuó aproximándose hasta que estuvo tan cerca de ella que pudo oler su cautivador aroma a perfume y su esencia, un olor especiado que la hizo sentirse un poco mareada.
Su aroma no había cambiado.
Seguía siendo igual de tentadora que en aquel tiempo lejano.
—¿Qué haces a estas horas aquí? Mis agentes de seguridad me llamaron para advertirme de que seguías en la clínica a pesar de que ya era de noche. Deberías estar en casa. Este barrio es peligroso de día, así que por la noche ni te cuento—gruñó en voz baja.
—Son los seguratas de Quinn—puntualizó Brittany.
Por muy hermanas que fueran, Brittany no lograba ver el parentesco entre esas dos mujeres: Quinn era una persona amable que escondía bajo su arisca actitud un corazón de oro mientras que Santana era el diablo en persona; Satán disfrazado de modelo de la revista y con más dinero y poder de los que nadie debería tener.
Y menos aún una mujer como Santana López.
—¿Y si algún canalla lograra esquivar a los seguratas y te encontrara aquí sola y vulnerable?—se acercó un poco más a la rubia.
Estaba tan cerca que Brittany sentía su cálido aliento en la sien.
¡Dios mío, era más alta con esos tacones!
Cuando la conoció, hacía muchos años, Santana trabajaba mucho en todo lo que podía y esos trabajos tan duros le había dado a cambio un cuerpo perfecto.
Era curioso que no hubiera cambiado ni un ápice.
¿Cómo diablos lograba mantener ese cuerpazo pasando tantas horas sentada en un despacho?
Brittany se echó hacia atrás para tratar de separarse de su intimidatoria presencia, pero se golpeó con el trasero en la mesa y no pudo alejarse ni un paso más.
—Alguien podría aprovecharse de una mujer sola en un despacho vacío—prosiguió en voz baja y con un tono intimidante.
Brittany estaba arrinconada entre Santana y la mesa, y le empujó el pecho para hacerse un poco de hueco.
—Aparta. Quítate, Santana, o te dejo sin descendencia.
La morena posó su muslo sobre el de la rubia para que no pudiera pegarle un rodillazo en la entrepierna.
—Ese golpe te lo enseñé yo, ¿recuerdas? Jamás reveles tus intenciones al agresor, Brittany.
La rubia se movió para mirarla a la cara. Sus ojos oscuros la observaban con atención. Tal y como le había ocurrido hacía años, se quedó embelesada ante su belleza.
Siempre le había recordado a algún diosa de la antigüedad; un cuerpo y unos rasgos tan perfectos que deberían inmortalizarse en mármol.
Sin embargo, aunque tuviera la dureza de esa piedra, en ese momento no mostraba su frialdad, todo lo contrario: su cuerpo transmitía olas de calor y sus ojos abrasadores parecían estar a punto de derretirse.
—Que te follen, López.
Santana trató de reprimir una sonrisa, pero, a pesar de sus esfuerzos, sus labios dibujaron una curva.
Le colocó las manos en la espalda para atraer todo su cuerpo hacia ella y le susurró al oído:
—Preferiría que lo hicieras tú, encanto. Sería mucho más placentero. Sigues siendo la mujer más guapa que he visto en la vida. Aún más guapa de lo que ya eras hace años.
«Mentirosa. Es una mentirosa empedernida. Si entonces me hubieras deseado tanto, no habrías hecho lo que hiciste».
—Suéltame ahora mismo. Largo de mi despacho.
La muy cerda estaba tratando de engatusarla.
Era intolerable.
Ni era guapa ni se parecía en nada a las modelos flacas como palos con las que paseaba del brazo antes de llevárselas a la cama.
—Primero dame un beso. Demuéstrame que no queda nada entre nosotras—repuso Santana con una voz exigente y ruda, y chispazos de fuego en sus ojos oscuros.
—Lo único que queda pendiente entre nosotras es que jamás te has disculpado por lo que hiciste. Te dio absolutamente igual. No…
Brittany no pudo terminar la frase.
La boca carnosa y ardiente de Santana ahogó las palabras amargas sin pedir permiso, exigiéndole que reaccionara.
Sus ágiles manos le recorrieron la espalda y la agarraron del culo para sentarla en la mesa, así facilitaba la tarea de devorarle la boca.
Santana nunca se había limitado a besar; iba más allá, dejaba su huella, su marca.
Brittany le gimió en la boca mientras la morena le metía y le sacaba la lengua, una y otra vez, hasta dejarla sin aliento. Se rindió rodeándole el cuello con los brazos y aferrándose a los cabellos de seda mientras las yemas de sus dedos se recreaban con tanta suavidad. Le rodeó las caderas con las piernas, ya que necesitaba agarrarse a algo para que la oleada de sensualidad no la arrastrara, y dejó que su lengua retara a duelo a la de la morena.
Entonces, Santana empezó a bambolear las caderas al ritmo al que le metía lengüetazos y empezó a gemir mientras metía las manos por debajo de la camiseta y acariciaba con las yemas de los dedos la espalda desnuda.
Brittany se estremeció ahogándose en un mar de deseo, donde una fuerza más potente que su voluntad la arrastraba hacia el fondo.
«Tengo que parar. Debo poner fin a esta situación antes de que se me vaya de las manos».
Echó la cabeza hacia atrás para arrancar la boca de la de la morena y se quedó jadeando extasiada.
Santana la cogió de la cabeza para que la apoyara sobre su palpitante pecho.
—Britt, Britt…—susurró metiendo la mano entre sus cabellos y acariciándoselos apasionadamente.
«Ay, Dios. No».
No podía volver a caer en las garras de Santana López.
De ninguna manera.
La empujó con fuerza para que se apartara, bajó las piernas y apoyó los pies en el suelo.
—Suéltame.
Sintió que la ira crecía en su interior como una hoguera fuera de control.
¿Cómo se atrevía a utilizarla de esa manera?
¿Qué pasaba?
¿Que estaba aburrida y, como no había otra mujer en el edificio, había venido a jugar con ella?
Santana era una mujeriega que se llevaba a las mujeres a la cama y que, en cuanto encontraba otro juguete con el que entretenerse, las dejaba tiradas.
¿Es que no tenía conciencia?
¿Se preocupaba por alguien que no fuera ella misma?
A Brittany le entraron ganas de protegerse haciéndose un ovillo.
Se sentía avergonzada por haber reaccionado así ante la morena aun sabiendo que era una auténtica víbora.
¿En qué tipo de mujer la convertía eso?
Sin mirarla siquiera a la cara se dio media vuelta para salir a toda prisa por la puerta.
—Britt. Espera—imploró, o más bien exigió, Santana con su ronca voz. La agarró del brazo y la giró antes de que pudiera alcanzar la puerta.
Brittany la fulminó con la mirada mientras la ira y el miedo libraban una batalla en su interior.
—No me vuelvas a tocar. En la vida. Ya no soy la chica inocente y bobalicona que conociste una vez y que confió en ti. Me lo he perdonado porque era joven, pero no volveré a caer en esa trampa. Ya no puedo justificar un error semejante con la excusa de la edad.
—Aún me deseas—respondió Santana apasionadamente, recorriendo con la mirada su cuerpo entero antes de detenerse en su rostro.
La miró a los ojos y respondió furiosa:
—No, ya no. Puede que mi cuerpo responda ante una mujer atractiva, pero eso tan solo es una reacción sexual, fisiológica. Tú—le espetó golpeándole el pecho—Ya no significas nada para mí.
—Estás deseando que te lo haga hasta que te deje sin aliento. Todavía sé cómo hacerte ronronear, gatita—afirmó con arrogancia dibujando una presuntuosa sonrisa de satisfacción en su atractivo rostro.
Brittany se encogió de hombros tratando de reprimir las ganas de borrarle la sonrisa de una bofetada.
—La verdad es que no lo sé…, porque nunca nos hemos acostado y nunca lo haremos.
En cuestión de segundos se zafó de su brazo, se fue del despacho, cogió la chaqueta del perchero que había en recepción y salió de la clínica por la puerta principal sin mirar atrás.
Era superior a sus fuerzas.
Uno de los agentes de seguridad de López Corporation la escoltó hasta el coche y Brittany arrancó a toda velocidad, como un criminal perseguido por la ley.
Lo que más deseaba en ese momento era alejarse todo lo posible de Santana.
Condujo en un estado de turbación absoluta durante el cual su cerebro se limitó a reproducir dos palabras como un disco rayado: «Nunca más. Nunca más».
***
Santana avanzó despacio por la recepción de la clínica, absorta en sus pensamientos.
¿Qué diablos acababa de ocurrir?
Se había preocupado porque Brittany seguía en la clínica a esas horas y había decidido pasarse un momento a ver si se encontraba bien.
Tan solo quería asegurarse de que no había ningún problema.
¡Maldita sea!
¿Es que no podía ver a esa mujer sin que le entrara una necesidad irrefrenable de poseerla, de lograr que la castaña la deseara tanto como ella la deseaba?
«Nunca has superado esa relación y seguramente no lo logres jamás. Ha sido tu obsesión durante años. Se te metió bajo la piel como una astilla que no hay quien la vuelva a sacar y que produce irritación y molestia de por vida» .
Al salir a la calle, cerró la puerta principal a sus espaldas y, mirando a uno de los agentes de seguridad, ordenó:
—Cierra con llave.
El hombre asintió con la cabeza.
—Sí, señorita. Espero que su encuentro con la doctora Pierce fuera satisfactorio.
Santana se rio de sí misma soltando una carcajada sin gracia:
—Sí. Ha sido muy revelador—saludó con la mano al resto de escoltas mientras se dirigía hacia el coche.
Sí.
«El encuentro ha sido un gran éxito», pensó apesadumbrada mientras entraba en el Bugatti.
—«Jamás te has disculpado por lo que hiciste».
Las palabras de Brittany la atormentaban y se dio cuenta de que posiblemente la torturarían para siempre.
Frustrada, Santana pegó un manotazo al volante.
No.
Nunca le había pedido perdón.
Aunque tampoco Brittany le había dado la oportunidad.
En cualquier caso, se lo debería haber pedido, debería haber encontrado el modo de disculparse.
En aquella época no tuvo ocasión y ahora acababa de malgastar su segunda oportunidad.
¿Qué tenía Brittany que le hacía perder la cabeza?
«Te estás comportando como una gilipollas porque a ella ya no le importas y eso te reconcome por dentro. Si logras seducirla, puede que logres que te entregue su cuerpo…, pero jamás te dará su corazón. Eso no volverá a suceder».
Hubo una época, hacía muchos años, en la que Brittany la adoraba, en la que sus ojos reflejaban la admiración que sentía por ella; pero una sandez, un incidente estúpido, había bastado para borrar para siempre esa mirada de sus preciosos ojos.
Apoyó la frente en el volante y cerró los párpados recordando vivamente a la Brittany que un día la miró con afecto y respeto a pesar de que en aquella época no tenía dónde caerse muerta.
Resultaba irónico que, ahora que se había convertido en una de las personas más ricas del mundo, la mirara como si fuera un insecto que debe ser pisoteado o un roedor que hay que exterminar.
«Volverás a verla. En la boda de Quinn y Rachel tendrá que hablar contigo».
El enlace se iba a celebrar en casa de Brittany, así que la rubia no tendría elección.
Ambas era las damas de honor.
Como mínimo, tendría que guardar las formas, y Santana sabía que lo haría.
Brittany era una mujer considerada y fiel con sus amigos y dejaría sus sentimientos a un lado para que en la boda de Rachel todo fuera como la seda.
«No me afectará cómo me trate o cómo me mire. No volveré a comportarme como una imbécil con ella».
Santana se apoyó en el respaldo suspirando y arrancó el coche preguntándose si no era demasiado tarde para eso.
Lo cierto era que los años la habían hecho cambiar y que ya no tenía claro si le gustaba la persona en la que se había convertido.
«Busca a una mujer, alguien que te quite a Brittany de la cabeza».
Se abrochó el cinturón y sacó el coche de la plaza de aparcamiento mientras respiraba hondo y repasaba una lista mental de mujeres disponibles…, pero entonces olió un aroma cautivador, una tentadora fragancia que había impregnado su jersey.
Era el aroma de Brittany.
El recordatorio de lo que acababa de ocurrir en la clínica.
—No puedo hacerlo. No puedo estar con otra mujer. Ahora mismo no—se dijo a sí misma, cabreada por haberla besado.
Después de haberse rozado con las irresistibles curvas de Brittany pensar en pasar la noche con otra mujer no le interesaba lo más mínimo.
Santana frenó a la salida del aparcamiento, echó un vistazo al reloj y sonrió cuando decidió girar a la izquierda en lugar de a la derecha, en dirección al piso de Quinn.
«Ya es hora».
Su hermana la había llamado hacía rato para informarle de que iba a ser tía y para pedirle un favor, algo insólito en Quinn.
La verdad es que no había nada en el mundo que Santana no estuviera dispuesta a hacer por su hermana pequeña.
En una ocasión no había podido protegerla y eso no volvería a pasar jamás.
Necesitará lo que necesitara, Santana siempre la apoyaría.
Por suerte, Quinn había conocido a Rachel.
Santana tenía a la castaña en un pedestal porque el amor que sentía por su hermana pequeña era incondicional.
Gracias a la castaña Quinn era más feliz de lo que había sido en la vida y por eso Santana la adoraba.
Su hermana merecía esa felicidad y también que una mujer sintiera tal devoción por ella.
Por desgracia ver a Quinn y a su prometida juntas le hacía pensar en lo vacía que estaba su vida y en lo superficial que era su existencia.
Besar a Brittany y abrazarla después de tantos años había empeorado aún más las cosas.
Era como si se le hubiera despertado algo en el fondo de su ser; una sensación que le resultaba a la vez familiar y desconocida.
Y que, sin lugar a dudas, la incomodaba.
«Olvídate de ella. Olvida lo que sentiste al perderte en su suavidad, al oler su aroma y al rozar sus exuberantes curvas y su ávida boca».
Santana empezó a despotricar al darse cuenta de que esa noche la pasaría sola y que tendría que satisfacerse ella misma mientras fantaseaba con Brittany.
Y esta vez los recuerdos serían más vívidos, más recientes y más reales que nunca.
¡No iba a ser nada fácil!
¡Mierda!
Estaba bien jodida… y, definitivamente, no muy contenta de estarlo.
***
Brittany pasó la página del libro que tenía en las rodillas preguntándose por qué no lo dejaba y se iba a la cama.
No es que estuviera entendiendo nada de lo que ahí estaba escrito.
—¡Maldita sea!–dijo en voz baja.
Cerró el libro con un golpe y lo arrojó sobre la mesa, al lado del sofá.
Honestamente, no quería irse a la cama.
Si lo hiciera, no haría más que rememorar su encuentro con Santana, torturándose con el recuerdo del beso abrasador que le había dado esa tarde.
Arrastrando el mando a distancia por la mesa, se lo acercó y encendió la televisión con la esperanza de que pudiera dormirse con las noticias de las diez.
El timbre de la puerta sonó justo cuando el presentador empezaba a enumerar las noticias más importantes de la jornada.
¿Quién podría ser?
No tenía familia y ninguno de sus amigos llamaría a su puerta a esas horas a menos que fuera una emergencia.
Saltó del sofá y corrió hacia la puerta, el corazón acelerado. Miró a través de la mirilla y vio un hombre de uniforme, aparentemente uno de los guardias de seguridad de la López.
—¿Quién es y qué es lo que desea?—preguntó con firmeza detrás de la puerta.
—Envío especial de San Valentín para la Dra. Pierce—gritó a su vez el hombre.
—Déjelo ahí… y puede marcharse.
De ninguna manera le iba a abrir la puerta, aunque de verdad trabajara para la López.
—La comprendo. Lo dejaré aquí a los pies de la puerta—se agachó, se incorporó de nuevo y se marchó.
Brittany entreabrió la puerta, sin quitar la cadena de seguridad. Vio al hombre subirse a su camioneta y alejarse. Quitó la cadena y abrió la puerta y los ojos de par en par.
A sus pies tenía el ramo de rosas más increíble que había visto jamás. Había
varias docenas de flores, demasiadas para contarlas en tal estado de aturdimiento.
Levantando el robusto y pesado florero de lo que parecía cristal, cerró con llave la puerta y llevó las rosas hasta la mesa del comedor. Poniéndolas en el centro del círculo de roble, cogió la tarjeta que había en medio del arreglo floral.
Se sentó, sus rodillas temblorosas a duras penas podían sostenerla. La tarjeta era pequeña, el minúsculo sobre estaba decorado con corazones y con un gracioso, diminuto, Cupido en una esquina. Lo único escrito en el anverso era su nombre. La terminó de sacar del sobre y la abrió con dedos temblorosos.
Ahí, con una caligrafía que aún reconocía, solo había escritas dos palabras.
Lo siento.
No había firma ni ninguna otra forma de identificación.
Dejando caer el sobre y la tarjeta sobre la mesa, Brittany enterró la cara entre las manos y empezó a llorar.
********************************************************************************************************************************
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
va a ser un tire y afloje entre las dos,.. del amor al odio!!!
definitivamente britt la boquear de por vida a san jajajaja
a ver como le va a san en el próximo encuentro,.. espero que sea ammm mas racional,. jajaja
nos vemos!!!
va a ser un tire y afloje entre las dos,.. del amor al odio!!!
definitivamente britt la boquear de por vida a san jajajaja
a ver como le va a san en el próximo encuentro,.. espero que sea ammm mas racional,. jajaja
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
Que triste por Britt!! ¿Santana tendra alguna explicacion?
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
va a ser un tire y afloje entre las dos,.. del amor al odio!!!
definitivamente britt la boquear de por vida a san jajajaja
a ver como le va a san en el próximo encuentro,.. espero que sea ammm mas racional,. jajaja
nos vemos!!!
Hola lu, jajaajajaj nose xq piensas igual la vrdd xD ajjaajajajajajaja. Uff aquí tmbn t doy la razón jajaja, pero no ai q olvidar q por lo q se ve la morena no parara jajajajajaja xD Esperemos q mejor q este XD jajaajajj dices tu¿? mmm jajajaja lo veo difícil la vrdd jajaja. Saludos =D
Tati.94 escribió:Que triste por Britt!! ¿Santana tendra alguna explicacion?
Hola, si que si =/ Espero q la tenga xq si no q se de la media vuelta noma ¬¬ Oooo haga de todo para q la rubia la perdone! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Cap 2
Capitulo 2
—¡Se acabó! Esto es ridículo—Santana tiró el teléfono móvil gris y pisó el freno de su Bugatti, dándole al pedal con tanta fuerza que las llantas rechinaron en protesta.
En medio de una vía secundaria de Tampa, cambió de sentido donde estaba prohibido hacerlo.
Apretando los dientes, pisó el acelerador y voló en dirección opuesta a su mansión frente al mar.
¿Qué coño está haciendo?
¿Intentado matarse?
Lo cierto es que la Dra. Brittany Pierce estaba a punto de matarla a ella.
Estaba otra vez en su clínica de beneficencia. De noche. En un área deprimida de Tampa.
Había estado ahí cada noche de las dos últimas semanas, siendo ella puntualmente informada por los de seguridad cada día que la rubia se quedaba hasta tarde.
Durante catorce largas noches, se había quedado en casa esperando la llamada de los de seguridad diciéndole cuándo salía Brittany del edificio.
Todos los días era después de las once.
Hoy era el decimoquinto día y ya era medianoche. Y Brittany aún no había
salido de la clínica.
Cada noche había estado viendo a pacientes, voluntariamente, después de que terminaba su trabajo en el hospital. Obviamente, se quedaba tarde haciendo el papeleo y examinando casos después de cerrar la consulta, alrededor de las nueve.
Cuando tenía varios días libres consecutivos los pasaba en la clínica.
Todo el día.
Y también parte de la noche.
No había forma de que continuara ese horario y no cayera muerta de cansancio.
Golpeando con frustración el volante con la palma de la mano, Santana estaba decidido a averiguar qué coño estaba pasando. Brittany siempre había trabajado como una mula, echando horas en su clínica en sus días libres, pero no de esta manera, no noche tras noche.
Tenía servicio de seguridad porque Quinn lo había dispuesto después de que a su prometida, Rachel, casi la matan de un disparo durante un robo en la clínica, pero aún así no era un lugar seguro y la cantidad de horas que ponía Brittany era ridícula.
¿Dormía alguna vez?
¿Comía?
Santana no había visto a Brittany desde su encuentro con ella en la clínica, hacía casi un mes, un breve interludio que le estaba costando trabajo olvidar.
No necesitaba más que pensar en aquel beso, oler su perfume en el suéter que llevaba aquella noche, una prenda que, por alguna extraña razón, aún no había echado a la ropa sucia, para excitarse.
¡Mierda! Me está volviendo loca.
Con el ceño fruncido, dio un volantazo a la derecha y aceleró, el corazón agitado solo de pensar que vería a Brittany otra vez y preguntándose qué habría hecho con las flores que le mandó el día de San Valentín.
Una vez, hacía años, sólo había podido comprarle una simple rosa. Ahora, por fin le había dado las docenas de rosas que merecía. De acuerdo, fue una forma lamentable de disculparse por lo que había pasado hacía años, pero nunca había sido especialmente bueno con las disculpas.
Era Santana López, multimillonaria y co-propietario de López Corporation. No se había disculpado por nada desde …bueno…nunca, excepto por su borrachera en el cumpleaños de Quinn el año pasado.
Vale, quizás se había disculpado antes, pero no desde que era una niña y su mamá la agarraba de las orejas y la obligaba a admitir su mal comportamiento.
Había hecho el propósito de no hacer nada de lo que pudiera arrepentirse, excluyendo el incidente con Brittany, años atrás, y el más reciente con Rachel.
Pero aún hoy no estaba enteramente arrepentida de lo que le había hecho a Brittany, sólo lamentaba el dolor que sus actos le habían causado.
Realmente, su única disculpa en años había sido para Rachel y su hermana por su conducta en el cumpleaños de Quinn. Estaba borracha, deprimida, pero nada justificaba su bochornosa actitud.
Por suerte, Quinn y Rachel la habían perdonado, dejándolo todo en el pasado.
Hice daño a Brittany, alguien a quien no hubiera querido herir nunca.
Pero lo hizo.
Y eso sí que lo lamentaba.
Nunca me perdonará.
Giró a la izquierda y se adentró en un área no deseable de la ciudad. Santana apretó la mandíbula.
Sí, sabía que había perdido a Brittany.
Lo sabía desde el momento en que la apartó de ella para siempre. Aún sentía dolor en el pecho cuando recordaba el rostro descompuesto de Brittany, la desolación en sus hermosos ojos azules.
Ese fue el día en que perdió el cielo, su cielo.
Y aún después de tantos años de éxito, de dinero, de poder, su vida seguía cubierta de nubarrones, cuando no en total oscuridad.
Todavía puedo ser una amiga, aunque me odie. Se lo debo como amiga. Se está matando y tengo que pararla.
–Mierda–maldijo en voz baja pero contundentemente.
¿A quién quería engañar?
No era una persona altruista.
La verdad es que quería verla, protegerla.
La cena del ensayo de la boda iba a ser mañana y Brittany estaría ahí, pero no podía tolerar una noche más de preocupación por ella.
Iba a acabar con la situación ahora, antes de que esa loca se enfermara por trabajar tantas horas y no dormir lo suficiente.
No se molestó en entrar en el aparcamiento. Dejó su carísimo coche deportivo al borde de la acera y se bajó haciendo un gesto con la mano a los dos guardias de seguridad que había a la entrada de la clínica.
–¿Está todavía aquí?–preguntó al que estaba más cerca de la puerta.
–Sí, señorita. Aún no ha salido—diligentemente, el hombre seleccionó en su juego de llaves la que abría la puerta de la clínica.
Tiene que parar. De una puta vez.
Santana dio un empujón a la puerta, su enojo le había irritado el estómago. Mientras cruzaba con decisión el vestíbulo oyó el ruidoso clic que hacía la llave de la puerta al cerrar. Ignorándolo, entró con la misma decisión en la recepción y de ahí a las oficinas. Se paró para respirar profundamente antes de abrir la puerta de la oficina de Brittany, preparándose para hacer frente a una situación desagradable.
Exhaló con un bufido todo el aire que había retenido al darse cuenta de que no habría una pelea inmediata. Su oponente, vestida con un viejo uniforme verde de médico, sus rizos de fuego derramados en la mesa y el brazo derecho doblado para sostener su cabeza, estaba profundamente dormida.
Acercándose a la mesa, frunció el ceño al notar los círculos oscuros alrededor de sus ojos. Aún así, la mujer parecía un ángel, su piel de marfil, tersa, sus labios como fresas maduras.
Inspeccionando su rostro, se dio cuenta de que no llevaba maquillaje, quizás se había duchado al terminar las visitas.
Le acarició suavemente la nuca y su pelo mojado confirmó su presuposición.
Abandonándose al deseo que intentaba reprimir, enterró la mano en la abundante melena, dejando que el rubio de sus cabellos se derramara por sus dedos.
–Mierda–dijo en un susurro, navegando aquellas ondulaciones con delicadeza, dejándose llevar por el sutil olor a flores que embriagaba sus sentidos. Se agachó hasta poner la cara a la altura—Britt–dijo con delicadeza, su mano acariciándole el pelo.
La rubia levantó la mano izquierda, que descansaba en sus rodillas, con la intención de darle un manotazo. Santana se echó hacia atrás para evitar el débil giro de muñeca.
–Necesito cerrar los ojos un minuto. Sólo un minuto–murmuró, arqueando los labios en un gesto de disgusto y enfado.
Los de Santana, divertida, se arquearon formando una sonrisa mientras le masajeaba el cuero cabelludo.
–Hora de dormir, cielo.
Brittany volvió a hacer un aspaviento, esta vez alcanzándolo en el hombro con un famélico golpe a medias.
–Durmiendo. Vete–balbuceó sin abrir los ojos.
Está completamente fuera de combate.
Con el dorso de la mano comprobó que la taza de café aún estaba templada. No hacía mucho que se había dormido pero, sin duda, estaba tan exhausta, tan falta de sueño que su capacidad de reacción era casi nula.
Santana deslizó la agenda que Brittany tenía debajo del brazo, echando un rápido vistazo a la página abierta.
No trabajaba los próximos cinco días.
Realmente, no es que le causara sorpresa. Todos los festejos relacionados con la boda de Quinn y Rachel empezaban al día siguiente, con el ensayo de la ceremonia y la cena correspondiente.
Cerrando la agenda de un golpe se la guardó en el bolsillo de su chaqueta y empujó hacia atrás la silla de Brittany, lo suficiente como para poder pasar un brazo por debajo de sus rodillas y otro por su espalda sin que su delicioso trasero cambiara de posición.
–Hora de acostarse, Britt–susurró con el grave de su voz.
–Cansada. Vete–respondió irritada.
De pie, con aquella rubia en los brazos, Santana contempló el rostro de Brittany.
Ni siquiera había abierto los ojos, pero aún así seguía peleando.
Con la cabeza descansando en el hombro de Santana, buscó una posición más cómoda y le rodeó el cuello con los brazos.
–No puedes conmigo. Peso mucho–objetó arrastrando las palabras, como si
estuviera bebida.
El comentario de Brittany le parecía tal sinsentido que Santana sonrió abiertamente, pasando revista al cuerpo de Brittany mientras cambiaba su peso sobre el pecho.
Tenía un cuerpo hecho para el pecado, un cuerpo que siempre había sido la tentación más profana de todas las tentaciones.
A Santana le gustaban con curvas y Brittany aunque no las tenía en abundancia.
Sus pechos llenaban sobradamente la mano de ella. Su piel era seda. Su abundante y sinuoso trasero, firme. Se excitó fantaseando con tener sus redondeados muslos alrededor de la cintura, atrayéndolo hacia ella.
El mero contacto de sus mullidas carnes la hacían reventar su cuerpo de calor, ansioso por enterrarse en la rubia, perderse en aquel cuerpo pálido.
A Brittany nunca le gustó su cuerpo, aunque para mí es el ideal de mujer.
Se rio entre dientes al tiempo que descolgaba la cartera de Brittany del respaldo del sillón y se lo colocaba sobre el vientre, saliendo pausadamente de la oficina al vestíbulo. Se paró delante de la puerta cerrada esperando que los de seguridad abrieran desde fuera.
Llevó los labios al oído de Brittany.
–Tienes el cuerpo de una diosa, cielo–le dijo en voz baja, profunda.
A pesar de que sabía que ella no estaba lúcida, necesitaba decírselo de todas maneras.
–Flacucha–respondió Brittany como en un suspiro.
–Perfecta –respondió sorprendida.
–Horrible color de pelo–murmuró, los ojos aún cerrados.
–Precioso –replicó.
–Estás loca–dijo con tono de irritación.
–Probablemente–admitió cruzando la puerta que su empleado había abierto.
Se detuvo al lado de la puerta del copiloto de su Bugatti. El guardia se percató del sutil mensaje de Santana y corrió a abrir la puerta del automóvil. Brittany dejó escapar otro leve suspiro, su aliento cálido acariciándole el cuello.
La morena reprimió un gemido de placer.
Dejó la madeja adorable de Brittany en el asiento y respiró aliviado.
No podía estar tan cerca de la rubia, su olor, sentir su cuerpo, la volvían loca.
Le abrochó el cinturón y aseguró la cartera sobre sus piernas antes de cerrar la puerta. Respiró hondamente y se dirigió al otro lado del coche. Levantó la mano en un gesto de silencioso agradecimiento a sus empleados mientras abría la puerta del conductor y se metía en el auto. Tras cerrar la puerta, arrancó el motor y se puso el cinturón de seguridad sin dejar de mirar a Brittany a cada instante.
¡Mierda!
Odiaba ver a la ojiazul de esa manera, tan visiblemente cansada. Aunque le doliera, prefería verla echando pestes en contra, fulminándola con la mirada,
su voz chorreando ira, o sarcasmo.
Viéndola tan cansada, tan ausente, tan vulnerable, le destrozaba el corazón.
Con gran esfuerzo, desvió la mirada de la rubia, puso su Bugatti Veyron en marcha y tomó la decisión de hacer algo que, sin duda, la pondría de mal humor, aunque decidió también que no le iba a importar un huevo.
No le cabía duda, si no intervenía la rubia volvería a la carga a la mañana siguiente, arrastrando su cuerpo exhausto de la cama a la clínica antes de asistir al ensayo y la cena por la tarde.
No va a ser así. ¡Y qué si me odia por esto! Ya sabe que soy una cabrona. No importa. Lo que importa es que ella esté bien.
Conectó su móvil en el cargador del salpicadero con la intención de hacer algunas llamadas. Dio la vuelta al coche y condujo en la misma dirección que llevaba en un principio.
Sonrió abiertamente, echando un fugaz vistazo a Brittany antes de marcar el primer número y dar órdenes a voz en grito aunque fuera la una de la mañana.
Por suerte, su asistente personal era avispado y respondió inmediatamente.
Santana no solía llamarlo a esas horas. De hecho, no lo había llamado nunca a esas horas y Artie intuyó enseguida que tales exigencias eran importantes para su jefe.
Completamente ajena a todo, Brittany siguió durmiendo, ignorando que estaba a punto de disfrutar de unas cortas vacaciones, quisiera o no.
Santana dejó a Brittany sobre las sábanas de algodón egipcio de quién sabe qué número de hilos de su cama y la vio acurrucarse en el lienzo sedoso, arreglando la almohada bajo su cabeza con un gemido de satisfacción, un sonido gutural, erótico, que casi la hizo jadear.
No ha habido un solo día que no la haya deseado, ninguno desde el primer día que puse los ojos en ella.
Sí, ya la deseaba entonces.
Sus ojos se habían clavado en aquella luminosa mata de pelo rubio, recogida hacia atrás y cayéndole sobre la espalda, su cuerpo en ebullición cuando sus ojos aterrizaron en aquel hermoso rostro con unas gafas corrientes apenas sujetas a la nariz, con labios color cereza ligeramente fruncidos en un gesto de confusión.
Parecía una bibliotecaria con ganas de hacer travesuras y, desde entonces, a Santana se le había empinado cada vez que la veía.
Me pregunto qué ha pasado con las gafas.
Cuidadosamente, Santana le levantó un párpado para asegurarse de que no llevaba lentes de contacto que necesitara quitarse, reprimiendo la risa cuando gruñó con desagrado ante la invasión.
Satisfecha de comprobar que Brittany debía haberse corregido la visión con láser, retiró la mano de su cara y dio un suspiro.
¡Maldita sea!
Le encantaba quitarle las gafas y besarla hasta hacerla perder el sentido. Por un lado, lamentaba la pérdida, pero por el otro se alegraba de que pudiera ver y de que se hubiese desecho de las gafas que ella tanto odiaba.
Le quitó las zapatillas de deporte y las arrojó al suelo, decidiendo que bien podía dormir con su uniforme médico.
Evidentemente, estaba limpio y era probablemente cómodo.
Se desvistió, viéndola dormir mientras se quitaba la ropa, hasta quedarse solo en ropa interior. Se fue al otro lado de la cama y se metió entre las sábanas, apagando la luz que tenía a su lado, con su cuerpo en tensión.
Era una cama grande, pero no lo suficientemente grande.
¿Había perdido por completo la cabeza?
¿Cómo coño iba a poder dormir con Brittany en su cama?
La ocasión era surrealista, algo con lo que siempre había soñado y con lo que a menudo había fantaseado.
Duérmete, gilipollas. La estás vigilando. Si no te quedas con ella, se habrá
escabullido antes de que puedas retenerla.
De ninguna manera.
Bajo ningún concepto trabajaría mañana.
Ese disparate tenía que acabarse.
Golpeando la almohada, se dio la vuelta, de frente a Brittany.
Dios, qué hermosa era.
Todo en ella era perfecto.
Incapaz de contenerse, extendió una mano deslizándose hacia la rubia, como atraída por un imán. Sus dedos juguetearon con sus rizos y acarició de arriba abajo su delicado rostro con el dorso de la mano.
La habitación estaba iluminada solo por la luz de la luna, pero era lo suficientemente luminosa como para ver sus facciones.
Cuando le acariciaba el brazo Brittany se movió, aleteando los párpados. Moviendo con inquietud su cuerpo, se fue acercando hasta pegar su cuerpo al de Santana, restregarse en contra. Se abrazó a su cuello, anidándose en su cuerpo como si fuera su hogar.
–Ella pertenece aquí. No habría manera de que se sintiera tan bien si no perteneciera aquí, conmigo–susurró Santana con firmeza.
–¿San?–murmuró Brittany, confundida.
–¿Si? –respondió el corazón tronándole en el pecho.
–Te odio. ¿Qué haces aquí?—se acurrucó en su contra, contradiciendo sus palabras y fundiéndose con su cuerpo ardiente, como un misil dirigido por el calor.
–Ya lo sé, cielo. Ahora, duerme–respondió serenamente y la envolvió con sus brazos.
Podría odiarla, pero ahora mismo la necesitaba. Y ella estaba decidido a protegerla.
Como debería haberlo hecho en todo momento. No tenía ni puta idea que no se hubiera casado nunca. A menos que lo hiciera pero no cambiara su apellido por el de su marido o esposa.
Pero, ¿qué clase de individuo permitiría que su mujer trabajase como ella lo hace?
Pensaba que tendría media docena de hijos a estas alturas.
Santana supuso que, al menos, habría una persona en su vida y se estremeció al pensarlo.
Mía.
Ella pertenece aquí, conmigo.
Cerrando los ojos dejó que sus sentidos absorbieran su fragancia, el contacto de su cuerpo pegado al de ella.
Era agonía y éxtasis a la vez.
Permaneció ahí tumbada, escuchando la respiración pausada, tranquila, de Brittany, que indicaba que por fin se había dormido profundamente.
Para su sorpresa, Santana la siguió unos instantes después. Su cuerpo relajado y su mente, por primera vez en años, completamente en paz.
En medio de una vía secundaria de Tampa, cambió de sentido donde estaba prohibido hacerlo.
Apretando los dientes, pisó el acelerador y voló en dirección opuesta a su mansión frente al mar.
¿Qué coño está haciendo?
¿Intentado matarse?
Lo cierto es que la Dra. Brittany Pierce estaba a punto de matarla a ella.
Estaba otra vez en su clínica de beneficencia. De noche. En un área deprimida de Tampa.
Había estado ahí cada noche de las dos últimas semanas, siendo ella puntualmente informada por los de seguridad cada día que la rubia se quedaba hasta tarde.
Durante catorce largas noches, se había quedado en casa esperando la llamada de los de seguridad diciéndole cuándo salía Brittany del edificio.
Todos los días era después de las once.
Hoy era el decimoquinto día y ya era medianoche. Y Brittany aún no había
salido de la clínica.
Cada noche había estado viendo a pacientes, voluntariamente, después de que terminaba su trabajo en el hospital. Obviamente, se quedaba tarde haciendo el papeleo y examinando casos después de cerrar la consulta, alrededor de las nueve.
Cuando tenía varios días libres consecutivos los pasaba en la clínica.
Todo el día.
Y también parte de la noche.
No había forma de que continuara ese horario y no cayera muerta de cansancio.
Golpeando con frustración el volante con la palma de la mano, Santana estaba decidido a averiguar qué coño estaba pasando. Brittany siempre había trabajado como una mula, echando horas en su clínica en sus días libres, pero no de esta manera, no noche tras noche.
Tenía servicio de seguridad porque Quinn lo había dispuesto después de que a su prometida, Rachel, casi la matan de un disparo durante un robo en la clínica, pero aún así no era un lugar seguro y la cantidad de horas que ponía Brittany era ridícula.
¿Dormía alguna vez?
¿Comía?
Santana no había visto a Brittany desde su encuentro con ella en la clínica, hacía casi un mes, un breve interludio que le estaba costando trabajo olvidar.
No necesitaba más que pensar en aquel beso, oler su perfume en el suéter que llevaba aquella noche, una prenda que, por alguna extraña razón, aún no había echado a la ropa sucia, para excitarse.
¡Mierda! Me está volviendo loca.
Con el ceño fruncido, dio un volantazo a la derecha y aceleró, el corazón agitado solo de pensar que vería a Brittany otra vez y preguntándose qué habría hecho con las flores que le mandó el día de San Valentín.
Una vez, hacía años, sólo había podido comprarle una simple rosa. Ahora, por fin le había dado las docenas de rosas que merecía. De acuerdo, fue una forma lamentable de disculparse por lo que había pasado hacía años, pero nunca había sido especialmente bueno con las disculpas.
Era Santana López, multimillonaria y co-propietario de López Corporation. No se había disculpado por nada desde …bueno…nunca, excepto por su borrachera en el cumpleaños de Quinn el año pasado.
Vale, quizás se había disculpado antes, pero no desde que era una niña y su mamá la agarraba de las orejas y la obligaba a admitir su mal comportamiento.
Había hecho el propósito de no hacer nada de lo que pudiera arrepentirse, excluyendo el incidente con Brittany, años atrás, y el más reciente con Rachel.
Pero aún hoy no estaba enteramente arrepentida de lo que le había hecho a Brittany, sólo lamentaba el dolor que sus actos le habían causado.
Realmente, su única disculpa en años había sido para Rachel y su hermana por su conducta en el cumpleaños de Quinn. Estaba borracha, deprimida, pero nada justificaba su bochornosa actitud.
Por suerte, Quinn y Rachel la habían perdonado, dejándolo todo en el pasado.
Hice daño a Brittany, alguien a quien no hubiera querido herir nunca.
Pero lo hizo.
Y eso sí que lo lamentaba.
Nunca me perdonará.
Giró a la izquierda y se adentró en un área no deseable de la ciudad. Santana apretó la mandíbula.
Sí, sabía que había perdido a Brittany.
Lo sabía desde el momento en que la apartó de ella para siempre. Aún sentía dolor en el pecho cuando recordaba el rostro descompuesto de Brittany, la desolación en sus hermosos ojos azules.
Ese fue el día en que perdió el cielo, su cielo.
Y aún después de tantos años de éxito, de dinero, de poder, su vida seguía cubierta de nubarrones, cuando no en total oscuridad.
Todavía puedo ser una amiga, aunque me odie. Se lo debo como amiga. Se está matando y tengo que pararla.
–Mierda–maldijo en voz baja pero contundentemente.
¿A quién quería engañar?
No era una persona altruista.
La verdad es que quería verla, protegerla.
La cena del ensayo de la boda iba a ser mañana y Brittany estaría ahí, pero no podía tolerar una noche más de preocupación por ella.
Iba a acabar con la situación ahora, antes de que esa loca se enfermara por trabajar tantas horas y no dormir lo suficiente.
No se molestó en entrar en el aparcamiento. Dejó su carísimo coche deportivo al borde de la acera y se bajó haciendo un gesto con la mano a los dos guardias de seguridad que había a la entrada de la clínica.
–¿Está todavía aquí?–preguntó al que estaba más cerca de la puerta.
–Sí, señorita. Aún no ha salido—diligentemente, el hombre seleccionó en su juego de llaves la que abría la puerta de la clínica.
Tiene que parar. De una puta vez.
Santana dio un empujón a la puerta, su enojo le había irritado el estómago. Mientras cruzaba con decisión el vestíbulo oyó el ruidoso clic que hacía la llave de la puerta al cerrar. Ignorándolo, entró con la misma decisión en la recepción y de ahí a las oficinas. Se paró para respirar profundamente antes de abrir la puerta de la oficina de Brittany, preparándose para hacer frente a una situación desagradable.
Exhaló con un bufido todo el aire que había retenido al darse cuenta de que no habría una pelea inmediata. Su oponente, vestida con un viejo uniforme verde de médico, sus rizos de fuego derramados en la mesa y el brazo derecho doblado para sostener su cabeza, estaba profundamente dormida.
Acercándose a la mesa, frunció el ceño al notar los círculos oscuros alrededor de sus ojos. Aún así, la mujer parecía un ángel, su piel de marfil, tersa, sus labios como fresas maduras.
Inspeccionando su rostro, se dio cuenta de que no llevaba maquillaje, quizás se había duchado al terminar las visitas.
Le acarició suavemente la nuca y su pelo mojado confirmó su presuposición.
Abandonándose al deseo que intentaba reprimir, enterró la mano en la abundante melena, dejando que el rubio de sus cabellos se derramara por sus dedos.
–Mierda–dijo en un susurro, navegando aquellas ondulaciones con delicadeza, dejándose llevar por el sutil olor a flores que embriagaba sus sentidos. Se agachó hasta poner la cara a la altura—Britt–dijo con delicadeza, su mano acariciándole el pelo.
La rubia levantó la mano izquierda, que descansaba en sus rodillas, con la intención de darle un manotazo. Santana se echó hacia atrás para evitar el débil giro de muñeca.
–Necesito cerrar los ojos un minuto. Sólo un minuto–murmuró, arqueando los labios en un gesto de disgusto y enfado.
Los de Santana, divertida, se arquearon formando una sonrisa mientras le masajeaba el cuero cabelludo.
–Hora de dormir, cielo.
Brittany volvió a hacer un aspaviento, esta vez alcanzándolo en el hombro con un famélico golpe a medias.
–Durmiendo. Vete–balbuceó sin abrir los ojos.
Está completamente fuera de combate.
Con el dorso de la mano comprobó que la taza de café aún estaba templada. No hacía mucho que se había dormido pero, sin duda, estaba tan exhausta, tan falta de sueño que su capacidad de reacción era casi nula.
Santana deslizó la agenda que Brittany tenía debajo del brazo, echando un rápido vistazo a la página abierta.
No trabajaba los próximos cinco días.
Realmente, no es que le causara sorpresa. Todos los festejos relacionados con la boda de Quinn y Rachel empezaban al día siguiente, con el ensayo de la ceremonia y la cena correspondiente.
Cerrando la agenda de un golpe se la guardó en el bolsillo de su chaqueta y empujó hacia atrás la silla de Brittany, lo suficiente como para poder pasar un brazo por debajo de sus rodillas y otro por su espalda sin que su delicioso trasero cambiara de posición.
–Hora de acostarse, Britt–susurró con el grave de su voz.
–Cansada. Vete–respondió irritada.
De pie, con aquella rubia en los brazos, Santana contempló el rostro de Brittany.
Ni siquiera había abierto los ojos, pero aún así seguía peleando.
Con la cabeza descansando en el hombro de Santana, buscó una posición más cómoda y le rodeó el cuello con los brazos.
–No puedes conmigo. Peso mucho–objetó arrastrando las palabras, como si
estuviera bebida.
El comentario de Brittany le parecía tal sinsentido que Santana sonrió abiertamente, pasando revista al cuerpo de Brittany mientras cambiaba su peso sobre el pecho.
Tenía un cuerpo hecho para el pecado, un cuerpo que siempre había sido la tentación más profana de todas las tentaciones.
A Santana le gustaban con curvas y Brittany aunque no las tenía en abundancia.
Sus pechos llenaban sobradamente la mano de ella. Su piel era seda. Su abundante y sinuoso trasero, firme. Se excitó fantaseando con tener sus redondeados muslos alrededor de la cintura, atrayéndolo hacia ella.
El mero contacto de sus mullidas carnes la hacían reventar su cuerpo de calor, ansioso por enterrarse en la rubia, perderse en aquel cuerpo pálido.
A Brittany nunca le gustó su cuerpo, aunque para mí es el ideal de mujer.
Se rio entre dientes al tiempo que descolgaba la cartera de Brittany del respaldo del sillón y se lo colocaba sobre el vientre, saliendo pausadamente de la oficina al vestíbulo. Se paró delante de la puerta cerrada esperando que los de seguridad abrieran desde fuera.
Llevó los labios al oído de Brittany.
–Tienes el cuerpo de una diosa, cielo–le dijo en voz baja, profunda.
A pesar de que sabía que ella no estaba lúcida, necesitaba decírselo de todas maneras.
–Flacucha–respondió Brittany como en un suspiro.
–Perfecta –respondió sorprendida.
–Horrible color de pelo–murmuró, los ojos aún cerrados.
–Precioso –replicó.
–Estás loca–dijo con tono de irritación.
–Probablemente–admitió cruzando la puerta que su empleado había abierto.
Se detuvo al lado de la puerta del copiloto de su Bugatti. El guardia se percató del sutil mensaje de Santana y corrió a abrir la puerta del automóvil. Brittany dejó escapar otro leve suspiro, su aliento cálido acariciándole el cuello.
La morena reprimió un gemido de placer.
Dejó la madeja adorable de Brittany en el asiento y respiró aliviado.
No podía estar tan cerca de la rubia, su olor, sentir su cuerpo, la volvían loca.
Le abrochó el cinturón y aseguró la cartera sobre sus piernas antes de cerrar la puerta. Respiró hondamente y se dirigió al otro lado del coche. Levantó la mano en un gesto de silencioso agradecimiento a sus empleados mientras abría la puerta del conductor y se metía en el auto. Tras cerrar la puerta, arrancó el motor y se puso el cinturón de seguridad sin dejar de mirar a Brittany a cada instante.
¡Mierda!
Odiaba ver a la ojiazul de esa manera, tan visiblemente cansada. Aunque le doliera, prefería verla echando pestes en contra, fulminándola con la mirada,
su voz chorreando ira, o sarcasmo.
Viéndola tan cansada, tan ausente, tan vulnerable, le destrozaba el corazón.
Con gran esfuerzo, desvió la mirada de la rubia, puso su Bugatti Veyron en marcha y tomó la decisión de hacer algo que, sin duda, la pondría de mal humor, aunque decidió también que no le iba a importar un huevo.
No le cabía duda, si no intervenía la rubia volvería a la carga a la mañana siguiente, arrastrando su cuerpo exhausto de la cama a la clínica antes de asistir al ensayo y la cena por la tarde.
No va a ser así. ¡Y qué si me odia por esto! Ya sabe que soy una cabrona. No importa. Lo que importa es que ella esté bien.
Conectó su móvil en el cargador del salpicadero con la intención de hacer algunas llamadas. Dio la vuelta al coche y condujo en la misma dirección que llevaba en un principio.
Sonrió abiertamente, echando un fugaz vistazo a Brittany antes de marcar el primer número y dar órdenes a voz en grito aunque fuera la una de la mañana.
Por suerte, su asistente personal era avispado y respondió inmediatamente.
Santana no solía llamarlo a esas horas. De hecho, no lo había llamado nunca a esas horas y Artie intuyó enseguida que tales exigencias eran importantes para su jefe.
Completamente ajena a todo, Brittany siguió durmiendo, ignorando que estaba a punto de disfrutar de unas cortas vacaciones, quisiera o no.
Santana dejó a Brittany sobre las sábanas de algodón egipcio de quién sabe qué número de hilos de su cama y la vio acurrucarse en el lienzo sedoso, arreglando la almohada bajo su cabeza con un gemido de satisfacción, un sonido gutural, erótico, que casi la hizo jadear.
No ha habido un solo día que no la haya deseado, ninguno desde el primer día que puse los ojos en ella.
Sí, ya la deseaba entonces.
Sus ojos se habían clavado en aquella luminosa mata de pelo rubio, recogida hacia atrás y cayéndole sobre la espalda, su cuerpo en ebullición cuando sus ojos aterrizaron en aquel hermoso rostro con unas gafas corrientes apenas sujetas a la nariz, con labios color cereza ligeramente fruncidos en un gesto de confusión.
Parecía una bibliotecaria con ganas de hacer travesuras y, desde entonces, a Santana se le había empinado cada vez que la veía.
Me pregunto qué ha pasado con las gafas.
Cuidadosamente, Santana le levantó un párpado para asegurarse de que no llevaba lentes de contacto que necesitara quitarse, reprimiendo la risa cuando gruñó con desagrado ante la invasión.
Satisfecha de comprobar que Brittany debía haberse corregido la visión con láser, retiró la mano de su cara y dio un suspiro.
¡Maldita sea!
Le encantaba quitarle las gafas y besarla hasta hacerla perder el sentido. Por un lado, lamentaba la pérdida, pero por el otro se alegraba de que pudiera ver y de que se hubiese desecho de las gafas que ella tanto odiaba.
Le quitó las zapatillas de deporte y las arrojó al suelo, decidiendo que bien podía dormir con su uniforme médico.
Evidentemente, estaba limpio y era probablemente cómodo.
Se desvistió, viéndola dormir mientras se quitaba la ropa, hasta quedarse solo en ropa interior. Se fue al otro lado de la cama y se metió entre las sábanas, apagando la luz que tenía a su lado, con su cuerpo en tensión.
Era una cama grande, pero no lo suficientemente grande.
¿Había perdido por completo la cabeza?
¿Cómo coño iba a poder dormir con Brittany en su cama?
La ocasión era surrealista, algo con lo que siempre había soñado y con lo que a menudo había fantaseado.
Duérmete, gilipollas. La estás vigilando. Si no te quedas con ella, se habrá
escabullido antes de que puedas retenerla.
De ninguna manera.
Bajo ningún concepto trabajaría mañana.
Ese disparate tenía que acabarse.
Golpeando la almohada, se dio la vuelta, de frente a Brittany.
Dios, qué hermosa era.
Todo en ella era perfecto.
Incapaz de contenerse, extendió una mano deslizándose hacia la rubia, como atraída por un imán. Sus dedos juguetearon con sus rizos y acarició de arriba abajo su delicado rostro con el dorso de la mano.
La habitación estaba iluminada solo por la luz de la luna, pero era lo suficientemente luminosa como para ver sus facciones.
Cuando le acariciaba el brazo Brittany se movió, aleteando los párpados. Moviendo con inquietud su cuerpo, se fue acercando hasta pegar su cuerpo al de Santana, restregarse en contra. Se abrazó a su cuello, anidándose en su cuerpo como si fuera su hogar.
–Ella pertenece aquí. No habría manera de que se sintiera tan bien si no perteneciera aquí, conmigo–susurró Santana con firmeza.
–¿San?–murmuró Brittany, confundida.
–¿Si? –respondió el corazón tronándole en el pecho.
–Te odio. ¿Qué haces aquí?—se acurrucó en su contra, contradiciendo sus palabras y fundiéndose con su cuerpo ardiente, como un misil dirigido por el calor.
–Ya lo sé, cielo. Ahora, duerme–respondió serenamente y la envolvió con sus brazos.
Podría odiarla, pero ahora mismo la necesitaba. Y ella estaba decidido a protegerla.
Como debería haberlo hecho en todo momento. No tenía ni puta idea que no se hubiera casado nunca. A menos que lo hiciera pero no cambiara su apellido por el de su marido o esposa.
Pero, ¿qué clase de individuo permitiría que su mujer trabajase como ella lo hace?
Pensaba que tendría media docena de hijos a estas alturas.
Santana supuso que, al menos, habría una persona en su vida y se estremeció al pensarlo.
Mía.
Ella pertenece aquí, conmigo.
Cerrando los ojos dejó que sus sentidos absorbieran su fragancia, el contacto de su cuerpo pegado al de ella.
Era agonía y éxtasis a la vez.
Permaneció ahí tumbada, escuchando la respiración pausada, tranquila, de Brittany, que indicaba que por fin se había dormido profundamente.
Para su sorpresa, Santana la siguió unos instantes después. Su cuerpo relajado y su mente, por primera vez en años, completamente en paz.
********************************************************************************************************************************
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
a ver como reacciona britt cuando vea donde esta jajaja
san la empieza a cuidar a ver si se deja???
nos vemos!!!
a ver como reacciona britt cuando vea donde esta jajaja
san la empieza a cuidar a ver si se deja???
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
Hola!!!!
Britt va a poner el grito en el cielo cuando despierte!!! ajjjajaja
Saludos
Britt va a poner el grito en el cielo cuando despierte!!! ajjjajaja
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
cuando Britt despierte y se vea con la sexi morena salvese quien pueda!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
Jajajaja Britt un amor dormida y habladora jajajaja
Ojala que San aproveche bien esta oportunidad...
Ojala que San aproveche bien esta oportunidad...
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
a ver como reacciona britt cuando vea donde esta jajaja
san la empieza a cuidar a ver si se deja???
nos vemos!!!
Hola lu, uyyy ya quiero ver, mas bien, leer jajajaaj. Jajajajajajaj esta utilizando bn sus tácticas, no¿? ajajajaja. Saludos =D
monica.santander escribió:Hola!!!!
Britt va a poner el grito en el cielo cuando despierte!!! ajjjajaja
Saludos
Hola, jajajajajaajajaj nose xq te creo la vrdd ajajajajajajajaj y la morena lo disfrutara jajajajaja. SAludos =D
micky morales escribió: cuando Britt despierte y se vea con la sexi morena salvese quien pueda!!!!!!
Hola, jajajjaajajja "sexi morena" ajajajajajajaja, pero pienso igual..., pero tmbn creo q en el fondo le gustara jajajajaja. Saludos =D
JVM escribió:Jajajaja Britt un amor dormida y habladora jajajaja
Ojala que San aproveche bien esta oportunidad...
Hola, aiii o no¿? jajajajaajajaj a mi tmbn me lo pareció ajjajaja. Espero lo mismo tmbn ¬¬ Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Cap 3
Capitulo 3
A la mañana siguiente Brittany se despertó confusa.
Sentía palpitaciones en la cabeza, como si tuviera la más grande de las resacas, aunque raramente bebía más de una copa de vino.
¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy?
Retirándose el pelo de la cara, parpadeó varias veces antes de abrir los ojos, su cabeza enteramente en tinieblas. Oyó un gruñido femenino debajo de ella y se empujó para sentarse.
Al empujarse, sus dedos se encontraron con la piel cálida y las curvas de un pecho.
¿Cómo?
Los ojos de Brittany se abrieron de par en par, despertándose por completo en segundos al ver el cuerpo que tenía debajo.
–López –siseó, viendo que estaba a horcajadas en la morena, torso con torso, y que había dormido con la cabeza apoyada en su hombro–Quítame las manos de encima.
Santana tenía los ojos completamente abiertos y la miraba con una mirada intensa, tan ardiente que casi la abrasaba. Sus candentes ojos oscuros la devoraban y a Brittany se le salía el corazón del pecho.
–Anoche me llamaste San, cielo–le dijo con voz grave, apasionada–Y si vas a derramar tu suculento cuerpo encima de mí, es de esperar que te toquen ese delicioso culo tuyo. No soy exactamente una santa.
Brittany sintió un escalofrío cuando Santana la agarró por detrás y la empujó contra ella, entrando sus caderas en contacto con las de Santana.
¿Anoche?
Exactamente, ¿qué había pasado anoche?
Pensando frenéticamente, intentó recordar si ella y Santana habían… intimado.
Lo último que recordaba era haberse recostado en su escritorio en la clínica, pensando que tenía que descansar sus ojos cansados por un rato. Y luego… nada.
–No puedo recordar anoche. ¿Nosotras…?–se paró en seco, incapaz de hacerle a Santana López esa pregunta mortificante.
–¿Lo hicimos?–preguntó con ligereza. Lanzó un suspiro de derrota y continuó hablando–Lamentablemente, no lo hicimos. Pero si lo hubiésemos hecho, lo recordarías.
¡Gracias a Dios!
Levantó la pierna que descansaba sobre el cuerpo de Santana y se alejó de ella, empujándose al otro lado de la cama. Retirándose los molestos rizos de la cara, lo miró con desconfianza.
Aún llevaba el uniforme que se había puesto después de ducharse en la clínica. Santana, sin embargo, estaba en ropa interior.
No quería fijarse en su cuerpo cincelado, sus voluptuosos pechos y más abajo desde su ombligo hasta su…
¡Mierda!
Apartó los ojos de la morena, enfadada consigo mismo por babear con su cuerpo perfecto.
–¿Qué pasó? ¿Por qué estoy aquí?–preguntó arisca.
Asumió que era la casa de Santana, ya que estaba en la misma cama que ella. Un cama que, tenía que admitirlo, tenía unas sábanas exquisitas, en un dormitorio con igualmente exquisito mobiliario.
Santana se incorporó y Brittany contuvo el aliento cuando la sábana se deslizó.
–Me encantaría poder decirte que fui a tu clínica y que estabas tan rebosante de deseo que me suplicaste traerte a casa y follarte–respondió Santana, sus fogosos ojos mirándola de arriba abajo–Pero ni tú me lo pediste ni yo hice nada. Fui a tu oficina y estabas profundamente dormida sobre tu escritorio. Intenté despertarte, pero estabas tan exhausta que tuve que traerte en brazos hasta aquí y meterte en la cama.
–¿Por qué? Me hubiera despertado en algún momento–dijo Brittany, bajándose de la cama y llevándose las manos a las caderas, molesta porque hubiera invadido su clínica.
Otra vez.
Echando las sábanas a un lado, Santana se levantó mirándola agresivamente.
–Ni de coña. Estabas frita. ¿Qué estás haciendo, Britt? ¿Matándote de cansancio? Nadie cae rendido de esa manera a menos que haya estado bebiendo o que esté completamente falto de sueño. Es un disparate–vociferó mientras cruzaba la habitación para coger una bata negra que descansaba en una silla.
Abrió la boca para darle una respuesta cáustica, pero la cerró al verla moverse a través de la habitación.
Benditos sean sus glúteos.
Aquella morena tenía un culo tan firme que podía distinguir cada movimiento, cada contracción de sus músculos al andar. Ese sí que era el trasero que cualquier mujer querría tener.
Santana tenía toda su musculatura bien definida.
Era casi perfecta, tan increíblemente femenina que cortaba la respiración. Aún tenía ligeras marcas de cicatrices en su espalda, sendas de piel más clara por las que le había preguntado años antes sin obtener una clara respuesta de por qué las tenía.
Santana se giró mientras se ponía la bata, permitiendo que Brittany le echara un rápido sus pechos.
Viendo cómo la miraba, sonrió complacida y arqueó provocativamente una ceja.
No la mires. Es Santana López. Hija de puta de marca mayor. Puede estar
buenísima, pero tiene el alma más negra que el carbón.
Despegando los ojos de su engañosa mirada oscura, hizo un esfuerzo por recordar lo que quería decirle.
Ah, sí.
–Lo que yo hago no es asunto tuyo. No tienes ningún derecho a sacarme de mi oficina.
–No es que te resistieras, exactamente–bufó Santana–Te me abrazaste al cuello cuando te llevé en brazos al coche.
¡Oh, no!
–¿Me cogiste en brazos?
Santana levantó la mano impidiendo que continuara hablando.
–No empieces con eso. Tienes un cuerpo perfecto–continuó hablando con intensidad en el rostro–¿Qué hacías en la clínica a todas horas? Tú ya tienes un trabajo a tiempo completo. No puedes continuar haciendo las dos cosas.
–Tengo que hacerlo. Esa gente me necesita–susurró Brittany–No tienen a nadie más a quien acudir.
Brittany había dejado su práctica privada para trabajar en un hospital hacía casi un año con la esperanza de poder pasar más tiempo en la clínica. Tenía más días libres para dedicarse a la clínica, pero había multiplicado su trabajo y empezaba a sentir la fatiga.
La expresión de Santana se suavizó al acercarse a ella.
–No puedes salvar al mundo, Brittany. Una persona sola no puede hacerlo. Nada te devolverá a Crystal.
Brittany se estremeció, la mención de su mejor amiga de la niñez aún le causaba dolor.
Crystal había muerto a la edad de diez años de meningitis bacteriana por no
recibir tratamiento a tiempo. Sus padres, golpeados por la pobreza, no tenían seguro médico.
He debido contárselo a Santana hace años y aún lo recuerda.
Esta fue una de las razones por las que quería ser médico y seguía siendo el motivo por el que mantenía la clínica abierta. La miró, recostada en una de las gruesas columnas de la cama.
–¿No te parece que eso ya lo sabía? Tengo un niño de cinco años a quien casi no diagnostico a tiempo. Estaba crónicamente enfermo, cansado, fatigado. Me llevó algún tiempo hacerle todas la pruebas porque no estoy en la clínica todos los días. Tenía diabetes tipo 1. Podía haber muerto–agachó la cabeza, mirando a la alfombra, pensando lo que podría haber pasado si no hubiera dado con el diagnóstico correcto–Tengo que pasar tanto tiempo como pueda ahí.
El caso de Timmy la había asustado, la había obligado a entregarse aún más.
¿Qué si hubiera otro caso así, uno que no pudiera coger a tiempo?
Santana se pegó a Brittany, presionando su carga contra ella, atrapándola entre su cuerpo y la columna de la cama. Sujetándole el mentón, le levantó la cabeza y la mirada de ella se encontró con la intensa, penetrante, mirada de Santana.
–No murió porque estabas ahí. Pero no vas a ayudar a los pobres matándote de cansancio. Hay un límite a lo que puedes hacer.
–Necesito…
–Necesitas descansar. Necesitas estar bien para dar el mejor cuidado que puedas–cortó Santana con seriedad– Te conozco, Britt. Eras una cabeza dura aun cuando éramos más jóvenes. No puedes salvar el mundo. Solo puedes marcar la diferencia salvando a una persona a la vez–la empujó en sus brazos, presionando su cabeza contra el pecho mientras le acariciaba el pelo–Siempre supe que serías un médico fenomenal, pero te va a devorar si te dejas. Llevas el peso del mundo sobre los hombros. Siempre lo has llevado.
Brittany suspiró, dándose un instante de relax en el cuerpo femenino que la sujetaba haciéndola sentir protegida, olvidando por un breve momento que odiaba a Santana López.
–No sé qué hacer–admitió.
Y era cierto.
Estaba dividida entre su necesidad de sobrevivir, de pagar sus facturas cada mes, y su desesperación por ayudar a quienes realmente necesitaban asistencia médica pero no podían pagarla.
–Te voy a proponer algo–respondió Santana, acariciando con dulzura su espalda.
–¿Qué?
Incorporándose, la miró con curiosidad.
–Podemos hablarlo mientras desayunamos. Estoy muerta de hambre–respondió despreocupadamente.
–No. Tengo que ducharme y volver a la clínica. ¡Mierda! No tengo ninguna ropa aquí. Tendré que llevar el mismo uniforme y…
–Encontrarás todo lo que necesitas en el baño. Hice que mi asistente escogiera algunas cosas para ti–se separó de Brittany y le indicó la puerta al otro lado de la habitación–Yo usaré el otro baño y nos vemos en la cocina.
–Ya te he dicho que tengo que irme. Tengo varias visitas hoy–respondió testaruda, cruzando la habitación camino del baño.
–No, no tienes ninguna–replicó mientras sacaba alguna ropa del armario.
–Tengo la agenda llena hasta la hora del ensayo–le informó con indignación.
¿De verdad pensaba que estaba tan fuera de órbita que había olvidado sus citas?
–No la tienes. Tu puesto lo está cubriendo otro médico por ahora, con la ayuda de algunas enfermeras.
Impartió esta información mientras se dirigía al tirador de la puerta.
–¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué?–sabía que balbuceaba, pero no tenía ni idea de qué estaba hablando Santana.
La morena abrió la puerta y se volvió, su expresión oscura, sus ojos desafiantes.
–Fue hecho siguiendo mis órdenes. Todo lo he dispuesto yo.
–Tú no puedes tomar el control de mi clínica, López. O de mi vida, que es lo mismo–le gritó furiosa.
–Alguien tenía que hacerlo y fui yo, cielo. Y esto es solo el principio. Nos vemos abajo–se dio la vuelta y salió, cerrando la puerta.
Brittany entró en el baño echando humo, tentada de correr detrás de Santana y mandarlo al infierno.
Pero necesitaba estar preparada.
La había enfadado tanto que no iba a poder noquearla de forma efectiva en su estado actual.
A saber quién estaría al cargo de la clínica, ¿estaban cuidando a sus pacientes debidamente?
¡Maldita sea!
Se quitó el uniforme y la ropa interior, los dobló juntos para llevárselos cuando se fuera, algo que pensaba hacer inmediatamente después de que se las viera con Santana López.
Le llevó algo de tiempo averiguar cómo funcionaba la ducha de diseño de Santana, varios cabezales direccionales, un placer decadente que la obligó a reprimir un gemido mientras se lavaba el pelo y se enjabonaba el cuerpo.
Sin importarle mucho, uso el shampoo, acondicionador y gel de la morena. Cerrando la ducha, alcanzó una toalla mullida, se secó y se puso una loción de los muchos mejunjes que se apilaban en el tocador.
Había pilas de ropa por todas partes. Y cada prenda aún llevaba su etiqueta, comprobando la talla de unos pantalones vaqueros, se dio cuenta que eran de su talla, como el resto de la ropa. Hasta la ropa interior era de su talla.
Pero nada de aquello era exactamente su estilo.
La ropa interior era extravagante, toda de seda y encaje. Los vaqueros eran ajustados, un corte más estrecho del que normalmente usaba, que le acentuaba las curvas y le marcaba el trasero.
Sin hacer caso de la imagen en el espejo, se puso una camiseta, era corta y le marcaba los pechos.
¡Qué más da!
Me voy a cambiar en la clínica de todas maneras.
Domó su pelo salvaje con un cepillo y uso un pasador de la morena también.
Perfecto.
La goma era lo suficientemente elástica para sostener su mata de pelo en una cola de caballo a la altura de la nuca.
Todo lo que necesitaba ahora era un café y volvería a ser persona. Recogió sus zapatos, al lado de la cama, y bajó trotando las escaleras, sin tener ni idea dónde estaba la cocina.
Cuando bajó el último peldaño miró alrededor, admirando las bóvedas altísimas y la decoración sutil; la paleta de colores hacía parecer todo más ligero, más airoso y alegre.
Ya sabía que la casa de Santana era enorme, lo suficiente como para celebrar una boda.
Mirando a la izquierda vio un gran salón de estar. A la derecha vio un enorme pasillo de entrada. Deduciendo que la cocina estaba probablemente a la derecha, Brittany se fue en esa dirección, ansiosa por encontrar una cafetera.
Necesitaba sus dosis de cafeína, y la necesitaba ya.
Su dolor de cabeza se había suavizado, pero aún le molestaba y su adicción a la cafeína no ayudaba.
Ignorando varios pasillos más pequeños, siguió por lo que parecía un corredor principal que quizás llevaría a la cocina.
¡Sí!
¡Por fin!
Un gran arco daba entrada a la cocina que cualquier chef profesional envidiaría. Y ahí, delante del fogón, se encontraba Santana, vestida con unos ajustados vaqueros de diseño y una polo.
Vio cómo preparaba los platos, con habilidad, como si cocinara todos los días.
Miró con nerviosismo su cartera, que estaba a un lado, en la encimera, y los papeles que había metido descuidadamente en el compartimento lateral descansaban ahora debajo de ella.
Se dirigió furtivamente hacia la encimera, deslizó los papeles de debajo de la cartera, los dobló, y los guardó en el centro de la cartera, cerrando bien la cremallera.
–Ya los he visto. Se cayeron de la cartera cuando te traje a casa anoche. Los encontré en el suelo esta mañana–dijo en un tono seco, desafiante.
Brittany se puso al lado de Santana. Doblando los brazos, frunció el ceño y apoyó la cadera en la encimera.
–¿Los has leído?
–No intencionalmente. Pero los abrí para ver qué eran. Pensé que eran papeles que yo misma había dejado caer–puso los dos platos sobre la mesa de la cocina y retiró una de las sillas–No vas a hacerlo, Britt. Ni ahora, ni nunca–le dijo firmemente–Ahora, come. No así–le puso una taza grande de café al lado del plato, el olor la hizo salivar.
–De hecho no lo voy a hacer. No me lo puedo permitir y no es justo traer un hijo al mundo porque egoístamente quiera uno. Trabajo a horas intempestivas y no sería bueno para el bebé. Puedo adoptar en el futuro. Fue solo una idea.
Tenía treinta y cuatro años, cumpliría los treinta y cinco ese mismo año. La inseminación artificial había sido algo que quiso considerar. Probablemente no se casaría, pero quería un hijo a toda costa.
De hecho, había esperado tener más cuando era más joven.
Se dirigió hacia la mesa, con la intención de tomarse el café. Antes de que diera un paso, Santana la agarró por el brazo, haciéndola retroceder. Con los glúteos pegados a la madera inamovible, Santana la agarró por los hombros con sus brazos, aprisionándola entre la mesa y ella.
–Dime por qué. ¿Por qué querrías hacer eso? ¿Por qué no estás casada? ¿Por qué todavía no has tenido hijos?–le riñó, sus intensos ojos llameando mientras la miraba a la cara, los músculos de la mandíbula apretados.
La rubia respondió a su mirada con una mirada igualmente encendida, ardiendo de furia.
–Porque tendría que tener relaciones sexuales y no me gusta.
–¿Que no te gusta el sexo? ¿Con ninguna de tus parejas?–preguntó Santana, su voz denotaba confusión.
–Pareja. No quise estar con más mujeres. Un novio. Lo probé, no me gustó, no lo hice otra vez. Sam decía que yo no era una mujer sexual y probablemente tenga que estar de acuerdo con él. Tuve que tomarme unas cuantas copas antes de dejarlo hacer.
–¿Y lo creíste? ¿Te dijo que tú tenías un problema y lo aceptaste? Cuento. Tú eres la mujer más sexy que he conocido–le dijo con voz sinuosa–Y me consta que te gustaría el sexo. Simplemente, no lo has hecho con la persona adecuada.
–No importa. No tengo ningún deseo de probarlo otra vez, razón por la cual estaba considerando la inseminación artificial–dijo, agitando sus hombros para librarse de la morena.
–Si hay inseminación que hacer, la hago yo. Con mis óvulos y los nadadores de alguien que se parezca a ti o a mi si quieres. Tú cuerpo y mis óvulos–dijo con brusquedad, sus labios descendiendo para apresar los de la rubia.
Brittany le empujó el pecho, deseosa de escapar, su corazón latiendo a toda prisa desde el momento en que sus labios se encontraron.
Dios mío.
Sí, Santana podía encenderla como nadie había podido con un simple beso, pero tener relaciones sexuales era otra historia.
Brittany se aferró a sus hombros cuando la morena se apoderó de ella, su lengua rastreando su boca con cada uno de sus desinhibidos besos, que la hacían incapaz de resistirse.
Se rindió, empujando con su lengua la de la morena, una y otra vez. Gemía de placer en los labios de Santana, su coño anegado, todo su cuerpo entregado a quien le había reclamado la boca con un dominio de sí que la dejaba sin aliento.
Sus interminables besos continuaron, encadenándose uno con otro. Cada abrazo, más sensual. Sus manos penetraron la corta camiseta, deslizándose por la piel de su espalda, su vientre, y, finalmente, acabaron cubriendo sus pechos a través del fino sujetador, acariciándole los pezones con sus pulgares con lentos, tortuosos, círculos.
Obligándola a inclinarse un poco más hacia atrás, los ágiles dedos de Santana abrieron el broche delantero del sujetador de Brittany, cubriendo ahora sus pechos desnudos, adorándolos con sus manos.
Sí, sí, sí.
Separó sus labios de los de la rubia, con la respiración entrecortada.
–Pon tus piernas en mi cintura, Britt–le pidió.
Entregada, necesitada, no dudó en cargar su peso en ella, solo hacía lo que le pedían, rodeándole el cuello con los brazos y cerrando las piernas alrededor de la morena, restregándose contra su centro con abandono, gimiendo calladamente al sentir el roce contra su clítoris.
Santana la llevó a la isla de la cocina y la depositó de espaldas sobre la superficie fría. Quitándole la camiseta, descendió sobre sus pechos desnudos para comérselos. Los apretaba y saboreaba, los mordía y los lamía, hasta hacerla gritar su nombre.
–Santana. Dios, Santana–movía la cabeza de un lado a otro, acumulándosele la frustración.
Más.
Necesitaba más.
Ondeando sus caderas para darle más fricción a su saturada vagina, deseosa de correrse.
–¡Qué buena estás, Britt! Excitada para mí.
Llevó las manos al botón del pantalón, lo desabrochó y los bajo se irguió momentáneamente y la rubia casi sollozó decepcionada cuando su boca se separó de sus pechos. Hasta que su mano se escurrió entre los dos cuerpos y luego en sus bragas, sus dedos invadiendo con atrevimiento sus labios vaginales, empapados hasta llegar al clítoris.
–Santana, no puedo más. No puedo.
Con el pelo enredado, arqueando la espalda mientras la morena dibujaba círculos alrededor del entramado de nervios, enervando su deseo hasta el punto de querer maldecirla por no hacerla venir de una vez.
–Estás empapada. Esto es lo que necesitas–le dijo con aspereza.
–Te necesito a ti–jadeó, dándose cuenta, de repente, que quería que la reclamara suya.
Los dedos de Santana trabajaron magistralmente la vagina de Brittany, acariciándola con la suficiente presión como para hacerla enloquecer.
–Córrete, Britt. Quiero ver cómo te corres.
Como si estuviera obedeciendo sus órdenes, Brittany explotó cuando la morena aumentó la presión de sus dedos en el clítoris, haciéndola agitarse con el gemido de una persona bajo tortura.
Santana metió un dedo en el orificio vaginal mientras que, con la otra mano,
continuaba acariciándole el clítoris.
–Dios. ¡Me encanta sentir cómo te vienes!
Su cuerpo temblaba, jadeante, el ritmo del corazón retumbando en sus oídos. Santana sacó la mano de las bragas y la trajo hacia su pecho. Con las piernas aún alrededor a su alrededor, Brittany descansó la cabeza en su hombro, preguntándose qué era lo que acababa de pasar. Por supuesto, ella misma se había procurado algún orgasmo antes, pero nunca como este.
–Dios mío, ¿qué he hecho?–se dijo en voz baja, con una sensación de fatalidad inminente, sabiendo que su vida nunca sería ya la misma.
Sentía palpitaciones en la cabeza, como si tuviera la más grande de las resacas, aunque raramente bebía más de una copa de vino.
¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy?
Retirándose el pelo de la cara, parpadeó varias veces antes de abrir los ojos, su cabeza enteramente en tinieblas. Oyó un gruñido femenino debajo de ella y se empujó para sentarse.
Al empujarse, sus dedos se encontraron con la piel cálida y las curvas de un pecho.
¿Cómo?
Los ojos de Brittany se abrieron de par en par, despertándose por completo en segundos al ver el cuerpo que tenía debajo.
–López –siseó, viendo que estaba a horcajadas en la morena, torso con torso, y que había dormido con la cabeza apoyada en su hombro–Quítame las manos de encima.
Santana tenía los ojos completamente abiertos y la miraba con una mirada intensa, tan ardiente que casi la abrasaba. Sus candentes ojos oscuros la devoraban y a Brittany se le salía el corazón del pecho.
–Anoche me llamaste San, cielo–le dijo con voz grave, apasionada–Y si vas a derramar tu suculento cuerpo encima de mí, es de esperar que te toquen ese delicioso culo tuyo. No soy exactamente una santa.
Brittany sintió un escalofrío cuando Santana la agarró por detrás y la empujó contra ella, entrando sus caderas en contacto con las de Santana.
¿Anoche?
Exactamente, ¿qué había pasado anoche?
Pensando frenéticamente, intentó recordar si ella y Santana habían… intimado.
Lo último que recordaba era haberse recostado en su escritorio en la clínica, pensando que tenía que descansar sus ojos cansados por un rato. Y luego… nada.
–No puedo recordar anoche. ¿Nosotras…?–se paró en seco, incapaz de hacerle a Santana López esa pregunta mortificante.
–¿Lo hicimos?–preguntó con ligereza. Lanzó un suspiro de derrota y continuó hablando–Lamentablemente, no lo hicimos. Pero si lo hubiésemos hecho, lo recordarías.
¡Gracias a Dios!
Levantó la pierna que descansaba sobre el cuerpo de Santana y se alejó de ella, empujándose al otro lado de la cama. Retirándose los molestos rizos de la cara, lo miró con desconfianza.
Aún llevaba el uniforme que se había puesto después de ducharse en la clínica. Santana, sin embargo, estaba en ropa interior.
No quería fijarse en su cuerpo cincelado, sus voluptuosos pechos y más abajo desde su ombligo hasta su…
¡Mierda!
Apartó los ojos de la morena, enfadada consigo mismo por babear con su cuerpo perfecto.
–¿Qué pasó? ¿Por qué estoy aquí?–preguntó arisca.
Asumió que era la casa de Santana, ya que estaba en la misma cama que ella. Un cama que, tenía que admitirlo, tenía unas sábanas exquisitas, en un dormitorio con igualmente exquisito mobiliario.
Santana se incorporó y Brittany contuvo el aliento cuando la sábana se deslizó.
–Me encantaría poder decirte que fui a tu clínica y que estabas tan rebosante de deseo que me suplicaste traerte a casa y follarte–respondió Santana, sus fogosos ojos mirándola de arriba abajo–Pero ni tú me lo pediste ni yo hice nada. Fui a tu oficina y estabas profundamente dormida sobre tu escritorio. Intenté despertarte, pero estabas tan exhausta que tuve que traerte en brazos hasta aquí y meterte en la cama.
–¿Por qué? Me hubiera despertado en algún momento–dijo Brittany, bajándose de la cama y llevándose las manos a las caderas, molesta porque hubiera invadido su clínica.
Otra vez.
Echando las sábanas a un lado, Santana se levantó mirándola agresivamente.
–Ni de coña. Estabas frita. ¿Qué estás haciendo, Britt? ¿Matándote de cansancio? Nadie cae rendido de esa manera a menos que haya estado bebiendo o que esté completamente falto de sueño. Es un disparate–vociferó mientras cruzaba la habitación para coger una bata negra que descansaba en una silla.
Abrió la boca para darle una respuesta cáustica, pero la cerró al verla moverse a través de la habitación.
Benditos sean sus glúteos.
Aquella morena tenía un culo tan firme que podía distinguir cada movimiento, cada contracción de sus músculos al andar. Ese sí que era el trasero que cualquier mujer querría tener.
Santana tenía toda su musculatura bien definida.
Era casi perfecta, tan increíblemente femenina que cortaba la respiración. Aún tenía ligeras marcas de cicatrices en su espalda, sendas de piel más clara por las que le había preguntado años antes sin obtener una clara respuesta de por qué las tenía.
Santana se giró mientras se ponía la bata, permitiendo que Brittany le echara un rápido sus pechos.
Viendo cómo la miraba, sonrió complacida y arqueó provocativamente una ceja.
No la mires. Es Santana López. Hija de puta de marca mayor. Puede estar
buenísima, pero tiene el alma más negra que el carbón.
Despegando los ojos de su engañosa mirada oscura, hizo un esfuerzo por recordar lo que quería decirle.
Ah, sí.
–Lo que yo hago no es asunto tuyo. No tienes ningún derecho a sacarme de mi oficina.
–No es que te resistieras, exactamente–bufó Santana–Te me abrazaste al cuello cuando te llevé en brazos al coche.
¡Oh, no!
–¿Me cogiste en brazos?
Santana levantó la mano impidiendo que continuara hablando.
–No empieces con eso. Tienes un cuerpo perfecto–continuó hablando con intensidad en el rostro–¿Qué hacías en la clínica a todas horas? Tú ya tienes un trabajo a tiempo completo. No puedes continuar haciendo las dos cosas.
–Tengo que hacerlo. Esa gente me necesita–susurró Brittany–No tienen a nadie más a quien acudir.
Brittany había dejado su práctica privada para trabajar en un hospital hacía casi un año con la esperanza de poder pasar más tiempo en la clínica. Tenía más días libres para dedicarse a la clínica, pero había multiplicado su trabajo y empezaba a sentir la fatiga.
La expresión de Santana se suavizó al acercarse a ella.
–No puedes salvar al mundo, Brittany. Una persona sola no puede hacerlo. Nada te devolverá a Crystal.
Brittany se estremeció, la mención de su mejor amiga de la niñez aún le causaba dolor.
Crystal había muerto a la edad de diez años de meningitis bacteriana por no
recibir tratamiento a tiempo. Sus padres, golpeados por la pobreza, no tenían seguro médico.
He debido contárselo a Santana hace años y aún lo recuerda.
Esta fue una de las razones por las que quería ser médico y seguía siendo el motivo por el que mantenía la clínica abierta. La miró, recostada en una de las gruesas columnas de la cama.
–¿No te parece que eso ya lo sabía? Tengo un niño de cinco años a quien casi no diagnostico a tiempo. Estaba crónicamente enfermo, cansado, fatigado. Me llevó algún tiempo hacerle todas la pruebas porque no estoy en la clínica todos los días. Tenía diabetes tipo 1. Podía haber muerto–agachó la cabeza, mirando a la alfombra, pensando lo que podría haber pasado si no hubiera dado con el diagnóstico correcto–Tengo que pasar tanto tiempo como pueda ahí.
El caso de Timmy la había asustado, la había obligado a entregarse aún más.
¿Qué si hubiera otro caso así, uno que no pudiera coger a tiempo?
Santana se pegó a Brittany, presionando su carga contra ella, atrapándola entre su cuerpo y la columna de la cama. Sujetándole el mentón, le levantó la cabeza y la mirada de ella se encontró con la intensa, penetrante, mirada de Santana.
–No murió porque estabas ahí. Pero no vas a ayudar a los pobres matándote de cansancio. Hay un límite a lo que puedes hacer.
–Necesito…
–Necesitas descansar. Necesitas estar bien para dar el mejor cuidado que puedas–cortó Santana con seriedad– Te conozco, Britt. Eras una cabeza dura aun cuando éramos más jóvenes. No puedes salvar el mundo. Solo puedes marcar la diferencia salvando a una persona a la vez–la empujó en sus brazos, presionando su cabeza contra el pecho mientras le acariciaba el pelo–Siempre supe que serías un médico fenomenal, pero te va a devorar si te dejas. Llevas el peso del mundo sobre los hombros. Siempre lo has llevado.
Brittany suspiró, dándose un instante de relax en el cuerpo femenino que la sujetaba haciéndola sentir protegida, olvidando por un breve momento que odiaba a Santana López.
–No sé qué hacer–admitió.
Y era cierto.
Estaba dividida entre su necesidad de sobrevivir, de pagar sus facturas cada mes, y su desesperación por ayudar a quienes realmente necesitaban asistencia médica pero no podían pagarla.
–Te voy a proponer algo–respondió Santana, acariciando con dulzura su espalda.
–¿Qué?
Incorporándose, la miró con curiosidad.
–Podemos hablarlo mientras desayunamos. Estoy muerta de hambre–respondió despreocupadamente.
–No. Tengo que ducharme y volver a la clínica. ¡Mierda! No tengo ninguna ropa aquí. Tendré que llevar el mismo uniforme y…
–Encontrarás todo lo que necesitas en el baño. Hice que mi asistente escogiera algunas cosas para ti–se separó de Brittany y le indicó la puerta al otro lado de la habitación–Yo usaré el otro baño y nos vemos en la cocina.
–Ya te he dicho que tengo que irme. Tengo varias visitas hoy–respondió testaruda, cruzando la habitación camino del baño.
–No, no tienes ninguna–replicó mientras sacaba alguna ropa del armario.
–Tengo la agenda llena hasta la hora del ensayo–le informó con indignación.
¿De verdad pensaba que estaba tan fuera de órbita que había olvidado sus citas?
–No la tienes. Tu puesto lo está cubriendo otro médico por ahora, con la ayuda de algunas enfermeras.
Impartió esta información mientras se dirigía al tirador de la puerta.
–¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué?–sabía que balbuceaba, pero no tenía ni idea de qué estaba hablando Santana.
La morena abrió la puerta y se volvió, su expresión oscura, sus ojos desafiantes.
–Fue hecho siguiendo mis órdenes. Todo lo he dispuesto yo.
–Tú no puedes tomar el control de mi clínica, López. O de mi vida, que es lo mismo–le gritó furiosa.
–Alguien tenía que hacerlo y fui yo, cielo. Y esto es solo el principio. Nos vemos abajo–se dio la vuelta y salió, cerrando la puerta.
Brittany entró en el baño echando humo, tentada de correr detrás de Santana y mandarlo al infierno.
Pero necesitaba estar preparada.
La había enfadado tanto que no iba a poder noquearla de forma efectiva en su estado actual.
A saber quién estaría al cargo de la clínica, ¿estaban cuidando a sus pacientes debidamente?
¡Maldita sea!
Se quitó el uniforme y la ropa interior, los dobló juntos para llevárselos cuando se fuera, algo que pensaba hacer inmediatamente después de que se las viera con Santana López.
Le llevó algo de tiempo averiguar cómo funcionaba la ducha de diseño de Santana, varios cabezales direccionales, un placer decadente que la obligó a reprimir un gemido mientras se lavaba el pelo y se enjabonaba el cuerpo.
Sin importarle mucho, uso el shampoo, acondicionador y gel de la morena. Cerrando la ducha, alcanzó una toalla mullida, se secó y se puso una loción de los muchos mejunjes que se apilaban en el tocador.
Había pilas de ropa por todas partes. Y cada prenda aún llevaba su etiqueta, comprobando la talla de unos pantalones vaqueros, se dio cuenta que eran de su talla, como el resto de la ropa. Hasta la ropa interior era de su talla.
Pero nada de aquello era exactamente su estilo.
La ropa interior era extravagante, toda de seda y encaje. Los vaqueros eran ajustados, un corte más estrecho del que normalmente usaba, que le acentuaba las curvas y le marcaba el trasero.
Sin hacer caso de la imagen en el espejo, se puso una camiseta, era corta y le marcaba los pechos.
¡Qué más da!
Me voy a cambiar en la clínica de todas maneras.
Domó su pelo salvaje con un cepillo y uso un pasador de la morena también.
Perfecto.
La goma era lo suficientemente elástica para sostener su mata de pelo en una cola de caballo a la altura de la nuca.
Todo lo que necesitaba ahora era un café y volvería a ser persona. Recogió sus zapatos, al lado de la cama, y bajó trotando las escaleras, sin tener ni idea dónde estaba la cocina.
Cuando bajó el último peldaño miró alrededor, admirando las bóvedas altísimas y la decoración sutil; la paleta de colores hacía parecer todo más ligero, más airoso y alegre.
Ya sabía que la casa de Santana era enorme, lo suficiente como para celebrar una boda.
Mirando a la izquierda vio un gran salón de estar. A la derecha vio un enorme pasillo de entrada. Deduciendo que la cocina estaba probablemente a la derecha, Brittany se fue en esa dirección, ansiosa por encontrar una cafetera.
Necesitaba sus dosis de cafeína, y la necesitaba ya.
Su dolor de cabeza se había suavizado, pero aún le molestaba y su adicción a la cafeína no ayudaba.
Ignorando varios pasillos más pequeños, siguió por lo que parecía un corredor principal que quizás llevaría a la cocina.
¡Sí!
¡Por fin!
Un gran arco daba entrada a la cocina que cualquier chef profesional envidiaría. Y ahí, delante del fogón, se encontraba Santana, vestida con unos ajustados vaqueros de diseño y una polo.
Vio cómo preparaba los platos, con habilidad, como si cocinara todos los días.
Miró con nerviosismo su cartera, que estaba a un lado, en la encimera, y los papeles que había metido descuidadamente en el compartimento lateral descansaban ahora debajo de ella.
Se dirigió furtivamente hacia la encimera, deslizó los papeles de debajo de la cartera, los dobló, y los guardó en el centro de la cartera, cerrando bien la cremallera.
–Ya los he visto. Se cayeron de la cartera cuando te traje a casa anoche. Los encontré en el suelo esta mañana–dijo en un tono seco, desafiante.
Brittany se puso al lado de Santana. Doblando los brazos, frunció el ceño y apoyó la cadera en la encimera.
–¿Los has leído?
–No intencionalmente. Pero los abrí para ver qué eran. Pensé que eran papeles que yo misma había dejado caer–puso los dos platos sobre la mesa de la cocina y retiró una de las sillas–No vas a hacerlo, Britt. Ni ahora, ni nunca–le dijo firmemente–Ahora, come. No así–le puso una taza grande de café al lado del plato, el olor la hizo salivar.
–De hecho no lo voy a hacer. No me lo puedo permitir y no es justo traer un hijo al mundo porque egoístamente quiera uno. Trabajo a horas intempestivas y no sería bueno para el bebé. Puedo adoptar en el futuro. Fue solo una idea.
Tenía treinta y cuatro años, cumpliría los treinta y cinco ese mismo año. La inseminación artificial había sido algo que quiso considerar. Probablemente no se casaría, pero quería un hijo a toda costa.
De hecho, había esperado tener más cuando era más joven.
Se dirigió hacia la mesa, con la intención de tomarse el café. Antes de que diera un paso, Santana la agarró por el brazo, haciéndola retroceder. Con los glúteos pegados a la madera inamovible, Santana la agarró por los hombros con sus brazos, aprisionándola entre la mesa y ella.
–Dime por qué. ¿Por qué querrías hacer eso? ¿Por qué no estás casada? ¿Por qué todavía no has tenido hijos?–le riñó, sus intensos ojos llameando mientras la miraba a la cara, los músculos de la mandíbula apretados.
La rubia respondió a su mirada con una mirada igualmente encendida, ardiendo de furia.
–Porque tendría que tener relaciones sexuales y no me gusta.
–¿Que no te gusta el sexo? ¿Con ninguna de tus parejas?–preguntó Santana, su voz denotaba confusión.
–Pareja. No quise estar con más mujeres. Un novio. Lo probé, no me gustó, no lo hice otra vez. Sam decía que yo no era una mujer sexual y probablemente tenga que estar de acuerdo con él. Tuve que tomarme unas cuantas copas antes de dejarlo hacer.
–¿Y lo creíste? ¿Te dijo que tú tenías un problema y lo aceptaste? Cuento. Tú eres la mujer más sexy que he conocido–le dijo con voz sinuosa–Y me consta que te gustaría el sexo. Simplemente, no lo has hecho con la persona adecuada.
–No importa. No tengo ningún deseo de probarlo otra vez, razón por la cual estaba considerando la inseminación artificial–dijo, agitando sus hombros para librarse de la morena.
–Si hay inseminación que hacer, la hago yo. Con mis óvulos y los nadadores de alguien que se parezca a ti o a mi si quieres. Tú cuerpo y mis óvulos–dijo con brusquedad, sus labios descendiendo para apresar los de la rubia.
Brittany le empujó el pecho, deseosa de escapar, su corazón latiendo a toda prisa desde el momento en que sus labios se encontraron.
Dios mío.
Sí, Santana podía encenderla como nadie había podido con un simple beso, pero tener relaciones sexuales era otra historia.
Brittany se aferró a sus hombros cuando la morena se apoderó de ella, su lengua rastreando su boca con cada uno de sus desinhibidos besos, que la hacían incapaz de resistirse.
Se rindió, empujando con su lengua la de la morena, una y otra vez. Gemía de placer en los labios de Santana, su coño anegado, todo su cuerpo entregado a quien le había reclamado la boca con un dominio de sí que la dejaba sin aliento.
Sus interminables besos continuaron, encadenándose uno con otro. Cada abrazo, más sensual. Sus manos penetraron la corta camiseta, deslizándose por la piel de su espalda, su vientre, y, finalmente, acabaron cubriendo sus pechos a través del fino sujetador, acariciándole los pezones con sus pulgares con lentos, tortuosos, círculos.
Obligándola a inclinarse un poco más hacia atrás, los ágiles dedos de Santana abrieron el broche delantero del sujetador de Brittany, cubriendo ahora sus pechos desnudos, adorándolos con sus manos.
Sí, sí, sí.
Separó sus labios de los de la rubia, con la respiración entrecortada.
–Pon tus piernas en mi cintura, Britt–le pidió.
Entregada, necesitada, no dudó en cargar su peso en ella, solo hacía lo que le pedían, rodeándole el cuello con los brazos y cerrando las piernas alrededor de la morena, restregándose contra su centro con abandono, gimiendo calladamente al sentir el roce contra su clítoris.
Santana la llevó a la isla de la cocina y la depositó de espaldas sobre la superficie fría. Quitándole la camiseta, descendió sobre sus pechos desnudos para comérselos. Los apretaba y saboreaba, los mordía y los lamía, hasta hacerla gritar su nombre.
–Santana. Dios, Santana–movía la cabeza de un lado a otro, acumulándosele la frustración.
Más.
Necesitaba más.
Ondeando sus caderas para darle más fricción a su saturada vagina, deseosa de correrse.
–¡Qué buena estás, Britt! Excitada para mí.
Llevó las manos al botón del pantalón, lo desabrochó y los bajo se irguió momentáneamente y la rubia casi sollozó decepcionada cuando su boca se separó de sus pechos. Hasta que su mano se escurrió entre los dos cuerpos y luego en sus bragas, sus dedos invadiendo con atrevimiento sus labios vaginales, empapados hasta llegar al clítoris.
–Santana, no puedo más. No puedo.
Con el pelo enredado, arqueando la espalda mientras la morena dibujaba círculos alrededor del entramado de nervios, enervando su deseo hasta el punto de querer maldecirla por no hacerla venir de una vez.
–Estás empapada. Esto es lo que necesitas–le dijo con aspereza.
–Te necesito a ti–jadeó, dándose cuenta, de repente, que quería que la reclamara suya.
Los dedos de Santana trabajaron magistralmente la vagina de Brittany, acariciándola con la suficiente presión como para hacerla enloquecer.
–Córrete, Britt. Quiero ver cómo te corres.
Como si estuviera obedeciendo sus órdenes, Brittany explotó cuando la morena aumentó la presión de sus dedos en el clítoris, haciéndola agitarse con el gemido de una persona bajo tortura.
Santana metió un dedo en el orificio vaginal mientras que, con la otra mano,
continuaba acariciándole el clítoris.
–Dios. ¡Me encanta sentir cómo te vienes!
Su cuerpo temblaba, jadeante, el ritmo del corazón retumbando en sus oídos. Santana sacó la mano de las bragas y la trajo hacia su pecho. Con las piernas aún alrededor a su alrededor, Brittany descansó la cabeza en su hombro, preguntándose qué era lo que acababa de pasar. Por supuesto, ella misma se había procurado algún orgasmo antes, pero nunca como este.
–Dios mío, ¿qué he hecho?–se dijo en voz baja, con una sensación de fatalidad inminente, sabiendo que su vida nunca sería ya la misma.
********************************************************************************************************************************
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
no jodas san es super tajante en no compartir el cuerpo de britt,...
oh oh,.. ahora no ahí vuelta atrás de lo que acaban hacer,.. y mas que nunca san la deja!!
nos vemos!!
no jodas san es super tajante en no compartir el cuerpo de britt,...
oh oh,.. ahora no ahí vuelta atrás de lo que acaban hacer,.. y mas que nunca san la deja!!
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
Pues San tratando de decirle a Britt que hacer con toda su vida y que tendrá sus hijos.... Creo que va muy rápido... Y pues la rubia considera lo que paso como un error porque se dejó llevar y todo lo que había dicho antes quedó en el olvido, pero lo que creó que le preocupa mas es que haya sido justamente con la morena....
Haber como reaccionan ahora..
Haber como reaccionan ahora..
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
Bueno si es cierto que san es algo mandona, pero es que Britt es muy terca, a ver que pasa despues de haber estado juntas!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
no jodas san es super tajante en no compartir el cuerpo de britt,...
oh oh,.. ahora no ahí vuelta atrás de lo que acaban hacer,.. y mas que nunca san la deja!!
nos vemos!!
Hola lu, jajajajajaja si q lo es, esa rubia es solo de san asik de ella es de ella. Nones, ya se pertenecen! Jamas ocurrira eso! jamas jamas! jajajaaj. SAludos =D
JVM escribió:Pues San tratando de decirle a Britt que hacer con toda su vida y que tendrá sus hijos.... Creo que va muy rápido... Y pues la rubia considera lo que paso como un error porque se dejó llevar y todo lo que había dicho antes quedó en el olvido, pero lo que creó que le preocupa mas es que haya sido justamente con la morena....
Haber como reaccionan ahora..
Hola, un poco si la vrdd, pero como perdio mucho creo q solo esta viviendo como si estuvieran esos años juntas y no perdidos. JAjajaja creo lo mismo, osea ella sabe q se pertenecen, pero no kiere q pase jajajaja. Aquí otro capitulo para saber q onda. Saludos =D
micky morales escribió:Bueno si es cierto que san es algo mandona, pero es que Britt es muy terca, a ver que pasa despues de haber estado juntas!!!!
Hola, un poco si la vrdd esk si xD JAjaajaja son tan diferentes e iguales a la vez jajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Página 1 de 4. • 1, 2, 3, 4
Página 1 de 4.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Lun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T
» Busco fanfic brittana
Lun Feb 28, 2022 10:01 pm por lana66
» Busco fanfic
Sáb Nov 21, 2020 2:14 pm por LaChicken
» [Resuelto]Brittana: (Adaptación) El Oscuro Juego de SATANÁS... (Gp Santana) Cap. 7 Cont. Cap. 8
Jue Sep 17, 2020 12:07 am por gaby1604
» [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo
Mar Sep 08, 2020 9:19 am por Isabella28
» Brittana: Destino o Accidente (GP Santana) Actualizado 17-07-2017
Dom Sep 06, 2020 10:27 am por Isabella28
» [Resuelto]Mándame al Infierno pero Besame (adaptación) Gp Santana Cap. 18 y Epilogo
Vie Sep 04, 2020 12:54 am por gaby1604
» Fic Brittana----Más aya de lo normal----(segunda parte)
Mar Ago 25, 2020 7:50 pm por atrizz1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Lun Ago 03, 2020 5:10 pm por marthagr81@yahoo.es
» Que pasó con Naya?
Miér Jul 22, 2020 6:54 pm por marthagr81@yahoo.es
» [Resuelto]FanFic Brittana: Medianoche V (Adaptada) Cap 31
Jue Jul 16, 2020 7:16 am por marthagr81@yahoo.es
» No abandonen
Miér Jun 17, 2020 3:17 pm por Faith2303
» FanFic Brittana: " Glimpse " Epilogo
Vie Abr 17, 2020 12:26 am por Faith2303
» FanFic Brittana: Pídeme lo que Quieras 4: Y Yo te lo Daré (Adaptada) Epílogo
Lun Ene 20, 2020 1:47 pm por thalia danyeli
» Brittana, cafe para dos- Capitulo 16
Dom Oct 06, 2019 8:40 am por mystic
» brittana. amor y hierro capitulo 10
Miér Sep 25, 2019 9:29 am por mystic
» holaaa,he vuelto
Jue Ago 08, 2019 4:33 am por monica.santander
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Miér Mayo 08, 2019 9:25 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Comportamiento (Adaptada) Epílogo
Miér Abr 10, 2019 9:29 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
Lun Abr 08, 2019 8:29 pm por 23l1